network» de la extrema derecha entre España e Italia después de

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UN RED TRANSNACIONAL. LA «NETWORK» DE EXTREMA DERECHA ENTRE ESPAÑA E ITALIA DESPUÉS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL, 1945‐1968 Matteo Antonio Albanese y Pablo del Hierro Introducción El 12 de diciembre de 1969 una bomba estallaba dentro de la Banca Nazionale dell’Agricoltura de Milán dejando 16 muertos y decenas de heridos. Cinco años más tarde, el 26 de mayo de 1974, otra bomba hacía explosión en las calles de Brescia durante una manifestación antifascista, causando 8 muertos y más de 40 heridos. El 9 de mayo de 1976 un número indeterminado de pistoleros atacaron con armas de fuego a miembros del Partido Carlista que estaban celebrando una romería en Montejurra (España). Los incidentes dejaron dos muertos y varios heridos. Unos meses más tarde, en la noche del 24 de enero de 1977, otro grupo de pistoleros irrumpió en el despacho de abogados laboralistas vinculados al sindicato Comisiones Obreras, sito en la madrileña calle de Atocha. Los sicarios dispararon indis‐
criminadamente al grupo provocando 5 muertos y 4 heridos. Todos estos atentados fueron planeados y ejecutados por grupos terroristas de extrema derecha, unos grupos cuyo punto en común reside en que pertenecían a una red o network más amplia de movimientos fascistas cuyas raíces pueden ser rastreadas hasta la década de 1930. El objetivo de este artículo es precisamente mostrar cómo nacieron estas redes y cómo se desarrollaron en el contexto de la Guerra Fría y, un poco más tarde, en el del proceso de integración europea. Evidentemente, es imposible analizar en un texto corto una red global de tal magnitud. Es por ello que el presente artículo se va a centrar exclusivamente en un anillo de esa cadena, concretamente en las relaciones establecidas entre movimientos neofascistas italianos y españoles. A este respecto, es importante aclarar que, aunque este caso de estudio representa únicamente una parte pequeña de la red, se trata de uno de sus anillos más fuertes e importantes, hasta el punto de que su análisis nos ayuda a entender los mecanismos y las maneras de toda la network. 6 A fin de reconstruir esta parte de la red de manera satisfactoria, es necesario distinguir tres categorías de análisis que, aunque diferentes, se entrecruzan en todo momento durante nuestro estudio: personas individuales, organizaciones políticas y aparatos estatales. Con respecto a la primera categoría, la relación nacida durante la Guerra Civil española entre el «Corpo di Truppe Volontarie» (CTV) y los ejércitos franquistas, produjo una serie de vínculos personales fundamentales en los primeros pasos de la formación de la red. Como se propone evidenciar el presente artículo, en la base de estas relaciones estaba el compartir la dramática experiencia de la derrota sufrida durante la Segunda Guerra Mundial y una misma ideología, al menos en sus puntos principales. Respecto a la segunda categoría, es necesario tener en cuenta que esas personas estaban muy a menudo involucradas en organizaciones políticas. De este modo, las relaciones personales se volvieron inmediatamente políticas y, por consiguiente, activas y dinámicas, cambiando según los diferentes escenarios tanto nacionales como internacionales. Por último, la elección de la tercera categoría responde a la particular organización del régimen de Franco. De hecho, resulta evidente que significados miembros de la extrema derecha española formaban parte del Gobierno nacional, lo cual implicaba que los neofascistas italianos se vieran obligados a mantener relaciones con importantes sectores del régimen franquista. La activa participación del Gobierno español en la red constituye otra razón más que refrenda la importancia de este anillo para entender mejor el funcionamiento de toda la cadena. A pesar de que el nivel internacional es crucial para analizar esta red, debemos hacer notar que la mayor parte de la literatura dedicada al estudio de los movimientos de extrema derecha sigue siendo a día de hoy eminentemente estado‐céntrica. Sin embargo, el presente artículo parte de la base de que estos movimientos no pueden ser entendidos adecuadamente si no se tiene en cuenta su dimensión transnacional. Dada la escasez de literatura especializada que haya adoptado un enfoque transnacional, este artículo está basado principalmente en fuentes primarias. De entre ellas, los documentos más importantes han sido hallados en los archivos nacionales tanto de Italia (los «Archivio Centrale dello Stato» tanto de Roma como de Cosenza, y el «Istituto Sturzo» extremadamente útil para comprender la relación entre el régimen franquista y la «Democrazia Cristiana»), como de España (Archivo General de la Administración, Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores y la Fundación Nacional Francisco Franco). La 7 dimensión transnacional ha sido reforzada aún más si cabe gracias a los documentos encontrados en los archivos de Portugal (Archibo Naçional Portuguese de Torre do Tombo), Francia (Ministère des Affaires Etrangères) y del Reino Unido (National Archives). Estas fuentes demuestran claramente que aún queda una enorme labor por hacer. Finalmente, es necesario añadir una nota respecto al uso de las fuentes judiciales que constituyen otra de las principales bazas de este artículo. En particular, es importante aclarar dos aspectos. En primer lugar, que los indicios y las pruebas que un historiador busca y usa durante su investigación son diferentes de los que buscan y usan los jueces y, o, abogados durante un juicio. En su búsqueda de razones para explicar ciertos eventos, los historiadores tratan de reconstruir un contexto más amplio, cosa que muy pocas veces interesa a jueces y a abogados, más preocupados por demostrar sus tesis a base de «teoremas». Y en segundo lugar, debido a la particular naturaleza de este tipo de fuentes, el historiador debe usarlas con extremo cuidado. Es por ello que la presente investigación solamente hará uso de documentos judiciales que tengan su corroboración en otras bases documentales. Esta elección está motivada por el hecho de que un juicio es una batalla dialéctica en la que las distintas partes intentan demostrar sus propias hipótesis. En este contexto, el cruzar estas fuentes con otras de distinta naturaleza contribuye a diferenciar la información de lo que acaba siendo pura argumentación dialéctica1. En resumidas cuentas, las páginas siguientes se proponen abordar las relaciones establecidas entre movimientos de extrema derecha españoles e italianos entre 1945 y 1968 en un intento por entender un importante anillo dentro de una red global de organizaciones terroristas y neofascistas. 