Poder Judicial de la Nación San Martín, 31 Causa N? 4354/2002 Orden N? 3446 “MARTINEZ, HUGO ANDRES Y CEBALLOS, MARÍA CLAUDIA C/PEN S/AMPARO ” Juzg. Fed. S.Martín 2 - Sec. 3 Sala II-Reg. N? F? de enero de 2003.- Y VISTOS: CONSIDERANDO: I.-Vienen estos autos a conocimiento del Tribunal, en virtud de los recursos de apelación interpuestos por la parte actora, el Ministerio de Economía y el Banco de la Provincia de Buenos Aires contra la sentencia de f.143/145 vta., por la cual el iudex a quo hizo lugar a la acción de amparo imponiendo las costas por su orden.A fs. 173/177 y 179/191 expresó sus agravios el Ministerio de Economía explayándose en su primer presentación en favor de la constitucionalidad del decreto n?1316/02 y en la segunda, sobre la legitimación y justificación de la postergación de los depósitos bancarios y su pesificación ; y a f.161/171 vta. hizo lo propio la entidad financiera, guardando una gran similitud con lo argumentado por el Estado Nacional en cuanto a la cuestión de fondo.II.- Los demandados criticaron el decisorio, porque declaró la inconstitucionalidad del decreto 1570/01 y ordenó entregar al actor la suma que depositara en dólares en la entidad financiera de figuración en autos. Señalaron que el decreto en cuestión, como todo el plexo normativo dictado en su consecuencia, fue sancionado durante el estado de emergencia que afecta al país.Se manifestó igualmente, que el iudex a quo se arrogó facultades propias del Poder Ejecutivo Nacional, afirmando que no se encontraban reunidos los -1- recaudos para admitir las restricciones dinerarias impuestas en el marco de la emergencia; no obstante ser aquél el que se encuentra facultado para adoptar las medidas pertinentes dentro del difícil marco económico-financiero declarado por la ley 25.344 y sin que se haya demostrado que la norma atacada pueda ser tenida por ilegítima y, menos aún, por inconstitucional. Por ello mismo, se recalcó que la ley 25.561 delegó en el Poder Ejecutivo Nacional la facultad de declarar superada la crisis financiera; y que cuando una situación llega a producir la alteración del orden público o pone en peligro al Estado, se pueden intervenir las libertades individuales en atención a que la Constitución Nacional no reconoce derechos absolutos.Incluso se argumentó con pormenor respecto de la acreditada insuficiencia de las disponibilidades dinerarias de las entidades financieras alcanzadas por el decreto 1570/01, indicando que la apertura indiscriminada y sin escalas del denominado “corralito”, sólo podía conducir a la frustración de gran parte de los ahorristas y al derrumbamiento de la mayoría de las entidades bancarias ante la caída del nivel total de los depósitos ocurrida desde el mes de febrero de 2001; en este sentido, se remitieron a los resultados del informe técnico suministrado por el Banco Central de la República Argentina, demostrativo de las pocas disponibilidades financieras en relación con la magnitud a la que alcanza la sumatoria de los depósitos a plazo fijo y a la vista.Citaron jurisprudencia del Alto Tribunal para respaldar la pretensión -2- Poder Judicial de la Nación Causa N? 4354/2002 Orden N? 3446 “MARTINEZ, HUGO ANDRES Y CEBALLOS, MARÍA CLAUDIA C/PEN S/AMPARO ” Juzg. Fed. S.Martín 2 - Sec. 3 Sala II-Reg. N? F? en torno de la presunción de legitimidad de que gozan los decretos de necesidad y urgencia, dado que integran el ordenamiento jurídico ostentando naturaleza legislativa y se justifican por haber sido dictados en el contexto de una grave crisis económica; máxime cuando no violan los derechos constitucionales de propiedad e igualdad, armonizan los derechos y garantías individuales con las conveniencias generales, sin haberse demostrado que incidan de manera confiscatoria sobre la substancia del derecho de propiedad.Se destacó que el art. 27 del Pacto de San José de Costa Rica autoriza la suspensión temporaria del derecho de propiedad con carácter excepcional y por real causa; de modo que las normas en conflicto se adecuan en su totalidad a las disposiciones del mentado Tratado Internacional de Derechos Humanos, ya que las situaciones relacionadas con el riesgo de vida, la salud o la integridad física de las personas han quedado excluidas y no resultan aplicables tampoco a aquellas personas mayores de 75 años (sic).Posteriormente, se dejó sentado que el interés público se hallaba comprometido como aconteciera, con menor gravedad, hace más de diez años, al disponerse la conversión de los depósitos a plazo fijo en Bonos Externos y la Corte Suprema avalara lo actuado mediante lo resuelto en el invocado caso “Peralta”. Los recurrentes terminaron afirmando -no sin antes formular expresa reserva del caso federal-, que el actual cumplimiento de las normas legales citadas hace a la existencia -3- misma del Estado y por ello, el Poder Ejecutivo Nacional fue facultado para adoptar las medidas aquí cuestionadas (Ley 16.986, art. 17; CPCC, art. 265; Ley 48, art. 14).La accionante a su vez, a fs. 200/225 vta. contestó los traslados ordenados a fs.197. Tras lo cual, el Sr. Fiscal General emitió su dictamen favorable a la procedencia de la acción de amparo interpuesta, haciendo suyos los argumentos expuestos por el juez de grado (fs. 227/229).III.- Cabe entonces analizar inicialmente la queja referida a que el juez de grado se habría arrogado facultades propias del Poder Ejecutivo Nacional. Al respecto corresponde precisar que la normativa cuestionada por el accionante, se deriva de la facultad reglamentaria ejercida por el Poder Ejecutivo, o de la que le fuera delegada oportuna y legalmente por el Poder Legislativo, cuando no son leyes resultantes de la función propia que realiza el Congreso Nacional. De manera que nada habría que objetar, si la restricción de los derechos y garantías individuales se hubiera operado dentro de los límites impuestos por la delegación o de los estipulados expresa o tácitamente por la Carta Magna.En otras palabras, cierto es que la función de esos órganos es consecuencia del régimen jurídico previsto por el derecho público para el actuar administrativo y legislativo del Estado; y que mediante su ejercicio, se reconoce el deber del Estado de asegurar el imperio del derecho y una justa convivencia social, -4- Poder Judicial de la Nación Causa N? 4354/2002 Orden N? 3446 “MARTINEZ, HUGO ANDRES Y CEBALLOS, MARÍA CLAUDIA C/PEN S/AMPARO ” Juzg. Fed. S.Martín 2 - Sec. 3 Sala II-Reg. N? F? imponiendo a esos fines limitaciones en la forma, modo o extensión del goce de los derechos, con mayor razón cuando está comprometido el interés público (CSJN, Fallos: 254:56; 255:293; 264:94). También es cierto, que nuestro ordenamiento jurídico no permite al Poder Judicial arrogarse funciones exclusivas de los otros órganos del Estado; pero ello no impide el control del alcance de las limitaciones a los derechos y garantías de los ciudadanos por parte de los jueces. “Es elemental en nuestra organización constitucional la atribución que tienen y el deber en que se hallan los tribunales de justicia, de examinar las leyes en los casos concretos que se traen a su decisión, comparándolos con el texto de la Constitución para averiguar si guardan o no conformidad con ésta y abstenerse de aplicarlas si las encuentran en oposición a ella; constituyendo esa atribución moderadora, uno de los fines supremos y fundamentales del poder judicial nacional y una de las mayores garantías con que se ha entendido asegurar los derechos consignados en la Constitución contra los abusos posibles... de los poderes públicos” (CSJN, Fallos 33:162).La postura de los quejosos sólo reafirma el equivocado concepto de que cada órgano debe ser soberano en su esfera. Este axioma brocárdico es claramente desechable, en la medida en que la división de los poderes no debe ser entendida como la posibilidad de que cada poder administre, legisle y juzgue en lo relativo a su actividad; sino, por el contrario, que el órgano encargado de redactar las leyes no -5- sea el responsable de aplicarlas o de ejecutarlas, que el que las ejecute no pueda hacerlas ni juzgar su aplicación y, por fin, que el que juzgue no las haga ni las ejecute. “Nuestra Constitución establece un reparto de competencias y establece medios de control y fiscalización por los que se busca afianzar el sistema republicano de gobierno y no concentrar en cada uno un ámbito cerrado de potestades” (CSJN, Fallos 313:1536).La misma Constitución Nacional señala que el Poder Ejecutivo en ningún caso puede ser juez de sus actos ni de los de nadie (CN. art. 109), resultando así improcedente el agravio fundado en la teoría de la división de los poderes, pues no se puede extraer de ella la pretendida afirmación de que se violaría ese principio, si los magistrados revisaran -como es su propia y natural función- la constitucionalidad de la actividad realizada por el Poder Ejecutivo Nacional (CN. art. 116).IV.