15 cents. VI,— Núm. 250. Barcelona 12 A.gosto de 1905.

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15
cents.
VI,—Núm. 250.
Barcelona 12 A.gosto de 1905.
Dirección, redacción, administración é imprenta, Casa Editorial Maucci, Mallorca 166
LA TRIPULACIÓN DEL cKNÍAZ POTEMKIN. BEBIENDO DESPUÉS DE LA SUBLEVACIÓN
AGRKOADOS MILITARES Y CORRESPONSALES
SACHIBIENDO SOS CORRESPONDENCIAS
CRÓNICA
DE LA
GUEBBA BUSO-JAPONESA
N
o adelantan mucho en sus operaciones de invasión los japoneses, ni loa rusos transportan con la facilidad que creían miles de hombres á
Mancliuria. Parece que cada vez topan con mayores dificultades para movilizar loa nuevos contingentes que lian de entrar en campaña si no se firma
muy pronto un tratado de paz. Los soldados llamados á las armas se muestran reacios á presentarse,
quizá porque creen que ha de tocarles á ellos una
suerte tan desastrosa como ¿los que les precedieron
por el mismo camino. Quizá también influye en su
determinación de no cumplir las órdenes que se
dicta, la presencia de algunos 4 muchos obreros de
las ciudades que, alejados de ellas á causa de la escasez de trabajo, han vuelto á la campiña, á los
pueblos y aldeas que les vieron nacer, y predican
á sus paisanos la rebelión contra todas las disposiciones del Gobierno, explicándoles las desdichas
que en todas partes ocurren y lo apurados que se
ven los gobernantes para sofocar las sublevaciones
y motines que por todas partes estallan.
Sea lo que fuere, el caso es que á medida que se
aproxima el momento de la Conferencia, parece establecerse ur.a tregua entre los beligerantes.
Rn cambio esa tregua no se ha establecido entre
el Gubierno y los revolucionarios, puesto que cada
dia que pasa aumenta el numero y la importancia
de los motines y sublevaciones. Ni el Gobierno se
decide á entrar de un modo franco en la via de las
concesiones de reformas, ni los que las piden quieren contentarse con las que puede esperarse del
planteamiento del proyecto Buligln.
Los zemstvos, por su parte, no se atreven á romper de un modo franco y definitivo con el régimen
político actual y después de reunirse contra la vo-
luntad del general Trepoff, nada han heclio ni
acordado en definitiva que pueda dar al pueblo una
remota esperanza de que á su lado estaran sus representantes más ó menos directos si ocurren suceses importantes que liBgan precisa la presencia de
hombres de gran enerva y de buena voluntad.
El desbarajuste que cunde en todas las esferas nú
es menor en la administración militar rusa, á pesar
de que es ya hora de que á él se lia ja puesto remedio, detpués de lo que lian dicho periódicos extranjeros y nacionales acerca del particular. Recientemente se ha impuesto una suspensión á los Nooosti
por haber hecho públicas las malversaciones que se
comete en todos los ramos de la administración militar.
Los japoneses en Rusia
Tropas del Japón han desembarcado en el litoral
de Rusia y se han apoderado de los puntos estratégicos que juzgan necesario ocupar si ha de continuar la campaña.
Y ni en Rusia se ha proclamado la guerra santa
ni se han conmovido las esferas. Es más. Aun
cuando los periódicos rusos han dado la noticia con
toda clase de detalles, pocos son I03 rusos que se
han conmovido; menos todavía los que se han indignado. ¿Por qué' Porque desde el momento en
que fuá destruida de un modo completo la escuadra
de Rodjestvenski, esperaban los más inteligentes lo
que ahora ocurre, y los más, la masa neutra, como
llaman ahora á los que se limitan á pagar y i padecer, no hacen ya caso de ninguna desdicha, por
muy tremenda que sea y aparezca. Acostumbrados
á la idea de que su gobierno es el peor posible, sólo
esperan malas noticias y grandes calamidades y
ninguna les sorprende.
Esta misma pasividad, relacionada con la actividad revulucíonaria que se manifiesta ei, distintos
puntos.de Rusia á la vez, en lugar de aer un síntoma tranquilizador, es de muy mal agüero, porque
indica que la mayoría de los rusos miran á sus gobecnames como cosa perdida y no son capaces de
hacer nada para rectificar el mal camino que llevan. Pero esos mismos hombres que desconfían del
gobierno y que al parecer nada les importan las
desdichas de la patria, encontrarán actividad, valor
y energía si se deciden, por medio de un esfuerzo
común á reaccionar contra el sistema político que ha
puesto á Rusia á dos dedos del abismo, y que, á pesar do sus enormes faltas continúa sin enmienda y
sin penitencia.
La paz debia firmarse en Tokio, dictándola un general ruso. Era algo así como un pecado decir que
una nación cualquiera podría proponer al gobierno
de San Petersburgo la cesación de ias hostilidades.
