052 Efesios pdf 2016

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INTRODUCCIÓN AL NUEVO TESTAMENTO /// Lic. Claudia MENDOZA
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La llamada
“Carta a los Efesios”
El problema
de los destinatarios
Crítica externa
Datos textuales y de la tradición
En las cartas de Pablo, tal como han llegado hasta nosotros, los destinatarios aparecen dos
veces:

En el título, que está puesto por los recopiladores de la colección de las “cartas paulinas”.

En el encabezamiento o “prescriptio”, como parte de la carta propiamente dicha.
En el caso de esta carta, la referencia “a los Efesios” figura en los títulos de todos los
manuscritos, y en la mayor parte de estos, aparece también en el “prescriptio”.
46
Pero en los manuscritos más antiguos (P ) y en los mejores (VATICANO y SINAÍTICO) no hay
indicación de los destinatarios, ni en 1,11 ni en otro lugar del texto.
MARCIÓN (hacia el 140) es el testigo más antiguo de la ausencia del nombre de los destinatarios
en el encabezamiento: TERTULIANO –que tampoco parece haber leído en ningún lugar del texto
la referencia a los destinatarios– polemiza con Marción, porque éste había dado a la carta el
título de “ad Laodicenos”, mientras que la iglesia ortodoxa la designaba como “ad Ephesios”
(Adv. Marc. V, 11, 17).
Este título “ad Ephesios” se encuentra luego en IRENEO, CLEMENTE ALEJANDRINO y en el así
llamado CANON DE MURATORI. La Iglesia antigua, de manera prácticamente unánime,
consideró la carta como dirigida a la comunidad de Éfeso.
Pero también está atestiguado que muchos manuscritos estaban sin la indicación de los
destinatarios, como se infiere de Orígenes2 o como explícitamente señala San Jerónimo3.
Los datos textuales sobre la ausencia de los destinatarios en el encabezamiento son claros: el
texto de Efesios 1,1 sin indicación de los destinatarios es el mejor documentado, el más antiguo
y es también representa la “lectio difficilior4”.
1
Efesios 1,1
Pau/loj avpo,stoloj Cristou/ VIhsou/ dia. qelh,matoj qeou/
toi/j a`gi,oij toi/j ou=sin Îevn VEfe,sw|Ð
kai. pistoi/j evn Cristw/| VIhsou/
2
En De Princ. II, 5,5, ORIGENES interpreta las palabras toiÍj ouÅsin (tóis oúsin; “a los que están”) de
Efesios 1,1 en sentido metafísico –“a los que son”– cosa que hubiera sido imposible si toiÍj ouÅsin
hubiera ido acompañado de una determinación espacial.
3
En su comentario a “Efesios” JERÓNIMO asegura que él conoció unos manuscritos con indicación del
lugar de destino y otros sin ella.
4
Es decir, la “lectura más difícil”, que según una especie de “axioma” de la crítica textual, se ha de
preferir a la “lectura más fácil”. De haber existido la indicación de los destinatarios (la “lectura más
fácil”), no se ven motivos para quitarla. Por el contrario, es comprensible que se tratara de remediar la
falta de una indicación de lugar (la “lectura más difícil”, agregándola.
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Crítica interna
[Es decir, lo que se infiere al leer el texto]
La poca información acerca de los destinatarios y su situación, así como la ausencia de un tono
íntimo y de recuerdos personales, esperable entre Pablo y una comunidad donde vivió por más
de dos años (Hechos 20,31) hace muy improbable que esta carta haya podido ser enviada por el
apóstol a los cristianos de Éfeso.
Llama mucho la atención que, por lo que se dice en algunos párrafos, los destinatarios y el
autor parece que sólo se conocían de oídas:
Efesios 1,15 “Por eso, también yo, al tener noticia de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestra
caridad para con todos los santos...”
Efesios 3,1-4 “Por lo cual yo, Pablo, el prisionero de Cristo por vosotros los gentiles... v2 si es
que conocéis la misión de la gracia que Dios me concedió en orden a vosotros: v3 cómo me fue
comunicado por una revelación el conocimiento del Misterio, tal como brevemente acabo de
exponeros. v4 Según esto, leyéndolo podéis entender mi conocimiento del Misterio de Cristo...”
El saludo final no manifiesta gran conocimiento de ninguna persona en particular (cf. Romanos
16). Si es que la escribió Pablo, sólo puede haberlo hecho antes de haber estado en Éfeso,
puesto que después de haber estado más de dos años allí, resultaría impensable un escrito tan
impersonal.
¿Quiénes son los destinatarios?
Las hipótesis que intentan responder a esta cuestión son innumerables, y no se ha impuesto
ninguna:

