Hay química entre nosotros - Fondo de Cultura Económica

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ISSN: 0185-3716
D E L F O N D O D E C U LT U R A E C O N Ó M I C A J U N I O 2 0 1 1
“Hablar de química es
acercarse al tejido de la
realidad; significa descubrir
cuál es el pegamento
dinámico de las estructuras
animadas e inanimadas.
La química le da sentido
a lo físico y a lo biológico. ”
— C A R LO S
CHIMAL
Hay química
entre nosotros
486
Además LOS PROBLEMAS TIPOGRÁFICOS DEL LIBRO
ELECTRÓNICO y un adiós a GONZALO ROJAS (1917-2011)
486
D E L F O N D O D E C U LT U R A E C O N Ó M I C A
Joaquín Díez-Canedo Flores
DIRECTOR GENERAL DEL FCE
Tomás Granados Salinas
DIRECTOR DE LA GACETA
Moramay Herrera Kuri
JEFA DE REDACCIÓN
Ricardo Nudelman, Martí Soler,
Gerardo Jaramillo, Alejandro Valles Santo
Tomás, Nina Álvarez-Icaza, Juan Carlos
Rodríguez, Alejandra Vázquez
CONSEJO EDITORIAL
Impresora y Encuadernadora
Progreso, sa de cv
IMPRESIÓN
León Muñoz Santini
DISEÑO
Juana Laura Condado Rosas, María Antonia
Segura Chávez, Ernesto Ramírez Morales
VERSIÓN PARA INTERNET
www.fondodeculturaeconomica.com/
editorial/laGaceta/
www.fondodeculturaeconomica.com
La Gaceta del Fondo de Cultura Económica
es una publicación mensual editada por el
Fondo de Cultura Económica, con domicilio
en Carretera Picacho-Ajusco 227, Colonia
Bosques del Pedregal, Delegación Tlalpan,
Distrito Federal, México.
Editor responsable: Tomás Granados Salinas.
Certificado de Licitud de Título 8635 y de
Licitud de Contenido 6080, expedidos por
la Comisión Calificadora de Publicaciones
y Revistas Ilustradas el 15 de junio de
1995. La Gaceta del Fondo de Cultura
Económica es un nombre registrado en el
Instituto Nacional del Derecho de Autor,
con el número 04-2001-112210102100, el
22 de noviembre de 2001. Registro Postal,
Publicación Periódica: pp09-0206.
SUMARIO
DESARROLLO SUSTENTABLE Roald Hoffmann 3
VISIONARIOS DE LA QUÍMICA
CONTEMPORÁNEA Carlos Chimal 5
LA CIENCIA COMO ARTE TRASCENDENTAL Carlos Rojas Urrutia 7
LINUS PAULING Gerardo Deniz 9
¿EXISTE UNA FILOSOFÍA DE LA QUÍMICA? Joachim Schummer 1 1
SOBRE EL EXPERIMENTO QUÍMICO José Antonio Chamizo 1 5
LA QUÍMICA EN LA CIENCIA PARA TODOS 1 6
UNA OJEADA AL NANOMUNDO Henrri Van Damme 1 7
SI DARWIN HUBIERA SIDO QUÍMICO... Martín Bonfil Olivera 1 8
NOVEDADES DE JUNIO
CAPITEL Tomás Granados Salinas 1 9
EL OLOR DE LOS LIBROS Cyrus Highsmith 2 0
GONZALO ROJAS (1917-2011)
EL POETA QUE ESCRIBÍA EN EL VIENTO Fabienne Bradu 2 2
Q
ue no quepa duda: hay química entre
nosotros. Lo decimos porque la ciencia de
los elementos se manifiesta por doquier en el
mundo de hoy y porque también abundan en
el catálogo del Fondo las páginas dedicadas
a ella, a su historia y a sus conceptos
fundamentales. Este número de
la Gaceta es una invitación a ver con ojos
diferentes las sustancias que nos rodean
—domesticadas o inventadas, da igual— y
a celebrar desde los libros el Año Internacional de la Química, según
bautizó la UNESCO al 2011. De entrada, hallará el lector un poema de
Roald Hoffmann, en el que una hiedra, voraz e insensible, coloniza al árbol
que le da sustento, pero también una serie de retratos de algunos de los
mayores científicos de las últimas décadas, ideas a propósito de la práctica
profesional de los químicos, muestras de las técnicas de laboratorio más
novedosas. Salpicados entre esos textos, encerrados en recuadros, pueden
leerse extractos del más reciente título de la colección La Ciencia para
Todos: Químicos y química, de José Luis de los Ríos, que mediante breves
estampas se vale de la historia de esta ciencia para explicar algunos de
sus conceptos clave; de esa colección de divulgación hemos elegido media
docena de obras que presentan la química desde miradores tan diversos
como la gastronomía o la literatura de influencia árabe.
Adoradores de los aspectos gráficos del libro, presentamos asimismo
una sutil disquisición sobre la ausencia de diseño en el libro digital,
ese ser mitad némesis, mitad salvador de la lectura a escala mundial;
un activo “punzonista” contemporáneo lamenta la chata nostalgia de
quienes añoran “el olor de los libros” y no atinan a apreciar las amenazas
tipográficas que acompañan a la edición electrónica. Cerramos esta
entrega con una suerte de responso por Gonzalo Rojas, fallecido en las
postrimerías de abril.
Ojalá con todo esto también haya química entre ustedes, lectores, y
quienes hacemos esta publicación.W
Distribuida por el propio
Fondo de Cultura Económica.
ISSN: 0185-3716
PORTADA
Fotografía de León Muñoz Santini
2
JUNIO DE 2011
POESÍA
Todo químico sabe que los elementos se representan con unas cuantas letras.
Roald Hoffmann, ganador del Nobel hace tres décadas, sabe además que las letras
sirven para dar forma a sustancias intangibles. Este poema apareció a principios
de año en Clinical Chemistry, como parte de sus festejos por el Año Internacional
de la Química. Agradecemos al autor el permiso para verterlo aquí al español
Desarrollo
sustentable
ROALD HOFFMANN
¿Vivos? La
hiedra sólo hace
a un lado
en una ranura
en la maraña
interna anti-
la pregunta, un
desatino verde para
estos árboles, revis-
paralela de la
hiedra hacinadora
de códigos. Ascende-
tiéndolos muy
ceñidos como un
entrelazado po-
mos, sin tiempo
para la evolución, retenemos
límero vuelto
loco. El problema en primavera
los desechos de la
cultura —ropa y humores—
es de los árboles:
¿lo están? Y
¿lo estarán?
por mí
querría que esta
hiedra llegara
¿O la hiedra
se detendrá en
una rima sim-
a sustituir la corteza. La maraña
añadida
biótica, dejando
a las hojas un espacio anodino,
que puede sofocar empieza inocentemente,
otra sombra,
para empapar
los caros fotones
sí, en primavera,
como el primer
suave reposo
del sol?
¿O tomará
nada menos
de la enredadera en el
árbol. Creemos
que el ensalmo molecular, las te-
que tenemos opción,
podar, a
tiempo. Pero ésta,
nazas mejor
formadas insidiosamente prendidas
como un oscuro
enjambre verde,
crece, divina.W
Versión de Mónica Mansour
Roald Hoffmann es autor de Lo mismo y no lo mismo, una colección de lúcidos ensayos sobre la práctica química; Vino viejo, ánforas nuevas, escrito junto con Shira
Leibowitz Schmidt, en el que reflexiona sobre los nexos entre la ciencia y la tradición judía, y Química imaginada, preparado a cuatro manos con la pintora Vivian Torrence
(en la página 8 puede verse un ejemplo de su trabajo), todos publicados por el FCE.
JUNIO DE 2011
a
3
4
Fotografía: ISABELLA GREGOR
a
JUNIO DE 2011
H AY Q U Í M I C A E N T R E N O S O T R O S
Carlos Chimal es un mirón de la ciencia y, más aún, de los
científicos. Su vocación por el saber que se gesta en los laboratorios lo
ha hecho recorrer el mundo, enhebrando conversaciones con algunos
de los más destacados pensadores contemporáneos. Aquí comparte
una serie de retratos de grandes químicos de la actualidad, algunos
de ellos presentes en el catálogo del Fondo
VISIONARIOS
DE LA
Q
UíMICA
CONTEMPORÁNEA
CARLOS C HIM AL
—————————————
MAX PERUTZ y la hemoglobina AARON
KLUG y el virus mosaico del tabaco FRED
SANGER y las estructuras vitales MARIO J.
MOLINA y la capa de ozono DEREK BARTON
y las macromoléculas CARL DJERASSI
y la píldora ROBERT WOLF y la cocina
molecular PETER ATKINS y la enseñanza de
la química JOAN JULI BONET SUGRAÑES
y el viaje a Saturno THOMAS EISNER y
el lenguaje químico de los insectos ELOY
RODRÍGUEZ y el lenguaje químico de las
plantas ROALD HOFFMANN y la forma
JUNIO DE 2011
a
5
“
HABLAR DE QUÍMICA ES
ACERCARSE AL TEJIDO DE LA REALIDAD;
SIGNIFICA DESCUBRIR CUÁL ES EL PEGAMENTO
DINÁMICO DE LAS ESTRUCTURAS ANIMADAS
E INANIMADAS. LA QUÍMICA LE DA SENTIDO
A LO FÍSICO Y A LO BIOLÓGICO.
”
E
n los últimos veinte años he
tenido la fortuna de conocer
a un grupo selecto de científicos dedicados a una de las
ciencias básicas, la química.
Idolatrada, vituperada, explotada, la ciencia química
es, no obstante, la forma de
conocimiento que reconcilia las posturas, en cierta
forma equidistantes, de la física y la biología. Hablar
de química es, pues, acercarse al tejido de la realidad;
significa descubrir cuál es el pegamento dinámico de
las estructuras animadas e inanimadas. La química
le da sentido a lo físico y a lo biológico. A continuación, una pincelada de ellos.
MAX PERUTZ y la hemoglobina
Conocí a Max Perutz en su laboratorio del legendario Medical Research Council (mrc), en Cambridge,
Gran Bretaña. El diminuto hombre, con una vida llena de aventuras en las que había desechado tanto un
reduccionismo estricto como un laxo y misticoide
punto de vista holístico, encontró vías para salvar el
pellejo gracias al espíritu científico, a la imaginación
escéptica y a la sagacidad, sin olvidar la pura e irracional suerte. Perutz obtuvo el premio Nobel por haber dilucidado la estructura de una molécula esencial para el funcionamiento de los organismos vivos
que tienen sangre. La hemoglobina es un tipo de proteína que, entre otras cosas, transporta el oxígeno
dentro del flujo sanguíneo. Según me dijo el profesor
Perutz, esta relación de afinidad u hostilidad entre
un elemento químico y una molécula que es parte de
un organismo complejo permite la consolidación de
mecanismos adaptativos en la naturaleza. Así, dos
especies muy cercanas entre sí presentan diferentes
respuestas al medio.
Mientras que la afinidad entre la sangre del camello y el oxígeno disponible en el aire del desierto es
la que se esperaría para un animal de su tamaño, la
llama de los Andes presenta una afinidad inusual, a
pesar de que sus dos proteínas globínicas son idénticas a las de su pariente, el camello. Perutz, uno de los
fundadores de la genética molecular, descubrió que
una mutación genética favorable en términos evolutivos, había producido semejante adaptación.
AARON KLUG y el virus mosaico del tabaco
Sir A aron era un tipo que te hacía reír a cada rato.
Al menos así lo recuerdo. En alguna ocasión me confesó sus verdaderas motivaciones para esforzarse
por el Nobel. “Un día mi esposa vino con un letrero
que iba a pegar al frente de su automóvil si no hacía
algo por cambiar su vida. El letrero había sido escrito
para leerse por el espejo retrovisor del vehículo que
fuese por delante de ella, y el cual rezaba: “diputs,
yaw ym fo tuo”. Es decir, “quítate de mi camino,
idiota”. Entonces gané el premio.” Era una broma,
desde luego, pero tan seria como la búsqueda hones-
6
ta de conocimiento útil. Klug fue uno de los primeros
en ser capaz de observar cristales de cadenas químicas con interés para la vida debido a los enormes pasos dados en el campo de la microscopía electrónica.
Como él mismo me dijo, “lo que hicimos a los largo
del siglo xx fue una curiosa mezcla de química aplicada a la biología, cristalografía de rayos X, microscopía de electrones”.
FRED SANGER y las estructuras vitales
Es el único científico que ha ganado el premio
Nobel en química dos veces (pues Marie Curie lo
ganó una vez en Física y otra en Química, mientras
que Linus Pauling recibió los de Química y la Paz),
uno por el descubrimiento de la insulina, para lo
cual inventó varios métodos químicos, y otro por haber encontrado las secuencias básicas de los ácidos
nucléicos. Si a alguien le debe algo la genómica de
nuestros días es al profesor Sanger, a quien también
conocí en el mrc de Cambridge, pues ideó una técnica que aún sigue empleándose, “dideoxy”, mediante
la cual se aligera la lectura de bases. Esto lo agradecen los investigadores cuando examinan genomas
que poseen hasta tres mil millones de pares de bases.
MARIO J. MOLINA y la capa de ozono
Pocos meses después de haber ganado el Nobel, visité al profesor Molina en su enorme oficina del piso
14 en el mit de Cambridge, Massachusetts, a fin de
escribir su biografía. Era el más reciente galardonado de la aplanadora bostoniana y había que consentirlo. A lo largo de un mes pude apreciar la epopeya
llevada a cabo por F. Sherwood Rowland y Mario J.
Molina, en una época de triunfalismo tecnocrático.
El desarrollo de la química de la atmósfera y sus consecuencias tanto en el medio como en los organismos vivos fue una labor pionera de Molina y sus colaboradores, y hasta hoy se mantienen a la vanguardia.
