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LA GACETA DE SANIDAD MILITAR.
Madrid 10 de Agosto de 1878.
ESTUDIO
fflGIÉNICO
DB LOS MA.TEBIA.LES EMPLEADOS PARA. EL RELLENO DE JB&QONBS T
CABEZALES DE LA CAMA MILITAS.
Siendo de la mayor importancia el conocimiento de todo cuanto se relaciona con la higiene de nuestro Ejército, y considerando que podrá ser de algún interés y utilidad á los lectores de la GACITA el estudio higiénico de las
diversas materias empleadas en dicho relleno, voy & describir en el presente
articulo, siquiera sea ligeramente, las propiedades de cada una de dichas materias; prescindiendo por completo de entrar en consideraciones económicas,
por conceptuarlas enteramente ajenas al objeto que me propongo.
Las especies empleadas ó propuestas con dicho objeto son : la paja larga
de trigo, de cebada, de avena, de centeno, de arroz, hojas ó envolturas del
maiz, de esparto, de palmito y palmera y algunos musgos.
Las siete primeras especies pertenecen todas & la numerosa familia de las
gramíneas, que comprende las especies más útiles de la naturaleza, por cuanto la mayoría de los animalesfitófagosó granívoros sacan de ellos su alimentación. Para aquellos que desconozcan la importancia de esta familia, bastará decir que de las gramíneas son las yerbas de que se alimentan los ganados,
las que producen el maiz, el alpiste, el panizo, el mijo, el sorgo, cuyas semillas son el alimento más agradable á nuestras aves domésticas. En esta familia se encuentra asimismo la caña de azúcar y todos los cereales que después
de la aparición del hombre sobre la tierra, le suministran el pan, que el cristiano pide á Dios en su «ración diaria.
De las dos especies restantes una pertenece á la familia de las palmas, y la
otra al gran grupo de las plantas celulares.
La familia de las palmas está formada de árboles notables, no sólo por la
esbeltez y gracia de sus formas, y la prodigiosa altura á que algunos se pueden elevar, sino que tienen una gran importancia por los numerosos servicios que prestan á los habitantes de los países donde crecen naturalmente.
Los frutos de un gran número de especies, como el cocotero y datilera, son
alimentos para los habitantes de África, de América y de la India. Muchas es'
pecies producen una fécula llamada sagú, y otras dan un aceite llamado de
palma, del que se hace un comercio extraordinario.
La última especie, los musgos, pertenecen á las criptógamas, cuyo grupo
destaca claramente en la serie vegetal por su importancia numérica. Los
musgos son pequeilas plantas, que forman comunmente matas ó espesuras
más ó menos voluminosas, lo mismo en la tierra que en las rocas, así en los
troncos de los árboles como en los tejados y paredes de las casas viejas. Su
representación en lafisiologíadel globo terrestre, la utilidad que puede reTOMO IV.
39
362
portar su estudio para el conocimiento de la anatomía y fisiología vegetal, y
sus propiedades, ya útiles, ya nocivas para el hombre , dan á este grupo una
importancia, reconocida hoy por todos á causa de los progresos que el mi<
croscopío ha permitido hacer en su extudio. Tanto es asi que recorriendo los
vegetales de este grupo se ve como la organización pasa por todos los grados,
desde la forma más sencilla que podemos imaginar, el utrículo esférico , hasta la m&s complicada que hallamos en las dicotiledóneas.
En el estudio de las mismas, la ciencia ha visto que los Proloeocut son sáres vegetales compuestos únicamente de una vesícula, encontrando en esta
parte una verdadera afinidad con el reino animal que también tiene por punto de partida un ser vesicular sencillo.
Además del interés particular que por estos hechos notables ofrecen, otros
estudios han permitido apreciar que una gran parte de las formaciones ulli"
feras y explotadas por el hombre son debidas ¿ estas plantas; y que invadiendo las cimas de las montañas han disgregado rocas áridas, contribuyendo á la
formación de un terreno favorable para vegetación de plantas de organización
más elevada.
Indicadas las plantas que principalmente suministran lualeriales para el
relleno de jergones y cabezales de la cama militar, paso al examen especial
de cada una de ellas.
Para llevarlo á cabo, con el riguroso método que siempre debe presidir en
trabajos de esta índole, he creído conveniente dividir mis investigaciones en
dos clases: unas encaminadas á conocer la naturaleza química de los expresados materiales, para deducir, dada su composición, las nueras combinaciones
y los nuevos cuerpos que podrían originarse , suponiéndolas en condiciones
favorables para iniciarse el trabajo químico indispensable entre los elementos
que constituyen 1» trama de sus tejidos respectivos: las otras han tenido por
objeto determinar los caracteres físicos, tanto de lasfibrasaisladas , como de
los tejidos que resultan de la reunión é íntima trabazón de las mismas, por
cuanto no sólo deben considerarse los jergones como un medio de proporcionar una base blanda para el decúbito, si que deben mirarse igualmente como
un medio aislador, que separa el cuerpo humano del influjo de la irradiación
de los cuerpos inmediatos, y en este concepto claramente se ve cuan necesario es conocer el poder conductor de las materias usadas en dicho relleno para
venir en conocimiento de las propiedades térmicas, higrométricas y eléctricas
de las mismas, cuyo estadio es indispensable para dar cumplida cima á trabajos de esta índole.
Como resumen de las investigaciones de la primera clase he averiguado
que el tallo de las gramíneas arriba citadas, las hojas de maíz, de palmera y
esparto, asi como los musgos, tienen una composición química aproximadamente idéntica, supuesto que todos, á excepción de estos últimos cuyo parénqoima es celular, constan de tejidofibroso,vascular y cortical; de albúmina, sílices, fosfatos, agua y una corta cantidad de materia colorante y sustancia cérea en las proporciones siguientes:
363
Tejido fibroso. vascular y cortical
Albúmina
Sílice
Fosfatos
Agua
Materia colorante y cérea
Pérdida
76,00
0,23
4,00
7,00
11,00
0,31
1,46
100,00
Las 76 partes por 100 del peso de las materias expref<adas, desecadas
4 100*, constituidas por la mezcla de tejido fibroso, vascular y cortical,
están formadas en los musgos por tejido celular. En cuanto á ios deroas principios, si bien contienen alguna mayor cantidad de albúmina y menos sílice,
la diferencia es tan insignificante que no afecta en nada al fondo de la cuestión. Los tejidosfibroso,vascular, cortical y celular eran considerados como
formados de un principio único, l&celulosa; pero recientes descubrimientos
han demostrado que cada cual posee una base que le es peculiar, citándose
especialmente la fibrosa, xylosa, paraxylosa, celulosa , cutosa, vasculosa y
dermosa, que aunque de composición elemental igual á todas ellas, se diferencian en el modo de obrar de los reactivos sobre las mismas, cuya composición puede representarse del modo siguiente:
C««
H"
O"
UM
6,17
49,39
100,00
De cuyo estudio analítico se desprende que las Indicadas materias destinadas al relleno de jergones y cabezales, no son susceptibles de alteraciones especiales , ni de dar por lo mismo, origen á nuevas combinaciones de acción
manifiestamente perjudicial al organismo.
Exceptúase, sin embargo, el esparto, en quien debe indicarse la existencia de un alcaloide llamado etparteina, líquido volátil á cierta temperatura y
de propiedades tóxicas, pero que atendiendo á la corta cantidad en que lo
contiene son apenas sensibles; por lo cual, y juzgando á posteríorl no son de
temer sus perniciosos efectos , creo que no debe olvidarse en absoluto esta
circunstancia por remota é improbable que se considere su acción.
De todo lo expuesto se deduce, que las ventajas iQBlativas de la paja larga
de trigo, arroz, cebada centeno y avena; de las liojas de maíz, palmera y esparto y de los musgos para el relleno de jergones, son nulas bajo el punto de
vista químico, puesto que deben considerarse químicamente iguales para el
objeto á que se destinan, toda vez que en las condiciones ordinarias en que
forman el relleno de dichos jergones, ni bajo la influencia de los agentes di*
aamídeos, dan origen á cuerpos nocivos á la salud.
Pero si en el concepto químico no se encuentran ventajas relativas entre
las especies destinadas al relleno de la cama del soldado, no puede decirse
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otro tanto estudiadas bajo el punto de su estructura y caracteres físicos.
El tallo del trigo, planta interesantísima, de la cual se conocen innumerables variedades cultivadas desde las primeras edades históricas, para utilizar
su grano como uno de los principales alimentos del hombre, es sencillo, fistuloso , con nudos de trecho en trecho, lustroso , cual si estuviera recubierto
de un barniz, constituido por materia cérea y principalmente por sílice, al
cual hace bastante quebradizo, prontamente, por el mullido, á pequeños
fragmentos, con desprendimiento de un polvo tenue cada vez que se agita y
que á la larga puede hacerse sensible sobre la economía.
La paja larga de trigo, entera , es poco higroscópica, debido á la sílice y
materia cérea que á manera de barniz la recubre en toda su long¡ti;d ; pero,
como á consecuencia del mullido diario se desmenuza rápidamente, pierde
con este cambio físico aquella ventajosa propiedad . siguiéndose de aquí dos
graves inconvenientes que por su importancia merecen una atención especial.
Sabido es que el aire es uno de los cuerpos más malos conductores del
calórico; por lo tanto. cuanto más blando y ahuecado sea el jergón, cuanta
mayor cantidad de aire quede interpuesto entre los espacios de la materia
que lo rellena, tanto más caliente será la cama. De donde se deduce, que el
poder calefaciente de la cama no depende del peso de la materia que lo rellena . sino que está en razón compuesta del mayor número de boquedades
que ofrezca y del espesor. Tanto es así, que 40 kilogramos de paja larga,
por ejemplo, dispuestos de modo que formen un todo ahuecado, calentarán
mucho más que igual peso de la misma materia, puesta de manera que constituya un todo apretado y de angostos espacios.
Siendo estos hechos evidentes, se comprende que un jergón relleno de
paja desmenuzada tendrá los espacios más angostos que otro lleno de paja
larga, y como por ser más pequeñas sus hoquedades cubicará menos aire, resultará que aquél será menos calefaciente que éste; que es uno de los inconvenientes que me había propuesto demostrar, respecto al uso de la paja de
trigo, fundado en la diferencia de propiedades; según sea su estado físico.
