cronica del compromiso de caspe (cronica de un

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CRONICA DEL COMPROMISO DE CASPE
(CRONICA DE UN DESTINO)
Santiago Salcedo
PERSONAJES:
Cronista
Maestro de Ceremonias
Margarita de Montferrato
Jaime de Urgel
Alfonso el Viejo
Fernando de Antequera
Leonor de Albuquerque
Violante de Bar
Luis de Anjou, niño de unos nueve años
Obispo de Segorbe
Fadrique de Luna, niño de unos ocho años
Voz en off del rey Martín
Juan de Vilaragut, joven de unos veintitrés años
Margarita de Prades, muchacha de unos diecinueve años
Mujer de Jaime de U., mujer de unos veinticinco años
Dos grupos de espadas
Arzobispo de Zaragoza
Servidores del Arzobispo
Voz en off
Antón de Luna
Lugarteniente de Luna
Soldados de Antón de L
Mensajeros uno, dos y tres
Ciego
San Vicente Ferrer
Domingo Ram
Bonifacio Ferrer
Bernat de Gualbes
Berenguer de Bardají
Francisco de Aranda
Pere Sagarriga
Guillem de Vallseca
Pedro Bertrán
Dos sacerdotes.
►▼◄
CRÓNICA HISTÓRICA DRAMATIZADA EN CINCO ACTOS,
ESCRITA EN BARCELONA EL AÑO 1999
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(Fue estrenada en Caspe el 16 de marzo 2012. Dirección de "Youtube" en
donde se puede ver el estreno de esta obra elegida para iniciar el año de
la conmemoración del 600 aniversario del Compromiso de Caspe.)
Clica aqui:
http://www.youtube.com/watch?v=e_iFEhvVs-4&feature=related
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ACTO I
LOS PERSONAJES
Un foco ilumina el fondo del escenario en donde se ve el decorado de un
grueso libro en el que se lee: "historia del reino de Aragón". Hacen su entrada,
por la parte izquierda del escenario, dos jóvenes vestidos con ropas de nuestro
tiempo que se acercan con curiosidad hasta el gran libro. lo miran, remiran y
hacen como si se van, vuelven, dudan... y después ambos se deciden y abren,
no sin dificultad, la pesada tapa.
(Una música a ritmo actual acompaña el actuar de los dos jóvenes.)
Del interior del libro irrumpe, rasgando la página, un trovador-cronista
con ropas de la época. Los dos jóvenes quedan como paralizados por la
sorpresa. El cronista corre por el escenario hasta alcanzar un pequeño estrado o
tarima situado en la parte izquierda, iluminado con un solo foco potente y
directo. El resto permanece en penumbra. Con voz fuerte y clara, recita los
hechos que han acaecido tras la muerte del rey de la corona de Aragón, Martín
el humano, el 31 de mayo de 1410.
CRONISTA:
Vengo de la Historia, hoy
para contaros a todos
los hechos que en esta villa,
rubricaron con letra de oro
los nueve compromisarios
en el castillo de Caspe.
A treinta y uno de mayo
de mil cuatrocientos diez,
en el reino de Aragón
tristes nuevas han habido:
La muerte del rey Martín
en el real monasterio,
de Valdoncellas por nombre,
sin descendiente directo
al trono de este gran reino.
Condes, duques,
gente de alcurnia todos
luchan por obtener,
de la Corona de Aragón,
su trono.
(Se ilumina el trono de la corona de Aragón situado en el centro del escenario.
Un trono vacío, cubierto con un lienzo en el que destaca el escudo de la corona
de Aragón, sobre un estrado de tres escalones)
Ante este trono vacío,
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huérfano de rey, el reino,
los pretendientes se acercan
ávidos de poderío.
Las espadas en alto.
Los oídos, sordos.
Las palabras, mudas.
Ruidos de armas,
griteríos y miedos.
Enfrentados entre sí
en singular disputa:
Solo uno, de entre muchos,
será el que gobierne el reino.
Por doquier se elevan voces
de gentes con razón y juicio
pidiéndoles que defiendan
sus derechos a ese trono
con las armas de la razón
y no con la razón de las armas.
Escuchen con atención
y aprendan bien la lección
que más se logró por acuerdo
que con combates y muertos.
Shissst, ¡silencio!, ¡silencio!
Que vienen los personajes
los verdaderos autores
de los hechos que os cuento:
(Sonar potente y profundo de trompas y timbales)
(Van saliendo uno a uno por el libro abierto de la historia y se van
situando en semicírculo al fondo del escenario al mismo tiempo que se apaga el
foco que ilumina al cronista y se proyecta otro sobre el maestro de ceremonias
que aparece frente al trono, con el bastón de ceremonias en una mano. Da tres
golpes con él en el suelo en sincronía con tres marcados golpes de timbal,
mientras anuncia la entrada en escena del primer pretendiente a la corona)
MAESTRO DE CEREMONIAS: (Tres fuertes golpes de timbal y con voz potente)
Don Jaime de Aragón, Conde de Urgel. (Camina pausadamente hasta situarse en
su posición dentro del semicírculo.)
MAESTRO DE C.: (tres fuertes golpes de timbal y con voz potente)
Doña Margarita Monferrato, madre del conde de Urgel. (Camina lentamente
hasta situarse en su posición dentro del semicírculo)
MAESTRO DE C.: (tres fuertes golpes de timbal y con voz potente)
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Don Alfonso de Aragón y Foix, duque de Gandía. (Camina pausadamente hasta
situarse en su posición dentro del semicírculo)
MAESTRO DE C.: (tres fuertes golpes de timbal y con voz potente)
Don Fernando de Trastámara, infante y regente de Castilla. (Camina despacio
hasta situarse en su posición dentro del semicírculo)
MAESTRO DE C.: (tres fuertes golpes de timbal y con voz potente)
Doña Leonor de Albuquerque, esposa de don Fernando. (Camina pausadamente
hasta situarse en su posición dentro del semicírculo)
MAESTRO DE C.: (tres fuertes golpes de timbal y con voz potente)
Don Luis d'Anjou, duque de Calabria y su abuela doña Violante de Bar reina
viuda de Juan I. (Caminan despacio, el niño delante y unos pasos detrás su
abuela, hasta situarse en su posición dentro del semicírculo)
MAESTRO DE C.: (tres fuertes golpes de timbal y con voz potente)
Don Fadrique conde de Luna y de Sicilia y su tutor el obispo de Segorbe.
(Caminan lentamente, el niño delante y unos pasos detrás su tutor, hasta
situarse en su posición dentro del semicírculo)
(Se oscurece el escenario y se retira el maestro de ceremonias. Se ilumina
segundos después -suficientes para que tenga tiempo de hacer mutis el
maestro de c.- el centro en donde se levanta el trono vacío. Se adelanta el conde
de Urgel seguido por un foco y se aproxima hasta el trono apoyando un pie en
el primer escalón con las manos caídas e imagen abatida. Vestido con ropa
propia de la época y a su cinto una espada. Se va apagando las luces del
escenario quedando iluminado solamente el conde. Por la parte derecha del
escenario entra altiva y decidida su madre margarita. Un foco sigue su enérgico
caminar.