DEREK BARTON y las macromoléculas
Fue ganador del Nobel junto con Odd Hassel por
haber colaborado en la creación del análisis conformacional. Dicho análisis revela las consecuencias
químicas que se desprenden del hecho de que las moléculas posean una estructura tridimensional, lo cual
revolucionó la química orgánica. Uno de los más destacados investigadores en esta materia es el mexicano Eusebio Juaristi. “No es fácil entender qué significa ser original”, me dijo la única vez que vi a sir Derek,
una mañana fría y húmeda de otoño, en 1997. Y me
puso un ejemplo: “R. B. Woodward tenía una mente
extraordinaria, que sabía resolver, como ninguna,
un problema aplicando una lógica estricta. Yo preferí
atacar los enigmas por intuición.” Una intuición entrenada, se entiende. Algo similar a lo que afirmaba
el gran hombre del siglo xx, un químico, a pesar de
haber nacido y desarrollado su obra en el xix, Louis
Pasteur: “La suerte favorece a los mejor preparados.”
a
CARL DJERASSI y la píldora
Si existe la excentricidad entre los científicos, Djerassi es sin duda su mejor exponente. Nunca obtuvo
el Nobel y, sin embargo, es un químico que derrotó
a grandes luminarias, como el mismo Woodward,
quien con su sofisticado equipo material y su grupo de talentosos colaboradores en Harvard no pudo
frente al joven doctor Carl, algunos químicos mexicanos y una veintena de operadoras, quienes en los
laboratorios de Syntex consiguieron ganar la carrera
por la primera píldora anticonceptiva. Como podrá
suponer el lector, Djerassi ha sido el ídolo y el demonio de muchas mujeres. Pero, como me dijo alguna
vez, “es sólo una sustancia química que puede ayudarnos a vivir mejor, no una panacea”. Las novelas
y obras de teatro que ha escrito son originales y sorprendentes por su manera de observar el mundo, sin
hablar de su notable colección de pinturas y de arte
prehispánico.
ROBERT WOLF y la cocina molecular
Tampoco ganó el Nobel. Fue, sin duda, uno de los
mejores maestros de química de la Universidad Paul
Sabatier. Este último obtuvo en 1912 el Nobel por sus
estudios sobre la hidrogenación de compuestos orgánicos. En 1996 conocí a Wolf en su casa de la ciudad
del viento, Toulouse, donde te hacía sentir los placeres de la cocina y la sabiduría química que hay escondida (o que puede perderse) en ella. Hoy sería considerado el padre de la cocina molecular. Robert fue
maestro de la destacada química mexicana Rosalinda Contreras Theurel.
PETER ATKINS y la enseñanza de la química
Al igual que Wolf, ha sido uno de los mejores educadores de la ciencia química, al menos en el área de
Oxford. Sus libros (The Periodic Kingdom, Las moléculas de Atkins y El dedo de Galileo) son ejemplos de
la más imaginativa divulgación. Uno puede gozar sus
conferencias, como las que ha ofrecido en la Royal
Institution, llenas de lucidez y humor. Al final, uno
tiene la sensación de que la velada ha sido realmente
peculiar. Cuando lo vi en el mismo sitio donde Humprhy Davy y Michael Faraday impartían sus célebres
conferencias de popularización de la ciencia, el tema
que habría de exponer, la termodinámica y sus sesgos químico-físicos, recordé a un ilustre conocedor
de este campo, cuya labor ha sido crucial en la ciencia
mexicana: Leopoldo García Colín. Atkins también
estuvo casado con otra ilustre química, la baronesa
Susan Greenfield, quien ha orientado sus estudios al
estudio de la conciencia y las bases biológicas de los
procesos mentales.
JOAN JULI BONET SUGRAÑES
y el viaje a Saturno
Uno de los químicos catalanes más ilustres. Colaboró con Leopold Ruzicka y Oskar Jeger. Como me
dijo alguna vez, “la vida está llena de viajes, con idas
JUNIO DE 2011
GANADORA
DEL XX PREMIO
REINA SOFÍA
DE POESÍA
IBEROAMERICANA
2011
FINA
GARCÍA
MARRUZ
☞
AUTORA DEL FONDO
Quiero escribir con el silencio vivo.
Quiero decir lo que la mano dice.
Porque tú lees mejor el texto vivo
y el alma, en su guerrear callado, escribe.
y vueltas, vaivenes inesperados y coincidencias sorprendentes”. Su viaje al reino de Saturno es una jornada literaria hacia
la esencia de la química. Gracias a Juan fui invitado a ofrecer
una conferencia en la Sociedad Catalana de Química sobre el
viaje, la literatura y la química. Un diálogo franco y divertido
acerca de la ciencia de las transformaciones, las anécdotas literarias y el buen discurrir.
A veces la ola blanca da en la roca
de espumeantes cavernas y sus fauces
orla con su jirón que hace y deshace
letras que tú descifras. Que la boca
THOMAS EISNER
y el lenguaje químico de los insectos
La bbc de Londres puede presumir de haber iniciado el género del documental científico para la televisión. Pues bien,
su creador fue el profesor Eisner, a quien conocí en el Departamento de Química de la Universidad de Cornell. Su relato
sobre la manera como el escarabajo bombardero mantiene y
activa su dispositivo de fuego marcó un hito tanto en el conocimiento como en el campo de la difusión científica. Eisner
fue un talentoso diletante de la música. Es considerado el padre de la química ecológica.
calle y entre a lo blanco en la esforzada
faena que se pierde. La luz poca,
mi alejarme de ti de cada día,
pausas son del sentido, inacabadas
imágenes de mí. La línea tosca
salta y completa tú la melodía.
ELOY RODRÍGUEZ
y el lenguaje químico de las plantas
Fue el primer chicano en graduarse en una ciencia dura
y en una gran universidad de los Estados Unidos, Cornell.
Lo conocí también en Ithaca, aunque ahora se ha mudado a
California. Su campo, la fitoquímica, tiene una componente
social muy importante. Al observar a las comunidades indígenas, por ejemplo, del Orinoco, no ve en ellos conejillos de
Indias, sino personas. Me habló de la “zoofarmacognosis”,
término concebido por él para seguir el rastro de los remedios
que emplean los animales y luego ver si pueden aplicarse a los
humanos.
ROALD HOFFMANN y la forma
La amistad que me une a Roald ya no me permite ser objetivo. Creo, no obstante, que es uno de los grandes químicos del siglo xx. Su humildad para acercarse al ejercicio de
la poesía es algo digno de mencionar. Ha vivido de manera
profunda y se ha visto en riesgo, y sobrevivió. Su tema es
la forma, por lo cual ganó el Nobel, en su momento el más
joven de la historia. Su obra científica es una reflexión rica
en posibilidades sobre las estructuras que, aunque no existan, podrían ser factibles. Una manera de anticipar el futuro material. Roald es también un reconocido difusor de las
ideas. Recuerdo haber asistido a una clase suya para unos
300 alumnos de licenciatura, en la que no sólo había gente
de ciencias sino que muchos de ellos provenían de humanidades, artes y ciencias sociales.
¡Larga vida a la ciencia de las transformaciones y sus
visionarios! W
Con estudios de química y literatura, Carlos Chimal es autor de
novelas como Lengua de pájaros, publicada por Era, y de libros
de entrevistas como Luz interior y Armonía y saber, ambos
publicados por Tusquets. El Fondo tiene en preparación Vasos
comunicantes. Literatura y ciencia a través del tiempo.
JUNIO DE 2011
a
7
H AY Q U Í M I C A E N T R E N O S O T R O S
PERFIL
La ciencia
como arte
trascendental
A Carl Djerassi no le gustan las fronteras
comunes. Aunque nació en Austria, su gran
aporte a la química lo realizó en México
y luego se instaló en California.
Y si sus logros científicos son excepcionales
—se le atribuye el hallazgo de la píldora
anticonceptiva—, sus búsquedas literarias
le han dado renombre e incluso su apetito
por el arte contemporáneo lo singulariza.
He aquí un recorrido por su obra
CARLOS ROJAS URRUTIA
E
n esa convulsa segunda mitad del siglo XX, cuando el
mundo buscaba en las calles
y en el pensamiento el sentido de la libertad, la píldora
anticonceptiva vino a revolucionarlo todo. Una década
después de su aparición ya la
usaban más de 10 millones de
mujeres. Y la vida cambió. En
particular para Carl Djerassi (Viena, 1923), el joven
químico que dirigió en el laboratorio mexicano de
Syntex la configuración de la noretisterona, el ingrediente activo de la procreación responsable.
Con menos de 30 años, Djerassi había alcanzado
la cima de la ciencia terrícola. Año con año, los periodistas del mundo le recuerdan que la humanidad lo
reconoce como el padre de la píldora; una paternidad
de la que él renegó discretamente para finalmente
aceptar, con cierto placer, que en todo caso tendría
que ser la madre.
Migrante de Austria hacia Estados Unidos durante el horror nazi, Djerassi se describe a sí mismo como intelectual polígamo, culto y seductor. Se
mueve en los círculos del arte y de la ciencia. Admite
abiertamente que su motivo y el de la gente que lo rodea es el ego. Sabe que sus cercanos lo describirían
como una persona ambiciosa “que ha tenido que pagar el precio”.
Además de su consagración en el Everest científico, el químico vienés tiene mucho que contar. Los
engranajes de su personalidad están dados por el
mapa de los sentimientos y no por el método científico: exploró las montañas de Nepal; se congratuló de
poseer la colección privada más vasta de Paul Klee;
se casó tres veces y en la última, cuando cruzaba por
los 60 años, su mujer lo abandonó y el despecho lo
encaminó a hacer literatura; el suicidio de su hija en
8
el rancho smip (un sugerente nombre que sintetiza el
germen del éxito de Djerassi: Syntex Made It Possible)
lo convirtió en mecenas del arte contemporáneo. Todo
eso o casi lo narra él mismo en su autobiografía La píldora, los chimpancés pigmeos y el caballo de Degas.
A Djerassi le gusta decir que la mayoría de sus libros se ubican en un género del cual es creador y único autor: la ciencia-en-ficción (science-in-fiction). Para
escribirla, hay que adentrarse en las minucias de laboratorios, congresos y luchas intestinas a las que asisten quienes conforman la “cultura tribal” de la ciencia
mundial.
Sus primeras novelas son una tetralogía articulada
por una mezcla de afán didáctico, retratos de hombres
de ciencia y arquetipos: El dilema de Cantor se cierne
en torno a las ansias por alcanzar el reconocimiento
científico; en El gambito de Bourbaki se hace patente la
imposición de vetos y acuerdos de los cuerpos colegiados de la ciencia. Finalmente, La semilla de Menachem
se adentra en el estudio de la infertilidad masculina,
una narración que se complementa con NO, que ofrece
noticias del descubrimiento del óxido nítrico —el título de la obra es la fórmula química de este compuesto,
no el adverbio con que se niega— como agente responsable de la función eréctil en el hombre.
Como padre (o madre) de la píldora, Djerassi defiende su posición respecto a los métodos radicales para
el control de la natalidad. En La píldora de este hombre se entrecruzan las memorias del personaje con su
postura respecto a la procreación. Para ahondar en ese
mismo tema, está su pieza escénica Inmaculada concepción furtiva, donde debate la fertilización in vitro
y ofrece una mejor comprensión del significado social
de la reproducción asistida (en la obra se incluyen un
par de escenas con filmaciones reales de una microinyección intracitoplásmica de espermatozoide).
Valiéndose también de los recursos escénicos que
sirven para reflexionar y compartir conocimientos,
a
Djerassi escribió en coautoría con Roald Hoff mann
la pieza Oxígeno, que versa en torno a ese poderoso elemento químico y el crédito compartido de su
descubrimiento.
Espectador privilegiado del arte, Carl Djerassi
sabe que ser coleccionista significa elaborar una
interpretación de la realidad. En su caso, trazó su
geografía íntima con base en la lírica, el color y las
texturas de Paul Klee. Ocupó la posición de número uno como coleccionista privado de obras del
pintor suizo, hasta que las donó todas al Museo de
Arte Moderno de San Francisco, donde se exhiben
actualmente.
Recientemente, Djerassi publicó el volumen de
cuentos Cómo derroté a…, que conjunta 13 relatos
como marcas cruciales en su desarrollo como escritor: el primer cuento que dio a conocer en las páginas de Vanidades (“¿Qué hace Tatiana Troyanos
en la tierra de Espartaco?”), el germen de su primera novela (“El dilema de Castor”) y otras historias
que, asegura, abordan los otros temas que siempre
le han interesado: la comida, el sexo, el arte.
Desde que su nombre quedó asociado a la píldora, Djerassi ha llenado su agenda con conferencias
científicas, cátedras universitarias, inauguraciones de museos, subastas de arte y negociaciones
para vender derechos de sus libros. Acostumbrado
a mirarlo todo desde la cúspide, el doctor Carl Djerassi indaga en algunos elementos de nuestra existencia pero prefiere no describirlos como son en
realidad, sino imaginar cómo podrían haber sido.
Esa postura, que es moneda corriente entre los escritores, resulta poco ortodoxa para un científico;
ahí está, quizá, el origen de la fórmula que logró
desencadenar toda una revolución.W
Carlos Rojas Urrutia, periodista, es responsable de
difusión en el Fondo.
JUNIO DE 2011
H AY Q U Í M I C A E N T R E N O S O T R O S
Obras
de Carl
Djerassi
en el
Fondo
EL DILEMA
DE CANTOR
LA PÍLDORA
DE ESTE HOMBRE
1993, 194 pp.
ciencia y tecnología
97896816 4047 0
$110
2001, 235 pp.
ciencia y tecnología
968 16 6414 0
$175
PERFIL
Linus Pauling
Es infrecuente una afición como la de Gerardo Deniz
de dedicar sus ocios a la lectura de revistas científicas.
En el texto que presentamos en seguida, publicado en
Anticuerpos (Ediciones Sin Nombre, 1998), revive frente
al lector la emoción que le causaban los artículos
del mayor promotor del consumo de vitamina C.
Aquí, leer química es leer el mundo
GERARDO DENIZ
EL GAMBITO
DE BOURBAKI
1996, 240 pp.
ciencia y tecnología
968 16 5113 8
$10
LA PÍLDORA,
LOS CHIMPANCÉS
PIGMEOS
Y EL CABALLO
DE DEGAS
INMACULADA
CONCEPCIÓN
FURTIVA
2002, 120 pp.
ciencia y tecnología
968 16 6718 2
$64
NO
2003, 306 pp.
ciencia y tecnología
968 16 6884 7
$200
1996, 380 pp.
ciencia y tecnología
968 16 4781 5
$10
OXÍGENO
MARX,
EL DIFUNTO
2003, 100 pp.
ciencia y tecnología
968 16 7038 8
$66
2000, 228 pp.
ciencia y tecnología
968 16 6100 1
$153
CÓMO DERROTÉ
A… Y OTROS
CUENTOS
LA SEMILLA
DE MENACHEM
2001, 217 pp.
ciencia y tecnología
968 16 6099 4
$130
JUNIO DE 2011
2008, 223 pp.
colección popular
97896816 8353 5
$130
C
uando aquella mañana, hace muchos años, al abrir el acostumbrado número semanal de Science me
encontré de manos a boca con un
artículo de Linus Pauling acerca de —una teoría molecular de
la anestesia general—, reconozco
que me sorprendí, aunque tampoco demasiado: ya había aprendido
a esperar cualquier cosa de él.
