Rosita Rodrigo, "Heraldo" por el que daríamos muy gustosos "La Libertad". (Foto Walken.) Anita Page, de la Metro, retándonos a que pasemos por el aro. ¿Pasamos? ¡Ea, pues! ¡En fila y marchl iittmffiíotiimMiJiiiniiimiiiiiiiiiiffiíiiiiiiniiiiHiiiiiiiHHiiw iiutwiiiwniiiiii 3 libros V 8 revistas ^°'^p'''*^' O C H O I 4 R E V I S T A S NUMERO DE «COSMOPOLIS» NÚMEROS DE «LA NOVELA DE HOY* T R E S mensuales | 2 1 NUMERO DE «LIBROS» NÚMEROS DE «LA GACETA LITERARIA» L I B R O S I Volumen del LIBRO P A R A TODOS, colección que publica una novela completa d« los más grandes autores contemporáneos. * Volámenes de EL LIBRO D E L P U E B L O (Eaciclopecüa hispanoamericana), qu* divulga laa cicaciaa y las artas coa mwMxrafiaa aáoúrablea de Ua inaiorca firmas. Todos estos libros y revistas ofrecemos en S U S C R I P C I Ó N C O M B I N A D A E S P E C I A L ,por S E S E N T A pesetas al año, que podrán pagarse mensualmente a s pesetas. Además, presentando en cualquier Librería Fe el recibo corriente de dicha suscripción com> binada especial, se obtendrá el 15 por 100 de descuento sobre el precio de la obra que desee adquirir del fondo del catálogo C. I. A. P. (Editoriales Mundo Latino, Renacimiento, Estrella, Atlántida, Mercurio y Ciencia y Arte). BOLETÍN DE SUSCRIPCIÓN COMBINADA ESPECIAL Don , domiciliado en calle de , núm desea suscribirse a la "Suscripción combinada especial de libros y revistas", durante un año, por pesetas S E S E N T A , pagando por a partir de de 1931. Firma, C. I. A. P. Apartado 33. Madrid. COMPAÑÍA LIUHEII IBERO - AMERICANA DE PUBLICACIONES, S. A. BE iliY Una aventun en el tren PUBLICA ESTA SEMANA ILUSTRACIONES Por José María Salaverría F O T O S S E C R E T A S DE 1. 2. 3. ELLA Y ELLA. LOS ANORMALES. CARICIAS ENLOQUECEDORAS. DE S O U T O 30 céntimos PARÍS 4. LA ESCUELA DEL AMOR. 5. SOBRE EL DIVÁN. 6. LOS JOVENCILLOS ENTRE ELLOS. CADA SERIE DE 10 FOTOS, TAMAÑO 8 X 14, PESETAS 10. LAS SEIS SERIES JUNTAS. EN TOTAL 60 FOTOS, SOLAMENTE PESETAS 50. LA SERIE ESPECIAL. - LAS 36 MEJORES POSICIONES *» o sea 36 fotos en miniatura, tamaño 2 X 5 cms., pesetas 10.—Clisés de una limpieza asombrosa. Ilusión absoluta de la realidad y del movimiento. Personajes jóvenes en poses originales. Todos los menores detalles son a propósito. Ninirún retocado. Envío franco, discreto, en sobre lacrado, contra billetes de Banco. íriro postal internacional o cheque sobre París. La Administración de Correos no acepta envíos contra reembolso para España. BLONDEL-EDITIONS. 1, Rué Blondel, 1. PARÍS. (mOllJ PÍRiVIANIIS Único y seguro remedio que en pocos días cura radicalmente las afecciones de las vías urinarias (blenorragia, flujos) por antiguas que sean. B O R R E L , Puerta del Sol, g, Madrid. Conde del Asalto, 52, Barcelona. mUI<W>IARIO DI E S T E L.ü semana humorística.—Muchas N U M E R O Gracias. Sanguinas. La pedigüeña.—Catulo Mendes. Dimes y diretes.—Scaraniouclje. Blanca Negri, estrella del arte frivolo.—Don Finito. Las mujeres de la literatura-—Luis de Oteyza. María Isabel.—Artemio Precioso. , Mentidero Ll séptimo arte.—Ángel Falquina. político.—Trifón. Una aventura en Berlín. Niíestro cock-tail. Oración eficaz.—Jerónimo Cruz. Portadas de Walkcn. y riunfa el amor.—Jaime Gómez. Fotos de Seiherg, Masana, etc. La lujuria.—Victorien de Saussay. Dibujos de Blanes, Helguera, Torrentbó, Valles, etc. . PRBCXM DB • v a c x i r a ó x PASA ESPACA : SoaestrB, l e peaetaa. Afto, lit pesetas. Número suelto, 40 cts. N SEGUNDO CONCURSO DE PIROPOS DE «MUCHAS GRACIAS» Qii«4a abierto m ooacurso de piropos, permanente, hasta OMcro ari«•i, coa el cual pooemo* a prtieba el iocoiio de unestrot lectores. Las coadicioaes aon elementales. Todo lector puede mandar su rejHMbro, acompafiado del adjunto copón. N o hay más limitaciones que i<»« que impone el criterio que ya expusimos: Se pueden decir todas las tansdat, sin rabuznar. Saataaalmente seieccioaaremos los piropos recibido*, y ai q ^ aos baga gracia le seri el premio adjudicado. Frcsnie que consiste en dos duros del (Gobierno proTÍsioaal, que TÍea a Taler las ^diei pesetas consabidas, y 10 novelas de loa más afamaB ••torea falantes. C U R O fM para enviar UN PIROPO al Concurso de cMuchas Gracias» 40 Fotografías secretas de París RESTAURAN! D t l BARBAS MANUEL ultrapicante RIV AS Caaiiyiugirta de T»rio8 modelos de tipo u^taraaaoderaai, ^maúitiT* ia colecdán u t u a l más CHrioea. Sólo qasdea irfg»'»a» aeriea tdor^ p a ^ coksr tarmt. EsertM w f a a tasMsiBte. Eanio a toéoc los jsaimx bajo sobre cerrad» «Mitra r«cilM> de ao pesetas fs¡ Mlktes de Banco. Gire , postal lateratcioRal, sellos o cbeqoe »>br« Paria. MademoiseUe LUCETTE GERENTE DE LA Libraíríe de la Lunc 7, r m de la L O B * . P a m (3) San Andrea, 19 7 DÍTÍn* Pastor, é :: Teléfono 19289 u M A :' R I 3 Abierto día y nocKe. Banc(uetes, LuncKs, Bodas, Bautizos, Cobiertos a la carta. PBfSISt E(PI8IALS« S« xeciketi encaraos para meneadas L'/CUA í CüAm KEVISTA CÓMICO * SATÍKJCA APARECE Director: LOS JOSÉ SOBADOS S. SANTONJA Redacción y Administración: Príncipe de Vergara. 42 y 44 Teléfonos 51587 y 53742. Año V7III :-: :-: Húmero 587 TTladríd, 1 de agosto de 1931 LA SEMANA IÜOMOIRISTICÁ La rudera Divagaciones estivales y l TfNA J agresiva que, en gen-e- ral, se observa en nuestras ¿no dimanará, sobre mujeres, todo, de nues- tro juicio, tnás influyen en el escaso éxito de nuestros don- tro proceder egoí.<:ta y sórdido? al uso, es el prejuicio chu- hay que predisponga juanes lesco de las cosas que, a nu-es- tan. generalizado, cual ponemos según en nuestras con las mujeres eI relaciones algo que vale, por nevolencia femenina Nada tanto a la becomo el despren- dimiento y la generosidad del hombre. Unas botellas de champagne destapa- lo menos, tanto como lo que ellas ponen. Y, basados en esta máxima das a tiempo, una joya o un traje cidos con oportunidad, quistarán la simpatía camino de ¿Por qué discurrir suponer deseo, para los españoles es ser espléndido, en y galan- y cuando vemos cotno un lo blanco o como la piedra de nuestra ¿Cuándo nuestros hembra en le damos remos hipotecarla respiración, siete llaves, j o es y unas pesetas, encerramos desterrar prejuicios la de el que Y claro es que al haa los que esos de otra suerte si las sino que aludimos ricos, a los que llevan que- porque—pensamos—aque- nuestro... tuvieran—, una bajo de hacer agradable... no tienen pesetas de sobra—que tan lisonjera a nadie que sólo miran el blar así no nos referimos filosofal cuanto el como a los ca- lograremos to de avaros? mir- el a los consabido billete de niiil, que nunca hallan oca- hasta el aire de la la el tonto? A groseros quizá obrarían Con esta mentalidad musobre nos hace tener de la 'Ada un concep- vida... como marroquí, a las derramar como un medio vida amena y locos por ella ipso facto, y la reputamos menta- que proporciona hacemos dinero general, que una hermosa desprecia nuestro dinero, nos volvemos al balleros generosos, generoso te con las mujeres, hermosas, adm,iran las mujeres cer una entrada de cine... nosotros, con la que al obsequiar ellas los regalos un cénti- o el primo, en amarle... til, huímos de hacer el primo, de ha- el tonto simpático está francamente cer el tonto, y no soltamos Hacer mujerT Y una mujer que considera a un hombre, jeres ofre- de la lidad de sargento patatero, que hace bár- a de recreo, ¿quién podrá dudar que con- bara, tan poco galante, tan poco gen- mo, y apenas nos atrevemos ofre- un viaje ¡Qué suerte tendría hoy el hom» bre que buscara una mujer que estuviese en el "cuarto de hora"... y se encontrara conmigo! sión de cambiarlo... MUCHAS GRACIAS- E s t á de moda el comunismo. Dos —Y de dos gallinas t ú m e d a r á s aldeanos -se hacen comunistas, y al una... salir del Centro dícele uno al o t r o : —¡Ah, eso sí que n o ! ¡ T ú estás —Bueno, pues ahora ya sabes... soñando! A h o r a hay que llevarse bien, hay — ¡ H o m b r e , h o m b r e ! ¿ D e modo que vivir como hermanos, hay que que no tienes inconveniente en repartir los bienes... ¿Quieres par- ' darme un caballo y en darme una tir tú los t u y o s conmigo y y o parvaca, y lo tienes en darme una gat o los míos c o n t i g o ? . . . llina? — H o m b r e , sí, me parece bien. —i Ah, pero es que caballos no —Bueno, de dos caballos tú me t e n g o m á s que uno y vacas otra, darás uno. ¿Conformes? y gallinas t e n g o d o s ! —Conformes. —Y de dos vacas, t ú m e darás * * * una. ¿ D e acuerdo? —De acuerdo. Bombón entra en un hotel. Bom- E l . ^ A c o m p á ñ a m e en mi viaje. Verás París... Conocerás el golfo de Gascuña... EHa.