1945‐56 La consolidación de la red fascista después de la segunda guerra mundial Del MIFF a los FAR. La red de extrema derecha después del final de la Segunda Guerra Mundial. Contrariamente a lo que se podría pensar, el final de la Segunda Guerra Mundial no trajo consigo la desaparición de los contactos entre extrema derecha española e 1
ALBANESE, M.: Storia Di Una Sconfitta: Le Brigate Rosse E La Gauche Prolétarienne Di Fronte Alla Globalizzazione, Florencia, European University Institute, 2011. 8 italiana. Y ello, a pesar de la difícil situación en la que se encontraban los dos países en el verano de 1945. Por un lado, el nuevo gobierno italiano tenía por delante la difícil misión de reconstruir el país, reintegrándolo dentro del sistema internacional. Es por ello, que la mayor parte de los esfuerzos del gobierno de concentración nacional estuvieron encaminados a borrar el pasado fascista, tratando de convencer a la comunidad internacional de que el pueblo italiano no había sido realmente el causante del conflicto bélico2. Por el otro lado, la situación de España no era mucho mejor. La victoria de los aliados dejaba al régimen de Franco como el último reducto fascista en Europa, un anacronismo que debía desaparecer lo antes posible. Enfrentados a esta difícil situación, las autoridades españolas trataron de acelerar el proceso de distanciamiento del Eje, un proceso que ya había comenzado muy lentamente en septiembre de 1942 con la sustitución de Serrano Suñer como Ministro de Asuntos Exteriores3. Es en este contexto de separación con respecto al fascismo en el que debemos encuadrar la decisión tomada por el Gobierno español de cerrar oficialmente las oficinas del Servicio Exterior de Falange en Roma4. Cabe recordar que estas oficinas habían jugado un papel muy importante durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial como nexo entre elementos de extrema derecha de los dos países5. Sin embargo, y a pesar de la difícil situación, la extrema derecha española e italiana logró mantener los contactos, poniendo en pie una red bastante sólida con sorprendente rapidez. Dentro de estos contactos, debemos mencionar cuatro actores que destacan por su relevancia en el plano bilateral: los antiguos miembros de la República Social Italiana (RSI) que decidieron permanecer en España después de 1945, el Movimento Italiano Fede e Famiglia (MIFF), los Fasci d’Azione Rivoluzionaria (FAR) y, por último, el Uomo Qualunque. 2
FOCARDI, F. y KLINKHAMMER, L.: «La difficile transizione: l’Italia e il peso del passato» en ROMERO, F. y VARSORI, A. (eds.): Nazione, Interdipendenza, Intregrazione: Le Relazioni Internazionali dell’Italia, 1917‐
1989, Roma, Carocci, 2005, pp. 113‐29. 3
RIQUER, B.: La Dictadura De Franco, Barcelona, Crítica/Marcial Pons, 2010, SAZ, I.: Fascismo y franquismo, Valencia, Publicaciones Universitat de Valencia, 2004. 4
Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores (AMAE): R. 1.276, Exp. 2. Telegrama del Embajador español en Roma, José Antonio de Sangróniz, a Lequerica, 29‐5‐45. 5
CAROTENUTO, G.: Franco e Mussolini, Milán, Sperling & Kupfer, 2005; GUDERZO, M.: Madrid e l’arte della diplomazia: l’incognita spagnola nella Seconda Guerra Mondiale, Firenze, Manent, 1995; TUSELL, X. y GARCÍA Y QUEIPO DE LLANO, G.: Franco y Mussolini: La política española durante la segunda guerra mundial, Barcelona, Planeta, 1985. 9 La primera opción era la más fácil y lógica puesto que numerosos miembros de la RSI, fieles a la causa mussoliniana, habían decidido permanecer en España al término de la guerra. Aunque muchos de ellos optaron por abandonar toda actividad política, hubo una minoría que siguió defendiendo los ideales fascistas de una manera bastante activa. Dentro de este grupo, destaca la figura de Arturo degli Agostini que acabaría por convertirse en el primer delegado oficial del MSI fuera de Italia6. Este grupo de exiliados italianos en España iba a tener una gran importancia dentro de la red hispano‐italiana puesto que casi todas sus actividades pasarían por ellos de una u otra manera. A este grupo se uniría rápidamente otro formado por antiguos fascistas que habían sido arrestados por las autoridades aliadas durante la guerra, pero que fueron siendo liberados poco a poco durante los años posteriores al fin de las hostilidades. Muchas de estas personas no contemplaban la opción de permanecer o regresar a Italia, y por ello buscaban alternativas. Obviamente, la España de Franco aparecía como una de las más atractivas. Dentro de este conjunto, destaca la figura de Gastone Gambara. Militar de carrera, Gambara se destacó durante la intervención italiana a favor del bando de Franco en la Guerra Civil Española donde consiguió el ascenso a General de brigada. También participó en la Segunda Guerra Mundial donde luchó en las filas tanto de Italia como de la RSI. Finalmente, fue capturado por los aliados e internado en un campo de concentración. Sin embargo, su estancia en la cárcel fue muy breve quedando pronto liberado. Los buenos contactos que había forjado con las autoridades franquistas durante la guerra civil le sirvieron para obtener refugio en Madrid donde se instaló con bastantes comodidades. Desde esta privilegiada posición, Gambara se convirtió no sólo en una pieza clave dentro de la red fascista, sino también en un intermediario privilegiado entre el Gobierno italiano y el régimen de Franco7. Un segundo actor relevante en estos primeros momentos después de la Segunda Guerra Mundial fue el MIFF. Fundado por la Princesa Maria Pignatelli como organización asistencial para antiguos fascistas en apuros, el movimiento se acabó convirtiendo en un importante eslabón de la red, gracias a los valiosos contactos de la 6
