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I. PALABRAS PREVIAS
Z A PAT I S TA S
UN NUEVO MUNDO EN CONSTRUCCIÓN
G U I L L E R M O
A L M E Y R A
-
E M I L I A N O
T H I B A U T
ZAPATISTAS - UN NUEVO MUNDO EN CONSTRUCCIÓN
1a Edición
(c) 2006 Editorial Maipue
Zufriategui 1153 (1714)
Ituzaingó, Provincia de Buenos Aires, República Argentina
Tel / fax: 5411 - 4458-0259
promoció[email protected] / [email protected]
www.maipue.com.ar
Fotografía: Emiliano Thibaut
Diseño de tapa: Disegnobrass
Diagramación y armado: Disegnobrass
Corrección de textos: Julia Taboada, María Cecilia Medina
Almeyra, Guillermo
Zapatistas: un nuevo mundo en construcción / Guillermo Almeyra y Emiliano Thibaut
1a ed. - Ituzaingó : Maipue, 2006.
v. 1, 200 p. ; 20 x 25 cm.
ISBN 987-9493-26-5
1. Ensayo Mexicano. I. Thibaut, Emiliano II. Título
CDD M864
Fecha de catalogación: 07/04/2006
ISBN-10: 987-9493-26-5
ISBN-13: 978-987-9493-26-7
Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723.
Libro de edición Argentina
No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante
fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor.Su infracción está
penada por las leyes 11723 y 25446.-
I. PALABRAS PREVIAS
Dedicado a la comandanta Ramona y a la compañera Nora Muchnik
ZAPATISTAS - UN NUEVO MUNDO EN CONSTRUCCIÓN
I. PALABRAS PREVIAS
INDICE
Palabras previas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Crónica del recorrido por territorios autónomos zapatistas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
Caracol III, La Garrucha, “Resistencia hacia un nuevo amanecer” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
Caracol II, Oventic: “Resistencia y rebeldía por la humanidad” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
Caracol I, La Realidad: Madre de los caracoles del mar de nuestros sueños . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
Caracol IV, Morelia: “Torbellino de nuestras palabras” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
Caracol V, Roberto Barrios: “El Caracol que habla para todos” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
Primera reunión plenaria de La otra campaña . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
III Los antecedentes del levantamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
IV La auto organización y la autonomía, armas para construir el futuro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
V La tierra, madre y eje cultural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
VI La educación y la sanidad, bases de la resistencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
VII La democracia, conquista y objetivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
VIII Las Juntas de Buen Gobierno, un poder de base frente al poder estatal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
IX Las últimas de los últimos hacen una tercera revolución . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
X El zapatismo, el Estado y los partidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
XI “La Otra Campaña”, organización de la autonomía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
XII La Sexta Declaración de la Selva Lacandona y sus implicaciones inmediatas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
I
II
ANEXOS
Primera Declaración de la Selva Lacandona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
II Segunda Declaración de la Selva Lacandona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
III Tercera Declaración de la Selva Lacandona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
IV Cuartra Declaración de la Selva Lacandona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
V Quinta Declaración de la Selva Lacandona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
VI Sexta Declaración de la Selva Lacandona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
VII Acuerdos de San Andrés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
VIII Reformas Constitucionales - Propuesta de la Comisión de Concordia y Pacificación. (Ley Cocopa) . . .
I
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ZAPATISTAS - UN NUEVO MUNDO EN CONSTRUCCIÓN
I. PALABRAS PREVIAS
Prólogo
El libro que tenemos aquí es un aporte altamente significativo para comprender al movimiento zapatista
en México. No voy a glosar lo que dicen sus autores. Simplemente señalo la importancia del acercamiento
positivo, pero también crítico de los autores, que aportan, más que elogios, elementos de comprensión social más profundos.
Aquí se pone en juego la ideología, pero también la sensibilidad social que se merece el zapatismo indiocampesino mexicano.
Desde lejos, desde esta Argentina tan distante geográficamente, pero al mismo tiempo tan igual a México en condición fundamental de latinoamericanos, sería un atrevimiento por mi parte referirme a hechos
puntuales sin contar con una información precisa y cotidiana.
Pero he vivido casi tres años en México y me dedico al estudio de la historia latinoamericana. He recorrido su territorio, especialmente la zona de Morelos, de Yucatán, del mundo maya y estuve radicado en
Puebla. Eso permitió que en una visita a Cuautla (Morelos) hace ya muchos años (23 para ser exactos) haya
conocido circunstancialmente a un viejo indio en el Zócalo de esa ciudad, donde sentados en un banco,
al final pude hablar algunas cosas con él. Allí me contó anécdotas y me ayudó a comprender ese mundo
tan distinto del argentino. De jovencito había participado en el movimiento liderado por Emiliano Zapata
y su mirada y su cabeza guardaban recuerdos preciosos. No había ideología intelectual sino vivencias de
un pasado que estaba presente, allí en ese momento. Y confieso que me emocioné. Yo había estudiado la
Revolución Mexicana de 1910 en adelante, pero esta conversación (si así puede llamarse) era otra cosa,
y aún hoy eso me sirve, según creo, para entender mejor al EZLN y a Marcos, aun cuando mantengo una
posición crítica, pero no negativa.
Le debo un agradecimiento especial a Guillermo, con quien creo coincidir sobre qué fue y qué es el
zapatismo actual, por haberme invitado a escribir estas líneas.
