Historia del 1º de Mayo en España

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Historia del 1º de Mayo en España
Antonio Ortíz Mateos
La historia del 1º de Mayo en España, arranca del Congreso Socialista
Internacional reunido en París el año 1889, si bien, al no ponerse de acuerdo
las diversas tendencias, terminaron celebrándose dos: uno organizado por los
posibilistas y otro de tendencia marxista. En el marxista, celebrado en la calle
Pétrelle entre el 14 y el 20 de julio, estuvo presente Pablo Iglesias,
acordándose celebrar una manifestación internacional el 1º de Mayo, en
recuerdo de los “mártires de Chicago”.
En el caso de Madrid, dado lo exiguo de las sociedades de resistencia -1.150
hombres en 6 entidades- los organizadores trasladaron la celebración del acto
al domingo 4 de mayo. Por su parte, los seguidores de la AIT declararon una
huelga general indefinida.1
El día 1 dejaron de abrirse algunos talleres, fábricas, obras y colegios, si bien
en el centro de la capital se observaba un tráfico más abundante que de
ordinario, realizándose durante la jornada dos actos: el primero, promovido por
los anarquistas, en el teatro Rius, y el segundo, organizado por los albañiles
“disidentes” en los Jardines del Buen Retiro.
Mayor importancia revistió la manifestación convocada para el día 4 por los
socialistas, a la que acudieron 30.000 trabajadores. Pablo Iglesias y el resto de
los oradores expusieron el programa acordado en el Congreso de París, como
la jornada de ocho horas de trabajo, recomendando a todos los obreros unirse
en sociedades de resistencia, con objeto de presionar a los gobiernos para su
implantación. Al acabar el acto, Pablo Iglesias llevó las reivindicaciones obreras
al propio presidente Sagasta, quien se comprometió a estudiar el documento.
Cuando el Congreso de París acordó su celebración no consideró la posibilidad
de que ésta se repitiese después de 1890. Pero el éxito obtenido hizo que
diversas organizaciones nacionales apoyasen en los meses siguientes su
reedición. Así en agosto de 1891 el Congreso Socialista Internacional de
Bruselas decidió el carácter anual y la dimensión internacional del 1º de Mayo,
estableciendo la periodicidad de la manifestación.
Al año siguiente, en 1891, el gobierno conservador de Cánovas del Castillo
prohibió las manifestaciones conmemorativas del 1º de Mayo en la vía pública,
autorizando exclusivamente la celebración de mítines y reuniones en locales
cerrados. La vida de la ciudad no se vio alterada, siendo escasos los centros
de trabajo cerrados. Con todo, los mítines convocados por los socialistas,
según señala Lucías Rivas, “tuvieron numerosa asistencia”.2 El día 4, sin
embargo, varios oficios dominados por los anarquistas se declararon en huelga
por las ocho horas de jornada laboral, prolongándose los paros durante un
mes. En el País Vasco, Asturias y la zona de Levante este 1 de Mayo de 1891
obtuvo un escaso eco. En Cataluña, Andalucía y Aragón, donde había
RIVAS LARA, Lucía: Historia del 1º de Mayo en España desde 1900 hasta la Segunda
República. Madrid, UNED, 1987 p. 48.
2
Ibídem, 1987, p. 57.
1
presencia anarquista, se produjeron choques entre los trabajadores y las
fuerzas de orden público, que se saldaron con detenciones y la clausura de los
locales obreros.3
En agosto de 1891, un nuevo congreso internacional, celebrado en Bruselas
con asistencia de 15 países. En él se “confirió al 1º de Mayo su carácter de
manifestación anual internacional”.4 Además en la resolución congresual
correspondiente se señala de forma expresa el carácter de celebración y, por lo
tanto, festivo, de la jornada. Igualmente, junto al combate por las ocho horas, el
congreso socialista otorga al 1 de Mayo una dimensión expresamente pacifista.