Por otra parte, la paja reducida á fragmentos pequeños es infinitamente
más higroscópica que cuando entera , por exaltación de los efectos capilares
con la multiplicación de superficies desprovistas de barniz. En consecuencia
de Cita ley física, un jergón, relleno de paja en dicho estado, condensa en
susfibrasy entre sus apretados espacios , mayor cantidad de humedad del
ambiente y de la que se desprende de la superficie del cuerpo por la perspiracion. Y como el agua, á su vez, es un cuerpo mucho mejor conductor del
calórico que el aire, sucede que cuanto más higroscópica es la sustancia del
relleno, tanto más fria es la cama, á causa de que una gran parte del calórico del individuo que debiera acumularse en la cama, por los obstáculos que
oponen á su radiación el jergón y las cubiertas de la misma, se emplea en
vaporizar el agua de que están embebidas las fibras del reHeno. Además,
inútil es recordar que, estando los principios miasmáticos y odoríferos suspendidos en el agua vesicular de la atmósfera y en el fluido de la traspiración , resultará que, el jergón relleno de paja de trigo muy dividida y apre-
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tada, absorbiendo, como se ha visto, más humedad que cuando larga, retendrá en mayor cantidad y por más tiempo los miasmas y olores de que se
haya impregnado, cuyas notables diferencias higroscópicas entre la paja larga
y desmenuzada es el segundo inconveniente que he creido oportuno señalar.
Con respecto á la paja larga de cebada y avena me limito á consignar que
se conducen en un todo enteramente igual á la de trigo , puesto que. como
ésta, al poco tiempo de su uso quedan reducidas á fragmentos pequeños con
todas las consecuencias expuestas. Por consiguiente, cuanto se ha dicho re*
ferente al relleno de jergones y cabezales con paja de trigo, es aplicable al de
cebada y avena, y á ello me atengo.
El centeno es una planta que se encuentra espontánea en la Crimea, como
también en los países que se extienden al rededor del Cáucaso y del mar
Caspio, y se cultiva con abundancia en España. Su tallo es delgado, largo,
liso, fuerte y flexible á la vez , se eleva á la altura de uno á dos metros ; recubierto asimismo por un barniz formado, como en el trigo , cebada y avena,
por una sustancia cérea y por silíce; en el tallo del centeno las Abras son bastante más coherentes que en las tres especies antes mencionadas, por cuya
causa se desmenuzan más difícilmente y se observan en menor grado los defectos señalados en aquéllos. Por todas estas propiedades sirve para relleno de
jergonet», cabezales y sillas, para cubrir los techos de las cabanas, para hacer
ligaduras y enteras , para fabricar sombreros, etc., por cuya razón considero
á la paja de centeno, higiénicamente hablando, como preferible á la de trigo,
cebada y avena para el relleno de jergones y cabezales de la cama militar.
Arroz; este vegetal es tan importante por sus usos y aplicaciones, que puede afirmarse que las dos terceras partes de los pueblos conocidos se alimentan
délas semillas que produce. Sin embargo, exigiendo esta planta para su vegetación , lugares acuáticos ó en que pueden hacerse abundantes riegos, su
cultivo es siempre insalubre, en razón á las emanaciones pantanosas y en
consecuencia deletéreas á que dan origen. En España se cultiva en Valencia,
Cultera, Sueca, Amposta y otros puntos. Su tallo es derecho, cilindrico,
grueso, con tres ó cuatro nudos, y fuerte ; por lo cual se rompe con menos
facilidad que las especies arriba citadas. Con su paja , convenientemente preparada, se fabrican esos hermosos sombreros, llamados de paja, que nos
llegan de Italia. Sirve asimismo para rellenar jergones, albardas, etc., y
como quiera que esta paja es más fuerte, más resistente, menos quebradiza
que las de trigo, cebada, avena y centeno , de aquí que sean menos de temer
tas consecuencias de la reducción á fragmentos pequeños, y por tanto que la
higiene la considere preferible para el relleno de jergones y cabezales.
El maíz es una de las plantas más útiles de nuestra civilización , con cuya
adquisición aumentó notablemente la riqueza de nuestro país. Es principalmente útil por sus granos nutritivos , buenos para alimentar las aves y otros
animales domésticos: igualmente son usados por el hombre como uno de sus
alimentos en muchos países. De maíz es el pan llamado borona en el Norte de
España; de maíz es el Tasealpaehon en Héjico, el Tanta en el Peri) y el Oofio
en nuestras Canarias. Los tallos y hojas de este vegetal se aprovechan para
forraje, pudiéndose obtener atúcar de los primeros y papel dé las segundas,
366
Las cubiertas de los frutos, ó sea sus hojas, son anchas, perfectamente
flexibles, elásticas y muy tenaces; cuyas cualidades les comunican la propiedad de no reducirse á fragmentos y conservarse enteras durante muchos
años: hacen la cama blanda , necesitándose menos cantidad en peso , que de
cualquiera de las especies citadas para relleno; puesto que los espacios que
quedan entre dichas hojas son más considerables que los que deja la paja.
Lu hoja de maiz carece de aquel brillo que se ha notado en los tallos
hasta aqui estudiados, y tal vez por esta causa pudieran juzgarse por algunos
como más higroscópicas que las mencionadas especies; pero si se reflexiona
que por suflexibilidady resistencia á partirse se conservan siempre enteras,
mientras que la paja, aun la más dúctil y fuerte , se fragmenta con gran facilidad , y que en tal estado de división es mucho más higroscópica que entera, se comprenderá que aun estando desprovistas las hojas de maiz de aquel
barniz protector contra la humedad, la absorben más difícilmente. y por
tanto, no sólo se compensan los efectos en este sentido, sino que está y todas
as demás condiciones resultan de ventaja para las hojas de maíz.
El jergón lleno do hoja de maíz es más caliente que el de todas las especies estudiadas, á causa de la mayor cantidad de aire interpuesto que contiene en los espacios entre hoja y hoja. Esta circunstancia debe estimarse en
todo su valor; pues que de la mayor ó menor calorificación en la superficie
exterior del cuerpo, es fácil comprender que pueden resentirse diversas funciones , por cuanto en el intimo enlace que tienen entre si los actos vitales, no
es posible que el desarreglo de uno de ellos no trascienda á los demás. Siendo
la cama de hoja de maíz más caliente que la de todas las especies estudiadas,
necesariamente contribuirá más que aquéllas á la nutrición , ahorrando pérdidas de calórico , y por consiguiente haciendo menos urgente la necesidad de
restaurar alimentos respiratorios ; las combustiones orgánicas serán desempeñadas con menos energía, etc., no multiplicando los ejemplos, pues esta
acción se deduce de las nociones más triviales de la fisiología. Por todo lo
cual, conceptúo á las hojas de maiz como preferibles, bajo elpunto de vista
higiénico, á la paja de arroz y de centeno y con mayor motivo aún á la paja
de trigo, cebada y avena.
El esparto es una planta industrial bien conocida de todos, y que, sin embargo, pocas personas han fijado su atención sobre su grande importancia.
Se conocen dos especies, cada una de las cuales pertenece á un género distinto, que son el Lygeum spartium de L. y el Maerochlaa tmacittima de Kunth.
El Lygeum spartiam, llamado vulgarmente esparto basto ó albardin, crece
espontáneamente en Andalucía, Aragón, Castilla, Cataluña, Murcia, Valencia
y en la Mancha.
£1 MacrocMoa tenacissima es un esparto fino, que tampoco es cultivado, y
crece espontáneamente en los sitios áridos y estériles, arenosos, arcillosos y
calcáreos. Es abundante en la Mancha, Castilla, Murcia y Valencia, cubriendo vastos terrenos, á los que se les llama atochales.
El esparto ofrece el aspecto de un junco: sus tallos son delgados y duros;
llevan en iix parte inferior hojas largas, muy rígidas, casi arrolladas en sus
bordes; las hojas que reúnen estas condiciones son empleadas en la fabrica
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donde esteras, espuertas, cutjrdas, ele, ó bien el comercio las exporta á
otros países, en donde con los progresos do la industria son transformadas «'n
telas suaves y flexibles, apropiadas para vestidos y otros usos domésticos; y
las hojas cortas, las que no tienen aprovechamiento á los usos de la industria
del esparto, se destinan al rolleno de jergones.
La hoja de esparto, aunque hace una cama suUcientemente blanda los primeros dias de su uso, pronto se aploma, se conglomera con mucha facilidad,
dando por resultado cuerpos duros, salientes, aislados, que hacen la cama
sumamente molesta. Por la misma razón de que se aplasta con prontitud y
da una carnadura, contiene poco aire entre sus apretados espacios, y por
consiguiente es fria, lo que si puedo ser una ventaja relativa para la estación
de verano, se convierte en un grave inconveniente para la de invierno, por
las modificaciones que origina en la calorificación exterior del cuerpo. Ademas la misma dureza de la cama da lugar á que durante las horas del sueño
todo el peso del cuerpo gravite sobre los puntos más salientes del mismo, siguiéndose una compresión duradera que interrumpe la libre circulación capilar de dichas partes salientes, y una defectuosa nutrición periférica con todas sus consecuencias.
Otras de las plantas que suministran materiales para el relleno de los jergones son las palmeras y los palmitos.
Las palmeras son árboles muy nobles, de que antiguamente hacian uso en
señal de paz y de victoria. Sus flexibles hojas eran el premio del martirio y
de la virginidad. y sin embargo de su reconocida belleza y de su utilidad , la
gentil palmera no es mirada por nuestros cultivadores de las costas meridionales del Mediterráneo con ia afición é interés que inspira. Su introducción
en España se cree data desde las primeras invasiones de nuestro suelo por los
africanos; es, pues, un recuerdo histórico que los árabes dejaron de su dominación ; es la bandera que aún flota en los muros de Córdoba, Sevilla, Valencia, Granada y otras plazas conquistadas por los cristianos, cuyos hechos heroicos no tienen otro testimonio vivo que el de estos árboles seculares.
El palmito es una planta que nace espontáneamente en nuestro suelo,
y crece sin cultivo en los terrenos estériles, áridos y arenosos, de cuya vegetación existen extensos rodales en nuestras costas meridionales vecinas del
Mediterráneo. Tanto las hojas de palmera como las de palmito tienen hoy una
aplicación muy importante, cual es la de servir para la preparación de la crin
vegetal. Esta nueva industria ha llegado á tomar un desarrollo tan grande,
que en pocos años cuenta nuestra patria con varias fábricas, las cuales, mediante una primera preparación, que machaca y ablanda las hojas, arrojan
al mercado público considerables cantidades defibrasque se aplican á diversos usos. La fabricación de la crin vegetal da una importancia lan inesperada
á la cosecha de las hojas de palmito, que es de esperar que en poco tiempo la
agricultura se apoderará de dicha planta para aprovechar mediante su cultivo
grandes superficies de terreno inculto por su extremada aridez.
