BEBE DE TU POZO - Siervas de San José

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BEBE DE TU POZO
ENTRE LÁGRIMAS Y CANTARES
Espiritualidad de las Siervas de san José
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Nº 7. Enero 2012
NUESTRA PORTADA:
“La nueva santa se nos presenta como un modelo
acabado en el que resuena el trabajo de Dios, un
eco que llama a sus hijas, las Siervas de San José, y
también a todos nosotros, a acoger su testimonio
con la alegría del Espíritu Santo, sin temer la
contrariedad” (Benedicto XVI).
PREPARA:
Siervas de san José
Secretariado
C/ Brisa 4. 28003 Madrid
Tel 91 554 14 65
www. siervasdesanjose.org
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Cosechar entre cantares
Era el mes de marzo de 2003.
Estábamos procediendo a la apertura del sepulcro de Bonifacia para la obtención de reliquias
auténticas, necesarias para la beatificación. Al extraer los obreros la caja que los contenía, vimos
encima una cinta funeraria con mucho polvo. Tardamos bastante hasta que pudimos descifrar las
inscripciones:
 “Qui seminant in lacrymis in exultatione metent”.
 “Homenaje póstumo de tus hijas”.
En seguida la reconocimos: era la cinta que en marzo de 1945 habían colocado las hermanas de
Salamanca en una gran corona de claveles y flores blancas para recibir los restos de nuestra
fundadora que llegaban de Zamora.
Con la imagen bíblica del sembrador, las Siervas de san José de Salamanca expresaban sus
sentimientos, reconociendo que la siembra de Bonifacia había sido dura y, a la vez, que la cosecha
era abundante. Era el homenaje póstumo de aquellas hijas.
Han pasado muchos años.
El reconocimiento de Bonifacia, que tímidamente se iniciaba en Salamanca con el traslado de
restos, ha ido creciendo hasta llegar a la victoria de su reciente canonización, victoria que ella nunca
buscó, porque nada buscaba para sí. Pero el Señor, del que siempre se fió como un padre, se la
otorgó.
Y hoy, para expresar nuestros sentimientos de alegría por su triunfo, no encontramos palabras
mejores que las mismas del salmo 125:
“Cuando el Señor cambió la suerte de Bonifacia
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Todos decían:
El Señor ha estado grande con ellas.
El Señor ha estado grande con nosotras
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte
como con quienes se fían de él.
Los que sembraban con lágrimas
Cosechan entre cantares.
Este número de Bebe de tu pozo se lo dedicamos casi en su totalidad a nuestra fundadora,
recogiendo en él material relacionado con su canonización.
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FUNDADORA
Bonifacia Rodríguez, ssj
UNA MUJER QUE HA CONOCIDO
Hombre y mujer sólo conocen de verdad cuando se encarnan en un contexto dado,
viéndolo por dentro, sufriendo sus dolores y abriendo así caminos de esperanza. Así ha
conocido Bonifacia el mundo. Ella sabía por teoría otras cosas, había tenido diversas
experiencias; pero quiso introducirse en el mundo del trabajo, como mujer y cristiana,
con un grupo de hermanas, desde el centro de un mundo nuevo, que para ella estaba
centrado en Salamanca y en su entorno. Sólo de esa forma pudo conocerlo.
Este fue un gesto de encarnación, como el de Jesús, que quiso introducirse en los
problemas de la historia humana, para responder desde dentro. Bonifacia se encarnó
entre las mujeres trabajadoras de su tiempo, a las que ahora podemos llamar pobres,
en sentido evangélico. De esa forma conoció la realidad desde los pobres, como nos
pide Mt 25, 31-46, cuando nos dice que debemos descubrir la presencia de Jesús
entre los hambrientos y sedientos, exilados y desnudos de la tierra. Ella conoció desde
el reverso de las instituciones oficiales que muchas veces terminan pasando de largo
ante los nuevos cojos, mancos, ciegos que Jesús iba curando.
El mundo empezaba a cambiar, estaba transformándose su entorno. La mujer de
Salamanca no era lo que había sido hacía setecientos años, cuando se construían su
Catedral Vieja y las más bellas iglesias románicas de su casco antiguo. Bonifacia
conoció la Universidad renacentista, la inmensa Catedral Nueva y también la Clerecía
de Salamanca, testimonios de una fe antigua y robusta, de una fuerte experiencia
misionera; muchos, quizá los más sabios, pensaban que la verdad se encontraba fijada
y resuelta, como en esos edificios de otro tiempo; por eso, importaba restaurar y
recuperar lo que antaño había florecido. Pues bien, en contra de eso, Bonifacia pensó
que había que crear algo distinto, pues distintos eran los problemas de la mujer y de la
iglesia de Salamanca.
Eran muchos los que pensaban que la palabra clave del momento eclesial era la
Restauración del pasado, en casi todos los órdenes y campos. Se conservaban las
viejas iglesias y catedrales del Medievo, Renacimiento y Barroco, pero cayeron y
habían sido suprimidas en España, tras la Desamortización de Mendizábal (tras el
1835/1836) casi todas las instituciones religiosas. Pues bien, habían pasado los años y
muchos quisieron restaurar de nuevo la vida religiosa antigua, para que volviera a ser
lo que había sido: así se refundaron en los años claves de la vida de Bonifacia (entre el
1870 y el 1880) casi todas las viejas órdenes religiosas masculinas y se fundaron
también congregaciones femeninas, pero con la espiritualidad antigua (franciscana y
dominicana, agustiniana o carmelitana). Ciertamente, la restauración y/o refundación
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tuvo elementos positivos, pero corrió el riesgo de mirar con exceso hacia el pasado,
como si debiera repetirse. Bonifacia quiso actuar de un modo diferente.
Ella vio que las condiciones humanas habían cambiado mucho. Seguían las catedrales
de la vieja ciudad, casi lo mismo que en los viejos siglos, pero las gentes eran distintas
y diversas las necesidades sociales, el lugar de la mujer en la vida laboral, las formas
de trabajo. Así lo vio con la ayuda de Butinyà, de manera que sintió la conveniencia de
fundar una Institución nueva, inserta en la realidad de la mujer trabajadora, desde
una perspectiva espiritual y laboral. Ciertamente, ella no había negado otros posibles
modos de presencia y acción en la iglesia: caminos de contemplación masculina o
femenina y educación superior; pero había descubierto la necesidad de la mujer
trabajadora, dentro del nuevo contexto social y laboral, y quiso acompañarla, desde el
evangelio.
Cuatro son, a mi juicio, las notas básicas de su conocimiento de la realidad:
1. Fue un conocimiento práctico. No lo adquirió por teoría, sino por contacto con la
realidad social y económica. Por eso, su respuesta quiso ser también práctica y se
expresa en un gesto de ayuda y servicio a la mujer trabajadora.
2. Fue un conocimiento dialogal, en el amplio sentido de la palabra: dialogó con la
iglesia (a través del P. Butinyà) y con las hermanas que le acompañaron. Pero, sobre
todo, dialogó con la mujer necesitada de su tiempo. La misma vida le enseñó y por eso
su conocimiento fue compartido, fue capaz de ir cambiando con las circunstancias.
