Revista Iberoamericana, Vol. LXVII, Núm. 196, Julio-Setiembre 2001 , 451-460 NOVELA Y NACIÓN: EL CASO DE ROSA MARÍA BRITTON Y GLORIA GUARDIA POR FRANCES JAEGER University of Wisconsin-Madison I. INTRODUCCIÓN Timothy Brennan señala que el papel de la novela es fundamental para establecer la comunidad imaginaria que concebimos como la nación (48).1 En este caso, la ficción resulta imprescindible en el proceso de definir la nación, ya que el nacionalismo no es un proceso de autodescubrimiento sino la invención de algo que antes no existía (49). Dado el papel de la imaginación en la fundación de una nación, no es sorprendente que podamos trazar el crecimiento del nacionalismo paralelamente con el desarrollo de la novela (49). Aunque estas afirmaciones tienen que ver con el desarrollo de la novela y la nación en la Europa del siglo XVIII y XIX, Brennan también se dirige al desarrollo de la novela en los países que antes eran colonias del imperio británico o español. Según Brennan, esta conceptualización de la nación dentro de la ficción es un punto fundamental en la producción novelística de la época posterior a la Segunda Guerra Mundial (46-7). Estas observaciones de Brennan permiten una nueva visión de las novelas de Gloria Guardia y Rosa María Britton sobre momentos claves en la historia panameña. El último juego, El ataúd de uso, y No pertenezco a este siglo son nuevas invenciones de la nación puesto que estas novelas la reconceptualizan como una negociación entre dos polos: los intereses internacionales y la soberanía nacional. Panamá, por su ubicación geográfica, se ve obligado a definirse en un espacio intermedio entre estos dos extremos. Por esta razón, la identidad nacional tiene que ser renegociada o reconcibida cada vez que se modifican las circunstancias. Esta visión de la nación, sin embargo, contradice la idea de la nación como un ente estable porque asume que se trata solamente de una invención temporal sujeta a modificaciones constantes (Bhabha 1). Las novelas de Guardia y Britton inventan nuevas maneras de definir la nación panameña, pero antes de explorar sus obras es importante considerar el proyecto de fundar y/o definir la nación en las novelas del siglo XIX. Una vez que se comprende este fenómeno, la reconceptualización de la nación, en las novelas de Guardia y Britton, salta a la vista. Sobre todo, la inestabilidad que introducen Guardia y Britton al imaginar la nación como parte de un proceso de reinscripción que obliga a revisar los mitos de consolidación 1 Brennan reconoce que el término “comunidad imaginaria” viene de Benedict Anderson. 452 FRANCES JAEGER heredados del siglo XIX. La paradoja que se ve en estas novelas contemporáneas es un anhelo de consolidación a la vez que la aniquilación de toda posibilidad de realizarla. Al escribir la nación, estas novelistas panameñas articulan la doble cara de la nación, o como dice Homi Bhabha: En cada una de estas “ficciones fundacionales”, los orígenes de las tradiciones nacionales se revelan tanto como actos de afiliación y establecimiento como momentos de negación, desplazamiento, exclusión y polémica cultural. En esta función de la historia nacional como Entstellung o distorsión, las fuerzas de antagonismo social o contradicción no pueden trascenderse o superarse dialécticamente. (5)2 Sin embargo, para comprender esta naturaleza dual, o la cara de Jano, como dicen Brennan y Bhabha, es importante tener presente los modelos latinoamericanos de afianzamiento del siglo XIX. Doris Sommer, en su estudio sobre las novelas románticas del siglo diecinueve latinoamericano, explora la función de estas obras literarias como parte de un proyecto de fundar una nación, y en este sentido su discusión coincide con Brennan al decir que la novela inventa el concepto de la nación. Según Sommer, las relaciones románticas presentes en estas novelas reflejan el deseo de consolidar los elementos conflictivos que contiene la nación, sean raciales, políticos o sociales, para poder edificar una casa, un matrimonio, y por extensión, un país. Este fortalecimiento nacional combina las necesidades de las nuevas naciones independientes y la retórica del romance tradicional para fabricar un ideal futuro, a la vez que funde los dos discursos para formar lo que Sommer denomina “una erótica de la política” (6). Sin embargo, como observa