La crin vegetal no es otra cosa que lafibrade las hojas de la palmera y del
palmito; dichas fibras son delgadas, tenaces, muy resistentes á la tracción y
contráctiles, cuya última propiedad favorece su conglomeración en cuerpos
TOMO IV.
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duros, salientes y aislados, an&logos á los manifestados al hablar del esparto.
El jergón relleno de esta sustancia no se aplasta tanto ni con tanta facilidad
como el do esparto, por cuyo motivo contiene alguna mayor proporción de
aire, y aunque frío, lo es menos que éste.
En cuanto á las demás propiedades, deben considerarse idénticas á las del
esparto, y para no incurrir en repeticiones enojosas, remito al lector á lo dicho en el lugar correspondiente.
La última sustancia empleada alguna rez para el relleno de jergones es el
musgo.
Los musgos viven bajo todos los climas y en las más diversas localidades,
desde el Ecuador hasta los polos, asi en las altas montañas como en los valles
profundos; tapizan con su verdor el tronco de los árboles, las rocas, el tejado
de nuestras habitaciones; allí donde hay humedad, alli se les encuentra. Su
tenacidad por la vida es tanta en un gran número de especies, que después d«
haberlas desecado á i20', se cubren de nuevo de verdura apenas se las expone
al fresco y á la humedad. No todos los musgos pueden emplearse indiferentemente para el relleno de jergones, porque la facilidad con que algunos vuelven á ofrecer los fenómenos vegetativos podría dar lugar al desarrollo de
especies parasitarias, que ocasionasen perturbaciones más ó menos profundas
en los fenómenos nutritivos de los individuos que los usasen.
Las únicas especies que pueden usarse sin temor son el Polytricum attenuatum de Hook, el P. juniperum de Hedw y el Sphagnum acuHfolium de
Ehrh., cuyas especies están al abrigo del desarrollo de insectos y de vegetales
parásitos, y dan una cama blanda y caliente.
Estudiadas las mencionadas especies bajo el concepto de sus propiedades
eléctricas, resulta que todas son analéctricas, ó sea poco á propósito para producir electricidad, ybueoos conductores de este fluido, en cuyo sentido tampoco existen motivos de preferencia entre unas y otras, á semejanza de lo visto
al hacer el estudio químico.
De todo lo expuesto se deducen las dos conclusiones siguientes:
1.' Que ninguna de las materias citadas y empleadas para el relleno de
jergones y cabezales es antihigiénica, tomando el sentido de esta palabra en
el concepto de absoluto, si bien en el relativo lo son más aquéllas que con
mayor facilidad se reducen á fragmentos pequeños, se aplastan formando un
todo muy apretado, ó absorben la humedad.
2.* Que. en consideración á la composición química, ala estructura y
estado físico y á las propiedades térmicas, higroscópicas y eléctricas de las
referidas materias para relleno de los jergones y cabezales de la cama militar, el orden de preferencia que, en el concepto higiénico, deben ocupar
es el siguiente:
^^' Hojas, ó sea envolturas del fruto del maíz. — 2.* Paja larga de arroz.—
3.* Paja larga de centeno, — -1.° Paja larga de trigo, cebada y avena.—5,* Crin
vegetal, ó seafibrasde la hoja de palmito y de la palmera. — 6,* Esparto.—
7.° Musgos.
IGNACIO VIVES.
369
TERMOMETRIA CLÍNICA.
POR D. EDUARDO PÉREZ DE LA FAÑOSA,
Profesor de Medicina militar y au CUnica de la Academia de Sanidad militar.
(Continuación.) (1)
En la convalecencia, la temperatura e8t& unas veces normal, otras por
cima, y otras Analmente por bajo. Si aquélla es franca, perfecta y completa,
después de algunas oscilaciones de la columna mercúrica al rededor de la
normal viene áfijarseen ésta; lo que depende de fenómenos íntercurrentes ú
otras condiciones inapreciables.
Ya hemos dicho arriba las causas de la temperatura hipoflsiológica.
Si después do haber llegado el calor patológico á la normal asciende , debemos temer complicaciones ó recaídas, á menos que esto suceda después de
la ingestión de los primeros alimentos animalizados, en cuyo caso es debido
al fenómeno conocido en clínica con el nombre de febris carnis. Antes de apelar á medicaciones perturbadoras ó & suspender la alimentación en la convalecencia, cuando se eleva el termómetro debemos observar con cuidado todas las operaciones del enfermo y sus funciones, para no tomar por una recidiva ó una complicación , lo que será sencillamente una de tantas causas ligeras que alteran este último periodo de las enfermedades. En general cuando la elevación de la temperatura en la convalecencia no pasa de un grado,
no debemos alterar el plan dietético ni el farmacológico; y si baja de la normal, debemos esperar algunos dias antes de proceder ¿ obrar, como no veamos señales claras de nuevas alteraciones.
Después de la muerte la temperalura desciende con lentitud al principio,
rápidamente después, hasta que se establece el equilibrio entre el medio
ambiente y el cadáver. Obsérvase algunas veces que durante una hora sube
el termómetro, y según los experimentos de yfunderlich, Uuppert, Thomas,
y otros, esto es debido á los procesos quimicos que se desenvuelven en los
tejidos orgánicos. sobre todo en los músculos , por la putrefacción, y también
á que habiendo cesado la respiración y la perspiracion cutánea, las pérdidas
de calor á que estas dos funciones dan lugar han terminado.
Cuenta Da Costa que un hombre de 58 años , que fué atacado de una hemorragia cerebral á la que sucumbió cuatro horas después de ingresar on la
sala del hospital de Lisboa que visita este práctico, presentaba las siguientes
temperaturas, 36',S una hora antes de la muerte ,35*,6 un cuarto de hora
después, y sucesivamente cada cuarto de hora marcó el termómetro constantemente aplicado á la axila : 38*,6 (á las 8 V^), SS",* (á las 8 '/,), 35» (á
las 8 »/J. 3r.6 (á las 9). 34* (á las 9 V*). 33'.4 (á las 9 •/,). 3Í'.8 (á las 9 »/,),
32*,í (á las 10). 3r,6 (á las 10 «A), 31* (á las 10 •/,). 30<>.0 (á las 10 V*). 30* (á
las 11). a9'.6 (á las 11'/,), 29» (4 las 11'/,). i»'A {& las 11»/,), 27" (á las 12).
23°.6 (á las 12 •/,). 23\8 (á las 12 V.). 20'.6 (á las 12 »/«); 18» (á la 1), l!r.8
(1)
véanse las p&gs. l o i , 120, {49 y S9S del presento tomo.
370
(á la 1 VJ • l!^< (á la 1). En este grado se detuvo el termómetro, que era el de
la sala en que se hacia la observación.
Estudiando la temperatura en relación á su marcha general en las enfermedades febriles , comparando entre sí los periodos que hemos establecido y
haciendo un cómputo de su duración absoluta y relativa, se pueden sacar deducciones de un gran interés práctico y también para la clasificación nosológica; asi tendremos.
Tipo muy rápido. Período ascendente, dura dos ó tres horas; período de
estadio, cuatro á ocho horas; defervescencia, de dos á cuatro horas. Se le observa ; en accesos de lafiebrepalúdica, en la fiebre efémera-febrícula.
Tipo rápido. Período ascendente de doce á treinta y seis horas; periodo de
estadio de tres á nueve días; defervescencia en venticuatro á cuarenta y ocho
horas. Se presenta en las enfermedades inflamatorias agudas, pulmonías, anginas, pleuresias, tifus, escarlatina, sarampión, la piemia, septicemia,
fiebre puerperal.
Tipo serpenteante. Periodo inicial, tres á cinco días; periodo estacionario,
dos a tres septenarios; declinación, de tres á cinco dias. Fiebres tifoideas.
Estos tipos resumen en sí, aunque no de una manera absoluta, la marcha
en general de la temperatura para determinar en grupos las entidades morbosas ; pueden combinarse entre sí y sufrir algunas variaciones por las complicaciones , el tratamiento y otras cnusas, y son el resultado de lo que arrojan las tablas de temperatura tomadas de Wunderlich, Tritube, JoekmaHn,
Spielmann, Thomai, Da Costa, etc. También están en relación con las diversas curvas que tenemos tomadas en muchas enfermedades.
Si nos paramos un poco á observar dichos tipos, veremos que vienen á
corroborar las observaciones de los antiguos sobre las fiebres; si se comparan
entre sise verá que existe una relación rauy marcada entre la duración de
los estadios en una misma enfermedad; asi un periodo ascendente corto es
seguido de un fastigium también corto y de una defervescencia rápida. Si la
ascensión es lenta, el estadio dura mucho y la declinación es también lenta;
partiendo de estoi datos, dado un periodo se puede predecir con la mayor
aproximación la duración de los otros, y por tanto la marcha de la enfermedad.
El adelanto de la termometría clínica no permite aún establecer muchos
hechos generales, por los cambios y complicaciones que lleva en sí cada enfermedad , aun tratándose de las más típicas y conocidas, pero añadidos los
datos térmicos á los demás les da un valor mayor y una seguridad casi
absoluta.
Para no hacer demasiado largo este trabajo con digresiones impertinentes , diremos algo sobre la marcha de la temperatura en aquellas enfermedades que hemos observado en nuestra clínica, en relación con los trabajos de
otros patólogos que para nuestro estudio hemos registrado.
Pulmonia. En la fibrinosa ó crupal franca el período de ascenso es de
treinta y seis horas á dos dias ; el primer día se eleva la temperatura á 39*,
el segundo á 40* ó 41*, hacia el tercero ó cuarto dia hay una ligera disminación.
\
3í7l
Thomas dice que en los caaos en que se sigue un tratamiento activo hay
una disminución considerable en la temperatura, y un aquellos en que la
sangrfa se ha empleado al principio , llega la remisión hasta '/lo ^^ grado.
