272 Reflexiones sobre una transgresión: literatura cubana y emigración 1 Dra. Sonia Almazán del Olmo La migración es tan antigua como la historia misma de la humanidad. El hombre se ha movido de un lugar a otro incesantemente obligado por múltiples razones: económicas, políticas, religiosas, etc. Ha llevado consigo su mundo espiritual y lo ha sembrado en aquel lugar donde se asienta. Se. mezclan las costumbres, las lenguas, las percepciones. Ocurren las diferentes fases de un proceso transitivo de una cultura a otra, de creación de nuevos fenómenos culturales acuñado por Ortiz como transculturación,2 que perfila culturas y determina identidades. Cuba, “la Isla infinita” “la isla que se repite”3, es parte de una región, el Caribe, donde el fenómeno migratorio ha configurado su entorno cultural y social. Una tierra de inmigrantes y de emigrados, unos voluntarios y otros traídos a la fuerza, pero que mezclados todos en ese “ajiaco”4, como denominó Don Fernando Ortiz a la cultura cubana, ha dado como resultado lo que hoy somos. La literatura no ha estado ajena y el tema del viaje, la huida, el reencuentro, la nostalgia, el regreso se repite una y otra vez. Los estudios migratorios cobran una importancia singular en la década del noventa. Tanto en la Isla como fuera de ella se indaga desde la psicología, el derecho, la economía, la politología y la cultura entre otras, en las características diferenciadoras e identificadoras de la emigración cubana posterior a 1959. El ensayo, la investigación académica, el contacto entre estudiosos de ambas 1 Artículo publicado por: Knauer, G.; E. Miranda y J. Reinstädler (eds.) Trangresiones cubanas. Cultura, literatura y lenguadentro y fuera de la isla. Ed. Iberoamericana, Vervuert, 2006, p.89 2 Ortiz, Fernando, “Del fenómeno social de la transculturación y de su importancia en Cuba“ en Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, La Habana, Consejo Nacional de Cultura, 1963, p.103 3 Vázquez Díaz, René, La Isla del Cundeamor. Madrid, España, Editorial Alfaguara, 1995, contraportada. Citando a Cintio Vitier y Antonio Benítez Rojo. 4 Ortiz, Fernando, “Los factores humanos de la cubanidad“ en Orbita de Fernando Ortiz, Selección y prólogo de Julio Le Riverend. La Habana, Cuba, Colección Órbita, Ediciones UNION, 1973, p. 174 273 orillas abordan el tema aunque queda mucho trecho por andar y las precisiones sobre generaciones, pertenencia cultural, biculturalismo, etc están todavía dentro del marco del debate. La literatura en general, y la narrativa en especial, nos ofrece una oportunidad particular para acercarnos a Cuba y su diáspora, a la Isla y su emigración. Se han hecho importantes esfuerzos, desde una amplia pluralidad de posiciones, por (re)conocer la producción artística y literaria producida por emigrados. Los llamados dossiers de La Gaceta5 han resultado un importante esfuerzo por presentar a ensayistas, críticos, narradores y poetas que han producido su obra fuera de las fronteras de la nación cubana. Se han establecido diálogos que trascienden este tema como los diferentes encuentros “La Nación y La Emigración“ convocados por el Gobierno de la República de Cuba en 1994, 1995 y 2004, y “Cuba: Cultura e Identidad Nacional“, La Habana 1995, con el auspicio de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y la Universidad de la Habana [...]que trasciende los marcos académicos para inscribirse en esa búsqueda de nosotros mismos en que nos hemos empeñado los cubanos desde los mismos albores de la nación.6 Existen diferentes criterios para determinar tanto el número como las fechas, características, etc. de las corrientes migratorias cubanas posteriores al 1ro de enero de 1959. En nuestro caso nos adscribimos a las referidas en el documento Cuban in the United States del Pew Hispanic Center7 por ser la más cercana para el estudio de las migraciones dentro del sector de la cultura8 ya que en este caso reviste características peculiares. En dicho documento se expresa textualmente: 5 Fornet, Ambrosio, Memorias recobradas, Selección, prólogo y notas de Ambrosio Fornet, Santa Clara, Cuba, Ediciones Capiro, 2000, p. 139-140. 6 UNEAC, Memorias del encuentro “Cuba: Cultura e Identidad Nacional“. Ediciones UNION,1995, p.7 7 “Overview of the Cuban Migration” en www.pewhispanic.org. 25 de agosto de 2006, p.2. 