COMPAÑÍA NACIONAL DE TEATRO CLÁSICO presenta: Realización de escenograf ía Mambo decorados, Reparto por orden de intervención Dycae, Sfumato, Gerriets Realización de vestuario masculino Armand Basi Realización de vestuario femenino Lorenzo Caprile SL Foto cartel Chicho Diseño gráfico Antonio Pasagali Imagen vídeo Fernando Embid (FUGA) Ayudante de dirección Pilar Valenciano Espacio sonoro Eduardo Vasco Música Can, Vitamin C (Lp. Ege bamyasi 1972), Halleluhwah (Lp. Tago mago 1971); Giuseppe Tartini (1692-1770) Sonata en sol menor Il trillo del diavolo Rey don Sancho Daniel Albaladejo Don Pedro de Guzmán José Vicente Ramos Farfán de Ribera José Ramón Iglesias Don Arias Francisco Rojas Don Gonzalo de Ulloa Mon Ceballos Fernán Pérez de Medina Jesús Calvo Busto Tavera Arturo Querejeta Sancho Ortiz de las Roelas Jaime Soler Estrella Tavera Muriel Sánchez Clarindo Paco Vila Natilde Eva Trancón Asesor de verso Vicente Fuentes Iluminación Miguel Ángel Camacho Don Manuel Fernando Sendino Don Íñigo Osorio Jesús Hierónides Alcaide Ángel Ramón Jiménez Escenograf ía Carolina González Vestuario Lorenzo Caprile Violín barroco Isaac M. Pulet Versión y dirección Eduardo Vasco 1 Director Eduardo Vasco Directora adjunta Paloma de Villota Director de producción Antonio Díaz Martínez Director técnico Miguel Ángel Camacho Gerente Lourdes Maján Coordinador de proyectos internacionales Miguel Ángel Alcántara Ayudante artístico de la dirección José Luis Massó Jefa de prensa María Jesús Barroso Jefa de publicaciones y actividades culturales Mar Zubieta Jefa de sala y taquillas Graciela Andreu Jefa de patrocinios Carmen González Adjunto a producción Jesús Pérez Adjunto a dirección técnica Raúl Sánchez Coordinador de medios Javier Díez Ena Jefa de administración Mercedes Domínguez Secretario de dirección Juan Antonio Somoza Colaboran: 2 Ayudantes de producción Miguel Cuerdo Esther Frías Belén Pezuela María Torrente Oficina técnica José Luis Martín Susana Abad Víctor Navarro Francisco M. Pozón Eduardo Romero Administración Jorge Gil Mª Teresa Martín Cristina Sánchez Víctor Sastre Ayudante de publicaciones y actividades culturales Ángeles Rodríguez Documentación e investigación Yolanda Mancebo Nathalie Cañizares Grupos y espectadores Carlos Montalvo Maquinaria Daniel Suárez Brígido Cerro Enrique Sánchez Ismael Martínez Osvaldo Habibi Francisco José Mayorga José María García Alberto Vicario Juan Francisco Guerrero Juan Ramón Pérez Eduardo Cubo Imanol Barrencua Electricidad Peluquería Manuel Luengas Antonio Román Pablo Sesmero Petra Domingo José María Herrera Juan Carlos Pérez César García Jorge Juan Hernanz José Vidal Plaza José Ramón Bugallo Santiago Antón José Antonio Castillo Maquillaje Carmen Martín Marta Somolinos Apuntadora Blanca Paulino Regiduría Alfredo Bustamante Rosa Postigo Tomás Pérez Dolores de la Torre Isabel Pérez Javier Hernández Audiovisuales Ángel M. Agudo José Ramón Pérez Alberto Cano Elena Sanz Oficiales de sala José Luis Molinero Rosa María Varanda Rufino Crespo Taquillas Ignacio Santamaría Julia Vega Neftalí Rodríguez Julián Cervera Utilería Pepe Romero Emilio Sánchez Adriana Veyrat Arantza Fernández Pedro Acosta Miguel Ángel Muñoz Luis Miguel Puerta Julio Pastor Sastrería Adela Velasco María José Peña Carmen Cajigal Conserjes José Luis Ahijón José Luis Martínez Limpieza Limpiezas Crespo S.A. Recepción Árbol técnicos S.L. Mantenimiento José Manuel Martín Gesteatral S.L. Seguridad Rosa María Sánchez Securitas Seguridad Patricia Aguirre España S.A. ÍN DICE Cronología .................................................................................... 4 Sevilla en La Estrella de Sevilla ................................................. 14 Mercedes de los Reyes Peña / Universidad de Sevilla La Estrella de Sevilla ..................................................................... 18 Joan Oleza / Universidad de Valencia Análisis de La Estrella de Sevilla ................................................ 22 I. Algo de historia ............................................................................ 22 II. Síntesis argumental del espectáculo ..................................... 26 III. Los personajes ........................................................................... 30 IV. El montaje producido por la CNTC. Año 2009 .............. 58 Director de escena y autor de la versión La escenograf ía El vestuario La asesoría de verso Actividades en clase .................................................................... 84 Bibliograf ía .................................................................................. 87 Edición y textos, Mar Zubieta. Maquetación AvantGarde Comunicación Impresión Imprenta Nacional del Boletín Oficial del Estado ISBN 978-84-87731-82-2 N.I.P.O 556-09-024-9 Dep. Legal M-12302-2009 3 CRONOLOGÍA VIDA Y OBRA DE LOPE DE VEGA 1562 Félix Lope de Vega y Carpio nace el 25 de noviembre, en Madrid. Su padre es el bordador Félix de Vega, y su madre Francisca Fernández Flores. ENTORNO HISTÓRICO Y CULTURAL Reina en España Felipe II. La corte reside en Madrid. Comienza la construcción del Escorial. Se reanuda el Concilio de Trento. 1563 Fin del asedio turco de Orán. 1565 Se crea la cofradía de la Pasión con el fin de explotar comercialmente los teatros madrileños. Muere Lope de Rueda. Santa Teresa de Jesús escribe El libro de mi vida. 1566 Felipe II envía el ejército a los Países Bajos. 1567 Felipe II nombra secretario de Estado a Antonio Pérez, partidario del príncipe de Éboli y contrario al duque de Alba. 1568 Sublevación de los moriscos en las Alpujarras. 1569 Nace Guillén de Castro. 1570 Expulsión de los moriscos de Granada. 1571 Tiene lugar la Batalla de Lepanto. Legazpi funda la ciudad de Manila. 1572 Estudia con Vicente Espinel sus primeras letras. 1573 4 Publicación en Amberes de la Biblia políglota bajo la dirección de Arias Montano. Noche de San Bartolomé: matanza de 20.000 hugonotes en Francia. Revuelta generalizada de los Países Bajos. Nace el poeta Rodrigo Caro. Don Juan de Austria toma Túnez. VIDA Y OBRA DE LOPE DE VEGA 1574 Comienza los cursos del Colegio Imperial ENTORNO HISTÓRICO Y CULTURAL Nace Antonio Mira de Amescua. de la Compañía de Jesús, en Madrid. 1575 Segunda bancarrota de la Hacienda española. 1576 Empieza en Alcalá de Henares estudios que no llega a terminar, y entra al servicio de Don Jerónimo Manrique, obispo de Ávila. 1577 Nace Rubens. El Greco se instala en Toledo. Teresa de Jesús escribe Las Moradas. 1578 Muere Félix de Vega, su padre. Ercilla escribe la 2ª parte de La Araucana. Muere don Juan de Austria. Nace el futuro Felipe III de España. Felipe II acepta la división de Flandes. Muere el rey don Sebastián de Portugal en la batalla de Alcazarquivir. 1579 Parece que en este año comienza sus Nace Luis Vélez de Guevara. Antonio Pérez es detenido; condenado a muerte, huye a Francia. Se nombra al cardenal Granvela secretario real. relaciones con Elena Osorio. La primera comedia que conservamos de Lope, Los hechos de Garcilaso, está fechada entre 1579 y 1583. 1580 Nacen Quevedo y Ruiz de Alarcón. Se imprimen las Obras de Garcilaso, con anotaciones de Fernando de Herrera, actor y autor. Nace en Murcia Andrés de Claramonte, actor y autor. 1581 Las Cortes de Tomar reconocen a Felipe II como rey de Portugal. 5 VIDA Y OBRA DE LOPE DE VEGA 1582 ENTORNO HISTÓRICO Y CULTURAL Nace el conde de Villamediana. Muere Santa Teresa de Jesús. Coalición de Holanda, Inglaterra y Francia contra España. 1583 Se embarca en la expedición a las Azores, a las órdenes de don Álvaro de Bazán. Se imprimen La perfecta casada y De los nombres de Cristo de Fray Luis de León y Camino de perfección de Santa Teresa de Jesús. Se impone el uso del calendario gregoriano. 1584 Finalizan los trabajos de construcción de Juan de Herrera en el Escorial. 1585 Guerra entre España y Francia. Durará hasta 1598. Cervantes publica La Galatea. Góngora comienza a parodiar los romances de Lope. 1587 Es ya un autor dramático conocido. Se le detiene y procesa por libelos contra Elena Osorio. 1588 Se le condena a ocho años de destierro de la corte y a dos del reino de Castilla. Antes de cumplir la sentencia, rapta a Isabel de Urbina y se casa por poderes con ella. Se translada a Valencia. Lope afirma que se embarcó en la Armada Invencible, pero no lo sabemos con certeza. 1589 Muere su madre. Confirmación eclesiástica de su boda con Isabel de Urbina en Valencia, donde vive. Sus versos comienzas a difundirse a través de las Flores de romances nuevos. 6 La Armada Invencible fracasa. El Greco acaba El entierro del conde Orgaz. Se publica en Huesca la Flor de varios romances nuevos y canciones. VIDA Y OBRA DE LOPE DE VEGA ENTORNO HISTÓRICO Y CULTURAL 1590 Una vez cumplido el destierro de Castilla, se instala en Toledo y entra al servicio de don Francisco Ribera Barroso, marqués de Malpica. 1591 Mueren Fray Luis de León y San Juan de la Cruz. 1592 Se translada a Alba de Tormes, y entra al servicio del duque de Alba. 1593 Felipe II entra con sus tropas en París. Enrique IV se convierte al catolicismo, anulando las pretensiones de Felipe II al trono francés. 1595 Muere en Alba de Tormes su mujer, Isabel de Urbina. Jerónimo Velázquez, padre de Elena Osorio, le perdona, y nuestro autor consigue el indulto de su destierro de la corte, trasladándose a Madrid. 1596 En Madrid conoce a Micaela Luján, Camila Lucinda. Se le procesa por amancebamiento con Antonia Trillo. Posible fecha de La malmaridada. 1597 Nace Descartes. Tercera bancarrota de la Hacienda española. Muere Juan de Herrera, arquitecto del Escorial. 1598 Se casa el 25 de abril con Juana de Guardo. Publica La Dragontea y La Arcadia. El marqués de Sarria, futuro conde de Lemos, le nombra su secretario. Muere Felipe II; le sucede Felipe III. Fin de la guerra francoespañola. Nace Zurbarán. 7 VIDA Y OBRA DE LOPE DE VEGA 1599 Viaja a Valencia para asistir a las bodas de Felipe III con Margarita de Austria y de Isabel Clara Eugenia con el archiduque Alberto. Publica El Isidro. De este año son sus comedias El alcaide de Madrid, El Argel fingido, El blasón de los Chaves y Las pobrezas de Reinaldos. 1600 Posiblemente en esta fecha ya tiene compuestas las comedias Los Benavides, La contienda de García y El ingrato arrepentido. 1601 ENTORNO HISTÓRICO Y CULTURAL Se edita el Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán. Nace Velázquez. Gran epidemia de peste bubónica en España. El duque de Lerma se convierte en la persona de confianza de Felipe III. Pedro Calderón de la Barca nace en Madrid, el 17 de enero. Se publica el Romancero General. Nacen Baltasar Gracián y Alonso Cano. La Corte se traslada a Valladolid. 1602 Vive en Toledo con su mujer Juana Guardo Shakespeare escribe Hamlet. y su familia y viaja a Sevilla, donde vive Micaela Luján. Publica La Dragontea. 1603 Escribe El cordobés valeroso, La corona Muere Isabel I de Inglaterra. merecida, y posiblemente también en esta fecha La viuda valenciana y El arenal de Sevilla. 1604 Viaja a Sevilla e imprime allí El peregrino en su patria. En Zaragoza se publican Las comedias del famoso poeta Lope de Vega. 1605 Escribe La noche toledana y El rústico España firma la Paz de Londres con Jacobo I de Inglaterra. Segunda parte del Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán. Devaluación de la moneda. Primera parte de El Quijote. del cielo. Nace en Toledo Marcela, hija de Lope y de Micaela Luján. Está al servicio del duque de Sessa. 1606 En Toledo nace Carlos Félix, hijo de Lope y de Juana Guardo. 8 La Corte vuelve a Madrid. Nacen Rembrandt, Pierre Corneille y Rojas Zorrilla. Se estrena Orfeo de Monteverdi. VIDA Y OBRA DE LOPE DE VEGA ENTORNO HISTÓRICO Y CULTURAL 1607 Nace Lope Félix, hijo suyo y de Micaela Luján. 1608 Finaliza su relación con Micaela Luján. Nace Milton. De este año son probablemente Los melindres de Belisa, Lo fingido verdadero y Peribáñez y el comendador de Ocaña. 1609 Publica en Madrid El Arte nuevo de hacer comedias, Jerusalén conquistada y la Segunda parte de sus comedias. Ingresa en la Congregación de Esclavos del Santísimo Sacramento. 1610 Se instala en Madrid con su familia legítima, la de Juana Guardo, vive en la calle de Francos, hoy calle de Cervantes, y escribe La hermosa Esther y La buena guarda, y probablemente, El mejor mozo de España. 1611 De este año son Barlaán y Josafat y El villano en su rincón. 1612 Publica la Tercera parte de sus comedias. Ingresa en la Orden Tercera de San Francisco. Muere Micaela Luján. Muere Carlos Félix. 1613 Escribe La dama boba y probablemente El perro del hortelano. Muere Juana Guardo. Nuestro autor sufre una profunda crisis. Felipe III expulsa a los moriscos de España. Unas 275.000 personas procedentes en su mayoría de Valencia, tienen que irse del país. Comentarios reales del Inca Garcilaso de la Vega. Tregua de los Doce Años con los Países Bajos. Telescopio de Galileo. Kepler: Astronomía Nova. Enrique IV, rey de Francia, es asesinado. Sube al trono Luis XIII. Muere Juan de la Cueva. Tiene lugar el proceso más importante de la Inquisición: se quema a seis personas del valle de Zugarramundi en un Auto de Fe. Galileo publica Siderius mundi. Claramonte reside en Sevilla entre 1610 y 1620, ya con Compañía propia, que en 1615 pasa a ser una de las doce que tienen privilegio del rey. Tesoro de la lengua de Sebastián de Covarrubias. Se cierran los teatros por la muerte de la reina Margarita. Muere Leonardo de Argensola. Posible fecha de la muerte de Mateo Alemán. Novelas Ejemplares de Cer vantes. Se difunden e l Polifemo y las Soledades de Góngora. Claramonte publica en Sevilla Letanía moral. 9 VIDA Y OBRA DE LOPE DE VEGA 1614 Se ordena sacerdote en Toledo. Publica Las rimas sacras y la Cuarta parte de sus comedias, incluyendo Peribáñez y el comendador de Ocaña. ENTORNO HISTÓRICO Y CULTURAL Muere el Greco. El condenado por desconfiado, de Tirso de Molina. Quiebran los banqueros de la corona. 1615 Se publica la Sexta parte de sus comedias. Cervantes publica la segunda parte de El Quijote y sus Ocho comedias y Ocho entremeses. 1616 Empieza su relación con una mujer Mueren Cervantes y Shakespeare. Se editan póstumamente Los trabajos de Persiles y Sigismunda. casada, la joven Marta de Nevares, la Amarilis del Lope poeta y la Marcia Leonarda del Lope novelista. 1617 Nace Antonia Clara, hija suya y de Marta de Nevares. Imprime la Octava parte de sus comedias, la Séptima parte, con El villano en su rincón y la Novena parte, incluyendo La dama boba. 1618 Se publican las Partes X y XI de sus comedias. Claramonte publica Fracmento a la Purísima Concepción. El duque de Lerma es reemplazado por su hijo, el duque de Uceda, en el favor de Felipe III. Comienza la Guerra de los Treinta Años. Nacen Murillo y Moreto. Se publican Las mocedades del Cid de Guillén de Castro y el Marcos Obregón de Vicente Espinel. 1619 Muere el marido de Marta de Nevares. Se imprime Fuente Ovejuna en la Parte XII de sus comedias, y el Romancero espiritual. 1620 Da a la imprenta las Partes XIII y XIV de sus comedias. Organiza una Justa poética para celebrar la beatificación de San Isidro. Posiblemente escribe El caballero de Olmedo. 10 Calderón participa en el certamen poético que se celebra en Madrid a raíz de la beatificación de San Isidro. Bacon publica el Novum organum. Claramonte representa La infelice Dorotea, que firma con su seudónimo habitual, Clarindo. VIDA Y OBRA DE LOPE DE VEGA 1621 Publica las Partes XV, XVI y XVII de sus comedias, y La Filomena. 1622 Se imprimen La juventud de San Isidro y La niñez de San Isidro. Interviene en las fiestas por la canonización del santo. 1623 Marta de Nevares enferma de los ojos y queda ciega. Se publican las Partes XVIII y XIX de sus comedias. Su hija Marcela profesa como religiosa trinitaria. 1624 Se imprimen La Circe y Novelas a Marcia Leonarda. 1625 En este año publica, probablemente, La niñez del padre Rojas y La moza de cántaro. Publica también la Parte XX de sus comedias. 1626 Se imprimen los Soliloquios amorosos de un alma a Dios. ENTORNO HISTÓRICO Y CULTURAL Empieza la guerra con Holanda. Muere Felipe III y sube al trono Felipe IV. Se cierran los corrales de comedias. Aumentan los impuestos y tributos. Calderón es premiado en el certamen poético con que se celebra la canonización de San Isidro. Privanza del conde-duque de Olivares. Nace Molière. Urbano VIII es elegido papa y condena el jansenismo. Velázquez es nombrado pintor de cámara. Richelieu es nombrado primer ministro francés. Rendición de Breda. Carlos I, rey de Inglaterra. Los ingleses atacan Cádiz. Se publica El Buscón de Francisco de Quevedo. Claramonte muere en Madrid en la calle del Niño, donde vivía su admirado Góngora. 1627 Se estrena La cisma de Ingalaterra de Calderón. Primera parte de las comedias de Tirso de Molina. Muere Luis de Góngora. Se publica su obra y los Sueños y discursos de Quevedo. 1628 Marta de Nevares se vuelve loca. Se publica Movimientos del corazón de William Harvey, médico y fisiólogo inglés. Calderón escribe El príncipe constante. 11 VIDA Y OBRA DE LOPE DE VEGA ENTORNO HISTÓRICO Y CULTURAL 1628 Motines en Santarem y Oporto. Captura de la flota española por los suecos en Matanzas (Cuba). 1629 Calderón escribe La dama duende y Casa con dos puertas mala es de guardar. 1630 Imprime Laurel de Apolo. Motines en Vizcaya. Dieta de Ratisbona. Se inician las obras del palacio del Retiro. Paz con Inglaterra. El burlador de Sevilla de Tirso de Molina. 1631 El 24 de de junio se representa La Calderón escribe La devoción de la cruz. Mueren Leonardo de Argensola y Guillén de Castro. noche de San Juan. Estrena El castigo sin venganza. 1632 Marta de Nevares muere. Lope publica La Dorotea. 1633 Imprime la Égloga Amarilis. 