TEMA 7: AMARÁS A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS

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TEMA 7: AMARÁS A DIOS SOBRE TODAS LAS
COSAS1
Los Diez mandamientos forman una unidad indiscutible. Así lo dejó claro Jesús cuando se lo
preguntaron. “Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley? Él dijo: Amarás al Señor tu Dios con
todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Este mandamiento es el principal y primero. El
segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Estos dos mandamientos sostienen la
ley entera y los profetas” (Mt. 22, 3-40)
No obstante podemos clasificar el decálogo en dos grandes grupos: los tres primeros
mandamientos se refieren a nuestra relación con Dios, y los siete restantes a nuestra relación con el
prójimo.
Hay muchas cosas importantes en la vida del hombre, pero sólo una es fundamental: amar a Dios
dejándose amar por Él.
1. LEY NATURAL, MANDAMIENTOS, BIENAVENTURANZAS
Las leyes ayudan a proteger aquello que es bueno para las personas y a evitar lo que las perjudica.
En el fondo de nuestro corazón está escrita una ley que nos señala lo que está bien y lo que está mal.
A esta ley la llamamos ley natural. Así, aunque nadie se lo prohíba, todo hombre sabe naturalmente que
matar o robar está mal.
Sin embargo, nuestra voluntad y nuestro entendimiento están claramente debilitados. A la
voluntad le cuesta hacer el bien que le propone la inteligencia, y a la inteligencia le cuesta, a menudo,
distinguir el bien del mal. Son las consecuencias del pecado original.
Para facilitar el conocimiento y seguimiento de la ley natural, que Dios ha inscrito en nuestros
corazones, la ha formulado con palabras en los diez mandamientos que transmitió al pueblo de Israel a
través de Moisés. Estos mandamientos garantizan que la vida de cada persona y de toda la sociedad sea
digna de su condición humana, y no puramente animal. No hay, por tanto, oposición entre los
mandamientos revelados y los principios que dicta la razón, ya que el autor de amos es Dios mismo.
Los tres primeros se refieren a nuestra relación con Dios; los siete restantes, a nuestra relación
con el prójimo. Abarcan, pues, toda la vida del hombre.
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Apuntes elaborados a partir de los libros de texto de religión católica de la editorial Casals en sus distintas ediciones. Esta
redistribución de temas y contenidos se hace para facilitar el trabajo en el aula y optimizar los recursos. Se ha usado también
el Catecismo YouCat.
Sin embargo, Jesús nos invita a seguirle más de cerca, a imitarle. Por ello, en el llamado Sermón
de la Montaña, Jesús proclama las Bienaventuranzas. Es una llamada a la perfección del amor, a la
santidad. Es la ley del Evangelio, que tiene por modelo a Jesús y se convierte en el mejor camino para
hacer el bien, porque nos lo ha mostrado el mismo Dios hecho hombre.
A los que viven según este modelo, Jesús les llama bienaventurados, felices. Las bienaventuranzas
señalan el camino hacia esa plenitud del amor que es también plenitud de felicidad. Para seguirlo,
contamos con la gracia del Espíritu Santo que Dios infunde en nuestros corazones.
2. EL PRIMER MANDAMIENTO: AMARÁS A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS
El primer Mandamiento dice: amarás a Dios sobre todas las cosas. Es Dios quien nos da la
existencia a nosotros y a todo lo que nos rodea. El primer Mandamiento del Señor implica para el
cristiano realizar las virtudes teologales y evitar los pecados que se oponen a ellas.
a) La FE supone creer en Dios. La fe es un don de Dios y, a la vez, un acto libre del hombre. Por la
fe aceptamos a Dios que se nos revela.
Nuestro deber es conocer la fe católica que se contiene en el Catecismo. Además tenemos que
confesar en todo momento nuestra condición de creyentes, viviendo coherentemente según lo que
creemos.
Son pecados contra la fe:

La incredulidad o la duda voluntaria. Hay que procurar aclarar las dudas que se presentan
contra la fe y evitar todo aquello que lo ponga en peligro, como lecturas, amistades…

La herejía, que consiste en negar voluntariamente alguna verdad de fe; y el cisma, que es
separarse de la obediencia de la Iglesia.

La apostasía, que es abandonar totalmente la fe cristiana.
b) La Esperanza supone confiar en que Dios nos dará la salvación eterna y los medios para
alcanzarla.
Son pecados contra la esperanza:

La presunción, que es el exceso de confianza causado por el orgullo. Es esperar la salvación
eterna sin poner los medios para ello.

