Villafranca del Bierzo y su Parador [folleto]

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Villafranca de
Indulgencias Plenarias
“...Romero, caminante o peregrino: sólo tu bordón te
señalará tu camino. En todos encontrarás amparo; pero
el guía y el Apóstol está dentro de ti...”
ILLAFRANCA
VDEL
IERZO
B
Y su Parador
Anónimo del siglo xiii
l viajero que por estos tiempos vaya, venga o vuelva, se
encontrará con una reclamación ciertamente sorprendente,
aunque no del todo novedosa: ”El Bierzo, provincia de León”. Se trata de
una vieja, pero nunca archivada, reivindicación.
E
Todo vino desde los tiempos del absolutismo (1821), cuando el llamado
“Trienio Liberal”: Por decisión de las Cortes se establecería en Villafranca
la capital efímera de la provincia del Bierzo. Porque, enseguida, cuando la
Restauración de Fernando VII, las aguas de las subdivisiones provinciales
volverían a sus antiguos cauces.
Aún así están hoy las cosas. Tal vez eso pudiera valer para explicar el
eterno privilegio y condena de estos valles: Desde casi siempre, el Bierzo
viene siendo una tierra para todos; pero, también, tierras de nadie.
Comarca, en todo caso, codiciada; un tanto escondida porque así lo
quiere la geografía y porque así lo siguen queriendo sus habitantes. Por
más que se empeñen en ser tan abiertos como los castellanos y tan
hospitalarios como los gallegos: que lo son...
Los bercianos están decididamente empeñados o condenados a ser un
extenso y sorprendente punto y aparte, en estos ubérrimos valles, por
todos lados circundados y arropados por montes y crestas como las
“Piedrafitas”, de ancestrales tradiciones celtas. O las arriesgadas
“Ponferradas” de mineros carboneros sumergidos en satánicas
profundidades. Y los también empinados “Corullones” vigilantes testigos y
vigías de poderosos artes y artesanías; también mineros del codiciado y
bélico wolframio cuando la española posguerra mineral de singulares y
viriles virtudes para construir tanques y cañones nazis en la II Guerra
Mundial.
Todo indicaría que no estaban tan locos los romanos cuando tanto
empeño y tanto legionario destinaron a estas tierras: por su privilegiado
clima y extraordinarias riquezas mineras.
Fueron las “Médulas”, las más importantes explotaciones auríferas del
imperio romano, convertidas ahora en un paisaje fantasmagórico,
sobrecogedor. Aún hoy se puede comprobar el procedimiento de
extracción: por numerosas galerías perforadas en la montaña se dejaban
caer torrentes de agua muy en las alturas embalsadas. El baño de cantos
rodados, arcilla y oro era abajo filtrados por un entramado de ramas de
brezo...
Durante tres siglos dicen que aquí trabajaron muchos millares de
hombres libres, esclavos y legionarios para obtener 230.000 kilos de oro,
según unos, y hasta un millón, según otros. Resultaron ser el más preciado
alimento financiero del Imperio.
Y desde fines del siglo XI, la región comenzaría a conocer tiempos de
gran actividad, no sólo económica, por obra y gracia del obispo astorgano
Osmundo y el puente que, reforzado con hierro, mandaría construir para
abrir camino a los jacobeos peregrinos.
VILLAFRANCA Y SU PARADOR
1
Como un siglo después se
instalaría aquí la Orden del
Temple, desde que Fernando II
donase la villa a estos armados
caballeros. El castillo que todavía
hoy se empina, como puede y
como le han dejado, sería el último
reducto templario en España.
Con el paso de los años y el
debilitamiento del fervor jacobeo,
Ponferrada va cambiando su
fisonomía piadosa a favor de
actividades mas prosaicas: Se
convertiría la ciudad en el
poderoso núcleo mercantil y
comercial del Bierzo. Poco a poco,
la ciudad del Temple se tornaría en convocatoria de Ferias y Mercados, en
centro minero y foco industrioso e industrializador.
Lo cual no quita para que la religiosidad fuera mantenida y propiciadora
de milagros. Como la que allá en el siglo XVI se produjera en los alrededores,
“...a raíz del robo de una valiosa custodia que el temeroso malhechor
escondió entre unas zarzas. Los cazadores no acertaban a abatir a ninguna
de las numerosas palomas que por allí revoloteaban...”
