Diario La Ley, núm. 8372, Sección Tribuna (8

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«Nunca pasa nada»
Carlos BALLESTEROS MUÑOZ
Abogado. Corredor de seguros
Diario La Ley, Nº 8372, Sección Tribuna, 8 de Septiembre de 2014, Año XXXV, Editorial LA LEY
LA LEY 5012/2014
Durante mis años trabajando en el mundo del seguro y en concreto en el sector del ocio, he podido
ver y comprobar el nivel de preocupación de los organizadores de actos o eventos por digamos, lo
que pueda pasar durante la celebración de los eventos o las actividades que se organicen.
Los hay que se preocupan desde el primer momento y los hay que piensan, probablemente por
ignorancia, que «qué puede pasar si nunca ha pasado nada». Frase que se me ha dicho en
bastantes ocasiones sobre todo a la hora de informarles sobre lo que les iba a costar el seguro de
responsabilidad civil y que refleja el desconocimiento del «histórico» en esta materia. Y como nunca
nos ha pasado nada, no va a pasar esta vez. «Qué cosas».
Lo vemos en la televisión, lo leemos en los periódicos o lo escuchamos en la radio. Pero lo vemos
como en la lejanía.
Se regatea y se buscan pólizas de seguro mirando primero el precio y la franquicia en vez de fijarse
en las coberturas de la póliza, que en ocasiones incluso es firmada sin haber sido leída.
Hace unos años, estando en el patio de un colegio, observé que las porterías de balonmano no
estaban sujetas al suelo e incluso había niños colgándose de ellas ante la pasividad de sus padres.
Evidentemente por mi labor profesional como asegurador en este tipo de temas me llamó la
atención, pues ya se habían dado en España varios casos de heridos o fallecidos a causa de la caída
de las mismas sobre niños principalmente y se lo comenté al provincial del colegio. Pues bien,
transcurrido un tiempo desde que mi comentario sobre la anomalía que había observado y al ver
que no se había hecho nada al respecto, bastó con enseñarles una sentencia judicial sobre un tema
similar (SJPI Santiago de Compostela de 29 de septiembre de 2007, por la que un técnico, personal
laboral del Ayuntamiento de Santiago fue procesado vía penal con motivo del fallecimiento de un
niño por causa de la caída de un portería) para que las clavasen al suelo. Pero lo llamativo es que
hubo que enseñársela. Y es que «la información es fundamental».
Llama la atención el artículo aparecido el 1 de marzo de 2011 en el diario ABC y en el que se
informaba del fallecimiento de un menor de 15 años en La Mojonera (Almería), al caerle encima una
portería, comentando a continuación que habían fallecido dieciséis menores desde el año 2000 en
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accidentes relacionados con porterías o canastas de baloncesto en instalaciones deportivas, parques
o centros escolares.
La SAN, Sala 3.ª, de 27 de febrero de 2013, en el caso de un menor de 13 años herido por la caída
de una portería y ante la alegación de la Administración de que el niño se colgó de la portería,
expone que, si dicha portería hubiera estado anclada al suelo no habría ocurrido nada y que debido
al mal estado de las porterías era cuestión de tiempo que se produjera un accidente, condenando a
la parte demandada al pago de 54.000 euros a la víctima.
En las últimas fechas, se han producido un par de sucesos que han llamado la atención. En
Pamplona se derrumbó una grada en el campo de fútbol de El Sadar, causando cuarenta heridos,
parece ser, al haber un exceso de aforo en esa determinada parte del estadio tras la arrasadora
entrada del público asistente en esa zona «únicamente defendida» por un vigilante de seguridad al
que había que haberle homenajeado y concederle una medalla al mérito, pues incluso intentó hacer
su trabajo antes de que se le quitase de en medio.
Lo increíble fue escuchar posteriormente al presidente del club diciendo que «esta forma de irrumpir
en la grada ya se había dado en otras ocasiones».