La desesperación, que es creer que nuestros pecados son tan graves que no tienen perdón, o
creer que Dios no nos dará los medios para nuestra salvación. Equivale a negar la misericordia
de Dios.
c) La Caridad supone amar a Dios por encima de todo. Esto exige adorarle dándole el culto debido
en espíritu y en verdad. (Jn. 4, 23). Para ello debemos reconocer su grandeza y dominio sobre todo
lo que existe, participar en los actos litúrgicos, principalmente la Santa Misa, y venerar a aquellas
personas que siguieron de forma especial a Jesús, como la Virgen María y los santos.
En el culto a Dios no podemos conformarnos con las prácticas externas y rutinarias. El amor es lo
primero.
Pecan contra el amor a Dios:
-
Quienes, angustiados por el futuro o atraídos por curiosidades vanas, acuden a
adivinos, echadores de cartas, horóscopos, etc. Esto es superstición, y supone fiarse
más de estos remedios que de Dios, de quien depende la vida del hombre y el porvenir
del mundo.
-
Quienes adoran a personas o cosas que no son Dios. Esto es idolatría. En la Antigüedad
se caía en la adoración de los ídolos falsos. Hoy aparecen nuevos “ídolos”, como el
placer a cualquier precio, la droga, el dinero, el culto excesivo al cuerpo, etc.
-
Quienes rechazan la existencia de Dios o viven como si Dios no existiera. (ateísmo y
agnosticismo).
-
Quienes profanan las cosas sagradas (sacrilegio) o quienes quieren comprar o vender
las realidades espirituales (simonía).
3. SEGUNDO MANDAMIENTO: NO TOMARÁS EL NOMBRE DE DIOS EN VANO
a) ¿Qué nos manda?
Este mandamiento nos manda honrar el santo nombre de Dios. Cuando rezamos el Padrenuestro,
al decir “santificado sea tu nombre” pedimos que el nombre de Dios sea bendito y alabado siempre.
Debemos usar con el debido respeto, no sólo el nombre de Dios en general, sino también el de las
tres divinas Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. El mandamiento se extiende también a la Virgen,
los ángeles y los santos; a las personas consagradas como el Papa, los obispos y los sacerdotes,
religiosos…; y a los lugares y cosas sagradas como templos, cementerios y lugares dedicados al culto.
Jurar es poner a Dios por testigo de lo que decimos o prometemos. Para que un juramento sea
lícito se ha de hacer con verdad, ha de estar de acuerdo con la justicia, y sólo se ha de hacer en caso de
necesidad.
b) ¿Qué prohíbe?
1.- Apelar al nombre de Dios para justificar un crimen.
2.- Blasfemar, que es decir palabras o hacer gestos injuriosos contra Dios, la Virgen, los santos y la
Iglesia
3.- La infidelidad a las promesas hechas a Dios.
4.- El perjurio, que es hacer una promesa bajo juramento con intención de no cumplirla, o bien violar
la promesa hecha bajo juramento.
4. TERCER MANDAMIENTO: SANTIFICARÁS LAS FIESTAS
¿Por qué celebramos el Domingo?
Ya en el Antiguo Testamento el Pueblo de Israel celebraba el sábado, día en que conmemoraban el
descanso de Dios el séptimo día de la creación. Así como la liberación de la esclavitud de Egipto y la
Alianza que Dios hizo con su pueblo.
Para los cristianos el sábado ha sido sustituido por el domingo porque es el día de la
resurrección de Cristo. Es el día del Señor.
¿Cómo se santifica el Domingo?
Los cristianos santifican el domingo y las demás fiestas de precepto participando en la
Eucaristía del Señor y no realizando los trabajos y actividades que les impidan rendir culto a Dios o
perturben la alegría y el descanso. Sí están permitidas las actividades relacionadas con las necesidades
familiares o los servicios de gran utilidad social.
Es importante reconocer civilmente el domingo como día festivo para que todos puedan:

descansar

cuidar la vida religiosa, familiar, cultural y social

disponer de tiempo para la meditación, la reflexión, el silencio y el estudio

dedicarse a hacer el bien, en particular a favor de los ancianos y enfermos
La Iglesia ha establecido que los domingos y días de precepto tenemos la obligación de asistir a la
celebración de la Eucaristía. Así nos concreta cómo hemos de vivir los cristianos el tercer mandamiento
del Decálogo.
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