Todo comenzó un decenio antes, cuando la
Biblioteca Franklin se mudó de Reforma
a Niza y yo, que estrenaba inglés leído,
descubrí allí un ejemplar de la antigua segunda edición de La naturaleza del enlace químico (mucho
más tarde apareció y compré
la tercera), obra que desde entonces constituye un pilar de
mi existencia. Si recuerdo el
fragor lejano de los tambores
del desfile del 16 de septiembre, 1952, es porque lo tengo
curiosamente asociado a las
estructuras de los carbonilos
metálicos discutidas por Pauling en su libro, que leía yo en
aquellos precisos momentos.
De Pauling procede, como es
bien sabido, la teoría de la resonancia, uno de los recursos más excelentes
y fecundos de la química de este siglo. De
la orgánica, sobre todo, que era la mía, aunque
este terreno lo cultivó poco Pauling en persona: aquí
el profeta fue Wheland —a quien, por esta razón, frecuenté
aún más que al propio Alá. Desde hace tiempo, la teoría de la
resonancia atardece interminablemente (pese a las prisas de
M. J. S. Dewar), y así tiene que ser, y así está muy bien que sea,
etc., etc. Eso sí: ¡qué estupendas décadas le debimos a Pauling
con ella!
1953. Remontándome en busca de las publicaciones juveniles de otro monstruo (R. B. Woodward), caigo por azar
en tres artículos viejos de Pauling, de inmunoquímica esta
vez. No era mi asunto (ni casi lo fue, ay, nunca), pero todavía
me sorprendió, si bien para entonces, gracias a noticias pescadas al azar, estaba al tanto de que —por ejemplo— ya en
los frenéticos thirties Pauling se ocupó de las propiedades
magnéticas de la hemoglobina y sus congéneres: este señor
—me dije— invade mi biología desde ángulos inquietantes.
Yo, en cambio, en una grata bifurcación de la química orgánica, empecé a derivar hacia la bioquímica, por rumbos
más estructurales que dinámicos. ¿Estructurales? Forzoso
tropezar con la bella hélice alfa —y demás chácharas proteínicas— que poco tiempo atrás sacó al escenario el inevadible Pauling. Para entonces —estamos en 1957— cosecha
lauros el dna de Watson-Crick. Debe reconocerse que, en el
terreno de los ácidos nucleicos, a Pauling, por una vez, le fue
muy mal. Watson confesó luego el pavor que les causaba,
durante su rato afortunado, saber que Pauling andaba suelto y en pos de lo mismo que ellos. Y Crick —el hombre de un
hallazgo y dieciséis sandeces— se permitió hablar despectivamente de Pauling. Lujos nulos de ciertos enanos (¿verdad, amargo Chargaff ?).
a
También me causó gran euforia la descripción de la estructura de Mg32(Al, Zn)49. Quizá muy lejos de mi vida, los
compuestos intermetálicos —aunque cerca, sin remedio, de
mis ojos concupiscentes. Y perdón, pues con lo dicho hasta
aquí basta y sobra, me temo, y así mis relaciones con Pauling en torno al pacifismo, la vitamina C o la regla de las cargas adyacentes, tienen que ser aplazadas acaso para siempre. Sólo un recuerdo más; lo siento.
De pie en el autobús atestado, paso lentamente por Insurgentes, como cada día, hacia el centro de la ciudad. Finales
del 63. Voy leyendo un número —felices tiempos
aún— de Acta chemica scandinavica, y ahí un
nuevo trabajo de Pauling: —Estudios de
restauración molecular de formas extintas de vida—. De pronto advierto
cómo se asemejan estas comparaciones entre aminoácidos a la reconstrucción del protoindoeuropeo que hace poco empecé a
cultivar, culpa de Dumézil.
Si alguno alguna vez me
preguntara si Linus Pauling
figura entre mis héroes, no
vacilaría al responder que sí.
Ahora bien, hace siglos traté
de leer cierto libro de Carlyle,
indigesto y lleno de mayúsculas
ridículas. He consagrado asimismo algunos ratos, ya que el libro
mismo apenas es transitable, a tratar de entender el pensamiento —por
así llamarlo— de aquel eunuco dispéptico
(algún mérito aparte, notable caracterización
de Carlyle que vi por ahí).
Pues bien, ni con esa preparación estoy nada seguro de
hallarme en condiciones de añadir un capítulo —“El Héroe
como Fisicoquímico”— a la obra de Carlyle. Si bien Pauling
representa una cima de más de ocho mil metros en el Himalaya de la química, existen otras cumbres comparables, no
faltaría más. Para colmo, las de menor altura son también
esenciales. Y existen, además, nexos entre distintas cordilleras (según vimos, Pauling es un ejemplo óptimo de esto).
En una palabra, sospecho que esta enrevesada visión mía es
incompatible con los desenfrenos carlailianos. No hay remedio. Simplemente, me parece que mis tribulaciones en torno
a esto de los héroes están algo más cerca de la realidad, y ayudan a evitar ciertas beaterías sobremanera desagradables.
Razonando estrictamente, lo mejor sería suprimir el
concepto de héroe; convengo en ello. Sin embargo, mientras
llega el momento de elevar el género humano a la perfección —dentro de unos años, tal vez—, pienso que bien podemos conservar múltiples héroes —olvidando carlailiadas y
orientando el concepto hacia los territorios de la actividad
humana donde es posible decir, sin hacerse uno demasiado
pendejo, —esto vale la pena—.1W
1Linus Pauling murió a los 94 años, el 19 de agosto de 1994.
Gerardo Deniz es, entre muchos otros oficios, poeta. El Fondo
está por poner a circular imdinb, un fresco y sarcástico
relato, en una edición facsimilar de la que publicó Taller
Ditoria.
9
Ilustraciones de Vivian Torrence,
tomadas de Química imaginada.
Reflexiones sobre la ciencia
de Roald Hoffmann, FCE, 2011
10
a
JUNIO DE 2011
H AY Q U Í M I C A E N T R E N O S O T R O S
A D E L A N TO
¿Existe una filosofía
de la química?
Tenemos en preparación Filosofía de la química.
Síntesis de una nueva disciplina, una ambiciosa
exposición del estado actual de esta rama del pensamiento
en torno a las ciencias. La obra, preparada por David
Baird, Eric Scerri y Lee McIntyre, permite rastrear las
preocupaciones de autores como Aristóteles o Kant a
propósito de la química, señala las principales áreas
de interés de quienes la abordan filosóficamente
y ubica a esta ciencia en relación con la física.
Éste es un fragmento sobre el desinterés que la
química había merecido entre los filósofos
JOACHIM SCHUMMER
H
a pasado la época de
quejarse del descuido en que se tenía a la
filosofía de la química. Con más de 700
disertaciones y cerca
de 40 monografías y
colecciones aparecidos desde 1990, éste
es uno de los campos
de la filosofía de más rápido crecimiento.1 Quizá demasiado rápido, pues empieza a serles difícil a los entendidos mantenerse al día, problemático a los principiantes iniciar su estudio y prácticamente imposible a
los extraños sondear las principales ideas. En cuanto
a mí, tras dedicarme a este campo desde fines de los
años ochenta, me parece oportuno hacer una pausa y
escribir un ensayo con preguntas del tipo “¿de dónde
venimos?, ¿dónde estamos?, ¿a dónde deberíamos ir?”
Se han propuesto muchas explicaciones de por
qué los filósofos han descuidado la química tan obstinadamente, casi como si no existiera. ¿Es la falta de
“grandes preguntas” de la química, su estrecha relación con la tecnología o el históricamente arraigado
pragmatismo de los químicos y su falta de interés por
cuestiones metafísicas? ¿O será el principal problema
la supuesta reducción de la química a la física (mecánica cuántica), de modo que, si la química no fuera
más que una rama aplicada de la física, no habría una
verdadera consideración filosófica de ella?
Lo que todos estos supuestos tienen en común es
que intentan explicar el descuido de los filósofos en
función de la química, como si esta ciencia tuviera la
culpa. Hoy en día los filósofos en conjunto escriben
tantas publicaciones en un año como los químicos en
cuatro días. Irónicamente, la cifra revela un principio
general sobre el interés de los filósofos por las ciencias: cuanto menor es la disciplina, tanto más escriben
los filósofos sobre ella (a excepción de las ciencias de
la Tierra). Si hubiera sólo un poco de verdad en ese
principio general, lo que exigiría una explicación es
el extraño orden de los intereses de los filósofos. En
tal explicación, el descuido de la química resultaría
ser un simple caso especial, aunque extremo. No me
propongo dar una explicación completa, sino algunos
indicios que ofrece la historia de la filosofía como disciplina. Aunque podemos, en retrospectiva, construir
una historia de textos a los que hoy en día llamamos
1Los lectores interesados pueden encontrar una bibliografía en línea,
que el autor actualiza periódicamente, en www.hyle.org/service/biblio.
htm.
JUNIO DE 2011
filosofía, hay lo que se quiera menos una historia continua de una disciplina llamada así, en el sentido de historia de una profesión. Las preferencias temáticas de los
filósofos de hoy reflejan lo asombrosamente joven e inadecuada que es la historia de su disciplina.
La relación con las matemáticas se remonta a una
época, todavía a principios del siglo xix, en que “filosofía” no era más que el nombre genérico de todas las artes y ciencias reunidas en las facultades de filosofía, de
las cuales las artes matemáticas constituían la mayor
parte desde tiempos medievales. Así, los profesores de
las facultades de filosofía, es decir, los “filósofos” profesionales, tenían que enseñar muchas matemáticas,
incluidas matemáticas aplicadas como mecánica y óptica geométrica, que a mediados del siglo xix entrarían
a formar parte de la física moderna. Otras ciencias naturales como la química y la biología (historia natural)
se enseñaban sobre todo en las facultades superiores de
medicina y, por lo mismo, permanecieron más bien ajenas a los filósofos hasta el día de hoy. Cuando, durante el
siglo xix, la mayoría de las disciplinas, incluida la física
moderna, maduraron hasta salir del ámbito de la filosofía en el sentido genérico, la psicología y las ciencias
sociales (“filosofía moral”) permanecieron bajo la etiqueta de “filosofía”. Su separación definitiva no ocurrió
mucho antes de principios del siglo xx. En términos generales, cuanto más tarde se independizó de la filosofía
(en el sentido genérico) una disciplina, tanto más pequeña es ahora y más estrechos son sus vínculos históricos con los filósofos actuales, de acuerdo con nuestro
principio general.
La separación de las disciplinas produjo una crisis
seria en torno a la pregunta de si quedan temas para la
filosofía como disciplina en sí misma. Aunque la mayoría de las disciplinas se independizaron definiendo
un tema propio que investigar por métodos empíricos,
los filósofos que quedaban se negaron a hacer lo mismo. Muchos recogieron las ideas dieciochescas de Kant
(propuestas antes de la formación disciplinar de las
ciencias modernas), quien había reservado fundamentos metafísicos y epistemológicos de las ciencias matemáticas como temas filosóficos genuinos, además de
la ética y la estética. Eso les permitió, ciertamente, reconstruir una tradición que se remonta a los principios
de la era moderna.
Si examinamos la tradición que la moderna filosofía
de la ciencia considera propia, resulta ser una tradición
sumamente parcial, centrada en la mecánica que antes
se enseñaba en las facultades de filosofía con el nombre
de matemáticas “mixtas” o “aplicadas”. Unos cuantos
puntos podrían ilustrar esto. Primero, el surgimiento de la primitiva epistemología moderna, tanto en su
rama racionalista como en la empirista, con excepción
a
de Francis Bacon, tuvo una relación estrecha con el
surgimiento de la filosofía mecánica, que se oponía
férreamente a varias clases de filosofía química. Segundo, como las raíces teóricas de la física moderna
están en la mecánica analítica o “racional”, que todavía a principios del siglo xix no pertenecía a las
ciencias físicas sino a las matemáticas, los debates
filosóficos sobre el “método científico” giraban, en
gran medida, en torno a si debía establecerse la mecánica como ciencia física. El anterior principio de
Kant de que, a diferencia de las ciencias experimentales, sólo la mecánica es una ciencia propiamente dicha porque tiene fundamentos a priori en las
matemáticas, representó un temprano e influyente prejuicio favorable a incluirla en la física. Lo anterior propició que los kantianos se centraran en la
mecánica y se olvidaran de las demás ciencias. Por
último, durante la fase decisiva de profesionalización de la filosofía de la ciencia en el siglo xx, fueron
ante todo los físicos teóricos interesados en filosofía quienes configuraron el campo con sus numerosas disertaciones sobre los enigmas de la mecánica
cuántica y la teoría de la relatividad. Pronto ocuparon la mayoría de las recién creadas cátedras de filosofía de la ciencia, situación que no ha cambiado
mucho desde entonces.
Su afinidad con la física teórica, antigua pero históricamente incidental, hizo que los “filósofos de
la ciencia” descuidaran no sólo la química, sino todas las demás ramas de las ciencias naturales, incluida hasta hace poco la física experimental. Los
vestigios del más antiguo sentido de “física” como
nombre genérico de las ciencias naturales todavía a
principios del siglo xix, y la ambigüedad del adjetivo inglés physical, contribuyeron a la confusión de la
filosofía de la física con la filosofía de la ciencia. No
fue sino hasta principios de los años setenta del siglo
xx cuando los biólogos reaccionaron a tan estrecho
enfoque y establecieron grupos propios conjuntamente con filósofos interesados en la biología. Pasaron todavía dos décadas más para que se produjera
un movimiento parecido con respecto a la química.
En cierto sentido, la filosofía de la ciencia repite hoy
tardíamente el proceso decimonónico de ramificación y profesionalización de las ciencias naturales.
