La Avalancha : revista ilustrada. Año 47, n. 1104 [i.e. 1108] (8 mayo

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Pampktna 8 de mayo de 194
Año XLVII
Núm. 1.104
Aval
ÓkGANO DE LA «BIBLIOTECA .CATÓLICO-PROPAGANDISTA»
DIRECCIÓN: NAVAS DE TOLOSA. 21, 2.» izq.
ADMINISTRACIÓN: ESTAFETA, 31
Hermosa semblanza
expresión dulcísima de dolor y misericordia. En el rincón
opuesto había una de esas arcas talladas del siglo XV,
tan preciadas hoy y de escaso valor entonces; hallábase
abierta y veíanse en su fondo muchos y terribles instrumentos de penitencia y algunos libros de rezo. Apoyado
conmemorado el (unes último, día 5 de
en la parea había un banquillo de tijera cerrado, único
í mayo, el glorioso tránsito del gloriosísimo San
asiento y único mueble que se veían en aquella singular
2 Pío V, gloria inmarcesible de la Orden óe
estancia. Alumbrábala una gran lámpara de plata que arSanto Domingo, pero gloria más grande de
día ante el altar, y a su reflejo dibujábanse vagamente los
la Cátedra Apostólica y de la Iglesia. El cual (guiado,
contornos de una extraña figura que se removía en el
animado, auxiliado por la que perpetuamente es Auxfr
suelo sebee las heladas baldosas, dejando escapar palaíium cñristianorumj, salvó a Europa, al mundo entero
bras entrecortadas y hondos gey a toda la Cristiandad de una
midos.
de las dos o tres catástrofes más
,
-"y
*?
colosales que han amagado a
Poco a poco comenzó a fillos hijos de los hombres durante
trarse la luz del alba por un esla perpetua vida del Cristiatrecho ajimez abierto en uno de
nismo.
los muros, y entonces quedó
perfectamente
visible el solitario
Cuando se mienta a este
personaje.
Era
un anciano de
grande hombre, siempre me vief
pronunciada nariz aguileña, barne a las mientes el recuerdo de
be blanca que le caía sobre el
aquella primorosa silueta que de
W®v'::':'r
• •••'•
pecho, y de tal manera enjuto
San Pío V traza nuestro Padre
y decrépito, que hubiérase poColonia en el capítulo I del lidido decir de él lo que por
bro III de su inmortal Jeromín,
aquel
entonces decía Santa Te»
que después del Troy 'Franresa de San Pedro de Alcántacisco, es el libro más perfecto
ra: que parecía hecho de raíces
que tejió el insigne Jesuíta esde árBofes. Envolvíale una gran
pañol, que, no embargante ser
capa negra, y por debajo de ésuno de nuestros primeros noveta veíasele una especie de holadores, es todavía más insigne
palanda blanca. Hallábase pospor historiador que por nove*
trado ante el altar, sobre las
lista.
frías baldosas, y retorcíase allí
He aquí ahora la silueta a
cual
débil gusanillo, apoyando
que me refiero:
unas veces en el suelo la calva
frente, alzándola otras hacia el
Cristo
de los enjutos brazos
«Parecía aquello, por lo escon
ímpetus
de amor y de antrecho y desamparado, una prigustia,
como
niño atribulado
sión; por lo escaso y extraño
.que implora el auxilio de su padel mueblaje, con nada podía
NUESTRA SEÑORA LA VIRGEN DEL CAMINO
dre; veíasele entonces en la ma=
compararse; y por su forma
Patrona de Pamplona
no derecha un grueso anillo de
triangular, lo macizo de sus mucuya tradicional Octava celebraremos estos días
oro
con gran sello, que subía y
COR el fervor y brillantez acostumbrados
ros y los restos que en ellos se
bajaba
siguiendo los movimienveían de tapices arrancados, lutos del dedo, como si estuviese ensartado en un enjuto
josas cornisas doradas y ricos artesonados de talla en el
sarmiento.