MARGARITA MONFERRATO: (comienza a hablar cuando le faltan unos metros)
Levantad vuestra sien y no la humilléis ante lo que os pertenece por derecho,
hijo mío. Que el conde de Urgel, de estirpe regia, no pida sino exija lo que por
ley le es propio.
JAIME: (al oír las palabras mira y quita el pie del escalón enderezando su cuerpo
con orgullo)
¿Quién si no yo, Jaime de Aragón y conde de Urgel, hijo de Cecilia de Comenge y
de Jaime conde de Urgel hermano del rey Pedro el Ceremonioso que fue padre
de Martín I el Humano, es el pretendiente más directo por vía masculina a este
trono huérfano de rey?
MARGARITA MONF.: (coge a su hijo por las manos con fuerza)
(con mucha energía) ¡Así habla el hombre que nos gobernará a todos! Que no
cejará hasta verse coronado rey en este trono (alza su mano señalandolo), para
gobernar con justicia a todos los súbditos de la Corona de Aragón, aunque para
ello tenga que usar su espada.
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JAIME: (desenvaina su espada y la blande con fuerza. Eleva su voz al máximo)
Esta espada es testigo de que no cederé ante ningún pretendiente y que probará
sangre del que intente quitarme el reino, que por mi alcurnia me corresponde.
MARGARITA MONF.: (con genio y casi rabia)
¡Hijo, arrodillaros ante vuestra madre y juradme que o seréis rey o nada! (fill o
rey o no res)
(Se arrodilla dócilmente ante su madre y se apaga lentamente el foco. Se retiran
hasta situarse en la penumbra al lado del trono. En el suelo habrá un círculo
pintado en torno al trono que irán ocupando cada uno de los personajes en
donde se irán situando cuando terminen su presentación. Al finalizar éstos
quedaran situados uniformemente repartidos en torno al trono.)
(se adelanta don Alfonso, duque de Gandia. Un foco ilumina su figura. Se sitúa
frente al trono
ALFONSO EL VIEJO: (se dirige con voz potente al trono)
Yo Alfonso de Aragón y Foix, conde de Denia y de Ribagorza y duque de Gandía,
hijo de Pedro I de Ampurias y de Juana de Foix. Biznieto de Jaime II rey de
Aragón y Blanca de Nápoles, tío del difunto rey Martín, levanto mi voz para
exigir, por la sangre real que corre por mis venas, este trono desde el que
gobernaré con justicia y por igual, a todos los estados de la Corona de Aragón.
(Se oscurece lentamente. Se retira el actor que va a ocupar su sitio en el
círculo. A continuación se enciende un foco que encañona la figura de don
Fernando. Avanza lentamente hasta situarse ante el trono. El foco sigue su
caminar)
FERNANDO: (con firmeza)
Yo, Fernando de Trastámara, llamado de Antequera, por mi heroica victoria en
aquella plaza, infante y regente de Castilla, sobrino carnal de don Martín el
Humano, reclamo el trono y (desenvaina su espada) ésta mi espada no será
desenvainada para conquistar un trono sino para mantener la paz y para que se
cumpla la última voluntad de mi tío, el rey difunto.
LEONOR DE ALBURQUERQUE: (se aproxima con paso sereno y regio hasta
situarse frente a Fernando, su marido)
Yo, Leonor de Albuquerque, hija del conde Sancho de Alburquerque y de Beatriz
de Portugal, vuestra esposa, estoy a vuestro lado y pongo a vuestra disposición
para esta histórica causa, mis cuantiosos bienes. Nunca en mejor causa y
superior destino, podrían ser utilizadas mis riquezas. Con ellas, vos Fernando,
lograréis la corona de Aragón y con ello el cimiento necesario para futuras
uniones prometedoras.
FERNANDO: (se acerca a ella y coge sus manos)
¡Gracias, esposa mía! Es cierto que sin tu ayuda y sobre todo con tu fe y tu
fuerza, esta empresa en la que me he comprometido, no me resultaría tan
llevadera. Son las grandes mujeres como vos, las que hacen grandes a los
hombres.
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(Se oscurece lentamente. Se retiran ambos ocupando su sitio en el círculo como
el resto. El foco ilumina ahora a Luis de Anjou, niño de unos ocho o nueve años,
y su tutora la reina Violante de bar, abuela de Luis de unos treinta años que se
acercan al trono, como los demás, con paso solemne.)
VIOLANTE:
Yo Violante de Bar, reina viuda de Juan I, que fue rey antes que su hermano
Martín, presento, como aspirante legítimo al trono de esta corona, a mi nieto
Luis d'Anjou de nueve años, duque de Calabria, primogénito del Rey de Nápoles
y de mi hija Violante, sobrina carnal de nuestro monarca Martín el Humano
recientemente fallecido.
(Se oscurece lentamente. Se retiran ambos a su nuevo sitio. Un foco ilumina al
próximo pretendiente don fadrique y su tutor. Se adelantan hasta el trono)
OBISPO DE SEGORBE: (tutor de don Fadrique de 8 años):
Yo, el obispo de Segorbe, tutor de don Fadrique por encargo expreso de su
abuelo el rey Martín el Humano, exijo para don Fadrique, conde de Luna y de
Sicilia, hijo natural de don Martín el Joven, Rey de Sicilia e hijo de don Martín el
Humano, legitimado por nuestra Santidad el Papa Benedicto XIII, la Corona de
Aragón con lo que cumpliremos el deseo de su abuelo el rey del que yo mismo
doy fé haber sido testigo.
(Se oscurece lentamente. Se retiran.)
(Cuando han hecho la presentación todos los aspirantes, situados en círculo
frente al trono, se completa la iluminación de éste con focos dirigidos al círculo
de pretendientes, al tiempo que todos a la vez reclaman sus derechos en
mezclado e ininteligible griterío.)
TODOS:
¡Yo Jaime...
¡Yo Margarita de ...
¡Yo Alfonso, duque de...
¡Yo Fernando de Trastá...
¡¡ Yo... Yo...!!!!!
(Comienza un tocar de timbales con golpes fuertes, secos y pausados,
que ahoga el griterío. En medio del silencio de todos, se oye la voz fuerte,
profunda y grave del rey como si viniera del mas allá (lo ideal seria con eco). Las
luces del escenario habrán bajado a nivel de penumbra, quedando un sólo foco
dirigido al trono.)
REY MARTIN:
"que vostre rey e señyor sia aquell al qual sia atrobat pertanyer per justicia."
(Que vuestro rey y señor sea aquel al que corresponda por justicia)
(Repique de timbales. Se oscurece el escenario)
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Fin del primer acto
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ACTO II
EL INTERREGNO
(Se ilumina de nuevo el cronista, que permanece siempre en el pequeño estrado)
CRONISTA:
Tras la muerte del rey Martín
surgen grupos y banderías
unos, a favor de unos
y otros, en contra de otros.
Los de Urgel y Violante
se enfrentan en Cataluña
y los Centelles y Morella
en el reino de Valencia.