“...Pero un buen día un piadoso molinero, descubriría el sacro
recipiente. Encontrado el sacrílego ladrón y cortadas sus manos, fue
ajusticiado y arrastrado por la villa. El milagro fue celebrado con
procesiones y Misas presididas por el Obispo de Astorga...”
Ya se sabe: fue el Camino de
Santiago quien más y mejor iluminó
para la historia la comarca del
Bierzo, aunque también de otras
muchas de estas geografías, de artes
y culturas variopintas.
Desde las tierras maragatas (por
Astorga) se interna el Camino
subiendo por Foncebadón,
queriendo llegar a Ponferrada,
refugio y descanso seguro para
reponer fuerzas y curar heridas de
almas y cuerpos.
Y buscar nuevos pertrechosmapas para itinerarios, lugares de
cura y avituallamiento; calzado y hasta puentes con ríos de aguas
“bebestibles”, por más que en un lugar, en las románicas edades llamado
Villa-Franca se brindase otra última oportunidad antes de atravesar las
difíciles sendas de montañas que habrían de conducir a las tierras de
Lugo, pasados los temibles picos de Piedrafita.
Se supone que por estos sagrados andurriales circularían cada año entre
los 200.000 y los 500.000 peregrinos en los tiempos de máximo esplendor.
Todos ellos atraídos por el sublime calor del Camino, pero no todos
guiados por la luz del Apóstol: Era como una procesión heterogénea de
Santos-Santos, de Santos-Pecadores; de traficantes de reliquias,
saltimbanquis de todo tipo o, sencillamente, de aventureros. Pero, entre
los unos y los otros, dejaron usos y costumbres; artes y artesanías...: una
sabia mezcla de culturas que aún casi a la vista están o se adivinan sin
gran dificultad.
Respirar en
el Corazón del Bierzo
L
o más conveniente será que el viajero amanezca a la villa por los
sures, a escasos metros de la autovía, por su orgulloso castillo. Y
no será aún raro oír las notas de la universal música que los Halfter
siempre han compuesto desde algunas de sus torres medianamente
recuperadas, del que fuera el primer palacio de los marqueses de
Villafranca.
Aquellos peregrinos que hasta aquí
pudieron llegar –tal vez enfermos, o
acaso doloridos– podían obtener iguales
indulgencias que las que gozasen ante
la tumba del mismísimo Apóstol en la
Iglesia de Santiago de Compostela. Aún
muestra su excelente y románica
portada del Perdón.
Y ya dentro de la ciudad: nacida y
bautizada en los principios del siglo XI,
sería apadrinada por los galos monjes
de la orden de Cluny, que elegirían estos recogidos valles por resultar “un
lugar de ensueño” fertilizado por los generosos ríos Valcarce y Burbia. Y
justamente entre estas vegas levantaron su favorito monasterio con la
santa y generosa vocación de atender a las “muchas y graves” necesidades
2
VILLAFRANCA Y SU PARADOR
que los cuerpos y almas peregrinas, que desde las francias venían
requiriendo de contínuo...
Sería bien pronto, benéfico y casi obligado lugar de paradas, curas y
respiros para el maltrecho y piadoso caminante. Aquel primitivo
asentamiento fue muy pronto iluminado por las luces y esplendores del
Apóstol. Bien enseguida, con las
categorías y prebendas de “Señorío”,
habría de trasegar por nobles manos y
feudales familias: Los de La Cerda,
condes de Medinaceli, por los
alrededores del siglo XIV; los Enríquez,
duques de Benavente por parecidos
entonces. Los condes de Trastamara,
ya principiado el siglo XV. Y los Castro
Osorio, condes de Lemos y hasta casi
ayer, los Álvarez de Toledo.
Serían éstos y otros los primeros y
casi definitivos esplendores de esta Ilustrísima y Jacobea Villa.
Al calor de inmortales indulgencias invaden estas calles un sinfín de
mercaderes entre servidores y especuladores de variopintas morales: Se
levantan, con ciertas prisas, pero con muy sabios resultados, conventos,
iglesias y palacios. La población se multiplica y se crece hasta insólitos
extremos. Por los siglos XVII y XVIII esta Villafranca sería modelo y
envidia para los más alejados contornos. Por sus poderes políticos y
económicos; y, sobre todo, por sus envidiadas riquezas artísticas y
culturales y poderíos religiosos...
