la restauración - IES Siete Palmas

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LA RESTAURACIÓN
1874-1931
HSTORIA DE ESPAÑA
DAIRÉN CARRILLO JIMÉNEZ 2ºA BACHILERATO
27/11/15
DPTO. GEOGRAFÍA E HISTORIA
IES SIETE PALMAS
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ÍNDICE
RESUMEN……………………………………………………………………..pág.3
PALABRAS CLAVES…………………………………………………………pág.4,5,6
INTRODUCCIÓN…………………………………………………………….pág.7
REINADO DE ALFONSO XII………………….…………………………….pág.7
REINADO DE ALFONSO XIII………………………………………………..pág.8,9,10
EL REGENERACIONISMO…………………………………………………..pág.11,12
LA SEMANA TRÁGICA DE BARCELONA………………………………...pág.12
LA CRISIS DE 1917…………………………………………………………...pág.13,14,15
LOS CONFLICTOS EN MARRUECOS Y CUBA……………………………pág.11,12,13,14,15
DICTADURAPRIMO DE RIVERA……………………………………………pág.15,16,17
CONCLUSIÓN………………………………………………………………..pág.18
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RESUMEN
El tema que se trata en este trabajo es LA RESTAURACIÓN, marcada por dos reinos
importantes: el de Alfonso XII y el de Alfonso XIII.
Con la llegada a España de Alfonso XII (12) se inició la Restauración, llamado así
por la vuelta a la monarquía y de la dinastía borbónica. Fue una época de cambios
lentos, una gran estabilidad política y con una única Constitución, la de 1876 que
duró hasta 1931, año de proclamación de la II República. Con la muerte del rey
Alfonso XII (12) (en 1885), se inició la regencia de sus esposa María Cristina de
Habsburgo hasta la mayoría de edad de su hijo Alfonso XIII (13) (1902).La restauración
finaliza con el golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923.
En 1902 comienza el reinado de Alfonso XIII marcado en la primera etapa por
el espíritu regeneracionista (también denominado Revisionismo) ya que se pretendía
revisar el sistema, modificando lo necesario para superar los viejos problemas y
adaptarse a las nuevas demandas sociales y políticas. Sin embargo, la actitud de
Alfonso XIII dificultó los intentos de modernización. También durante su reinado surge
la crisis de 1917, la semana trágica de Barcelona y el conflicto en Marruecos y Cuba.
El rey en ningún momento estuvo dispuesto a renunciar al protagonismo político que
le otorgaba la Constitución de 1876, además fue evidente su “espíritu castrense” que
le inclinaba a favorecer al ejército siempre que había un conflicto entre el poder civil
y el poder militar.
La constante intervención de Alfonso XIII en asuntos políticos provocó gran
inestabilidad gubernamental (treinta gobiernos hasta 1923). Por este motivo la
oposición al sistema derivó en gran medida en rechazo hacia su persona y hacia la
propia monarquía. Así, en 1923, se produjo un pronunciamiento militar, al estilo del
siglo XIX, liderado por el general Primo de Rivera, con intención de solventar los
problemas del país. Sin embargo, lo único que hizo fue acelerar el proceso de
descrédito institucional del sistema de la Restauración, derivando en la Segunda
República.
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
Caciquismo: El término caciquismo procede de la palabra cacique, nombre
otorgado a los jefes de las tribus amerindias de las islas del Caribe y América.
Por lo tanto, el cacique es aquel que tiene influencia sobre su comunidad.
El caciquismo podría definirse en dos palabras: clientelismo político. Es decir,
una forma distorsionada de gobierno local en la que el líder político, llamado
cacique, tiene el control sobre los ciudadanos que conforman esa sociedad.

Soberanía compartida: La soberanía compartida es aquella en la que el rey
sigue teniendo atributos políticos legisladores, pero las decisiones no las toma
únicamente él, sino que tiene un parlamento (cortes o partidos, según como
quieras llamarla) que lo condicionan. No puede hacer todo como se le ocurra
a su juicio, sino que hay pautas preestablecidas a respetar. Comparte el poder
con su parlamento, quien lo guía y sugiere a la hora de decisiones, y puede
(depende en qué reino y de qué país estemos hablando) rechazar o aprobar
ciertas decisiones que el mayor soberano (rey) tome.

Anticlericalismo: El anticlericalismo es un movimiento histórico contrario al
clericalismo, es decir, a la influencia de las instituciones religiosas en los asuntos
políticos o en la sociedad, ya sea este real o una presunción.3 La historia del
anticlericalismo en Europa, y en Occidente en general, suele dividirse en dos
grandes períodos. Por un lado, el llamado anticlericalismo cristiano -o
"anticlericalismo creyente", como lo llamó Julio Caro Baroja, pionero de su
estudio en España-, tan antiguo como la Iglesia misma, que se caracteriza por
sus críticas a vicios y abusos concretos del clero o a su excesivo número y
poder, pero que no cuestiona el papel dominante de la Iglesia en la sociedad
ni su influencia en el Estado, y el anticlericalismo contemporáneo -o
"anticlericalismo no creyente" como lo llama Caro Baroja- que surge en el siglo
XVIII con la Ilustración y que cuestiona desde una óptica racionalista la
sociedad sacralizada del Antiguo Régimen y el poder de las Iglesias, al
considerarlos obstáculos para el progreso en el mundo.

