¿Para qué sirve un grupo de discusión?

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EMPIRIA
REVISTA DE
METODOLOGÍA
DE CIENCIAS
SOCIALES
N° 19 - 2010
enero-junio
ISSN 1139-5737
Presentación
Andrés Pedreño e Iñaki García
ARTÍCULOS
Rethinking Transnationalism
Roger Waldinger
Transnacionalidad familiar: Estructuras familiares y
trayectorias de reagrupación de los inmigrantes en España
Luis Camarero
¿Para qué sirve el grupo de discusión?
Una revisión crítica del uso de técnicas grupales
en los estudios sobre migraciones
Colectivo IOÉ
Cadenas y redes migratorias: propuesta
metodológica para el análisis diacrónico-temporal de
los procesos migratorios
Claudia Pedone
Pobres en migración, globalización de las
economías y debilitamiento de los modelos
integradores: el transnacionalismo migratorio
en Europa meridional
Alain Tarrius
Movilidad geográfica de los rumanos (Estructura
territorial de las migraciones interiores en España)
Rafael Viruela
Movilidad y migración de famlias jornaleras:
Una mirada a través de genealogías
Sara María Lara:
NOTA DE INVESTIGACIÓN
El migragrama: una propuesta metodológica
para el estudio de las remesas económicas
Jesús Sanz
TEXTO CLÁSICO
«Una sociología (de las migraciones) para
la resistencia»: selección de textos de Abdelmalek
SAYAD (Selección: Sandra Gil Araujo e Iñaki
García Borrego. Presentación: Sandra Gil Araujo.
Traducción: Natalia Morales
LIBROS
UNIVERSIDAD NACIONAL
DE EDUCACIÓN A DISTANCIA
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¿Para qué sirve el grupo de discusión?
Una revisión critica del uso de técnicas grupales
en los estudios sobre migraciones
COLECTIVO IOÉ
[email protected]
Recibido: 20.06.2009
Aceptado: 24.02.2010
1. SOBRE LA PRODUCCIÓN EXISTENTE
¿Se utiliza poco el grupo de discusión en investigaciones referidas a las
migraciones de origen extranjero? ¿Ocurre esto especialmente cuando se trata de
analizar a las poblaciones inmigradas? Tales interrogantes, planteados en comentarios informales entre personas dedicadas a la investigación, están en el origen de este artículo. Nuestra intención es mostrar los usos que se ha hecho de
esta técnica/práctica de investigación en España, señalando sus posibilidades y
dificultades. Al hacerlo creemos que las preguntas iniciales debieran ser reemplazadas por otras como, por ejemplo, ¿sabemos para qué sirven las distintas técnicas grupales de investigación?, ¿las utilizamos de forma pertinente en las investigaciones?, o ¿se aprovechan adecuadamente sus potencialidades?
Una somera revisión de la bibliografía producida en España muestra que ya
en uno de los primeros estudios realizados sobre la temática (Colectivo Ioé,
1987) se realizaron grupos tanto con población autóctona (4 grupos) como inmigrante (6 grupos). Bien es verdad que en los años subsiguientes a este «período seminal» de la investigación en España predominó el interés por la cuantificación y descripción de situaciones basadas en fuentes estadísticas,
observaciones y entrevistas, o el análisis de políticas oficiales.
La presencia creciente de jóvenes investigadores y el incremento de recursos de financiación permitió, en una segunda etapa, una extensión de los ámbitos y métodos de investigación. Ya en los años 90 encontramos algunos
ejemplos de aplicación de técnicas grupales en al menos dos grandes campos de
estudio: las actitudes, prejuicios y motivaciones de la población autóctona respeto a los migrantes extranjeros (Bergére, 1992; Colectivo Ioé, 1995) y los estudios en el ámbito de las relaciones laborales (Oso, 1998; Colectivo Ioé,
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1998, 1999 y 2001). En el primer grupo sólo se estudiaba a población autóctona pero en el segundo se incluía también a inmigrantes (excepto en Colectivo
Ioé 1998). A estos dos campos se añade un estudio sobre la dimensión cultural
de la integración (Ramírez Goicoechea, 1996) y otro sobre la escolarización
(Colectivo Ioé, 1996)
A partir del desarrollo, desde principios del siglo XXI, de la mayor onda inmigratoria, del crecimiento de administraciones implicadas y de los grupos de investigación dentro y fuera del ámbito académico, se ha producido una relativa
institucionalización de los «estudios sobre inmigración». En este marco se hace
difícil conocer y valorar el conjunto de la bibliografía producida, tanto por su extensión en diversas ramas académicas (sociología, antropología, economía, psicología, ciencias de la salud, de la educación, jurídicas, etc.) como por el diverso grado de formalización y distribución de los trabajos realizados (libros,
artículos en revistas especializadas, ponencias en congresos, tesis no publicadas,
etc.). No obstante, podemos citar a modo de ejemplo la existencia de algunas investigaciones que recurren a las técnicas cualitativas grupales. Existen trabajos
que abordan cuestiones de salud y sexualidad (Sigma 2, 2003), consumo de alcohol (Conde y Herranz, 2004), salud e interculturalidad (AA.VV., 2008), discapacidad (Díaz et. al., 2008), la integración y convivencia en el ámbito local
(Torres (dir.), 2007; González y Álvarez, 2005; Gualda, 2006; Colectivo Ioé y A.
Ortí, 2007), la inmigración comunitaria (Solé, dir., 2006), la discriminación laboral (Colectivo Ioé, 2001b), inmigración en la escuela (Franzé, 2002; Colectivo Ioé, 2007), el sindicalismo (González Enríquez, 2008), los discursos de xenofobia y xenofilia (Cea D’Ancona y Valles, 2008) o los modelos discursivos de
instalación de la población migrante (Colectivo Ioé, 2008a).
Como queda dicho, los textos citados no agotan toda la producción bibliográfica existente, tarea que escapa a los objetivos de este artículo. Nuestra intención es ilustrar, a partir de estos materiales, los distintos usos que se han hecho de las técnicas grupales. Para hacerlo necesitamos aclarar previamente
algunas cuestiones de concepción que inciden de forma importante en los planos
metodológico y técnico.
2. GRUPO DE DISCUSIÓN, GRUPOS FOCALIZADOS,
ENTREVISTAS GRUPALES: ¿SABEMOS LO QUE HACEMOS
(O PODEMOS HACER)?
Diferentes concepciones
Nuestro interés específico en este texto se centra en las prácticas experimentales de investigación dirigidas a producir grupalmente verbalizaciones que
se constituyen en objeto de análisis. Dentro de este enfoque existen prácticas metodológicas diversas, que remiten a distintas concepciones, sean o no evidentes
para las personas que investigan.
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Si la realidad social tiene diferentes «niveles», lo que corresponde es aplicar
instrumentos de investigación que sean pertinentes a cada uno de ellos. En
nuestro caso específico de interés, el mismo artefacto de investigación —grupo
de personas produciendo verbalizaciones— puede adquirir características muy
diferentes para la investigación, en función de qué concepciones del lenguaje, de
la significación social y del papel de la grupalidad se manejen. Clarificar estas
cuestiones resulta clave para situarnos convenientemente frente a esta multiplicidad de técnicas y entender por qué y para qué podemos analizar discursos producidos grupalmente. A los efectos de nuestra argumentación esquematizaremos
la presentación de dos posiciones enfrentadas respecto a estas cuestiones.
En cuanto a las características del lenguaje humano una de las posiciones lo
considera como un instrumento transparente, circunscrito a una dimensión meramente referencial (función denotativa). Por tanto, todo lo que contiene el lenguaje se encuentra en su propio texto (lo manifiesto); en tanto compartan un mismo código lingüístico, emisor y receptor pueden entenderse sin lugar a
equívocos. En cambio, desde la otra concepción el lenguaje es siempre dialógico (no meramente lógico) y conativo (o práxico: se hacen cosas con palabras);
por tanto, hemos de tener en cuenta tanto el «texto» como su «contexto» (las
condiciones de enunciación); su sentido no es siempre evidente, ya que a través
de la polisemia, la metáfora y otros usos lingüísticos el texto está atravesado por
elementos ocultos (latentes) del discurso (función connotativa del lenguaje)1.
