La Nenlira g 13 Oerüail

Anuncio
L MOTÍN
Madrid, Sábado lu de Julio de 1924.
Año XLIV
EL
MOTÍN
PERIÓDICO SEMANAL
SE PUBLICA LOS SÁBADOS
rRBcios De suscKircioN
MADRIPII
ULTRAMAR Y
EXTRANJERO
Trlmattr*.. 1,50 Pta».
Arto
10,00 Ptas.
• • m a t t r * . . 3,00 >
AA*
5,00 >
CORRESPrNS&LES
PROVINCIAS
25 números. 1,50 Ptas
El pago de las suscripTrlmMtr*.. 1,50 Ptas.
ciones es adelantado.
• • m a t t r * . . 3,00 >
AH*
6,00 >
Número suelto, ID ct«
L*a Buscrlptores directos tendrán derecho á
raolbir cuanto se publique en esta casa, con
•1 25 por 1 0 0 de rebaja.
"' BEDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN •
Calle de Alberto Aguilera, núm. 62.-MADRID.
De jueves á jueves
En Marruecos hay relítiva tranquilidad dísde el di i 8. Según noticias
oficiales va cumpliéndose el plan dispuesto por el Directorio como conrecuencia de las ú timas cgreticnes de
los rifcños.
Sigue en la zona occidental el gene
ral Primo de Rivera, que díarian^ecte
comunica impresiones optinaistas. En
un discurso de sa'udo al jalif i de Tetuán, dijo el presidente del Directorio
que cuando reiae en nuestra zona la
paz y tsrmi-^en las intranquilidades,
España podrá laborar por el engrandecimiento del pueblo marrequi desinteresadatnetite, y que en plazo muy
breve se hará la prueba no dejando
en el territorio ni un solo so'dad) es
pañol, para qae sean las propias fuerzas indígenas las que garattictn la se
guridad personal y las hacienJas de
les mcr^s, creadas al calor de nuevos
procedimientos para tran formar la riqueza. Condenó el fanatismo de los
moros que se dejan engañar por unes
malos musulmanes.
Durante el vjajs á M.rruecos, el
Presidente del Directorio ¿ijo á los
periodistas, entre otras cosas, que <si
Dios le asiste con su favor en la resolución del problema marroquí, al re
greso hará t ftenda de su vida al Apóstol Santiago, porque habrá sido útil á
España y se consider rá redimido de
todo pecado»,
La Nenlira g 13 Oerüail
Hubo un tiempo en que la Mentira
y la Verdad resolviertn vivir juntís
como des hermatas.
La Verdad era lo que se llama una
buena persona, Etncüla, tírnida, confiada. La Mentira era elegante, r.ud; z
y excelente oradora. La una mandaba
y la ctta tbedecla siempre. Todo marchaba como una seda en este amigable consorcio.
Cierto día dijo la Mentira á la Verdad que era necesario p'act&r un árbol qae les diera flores en iiriroavera,
,somb:a agracíable en el estío y sabrosos ffutcs en ottflc. La Verdad 'ncoii
iró ti projecto agradable y úti!, y el
árbol fué pkntado inmediatí mette.í
En cuanto comenzó á crecer, la
Mentira dijo á la Verdad:
— Heraiana mia, f scogeremcs cada
una una parte del áibcl. Una comunidad demasiado l:tirra suele ser frecuenten: ente causa de discordia. Cut n
ta y razón sustentan amistad. Mira las
raices del árbol, que son las que le
sostienen y nutren. Se encuei tran al
abrigo de la tormenta y del mal tiempo; por tanto, te convienen para habitación. Para serte agradable, me con
tentaré con habitar en las ramas que
se agitan en p?eno íire y se h J l a n á
merced de pájaros, a t i m a e s y hombres, del viento como de la lluvia, del
calor como de las heladas. ¿Qué no
haré yo per aquel'os á quienes amo?
La Verdad, confusa ante bondad
tanta, dio gracias á su compañera, y
se embutió en la tierra, cen no poca
alegría de la Mentira, que hallándose
sola entre los hombres, podía imperar
sobre ellos á su antcjo.
El árbol creció rápidamente. Sas
poderosas ramas prestaban alrededor
de su tronco sombra y frescuia. Bien
pronto hubo en él ñores de más vivos
colores que la rosa. Honabres, como
nujtres, acudían de todas partes á
admirar ^emejante maravilla.
Colocada en la r a n a más alta, la
Mentira los llamaba, y pronto logró
encantarlos con sus melosas palabra?.
Les etseñaba que en la sociedad todo
era mentira, que los hombres acaba
rían pi.r comerse unes á otros si dijesen s empre la verdad. Para lograr
ser algo, alcanzar algo en este mun
do, decía, r,o hay más q i e tres medios: la mentira sencilla, lu doble mentira y la mentira triple,
El falso apóstol daba tan alegre
Número 29,
mente sus f,íiba3 ieccioces, lafi apoyaba con tan seductores ejemplos, que
á ti'dcs errbri gáha con sus discursos.
SeVstñtlaba con el dedo á los que no
ap'aucían, y t'stoa comenzaron á dudar de sí n i.'-moF. En cien leguas á la
redonda ; o . e hablaba más que de la
Mentita y de; su saoiduría. Era coía
de ha: e l reina ó de canonizarla.
Eu ci;:! t á la bueta de la Verdad,
segure-, tají ada en su agujero. Nadie
se acord
tie ella. Esto podía hacerla^rnciir ' -v dafa.
En el ab. núcno en que la dejaban
todts, vtfíst t b igada á vivir de lo
que tncoi traba debajo de la tierra; y
mientras 'a Mentira peroraba eiitre el
veitíor ce las hojas y el «roma de las
flores, el pebre topo roía las amargas
raíles del árbol por ella plantado. Y
tantn llegó á roer, que un día eu que
la Mentira hablaba á u t a ir numerable
muchedembre, alzóse el viento, y, sin
ser muy fuerte, derribó de un golpe
ei árbol, falto do raíces con que sostenerse. En la caída, sus ramas ahogaron á cuantos cubrían. La Mentira fué
sacada de ectre el'es con un ojo menos y una pierna rota. Quedó tuerta y
coja. Sin embargo, no salió mal librada del t do.
La Verdad, surgiendo de repente á
la luz, sahó en cueros, desgreñada,
cori severo rostro, y con voz ruda comenzó á reprochar á los circunstantes
su credulidad y debilidad.
En cuanto la oyó gritó la Mentira:
—Esta, esta es la autora de todos
nuestrcs males; esta la que nos ha
perdido,,. iMueral iMueral
Y el pueblo, armado de pales y piedras, peisiguió á la desgraciada, y
muerta !a arrojó en su ;gujero; y á fin
de que no saliese ¿e aquella tumba,
colocaron sobre ella un tnorme peñasco.
Sin embargo, debía la soterrada t e ner a'gunos amigos, por cuanto durante la noche, mano desconocida grabó
sobre la piedra el siguiente epitafio:
Aquí yace la Verdad.
N'i myrió de enfermedad;
fué muerta por ios humanos,
porque fueran soberanos
la Mentira y la Maldad.
La Mentira no aguanta la contradicción, y éste es su menor defecto. Se
buscó, pues, h\ amigo de la Verdad,
y en cuanto fué hallado, y lo fué pronto, se le co gó. Los muertos no hablar.
Paramas asegurarse de au victoria,
la Mentira edificó un palacio sobre el
Descargar