El Czar había afirmado repetidamente que no acabaría la guerra en tanto que quedaran en Rusia un
hombre que matar y un kopek que gastar.
Cuando las primeras derrotas sólo se hablaba de
desquites; cuando los más clarividentes advirtieron
la conveniencia de hacer la paz dijeron á una todos los periódicos rusos—menos ios revolucionarios, por supuesto—que Rusia no pasaría por la
vergüenza de pagar un sólo céntimo de indemnización de guerra.
Han cambiado del todo los tiempos y las ideas.
Ahora ya convienen los periódicos en que debe
cesar la guerra y en que es preciso pagar alguna
BUQURS RUSOS DE LA ESCUADRA PBL BÁLTICO, CAPTURADOS POR LOS JAPONESES,
MANIOBRANDO DBLANTK DB KORSAKOVA
Por lo que hace á la presencia de los japoneses
en Rusia, el síntoma es muy grave. Claro es que las
tropas que desembarcan en el litoral siberiano no
van á realizar el movimiento envolvente de que han
hablado algunos periódicos con más precipitación
que conocimiento de causa; pero en cambio es señal
de que en la Conferencia de la paz podrán hablar
más recio y tener mayores exigencias que en el
caso de no haber pasado de las llanuras de Manchuria del Norte.
Los generales rusos que á nada han atendido
sino á acumular tropas en un punto dado para ofrecerlas á los tiros del adversario, son los culpables
de esa indefensión de las costas de Siberia, que
ahora son fácil presa de los japoneses.
Antes de la. Conferencia
No querían los rusos oii hablar de paz en tanto
que hubiese un japonés en Corea ó en Manchuria.
indemnización. Sólo se discute ya la cuantía y la
forma del pago; pero ya no hay quien asegure que
es necesario resistir á todo trance, que ha de continuar la guerra si los japonesesjse empeñan en querer que se les indemnice los gastos que han hecho.
Decíase también hasta hace muy pocas semanas
que no había que pensar en que Rusia cediera una
sola pulgada de su territorio.
Una poesía, de la Reina, Elena
Copiamos de nueslro estimado colega El .Vo/inVeo r»<iivmif;
oLa tremenda lucha ruso japonesa ha emocionado, y emociona, con igual intensidad á los pueblos
y á los reyes. No há mucho el emperador del Japón,
la emperatriz, los príncipes de la Casa Imperial y
algunos de los más ilustres magnates del imperio,
han publicado una colección de tankas ó poesías
breves, en que se lamentan, con tono elegiaco, los
estragos de la guerra.
CORTESÍAS MANDARINAS
4
0N0 han sido solamente los soberanos japoneses
los que se han sentido inspirados por aquella sangrienta tragedia. La revista berlinesa Das Acssure
publica recientemente unos versos a propósito de la
guerra ruso-japonesa, que llevan la firma Elena,
Reina de- Italia. Estos mismos versos habían sido
publicados con anterioridad, con el pseudónimo La
mariposa azul.
flCon gusto traducimos esta poesía de la reina de
Italia:
»—Di, ¿no es horrible—le dice
al Príncipe la Princesatanta encarnizada lucha.
tanta enconada contienda?
¿No destroza el corazón
ver cómo la muerte siega
lozanas vidas, que en sangre
empapan lejanas tierras?
la condujo al ventanal
que alumbra la estancia Regia.
Y señalando la plaza,
en donde mil niños juegan,
—mira esos niños—le dijo
el Príncipe á la Princesa—
Ves sus juegos, ¡qué pacíficos!
¡Ves qué alegres sus carreras!
¡Qué candor en sus mejillas!
En sus ojos, ¡qué inocencia!
Placer, amistad, amor
sus Cándidos pechos llenan...
Pero, iay de mi! ¿Qué es aquello.'
Ya lo ves: la paz se altera,
el amor se trueca en odio
y el juego en ruda pelea.
Asidos por los cabellos.
PRISIONEROS RUSOS BN TAKAHAMA
Así, llorando, decía
al Príncipe la Princesa.
aquellos dos forcejean.
Los brazos que se abrazaban
furiosos golpes se asestan.
Se han formado dos partidos...
iFiel imagen de la guerra!...
—¿Por qué lucliant—me preguntas.
— [Son niños'.—es mi respuesta.
El pueblo es como esos niños,
y, en tanto que niño sea,
no es posible, amada raía,
que exista paz en la tierra.
No dio por de pronto el Principe
á su esposa la respuesta;
mas cogiéndole fas manos
blancas, delicadas, bellas,
que a causa de la emoción,
en las del esposo tiemblan,
Estas palabras del Príncipe
oyó atenta la Princesa,
y dijo, mostrando luego
algo que á explicar no acierta:
—¿No ves lejos un muchacho,
que, neutral en la reyerta,
Di, ¿no es horrendo ese cuadro'.'
¿No es espantosa esa guerra?
¿No se agotarán los odios?
¿Serán las iras eternas?
4N0 vendrá jamás el día
en que las armas depuestas,
la paz impida en el mundo
que haya victimas sangrientas?