Análogamente podemos encontrar concepciones diferenciadas acerca de la
significación o sentido de las acciones sociales. Desde la primera de ellas los
individuos aparecen como «dueños» del sentido de lo que dicen y lo expresan
conscientemente a través del lenguaje. Puesto que saben lo que dicen, basta con
que les preguntemos para que nos lo cuenten. Aquí el sentido es consciente, individual y preexistente a la comunicación. En cambio, la segunda concepción
afirma que el lenguaje tiene constricciones no lingüísticas (las ideologías sociales), por ello el sentido no está enteramente en la consciencia individual. No
siempre es evidente para los sujetos: tiene componentes latentes y dialógicos,
pues se construye socialmente (función metalingüística del lenguaje). En este
sentido Alonso se refiere a los «imaginarios sociales», como marcos que delimitan las estructuras categoriales de las conciencias individuales (Alonso,
1998: 95)2.
Tampoco respecto a lo grupal existen posiciones coincidentes. Desde un
enfoque conductual-cognitivo, lo grupal no es más que una reunión de individuos que, a lo sumo, comparten un estatus social y sólo ajustan sus acciones al
ámbito colectivo de manera instrumental. Por tanto, sólo cabe prestar atención
al nivel del interés de los miembros, en tanto individuos soberanos. Desde esta
perspectiva, la investigación recurre a la realización de grupos por economía
1
2
Ver, entre otros VAN DIKJ, (1999).
Ver también, PIZARRO, N. (1979)
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y/o pragmatismo (captar varias opiniones, con más matices, en una única ocasión); en su análisis se fija preferentemente en los patrones instrumental-monologuísticos de integración grupal: las citas textuales tienen sentido en sí
mismas, independientemente de quién las haya pronunciado y en qué contexto;
por tanto, el/la analista se limita a cortar, ordenar y pegar textos. En cambio,
desde la segunda concepción lo grupal no es sólo suma de individuos, sino un
«campo» específico que resulta especialmente significativo en el capitalismo
desarrollado (para las pautas de consumo, la identificación gregaria con modelos, etc., pero también para diversas modalidades de producción). Por ello la
dinámica en los microgrupos (grupos de discusión) puede representar la de macrogrupos (clases, grupos de estatus). Así, atendiendo a la interacción en los
grupos experimentales podemos captar tanto la tarea manifiesta (el grupo de
trabajo, en términos de Bion) como las manifestaciones cargadas de afectividad
y los deseos inconscientes (el grupo base)3. A partir de ello el análisis busca los
patrones dialogísticos de integración, donde cuentan tanto el texto producido
como la dinámica grupal, y ambos sólo cobran pleno sentido en relación al
conjunto del campo social investigado (pasando del puro texto al contexto, o
«de la intertextualidad a la interacción social», en expresión de Alonso, 1998:
108)4.
Según cuál sea la concepción que adoptemos en cada uno de los ámbitos citados, nuestras posibilidades de análisis del material grupal serán más o menos
amplias. Siguiendo a Ortí (1989) podemos distinguir al menos tres «niveles» de
las manifestaciones verbales: a) las opiniones, que son verbalizaciones socialmente codificadas (juicios conscientes explícitos) y, en esa medida, formalizables y cuantificables. En este ámbito la aproximación cualitativa es pertinente
para extraer el código o el significado de lo expresado; b) las actitudes, definidas
como pautas más o menos estables de conducta reflejadas por los comportamientos y opiniones; el análisis permite aquí realizar una elaboración teóricoempírica de tipologías; y c) los discursos ideológicos, entendidos como los
modelos subyacentes que estructuran y dan sentido a los niveles anteriores; el
grupo de discusión suministra el material para que los analistas elaboren una interpretación y explicación teórica de signos simbólicos (no cuantificables).
Pues bien, sólo la segunda de las concepciones presentadas anteriormente está en
3
Según Ibáñez la «dinámica de grupos» se inscribe plenamente en la dimensión del grupo de
tarea mientras que la psicoterapia grupal se mueve en el grupo de base; el grupo de discusión se posiciona en el «borde» de ambas dimensiones, vinculando lo social y lo libidinal (Ibáñez, 1981:21).
4
A pesar de la extensión creciente de investigaciones que utilizan técnicas grupales, los estudios de índole cualitativa sobre migraciones continúan basándose de forma principal en la realización de entrevistas individuales. En algunos casos porque se trata de la técnica más adecuada,
aunque en otros parece sugerirse que entrevista y grupo son técnicas prácticamente intercambiables,
y que se recurre a una u otra en función de criterios puramente pragmáticos. Esta suposición tiene
poco fundamento, salvo que el trabajo cualitativo sólo pretenda recoger informaciones conscientemente aportadas por los informantes. En todo lo demás, la ignorancia acerca de lo específico de
la instancia grupal no puede sino perjudicar la calidad de la investigación.
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condiciones de acceder a estos tres «niveles» de la realidad social, en tanto que
la primera sólo se mueve con facilidad en el primero de ellos y, con dificultad, en
el segundo.
Diferentes prácticas grupales de investigación en cuanto a los modos
de producción del texto (diseño y aplicación) y su análisis
De las concepciones polares presentadas hasta aquí se derivan distintas
concepciones de lo social y, coherentemente, de los métodos idóneos para analizarlo. En el primer polo que hemos presentado podemos inscribir a la entrevista
de grupo (EG) y el grupo focalizado (GF)5; en el segundo, al grupo de discusión
(GD), tal como ha sido elaborado y puesto en práctica por la llamada «escuela
crítica cualitativista madrileña»6. Entre ambos modelos cabe la utilización de
prácticas grupales que captan expresiones verbales con diversos matices (grupos
nominales o de expertos7, grupos triangulares8, diagnósticos participativos9,
grupos para la puesta en común de resultados10, etc.). Por tanto, bajo una misma
apariencia formal (grupos formados experimentalmente para producir un texto)
nos encontramos con aproximaciones metodológicas diferentes, a veces en
cuestiones de matiz y otras de manera radical. A partir de esta constatación
nos interesa destacar dos cuestiones: en primer lugar, que es necesario distinguir
conscientemente a la hora de implementar dichas aproximaciones con las técnicas grupales correspondientes, so pena de hacerlo de forma no pertinente; en segundo lugar, que no se trata de optar a priori por una u otra, atribuyéndole características de «superioridad», sino de definir su adecuación al objeto y los
objetivos de estudio.
Podemos hacer visible la existencia de prácticas diferenciadas fijándonos,
aunque sea brevemente, en algunos elementos claves a la hora de producir los
textos (en el diseño de los grupos y en su dinámica de realización), así como en
la existencia de distintos modelos de análisis del material recogido (cuestión que
introducimos brevemente en este apartado para retomarla con más detalle después).
5
1998.
La perspectiva de los grupos focalizados está presentada en Krueger, 1991 y Greenbaum
6
La fundamentación epistemológica y metodológica del grupo de discusión está suficiente desarrollada en Ibáñez, 1979; Ortí, 1989; Canales y Peinado, 1994; Alonso, 1998; Callejo, 2001; Gutiérrez Brito (2008) o Domínguez y Dávila (2008). Sobre la «escuela crítica madrileña» ver Ortí,
1994 y Valles y Bear 2005.
7
Gervas y Fernández, 1989 y Van Campenhoudt, Chaumot y Franssen, 2005.
8
Conde, 2008.
9
Rodríguez Villasante et al., 2002 y Max-Neef et al., 1994.
10
Frissina, 2006.
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El diseño de investigación con grupos
Los materiales obtenidos a través de las técnicas grupales de investigación
son textos producidos, condicionados por el contexto macro (las fuerzas sociales
y las dinámicas objeto de análisis en la investigación) pero también por el microsocial (la selección de participantes en el grupo, la forma de invitación, las
contraprestaciones ofrecidas, el local de reunión, el tipo de dinámica grupal,
etc.). Uno de los elementos claves que inciden en el tipo de material obtenido es
el diseño de los grupos experimentales; éste debiera ser un elemento explícito en
todos los informes de investigación, que pudiera ser valorado por sus usuarios:
un informe que utilice grupos y no suministre su ficha técnica debiera merecer
tanta credibilidad como —por ejemplo— el de una encuesta que no indicase el
tamaño y características de la muestra, margen probabilístico de error, etc. Sin
embargo, varios de los estudios consultados ofrecen información muy limitada al
respecto. Es posible que algunas/os investigadoras/es consideren que ésta no es
una cuestión relevante, con el argumento de que lo cualitativo no debiera estar
pendiente del formalismo, a veces excesivo, de las técnicas cuantitativas. Pero tal
afirmación oculta un supuesto preocupante: en el fondo daría lo mismo qué
tipo de personas conformaron tal o cual grupo, en tanto pertenezcan grosso
modo al colectivo estudiado. Desde esta perspectiva no haría falta considerar qué
variables estructuran el campo estudiado, ni una jerarquización de las mismas.
