Mi historia - Escuela Media Nª 5 - Martinez

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Mi historia
Mi nombre es Lucas María Baeck, belga Flamenco por parte de padre y argentino por parte de
madre.
Nací un 11 de abril de 1958, en la ex-Clínica Marini de la Av. Santa Fé, Capital Federal, habiendo
sido bautizado el día 13 en la Parroquia “Jesús en el Huerto de los Olivos”, por lo que me considero
más Bonaerense que Porteño.
Ese mismo día ocurrieron dos hechos que marcaron mi existencia:
 Un año antes había nacido mi hermano Pablo María, al cual lo condené a tener que compartir
sus cumpleaños conmigo por muchos años. Solamente se libró de ese “castigo” cuando decidí
ir a vivirme a Neuquén y luego, casarme. Ahora cada uno festeja con sus familias, aunque
nunca falta el consabido llamado de Feliz Cumpleaños y el posterior abrazo y tirón de orejas,
cuando nos juntamos.
 En el año 1870, en su residencia del Palacio de San José de Concepción del Uruguay, Entre
Ríos, moría asesinado el Capitán General Don Justo José de Urquiza, ex-Presidente de la
Confederación Argentina y en esos momentos, Gobernador de su Provincia. Murió como un
valiente, a manos de una horda enviada por el Sr. Ricardo López Jordán, amigo y compadre.
Esto podría ser una muerte más entre tantas, pero a mí me toca muy hondo dado que fue mi
Tatarabuelo, por la vía de Juan José de Urquiza, a la sazón, mi bisabuelo.
Fue mi madre María Luisa Elisa González Urquiza, una bella mujer que a los 77 años entregó su
alma a Dios, un 17 de noviembre de 2008, luego de sobrellevar la enfermedad del Mal de
Alzheimer durante unos diez años, enfermedad que la consumió por completo, aunque siempre
mantuvo su amor por mi padre, José Carlos Pablo Roberto Baeck – belga de nacimiento -, a
quien fue el único que reconoció hasta el final, iluminándose sus enormes y cautivantes ojos
verdes cada vez que lo veía, demostrando un amor tan fuerte que ni la enfermedad pudo destruir.
Maruja y Pepi, tal los apodos de mis padres, estuvieron casados durante más de 50 años y
formaron una gran familia, constituida por sus 6 hijos y 30 nietos, transmitiendo a todos sus
grandes valores morales y religiosos.
Como dije más arriba, soy el segundo hijo de ambos, viniendo después Juan María (1959),
Marcos María (1960), María y Gonzalo María (1969). Como podrán observar, entre los primeros
cuatro varones existe una exigua diferencia de un poco más de un año entre ellos – salvo el año
justo entre Pablo y yo -, lo que nos convirtió en nuestra infancia y tierna juventud en los “Capo
Mafia” de barra de extraordinarios amigos, aunque este hecho les trajo a mis padres grandes
dolores de cabeza, al recibir ellos todas las quejas de vecinos y entenados por culpa de las
travesuras de esta barra.
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Aunque no todo fueron quejas en nuestra historia, dado que existió una época que mi madre se
sentía orgullosa de sus “pichones”, cuando al ir al mercado o cuando nos sacaba a caminar por
Olivos, la gente la paraba para admirar nuestros diáfanos y angelicales ojos celestes – que
seguramente era lo único de angelicales que teníamos, pero algo es algo -, hecho que se repitió
hasta que comenzamos a crecer ……… con todas las consecuencias que ello les trajo a ambos
padres.
La que vino a salvar las papas, fue mi hermana, realmente la belleza de toda la familia, aunque
en un momento obligó a mi padre a mantener los trabucos naranjeros aceitados y en condiciones
para espantar a los buitres que a cierta edad comenzaron a revolotear a su alrededor. Por suerte
supo elegir muy bien y hoy, junto a su Santiago, lograron conformar una familia de 6 excelentes
hijos.
Pero no me puedo olvidar del “Belle” de los varones, Gonzalo, también conocido como Tumpi, en
honor al futbolista peruano Chumpitaz, que por una deformación que no viene a cuento ahora,
por ahí en un futuro cercano, pasó a Tumpistase y, luego, por economía, a Tumpi. Con su candor
y personalidad, él sólo se encargó de convertirse en el Capo Mafia de su grupo de amigos, llegando
a emular en su momento, los desmanes y dolores de cabeza a mis padres, provocados por
nosotros. Pero en el fondo y, aunque no lo crean, es bueno.