- a) Sentado ello, ya se ha visto que en su presentación recursiva, los demandados sostuvieron que el plexo normativo cuestionado por el amparista era legítimo porque fue dictado con fundamento en la “emergencia pública”. Agregando en tal sentido, que el Congreso de la Nación delegó esa facultad en el Poder Ejecutivo Nacional y dispuso la suspensión de la ley 25466, “con arreglo a crear condiciones para el crecimiento económico sustentable y compatible con la reestructuración de la deuda pública, entre otras misiones” (ley 25.561, art.1?, inc. -6- Poder Judicial de la Nación Causa N? 4354/2002 Orden N? 3446 “MARTINEZ, HUGO ANDRES Y CEBALLOS, MARÍA CLAUDIA C/PEN S/AMPARO ” Juzg. Fed. S.Martín 2 - Sec. 3 Sala II-Reg. N? F? 3?). Bajo tales premisas, se consideró que las normas dictadas resultan oportunas, convenientes y ajustadas a la emergencia existente, gozando de absoluta razonabilidad y proporcionalidad, ya que, quedó acreditada la insuficiencia de las disponibilidades dinerarias que cuentan en su poder las entidades financieras alcanzadas por el Decreto N? 1570/01 y las normas que lo complementaron y ratificaron.También se opinó que la gravedad de la situación imponía la necesidad de adoptar medidas con el fin de enfrentar la inestabilidad económica que ponía en riesgo la intangibilidad de los depósitos; ya que sin la confianza necesaria para realizar una actividad bancaria normal y ante la alternativa de financiar con emisión el retiro de los depósitos, la reacción del tipo de cambio y la inflación terminaría por licuar los saldos retirados, lo que redundaría en perjuicio de los propios depositantes. En definitiva, la apertura del sistema del ‘corralito’ debe contar con la gradualidad y previsibilidad, de lo contrario se pondría en peligro la Nación toda con las consecuencias precedentemente descriptas.b) Antes de ingresar al examen de ese planteo, corresponde efectuar una breve reseña de la principal normativa involucrada por el decisorio en crisis.El decreto 1570/01 (B.O. 3-12-01), prohibió los retiros en efectivo que superasen determinada suma semanal en pesos o en dólares estadounidenses, del total de las cuentas que tuviera el titular en cada entidad financiera (art. 2?, inc. a). -7- Es decir, restringió con manifiesta intención de breve transitoriedad la disponibilidad de los depósitos bancarios, no obstante lo cual mantuvo su intangibilidad al afectar únicamente el uso y goce de los mismos (art. 4?).Luego, en cuanto aquí interesa, el decreto 1606/01 (B.O. 6-12-01) morigeró tal restricción al autorizar retiros en efectivo que resulten necesarios para atender el pago de sueldos y de haberes de retiro o beneficios jubilatorios que no deban realizarse por vía bancaria. Y a su vez, la ley 25.557 (B.O. 6-1-02) exceptuó de las restricciones la extracción de los importes acreditados por rubros laborales, previsionales, de seguridad social y beneficios de carácter alimentario en general; sin que sus disposiciones importaran ratificación expresa o tácita de los decretos aludidos.Por su parte, la ley 25.561 declaró la emergencia pública en materia social, económica, administrativa, financiera y cambiaria, para delegar en el Poder Ejecutivo Nacional (C.N., art. 76) la facultad de establecer el sistema que determine la relación de cambio entre el peso y las divisas extranjeras (art. 2?); así como también, la competencia para disponer las medidas tendientes a disminuir el impacto producido por la modificación de la relación de cambio dispuesta para las personas de existencia visible o ideal que mantuviesen con el sistema financiero deudas nominadas en dólares. Y aunque suspendió la aplicación de la ley de intangibilidad de los depósitos N? 25.466 (art. 15), paralelamente y con relación a los ahorristas, -8- Poder Judicial de la Nación Causa N? 4354/2002 Orden N? 3446 “MARTINEZ, HUGO ANDRES Y CEBALLOS, MARÍA CLAUDIA C/PEN S/AMPARO ” Juzg. Fed. S.Martín 2 - Sec. 3 Sala II-Reg. N? F? estableció que el Poder Ejecutivo debía disponer medidas destinadas a preservar el capital depositado -incluso en divisas extranjeras-, ya que sólo se lo autorizó a reestructurar las obligaciones originarias de modo compatible con la evolución de la solvencia del sistema financiero (art. 6, párr. 5 ib). También creó a todos los efectos de la ley, la Comisión Bicameral de Seguimiento (art. 20), que debería controlar, verificar y dictaminar sobre lo actuado por el Poder Ejecutivo, obligando a este último, a dar cuenta mensualmente del ejercicio que hiciere de todas las facultades delegadas (art. 21 ib.).Consecuentemente, el Poder Ejecutivo Nacional dictó el decreto 71/02 (B.O. 10-1-02) reglamentario de la ley 25.561, disponiendo que la relación de cambio oficial sería $ 1,40 = 1 u$s (art.1?); así como también la reestructuración de deudas, según se tratase de obligaciones por créditos hipotecarios, prendarios y personales, para lo que estableció la paridad $ 1 = u$s 1, o en su caso, demás deudas nominadas en dólares, que se recalcularían reduciendo la tasa de interés y extendiendo los plazos (art.4?). Asimismo, difirió al Ministerio de Economía la facultad de fijar la oportunidad y modo de disposición por sus titulares de los depósitos en pesos o en divisas extranjeras, respetando la moneda en que hubiesen sido impuestos (art. 5? ib).Por Res. M.E. 6/02 (9-1-02), se estableció el cronograma de devolución de los depósitos existentes en el sistema bancario. Así, para las imposiciones en -9- moneda extranjera, ya fuera en cuentas corrientes o en cajas de ahorro, se reprogramarían los saldos superiores a U$S 10.000 y U$S 30.000, respectivamente, asimilándolos a una imposición a plazo fijo en moneda extranjera; con la opción del titular de convertir los saldos inferiores a esa cifra, según la paridad de $ 1,40 por dólar y transferirlos a cualquier cuenta en pesos que disponga en la misma entidad financiera. La Res. M.E. 9/02 (11-1-02) agregó la posibilidad, siempre a elección del titular y en el supuesto de no optar por la conversión a pesos al cambio oficial, de retirar en efectivo hasta un valor equivalente a quinientos dólares estadounidenses (U$S 500). Y la Res. M.E. 10/02 (10-1-02), facultó al Banco Central para dictar medidas de excepción al cronograma de vencimientos; reiterando el mandato de respetar la moneda en la que hubiesen sido impuestos los depósitos por sus titulares (considerando, 2? párrafo).El decreto 141/02 (B.O. 18-1-02), es el que introdujo el agregado al art. 5? del dec. 71/02 que faculta al Ministerio de Economía para establecer la devolución en pesos de los depósitos al cambio del mercado oficial, pero mantuvo la condición opcional de su titular. De ahí que la Res. ME 18/02 (18-1-02), reformada por la N?23 actualmente vigente (B.O. 21-1-02), modificó el cronograma de vencimientos reprogramados de los depósitos e hizo referencia al dólar a cambio oficial, aunque contemplado como retiro optado por parte del titular.El punto de inflexión lo constituyó la sanción del decreto 214/02 por el -10- Poder Judicial de la Nación Causa N? 4354/2002 Orden N? 3446 “MARTINEZ, HUGO ANDRES Y CEBALLOS, MARÍA CLAUDIA C/PEN S/AMPARO ” Juzg. Fed. S.Martín 2 - Sec. 3 Sala II-Reg. N? F? que se estableció como pauta general la masiva transformación a pesos (“pesificación”) de todos los depósitos en dólares estadounidenses u otras monedas extranjeras existentes en el sistema financiero, y que ello se