techo, parecía, y éralo, en efecto, el rincón de una sunEra ya día cuando el anciano abandonó al fin su hutuosa cámara que por comodidad o por capricho h ubi éramilde actitud, y arregló un poco el desorden de su traje,
se aislado con un tabique. Bn el centro de este tabique
que no era otro sino un hábito de Religioso Dominico,
divisorio levantábase un altar severíslmo de oscuras macuyos anchos pliegues hacían aparecer aún más elevada
deras, sin más imágenes ni adornos que un gran Crissu alta estatura. Dirigióse con paso firme a una puertecito de tamaño natural, cuyos lívidos miembros se destacalia que había en el tabique, casi otíulta detrás del altar, y
ban con imponente realismo sobre el sombrío fondo. Caíapasó por ella a la pieza contigua. Era ésta un suntuoso
le sobre el pecho la moribunda cabeza, y su mirada agopalacio ochavado, cuyo altar correspondía tan exacta*
nizante iba a fijarse en el que se postraba a sus pies, con
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LA
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AVALANCHA
men:e al del zaquizamí donde oraba el viejo, que el rico
Sagrario de plata que encerraba el Santísimo Sacramento
en el altar de fuera, caía en el de dentro a los pies del devoto Cristo. Una sola imagen, verdadera maravilla del
arte, había en este suntuoso altar del oratorio: la famosa
Madonna de Fra Angélico, conocida con el nombre de
Safus infirmorum. Al lado del Evangelio levantábase
un rico dosel de paño de oro con cojines y reclinatorio
de lo mismo; y alineados frente al altar había otros cuatro reclinatorios de brocado, en los cuales oraban cuatro
Prelados con blancos roquetes vestidos sobre ¡as sotanas
violáceas y estolas bordadas al cuello, Sobre la mesa de
altar espléndidamente iluminado, veíanse dispuestos todos
los ornamentos necesarios para celebrar el Santo Sacrificio de la Misa.
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Al entfar el viejo Cn el oratorio, levantáronse los cuatro Prelados aí mismo tiempo, inclinándose ante él profundamente, porque aquel anciano que momentos antes
gemía como débil niño y se retorcía es el suelo como
gusanillo ruin ante la imagen de Cristo, era nada menos
que el Vicario de Este en la tierra. Llamábase entonces,
en la cronología de Pontífices Romanos, Pío Papa V, y
llámase,hoy, en el catálogo de los Santos, San Pío V;
Arrodillóse el Papa bajo el dosel, y hundió la arrugada
frente entre las enjutas manos por largo espacio de tiempo. Luego, a una señal suya, acercáronse los cuatro Pre.lados y comenzaron a revestirle los sagrados ornamentos
para celebrar el Santo Sacrificio de la Misa. Celebróle el
Papa con solemne pausa y devoción íntima y profunda,
aunque nada revelaba al exterior las hondas emociones
que pudiera sentir su alma. Mas al llegar aí Evangelio de
San Juan, sucedió una cosa extraña; comenzó a leerlo
pausadamente, deteniéndose y marcando todas las palabras, como ,quíen entiende y saborea su significación pro^
funda, y de repente, con el rostro transfigurado y temblor
extraño y repentino de^t'odo ei cuerpo, y. con voz que no
era la suya propia, pronunció aquellas palabras: Tuit
,
homo missus a Deo cui nomen erat Joannes:
«hubo
, un hombre enviado por Dios, y ese hombre se llamaba
Juan»... Detúvose un momento; volvió el rostro hacia !a
Virgen con la mirada perdida en el vacío, como anegada
en visiones celestiales, y repitió-en tono de piegunta, humilde, sumiso, cariñoso, como de niño dócil que interroga
a su madre: Tuit honto missus a Deo cui. nomen erat.
Joannes?..- y con su voz propia ya, firme, resuelta, decidida, repitió por tercera vez: Tuit Bomo- missus a
Deo cui nomen erat Joannes; sí, hubo un hombre enviado por Dios, y ese hombre se llamaba Juan...»
-
.
•
« c e
Hasta aquí el Padre Luis Coíoma.
*
Con dos onzas que uno sepa'de Historia, ya-habrá
adivinado que ese Juan a que ahora se refería San Pío V
era nuestro ínclito D, Juan de Austria, elegido por Dios
para ganar la batalla de Lepanto; facción (como diría
Cervantes) que juntamente con la constantíniana del
Puente Milvip y como la de las Navas, de Tolosa, fue
una de las mercedes más soberanas que ha hecho Dios a
la Cristiandad y al mundo entero por intercesión de la
Santísima Virgen Auxidum efiristianorum, gloria de
Jerusalén, alegría de Israel, honor y magnificencia del pueblo cristiano, mil veces más que Joei y que Ester y que
Judit. .
«Escribió, pues, al punto San Pío V <dice el propio
P. Coloma), escribió un Breve a D. Juan de Austria, no=
tificándole el nombramiento de Generalísimo de toda la
•Liga Santa contra el turco, dándole prisa para trasladarse a Italia y ordenar la flota, y diciéndole que desde aquel
momento le miraba como a hijo, diciéndole también que
no desechara un momento de la memoria la gran empresa
que tomaba a su cargo, y que contase con eí triunfo^
porgue en nomfire de Dios se fo prometía.*
¿Cómo no había de cumplirse maravillosamente una
promesa hecha solemnemente en nombre de Dios por el
Vicario de Jesucristo?