Siempre partiendo de la supuesta autenticidad, algunos, recurriendo al testimonio de
Marción, identifican esta carta con la carta que, en Colosenses 4,16, se dice haber sido
enviada a los “Laodicenses” y donde también se exhorta a intercambiarla con la
comunidad de Colosas.
Pero, ¿por qué no tendría la indicación de los destinatarios?
Si alguna vez la tuvo, ¿por qué se borró5?
Además, ¿por qué el tono tan impersonal? ¿Por qué no hace referencia a la problemática
que sufre la región a causa de la “filosofía”? (cf. Colosenses 2,1 y 4,13) ¿Por qué la
tradición la llamó luego a los Efesios?

Otros investigadores sugieren que esta “carta” es más bien una especie de “circular” o
“encíclica” dirigida a varias comunidades del Asia Menor y llevada por Tíquico (cf.
Efesios 6,21s; Colosenses 4,7s). Cada una de estas comunidades habría recibido su
ejemplar con su respectivo nombre, mientras que en el escrito original se habría dejado
en blanco el espacio correspondiente a los destinatarios6. La tradición posterior, más
adelante, habría retenido en el encabezamiento el nombre de la comunidad más
importante del Asia Menor.
5
Los que defienden esta posición entienden que el título “a los Laodicenses” pudo ser borrado a causa de
la fuerte crítica que aparece en Apocalipsis 3,14-22 a esta comunidad (explicación sugerida por Harnack).
Pero esta hipótesis no tiene ninguna base. Además, la comunidad de Éfeso en el Apocalipsis no recibe una
crítica mucho mejor que la de Laodicea (2,1s).
6
Esto explica también la redacción de 1,1, que queda defectuosa si se le quita la referencia al lugar.
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Pero, ¿por qué no se habría conservado ni un sólo nombre de lugar en las copias?
¿Por qué, si era una “encíclica”, la dirección no estaba formulada en términos más
generales? Además, ¿por qué no se hace referencia a problemáticas locales?

Se ha propuesto también que tal vez no se esté frente a una verdadera carta dirigida a una
comunidad concreta sino ante “un texto teológico” propuesto mediante el género
epistolar para exponer diversos pensamientos e ideas. Al elegir esta forma literaria, el
presunto autor habría tropezado con la dificultad de tener que poner algún destinatario y
finalmente, tal vez, habría dejado sencillamente el espacio en blanco.
La denominación “a los Efesios”

¿Por qué se sabía de la larga estancia de Pablo en Éfeso y sorprendía no tener ninguna
carta de Pablo a ellos? Así, algunos entienden que se habría aprovechado esta carta sin
destinatario para llenar esa laguna.

