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Año XXII
Madrid, octubre de 1931
NUM.
613
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BPAlíQA
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Revista mensual
de
llllllllllllü'lllllllllllllllll'llllllllllllllllllllllllllllllljlllllllllllllll
ilustrada
SECRETARIO:
DIRECTOR-PROPIETARIO:
José
MSPICÁ
PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN:
Eleizegui
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—
anual (Madrid y provincias)
15
José de Eleizegui Sieyro
—
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Un homenaje al Dr. Narañón
La Diputación provincial de Madrid rinde un homenaje al prestigioso médico que enaltece su Beneficencia haciendo de la Clínica del Hospital general centro científico y gloria española. El sabio maestro está dando actualmente admirable ejemplo de amor a la ciencia rehuyendo los halagos
de la política para encuadrarse con más entusiasmo que nunca en la Clínica
y el Laboratorio para bien de la Humanidad, de la Ciencia y de la Enseñanza.
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DIPLOMA OTORGADO a la leche desecada DRYCO
én la Exposición Internacional del Centenario de Pasteur^
celebrado en Estrasburgo en 1*^23,
THE DRY MILK COMPANY
iS, Park Row
N E W YORK
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Depositarios generales:
GIMÉNEZ-SALINAS y Cía.
Caile Saéués, 3 y 4
BARCELONA
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ESPAÑA MEDICA
Un homenaje femenino a Roel
MONUMENTO
Un grupo de damas de Ceceda, que preside doña
Blanca Foyo, ha organizado un justo homenaje a la
memoria del hijo predilecto de aquella parroquia del
concejo de Nava de Asturias, queriendo perpetuar el
agradecimiento de su pueblo natal a aquel médico
filántropo que dejó parte de su gran fortuna para mejoras sanitarias y pedagógicas de Ceceda.
En el paseo de este
pueblo se levantará un
modesto monumento que
perpetúe de un modo ostensible el agradecimiento
de sus paisanos a García
Roel. Sobre un sencillo
pedestal se levantará el artístico busto de Roel que
ha creado el arte delicado
y exquisito de un notable
escultor asturiano, el señor Sordo.
García Roel, además,
ha dejado importante legado para premiar trabajos y monografías en
concursos de diferentes
Academias y Sociedades.
Nació en Ceceda en
1819 y murió en Madrid en 1896. Se estableció en Oviedo, donde
desempeñó diversos cargos. Convaleciente del cólera, se trasladó a Rivadesella, que había sido
invadida por dicha epidemia, y con sus acertadas medidas salvó a numerosos enfermos, sin que después quisiera cobrar nada. Consagró toda su larga vida
a la ciencia y al bien. Fué notable escritor científico,
debiédosele importantes obras, entre ellas especialmente
la etiología de la pelagra, que mereció grandes elogios
de Lombroso y el premio Rubio de la Academia de
Medicina.
En sus triunfos científicos y profesionales nunca
olvidó su tierra nativa, ni el rinconcito asturiano en
que vio la luz, y además de que fué en vida su constante portector, dejó muchos e importantes legados.
Estas vidas ejemplares que quieren ser útiles a la
humanidad aun después de extinguirse, merecen los
más altos respetos, la veneración más estimable; por
eso la determinación de las mujeres de Ceceda elevando por suscripción un monumento al filántropo mé-
EN
CECEDA
dico, tiene toda la ternura de la gratitid y la delicadeza femenina. Es una actuación de la mujer que debe
registrarse como hecho feliz, incorporándola a los espíritus superiores que viven la vida ideológica y de los
grandes sentimientos.
ESPAÑA MÉDICA se complace en dedicar esta página a reproducir el busto
de García Roel, y dedicará una amplia inforrnación al acto de la
inauguración del monumento, que tendrá lugar
en el próximo mes de
noviembre, y se complace en ello porque una de
las pocas satisfacciones
que experimentamos los
que escribimos para el
público es recoger estos
hechos en los cuales no
rastrea ningún beneficio
material, puesto que sólo
los ilumina la potente luz
de un anhelo espiritual,
¡Tenemos tan pocas ocasiones de registrar la bondad humana! ¡Son tan
escasos los actos en los
cuales no asoma un interés bastardo! Siempre que
leíamos concursos de certámenes científicos de distintas corporaciones y nos
encontrábamos con e 1
enunciado de "Legado
R o e l " sentíamos una
emoción de respeto para
el hombre que supo hacer que su fortuna fructificase
en la redituación más útil, que es el beneficio de sus
semejantes.
Sería una obra muy laudable recogei todos los trabajos, las monografías y los estudios que la medicina
española ha producido gracias al estímulo y a la ventaja económica del médico asturiano, y dándoles en
su libro poder poner en su primera plana estas palabras. He aquí lo que la Humanidad y la ciencia debe
a García Roel.
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Oficinas: VALENZUELA, 10
Teléfono 13121
Apartado 561
ESPAÑA MEDICA
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El sueldo único. Conformes. Pero que sea el suficiente para vivir decentemente con él. Con nóminas
de 400 ó 500 pesetas al mes sin otro ingreso es querer hacer del funcionario un Gandhi, cuya estética tiene poco de arráyente.
El enchufe debe perseguirse hasta acabar con él.
También conformes; pero conviene primero fijar bien
lo que debe entenderse por enchufe. Enchufe es el chisme eléctrico que nos da una luz suplementaria donde
no alcanza la fija. Enchufar es acoplar dos tubos
cuando uno solo resulta chico para lo que se destina.
No debe tener enchufes el que disfruta de casa suficientemente alumbrada. Que se conforme con un tubo
solo, cuando es suficiente su calibre. Pero el que está
a media luz, es decir, a dos velas, ¿puede privársele
de un enchufillo que hace brillar una lámpara de cinco bujías?
No cabe duda que en los enchufes hay que establecer una clasificación algo parecida a la de los viajeros
de ferrocarril. Primera, segunda, tercera. En nuestra
profesión hay enchufes de coche-cama, pero también
los hay de perrera.
—Queremos revisarlo todo, incluso la labor de
aquel que por oposición obtuvo un puesto, precisando evidenciar si sigue siendo digno de él.
. Esto se dijo hace poco en una reunión, y a mí no
se me ofrece más que una pequeña duda:
—¿Quién va a revisar?
Puede suceder lo de aquel fresco que llevó a una
reunión, para él desconocida, a un amigo que presentó a la señota de la casa, la cual, muy oportunamente, hubo de decirle:
— M u y bien; pero ¿y a usted quién le presenta?
Claro que se puede contestar como lo hizo el tío
del cuento;
— A mí nadie, señora; yo me retiro.
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Pascua se encuentra con un complejo primario,
que seguramente él convertirá en... secundario.
^ ^^
Marcelino Domingo, en la apertura de curso, tuvo
hondas y trascendentales reflexiones acerca de la nueva juventud y la moderna Universidad. Habló con
palabra sincera al profesorado, aconsejándole la adaptación a la nueva civilización que llega personificada
en la juventud escolar.
Algunos profesores lo oyeron asombrados.
Nosotros vimos sus caras de espanto.
¿Adaptarse? ¿Cambiar de métodos? ¿Y el suspenso, y la lista, iy el memorismo, y el examen?
Indudablemente, no lograrán esa adaptación que
les recomendó el ministro. Ellos, muchos de ellos, no
tienen más sitio apropiado que el museo de antigüedades.
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^
Se abren las Academias, dice el calendario. Se aceitan los gramófonos y limpian los discos.
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La Sociedad Española de Higiene preparará, seguramente, un número de fuerza. Un año, el vino; otro,
los tintes y cosméticos. ¿Qué nos reservará para este
invierno? Los modelos de fajas y sostenes. ¿Hace el
tema?
^ ^^
Tenemos nuevo Consejo de Protección a la Infancia. Aquí cabe aquello de los collares y los perros, salvando las distancias, naturalmente. La inutilidad del anterior puede persistir en el actual. No está
la causa en las personas, sino en el radio y modo de
acción del organismo.
Sacudir el polvo de los viejos procedimientos cuesta más trabajo que limpiar una alfombra cuando se
vuelve de veraneo.
DR. CAUTERIO.
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Los verdugos del bacilo de Koch siguen excitados.
La anunciada provisión de las plazas de los Dispensarios les ha sentado como un sinapismo muy cargado de mostaza. Están acidorresistentes. Ácidos, en el
léxico. Resistentes, en la acción.
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Oficinas: VALENZUELA, 10
Teléfono 15121.
Apartado 561.
ESPAÑA MEDICA
EL INSTITOTO DE MATERNOLOGÜ DE BUENOS AIRES
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Acaba de inaugurarse. Es una institución modelo
que abarca cuanto se alcanza en el concepto de maternidad. Lo científico, lo social, lo técnico y lo benéfico. No es un hospital o un asilo más, sino una
serie de organismos que perfectamente engranados
acogen cuanto cabe dentro de su acción. Su director,
el profesor Alberto Peralta, lo dijo así en el discurso de inauguración del mismo.
Se trata de un alto Instituto de asistencia de la
madre y del niño que centraliza todos los recursos,
irradia a distancia los beneficios y se vincula con todas las fuerzas auxiliares que concurren solidariamente a la más amplia obra de previsión y asistencia médico-social de la maternidad. Es, además. Instituto de
enseñanza y centro de estudio e investigación científica.
Para sus fines de asistencia médica se trata de una
clínica obstétrica y ginecológica y de puericultura
completa; el eje central de esta clínica es la maternidad propiamente dicha con sus correspondientes secciones de asilo común para el simple descanso de la
embarazada sana, de acuerdo con el principio higiénico que debe reposar en los últimos meses del embarazo; de asilo para la asistencia de la embarazada
enferma; de salas apropiadas para la asistencia del
parto, puerperio y recién nacido de las asiladas en la
clínica como embarazadas y de las que ingresan de
urgencia del público; de una sección de aislamiento
para la asistencia del embarazo, parto, puerperio y
recién nacido, infectados; de una sección para la asistencia de enfermas de ginecología; de policlínicas o
consultorios externos de obstetricia, ginecología y de
puericultura con Gota de leche.
Que como Instituto de asistencia social, es una
"Maternidad Refugio", de acuerdo con el tipo completo de la "Maison Maternelle" francesa; es decir, la
iVIaternidad como eje central, rodeada de dos asilos
o refugios para la maternidad desamparada; el Refugio de embarazadas, refugio u hogar maternal, pata
la protección médica, moral y material de la embarazada ilegítima, indigente, desvalida, abandonada, etcétera, en cualquiera época del embarazo y el Refugio de madres recientes con sus hijos, o asilo maternal,
para la protección social, moral y material de
la madre sin hogar o sin recursos, con el fin de asegurar la crianza de su hijo.
Que completa la función o acción social del Instituto, el Asilo de lactantes que interna los niños con
o sin las madres para ser alimentados por nodrizas
o para auxiliar o reemplazar la leche de la madre, el
servicio de asistencia maternal a domicilio, bien reglamentado bajo lo superintendencia técnica del Instituto, el servicio social a cargo de la visitadora o
asistente social especializada en puericultura ante y
postnatal y la defensa legal y jurídica de la madre.
Que como Instituto de enseñanza su misión es
amplísima, desde la enseñanza elemental hasta la superior universitaria, incluyendo en su programa la enseñanza médica para alumnos, médico práctico general y médico especialista, la enseñanza práctica de las
parteras internas y externas y alumnas de parteras,
la escuela de visitadoras, nurses y enfermeras y la escuela de madres para la enseñanza elemental de la
madre.
Todo en este Instituto ha sido previsto y todo
está dispuesto en beneficio de la madre y del hijo y encaminado directa o indirectamente, como es consiguiente, hacia la solución de los problemas en que
ESPAÑA MEDICA
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l"SftlÍMEÍNEnCENClA'':'^^
finca, la mayor grandeza de un país como el nuestro:
crecimiento progresivo de su población sana y fuerte, por el aumento de la natalidad, por el triunfo
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contra la mortinatalidad y mortalidad infantil y por
la defensa eficaz de los factores que influyen en el
mejoramiento de la raza.
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GASTROSALllS
Afecciones del a p a r a t o digestivo. Combinación estable de alcalinos altamente neutralizante, sin calmantes, analgésicos ni tóxicos.
