oraciones - Basílica Desamparados

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Orar con María
+ Valencia + 1909—2009 + I Centenario +
Nihil obstat: Jaime Sancho Andreu, censor
Imprimase:
Salvador Giménez Valls, Obispo Auxiliar y Vicario General
Valencia, 29 de abril de 2009
ISBN:
Imprimatur Arzobispado de Valencia
Diseño,
maquetación e impresión:
Medianil Comunicación s.l.
C/ Ruzafa, 5 - 3
46004 Valencia
Edita:
Real Basílica Ntra. Sra. de los Desamparados de Valencia
Orar con María
E
n aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban
su madre, la hermana de su madre, María la de
Cleofás, y María la Magdalena. Jesús, al ver a
su madre, y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su
madre:
– Mujer, ahí tienes a tu hijo
Luego dijo al discípulo:
– Ahí tienes a tu madre
Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Juan 19, 25—27
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4 Orar con María
Prólogo
L
a oración dirigida a la Virgen María es
siempre de intercesión.
Ella recibió del Señor el Sí divino al
elegirla por madre y constituirla, desde la Cruz,
intercesora y madre de todos, encomendando a
su cuidado, en todo lugar y tiempo, a cuantos se
sienten necesitados de cobijo y amparo.
A ella acudimos pues, apoyándonos en su
mediación, seguros de que, como en Caná de
Galilea, presenta nuestra oración ante Jesús, su
Hijo.
Ante la Madre de los Desamparados son
prioritarios en nuestra oración los que están
aquejados por el sufrimiento y por las situaciones que hacen dura, triste y solitaria la vida.
Como en consecuencia, el año 1909 nació
la “Corte de Honor” de la Virgen, con este doble fin: orar ante su sagrada Imagen y cuidar
Orar con María
aquellos aspectos que dignifican y solemnizan
las celebraciones festivas en su Basílica.
Se conmemoraron cien años de su historia
con el propósito de desarrollar su misión originaria y, como así sucede en la actualidad, vincularse estrechamente con la Real Archicofradía y
participar en sus proyectos socio—caritativos.
Esta sencilla publicación recoge, junto a la
introducción que en el año 1924 escribió el venerable sacerdote Rvdo. D. José Bau Burguet en
el devocionario que dedicó a la Corte de Honor,
algunas reflexiones y plegarias que puedan servir de soporte a la oración, que ininterrumpidamente realizan las asociadas anta la Santísima
Virgen, recurriendo a su maternal protección y
amparo a favor de todos sus hijos.
Valencia, mayo 2009
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Orar con María
Introducción
I
A
MPARADORA del género humano es
la Santísima Virgen María, Madre de
Dios, y lo es desde el mismo paraíso
terrenal. En él había colocado el omnipotente
Creador a nuestros primeros Adán y Eva, y al
perder éstos por su pecado la gracia santificante
y la felicidad temporal y eterna, no sólo para sí
mismos, sino también para todos sus descendientes, Dios nuestro Señor, teniendo compasión
de padres e hijos, les prometió un Redentor de
todos, que nacería, Dios y hombre verdadero, de
una Mujer sin igual, Virgen y Madre. «Pondré enemistades, dijo Dios a la serpiente tentadora, entre
ti y la mujer, y entre tu raza y la descendencia suya: ella
quebrantará tu cabeza.» (Génesis, III, 15) ¡Qué consuelo experimentaron nuestros primeros padres
al escuchar estas palabras del Omnipotente! A
los ángeles rebeldes se les había castigado en
seguida con las penas eternas del infierno, y a
ellos se les promete un Reparador de su culpa,
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8 Orar con María
el cual había de nacer de una de sus descendientes. Al mirarse desterrados del paraíso, ¡qué
otro consuelo les quedaba sino acordarse de la
promesa del Redentor y contemplar a esa Mujer
amparadora, que ha de quebrantar la cabeza de
la serpiente, reparando por medio de su Hijo
divino el daño que ellos han acarreado a toda
su descendencia?
Adán y Eva tuvieron buen cuidado de
transmitir a sus hijos tan inefable promesa; Dios
además en su providencia amorosa enviaba al
mundo de vez en cuando profetas inspirados
que la recordasen a los hombres, y representaba
de manera sensible a la Amparadora del género
humano en hermosos símbolos y santas heroínas. El Arca de Noé, conservando la humana familia en medio del diluvio universal; la columna
de nube y fuego, defendiendo a los israelitas en el
desierto contra los ardores del sol y las sombras de la noche respectivamente; la prudente
Débora, presentándose en el campo de batalla
y alcanzando la victoria que libra de sus enemigos al pueblo de Israel; la piadosa Ester, logrando de Asuero la revocación del edicto de
exterminio dictado contra el pueblo de Dios…
Basta; lleno está el Antiguo Testamento de estas
heroínas y de estos símbolos.
Orar con María
Transcurridos los siglos de preparación y
de esperanza, viene la plenitud de los tiempos,
y el Redentor prometido desde el principio del
mundo nace de la Santísima Virgen María en el
portal de Belén. Herodes, rey de Judea, le persigue de muerte ya en infancia, y su Madre le
ampara contra las iras del tirano, huyendo con
Él desterrada a Egipto. Al tiempo de consumar
en la cruz el gran sacrificio por la redención del
mundo, el Eterno Padre deja a la Víctima sacrosanta, al divino Redentor, desamparado en
su agonía; empero, su Madre no le desampara;
allí esta con Él junto a la cruz. Sube Jesucristo al
cielo, consumada ya la obra de la Redención, y
su Madre Santísima es quien le ampara bajo las
alas de su protección a la Iglesia naciente. Y en
los siglos inmediatos de persecución sangrienta,
la ampara en las Catacumbas; y cuando el humo
espeso que sale de los pozos del abismo pretende entenebrecerla, Ella disipa esas tinieblas de
errores y herejías con la luz de los Concilios esplendorosa; y en todos tiempos, y en todas partes suscita héroes de santidad, preclaros doctores, sacerdotes santos, Órdenes religiosas, tanto
activas como contemplativas, siempre según las
necesidades de la época. María ha sido siempre
y continuará siendo, la Amparadora de la Iglesia
de Jesucristo.
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10 Orar con María
II
Mas no tenemos noticia de que en parte alguna fuese venerada la Santísima Virgen bajo
la advocación de Madre de los Desamparados. La
divina Providencia nos tenía guardada esta dicha a los valencianos, ya que tanta devoción
profesaron nuestros abuelos a la Madre de Dios
desde los primeros siglos del cristianismo, como
bien lo acreditan tantas imágenes de la Señora
del tiempo de los godos y aun de los romanos,
encontradas en este nuestro suelo proviliegiado
después de la Reconquista.
En los primeros años del siglo XV de la Era
cristiana, fundóse en la preclarísima ciudad de
Valencia, por exhortación del venerable Juan
Gilabert Jofré, de la Orden de la Merced, y bajo
la invocación de los Santos Inocentes Mártires,
el primer hospital de dementes que ha existido
en el mundo. En los felices comienzos de este
hospital es donde hay que buscar el origen de
la Imagen venerada de nuestra celestial Patrona,
llamada en los primeros tiempos Nuestra Señora
Santa María de los Inocentes Mártires , y actualmente
Madre de los Desamparados, desde que se le añadió
este título consolador por Real Privilegio de Fernando el Católico. Efectivamente; bien pronto
pensaron los beneméritos fundadores del hospi-
Orar con María
tal instituir una piadosa Cofradía, cuyos miembros les ayudaran en el cuidado de los dementes, principalmente en la asistencia espiritual de
los mismos. Por Real Privilegio de Fernando I
de Aragón había sido fundado el hospital, y al
mismo monarca recurrieron de nuevo los fundadores, en demanda de otro privilegio para
erigir la Cofradía. Expidiólo el rey de Aragón en
la ciudad de Morella el año 1414, y sin pérdida
de tiempo fue instituida la Real Cofradía, bajo
la invocación de Nuestra Señora Santa María de los
Inocentes Mártires.
En toda época los cofrades, comenzando
desde los primeros, han profesado grande amor
a su Titular, la Santísima Virgen María, y el culto a la sagrada Imagen aumentaba progresivamente a medida que transcurrían los años. De
la Real Cofradía se iba propagando este amor y
devoción a todos los habitantes de la ciudad, y
de ésta a todo el reino de Valencia, y podemos
asegurar que en nuestros días ha llegado a todas
las provincias de España y hasta las más apartadas regiones del orbe cristiano. La Santísima
Virgen, Madre de Dios, ha hecho en todos tiempos repetidos milagros, a favor principalmente
de los desamparados; lo cual ha sido causa de
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12 Orar con María
que no ya solamente los cofrades, sino también
todos los vecinos de Valencia, se acojan ansiosos bajo su amparo, dulcemente impulsados
por la fuerza de su amor. Ora sea la peste, ora el
hambre, ya sea la guerra o cualquiera otra calamidad la que amenace, bien a la capital, bien
a la nación española, al instante el pueblo de
Valencia, con su clero al frente, corre a postrarse
ante la Imagen de la Madre de los Desamparados, implorando el favor y auxilio de su Patrona
clementísima, y logrado el favorable despacho
de la súplica, vuela otra vez a tan dulce Madre
en prueba de gratitud, para dar a Dios nuestro
Señor por medio de Ella las debidas gracias con
fiestas de esplendor extraordinario.
Muchos Romanos Pontífices, y al frente de
ellos Calixto III, han contribuido poderosamente a propagar esta devoción y culto a la Madre
tiernísima de los Desamparados con sus gracias,
indulgencias y privilegios, concedidos tanto
a la Antigua Cofradía, como a la Real Capilla;
entre los cuales haremos mención de Sixto V,
Clemente VIII y Urbano VIII. En el año 1725,
Benedicto XIII instituyó su fiesta litúrgica con
Oficio y Misa para los cleros secular y regular
de la capital, fiesta que fue elevada por Pio VII
Orar con María
al rito de primera clase con octava, y que después León XIII extendió a toda la diócesis, con
rito doble de segunda clase. Este mismo Pontífice León XIII, accediendo benignamente a los
ruegos fervientísimos de la ciudad de Valencia,
nombró su Patrona principal a la Santísima Virgen, bajo el título dulcísimo de Madre de los
Desamparados. Y últimamente, en el año 1923,
la sacratísima Imagen, por consentimiento unánime de todas las clases sociales, con asistencia
y gozo inenarrable de todas ellas, fue coronada canónicamente por el prelado valentino, por
concesión de la Sede Apostólica, con una pompa
y magnificencia de todo punto extraordinarias.