3. Fue un conocimiento humanizador o, si se prefiere, liberador en el amplio sentido
de la palabra: ella fue descubriendo los problemas de las mujeres de su entorno en la
medida en que las iba acompañando
4. Fue un conocimiento providencial, en el sentido más hondo de la palabra. Ella era
una mujer de providencia, esto es, de profunda oración. Sabía que el problema le
desbordaba, que la necesidad era más grande que todas las posibles soluciones que ella
y sus hermanas pudieran aportar. Por eso puso su tarea en manos del misterio.
A veces resulta más fácil orar en el silencio de una celda separada del mundo, como
si el mundo no existiera, como si sus problemas en el fondo no importaran. Más difícil
resulta orar cuando se vive en medio de una problemática que crece y que parece
insoluble. Insoluble parecía (y sigue siendo) la problemática de la mujer trabajadora
en su tiempo; por eso, una empresa como la suya implicaba un fuerte espíritu de
oración. Difícil era reunir a unas mujeres y centrarlas en esa tarea de servicio
encarnado y cercano, cuando otras tareas parecían más urgentes ante muchos ojos en
la iglesia; por eso, es lógico que algunas personas de la jerarquía masculina y del mismo
círculo de su fraternidad religiosa se empeñaran en cambiar su obra, en hacerla más
gloriosa, conforme a lo que suponían que eran los signos de los tiempos. Ella se
mantuvo fiel, en la oración y en el silencio, en el retiro y el perdón más hondo.
Humanamente hablando se había adelantado a su tiempo, había conocido cosas que
otros aún no conocemos.
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Es posible que algunos estén en desacuerdo con su solución de retiro orante; quizás
podría haber tomado otro camino... Pero fue ejemplar la oración de providencia de la
hermana Bonifacia, dejando en manos de Dios su tarea, su conocimiento de la realidad,
y retirándose a Zamora. Pues bien, dejar ese conocimiento en manos de Dios
significaba dejarlo en nuestras manos. Somos nosotros, especialmente las Siervas de
San José, las que pueden y deben recoger su testimonio y expresarlo en nuestro
tiempo, de maneras nuevas, pues los tiempos han cambiado también, pero en fidelidad
al espíritu de la hermana Bonifacia. Siguen subiendo hacia el cielo las torres de las
catedrales de Salamanca que había visto Bonifacia; pero sus gentes, especialmente,
sus mujeres tienen ya necesidades distintas. Para responder a ellas, desde el hondo
misterio del evangelio, nos sirve su ejemplo venerable. Ciertamente, ella pertenece a
las Siervas de San José, pero, al mismo tiempo, pertenecer al camino de conocimiento
y creatividad de la iglesia. No basta con renovar y restaurar: hay que instaurar el
evangelio en la vida y esperanza de la mujer trabajadora, que aún sigue llena de
problemas, en Salamanca y en otros lugares del mundo.
Xabier Pikaza
San Morales (Salamanca, España)
SALAMANCA UNA VEZ MÁS UNIVERSAL
Bonifacia Rodríguez de Castro, una santa salmantina para toda la Iglesia
En el original y precioso libro de María Dolores Pérez-Lucas "Mujeres singulares
salmantinas", tiene un espacio Bonifacia Rodríguez de Castro. Será la primera santa
salmantina. También será una santa para la Iglesia universal y un testimonio de vida
evangélica válido para todas las culturas y latitudes.
“Hija de humildes artesanos”, Bonifacia Rodríguez, nació en Salamanca el 6 de
Junio de 1837 en la calle de las Mazas. Su infancia y juventud transcurre en el casco
antiguo de la ciudad. Las calles Libreros, La Latina, Tavira… fueron transitadas por
Bonifacia, sus ojos contemplaron a diario los grandes monumentos: las Catedrales, la
Universidad y la Clerecía.
La Salamanca que vivió Bonifacia había perdido el prestigio que tuvo en el Siglo de
Oro: El Lazarillo, la Celestina, El Licenciado Vidriera, como héroes literarios, estaban
olvidados. La Universidad que se había cuestionado los títulos de dominación de Indias
con Francisco Vitoria al frente, estaba en la mayor postración, no había asimilado la
modernidad y ya no contaba con hombres como Luis Vives o Fray Luis de León en las
vanguardias del saber. El número de alumnos había disminuido. La ciudad era toda
ruínas. El paso de las tropas de Napoleón a Portugal habían destruido grandes
monumentos. Los barrios artesanales del centro de la ciudad continuaban una vida
lánguida e inmovilista, sin perspectiva de futuro, lo mismo sucedía en las demás capas
sociales. No habían llegado los ecos de la Revolución Industrial.
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El trabajo artesanal familiar configuró la vida de Bonifacia y en su juventud monta
su propio taller de cordonería y pasamanería en la calle Traviesa. Llevaba una buena
formación profesional, “cordonera”, y cultural, “sabía leer y escribir”, todo un lujo
para una mujer de su clase social. El trabajo y la piedad fueron el clima que envolvía el
pequeño taller, también fue lugar de encuentro de jóvenes amigas, artesanas en su
mayoría, que preocupadas por la promoción femenina y la evangelización formaron la
Asociación Josefina.
En el año 1874 Bonifacia funda en Salamanca, juntamente con el jesuita Francisco
Butiñá, la Congregación de las Siervas de San José el 7 de Enero. Sus casas se
llamarán Talleres de Nazaret, comunidades de trabajo y oración, de solidaridad y
acogida a las pobres sin trabajo.
En medio de un desierto total de industrias en Salamanca, Bonifacia con sus
compañeras, Siervas de san José, montan un taller artesanal mecanizado, un Taller de
Nazaret, “fomentando la industria cristiana”, es decir un trabajo industrial con
dignidad y sin opresión, como no era habitual en la época. En el taller había máquinas
modernas, importadas de Inglaterra. “Tienen los adelantos de la industria, máquinas y
artefactos que solo ellas tienen en la ciudad”. El proceso de elaboración era rápido,
“La comunidad vive del fruto de su trabajo y este es incesante”. Se acogía en el Taller
a las niñas y jóvenes sin trabajo, se les enseñaba un oficio, a leer, escribir y el
catecismo.
Antes que salieran a la calle los movimientos de liberación de la mujer, Bonifacia,
desde su taller, se adelantó en la promoción femenina. Las mujeres promocionadas y
evangelizadas en el Taller de Nazaret, “ganarían el pan con el sudor de su frente”,
tendrían independencia económica y serían en la sociedad testimonio de la
santificación del trabajo según el modelo del taller de Jesús en Nazaret.
Esto era demasiado para la sociedad tradicional e inmovilista salmantina. “Cosa de
locos”. El rechazo y la incomprensión a Bonifacia y a su obra llegaron muy pronto. Fue
destituida.
En suma pobreza marchó a Zamora, donde fundó otro Taller de Nazaret, lugar de
acogida y educación para las jóvenes desempleadas y las niñas desamparadas,
santificándose con su trabajo sencillo y humilde, dejando atrás su tierra, sus amigos y
parientes.
