Esteban Hernández Parra Nació en Bogotá en 1992. Inició su formación musical en el piano a los seis años de edad y a los once escogió la viola como instrumento principal, teniendo a su padre -Ricardo Hernández- como profesor. En 2009 comenzó su formación profesional en la Fundación Universitaria Juan N. Corpas, con Aníbal Dos Santos. Ha participado activamente en clases magistrales ofrecidas por Marvicpermar Urbina (FESNOJIV), Craig Mumm (Metropolitan Opera Orchestra), Dov Scheindlin (Metropolitan Opera Orchestra) y Jutta Puchhammer-Sédillot (Universidad de Montreal). Se ha presentado en el Auditorio León de Greiff con la Orquesta Colombia Joven, durante el Festival Internacional de Coros de Bogotá en 2009 y 2010. Fue seleccionado como integrante de la Filarmónica Joven de Colombia (FJC) para la temporada 2010-2011, realizando conciertos en las principales ciudades del país en compañía de la Orquesta Joven de las Américas (YOA), bajo la dirección del maestro Carlos Miguel Prieto. Se desempeñó como primera viola en el montaje realizado por la Fundación Universitaria Juan N. Corpas para la XIII versión del Festival Ópera al Parque, que tuvo lugar en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán. Ha participado en el Primer Encuentro Interuniversitario de Violistas y en el Primer Encuentro Nacional de Violistas. Actuó como solista en el Auditorio Fabio Lozano en la temporada 2011 de la Fundación para la Música Angélica Gámez y se desempeña actualmente como primera viola en la Orquesta de Cuerdas de la Fundación Universitaria Juan N. Corpas. Raúl Mesa, piano Es docente y pianista colaborador en las Universidades Nacional de Colombia, la Fundación Universitaria Juan N. Corpas y la Pontificia Universidad Javeriana. Obtuvo su título como Magíster en Música de la Universidad Duquesne, en Pittsburgh (Estados Unidos), donde estudió con David Allen Wehr y Natasha Snitkovsky. Fue ganador del primer premio en el Concurso Nacional de Piano de Bucaramanga en 2003. Inició sus estudios musicales con Jorge Zorro y Pilar Leyva en la Escuela Superior de Música de Tunja, su ciudad natal. Cursó estudios de especialización en dirección de orquesta en la Fundación Universitaria Juan N. Corpas con Luis Vargas. Desde entonces, ha sido el director titular de la Orquesta Sinfónica de la Fundación UniMúsica. Tocó como solista con la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia y la Banda Sinfónica de Vientos de Boyacá. Fue finalista y ganador de las ediciones 2006 y 2007 del Taller Nacional de Dirección de la Orquesta Filarmónica de Bogotá. En varias oportunidades, ha sido invitado a tocar y colaborar con varios solistas en países como Venezuela y Estados Unidos. 1 PROGRAMA Sonata para viola da gamba y clavecín en sol menor No. 3, BWV 1029 JOHANN SEBASTIAN BACH (1685-1750) Vivace Adagio Allegro Concierto para viola y orquesta en re mayor, Op. 1 2 Allegro Andante moderato Rondo CARL STAMITZ (1745-1801) INTERMEDIO Sonata en la menor D. 821, “Arpeggione” Allegro moderato Adagio Allegretto final Candita Pasillo FRANZ SCHUBERT (1797-1828) Transcripción para viola y piano: Hans Drechsel ADOLFO MEJÍA NAVARRO (1905-1973) Arreglo: Ricardo Hernández Mayorga CONCIERTO No. 34 NOTAS AL PROGRAMA Por Bárbara de Martiis De acuerdo con The New Harvard Dictionary of Music, una transcripción es “la adaptación de una composición para un medio distinto a aquel para el cual fue escrito”. La misma fuente considera que los términos transcripción y arreglo pueden ser intercambiables, aunque “el primero implica una mayor fidelidad al original”. Esta noche tendremos la oportunidad de apreciar diversas modalidades de transcripción, ya que ninguna de las obras que componen este recital fue escrita originalmente en la versión que escucharemos: las dos sonatas incluidas en el programa fueron escritas para un instrumento diferente a la viola; en el concierto de Stamitz el piano interpreta una trascripción o reducción de la versión orquestal, y el pasillo final es un arreglo para viola y piano de una obra originalmente concebida para dos violines, violonchelo y piano. La Sonata para viola da gamba y clavecín en sol menor, No. 3, BWV 1029 de Johann Sebastian Bach (1685-1750) es una trascripción para viola da braccio (viola de brazo, en italiano) de una obra escrita para viola da gamba (viola de pierna, en italiano). Este instrumento de seis cuerdas fue utilizado ampliamente entre los siglos XVI y XVIII. La viola da gamba utilizaba, como todos los instrumentos de la época, cuerdas más ligeras y menos tensionadas que los instrumentos de cuerda actuales, y su arco debía ser sostenido con la palma hacia afuera, a diferencia de la práctica actual. La sonata BWV 1029 es la última de las tres sonatas para viola da gamba y clavecín del compositor alemán. Al no conservarse manuscritos de la época, el origen de las tres sonatas permanece incierto, y solo algunas conjeturas nos permiten suponer que Bach las compuso durante su estancia en la corte de Cöthen, probablemente alrededor de 1720, revisándolas posteriormente en Leipzig. En Cöthen, no solo trabajaba como músico de la corte el reconocido violagambista Christian Ferdinand Abel sino que el propio príncipe Leopoldo era un intérprete apasionado tanto de viola da gamba como del clavecín. Dos características importantes de la Sonata BWV 1029 la diferencian radicalmente de las otras dos y han dado pie al debate acerca de si esta fue concebida originalmente como concierto. La primera diferencia está en el número de movimientos: mientras que las sonatas BWV 1027 y 1028 constan de