Archivio Centrale dello Stato di Cosenza (ACSC). Fondo MIFF. Carpeta 38, fascículo 20. DEL HIERRO, P.: Beyond Bilateralism: Spanish‐Italian Relations and the Influence of the Major Powers, 1943‐1957, Florencia, European University Institute, 2011, p. 246. 7
10 Pignatelli. Estos no se limitaban al nuevo Gobierno italiano, sino que incluían a importantes autoridades aliadas (entre ellos, gente de la OSS), miembros de la jerarquía católica, y representantes de la extrema derecha de todo el mundo. De hecho, un análisis detallado de la sección exterior del archivo del MIFF nos permite comprobar que entre 1945 y 1950 la organización estableció contactos con elementos de países tan variopintos como Alemania, Suecia, Estados Unidos, Brasil o Argentina. Obviamente España no podía ser una excepción, y la Pignatelli logró establecer una sección del movimiento (dirigida por Linda Berardi) y entablar contactos con, entre otros, Arturo degli Agostini, Pilar Primo de Rivera o Mercedes Carré – siendo estas últimas importantes elementos de la sección femenina de Falange8. A pesar de su importancia en la consolidación de la red, su actividad en España se limitó a la recaudación de fondos para la asistencia de conocidos fascistas (entre ellos, algunos miembros de la familia Petacci que habían logrado huir a España) y la organización de viajes de intercambio entre jóvenes italianas y españolas9. El tercer actor de relevancia fueron los FAR que representan, según Giuseppe Parlato, «el momento político clandestino más significativo del neofascismo»10. La organización, liderada por “Pino” Romualdi, se encargó de aglutinar a los fascistas más ilustres de la RSI que aún quedaban en libertad en Italia, y estaba compuesta por un directorio político y un brazo armado, formado a su vez por grupos de acción de diversos orígenes. De entre los miembros de esta organización cabe destacar los nombres de Pino Rauti, quien años más tarde fundaría Ordine Nuevo y jugaría un papel muy importante dentro de la red neofascista, y Luciano Lucci Chiarissi. Mención especial merece este último por sus importantes contactos con España. Uno de ellos era Leo Negrelli, periodista de Il Giornale d’Italia muy cercano a la colonia fascista residente en España, con el que mantenía una curiosa relación epistolar11. Finalmente, el cuarto actor que debemos destacar es el Uomo Qualunque. En efecto, el partido creado por Guglielmo Giannini, conocido periodista, jugó un papel relevante en la vida política italiana durante los meses que siguieron al final de la 8
ACSC. Fondo MIFF. Carpeta 38. España. Ibidem. 10
PARLATO, G.: Fascisti Senza Mussolini: Le Origini Del Neofascismo in Italia, 1943‐1948, Bologna, Il mulino, 2006, p. 234. 11
Archivio Centrale dello Stato (ACS). Fondo Giorgio Pini. Proceso judicial a los FAR. 9
11 Segunda Guerra Mundial, nutriéndose de exfascistas, fascistas proscritos y, en general, todas aquellas personas descontentas por la nueva situación creada con el nuevo régimen. Durante este periodo las autoridades españolas vieron al Uomo Qualunque con mucha simpatía e incluso como una verdadera alternativa de poder a la Democracia Cristiana 12 . Y es que, aunque los democristianos seguían siendo los interlocutores principales con el régimen de Franco, las autoridades españolas no querían perder de vista otras alternativas políticas que seguramente habrían contribuido a mejorar las relaciones bilaterales13. Un canal privilegiado. El nacimiento del MSI y los contactos con el régimen de Franco Sin embargo, todo este panorama cambió de manera drástica en diciembre de 1946 con el nacimiento del Movimento Sociale Italiano (MSI), el partido ideado por Pino Romualdi y que iba a aglutinar a casi toda la extrema derecha italiana durante casi diez años. Aunque es imposible analizar aquí los detalles de la creación y evolución del MSI durante sus primeros años, sí que es necesario explicar que los buenos resultados obtenidos por el «partito della fiamma» durante las primeras elecciones convencieron a las autoridades españolas de la necesidad de entablar buenas relaciones con él. Obviamente, esta percepción era compartida por los líderes del MSI quienes se apresuraron a organizar una oficina en Madrid que quedó al cargo de Arturo degli Agostini y que contó con el apoyo de los fascistas más prominentes residentes en Madrid. Por un lado, el MSI miraba al régimen de Franco como a un posible referente político, y por otro, mucho más pragmático, como una fuente de ingresos para financiar sus campañas propagandísticas y electorales14. De esta manera, se creó rápidamente un mecanismo que iba a regular los contactos entre el MSI y el régimen franquista durante más de dos décadas. Por un lado, los dirigentes del MSI iban a realizar viajes periódicos a España con un doble motivo: informar de la situación de la política italiana, cada vez más difícil debido a presencia del PCI y la tibia política de la DC, y solicitar apoyo financiero para el partido que era presentado a ojos de los españoles como el único capaz de oponerse a la 12
AMAE: R. 2.042 Exp. 8‐11. Informaciones sobre política interior de Italia, 1946‐49. DEL HIERRO: op. cit. 14
NELLO, P.: Il partito della fiamma: la destra in Italia dal MSI ad AN, Pisa, Istituti editoriali e poligrafici internazionali, 1998; PARLATO, G.: op. cit. 13
