NOVELA Y NACIÓN: EL CASO DE ROSA

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Revista Iberoamericana,
Vol. LXVII, Núm. 196, Julio-Setiembre 2001 , 451-460
NOVELA Y NACIÓN:
EL CASO DE ROSA MARÍA BRITTON Y GLORIA GUARDIA
POR
FRANCES JAEGER
University of Wisconsin-Madison
I. INTRODUCCIÓN
Timothy Brennan señala que el papel de la novela es fundamental para establecer la
comunidad imaginaria que concebimos como la nación (48).1 En este caso, la ficción resulta
imprescindible en el proceso de definir la nación, ya que el nacionalismo no es un proceso
de autodescubrimiento sino la invención de algo que antes no existía (49). Dado el papel de
la imaginación en la fundación de una nación, no es sorprendente que podamos trazar el
crecimiento del nacionalismo paralelamente con el desarrollo de la novela (49). Aunque
estas afirmaciones tienen que ver con el desarrollo de la novela y la nación en la Europa del
siglo XVIII y XIX, Brennan también se dirige al desarrollo de la novela en los países que antes
eran colonias del imperio británico o español. Según Brennan, esta conceptualización de la
nación dentro de la ficción es un punto fundamental en la producción novelística de la época
posterior a la Segunda Guerra Mundial (46-7).
Estas observaciones de Brennan permiten una nueva visión de las novelas de Gloria
Guardia y Rosa María Britton sobre momentos claves en la historia panameña. El último
juego, El ataúd de uso, y No pertenezco a este siglo son nuevas invenciones de la nación
puesto que estas novelas la reconceptualizan como una negociación entre dos polos: los
intereses internacionales y la soberanía nacional. Panamá, por su ubicación geográfica, se
ve obligado a definirse en un espacio intermedio entre estos dos extremos. Por esta razón,
la identidad nacional tiene que ser renegociada o reconcibida cada vez que se modifican las
circunstancias. Esta visión de la nación, sin embargo, contradice la idea de la nación como
un ente estable porque asume que se trata solamente de una invención temporal sujeta a
modificaciones constantes (Bhabha 1).
Las novelas de Guardia y Britton inventan nuevas maneras de definir la nación
panameña, pero antes de explorar sus obras es importante considerar el proyecto de fundar
y/o definir la nación en las novelas del siglo XIX. Una vez que se comprende este fenómeno,
la reconceptualización de la nación, en las novelas de Guardia y Britton, salta a la vista.
Sobre todo, la inestabilidad que introducen Guardia y Britton al imaginar la nación como
parte de un proceso de reinscripción que obliga a revisar los mitos de consolidación
1
Brennan reconoce que el término “comunidad imaginaria” viene de Benedict Anderson.
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heredados del siglo XIX. La paradoja que se ve en estas novelas contemporáneas es un
anhelo de consolidación a la vez que la aniquilación de toda posibilidad de realizarla. Al
escribir la nación, estas novelistas panameñas articulan la doble cara de la nación, o como
dice Homi Bhabha:
En cada una de estas “ficciones fundacionales”, los orígenes de las tradiciones nacionales
se revelan tanto como actos de afiliación y establecimiento como momentos de negación,
desplazamiento, exclusión y polémica cultural. En esta función de la historia nacional
como Entstellung o distorsión, las fuerzas de antagonismo social o contradicción no
pueden trascenderse o superarse dialécticamente. (5)2
Sin embargo, para comprender esta naturaleza dual, o la cara de Jano, como dicen
Brennan y Bhabha, es importante tener presente los modelos latinoamericanos de
afianzamiento del siglo XIX.
Doris Sommer, en su estudio sobre las novelas románticas del siglo diecinueve
latinoamericano, explora la función de estas obras literarias como parte de un proyecto de
fundar una nación, y en este sentido su discusión coincide con Brennan al decir que la novela
inventa el concepto de la nación. Según Sommer, las relaciones románticas presentes en
estas novelas reflejan el deseo de consolidar los elementos conflictivos que contiene la
nación, sean raciales, políticos o sociales, para poder edificar una casa, un matrimonio, y por
extensión, un país. Este fortalecimiento nacional combina las necesidades de las nuevas
naciones independientes y la retórica del romance tradicional para fabricar un ideal futuro,
a la vez que funde los dos discursos para formar lo que Sommer denomina “una erótica de
la política” (6). Sin embargo, como observa Sommer, son las grandes novelas del Boom las
que señalan el fracaso de estos proyectos fundacionales, ya que buscan reescribir o
desescribir las novelas fundacionales del siglo XIX (27).