Sommer, son las grandes novelas del Boom las que señalan el fracaso de estos proyectos fundacionales, ya que buscan reescribir o desescribir las novelas fundacionales del siglo XIX (27). Pese a que las observaciones de Sommer se refieren principalmente al siglo XIX, forman un punto de partida muy útil para el estudio de las novelas de Rosa María Britton y Gloria Guardia. Lo que propone Sommer en relación al vínculo que conecta el romance con el proyecto de consolidar intereses nacionales sirve para revelar elementos claves en estas obras panameñas que relacionan el género de la novela con la problemática de la identidad nacional. Desde luego, No pertenezco a este siglo y El ataúd de uso de Britton, y El último juego de Guardia, se relacionan con momentos claves en la historia de Panamá, pero lejos de presentar una resolución de las oposiciones políticas, raciales y sociales que dividen el país, estas novelas desarrollan la fragmentación inherente en la problemática de la creación de la nación panameña. Visto así, es posible sugerir que las alegorías que Britton y Guardia han aprovechado para escribir sobre esta fundación fomentan una división más que una unión. El romance fracasado y la casa invadida son imágenes que figuran prominentemente 2 Esta traducción y todas las siguientes son mías. La cita original es: “In each of these ‘foundational fictions’ the origins of national traditions turn out to be as much acts of affiliation and establishment as they are moments of disavowal, displacement, exclusion, and cultural contestation. In this function of national history as Entstellung, the forces of social antagonism or contradiction cannot be transcended or dialectically surmounted” (Bhabha 5). NOVELA Y NACIÓN 453 en las tres novelas y merecen un estudio más detenido, ya que revelan las fisuras presentes desde el principio en la fundación de Panamá. En contraste con las novelas fundacionales del siglo XIX, que buscaban proyectar un futuro como nación unida y definida, estas novelas, escritas en los años setenta, ochenta y noventa, plantean la necesidad de revisar los mitos de consolidación que tanto influyen en el concepto de la nación en los países latinoamericanos. Estas rupturas y divisiones son síntomas de las negociaciones necesarias para formular un concepto de la nación cuando éste está vinculado con los intereses internacionales. Dadas la independencia tardía de Panamá, su importancia geográfica, y las constantes intervenciones extranjeras, la novela panameña comparada con la novela de otros países americanos se ve obligada a responder a otras necesidades históricas, políticas y sociales. En vez de buscar un afianzamiento, como los escritores latinoamericanos del siglo XIX, Gloria Guardia y Rosa María Britton utilizan la novela para explorar el carácter nacional inherentemente dividido y fragmentario que lucha para definirse ante la estandardización mundial. Al responder a los mitos de consolidación nacional, Britton y Guardia buscan ponerse en contacto con el pasado nacional para establecer un diálogo nuevo entre la nación y el mundo. Por esta razón, el Canal es un símbolo de la fragmentación sobre la que se construye el país. A partir de este momento, no sólo el país está dividido físicamente, sino que se establece una división en la sociedad panameña. Como consecuencia de la independencia y la construcción del Canal, la nación panameña tiene que definirse en un espacio intermedio entre los intereses internacionales y la soberanía nacional. En otras palabras, las negociaciones y la fragmentación son maneras de expresar en términos literarios la dificultad de concebir la nación en un mundo en vías de globalización. Además, esta fragmentación cuestiona los mitos de consolidación porque los rechaza como una manera de explicar el origen de la nación. Este movimiento hacia el pasado para definir y criticar es el primer paso para establecer un verdadero diálogo entre la cultura nacional y los cambios que representa la estandardización internacional. En este sentido, la novela como expresión creativa logra comprender el complejo proceso de inventar una nación en la segunda mitad del siglo XX. II. ANÁLISIS Las novelas de Gloria Guardia y Rosa María Britton, que tratan los temas nacionales, articulan una fragmentación en varios niveles narrativos. No sólo el trasfondo