MVNIFKSTACIÓV POPULAR BN LA PLAZA ROJA DEL K.RBML1N PIDIENDO Á DlOS EL TRIUNFO DB LAS ARMAS RUSAS
asiste tranquilo y solo
á la reñida pelea?
•Por qué, di me, amado mío,
en el combate no tercia?
El Príncipe, sonriendo,
así dijo & ta Princesa:
—Ese niño es el roas fuerte,
y por eso le respetan.
Seamos tuertes nosotros,
porque no hay cosa más cierta
que la paz sólo sonríe
á loa fuertes en la tierra.»
La, catástrofe del <Petropavlosk*
De mi dietario de la guerra
De Iroan o. Schenck
El autor do cutos apuntes ha nido preceptor de Ion Ircg hjjos dol
gran ihuiun Wludimiro, los principas liirilo, Baris y Andrea, y al
oslullar la gufirra runo-jüpLinusH acompañó on coiidnd da familiar al trnin duque liona cuando éale ae traslada ü la Manchada.
lA>a siguienltts capítulos están evl.niídou do una obru que está
próxima n aer publicada en t'aris.
Port-Arthur, miércoles, 31.
A las seis de la mañana, nns despierta un fuerte
cañoneo desde el mar. ¿Será acaso la floülla de
torpederos que salió anoche y que habrá encontrado y atacado la escuadra ruíia'í Kl gran duque Boris, principe Karageorgewitsch, DemidotTy Levow
se visten ¿ toda pri?a con la intención de subir á la
batería superior del Monee de Oro para observar
desde allí el combate. El general Stoesse! ha prometido mandar caballos á la primera señal de alarma. Mientras tanto el gran duque Boria se va á pie
hacia el puerto y llega en el preciso momento de
levar anclas el Prtropuolocsk. El principe Karaeorgewitsch anima ul gran duque k subir con él á
ordo del acorazado, pero bemidoff les hace desistir de este intento. Y como llegan también los caballos, se dirigen todos al galope hacia ta Montaña
de Oro.
Mientras tanto, subimos nosotros al montículo
que domina la estación del ferrocarril y desde cuya
cúspide se descubre un vasto panorama del mar.
Poco á poco llegan como un centenar de espectadores desde la ciudad. Con los lentes pueden seguirse perfectamente las vicisitudes del combate;
corren voces de que se ha ido á pique el torpedero
f
ruso Restracftn i/t.
Rn este momento el crucero Bayán, que ha sido
el primero eo abandonar la rada, se encuentra envuelto en un combate con varios buques japoneses.
Se defiende con valor, retirándose, no obstante,
hacia la costa. Poco á. poco se perciben dos, tres,
hasta cinco buques japoneses. Entre t&nlo, la
escuadra rusa, compuesta de cuatro acorazados,
tres cruceros protegidos y una docena de torpederos, ha abandonado la rada para ir al encuentro
del enemigo. I'ero el almirante japonés, que por lo
vt5to no quiere exponer sus buques al fuego de las
baterías de la rosta, parece intentar retirarse. Entonces se vuelve el Bayán, y, menos-preciando el
fuego mortífero de la escuadra enemiga, avanza
en actitud de ataque. Es un cuadro soberbio. El
P>'rc*riet toma, asimismo, parte activa en el ataque. Al poco rato disminuye el cañoneo. La escuadra japonesa se va alejando y la rusa vuelve hacia
la costa. Varios torpederos y un crucero han pasado ya por el estrecho canal que forma la entrada de
la rada interior. En e^le momento fue cuando el
el Pcrropticloosk, k bordo deí cual se hallaban el
almirante Makharolf, el gran duque Cirilo y todo
el Estado Mayor, en lugar de entrar en el puerto,
hizo una evolución y desapareció de nuestra vista
detrás de la Montaña de Oro. Considerando terminado el combate, bajo del montículo y vuelvo tranquilamente hacia nuestro tren. Son las/jcho de la
mañana.
Apenas un cuarto de hora después oianse de
nuevo loa cañonea, pero el fuego parecía ser más
cercano. ¿Qué pasal ¿Habrá renovado el ataque la
escuadra japonesa' Me preparo para volver á la
Montaña, cuando el criado del gran duque, un cosaco, viene apresuradamente lucia mi y me dice
con voz consternada que el Petropactoesk había
sufrido una desgracia, que se creia que había ido á
pique- En este momento se acercan también & galope nuestros jinetes; sus caras dicen bien á las
claras que algo terrible acaba de pasar. El gran
duque Boris está consternado y es presa del más
vivo dulor.
—Acabamos de ser testigos de una horrorosa catástrofe, gritó al bajar del caballo; mi pobre hermano, á buen seguro, ha perecido; no tengo esperanza alguna de que haya podido salvarse. Mas, no
me cabe duda de que nadie se haya salvado, pues
el buque se ha hundido en menos de dos minutos.