Aunque la principal corriente occidental de la filosofía de la ciencia ha descuidado la química, no es
cierto que no hubiera filosofía de la química antes
de los años noventa. La corriente imperante de la
historiografía de la filosofía simplemente ignoró lo
que los filósofos clásicos habían dicho de la química. En segundo lugar, otros estudiosos, en particular
químicos e historiadores de la química, llenaron el
11
H AY Q U Í M I C A E N T R E N O S O T R O S
“
SU AFINIDAD CON LA FÍSICA TEÓRICA,
Óscar
Hahn
☞
”
AU TO R D EL FO N D O
GANADOR
DEL PREMIO
IBEROAMERICANO
DE POESÍA
PABLO NERUDA 2011
AQUARIO
Palpo tu lengua con mi dedo
tus mejillas por dentro
con mi dedo
Cómo será atrapar
entre el pulgar y el índice
a ese pez rojo
que se asoma y esconde
entre tus labios
Lucha por escapar
el pececito
se repliega me esquiva
me provoca
y de pronto lo cazo
juego con él
lo acaricio lo aprieto
Sinuoso se retuerce
protegido
por rejas de marfil
que se cierran de golpe
como valvas
Y tu lengua vibrátil
sibilina
deja su madriguera
y lame con deleite
las gotitas de sangre
que corren por mis dedos
12
ANTIGUA PERO HISTÓRICAMENTE INCIDENTAL,
HIZO QUE LOS “FILÓSOFOS DE LA CIENCIA”
DESCUIDARAN NO SÓLO LA QUÍMICA,
SINO TODAS LAS DEMÁS RAMAS
DE LAS CIENCIAS NATURALES,
INCLUIDA HASTA HACE POCO
LA FÍSICA EXPERIMENTAL.
vacío dejado por los filósofos proteorías, dinámica de teorías y
o todos los medicamentos
fesionales. En tercer lugar, la filoformación de subdisciplinas
desarrollados por los
sofía de la ciencia en los países code la química moderna. Es immédicos y los químicos
munistas fue lo bastante amplia
posible revisar la literatura en
han tenido un final feliz.
como para incluir la química, sola materia, ya que hay estudios
Un ejemplo trágico de esto es la
bre todo en el periodo transcurrisobre casi todos los temas filotalidomida. Se desarrolló en 1956,
do de fines de los años cincuenta a
sóficos, aunque de distinta caen un laboratorio alemán, el Chemie
principios de los noventa.2
lidad. Podría decirse al menos
La filosofía de la química en
Grünenthal, y se comercializó para
que el marco decimonónico de
los países comunistas se inspiró
controlar la náusea y el mareo.
Engels fue lo bastante liberal
en el materialismo dialéctico de
Muchos médicos en el mundo lo
para ampliar en detalle temas
Engels, donde la química cumplía
recetaron a las mujeres embarazadas,
complicados como la relación
una función prominente como arporque son precisamente ellas
entre la química y la mecánica
gumento contra lo que él llamaba
quienes padecen de estos síntomas.
cuántica, pero demasiado inel materialismo vulgar o francés,
El fármaco presentó un terrible
genuo desde el punto de vista
es decir, la filosofía mecánica. Al
efecto secundario: los bebés nacieron
epistemológico para abordar
igual que Comte pocas décadas
con malformaciones, concretamente
conceptos de química cuántiantes, pero en relación con la disno se les desarrollaban los brazos ni
ca como las estructuras de retinción de Hegel entre “mecanislas piernas. Varios miles de niños,
sonancia de Pauling.
mo”, “quimismo” y “organismo”,
cuyas madres habían ingerido la
La argumentación de la fiEngels propuso una jerarquía no
talidomida, nacieron con estos
losofía dialéctica de la químireductiva de las ciencias. Para el
defectos antes de que pudiera
ca demuestra que la filosofía
nivel mecánico, el químico y el firelacionarse su consumo con
poskantiana de la ciencia no
siológico postuló distintas “foreste espantoso resultado. En los
habría hecho caso omiso de
mas de movimiento”, cada una
Estados Unidos la Food and Drug
la química de haber confiado
con leyes propias, además de “leAdministration (Administración
en autoridades posteriores.
yes dialécticas” generales para la
de Drogas y Alimentos) no aprobó
Engels publicó en la década
transformación desde los niveles
su consumo, con lo que salvaron
de los setenta del siglo xix,
inferiores a los superiores.
de esta tragedia a las mujeres
cuando la formación de las
Aunque el propio tratamiento
norteamericanas. La talidomida
disciplinas científicas mode la química de Engels permase presenta en dos formas quirales
dernas estaba casi compleneció fragmentario, filósofos del
y, al parecer, la forma (S), o sea la
ta, sin que la mecánica fuese
siglo xx desarrollaron sus ideas.
izquierda, es la que presenta las
más que una subdisciplina
No tardaron en comprender que
propiedades teratogénicas. (Se dice
de la física moderna. Kant
los fenómenos químicos podían
que una sustancia es teratogénica
había publicado hacía un siservir para ilustrar leyes universi puede afectar el desarrollo del
glo, antes de la formación de
sales de la doctrina de Engels. Por
feto o de los embriones durante el
las disciplinas modernas, en
ejemplo, las reacciones ácido-báembarazo.) En 1961 la sustancia fue
la actitud premoderna de essicas se usaron para ejemplificar
prohibida en la mayoría de los países,
tablecer la mecánica raciosu “ley de las contradicciones” en
aunque ahora se está estudiando su
nal como única ciencia real
torno a las fuerzas opuestas de la
uso en casos de lepra y de sida, lo cual
y desacreditar las entonces
naturaleza. Además, las reaccioha provocado una airada polémica
nacientes ciencias experines ácido-básicas, cuando se lleentre la comunidad científica por los
mentales. Aunque a ambos se
vaban a cabo por volumetría con
riesgos que esto implica.
les ha erigido en autoridades
indicadores, permitían visualihistóricas de validez eterna
zar a todo color su ley general “del
en distintas ideologías filosópaso de lo cuantitativo a lo cualitativo”. Los filósofos de ficas, hoy en día sus opiniones sobre la ciencia rela ciencia en los países comunistas tenían una función visten sólo interés histórico, y la opinión de Kant
establecida en la educación superior científica y estaban resulta sin duda mucho más anacrónica que la de
oficialmente obligados a interpretar hechos, problemas Engels. Sin embargo, el legado kantiano aún prey avances científicos concretos dentro del marco gene- domina en la filosofía de la ciencia. Por ejemplo,
ral del materialismo dialéctico e histórico. Como En- cuando la parte oriental de Alemania se unió con
gels había reservado una “forma de movimiento” propia la occidental en 1990, la filosofía dialéctica de la
para la química, los filósofos tenían libertad para tratar química desapareció de inmediato, en beneficio del
la química como campo autónomo. De hecho, produje- kantismo falto de inspiración que ha permeado la
ron un rico acervo de estudios sobre fenómenos, leyes, parte occidental. Por ende, el descuido de la química es también consecuencia de la elección arbitraria de autoridades anacrónicas.
Mientras los filósofos profesionales de los países
2Por desgracia, aún no se revisa la literatura de la filosofía de la química
en los países comunistas, excepto la de la República Democrática Alemana.
de Occidente desatendían la química, estudiosos
N
a
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de diversas disciplinas abordaron el tema, cada uno có todo un libro al tema del reno puede contar como filosoaría la Judía, también
desde una perspectiva propia y con preguntas espe- duccionismo, sosteniendo que
fía de la ciencia propiamente
llamada Miriam, era una
cíficas. Los estudiosos de la enseñanza de la quími- el holismo mecanocuántico no
dicha. Esto nunca ha recibido
mujer practicante de la
ca, en particular, siempre han reconocido la necesi- permite inferir aseveraciones
mejor crítica que la de la químialquimia y a la que se le
dad de reflexionar sobre los métodos y trabajar en sobre objetos químicos sin preca y filósofa Elisabeth Ströker
atribuye la invención del baño María,
la aclaración de conceptos, de modo que la mayoría supuestos adicionales. A finaen uno de los relatos históricos
muy conocido por las amas de casa
de sus publicaciones periódicas siguen siendo una les de los ochenta del siglo xx,
más detallados de la “revoluy el cual consiste en dos recipientes,
fuente abundante de estudio para los filósofos. Los Del Re y Liegener consideraban
ción química”.
uno encima de otro, uno de los cuales
químicos prácticos solían tropezar con problemas que los fenómenos químicos se
Más que en otras ramas de
contiene agua en ebullición y calienta
filosóficos cuando sus investigaciones los desafia- dan en un nivel de complejidad
la historia, los historiadores de
al recipiente de encima, de modo que
ban a reflexionar sobre nociones o ideas metodoló- superior que se deriva del nivel
la química trataron cuestiones
la temperatura de calentamiento
gicas generalmente aceptadas. Entre los ejemplos mecanocuántico, mas no se refilosóficas en un abundante
se mantiene constante. A María,
destacados de los primeros tiempos se cuentan Ben- duce a él. También otros químiacervo de excelentes estudios
quien era una gran conocedora
jamin Brodie, Frantisek Wald, Wilhelm Ostwald y cos empezaron a cuestionar el
sobre la historia de las ideas,
de las técnicas alquimistas, se le
Pierre Duhem. Sin embargo, la serie de químicos reduccionismo ingenuo.
teorías y métodos, y las mutuas
cree inventora de varios aparatos
con inquietudes filosóficas no terminó a principios
repercusiones entre la químiComo nunca se ha trazado
del siglo xx.3 Por ejemplo, la obra de Paneth (1962) una frontera nítida entre la filoalquimistas, entre ellos uno llamado
ca, por un lado, y las disciplisobre los isótopos lo hizo pensar en el concepto de sofía y la historia de la ciencia, no
kerotakis, una especie de destilador
nas contiguas —la filosofía, las
“elemento químico”. La reflexión de Mittasch (1948) es de extrañar que muchos hisa reflujo. También se dice que
humanidades, la religión— y
acerca de la noción de causalidad en química se de- toriadores de la química hayan
desarrolló el tribikos, un equipo para
la sociedad en general, por el
rivó de sus estudios de la catálisis química. Ante la abordado el campo ocupándose
destilar. El kerotakis se usaba para
otro. En la medida en que lo
renuencia de sus contemporáneos científicos a acep- de consideraciones filosóficas
tratar placas metálicas con vapores
hicieron a fin de lograr un metar sus teorías, y con base en su concienzuda expe- del pasado, dos de las cuales llede diversas sustancias, lo cual tenía
jor entendimiento de nuestra
riencia en la práctica de laboratorio, Polanyi (1958) garon a distinguirse tanto entre
por objeto la transformación de los
actual cultura intelectual y del
cuestionó las metodologías científicas racionalistas los temas históricos de la químetales comunes en oro.
papel que en ella desempeña
aceptadas señalando la importancia de los factores mica que es imposible reseñar
la química, desarrollaron un
trabajo que los filósofos profesociales y del papel del conocimiento tácito. Caldin aquí la literatura. Se trata de la
(1959, 1961), quien como cualquier químico trabajó consideración metafísica del atomismo y la considera- sionales se negaron a hacer. Es interesante que los
sobre todo en el laboratorio, aleción metodológica del cambio pocos filósofos occidentales que se ocuparon de la
gó que la metodología popperiaconceptual y el progreso teórico química por extenso en libros, por ejemplo Gaston
uando alguien quiera
na entonces imperante era incasegún los ejemplifica la exposi- Bachelard, Ströker y François Dagognet, tuvieran
burlarse de las ideas y los
paz de comprender la función de
ción de Thomas Kuhn de la “re- marcados intereses en la historia.
objetivos de la alquimia,
El ejemplo de la historia anterior a 1990 en los
la experimentación en las cienvolución química”.4 Desde luego,
bastaría con recordarle que
ambos temas atrajeron también países occidentales ilustra que se necesitan recias experimentales y el modo
una de las mentes más brillantes
a muchos filósofos. El segundo flexiones filosóficas sobre la química, les interese
en que los científicos se ocupan
y quien es considerado uno de
tema, en particular, produjo du- o no a los filósofos profesionales. Esta necesidad
de las teorías.
los mejores científicos que hayan
rante un tiempo un alto grado comprende tanto el análisis de hechos y aspectos
Desde fines de los años setenexistido jamás, sir Isaac Newton,
de colaboración y competencia específicos de la química como perspectivas inteta, por otra parte, químicos teóestaba más que interesado en buscar
fructíferas, y un aluvión de es- gradoras para situarla en el conjunto de la cultura
ricos que se afanaban en el desarecetas para transmutar metales.
tudios casuísticos. Cuestionados y la historia de las ideas. Gracias a su formación,
rrollo de modelos de la química
Newton fue un alquimista
por el rigor historiográfico de sus los filósofos suelen tener aptitudes particulares
cuántica para fines químicos
aficionado que se dedicó a estudiar
colegas, los estudios de los filó- para satisfacer estas necesidades si se acompaempezaron a poner en duda la
los escritos más esotéricos de la Gran
sofos a menudo no diferían gran ñan de cierto conocimiento de la química e inteingenua opinión reduccionista,
Obra, en búsqueda de la fórmula para
cosa de las obras históricas, sal- rés en ella. Uno y otro faltaban, sin embargo, salque no obstante era común entransmutar metales, convencido
vo en la mayor ambición de con- vo en unas cuantas personas ajenas a los círculos
tre los filósofos de la ciencia ocplenamente de que los alquimistas
vertirlos en argumento a favor o establecidos.W
cidentales, según la cual los conrealmente poseían un secreto, mismo
en contra de una postura metoceptos y las leyes de la química
que él se sentía capaz de descifrar. Su
dológica general, por ejemplo, la
podían inferirse simplemente
estudio se basó en el “león verde”, el
de Popper, Kuhn, Lakatos, etc.
de principios mecanocuánticos.
régulo con estrella del antimonio.
Sin embargo, elegir historias de
En un fecundo ensayo, Wooley
Hizo también voluminosos
la química como pruebas de una
(1978) afirmó que el concepto
escritos sobre sus estudios teológicos
u otra metodología general de la
de estructura química no podía
acerca de los pasajes más místicos
ciencia en conjunto difícilmente
deducirse de la mecánica cuánde la Biblia, especialmente los
es un argumento concluyente, y
tica. Primas (1981, 1985) dedirelacionados con las profecías. Contra
lo que pudiera creerse, Newton
estaba mucho más orgulloso por sus
3Los lectores interesados pueden encontrar
estudios bíblicos y alquimistas que
4Paul Hoyningen-Huene ha afirmado que
más información sobre los químicos
Joachim Schummer, filósofo y químico, es profesor en
la revolución química fue incluso el caso
mencionados en la serie de HYLE
por sus trabajos científicos.
la Universidad de Hannover. Traducción de Gerardo
paradigmático que inspiró a Kuhn su noción
Short Biographies of Philosophizing
de revoluciones científicas.
Chemists.
Noriega Rivero.
M
C
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13
14
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E N S AYO
Sobre el experimento
químico
¿Qué distingue al quehacer de los químicos?