político e histórico de las novelas refleja las divisiones que se notan a lo largo de la historia de Panamá, sino también las historias ficticias de los protagonistas que ocupan el primer plano de la narración expresan la fragmentación como una constante. En contraste con las novelas fundacionales del siglo XIX, aquí se presenta el afianzamiento como una posibilidad añorada pero inalcanzable. Se expresa esta fragmentación insuperable por medio de los romances fracasados y las casas invadidas. Cada una de estas alegorías está presente en las tres novelas y sirve para subrayar la naturaleza inherentemente fragmentaria de la fundación de Panamá, producto de las negociaciones necesarias para fundar tal nación. 454 FRANCES JAEGER El romance fracasado En estas tres novelas el matrimonio del protagonista principal termina en una relación altamente insatisfactoria para los cónyuges. El caso de Manuel y Carmen en El ataúd de uso es particularmente significativo, pues si se toman en cuenta las ideas de consolidación nacional que explora Somers, se llega a comprender que esta unión promete la creación del pueblo panameño basada en la fusión de los elementos conflictivos de la sociedad. Cada uno representa una facción distinta de la sociedad panameña. Carmen, de una clase burguesa venida a menos, es una maestra que llega de la capital al pueblo pesquero de Chumico. Además de ser blanca representa cierto progreso, ya que ella es la primera maestra del pueblo y trae la esperanza de mejorar el nivel de la vida de los pescadores marginados. Manuel, en cambio, es un pescador de Chumico y de raza negra. Representa lo rural y lo revolucionario, ya que está involucrado en el movimiento liberal que defiende los intereses panameños. Hacia la primera mitad de la novela el amor de estos dos protagonistas, que lucha para superar los prejuicios raciales de la época, puede llegar a consolidar las oposiciones de la sociedad y así crear un nuevo pueblo panameño. Tenemos consolidación racial (blanco y negro), nacional (lo urbano y lo rural) y social (la burguesía venida a menos con la fuerza laboral de mano de obra).3 Sin embargo, aunque Carmen y Manuel se casan, el matrimonio termina en la separación y la desilusión de ambos, lo cual indica un rechazo de la idea de nación como una fusión de facciones separadas. A pesar del amor que alguna vez sintieron los protagonistas, Carmen vuelve a la capital, regresa a la familia que la había rechazado por su matrimonio con un negro, y se dedica a una vida de remordimientos y castigos por haber violado las reglas sociales al haberse casado con Manuel. Por su parte, Manuel se queda en Chumico, amargado por su fracaso personal, pero constantemente ascendiendo social y económicamente. Así pues, el fracaso matrimonial de Carmen y Manuel no se debe considerar meramente en términos de su interés narrativo, ya que este romance fracasado se vincula con el trasfondo histórico de la lucha de la independencia panameña. El noviazgo, el casamiento y la separación matrimonial de estos dos protagonistas se desarrolla ante los hechos históricos de la lucha por la independencia. De hecho, el abandono que sufre Carmen por parte de Manuel, quien la deja para unirse a la lucha liberal, es una de las razones de su fracaso matrimonial. Los paralelos quedan claros, pues la relación íntima de los personajes refleja la lucha nacional que termina, igualmente, en separaciones: la independencia de Colombia, la construcción del Canal y la división de la sociedad panameña, herencia de la división liberal-conservadora que existió antes de la Independencia. La separación de Carmen y Manuel se efectúa paralelamente a la división de la sociedad panameña en dos facciones: los que sacan provecho del Canal, y como resultado defienden sus intereses, y los que quedan marginados con respecto a la prosperidad traída por el Canal e insisten en mantener la soberanía nacional. A partir de este momento, lo que se percibe como la nación panameña es lo que se desarrolla entre estos dos polos. 