Pese a que las observaciones de Sommer se refieren principalmente al siglo XIX, forman
un punto de partida muy útil para el estudio de las novelas de Rosa María Britton y Gloria
Guardia. Lo que propone Sommer en relación al vínculo que conecta el romance con el
proyecto de consolidar intereses nacionales sirve para revelar elementos claves en estas
obras panameñas que relacionan el género de la novela con la problemática de la identidad
nacional. Desde luego, No pertenezco a este siglo y El ataúd de uso de Britton, y El último
juego de Guardia, se relacionan con momentos claves en la historia de Panamá, pero lejos
de presentar una resolución de las oposiciones políticas, raciales y sociales que dividen el
país, estas novelas desarrollan la fragmentación inherente en la problemática de la creación
de la nación panameña. Visto así, es posible sugerir que las alegorías que Britton y Guardia
han aprovechado para escribir sobre esta fundación fomentan una división más que una
unión. El romance fracasado y la casa invadida son imágenes que figuran prominentemente
2
Esta traducción y todas las siguientes son mías. La cita original es: “In each of these ‘foundational
fictions’ the origins of national traditions turn out to be as much acts of affiliation and establishment
as they are moments of disavowal, displacement, exclusion, and cultural contestation. In this function
of national history as Entstellung, the forces of social antagonism or contradiction cannot be
transcended or dialectically surmounted” (Bhabha 5).
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en las tres novelas y merecen un estudio más detenido, ya que revelan las fisuras presentes
desde el principio en la fundación de Panamá.
En contraste con las novelas fundacionales del siglo XIX, que buscaban proyectar un
futuro como nación unida y definida, estas novelas, escritas en los años setenta, ochenta y
noventa, plantean la necesidad de revisar los mitos de consolidación que tanto influyen en
el concepto de la nación en los países latinoamericanos. Estas rupturas y divisiones son
síntomas de las negociaciones necesarias para formular un concepto de la nación cuando
éste está vinculado con los intereses internacionales.
Dadas la independencia tardía de Panamá, su importancia geográfica, y las constantes
intervenciones extranjeras, la novela panameña comparada con la novela de otros países
americanos se ve obligada a responder a otras necesidades históricas, políticas y sociales.
En vez de buscar un afianzamiento, como los escritores latinoamericanos del siglo XIX,
Gloria Guardia y Rosa María Britton utilizan la novela para explorar el carácter nacional
inherentemente dividido y fragmentario que lucha para definirse ante la estandardización
mundial. Al responder a los mitos de consolidación nacional, Britton y Guardia buscan
ponerse en contacto con el pasado nacional para establecer un diálogo nuevo entre la nación
y el mundo. Por esta razón, el Canal es un símbolo de la fragmentación sobre la que se
construye el país. A partir de este momento, no sólo el país está dividido físicamente, sino
que se establece una división en la sociedad panameña.
Como consecuencia de la independencia y la construcción del Canal, la nación
panameña tiene que definirse en un espacio intermedio entre los intereses internacionales
y la soberanía nacional. En otras palabras, las negociaciones y la fragmentación son maneras
de expresar en términos literarios la dificultad de concebir la nación en un mundo en vías
de globalización. Además, esta fragmentación cuestiona los mitos de consolidación porque
los rechaza como una manera de explicar el origen de la nación. Este movimiento hacia el
pasado para definir y criticar es el primer paso para establecer un verdadero diálogo entre
la cultura nacional y los cambios que representa la estandardización internacional. En este
sentido, la novela como expresión creativa logra comprender el complejo proceso de
inventar una nación en la segunda mitad del siglo XX.