-7-¡Te acompaño! Porque ése es el único golfo que desconozco... y no está bien. bón es un hombrazo corpulento, con unos puños formidables y una cara sombría. Entra en un hotel, se sienta y pide que le sirvan el menú. Pero el mozo le conoce, sabe que no paga nunca, y le exige el dinero adelantado. Bombón le dice que no lleva un céntimo. —Pues, entonces—replica el mozo—, no puedo servirle a usted. Bombón se levanta, se cala el sombrero hasta las orejas, se remanga los puños, y comienza a dar zancadas de un lado a otro diciendo a grandes voces: —i Con que no me sirven, eh? Pues entonces no voy a tener más remedio que hacer lo que hacía mi padre en casos así. El hotel está llenó de gente, que tiene un miedo terrible. El dueño mira a Bombón desconcertado y Bombón continúa sus grandes zancadas y sus grandes voces: —Nada, nada, que tendré que hacer lo mismo que mi padre... ¡Qué no me queda más remedio que hacer lo mismo que mi padre! Ya se masca la tragedia, y el dueño del hotel corre a Bombón, le suplica que se siente, y ordena al camarero que le sirva. Bombón se atraca con voracidad,, y cuando acaba, el dueño le interroga: —Señor, perdóneme usted, pero tcdgo curiosidad por saber lo que hacía su padre cuando en un hotel le negaban la cena. Y Bombón responde así: —Pues cuando en un hotel le negaban la cena, mi padre se iba a la cama sin cenar. Se- estrenó una comedia de T r i s tan Bernard, que, por rara excepción, no tuvo éxito. Un amigo del autor le pide unas entradas, y T r i s tán Bernard se las manda con la siguiente advertencia: —Convendrá que lleve usted un revólver, porque se va a encontrar en un desierto. SCARAMOUCHE LAS MUJERES DE LA LITERATURA CELESTINA N (De o es así como quiera el oficio de alcahuete, que es oficio de discretos y necesarísimo en toda república bien ordenada." 'Ial ha dicho Cervantes, añadiendo que no lo ^ b i e r a ejercer sino gente bien nacida y de entendimiento claro, y afirmando, para concluir rotundamente, que quien lo ejerce "no merece ir a bogaír en las galeras, sino a mandaHas y a ser general dellas". Respetable opinión que yo echo por delante con objeto de que abra paso a mi opinión modesta sobre Celestina. Pues resulta que, contra el sentir común, opino de modo muy favorable respecto a la conducta de la mediadora en los amores de Calixto y Melibea. Tengo su actuación por beneficiosa y por felicísimos los frutos de la tal actuación. Cierto que estas relaciones, donde Celestina ejerce su tercería, terminan en punta con la violenta muerte de ambos amantes; pero no es menos cierto que el luctuoso suceso ocurre cuando ya la tercera dejó de ejercer. Mientras ella llevó la dirección del asunto, el asunto marchó perfectamente,, aunque no estaba bien encarrilado, ni mucho menos, como os lo voy a probar. Fué que Calixto, en pos de un halcón que se le había escapado, entró en el huerto de los padres de Melibea, encontrándose de manos a boca con la hija de dichos padres, doncella llena de belleza y virtud. El ardiente joven se enamora al punto de la niña y, sin más requilorios, la plantea la cuestión de confianza. Ella, indignada por semejante exabrupto, le dice a é l : "Vete, vete de 9.hí, torpe. ¿Conmigo, en ilícito amor, tener tú deleite?... Mujer como yo no pierde su honestidad con hombre como tú." Y se partieroíi cada cual por su lado, desesperado el uno y rabiosa la otra. Calixto, sin fuerzas en su dolor para vivir, ansia el descanso del sepulcro. " ¡ Oh, bienaventurada muerte aquella que deseada a los afligidos llega!" Melibea, exaltada en su ira hasta querer matar, lamenta "haberle dejado por loco, sin darle la pena que merecía por atrevido". Convengamos en que ambas actitudes no pueden ser de mayor violencia ni más propicias a acarrear la doble desgra- • cm de los dos que en ellas están. DiSo, me parece. Y en tal punto las cosas, interviene Celestina providencialmente. Providencialmente, sí; pues su interven<^'on produce desde el principio el re- Rojas) Por medio de los daños causados. Calixto, traS: de su primera entrevista con Celestina, queda esperanzadísimo por la promesa de conseguirle el objeto de su amor, que, apoyada en convincentes razones—"así como la materia apetece a la forma, así la mujer al varón", por ejemplo—•, le hace la sutil comadre. En cuanto a Aíelibea... Pero las entrevistas de Celestina y Melibea merecen párrafo, y aun párrafos, aparte, ya que constituyen muestra de la más astuta seducción que vieja taimada puede emprender contra inocente joven. Pretextando vender perfumes y lencería entra la garduña en el nido de la paloma. Y allí logra alejar a la madre y quedar sola con la hija. E n tonces habla Celestina de Calixto, y aunque Melibea la manda callar, sabe seguir hablando. ¡ Cree la virtuosa que iba a oír algo contrario a su honestidad!... No, no es eso. ¡Jesús valga a los buenos y niegue su valimiento a los malos! Se trata de cosa sin importancia. Calixto padece de dolor de muelas. ¡ Calixto, un mancebo tan noble, tan gallardo, tan rico! Fuera criminal no socorrerle. Y como Melibea tiene un cordón, reliquia milagrosa para todos los dolores, y sabe una oración a Santa Polonia, infalible contra los padecimientos dentales... Si Melibea quisiera prestar la reliquia y dar copia del rezo, salvaría a Calixto. ¡ A Calixto, un doncel tan rico, tan gallardo, tan noble! Melibea da la reliquia milagrosa y ofrece copiar la marca VENTILADOR "Muchas Gracias". LUIS DE OTEYZA infalible oración. La copia volverá Celestina a recogerla secretamente, pues de los beneficios que sé hacen no hay que dar un cuarto al pregonero. Así, la habilidosa zurcidora de voluntades comienza su labor, que pronto resulta un encaje más que un zurcido. Ya están sin desesperación Calixto y sin enojo Melibea. Pronto estarán juntos, además, pues Celestina propone que se reúnan. Calixto ha de dar las gracias por el alivio de sus padecimientos, que las virtudes del cordón y del rezo amenguaron Claro que esto también debe hacerse . evitando que el pregonero' cobre comisión. Calixto escalará las tapias de! jardín de Melibea, protegido por las sombras de la noche. Y con que Melibea baje esa noche al jardín... La candida joven acepta lo que propone la vieja picara. Tantas bellezas mostró desde lejos Celestina de Calixto, que Melibea siente la necesidad de verlas cercanas. N o diré con qué ilusión acude el galán a la cita. Pero sí vale la pena de consignar que los enamorados fueron muy felices de noche en el jardín. Vaya, en prueba de ello, un trozo de su diálogo: "Jamás querría, señora—dice Calixto—que amaneciese, según la gloria y descanso que mis sentidos reciben de la noble conversación de tus delicados miembros." "Señor, yo