3 Como señala Timothy Brennan esta noción de consolidación surge cuando el pueblo es la unión de lo alto con lo bajo, una consolidación que se efectúa para crear la nación (52-3). NOVELA Y NACIÓN 455 A la vez que la separación de Carmen y Manuel representa la realidad política de la nueva nación panameña, también cuestiona lo que consideramos el origen de la nación. Aquí el fracaso matrimonial sirve para cuestionar los mitos de consolidación nacional que funcionaron en el siglo XIX. Como observa Bhabha, el origen de la nación se pierde en los mitos del pasado, que sólo realizan sus objetivos en la imaginación (1). Esta respuesta novelística a los mitos de fortalecimiento, que son, en el caso de América Latina, los del origen nacional, es un ejemplo de la naturaleza doble de la escritura de la nación. A la vez que se añoran los mitos de la consolidación nacional, también se los critica. Esta condición paradójica de la novela y la nación sirve para desmitificar la noción del afianzamiento y también ofrece un nuevo planteamiento para concebir la nación. En las novelas de Britton, como veremos más tarde, hay un deseo de cambiar los mitos, de señalar sus falsedades. En vez de basarse en una consolidación que logra unir los elementos conflictivos, la nación crece por las negociaciones en el espacio intermedio. Panamá se construye gracias a las negociaciones en una tierra de nadie entre las dos facciones que dividen el país: los intereses internacionales y los ciudadanos marginados que insisten en defender la soberanía nacional. La casa invadida Junto con la imagen del matrimonio fracasado convive la alegoría de la casa invadida. En cada novela los protagonistas se ven obligados a abandonar sus casas a causa de la invasión por parte de una oposición. En El ataúd del uso, Carmen y Manuel dejan su casa para vivir escondidos en el monte; en No pertenezco a este siglo el protagonista principal y su familia tienen que salir de su casa en Bogotá, que luego queda ocupada por los soldados liberales. Es más, en esta última novela se establece un vínculo entre la casa invadida del protagonista y la invasión de Panamá por los norteamericanos en 1862. Mientras José Hilario Pérez Montoya participa en la guerra civil colombiana, le informan de la ocupación estadounidense del Istmo. Sus pensamientos sobre este nuevo acontecimiento preceden el descubrimiento de que su casa en Bogotá ha sido invadida por los liberales colombianos. Se siente extrañamente afectado por las noticias del Istmo y espera que no sean realidad, aunque lo ha visto venir [...] ¡Los norteamericanos son capaces de aprovecharse de cualquier excusa para apoderarse de esta codiciada franja de tierra colombiana! Llegan a la mansión y se extrañan de encontrar abierto el portón. El zaguán muestra señales de abandono [...] En el patio interior encuentran vestigios de un vandalismo desenfrenado. Un frío de miedo aprisiona su corazón y teme por los suyos. Grita con todas sus fuerzas, anhelante de recibir respuesta, pero la mansión, indiferente, devuelve el eco. (242) La yuxtaposición de la vida personal del protagonista y el acontecimiento histórico real relaciona estas dos esferas. El vacío que siente Pérez Montoya al ver la destrucción de su casa invadida es parecido a su reacción al enterarse de la invasión del Istmo. En otras palabras, la casa invadida es una alegoría que expresa la situación nacional. De este modo, un recurso literario sirve para reformular el concepto de la nación. Sin embargo, donde la casa invadida cobra mayor importancia narrativa es en El último juego de Gloria Guardia. En esta novela, la invasión ocupa un lugar destacado, ya que la casa 456 FRANCES JAEGER del narrador protagonista, Roberto Garrido, es invadida por un grupo de guerrilleros. La invasión, rápida y violenta, deja al protagonista profundamente afectado, como podemos percibir a través de su narración. Considerando la relación entre el microcosmos de la casa y el macrocosmos de la nación, la invasión de la casa de Garrido es un paralelo a la invasión de los intereses extranjeros en Panamá. En ambos casos hay la invasión de un espacio privado por parte de un ente exterior. La entrada de estos extraños provoca un trastorno en el espacio interior y lo cambia para siempre. Otra vez, en este caso, el trasfondo histórico coincide con la ficción que ocupa el primer plano. Además, la imagen de la casa invadida lleva a otro aspecto fundamental al considerar la nación panameña: la oposición entre los intereses internacionales y los nacionales. Desde la colonia, Panamá, debido a su ubicación geográfica, ha tenido que definir su identidad como nación según el panorama