cuatro movimientos, la 1029 solo tiene tres. La segunda tiene relación con el trato que Bach da a los dos instrumentos, pues mientras en las dos primeras, viola y clavecín forman un equipo, la escritura de la tercera es típicamente 3 concertante, es decir, dialogada, como se interrelacionan en un concierto la orquesta y el solista. En el primer movimiento de la sonata, vivace, que recuerda claramente el tercer concierto brandemburgués, el clavecín juega el papel de la orquesta ausente. En la primera sección, el tema lo elaboran ambos instrumentos, y en la segunda, es llevado en “un pintoresco viaje por diferentes tonalidades” (All Music Guide). Una enfática presentación del tema en unísono marca el retorno a la sección inicial y al fin del movimiento. En el adagio siguiente, Bach da a la parte de la mano izquierda del clavecín el papel de bajo continuo1, mientras que la derecha actúa como instrumento melódico en diálogo con la viola, un recurso utilizado en las otras dos sonatas. La sonata concluye con un allegro de compleja estructura que “despliega intrincadas elaboraciones del material temático” (Karl Geiringer). 4 El compositor y célebre violista alemán Carl Stamitz (1745-1801) compusó su Concierto para viola y orquesta en re mayor, Op. 1 en 1774, y lo publicó ese mismo año en París, donde vivía desde 1770. El concierto fue compuesto sin duda para la demostración del virtuosismo del propio compositor, y son justamente su carácter virtuoso y su dificultad técnica los que lo han convertido en pieza obligada del repertorio para viola. En su versión original para orquesta, de la cual el piano haría una adaptación, Stamitz eligió una original orquestación que añadía a los tradicionales grupos de cuerdas un segundo grupo de violas. Esto, más la presencia de dos clarinetes y dos cornos, contribuía a realzar la calidez del instrumento solista. El primer movimiento, allegro, está escrito en la clásica forma sonata, que ofrece a la viola solista pasajes de notable virtuosismo. Continúa el concierto con un andante moderato en re menor, de carácter y tempo contrastantes, una introspectiva cantilena de la viola con algunas intervenciones del acompañamiento, y finalmente el último movimiento, un rondo simple que retoma el carácter alegre del movimiento inicial, cuya estructura se basa en la alternancia entre el solista y la orquesta. La viola solista despliega sus habilidades técnicas y hace gala de virtuosismo, destacándose de manera especial en el último episodio “una conclusión verdaderamente virtuosa, llena de arpegios y con el solista escalando a regiones hasta ahora no exploradas, del diapasón” (Viola in music.com). La Sonata en la menor D. 821, “Arpeggione” fue escrita por el compositor austríaco Franz Schubert (1797-1828) en noviembre Bajo continuo: técnica de composición y ejecución propia y esencial del Barroco, generalmente interpretada por un instrumento armónico (clavecín u órgano) o por instrumento de tesitura grave (violonchelo y viola da gamba). 1 de 1824, cuando el avanzado estado de la sífilis que padecía -y que le ocasionó la muerte- le provocaba cada vez más frecuentes episodios de depresión. El arpeggione o guitarre d’amour, inventado alrededor de 1823 por el célebre constructor de guitarras vienés Johann Georg Stauffer, era una guitarra grande de seis cuerdas que se afinaban como la guitarra común y se tocaba con arco. Este original instrumento no gozó de larga vida, y cuando la sonata fue publicada en 1871, el arpeggione ya estaba extinguido, y la edición original incluía una versión alternativa para violonchelo. En la actualidad, la Sonata per arpeggione se interpreta casi exclusivamente por violistas y chelistas. El allegro moderato que abre la sonata presenta “un tema anhelante tan famoso, que incluso quien no lo haya escuchado nunca, cree reconocerlo” (All Music Guide). A este tema lo sigue otro en notas rápidas, muy apropiado para las características del arpeggione. El adagio que continúa presenta un tema con carácter de himno, y la armonía presente en los compases finales parece “invitar al solista a improvisar una breve transición al allegretto final” (All Music Guide). El recital finaliza con el pasillo Candita del maestro nacido en Sincé, Adolfo Mejía Navarro (1905-1973). Escucharemos esta noche el arreglo que, para viola y piano, realizó Ricardo Hernández, padre del solista. Esto, en palabras del propio Esteban, “lo conecta de manera muy especial con la obra y genera en [él] una gran emotividad al tocarla”. Candita era el nombre con el que llamaban cariñosamente a Candelaria Rojas, secretaria de la Escuela de Música de Cartagena, en cuya casa el compositor vivió inolvidables momentos de tertulia y canción. El maestro Mejía le escribió este pasillo, que refleja la profunda tristeza que sintió tras la partida de Candita, en 1963, a los Estados Unidos. La obra se estructura en tres secciones contrastantes. En la primera, lenta y de carácter nostálgico, el piano introduce el tema que evoca la tristeza de un ser querido que se aleja, melodía que presenta luego la viola a manera de imitación. La segunda sección, en tempo más rápido y de carácter más vivo, rememora los momentos alegres de esta amistad a través de un diálogo entre la viola -que lleva la melodía- y el piano, mientras que la tercera sección, de nuevo en tempo lento, evoca con dulzura el tierno afecto entre el compositor y Candita a través de amplias figuraciones armónicas en el piano y la utilización del registro agudo de la viola. La obra concluye con la repetición del nostálgico fragmento inicial. 5