ESPAÑA MEDICA
11
SABIO TRATA DE SUPRIMIR LA FATIGA DEL TRABAJO
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INTERESANTÍSIMO CAPÍTULO DEL LIBRO "RUSIA EN
1 9 3 1 " , DE CÉSAR ;VALLEJO
Una de las rriiejores impresiones que me ha sido
dado experimentar en Rusia la tuve, seguramente, en
el Instituto Central del Trabajo, de Moscú. Probablemente existen en los Estados Unidos centros técnicos parecidos; pero, ateniéndome a los informes
comparativos y documentos científicos procedentes
del examen panorámico de la técnica mundial del trabajo, que se me mostró en aquel Instituto ruso, dudo
que ningún país capitalista haya llegado hasta ahora al grado de adelanto del Soviet en este terreno.
El secretario científico del Instituto, Muravief, viste la blusa proletaria. Me hace recorrer todo el edificio, exaltando, respaldado de testimonios de expertos extranjeros, autorizados e imparciales, tales como
el yanqui Henry Ford, la envergadura y el alcance
técnico y revolucionario del Instituto.
—^Los fines de la escuela—me dice—pueden reducirse a dos: el desarrollo científico de la técnica electromecánica y la preparación de los obreros para la
aplicación y ejercicio de la técnica en el trabajo práctico. Ambos fines se compenetran y son inseparables.
El progreso científico de la técnica no es posible sin
los datos de la experiencia que procura la práctica
de los métodos en vigencia, y, viceversa, éstos se estancarían de no ser constantemente renovados por los
trabajos de estricto laboratorio. El Instituto prepara
directamente obreros y, al propio tiempo, técnicos,
especialistas e ingenieros destinados a dirigir los trabajos en las fábricas e instalaciones similares .
—¿La dirección y el personal de profesores?
—El compañero Gastef, director del Instituto, y
todos los profesores, son rusos. Muchos de ellos han
hecho estudios técnicos en los Estadoí Unidos, en
Alemania, Francia e Inglaterra. Además, muchos de
los instructores han estudiado y trabajado, como obreros técnicos, en fábricas y talleres de Ford y de la
"General Motor".
El local del Instituto es amplio y de tres pisos.
Un compacto ruido de talleres y de máquinas en movimiento repercute por todas partes. Noto en todo
una sencillez esquemática y geométrica: en el decorado, en la arquitectura del local, en los gestos y
movimientos de los hombres. Aquí, más que en ninguna otra parte de Rusia, se advierte e impera la
rapidez, la exactitud, la organización.
— ¿Es éste el único establecimiento de su género
en Rusia?
—^Sí.
Pero hay secciones y dependencias en provincias del mismo modelo y con los mismos ramos
técnicos.
j
—¿Existía este Instituto antes de la revolución?
— N o . Es absolutamente nuevo. Se fundó en 1923.
—¿Sus secciones? ¿Su organización?
— E n primer lugar, hay aquí un laboratorio bioquímico—me dice Muravief, haciéndome pasar a un
compartimiento del local situado en el primer piso—.
Va usted a conocer, precisamente, a sus directores, el
sabio Golberg y la doctora Lepskaia.
Atravesamos dos piezas, en las que veo a varios
profesores e ingenieros en pleno trabajo. Un hombre, de unos cincuenta años, también ea blusa proletaria, viene a recibirnos. Habla perfectamente el
francés.
— E l doctor Golberg—me dice Muravief.
Una rápida conversación inicio con el sabio.
—¿Cuál es—le digo—el esfuerzo más importante de su laboratorio en estos momentos?
—La supresión de la fatiga.
La respuesta es impresionante. ¡Suprimir la fatiga
en los hombres!
—¿Hay antecedentes de este empeño en algún país
capitalista?
—Que nosotros lo sepamos, no. En los Estados
Unidos, según nuestros informes, se ha intentado,
después de la guerra, algo parecido; pero por respectos fraccionarios y con ocasión de otros problemas menudos de psicotécnica. El problema de la supresión de la fatiga en globo y como fórmula, no
ya simplemente de orden económico, sino de orden
biológico, lo hemos enunciado por la primera vez
aquí hace tres o ¡cuatro años. Naturalmente, su solución depende directamente de los progresos que,
en materia de metabolismo, se han conseguido en
Alemania y, en cierta medida, en los Estados Unidos.
—^¿Tiene usted fe en un resultado más o menos
próximo y favorable?
— E n cuestiones de laboratorio estamos siempre
en la víspera de todas las sorpresas. La ciencia, en
mi concepto, se produce por sorpresas- Nada podemos aún prever. Por el instante tenemos un primer
resultado. Sabemos ya que el trabajo deforma los
leucocitos, y que de esta deformación proviene, hasta
nueva orden, la fatiga del obrero. En cuanto al método destinado a evitar o, más exactamente, a corregir de manera instantánea aquella deformación,
no sabemos aún nada concreto. Lo tenemos actualmente en ensayo con algunos animales.
El doctor Golberg goza de ,un renombre mundial
como biólogo y químico. Sus obras están traducidas
a casi todos los idiomas. Su laboratorio, así como todas
las demás secciones del Instituto, mantiene diaria y
nutrida correspondencia técnica con los grandes labo-
12
ESPAÑA MEDICA
ratorios y talleres del extranjero. El doctor Golberg
me dice:
—La ciencia es universal. Está hecha de solidaridad más que ninguna otra actividad humana. Cuidamos, por eso, de seguir de cerca y cotidianamente
lo que se hace y se descubre en los otros países. El
capitalismo, por lo demás, nos ha dado y nos está
dando aún las bases históricas, en general, del socialismo. Particularmente, mi laboratorio toma y tomará aún mucho de los sabios y técnicos norteamericanos. .
—^Pero ellos empiezan también a aprender mucho
de ustedes.
— Y a lo creo—dice con firmeza la doctora Lepskaia—. No solamente hoy. Rusia ha tenido, aun durante el zarismo, grandes sabios y profesores.
Frecuentemente se oye en boca de las grandes figuras del Soviet la misma voz leal para reconocer las
buenas obras efectuadas por las clases sociales enemigas, de dentro o fuera de Rusia.
, Muravief me invita luego a seguirle a los otros
compartimientos y me dice, entrando a uno de éstos:
—^Aquí tiene usted el laboratorio de metabolismo
propiamente dicho, donde se llevan a cabo los análisis de las sustancias que se forman en el organismo
del obrero durante el trabajo. Como usted ve, el laboratorio comunica con los talleres y las instalaciones electromecánicas por medio de tubos e hilos conductores, que sirven para recoger y traer la respiración, el aliento, la presión arterial, los menores
movimientos y hasta el reposo y los gestos del trabajador. Es de este modo como se registran aqui todas las reacciones físicas, químicas y biológicas producidas por las diversas manipulaciones del obrero
en su organismo. Así, es como la ciencia forma su
criterio relativo a las ventajas o desventajas que,
desde el punto de vista de la economía de la energía
humana, ofrecen los distintos métodos de trabajo.
Con estos datos, de rigurosa exactitud científica, organiza después el sabio sus conclusiones en orden a
una serie de problemas sobre la capacidad productiva
media del trabajador, sobre su salud, el límite de sus
fuerzas según su edad, fas condiciones higiénicas favorables o nocivas a tales o cuales de sus ocupaciones, la necesidad de otro género de trabajo o de clima, etc., etc. Todas las incógnitas psicofisiológicas
que concurren a determinar, en gran parte, la totalidad de los sistemas de racionalización, sólo pueden
resolverse en este laboratorio. Más todavía. De sus
experimentos dependen considerablemente los términos en que debe resolverse el problema de los sin
trabajo...
—-¿Todo esto se sabe y se trata también de ahondar y resolver en los centros industriales capitalistas?
—^En muy pequeña medida y sólo en los Estados
nidos, Ford ha empezado recientemente a prestar
atención a todos éstos estudios. Usted sabe que la
racionalización fordísta es la menos inhumana de los
Estados Unidos. Sin embargo, su interés por proteger y conservar la .salud de los obreros y, con la de
ellos, la de la humanidad entera, está sofrenado por
sus intereses patronales, y lo que es peor, por la esen-
cia misma de la explotación capitalista, que descansa
y está condicionada en la ruina del proletariado.
Las graves explicaciones de Muravief invitan, realmente, a terribles y complejas reflexiones.
—Su laboratorio es, sin duda, de una gran belleza. Con todo, sus conclusiones han de exigir, para
ser llevadas a la práctica en los vastos y crecientes
dominios del trabajo en el país o en el mundo entero,
el concurso de infinitos factores y, en particular, mucho dinero.
Muravief tiene una sonrisa cordial, respondiéndome:
—Todas estas dificultades desaparecen en un país
donde todo el mundo está obligado a trabajar y donde la riqueza común, en vez de ir al bolsillo de unos
cuantos, es aplicada a las obras y progresos de utilidad colectiva. Pero sigamos. Aquí tiene usted—continúa, pasando a otro compartimiento—el laboratorio
fisiológico, donde se registra, antes y después del trabajo del obrero, sus pulsaciones, su respiración y el
análisis de la sangre. Este otro es el laboratorio colectivo, donde se registran las manipulaciones de todos los obreros de un taller. Después está el laboratorio de control de los objetos diversos que se fabrican en los talleres, según el tiempo y las energías del
hombre y de la máquina, empleados en su fabricación, teniendo en cuenta su composición química, su
forma, su número, su peso, calidad, etc. Después vienen las bibliotecas de estudios técnicos en libros y
revistas, particularmente yanquis y alemanas.
Más tarde abandonamos la sección de investigación
científica y pasamos al compartimiento de los obreros
e instructores ya capacitados y formados, que se halla
en la planta baja del local.
—Aquí tiene usted—me dice Muravief entrando a
un amplio taller de mecánica—la aplicación práctica
de la técnica.
Los obreros están en pleno trabajo. Este es un taller modelo. El orden, la regularidad, la limpieza, la
precisión, la velocidad, la alegría se reflejan en los
obreros tanto como en las máquinas.
—Se han consultado aquí—me dice Muravief—
todos los factores necesarios al éxito previsto por la
teoría: la cantidad de luz, según el género de cada trabajo; el color del campo visual que abarca durante su
labor cada obrero; la forma de la máquina y de los
útiles que él maneja, así como del terreno donde se
mueve; la hora en que trabaja; el reposo y el movimiento circular o angular, ascendente y descendente,
del cuerpo y de cada .extremidad del obrero, según
su labor, etc. Como usted puede ver, hay varios obreros que ejecutan un mismo género de trabajo, a fin de
obtener por comparación determinadas conclusiones o
leyes psicotécnicas.
Un momento permanecemos en silencio, observando los múltiples trabajos del taller. Entonces empiezo
a percibir auditivamente el elemento rítmico de las
labores, en conjunto y aisladas, como si se tratase de
los sones de una extraña orquesta de batería. Me
acuerdo instantáneamente del Paso de acero, de Prokofiet; de las sonatas de Himdenith y de Krasnancak, de Glier. Es la misma música.
ESPAÑA MEDICA
LOS LITERATOS Y LOS MÉDICOS
15
LA MEDICOFOBIA DE BERNARD SHAW
Desde los más remotos tiempos, en la historia de
la literatura universal figuran, y es indudable que seguirán figurando en generaciones sucesivas, escritores
más o menos afortunados que ostentan como tónica
de su ideología, o si queréis, como vena de su humorismo, una míarcada medicofobia, sin que dejen pasar capítulo o página en el que no estampen la frase
agresiva, aun cuando a las veces la disimulen tras la
máscara de desafortunado humorismo.
Uno de los escritores contemporáneos, de fama
universal, no tanto por su mérito literario cuanto por
sus extravagancias exhibicionistas, es Bernard Shaw,
enemigo fanático de la vacunación, antivegetariano
furibundo y despreciador incansable de cuanto alienta en el alma de las masas burguesas, considerado por
sus propios compatriotas como un cínico inteligente.
Bernard Shaw ha publicado un libro que se titula
El Dilema del Doctor, en el que ha sintetizado y agrupado sus ideas acerca de la Medicina. Juzgamos interesante recoger algunas de estas ideas y exponerlas a
la consideración de los lectores de ESPAÑA MÉDICA
que no hayan tenido oportunidad de conocer directamente la citada obra.
El Duerna del Doctor es una comedia en la que
figuran como personajes cinco médicos y un estudiante de Medicina, judío poco escrupuloso. Reproduzcamos algunos conceptos:
"Cuanto más tremenda es la mutilación, tanto más
cobra el cirujano mutilador.
"La tragedia de la enfermedad, hoy día, nos entrega sin defensa a las manos de una profesión de la
que desconfiamos profundamente.
