Reflexiones sobre una transgresión: literatura cubana y emigración

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Reflexiones sobre una transgresión: literatura cubana y emigración 1
Dra. Sonia Almazán del Olmo
La migración es tan antigua como la historia misma de la humanidad. El
hombre se ha movido de un lugar a otro incesantemente obligado por múltiples
razones: económicas, políticas, religiosas, etc. Ha llevado consigo su mundo
espiritual y lo ha sembrado en aquel lugar donde se asienta. Se. mezclan las
costumbres, las lenguas, las percepciones. Ocurren las diferentes fases de un
proceso transitivo de una cultura a otra, de creación de nuevos fenómenos
culturales acuñado por Ortiz como transculturación,2 que perfila culturas y
determina identidades.
Cuba, “la Isla infinita” “la isla que se repite”3, es parte de una región, el Caribe,
donde el fenómeno migratorio ha configurado su entorno cultural y social. Una
tierra de inmigrantes y de emigrados, unos voluntarios y otros traídos a la fuerza,
pero que mezclados todos en ese “ajiaco”4, como denominó Don Fernando Ortiz
a la cultura cubana, ha dado como resultado lo que hoy somos. La literatura no
ha estado ajena y el tema del viaje, la huida, el reencuentro, la nostalgia, el
regreso se repite una y otra vez.
Los estudios migratorios cobran una importancia singular en la década del
noventa. Tanto en la Isla como fuera de ella se indaga desde la psicología, el
derecho, la economía, la politología y la cultura entre otras, en las características
diferenciadoras e identificadoras de la emigración cubana posterior a 1959. El
ensayo, la investigación académica, el contacto entre estudiosos de ambas
1
Artículo publicado por: Knauer, G.; E. Miranda y J. Reinstädler (eds.) Trangresiones cubanas.
Cultura, literatura y lenguadentro y fuera de la isla. Ed. Iberoamericana, Vervuert, 2006, p.89
2
Ortiz, Fernando, “Del fenómeno social de la transculturación y de su importancia en Cuba“ en
Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, La Habana, Consejo Nacional de Cultura, 1963,
p.103
3
Vázquez Díaz, René, La Isla del Cundeamor. Madrid, España, Editorial Alfaguara, 1995,
contraportada. Citando a Cintio Vitier y Antonio Benítez Rojo.
4
Ortiz, Fernando, “Los factores humanos de la cubanidad“ en Orbita de Fernando Ortiz,
Selección y prólogo de Julio Le Riverend. La Habana, Cuba, Colección Órbita, Ediciones UNION,
1973, p. 174
273
orillas abordan el tema aunque queda mucho trecho por andar y las precisiones
sobre generaciones, pertenencia cultural, biculturalismo, etc están todavía dentro
del marco del debate. La literatura en general, y la narrativa en especial, nos
ofrece una oportunidad particular para acercarnos a Cuba y su diáspora, a la Isla
y su emigración.
Se han hecho importantes esfuerzos, desde una amplia pluralidad de
posiciones, por (re)conocer la producción artística y literaria producida por
emigrados. Los llamados dossiers de La Gaceta5 han resultado un importante
esfuerzo por presentar a ensayistas, críticos, narradores y poetas que han
producido su obra fuera de las fronteras de la nación cubana. Se han establecido
diálogos que trascienden este tema como los diferentes encuentros “La Nación y
La Emigración“ convocados por el Gobierno de la República de Cuba en 1994,
1995 y 2004, y “Cuba: Cultura e Identidad Nacional“, La Habana 1995, con el
auspicio de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y la Universidad
de la Habana [...]que trasciende los marcos académicos para inscribirse en esa
búsqueda de nosotros mismos en que nos hemos empeñado los cubanos desde
los mismos albores de la nación.6
Existen diferentes criterios para determinar tanto el número como las fechas,
características, etc. de las corrientes migratorias cubanas posteriores al 1ro de
enero de 1959. En nuestro caso nos adscribimos a las referidas en el documento
Cuban in the United States del Pew Hispanic Center7 por ser la más cercana
para el estudio de las migraciones dentro del sector de la cultura8 ya que en este
caso reviste características peculiares. En dicho documento se expresa
textualmente:
5
Fornet, Ambrosio, Memorias recobradas, Selección, prólogo y notas de Ambrosio Fornet, Santa
Clara, Cuba, Ediciones Capiro, 2000, p. 139-140.