Mediado el siglo XVIII pastoreaban estas calles una cuarentena de
clérigos, incluidos el abad y los canónigos de la Colegiata... Además de
un largo centenar de religiosos entre curas y monjas de diversas
congregaciones...
Baste recordar que, mediado el siglo XIX, esta villa ya contaba con una
cátedra de Latinidad, una escuela pública y cuatro centros privados de
educación. La iglesia de Santiago preside, altanera, esta villa milagrosa y
milagrera. Es, entre templo y ermita, sagrado lugar de muy humilde
envergadura, aunque de inestimables riquezas: unas religiosas; otras de
tradiciones inolvidables. El recatado conjunto, todo, es joya inestimable
de los románicos artífices.
Sería levantado en los principios del siglo XII, cuando las primerizas
caravanas camineras. Presume de un simple pero excepcional ábside
exterior, en forma semicircular, con tres ventanas para la justa iluminación
del presbiterio.
Quiso ser dispuesta con doble acceso: La entrada principal enseña tres
arcos de medio punto. De los más simples y más bellos arcos románicos.
Conserva otra puerta lateral que quiere mirar a las crestas de los riscos de
estas próximas pero empinadas “Piedrafitas”. Y aquí, encontrará el sufrido
peregrino la eterna “Puerta del Perdón”, obra de fervorosos canteros
cristianos que quisieron modular un muy meritorio arco abocinado con
muy curiosas figuras: Es, todo ello, uno de los mas preciados conjuntos de
los mejores románicos castellanos-leoneses.
Será sin duda un privilegiado placer para el pío o impío transeúnte...
Muestra un singular gótico en la iglesia de San Francisco, –nacido con
vocación monacal sacrosanta y prepotente sede señera y señoreante de
muchas de estas geografías. Fue fundado y casi edificado por el santo de
Asís. Hasta los milagros le sobran...
Sin ningún género de dudas es impresionante templo de méritos que nadie
será capaz de hurtar: Con más que sobrados orgullos enseña y presume de
haber convivido con el propio y santo fundador...
El templo es un razonable híbrido de abuelos románicos y padres
góticos, Quieren asegurar las crónicas de los tiempos medievales que sería
la mismísima doña Urraca la que avalara y protagonizara este soberbio
templo, que recibe al visitante un altanero hastial con frontal románico
orlado con cuatro arcos de medio punto, tal vez para disimular sus
ancestrales orígenes románicos... Allá por el siglo XV sería el rey don
Enrique IV quien tuvo el capricho y
la real gana de reedificar el templo:
torres añadidas, claustro y convento.
levantada sobre los restos del monasterio de Santa María de Cluny,
proyectada y dirigida por Gil de Hontañón. Y más iglesias y más
conventos.
Y también más de un hospital construido por la Orden de Cluny para
cura y respiro de romeros : Se calcula que en los alrededores del siglo XV
estaban por esta villa establecidos más de un centenar de artesanos y
artistas; zapateros, tejedores, carpinteros, herreros...
Todavía hoy la calle del Agua por donde pasaba y pasa el mismísimo
Camino del Apóstol muestra ilustres casas –como la del poeta y novelista Gil
Carrasco o la de los Álvarez de Toledo – o palacios como el de Torquemada.
Al lado, Corullón, privilegiado mirador de estos valles del Bierzo, refugio de
monjes y ermitaños; castillo y escondite de joyas románicas que el viajero no
debería perder de vista.
Camino arriba, Pereje, Trabadelo y Ambasmestas hasta coronar el
Puerto de Piedrafita en plenos Ancares, donde conviene otro alto al
caminante y, entre “pallozas”, proseguir en busca del Santo ya por tierras
decididamente gallegas...
Culturas y costumbres propias y ajenas. Permeable por los siglos de los
siglos a vecindarios invasores. Este asentamiento –en sus más remotos
orígenes celtas, de orgullosos principios, resultaría una estupenda
simbiosis, entre celtas visigodos y romanos invasores. Un poco, pero no en
demasía, árabes.