¿Por vincular la tradición la noticia de 6,21-22 “Para que también vosotros sepáis cómo
me va y qué hago, os informará de todo Tíquico, el hermano querido y fiel ministro en el
Señor, v.22 a quien envío donde vosotros expresamente para que sepáis de nosotros y
consuele vuestros corazones” con 2 Timoteo 4,12 “Yo envié a Tíquico a Éfeso”?
El problema
de la autenticidad
En la Iglesia antigua, “Efesios” se transmitió como carta paulina.
Pero, sobre todo a partir de ERASMO DE ROTTERDAM –quién se dio cuenta que el estilo de este
texto es distinto al de las demás cartas de Pablo– comenzó a ponerse en duda la “autenticidad”.
Las razones que se esgrimen para cuestionar la autenticidad son muy similares a las que fueron
ya mencionadas a propósito de la discusión sobre la autenticidad de Colosenses.
Lenguaje y Estilo
Vale todo lo dicho a propósito de Colosenses, aunque el estilo es mucho más pesado,
ampulosos y sobrecargado:
Proposiciones muy largas: 1,3-147; 1,15-23; 2,1-10.
Construcciones de relativo y participio - cadenas de genitivos.
Relación con Colosenses
Si bien este texto parece asumir el vocabulario y las ideas de Colosenses, la relación entre
ambas obras es complicada: ¿Hay una dependencia literaria entre una carta y otra? ¿Dependen
ambas de una tradición litúrgica y parenética común? (así KÄSEMAN).
La crítica actual se inclina por entender que habría una dependencia literaria entre ambas, y en
este caso, sería Efesios la que depende de Colosenses.8
7
Se ha llamado a esta acción de gracias el “conglomerado de frases más monstruoso de la lengua griega”
(E. KÄSEMANN, art. “Epheserbrief”, en: RGG II, 517, citado por W. MARXEN, Introducción al Nuevo
Testamento. Una iniciación a sus problemas, Salamanca 1983, 200).
8
Por ejemplo, si comparamos las dos series de “consejos domésticos” (Colosenses 3,18-4,1 y Efesios
5,22-6,9) salta a la vista inmediatamente que las fórmulas breves de Colosenses se hallan desarrolladas
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La “cristología cósmica” de Colosenses, desarrollada para establecer una diferenciación con los
herejes, habría adquirido en Efesios la estructura de “una doctrina sobre la Iglesia”,
desarrollada en forma nada polémica.
Misterio- Cuerpo, cabeza
Uno de los temas centrales de Efesios –sino el tema central– es la revelación del misterio de la
voluntad del Padre “antes de la fundación del mundo” y su realización en la Iglesia: “que todo
tenga a Cristo por cabeza”, y que este misterioso designio incluye desde todos los tiempos
también a los paganos.
La parte doctrinal habla de una única Iglesia compuesta de judíos y gentiles.
Con este tema está relacionada la alabanza inicial a Dios por las bendiciones que nos ha
concedido en Cristo (1,3-14) y la intercesión para que Dios “nos conceda espíritu de sabiduría
y de revelación para conocerle perfectamente” a él y a “la esperanza a la que hemos sido
llamados” (1,15-23).
Luego desarrolla la doctrina sobre la Iglesia, que es la nueva creación escatológica de Dios
(2,1-10). En ella se cumple la promesa de la afluencia de los gentiles (2,11-12).
Los cristianos procedentes de “la gentilidad” tienen que comprender cuál es la grandeza de esta
vocación. Ellos que estaban muertos por los pecados fueron llevados a la vida por la sangre de
Jesucristo. Ellos, lejos de Dios y de sus promesas, sin Dios y sin esperanzas, viviendo bajo los
poderes del mundo, por naturaleza hijos de la ira, fueron reconciliados con Dios en el único
cuerpo de Cristo y, junto con Israel, llegaron a ser por pura gracia el único hombre nuevo.
Cristo derribó el muro que los separaba. Y todos, judíos y gentiles, recreados en Cristo Jesús,
son “conciudadanos de los santos y familiares de Dios” (2,19) cimentados en la enseñanza de
los apóstoles (2,20-3,13). A todos quedó abierto el acceso al Padre, “de quien toma nombre
toda familia en el cielo y la tierra” (3,14). Por eso hay que dar gracias a Dios (3,14-21).
De esta enseñanza sobre la Iglesia se desprende la parénesis, que describe como ha de
comportarse en nuevo pueblo de Dios. Hay que conservar la unidad del Espíritu prestando
servicio todos y cada uno de acuerdo a los dones recibidos para la edificación del único cuerpo
(4,1-16).
La unidad del “cuerpo” es el punto de partida –en cuanto está dada en Cristo– y la meta –
porque hay que rehacerla permanentemente–. Hay que despojarse del hombre viejo y revestirse
del hombre nuevo (4,17-24).
Luego viene una larga serie de exhortaciones particulares (4,25-5,21) y una “tabla doméstica”
reelaborada cristológicamente (5,22-6,9).