6
UNEAC, Memorias del encuentro “Cuba: Cultura e Identidad Nacional“. Ediciones UNION,1995,
p.7
7
“Overview of the Cuban Migration” en www.pewhispanic.org. 25 de agosto de 2006, p.2.
8
En este momento la línea de investigación del Centro de Estudios de Migraciones
Internacionales que se ocupa del estudio de la cultura y la emigración tiene como una de sus
tareas la determinación de las corrientes migratorias dentro de este sector.
274
Cuban immigration to the United States can be described as having four
distinct waves. The first, from 1959-62, began with the departure of Cubans
following the rise of Fidel Castro. The initial exodus primarily consisted of
upper and upper-middle class families in professional and managerial
occupations. The second wave, from about 1965 to 1974, featured orderly
departure program administered by the U.S. and Cuban governments. The
so-called “freedom flights” brought middle and working class Cubans to the
United States.
The third wave began in 1980 with the Mariel boatlift, a chaotic exodus
that was in many ways distinct from previous migrations. The Marielitos as
they are known came from virtually every segment of Cuban society,
including the poor. The fourth wave, which continues to the present, began
after the collapse of Communism in1989 and the tightening of the U.S.
embargo in 1992. It includes balseros, or rafters, who float to Florida aboard
improvised vessels as well as the beneficiaries of a especial visa lottery
system the two governments agreed to implement in 1994.
En este sentido para nosotros cobra gran importancia la primera generación
de emigrados cubanos (1959-1962) y sus descendientes, pues es la que se
establece principalmente en el estado de la Florida. Tiene características
especiales como son: las razones que la mueven a emigrar, la cercanía
geográfica con el país de origen, su desenvolvimiento económico, el papel
jugado en las relaciones Cuba-Estados Unidos y con América Latina, Centro
América y el Caribe y sobre todo porque el enclave fundado por ésta devino la
puerta de entrada al principal país receptor y constituye también la clave para el
estudio de la cultura cubana actual. Ella es el centro de una forma cultural
distinta a la de la nación, pero que a su vez guarda estrecha relación con ésta y
que como resultado de un proceso migratorio constante se renueva de forma
permanente y mantiene un flujo cultural que, a pesar de las diferencias, hace que
se toquen las dos orillas. La transgresión del espacio geográfico ha tocado la
noción de cultura y ha redibujado las fronteras de la literatura cubana.
Las primeras manifestaciones literarias producidas fuera de la Isla están
marcadas por el sentimiento del retorno y la provisionalidad, su literatura, con
más peso político que estético, refleja, de forma clara, un sentido de pertenencia
al país de origen. En muchos casos los autores se acercan a la literatura de
forma ocasional, no persisten en la labor creativa.
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[...] Quienes la firmaban eran, en muchos casos, autores primerizos e
incluso aficionados que se acercaban a la literatura de modo fortuito, como
lo demuestra el hecho que después no insistiesen más. Una promoción
que nació lastrada por la premura y el voluntarismo, y demasiado
impregnada de resentimiento y partidismo apasionado.9
En algunos casos se aferran a manifestaciones que ya en Cuba resultan
anacrónicas. En su mayoría rompen con el discurso político de la Isla pero no
con el vínculo cultural. Es la denominada “literatura del exilio”. Lisandro Pérez,
sociólogo cubano-americano confirma esta aseveración cuando en una
entrevista concedida al equipo de realización del documental Tras el Cristal (La
Habana, 1995. Marina Ochoa, Mercedes Arce, Guillermo Centeno y Manuel
Pérez Paredes), responde acerca de lo que son los cubanos en Miami.
[...] es una comunidad que se ha mantenido con una visión todavía muy
enfocada hacia los acontecimientos en Cuba y hacia el futuro de Cuba, es
decir que mantienen una perspectiva de exilio [...] en general rechaza la
visión de sí mismo como emigración [...] como simplemente una
emigración que vino para quedarse a ajustarse aquí […] las
organizaciones no son organizaciones de emigrantes que tienen como su
agenda la incorporación a este país, son organizaciones los cubanos que
bien tienen que ver con el estatus político de Cuba o promueven la
nostalgia y recuperar el paisaje, recuperar la memoria del pasado [...].