soy la que gozo, yo la que gano—responde Melibea—; tú, señor, el que me haces con tu visitación incomparable merced." Me parece que queda demostrado plenamente cómo Celestina no hace la' infelicidad, sino la dicha de Calixto y de Melibea. Las palabras que pronuncian ambos, y que yo acabo de copiar, no dejan, lugar a dudas. Y si luego Calixto muere, porque se cae saltando la tapia, y Melibea se suicida al ver muerto a su amante, ¿qué tiene que ver Celestina con esta doble desgracia? Nada, en absoluto. ¿Iba a enseñar agilidad ep el salto a Calixto y resignación ante las pérdidas irreparables a Melibea? ¡ N o consistía en eso el oficio de Celestina! N o ; Celestina no era profesora de gimnasia, ni maestra de filosofía. ¡ Era alcahueta! Y como practicaba su oficio a la perfección, sólo elogios merece. Tanto más, cuanto que la alcahuetería es oficio útil y honroso. Al opinar así, sigo la opinión de Cervantes. Ya lo dije; pero lo repito para que conste bien. ¡ Por si acaso!... MEMUDERO POimCO C H T S M F S :-: C H I S T E S TRO aterrizaje o amarajedesgraciado del comandante Franco. No es precisamente que quisiese rizar el rizo. Más bien, que se lo rizaron. ¡ Que le dieron para el pelo, vaya! Un poquito plus ultra y no quedan ni las alas. A las pocas palabras leídas—eso sí, volando—, ya se barruntaba el huracán. Definitivamente, al glorioso aviador no le van ni la oratoria ni las muletas. Peío sería injusto no destacar el éxito obtenido por el plan político O :-: propugnado por el Sr. Franco, y según el cual la República de Sevilla había de dominar Marruecos. Ahora se comprende por qué algunos comunistas insertan entre las conclusiones o aspiraciones de su ideario político la) libertad de Abd-el-Krim. ¡ Debe ser para irse entrenando I El Sr. Maura batió bizarramente al aviador en su propio terreno, es decir, en las nubes. El aparato se vino abajo en barrena. Lo malo es que los sucesos se em- CHISPAS peñan en Andalucía en hacer quedar mal al aviador y al ministro. Aquí el único que ha quedado muy natural es el ex gobernador de Sevilla, Sr. Montaner, hombre de pupila, que salió de naja para Zaragoza iantes de que estallaran los sucesos. Como que, en realidad, puede decirse que quien dejó la bomba preparada fué él. , Para número bonito y lucido el del señor Moheda, diputado electo que fué por León y ya hoy deselecto. El buen señor pasó dos horas mortales balanceado entre las más terribles alternativas. Se discutía su capacidad, (i Miren ustedes que discutir estas cosas delante del interesado!) Y cuando ya parecía que sí, resultaba que no. Cuando ya se había acordado que no, volvía a parecer que sí. El Sr. Molleda iniciaba el mutis, volvía atrás, se iba, venia, no sabía si salir o quedarse. Y todo por haber sido juez interino. Es lo que decía con mucha gracia un diputado ajidaluz viendo todas aquellas idas y venidas del pobre capaz mcapacitado: —¿Juez? i Pero si ese hombre lo que parece es un alguacil! —En aquella hondonada conocí a tu primo. —¿Y le conociste a tiempo? —¡ Ya lo creo I A los cinco minutos tuve que darle la primera bofetada. Valle-Inclán se quedó sin acta. P o r que no le votaron, naturalmente. Unamuno obtuvo un acta, naturalmente, porque lo votaron. En realidad el caso más extraordinario, entre los dos, parecía ser el de D. Ramón. L o cual que a D. Miguel no le hacía maldita la gracia. El ilustre pensador ¿qué iba a hacer.? Pues, naturalmente, pensar. Y pensó: —No ser diputado porque no lo han votado ; ¡ vaya una gracia ! Lo extraordinario será no ser diputado después de haber sido votado. Y pensando, pensando, se decidió a a hacer. ¿Y qué hizo? Pues fué, y i zas !, n o impugnó su propia acta de diputado por Salamanca. Y lo bolaron otra vez. Y D. Ramón está que bota. Devoto de España, D. Miguel le ha ofrecido sus ex votos. • • * Se comentó mucho la original filiación política que para llamar la atención adoptó D. Ángel Ossorio: monárquico sin rey. Ahora va perdiendo novedad el rasg o del ilustre jurisconsulto. Porque, l a l como se van poniendo las cosas, ^ ya hay algunos diputados que piensan llamarse republicajios sin República. Como si dijéramos, para subir al primer tranvía que pase. El Sr. Lerroux ha sido elegido por aclamación presidente del Círculo de Bellas Artes. H e aquí un bonito tema que puede resultar provechoso: " L a política considerada como una de las Bellas A r t e s . " * * * h=. :^ * •' Se anunció c|ue la casa de los Coriielios, de Sevilla, iba a ser destruida por la artillería. Cundió el pánico. El castigo sería todo lo ejemplar que se quisiera. Pero, ¡ caray!, todos los cornelios vivieron horas sobresaltadas, siin comerlo ni beberlo. Y en pleno estado de inocencia y de candidez. Porque ellos es bien cierto que no se habían enterado de nada. Y es probable que a estas horas sigan sin enterarse. ¡ Ni a tiros ! TRIPÓN Diía aventura en Berlín L hotel donde fui a parar en Berlín se llamaba nada más que el Wienerschinitselfdthauss, un nombre bastante poético, como uste•<les pueden ver. Desde mi ventana, en el séptimo piso, podía contemplar el soberbio espectáculo de gran parte de la ciudad, agitada, enorme y fabril. P e r o por muy interesante que parezca el espectáculo, yo prefería descender al salón a fin de conversar con la hija dal hotelero, a la cual, si a o lo era, poco le faltaba para ser la más encantadora de las berlinesas. _ Una robusta criatura como de dieciocho a veinte años, magníficamente rubia y con dos ojos capaces de •enternecer a un director de Seguri•dad del régimen fenecido. La talla proporcionada, las carnes muy bien repartidas, podía rivalizar con la más seductora entre las "vedettes" de la Paramount. E ¿ P o r qué dirá Arturito que estoy jamón de frente por detrás? Yo siempre estuve profundamente enamorado de las estrellas del cinema. Pero, ¡ay!, jamás las he podido ver, no siendo en la pantalla... Así que os podéis figurar el efecto que me produciría esta pequeña alemana, fiel t r a sunto de las más fotogénicas. Le hice, pues, la corte asiduamente, y cuando me llegaba la dicha de encontrarme solo con ella un minuto, le decía cosas azucaradas, y comparábala, como siempre solemos hacer, con una mariposa, con un pajarito, con una flor de los bosques. Ella sonreía sin responder... P e r o yo no desesperaba... Liopinadamente, una noche, mientras que me disponía a deslizarme entre las sábanas, alguien llamó con sigilo a la puerta del dormitorio. Me inquieté. ¿ Quién podría llamar a aquella hora? Mas, cuál no sería mi estupefacción al reconocer en la que entró a la hija del hotelero, por quien suspiré un día y otro día... Penetró en la estancia, y murmuró, sonriente: —Vengo a pasar la noche con usted. E r a una cosa categórica y yo tomé ol único partido que se podía tomar. Inútil es decir que me repuse pronto de la sorpresa y que... Pero esos son detalles que no se pueden contar en los periódicos. Conténtense con saber que aquello fué sencillamente delicioso... En la mañana siguiente, sin embargo, me aguardaba otra sorpresa desagradable. Cuando, dichoso y optimista, me disponía a echarme a la calle, la camarera vino a mi encuentro: —Señor—^me dijo—, el patrón os ruega que bajéis inmediatamente a &u despacho. Con cierta turbación obedecí y me presenté en el despacho del hotelero. Ya en su presencia, me lanzó una mirada lacerante y exclamó con voz que me pareció cavernosa: —Señor, esta noche mi hija F r i e da ha ido a vuestro dormitorio. Temblé: —^Usted... usted... se equivoca... Crea... Sacudió la cabeza con aire terrible: —^Es inútil negar. Frieda ha pasado la noche con usted. —i Dios mío, pensé, que no lleve hoy el revólver consigo! —i Sabe usted, joven, lo que esto le va a costar?'