Una afirmación de este tipo sólo resulta admisible si se tratara de una primera
aproximación de tipo exploratorio al tema de estudio, sin mayores pretensiones.
Pero en otro tipo de investigaciones el descuido, aparentemente formal, de esta
cuestión induce a pensar que no se ha reflexionado suficientemente acerca de las
implicaciones que tiene el diseño sobre el resultado a obtener, o bien que la perspectiva de análisis adoptada convierte en poco relevantes las características de
los participantes en los grupos.
El estudio de Díaz y otros (2008) sobre discapacidad e inmigración presenta el diseño sobre grupos de discusión indicando que se realizaron dos de ellos
con «personas inmigrantes con discapacidad», uno con «familiares de inmigrantes con discapacidad» y otro con profesionales de servicios que atienden habitualmente a inmigrantes con discapacidad (Díaz et. al, 2008:46). El informe
ofrece citas de los grupos refiriéndolas de la siguiente manera: «personas inmigrantes con discapacidad». De esta manera la condición inmigrante y la discapacidad se convierten en una especie de esencia social no condicionada por
otros factores —como el sexo, el grupo de edad, el tipo de dolencia, el tipo de
entorno sociofamiliar, etc.— y los lectores del trabajo no tienen forma de conocer si en el diseño se han tenido en cuenta estas u otras variables, qué franjas de
la población afectadas han sido incluidas y cuáles excluidas del diseño, por
qué motivos y, por tanto, cómo afectan tales decisiones al tipo de material obtenido. Algo similar ocurre en Colectivo Ioé, 1998 («se realizó un grupo de discusión con empresarios de la construcción en la provincia de Madrid», pág. 193)
o en Franzé, 2003 («En la segunda fase tuvieron lugar observaciones en el cenEMPIRIA. Revista de Metodología de Ciencias Sociales. N.o 19, enero-junio, 2010, pp. 73-99.
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tro educativo; entrevistas y grupos de discusión (...) con los alumnos de 6o curso», p. 48 y 208). En otros casos se nos ofrece una información algo más detallada, como el sexo y la nacionalidad de origen, («hombres y mujeres latinas y
marroquíes, mujeres rumanas», en AA.VV., 2008:19-20), o la clase social —para
las empleadoras de servicio doméstico—, el origen nacional y la situación familiar —para las trabajadoras inmigrantes— (en Oso, 1998: 77-78) que, sin
embargo, no permiten conocer si el diseño ha tenido en cuenta otras variables
que estructuran a los colectivos estudiados.
En cambio, existen estudios basados en técnicas grupales que presentan
diseños explícitos. Comencemos por los que se sitúan en el campo de las entrevistas grupales y grupos focalizados. Uno de ellos es el coordinado por Solé
sobre inmigración comunitaria, que ofrece los guiones utilizados en sus entrevistas de grupo y los criterios utilizados para realizar grupos con población comunitaria activa (básicamente el tipo de empresa en la que se ocupan y la procedencia; en este caso explícitamente no tienen en cuenta el sexo y la edad) e
inactiva (región de origen, lugar de procedencia, todos jubilados y equilibrio entre sexos) (Solé, dir., 2006:159-161). Algo similar ocurre en el estudio de González Enríquez sobre sindicalismo, cuyo diseño de grupos con trabajadores
asalariados tiene en cuenta el sector productivo (construcción, limpiezas, comercio y hostelería), el sexo de los trabajadores, la región de residencia (Cataluña, Madrid y C. Valenciana) y el hecho de estar o no afiliado a una organización sindical (González Enríquez, 2008:159-162). Otro caso es el de Ramírez
Goicoechea, quien se aparta explícitamente de los criterios canónicos del GD,
aplicando «una versión metodológicamente más libre de la técnica» (Ramírez
Goicoechea, 1995:592); en la presentación de su diseño de grupos afirma que ha
reunido en ocasiones a grupos preexistentes, algunos formados por familiares, y
en ocasiones ha incluido hasta 17 personas en un grupo, comprendidas entre los
19 y los 57 años de edad. Algo similar ocurre con el trabajo de González y Álvarez, 2005, que en cada barrio estudiado reúnen en sus grupos a personas de diversa edad y condición social. En todos estos casos estamos en condiciones de
valorar la calidad del diseño, el grado y tipo de cobertura que se hace de la población concernida y, eventualmente, lo congruencia entre diseño y conclusiones
aportadas.
Entre los trabajos que se sitúan explícitamente en la línea de los GD encontramos algunas investigaciones en las que el diseño de grupos se presenta de forma detallada. El estudio del Colectivo Ioé sobre actitudes de los españoles ante
los extranjeros detalla (1995:10-13) las variables que estructuran el diseño (nivel
socioeconómico, hábitat urbano-rural, sexo, edad y tipo de presencia de población extranjera en el entorno). A partir de estas se presenta la composición de los
grupos, mostrando cómo se concretan las anteriores variables en cada uno de
ellos. En la misma línea, en un trabajo más reciente sobre la convivencia en la
ciudad de Madrid (Colectivo Ioé y Ortí, 2007) los doce GD realizados se estructuran a partir de las variables principales estatus socioeconómico y origen
(autóctonos/inmigrados), a las que se suman las de grupo de edad, sexo y zona
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de residencia en la ciudad (nivel de renta del barrio o distrito). Como ejemplo de
la articulación de variables reproducimos el diseño de un grupo:
GD8 Trabajadoras por cuenta ajena con empleo temporal. Mujeres inmigrantes
Empleos precarios y contrato de duración temporal de diversos sectores de actividad:
2 del servicio doméstico (una externa, otra por horas y una de ellas con experiencia de trabajar como «interna»), 2 de la hostelería, 2 del comercio, 1 de la industria y 1 de limpiezas.
Origen de los inmigrantes: 3 de América Latina (al menos 1 de Ecuador), 2 de Europa del este (1 de Rumania), 2 de África (1 marroquí, 1 subsahariana) y 1 de Asia.
Mujeres, 5 sin la familia reunificada (las otras 3 sí), la mitad viviendo en subarriendo
(alquiler de una habitación o parte de un piso). 4 de 18-25 años, 4 de 25-35
años.
Distritos: 5-6 con vivienda en distritos de renta de renta inferior a la media (Puente de
Vallecas, Usera, Vicálvaro, Villa de Vallecas, Carabanchel, Ciudad Lineal, Centro,
Latina, Moratalaz y San Blas); 2-3 en otros distritos de Madrid o en municipios
próximos con trabajo en Madrid).
Un diseño particularmente detallado es el aportado por el proyecto MEXEES, dirigido por Valles y Cea D’Ancona, pues en este caso el trabajo de investigación confluyó con prácticas de formación de estudiantes de sociología, a
los que se ofrecieron de forma detallada criterios de diseño general (variables:
posición social grupo de edad, y grado de visibilidad de la población inmigrante), para configurar GD homogéneos entre sí, y pautas de diseño específico, que
garantizaban la heterogeneidad necesaria dentro de cada grupo. Además, especifican los criterios de moderación de los grupos y de captación de los asistentes
(Valles y Cea D’Ancona, 2007).
En definitiva, los textos aquí revisados muestran que en las investigaciones
se concede importancia desigual al diseño del trabajo con grupos o, cuando
menos, a su exposición pública. Obviamente, no se trata de una cuestión de exposición (a más explicitación, mejor diseño), sino de que en la medida que el trabajo de diseño sea descuidado todo el proceso de producción de un texto sufre
condicionamientos que escapan al control de los/as investigadores/as y a sus posibilidades de análisis, cuando no invalidan de forma grave el conjunto del trabajo. En cambio, un diseño cuidado del trabajo con grupos pone de manifiesto
una reflexión sobre las variables claves que estructuran el campo social estudiado, aunque no necesariamente sirven —como veremos más adelante— para
realizar análisis que vinculen los textos del microgrupo con discursos y procesos
sociales de largo alcance.