Gustavo Pérez Firmat, agrupó en tres categorías la literatura hecha por
emigrantes; literatura de inmigrantes que es “esencialmente prospectiva“,
literatura del exilio “desaforadamente retrospectiva“ y literatura étnica “que no
cultiva la identidad sino la diferencia“10. Así la literatura hecha por los emigrados
cubanos en la década del 60 es “desaforadamente retrospectiva“ lo que confirma
que [...] su literatura se caracteriza, de un lado, por una alergia pronunciada
hacia los préstamos culturales, y del otro, por un apego obsesivo a la cultura de
origen.11
9
Espinosa, Carlos, El peregrino en comarca ajena. Panorama crítico de la literatura cubana del
exilio. Estados Unidos, Publication of the Society of Spanish and Spanish-American Studies.
University of Colorado, 2001, p. 5
10
Pérez Firmat, Gustavo. “Trascender el exilio: la literatura cubano-americana, hoy“, en La
Gaceta de Cuba, La Habana. Septiembre/octubre de 1993, pp. 19-21.
11
Ibid, p.19
276
Se transgrede una norma de asimilación. El autor no va a la peripecia real,
sino que se crea un “juego de ilusiones” con respecto a las pautas que el
ambiente sociocultural introdujo en su vida antes de emigrar. Su espacio cultural
corresponde a la década del cincuenta. Aparece así una literatura llena de
evocación, de nostalgia, donde el tiempo parece no transcurrir. Juana Rosa Pita
nos ofrece un ejemplo en su poema “Carta a mi Isla“:
[...]
Lejos de ti la sed y el hambre
no se sacian
con halagos de frutas y chorros de agua:
lejos de ti es la soledad concreta
(los que viven en ti sólo conocen
la otra soledad:
esa que tiene siete letras)
Isla
lejos de ti es dentro del pozo
vacío de los sueños
Lejos de ti mis manos corren
con avidez
por las carnes de un mundo de poema:
hasta el dolor
hasta el placer
se me desplazan
por un gemido abstracto al borde de la tierra.
Isla
lejos de ti mi vida es la ironía
el garabato tierno de un escritor ausente:
una paja
en el ojo simbólico del cielo12
La evocación conlleva recuperación, negación de pérdida. Ambrosio Fornet ha
dicho que esto “da lugar a poemas narrativos o descriptivos en los que el sujeto
lírico, reconciliado con la situación, se entrega al rito de nombrar las cosas como
un simple acto de magia”13. Podríamos traer aquí la idea de Rilke, citado más de
una vez por Ambrosio Fornet, de que la patria es la infancia. Aunque
12
13
Pita, Juana Rosa, Las cartas y las horas. Washington, Ediciones Solar, 1977.
Fornet, Ob.cit., p. 65
277
explícitamente algunos la nieguen y luego en su propia escritura se delaten. La
tendencia ha sido lo que Eliana Rivero ha denominado “circunstancias
lingüísticas diferenciadoras (sus voces textuales se dan en los códigos de la
lengua materna)” y desde el punto de vista temático “se mantiene una conexión
afectivo cultural, sea asimiladora o desasimiladora, con la literatura del país de
origen”14. Y yo agregaría que no sólo con la literatura, sino con el propio país, a
partir de un sentimiento que la propia ensayista ha denominado “el discurso de la
nostalgia”15. La nostalgia es el sueño del retorno pospuesto. Pérez Firmat citando
a Lisandro Pérez alude a lo que este último denomina “autarquía institucional“al
referirse al enclave étnico de Miami:
Un “enclave étnico“como Miami puede satisfacer todas las necesidades de
sus miembros, como bien dice Pérez, la vida de uno comienza en las
manos de un obstetra cubano y termina en las de un sepulturero cubano.
En el interín uno apenas necesita entrar en contacto con el mundo
exterior, el mundo no cubano. La autarquía del enclave ha hecho posible
que en Miami se reproduzca lo que muchos llaman, pomposamente, la
Cuba de ayer.
Si bien el discurso de la nostalgia es diferenciador con respecto a la nación,
podemos hablar de dos discursos en la emigración: uno, el de los padres, donde
está presente la Isla renarrada, donde el sentimiento de pertenencia y desarraigo
se hace patente a través de la evocación y el recuerdo y otro, el de los hijos que
en su mayoría asumen ese discurso a través de la mirada de sus padres Pueden
ser entonces escritores de “contraliteratura” e insertarse en la literatura hecha por
los inmigrantes hispanos en los Estados Unidos, pueden asumir, también, el
discurso de la nostalgia.