II. ANÁLISIS
Las novelas de Gloria Guardia y Rosa María Britton, que tratan los temas nacionales,
articulan una fragmentación en varios niveles narrativos. No sólo el trasfondo político e
histórico de las novelas refleja las divisiones que se notan a lo largo de la historia de Panamá,
sino también las historias ficticias de los protagonistas que ocupan el primer plano de la
narración expresan la fragmentación como una constante. En contraste con las novelas
fundacionales del siglo XIX, aquí se presenta el afianzamiento como una posibilidad añorada
pero inalcanzable. Se expresa esta fragmentación insuperable por medio de los romances
fracasados y las casas invadidas. Cada una de estas alegorías está presente en las tres novelas
y sirve para subrayar la naturaleza inherentemente fragmentaria de la fundación de Panamá,
producto de las negociaciones necesarias para fundar tal nación.
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El romance fracasado
En estas tres novelas el matrimonio del protagonista principal termina en una relación
altamente insatisfactoria para los cónyuges. El caso de Manuel y Carmen en El ataúd de uso
es particularmente significativo, pues si se toman en cuenta las ideas de consolidación
nacional que explora Somers, se llega a comprender que esta unión promete la creación del
pueblo panameño basada en la fusión de los elementos conflictivos de la sociedad.
Cada uno representa una facción distinta de la sociedad panameña. Carmen, de una
clase burguesa venida a menos, es una maestra que llega de la capital al pueblo pesquero de
Chumico. Además de ser blanca representa cierto progreso, ya que ella es la primera maestra
del pueblo y trae la esperanza de mejorar el nivel de la vida de los pescadores marginados.
Manuel, en cambio, es un pescador de Chumico y de raza negra. Representa lo rural y lo
revolucionario, ya que está involucrado en el movimiento liberal que defiende los intereses
panameños. Hacia la primera mitad de la novela el amor de estos dos protagonistas, que
lucha para superar los prejuicios raciales de la época, puede llegar a consolidar las
oposiciones de la sociedad y así crear un nuevo pueblo panameño. Tenemos consolidación
racial (blanco y negro), nacional (lo urbano y lo rural) y social (la burguesía venida a menos
con la fuerza laboral de mano de obra).3
Sin embargo, aunque Carmen y Manuel se casan, el matrimonio termina en la
separación y la desilusión de ambos, lo cual indica un rechazo de la idea de nación como una
fusión de facciones separadas. A pesar del amor que alguna vez sintieron los protagonistas,
Carmen vuelve a la capital, regresa a la familia que la había rechazado por su matrimonio
con un negro, y se dedica a una vida de remordimientos y castigos por haber violado las
reglas sociales al haberse casado con Manuel. Por su parte, Manuel se queda en Chumico,
amargado por su fracaso personal, pero constantemente ascendiendo social y económicamente.
Así pues, el fracaso matrimonial de Carmen y Manuel no se debe considerar meramente
en términos de su interés narrativo, ya que este romance fracasado se vincula con el
trasfondo histórico de la lucha de la independencia panameña. El noviazgo, el casamiento
y la separación matrimonial de estos dos protagonistas se desarrolla ante los hechos
históricos de la lucha por la independencia. De hecho, el abandono que sufre Carmen por
parte de Manuel, quien la deja para unirse a la lucha liberal, es una de las razones de su
fracaso matrimonial. Los paralelos quedan claros, pues la relación íntima de los personajes
refleja la lucha nacional que termina, igualmente, en separaciones: la independencia de
Colombia, la construcción del Canal y la división de la sociedad panameña, herencia de la
división liberal-conservadora que existió antes de la Independencia. La separación de
Carmen y Manuel se efectúa paralelamente a la división de la sociedad panameña en dos
facciones: los que sacan provecho del Canal, y como resultado defienden sus intereses, y
los que quedan marginados con respecto a la prosperidad traída por el Canal e insisten en
mantener la soberanía nacional. A partir de este momento, lo que se percibe como la nación
panameña es lo que se desarrolla entre estos dos polos.
3
Como señala Timothy Brennan esta noción de consolidación surge cuando el pueblo es la unión de
lo alto con lo bajo, una consolidación que se efectúa para crear la nación (52-3).