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Las dinámicas de las reuniones grupales
Entre el diseño de la investigación y la realización de los grupos existen
otros momentos que condicionan el tipo de discurso producido. Entre estos
cabe mencionar el canal utilizado para realizar la captación, la información que
se brinda a los invitados acerca del objetivo de la investigación, el tipo de contraprestación que se les ofrece, o las características del local en que se realiza la
discusión. Todas estas cuestiones no suelen quedar reflejadas en los informes de
investigación, asunto que puede obviarse si se da por supuesto que las/os responsables de la investigación son conscientes de la importancia de tener en
cuenta estos factores. Lamentablemente, no siempre ocurre así; en unos casos
porque la concepción de la técnica (cuando se limita a captar y analizar los elementos manifiestos del lenguaje y se hace poco o ningún caso a las dinámicas
grupales) niega por principio el papel relevante de estos elementos; en otros, porque —aunque el método empleado concede importancia a los mismos— los/as
investigadores/as no son conscientes de su trascendencia o no tienen los medios
para controlarlos11. Aquí nos limitamos a llamar la atención sobre estas cuestiones, suficientemente tratadas en la literatura, para centrarnos a continuación en
distintas modalidades en que puede plantearse la dinámica de los grupos, en función de su mayor directividad o apertura, por la importancia que ésta tiene
como factor condicionante del tipo de producto obtenido.
El grupo focalizado (y/o la entrevista de grupo) se caracteriza por una dinámica fuertemente directiva. Esta técnica surgió, inicialmente en la sociología
norteamericana, como una extensión de la entrevista focalizada; coherentemente, su modelo es el interrogatorio vía cuestionario. La modalidad grupal obtiene
más matices y respuestas más diversificadas que la entrevista individual, pero
siempre en un contexto de fuerte directividad, en el que prima una lógica progresiva (paso 1, paso 2, etc., del cuestionario). El grupo se mantiene en constante
dependencia del moderador, que fomenta el contraste entre individuos, no una
dinámica propiamente grupal. En su forma extrema, la discusión entre los participantes es nula, si se limitan a responder, uno a uno, a las interpelaciones del
moderador. En su posibilidad más abierta puede admitir una dinámica de debate —alrededor de posiciones explícitas—, circunscribiendo la conversación
sólo al registro de las opiniones manifiestas (Domínguez y Dávila, 208:99).
Por su parte, los grupos nominales parten de una cuestión planteada por el
moderador, a la que sigue la exposición de opiniones individuales de los asistentes y, a partir de ahí, una discusión que acaba en una votación para establecer
qué posiciones reciben mayor apoyo individual. Por tanto, en este caso la discusión se restringe sólo a temas específicos planteados por la moderación, y el
11
Nuestra concepción del control remite a la necesidad de tener en cuenta, prever, planificar y
valorar la incidencia de posibles «desviaciones» de las prácticas respecto a las previsiones iniciales;
no a una concepción obsesiva que pretenda formalizar y ajustar todo el proceso de investigación a
pautas rígidamente preconcebidas.
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análisis al recuento de opiniones explícitas. Sólo en ese marco preciso se da espacio a una discusión.
En cambio, en el grupo de discusión la conversación va constituyendo, disolviendo y reconstituyendo el vínculo; la no directividad permite captar significación, no sólo información. En este caso prima una lógica procesual (del
grupo, no del guión)12. La dinámica conversacional abierta, a instancias de la
provocación inicial de la moderación, permite indagar las formas en que los colectivos construyen significados en sus dinámicas de interrelación. Aunque la
moderación tenga cuestiones «a tratar», cuanto menos interventiva y más abierta sea la dinámica grupal, más rico será el material que se ofrece al análisis13.
Este breve repaso acerca de algunas de las posibles dinámicas de intercambio verbal en los grupos pone de manifiesto, nuevamente, la existencia de concepciones metodológicas —y teóricas— diferentes, ocultas bajo la apariencia de
prácticas similares. Obviamente, cada una de ellas tiende a producir un tipo de
texto diferente, circunstancia que no debiera ser ignorada a la hora de analizar el
material grupal, o de valorar los resultados globales de una investigación.
Algunas notas sobre pertinencia metodológica y condicionamientos
pragmáticos de la investigación
Pertinencia y no pertinencia
Visto hasta aquí someramente el abanico de técnicas grupales existentes no
se trata de proclamar cuál de ellas es la «mejor» sino de señalar el grado de pertinencia que cada una puede tener para distintos objetivos, con el fin de no
violentar, o subutilizar, sus posibilidades. Aunque debiera resultar evidente que
no existe ninguna técnica «adecuada» por sí misma, al margen de los objetivos
de investigación, parece oportuno insistir sobre la necesidad de evitar la rutinización y el riesgo de aplicar mecánicamente determinados métodos de investigación, sin reflexionar acerca de la pertinencia de los mismos al objeto y a las finalidades de la investigación.
Por ejemplo, las entrevistas grupales (EG) y grupos focalizados (GD) son especialmente útiles y pertinentes: a) en la etapa de exploración inicial (con in-
12
En todo caso, no conviene olvidar que esta simetría táctica (que permite captar los discursos
de forma abierta, sin restricciones) se produce habitualmente al servicio de una asimetría estratégica
(la información es utilizada por los promotores de la investigación, no por los participantes en los
grupos). Sólo la forma grupal «asamblea», en procedimientos del tipo investigación-acción participativa se abre a la posibilidad de liberar el decir y el hacer de los participantes, que se convierten
en sujetos en proceso de sus formas de vida.
13
Aquí es clave el papel de la persona que modera el grupo, cuya función es «hacer hablar» al
grupo, para lo cual resulta fundamental saber escuchar, en mucha mayor medida que disponer de
una batería de preguntas a realizar. Para las posibles dinámicas y estrategias de moderación ver Gutiérrez Brito, 2008.
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formantes cualificados, líderes, representantes de grupos clave, etc.); b) para analizar la reproducción de determinados códigos previamente establecidos o ya
analizados (adhesión a discursos cristalizados); c) identificar los tópicos más extendidos entre distintos segmentos de la población (juicios conscientes y explícitos), d) detectar la frecuencia o «dominancia» de determinadas temáticas.
En cambio, el grupo de discusión (GD) nos permite, con mayor precisión: a)
delinear grandes líneas motivacionales, que se mantienen en un plano no siempre consciente para los hablantes; b) identificar las principales fracciones discursivas en presencia, más o menos coherentes y diferenciadas entre sí, inscribiéndolas en un campo discursivo que permite ubicar sus principales
interacciones y posibilidades de solapamiento, contradicción o incompatibilidad;
c) establecer interpretaciones contextuales que traten de explicar las diferencias
discursivas desde las relaciones sociales existentes en el contexto histórico concreto de los hablantes.
En el apartado 3 de este artículo nuestro interés es mostrar que el grueso de
la investigación realizada hasta ahora en el campo migratorio se sitúa más cerca
de la primera opción —sea cual sea la preferencia metodológica declarada por
los investigadores— en tanto que la segunda permanece claramente subutilizada.
Metodología y pragmática
La presentación realizada hasta aquí pudiera sugerir que el empleo de una u
otra técnica de investigación grupal obedece puramente a criterios de preferencia metodológica, o al tipo de formación recibido por el personal investigador.
Aunque dichos elementos tienen una importancia indudable, en ocasiones las decisiones responden a cuestiones de carácter pragmático. Entre ellos pueden
mencionarse las limitaciones de recursos, económicos o temporales (que, a su
vez, dificultan la captación y realización de grupos, o reducen de forma importante el número a realizar, etc.); los objetivos precisos fijados a la investigación
por sus impulsores (más o menos descriptivos o instrumentales, más o menos
abiertos o exploratorios, más o menos vinculados a determinadas concepciones
teóricas de lo social, etc.); o las características peculiares de las poblaciones estudiadas (por ejemplo el estudio de Sigma 2 (2001) sobre transexuales y mujeres
inmigrantes que ejercen la prostitución encontró problemas importantes para
configurar los GD ateniéndose al diseño previsto, etc.).
Respecto a las características de la población, es importante tener en cuenta
que el primer requisito de las técnicas de investigación de grupos es la producción
de verbalizaciones; por tanto, un asunto clave es la lengua de expresión de las mismas. Este es un asunto no planteado cuando investigadores e investigados comparten la misma lengua vehicular14, pero se convierte en un problema a abordar si
14
Aun cuando, en ocasiones, la procedencia de ámbitos sociales (de clase, culturales o regionales) muy alejados genere problemas de comprensión e interpretación de los textos. Más aún
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—como en el caso de una parte de las poblaciones de origen extranjero— los grupos estudiados utilizan en sus relaciones cotidianas lenguas diferentes a la(s)
vernácula(s). ¿Es posible utilizar el grupo de discusión con inmigrantes que no dominan, por ejemplo, el castellano? En teoría sí, siempre que los analistas compartan el código lingüístico utilizado (entre los más extendidos hoy en España
cabe mencionar el árabe dialectal marroquí, el rumano, el búlgaro o el chino). En
la práctica, hasta la fecha, estamos lejos de contar con dicho grado de competencia en la comunidad investigadora; tanto por limitaciones de los investigadores autóctonos (que no solemos dominar las principales lenguas de los migrantes no castellano-parlantes), como por la escasez de investigadores surgidos de las propias
comunidades migrantes, o de academias de los países de origen, formados en la
metodología grupal y con posibilidades de desarrollar trabajos de campo con las
poblaciones radicadas en España. En definitiva, la consecuencia práctica de esta
situación es una reducción (etnocéntrica) del campo de investigación: a la hora de
plantearse estudios con grupos de discusión se excluye a los segmentos de población que no dominen con cierta soltura la(s) lengua(s) local(es).