"Es sencillamente anticientífico afirmar o creer que
los médicos, bajo las circunstancias existentes, no
practican operaciones innecesarias ni manufacturan
ni prolongan enfermedades lucrativas.
"Los médicos son exactamente como los demás
hombres: la mayor parte no tienen ni honor ni conciencia.
"Una enfermedad grave o una defunción constituyen para el médico un reclamo, lo mismo que una
ejecución para el abogado defensor del ejecutado.
"En cirugía todas las operaciones se apuntan como
habiendo tenido buen éxito si el paciente puede salir
con vida del hospital.
"La única prueba que puede decidir en una causa
por homicidio médico es la de los peritos, es decir,
el informe de otros médicos, y no hay médico que no
deje a un compañero diezmar a toda una región antes de violar los lazos de la profesión informando
contra él.
"Hoy más vale ser un mozo de estación que un
corriente médico general.
"Pues toda persona rica, hipocondríaca, de uno u
otro sexo, a la que se puede convencer de que padece
una enfermedad crónica, supone para el médico un
ingreso anual de 50 a 500 libras. Para el cirujano,
semejante suma puede ganarse en un par de horas, y
si el cirujano, por añadidura, posee un sanatorio, sus
provechos pueden ser aún mayores, pues no hay hotel ni hospedaje tan caro como el sanatorio.
" Y cuando más salud va teniendo la gente, tanto
más obligados se ven a recurrir a imposturas, en vez
16
ESPAÑA MEDICA
de limitar su actividad a aquellas investigaciones lógicas y necesarias, que los preserva de caer en la última abyección.
"La diferencia entre un médico titulado y un médico intruso por curandero consiste esencialmente en
que sólo el titulado está autorizado para firmar papeletas de defunción, para lo cual ambas clases de
médicos parecen tener iguales cualidades.
"El barniz científico que hoy día todos, inclusive
los médicos, adquieren por la lectura de los periódicos, hace que los médicos se hayan tornado más peligrosos de lo que solían ser.
"Los médicos compran algún producto de cualquier laboratorio por un chelín e inyectan del mismo
una cantidad por el valor de un penique, debajo de la
piel de sus pacientes, a los que hacen pagar media
corona, deduciendo de ello que ya que este rito primitivo hace vivir al laboratorio y a ellos, el problema de la profilaxis está completamente resuelto.
"Aquí está la explicación del salvaje rencor que tanto asombra a los que se imaginan que la controversia
sobre la vacunación es una discusión científica.
"En realidad, no tiene nada que ver con la ciencia.
La profesión médica, compuesta en su mayor parte
de hombres muy pobres, luchando por aparentar más
de lo que son, se ve amenazada con la desaparición
de una considerable parte de sus ingresos, una parte
que se gana además con facilidad y regularidad, ya
que es independiente de la morbilidad, y lleva a ma-
nos del médico a toda persona nacida en la nación,
sin que importe sana O no; Por añadidura, hay a favor de los médicos, de vez en cuando, alguna epidemia con su pánico y revacunación en masa. En tales
condiciones es natural que la vacunación tenga partidarios fanáticos y los tendría aunque fuera dos veces
más sucia, peligrosa y anticientífica de lo que es actualmente,
"La vivisección ayuda a los médicos, para dominarnos, como Pedro dominó a los rusos. El concepto
de que el hombre que hace cosas terribles es sobrehumano y de que, por lo mismo, puede también hacer
cosas milagrosas, sea como gobernante, o vengador,
o curador, etc., no es privativo de los bárbaros."
Seguiríamos copiando más y más conceptos, y cada
uno de ellos dosificada en "crescendo" la ofensa y el
desprecio para nosotros los médicos. Pero preferimos hacer aquí punto con un leve comentario.
Ignoramos lo que pensarán de Bernard Shaw y de
sus genialidades nuestros estimados colegas los médicos ingleses, tan abrumados con el ejercicio profesional por el Sistema Panel, pero nos lo suponemos.
Lo que sí sabemos de cierto es lo que piensan de él
los médicos españoles que han tenido la humorada de
leerlo, pero nos lo callamos por respeto a nuestros
lectores. El concepto es demasiado crudo e irreverente
para el lector.
JUAN FALÁ.
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El Inspector de Institaciones Sanitarias Dr. Sadi de Buen, el Rector de la Universidad Dr. Gira!, el Gobernador de
Cáceres y otras personalidades, durante su visita al Instituto Antipalúdíco de Navalmoral de la Mata.
ESPAÑA MEDICA
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17
EL U m U m DEL U. lEKÍLL í MR. HÍPE
P^^OR R. L. S T E V E N S O N
(CONTINUACIÓN)
— ¿Y no has preguntado nada... acerca de la
puerta?
—No, señor—replicó míster EnfieJd—; sentía un
escrúpulo. Tengo gran aversión a eso de hacer preguntas; tiene mucho de la fatalidad del juicio final.
Pone uno en marcha una pregunta, y es lo mismo que
empujar una piedra. Está usted sentado plácidamente
en lo alto de un monte, y allá va la piedra, poniendo
otras en movimiento, y a lo mejor un pobre infeliz,
el que menos se podía uno imaginar, recibe el coscorrón en la cabeza en el propio jardín de su casa, y su
familia tiene que cambiar de apellido. No, señor; he
hecho de ello una regla; cuanto más huele a chamusquina, menos preguntas.
— M u y buena regla, por cierto—dijo el abogado.
—Pero yo mismo he estudiado estos lugares. En
realidad, apenas parece una casa. No tiene ninguna
otra puerta, y nadie entra ni sale por ésa; a no ser,
muy de tarde en tarde, el caballero de mi aventura.
Hay tres ventanas en el primer piso que caen sobre el
callejón; en el bajo, ninguna; las ventanas están siempre cerradas, pero limpias. Y además hay una chimenea de la que ordinariamente sale humo; así es que
alguien debe vivir ahí. Y sin embargo no es seguro,
porque los edificios están tan empotrados unos en
otros por el lado del callejón que es difícil decir dónde
acaba uno y dónde empieza otro.
La pareja prosiguió su paseo en silencio, hasta que
míster Utterson dijo:
—Enfield, es una buena regla la tuya.
—Así lo creo—contestó el otro.
— Y sin embargo—continuó el abogado—, hay
un punto sobre el que tengo que preguntar; necesito
saber el nombre del que pisoteó a la niña.
—Bien. No creo que pueda haber mal en ello. Se
llama Hyde.
Míster Utterson carraspeó:
— ¿ Y qué pinta tenía?
— N o es fácil describirlo. Hay no sé qué en su aspecto que no es normal, algo desagradable, francamente detestable. Jamás he visto a nadie que me inspire tal repulsión, y, sin embargo, apenas sé por qué.
Debe tener alguna deformidad; da una impresión de
cosa contrahecha, aunque no puedo especificar en qué
consiste. Es un hombre de aspecto extraordinario, y,
a pesar de eso, no puedo decir que tenga nada que se
salga de lo corriente. No, señor; no acierto con ello,
no piiedo describirlo. Y no es por falta de memoria,
porque parece que lo estoy viendo.
Míster Utterson echó a andar otra vez silencioso
y, evidentemente, bajo el pesO de una preocupación:
V^/
—¿Estás seguro de que empleó una llave?—preguntó al fin.
—¡Amigo mío!...—exclamó místed Enfield sorprendido y desconcertado.
—Sí, ya sé que debe parecerte extraño. La verdad
es que si no pregunté el nombre de la otra persona ha
sido porque ya lo sabía. Ya ves, Richard, que tu
cuento ha dado en el blanco. Si no has sido exacto
en algún pormenor, convendría que lo rectificases.
—Creo que debía usted haberme prevenido—contestó el otro con un asomo de enfado—; pero he
sido pedantescamente exacto, como usted dice. El individuo tenía una llave. Y aún hay más; la tiene todavía y le he visto usarla aún no hace una semana.
Míster Utterson suspiró profundamente; pero ya
no volvió a decir palabra. Y el joven prosiguió después;
—He aquí otra lección para no soltar la lengua.
Estoy avergonzado de mi charlatanería. Hagamos un
pacto de no hablar más de este asunto.
—Con toda mi alma—dijo el abogado—; trato
hecho, Richard.
EN BUSCA DE MÍSTER HYDE
Al oscurecer llegó míster Utterson a su casa de
soltero con el ánimo abatido y se sentó a comer sin
gusto. Los domingos era costumbre suya, al acabar
la comida, arrellanarse en una butaca junto al fuego,
con un libro de áridas disquisiciones teológicas en el
atril, hasta que sonaban las doce en el reloj de la
iglesia vecina, y entonces, satisfecho y edificado, se
iba a la cama. Aquella noche, sin embargo, apenas levantados los manteles, cogió una palmatoria y se encaminó a su despacho; abrió una caja de caudales,
sacó del rincón más escondido un pliego, en cuyo
sobre se leía "Testamento del doctor Jckyll", y, sentándose, con aire preocupado, se puso a estudiar su
contenido. El testamento era ológrafo, porque míster
Utterson, aunque, una vez hecho, se ..encargó de su
custodia, no había querido tomar la menor parte en
su otorgamiento. En él se disponía no tan sólo que
al ocurrir el fallecimiento de Henry Jekyll, doctor en
Derecho, doctor en Letras, máembro de la Sociedad
Real, etc., etc., todo cuanto poseía pasaría a ser propiedad de su "amigo y bienhechor Edward Hyde",
sino también que, en caso de "desaparición o ausencia inexplicada" del doctor Jekyll "por un período
mayor de tres meses", el dicho Edward Hyde entraría,
sin más, en posesión de todos los bienes, libre de toda
carga u obligación, fuera del reparto de algunos legados insignificantes .entre la servidumbre del doctor.
Este documento había sido, desde mucho tiempo atrás.
ESPAÑA
la pesadilla del jurisconsulto. Le ofendía a la vez como letrado y como hombre amante de los caminos
ordinarios y trillados de la vida, que consideraba
lo fantástico como inmodesto. Y si hasta entonces
había sido la ignorancia de quién pudiera ser míster
Hyde lo que aumentaba su indignación, ahora, por
un cambio repentino, era el saberlo. Mal estaba cuando aquel nombre no era más que un mero apelativo,
deil cual nada más podía averiguar; mucho peor cuando empezaba a revestirse de odiosos atributos; y de
las brumas tenues y vagas que por tanto tiempo habían burlado su mirada se destacaba, definida y precisa, la presencia de un malvado.
—Creía que era locura—se dijo al guardar otra vez
el documento en la caja—, y ahora empiezo a temer
que sea deshonor.
Con esto sopló la bujía, se puso un gabán y salió
en dirección de Cavendish Square, ese emporio de la
Medicina, donde su amigo, el famoso doctor Lanyon,
tenía su morada y recibía a la muchedumbre de sus
clientes.
"De saberlo alguien—había pensado—, Lanyon lo
sabe".
El solemne mayordomo le conocía y le acogió cortés. No se le hizo guardar antesala, y desde la puerta
fué conducido al comedor, donde el doctor Lanyon
estaba solo, de sobremesa, saboreando una copa de vino. Era un señor saludable, inquieto, de rubicunda
faz, con un mechón de pelo prematuramente blanco
y ademanes enérgicos y ruidosos. Al ver a míster
Utterson saltó de la silla y le estrechó ambas manos.
La cordialidad de aquel hombre tenía, a primera vista, algo de teatral!; pero nacía de un sentimiento sincero. Porque eran los dos viejos amigos, compañeros
de escuela y de colegio, cada uno de ellos sentía un
alto respeto por sí mismo y por el otro, y, lo que
no va siempre como consecuencia, gozaban en su mutua compañía.
Después de hablar de todo un poco, el abogado fué
llevando la conversación hacia el asunto que tan desagradablemente le preocupaba.
— M e parece, Lanyon—dijo—, que tú y yo debemos de ser los dos amigos más antiguos de Henry
Jekyll.
—¡Ojalá no fuésemos tan antiguos!—contestó riéndose el doctor Lanyon—. Pero creo que es así. ¿Y
qué hay con eso? Ahora le veo muy rara vez.
—^¿De veras? Yo creía que tenías cosas en que os
interesabais los dos,
—Las teníamos. Pero hace ya más de diez años
que Henry Jekyll se fué haciendo más fantástico de
lo que yo podía aguantar. Empezó a torcerse, a torcerse intelectualmente; y aunque, por supuesto, me
intereso por él en gracia a la vieja amistad, como suele decirse, le he visto y le veo poquísimo. Tal galimatías anticientífico-—añadió el doctor enrojeciendo
de pronto—^habría hecho reñir a Damón y Pythias.