Ddioidoff, con la faz lívida y demudada, nos asegura á su vez que las olas acaban de engullir al
cru íero y á toda la tripulación.
El gran dujue se retira á su departamento y nadie se permite estorbar su dolor.
Mientras tanto va en aumento el fuego de los
cañonea: los fuertes del Monte de Oro y de la Isla
del Tigre toman parte activísima. Después de la
explosión y del hundimiento del Petrop/tclocsk
avanza la escuadra japonesa en 16 unidades de combate y se dirige á toda máquina hacia la costa, inundando de granadas á los buques rusos que van en
bmca del puerto, todo haciendo fuego á la escuadra
enemiga. El principe Karageorgewitsch y yo habíamos vuelto á subir al montículo, desde donde
pudimos observar como las granadas rusas caían
cerca de la rada. El acoraiado Pobieda volvía con
fuertes averias; también él había tropezado con un
torpedo. Varios de los buques rusos dirigían sus tiros directamente al agua y á cortas distancias.
—Ve usted, me decía el príncipe Karageorjteowksch, estos creen en la presencia de submarinos
japoneses y quieren defenderse de este modo de sus
ataques, pero se equivocan, los japoneses no tienen
submarinos y es casi indudable que es un torpedo
lo que ha causado la voladura del Petropaclovsk.
Sólo taita saber si se trata de uno de los torpedos
rusos que arrancado por la corriente ha llegado al
mar abierto, ó si ha sido destruido por uo torpedo
que los japoneses habrán logrado colocar corea de
la costa durante la noche. Lo que ahora es de temer, es un bombardeo general de la ciudad.
Con eso bajábamos á la estación, donde nuestro
tren se hallaba maniobrando para tomar una posición menos expuesta ó más protegida contra las
balas.
Se nosjunta Damidoft', quien nos hace una descripción horripilante de la terrible escena á que
había asistido desde las baterías de la Montaña de
Oro.
—Al empezar á entrar !a escuadra en el puerto,
decía, ae apostó el Petropaelocsk al pie del monte,
á unas dos verstas de distancia de nosotros, tanto
que podíamos seguir perfectamente todas sus maniobras. Pero desde luego inspiraron éstas alguna
estrañeza á los oficiales de la batería, que temían
que el buque se aproximase demasiado á los torpedos colocados en estas aguas. Pocos momentos
después pudo observarse una densa humareda que
envolvía la proa del acorazado y éste inclinándose
al mismo tiempo hacia el lado derecho. De repente
observaron nuestros ojos atónitos algo como una
explosión á bordo, pues con la rapidez de un rayo
se elevó una inmensa llamarada al cielo, é inmediatamente el coloso desapareció entre las aguas,
no quedando visible sino una colosal mancha obscura y un negro nubarrón que poco á poco el vien-
GBXBRILL LlJUBVirCH OYENDO LA LRCTUHA D« UN T8LRl¡R*M\ BN 8L QUE SE LE PARTICIPA QÜB SUS
TROPAS HAN SUFRIDO UN DESCALABRO
to iba despejando. Bramando se acercaron las olas
por encima del hermoso navio que se había hundido en menos de dos minutos y arrastrado consigo
en el fondo del mar á más de 700 personas. A los
pocos momentos era imposible ya descubrir desde
fa altura de la montaña la mas mínima señal siquiera de la pavorosa tragedia que acababa.de ocurrir sobre las olas del mar.
El gran duque Boris se encuentra en un estado
de excitación indescriptible. Si no hubiese visto con
sus propios ojos desaparecer al Petropaotocsh de
un modo tan repentino é inconcebible, quizás podría abrigar aun alguna esperanza respecto á la
salvación de su hermano.
Mientras damos rienda suelta á estas dolorosas
contemplaciones, vemos venir corriendo hacia el
tren al teniente Stael, un conocido del gran duque.
El gran duque Boris salta á un coche para ir en
busca de su hermano, y no tarda mucho en traerle
en compañía de uno de los médicos del puerto. Con
su cara ennegrecida, sus cejas quemadas y toda la
faz llena de quemaduras más ó menos importantes,
ofrece el príncipe un aspecto lastimoso. No cabe
duda de que &us fuerzas se hallan absolutamente
agotadas, pues por más que su hermano y Demidotf le sostienen, apenas logra ganar la cama que
le tenemos preparada en nuestro vagón; de su rostro desfigurado y de su estado de completo abatimiento puede deducirse que sólo á costa de sobrenaturales esfuerzos ha logrado escapar á la voracidad de los elementos, y que á la extrema tensión
de todas las tuerzas musculares durante la lucha
con las olas, ha seguido un agotamiento físico absoluto. Sin embargo, los nervios sobreexcitados no
POLICÍA ROSO ESCAPANDO Á LAS IRAS DEL POPULACHO
Karageorgewitsch, Demidoff y yo volamos á. su encuentro. Nos dice que le parece que el gran duque
Cirilo habla cambiado de buque y se hallaba con el
almirante Wishafts. Esta nueva sólo nos produce la
impresión de una de esas noticias inventadas con
objeto de preparar al gran duque para la dolorosa
realidad.