más amplio de los intereses comerciales del resto del mundo. Como consecuencia, Panamá se define como nación en el espacio entre estos dos polos, un espacio que varia constantemente debido a las fluctuaciones del mercado internacional. La figura del negociador en El último juego refleja las negociaciones necesarias para poder construir la nación panameña puesto que es imposible dar rienda suelta a los intereses nacionales cuando estos impiden el comercio internacional. En este sentido, la historia de Panamá aun antes de 1903 es un ejemplo de la dificultad de desarrollar una nación en las arenas movedizas del mercado internacional. Al mismo tiempo, si se toman en cuenta las ideas de Paul Ricoeur, surge la dificultad de definir una nación que incluye un pasado antes de la colonia, mientras que se desarrolla un país que sabe aprovechar los avances científicos y tecnológicos que frecuentemente requieren el abandono de este pasado cultural (276). Como observa Ricoeur: En todas partes del mundo, se encuentran la misma mala película, las mismas máquinas tragamonedas, las mismas atrocidades de plástico o aluminio, el mismo lenguaje torcido por la propaganda, etcétera. [...] ¿Para encaminarse hacia la modernización, es necesario echar por la borda el antiguo pasado cultural que ha sido la razón de existir de una nación? (276-7)4 Cuando Garrido pasea por el centro de Panamá en El último juego casi parece tener en mente las palabras de Ricoeur, ya que sus observaciones encajan a la perfección: por estas calles [...] donde circulan [...] miles de habitantes, de comerciantes nacionales y extranjeros que van y vienen de los rascacielos como [...] el First National City Bank y del Chase Manhattan Bank y del Banco do Brazil [...], comen rápidamente un sandwich en Mc Donald’s, compran [...] tarjetas de felicitación para sus hijos en Hallmark’s y pasan las noches viendo shows en el Playboy Club o en Maxim’s [...] y que poco o nada saben [...] que cuando [...] éramos pequeños jugábamos en estos sitios que eran lotes baldíos o casas inmensas, lujosísimas, [...] que de un día para otro [...] fueron vendidas, demolidas o 4 “Everywhere throughout the world, one finds the same bad movie, the same slot machines, the same plastic or aluminum atrocities, the same twisting of language by propoganda, etc. [...] In order to get onto the road toward modernization, is it necessary to jettison the old cultural past which has been the raison d’étre of a nation?” (Ricoeur 276-7). NOVELA Y NACIÓN 457 adaptadas, [...] y cuyos jardines se conviertieron en edificios de diez, veinte o treinta pisos [...] se fueron los árboles y todo cobró un aspecto diferente [...] pero ni tú ni yo podemos ser jueces en este asunto, [...] preguntémosle mejor a los extranjeros que nos han beneficiado con sus dólares y que no sienten ni pizca de nostalgia [...] (85-6). Lo que revela este texto es la tierra intermedia donde se inventa la nación panameña: entre los rascacielos y, como dice Garrido más tarde, “una edad-de-oro-que-no-fue” (86). Garrido señala que la dificultad de inventar la nación reside en la imposibilidad de aceptar la modernidad sin destruir el pasado, cuando éste contiene las características distintivas de la nación. Básicamente, Garrido quiere articular la nación en términos de las negociaciones imprescindibles para sostenerla. En este sentido, sus observaciones coinciden de nuevo con las ideas de Paul Ricoeur: “Allí está la paradoja: cómo hacerse moderno a la vez que se vuelve a los orígenes; cómo resuscitar una civilización antigua y participar en la civilización universal” (277).5 Una manera de enfrentarse con esta contradicción, según Ricoeur, es la exploración del pasado para así formarse lo suficiente como para establecer un diálogo entre la nación y el mundo. En este sentido, se rechaza el modelo de dominación y sumisión para aceptar un intercambio que beneficia a la nación y a la comunidad mundial. Aunque estas tres novelas reflejan las dificultades de concibir una nación en una modernidad donde lo internacional ha “invadido” la nación, también reflejan un deseo de descubrir y explorar el pasado. Como resultado, se concibe la nación panameña en una tierra de por medio entre el pasado y la modernidad, entre la soberanía nacional y los intereses del mercado internacional. En otras palabras, Panamá, como