Eventualmente esta limitación podría salvarse recurriendo a la traducción,
sea en de la realización de los grupos o en el de la transcripción de los textos. La
primera opción limitaría, si no anularía, el desarrollo de una dinámica grupal; la
segunda, además de suponer un importante incremento de costes, sólo sería
válida para estudios que se limiten al nivel de las opiniones conscientes y a un
análisis del nivel denotativo del lenguaje. En cambio, resulta del todo insuficiente para un enfoque que tenga en cuenta los elementos de polisemia del lenguaje y, sobre todo, el análisis de la dinámica grupal. Algunos de los estudios revisados sólo realizaron grupos con población autóctona (Colectivo Ioé 1995 y
1998, Pedreño 2003, González y Álvarez 2005), lo que puede deberse a una opción que privilegia el estudio de opiniones y discursos de la población nativa, o
bien a problemas de acceso a la población de origen extranjero. Por ejemplo, los
dos últimos trabajos citados sí estudian a la población inmigrada pero utilizando
solamente entrevistas individuales. ¿Por qué los grupos resultan aplicables a
unos y no a otros? La respuesta no es, obviamente, de carácter metodológico.
3. LA APORTACIÓN DEL GRUPO DE DISCUSIÓN AL ANÁLISIS.
PREDOMINIO DE LOS ANÁLISIS DESCRIPTIVOS EN
PERJUICIO DE LA INTERPRETACIÓN SOCIOLÓGICA
DE LOS DISCURSOS
Retomando las concepciones polares acerca del lenguaje y de lo grupal presentadas anteriormente (ver 2.1.) nos encontramos con dos modelos principales
de análisis del material grupal.
cuando se trata de variedades del castellano (ecuatoriano, colombiano, argentino, etc.) utilizados por
grupos migrantes.
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Por un lado, el enfoque del «análisis de contenido» que resulta coherente
con la concepción puramente instrumental del lenguaje: es meramente descriptivo, clasifica palabras supuestamente desprovistas de polisemia que, por
tanto, pueden ser contadas, asociadas y correlacionadas estadísticamente. Su
objetivo es realizar una descripción objetiva del texto (expulsando dudas, lapsus y polisemia), al margen de su contexto de producción (obviando la dimensión relacional), excluyendo la subjetividad del/a analista y, con ello, toda posible interpretación. En esta órbita se inscriben diversos programas
informáticos destinados al análisis textual. Este tipo de análisis representa un
paradigma extremo. Sin sus pretensiones cuantificadoras algunas aproximaciones «cualitativas» al análisis del material grupal presentan características similares. Nos referimos a aquellas que consideran las expresiones volcadas en
los grupos como «dato en sí», textos «que hablan por sí mismos», prácticamente al margen de todo análisis, contextualización o interpretación. En esta
perspectiva basta con ordenar y seleccionar algunas citas que son acompañadas
por algunos comentarios descriptivos.
En una perspectiva radicalmente distinta se sitúa el análisis que posibilita el
grupo de discusión (GD). Según Luis Enrique Alonso:
«Toda lectura del texto de un grupo de discusión es una interpretación (...);
no es un análisis de contenido (...) ni un análisis de texto (...), habría que conceptualizarlo como un análisis estratégico, modulado por los objetivos de la
investigación (...); no es tanto una decodificación como una transcodificación
(...) ya que lo que se busca con ella no es encontrar la coherencia del texto,
sino el lugar que lo comunicativo ocupa en la creación y recreación de la realidad social de los grupos. (...) El grupo de discusión no es una técnica objetivo-explicativa (...), sino una práctica relacional reflexiva.» (Alonso, 1998:
126-7).
Esta «práctica reflexiva» afirma la importancia de la «realidad social de
los grupos» y busca comprender las características de los discursos (ideologías)
poniéndolos en relación con sus contextos de producción, proceso que sólo
puede realizarse a través de la interpretación (colocándose, simultáneamente, en
el lugar de los sujetos de la enunciación y en el del contexto de enunciación).
Los discursos son líneas de enunciación simbólica que expresan posiciones sociales. Por tanto, el texto de la transcripción de un grupo de discusión es un registro de procesos dinámicos; el sentido explícito es un camino, una mediación,
hacia el establecimiento del sentido socialmente construido, sólo alcanzable a
través del análisis interpretativo.
El trabajo de análisis comienza en el nivel textual (la semántica del discurso),
bien ordenando las diferentes «partes» del texto grupal, dentro de la cadena sintagmática o narrativa, o bien reagrupando distintas «partes» buscando su articulación estructural, estableciendo cadenas paradigmáticas. Pero el análisis no
debiera detenerse aquí, salvo que la nuestra sea una perspectiva lingüística o panEMPIRIA. Revista de Metodología de Ciencias Sociales. N.o 19, enero-junio, 2010, pp. 73-99.
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semiológica15. Es necesario pasar al análisis contextual (la pragmática del discurso), considerando el contexto analítico —el marco artificial en que se produce
un grupo: análisis de la demanda, incidencia del moderador, relación con el
magnetofón, etc.— y el contexto social amplio —como la extracción social de
los reunidos—, o elementos teóricos que permite una mejor comprensión del
texto analizado. En este sentido, la discursividad social forma siempre parte de
los procesos sociales concretos que se producen en contextos espacio-temporales determinados: «Los discursos sobre la sociedad son elementos esenciales en
la reproducción de los procesos sociales: forman parte de las estructuras de
esos procesos, de las relaciones sociales mismas» (Pizarro, 1979: 198).
La clasificación dicotómica anterior es una presentación excesivamente esquemática, realizada con el fin de destacar la existencia de puntos de vista fuertemente diferenciados. En la práctica real los matices son mayores. En lo que sigue nos interesa mostrar —partiendo de la bibliografía analizada respecto a
estudios de migraciones— la existencia de al menos tres grandes niveles de
abordaje del material, que van desde el plano más evidente y manifiesto (nivel 1)
al más subyacente e interpretativo (nivel 3). Creemos que este tipo de distinción
ayuda a quien lee a situar mejor los productos de la investigación, así como a valorar en cuál de ellos es deseable situarse en cada caso concreto. Nuevamente, no
se trata de postular a priori cuál sería el «nivel adecuado de análisis» sino de establecer la existencia de diferencias para poder optar conscientemente entre
uno u otro, o combinarlos en un mismo trabajo.
Nivel 1: análisis distributivo y temático
Para diferenciar los usos que se hacen de las prácticas grupales, podemos utilizar como referente tres niveles de análisis que han marcado la evolución de la
lingüística a lo largo del siglo anterior. El punto de partida —primer nivel— es
la gramática tradicional centrada en las palabras y su articulación en la oración,
cuyas principales campos son la morfología, la sintaxis y la lexicología o diccionario que recoge «un conjunto de palabras no organizadas en sistema... cada
palabra es un problema particular» (Apresjan, 1978:49). Podemos identificar con
este nivel aquellos análisis de los discursos grupales que se limitan a reconocer,
contar y correlacionar la frecuencia de aparición de ciertos términos.
Algo más allá, situándonos en el nivel de análisis sintagmático propuesto por
la lingüística estructural, podemos acceder a la lógica secuencial del conjunto del
relato y de sus diversos desarrollos temáticos, ya sea para tomarlos aisladamente como ilustraciones o ejemplos de lo que se está investigando o para ela15
Desde este enfoque el análisis busca en el texto estructuras subyacentes invariantes (al margen de la interacción social), que le den coherencia lógica, desde el supuesto de que la lengua precede al habla, el código al emisor, el significante (la forma) al significado (el fondo). En definitiva,
el sentido residiría en el sistema de la lengua, sin tener en cuenta a los sujetos y sus interacciones.