Pero ya viene un segundo mensajero, quien noa
participa apresuradamente que el gran duque Cirilo hahia sido recogido con vida por un torpedero;
que presentaba varias contusiones y que un médico
de marina le estaba prestando los primeros auxilios. El gran duque Bnfis, aun bajo la impresión de
lo que había visto desde la altura de las baterías,
pide al marino su palabra de honor en confirmación de lo que acababa de decir. Todos damos gracias al cielo por esta salvación milagrosa.
le permiten encontrar descanso; sin cesar se reproducen ante su mente las horrorosas escenas de
las cuales ha sido testigo durante los últimos momentos del Petrupacloc&L.
Al producirse la primera explosión, se hallaban
el almirante Makliaroff y su Estado Mayor sobre
el puente de mando del fado izquierdo. El gran duque Cirilo se habla auedado algo aislado hacia la
derecha. Al estallar la segunda explosión, casi fue
echado al suelo. Al mismo momento caían las chimeneas sobre el puente con ruido ensordecedor y
matando á los infelices que se hallaban á su paso.
Después de quedar un instante atónito, comprendió
el gran duque que e] buque habla tropezado con una
mina y que el fuego había inflamado las municiones de á bordo. Rápidamente corrió al lado izquierdo del puente; allí vio yacer en el suelo al almirante
ASPECTO DE LA CHIMENEA Y DE LA PROA DEL ACORAZADO «OREL» DESPUÉS
DE LA BATALLA DE TSUSH1MA
9
POBRTO DB VLADIVOSTOK
Makharoffcon ja cabeza mutilada. Resuelto, dio
un salto por encima de la barandilla, permaneció
aun algunos momentos agarrado con las manos y
se dejó caer luego al agua. Una terrible corriente
le arrastró al fondo, tanto, que el principe creyó
llegado su último instante y se persignó. Luego
unió todas sus tuerzas para una última y desesperada lucha, por masque sus pesadas ropas le estorbaban bastante para nadar. Por fin, volvió á
subir á la superficie y allí la Providencia le hizo
encontrar un fragmento de madera, en el que pudo
asirse.
El gran duque no aciertaárecordarcuántotiempo había permanecido en el agua helada, entre la
vida y la muerte; en semejantes momentos los mi-
mento echó con un gesto de desesperación las
manos á la cabeza, y se sacó apresuradamente el
abrigo.
Ei pintor Verestchagln, el capitán de la Mancharía, Krone, que en su viaje desde Shanghai había
escapado á los dos peligros, el comandante del
Cjctrecttck, todos ellos se encontraron casualmente
á bordo del PetropacLoc&h, y no se cuentan ya entre los vivos. Ha-,La ahora sólo se sabe que han podido salvarse el comandante Jakowlew, cuatro
oficiales y unoa cincuenta hombres. El grao duque
se muestra inconsolable por la pérdida de su ayudante y amigo, el teniente Coubé. Se supone que
éste, eu el momento de la catástrofe, se hallaría en
la cámara de loa oficiales.
El sobresalto no ea menos grande en la ciudad
que entre los marinos. El almirante príncipe Uchtomsky, sobreviviente de más edad, ha tomado el
mando de la escuadra hasta la llegada dt-1 virrey,
quien, según noticias, ha salido ya de Mukden.
El médico insiste en que el gran duque, cuyo estado se presenta algo alarmante, abandone PortArthur cuanto antes. Asi, pues, queda decidido que
en el transcurso de la tarde emprenderemos la
vuelta hacia Liao-Yang. Pero antea de marchar
desea el gran duque Cirilo ver á los compañeros
que han sobrevivido á la catábtrofe. Algunos de
ellos no pueden presentarse por hallarse gravemente heridos; lo» que menos habían padecido, ei
teniente barón IlnorrinR y el guardia marina Jakowlew, acudieron al llamamiento. Para ello había
sido menester que los compañeros de otros buques
les prestase ropas, que por cierto no se ajustaban
nada á sus figuras.
La conversación que durante el almuerzo se desarrollaba entre los tres salvados, tomó á ralos un
carácter conmovedor. El guardia marina Jakowlew es uno de los oficiales más jóvenes del Potropaclocst, una naturaleza arrojada, intrépida; al
mismo tiempo se cuenta entre aquellos nombres
felices, poco impresionables, que- conservan cierta
sangre fría basta en las ocasiones más trágicas.
Asi le era posible contarnos hasta con cierta serenidad de qué modo ha podido salvarse, siendo,
como es, muy mal nadador.