Preguntas como ésta han dado pie al auge de una novedosa
disciplina: la filosofía de la química. Uno de sus impulsores entre
nosotros intenta aquí una respuesta, en la que se denuncia cierto
desdén intelectual que ha padecido el trabajo de los químicos y
muestra la complejidad de asomarse a los lugares en que se
hurga en lo esencial de la naturaleza
JOSÉ ANTONIO CHAMIZO
L
a química actual es heredera de una gran cantidad
de oficios y tradiciones que
influyeron en la vida cotidiana de todas las culturas. Los laboratorios, tal y
como los conocemos hoy,
son una de esas herencias
compartidas con las otras
ciencias y que caracterizan el quehacer de la química como una ciencia experimental. Sin embargo, el experimento químico,
como acto de creación y que identifica a la química
como la actividad científica más productiva, lo vuelve prácticamente singular.
Los laboratorios son espacios dedicados al trabajo
práctico en lugar de a la investigación teórica; las actividades realizadas en ellos desde hace miles de años
han sido consideradas, por ello, de menor nivel intelectual. La palabra latina laborare nos remite al trabajo manual, el cual era realizado, tanto en el imperio
romano como en las ciudades griegas que lo antecedieron, por los esclavos. El filósofo inglés del siglo xvii
Thomas Hobbes indicaba la inferioridad social de
aquellos que se dedicaban al trabajo práctico: drogueros, jardineros, herreros o mecánicos. Aquellos que
suponían que con dinero (con el cual comprar mejores materiales y/o equipamiento) podían obtener conocimiento, estaban equivocados. Para él, como para
otros muchos académicos de su tiempo y aun de hoy
en día, una biblioteca era mucho mejor que un laboratorio. Estas ideas calaron fuertemente en la mentalidad y en las universidades hispanas y posteriormente
latinoamericanas, particularmente en lo referente a
la investigación y enseñanza de la química, en la que
se privilegió el hablar al hacer.
Desde la más remota antigüedad y en particular a
partir de la Edad Media, la preparación de medicamentos, la fabricación de jabones, pigmentos, vidrio,
materiales cerámicos y explosivos, y la extracción
de metales fueron actividades prácticas, alejadas de
la reflexión filosófica y realizadas alrededor de mercados y en lugares públicos. Sin embargo, desde esa
época ya se identifica la característica más importante de un laboratorio: su aislamiento de la vida
cotidiana. Esto se logró con los primeros laboratorios de química, que antecedieron a los de física por
casi dos siglos. Como ha indicado Maurice Crosland,
“En los laboratorios alquímicos habría uno o varios
hornos, de ser posible junto con un almacén de combustible y un suministro de agua, con un fregadero,
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frascos, retortas y otros aparatos, y una variedad de
reactivos químicos etiquetados. […] era habitual en los
laboratorios alquímicos la presencia de diferentes tipos de horno, que ofrecían grados ascendentes de calor, desde un fuego suave con un baño de agua hasta
un horno de reverbero. La destilación usualmente se
llevaba a cabo a una temperatura intermedia, aunque,
por supuesto, el concepto de temperatura realmente se
alcanzó sólo en el siglo xviii.”1
Así, desde el siglo xvii el acceso a una fuente de calor permanente y agua corriente fueron configurando
el espacio de lo que hoy reconocemos en cualquier lugar
del mundo como un laboratorio. Incluso a principios
del xix los laboratorios de química eran aquellos en los
que se utilizaba la recién descubierta corriente eléctrica
y que en Inglaterra Humphry Davy utilizó tan eficazmente para aislar muchos de los elementos alcalinos y
alcalinotérreos.
Los aparatos y los reactivos en los laboratorios químicos eran productos artesanales, construidos y preparados localmente. Eran preciadísimos, como se muestra en las cartas que Stanislao Cannizzaro, en pleno
siglo xix, escribía a sus colegas, en diversos lugares de
Italia, para intercambiar entre ellos sus artefactos. Es
importante hacer notar que los aparatos utilizados en
los laboratorios, a partir del siglo xvii, eran construidos
ya con dos intenciones: por un lado, para realizar propiamente investigación en química y, por otro, para enseñar. Algunos de los aparatos que utilizó Antoine Lavoisier tenían este último propósito. La fabricación masiva de balanzas comerciales empezó en Londres solo
hasta mediados del siglo xix, poco antes de que Robert
Bunsen, en Alemania, inventara su famoso mechero.
Los químicos, aproximadamente un poco más de
tres millones de personas en todo el mundo, hacemos
nuevas sustancias. El número de sustancias y de aplicaciones comerciales de las mismas ha crecido de manera impresionante a lo largo de los últimos doscientos
años. De algunos cientos en 1800 a hoy (mayo de 2011),
cuando se han identificado pocos más de 56 millones
de sustancias diferentes (y se van añadiendo aproximadamente 6 mil cada día), de los cuales 48 millones se
comercializan.
La síntesis de nuevos compuestos hace que la química sea la ciencia más productiva. Como lo ha indicado
el filósofo de la química Joachim Schummer, en el año
2000 el Chemical Abstracts, la base de datos que infor-
1 Maurice Crosland, “Early Laboratories c.1600-c.1800 and the Location
of Experimental Science”, Annals of Science, 62, 2005, pp. 233-253.
a
ma sobre la mayoría de publicaciones de esta disciplina, reportaba prácticamente el mismo número de
publicaciones que todas las demás ciencias juntas.2
La síntesis de nuevos compuestos se hace a través
de experimentos químicos. Y en ellos los gases y el
aire mismo funcionan como disolventes permitiendo o inhibiendo la formación de determinados productos químicos. La síntesis de una determinada
sustancia química, como un medicamento o un material específico, se logra en un disolvente, pero no
en otro diferente. Como lo ha indicado Cerruti: “Los
fenómenos son generalmente aceptados, y filosóficamente discutidos, como los objetivos y el resultado del experimento en física; en general, las sustancias son los objetivos y los resultados de las prácticas experimentales más importantes en química.”3
Así, podemos llegar a definir lo que es un experimento químico, definición que lo separa claramente
de los experimentos realizados en las otras ciencias:
“El experimento químico crea, en un aparato, un fenómeno (sustancia) utilizando como instrumentos
(capaces de aislar físicamente las propiedades de las
entidades que queremos usar y/o conocer) disolventes y reactivos específicos.”4
La química actual es la empresa tecnocientífica
más productiva. Lo sepamos o no, nos guste o no
nos guste, los cerca de 7 mil millones de personas
que habitamos este planeta vivimos en un mundo artificial construido fundamentalmente a partir de experimentos químicos. Este enorme poder
coloca a la química actual como parcialmente responsable de muchos problemas e indispensable
para su solución. W
José Antonio Chamizo, profesor en la Facultad de
Química de la UNA M , es un activo divulgador de esta
ciencia (y también de las otras, como cuando fue director de Universum). Coordinó Historia y filosofía
de la química: aportes para la enseñanza, publicado hace unos meses por Siglo Veintiuno Editores.
2 Joachim Schummer, “La filosofía de la química. De la infancia
hacia la madurez”, en Davis Baird, Eric Scerri y Lee McIntyre, comps.,
Filosofía de la química. Síntesis de una nueva disciplina, fce, 2011.
3 Luigi Cerruti, “Chemicals as Instruments. A Language Game”, HYLE,
4, 1998, pp. 1-18 (disponible en www.hyle.org/journal/issues/4/cerruti.
htm).
4 José Antonio Chamizo, “The Chemical Experiment”, ponencia
presentada en el Summer Symposium. International Society for the
Philosophy of Chemistry, Oxford, 2010.
15
H AY Q U Í M I C A E N T R E N O S O T R O S
R E CO M E N DAC I O N E S
La
química
en La
Ciencia
para
Todos
volumen de La ciencia nuestra de cada
día, que verá la luz este mismo año.
1ª ed., 2007, 242 pp.
978 968 16 8443 3
$77
DE LA ALQUIMIA
A LA QUÍMICA
EL CARBONO
T E R E S A D E L A S E LVA
PEDRO BOSCH GIR A L
Y G R A C I E L A PA C H E C O
Cuentos orientales
Un viaje apasionante —como todos los
viajes del científico: con la razón y la
imaginación a todo tren— emprenderá
el lector de estas historias en que la
autora lanza preguntas básicas: ¿de qué
está hecha la materia que nos rodea
y de la que formamos parte?, ¿es válido
suponer que está formada por la
agregación interactiva de moléculas
indestructibles?, ¿existen las partículas
últimas? Empleando recursos literarios,
en un bien logrado tono narrativo,
Teresa de la Selva, maestra en ciencias
por la unam y doctora en física por la
uam, va aproximándose a las respuestas,
“desde la complejidad y oscuridad de la
alquimia a la sencillez y luminosidad de
la teoría atómica de Dalton y Avogadro”,
pasando por la importancia de la teoría
del flogisto y por la grandeza de las
aportaciones de Lavoisier.
3ª ed., 2003, 162 pp.
978 968 16 6909 6
$59
Si los libros dedicados a la química
publicados por el fce son sin falta
atractivos e informados, éste es
particularmente seductor, gracias
a la audaz propuesta de sus autores:
develar todos los secretos del
carbono y sus propiedades a partir
de cuentos que ocurren dentro de la
atmósfera —su tono, sus aires y su
ambiente— de Las mil y una noches,
con sus peripecias, sinsabores y
sentimientos de príncipes, doncellas y
sultanes. Desfilan en esta afortunada
reunión de literatura y ciencia, que
no carece de una puntual explicación
de términos técnicos, temas de gran
interés, como el de los átomos de
carbono, los diamantes, el grafito,
los carbonos naturales, el carbono
14, entre otros que cautivarán a los
lectores. De Bosch Giral el fce ha
publicado también Fuego en el alma y
en la vida infierno.
3ª ed., 2002, 122 pp.
978 968 16 6650 7
$59
LA QUÍMICA Y LA COCINA
J O S É L U I S C Ó R D O VA F R U N Z
Además de servir para la preparación
de los platillos sabrosos y nutritivos,
la cocina es campo propicio para
observar más de 200 reactivos
químicos y equipos y procedimientos
análogos a los de un laboratorio. El
autor acude a la experiencia culinaria
para mostrar el vastísimo campo de
la química y cómo se entrelazan, de
numerosos modos, el conocimiento
científico y el común, lo que bien
puede llevar del asombro a la
reflexión; revisa, en consecuencia,
los componentes de los alimentos, las
formas de preparación; el olor, el color
y el sabor, la sazón, la temperatura,
entre otros temas ricos y de lo
más ilustrativos, siempre con una
intención didáctica que se acompaña
de ejemplos concretos.
3ª ed., 2002, 154 pp.
978 968 16 6608 8
$59
DEL TEQUESQUITE AL ADN
Algunas facetas de la química en México
A N DON I GA R R ITZ RU IZ
Y JOSÉ A N TON IO CH A MIZO
LA CIENCIA NUESTRA
DE CADA DÍA
Con precisión y un enorme cúmulo
de datos, los autores de este libro
examinan los usos diversos de
ciertos elementos químicos en la
vida mexicana, desde las sales (el
tequesquite) en la época prehispánica
hasta los presentes en la industria
petrolera. Se presenta, así, una
historia compendiada y reveladora
de aspectos centrales de la química
y sus aplicaciones en los campos
educativos, cotidianos e industriales
en nuestro país. A la vez, se explican
con claridad conceptos centrales de la
materia, como los de “ácido”, “base”,
“macromoléculas” o la “doble hélice
del adn”, por ejemplo, con la ayuda de
reveladores cuadros ilustrativos del
fondo químico que hay en nuestros
bienes de uso común. Una lectura
adecuada para aquel que quiera
conocer mejor, y sin complicaciones, el
mundo que nos rodea.
FR A NCISCO R EBOLLEDO
4ª ed., 2003, 143 pp.
978 968 16 6890 7
$72
16
QUÍMICA, UNIVERSO,
TIERRA Y VIDA
A L F O N S O R O M O D E V I VA R
La ciencia es fruto de la curiosidad,
la perseverancia, el talento y la
imaginación. Tales atributos son los
que despliega el autor de estos artículos
—reunión de textos, de calidad
literaria, publicados originalmente
en el suplemento cultural Laberinto
del diario Milenio,— al abordar temas
centrales de la física, la astronomía,
la química, la biología y la evolución.
Pasan por estas páginas, temas
como el tiempo, la luz, la gravedad, la
fuerza atómica, Marte (¡amenazado
por una hipotética colonización
terráquea!), las estrellas de neutrones,
los elementos químicos, el hombre de
Flores... Quien quede atrapado por la
prosa del autor de la célebre novela
Rasero, del estudio Desde la barranca.
Malcolm Lowry y México (Colección
Popular, 2004) y de los relatos
reunidos en Pastora y otras historias
del abuelo (Letras Mexicanas, 1997)
quedará a la espera del segundo
a
En el origen del Universo, de la
Tierra y de la vida están presenten,
de modos sencillos o complejos,
diversos procesos químicos en los
que intervienen distintos elementos.
Aquí se describen estos procesos y
estos elementos, las formas en que
interactúan y los equilibrios que
generan. El autor explica cómo actúa
la química en estas grandes escalas
(los otros planetas, por ejemplo) y
se detiene también, con fortuna, en
casos concretos, conocidos por todos
nosotros desde tiempos lejanos,
como lo que ocurre en los alimentos
(un caso: el del tradicional pozole)
o en productos más recientes y de
uso generalizado (los detergentes,
que pueden ser degradables o
biodegradables).
3ª ed., 2003, 160 pp.
978 968 16 6799 3
$59
JUNIO DE 2011
H AY Q U Í M I C A E N T R E N O S O T R O S
A D E L A N TO
Una ojeada
al nanomundo
No es fácil enseñar ciencias, pues el objetivo debe ser, además
de la transmisión de conocimientos concretos, la adopción de un modo de
pensar que permita formular preguntas, conjeturar respuestas y validar esas
hipótesis. El Fondo prepara la publicación de 29 conceptos clave para
disfrutar de la ciencia —del que hemos tomado este fragmento para
abrir el apetito de los lectores—, que forma parte de un innovador proyecto
francés de involucrar a padres y maestros en la difusión de la ciencia
H E N R I VA N DA M M E
T
odo aquél que haya participado en una manifestación un poco agitada lo
sabe: ¡los golpes los reciben quienes están en primera fila! En el nanomundo sucede lo mismo; así, de
todos los átomos que constituyen un nanoobjeto, los
de la primera capa atómica del objeto (su “piel”) son los que más resienten los
choques con las moléculas circundantes. Los átomos
que se encuentran resguardados en el interior del objeto están en una situación incomparablemente más
cómoda. Aunque se mueven junto con los otros, pues
todo el objeto recibe un choque, no están en contacto
directo con el proyectil. Incluso, estar en segunda fila
(en la segunda capa atómica “bajo” la superficie) representa un progreso notable en cuanto a comodidad.
