Cuando hablamos del sentido o sinsentido de la vida, a menudo

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Cuando hablamos del sentido o sinsentido de la vida, a menudo nos faltan las palabras. El único lenguaje
que se nos antoja válido es el de las emociones, el de las sensaciones, en suma, el lenguaje de los poetas.
Propuesta de trabajo
1. Lee los poemas y elige uno con el que te sientas más identificado. ¿A qué se debe tal identificación?
2. ¿Cómo calificarías cada poema: de religioso, de arreligioso o de antirreligioso? ¿Por qué?
3. Elabora un breve poema que recoja tus preguntas sobre el sentido de la vida. ¿Tienes una respuesta?
Voces me llaman
Señor que lo quisiste
Voces me llaman y piden que ande
dentro de un silencio macizo.
Camino por un estrecho camino
peligroso de lados peligrosos.
(Hay que estar en lo que estamos).
Si no miro donde piso
puedo poner un pie en el vacío,
y si miro, para poner el pie
adonde debo, me mareo.
Haga lo que haga todo es expuesto.
¡Ah! Puedo hacer otra cosa, sentarme,
montarme en el camino
con las piernas colgando a cada lado...
¡Qué va! Tampoco puedo,
–no está permitido dejar de caminar–,
me pisarían la cabeza los que vienen
detrás,
con sus botas de Fuego.
Esto de vivir es tan estrecho
que sólo cabemos uno.
¡Es la fila!
Por eso voy detrás de alguien,
o alguien viene detrás de mí.
¡Firmes!
¡Formen fila!
¡Arrestado el que rompa!
¡Marchen!
Toda la humanidad en línea
y a tu lado no hay nadie,
vamos solos.
GLORIA FUERTES
Señor que lo quisiste: ¿para qué habré nacido?
¿Quién me necesitaba, quién me había pedido?
¿Qué misión me confiaste? ¿Y por qué me elegiste,
yo, la inútil, la débil, la cansada...? La triste.
Yo, que no sé siquiera qué es malo ni qué es bueno,
y, si busco las rosas y me aparto del cieno,
es sólo por instinto... Y no hay mérito alguno
en la obediencia fácil a un instinto oportuno...
Y aún más: ¿Pude hacer siempre todo lo que he intentado?
¿Soy yo misma siquiera lo que había soñado?
¿En qué ocaso de alma he disipado el luto?
¿A quién hice feliz tan siquiera un minuto?
¿Qué frente oscura y torva se iluminó deprisa
tan sólo ante el conjuro de mi pobre sonrisa?
¿Evitar a cualquiera pude el menor quebranto?
¿De qué sirvió mi risa, de qué sirvió mi llanto?
Y al fin, cuando me vaya fría, pálida, inerte...
¿Qué dejaré a la Vida? ¿Qué llevaré a la Muerte?
… … … …
Bien sé que todo tiene su objeto y su motivo:
que he venido para algo y que para algo vivo.
Que hasta el más vil gusano su destino ya tiene,
que tu impulso palpita en todo lo que viene...
Y que si lo mandaste fue también con la idea
de llenar un vacío, por pequeño que sea...
Que hay un sentido oculto en la entraña de todo:
en la pluma, en la garra, en la espuma, en el lodo...
Que tu obra es perfecta, ¡oh Todopoderoso,
Dios justiciero, Dios sabio, Dios amoroso...!
El Dios de los mediocres, los malos y los buenos...
En tu obra no hay nada ni de más ni de menos...
Pero... no sé, Dios mío: me parece que a ti
–¡un Dios...!– te hubiera sido fácil pasar sin mí...
DULCE MARÍA LOYNAZ
Hombre
Luchando cuerpo a cuerpo con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.
¡Oh Dios! Si he de morir quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. ¡Oh Dios! Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.
Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos, me los sajas vivos.
Sed tengo y sal se vuelven tus arenas.
Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser –y no ser– eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!
BLAS DE OTERO
¡Qué día tan largo!
¡Qué día tan largo
y qué camino tan áspero,
qué largo es todo, qué largo,
qué largo es todo y qué áspero!
En el cielo está clavado
el sol iracundo y alto.
La tierra es toda llanura,
llanura, toda llanura,
y en la llanura... ni un árbol.
Voy tan cansado
que pienso en una sombra cualquiera.
Quiero descanso, descanso, sólo descanso.
¡Dormir! Y lo mismo me da ya
bajo un ciprés que bajo un álamo.
LEÓN FELIPE
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