La cifra 39" la da el termómetro en la pulmonía desde el fenómeno inicial, y es el primer signo que se observa ¿ntes de los fenómenos locales: el
ra&ximum 40°,» & 41°,5. no pasa generalmente del tercer dia; el período de
estadio dura de tres á siete dias, su marcha es remitente , asciende de medio
dia & media noche, baja desde esta hora hasta las nueve ó diez de la mañana,
quedando estacionario hasta medio día; la remisión es de medio á un grado,
en relación á la exücerbacion. La defervescencia se verifica entre media noche y la mañana; dura de doce á treinta y seis horas, precedida muchas veces
de aumento y seguida de un descenso de calor por bajo de la normal (37*,S).
El pulso y la disnea siguen la misma marcha y preceden á los estertores de
retorno, coincidiendo muchas veces con la aparición de los cloruros en la
orina.
Si la temperatura se eleva, hay aumento en la inflamación; si se eleva
pausadamente después del cuarto dia, indica una terminación funesta. Una
defervescencia completa en un momento dado del dia, seguida de ascensión,
es signo de una pulmonía intercurrente ; si hay paroxismos indican la supuración. [Véase la lámina en el nüm. 74 de esta GACETA.)
Erisipela de la cara. Zn esta enfermedad la temperatura asciende rápidamente y dura hasta la completa erupción: el período de estadio es Inrgo,
reproduciéndose y anunciando siempre nuevas erupciones con la marcha
progresiva de la enfermedad . La defervescencia es rápida.
Fielrt palúdica. Según los clínicos en esta pirexia la temperatura se eleva dos á tres horas antes del frió y hemos comprobado esto perfectamente en
una, que podemos llamar epidemia, que ha sufrido el batallón Cazadores de
Puerto-Rico, de guarnición en Aranjuez, tomando temperaturas dos, tres y
cuatro horas antes de la flebre en los dias que correspondía según el tipo:
hacia el fln del frío hay aumento rápido del calor, llega al máximum al muy
poco tiempo de establecido éste , en este punto se estaciona; la defervescencia es más lenta que lo que corresponde á la elevación del ascenso; el máximum llega de 40* á 42*,S, y 43" que es la mayor temperatura que hemos visto
en estas fiebres; en la defervescencia suele pasar un grado y algunos déci*
mos de la normal.
Como no tenemos más datos seguros observados por nosotros mismos
acerca de enfermedades agudas, terminamos aquí este útil y provechoso estudio, que continuaremos en nuestra clínica; si andando el tiempo recogemos
más hechos y tenemos gusto y paciencia, los consignaremos Afortur adamente en nuestras salas y en este hospital en general tenemos pocas tifoideas, así
que sólo poseemos un corto número de observaciones térmicas, que aunque
conformes con las de otros elinicos, no las creemos en suficiente número para
que pronunciemos nuestro juicio.
En los Arehívoii de medicina que se publican en París , y en el número
correspondiente á Enero de 1872, hemos leído los siguientes curiosos datos
acerca del descenso de la temperatura en los grandes traumatismos por ar*
372
mas de fuego, que creemos de utilidad consignar aquí por referirse á una de
las más importantes especialidades de nuestra carrera.
Presentan estos hechos los señores Redard y Demarquay en vista de sus
numerosas observaciones en los heridos de las ambulancias de la Prensa en
el i'iltimo sitio de París.
Dicen asi: 1.* En los arandes traumatismos por armas de fuego el descenso de la temperatura es un hecho constante.
2.* Muchos elementos entran en juego para producir este descenso; los
principales son: la conmoción nerviosa, la excitación del combatey el estu»
por, que es su consecuencia, la hemorragia y el alcoholismo.
3.* Los heridos que lleguen á la ambulancia en un estado tan grave, que se
crea necesaria una operación y tengan una temperatura por bajo de 35*5,
deben sucumbir , y por tanto es inútil practicar aquélla.
4." Todo herido en quien no se presente una reacción favorable en las primeras cuatro horas, y no esté en razón directa del descenso de la temperatura,
debe considerársele como muy grave.
H.' Las quemaduras producen descensos detemperatura excepcionales.
6.* No sucede lo mismo con las heridas penetrantes de vientre. El deseen»
so es tanto más marcado cuanto más se aproximan al estómago.
7.* El diagnóstico de las heridas penetrantes se hace fácil merced á los
fenómenos termométricos curacteristicos á que dan lugar.
8." El estado de embriaguez en que so encuentran algunas veces los heridos favorece singularmente el descenso de la temperatura.
9.* Las heridas producidas por bulas de obús. en igualdad de circunstancias producen mayor descenso en la temperatura que las de otros proyectilcg
impulsados por la pólvora
También por curiosos voy á trascribir otros hechos de Broca relativos á
la termometría cerebral.
Midiendo la temperatura de dos lados de la cabeza en lasdiferentes regiones, por medio de tres termómetros situados uno en cada lado, sostenidos
por una doble venda acolchada, y correspondiendo á la frente, á las sienes y
al occipucio , Broca ha encontrado siempre una temperatura superior en -el
lado izquierdo. En el estadofisiológicola ha tomado en doce discípulos suyos,
y ha resultado un décimo más alto ó sea 33\90, ¿ la derecha y 34* á la izquierda; dos décimos ei) la frente. 24 centesimos en la sien y 31 en el occipucio.
En un caso de hemiplcgia pasajera con atonía completa y permanente,
la diferencia ha sido de 4 décimos de mas en la frente, medio grado de menos
en la sien y 1*,7 de mas en el occipucio.
En otro caso semejante, el exceso ha sido de i décimos en la frente y 8 en
el occipucio, mientras que en la sien correspondiente al sitio de la embolia
era la temperatura de 4 décimos menos.
(Se contiHuará.)
373
LA ESPECTACION,
s o CAáACTKR, SUS APLICACIONES A LAS FIBBBBS Y SüS LÍMITES,
POR EL SI. DR. D. PKDRO ALEJANDRO AUBKR.
Memoria premiada por la Real Academia de Medicina de Madrid.
{Continuación.) o
Estas ideas encuentran también su perfecta realización en el hombre. En
los grupos de federaciones celulares, como dice Virehow, que constituyen la
complicada máquina de nuestro ser, existe lo que con expresión algo atrevida
pudiéramos llamar el hermafrodismo celular, esto es, que cada uno de los
mencionados grupos federativos produce nuevas células encargadas de la
renovación de las diversas partes de la economía por medio de la elaboración
de los materiales venidos de fuera é introducidos hasta allí por los diferente s
actos nutritivos. Pero la nutrición no es la fecundación, de suerte que las nuevas unidades orgánicas tienen que producirse de las que les precedieron por
una verdadera generación ¿gama, una partogénesis completa , y de aquí el
que los fenómenos evolutivos de la existencia de nuestro representante en la
tierra tengan cabida perfectamente en las bases fundamentales que antes liemos tomado al célebre profesor del Colegio de Francia.
Por consiguiente, el individuo en particular y considerado aisladamente,
está desprovisto para si propio de la facultad que posee para la conservación
de la especie, de unir sus elementos fecundantes masculinos ó femeninos con
los de nombre contrario procedentes de otro ser igual á él, y de aquí el que el
ciclo de su existencia termine en el pavoroso abismo de la muerte. Herbert
Spencer [loe. cit., pág. 279), va másadelante todavía, y piensa que siendo manifiesto el que toda la existencia de un individuo se resume en unasola frase,
la tendencia al equilibrio permanente, esta unión de gérmenes nacidos de
seres distintos ocasiona un desnivel en el equilibrio aproximado de las unidades ñsiológicas, merced á las pequeñas diferencias que existen entre los
agregados organizados de dos representantes diferentes de la misma especie,
lo cual no pasa de ser una suposición sin pruebas suficientes que la confirmen.
Sin embargo, el hecho es positivo en si mismo y aun cuando sea cuestión
ajena al objeto principal de este trabajo, no dejaremos de hacer notar que
aún la facultad bisexual parece perder gran parte del equilibrio normal de su
modalidad evolutiva cuando la fusión se verifica entre elementos celulares
sexuales procedentes de individuos que descienden del mismo tronco común.
Esta consideración, al dar mayor amplitud á la generalización filosófica
practicada por Bernard, constituirta una razón especulativa de la degeneración do la especie en los matrimonios consanguíneos y de las inmensas ven*
tajas del cruzamiento de las razas, que si se desprecia ó se descuida va á producir en la extensión de la especie lo que el enlace de parientes en el circulo
(1) VAanae la* pág. 49, 73,104,154,178) SS3, t89y 313 del presente tomo.
374
de las familias, lo que la unión de los organitos en el estrecho recinto del individuo , consideraciones que demuestran una vez más la verdad del aforismo
nalurs máxima, miranda in minimis.
'
Tal vez se nos acusará de remontarnos demasiado alto y de habfr ido á
desentrañar demiusiado lejos los fundamentos del porqueta vejez , contra lo
((ue se cree comunmente , es una condición que en términos generales rechaza el uso de la espectacion. Esto seria injusto; necesitábamos buscar la
razón especulativa de los hechos que diariamente se palpan en la clínica, y las
deducciones que se pueicn sacar de cuanto aquí dejamos apuntado, nos darán una razón clara y sencilla del porqué todos los cuidados que se tengan
con el anciano son siempre pocos. Los desengaños de toda la existencia, que
se han ido lentamente acumulando en su corazón después de haber rasgado
hoja por hoja la endeble flor do las ilusiones , parecen reflejarse en la actividad vital que emana de aquella federación celular; y el hombre . parásito un
dia del ser que lo sintió agitarse en su seno y á cuyo calor se desarrollaba,
torna oira vez á su primera condición, necesitando para continuar su vida el
continuo y suave aliento de los cariños fílíules.
Hemos visto predominar la asimilación en la infancia; mantenerse en la
edad adulta en un estado de equilibrio casi perfecto cun la desasimilacion;
en la ancianidad triunfa por fín ésta. Las membranas se hacen menos permeables á los fenómenos osmóticos, redúcese la proporción del agua de constitución de los tejidos , y siendo este cuerpo el agento mediador esencial de la
nutrición y sobre todo de la reparación orgánica , ésta se hace por lo tanto
insufíciente y no compensa ya el desgastamiento de los órganos que comienzan á decrecer y á atrofiarse.