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A la vez que la separación de Carmen y Manuel representa la realidad política de la
nueva nación panameña, también cuestiona lo que consideramos el origen de la nación. Aquí
el fracaso matrimonial sirve para cuestionar los mitos de consolidación nacional que
funcionaron en el siglo XIX. Como observa Bhabha, el origen de la nación se pierde en los
mitos del pasado, que sólo realizan sus objetivos en la imaginación (1). Esta respuesta
novelística a los mitos de fortalecimiento, que son, en el caso de América Latina, los del
origen nacional, es un ejemplo de la naturaleza doble de la escritura de la nación. A la vez
que se añoran los mitos de la consolidación nacional, también se los critica. Esta condición
paradójica de la novela y la nación sirve para desmitificar la noción del afianzamiento y
también ofrece un nuevo planteamiento para concebir la nación.
En las novelas de Britton, como veremos más tarde, hay un deseo de cambiar los mitos,
de señalar sus falsedades. En vez de basarse en una consolidación que logra unir los
elementos conflictivos, la nación crece por las negociaciones en el espacio intermedio.
Panamá se construye gracias a las negociaciones en una tierra de nadie entre las dos
facciones que dividen el país: los intereses internacionales y los ciudadanos marginados que
insisten en defender la soberanía nacional.
La casa invadida
Junto con la imagen del matrimonio fracasado convive la alegoría de la casa invadida.
En cada novela los protagonistas se ven obligados a abandonar sus casas a causa de la
invasión por parte de una oposición. En El ataúd del uso, Carmen y Manuel dejan su casa
para vivir escondidos en el monte; en No pertenezco a este siglo el protagonista principal
y su familia tienen que salir de su casa en Bogotá, que luego queda ocupada por los soldados
liberales. Es más, en esta última novela se establece un vínculo entre la casa invadida del
protagonista y la invasión de Panamá por los norteamericanos en 1862. Mientras José
Hilario Pérez Montoya participa en la guerra civil colombiana, le informan de la ocupación
estadounidense del Istmo. Sus pensamientos sobre este nuevo acontecimiento preceden el
descubrimiento de que su casa en Bogotá ha sido invadida por los liberales colombianos.
Se siente extrañamente afectado por las noticias del Istmo y espera que no sean realidad,
aunque lo ha visto venir [...] ¡Los norteamericanos son capaces de aprovecharse de
cualquier excusa para apoderarse de esta codiciada franja de tierra colombiana!
Llegan a la mansión y se extrañan de encontrar abierto el portón. El zaguán muestra señales
de abandono [...] En el patio interior encuentran vestigios de un vandalismo desenfrenado.
Un frío de miedo aprisiona su corazón y teme por los suyos. Grita con todas sus fuerzas,
anhelante de recibir respuesta, pero la mansión, indiferente, devuelve el eco. (242)
La yuxtaposición de la vida personal del protagonista y el acontecimiento histórico real
relaciona estas dos esferas. El vacío que siente Pérez Montoya al ver la destrucción de su
casa invadida es parecido a su reacción al enterarse de la invasión del Istmo. En otras
palabras, la casa invadida es una alegoría que expresa la situación nacional. De este modo,
un recurso literario sirve para reformular el concepto de la nación.
Sin embargo, donde la casa invadida cobra mayor importancia narrativa es en El último
juego de Gloria Guardia. En esta novela, la invasión ocupa un lugar destacado, ya que la casa
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del narrador protagonista, Roberto Garrido, es invadida por un grupo de guerrilleros. La
invasión, rápida y violenta, deja al protagonista profundamente afectado, como podemos
percibir a través de su narración. Considerando la relación entre el microcosmos de la casa
y el macrocosmos de la nación, la invasión de la casa de Garrido es un paralelo a la invasión
de los intereses extranjeros en Panamá. En ambos casos hay la invasión de un espacio
privado por parte de un ente exterior. La entrada de estos extraños provoca un trastorno en
el espacio interior y lo cambia para siempre. Otra vez, en este caso, el trasfondo histórico
coincide con la ficción que ocupa el primer plano.
Además, la imagen de la casa invadida lleva a otro aspecto fundamental al considerar
la nación panameña: la oposición entre los intereses internacionales y los nacionales. Desde
la colonia, Panamá, debido a su ubicación geográfica, ha tenido que definir su identidad
como nación según el panorama más amplio de los intereses comerciales del resto del
mundo. Como consecuencia, Panamá se define como nación en el espacio entre estos dos
polos, un espacio que varia constantemente debido a las fluctuaciones del mercado
internacional. La figura del negociador en El último juego refleja las negociaciones
necesarias para poder construir la nación panameña puesto que es imposible dar rienda
suelta a los intereses nacionales cuando estos impiden el comercio internacional.