No es la primera vez que se da un hecho como el de la grada del estadio del Osasuna, pues ya
ocurrió hace unos años en el Carlos Tartiere de Oviedo y en el campo de fútbol del Levante en el
año 2001 donde recordemos resultó herido el jugador del Villareal, Ezequiel Palermo. Y se toman
medidas pero vuelve a pasar, como en el año 2004 y en el 2011.
¿No pasaba nada? Pues ya pasó.
Días más tarde, en Alicante, una fuerte ráfaga de viento provocó que unos castillos hinchables
salieran volando causando heridas de diversa consideración a veinte niños que en esos momentos
estaban haciendo uso de las atracciones.
Ahora son los castillos hinchables los que, ahora nos enteramos, vuelan por el viento.
¿Ahora? No. Se han dado casos similares a este del pasado día 28 de abril. Solo tres días antes
ocurrió lo mismo en el Parquesur de Leganés con cuatro menores heridos de entre tres y ocho
años. En este caso la atracción se fue arrastrando por el viento hasta una distancia de cien metros
más allá de donde estaba instalada.
¿Cuantos años llevamos escuchando noticias de porterías o canastas de baloncesto que caen
encima de niños?
Se habla en ocasiones de fuerza mayor por lo imprevisto de la ráfaga de viento. Y yo pregunto ¿por
su imprevisibilidad? ¿Se pusieron las defensas idóneas por si acaso se produce lo que no ha pasado
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nunca? ¿Se anclaron correctamente al suelo?
En el año 2009, en Algaida (Mallorca) tres niños de los quince que en ese momento estaban encima
de la instalación, resultaron heridos al volcar un castillo hinchable por el viento y remontándonos
mas atrás en el año 2008 y también a causa del viento ocurrió lo mismo en un área de servicio de
la carretera de Andalucía ubicado en Marmolejo (Jaén), donde la Policía investigaba si el castillo
estaba mal anclado.
Respecto al primero de ellos, se produjo una reclamación de 50.479,00 Euros contra el Consell de
Mallorca, ya que fue este organismo el que contrató una zona de juegos para niños mientras se
disputaba una carrera popular (8 de noviembre de 2009).
Existe en España la normativa UNE-EN 14960 aprobada por AENOR (BOE 12 de noviembre de
2007) para equipos de juego hinchables con sus requisitos de seguridad y métodos de ensayo para
su homologación. ¿Pero se controla la instalación de la atracción? ¿Se anclan todos correctamente
al suelo?
La SAP Asturias, Secc. 7.ª, de 11 de enero de 2003, indica que la caída en el vestuario del gimnasio
en un lugar próximo a las duchas al no haber unas medidas precautorias para evitar el riesgo de
caídas, como así ocurrió, implica que el suceso se produjo por culpa o negligencia imputable al
demandado, el dueño del gimnasio, ante la inexistencia de elementos de seguridad que debían estar
colocados en prevención del riesgo de caída en dicho espacio.
¿Tenemos un restaurante y hemos informado a nuestra compañía de seguros de que hemos
colocado un castillo hinchable en el exterior para lo hijos de nuestros clientes?
Volvemos siempre a lo mismo. «Aquí nunca pasa nada». Pero no pasa nada, hasta que pasa.
Ya en el año 2003 el Concejal de Fiestas de Mont-roig del Camp (Tarragona) hablando sobre un
accidente en el que una niña de doce años sufrió quemaduras en la cara al escapársele a un
malabarista una bola de fuego que impactó sobre ella, que «nunca había ocurrido nada en cuatro
años» y que fue por mala suerte.
Lo mismo. Leemos los hechos en prensa o lo vemos en televisión, se habla sobre ello en tertulias y
al cabo de los días poca gente se acuerda de ello.