8 En este momento la línea de investigación del Centro de Estudios de Migraciones Internacionales que se ocupa del estudio de la cultura y la emigración tiene como una de sus tareas la determinación de las corrientes migratorias dentro de este sector. 274 Cuban immigration to the United States can be described as having four distinct waves. The first, from 1959-62, began with the departure of Cubans following the rise of Fidel Castro. The initial exodus primarily consisted of upper and upper-middle class families in professional and managerial occupations. The second wave, from about 1965 to 1974, featured orderly departure program administered by the U.S. and Cuban governments. The so-called “freedom flights” brought middle and working class Cubans to the United States. The third wave began in 1980 with the Mariel boatlift, a chaotic exodus that was in many ways distinct from previous migrations. The Marielitos as they are known came from virtually every segment of Cuban society, including the poor. The fourth wave, which continues to the present, began after the collapse of Communism in1989 and the tightening of the U.S. embargo in 1992. It includes balseros, or rafters, who float to Florida aboard improvised vessels as well as the beneficiaries of a especial visa lottery system the two governments agreed to implement in 1994. En este sentido para nosotros cobra gran importancia la primera generación de emigrados cubanos (1959-1962) y sus descendientes, pues es la que se establece principalmente en el estado de la Florida. Tiene características especiales como son: las razones que la mueven a emigrar, la cercanía geográfica con el país de origen, su desenvolvimiento económico, el papel jugado en las relaciones Cuba-Estados Unidos y con América Latina, Centro América y el Caribe y sobre todo porque el enclave fundado por ésta devino la puerta de entrada al principal país receptor y constituye también la clave para el estudio de la cultura cubana actual. Ella es el centro de una forma cultural distinta a la de la nación, pero que a su vez guarda estrecha relación con ésta y que como resultado de un proceso migratorio constante se renueva de forma permanente y mantiene un flujo cultural que, a pesar de las diferencias, hace que se toquen las dos orillas. La transgresión del espacio geográfico ha tocado la noción de cultura y ha redibujado las fronteras de la literatura cubana. Las primeras manifestaciones literarias producidas fuera de la Isla están marcadas por el sentimiento del retorno y la provisionalidad, su literatura, con más peso político que estético, refleja, de forma clara, un sentido de pertenencia al país de origen. En muchos casos los autores se acercan a la literatura de forma ocasional, no persisten en la labor creativa. 275 [...] Quienes la firmaban eran, en muchos casos, autores primerizos e incluso aficionados que se acercaban a la literatura de modo fortuito, como lo demuestra el hecho que después no insistiesen más. Una promoción que nació lastrada por la premura y el voluntarismo, y demasiado impregnada de resentimiento y partidismo apasionado.9 En algunos casos se aferran a manifestaciones que ya en Cuba resultan anacrónicas. En su mayoría rompen con el discurso político de la Isla pero no con el vínculo cultural. Es la denominada “literatura del exilio”. Lisandro Pérez, sociólogo cubano-americano confirma esta aseveración cuando en una entrevista concedida al equipo de realización del documental Tras el Cristal (La Habana, 1995. Marina Ochoa, Mercedes Arce, Guillermo Centeno y Manuel Pérez Paredes), responde acerca de lo que son los cubanos en Miami. [...] es una comunidad que se ha mantenido con una visión todavía muy enfocada hacia los acontecimientos en Cuba y hacia el futuro de Cuba, es decir que mantienen una perspectiva de exilio [...] en general rechaza la visión de sí mismo como emigración [...] como simplemente una emigración que vino para quedarse a ajustarse aquí […] las organizaciones no son organizaciones de emigrantes que tienen como su agenda la incorporación a este país, son organizaciones los cubanos que bien tienen que ver con el estatus político de Cuba o promueven la nostalgia y recuperar el paisaje, recuperar la memoria del pasado [...]