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C H A F A R O T E .
Lá Virgen del Camino
la tradición que vino prodigiosamente
de Alfaro y que apareció la imagen sobre un
puente de madera colocado transversalmente
a la nave de ía iglesia ríe San Cernin.por encima del altar mayor, en el año 1487, y allí
recibió culto hasta que en el siglo siguiente se la trasladó
a la capilla del Cristo en el mismo templo.
La «Historia de la Parroquia de San Cernin» expone
que a principios del siglo X V o fines del XIV existía en
los claustros que poseía esta iglesia una imagen de la Madre de Dios muy venerada, instalada en el lugar llamado
sepultura de los pobres, y es probable fuera la misma a la
que se dio después culto, en el siglo XVII, en la renombrada capilla del Santísimo Cristo, con la advocación de
la Virgen del Camino. Es lo cierto que en el siglo XVI,
según las cuentas de limosnas y ofrendas de la Parroquia
de San Cernin, existían dos imágenes de la Virgen: una
en ei altar mayor y otra, con la advocación de la Virgen
del Camino, venerada en la capilla del Cristo,
La fervorosa devoción de los pamploneses á la Virgen
del Camino fue causa de la erección de la amplia y artís»
tica capilla en que actualmente tiene su culto, colocando
lá primera piedra el día 10 de junio de 1758 c inaugurándose solemnemente el 25 de agosto de 1776. («Historia de
San Cernin», por don Juan Albizu).
Li imagen ofrece los detalles iconográficos siguientes:
Es de madera recubierta de plata y va sentada en pequeña silla. Tiene su fisonomía de ojos grandes mirando a sus
devotos, pómulos salientes, barbilla redondeada; en el
conjunto es de expresión contemplativa Lleva los brazos
arqueados, el derecho más elevado que el izquierdo; delante está el Niño insistiendo con sus pies en las rodillas
de la Madre. La túnica, muy ajustada, tiene pliegues delicadamente tallados, ostentando una especie de peto. La
Virgen y el Niño son de pequeñas dimensiones; ambos
se visten con trajes valiosos qué los envuelven casi totalmente. Esta escultura parece ser obra del siglo XIVEn Navarra existe fervorosa devoción a la Virgen del
Camino. Lo acreditan los numerosos altares que tiene en
sus iglesias y muchas ermitas que existen sobre su advocación en todo el territorio.
La Cuenca de Pamplona ha tenido predilección en sus
ruegos a la Virgen del Camino, como lo han demostrado
las nutridas peregrinaciones efectuadas a su capilla, y de
ello dan fe los estandartes de los pueblos que se ostentan
en las columnas del mismo recinto, cerca de su altar.
JEFIERE
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A .
'*•'••:•:
Unos minutos de Filosofía. — Un silbo cariñoso es
'capaz de sacar a una serpiente de su nido.
—Con amabilidad llegarás a conducir un león de una
guedeja.
—Más cuesta guardar la pureza que conquistar una
fortaleza.
,
• . -
LA
AVALANCHA
Real Congregatíon U San H de los navarros
O E
MADRID
ON mucho gusto damos, a conocer hoy a los queridos lectores
de LA AVALANCHA estos inrere^
santes datos referentes a la prestigiosa y simpática entidad deno»
minada «Real Congregación de
los Navarros», de Madrid, datos
todos ellos muy curiosos que reflejan el origen y el rango ncb¡li=
simo de tan cristiana y patriótica
institución, datos históricos y actuales dignos de ser divulgados
para que tos saboreen y ensalcen todos los buenos navarros,
datos ejemplares que nos han sido
facilitados por nuestro buen amigo don Sabino López de
Goicoechea, entusiasta paisano y católico ferviente, que
desde la Secretaría, de dicha Real Congregación viene
desarrollando con gran constancia y celo, desde hace
años, una labor eficaz e, inteligente, merecedora de los
mayores elogios.
•
Esta Real Primitiva Congregación Nacional de los Hijos y Descendientes del Nobilísimo y Fidelísimo Reino de
Navarra, que reside en la Imperial Villa de Madrid, juz
fundada en el año año 1684 bajo la real protección del
Sr. D. Carlos II y recibida asimismo el ano 1755 por la
Católica Majestad del Sr. D. Fernando VI de Castilla,,
con declaración de su Prefecto perpetuo por sí y demás
Sucesores de sus Reinos, y últimamente confirmada por
la del Rey D.' Carlos III, e! año 1760, consagrada a su
glorioso, grande y benéfico Patrón San Fermín, mártir,
natural y primer Obispo de la antiquísima ciudad de
Pamplona.