Los átomos de la primera capa no sólo son los más
expuestos, sino que también son los más vulnerables.
No sólo son quienes reciben los golpes, sino también
quienes menos los resisten. ¿Por qué? Simplemente porque tienen menos vecinos en el nanoobjeto. Un
átomo del interior tiene un vecino a la izquierda y otro
a la derecha, un vecino al frente y otro atrás, un vecino abajo y otro arriba. Cada uno establece una relación química con el átomo en cuestión, que se mantiene con fuerza en su posición de equilibrio. Aunque la
energía térmica lo haga vibrar, alargando momentáneamente un enlace y acortando el que está en dirección opuesta, su posición promedio está bien definida
y bien centrada.
Un átomo de la superficie está en una situación menos estable. Le hace falta cuando menos un vecino,
es decir, un enlace. Eso afecta sus vibraciones, que
son más amplias, sobre todo en la dirección del vecino faltante, perpendicular a la superficie. También se
modifica su comportamiento químico. Su “estado de
carencia”, en términos de enlaces químicos, lo vuelve más reactivo. Tratará de establecer un enlace con
cualquier cosa que esté a su alcance; en particular, con
las moléculas del medio que golpean la superficie del
nanoobjeto. En algunos casos, la molécula que golpea
la superficie tiene suficiente energía como para no enlazarse, y simplemente rebota. En otros casos se deja
atrapar, cuando menos temporalmente, por un átomo
de la superficie, ávido por restablecer el enlace que le
falta. Este enlace temporal entre un átomo (o una molécula) del medio y un átomo de la superficie del nanoobjeto se conoce como absorción. Según la intensidad del enlace establecido, se habla de absorción física
(débil) o absorción química (fuerte). En algunos casos,
la interacción es tan fuerte que la molécula absorbida
JUNIO DE 2011
Consideremos un cubo de platino de 1 cm de lado.
se rompe en dos o más fragmentos. Por ejemplo, cuando
una molécula de hidrógeno libre (H2) golpea la super- El diámetro de un átomo de platino es cercano a 0.2
ficie de un trozo de níquel (Ni), la interacción entre los nanómetros, es decir, 2 × 10–10 metros. Un lado del
dos átomos de hidrógeno con dos átomos de níquel de la cubo (recuérdese que 1 cm = 10–2 m) tiene entonces
superficie sólida produce su disociación. El enlace H-H unos 5 × 107 átomos (o sea, 50 millones). En total, el
se rompe y cada átomo de hidrógeno se enlaza con un cubo contiene (5 × 107)3 = 125 × 1021 átomos. ¿Cuanátomo de níquel, de manera que se forman dos enlaces tos están “en primera fila”, es decir, en la superficie
Ni-H. Esos enlaces son temporales pues, una vez absor- del cubo, listos para ayudar en la reacción química?
bidos, los átomos de hidrógeno pueden “saltar” a otros Para calcularlo, basta contar la cantidad de átomos
átomos de níquel que también estén en estado de caren- en una cara del cubo, que son (5 × 107)2 = 25 × 1014, y
cia. Por lo tanto, las especies químicas absorbidas son multiplicar ese número por 6. El resultado son 150 ×
1014 átomos, un número enorme pero mumóviles, y si dos átomos de hidrógeno se encho menor que la cantidad total de átocuentran mientras siguen un camino al azar
mos en el trozo. Al comparar ambos núpor la superficie, pueden recombinarse para
meros, notamos que aproximadamente
formar una molécula de hidrógeno libre, que
sólo uno de cada diez millones de átomos
regresará al medio gaseoso.
está en la superficie y es útil a la reacción
Esos fenómenos de absorción constituquímica.
yen la base de la catálisis heterogénea, sin la
¿Cómo podemos mejorar la situación?
cual no podrían funcionar varios sectores de
No se necesita mucha reflexión para darla industria química. Una molécula absorbise cuenta de que basta cortar el cubo en
da no está en el mismo estado energético que
pedazos pequeños. Cada vez que lo coruna molécula libre. Esto resulta cierto en
29 CONCEPTOS
tamos, dejamos átomos nuevos en la suparticular para las moléculas o las asociacioCLAVE PARA
perficie exterior, en ambos lados del cornes de moléculas que llamamos “estados de
DISFRUTAR
te. Si pudiéramos cortar en pedazos tan
transición”. Cuando una molécula A se transDE LA CIENCIA
pequeños que tuvieran un solo átomo,
forma en una molécula B, suele pasar por un
¡todos los átomos de platino estarían “en
estado intermedio A* de energía muy elevada.
Pierre Léna,
Para transformarse, A debe alcanzar un umla superficie”! Tal división no es muy reaYves Quéré y
bral energético, y esto limita la velocidad de
lista, pero los químicos de la catálisis son
la reacción química. Si la reacción tiene lugar Béatrice Salviat maestros en el arte de preparar metales y
(comps.)
sobre la superficie de un sólido al que puedan
otros catalizadores en forma de partícuenlazarse temporalmente A, A* y eventuallas de tamaño cercano al nanómetro. Un
FCE,
mente B, la energía necesaria para alcanzar
cálculo análogo al que hicimos, para un
México, 2011
ISBN
el estado A* (lo que se conoce como altura del
cubo de 1 nm del lado, ¡muestra que cua9788437506432
umbral) disminuye mucho y la reacción se
tro de cada cinco átomos de platino están
acelera. Lo que sucede para una reacción simple de tipo en la superficie! (Nótese que, para hacer el cálculo
A E B, también es cierto para reacciones más complejas, correctamente con cubos tan pequeños, debemos
como A + B E C + D.
considerar que con el método utilizado para el cubo
Los catalizadores más comunes son metales, óxidos de 1 cm, contamos dos veces los átomos de las aristas
y sulfuros. Un ejemplo muy extendido y muy útil es el de y tres veces los de los vértices; con cubos grandes, el
las chimeneas catalíticas. Éstas contienen una peque- error resultante es despreciable, pero con cubos de
ña cantidad de platino, que puede transformar algunos un nanómetro es importante considerarlo.)
venenos resultantes de la combustión del carburante,
¿Cuál es el área de dicha superficie? Un cubo de
como el monóxido de carbono (CO) o el óxido de nitró- 1 cm de lado tiene 6 cm2 de contacto con el medio.
geno (NO), en compuestos inofensivos, como el dióxido Si lo partimos en cubos de 1 nm de lado, tenemos un
de carbono (CO2) y el nitrógeno libre (N2). Es verdad que área de 6 000 m2, o sea, ¡más de media hectárea! En
el dióxido de carbono es el principal productor de efec- una chimenea catalítica, el gas recorre un área simito invernadero, pero al menos no envenena la sangre. lar. ¡Por eso funciona el método! La materia en forma
El platino no se presenta en forma de anillos ni de tro- de nanoobjetos no tiene mucho volumen. Se trata,
zos colgantes, sino como nanopartículas que tapizan las por decirlo de algún modo, de polvo atómico…W
paredes de un bloque cerámico muy poroso. ¿Por qué?
Para entenderlo, basta, por un lado, recordar que los Henri Van Damme, físico de origen belga, es
átomos de platino de la superficie son los que trabajan y, profesor en la Escuela Superior de Física y Química
por otro, realizar un pequeño cálculo.
Industriales, de París. Traducción de Martín Manrique.
a
17
H AY Q U Í M I C A E N T R E N O S O T R O S
A D E L A N TO
Si Darwin
hubiera sido
químico…
QUÍMICA
COMBINATORIA
Ricardo Furlán
Ernesto Mata
FCE,
México
2011
En la química combinatoria —tema que abordan los argentinos
Ricardo Furlán y Ernesto Mata en un libro de próxima aparición,
coeditado con la Sociedad Mexicana de Física— sobrevive buena
parte del ánimo de los alquimistas: convertir una sustancia en
otra. Pero en esta no del todo explotada rama de la ciencia de los
elementos los resultados son menos místicos y,
a qué dudar, más útiles
MARTÍN BONFIL OLIVERA
L
a química es una ciencia con
dos caras: una es la analítica,
que descubre de qué está hecho el mundo. Pero es la otra,
la sintética, la que representa
su lado más creativo. Y es que
la química es la única ciencia
que —sobre todo en el último
siglo— crea sus propios objetos de estudio.
Los productos de utilidad para el ser humano, especialmente los fármacos, se habían obtenido tradicionalmente a partir de plantas y otros seres vivos.
Pero, aunque los llamados “productos naturales”
siguen ofreciendo una gran riqueza, su localización, aislamiento y estudio se habían convertido en
un gran cuello de botella para la industria químicofarmacéutica. La continua necesidad de nuevas moléculas sobrepasa lo que la naturaleza puede ofrecer.
Una solución había sido, hasta hace poco, la síntesis química. Pero se trata de un proceso laborioso,
detallado y artesanal, en que “un compuesto [era]
cuidadosa e individualmente preparado, asegurándose su pureza y la perfecta caracterización de intermediarios y productos”.
Entonces entró en escena la química combinatoria. El principio es simple: en vez de trabajosamente
localizar compuestos naturales que tengan efectos
farmacológicos, o sintetizar uno por uno compuestos nuevos y ensayar su posible actividad, ¿por qué
no imitar a la evolución, en su proceso de variación y
selección, tan genialmente descrito por Darwin?
El enfoque combinatorio, en vez de hacer reaccionar una sustancia A con otra B para formar el producto AB, utiliza una gran cantidad de variantes de
A (A1, A2,…, An), y las hace reaccionar, en paralelo, con
numerosas variantes de B (B1, B2,…, Bn), para producir una cantidad inmensa de productos AnBn distintos. A continuación, somete a todos los productos así
formados a pruebas simultáneas —pero separadas—
de actividad, para determinar cuáles son los más eficaces. El ciclo puede repetirse, esta vez con el reactivo C, para obtener variantes ABC de las moléculas
más exitosas del paso anterior, hasta obtener fármacos con una gran especificidad y actividad, de manera rápida y relativamente sencilla.
Es precisamente esta nueva modalidad de la síntesis química la que presenta el libro de Ricardo
Furlán y Ernesto Mata, investigadores de la argentina Universidad Nacional de Rosario y miembros
del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas
y Técnicas. En él, ofrecen una visión panorámica de
su historia, desarrollo, aplicaciones, técnicas y casos
exitosos, que sin duda resultará utilísima para actualizar las bibliotecas no sólo de químicos (orgánicos, industriales, farmacéuticos y de muchas otras
ramas), sino también los programas de las escuelas
de química en Latinoamérica.
Al examinar el libro, dirigido a estudiantes o especialistas del área química, lo primero que se descubre es que la sencillez de la química combinatoria
es sólo aparente. En realidad consta de una gran variedad de técnicas muy refinadas y requiere tecnología especial: desde procesos relativamente manuales, que utilizan pipetas múltiples, varillas y “placas”
con cientos de “pozos” de reacción, pasando por métodos como el descriptivamente llamado “de saquitos de té”, hasta las tecnologías robóticas, controladas por computadora y ejecutadas por brazos mecánicos, del “tamizado de alto rendimiento” (high
throughput screening), que automatizan y aceleran
notoriamente los distintos pasos de la síntesis y el
posterior análisis, así como las pruebas de actividad
de los compuestos formados.
El método más usado para fabricar las inmensas
“bibliotecas” de variantes moleculares de las que
luego se seleccionan los candidatos más prometedores es la síntesis en fase sólida. Fue desarrollada inicialmente por Bruce Merrifield en 1967 para fabricar
péptidos (cadenas cortas de aminoácidos) y lo hizo
acreedor al premio Nobel de química en 1984 (hoy se
sintetizan también polisacáridos y otros polímeros,
además de moléculas pequeñas como benzodiazepinas, anillos heterocíclicos, beta-lactamas y otras).
En vez de llevar a cabo las reacciones en solución, se fija uno de los reactivos a una sustancia só-
VICENTE
QUIRARTE
☞
18
lida (normalmente una resina), y se van añadiendo
los reactivos, lavando o fi ltrando de manera sencilla entre un paso y otro para evitar contaminación
y así mantener puros los productos. Esto se lleva
a cabo simultáneamente en cientos de reacciones
paralelas.
Para jugar esta especie de “Lego molecular” tiene que conocerse muy bien el tipo de compuestos,
grupos químicos funcionales y reacciones que pueden llevarse a cabo, y las condiciones para hacerlo. El libro de Furlán y Mata describe precisamente
las numerosas variantes de la química combinatoria, pasando por los distintos sustratos sólidos, las
distintas estrategias de reacción (alquilaciones, cicloadiciones, aminaciones, uso de reactivos organometálicos…) y los métodos comerciales disponibles
en el mercado.
Furlán y Mata describen también los fundamentos y opciones para la química combinatoria en solución (fase líquida), en fase fluorada, polímeros solubles o en sistemas bifásicos, y discuten las ventajas e
inconvenientes de cada uno.
No es sorprendente que la química combinatoria misma continúe evolucionando: Los autores
presentan las variantes más novedosas de este enfoque, como la “química enfocada a la diversidad”,
que aborda el problema paradójico de la poca variabilidad de los productos de la química combinatoria
tradicional, que explora sólo regiones limitadas del
“espacio de variabilidad” de los compuestos químicos, o la “química combinatoria dinámica”, en la que
los productos se “seleccionan” a sí mismos según su
estabilidad termodinámica.
Química combinatoria ofrece, sin duda, un necesario y bienvenido primer acercamiento a una prometedora rama de la química que seguramente tiene
todavía por ofrecer sus mejores frutos.W
Martín Bonfil Olivera, químico farmacobiólogo, es
editor de El Muégano Divulgador, boletín mensual de
la Dirección General de Divulgación de la Ciencia,
de la UNA M .
PREMIO
IBEROAMERICANO
DE POESÍA
RAMÓN LÓPEZ
VELARDE
2011
AU TO R D EL FO N D O
a
JUNIO DE 2011
Ilustración: EM M ANUEL PEÑA
CAPITEL
Declaración
de
derechos
DE JUNIO DE 2011
E
Fondo cuenta en su catálogo con
otras obras de Sheridan, como
Los Contemporáneos ayer (Vida
y Pensamiento de México, 1985)
y México en 1932: la polémica
nacionalista (Vida y Pensamiento
de México, 1999).
belleza, de quien logra decir: “Te
punza / te lastima / -y te lame / la
herida.”
poesía
1ª ed., 2011, 99 pp.