La AP Málaga, Secc. 4.ª, el 19 de enero de 2010, expuso que la Ley de Consumidores reconoce al
consumidor y usuario, el derecho a ser indemnizado por los daños y perjuicios sufridos por el
consumo de bienes, o la utilización de productos o servicios, salvo que estén causados por su culpa
exclusiva. No se discutía en este caso la causa del siniestro ya que el cliente cayó en la zona
húmeda de un recinto cubierto formado por la piscina climatizada y el jacuzzi sino la adecuación o
no del pavimento de la zona con un material que no era antideslizante, pero que sí estaba presente
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en otras zonas del hotel. Esta circunstancia llevó a la AP Málaga a concluir la falta de idoneidad del
material que conformaba la superficie de esa zona húmeda del hotel y la responsabilidad de éste.
Por ello, declaró la obligación de su aseguradora de indemnizar al usuario.
Si se organiza una «fiesta de la espuma» y el suelo del local es de baldosa, superficie no muy
adecuada para este tipo de eventos, como dice la SAP La Coruña, Secc. 5.ª, de 12 de mayo de
2010, pongamos los medios, aumentar la adherencia al suelo para evitar caídas, medidas exigibles,
además de colocar carteles de advertencia sobre los riesgos que conlleva.
En el mismo sentido, la SAP Huesca, Secc. 1.ª, de 3 de enero de 2013 indica que la caída del
huésped del hotel se produjo por estar el suelo recién encerado y por ello estar resbaladizo, no
habiéndose puesto las necesarias medidas de precaución y advertencia.
En ocasiones se ven estos hechos como un caso puntual porque no echamos la vista atrás.
El pasado día 7 de junio, durante la fiesta organizada por un colegio en la sierra de Madrid, observé
que había tres castillos hinchables con un montón de niños jugando sobre ellos. Ninguno tenía las
sujeciones clavadas al suelo del campo de fútbol de tierra. Me acerqué y me interesé por las
sujeciones. La respuesta era la que me esperaba. « Aquí no pasa nada».
El día 5 de julio de 2014 se produjo un accidente con dos fallecidos y siete heridos al arrollar un
vehículo participante a un grupo de espectadores, durante la celebración del Rallysprint de Miengo
(Cantabria). La organización adujo como causa «la mala suerte» porque se habían tenido en cuenta
todas las medidas de seguridad, pero ¿y las medidas de «responsabilidad»?
Y qué decir del reciente accidente del pasado 7 de julio de 2014 en Terra Mítica por el que falleció un
joven islandés al caer de una atracción, al parecer, debido a un fallo en el arnés que le sujetaba,
aunque aún esta este suceso bajo investigación.
Recordemos otros casos como éste ocurrido en Port Aventura al fallecer un hombre de 32 años,
tras un accidente en la atracción «la Stampida», o el ocurrido el 18 de julio de 2010 en el parque del
Tibidabo en Barcelona donde falleció una chica de 15 años al romperse el anclaje de la atracción
denominada «El péndulo», resultando heridas otras tres personas, o los dos accidentes producidos
el 14 de enero de 2012 en las fiestas de Llombai (Valencia) al caer el vagón de una atracción de
feria al vacío y en apenas una hora otro suceso en Rabassa (Alicante), al desprenderse el brazo de
la atracción Spiderman, un pulpo de doce brazos y veinticuatro plazas, provocando varios heridos.
Coincide que en el accidente de Port Aventura se hablaba del sobrepeso de la víctima, fallo del arnés
de seguridad y ahora en el suceso de Terra Mítica, se vuelve a hablar de lo mismo.
Y después de todo esto ¿dónde está la responsabilidad?
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Es interesante la STS de 13 de junio de 1996, que puntualiza que, «el cómo y el por qué se produjo
el siniestro constituyen elementos indispensables en el examen de la causa eficiente del evento
dañoso (resolución que cita las de 27 de octubre de 1990 y de 13 de febrero de 1993 y en cuanto
a los límites de la objetivación las de 9 de marzo de 1984, de 26 de noviembre de 1990, de 23 de
octubre de 1991, de 8 de junio de 1992 y de 20 de mayo de 1993), pronunciándose en análogos
términos la STS 12 de noviembre de 1993 que estableció que, si bien la culpa o negligencia tiene
marcado sentido jurídico, la determinación del nexo causal entre la acción u omisión y el daño debe
inspirarse en la valoración de las condiciones o circunstancias que el buen sentido señale en cada
caso como índice de responsabilidad, con abstracción de todo exclusivismo doctrinal».
