Vicente Parajón Collada* REFLEXIONES SOBRE LA POLÍTICA DE INNOVACIÓN TECNOLÓGICA VISTA DESDE LA COMISIÓN Los Tratados fundacionales de la CECA y de la CEE no hacían ninguna mención a la política de investigación y desarrollo tecnológico, con la excepción de la investigación nuclear, que se citaba en el tratado CEEA (Comunidad Europea de la Energía Atómica). Habría que esperar hasta principios de 2005 para que la Comisión presentara su propuesta de programa marco de innovación y competitividad, dentro de la Agenda de Lisboa. No cabe duda de que la potenciación de la investigación y de los avances tecnológicos está hoy en día en la base de la mejora de la competitividad de la industria europea. Palabras clave: integración europea, políticas comunitarias, I+D. Clasificación JEL: F02, O38. 1. Introducción Sin entrar en un debate sobre definiciones, sí conviene desde el principio esclarecer algunos conceptos que serán ampliamente usados a lo largo de este artículo. La tecnología es el arte de aplicar, en un contexto concreto y con un objetivo preciso, los conocimientos, las ciencias, las técnicas y las reglas generales que intervienen en la concepción de los productos y de los procesos de fabricación, en la comercialización, en la función de compras, en los métodos de gestión, en los sistemas de información, en la financiación, en resumen, en el conjunto de actividades de la empresa. * Técnico Comercial y Economista del Estado. Ex Director General Adjunto de la DG XIII de la Comisión Europea. En consecuencia, en una empresa o en cualquier organización con una actividad económica, todas las funciones están influidas por la tecnología; no sólo las funciones de proyectar y de fabricar (impregnadas de las tecnologías llamadas «técnicas»), sino también las terciarias, comerciales o de gestión, que ponen en práctica numerosas formas de conocimiento y de competencias y que contribuyen a los resultados de la empresa. Añadiendo al concepto de tecnología el de novedad se obtiene una definición de innovación como el arte de aplicar, en condiciones nuevas, en un contexto concreto y con un objetivo preciso, los conocimientos, las ciencias, las técnicas y las reglas generales que intervienen en la concepción de los productos y de los procesos de fabricación y en el conjunto de actividades de una empresa. El término innovación implica a la vez un proceso y un resultado. Según la definición que propone la OCDE en LAS POLÍTICAS COMUNITARIAS: UNA VISIÓN INTERNA Julio-Agosto 2006. N.º 831 ICE 175 VICENTE PARAJÓN COLLADA su Manual de Frascati, se trata de la transformación de una idea en un producto o un servicio comercializable, un procedimiento de fabricación o distribución operativo, nuevo o mejorado, o un nuevo método de proporcionar un servicio social. Lo que se designa así es el proceso. Cuando con el término innovación se designa el producto, el equipo o el servicio nuevo o mejorado que se impone en el mercado, el énfasis se sitúa en el resultado del proceso. Esta definición tiene la ventaja de subrayar que la innovación no es solamente el fruto de la investigación, sino también el de la asimilación por parte de la empresa de una tecnología desarrollada, dominada y aplicada eventualmente a otros campos de actividad, pero cuya puesta en práctica en su contexto organizativo, cultural, técnico o comercial constituye una novedad. La mentalidad reinante está tan enfocada a la investigación que la innovación ha sido identificada con esta última, mientras que la tecnología ha quedado restringida al campo de la producción. Los recursos tecnológicos disponibles para una empresa determinada constituyen el conjunto de elementos que le permiten acceder a los conocimientos, ciencias, técnicas o metodologías existentes con objeto de mejorar su actividad económica. Cada empresa domina un cierto número de campos tecnológicos. Sin embargo, numerosas áreas tecnológicas son comunes a varios sectores industriales. Así el dominio de los materiales es común a muchos sectores industriales, como el de automoción, aeronáutica, etcétera. El enriquecimiento del patrimonio tecnológico se hace también recurriendo a medios ajenos (otros laboratorios, adquisiciones, alianzas, reclutamiento de expertos o consultores,...). Por ello, la gestión de los recursos tecnológicos de una empresa constituye una herramienta básica de su competitividad. Los conceptos presentados hacen referencia a la empresa como el marco natural en el que se desarrolla la innovación tecnológica. El delicado equilibrio de intereses que representa toda empresa en las economías de mercado constituye un marco de referencia para la polí- 176 ICE LAS POLÍTICAS COMUNITARIAS: UNA VISIÓN INTERNA Julio-Agosto 2006. N.