Un narrador emigrado que abandona la Isla en 1972 al referirse a su
experiencia y su nostalgia nos dice: “Cuba es la siempre fiel porción de tierra
claustrofóbica rodeada de agua por todas partes, que uno se lleva en las tripas,
14
Rivero, Eliana, Cubanos y cubanoamericanos: perfil y presencia en los Estados Unidos. En:
Memorias recobradas, Selección, prólogo y notas de Ambrosio Fornet, Santa Clara, Cuba,
Ediciones Capiro, 2000, p. 32.
15
Ibid, p.68
278
cuando la abandona, para reinventarla”16. En una entrevista concedida a Nelson
Cárdenas para su Trabajo de Diploma – Archipiélago: Explorando la identidad
cultural en una novela de la diáspora – Vázquez Díaz habla del exilio y lo define
así: El exilio siempre es un naufragio, siempre es una pérdida [...] dejar de ser lo
que se es, lo que se era, para empezar a ser otra cosa. Paradójicamente siendo
otra cosa sigo nutriéndome de lo que llevaba en mí. Nietzsche decía: “En la
soledad no crece nada nuevo, se desarrolla lo que uno lleva a ella”17.
En la primera generación de escritores de la emigración se encuentran
nombres de autores con una obra ya conocida como Lydia Cabrera (1899–1991),
Hilda Perera (1926), Celedonio González (1923), Pura del Prado (1931–1996),
Juana Rosa Pita (1939), José Sánchez Boudy (1927) y otros. Para ellos la
ruptura física con la Isla se hace notoria en sus obras, en cambio el discurso de
la nostalgia está presente. Es la evocación de lo perdido junto al resultado que
en cada caso ha marcado la transculturación. Esta es la temática que aparece en
sus obras y que precisamente se diferencia a partir de una transgresión
expresada en el mundo interior de cada uno, diverso como sus propias vivencias.
En el segundo caso, los que emigraron siendo jóvenes o adolescentes,
pueden mantener una escritura totalmente apegada a la lengua materna o no, y
la temática es precisamente su dualidad, su transición en el desarraigo. Son los
representantes de una forma cultural otra, que ya no es la que se llevaron sus
padres, pero tampoco la de la sociedad donde han vivido más tiempo y se han
educado. Esta forma cultural es la que porta, la llamada por el sociólogo cubano
Rubén Rumbaut.:“la generación 1,5“. La tesis fundamental de este planteamiento
es que esta generación intermedia es la que en gran medida ha logrado el éxito
de la cultura cubano – americana., porque la misma condición intercultural de
16
Vázquez, Ob. Cit., Contracubierta.
Cárdenas, Nelson, Archipiélago: Explorando la identidad cultural en una novela de la diáspora.
Trabajo de Diploma. Facultad de Artes y Letras, 2000. Tutora: Dra. Sonia Almazán del Olmo,
p.139
17
279
éstos suele disponerlos favorablemente para los pactos y compromisos mediante
los cuales se genera la cultura étnica18.
Generalmente recrean las memorias de la infancia, su vida en Cuba, las
relaciones, la casa, la familia que quedó o emigró, pero que la recuerdan dentro
del contexto de la Isla. Un ejemplo significativo lo constituyen los integrantes del
Grupo Areíto. En una entrevista hecha por este grupo para el libro Contra Viento
y Marea premio Casa de las Américas 1978, una joven emigrada dice: Bregar
con los problemas de la supervivencia en la tierra de nadie, entre dos culturas
era para nosotros algo más complejo: no sólo había “lo norteamericano” y “lo
cubano” sino que había también dos “Cubas”. Teníamos que enfrentarnos a la
escisión y a sus raíces [...]. Había que replanteárselo todo [...]19.
El desarraigo está presente en la literatura de la emigración cubana, la
ruptura, el que se fue y el que se quedó. Se evidencia una y otra vez “el destino
del desarraigo”. Un ejemplo de ello se nos ofrece en La isla del cundeamor
(1995) de René Vázquez Díaz (1952). El amor entre Nicotiano y Mireya es un
amor entre dos desarraigados. Uno no vence su dependencia de la Isla, la otra
quiere salir de ese estado, independizarse. Sikitrake le dice a Nicotiano: Nunca
has aceptado que ésta es tu vida, tu única vida, aquí y ahora en Miami, y que
tienes que vivirla20. Por otro lado Mireya confiesa: Yo tengo que afincarme en
una realidad, tía, no puedo seguir viviendo en la era imaginaria de Nicotiano.