haría a razón de un peso con cuarenta centavos ($ 1,40) por cada dólar estadounidense, o su equivalente en otra moneda extranjera. Posteriormente, merced el reordenamiento del sistema financiero implementado mediante el Decreto 905 (B.O. 1/6/02), se reemplazó la indisponibilidad transitoria de los depósitos constituidos en moneda extranjera, por el otorgamiento a sus titulares de la opción de recibir en pago Bonos del Gobierno Nacional, emitidos en dólares estadounidenses con vencimiento a diez años y seis meses contados a partir del 3 de febrero de 2002 (v. Res. 81 del M.E., B.O. 13/06/02).c) En el caso de autos, ningún reparo se ha opuesto a la comprobada mención de que los depósitos afectados fueron impuestos en dólares estadounidenses durante la plena vigencia de las citadas leyes garantizadoras de su inalterabilidad. De modo que si el Poder Ejecutivo hubiera dictado el decreto que impuso la “pesificación”, siguiendo los lineamientos que pocas semanas antes el Parlamento Nacional le indicara al facultarlo “por las razones de emergencia pública definidas en el art. 1?, para establecer el sistema que determinará la relación de cambio entre el peso y las divisas extranjeras” (Ley 25.561, art. 2?), la afectación patrimonial bajo demanda habría quedado reducida a la contracción de la disponibilidad dineraria -11- implicada por la reestructuración de “las obligaciones originarias de modo compatible con la evolución de la solvencia del sistema financiero” (ib., último párrafo del art. 6?). Porque, lejos de la debacle para su poder adquisitivo que le significó al depositante bancario el cambio compulsivo de su capital a la paridad oficial, esa misma norma estipuló que “El Poder Ejecutivo nacional dispondrá las medidas tendientes a preservar el capital perteneciente a los ahorristas que hubieren realizado depósitos en entidades financieras a la fecha de entrada en vigencia del decreto 1570/2001,... Esa protección comprenderá a los depósitos efectuados en divisas extranjeras” (ibídem).Sin embargo, el decreto 214 fue dictado el 03/02/2002 “en uso de las facultades conferidas por el art. 99, inc. 3 de la CONSTITUCIÓN NACIONAL” (v. último considerando), extremo que obliga a analizar si en aquel momento se daban las condiciones regladas para su ejercicio por dicho precepto de rango normativo superior. De inicio resulta difícil admitir que se hubieran dado las “circunstancias excepcionales” que impidieran seguir el trámite legislativo normal de una iniciativa de ese tipo, estando en funcionamiento el Congreso Nacional y teniendo en cuenta la extrema responsabilidad con la que estuvo sesionando tras aquellos dramáticos días que culminaron con la designación del actual Presidente de la Nación. Porque desaparece la excepcionalidad (“...hicieran imposible seguir los trámites ordinarios”), cuando la urgencia del momento pudiera obtener una debida respuesta -12- Poder Judicial de la Nación Causa N? 4354/2002 Orden N? 3446 “MARTINEZ, HUGO ANDRES Y CEBALLOS, MARÍA CLAUDIA C/PEN S/AMPARO ” Juzg. Fed. S.Martín 2 - Sec. 3 Sala II-Reg. N? F? siguiendo los trámites previstos para la sanción de las leyes en la Constitución (cfr. Miguel A. Ekmekdjian en “Tratado de Derecho Constitucional”, T?VI-90; María Angélica Gelli en “Constitución de la Nación Argentina”, pág. 611; y Germán J. Bidart Campos en su “Tratado Elemental de Derecho Constitucional Argentino”, T?VI-433).La segunda objeción se relaciona con la, hasta hoy inexistente, intermediación obligatoria de la Comisión Bicameral Permanente a cuya consideración el “...jefe de gabinete de ministros personalmente y dentro de los diez días someterá la medida” (C.N., art. 99, inc. 3?, cuarto párrafo). Ya que, aún cuando tal omisión no haya desacreditado la emisión de la normativa en trato -porque antes de la reforma constitucional de 1994 fueron admitidos los reglamentos de necesidad y urgencia que versaron sobre materias propias de la legislatura, con el fundamento jurídico de que las calamidades sociales y las graves razones de interés público no podían esperar hasta que pasaran los hechos que le impedían al Parlamento legislar-, es justamente el uso y abuso que se hizo de esos decretos de necesidad y urgencia, lo que determinó el riguroso tratamiento que le diera al tema el constituyente; de ahí que se estime considerablemente aumentada la exigencia de su debida justificación y se haya pasado a su estricta limitación en la actualidad. Máxime cuando subsisten serias dudas de que las medidas adoptadas fueran las más indicadas en términos de eficiencia financiera, porque se advierte que ellas fueron dictadas mediante un -13- decreto del P.E.N. que franqueó el principal lineamiento de política económica relación cambiaria real y no arbitraria en materia de depósitos bancarios-, que menos de un mes antes le había fijado la ley 25.561.En contra de lo sostenido por los recurrentes, cuadra entonces resguardar el equilibrio entre los poderes mediante el control judicial constitucional en la materia. Habida cuenta que, a falta de la voluntad integradora del Congreso tras ocho años de omitir su responsabilidad reglamentaria del tópico, se ve incrementada la obligación supervisora de los jueces en orden a calibrar la legitimidad constitucional de estos decretos, examinando la razonabilidad de las medidas tomadas para conjurar las “circunstancias extraordinarias” que sustentan el estado de emergencia; ello, sin perjuicio de la responsabilidad política del Congreso en regularizar la infracción que significa que otro poder dicte normas de naturaleza legislativa, encontrándose prácticamente en sesión permanente y dada la imposibilidad de que su silencio pueda interpretarse como una aprobación tácita (arg. Art. 82 de la C.N.: “se excluye, en todos los casos, la sanción tácita o ficta”). d) A fin de cuestionar el alegado vínculo entre las normas cuestionadas con el derecho de emergencia invocado por el demandado, no resulta ocioso recordar que el concepto genérico del derecho de propiedad comprende “todos los intereses apreciables que el hombre pueda poseer fuera de sí mismo, de su vida y de su libertad” (CSJN, Fallos 145:325; 294:152; 364:856, entre otros). Por lo que, más -14- Poder Judicial de la Nación Causa N? 4354/2002 Orden N? 3446 “MARTINEZ, HUGO ANDRES Y CEBALLOS, MARÍA CLAUDIA C/PEN S/AMPARO ” Juzg. Fed. S.Martín 2 - Sec. 3 Sala II-Reg. N? F? allá de las discrepancias que la amplitud de tal definición pueda suscitar, se debe coincidir en que la protección del art. 17 de la Constitución Nacional (“La propiedad es inviolable... La confiscación de bienes queda borrada para siempre...”), se extiende a todos los bienes -materiales o inmateriales- susceptibles de apreciación económica que pueda poseer una persona (cfr. Bidart Campos en su “Manual de la Constitución Argentina”, Tomo II-118; entre otros mencionados por Ekmekdjian, op. cit., Tomo II-193). Concretamente, el derecho del ahorrista o depositante sobre los fondos colocados en un banco, constituye un derecho creditorio que integra su patrimonio.Es más, siguiendo a este último autor, en tanto el derecho de propiedad puede verse afectado mediante la aplicación de nuevas leyes a través del tiempo, asume capital importancia el concepto de “derecho adquirido”, definido por el Supremo Tribunal como aquél que se ha incorporado definitivamente al patrimonio del titular (CSJN, Fallos 312:122), por oposición al llamado “derecho en expectativa”, que es el que aún no se ha consolidado (CSJN, Fallos 304:865; 306:928). Acotación conceptual de suma importancia, por cuanto el derecho adquirido al amparo de la legislación anterior y más allá de que carezca de jerarquía constitucional, no puede ser alterado por una nueva ley, puesto que en tal caso, el principio de la no retroactividad se confunde con el de la inviolabilidad de la propiedad garantizado por el art. 17 de la Constitución Nacional (Ekmekdjian, op. cit., Tomo -15- II-195).Nuevamente, nuestro cimero tribunal federal fue más preciso aún, cuando estableció que para disponer de un derecho adquirido no era necesario contar con una sentencia o con un acto administrativo que así lo declare en