º 831 tica pública dirigida a favorecer la innovación tecnológica en las actividades económicas. No existen unas fronteras cerradas entre la empresa innovadora y su entorno, que influye en ésta y que la empresa contribuye a transformar. Los sistemas de innovación, de una dinámica compleja, están compuestos por la totalidad de las empresas de una industria, el tejido de las actividades económicas y sociales de una región e incluso la sociedad en su conjunto. La calidad del sistema educativo, el marco reglamentario, normativo y fiscal, el entorno competitivo y los socios de las empresas, la legislación sobre patentes y propiedad intelectual, la infraestructura pública de investigación y de servicios de apoyo a la innovación son todos ellos factores del sistema de innovación. Durante algún tiempo se ha creído en la linearidad del fenómeno de la innovación, según el cual ésta sería el último escalón de un proceso de investigación básica, investigación aplicada, desarrollo tecnológico, difusión de los resultados, protección de los mismos y aplicación innovadora. Ello implica la necesidad de disponer de una importante actividad de I+D antes de poder contar con una amplia capacidad innovadora en las empresas. La experiencia japonesa de los años cincuenta y sesenta puso de manifiesto una gran pujanza de la innovación industrial basada en tecnologías importadas y en la experimentación de esas tecnologías en ámbitos empresariales bien diferenciados de los que las habían generado. 2. El programa marco de I+D a mediados de los años ochenta Cuando el 16 de septiembre de 1986 me hice cargo de los Servicios de Innovación de la Comisión Europea, como director general adjunto de la DG XIII, la estructura orgánica acababa de modificarse para reflejar las prioridades que el Acta Única Europea, firmada el 17 de febrero de 1986 en Luxemburgo y el 28 de febrero de 1986 en La Haya, había señalado. REFLEXIONES SOBRE LA POLÍTICA DE INNOVACIÓN TECNOLÓGICA VISTA DESDE LA COMISIÓN En espera de su entrada en vigor tras los procesos de ratificaciones nacionales, el Acta Única Europea introdujo el artículo 130G del Tratado CEE por el que una de las acciones de la Comunidad para la realización de la política de investigación y de desarrollo tecnológico era la de: «Difusión y valorización de los resultados de las actividades comunitarias de investigación, de desarrollo tecnológico y de demostración.» Para comprender esta formulación de la política de innovación, hay que recordar que los Tratados fundacionales de la CECA y de la CEE no mencionaban la política de investigación y desarrollo tecnológico. Solamente el Tratado CEEA (Comunidad Europea de la Energía Atómica) de 1957 se refiere a la investigación nuclear y a la difusión de los conocimientos en esta materia. En efecto, su artículo 4 encarga a la Comisión el «promover y facilitar las investigaciones nucleares de los Estados miembros y el completarlas con la ejecución del programa de investigaciones y de enseñanza de la Comunidad». Según el artículo 5 del mismo Tratado, la Comisión emite informes sobre los programas nacionales que los Estados miembros le hayan presentado y en ellos la Comisión desaconsejaba los dobles empleos inútiles y orientó las investigaciones hacia los sectores insuficientemente estudiados. El artículo 6 permite a la Comisión aportar su concurso financiero en el marco de contratos de investigación o provocar una financiación común entre los Estados miembros, para con ello acelerar la ejecución de los programas de investigaciones que le son comunicados. El artículo 7 del Tratado CEEA prevé que el Consejo decida por unanimidad a propuesta de la Comisión los programas de investigaciones y de enseñanza de la Comunidad, de una duración máxima de cinco años y financiables con el presupuesto de la Comunidad. En este artículo 7 se configuraba la idea de un programa marco de la Comunidad en investigación, idea que tuvo su desarrollo a principios de los años ochenta con los programas marco de investigación y de desarrollo tecnológico, cubriendo las áreas del Tratado CEE y no sólo las del Tratado CEEA. En base al artículo 8 del Tratado CEEA, que faculta a la Comisión para crear un Centro Común de Investigaciones Nucleares, se puso en marcha el Centro Común de Ispra. En materia de difusión del conocimiento, el artículo 12 del Tratado CEEA prevé que los Estados miembros, las personas y las empresas tienen derecho a beneficiarse de licencias no exclusivas sobre las patentes, los títulos de protección provisionales, los