Aunque también hay que tener en cuenta que el que utiliza las instalaciones o las atracciones debe
hacerlo con un mínimo deber de cuidado o de «respeto a la máquina» ya que el accidente puede
deberse a un mal uso por parte del que lo utiliza. Como el que utiliza un kart con una bufanda al
cuello, con el riesgo que conlleva si esta se enreda en una rueda. ¿Es responsabilidad del club de
karting? o del que se monta en el kart con la bufanda. ¿Se le indica de alguna manera que no debe
usarla mientras circula con el vehículo por el circuito?
Y como esto, en casos y actividades diferentes.
La AP Barcelona, Secc. 16.ª, de fecha 13 de junio de 2008 mencionaba que el propietario de una
discoteca es responsable de los daños derivados de las cosas que pueden proyectarse o caerse
fuera del recinto o dentro de este.
Pero ya la STS de 2 de octubre de 1997 decía que no cabe pretender que fuese imposible prever
que algún cliente se comportara de manera incivilizada o peligrosa ya que el consumo de bebidas
alcohólicas, música, el baile característico del ambiente de las discotecas propicia cualquier desmán
colectivo. Igualmente la SAP Pontevedra, Secc. 3.ª, de 14 de diciembre de 2007 cuando dice que
«fuese imposible que algún cliente de la discoteca se comportase de manera peligrosa dado el
consumo de alcohol en las mismas».
Durante la celebración de la Romería del Rocío 2005 organizada por la Federación de Entidades
Culturales Andaluzas en Cataluña (FECAC) una mujer recibió una coz de un caballo llevó a que la AP
Barcelona, Secc. 19.ª, de 27 de mayo de 2008 exponía que aunque la responsabilidad directa es de
la persona que iba a caballo, que no se paró a identificarse, no puede excluir la de la FEAC pues
«como tal organizadora» se sirve también de la presencia de caballos… Y a la organizadora le
compete adoptar las medidas de seguridad… Y ejercer un control preventivo y de vigilancia en el
desarrollo de la fiesta.
Las fiestas de Sant Joan de Ciutadella de este año se han cobrado una vida al ser arrollados por un
caballo y su jinete una mujer y su marido, durante la celebración de los «Jocs des Pla». Ella falleció y
él sufrió rotura de tibia y peroné. ¿Tenía el ayuntamiento contratada una póliza de seguro en
condiciones? De momento, según plantea su hija en la prensa local, la familia se queja de que no se
les presta la debida atención.
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¿Había ocurrido un suceso como este anteriormente? A la vista de las imágenes de televisión, ¿era
previsible que ocurriera algo?
Siempre se tiene que estudiar todo a la hora de organizar un evento. Y por ende llegar hasta la
mínima previsión, como se ha dado en este caso, ya que por diferentes causas se produjo una
notable masificación de los festejos con abundante presencia de viajeros de Cataluña y Mallorca al
haberse construido un puerto exterior y rebajarse los precios de los pasajes. ¿Fue previsto con
anterioridad a la celebración del evento? ¿Se había informado a la compañía de seguros sobre el
posible aumento de asistentes al evento por lo expuesto anteriormente? ¿Se habían tomado las
medidas de seguridad apropiadas?
Respecto a esto es interesante llevarlo y volver a la comentada SAP Barcelona, Secc. 19.ª, de 27
de mayo de 2008 cuando afirma que «la producción del daño demuestra que algo falló en la
seguridad de la Romería».