Los de Urrea, con Fernando
y los de Luna, con Urgel;
luchan por tener el mando
y se matan sin cuartel.
Tal estado de cosas
amenaza con terminar
doscientos años de historia:
los que el reino de Aragón
vivió en confederación
bajo una misma corona.
Se impone, imponer razón;
que se abra un parlamento
que hablen mas las palabras,
que se silencien las armas.
(Se oscurece el cronista)
Dos focos iluminan a dos personajes: Fernando y Jaime, estáticos
situados en alto y en extremos opuestos del escenario, para significar el que
nunca se encontraron personalmente, pero que si lo hubieran hecho podrían
haber dialogado de la manera que lo hacen.)
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FERNANDO: (con voz potente y vestido con armadura y casco apoyando ambas
manos en la espada que tiene delante con la punta en el suelo.)
Jaime de Urgel, vuestra ambición desmedida por alcanzar el trono siembra de
muertos todos los campos del reino. ¿Qué le habéis prometido a Antón Luna
para que se pasara de bando dejando de lado a Violante de Bar, a la que
siempre había respetado?
JAIME: (vestido, también, con armadura y casco, apoyado como el de Antequera
en la espada que tiene delante. Levanta la voz, igualmente.)
Mi promesa no ha sido otra que el ponerse del lado de la razón.
Él sabe que yo soy su Gobernador General y que me debe obediencia y
acatamiento como el resto de súbditos de la Corona. (Con desprecio) ¿Es que
vuestra condición de extranjero os hace desconocer con quien estáis hablando?
FERNANDO: (risas fuertes)
Ja, ja, ja. De lo primero me río y a lo segundo os grito que parte de mi sangre es
tan de estas tierras como la vuestra.
JAIME:
Yo fui nombrado personalmente, por el rey Martín el Humano, gobernador
General de la corona...
FERNANDO: (le interrumpe)
Nombramiento a medias. Para serlo deberíais haber jurado vuestro cargo ante el
Justicia Mayor de Aragón. (Recalcando el parentesco) Mi tío, el rey, os escribió
carta fechada el 18 de mayo en la que se os ordenaba no hacer uso de vuestro
cargo hasta que el justicia resolviera sobre el caso.
JAIME: (voz airada)
¿Cómo voto a Dios, sabéis de estos asuntos, que yo consideraba secretos? No
otra cosa que vos mismo os delatáis como espía de mi reino.
FERNANDO:
¿Espía? ¡Vos deliráis! Me han informado la gente de bien que confían en mi
honradez, para que evite la ruina de la corona de Aragón que ha pervivido unida
durante centurias. Porque como puedo demostrar con esta carta enviada por el
rey Martín pocos días antes de morir (extrae una carta-pergamino que llevaba al
cinto), era de su preferencia mi persona como su sucesor, carta que me envió a
Antequera en mano propia del arzobispo Alfonso de Ejea, de paso para su sede
de Sevilla, en cumplimiento del sagrado mandato de su santidad el Papa
Benedicto XIII. En esta misiva, se me citaba a reunirme con el rey Martín, mi tío
carnal, porque su humanidad le decía que aunque su corazón estaba por su
nieto don Fadrique, sólo yo podía evitar la destrucción de la corona.
JAIME:
Vuestra pretendida honradez no es otra que la excusa para traer vuestras tropas
a Aragón y aseguraros por la fuerza lo que no os pertenece y esa carta (con
desprecio) fue redactada en los momentos de debilidad de un moribundo.
¿Cómo un extranjero podía ser designado por el rey Martín para gobernarnos?
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FERNANDO: (muy indignado)
Vuestra ambición os ciega la razón. ¿Acaso el rey de la corona de Aragón no era
Martín I el humano? ¿Y acaso su hermana Leonor de Aragón casada con Juan I de
Castilla, no me tuvo a mí como hijo? Pues si esto son verdades innegables,
tenéis que aceptar que yo, Fernando de Trastámara, llamado, también, el de
Antequera, es sobrino carnal del mismo rey Martín...
JAIME: (no lo deja terminar)
Pero olvidáis decir que lo sois por vía femenina y sabéis...
FERNANDO: (le interrumpe igualmente)
¡Sí, lo sé! Y sé, que en Aragón los varones descendientes por rama femenina,
según el DERECHO ROMANO, tienen los mismo derechos que los descendientes
por vía masculina. (Con voz potente) Pero no estamos aquí para discutir de
derecho romano o germánico y si vos o yo podemos ser elegidos rey de
Cataluña o Aragón sino de quién será elegido rey de la Corona de Aragón, que
ni es Aragón, ni Cataluña, ni Valencia, ni Mallorca, ni el resto de naciones de
ultramar sino es el espíritu que las ha mantenido unidas durante centurias. Y
como todos los pretendientes a esta corona, llevan en sus venas sangre real y
creen estar en su derecho de ser rey, sólo el sometimiento a una concordia
podrá decidir el rey que gobierne a todos estos reinos; pues no basta ni sería
admitido por el resto de pretendientes, hacer valer las leyes de uno sólo estado.
JAIME:
Veo que sabéis valeros con las palabras; pero yo sabré valerme con las armas
para que sea elegido el nuevo rey de la Corona de Aragón. El pueblo de
Cataluña ya me ha elegido como tal.
FERNANDO: (con ironía y sorna)
¿Vos con las armas? Es sabido de todos, vuestros repetidos fracasos a la hora de
pacificar y acabar con la guerra de los bandos en vuestro cargo como
Lugarteniente General del reino de Aragón.
JAIME:
Cataluña no aceptará otro rey que a mí...
FERNANDO:
El principado de Cataluña aceptará lo que se decida en los parlamentos.
Cataluña sabe que si no se llega a una concordia, hablarán las armas y su
lenguaje será de destrucción y muerte. Nunca querrán tener por rey a un
hombre que pone por encima de todo su interés personal y su ambición
desmedida, sin importarle las consecuencias nefastas que puedan caer sobre el
que llama su pueblo. Las gentes de Cataluña saben y a mí me han llegado
rumores de que estás pactando con tropas extranjeras e incluso con el moro
infiel para conquis...
JAIME: (le interrumpe enfurecido)
Rumores, rumores; sólo rumores.
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FERNANDO:
¿Rumores? Tomad y leer vuestras propias cartas que yo he conseguido. (Saca
uno legajo enrollado atado con una cinta roja que también llevaba al cinto y los
lanza en medio del escenario) Vuestra ambición desmesurada alimentada por
vuestra madre, os ha perjudicado ganando muchos enemigos, incluso en
vuestra propia tierra y todavía más cuando se enteren que estos escritos son
copias de unas cartas con vuestra firma autógrafa que un correo vuestro llevaba
al rey moro de Granada, de quienes tratabais de conseguir una alianza contra
Castilla y la concesión de una ayuda monetaria que os permitiera contratar
hombres de armas con que apoyar vuestras pretensiones a la corona. (Sale un
paje y recoge el legajo que se lo ofrece al conde de Urgel)
JAIME: (muy enfurecido. Abre el legajo, lo mira y lo rasga tirándoselo a
Fernando)
El pueblo sabrá entenderlo. ¡Yo soy el único heredero! ¡Yo soy el único heredero!