Miami es mi medio ambiente y como tal lo acepto; basta ya de verborrear sobre
Castro y sobre Cuba, basta ya de despreciar la vida del exilio y soñar con un
regreso que es una quimera21. Nicotiano se pierde en las calles de Miami. Fue
quebrantado en su niñez, desgarrado por dentro. Mireya trata de encontrar lejos
de la Isla del Cundeamor un espacio para hacer su propia vida. Ninguno de los
dos lo logra. Su desarraigo no les permite encontrar su espacio.
18
Pérez Firmat, “Vivir en la cerca: la generación del 1,5“, en La Gaceta de Cuba, La Habana,
septiembre/octubre de 1996, p. 22.
19
Grupo Areíto, Contra viento y marea. La Habana, Colección Premio Casa de las Américas
1978, p.64
20
Vázquez, Ob. Cit., p. 109
21
Ibid, p.124
280
Lourdes Casal 1938 – 1981)) en su famoso poema “Para Ana Veltfort” (1976)
expresa el drama del biculturalismo de forma clara:
Cargo esta marginalidad inmune a todos los retornos,
Demasiado habanera para ser neoyorkina,
Demasiado neoyorkina para ser,
–aun volver a ser–
cualquier otra cosa.22
Otro ejemplo notable de biculturalismo lo podemos encontrar en la obra en un
acto de Dolores Prida (1943). Coser y cantar: Bilingual Fantasy for Two (1981).
Donde tal y como el título nos lo adelanta se establece un diálogo entre el
personaje y su conciencia (ella – she) en inglés y español. La obra es la
expresión de la transgresión a que está sometida la autora, que se vale de este
personaje que, a partir de una doble personalidad se pregunta en español y se
responde en inglés, dentro del ambiente bicultural que existe en las grandes
ciudades como Nueva York, Los Ángeles y por otras razones Miami. Es la autora
inmersa en un complejo proceso transculturador que la hace consolidar su nueva
situación a la vez que se mantiene atada a su pasado cultural. En la obra están
presentes los recuerdos de la autora y la respuesta a partir de su nueva
situación. Esto aleja de forma notable, desde el punto de vista escritural la
producción dramática en la Isla y en la emigración.
Valga como ejemplo el siguiente diálogo:
Ella. Las peceras me recuerdan el aeropuerto cuando me fui[...] Al otro lado
del cristal, los otros, los que se quedaban: los padres, los hermanos, los
tíos[...] Allí estábamos en la pecera, nadando en el mar que nos salía por
los ojos [...] Y los que estaban dentro y los que estaban fuera sólo podían
mirarse[...] las caras distorsionadas por las lágrimas [...] bocas que trataban
de besarse a través del cristal [...] Una pecera llena de peces asustados,
que no sabían nadar, que no sabían de las aguas heladas.
She: Dwelling in the past takes energies away. (Volver al pasado me quita
las energías.)23
22
Casal, Lourdes, Palabras juntan revolución, La Habana, Casa de las Américas, 1981, p. 60–61.
Prida, Dolores, Beautiful señoritas and another plays. Houston, Texas, Arte
Público Press,
University of Houston, 1991, p. 52.
23
281
El idioma es otro de los aspectos que más se ha discutido a la hora de
considerar la pertenencia de la literatura de la emigración a la literatura cubana.
Los que defienden esta pertenencia afirman que las razones prácticas del
mercado han sido una de las causas de esta preferencia, otros afirman que
“manifiesta una renuncia a dejarse plantar en los jardines invisibles de la
literatura insular... Escribir en inglés es un acto de venganza – contra los padres,
contra las patrias, contra uno mismo [...] una manera de blandir el hyphen como
arma"24. Sin embargo, este mismo crítico reconoce que algunas de las obras
escritas en inglés aparecen “redactadas en una lengua extraña”
25
lo que hace
que no se puedan incorporar de forma armónica dentro de la literatura
norteamericana. Por lo general el escritor cubano-americano escribe en inglés
pero acude al español para expresar algo trascendental como es el caso de
Oscar Hijuelos (1951) o Cristina García (1958) o de lo contrario “traduce”
literalmente la expresión del español, lo que produce una extrañeza y da a veces,
una nota simpática al lector hispano. Veamos como ejemplo el caso en que uno
de los personajes de Roberto G. Fernández (1950) en Raining Backwards (1988)
advierte ”Water that you can´t drink, let it run, honey”, no hay lector anglófono
que logre disfrutar de su significado cubano: agua que no has de beber, déjala
correr, cariño; porque en la cultura cubana va más allá de su sentido filosófico,
es una actitud ante la vida, no una frase. En el caso de Cristina García e
Hijuelos, en sus obras aparecen expresiones en español que cobran una mayor
fuerza que sus similares en inglés, pero es significativo un momento de la novela
Soñar en Cubano en que la autora se expresa a través de Pilar:
He comenzado a soñar en español, cosa que no me había pasado nunca.