—dijo enarcando las cejas. —Yo... yo... le juro... —^Pues bien, esto le costará seis marcos de suplemento, señor. Y como yo, aturdido, guardase silencio, añadió: —Pero hombre, es muy natural, diez por ciento sobre el servicio... 8 CDradón eficaz P UES señor... en una aldea cuyo nombre no recuerdo, había hace muchos años un magnífico convento que era célebre en España por la casta de sus clérigos. i Qué colorados! ¡ Qué fuertes ! ¡ Qué robustos! ¡ Qué zopencos! N i con candil se encontraban ejemplares más soberbios. Cierto pintor dijo que eran frailes barnizados viendo sus mofletes tan brillantes que parecen espejos. Con la vida que se daban era lógico el suceso. Sus despensas, atestadas de manjares suculentos, ofrecían de continuo consolador refrigerio a los estómagos débiles de los pobrecitos siervos de Dios, que cuando metían mano al jamón o a los huevos se ponían como el chico del esquilador del cuento. Cada lego era un banquete lo que se daba, comiendo hasta doce y trece platos, y cada padre era un cerdo lo que se comía él solo en cuatro días o menos. Este trato se lo daban gracias a un santo muy feo, cuya imagen milagrosa se veneraba en su templo, y cuyo cepillo estaba siempre de monedas lleno. Dicho santo, según dicen leyendas de aquellos tiempos, fué encontrado en ima tina por un peón caminero, debajo del alcornoque más grande de todo el pueblo, por lo que se le atribuye un extraordinario mérito y se le achacan milagros de los cuales no hay ejemplo. (CUEHSIXECH-LO VIEJO) Todo cuanto se le pide dicen que lo da al momento. Con tal motivo las mozas que, para los casos estos, son las crédulas más fieles, le traen frito con sus rezos, pidiéndole a veces cosas que el buen santo se ve negropara poder complacerlas. Anteayer, sin ir más lejos, una devota, atraída por su fama, fué al convento, y encontrándose en la puerta con el padre Rigoberto, entabló con él el diálogo que a continuación expreso. —Oiga, padre. —Diga, hermana. —¿Quiere decirme si es cierto que es tan milagroso el santo que existe en el templo vuestro? —¡ O h ! ¡ Ya lo creo! ¡ Muchísimo! —I De veras ? ¡ Cuánto me alegro t —¿Qué gracia vais a pedirle, si puede saberse? •—Vengo en busca de un hijo. —¡ Cómo I —¿ Perdisteis un pequeñuelo ?—¡ Ay, no!, N o tuve ninguno nunca, y... quisiera tenerlo. —¡ Caramba! Pues eso es fácíL —Me dará el santo un remedio^ ¿ verdad ? —Sin duda ninguna. Os atenderá. Es muy bueno. — ¿ Y habrá que rezarle mucho» para poder lograr eso? Yo pienso rezar doscientas avemarias y un credo. ¿ Será bastante ? •—¡ Ay, hermana! Que tiene de sobra, pienso. ' -¿Sí? — P a r a lo que queréis basta con un padrenuestro. jERÓNikO — M e sabe mal que me dejes. Y o estoy dispuesta a subirte el sueldo. —Sí, pero la señorita Mary m e dá el veinticinco por ciento en las operaciones. CRUZ Historieta sin palabras, porVEiiée 10 T R IU N F A E L A M O R Por JAIME GÓMEZ E puede dar ya como un hecho pura fórmula, pues la realidad viva Siendo el amor, por antonomasia, probable, indiscutible, la implan- nos advierte de la ineficacia dogmá- el más rebelde de los anhelos puros, tación del divorcio en España. tica no admite cualquiera fuerza Sea bien venido para tranquilidad y varón y hembra a tan estrecha e tiva que coarte su íntegra voluntad, optimismo de todos, y inexorable ni obstáculo que inmovilice la auda- S desaparezca en someter "alevosamente" disciplina de a amor. norma- ¡Disciplina de amor!... Frase hue- cia arrolladora de sus caprichos, flo- conmensurable que implica hasta aquí ca; expresión indefinida como otras ridos siempre, como una triunfal pri- el indisoluble lazo conyugal, indes- muchas que circulan desde hace si- mavera, como un compendio de su- tructible las más de las veces por glos por el área nacional. mas idealidades, sólo comparable a con ello, absolutamente, el terror in- la quietud serena de la estatua clásica o a la seducción cromática de una sinfonía magistral. Invade el corazón un hondo sentimiento de piedad al pensar en la odisea triste de tantas féminas in- moladas al dios injusto de las conveniencias sociales, en el tálamo nupcial de una noche de dolor...; noche de todos los tiempos, en que las voces desgarradas,de las víctimas pugnan heroicamente elocuencia única, por imponer sin lograr su per- suadir... Una jaula dorada, en que ha expirado en su hermético cautiverio el lírico ruiseñor de la felicidad, inducida por el amor y por el tesoro platónico de las bellezas de la vida. ' • • Claro está que estamos hablando con un coloreado acento, quizá detestable para el-positivista.'Mas, pese a sus iras y a sus enojos, me atrevo a insinuar que nunca el grado álgido del progreso llegará a "deshumaniz a r " el amor, pues que él forma parte inalienable de la suprema bondad y del bien, por lo menos en la creencia humana de ese concepto legendario. Cada vez que me pongo estas ligas me acuerdo de mi difunto esposo. Son las mismas que llevaba cuando me sorprendió en brazos del cobrador de la luz. El hombre, por predisposición superior de su calidad marital, ha saboreado, quiera que no, la miel II inapreciable que en su casa no hallaba, aunque alguna vez, en la vehemencia del trato ilícito, se interpusiera el acíbar, pero siendo éste como un antídoto de resolución, de su drama interior. Y la mujer ha permanecido, está aún sumida en la nulidad agobiadora. Informada de la infidelidad del marido, si es virtuosa y teme el escándalo de un rompimiento, calla y sufre; pero si es una de esas livianas hermosuras ("Una reina castiza", por ejemplo), cuya incandescencia sensual es volcán inextinguible, campa a su modo y no hay preceptos de moral que la reintegren a su precisa condición honesta. Rompa en buena hora el divorcio la insensata tela de araña que atrapa e inutiliza para siempre el conjunto amor de dos voluntades. Así no será difícil que la grata paz del hogar dichoso aparezca en sucesiva y libre elección. Y no será difícil tampoco que un deseo explícito de afán donjuanesco induzca a más de un hombre, ó mujer, a gustar de las delicias de la voluptuosidad a través de reiterados divorcios, siendo el terror del juez y la victoria rotunda de la carne. Ya estoy harta de que mi novio me diga que no tengo juicio. ¡Pues me parece que lo vamos a tener los dos! caderas poderosas; sería rubia, pues la rubia es más curiosa que la morena, y gana con esta curiosidad lo que en cambio pierde en sensualiPor Victorien du Saussay. dades. La lujuria es nerviosa, sensible; tiene corazón y debe amar apasionadamente. I-a pasión es el medio más seguro La veo bien paseándose al azar, para llegar a la lujuria. La lujuria, si yo la pintase, no se- desnuda, los senos rosados, cayendo el cabello por la espalda y por la ría una muchachuela anémica, de boca curva cintura en ondas doradas, acainsípida, ojos sin llama y manos huericiadoras; tiene la boca roja de los sosas ; sería, al contrarío, sana y besos que recibe y de los que aún fuerte, bella y risueña, con brazas y espera; brillan sus ojos en la sombra, como ojos de lobo hambriento, escu(i) Del libro La ciencia del heso^. driña su mirada en la maleza, de(Librerías Fe. C. I. A. P.) trás de las viejas encinas, para des- EA LDIURIA (1) pertar, si duerme sobre las hierbas, a los sátiros de peludos pies. La lujuria es primitiva y salvaje; sus sentidos son vigorosos, capaces del máximum de los placeres. Agrádala el beber vinos generosos, y cuando está borracha, en la blanca copa que forman sus senos, da de beber a sus amantes. Si está alegre, baila voluptuosamente para avivar el deseo, para aturdirse a sí misma, para alocarse, para que se abandonen mejor a ella, y para entregarse ella más ansiosamente al amante, mezclando los labios sonrientes, aún húmedos de vino y de risas. 