Pásele Marchante

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de buena semilla, buena cosecha
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pÁSELE MARCHANTE
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AQUÍ LE DAMOS PILÓN
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“Pásele marchante, ahí le va su pilón, pásele güerita,
barato buen precio y bien pesado,” con este tipo de
frases y gritos comunes, lonas de colores, bolsas de
mandado, montones de frutas, hortalizas, granos y semillas, básculas, entre un sin fin de productos, es con
lo que nos encontramos, cuando asistimos a esa actividad tan cotidiana y tan antigua como la que se lleva
a cabo en un tianguis: el comercio.
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ε↵ Francisco Rodríguez Cruz, colaborador de la Revista Claridades Agropecuarias de Apoyos y Servicios a la Comercialización Agropecuaria
(ASERCA/SAGARPA).
Esta práctica, tan necesaria para el pueblo, ha evolucionado con el correr de los años, hasta llegar a lo
que hoy conocemos como mercados y tianguis.
El tianguis, del náhuatl Tianquiztli “mercado”, fue la
forma en que los mexicas establecieron el comercio en
Tenochtitlán, mismo que se celebraba, en un espacio
libre, cuatro veces al mes.
Los Tianquiztlis eran espaciosos -en particular los de las
grandes ciudades- limpios, ordenados, se conformaban
por cestos, huacales, petates y jarros, los cuales estaban a la intemperie para tener contacto directo con el
cielo y así obtener la bendición de los dioses.
Las mercancías se permutaban o vendían por número
(piezas) y medida, sin utilizar el peso. De ahí, que el
EL MERCADO DE TLATELOLCO
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El acudir a este mercado no sólo era para andar de
un lado a otro participando en una “fiesta comercial”,
como lo llamaron los españoles, sino también para hacer sus comidas, encontrar parientes o amigos, discutir,
divertirse y si andaban con suerte, hasta asombrarse y
admirar la visita del Tlatoani (emperador) al mercado
acompañado de su corte, realizando sus compras.
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Los españoles describieron al mercado de Tlatelolco
con una amplia visión e impresión de entre los demás
Tianquiztlis, ya que se localizaba en una gran plaza,
tan grande que Hernán Cortés, en una carta que le
Los relatos indican que en este Tianquiztli no sólo
se comercializaban todos los productos habidos y
por haber (frutas, legumbres, comida preparada,
telas, vestidos, calzado, joyas, piedras preciosas,
animales vivos, yerbas, loza, miel, entre otros) incluyendo los más exóticos; sino que se ofrecían otro
tipo de servicios a la población, tal como lavaderos, se rapaban cabezas (peluquerías), se daba
de comer por un precio establecido (fondas); asimismo había tamemes (cargadores), y gente con
varios oficios en espera de ser contratados; cabe
destacar que en este lugar existía una gran organización, con una exagerada limpieza, lo que
tanto admiró a los conquistadores.
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Existían Tianquiztlis especializados en diversas mercancías como el mercado de Cholula, especializado
en el intercambio de joyas; el mercado de Texcoco, en
cerámica; el mercado de Azcapotzalco, el más grande y especializado en la venta de esclavos; el mercado de Acolman, para la venta de perros; el mercado
de la Sal, que contaba con diferentes productos, y el
mercado de Tlatelolco, el más imponente e importante de todos, en el cual se comercializaba una amplia
gama de productos.
envió al Rey Carlos V, señaló que era dos veces el
tamaño de la Ciudad de Salamanca.
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pescado, los animales vivos o muertos, las telas, los
vestidos, entre otros, eran vendidos por piezas; mientras que los granos, el pulque, la miel, el vino, por señalar algunos, eran negociados por medida en jarros,
jícaras y cazuelas. Por su parte, las yerbas, las plumas
y el centli (maíz) eran vendidas o intercambiadas según el número de éstas en una brazada (manojos).
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EL MERCADO DEL VOLADOR
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El mercado de Tlatelolco es el principal antecedente
prehispánico de lo que en un futuro llegaría a ser la
Central de Abasto.
Se inició como la plazuela del volador, su nombre se
debe al juego ceremonial indígena del mismo nombre.
LA CAÍDA DEL TIANQUIZTLI
Hacia finales del siglo XVIII, una serie de problemas,
originados por la cantidad de puestos ambulantes del
baratillo en la plaza mayor, fue motivo para que el
Conde de Revillagigedo ordenara que todos fueran
reubicados a un sólo lugar, y así poder tener un mayor
control y orden sobre ellos.