la casa invadida, refleja las dificultades de un país postcolonial que lucha por establecerse en un mundo internacional que amenaza con destruirlo. Asimismo, esta nueva conceptualización expresa el deseo de rechazar los patrones del pasado para entablar un nuevo diálogo. Los mitos de la nación Estas novelas responden al mito que concibe la nación en términos de una consolidación. En las tres obras se añora la unión de los opuestos que componen el país, pero siempre existen obstáculos para impedir el éxito de dicho afianzamiento. Esta idea lleva a la afirmación de Brennan, cuando explica que el autor postcolonial no sólo necesita encontrar una nueva manera antihegemónica de percibir esta comunidad que se ha convertido en nación, sino que también necesita exponer los abusos y excesos de la nueva nación que todavía busca definirse (58). El resultado de esta doble misión es un sentido de desilusión con los pocos avances logrados (63). Aunque Brennan usa estos puntos para analizar las novelas de Salman Rushdie y Mario Vargas Llosa, también son aplicables a las novelas de Guardia y Britton precisamente porque en ellas se mantiene la posición de que las divisiones en la nación panameña tienen sus orígenes en el conflicto entre liberales y conservadores en Colombia, desde la época entre la independencia colombiana hasta la independencia panameña. 5 “There is the paradox: how to become modern and return to sources; how to revive an old, dormant civilization and take part in universal civilization” (277). 458 FRANCES JAEGER Donde se ve esta actitud con más claridad es en No pertenezco a este siglo, en la que el narrador protagonista lamenta la pérdida de Panamá debido a los problemas internos en la Nueva Granada. Al narrar las numerosas confrontaciones entre liberales y conservadores, José Hilario Pérez Montoya destruye el mito de la consolidación porque en ningún momento fue logrado, pese a sus numerosos esfuerzos. Esta destrucción del mito de fortalecimiento adopta una posición crítica hacia la tendencia de concebir el proceso de la independencia y la formación de la nación como la creación de una totalidad, a la vez que señala que el mismo concepto que critica, la consolidación nacional, sigue siendo un punto de partida importante cuando se busca inventar una nación latinoamericana.6 En otras palabras, Guardia y Britton rechazan el mito de afianzamiento como un proyecto de formulación nacional pero siempre reconocen el poder de este mito en la imaginación colectiva. En las novelas de Britton el rechazo de los mitos forma una parte significativa en la narración. El ataúd de uso y No pertenezco a este siglo presentan los mitos del pasado y así se dedican a exponer las distorsiones necesarias para producir estos mitos. Por ejemplo, en No pertenezco a este siglo la narración en tercera persona de singular frecuentemente contradice los recuerdos de José Hilario Pérez Montoya escritos en primera persona. También, la narración del pasado humilde de su antepasado asturiano, que como pobre pastor se embarcó a América para escapar de la Inquisición, contrasta con las leyendas del pasado noble de la familia en España. Sin embargo, en El ataúd de uso se aclara mejor la transformación del pasado en mito. Esta novela comienza con el papel de los chismes y la imaginación del pueblo de Chumico para convertir un ataúd de cedro con asas de plata en un objeto exótico y misterioso. Mucho se dijo y mucho se exageró. Unos, contaban después que el ataúd era de ébano traído de Africa y tenía las agarraderas de oro puro. Otros aseguraron que estaban [sic] forrado de sándalo para que el muerto no apestara y hasta hubo quien juró que debajo del terciopelo del tapiz, don Manuel había colocado abultados fajos de billetes de a diez y veinte dólares para llevarse su plata en el último viaje. Esta última versión de los hechos era narrada por doña Higinia Gómez [...] asidua lectora de los folletines [...] Las malas lenguas adujeron después que doña Higinia había inventado esa historia del dinero en el ataúd después de leer una novela acerca de una princesa egipcia, calumnia que la buena señora rechazó indignada (9). Esta cita demuestra cómo un objeto va cobrando niveles de significado que alteran profundamente lo que el pueblo ve y concibe cuando se menciona el ataúd de don Manuel. De la misma forma que el