12 13 SANGUINAS La GALERÍA DE BELLEZAS .^''"""^^"''X'^rF 'íT^-^^v,? V ^"^^"-1,' pedigüeña Por CÁTULO MENDES ERCA de medianoche, en la penumbra ; la puerta que separa ambos departamentos permanece cerrada; las dos amiguitas son muy pudorosas, y como están en camisa delante del espejo, no quieren fiscalizar sus mutuas acciones; así es que ellas sólo perciben el suave y caluroso perfume que se desprende de sus cuerpos de nieve y rosa. Frente a la bruñida luna del bondoir se entregan a la agradable ocupación de deshacer su tocado en el silencio de la casa dormida. —Querida, ¿escuchas? C — S í ; i qué quieres ? —Sé amable; yo no sé que he hecho de mi rizada borla de polvos; préstame la tuya. —i Para qué la quieres a semejante hora? —¡ Curiosa ! Préstamela. — T o m a ; buenas noches. —Oye, jamás he estado más aturdida que esta noche; imagínate que acabo de hacer pedazos el peine de concha con el cual acostumbro a ahuecar mis cabellos antes de meterme en el lecho; préstame el tuyo, i quieres ? Una belleza del cinema Flora Pereira, bellísima artisj^ española del género lírico CFoto Masana.) E n r i q u e t a Soler, bonita, graciosa... —¿Pero de qué te servirá si vas a dormir ? —Dios mió, qué mal entien- des las cosas! P^'estámele, querida. —Toma y i\^^ me ^ t paz. —Escucha; todas las desgracias vienen j u n t a s ; no puedo encontrar las llaves del ropero en donde Justina acostumbra a guardar mis vestidos; haz el obsequio de echarme por encima del tabique, o entreabriendo un poco la puerta, aquella preciosa bata de gasa sutil, casi transparente, que deja adivinar todos los encantos que una mujer honesta debe ocultar siempre. —Pero, hija, _ i para qué quieres a medianoche un vestido tan diáfano? —¡ Qué curiosa eres ! Ya te lo explicaré mañana, queridita. —Es que la bata que me pides está un poco arrugada... —Mejor; con eso me evitaré las molestias de una resistencia fingida. —Tómala; mas confiesa, pequeña, que eres demasiado exigente; mi borla de polvos, mi peine de concha, mi bata de gasa; si continúas así, llegarás a pedirme hasta el preferido de mis amantes. —¡ Tonta -¿Qué? —Digo que también te lo pediría, si no hiciera ya mucho tiempo que te lo he tomado. Luego la puerta se cerró entre dos sonoras carcajadas; es muy frecuente y muy natural hacerse esta clase de favores a semejante hora. CATULO MENDES 14 NUESTROS REPORTAJES Blanca Negri, "estrella" del arte frivolo H ASTA el dia primero de julio, en que tropezó nuestra mirada con la jacarandosa imagen de Blanca Negri, las maravillas del mundo eran solamente ocho. Desde esa deliciosa e inolvidable fecha son nueve, puesto que la más maravillosa de las maravillas es esta pequeña muñeca bulliciosa que atesora entre sus diecisiete abriles el más preciado tesoro que puede soñar siempre una mujer: la alegre juventud. (Y que perdone Guerrero.) Blanca Negri es sencidamente un estupendísimo guayabo. Yo, que la estoy viendo de cerca, les juro a ustedes por la salud del "Cotufa", que no he visto ante ios cristales de mis gafas una chiquilla tan deliciosamente encantadora. Con el pelo' más negro que la conciencia de in asesino reincidente; con im par de ojos, grandes y oscuros, como dos plazas de toros en una nocturna, con una sonrisa armoniosa como la Danda " E l Empastre" (más nocturna) y con una boca que está pidiendo a voces una guerra sin cuartel, la menuda figura de Blanciuita demuestra al encandilado espectador que con un cuerpe- Blanca Negri tiene la simpatía por toneladas... cito pequeño y travieso y con una simpatía enorme y avasalladora arma una mujer más revoluciones que el comandante Franco. Esta chiquilla, que se ha presentado por primera vez en Madrid desde el escenario del Teatro RoiTie;i, tiene la simpatía por toneladas métricas y, además, es propietaria de una manera de mirar que se le incendia a uno el mechero. Y es que aquí quisiera yo ver a los valientes. A cuarenta centímetros de mi humanidad suspirante, envolviéndome (casi empaquetándome) en un perfume más embriagador que catorce copas de cazalla, tengo una mujer tan arrebatadora que el suplicio de Tántalo, comparado con las que yo estoy pasando, es delicioso juego de chiquillos. No quiero pasar adelante sin dedicar un saludo al simpático Alady, a cuya inapreciable amistad debo el haber conocido a la morenaza que nos ocupa. Y lo curioso ha sido, que una vez adquirido este conocimiento perdí por completo las facultades mentales, dándose el pintoresco caso de adquirir y perder el conocimiento en el mismo instante. Pero es que si el lector no conoce a Blanquita Negri, no le es posible que se explique todas estas cosas. Blanca lleva cuatro años dedicada a la escena frivola, y en esa corta temporada ha armado más ruido que el choque de dos camiones cargados de cristalería fina. Yo mismo, sin pensar ni remotamente que algún día me desvanecería de entusiasmo al estrechar su linda mano, me hice cisco las mías, aplaudiendo a rabiar, a esta encantadora "vedette". (Si ¡no la llamo "vedette" no duermo tranquilo.) Fué en Sevilla, la tierra de las flores, las mocitas pintureras y los disturbios comunistas. Una noche, oyendo a aquel negro campeón del jass que se llama H a rry Fleming, juzgúese de mi sorpresa al ver que con el susodicho Fleming iban en alegre compañía el saladísimo Alady y una artista encantadora que se llamaba Blanca Negri. Sólo de verla me puse " n e g r i " y me quedé sin blanca, pues no hay que decir que me gasté el sueldo del mes en asistir todas las noches a. una butaca de la fila cero. Y ahora, de repente, cuando menos me lo esperaba, me encuentro sueño convertido en realidad. Blanca Ne- 15 gri, una de las artistas de más fina y exquisita frivolidad, por no decir la mejor, es amiga mía. Yo la presento a mis lectores, y paso a d a r a ustedes una idea de lo que es el arte de esta simpática "estrella". Blanca Negri es en el teatro lo que la pimienta es en un cock-tail. El diminuto grano que todo lo anima y todo lo revuelve, mezclando con sus juguetees de niña traviesa la risa incesante de la más alegre frivolidad. En las creaciones de Blanca N e gri hay un dinamismo, un ambiente tal de juventud, que en cuanto la artista aparece en las tablas corre por la sala una simpatía irrefrenable que termina, invariablemente, en una atronadora salva de aplausos. En ella (en la artista, no en la mujer) se mezclan en agradable amalgama la gracia y el salero más españoles con la desenvoltura y el desenfado de las grandes "vedettes" internacionales. Y así sale Blanquita. Leve, grácil, juguetona, como las melodías de sus canciones. Pero en el fondo, en su vida privada de mujer sencilla, Blanca Negri es una ingenua. N o con la falsa ingenuidad de dama catequista que de todo se asusta y todo lo sabe, sino más bien, es una ingenua muy m o derna, muy siglo XX, que a pesar de ver la vida muy de cerca, sueña con el cine y espera anhelante un amor romántico, imposible, como cualquier señorita de Guadalajara. Un reciente contrato de cerca de dos años por el Extranjero preocupa en estos momentos a la Negri. De aceptarlo, que es lo más seguro, esta alegre chiquilla se nos marcha a pasear su gracia por Francia, Bélgica, Holanda, Inglaterra y Alemania. ¡ P a r a que aprendan las que presumen! DON FINITO CUENTO DE M U J E R E S No vuelvo a hacer las paces con mi novio. ¡ H a y que ver cómo me pone el vestido cuando está contento! María Isabel RA alta, bien hecha, con las pierSamuel Honduras, que no vi nunca nas torneadas, un poco gruesas, mujer, para mi , gusto, más apetecipero maravillosamente 'trazadas: ble que María Isabel. de esas piernas que, embutidas en Habíala yo conocido en Bayona, medias brillantes, han sido, y tal vez en los días calurosos de un agosto son, la locura sexual de las jóvenes lujuriante y espléndido. Me la había generaciones españolas.