OJEADA HISTÓRICA
El día 7 de julio de 1Ó85, en el pórtico de ia derruida
iglesia del convento de la Orden de Mínimos de San Fran=
cisco de Paula, brotó el primer pensamiento de instalar
esta Congregación. Acababa de celebrarse en dicha iglesia la festividad anual en honor de nuestro Santo Patrono,
y el patriotismo navarro que no reconoce distancias, y
que ni vacila ni desmaya cuando de la honra del país se
.trata, expuso y Formó con pasmosa actividad' una Asociación de los naturales y oriundos del Reino de Navarra. Agrupados allí los navarros, henchidos de fe religiosa
y abundando todos en un sentimiento patriótico, fundaron
la Congregación que tan enhiesta ha sabido y sabe mantener la bandera de la Religión y del patriotismo navarro
en la que fue Corte de España.
El 6 de julio de 1684, día de gpzo y de júbilo para los
devotos de San Fermín y amantes de Navarra, en la antes citada iglesia de Mínimos de San Francisco de Paula,
se verificó la fundación solemnísima de la Congregación.
El acto revistió ínusirada pompa, y después de bendecir
y levantar en alto el estandarte de la Congregación, ésta
recorrió procesíonalmente algunas de las calles de la Cor»
te, cantándose luego el Te Deum. Todo bajo la protección y apoyo eficaz que prestó el rey D. Carlos II, que.
se inscribió como Prefecto perpetuo; también honraron
con su nombre la lista de los congregantes, al tiempo de
la fundación, dona María Luisa de Borbón y doña Ma*
riana de Austria.
La Congregación fue crecierido y ensanchando de tal
manera su esfera de acción y aumentando de tan prodigioso modo sus medios y recursos, que el 24 de octubre
de 174Ó inauguró una magnífica iglesia de su propiedad en
los terrenos llamados de Monterrey, que por una parte
hacían fachada al prado de los Jerónimos, y por otra a la
calle del Árbol del Paraíso {después, calle del Turco), en
donde actualmente está construido el Banco de España
67
en Madrid. La bendición de la nueva iglesia fue solemní»
sima, celebrándose una procesión que recorrió el trayecto desde la Plaza del Ángel <en donde estaba el convento
de la Trinidad), a la calle de. Carretas, Puerta de! Sol y
calle de Alcalá hasta la capilla, donde el constante y fer«
voroso culto a Dios Nuestro Señor, y el amor a las instituciones y glorias de Navarra se han hermanado para
patentizar siempre, a través de los tiempos y de las generaciones, que los hijos de aquel venturoso suelo han considerado por su mejor blasón Reíigión y Patriotismo:
sentimientos ambos que han sido los verdaderos conquistadores de aquellos esplendores que adornaron y enrique-cieron siempre a nuestra hidalga Patria.
Transcurrían los años, y la Congregación, satisfecha y
orgullosa de su obra, iba desarrollando la benéfica acción
que le señalaron las Constituciones sobre las que se fundó. La colonia navarra que en Madrid residía encentraba
en nuestra Congregación el auxilio y ayuda más eficaz
en todos los asuntos que la cristiana caridad pudiera resolver, que por cierto no fueron pocos. Defensa jurídica
de navarros encarcelados hecha gratuituitamente por sabios y piadosos letrados miembros de la Corporación; visita y medicación a enfermos pobres, hijos de aquel país;
gestión de colocaciones y proporción de trabajo a sirvientes y obreros que llegaban a Madrid en demanda de ellos;
visitas domiciliarias a navarros desvalidos, y en fin, cooperación, ayuda y socorro a los hijos de aquel noble solar que los necesitaren, residentes'en esta Corte.
Navarra reconocía y miraba con ojos de predilección
y cariño los esfuerzos de sus hijos en Madrid; así que
cuando la Congregación llamaba a sus puertas para aumentar sus medios de acción, siempre las halló francas;
limosnas, suscripciones, donativos, regalos, jcyas, alhajas, etc., de todo se desprendía generosamente, con amor
de madre, aquella hidalga .región. Notables fueron más de
una vez por su valor y mérito los dones ofrecidos y enviados a la Congregación por varias Corporaciones de
Navarra, y muy dignas de mencionarse l;:s valiosas cantidades remitidas por el Sr. Obispo de Pamplona y por los
Cabildos de la Catedral de Tudela y Colegiata de Roncesvalles.
