Algunas consideraciones sobre el texto freudiano de “La negación”

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Algunas consideraciones sobre el texto freudiano de “La negación”.
Mariana Etchecolatz
Existe en Freud una línea teórica que abre al trabajo sobre la función intelectual
del juicio.
Si bien comienza esta línea en su “Proyecto de psicología”, la forma que adquiere
dentro de la teoría, se ira complejizando con otros trabajos metapsicológicos, acaso el
más enigmático sea “La negación”.
La forma en que lo plantea aquí es un camino a despejar:
“ se encontrará en la desestimación por el juicio (juicio adverso) un buen recurso
contra la moción pulsional. Una etapa previa al juicio adverso, una cosa intermedia
entre la huida y el juicio adverso, es la represión, cuyo concepto no podía establecerse
en el período anterior a los estudios psicoanalíticos”
Nos dice el texto, que la desestimación por el juicio o juicio adverso, es un
medio, un auxilio diferente a la represión, pero efectivo contra la moción pulsional.
La efectividad
del juicio adverso se ubica como siendo mas elevada, mas
compleja que la represión, y más aún sobre la huida, relativa al instinto.
La negación es sucesora –Nachfolge- de un movimiento primario, por el que el
aparato psíquico se constituye. La pareja inicial es afirmación-expulsión o BejahungAusstossung, y solo mas tarde puede producirse la negación, pero no antes de que algo
haya sido afirmado, que haya entrado en el aparato.
A partir de este primer movimiento, lo que caiga bajo la acción de la afirmación
primordial tendrá determinados destinos, mientas que serán otro los destinos por el
efecto de la expulsión primordial. Polaridad de la génesis del afuera y del adentro , que
articula diferentes momentos de la metapsicologia creada por Freud.
La temática se enfoca sobre lo que contornea este par inicial, primordial y su
relación con la función intelectual de juicio de atribución y de existencia, en esa juntura
donde se afirma o niega la existencia de una representación en la realidad.
Una frase enigmática nos dirá “ El estudio del juicio nos abre acaso, por primera
vez, la intelección de la génesis de una función intelectual a partir del juego del
mociones pulsionales primarias. El juzgar es el ulterior desarrollo acorde a fines, de la
inclusión dentro del yo o la expulsión de el , que originariamente se rigieron por el
principio del placer”.
O sea que Freud supone un primer nivel, que es el de las mociones pulsionales
primarias, de modo que el juicio se origina a partir de un movimiento primario que
seria “quiero introducir esto dentro de mí o excluir esto de mí”. Lo que queda adentro,
lo que se incluye es objeto de una afirmación primordial, en tanto el quedar afuera, es
efecto de una expulsión primordial.
Así lo que queda dentro del registro de la afirmación, estará del lado del aparato, y
lo expulsado fuera de él, en el exterior.
Y cuando se refiere a que “ El juzgar es el ulterior desarrollo acorde a fines, de la
inclusión dentro del yo o la expulsión de el , que originariamente se rigieron por el
principio del placer”, nos hace dirigir nuestra atención sobre lo que postula en 1911 con
“Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico”, sabemos del
establecimiento que instaura un principio nuevo en el psiquismo el principio de
realidad, ya no es suficiente para el aparato tratar de satisfacerse por vía alucinatoria
porque
se enfrenta la ausencia de la satisfacción esperada, al desengaño. Antaño
experiencia estructurante de la vivencia de satisfacción.
Desde ahora ya no se representa lo que era agradable, sino lo que es real, aun si
esto fuese desagradable. La realidad exterior cobra entonces un valor para el aparato
psíquico podríamos decir en términos económicos .
En este movimiento con consecuencias se introduce la atención como esa función
que permite explorar el mundo exterior, lo que conlleva el beneficio de valerse de el
cuando una necesidad interior sea inaplazable. Surge también lo que Freud, en ese
momento llama “Fallo imparcial”i o desestimación por el juicio que será el encargado
de decidir si una representación determinada es falsa o verdadera, o sea, si es acorde
con la realidad y la forma de aprehenderlo en el aparato es por medio de las huellas
mnémicas de la realidad.
A partir de la clínico, Freud mostrará el papel de la negación en la función del
juicio. “Por medio del símbolo de la negación, el pensamiento se libera de las
limitaciones de la represión (...)”
En primer lugar, Freud considera las dos decisiones de la función del juicio: 1)
Está el juicio que atribuye o rehúsa una propiedad a una cosa y, 2) Está el juicio que
reconoce o que cuestiona a una representación su existencia en la realidad.