¿Se litigara á saber jamás la verdadera causa del
rápido hundimiento del Pe tro pación 11.1
Ulteriores investigaciones lograrán quizás algún
dia establecer los hechos. Por de pronto lo que merece más crédito es la versión de que el acorazado
ha chocado con uno de los torpedos rusos ó japoneses, siendo arrancada la proa del buque por la exploaión; que inmediatamente se ha propagado el
SBROIO DB WITTB
ñutos parecen horas. A la distancia de 100 metros
pasaba un torpedero, pero los tripulantes no oyeron
sus gritos. Poco después llegó otro, que acertó á
salvar al náufrago. En lo tocante al almirante Makharoff, recuerda el gran duque haber oído como
éste, desde el puente, dio la orden de cerrar las escotillas impermeables, pero que en el mismo mo10
fuego al depósito de pólvora, provocindose una segunda explosión que abrió el buque por BUS costados y causó el inmediato hundimiento de ésie.
Son las cinco de la tarde. La escuadra japonesa
ha desaparecido y la ciudad lia vuelio á tranquilizarse. Dentro de pocos minutos abandonará nuestro tren á Port-Arihur. Kl com pañi miento del pintor Verestcliagln queda vacio. Sus erectos serán
sellados antes de ser mandados a Rusia.
El gran delito
Con este titulo ha escrito Tolstoi un magníQco
trabajo encaminado a demostrar que la propiedad
territorial es la causa única de la miseria que reina
en Rusia y de la agitación incesante que ha producido la tremenda crisis actual.
He aquí uno de los primeros párrafos de este trabajo:
\
LA. ARTILLERÍA JAPONESA EN CAMPAÑA
El doctor Marlíoff, joven módico de la armada,
se queda con el gran duque Cirilo, a quien la sobreexcitación nerviosa no permite conciliar un sueño tranquilo. Se conoce que el cuadro desgarrador
que ha visto en el momento de lacatastrofe domina
todas las fibras de su mente; el nombre de Coubé
sale sin cesar de sus labios.
Son las diez de la noche; el tren interrumpe su
marcha, permaneciendo en la estación de Vafandiane, donde pasaremos la noche.
(De la Frctnkfurt Zedung).
«Los hombres han puesto la vacada en un
cerrado, esas vacas que les alimentan con
los productos de su leche. Las vacas lian co*
mido toda la hierba que habla en el cerrado, tienen hambre y mugen en demanda del
pasto de los prados. Pero los hombres que se
nutren de la leche de las vacas, han hecho
en torno del cerrado plantaciones de menta,
de tabaco, de ñores; han construido fábricas
de colores, un hipódromo, un tennis, y no
dejan salir & las vacas para que no estropeen todo eso. Pero las vacas mugen, enIlaquecen, y los hombres, temiendo que cei,en de tener leche, inventan varios medios para
mejorar su condición. Construyen techos para resguardarlas, les doran los cuernos, se cambia la
hora de ordeñarlas, curan á las viejas y k las
enferman; y esperan que crezca una hierba muy
nutritiva que sembraron en el cerrado. Hacen todo
eso para que las vacas no destruyan cuanto ellos
han edificado ó plantado en torno del cerradc, y,
no hacen lo único que resultaría útil: dejar que las
vacas salgan A pacer en los fértiles prados de los
alrededores. Y, SÍQ embargo, explican su conducta
ALDEANOS JAPONESES CELEBRANDO CON MASCARADAS EL TRIUNFO DK LAS ARMAS PATRIAS
irracional diciendo que si tienen encerradas á las
vacas es para su bien. Así obran aquellos rusos que
preparan, para el pueblo que se muere de hambre,
reformas europeas: olvidan una cosa esencial' libertar la tierra de la propiedad privada.*
tos del regimiento Ota se retiran protegidos por la
obscuridad de la noche.
Otros ataques, igualmente sangrientos é inútiles,
se suceden en el centro y en la izquierda. Dos secciones enviadas á destruir la segunda y la tercera
linea de alambradas, son aniquiladas completamente. Ni un solo hombre vuelve al campamento.
El dfa 3 de Marzo la situación sigue siendo la misma. El general Okubo—comandante de la división
—se persuade de que Shahopu es inexpugnable, y
cambia el programa de acción. Se decide que el esfuerzo principal de la división se concentre á la izquierda en Liushupu; que las tropas que ataquen &
Shahopu sean las estrictamente necesarias para la
defensa de las posiciones conquistadas, y que la derecha apoye á la izquierda en Liushupu: en fin, que
una de las dos brigadas independientes que operan
en el centro del ejército de Nodzu coopere álaoperación con un giro de flanco. Estas órdenes son
dictadas en la tarde del dfa 3. En la mañana del 4
las tropas están en marcha, y el concentramienlo empieza. Se trata de iniciar un movimiento
envolvente en la extrema derecha del IV ejército
concentrando más de dos brigadas.
Hacia el mediodía del 4, el general que mándala
brigada de la sexta división se presenta al general
Okubo y le dice:
— Liushupo es el punto más próximo á las posiciones enemigas, distando apenas 300 metros de
óstas. Dicho pueblo ha sido conquistado y defendido
durante 140 días, después de luchas sin fin, por la
brigada que yo mando, sin ayuda de otras tropas.