FERNANDO: (con calma y voz potente)
Podéis romper este documento; pero el verdadero lo va a presentar ante el
Parlamento de Alcañiz, mi embajador Diego Gómez de Fensalida para que todo
el reino conozca que el pretendiente conde de Urgel no ha dudado en pactar
con el infiel y estar dispuesto a recurrir a las armas para coronarse rey.
JAIME: (muy enfurecido)
Sois experto en artimañas y no tengo que daros explicaciones de mi actos. Sólo
os respondo con esto (saca un puñal del cinto y se lo tira). (después desenvaina
su espada y alzándola grita) ¡¡Nos veremos en Sagunto!!
FERNANDO: (desenvaina también y con voz potente)
¡¡En ese lugar tendréis vuestro merecido!!
(Se oscurecen los dos personajes al mismo tiempo que trompetas de guerra y
golpes de tambores, vienen por la parte izquierda del escenario y por la calle
adyacente al patio de espectadores.)
(Se encienden dos focos. Uno sigue a un grupo de espadas que salen corriendo
por la izquierda del escenario mientras blanden sus armas y gritan contra
Fernando. Otro foco ilumina a otro grupo de armas que vienen a caballo (o a
pie) por la plaza hasta la escalinata que da acceso al escenario. Desmontan y
desenvainan con prisa y corren escaleras arriba, blandiendo, también, sus
espadas. Los dos grupos se enfrentan entre el escenario y la escala, haciendo
chocar las hojas de sus espadas con fuerza que se oyen en todo el teatro,
alzando aun más sus gritos en pro y en contra. Hay saltos y correrías por el
escenario. Poco a poco van quedando muertos y heridos de ambos bandos
hasta que no queda ninguno en pie.)
(Se apagan muy lentamente los focos que iluminaban a los dos contendiente.
Mientras se va iluminando todo el escenario de un modo suave de tal modo que
se vean los muertos de la batalla. Por el extremo derecho del escenario aparece
un ciego que ayudado de un bastón se va moviendo lentamente golpeando
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suavemente los cuerpos para tomar conciencia de lo acaecido en esa batalla.
Después de varios tanteos dialoga con los cuerpos caídos. Un foco sigue su
caminar.)
(Podrían emplearse para esta lucha un grupo de danzantes.)
CIEGO: (sin dejar de tantear y moverse por entre los cuerpos caídos)
¿Qué es lo que os ha llevado a morir tan miserablemente en el campo del
Codolar del pueblo de Murviedro, a vosotros hijos del reino de Aragón?
(Se detiene y de cara al público explica los hechos
)
Hoy 27 de febrero de 1412 a las puertas de Sagunto se han enfrentado los
partidarios del conde de Urgel y los de Fernando. Sagunto se levantó en armas
contra el gobernador Bellera que con poderoso ejército vino desde Valencia para
castigar su rebeldía. Del condado de Urgel en Cataluña vino, también, otro
ejército contra Sagunto y contra el pretendiente Fernando. Los castellanos eran
menos pero disciplinados y aguerridos y los urgelistas, confiados en su número,
presentaron combate en este campo del Codolar, ahora sembrado de muertos y
otrora de olorosos arbustos. Los urgelistas derrotados han huido hacia la mar y
entre los cientos de muertos está el propio gobernador Bellera cuya cabeza ha
sido puesta en la punta de una pica para escarmiento de todos.
(Se oscurece el escenario)
Fin del II acto
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ACTO III
LAS MUJERES DEL COMPROMISO
(Se ilumina al cronista como siempre. El resto permanece oscuro.)
Violante de Bar,
reina viuda de Juan;
Margarita de Prades,
viuda del rey Martín;
Margarita de Monferrato,
madre del conde Urgel
y Leonor de Alburquerque
esposa de don Fernando, el fiel;
de todas ellas, la Historia
las tiene en sus páginas
de las que cuenta sus glorias
miserias y desventuras.
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Violante, la reina viuda,
remueve cielos y tierra
porque para su nieto Luis,
quiere la corona entera.
Margarita, condesa de Urgel
trama, maquina e intriga
para que su hijo Jaime
el reino, sin tardar, obtenga.
Y Leonor, "la Rica Hembra",
dona su riqueza inmensa
para que don Fernando,
de la corona de Aragón,
sea rey y ella su reina.
De entre tanta ambición
e intrigas palaciegas
lo único hermoso
que puedo contaros
es de Margarita de Prades
la bella y joven reina:
Por no tener descendencia
don Martín el Humano,
buscaron para el viejo rey
una joven doncella.
Flor de otro jardín
del que su dueño,
joven doncel,
lloraba su ausencia:
Juan de Vilaragut,
sufría en silencio
esta injusta condena.
A Margarita de Prades,
la hicieron reina
para que al rey Martín
diera descendencia.
Por dar un heredero
a la corona de Aragón
acepta resignada
la trascendental misión.
Tras la muerte de su esposo,
el rey Martín de Aragón,
Margarita anhela y busca
al que fue su único don.
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(Se oscurece el cronista. Escena de palacio. Baile con música medieval. El
baile lo pueden hacer los participantes al concurso de trajes de época.
Terminado éste, se oscurece la parte del escenario donde se ejecutaba el baile y
se ilumina otra parte para dar idea de continuidad. En ese otro lugar del
escenario, se ilumina una figura femenina cubierta por un velo negro que pasea
sola. En otro lado del escenario se ilumina, también, la figura de un joven que
mira a diestro y siniestro como si tuviera miedo de ser descubierto, avanzando
con precaución hasta acercarse a la dama enlutada.
JUAN DE VILARAGUT:
Yo sacrifiqué mi amor para que fuerais reina y dierais un hijo que fuera rey de
todos los reinos de la corona. Dios permitió lo primero pero os negó lo
segundo. El rey nuestro señor murió sin descendencia y los reinos de la corona
se enfrentan entre sí para encontrar un rey apropiado. Hoy os encuentro
convertida en viuda desconsolada y reina.
MARGARITA DE PRADES:
¡Callad vida mía! Sabed que ni un sólo día, desde aquel que, por razones de
estado, me desposaron con el rey Martín, dejé de pensar en vos. Soy viuda, sí;
pero no desconsolada. Mi corazón, al veros salta de gozo y mi rostro está limpio
de llanto y de pena. (Levanta el velo que cubre su cara) ¡Vedlo vos mismo!
JUAN DE VILARAGUT:
Cierto amada mía. Veo vuestro rostro con el mismo brillo de enamorada con el
que me regalabais en las noches de luna clara, antes de que os hicieran reina y
os apartaran de mi. Hasta juraría que hoy luce aún con mayor fuerza y belleza.
MARGARITA DE P.:
Es la alegría del encuentro. De saber que os tengo cerca y que me habéis sido
fiel con la misma fidelidad que lo ha sido mi corazón.