Lo hago extensivo a Emiliano Thibaut. El libro contiene cuatro partes: un texto de cada uno de los
autores, una selección de fotos y las declaraciones del EZLN. No voy a comentarlos porque entiendo que
quien tenga en sus manos este libro no dejará de leerlo, pues es atrapante. Y entonces simplemente parto de
ese supuesto para hacer este comentario.
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ZAPATISTAS - UN NUEVO MUNDO EN CONSTRUCCIÓN
Si el zapatismo y el propio Marcos iniciaron esta “revolución“ social, no pueden soslayar que forma parte
de una revolución también política e ideológica. No hay manera de apartarse de ello, pues no hay movimiento
social que no trasunte alguna intencionalidad. Y la intencionalidad obedece a nuestra concepción ideológica
y política. Lo queramos o no. Por afirmación u omisión, pero está allí como parte de la realidad.
El mundo latinoamericano nos ofrece un nuevo renacer, mezcla de heterogeneidades pero también de
coincidencias, a pesar de las diferencias de todo tipo de país en país. Y no es el caso de abundar en esta
afirmación, pues es parte de una realidad, cambiante y llena de potencialidades, a pesar de fracasos y problemas específicos de tipo local.
A partir del logro de reivindicaciones locales, el zapatismo se ha transformado, aun sin querer ser parte
del surgimiento de una nueva alternativa con proyección nacional e internacional. No obstante ello esa repercusión existió y eso, objetivamente, ayuda a crear nuevas tendencias que deben discutir no solamente lo
que hacen los zapatistas, sino a adoptar un compromiso más serio. El anticapitalismo o el antiimperialismo
no son ajenos a ninguno de los movimientos sociales que está viviendo América Latina, sea en Bolivia o en
Venezuela, pero también en Brasil o en Argentina. ¿Qué nos une? Porque las solidaridades aparecen como
una generalidad, pero se expresan en acciones concretas. Esto es lo importante. El zapatismo acaba de cambiar sin asumir a fondo qué quiere y a dónde va, con la Sexta Declaración y la llamada “la otra campaña”.
Pero ya no es sólo Chiapas...., es México y el mundo. Pero no nos apresuremos, no hay una clara posición
programática, pero eso, transitoriamente, se compagina con una acción movilizadora. El futuro los está
espe-rando, y no puede ser ni sectario ni carente de ideología. No hay “multitud” que supere a las clases
sociales y no hay “imperio” que no sea imperialista.
Para contestar a los sectarios, ya Marx escribió hace más de un siglo que una acción reivindicativa concreta es más importante que diez programas teóricamente correctos e impolutos. La perfección no existe
sino en la cabeza (en el intelecto), y es modificable dialécticamente, pues en la vida nada es estático. Un
movimiento social puede avanzar más o menos, pero si avanza, eso se traducirá en la necesidad de precisar
las concepciones. Resalto que no estoy proponiendo ninguna “verdad verdadera”, pues toda verdad es relativa dialécticamente hablando.
Considero que el EZLN, a mi parecer, no ha tenido el programa (local, nacional e internacional) que es
imprescindible para crecer, y su acción concreta quedó siempre a mitad de camino. Pedir una conjunción
perfecta entre “acción social” y “programa” es pretender lo imposible, pues la perfección no existe y el
socialismo no es una utopía sino un camino a recorrer y que se puede hacer de diferentes maneras.
Una de las virtudes de este libro es que ayuda a comprender. Estoy convencido que existe un profundo
sentimiento en grandes masas de la población latinoamericana, sean obreros, campesinos, intelectuales, o
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I. PALABRAS PREVIAS
sean indios, mestizos, negros o mulatos o blancos, de verdadera insurrección frente a los gobiernos burgueses. Se expresa de maneras diferentes: piquetes, huelgas, ocupaciones de fábricas, toma de tierras, intentos
insurreccionales concretos como el zapatismo, que todos juntos hacen que América Latina esté transitando
un nuevo camino, que tiene diferentes desvíos, pero que están construyendo ese futuro que se prefigura en
cada uno de manera a lo mejor distinta.
No se trata de hacer una visión idílica de la “revolución” zapatista. Por el contrario, las contradicciones
existentes se evidencian en el relato. Paradójicamente nos encontramos en una realidad más real, que la de
aquellos que apoyan al EZLN de manera genérica y pensando en variables y costumbres que no son la de
los indios-campesinos sino de intelectuales (al margen de la honestidad o no de sus presupuestos ideológicos y políticos por ahora). Porque entre estos últimos encontramos voces honestas y solidarias pero a veces
también voces interesadas para no desafinar con el supuesto “progresismo” tan en boga y que no significa
nada, y en general de mirada y concepción occidental.
Conocer la realidad es desmontar fetiches. Y ello nos acerca más a la comprensión de los variados caminos
que adopta su enfrentamiento a un sistema (capitalista sin duda) y que es depredador, asesino y dominante.
El relato de Thibaut es un llamado de atención. La miseria, el hambre y la vivencia permanente con el
enemigo pegado a la realidad zapatista, produce un desafío para nuestra comprensión que en definitiva es
tomar conciencia de la necesidad de la revolución social latinoamericana.
Los indios–campesinos de Chiapas (uno de los pueblos originarios) han estado abriendo huellas, que
hay que transitar y tomar como jalones de partida para la construcción de la alternativa anticapitalista,
aunque en las palabras haya una limitación significativa.