978 607 16 0527 6
$140
vida y pensamiento de méxico
1ª ed., 2011, 299 pp.
978 607 16 0562 7 (rústica)
978 607 16 0580 1 (empastada)
$190
A
SEÑALES
DEBIDAS
GU I L L ER MO SH ER I DA N
En el presente libro, uno de
nuestros mayores críticos vuelve a
algunos grandes periodos y figuras
de la poesía mexicana, como
Jorge Cuesta, Gilberto Owen,
José Gorostiza y Salvador Novo,
entre otros. No obstante, Sheridan
regresa a estos temas con novedad
y sabiduría, como en el ensayo
“Sindbad: un viaje al origen”,
donde desentraña de manera
brillante los misterios del gran
poema del escritor sinaloense; de
igual forma analiza las cercanías y
distancias de los Contemporáneos
con Federico García Lorca, los
titánicos volúmenes de la serie La
vida en México de Salvador Novo
y la célebre animadversión que
causó Xavier Villaurrutia entre
los escritores “revolucionarios”.
El lector también hallará textos
sobre Enrique González Rojo, José
Juan Tablada —“la bengala más
reluciente en el amanecer de las
modernas letras mexicanas”—,
la gran Antología de la poesía
mexicana moderna de Jorge
Cuesta, un rescate de Jaime
Torres Bodet y la correspondencia
entre Pedro Henríquez Ureña y
el “abundante” Alfonso Reyes. El
JUNIO DE 2011
TRÍPTICO
CA R LOS SOLÓR Z A NO
CASI NADA
E D U A R D O H U R TA D O
Del mítico futbolista Garrincha,
“dipsómano atareado”, a la
sencilla mesa, “frondosa y
suspendida”; de la “constancia
ciega” de las campanas a los
“laberintos y praderas” de las
cajas, este poemario de Eduardo
Hurtado muestra una asombrosa
sensibilidad para lo diverso y una
extraña capacidad para hallar
la grandeza en los elementos
ordinarios: en un pelícano,
“maltrecho, / vapuleado/ por la
marea irrefrenable”, o en el mar,
que “huye desde sí mismo hacia
otros mares”. Así, ya sea en los
seres comunes como la hormiga,
ya en nociones abstractas como
el sueño, el poeta consigue lo
más preciado del fruto poético: la
n la expresión “libro electrónico” el
adjetivo ejerce tal fuerza que casi podría decirse que cambia la naturaleza
del sustantivo. Los e-books se presentan como nuevas encarnaciones de los que
hemos entendido hasta hace no mucho como
libro —aunque sean justamente lo contrario:
un ejemplo extremo de la separación entre
cuerpo y alma, entre la materialidad del papel y la espiritualidad del “contenido”—, pero
entrañan cambios profundos en el uso de los
textos. Si, como puede leerse en el artículo
de Cyrus Highsmith que aparece en esta edición, el pobre diseño de un libro electrónico
diluye parte del mensaje que autores y editores buscan transmitir con el uso de cierta
familia tipográfica, cierto papel, cierta disposición del texto en la página, también los
términos legales bajo los que se adquieren las
ediciones electrónicas están afectando la relación de los lectores con los textos.
Solórzano , escritor y promotor de
teatro nacido en Guatemala, en
1919, graduado en arquitectura y
en letras hispánicas por la unam,
falleció apenas en marzo de este
año. Como homenaje a su breve y
condensada obra, el fce reúne en
este volumen su novela Los falsos
demonios, cuatro obras de teatro
y sus célebres ensayos sobre arte
dramático: Teatro latinoamericano
en el siglo XX y Significado del teatro
en la vida universitaria de América
Latina, que lo proyectaron como
uno de los principales impulsores
de ese arte escénico. Este libro, en
advertencia preliminar del propio
Solórzano, se propone “mostrar
las dotes del autor en la creación
literaria y en la investigación”.
tierra firme
1ª ed., 2011, 560 pp.
978 607 16 0586 3
$365
a
finales de febrero pasado, la bibliotecaria Sarah Houghton-Jan, directora
asistente de la biblioteca pública de
San Rafael, en California, propuso
una declaración de derechos del usuario de libros electrónicos que llama la atención sobre
algunos aspectos tecnológicos y otros legales
del nuevo avatar de los textos escritos. Asomémonos a los cuatro artículos postulados por la
autora del blog Librarian in Black (librarianinblack.net), cuyo modesto lema es “extraordinariamente informada y por lo tanto adecuadamente necia”, pues por un lado muestran la
magnitud de la metamorfosis en curso y por
otro señalan algunas incomodidades que enfrentan los “poseedores” de libros digitales.
L
a declaración comienza enunciando el
derecho de los lectores a acceder a los
libros electrónicos por encima de las
restricciones impuestas por los fabricantes. Houghton-Jan es una franca oponente
del control de los derechos digitales —conocidos por la sigla drm, de digital rights management—, es decir, de los medios informáticos
que restringen la copia, la impresión, el préstamo, la consulta simultánea en más de un dispositivo de lectura, pues, con un liberalismo
ingenuo, considera que eso atenta contra la
circulación de las ideas. Es cierto que un drm
extremadamente restrictivo puede obstaculizar el acceso a las obras —aunque por definición todo cerco informático puede ser violado
por un hacker suficientemente escurridizo—,
pero el reconocimiento jurídico de la creación
intelectual implica límites a los derechos del
público a conocer, poseer, utilizar una invención, sea literaria o industrial. Este primer artículo de la declaración no alcanza la violencia
de detractores del control de los derechos elec-
19
Ilustración: EM M ANUEL PEÑA
C O L U M N A I N V I TA D A
TIPOGRAFÍA
El olor de los libros
La función de una buena tipografía va más allá de hacer
un texto legible; es, en realidad, uno de los elementos
que confieren carácter y profundidad
a la presentación de la obra
CYRUS HIGHSMITH
P
or fin llegaron los
dispositivos
para
leer libros electrónicos: tenemos iPads,
Kindles y Nooks,
entre otros. Como
tipógrafo y lector
siento gran curiosidad por los efectos de este nuevo
instrumento de lectura y por el tipo de
experiencia que ofrecen. Llevamos esperando este momento casi tanto como
hemos esperado los coches voladores.
Casi todo lo que leí verano pasado,
lo leí en mi celular: instalé la aplicación
Kindle de Amazon y en un instante tenía ya un lector electrónico: ¡tenía libros en el teléfono! (que no es lo mismo
que tener un libro de teléfonos; según
me cuentan, son cosas muy diferentes).
Los problemas tipográficos que surgen cuando se tiene que adaptar la página de un libro a una pantalla tan pequeña como la de un celular son evidentes; resulta tedioso describirlos y no es
necesario explicarlos a los lectores de
La Gaceta. Por ahora, puedo tolerar los
renglones entrecortados y la dificultad
para desplazarse en forma lineal: me
gusta que se pueda modificar el tamaño de la letra y aún más poder ajustar el
brillo del fondo (lo prefiero gris en vez
de blanco), por no hablar de las enormes
ventajas de llevar docenas de libros en
el bolsillo.
Hay quienes no gustan de los libros
electrónicos —y están en su derecho—
pero hay que decir que esta gente a veces es obsesiva. Los más feroces detractores de los libros electrónicos tienen
una curiosa fijación: el olor de los libros
impresos. Hablan todo el tiempo de ese
aroma cautivador que, evidentemente, es una característica que los libros
electrónicos no tienen. Tal vez esto se
convierta en una excelente oportunidad publicitaria para las editoriales de
libros impresos: “¡Aproveche esta edición limitada, empastada y con 20 por
ciento extra de olor a libro!”
En lo personal, no me interesa mucho el olor que puedan, o no, tener los
libros electrónicos y ciertamente no recomendaría el rescate de la Olorovisión,
el fallido sistema por el que una película
se acompañaba de olores. Sin embargo,
tras algunas semanas de practicar esta
nueva forma de lectura descubrí un
20
problema muy elemental y me sorprendió no haberlo notado antes: no tenía ni
idea de qué libro estaba leyendo.
Me gusta la narrativa y tengo la costumbre de leer varias novelas al mismo tiempo, a menudo dos o tres; incluso cambio de una a otra mientras estoy
leyendo. El hecho de que los lectores
electrónicos puedan contener muchos
libros en un solo aparato podría ser muy
conveniente para este tipo de lectura; el
problema es que todos los libros se ven
iguales, y con ello quiero decir: exactamente iguales. Las correcciones de Jonathan Franzen se ve igual que Harry
Potter, el cual, a su vez, es idéntico a Viaje al centro de la Tierra, y todos se parecen, en fin, a mi correo electrónico.
Sé bien que no todo el mundo lee varios libros al mismo tiempo, pero el problema que acabo de señalar es serio y
afecta a todos los lectores.
Un libro impreso no sólo incluye las
palabras del autor: tiene un contenido
visual compuesto por elementos como
la portada, la tipografía y los márgenes,
así como un contenido físico, táctil, que
reside en el papel, el tipo de impresión y
la portada. Todos estos elementos contribuyen a definir el contenido y la identidad del libro. En un libro bien diseñado, estos detalles pueden ayudar a reforzar e intensificar el relato contenido
en el libro. La ilustración de la portada,
por ejemplo, puede evocar la época y el
lugar en que se desarrolla el relato, el estilo de los caracteres puede añadir profundidad a las voces de los personajes
y las orillas intonsas de las páginas de
ciertos libros pueden aumentar nuestra percepción del prestigio del autor.
Todos estos rasgos se complementan
para crear la experiencia de lectura de
un libro.
Podríamos eliminar uno, dos o incluso tres de estos elementos sin afectar demasiado el contenido del libro,
pero si los quitáramos todos, de modo
que cada libro se viera igual a los demás,
como ocurre con los libros electrónicos,
el lector ciertamente se perderá de algo
importante.
Esta situación me recuerda un experimento que se hizo hace algunos años.
A principios del 2007, Gene Weingarten, columnista de The Washington
Post, propuso a Joshua Bell, uno de los
mejores violinistas del mundo, que tocara en una estación de metro en Wash-
ington, D. C., a la hora pico. Esto es lo
que Weingarten escribió al respecto:
“Dos días antes de tocar en el metro, se
habían agotado las entradas para ver a
Joshua Bell en un auditorio de Boston
en el que la entrada costaba aproximadamente cien dólares […] En la víspera
del concierto, los editores de The Post
Magazine se reunieron para pensar
cómo enfrentarían los posibles resultados del experimento. La mayoría pensaba que se correría la voz entre la gente y
que habría problemas para controlar a
la multitud: se imaginaban destellos de
cámaras, gentíos congregados en el metro, embotellamientos obstaculizando
el tráfico ordinario de las horas pico; habría riñas, llegaría la Guardia Nacional
con gases lacrimógenos, balas de goma,
etcétera. Pero resultó que sólo una persona reconoció a Bell; incluso, esta persona llegó casi al final de la función.”
Alrededor de mil personas pasaron por donde estaba Bell y sólo unos
cuantos se detuvieron a escucharlo. Es
probable que hayan ustedes oído esta
historia en las noticias y, si lo hicieron,
también notarían que muchos comentaristas serios concluyeron que ya nadie tenía tiempo para escuchar buena
música, que perdíamos la capacidad de
apreciar las cosas bellas: no eran buenos
augurios para artistas y diseñadores.
No estoy de acuerdo con dicha conclusión. Lo único que demostró el experimento fue un principio básico del arte:
el contexto importa, y mucho. Tenemos
buenas razones para construir esas elegantes salas de concierto para intérpretes como Joshua Bell: la presentación
importa; por eso los creadores invierten tanto tiempo y esfuerzo para que un
evento salga bien. Los detalles se unen
para lograr un gran impacto en el público. Entre más sentidos se involucren en
la apreciación de una obra, su impacto
será mayor. Si se elimina todo el contenido menos el supuesto “elemento principal”, el público se perderá gran parte
de la experiencia.
Uno puede llevar el equivalente a un
estante lleno de libros en un celular y
éste cabe en un bolsillo. Es decir, uno
puede llevar consigo un estante lleno
de libros que son todos iguales entre sí
e incluso iguales a los mensajes de correo electrónico. Cuando esto ocurre,
las grandes obras literarias pueden perderse en la multitud de textos (como
a
se perdió Joshua Bell al tocar el violín
en el metro a la hora pico). No importa
cuánta definición puedan alcanzar las
pantallas de los lectores electrónicos, o
cuanto mejore el interlineado, ni siquiera que se descubra la manera de hacer
que estos aparatos emitan un olor a libros viejos; no podremos explotar todo
el potencial de este nuevo medio hasta
que se logre que los libros se distingan
entre sí, hasta que las historias que contienen se puedan contar de maneras diferentes echando mano de todos los recursos técnicos que estén disponibles.
Uno de esos recursos es, por supuesto, la tipografía. Mi trabajo consiste en
diseñar familias tipográficas y el diseño
tipográfico para los lectores electrónicos es un desafío nuevo e interesante.
La tecnología está cambiando rápidamente, pero eso no es lo que me interesa; lo que me atrae de la tipografía es el
acto de dibujar letras: me parece una
forma muy pura de dibujo puesto que
sólo hay dos componentes, el blanco y el
negro. Desde mi punto de vista, el propósito fundamental del dibujo es contar
historias. Cuando dibujo caracteres estoy, de alguna manera, narrando algo:
la función de una buena tipografía va
más allá de hacer un texto legible; es,
en realidad, uno de los elementos que
confieren carácter y profundidad a la
presentación de la obra. En este sentido, se puede pensar en la tipografía
—sin importar el libro del que se trate—
como una parte de la historia que ahí se
cuenta.
Seguimos esperando la llegada de los
coches voladores, pero los lectores de
libros electrónicos ya están aquí. Conforme disminuya el frenesí que este
cambio tecnológico suscita, se verá que
el trabajo de los artistas, los diseñadores y todos los creadores que se ocupan
de descubrir la mejor manera de contar
una historia apenas empieza.W
Cyrus Highsmith, diseñador de
tipografía, trabaja en el prestigiado
despacho Font Bureau. Quien quiera
conocer uno de sus diseños no tiene
más que abrir un ejemplar del diario
capitalino El Universal: la familia con
patines se llama Zócalo y está basada
en trazos del grabador de punzones
húngaro Nicholas Kis. Traducción de
Lucía Cirianni Salazar.
JUNIO DE 2011
N OV E DA D E S
V ICEN T E L EÑ ERO
En este segundo volumen de su
teatro completo se reúnen once
piezas teatrales que abarcan
una década de producción
(1986-1997), en donde Leñero
refleja con magistral pluma y
humor inteligente la situación,
la historia y el devenir de una
sociedad mexicana compleja.