JUAN DE VILARAGUT:
Estaba seguro que volveríais a ser mía. Esta esperanza me mantuvo fiel a vos y
me dio fuerzas para rechazar todas las ocasiones que intentaban apartarme de
vos.
(Se oyen voces de alguien que se acerca )
MARGARITA DE P.: (hace como si escucha)
Marchad, que alguien viene. (Se retira Juan de v.) Me ocultaré aquí para ver
quién es el que se acerca.
(Entran caminando lentamente Margarita de Montferrato y su nuera)
MARGARITA DE M.:
¡Ay hija! que las cosas se nos tuercen. Lo planeado con tanto detalle no ha dado
los resultados esperados. Con la muerte del Rey Martín hemos evitado que se
entrevistara en Zaragoza con su sobrino carnal don Fernando de Antequera, al
que parece ser que quería proponerle el gobierno de la corona aragonesa; pero,
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por otro lado, se han enconado los ánimos y mi hijo Jaime traicionado por el
Justicia, que no ha querido firmar para que fuera reconocido como Gobernador
General de Aragón.
MUJER DE JAIME:
Yo creo que en esto estaba metido el mismo rey. Que le dio el nombramiento
porque sabía que sería humillado y rechazado por los aragoneses. ¡Se merece
Martín, lo que le hicimos!
MARGARITA DE M.:
Shissst (acompañándose de un dedo que pone en sus labios), calla que alguien
podría oírnos.
VIOLANTE DE BAR: (entra erguida con paso rápido)
¿Qué son esos cuchicheos? ¿Acaso hay secretos entre vosotras que no deban ser
escuchados por personas de condición moral y recta?
MARGARITA DE M.:
¿Qué pretendéis insinuar, reina Violante?
VIOLANTE DE BAR:
Me han llegado rumores de que la muerte de Martín, mi cuñado, no fue por
comerse una suculenta cena a base de ánades bien cebados; sino por haber
comido de algún brebaje mezclado con la comida que le prepararon.
MARGARITA DE M.:
Rumores, rumores; sólo rumores. Sabéis muy bien, reina Violante, que la
situación tan compleja a la que la falta de descendencia directa nos ha llevado
por la imprevisión y debilidad de tu cuñado, el rey Martín, ha desatado todo tipo
de habladurías, chismes y acusaciones más o menos encubiertas. Con lo fácil
que le hubiera resultado a Martín, evitar toda esta locura, si hubiera nombrado a
mi hijo, Jaime, como el nuevo rey de la Corona de Aragón, a la que por derecho
le corresponde.
VIOLANTE DE BAR:
¿Por derecho decís? No está tan claro. Aunque ya sé que fuisteis capaz de
acercaros al lecho moribundo de mi cuñado el rey Martín y lo zarandeasteis sin
piedad, para arrancarle de sus labios el nombre de vuestro hijo, como futuro
heredero de la corona. Mucho tenéis que querer a vuestro hijo o grande ha de
ser vuestra ambición para haber obrado de ese modo.
Si hubiera creído mi cuñado, el rey Martín, que tu querido hijo, Jaime de
Urgel, era el único heredero legal, no hubiera dudado en nombrarlo su sucesor.
(Cambiando el tono de voz con fuerza y convicción) ¡Luis de Anjou es el
heredero más directo de los derechos reales de Juan I, que fue rey antes que su
hermano Martín; por tanto, por este su abuelo materno, es descendiente en
línea directa y legítima de la casa real de Aragón y por su padre, descendiente
directo y legítimo de los reyes de Francia! ¡Ninguno de los pretendientes a la
corona pueden ofrecer, como mi nieto, tantos reyes en su árbol genealógico!
MARGARITA DE M.:
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Muy astuta, pero no finjáis ignorar la renuncia que firmó vuestra hija Violante
antes de casarse con Luis II de Anjou, cediendo sus derechos de sucesión al
trono del reino de Aragón en favor de su tío el rey Martín.
VIOLANTE DE BAR:
Mis juristas me han informado que ese documento no tiene ningún valor porque
fue obligada a firmarlo si quería que se realizara la boda...
MUJER DE JAIME:
Si tan segura estáis de vuestro nieto Luis, ¿por qué estáis preparando un ejército
francés en la frontera del Rosellón al mando del mariscal Bocicaut?
VIOLANTE DE BAR:
Se nota que vuestro esposo Jaime os tiene bien informada; pero es la forma de
reclamar un derecho ante la recusación de imparcialidad contra cuatro de los
nueve jueces.
MUJER DE JAIME:
¿Y no habéis pensado que esto mismo podrían decir el resto de pretendientes?
VIOLANTE DE BAR:
¿Es que acaso no lo han hecho otros? Vuestro marido está pactando, ofreciendo
prebendas y favores para los que le sigan y está organizando tropas. Fernando
de Antequera, ha entrado con su ejército en Valencia y Aragón...
(Se van desplazando muy lentamente como si fueran paseando)
LEONOR: (hace su entrada al tiempo que oye el comentario de su marido)
Pero Fernando, mi esposo, ha entrado con sus tropas porque se lo han pedido
las autoridades de esos reinos...
(Le responde Margarita de Monferrato pero sólo se aprecia por los gestos y el
movimiento de labios porque, en su pasear, desaparecen por el otro extremo
del escenario. Segundos después aparece de nuevo Margarita la joven viuda del
rey Martín, mirando a diestro y siniestro con temor)
MARGARITA: (angustiada)
Lo que han escuchado mis oídos, no saldrá nunca de mi boca. Si llegaran a
saber lo que yo sé, mi vida estaría en peligro seguro. En esta cruel lucha por
buscar un descendiente a mi marido, algunas mujeres esconden más intriga y
maledicencia que los propios pretendientes a la corona...
(Aparece de nuevo Juan de Vilaragut por detrás del escenario. Margarita
esta hablando en dirección al público)
JUAN DE VILARAGUT: (escucha sus angustiadas palabras)
¿Qué os angustia, amada mía?
MARGARITA DE P.: (se gira entre sorprendida y asustada)
¿Qué hacéis aquí? Os dije que marcharais.
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JUAN DE V.:
Y así lo hice; pero mi corazón triste por vuestra ausencia, me hizo volver para
haceros prometer (la coge por los brazos, mirándola fijamente) que no nos
separaremos nunca más.
MARGARITA DE P.:
Sabed que estos días, son días revueltos de intrigas palaciegas, rumores,
acusaciones y traiciones. Mejor que no os vean conmigo. Vuestra vida y la mía
correrían mayor peligro.
JUAN DE V.: (coge sus manos)
Sólo quiero oír de vuestros labios la promesa de que seguiremos juntos para
siempre.
MARGARITA DE P.:
Os prometo amor mío que seguiremos juntos y que, cuando todo esto pase, nos
casaremos en secreto para sellar nuestro verdadero amor sólo ante Dios ya que
ante los hombres siempre nos lo han prohibido.
(Se acercan y se besan. Se oscurece el escenario.)
Fin del III acto
ACTO IV
EL ASESINATO DEL ARZOBISPO
Al no ponerse de acuerdo
de Calatayud, su parlamento,
el arzobispo de Zaragoza
decide darlo por muerto.