Anarcosindicalismo: Es una de las ramas del anarquismo vinculada al
movimiento obrero a través del sindicalismo. Es un método de organización y
de lucha de los trabajadores a través de sindicatos autónomos del poder
político. Es el resultado de la síntesis del anarquismo1 y la acción sindical
revolucionaria. Se diferencia de otros movimientos anarquistas en que su
ámbito de actuación característico (aunque no exclusivo) en el mundo del
trabajo, complementándose con otras organizaciones de similar ideología
para la consecución de los fines perseguidos.

Regeneracionismo: Se llama regeneracionismo al movimiento intelectual que
entre los siglos XIX y XX, medita objetiva y científicamente sobre las causas de
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la decadencia de España como nación. Conviene, sin embargo, diferenciarlo
de la Generación del 98, con la que se lo suele confundir, ya que, si bien
ambos movimientos expresan el mismo juicio pesimista sobre España, los
regeneracionistas lo hacen de una forma menos subjetiva y algo más
documentada, mientras que la Generación de 1898 lo hace en forma más
literaria, subjetiva y artística.

Proteccionismo: Es el desarrollo de una política económica para proteger los
productos del propio país, imponiendo limitaciones a la entrada de productos
extranjeros, similares o iguales mediante la imposición de aranceles e impuestos
a la importación, encareciendo así dicho producto de modo que no sea
rentable.

Oligarquía: Sistema de gobierno en la que el poder está en manos de unas
pocas personas pertenecientes a una clase social privilegiada.

Burguesía: Es una clase social del régimen capitalista, según Karl Marx, en la
que sus miembros son responsables de la producción, son dueños de su propio
negocio, y son el opuesto de la clase obrera. La burguesía son las personas que
no hacen ningún tipo de trabajo manual, y son relativamente ricos. Es un
término que designa a la clase media acomodada y se divide en tres
categorías: la alta burguesía, que es responsable de los medios de producción;
la burguesía media, que son las personas que ejercen una profesión liberal; y la
baja burguesía, que son las personas de la industria y del comercio.

Sufragio Censitario: El sufragio censitario o sufragio restringido fue un sistema
electoral, vigente en diversos países occidentales entre fines del siglo XVIII y el
siglo XIX, basado en la dotación del derecho a voto solo a la parte de la
población que contara con ciertas características precisas (económicas,
sociales o educacionales) que le permitiera estar inscrita en un "censo
electoral".

Annual: La batalla de Annual (episodio conocido en la historiografía española
como Desastre de Annual) fue una grave derrota militar española ante los
rifeños comandados por Abd el-Krim cerca de la localidad marroquí de
Annual, el 22 de julio de 1921, que supuso una redefinición de la política
colonial de España en la Guerra del Rif.
La crisis política que provocó esta derrota fue una de las más importantes de
las muchas que socavaron los cimientos de la monarquía liberal de Alfonso XIII.
Así, los problemas generados por Annual fueron causa directa del golpe de
Estado y la dictadura de Miguel Primo de Rivera.

Constitución: Una constitución (del latín: cum- 'con, en conjunto' y statuere
'establecer', a veces llamada también carta magna, carta o ley fundamental)
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es la norma suprema de un Estado de derecho soberano. La constitución fija
los límites y define las filiaciones entre los poderes del Estado —
tradicionalmente, legislativo, ejecutivo y judicial— y de estos con sus
conciudadanos, determinando así las bases para su gobierno y para la
organización de las instituciones en que tales poderes se sientan, y el
reconocimiento de derechos fundamentales.

Nacionalismo: El nacionalismo es una ideología y movimiento sociopolítico que
surgió junto con el concepto de nación, propio de la Edad Contemporánea en
las circunstancias históricas de la llamada era de las Revoluciones, desde
finales del siglo XVIII. Por lo tanto, el término nacionalismo se aplica tanto a las
doctrinas políticas como a los movimientos nacionalistas: las acciones
colectivas de movimientos sociales y políticos tendentes a lograr las
reclamaciones nacionalistas.

Semana trágica: Se conoce con el nombre de Semana Trágica a los sucesos
acaecidos en Barcelona y otras ciudades de Cataluña entre el 26 de julio y el 2
de agosto de 1909. El desencadenante de estos violentos acontecimientos fue
el decreto del primer ministro Antonio Maura de enviar tropas de reserva a las
posesiones españolas en Marruecos, en ese momento muy inestables, siendo la
mayoría de estos reservistas padres de familia de las clases obreras. Los
sindicatos convocaron una huelga general.