III
El ya citado rey Don Fernando el Católico
aprobó por Real Privilegio fechado en 1481, una
Cofradía de Nuestra Señora de los Desamparados, erigida en la villa de Moncada. Torrente,
Liria, Segorbe, Denia, Orihuela y otras muchas
poblaciones del Reino de Valencia veneran siglos ha preciosas imágenes de tan tierna advocación. Podemos asegurar sin temor de equivocarnos, que ya en el siglo XV llegó a los palacios
de los magnates y hasta al mismo trono real la
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14 Orar con María
devoción a nuestra excelsa Patrona, y cuentan
también siglos de existencia las imágenes de la
misma que se veneran en Valladolid, Zaragoza,
Barcelona, Cádiz, Madrid, y tantas otras capitales. Cuando en el año 1603 se trató de imprimir
el libro—sumario de las indulgencias concedidas
a la Antigua y Real Cofradía, adoptóse la lengua
castellana en vez de la valenciana, por tener que
repartirse dicho sumario «en Castilla y Aragón y en
otras partes longincuas, y particularmente en las Indias».
Hasta allá se había extendido tan tierna devoción, como lo prueban además las antiquísimas
imágenes de la Virgen de los Desamparados,
que se veneran en Lima, Buenos Aires, Méjico,
Filipinas, etc.
IV
Corte de Honor de la Santísima Virgen de
los Desamparados
Se echaba de menos una asociación que
fuese ante la venerada Imagen de nuestra excelsa Patrona jarrón de oro de aromáticas flores,
que ante Ella exhalasen sus perfumes, los perfumes de la oración y la penitencia. Se fundó
efectivamente esta Asociación en el año 1909
Orar con María
por algunas señoras valencianas, devotísimas
de la Virgen de los Desamparados, con licencia
y aprobación del Prelado diocesano, Reverendísimo Sr. D. Victoriano Guisasola, y su fin es elevar plegarias de manera perenne a la Madre de
Dios, alabándola, dándole gracias e implorando
su misericordia y la de su Hijo divino. De dos
en dos se van relevando las piadosas Asociadas,
durante las horas en que el templo está abierto
al público, y de rodillas en su reclinatorio por
espacio de treinta minutos, cumplen con el expresado fin, encomendando a Dios sus necesidades y las de sus prójimos.
En obsequio a esta Corte de Honor y para
facilitar el buen empleo de esa media hora de
oración en el reclinatorio, ante el acatamiento
de nuestra Madre y Patrona, se escribe el presente librito. Dígnese bendecirlo nuestra coronada Reina, cuya gloria puramente buscamos.
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Orar con María
Esquema Plegaria
1. Oración de presentación .... (p. 18 ó solapa)
2. Reflexión (a escoger una de entre las 7)
La Santísima Virgen,
modelo de fidelidad a la Palabra de Dios.
1. Con María, escuchamos
la voluntad divina. ............................ (p. 22)
2. Con María, acogemos
el don de la vida. ................................ (p. 30)
3. Con María, respondemos
dando gracias. ....................................... (p. 40)
La Santísima Virgen,
amparo en nuestro desvalimiento.
4.
5.
Con María, aceptamos
el sufrimiento con fortaleza. ......... (p. 50)
Con María nos abrimos
con gozo a la esperanza. ................ (p. 60)
La Santísima Virgen,
estímulo constante para nuestra caridad.
6.
7.
Con María, pertenecemos
a la familia de Dios. ........................... (p. 72)
Con María, los hijos desamparados
somos hermanos ................................. (p. 84)
3. Oración de despedida .......... (p. 93 ó solapa)
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18 Orar con María
Oración de Presentación
María:
Toda tu vida fue una constante oración,
un constante diálogo con tu Hijo,
en una comunicación amorosa
de Madre e Hijo.
Eres Virgen y Madre,
siempre en actitud orante.
Necesito tener esas actitudes
de comunicación con Dios, de apertura,
para que mi vida encuentre
la fuerza necesaria
que me lleva a vivirla
con gozo y esperanza.
Te pido, María,
que presentes mi súplica a Dios
en quien depositaste toda tu confianza,
y en quien yo también
quiero confiar.
Orar con María
Santa María, silencio de Nazaret,
enséñanos el recogimiento
y la interioridad.
Enséñanos a estar siempre dispuestos
a escuchar las buenas inspiraciones
y la doctrina de los verdaderos maestros.
Enséñanos la necesidad y el valor de una
conveniente formación,
del estudio y de la meditación,
de la vida interior intensa,
de la oración personal
que sólo Dios ve.
Reflexión
(a elegir una de entre las 7, pág. 22 a 91 )
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Orar con María
La Santísima Virgen,
modelo de fidelidad
a la Palabra de Dios
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22 Orar con María
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Con María,
escuchamos la voluntad divina
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— Invocación inicial —
Madre de la Palabra.
Tú que has sabido vivir de la Palabra, esa
Palabra que da vida,
enséñanos a hacer realidad la voluntad de
Dios en nuestra vida.
Enséñanos a cumplir siempre los deseos que
Dios tiene para cada uno de nosotros.
Danos valentía, fuerza y garra para llevar en
nuestro corazón lo que Él quiere.
La Santísima Virgen, modelo de fidelidad a la Palabra de Dios
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Muéstranos el camino de la obediencia a Dios
y a nuestros superiores.
Enséñanos a descubrir las aspiraciones que
Dios tiene puestas en nuestras vidas.
Haznos dóciles a su voluntad, obedientes a sus
palabras y prontos para cumplirlas.
Madre de la Palabra escuchada, de la voluntad
del Padre hecha vida y realidad, ruega por
nosotros.
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24 Orar con María
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— Voz de Dios —
Lectura del Santo Evangelio
según San Lucas
11, 27—28.
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a las turbas,
una mujer de entre el gentío levantó la voz diciendo:
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— ¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te
criaron!
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— Mejor: ¡Dichosos los que escuchan la Palabra de
Dios y la cumplen!
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Pero él repuso:
La Santísima Virgen, modelo de fidelidad a la Palabra de Dios
Con María, escuchamos la voluntad divina
— Voz de la Iglesia —
María es la «Virgen oyente», que acoge
con fe la palabra de Dios: fe, que para ella
fue premisa y camino hacia la Maternidad
divina, porque, como intuyó S. Agustín: «la
bienaventurada Virgen María concibió creyendo al (Jesús) que dio a luz creyendo»: en
efecto, cuando recibió del Ángel la respuesta a su duda (cf. Lc 1, 34—37) «ella, llena de
fe, y concibiendo a Cristo en su mente antes
que en su seno», dijo: «he aquí la esclava del
Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,
38); fe, que fue para ella causa de bienaventuranza y seguridad en el cumplimiento de
la palabra del Señor» (Lc 1, 45); fe, con la que
ella, protagonista y testigo singular de la Encarnación, volvía sobre los acontecimientos
de la infancia de Cristo, confrontándolos entre sí en lo hondo de su corazón (cf. Lc 2, 19,
51). Esto mismo hace la Iglesia, la cual, sobre
todo en la Sagrada Escritura, escucha con fe,
acoge, proclama, venera la palabra de Dios,
la distribuye a los fieles como pan de vida y
escudriña a su luz los signos de los tiempos,
interpreta y vive los acontecimientos de la
historia.
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26 Orar con María
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María es, asimismo, la «Virgen orante».
Así aparece Ella en la visita a la Madre del
precursor, donde abre su espíritu en expresiones de glorificación a Dios, de humildad,
de fe, de esperanza: tal es el «Magnificat» (cf.
Lc 1, 46—55), la oración por excelencia de María, el canto de los tiempos mesiánicos, en el
que confluyen la exaltación del antiguo y del
nuevo Israel, porque –como parece sugerir S.
Ireneo—­en el cántico de María fluyó el regocijo de Abrahán que presentía al Mesías (cf.
Jn 8, 56) y resonó anticipada proféticamente,
la voz de la Iglesia: «Saltando de gozo, María
proclamaba proféticamente en nombre de la
Iglesia: “Mi alma engrandece al Señor…”». En
efecto, el cántico de la Virgen, al difundirse,
se ha convertido en oración de toda la Iglesia
en todos los tiempos.
«Virgen orante» aparece María en Caná,
donde, manifestando al Hijo con delicada súplica una necesidad temporal, obtiene además un efecto de la gracia: que Jesús, realizando el primero de sus «signos», confirme a
sus discípulos en la fe en Él (cf. Jn 2, 1—12).
La Santísima Virgen, modelo de fidelidad a la Palabra de Dios
Con María, escuchamos la voluntad divina
También el último trazo biográfico de
María nos la describe en oración: los Apóstoles «perseveraban unánimes en la oración,
juntamente con las mujeres y con María,
Madre de Jesús, y con sus hermanos» (Act 1,
14): presencia orante de María en la Iglesia
naciente y en la Iglesia de todo tiempo, porque Ella, asunta al cielo, no ha abandonado
su misión de intercesión y salvación. «Virgen
orante» es también la Iglesia, que cada día
presenta al Padre las necesidades de sus hijos, «alaba incesantemente al Señor e intercede por la salvación del mundo».
Marialis Cultus
S. d. D. Pablo VI
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28 Orar con María
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— Meditación en silencio —
— Nuestra voz—
Por intercesión de la Santa Madre de Dios, la
siempre Virgen María, oremos al Señor, para
quien nada es imposible.
— Que la Iglesia sea pobre y humilde, para
que en ella se manifieste la fuerza del Espíritu
Santo.
Te lo pedimos Señor.
— Que el Papa y los obispos, y todos los
servidores de la Iglesia, ejerzan su ministerio
en perfecta unión con Cristo.
Te lo pedimos Señor.
— Que los gobernantes trabajen por la paz y
por el bien común de todos sus súbditos.
Te lo pedimos Señor.
— Que los hambrientos sean colmados de
bienes y que los poderosos se den cuenta de
que están vacíos.
Te lo pedimos Señor.
La Santísima Virgen, modelo de fidelidad a la Palabra de Dios
Con María, escuchamos la voluntad divina
— Que todos nosotros reconozcamos lo que el
Señor ha hecho por cada uno colmándonos
de bienes.
Te lo pedimos Señor.
— Que se acuerde de su misericordia a favor
de cuantos nos precedieron con el signo de
la fe.
Te lo pedimos Señor.
Dios y Padre nuestro, tu pueblo confía en
la protección de María siempre Virgen; haz
realidad cuanto te hemos pedido y escucha
nuestra oración. Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
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— Oración de despedida —
(pág. 93 ó solapa)
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30 Orar con María
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Con María,
acogemos el don de la vida
— Invocación inicial —
Oh María,
aurora del mundo nuevo,
Madre de los vivientes,
a Ti confiamos la causa de la vida:
mira, Madre, el número inmenso
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de niños a quienes se impide nacer,
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de violencia humana,
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de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas
de ancianos y enfermos muertos
a causa de la indiferencia
o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu Hijo
sepan anunciar con firmeza y amor
La Santísima Virgen, modelo de fidelidad a la Palabra de Dios
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a los hombres de nuestro tiempo
el Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo
como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud
durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo
con solícita constancia, para construir,
junto con todos los hombres
de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de Dios Creador
y amante de la vida.
