ILLORA Y EL RESCATE DE CAUTIVOS CRISTIANOS (Publicado en el periódico “Parapanda” – Agosto 2008) El tiempo histórico representa una evolución, un cambio. Es como un camino que conduce a diferentes paisajes, a diferentes contextos o formaciones del mundo y de la vida cotidiana. Sin embargo, hay situaciones que se mantienen como una constante histórica durante muy largos periodos. Son como un denominador común de los siglos que parece no querer abandonar el tiempo a pesar de que, en ocasiones, no aportan nada positivo, sino que constituyen un freno, una rémora y una contradicción con las necesidades que demandan las nuevas condiciones y circunstancias del presente. Una de esas constantes históricas que en la Península Ibérica se mantuvo con más insistencia fue la confrontación religiosa. Salvo cortos períodos resaltados por la historiografía como ejemplos de convivencia y cultura, hubo largos períodos en los que la intolerancia religiosa condujo a enfrentamientos violentos. Esa confrontación crónica no solo se desarrollaba en el mundo teórico, sino que producía sufrimientos, torturas y muerte. Y como uno más de esos males EL CAUTIVERIO. DOS VECINOS DE ILLORA CAUTIVOS EN ARGEL Y EN MARRUECOS Desde las primeras décadas después de la conquista de Illora y hasta la segunda mitad del siglo XIX (1530 a 1850 aprox.), encontramos en los testamentos una cláusula llamada “manda forzosa”; o sea, una cantidad variable en su montante pero obligatoria en su inclusión, destinada AL RESCATE DE CAUTIVOS CRISTIANOS. También hubo un vecino de Illora cautivo en Argel. Se llamaba Juan Martín Serrano, joven illurquense que se embarcó en la expedición militar que en el año 1558 se llevó a cabo contra Mostaganem, a unos 72 kilómetros de Orán, en Argelia. Porque la llamada ‘reconquista’, una vez concluida con las capitulaciones de Granada en 1492, se quiso continuar con nuevas conquistas por el Norte de África, combatiendo a los creyentes musulmanes. Veamos los preámbulos de esta empresa: A primeros del mes de marzo del año 1558, estuvieron en Illora los capitanes Hernán Pérez del Pulgar y Juan de Carranza. El primero de ellos afirma que su cargo le había sido otorgado por “la serenísima princesa de Portugal gobernadora destos Reynos” por conducto “del Yllmo S.or Conde de Alcaudete y capitán general de su magt en los Reynos de Tremezen” (ciudad del noroeste de Argelia). Ambos capitanes vinieron a Illora con la misión de reclutar tropas y dirigirlas a la ciudad de Málaga, en donde embarcarían “para la empresa de Argel y recuperación de Buxia” (ciudad que había sido conquistada por Fernando el Católico, durante su regencia de Castilla). El capitán Juan de Carranza nombró en Illora a Juan Moreno y Hernando de Contreras como jefes de escuadra, con el cometido de reclutar treinta hombres cada uno de ellos, para la citada empresa. Por su parte, el capitán Hernán Pérez del Pulgar, debía reclutar 300 infantes en las localidades de Alcalá la Real, Pliego y Archidona, nombrando en Illora a Francisco Martín Serrano “por caporal y cabo desquadra de su compañía”, con el cometido de reclutar treinta hombres en esas poblaciones o en otras partes. Parece evidente que Juan Martín Serrano, era hermano del citado cabo Francisco Martín Serrano, y que se enroló como infante en el grupo reclutado por su hermano Francisco. Durante la campaña en Argel cayó Juan prisionero, permaneciendo allí en cautiverio durante unos 7 años, hasta su rescate en 1565. (Unos diez años después, entre 1575-80, también estaría cautivo en Argel Miguel de Cervantes Saavedra, el autor de “El Quijote”). La segunda persona cautiva fue Catalina Bazquez, mujer de Jerónimo Rodríguez, la cual, en el año 1588, estaba cautiva en Marruecos. TAMBIÉN HUBO CAUTIVOS EN PODER DE LOS CRISTIANOS En Illora, como en otras partes del territorio cristiano de la Península, también hubo cautivos o esclavos musulmanes. Aunque lo más lamentable es que cuando la cautiva era mujer y ésta tenía hijos, estos heredaban de por vida la condición de esclavitud de su madre cautiva, a pesar de que la criatura fuera bautizada al poco de nacer. Estos ‘HIJOS DEL CAUTIVERIO’, pasaban a ser ESCLAVOS CRISTIANOS en poder de AMOS CRISTIANOS. El rescate de cautivos de ambos bandos estaba mucho mejor organizado entre los cristianos de la Península que entre los musulmanes del norte de África. Los frailes de la Virgen de la Merced tenían a su cargo la administración y gestión económica de los recursos destinados al rescate de cautivos cristianos, y, periódicamente, organizaban viajes a las ciudades musulmanas del Norte de África para negociar a cuales de los cristianos cautivos iban a rescatar y el precio de cada uno de ellos. Los precios, evidentemente, eran variables en función del grado o categoría militar o política del cautivo, de su edad, etc., y estaban sujetos al regateo típico de los zocos. Una vez de regreso, los frailes mercedarios y la comitiva de los cautivos liberados, recorrían a pie o con alguna caballería de apoyo las diferentes ciudades o villas próximas al destino de cada uno de los cautivos, en donde se organizaba un ostentoso recibimiento con toda la pompa religiosa, procesión, etc. que servía también para exaltar la gesta y recaudar la mayor cantidad de dinero posible para la próxima empresa de rescate de los religiosos mercedarios. Tengamos presente, que la comitiva de retorno debía aprovisionarse de víveres, ropa, calzado y transporte de víveres para las varias semanas que durase el recorrido, hasta dejar a cada cautivo liberado en su respectiva plaza o ciudad de origen. Lo cual era un gasto importante y complementario a los desembolsos propios del rescate. Desconocemos si en el rescate de Juan Martín Serrano intervino algún religioso mercedario, pero la obtención de los fondos para su liberación se debió a las gestiones que realizó su padre, también llamado Juan Martín Serrano (que desempeñó el cargo Alcalde de Illora en los años 1552 y 1555), ante el Conde de Tendilla y el Rey, solicitando 50 ducados para el rescate de su hijo UNA MIRADA AL PRESENTE Actualmente, la MÁSCARA del enfrentamiento religioso sigue queriéndonos embaucar en esa especie de Guerra Eterna de los Dioses (Zeus, Júpiter, Alá, Yahvé o Cristo), detrás de la que se han ocultado siempre otros dioses o idolatrías: el Oro, la Plata, el Petróleo, el Poder, etc. Desde el martirio de San Rogelio (S. IX), pasando por los mártires que ocasionaron los Tribunales de la Santa Inquisición, y llegando al rescate de Juan Martín Serrano (S. XVI), el denominador común de estos hechos es el enfrentamiento religioso como constante histórica. Pero entonces, como ahora, tras la ideología que impulsaba y propagaba la violencia, se ocultaban los intereses materiales, el deseo de apropiarse de los recursos ajenos y, como primer paso, participar en el reparto del botín. Hoy, nuestro mundo global nos ayuda a analizar y comprender el Todo. Y podemos aventurarnos a afirmar que destronando a los dioses falsos que mueve la ambición, y acabando con la pobreza mediante el reparto equilibrado y justo de los recursos, rescataríamos a la humanidad de su verdadero CAUTIVERIO. Entonces, los dioses del cielo se nos revelarían como dioses de PAZ: Como dioses VERDADEROS. A. Verdejo.