. Gustavo Pérez Firmat, agrupó en tres categorías la literatura hecha por emigrantes; literatura de inmigrantes que es “esencialmente prospectiva“, literatura del exilio “desaforadamente retrospectiva“ y literatura étnica “que no cultiva la identidad sino la diferencia“10. Así la literatura hecha por los emigrados cubanos en la década del 60 es “desaforadamente retrospectiva“ lo que confirma que [...] su literatura se caracteriza, de un lado, por una alergia pronunciada hacia los préstamos culturales, y del otro, por un apego obsesivo a la cultura de origen.11 9 Espinosa, Carlos, El peregrino en comarca ajena. Panorama crítico de la literatura cubana del exilio. Estados Unidos, Publication of the Society of Spanish and Spanish-American Studies. University of Colorado, 2001, p. 5 10 Pérez Firmat, Gustavo. “Trascender el exilio: la literatura cubano-americana, hoy“, en La Gaceta de Cuba, La Habana. Septiembre/octubre de 1993, pp. 19-21. 11 Ibid, p.19 276 Se transgrede una norma de asimilación. El autor no va a la peripecia real, sino que se crea un “juego de ilusiones” con respecto a las pautas que el ambiente sociocultural introdujo en su vida antes de emigrar. Su espacio cultural corresponde a la década del cincuenta. Aparece así una literatura llena de evocación, de nostalgia, donde el tiempo parece no transcurrir. Juana Rosa Pita nos ofrece un ejemplo en su poema “Carta a mi Isla“: [...] Lejos de ti la sed y el hambre no se sacian con halagos de frutas y chorros de agua: lejos de ti es la soledad concreta (los que viven en ti sólo conocen la otra soledad: esa que tiene siete letras) Isla lejos de ti es dentro del pozo vacío de los sueños Lejos de ti mis manos corren con avidez por las carnes de un mundo de poema: hasta el dolor hasta el placer se me desplazan por un gemido abstracto al borde de la tierra. Isla lejos de ti mi vida es la ironía el garabato tierno de un escritor ausente: una paja en el ojo simbólico del cielo12 La evocación conlleva recuperación, negación de pérdida. Ambrosio Fornet ha dicho que esto “da lugar a poemas narrativos o descriptivos en los que el sujeto lírico, reconciliado con la situación, se entrega al rito de nombrar las cosas como un simple acto de magia”13. Podríamos traer aquí la idea de Rilke, citado más de una vez por Ambrosio Fornet, de que la patria es la infancia. Aunque 12 13 Pita, Juana Rosa, Las cartas y las horas. Washington, Ediciones Solar, 1977. Fornet, Ob.cit., p. 65 277 explícitamente algunos la nieguen y luego en su propia escritura se delaten. La tendencia ha sido lo que Eliana Rivero ha denominado “circunstancias lingüísticas diferenciadoras (sus voces textuales se dan en los códigos de la lengua materna)” y desde el punto de vista temático “se mantiene una conexión afectivo cultural, sea asimiladora o desasimiladora, con la literatura del país de origen”14. Y yo agregaría que no sólo con la literatura, sino con el propio país, a partir de un sentimiento que la propia ensayista ha denominado “el discurso de la nostalgia”15. La nostalgia es el sueño del retorno pospuesto. Pérez Firmat citando a Lisandro Pérez alude a lo que este último denomina “autarquía institucional“al referirse al enclave étnico de Miami: Un “enclave étnico“como Miami puede satisfacer todas las necesidades de sus miembros, como bien dice Pérez, la vida de uno comienza en las manos de un obstetra cubano y termina en las de un sepulturero cubano. En el interín uno apenas necesita entrar en contacto con el mundo exterior, el mundo no cubano. La autarquía del enclave ha hecho posible que en Miami se reproduzca lo que muchos llaman, pomposamente, la Cuba de ayer. Si bien el discurso de la nostalgia es diferenciador con respecto a la nación, podemos hablar de dos discursos en la emigración: uno, el de los padres, donde está presente la Isla renarrada, donde el sentimiento de pertenencia y desarraigo se hace patente a través de la evocación y el recuerdo y otro, el de los hijos que en su mayoría asumen ese discurso a través de la mirada de sus padres Pueden ser entonces escritores de “contraliteratura” e insertarse en la literatura hecha por los inmigrantes hispanos en los Estados Unidos, pueden asumir, también, el discurso de la nostalgia. Un narrador emigrado que abandona la Isla en 1972 al referirse a su experiencia y su nostalgia nos dice: “Cuba es la siempre fiel porción de tierra claustrofóbica rodeada de agua por todas partes, que uno se lleva en las tripas, 14 Rivero, Eliana, Cubanos y cubanoamericanos: perfil y presencia en los Estados Unidos. En: Memorias recobradas, Selección, prólogo y notas de Ambrosio Fornet, Santa Clara, Cuba, Ediciones Capiro, 2000, p. 32. 