12 expansión del comunismo en Italia. A cambio, el MSI se comprometía a defender la causa española dentro del Parlamento italiano y a utilizar toda su maquinaria propagandística para mejorar la imagen del régimen de Franco a ojos de los italianos. Personaje clave en este mecanismo durante los primeros años fue Filippo Anfuso, antiguo embajador de la RSI en Berlín y ahora alto cargo del MSI. Aunque no se puede descartar que las ayudas económicas se dieran antes, los documentos españoles nos muestran cómo Anfuso fue la primera persona encargada de distribuir ayudas económicas españolas dentro del partido. En concreto se trataba de 2.738.000 liras que tenían que financiar una campaña a favor del régimen franquista durante el año 195115 . Un año más tarde, Anfuso volvía a España, esta vez acompañado de Arturo Michelini, nuevo líder del MSI, para pedir más financiación con motivo de las elecciones administrativas en Italia. El viaje por parte española fue organizado conjuntamente por el Ministerio de Asuntos Exteriores y la Embajada en el Quirinal, que se convertían así en partes activas de la red de extrema derecha hispano‐
italiana16. De esta manera queda refrendada una de las hipótesis que planteabamos en la introducción, que veía en la participación del gobierno español un elemento nuevo y enriquecedor dentro del estudio de la network. Estos viajes se irían repitiendo de forma periódica aunque sus protagonistas fueron cambiando en cada ocasión. A Anfuso y a Michelini se fueron añadiendo otras personalidades del MSI como Franz Turchi, Ezio Maria Gray o Roberto Mieville. En la mayoría de los casos, estos lograban reunirse con las personalidades más importantes del régimen, incluyendo a Carrero Blanco y al mismísimo Franco; aunque sus contactos no se quedaban allí. También establecieron relaciones con importantes miembros de la Falange como los hermanos Fernández Cuesta o José Antonio Girón17. El resultado de esta interacción fue que el MSI quedó durante casi una década como un interlocutor privilegiado y pieza clave dentro de la red neofascista italo‐
15
AMAE: R. 2.717 Exp. 15‐16. Telegramas entre Madrid y Roma, 1951. AMAE: R. 3.154, Exp. 11‐12. Telegrama de Sangróniz a Artajo, 20‐4‐52 y respuesta de Carrero Blanco, 21‐4‐52. 17
AMAE: R. 4.512, Exp. 51. Carta de Navasqüés a Artajo, 4‐2‐57. Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF). Doc. Nº 28. Pro‐Memoria entregado por Franz Turchi, 23‐12‐60. Archivo General de la Administración (AGA). Fondo del Movimiento Nacional. Servicio Exterior. AGA 51/19051. Visita de Roberto Mieville a España, diciembre, 1949. 16
13 española. Un buen ejemplo de esto fue el viaje a Roma de un grupo de estudiantes falangistas que fueron recibidos «a bombo y platillo» por los más importantes representantes del partido de la llama, entre ellos Roberto Mieville, Ernesto Massi y Giorgio Almirante18. Sin embargo, la preponderancia del MSI dentro de la red neofascista no iba a durar mucho. La propia crisis interna del partido que llevó a su escisión en 1956 (de la que saldría Ordine Nuovo), junto con el fracaso del experimento Tambroni en 1960, convenció a las autoridades españolas de que el partido de la llama era un aliado con muchas limitaciones. Aunque los contactos nunca se perdieron del todo, e incluso se siguió financiando al partido en momentos puntuales, el Gobierno español comenzó a sondear y mantener contactos con otros grupos aún más radicales que el propio MSI.. Esta orientación, como veremos en el parágrafo siguiente, quedó confirmada a principios de los sesenta en el contexto de la política de apertura a la izquierda adoptada por los democristianos. En efecto, la participación del Partido Socialista Italiano (PSI) en el Gobierno dificultaba las relaciones bilaterales y obligaba a las autoridades españolas a buscar alternativas más radicales. Comenzaba una nueva etapa para la red hispano‐italiana de extrema derecha. Del «nacimiento» de las nuevas organizaciones de extrema derecha a las primeras acciones violentas, 1960‐1968 Una paradoja caracteriza el desarrollo y expansión de la red neo‐fascista durante el periodo 1960‐1968. Después de todo, ¿por qué a principios de la década de los sesenta, cuando el escenario político nacional tanto en Italia como en España parecía moverse en nuevas direcciones, con la consolidación del Opus Dei dentro del régimen de Franco y la exclusión del MSI de cualquier Gobierno en Roma, el Gobierno español decidió mantener relaciones con grupos radicales de extrema derecha? Encontrar respuesta a este interrogante requiere un análisis profundo tanto de los nuevos grupos de extrema derecha nacidos durante este periodo, como del status de las relaciones entre el Gobierno español y la Democracia Cristiana. 18
Noticia recogida en el periódico de extrema derecha Asso di Bastoni, 12‐1‐49. 14 En primer lugar, la explicación se fundamenta en las propias características de los nuevos grupos de extrema derecha – la manera en que se desarrollan y multiplican en función de los cambios generacionales – y la subsiguiente evolución de la red. Los viejos militantes educaban a los más jóvenes, mientras que estos últimos, aunque seguían respetando las «viejas costumbres», buscaban una identidad propia a través de la adopción de nuevos métodos, modelos de organización, e incluso creencias. Ese era el tipo de vínculo que las diferentes generaciones de fascistas establecieron y consolidaron en España e Italia a finales de la década de los cincuenta. En segundo lugar, aunque igualmente importante, la persistencia del Gobierno español por mantener y ampliar la red hacia los grupos más radicales de la extrema derecha italiana se explica por la evolución de las relaciones bilaterales, muy condicionadas por la política de apertura a la izquierda adoptada por la DC. En este sentido, fue el deterioro de