De camino a Zaragoza
el arzobispo García,
Antón de Luna le envía
una especial misiva:
En las afueras de la Almunia
le espera Antón de Luna
para tratar sin duda
asunto de trascendencia.
El uno confiado y sin armas.
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El de Luna, el otro,
con doscientas lanzas
que ocultos en el bosque
traman vil emboscada.
(Se oyen voces y ruidos de caballos)
ARZOBISPO: (el escenario en penumbra. Se oye la voz autoritaria del arzobispo
en off. )
El grueso de la comitiva quedaros aquí en la Almunia. Seguidme solamente tres
servidores y cinco escuderos desarmados.
VOZ:
¿Sin armas?
ARZOBISPO:
Es la condición impuesta por el de Luna para entrevistarse conmigo.
VOZ:
Pero señor. No os fiéis. Es vuestro enemigo y un traidor.
ARZOBISPO:
Tengo la palabra de un caballero.
(Un foco ilumina la comitiva del arzobispo, compuesta de tres servidores y cinco
escuderos desarmados, entra por la parte derecha del escenario. Hace el
arzobispo, que va al frente, un significativo gesto a su comitiva para que se
detenga y avanza solo)
(en la penumbra y en la parte izquierda del escenario se vislumbran gente
armada con lanzas. Se adelanta un solo hombre -Álvaro de luna- seguido y
enmarcado por la luz de un foco. Avanza hasta cortar el paso al arzobispo. Va
armado solamente con un puñal al cinto)
ARZOBISPO: (enérgico y autoritario)
Muy importante tiene que ser lo que me queréis decir, para citarme en un sitio
tan solitario como éste.
ANTON DE LUNA:
Lo es, eminencia, no hay duda. Y no temáis por el lugar. Como veis vengo sólo y
desarmado. He querido evitar que lo que os voy a decir, sea entre paredes que
escuchan todo lo que se dice. No quiero que haya testigos porque es mi deseo
que vuestro prestigio y honra no sea dañada.
ARZOBISPO: (con voz más fuerte e indignado)
¿Acaso pensáis que puedo aceptar tratos que no aceptaría si estuviera en
palacio? Si así lo creéis, es que no conocéis la rectitud y moral de García
Fernández de Heredia, Arzobispo de Zaragoza.
ANTON DE LUNA: (conciliador)
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No dudo de vuestra rectitud eminencia; pero tampoco de vuestra inteligencia. Y
poco la utilizáis oponiéndoos con tanto encono a que don Jaime de Urgel, sea
elegido rey. Sabed que os conviene estar de su parte. Os traigo su mensaje
personal y promesa de que si lo aceptáis primero como Gobernador General de
Aragón y, después, lo apoyáis para que sea coronado rey, os promete....
ARZOBISPO: (lo interrumpe muy indignado)
¡Callad!! ¡Callad!! ¡No quiero oír más! ¿Cómo Antón de Luna, señor de
Almonacid de la Sierra, ha caído tan bajo, hasta convertirse en un lacayo del
conde de Urgel? Mucho os ha tenido que prometer, también, a vos, para que os
pasarais de servidora de la reina Violante de Bar, al Conde.
ANTON DE LUNA: (indignado. Con voz fuerte)
¡Ahora os pido que calléis vos! Estáis lanzando acusaciones ofensivas contra mí,
que pueden resultar peligrosas para vos.
ARZOBISPO: (en el mismo tono de antes)
¿Me amenazáis? ¿Os atrevéis a pedirme que guarde silencio por temor a
vuestras amenazas? Ja, ja, ja. No me dan miedo vuestras amenazas. Más bien
temblad vos, porque no pararé hasta aniquilaros.
ANTON DE LUNA: (conciliador)
Recapacitad. Pensad que podéis evitar muchos problemas y desgracias para el
reino, si os penéis de parte de Jaime de Urgel. Si no lo queréis hacer por él, al
menos hacedlo por el bien de todos.
ARZOBISPO: (mas indignado)
¡Jamás! García Fernández de Heredia, arzobispo de Zaragoza, jamás apoyará a
un personaje de su calaña. Y os digo más: ¡Mentras yo viva, nunca será rey!
ANTON DE LUNA: (muy indignado y levantando la voz)
Pues si vivo no será rey Jaime de Urgel... (Saca un puñal que lleva al cinto y se lo
clava), lo será estando vos muerto.
(El arzobispo cae al suelo primero arrodillando su pierna derecha y haciendo
esfuerzos por levantarse. Su mano derecha se coge a la ropa del de luna,
demostrando su fuerza y entereza. El de luna le asesta otra puñalada.
Finalmente cae al suelo. Antón de luna queda como petrificado, con el puñal en
su mano, mirando fijamente el cuerpo el arzobispo que esta mal herido. Se
mueve y da muestras de no estar muerto del todo)
SERVIDORES DEL ARZOBISPO: (gritan e intentan huir moviéndose
desorientados por el escenario)
¡Han matado al Arzobispo! ¡Lo han asesinado! (Corren de un lado a otro del
escenario) ¡Traición! ¡Traición! ¡Asesino! ¡Asesino!
(Aparecen los soldados del de luna que estaban escondidos desde el principio)
LUGARTENIENTE: (al frente del grupo con su espada en alto)
¡Matadlos a todos! ¡Que no escapen!
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(Espadas en mano rematan a los criados. El lugarteniente de anton de luna, se
acerca y cogiendo su espada con ambas manos por la empuñadura, la clava
hacia abajo con saña en el cuerpo de la victima, varias veces. Se mezcla la
acción con los ayes de dolor y los gritos de los que matan)
Fin del IV acto
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ACTO V
EL COMPROMISO Y LA SENTENCIA
(En este quinto acto se necesitan dos escenarios. Uno al pie mismo de la
puerta de la colegiata y otro, en un nivel inferior a poder ser, donde se hará la
presentación de la sentencia ante todas las autoridades presentes aquel día 28
de de junio de 1.412.
en el escenario superior en la parte derecha del mismo se pondrá el
trono que se utilizó en el primer acto. En la parte izquierda se mantendrá el
libro abierto y apoyado como en toda la obra.
en el escenario inferior se pondrá una silla principal para la persona de
mayor categoría: el arzobispo de tarragona y a su derecha otras sillas para
Bonifacio Ferrer, Vallseca, Aranda y Domingo. Por la izquierda se sentarán en
idénticos asientos: Bardají, Vicente Ferrer, Gualbes y Bertrán. Perpendicular a
esta hilera de sillas se situarán a ambos lados, unos catafalcos. En el de la
derecha se sentarán los embajadores de Aragón y Valencia y en el de la
izquierda los de Cataluña.)
CRONISTA:
Por ser tantas las personas,
los intereses y estamentos
que no logran entre tantos
un universal parlamento,
se busca una concordia
que ponga fin a tanta locura.
Los de Aragón se reúnen
en la ciudad de Alcañiz
Se levanta Bardají
de entre los reunidos
y deciden con firmeza
que por ser Aragón
de la corona, cabeza
imponga al resto
terminar con el interregno.