15 Ibid, p.68 278 cuando la abandona, para reinventarla”16. En una entrevista concedida a Nelson Cárdenas para su Trabajo de Diploma – Archipiélago: Explorando la identidad cultural en una novela de la diáspora – Vázquez Díaz habla del exilio y lo define así: El exilio siempre es un naufragio, siempre es una pérdida [...] dejar de ser lo que se es, lo que se era, para empezar a ser otra cosa. Paradójicamente siendo otra cosa sigo nutriéndome de lo que llevaba en mí. Nietzsche decía: “En la soledad no crece nada nuevo, se desarrolla lo que uno lleva a ella”17. En la primera generación de escritores de la emigración se encuentran nombres de autores con una obra ya conocida como Lydia Cabrera (1899–1991), Hilda Perera (1926), Celedonio González (1923), Pura del Prado (1931–1996), Juana Rosa Pita (1939), José Sánchez Boudy (1927) y otros. Para ellos la ruptura física con la Isla se hace notoria en sus obras, en cambio el discurso de la nostalgia está presente. Es la evocación de lo perdido junto al resultado que en cada caso ha marcado la transculturación. Esta es la temática que aparece en sus obras y que precisamente se diferencia a partir de una transgresión expresada en el mundo interior de cada uno, diverso como sus propias vivencias. En el segundo caso, los que emigraron siendo jóvenes o adolescentes, pueden mantener una escritura totalmente apegada a la lengua materna o no, y la temática es precisamente su dualidad, su transición en el desarraigo. Son los representantes de una forma cultural otra, que ya no es la que se llevaron sus padres, pero tampoco la de la sociedad donde han vivido más tiempo y se han educado. Esta forma cultural es la que porta, la llamada por el sociólogo cubano Rubén Rumbaut.:“la generación 1,5“. La tesis fundamental de este planteamiento es que esta generación intermedia es la que en gran medida ha logrado el éxito de la cultura cubano – americana., porque la misma condición intercultural de 16 Vázquez, Ob. Cit., Contracubierta. Cárdenas, Nelson, Archipiélago: Explorando la identidad cultural en una novela de la diáspora. Trabajo de Diploma. Facultad de Artes y Letras, 2000. Tutora: Dra. Sonia Almazán del Olmo, p.139 17 279 éstos suele disponerlos favorablemente para los pactos y compromisos mediante los cuales se genera la cultura étnica18. Generalmente recrean las memorias de la infancia, su vida en Cuba, las relaciones, la casa, la familia que quedó o emigró, pero que la recuerdan dentro del contexto de la Isla. Un ejemplo significativo lo constituyen los integrantes del Grupo Areíto. En una entrevista hecha por este grupo para el libro Contra Viento y Marea premio Casa de las Américas 1978, una joven emigrada dice: Bregar con los problemas de la supervivencia en la tierra de nadie, entre dos culturas era para nosotros algo más complejo: no sólo había “lo norteamericano” y “lo cubano” sino que había también dos “Cubas”. Teníamos que enfrentarnos a la escisión y a sus raíces [...]. Había que replanteárselo todo [...]19. El desarraigo está presente en la literatura de la emigración cubana, la ruptura, el que se fue y el que se quedó. Se evidencia una y otra vez “el destino del desarraigo”. Un ejemplo de ello se nos ofrece en La isla del cundeamor (1995) de René Vázquez Díaz (1952). El amor entre Nicotiano y Mireya es un amor entre dos desarraigados. Uno no vence su dependencia de la Isla, la otra quiere salir de ese estado, independizarse. Sikitrake le dice a Nicotiano: Nunca has aceptado que ésta es tu vida, tu única vida, aquí y ahora en Miami, y que tienes que vivirla20. Por otro lado Mireya confiesa: Yo tengo que afincarme en una realidad, tía, no puedo seguir viviendo en la era imaginaria de Nicotiano. Miami es mi medio ambiente y como tal lo acepto; basta ya de verborrear sobre Castro y sobre Cuba, basta ya de despreciar la vida del exilio y soñar con un regreso que es una quimera21. Nicotiano se pierde en las calles de Miami. Fue quebrantado en su niñez, desgarrado por dentro. Mireya trata de encontrar lejos de la Isla del Cundeamor un espacio para hacer su propia vida. Ninguno de los dos lo logra. Su desarraigo no les permite encontrar su espacio. 