Cuál fue el desarrollo de esta jornada en España? Hasta 1902, las
celebraciones del 1º de Mayo se limitaron en Madrid a mítines y reuniones en
lugares cerrados, únicos autorizados por el gobernador civil. Aquel año, el
ministro de Gobernación, Alfonso González y Lozano, dirigió una circular a los
gobernadores civiles para que autorizaran las manifestaciones, “imponiendo la
condición de realizarla en las afueras de las poblaciones para evitar posibles
disturbios o colisiones”.5 A pesar de tal disposición, el gobernador de Madrid
volvió a prohibirla aquel año en la capital. En 1903, los trabajadores no
respetaron la prohibición, desfilando por las calles de Madrid. Al año siguiente,
las distintas sociedades obreras se manifestarían legalmente.6
Paulatinamente, a las reivindicaciones iniciales se reforma y protección social
se sumaron consignas de significado más político. Así, el 1 de Mayo de 1911 se
reclamó la revisión de los procesos de los condenados a muerte con motivo de
la Semana Trágica de Barcelona, de julio de 1909. También se pidió aquel año
la reforma del Código de Justicia Militar y la Derogación de la Ley de
Jurisdicciones. En cuanto a la jornada de ocho horas apareció en las
plataformas del 1 de Mayo de manera invariable hasta 1909, que es la fecha en
que se consiguió su establecimiento.7
Pronto se asociará esta fecha con la idea de Fiesta de los Trabajadores, con la
celebración de jiras campestres en los merenderos y zonas verdes existentes
alrededor de la capital.
La primera tuvo lugar en 1894, fecha en la que los panaderos con familia
decidieron pasar la tarde del 1º de Mayo en la Fuente de la Teja, imitándoles
algunos grupos de operarios internos. “Pasar la tarde nada más, porque a las
nueve o las diez de la noche había que comenzar el trabajo y llegar a él con los
sentidos bien despiertos”.8
BABIANO, J.: 1 de Mayo. Historia y significado. Albacete, Altabán, 2006, 33
RIVAS, L.: Historia..., 1987, p. 57
5
No obstante estas limitaciones, el 1º de Mayo de 1902, El Socialista ofrecía un editorial lleno
de optimismo por los avances conseguidos: “Hoy, con más motivo que nunca, el proletariado
español que aspira a mejorar su condición y a redimirse abandona la mina, la fábrica, las
obras, el taller, el campo, para cumplir, en unión de los demás trabajadores conscientes del
mundo, la consigna dada por el célebre Congreso Socialista Internacional de París”. El
Socialista, 1 de mayo de 1902.
6
RIVAS, L.: Historia..., 1987, p. 59.
7
BABIANO, J.: 1 de Mayo…, 2006, 33
8
La Libertad, 2 de mayo de 1930.
3
4
Tan grata resultó la jornada, que al año siguiente fue casi todo el oficio el que
pasó la tarde en la Fuente de la Teja o Pradera del Corregidor. Aquel año hubo
música, ajustándose “ciegos, que, por parejas, tocaban la bandurria y la
guitarra”. También se alquiló un carro para llevar la merienda y el vino, el cual,
a última hora serviría de tribuna para inflamadas arengas.
En 1896 los panaderos invitaron a pasar la tarde en su compañía a colegas de
otros oficios, imitándoles al año siguiente otros grupos de obreros. A partir de
1898-1899 la jira campestre entró en el programa del día, repartiéndose la
gente por la Pradera del Corregidor, Moncloa, Ventas, ribera del Manzanares...
y, tras la I Guerra Mundial, la Dehesa de la Villa. A partir de 1931, la Dehesa
compartirá estas celebraciones con la Casa de Campo, posesión real
entregada a los madrileños por la República.
En 1919, tras la finalización de la I Guerra Mundial, volvieron a celebrarse las
jiras campestres. Según El Socialista: “Por la tarde acudió a la Dehesa de la
Villa una enorme cantidad de familias, que pasaron allí la tarde merendando”.
El acto se vio amenizado por la banda del Asilo de La Paloma que ejecutó un
escogido repertorio.9 Por la mañana había tenido lugar la manifestación
tradicional, recorriendo las calles de Arenal y Alcalá, desde la plaza de Isabel II
hasta la plaza de la Independencia, donde se disolvió. En ésta se habían
instalado tres tribunas, desde las que hablaron representantes de la Agrupación
Socialista Madrileña, del Comité Nacional del PSOE y de la UGT.