Ahora, en nombre de todos mis oficiales y de todos
mis soldados, vengo á pediros que nos concedáis
terminar el trabajo empezado. Por el honor de la
brigada dejadnos atacar sin ayuda alguna; nosotros
LA GRAN BATALLA
(Continuación)
Por la tarde, ja derecha se lanza ai ataque. A las
cuatro el regimiento Ota hace un giro de flanco y
asalta una colina en la cual los rusos tenían emplazadas varias baterías. Pero esta posición les habla
parecido demasiado expuesta, y Ja artillería habla
sido retirada. En este momento dicho regimiento
ataca la colina, y á pesar de la granizada de balas
-y granadas, se consigue tomarla. Los japoneses comienzan en seguida A preparar los trabajos de fortificación. Encuentran muchos caballos muertos ó
heridos, suponiéndose que el enemigo ha sufrido
graves pérdidas.
A las siete el coronel Ota decide dar un nuevo
asalto por la noche. A la una el regimiento se precipita sobre las alambradas, pero los rusos hacen
un fuego terrible, de modo que el suelo está materialmente cubierto de proyectiles. Las ametralladoras lanzan sobre las redes metálicas verdaderos
huracanes de plomo. El coronel Otá.queha tomado
personalmente el mando de una compañía, es el
primero que cae. Su ayudante es también herido.
Oficiales y soldados mueren á centenares. La primera linea de alambradas es cortada, pero hay otra
detrás y después otra. El ataque no puede durar
más tiempo. Si los rusos hiciesen una salida en este
momento, los japoneses serían derrotados. Los res12
os aseguramos el buen éxito de la empresa. Las una especie de galerías y trincheras, defendidas
tropas que deben concentrarse en Liushupo pueden por un sinnúmero de alambradas. Entonces se esser muy necesarias en otra parte, mientras que tudia un plan de ataque. Antes de nada hace falta
aquí no hacen taita. El enemigo está, reforzandose, hallar algún nuevo sistema para atravesar las redes
metálicas sin cortarlas, operación que cuesta demay hay que obrar inmediatamente.
— Estoy conforme—respondió el general Okubo, siadas victimas y demasiado tiempo. El Esiado Ma—atacad al enemigo vosotros solos. Vuestra peti- yor imagina lo siguiente: cierto número de soldados irá al asalto llevando gruesos tablones, que,
ción os honra.
He aquí el plan general cambiado nuevamente. cuando sea el momento oportuno, serán echados
A. las tropas que dan frente á Shaliopu se agregan sobre las alambradas formando verdaderos puendos batallones que formarán las fuerzas en Lius- tes. Las tropas no harán sino atravesarlos cómodamente. Dicho y hecho. Se reúnen todos los maderos
hupu.
de las cercanías y se colocan soldados en las alamPor la noche,la brigada de la izquierda de la sex- bradas
de Liushupu. Hanjapu no puede ser atacado
ta división ataca con extremada violencia. El mo- de frente,
falta dar un rodeo por el oeste del
mento es oportuno. El ejército de 0>u, victorioso, ferrocarril hace
y asaltarlo de flanco ó por la espalda.
debe haber roto la cadena de posiciones rusas de la
izquierda, y está realizando el magnifico moviEntre tanto Shahopu no ha variado la situación.
miento envolvente. Los rusos empiezan á sentir á Los sufrimientos de las tropas, echadas en el suelo
sus espaldas el amenazador estampido del cañón.
durante días y días, á trescientos metros del eneDespués de tres ataques la primera línea de de- migo, durmiendo bajo el bombardeo, sufriendo el
fensa es conquistada. El enemigo se retira á Yent- trío atroz de !a noche, el hambre y la sed son insu donde es atacado pocos momentos después. Al descriptibles. Para reforzar el inminente ataque
amanecer los japoneses se apoderan de Yentsu y contra Hanjapu se toman algunas divisiones de restas tropas. Estas llegan á Liushupu rendidas de atoman un cañón. Los rusos se retiran á Hanjapu.
Hanjapu es un pueblo importante próximo al fe- tiga y hay que reanimarlas con una abundante disrrocarril, muy bien fortificado, en el cual se gua- tribución de corrvd'beef y $ake.
El movimiento envolvente se inicia á media norecen no solólas tropas derrotadas en Liushupu y
después en Yentsu, sino también las tropas en reti- che del día 6, pero á causa del insu6ciente conorada delante de la derecha del ejército de Oltu. La cimiento del terreno,es sumamente lento. Hasta las
guarnición, por lo tanto, es numerosísima y parece seis de la tarde del " no comienza el ataque. Este
dispuesta
á tomar la ofensiva contra la derecha de debía empezar antes del alba, y el día está ya claro,
Üku (4.a división). Se teme que si ésta fuera vigo- los rusos advierten a tiempo la tardanza. Construrosa, podría penetrar entre el ejército de Oku y el yen la primera linea de defensa con traviesas del
de Nodzu y romper la linea japonesa. Por lo tanto, terrocarril.
el general Nodzu decide atacar violentamente á
Un batallón mandado por el general Taltayama,
Hanjapu.
avanza hasta .'100 metros del ferrocarril. Los rusos
Los exploradores japoneses que han podido acer- abren un fuego certero y mortífero. Las pérdidas
carse á las posiciones enemigas dicen que en Han- sufridas son graves. Poco después la artillería
japu hay cuatro reductos, que se comunican por gruesa y la de campaña, las ametralladoras, todas
MORTERO LLEGADO RECIENTEMENTE AL EJERCITO DB LIKIBVJTCH
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las armas de grande y pequeño calibre concentran
el fuego contra los asaltantes.
