Boca de Potrerillos La presencia de cientos de hornos

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Boca de Potrerillos
La presencia de cientos de hornos prehispánicos denominados fogones, infinidad de herramientas de piedra y
miles de imágenes grabadas en la roca comúnmente conocidas como petroglifos, testigos del prolongado e
importante desarrollo socioeconómico y ritual de grupos indígenas autóctonos que explotaron y guardaron el
equilibrio ecológico de la zona hasta la llegada de los españoles.
Entre los planteamientos iniciales del proyecto Boca de Potrerillos, se trató de encontrar una explicación a la
presencia de un sitio de tales dimensiones, donde la evidencia material manifestaba un importante desarrollo
socioeconómico y ceremonial, en un área donde actualmente el entorno natural apenas puede proporcionar
alimento suficiente a rebaños caprinos.
El enorme tamaño del sitio, la profundidad de sus depósitos y la falta de recursos financieros dificultó la ejecución
de excavaciones extensivas. Sin embargo, gracias al tipo de sedimentación y las condiciones climáticas del área, los
elementos arqueológicos denominados fogones, conservan el carbón contenido en su interior hasta nuestros días.
Se obtuvieron por excavación 20 muestras de fogones detectados a diferentes profundidades, los cuales fueron
fechados por la técnica de Carbono 14 en el año 6960 antes de Cristo para finalizar en el año 1760; esta larga
cronología constituye una prolongada secuencia de 8 000 años de desarrollo cultural indígena en la región noreste
de México.
Se tomaron muestras de los sedimentos adyacentes a cada fogón y se hizo el lavado de piedras de molienda para
reconocer posibles restos vegetales a través de la identificación del polen y fitolitos contenidos en los estratos. Se
logró distinguir más de 25 especies, que indican la existencia de un hábitat de mayor humedad, muy distinto al
desierto actual.
Entre las asociaciones vegetales aparecen géneros comestibles como anea, nuez pacana, nuez nogalera, tuna,
nopal y vaina de mezquite. También aparecieron plantas que definitivamente requerían un ámbito de mayor
humedad como juncos, hojas de agua, ortigas y pastos altos tallosos. Otras especies detectadas corresponden a
comunidades arbóreas como acacia, sauce, encino y pino que no se encuentran en el sitio o en los alrededores.
Entre el amplio inventario de artefactos líticos rescatados y analizados se pueden mencionar ejemplos como: 1)
Una gran variedad de puntas de proyectil con diversas formas, de pedúnculo ancho de base redondeada,
triangulares de cuerpo simple, alargadas y de aletas; 2) Raspadores en forma de media luna, circulares y con
espiga, otros de grandes dimensiones y del tipo Clear Fork característicos del año 3000 antes de Cristo; 3)
Pequeñas placas con incisiones a manera de amuletos con representaciones portátiles de los petroglifos; 4) Piedras
de molienda incluyendo muelas y manos, y 5) Objetos únicos como algunos tiestos cerámicos producidos
localmente y una cuenta de concha proveniente del Golfo de México.
Entre las aportaciones se puede citar: a) Estudios del patrón de asentamiento y cronología de las ocupaciones
indígenas del área; b) Reconstrucción del entorno natural predominante en épocas anteriores; c) Muestrarios de
materiales arqueológicos con procedencia y ubicación cronológica, a diferencia de las tradicionales colecciones de
aficionados donde se cuentan cientos de artefactos, que al ser extraídos de su lugar de origen de inmediato
pierden su valor científico; d) Análisis de la distribución y características de los artefactos al interior del sitio y a
escala regional, y e) El conocimiento del tipo de herramientas y su posible aplicación para la explotación de los
recursos bióticos disponibles en el pasado.
Sobre las manifestaciones rupestres, sabemos ahora que existen mas de 4 mil rocas con grabados en una o varias
de sus caras, para hacer un estimado de 8 a 10 mil imágenes.
Las rocas se localizan preferentemente sobre laderas de cerros orientadas hacia la salida del sol y en especial en
sitios donde la geografía natural forma entradas o "bocas" de acceso a cañones o pequeños valles por donde
cruzan ríos y arroyos.
Por su alta concentración de grabados, Boca de Potrerillos puede ser uno de los sitios más importantes para el
estudio de arte rupestre en el país y aunque un 80 por ciento de los diseños son figuras geométricas abstractas,
aparecen también elementos que sugieren la representación de la cacería, aspectos ceremoniales y el culto a
fenómenos naturales como la lluvia y el sol, shamanes, artefactos, plantas y animales.
Boca de Potrerillos contiene la mayor cantidad de datos e información sobre las sociedades autóctonas de Nuevo
León que tradicionalmente han sido relegadas a un papel secundario por quedar restringidas, en latitudes alejadas
del atractivo mosaico mesoamericano. Además contiene uno de los más bellos paisajes de tipo desértico del
noreste mexicano y encierra entre sus sedimentos los vestigios de un medioambiente que fue la residencia de
grupos nómadas por mas de 8 mil años.
Historia del sitio.
Se le conoce como Boca de Potrerillos desde el siglo XIX por encontrarse en la conjunción de los cerros El Antrisco
y La Zorra, donde se forma una "boca" o entrada al Cañón de Potrerillos. Su extensión aproximada es de 6
kilómetros cuadrados y los vestigios arqueológicos se distribuyen en tres principales topoformas: a) Un extenso
abanico aluvial al oriente del sitio con cientos de hornos prehispánicos conocidos como fogones y miles de
artefactos líticos de talla y molienda diseminados en la superficie; b) Un segundo abanico al poniente de la zona,
conteniendo (aunque en menor escala), Los mismos elementos del abanico oriente, y c) El flanco oriente de los
cerros El Antrisco y La Zorra, donde se encuentran miles de rocas con grabados en una o varias de sus caras,
convirtiéndolo en uno de los sitios con petroglifos más extensos e importantes del país
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