ataúd se incorpora a lo largo de los años en la imaginación colectiva de los chumiqueños, el concepto de nación también evoluciona y cambia. En este sentido, la base mítica de la nación, la unión de las oposiciones, se transforma en otra visión de la nación concebida a partir de las negociaciones. Aun el final de la novela sirve para rechazar la resolución que la totalidad consolidaria ofrece. Don Manuel, después de dedicar su vejez al cuidado de su ataúd, termina enterrado en un saco de lona, lo cual siempre había 6 El punto de partida de estas ideas es el análisis de Brennan de La guerra del final del mundo escrita por Mario Vargas Llosa (64-5). NOVELA Y NACIÓN 459 sido su mayor temor después de ver cómo se enterraba a los muertos sin ceremonia durante las guerras de independencia. A pesar de sus preparaciones, su último deseo no se cumple, como tampoco se cumple ninguno de los mitos de consolidación que se prometieron tanto para el futuro de América Latina. Conclusión A manera de conclusión se puede decir que la nación no se funda en una unión imaginaria sino que se define sobre la base de unas negociaciones entre un polo de los intereses internacionales y otro de la soberanía nacional. En el nivel literario, las negociaciones se articulan por medio del romance fracasado y la casa invadida. Estas reconfiguraciones o alegorías responden a los mitos de consolidación presentes en la narrativa del siglo XIX y buscan rechazarlos y criticarlos. Como consecuencia, Panamá necesita redefinirse como nación constantemente, ya que un cambio en los intereses internacionales tendrá una serie de resultados importantes en la situación nacional. Esta insistencia en la perpetua redefinición de la nación enfatiza la necesidad de ver la nación como un concepto en vías de desarrollo. Contrariamente a las ideas del romanticismo europeo, la nación, igual que la novela, es una respuesta temporal a la necesidad de justificar la unión de un pueblo. En vez de perseguir una consolidación basada en la unión de las oposiciones presentes en la sociedad panameña, Rosa María Britton y Gloria Guardia reinscriben las viejas nociones de unión para construir un nuevo concepto de nación que se ubica en las arenas movedizas entre el comercio internacional y la soberanía nacional que ha marcado la segunda mitad del siglo XX. Aunque esta nueva conceptualización no lleve a un desenlace tan satisfactorio como la consolidación que prometieron las novelas del siglo XIX, sí logra articular más fielmente la situación poscolonial de Panamá a partir de la Segunda Guerra Mundial, y plantea la posibilidad de forjar un nuevo diálogo entre culturas. En este sentido, El ataúd de uso, No pertenezco a este siglo y El último juego representan un paso hacia un futuro que todavía está por definirse. O como dice Paul Ricoeur: “Nadie puede decir qué pasará con nuestra civilización cuando realmente se haya encontrado con otras civilizaciones por medios diferentes que el choque de la conquista y la dominación. Pero tenemos que admitir que este encuentro todavía no ha tomado lugar al nivel de un diálogo auténtico” (283).7 Como se puede ver estas novelas nos empujan hacia este diálogo auténtico mediante una revisión de nuestras actitudes con respecto al nacionalismo, y nos brindan nuevos horizontes para continuar escribiendo la nación y la novela del porvenir. BIBLIOGRAFÍA Bhabha, Homi K. “Introduction: Narrating the Nation”. Nation and Narration. Homi K. Bhabha, ed. Nueva York: Routledge, 1990. 7 “No one can say what will become of our civilization when it has really met different civilizations by means other than the shock of conquest and domination. But we have to admit that this encounter has not yet taken place at the level of an authentic dialogue”. 460 FRANCES JAEGER Brennan, Timothy. “The National Longing for Form”. Nation and Narration. Homi K. Bhabha, ed. Nueva York: Routledge, 1990. Britton, Rosa María. El ataúd de uso. Bogotá: Editorial La oveja negra, 1986. _____ No pertenezco a este siglo. San José: Editorial Costa Rica, 1995. Guardia, Gloria. El último juego. San José: Educa, 1977. Ricoeur, Paul. History and Truth. Charles A. Kelbley, trad. Evanston, IL: Northwestern University Press, 1965. Sommer, Doris. Foundational Fictions: The National Romances of Latin America. Berkeley: University of California Press, 1991.