El apego incontrolable

Anuncio
El apego incontrolable
por Bel Cesar - [email protected]
Traducido por Melissa Park [email protected]
Dando continuidad al estudio sobre los 12 Hilos de Interdependencia - enseñanzas budistas que nos
incentivan a romper el hábito de sufrir - hoy vamos a estudiar el noveno Hilo, denominado apego
interdependiente.
El apego es la etapa siguiente al deseo interdependiente. O sea, hay una diferencia entre sentir un
deseo y estar apegado a él. Esta información puede parecer obvia, pero en ella hay una información
importantísima para superar el dolor del apego: él es una intensificación del deseo, pero no es en sí
mismo deseo!
En general, no comprendemos esta distinción entre deseo y apego y por eso nos convertimos en
prisioneros de nuestros deseos. Cuando somos movidos por el apego quedamos paralizados: perdemos
la habilidad de movernos, pues una vez apegados no estamos disponibles a los cambios. Solamente
cuando superamos el apego es que nos tornamos libres para escoger lo que haremos con la energía del
deseo en nuestra mente!
Estar desapegado es estar más suelto y menos preocupado. Por lo tanto, no es necesario renunciar a
todo, pero si tener una relación - más relajada y no tensa - con los mundos interno y externo. Renunciar
significa no estar más bajo la influencia de alguien o de aquello que dejamos.
Si paramos para analizar nuestras actitudes cotidianas, constaremos que gran parte de ellas están
condicionadas al apego. Tenemos apego a nuestra auto-imagen, a nuestro status social, a las personas
con las que convivimos, sin decir cuán apegados somos a nuestro cuerpo que envejece todos los días...
De hecho, podemos quedar shokeados al percibir cuán presos estamos a esta actitud que nos impide
lidiar con la realidad que surge a cada momento. En tanto, el budismo no quiere inculcarnos culpa o
malestar al hacernos notar una actitud errónea. Pero si, nos alerta al hecho de que el apego es una
actitud mental que precisa ser reajustada. Caso contrario, sufriremos siempre. Por ejemplo, cuando el
amor está contaminado por el apego sentimos celos, miedo de perder a la persona amada.
De esta manera, asociamos la experiencia de amar al hecho de sentirnos presa a ella. Así, cuanto más
amamos, esto es, cuánto más apego sentimos, más inquietos estaremos.
El apego no nos deja relajar. Esto sucede porque confundimos el amar con el hecho de sentirnos
apegados. En tanto, intuitivamente sabemos que amar es una experiencia positiva, que nos calma,
mientras que el apego hace de nosotros personas inseguras y agitadas.
En este sentido, saber lo que nos hace bien y lo que nos convierte en personas desequilibradas ya es un
buen paso para caminar en la dirección de nuestra sabiduría discriminatoria.
Las enseñanzas budistas constantemente nos alertan: las cualidades que proyectamos sobre los
objetos, situaciones o personas por quien sentimos tanto apego son creadas en nuestra propia mente.
Nos resistimos a creer que ellas no existen independientes de nuestras proyecciones!
El apego surge cuando atribuimos cualidades falsas o exageradas a un objeto, situación o persona.
Exaltamos las cualidades y negamos las imperfecciones. Engañados por nuestras propias
idealizaciones, ni consideramos el hecho de que el objeto en sí puede no contener estas cualidades.
Exageramos de tal modo que nos olvidamos de que somos nosotros quien atribuimos valores a este
determinado objeto. Olvidamos de tal forma que llegamos al punto de creer que sólo él podrá
satisfacernos. Es una locura, pero es eso mismo lo que hacemos: damos cualidades exageradas a los
objetos, situaciones y personas y después pensamos que no podemos vivir sin ellos!
Por lo tanto, para cambiar nuestra actitud frente a un objeto de apego, tenemos que cambiar nuestra
manera de relacionarnos con él. Podemos comenzar por reconocer que estamos exagerando,
intensificando el deseo. Por eso, precisamos primero observar nuestra mente y no dar tanto énfasis a la
situación a nuestro alrededor.
No podemos confundir desapego con desinterés por la vida. Desapego es tener la capacidad de
relacionarse con más espacio, flexibilidad y libertad. El antídoto del apego es la mente que se da por
satisfecha. Reconocer la satisfacción es un serio desafío en nuestra sociedad materialista.
Desapego no significar estar desligado del otro. Al contrario, cuanto más desapegados seamos en una
relación, más responsabilidad tendremos por nuestras actitudes mentales en relación al otro. Esto es,
cuando nos responsabilizamos por nuestros sentimientos, liberamos al otro de nuestras expectativas
insaciables. Al paso que nos comprometemos con el proceso de auto-conocimiento, aumentamos el
sentimiento de respeto por el otro. Por amarlo, queremos eximirlo de las neurosis de nuestro apego.
Amar, según el budismo, es el deseo de ver al otro feliz. En este sentido, liberarlo de nuestros miedos y
manías ya es un buen modo de contribuir para a su felicidad...
Descargar