favor de su titular; bastará que éste haya cumplimentado los recaudos formales y substanciales para ser acreedor de tal derecho (CSJN, Fallos 296:723; 304:871; y 305:899). Eso sí, siempre que el potencialmente beneficiado por la ley haya ejercitado en su momento el beneficio, pues de lo contrario una nueva ley puede sustraérselo por no existir, en tal caso, un derecho definitivamente incorporado a su patrimonio (CSJN, Fallos 300:61; 312:122).Sentado lo cual, “si bajo la vigencia de una ley (en el caso que nos ocupa las leyes 23.928 y 25.466) el particular ha cumplido todos los actos y condiciones sustanciales y los requisitos formales previstos en esa ley para ser titular de un determinado derecho (la intangibilidad de los depósitos), debe considerarse que hay derecho adquirido aunque falte la declaración formal de una sentencia o de un acto administrativo (que ordene el reintegro de la moneda extranjera por los bancos), pues sólo agregan el reconocimiento de ese derecho o el apoyo de la fuerza coactiva necesaria para que se haga efectivo. De no ser así, resultaría la inadmisible consecuencia de que la titularidad de un derecho individual vendría a depender de la voluntad discrecional del obligado renuente -16- Poder Judicial de la Nación Causa N? 4354/2002 Orden N? 3446 “MARTINEZ, HUGO ANDRES Y CEBALLOS, MARÍA CLAUDIA C/PEN S/AMPARO ” Juzg. Fed. S.Martín 2 - Sec. 3 Sala II-Reg. N? F? en satisfacer el derecho” (CSJN, Fallos 296:723, “Alfredo de Martín v. Banco Hipotecario Nacional”, 28/12/976).e) Por otra parte, para habilitar el derecho de emergencia es menester que medie un auténtico estado de necesidad, es decir una realidad fáctica excepcional (CSJN, Fallos 202:456); que las normas de emergencia resulten transitorias (CSJN, Fallos 136:171; 200:450); que exista legitimidad intrínseca de la medida legal de emergencia, o sea, propósito de bien común, razonable y justa (CSJN, Fallos 136:171; 200:450; 202:456); además de que medie respeto a la Constitución, puesto que durante la emergencia los derechos constitucionales pueden suspenderse pero no frustrarse (CSJN, Fallos 243:467; 209:405). En consecuencia, la doctrina ha requerido la existencia de condiciones muy severas en orden a admitir un verdadero estado de necesidad que la justifique (vid. la opinión de Néstor Sagüés en La Ley 1985-E-803). Sólo acontecimientos trascendentales, definitorios de una opción que haga a la subsistencia misma del Estado, explicaría su presencia. Y a tono con esa severidad se fueron perfilando en el ámbito judicial, requisitos con los cuales se pudiera poner coto -no con mucho éxito según hemos de ver-, al fácil expediente de entronizar legalmente la emergencia cada vez que se debió superar una crisis de difícil abordaje político, económico o social.Así se observa que en la doctrina tradicional de la Corte Suprema , “La emergencia no crea el poder, ni aumenta el poder concedido, ni suprime, ni -17- disminuye las restricciones impuestas sobre el poder concedido, o reservado” (Fallos 247:43, “Don Oscar Agustín Avico c/ Saúl G. de la Pesa”, 7/12/934). Sobre la misma línea se pueden citar otros precedentes más recientes del iudex-a-quem: “En situaciones de grave perturbación económica, social o política el Estado puede valerse lícitamente, de todos los medios que le permitan combatirlas con éxito y vencerlas. Sus poderes no son ilimitados y han de ser utilizados, siempre, dentro del marco del art. 28 de la Constitución y bajo el control de jueces independientes, quienes, ante el riesgo al menos teórico de extralimitación de los órganos políticos del gobierno, tienen que desempeñar con cuidadoso empeño su función de custodios de la libertad de las personas” (Fallos 313:1638, “Marcelo Videla Cuello v. Provincia de La Rioja”, 27/12/990); y “es de esencial importancia en el caso evitar que ‘las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna’. Esto se impondrá no sólo al Congreso y a las Legislaturas, sino que es máxima que guía a todo Poder del Estado. Su completo acatamiento se impone no sólo frente a ‘gobiernos’, sino frente a ‘persona alguna’, vocablos que indican a la multitud de actores de la vida nacional, en lo especial para este caso de la económica,...” (Fallos 313:1544, “Luis Arsenio Peralta v. Nación Argentina”, 27/12/990). Por ello se ha señalado que, aún en situaciones de grave crisis o de necesidad pública, frente a la invocación de derechos subjetivos o agravios concretos dignos de tutela judicial, corresponde a los jueces contestar si los instrumentos jurídicos implementados por los otros poderes del Estado no son contradictorios con -18- Poder Judicial de la Nación Causa N? 4354/2002 Orden N? 3446 “MARTINEZ, HUGO ANDRES Y CEBALLOS, MARÍA CLAUDIA C/PEN S/AMPARO ” Juzg. Fed. S.Martín 2 - Sec. 3 Sala II-Reg. N? F? la normativa constitucional (CSJN, Fallo 316:2636, “Cocchia, Jorge D. c/Estado Nacional y otro”, rta. el 2/12/1993).f) De todas formas, no se puede decir que nuestro país se sustrajo de la evolución operada en el mundo respecto de los alcances del derecho de propiedad y, a la par del pensamiento progresivamente generalizado a partir de la primera postguerra, fue adoptando una visión más instrumentalista y restrictiva que fue orientando su ejercicio merced el reconocimiento de su función social. Así, desde la segunda década del siglo pasado, se advierte una regulación legislativa que fue convalidada por resoluciones judiciales comprometidas con la coyuntura y no siempre coherente en sus consideraciones de justicia distributiva.- Digamos que el célebre fallo “Ercolano c/Lantieri de Renshaw” (28/04/1922), marca el inicio de la tolerancia judicial con situaciones de emergencia tildadas de “provisorias”, que luego se extendieron durante mucho tiempo y fueron convirtiéndose en un lugar común para respaldar la ejecutividad y la eficacia de las decisiones gubernamentales. Allí se trataba de la constitucionalidad de una ley de alquileres que imponía por dos años el congelamiento del precio de la locación (Ley 11157/1920), la que fue fundada por la Corte, en que “...no puede ponerse en duda que interesa a la comunidad en conjunto la situación económica de los distintos grupos que la constituyen y que tratándose como en este caso de la suerte de la -19- mayoría de la población, no son solamente consideraciones de humanidad y de justicia social las que reclaman su intervención, sino también su interés directo, ya que es elemental que una situación afligente del mayor número tiene que repercutir desfavorablemente sobre la economía general,...” (CSJN, Fallos 136:170). A poco de lo cual (en “Horta c/Harguindeguy” rta. el 21/08/1922), se tuvo oportunidad de explicitar el límite de su aplicación cuando se trata de un derecho patrimonial ya adquirido, en cuyo caso afecta la protección constitucional de la propiedad (CSJN, Fallos 136:59); doctrina luego aplicada en “Mango c/Traba” del 20/08/1925, donde se puso a salvo el caso decidido con autoridad de cosa juzgada antes de la promulgación de la ley y se agregó que la tolerancia de ese tipo de leyes estaba basada en una situación provisoria de emergencia (CSJN, Fallos 144:220). Luego fue la secuela de la profunda crisis económica sufrida a principio de 1930, la que dio ocasión a la sanción de la ley 11741 de moratoria hipotecaria y limitación de las tasas de interés, convalidada por la Corte al resolver el citado caso “Avico c/de la Pesa”, en virtud de que aquélla tenía caracteres de caso fortuito capaz de modificar las relaciones contractuales creadas al abrigo de la normalidad. Y si se obvia contemplar los recurrentes tramos de manifiesta ilegalidad institucional que se fueron entronizando con similares argumentos -durante casi treinta años desde mediados de los años cincuenta-, se comprueba que a partir de 1985 comenzó a dictarse una serie de decretos y leyes que fueron tornando endémica a la emergencia en la Argentina. -20- Poder Judicial de la Nación Causa N? 4354/2002 Orden N? 3446 “MARTINEZ, HUGO ANDRES Y CEBALLOS, MARÍA CLAUDIA C/PEN S/AMPARO ” Juzg. Fed. S.Martín 2 - Sec. 3 Sala II-Reg. N? F? Siendo los más notorios, aquéllos que suspendieron los juicios