Juan Pablo II
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32 Orar con María
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—Voz de Dios—
Lectura del Santo Evangelio
según San Lucas
1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por
Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una
virgen desposada con un hombre llamado José, de la
estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando a su presencia, dijo:
Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo;
bendita tú eres entre las mujeres.
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba
qué saludo era áquel.
El ángel le dijo:
No temas, María, porque has encontrado gracia
ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz a
un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande,
se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el
trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob
para siempre, y su reino no tendrá fin.
La Santísima Virgen, modelo de fidelidad a la Palabra de Dios
Con María, acogemos el don de la vida
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Y María dijo al ángel:
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¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
El ángel le contestó:
El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del
Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo
que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su
vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses
la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay
imposible.
María contestó:
Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
Y la dejó el ángel.
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—Voz de la Iglesia—
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Quisiera tratar de la mucha confianza
que debemos tener en el socorro y ayuda de
Nuestra Señora, importándonos esto mucha
parte de nuestro remedio.
Cosa cierta es que todos los que tienen
pleitos en que les va la hacienda o honra o
vida, procuran tomar doctos abogados, y los
que entran en alguna justa o desafío, valientes y diestros padrinos. Y, finalmente, los que
han de entrar en exámenes, sabios presidentes.
Pues, siendo tan importante el pleito y tan
valiente el enemigo y tan astuto el que nos
pretende concluir, necesariamente hemos de
buscar.
Monstra te ese Matrem. Estas palabras son
de la Iglesia Católica. Parte de un himno que
comúnmente se canta en ella, en el cual se
dicen admirables epítetos de la Virgen. Y entre otros, es éste uno de los más principales,
así para declarar lo que a nuestro remedio
toca, como también para la mucha impor-
La Santísima Virgen, modelo de fidelidad a la Palabra de Dios
Con María, acogemos el don de la vida
tancia de sus oraciones y la facilidad que tendrá en alcanzar lo que pidiere; que ambos
sentidos tienen estas palabras; y conforme a
ella, iremos declarándolas.
El primero: Monstra te ese Matrem nostram.
Señora, mirad que sois nuestra Madre que
amamos y compadecemos en nuestras necesidades. No pudo más encarecer la Iglesia ni
las miserias ni la obligación de la Virgen.
Y ¡quién sabe tan en particular las miserias y necesidades de los hombres, como las
madres que los paren y crían? Tantas son que
la naturaleza proveyó de tan grande amor,
porque sin él no podrían sufrirla. Y el amor
también es el mayor. Mucho aman los padres, tanto que Dios Nuestro Señor, para asegurarnos la cosa más importante no se contentó con haber dicho que nos ama como es
benigno un padre para sus hijos (Sal. 102,13),
sino que puso aquí también madre, porque
así quedásemos seguros. ¿Puede la mujer olvidarse del fruto de su vientre, no compadecerse del fruto de sus entrañas? Pues dice
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36 Orar con María
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que con ser esto imposible, aún lo es más
olvidarse de nosotros (cfr. Is. 49, 14—15)
Pues de esta manera que nos quiso asegurar el Espíritu Santo de la misericordia
de Dios Nuestro Señor, por medio de Isaías,
de esa misma manera nos quiso asegurar el
mismo Espíritu Santo por medio de la Iglesia
Santa, de la intercesión de María, llamándola
Madre. Y no lo hace esto la Iglesia sin instrucción pública de Jesucristo Nuestro Señor estando pendiente en la santísima cruz
y viendo esta Virgen benditísima, dice a San
Juan: He aquí a tu madre (Jn. 19, 57) ¿Qué fue
aquello sino por decirlo por San Juan a todos
y darnos licencia de llamarla Madre, que San
Juan a todos representaba?
De manera que Madre de Dios y Madre
de los hombres. Madre de Dios real y verdaderamente; y de los hombres, espiritualmente. A Cristo Nuestro Señor parió realmente, a
nosotros nos pare espiritualmente.
La Santísima Virgen, modelo de fidelidad a la Palabra de Dios
Con María, acogemos el don de la vida
Aquí lo que le debemos. ¿Quién lo contaría? Estábamos miserables, afrentados, deshonrados. Vémonos hijos de Dios y hermanos
de Jesucristo Nuestro Señor. ¿Qué debemos a
la que nos trajo el médico que nos había de
resucitar de muerte a vida; a la nave que nos
trujo el trigo, al sol que nos trujo la luz, a la
planta que produjo el árbol de la vida, a la
paloma que nos aseguró que había cesado
la ira de Dios? ¿Qué debemos a la tierra de
donde salió ese tesoro de bienes? ¿Qué debemos los hijos a tal Madre?
¡Ah! Y cuánto uno de los mayores cargos
que nos ha de hacer Dios Nuestro Señor en
el día del Juicio, que hayamos llamado a su
Madre, Madre, y vivido como hijos de Eva.
Sermón en la Asunción de la Virgen
San Juan de Ribera
Arzobispo de Valencia
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—Meditación en silencio—
—Nuestra voz—
Unidos a María, figura e imagen de la
Iglesia que un día será glorificada, presentemos nuestras oraciones a Dios Padre a favor
de todos los hombres.
Pidamos por la Iglesia, pueblo de los creyentes: que en todos sus miembros sea llamada dichosa por haber creído que la Palabra de Dios se cumplirá.
Escúchanos Señor.
Pidamos por todos los que lo han dejado
todo para seguir a Cristo: que sepan, como
María, escoger la mejor parte y entregarse totalmente a lo único necesario.
Escúchanos Señor.
Pidamos por los jóvenes y los adolescentes: que aspiren siempre a realizar en su vida
ideales de pureza y castidad, imitando siempre a la Virgen María.
Escúchanos Señor.
La Santísima Virgen, modelo de fidelidad a la Palabra de Dios
Con María, acogemos el don de la vida
Pidamos por los que han perdido a los
que aman: que encuentren en María el afecto y la protección de una madre que recibió
esta misión de su Hijo en la cruz.
Escúchanos Señor.
Pidamos por los matrimonios y las familias cristianas: que sean escuela de amor y
de aprecio a la vida frente a quienes, como
Herodes, quieren la muerte de los inocentes
que todavía no han nacido.
Escúchanos Señor.
Pidamos por todos nosotros: que sepamos conservar todo lo referente a Cristo y al
Reino de Dios, meditándolo en nuestro corazón.
Escúchanos Señor.
Padre de bondad,
que estos deseos que te presentamos
encuentren eco en tu amor generoso,
y que nos ayude la intercesión poderosa
de la Madre de tu Hijo nuestro Señor Jesucristo. Que vive y reina por los siglos de los
siglos. Amén.
— Oración de despedida —
(pág. 93 ó solapa)
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40 Orar con María
1
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Con María,
respondemos dando gracias
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—Invocación inicial—
Madre de mi señor, Madre y Señora mía,
reconozco, agradecido, tu soberanía de amor
sobre mí.
Quiero cumplir tu palabra:
«Haced lo que Él os diga»
Con tu auxilio, quiero seguir a Jesús.
Quiero imitarte.
Tu vida humilde ilumina a toda la Iglesia.
Gracias por tu amor de Madre.
Me conoces por mi nombre y me amas.
Pongo en tus manos lo que tengo
y lo que soy,
mi persona y mi vida.
La Santísima Virgen, modelo de fidelidad a la Palabra de Dios
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Te consagro toda mi actividad y todo mi ser.
Mis facultades y sentidos,
mis afectos y deseos,
mis propósitos, mis temores y esperanzas,
mis sufrimientos y alegrías.
Que contigo descubra yo en todas las cosas
que «Dios es amor».
Quiero ser siervo tuyo,
para que tu Hijo Jesucristo,
sea plenamente mi Señor,
Condúceme a la unión de amor con el Padre,
por el Hijo, en el Espíritu Santo.
Amén.
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42 Orar con María
1
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—Voz de Dios—
Lectura del Santo Evangelio
según San Lucas
1, 39—47.
4
En aquellos días, María se puso en camino y fue
aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en
casa de Zacarías, y saludó a Isabel.
5
En cuanto Isabel oyó el saludo de María,
saltó la criatura en su vientre. Se llenó de Isabel del
Espíritu, y dijo a voz en grito:
6
7
¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto
de tu vientre!
La Santísima Virgen, modelo de fidelidad a la Palabra de Dios
Con María, respondemos dando gracias
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¿Quién soy yo para que me visite la madre de
mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos la
criatura saltó de alegría en mi vientre.
¡ Dichosa tú, que has creído!, porque lo que te ha
dicho el Señor se cumplirá.
María dijo:
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se
alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.
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44 Orar con María
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—Voz de la Iglesia—
Parécenos que la Beatísima Virgen María, que durante toda su vida – lo mismo en
sus gozos, que tan suavemente le afectaron,
como en sus angustias y atroces dolores, por
los cuales fue constituida Reina de los mártires – nunca se apartó lo más mínimo de los
preceptos y ejemplos de su divino Hijo, nos
parece, decimos, que a cada uno de nosotros
repite aquellas palabras que dijo a los que
servían en las bodas de Caná, como señalando con el dedo a Jesucristo: «Haced lo que
Él os diga» (Jo. 2, 5). Esta misma exhortación,
usándola, desde luego, en un sentido más
amplio, parece que nos repite hoy a todos
nosotros, cuando en bien claro que la raíz de
todos los males que tan dura y fuertemente
afligen a los hombres y angustian a los pueblos y a las naciones, está principalmente en
que no pocos «han abandonado al que es la
Fuente de agua viva y se han cavado, cister-
La Santísima Virgen, modelo de fidelidad a la Palabra de Dios
Con María, respondemos dando gracias
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1
2
nas rotas que no pueden contener las aguas»
(Jer. 2, 13); han abandonado al único que es
«el camino, la verdad y la vida» (Jo. 14,6). Si,
pues, se ha errado, hay que volver a la Vía
recta; si las tinieblas han envuelto los montes
con el error, cuanto antes han de ser eliminadas con la luz de la Verdad; si la muerte,
la que es verdadera muerte, se ha apoderado
de las almas, con ansia y con prisa, hay que
acercarse de nuevo a la Vida; hablamos de
esa vida celestial que no conoce el ocaso, ya
que proviene de Jesucristo, siguiendo al cual
confiada y fielmente, en este destierro mortal gozaremos de sempiterna beatitud, a una
con Él, en la Eterna. Esto nos enseña, a esto
dulcísima Madre nuestra, que ciertamente
nos ama con genuina caridad más que todas
las madres de la tierra.