- Pero María presentado Fernando Mendaz, uno de Isabel no e r a española, sino francelos cínicos y sinvergüenzas más agrasa. Y no negaréis que el maridaje de dables y simpáticos que he conocido. unas pantorrillas al gusto español Ella iba acompañada de su "esposo", con una boca francesa, roja y fresJesús Sinfé, viajante acreditado de ca, constituye el ideal para un tem^ una importante casa industrial de paramento fuerte, a la vez que dulBadalona. A pesar de su apellido ce, como el mío. Y a fe que me llaino descorazonador, parece ser que don E Jesús realizaba muy buenos ingresos, producto de sus. comisiones en las ventas. Bien es verdad que para despistar había realizado un sencillo truco con su nombre de familia: se hacía llamar, y así figuraba en sus tarjetas, Jesús Sinefe, en vez de Jesús Sinfé. —Lo ve usted—me explicaba—, con sólo haber introducido la e entre la ene y la efe, cambia por completo el sentido pesimista de mi verdadero nombre. Pero, fuera de los negocios, en mis relaciones particulares, siem- i6 I pre me presento con la verdad por delante, es decir, con todo el escepticismo que se revela de la palabra. Porque yo, señor, no soy sólo sinfé por el nombre: no creo en nada, ni siquiera estoy seguro de estar en Bayona pasando unos días con mi mujer. ¡ Su mujer! H e subraj^ado la palabra, como antes la de espeso, porque ello era una prueba, en efecto, del escepticismo del señor Sinfé. Vivía con María Isabel diecinueve años; ella era libre; él, soltero y rico, y sin embargo, ni la había llevado al altar ni al Juzgado municipal. E n resumen : no se había casado con ella, en el sentido legal o económico de la palabreja. N o es que la cosa, a mi juicio, tenga la mayor importancia. Pero, vamos, no deja de tener alguna. Y si no ¿porqué aquel bergante la presentaba como su mujer? ¿Es que casi cuatro lustros de vida marital no eran una prueba más que suficiente de que, siquiera por respeto social a su compañera, podían formalizar la unión? H a y hombres que no pueden dejar de ser mezquinos hasta cuando se tragan el humo de un pitillo, sin comprender que la mezquindad tiene por fuerza su respuesta inexorable en la conducta de los demás. Y «sí aquella hermosa María Isabel, dolorida en su amor propio, que es la llaga más sensible de las humanas lacras espirituales, había pasado la vida engañando a don Jesús Sinfé, vengándose así de su proceder incomprensible. Yo sólo obtuve de María Isabel unos cuantos besos, profundos y serios, eso sí, en su boca de clavel encendido, que tenía las dulzuras sabrosas de un fruto del trópico. Es decir, obtuve algo más, y más precioso todavía: su amistad. Y así, una tarde, paseandp conmigo en automóvil por la carretera de E l Pardo, me decía: —¿ Pero qué se creerá ? Yo no quiero casarme con él, de veras te lo digo. Pero no deja de molestarme su actitud indigna... Por las noches, irnos cuantos amigos íbamos a su casa de tertulia. Se hablaba, se murmuraba, se reía, se jugaba al tresillo, se tomaba café, se fumaba, se bebía, y al final, María Isabel, que a veces durante la velada había apoyado su pie sin zapato sobre mi pierna o sobre mi muslo, nos acompañaba hasta la puerta, nos ayudaba a ponernos el gabán si era invierno, y, en fin, hasta nos decía seis o siete veces adiós desde su puerta mientras los contertulios descendíamos por la ancha escalera de mármol. Jesús Sinfé cayó enfermo, muy e n fernjo... Se moría a causa de una pulmonía doble, lo que parece indicar que eran dos... Y viéndose, como dicen los clásicos, en el umbral de la Parca,—¡ que no es igual que en la puerta de la Paca!—se casó con María Isabel in articulo mortis... "Si no he podido ser su mujer ante la ley—pensaba ella—, por lo menos seré su viuda." Algo es algo, y más vale tarde, aunque sea al expirar, que nunca... Y en aquella ocasión no era sólo algo, sino algos. Porque don Jesús tenía ahorrados unos ochenta mil duros. Pero a partir de la ceremonia oficial ante el cura, don Jesús Sinfé, comenzó a mejorar,.. Y no se murió. Y se puso bueno. Y he aquí a María Isabel, esposa legítima del viajante, tras cuatro lustros de vida en común. ¡ Y ved lo que son las cosas! ¡ Lo que son las mujeres! ¡ Lo que son los prejuicios! ¡ Lo que es la vida! La primera noche que cenamos en su casa, para celebrar a la vez la ceremonia nupcial y el completo restablecimiento del ex pulmoníaco, ella, María Isabel, tan llana, tan sencilla, tan adorable con los amigos, que nos acompañaba hasta la puerta, que nos ayudaba a popemos el gabán, que nos daba el sombrero, ella no se movió de su sitio al decirle adiós... Ni se incorporó de su asiento. Muy digna, se dejó besar la mano, y con una sonrisa nos deseó buenas noches:.. El contraste es demasiado rudo. De modo que aquella mujer, por el hecho de serlo legalmente del imbécil de Sinfé, que necesitó poco menos que morirse para darle su nombre, nos despedía de modo tan distinto... Yo me sentí tan triste—¡Yo que la amaba tanto!—que no volví a poner los pies en su casa. ARTEMIO París, 1931. Vayan ustedes eligiendo la mejor pierna para concederle la "media de oro" PRECIOSO 17 EL S É P T I M O ARTE VEIINTIUNO DE JORDÁN vis-cosa Greta Garbo es una mujer vistas, que ponía rías esta semana, quiero hac^r una espasmódica, Nueva advertencia previa y telefónica. H a y juntiUas. Así se explica que la seño- escenarios de Broadway. (Brindo este quien dirá que estas cosas huelgan en rita Jordán tenga entre sus numero- párrafo a esos grullos amigos míos una revista como la presente; pero sos admiradores una dulce aureola de que dicen que escribo peor que un ve- si la cosa es de la Telefónica, no niña candida, sin perjuicio de lo cual cino de Las Hurdes.) hay huelga. Esto viene, señores míos, lia sido durante mucho tiempo una a que eso de veintiuno de Jordán alegre y endemoniada "estrella" de re- Antes de empezar a decir majade- y se lo creen a pie York tos telefónicos de antes de la Dictarecordarán ustedes que se pasaba uno la vida diciendo: "Señorita, oiga, por su padre, el veinticuatro cero siete de Jordán." Y no le hacían a uno caso. H o y aquéllo pasó ya de moda. E n la actualidad llega uno al aparato, mete el dedo, dicho sea con todos los respetos, y si el númiero pedido está comunicando, que es lo más corriente, puede usted charlar por los codos. Por eso digo que lo de veintiuno de Jordán (j cómo estoy de pelmazo algunos días I) se refiere a la monísima Dorotea Jordán, que cuenta en el momento en que escribimos estas líneas con veintiuna primaveras a cual más florida y hermosa. Dorothy Jordán es una ingenua cinemática, que a pesar de todo su candor se sacude unos besos con Ramón Novarro que ponen nervioso hasta al acomodador más comprensivo. Ustedes dirán si una niña que se retrata en camisa para que sus contornos puedan ser avaramente asaetados por miles de pupilas masculinas puede llamarse una ingenua. Pero el cine hace lo que le da la gana, y los aficionados a este arte son tan primos que les dicen que la a medio los iluminados El descubrimiento de Dorothy J o r dán se lo debemos no tiene nada que ver con los aparadura. Entonces negro desde Dorothy Jordán e s una ingenua.. al cine sonoro,. i8 Y como Dorotliy tenía madera de artista y además estaba de moda