Juntas Militares de Defensa: Las Juntas de Defensa fueron unas organizaciones
corporativas militares legalizadas en España en junio de 1917 durante el
reinado de Alfonso XIII. Amparadas por el Rey ejercieron como grupo de
presión militar sobre el poder civil, interviniendo activamente en la vida política
y contribuyendo así a la crisis del régimen de la Restauración. Reconvertidas en
comisiones informativas fueron abolidas en noviembre de 1922, diez meses
antes del golpe de Estado de Primo de Rivera que puso fin al periodo
constitucional del reinado de Alfonso XIII.

Conferencia de Algeciras: Reunión celebrada para tratar de Marruecos, el 16
de enero de 1906, con asistencia de representantes de Alemania, Austria,
Bélgica, España, Estados Unidos, Francia, Holanda, Italia, Marruecos, Portugal,
Suecia y Rusia. Duró hasta el 6 de abril de 1906 y fue muy agitada por las
continuas dificultades que los alemanes Radowitz y Tattenbach ponían a
cuantas reformas proponían los franceses Révoil y Renault. Acabó al fin por una
transacción y entonces se redactó el acta final de la Conferencia en 123
artículos y un protocolo adicional.
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La Restauración es la etapa política de la historia de España desarrollada bajo
sistema monárquico que se extendió entre finales de 1874 (momento del
pronunciamiento del general Arsenio Martínez Campos que dio fin al periodo de la
Primera República Española) y el 14 de abril de 1931 (fecha de proclamación de la
Segunda República). El nombre alude a la recuperación del trono por parte de un
miembro de la Casa de Borbón, Alfonso XII, después del paréntesis del Sexenio
Democrático.
La Restauración se caracterizó por una cierta estabilidad institucional, la
construcción de un modelo liberal del Estado y la incorporación de los movimientos
sociales y políticos surgidos al calor de la revolución industrial, hasta su progresiva
decadencia con la dictadura de Primo de Rivera en 1923.
La Restauración se divide en dos reinados importantes: Reinado de Alfonso XII
(1874-1885) y Reinado de su hijo Alfonso XIII (1902-1931).
Alfonso XII, hijo de Isabel II, acompañó a ésta al exilio cuando fue destronada por
la Revolución de 1868. En 1870 su madre abdicó en él; y en 1873 dejó en manos de
Cánovas la defensa de la causa borbónica en España. Cánovas envió a Alfonso a
completar su formación en la academia militar inglesa de Sandhurs, a fin de
impregnarle de los principios de la monarquía parlamentaria británica.
En 1874, con la crisis de la Primera República, Cánovas estimó que la
descomposición del régimen revolucionario dejaba el terreno maduro para la vuelta
de los Borbones y empezó a prepararla, lanzando en nombre del príncipe el llamado
«Manifiesto de Sandhurst», en el que se postulaba como artífice de una reconciliación
nacional. Los acontecimientos se precipitaron por el pronunciamiento militar de
Martínez Campos en Sagunto, que proclamó rey a Alfonso. Éste viajó inmediatamente
de París a Barcelona y entró en Madrid como rey poco después (1874)
.
Cánovas elaboró un nuevo régimen político basado en el liberalismo doctrinario y
conocido como «Restauración», plasmado en la Constitución de 1876, que se
mantendría vigente hasta 1923. Alfonso XII quedó relegado a un papel de árbitro
entre dos grandes partidos -el conservador y el liberal- que se turnaban
pacíficamente en el poder, evitando los pronunciamientos militares y las algaradas
populares que habían sido constantes durante el reinado de Isabel II.
No obstante, para asentar dicho régimen tuvo que hacer frente a la Guerra Carlista,
abierta en el Norte y en Levante desde 1873; tras la rendición de Cabrera, el
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pretendiente al Trono, don Carlos (VII), abandonó España poniendo fin a la guerra en
1876.
Entre 1881-84 el Partido Liberal ocupó el gobierno, y de nuevo entre 1885-90 (ambos
con Sagasta) y entre 1909 y 1917. En estos años se ampliaron las libertades recortadas
antes, se estableció el sufragio universal masculino (1890). Los 2 primeros períodos son
años de paz, estabilidad política y desarrollo textil y siderúrgico. Aunque Cánovas
limita la libertad de expresión, Sagasta consigue amnistía para estos delitos, y repone
a catedráticos en sus puestos; en 1883 se aprueba la ley de “Policía de imprenta”,
con lo que se dará la mejor creación cultural y los periódicos consiguen gran difusión
y calidad. En 1887 se aprueba la Ley de asociaciones, permitiendo grupos religiosos,
científicos, artísticos y políticos (sindicatos son organizaciones de masas desde 1898).
Los dos conflictos principales en los que se vio involucrado tuvieron que ver con el
poder ascendente de la Alemania de Bismarck. En 1883 don Alfonso aceptó del
emperador Guillermo I, la invitación para presenciar unas maniobras militares en
Hamburgo, ocasión en la que le dispensó importantes honores; la visita provocó un