Fulgens Corona
S. d. D. Pío XII
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46 Orar con María
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—Meditación en silencio—
—Nuestra voz—
Elevemos, hermanos, nuestras voces suplicantes al Padre todopoderosos, y por la
intercesión de la gloriosa Madre de Dios, invoquemos la misericordia divina por las necesidades de todo el mundo.
Para que el Señor otorgue la firmeza de
la fe, la alegría de la esperanza, el fervor de
la caridad y el gozo de la unidad a la santa
Iglesia extendida por todo el mundo.
Te rogamos, óyenos.
Para que se digne acrecentar entre las naciones sentimientos de solidaridad e inspire a
los gobernantes deseos de trabajo por la paz
y el progreso de los pobres.
Te rogamos, óyenos.
Para que cuantos lloran en este valle de
lágrimas sientan la protección de María y se
vean libres de sus angustias.
Te rogamos, óyenos.
La Santísima Virgen, modelo de fidelidad a la Palabra de Dios
Con María, respondemos dando gracias
Para que todos nosotros seamos, como
la Virgen María, fieles oyentes de la Palabra
de Dios para acogerla y meditarla en nuestro
corazón.
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Te rogamos, óyenos.
Escucha, Dios de bondad, las oraciones
de tu pueblo y dígnate acceder a nuestras
peticiones, pues las ponemos bajo la protección de la Madre de tu Unigénito, nuestro
Señor Jesucristo, que vive y reina contigo por
los siglos de los siglos.
Amén.
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— Oración de despedida —
(pág. 93 ó solapa)
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Orar con María
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La Santísima Virgen,
amparo en nuestro desvalimiento
50 Orar con María
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Con María,
aceptamos el sufrimiento
con fortaleza
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—Invocación inicial—
4
Virgen María,
Madre de Jesús y madre nuestra:
5
Te pido con fe que despiertes en nosotros
el entusiasmo por vivir la vida
que Dios nos ha dado.
6
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Tu vida estuvo llena de contrariedades
que fuiste afrontando con alegría
y gozo interior.
Tu presencia entre los hombres
sembró la esperanza, el consuelo, la alegría
y las ansías de vivir
a pobres e indigentes.
La Santísima Virgen, amparo en nuestro desvalimiento
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Ayúdanos a proyectar en los demás
el entusiasmo y el esfuerzo por la vida
y poder testimoniar esa fuerza interior
que tu Hijo nos da.
Que desaparezca el pesimismo de
tantos hermanos y entre todos
construyamos el reino de la alegría
y de la paz.
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52 Orar con María
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—Voz de Dios—
Lectura del Santo Evangelio
según San Lucas
2, 27—35
En aquel tiempo, Simón, impulsado por el Espíritu Santo, fue al templo.
Cuando entraban con el Niño Jesús su padres
(para cumplir con él lo previsto por la ley), Simeón lo
tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
Ahora Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz;
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones,
La Santísima Virgen, amparo en nuestro desvalimiento
Con María, aceptamos el sufrimiento con fortaleza
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y gloria de tu pueblo, Israel.
José y María, la madre de Jesús, estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo diciendo a María, su madre:
Mira: Éste está puesto para que muchos en Israel
caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones.
Y a ti, una espada te traspasará el alma.
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54 Orar con María
1
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—Voz de la Iglesia—
3
Para quien cree en Nuestro Señor Jesucristo, para quien pertenece a la santa Iglesia,
he aquí la Madre: María.
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Tengamos siempre con nosotros la imagen de María. Tan grande Madre socorre a
todos sus hijos en los diversos momentos
de su existencia. Nos asiste para alcanzar la
meta que se nos ha propuesto aquí abajo:
amar y servir al Señor, practicar las virtudes
de la caridad y de la paciencia, especialmente
en las pruebas que la vida nos ofrece, caminando siempre con la seguridad de los bienes eternos.
Una de las más bellas y delicadas flores de nuestra santa religión es poder tratar familiarmente, con ternura y respeto, a la
Madre de Jesús, a quien Él mismo consagró
como Madre de todos los creyentes.
La Santísima Virgen, amparo en nuestro desvalimiento
Con María, aceptamos el sufrimiento con fortaleza
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1
2
En la vida del cristiano, todo está iluminado por esta nota que llega al corazón: María, nuestra Madre. Cualquier cosa que hagamos, dondequiera que dirijamos la mirada,
nos encontramos siempre con María, Madre
de Jesús y Madre nuestra, y en seguida adquiere serenidad y alegría nuestro espíritu.
En la tierra necesitamos aliento, protección y asistencia maternal. Ahí tenemos al
Corazón de María. A luz de la redención, María es nuestra Madre universal. El suspiro de
todo buen cristiano se encuentra realmente
aquí. Desde las primeras palabras del niño
hasta el último suspiro del viejo agonizante:
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros.
La sonrisa de María, Madre de Jesús y Madre nuestra, serena los rostros entristecidos y
eleva a visiones de bondad, de misericordia
y confianza los ánimos oprimidos, desconfiados y cansados. La vida se prolonga. Pasamos
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56 Orar con María
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de la infancia a la juventud, y siempre se repite y se multiplica la invocación a la Madre; más aún, se hace cada día más frecuente,
sobre todo en las circunstancias difíciles de
la vida, en las horas de madurez y responsabilidad, durante decenios, durante período
de tiempo que tal vez antes ni se imaginaba,
pero que hoy es con frecuencia real, hasta
una edad muy avanzada.
La Madre de Jesús, que es Madre nuestra
—¡cómo me gusta unir estos dos títulos!—, es
una de las fuentes más ricas; la más rica después de Jesús, que es por su misma naturaleza la luz y la vida. María es fuente riquísima
de consuelo, de alegría y de estímulo para
todos los hijos de Eva que, gracias a la acción
redentora de Cristo y por voluntad suya, se
han convertido en hijos suyos.
Quien ama en el Corazón de María da
un amor fuerte y de pura ley, pues no existe afecto humano que pueda igualar al de la
madre. María es Madre como ninguna otra;
La Santísima Virgen, amparo en nuestro desvalimiento
Con María, aceptamos el sufrimiento con fortaleza
es el oro de fuego en el hogar cristiano. Os
busca a todos para apretaros contra su corazón. Cerca de él todos os sentiréis más hermanos.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia.
Éste es el poema de la humildad abrumada
por el pecado, obligada al llanto, al dolor y a
la muerte, que, a pesar de todo, mira a María, vida y dulzura y esperanza nuestra, y le
pide en la última estrofa, que es un latido de
fe invicta y luminosa: Muéstranos a Jesús, fruto
bendito de tu vientre, clemente, piadosa y dulce Virgen
María.
De los escritos del
Beato Juan XXIII
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58 Orar con María
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—Meditación en silencio—
—Nuestra voz—
Celebrando, hermanos, la memoria de la
que es bienaventurada por todas las generaciones, presentemos nuestras voces suplicantes al Padre que lleno de gracia.
Por la iglesia: para que acoja con fe la Palabra de Dios, la proclame con fuerza y la
distribuya a todos los fieles como pan de
vida.
Roguemos al Señor.
Por todas las almas consagradas: para que
presenten cada día a Dios Padre las necesidades de todos los hombres e intercedan
por la salvación del mundo.
Roguemos al Señor.
Por los hombres de buena voluntad: para
que la honestidad y la bondad de sus vidas sean semilla de esperanza en Cristo
salvador.
Roguemos al Señor.
La Santísima Virgen, amparo en nuestro desvalimiento
Con María, aceptamos el sufrimiento con fortaleza
Por los enfermos y por todos los que sufren: para que, unidos a Cristo, ofrezcan
sus dolores por la reconciliación de todos
los hombres.
Roguemos al Señor.
Por nuestra comunidad reunida para celebrar el culto divino: para que aprenda
de María a hacer de la vida una ofrenda
agradable a Dios y del culto un compromiso de vida.
Roguemos al Señor.
Dios todopoderoso y eterno, que acogiste
complacido la disponibilidad de la Virgen
María para ser la madre de tu Hijo. Ayúdanos
a ser como ella, creyente y modelos del culto
divino, en todos los momentos de nuestra
vida. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
— Oración de despedida —
(pág. 93 ó solapa)
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60 Orar con María
1 Con María,
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nos abrimos con gozo a la esperanza
—Invocación inicial—
Madre:
Consuelo y esperanza del hombre
en peregrinación por esta vida,
fortalece nuestra débil voluntad,
para seguir con ilusión y esperanza
este proyecto de vida cristiana,
que transforme mi vida,
a imitación de la tuya,
en seguidor fiel de Jesucristo, tu Hijo.
Haz que mi esperanza sea activa.
Que no me instale
en una vida cómoda y sin compromiso.
Haz que sea sensible
a la esperanza de mis hermanos
y sea capaz de ilusionarlos a vivir
una vida esperanzada.
La Santísima Virgen, amparo en nuestro desvalimiento
Con María, nos abrimos con gozo a la esperanza
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Haz que comprenda a aquellos
que viven en indigencia
y no son capaces de abrirse a la esperanza.
Haz que sea sensible al grito
de los que viven sin esperanza.
Haz que, como testimonio de mi esperanza,
mi vida esté al servicio de los hermanos.
Madre:
Haz que mi esperanza
no sea del hombre solitario,
sino que me vea acompañado
por otros hermanos
que también esperan.
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62 Orar con María
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—Voz de Dios—
Lectura del Santo Evangelio
según San Lucas
2, 1—19
En aquellos días, salió un decreto del emperador
Augusto, ordenando hacer un censo del mundo
entero.
Éste fue el primer censo que se hizo siendo Cirino
gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada
cual a su ciudad,
También José, que era de la casa y familia de
David, subió desde la ciudad de Nazaret en Galilea a la
ciudad de David, que se llama Belén, para inscribirse
con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras
estaban allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su
hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en
un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.
En aquella región había unos pastores que
pasaban la noche al aire libre, velando por turno su
rebaño.
Y un ángel del Señor se les presentó: la gloria del
Señor los envolvió de claridad y se llenaron de gran
temor.
La Santísima Virgen, amparo en nuestro desvalimiento
Con María, nos abrimos con gozo a la esperanza
El ángel les dijo:
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No temáis, os traigo la buena noticia, la gran
alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de
David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor.
Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto
en pañales y acostado en un pesebre.
3
De pronto, en torno al ángel, apareció una legión
del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
4
Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que Dios ama.
Los pastores se decían unos a otros:
Vamos derechos a Belén a ver eso que ha pasado
y que nos ha comunicado el Señor.
Fueron corriendo y encontraron a María y a José
y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, les contaron
lo que les habían dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que
decían los pastores. Y María conservaba todas estas
cosas, meditándolas en su corazón.
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64 Orar con María
1
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—Voz de la Iglesia—
4
María fue elegida para ser nuestra abogada; pues, aunque tengamos al Hijo por
abogado ante el Padre, era necesario tener
también una abogada ante el Hijo.