Este ligero desahogo de cólera tranquilizó algo a
míster Utterson. "Estos—pensó—no han regañado
más que por alguna cuestión de ciencia". Y como era
hombre que no sentía las pasiones científicas—excepto en materia de transmisiones de dominio—, se
MEDICA
permitió añadir para sus adentros: "No ha sido por
cosa que valga la pena." Dejó pasar unos segundos
para que su amigo se serenase, y abordó la cuestión
que había ido a dilucidar:
—¿Has tropezado alguna vez con un protegido suyo, un tal Hyde?
—¿Hyde?—repitió Lanyon—. No, nunca oí hablar de él, a menos en mi tiempo.
Y ésas fueron todas las noticias que se llevó consigo a la cama, grande y sombría, en la cual dio vueltas de un lado para otro hasta que fueron pasando las
primeras horas de la madrugada. Fué una noche de
menguado reposo para su atareada mente, que trabajaba en densas tinieblas y envuelta en interrogaciones.
Dieron las seis en el reloj de la iglesia, que tan
a mano estaba de la casa de míster Utterson, y aún
seguía aquél buceando en el problema. Hasta entonces sólo la inteligencia se había empeñado en resolverlo; pero ahora también la imaginación entraba en
juego o, mejor dicho, quedaba aprisionada; y mientras
yacía y se agitaba en la espesa oscuridad de la noche
y de la habitación encortinada, el cuento de míster
Enfield pasaba ante sus ojos como una sucesión de
cuadros iluminados. Veía el vasto panorama de luces
de una ciudad en la noche, la figura de un hombre
que marchaba de prisa, la de una niña que salía corriendo de La casa de un médico, y las dos se encontraban, y aquel Juggernaut en figura de hombre pisoteaba a la niña caída y proseguía su marcha sin
hacer caso de sus gritos. Otras veces veía un salón de
una casa suntuosa, donde su amigo, dormido, soñaba y sonreía; y de pronto la puerta se abría, las cortinas del lecho se separaban de un tirón, el durmiente
era despertado, y... allí estaba a su lado quien tenía
poder, aun en aquella hora nocturna, para obligarle
a que se levantase y a cumplir sus mandatos. La figura principal de esas dos escenas persiguió al abogado
como una obsesión durante toda la noche; y si en
algún momento llegaba a adormilarse, no era sino para
seguir viéndola deslizarse, furtiva y cautelosa, a través de casas donde todo dormía, o marchar cada vez
más rápida, hasta producir vértigo, por los inmensos
laberintos de una ciudad llena de luces; y en cada esquina aplastaba a una niña y la dejaba chillando.
Y con todo eso, aquella figura no tenía rostro por
el cual pudiera conocerle; hasta en los sueños le faltaba la cara, o la tenía tal que se burlaba de él, desvaneciéndose cuando la miraba. Y así fue como surgió en
míster Utterson una curiosidad intensa, desenfrenada,
de contemplar la fisonomía del verdadero míster Hyde.
Pensaba que si una vez no más lograba echarle la
vista encima se aclararía el misterio, o acaso desapareciese del todo, como suele ocurrir en las cosas misteriosas cuando se las mira de cerca. Quizá pudiera él
ver una razón que explicase la extraña preferencia o
cautiverio—llámesele coomo se quiera—de su amigo
y hasta las insólitas cláusulas deil testamento. Y cuando m.enos sería una cara que valdría la pena de que se
la viese: la cara de un hombre en cuyo corazón no
existía la misericordia; una cara que sólo con dejarse ver era capaz de que surgiera en el espíritu impasible de Enfield un odio inextinguible.
(Continuará.)
ESPAÑA MEDICA
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A N D A N D O P O R ESPA.ÑA
EL SANATORIO DEL NARANCO
La lucha antituberculosa en Asturias adquiría caracteres de la más imperiosa necesidad. Todos los
años desembarcaban, procedentes de los países de
allende el Atlántico, y especialmente de la isla de
Cuba, unos cuantos asturianos tuberculosos, vencidos en la lucha, por la terrible peste blanca, que volvían a la tierruca a morir y a transformar las casuchas que les albergaban en focos diseminadores de la
enfermedad. Las estadísticas demostraban con la severidad rígida de sus números el coeficiente, cada día
mayor, de invasiones por el bacilo de Koch.
Hablábamos de este tema, ante la terraza del Automóvil Club Ovetense, varios compañeros, entre los
que se destacaba la personalidad del ilustre tisiólogo
asturiano doctor D. José Miranda Díaz, que tomó
la palabra y habló así:
"Hace más de quince años que el señor Fernández
de Castro, miembro de la directiva del Centro Asturiano de Cuba, venía haciendo propaganda en favor
de que este Centro creara en Asturias una filial de
la Quinta Covadonga de universal renombre, para
aquellos enfermos asturianos a quienes no conviniera el clima de la isla. Mientras llegaba a plasmarse
esta idea, el Centro Asturiano de La Habana venía
pagando el viaje a los enfermos que querían regresar
a curarse a España, dándoles además cierta cantidad
en metálico. Cerca de cinco mil tuberculosos se acogieron a estas disposiciones y regresaron a Asturias,
constituyéndose en verdaderos focos de contagio para
los pueblos, aparte de contar con pocas garantías de
curación.
El magno proyecto del Sanatorio del Naranco,
del que ya están contruídos un par de pabellones,
hará posible el tratamiento científico de estos desdi-
chados repatriados y cortará de raíz esa fuente de difusión de la tuberculosis en Asturias, esta Asturias
que pudiéramos calificar de verdadera "Suiza española" de bellísimos paisajes, donde el verano no es
caluroso ni el invierno frío, y donde esos hermanos
nuestros que vuelven a su solar nativo, vencidos por
la amarga adversidad, y con sus energías vitales diezmadas en aras de una aclimatación brutalmente aniquiladora, encontrarán cuanto necesiten."
Luego nos invita a visitar los pabellones construídos o en trance de ser terminados y en su coche, pasando nuestros ratitos de verdadero pánico, porque
Miranda es un conductor de grandes velocidades, salimos de Oviedo. A poco más de dos kilómetros de
la capital, cruzamos por entre esas dos maravillas arquitectónicas de la Edad Media, erigidas por Ramiro I
en el siglo IX, que se llaman Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo, esos dos monumentos na-
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El pabellón de Cuba.
ESPAÑA MEDICA
20
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Santa María de Navanco.
clónales de los que dijo Caveda en su Ensayo histórico sobre la arquitectura que eran "pobres y sencillas
como el pueblo que las ha erigido, estrechas y reducidas como los límites de su patria, robustas como su
fe, toscas y desaliñadas como sus costumbres, graves
y severas como su carácter, parece que encierran todavía en sus muros silenciosos el genio melancólico de
la Edad Media, Hasta la agreste situación que recibieron del instinto religioso para hacer más solemnes
las aspiraciones de la piedad aumenta su prestigio y
la veneración y respeto que inspiran a pesar de su
pobreza".
Pasamos de largo bien a nuestro pesar, puesto que
habríamos de muy buen grado detenido nuestra marcha por el tiempo necesario para contemplar estas maravillosas reliquias de la arquitectura medieval.
Nuestro condiscípulo el doctor Miranda, que ha
de dirigir el Sanatorio y que colabora con todo su
entusiasmo y sus profundos conocimientos de la terapéutica sanatorial de la tuberculosis para el logro
del mejor éxito de la gigantesca obra sanitaria del
Monte Naranco, nos hace ver ante todo el maravilloso
paisaje que se contempla desde el mismo emplazamiento dd Sanatorio. Allá a la izquierda muestran los Picos
de Europa el perfil de sus crestas, enredadas entre nubes de algodón. Más hacia el frente se divisan las últimas estribaciones de este anfiteatro montañoso que
encierran por la derecha las sierras de Somiedo y de
Pajares, Y a nuestros pies, en el centro de un ubérrimo valle, Oviedo, y enfilada hacia nosotros la gran
calle de Uría, que en la noche silenciosa del Monte
Naranco se mostrará a los enfermos repatriados como
un río de luz, como un nuevo Camino de Santiago,
vía láctea creada por el genio de los hombres, más
potente y más evocadora, más emotiva y más cordial.
Desde hace varios años—nos dice el doctor Miranda—abrigaba yo el propósito de construir particularmente en Asturias un sanatorio antituberculoso.
En cierta ocasión visitó nuestra provincia el doctor
D. José Presno, maestro de la cirugía cubana y sólido
baluarte científico de la Quinta Covadonga; le expuse mis orientaciones sanatoriales, a base de contratar con el Centro Asturiano de La Habana el alojamiento de un número determinado de tuberculosos
procedentes de la Quinta; peto al manifestarme que
aquella Sociedad abordaría tarde o temprano el problema directamente, desistí de plantear la cuestión
con carácter oficial y se desvanecieron mis arrestos
ante la posibilidad de un riesgo económico.
Y aquí tienes el sueño hecho realidad. La primera
piedra de este pabellón lleva tallada en una de sus
caras la siguiente inscripción: "Primera piedra del
edificio destinado a Sanatorio Cuba, procedente de
las canteras de Isla de Pinos, de la República de Cuba,
de la misma calidad de la que se utilizó en partes de
la construcción del Capitolio de la República en la
ciudad de La Habana. Sobre suelo cubano se realizó
el esfuerzo para erigir esta obra. Sobre un sillar cubano han de levantarse sus muros".
"En esta piedra—continúa diciéndonos el querido
amigo—está incrustada una caja de plomo cerrada
herméticamente, que contiene una copia del acuerdo
del Centro Asturiano de La Habana de erigir este Sanatorio, una colección de monedas españolas y otra de
monedas cubanas, algunos periódicos que hablan del
Sanatorio y otros documentos interesantes.
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:.v-'-Pabellón «Manuel
ESPAÑA MEDICA
Visitamos luego detenidamente el pabellón antituberculoso. Su planta tiene la forma de un aeroplano y ha sido dotado de todo lo absolutamente necesario para que pueda funcionar independientemente de
los demás pabellones, a fin de asegurar las medidas
profilácticas que son de rigor por la índole de los enfermos que ha de albergar. La estructura del edificio
permite que aun la misma convivencia en él ofrezca
garantía de aislamiento, separando los casos de tuberculosis abiertas y contagiosas de los que no tienen
expectoración bacilífera. Todos los dormitorios están
orientados al Mediodía, no sólo por razones de índole científica, sino sentimental, puesto que desde los
mismos dormitorios podrá admirarse la belleza del
hermoso valle en que se asienta Oviedo.
El cuerpo del Sanatorio y los laterales sobresalen
del resto del edificio para resguardar las galerías de
los vientos E. O. y N. O., y en la fachada Sur los
ángulos rectos han sido sustituidos por chaflanes para
evitar que los rayos solares estén el menor tiempo posible interceptados, concediendo el mayor campo visual a las galerías de curas.
La calefacción y ventilación de los distintos departamentos del pabellón han sido implantados con arreglo a los más modernos procedimientos y siempre
bajo la indicación y vigilancia personal del doctor
Miranda, que se ha impuesto con ello un trabajo
titánico.
No es menester asegurar que el Sanatorio cuenta
con todas las instalaciones científicas consideradas
como precisas en estos establecimientos: rayos X, luz
ultravioleta, laboratorios y un precioso quirófano,
donde se puedan practicar frenicectomías y otras modalidades del tratamiento quirúrgico de la tuberculosis pulmonar.
21
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San Miguel de Lino.
La cocina, departamento de tanta importancia en
un régimen sanatorial, ha sido instalada en planta
baja, aislada del edificio central por un. amplio doble
pasillo, uno por donde salen las viandas y otro por
donde regresan los platos y objetos usados a la esterilización, impidiéndose de este modo que los gases,
olores y ruidos que allí se han de producir molesten
en lo más mínimo a los enfermos en sus habitaciones.
Tratándose de un edificio de cuatro plantas, está
dotado, naturalmente, de varios ascensores, uno de
ellos portacamillas, de fácil desinfección, así como de
montacargas especialmente aislados para las escupideras y ropas usadas.
Las paredes del edificio son dobles, manteniendo
una capa de aire aisladora que libre a los enfermos
del calor, del frío y de los ruidos.