previsionales y de las sentencias ejecutorias frente al Estado, el cambio compulsivo de la moneda y su conversión en las obligaciones contractuales, la incautación de los depósitos a plazo fijo y su cambio por bonos del Estado, la convertibilidad fija impuesta al sistema cambiario, la reiterada consolidación de la deuda pública y la última restricción a las extracciones bancarias con la posterior pesificación de los depósitos. Todas esas normas se fundamentaron en la necesidad de poner fin o remediar situaciones de extrema gravedad, que obligaron tal intervención en el orden patrimonial. Paradójicamente, cada gobierno de turno se fue presentando como rehén de la situación recibida y ajeno a su gestación, más allá de ser el colofón de una política económica, presupuestaria, financiera o fiscal dictada, precisamente, para reparar las consecuencias de los actos de sus antecesores; con el agravante de que en cada nueva ocasión se fue avanzando con menor tino sobre los principios, derechos y garantías constitucionales.De ahí que se torne imprescindible, a criterio del Tribunal, volver a la buena doctrina sin desconocer que el Estado se encuentra facultado para que, a través de sus órganos respectivos, se sancionen las leyes y decretos que se consideren convenientes; aunque sea oportuno señalar, que la declaración de emergencia constituye una facultad ordinaria del Congreso Federal y reservada, sólo para situaciones extraordinarias al Poder Ejecutivo Nacional. De modo que, si bien en -21- principio el Poder Judicial carece de potestad y competencia para decidir si han concurrido o no las razones invocadas con el fin de fundamentar el dictado de la norma legal o reglamentaria (cfr. Marienhoff, en su “Tratado de Derecho Administrativo, T? I-264), al propio tiempo, la justicia no puede dejar de controlar si las limitaciones impuestas por aquella normativa resultan razonables y no desconocen las garantías que protegen los derechos patrimoniales o los límites que a su reglamentación dispone la Constitución. Porque, como bien se ha expresado desde antaño, “el Estado no puede colocarse fuera del orden jurídico cuando es precisamente quien debe velar con ahínco por su respeto” (CSJN, Fallo 265:291, “Pietranera, Josefa y otros c/Gobierno Nacional”, rta. el 7/9/66); toda vez que a diferencia del estado de sitio, la emergencia no suspende las garantías constitucionales (cfr. CSJN, Fallos 323:1566 in re: “Bco. de Galicia y Buenos Aires s/solicita intervención urgente en autos Smith, Carlos Antonio c/Poder Ejecutivo Nacional o Estado Nacional s/sumarísimo”, rta. el 01/02/2002).- g) Precisamente, en este último precedente e ingresando ya a consideraciones directamente atingentes a la controversia suscitada en los presentes actuados, la Corte sostuvo que “si bien es cierto que acontecimientos extraordinarios habilitan remedios extraordinarios, los mecanismos ideados para superar la emergencia están sujetos a un límite y éste es su razonabilidad, con la consiguiente -22- Poder Judicial de la Nación Causa N? 4354/2002 Orden N? 3446 “MARTINEZ, HUGO ANDRES Y CEBALLOS, MARÍA CLAUDIA C/PEN S/AMPARO ” Juzg. Fed. S.Martín 2 - Sec. 3 Sala II-Reg. N? F? imposibilidad de alterar o desvirtuar en su significación económica el derecho de los particulares. La limitación fijada por las sucesivas normas ya aludidas muestra un ejercicio carente de razonabilidad de la facultad normativa tendiente a conjurar el trance. Ello es así pues tal restricción implica una violación a los arts. 17 y 18 de la Constitución Nacional en tanto desconoce el derecho de las personas a disponer libremente y en su totalidad de su patrimonio”. Considerando “Que, a la luz de los criterios jurisprudenciales mencionados se aprecia que el actor ha sido víctima de la vulneración de su patrimonio, toda vez que la constitución de sus depósitos había sido efectuada bajo la vigencia de un régimen que garantizaba su inalterabilidad. Tal garantía, además, se había visto recientemente reforzada mediante las disposiciones de la ley 25.466 que, con carácter de orden público, consagró la intangibilidad de los depósitos”; a partir de tales premisas, entendió que la ley 25.561 de Emergencia Pública había provocado una incuestionable modificación de las condiciones y presupuestos tenidos en mira por ahorristas e inversores al tiempo de efectuar sus operaciones bancarias (puede agregarse, inducidos por la seguridad que importaba la sanción de aquella norma anterior por parte del Congreso de la Nación) lo que aparejó un evidente desconocimiento de los derechos adquiridos y, por consiguiente, una profunda e injustificada lesión al derecho de propiedad. Concluyendo el Alto Tribunal, que la restricción imperante en relación con los depósitos bancarios adolecía de irrazonabilidad, toda vez que no se advirtió -23- en el caso la necesaria proporcionalidad entre el medio elegido y el fin propuesto con su implementación para conjurar la crisis, además de no haber significado una simple limitación a la propiedad sino que, agregada al resto de las medidas adoptadas, coadyuvó a su privación y aniquilamiento; amén de que se transpuso el límite señalado en el art. 28 de la Constitución Nacional, con afectación directa e inmediata de las garantías reconocidas por sus arts. 14 bis y 17, como así también del art. 21 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, Pacto de San José de Costa Rica.En efecto. Oportunamente el Congreso de la Nación, ante la gravedad de la situación financiera del país y con el fin de promover y garantizar la confianza de los ahorristas en el sistema, estimó oportuno consagrar explícitamente la intangibilidad de “todos los depósitos ya sea en pesos, o en moneda extranjera, a plazo fijo y a la vista, captados por las entidades financieras autorizadas para funcionar por el Banco Central de la República Argentina...” (ley 25.466, B.O. 25-9-01, art. 1?); definiendo el concepto de “intangibilidad”, la que a juicio del propio legislador consiste en que “el Estado nacional en ningún caso podrá alterar las condiciones pactadas entre el/los depositante/s y la entidad financiera, esto significa la prohibición de canjearlos por títulos de la deuda pública nacional, u otro activo del Estado nacional, ni prorrogar el pago de los mismos, ni alterar las tasas pactadas, ni la moneda de origen, ni reestructurar los vencimientos, los que -24- Poder Judicial de la Nación Causa N? 4354/2002 Orden N? 3446 “MARTINEZ, HUGO ANDRES Y CEBALLOS, MARÍA CLAUDIA C/PEN S/AMPARO ” Juzg. Fed. S.Martín 2 - Sec. 3 Sala II-Reg. N? F? operarán en las fechas establecidas entre las partes” (art. 2?). Para que no quedara lugar a dudas, estableció que “...los derechos derivados para los depositantes y las entidades depositarias de las operaciones comprendidas en el art. 1? de esta ley, serán considerados derechos adquiridos y protegidos por el artículo 17 de la Constitución Nacional” (art. 3).El propio debate parlamentario fue por demás elocuente sobre el propósito que tuvo en mira el legislador al aprobar esa ley. Así, de la intervención de los diputados Mosso y Mouriño, se extrae que: “El presente proyecto tiene como propósito la ratificación expresa del derecho de propiedad privada sobre los fondos financieros que ostenta cualquier depositante en el sistema financiero argentino,...”; advirtieron que “la confianza en el sistema de crédito es un ingrediente crucial, sin el cual el sistema financiero dejaría de existir”; insistieron en “...que apunta a garantizar todo lo posible un componente básico del derecho de propiedad: La disponibilidad de uso de la que goza su propietario legítimo. Un derecho de propiedad que no pueda ser ejercido libremente por falta de disponibilidad es un derecho lesionado y puede ser hasta ilusorio”; agregando que como la “intromisión regulatoria del Estado podría dar lugar a abusos que, so pretexto regulatorio, terminen resultando confiscatorios de los depósitos... todo elemento que brinde un reaseguro de los derechos de propiedad involucrados es siempre bienvenido”; fundamentando su postura en que “la experiencia argentina -25- de un pasado no tan lejano advierte implícitamente