En este sentido, la historia de Panamá aun antes de 1903 es un ejemplo de la dificultad
de desarrollar una nación en las arenas movedizas del mercado internacional. Al mismo
tiempo, si se toman en cuenta las ideas de Paul Ricoeur, surge la dificultad de definir una
nación que incluye un pasado antes de la colonia, mientras que se desarrolla un país que sabe
aprovechar los avances científicos y tecnológicos que frecuentemente requieren el abandono
de este pasado cultural (276). Como observa Ricoeur:
En todas partes del mundo, se encuentran la misma mala película, las mismas máquinas
tragamonedas, las mismas atrocidades de plástico o aluminio, el mismo lenguaje torcido
por la propaganda, etcétera. [...] ¿Para encaminarse hacia la modernización, es necesario
echar por la borda el antiguo pasado cultural que ha sido la razón de existir de una nación?
(276-7)4
Cuando Garrido pasea por el centro de Panamá en El último juego casi parece tener en
mente las palabras de Ricoeur, ya que sus observaciones encajan a la perfección:
por estas calles [...] donde circulan [...] miles de habitantes, de comerciantes nacionales y
extranjeros que van y vienen de los rascacielos como [...] el First National City Bank y del
Chase Manhattan Bank y del Banco do Brazil [...], comen rápidamente un sandwich en Mc
Donald’s, compran [...] tarjetas de felicitación para sus hijos en Hallmark’s y pasan las
noches viendo shows en el Playboy Club o en Maxim’s [...] y que poco o nada saben [...]
que cuando [...] éramos pequeños jugábamos en estos sitios que eran lotes baldíos o casas
inmensas, lujosísimas, [...] que de un día para otro [...] fueron vendidas, demolidas o
4
“Everywhere throughout the world, one finds the same bad movie, the same slot machines, the same
plastic or aluminum atrocities, the same twisting of language by propoganda, etc. [...] In order to get
onto the road toward modernization, is it necessary to jettison the old cultural past which has been the
raison d’étre of a nation?” (Ricoeur 276-7).
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adaptadas, [...] y cuyos jardines se conviertieron en edificios de diez, veinte o treinta pisos
[...] se fueron los árboles y todo cobró un aspecto diferente [...] pero ni tú ni yo podemos
ser jueces en este asunto, [...] preguntémosle mejor a los extranjeros que nos han
beneficiado con sus dólares y que no sienten ni pizca de nostalgia [...] (85-6).
Lo que revela este texto es la tierra intermedia donde se inventa la nación panameña:
entre los rascacielos y, como dice Garrido más tarde, “una edad-de-oro-que-no-fue” (86).
Garrido señala que la dificultad de inventar la nación reside en la imposibilidad de aceptar
la modernidad sin destruir el pasado, cuando éste contiene las características distintivas de
la nación. Básicamente, Garrido quiere articular la nación en términos de las negociaciones
imprescindibles para sostenerla. En este sentido, sus observaciones coinciden de nuevo con
las ideas de Paul Ricoeur: “Allí está la paradoja: cómo hacerse moderno a la vez que se
vuelve a los orígenes; cómo resuscitar una civilización antigua y participar en la civilización
universal” (277).5
Una manera de enfrentarse con esta contradicción, según Ricoeur, es la exploración del
pasado para así formarse lo suficiente como para establecer un diálogo entre la nación y el
mundo. En este sentido, se rechaza el modelo de dominación y sumisión para aceptar un
intercambio que beneficia a la nación y a la comunidad mundial. Aunque estas tres novelas
reflejan las dificultades de concibir una nación en una modernidad donde lo internacional
ha “invadido” la nación, también reflejan un deseo de descubrir y explorar el pasado. Como
resultado, se concibe la nación panameña en una tierra de por medio entre el pasado y la
modernidad, entre la soberanía nacional y los intereses del mercado internacional.