Lo que unos y otros vecindarios quisieron o supieron dejar por estas
comarcas –además de esclavos, caminos– sería un repertorio de usos y
costumbres, normas y leyes de comportamientos... Permanecen todavía
hoy las primeras páginas mozárabes de nuestra península: la iglesia de
Peñalba de Santiago, de sin par comparación...
Y amanece, vivísimo el románico de castillo de los templarios... Hoy
propiedad –no sin esfuerzo mantenida por la saga musical de los Halfter–
de inexorable reconocimiento universal.. Y casas solariegas, como las de
los Álvarez de Toledo que, todavía hoy tienen dentro de su finca capilla
propia e independiente.
El patrimonio civil y religioso alcanza mucho más: en los mundanos
negocios sepa el forastero que no hace muchas décadas por estos mismos
contornos estaban establecidas importantes industrias conserveras como
las de las familias de “Los Ledos” de las que todavía permanece una
chimenea indeleble muestra de esplendores perdidos por razones también
olvidadas...
Lenguas ,siempre envidiosas,
dicen que tan magnánima y costosa
empresa sería fruto de supuestos
débitos y pagados favores de los
condes de Lemos y los marqueses de
Villafranca.
Se mire como se quiera, San
Francisco es una de las muy
orgullosas arquitecturas religiosas de
todos estos Bierzos. O la Colegiata,
VILLAFRANCA Y SU PARADOR
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...Y de historias de “las fiebres del Wolfram” – a bien pocos kilómetros
de aquí– son mineros temporeros y hasta perseguidos (sólo por mineros)
cuando los finales de los tiempos de la Guerra Civil. Y hubo también
alguna fábrica de cementos, con esqueletos todavía vivientes...
Pero entre todos estos contornos, ineludiblemente encontrará el visitante
muestras más gratas de pasados y hasta de presentes. Citemos sólo
algunos; que los restantes, que son bien numerosos, los hallará por sí
mismo el propio caminante. Casi es seguro que sin buscar se encontrará:
porque por aquí se suele decir “que si no se encuentra una piedra de valor
se encuentra un gallego; que para el caso viene a ser lo mismo”...
Villa Franca y Jacobea
1. Iglesia de Santiago. Sencillo templo románico del XII. Venerada
admiración de “La Puerta del Perdón “, en el lado norte.
2. Iglesia de San Francisco. De estilo románico-gótico; se
atribuye su fundación a san Francisco de Asís.
3. Convento de la Divina Pastora: Antiguo Hospital de Santiago.
4. La Colegiata de Santa María. Fundada por los monjes de
Cluny en el siglo XII; con hospedería para los peregrinos franceses.
5. Convento de Clausura de San José. en la calle del Agua;
pertenece a las Agustinas Recoletas.
6. Convento de la Anunciada. Renacentista del siglo XVII. Puerta
con bello arco y las pilastras toscanas.
7. Convento de clausura de la Concepción. Fundado por los
segundos marqueses de Villafranca; saqueado por los franceses en
la Guerra de la Independencia.
8. El Castillo. Mandado construir por los marqueses de Villafranca
a finales del siglo XV.
Calle
del Agua: conjunto monumental de arquitectura civil.
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Bercianas Mesas Gustosas
y Abundosas
a fertilidad de estos montes y estos ríos y estos valles tendría
que dar forzosa ocasión a mesas con platos naturales y jugosos:
no podría ser de otro modo. Abunda la caza –la mayor y la menor– y no
falta la pesca: aunque todas un poco furtivas. “Por afición más que
nada”, dicen. Sobran frutas, verduras y hortalizas. “Luego, el mar espera
detrás de estas montañas. Y hasta el vino es nuestro”...
L
Agréguese a todo esto el recetario condimento que, durante siglos, han
venido dejando por aquí millares de peregrinos de todas las culturas y
fronteras: los que venían desde Francia, de Cataluña, de Navarra, de
Palencia, de León... O los que aquí vinieron a estar: romanos, moros, judíos,
asturianos, maragatos... El resultado es un no muy largo pero si muy ancho
repertorio de productos, mesas y platos.