Crecimos todos en la colonial casa de la calle Córdoba 2839 en Olivos, acompañados hasta su
partida a los 101 años, de nuestra abuela Mami o Mamita, la madre de mamá y cuyo nombre era
Doña María Luisa de Urquiza.
Nuestra querida Mami nos hacía delirar con sus cuentos y sus ocurrencias, admirándonos a todos
por su salud y claridad de pensamiento y por sus escapadas al Centro en el 59, para jugar a la
canasta con sus “amigas” hasta superar los 95 años, luego de lo cual aceptó ser transportada por
nuestra madre, quien lo hizo hasta casi cumplir sus 100 años. Su último año de vida lo pasó en la
cama, por propia voluntad, pero conservando siempre la lucidez y su buen humor.
Inicié mi escolaridad en el Colegio “Las Teresianas”, hoy el Instituto “Pedro Poveda” de Vicente
López. Allí cursé hasta 1º Inferior – y sí, así se llamaba en esa época, aunque por favor, tengan
respeto por mi edad -. Mi hermano Pablo lo hizo hasta 1ª Superior, pero después, al dejar de ser
mixto y convertirse en colegio para niñas, tuvimos que cambiar y es así que al año siguiente, si
mis cálculos ni memoria no me fallan, en el año 1965, ingresamos Pablo, Juan y yo al Colegio
Parroquial “Jesús en el Huerto de los Olivos”, colegio al que con los años se fue sumando el resto
de la familia y donde hubo presencia Baeck hasta el año 2004 en que egresó Santiago, mi tercer
hijo, habiendo egresado previamente Agustín en el año 1999 –técnicamente hablando,
oficialmente no me acuerdo -, cerrando un record de casi 40 años de presencia familiar en dicho
colegio. Los otros 3, María Clara, mi única mujer y 2º en orden, Joaquín, el cuarto y Francisco, el
más chico, lo hicieron en el Pedro Poveda, colegio al cual fue también su madre.
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En el año 1968, nuestro Profesor de Gimnasia, el Ingeniero Agrónomo Rodney Haynes, nos llevó
a mis hermanos y a otros alumnos del colegio a probar suerte en el Club de Rugby Pueyrredon,
ubicado en la localidad de Boulogne, San Isidro. Con anterioridad nos había iniciado en este
deporte, en las horas asignadas a Gimnasia y fue tanto el entusiasmo que generó esto en nosotros,
que de una manera u otra, todos nosotros seguimos enganchados con este deporte, ya sea como
entrenadores, árbitros o bien como padres y, en mi caso particular, a veces como cuasi-jugador de
Veteranos.
Yo pertenecí, pertenezco y perteneceré hasta el final de mis días, a la gloriosa Camada 58 de
dicho Club. Gloriosa no sé si por la cantidad y calidad de jugadores que llegaron a jugar en el
Plantel Superior del Club, sino por la calidad de personas que integramos esa camada, existiendo
desde siempre una gran amistad y camaradería de todos sus miembros, en especial entre todos los
que seguimos viéndonos, creándose un excelente vínculo que nos permite seguir compartiendo
grandes momentos juntos.
En el año 1975, a los 17 años de edad, se produjeron 3 hechos trascendentales que marcaron a
fuego mi existencia:
1. El 17 de agosto de ese año, me puse de novio con la que hoy es mi mujer, Jacqueline
Elizabeth Lafin – Jackie – de tan sólo 15 años, casándonos el 7 de marzo de 1981 en la
Parroquia del Huerto.
2. Egresé como Bachiller del Huerto, sin haberme llevado ninguna materia en todo el
Secundario.
3. Recibí de parte de mi entrenador Jock Rodgers, el Premio Club Pueyrredon, premio que
se otorga por división a aquel jugador, a juicio de los entrenadores, que se haya destacado
en todo ese año por sus condiciones no sólo deportivas, sino también humanas.