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En efecto; con nuestros pecados no sólo
ofendemos a Dios Padre, cuyos mandamientos violamos; sino también al Hijo de Dios,
cuya sangre pisoteamos, cuya crucifixión
volvemos a perpetrar.
Por tanto, del mismo modo que el Hijo
intercede ante el Padre, así la Madre intercede ante el Hijo.
De aquí que san Bernardo diga: «El Hijo
muestra al Padre las llagas y el costado abier-
La Santísima Virgen, amparo en nuestro desvalimiento
Con María, nos abrimos con gozo a la esperanza
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to, y la Madre muestra al Hijo los pechos que
le amamantaron».
Así, María ha sido constituida digna
abogada; digna, por ser purísima; digna,
por ser gratísima; digna, por su grandísima piedad. Pues todo esto se requiere para
ser abogada eficaz.
¡Día feliz, día gozoso, en el que tan
grande y tan decisiva abogada se dio al
mundo!
¡Día que merece ser celebrado con
toda alegría, pues en él recibimos tan inapreciable don!
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66 Orar con María
1
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Di tú, Isaías, ¿Qué piensas de esta Virgen? ¿Cómo te parece que será?
«Me parece –dice Isaías– que, por encima de toda otra gloria, tendrá la de ser
amparo para los justos, y amparo para los
pecadores».
5
Sé, pues, esto, Virgen María, en toda
tempestad, en las lluvias, en las adversidades.
6
Nosotros corremos todos a ti siempre:
en la peste, en la guerra, en el hambre, en
toda tribulación.
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Tú eres nuestro amparo.
Tú, nuestro único refugio.
Tú, nuestro único remedio, ayuda y
cobijo.
La Santísima Virgen, amparo en nuestro desvalimiento
Con María, nos abrimos con gozo a la esperanza
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Como los polluelos, cuando ven sobrevolar al milano, corren y se cubren con las
alas de la clueca, así nosotros nos escondemos bajo tus alas.
Desconocemos otro amparo, fuera de ti.
Tú sola eres nuestra esperanza: en ti confiamos.
Tú sola, nuestra Patrona: a ti te miramos.
Sermón en la Natividad de la Virgen
Santo Tomás de Villanueva
Arzobispo de Valencia
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68 Orar con María
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—Meditación en silencio—
— Nuestra voz—
3
Acudamos, hermanos, a la Virgen Santa
María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia,
para que interceda por nosotros y por todos
los hombres.
4
Por la santa Iglesia de Dios, para que sea
en el mundo entero y, sobre todo, entre nosotros, signo eficaz de la fe, esperanza y caridad de Jesucristo.
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7
Roguemos al Señor.
Por los que gobiernan las naciones, para
que colaboren sin desfallecer en el establecimiento de la justicia y de la paz.
Roguemos al Señor.
Por todos los que sufren, particularmente
por los más pobres y desvalidos, para que
sean socorridos en su necesidad y se sientan
predilectos de María y nosotros.
Roguemos al Señor.
La Santísima Virgen, amparo en nuestro desvalimiento
Con María, nos abrimos con gozo a la esperanza
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Por nosotros mismos y por nuestros difuntos, para que alcancemos la paz y el gozo
eterno que Dios nos tiene prometido.
Roguemos al Señor.
Te pedimos, Dios de bondad,
que des cumplimiento a las plegarias
que hemos levantado hasta Ti,
pues las hemos confiado
a la Virgen Santa María,
Madre de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
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— Oración de despedida —
(pág. 93 ó solapa)
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Orar con María
La Santísima Virgen,
estímulo constante
para nuestra caridad
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72 Orar con María
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Con María,
pertenecemos a la familia
de Dios
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—Invocación inicial—
María,
Madre de Jesús,
Madre de todos los hombres:
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Ayúdanos a llevar a Jesús
a todos nuestros amigos y familiares.
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Que el ejemplo sencillo
de la vida familiar de Nazaret
sirva de estímulo a tantas familias
que desean un hogar en paz.
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La Santísima Virgen, estímulo constante para nuestra caridad
Con María, pertenecemos a la familia de Dios
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Que la convivencia
entre vecinos, familiares y amigos
sea una realidad
conseguida con nuestro esfuerzo
a través de la aceptación y el aprecio.
Haz, que el testimonio
de nuestra vida diaria,
sencilla y humilde,
sirva para que Cristo
sea el centro de la amistad,
de la convivencia familiar.
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74 Orar con María
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—Voz de Dios—
Lectura del Santo Evangelio
según San Juan.
2, 1—11
En aquel tiempo, había una boda en Caná de
Galilea y la madre de Jesús estaba allí; Jesús y sus
discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino y la madre de Jesús le dijo:
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— No les queda vino.
Jesús le contestó:
— Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.
Su madre dijo a los sirvientes:
— Haced lo que él diga.
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para
las purificaciones de los judíos, de unos cien litros de
cada una.
La Santísima Virgen, estímulo constante para nuestra caridad
Con María, pertenecemos a la familia de Dios
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Jesús les dijo:
— Llenad las tinajas de agua.
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó:
— Sacad ahora, y llevádselo al mayordomo.
Ellos se lo llevaron.
El mayor probó el agua convertida en vino sin
saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues
habían sacado el agua), entonces llamó al novio y le
dijo:
— Todo el mundo pone primero el vino bueno y
cuando ya están bebidos, el peor, tú en cambio
has guardado el vino bueno hasta ahora.
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos
en él.
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76 Orar con María
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—Voz de la Iglesia—
Es esencial a la maternidad la referencia a la persona. La maternidad determina
siempre una relación única e irrepetible entre dos
personas: la de la madre con el hijo y la del hijo con
la madre. Aún cuando una misma mujer sea
madre de muchos hijos, su relación personal
con cada uno de ellos caracteriza la maternidad en su misma esencia. En efecto, cada hijo
es engendrado de un modo único e irrepetible, y esto vale tanto para la madre como
para el hijo. Cada hijo es rodeado del mismo
modo por aquel amor materno, sobre el que
se basa su formación y maduración en la humanidad.
Se puede afirmar que la maternidad «en
el orden de la gracia» mantiene la analogía
con cuanto «en el orden de la naturaleza» caracteriza la unión de la madre con el hijo. En
esta luz se hace más comprensible el hecho
de que, en el testamento de Cristo en el Gólgota, la nueva maternidad de su madre haya
sido expresada en singular, refiriéndose a un
hombre: «Ahí tienes a tu hijo».
La Santísima Virgen, estímulo constante para nuestra caridad
Con María, pertenecemos a la familia de Dios
Se puede decir además que en estas mismas palabras está indicado plenamente el
motivo de la dimensión mariana de la vida de los
discípulos de Cristo; no sólo de Juan, que en
aquel instante se encontraba a los pies de
Cristo, todo cristiano. El Redentor confía su
madre al discípulo y, al mismo tiempo, se
la da como madre. La maternidad de María,
que se convierte en herencia del hombre, es
un don: un don que Cristo mismo hace personalmente a cada hombre. El Redentor confía María a Juan, en la medida en que confía
Juan a María. A los pies de la Cruz comienza aquella especial entrega del hombre a la Madre de Cristo, que en la historia de la Iglesia
se ha ejercido y expresado posteriormente
de modos diversos. Cuando el mismo apóstol y evangelista, después de haber recogido
las palabras dichas por Jesús en la Cruz a su
Madre y a él mismo, añade: «Y desde aquella
hora el discípulo le acogió en su casa» (Jn 19,
27). Esta afirmación quiere decir con certeza
que al discípulo se atribuye el papel de hijo y
que él cuidó de la Madre del Maestro amado.
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78 Orar con María
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Y ya que María fue dada como madre personalmente a él, la afirmación indica, aunque
sea indirectamente, lo que expresa la relación
íntima de un hijo con la madre. Y todo esto
se encierra en la palabra «entrega». La entrega es la respuesta al amor de una persona y, en
concreto, al amor de la madre.
La dimensión mariana de la vida de un
discípulo de Cristo se manifiesta de modo
especial precisamente mediante esta entrega
final respecto a la Madre de Dios, iniciada
con el testamento del Redentor en el Gólgota.
Entregándose filialmente a María, el cristiano, como el apóstol Juan, «acoge entre sus
cosas propias» a la Madre de Cristo y la introduce en todo el espacio de su vida interior, es decir, en su «yo» humano y cristiano:
«La acogió en su casa». Así el cristiano, trata
de entrar en el radio de acción de aquella
«caridad materna», con la que la Madre del
Redentor «cuida de los hermanos de su Hijo»,
«a cuya generación y educación coopera» se-
La Santísima Virgen, estímulo constante para nuestra caridad
Con María, pertenecemos a la familia de Dios
79
gún la medida del don, propia de cada uno por
la virtud del Espíritu de Cristo. Así se manifiesta
también aquella maternidad según el espíritu,
que ha llegado a ser la función de María a los
pies de la Cruz y en el cenáculo.
Redemptoris Mater
S.d.D. Juan Pablo II
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80 Orar con María
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—Meditación en silencio—
—Nuestra voz—
Contemplando a la familia de Nazaret,
modelo e imagen de la humanidad nueva,
elevemos nuestra oración al Padre para que
todas las familias sean expresión de su amor
a la humanidad.
— Por la Iglesia, la familia de los hijos de
Dios, para que permaneciendo unida
manifieste al mundo la imagen de Dios
que ama, perdona y valora a cada ser
humano.
Te lo pedimos, Señor.
— Por nuestras comunidades cristianas,
para que, a ejemplo de la Sagrada Familia,
vivamos en unión de amor y podamos
superar todas las dificultades.
Te lo pedimos, Señor.
La Santísima Virgen, estímulo constante para nuestra caridad
Con María, pertenecemos a la familia de Dios
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1
2
— Por los gobernantes, para que dicten
leyes que apoyen y protejan la familia y
recuerden que la familia es la base de la
sociedad.
Te lo pedimos, Señor.
— Para que los matrimonios que se encuentran separados, desde el amor, encuentren un canal de diálogo y puedan
perdonarse mutuamente.
Te lo pedimos, Señor.
— Por todas las familias, para que vivan en
el amor y los hijos respeten y honren a
sus padres.
Te lo pedimos, Señor.
— Para que la oración en las familias sea el
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82 Orar con María
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7
alimento que les llene de fe, esperanza y
caridad y puedan mantenerse unidas.
Te lo pedimos, Señor.
— Para que todos nuestros familiares difuntos sean recibidos en la Casa del Padre.
Te lo pedimos, Señor.