fuerte rechazo en Francia, que se expresó agriamente al paso del rey por aquel país.
En 1885, en cambio, el conflicto fue con Alemania, que disputaba a España las islas
Carolinas; el enfrentamiento se evitó por medios diplomáticos, recurriendo al arbitraje
del papa León XIII.
En cuanto a los asuntos internos, don Alfonso se comportó como un rey
constitucional, ejerciendo prudentemente su prerrogativa de nombrar primer ministro;
hasta 1881 confió en los conservadores, manteniéndose Cánovas en el poder salvo
en dos breves intervalos en los que mandaron Jovellar (1875) y Martínez Campos
(1879); luego pasó el poder a los liberales de Sagasta, sustituido en 1883 por Posada
Herrera; y en 1884 devolvió el gobierno a Cánovas.
Alfonso murió de tuberculosis con sólo 27 años, haciendo temer por la continuidad
de la dinastía. Su primera mujer, María de las Mercedes de Orléans, había muerto el
mismo año de su boda, en 1878. De un segundo matrimonio con María Cristina de
Habsburgo-Lorena (1879) habían nacido dos princesas que contaban cinco y tres
años; y la reina quedaba embarazada al morir su esposo. La incertidumbre se disipó
con el nacimiento, en 1886, de un heredero varón, hijo póstumo de don Alfonso.
Durante la minoría de edad de este príncipe -el futuro Alfonso XIII- ejercería la
regencia su madre, María Cristina, apoyada por el pacto político entre los partidos del
régimen.
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Durante los años 90 continuó el turno y los distintos gobierno se ocuparon de
gestionar y administrar los asuntos cotidianos (solucionar los problemas que van
surgiendo). En este panorama político fue surgiendo el republicanismo, como rechazo
a la Restauración; los republicanos lograron algunos diputados en las grandes
ciudades, no así las fuerzas proletarias. La aplicación de este sistema entre 1875-1902
demostró que bajo las instituciones parlamentarias se ocultaba el verdadero poder
de oligarcas y caciques (burguesía terrateniente y aristocracia propietaria dominan el
sistema político y la vida social). Rutina solo rota por la actividad de la burguesía
comercial (ciudades mediterráneas, Asturias, Madrid).
Alfonso XIII nació el 17 de mayo de 1886 en el Palacio Real de Madrid. Como hijo
póstumo de Alfonso XII y María Cristina de Habsburgo-Lorena, su reinado empezó
desde su nacimiento; por ello, su madre ejerció como regente hasta 1902.
El reinado de Alfonso XIII se inicia en 1902 cuando es coronado rey a la edad de
dieciséis años y concluye en 1931 cuando abandona el país con la proclamación de
la República. Hasta
1923 reinó estando
vigente la
constitución de 1876,
apoyó el golpe de
Primo de Rivera y
reinó durante su
dictadura, y, tras la
dimisión del
dictador, intentó
continuar su reinado
volviendo a la
constitución canovista. Intento infructuoso porque a los pocos meses tuvo que ceder
paso al nuevo sistema republicano y abandonar el país.
El período que se inicia en 1902, con el ascenso al trono de Alfonso XIII, y concluye
en 1923, con el establecimiento de la dictadura de Primo de Rivera, se caracterizó
por una permanente crisis política. Diversos factores explican esta situación:
En primer lugar uno de los factores fue el intervencionismo político de Alfonso XIII
sin respetar el papel de árbitro que teóricamente debía jugar. Su apoyo a los sectores
más conservadores del ejército culminó con el apoyo a la Dictadura de Primo de
Rivera. Elemento clave en el desprestigio de la monarquía. A demás, la división de los
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partidos del "turno", provocada por la desaparición de los líderes históricos y las
disensiones internas. También el debilitamiento del caciquismo, paralelo al desarrollo
urbano del país. Por último, el desarrollo de la oposición política y social al régimen de
la Restauración: republicanos, nacionalistas, socialistas y anarquistas.
Así desde 1917 se sucedieron los gobiernos de coalición, sujetos a alianzas y
continuos cambios. Ni liberales ni conservadores consiguieron mayorías suficientes
para conformar gabinetes sólidos.
En este contexto de inestabilidad política, el país tuvo que enfrentarse a graves
problemas sociales como son:
Por una parte, la agudización de las luchas sociales. Las posiciones de patrones y
trabajadores se fueron enfrentando cada vez más. En segundo lugar, la "cuestión
religiosa" se reavivó con las crecientes protestas contra el poder de la Iglesia,
especialmente en la enseñanza. El anticlericalismo se extendió por buena parte de la
población urbana y las clases populares. También la "cuestión militar" volvió a resurgir
ante el desconcierto de un ejército humillado en 1898 que recibía críticas crecientes
de los sectores opositores (republicanos, socialistas, nacionalistas). Por otra parte, la
consolidación del movimiento nacionalista en Cataluña y el País Vasco, sin ningún
cauce de negociación por parte de los partidos de turno. Por último, el "problema de