Llegó el año i8c8 y con él vinieron a España los horrores de la guerra de la Independencia; el día 2 de diciembre, dispuesta y preparada la iglesia convenientemente para celebrar con. toda solemnidad la fiesta de San
Francisco Javier, bien cerrada la noche, entró en Madrid
el ejército de Napoleón, y como las primeras posiciones
que ocuparon para el asalto de la Corte fueron en el silio
que hoy se llama Salón del Prado, y la Capilla de San
Fermín estaba muy próxima, la soldadesca enemiga hizo
de ella teatro de sus primeros desenfrenos y de sus mal
contenidas ambiciones de robo y saqueo. La noche del 3
fueron destrozadas las puertas de la Capilla, profanando
criminalmente el lugar sagrado, rotos y destrozados los
altares e imágenes y robadas todas las magníficas y valiosas alhajas. LQS soldados, dueños del templo y no satisfecha su ambición con el valioso botín recogido, salieron al
jardín, y después de varias escavacicnes, lograron encontrar y desenterrar las alhajas y objetos que el Capellán
había ocultado. ¡Aquella vandálica hazaña privó a la
Congregación de cuantiosas joyas para el sagrado culto,
que a su valor considerable unían el mérito artístico y el
recuerdo de ilustres y generosos donantes!
El templo quedó desamparado e inhabitable para el
culto, y cuando se amortiguaron las luchas y renació la
calma, volvióse nuevamente a habitar y disponer, no sin
valiosos dispendios.
Dos años después de estos sucesos, ia Dirección de
Bienes Nacionales dispuso la tasación y venta del edificio
y terreno a él anejo, mandando vender todo en subasta
pública, con arreglo a lo consignado en las leyes. La
Congregación trabajó con tal eficacia, justificando sus derechos de propiedad, que el, Ministro de Negocios Eclesiásticos de entonces, don Miguel José de Ayanza, man*
dó suspender todo procedimiento.
Después de lo cual, y corriendo los años, vino la fecha
del 7 de junio de 182o, notable porque en ese día tuvo lugar la llegada y veneración pública y solemne de la reli-
LA
AVALANCHA
quia de nuestro Patrono San Fermín. El Excmo.,Ayun»
tamiento de Pamplona, en atento oficio firmado por don
José Domingo Pérez de Tafalla y el Conde de Agramon»
te, remitía la reliquia con su correspondiente auténtica,
donada graciosamente a la Congregación, obsequio que
ésta agradeció muellísimo.
y sin otros hechos merecedores de recordación especial, transcurren varios años, y nos hallamos ya en las
primeras gestiones de venta de la iglesia de San Fermín,
en el Prado, para emplazarse en su solar y otros adyacentes el suntuoso edificio destinado a las oficinas del
Banco de España.
La Junta Directiva que en 1884 regía los asuntos de la
Congregación, muy preocupada del estado ruinoso de la
iglesia que poseía, y que sin esperar mucho tiempo por
tal causa habría de cerrarse al culto público, vióse en (a
necesidad de pensar y meditar las gestiones que serían
conducentes a la edificación de un templo de nueva planta con todos !os elementos precisos para llenar las necesidades y seguir manteniendo el buen nombre de la Congregación. Dicha Junta, de acuerdo con la general, convinieron en vender la iglesia existente y construir otra
nueva. Después de laboriosas gestiones que en nombre
de la Congregación llevaron a efecto los Excmos. señores Conde de Heredia Spínola y de Muguiro, efectuaron
la venta de todos los terrenos de propiedad de la Congregación a favor del Bancp de España.
'
•
•
(Concluirá,)
Un pastor de Navarra, con su rebaño.— (Foco Nicolás Ardanaz)
En la grandeza del monte
/Qué envidia me das, pastor,
en medio de tus ovejas,
cuidando de tus corderos,
en ía hora de fa queda,
mirando cómo discurren
soBre ía aífomBra de yerBa
y cuálpor entre fas matas
triscan y pacen y juegan!...
/Que' envidia me das, pastora
cuando, tan alto, contempfas
de amaneceres radiantes
fas encendidas beffezas,
y cuando en esos crepúscufos
que fas montañas incendian,
soBre elcayado descansas
y a Días tus rezos efevasf...
j Qué envidia me das, pastor,
en medio de ía grandeza
del monte... so/o... teniendo
fa Cruz divina tan cereal...
/Dichoso tú, que no saBes
de fa ciudad fas miserias,
ni sus traiciones y enconos,
ni sus infamias y pena si...
Envidio, envidio tu suerte,
que eres pastor y poeta,
y saBes tú cómo cantan
todas fas aves parieras,
y entiendes todos ios versos
que en dufees noches serenas
riman, con danza armoniosa,
en manto azuf, fas estreffas...