a los depositantes argentinos y los sensibiliza frente a cualquier posible actitud que vea en sus recursos la fuente de financiamiento que no se consigue en otros orígenes”; ello, en virtud de que “la pérdida de depósitos y de reservas internacionales de esta semana son elocuente muestra de que hay heridas que todavía deben seguir sanando para que el ahorrista argentino tenga plena confianza en sus derechos legítimos”. Con argumentos semejantes defendieron su sanción los diputados Stubrin, Corfield, Fayad, Foglia, Patterson y Solmoirago, Peláez, Dumón, Foco, Frigeri, Miralles de Romero, Salvatori y Savron (vid. Antecedentes Parlamentarios, La Ley, 2001 B-2394/95).h) Resta abordar con mayor detalle el argumento que expusieron los recurrentes al defender la razonabilidad y conveniencia de la normativa en cuestión, en tanto la encontraban ajustada a la emergencia existente por responder a la realidad no controvertida de que eran insuficientes las disponibilidades bancarias para atender la masiva exigencia de los ahorristas de retirar de inmediato la totalidad de sus depósitos. Motivo por el cual, se reiteró la referencia al precedente “Peralta” donde la Corte Nacional hubo de avalar la constitucionalidad del diferimento temporal de la disponibilidad dineraria; así como su alegación de que la apertura indiscriminada y sin escalas del denominado “corralito”, conducía necesariamente al inexorable derrumbe de muchas entidades financieras con la implicada frustración de la mayoría de los ahorristas a los que resultaría imposible devolverles sus depósitos.- -26- Poder Judicial de la Nación Causa N? 4354/2002 Orden N? 3446 “MARTINEZ, HUGO ANDRES Y CEBALLOS, MARÍA CLAUDIA C/PEN S/AMPARO ” Juzg. Fed. S.Martín 2 - Sec. 3 Sala II-Reg. N? F? La respuesta ya se adelantó en parte al recordar el derecho adquirido devenido para los depositantes a partir de que la ley 25.466 consagrara su intangibilidad; ya que según fuera traída a colación por la propia Corte Suprema, para marcar la diferencia con el mentado precedente, esa ley definió “tal intangibilidad como la imposibilidad por parte del Estado de alterar las condiciones pactadas entre los depositantes y la entidad financiera, así como la prohibición de canjearlos por diferentes activos del Estado Nacional, de prorrogar su pago, o de reestructurar su vencimiento (arts. 1? a 4?)”. Incluso reforzó su postura desde la óptica del conjunto de las medidas adoptadas, señalando “que la imposibilidad de disponer íntegramente de los ahorros e inversiones es sólo una de las variadas restricciones de los recursos monetarios amparados por el derecho de propiedad...” (y que) “...sumado a la modificación del régimen cambiario... provoca un generalizado menoscabo en la situación patrimonial del conjunto social” (vid “Smith”, consid. 14 y 15).Sin embargo, nobleza obliga admitir que la diferencia con la solución dada a la mencionada emergencia anterior es mucho más amplia. Dado que aún circunscribiéndonos al diferimento opcional brindado por el decreto 905/02 en bonos dolarizados a más de diez años de plazo, se advierte que sus consecuencias son inconmensurablemente más gravosas que aquella decisión previa; no sólo porque la cantidad de afectados -directos e indirectos- ha pasado de miles a cientos de miles -27- de personas que configuran una parte considerable de la sociedad argentina, sino porque se superaría el décuplo de este tipo de deuda interna. Asimismo, es obvio que la solvencia patrimonial del Estado difiere en la actualidad, de la que tenía cuando era titular de las empresas públicas a principios de los años noventa; por el contrario, la propuesta hoy representa para los ahorristas la asunción de un nuevo deudor cuya insolvencia es pública y notoria. Es decir, asistirían de inmediato y por largo tiempo a la caída del valor real frente al nominal de los bonos que les fueran entregados; y si quisieran eludir la significativa desvalorización de la progresiva liberación de sus depósitos, igualmente quedarían expuestos a la generalizada percepción de un dificultoso o aún imposible rescate, cuando fueran alcanzando la amortización anual de su dilatado vencimiento (entre el 03/08/2005 y el 03/08/2012).En realidad, no es posible negar que se vive una severa situación de emergencia ocasionada por la crisis económica más grave que se registra desde los albores de nuestra formación como Nación. Y si se debe hablar de hechos incontrastables, difícil le es a la magistratura rebatir la incapacidad de respuesta bancaria documentada por los informes formalmente emitidos por el Banco Central; situación que se produciría si una parte importante de los ahorristas retiraran a un tiempo la totalidad de las reservas existentes, dejando al resto sin posibilidades de recuperar esa parte de su patrimonio. Pero aún cuando ningún tribunal deba desentenderse de las consecuencias que puedan llegar a irrogar sus propias -28- Poder Judicial de la Nación Causa N? 4354/2002 Orden N? 3446 “MARTINEZ, HUGO ANDRES Y CEBALLOS, MARÍA CLAUDIA C/PEN S/AMPARO ” Juzg. Fed. S.Martín 2 - Sec. 3 Sala II-Reg. N? F? decisiones -la vigencia de un derecho no puede suponer simultáneamente el posible desconocimiento del derecho de los demás-, también los magistrados tienen a la vista la descomunal confiscación de bienes que se produciría para salvaguardar la subsistencia del sector financiero, del que siempre se dijo -lo cual no es un detalle menor- era el principal beneficiario de la política económica seguida en la última década y que la mayoría de la entidades contaban con el solvente respaldo de sus casas matrices; siendo además que tal despojo -no cabe otra expresión para la depreciación de casi el 40 % de los valores atesorados-, opera en relación a personas que, lejos de exhibir la posesión de poderío económico, y por la generalizada menor cuantía de los importes que les fueron incautados, sufren la privación de ahorros cuyo más probable destino era ponerlas a reguardo del riesgo de perder su derecho a desplegar una actividad productiva, disfrutar de una vivienda digna, preservar su salud o garantizar el ejercicio de sus preferencias personales en su cotidiano vivir.i) De modo que lo que realmente resulta imposible soslayar para el Tribunal, es que se asiste a la inesperada vigencia de una situación semejante a la que alguna vez pareció remota, donde la vida y fortuna de los argentinos se acercarían peligrosamente a quedar a merced del gobierno de turno (Art. 29, C.N.); en definitiva, las normas que extinguen la propiedad sobre una parte importante de los valores depositados, es lo que más se parece a una expropiación sin su correlativa indemnización. Ante esta realidad, fuerza es recordar que “los fines perseguidos por -29- las autoridades, por laudables que sean, no bastan para consolidar las transgresiones a la Constitución Nacional; fuera de la cual no cabe esperar sino la anarquía o la tiranía” (CSJN, Fallos 198:80). Amén de estar convencidos de que la solidez del Estado democrático depende de superar la crisis y su emergencia, respetando la vigencia de los derechos esenciales de sus habitantes; porque un derecho fundamental, significa ante todo un derecho creado por la Constitución y ello implica su preexistencia al momento de pretender su manipulación legislativa.Es cierto que con el propósito de evitar el anunciado colapso del sistema financiero se fueron adoptando sucesivas medidas, primero consistentes en la restricción de retiros en dinero efectivo -incluso mediante la reprogramación selectiva de la devolución de los depósitos según hubieran sido constituidos en pesos o en moneda extranjera- y luego recurriendo a la pesificación, al cambio oficial más un incremento basado en el aumento del costo de vida, de los dólares existentes en el sistema. También es cierto que ello se sustentó en la aludida falencia en que dijeron encontrarse las entidades bancarias (dicho sea de paso, ocurrida tras la inusual magnitud de la fuga de grandes capitales consentida durante el año anterior) y por el asimétrico tratamiento dado por la propia legislación de emergencia a la pesificación de las deudas por un lado y de los depósitos por el otro.