11.- PROBLEMAS LEGALES (II): INCAPACITACIÓN Y TUTELA. 1 . Incapacitación 1.1. ¿Qué es la incapacitación? Una persona normal, dotada de todas sus facultades mentales, asume la gestión de sus bienes, abre sus cuentas bancarias, realiza transacciones comerciales, hace testamento, etc. Todas estas operaciones se pueden volver peligrosas para el que las realiza o su familia, cuando las facultades mentales disminuyen, por la responsabilidad que implica. Un enfermo de Alzheimer, por ejemplo, puede ser heredero, tener ingresos o bienes por los que tributar, ser titular de una cuenta corriente o beneficiario de una pensión. Cuestión distinta es la capacidad de obrar, que es la posibilidad de ejercer esos derechos y cumplir esos deberes en el terreno práctico y con plenos efectos. En nuestro ejemplo, un enfermo de Alzheimer no puede dar su consentimiento a la herencia, no puede ir al banco, no puede cumplir sus obligaciones tributarías ni reclamar su pensión. Y ello porque no tiene esta capacidad de obrar, esta capacidad de actuar eficazmente en el mundo jurídico, y que va a tener que hacer alguien en su nombre. El proceso de incapacitación busca precisamente esto. Primero declarar mediante Sentencia que alguien es incapaz para actuar válidamente y, segundo, nombrar a alguien, denominado tutor, que, además de las obligaciones personales de cuidado y atención, pueda actuar en el ámbito patrimonial y jurídico como si lo hiciera el propio enfermo, supliendo su incapacidad. 1.2. Proceso: Este expediente de incapacitación se inicia a través de una demanda que hay que presentar en el Juzgado de 11 Instancia del domicilio del enfermo. Nosotros somos los demandantes y el enfermo va a ser el demandado. ¿ Quiénes están obligados a instar la incapacitación? Por este orden: 1.- El cónyuge o los descendientes 2.- Los ascendientes o hermanos. 3.- El Ministerio Fiscal si las anteriores personas no existen o no lo han solicitado -pudiendo cualquiera ponerlo en su conocimientoEstas son las personas legitimadas activamente, correspondiendo la legitimación pasiva a la persona enferma (que podría comparecer con su propia defensa y representación). El Ministerio Fiscal es la persona encargada de defender los intereses del enfermo. Y si el Fiscal es el que ha instado el procedimiento al no haberlo hecho los mencionados en los nº 1 y 2, el Juez nombra un defensor judicial para que vele por los intereses del enfermo. Es preceptiva la intervención de Abogado y Procurador y el Procedimiento es el denominado Juicio Declarativo de Menor Cuantía. Para interponer esta demanda de incapacitación, como documentación necesaria tenemos que aportar el poder otorgado al Abogado y al Procurador, salvo que sean de oficio, las certificaciones del Registro Civil relativas a nacimientos, fallecimientos, matrimonios, etc., demostrativas del parentesco y estado civil del enfermo y de sus familiares, así como un diagnóstico de la enfermedad. Una vez presentada la demanda, se cita a comparecer al demandado para que conteste la demanda. A continuación se da paso a un acto de conciliación, que ante la ausencia- como es habitual- de contestación a la demanda se convierte en una comparecencia del demandante para ratificarse en su escrito. Al objeto de escuchar a todas las partes implicadas se establece una audiencia para los familiares y existe un obligación de llevar al enfermo al Juzgado, salvo una imposibilidad documentada, para que el Juez lo examine personalmente. Igualmente, tendrá que explicarlo un perito, un médico, para que diagnostique y dictamine sobre su enfermedad e incapacidad. Tras un período de pruebas, obtendremos una Sentencia, que nos dictamina que esta persona es incapaz. Esta Sentencia va a determinar el alcance de la incapacitación, y va a inscribirse, desde luego, en el Registro Civil, y, en su caso, en los Registros Mercantil y de la Propiedad. 2. Tutela Una vez que tenemos la sentencia de incapacitación, se plantea la necesidad de establecer una tutela para el enfermo, es decir, la designación de una persona que habrá de responder de los aspectos personales y patrimoniales del enfermo de Alzheimer. 