modelos de utilidad o las solicitudes de patentes, que sean propiedad de la Comunidad, en tanto en cuanto sean capaces de explotar de manera eficaz los inventos de que se trate. Además, según el artículo 13 del mismo Tratado, la Comisión debe comunicar a los Estados miembros, a las personas y a las empresas los conocimientos obtenidos como resultado de la ejecución del programa comunitario de investigaciones o los conocimientos que se hayan comunicado a la Comisión con facultad para disponer de ellos libremente. Con objeto de llevar a cabo esta difusión de conocimientos se instauró en Luxemburgo una Dirección General de Difusión de Conocimientos, cuyas funciones se fueron extendiendo a otros campos distintos del nuclear y que en 1986 constituían el embrión de base, para llevar a cabo la actividad de «difusión y valorización de los resultados de las actividades comunitarias de investigación, de desarrollo tecnológico y de demostración», «previstas en el Acta Única Europea. El artículo 130 F del Tratado CEE, introducido por ésta, fija como objetivo comunitario el reforzar las bases científicas y tecnológicas de la industria europea y el favorecer el desarrollo de su competitividad internacional. El artículo 130 I señala que la Comunidad establezca un programa marco plurianual en el que se incluyan el conjunto de acciones previstas en el artículo 130 G. Este programa fija los objetivos científicos y técnicos, define sus prioridades respectivas, indica LAS POLÍTICAS COMUNITARIAS: UNA VISIÓN INTERNA Julio-Agosto 2006. N.º 831 ICE 177 VICENTE PARAJÓN COLLADA las grandes líneas de las acciones, fija el importe estimado necesario y las modalidades de la participación financiera de la Comunidad al conjunto del Programa, así como el reparto de este importe entre las diferentes acciones. Según el artículo 130 K, la realización del programa marco se lleva a cabo mediante los programas específicos desarrollados en el interior de cada acción. Cada programa específico precisa las modalidades de su realización, fija su duración y prevé los medios estimados necesarios. El Consejo define las modalidades de la difusión de conocimientos de los programas específicos. Con estos principios legales del Acta Única Europea, la actividad que pueda parecerse a la innovación se configura como un programa específico en el interior del programa marco y que se dedica a la «difusión y valorización de los resultados de las actividades comunitarias de investigación, de desarrollo tecnológico y de demostración». 3. El inicio de un largo camino Partiendo, pues, de una actividad minúscula dedicada a valorizar los resultados de los proyectos desarrollados por el Centro Común de Investigación (CCR) y de una actividad dedicada a proyectos de transferencia de tecnología (SPRINT), mi labor se concentró en hacer aprobar por la Comisión primero y por el Consejo y por el Parlamento más tarde algo que pudiera por lo menos recibir el título de programa específico según la nueva política del Acta Única Europea. Los planes se dirigieron en primer término a mantener abierta la vía del programa SPRINT, que se financiaba fuera del programa marco, mediante una decisión específica del Consejo y del Parlamento. Sprint era una iniciativa dedicada a una parcela que por su enfoque (transferencia de tecnología) y sus destinatarios (los empresarios, incluidos los pequeños y medianos) se aproximaba al concepto genuino de innovación, tal como la he caracterizado anteriormente. 178 ICE LAS POLÍTICAS COMUNITARIAS: UNA VISIÓN INTERNA Julio-Agosto 2006. N.º 831 Para ello fue muy valiosa la aportación de un grupo de funcionarios que trabajaban bajo mis órdenes con el fin de mantener esta línea de actividades innovadoras próximas a las empresas, entre los cuales destacaría a los señores Miège, Janssens, Tiscar y Strub. Pero casi al mismo tiempo fue necesario preparar el programa específico que, dentro del programa marco, pudiera llevar a cabo la acción de difusión y de valorización de los resultados de todas las actividades de los programas específicos. Esta iniciativa se bautizó como programa VALUE. Se aprobaron por el Consejo y por el Parlamento dos programas, Value I y Value II, en el período 1988-1994. A ellos contribuyeron bajo mi dirección funcionarios muy competentes tales como los señores Durvy, Hernández Ros, Botella, Niessen y Paulger, entre otros. Varios son los éxitos alcanzados por los programas Value que aún subsisten hoy en día: CORDIS, como gran centro de información electrónica en Europa sobre las actividades de investigación, desarrollo e innovación; la red IRCs (innovation relay centres) como