Marruecos". En la Conferencia de Algeciras (1906) se acordó el reparto entre Francia
y España del territorio marroquí. A España le correspondió la franja norte. Desde 1909
se inició un conflicto bélico, la guerra de Marruecos, muy impopular en el país, que
ensanchó el foso que separaba al Ejército y la opinión pública, esencialmente las
clases populares.
En 1905 estalló una grave crisis en Cataluña. La victoria de Lliga Regionalista de
Cambó y Prat de la Riba en las elecciones locales de 1906 alarmó al ejército que veía
en peligro la unidad del país. Los comentarios satíricos anticastrenses en alguna
publicación barcelonesa, llevaron a que trescientos oficiales asaltaran e incendiaran
las imprentas. La reacción del gobierno fue ceder ante el Ejército. En 1906 se aprobó
la Ley de Jurisdicciones que identificaba las críticas al Ejército como críticas a la Patria
y pasaban a ser juzgadas por la jurisdicción militar.
La reacción pública fue inmediata. Una nueva coalición, Solidaritat Catalana,
consiguió una clara victoria electoral en 1907, reduciendo drásticamente la
representación de los conservadores y liberales en Cataluña.
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EL REGENERACIONISMO
(SEMANA TRÁGICA, CRISIS 1917 Y CONFLICTOS EN MARRUECOS Y CUBA).
La primera etapa del reinado de Alfonso XIII estuvo marcada por el espíritu
regeneracionista que se había extendido tras la crisis de 1898, la cual puso fin al
imperialismo español en el momento en el que el moderno imperialismo de las
potencias capitalistas industriales estaba en su apogeo. Tras el reparto de la mayor
parte de África, el territorio de lo que hoy es Marruecos era una de las pocas regiones
por repartir en el continente.
A la nueva actuación seguida desde el poder se denominó revisionismo, ya que
se pretendía revisar el sistema, modificando lo necesario para superar los viejos
problemas y adaptarse a las nuevas demandas sociales y políticas.
Sin embargo, la actitud de Alfonso XIII dificultó los intentos de modernización. El rey
en ningún momento estuvo dispuesto a renunciar al protagonismo político que le
otorgaba la Constitución de 1876 (soberanía compartida, designar ministros, retirar la
confianza al gobierno), además fue evidente su “espíritu castrense” que le inclinaba a
favorecer al ejército siempre que había un conflicto entre el poder civil y el poder
militar. La constante intervención de Alfonso XIII en asuntos políticos provocó gran
inestabilidad gubernamental (treinta gobiernos hasta 1923). Por este motivo la
oposición al sistema derivó en gran medida en rechazo hacia su persona y hacia la
propia monarquía.
Tras la muerte de los fundadores de los dos partidos dinásticos –Cánovas (1897) y
Sagasta (1903)- empezó la etapa del revisionismo político, protagonizado por Antonio
Maura (P. Conservador) y José Canalejas (P. Liberal).
Los primeros intentos de reforma los impulsaron gobiernos conservadores, cuya
intención era, en palabras de Maura, hacer la “revolución desde arriba para evitar la
revolución desde abajo”. Antonio Maura propuso una ley de administración local
para tratar de acabar con el fraude electoral (“descuaje del caciquismo”). La Ley de
Reforma Electoral de 1907 preveía que un tercio de los concejales de los
ayuntamientos fueron elegidos por instituciones privadas locales, sin proceso
electoral. El propósito era evitar las simulaciones electorales que tan mala imagen del
sistema daban. Los intereses conservadores quedaban así a salvo, pero los liberales se
opusieron a la ley, que no llegó a ser aprobada. Los gobiernos conservadores
también iniciaron una tímida legislación laboral (ley de descanso dominical, ley de
huelgas, ley sobre las condiciones de trabajo de mujeres y niños,…) que tuvo su
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máxima expresión en la creación del Instituto
antecedente de la actual Seguridad Social.
Nacional
de
Previsión (1908),
En 1909 el estallido de la Semana Trágica de Barcelona y la fuerte represión
posterior provocó la caída del gobierno de Maura. La Conferencia Internacional de
Algeciras (1906) había reconocido el control del norte de Marruecos para España, se
abría así la posibilidad de recuperar el prestigio perdido tras el 98 y de garantizar el
orden en la región del Rif asegurando la situación de Ceuta y Melilla. Pero la
ocupación española se encontró con la fuerte oposición de las tribus rifeñas; el
gobierno de Maura tuvo que recurrir al envío de reservistas escasamente preparados
(Desastre del Barranco del Lobo). En Barcelona, puerto donde debían embarcar las
tropas, aumentó la tensión social y estalló una huelga general; la autoridad militar
proclamó el estado de guerra, lo que desató una oleada de violencia callejera: se
levantaron barricadas y fueron incendiadas más de 50 iglesias y conventos. La
insurrección popular fue liquidada emprendiéndose una dura represión. Hubo más de
mil detenciones y cinco ejecutados entre ellos el anarquista y pedagogo Ferrer y