¡Qué envidia me das, pastor,
viviendo tu vida quieta,
fefiz, en medio def campo,
tranquifa, cual tu conciencia,
viendo fós ampfios confines,
viendo a tus pfantas fa tierra,
viendo tan próximo eí cieío,
viendo aíSeñor a tu vera!...
¡Quién, como tu, pastor Bueno,
tamBién pastor Bueno fuera,
y nunca huBiese saBido
def mundo tantas miserias,
viviendo siempre tu vida
en medió de fa grandeza
del monte... soio... teniendo
la Cruz divina tan cerca!...
ROMEDOBAL
LA
LAS DELICIAS DEL BOXEO
1
A V A L A N C H A
denuestos, si decaía. Sobre todo impresionó a José Luis la
actitud de algunas mujeres que, dirigiéndose ai boxeador
de sus simpatías, le azuzaban con increíble crueldad a los
gritos de ¡mátalo, mátalo! ¡ y pensar que aquellas bárbaras
damiselas, en otras ocasiones, se ponen nerviosas y azoradas sólo con la presencia de una araña o de un inofensivo ratón!
Por todo esto José Luis'salió de aquel lugar chasqueado, pálido y con el firme propósito de no acudir jamás a
semejante recreo.
Pronto se enteró de que en un extremo de la ciudad
había un hermoso frentón llamado C-koco poíita, que
significa «Rincón bonito», y allí pasaba agradablemente
las tardes durante los días que estuvo en aquel punto.
OSÉ Luis era el hijo mayor de una
de esas casas fuertes lugareñas de
labranza, situada en nuestras montañas, que, sin apariencias, ni alardes de ningún género, poseía mu*
chos más bienes que otras que
brillan con gran esplendor, pero
engañoso y espectacular nada más,
como el de los fuegos fatuos.
Llegada, pues, la época otoñal
casi a su fin, y cuando menos apuAunque su primera intención fue pasar ocho días, en
ran los quehaceres agrícolas, José
la visita de su hermana, fueron más de quince los que
Luís pensó en realizar una visita
transcurrieron para cuando volvió a la. casa paterna; yy
a su hermana, que se hallaba en
haciendo honor a la amistad que su familia profesaba all
un convento de cierta ciudad de
venerable Párroco del pueblo, fue muy pronto a verle de
Francia, y a la que no había visto
su parte y de la monja, a quien aquél había dirigido en
e!
por lo menos en el último decenio.
cultivo de las virtudes cristianas,
Una vez allí, y, después de haEl Párroco, que a la sazón se hallaba leyendo algunas
ber departido tranquila y sosegapáginas del sermonario del P. Fabri, cerró el libro, y le
damente con ella en los ra=
invitó a sentarse frente a él,
tos de recreo de (os primeros
mientras le decía con apacidías, quiso conocer los prinble sonrisa:
cipales centros y los museos
—Vamos, José Luis, ¿qué
más notables de la ciudad, lo
impresiones traes de tu viaje?
cual pudo verificarlo a saEl interpelado le respondió
tisfacción con un inteligente
también con la sonrisa en
cicerone que le proporcionalos labios:
ron las monjitas del conven— De todo, don Lorenzo,
to en cuestión.
de todo.
Ai pasar por una de las
—¿Qué significa eso?—le
calles más céntricas de la poreplicó el Párroco; — explípulosa urbe, se fijó en un llacate.
mativo cartel, en el que se
y al propio tiempo le alaranunciaba con mucho apagaba un cigarrillo.
rato, y acompañando el re—Pues, si señor, he pasa=
trato de los boxeadores, un
do buenos ratos con la herencuentro de este juego tan
mana, y otros también muy
brutal.
buenos en el frontón Choco
poíita, presenciando magnífiJosé Luis creía que todo
cos partidos de pelota, pero
se reducía en este entretenipasé uno muy malo durante
miento a presenciar y a adel desarrollo de un encuenmirar las fuerzas de los homtro de boxeo. — y le refirió
bres más fornidos, pero de
todo lo que sabe el lector,
una manera humana y digna,
concluyendo con esfa precomo en el juego de la barra,
gunta:
en el de levantar pesos a
pulso, o en llevar fardos al
—¿Qué me dice usted de
hombro, como él había coneste juego que yo descotemplado muchas veces en
nocía?
los pueblos crecidos de GuiD. Lorenzo respondió que
púzcoa y de Navarra, por
se trataba de una diversión
cuya razón determinó adquiinhumana; que a la verdad,
rir una entrada para ver con
no siempre, ni mucho menos,
mucho gusto lo que él se
se desarrollaba en las condiimaginaba, pero experimentó
ciones y circunstancias bar*
un profundo desengaño.