Esta disminución de la permeabilidad invade también , es cierto, el territorio de la desasimilacion , lo cual parecería á primera vista propender al
mantenimiento del slatu quo , pero la disminución proporcional de la asimilación es siempre mayor. Además, laraineralizacionde gran parte de algunos sistemas de la economía, causa y efecto á la vez. presenta una tendencia manifl'sta, como ya lo hicimos notar, á la fíjacion de la materia orgánica , es decir. á la disminución de su instabilidad , y no hay que olvidar que
esta es una de las primeras condiciones de la vida, la cual toma en el incesante trabajo deformatividad y destrucción las fuerzas y los materiales que le
son necesarios para recorrer el sendero que marca su tránsito por este
mundo.
Por consiguiente , á la fácil impresionabilidad mórbida do los primeros
años, antes por exceso, ahora por defecto , no se agrega ya acuella poderosa
y enérgica facultad de reacción de que goza el niño. Exígese en la ancianidad
una intervención casi continua de la terapéutica para sujetar con lazos ficticios los órganos prontos á desquiciarse, y la espectacion, en términos generales, no puede ser puesta en práctica.
A medida que se va ascendiendo en la escala animal, se observa que la
diferencia entre los sexos disminuye gradualmente en el sentido que el sexo
femenino , tan preponderante en los más bajos representantes de la serie
animal por su tamaño, sus fuerzas y sus colores , va perdiendo paulatina-
375
Miente w importancia hasta que en los seres más próximos á la especie humana, y en esta última, se equipara casi por completo con el macho. Decimos
casi por completo, porque subsisten aún algunas diferencias fisiológicas entre
ambos sexos.
Asi, por ejemplo, examinando sólo las más importantes, encontramos que
lo que se ha denominado capacidad vital pulmonar, es en el hombre de
3770 c e , y en la mujer sólo alcanza á Í500. La capacidad pulmonar que en
el hombre asciende á 60 c. c. por centímetro cúbico de estatura, en la mujer
no es más que de 40. En el primero es la respiración casi siempre diafragmátíca, en tanto que es supracostal en la segunda. En es'a última la cantidad de
carbono quemada en el espacio de una hora es siempre menor que en el hombre . y Analmente, aun cuando estos resultados están muy lejos de ser positivos , según Btequerel y Rodier (1), la proporción de glóbulos es menor que
en el hombre, asi como la de albúmina y de sales, siendo mayor la del agua
contenida en la sangre.
¿I'ueden deducirse de estos datos algunos resultados que interesen especialmente á la materia que nos ocupa ? Creemos que nó, al menos hasta donde alcanza la ciencia en la actualidad, pues si bien en la mujer la ovolarion
y el flujo menstrual. la preñez y «I parto, la importancia tan considcrnble
lie su aparato genital y el predominio del sistema nervioso la ponen en condiciones más favorables para que se desarrollen las enfermedades, la especiacion puede, sin embargo, practicarse en ella con los mismos resultados beneílciosos que en el hombre, y sólo como regla muy sujeta á excepciones,
debe notarse que la mujer por ser mucho menos robusta que el hombre y
tal vez por las condiciones antes citadas, que producen «n ella una resistencia
menor á la acción de los agentes exteriores y de los modificadores de causa
interna, presenta también una reacción mucho más débil contra las enfermedades una vez desarrolladas, lo cual nos obligará á ser más parcos para
con ella en el uso del método especiante puro.
Con razón ha dicho la mayor parte de los autores que se dedican á los estudios de patología general que la constitución y el temperamento son cosas
que se conciben poro que no se pueden definir. Por nuestra parte pensamos
con Hallé, que la verdadera causa de los temperamentos estriba en el diverso poder reactivo de los órganos, y en sus diversos grados de irritabilidad,
hallándose perfectamente de acuerdo esta idea con los resultados adquiridos
por los estudios de la fisiología moderna. Por lo tanto es muy aceptable la
definición que de ellos presenta diciendo que son «diferencias constantes,
compatibles con la conservación de la salud y la vida, debidas á una diversidad de proporción y de actividad entre las diversas partes del cuerpo'suíi*
cientemente importantes para modificar la economía.»
De los cuatro tipos puros que hoy más generalmente se admiten, conside*
rados en abstracto. encontramos que el sanguíneo y el nervioso están caracterizados por una reacción vital más enérgica que el linfático y bilioso; por
consiguiente en los dos primeros está más indicada la espectacion pura que
(1) Becquerel y Rodier. NoueeUei réeherehei A'hematologie, París , i85?.
376
en los últimos, en los cuales se dará la preferencia á la metódica , por ser
más maniflesto en aquéllos el poder d« la fuerza niedicatriz. Sin embargo,
estas reglas generales no deben ser tomadas sino en su slgniflcacion más lata,
pues no es posible olvidar que con extraordinaria frecuencia se combinan entre si dos ó más de estos tipos, y las modifícaciones de uno producen el desarrollo de otro, lo cual dificultará sensiblemente la apreciación de la exacta
aplicación del precepto que hemos asentado.
Finalmente , para concluir estas breves consideraciones que nos ha suministrado el estudio de los elementos con que el individuo atacado contribuye
para las modifícaciones que la enfermedad experimenta en su marcha, examinaremos también, y sólo en la parte que atañe al objeto que nos hemos propuesto , los datos que se pueden adquirir con el estudio de lo que se ha llamado el estado de las fuerzas.
Al entrar en esta cuestión , una de las más candentes que existen en el
campo de la filosofía médica, sólo debemos tocarla muy superflcialmente.
Dejando á un lado las diferentes opinionesque acerca de ella sehanmanifcstado , desdo el laxum y el slriclum de Thémison hasta las doctrinas más recientemiente formuladas acerca de esta materia, creemos que las fuerzas no
sun más que el resultado del dinamismo funcional y que al tratarse del enfermo pueden encontrarse normales , aumentadas , disminuidas , pervertidas ú
oprimidas , según la división usualmente aceptada. En el caso de conservar
su modalidad normal, claramente se comprende que para usar ó nó la espectacion , el práctico se guiará por otras consideraciones independientes del estado de las fuerzas. Pero cuando éstas se hallan alteradas, ¿cual debe ser la
conducta del médico ?
Creemos que comoya lo habla reconocido el profundo talento de Barlhez (1),
en el organimo existe una cierta potencia de acción que está representada
por las fuerzas radicales «cuya distribución en cada órgano, dice, está determinada por causas primordiales de desconocida naturaleza ó por causas extrañas al cuerpo vivo, que la afectan según ciertas relaciones sólo conocidas
por la observación.»
Por consiguiente, dichas fuerzas son engendradas por causas intrínsecas,
inmanentes en el individuo, diferentes en sus modalidades, aunque fundamentales en su esencia para cada hombre desde su nacimiento, y susceptibles de
variaciones continuas, y además por causas extrínsecas que pueden hacerlas
más enérgicas, aumentando su potencia, ó bien más débiles amenguando
aquéllas. Pues bien, cuando so trata de regularizar el orden trastornado de
dichas fuerzas por medio de agentes terapéuticos, creemos que no por eso deja
de practicarse el método ospectante. No haremos aqui más que iniciar esta
cuestión, que más tarde desarrollaremos con mayor amplitud, advirtiendo de
antemano que nos parece bastante difícil de resolver satisfactoriamente.
Si en un caso particular de una enfermedad cualquiera se presentan grandes peligros producidos por trastornos, ya por exceso, ya por defecto, bien por
(1) Bartbez. Nouveawi elemtnt* Oe la tcienee de Vhomme. 1846.
377
opresión, bien por perversión de dichas fuerzas, al tratar de devolverles su
normalidad perdida. aun cuando sea con agentes terapéuticos, no se cesa da
practicar la espectacion, pues los remedios que se empleen no van á cercenar
en lo más miniíno lu duración y el curso de la enfermedad, ni á acelerar 6 relardar su marcha; lo único que se desea es regularizar la perturbación de la
causa intrínseca generadora de las fuerzas radicales, es decir, una de sus
componentes, cual es la que estriba en la individualidad y en sus caracteres
particulares, sin que esta intervención tenga por objeto modificar en lo mis
mínimo la esencia d(! la afección, sino únicamente reponer á la economía en
un estado capuz de combatir con sus reacciones propias la evolución natural
de la enfermedad.
De suerte que si la indicada intervención ha sido oportuna, si con ella se
ha logrado regularizar el orden perturbado de las fuerzas, la enfermedad
continuará recorriendo sus periodos naturales, y vuelve de nuevo el médico á
su papel de pasivo, pero atento, espectador. De esla suerte creemos que comprendía la espectacion Sydenham, uno de los más acérrimos partidarios del
naturismo sthalíano, y por eso no vacilaba en practicar copiosas sangrías
si notaba un aumento considerable de fuerzas, por ejemplo, sin temor de verse acusado de inconsecuente, y tal ha sido lu práctica constante de los antiguos, nuestros maestros en todo.
Bien es verdad que uno de los motivos de la alteración de las fuerzas es en
la mayoría de casos la clase ó la intensidad del otro de sus generadores, e.s decir, la causa extrínseca repre.«entada por la enfermedad. Por consiguiente,
para continuar nuestro estudio de los limites que hay que asignar al método
espectitote, debemos hacer también un breve examen sintético de las afecciones agudas en general, asi como hasta el presente lo hemos practicado con lo
caracteres de la causa inlrínseCii, esto es, con los atributos particulares de la
indiridudlídad.
(Se continuará.}
CASO DE
SÍFILIS P U L M O N A L
SEGUIDO DE REFLEXIONES ACERCA DE LA SÍFILIS VISCERAL, Y ERRORES
Á QUE PUKDK DAR LUGAR.
POK EL DR. LANOEREAUX (1).
Hnce treinta 6 cuarenta años nadie creia en lu sífilis visceral; estudiada
con timidez al principio, con más seguridad después , se ha admitido poco á
poco hasta el punto que hoy algunos médicos la contarían entre los estados
morbosos más frecuentes. Para cierto número de especialistas la mayor parte
(1) I^ldo eate escrito en tS Je Octubre (fe 1877 ea la Academia de Medicina de
París.
378
de ios accidentes patológicos que sobrevienen en una persona atacada de si*
niis son evidentemente de esta clase: el sofismapo«l hoc, ergo propter hoe,
parece ser su divisa y la base de sus juicios. Estos sifliógrafos no parecen
comprender que esta base carece de solidez, que esta divisa no tiene nada de
científica; así es que careciendo del criterio necesario para todo conocimien»
to duradero, atribuyen á la sifllis un gran número de desórdenes que en manera alguna le pertenecen.