Acuerdan con los de Tortosa
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que deben poner fecha
sin dilaciones absurdas
un compromiso formal
de elegir para la Corona
un sucesor real.
Van a ver y escuchar ustedes
a los nueve jueces en cónclave
para conocer de su boca
lo que costó conseguir
que alcanzara mayoría,
en el castillo de Caspe,
un compromiso total
para elegir el rey
de entre siete, uno
que gobernará Aragón,
Valencia y Cataluña
y los reinos de ultramar
con justiciero acierto
y privilegiado reinar.
(Comienza el acto con el envío de mensajeros a los tres parlamentos de
los reinos decisorios de la corona: Aragón, Cataluña y valencias para rogarles
que nombren embajadores especiales para que asistan a la solemne ceremonia
del acto de lectura de la sentencia. Para dar idea de movilidad y lugares
distintos, se iluminara un pequeño círculo en donde estará un mensajero que,
pergamino en mano, dará lectura al mandamiento con voz potente y clara.
Cuando termine de leer, se apagara y se iluminara en otra parte del escenario
otro circulo con otro emisario de otro parlamento que leerá el mismo
mandamiento y así con todos. El cambio de luces es el que dará la idea de
movilidad)
MENSAJERO1: (Parlament de Cataluña)
Los nueve compromisarios como autoridad decisoria suprema del reino,
convocan, a este dignísimo Parlamento de Cataluña, al acto de la lectura de la
sentencia en el castillo de la ilustre y distinguida villa de Caspe. La presencia de
este respetado parlamento de Cataluña, estará refrendada por dos personas de
cada brazo social.
MENSAJERO2: (Parlament de Valencia)
Los nueve compromisarios como autoridad decisoria suprema del reino,
convocan, a este dignísimo parlamento de Valencia, al acto de la lectura de la
sentencia en el castillo de la ilustre y distinguida villa de Caspe. La presencia de
este respetado parlamento de Valencia, estará refrendada por dos personas de
cada brazo social.
MENSAJERO3: (parlamento de Aragón)
Los nueve compromisarios como autoridad decisoria suprema del reino,
convocan, a este dignísimo parlamento de Aragón, al acto de la lectura de la
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sentencia en el castillo de la ilustre y distinguida villa de Caspe. La presencia de
este respetado parlamento de Aragón, estará refrendada por dos personas de
cada brazo social.
(Se oscurece todo el escenario y suenan los timbales con fuerza mezclado de
sonidos de trompetas durante unos segundos. Cuando se silencian, se ilumina
el maestro de ceremonias que hace las presentaciones de todas las
delegaciones con los consabidos golpes de bastón de ceremonias, mientras
anuncia la primera comitiva procedente del parlamento de Barcelona.)
MAESTRO DE C.: (tres golpes fuertes, voz potente)
Embajada del Principado de Cataluña formada por dos excelentísimos obispos:
el de Urgel y el de Barcelona; dos síndicos, el de Perpiñán y el de Barcelona y
dos nobles. (Entra la comitiva formada por seis personas que avanzan de dos en
dos, en fila)
MAESTRO DE C.: (tres golpes fuertes, voz potente)
Embajada del reino de Valencia formada por dos excelentísimos de la Iglesia,
dos síndicos de la administración y dos nobles.
MAESTRO DE C.: (tres golpes fuertes, voz potente)
Embajada del reino de Aragón formada por dos excelentísimos de la Iglesia, dos
síndicos de la administración y dos nobles.
(Las comitivas se irán sentando en sus respectivos catafalcos puestos en los
lados izquierdo y derecho del segundo escenario. Las sillas del centro
permanecerán vacías. Cuando hayan ocupado sus puestos todos los
embajadores y tras unos segundos de silencio, se oirán toque de clarines por
una de las calles que dan a la plaza ante la colegiata. La comitiva de ilustres -tal
como sucedió- irán avanzando precedidos por el obispo de Huesca vestido de
ceremonia, capa, mitra, báculo y precedido de dos sacerdotes con sendos
incensarios, abriendo el lento recorrido. Subirán las escalinatas y se irán
sentando en las sillas frontales en el orden que se indicó antes. Los focos irán
iluminando el movimiento de personajes hasta llegar al escenario que quedará
todo bien alumbrado)
(Cuando todos estén en sus puestos, se hará el silencio. Segundos
después repique de timbales. Se silenciarán y aparecerá ante los ilustres el
maestro de ceremonias que con un pergamino enrollado, lo desplegará para dar
lectura al resumen de la sentencia)
MAESTRO DE CEREMONIAS: (voz potente y clara)
Reunidos en el castillo de Caspe los nueve compromisarios desde el 29 de
marzo de 1412, se me encomienda que dé lectura del cónclave y posterior
sentencia hoy en el día glorioso de nuestro Señor Dios Jesucristo, 28 de junio de
este mismo año.
De los nueve jueces aquí presentes, los siguientes son por el reino de Aragón:
(Cada uno al ser nombrado hará una leve inclinación sin levantarse de su
asiento)
Domingo Ram, obispo de Huesca y letrado insigne.
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Francisco de Aranda, consejero y privado de su santidad el Papa Benedicto XIII.
Berenguer de Bardají, jurista distinguido.
Los siguientes por el principado de Cataluña:
Pere Sagarriga, arzobispo de Tarragona y jurista eminente.
Guillem de Vallseca, jurista honesto y prudente.
Bernat de Gualbes, doctor en Leyes.
Y los siguientes por el reino de Valencia:
Fray Vicente Ferrer, insigne orador y de probada santidad.
Bonifacio Ferrer, jurista profundo.
Pedro Bertrán doctor en Decretos de la ciudad de Valencia que sustituye, a Giner
Rabasa por incapacidad.
Los pretendientes a la corona de reino de Aragón son:
Por línea directa masculina:
Federico de Luna, en segundo grado.
Por línea colateral masculina:
Isabel de Aragón, en segundo grado.
Violante de Aragón, en tercero.
Jaime de Urgel, en quinto.
Juan de Prades, en quinto.
Alfonso de Gandía, en sexto.
Por línea colateral femenina:
Fernando de Antequera, en tercer grado.
Juan II de Castilla, en cuarto.
Luis de Calabria, en cuarto.
De estos nueve pretendientes quedan eliminados automáticamente los
siguientes, por las razones que se expresan:
Por ilegitimidad: Federico de Aragón.
Por cualidad de hembra: Isabel de Aragón y Violante de Nápoles.
por renuncia: Violante, Juan II de Castilla y Luis de Calabria.
Por posposición de derechos: Juan de Prades.
Quedan, pues, dos pretendientes por línea masculina:
Jaime de Urgel.
Duque de Gandía.
Y otros dos por línea femenina:
Fernando de Antequera.
Luis de Nápoles.