Luego hemos visitado, igualmente, el Pabellón
Manuel Valle, espléndida donación hecha por una
dama asturiana, doña Concha Heres, y en el que ge
tratarán las afecciones de Medicina general. Urología, Otorrinolaringología, etc., hallándose dotado de
cuantos laboratorios y material han sido considerados
como necesarios.
El Pabellón Cuba podrá albergar 120 enfermos
y el Pabellón Manuel Valle unos 70. Uno y otro tardarán poco en estar en marcha.
&0^iSe», en el Sanatorio.
Felicitamos efusivamente al doctor Miranda por su
labor y nos deslizamos raudos la pendiente abajo hasta llegar a Oviedo.
DR. FERNÁN-PÉREZ.
ESPAÑA MEDICA
22
Desde mi despacho
Pensando en alta voz
Aprovechando el sol otoñal nos damos largos paseos mi colega y yo, carretera adelante, departiendo
una y otra vez acerca de lo nuestro, de lo que -es
yi supone la vida profesional, de los aspectos característicos que ofrece en el campo, tan mal conocidos
por los que en la ciudad disponen y gobiernan. Las
realidades hay que vivirlas para poder llegar a su entraña. Yo estoy aquí en un rincón de la montaña,
alejado del bullicio de la urbe, en íntima relación
con el colega que aquí ejerce, en frecuente coloquio
con los de distritos próximos. Me cuentan sus cuitas, los acompaño en las visitas y palpo con mis manos sus problemas y llegan mis ojos al fondo del
abismo profesional a que les ha arrojado el abandono
en que los poderes los han tenido siempre.
Todo cuanto se les concedió es farsa, farsa sangrienta, engaño manifiesto. Ni las tan cacareadas funciones de Inspección de Sanidad, ni los concursos de
provisión de vacantes, ni el mejoramiento económico
y social tiene siquiera una brizna de realidad. Yo lo
sé porque lo he visto; porque lo comprobé suficientemente. Tengo fechas y nombres y hechos concretos
y casos indiscutibles. Por eso repito una vez más que
con los médicos titulares se ha jugado, abusando en
su buena fe, explotando su sencillez. Fué la cuestión
médico-rüral banderín de enganche para programas
sanitarios que cuando llegó la ocasión de realizarlos
se tornaron, por lo que al rural se refiere, en pantomima burlesca.
dención sublime que debemos a los Poderes cuando
reglamentaron la provisión de vacantes.
—Farsa, pura farsa—repito, convencido de que
sólo este nombre le cuadra a todo lo que hasta ahora
se hizo en la cuestión médico-rural.
—^¿Protestar? ¿Acudir en recurso? Muy bien. Gastos, un par de años hasta que se resuelva, y aun cuando me diesen la razón y el Ayuntamiento me nombrase su titular, el otro se habría llevado la iguala y
yo me quedaba con un palmo de narices.
—¡La iguala! Es la atadura invisible que tiene el
ejercicio profesional en el campo. Cuando nos redimieron a toque de bombo y platillos haciéndonos inspectores municipales de Sanidad se olvidaron de este
pequeño detalle, de la iguala, que hizo convertir en
inútil y ridículo el tan ponderado puesto. —Ahora
sois autoridad—nos decían desde Madrid—; podéis
hacer y acontecer, disponer y mandar. Es un paso gigante para vuestra redención. ¿Y qué sucede? Pues
muy sencillo. Nuestra actuación sanitaria si ha de
ser eficaz tiene que lesionar intereses particulares, y
como éstos son precisamente de aquellas personas que
están igualadas, cátate que las determinaciones del inspector perjudican al médico de visita, poniendo de
uñas a sus clientes. ¿Está claro el que nuestra función sanitaria es...
Ahora mismo este caso que me cuenta mí colega
da razón a tales reflexiones, a estos juicios míos,
fríos y desapasionados, como nacidos en todo apartamiento espiritual y de pasión.
—He aquí—me dice—a qué queda reducida esa
garantía tan ponderada de los concursos de antigüedad. Un hecho entre ciento. El municipio de un pueblo de Aragón anuncia su titular a proveer por andiana de Aragón anuncia su titular a proveer por antigüedad. No hay duda; la convocatoria está clara.
El número menor del escalafón es el de mayor derecho. La plaza será para él. Pues vea usted el nombrado y mire usted mi número, porque acudí al concurso. Hay una multitud de números entre él y yo
y sin embargo el Ayuntamiento se saltó a la torera
todas las disposiciones oficiales y nombró a quien le
plugo. A esto queda reducido ese gran favor, esa re-
— U n a farsa. Sí, hombre, sí, dígalo usted así de
una vez. Clarito y en español.
El sol se oculta tras la montaña y en la sierra del
Bedoya hace frío. Torno a mi rincón haciéndome esta
pregunta:
— ¿En qué se ha atendido al médico titular? ¿Cómo se dignificó su profesión? ¿Cuál es su mejoramiento?
Y la realidad me contesta; —^En nada. Su dependencia es absoluta. Las plazas se dan al que más influencia tiene y se desempeñan sujetas al yugo de la
iguala que manejan unos cuantos.
Mi buen amigo el titular de aquí se detiene un
momento porque le habla un labriego galoneado. Es
el alguacil del juzgado. Lo requieren para autopsias,
fuera de su distrito, a un hombre que se cayó de un
árbol abriéndose el cráneo.
—Mañana de viaje. Quince kilómetros de camino,
llevar el material de autopsias, comer seguramente
en el pueblo a donde voy. Hacer por la tarde y con
apremio la visita del valle...
— ¿ Y emolumentos?
—Cero.
— ¿ E s posible?
—Como usted lo oye.
EXTRAETO.IMALTA''^ U M
o^«r-Aceptado por R.O.del S Abril 1913 en los Hüspífales Militares.
DR. ELEIZEGUI
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23
ESPAÑA MEDICA
JORNADAS
MÉDICAS
GALLEGAS
IMPRESIONES
Por Félix Herce.
Vigo.
Comunicaciones.
En este recorrido científico turístico corresponde
este año a Vigo celebrar las segundas jornadas médicas. Vigo es una ciudad encantadora y húmeda que
lleva a la retina los paisajes más hermosos. Sus rías,
sus panoramas incopiables, el eterno verdor de su
campo y la dulce cordialidad de sus habitantes dejan
en el ánimo del viajero un sentimiento de agradable
recuerdo.
Torrente científico, lluvia beneficiosa, que cae sobre los asistentes. Es la seria labor de trescientos médicos, baremo ventajoso de la lucha del hombre contra la enfermedad.
Las se'siones son variadas, saltan los comunicantes de una especialidad a otra, en agradable confusionismo. González Campo padre e hijo. Carro y Regueiro, justifican su fama de gastropatólogos y entre comunicación y comunicación se "hinchan" de
ostras, langosta, empanadas, cochinillo y otras frioleras digestibles, para demostrar que en eso del estómago son los amos. Julio Bejarano, madrileño implantado en estas jornadas, hace flamear sobre el auditorio el genial fogonazo de su ciencia seria y documentada, habla sobre la lepra; y las jornadas se
sienten honradas con la presencia de este hombre modesto, portador a la científica liza de oro de ley, con
la sencillez que da la consciencia del hondo saber. Felicitaciones, aplausos y la satisfacción en su juventud
de ver cómo triunfa un discípulo: Laureano Solía,
prestigioso dermatólogo que leyó comunicaciones de
gran interés.
Discurso
inaugural.
Goyanes, terroso y magro, enfundado en un correcto chaquet, habla; su voz, velada y fatigosa, se
ensancha al recordar a Grecia. La historia helénica
es una obsesión para este gran cirujano; en su discurso inaugural, lleno de bellas imágenes, saluda a
Portugal, con poética frase (Gentil, Rocha y Tavares
se ponen rojos de emoción al oír el lírico canto de
este cisne sin v o z ) .
Termina con un ¡Viva la República! efusivo y
cordial, dado de corazón, que le redime de aquellas
ceremoniosas mañanas de la Moncloa con la rubia
Victoria y las ováricas duquesas y vizcondesas, que
hacían del cáncer un deporte, como el golf o el
tennis.
Conferenciantes.
Son cuatro: Pena Pérez, culto profesor; Gentil,
portugués, mago del bisturí y del ritmo oratorio en
sus discursos, en los que flota la vena lírica de Camoens; Martínez de la Riva, catedrático de Santiago,
ginecólogo de corte inglés, de sonrisa mundana y
frase afectuosa, y Castro, el tisiólogo vigués, que mira
la especialidad bajo los cristales de sus gafas de herr.
profesor.
La
Toja,
Sirena, que se recuesta en las rías frente al mar en
un lecho de algas radiactivas, paisaje de ensueño, pinos
y tullidos. El clásico pobre gallego hermano menor
de Santiago, que por si acaso el patrón no le cura,
de Compostela marcha a la Toja.
Señoras herpéticas y canónigos pletóricos, niños
que corren por la playa, mientras en el salón de fiestas Novo Campelo habla de Galicia crenoterápica.
Discurso florido, lleno de simpatía, de esa simpatía
que dimana de la cara llena y buena de este profesor.
ESPAÑA MEDICA
24
Mondariz.
Gómez Uíla.
Aguas en bebida, fuentes cuyo hilillo es oro, para
la familia Peinador, mucho cura, infinitos curas, digestión veraniega, de las comidas rectorales, jardín
húmedo, banda, de música que toca aires alegres, señoras que murmuran y hacen labores de punto.
Regueiro habla de úlcera gástrica y precisa lo que
debe hacerse en caso de perforación. Después cena
a la americana y como número de fuerza, ¡¡Leonardo
de la Peña!! Hablador, dicharachero, es el alma, un
poco Luis Taboada, del Balneario.
Peña dice una frase amable para la señora provinciana y un optimismo político para el clérigo
orondo.
Enfundado en correcto traje de sociedad, corretea
por el salón, coloca a los invitados y su cara chata y
atrevida más parece en estos instantes la de un "maitre
d'hotel" que la de un cirujano competentísimo. Su
cordialidad inunda todo, cordialidad algo teatral, pero
que deben agradecer agüistas y propietarios de Mondariz.
Sobre el bicarbonato de sus aguas flota la "leonardina" una sal, desenvuelta y chispeante, qiie seguramente le agradecerán el canónigo hipertenso, el general prostático y la vieja hiperclorhídrica.
Hoy le hemos visto operar, ágil, alza su cabeza
correcta donde su juventud es nimbada por la plata
del cabello en un contrasentido fotogénico.
Sus manos ágiles bucean entre las visceras sangrantes; precisión, rapidez y un profundo valor docente, tienen las intervenciones de este cirujano, como
arrancado de un "film" de la clínica de los hermanos
Mayo.
Curtís.
Riente valle gallego, de sus entrañas, de los terrenos misteriosos de Donner, sale un chorro de agua
termal ¡¡68°!!, agua hirviente, sulfurosa, gime el
manantial como gruta del Averno.
Pobres tullidos, esperan confiados en el milagro
de estas aguas.
Cena copiosa, a] final discursos y el vibrante himno de Riego, que ensancha nuestros pechos con la
emoción republicana, unas señoras permanecen sentadas, ¿ineducación, o reumatismo?, en la duda las
mentamos in mente a sus progenitores.
De madrugada, la luna se vierte sobre las rías, el
paisaje embrujado atrae, la rapidez del auto en aquellas curvas no da miedo; ¿qué mejor sepultura que
la paz de estas rías, con la caricia del verde, el llanto
de la lluvia menuda y por las noches la fiesta de plata
de la luna llena?
•nHiKlliiliiliilirlill.
Santiago.
Llueve en los patios del viejo claustro de Fonseca, las magnolias y las camelias del jardín tienen un
verde brillante, que contrasta con el verde apagado
de las piedras; a la luz tenue de la media tarde aquellas piedras se animan y transmiten el romanticismo
de su alma milenaria al magnífico señor rector, don
Alejandro Rodríguez Cadarso, que habla por ellas.
Con verbo fácil y exaltado nos canta las gestas gloriosas de la vieja escuela de Medicina.
Santiago tiene un cantor de sus glorias en este
hombre de cerebro delicado y fino, como aquellas
labores en plata que hacían los artífices compostelanos en sus tiendecillas en torno de la catedral..
De Santiago se lleva uno engarzado en las maravillosas piedras de la catedral el nombre ilustre de este
hombre, todo lirismo y emoción.
Clausura.
Tristeza y alegría; alegría, por eL resultado, tristeza, por dejar estas tierras, de imponderable belleza,
y sobre todas las cosas un sentimiento de agradecimiento a estos médicos gallegos que hacen de la hospitalidad un culto.