12 Galileo publica el Diálogo sobre los dos mayores sistemas. Nacen Spinoza y Locke. VIDA Y OBRA DE LOPE DE VEGA 1634 Su hijo Lope Félix se embarca en una expedición a Isla Margarita y muere. Imprime Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos. 1635 Su hija Antonia Clara se fuga con don Cristóbal Tenorio. Estrena Las bizarrías de Belisa. Publica la Égloga Filis, y las Partes XXI y XXII de sus comedias. Muere el 27 de agosto. El duque de Sessa paga el entierro de nuestro autor. El Ayuntamiento de Madrid quiere organizar unas solemnes honras fúnebres en su honor, pero el Consejo de Castilla se opone, y no llegan a celebrarse. Muchas obras de Lope se publicaron después de su muerte. La Estrella de Sevilla está incluida en el tomo IV de sus Comedias sueltas, encabezado por El amor enamorado y otras comedias, editado, sin lugar ni año, posiblemente hacia 1640. ENTORNO HISTÓRICO Y CULTURAL Se inaugura el Coliseo del Buen Retiro con El nuevo palacio del Retiro, de Calderón. Victoria española en Nördlingen contra los suecos. Quevedo publica La cuna y la sepultura. Velázquez pinta La rendición de Breda. Se nombra a Calderón director de las representaciones de palacio. Escribe La vida es sueño y El médico de su honra. Guerra con Francia. Fundación de la Academia francesa. 13 Sevilla en La Estrella de Sevilla* Castillo de San Jorge, antigua prisión de Sevilla, cerca del puente de Triana. Detalle de Sevilla, de Ambrosius Brambilla. Roma, Petrus de Nobilibus D., 1585. Aguafuerte. Biblioteca Nacional de España, Madrid. Sevilla es una ciudad de frecuente presencia en nuestro teatro áureo, apareciendo retratada por los dramaturgos desde los más diversos prismas y bajo los más distintos ángulos. Son numerosas las comedias barrocas cuya acción se desarrolla total o parcialmente en ella y donde se la celebra bajo muy variados aspectos: sus torres, riqueza, floreciente comercio, bullicioso puerto, abundantes “valientes”, belleza de sus mujeres, costumbres… sin que falte incluso el elogio del valor, virtud e incorruptibilidad de su gente e instituciones frente a la actuación pasional de un rey, como sucede en La Estrella de Sevilla. Conviene recordar, como marco de referencia, que la Sevilla del Siglo de Oro era una cosmopolita y abierta urbe, la cual se había convertido en centro comercial y mercantil de España y, culturalmente, en * Este breve artículo fue publicado por primera vez en el Boletín de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, 39, 1998. 1 14 Lope de Vega, El peregrino en su patria, ed., introd. y notas de Juan Bautista Avalle-Arce, Madrid, Castalia (Clásicos Castalia, 55), 1973, pp. 353-354. un enclave importante. Una ciudad a la que Lope de Vega ve, en El peregrino en su patria (1604), como “bellísima por su riqueza, grandeza y majestad, trato, policía, puerto y puerta de las Indias, por donde todos los años se puede decir que entra dos veces en ella el sustento universal de España”1. Es verdad que, junto a esta Sevilla de la grandeza, existía la Sevilla del hambre, marginación, delincuencia, enfermedad y miseria, tan bien descrita en la novela picaresca o en la novela corta cervantina, pero ambas convivían, siendo la cara y la cruz de una misma moneda. En La Estrella de Sevilla, su autor se queda con la primera imagen, ofreciendo una visión ideal de la ciudad que permite incluir la obra entre los urbis encomia. Si bien la acción del drama se sitúa en la Edad Media, durante el reinado del monarca Sancho IV el Bravo (último cuarto del siglo XIII), la Sevilla que está f ísicamente presente desde los primeros versos es ya la ciudad aurisecular. Su importancia y magnanimidad quedan aseguradas desde el comienzo: REY Muy agradecido estoy al cuidado de Sevilla, y conozco que en Castilla ya soberano rey soy. 2 3 Desde hoy reino, pues desde hoy Sevilla me honra y ampara, que es cosa evidente y clara, y es averiguada ley, que en ella no fuera rey si en Sevilla no reinara (vv. 1-10)2. Para comprender mejor el sentido de los versos iniciales de la obra, no se puede olvidar que Sevilla en la crisis sucesoria entre el todavía infante don Sancho y su padre Alfonso X había permanecido fiel a éste. De aquí, el valor que tiene para Sancho IV la fastuosa acogida y obediencia que le dispensa la ciudad hispalense, cuando ya convertido en rey de Castilla y León llega a ella. Pero esta ciudad que recibe con tanta gala y lealtad a Sancho IV, se va a encontrar no con el rey deseado –cuya imagen dibujan con nitidez los caballeros sevillanos protagonistas de la obra– sino con un “rey-galán” que, como otros de la comedia española, se caracterizará por su condición enamoradiza, la violencia pasional, y la soberbia y la injusticia en sus actuaciones3. Aquí el monarca, enamorado lascivamente de Estrella Tavera, frustrará su compromiso matrimonial con Sancho Ortiz de las Roelas, al que convertirá en ejecutor de la muerte de su hermano Busto Tavera, regidor de la ciudad y R. Foulché-Delbosc, ed., “La Estrella de Sevilla”, Revue Hispanique, 48, 1920, pp. 497-678, por donde cito, modernizando las graf ías, acentuación y uso de mayúsculas. Véase Juana de José Prades, Teoría sobre los personajes de la comedia nueva, en cinco dramaturgos, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1963, pp. 102-105. 15 garante del honor de aquélla. Sin embargo, en esta confrontación, Sevilla, que está presente en la pieza a través de sus calles, la belleza de sus mujeres asomadas a las ventanas y balcones durante el recibimiento real, el Alcázar, las rondas nocturnas de sus galanes, la casa de los Tavera, sus iglesias –San Marcos, Santa María de las Cuevas–, el castillo de Triana, el continuo eco de sus gentes, sus poetas, sus alcaldes mayores, sus regidores…, no se doblega. Condena la actuación de un rey que subvierte los principios de una institución monárquica que la Ciudad respeta. Impulsado por la satisfacción de su violento deseo amoroso y sin importarle los medios para conseguir sus fines, Sancho IV pronuncia una frase al final de la primera jornada –“Castilla / estatuas la ha de labrar” (vv. 907-908)–, referida a la esclava que lo conducirá al lecho de Estrella, que deja al descubierto –a mi juicio– su bajeza como rey y es signo inequívoco de su errado proceder en el resto de la obra. Estos versos, puestos en boca de su confidente y privado Arias, cuyos torcidos consejos admite, son también clara muestra de la injusticia propia del rey-galán: Pague [Busto] con muerte el disgusto; degüéllale, vea el sol naciendo el castigo justo, pues en el orbe español no hay más leyes que tu gusto. (vv. 1185-1189) Sin embargo, frente a esa inmoralidad de la traidora esclava Natilde, y, en particular, 16 de Arias y de Sancho IV, se alzan la dignidad, decoro y honor de los demás personajes, cuya ejemplaridad en su forma de actuar, reconocida reiteradamente por el mismo Rey y su privado, contribuye a rebajar aún más la figura del monarca: DON ARIAS La gente desta ciudad obscurece la romana. […] REY No he visto gente más gentil ni más cristiana que la desta ciudad: callen bronces, mármoles y estatuas. (vv. 2744-2745 y 2774-2777) Hasta tal punto que el Rey llega a exclamar respecto a la conducta de Estrella y Sancho en el desenlace del drama que “en sus grandezas agravian / la mesma naturaleza” (vv. 2785-2786). Las lecciones al monarca son continuas a lo largo de la obra. Destaquemos entre ellas la enérgica respuesta que don Pedro de Guzmán, uno de los dos alcaldes mayores, da a Sancho IV ante su airada sorpresa y enfado por la decisión de éstos de ejecutar a Sancho Ortiz, cuando todo parecía que iba a desarrollarse conforme a sus deseos: DON PEDRO Como a vasallos nos manda, mas como alcaldes mayores no pidas injustas causas; que aquello es estar sin ellas, y aquesto es estar con varas, y el Cabildo de Sevilla es quien es. REY Bueno está. Basta, que todos me avergonzáis. (vv. 2915-2922) Con esa firme decisión de sus justicias, el Cabildo municipal hispalense, es decir, la institución que representa a la ciudad, desautoriza moralmente al Rey, lo pone contra las cuerdas y le obliga a confesar: REY Sevilla, matadme a mí, que fui causa desta muerte. Yo mandé matalle, y aquesto basta para su descargo. […] (vv. 2968-2972). Si bien esta respuesta de Farfán de Ribera, el otro alcalde mayor: Así Sevilla se desagravia, que pues mandastis matalle, sin duda os daría causa (vv. 2978-2981). justifica al monarca, el espectador que ha seguido todo el proceso desde el comienzo sabe bien que no hubo tal causa y que 4 fueron sus desafueros los conducentes a la actuación de Busto, a su asesinato y a la tragedia. Esta concesión final hecha por la Ciudad era la única salida posible dentro del sistema político imperante en la España barroca, donde el rey ejercía su poder por derecho divino y no podía ser castigado por sus vasallos. Así lo manifiesta Sancho Ortiz, cuando tras saber a quién debe matar se debate en un trágico monólogo entre su obligación para con el Rey y sus deseos, entre el honor y el amor: Pues, ¿qué debo obedecer? La ley que fuere primero. Mas no hay ley que aquesto obligue; mas sí hay, que, aunque injusto el Rey, debo obedecer su ley, y a él después Dios le castigue. (vv. 1749-1754) Como indica Joan Oleza4, La Estrella de Sevilla es la tragedia del poder tiránico y esa interpretación casticista-popularistanacionalista de nuestro teatro barroco defendida por gran parte de la crítica puede ser contestada desde el interior mismo de la producción de Lope de Vega y de otros dramaturgos áureos, siendo esta obra un claro ejemplo de ello. Mercedes de los Reyes Peña (Universidad de Sevilla) Joan Oleza, "Los géneros en el teatro de Lope de Vega: el rumor de las diferencias", en Del horror a la risa. Los géneros dramáticos clásicos. Homenaje a Christiane Faliu-Lacourt, Kassel, Reichenberger, 1994, pp. 235-250. 17 La Estrella de Sevilla1 Si Estrella Tavera es “un borrón de lumbre oscura”, si su oscura belleza deslumbra la tarde y la hace parecerse al alba, el drama al que da título tiene ese mismo matiz oscuro de la tragedia y del misterio, y brilla en el firmamento del teatro clásico español, tan poblado de estrellas, con aquella calidad deslumbrante y sombría que hizo exclamar al Rey Don Sancho, cuando soñó poseer a la dama: “Oscura noche seré / para una oscura doncella / y sólo con una estrella / más que el sol alumbraré”. El espectador tiene ante sí la puesta en escena de una de las joyas de nuestro Siglo de Oro. Llegó a nosotros envuelta en brumas y mezclada con los primeros acordes de la Modernidad, recién inaugurado el 800. Se había publicado dos veces en el siglo XVII , pero en ediciones poco fiables y 1 18 distintas entre sí, que la atribuían a Lope de Vega. Después hubo un largo silencio hasta que en los albores del Romanticismo C. Mª Trigueros la devolvió a la escena, refundida, bajo el título de Sancho Ortiz de las Roelas (1804). El éxito de público, así como el decidido programa de recuperación de nuestro teatro clásico que los románticos pusieron en práctica, usándolo como vanguardia de sus propias convicciones, impulsaron la obra hasta las primeras filas del canon. Después vinieron las primeras versiones al francés (Le Cid d´Andalousie, 1823, de P. Lebrun) y al alemán (Der Stern von Sevilla, 1824, del Barón von Malsburg), o el estudio (1817) que le dedicó uno de los primeros coleccionistas de la obra de Lope, el británico Lord Holland, y las primeras ediciones modernas (Boston, 1828…). Sucesivas traducciones, adaptaciones y estudios la Esta presentación acompañaba a la versión de La Estrella de Sevilla que Joan Oleza realizó en 1998 para la Compañía Nacional de Teatro Clásico. El montaje fue dirigido por Miguel Narros y estrenado en el Teatro de La Comedia de Madrid en octubre de 1998. La versión de Oleza se publicó en Textos de Teatro Clásico, 22, Madrid, INAEM - CNTC, 1998. sitúan en la panorámica europea (Vieil-Castel, Latour, Conde de Schack, Klein, Schaëffer, Hartzenbusch, Menéndez Pelayo…), en la que no falta la ópera (L´Étoile de Seville, de Lucas y Balfe) ni la zarzuela (La Estrella de Madrid, de López de Ayala). Con el mayor conocimiento de la obra llegaron también las dudas. Uno de sus más decididos apologistas, Marcelino Menéndez Pelayo, fue el primero en llamar la atención sobre el desaliño del estilo y la irregularidad de su escritura, que él atribuye a la intervención, sobre el original de Lope, de una segunda mano, la poco diestra del actor y dramaturgo Andrés de Claramonte. Posteriores estudios, a veces relevantes, como los de Foulché-Delbosc o Morley y Bruerton, llegan a descartar que la obra fuera escrita por Lope, sin pronunciarse sobre quién pudo escribirla. Leavitt y, en los últimos años, Rodríguez López-Vázquez, han reivindicado la figura de Claramonte y han reclamado para él la autoría de La Estrella de Sevilla. Pero la obra sigue oponiendo su misterio y su silencio, y no pocas veces desbarata las respuestas con nuevas preguntas, todavía sin contestar. Que la traza es de Lope, es algo que ofrece pocas dudas. Su intriga es una más de las que concibió como variaciones sobre un mismo tema, que le permitieron explorar la complejidad de un universo incipientemente moderno y sus conflictos centrales –tal el de los derechos del individuo frente al poder absoluto del monarca, propio de la transición de una cultura feudal del vasallo a una moderna del ciudadano–, analizándose caso a caso, sin respuestas preconcebidas, en sus circunstancias cambiantes y en sus divergentes soluciones. Es una estrategia guiada por un instinto muy moderno, incluso muy posmoderno, el instinto de la relatividad y la provisionalidad de la experiencia humana. El conflicto que centra la primera parte de La Estrella de Sevilla lo exploró Lope en una serie de obras que presentan circunstancias muy similares, pero tratamientos muy distintos: cómico en El lacayo fingido, tragicómico en Obras son amores o La niña de plata, trágico en nuestra obra. En las dos primeras la atmósfera que envuelve el conflicto es imaginaria, casi de cuento maravilloso; en las otras dos entramos de lleno, sin embargo, en la historia de España. En una agitada Castilla de finales del siglo el príncipe Don Sancho, apodado el Bravo, se ha rebelado contra su padre, el rey Alfonso el Sabio, y apoyado por una nobleza insurrecta reclama para sí el trono frente a los derechos de los Infantes de la Cerda, sus sobrinos, hijos del primogénito recientemente fallecido. En la obra, la ciudad de Sevilla (que en la historia fue fiel hasta el final a Alfonso) reconoce por rey a Sancho. Su Cabildo, del que forman parte Busto Tavera (Veinticuatro, o sea, Regidor) y Sancho Ortiz de las Roelas, le da posesión de la ciudad. Enlaza así La Estrella de Sevilla con ese género de drama histórico, o de “Hechos famosos”, que Lope inaugura en su madurez, a partir de 1599-1600, y que cultiva intensamente XIII 19 en una época en que su biograf ía se manifiesta más independiente de la corte, más ciudadana y profesional que nunca. Y enlaza también con los dramas históricos de la “Honra villana”, como Fuenteovejuna, Peribáñez y el Comendador de Ocaña o El mejor alcalde, el Rey, con los que comparte el mismo conflicto de fondo (el vasallo exige activamente el respeto de sus derechos frente a los abusos del déspota), y de los que se diferencia por su ambientación urbana y de clase media frente al mundo rural de los hidalgos y labradores honrados de estas obras. En La Estrella se insinúan además otros conflictos, tal el de las exigencias contrapuestas del amor y el honor (que da pie a uno de los monólogos más intensos de nuestro teatro, además de a un melancólico desenlace), o el de la libertad humana sometida a la amenaza –y la sospecha– de la fatalidad (especialmente en esa estremecedora serie de escenas en que Estrella pasa del júbilo por sus bodas a la proclamación de su infortunio), o el de la ética enfrentada a la razón de estado, presente en toda la segunda parte de la obra, que 20 contrapone a Sancho Ortiz y al Rey Don Sancho y que tantas connotaciones de actualidad sugiere… Pocas obras de nuestro teatro clásico, incluidas las más grandes, ofrecen al espectador un repertorio de escenas tan variadas y de tanta densidad dramática. Las que sabemos escritas con toda seguridad por Claramonte no alcanzan nunca, ni de lejos, esta intensidad y equilibrio que la trama desvela. Es cierto que la riqueza del verso no acompaña siempre a la riqueza de la trama, y que si ésta parece reclamar la firma de Lope, aquélla parece rehusarla. Hay muy bellos versos en la obra, pero la factura de conjunto es irregular. En uno y otro caso, del taller de Lope se trata, y ninguno de los indicios hasta ahora indagados permite desvelar el misterio, ni autoriza a atribuir a este o a aquel dramaturgo lo que tal vez –sólo tal vez– no escribió Lope, pero que las ediciones antiguas y la tradición le asignan. Joan Oleza (Universidad de Valencia) Comedias sueltas de Lope de Vega. Tomo IV, El amor enamorado y otras comedias, s. l. n. a. Folios 1r, 1v y 2r., Biblioteca Nacional de España, Madrid. 