Se inició la votación resolutiva en el castillo de esta ilustre villa de Caspe el 24
de junio de 1412, día de San Juan Bautista; habiéndose levantado acta por
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triplicado de todo ello y entregado un ejemplar al aragonés Romingo Ram, otro
al catalán Pere Sagarriga y otro al valenciano Bonifacio Ferrer y de lo que darán
fé a continuación para mayor realce y justicia de este acto glorioso:
VICENTE FERRER: (se levanta sin moverse de su sitio)
Yo, fray Vicente Ferrer, de la orden de predicadores, maestro en Sagrada
Teología, uno de los jueces designados por los parlamentos, afirmo según mi
saber y poder, que los parlamentos mencionados, los súbditos y vasallos de la
Corona de Aragón, deben prestar la debida fidelidad al ilustrísimo y muy
magnífico señor don Fernando, infante de Castilla, nieto de don Pedro, rey de
Aragón de gloriosa memoria, el cual fue padre del muy alto rey don Martín,
últimamente fallecido, como el más próximo pariente de legítimo matrimonio y
declaro que todos por deber estricto deben y están obligados a tenerlo por
verdadero rey y señor, en justicia, según Dios y mi conciencia.
DOMINGO RAM: (se levanta sin moverse de su sitio)
Yo, Domingo Ram, obispo de Huesca, en todo y por todo quiero adherirme a la
intención del predicho maestro Vicente.
BONIFACIO FERRER: (se levanta sin moverse de su sitio)
Yo Bonifacio Ferrer, en todo y por todo quiero adherirme a la intención del
predicho maestro Vicente.
BERNAT DE GUALBES: (se levanta sin moverse de su sitio)
Yo Bernat de Gualbes, en todo y por todo quiero adherirme a la intención del
predicho maestro Vicente.
BERENGUER DE BARDAJÍ: (se levanta sin moverse de su sitio)
Yo Berenguer de Bardají, en todo y por todo quiero adherirme a la intención del
predicho maestro Vicente.
FRANCISCO DE ARANDA: (se levanta sin moverse de su sitio)
Yo Francisco de Aranda, en todo y por todo quiero adherirme a la intención del
predicho maestro Vicente.
PERE SAGARRIGA: (se levanta sin moverse de su sitio)
Yo Pere Sagarriga, arzobispo de Tarragona, reconozco que el infante castellano
es, a mi criterio, más útil para ocupar el trono que ninguno; pero como soy
decidido defensor del principio sucesorio catalán de exclusión de la línea
femenina, no puedo tomar en consideración los derechos de Fernando y
designo como soberano a quien, de entre el duque de Gandía y el conde de
Urgel, se considere más apto para ser rey.
GUILLEM DE VALLSECA: (se levanta sin moverse de su sitio)
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Yo Guillen de Vallseca, en todo y por todo quiero adherirme a la intención de
Pere Sagarriga, añadiendo que yo considero más idóneo para el cargo de rey a
don Jaime de Urgel.
PEDRO BERTRAN: (se levanta sin moverse de su sitio)
Yo Pedro Bertrán, me excuso de manifestar mi parecer en asunto tan delicado
por no estar capacitado para ello, pues únicamente he estado presente en las
liberaciones del cónclave durante el último mes.
MAESTRO DE CEREMONIAS: (con voz solemne)
Por petición expresa de los compromisarios, ha sido designado para leer la
sentencia fray Vicente Ferrer, de la orden de predicadores, maestro en Sagrada
Teología.
VICENTE FERRER: (se levanta de su asiento con las manos juntas en actitud de
oración y se desplaza al centro del escenario. Se dirige al pueblo y levanta las
manos mientras su cabeza y ojos miran al cielo)
“Gaudeamus et exultemus et demus gloriam Deo, quia venerunt nuptiae Agni”.
(Alegrémonos y regocijémonos y demos gracias a Dios, porque han llegado las
bodas del Cordero) (junta de nuevo sus manos y hace una profunda reverencia.
Luego introduce su mano derecha debajo del escapulario y saca un pequeño
pergamino. Lee con voz clara y templada)
Visto el contexto, tenor y forma de la elección que de ellos se había
hecho, el poder y la facultad que se les había otorgado y el juramento y
promesa prestados; verificado el examen de las instrucciones, informes,
conocimientos y averiguaciones que debían preceder y estaban obligados a
hacer; habiendo examinado, reconocido, meditado y considerado con arreglo a
derecho, a la ley de Dios y a sus conciencias cuanto se había alegado,
presentado y comunicado ante ellos; con las objeciones, dichos y votos
emitidos, teniendo presente sólo a Dios, en fuerza de los poderes, juramentos y
votos proferidos, declaraban y publicaban que los parlamentos, súbditos y
vasallos de la Corona de Aragón debían y estaban obligados a prestar homenaje
de fidelidad al muy ilustre y muy poderoso príncipe y señor don Fernando,
infante de Castilla (el pueblo irrumpe en griterío ahogando las últimas palabras
de Vicente Ferrer) y tenerle y reconocerle por su verdadero rey y señor.
PUEBLO: (griterío destacando la frase que se repite continuamente. Al mismo
tiempo comienza volteo de campanas y repique de tambores, y timbales)
¡Vixca, vixca nostre rey e senyor don Fernando!
(Entre tanto los focos que iluminaban el escenario inferior con todas las
personalidades para escuchar la sentencia, se irán apagando, mientras se
iluminará la parte superior del escenario donde se encuentra la puerta de la
colegiata, se abrirá y aparecerá bajo palio el rey Fernando de Antequera, que se
dirigirá lentamente hasta el trono que se habrá colocado en el extremo derecho
de este escenario. Un coro potente de voces entonará el “tedeum laudamos
gratias”. Seguirán sonando las campanas pero se silenciaran los tambores y
timbales)
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(la diferencia de escenarios es para reflejar unos hechos que no sucedieron allí
pero que son necesarios para que el espectador vea el resultado final de toda la
obra.
Fin del V acto
►▼◄
CONCLUSION FINAL
(Se hace silencio. Se oscurece todo el escenario quedando solamente
iluminado como al principio el lugar del cronista y el libro abierto.)
Hoy los viejos muros
de esta insigne colegiata
se han rejuvenecido,
porque en sus piedras de siglos
la gesta se ha revivido
bautizada por la Historia
como compromiso de Caspe.
Aquí termina el relato
y quiero que para todos
haya quedado claro
lo que hoy os he contado:
Que la corona de Aragón
estuvo sin rey dos años
porque su rey Martín
murió sin heredero.
Optaron a la corona
diversos pretendientes
que se enfrentaron en lucha
para sentarse en el trono.
Hubo parlamentos
y se impuso la razón.
En Alcañiz se aprobó
un especial compromiso:
nombrar nueve jueces
de entre los estados
para que decidieran todos
en la villa de Caspe
quién debía gobernarlos.
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Por mayoría de votos
Fernando de Trastámara
se convirtió en rey
y gobernó con acierto
a los nobles y los plebeyos
de todo este gran reino.
Doy por concluida hoy
la crónica del Compromiso
contada con perfección
por todos estos actores.
.
(Se dirige el cronista al libro abierto de donde salió y desaparece por él. Se
acercan los dos jóvenes del principio y cierran el libro)
FIN DE LA OBRA
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