18 Pérez Firmat, “Vivir en la cerca: la generación del 1,5“, en La Gaceta de Cuba, La Habana, septiembre/octubre de 1996, p. 22. 19 Grupo Areíto, Contra viento y marea. La Habana, Colección Premio Casa de las Américas 1978, p.64 20 Vázquez, Ob. Cit., p. 109 21 Ibid, p.124 280 Lourdes Casal 1938 – 1981)) en su famoso poema “Para Ana Veltfort” (1976) expresa el drama del biculturalismo de forma clara: Cargo esta marginalidad inmune a todos los retornos, Demasiado habanera para ser neoyorkina, Demasiado neoyorkina para ser, –aun volver a ser– cualquier otra cosa.22 Otro ejemplo notable de biculturalismo lo podemos encontrar en la obra en un acto de Dolores Prida (1943). Coser y cantar: Bilingual Fantasy for Two (1981). Donde tal y como el título nos lo adelanta se establece un diálogo entre el personaje y su conciencia (ella – she) en inglés y español. La obra es la expresión de la transgresión a que está sometida la autora, que se vale de este personaje que, a partir de una doble personalidad se pregunta en español y se responde en inglés, dentro del ambiente bicultural que existe en las grandes ciudades como Nueva York, Los Ángeles y por otras razones Miami. Es la autora inmersa en un complejo proceso transculturador que la hace consolidar su nueva situación a la vez que se mantiene atada a su pasado cultural. En la obra están presentes los recuerdos de la autora y la respuesta a partir de su nueva situación. Esto aleja de forma notable, desde el punto de vista escritural la producción dramática en la Isla y en la emigración. Valga como ejemplo el siguiente diálogo: Ella. Las peceras me recuerdan el aeropuerto cuando me fui[...] Al otro lado del cristal, los otros, los que se quedaban: los padres, los hermanos, los tíos[...] Allí estábamos en la pecera, nadando en el mar que nos salía por los ojos [...] Y los que estaban dentro y los que estaban fuera sólo podían mirarse[...] las caras distorsionadas por las lágrimas [...] bocas que trataban de besarse a través del cristal [...] Una pecera llena de peces asustados, que no sabían nadar, que no sabían de las aguas heladas. She: Dwelling in the past takes energies away. (Volver al pasado me quita las energías.)23 22 Casal, Lourdes, Palabras juntan revolución, La Habana, Casa de las Américas, 1981, p. 60–61. Prida, Dolores, Beautiful señoritas and another plays. Houston, Texas, Arte Público Press, University of Houston, 1991, p. 52. 23 281 El idioma es otro de los aspectos que más se ha discutido a la hora de considerar la pertenencia de la literatura de la emigración a la literatura cubana. Los que defienden esta pertenencia afirman que las razones prácticas del mercado han sido una de las causas de esta preferencia, otros afirman que “manifiesta una renuncia a dejarse plantar en los jardines invisibles de la literatura insular... Escribir en inglés es un acto de venganza – contra los padres, contra las patrias, contra uno mismo [...] una manera de blandir el hyphen como arma"24. Sin embargo, este mismo crítico reconoce que algunas de las obras escritas en inglés aparecen “redactadas en una lengua extraña” 25 lo que hace que no se puedan incorporar de forma armónica dentro de la literatura norteamericana. Por lo general el escritor cubano-americano escribe en inglés pero acude al español para expresar algo trascendental como es el caso de Oscar Hijuelos (1951) o Cristina García (1958) o de lo contrario “traduce” literalmente la expresión del español, lo que produce una extrañeza y da a veces, una nota simpática al lector hispano. Veamos como ejemplo el caso en que uno de los personajes de Roberto G. Fernández (1950) en Raining Backwards (1988) advierte ”Water that you can´t drink, let it run, honey”, no hay lector anglófono que logre disfrutar de su significado cubano: agua que no has de beber, déjala correr, cariño; porque en la cultura cubana va más allá de su sentido filosófico, es una actitud ante la vida, no una frase. En el caso de Cristina García e