21 Análisis de La Estrella de Sevilla I. Algo de historia Los hechos históricos en torno a los que se desenvuelve el fondo de La Estrella de Sevilla están centrados, como sabemos, en la subida al trono del infante Sancho, segundo hijo del rey Alfonso X el Sabio, cuyo padre, Fernando III el Santo, había unificado los reinos de Castilla y León. Fernando, el primogénito de Alfonso X, murió prematuramente sin llegar a reinar. El problema de sucesión se planteó porque, según la tradición del Derecho castellano, la transmisión del trono en este caso debía producirse hacia el segundo hijo del rey, que era el infante Sancho, pero la traducción de las Partidas y la incorporación a través suyo del Derecho romano al 22 Derecho castellano había supuesto un cambio en el procedimiento, de forma que las expectativas de suceder al infante Fernando corresponderían a sus hijos, los infantes de la Cerda. Se unía a todo esto el que una parte de la nobleza no estaba de acuerdo con las decisiones del rey Alfonso ni con su política, porque la romanización legislativa había supuesto también una pérdida de sus privilegios, así que aprovecharon la rebeldía del infante Sancho ante la situación planteada, y se unieron a él en sus pretensiones de reinar. El momento político era dif ícil para Alfonso X, porque este rey había pretendi- do el trono del Sacro Imperio, a la muerte en 1250 del emperador Federico II, apoyado en unos derechos de sucesión, derechos teóricos, porque este trono no era hereditario sino que se transmitía a través de dinero e influencias con el Papado. Alfonso X estuvo durante muchos años más pendiente de lo que pasaba en Roma que en la Península, y el resultado fue que tuvo que acabar enfrentándose, entre otros problemas gravísimos, a una economía en crisis, que desembocó en inflación y la devaluación de la moneda, y un ataque en 1275 de los benimerines, que vinieron llamados por el rey de Granada y llegaron hasta las puertas de Sevilla. Precisamente la intervención militar del infante don Sancho cortó la invasión norteafricana. En este momento Alfonso X reconoce a Sancho como su sucesor, y los nobles hacen causa común con el Infante. Tensiones con los reinos de Aragón, Navarra y Francia complican aún más la situación, y los infantes de la Cerda reclaman sus derechos; el rey Alfonso X, ante tantas presiones y una situación prácticamente de guerra civil, se recluye en Sevilla, donde muere no sin antes testar a favor de su nieto Alfonso de la Cerda. Sancho se insubordina, incumpliendo el testamento de su padre, y apoyado en la nobleza, consigue ser proclamado rey en Toledo en 1284. Sancho, nacido en 1257 o 1258, reina hasta su muerte en 1295 con el nombre de Sancho IV el Bravo; se casa en 1282 con María de Molina, con la que tuvo seis hijos. Le sucedió el primero de los varones, que sería Fernando IV, el Emplazado. La Compañía Nacional de Teatro Clásico ha considerado oportuno poner en escena en 2009 un texto como La Estrella de Sevilla, sin discusión uno de los mejores de nuestro Siglo de Oro. Su atribución a Lope de Vega, sin embargo, sí ha sido, y viene siendo, objeto de controversias en el campo de la Filología, que a veces han desanimado a la gente de teatro a la hora de su puesta en escena. Pero la cercanía y la vigencia de su tema son enormes, porque La Estrella nos habla de conflictos actuales, tanto el de los derechos del individuo, vasallo, súbdito y ciudadano frente al poder del jefe de Estado, en este caso un monarca tirano, como el de la libertad de la mujer a la hora de escoger su propio destino. Su esencialidad, y lo moderno de las respuestas que sus personajes se dan a sí mismos y a los espectadores, justifican plenamente la presencia de La Estrella de Sevilla sobre nuestros escenarios. Ésta es la segunda vez que la CNTC pone el texto en escena, ya que la primera fue en octubre de 1998, hace más de diez años, de la mano del maestro Miguel Narros en la dirección y con versión de Joan Oleza, de la Universidad de Valencia. La actividad del Clásico está presidida por la renovación y por la tradición; de forma que, en ocasiones, sus espectáculos se montan sobre las obras más conocidas de los principales autores del XVII español, y otras veces sus puestas en escena trabajan autores o textos menos conocidos y representados. Esta tradición, iniciada por la Compañía Nacional de Teatro Clásico 23 desde su fundación en 1986, acoge también el hecho de volver a poner en escena determinados textos desde distintas perspectivas artísticas, como sucede ahora con La Estrella de Sevilla. Y ésta es, también, la razón de que hayamos solicitado de Mercedes de los Reyes, de la Universidad de Sevilla, y de Joan Oleza, de la Universidad de Valencia, autorización para reproducir en este Cuaderno Pedagógico 31, dedicado a nuestra puesta en escena del 2009, con dirección de escena y versión de Eduardo Vasco, los mismos textos que en octubre de 1998 acompañaron al montaje de Miguel Narros. Ambos artículos, el de Mercedes de los Reyes dedicado a la presencia de la ciudad de Sevilla en La Estrella, y el de Joan Oleza sobre las circunstancias y temática del texto y su propia versión, no han perdido hoy nada de su significado y su vigencia. Como habrán visto un poco más atrás, su amabilidad nos acompaña. En 2009 celebramos el cuatrocientos aniversario de la publicación en 1609 del Arte nuevo de hacer comedias, de Lope de Vega. Al añadir a esto que, para recordar durante este año al genial dramaturgo, la CNTC pone en escena entre otras obras de Lope, La Estrella de Sevilla, sería oportuno recordar brevemente el papel que su autor juega en la creación del concepto de comedia española, para acercarnos más al signi- 1 24 ficado que La Estrella puede tener; me permito seguir de cerca los pasos de Joan Oleza1, dado que su análisis del asunto y las conclusiones a las que llega me parecen certeras y clarificadoras. La Estrella de Sevilla, sea de Lope en su totalidad o no, pertenecería por la época en que fue escrita a la primera etapa de elaboración y consolidación de la comedia nueva, si hablamos de 1609 como el momento de su fundación por Lope. La Estrella, nos ha llegado en dos ediciones del XVII, una de ellas suelta, incluida en el t. 4º de las Comedias sueltas de Lope, sin lugar ni año, en torno a 1640 y otra, desglosada de un volumen que tenía varias comedias más, que conocemos a través de la edición que de ella hace Foulché-Delbosch en 1920. Ambas están atribuidas a Lope, pero el original del que proceden se ha perdido, y son distintas entre sí. La desglosada se caracteriza por tener aproximadamente 500 versos más que la suelta, versos dedicados fundamentalmente a ampliar las alabanzas que se hacen de la ciudad de Sevilla, las intervenciones del personaje de Clarindo y a imprimir un cierto tono retórico y amplificador en general. Si consideramos el punto de vista de los teóricos alemanes que comenzaron a rehabilitar nuestro teatro del XVII y los románticos españoles que los siguieron, Joan Oleza, «Los géneros en el teatro de Lope de Vega: el rumor de las diferencias», en Del horror a la risa. Los géneros dramáticos clásicos. Homenaje a Christiane Faliu-Lacourt, Kassel, Reichenberger, 1994. vemos que, una vez quedó definido Lope como el fundador o creador del teatro nacional, y este teatro se consideró dedicado a ensalzar la monarquía absoluta y los valores católicos ortodoxos, y se juzgó su mejor empleo el servir como adoctrinamiento popular en los corrales en torno a temas ejemplares, Lope quedo encorsetado. Se hicieron a un lado las comedias que no estaban de acuerdo con esta ideología, olvidándose o postergándose, como si fueran peores. Menéndez Pelayo, de acuerdo con su propia forma de pensar y este criterio, hizo una selección de las obras del dramaturgo, escogiendo unas doscientas, entre las que, curiosamente, sigue estando hoy la mayoría de las que se leen y se representan; pero un texto como La Estrella tiene otro sentido. ¿No estaremos con esta interpretación de lo que debe ser nuestro teatro barroco haciendo una reducción, que empequeñece el valor de un dramaturgo cuya destreza, ideología y práctica del teatro le permitió en muchos casos tratarlo también desde otras muy distintas? Al analizar el fondo de La Estrella de Sevilla, ¿verdaderamente es cierto que su autor propone en ella la reafirmación de la autoridad real a pesar de sus atropellos e ilegalidades? ¿O más bien explora varias posibilidades de reacción personal, rechazo y desautorización, dando al Rey y al espectador lecciones varias de ética y de rebelión individual y colectiva frente a la corrupción del Monarca? Si leemos La niña de plata, o El lacayo fingido, sin duda ampliaremos nuestros horizontes, tendremos una visión más completa y más real del valor de Lope como autor y podremos apreciar mejor un talento polifacético y vital, que el autor sustentaba con su propia biograf ía. 25 II. Síntesis argumental del espectáculo La historia se abre con la aparición del rey de Castilla, Sancho IV, llamado el Bravo, al que vemos entrar triunfalmente en Sevilla acompañado de su consejero Don Arias. La ciudad le recibe con todos los honores, y el Rey está tan contento que promete instalar la corte de Castilla en Sevilla; Sancho considera esta acogida un gran avance en el camino para ser rey, puesto que mantiene una lucha abierta por la corona con su padre Alfonso X el Sabio y sus sobrinos, los infantes de la Cerda. Todo el mundo sale a recibirle, y él se fija especialmente en una hermosa dama vestida de negro, blanca y luminosa. Don Arias, que conoce a su señor, le advierte que se trata de Estrella Tavera, hermana de uno de los regidores de la ciudad, Busto Tavera, que espera casarla en breve. 26 Ambos, él por su nobleza y posición en la ciudad, y Estrella por su belleza, son tenidos como sol y estrella del cielo sevillano. El Rey no escucha la suave precaución de Arias, y comienza a mostrar su forma de ser: lejos de respetar a los sevillanos, que son sus vasallos pero también sus anfitriones, está dispuesto a medirles con la vara de sus caprichos, siendo el primero de ellos ver y hablar a Estrella. Para un hombre, tratar a una mujer soltera y honrada era algo imposible en el Siglo de Oro si no se pertenecía a su círculo familiar, así que Sancho IV, aconsejado por Arias, decide favorecer a Busto desproporcionadamente, con vistas a que permita que Estrella se convierta en su amante. Mientras Arias trae a la presencia real al regidor Tavera, el Rey recibe a Gonzalo de Ulloa y a Fernán de Medina, ambos pretendientes al puesto de general de la frontera de Archidona; Sancho IV nos da así otra muestra de su carácter irresponsable, porque a toda costa quiere otorgarle esa plaza a un perplejo Busto Tavera, que la rechaza sabiamente, consiguiendo además, gracias a consejos llenos de sentido común, que el puesto recaiga en Fernán de Medina. Busto, sin embargo, sí acepta asistir en su cámara al Monarca, y se vuelve a casa, aturdido por lo desproporcionado del trato real y lleno de sospechas… marcha al Alcázar con Busto, dejando a Arias allí con la intención de convencer a la dama. Ninguno de los ofrecimientos que el valido le hace interesan a Estrella; pero quien sí le hace caso es Natilde, esclava de la casa, que se hace prometer la libertad y un dinero a cambio de permitir esa noche la entrada del Rey en el aposento de su ama. Busto siempre llega a casa al amanecer, y no estará. Arias informa a su señor, que despide a todos los caballeros de su cámara para poder ir a ver a Estrella. Estrella y su prometido Sancho Ortiz de las Roelas, también regidor de la ciudad, hablan sobre su próximo matrimonio; ya están hechas las escrituras del casamiento, pero el tiempo pasa lentamente para unos enamorados. Llega Busto, preocupado, contándole a Sancho que el Rey le ha honrado en demasía y quiere casar a Estrella de su mano; como Sancho es un soldado que no entiende de diplomacia, le parece que ese rey de Castilla ha aparecido en su vida para quebrar sus aspiraciones y torcer la ley. Los cuñados convienen en que le harán saber a su Alteza que Estrella ya está dada en matrimonio. Así las cosas, la tozudez adolescente del Rey le lleva a casa de Busto Tavera, contraviniendo el protocolo e insistiendo en entrar en ella con una excusa insignificante. El Regidor no se lo permite, razonándole que su hermana, a punto de casarse, está dentro, y cualquiera podría pensar que el Rey viene a verla, y quedar su fama y la honra de Busto en entredicho; mejor irá el vasallo a ver a su rey al Alcázar. Sancho IV, algo irritado ya al ver tanta resistencia, se Al anochecer, Busto Tavera sale a divertirse por Sevilla con Íñigo Osorio y Don Manuel, pero vuelve más pronto de lo acostumbrado a casa; en ella descubre un intruso a la entrada del cuarto de su hermana. El hombre, al que no vemos la cara, dice que es el Rey; Busto ya se ha dado cuenta de que lo es, pero finge que no creerle, porque a un hombre que encuentra asaltando su casa y faltando a su honor tendría que matarle, y no puede hacerlo si es Sancho IV. Al sentir el ruido, llegan criados con luces, y el Rey huye. Tavera averigua que ha sido la esclava Natilde quien le ha dado entrada en su casa a cambio de la libertad, y que su hermana Estrella no sabía nada del asunto; como primera justicia, el regidor ahorca a la esclava de una torre del Alcázar, para que el Rey pueda verla. Sancho IV sabe que Busto le ha conocido, y considera una afrenta la forma en que le ha tratado; Arias le aconseja matarle en secreto, proponiendo a un valiente soldado, Sancho Ortiz de las Roelas, para hacerlo. En ese momento, ambos ven el cadáver de 27 Natilde, con el papel en que el Rey le dio la libertad entre las manos; esta ofensa se añade a la anterior, y Sancho IV no duda ya en hacer matar a Busto. En casa de los Tavera, Estrella escucha lo sucedido de boca de su hermano: éste teme las represalias del Rey, y como ve que tiene que marcharse de Sevilla para salvar la vida, quiere dejar a su hermana protegida, acelerando su matrimonio con Sancho Ortiz; se va a buscar a su cuñado. Mientras tanto, Arias ha llamado a Sancho a la presencia del Rey, y éste le manda, y le convence con engaños, de que mate a un hombre que, al parecer, le ha ofendido gravemente; en un papel le da el nombre de quien ha de matar, junto con una cédula que le librará de culpa si es descubierto. Sancho Ortiz rompe esa cédula, fiándose de la palabra que el Rey le ha dado. “Obrad, y callemos”, le dice, pues, el Rey. Clarindo, criado de Sancho, trae a su señor una carta de Estrella, comunicándole su próximo matrimonio; Sancho Ortiz la abre, y a continuación el papel del Rey, llenándose de alegría y de pesar casi al 28 mismo tiempo: el hombre que ha de matar es Busto Tavera y sabe que, si lo hace, perderá a Estrella y toda la felicidad que espera, pero si no, romperá la palabra dada al Rey y por lo tanto su honor. Reflexiona, desesperado, y concluye cumplir lo que le han pedido. En ese momento le encuentra Busto, que al verle sin color, le pregunta qué le pasa; Sancho, sin darle tiempo a palabras ni razonamientos, le desaf ía y le mata. Acuden Farfán de Ribera y Don Pedro de Guzmán, alcaldes mayores de Sevilla, junto a Arias, pidiéndole explicaciones de lo que ha hecho, pero Sancho calla, fiel a la palabra que ha empeñado; sólo dice que es el honor el que le ha llevado al mismo tiempo a matar y a pedir la muerte por lo que ha hecho. Naturalmente se lo llevan a prisión, al castillo de San Jorge. Acompañada de Clarindo, Estrella aguarda en casa a su esposo, vestida ya de novia. Así recibe la noticia de que su hermano ha muerto a manos de Sancho Ortiz; su desconsuelo no tiene límites. Los nobles sevillanos se preguntan por qué Sancho no da razones para su crimen; y el mismo Rey, de nuevo irresponsable y cínico, envía a Arias para que el soldado confiese, bajo pena de ejecución, intentando guardar las apariencias. Estrella pide audiencia al Rey, solicitándole que le entregue a Sancho, porque ella, que es la ofendida, que ha perdido hermano y esposo a un tiempo, quiere decidir su castigo. El Rey se lo da, pensando que lo matará para vengarse, quitándole así un problema de encima. Mientras, en Triana y en la prisión de Sevilla, Sancho Ortiz continúa negándose a hablar; ni siquiera la insistencia de Arias le saca de su silencio, al contrario, pide al valido que recuerde al Rey que él es también Sancho el Bravo, y que cumple lo que promete. Sancho Ortiz, abrumado por el dolor, sufre alucinaciones, creyendo que ha ido a parar al Infierno, y no le falta razón; a punto de perder el juicio, afortunadamente tiene al lado a su fiel Clarindo, que le hace volver a la realidad. Pedro de Caus, alcaide de la prisión, entrega el preso a Estrella por orden del Rey, y ella lo deja libre; Sancho, al saber por qué es libre y a quién debe la libertad, prefiere quedarse en la cárcel. Arias le hace ver a su señor que si el vasallo ha cumplido con su parte del compromiso, tiene que acudir en su ayuda. Sancho IV pide al alcaide que traiga a su presencia a Sancho, y pretende imponer al Cabildo de la ciudad “… que equidad se haga / en la justicia”, pretextando que si el que ha muerto era regidor de Sevilla y su muerte pide venganza, el inculpado también es regidor, y su vida pide clemencia. Les propone que lo hagan desterrar a alguna frontera, donde alcance la muerte peleando, pero ellos le condenan a muerte, porque saben que la ley descansa en su actuación, que son vasallos en lo privado pero jueces en lo público. Finalmente el Rey, acorralado por su conducta y por las circunstancias, acaba confesando que fue él quien mandó matar a Busto Tavera; la ciudad se desagravia y Sancho Ortiz queda exculpado, pero no habrá final feliz: ya nada será como antes. Estrella y Sancho no podrán volver a su vida anterior ni vivir juntos, porque pesaría demasiado entre ellos la tragedia de la que han sido protagonistas; así que se apartan uno de otro, renunciando a su amor. 29 III. Los personajes de La Estrella de Sevilla 30 En esta función, la ciudad de Sevilla recibe al rey Sancho IV, como sabemos. Los personajes de La Estrella de Sevilla pertenecen, casi sin excepción, a la nobleza de esa ciudad, que es, en cierto modo, un personaje más. El medio en que nos movemos no es popular ni rural, sino urbano, y la escenograf ía, el vestuario y la iluminación nos sitúan en un mundo atemporal y abstracto, nada localista; es la tragedia quien nos relaciona con el ser humano de cualquier época y de cualquier lugar, a través de la voz y el gesto de los actores. Eduardo Vasco ha pedido al grupo que viva el montaje muy intensamente, porque tiene de peculiar que todos los actores permanecen continuamente sobre el escenario, no hay cambios; siempre están de cara al espectador, y aunque en ese momento no participe alguno de ellos en escena, cada uno está integrado en ese gran mecanismo claustrofóbico colectivo que es la ciudad de Sevilla, ojos y oídos, ellos y ella, de la tragedia. El texto divide la acción en tres jornadas o actos, y el montaje la presenta sin interrupción, con una duración aproximada de una hora y media. 