En otras palabras, Panamá, como la casa invadida, refleja las dificultades de un país
postcolonial que lucha por establecerse en un mundo internacional que amenaza con
destruirlo. Asimismo, esta nueva conceptualización expresa el deseo de rechazar los
patrones del pasado para entablar un nuevo diálogo.
Los mitos de la nación
Estas novelas responden al mito que concibe la nación en términos de una consolidación.
En las tres obras se añora la unión de los opuestos que componen el país, pero siempre
existen obstáculos para impedir el éxito de dicho afianzamiento. Esta idea lleva a la
afirmación de Brennan, cuando explica que el autor postcolonial no sólo necesita encontrar
una nueva manera antihegemónica de percibir esta comunidad que se ha convertido en
nación, sino que también necesita exponer los abusos y excesos de la nueva nación que
todavía busca definirse (58). El resultado de esta doble misión es un sentido de desilusión
con los pocos avances logrados (63).
Aunque Brennan usa estos puntos para analizar las novelas de Salman Rushdie y Mario
Vargas Llosa, también son aplicables a las novelas de Guardia y Britton precisamente
porque en ellas se mantiene la posición de que las divisiones en la nación panameña tienen
sus orígenes en el conflicto entre liberales y conservadores en Colombia, desde la época
entre la independencia colombiana hasta la independencia panameña.
5
“There is the paradox: how to become modern and return to sources; how to revive an old, dormant
civilization and take part in universal civilization” (277).
458
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Donde se ve esta actitud con más claridad es en No pertenezco a este siglo, en la que
el narrador protagonista lamenta la pérdida de Panamá debido a los problemas internos en
la Nueva Granada. Al narrar las numerosas confrontaciones entre liberales y conservadores,
José Hilario Pérez Montoya destruye el mito de la consolidación porque en ningún momento
fue logrado, pese a sus numerosos esfuerzos. Esta destrucción del mito de fortalecimiento
adopta una posición crítica hacia la tendencia de concebir el proceso de la independencia
y la formación de la nación como la creación de una totalidad, a la vez que señala que el
mismo concepto que critica, la consolidación nacional, sigue siendo un punto de partida
importante cuando se busca inventar una nación latinoamericana.6
En otras palabras, Guardia y Britton rechazan el mito de afianzamiento como un
proyecto de formulación nacional pero siempre reconocen el poder de este mito en la
imaginación colectiva.
En las novelas de Britton el rechazo de los mitos forma una parte significativa en la
narración. El ataúd de uso y No pertenezco a este siglo presentan los mitos del pasado y así
se dedican a exponer las distorsiones necesarias para producir estos mitos. Por ejemplo, en
No pertenezco a este siglo la narración en tercera persona de singular frecuentemente
contradice los recuerdos de José Hilario Pérez Montoya escritos en primera persona.
También, la narración del pasado humilde de su antepasado asturiano, que como pobre
pastor se embarcó a América para escapar de la Inquisición, contrasta con las leyendas del
pasado noble de la familia en España.
Sin embargo, en El ataúd de uso se aclara mejor la transformación del pasado en mito.
Esta novela comienza con el papel de los chismes y la imaginación del pueblo de Chumico
para convertir un ataúd de cedro con asas de plata en un objeto exótico y misterioso.
Mucho se dijo y mucho se exageró. Unos, contaban después que el ataúd era de ébano
traído de Africa y tenía las agarraderas de oro puro. Otros aseguraron que estaban [sic]
forrado de sándalo para que el muerto no apestara y hasta hubo quien juró que debajo del
terciopelo del tapiz, don Manuel había colocado abultados fajos de billetes de a diez y
veinte dólares para llevarse su plata en el último viaje. Esta última versión de los hechos
era narrada por doña Higinia Gómez [...] asidua lectora de los folletines [...] Las malas
lenguas adujeron después que doña Higinia había inventado esa historia del dinero en el
ataúd después de leer una novela acerca de una princesa egipcia, calumnia que la buena
señora rechazó indignada (9).
Esta cita demuestra cómo un objeto va cobrando niveles de significado que alteran
profundamente lo que el pueblo ve y concibe cuando se menciona el ataúd de don Manuel.