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borar combinatorias y campos léxicos, a veces con ayuda de ordenador, que no
superan el nivel de sentido aportado inmediatamente en el texto. Nos inscribimos
aquí plenamente en la concepción que considera el sentido de lo expresado
como puro producto intencional de los sujetos. Es el ámbito de los juicios «de
hecho», en términos de Alfonso Ortí, en el que el análisis se atiene estrictamente al plano de lo manifiesto (en la transcripción textual), prescindiendo de polisemias, significados connotados y dinámicas de producción del mismo. Dentro
de este nivel de abordaje encontramos las siguientes modalidades:
a) Análisis de contenido basado en software
Cabe citar como ejemplos dos estudios que se sitúan expresamente en el plano de lo manifiesto, tomando como referencia el enfoque del grupo focalizado y
de las opiniones racionales. Gualda (2005) realizó siete grupos de discusión con
inmigrantes en la comarca de Huelva recurriendo para su análisis a programas de
software (Kwalitan y Atlas.ti) mediante los que contabiliza la frecuencia de
aparición de ciertos términos, a partir de los cuales identifica estereotipos recurrentes16. La metodología empleada considera que el «componente de emotividad» grupal es un «inconveniente» para que el grupo tome distancia de acontecimientos impactantes. En otros términos, toda la dinámica grupal, así como los
componentes afectivos y latentes de la comunicación quedan excluidos del análisis, al ser considerados como ruido que distorsiona la claridad de las opiniones
conscientes. Otro estudio dirigido por Carlota Solé (2005) adoptó la metodología
del grupo focalizado, presentada de la siguiente manera: «el grupo focal consiste
en una entrevista de grupo en profundidad» (Solé, dir. 2005:159). Entendida
como tal, resulta coherente recurrir a un análisis temático basado en software
(Atlas.ti). Igualmente congruente es la referencia a Krueger (1991), como fundamento téorico de la técnica; sin embargo, también se invoca a Alonso (1998)
como autoridad, autor cuya apuesta metodológica se posiciona muy lejos de la
entrevista grupal o el grupo focalizado analizado en el nivel puramente manifiesto17.
b) Análisis de opiniones conscientes, sin software estadístico
El mayor número de estudios sobre inmigración que analizan el material grupal en el nivel manifiesto, con el supuesto de que el lenguaje es transparente, no
recurre a programas de análisis informático; son los analistas quienes seleccio-
16
No obstante, el empleo de este software no tiene por qué limitar el análisis a un mero recuento estadístico.
17
Este mismo tipo de confusión de referencias teóricas se encuentra en Oso (1998:77), aunque
el tipo de análisis que realiza la autora se aleja del aquí referido.
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nan, ordenan y presentan el material. A pesar de esta diferencia, se adopta un enfoque situado claramente en el nivel de las opiniones manifiestas y se utilizan los
grupos de forma pragmática, sin otorgar mayor trascendencia a las diferencias
entre técnicas individuales y grupales.
Uno de los estudios consultados señala con claridad su concepción de la técnica empleada: «consideramos el GD como una modalidad de entrevista grupal
(...) dinamizada por un coordinador quien a partir de un tema de interés y a través de un protocolo (con diferentes niveles de estructuración) provoca la discusión y la dirige hacia la información deseada, potenciando la participación de los
asistentes y evidenciando los argumentos enfrentados en el debate» (Pozo y
Rodríguez, 2006, subrayado nuestro).
Con similar criterio, un estudio sobre la integración de inmigrantes en barrios
de ciudades españolas se realizó en base a once entrevistas grupales con población española. Las autoras lo presentan como «un estudio cualitativo de opinión»
basado «en las perspectivas expresadas por quienes conviven (...) tal y como las
autoras las han entendido y ordenado para su presentación» (González y Álvarez, 2005: 163, los subrayados son nuestros). Similar enfoque informa un estudio
referido al sindicalismo y la inmigración realizado por una de estas autoras, en el
que se consideran intercambiables las expresiones grupo de discusión y entrevista de grupo (González Enríquez, 2008: 107); el material suministrado por siete entrevistas grupales con trabajadores asalariados se ofrece a través de una organización temática, sin articulación entre los distintos asuntos, sin identificación
de posiciones diferenciadas ni referencias importantes al contexto social.
Los anteriores son ejemplos de la adopción consciente de una determinada
fórmula de técnica grupal. En otros casos nos encontramos con investigaciones
que realizan un tipo de análisis similar aunque sin hacer explícita su apuesta metodológica. Es el caso, por ejemplo, del trabajo citado sobre discapacidad e inmigración en el que se realizan cuatro grupos de discusión como segunda fase de
estudio, con posterioridad a una encuesta. El objetivo declarado es profundizar,
tipificar y comprender (Díaz et. al, 2008:45), aunque lo que se hace es utilizar citas de los grupos con el fin de «ilustrar la percepción (...) pero no pueden tomarse como una representación del sentir general del colectivo» (ídem, 46). Es
decir, el material grupal no ofrece ninguna posibilidad de representar —en el plano subjetivo— los procesos sociales estudiados; sólo puede aspirar a «ilustrar»
los hallazgos establecidos mediante encuesta. Tal afirmación resulta cuestionable, aunque podría asumirse desde los postulados del individualismo metodológico y el positivismo; más difícil resulta hacerlo cuando el estudio invoca como
referencia a Alonso y Callejo, adscritos a la «escuela crítica madrileña».
En contraste, cabe mencionar a quienes optan conscientemente por realizar
entrevistas grupales partiendo de un conocimiento de las distintas opciones metodológicas existentes. Es el caso del trabajo dirigido por Torres (2007: 29) en el
que los autores presentan las características del grupo de discusión (GD) pero
consideran que no resultan adecuadas para los objetivos de su investigación, lo
que les lleva a optar por las entrevistas de grupo (EG).
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c) Ordenación temática de contenidos (sin pretender circunscribirse al nivel
opinático)
Por último, un importante número de investigaciones no se adhiere explícitamente al modelo de los «estudios de opinión», ni se reivindica deudor de los
aportes de las EG o el GF; sin embargo, el tratamiento que hacen del material
grupal no pasa de una exposición temática del mismo, limitándose a ordenar las
diferentes «partes» del texto.
Por ejemplo, aún reivindicando la metodología canónica del GD, el estudio
de Sigma 2 sobre la situación de transexuales y mujeres prostitutas inmigrantes
acaba realizando una exposición ceñida exclusivamente a las principales cuestiones señaladas por la demanda del estudio, sin identificar discursos o posiciones ideológicas diferenciadas. Algo similar ocurre con una serie de estudios de
Colectivo Ioé referidas al ámbito laboral (Colectivo Ioé 1998, 1999 y —en parte— 2001). En dichos trabajos el material grupal es utilizado para identificar las
cuestiones más importantes para cada colectivo y las visiones mutuas entre trabajadores y empresarios, autóctonos e inmigrantes, en distintos sectores laborales. En estos trabajos el material de los GD se utilizó para estudiar sólo un elemento específico del esquema teórico aplicado en las investigaciones: la posible
incidencia de los estereotipos mutuos en la segmentación étnica de la mano de
obra (en las políticas de contratación y en las relaciones entre trabajadores). Falta, por tanto, una identificación de posiciones (fracciones) discursivas diferenciadas y una contextualización de las mismas en las dinámicas sociolaborales estudiadas.
En un trabajo aún no publicado, caracterizado por un encomiable trabajo empírico18, Cea D’Ancona y Valles utilizan el material grupal para identificar «nodos temáticos», entre la población autóctona (la comparación con la emigración
española; el binomio inmigración-delincuencia; y los problemas de integración
de los hijos de inmigrantes) e inmigrada (la necesidad de integrarse-adaptarse; el
trato ambivalente de los autóctonos; y la desigualdad en función del origen). En
su búsqueda de elementos que caractericen las actitudes de xenofobia y xenofilia, los autores condensan gráficamente los elementos negativos identificados en
un gráfico referido a los problemas que acarrearía la inmigración (desde el punto de vista de los autóctonos): invasión, descontrol, pérdida de identidad, competencia laboral, delincuencia, son provocadores de xenofobia. También se hace
referencia a los matices y énfasis que cada uno de los temas encuentra en uno u
otro GD, representante de determinado grupo social. Sin embargo, los temas
identificados no se articulan en posiciones ideológicas (discursos) diferenciados,
18
Se realizaron 104 entrevistas personales (56 a autóctonos y 48 a extranjeros) —que dan pie
a un análisis desde la perspectiva biográfica o temporal— y 9 grupos (6 con autóctonos, 3 con inmigrantes), en un lugar definidos como «focalizados» (pág. 429) y en otro como «de discusión»
(457). Además, en el análisis se incluyen las encuestas del CIS referidas a inmigración y material de
medios de comunicación.