31 Sancho IV, rey de Castilla y León es un guerrero, un militar con grandes éxitos detrás, que gracias a su actividad como político se hace con el apoyo de la nobleza en sus pretensiones de heredar el trono de su padre; la historia está ahí. Cuando en la función Sevilla le recibe, él se siente rey por primera vez; es un ser directo, activo, muy f ísico, que una vez que ha conseguido sus objetivos de poder busca el encuentro con la mujer que le apetece. No oye la adverRey don Sancho tencia del Cabildo ni la de su consejero Arias; pendiente de sí Daniel Albaladejo mismo y de su capricho, piensa simplemente en su satisfacción. Su complemento intelectual es Arias, alguien que conoce la ciudad y cuyo trabajo es allanarle los inconvenientes para que consiga a Estrella y resuelva el problema que él mismo ha creado; la ayuda perfecta para cualquier político. Dos escenas nos sirven para saber cómo es este rey: la decisión sobre el generalato de Archidona y el trato que da a los alcaldes mayores. Y, por supuesto, el asalto de la casa de Estrella, la muerte de encargo de Busto Tavera y el engaño del que hace objeto a Sancho Ortiz. Parece que por primera vez en su vida como rey se encuentra con límites, que en este caso le pone el Cabildo y luego todos los sevillanos; no hacen lo que él dice porque ellos sí tienen integridad moral, y además no se dejan corromper o asustar. Este rey es el paradigma del poder mal usado, algo desgraciadamente muy vigente, y también de la deshumanización que ese poder comporta, colocado sobre una personalidad vehemente; un animal peligroso que huele el miedo, con el que siempre hay sobre el escenario una sensación de riesgo. Sancho IV ejerce aquí ese poder de una manera brutal, disponiendo de mujeres y hombres como de objetos a conseguir, bien a través de la seducción, de la posesión o de la corrupción. Daniel Albaladejo, el actor que encarna al rey don Sancho IV, nos cuenta que se considera afortunado y en un muy buen momento profesional; con Eduardo Vasco ha hecho varios montajes ya, y se entienden muy bien, sin grandes discursos, a veces basta una mirada. Ha trabajado su personaje apoyado siempre por sus compañeros, que están viendo las escenas y le devuelven miradas y puntos de vista que a él le dan energía para avanzar en su personaje; se encuentra arropado y seguro. Esta Estrella ha sido una apuesta de dirección arriesgada pero no gratuita, y dentro de ella todo tiene sentido para Daniel; una escenograf ía clara que lo muestra todo y que encierra a los actores por tres lados, de forma que se ven proyectados necesariamente hacia delante, hacia el espectador, su única salida. Nadie se va nunca de escena, eso también es significativo, y todo el mundo está actuando siempre, bien en su escena, bien como espectadores de la de otros compañeros, sin descanso; las transiciones son como fundidos cinematográficos. Un vestuario neutro, especialmente al servicio de la puesta en escena y una iluminación narrativa, que muestra por dónde va la acción, acaban de construir este montaje. 32 33 Don Arias es la materia gris de la función. Es el personaje que piensa, el personaje inteligente que le resuelve la papeleta al Rey, ambicioso y obviamente al lado de Sancho por los beneficios que pueda conseguir. Siendo inteligente, sólo comete un error, que es pensar que todo y todos pueden comprarse, como sucede con él; quizá cree el ladrón que todos son de su condición. Y como todos son corrompibles, todos son manipulables, de forma que Arias, aunque Don Arias podría, no argumenta, maneja; eso es también lo que hace con el Francisco Rojas Rey. Da miedo pensar qué clase de política haría hoy alguien así… Don Arias es un hombre de Sevilla con toda seguridad, y un hombre en el que el Rey conf ía y con el que tiene un trato de mucho tiempo. No hay sobre la relación entre ambos muchos datos en el texto; puede ser que hayan coincidido en algún momento anterior, se hayan tratado mucho y ahora se hayan vuelto a encontrar, o también puede ser que Arias, siendo de Sevilla, porque conoce la ciudad muy bien, lleve al servicio de Sancho unos años como parte de su carrera profesional. Eso justificaría que no esté actualizado, y que se le ocurra, dentro de los hechos fortuitos que desencadenan la tragedia, encargar el asesinato de Busto a Sancho Ortiz, sin saber que es el prometido de Estrella, o por lo menos alguien muy cercano a la casa de los Tavera. Es verdad que no le apetece nada meterse en el jardín que es conseguir a Estrella, pero como ve que no puede dirigir al Rey en otra dirección, entiende que le toca trabajar en ello; un Mefistófeles sevillano, que sabe que ésta, que es la mujer más guapa, es la más problemática de conseguir. El hecho de que se encuentre con Busto y con Sancho en puestos clave de la historia, y de que sean personas honradas, lo complica todo mucho; si no, las cosas habrían rodado tal cual él las planea. Como sucede algo que Arias no tiene previsto, que es que no puede comprar a esta gente, toda su arquitectura se descabala, a pesar de la intervención de Natilde; luego todo son parches, una bola de nieve que va creciendo cada vez más y agrandando el problema. Hasta que al final este consejero, porque no es un sirviente, manda a su señor que hable, que se manifieste culpable de esa muerte encargada, en virtud de la palabra comprometida con Sancho Ortiz; toma definitivamente las riendas de la situación para zanjarla, ante un rey políticamente inseguro, confundido y anulado por los acontecimientos. Francisco Rojas es el actor que personifica a Don Arias. Ha sido para él una oportunidad magnífica investigar y trabajar sobre esta obra, una de las mejores del Siglo de Oro, en una versión tan conducida a lo esencial, a lo descarnado que tiene la tragedia. No hay reiteraciones y se va a lo fundamental del asunto, utilizando argumentos que tienen que ver con la acción, porque es una obra del poder ejercido por los hombres, en un mundo en el que la mujer es utilizada como moneda de cambio. Su trabajo ha tenido que ver con la sobriedad; como la palabra lo dice todo, la actuación no tiene tanto que ver con el hacer, sino con el mostrar siempre el fondo de la tragedia. 34 35 36 Busto Tavera es un hombre de la nobleza sevillana, que pertenece al Cabildo de la ciudad como regidor y ha sido soldado. Vive conforme al espíritu del hombre barroco, con dignidad, de acuerdo a su fama y a su honor; sabe que su rostro es un espejo en cuya verdad el Rey se puede mirar. Seguro de su valor y de su importancia, de que está donde quiere estar en Sevilla y de que lo que es se lo debe a sí mismo, sabe que la ciudad le respaldará siempre con su gobierno y con sus leyes. Tavera se muestra desconcertado y un poco abrumado por las excesivas atencio- Busto Tavera nes que el Rey le dedica; como además es inteligente, desconf ía, y Arturo Querejeta piensa que el Monarca hace todo eso con una segunda intención, que no puede ser otra, como él supone muy bien, que acercarse a su hermana Estrella. Busto tiene una magnífica relación, casi de hermanos, con otro de los regidores de Sevilla, Sancho Ortiz de las Roelas, al que ha prometido en matrimonio con Estrella. A pesar de todo, Tavera se deja tentar y comete un único fallo: acepta la llave de la cámara real y con ella un acercamiento del Rey y, a pesar de esa luz de alarma que se le ha encendido, continúa con sus costumbres de hombre independiente, trasnochador y algo juerguista. Habituado a estar fuera del alcance de todos, deja su casa abierta por la noche, mientras él va de requebrar a las mujeres de Sevilla… Esa grieta en la muralla de sus prevenciones le matará. Busto impide cualquier trato entre Estrella y el Rey; y ante la sorpresa y la ofensa que le produce encontrarle en su casa de noche, como un ladrón, tiene una respuesta proporcionada, la que él puede dar porque, sabiendo que quien ha visto es el Rey, no ha podido matarle: cuelga de una almena a la esclava que le ha dejado entrar en su casa, para que el monarca entienda el mensaje. Él sabe que esto le costará la vida si se queda en Sevilla, porque es casi una revolución. Arturo Querejeta, el actor que encarna al personaje, nos cuenta que lo ha trabajado con un cierto aire de señorito andaluz que manda en su casa, que es grande de Sevilla y que vive su vida tranquilamente, sin casarse, “de una hermana marido”, no sabemos muy bien si por cuidarla y protegerla o porque esa vida de soltero le conviene más. Arturo piensa más bien en esta segunda opción, con la intención de darle más aristas a un personaje marcado con el perfil de hombre honrado a carta cabal, que mata a su esclava porque no puede matar al Rey. Busto tiene un alto concepto de su ciudadanía sevillana, y le dará su pleitesía al rey Sancho siempre que su orden diario, su orden vital, no se lo toque nadie. Con respecto a la relación con su hermana, el texto no da pistas; está claro que la mujer en ese momento estaba relegada a la esfera doméstica y apartada de los lugares de poder, y evidentemente Busto trata a Estrella desde una concepción machista y patriarcal sin otra consideración: él sabe lo que le interesa a ella y lo que no, decide lo que está a su alcance, y, por supuesto, decide también su matrimonio. Trata de cerciorarse con la esclava de si Estrella ha alentado el acercamiento del Rey; su trato no está basado en el cariño expreso, pero al menos le pregunta lo que tanto le interesa saber, y conf ía en la respuesta que su hermana le da. Tampoco parece que ella espere de su hermano nada más, y cuando habla de él con el Rey, se muestra satisfecha de la situación que tenía. 37 Sancho Ortiz de las Roelas Jaime Soler Sancho Ortiz de las Roelas es un valiente soldado sevillano; junto con el Rey y Busto es el tercer personaje clave en esta obra, eminentemente masculina, donde no existen los héroes. Amigo y compañero de Busto Tavera y también regidor de Sevilla como él, Sancho es el prometido de Estrella. Este personaje es directo y expresivo, y se desenvuelve con una energía contundente y directa, al modo de un boxeador. Tiene las cosas muy claras, y es un hombre decidido y fuerte, un hombre de acción como buen militar: me caso o no me caso con Estrella, mato a Busto o no, y reclamo la palabra que el Rey me ha dado sin moverme de mi sitio, sin retóricas, sin palabrería, yendo a lo esencial. El momento clave del personaje, el que además le humaniza, es cuando tiene que tomar la decisión más grande de su vida: escoger entre el compromiso que tiene con Estrella, que es el amor y el matrimonio, y el que tiene con el Rey, que es el honor, y consiste en cumplir la palabra dada. En ningún momento se cuestiona que el Monarca le esté engañando o utilizando para sus fines privados, como en realidad sucede, ni se pregunta si Busto ha ofendido o no a Sancho IV. Las circunstancias por las que atraviesa le hacen emprender un viaje emocional con el da réplica al viaje moral del Rey, incómodo al no advertir ninguna debilidad entre tanto sevillano que no se deja corromper. Jaime Soler es Sancho Ortiz. Es la primera vez que se enfrenta a un trabajo con el verso del Siglo de Oro, así que ha tenido una preparación especial con el asesor de verso de la CNTC, que le ha supuesto un tiempo adicional sumado al periodo de ensayos. Nos dice que también ha aprendido mucho de sus compañeros, algunos realmente especializados en el verso español del XVII. Estos meses de trabajo con La Estrella de Sevilla le han descubierto la magia que el texto aporta cuando está escrito en verso, abriéndole una puerta a un mundo que desconocía. Piensa que su personaje es una voz por la que habla no sólo un individuo, sino una forma de entender el gobierno de una ciudad, representativa aún de una organización política del Medioevo en que la monarquía, al estar contagiada de las antiguas formas godas, era electiva, no hereditaria, así que al rey no le quedaba más remedio que estar muy pendiente de una nobleza independiente, organizada y segura, como muestra la función. 38 39 40 41 Clarindo Paco Vila Clarindo es el criado de Sancho Ortiz; como ya hemos visto, es el personaje que aumenta sus intervenciones con el mayor número de versos en la edición desglosada de La Estrella. Es un hombre inteligente, muy bien dispuesto hacia su amo y con una cierta instrucción que le capacita, por ejemplo, para hacer versos. Transmite a Sancho los recados de Estrella, anunciándole su ya próximo matrimonio, y acompaña a la enamorada en sus preparativos de boda; Clarindo, con cariño y astucia, ayuda a su amo a salir de la alucinación que le lleva a los infiernos; siempre espontáneo, abierto a la broma y al gesto simpático, es un personaje emparentado con los bufones de la corte o el clown de hoy y de siempre. La inocencia y la picardía de Clarindo hacen que su máxima en la vida sea vivir, precisamente; por eso se pega a su amo pero no se supedita a él, sino que se implica de forma empática en todo lo que le sucede: sufre con él y se divierte con él, es como un colega que está siempre ahí para ayudar, pero sabe cuál es su lugar y mantiene la distancia correcta. Paco Vila es el actor que da vida al personaje. Nos cuenta que ésta ha sido su primera experiencia con un clásico del Siglo de Oro, y un reto para él, al integrarse en una Compañía en que varios de sus compañeros habían desfilado por el verso en muchas ocasiones. Los ha observado y ha trabajo duro con Vicente Fuentes, aportando al personaje toda su experiencia de clown; Clarindo está construido con una cierta libertad y expresividad adicional, mediante un trabajo de actor que implica una coreograf ía de lenguaje no verbal, de gestos, de movimientos de cara y manos o inflexiones de la voz que se integran en el trabajo de dirección. Muchas veces habla al público directamente, así que es normal que este personaje se exprese de forma algo diferente a los demás; una interacción que al actor le ayuda, porque saca de ella mucha fuerza. Paco opina que este criado no es un parásito, sino que acompaña a su señor sin aprovecharse de él, un poco a la manera en que Sancho Panza acompaña a Don Quijote. Tampoco se le ve infeliz o desgraciado; seguramente ha conocido a Sancho Ortiz en alguna de sus correrías militares… 42 43 Estrella Tavera tiene un nombre que da ocasión a todo un mundo de referencias astrológicas y a un brillante juego de imágenes; es muy joven, huérfana al parecer, y no tiene más compañía que su hermano Busto: es frecuente que si el personaje del padre no está en una función del Siglo de Oro, el hermano tome su lugar. Vive en Sevilla, contenta y conforme con su situación, cuidada por su hermano y prometida en matrimonio a Sancho Ortiz de las Roelas, Estrella Tavera muy enamorados el uno del otro y decididos a que todo les salga Muriel Sánchez bien; ésa es su buena estrella. Responde perfectamente al estereotipo de dama joven, y es enteramente pasiva, no toma ninguna decisión por sí misma. Aunque es honrada, sabe que además hay que parecerlo, y cuando el Rey intenta entrar en su habitación se desencadena sobre ella toda la fuerza de un destino trágico, anunciado por una serie de señales: se rompe el espejo, el jacinto del anillo se quiebra… Es la mujer que representa el destino del hombre del barroco, que le conducirá hacia el cambio, le moverá del sitio acostumbrado simplemente con su mera existencia; de alguna manera que no se nos alcanza racional, el Rey la culpabiliza por haber estado ahí, en la ventana, y por ser bella, como la causante de la tragedia. A partir del momento en que Estrella se entera de que su hermano Busto ha muerto y de que es Sancho quien lo ha matado, el personaje desarrolla plenamente el conflicto entre el amor a esos dos hombres y su dignidad de Tavera, ofendida por el asesinato de su hermano. La fortaleza interior que surge en ella a partir de esa muerte y su nueva situación la convierte en mujer, con una madurez surgida de un dolor tremendo. Su inteligencia y su sensibilidad la llevan a la estrategia y a la acción, llegándose a enfrentar al Rey y a engañarle para conseguir la libertad del hombre al que quiere. Por fin Estrella, desde la integridad moral y el compromiso consigo misma, decide para ella y para todos, otorgando a Sancho la libertad y el perdón aunque ambos saben que no se convertirán en esposos. Muriel Sánchez es la actriz que sube a Estrella al escenario. Nos dice que, cuando trabaja un personaje, algo que le parece muy importante es pensar dónde empieza y dónde acaba en la obra, qué crecimiento tiene. Estrella comienza como una niña sin opinión y acaba resolviendo a su manera el conflicto en que le han puesto las circunstancias, y enfrentando su destino. De la noche a la mañana su vida da un giro de 180 grados, y a través del dolor se transforma, pasa a decidir por todos y a convertirse en una mujer atrevida y enérgica, no fría, pero sí práctica, que actúa intuyendo la participación que el Rey ha tenido en el asunto. En un viaje hacia su propia libertad se enfrenta a él y resuelve que, aunque quiere a Sancho profundamente y su amor está por encima del rigor de la venganza, nunca se casará con él. 44 45 46 47 Farfán de Ribera y Don Pedro de Guzmán son los alcaldes mayores de Sevilla, y por ello administradores de la justicia. En ellos reposa la capacidad de juzgar de la ciudad, la interpretación y la aplicación de la ley. Forman parte del Cabildo de Sevilla, junto a los jurados y regidores, que hoy en día serían los concejales de un Ayuntamiento. Son unos perFarfán de Ribera sonajes complejos, porque en ellos confluyen Don Pedro de Guzmán José Ramón Iglesias muchas cosas; representan el poder organiza- José Vicente Ramos do de la ciudad y en su nombre reciben a Sancho IV, ofreciéndosela con su riqueza y sus personas, pero poniéndole límites desde el principio: le avisan de que nada de lo que haga el Rey ha de ir “en daño de tu ciudad”. Busto y Sancho Ortiz de las Roelas forman parte también de ese Cabildo y es de suponer que todos se conocen desde hace mucho tiempo, y son amigos; con toda seguridad estarían invitados a la boda de Estrella. Al ir desarrollándose la acción, les toca intentar entender por qué uno de sus amigos ha matado al otro, y lo que es peor, juzgar a Sancho; su relación con el resto de los personajes está un poco velada. Sus expectativas se hunden con esta situación, sus planes se vienen abajo, y para ellos es muy duro lo que está pasando, muy a su pesar. Con ese pesar, y como amigo, se acerca Don Pedro a Sancho Ortiz, para ver si puede enterarse de sus razones; el silencio de su amigo le deja impotente. Ante la corrupción que el Rey intenta implantar en la ciudad a beneficio propio, ellos no entran en tratos con él, no se dejan seducir por el espejismo de honores que les propone. Como Busto Tavera, tienen todo lo que desean, lo que es justo que tengan en función de sus cometidos y de la rectitud con que los desempeñan; y en función de esa legalidad emiten una sentencia justa. Esa legalidad no puede ser torcida por los arreglos de un rey torcido, porque es incluso superior a él; si el Rey lo es casi como representante de Dios en la tierra, y los alcaldes al dictar sentencia lo hacen en su nombre, esa justicia que no les queda más remedio que imponer emanaría de Dios, y estaría por encima de un rey corrupto y los propios intereses personales de los alcaldes; no tienen más remedio que aplicarla, ofreciéndose al Rey como vasallos, pero manteniendo su independencia en cuanto jueces, amparados por una legalidad que las obras de ese Rey traicionan y por el espíritu colectivo de la ciudad que gobiernan. José Ramón Iglesias y José Vicente Ramos son los alcaldes mayores de Sevilla. Destacan de sus personajes la seguridad de sus convicciones al estar inmersos en un poder ciudadano fuerte y organizado, de tal forma que no necesitan que un rey sancione sus actos como buenos. Este es un tratamiento absolutamente contemporáneo del poder local; si los alcaldes se hubieran amilanado ante el Rey, bien por temor o bien por sus halagos, el discurrir de la tragedia hubiera sido mucho menos interesante. Desde el principio le avisan, y con su rectitud consiguen sacarle de quicio, le cuestionan y hacen que se tambalee. José Vicente, acostumbrado a representar otros textos del Siglo de Oro con un vestuario más histórico piensa que en esta función el vestuario aportará una especial comodidad, teniendo en cuenta que, a pesar de ser tan neutro, el traje puede no ser cotidiano para alguno de los actores. José Ramón, por su parte, destaca como características especiales de este trabajo la esencialidad del montaje y la rapidez con que circula la acción; la clarividencia de ir a lo fundamental hace que la concentración no se pierda nunca: todo el grupo está pendiente de lo que sucede en escena, con la atención puesta en el trabajo del compañero. 