el que las artistas trabajasen sin mallas, mientras Alí-Babá se hundía definitivamente, la Dorothy se hizo un cartel que ríanse ustedes de " E l l'.inpastre". Pero ella soñaba con el cine. Aquello de estar siempre danzando y no .ganar ni para bicarbonato, era una lástima y además producía ardores de estómago. En cambio el cine era un verdadero negocio. Gloria, populari- dad, dólares y chicos guapos. ¡,Qué nuijer no liabrá soñado lo mismo! Tudas, todas, lo mismo Paca la Mediospelos, que la ex infanta Beatriz de Borbón, han soñado muchas noclies con que venía Gavy Cooper a por ellas y se corrían unas juergazas como para adelgazar en cinco días. Luego s,e despertaban y tenían ciue tocarse filosóficamente las narices. Dorothy Jordán se las tocó muchas veces. Llegó en sus excavaciones hasta la rama del trigémino. Y un día, cuando pensaba abandonar el teatro y poner una clínica en competencia con Asnero, le llegó un contrato. El cine sonoro le daba todos sus sueños realizados. " M a g i a Ne- gra ", con F o x ; " La fierecilla domada", con Artistas Unidos y."Mon- sieur Sans Gene", con Metro, son las tres producciones que ha.sta ahora han llegado a nuestras pantallas. Marlene canta una melodía.. Podíamos hablar aún mucho de como el descubrimiento de América ción con el microbio del cinema, dio Dorothy; como pero se ha hecho tar- se k Colombus, por resultado su debut con una com- de, lo dejaré para otro día. y el descubrimiento del archivo de pañía de varietés, compuesta de cua- las huestes hidrófobas de Albiñana renta prestigiosos artistas y el direc- se debe a la chiripa más espantosa. tor. Aquella cuadrilla de bandidos es- Dos fotos completamente distintas cénicos, que los yanquis conocían por y dos mujeres completamente iguales. debe a Cristóforo Nacida ía Jordán en Clarksville, en los alrededores de Vlaksville o "Alí-Babá donde a usted mejor le pille, desde renta (el director) y los cua- ladrones" (los desvencijados FOTOS COMENTADAS Como que es la misma: Dietrich. Esta alemanota Marlene nos per- muy pequeñita sintió por el arte una actores), fracasó con más estrépito sigue incansable. P o r todos Ips rin- afición que, convertida en feroz atrac- que las elecciones de don Dámaso. cones le asaltan a uno fotos de M a r - 19 ANECDOTARIO lene y deseando quitárnosla de encima para ponerla debajo..., debajo del Se empeña don Segis en crear en .su casa una' galería de antepasados; mas los antepasados de don Segis no tuvieron nunca un céntimo, y fué preciso crearle una genealogía completamente fantástica. Don Segis llama a un pintor: —Yo necesito—le dice—que el retrato principal de la galería sea el de cesto de papeles, hemos cogido estas dos fotos y vamos' a comentarlas muy a la ligera. En una, Marlene, con las faldas más remangadas que la camisa de un remero, canta una nielodía armoniosa, mientras enseña las pantorrillas, muclio más armo- mi abuelo, y quiero que me lo pinte usted con annadura. —Pero me dará usted algunos datos que me sirvan para componer la cara. —¡ Oh—le responde don Segis—, si yo no lo conocí! Y después de un momento, continúa : —¡ Pero no importa, no importa ; píntelo usted con la visera calada! niosas que la melodía. Y por eso, en tanto que los entendidos en arpegios escuchan fusas y semifusas, nosotros contemplamos las curvas, que han salido algo difusas. Es lo que dice el que toca: Quien va piano, va lontano. La otra foto es más sicalíptica. Pero no creo que sea como para despertar las iras del señor Galarza. T o tal, no hay más que Marlene, empeñada siempre en enseñarnos los muslazos e islas adyacentes, se ha sentado tranquilamente en una cuba, y nos invita a que vayamos a su lado diciendo: " A ver los valientes; el que se acerque lo mato." Y nos dan ganas de ir. Después de todo, no seriamos los primeros españoles que han muerto en Cuba. RUMORES Y MURMULLOS Se cotillea... que la próxima temlX)rada nos vamos a aburrir mucho, porque las buenas películas parece <3ue se han terminado. •.. que esto no hay quien lo tome a broma. I, ••. que va a haber que reponer cintas atrasadas. ••• que se piensa en "Los últimos días de Pompeya". ••• qiie se habla también de " L a Híada". • •• que como hagan eso, allí va a ser Troya. ÁNGEL 'FALQUINA BARTOLOMÉ Marlene sentada en una cuba.» Maruja Lopetegui cocktail COCU- faii caia semana Un camión de simpatía, un gramo de mostaza, dos kilos de "gloria pura", medio l i m ó n , otro medio limón, el perfume de un cigarrillo oriental, dos miradas electrocutantes, los flecos de un mantón de Manila y un cuplé de Lleó: "La regadera", por ejemplo. Un t r o c i t o , d e hielo y un poco de canela. Agítese y tómese en pequeñas dosis. Cuando se presenta en público no sabe guardar las formas. acaso con un sámete consigas hacer llorar. M. Ramos Ricardo Carrión. Mi vecina la condesa estaba anoche en la ópera, liablando y riendo mucho y escotada... como pocas. Y me dijo una abonada: —,: H a visto usted qué señora? Sepúlveám^ Porque el parto le aproveche^. y pensando que era el cuarto», rezó la esposa de Arteche a la Virgen de la Leche y el Buen Parto. Al poco tiempo p a r i ó ; el parto duró tres días; la leche se le cortó... y ¿hay quién cree en brujerías?' ¡ Pues yo n o ! Eusebia Blasay- EPIGRAMAS Tal afición a la holganza tiene mi amigo Villodas, que cuando se va a la cama dice; —Aquí me las den todas,. ¿ La verdad a un grillo en qué es parecida? Pues en que ninguno de los dos es grilla. ^Carlos Luis EN afirimiaiio. Casó el enjuto Miguel con la obesa Trinidad, cien veces mayor que él, y él la llama su mitad. ./. CONFIANZA H a y gente tan incompleta que no sabe hacer la u, ni contar una peseta, y escribe Cristo con q y caracoles con zeta. Mi vecino Pantaleón padece esas distracciones r y sin maldita aprensión, se manda hacer pantaleoneí^ y se firma Pantalón. Al revés de los toros son las señoras, cuanto más blandas salen más varas toman. Un Lopes:.. Miranda. Constantino Gík'.. lislromcra. Ambicionando adquirir de autor cómico la" íama, te dedicaste a escribir, y tan sólo con». un drama conseguiste hacer reír. No debes desanimar, porque tu numen promete, y a fuerza de trabajar Hoy, tras un año corrido sin verle en parte ninguna^ a Paredes las de Muña dijeron: —i Hola, perdido!' A cuya frase Paredes,, por causa igual a la vez,, respondió con sencillez: —Las perdidas son ustedes. Si ése supiera las g a n a s que t e n g o de que se propase... V. Ruis Aguilera:. 21 P. Pito.—Antequera. Nada, nada; decididamente es muy difícil decir un piropo con gracia... con desenvoltura... y tal. B U Z Ó N Lamparilla. N o sirve. Es demasiado serio y ^ q u í queremos cosas alegres... rego^ci jantes. y erg es.—Monjos. Tiene buena intención, pero nada laás que buena intención. Ejercicio, •tnucho ejercicio, y... ¡quién sabe! Bernát.—Lérida. ¡ Pero hombre! i P o r qué ha complicado usted en lui piropo a la Soledad y al cura de su pueblo ? ¡ E s usted terrible! DON F I N I T O Lancho. i El caso es que no están mal...! Pero... UNA BUENA NOTICIA Demetrio Ruis. N o nos gusta. Blanes. Sus dibujos son aceptados y se irán ^•ublicando. ' Su carta la hemos pasado a la Ad«linistración para ser cumplimentada. Barón Dandi.—Valencia. Hemos dicho, y repetimos, que en •el concurso de piropos no admitire••mos frases de mal gusto. ¡ A ver si nos enteramos de lo que •*s un piropo! Por lo demás, tan amigos; y man>de lo que guste, que si está bien, lo apublicaremos. ¡ Salud, paisano! Soler.