Envío.
Vayan estas líneas para Andrés Martínez Moras, alma de las jornadas médicas, a las que da todo el dinamismo de su cerebro trabajador y la emoción de un corazón saturado de amor hacia la tierra meíga que le
vio nacer.
llillllilliillfllilJillrli
Gafas-Lentes, - Carmen, 14-Madrid
ESPAÑA MEDICA
27
UN MEDICO PERIODISTA O UN PERIODISTA MEDICO
HABLAMOS
C O N B A R R I O D E M E D Í iN A
Inteligencia despierta, muy dinámico, revolucionario en su pensar y rectilíneo en la acción, tenía que
decirnos cosas interesantes este amigo que simultanea
el ejercicio brillante de la especialidad con el del periodismo médico en su aspecto social. Y no fuimos
defraudados en nuestro diálogo. Juzgue el lector:
—^¿Cosas de mi vida? Muchas y pocas, según de
las que queramos hablar. De la profesional, que es la
que puede interesar a mis colegas por curiosidad o
por enseñanza, son todas más bien serias; mi vida
profesional se caracteriza por una visión de la misma
muy distinta, pudiéramos decir, diametralmente opuesta a como la ven la mayoría de los compañeros; hasta
tal extremo, que muchas veces he pensado: ¿estaré
yo equivocado? Me explicaré: todo médico, en Madrid por lo menos, que es donde yo conozco cómo
está la profesión, lo primero que hace en cuanto se
decide a ejercer, su orientación y sus preocupaciones
se dirigen exclusivamente a un punto fijo: la adquisición de un sueldo seguro, obtenido el cual persiguen
4^;-:^
^fám,.j^
otro y otro, cuantos más mejor. Error crasísimo a
mi modo de ver y causa de que muchos muchachos
que podrían tener un brillante porvenir y dar días de
gloria a la Medicina patria se encuentren poco menos que atrofiados, sin estímulo alguno, y por añadidura sujetos a un sueldo o varios sueldos que juntos suponen una mezquindad después de todo.
Tengo la completa seguridad de que muchos muchachos que se encuentran en estas condiciones, si se
decidiesen a emprender el camino del ejercicio libre
de la profesión, harían carreras más brillantes de las
que el 95 por 100 de los médicos hacen, con lo cual
podrían dejar esos puestos para la clase modesta de
la profesión, que es a quien realmente corresponde
ocuparles. Es verdad que la lucha es dura, que el esfuerzo que hay que realizar es mayor que el que supone cumplir con las obligaciones que dan los sueldos fijos; pero la recompensa, tanto moral como material, también es muy distinta.
— ¿...?
— Y o no he tenido ni sé lo que es tener un sueldo
fijo ni siquiera de cinco céntimos. Toda mi vida profesional queda reducida a la lucha por el ejercicio
libre de la especialidad que con tanto interés cultivo.
—
i...?
28
ESPAÑA
—^En efecto; este ejercicio se diferencia m u y m u cho del corriente que suelen practicar la m a y o r í a de
los médicos; h a y que tener, en primer lugar, condiciones de luchador: la actividad, el trabajo constante
y coridiciones de palabra y p l u m a son indispensables;
la parte científica ha de ser llevada con t o d o detalle
y escrupulosidad, siendo la parte bibliográfica una de
las más importantes.
— ¿...?
— T a m b i é n la parte comercial es interesante en
nuestra carrera y cada día lo es y lo será más; la parte
comercial, moralmcnte llevada se entiende, y como empiezan a llevarla ya u n buen n ú m e r o de colegas y n o
de la clase modesta precisamente, sino de los de p r i mera y m u y primerísima fila.
—¿...?
— E l m o m e n t o n o puede ser más o p o r t u n o y la
ocasión magnífica. H a y que hacer una verdadera revolución en la Sanidad, t a n t o en su aspecto científico como en el profesional; lo malo es que yo creo
sinceramente que no contamos entre la clase médica
con hombres dirigentes que sean capaces de llevarla
a cabo.
— ¿...?
— L a orientación, sin duda alguna, y a tenor con
los m o m e n t o s que corremos, ha de ser y tiene que ser
la de la sindicación: la l u c h a es de clases y como
clase tenemos que luchar; si n o sabemos o r g a n i z a m o s
como clase estaremos completamente perdidos.
—¿...?
— E n efecto; el grave peligro que nos amenaza con
el Seguro de Enfermedad quizá sea el m o t i v o que
nos decida a esa u n i ó n estrecha de que tan necesitados estamos.
MEDICA
n o ya nuestros hijos, sino hasta nosotros mismos.
— Y ¿quién triunfará?
— ¡ A h ! N o cabe d u d a r : triunfará el proletariado,
y u n régimen más equitativo y más j u s t o se i m p o n d r á
en el m u n d o , aun cuando hasta su total i m p l a n t a ción transcurran una o dos generaciones que resultaran las paganas.
— ¿Periodismo médico? Y o le tengo una 'gran afición; sólo p o r alimentar mi espíritu, le practico, porque como alimento material... n o se gana nada. ¿ C u á n do se convencerán las gentes de que t o d o el trabajo
hay que remunerarlo? Usted, desde nuestra Asociación, puede hacer m u c h o en este sentido.
— ¿ L a b o r científica?
— P r e s t a r cada día m a y o r atención e interés a mis
servicios de D e r m a t o l o g í a y Sifiliografía del I n s t i t u t o
R u b i o . Allí trabajo con gusto y verdadero a m o r ; som o s u n c o n j u n t o de profesores afectos a distintas disciplinas, llenos de cariño y fe hacia el trabajo y perfectamente unidos y compenetrados, cosa que, desgraciadamente, n o p o d r á n decir m u c h o s . L a labor que
hace el I n s t i t u t o R u b i o n o es bien conocida de la
clase, y publicaciones médicas y periodísticas, anote
usted ochenta y tres publicaciones científicas entre
artículos originales, conferencias y comunicaciones a
Academias y Congresos científicos; cincuenta y cuatro publicaciones medicosociales, trece bibliográficas,
dieciséis literarias, doce políticas, ciento siete p u b l i caciones varias y un sin fin de artículos de toda índole en revistas médicas, periódicos médicos y n o
médicos.
Esta
por el
gado a
¡¡Y
es la vida ejemplar de u n joven luchador que
único camino laudable, el del trabajo, ha llela meta profesional.
es periodista!!
DR.
— N o creo que sirvan para nada los Colegios;
aparte de que están totalmente fracasados, la organización de la clase ya decía a usted antes que ha de ser
desde el p u n t o de vista sindical y esta sindicación tiene que ser absolutamente extraoficial.
— ¿ D e política?
— Y o soy m u y pesimista. Creo que la crisis es
m u n d i a l , q u e se hunde rápidamente y sin remedio el
régimen capitalista y que antes de hundirse, el capital
dará la última y definitiva batalla al proletariado, en
una guerra mundial de lucha de clases, sin fronteras,
y que esta lucha o revolución avanza tan rápidamente que lo que hace tan sólo un año o dos decíamos
que lo verían nuestros nietos, creo que lo han de ver
Consulta médico-pedagógica
N i ñ o s retrasados, inestables, débiles mentales,
n e u r ó s i c o s . Tratamiento médico y educativo.
DOCTOR
ELEIZEGUI
Valenzuela, 10, Madrid.
EUH^HOmoU
INYECTABLE
E.
ELIXIR
CATARROS I
BROKQUIÁLES
CONGESTIONES
INFECCIONES .
PULMONARES I
ESPAÑA MEDICA
FIGURAS DEL CONGRESO D E P E D I A T R Í A DE GRANADA
1, Dr. Suñer, de Madrid; 2, Dr. Duarte Salcedo, de Granada; 3, Dr. Bastos, de Madrid; 4,
Dr. Rodrigo Pérez, de Valencia; 5, Dr. Juaristi, de Pamplona; 6, Dr. González Alvarez, de
Madrid; 7, Dr. Cavengt, de Madrid; 8, Dr. Guillermo Arce, de Santander; 9, Dr. Mora
Guarnido, de Granada; 10, Dr. Garrido Lestache, de Madrid; 11, Dr. Velasco Pajares, de
Madrid; 12, Dr. Duarte (padre), de Granada.
29
30
ESPAÑA MEDICA
¡üPim... Pam...!!!
¡¡¡No es para tanto!!!
"Conocí un señor que era a la vez director de un
hospital provincial."—(De La V. M.)
¿Director de un hospital a la vez que señor?
¡Hombre, no es tan insólito el caso como para
consignarlo en letras de molde!
Yo conozco varios directores de hospitales que son
bastante decentitos...
Hablando "F. L." de las amistades que entabló en
la India:
"Con quien más intimidé fué con un fakir que
vivía muchos años en la ciudad, y entre ellos se le
consultaba."
¿Con quien más "intimidó"? Es decir, ¿con el que
estaba más tímido?
¡Para eso no vale la pena de irse a buscar amigos
a la India!
Si era un hombre tan adusto
ese fakir de Bombay,
déjele ya. Donde hay
confianza... pues, da gusto.
ción de casos, entre ellas "a cuantas autopsias consideren los técnicos necesarias". Así, ni más ni menos.
Y que bien claro lo dice: "obligia a los ciudadanos", es decir, a los vivos, porque los muertos ni son
ciudadanos ya ni hay ley que pueda "obligarlos" a
nada.
Lo que ya nos parece bien es ese "no sólo a los atacadores, sino a sus familiares".
¡Si lo explicara un poquito más! Al empezar el
párrafo dice: "contra las enfermedades infectocontagiosas..." ¿A los atacadores de ellas, es decir, a los
médicos, se refiere? ¿A los de las autopsias, a los malos ciudadanos que no se las dejan hacer?
Si es contra éstos nos parece bien; lo que se nos
antoja un poquito duro es que los familiares también sean sometidos a autopsia.
¡Eso de que le peguen un tiro al padre y tenga
que hacerse la autopsia a los hijos, nietos y demás
descendientes y ascendientes hasta la quinta generación !
Es nuestra modesta opinión que, por muy turco
que se sea...
Don Casio, el de Miguelturra,
no se apeó de la burra,
con la que crusó el espasio
literario. ¡No se escurra!
¡Camine usté más despasio!
¡Eh,...! ¡¡Don Casio!!
¡¡¡Don Casio el de Miguelturra!!!
Pero no así, donde un amigo nos está "intimidando" constantemente...
¿Vivisecciones, don Casio?
"Contra las enfermedades infectocontagiosas, establece una verdadera ley marcial, pues obliga a los
ciudadanos a someterse a cuantos reconocimientos,
análisis, autopsias, etc., consideren necesarios los técnicos, no sólo a tos atacadores, sino a sus familiares,
sospechosos, etc.".—(Párrafo de un manifiesto de
"Don Casio", en el que hablaba de la nueva ley de
Sanidad turca.)
¡Caray con las dictaduras sanitarias!
"Obliga a los ciudadanos a someterse" a una por-
CORTÉS RIVAS.
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ESPAÑA MEDICA
lÜ^
1/ ¡LO
EL ESTADO, LA SANIDAD Y LOS TITULARES
DE
33
!11
AHORA MISMO!
En el Parlamento ha sonado la hora de hablar de los médicos. Estos se apiñan para
defenderse, el caciquismo pugna por esterilizar sus esfuerzos. Se lucha, se mueve la actualidad, se toman posiciones.
Hay quien siente la inquietud de toda la intensidad del problema. Hay quien se levanta de su escaño porque todo le es indiferente
En el hemiciclo se intenta echar a broma lo que dicen los dos médicos que abnegadamente tomaron la defensa de la clase.
La hora no es propicia. Las enmiendas se suceden en la caída ininterrumpidamente.
La Cámara se distrae, los ojos se cierran por el sueño.
En este ambiente los titulares ven caer la enmienda en la que pusieron tantas esperanzas
Todo fracasó. ¿Todo?
Para tratar de aclararlo hemos interrogado a diversas personalidades, y en sucesivos
números trataremos de seguir la información.
Los aguijones de las preguntas se iban clavando en nuestros interlocutores, hipertensos de emoción profesional, y dejaban escapar chorros de actualidad viva que nosotros
hacemos llegar a nuestros lectores.
En todas las respuestas se transparenta la fe inquebrantable en el porvenir de la clase.