Y esto vale no sólo para México sino hoy también para Bolivia, Perú, Brasil y Centroamérica donde hay
movimientos que son levadura social de proyección incalculable y que no se pueden medir por esquemas o
consignas propias de otras sociedades. La lucha de clases tiene sus propios matices nacionales o locales e
ignorarlos es quedarse fuera de la historia, en mérito a una consigna.
Alberto J. Pla
Rosario (Argentina), enero de 2006
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ZAPATISTAS - UN NUEVO MUNDO EN CONSTRUCCIÓN
I. PALABRAS PREVIAS
Guillermo Almeyra, muy querido amigo
Leí el libro que me enviaste y que, a la alimón (como suelen decir en la tauromaquia) hiciste con
tu amigo Emiliano Thibaut y quiero decirte que, aunque no soy literata ni crítica ni nunca me atrevería siquiera a intentar hacer prólogo o exégesis, sí puedo afirmar que me encantó leerlo y por ello te
escribo estas cuantas mal pergeñadas líneas.
Como solía decir mi amado padre, no sé hacer manzanas pero los muchos años vividos ya me han
enseñado a saber cuáles están maduras, y éstas, es decir, el libro referido, es una buena muestra de la
plena madurez de las manzanas.
Disfruté de la prosa ágil, ligera, sencilla y clara, de la “Crónica del recorrido por territorios autónomos zapatistas” escrita por Thibaut, rica en pormenores y pletórica del sentimiento solidario que lo
movía al hacer el viaje, el difícil viaje por aquella tierra bella y pródiga pero plagada de dificultades
que las carencias de toda índole atraviesan a cualquiera que intente internarse en aquellos lugares. Sus
descripciones me trajeron recuerdos de visitas y de encuentros que otrora muchos hemos vivido, con
análogas fatigas y gozos, que se entreveran sin cesar, pero en los que a la postre salen vencedores el
goce, el placer, la alegría de ver, de sentir tan cerca la exuberancia de aquella tierra y de asomarse a
las almas de quienes la habitan, hermanos que han sufrido injusticia, como la mayoría de este pueblo
nuestro, como nosotras mismas, madres de los desaparecidos políticos mexicanos, que hemos visto
pasar insolente la impunidad por más de treinta años.
¡Cómo disfruté la descripción del baño en el río de un grupo de adolescentes junto a sus caballos!; imaginaba la frescura del agua deslizándose por los lomos, seguramente sudorosos, de los equinos y la jocunda
de aquella juventud en libertad... (¡Cuántas veces vi a mi hijo hacer lo mismo en tierra norteña!).
En fin, que todo lo allí descrito me movió recuerdos y me dejó un suave y tierno sedimento... ¡Gracias!
En cuanto a ti, Guillermo, querido y solidario amigo, qué me queda sino agradecerte por el enorme
aporte que a las luchas libertarias de mi país has dado y del que este libro es muestra . Te agradezco
que hayas vivido en esta tierra y te hayas vuelto parte de ella, con tus ideas, con tus enseñanzas, y que
siempre hayas sido firme y fuerte en tus ideales y en tus convicciones. Me gusta que siempre dices y
escribes lo que sientes y piensas, así truenen los que se oponen a ello.
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ZAPATISTAS - UN NUEVO MUNDO EN CONSTRUCCIÓN
I. PALABRAS PREVIAS
Mi hijo Jesús, que no conoces pero que sabes que el mal gobierno lo desapareció (como a tantos
jóvenes en este dolorido continente) solía decirme que siempre hiciera lo que pensara y sintiera desde
lo más profundo de mi ser, que era correcto “aunque te quedes sola”, recalcaba. Así lo he hecho y
siempre he sentido que él tenía razón. Creo que tú piensas de la misma manera.
Gracias Guillermo por todo lo que encierra este libro. Es un valioso acervo de documentos que
enriquecerán el pensamiento de miles de habitantes de América y del mundo. Gracias.
Rosario Ibarra
México, D.F., a 13 de febrero del 2006
Oventric, 2do aniversario del
levantamiento, 1996
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ZAPATISTAS - UN NUEVO MUNDO EN CONSTRUCCIÓN
I. PALABRAS PREVIAS
I. PALABRAS PREVIAS
México, al igual que Bolivia, es un país particular de América Latina; en ambos –así como en Cuba- se
produjeron grandes revoluciones armadas que destruyeron los ejércitos respectivos e impusieron un reparto
agrario. En la conciencia profunda de las clases subalternas mexicanas está presente, pues, la Revolución
de 1910-1920, sobre todo la de los pueblos indígenas autoorganizados de Morelos, dirigidos por Emiliano
Zapata, y la de los pequeños campesinos que, con su División del Norte, seguían a Francisco “Pancho”
Villa en sus hazañas militares. Es un país donde, a pesar de esa revolución, la mayoría de la gente sigue
viviendo en la pobreza y casi la mitad de la población está en la miseria. En este grupo se incluye a las 56
etnias indígenas, dispersas por toda la geografía de este país compuesto por zonas muy diferenciadas por
sus culturas ancestrales, la orografía, la hidrografía y la historia.