Bonifacia no tuvo el protagonismo que le correspondía y no se reconoció su lógico
liderazgo. De su fina sensibilidad hacia los pobres, llena de compasión y de ternura,
abundan los testimonios. Supo poner una nota de misericordia y de perdón ante los
ataques, desprecios y calumnias que la acercaron a Jesús en la Pasión. “Se sentía
dichosa de poder imitar el silencio de Jesús y su caridad en perdonar a los que le
crucificaban”. El silencio fue su fortaleza, miraba a Jesús ante los jueces: “Jesús, sin
embargo, callaba” y seguía su ejemplo. Había escogido el silencio como camino de
resistencia ante a la agresión personal, ante la injusticia, la marginación y el exilio. El
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silencio toma mayor protagonismo en su vida y se convierte en un arquetipo de
cristiano en tiempos de inclemencia.
Bonifacia constituye una figura singular en el panorama de la contemplación en la
acción,”trabajo y oración hermanados”. Experiencia vivida entre el ruido de las
máquinas y la contemplación de Jesús, que bajó del cielo y vivió pobre y desconocido
en el taller de Nazaret, sujeto a dos pobres artesanos, María y José.
Muchas de las reacciones que se suscitaron en torno a Bonifacia procedieron en
parte de una posición de ignorancia de su proyecto evangélico. Olvidada y desconocida
durante décadas, hoy reconoce la Iglesia su testimonio de vida y de servicio a favor
de los pobres y trabajadores, haciendo vida la frase evangélica, ”el que se humilla será
ensalzado”.
Su nombre y el de su ciudad, Salamanca, es conocido en los cinco continentes.
Salamanca por ella es una vez más universal. No porque fuera una persona llena de
prestigio o de gran fama, sino por su bondad, por su servicio incondicional a los
trabajadores y a los pobres, por su sencillez y humildad. Solo quiso ser un testigo de
Jesús trabajador en Nazaret, y ese rasgo del Evangelio que vivió no tiene fecha de
caducidad.
La Iglesia ha reconocido en ella una gran santa, un modelo asequible de santidad
para los cristianos de hoy: vivir la adhesión incondicional a Jesucristo desde lo
cotidiano, el trabajo diario, la sencillez y la pobreza. Su figura cada vez se está
haciendo más próxima y cercana en las distintas culturas e, indiscutiblemente, en la
ciudad en que nació, Salamanca.
Adela de Cáceres, ssj
Salamanca (España)
CINCO IMÁGENES PARA REZAR CON BONIFACIA
Si me preguntan por qué estas letras, si apenas conozco a Bonifacia Rodríguez de
Castro, la fundadora de las Siervas de san José, diré que han surgido de mi aprecio
por sus hijas, con quienes compartí trabajos apostólicos y más de una cena fraterna.
Se me hizo familiar Bonifacia al visitar las casas de las Siervas de san José en Las
Cañas y Alamar, en Cuba. En San Luis Potosí, México, al intentar crear un taller para
chicos y chicas como espacio de promoción humana, he aprendido a querer más a esta
mujer aparentemente frustrada y empujada a la orilla por egoísmos e
incomprensiones.
Con muy poca bibliografía y unas grandes ganas de aprender de ella empecé un día
a teclear en mi computadora estas ideas. Cada momento–imagen ha sido dividido en
dos momentos: Desde mi casa, un poco para explicar y comentar alguna idea mía y
Desde la casa de Bonifacia, en que, con la ayuda de la imaginación y algunos
rudimentos de Biblia, literatura y corazón, he recreado su experiencia del taller.
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La rueca del Taller
Desde mi casa
Probablemente si hoy les preguntamos a las chicas y chicos qué es una rueca, nos
preguntarán si es el mismo instrumento que pinchó a la Bella Durmiente. Las ruecas ya
no existen, a menos que la reconozcamos en la película creada por Disney, basada en el
cuento de Charles Perrault.
Claro que sí, una rueca era el instrumento para poder hilar la lana, la seda, el hilo y
poder hacerlo tela y luego ropa. Pero era un trabajo pesado y agobiante el de estar
poniendo la fibra en la rueca para que se convirtiera en hilo trenzado y, luego, en una
hermosa prenda.
Cuándo tiempo estaría el obrero sentado tras la rueca haciéndola girar y a la vez,
sin dejar de trenzar la materia prima. Cansados me imagino que iban a sus casas los
obreros de la industria textil, sí, muy cansados. Entonces podrían acariciar a sus hijos
con sus manos cansadas. Así cada jornada. Además de la explotación, del maltrato, de
las largas jornadas de tiempo.
¿Quién puede hacer este trabajo? Alguien con hambre y familia, o solo y
necesitado. Pienso en una sociedad que no respeta al hombre ni a la mujer
trabajadora, con bajos salarios y grandes necesidades
Me viene a la mente el himno de vísperas del martes de la segunda semana:
Mentes cansadas,
manos encallecidas,
labriegos al fin de la jornada,
jornaleros de tu viña,
venimos, Padre,
atardecidos de cansancio,
agradecidos por la lucha,
a recibir tu denario.
Desde la casa de Bonifacia
En la casa de Juan Rodríguez el trabajo no escaseaba, pues era buen sastre. La
pobreza solo se solucionaba con la satisfacción del trabajo terminado y pagado, no
había más herencia que la responsabilidad y el cumplimiento de las obligaciones.
Bonifacia irá a la escuela nacional y terminará la instrucción primaria. Junto a las
primeras letras, los quebrados y la doctrina cristiana, aprenderá a coser, a tejer, a
hilar, a devanar. La rueca no tenía un toque mágico como en la tele, sino el color de la
madera barnizada, pulida, trabajada. La rueca se hacía compañera de camino.
Por eso, cuando el buen Juan se reencontró con su Creador, Bonifacia aprendiz de
cordonera, con mano firme abrió su taller de “cordonería, pasamanería y demás
labores”.
Bonifacia en su taller empezó a soñar con las monjas dominicas de santa María de
las Dueñas. Lo que no imaginó fue que su confesor el P. Butiñá, sj, convertiría su
pequeño taller en un convento sin rejas, sin clausura, sin tradiciones. Había que
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empezar a caminar solos, con el Evangelio en las manos como norma y regla. ¡Qué lejos
estamos de creer que es fácil y sencillo caminar con el Evangelio como regla de vida!
Bonifacia agarró de la mano a san José y empezó a caminar en aquel proyecto de
ser religiosas y trabajar en el taller. Cuántas veces se miraría con aquel hábito nuevo
frente al telar, ¡cuántas veces la pregunta en ciernes: ¿a dónde vamos, Señor? Y la
respuesta inmediata: “Dios está delante de mí y yo delante de Él”.
El pozo de la casa de santa Teresa
Desde mi casa
Los pozos tradicionales para buscar agua están en los patios de las casas y tienen
un brocal o pared que sobresale del nivel del suelo hasta una altura suficiente para que
nadie caiga al interior; un cigüeño o una polea para subir el cubo y una tapadera para
evitar que caiga suciedad al interior.
Alrededor del pozo se realiza la vida cotidiana: el agua para el aseo, para la cocina,
para la cosecha, para la limpieza, para regar las plantas del jardín.