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por lo que muchos de los matices apuntados aparecen como elementos poco articulados.
No afirmamos que tales usos sean incorrectos, sino que no aprovechan otras
dimensiones analíticas que ofrecen los materiales producidos grupalmente. En
definitiva, lo fundamental es que el tipo de tratamiento sea adecuado a los objetivos de la investigación. No obstante, ha de quedar claro que éste es un nivel
de análisis relativamente superficial, entre otros posibles a realizar de los textos
grupales.
Nivel 2. Más allá de las opiniones manifiestas: estructuración
del contenido
El segundo nivel de análisis se puede asimilar al que, en la lingüística estructural de Saussure, se otorga al plano paradigmático, distinto al meramente
sintagmático. Este último tiene por soporte la extensión de la cadena hablada (la
relación de contigüidad entre las diversas partes del discurso), mientras que el
paradigmático se sostiene en el sistema de la lengua que está implícito en el texto y que resulta necesario para su comprensión (Saussure, 1980). El autor explica
los conceptos a partir de una comparación: cada unidad lingüística semeja la columna de un templo griego; por una parte, está en relación de contigüidad con
las otras partes del edificio (relación sintagmática) y, por otra, según cuál sea su
estilo arquitectónico (por ejemplo, el dórico), remite a otros estilos (como el jónico o el corintio), lo que da lugar a un relación virtual de sustitución (relación
paradigmática). Por ello «la actividad analítica que se aplica al sintagma es el
despiece; la que se aplica al paradigma es la clasificación (...) el plano paradigmático está ligado muy de cerca a la lengua como sistema, mientras el sintagma
está más próximo a la palabra» (Barthes, 1964:115).
En el trabajo con los textos producidos grupalmente este segundo nivel de
análisis permite abordar las claves que están implícitas en el texto y, a través de
sus posibles connotaciones, posibilita una mejor comprensión del mismo. Más
allá de una agrupación temática de los contenidos, se reagrupan distintas «partes» del mismo buscando su articulación estructural. En este tipo de aproximación se incorpora el nivel latente del discurso, que requiere una formalización
analítica de las orientaciones de valor, a través de la descodificación de sus
rasgos distintivos. Además, a partir de la toma en consideración de la dinámica
grupal de producción del texto, es posible identificar algunos elementos de
contraste y conflictividad.
Entre sus trabajos sobre mercado de trabajo el Colectivo Ioé se mueve,
como hemos visto, en un nivel de análisis temático del material de sus GD. Sin
embargo, al analizar GD realizados con empleadoras de servicio doméstico
(Colectivo Ioé, 2001:370 y s.) identifican tres tipos (empresaria-directiva, ama de
casa y trabajadora asalariado) y cuatro modos de regulación patronal del servicio
doméstico (pre-fordista, pseudo-fordista, post-fordista y gestión de doble vínEMPIRIA. Revista de Metodología de Ciencias Sociales. N.o 19, enero-junio, 2010, pp. 73-99.
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culo). Más allá del grado de acierto de estas categorías, en este caso el análisis
supera la mera ordenación temática, pues procede a una estructuración del material, proponiendo claves interpretativas implícitas que van más allá de su textualidad. En una línea similar puede situarse la propuesta de Oso (1998:204): la
agrupación de fragmentos del discurso por temáticas no le impide identificar distintos modelos de empleo de servicio doméstico inmigrante en función de la extracción social de las empleadoras («función suntuaria» para las amas de casa de
clase alta, «estrategia de liberación» mediante la ocupación extradoméstica para
las mujeres profesionales).
Nivel 3: Modelización teórico-empírica y redescripción interpretativa
El tercer nivel de análisis tiene como referente la pragmática del discurso, según la cual un texto sólo pueden ser comprendido cabalmente desde su contexto social de producción: «las palabras tienen que ser “explicadas” por el “contexto” dentro del cual se han usado en un intercambio lingüístico» (Austin,
1982:144). Podemos distinguir aquí el microcontexto grupal, que sin duda influye en el relato y que conviene controlar (cómo se ha invitado a los participantes, influencia del local y de la grabadora, intervenciones del moderador, análisis de la demanda, etc.), y el macrocontexto social (posición social de los
sujetos, instituciones e ideologías, consensos y conflictos que están presentes en
el marco histórico concreto de los hablantes, etc.). Este último nivel es el que podemos definir como propiamente sociológico en la medida que exige trascender
el nivel textual y situarse en el contextual-interpretativo.
El análisis implica un trabajo de elaboración teórica que, aunque parcial y
problemática, resulta necesaria para comprender de forma aproximada el sentido e implicaciones de los discursos como praxis social concreta. Se trata de un
trabajo de re-construcción del sentido oculto de los discursos, pasando de la literalidad del texto a la reinterpretación (post texto), del síntoma al sistema, a través de un trabajo de formalización analítica. Según Ortí, sólo en este nivel de
análisis accedemos a las contradicciones profundas entre discursos sociales,
que responden a conflictos de orden histórico y estructural y reflejan pautas de
dominación y resistencia en la sociedad. Obviamente, en este punto nos encontramos en las antípodas de la concepción positivista que cree posible analizar de
forma suficiente los discursos a través de programas de software.
Citaremos algunos ejemplos de este tipo de abordajes. En un estudio sobre
las pautas de consumo de alcohol y modelos culturales de referencia, Conde y
Herranz (2004) identifican, a partir de los discursos producidos en 7 GD el
mapa de «modelos referenciales de consumo» entre la población inmigrante esquematizado en el Cuadro 1. Obviamente tales modelos no aparecen en la literalidad de las citas de los GD, ni siquiera en una primera estructuración de distintos elementos del texto. Se trata de un producto surgido de la actividad
analítica que define un «campo discursivo» general —relacionado con la temáEMPIRIA. Revista de Metodología de Ciencias Sociales. N.o 19, enero-junio, 2010, pp. 73-99.
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Cuadro 1. Mapa de los modelos referenciales de consumo de alcohol
presentes en los colectivos inmigrantes
Integración en la sociedad de acogida
Modelos profesionales de consumo existentes en diversos ámbitos socio-laborales
Modelos de consumo existentes
en el ocio y en el tiempo libre
de los españoles
Modelos marginales de consumo
existentes en zonas de exclusión social
Modelos de consumo aportados
por distintos colectivos y grupos de inmigrantes
Afirmación de la comunidad de origen
Consumo en ocio y tiempo libre
Consumo ámbito sociolaboral
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Fuente: Conde y Herranz, 2004: 410.
tica en estudio— en el que sitúan distintos modelos discursivos (y, en este caso,
también conductuales) que son antes un tipo-ideal que una traslación mecánica
de expresiones directas de los hablantes.
En la misma línea pueden citarse algunos de los trabajos de Colectivo Ioé,
uno realizado hace más de una década (1995) y otros dos de factura reciente
(2007, en colaboración con Alfonso Ortí, y 2008b); el primero de ellos analizó
sólo a la población autóctona; el último sólo a la de origen inmigrante, ambos
en el ámbito español, en tanto que el segundo incorporó a los dos grupos poblacionales circunscribiéndose al ámbito de Madrid. Tomemos como ilustración
este último trabajo: a partir del material ofrecido por 12 GD el análisis identifica, en primer lugar, 22 fracciones discursivas en torno a la cuestión de la instalación de los inmigrantes en España, utilizando como principales claves interpretativas la posición de clase (clases medias funcionales, pequeña burguesía
patrimonial, clases populares) y el origen nacional (inmigrantes y nativos).
Esta variedad empírico-analítica de discursos es referida, en un segundo momento, a un modelo analítico que identifica cuatro posiciones principales (rechazo xenófobo, inserción subalterna, integración formal y aceptación instituyente) respecto a las posibilidades de instalación de población de origen
inmigrante (ver Cuadro 2).
Este modelo se sitúa en un plano de mayor abstracción y generalización, relativamente «despegado» del material empírico analizado, refiriendo las principales posiciones discursivas en torno a la inmigración, a sus modelos implícitos
de sociedad civil (multicultural, monocultural, pluricultural e intercultural) y de
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Cuadro 1. Modelos arquetípicos de sociedad civil y modos de instalación de los grupos inmigrantes
C
Sociedad monocultural
B
Sociedad pluricultural
Disolución de las culturas de origen
(asimilación en la cultura española)
Respeto de la diversidad cultural
(pluralismo liberal cosmopolita)
Inserción subalterna
Integración formal
Aceptación funcional de los
inmigrantes en la medida
que beneficien a España
Igualdad jurídica
de los inmigrantes documentados
y control racional de los flujos.