En cuanto al primero, al juicio de atribución, el criterio más antiguo para atribuir o
rehusar es el criterio de lo bueno y de lo malo. Lo que en el idioma de las pulsiones más
antiguas se traduce de la siguiente manera: «A esto quiero introducirlo en mí y a
aquello, excluirlo de mí”
El yo-placer originario introyecta lo bueno y expulsa de sí lo malo. Pero lo malo,
lo extraño al yo, que se encuentra afuera, le es primero idéntico. Un estado de
indiferenciación caracteriza esta primera fase de la historia del juicio. En esta fase,
todavía no se trata del sujeto. A partir de un yo indiferenciado, se constituye el yoplacer, donde lo de adentro se liga a lo bueno y lo de afuera, a lo malo.
La otra decisión de la función del juicio, la que recae sobre la existencia real de
una cosa representada, concierne al yo-realidad definitivo, que se desarrolla a partir del
yo-placer. Es el examen de realidad. En esta nueva fase, se trata de saber si algo
presente en el yo como representación puede también ser vuelto a hallar en la
percepción (realidad). Lo no real o únicamente representado está adentro; lo otro, lo
real, está afuera. En esta fase, por lo tanto, se distingue, adentro, una realidad psíquica, y
afuera, la realidad material. Es importante entonces saber que la cosa buena, admitida en
el yo y simbolizada, existe también en el mundo de afuera y uno puede apoderarse de
ella según su necesidad. Como se ve, el examen de realidad se hace a partir de la
simbolización de la segunda fase. Pero el problema de esta fase no es cotejar una
representación con la percepción que la habría precedido. Se trata, en el orden
perceptivo, de la verificación de una percepción. El examen de realidad «no es
encontrar en la percepción real un objeto que corresponda a la representación, sino
efectivamente volver a encontrarlo. Sabemos con Freud que, el objeto, desde el
principio, es objeto perdido. Volver a encontrarlo en la realidad es reconocerlo. La
cuestión del adentro y el afuera se plantea entonces de otra manera. Si el pensar puede
efectivamente reactualizar lo que ha sido percibido una vez, entonces el objeto ya no
tiene razón de estar presente afuera. Desde el punto de vista del principio de placer, la
satisfacción también podría venir de una «alucinación» del objeto. Justamente para
evitar esta tendencia a alucinar, se hace necesaria la intervención del principio de
realidad.
En esta tercera fase aparece el criterio de acción motora. Esta pone fin al
aplazamiento del pensar. Hace pasar al actuar. Ahora el juzgar se debe entender como
un tanteo motor, con una débil descarga. Este aplazamiento debe verse como un tanteo
motor que requiere pocos esfuerzos. El yo va a catar las excitaciones exteriores para
retirarse nuevamente después de cada uno de sus avances tentativos. Como se ve, esta
actividad motriz es distinta de la que se puede imaginar en la primera fase. El
movimiento del yo, por avance y retirada, recuerda al primer esbozo del afuera y el
adentro. Este eco de la fase primitiva se destaca en los diferentes sentidos de las
palabras empleadas por Freud.
Esta génesis del interior y el exterior da una perspectiva del nacimiento del juicio
desde las pulsiones primarias. La afirmación (Bejahung), como equivalente de la
unificación, es obra de Eros. El juicio de atribución, es consecuencia del hecho de
introyectar, de apropiarnos en lugar de expulsar hacia afuera. La afirmación es el
equivalente de la unificación; y la negación es la sucesora de la expulsión o del instinto
de destrucción. El cumplimiento de la función del juicio sólo se ha hecho posible por
medio de la creación del símbolo de la negación. De ahí su independencia de la
represión y del principio de placer. Ningún «no», dice Freud, proviene del inconsciente.
Bibliografía
⇒ Freud S. “Proyecto de una psicología para neurólogos” , Obras Completas, Buenos
Aires, Amorrortu Ediciones, 1982
⇒ Freud S., “ La negación”, Obras Completas, , Buenos Aires, Amorrortu Ediciones,
1986
⇒ Freud S., “ Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico” Obras
Completas, Buenos Aires, Amorrortu Ediciones
Sumario
Este trabajo toma en consideración cual es el lugar de la negación , dentro de la
estructuración freudiana del psiquismo. La condensación de conceptos y términos de
este brevísimo trabajo metapsicológico acaso conlleva la marca de la oscuridad que
Freud no deja, para poner en trabajo la articulación, o no, entre la función intelectual del
juicio y la negación.
Mariana Etchecolatz
Licenciada en Psicología (U.K.). Docente del Departamento de Psicoanálisis de la
Universidad Argentina John F. Kennedy. Investigadora de la Maestría en Psicoanálisis
de la Universidad Argentina John F. Kennedy.
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