Un pozo siempre nos da agua fresca, cristalina, pero en ocasiones el pozo se agota,
sobre todo en tiempo de sequía, entonces el agua escasea. Para tener agua hay que
escarbar la roca, destapar el manantial para que pueda salir nuevamente el agua viva.
En la casa de mis bisabuelos, cerca de la cocina, había un pozo y en las tardes se
llenaba de agua una tinaja para las noches, se cubría con un paño para mantener el
frescor del contenido. A los chicos nos gustaba poner las manos alrededor del barro y
sentir el fresco del agua, sobretodo en tiempo de verano.
El pozo enriquecía el hogar y el patio. El pozo era testigo mudo de las reuniones
familiares al amparo de los portales interiores, donde se recibía el cálido abrazo de la
brisa en la tarde o se contemplaba la lluvia caer. El pozo era testigo de la vida.
Desde la casa de Bonifacia
El ruido de los zapatos se perdía en las lozas cuadradas de la galería que rodeaba
el patio cuando se iba al pozo. A cualquier hora era necesario ir en busca de agua para
llenar los baldes y limpiar la casa, agua para las botijas del comedor y del taller, agua
para las ollas de la cocina. La rondana giraba mientras la cadena iba y venía sostenida
por alguna hermana.
Más de una vez iría Bonifacia por agua al pozo. Me gusta pensar que al sacar el
balde para cubrir su necesidad, probablemente recordaría la petición de Jesús a una
mujer samaritana sin honra: “Dame de beber” (Jn 4,7).
Bonifacia carga en sus brazos los baldes o las tinajas y piensa en Juanita, la hija
del zapatero, sola casi siempre en casa ayudando al padre a criar a sus hermanitos, sin
futuro y con muchas jornadas de trabajo por delante. Entonces le arde el corazón y
siente en sus entrañas el gozo de saber que su vida se hace pozo y agua que calma el
grito de aquella mujer samaritana de ayer, y lo actualiza hoy en esta chica salmantina
que acude al Taller.
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Sin darse cuenta, el agua de su pozo se ha hecho torrente y no le importa cada día
abrir las puertas de su taller para poder acoger a estas chicas pobres y ayudarlas a
crecer y a beber de su propio pozo (Prov 5, 15).
Sin saberlo, el pozo se convertía en espacio de encuentro y enamoramiento como
Isaac y Rebeca (Gn 24, 15), Jacob y Raquel (Gn 29, 11). Allí Jesús habló y llamó a
Bonifacia, en el brocal del pozo, y ella lo descubrió en las historias de aquellas caras
que frecuentaban su casa de Santa Teresa. Allí la vida se hizo manantial y fecundidad.
El camino entre Salamanca y Zamora
Desde mi casa
He tenido que caminar desde Lagos de Moreno hasta San Juan, desde Holguín a La
Habana. He tenido que cambiar de zapatos muchas veces y sentir el cansancio del
esfuerzo y el peso de lo innecesario.
El camino es un reto. Decía Machado que se hace camino al andar y aquí vamos.
Cada día genera un nuevo desafío, un nuevo itinerario. Cuántas veces hemos creído
caminar por un buen sendero marcado por el proyecto de vida, por las Constituciones,
por el proyecto comunitario y nos vemos fracasados y ciegos a la vera del camino y
desde lo más hondo de nuestro ser tendemos la mano y gritamos: ¡Señor, que pueda
ver! (Mt 20, 33). Entonces se produce el milagro y nos ponemos en pie nuevamente
para empezar a andar en otra dirección, quizás, más incierta y probablemente menos
fecunda.
Desde la casa de Bonifacia
Zamora en la vida de las Siervas de san José es una metáfora de la fidelidad y
amor gratuito de Bonifacia. Fueron más de veinte años en el silencio y el olvido de su
comunidad de Salamanca.
En 1883 decide ir a fundar a Zamora. Sabe que va sola, con su Dios. Ninguna
hermana se atreve a apoyar su propuesta. Solo su madre, anciana probablemente, una
novicia y una aspirante que prácticamente acaba de ingresar. No llevan nada en sus
manos. Las recibe en su casa los primeros días el presbítero Felipe González que ha
visto el mundo del taller de Salamanca y cree en su propuesta evangélica.
Hay una carta de Bonifacia en la que refiere al obispo cómo se hizo la fundación de
Zamora. Se me hace el grito de una madre que ha perdido a sus hijos y aun así decide
vivir en esperanza. Y vuelve a empezar. El trasplante del taller a Zamora era necesario
e imprescindible. No quedaba otro camino y Bonifacia lo entendía, como también lo
entendía Butiñá.
El espíritu de Dios le dio fuerzas para sostenerse en pie, para engendrar
nuevamente vida. Así fueron los años de Zamora, un tiempo de darse, de re–crear el
Taller, de crecer. Una invitación a que, a su ejemplo, crezcamos nosotros.
Un Cristo románico
Desde mi casa
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Siempre me han gustado las imágenes de Cristo.
Mi primer encuentro con Jesús fue en mi infancia, era un Cristo negro y mutilado.
Era un marginado en la gaveta del comedor por los años de comunismo en Cuba. Unos
cinco años después, escuchando el monólogo Mi Cristo roto del P. Cué, s.j., su imagen
volvió a mi memoria y desde entonces, sin quererlo ni saberlo, mi vida ha girado en
torno a Él.
Podría preguntarte cuál es tu relación con Jesús Crucificado y podríamos dialogar
por horas. Probablemente hablaríamos de los sentimientos que nos produce esta locura
de amor, de los nuevos Cristos crucificados que menciona el documento de Puebla, de
las cruces que adornan la sociedad actual, de los mil detalles contradictorios en la
redacción de la Pasión en los Evangelios…
Hay Cristos hermosos, como el de Velázquez o el de Rafael en brazos de su madre,
hay Cristos en los periódicos, en los noticieros, en los museos. Hoy contemplamos a
Cristo crucificado en las calles, en las camas de los hospitales, en los rostros de los
ancianos, de los enfermos de sida, de aquellos que ya no tienen esperanza, como la
abuelita vendedora de maní en Suite Habana.
De vez en cuando, cada día, me quedo mirando a este Cristo hermoso, loco,
enamorado, campesino, judío, que fue subido a la Cruz por amor a nosotros y sin darme
cuenta, murmuro estos versos de Rafael Sánchez Mazas:
Delante de la cruz los ojos míos
quédenseme, Señor, así mirando,
y, sin ellos quererlo, estén llorando
porque pecaron mucho y están fríos.
Y estos labios que dicen mis desvíos,
quédenseme, Señor, así cantando,
y, sin ellos quererlo, estén rezando
porque pecaron mucho y son impíos.
Y así con la mirada en Vos prendida,
y así con la palabra prisionera,
como la carne a vuestra cruz asida
quédeseme, Señor, el alma entera,
y así clavada en vuestra cruz mi vida,
así rezando, cuando queráis, muera.
Desde la casa de Bonifacia
Bonifacia era el sostén del Taller. Cada jornada debía animar a las hermanas en su
vida espiritual, a las jóvenes que venían a recibir sin saberlo vida en Cristo. ¿Quién te
sostiene Bonifacia? La oración, el diálogo con Jesús.