Al año siguiente, en 1920, la manifestación se vio alterada por los disparos
efectuados desde el balcón de una casa de viajeros que había en la calle
Arenal, produciéndose un gran revuelo. “Algunos manifestantes –según el
diario El Sol- sacaron pistolas y revólveres e hicieron fuego sobre el balcón
desde el cual, según creían, se habían hecho los disparos”. Acudieron algunos
guardias, quienes subieron a la casa de huéspedes y practicaron una
detención. A las doce y media llegaba la primera bandera a la Casa del Pueblo,
dirigiéndose Largo Caballero a los asistentes desde uno de los balcones que
daban a la calle Piamonte. Al finalizar el acto, remitieron en sobre cerrado las
peticiones de los manifestantes a la Presidencia del Consejo: restablecimiento
de las garantías; cumplimiento de las leyes obreras; abaratamiento de las
subsistencias; disminución de un 50 por 100 en el efectivo del Ejército; acción
contra el terror blanco en Hungría y reconocimiento oficial del Gobierno de los
Soviets.
Desde la una de la tarde comenzaron a llegar a la Dehesa de la Villa
numerosas familias obreras con sus comidas para pasar el resto del día entre
sus pinos. A las cuatro había una gran animación, tanto bajo su arbolado como
en los numerosos merenderos que en ella había, reinando gran alegría a lo
largo de toda la jornada.
La manifestación de 1922 revistió singular importancia, al realizarse un paro de
veinticuatro horas, al que cooperaron los cocheros, los obreros municipales y
los dependientes de comercio. Al terminar el acto, al que asistieron unas
40.000 personas, una Comisión, formada por Largo Caballero, secretario de la
9
El Socialista, 2 de mayo de 1919.
UGT, Saborit, secretario del PSOE, y Gana, secretario de la Agrupación
Socialista Madrileña, se entrevistó con el subsecretario de la Presidencia,
haciéndole entrega de las reivindicaciones obreras: Control sindical obrero;
urbanización del extrarradio; amnistía para todos los delitos políticos y sociales;
derogación de la ley de Jurisdicciones; reconocimiento de la República de los
Soviets; auxilio por el estado de los hambrientos rusos; reducción del cupo de
filas; disminución del contingente militar y reforma de la ley del Servicio militar
obligatorio, y, por último, su protesta contra la guerra de Marruecos. Por la
tarde, como ya venía siendo tradicional se celebró una gira campestre en la
Dehesa de la Villa.10
En 1924, el Gobierno de Primo de Rivera prohibió las manifestaciones del 1º de
Mayo, estando sólo permitidos los actos en locales cerrados y la entrega de
peticiones a las autoridades. Aquel año, con permiso de la censura, se hizo
público un Manifiesto con las reclamaciones y aspiraciones obreras,
entregadas al presidente del Directorio militar. Según señalarían los distintos
medios de comunicación, la desanimación en las calles de Madrid fue
extraordinaria, apareciendo los bares del centro prácticamente desiertos. Por
su parte, el comercio, respetando la significación que para la clase obrera tenía
el 1º de Mayo, cerró sus puertas, como venía haciendo desde hacía varios
años. A pesar de la tranquilidad que mostraba la ciudad, la Dirección General
de Seguridad adoptó grandes medidas de seguridad “especialmente en las
estaciones férreas y en otros servicios públicos, para proteger la libertad de
trabajo”.11
Los trabajadores, siguiendo las instrucciones de la UGT y del PSOE, se fueron
con sus familias al campo. El Metropolitano y los tranvías transportaron millares
de familias, que se fueron dispersando por los pinares de la Dehesa de la Villa
y los merenderos de Cuatro Caminos y Amaniel, organizándose meriendas
mancomunadas y bailes con orquestas de bandurrias y guitarras. La animación
duró hasta bien entrada la noche, en que los grupos regresaron a Madrid
cantando “La Internacional”, con vivas a la Fiesta del Trabajo y a Pablo
Iglesias.12
En los años siguientes las celebraciones del 1º de Mayo tuvieron un carácter
similar, con paros generalizados, sobre todo en el comercio, conferencias, y
giras campestres. Como en años anteriores, la jira organizada por los
trabajadores madrileños se desarrolló en la Dehesa de la Villa, entre otros
lugares, con notable afluencia de familias y animación. Un numeroso grupo de
socialistas, integrado por miembros de Salud y Cultura, se aposentó en los
alrededores de Puerta de Hierro, dedicándose a ejercicios corporales y
deportivos. También se cantaron algunos himnos alusivos a la Fiesta que se
celebraba.