48 49 50 Don Gonzalo de Ulloa es uno de los militares que optan al puesto de general de Archidona. Tiene la ventaja de que su padre, que acaba de morir en una escaramuza, es el que ha estado desempeñando el puesto valientemente durante catorce años, y Don Gonzalo querría heredarle. Es un hombre joven, sin embargo, y no está seguro de que el Rey le conceda un Fernán Pérez Don Gonzalo honor tan grande; acude a la presencia real de Medina de Ulloa con un memorial en el que expone sus preten- Jesús Calvo Mon Ceballos siones y sus credenciales, “cristal / que hace mi justicia clara”. Sabe que hay otra persona que aspira a ese reconocimiento y sabe sus méritos; puede que esté un poco celoso. Fernán Pérez de Medina es el militar de más edad que opta al puesto de general de Archidona, más duro y maleado que Don Gonzalo; la vida no ha sido fácil para él. Tiene a su favor sus muchos méritos como soldado en la Vega de Granada, y largos años de cautiverio. Sabe que es competidor del hijo del general muerto y es algo irónico al presentarse, pero conf ía en que su experiencia, su valor y su rectitud serán apreciadas por el Monarca. Le entrega igualmente un memorial, donde habla de todo lo que le avala, “espejo / del cristal de mi valor”. El recurso al espejo o al cristal como reflejo de la veracidad de lo que se está exponiendo, para tranquilidad de la persona que recibe la información, es tremendamente barroco. La escena en que ambos personajes participan es fundamental para hacernos conocer lo puede esperarse de este rey tan bien recibido; nos muestra lo irresponsable que es como gobernante pues, sin atender a las razones de los pretendientes, Sancho IV intenta darle el puesto de general de Archidona a Busto Tavera como medio de halagarle, de corromperle en realidad, para que permita que Estrella se convierta en su amante; hoy lo llamaríamos intento de soborno o tráfico de influencias. Es el buen juicio del propio Busto el que restablece la cordura de la situación, resolviendo que la plaza se adjudique al de Medina. Mon Ceballos y Jesús Calvo argumentan que sus personajes son militares, hombres de acción construidos con una psicología directa, y desde ahí los han trabajado. Compiten por algo que ambos desean, pero desde la nobleza y la verdad de sus argumentos, de peso en los dos. En realidad vienen a interrumpir el discurso personal del Rey, que está ocupado en sus propios deseos, y a pedirle su primera decisión como tal en la ciudad. Queda evidente con esta escena que ese rey, que nunca pide ni permiso ni perdón, no va a ser un gobernante en el que se pueda confiar; ése es el valor de estos personajes para los actores, que acotan al Rey y le muestran tal como es, echándole encima un peso del que ya no se levantará. Una vez resuelta la escena, ambos, como el resto de los personajes, se mantienen al fondo y continúan con su actuación, creando esa unidad de conjunto tan característica de este montaje. 51 Íñigo Osorio Jesús Hierónides Íñigo Osorio y Don Manuel son dos nobles que asisten al Rey en su cámara, y responden más bien al perfil palaciego que al militar. Tienen con el recién llegado una conversación cortés, prólogo de una salida nocturna por Sevilla a la busca de diversión sin demasiado interés, parece, por ninguna de las partes, actitud que sugiere celos y desconfianza hacia Tavera, y justifica el desembarazarse de él un poco precipitadamente… La suya es una escena importante, que tiene como misión conducir la acción a un punto de inflexión sin vuelta atrás: el encontronazo fatal entre el Regidor y el Rey nunca hubiera sucedido, o hubiera sucedido de forma muy distinta, si Busto hubiera llegado a su casa al amanecer o bien no hubiera faltado de ella esa noche. Jesús Hierónides y Fernando Sendino son los actores que dan vida a estos personajes. Ambos cuentan que la especial dificultad de su trabajo en esta escena ha consistido en construir a Íñigo Osorio y a Don Manuel con un trasfondo consistente, pero sin darles un recorrido excesivo, ya que el texto no da demasiada información explícita, y la sobriedad del montaje hace que no se necesite. Pueden ser gente de Sevilla que ha entrado al servicio del Rey, o más bien personas del séquito real que llevan un cierto tiempo en su puesto, y por lo tanto se consideran con más derecho que Busto a los honores que le está concediendo el Monarca a manos llenas, estimación que no se explican y privilegios que ya querrían para ellos. 52 Don Manuel Fernando Sendino 53 54 Natilde es la esclava de Estrella Tavera. No sabemos si lleva mucho tiempo en la casa, y si es o no amiga de su ama; como estamos aún en plena Reconquista, podría ser árabe, y haber estado educada con un cierto refinamiento. Su presencia en la obra es decisiva para el avance del conflicto, porque es quien da entrada al Rey en casa de su señora, consciente de que Estrella no acepta su galanteo de ninguna manera. Sabe que la está traicionando, pero piensa que la libertad, su libertad, justifica en cierto modo la deslealtad que está Natilde cometiendo. No es exactamente una criada que se vende por dine- Eva Trancón ro, como muchas del Siglo de Oro; el Rey le ofrece ser una persona libre y un cambio significativo en su vida, y es valiente. Cuando se ve descubierta por Busto no vende a Estrella, al contrario, la descarga de culpa, y habla a Busto con total sinceridad, en un atisbo de honradez, aunque muerta de miedo. Con su cédula de libertad en la mano, firmada por Sancho IV, cree que tiene una cierta protección, y que su amo no se tomará la justicia por su mano. Eva Trancón es la actriz que personifica a Natilde. Piensa que para su personaje, el dinero es lo de menos, y cree que el dar la batalla hasta el último momento para conseguir ser libre, a pesar de su pavor, le confiere una cierta dignidad. Natilde no es una mala persona, ni tampoco codiciosa, sino alguien privado del bien más preciado para el ser humano, que no se da cuenta del juego de poderes que puede haber entre Busto y el Rey. No es heroica, pero sí es íntegra. 55 Pedro de Caus es el alcaide del castillo de San Jorge, antigua prisión de Sevilla cercana al puente de Triana. En la función sale en dos ocasiones: una cuando Sancho Ortiz ya está preso y Estrella llega a la prisión con el anillo del Rey, con lo cual se le ha de dejar entrar y conceder cualquier cosa que pida, y en una segunda ocasión, ya casi al final de la función, cuando va a informar a Sancho IV de lo que ha pasado en la cárcel; no se relaciona con el resto de Alcaide los personajes expresamente. Pedro de Caus pertenece a la nobleÁngel Ramón Jiménez za sevillana, y es muy consciente de su posición; recibe a Estrella con gran seriedad, quizá algo alarmado por la importancia de los acontecimientos. Y cuando sale a informar al rey de lo sucedido lo hace como un mensajero de tragedia griega, para enfrentar al Rey a una serie de acontecimientos que ya no pueden obviarse más; en definitiva, colabora a abrir un paréntesis de oxígeno en una situación tensada al máximo, antes de su solución final. Ángel Ramón es Pedro de Caus, el alcaide de Sevilla. Ha trabajado su personaje con el referente, no sólo del mensajero de la tragedia clásica, sino de esos secundarios cómicos de las películas de gánsters o de mafiosos, que aparecen para informar al padrino: un ayudante del capo que suele ser algo mayor que los demás secuaces, gordito, algo nervioso al tener que venir a informar al jefe y que entra secándose el sudor con un pañuelo… Su función consiste en aportar algo nuevo que cambia la percepción de las cosas del personaje protagonista, proporcionándole una importante información que no tenía y que le hace reaccionar en sentido diferente al previsto. El personaje coloca en ello toda su energía, contento de que los importantes sucesos que ha presenciado le pongan en primer plano; no todos los días ha de venir a presencia del Rey, y sin embargo, puede pensar que su cargo es muy importante en Sevilla, y podría merecer más atención real. Es una ocasión, entonces, de poner de manifiesto su propio valor. El violín barroco nos acompaña con la Sonata en sol menor El trino del diablo de Giuseppe Tartini, interpretada por Isaac M. Pulet. 56 Violín barroco Isaac M. Pulet 57 58 IV. El montaje producido por la CNTC. Año 2009 59 Entrevista a Eduardo Vasco, director de escena y autor de la versión de La Estrella de Sevilla Eduardo Vasco es licenciado en Interpretación y Dirección escénica por la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid, centro en el que ha sido profesor y vicedirector. También es músico y especialista en espacio sonoro para teatro, y siempre le ha interesado el teatro clásico de nuestro Siglo de Oro; ha puesto sobre el escenario para su propia compañía títulos como No son todos ruiseñores, La fuerza lastimosa, y La bella Aurora, de Lope de Vega, y Don Juan Tenorio de Zorrilla. Ha dirigido para la Compañía Nacional de Teatro Clásico, El castigo sin venganza de Lope de Vega, Amar después de la muerte de Calderón de la Barca, Viaje del Parnaso de Cervantes, Romances del Cid y El pintor de su deshonra de Calderón de la Barca. En esta ocasión es autor de la versión ademas de director de escena de La Estrella de Sevilla, como ha ocurrido en el caso de Don Gil de las calzas verdes, de Tirso de Molina, Las bizarrías de Belisa, de Lope de Vega y Las manos blancas no ofenden de Calderón de la Barca. 1.- Eduardo, una pregunta obligada. Has escogido La Estrella de Sevilla, un título atribuido a Lope de Vega, para ponerlo en escena en 2009, año en que conmemoramos el cuatrocientos aniversario de El Arte nuevo de hacer comedias. ¿Por qué? ¿Qué crees que 60 significa La Estrella para el teatro del Siglo de Oro? En primer lugar, y con respecto a la autoría, no se ha demostrado todavía con certeza y objetividad que no sea de Lope de Vega, y la tradición manda, en cierto modo. La Estrella de Sevilla sigue siendo un título de Lope, del corpus de Lope, aunque algún filólogo se empeñe en sacarlo de ahí y adjudicarlo a uno u otro autor; dependiendo de la bibliograf ía que se maneje está en un sitio o en otro. En cierto modo, esta difuminación de la autoría está provocando una cierta injusticia con la obra en sí, porque se ha llegado a situar la obra en un territorio tan indefinido que ahora mismo la obra no es de nadie, y parece que ha perdido gran parte del valor que tenía. Esta confusión sobre la autoría ha provocado que, a estas alturas, La Estrella de Sevilla sea una obra en las puertas del olvido. Esta puesta en escena creo que es una buena manera de volver a situarla en un panorama en el que injustamente había dejado de estar. Con lo cual, igual que en el año del Quijote hicimos Viaje del Parnaso, o en el año de Rojas Zorrilla hicimos Del rey abajo, ninguno, también de atribución dudosa pero la más conocida por el canon, en esta ocasión, en este año de conmemoración del Arte nuevo, hemos optado por La Estrella de Sevilla, con una intención clara y directa de restauración. 2.- Es la segunda vez que la CNTC pone en escena este texto. La primera fue dirigida por Miguel Narros en 1998. ¿Hay algún guiño hacia aquel montaje, como hiciste en el de Don Gil de las calzas verdes de 2006 con respecto al que dirigió Adolfo Marsillach en 1994? No, en este caso no. La puesta en escena de Miguel es mucho más reciente para mí, y la tengo muy localizada. Por otro lado, La Estrella de Sevilla es una obra que permite, si se quiere, hacer un desarrollo desde el punto de vista conceptual y dramatúrgico, pero en el escenario admite muy pocas tonterías. No es una comedia, que se pueda salpicar de repente de unas cosas y otras. Yo creo que La Estrella es probablemente la obra más clásica del Siglo de Oro, en el término grecolatino de la palabra, y eso a Miguel le llevó hacia un sitio y a mí me ha llevado hacia otro totalmente distinto. Disfruté mucho con aquella función. 3.- Cuéntanos cómo has enfocado tu versión del texto. Palabras, sintaxis, referentes culturales y mitológicos… ¿Qué tipo de intervención has querido hacer, y por qué? ¿Hay en ella una presencia del mundo renacentista? Lo primero que había que hacer era una limpieza de lo escrito. La historia del texto, de sobra conocida, hace que no sepamos exactamente qué tiene que ver con el original lo que ha llegado a nuestras manos, pero lo que desde luego sí sabemos es que está muy contaminado, en parte por la edición, en parte por escritura externa, también probablemente por los cómicos. Estoy seguro de que tiene mucha contaminación de partes que se insertaban porque el público lo reclamaba en el momento, como pueden ser los sueños, o simplemente por los deseos de un actor de desarrollar su personaje de otra manera. Así que, en un primer viaje hacia el texto, fui a buscar qué era lo esencial, es decir, qué era lo que realmente hacía que la obra funcionase desde el punto de vista dramatúrgico, con una desnudez total; desde dónde podíamos empezar a construir este texto, y qué piezas eran imprescindibles, las piezas sin las cuales no iba a funcionar el montaje. Una vez que armé esa estructura, continué rescatando cosas que yo creía que podían ir alimentando un poco el viaje que había hecho con el texto, su aproximación a la escena. ¿Qué es lo que ocurre? Que había partes muy reconocibles del texto, desde todos los puntos de vista, por ejemplo la bajada al Infierno; si la quitas no pasa nada, la obra continúa, de hecho es un inserto muy evidente que puede ser del autor o puede ser de quien sea, pero sin embargo da un color barroco y distinto al montaje que a mí me interesaba. 61 La Estrella también está muy salpicada por una tendencia que hay en los textos del Siglo de Oro, sobre todo en los históricos y cortesanos, a introducir los cargos políticos y militares de los personajes, las leyes, explicar cuál es el contexto cortesano del momento, y en general, repartir pompa. Y además se ve, como algunos estudios filológicos ponen de manifiesto, (el de Joan Oleza, por ejemplo), una tendencia a la amplificación de elementos, que de repente ahuecan el texto muchísimo, le quitan mucha veracidad. Así que ésa fue otra de las intervenciones; y otra más tratar de hacer las menos actualizaciones posibles de texto, conservar la mayor parte de las palabras de época. En esta ocasión, como en otras, no he querido renunciar a determinado tipo de palabras autóctonas y de una época muy concreta, porque me parece que eso nos llevaba directamente a una pérdida de patrimonio lingüístico; sólo he hecho algún ajuste en ciertos momentos de la obra, como por ejemplo al hablar de abogados y banqueros, porque de otra forma la situación era muy dif ícil de entender para el público; eso ha sido casi una tercera intervención. Luego hay dos personajes, Sancho Ortiz y Clarindo que, junto al Rey, tienden a sobre explicarse constantemente; con lo cual había que dejar las aclaraciones mínimas para que la trama pudiera avanzar y el personaje no se recargara en exceso. Hay momentos, sobre todo Sancho, y también a veces el Rey y Busto, en que insisten en explicar sus motivos: su propia heroicidad o su propio comportamiento como noble, y yo creo que el espectador de hoy tiene de 62 esto un mundo de referencias tan amplio, tan extenso en comparación al espectador del Siglo de Oro, que ya no hace falta ese lastre de explicaciones. Como punto de llegada todo nos orientaba hacia la desnudez del texto clásico; con La Estrella se puede ir, como decíamos antes, a algo muy cercano a una tragedia griega o romana. Por otro lado, el desembarco estético que a mí me interesaba tenía mucho que ver con cómo podía hacer que este texto se comportara de una manera más actual, así que la forma también me apuntaba hacia esa desnudez. Recuerdo que la había también en la puesta en escena de Miguel, y yo creo que tiene su lógica ahí; el texto funciona muy bien solo, no hace falta adornarlo con tantas cosas… O sea, que tu visión del montaje, y del texto, apuntaría más a un mundo de la Grecia y Roma clásicas que a un mundo renacentista… Bueno, pero todo esto pasado por el mundo renacentista. La obsesión por el rey tirano, por las injusticias, y desde luego por mostrar la capacidad del pueblo, de la aristocracia sevillana, de parar al rey, es un aliento también muy renacentista. Lo que está viendo el público es que al rey absoluto se le puede parar; que la palabra del rey no es la última, que las ciudades y los ciudadanos tienen también poder. Toda la ideología del conflicto político es muy medieval, y evidentemente no es algo grecolatino, pero el planeamiento y el desarrollo del conflicto sí lo son. La manera tan esencial con que el autor te lleva, porque los acontecimientos son tan tremendos (como sucede en las 63 buenas tragedias) que avanzan solos, hace que no sea necesario que los actores empujen, ni que el autor se tenga que inventar cosas para mover la dramaturgia hacia un sitio; los hechos de por sí son tan tremendos que te orientan. 