Que sea permitido á uno de los primeros que han estudiado la sifilis visceral demostrar con pruebas (1) que el conocimiento de las lesiones terciarias
de las visceras no debe apoyarse en simples coincidencias, sino en caracteres
propios , por decirlo así, fundamentales , hasta el punto que estas lesiones
pueden considerarse con la rúbrica indeleble de la enfermedad que las engendra. \rmado de este criterio es como el médico no camina ya á la ventura en el dédalo de las afecciones siQliticas, ha encontrado su hilo conductor,
y entonces sólo sigue una via en la que no corre el peligro de extraviarse.
Tales al menos nuestra convicción después de prolongadas y pacientes
indagaciones que no se han encaminado sólo á las manifestaciones aifiliticas,
sino también á la de la mayor parte de los grandes procesos patológicos, persuadido como estamos de la imposibilidad de llegar á una determinación pre*
cisa do los caracteres generales y al conocimiento exacto de una enfermedad,
si no se estudia simultáneamente las que más afinidad tienen con ella.
Expongamos desde luego la historia de un caso sencillo; después comparando este hecho con otros ensayaremos probar que la sífilis, aun cuando se
oculte en lo más íntimo del organismo, puede descubrirse tan seguramente
por el análisis clínico, como un cuerpo haciendo parte de una mezcla puede
aislarse por el análisis químico.
OBSEBVA.CION.
Sífilis terciaria de los testículos, cerebro y pulmón.
N. N , de SS años de edad, ejerce hace 2i años la ocupación de enfermero en el servicio de la asistencia pública; según cuenta, en este periodo
siempre ha gozado de buena salud, negando haber contraído en ninguna ocasión la enfermedad venérea. Pero como por otra parte asegura, contra el dicho de las religiosas que le conocen y á pesar de las manifestaciones innegables de alcoholismo crónico , que nunca ha abusado de las bebidas alcohólicas, tenemos derecho á no tomar en cuenta las noticias que da. Fuera de algunos dolores de cabeza, se encontraba bien , cuando en Noviembre de 1876
fué acometido de atolondramiento, vértigos, vómitos, y por último, de un hipo
casi incoercible. A estos accidentes, acompañados de una violenta cefalalgia,
se unió bien pronto un grado ligero de parálisis muscular en el lado derecho
del cuerpo. Entonces fué cuando ingresó este enfermo en el servicio de nuestra compañero el Or, Peter, y sometido á un tratamiento cuya base lo for(1) 81 autor escribe Inflnldait de dlbujoi que representan lesiones de U tifllU terciaria.
379
maba el ioduro de potasio, al mismo tiempo que un sedal le fué aplicado á la
nuca. Bajo el influjo de estos medios terapéuticos , la cefalalgia principió á
desaparecer y un poco después los vómitos y el hipo disminuyeron de frecuencia ó cesaron ; sólo persistió un poco de debilidad en el brazo y pierna derecha y una ligera desviación de la boca.
Habiéndome encargado en Diciembre de 1876 de la asistencia médica de
mi compañero, encontré al enfermo en las condiciones que voy & indicar:
, continué administrando el ioduro de potasio á la dosis de 3 gramos durante
un mes; después como quedara estacionaria la enfermedad , cesé en la administración de este medicamento. Durante los meses de Febrero y Marzo el enfermo se levantaba todos los dias; andaba sin arrastrar el pié derecho, ¿ pesar
de la ligera debilidad muscula r del miembro inferior de esto lado; después de
vez en cuando era acometido de vómito y de hipo que duraban algunos dias.
Afinesde Mano se quejó de ver con menos precisión los objetos con el ojo
dererJio , tose un poco, expectora un liquido moco-purulento en corta cantidad, experi menta falta de respiración después de andar y sobre todo cuando
ha subido una escalera; d murmullo vesicular es débil en la base de los pulmones. Sin embargo, el enfermo continua grueso y su nutrición general no
está alterada; se halla de tal modo bien que me pide en calidad de antiguo
«mpleado de la administración hospitalaria, un certificado de admisión en
un hospicio.
El 5 de Abril la vista ya alterada en el ojo derecho comienza & debilitarse
en el izquierdo, y algunos dias después el ojo derecho parece perdido del lodo.
El enfermo experimenta dificultad para andar, tanto á causa del desorden de
la vista como de la debilidad de los miembros; pretende que sus piernas se
niegan ¿ sostenerle. Habiendo reaparecido el hipo, se volvió al tratamiento
por el ioduro; sin embarfiO. el i7 de Abril por la mañana sobreviene un delirio tranquilo, que es seguido bien pronto de la pérdida de las facultades intelectuales y de un estado subcomatoso. La pupila derecha está dilatada y mayor que la izquierda, la sensibilidad no parece modificada, todo movimiento
es casi imposible; ligera mejoría el 19; delirio mis violento el 20y sobreviene
la muerte el 21.
Autopsia.—Falta de edema y de huellas de cicatrices en la piel. El cráneo
está engrosado, esclerosado; la dura madre está intacta, pero las meninges,
reblandncidas, normales en la base, pero ligeramente engrosadas en la convexidad de los hemisferios cerebrales; los corpúsculos do Pacchioni son numerosos é hipertrofiados. Colocado sobre su base el cerebro se divide en dos
mitades por la separación de los hemisferios, y deja ver entre los ventrículos
laterales una masa amarilla, membraniforme, de una extensión de 3 á K
centímetros, que ocupa el sitio del tabique trasparente, del que no quedan
huallas. En su mitad anterior el quiatma de los nervios ópticos está tumefacto : el tejido que lo com|)one está inyectado, reblandecido, inflamado así
como el del tronco de estos nervios en su origen ; las papilas ópticas están
edematosas é inyectadas. El resto del encéfalo está sano.
libres en su mitad superior, los pulmones se hallan on su tercio inferior
y base intimamente adheridos tanto á las paredes torácicas como al dio-
380
fragma. Su extracción es difícil, su base se encuentra llena de surcos profundos parecidos á las cicatrices sifililiras del hígado, y como estas últimas, en
parto cegadas por un tejido fibroso do nueva formación; enti'e estos surcos
ol parénquima está en algunos puntos endurecido , en otros enflsematoso.
í,a pleura visceral está engrosada al nivel de su mitad inferior, y este espesamiento contribuye á la retracción de los pulmones, listos dos órganos se encuentran simétricanienti! alterados ; presentando al corte lesiones semejantes
un poco más desarrolladas on un lado que en otro.
lí! pulmón izquierdo, que es asiento de una lesión menos avanzada, ofrece
en su base un ligero engrosamiento que , despojado de gruesas falsas meni'
branus , deja ver eminencias nodulares , amarillenlas . redondeadas, del tamaño de una avellana ó coroza , y producr-on una extensión de cercado!
decímetro, una sensación bastante parecida á la que causaría la presión de
un saco de niiooes. listas nudosidades son de 12 á IS , diseminadas bajo la
pleura y on el inlerior do! pulmón ; se dividen con el escalpelo y se hacen nolar por sobresalir del parónquiniii piilmonal, y por una superliciede sección
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Figura 1 " (1)
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que en lugar de estar unida, ofrece depresiones múltiples. (Vmsc la fiqum 1.") Estas son masas amarillas, secas, redondeadas, scmi-circularcs ó de
(i) Nudosidad gomosa del pulmón: a lio.ia visceral de la pleura , b te.jido con.iuiuivo
subplouritico; c liinior gomoso en cuyo centro se ven los oriOcios de dos arteriolas cuya
tiinica elástica aún se reconoce. I.a parte céntrica de este goma , i-epresentada por 1¡lu'as más oscuras, ha experimentado la degeneración gríinulo-grasienta ; la liarte periférica la forma un te.iido on via de desarrollo ; en un punto los alveolos pulmonales tienen los toljitjues alveolares engrosados.
381
^
^ ,
forma cruzada , firmes , circunscritas por un tejido fibroideo agrisado y más
ó monos pigmentario. En las inmediaciones de estos tumores, el paréiKjuima
del pulmón presenta tractos fibrosos , blanquizcos ó ennegrecidos que la mayor parte irradian de un centro común. Algunos de los pequeños bronquios
están dilatados , el tejido pulmonal de una gran parte del lóbulo inferior de
este pulmón es duro y resistente.
El pulmón derecho es asiento de lesiones parecidas y que no se diferencian
sino por su evolución algo más adelantada. Las nudosidades gomosas son aquí
más amarillentas é irregulares que en el lado opuesto: cuando más tienen el
volumen de una lenteja , lo que depende de haberse reabsorbido en parte : la
zona fibrosa las rodea ; replegada sobre ella , se encuentra maniliostamenlc
retraída ; en ulgunospuntos hasta el núcleo amarillento o blanquzico lia desaparecido del todo , y no queda sino la zona periférica.
Además se observa en una superficie de sección del pulmón derecho tractos fibrosos, que tienen una disposición estrellada y dispuesta al rededor de un
centro común , como los rayos de una rueda al rededor del centro que la
sostiene. La induración esclerosa es extensa, y un gran número de bronquios
están dilatados. Además existe en medio de estas alteraciones algunos núcleos
de pneumonía lobular, que indudablemente han contribuido á precipitar el
desenvolvimiento; los ganglios bronquiales en su mayor parte son voluminosos, duros y pigmentados.
El corazón sobrecargado de grasa tiene sus cavidades anchas y dilatadas
por causa de la cstoatosis délas fibras musculares: éstas se hallan un poco
decoloradas y muy friables; el hígado está algo grasicnto; la mucosa del
estómago de color pizarreño, así como otros desórdenes debidos al alcoholi.s.
nio. El bazo voluminoso ; uno de los ríñones presenta on su superficie una depresión profunda, estrellada; el otro riñon está sano; el páncreas nornial
así como los intestinos. Los músculos de la vida animal están rojos, bastante
bien nutridos; abundad tejido célulo-adiposo.
Las dos hojas de la túnica vaginal se encuentran íntimamente adheridas
en el lado deiecho; la túnica albugínea está engrosada; el testículo ha disminuido de volumen , duro, elástico y manifiestamente esclerosado , resiste al
dedo que lo compiímo ; y al corte presenta bandas ó tractos fibrosos, que desde el cuerpo de iligmoro irradian en diferentes sentidos hacia el cuerpo del
testículo. La túnica vaginal del lado opuesto contiene una ó dos cucharadas
de un liquido cetrino , transparente ; sus hojas adheridas entre si en dos puntos por medio de tractos ó cordones blanquizcos. La hoja parietal engrosada,
está cubierta además en su cara libre de manchas pigmentarias oscuras ó
amarillas; el testículo aparece amarillento al corte , endurecido en una extensión menor que su congénere.