Señor, tú has querido
que tu Palabra se encarnase
en el seno de la Virgen María;
concédenos, en tu bondad,
que cuantos confesamos a nuestro Redentor,
Dios y hombre verdadero,
lleguemos a hacernos semejantes a él
en su naturaleza divina.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
— Oración
de Dios,
despedida —
Santa María,
Madre de
(pág. 93 ó solapa)
84 Orar con María
1
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Con María,
los hijos desamparados
somos hermanos
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7
—Invocación inicial—
Madre:
Te pido por los enfermos,
abandonados, marginados.
Por los que se resisten a aceptar el dolor
y el sufrimiento
Por los que sufren soledad, tristeza,
abandono.
Por los que están en los hospitales
sin posibilidad o esperanza de cura.
La Santísima Virgen, estímulo constante para nuestra caridad
Con María, los hijos desamparados somos hermanos
85
1
2
3
Por los que no reciben consuelos humanos,
para que tu mano los conforte, ayude,
anime y les dé esperanza.
Tu fortaleza al pie de la Cruz,
ante el dolor de Tu Hijo,
sirva de consuelo, en sus sufrimientos,
a todos los que peregrinamos
hacia la casa del Padre.
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86 Orar con María
1
2
—Voz de Dios—
3
Lectura del Santo Evangelio
según San Lucas
4
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén
por las fiestas de Pascua.
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2, 41—52
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a
la fiesta según la costumbre, y cuando terminó, se
volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén,
sin que lo supieran sus padres.
Estos, creyendo que estaba en la caravana,
hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre
los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se
volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo,
sentado en medio de los maestros, escuchándolos
y haciéndoles preguntas: todos los que le oían,
quedaban asombrados de su talento y de las
respuestas que daba.
La Santísima Virgen, estímulo constante para nuestra caridad
Con María, los hijos desamparados somos hermanos
87
1
2
3
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo a su madre:
— Hijo, ¡por qué nos has tratado así? Mira que tu
padre y yo te buscábamos angustiados.
Él les contestó:
— ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía
estar en la casa de mi Padre?
Pero ellos no comprendían lo que quería decir.
Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su
autoridad.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en
gracia ante Dios y los hombres.
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88 Orar con María
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—Voz de la Iglesia—
Único es nuestro Mediador según la palabra del Apóstol: Porque uno es Dios y uno
el Mediador de Dios y de los hombres, un
hombre, Cristo Jesús, que se entregó a Sí mismo como precio de rescate para todos.
Pero la misión maternal de María hacia
los hombres de ninguna manera oscurece ni
disminuye esta única mediación de Cristo,
antes bien muestra su eficacia. Porque todo
el influjo salvífico de la Bienaventurada Virgen, a favor de los hombres, no es exigido
por ninguna ley, sino que nace del divino
beneplácito y de la superabundancia de los
méritos de Cristo, se apoya en su mediación,
de ella depende totalmente y de la misma
saca toda su virtud; y, lejos de impedirla, fomenta la unión inmediata de los creyentes
con Cristo.
La Bienaventurada Virgen, predestinada
desde toda la eternidad, dentro del plan de
la encarnación del Verbo, para ser Madre de
Dios, fue en la tierra, gracias a una disposición de la divina Providencia, la amable
Madre del divino Redentor, asociada generosamente a su obra con título singular en
absoluto, y humilde esclava del Señor.
La Santísima Virgen, estímulo constante para nuestra caridad
Con María, los hijos desamparados somos hermanos
Concibiendo a Cristo, dándolo al mundo,
alimentándolo, presentándolo en el templo
al Padre, padeciendo con su Hijo que moría
en la cruz, cooperó de forma del todo singular —por la obediencia, la fe, la esperanza
y la encendida caridad– a restaurar la vida
sobrenatural de las almas.
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1
2
Por ello ha sido nuestra Madre en el orden de la gracia.
3
Y esta maternidad de María perdura sin
cesar en la economía de la gracia hasta la
consumación eterna de todos los elegidos.
4
Porque, una vez asunta a los cielos, no
ha dejado su oficio salvador, sino que con su
múltiple intercesión continúa alcanzándonos
los dones de la eterna salvación. Con su materno amor cuida de los hermanos de su Hijo
que peregrinan y se hallan todavía, entre peligros y angustias, hasta que sean llevados a
la patria feliz.
Por eso, la Bienaventurada Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Amparo, Mediadora.
Lumen gentium
Concilio Vaticano II
5
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7
90 Orar con María
1
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7
—Meditación en silencio—
—Nuestra voz—
Al celebrar las maravillas que Dios todopoderoso realizó en Santa María, Madre de
Dios y Madre nuestra, presentémosle por su
intercesión nuestras humildes súplicas.
— Por la santa Iglesia de Dios, para que acierte
a proclamar cada vez con mayor pureza y
fuerza el Evangelio de Jesucristo.
Te rogamos, óyenos.
— Por los que tienen los poderes efectivos en
nuestra sociedad y en todos los pueblos
del mundo, para que faciliten la venida a
nosotros del Reino de Dios.
Te rogamos, óyenos.
— Por todos los que sufren en su cuerpo o
en su espíritu, para que sientan la presencia maternal de María, consuelo de los
afligidos.
Te rogamos, óyenos.
La Santísima Virgen, estímulo constante para nuestra caridad
Con María, los hijos desamparados somos hermanos
91
1
2
— Por todos los aquí presentes, para que
alcancemos por mediación de María la
abundancia, la alegría, la salud y la paz.
Te rogamos, óyenos.
Dios todopoderoso que constituiste a María
Madre de Jesucristo y Madre nuestra,
concédenos experimentar
el poder de tan excelsa intercesora.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
3
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— Oración de despedida —
(pág. 93 ó solapa)
7
Orar con María
93
Oración de Despedida
Santa María,
modelo de mujer y madre.
Santa María, madre nuestra,
acompaña nuestro esfuerzo
por construir un mundo más justo y solidario.
Bajo tu amparo nos acogemos, Madre.
Pon fortaleza en nuestras vidas débiles.
Ven con nosotros al caminar,
Santa María del Camino.
Tú, la mujer servicial,
atenta siempre a los demás,
líbranos de nuestros egoísmos;
líbranos de hacer un mundo
donde unos esclavicen a otros.
Dichosa tú, porque has creído.
Dichosa tú, porque no perdiste la esperanza.
Dichosa tú, porque escuchaste la Palabra y
la «hiciste carne» con tu amor.
Santa María, Madre de Dios,
acompáñanos a lo largo del camino.
94 Orar con María
Elenco de oraciones
Elenco de Oraciones 95
D
Dios te salve, María;
llena eres de gracia;
el Señor es contigo;
bendita tu eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María,
Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora
de nuestra muerte.
Amén.
96 Orar con María
D
Dios te salve,
Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te Salve .
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros
esos tus ojos misericordiosos,
y, después de este destierro,
muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Elenco de Oraciones 97
¡Oh clementísima, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
Ruega por nosotros,
Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos
de alcanzar las promesas
de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
98 Orar con María
M
Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar;
ven a librar al pueblo, que tropieza
y quiere levantarse.
Ante la admiración de cielo y tierra
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
Elenco de Oraciones 99
S
Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve, raíz; salve, puerta
que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, ¡oh hermosa doncella!,
ruega a Cristo por nosotros.
100 Orar con María
B
Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas
que te dirigimos en nuestras necesidades;
antes bien, líbranos siempre de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Elenco de Oraciones 101
A
V. Alégrate, Reina del cielo;
aleluya
R. Porque el que mereciste llevar en tu seno;
aleluya
V. Ha resucitado, según predijo;
aleluya
R. Ruega por nosotros a Dios;
aleluya.
V. Gózate y alégrate, Virgen María;
aleluya
R. Porque ha resucitado Dios verdaderamente;
aleluya
102 Orar con María
P
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las
generaciones,
porque el Todopoderoso
ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Elenco de Oraciones 103
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los posderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a sus padres—
en favor de Abrahán
y su descendencia por siempre.
Magnificat
Lc 1, 46-55
104 Orar con María
A
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen!,
que jamás se ha oído decir
que uno solo de cuantos
han acudido a vuestra protección
e implorando vuestro socorro
haya sido desamparado de vos.
Yo, pecador, animado con tal confianza,
acudo a vos,
¡oh Madre, Virgen de las vírgenes!;
a vos vengo,
delante de vos me presento gimiendo.
No queráis, ¡oh Madre del Verbo!,
despreciar mis súplicas;
antes bien, inclinad a ellas vuestros oídos
y dignaos atenderlas favorablemente.
Amén.
San Bernardo
Elenco de Oraciones 105
M
Madre de la confianza siempre en Dios.
Madre nuestra.
Tú que creíste y se cumplió la Palabra,
Haz que tengamos fe y confianza
en nuestro Dios.
Haz que nuestra vida sea siempre un reflejo
de lo que Jesús quiere.
Que sus palabras siempre encuentren acogida
en nuestro corazón
y tengamos la suficiente fuerza y valentía
como para cumplirlas.
Tú que siempre confiaste y amaste
eternamente a tu Hijo Jesús,
sé nuestra ayuda en el cumplimiento
de sus deseos.
106 Orar con María
A
Ampáranos, Señora y Madre nuestra.
Ampara a nuestras familias,
a nuestros pueblos, a nuestra España,
a nuestro mundo actual.
Aleja guerra y discordias.
Une los corazones divididos
con la alegría de sentirse,
junto a Ti, hijos tuyos.
Da, a los que tienen y pueden,
ojos de misericordia, y corazón abierto.
Da a todos pan, abrigo y amoroso hogar.
Da salud a los enfermos,
paciencia en el dolor a los que sufren,
consuelo a los tristes,
ilusión a quienes la han perdido.
Elenco de Oraciones 107
Aparta de las mentes el error,
y de los corazones la debilidad.
Mueve, a los pecadores a volver en sí,
y a los justos a virtud más alta.
Haz que vivamos cantándote
y que vayamos, con tu nombre en los labios,
a contemplarte en la gloria
junto a tu Hijo Jesucristo,
que, con el Padre y el Espíritu Santo,
vive y reina, Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
D. Marcelino Olaechea
Arzobispo de Valencia
108 Orar con María
V
Virgen y madre de los creyentes,
tu fe sin límites me alienta
y me anima a seguir siendo fiel al Señor.
Virgen y madre de los creyentes,
tu trayectoria me orienta a descubrir
cada día la presencia del Señor en la vida.
Virgen y madre de los creyentes,
acógeme con tus brazos maternales
y alienta mi fe vacilante y temerosa
para vivir el plan que Dios tiene en mí.
Virgen y madre de los que creen,
ayuda a todos aquellos que encuentran
dificultad en el camino del descubrimiento
de tu Dios.
Elenco de Oraciones 109
Acuérdate de todos aquellos que no ven
las huellas de aquel dulce pescador de Galilea.
Virgen y madre de los que creen,
sé luz en el camino de los que aún vivimos
en tiempo de tiniebla y oscuridad.