4.- Poder, pasión y honor. ¿Sería éste el orden de importancia de los grandes temas de la obra? Verás, el primer tema… Mira, en un resumen al estilo de Hollywood, ésta es la historia de un rey que entra en una ciudad, se complica la vida generando un problema y tiene que resolver ese problema. Así que el primer tema sería cómo se ejerce el poder, que es donde está la almendra renacentista de todo esto. Venimos de una Edad Media en la que el rey en realidad es un señor con el que se acuerdan cosas, y se está evolucionando hacia el rey emperador del posbarroco, con el que no hay manera de hablar de nada. Empiezan los absolutismos indiscutibles, con unos reyes como los españoles, con unos poderes que nadie hubiera pensado jamás desde los romanos; y además están pasando muchas cosas, como por ejemplo, la aparición de la figura de los validos. Arias representa esa nueva figura, el político experimentado y ambicioso que siempre está al lado del rey porque los reyes son muy jóvenes, como ocurre en La Estrella. Por otro lado, está la presencia de la dama, algo ya muy barroco, muy del Siglo de Oro. El rey quiere una mujer y eso le transforma, o él cree que eso puede transformarle, porque además este rey lo asocia a su astro, al destino, y piensa que su destino va 64 a cambiar cuando pruebe el agua de esta fuente nueva... Va a beber algo que le va a transformar. Luego está el tema del soldado. La problemática del soldado entre su vida y su compromiso político, su lealtad al rey y la lealtad amorosa. Ese es otro motivo universal. Y finalmente tenemos el honor. El honor que, digamos, es el aporte castellano a toda esta historia, que tiene que ver con el abuso de poder, pero también con la reacción de los hermanos. En cierto modo el personaje de Estrella pidiendo justicia tiene mucho que ver con el de Antígona reclamando lo mismo. Los personajes tienen unos basamentos tan clásicos, que lo que dicen parece sacado de otro sitio, no son palabras típicas, y en La Estrella encontramos determinadas cosas que no son fáciles de encontrar en otros textos del Siglo de Oro y, al lado, motivos tan barrocos como el honor con toda su fuerza o la bajada a los infiernos. El viaje a la otra vida es un motivo que tiene sus raíces en la Edad Media y florece literariamente en el Renacimiento, pero el desarrollo de esas figuras, populares al fin y al cabo, figuras que tienen sus raíces metidas en lo más hondo del inconsciente popular, se produce en el Barroco; los Sueños se escriben en el Barroco, Vélez de Guevara escribe El diablo cojuelo en el Barroco, y una buena cantidad de comedias incluyen al diablo entre sus personajes. ¿Por qué? Pues seguramente porque ya hay más difusión de lo escrito, se imprime, se lee más y lee más gente, y todos esos motivos medievales eclosionan en el Barroco. El tema del honor es barroco, y el enfrentamiento entre Busto y Sancho es barroco, pero sin embargo la obra está situada en el Medievo, con un rey con nombre. Todo esto es un basamento, porque lo mejor que tiene la obra es que está contando una historia de ficción. Primero la historia no es una historia real, según sabemos, pero es tan real como para que el pueblo crea que lo es; lo mismo sucede con tantas otras historias, en El caballero de Olmedo, por ejemplo. En segundo lugar, el pueblo cree que es real porque la ha oído y la retiene en el subconsciente, con lo cual ya es real, ya no importa lo que digan los historiadores, la historia es real porque esa ficción está en mi memoria, y me interesa porque me están explicando cosas que yo no entendía en esa ficción, o detalles, o evoluciona de una manera que yo no había oído; eso hace que la obra sea muy atractiva, por algo se representó tantísimo: el plano histórico está tan adaptado a la ficción como el espectador necesita, porque ya tiene referencias. Es como cuando uno va a ver una obra sobre el conde Alarcos o sobre el caballero de Olmedo: como se tiene ya un basamento de ficción, hay que empezar a trabajar desde ahí. No se puede hacer El caballero de Olmedo si no matan al caballero: son cosas tan enraizadas en lo popular, que el espectador del Barroco ya parte de ahí. El dramaturgo lo que hace es servirse de ese basamento para trabajar, con lo cual construye sobre la ficción, y a partir de ahí la mezcolanza es absoluta, es decir: hay relaciones pretendidamente medievales, relaciones propiamente del Siglo de Oro entre los personajes, esa caballerosidad extrema del Siglo de Oro… Todo ese tipo de cosas está también en la función, y viene de lo mejor que tiene nuestro teatro, que es un collage de ficciones, y cuando el dramaturgo acierta a coserlas, salen obras excepcionales. 5.- ¿Qué nos puedes contar de la escenograf ía y del vestuario en este montaje? Con esta escenograf ía podía haberse desarrollado cualquier función clásica, cualquier tragedia griega. Ayuda a la idea del coro, y creo que muestra también que la ciudad actúa como una especie de entorno cerrado en el cual pasa todo, y del cual no se puede salir más que muriendo. La única salvación que ven algunos personajes para escapar de la locura en que se han metido es irse de la ciudad; el trabajo con el espacio sonoro era fundamental. Además, la desnudez trágica que perseguíamos nos llevaba a hacer espacios sin grandes referencias pero con aromas, es decir, que se vieran las columnas, los muros, las cosas que podían ser interesantes en la ciudad pero que no fueran localistas. Yo creo que hay grandes problemas con el localismo en el teatro español, porque trata de aproximarnos a algo que ya conocemos de memoria y eso es muy complicado; por eso pienso que está muy bien desnudar ciertos textos, y tratarlos así, como trataríamos a Eurípides o incluso a Séneca. En La Estrella lo más fuerte es la sensación de maquinaria, de destino, de fatum; la idea de que todo se construye de una manera milimétrica para que las situaciones se den de una cierta manera. Por otro lado hay una especie de ritual que aporta cierto grado de tensión al conflicto, un conflicto que se va formalizando a medida que avanza la función. La ciudad 65 se tensa, como si la obra tratara de que Sevilla le da al Rey un manual sobre cómo gobernarla; al fin y al cabo, lo que se cuenta es de qué forma el Rey llega a entenderse con el Cabildo. Cuando se genera el conflicto al mandar matar a Busto Tavera, cuando el Rey comete ese error, el problema es el Cabildo. El Cabildo es en cierto modo el que impide que el Rey haga esas cosas, pero también es el que obliga a que se hagan de otra manera; si no hubiera 66 existido, el Rey hubiera actuado directamente. En ese sentido hay algo muy contemporáneo en ese rey político, que tiene que tener una apariencia y no puede gobernar sin ella, cuestión muy barroca por un lado pero muy contemporánea por otro. Por eso el espacio tiene esa capacidad de oprimir y de construir, para que el espectador entienda que todo es demasiado formal para ser casual, seguramente… Un espacio que puede llevarnos al palacio, al muro o a la cárcel de una manera muy contemporánea, porque el trabajo de Carolina tiene grandes raíces en lo arquitectónico, en el interiorismo arquitectónico y en las formas que nos rodean. El espacio marca mucho, y de él depende el vestuario; de hecho con Lorenzo hemos trabajado con el espacio ya puesto, y hemos ido haciendo una labor de síntesis tan grande, que al final creo que hemos conseguido que estos señores, los perso- najes, compongan un solo cuerpo; para conseguirlo había que uniformarlos sin uniformarlos, y eso nos sacaba un poco de la época, porque ese tipo de espacio ya se había utilizado mucho con vestuario de época. La mejor opción, tal como estaba concebido el espectáculo, era encontrar una especie de uniforme contemporáneo; creo que el traje lo es, es un elemento neutro del siglo XX, y va en colores fríos: negro, gris y marrón. La única discordan- 67 cia es el vestido de novia, porque era muy significativo y tenía mucho que ver con la ilusión de Estrella, y estaba en el texto, no es algo que nos hemos inventado. Y lo mismo puede decirse de Clarindo, para el que, como no podíamos cambiarle el traje por otro color guinda como dice el texto, encontramos una solución muy teatral que fue el darle la vuelta a su chaqueta mostrando el interior, de un rojo intenso. 6.- Háblanos, por favor, del trabajo del iluminador y del asesor de verso. En la sala de ensayos Miguel Ángel y yo vimos que, con la cercanía que hay en ella, toda la obra funcionaba sin mover la luz. Pero claro, al hacer la función en los teatros esto varía muchísimo y empezamos a tratar las escenas conforme a las necesidades de cada momento, sobre todo focalizando las acciones y viendo cuándo había que abrir y cuándo había que cerrar. La luz funciona entonces como una especie de puntuación, como la puntuación de la obra, marcando los subrayados, los cambios de gráfica… En los teatros hacía falta ese aporte estético, el aporte plástico de la luz: el poder privilegiar con la luz unas cosas sobre otras no sólo ayuda, sino que hace que la narración pueda avanzar. En cuanto a la asesoría de verso, Vicente y yo ya tenemos oficio ambos, trabajando el uno con el otro. Él tiene una parte a la que se dedica, la elocuencia, la prosodia, la capacidad de comunicación de los actores hacia los espectadores y de los actores entre sí; su trabajo es muy técnico, y tiene mucho que ver con nuestra opción estética. En la historia del teatro español 68 representado estamos ahora mismo, no sólo la Compañía sino casi todo el mundo, en un momento en que probablemente el verso nunca se ha dicho de una manera tan natural ni tan bella, por decirlo de alguna manera. Es decir, estamos en un equilibrio entre lo formal y lo veraz tal, que creo que al espectador lo que dicen los actores puede parecerle menos lejano que cuando el teatro se hacía de una manera declamatoria. Esto es una gran posibilidad para todos, y se ha llegado a ello de una manera natural, porque la experiencia como espectadores nos enseña que, cuando se iba a ver algo que estaba declamado, uno se distanciaba mucho. Yo creo que el espectador ahora se acerca más porque tiene más capacidad para apreciar la belleza cuando le suena sincera la forma... 7.- ¿Qué música has utilizado, y cómo? ¿El espacio sonoro tiene peso en este montaje? Tenía la idea de que hacía falta combinar una composición muy barroca combinada con una textura contemporánea. La parte barroca la proporciona el violín, con la Sonata de Giuseppe Tartini El trino del diablo, que tiene que ver con la bajada a los infiernos. Cuenta Tartini que el demonio se le apareció en sueños y le dijo que tocara alguna cosa; él tocó una pieza, y cuando Tartini despertó apuntó lo que pudo, lo que recordaba. El violín es un elemento barroco constante en el montaje, que participa en las escenas y da color a muchas cosas; y luego, por otro lado, tenemos una especie de apisonadora, que es la banda sonora de Can, un grupo de pop rock alemán de los 70, que tiene mucho que ver con la intensidad política. Can aparece con Vitamin C en la primera llegada a la corte, en el desenlace político y en la muerte de la esclava. Luego aparece también en la escena del Infierno, pero contaminado con el violín. Además está la posición del violín, que comienza la función de una manera muy estándar, en un solo; parece que viniera algo que se lo llevara por delante. Yo quería algo que fuese lo suficientemente intenso como para dar toda esa serie de matices a la vez: una gran vitalidad por un lado, y seriedad a la vez, y una gran intensidad, con todas esas texturas que trae esa gente de los setenta, que fuera algo intelectual también… Can es un grupo muy hipnótico, con mucha alquimia, y su unión con el violín refleja un poco toda esa idea del ritual que decíamos antes; tiene un punto muy cosmopolita y por otro lado muy desgarrado. Es una mezcla que desde el principio calzó muy bien. En cuanto al espacio sonoro, ésta no es una función en la que sea importante escuchar cómo se va el coche del rey, o como llega; concretar todo ese tipo de efectos de sonido nos llevaría a concretar el espacio, a concretar la época… Lo que aquí era importante es que el universo sonoro fuera muy abstracto, y tanto el violín como la música de Can lo que están denotando todo el tiempo es “súbete a esto”, a este vehículo expresivo que es el sonido, súbete con las palabras o con las imágenes, pero sin concretar, sin centrarse en una época. Los golpes que dan los actores en la tarima para introducirnos en el Infierno es el momento más coral que hay en la función. 8.- ¿Qué les has pedido a los actores de La Estrella de Sevilla? ¿Cómo has caracterizado a los personajes? Lo primero que les dije es que como grupo tenían que vivirlo de una manera muy intensa, es decir: no se puede estar dentro de una función tan de cara como están ellos y no estar con la pupila absolutamente fija en el compañero que está haciendo la escena. La función empieza en el minuto cero, y hasta que acaba, todo el mundo está integrado en todo el mecanismo, esté en la escena que se desarrolla o no. Cada uno tiene su función. El Rey tiene que ser suficientemente joven e inexperto para necesitar a Arias y para equivocarse. Arias tiene que ser un personaje con los pies en la tierra, con experiencia y conocimiento del medio, y con muy poca capacidad de desmontarse hasta que tiene que hacerlo porque se le está yendo la situación de las manos. Esa pareja funciona bien porque uno tiene una necesidad y el otro tiene la capacidad de cubrir esa necesidad. Arias y el Rey pueden cambiar las cosas, pero ahí está el Cabildo para evitarlo. Por otro lado estaba la pareja de los enamorados. El balance de estos personajes solo tiene que ver con el amor. El personaje de Sancho Ortiz de las Roelas es el que ha generado más literatura por su carácter “heroico”. Sancho es un soldado, un tipo que está acostumbrado a obedecer, porque si se intelectualiza un poco más, quizá no hubiera obedecido; a Jaime le pedí ir por esa vía. Estrella, sin embargo, es en cierto modo un personaje prototípico, es decir, ella representa el honor castellano. La mujer castellana que ama hasta el límite de 69 perdonar a quien ha matado a su hermano, con esa rectitud y ese carácter recio que tanto gustaba en Castilla. Es más que una mujer, tiene que ver con el destino, y tiene que tener posibilidad de demostrarlo, pero rebajé mucho el famoso planto de Estrella, porque ese regodeo en el sentimiento desgarrador no resulta verosímil. Estrella y Sancho no tienen mucha capacidad de maniobra, pero Busto, sí. Busto organiza casi una rebelión: coge a la esclava y la cuelga del Alcázar, ahí está España y el carácter español; ése es su mensaje al Rey. Busto es un hombre con más recursos; se intenta marchar, es el único que intenta marcharse de verdad pero no puede irse porque le paran matándole. Es un personaje con un valor muy castellano también, y el hombre más recto que hay en la corte; como le hacen una afrenta casi inigualable, él tiene que tener una respuesta proporcional, y no hay más salida que morir u obedecer. El Cabildo es la reunión de los aristócratas de la ciudad, con una posición que no están dispuestos a perder; pero al mismo tiempo equilibran su poder con el del Rey. Le otorgan la maiestas, y por tanto la obediencia ciega, porque cuida de ellos, pero también están dispuestos a que deje el poder si no cumple su parte del compromiso. Luego está Clarindo, que es la válvula de escape de todo esto. Un personaje inventado por el Siglo de Oro español, para ayudar, entre otras cosas, a que el espectador esté mucho más preparado para ver la siguiente escena. Tiene una función de distensión, y siempre está presente en los momentos en los que luego 70 pasan las cosas más tremendas; es como si relajara el ambiente, para que luego la tensión pueda de nuevo crecer e ir más allá; cuando nos cuentan las historias nos gusta que la intensidad crezca... Natilde, la esclava, tiene el recorrido que tiene; a mí me parecía interesante que la traidora fuera árabe, lo era en la versión de Narros; el árabe traidor es una figura dramática del teatro. Le aseguran la vida, le dan una renta y le dan la libertad, el cambio que le ofrecen en su vida no puede ser más significativo. Pero yo he preferido que sea un personaje más indefinido racialmente. Después hay una serie de personajes que ayudan a contextualizar un poco la cuestión, como los personajes que se disputan la vacante, o los compañeros de jarana de Busto... 9.