Los órganos lesionados conservados en alcohol se someten después al examen microscópico. Los |)ulmones ofrecen un ínteres científico especial. Los
tractos blanquecinos están constituidos por un tejido conjuntivo libroideo parecido al tejido de una cicatriz. Las nudosidades gomosas presentan dos partes
distintas; la una central poco ó nada modificada por el earminato de amoniaco; la otra periférica, muy colorada por esta misma sustancia (Figitni \')
382
La primera de estas partes está compuesta de elementos desfigurados, redondeados ó angulosos, hialinos, ligeramente granulosos, agrupados al rededor de los vasos, que se reconocen por su membrana elástica y por algunos glóbulos sanguíneos visibles
en su abertura retraída. La segunda está formada por
pequeñas células redondeadas ; semejantes á los elementos del tejido conjuntivo embrionario, y por un
gran número de células fusiformes y de los vasos
{Figura',1.')Estos últimos, cuyo endotelio está aplana
do. loque indica una organización ya adelantada,
tienen las paredes engrosadas , pero su abertura ha
"''
quedado libre.
Figura í.* (1).
¡)g g5;ie examen parece resultar que el poma principia al rededor de un vaso, es decir. por una periarteritis , que se extiende
excéntricamente por capas sucesivas que vienen, en ftn.á invadirla túnica
interna de este mismo vaso, ella lo obstruye lo que impídese meta en su parte
central, que retrocede. {Figurai')
Pero al mismo tiempo la nudosiil:i 1 gomosa comprime los elementos propios del órgano que la contiene: también en este caso particular era posible
percibir los alveolos pulmonales reconocibles por la persistencia de las Abras
elásticas, limitando las fisuras en las que todavía se veía el endotelio aplanado. {Figura 3.')
Al rededor de los nodulos gomosos los tabiques alveolares del pulmón se
encuentran engrosados por células nuevas redondas, y el retículo linfático
infra-pleuritico se hallaba lleno por los elementos linfoideos; la pleura estaba
inyectada y engrosada.
No obstante de la carencia de antecedentes manifestados por el enfermo,
las alteraciones observadas en este caso por parte de los testículos, cerebro y
pulmones, nos parece reconocer un origen sifílilico indiscutible. Efectivamente la alteración de la túnica albugínea, las tiras ñbrosas que recorren la susl'ancia del testículo indurado y resistente no dejan duda acerca de esta procedencia; lo mismo que paralas lesiones nodulares observadas en los pulmones. Aun cuandosimétricas estas lesiones no se parecen al tubérculo , ni por
su sitio que es la bas:: del pulmón, ni por sus caracteres , masas secas , voluminosas, circunscritas por un capullo fíbrosoy sin relación directa con el tejido pulmonal, ni por su evolución, puesto quo están reabsorbidas sin producir
ulceración ó excavación; además ofrecen caracteres macroscópicos y microscópicos de los gomas sifilíticos.
La lesión cerebral no tiene una fisonomía tan marcada, habiendo desaparecido el neoplasma; consiste en una especie de cicatriz espesa, pocoextensa y circunscrita, lo que también pertenece ú la siñlis. Circunscripción de las
lesiones, tendencia á la destrucción y á la producción de cicatrices espesas.
(1) Corte tranivurtal «ngrosado de una arterlola tomada del centro del tumor
Komoso en la suttancia grauuloM. A peaar de la alteración de la membrana «xternai la
túnica elAstica peniste ; la interna esU engrosada y estrechada la abertura del va«o,
que lo ocupan algunos glóbulos sanguíneo».
383
callosas, much&t veces radiadas, tales son en efecto el sello de las manifestaciones adelantadas de esta enfermedad.
Los mismos dibujos que he tenido el honor de presentar & la Academia
prueban, por otra parte, que las alteraciones de la sifilis constitucional no se
producen al acaso, sino según leyes determinadas que importa conocer si se desea
llegar á establecer con seguridad el diagnóstico de esta enfermedad. Reunidos sin
idea preconcebida y con grandes intervalos
en el periodo de IS años, las lesiones representadas en estos dibujos se distinguen
por los caracteres comunes que trataremos de exponer en pocas palabras.
Bn la piel estas lesiones consisten en
nodulos ó tubérculos prominentes agrupados y circunscritos, dejando en pos de
si cicatrices indelebles. En el tejido celular están representadas por nodulos seme
jantes, con frecuencia más voluminosos
y que ya se reabsorben en aquel punto, ya
se eliminan por ulceración del dermis. En
los músculos voluntarios están constituidas por nudosidades del mismo orden que
por lo general son reabsorbidas y dejan
una cicatriz del músculo afectado. En las
articulaciones vemos á la sífilis revelarse
por la presencia de depósitos grisientos ó
í lUUUKIU
amarillentos que afectan el tejido subsinovial y muchas veces también las partes
ricura 3.* (1)
ligamentosas. Estos depósitos se localizan
con preferencia en las grandes articulaciones y sobre todo en las rodillas
y codos, en general en una ó dos articulaciones, las más veces en las simétricas. En los huesos la misma tendencia á circunscribirse las lesiones
sifilíticas. como puede verse en una tibia cuyo dibujo os presento, y que
representa en su cara interna é inferior un exóslosis y arriba una perios
titis. Aquí el neoplasma sifilítico, excepto cuando es muy exuberante , se
transforma no en tejido cicatricial, sino en un tejido huesoso según las leyes del
desarrollo normal. De aquí resulta que los exóstosis no difieren de los huesos
normales sino por el modo como están implantados en este hueso por tener
sus canalículos más anchos. Del mismo modo que los huesos, los ganglios linfáticos son asiento de lesiones productoras más bien que destructoras; tam-
<.^ Tr.>>-
(1)
clon
(uia*
nerada ,
,
een en ni «pUelio
884
bien aumentan de volumen en la mayor parte délos casos de sífllis visceral.
En las arterias las lesiones sifilíticas también se hacen notar por su débil
extensión. Si en algunos casos afectan á toda la circunferencia del vaso, ellas
estrechan su calibre, y lo obturan; otras veces se limitan á sólo una parte de
esta circunferencia y pueden ser el punto de partida de una dilatación lateral
ó aneurismática. Después de las arteriolas cuya túnica adventicia ó vaina linfática es el punto de partida más habitual de los gomas, las arterías cerebrales son atacadas con más particularidad por la sífilis. Por su circunscripción, alteración de estos vasos se distingue con claridad la endocarditis común, cuya tendencia es invadir una grave extensión y muchas veces la totalidad del sistema arterial.
En las visceras las alteraciones de la sífilis se presentan con los mismos
caracteres. Las alteraciones especificas del hígado y las de los testículos bajo
este aspecto, tienen grandes analogías. A simple vista estos órganos sou
atravesados por fajasfibrosasmás ó menos retraídas y que irradian muchas
veces de un centro común , ya sembradas de masas neoplásticas cuya parle
central termina por modificarse bajo la forma de un núcleo amarillento (goma); mientras que la parta periférica se organiza en un tejido cicatricial definitivo. Esto es por otra parte lo que existía en el caso de sífilis pulmonal que
acabamos de referir, y también lo que sucede en los ríñones y el encéfalo. En
uno de los dibujos de nuestros grabados, la protuberancia es asiento de dos
nudosidades circunscritas, amarillentas, infiltradas en el seno de un tejido
grisientofibroideoque los forma una especio de capullo. También estas lesiones no están, como ni tubérculo del cerebro, en relación inmediata con la
sustancia nerviosa, y si el enfermo continúa viviendo , las nudosidades terminan por desaparecer , el tejidofibroideoque las rodea forma una cicatris
más ó menos espesa.
La revista que acabamos de hacer de los desórdenes engendrados por la
.sífilis en los diferentes órganos demuestra claramente que esta enfermedad
se traduce por lesiones materiales , que éstas no son difusas, ni extendidas,
sino siempre limitadas y circunscritas, y que tienen una evolución todo especial. Así es que teniendo en cuenta estos datos, el clínico si no siempre llega
& diagnosticar con seguridad la sífilis visceral, al menos evitará extraviarse y
no será conducido á hacer entrar en el dominio de esta enfermedad la mayor
parte de los desórdenes patológicos que se encuentran en los sifilíticos. Así es
que la locura , la parálisis general, la ataxia locomotriM progresiva, la tisis
pulmonal, enfermedades caracteritadas por lesiones anatómicas difusas, extendidas y lentamente progresivas, son en un todo independientes de la sífilis
cuyas lesiones son circunscritas, lentamente retrógradas, y eso á despecho de
los esfuerzos que se han hecho en estos últimos tiempos para atribuir á estas
enfermedades un origen específico, al menos en algunos casos. Otro 'anto diré
de la epilepsia y sobre todo del histerismo, que más que otra eafermedad. hubiera debido ser perdonada ante U sifilis con la que está en formal oposición,
puesto que hasta aquí no se le conoce ningún desorden material.
En presencia de un enfermo sifilítico atacado de desórdenes funcionales de
385
una viscera importante, por ejemplo el cerebro, á nuestro parecer el diagnóstico se establece del modo siguiente.
¿ Existe una lesión material del encéfalo? Si no la hay, la sífilis no cscausa
de ella: si aparece, determinar si se trata de una lesión difusa ó circunscrita,
y en este último caso admitir la posibilidad de un origeu sifílitico. Entonces
es cuando el conocimiento de los antecedentes del enfermo, y sobre todo
del modo de evolucionarla lesión, deben intervenir para diferenciar la afección sifllítica de cualquiera otro foro patológico.
Entiéndase bien que este razonamiento se aplica al periodo más avanzado
de la sifliis adquirida, la que llamamos terciaria, pues pasan las cosas de un
modo algo diferente en el periodo secundario. Esto se revela por manifestaciones indudablemente siempre circunscritas, pero diseminadas y en general extendidas; v. g. las erupciones cutáneas, las lesiones articulares, etc.,
cuyo carácter es ser resolutivas y no destructoras: pero en este período la sifliis no afecta á las visceras profundas, sino en algunas formas primitivamente graves. Además los desórdenes que resultan de ellas, si se tiene en
cuenta su evolución , no pueden confundirse con enfermedades tales como la
ataxia locomotriz progresiva, la parálisis general, etc.