CON RELACIÓN A COLOSENSES, hay un claro desplazamiento del concepto “cuerpo de
Cristo” hacia lo “eclesiológico”.
Aunque no se pierde la dimensión “cósmica” (1,10) la reflexión está claramente
orientada a “los miembros de la Iglesia”, bendecidos en Cristo, y, sobre todo, a “la
unidad del cuerpo”. Un sólo cuerpo formado por judíos y gentiles. Es la Iglesia en la que
se han unido judíos y paganos, superando el muro de la antigua enemistad.
Retomando la idea expresada por Pablo en Gálatas 3,28, de que en Cristo ya no hay ni
judíos ni griegos, el autor de Efesios ve en la Iglesia el cumplimiento de la promesa, en
cuanto ella representa la salvación de Dios en la historia. La Iglesia es el lugar de la
reconciliación de las razas y del encuentro de los fieles, en el que ya no hay extranjeros
ni extraños, sino que todos son conciudadanos y miembros de la casa de Dios (2,19).
con mayor amplitud en Efesios y están provistas de un razonamiento más extenso, tratando de darles un
sentido específicamente cristiano.
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
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CON RELACIÓN A PABLO llama la atención que no se dé ningún tipo de justificación
escriturística ni teológica de la incorporación de los paganos: pertenece al designio
misterioso de Dios y fue revelado a Pablo (3,1-13). A él le fue concedida la gracia de la
predicación a los gentiles.
No hay discusiones acerca de la admisión de los paganos a la Iglesia:
evidentemente la problemática en torno a la “Ley” ya no era un tema de conflicto.
La reflexión en Efesios se realiza mediante una especulación de tipo “ontológica” más
que “histórico salvífica” (Romanos 9-11), “escriturística” (Romanos 4) o “teológica”
(Romanos 1-3).
La Iglesia como el lugar de la unidad de judíos y paganos para Pablo pertenecía al
misterio del fin de los tiempos, cuando Israel abandone su incredulidad por mediación de
los paganos llegados a la fe.
MÁS INDICIOS QUE APUNTARÍAN A UNA ÉPOCA POST-PAULINA

El texto se dirige a cristianos procedentes del paganismo y les recalca con insistencia y
desde la perspectiva de un judeocristiano, que han sido admitidos en el antiguo pueblo de
Dios.9 ¿Les faltaba conciencia a los “pagano-cristianos” del origen de la Iglesia en el
judaísmo? ¿Esa conciencia estaba tendiendo a desaparecer10?

Por otra parte no hay que olvidar que los apóstoles y los profetas ya aparecen
canonizados como los receptores de la revelación del misterio de la Iglesia de la que
constituyen también el fundamento (3,5).11 También en 2,20 aparecen como un círculo
9
Por supuesto que lo hace como un paulino, es decir, sabiendo que unos y otros tienen acceso al Padre
por Cristo.
10
Dice Horacio LONA: “Hacia fines del primer tiempo, las comunidades cristianas han hecho la
experiencia de un crecimiento con una gran fuerza expansiva. La nueva fe ha ganado adeptos en toda la
tierra habitada.[...] La presencia de tantos cristianos provenientes del paganismo, que en modo creciente
van dando su impronta a las comunidades de la diáspora, muestra que la realidad eterna de la Iglesia
consiste en la presencia común de judíos y paganos, unidos bajo el señorío del Resucitado. El plan de
Dios ha llegado a su cumplimiento. Esa era su visión.[...] La Iglesia que crece en el mundo de la cultura
greco-romana es la Iglesia de los paganos. El elemento judío-cristiano sufrió un duro golpe con la guerra
judía y la destrucción del templo de Jerusalén, que llevó a la comunidad cristiana a abandonar la ciudad
santa. Por cierto, su influencia es aún fuerte, como lo muestra la carta de Santiago y el evangelio de
Mateo. Pero hay un proceso de creciente autonomía de las comunidades de cristianos de origen pagano,
que no va a ser revertido. [...] Una mirada rápida al desarrollo de la iglesia en el siglo segundo descubre
cada vez menos presencia judío-cristiana –también en la literatura– mientras que la iglesia de los paganos
consolida su presencia en forma constante. Ireneo contará entre los herejes a los “ebionitas”, que sólo
admiten el evangelio de Mateo como legítimo, y condenan a Pablo por apóstata. Estos ebionitas son los
representantes del judeocristianismo en su esfuerzo por guardar su identidad frente al peligro de ser
subsumidos por la iglesia de los paganos. La visión monumental de la Iglesia de los judíos y paganos
como la realización del plan eterno de Dios, que presenta la carta a los Efesios, es el último intento de
parte de los judeocristianos de jugar un papel protagonista en la realidad eclesial. La envergadura
teológica del intento no alcanza a ocultar la disparidad entre el proyecto teológico, por una parte, y la
realidad eclesial, por otra parte. Ese proyecto teológico nunca llegó a realizarse. La Iglesia de los paganos
va a tener cada vez menos espacio vital para los judío-cristianos, a quienes no les quedan más alternativas
que la asimilación o el aislamiento” (H. LONA, “El Misterio de la Iglesia en la Sagrada Escritura”,
Proyecto 17 [enero-abril 1994] 63-64).
11
Donde utiliza el texto de Colosenses 1,26: “...el misterio escondido desde los siglos y generaciones y
ahora manifestado a sus santos”. Los receptores del misterio no son los creyentes en general sino
exclusivamente los apóstoles y profetas, calificados como “santos”. Pablo jamás habla así de los apóstoles
y profetas, separándolos del resto de la comunidad como poseedores de una santidad especial.
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cerrado: los creyentes se hallan “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y
profetas, siendo la piedra angular Cristo Jesús”.
Para el autor de esta carta, el círculo de apóstoles y profetas pertenece al pasado.
Para hablar de crecimiento desde el fundamento ya fijado hasta la morada final (2,20.21)
ya tuvo que haber pasado el tiempo. Por otro lado, más allá del matiz temporal, ¡Pablo
claramente enseña que nadie puede poner otro fundamento que Cristo!: 1 Corintios 3,11.