Hijuelos, en sus obras aparecen expresiones en español que cobran una mayor fuerza que sus similares en inglés, pero es significativo un momento de la novela Soñar en Cubano en que la autora se expresa a través de Pilar: He comenzado a soñar en español, cosa que no me había pasado nunca. Me despierto sintiéndome distinta, como si algo dentro de mí estuviese cambiando, algo químico e irreversible [...] Y quiero a La Habana, su bullicio y su decadencia y su aquello de fulana [...] Pero tarde o temprano tendré que regresar a Nueva York. Ahora sé que es allí a donde pertenezco (y no de en ves de a Cuba, sino más que a Cuba).26 24 Pérez Firmat, Gustavo, “Cuba sí, Cuba no. Querencias de la literatura cubano-americana“, en revista Encuentros de la cultura cubana, Madrid, No. 14, otoño de 1999, p.134 25 Ibid, p.135 26 García, Cristina, Soñar en cubano. Madrid, Editorial Espasa Calpe, S. A. 1994, p. 311 282 Isabel Álvarez Borland señala que Cristina García construye lo cubano en torno a la sensibilidad de un personaje que se identifica con su cultura de origen, la norteamericana27. No creo que tal afirmación defina el problema tal como es, aquí volvemos a la tesis de que el arte y la literatura cubano-americana se consolida como cultura étnica, o sea, una nueva forma cultural que, a pesar de tener elementos visibles de ruptura con la cultura de origen, mantiene vínculos esenciales con ella, que no aspira a ser exclusivamente una de ellas. [El escritor étnico] no está expuesto a la crisis de identidad; al contrario, se regodea en su propia dualidad, como los anfibios. He aquí una de las razones que explican que la literatura étnica sea a menudo multilingüe28. Por eso García puede hacer que su personaje comience a “soñar en cubano” escribiéndolo en inglés y que Nueva York sea su lugar de pertenencia. En estos casos estamos en presencia de lo que pudiéramos llamar una doble transgresión. Se escribe en ingles y los protagonistas de la historia son cubanos y muchas veces la acción transcurre en Cuba, pero a la vez, lo que se dice en inglés puede ser extraño para los lectores anglófonos y sólo un receptor hispano lograría comprender en toda su magnitud el mensaje. Está escrito en inglés pero tiene que ser comprendido en español. Para Ambrosio Fornet la verdadera protagonista del drama es la memoria. Es ella quien sostiene consigo misma, y con cada uno de los sujetos líricos, un monodiálogo que intenta rescatar, al conjuro de los mitos nacionales y familiares, la atmósfera incontaminada de aquel paraíso que primero se vio como perdido y después, con el paso de los años, como irrecuperable.29 Es el replanteo de la relación entre los espacios: el soñado y el real; el mental y el físico. Así es posible que el poeta nos descubra su nostalgia: 27 Cf. Alvarez, 1998: 136-142 Pérez Firmat, Gustavo. Trascender el exilio: la literatura cubano-americana, hoy, en La Gaceta de Cuba, La Habana. Septiembre/octubre de 1993, p.20. 29 Fornet, Ob.cit., p.64 28 283 Mi patria es Cuba también Desde que en 1927 emigrara mi padre el polaco, [...] Hoy acepto los trastornos de la historia. Quemo los puentes, voy de Cuba en Cuba. Estoy de pie en la esquina de Galiano, me arrogo este derecho. [...] Mi patria es Cuba también. [...] Aquí estoy, no queda otro remedio, hermano, agarrar el avión y luego caminar a pie la isla, [...] Al regreso está toda la familia en chancleta, abuela que pone una fuente gigantesca de frituras en la mesa.30 Es interesante ver cómo este discurso de la nostalgia no ha sido vencido por el tiempo. Si José María Heredia, reclamaba al paisaje del Niágara sus palmas, Lourdes Casal hace que su personaje evoque las aguas del Caribe ante el río Hudson: Aquí frente al Hudson verdinegro, hay olor a yerba buena y el sol un poco tímido me despierta recuerdos bajo la piel, [...] te recuerdo juegos bajo el agua y el Caribe transparentes Guanabo el agua azul la arena al fondo y las piedras multicolores nácar y el agua bañándome los ojos.31 En Nuestra casa en el fin del mundo (1991) de Oscar Hijuelos, esto se evidencia cuando Héctor soñaba con la Cuba que su madre le había transmitido: En Cuba había muchas fragancias agradables [...]. Cuba era el país donde Mercedes había llevado una vida de elegancia, dignidad y felicidad [...]