2.1. ¿Cuántos tutores puede haber? En principio el tutor tiene que ser uno. La Ley establece que en ciertos supuestos puede haber varios, pero sobre todo lo prevé para cuando los padres nombran tutores para sus hijos, menores o minusválidos, o son tutores los propios padres, admitiéndose también la pluralidad en relación con el cónyuge del propio tutor. 2.2. ¿Quiénes pueden ser tutores? Continuando con lo que sí está legislado, vamos a pasar de la cantidad a la cualidad, cuestión más conflictiva, y en donde hay que determinar quiénes habrán de ser tutores. En una primera división, el tutor puede ser una persona física o jurídica, y en este último supuesto, el requisito es que ha de tratarse de una entidad no lucrativa. Refiriéndonos a las personas físicas llamadas a ser tutores, hay que hacer una comparación odiosa: por un lado tenemos que los padres, respecto de los hijos, pueden establecer un régimen de tutela muy abierto. La Ley prevé que unos padres, con conocimiento de la incapacidad en tanto que menores, o de la minusvalía, de sus hijos, puedan decidir quién va ser el tutor, pudiendo establecer no sólo un órgano de fiscalización de la tutela - lo que antes se llamaba Consejo de Familia - sino cuantas disposiciones sobre la persona y sobre los bienes desee, dentro M marco de la legalidad. Sin embargo, por otro lado: ¿Qué ocurre con el enfermo de Alzheimer?. Que si él tiene conocimiento de su enfermedad -como ocurrió, por ejemplo, con el expresidente Reagan.-, con la legislación española en la mano, no tiene Derecho a decidir quién va a ser su tutor, ni en qué condiciones, ni a establecer disposiciones concretas sobre su persona y sus bienes. Por lo tanto, y cómo esta posibilidad no existe, a lo que tenemos que acudir es al Régimen legal establecido para la tutoría, en el que se fija una prelación para ver quienes son los preferidos para ser tutores, que están obligados, además, a promover la constitución de la tutela desde que conozcan el hecho que la motivare: 1º El cónyuge que conviva con el incapacitado. 2º A los padres. 3º A la persona designada por éstos en sus disposiciones de última voluntad. 4º Al descendiente, ascendiente o hermano que designe el Juez. Este orden vincula al Juez tan sólo relativamente. En una resolución motivada, él podría alterar ese orden y establecer que en lugar de el cónyuge, que teóricamente iría en primer lugar, fuera otra persona. Cabe destacar que no todo el mundo puede ser tutor, pues existen una serie de prohibiciones e incapacidades así como, y para el que no quiera serio, unas excusas legales para eludir el cargo. 2.3. ¿Qué obligaciones tiene? Una vez que se nombra tutor, éste toma posesión del cargo, que es casi de derecho público y se inscribe también en los Registros. Hay una obligación de hacer un inventario de los bienes en un plazo de 60 días, siendo exigible una fianza. Pero no todo el mundo puede ser tutor, pues existen unas series de prohibiciones e incapacidades así como, y para el que no quiera serio, unas excusas legales para eludir el cargo. En el régimen de la tutoría hay que pedir autorización para una serie de actos: para internar al tutelado, vender inmuebles, establecer gastos que se salgan de lo corriente, solicitar préstamos, aceptar herencias, renunciar derechos, cte. En definitiva para todo lo que pueda afectar gravemente al tutelado o comprometer su patrimonio. De entre estos actos, los relativos a la protección de¡ patrimonio, si por un lado están preservados por la seguridad jurídica, por otro tienen el riesgo de que escapan a las leyes M mercado en muchas ocasiones. Por ejemplo, en el supuesto de que se quiera vender un inmueble, ha habido ocasiones en que el Juez ha decidido que la venta se lleve a cabo en pública subasta, con el riesgo de que se venda por menos. 0, igualmente, si pedimos autorización para vender acciones, es improbable que para cuando llegue la autorización la venta sea rentable. Estas autorizaciones, que los padres pueden omitir cuando nombran tutores a sus hijos, no son evitables para el enfermo de Alzheimer. Cada año hay que rendir cuentas en el Juzgado sobre cómo se han administrado los bienes del tutelado, y se establece la posibilidad de remuneración para el tutor con hasta el 20% de los frutos del incapacitado.