He podido escardar unas cuantas frases de Bonifacio, recogidas a vuelo de pluma
por las hermanas. Son un tesoro escondido por el que vale la pena deshacerse de otras
propiedades…:
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“¡Cuánto tenemos que aprender de Jesús, sobre todo contemplándolo en su
Pasión! ¡Qué ejemplos nos da! ¿Por qué al verlo a Él tan callado, sufriendo y
padeciendo, no guardamos nosotras ese precioso silencio?”.
“Úneme siempre a Ti, que mi corazón, aun durante el sueño, te revele mi
amor y te diga sin cesar, te amo, Señor”.
“Anda buscando Jesús quien padezca con El, quien le ame, quien le siga y a
nosotras nos ha llamado para eso”.
Bonifacia sabía dialogar con Cristo, día a día, noche a noche, como con un
compañero de camino.
En Zamora encontró un amigo en quien apoyarse, era el Cristo románico… Todo paz,
todo serenidad, todo mansedumbre en manos de Dios.
Los discursos de los Jueves Santos eran y son el testimonio de Bonifacia. Cada año
para esta fiesta se abajaba y lavaba los pies de las hermanas que formaban el Taller y
allí el corazón se explayaba:
“Os quiero decir con santa franqueza que huyáis de una peste mortal para
las almas y es el deseo de ser apreciadas y mimadas. Este cuidado no lo
tengáis nunca, pues lo tiene Dios por vosotras. Estudiad sólo ser buenas que
ya os amaréis y os amarán sin procurarlo vosotras. ¿Qué mimos tuvo Jesús?,
los desprecios. ¿Qué alabanzas le hacían?, los insultos y las persecuciones.
¿Y queréis vosotras lo que no quiso Jesús?”.
“Olvidemos por fin, amadas Hermanas, las ofensas que unas a otras nos
hayamos hecho y no andemos miserables al perdonarnos, porque como nos ha
de medir Dios con la misma medida que midiéramos a nuestros prójimos, nos
exponemos a que no nos perdone tan completamente como necesitamos”.
¿De dónde surgían sus palabras? Del diálogo diario con su Cristo románico. Ojalá
nosotros podamos sacar tiempo de nuestras ocupaciones diarias para hablar con
Cristo. Enséñanos tú, Bonifacia.
La Sagrada Familia
Desde mi casa
Que triste estás, que delgada te ves, pareces un árbol deshojado, pareces una
sombra en la pared, me duele verte – cantábamos a las familias antes de la visita del
Papa a Cuba en 1998.
La familia hoy sufre cambios, transformaciones. Se instituyen nuevas formas de
familia totalmente desconocidas en los siglos anteriores. Hay familias rotas,
disfuncionales, familias distanciadas, divorciadas, quebradas, secuestradas. Familias
etiquetadas y sin amor, familias que solo son fantasmas.
Los matrimonios suelen durar poco. En cuanto llegan las dificultades, las
incomprensiones, se llega al divorcio. No hay capacidad de diálogo, aceptación,
comprensión y tolerancia entre aquellos que han de ser uno. Es un mal que afecta a
toda la humanidad.
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El matrimonio es un signo visible de la presencia del Señor, es una imagen de la
comunión plena que existe en la Santísima Trinidad.
“A muchos, el Señor los llama al matrimonio, en el que un hombre y una
mujer, formando una sola carne (cf. Gn 2, 24), se realizan en una profunda
vida de comunión. Es un horizonte luminoso y exigente a la vez. Un proyecto
de amor verdadero que se renueva y ahonda cada día compartiendo alegrías
y dificultades, y que se caracteriza por una entrega de la totalidad de la
persona” (Benedicto XVI en la vigilia de oración a los jóvenes en la JMJ
Madrid 2011)
Desde la casa de Bonifacia
De las pocas fotografías que se tienen de Bonifacia la que más me gusta es una
tomada en el Taller de Salamanca. Se la ve detrás de su máquina de tejer, custodiada
por la Sagrada Familia: “La Sagrada Familia ha de ser nuestro modelo”.
La devoción a la Sagrada Familia era común en la España del siglo XIX y principios
del XX. Se le dedicaban templos, revistas, asociaciones de fieles. Pensemos en
Barcelona, ciudad que alberga el hermoso templo expiatorio de la Sagrada Familia,
construido por Gaudí, y el real santuario de San José de la Montaña, construido por la
Madre Petra de san José. Salamanca vio florecer de manos de Bonifacia la Asociación
de la Inmaculada y San José en su casa–taller y de allí surgirá el pequeño árbol que se
llamará Siervas de San José, y a Butiñá le crecerán las manos como ramas y verá
nacer en ellas a las Hijas de San José en Gerona. Bajo la mirada de la Sagrada Familia
quería ver a sus hijas para que sus casas fueran Talleres de Nazaret que acogieran a
jóvenes obreras y supieran vivir en compañía de Jesús; María y José.
“Hijas, no tenemos otras rentas que el trabajo y en él hemos de mirar el
ejemplo del taller de Nazaret. ¿Cómo trabajaría nuestro Padre San José
para sustentar a María y a Jesús? Y estos, ¿cómo aliviarían a nuestro Padre
en su penoso trabajo? La Sagrada Familia ha de ser nuestro modelo ” (Madre
Bonifacia, ssj).
Un clavel y un aplauso
Para ti, Bonifacia, que has ganado el cielo desde tu Taller con tu silencio heroico,
con tu trabajo.
Para ti, por tratar de crear puentes de diálogo, por tu anonadamiento que te hizo
desaparecer y hundirte en la tierra para germinar llena de Dios.
Para ti porque ya tu rostro es un guiño de Dios que nos dice a través de ti que el
Evangelio es vida y fermento desde el puesto de trabajo.
Para ti un clavel y un aplauso.
Manuel Bonet
S. Luís Potosí (México)
14
SALMO DEL ELOGIO DEL SILENCIO DE BONIFACIA
En la vida de Bonifacia se percibe el eco de los silencios de Jesús.
Ella ahogó en su corazón los gritos del orgullo herido que reclama el desquite.
Su natural compasivo la salvó de zozobrar en la mezquindad.
Cubrió con un manto de misericordia la ruindad y, con su perdón,
mostró la grandeza de su alma sencilla y humilde.
Bonifacia fue una mujer de silencios, de elocuentes silencios.
Una mujer que ponderaba en silencio las decisiones,
que acunaba en su corazón la palabra,
que sepultaba en el silencio las ofensas…
En silencio escuchaba la voz de Dios,
los clamores de la humanidad,
las necesidades de los otros…
y en silencio gestaba su respuesta generosa y comprometida...
En silencio cultivó su vida interior y su espiritualidad,
en silencio maduró su misión,
en silencio asumió su destitución y el abandono de sus hijas,
en silencio esperó la unión con Salamanca,
en silencio vivió “como una de tantas”, lo mismo que su Maestro Jesús.
El silencio alumbró su perdón y el perdón silenció su alma,
la empapó de bondad y de paz
y sepultó en el olvido las ofensas recibidas.