las relaciones del nuevo Gobierno de los «tecnócratas» españoles como consecuencia de la remodelación de 1959 con la Democracia Cristiana, junto con la exclusión definitiva del MSI como posible socio de Gobierno italiano, la que obligó a las autoridades en Madrid a tomar en consideración otras opciones más radicales dentro del espectro de la extrema derecha. A ello hay que añadir los importantes cambios en el escenario internacional con la nueva etapa de la Guerra Fría tras la administración Kennedy, y el pleno desarrollo del proceso de integración europea, acontecimientos que tuvieron un enorme impacto en la nueva configuración de la extrema derecha tanto en España como en Italia. Estos argumentos, mutuamente interdependientes, contribuyen a explicar el paradójico comportamiento del Gobierno español y el políticamente prolífico ambiente fascista del periodo 1960‐1968 que fue testigo del aumento del número de organizaciones y de militantes, así como de la radicalidad de su discurso político. Generaciones Como hemos visto en páginas anteriores, las relaciones institucionales entre el régimen español y los fascistas italianos eran un hecho. Sin embargo, la red tenía muchas caras y la forma institucional era solamente una de ellas. Como veremos a continuación, no sólo seguían existiendo los canales de comunicación oficiales entre el 15 MSI y el régimen de Franco, sino que también había una densa red de contactos tanto personales19, como políticos20, que también tenían una gran relevancia puesto que configuraban la red fascista tanto de arriba abajo como de abajo arriba. Explorar los canales de esta relación nos lleva a conclusiones adicionales centradas en los intercambios de conocimiento y en el cambio generacional en el interior de estas organizaciones. A ello hay que añadir la fragmentación que tuvo lugar dentro del MSI después del año 1956 y que tuvo como principal consecuencia no sólo el declive del partido sino proliferación de grupúsculos con la subsiguiente alteración del juego de alianzas dentro de la extrema derecha. Al mismo tiempo, es necesario ser consciente de la existencia de lazos familiares y afectivos al interno de estos diferentes grupos, condición que creaba dinámicas particulares. Este contexto político tan complejo, acompañado por el descontento social internacional y los acontecimientos en el continente europeo culminaron con la multiplicación de movimientos juveniles que acabaron por reforzar esta red neofascista. Un ejemplo de esta complejidad generacional lo encontramos en un documento italiano datado en 1957. Este se refiere a la Gioventù Mediterranea, un grupo establecido por Giulio Maceratini y Gino Ragno – que más tarde se convertirían en miembros de Ordine Nuevo. Hay que notar que según los archivos españoles, Gioventù Mediterranea era una de las organizaciones con las cuales el Gobierno español mantenía contactos oficiales y regulares21. Se trataba de una organización juvenil cercana a las posiciones políticas de Giorgio Almirante, que en ese momento representaba la corriente minoritaria dentro del partido, aunque mayoritaria dentro de los jóvenes del partido22. Por otro lado, no es una coincidencia que las oficinas centrales de esta organización juvenil se encontrasen en el mismo edificio que Il Secolo d'Italia – el periódico oficial del MSI que sin embargo se encontraba controlado por la fracción más favorable a Almirante. Teniendo en cuenta todos estos elementos, es 19
ACS, Ministerio del Interior (M.I.), DCPP 1944‐1986, carpeta 57, 26‐11‐57. En este documento podemos leer la corta historia de la familia Rossi de Padova. El padre fue un voluntario en la Guerra Civil española por el bando nacional y en 1956 se convirtió en secretario general de una rama de la Asociación de Excombatientes para la RSI. Su hijo era un militante del MSI muy próximo a Ordine Nuovo. 20
ACS, ibidem, En esta carpeta podemos encontrar algunos artículos de diferentes periódicos en los que se hace referencia a la red neo‐fascista. Por ejemplo Il Giorno del día 20 de noviembre de 1963 publicaba un largo artículo sobre un meeting publico organizado por el MSI en Roma junto con algunos elementos de Falange. 21
AGA, Archivo General de Administracion 51‐20956‐008. Sobre Publicaciones de Italia. 22
ACS, M.I. DCCP, 1944‐1986, 28‐3‐57. 16 posible dibujar el siguiente esquema: una minoría dentro del MSI mantenía estrechos lazos con una organización juvenil relativamente independiente con respecto al partido que, a su vez, ya había establecido lazos de manera oficial con el régimen de Franco. Aparentemente, la nueva generación en Italia estaba tratando de entrar en escena y participar directamente en una lucha interna del MSI sobre la conveniencia o no de adoptar posiciones más extremistas. De hecho, tres años más tarde, justo después del congreso de 1960 del MSI, algunos militantes de la Gioventù Mediterranea abandonarían el partido a la vez que trasladaban la sede central de la organización a otro lugar. La organización juvenil se establecería en los locales de la Federación de Excombatientes por la RSI23. No hay que olvidar que muchos militantes de la República de Salò habían tomado parte en la Guerra Civil española en el bando nacional;24 algunos, como su líder, Junio Valerio Borghese mantenían importantes conexiones no sólo con el régimen de Franco sino con algunos nazis que habían logrado escapar de Alemania para establecerse en España – los ejemplos más notables serían los de Leon Degüelle y Otto Skorzeny. Cuando en diciembre de 1970 Borghese fue acusado de ser el autor intelectual del reciente golpe de estado en Italia, su reacción fue la de abandonar el país y refugiarse en Madrid, en la casa que Skorzeny tenía en la calle Gran Vía. Así pues el esquema que proporcionábamos antes se actualiza a principios de la década de los sesenta: la Gioventù Mediterranea se aparta de la protección de un partido político, el MSI, para acercarse a una asociación más radical si cabe, la Asociación de Excombatientes de la RSI. Otro dato a tener en cuenta es que Gioventù Mediterranea no era el único grupo de extrema derecha presente en ese edificio ya que Avanguardia Nazionale, liderado por Stefano delle Chiaie también había establecido sus cuarteles allí justo después de su escisión de Ordine Nuovo25. El inicio de la década de los sesenta trajo nuevos cambios en la red neofascista. Según Piero Ignazi, el MSI perdió su hegemonía dentro de la derecha italiana. Es por ello que el ambiente político adquiere nuevas características. De hecho, Ignazi propone tres categorías diferentes de movimientos que pueden ser usados para comprender 23