Alimenta nuestro valor,
anima nuestras ilusiones,
y cuando, en el momento de la caída
nos sintamos abandonados,
ayúdanos a levantarnos.
110 Orar con María
H
Hoy quisiera darte gracias María:
Porque amas a los sencillos
y a los humildes.
Por el testimonio de servicio, de sencillez,
que nos has dado.
Porque nos das esperanza
a los desposeídos de todo
para ocupar el Reino de los cielos.
Porque nos has liberado
con tu aceptación,
de todas las esclavitudes
que amenazan a los hombres.
Elenco de Oraciones 111
Porque nos das fuerza
para ir venciendo día a día,
los obstáculos que encontramos
en nuestro camino.
Porque nos has dado luz
para reconocer tu grandeza y tu poder.
Acepta nuestros deseos
de seguir tus huellas e imitarte.
112 Orar con María
M
María,
enséñame a sufrir:
para que aligere y disminuya los sufrimientos
propios y los de mis semejantes;
para que aprenda a estar solo,
y a comprender la soledad de los que sufren;
para que aprenda a aliviar los dolores ajenos;
para que me despegue de las cosas de la tierra
y mire más a las cosas de arriba;
para que me acerque más,
a través del dolor y el sufrimiento, a Cristo;
Elenco de Oraciones 113
para que sabiendo sufrir sea más humano,
bondadoso, servicial, comprensivo, paciente,
con los que sufren;
para que emplee parte de mi tiempo
en estar al lado de los enfermos.
Que tu ejemplo
junto a la Cruz de tu Hijo,
me sirva para estar junto a la cruz
de los que, en esta vida,
están clavados en ella por el dolor.
114 Orar con María
M
María, tu Hijo vivió escondido largos
años en aquella familia, única en el mundo,
que llevó una existencia anónima y silenciosa en un pequeño pueblo de Palestina y que
fue probada por la pobreza, la persecución y
el exilio. Tú, Jesús y José no dejaréis de ayudar a nuestras familias y a todas las del mundo, para que sean fieles a sus deberes de cada
día, para que sepan soportar las angustias y
las dificultades de la vida, abriéndose generosamente a las necesidades de los demás y
cumpliendo gozosamente lo que Dios quiere
de cada uno de nosotros.
Elenco de Oraciones 115
Te pedimos, Madre Inmaculada, que el
ejemplo de tu familia de Nazaret ayude a
cada una de nuestras familias a ser verdaderamente «pequeña iglesia», en la que se refleje y reviva la fe en tu Hijo Jesús. Él que vive
y reina con el Padre en la unidad del Espíritu
Santo por los siglos de los siglos. Amén.
116 Orar con María
M
María, Madre nuestra,
tú que recibiste a Jesucristo,
Luz y Vida para el mundo,
guía por el camino de la vida
a las madres que han concebido un hijo;
enséñanos a querer a los ancianos,
y a cuidar con amor a los enfermos.
Madre de la Vida y del Amor Hermoso,
ruega por nosotros.
Elenco de Oraciones 117
Santa María, bendito el fruto de tu vientre
donde nació Jesús nuestra Vida,
Madre de los niños,
enséñanos a cuidar el don de la vida.
118 Orar con María
S
Salve,
llena de gracia y fe, Virgen Madre.
Salve,
miembro extraordinario de la Iglesia.
De ti nació la salud,
Cristo el Señor.
Para ti fue gran felicidad
llevar a Cristo en tu seno virginal;
pero lo fue mayor,
llevarle en tu corazón.
Te aclamamos, Madre nuestra,
porque somos miembros de Cristo.
Te bendecimos, madre de todos,
porque tú colaboraste para que naciésemos
miembros de Cristo en la Iglesia.
Elenco de Oraciones 119
Imitarte, Virgen humilde,
es nuestra gran ilusión.
Haz que hagamos siempre, como tú,
la voluntad del Señor.
A ti nos encomendamos hoy,
para que seamos
una sola alma y un solo corazón
en marcha hacia Dios.
San Agustín
120 Orar con María
M
Madre orante y abrazada por el Espíritu.
Ponemos todo nuestro corazón
en tus manos de madre
y deseamos dejarnos guiar
por el soplo del Espíritu
como tu vida fue siempre moldeada
por su fuerza.
Madre de la oración,
haznos hombres y mujeres
profundamente orantes.
Atentos a la Palabra del Señor.
Con los oídos fijos en sus labios.
Con los oídos abiertos a sus Palabras.
Con las manos extendidas a su dones…
Elenco de Oraciones 121
María, mujer entregada y consagrada
en el diálogo amistoso con Dios,
ablanda nuestro corazón
a la escucha de tu hijo Jesús.
Mujer de Espíritu, mujer dócil
a la fuerza de Dios.
Queremos una vez más
vivir un nuevo Pentecostés en nuestra vida.
Recibir al Espíritu que nos anime a ser testigos
de la presencia de Jesús resucitado.
Madre del Amor Hermoso,
ayúdanos a encontrarnos cada día más
con nuestro Dios.
122 Orar con María
M
María:
Tu vida es un modelo de sencillez silenciosa,
y una constante acción de gracias a Dios,
por las maravillas que ha realizado
en los hombres.
Tú te presentas ante los hombres
como un ejemplo
de realización humana en plenitud.
Desde tu actitud de humildad y servicio,
te pones a disposición de Dios
y de los hombres.
Elenco de Oraciones 123
Tu entrega generosa nos anima
a abrirnos al bien de nuestros hermanos,
a comprometernos,
a exigirnos el cumplimiento del deber,
a abrirnos a una oración constante, confiada;
a dialogar con fe, con tu Hijo,
y a pedirle que guíe nuestros pasos
hacia el bien de los más necesitados.
124 Orar con María
V
Virgen Madre, María,
enséñame a:
Saber sonreír ante las dificultades.
Saber ofrecer a Dios,
todo lo que en mi vida acontece.
Saber consolar, ayudar,
al que sufre y está triste.
Saber perdonar las ofensas,
calumnias y difamaciones.
Saber corregir cuando uno yerra.
Saber comprender
Elenco de Oraciones 125
y tener el corazón abierto
ante las debilidades humanas.
Saber valorar el don de dios, su gracia,
la paz, la armonía cristiana
Que nos hace sentirnos felices.
Saber olvidar las ofensas.
Saber evitar lo desagradable,
las tensiones, los mal entendidos.
Saber callar…
Te lo pido con el ansia de llevar adelante
mi proyecto de vida cristiana
siguiendo tus huellas y las de tu Hijo,
Cristo, nuestro Hermano.
126 Orar con María
T
Te saludamos María, Madre de Dios,
tesoro venerable en el mundo entero,
luz jamás extinguida.
Templo jamás destruido que contienes
al que no puede ser contenido
Madre y Virgen…
Por ti es santificada la Trinidad.
Por ti es venerada la cruz en el mundo entero.
Por ti se alegran los cielos.
Por ti se alegran los arcángeles.
Por ti son alejados los demonios.
Elenco de Oraciones 127
Por ti es precipitado del cielo el demonio tentador.
Por ti es elevada al cielo la criatura caída.
Por ti ha llegado el conocimiento de la verdad
al mundo entero poseído por la idolatría.
Por ti llega el santo bautismo a los que creen.
Por ti el óleo de la alegría.
Por ti se han fundado las Iglesias del mundo entero.
Por ti son llevados los pueblos a la conversión.
Homilía clausura
Concilio de Éfeso
128 Orar con María
A
A ti aclamamos, reina de misericordia;
vuélvete hacia nosotros para que te veamos
derramando beneficios, otorgando remedios,
dando fortaleza. Muéstranos tu rostro misericordioso y nos salvaremos.
Señora de las cosas, santa entre los santos, nuestra fuerza y nuestro refugio, honra
del mundo, gloria del cielo, reconoce por tuyos a los que te aman; óyenos, pues tu Hijo,
para honrarte, nada te niega.
Corre, apresúrate, Señora, y a tu más indigno siervo que a ti te llama, perdónalo,
ayúdalo y líbralo de las garras del enemigo.
Elenco de Oraciones 129
¿Quién no suspira por ti? Suspiramos de
amor y de dolor. ¿Cómo no suspirar por ti,
consuelo de los necesitados, refugiados de
los desterrados, libertad de los cautivos? No
dudamos de que si miras nuestras miserias tu
compasión no tardará en poner el remedio.
Señora nuestra, abogada nuestra, encomiéndanos a tu Hijo. Haz tú, la más bendita,
por la gracia que mereciste, que el que en tu
seno se dignó hacerse partícipe de nuestra
debilidad y miseria, también por tu intercesión nos haga partícipes de su bienaventuranza y de su gloria.
San Bernardo
130 Orar con María
Y
Yo te saludo, esperanza de los cristianos.
Recibe la súplica de un pescador que te ama
tiernamente, que te honra con culto especial,
y que en ti deposita la esperanza de su salvación. Por ti tengo la vida. Tú me restableces en la gracia de tu Hijo; tú eres la prenda
segura de mi salvación. Por eso te suplico
me libres del peso de mis pecados, destruyas
las tinieblas de mi mente, arranques de mi
corazón los afectos terrenales, reprimas las
tentaciones de mis enemigos, y ordenes del
todo mi vida; que yo pueda alcanzar por tu
medio, y guiado por ti, la felicidad eterna del
paraíso.
San Juan Damasceno
Elenco de Oraciones 131
L
La madre piadosa estaba
junto a la cruz y lloraba
mientras el hijo pendía;
cuya alma triste y llorosa
traspasada y dolorosa
fiero cuchillo tenía.
Oh cuán triste, cuán aflicta
se vio la madre bendita
de tantos tormentos llena
cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del hijo amado la pena.
132 Orar con María
Y, ¿cuál hombre no llorara
si a la madre contemplara
de Cristo en tanto dolor?
y ¿quién no se entristeciera,
Piadosa madre, si os viera
sujeta a tanto rigor?
Por los pecados del mundo
vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre,
y muriendo el hijo amado,
que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.
Elenco de Oraciones 133
Oh Madre, fuente de amor,
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que por mi Cristo amado
mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.
Y porque a amarle me anime,
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí:
y de tu hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.
134 Orar con María
Hazme contigo llorar,
y de veras lastimar
de sus penas, mientras vivo;
porque acompañar deseo
en la cruz, donde le veo
tu corazón compasivo.
Virgen de vírgenes santas
llore yo con ansias tantas
que el llanto dulce me sea;
porque su pasión y muerte
tenga en mi alma de suerte
que siempre sus penas vea.
Elenco de Oraciones 135
Haz que tu cruz me enamore
y que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio;
porque me inflame y encienda
y contigo me defienda
en el día del juicio.
Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance vida y alma estén;
porque cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén.