Ya sabe o supondrá el curioso transeúnte que las virtudes de la mesa
son más bien dotes naturales que divinos portentos: privilegios de estos
valles, por diosas y humildes manos... Rocas protectoras, que estos
pacientes paisanos corajudos supieron domesticar: De encrespadas y
durísimas rocas supieron tallar inverosímiles en encrespados, vertiginosos
y muy estrechos bancales.
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VILLAFRANCA Y SU PARADOR
Como por milagro de los dedos divinos y manos pecadoras y humanas,
por aquí se dan con sorprendente promiscuidad, patatas sin posible
comparación, castaños de partos imparables, nogales que abruman el
paisaje; frutas y hortalizas tempranas, primorosas; el centeno
imprescindible para los platos bercianos /gallegos /leoneses... Semejante
variedad da rienda suelta a un excelente puñado de platos –a veces
exclusivos–, a veces excluyente: como el “Botillo”, un embutido muy
peculiar, miscelánea en tripa de vejiga abultada a base de huesos de cerdo,
no muy descarnados, sabiamente aderezados, picantes al justo pimentón y
curados al humo.
Este establecimiento siempre quiso y supo presumir, con justas razones,
de ser abanderado baluarte –aunque no exclusivo– de estas modestas y
presumidas mesas. Y así sus cartas son codiciadas por los vecindarios,
forasteros y romeros de toda índole. Las ofertas son siempre justas y
suficientemente variadas, aunque con las adecuadas modificaciones que la
estacionalidad inevitablemente imponga. De cualquier modo, los que
siguen con platos habituales de este establecimiento: Como,
–Las Alubias de la Bañeza, estofadas de muy diversas formulaciones.
–Especiales composturas a base de Muslos de Gallos de algunos de
estos corrales que por aquí todavía permanecen. Con frecuencia
presentados en secretas pepitorias.
–De cuando en cuando, sorprendentes Frituras de Pescados; como
Merluza de Pincho con Higos y otras golosinas. Y Lomos de
Lubinas y Almejas a la Sidra y Gambas...
–Lo mejor de estas terneras bercianas, sabios híbridos de vacas leonesas
y gallegas; Por estos contornos con frecuencia aderezadas con higos
agridulces y otras delicias
de difícil adivinación: Tal
vez, Crema de Leche
Frita; Cazuela de
Castañas Maceradas
en Leche y un toque de
canela.
–Queso de Cabra
tierno con Membrillo.
Queso de los contornos
de Ambasmestas,
Natillas con Canela...
Y postres de
improbable encuentro
por otras geografías: Que
esta Villafranca gozó
desde siempre del título
del reino de los dulces:
conservas, flanes, guindas... Y por si el romero no gustase siempre de
permanecer –por su propia y caminera inquietud– en este propio
Parador podría conceder a su piadosa estancia algunos veniales paseos
por estos alrededores donde encontrará, sin duda gratas sorpresas.
LA RECETA SECRETA
“BOTILLO”
Es consigna por esta singular comarca “saber pedir para mejor
comprar”. Y saber nombrar:
El castellanizado “botillo” se conoce en esta comarca como “botelo”. Es
un embutido casi exclusivo de estos contornos: se elabora a base de una
especie de huesos no del todo desprovistos de carne y otros restos de
matanza del cerdo, debida y
cuidadosamente dosificados
con pimentón y especias a
gusto y discreción que cada
cual considere menester.
Todo ello ha debido ser
enseguida embutido en una
tripa gruesa de la vejiga.
Mejor de la vejiga del propio
e infiel animal. Por tres o
cuatro meses han de ser
curados y ahumados al humo
de lumbre baja de leña.
El resto es muy sencillo: Se
cuece el “Botelo”, cuando está
en sazón –ni muy crudo ni
muy seco– en compañía de
patatas y berzas. Y ya está: se
sirve muy caliente y
comprobado de que no carezca de sal ni la adecuada proporción de
pimentón picante.
Caminos Hollados por
Santos Romeros
“...Caminante, no hay camino;
sólo el camino se hace al andar...”
precisos para la legión de aquellos frecuentes y piadosos visitantes: En
suma, casi desde el principio, se convertiría el Camino en ruta tan piadosa
como rentable, sin que nadie dudase de sus plenarias indulgencias.