baras que José Luis le había
referido, pero que nunca dey a a los pocos momentos
jaba
de ser un entretenimiende comenzada la pelea, uno
PAMPLONA-— Fachada principal de la casa He Iráizoz, en la
to censurable.
calle de San Saturnino (X)> 1 u e s e h-'- derribado recientemen' de los contendientes cayó a
te, para ensanchar la entrada a la misma calle por la Plaza
tierra, casi exánime, a cony sacando del estante más
Consistorial.—(Foto Julio Gía.J
secuencia de un formidable
bajo de su modesta librería
golpe que le proporcionó su
.
un tomo del Boletín eclesiástico de la diócesis, !o puso en sus manos, y añadió:
contrario. Pudo levantarse después de grandes esfuerzos,
—Mira lo que dice aquí—y le señalaba con el índice
y con paso vacilante, como un beodo, pidió al tribunal
el lugar—y tendrás un testimonio de mucha más autori*
que cesase la pelea, pero no lo consiguió y tuvo que pro*
dad que el mío. Habla de una consulta que se le hizo al
seguir la lucha, hasta que por nuevos y tremencíos trasmuy docto y recto P. Vilariño <q.*e. p. d.>, y él contestó
tazos quedó inutilizado y fuera de combate.
en «De broma y de veras» lo que ahí puedes leer, a saA esto hay que añadir que las apuestas en favor de
ber: que en resumen el boxeo es un juego bruto, salvaje
uno o de otro eran muchas y muy crecidas,, por lo que
y de funestas consecuencias.
el público se inclinaba enardecido hacia el que juzgaba
y quería fuera vencedor, y le animaba con sus aplausos,
—Pues ya no hay que hablar; me basta saber1 lo que
si campeaba durante el encuentro, o le deprimía con sus
opinaba tan sabio escritor, y que el Boletín eclesiástico lo
'
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AVALANCHA
•A,-
• MESA REVUELTA
da por bueno. 0/ besándole ía mano con filial respeto, se
retiró de la casa rectoral con dirección a la suya.) .
E L PRIOR DE RONCESVALLES
LA MONTANA DE NAVAR&A
A belleza agreste del panorama, la rústica gran*
díosídad de la Naturaleza, la vida de sabor
aldeano, de primitiva sencillez; toda la suntuosidad majestuosa del paisaje tan pródigo
en encantos, tan abundante en melancólicos
aspectos y en rudos contrastes, ofrece a su contemplación la montaña de Navarra. Cumbres orgullosas. riscos
bravios, valles mansos; toda la gama del paisaje, desde el
áspero y rústico hasta el suave y dulce, en afortunadas
combinaciones de lo poérico y la rudeza, de lo agreste y
lo plácido, de lo asombroso y lo sugestivo. Son las aldeas como nidales de paz, tienen casas blancas y menudas, y otras negruzcas y de aspecto arcaico; algunos caserones llevan escudos roidos por la lluvia sempiterna, y
muchos puebiecillos trepan por colinas verdes donde parecen brotar las casas blancas como palomas. Las copas
y fragantes tallos de los árboles forman sobre nuestras
cabezas un tupido dosel de tonalidades diversas, desde el
color del bronce al verde esmeralda. Copas sonoras de
arpegios del viento, que suenan como un órgano de mil
voces, aí que acompañan los trinos y gorjeos de los pajaríllos. Las nubes vienen aborrascadas; las empuja un
viento caprichoso; este viento del país que se complace
en sorpresas, golpes rápidos, giros y remolinos. Bajo las
brumas grises, se tornan olorosas con el aroma del can*
tueso, del romero, del tomillo. A i romper en el cielo las
auroras de mayo con claros y serenos amaneceres, se
oyen revuelos de alondras y lejanos rumores de campanas; y, luego, allá en julio, cuando vierte su lumbre el
sol sobre los surcos sedientos y abrasados de la Ribera,
estas cimas aireadas y frescas por fas brisas, ofrendan la
soledad dormida de sus verdes alcores al rebaño que
huyó de la llanada.
E l oro del sol besa dulcemente las piedras viejas de los
pueblos montañeses, ceñidos amorosamente por la tradición, que sonríe a cada paso viva, sugeridora, y pone en
el espíritu la dulcedumbre del ensueño. La historia descansa en estos pueblos en sus fachadas blasonadas, en
las ruinosas fortalezas, en los caserones sin remilgos cor*
tésanos; arcaico encanto, evocación y melancolía son
donde residen sus mayores fuentes de emoción.