Me despierto sintiéndome distinta, como si algo dentro de mí estuviese
cambiando, algo químico e irreversible [...] Y quiero a La Habana, su
bullicio y su decadencia y su aquello de fulana [...]
Pero tarde o
temprano tendré que regresar a Nueva York. Ahora sé que es allí a donde
pertenezco (y no de en ves de a Cuba, sino más que a Cuba).26
24
Pérez Firmat, Gustavo, “Cuba sí, Cuba no. Querencias de la literatura cubano-americana“, en
revista Encuentros de la cultura cubana, Madrid, No. 14, otoño de 1999, p.134
25
Ibid, p.135
26
García, Cristina, Soñar en cubano. Madrid, Editorial Espasa Calpe, S. A. 1994, p. 311
282
Isabel Álvarez Borland señala que Cristina García construye lo cubano en
torno a la sensibilidad de un personaje que se identifica con su cultura de origen,
la norteamericana27. No creo que tal afirmación defina el problema tal como es,
aquí volvemos a la tesis de que el arte y la literatura cubano-americana se
consolida como cultura étnica, o sea, una nueva forma cultural que, a pesar de
tener elementos visibles de ruptura con la cultura de origen, mantiene vínculos
esenciales con ella, que no aspira a ser exclusivamente una de ellas. [El escritor
étnico] no está expuesto a la crisis de identidad; al contrario, se regodea en su
propia dualidad, como los anfibios. He aquí una de las razones que explican que
la literatura étnica sea a menudo multilingüe28. Por eso García puede hacer que
su personaje comience a “soñar en cubano” escribiéndolo en inglés y que Nueva
York sea su lugar de pertenencia.
En estos casos estamos en presencia de lo que pudiéramos llamar una doble
transgresión. Se escribe en ingles y los protagonistas de la historia son cubanos
y muchas veces la acción transcurre en Cuba, pero a la vez, lo que se dice en
inglés puede ser extraño para los lectores anglófonos y sólo un receptor hispano
lograría comprender en toda su magnitud el mensaje. Está escrito en inglés pero
tiene que ser comprendido en español.
Para Ambrosio Fornet la verdadera protagonista del drama es la memoria. Es
ella quien sostiene consigo misma, y con cada uno de los sujetos líricos, un
monodiálogo que intenta rescatar, al conjuro de los mitos nacionales y familiares,
la atmósfera incontaminada de aquel paraíso que primero se vio como perdido y
después, con el paso de los años, como irrecuperable.29
Es el replanteo de la relación entre los espacios: el soñado y el real; el mental
y el físico.
Así es posible que el poeta nos descubra su nostalgia:
27
Cf. Alvarez, 1998: 136-142
Pérez Firmat, Gustavo. Trascender el exilio: la literatura cubano-americana, hoy, en La Gaceta
de Cuba, La Habana. Septiembre/octubre de 1993, p.20.
29
Fornet, Ob.cit., p.64
28
283
Mi patria es Cuba también
Desde que en 1927 emigrara mi padre el polaco,
[...] Hoy acepto los trastornos de la historia.
Quemo los puentes, voy de Cuba en Cuba.
Estoy de pie en la esquina de Galiano, me arrogo este derecho.
[...] Mi patria es Cuba también.