- Pero sobre lo que no se ha brindado ninguna explicación todavía y llena -30- Poder Judicial de la Nación Causa N? 4354/2002 Orden N? 3446 “MARTINEZ, HUGO ANDRES Y CEBALLOS, MARÍA CLAUDIA C/PEN S/AMPARO ” Juzg. Fed. S.Martín 2 - Sec. 3 Sala II-Reg. N? F? de perplejidad a toda la ciudadanía, es cómo se puede sostener la razonabilidad del anunciado salvataje del sistema financiero, cuando se comienza por destruir la imprescindible confianza que es menester recobrar y mantener para siquiera pensar en su debido funcionamiento (obviamente, así tampoco se la genera con el fin de que otros realicen nuevos depósitos que faciliten la postergada reactivación económica por la vía del renacimiento del crédito); al propio tiempo que se persevera en la negativa a clarificar la verdadera situación particular de cada entidad -especialmente la de aquéllas que indujeron a los depositantes a suponer el efectivo respaldo económico de sus casas matrices-, impidiendo que sean sus clientes los que demanden el cumplimiento, aunque más no fuera parcialmente, del compromiso contraído. Igualmente se carece de la más mínima información, y el recurrente representante de la autoridad económica no aportó ninguna reflexión que ayudase a superar tal ignorancia, respecto de porqué han de ser sólo los ahorristas los que deban cargar con el costo de la devaluación y del tratamiento diferenciado aplicado a la pesificación de las obligaciones del sistema (que benefició también y no en menor medida, a los grandes deudores). Más aún cuando se podría haber recurrido a otros sectores o grupos económicos, incluso mucho más pudientes, o bien haber convocado el aporte de la sociedad toda; lo que de suyo sugiere una mejor receptación en los actos de gobierno del principio de igualdad (art. 16, C.N.), caracterizado por el adecuado reparto de las cargas públicas de conformidad con la -31- capacidad contributiva de cada uno, pues en definitiva la quiebra a la que se está asistiendo es de toda la economía argentina. “El principio de generalidad significa que todos los ciudadanos han de concurrir al levantamiento de las cargas públicas, debiendo hacerlo todos los que , a la luz de los principios constitucionales y de las leyes que los desarrollan tengan la necesaria capacidad contributiva, puesta de manifiesto en la realización de los hechos imponibles tipificados en la ley” (cfr. Fernando Sainz de Bujanda en “Lecciones de Derecho Financiero”, 10 ? Ed.de la Universidad Complutense -págs. 104 y stes.).Es decir, los destinatarios del tratamiento igualitario deberían ser todos los habitantes del país que tengan capacidad contributiva; y como es obvio que la regla de la necesidad tiene una extensión “erga omnes” y la escasez de recursos impone discriminar su distribución -con mayor razón en situaciones de emergencia social-, la prioridad en su asignación debería ser puesta en función de no disminuir -o disminuir lo menos posible- aquellos recursos de que disponen quienes tienen un menor margen de ejercicio de la autonomía de la voluntad (implica la prescripción contenida en el “principio de diferencia” de Rawls, de aumentar siempre la autonomía de los menos autónomos; cfr. Carlos Santiago Nino en “Fundamentos de Derecho Constitucional”, Ed. Astrea 1992, Cap. I-ap. F). No por nada Alberdi alertaba que la riqueza “tiene por objeto satisfacer las necesidades del hombre que la forma. Así que luego que existe, ocurre averiguar cómo es que se reparte o -32- Poder Judicial de la Nación Causa N? 4354/2002 Orden N? 3446 “MARTINEZ, HUGO ANDRES Y CEBALLOS, MARÍA CLAUDIA C/PEN S/AMPARO ” Juzg. Fed. S.Martín 2 - Sec. 3 Sala II-Reg. N? F? distribuye entre los que han colaborado a producirla. Para esto es producida; y si el productor no percibe la parte que corresponde a su colaboración, deja de colaborar en lo sucesivo, o trabaja débilmente, la riqueza decae y con ella la prosperidad de la Nación. Luego es preciso que se cumpla la ley natural, que hace a cada productor dueño de la utilidad o provecho correspondiente al servicio de su trabajo, de su capital o de su tierra, en la producción de la riqueza común y partible (vid. “El sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina”, T?IV-151). La idea es que las medidas que se tomen en la emergencia económica no transgredan las normas colocadas en el pináculo del ordenamiento jurídico; que convoquen siempre la participación razonable de todos los ciudadanos, para que estos contribuyan de una manera equitativa -evaluada como equilibrio dentro de sus posibilidades-, a la formación de los recursos destinados a conjurar la crisis.Como es dable advertir, es muy difícil evitar que en el curso expositivo se filtren consideraciones de estricta política económica y se necesitaría realizar un enorme esfuerzo para no discurrir sobre los motivos que provocaron la inédita hecatombe que asola al país real. Pero además de que es imposible sustraerse totalmente de los avatares del medio social en el que transcurren nuestras vidas, el Tribunal es plenamente conciente de que le fue encomendado y se ha comprometido a cumplir y hacer respetar los derechos y garantías de la Constitución Nacional. Dando por sobrentendido de que su plena conjugación en un Estado de Derecho, se -33- logra en el marco de la vigencia de un ordenamiento jurídico signado por los principios rectores de la igualdad de trato por y ante la ley y la libertad del individuo para disponer de un piso equitativo de sus bienes, suficiente en orden a concretar razonables designios personales. “La capacidad de elegir y materializar planes de vida requiere no sólo ciertas condiciones psicológicas y físicas de los individuos, sino también recursos externos que potencien las primeras condiciones y permitan la plasmación de las preferencias de los individuos en el mundo exterior. Los recursos económicos son aún necesarios para desarrollar la actividad intelectual en la que consiste la elección de planes de vida; pero su papel central está, sobre todo, dado por su indispensabilidad para concretar prácticamente todos los proyectos vitales. La privación de acceso a esos recursos, difiere sólo cuantitativamente de la acción de impedir el desarrollo de las condiciones mentales y físicas de un individuo...” (Carlos Santiago Nino, op. cit., pág. 363).Punto en el cual viene a cuento recordar a modo de ejemplo, que muchísimas veces se ha predicado que el procedimiento redistributivo de recursos menos perturbador en términos de razonable protección equitativa de la autonomía de la voluntad y más eficiente en cuanto a su repercusión económica, es un sistema impositivo proporcionalmente progresivo. Si ese fuera el caso y el gravamen requiriera alcanzar una tasa francamente inusual o contradictoria con la apreciación doctrinaria y jurisprudencial que primó en el país, tampoco procedería aceptar un -34- Poder Judicial de la Nación Causa N? 4354/2002 Orden N? 3446 “MARTINEZ, HUGO ANDRES Y CEBALLOS, MARÍA CLAUDIA C/PEN S/AMPARO ” Juzg. Fed. S.Martín 2 - Sec. 3 Sala II-Reg. N? F? temperamento permisivo del avasallamiento del límite implicado por la exclusión constitucional de toda forma de confiscación (CSJN, Fallos 190:159; 234:129; 258:230). Porque el nuestro es un país que, si por algo se lo conoce -después de las inmensas riquezas naturales que le dieron fama y la calidad de los recursos humanos que cimentaron su prestigio cultural-, es por el enorme deterioro que lleva acumulado y el sufrimiento de sus habitantes debido al dilatado tiempo en que se ha vivido al margen de la ley.De tal suerte, se trata de saber si existen otras soluciones más justas para superar la crisis, que sean diferentes de esta inaudita transferencia de recursos que hoy preocupa principalmente a los depositantes bancarios de menores y medianos recursos, e indirectamente a los productores, a los titulares de bienes muebles e inmuebles y a los asalariados; especialmente, porque la vía elegida exhibe sin pudor un franco alzamiento contra aquellos principios consagrados por nuestra Ley Suprema. Pero también, de que no se puede pedir a los tribunales que aporten soluciones cuyo diseño no les