. En otro momento afirma: [...] me siento transportado a un mundo anterior al conocimiento de los problemas. Ya no estoy en el apartamento sino en Cuba [...] el fulgor de Cuba penetra por las ventanas. Me asomo y sigo las curvas de un cerro largo y plateado, lleno de árboles y casitas pintorescas. Absorbo el aroma de las flores.32 El mantenimiento de la identidad, la negación a la asimilación, la transgresión del exilio, podemos encontrarla entre los autores emigrados. Por ejemplo, ante la 30 Kozer, José, “Mi patria es Cuba también“, en: Memorias recobradas, Selección, prólogo y notas de Ambrosio Fornet, Santa Clara, Cuba, Ediciones Capiro, 2000, p.78. 31 Casal, Lourdes, “Love Story, según Cyrano Prufrock“ en Los fundadores: Alfonso y otros cuentos. Miami. Ediciones Universal, 1981, p. 69 32 Hijuelos, Oscar, Nuestra casa en el fin del mundo (Our house in the last world). Traducción de Jordi Mustieles. Madrid, Ediciones Siruela, 1991, p. 176 284 pregunta de cómo puede seguir siendo un escritor cubano en Suecia, Vázquez Díaz responde: Mientras más frío hace afuera más reverdece ese monte cubano, esos cundeamores, ese paisaje cubano que llevo dentro. Mientras más blanca es la nieve aquella, más verde es esa memoria que llevo dentro y que no me pueden quitar [...]. Es como una planta [...] y eso lo aprendí de los otoños en Suecia [...], es una inmensa maniobra de retirada de la naturaleza para sobrevivir a esa nieve [...], y qué hacen los árboles: le retiran el suministro de alimento a las partes que no son esenciales, y todo el alimento va para las raíces. Eso fue exactamente lo que hice: todo mi alimento, todo lo que a mí me nutre como ser humano - y sobre todo como ser cultural – lo deposité en mis raíces. ¡Y mis raíces estaban aquí!33 Si durante más 40 años, cada uno de los autores que han producido sus obras en Cuba han ido reflejando, desde el punto de vista temático, la épica de la Revolución, desde sus respectivas perspectivas generacionales y por tanto se nos ofrece una diversidad temática, en la emigración no ocurre así. La vida nacional de los países receptores no es la temática que generalmente se aborda. Cuba vuelve una y otra vez. Los que se fueron siendo adultos y muchos de ellos con una obra reconocida, no se integran a la literatura del país receptor. La mayoría de ellos se mantienen con una escritura que bien podía ser producida dentro de las fronteras de la Isla. Es el caso de Severo Sarduy (1928), Cabrera Infante (1929), Jesús Díaz(1941 – 2002), entre los más viejos o de Carlos Victoria (1950) entre los nuevos, pero formado ya dentro de la Isla intelectual y estéticamente, por sólo mencionar a algunos de relevancia dentro de las letras iberoamericanas y con una profunda raíz cubana. En la obra de los narradores como en la de los poetas encontramos motivos clásicos como el viaje, el paraíso perdido y el eterno retorno. Sus obras recrean su vida y su experiencia vital en la Isla. Tomemos como ejemplo a Jesús Díaz quien confesó a un amigo que cuando le preguntaban qué hacía en Berlín él contestaba: “nunca he salido de La Habana, en cuanto me acuesto me traslado a la ciudad de mi delirio”. En su primera novela aparecida en la emigración Las 33 Cárdenas, Ob. Cit., p. 138 285 palabras perdidas (1992) hay una recreación del mundo del Caimán Barbudo34 en su primera época (marzo de 1966 – diciembre de 1967), los protagonistas, las situaciones, las locaciones son perfectamente identificables, es parte de la vida del autor, fue parte de la vida cultural cubana, es parte de la memoria de la Isla. Lo mismo ocurre con La piel y la máscara (1996) donde el mundo del ICAIC (Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos) está presente. Otra cosa ocurre cuando trata de salirse de su mundo vivencial y entra en el mundo del exilio miamense que desconoce. En Dime algo sobre Cuba (1998) la acción transcurre en el pasado – Cuba – y el presente – Miami. Es, a mi entender, una caricatura de “afuera” y de “adentro”. El autor no logra aprehender la problemática social cubana y mucho menos el mundo de relaciones de Miami. Si Las iniciales de la Tierra (1987) puede ser considerada por muchos como la novela de la revolución cubana, Dime algo sobre Cuba no se acerca siquiera al relato de los balseros o a las