Entre las obras aquí reunidas
se encuentran Jesucristo Gómez
(1987), Nadie sabe nada (1988),
El Infierno (1989), Hace ya tanto
tiempo (1990) y Los perdedores
(1996). Una joya recuperada
en la presente recopilación es
la entrevista concedida por el
autor de Confabulario a Leñero
unos días después de la muerte
de Juan Rulfo, titulada ¿Te
acuerdas de Rulfo, Juan José
Arreola? (1986), originalmente
publicada por Proceso, en la
cual se revelan muchos secretos
del genio jalisciense, entre
ellos la infinitamente debatida
participación del propio Arreola
en el ordenamiento final de Pedro
Páramo. Hace unas semanas,
al ingresar a la Academia
Mexicana de la Lengua, Leñero
emprendió una lúdica defensa
de la dramaturgia como género
literario, en oposición a la puesta
en escena; quede este volumen
como celebración de uno de los
pocos autores dramáticos que ha
visto representada, ¿deformada?,
prácticamente toda su producción
para la escena.
letras mexicanas
1ª ed., 2011, 616 pp.
978 607 16 0603 7 (rústica)
978 607 16 0604 4 (empastada)
$355
SEIS PLAGAS
MODERNAS Y CÓMO
LAS ESTAMOS
OCASIONANDO
M A R K J E R O M E WA LT E R S
Desde 1999, cuando se enteró,
en su oficina de Manhattan, de
que había llegado a Nueva York
la encefalitis del Oeste del Nilo,
el veterinario Mark Jerome
Walters comenzó a profundizar
JUNIO DE 2011
colección popular
1ª ed., 2011, 224 pp.
978 607 16 0584 9
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ANIMALES
AL NATURAL
Un zoológico portátil
T E R U Y U K I KO M I YA
y TOYOF U M I F U K U DA
Éste libro mide casi 40
centímetros de alto por una buena
razón: las fotos de los animales
están, como sugiere el título,
a tamaño natural. Las tomas
muestran fabulosos detalles
de bichos de diversa talla; se da
también el nombre del animal,
algunas de sus características
físicas y de sus atributos. De esta
manera, los lectores sabrán que
la cebra es un perisodáctilo de la
familia de los équidos que tiene
bigotes en los belfos y, dentro de
las orejas, un pelaje negro y blanco,
y que las hay de Grevi, de la Sabana
y de la Montaña. En estas páginas
quedaron atrapados una jirafa, un
orangután, un tigre, un gracioso
capibara y un koala, tierno como
siempre, con sus pupilas verticales
y alargadas en medio de los ojos, y
con dos dedos ahí donde nosotros
tenemos el solitario pulgar. Pocas
veces tendrá el lector tan cerca
a los habitantes del zoológico.
Quien quiera una nueva dosis de
animales al natural, pero ahora de
los que viven en el acuario, deberá
esperar a que, en unos meses,
publiquemos el segundo volumen
de la serie.
trónicos como Richard Stallman, iniciador del
movimiento copyleft, quien en el reciente congreso The Book Tomorrow: The Future of the
Written Word, organizado por la UNESCO en la
ciudad italiana de Monza, salió con la boutade
de considerar al drm como fruto de “una conspiración maliciosa” y de sugerir que “cualquier
empresa que lo use debe ser acusada de cometer
un delito”.
M
enos extremista, el segundo postulado de la declaración diagnostica la
juventud de la nueva tecnología para
que un texto llegue a sus lectores
—no olvidemos que el libro en papel es otra solución tecnológica a ese problema—: es el derecho
a acceder a los libros electrónicos en cualquier
plataforma, independientemente del hardware
o el software elegidos por el usuario. Hoy está
en curso una batalla campal entre fabricantes
de artefactos, programas informáticos y canales de distribución, que no pueden ocultar sus
aspiraciones monopolísticas y que a menudo
castigan a los lectores al obligarlos a sellar pactos tácitos de fidelidad. Acierta la bibliotecaria
de California al exigir a los editores versatilidad, toda vez que las máquinas lectoras nacen
con el nefasto gen de la obsolescencia planificada, noción diametralmente opuesta a lo que
caracteriza a lo mejor de la producción escrita.
ESTEBAN
Y EL ESCARABAJO
JORGE LUJÁ N,
ilustraciones
de C H I A R A C A R R E R
Esteban y el escarabajo es un
inusual libro para niños no
sólo por su belleza sino por el
contenido ético que presenta.
El Esteban del título es un niño
que al pasear por el jardín de
su casa se encuentra con un
escarabajo y casi sin pensarlo
se quita un zapato, lo empuña
como un arma y… El escarabajo
está en peligro de muerte, pero
de pronto a Esteban se le ocurre
bajar la cabeza a ras del suelo y
mirar a su víctima. Desde ahí,
empequeñecido, descubre que
el escarabajo se ve enorme,
como “un temible triceratops”;
además, esta perspectiva suscita
en Esteban otra reflexión: “Si
dejara caer el zapato, el día
seguiría su curso, pero una
pequeña historia quedaría
interrumpida.” Al final, decide
dejar ir al escarabajo y seguir
su marcha: la conciencia del
daño que uno puede generar ha
aparecido en el niño. De Jorge
Luján también hemos publicado
Accidente celeste (ilustrado por
Piet Grobler), Barco de papel (en
colaboración con la ilustradora
Julia Friese) y Numeralia (que
cuenta con las imágenes de Isol).
M
enor importancia tiene el tercer derecho de la declaración, que clama
por la posibilidad de que los lectores
puedan escribir notas, extraer citas,
imprimir y compartir el contenido de un libro
electrónico, pues buena parte de los dispositivos para ojear los libros ya lo permiten (salvo,
casi siempre, la impresión). Houghton-Jan exige estos derechos en el ánimo del fair use y el
copyright, dos nociones del sistema anglosajón
que no tienen clara contraparte en la legislación mexicana, de inspiración francesa y basada en el derecho de autor.
L
a proclama más trascendente es la cuarta y última, en la que se establece el derecho a conservar, archivar, compartir
y revender los libros electrónicos que el
lector haya comprado. Nadie duda de que esos
cuatro verbos pueden entrar en una oración
cuyo objeto directo sea el libro en papel, pero
acciones tan sencillas, obvias y aparentemente
anodinas se vuelven delicadas en el orbe digital.
HarperCollins, por ejemplo, ha establecido un
límite de consultas, que afecta particularmente la consulta y el préstamo bibliotecario: luego de que 26 usuarios distintos metan la nariz
en un título de esta editorial, el archivo literalmente desaparecerá del anaquel electrónico del
“dueño” del ejemplar. Hace ya un par de años,
Amazon quiso corregir su error de haber aceptado vender una edición electrónica, no autorizada, de 1984, el anticipatorio relato de George
Orwell, y no se le ocurrió mejor salida que retirar subrepticiamente los archivos de cada una
de las máquinas que ya lo habían descargado, lo
que hizo patente la fragilidad en que se hallan
los compradores de esta clase de libros.
los especiales
de a la orilla del viento
1ª ed., 2011, 36 pp.
978 607 16 0610 5
$110
E
Ilustración: E MMANUE L PE ÑA
TEATRO COMPLETO II
en el tema de las epidemias. Por
tal motivo hizo una extensa
investigación alrededor de
seis de las epidemias que más
han azotado a las sociedades
modernas. Así, la enfermedad de
Lyme, el vih-sida —“enfermedad
cuya mortífera diseminación
global era conocida por casi
todos”—, el mal de las vacas locas,
el Síndrome Respiratorio Severo
(sars), la encefalitis del Nilo y la
Salmonela dt 104, son materia
de este escalofriante estudio,
que aporta luz a incógnitas
tales como: ¿en qué condiciones
ambientales y humanas se genera
una epidemia?, ¿qué factores la
permiten y la propagan?, ¿cómo
podemos erradicarla? Sin ser
alarmista, el libro de Walters
hará consciente al lector de
una aterradora verdad: “Ahora,
después de más de tres décadas
(1960), las enfermedades
infecciosas matan a una de cada
tres personas en el mundo.”
los especiales de a la orilla del viento
1ª ed., 2011, 32 pp.
978 607 16 0545 0
$190
a
l préstamo de e-books es una de las áreas
de mayor innovación, tanto de los libreros como de los bibliotecarios; aquéllos
parecían dispuestos a perder algunas
ventas al permitir que un cliente compartiera
sus compras con quien quisiera, siempre que a
su vez este último tuviera una cuenta con esa
librería —lo que en realidad significa la ampliación de su público potencial—, pero para éstos la
restricción tendrá efectos potencialmente devastadores, ya que limitar el número de personas que pueden hacer uso de los libros es contrario al ánimo que da origen a todo reservorio de
libros. Finalmente, constreñir la posibilidad de
vender libros electrónicos “de segunda mano”
sí representa una limitación molesta, violenta,
que lleva al derecho de autor a los terrenos de
la intromisión lesiva. Más que para suscribirla,
esta declaración de derechos sirve para seguir
desentrañando el misterio de esta transustanciación del libro en sentido contrario.W
21
Gonzalo Rojas
1917-2011
El 25 de abril falleció Gonzalo Rojas, el feliz poeta chileno nacido en 1917. Su cercanía con México, y con esta
casa editorial en particular, nos hizo sentirlo uno de los nuestros. Para recordarlo, reproducimos este fragmento
de Otras sílabas sobre Gonzalo Rojas, el libro con que Fabienne Bradu intentó una biografía del vate chileno y
que se convirtió en un empático ensayo sobre la creación literaria
El poeta que
escribía en el viento
FA B IENNE B RA DU
——————————
L
a aspiración de Gonzalo Rojas no es una mera idea, una
postura intelectual, teórica o teológica. Antes bien, es un
ejercicio poético que se verifica literal y figuradamente.
Como sucede en casi toda la poesía de Rojas, hay una dimensión muy literal de la obra y de la vida que es imprescindible tomar en cuenta para entender los vasos comunicantes que las unen en un solo y mismo intento.
“Escribir en el viento” no es una expresión atenazada
entre lo simbólico y el sentido común. “Escribir en el viento” no es la equivalencia poética del proverbio popular: hablar al viento. Para Gonzalo Rojas la fórmula quiere expresar, a un tiempo, la fe absoluta en la necesidad de la palabra poética: las ruinas que desafían al Tiempo, y el
cumplimiento de una apuesta existencial. Efectiva y realmente, escribe en el aire
tantos poemas como los que ha consignado en el papel a lo largo de su vida.
Gonzalo Rojas confiesa que escribe poemas sin escribirlos, mejor dicho, los va
construyendo en su mente, poco a poco, al paso de los días y los desplazamientos,
pero no como quien ensaya versiones antes de correr al escritorio para anotar los
atisbos que eventualmente se convertirán en obra. Cuando está inmerso en semejante ejercicio parece enconcharse como un molusco que transmuta un grano de
arena en perla. Para él escribir en el aire significa, ante todo, nunca dejar de vivir y
de pensar el mundo como poeta. Ser poeta, vivir como poeta, pensar como poeta,
22
no es una actividad a destajo, un oficio de oficinista que se ejerciera a horas fijas,
cuarenta horas a la semana, con días feriados y vacaciones pagadas. Ser poeta es
vivir todos los instantes de una vida mirando, oliendo, oyendo el mundo con los dilatados sentidos. “¿Por qué escribir poesía sobre la vida y no transformar la vida en
poesía?”, proponía Octavio Paz en El arco y la lira. En el caso de los poetas, la indistinción entre obra y vida no se verifica en el cúmulo de coincidencias anecdóticas
entre una y otra. No es un asunto acumulativo, una suma que nos hiciera decir que
el fiel de la balanza se mantiene en equilibro entre los dos platillos. Vivir la poesía
es un saldo incomprobable, inmedible en sumas y restas, algo inconfundible que se
percibe en una manera de ser y de expresarse. Vivir como poeta es otra forma de
coincidentia oppositorum, porque sólo podemos conocerla a través de las palabras
cuando, en rigor, habría que buscarla en el silencio.
Escribir en el aire implica una doble y simultánea conciencia: uno escribe un
poema cuando éste se ha vuelto absolutamente necesario, y para sentir el rigor de
esta necesidad es preciso sacrificar poemas al aire. Se tendería a pensar que los
poemas escritos en el aire, literalmente lanzados a las alturas del olvido, son inferiores a los consignados sobre el papel en virtud de la necesidad que deben encerrar
los últimos. En pocas palabras, los poemas visibles de la obra son los mejores entre
todos los ensayados en la cabeza del poeta. Pero la idea del sacrificio, tan necesaria
a Gonzalo Rojas, podría poner en tela de juicio la certeza deductiva. ¿Y qué si los
poemas escritos en el aire, los que también son “aire nuevo”, fueran los mejores? Es
algo que nunca podremos comprobar pero que daría un peso inconmensurable al
sacrificio. Semejante sacrificio sería la máxima prueba de confianza en la palabra
poética, al tiempo que la más acabada expresión de humildad frente a ella. En el sacrificio también residiría la auténtica libertad, tanto la del poeta como la de la palabra, puesto que el poema dejaría de ser así el único testimonio de una existencia de
poeta. Es esta clase de sacrificio que se adivina tras la renuncia de ciertos poetas. El
arte del callamiento, el silencio como sacrificio mayor (sea el de Rimbaud o de Rulfo), ¿no sería la prueba de que es posible vivir la poesía sin necesidad de atestiguarla
para nadie?
Gonzalo Rojas no se abisma en ninguno de los dos extremos: ni en el exceso de
palabras ni en su ausencia cabal. Consciente de los límites, aunque siempre sea
para intentar rebasarlos, escribe en las dos inseparables vertientes: en el aire y sobre la página. Nosotros, sus lectores, conocemos una sola vertiente, pero, desde
la cumbre que dibuja la obra, no es difícil intuir que la otra debe ser de semejante
magnitud. Sacrificio no es renuncia, aunque en el gesto que sacrifica esté inscrita la
fe en el valor de la renuncia.W
a
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23
Homero Aridjis
Diario de sueños
Obedeciendo a una especie
de disciplina onírica, al despertar
el poeta escribe sus sueños y éstos,
encadenados en una secuencia
literaria, le dan un retrato olvidado
de sí mismo, de manera que ahora,
dice, “confundo poemas con sueños,
y sueños con poemas”
“Diario de sueños es un libro
profundamente bello”
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$ 5H
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—ALEJANDRO JODOROWSKY
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26
poesía
1ª ed., 2011
978 607 16 0552 8
$185
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