Guardia. Esta ejecución levantó una ola de protesta internacional que provocó la
dimisión del conservador Maura.
A partir de 1910, el poder recayó en los liberales de José Canalejas que intentó su
propia “revolución desde arriba”. Sus principales reformas tuvieron un claro contenido
social como la reducción de la jornada laboral a nueve horas o la supresión del
impuesto de consumos. En 1912, fue aprobada la Ley de Reclutamiento, que
establecía el servicio militar obligatorio y acababa parcialmente con la exención de
los ricos mediante el pago de una cuota o de un sustituto. También trató de someter
a las órdenes religiosas mediante la llamada Ley del Candado que prohibía el
establecimiento de nuevas congregaciones religiosas durante dos años. El asesinato
de Canalejas en la Puerta del Sol de Madrid (1912), a manos de un anarquista, supuso
el final de esta inicial etapa de reformas.
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En 1914, con el inicio de la Primera Guerra Mundial, España permaneció neutral,
pero se vio muy afectada por ella. La opinión pública española se dividió entre
aliadófilos (en general progresistas) y germanófilos (conservadores). La principal
repercusión fue económica: España tuvo un crecimiento espectacular de la
demanda exterior de sus productos, lo que provocó un fuerte proceso inflacionista; los
beneficios empresariales aumentaron de forma espectacular, pero los trabajadores
no vieron mejorar sus salarios y perdieron poder adquisitivo ante la subida de precios.
El progresivo empobrecimiento de los trabajadores aumentó además la tensión
revolucionaria.
En este contexto se produjo la compleja y variada crisis general de 1917:
·
Crisis militar: Las Juntas Militares de Defensa (asambleas de jefes y oficiales de
Infantería) iniciaron un movimiento de protesta por los bajos sueldos del ejército y
contra el sistema de ascensos que primaba a quienes combatían en Marruecos. Los
enemigos del sistema vieron con simpatía su protesta porque creyeron que el
desafecto de los militares facilitaba un cambio político. El gobierno liberal de García
Prieto arrestó a los miembros de la Junta de Barcelona. Pero Alfonso XIII desautorizó al
gobierno, que tuvo que dimitir. El nuevo gobierno de Eduardo Dato (conservador)
satisfizo algunas demandas de la Junta y frenó la amenaza militar.
·
Crisis política: El dirigente de la Lliga Regionalista Francesc Cambó trató de
forzar la democratización del sistema y lograr la autonomía de Cataluña convocando
a los parlamentarios catalanes a la formación de una Asamblea de
Parlamentarios (19 julio 1917). La asamblea fue declarada ilegal y el gobierno logró
disolverla sin violencia.
·
Crisis social: Los sindicatos UGT y CNT convocaron una huelga general (13 de
agosto 1917) contra el régimen político y el deterioro del nivel de vida de los
trabajadores. Los anarquistas participaron activamente en Barcelona; los otros tres
grandes centros de la huelga fueron Madrid, Vizcaya y Asturias, donde la impulsaron
los socialistas. La huelga duró una semana, se produjeron choques violentos (cerca de
cien muertos), y los principales dirigentes fueron detenidos. Los cenetistas pretendían
acabar con el capitalismo y con el Estado, utilizando la huelga como arma
revolucionaria; los socialistas sólo deseaban acelerar un cambio del sistema. En los
días posteriores a la convocatoria hubo incidentes en los grandes centros industriales
y urbanos, respondidos con dureza por el ejército. La protesta fracasó y ello
contribuyó a dividir al movimiento obrero español (socialistas y anarcosindicalistas).
Mientras todo esto ocurría se formaron diversas fuerzas de oposición: los partidos
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republicanos defendían un programa de reformas sociales con el apoyo de las capas
medias y destacando el Partido Radical de Alejandro Lerroux; la oposición
nacionalista; los carlistas (poco importantes ya); el movimiento obrero señalado (UGT,
CNT, PSOE); y la oposición intelectual. Pero el inmovilismo para que no peligrasen los
intereses económicos y políticos de los grupos dominantes caracterizó la acción
gubernamental. Y ello a pesar de problemas como la situación en Marruecos, el
regionalismo, el caciquismo o
el problema social. Respecto a
éste último la inflación, el
hambre en el campo, los bajos
salarios y el desempleo urbano
provocaron conflictos y
agitaciones; la respuesta
gubernamental fue tardía pues
hasta 1908 no se fundó el
Instituto Nacional de Previsión, la
jornada de 8 horas se consiguió en
1919. Otro problema grave fue el terrorismo anarquista (desde 1893); durante los
primeros años del s. XX aumentó el número y gravedad de los mismos (contra Alfonso
XIII, Dato, Canalejas). Esta actividad se desplegó sobre todo contra los empresarios en
Barcelona, y los patronos respondieron contratando matones. La policía reaccionó
con torturas y con la “ley de fugas” (disparar sobre el preso al que se le hacía creer