Sin embargo, estas diferentes regiones han contado siempre con un aparato estatal sumamente centralizado y autoritario que “domaba” las veleidades de autonomía e imponía una capa de modernidad y modernización sobre una población que, si bien desde los años sesenta era ya mayoritariamente urbana, seguía
viendo el mundo con los ojos de la vieja, viejísima, cultura campesina.
Cuando las clases dominantes, a partir de 1982, comenzaron a aplicar las políticas neoliberales impuestas por la mundialización dirigida por el capital financiero internacional, la situación de los campesinos
mexicanos –y todos los indígenas lo son– se tornó desesperada. Al mismo tiempo, se rompió el pacto tácito
establecido por la Constitución de 1917 resultante de la Revolución Mexicana por el cual el Estado concedía a los obreros y campesinos, como tales, como corporaciones, tierra y derechos sociales. Esa fue la
base de la crisis política y social que desde la década de los ochenta sacude al país.
Por lo tanto, el levantamiento armado zapatista de enero de 1994 en el estado (en otros países equivalente a provincia o Departamento) de Chiapas, en el lejano Sur de México junto a Guatemala, sorprendió
sólo a quienes no sabían ni ver, ni oír, ni prever. Si existió una rebelión “anunciada” –tanto que el ejército
la había previsto y había concentrado tropas en la zona antes de su estallido– fue precisamente ésta. Anunciada por el pasado inmediato y más lejano, por la acumulación de pólvora social en el reducido territorio
chiapaneco. Anunciada por la maduración de la ira indígena ante la combinación fatal de las políticas oficiales, por una parte, que condenaban a los campesinos –sobre todo indios– a una cruel miseria y, por la otra,
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ZAPATISTAS - UN NUEVO MUNDO EN CONSTRUCCIÓN
la brutal caída de los precios del café, de cuyo cultivo sacaban éstos los magros ingresos que les permitían
sobrevivir. Anunciada por el creciente nivel de conciencia y de organización que iban adquiriendo los indios-campesinos mientras, “los de arriba”, ciegos y sordos, mantenían imperturbables las formas de explotación y de opresión racial y social que habían enriquecido durante siglos a sus antepasados, verdaderos y
feroces señores de horca y cuchillo.
En efecto, hasta no hacía mucho, los indígenas habían tenido que cargar en sus lomos a los patrones
como si fuesen acémilas para que no se enlodasen en los trechos intransitables, y eran obligados a bajar a la
calle cediendo la acera a los de tez más blanca, o a esperar en las tiendas donde querían comprar u ofrecer
algo hasta que el último blanco o mestizo hubiese sido atendido; y, entre otras muchas cosas, tenían prohibido montar a caballo. En 1974, por ejemplo, se denunció algo que podría haber sucedido en el Medioevo
pero no en el siglo XX: el hacendado Belisario Castellanos, miembro de una familia tradicional de terratenientes, pagaba 25 centavos por día a 10 familias de peones acasillados tseltales. Cuando el Principal de éstos, Filemón García, le pidió el pago de 40 semanas de salarios impagos, Castellanos lo asesinó y ahuyentó
a los demás trabajadores. Otro ejemplo: en sólo nueve años, desde 1976 hasta 1985, el ejido Nuevo Monte
Líbano, en Ocosingo, fue arrasado tres veces por los hacendados y sus guardias blancas y por los soldados,
porque los campesinos reclamaban sus tierras, que habían sido apropiadas por un terrateniente alemán.
El México de los propietarios de la riqueza y del poder no olvidaba el pasado colonial en el que, a las
diferencias de clase, se sumaban las de casta y de color, en una infinita gama de clasificaciones a cada cual
más ofensiva de quienes eran el testimonio viviente de la violación de la Conquista y llevaban en la piel el
documento de identidad como sobrevivientes de la derrota o como descendientes de esclavos, en todas las
variaciones determinadas por la voluntad sexual de los amos o la promiscuidad resultante. Particularmente
en Chiapas, donde no había llegado la Revolución Mexicana de 1910-1920 y se habían sentido muy débilmente los últimos ecos de ese proceso revolucionario –el gobierno de Lázaro Cárdenas, en los años 1930,
que construyó las bases para la unificación del país– los terratenientes no se consideraban obligados a respetar ni siquiera la dignidad humana. Porque ellos creían demasiado en su propio poder y demasiado poco
en el de sus explotados, a quienes mantenían en el analfabetismo, la degradante miseria y bajo la férula del
partido de gobierno. En éste –el tragicómicamente llamado Partido Revolucionario Institucional– el último
adjetivo de ese nombre tan contradictorio expresaba el verticalismo y la sumisión al poder central, y el
primero una referencia hipócrita a la Revolución Mexicana expropiada y enterrada pero que todavía servía
a sus sepultureros para tratar de legitimarse retóricamente ante las clases subalternas.
Se podrá acusar con razón a esos terratenientes de que no tenían conciencia nacional –muchos de ellos
eran, por otra parte, extranjeros– pero en cambio no se les puede decir que carecían de una conciencia de
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I. PALABRAS PREVIAS
Entrega del exgobernador,
Absalón Castellanos,
Guadalupe Tepeyac,1994
ZAPATISTAS - UN NUEVO MUNDO EN CONSTRUCCIÓN
clase altamente desarrollada. En efecto, habían votado y habían hecho votar a sus servidores en 1824 la
incorporación de Chiapas a México, separándose de Guatemala, porque la capital mexicana a principios del
siglo XIX, dados los medios de transporte de la época y la carencia de caminos, estaba lejanísima, y lejano
estaba entonces el poder central, mientras que el guatemalteco, en cambio, estaba cerca. Los terratenientes
eran otros tantos caudillos locales e, independientemente de que fuesen liberales o conservadores, peleaban
entre sí por el control de la tierra y de la enorme reserva de mano de obra indígena en condiciones serviles.