Ibidem. DEL HIERRO, P.: op. cit. 25
ACS, M.I. DCCP, 1944‐1986, 28‐3‐57. 24
17 mejor los grupos de extrema derecha en Italia. Estos son los siguientes: movimientos que contemplaban la posibilidad de un golpe de estado como el de Borghese; los grupos de contramovilización tales como la «maggioranza silenciosa»; y los movimientos radicales orientados hacia la revolución popular conservadora (por ejemplo Ordine Nuovo o Avanguardia Nazionale) 26 . Esta clasificación nos parece bastante adecuada para el tema que estamos tratando puesto que explica las razones que llevaron al florecimiento de grupos de extrema derecha durante la década. Sin embargo, lo que resulta un tanto menos adecuado es la descripción que hace de las diferencias culturales y los acuerdos estratégicos tomados por estos grupos. El caso que acabamos de describir proporciona conclusiones diferentes puesto que los tres grupos, aunque formaban parte de distintas categorías de análisis, acabaron trabajando en la misma localización y pasando juntos las mismas experiencias diarias de militantes. Sorprende también el hecho de que los vínculos con el MSI siguieran siendo bastante fuertes a pesar de las diferencias ideológicas y del declive del partido de la llama. La explicación a este fenómeno la podemos encontrar de nuevo en la importancia de las cuestiones generacionales. Un ejemplo de esto sería la figura de Adriano Romualdi, hijo de Pino (Giuseppe) Romualdi, uno de los fundadores del MSI y exvicesecretario del partido fascista durante la República de Salò27. Incluso dentro de los choques generacionales que tuvieron lugar durante los sesenta por toda Europa y que afectaron a diferentes ideologías, resulta bastante difícil imaginar la ausencia de contacto entre un padre y un hijo, ambos involucrados en política y con una ideología bastante similar al fin y al cabo. Además, el conocimiento y la mitología de los excombatientes en la guerra civil española y el de aquellos que años más tarde lucharon por la RSI, era transmitido muy a menudo a las nuevas generaciones. Es por ello que estas, a pesar de su actitud crítica, acababan formando parte sui generis de la generación que sus «padres» habían creado a finales de la década de los cuarenta. El activismo de los jóvenes militantes de extrema derecha es, en efecto, muy notable durante toda la década de los sesenta. Además, en 1965 se funda una nueva organización: Il Comitato italiani per l'Occidente. Dentro de esta organización se podían encontrar personajes como Stefano delle Chiaie, Pino Rauti, Nicola Romeo (diputado 26
27
IGNAZI, P.: Extreme Right Parties in Western Europe, Oxford, Oxford University Press, 2003. PARLATO, G.: op. cit. 18 nacional por el MSI) o Pier Francesco Nistri (quien, entre otras cosas, era Presidente de la Asociación de Excombatientes de la RSI y exvoluntario durante la guerra civil española con el bando nacional), Sforza Ruspoli o Piera Gatteschi (responsable de las organizaciones agrarias y secciones femeninas del MSI), todos ellos famosos por su activismo dentro del neofascismo. El primer debate público organizado por este grupo fue moderado por Pino Romualdi quien, como recordaremos, fue uno de los fundadores del MSI28. Hay que aclarar que Romualdi acababa de ser excluido de la dirección nacional del MSI lo cual indica que probablemente en esos momentos estaba tratando de crear una esfera de influencia propia dentro del neofascismo, una esfera que le permitiría recuperar un rol relevante dentro de su partido. La pertenencia a Il Comitato italiani per l'Occidente de todos estos activistas neo‐
fascistas que antes formaban parte de otros grupos confirma una vez más que la extrema derecha debe ser estudiada como una única organización en forma de red. El estudio de esta red resulta particularmente complicado debido a la actitud adoptada por estos grupos que tendían a crear nuevas «etiquetas» muy a menudo. Es el caso de la Associazione Italiana amici della Spagna. Esta organización fue creada en torno al 1964, justo después del viaje que Pino Rauti realizó a Portugal. En el archivo nacional de Torre do Tombo se puede encontrar un documento con los detalles acerca de este viaje en el que Rauti planeaba encontrarse con el mismísimo Oliveira Salazar. El objetivo del encuentro habría sido explicar al dictador portugués el plan para establecer en Italia un grupo cuya principal finalidad sería la lucha contra la propaganda comunista crítica con Portugal y su régimen. El documento está datado en febrero de 196429. Lo que resulta crucial de este documento es el hecho de que Rauti quisiera encontrarse con Salazar para que este facilitara apoyo institucional, y por tanto oficial, y económico a Ordine Nuovo para crear una asociación de amistad entre Italia y Portugal. No hemos encontrado pruebas que certifiquen que el encuentro finalmente tuvo lugar. Lo que sí sabemos, a través de otro documento encontrado en los archivos italianos, es que durante una manifestación celebrada en 1963 en Roma, Ordine Nuovo usó volantines producidos en Portugal y llevados clandestinamente a Italia. Los pasquines fueron distribuidos por un grupo llamado Associazione Italo‐Iberica. Este grupo, como Rauti 28