Al año siguiente, comencé mi peregrinar como alumno en la Facultad de Agronomia (UBA),
hasta el año 1980, en que decidí buscar otros objetivos. No tuve un gran desempeño en la misma,
creo yo que producto de no haber tenido prácticas a la hora de rendir exámenes, siendo siempre
presa de nervios y otros males propios de los mismos, que no viene el caso detallar, so pena de
ensuciar las prendas íntimas.
En el año 1977, me tocó el turno con tan sólo 19 años, de hacer el Servicio Militar en la Armada.
Tenía tantas esperanzas de salvarme, que me tocó el Número de sorteo 800 y pico, sentenciando
mi suerte en esa fuerza.
Fui incorporado el 1º de febrero de ese año, realizando la instrucción hasta el 28 de febrero en el
CIPE o CCPC, ubicado enfrente del Dique 4, Puerto Madero. Una vez finalizada la misma, fui
destinado al Hospital Naval de Buenos Aires – Hosbaires en la jerga teletipìstica -, yendo a parar
al sector de Mesa de Entradas, donde se encontraba la teletipo, que se convertiría en mi
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compañera por buena parte de mi estancia en dicho Hospital, hasta que fui redestinado al Sector
de Turnos del mismo. Allí estuve hasta mi baja que se debía de producir el día 1º de abril, pero
por la presunta guerra con Chile, este período se extendió hasta el día 25 del mismo mes.
Una vez fuera y debido a que no podía cursar materias por esas cuestiones de equivalencias, me
fui a pasar un período de “vacaciones” al Brasil, a casas de un tío que vivía en Curitiba y de mi
tía que vivía en Río. Allí tuve la alegría de vivir la eliminación de Brasil en el Mundial de
Argentina ’78 y festejar el Título Mundial en dichas tierras. Volví al país en julio del mismo año,
a tiempo para el casamiento de la 2º hermana de mi mujer, Stella, en Santo Tomás Moro, a fines
de julio. Su marido es Mario Perez Frignoca, con quien tuvieron 4 hijos – 3 varones y una mujer .
Ante el avance de mi noviazgo y el poco progreso en mi carrera, decidí, con la aprobación de
Jackie, irme a vivir a Neuquén, a la ciudad de Plottier, donde mis padres tenían una pequeña
chacrita, llamada cariñosamente Aleluya. Allí llegué el 5 de mayo de 1980, con tan sólo 22 años.
La idea era tratar de afianzar mi camino en dichos pagos, para allanar el camino luego de nuestro
casamiento y posterior asentamiento en la chacrita. Fueron momentos duros, pero gracias al
apoyo de mi familia, pero en especial de mi Jackie, logré superarlos y llegar al 7 de marzo de
1981, feliz y contento, para casarme con ella.
Luego de una corta “Luna de miel” en Mar del Plata, llegó el momento de partir hacia tierras
neuquinas para iniciar nuestra vida matrimonial y comenzar a trabajar por 3 años en la
Dirección Nacional de Recaudación Previsional (DNRP), hoy ANSES, como Inspector
Previsional.
En ese período nació nuestro primer hijo, Agustín María, en plena guerra de las Malvinas, el 3 de
junio de 1982 y en medio de una gran nevada y con el miedo siempre de una presunta invasión
del lado chileno. Por suerte, esto último nunca ocurrió y, a los pocos días, por fin finalizó esta
guerra, aunque la misma no nos fue favorable, pero trajo nuevamente la paz y, con el tiempo, la
concordia entre Argentina e Inglaterra. Espero que con el tiempo, algún día terminen las
diferencias entre ambos países y los habitantes de las islas y que nuevamente nos podamos mirar
a los ojos sin miedos ni rencores.
También pude seguir jugando a mi querido deporte, esta vez en el Tiro Federal del Neuquén,
equipo que me recibió con los brazos abiertos a poco de llegar a esa provincia. Allí viví grandes
momentos y tuve el honor de formar parte de la División Superior del recién formado Neuquén
Rugby Club, nacido en el año 1982 como desprendimiento del anterior, estrenando nuevas
instalaciones en un predio cercano al Aeropuerto, donde todavía sigue firme y pujante. Allí jugué
hasta casi fines del año 1983, debiendo colgar los botines por razones laborales y familiares.