En 1930 la jornada apareció con un sol magnífico, en contraste con la lluvia
caída en días anteriores, superando la afluencia de trabajadores a la Dehesa
de la Villa la de otros años. Como señalaría emocionado el redactor de El
El Sol, 2 de mayo de 1922.
El Imparcial, 2 de mayo de 1924.
12
La Libertad, 2 de mayo de 1924.
10
11
Socialista: “¡Quizás la atmósfera ha comprendido también la magnitud de la
Fiesta del Trabajo!”.13 El movimiento no cesó durante todo el día: 26 coches
puso la Compañía de tranvías, a pesar de lo cual no dejaron un momento de
transportar personas entre Cuatro Caminos y la Dehesa, no resultando fácil
encontrar un hueco en ellos.
Desde primeras horas de la mañana comenzaron a llegar a la Dehesa de la
Villa numerosos grupos de trabajadores, dispuestos a pasar allí una jornada
entrañable. Muchos de ellos prepararon allí sus comidas con leña y ramas de
árbol. A mediodía la Dehesa estaba completamente llena, con familias enteras
debajo de cada uno de sus árboles. La jornada se vio particularmente animada
por la presencia de numerosos vendedores de confituras y frutas, quienes con
sus pregones y gritos, confundidos con las canciones populares, producían una
gran algarabía.
El 1º de Mayo de 1931 tuvo un carácter especial. El paro fue absoluto,
ondeando la bandera de la República desde primera hora en todos los edificios
oficiales y en numerosos balcones particulares. Mucho antes de la hora
señalada para dar comienzo la manifestación, el lugar aparecía repleto de
trabajadores. A las diez y cuarto, tras el disparo de varios cohetes, la
manifestación se puso en marcha. En cabeza, presidiendo la manifestación, iba
Miguel de Unamuno, rector de la Universidad de Salamanca, con Largo
Caballero, ministro de Trabajo, e Indalecio Prieto, ministro de Hacienda, a su
lado. También figuraban en primera fila Besteiro, Gómez, Girals, Ovejero y
varios miembros del Consejo General de la Federación Sindical Internacional,
de la Oficina Internacional del Trabajo de Ginebra, de la Internacional del
Transporte, de la Confederación Sindical de Finlandia, etc. Rodeando a la
presidencia, un cordón de la Milicia socialista, con dos niñas al frente: una
vestida de República, con gorro frigio y terciada en una bandera tricolor, y otra
vestida de rojo y con una banda en tercerola en que se leía: “¡Viva el
socialismo!”. Detrás iban los manifestantes, en número superior a 300.000,
cantando “La Marsellesa” y “La Internacional”.
A las doce menos cuarto llegó la manifestación a la Presidencia del Consejo,
donde se encontraban, entre otros, Alcalá Zamora, Albornoz, Azaña, Maura y
Casares Quiroga. Una comisión, formada por Largo Caballero, Trifón Gómez,
Muiño, Gana y Victoriana Herreros, entró en la casa presidencial entregando a
Niceto Alcalá Zamora las conclusiones adoptadas. El programa incluía los
siguientes puntos: 1) Derecho al voto a los 21 años; 2) ratificación de la jornada
de ocho horas y garantías para su cumplimiento; 3) medidas contra el paro y la
carestía de la vida; 4) construcción de casas baratas; 5) implantación de
seguros sociales; 6) creación de escuelas; 7) creación de una ley que estimule
el cooperativismo; 8) legislación agraria; 9) repoblación forestal; 10) ley de
control sindical de las industrias.14
Tras dirigirse a los manifestantes Alcalá Zamora, tomó la palabra Largo
Caballero, pidiendo a los allí congregados se disolvieran con tranquilidad y
evitaran “todo incidente que pudiera dar motivo a nuestros enemigos para
13
14
El Socialista, 2 de mayo de 1930.