En silencio fue devanando día a día el querer de Dios
y fue tejiendo la vida al hilo de su voluntad,
realizando el proyecto que Él diseñó amorosamente para la Congregación
Teresa Botana, ssj
Santiago de Compostela (España)
BONIFACIA, MUJER DE DIOS
Dicen de ti, Bonifacia,
que hilabas cordones
con hilos de Amor.
Dicen que abrías tu casa
a toda mujer
que sola y cansada
buscaba cobijo,
trabajo y hogar.
15
Dicen que había en tu mesa,
para quien llegaba,
pan y comprensión.
Que nadie se iba
sin una palabra,
sin una mirada…
¡Tocada de Dios!
Yo sigo tus pasos
por ese sendero
que tú recorriste
con fe y con amor.
Tú eres camino
para quienes sueñan
un mundo más justo,
humano y fraterno
y hacen de su vida
presencia de Dios.
Berta Fortes
Málaga (España)
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ESPIRITUALIDAD DE BONIFACIA
Crecer hacia abajo
Bonifacia sintió en su corazón la llamada a ser una trabajadora al estilo de Jesús en Nazaret.
Desde su humilde taller de artesanía sitió que debía asumir la condición de sierva, al estilo del
Hijo de Dios, “siervo y uno de tantos” en Nazaret Esta experiencia constituyó el núcleo de su
espiritualidad. Para esto tomó el compromiso de crecer hacia abajo, por la humildad, la pobreza, la
sencillez y la laboriosidad.
Empujada por el Espíritu intuyó las carencias del mundo laboral del XIX, partiendo de una
pequeña realidad social que la rodeaba, y se decidió a dar una pequeña respuesta, continuada hoy
después de más de un siglo: “preservar del peligro de perderse a las pobres que carecen de trabajo”.
En solidaridad con los pobres, anunció el valor santificador del trabajo, la liberación de la mujer
trabajadora y la posibilidad de hacer de lo profano un espacio sagrado.
De ella aprendemos:
 La confianza en Dios en medio de las dificultades, los desprecios, las calumnias, y la
exclusión en situaciones sin salida.
 El silencio heroico, lleno de compasión y de perdón, al borde de la tentación de las palabras
que justifican, teniendo como lema “Jesús sin embargo callaba”.
 Su vida sencilla vivida en profundidad, desde lo insignificante de lo cotidiano y desde un
amor profundo a Jesús el Salvador. Es un estimulo para cada uno de nosotros hoy.
Tengamos en cuenta sus palabras: “Seguid a Jesús que olvida su condición y rango de Dios y se
hizo pequeño como los hombres, porque vino a servirlos y no a ser servido por ellos”.
Adela de Cáceres, ssj.
Eucaristía en la Clerecía.
Salamanca (España)
Valores evangélicos de nuestra fundadora
Bonifacia es una trabajadora manual que se enamora de Jesús y le sigue sin fisuras por los
caminos de la vida ordinaria en oración y trabajo y por el camino de la cruz en soledad y
humillación.
Tiene los ojos fijos en Nazaret y allí aprende que el trabajo para ganarse el pan es lugar de
encuentro con Dios y de servicio a los demás.
Vive el mandamiento del Señor con toda fidelidad, haciendo del amor fraterno su sello de
identidad y del servicio a los pobres su primordial dedicación.
Perdona y olvida humillaciones, calumnias e injusticias de sus hermanas mal aconsejadas que la
destituyen como superiora y la marginan como fundadora. Como Jesús, muere como mujer
marginal, desterrada, silenciada y negada “fuera de los muros de la ciudad”, de los muros de la
Congregación que había fundado con Francisco Butinyà.
Lejos de responder con la misma moneda, sus pasos siguen de cerca los de Jesús y deja que su
silencio le selle los labios, nunca se le oye la menor queja, considerándose dichosa de poder imitar
el silencio del Señor y su caridad en perdonar a los que lo crucificaron.
Madre y maestra de mujeres trabajadoras, ellas son “las niñas de sus ojos”, da literalmente por
ellas la vida: por defender la prevención de la mujer trabajadora sin trabajo como genuina misión
del Instituto, padece persecuciones y rechazos. Ellas son su pasión en el doble sentido de la palabra:
horizonte de vida y causa de sufrimiento.
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Se conservan muy pocas de sus palabras, las suficientes para encontrar en ellas semillas de vida.
Dotada de extraordinario olfato evangélico, distingue los caminos de Dios y los humanos,
optando libre y claramente por los primeros sin vacilación alguna, con total resolución y seguridad,
sin titubeos, a lo largo de toda la vida, lo que nos habla de su constante atención al Espíritu.
Sabe sufrir con la madurez de quien lo espera todo de Dios, sin afligirse ni desconcertarse,
“siempre igual, tranquila y bondadosa”, “no se preocupaba más que en agradar a Dios en todas las
cosas”. Sólo después de su muerte se conoce “la lima sorda que la debía de consumir
interiormente”: el rechazo de sus hijas de Salamanca y la exclusión de su comunidad de Zamora de
la aprobación pontificia de la Congregación. “Pero Dios le prodigaba por otra parte otros consuelos
más sólidos a su sierva”.
Acepta ser insignificante, no lucha contra el olvido y escondimiento, se deja hacer, fiada de
Dios. La dejan sin poder, le quitan la autoridad y no reclama. Corrige, advierte, dice que aquello no
está bien, pero no reivindica. Le queda el poder más fuerte: el amor a quienes se lo quitan, y si el
poder es infecundo, el amor está repleto de vida. Por eso Bonifacia es hoy testigo.
Al morir no nos deja grandes obras, nos deja su vida de fiel seguimiento de Jesús, obra maestra
del Espíritu, verdadero regalo para los creyentes.
Al enterrarla queda arrojado en el surco un grano escondido de fuerza insospechada. Pasados los
años, es descubierto y empieza a dar los mejores frutos. Ya antes había comenzado a expandir su
luz en la oscuridad, una luz cada vez más potente, que por eso fue buscado con tesón: era la
fundadora, era la raíz y el cimiento de la Congregación, era la piedra desechada por los arquitectos,
convertida en piedra angular.
Su reconocimiento como fundadora -al lado del de Francisco Butinyà como fundador- colma de
alegría a las Siervas de san José, que desde entonces la consideran testigo, madre, fundadora y
santa. Hoy experimentan el gozo de ver reconocida por la Iglesia su santidad.
Su aporte específico a la espiritualidad de la Iglesia es el seguimiento de Jesús en su vida oculta
en Nazaret, hermanando la oración con el trabajo en la sencillez de la vida cotidiana para la
prevención de la mujer trabajadora pobre.
Victoria López, ssj
Roma (Italia)
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EN TORNO A LA CANONIZACIÓN
DE BONIFACIA
Han dicho de ella
1. El Vaticano:
 El papa Benedicto XVI en la homilía: Vaticano, 23 de octubre de 2011
En la segunda lectura hemos escuchado un pasaje de la primera carta a los Tesalonicenses, un
texto que usa la metáfora del trabajo manual para describir la labor evangelizadora y que, en
cierto modo, puede aplicarse también a las virtudes de santa Bonifacia Rodríguez de Castro.