que se le liberaba).
El gobierno conservador de Dato logró, pues, desmantelar los diferentes
movimientos del verano de1917. El régimen seguía vivo, pero no había salido ileso.
Alfonso XIII trató de reavivar el sistema con un nuevo experimento político, la
formación de dos gobiernos de concentración consecutivos que unían a los dos
partidos mayoritarios y a los que se sumó el propio Cambó. Pero la quiebra del sistema
era ya evidente. El triunfo de la revolución bolchevique (octubre 1917) insufló un
notable entusiasmo a las organizaciones obreras que aumentaron sus actos de
protesta. Así, en el campo andaluz los jornaleros ocuparon tierras y sus huelgas
llegaron a paralizar las cosechas (Trienio bolchevique, 1918-21); en el sector industrial
se entró en un grave proceso de violencia social especialmente en Barcelona
(pistolerismo).
No obstante, la quiebra definitiva vendría como consecuencia de un fracaso militar
en Marruecos. España trataba de controlar la zona del Rif donde existían importantes
intereses económicos por la explotación de minas de hierro, pero se encontraba con
la fuerte oposición de las cabilas rifeñas (Abd El Krim) que pretendían la
independencia tanto de España como del Sultán marroquí. En 1921, el general
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Fernández Silvestre planificó erróneamente una operación militar para alcanzar
Alhucemas y someter a las tribus.
La expedición acabó en el
llamado Desastre de Annual que
provocó la muerte de más de
12000 soldados españoles, entre
ellos el general Fernández
Silvestre. A demás, provocó una
terrible impresión en una opinión
pública contraria a la guerra,
semejante a la de 1898. Hubo
grandes protestas en el país y los
republicanos y socialistas se
apresuraron a reclamar el abandono de Marruecos.
El gobierno cayó; socialistas y republicanos apuntaron directamente al rey como
culpable de la situación. Finalmente se formó una comisión para aclarar lo ocurrido,
se elaboró un informe (“Expediente Picasso”) redactado por el General Juan Picasso.
Pese a las trabas que le pusieron las compañías mineras interesadas en el dominio de
Marruecos y altos cargos del gobierno y el ejército, el expediente ponía en evidencia
enormes irregularidades, corrupción e ineficacia en el ejército español destinado en
África.
Antes de que el informe llegara a las Cortes, el general Miguel Primo de
Rivera protagonizaba un golpe de estado que triunfó y en consecuencia suprimió las
Cortes y acumuló todo el poder por medio de un directorio militar que gobernaría el
país. Además, prohibió los partidos políticos y censuró la prensa. Este suceso da paso
a una nueva etapa política: La Dictadura de Primo de Rivera.
La población reaccionó con relativa indiferencia pues estaba, en cierto modo
cansada de la constante inestabilidad. El dictador para ganarse la confianza de los
partidos de la oposición, llega a acuerdos con el Partido Socialista y con los
nacionalistas catalanes a los que promete respetar la autonomía de su territorio.
Pero pronto, por la presión del ejército, retira la confianza al nacionalismo catalán e
inicia una dura represión, que prohibió las instituciones catalanas, el uso del catalán
incluso la sardana, el baile regional de Cataluña.
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Una vez recuperado el orden, la dictadura obtuvo éxitos en algunos aspectos de
la vida nacional. De esta manera, se logró en 1927 la total pacificación del
protectorado español en Marruecos.
También se aprovechó la etapa de
prosperidad económica mundial
posterior a la Primera Guerra Mundial y se
realizaron importantes obras públicas:
carreteras, ferrocarriles, puertos y obras
hidráulicas. También se crearon grandes
monopolios públicos como la Compañía
Telefónica Nacional de España (CTNE) y
la Compañía Arrendataria de Monopolio
de Petróleo (CAMPSA).
Pero el régimen era fuertemente
impopular, especialmente para los
intelectuales (recordemos como
Unamuno, por ejemplo, fue expulsado de
la universidad por criticar la dictadura);
así como para los partidos políticos de
izquierda, nacionalistas y los sindicatos. La crisis mundial de 1929 alcanzó también a
España y contribuyó en la caída de la dictadura.
Primo de Rivera dimitió el 28 de Enero de 1930, asfixiado por todos: partidos
contrarios -al frente republicano de izquierda-, el descontento social provocado por el
paro que trajo la crisis de 1929 y la presión internacional de las democracias
europeas. La monarquía también retiró su apoyo al dictador, pero no sobrevivió
mucho más tiempo.
En 1930 el general Belenguer sustituyó a Primo de Rivera con el compromiso de
realizar las reformas necesarias para establecer un cambio de sistema. Pero las
reformas avanzaban con enorme lentitud lo que pronto motivó la desconfianza
generalizada en el proceso. En 1931 el rey se ve obligado a sustituir a Belenguer por
otro general, Aznar para que agilice las reformas.