La clase está viva, palpitante, reacciona ante la adversidad, nosotros también creemos sinceramente, y lo deseamos con toda la vehemencia de nuestra ilusión luchadora,
que el problema está en pie y que hay que luchar para resolverlo.
Y lucharemos.
Y se resolverá, de eso estamos bien seguros. ¿Podía la República abandonar a quienes tanto hicieron por traerla?
El porvenir es nuestro, pero hay que conquistarlo. Ni un solo médico puede abandonar en estos momentos trascendentales el frente de combate.
Y ahora vea el lector cómo piensan los nuestros.
El Dr. PASCUA, director general de Sanidad
y diputado a Cortes.
No, ni muchísimo menos. No es desastre lo
ocurrido con las enmiendas. Mi opinión difería
de la de tan distinguidos
compañeros.
Yo había propuesto la
fórmula de redactar el
.!</>
punto correspondiente a
la Sanidad "las medidas
generales del régimen sanitario" (como funciones
del Estado) que se diferenciaba de la defendida por
el Sr. Covisa, y que parte del grupo médico hizo
suya al conocer ambas, por contener las tres palabras
más "las medidas generales".
De hab erse aceptado el desarrollo cuidadoso posterior que ellas suponían, hubiera permitido diferenciar:
a) las funciones sanitarias de legislación y ejecución estatal;
b)
las de legislación estatal y ejecución delegada
en las regiones;
c) por encima de un mínimo garantizado! de
condiciones sanitarias para el español de
cualquier provincia, aquéllas en que es
permisible la legislación y ejecución por
parte de las regiones.
Esto significa, naturalmente, que no soy, ni como
ciudadano, político o sanitario, partidario de que
en las actuales circunstancias del país la sanidad sea
íntegramente función del Estado. Proposición esta
última que, conviene que lo apunte, en la práctica
sería más agradable para quien ocupe la Dirección general de Sanidad.
La sostenida por el Sr. Juarros estimó la Cámara,
casi unánimemente, no era de categoría y cualidad
adecuada para un texto constitucional.
2." El texto ya aprobado y el probable del Estatuto catalán darán una suma cercana sensiblemente
a mis ideas.
Las aspiraciones de los médicos titulares inspectores municipales es materia más bien de la ley orgánica de Sanidad.
3." Para explicar el poco éxito logrado creo que
ESPAÑA MEDICA
34
los firmantes ponderarán en debido grado la hora tan
avanzada de la madrugada en que estos asuntos fueron discutidos.
4.° Comprenderá usted bien que, dada mi posición oficial, me abstenga de todo consejo o respuesta.
Sólo debo decir que estoy seguro de los Gobiernos de
la República han de prestar una atención y un apoyo a los problemas sanitarios y médicos muy superior
al mostrado por el régimen caído, y tengo la firme
creencia, asimismo, de que la clase médica, siempre
tan liberal, humanitaria y comprensiva, ha de ser
uno de los más firmes puntales de la República en
la esfera civil.
5.° ¡Cá! De ninguna manera puede admitirse
la hipótesis de que los titulares sean irredimibles,
Pero bien sabe usted lo extenso y complejo de sus
problemas. En ellos entran a veces en juego numerosos factores, económicos, generales y locales, de política, de exceso e incluso sobresaturación de la clase
respecto a las necesidades del país, de irregular preparación, de legislación defectuosa y en ocasiones maquiavélica por parte de las alturas, de comunicaciones,
etcétera. Pero me parece notar una concentración del
ambiente y abrigo esperanzas de que ella y el estudio
reflexivo de aspiraciones y contraste con las posibilidades empiece a producir beneficiosos resultados para
los médicos rurales principalmente.
6." Ya le he expuesto antes mi sentir.
7.° Creo que algunas regiones autónomas tendrán la suficiente capacidad para legislar y ejecutar
sobre ciertas funciones y mecanismos sanitarios. Nunca serán éstas, a mi modo de ver, ni la Sanidad extraregional, ni las bases mínimas de sanidad interior.
El Dr. JUARROS, diputado a Cortes y autor de
la Ponencia derrotada.
I. No creo un desastre definitivo la derrota de
la enmienda; para mí no
es sino una de tantas vicisitudes en la lucha que
nos aguarda.
II. Hay varios modos de reproducirla. Por
ahora yo intento probar
suerte presentando una
nueva enmienda para la
creación de un artículo
entre el 46 y el 47, que
diría así: "La salud de
los ciudadanos estará bajo la salvaguardia del Estado, que dictará cuantas disposiciones sean necesarias para protegerla, estableciendo una Ley especial de delito sanitario, considerándose
las expropiaciones e incautaciones necesarias como de
salud pública. Los médicos titulares tendrán el carácter de funcionarios públicos".
Espero ser también derrotado, pero ganar un poco
más la confianza de los diputados, hasta ver si cuan-
«S*'' ^ • ' • ' : ^
do llega la votación de la nueva ley de Sanidad se
consigue el triunfo definitivo.
III. El poco éxito obtenido se debe, indiscutiblemente, a que, como clase, los médicos gozamos de pocas simpatías. Por ello, a la sola enunciación de mi
enmienda, se creó en la Cámara un ambiente de hostilidad, que aun no logrando alterar mi serenidad,
no dejó de ser importante.
IV. La actitud de la clase ante el hecho consumado no puede ser más que una: dejarse de lamentaciones jeremíacas en la intimidad de Asambleas y reuniones profesionales, e ir directamente a una intensa labor de propaganda, para que la gente nos aprecie y nos conozca.
V. Las ventajas que de la actual situación política cabe esperar son muy escasas. Abundan más los
inconvenientes; así, por ejemplo, estamos amenazados por el establecimiento del seguro de enfermedad
en términos tan avanzados, que equivaldría a la ruina total de la clase médica, si antes no se sale al paso
de la intención.
VI. En las actuales Cortes, si los 44 diputados
médicos que en ellas figuran se olvidaran de que eran
políticos, para sentirse sólo médicos, y ejercitar una
acción mancomunada, los frutos podrían ser altamente beneficiosos, pero todos no son así y se puede
contar con muy pocos compañeros que antepongan la
calidad de tal a la de políticos.
Dr. SANMIGUEL, presidente de la Asociación
de la Asociación Nacional de Médicos
titulares I. M. S.
1." La indiferencia de
las Cortes Constituyentes
a las enmiendas de los
compañeros Covisa y Juarros no implica una derrota, ni supone un desastre: es una decepción
más y un nuevo acicate
para persistir en nuestra
demanda.
2." Hay posibilidad
en distintos artículos de
la Constitución de incorporar nuestras aspiracio•
nes, y no dudo lo harán
los antes mencionados
compañeros, verdaderos defensores nuestros, muy especialmente en el título tercero.
3/
A la falta de sensibilidad y comprensión sanitaria de la Cámara.
4." La actitud a adoptar por la clase, ella ha de
decirlo en la Asamblea magna que vamos a celebrar;
mi opinión particular es que debe de adoptar una actitud seria, mediatada y a la vez enérgica.
5." Creo firmemente que una vez persuadida la
Cámara de que nuestros problemas no son de mejora
de clase, sino de conveniencia nacional, ha de prestar
una mayor atención a ellas y ha de resolverlas satis-
ESPAÑA MEDICA
factoriamente al someter a su estudio la nueva ley de
Sanidad.
6." No creo en absoluto capacitadas a las regiones en los actuales momentos para entregarlas por
completo la función directiva de la Sanidad; de hacerlo, tendría que ser bajo la inspección y el control
del Estado.
7.' Mi disconformidad con la proposición de
D. Emiliano Iglesias; únicamente coincidimos en un
punto, que es en lo que dice que los médicos deben
pasar a ser funcionarios del Estado.
Dr. CIRAJAS, presidente de la Federación Sanitaria de la provincia de Madrid.
La derrota sufrida por
la clase médica en sus aspiraciones
relacionadas
con "pase al Estado" y
la "Sanidad función del
Estado", lo teníamos previsto todos los que luchamos en campo distinto a
los elementos de la Asociación y ceíamos claramente que se nos estaba
engañando y que además
carecíamos de fuerza para
imponer nuestro criterio.
Ahora bien, el desastre no
lo creo definitivo, puesto
que soy de los que tengo
i
i
confianza en la clase y creo firmemente que cuando
los elementos directivos surjan con condiciones adecuadas para dirigir masas, venceremos, puesto que
nuestra fuerza supera a, otras muchas que en los momentos actuales prevalecen solamente por su organización.
¿...?
El poco éxito logrado en estos momentos depende
única y exclusivamente de nuestra defectuosa organización y nuestra característica de sumisión a los
Poderes constituidos sin ideario político alguno. Y
como nada expusimos para derrotar un gobierno ilegal, al que en cambio halagamos y bombeamos, hoy
no podemos exigir que se nos tenga en cuenta.
¿...?
La actitud de la clase en estos momentos, si conservamos instinto de vivir, es declararnos en franca
rebeldía y organizamos, olvidando 'por el momento
otras diferencias, con un programa de concretas aspiraciones y luchar por todos los medios posibles, legales o ilegales, para conseguir imponerlos.
¿...?
Creo un absurdo y una falta absoluta de conocimiento de la Sanidad actual pretender que la Sanidad
sea regional, puesto que únicamente un ciego sectarismo puede pretender esto en momentos en que la
Sanidad se considera insuficiente en su carácter nacional y se aspira a darla tipo internacional, puesto que
35
de una labor internacional se espera el éxito y la eficacia de su influencia.
¿...?-
Para conseguir nuestras aspiraciones creo que en el
momento actual debe convocarse una Asamblea general libre de todos los titulares de España. Acordar
en ella las conclusiones que se han de llevar a la Superioridad. Ir en manifestación por las calles de Madrid todos los médicos a hacer entrega de ellas al Gobierno.
Y después organizar un plan de defensa en esta
misma Asamblea que se llevará a la práctica por todas las provincias y llegar, si las circunstancias lo exigieran, a la huelga de servicios sanitarios que será
legal o no, pero que indiscutiblemente sería necesaria
para el triunfo de nuestros ideales de tantos años.
D. PEDRO ZARCO, jefe de Clínica del Hospital Nacional de Infecciosos.
Su visita ofrecía un
gran interés para nuestra
encuesta. Figura sanitaria
de irrecusables méritos, la
actualidad le había situado en el primer plano, al
ser delegado por la Dirección general para resolver ciertos puntos oscuros surgidos en determinada población tarraconense.
El había visto de cerca la organización sanitaria
local, él podía decir como nadie si creía que la Sanidad podía ser desmembrada regionalmente.
Tropezamos desde el primer instante con su modestia (de las auténticas, lector, que todavía quedan) y su discreción. Nada de lo que le fué dado
saber en su función oficial quiso revelarlo al reportero, pero cuando le enseñamos—último argumento—cierto suelto de un periodiquillo satírico en el
que se ocupaban de él y de la sanidad catalana (que
por cierto no quedaba muy bien parada), y leyó
aquello de que la epidemia de peste no había comenzado en Hospitalet, sino en Reus, y que no fué peste, sino triquimosis, no pudo contener un gesto de
asombro:
—La notoria mala fe y la pasión política que desborda el artículo que me acaba de leer sería bastante
para no molestarse en comentarlo si no aparecieran
mezclados en el relato hechos ciertos con invenciones
calumniosas. Yo fui, en efecto, enviado a.Reus por
la Dirección general de Sanidad paia estudiar una
supuesta epidemia de dengue (nadie había, pensado en
la peste antes ni después) y comprobé, como se afirma en dicho artículo, que los casos eran de triquinosis. A su autor, que ya se ve no es médico por la
manera de barajar el vocabulario técnico, le parece
una enormidad que pueda confundirse el dengue con
la triquinosis y deduce de ello con aparente lógica
36
ESPAÑA MEDICA
consecuencias tan absurdas como mal intencionadas.
A usted, que lo es, y sanitario, no le extrañará la
confusión, como no me extrañó a mí, cuando le diga
que los primeros casos observados fueron de tipo
abortivo, con síntomas frustrados y de carácter levísimo; que una serie de coincidencias puramente
fortuitas, pero de realidad indiscutible, hacían bastante verosímil la idea de una posible transmisión por
insectos y finalmente que algunas contradicciones de
esas tan frecuentes en las epidemias y que sólo tardíamente encuentran su explicación, hicieron abandonar en los primeros momentos por inverosímil la
idea de un origen alimenticio; esto le bastará a usted
para comprender que no fué precisamente la incompetencia de los médicos catalanes, sino todo lo contrario lo que hizo pensar más en el dengue que en la
triquinosis. Rechazo, pues, de la manera más absoluta las insinuaciones que a este respecto se hacen en
dicho artículo, que en realidad no merecía tanto comentario.