Cuando san Pablo escribe la carta, trabaja para ganarse el pan; parece evidente, por el tono y
los ejemplos empleados, que es en el taller donde él predica y encuentra sus primeros discípulos.
Esta misma intuición movió a santa Bonifacia, que desde el inicio supo aunar su seguimiento
de Jesucristo con el esmerado trabajo cotidiano. Faenar, como había hecho desde pequeña, no era
sólo un modo para no ser gravosa a nadie, sino que suponía también tener la libertad para realizar
su propia vocación, y le daba al mismo tiempo la posibilidad de atraer y formar a otras mujeres,
que en el obrador pueden encontrar a Dios y escuchar su llamada amorosa, discerniendo su
propio proyecto de vida y capacitándose para llevarlo a cabo.
Así nacen las Siervas de San José, en medio de la humildad y sencillez evangélica, que en el
hogar de Nazaret se presenta como una escuela de vida cristiana.
El Apóstol continúa diciendo en su carta que el amor que tiene a la comunidad es un esfuerzo,
una fatiga, pues supone siempre imitar la entrega de Cristo por los hombres, no esperando nada ni
buscando otra cosa que agradar a Dios. Madre Bonifacia, que se consagra con ilusión al
apostolado y comienza a obtener los primeros frutos de sus afanes, vive también esta experiencia
de abandono, de rechazo precisamente de sus discípulas, y en ello aprende una nueva dimensión
del seguimiento de Cristo: la cruz. Ella la asume con el aguante que da la esperanza, ofreciendo su
vida por la unidad de la obra nacida de sus manos.
La nueva santa se nos presenta como un modelo acabado en el que resuena el trabajo de Dios,
un eco que llama a sus hijas, las Siervas de San José, y también a todos nosotros, a acoger su
testimonio con la alegría del Espíritu Santo, sin temer la contrariedad, difundiendo en todas partes
la Buena Noticia del reino de los cielos.
Nos encomendamos a su intercesión, y pedimos a Dios por todos los trabajadores, sobre todo
por los que desempeñan los oficios más modestos y en ocasiones no suficientemente valorados,
para que, en medio de su quehacer diario, descubran la mano amiga de Dios y den testimonio de
su amor, transformando su cansancio en un canto de alabanza al Creador.
 Benedicto XVI. Saludo en español antes del Angelus. Vaticano, 23 de octubre de 2011
Saludo muy cordialmente a los peregrinos de lengua española que han venido a Roma para
participar en la gozosa celebración de proclamación de nuevos Santos.
Junto a los Señores Arzobispos y Obispos que los acompañan, a las Delegaciones oficiales y a
los devotos y seguidores del espíritu de los hoy canonizados, saludo en particular a las Siervas de
San José, que tienen el gran gozo de ver reconocida para la Iglesia universal la santidad de su
Fundadora.
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Que el ejemplo y la intercesión de estas figuras preclaras para la Iglesia impulsen a todos a
renovar su compromiso de vivir de todo corazón su fe en Cristo y de testimoniarlo en los diversos
ámbitos de la sociedad. Muchas gracias.

El Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación de los santos. Vaticano, 23 de
octubre de 2011
La Beata Bonifacia Rodríguez de Castro nace en Salamanca, España, el 6 de junio de 1837 en
una familia profundamente cristiana. Durante su juventud se dedica a trabajos artesanales y
establece una actividad propia.
Su testimonio de vida sencilla y trabajadora atrae con fuerza a varias jóvenes que pasaban
gustosas con ella las tardes de los días festivos. Y poco a poco su casa-taller se va transformando
en un incipiente centro de prevención de mujeres trabajadoras.
Este grupo de jóvenes da origen a la Asociación Josefina, de la cual surgen numerosas
vocaciones a la vida religiosa. El 10 de enero de 1874 la beata Bonifacia funda en Salamanca la
Congregación de las Siervas de San José, un proyecto de vida consagrada femenina inédita, inserta
en el mundo del trabajo a la luz de la Familia de Nazaret. En sus “Talleres de Nazaret” las Siervas
de san José ofrecían trabajo a numerosas mujeres pobres, evitando los peligros de perder la
propia dignidad en el difícil contexto del inicio de la revolución industrial española, cuando la
mujer comenzaba a trabajar fuera del hogar.
En medio de muchas dificultades, Bonifacia acepta con admirable sencillez y mansedumbre
una serie de injusticias, humillaciones y calumnias, sin quejarse nunca, sin pronunciar nunca
reivindicaciones o protestas. Llena de fe y confianza en Dios, sigue los pasos de Jesús que guarda
silencio en su pasión y perdona a todos con gran generosidad.
Fallece en Zamora, rodeada de unánime fama de santidad, el 8 de agosto de 1905.
El sumo pontífice Juan Pablo II la beatificó en el año 2003.
2. Algunos obispos

D. Carlos López Hernández, obispo de Salamanca. Homilía en la Eucaristía de acción de
gracias. 30 de octubre de 2011.
En la vida de nuestra santa podemos ver reflejada la imagen del Siervo de Dios que no gritará,
no clamará, ni voceará por las calles, así como la imagen de Cristo que se humilló y se hizo
obediente hasta la muerte y muerte de cruz, a la cual fue llevado porque los suyos no le aceptaron
como profeta ni le reconocieron como el Mesías y Señor de la gloria (…). Pedimos su intercesión
por todos los hombres y mujeres trabajadores, de forma especial por los que desempeñan los
oficios menos valorados socialmente y por cuantos padecen el drama del desempleo y la falta de
medios económicos.

D. Gregorio Martínez Sacristán, obispo de Zamora. Resumen de la Homilía en la Eucaristía
de acción de gracias. 6 de noviembre de 2011.
El primer templo de la Diócesis volvió a abarrotarse para honrar a la fundadora de las Siervas
de San José, que desempeñó en Zamora la mayor parte de su obra. Un trabajo que reconoció
Martínez Sacristán en su homilía: “una pobre cordonera que estaba llena de Dios, rebosante de
Dios”, y así precisamente alcanzó la santidad. El obispo recordó que la santidad “está el alcance de
todos”, pero para llegar a ella hay que estar “lleno de Dios” como le ocurrió a santa Bonifacia, “que
colocó al Señor y a Nazaret en el centro de su vida”. A las Siervas de San José, presentes en la misa,
20
también se dirigió el prelado: “no cambiéis esta joya por otras más atractivas, pero también más
engañosas y mentirosas porque al final no tienen ningún futuro”.

D. Julián Barrios, obispo de Santiago de Compostela. Homilía en la Eucaristía de acción de
gracias. 26 de noviembre de 2011.
El testimonio de santa Bonifacia es un desafío para creer, esperar y amar a Dios sobre todas las
cosas y para realizar el proyecto de evangelización y promoción de la persona en la sociedad
actual (…). Queridas Siervas de san José: vuestro carisma tiene plena actualidad, orientado a
tantas mujeres que desean el encuentro con Dios sin salirse de la normalidad de la vida diaria. Sois
una profecía de humanización desde la dimensión de la fe.