Por fin se convocaron elecciones municipales en abril de 1931 en las que pueden
participar de nuevo todos los partidos políticos prohibidos durante la dictadura. La
sensación popular era que se trataba de un plebiscito a la monarquía: si los partidos
monárquicos perdían, el cambio de sistema y la implantación de la República serían
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imparables. Y esto fue lo que sucedió. Aunque en los pueblos y pequeñas ciudades
ganaron los partidos monárquicos (donde el caciquismo era mucho más influyente),
en todas las grandes ciudades triunfaron los partidos republicanos. De modo que en
un ambiente de euforia apenas dos días después, el 14 de abril de 1931, fue
declarada la Segunda República Española, y un gobierno provisional presidido por
Niceto Alcalá Zamora se hizo cargo del país. Ese mismo día el rey abandonó España
camino del exilio.
Con respecto a la cultura:
La pérdida de las últimas colonias en 1898 y la inestable situación política
provocó entre un grupo de intelectuales un proceso de crítica. Esta minoría trató de
buscar soluciones que consiguieran la modernización de España. Entre estos
intelectuales destacó Joaquín Costa, creador del movimiento llamado
Regeneracionismo que pretendía conseguir la transformación de la sociedad
española y que tuvo una importante influencia entre los políticos e intelectuales del
país. A principios de siglo, el reformismo era el ideario que guiaba las estrategias
políticas. Esta corriente reformista se basaba en:
En primer lugar, la escuela como el instrumento básico de transformación
individual y colectiva. En segundo lugar en un pragmatismo económico. Y por último,
un cambio radical en la tradicional política hacia objetivos e intereses más prácticos.
En el plano de la cultura se consiguieron logros notables en casi todos los
aspectos hasta el punto de que se puede hablar de una Edad de Plata en
paralelismo con la Edad de Oro del Barroco (que se extendió desde los últimos años
del siglo XIX hasta la guerra civil) y en la que participan distintas generaciones (la del
98, la del 14 o la del 27).
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CONCLUSIÓN
La Restauración española (1874-1931) fue un período larguísimo de tiempo, donde se
produjo la evolución de las estructuras surgidas en el reinado de Isabel II: en el ámbito
económico seguía el lento proceso de la industrialización y se mantuvo el
desequilibrio estructural entre la España periférica industrializada y una España interior
agraria, lo que supuso un problema para el desarrollo de la segunda fase de la
revolución industrial.
En el ámbito social, la miseria fue un problema para gran parte de la población lo
que hizo que se desencadenaran diferentes conflictos y tensiones en la sociedad,
impidiendo la movilidad social y dificultando la ampliación de la clase media.
En el ámbito político, aunque se mantuvo la ficción de una evolución a la
europea con la ampliación de derechas (sufragio universal, masculino incluido) y un
turno pacífico de partidos, el incremento de una oposición cada vez más radical a
este Estado Liberal falsificado, dificultó la consolidación del sistema parlamentario y
provocó una inestabilidad político-social que hundió a la monarquía liberal, dando
paso a una dictadura militar en 1923, incapaz de resolver los problemas que España
presentaba y conduciéndola a una República democrática.
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APÉNDICE
En las siguientes viñetas satíricas podemos observar son a los dos políticos más
importantes e influyentes de todo este período, Cánovas y Sagasta. Como podemos
comprobar en las imágenes, parece que estuvieron repartiéndose el poder entre los
dos. Vamos a estudiar cómo.
La admiración que Cánovas sentía por el Sistema Parlamentario inglés, basado en el
Bipartidismo, le hizo concebir un sistema que funcionara a semejanza del inglés,
basado en la existencia de dos grandes partidos, el Partido Conservador y el Liberal,
fueron los llamados partidos Dinásticos. Ambos se alternarían en el poder de forma
regular, de ahí que a este sistema se le conociera como turnismo.
Ambos partidos, aceptaban por lo tanto las bases del sistema, como son: La
Monarquía y La Constitución de 1876. Eran partidos de Notables, no se trataba de
partidos modernos de masas, tal como los conocemos hoy en día. Durante el último
cuarto de siglo, Cánovas y Sagasta fueron los líderes indiscutibles.
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BIBLIOGRAFÍA
https://brevehistoriahispanica.wordpress.com/2012/12/05/crisis-de-la-restauracion-yprimo-de-rivera/
http://www.historiasiglo20.org/HE/12a-3.htm
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/alfonso_xii.htm
http://www.cervantesvirtual.com/bib/historia/monarquia/alfonso12.shtml
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http://ies.migueldelibes.torrejondelacalzada.educa.madrid.org/index.php?option=co
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