BABIANO, J.: 1 de Mayo…, 2006, 62
censurar esta República, que ha nacido en la forma que todos habéis visto y
aplaudida por el Mundo entero”.15
Antes de las cinco de la mañana empezó a llegar la gente a la Casa de Campo,
entregada días antes por la República al pueblo de Madrid, aunque sus puertas
no se abrían hasta las ocho y media. Muchos obreros lucían el gorro frigio, de
papel o paño, o se lo habían puesto a sus hijos. Como el número de niños era
muy grande no tardarían en perderse algunos, teniendo que organizar la
Guardia Civil un servicio para recogerles y entregarles a sus familias.
También la afluencia de gente a la Dehesa de la Villa fue grande, sobre todo de
la zona norte. Muchos de los excursionistas lo hicieron en camionetas
adornadas con banderas republicanas. Al anochecer, los excursionistas
regresaron a Madrid. La mayoría lo hizo a pie, pero también se utilizaron los
más variopintos medios de transporte, como los carros de mano, empujados a
duras penas por el cabeza de familia. Ya en el centro, grupos de gallegos y
asturianos desfilaron a los acordes de la gaita, entonando canciones
regionales.
La participación masiva y la normalidad en las manifestaciones fueron la tónica
del 1 de Mayo también en 1932 y 1933. En Madrid, los comunistas trataron de
organizar manifestaciones propias, al margen de las convocadas por el PSOE,
siendo dispersados por la policía. También tuvieron lugar las excursiones
campestres, siendo la Casa de Campo y la Dehesa de la Villa los lugares
preferidos para el esparcimiento.
El 28 de abril de 1933, El Socialista se hacía eco de las medidas adoptadas por
el Ayuntamiento para el 1º de Mayo. Dada la gran afluencia de gente que se
producía aquel día en la Dehesa de la Villa y la Casa de Campo, el
Ayuntamiento dispuso un servicio para el abastecimiento de agua por medio de
tanques y fuentes portátiles. Asimismo se organizó un servicio para la recogida
de los niños que se extraviaran, en la Dehesa de la Villa en el Colegio de la
Paloma y en la Casa de Campo en la Puerta del Río. Al mismo tiempo se
recordaba la prohibición de encender lumbre en ambos parques y se llamaba a
la colaboración de los excursionistas para impedir que se destrozaran los
árboles o plantas de aquellos lugares.16
Aunque la climatología parecía no acompañar el día, desde primeras horas de
la mañana, miles de familia se trasladaron a la Casa de Campo y la Dehesa de
la Villa para celebrar la fiesta del Trabajo de 1934. Los vecinos de la zona Norte
llenaron la Dehesa de la Villa, portando la mayoría de ellos banderas
republicanas y la roja del proletariado. En el camino cantaban himnos
republicanos, “La Internacional” y el himno de las Juventudes Socialistas. La
animación fue extraordinaria a lo largo de todo el día, con numerosos bailes
organizados en torno a una guitarra, un acordeón o un gramófono. A primera
hora de la noche, las familias regresaron a casa, cantando alegremente.17
Heraldo de Madrid, 2 de mayo de 1931.
El Socialista, 28 de abril de 1933.
17
Heraldo de Madrid, 2 de mayo de 1934.
15
16
En 1935 destacó el despliegue de guardias ordenado por el ministro de
Gobernación, Portela Valladares. A las once, la policía disolvía a quienes
intentaban manifestarse en la calle Alberto Aguilera, realizando varias
detenciones. Según reflejaría el diario El Sol: “Las clases populares han
invadido las zonas campestres cercanas, y entre los chopos, los robles y las
encinas se han dedicado al placer de la comida bajo el sol luciente y la siesta
campera”.18
Desde primera hora de la mañana, la glorieta de Atocha estaba atestada de
trabajadores que con sus banderas iban a asistir a la manifestación del 1º de
Mayo de 1936. A las diez de la mañana, llegaban hasta el Puente de Vallecas.