plataforma paneuropea integrada para promover servicios de innovación a las empresas, de los cuales existen en la actualidad 71 centros en 33 países; la convicción de que la tecnología innovadora es la base de la competitividad industrial, como ponen de manifiesto los miles de empresas que han participado en los diferentes proyectos de innovación lanzados por VALUE; la incorporación del capital riesgo y el creciente interés del mismo en formar parte de los agentes fundamentales del sistema de innovación. Las mayores dificultades a las que tuvimos que sobreponernos fueron los escasos medios financieros que los ministros de Investigación nos concedieron, confirmando con ello la extendida versión según la cual los intereses de la investigación han primado en Europa sobre los intereses de la innovación, de la creatividad y de la asunción del riesgo de innovar. De los tres comisarios (los señores Narjes, Pandolfi y Ruberti) que durante el período 1887-1994 tuvieron la tutela sobre la política desarrollada por los progra- REFLEXIONES SOBRE LA POLÍTICA DE INNOVACIÓN TECNOLÓGICA VISTA DESDE LA COMISIÓN mas Sprint y Value, sólo el último pareció sólidamente convencido del interés por la innovación, aunque su corta duración como comisario (años 1993 y 1994) no le permitió una dedicación más profunda al tema. munidad a las oportunidades brindadas por el mercado interior integrado, favoreciendo con ello el desarrollo industrial competitivo frente al desafío de las nuevas tecnologías. 4. 5. El acuerdo Bangemann-Cresson El comisario alemán Martin Bangemann formó parte de la Comisión Delors desde 1989 y convivió con los dos comisarios italianos responsables del programa marco, Pandolfi y Ruberti, ya que estaba a cargo de las Telecomunicaciones, de las Tecnologías de la Información (en su parte del programa marco), además del sector industrial. La innovación le resultaba un tema atractivo, sin por ello considerarlo un área de competencia comunitaria fuerte. Con la introducción a principios de 1995 de la Comisión Santer, Edith Cresson fue nombrada comisaria responsable del programa marco, pero expresamente solicitó ser responsable también de los Servicios de Innovación de la DG XIII localizados en Luxemburgo. A tal fin Cresson suscribió con Bangemann un acuerdo bilateral por el que se ganó el apoyo de este último para desarrollar una política de innovación partiendo de los programas de difusión, valorización y transferencia de tecnología existentes. El acuerdo permitió lanzar una política de innovación dirigida a apoyar la competitividad del sector industrial y empresarial, apoyándose en los recursos financieros del programa marco. Con ello, los servicios de la DG XIII en Luxemburgo bajo mi responsabilidad se encontraron con dos comisarios de tutela, aunque armoniosamente identificados en defender la mejora de la competitividad del sector productivo en base a la innovación tecnológica. Edith Cresson, quien en sus años de ministro de Industria y primer ministro en Francia no había dejado de impulsar la promoción de las grandes empresas industriales frente a la crítica amarga de los servicios de Competencia de la Comisión, consideró llegado el momento de dar soporte en la política tecnológica de la Co- El Libro Verde de la innovación A principios de 1995 los servicios bajo mi responsabilidad pusieron en marcha la preparación de un análisis exhaustivo sobre la problemática de la innovación en Europa, cuyo resultado fue el Libro Verde de la Innovación que se publicó en diciembre de 1995 acompañado de la comunicación de la Comisión COM (95) 688 final. El Libro Verde se configuró como un documento para la discusión y la reflexión, sin contener propuestas concretas de acción comunitaria. Se dirigió como tal a las instituciones europeas (Parlamento, Consejo), a los Estados miembros y al público en general para que aportasen ideas y análisis complementarios. De los estudios realizados internamente en los servicios de la Comisión y de los informes encargados en el exterior a consultoras y entidades relevantes, se extrajeron algunas conclusiones inmediatas que se presentaron en el Libro Verde como retos y pistas de una acción pública en Europa a favor de la innovación: — La innovación tecnológica tiene como entorno natural a la empresa dotada de competencias estratégicas (visión a largo plazo, anticipación del mercado, capacidad de integración de la información y de competencias organizativas como control del riesgo, proceso de cambio, inversión en recursos humanos). — El factor tecnológico (investigación, desarrollo y explotación de nuevas tecnologías) constituye el elemento clave de la innovación, aunque no el único. La empresa debe también actuar sobre su propia organización, adaptando sus métodos de trabajo. Por eso, desarrollar y compartir una cultura de innovación es básico para la sociedad europea. — Los poderes públicos deben apoyar el desarrollo de los mercados y prever los ajustes tecnológicos en vez de sufrirlos y la Unión Europea debe poner mejor su LAS POLÍTICAS COMUNITARIAS: UNA VISIÓN INTERNA Julio-Agosto 2006. N.