Cuando los liberales derrotaron y expropiaron a la Iglesia, le quitaron las tierras y el poder que ésta había
acumulado, pero también robaron las tierras de las comunidades. Ambos bandos –conservadores y liberales– se unían sin embargo ante la amenaza de una sublevación indígena, como la que se produjo al final de
la guerra por derribar al Imperio de Maximiliano impuesto en 1867 por Napoleón III.1
Cuando la Revolución, los terratenientes chiapanecos se opusieron naturalmente a ella armas en mano
no sólo porque la dictadura de Porfirio Díaz los había beneficiado enormemente sino también porque consideraban “ocupante” al ejército y al gobierno del poder central situado en la lejana ciudad de México. Poco
después, Lázaro Cárdenas les opuso una capa de mestizos e indios asimilados a la cultura ladina y al partido
de gobierno que crearon una nueva estructura de poder pero sin arrebatarles por completo su poder local.
Por el contrario, los integró.
De ahí el simbolismo del juicio público que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) hizo
al general Absalón Castellanos, al que capturara en los días del levantamiento, detuviera, enjuiciara y entregara después a sus pares sin haberle tocado ni un pelo. Castellanos, en efecto, era miembro de una de
esas familias de señores, era gran terrateniente, había sido gobernador de Chiapas por el PRI, del cual era
conspicuo dirigente y, además, era jefe de la Zona Militar: el poder económico, el político y el militar –la
Santísima Trinidad– estaban así concentrados en una sola y misma persona. De modo que los indígenas
chiapanecos, con el levantamiento del EZLN, no sólo ponían en jaque esa forma concreta de Estado y ese
tipo de poder capitalista sino que además le oponían, en los hechos, otro germen de Estado paralelo y otro
poder libertario.
Para toda esta parte histórica existe abundancia de bibliografía. Citaremos sólo algunos de los libros más útiles y recientes, entre tantos
otros: París Pombo, María Dolores: Oligarquía. Tradición y ruptura en el centro de Chiapas; México, La Jornada Ediciones, 2001; García
de León, Antonio: Memorial de agravios y crónica de revueltas y profecías acaecidas en la provincia de Chiapas durante los últimos
quinientos años de su historia, México, Ediciones Era, 1985 (primera edición); Harvey, Neil: La rebelión de Chiapas. La lucha por la tierra
y la democracia, 2000; Hernández Navarro, Luis: Chiapas: la guerra y la paz; México, ADN ed., 1995; Almeyra, Guillermo y D ́Angelo,
Alberto: La ribellione zapatista in Chiapas, Italia, Datanews, 1994.
1
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I. PALABRAS PREVIAS
Sobre la construcción y el desarrollo del EZLN se han erigido muchos mitos. Aunque en la tormentosa historia mexicana en el centro-sur de México a veces grupos indígenas tomaron parte activa en la lucha armada
entre conservadores y liberales (a veces con los liberales más radicales, defendiendo sus tierras comunales y
sus bienes de los liberales que promovían el desarrollo capitalista, pero otras apoyando a los conservadores o
al Imperio de Maximiliano contra la República, que expropiaba a la Iglesia pero también a las comunidades)
en Chiapas casi no participaron en esas luchas entre los señores aunque, en la Revolución Mexicana, algunos
grupos aprovecharon los decretos –en 1914– del general Castro, gobernador militar del presidente Venustiano Carranza, que abolían la tan generalizada servidumbre por deudas y aseguraba el derecho al salario
mínimo, mientras que otros grupos, por el contrario, fueron reclutados por la contrarrevolución.
En realidad, tanto en la lucha contra la Iglesia como en la que continuó entre el poder de México y los
terratenientes locales, los indígenas trataron de ganar autonomía, independencia, de construir bases propias
para su comunidad. Debilitado el poder de los frailes y de los curas, frente a la parroquia y la Iglesia reforzaron sus fiestas pagano-cristianas –que ellos mismos, y no el cura, organizaban en honor de los Santos
Patronos– y el Carnaval, ese mundo al revés donde se burlan todos por un día del poder, y convirtieron al
viejo diezmo en aportes a su sistema religioso de cargos que reforzaba su identidad. Con Carranza hicieron
que los terratenientes huyeran para retomar sus tierras comunales, pero no fueron carrancistas.
Los ejes de las luchas indígenas fueron las identidades religiosas y su autonomía, la creación de
mercados regionales fuera del control de la Iglesia o del poder estatal, la preservación de sus bienes
comunales, y no la participación en la definición y construcción de un Estado nacional. Es cierto que
en otras zonas del país hay un hilo rojo entre, por una parte, un movimiento liberal radical –que con
Ricardo Flores Magón y su Partido Liberal Mexicano se entroncará con el anarquismo presente en Chiapas desde 1880 y muy fuerte en 1910– y, por otra, la participación indígena en la Revolución contra la
dictadura de Porfirio Díaz. Pero ese hilo no es muy visible en Chiapas, el último territorio que se incorporó a México y también el territorio donde la lucha de los indios contra los conquistadores españoles
no acabó a mediados del siglo XVI sino más de dos siglos después, y donde las organizaciones sociales
y la cultura y religión prehispánica tenían enorme resistencia.