El centro del paseo del Prado aparecía ocupado por jóvenes socialistas y
comunistas, uniformados con camisas azules, así como por las organizaciones
juveniles, femeninas e infantiles de las sociedades obreras. La presidencia de
la manifestación estaba formada por: Largo Caballero y Díaz Ramos, por la
UGT; Vidarte y Cordero, por el PSOE; Araquistain y W. Carrillo, por la
Agrupación Socialista Madrileña; Trifón Medrano y Santiago Carrillo, por el
Comité de Unificación de las Juventudes Marxistas; José Díaz y Francisco
Antón, por el PCE; y por la Comisión organizadora: Luis Menéndez, de la Casa
del Pueblo; Díaz Alor, por el PSOE; Cabo Giorla, por el PCE; y Muñoz
Arconada, por el Comité de Unificación Juvenil Marxista.19
Todo el recorrido se hallaba ocupado por millares de personas que no dejaban
de dar vivas al Frente Único, a Rusia, a Pablo Iglesias, a Marx, a Besteiro, a
Largo Caballero, a Lenin, a Thaelman, a José Díaz y a otras ilustres figuras del
proletariado. Cuando la cabeza de la manifestación llegó a la Presidencia del
Consejo, se destacó de aquélla una Comisión, que subió al despacho del jefe
del Gobierno, donde esperaba Azaña, acompañado de los ministros de Estado,
Agricultura y Trabajo. El texto de las conclusiones, entregadas por los
comisionados al jefe del Gobierno decía: a) Cumplimiento de lo pactado por las
organizaciones del Frente Popular como programa; b) resolución del paro
obrero mediante un plan de obras públicas y asignación, entre tanto, de
subsidios de desempleo; c) semana laboral de 40 horas; d) anulación del
crédito acordado por el anterior gobierno para acudir a las Olimpiadas de Berlín
–organizadas por el nazismo- que debería dedicarse al deporte popular; e)
depuración de responsabilidades por la represión de octubre de 1934; f)
disolución de los grupos armados de carácter fascista y monárquico, a los que
se deberían confiscar sus bienes; g) créditos para el auxilio público de
mutilados y otras víctimas de la represión de octubre de 1934; h) ampliación de
la amnistía e indulto para los presos comunes; i) contra la guerra imperialista y
en defensa de la Unión Soviética.20
No obstante celebrarse por la mañana la manifestación obrera, desde primeras
horas de la mañana numerosos grupos de familias se marcharon a la Casa de
Campo y a la Dehesa de la Villa, entre otros lugares, a pasar el día. La ciudad
presentaba un aspecto sorprendente, con las calles convertidas en
El Sol, 2 de mayo de 1935.
El Socialista, 2 de mayo de 1936.
20
BABIANO, J.: 1 de Mayo…, 2006, 65
18
19
improvisados campos de fútbol y las niñas jugando a la comba. En las aceras
se veían muchas sillas de paja con personas tomando el sol.
La guerra del 36 supuso un nuevo giro en las celebraciones del 1 de Mayo. En
el territorio ocupado por los sublevados fueron prohibidas, según Decreto de 13
de abril de 1937. En zona republicana, los años 1937 y 1938 se prohíben las
manifestaciones, si bien las organizaciones obreras publican manifiestos y
celebran mítines y actos en recintos cerrados, como el mitin unitario organizado
por la CNT y UGT en un teatro de Valencia. La propaganda insistía en el
esfuerzo bélico contra el fascismo y en la unidad, la disciplina y el sacrificio de
los trabajadores. El 1 de Mayo de 1939 las organizaciones obreras ya no
tuvieron ocasión de difundir su prensa ni de realizar actos conmemorativos en
España.