Tras la caída de Tenochtitlán el 13 de agosto de
1521, los españoles trajeron una serie de innovaciones a los sistemas comerciales, siendo una de ellas la
introducción de las pesas y medidas utilizadas en el
continente europeo, así como una gran cantidad de
productos, que adheridos a los existentes, aumentaron
el universo de mercancías negociadas.
A partir de ese momento, se convirtió en el principal
centro de abasto de la ciudad, de modo que para
estar en posibilidades de llevar un riguroso control y
orden, se creó el Reglamento para el mercado principal
establecido en el Volador.
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Tlatelolco dejó de funcionar, ya que fue destruido y
demolido durante el periodo final de la guerra de
conquista, bajo el poder y mando de Cortés, y la derrota del emperador Cuauhtémoc.
Uno de los principales problemas del nuevo mercado fue
el material con el cual fue construido, que era esencialmente de cajones de madera, lo que ocasionaba gastos
de mantenimiento muy caros, que al paso del tiempo
fue muy difícil solventar. El mercado registró varios incendios, de los cuales, no todos fueron accidentales, y en
1798 sufrió uno que lo dejó parcialmente destruido.
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Los conquistadores se dieron a la tarea de construir
una nuevo lugar comercial, dando origen a la creación de dos plazas: la primera, denominada Plaza
Mayor, en tanto que la segunda, nombrada Mercado de San Juan, estaba destinada para los indígenas. La principal no tuvo suerte debido a su desorden, decadencia y parcial destrucción por indígenas
inconformes, mientras que el mercado de San Juan
sigue funcionando en la actualidad.
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El año de 1870 fue determinante en la historia del
mercado, ya que después de un desmembramiento
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sufrido, al reubicar algunos de los comerciantes, así como un incendio, acabaría con la opulencia de este lugar y aunque cinco meses después se propuso la
reedificación del mismo, no tuvo éxito.
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EL MERCADO DEL PARÍAN
dientes daban el tono de la riqueza, de la influencia y
de las finas maneras de la gente culta.
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El edificio fue construido entre 1695 y
1703 dentro de la plaza mayor, y llegó
a tener gran importancia debido a que
era un gran almacén, en el cual se comercializaba o se vendía de todo, destacando ropa y productos artesanales
traídos de España y Manila, que satisfacían los gustos más refinados. Los comerciantes que
integraban este mercado, pertenecían a una élite, ya
que actuaban como proveedores universales de todo
tipo, por tal motivo, fue durante más de un siglo y
medio el emporio de la elegancia y el lujo.
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El Mercado del Parían puede considerarse como el segundo antecedente histórico de la Central de Abasto.
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Esta plaza estaba regulada por una serie de aduanas, monopolios, rentas y ordenanzas. Las mercancías
de importación pagaban altos gravámenes y el comercio de carne, pulque, harina, tabaco, entre otros,
estaba concesionado a los españoles.
La parte del edificio que veía al palacio la ocupaban
cajones de fierros, en que se vendían chapas y llaves,
coas y rejas de arado, parrillas y tubos, sin que dejaran
de exponerse balas y municiones de todos calibres, y
campanas de todos tamaños. Al frente de la catedral
había grandes relojerías..., la contraesquina de la 1ª
calle de Plateros y frente del portal la ocupaba la gran
sedería del Sr. Rico, en que se encontraban los encajes
de Flandes, los rasos de China, los canelones y terciopelos y lo más rico en telas y primores que traía la Nao
de Dhina... En el interior, principalmente, los cajones de
ropa eran de españoles... »1
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El 29 de noviembre de 1828, sufrió el ataque de
500 leprosos que se unieron a las tropas de Guerrero para prenderle fuego y robarlo, por lo que después de estos hechos, muchas de las tiendas fueron
abandonadas. El Presidente Antonio López de Santa
Anna lo mandó a demoler el 27 de junio de 1843.
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Don Guillermo Prieto describió con gran detalle en su
libro “Memorias de mis Tiempos”, lo que fue el Parían:
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«...Por aquel tiempo se ordenó y llevó a cabo la demolición del Parián... que ocupaba toda la extensión que
hoy ocupa el Zócalo, con cuatro grandes puertas, una a
cada uno de los vientos, y en las caras exteriores, puertas de casas o tiendas de comercio. En el interior había
callejuelas y cajones como en el exterior y alacenas de
calzados, avíos de sastre, peletería, entre otros.