Otro mito que intentó difundir el gobierno de México para desprestigiar al EZLN fue que la politización
de los indígenas chiapanecos es obra de intelectuales mestizos llegados desde el Norte del país, como el
ahora subcomandante Marcos que con un grupo de compañeros, buscó refugio en el sur campesino tras la
derrota de su guerrilla urbana nacionalista en Monterrey, Nuevo León. Como si los indios no fuesen capaces
de pensar o de organizarse por su propia cuenta...
En realidad, la politización indígena la provocaron en Chiapas los propietarios de tierras (“finqueros”)
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ZAPATISTAS - UN NUEVO MUNDO EN CONSTRUCCIÓN
con su terrible explotación y su racismo, y la fomentaron las autoridades políticas, con su incompetencia,
corrupción e insensibilidad, mucho antes de la década de 1980.
Otro supuesto “agitador foráneo”, el obispo Samuel Ruiz, de San Cristóbal de las Casas, había llegado
en 1960, como él mismo dice, de su estado natal de Michoacán para integrar y castellanizar a los indios y
terminó por ser convencido por éstos y por hablar las lenguas indígenas para predicar mejor.
En realidad, sí hubo un poderoso factor “foráneo”, una influencia “exterior”; es decir, la supresión de la
barrera entre lo “interno” y lo “externo” resultante del proceso mundial que fue la base de la rebelión internacional de 1968 y de la crisis de todas las instituciones (Iglesia, ejército, partidos) que habían servido para
dominar a las clases subalternas.
En 1968 se realiza, por ejemplo, el Concilio de Obispos Latinoamericanos de Medellín, en la línea
del Concilio Vaticano II promovido por el Papa campesino Juan XXIII (Roncalli).Desde 1961, los
maristas comienzan a predicar el Éxodo de Egipto (o sea, en el cifrado lenguaje teológico, el rechazo
a la opresión capitalista) hacia la Tierra Prometida (un régimen de justicia y libertad). Este cambio de
estrategia de la Iglesia católica que comienza a echar raíces entre los indígenas fomenta enormemente la
democracia en las comunidades y la formación de dirigentes religiosos y políticos de las mismas, pues
los nuevos catequistas debían ser, a la vez, organizadores de las luchas cotidianas. De este modo, los
únicos depositarios del conocimiento y de la sabiduría ya no eran sólo los ancianos pues aparecía una
nueva capa de indígenas letrados y politizados que actuaban al margen de las estructuras tradicionales
y al frente de los indígenas cooptados por el PRI...
Las asambleas comunitarias –en esos tumultuosos años sesenta que culminaron con el 1968 y estuvieron
marcados por la guerra de Vietnam y por la revolución cubana– no se organizaban sólo con fines religiosos
sino que discutían todo y aprendían a escuchar a todos y a resolver los problemas mediante el consenso,
convirtiendo en ciudadanos a sus participantes. Por su parte, el sistema tradicional y religioso de cargos,
que marca la vida de un indígena desde que se desempeña como topil (policía comunitario) hasta que llega a
mayordomo (organizador de la fiesta del Santo Patrono), se llenó de contenido político sin perder su sentido
religioso-cultural, y por él pasó la mayoría de los adultos jóvenes.
La Diócesis de San Cristóbal de las Casas y su obispo Don Samuel Ruiz dieron refugio y aval ante
las comunidades a los jóvenes revolucionarios maoístas y revolucionarios norteños que les ayudaron a
organizar en esa línea, pero que también aprendieron de las comunidades donde actuaban a reformular sus
prioridades políticas y su pensamiento. No hay duda de que ellos, como los curas de la Iglesia de los pobres, tuvieron un importante papel en la politización indígena, pero ésta también influyó sobre esos nuevos
cuadros intelectuales, reorientando su visión del mundo y de la política.
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I. PALABRAS PREVIAS
Subcomandante Marcos
y Mayor Rolando.
Campamento Babilonia, 1994
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ZAPATISTAS - UN NUEVO MUNDO EN CONSTRUCCIÓN
Porque, y éste es otro mito que es necesario desmontar, los miembros de los pueblos originarios no
eran sólo “indios”. Los indígenas eran y son, además de indios, campesinos, sindicalistas, obreros, comercializadores de sus productos. Hasta el Congreso Indígena de 1974 (realizado en San Cristóbal de las
Casas veinte años antes del levantamiento zapatista del Primero de enero de 1994) los indios mexicanos
trataban de mimetizarse y se autodefinían campesinos, y sus reivindicaciones eran casi exclusivamente
corporativas y gremiales. Ser miembro de un pueblo originario resultaba todavía un baldón, era peyorativo. Después del ʻ68 y del triunfo de Vietnam (ese pequeño país de campesinos de color que derrotó
política y militarmente a la primera potencia militar mundial), se reforzó en cambio, en escala masiva,
sobre todo entre los integrantes de los pueblos oprimidos y discriminados, la seguridad en sí mismo necesaria para defender la propia identidad.