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En junio de 1983, tras largas negociaciones, logramos vender la chacrita, con gran dolor, pero
también con grandes perspectivas, para mudarnos al Duplex ubicado en la Av. Las Flores 244
del Barrio de Alta Barda en las inmediaciones de la Ciudad del Neuquén y el 1º de julio comencé
una nueva etapa de mi vida como Inspector en la Obra Infraestructura de la Villa Temporaria de
Piedra del Aguila, paraje o ¿localidad? ubicada a unos 220 kms. de Neuquén Capital, trabajando
para la fima cordobesa Inconas. Esto me obligó a estar separado de mi familia durante la
semana, retornando a Neuquén los fines de semana y, a su vez, a dejar de jugar al rugby, dado
que ir a jugar a este deporte, me insumía muchas horas que le quitaba a mi familia, siendo
mucho más importante, aunque me doliese admitirlo en ese momento, estar con los míos que
jugando al rugby.
Igualmente, nunca perdí el contacto con mis antiguos compañeros de equipo, manteniendo un
fuerte vínculo con muchos de ellos.
En Inconas permanecí hasta el final de la obra, acaecido en mayo del año 1985, pasando luego a
trabajar como Adscripto en Hidronor SA, la responsable del Proyecto de Construcción de la
Presa en dicho lugar, contratado por la firma UCASA, consorcio formado para la construcción de
la misma. En este período se produjo mi primer contacto con una Pc, contacto que continúa
hasta ahora y continuará, calculo, por muchos años más. Allí estuve hasta finales de dicho año,
comenzando a principios de enero del año 1986 a trabajar en el Sector de Control y Garantía de
Calidad de la Planta de Agua Pesada en Arroyito, a unos 50 kms. de Neuquén, lo que me
permitió volver a estar cerca de mi familia, yendo y viniendo a esta obra en ómnibus contratados
por Techint, empresa para la que trabajé. Allí retomé el contacto con la Pc y el mismo se volvió
adicción, a tal punto que decidí estudiar Sistemas, ante la gran dificultad que significaba
continuar los estudios de Agronomía, carrera que había abandonado ya antes de casarme.
En septiembre del 86, con la idea de estudiar Sistemas y por algunos problemas de salud que
comenzó a tener Jackie, retornamos a Buenos Aires, donde por suerte y gracias a tratamientos
diversos, ella se recuperó del todo y yo, al año siguiente, comencé a estudiar la carrera de
Analista de Sistemas en el Instituto CAEDI de Olivos. El 31 de julio de 1990 egresé de este
Instituto y comenzó mi vida profesional en este ambiente tan apasionante y polifacético.
Tuve ese año la oportunidad de volver a trabajar en una obra en mi querido Neuquén, pero la
imprevisión de algunos hizo que se cajoneara el proyecto, ante la no firma en tiempo y forma del
contrato, lo que, además de sepultar mis esperanzas de volver a aquella provincia, hizo que
perdiera en todo ese tiempo interesantes posibilidades laborales que fui rechazando ante la
inminente partida hacia el Sur.
Pero dejemos esto por ahora y volvamos un poco a cómo estaba conformada mi familia antes de
la vuelta a Buenos Aires. Ya en el año 82, tal cual relaté más arriba, había nacido Agustín. En
marzo del 84 se presentó María Clara, la primer nieta mujer de ambas familias, lo que llevó una
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gran felicidad especialmente a mis suegros y alegró el último tramo de la vida de mi suegro, quien
falleciera el día 6 de noviembre de ese año a raíz de un cáncer de hígado, que luego se propagó por
todo su cuerpo. Todavía hoy extraño a Charlie, mi querido suegro, con quien pude establecer una
gran relación y por quien sentía un gran cariño.
A fines de julio del 85, hizo su aparición Santiago, a raíz de mi negativa de aceptar que había
formado “la parejita”, un gordo rubio y de unos ojos celestes increíbles, que de tan pancho a
veces daba la sensación de que no existiese. El tiempo se encargó de dar cuenta de su presencia y
de su carácter ……. Pero es muy bueno.
Los tres nacieron en la ex-Clínica U.M.I. (Unidad Materno Infantil), ubicada en la a media
cuadra de la Gobernación, frente a la plaza, en la ciudad del Neuquén.
A los pocos meses de nacer Santiago y en medio de la incertidumbre del cambio de trabajo, se nos
anunció el cuarto hijo. Al final, este embarazo no prosperó y mi mujer terminó perdiéndolo.