º 831 ICE 179 VICENTE PARAJÓN COLLADA capacidad científica y tecnológica al servicio de la competitividad industrial y de las necesidades de adaptación de los mercados. — La aparición de nuevos productos, procesos y servicios puede realizarse en todos los sectores de actividad, industrial, agrícola o terciaria y en los servicios de interés general como la sanidad, la educación, la administración de justicia,... — Los retos de la innovación y la paradoja europea (los resultados científicos de la Unión son excelentes, pero los avances tecnológicos, industriales y comerciales en los sectores de punta se han deteriorado) exigen unas reglas de juego eficaces, basadas en el mantenimiento de una competencia exigente en los mercados y en el fomento de una protección jurídica que ofrezca al innovador la garantía de que podrá obtener el legítimo beneficio de su innovación. — Las realidades europeas en materia de innovación son muy diferentes según los países y las regiones, las empresas y los sectores. Cada país aplica soluciones diferentes, desde el éxito del concepto de distrito industrial en el centro de Italia, pasando por la integración de los establecimientos de investigación y las empresas usuarias en Baden-Würtemberg en Alemania, hasta el uso intensivo del capital-riesgo en empresas innovadoras nacientes en el Reino Unido. — El Libro Verde puso de manifiesto algunos obstáculos importantes al proceso de innovación en Europa: la dispersión de los esfuerzos de investigación, la complejidad de las formalidades administrativas, una cultura técnica insuficiente, la compartimentación de los mundos de la investigación y la industria, una reglamentación disuasoria y unas intervenciones públicas no siempre coherentes. La desaparición de todos estos obstáculos parecía una acción urgente a emprender conjuntamente entre los Estados miembros (Gobiernos nacionales, regionales o locales) y la Unión. Sin menospreciar la labor de equipo realizada en la elaboración del Libro Verde de la Innovación, debo destacar la labor extraordinaria de Robin Miège en la tarea de redacción del documento. 180 ICE LAS POLÍTICAS COMUNITARIAS: UNA VISIÓN INTERNA Julio-Agosto 2006. N.º 831 6. Plan de acción de la innovación en Europa El Libro Verde tuvo un gran éxito de recepción a lo largo y ancho de la Unión, éxito al que no fue ajeno el amplio debate público suscitado en las múltiples presentaciones del mismo en las que yo mismo, con miembros de mi equipo, participé y animé. En todas ellas llevamos el mensaje de que trabajar para la innovación era una tarea de todos los ciudadanos, empresas y entidades nacionales, regionales y locales. El debate público confirmó ampliamente las grandes líneas del diagnóstico elaborado por mi equipo. Ninguno de los puntos de vista o análisis presentados en el Libro Verde fue objeto de rechazo o de opiniones contrapuestas. En la cumbre de Florencia, el 21-22 de junio de 1996, el Consejo Europeo solicitó que la Comisión elaborase un plan de acción sobre las medidas más urgentes que debieran tomarse en el ámbito de la innovación. Se partió del principio de subsidiariedad y por ello se impuso actuar a nivel comunitario cuando se trataba de establecer y de hacer respetar las reglas del juego, en particular en materia de competencia, de derechos de propiedad industrial y de mercado interior. La Unión podía aportar la visión global necesaria y organizar el intercambio de experiencias y la difusión de prácticas ejemplares, movilizando los recursos financieros del programa marco. El primer plan de acción para la Innovación en Europa, aprobado por la Comisión a finales de 1996, contempló un número limitado de acciones prioritarias, integrando las acciones en curso o anunciadas desde el lanzamiento del Libro Verde, que habían sido definidas por éste como esenciales en el proceso de innovación. La primera prioridad se inscribió en una perspectiva a largo plazo y se propuso promover una verdadera cultura de la innovación, actuando en educación y formación, facilitando la movilidad de investigadores e ingenieros hacia las empresas y estimulando enfoques eficaces e innovadores en la sociedad, en