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ACS, Questura de Roma, 5‐6‐65. Archivo National de Torre do Tombo, AOS/CO/NE‐30A. 19 escribió en una carta a Salazar, era de una organización fantasma a través de la cual Ordine Nuovo organizaba algunas de sus actividades. El grupo no sólo estaba representado en Roma, sino que tenía al menos otra sede en Venecia que contaba con la militancia, entre otros, de Carlo Maria Maggi, uno de los que serían acusados años más tarde de haber participado en la masacre de Piazza Fontana. Otra de estas numerosas organizaciones era la denominada Associazione italiana amici della Spagna la cual tenía relaciones políticas con las autoridades españolas a través del Cónsul español en Sicilia. También en Sicilia se encontraba el Centro Studio per l'Economia Organica, una organización muy activa que, según la policía italiana mantenía contactos con la revista francesa de orientación nazi Europe Action, con el Centro Doctrinal José Antonio, muy cercano a la Falange, y con la portuguesa Jovem Europa. Esta explosión de movimientos juveniles de extrema derecha no era un fenómeno exclusivamente radicado en Italia, sino transnacional y transgeneracional. Esta aparición de una nueva generación militante de extrema derecha debe ser caracterizada como uno de los aspectos salientes del escenario político en Europa occidental durante la década de los sesenta. Militantes jóvenes que no habían participado en la guerra pero que habían crecido escuchando las historias sobre la valentía y coraje de sus padres. Al mismo tiempo, ellos querían encontrar su propio camino hacia la revolución. Criticaban a las generaciones precedentes y trataban de encontrar una visión de la ideología fascista más acorde con el mundo en el que vivían. A este respecto, la idea de una lucha política a nivel europeo fue uno de los principales puntos que acompañaron a estas nuevas generaciones, especialmente en el nuevo contexto de Guerra Fría. La identidad europea y la lucha contra el comunismo Como se ha explicado en las páginas anteriores, el análisis de las relaciones entre organizaciones neofascistas españolas e italianas nos presenta una imagen muy articulada que aclara perfectamente cómo se tejió la red a partir del final de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, para completar esta imagen es necesario profundizar en el contexto internacional. En este sentido, la recuperación del concepto de Europa‐nación provoca importantes cambios en estos nuevos grupos que empiezan 20 a replantearse sus prioridades políticas, a realizar una lectura diferente del orden internacional, e incluso a concebir un cambio profundo en su ideología. La idea de Europa como conjunto que debe convertirse en una nación no era en absoluto nueva dentro de la extrema derecha. Ya Hitler en algunos de sus discursos había descrito al viejo continente como un espacio político, económico, y racial diferente tanto del capitalista como del comunista. A principios de la década de los sesenta el mito de la derrota a manos de la Unión Soviética y de Estados Unidos resurgió entre los militantes más jóvenes dentro de la extrema derecha que no había luchado en la guerra. A esto es necesario añadir la influencia ejercida por Julio Evola dentro del neofascismo. Con sus enseñanzas espirituales, Evola atrajo a una parte muy significativa de los militantes de Ordine Nuovo y otros grupos similares para que abrazaran su doctrina, una doctrina que rechazaba la modernidad como producto de la Revolución Francesa. Según Evola, la nación no era lo verdaderamente importante, sino la comunidad. En esa comunidad el concepto de nacionalidad dejaba de ser un punto crucial, siendo sustituido por el concepto de tradición. Estas concepciones fueron fusionadas con las clásicas del fascismo como honor y lealtad. En sus estudios Evola mezclaba fascismo, nazismo y filosofía oriental, dando lugar a una teoría que fascinó a las generaciones más jóvenes en busca de un nuevo modelo en su rebelión generacional y política contra sus padres. Siguiendo estas ideas, los militantes de extrema derecha muy pronto tuvieron que afrontar una difícil cuestión: ellos querían ser una alternativa al capitalismo y al socialismo pero, al mismo tiempo, vivían en un país como Italia donde operaba el partido comunista más importante de todos los países occidentales. ¿Acaso debían trabajar conjuntamente con los Estados Unidos en nombre del anticomunismo? ¿O debían permanecer extraños a esa lucha que a muchos sonaba como una guerra ajena entre dos enemigos acérrimos? A este respecto es posible encontrar ejemplos de organizaciones e individuos muy diferentes unos de otros como la Alleanza Cattolica Tradizionalista o Franco Freda. La primera se trataba de un grupo perteneciente a la sección juvenil del MSI pero dentro de la cual podíamos encontrar a Guido Giannettini – un futuro periodista y espía a las órdenes del servicio militar de contraespionaje. Sospechoso de haber participado en el atentado de Piazza Fontana, Giannettini fue ayudado a huir al 21 extranjero por los propios servicios de inteligencia. En 1961 Giannettini fue arrestado junto con Pierre Lagaillarde, uno de los fundadores de la OAS30. A principios de los sesenta, Guido Giannettini trabajó como periodista en diferentes periódicos, incluyendo L’Italiano, publicación que editaba Pino Romualdi. Tomando esto como ejemplo, es posible comprender cuál era la posición de Giannettini sobre la colaboración con los Estados Unidos en su lucha contra el comunismo. Respecto al segundo ejemplo, Franco Freda fundó una editorial llamada AR. Cercano a Ordine Nuovo, Freda escribió un libro que le convirtió en uno de los puntos de referencia más importantes de los grupos neonazis en Italia: La disintegrazione del sistema. En este libro, publicado en el año 1969 (aunque algunas partes ya se habían hecho públicas desde mediados de los sesenta), Freda