Estamos seguros de que los problemas de salud que tuvo ella, se generaron a raíz de esta pérdida
y en Neuquén, a pesar de todos los esfuerzos y cuidados que le brindaron, no lograron revertir su
situación, lo que junto a mi deseo de estudiar, nos decidieron a volver a esta gran urbe.
Ahora, ¿cómo logré el sustento luego de la vuelta a Buenos Aires y pude a su vez estudiar? Antes
de volver, ya había hablado con mi amigo y compañero de la Primera Línea de Puey, Jorge
Chiocci, quien me ofreció trabajo como su asistente de Piletero y, luego de finalizar estas tareas –
que me demandarían todas las mañanas a lo largo del año -, comencé a trabajar como jardinero,
rescatando un poco todos mis conocimientos adquiridos durante mi época de estudiante de
Agronomía, más algunos cursos afines al tema que realicé.
Estudiar, estudiaba de noche, mejor dicho de madrugada, dado que llegaba a casa todos los días
después de las 10 de la noche, luego de cursar en el CAEDI de las 7 a las 10. Fue una época dura,
pero gracias al apoyo de mi familia, en especial de Jackie, lo pude hacer y lograr recibirme dentro
del plazo lógico para la carrera.
Previo a finalizar mis estudios, tuve la oportunidad de trabajar unos meses en las oficinas de
Personal Embarcado de la Shell, empresa donde trabajó mi suegro durante muchísimos años,
hasta jubilarse en la misma, que marcó mi ingreso al mundo de la informática.
En el mes de junio de 1989, cuando estaba cursando mi 2º año de carrera, nació mi cuarto hijo,
Joaquín María, alias Caco, trayendo mucha alegría y paz a nuestra familia.
Luego de finalizar mis estudios y luego de rechazar sendos trabajos, comencé a trabajar como
Instructor en un Instituto que no sólo daba clases de Computación, sino que además editaba
manuales Auto-asistidos y cuyo nombre era MasterChip. Estaba ubicado en la Calle Talcahuano
320, entre Corrientes y Sarmiento, desde Septiembre de 1990 a Marzo de 1991, pasando luego a
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prestar funciones como Coordinador de Computación en el Colegio San Lucas de Olivos, donde
estuve hasta finales de octubre de ese año, para luego iniciar un período de trabajos
independientes, una parte junto a Carlos Figueroa, quien luego ingresaría al Ministerio de
Trabajo como responsable del Area de Informática del mismo.
Luego, por muchos años estuve prestando servicios en la firma Bardahl Lubricantes Argentina
S.A. en su Planta de Del Viso, tratando de llevar adelante la parte de stock de la materia prima
que luego se utilizaría en la fabricación de los productos.
Por fin, en el año 1992 se hizo presente Francisco María, un gordo divino, bien rubio y también
de ojos celestes, muy parecido a Santiago, pero con una energía y fuerza que le valieron en su
momento el mote de Topadora o Topi.
En el año 1996 tuve la oportunidad de ingresar a Nestlé como Help Desk, contratado primero
por una Consultora y, luego, directamente por esta firma, siendo esta época una de las más lindas
de mi historia laboral y donde nació mi apelativo de Al, gracias a mi parecido con aquel gangster
tan famoso de Chicago. Guardo muy lindos recuerdos de todos aquellos que trabajaron conmigo,
en especial de Ana Laura, mi compañerita, Gaby, mi jefa y Cosme Veneziale, Jefe del Area de
Tecnología. Todos ellos me ayudaron mucho durante mi paso por esa empresa, haciendo que
disfrutara mucho de mi trabajo.
En noviembre del año 1998 pasé a Consolidar AFJP como Supervisor del Centro de
Procesamiento de Datos, en calidad de efectivo, pasando luego a integrar el staff de
Procesamiento de Datos en las oficinas del Banco Francés hasta febrero del año 2008, en que
pasé a trabajar como Asistente de IT, profesor y tutor de alumnos en el Colegio San Andrés de
Olivos, lugar donde permanecí hasta diciembre del año 2010.