En un tiempo los parianistas constituían la flor y la nata
de la sociedad mercantil de México, y amos y depen-
EL MERCADO DE LA MERCED
Los primeros años del México ya independiente, el
comercio en la Ciudad de México se desarrolló en
torno a la plaza mayor, siguiendo las rutas de acceso
de mercancías a través de canales de agua.
La destrucción del convento de la Merced, le permitió al
Ayuntamiento de la Ciudad, contar con un espacio para
la construcción de un mercado, que a la larga, sería el
Aguirre Botello, Manuel “ El Zócalo de la Ciudad de México” en línea,
http://www.mexicomaxico.org/zocalo/zocalo.htm
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La solución llegó hasta después del movimiento armado de 1910, cuando el mercado volvió a recobrar
su apogeo. Fue así, que a mediados del siglo XX el
gobierno lo ubicó en un nuevo edificio, en el mismo
barrio, pero más retirado del centro de la Ciudad.
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La idea de crear un mercado surgió con el fin de absorber a los comerciantes del Mercado del Volador,
por lo que el día 13 de abril de 1865, los comerciantes de legumbres y carnes son trasladados a la
plaza de Jesús y el resto al de la Merced, el cual
empezó a crecer debido a la llegada de comerciantes de otras plazas hasta considerarse como el
principal centro de abasto de la Ciudad. Así se creó
una plaza provisional en la cual se instalaron algunos puestos, por lo que la Merced empezó como un
mercado al viento, en tanto se construía un edificio.
Desgraciadamente, con el paso del tiempo, las instalaciones con las que contaba este mercado, dejaron
de ser eficientes para cubrir las necesidades para las
que había sido creado, de tal forma, que se pensó en
ampliarlo y dar así, un nuevo reordenamiento al comercio. Sin embargo, también prevalecía el ánimo de
crear un nuevo centro que sustituyera y fuera capaz
de satisfacer las necesidades que el inevitable crecimiento de una ciudad como ésta, requería.
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antecedente histórico más importante y directo de la
Central de Abasto de la Ciudad de México.
EL NUEVO MERCADO DE LA MERCED
Las obras de la nueva construcción se llevaron a cabo
en el gobierno del Presidente Adolfo Ruíz Cortines,
inaugurándose en 1957. Se le conoció popularmente
como el “mercado de las naves”.
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Es hasta 1879 que se presenta un proyecto para construir un edificio que solucionaría la problemática existente en ese tiempo, lo que daría paso a un mercado
más eficaz y amplio, con vías de comunicación, que
fuera seguro y facilitara las maniobras de carga y
descarga de los productos.
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Cabe mencionar que a diferencia de otros mercados, éste se construyó con plena conciencia y sin importar los costos, debido a que el país contaba en
este tiempo con una estabilidad política en pleno.
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La nueva Merced estaba constituida por una nave
mayor dedicada a frutas y legumbres, y una nave
menor destinada para carnes y aves, además de
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Pese a ello, la Merced siguió considerándose una
zona de importancia comercial, sin embargo, fue necesaria la planeación de un centro de abasto más
grande, que pudiera albergar no sólo a los comerciantes establecidos, sino tambien, a aquellos que
se habían instalado alrededor de las calles. Para
la década de los sesentas, se llegó a la conclusión
de que este espacio ya no era funcional para los
volúmenes de transacción que se llevaban a cabo,
así como por las dificultades de tránsito, la falta de
estacionamientos y andenes para carga y descarga.
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Con el transcurso de los años, el comercio en el mercado de la Merced, además de ser completo, fue tornándose cada vez más complejo. De tal forma, que a
a partir de la década de los cincuenta, comenzó a ser
insuficiente, debido a la saturación de comerciantes
que no sólo invadían las calles, sino también, a las
condiciones insalubres que se crearon, lo que agudizó
aún más los problemas.
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anexos para la venta de comida, juguetes, ropa, flores y dulces, todos concentrados en un área de 46
hectáreas. A esto se sumaba una superficie de 53
manzanas, en las cuales se ubicaron bodegas de diversos tamaños.