{Continuará.}
Alemania y Rusia
Precisamente porque nadie ha logrado averiguar
una sola palabra de ¡o que hablaron los emperadores de Alemania y RiiMa, losperiódicosaficionados
á dar noticias de esas que causan sensación están
llenando columnas y más columnas explicando lo
que no saben y que según todas las probabilidades
tardarán en saber.
Un diario inglés que ha cambiado de propietario
y de norma de conducta no hace mucho tiempo, el
Standard, afirma con gran seriedad queá bordo
del llüheusuUevfi ee Hrmó un tratado—no se sabe
ti de comercio ó de moral, que es todo lo contrario
del comercio. Las señas son mortales. ¿Saben los
lectores de PLUMA Y LÁPIZ en qué se funda el cole-
ga para asegurar lo que asegura? En que, después
tara de un concejal, Bírileff hubiese podido creer
que el del papel quería timarle una partida de dinero: porque eso de hacerle firmar á uno en blanco
resulta sospechoso. Pero siendo Nicolás II el que
arrancaba una firma por sorpresa, no cabla duda:
se había firmado un tratado.
Ahora iodo el mundo se devana los sesos procurando averiguar en quú consiste este convenio secreto, cuáles son sus estipulaciones, qué consecuencias puede acarrear. Y los que menos imaginan ya
que de pronto aparecerán en el golfo de Tokio diez
ó doce acorazados alemanes que en un periquete
se merendarán la escuadra de Togo y que en Manchuria t-urgiran los coraceros blancos y los uníanos
cargando con ciego ímpetu, con el furor teutónico
y contestando al ¡susuntv! de los japoneses con el
¡valeriana! formidable. Y la campaña cambiará de
aspecto en un santiamén, los japoneses se marcliarán mohínos y maltrechos á su tierra y, colorin colorado, la guerra habrá terminado.
ESTADO DE LOS BUQUES RUSOS CAPTURADOS AL SER AGREGADOS A LA ESCUADRA DB ToOO
de la entrevista que á solas celebraron ambos monarcas, había desaparecido un papel chupón que
antes de la conferencia ostentaba su blancura más
ó menos inmaculada sobre la mesa escritorio. Ya
ven que la cosa no puede ser más clara. ¿Desaparece un secante' Tratado que te crió.
Hay otro síntoma revelador. Dice el almirante
Birileff, ó se lo ha hecho decir el periodista que,
poco rato después de haber celebrado su plática los
Emperadores, apareció el de Rusia en presencia
de Birileff. Parecía estar el Autócrata rauyagitado,
y sin prolegómenos ociosos, ni más ni menos que
lo que sucede en una novela de la Invernizio, presentó al almirante un papel doblado y le mandó
que echara una lirma en un punto preciso del papel. El distinguido marino se quedó como quien ve
visiones, no sabiendo 6 punto fijo lo que le ocurría.
Pero sin duda reflexionó que valla más echar una
firma que pelearse con Togo y firmó con relativa
rapidez y elegancia. El Czar sonrió sardónicamente y se largó silencioso, como llegara.
Si en lugar de tratarse de un emperador se tra-
Otros estiman que este hipotético tratado va á
producir mayores cataclismos todavía. Francia é
Inglaterra, indignadas, tomarán arte y parteen la
lucha; Italia y Austria no querrán permanecer
inactivas, los turcos aprovecharán la ocasión para
hacer de las suyas y todo el viejo mundo arderá en
guerra y se convertirá en un lago de sangre.
Esto se dice y aun mucho más. Nadie advierte
que Alemania esta bañándose en agua de rosas á
cada nueva derrota de los rusos, y que conviene
mucho á Guillermo II que Rusia quede quebrantada
del todo. Asi Alemania puede volver á ser el arbitro de los destinos de Europa. Aliándose con Rusia, prestándole buques ó soldados se debilitarla en
provecho ajeno. Ahora, en cambio, cada nueva derrota de los rusos es una ventaja para los alemanes.
Y no es de pensar que por puro altruismo se exponga Guillermo II á ver destruidas sus escuadras,
en poder de otra nación sus colonias y amenazado
de muerte su comercio, ese comercio que por las
cinco partes del mundo extiende los productos que
llevan el lamoso nmde in Germany.—A. RIERA.
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