compete, porque sus integrantes no son especialistas ni es su función opinar sobre cuestiones técnicas sumamente complejas ajenas a su formación como magistrados. En realidad, cuando se dice que los tribunales de justicia no pueden juzgar las razones de oportunidad, mérito o conveniencia que llevan al Poder Legislativo o al Ejecutivo a plasmar reformas como las que se vienen -35- operando (CSJN, Fallos 112:63; 261:409; 305:102; etc.), lo que se quiere decir es que no han sido designados para decidir cuál, de los varios medios posibles, es el mejor para alcanzar determinados fines; lo cual, obviamente, no implica que deban dejar de intervenir para impedir una inequidad manifiesta o que omitan analizar si el medio elegido guarda correspondencia con los principios, derechos y garantías amparados por la Constitución Nacional (CSJN, Fallos 171:348; 247:121; 306:126; entre muchos otros).j) Todavía se podría llegar a pensar que en el marco expreso e implícito del actual texto constitucional, no es posible proponer una solución macroeconómica eficiente que al propio tiempo se la pueda considerar respetuosa del derecho de propiedad y del tratamiento proporcionalmente igualitario con el que se debe diseñar y aplicar la ley.La única solución a tal orden de cosas, resultaría de una convocatoria destinada a reformular la norma básica donde quedarían trazados los lineamientos fundamentales -así fueren transitorios- de un nuevo pacto social. Este es el único camino alternativo que marca la Ley Fundamental y que nos viene desde el fondo mismo de nuestra historia con el mensaje de inclinarnos ante ella si queremos ser libres y no tener que hincarnos ante la tiranía. De modo que habiéndose jurado el sometimiento a su mandato, se tendrá la absoluta seguridad de que habrán desaparecido para los magistrados los obstáculos que les impiden avalar la legalidad -36- Poder Judicial de la Nación Causa N? 4354/2002 Orden N? 3446 “MARTINEZ, HUGO ANDRES Y CEBALLOS, MARÍA CLAUDIA C/PEN S/AMPARO ” Juzg. Fed. S.Martín 2 - Sec. 3 Sala II-Reg. N? F? de la actual reglamentación, por más que se diga que es la única posible de dictar para salir de la emergencia.V.- Como consecuencia del desarrollo precedente, el Tribunal tiene el deber de consignar que las normas impugnadas a través de esta acción de amparo son inconstitucionales, toda vez que suspendieron la aplicación de la ley 25.466 no obstante que el Congreso Nacional la había sancionado poco más de tres meses antes, como medio para restablecer la confianza y detener el retiro masivo de depósitos. De este modo se vació de contenido el derecho de propiedad del amparista sobre una porción importante de su acreencia, lo cual es claramente contrario a la protección consagrada por el art.17 de la Constitución Nacional, no sólo porque el Poder Ejecutivo restringió “sine díe” su disponibilidad, sino porque reemplazó la sustancia de los depósitos al imponer una moneda distinta en forma unilateral; o bien, por haber pretendido que su percepción en la moneda original, lo sea bajo una modalidad absolutamente diferente a las condiciones en que fueron pactadas. Concretamente, no es admisible sostener que las normas de mención resultan razonables, ni aún para enfrentar la aguda crisis económica y social a la que asistimos, ya que degradan la sustancia de bienes protegidos por derechos adquiridos, en directa oposición con los principios constitucionales antes señalados.Corolario de lo expuesto, es que el cumplimiento de las obligaciones emergentes del contrato de depósito que celebró el amparista con la institución -37- bancaria, no se encuentra obstaculizado ni modificado por las normas cuestionadas con la promoción de la litis, acerca de cuya inconstitucionalidad se ha concluido en los límites de los agravios formulados por el recurrente.VI.- Toca ahora atender los agravios referidos a la inconstitucionalidad del decreto n?1316/02 declarada por el iudex a quo. Al respecto cabe señalar que la norma dispone la suspensión del cumplimiento y de la ejecución de todas las medidas cautelares y sentencias definitivas dictadas en los procesos judiciales a los que se refiere el artículo 1? de la ley 25.587, por el plazo de 120 días hábiles (dec. cit. art.1?). Además, ordena que las resoluciones judiciales sean registradas en las entidades financieras y bancarias en orden cronológico para ser cumplidas una vez vencido el plazo indicado y dentro de los treinta días hábiles posteriores en el orden de su registración (dec. cit. art.2?). Por último, la normativa tachada de inconstitucionalidad establece que en los casos de excepción contemplados en la ley 25.587, la ejecución de las medidas cautelares o de las sentencias estimatorias de la pretensión deberá tramitarse ante el Banco Central (dec.cit.art.3?).a) En cuanto concierne a los artículos 1? y 2? del decreto n?1316/02, es dable indicar que la suspensión de la operatividad de resoluciones adoptadas dentro del ámbito jurisdiccional, afecta palmariamente el sistema constitucional de la división de los poderes, toda vez que la norma impugnada limita injustificadamente la actividad jurisdiccional e importa una manifiesta injerencia del Poder Ejecutivo en -38- Poder Judicial de la Nación Causa N? 4354/2002 Orden N? 3446 “MARTINEZ, HUGO ANDRES Y CEBALLOS, MARÍA CLAUDIA C/PEN S/AMPARO ” Juzg. Fed. S.Martín 2 - Sec. 3 Sala II-Reg. N? F? un ámbito exclusivo del Poder Judicial; por cuanto, se pretende regular la competencia propia de los magistrados para apreciar, en cada caso concreto, el plazo de cumplimiento de las resoluciones judiciales. En este sentido cabe recordar que la Corte Nacional sostuvo que los otros poderes del estado carecen de atribuciones para modificar, mediante el ejercicio de sus funciones específicas, las previsiones constitucionales impuestas para asegurar la independencia del Poder Judicial (CSJN, Fallos: 324:1177).Asimismo corresponde puntualizar que si bien la Corte Suprema declaró constitucional la suspensión de la ejecución de las sentencias, ello sucedió cuando se dilataba la ejecución de pronunciamientos judiciales contra el Estado Nacional, situación que no se da en el presente caso donde el objeto de las medidas cautelares y el cumplimiento de las sentencias se dirige a recuperar “créditos, deudas, obligaciones, depósitos o reprogramaciones financieras”, cuyo cumplimiento debe llevarse a cabo por las entidades bancarias.b) En lo que respecta al art. 3? del decreto 1316/02, se aprecia la afectación del principio de reserva legal por haber modificado el Poder Ejecutivo un aspecto esencial de la ley 24.144. En efecto, allí se le hace asumir al Banco Central ciertas obligaciones sin la previa autorización del Congreso Nacional. Al mismo tiempo, la norma afecta el status quo existente porque dispone el otorgamiento de recursos al sistema financiero por fuera de la operatoria prevista para ello y sin -39- establecer o determinar garantías necesarias, lo cual le están expresamente prohibidas (ley cit. arts. 3, 17 y 19).A los argumentos expuestos precedentemente se suma el hecho de que no se ha justificado la instalación de un procedimiento a simple vista dilatorio ante el Banco Central; precisamente cuando se trata de ejecutar resoluciones tendientes a atender situaciones apremiantes esgrimidas por la parte actora , cuya urgencia de disponer de su patrimonio resulta de insoslayable atención para el juez.VII.- Respecto de las costas, cabe puntualizar que no escapa a este Tribunal las particulares circunstancias en las cuales se dictaron las normas cuestionadas en la litis, por lo cual se arriba a la convicción sobre la existencia de causal justificante para la intervención defensiva de los demandados; lo que irroga la conclusión de que las costas deben ser impuestas en el orden causado (art. 68, CPCCN).Por tales fundamentos, se RESUELVE: 1?) CONFIRMAR el pronunciamiento obrante a f.143/145 vta.; debiéndose tener presente la reserva del caso federal efectuado por los recurrentes (Art. 14 de la Ley 48).2?) COSTAS por su orden en ambas instancias (ley 16.986, arts. 14 y 17; CPCC, art. 68).- REGÍSTRESE, NOTIFÍQUESE Y DEVUÉLVASE.MANSUR PRACK -40-