De momento, los sucesos ocurridos en Sant Joan de Ciutadella, le han costado la dimisión de su
cargo al alcalde.
En el año 2002 el TS confirmó la sentencia de la Audiencia de Madrid que condenó al propietario de
un salón de bodas a pagar una indemnización de 30.050 euros por la muerte del padre de la novia,
que se cayó por un hueco del escenario al intentar realizar una fotografía.
El Supremo estimó que procedía la responsabilidad del dueño del establecimiento que creó el riesgo
de accidente «al situar encima del escenario la mesa principal del banquete sin acompañar las
medidas adecuadas de seguridad». «Este riesgo se produce en virtud de la explotación de un
negocio comercial, con ganancias para el empresario, por lo que él es el que debe soportar los
daños que esta forma de explotación crea».
El organizador además de poner medidas de prevención, deberá tener contratado un buen seguro
de responsabilidad civil, informarse bien, saber lo que tiene contratado y si es suficiente para con la
responsabilidad que puede contraer en caso de una o varias reclamaciones por uno varios hechos.
Pues ante todo el organizador responde de la seguridad de la actividad que se va a desarrollar. Y no
pensar en el «si aquí nunca pasa nada», porque las cosas pueden pasar aunque pongamos medios
para evitarlo.
Y recordemos que según SAP La Coruña, Secc. 5.ª, de 27 de febrero de 2007, al pagar la entrada
responde, en este caso concreto el parque acuático, de los daños del bañista ocurridos salvo que se
pruebe que fue por imprudencia de la víctima.
Hay sentencias muy claras como la de la AP Valencia, Secc. 11.ª, de 29 de mayo de 2008, que
afirma que en los supuestos en los que las aglomeraciones de personas producen daños efectivos,
el organizador del acontecimiento deberá adoptar las medidas de seguridad necesarias.
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Lo mismo que la AP Barcelona, Secc. 16.ª, de fecha 13 de junio de 2008 cuando mencionaba que el
propietario de una discoteca es responsable de los daños derivados de las cosas que pueden
proyectarse o caerse fuera del recinto o dentro de este.
¿Cuántas veces nuestros tribunales se encuentran con dificultades a la hora de poder garantizar que
se resarzan los daños ocurridos a los afectados? ¿Cuántas veces se demoran las resoluciones
judiciales por las incidencias que surgen respecto de las responsabilidades civiles? ¿Cómo llegaríamos
más fácilmente a la llamada «justicia material» si las previsiones de la responsabilidad estuvieran
cubiertas? ¿Somos conscientes de la trascendencia social y jurídica de la cobertura de
responsabilidad civil?
Pero además, es muy importante que las condiciones y las exclusiones de la póliza estén claras, con
letra de tamaño al menos legible, y que el Asegurado haya informado correctamente a la
Aseguradora por escrito de todas las actividades a desarrollar y de la siniestralidad que se haya
podido producir en otros años.
Y si se tiene alguna duda se debe consultar con la aseguradora o con el corredor de seguros.
Llega el verano, llegan las fiestas populares, se realizan muchas actividades de ocio y espectáculos y
no podemos estar a lo que pueda pasar y a la buena o mala suerte, porque las cosas pasan.
La realidad nos demuestra que la tendencia a ahorrar costes nos hace obviar las medidas de
cobertura de responsabilidad que pueden evitar problemas si surgen incidencias, ya que el importe a
abonar a la hora de la contratación de un seguro plantea reticencias, sin embargo, en caso de
necesidad, la no existencia de esta cobertura conlleva un mayor coste, inseguridad, e indefensión,
tres aspectos fundamentales que no podemos dejar de lado.
Por todo lo anterior el coste del seguro no es elevado cuando se produce un siniestro y se tiene la
tranquilidad, entre comillas, de que lo contratado nos cubre la posible responsabilidad civil que pueda
ser reclamada.
En ocasiones «las cosas pueden pasar y pasan». Y entonces un buen seguro contratado no nos
parecerá caro.
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