relaciones familiares dentro de la comunidad cubana en Miami. Los escritores cubanos de la emigración practican una literatura transgresora en sí misma, donde el espacio de la Isla siempre está presente y donde los hombre y mujeres que en ella habitan se mueven en el espacio ideal que cada quien se ha construido o “llevado” y que una y otra vez se posan en la orilla del delirio. Su identidad transculturada nos abre un camino “otro“ para nuestra cultura, más rica a partir de su propia diversidad y donde cabe, por históricas razones, la diferencia. Alejo Carpentier hablando de la problemática de la novelística latinoamericana en “Tientos y Diferencias” aclara lo que para él es la función cabal de la novelística [...] que consiste en violar constantemente el principio ingenuo de ser relato destinado a causar placer estético a los lectores, para hacerse un instrumento de indagación, un modo de conocimiento de hombres y de épocas – modo de conocimiento que rebasa, en muchos casos, las 34 El Caimán Barbudo (La Habana marzo de 1966). Suplemento mensual de cultura publicado por el diario Juventud Rebelde. Sus páginas han sido vehículo de difusión de las nuevas ideas en el campo de la cultura. 286 intenciones del autor[ ..]. La novela debe llegar más allá de la narración, del relato, vale decir: de la novela misma, en todo tiempo, en toda época, abarcando aquello que Jean Paul Sartre llama los “contextos”35. Lucrecia Artalejo (1959), cubano-americana, quien confiesa que haber nacido en una tierra que no conozco y ser parte de una cultura que ni siquiera entiende mi propio idioma, alimentaron la inquietante búsqueda no sólo de mi propia identidad sino la de mi generación... en su libro La máscara y el marañón (1991) observa la complementariedad que existe entre la historia y la literatura a la hora de definir la identidad. Para Artalejo las obras de los historiadores tratan de los grandes acontecimientos de la historia cubana sin penetrar, como lo hace la literatura en las inquietudes más íntimas que provocaron esos hechos ni en los pensamientos y los sentimientos de la comunidad que los experimentó [...]36. En este sentido Artalejo dota a la literatura de “la vida” del suceso a la vez que coloca al autor en un plano privilegiado. En la literatura de la emigración está presente esa vida con que la escritora dota a la literatura en general, con la particularidad de que de manera consciente o no la Isla aparece una y otra vez. La literatura escrita por los emigrados cubanos tiene ese carácter transgresor que nuestro gran intelectual le exigía a la novelística latinoamericana a la vez que nos lleva a su mundo más íntimo y de hecho nos hace muchas veces compartir, como cómplices, sus pensamientos y sentimientos. En el constante proceso de ajuste y reajuste, el escritor emigrado expresa todas las inquietudes que conforman su universo identatario. Su literatura, abarcadora de los contextos, constituye el mejor instrumento de indagación, un modo de conocimiento de hombres y mujeres, dudas y aspiraciones, espacios y nostalgias, que rebasan las propias intenciones del autor. 35 Carpentier, Alejo, “Problemática de la actual novela latinoamericana“ en Tientos y diferencias. La Habana, Contemporáneos. Ediciones UNIÓN, 1966, p. 9 36 Artalejo, Lucrecia, La máscara y el marañón. Miami, Florida. Ediciones Universal, 1991, p.11 287 Bibliografía Álvarez Borland, Isabel, Cuban-American Literature of Exile. University of Virginia Press, 1998. Artalejo, Lucrecia, La máscara y el marañón. Miami, Florida. Ediciones Universal, 1991. Behar, Ruth, “Cuba y su diáspora” en Puentelibre. Vol.II No. 5/6. Verano 1995. Cárdenas, Nelson, Archipiélago: Explorando la identidad cultural en una novela de la diáspora. Trabajo de Diploma. Facultad de Artes y Letras, 2000. Tutora: Dra. Sonia Almazán del Olmo. Carpentier, Alejo, “Problemática de la actual novela latinoamericana“ en Tientos y diferencias. La Habana, Contemporáneos. Ediciones UNIÓN, 1966. Casal, Lourdes, “Love Story, según Cyrano Prufrock“ en Los fundadores: Alfonso y otros cuentos. Miami. Ediciones Universal, 1981. _____, Palabras juntan revolución, La Habana, Casa de las Américas, 1981, pp. 60 – 61. Díaz, Jesús, Las palabras perdidas. 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