En cuanto al Rugby, una vez de vuelta en Buenos Aires, volví a entrenar en el Club, pasando a
entrenar por un espacio de 10 años, a los Mosquitos y a la Pre-Pre-Décima del mismo. Comencé a
entrenar estas divisiones cuando mi hijo Agustín comenzó a jugar en Mosquitos, a los 7 años de
edad y finalicé cuando Francisco estaba en Pre-Pre-Décima, luego de lo cual me tomé un impasse
como entrenador hasta el año 2010, en que comencé nuevamente a entrenar, pero la M10 del
Virreyes Rugby Club, acompañando a Francisco, que entrenó durante ese año a la M12 de dicho
club.
Gracias a la invitación de Pablo Pascual, padre de la División de Santiago, retomé ya próximo a
los 40 años, mi actividad como jugador, esta vez de Veteranos en un equipo de amigos llamado
Classic’s, en el cual jugué hasta su disolución varios años después. A su vez, como integrante de
los VARBA’s (Veteranos Activos de Buenos Aires), comencé a representar a Buenos Aires en los
Nacionales de Rosario, La Plata, Tucumán y por último Neuquén, este último en el año 2007.
Luego comencé a jugar en los SuperVet de VARBA, jugadores todos mayores de 45 años hasta el
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año 2008. Durante el 2009 y 2010, por distintas razones, abandoné esta actividad, aunque en
forma definitiva. Espero volver pronto.
También por varios años he sido Referee de la URBA, refereando las divisiones B de mis hijos y,
los sábados por la mañana, a la Pre-Intermedia B del Club, cuando Puey era local. Esta
actividad la tuve que abandonar por razones que no viene al caso mencionar ahora, pero si todo
se da como espero, también espero retomarla.
No quiero terminar ésta, mi historia, sin mencionar a dos de mis tíos muy queridos, Inés y
Marcelo López Bretón, dos personas maravillosas que, con mucho amor y generosidad, nos
invitaron cada verano a toda nuestra familia a pasar unas excelentes vacaciones en El Chocón,
lugar donde trabajaba él. Ellos fueron los responsables de que conociéramos la provincia del
Neuquén y, gracias a ellos, nació el amor tan grande que siento por esa provincia. Nunca dejaré
de agradecérselo y, aunque ahora nos miran desde arriba, su recuerdo vive y vivirá dentro mío.
Tampoco puedo dejar de mencionar a los Grupos de Acción Católica, que fueron muy
importantes en mi formación religiosa y, luego, de mis hijos. Fueron épocas muy lindas y de
mucha formación, agradeciéndole a la AcciónCa todo lo bueno que hicieron, no sólo por mí sino
por mis hijos.
Y, por último, no puedo cerrar esto sin mencionar al Grupo Scout Nº 109 de la Parroquia
Nuestra Señora de Fátima, de Martinez, en especial a los Raiders. Nuestros encuentros
semanales, los campamentos, las fiestas del grupo y, principalmente, nuestros viajes a Ruca
Choroi, un paraje ubicado a unos 30 kms. de la localidad de Aluminé, en Neuquén. Este grupo
estuvo conducido por Luli Correa Luna e integrado por varios alumnos del Huerto y de otros
colegios de la zona. Todavía hoy, luego de más de 30 años, me sigo acordando de nuestros viajes a
Ruca y los sigo disfrutando ….. y cuando puedo, me pego una vueltita y, de paso visito al Padre
Valerio, cura Salesiano, de origen Piamontés, de una fuerza y vigor increíbles, que aparte del
internado de Ruca, donde íbamos nosotros, levantó a su vez otro internado en Aluminé, una
escuela agro-técnica y hogares de ancianos en Aluminé y en Pulmarí, cercano a Aluminé.
¿Qué más puedo agregar? En realidad, muchas cosas más, que algún día relataré. Por ahora, voy
a descansar un poco y meditar sobre lo escrito.
No sé qué deparará este 2011, pero espero que muchas cosas buenas para todos. En principio, ya
estamos preparándonos para el casamiento de mi hijo Agustín con Victoria Paz, un amor de
chica, que será el 2 de julio de este año, el mismo día que se casaron mis padres, allá por el año
1956. Espero que sean muy felices y que, con el tiempo, agranden esta, mi familia.
Muchas gracias por haber leído todo esto. Espero les haya gustado. Abrazo grande.
Lucas María Baeck
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