Antonio Machado
L
o dijo –lo escribió– don Antonio Machado en una sabia, simple
pero honda simplificación. Por aquellos entonces, que hoy
contamos por casi la mitad de nuestras cristianas existencias, nacerían
estas rutas jacobeas. Venían en busca de gracias y milagros por caminos
tortuosos, con un sinfín de penalidades y otros milagrosos encuentros en
busca del sepulcro del Santo Apóstol.
Poco más o menos de estas maneras vendrían a amanecer estos
inmortales Caminos Jacobeos: Los unos más por los relativos nortes
costeros; otros por los valles menos inhóspitos...
Villafranca y todos estos contornos nacerían, casi sólo y un poco
inevitablemente por obra y virtud a todas y cualquiera de estos Santos
Peregrinajes, aunque terminarían sirviendo a otros intereses económicos y
a nobles actividades de comerciantes y otros numerosos oficios preciosos y
El turista, viajero, romero o peregrino goza por estos mágicos y casi
misteriosos Bierzos de elegir cualquiera de los caminos que vamos a
proponer; o de cualquiera de los que decida elegir. Cualquiera será el
mejor; todos serán gratificantes. Y siempre, en caso de duda, pregunte en
este Parador, obtendrá la mejor información.
Ponferrada. Capital del Bierzo
De inevitables orígenes romanos, y como sus propias señas de identidad
quiere mantener, sería esta escasa ciudadela romana, a no mucho tardar
arrasada por el visigodo rey Teodorico, fervoroso sembrador de santas
creencias y ermitañas costumbres. En aquellos alrededores del mediado
siglo v compartirían estos bercianos paisajes una piadosa y extendida vida
eremítica, conocida como la “Tebaida Berciana”, en razón de los muy
abundantes monasterios que por estos contornos vendrían a proliferar.
VILLAFRANCA Y SU PARADOR
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A los finales de siglo XI, ya levantado el “Puente de los hierros”, pila
eterna y bautismal de estas Ponferradas, amanece un primer portento
Jacobeo, al calor de las actividades derivadas de los tránsitos de romeros,
con las jugosas rentas de servicios, empleos y una notable nube de pícaros,
feriantes y otros traficantes de objetos necesarios para el avituallamiento de
los piadosos caminantes: sería de alguna manera, el amanecer de unas
nuevas y muy modernas normas urbanísticas. Surgieron ciudades creadas
por diseño; no crecidas por caprichos ni azares de los tiempos, como venía
siendo costumbre y libertad habitual: De alguna manera estaba diseñándose
la planificación urbanística.
En una gran medida serían los monjes templarios, los sabios y piadosos
y guerreadores, los valedores de estas Ponferradas, responsables y regentes
desde los finales del siglo XII... Desde aquellos entonces hasta hoy mismo,
esta ciudad presume del noble apellido de “Ciudad de los Templarios”. Y
tan legendaria como legítima Orden tendría en este Castillo de
Ponferrada sus últimos refugios, poderes y poderíos en aquellas
medievales Españas...
Nace, casi pronto, una burguesía relativamente próspera y especializada
entre las distancias de los siglos XIII al XV con muy notables actividades
comerciales, artesanías agrícolas y avances en tareas agrícolas y ganaderas.
Todo al calor, con frecuencia asfixiante, de las impasibles e imposibles
exigencias de nobles advenedizos cortesanos, avaros y arteros por el
control del “Rico e poderoso señorío de Ponferrada...”
Y así, más y más: ambiciones y conspiraciones enfrentan a nobilísimas
estirpes impulsadas sólo por ambiciones de poderíos y dineros infinitos. A
no mucho tardar, llegado el siglo XVI, se agotan los pasados esplendores:
Los peregrinos jacobeos pierden sus virtudes cardinales; La fe se ve
debilitada, en gran medida por los trapicheos milagreros excesivamente
frecuentes por los románicos caminos; la esperanza se rompe a la vista de
los malos modos, modas y modales de la oronda clase eclesiástica y
monacal. Y la caridad es mercancía traficada con dineros y prebendas en
demasiados recodos del Camino: Devaluada la fe, agotado el negocio.