Mano de obra complementaria
Mano de obra competitiva
Ciudadanía subordinada
Entre la segregación
y la inserción subsidiaria.
Ciudadanía equiparada
Los mismos derechos y deberes,
igualdad de oportunidades.
A
Sociedad multicultural
D
Sociedad intercultural
Yuxtaposición no convivencial
(guetización xenofóbica)
Diversidad enriquecedora
(sociedad mestiza)
Rechazo xenófobo
Aceptación instituyente
Segregación de los inmigrantes
o reclusión en espacios separados
por diferencia etnocultural insuperable.
Reconocimiento activo
de todas las comunidades y minorías
étnico-culturales.
Mano de obra explotable (sin derechos)
Mano de obra crítica hacia la explotación
Ciudadanía denegada
Entre la expulsión
y la segregación urbana.
Ciudadanía instituyente
Grupalidad intercultural
inclusiva y crítica.
Endo-grupo (cierre)
Exo-grupo (apertura)
Fuente: Colectivo Ioé y Ortí, A. 2007:134.
Individualización meritocrática
Desarrollo pro autonomía
Grupalidad proyectiva
Grupalidad regresiva
Individualización estatutaria
Control orden estatal
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estatuto de ciudadanía de la población inmigrante (denegada, subordinada, equiparada e instituyente). Las flechas y categorías que aparecen en los márgenes del
esquema dibujan un campo discursivo polarizado por las cuatro posiciones
mencionadas. Los cuadrantes inferiores (grupalidad) se contraponen a los de arriba (individuación), y los de la izquierda (cierre, posiciones regresivas) a los de la
derecha (apertura, posiciones progresivas), pero la oposición mayor se registra
entre los cuadrantes situados en los extremos (diagonales), ya sea el eje A/B (reclusión adscriptiva / modernización neoliberal) o el C/D (clientelismo estatal /
emancipación planetaria).
Este esquema de cuatro ejes parte de las aportaciones de Jesús Ibáñez y Alfonso Ortí19, persigue aportar una visión más abierta y dialéctica de los procesos
sociales a fin de superar el clásico esquema unilineal, bipolar y eurocéntrico que
enfrenta tradición y modernidad, culturas/etnias/naciones «atrasadas» y civilización occidental, etc.
4. A MODO DE CONCLUSIÓN
Llegados a este punto debiera resultar evidente que la pregunta que da título
a este artículo no tiene una respuesta única. Esperamos haber mostrado 1) que,
tras una equívoca denominación unificadora, existe una diversidad de propuestas metodológicas que remiten a concepciones claramente diferenciadas acerca
de las dimensiones simbólicas de la vida social (lenguaje, significación, ideologías) pero también de los elementos constitutivos de la subjetividad (individuo, grupos, clases); 2) la necesidad de establecer para qué y cuándo resulta pertinente el uso de cada una de ellas; y 3) la proliferación de estudios en España
que se sitúan en lo que hemos denominado «nivel 1» del análisis, y el muy escaso alcanzado por los que se mueven en el «nivel 3».
Respecto a esta última conclusión los autores tenemos una valoración crítica porque, en definitiva, lo que predomina es un uso de las técnicas grupales
para producir aproximaciones casi siempre descriptivas, desprovistas de la capacidad analítica que puede ofrecer la aproximación del GD. Y esto precisamente en un campo, el de los procesos migratorios, en el que se están jugando en
las sociedades «avanzadas» cuestiones claves, como la re-articulación del orden
internacional, la reconfiguración de las fuerzas de trabajo y sus condiciones laborales, la definición de la ciudadanía y, con ella, del tipo de democracia existente, etc. Cabe preguntarse, pues, por qué el grueso de los trabajos —en lo que
toca a su abordaje con métodos grupales— se posicionan de esta manera.
Sin duda, es importante el condicionamiento institucional de la investigación. Las agendas de las administraciones públicas y de las grandes instituciones
19
Ver monográfico de la Revista Anthropos sobre la obra de Jesús Ibáñez (Ibáñez et. al.
1990) y ORTÍ, 1994.
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académicas, producen recortes, definiciones y redefiniciones sobre los posibles
campos de estudio (García Borrego, 2001). Seguramente el predominio de trabajos que se mueven en el «nivel 1» son congruentes con la mirada institucional
que no busca más que la reproducción de las principales líneas de las dinámicas
existentes, sin prestar atención —cuando no directamente censurando— a la
identificación de procesos sociales estructurales y de discursos ideológicos enfrentados, ligadas a las posiciones de actores sociales en conflicto.
Este es un factor que reclama un mayor análisis y reflexión. Con todo, su indudable importancia no debiera ocultar la responsabilidad de los investigadores.
Aquí cuentan las opciones metodológicas y, más aún, las concepciones teóricas
de fondo que informan nuestros trabajos. Hasta la fecha en el campo de las migraciones ha predominado la falta de debate, que parece proscrito de facto en
aras a una «coexistencia pacífica» en la que todos los trabajos serían valiosos20. De esta manera, en la práctica, reproducimos el recorte institucional que
nos circunscribe a un mundo en el que la investigación social carece de aristas,
contradicciones o polémicas; en la que puede citarse a Krueger y a Ibáñez como
referentes de una misma orientación epistemológico-metodológica sin que resulte evidente que se trata de una contradicción flagrante. En suma, una dinámica
de corrección política que nos impide afirmar, desprovistos de la facultad de
enunciar obvias —aunque a veces difíciles— verdades, como aquella de que, en
ocasiones «el rey está desnudo». Finalizamos, pues, con una invitación al debate. Más allá del grado de pertinencia de una u otra técnica grupal, convendría posicionarse respecto a las concepciones de fondo sobre lo social que las informan,
pues se trata de opciones contradictorias, ante las que no cabe el eclecticismo.
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20
Como sugiere un evaluador anónimo de este artículo, a quien agradecemos el comentario, la
práctica de citar a autores prestigiosos (para justificar el marco metodológico) seguidos de análisis
meramente descriptivos obedece a un déficit en la formación: los grandes maestros no han sabido
enseñar cómo realizar el análisis. Y quien sí da recetas para ello se inscribe en coordenadas epistemológicas muy diferentes.
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RESUMEN
En este artículo se analizan los usos que se vienen haciendo de las técnicas
grupales de investigación en estudios con población de origen extranjero en
España. El objetivo es mostrar cómo, debajo de una denominación común,
existen enfoques metodológicos y usos técnicos que difieren sensiblemente entre sí. Teniendo en cuenta parte de la bibliografía producida a lo largo de las dos
décadas anteriores pretendemos mostrar para qué y cómo se ha recurrido a las
técnicas grupales. Para orientarnos en la diversidad de textos existentes señalamos algunos aspectos clave de las concepciones teóricas subyacentes a los distintos enfoques adoptados. Mostramos luego diversas formas de abordar el análisis del material empírico obtenido en las investigaciones. Aunque todas ellas
pueden resultar de interés, y pertinentes al objetivo de la investigación concreta,
nos interesa señalar que, en general, el grupo de discusión está infrautilizado en
las investigaciones sobre inmigración producidas en España, no tanto en extensión (pues cada vez se realizan más estudios utilizando técnicas grupales) sino en
la profundidad de los análisis efectuados.
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PALABRAS CLAVE
Grupo de discusión, grupo focalizado, entrevista de grupo, metodología
cualitativa, estudios migratorios.
ABSTRACT
This article discusses how research group techniques are used in studies with
people of foreign origin in Spain. The aim is to show how, under a common
name, there are methodological and technical uses approaches that differ significantly among themselves. We intend to show how group techniques have
been used taking into account part of the literature produced over the previous
two decades. To guide us in the variety of existing texts we highlight some
key aspects of the theoretical concepts underlying the different approaches.
Then we show various ways of approaching the analysis of empirical material
obtained through research. While all of them may be of interest and useful for
reaching the objectives of specific researchs, we want to point out that, in general, the discussion group is underutilized in research on immigration produced
in Spain, not so much in amount (as group techniques are increasingly used) but
in the depth of analysis performed.
KEY WORDS
Discussion group, focus group, group interview, qualitative methodology,
migration studies.
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