No queriendo abusar más tiempo de la benevolencia de la Academia, termino estas ronsideraciones generales con las siguientes proposiciones, que
son el resumen de mis investigaciones acerca de la materia.
1.* La sifliis, si se exceptúa la fiebre concomitante del principio de las
manifestaciones secundarias, se traduce invariablemente por lesiones materiales de los órganos y perturbaciones funcionales subordinadas al sitio y
extensión de estas lesiones.
S.' Esta enfermedad nunca afecta primitivamente sino tejidos derivados
de la hoja media del blastodermo, y en particular los elementos del sistema
linfático. Los tejidos derivados de la hoja interna y externa, tejidos epiteliales, células nerviosas, son siempre secundariamente alterados.
3.' Se manifiesta por lesiones de desarrollo lento, excéntrico, cuyo tipo es
el tejido conjuntivo embrionario, y que ya desaparecen por resolución ó eliminación , mientras se organizan en tejidos definitivos homólogos (tejido
huesoso en los huesos, linfático en los ganglios, cicatricial en la sustancia
conjuntiva).
4.* Su evolución se efectúa en tres tiempos: el primero está caracterizado
por uno ó varios accidentes locales llamados chancros; el segundo por lesiones ó erupciones diseminadas, extendidas, superfici&les y resolutivas, es decir,
que desaparecen sin dejar la menor huella (erupciones generalizadas ó del
periodo secundario); el tercero por lesiones circunscritas profundas, y que
dejan tras si una pérdida de sustancia, una cicatriz más ó menos espesa
y callosa (erupciones circunscritas ó del periodo terciario). Finalmente, el conocimiento de esta evolución sirve parafijarel momento de la curación de la
sífilis, que semejante en esto á todas las enfermedades de tipo definido, puede
detenerse completamente al final de sus fases naturales.
[Annalet de dermatologie.)
TSADUC. I ! \ . JHt. a > O C » O ^ X O .
886
ESTUDIOS ACERCA DEL SERVICIO DE SANIDAD
EN BL EJERCITO RUSO.
ConclusioB.(l)
Inttitutoa mnitarios de campaña.
Uomponen los institutos sanitarios de campaña del ejército ruso: la enfermería divisionaria (laxaret): el hospital temporal y la farmacia movible.
Enfermería divisionaria.—Esta no existe en tiempo de paz, sino cuando
hay movilización, y entonces se constituye del modo siguiente. La dirección
central designa cuatro médicos y un farmacéutico de los que están inscritos
en las listas anejas al plan de movilización del cuerpo de Sanidad militar, lis*
tas tenidas á la vista constantemente en el Ministerio. El estado mayor de la
división por su parte nombra cuatro médicos tomados del efectivo de los
cuerpos: cada regimiento suministra cuatro Peldsehers médicos: la división
da un Feldtckert farmacéutico. La compañía de camilleros se forma según
los datos de un registro llevado por la división; en tin, los obreros se toman
de las baterías de artillería y los conductores de los parques.
Con todos estos elementos de diferente procedencia , pero tomados todos
de la misma división y de la región territorial que ocupa. el jefe de Estado
mayor de la división, de concierto con el médico do la división, cuyo destino
es permanente, constituyen la enfermería divisionaria. Véase aqui la composición reglamentaria: I médico de división; i médicos de visita de primera
y 4 de id. de segunda; 1 farmacéutico; 8 Feldschers médicos de primera, 8 id.
de segunda, 1 de farmacia; 1 inspector de hospital: 2 tenedores de libros. 2
escribientes; 1 capellán y su vicario; 2 sargentos y SO enfermeros con 20
obreros; 1 oficial, 6 sargentos, 108 soldados y 2 Feldtckert veterinarios de
tren; 223 caballos de silla y tiro; 24 grandes carruajes para el transporte de
heridos; 6carros cargados de camillas; 26 carruajes para conducirla farma*
cia, objetos de curación , ropa blanca, vestuario, herramientas , útiles de
campamentos, víveres, objetos de oficinas, caja y equipajes. El material sanitario consiste en 15160 curas.
En tiempo de paz el tren se envía al punto céntrico de la división, el material sanitario lo cuidan los cuerpos del ejército, y el material de explotación
se conserva en los almacenes de la Intendencia.
Cada enfermería divisionaria se subdivide en dos secciones, y dos de estas
enfermerías reunidas constituyen un hospital movible. La enfermería divisionaria puede recibir 60 oficiales y 160 soldados.
Basta considerar estas cantidades (422 personas y 223caball08 con S6 carruajes) para comprender que la enfermería divisionaria es una institución muy
vasta y compleja en razón del limitado alcance de los servicios que puede
prestar. Es cierto que los dias de batalla el número de 160 heridos no debe
(1) VtaM U pig. 800.
387
ser el máximo de lo que puede recibir la enfermería; también es indudable
que se puede prever que en los momentos perentorios de la movilización
acontecerá rara vez que la institución sanitaria de la división, en la que nunca se piensa sino á última hora, si es que se acuerdan de ella, so establezca del
todo. Asi se llegará á una proporción más racional entre el número del personal que absorbe la composición de la enfermería y el de los enfermos que
puede recibir. De cualquier modo estamos muy distantes de criticar como el
DeutscheMilitairiiritUche Zeitehrift y considerar como ballaU, inútil, el tercio
del tren, los dos tercios de los obreros: ver también innecesarios la oficina y
el farmacéutico, personaje que ningún papel desempeña en la estación de las
curas. Esta constituye la principal esfera de actividad de la enfermería divisionaria. Recibe sus huéspedes de las estaciones de secorros formadas en la
primera línea con lo que resta de personal y material sanitario en los regimientos . y los trasmite con la mayor rapidez posible. lo que debe ser su
principal preocupación, á los hospitales temporales escalonados entre el teatro de la guerra y el interior.
Hospital temporal.—Oel mismo modo que puede asimilarse la enfermería
divisionarta rusa á los destacamentos sanitarios de los cuerpos del ejército
prusiano, de igual manera se puede considerar el hospital temporal como el
equivalente del grupo de enfermerías [latarets) anejos á los cuerpos de ejército en Prusia, 6 todavía mejor, á los hospitales de campaña del ejército
austro-húngaro y de la Alemania del Sur hasta donde la asimilación prusiana
sea un hecho completamente realizado para todas las instituciones de estos
ejércitos.
El hospital temporal lo componen: i comandante; 1 médico en jefe, 9 médicos de visita, 4 empleados de farmacia; 18 Feldschers médicos de dos clases : 6 id. farmacéuticos de dos clases: i Inspector, 3 comisarios. S oficiales
para la oficina, ii escribientes; 1 capellán y su vicario; S sargentos, guarda almacenes; 6 id. vigilantes de sección; 48 soldados vigilantes desala; 90 en^
formeros (sirvientes); 36 obreros; 6 sargentos, S4 hombres, 3 Feldschers veterinarios del tren; 114 caballos, 27 carruajes para la farmacia, material y
subsistencias»
El hospital temporal es divisible en tres secciones, que pueden funcionar
aisladamente, estando organizado para recibir 30 oficíales y 600 soldados enfermos ó heridos. Al contrario de la enfermería divisionaria el hospital temporal es de formación permanente, existiendo en Rusia 84 hospitales temporales; hallándose su material repartido en seis circunscripciones en la Rusia
europea (San Petersburgo, Wilna, Varsovia, Kiew, Odesa, Hoscow), conservándose en los almacenes de los hospitales sedentarios. En el momento de la
movilización no hay más que facilitar los atalajes y constituir el personal,
que se toma délos hospitales sedentarios, conforme á un plan de movilización dispuesto de antemano.
La organización interior y el modo de llevar el servicio en estos hospitales es igual al «lue existe para los sedentarios.
3S8
Estadistiea médica del ^áreito ruso en campaña.
El diario ruso la Vote resume en uno de sus articulo» el reglamento para
la estadística sanitaria del ejército, puesto en vigor al principio de la campaña actual.
Según este reglamento las instituciones llamadas & suministrar los materiales de la estadística se divideo en tres categorías: las ambulancias, los hospitales organizados en el teatro de la guerra y los establecidos fuera de Is
zona de las operaciones militares.
Los médicos destinados & las ambulancias est&n obligados á consignaren
formularios impresos las siguientes noticias acerca de la persona herida :
nombre, cuerpo del ejército á que pertenece , naturaleza de la herida , tratamiento seguido y establecimiento al que se ha enviado el herido. K los dos ó
tres días de la batalla, el médico de la ambulancia redacta una lista de los heridos que ha curado, sirviéndose para esto de estados impresos en los que se
indican el número de heridos llevados & la ambulancia, determinando el de
los oficiales , sargentos y soldados; la naturaleza de las heridas , en graves ó
leves; número de heridos trasladados por medio de trasportes, con indicación
del nombre del médico encargado de acompañar el convoy, el número de heridos que quedan en la ambulancia, firma y determina en un resumen el número de operaciones que se han practicado. Cada herido recibe al salir una
hoja en que constan todas las noticias recogidas acerca de su persona.
En cada hospital organizado en el teatro de la guerra, se lleva un registro
de admisión en donde se inscriben las noticias extraídas de la hoja, cada 10
días los jefes de estos hospitales presentan al departamento médico del Ministerio de la Guerra informes sumarios, bajo forma de registros, que se hacen
asimismo por medio de formularios impresos en los que se estampan las cantidades.
Los hospitales instalados fuera de la zona de las operaciones militares est&n obligados & suministrar más detalles, breves noticias históricas de los enfermos y el tratamiento seguido en cada caso: por último , cada médico superior est& obligado á llevar un diario en donde se inscribe todo lo que de cualquiera manera puede ejercer algún influjo en la situación sanitaria de los
cuerpos á que se halla anexo.
Al terminar la campafia los médicos de división, brigada y regimiento presentarán informes acerca del ¿stado sanitario do las tropas, sobre las enfermedades y mortandad, sometiéndolo en cuanto sea posible al programa de los
informes anuales que dan en tiempo de paz. De todos estos informes el Inspector en jefe del servicio de sanidad del ejército extraerá los materiales necesarios para el informe del estado sanitario del ejército, asi como del servicio de los hospitales y del personal médico durante el período de la campaña.
{Revue. icient. et adm. des médecins des arnties.)
Tnd. X%. 3W.
V^C3^C^X^•
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