las empresas y en las administraciones. REFLEXIONES SOBRE LA POLÍTICA DE INNOVACIÓN TECNOLÓGICA VISTA DESDE LA COMISIÓN La segunda prioridad, bajo el epígrafe de establecer un marco jurídico, normativo y financiero favorable a la innovación, incluyó temas que resultaron más polémicos y difíciles de aplicar. Entre ellos, la patente comunitaria, la sociedad europea y la creación de un mercado transeuropeo de financiación de empresas innovadoras, Easdaq, a semejanza del Nasdaq. La patente comunitaria partió de la idea de transformar en un sistema jurídico del Tratado el Acuerdo de Luxemburgo, referido a la Convención de la Patente Europea de 1989, que no había sido ratificado por todos los Estados miembros, creando un tribunal competente a nivel europeo para resolver los litigios en este sector. La adopción del proyecto de estatuto de la sociedad europea aparecía como un paso hacia la creación de empresas innovadoras en Europa y un gran apoyo a la innovación a nivel nacional y comunitario, así como también la promoción de la utilización de la Agrupación Europea de Interés Económico (GEIE). El desarrollo de mercados transeuropeos de capital para las empresas innovadoras de fuerte crecimiento, como la Federación de Mercados Nuevos o el Easdaq, era un reto fundamental para reforzar los interfaces entre la innovación tecnológica y los medios financieros. La tercera prioridad se dirigía a articular mejor investigación e innovación, tanto a nivel nacional como a nivel comunitario. Dentro de la misma figuraban la idea de realizar una visión estratégica y prospectiva de la investigación y sus aplicaciones, el reforzamiento de la investigación realizada en las empresas, el incremento de la utilización de los conocimientos y el «saber hacer», independientemente de su procedencia, y la orientación de los fondos estructurales a favor de la innovación. Esta última idea llevó hacia los proyectos regionales de innovación, apoyados conjuntamente por la DG de Política Regional con arreglo al artículo 10 del reglamento del FEDER. Sin tener las pretensiones de agotar la problemática de la innovación, el primer plan de Innovación para Europa determinó la agenda de los años siguientes, debido sobre todo a las reacciones peculiares del comisario Liikanen, ante los temas suscitados y emprendidos bajo la tutela de Edith Cresson. 7. La política del comisario Liikanen Cuando en septiembre de 1999 la Comisión Prodi entró en funciones, Erkki Liikanen,que había sido comisario encargado de Personal y Administración en la Comisión Santer, fue designado comisario de la cartera de Empresa a la que le correspondieron las antiguas DG XXIII y DG III y la DG Infso (antigua DG XIII), dentro de la cual se encontraban los Servicios de Innovación de Luxemburgo. A Liikanen se le escapó la oportunidad histórica de crear una Dirección General de la Innovación Tecnológica Industrial que englobase los Servicios de Innovación de Luxemburgo, la antigua DG XXIII (Pymes) y la antigua DG III (Industria), cuando esta última había perdido la mayor parte de sus competencias a favor de la DG Mercado Interior y cuando todos los Estados miembros habían abandonado sus Ministerios de Industria a favor de Ministerios de Ciencia y Tecnología o a favor de ministerios horizontales como Economía. Por otra parte, tenía muy poco sentido crear una DG Empresa, cuando a nivel comunitario los fundamentos de la acción de la empresa se encuentran en las reglas generales que subyacen al funcionamiento de una economía de mercado y que se enmarcan en los Tratados Fundacionales y éstos no contienen estipulaciones particulares ni sectoriales sobre la empresa. Durante los meses finales de 1999 y en los años 2000 y 2001, Liikanen desmanteló los Servicios de Innovación de Luxemburgo. En primer lugar los separó de la antigua DG XIII (que poseía una cierta promiscuidad con la innovación, por la presión innovadora de las tecnologías de las telecomunicaciones y de la información, y sobre todo por el alto grado de liberalización alcanzado en los mercados de los servicios electrónicos de las comunicaciones). Los unió, además, a la antigua DG III (Industria), que tenía una mentalidad de defensa de los intereses sectoriales ante la amenaza de las nuevas LAS POLÍTICAS COMUNITARIAS: UNA VISIÓN INTERNA Julio-Agosto 2006. N.