- ¿Por qué piensas que este montaje puede interesar al espectador de hoy? ¿Crees que va a enganchar a la gente joven? Yo creo que hay una labor por hacer que tiene que ver con el planteamiento de cómo se actualizan las obras del Siglo de Oro. El teatro está sujeto a modas, es decir, todo el Arte en general está sujeto a los tiempos que corren, opinas aunque no quieras porque haces una traducción, un reflejo en cierto modo del tiempo que vives; entonces, cualquier representación de cualquier texto de cuando sea, se hace en el momento de su andadura, y yo no creo que se pueda renunciar a eso. Cualquier decisión que tomas ya es una opinión y, por suerte, nuestro público tiene ya una gran tradición de ver nuestros clásicos, de forma que podemos empezar, o continuar, haciendo un tipo de tanteo, que nos acerque un poco al tratamiento que se le da a los clásicos en otros países. Nuestra opción es hacer un espectáculo para el espectador de hoy a partir de un material textual de hace unos siglos que nos gusta y nos interesa, tratando de no frivolizar. Influye también, como es el caso de La Estrella de Sevilla, el que los textos de los que disponemos no sean una ciencia exacta, ¿no crees? Claro, en muchos casos no partimos de ediciones cuidadas por el autor que nos hayan llegado como él quería… ¿Quién sabe lo nos ha quedado de alguna de las mejores obras que tenemos? A lo mejor ese respeto del que se suele hablar se lo estamos teniendo más a otra persona que no al autor. De cualquier manera, son decisiones que tienen que ver con el espectáculo que se está montando, no creo ni que haya que respetar todo escrupulosamente ni que haya que cambiar todo, depende mucho del tipo de espectáculo que se quiera hacer. Nosotros hacemos teatro, no hacemos lingüística, ni intentamos decir cómo era aquello, ni nada de eso. Nuestros espectáculos son para que venga la gente a entretenerse, primera cuestión, y a sacar alguna conclusión, a enriquecerse si es posible, segunda premisa. Y en cierto modo somos un poco una especie de frente cultural luchando contra algo que se está imponiendo, que es la manera única de hacer Arte. Es decir, si el teatro tiene algo intere- sante ahora mismo es que las cosas se pueden hacer de otra manera, y sobre todo el teatro del Siglo de Oro; porque estamos poniendo en escena un teatro con una gran potencia dramática, que proviene de una de las tradiciones teatrales más importantes de Occidente, con una carga política certera, lleno de historia. Y en esta línea, creo que últimamente estamos trabajando en una onda que probablemente interese más a la gente joven de lo que podía interesar antes, porque se ha rebajado mucho la tensión declamatoria. Se está empezando a dar más valor a la percepción del espectador que a la herencia teatral en sí. La reacción del espectador es una de las cosas que más me interesan porque, como hablábamos antes, es verdad que en esta función hay una serie de palabras que era posible cambiar y actualizar, pero pienso que ahí podía haber una pérdida de poesía, de lenguaje, y el espectador no ha pagado su entrada para escuchar cómo hablan en la calle, ha pagado la entrada para escuchar un texto del siglo XVII. En este momento, lo que se intenta hacer es buenos espectáculos con textos del Siglo de Oro, espectáculos que comuniquen, y en esa tendencia es donde yo creo que puedes pescar un público joven, en una línea en la que hagas una cosa que guste, que entretenga, que divierta y que trascienda en lo estético, tanto plástica como poéticamente. Por otro lado, yo creo que nuestra gran labor tiene que ver con la transmisión literaria, cierto amor a la palabra, cierto amor a la poesía, y eso no tiene edad. M. Z. 71 Entrevista a Carolina González, escenógrafa de La Estrella de Sevilla Carolina González es diseñadora de interiores y licenciada en escenograf ía por la Real Escuela Superior de Arte Dramático. Sus primeros trabajos en teatro fueron los realizados para la obra Las mariposas son libres, de Leonard Gershe, que en 2002 dirigió Ramón Ballesteros. Posteriormente proyecta el espacio escénico de Versos de hierro, dirigido por Carlos Menéndez; el vestuario para Evohé (sobre Las Bacantes de Eurípides) y la escenograf ía de El rufián en la escalera, de Joe Orton, y Morgana le Fay, ambas dirigidas por Vanesa Martínez. En 2004 comenzó su colaboración con la Compañía Nacional de Teatro Clásico, al participar como ayudante de escenograf ía de José Tomé en La entretenida, de Miguel de Cervantes, dirigida por Helena Pimenta. Con la CNTC ha trabajado desde entonces como ayudante de escenograf ía de José Hernández, en El castigo sin venganza de Lope de Vega, y en Amar después de la muerte de Calderón de la Barca, ambas con dirección de Eduardo Vasco; también como ayudante de Richard Cenier en Tragicomedia de Don Duardos de Gil Vicente, dirigida por Ana Zamora; y como ayudante de José Luis Raymond en Sainetes de Ramón de la Cruz, dirigida por Ernesto Caballero. Ha sido la escenógrafa en Don Gil de las calzas verdes de Tirso de Molina, Las bizarrías de Belisa de Lope de Vega y Las manos blancas no ofenden de Calderón de la Barca, y ahora en La Estrella de Sevilla, atribuida a Lope 72 de Vega, con dirección de Eduardo Vasco. Nos volvemos a encontrar con ella para que nos cuente los detalles de este trabajo suyo. 1.- Carolina, ¿cuál ha sido en esta ocasión el punto de partida de Eduardo Vasco y tuyo para imaginar la escenograf ía de La Estrella de Sevilla? En esta ocasión, Eduardo quiso que mi propuesta fuese contemporánea, y me habló de servirnos de un único espacio, sin necesidad de entradas y salidas por calles, y también de la posibilidad de utilizar de nuevo sillas, como sucedió en Las bizarrías de Belisa, de forma que se creara un discurso a través de su evolución o su posicionamiento en un espacio central de actuación. 2.- Efectivamente, la dramaturgia de La Estrella implica que los actores que están en el escenario no salgan durante todo el tiempo que dura la función. ¿Cuál ha sido, entonces, tu solución para ese espacio y esos elementos, las sillas, que pueden permitir crear ambientes distintos, además de posibilitar que los actores se sienten? Traté de encontrar vínculos directos entre las premisas que Eduardo me había dado y lo que ocurre en la obra, entendiendo el contexto histórico, el momento concreto y las situaciones dadas. De ahí que el resul- tado haya sido conceptual, y que el diseño esté muy ligado al texto como siempre lo está, huyendo de cualquier estilo concreto, pero en esta ocasión especialmente. Opté por la propuesta de bancos en vez de sillas, porque los bancos están más relacionados con lo colectivo, con lo social, y también tienen que ver con el espacio donde se celebran juicios o asambleas. Una silla habla más de lo individual, habla de otra cosa. Al no necesitar espacio para las entradas y salidas de los actores (las calles), pensé en una escenograf ía con la idea de muro o pared corrida en forma de U para fomentar el enfrentamiento entre pueblo / Rey ante el espacio de acción central, una tarima ligeramente elevada y con un pasillo perimetral que se cierra con el público. Todo está a la vista, en escena constantemente, y se me pasó por la cabeza la idea fugaz de verlo como una arena rectangular, una plaza o un ring. 3.- ¿Qué sentido tiene en este diseño tuyo la preferencia por la línea recta, que marca un espacio casi arquitectónico? En cuanto a la forma, la elección de líneas rectas que delimitan planos (el fondo y los dos laterales), y la preferencia por las formas prismáticas para los bancos, intenta expresar sin disimulos y con la mayor transparencia posible la crudeza de la tragedia, simbolizando el temperamento directo del pueblo sevillano, que finalmente desobedece al Rey para darle ejemplo con el cumplimiento de la ley. Esto es lo que me dio la idea para encontrar un espacio sobrio, austero, limpio y atemporal, casi abstracto. Bancos y módulos crean espacios, y son elementos limpios y sencillos; por eso, en un lenguaje de líneas, hablamos de horizontalidad. Una vertical puede caerse, plasma un sentimiento de fragilidad, pero la horizontal refuerza la dirección en que la actuación se mueve. 4.- Y en cuanto al material, ¿por qué en este caso has utilizado la madera? El material que hemos elegido, siguiendo la tónica de lo ya mencionado, es la madera, y por la misma razón; porque es un elemento natural, sin artificio, para expresar así también la misma intención de desnudez y limpieza que preside esta escenograf ía. Podría haber sido melamina o algún otro material pintado, pero es chapa natural de madera de abedul, que mantiene su color original. 5.- La madera de abedul es una de las más claras; ¿se ha mantenido este color con alguna finalidad? Pues sí; el color es el propio tono claro de la madera de abedul y sirve para evitar el oscuro total; siempre hay claridad en el escenario, aunque no esté iluminado, y favorece la visión de lo que ocurre en escena 73 por parte del pueblo que acecha. Sobre este tono las figuras se recortan, aparecen como bultos en penumbra, provocan sombras, todo ello gracias a la iluminación que apoya esta idea. 6.- Un montaje dif ícil, porque no hay cambios, no hay entradas y salidas… ¿Colaboran en esta ocasión los propios actores a la configuración de los espacios? En esta función los espacios se configuran a través de los movimientos escénicos que los actores (como pueblo) realizan con los módulos, los bancos, sobre la tarima. Aunque Eduardo y yo habíamos barajado varias opciones de posicionamiento de los bancos para cada espacio, fue en los ensayos donde se cerraron las colocaciones. Éstas, unidas al movimiento, (en barrido, alzado, apilado, etc…), y al uso que de las piezas hacen los actores, dan como resultado espacios mas allá de los meramente f ísicos, espacios mentales que evolucionan con la evolución de los personajes. 7.- ¿Carolina, cuáles han sido tus referencias plásticas o literarias para esta escenograf ía? Pues he consultado algunos de los textos impresos, crónicas y boletines conservados en la Biblioteca Nacional como Sevilla en el siglo XIII por Antonio Ballesteros Beretta / Adolfo Bonilla y San Martín, Alfonso X y Sancho IV, de Gonzalo Torrente Ballester, o Castigos del Rey don 74 Sancho, de Oscar Hugo Bizzarri, además de imágenes de la arquitectura contemporánea cercana a las líneas depuradas de los maestros japoneses o del eterno Mies van der Rohe, uno de mis favoritos. Ésas han sido mis referencias a la hora de abordar este diseño. 8.- La Estrella de Sevilla ha sido un montaje esencial, en donde no hay nada superfluo, nada reiterativo o recargado. ¿Te ha supuesto esta característica algún esfuerzo especial? ¿Ocurre lo mismo con los objetos? La dificultad o complicación ha sido esta vez conseguir una resolución técnica para la construcción de la escenograf ía en favor de la limpieza de la propuesta, esto es, atender con mimo los encuentros de paneles, el acabado y sobre todo la tarima sin tornillos a vista. El resultado debía ser impecable y creo que se ha conseguido; la función lo es, y en mi opinión ha quedado un montaje exacto. En cuanto a la utilería, no hay nada superfluo, es la imprescindible: cartas, anillos, daga, espejo y espadas. 9.- ¿Qué crees que pensarán nuestros espectadores más jóvenes de este montaje? Creo que esta función no dejará indiferente a los espectadores más jóvenes; estoy segura de que la propuesta les enganchará desde el principio por la música, seguida de todo lo demás… M. Z. 75 Entrevista a Lorenzo Caprile, figurinista de La Estrella de Sevilla Ha estudiado diseño de moda en Florencia y Nueva York y ha colaborado como ilustrador de las revistas Elle España y Joyce España. Inició su actividad laboral en Italia, realizando catálogos y colaborando con varias firmas comerciales en departamentos de creación. Con Lancetti participó en la investigación, creación, diseño e ilustración de colecciones de alta costura y en el prét â porter y en los accesorios de la firma. Posteriormente, con el Gruppo Finanziario Tessile de Turín colaboró en el diseño de las colecciones, y en la supervisión y coordinación de desfiles y de procesos de diseño e industrialización del producto. En España ha realizado colecciones textiles para firmas comerciales y también ha diseñado colecciones prét â porter de t r aj e s d e n o v i a p a r a R o s a C l a r á y Pronovias. Ha sido el diseñador y creador del traje de novia de la infanta Doña Cristina, así como de sus damas y pajes, de los trajes de presentación de la Princesa de Asturias y de los trajes de damas y pajes para su boda. Ha realizado trajes goyescos para toreros y ha colaborado en el diseño de vestuario laboral. Ha realizado los figurines de la película La dama boba de Lope Vega, dirigida por Manuel Iborra, trabajo por el que obtuvo el premio Biznaga de Plata al mejor vestuario en el Festival de Cine de Málaga. Es autor del libro Vamos de boda, de Planeta y en 2004 obtuvo el premio T, al mejor diseñador español del año concedido por 76 la revista Telva. Para la Compañía Nacional de Teatro Clásico ha realizado los figurines de Don Gil de las calzas verdes de Tirso de Molina, Las bizarrías de Belisa de Lope de Vega, Las manos blancas no ofenden, de Pedro Calderón de la Barca y éste, que es su cuarto diseño de vestuario, para La Estrella de Sevilla, atribuida a Lope de Vega. En esta ocasión, nos va a hablar sobre este último trabajo suyo. 1.- Lorenzo, ¿cuál ha sido para ti el punto de partida en este montaje de La Estrella de Sevilla? Eduardo tenía el montaje clarísimo desde el principio. Él quería algo muy sencillo para centrar la atención en el texto, que es bellísimo, en la interpretación de los actores y en la dirección de escena. Por todas estas razones me pidió un vestuario muy neutro, actual pero neutro, que no aportara ninguna información. Después de algunas pruebas, vi claramente que los actores tenían que ir de traje; en un principio dudamos de si debían que llevar camisa o camiseta, pero al final pensamos que si llevaban camisa también tendrían que llevar corbata o no, gemelos o puño con botón, elegir entre un cinturón o unos tirantes… Todo eso nos llevaba en dirección contraria a donde queríamos ir: teníamos que pensar en qué corbata y en qué gemelos, y si poníamos tirantes estaríamos hablando de los años cuarenta y proporcionando una información adicional… Por eso optamos por la camiseta. Desde un punto de vista técnico hay que destacar que en este montaje, como te decía, que los actores no se cambian, no salen de escena. El único cambio que hay es el de Muriel, Estrella, cuando se pone el traje de novia y luego se lo vuelve a quitar, pero se hace también en escena. Son los mismos actores quienes ayudan a cambiarse a Muriel para que ese cambio sea lo más fácil y rápido posible. 2.- Tus figurines de La Estrella, ¿reflejan de alguna manera las distintas clases sociales? Lo he intentado, de la siguiente manera. Ya sabes que yo juego mucho con los colores, y con ellos he pretendido hacer diferencias. En el montaje hay tres soldados, y uno de ellos además es el protagonista, así que llevan el mismo traje en un gris muy oscuro. Los sevillanos, Don Manuel e Íñigo Osorio, van en un tono marrón. El Rey y su secretario, Arias, van de color negro, que es un poco más elegante y más urbano, diríamos, que el gris. Es decir, he intentado diferenciar, pero con matices muy sutiles, porque en conjunto todo está muy empastado. Yo diría que de esta forma has respondido desde el vestuario a la misma idea de abstracción, de síntesis, que preside este montaje… Es verdad; y también que la escenograf ía de Carolina, respondiendo al concepto de Eduardo, manda mucho, y es absolutamente esencial. Por lo tanto, a mí lo que me quedaba era la neutralidad; no queríamos que nada desviara la atención de la mirada y de la escucha, por eso todo es muy ascético, muy austero, en el sentido de que no hay ningún complemento, no hay nada que pueda distraer, ni tan siquiera en las chicas; ni capas, ni gasas, ni colores. La única nota de color vibrante es la que da la chaqueta reversible de Paco Vila, el Clarindo, que cuando se prepara para la boda le da la vuelta a su chaqueta, y la vemos cambiar de color marrón a un tono guinda, tal como venía indicado en el texto de Lope. La transformé así en mi taller; pero ésta es la única nota de color del montaje, que además viene encuadrada en el personaje del gracioso. 3.- Por lo que respecta a la forma en que los actores van calzados, creo que habeis estado barajando el que usaran zapatillas deportivas, ¿no? Le hemos dado varias vueltas al asunto. En un principio se pensó en que los actores fueran descalzos, pero a mí la imagen de un hombre con traje, descalzo, me parecía que no era tan neutra como lo que Eduardo pretendía, lo veía más como una revista de moda, nos llevaba a algo que no es lo que él buscaba. El espectador podía relacionarlo con, por ejemplo, esa imagen de futbolista enrollado, tipo Beckam, moderno, que va con un traje de Armani de 6000 € y las deportivas de marca. Al final hemos optado por un zapato, y quizá 77 ha sido lo más complicado del montaje el encontrar un zapato absolutamente neutro, que fuera cómodo y que no diera ningún tipo de información. 4.- ¿Qué nos puedes decir de los complementos? Pues que no los hay; no hay complementos. En un momento dado intenté meter un chal o una capita para las chicas, pero al final no hemos utilizado nada. No hay sombreros, ni guantes, Eduardo no quería absolutamente nada que distrajera la atención. Igualmente, la peluquería y maquillaje son muy sencillos, muy neutros; todo sugiere naturalidad. 5.- Desde tu experiencia de varios montajes con la CNTC, ¿crees que el hecho de que el vestuario se haya simplificado hasta este extremo en La Estrella, modifica de alguna manera la labor de los actores? Efectivamente, creo que la modifica; en esta ocasión, al contrario de lo que dice el refrán, yo pienso que el hábito hace al monje. Éste es el cuarto montaje que hago para la CNTC, y en espectáculos como Las manos blancas no ofenden las actrices llevaban trajes con volumen, en general con escote, y claro está, confeccionados con otras telas; esto hacía que se movieran de otra manera. Y los hombres iban vestidos con casaca, con una espada, con sombrero… Su presencia era otra, les salía instintivamente. Esta elección creo que no es ni 78 mejor ni peor, simplemente modifica el movimiento, la presencia y por tanto la actuación; es algo diferente. He empleado un código nuevo y he aprendido muchas cosas; está muy bien no encorsetarse… 6.