Además, no sólo la Diócesis de San Cristóbal organizó el Congreso de 1974: también lo hizo el gobierno del presidente Luis Echeverría Álvarez, el mismo político que había dirigido la matanza de estudiantes en Tlatelolco, y que en esos momentos veía subir el descontento popular y la protesta indígena y,
por lo tanto, mediante una acción preventiva, buscaba canalizar el proceso, antes de que estallara, hacia
el paternalismo estatal y el indigenismo oficial. Favorecidos por ese cambio en los dos poderes, los indígenas ganaron autonomía e independencia.
Como obreros rurales o de la construcción, después de acabar con los ingresos producidos por sus minúsculas tierras, como comercializadores de lo que necesitaban para sembrar o de lo que producían con sus
familias o como alquiladores de sus brazos a cambio de un salario, esos campesinos-obreros-vendedoresprestatarios-mutualistas-cooperativistas-ciudadanos-fieles (todo en uno, pero en una jerarquía cambiante
según el momento) estaban desde hacía tiempo en relación con los mercados de trabajo, de productos, de
crédito. No eran ajenos a la marcha del capitalismo sino sus principales víctimas; no eran excluidos sino,
por el contrario, estaban incluidos en el sistema pero en un papel absolutamente subordinado e inhumano
que chocaba con su conciencia y organización siempre crecientes. En su rebelión no habrá, por lo tanto,
sólo un componente étnico porque las motivaciones y la conciencia de clase serán muy fuertes y habían
sido expresadas, durante décadas, en grandes movimientos de huelga e incluso intentos de guerrilla. La
crónica de un largo viaje a las Juntas de Buen Gobierno zapatistas que publicamos a continuación muestra
claramente en la vida cotidiana ese peso de la historia, de la memoria, esa lenta construcción de una identidad sociocultural propia en las Cañadas, que marca a todos, independientemente de su sexo, etnia o edad,
y asegura la particularidad de los zapatistas. Esa vieja politización, que no coincide con la alfabetización ni
con los conocimientos formales, es lo que sorprende en los territorios zapatistas, al igual que en Bolivia, y
es la base de la radicalidad de su gente y de la violencia del choque político.
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I. PALABRAS PREVIAS
Altamirano, 1994
ZAPATISTAS - UN NUEVO MUNDO EN CONSTRUCCIÓN
En enero de 1994, detrás del EZLN no se levantará entonces una informe “multitud”, como sostiene
Toni Negri en su análisis tanto del EZLN como de los casos argentino y boliviano, sino un vasto sector de
trabajadores que había ya hecho luchas como tales, había adquirido conciencia de su condición en las parroquias y en los combates sociales y había intentado además en vano, durante décadas, todas las vías legales
para ser escuchado y atendido.
Tampoco los indígenas zapatistas extraen su resolución y su confianza en sí mismos ni de su esencia
india ni de la pertenencia a comunidades. Comunidades, en efecto, hay muchas y las zapatistas no son mayoría; y en aquellas donde hay zapatistas, éstos no siempre son mayoritarios.
No por casualidad, la rebelión no se produjo en todo Chiapas sino en las Cañadas, en la Selva, zonas vírgenes colonizadas por decenas de miles de campesinos indígenas sin tierra o que escapaban de las plantaciones y del endeudamiento. Sus desbrozadores fueron los más jóvenes y emprendedores de sus comunidades,
de las que se iban dejando de paso el dominio de los ancianos, para reconstruir otras comunidades compuestas por diversas etnias, con diferentes lenguas, y que incluían gente de otros estados y mestizos. Eso afirmó
su identidad como indígenas más que como miembros de una etnia determinada y les enseñó a trabajar con
otros por el bien común. Sus comunidades nuevas, incluso creadas por ellos donde las mismas no existían,
tenían como lazo central la construcción del futuro, no la reproducción del pasado, y por sí mismas eran un
desafío al poder de los terratenientes y de los patrones y un intento de construir un territorio independiente.
Por eso los zapatistas chiapanecos recurren antes que nada no a sus predecesores étnicos locales mayas
sino a su predecesor político, el indígena nahua del estado de Morelos Emiliano Zapata, quien marca el
punto social más alto de una revolución que no llegó a Chiapas. Su rebelión es por eso moderna, es social
y es política. No es sólo étnica ni busca volver a un pasado mítico. Y tiene como plataforma de apoyo la
religiosidad subversiva y la cultura igualitaria no de las etnias sino de los campesinos-trabajadores indígenas que se politizaron como resultado de la lucha social en escala mundial (Vaticano II, Teología de la
Liberación, antiimperialismo, luchas sociales de decenios), nacional y local.
Por eso también, aunque no constituyan la mayoría de los indígenas de México y ni siquiera de Chiapas, los zapatistas son una parte política y moralmente muy importante y representativa de la mayoría de
los explotados y oprimidos de México que, con distintos ritmos y en distintas formas, tienen aspiraciones
similares y que por eso, aunque puedan tener diferencias con el EZLN, dan a éste su simpatía y su apoyo,
impidiendo que la represión lo aplaste.