º 831 ICE 181 VICENTE PARAJÓN COLLADA tecnologías. Posteriormente transfirió de Luxemburgo a Bruselas dichos Servicios de Innovación, proceso que duró tres años y que se saldó con la pérdida de los más importantes funcionarios especializados en temas de innovación durante más de una década. Las propuestas más importantes derivadas del Libro Verde de la Innovación, sufrieron suertes muy dispares. La patente comunitaria se embarrancó en discusiones internas de los servicios de la Comisión, por lo que no logró el consenso necesario. Cuando más tarde apareció una propuesta concreta de acción, la patente del software, hasta el Parlamento Europeo encontró argumentos para rechazarla. El proyecto de estatuto de la sociedad europea estuvo varios años paralizado por razones políticas bien distintas de las relacionadas con la innovación (oposición del Gobierno Aznar por el amplio margen de poder que concedía a la representación de los trabajadores). El Easdaq no recibió los apoyos necesarios para convertirse en un mercado paneuropeo de capital de apoyo a la financiación de la empresa innovadora. Sin embargo el desarrollo del capital riesgo encontró su marco en los nuevos mercados al amparo de legislaciones nacionales más apropiadas. Ejemplo de ello fue el proyecto I-Tec, proyecto conjunto de la Comisión Europea y del Fondo Europeo de Inversiones (FEI), por el que a partir de 1998 se creó una solución innovadora a la falta de capital inicial para el lanzamiento de empresas innovadoras. Con ello, el FEI invertiría 75 millones de euros en una serie de fondos de capital riesgo seleccionados para que movilizasen al menos 250 millones de euros de inversión en proyectos de empresas innovadoras. La Comisión contribuye a seleccionar y evaluar esos proyectos innovadores en términos tecnológicos con una contribución máxima de medio millón de euros por fondo de capital riesgo que se decida a financiar a empresas que lleven a cabo el lanzamiento de los mejores proyectos evaluados. Los proyectos regionales de innovación tuvieron un período de expansión, a finales de los años noventa con los Foros Europeos de Empresas Innovadoras (París, 182 ICE LAS POLÍTICAS COMUNITARIAS: UNA VISIÓN INTERNA Julio-Agosto 2006. N.º 831 Luxemburgo, Viena, Toscana, Baden-Württemberg, etcétera). Pero su futuro dependería en gran medida de la falta de perspectivas financieras más allá de 2006, por lo que afecta al FEDER y al séptimo programa marco (2007-2013). La esperada mejor articulación entre investigación e innovación no tuvo lugar en el sexto programa marco (2003-2006), durante el cual los fondos previstos para la innovación aparecieron dispersos en los distintos programas específicos y no agrupados en una acción horizontal de innovación. Las únicas iniciativas importantes durante la Comisión Prodi en materia de innovación se realizaron en la cumbre de Lisboa (Agenda de Lisboa) del año 2000, gracias a la acción decisiva del primer ministro portugués Antonio Guterres, así como en el marco del Banco Europeo de Inversiones, con el lanzamiento del FEI (Fondo Europeo de Inversión). Los primeros resultados La necesidad de la innovación tecnológica y de apoyo público a la misma ha ido creciendo en Europa tanto en el convencimiento de los responsables públicos como en el compromiso de las empresas. Los datos más recientes y su evolución a lo largo de los últimos años permiten albergar una cierta perspectiva esperanzadora. En cuanto a la participación de las empresas en el gasto de I+D, hecho de gran importancia para la innovación industrial, el Cuadro 1 presenta los datos correspondientes, medidos en porcentaje del producto interior bruto. En ellos se constata que países como Alemania, Francia y el Reino Unido han mantenido sus niveles en progresión, mientras otros como Italia y España continúan a niveles relativamente bajos. El caso de Italia se parece mucho al español en términos globales, pero la estructura sectorial de ese gasto varía mucho, con niveles altos en los sectores del textil (moda), agroalimentario, software, robótica, vehículos, mientras que en España no se señala ningún sector en el que resalte la I+D empresarial. REFLEXIONES SOBRE LA POLÍTICA DE INNOVACIÓN TECNOLÓGICA VISTA DESDE LA COMISIÓN CUADRO 1 CUADRO 2 EVOLUCIÓN DEL GASTO EN I+D DE LAS EMPRESAS EN PAÍSES SELECCIONADOS (En % del PIB) ÍNDICE SINTÉTICO DE INNOVACIÓN, 2004 Años Alemania España Francia Italia Reino Unido 1990 . . . . . 1,98 0,49 1,46 0,76 1,51 1991 . . . . . 1,75 0,47 1,46 0,68 1,39 1992 . . . . . 1,70 0,46 1,51 0,67 1,42 1993 . . . . . 1,58 0,44 1,48 0,60 1,42 1994 . . . . . 1,51 0,38 1,45 0,56 1,30 1995 . . . . . 1,50 0,39 1,41 0,53 1,30 1996 . . . . . 1,49 0,40 1,41 0,54 1,22 1997 . . . . . 1,54 0,40 1,39 0,52 1,18 1998 . . . . . 1,57 0,47 1,35 0,52 1,18 1999 . . . . . 1,70 0,46 1,38 0,51 1,25 2000 . . . . . 1,75 0,50 1,36 0,53 1,21 2001 . . . . . 1,75 0,50 1,41 0,55 1,24 2002 . . . . . 