Creo que la Sanidad es tan función del Estado como puedan serlo la defensa, las comunicaciones o la
enseñanza. En todas estas ramas de la Administración pública ha de tenderse al logro del máximo rendimiento con el menor esfuerzo y esto sólo puede
alcanzarse mediante una racionalización de los métodos y del material de trabajo, así como de los técnicos encargados de realizarlo. Para que resulte eficaz
esta racionalización sanitaria es preciso que sea asumida íntegramente por el Estado, estableciendo normas fundamentales a las que habrá de atenerse toda
la organización nacional así como los centros y dependencias a ella subordinados. Este rigor centralista,
que me parece obligado por razones de índole puramente técnica, propugna y no rechaza solución de
carácter mucho más regional de la que actualmente
tiene nuestra organización sanitaria meramente provincial. La provincia me parece demasiado poco para
integrar un conjunto de órganos sanitarios de la envergadura nominal de los actuales Institutos provinciales de Higiene, que estarían perfectamente encajados en la región y perderían el carácter nominal tDara
convertirse en instrumentos sanitarios eficaces. (Y aún
algunos de estos órganos bastaría que fueran puramente centrales.) Por ejemplo: un servicio epidemiológico central desplazable, bien dotado de material
de investigación y de técnicos especializados y desolazables (como A que se crió por el Dr. Martín Salazar), rendiría mucho más que las cincuenta secciones de epidemiología con que actualmente cuentan
otros tantos Institutos provinciales y oermitiría un
entrenamiento técnico y en consecuencia una perfección de servicios que es difícil puedan alcanzar las referidas secciones.
—^No me creo autorizado para juzgar la labor de
nuestros diputados ni creo que en justicia pueda hablarse de éxitos ni fracasos de los mismos desde un
punto de vista estrictamente sanitario, no habiéndose
planteado hasta el momento ningún problema.
Dr. PALANCA, ex-Director general de Sanidad.
Mi opinión es que no
hay tal desastre. La "sensibilidad exquisita" que
dicen que tiene la Cámara
le permite volver sobre
sus acuerdos con la mayor facilidad. Esperemos
que esta exquisitez le permita conceder al problema sanitario la importancia que tiene en realidad
y que sin duda la Cámara
desconoce.
Creo que los médicos,
como de costumbre, no
se dan cuenta de la situación. A juzgar por las
notas, los conceptos y las
personas, estamos en el
año 1923. Los mismos individuos nos dicen las mismas cosas, y entre ellas que el pase al Estado de los
titulares está ya tocándose. Bien está si esto complace
a ellos y a la clase, pero por lo menos que se haga
algo que evite que continúe la persecución, el desprecio con que se trata actualmente a los médicos rurales, a los que no se conforman ya con no pagar, ni
con formarles expediente, sino que se llega a la expulsión y al maltrato de obra.
Yo voy creyendo que se va a cumplir las aspiraciones de ser funcionarios del Estado; pero por un camino no previsto. Podría ser que la socialización de
la medicina, que hoy no pasa de ser una llamada humorística del Sr. Iglesias a la clase médica, se consintiese en realidad mediante el seguro de enfermedad.
Y con esto considero contestadas las preguntas, insistiendo únicamente en que la unión de los médicos,
bajo la dirección de personas inteligentes y honradas,
es lo único que puede llevarles al triunfo, evitándoles
esa socialización que seguramente no satisface ni a
nuestros compañeros socialistas.
Finalmente, considero que en España hay algunas
ciudades que pueden regirse autonómicamente en el
aspecto sanitario, pero no conozco ninguna región que
pueda aspirar a ello hoy por hoy.
ANÉCDOTAS
El
La
Eí
que...
médico se siente enfermo.
sirvienta.—^¿No se encuentra bien el señor?
doctor.—Esto va mal, Justina. La verdad es
vamos, que... no sé lo que tengo.
A la cabecera del enfermo:
—^¿Siente usted escalofríos?
—Sí, señor.
— ¿ Y le castañetean a usted los dientes?
— N o ; los tengo aquí, en la mesita de noche.
37
ESPAÑA MEDICA
ELCUEKTO
MIÍDICO —
EL
LOCO
Cuando llegó Martínez a la tertulia del café hizo
estallar la bomba con esta pregunta:
—¿Sabéis que Mansilla se ha vuelto loco?
La tertulia se estremeció como un solo parroquiano, y a estas sacudidas siguieron las exclamaciones
reglamentarias: ¡Ah! ¡Oh! ¡Quién lo había de pensar! ¡No somos nadie!, etc., etc.
Y uno de los que allí estaban, que no conocía a
Mansilla, preguntó sencillamente:
— Y ¿qué le ocurre a ese señor?
—Es un compañero nuestro de oficina—dijo Martínez—que hace un mes venía padeciendo alucinaciones y otros fenómenos nerviosos. Estaba convencido de que debía volverse loco y lo consiguió. Es
una historia muy triste...
Y Martínez, después de una pausa, contó:
—Fué en la Moncloa donde Diego Mansilla tuvo
el primer motivo serio para dudar del buen funcionamiento de su sistema nervioso. Es este Mansilla un
tipo delgaducho y alto, con abrigo claro, hongo y
unos lentes que daban la impresión de que sus ojos
se empinaban para asomarse a ellos y mirar cómo el
verde del campo era manchado de purpurina por los
rayos del sol de aquella tarde que, verdaderamente,
era magnífica.
Con las manos atrás, desgarbadote, paseaba nuestro hombre lentamente, cuando vio algo delante de él
que le hizo detenerse y que le produjo sorpresa al
principio y poco después estupor verdadero. ¿Era
posible aquello? Y como él se respondiera que no,
hizo la pantalla con ambas manos a los lados de los
ojos para evitar el deslumbramiento y, arrugando el
entrecejo, concentró más la mirada... ¡Y lo que vio!
En pleno Madrid, en uno de sus paseos más concurridos y mirando al campo tranquilamente, Diego
Mansilla pudo darse el gustazo de ver... ¡un elefante!
Ni más ni menos. Pasada la primera impresión, el
asombrado paseante dedicó toda su atención al examen del extraño paquidermo: éste era de varios colores y, cuando lleno de curiosidad se aproximó más,
hasta que pudo distinguirlo, observó que dicho animal era una rara combinación de amarillo y negro;
la cabeza, en su mayor parte, amarilla, terminaba en
una trompa larga, negra y muy delgadita; negras
también la parte posterior del cuerpo y las pezuñas;
las patas a cuadritos de unos colorines claros y muy
alegres...
Si la diosa razón hubiera asistido a semejante espectáculo seguramente dudaría del buea funcionamiento de sus facultades mentales; así que no tiene
nada de particular que el buen Mansilla, dando señales que mostraban muy a las claras su desconfianza
en la regularidad de las suyas, iniciara todavía un
pequeño avance y, alargando el cuerpo, adelantara
más la cabeza. En este momento el animal contemplado con tanta emoción empezó a desencuadernarse,
y, partiéndose por su mitad, pudo proporcionar a su
devoto un nuevo espectáculo. La parte trasera del elefante se enderezó y transformábase en un hombre,
que, pulsando el extremo libre de la estrecha trompa,
produjo un ruidito y, contemplando con cariño la
vistosa decoración formada por el campo y los rayos
del sol que en él jugaban, exclamó alegrsmente: "El
premio que da esta semana la Revista a la mejor fotografía no se lo lleva más que este cura"...
Y diciendo esto, cargó en un hombro la cabeza del
"elefante" y se marchó...
Desde entonces nuestro amigo no ha consentido en
ir a una casa de fieras ni a retratarse...
Y hoy está en un sanatorio...
Calló Martínez y vertió unas lágrimas que amargaron aún más su cafe, solo, que siempre tomaba
muy amargo.
A.
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ÍAMEDICIMA U U M O K I / T I C A
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A más de operador de competencia,
resulta u n líder del radicalismo
al dar la libertad e independencia
a dos víctimas del irredentismo.
Intervenciones que espantan
por su gran temeridad;
h o y las ciencias adelantan
que es una barbaridad.
Se suele ver que u n médico atrevido
con plantas o inyecciones sorprendentes
ha r e m o z a d o o rejuvenecido
a bichbs o personas decadentes
con unos resultados asombrosos,
p o r q u e estos seres, tan regenerados,
llegan a convertirse en peligrosos
p o r lo excesivamente... afrodisiados..
T a l e s efectos encantan,
— ¿ y su enfermo?
-Ya no tiene nada.
-¿Qué tenía?
-Quince duros.
(Gutiérrez.)
claro está, a la ancianidad;
h o y las ciencias adelantan
que es una barbaridad.
Dicen que a v o l u n t a d podrá lograrse
u n feto masculino o femenino;
así veremos industrializarse
la producción del músculo u t e r i n o ;
y, cuando llega el p a r t o , se asegura
que es posible saber médicamente
quién es el padre de la criatura
para que n o haya duda entre la gente.
H a y análisis que cantan
estas cosas de verdad;
VAMOS PROGRESANDO
il.lliiliililii:l!lll[||illll|[|Miiiliillllj
Los aprensivos, por K-Hito.
Se lee cada cosa en los periódicos
de cuando en cuando, novedades tales,
que requieren t o m a r antiespasmódicos
pues n o se oyeron nunca otras iguales;
resultan maravillas taumatúrgicas
que dan gloria a la ciencia y la enaltecen;
son filigranas médicoquirúrgicas
aunque a veces camelos nos parecen.
Noticias que soliviantan
siempre la credulidad;
h o y las ciencias adelantan
que es u n a barbaridad.
Es, p o r ejemplo, una proeza de esas
la de que u n cirujano de valía
opera a dos hermanas siamesas
con u n éxito tal que escalofría.
1.° — ¡PcKs! ¡Haga el favor!
2." - Ya me parecía a mí (íue tenía la lengua sucia.
ESPAÑA MEDICA
40
— Pa tíae veas lo tjue son las cosas, Manuela. Una a^üica
iáual que esta, vende el boticario del pueblo en botellicas.
(Gatiéttez.)
h o y las ciencias adelantan
que es una barbaridad.
Se comenta el fantástico suceso
de que, usando u n novísimo aparato,
los ciegos, en lo escrito o en lo impreso,
p o d r á n leer para pasar el rato,
como hay, para los sordos, especiales
chismes, con los que ya pueden al p u n t o
hasta oír en las obras teatrales
los gallos de las chicas del c o n j u n t o .
¡Oír cuando hablan o cantan!
¡Leer en la obscuridad!
H o y las ciencias adelantan
que es una barbaridad.
Progresa ya la cirugía estética,
pródiga en filigranas y diabluras,
haciendo a muchas feas su patética
conversión en flamantes hermosuras,
b o r r a n d o arrugas y defectos miles,
corrigiendo excesivas redondeces
y devolviendo encantos juveniles
a muchas ruinosísimas vejeces.
FERMENTOS
Q u e p o r conseguirlo a g u a n t a n
u n martirio de verdad;
h o y las ciencias adelantan
que es una barbaridad.
Y así la sociedad loca camina
tras de sus desbordadas ambiciones;
en el progreso su cultura afina
con las más arbitrarias invenciones;
bate el record de t o d o lo batible,
trata de superar lo insuperable,
busca la novedad en lo imposible
e intenta d o m i n a r lo inabarcable.
Sus conquistas agigantan
a la ansiosa h u m a n i d a d ;
h o y las ciencias adelantan
que es una barbaridad.
N a d a podrá asombrar en adelante,
ni las más estrambóticas rarezas,
ni la u t o p í a más desconcertante,
ni las más inauditas sutilezas;
hará la h u m a n i d a d constantemente
t a n t o absurdo y osado disparate,
que habrá de suponerse ciertamente
que está la p o b r e loca de remate.
T a l e s conquistas levantan
nuestra natural r u i n d a d ;
h o y las ciencias adelantan
que es una barbaridad.
X. Y. Z .
—Chico, te has comprado una dentadura estupenda.
—¡Oh! N o puedes imaáinarte; aléunas veces, ¡hasta me
duelen los dientes!
(Buen HumoT.)
es\HONáAI)
LÁCTICOS EN POLVO. PODEROSO ANTISÉPTICO INTESTINA
INSUSTITUIBLE ANTIDIARREICO
A.
GAMIR.—VALENCIA
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