[...] Aquí estoy, no queda otro remedio, hermano,
agarrar el avión
y luego caminar a pie la isla,
[...] Al regreso está toda la familia en chancleta,
abuela que pone una fuente gigantesca de frituras en la mesa.30
Es interesante ver cómo este discurso de la nostalgia no ha sido vencido por
el tiempo. Si José María Heredia, reclamaba al paisaje del Niágara sus palmas,
Lourdes Casal hace que su personaje evoque las aguas del Caribe ante el río
Hudson: Aquí frente al Hudson verdinegro, hay olor a yerba buena y el sol un
poco tímido me despierta recuerdos bajo la piel, [...] te recuerdo juegos bajo el
agua y el Caribe transparentes Guanabo el agua azul la arena al fondo y las
piedras multicolores nácar y el agua bañándome los ojos.31
En Nuestra casa en el fin del mundo (1991) de Oscar Hijuelos, esto se
evidencia cuando Héctor soñaba con la Cuba que su madre le había transmitido:
En Cuba había muchas fragancias agradables [...]. Cuba era el país donde
Mercedes había llevado una vida de elegancia, dignidad y felicidad [...]. En otro
momento afirma: [...] me siento transportado a un mundo anterior al conocimiento
de los problemas. Ya no estoy en el apartamento sino en Cuba [...] el fulgor de
Cuba penetra por las ventanas. Me asomo y sigo las curvas de un cerro largo y
plateado, lleno de árboles y casitas pintorescas. Absorbo el aroma de las flores.32
El mantenimiento de la identidad, la negación a la asimilación, la transgresión
del exilio, podemos encontrarla entre los autores emigrados. Por ejemplo, ante la
30
Kozer, José, “Mi patria es Cuba también“, en: Memorias recobradas, Selección, prólogo y notas
de Ambrosio Fornet, Santa Clara, Cuba, Ediciones Capiro, 2000, p.78.
31
Casal, Lourdes, “Love Story, según Cyrano Prufrock“ en Los fundadores: Alfonso y otros
cuentos. Miami. Ediciones Universal, 1981, p. 69
32
Hijuelos, Oscar, Nuestra casa en el fin del mundo (Our house in the last world). Traducción de
Jordi Mustieles. Madrid, Ediciones Siruela, 1991, p. 176
284
pregunta de cómo puede seguir siendo un escritor cubano en Suecia, Vázquez
Díaz responde:
Mientras más frío hace afuera más reverdece ese monte cubano, esos
cundeamores, ese paisaje cubano que llevo dentro. Mientras más blanca
es la nieve aquella, más verde es esa memoria que llevo dentro y que no
me pueden quitar [...]. Es como una planta [...] y eso lo aprendí de los
otoños en Suecia [...], es una inmensa maniobra de retirada de la
naturaleza para sobrevivir a esa nieve [...], y qué hacen los árboles: le
retiran el suministro de alimento a las partes que no son esenciales, y todo
el alimento va para las raíces. Eso fue exactamente lo que hice: todo mi
alimento, todo lo que a mí me nutre como ser humano - y sobre todo como
ser cultural – lo deposité en mis raíces. ¡Y mis raíces estaban aquí!33
Si durante más 40 años, cada uno de los autores que han producido sus obras
en Cuba han ido reflejando, desde el punto de vista temático, la épica de la
Revolución, desde sus respectivas perspectivas generacionales y por tanto se
nos ofrece una diversidad temática, en la emigración no ocurre así. La vida
nacional de los países receptores no es la temática que generalmente se aborda.
Cuba vuelve una y otra vez. Los que se fueron siendo adultos y muchos de ellos
con una obra reconocida, no se integran a la literatura del país receptor. La
mayoría de ellos se mantienen con una escritura que bien podía ser producida
dentro de las fronteras de la Isla. Es el caso de Severo Sarduy (1928), Cabrera
Infante (1929), Jesús Díaz(1941 – 2002), entre los más viejos o de Carlos
Victoria (1950) entre los nuevos, pero formado ya dentro de la Isla intelectual y
estéticamente, por sólo mencionar a algunos de relevancia dentro de las letras
iberoamericanas y con una profunda raíz cubana.
En la obra de los narradores como en la de los poetas encontramos motivos
clásicos como el viaje, el paraíso perdido y el eterno retorno. Sus obras recrean
su vida y su experiencia vital en la Isla. Tomemos como ejemplo a Jesús Díaz
quien confesó a un amigo que cuando le preguntaban qué hacía en Berlín él
contestaba: “nunca he salido de La Habana, en cuanto me acuesto me traslado a
la ciudad de mi delirio”. En su primera novela aparecida en la emigración Las
33
Cárdenas, Ob. Cit., p. 138
285
palabras perdidas (1992) hay una recreación del mundo del Caimán Barbudo34
en su primera época (marzo de 1966 – diciembre de 1967), los protagonistas, las
situaciones, las locaciones son perfectamente identificables, es parte de la vida
del autor, fue parte de la vida cultural cubana, es parte de la memoria de la Isla.