1,75 0,56 1,43 0,54 1,26 Grecia. . . . . . . . Luxemburgo . . . Portugal . . . . . . España . . . . . . . Italia . . . . . . . . . Austria . . . . . . . Noruega . . . . . . Irlanda . . . . . . . Países Bajos . . . Francia . . . . . . . Bélgica . . . . . . . Reino Unido . . . Dinamarca . . . . Islandia . . . . . . . Alemania. . . . . . Suiza . . . . . . . . Estados Unidos . Finlandia . . . . . . Suecia . . . . . . . Japón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,20 0,29 0,30 0,30 0,31 0,39 0,40 0,44 0,45 0,46 0,47 0,49 0,54 0,54 0,56 0,68 0,70 0,75 0,76 0,77 FUENTE: Main S&T Indicators, OCDE, 2004. FUENTE: COMISIÓN EUROPEA, European Innovation Scoreboard, 2004. Por lo que se refiere a la situación actual relativa de los distintos países desarrollados, el Cuadro 2 presenta el indicador sintético de innovación en 2004. Este indicador se calcula a partir de las medias nacionales registradas para cada parámetro (recursos humanos, producción de nuevos conocimientos, financiación y resultados), dando valor cero a la media más baja y un valor 1 a la más alta, y entre cero y uno a las demás medias en función de su importancia relativa en esta escala. El índice sintético es el resultado de la suma de todas las puntuaciones obtenidas por un país dividida por el número de indicadores, aplicando un sistema de ponderación adecuado. 8. El nuevo programa marco de innovación y competitividad A principios de 2005 la Comisión presentó su propuesta de programa marco de innovación y competitivi- dad, con un presupuesto de 4.212 millones de euros para el período 2007-2013, tratando de establecer una mayor sinergia entre los varios instrumentos de la Agenda de Lisboa. El CIP (Competitiveness and Innovation Programme) comprende tres subprogramas: el subprograma de iniciativa empresarial e innovación, el subprograma de apoyo a la política tecnológica en tecnologías de la información y de las comunicaciones y el subprograma de energía inteligente para Europa. El primer subprograma de los mencionados apoyará las actividades horizontales de las empresas y particularmente de las PYME, fomentando proyectos de innovación sectoriales, los clusters, las cooperaciones público-privadas de innovación y la aplicación de sistemas de gestión de la innovación. Usará los instrumentos financieros del FEI y de la facilidad de garantías para las PYME. LAS POLÍTICAS COMUNITARIAS: UNA VISIÓN INTERNA Julio-Agosto 2006. N.º 831 ICE 183 VICENTE PARAJÓN COLLADA El segundo subprograma promoverá la introducción de las TICS (Tecnologías de la información y de las comunicaciones) en los negocios, en la administración y en los servicios del sector público. Se trata de acciones anteriormente financiadas por los programas eTen, eContent y Modinis. El tercer subprograma continuará las acciones del programa del mismo nombre que ya existe y apoyará el desarrollo sostenible en materia de energía, financiando proyectos de protección medioambiental, seguridad del suministro y la competitividad. Se enmarca dentro del proceso de aplicación del nuevo marco regulatorio de los mercados de la energía. Facilitará la eficiencia energética, las energías renovables y la diversificación energética, temas estos últimos cubiertos anteriormente por los programas Save, Altener y Steer. Como se comprueba por la descripción de los subprogramas componentes del CIP no se añaden recursos financieros nuevos a los asignados a los programas existentes. Sí se propicia una mejor coordinación de todas las actividades comunitarias en relación con la innovación y la competitividad. Ello debería dar lugar a una vi- 184 ICE LAS POLÍTICAS COMUNITARIAS: UNA VISIÓN INTERNA Julio-Agosto 2006. N.º 831 sión estratégica a largo plazo sobre la problemática de la innovación y la competitividad. 9. Conclusión El CIP se aplicará en paralelo con el séptimo programa marco de I+D, previendo este último, según la propuesta de la Comisión, un total de 72.726 millones de euros para el período 2007-2013, de los cuales sólo el 3,6 por 100 se dedicarán a financiar actividades de innovación tecnológica. Este porcentaje es similar al de programas marco de I+D anteriores. Aun suponiendo que los presupuestos de la Comisión lleguen a realizarse en su totalidad en los próximos años, tanto en el caso del CIP como en el del séptimo programa marco de I+D, la situación podría resumirse en una «mejor coordinación estratégica de la política de innovación con los mismos medios financieros en términos relativos». Queda, por tanto, un largo camino por recorrer para que la innovación tecnológica pueda modificar de forma permanente la capacidad competitiva de la industria europea.