—Badalona. No sirven esos piropos. Más inge^n!o, amigo. S í ; lo mejor será que tome un baño desagua fría. Pienso demasiado en ese hombre y y o soy una mujer casada que está casi segura de que adora a su marido... CONCURSO Morena, tiene usted los ojos m á s •aiegros que el porvenir de B e r e n Saer. Joaquín González Cada dientecito suyo vale, chiquilla, un t e s o r o ; con una de sus pestatlas me atrevo a m a t a r un toro. Con el calor que despiden sus ojos 9jay suficiente fuego para poner una áreiduría. Chiquilla, la Venus de Milo a su í a d o es una babucha m a h o m e t a n a •Con las inedias suelas descosidas y l o s tacones distraídos. P a r a calzarla a la inedida se verá negro el z a p a t e r o ; ¿ m e deja usted un zapatito, •que quiero h a c e r m e un m e c h e r o ? Mariano Bordas.—Madrid. Preciosa, tenga u s t é cuidao con ^ s p e s t a ñ a s si va por el Retiro, que « s t á n de poda. DE PIROPOS Piropo premiado del número anterior. N i ñ a : vaya usted a la Casa de la Moneda, que necesitan una cara bonita para las pesetas de la República. "Galanteador" Preciosa, la daba un beso sonao que el día 14 de abril. D. h d m u n d o .5uni¡an, importador c!e t>!Si (aria en b a r c e l o n a , ha P'idíUo ccmrjrobar po** sí mismo, la maravillosa * (icaria de la 8i)«uieiirz receta, que rcconiieiidamuy cncarcc darncnlc a tuda persona c a n o s a , cuya preparación se nac« S"nciHamente en casa, con la aue infa i("tlemcnle se logra que los catjellos canosos o d e s c o l o r i d o s recuperen su primitivo color, volviéndolos ademas s u a ves y brillantes. < Kn un frasco de 2Stl grs. s e ech n S") g r s . d e agua de Colonia (^cuciiaradas dt'las de s o p a ) , 7 f?rs. de elicerina (una cuciiaradiía de las de c«fé), el conleniiiido de una cajlla d e <Orlexu y se termina de llenjr el frasco con agua'>. 1,0» productos para la preparación d t dicha loción, pueden c o m p r a r s e en cu.-lqui«:r farmacia, perfumería o petuqueria. a piecio módico. Aplicando dicha mezcla .sobre los cabellos dos veces por semnna, puede V. tener U' absoluta s«t'tiruJad ae que adquirirán la tonalidad apetet ida. No tifie el cuero cabelludo, no es tampoco grasienta ni pegajosa y perdura indeflnidame' te. Este medio reluvenecerá a toda persona c a n o s a . más So fea, cuidao que es u s t é b o nita. Pablo Gallo.—Madrid. Nena,, como mire usted con esos ojos a un campo de trigo en el verano, adiós cosecha. — ¿ C ó m o se llama u s t e d ? —Cinta. — P u e s diga a s u ' m a d r e que me quedo con la pieza. G i t a n a z a : tiene usted una fachada como para r o m p e r s e las narices. P r e n d a : por usted soy capaz de poner banderillas con dos g a m b a s a un toro. J. B. S.—Córdoba. A tina que lleva un p e r r o : —Ricura: ¿me quieres cambiar por el can ? Soy, como buen revisor, fiel y taladro. M . Z. A. N e n a ; vales m á s pesetas que las que nos robó Alfonsito. T u carita es un cielo; tus ojitos dos estrellas, y en' este cielito bello quisiera hacer un viaje. Son tus labios una herida que y o profundizaría para mezclar n u e s t r o aliento. Tienes unas posaderas que para s e n t a r t e necesitarás un banco como el de E s p a ñ a . Oye, tienes dos limoncitos que son para refrescar al primero en la t e m p o r a d a en que estamos. S. Targa 22 LEV GOO.MILEVSKY Vea y convé'^za^fí EL CABALLERO AUDAZ De las curiosidades, salones de exhibición, interesantes modelos artísticos del natural. acaba una de novela publicar maestra: Alejandro Centellas, aventurero del mundo CASA DE MADAME RITA Rambla de Santa Ménica, S BARCELONA La vida de un aventurero Lea usted en acción que logra ser pre- COSMÓPOLIS sidente I sENOfíAs m^mm^ L»s C A P S U 1 . A 8 logitimas £D"JORETyHOMOLLE de una República 400 páginas, 6 pesetas "Renacimiento", Ciap, Librería Fernando Fe Curan: Dolores, Atrasos y Supresiones de los Periodos. Puerta del Sol, 15.—MADRID fi^SÉfiUlN.ieB.Sa» S' HÓSóré'ParltjUrliiririiulH En nuestra interesante colección de muestras encontrará usted, por fin, lo que colmará su capricho de coleccíonisla refinado-.. 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De todos los análisis emprendidos en e! gran laboratorio ruso, este del amor en libertad es el más sugerente, porque afecta al viejo problema que legó Eros a los actuales defensores de las buenas costumbres, y Goomilevsky es el primer escritor ruso que levanta el velo de lo que en su país ocurre desde que e! amor anda a su albedrío, si es que llega a tanto su actual soltura de movimientos. No entremos en pormenores escabrosos. Goomilevsky acomete el tema con valentía y con arte. Sale airoso de la empresa audaz. Su destreza de narrador salva los obstáculos más fuertes, y e! problema se ofrece al lector en sus jxiftas proporciones, sin timideces y sin demasías, y sin solución por ahora. R. ALVAREZ (El Sol.) I "Ediciones HOY". 5 pesetas. H. PÉREZ DE LA OSSA [O! 1Í90I de ílaoÉ Los amigos de Claudio no es novela de tono lacrimoso; de ahí que la melancolía de sus páginas sea sutil, fina, delicada. La trama novelesca no tiene violencia de tensión; por ello, la emoción implícita a toda página evocativa, es un fluir a un ritmo uniforme, dulce y claro. Ei incidente naturalista está dotado de la energía precisa a resaltar su tono en mayor, pero sin grito melodramático. En Los amigos de Claudio la acción transcurre en armónica entonación en las suaves luces claras del más claro azul de cielo y m a r : Barcelona. El valor de la anécdota pende —siempre suele ocurrir así—de la prosa utilizada a su exposición. Ocioso decir que el autor de Los amigos de Claudio imprime a sus páginas la firmeza serena de un tono tan severo como correcto. Huberto Pérez de la Ossa no ha escrito una novela de ambiente; ello no evita, naturalmente, que el marco de la acción adquiera el obligado rango que obligadamente tiene que desempeñar cuando el movimiento de los seres se realiza en una determinada topografía. A este propósito tiene excepcional relieve el capítulo incidental, a cargo de Agustín, y ese tipo de mujer, que coresponde a Libertad. JORGE RUBIO. (La Gaceta Literaria.) Renacimiento, 5 pesetas. MVCUAÍ n CfACÍ A5 S^^JLI^ ^i Específico de- la A s t e n i a G e n i t a l (Impotencia) (FALTA DE VIGOR SEXUAL) De la eyaculación precoz (pérdidas seminale/), de la debilidad y m u y eficaz contra la neurastenia en todas su/ manifestacione/ E l más poderoso elaborador- y regenerador de< la actividad neuro-espino-médulo-genital. Puede y deb& ser- tomado con la mayor y la más absoluta confianza por ser completamente inofensivo. N o prodtKe< trastornos de ninguna clases. Único producto cjue rejuveneciendo, cura sirv. perjudicai~ F O L t E T O S GRATIS Laboratorios Farmacológicos W. 'DUTREM Alt, San Pedro. So - BARCELONA - Teléf. 18.631 Suscríbase usted a las BIBLIOTECAS POPULARES CERVANTES ise ifm ÜORE CHADMEL -Q . i/rCClO: «_ „ 21 /¿) ptaS. 50 ESCENAS INTIMAS Escenas íntimas y realistas del natural de personas jóvenes y bellas completamente desnudas (sin retoque alguno). Amantes jóvenes... Trío de amor Pequeñas libertinas Locura de vírgenes Abrazos apasionados Las 40 posturas mejores 25 posturas 25 " 25 " 25 " 10 10 10 10 pts. " " " 25 " 10 " 40 " 20 " Las seis series, o sea 165 fotografías, tamaño 9 X 14 y un libro especial, "El arte de amar", contra envío de 50 pesetas en billetes del Banco, cheque o giro, pues no se hacen envíos contra reembolso Colección sensacional, represent a n d o so fotos d e escenas vividas, t o m a d a s p o r m í m i s m a en mi estudio. D e s n u d o artístico absoluto. Precio d e la s e r i e : 19 pesetas. O t r a s colecciones, a ao, 50 y 100 pesetas. Películas P a t h é - B a b y , f m e tros, 30 pesetas. Kodak, lO». E n v í o rápido y certificado. 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