Lo mismo ocurre con La piel y la máscara (1996) donde el mundo del ICAIC
(Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos) está presente. Otra
cosa ocurre cuando trata de salirse de su mundo vivencial y entra en el mundo
del exilio miamense que desconoce. En Dime algo sobre Cuba (1998) la acción
transcurre en el pasado – Cuba – y el presente – Miami. Es, a mi entender, una
caricatura de “afuera” y de “adentro”. El autor no logra aprehender la
problemática social cubana y mucho menos el mundo de relaciones de Miami. Si
Las iniciales de la Tierra (1987) puede ser considerada por muchos como la
novela de la revolución cubana, Dime algo sobre Cuba no se acerca siquiera al
relato de los balseros o a las relaciones familiares dentro de la comunidad
cubana en Miami.
Los escritores cubanos de la emigración practican una literatura transgresora
en sí misma, donde el espacio de la Isla siempre está presente y donde los
hombre y mujeres que en ella habitan se mueven en el espacio ideal que cada
quien se ha construido o “llevado” y que una y otra vez se posan en la orilla del
delirio.
Su identidad transculturada nos abre un camino “otro“ para nuestra
cultura, más rica a partir de su propia diversidad y donde cabe, por históricas
razones, la diferencia.
Alejo Carpentier hablando de la problemática de la novelística latinoamericana
en “Tientos y Diferencias” aclara lo que para él es la función cabal de la
novelística
[...] que consiste en violar constantemente el principio ingenuo de ser
relato destinado a causar placer estético a los lectores, para hacerse un
instrumento de indagación, un modo de conocimiento de hombres y de
épocas – modo de conocimiento que rebasa, en muchos casos, las
34
El Caimán Barbudo (La Habana marzo de 1966). Suplemento mensual de cultura publicado por
el diario Juventud Rebelde. Sus páginas han sido vehículo de difusión de las nuevas ideas en el
campo de la cultura.
286
intenciones del autor[ ..]. La novela debe llegar más allá de la narración,
del relato, vale decir: de la novela misma, en todo tiempo, en toda época,
abarcando aquello que Jean Paul Sartre llama los “contextos”35.
Lucrecia Artalejo (1959), cubano-americana, quien confiesa que haber nacido
en una tierra que no conozco y ser parte de una cultura que ni siquiera entiende
mi propio idioma, alimentaron la inquietante búsqueda no sólo de mi propia
identidad sino la de mi generación... en su libro La máscara y el marañón (1991)
observa la complementariedad que existe entre la historia y la literatura a la hora
de definir la identidad. Para Artalejo las obras de los historiadores tratan de los
grandes acontecimientos de la historia cubana sin penetrar, como lo hace la
literatura en las inquietudes más íntimas que provocaron esos hechos ni en los
pensamientos y los sentimientos de la comunidad que los experimentó [...]36.
En este sentido Artalejo dota a la literatura de “la vida” del suceso a la vez
que coloca al autor en un plano privilegiado.
En la literatura de la emigración está presente esa vida con que la escritora
dota a la literatura en general, con la particularidad de que de manera consciente
o no la Isla aparece una y otra vez.
La literatura escrita por los emigrados cubanos tiene ese carácter transgresor
que nuestro gran intelectual le exigía a la novelística latinoamericana a la vez
que nos lleva a su mundo más íntimo y de hecho nos hace muchas veces
compartir, como cómplices, sus pensamientos y sentimientos.
En el constante proceso de ajuste y reajuste, el escritor emigrado expresa
todas las inquietudes que conforman su universo identatario. Su literatura,
abarcadora de los contextos, constituye el mejor instrumento de indagación, un
modo de conocimiento de hombres y mujeres, dudas y aspiraciones, espacios y
nostalgias, que rebasan las propias intenciones del autor.
35
Carpentier, Alejo, “Problemática de la actual novela latinoamericana“ en Tientos y diferencias.
La Habana, Contemporáneos. Ediciones UNIÓN, 1966, p. 9
36
Artalejo, Lucrecia, La máscara y el marañón. Miami, Florida. Ediciones Universal, 1991, p.11
287
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