- Lorenzo, ¿qué te ha resultado más gratificante y más complicado en esta ocasión? El trabajo ha sido relativamente sencillo. Tengo que dar las gracias a Armand Basi, la empresa que ha confeccionado los trajes de los hombres; se han portado fenomenal con nosotros, y todos los actores están guapísimos, les sientan estupendamente. Yo solo he construido los trajes de las mujeres. En cuanto a lo más complicado, quizá haya sido encontrar ese punto aparentemente tan sencillo; el buscar, y el encontrar, un vestuario absolutamente neutro, que no dé ninguna información, que pase absolutamente desapercibido, que no nos distraiga con colorines o lentejuelas de lo fundamental: el texto, los actores... 7.- ¿Y el tema, Lorenzo? ¿Crees que enganchará a la gente joven? Claro que sí, no tengo ninguna duda. La historia que cuenta La Estrella, además de ser muy bonita, es muy actual; es una historia de corrupción, de moral y de ética, de abuso de poder. Y el que Eduardo haya llevado el montaje hacia esa forma tan descarnada y fundamental de contar las cosas aún lo hace más contemporáneo… M. Z. 79 Entrevista a Vicente Fuentes, asesor de verso de La Estrella de Sevilla En 1975, al terminar sus estudios de interpretación en la RESAD, es becado por la Fundación Juan March para ampliar sus conocimientos teatrales en Londres. Investiga la voz y la palabra con Cicely Berry (Royal Shakespeare Company), Guy Cornut y Roy Hart, cuyas teorías ha desarrollado en las producciones más importantes del Roy Hart Theatre, del que es miembro fundador. En París, participa en varios seminarios con Peter Brook y Jerzy Grotowski. En 1990 regresa al quehacer teatral español. Es profesor de Voz y Lenguaje en la RESAD de Madrid. Parte de su actividad teatral está ligada al Teatro de la Abadía. Imparte cursos en diferentes universidades europeas y festivales de teatro como Avignon, Edimburgo, Almagro y Bogotá. Con la CNTC ha trabajado en numerosas ocasiones, destacando su participación como asesor de verso en los siguientes montajes: Las manos blancas no ofenden, Romances del Cid, Las bizarrías de Belisa, El pintor de su deshonra y Don Gil de las calzas verdes, dirigidos por Eduardo Vasco; La noche de San Juan, dirigido por Helena Pimenta; El curioso impertinente, dirigido por Natalia Menéndez y La serrana de la Vera, dirigido por María Ruiz. Como asesor de texto ha colaborado en el montaje La comedia nueva o El café, dirigido por Ernesto Caballero. Nos encontramos con él para hablar sobre este nuevo trabajo. 80 1.- Vicente, ¿puedes hablarnos de cuál ha sido el enfoque de tu trabajo para la CNTC en esta ocasión? El elenco de La Estrella es con el que más he trabajado últimamente. Como asesor de verso empezamos el proyecto de la Joven Compañía, para crear, en todo caso, un estilo, una forma de hablar, de hacer hablar el verso, que si bien no rompiera con la tradición, entroncara con ella para ir hacia delante. Mi trabajo ha partido del análisis de muchos Estudio 1, también de todo lo que hay grabado de muchos actores en Radio Nacional, y de las grabaciones de la propia Compañía desde sus comienzos con Marsillach. Y, últimamente también he visto el montaje de La Estrella de Sevilla que Narros hizo para la CNTC en 1998. Esta revisión no la he hecho con una actitud negativa, sino crítica, analítica, para ver qué es lo que se había hecho, ver qué se podía recuperar y qué es lo que nosotros llamamos tradición. Podíamos transmitir lo que habíamos aprendido de un pasado reciente y lo que yo había rastreado de un pasado más lejano. Con este proyecto formamos un equipo, con un profesor de ritmo y prosodia, otro de lenguaje retórico y preceptivo, otro de interpretación y yo mismo, que conjugaba todo eso a través de la palabra y la voz. Prosodia en acción. Hemos sido muy académicos y muy rigurosos. En esta ocasión ha habido que tener en cuenta que en La Estrella de Sevilla los actores tienen bagajes muy distintos; están Paco o Arturo, con muchos montajes de clásico encima, y también actores que están aprendiendo. El caso de Jaime, Sancho Ortiz, es algo especial, porque Jaime estudió interpretación en Valencia y dirección en la RESAD, pero Eduardo lo llamó porque quería un Sancho distinto, no un galán al uso. Mi trabajo con él fue al principio asesorarlo y entrenarlo privadamente durante un mes y medio, de una manera consistente, explicándole todo el proceso que hicimos en el laboratorio con la Joven Compañía. Jaime tiene un buen sentido del oído, comprende muy bien las estructuras gramaticales, que es algo importante en verso; yo lo llamo la volumetría sonora de la sintaxis. Al final, ha conseguido articular muy bien un Sancho moderno, nada pomposo ni declamatorio, con un equilibrio entre lo coloquial y elevado. 2.- Después de haber desentrañado tantos textos del Siglo de Oro, ¿qué piensas que tiene de específico, desde tu punto de vista, La Estrella de Sevilla? Los actores saben ya verso, conocen las leyes y reglas. Las leyes no cambian, las reglas pueden adaptarse. Lo que había que hacer ahora es coaching, una palabra de moda para decir que tenían que insistir en su entrenamiento, es decir, en la forma fonética, en el fonema, en la palabra, recuperando la noción de sinalefa, los cortes versales, el ritmo acentuado; lo de siempre, porque hay que estar siempre repasando. Para mí es muy importante la rima, de manera que no haga falta ponerla más relieve ni más rostro, ni subrayarla, ni enfatizarla. A no ser que en algún momento se pretenda subrayar, porque el autor ha puesto esa rima ahí como clave, intencionalmente, para conseguir lo que se persigue. Luego están las pausas entre un poema y otro, entre una escena y otra, una jornada y otra. Todo esto lo íbamos configurando y lo veíamos en la praxis, porque tenemos una virtud que es el hacer. La praxis nos ayuda a teorizar, para luego volver a la praxis. Con La Estrella hemos llegado a una armonía. Además La Estrella tiene un lenguaje jurídico muy grande. Hay una agresión por parte de Sancho IV cuando llega a Sevilla, y el Cabildo y la ciudad se defienden. No hay que olvidar que la Retórica siempre fue judicial y forense; así nace la Retórica. Tanto es así que un caso, si no está bien defendido con una terminología justa, se puede perder. Desde el principio de la obra hay un léxico judicial, un entorno jurídico. Esto influye a la hora de decir el verso, porque no hay lirismo, es un lenguaje muy eficaz, muy directo. Si bien el habla escénica nunca puede ser el habla de la calle, porque siempre es un habla extracotidiana, sí hay que procurar que sea un habla verosímil, conseguir una naturalidad escénica. 3.- ¿Cómo has trabajado con los actores en general, y específicamente en este montaje? En general mi labor, de acuerdo con el director del montaje, es siempre parecida. El actor tiene que encontrar el ritmo del 81 personaje, que tiene que estar conjugado además con los otros personajes. Primero hay que saberse el texto, y después musicarlo, para luego escuchar al otro. Porque a veces, el esfuerzo de proyectar, te resta escuchar. En La Estrella, aunque los actores estén sentados, no son meros espectadores, o personajes sentados esperando a actuar, son también personajes-espectadores que escuchan, y si ellos se escuchan unos a otros, yo espectador que veo y escucho en el patio de butacas, estoy conectado, si no, es imposible. Es lo que yo llamo la sinfonía, no solamente crear perspectiva en la palabra, sino entre una escena y otra. De hecho Eduardo nos hablaba de pasar la página, es como en cine un traveling; primero hay una escena en plano medio y luego una en plano general, y eso se ve muy bien en La Estrella. Hay escenas más o menos largas y otras escenas pequeñas, como las de los alcaldes, o la de Busto y sus compañeros, e inmediatamente después escenas del Rey mucho más tensas, más importantes. En esta obra es muy importante el tema del honor, que es algo que me preocupa siempre en el teatro clásico, porque desde él se tiende a la declamación y al énfasis; por ejemplo, a Arturo le decía que lo que está en cuestión es su honor, el honor como libertad, su libertad individual, no el honor en general. Es hablar de mi “yo” al “tú”, y no adoctrinar con grandes declamaciones. Lope decía, “pinto para los amigos”, f íjate… Y con el personaje del Rey, que es muy importante, Dani tiene que pasar de un protocolo a otro, de una situación a otra, porque él es el hilo conductor. El rey suele tener una educación, un nivel, unas expec- 82 tativas propias y ajenas que cumplir, y uno puede ser cotidiano, pero conservando ese nivel. Cualquiera que haya estudiado, está cultivado, por muy callejero que hable, tiene un vocabulario. Todo esto tuvimos que estudiarlo y trabajarlo. Siempre hay que estar en laboratorio; yo pienso que en el corral no se necesitaba mucha escenograf ía porque la palabra es escenograf ía; es una gran fortuna. A eso me refería antes llamándolo coaching, hay cosas que tengo que repetir y repetir, y son las mismas porque los actores tienen que volver a escucharlas y trabajarlas. Por ejemplo, hay que tener cuidado con las sinalefas, con los finales de verso, porque en nuestro idioma el 75% de las palabras son llanas u oxítonas, no es así con el alejandrino francés que es un idioma agudo por excelencia. Si hay un 75% de palabras llanas, hay que tenerlo en cuenta porque no hay muchos versos esdrújulos… Todo esto hay que tenerlo en cuenta y trabajar en consecuencia. Los actores tienen además que hablar un castellano estándar, lo que yo llamo la entonación lógica del castellano, lo que entendemos por castellano neutral. Eso no quiere decir que ciertas melodías de la lengua mater de cada actor no sirvan, pero si se emplean, que sea un empleo consciente. Eso es lo que llamo adquisición de una naturaleza, control, porque todo o parte de lo inconsciente puede o no servir al personaje, y hay que escogerlo. Es verdad que el ímpetu primigenio, el castellano que tú has vivido desde pequeño, ése es el motor, pero tú puedes regularlo conscientemente, como una melodía. Cuando uno canta no piensa en notas, canta. Y cuando uno habla ya no piensa en comas ni en puntos, en inflexiones, porque la coma y el punto en el papel son algo gráfico, pero en el habla son inflexiones de habla. Es un hecho del habla. 4.- ¿Cuál crees tú que es la función del asesor de verso en un montaje teatral? ¿Te parece que el director es más una exigencia o una petición y tú más un soporte? Efectivamente. Yo digo siempre que sirvo, no para decir, “Oye, que si la sinalefa, oye que si la rima...”, no. Estoy ahí para enmarcar una sonoridad con el director, para configurar todos los movimientos y ayudar dentro de las limitaciones y las capacidades del actor, a que se sienta libre y operativo al máximo. Decirle, “Mira, vamos a hacer esto, creo que hacerlo así te va a ayudar de esta manera, para que puedas luego ver y contrastar…” Le pregunto a Eduardo, y soy en estos temas soporte, de las ideas y del director. Estoy en función del director, y eso en cada montaje y con cada personaje tiene una dinámica distinta, independientemente del ritmo del verso, de la medida. Debo marcar las diferencias de tono que tienen los personajes cuando se relacionan entre sí. En definitiva, primero es el director, y yo le sigo constantemente; ésa es la ventaja que tenemos al formar parte de un proyecto, que estoy ahí, y como conocedor de esas necesidades, elaboro. Cada montaje es único y distinto, y ahí es donde yo entro; además, siempre tenemos un taller donde hacemos un rastreo y recordamos. Después de cuatro años nuestros elencos ya saben la base, y ahora tenemos que hacer del verso acción pura; no simplemente decir el verso, sino hacerlo habla, operativo. Y eso se ha conseguido en gran medida, y notamos que lo hemos transmitido porque hay serenidad en el montaje, un pensamiento que discurre a través de la palabra. 5.- ¿Qué crees que puede interesar de este montaje a los espectadores más jóvenes? Lo que a mí me hace insistir y persistir en este trabajo es el amor por nuestra lengua. Tenemos que “infectar” a nuestros adolescentes el amor por la palabra, el amor por esta lengua tan enorme, tan madura, que es el castellano. La lengua es nuestro cuerpo, es nuestra arquitectura, nuestro sistema de pensamiento. En la medida en que los jóvenes no sean conocedores de la lengua, deja de haber conexión, hay agresión. A veces pienso que llegará un momento en que la gente joven no sabrá ver Las hilanderas porque les faltará lenguaje y si les falta lenguaje les faltará mundo, o que verán Las tres gracias y pensarán que es una pintura pornográfica… El ser humano necesita belleza. Es la mejor terapia. Los griegos perseguían la belleza, y qué mejor belleza que profundizar en todo ese mundo, ¿no crees? Pero el sistema educativo ha retirado muchas humanidades. Yo estudié griego y latín, y si hice un doctorado en Filología fue porque me interesaba hacer espeleología, investigar y descubrir lo que hay detrás de la palabra. Crear atmósfera con la palabra, porque yo entiendo el teatro si en escena se crea atmósfera, si no, es palabra dicha. Esa fragancia tiene que estar, y es lo que he buscado en La Estrella de Sevilla al lado de Eduardo Vasco, por supuesto. M. Z. 83 Actividades en clase Con el apoyo del Cuaderno Pedagógico de La Estrella de Sevilla y el texto de la versión del espectáculo, proponemos reflexionar y debatir en clase sobre los aspectos relacionados a continuación, como preparación al espectáculo que se va a ver o después de haber asistido a la representación: •• La vida más allá de la muerte era un tema • Los alumnos deberán encontrar y ana- lugar, tiempo y acción? ¿Se respetan en esta obra? Razonar la respuesta, relacionándolo con lo que Lope propone en su Arte nuevo de hacer comedias. lizar el tema principal de La Estrella de Sevilla y las ideas más importantes que plantea el espectáculo. Como este montaje está basado en una anécdota histórica del siglo XIII, distinguir qué es historia y qué es ficción. Pensar en cuáles pudieron haber sido las razones del autor para hacerlo así, y su significado dramático. 84 muy atractivo para el hombre del Barroco. ¿Dónde se muestra en La Estrella de Sevilla? Buscar otras obras del Renacimiento y del Barroco con un tema parecido. ¿Quién es el Cancerbero? ¿Quién es el Diablo Cojuelo? • ¿Qué son y para qué sirven las reglas de • Identificar y analizar los diferentes tipos de estrofas que se utilizan. ¿Traducen la intención del dramaturgo? ¿Siguen las pautas que da Lope de Vega en el Arte nuevo? • Aunque el episodio que vemos en la •obra pertenece al siglo , ¿se relacionan XIII los personajes entre sí como si fueran de la Edad Media o bien como habitantes del Siglo de Oro? ¿En qué se puede concretar lo que piensan los alumnos? • Los personajes de esta función son catorce, la mayoría masculinos. ¿Actúan a veces todos juntos, como un personaje colectivo? ¿Quién son, entonces? Vemos a un rey, varios nobles, se habla de un general, muchos de los personajes son soldados… ¿Qué ocurre con las mujeres? • Los dos únicos personajes femeninos de La Estrella de Sevilla son Estrella Tavera y la esclava Natilde. ¿Qué características definen a cada una? ¿Está justificado el comportamiento de la esclava? ¿Qué rasgos de Estrella la identificarían con la mujer de hoy? ¿Se la percibe como una adolescente o como una mujer madura? ¿Qué edad piensan los alumnos que tendría? • Los personajes masculinos más importantes son el Rey, Busto Tavera y Sancho Ortiz de las Roelas. Analizar a cada uno de ellos, explicando qué características principales tienen; pensar en su oficio y en su modo de ser. ¿Quién puede representar en nuestra sociedad del siglo XXI a cada uno de ellos? • En esta función es muy importante la ciudad de Sevilla. Comparar el plano de Brambilla, que es del siglo XVI, con uno actual. Localizar en uno y en otro los sitios reales de Sevilla que se mencionan en La Estrella. Una vez vista la función, y con la ayuda de un moderador, se abrirá un coloquio para analizar los diversos aspectos del montaje. Conviene establecer lo que a cada uno le ha gustado y lo que no acerca de la interpretación, la dirección de escena, la escenograf ía, el vestuario, la música, la iluminación... ¿Se entiende bien lo que dicen los actores? Justificar siempre los puntos de vista. • Se leerá en clase la entrevista al director de escena. Los alumnos harán una valoración crítica de su concepto del montaje, contrastando la visión del director con la suya propia. ¿Piensan los alumnos que ha conseguido los objetivos que se había planteado? • Se propondrá a cada alumno que intente actualizar la obra de La Estrella de Sevilla, como si ocurriera ahora mismo. Tendrá que explicar cómo caracterizaría a los personajes, de qué recursos escénicos se valdría, qué lenguaje dramático emplearía y cuál sería el desenlace. • ¿Prefieren los alumnos una escenograf ía que explique de manera realista los elementos de la escena o les gusta más ayudar con su imaginación a lo que sucede en el escenario? ¿Qué creen que simboliza la pared o muro con forma de U de la escenograf ía? Los bancos se usan de muchas maneras, ¿pueden decir algunas? ¿Están 85 de acuerdo con la escenograf ía de Carolina González en La Estrella de Sevilla? • • ¿Qué les sugiere la mezcla del violín con la música del grupo Can? • El vestuario de Lorenzo Caprile es muy • A modo de titular periodístico, cada especial. Tiene colores fríos y es muy neutro. ¿Refleja la clase social de los personajes? ¿El figurinista ha utilizado el color del vestuario con algún significado? ¿Consideran los alumnos que el traje es una especie de uniforme del siglo XXI? ¿Qué consigue con respecto a los personajes? • En esta función es muy interesante la música. ¿Qué función dramática creen que tiene la música en La Estrella de Sevilla? ¿Qué piensan que aporta al espectáculo? 86 alumno recogerá en una frase, sintéticamente, su impresión sobre el espectáculo. Discutir las discrepancias en clase. • Por último, los alumnos explicarán, qué piensan del teatro como actividad cultural. ¿Qué es lo que más les atrae o les disgusta? ¿Qué experiencias han tenido como espectadores? ¿Qué tipo de obras prefieren? ¿Harían ellos teatro como actores, directores de escena o de alguna otra forma? Bibliograf ía AA.VV., La vida cotidiana en la España de Velázquez, dir. José N. Alcalá Zamora, Madrid, Ediciones Temas de Hoy, 1989. ANÍBAL, C. 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