teorizaba sobre la alianza entre grupos de extrema derecha y de extrema izquierda en nombre del interés común, representado en este caso por la destrucción del sistema burgués. Según este autor, aunque los dos movimientos eran muy diferentes, podían encontrar puntos en común y maneras de colaborar especialmente a través del intercambio de información o de militantes. Todo ello evidencia una vez más la importancia de la red que vio cómo las organizaciones que propugnaban una identidad europea crecían tanto en número como en importancia a partir de 1963. El nacimiento de este tipo de movimientos fue seguido con gran interés por las autoridades tanto españolas como italianas. En el caso español, estos grupos estaban integrados por personas cercanas al régimen con el que mantenían, la mayoría de las veces, estrecho contacto. Sin embargo, resultaba necesario seguir a estas organizaciones que estaban tratando de actualizar las tradiciones de fascismo tanto español como italiano a través de la introducción de este nuevo concepto de Europa nación. Un buen ejemplo de estos intentos, lo constituye el encuentro organizado por el MSI en 1966 en el que se intentó juntar a un gran número de organizaciones de extrema derecha de toda Europa. No hay duda de que el proceso de unificación europea que había comenzado diez años antes, estaba afectando a todo el panorama político europeo, incluyendo a los grupos de extrema derecha. Sin embargo, este 30
MONZAT, R.: Enquêtes sur la droite extrême, Paris, Le Monde‐éditions, 1992, p.91. Monzat cita a su vez a DUPRAT, F.: L’Ascension du MSI, Paris, Edition les Sept Couleurs, Paris, 1972 . 22 aspecto está aún por estudiar, por lo que desde aquí queremos recomendarlo a futuros historiadores puesto que nos parece de gran relevancia. Por último, es necesario hacer mención de un último aspecto: la lucha contra el comunismo. Este punto tuvo un rol crucial como nexo ideológico que mantuvo juntos durante décadas a grupos muy dispares dentro de la extrema derecha. Como hemos explicado en páginas anteriores, el florecer de tantas organizaciones era en realidad una estrategia encaminada a captar nuevos militantes. Y es que, a pesar de la multiplicación de agrupaciones con múltiples siglas, las personas que las encabezaban seguían siendo las mismas. Esta estrategia estaba fundada en el convencimiento de que sería más fácil captar nuevos adeptos si se les planteaba la oportunidad de militar en una organización «nueva». A la hora de la verdad, la amenaza comunista era percibida por casi todos los grupos como lo más importante, lo cual hacía que las diferencias ideológicas entre los distintos grupos se difuminasen de manera considerable. De hecho, si analizamos el encuentro mantenido en 1965 en el Hotel «Parco dei Principi» de Roma, se puede deducir que todas las diferentes «almas» dentro de la red allí reunidas tenían la firme voluntad de responder al desafío comunista dejando a un lado posibles disensiones internas. En efecto la lista de personas que acudieron al evento es impresionante: los exponentes de la «izquierda» más social se sentaron con los neonazis más cercanos a Julius Evola y con los grupos más realistas, cercanos a sectores del ejército y más favorables a la colaboración con los Estados Unidos. La teoría de la guerra psicológica, explicada por primera vez en público durante este meeting, acabó por persuadir a todos los grupos presentes de la necesidad de colaborar todos juntos. Aquí se sentaron las bases de la «estrategia de la tensión» que sería empleada en Italia y en España durante los años siguientes y que permitiría la participación de la red neofascista en los atentados con los que empezábamos este artículo. Conclusiones Teniendo todo esto en cuenta es posible realizar tres conclusiones. En primer lugar, la derrota del Eje en la guerra no implicó el final del fascismo en Europa. Como ha quedado demostrado en estas páginas, los elementos de extrema derecha que 23 habían sobrevivido a la guerra se organizaron muy rápidamente, poniendo en pie una red fascista de gran relevancia. Esta red ya no operaba y pensaba en términos nacionales, como en el periodo de entreguerras, sino en términos transnacionales. Este proceso, y llegamos al segundo punto, se vio intensificado a principios de la década de los sesenta debido a los cambios en el panorama internacional y la irrupción de las nuevas generaciones que no habían vivido la guerra. Todo ello dio como resultado la proliferación de grupos de extrema derecha que, si bien no suponían una ruptura radical con el modelo anterior, sí que provocaron cambios dentro de la red neofascista. Estos cambios fueron seguidos muy de cerca por el Gobierno español que se apresuró a establecer contactos con los nuevos grupos que iban surgiendo en Italia. Aunque este comportamiento pueda parecer paradójico, con el «aperturismo» introducido por los tecnócratas del Opus Dei, es necesario tener en cuenta el contexto de las relaciones hispano‐italianas. En efecto, el deterioro de las relaciones con la DC tras la apertura a la izquierda, y el progresivo declive del MSI dentro de la extrema derecha italiana, obligaba a las autoridades españolas a explorar otras posibilidades. Finalmente, y llegamos a la tercera conclusión, la red hispano‐italiana de extrema derecha estuvo muy influida por el proceso de integración europea y la nueva fase de la Guerra Fría. Así, los debates sobre la idea de Europa‐nación y la conveniencia o no de aliarse con los Estados Unidos en la lucha global contra el comunismo, fueron una constante que tuvo un peso fundamental de estos grupos. Con esto llegamos a la conclusión de un texto sobre un trabajo no acabado y en el que todavía queda mucho por hacer. En cualquier caso, queda claro que el enfoque transnacional tiene un enorme potencial que debe ser explotado aún más si cabe. 24 
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