Concluida la guerra, una Orden de 9 de marzo de 1937 ratificó la suspensión. A
diferencia de Hitler que se apropió del 1 de Mayo transformándolo en Día
Nacional del trabajo, dentro de la ritualidad nazi, Franco optó por abolirlo, igual
que Mussolini. En su lugar, trató de dotar al 18 de julio del carácter de fiesta de
Exaltación del Trabajo Nacional. Así, el Día del Trabajo quedaba vinculado a la
fecha del Alzamiento; es decir de la rebelión militar de 1939.21
A pesar de las dificultades impuestas por el franquismo, en 1946 y 1947
tuvieron lugar una serie de huelgas en Cataluña y sobre todo en Vizcaya en
mayo de 1947 contra la carestía de la vida y los bajos salarios, en repudio del
nuevo régimen. Estuvieron vertebradas por las organizaciones clásicas del
movimiento obrero, la UGT y la CNT.
En la década siguiente, tras la huelga de tranvías de Barcelona de 1951,
asistimos al surgimiento de nuevos activistas obreros y nuevas formas de
conflicto centradas en reivindicaciones inmediatas de la clase trabajadora, de
manera generalmente aislada en las empresas, con un impacto muy limitado
en las celebraciones del 1 de Mayo. Para ello habrá que esperar a los años 60,
cuando las elecciones sindicales y la negociación colectiva en el marco del
sindicato vertical, a partir de la Ley de 1958, generaron nuevas oportunidades
para la recomposición del movimiento obrero, produciéndose ésta a través de
las Comisiones Obreras, donde se encontraron los militantes comunistas y de
la Acción Católica.
A partir de las huelgas mineras de la primavera de 1962 la conflictividad laboral
en España dibujó una curva ascendente hasta 1976. A mediados de la década
se había constituido ya Comisiones Obreras con carácter estable en las
principales ciudades industriales del país, como Barcelona, Madrid o Sevilla,
iniciándose un periodo más favorable para la revitalización del 1 de Mayo.
Por lo general, el día 30 se intentaba que fuera una jornada de lucha con
formas diversificadas de acción: paros cortos, boicot al transporte colectivo de
las empresas o minutos de silencio en los comedores de las fábricas a la hora
del bocadillo. El día 1 se convocaban concentraciones en torno a los locales del
sindicato vertical.
21
BABIANO, J.: 1 de Mayo…, 2006, 73
Al hilo de estas acciones del 1 de Mayo, fue bastante usual que la policía
detuvieses durante las setenta y dos horas previas a la Jornada del Trabajo a
los militantes que estaban fichados, con el objetivo de hacer fracasar las
movilizaciones previstas para el 30 de abril y primero de mayo.
Tal y como señala José Babiano: “En 1975 y 1976, en un contexto de
incremento de la conflictividad laboral en España los trabajadores desafiaron
en la calle a las autoridades el 1 de Mayo de manera masiva”. En Madrid,
además de los saltos por la mañana hubo convocatoria por la tarde en la Casa
de Campo, donde intervino la policía armada a caballo para dispersar a los
trataban de concentrarse y recuperar una parte del ritual que se remontaba a
los años de la Segunda República.
En abril de 1977, cuando ya lo habían sido el PSOE y el PCE, fueron
legalizadas las organizaciones sindicales, lo que no impidió que el gobierno de
Adolfo Suárez prohibiera las manifestaciones convocadas por los sindicatos de
manera unitaria reclamando plena libertad sindical, derecho de huelga y
amnistía laboral, exigiéndose el desmantelamiento del vertical. 22 En el caso de
Madrid la policía dispersó con material antidisturbios a los grupos de
trabajadores que intentaron concentrarse a lo largo de la mañana en respuesta
al llamamiento de CCOO, UGT y USO para la celebración de un mitin en los
alrededores del campo de fútbol del Rayo Vallecano. Por la tarde, CCOO y
USO organizaron una fiesta en el Pinar de las Siete Hermanas, en la Casa de
Campo, interviniendo la policía al final de la velada.