Si la lucha del EZLN hubiese tenido o tuviese sólo reivindicaciones étnicas, el apoyo y el interés mundiales que ha obtenido serían mucho menores. En países donde no hay indígenas y en los que los campesinos
son una ínfima minoría, el EZLN entusiasma a grandes contingentes de jóvenes urbanos y de trabajadores
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I. PALABRAS PREVIAS
Cerro La Hormiga,
San Cristóbal de las Casas, 1991
ZAPATISTAS - UN NUEVO MUNDO EN CONSTRUCCIÓN
precarios. Los indios chiapanecos demostraron en efecto a todo el mundo que se puede decir ¡no!, reivindicaron el derecho a la rebelión que defendían los Padres de la Iglesia y que proclamaron los jacobinos
durante la Revolución Francesa, provocando una ola de revoluciones. Se inscriben así en una vieja línea
de defensa de los derechos democráticos en un planeta donde los mismos se restringen continuamente ante
los ataques de una mundialización al servicio de un puñado de grandes empresas transnacionales. Se levantaron en armas porque, como declararon, preferían morir de un balazo que lentamente de diarrea o de las
otras enfermedades de la desnutrición y la miseria. Luchan en pro de la Justicia y contra todos los agravios
históricos sufridos y este es el vínculo con quienes no tienen ni trabajo ni futuro, con los que rechazan la
opresión y la guerra, con los que sueñan por un mundo justo que esperan construir en la diversidad de los
sujetos. Su particularidad local se inscribe en el universalismo de los derechos humanos y de la lucha contra
la opresión y despierta ecos, por eso, en otras culturas, otras sociedades, otros continentes.
La acción de un puñado de indígenas encerrados en la Selva en el extremo sur desconocido de un país
poco conocido tuvo pues una repercusión mundial, porque incluso un dedo, si golpea la piel tensa de un
gran tambor, puede provocar un eco ensordecedor. El EZLN no tensó por sí solo el tambor de nuestra vida
cotidiana. Esa tarea la está haciendo el puñado de especuladores que la prensa llama “mercado” y la están
haciendo sus organismos internacionales, promotores de la usura, la explotación y el despojo, y los gobiernos al servicio de todos ellos. Pero el impacto en el tambor multiplica su resonancia porque ahora es posible
saber qué hacen esos indígenas, qué modernidad construyen, que ética defienden, y porque su ejemplo
estimula, no a imitarlos o reproducir su ejemplo, cosa que es imposible porque depende de las condiciones
locales irrepetibles, sino a buscar nuevas vías, como ellos, creativamente, osando.
Si el EZLN de hoy nos interesa y si moviliza en todo el mundo a decenas de miles de jóvenes (sobre
todo europeos y americanos) es porque demuestra que otra mundialización diferente es posible, que las
identidades se pueden defender y reforzar, que la lucha resulta y compensa. Con este libro no intentamos
dirigirnos sólo a historiadores o especialistas en los movimientos sociales sino a tantos, tantos, tantísimos,
cualquiera sea el origen político, la religión, la etnia o la cultura a la que cada uno pertenece y cualquiera sea
la observación puntual que pueda hacer a tal o cual declaración o medida política del EZLN, que rechazan
con indignación la discriminación racial y la injusticia en cualquier lugar del mundo.
Sin embargo, no escogemos el camino fácil. No pretendemos únicamente templar la cuerda de la indignación moral, estimular los sentimientos solidarios ante los hermanos indígenas explotados y oprimidos
ni apelar al interés por las “notas de color” y el exotismo de los combates lejanos en la selva desconocida.
Preferimos, aunque con simplicidad, sin grandes aparatos de citas bibliográficas, explicar lo que a veces no
se ve y no sólo lo que aparece. Vivimos con pasión la lucha liberadora del EZLN y de otros sectores oprimi-
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I. PALABRAS PREVIAS
dos, en otras latitudes, pero huimos de la retórica, incluso al hablar de una epopeya. Comprendemos los
entusiasmos poéticos pero pensamos que es más útil explicar lo nuevo o lo viejo renovado. Quien esto firma
escribió, en marzo de 1994, en Italia, el primer libro europeo de apoyo al EZLN (La ribellione zapatista in
Chiapas, Ed. Datanews, Roma), con Alberto DʼAngelo, y por años recorrió la península italiana explicando
el zapatismo, además de realizar diversos viajes al nuevo mundo que nacía en Chiapas, para conocerlo
mejor y, por razones del trabajo universitario en Desarrollo Rural y por su quehacer periodístico, sigue de
cerca y día a día los cambios imperceptibles, la evolución de una situación inestable. Sabe, por lo tanto, que
es necesario explicar y explicar, aprender y aprender y que, por consiguiente, el mero entusiasmo no basta,
aunque por supuesto sea indispensable. Por eso el enfoque que tiene este libro breve. Como decía el Martín
Fierro, hay muchos cantores “que es un gusto el escuchar/ mas no quieren opinar/ y se divierten cantando/
pero yo canto opinando/ que es mi modo de cantar”. Precisamente porque la situación en que se encuentran
los zapatistas y los pueblos aborígenes es difícil, es necesario tratar de unir el corazón con la comprensión,
la indignación y los sentimientos con la búsqueda de una necesaria lucidez, porque no apoyamos desde
lejos una lucha ajena. Por el contrario, estamos junto a los zapatistas chiapanecos en su tarea emancipadora
y, con ellos, también somos zapatistas.
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ZAPATISTAS - UN NUEVO MUNDO EN CONSTRUCCIÓN
I. PALABRAS PREVIAS
Mayor Moises
con su tropa, 1994
Zapatistas, 1994
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I. PALABRAS PREVIAS
Subcomandante Marcos, 1994
San Juan Chamula, 1992
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