De la misma forma que el ataúd se incorpora a lo largo de los años en la imaginación
colectiva de los chumiqueños, el concepto de nación también evoluciona y cambia. En este
sentido, la base mítica de la nación, la unión de las oposiciones, se transforma en otra visión
de la nación concebida a partir de las negociaciones. Aun el final de la novela sirve para
rechazar la resolución que la totalidad consolidaria ofrece. Don Manuel, después de dedicar
su vejez al cuidado de su ataúd, termina enterrado en un saco de lona, lo cual siempre había
6
El punto de partida de estas ideas es el análisis de Brennan de La guerra del final del mundo escrita
por Mario Vargas Llosa (64-5).
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sido su mayor temor después de ver cómo se enterraba a los muertos sin ceremonia durante
las guerras de independencia. A pesar de sus preparaciones, su último deseo no se cumple,
como tampoco se cumple ninguno de los mitos de consolidación que se prometieron tanto
para el futuro de América Latina.
Conclusión
A manera de conclusión se puede decir que la nación no se funda en una unión
imaginaria sino que se define sobre la base de unas negociaciones entre un polo de los
intereses internacionales y otro de la soberanía nacional. En el nivel literario, las negociaciones
se articulan por medio del romance fracasado y la casa invadida. Estas reconfiguraciones o
alegorías responden a los mitos de consolidación presentes en la narrativa del siglo XIX y
buscan rechazarlos y criticarlos. Como consecuencia, Panamá necesita redefinirse como
nación constantemente, ya que un cambio en los intereses internacionales tendrá una serie
de resultados importantes en la situación nacional. Esta insistencia en la perpetua redefinición
de la nación enfatiza la necesidad de ver la nación como un concepto en vías de desarrollo.
Contrariamente a las ideas del romanticismo europeo, la nación, igual que la novela,
es una respuesta temporal a la necesidad de justificar la unión de un pueblo. En vez de
perseguir una consolidación basada en la unión de las oposiciones presentes en la sociedad
panameña, Rosa María Britton y Gloria Guardia reinscriben las viejas nociones de unión
para construir un nuevo concepto de nación que se ubica en las arenas movedizas entre el
comercio internacional y la soberanía nacional que ha marcado la segunda mitad del siglo
XX. Aunque esta nueva conceptualización no lleve a un desenlace tan satisfactorio como la
consolidación que prometieron las novelas del siglo XIX, sí logra articular más fielmente la
situación poscolonial de Panamá a partir de la Segunda Guerra Mundial, y plantea la
posibilidad de forjar un nuevo diálogo entre culturas.
En este sentido, El ataúd de uso, No pertenezco a este siglo y El último juego
representan un paso hacia un futuro que todavía está por definirse. O como dice Paul
Ricoeur: “Nadie puede decir qué pasará con nuestra civilización cuando realmente se haya
encontrado con otras civilizaciones por medios diferentes que el choque de la conquista y
la dominación. Pero tenemos que admitir que este encuentro todavía no ha tomado lugar al
nivel de un diálogo auténtico” (283).7 Como se puede ver estas novelas nos empujan hacia
este diálogo auténtico mediante una revisión de nuestras actitudes con respecto al
nacionalismo, y nos brindan nuevos horizontes para continuar escribiendo la nación y la
novela del porvenir.
BIBLIOGRAFÍA
Bhabha, Homi K. “Introduction: Narrating the Nation”. Nation and Narration. Homi K.
Bhabha, ed. Nueva York: Routledge, 1990.
7
“No one can say what will become of our civilization when it has really met different civilizations
by means other than the shock of conquest and domination. But we have to admit that this encounter
has not yet taken place at the level of an authentic dialogue”.
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FRANCES JAEGER
Brennan, Timothy. “The National Longing for Form”. Nation and Narration. Homi K.
Bhabha, ed. Nueva York: Routledge, 1990.
Britton, Rosa María. El ataúd de uso. Bogotá: Editorial La oveja negra, 1986.
_____ No pertenezco a este siglo. San José: Editorial Costa Rica, 1995.
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Ricoeur, Paul. History and Truth. Charles A. Kelbley, trad. Evanston, IL: Northwestern
University Press, 1965.
Sommer, Doris. Foundational Fictions: The National Romances of Latin America.
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