Será en 1978 cuando se celebre el primer 1 de Mayo con autorización
gubernamental tras la vuelta de la democracia. La manifestación central se
celebró en Madrid bajo una constante lluvia. A pesar de ello acudieron
alrededor de trescientas mil personas, coreando consignas contra el paro, por
la unidad sindical y por la devolución del patrimonio sindical, entre otras. Tras
dirigirse a los congregados los secretarios generales de CCOO y UGT y los del
PSOE y el PCE, los asistentes cantaron puño en alto la Internacional y se
dispersaron. Otro tanto ocurrió aquel año en Cataluña, País Vasco, Galicia,
Andalucía y Asturias, donde las manifestaciones fueron multitudinarias.
El 1 de Mayo de 1979 estuvo marcado por la victoria electoral de la izquierda
en las elecciones municipales y la violencia de la extrema derecha. El 29 de
abril fue asesinado en Madrid Andrés García, un militante de la Juventud
Comunista del barrio de Retiro y el mismo 1 de Mayo, otros dos jóvenes eran
apuñalados por matones de la extrema derecha. El rechazo a la violencia y el
terrorismo fueron algunos de los motivos de las consignas que pudieron
escucharse.
En 1980 nueva aparición de la violencia de extrema derecha, que se cobró una
víctima mortal al final de la manifestación de Madrid. El desempleo, cada vez
más grave, fue el tema de mayor preocupación de los dirigentes sindicales en
sus discursos. El intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981 y el
22
HERRERÍN LÓPEZ, Ángel: “De la lucha por la revolución a la defensa de los derechos. El 1º de Mayo den España a
través de sus manifiestos”. En RIVAS, Lucía (dir): 1890.2010 El Primero de Mayo en España, 120 Aniversario. Madrid,
Fundación 1º de Mayo-CCOO, 2010, pp. 69-94
agravamiento de la crisis económica hicieron reaccionar a los dos grandes
sindicatos, manifestándose de nuevo juntos contra el paro y la libertad. En
1982, el contexto de crisis y desempleo, por un lado, y de amenazas del
terrorismo y del golpismo, por otro, marcaron las consignas del 1 de Mayo.23
El 1 de Mayo de 1983 dejó patente el deterioro de las relaciones entre CCOO y
UGT tras el acceso del PSOE al gobierno de la nación. Por primera vez desde
la Transición no hubo ni manifiesto ni llamamiento conjunto a manifestaciones
unitarias. En 1985, la lucha por el empleo dominará las conmemoraciones por
separado del 1 de Mayo. La cuestión de la paz estuvo presente en las
manifestaciones convocadas por CCOO en 1985 y 1986, expresando así el
rechazo del sindicato a la entrada de España en la OTAN.
Tras la huelga general del 14 de diciembre de 1988, el 1 de Mayo siguiente,
CCOO y UGT volvieron a organizar conjuntamente en todo el país las
conmemoraciones de esta jornada. La vuelta a la unidad “tuvo lugar sobre la
base de la exigencia al gobierno de Felipe González del pago de la deuda
social; es decir, reclamaban, ahora que la economía había tomado un curso
ascendente, una redistribución que redundase en la mejora de las condiciones
de vida y trabajo”.24
El carácter unitario del 1 de Mayo se ha mantenido desde aquella fecha, así
como la preocupación de las organizaciones obreras por el empleo, la calidad
del mismo y los derechos a él asociados. Asimismo en los discursos de los
dirigentes sindicales se puede vislumbrar la continuidad de los discursos
pacifista e internacionalista: solidaridad con el movimiento antisegregacionista
en Sudáfrica, con los palestinos, con el pueblo salvadoreño, contra la guerra de
Irak, etc. En 2004, tras el atentado del 11 de marzo en Madrid, CCOO y UGT se
pronunciaron el 1 de Mayo en contra del terrorismo.
Finalmente, el 1 de Mayo de 2013, en un contexto caracterizado por el fracaso
de las políticas de recortes de derechos y reformas impuestas por el Gobierno
del Partido Popular, el lema de la convocatoria realizada por CCOO y UGT es:
“No tienen Límites. Lucha por tus derechos”.
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BABIANO, J.: 1 de Mayo…, 2006, 87
BABIANO, J.: 1 de Mayo…, 2006, 88
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