Lo anterior motivó la apremiante necesidad de construir un nuevo mercado mayorista, con el objeto de
subsanar las insuficiencias antes señaladas.
A partir de 1968, se promueve la construcción de
una “Central de Abasto” que diera cabida a todo un
complejo comercial mayorista. Con tal fin, en 1970 se
expropió un terreno denominado “chinamperías” ubicado en la Delegación Iztapalapa, el cual fue elegido
tomando en cuenta los centros de consumo, la cercanía
con los servicios necesarios para su infraestructura, así
como las rutas de afluencia.
LA CENTRAL DE ABASTO DE LA CIUDAD DE MÉXICO…
LA MÁS GRANDE A NIVEL MUNDIAL
La Central de Abasto fue inaugurada por el Presidente José López Portillo, el 22 de noviembre de 1982.
Desde entonces, la función primordial de este mercado
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laciones, cuenta asimismo, con 1,500 locales con más
de 60 giros, así como áreas de servicios complementarios como son: frigoríficos, bodegas de transferencia
y zona de pernocta.
La Central de Abasto es muy peculiar, ya que pareciera una ciudad dentro de otra ciudad. Tiene
una extensión de 327 hectáreas, en donde se albergan 2 mil bodegas, que comercian 30 mil toneladas diarias de productos perecederos, mueve mil
carretillas o diablitos, y tiene para su seguridad
700 policías. Es importante destacar, que éste número de policias es mayor al que emplean ciudades
como Pachuca o Cuernavaca.
Es importante señalar que la Central de Abasto de la
Ciudad de México es el centro de acopio y distribución de alimentos más importante del país y el más
grande del mundo.
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mayorista adquiere un carácter estratégico: satisfacer
las necesidades alimenticias de los habitantes de la
gran ciudad, mediante el acopio y comercialización
de productos agrícolas y abarrotes.
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Es también, la segunda institución en importancia con
respecto al manejo de recursos económicos, estimándose un movimiento anual superior a los 8 mil millones
de dólares estadounidenses. El primer lugar lo ocupa,
sin duda, la Bolsa Mexicana de Valores (BMV). Cabe
señalar, que en la Central de Abasto se comercializa
aproximadamente el 30 por ciento de la producción
hortofrutícola nacional.
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Genera 70 mil empleos directos, que atienden a más
de 300 mil personas que visitan diariamente sus insta-
En este lugar, las empresas más grandes dedicadas al comercio de productos agroalimentarios se
abastecen, al igual que empresas medianas y amas
de casa, quienes también se proveen de las mercancías requeridas.
En lo que respecta al sector agrícola, las actividades de este centro de abasto permiten transformar una oferta amorfa, sin estándares de calidad
y procedente de una actividad agrícola fraccionada, en una oferta homogénea con el fin de satisfacer las necesidades de sus clientes habituales:
mercados públicos, mercados sobre ruedas, tianguis, recauderías, así como cientos de establecimientos de las cadenas de autoservicio y tiendas
de todo el país.
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La función de este centro no se limita al
acopio y comercialización de productos
alimenticios, sino que también cumple
con la función de regular la oferta y la
demanda en un sector estratégico de la
actividad económica del país.
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Se tiene una amplia confianza en que
las diversas oportunidades de mejora
en este centro mayorista se están enfrentando con una visión de progreso y
renovación. Se considera que dirigir este
organismo es un gran reto para el Siglo
XXI, pues implica enfrentar la competencia que se deriva del poder que representan las empresas transnacionales
a través del mercado detallista.
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La historia de los mercados tiene su origen desde las primeras épocas, cuando
lo primordial era cubrir las necesidades
básicas de la comunidad, sin embargo,
estas necesidades han evolucionado de la misma forma que los mercados y tianguis.
En la actualidad, este proceso de cambio ha contribuido al desarrollo económico del país de manera importante, ya que es una gran fuente de empleo, internacionaliza los productos mexicanos y sigue cumpliendo
con la función de abastecer a las comunidades.
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Cabe subrayar la actitud asumida por un sector de
participantes mayoristas, que ante una actividad
agrícola de bajo perfil tecnológico y descapitalizada, ha desarrollollado esquemas de financiamiento,
y procesos de selección y empaque de productos del
campo, a fin de ofrecer, en las mejores condiciones los
alimentos demandados por los grandes núcleos urbanos, esto incluye la venta al mercado internacional.
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