Aunque el tema no es tan claro como en las pastorales, se habla más de “ministerios” que
de “carismas”:
4,11s “Y él constituyó a los apóstoles, los profetas, los evangelistas, los pastores y
maestros, para preparar a los santos para la obra de servicio, para la edificación del
cuerpo de Cristo”.
La lista de “ministerios” recuerda a 1 Corintios 12,28, pero aquí no se trata de “dones”
carismáticos, como en la comunidad de los Corintios sino de “ministerios” constituidos
concentrados en el anuncio de la palabra, la dirección de la comunidad y la enseñanza.

La relación de Cristo con la Iglesia es, como en la carta a los Colosenses, como la de “la
cabeza” con “el cuerpo”. El autor ilumina esta relación proyectándola a la relación del
hombre con la mujer. Para ello se sirve del esquema de Colosenses 3,18s, pero su interés
no se dirige a la exhortación doméstica, sino al misterio de la Iglesia en su relación de
dependencia de Cristo. El modelo celestial de la unión de Cristo con la Iglesia se
proyecta a la realidad terrena de la unión matrimonial (5,25-33). Este es el gran misterio.
Además, a diferencia de lo que puede sugerir 1 Corintios 7,8-9.25-40, el matrimonio no
es una especie de “mal necesario”. No sólo que no hay cuestionamientos acerca de si
conviene o no casarse sino que, además, se contempla como la imagen de la unión
celestial entre Cristo y la Iglesia.
Algunas consideraciones conclusivas
Como en el caso de Colosenses hay quienes defienden la autenticidad paulina del texto.12 Pero
son los menos. La mayor parte de los autores entiende hoy día que se tratría de un escrito de la
era “postapostólica”. Se suele pensar en una época entre Colosenses y las cartas de Ignacio de
Antioquía, es decir, aproximadamente, entre fines del siglo I y comienzos del II.
Si bien mantiene la forma epistolar, el estilo es más bien solemne, casi orante, como una
reflexión contemplativa en la línea de 1 Corintios 2,6s. Como si buscara ser una carta dirigida a
toda la cristiandad –una carta “católica”– con el objeto de develar y profundizar en el misterio
de la inclusión de los paganos en la única iglesia. Pero serenamente. La participación de los
paganos es ya un hecho cumplido y pacíficamente aceptado.
La ausencia de referencias concretas a circunstancias locales o motivos de actualidad hace
difícil el poder determinar con cierta precisión el objetivo de este escrito. Pero no debe de haber
faltado ni motivación ni objetivo.
Claramente se dirige a los cristianos procedentes del paganismo, y, como hemos señalado,
parece buscar inculcarles el conocimiento de que han sido admitidos en el viejo pueblo de Dios.
Esto es lo que hace pensar a algunos que la motivación de fondo sea una especie de pérdida de
conciencia generalizada del origen de la Iglesia en el judaísmo. Se responde mediante la
presentación positiva de la unidad de la iglesia compuesta por judíos y gentiles y no refutando
errores concretos.
12
Como, por ejemplo H. SCHLIER, La carta a los Efesios, Salamanca (Sígueme 1991), 28-36,
especialmente 34s.
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