Stabat Mater
Secuencia litúrgica
136 Orar con María
S
Salve, madre de la alegría celeste,
Salve, tú que alimentas en nosotros
un gozo sublime,
Salve, sede de la alegría que salva,
Salve, tú que nos ofreces la alegría perenne,
Salve, místico lugar de la alegría inefable,
Salve, campo dignísimo de la alegría indecible.
Salve, fuente dichosa de la alegría infinita,
Salve, tesoro divino de la alegría sin fin,
Salve, árbol umbroso de la alegría que da vida,
Salve, Madre de Dios, no desposada,
Salve, oh virgen, después del parto integérrima,
Salve, espectáculo admirable,
por encima de todo prodigio.
Elenco de Oraciones 137
¡Quién podría descubrir tu esplendor?
¿Quién podría referir tu misterio?
¿Quién sería capaz de proclamar tu grandeza?
Tú has adornado la naturaleza humana,
tú has superado a las legiones angélicas…
Tú has superado a toda criatura…
Nosotros te aclamamos:
¡Salve, oh llena de gracia!
Sofronio de Jerusalén
138 Orar con María
S
Salve del mar estrella,
de Dios Madre sagrada,
y siempre Virgen pura,
puerta del Cielo santa.
Pues de Gabriel oíste
el Ave, oh Virgen sacra,
en él mudando el de Eva,
da paz a nuestras almas.
A los ciegos da vista,
las prisiones desata,
destierra nuestros males,
y todo bien alcanza.
Elenco de Oraciones 139
Muéstrate Madre nuestra
y lleguen las plegarias
al que, por redimirnos,
nació de tus entrañas.
Virgen sin igual eres,
la más dulce entre tantas;
libra el alma de culpas,
hazla pura y mansa.
Renueva nuestra vida,
el camino prepara,
y así a Jesús veamos
alegres en la patria.
Himno popular siglo IX
140 Orar con María
S
Santísima Virgen Inmaculada y Madre
mía María: A ti que eres la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza y el refugio de los pecadores, recurro
en este día yo que soy el más infeliz de todos.
Me entrego a ti, Reina, y te agradezco todas
las gracias que hasta ahora me has alcanzado, especialmente la de haberme librado del
infierno que tantas veces he merecido.
Te amo, bondadosa Señora, y por el amor
que te profeso, te prometo servirte y hacer
cuanto pueda para que de los demás seas
también amada. Te confío todas mis esperanzas y mi eterna salvación; acéptame por tu
Elenco de Oraciones 141
siervo y protégeme con tu mano, tú que eres
la Madre de la misericordia. Y ya que eres
tan poderosa para con Dios, líbrame de todas
las tentaciones, o al menos alcánzame fuerza
para vencerlas hasta la muerte.
Te pido el verdadero amor a Jesucristo;
de ti espero la gracia de una santa muerte.
Madre mía, por el amor que tienes a Dios, te
ruego que siempre me ayudes, pero mucho
más en el último instante de mi vida. Protégeme hasta que me veas ya salvo en el cielo,
bendiciéndote y cantando tus misericordias
por toda la eternidad
S. Alfonso Mª de Ligorio
142 Orar con María
V
Vengo a ti, Madre de Dios, a suplicarte
que me obtengas el perdón de mis pecados
y a que me mandes que yo sea purificado
de todas las culpas de mi vida. Te ruego me
concedas la gracia de unirme con todo el
amor del corazón, a tu Hijo como a mi Dios,
y a ti como a la Madre de mi Dios.
San Ildefonso
Elenco de Oraciones 143
T
Te rogamos, Santísima Señora, por la gracia
que Dios te ha hecho al ensalzarte de tan gran
manera y darte con ello todas las cosas posibles,
que por la plenitud de gracia que has merecido,
nos hagas participantes de tu gloria. Dedícate
, Señora misericordiosa, a procurarnos el bien
para el que Dios ha consentido hacerse hombre
en tus castas entrañas. No te es difícil escucharnos. Si te dignas suplicar a tu Hijo, él al instante
te escuchará. Basta que tú quieras vernos salvados, nos salvaremos. ¿Quién podrá disminuir tu
misericordia entrañable? Si tú, siendo la Madre
de la misericordia, no te compadeces, ¿qué será
de nosotros cuando tu Hijo venga a juzgarnos?
Socórrenos por tanto, bondadosa Señora, sin
mirar el cúmulo de nuestros pecados. Atiende y
144 Orar con María
considera que nuestro Creador ha tomado de ti
carne humana, no para condenar a los pecadores, sino para salvarlos. Si hubieras sido hecha
Madre de Dios sólo para provecho tuyo, podría
pensarse que no tenías por qué preocuparte de
si nos salvábamos o nos condenábamos. Pero
Dios se ha formado hombre de tu carne para tu
salvación y para la de todo el mundo. ¿De que
nos servirá que seas tan poderosa y tan gloriosa, si no nos haces participantes de su felicidad?
Ayúdanos y protégenos. Bien sabes cuánto necesitamos de tu asistencia. Nos encomendamos a
ti; haz tú que no decaigamos, sino que sirvamos
y amemos eternamente a tu Hijo Jesucristo.
San Anselmo
Elenco de Oraciones 145
M
¡MADRE DE LOS DESAMPARADOS!
Te aclamamos una vez más
como nuestra Madre y Patrona especialísima.
SABEMOS
que Dios te ha constituido
Medianera Universal;
que intercedes de continuo por nosotros
ante tu Hijo Jesucristo,
nuestro Salvador y Señor;
que miras compasiva
nuestras desgracias y miserias;
que todas nuestras plegarias
son recomendadas por tu Corazón maternal.
146 Orar con María
AMPARA,
sagrada Patrona,
al Papa, Vicario de tu Hijo en la tierra;
a los Obispos y Sacerdotes,
a los religiosos y fieles todos;
a la familia humana;
a cuantos alcanza la Redención dolorosa
de Jesucristo y tu compasión maternal.
BENDICE
la actividad apostólica de la Iglesia;
la acción misionera en tierras de infieles;
los impulsos de todos hacia el bien.
Elenco de Oraciones 147
DESPIERTA
en cuantos llevan el nombre de «cristianos»:
mayores ansias de unidad;
en los corazones de todos:
hambre y sed de justicia social
y de amor fraterno que lleve
a una eficaz ordenación más justa
y más cristiana de los bienes terrenos.
DEFIENDE
la inocencia de nuestros niños
la fe y la integridad de nuestros jóvenes
el iluminado amor
de los que bien se quieren en Dios;
la rectitud y dignidad
de los padres de familia;
la excelencia del matrimonio cristiano;
la santidad de las almas consagradas a Dios.
148 Orar con María
OTORGA
la paz a todos los pueblos
la libertad segura a la Santa Iglesia;
la prosperidad a nuestra España;
el mejor florecimiento
a tu Comunidad Valenciana.
ASISTE
a los pobres en sus necesidades;
a los presos en su falta de libertad;
a los enfermos en sus dolencias;
a los tristes en sus desalientos;
a las viudas y huérfanos en su soledad;
a los emigrantes en su cotidiano vivir, lejos
de la patria;
a cuantos, de algún modo,
afecta la desgracia.
Elenco de Oraciones 149
¡MADRE DE LOS DESAMPARADOS!
Que nunca nos falte la gracia de tu Hijo;
que siempre nos sintamos hijos tuyos,
AHORA
En la hora de nuestra muerte
y por la eternidad.
AMÉN.
D. Emilio Mª Aparicio
Capellán Mayor
Orar con María
151
D
espués de subir Jesús al cielo, los apóstoles se
volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo
que se permite caminar en sábado. Llegados a casa subieron a la sala, donde se alojaban: Pedro, Juan, Santiago,
Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de
Alfeo, Simón el Celotes, y Judas el de Santiago.
Todos ellos se dedicaban a la oración en común, junto con
algunas mujeres, entre ellas María, la madre de Jesús, y
con sus hermanos.
Hch 1, 12—14
152 Orar con María
E
n este lugar, María sale a nuestro encuentro como la madre, siempre disponible a las necesidades de sus hijos.
Mediante la luz que brota de su rostro, se transparenta la misericordia de Dios. Dejemos que
su mirada nos acaricie y nos diga que Dios nos
ama y nunca nos abandona. María nos recuerda
aquí que la oración, intensa y humilde, confiada
y perseverante debe tener un puesto central en
nuestra vida cristiana.
La oración es indispensable para acoger la
fuerza de Cristo, “Quien reza no desperdicia su
tiempo, aunque todo haga pensar en una situación de emergencia y parezca impulsar sólo a la
acción” (Deus caritas est, n.36). Dejarse absorber
por las actividades entraña el riesgo de quitar
de la plegaria su especificidad cristiana y su verdadera eficacia.
En todos los santuarios marianos, multitudes inmensas llegan a los pies de María para
confiarle lo que cada uno tiene de más íntimo,
lo que lleva especialmente en el corazón. Lo
Orar con María
153
que, por miramiento o por pudor, muchos no
se atreven a confiar ni siquiera a los que tienen
más cerca, lo confían a Aquella que es toda pura,
a su Corazón Inmaculado: con sencillez, sin fingimiento, con verdad. Ante María, precisamente
por su pureza, el hombre no vacila en mostrarse
en su fragilidad, a plantear sus preguntas y sus
dudas, a formular sus esperanzas y sus deseos
más secretos.
El amor maternal de la Virgen María desarma cualquier orgullo; hace al hombre capaz
de verse tal y como es y le inspira el deseo de
convertirse para dar gloria a Dios.
Gracias a Ella descubrimos que la fe cristiana no es un fardo, sino que es como un ala que
nos permite volar más alto para refugiarnos en
los brazos de Dios.
Orar con María
Índice
Pág.
Prólogo ....................................................................................... Introducción................................................................................. Esquema de la plegaria.......................................................... Oración de presentación ..................................................... 4
7
17
18
La Santísima Virgen,
modelo de fidelidad a la Palabra de Dios............ 21
1. Con María, escuchamos
la voluntad divina. ........................................... 22
2. Con María, acogemos
el don de la vida. ............................................... 30
3. Con María, respondemos
dando gracias. ..................................................... 40
La Santísima Virgen,
amparo en nuestro desvalimiento........................... 49
4.
5.
Con María, aceptamos
el sufrimiento con fortaleza. ....................... 50
Con María nos abrimos
con gozo a la esperanza. ............................... 60
La Santísima Virgen,
estímulo constante para nuestra caridad............. 71
6.
7.
Con María, pertenecemos
de la familia de Dios. ....................................... 72
Con María, los hijos desamparados
somos hermanos. ............................................... 84
Oración de despedida ........................................................... 93
Elenco de oraciones.................................................................. 94
Palabras de BenedictoXVI..................................................... 152
155
Se terminó de imprimir
en Valencia
a 30 de abril de 2009
en la memoria litúrgica
del papa San Pío V,
que instituyó la fiesta del
Rosario
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