En las cimas montañosas se alzan ermitas y ruinas de
monnsterios, y en el recinto de sus viejas paredes abiertas
hoy a la bendición del cielo, sentimos una fuerte evocación, una fría ráfaga de temor al pretérito. Sólo queda flotando sobre su rota existencia ese misterioso hálito que la
historia y la tradición de Navarra escribieron en torno de
estos seculares cenobios.
En las cumbres montañosas aparece e! firmamento despegado de la tierra, dándole ese tono azul que infunde en
las almas optimismo. Vemos los campos verdes cuajados
de amapolas, los pueblecitos bermejos de casas achatadas,
entre las que se yergue la aguda torre de su iglesia, por
la que bajan a esparcirse en la tierra las virtudes del cié*
lo y suben a Dios ¡as. súplicas de la humanidad.
MIGUEL ANCIL.
Homenaje ai P. Vilaríño. —El domingo, día 27 de
abril último, se celebraron en Bilbao, en el Barrio de la
Cruz, en el que ejerció intensamente su labor de apostolado el santo y sabio jesuíta R. P. Remigio Vilariño, solemnísimos actos dedicados a la memoria de este ilustre
hijo de San Ignacio de Loyola.
En la capilla del Convento de la Cruz de las Calzadas
hubo una misa solemne que celebró el jesuíta navarro
R. P. Toni. Asistieron el general Loriga, el alcalde de Bilbao señor Perosanz, el general Mantilla, el arcipreste señor Abona y el diputado señor Leza Leguízamón. A continuación, concurriendo todas las autoridades, después de
interpretar los chistularis la Marcha dé San Ignacio, descorrióse la cortina que cubría la siguiente placa:
Aíeximio Jesuíta R. P. Remigio Vifariño,
gue tantos servicios úpostpficos y caritativos
prestó aípueBfo de BifBac, y en especial a este
popuíoso Barrio, ef Excmo. Ayuntamiento de
esta M. hl. y L. Pifia fe dedica este- recuerdo
en ef segundo aniversario de su muerte.—Bif»
Bao, 16 de aBrif de 1941.
.. ••;¡ ,..\*.
El Alcalde pronunció unas palabras de ofrecimiento
del homenaje, destacando los méritos ejemplares que concurrían en el bondadoso y sabio jesuíta. En nombre de la
Junta de Vecinos del Barrio de la Cruz, su presidente don
Julián Urrutia leyó unas interesantes cuartillas.
Los chtstuíaris interpretaron el Himno Nacional; y las
niñas del Barrio depositaron al píe de la placa ramos de
ñores.
El general Mantilla ostentó en este acto la representación del capital general de ía Sexta Región señor López
Pinto.
Nuestros plácemes a cuantos han tomado, parte en este
homenaje a la memoria del insigne propagandista católico
P, Vilaríño.
Nuestro santísimo Papa Pío XII y la paz — En la
hermosa e importantísima alocución que Su Santidad dirigió a toda la cristiandad por la Radio, en las Pascuas de
Resurrección, pronunció estas palabras:
, .".
«Rogamos a Dios que nos conceda una paz rápida. Todo lo que podía haberse intentado para evitar y abreviar
la guerra y aliviar los sufrimientos que ha causado, fue
ensayado por el Vaticano con un vigilante y exacto sentido de imparcialidad. Esperamos que nazca y se desarrolle entre las naciones un nuevo espíritu que las predisponga a trabajar con nuevos sacrificios sobre las ruinas
que se han acumulado en el camino; que surja y crezca
entre los pueblos una nueva solidaridad con garantías firmes y duraderas, con alta conciencia moral,.con derechos
iguales para los grandes y los pequeños, para los fuertes
y los débiles,»
1
t
a
D.
EL I S A
PADIAL
Viuda de Prádanos
socia de U "Biblioteca C a t á l l c o - P r o p a g a n d f i t a , .
,-•
faffeció en Buenos Aires ef 2o defeBrero de Í94Í
l i n o s minutos de Filosofía. — ¿Quieres que no te
cueste una cosa? Hazla de buena gana.
—Mejor es que llore el hijo que no la madre, y que
suplique el hijo que no el padre.
—Dios nos da placeres a medida, pero nosotros buscamos los excesos.
—l,a vanidid cuesta más que el hambre, la sed y el
rrío juntos.
R.L P. '• V. : - v ! : v s > ; v . . ' La referida Sociedad y su órgano en ía Prensa LA AVALANCHA
ruegan a (os socios, lectores y personas piadosas, bagan la caridad ic
encomendarle a "Dios en sus oraciones.
Su Santidad el Papa León XIII, en Breve de 19 de diciembre de
J890, concedió sesenta días de indulgencia por rezar cinco padrenuestros y avemarias en sufragio de las almas de los socios fallecidos.
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