Quedan hoy muestras bastantes para poder reconstruir, con cierta
imaginación, su pasado. Como la Torre del Reloj, que formó parte de la
muralla;, la renacentista Basílica de Nuestra Señora de las Encinas,
patrona del Bierzo; el Ayuntamiento, barroco de finales del XVII o la
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VILLAFRANCA Y SU PARADOR
iglesia de San Andrés, de la misma época. Y un buen puñado de calles
en el casco antiguo que bien vale la pena pasear.
Las Médulas
Justo a las mismas puertas de Ponferrada sale un desvío, camino del
encantador y encantado Lago de Carracedo, nacido de las lágrimas de
una especie de sirena llamada Ondina Caricia; una misteriosa sirena
mágica y exclusiva de lagos y lagunas: Solía anunciarse en noches de lunas
llenas; Pero sólo se asomaba a las gentes que hasta las orillas de las aguas
se acercaban con sinceras creencias...
Así nacería este mágico Lago de Carracedo: resultó ser milagroso
portento de las infinitas lágrimas de Ondina Caricia al ver rechazados sus
ardientes amores por el General romano Tito, dominador a la sazón de
estos Bierzos: Allí, junto al Lago, están precisamente, “Las Médulas”.
Antes de caer en la tentación de atravesar el Bierzo por el mismísimo
Camino de Santiago, hacia Villafranca para coronar en el Puerto de
Piedrafita, tenga el viajero paciencia y sabiduría; sería pena que dejara
atrás y al lado Peñalba y Compludo.
En Peñalba hay que ver el conjunto artístico, que es el pueblo entero.
Hay que ir al Valle del Silencio y, en él, la Cueva donde San Genadio
hacía sus penitencias.
En Compludo visitar, al menos, la herrería, una gigantesca fragua de
muy remotos orígenes, donde, todavía hoy, se puede adivinar cómo la
energía hidráulica es hábilmente aprovechada para mover sus enormes
fuelles y mazos: Un martillo pilón con mecanismo de carraca, sirve para
cadenciar los tiempos de moldear y templar el metal.
Una gran parte de los peregrinos continuaría el camino desde el
Hospital de la Reina (fundado por los Reyes Católicos a finales del siglo
xv) para hacer alto en Cacabelos, localidad y propiedad que, hace diez
siglos, fuera del rey Ordoño II. Fue, también, parada y fonda de
peregrinos, al igual que lo es para el actual viajero. Ver, cuando menos, la
iglesia parroquial y su ábside románico; Capilla de San Roque,
inicialmente levantada en el siglo XV y el neoclásico Santuario de las
Angustias.
Y, de paso, tal vez, probar alguno de los vinos de las cortas cosechas
propios de la localidad, acompañados de algunas tapas que son tan
variadas y abundantes como sorprendentes. Sin mayor apercibimiento se
encuentra el viajero, casi de sopetón, con un ancho valle y; en él, algún
pequeño pueblo de apariencia, casi alpina por su belleza, que al viajero se
le antoja artificial. Es Vileda.
Las Pallozas
En las más temibles crestas de estas “Piedrafitas”, perduran todavía hoy
una especie de viviendas, llamadas “Pallozas”. Eran –muestras todavía
permanecen– viviendas circulares.
Levantadas sobre una especie de zócalo de piedras de granito, por estos
terrenos abundosas. Hasta no hace tantos años –solo una media docena de
décadas– compartían el recinto familiar la familia por muy prolongada
que fuera; al lado, se recogían cada día las bestias, esenciales instrumentos
de trabajo...
Por siglos padecieron estas vecindades aislamientos infinitos, casi
resueltos hoy con carísimos
túneles, puentes y otras múltiples
y supuestamente, jugosas cirugías
y especulaciones...
Parador de Villafranca
del Bierzo
Avda. Calvo Sotelo, 28. 24500 Villafranca del Bierzo (León)
Tel.: 987 54 01 75 - Fax: 987 54 00 10
e-mail: [email protected]
Central de Reservas
Requena, 3. 28013 Madrid (España)
Tel.: 902 54 79 79 - Fax: 902 52 54 32
www.parador.es / e-mail: [email protected]
wap.parador.es/wap/
Textos: Miguel García Sánchez Dibujos: Fernando Aznar
VILLAFRANCA Y SU PARADOR
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