3. Nuestra Congregación
 Lillian Ocenar, coordinadora general. Carta del 8 de agosto de 2011
El reconocimiento de Bonifacia en la Iglesia como testigo de fe para toda/o creyente es para
nosotras una responsabilidad. Somos continuadoras de su proyecto en la Iglesia y en el mundo.
Nosotras, junto con las laicas y laicos josefinos, visibilizamos y encarnamos hoy un modo de ser y
estar en el mundo que ella inauguró con su vida y su proyecto.
Tenemos todavía reciente la experiencia del Capítulo General en el que todas hemos
participado y hemos comprometido nuestra palabra cara al futuro. Hoy necesitamos audacia y
esperanza para responder a los retos que como Congregación estamos llamadas a afrontar, pero
sobre todo, necesitamos enraizarnos en el amor apasionado, la fidelidad inquebrantable y la fe
profunda que caracterizaron a nuestra fundadora. Ella puede ayudarnos a encarnar en el hoy
nuestro Carisma y enseñarnos a vivir como verdaderas Siervas de san José en el siglo XXI.
Vivimos en un mundo globalizado en el que las mujeres y especialmente las pobres sufren de
forma significativa la desigualdad de trato y de oportunidades. Nosotras estamos llamadas a dar
una respuesta coherente y comprometida que mejore la vida de algunas de esas mujeres y ayude
a hacer este mundo un poco más habitable. En ese espacio de compromiso es donde Bonifacia nos
encuentra y nos convoca a “seguir las huellas de Jesús” como ella lo hizo.
 Lillian Ocenar. Saludo en la vigilia de oración. Roma, 22 de octubre de 2011
Para todos y todas es momento de gracia y de mucha alegría el reconocimiento eclesial de
Bonifacia como testigo del evangelio para el mundo de hoy. Su canonización no solo reconoce el
valor de su seguimiento de Jesús como referente de vida cristiana, sino que visibiliza la presencia
del Reino en medio del mundo trabajador pobre, especialmente de la mujer necesitada de
esperanza y dignidad (…).
Hoy congregados de diferentes lugares, diferentes culturas y lenguas, tenemos una misma voz
y un solo corazón. Hoy, el pequeño taller de Bonifacio se convierte para nosotros y nososotras en
lugar sagrado, en referente de vida y de fe. En él Bonifacia creció, sufrió y esperó haciendo de su
trabajo un lugar de encuentro con Dios y un medio de promoción y dignificación de la mujer
trabajadora.
Bonifacia, tu sencillez y la gratuidad con que caminaste por la vida pone en nuestras manos
una bendición. Tu capacidad de perdón, tu resistencia tenaz ante las dificultades, es estímulo para
afrontar cada día los retos de nuestro cotidiano existir. Tu fidelidad al Dios que te invitó a
encontrarle en la humilde casa de Nazaret, nos confirma en nuestro seguimiento de Jesús, que
vivió, creció y aprendió, junto a María y José, en aquella aldea de Galilea (…).
21
El reconocimiento de la santidad de esta mujer trabajadora y pobre, que tendrá lugar mañana
en la Plaza de san Pedro es para todos nosotros un proyecto al que hemos de seguir respondiendo
con fidelidad y hondura. Junto a Bonifacio, el taller josefino renace hoy con fuerza para seguir
siendo respuesta a los desafíos de nuestro mundo.
 Lillian Ocenar. Carta del 23 de octubre de 2011
Agradecer la vida de nuestra Fundadora y el reconocimiento del valor, para toda la Iglesia, de
su seguimiento de Jesús trabajador en Nazaret, es una invitación a la fiesta, pero también a
saborear interiormente lo vivido.
Cuando todos los actos se acaben, cuando el brillo de las celebraciones se vaya desvaneciendo,
cuando poco a poco volvamos a la vida cotidiana, será el momento para hacer memoria,
interiorizar lo vivido, profundizar el mensaje que Bonifacia nos dirige a través de este
acontecimiento y ahondar en su vida y en el proyecto que ella, junto con Butinyà, nos legaron. Os
invito a que, desde donde cada una estamos, busquemos algún momento para ahondar la
experiencia, dedicando algún tiempo personal, con nuestras comunidades, en nuestras obras,
junto con los laicos y laicas josefinas y con todas las personas de nuestro entorno (…).
Que el acontecimiento de la canonización, que nos impulsa a la contemplación de Bonifacia y
su proyecto, sea para nosotras luz y estímulo en nuestra vida personal y comunitaria. Su persona y
su carisma son para nosotras DON y DESAFÍO que ha de impulsar nuestra fidelidad y nuestro
compromiso como continuadoras de su sueño en la Iglesia y en el mundo.
 Equipo de Congregación 2011. Comunicación de la reunión 16-30 de noviembre
En nuestro compartir se ha resaltado el gozo, entusiasmo, agradecimiento y esperanza que ha
suscitado en nosotras y en tantas otras personas la canonización y el constatar cómo Bonifacia
penetra fácilmente en el corazón de la gente sencilla y trabajadora y cómo su vida invita a la
superación y a avanzar en fidelidad permaneciendo en comunión desde una profunda humildad
(…).
Como Equipo de Congregación nos ha parecido oportuno seguir teniendo un tiempo para
hacer memoria de la experiencia vivida, pasarla por el corazón y dejar que renueve y revitalice
nuestra vida y misión. Un tiempo especial de acción de gracias en nuestras Comunidades- Taller y
en las presencias y proyectos apostólicos que animamos, que podría culminar con la celebración
del 6 de Junio o del 8 de agosto, según las circunstancias de los lugares (…).
Objetivos:
- Seguir profundizando en el don que es Bonifacia para la Iglesia y la humanidad
- Revitalizar y fortalecer en las Comunidades-Taller la fidelidad al Carisma
congregacional
- Ampliar y extender en la sociedad el conocimiento de Bonifacia y de la
Congregación
Posibles acciones:
- Leer la experiencia vivida en torno a la canonización para descubrir qué ha
aportado a la Congregación, a las personas con quienes trabajamos y a aquellas a
quienes somos enviadas
- Dejar que Bonifacia nos interpele a nivel personal y comunitario cómo es la
vitalidad de nuestra fe y de la misión congregacional, en qué medida su presencia
ilumina nuestros proyectos y a qué nuevos retos nos lanza.
- Buscar cauces para seguir dando a conocer la persona de Bonifacia y el Proyecto
congregacional que ella y Butinyà nos legaron
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-
Celebrar de manera especial las fiestas congregacionales
Socializar a través de la web lo que se va realizando en los distintos lugares de la
Congregación
4. Las Hijas de san José

Benita de la Cuerda, superiora general. Saludo en la vigilia de oración. Roma, 22 de
octubre de 2011
Roma, como lugar significativo de la fe católica, quiere presentar ante el mundo la vida de una
mujer obrera que en el siglo XIX se compromete de manera radical a vivir la consagración religiosa
con otras mujeres, a través del trabajo manual y desde la hondura de la vida de Nazaret (…).
Hoy la Iglesia reconoce en Bonifacia la testigo fiel de este Jesús, aquella que encarna en su vida
los valores del Evangelio hasta entregar la vida por la causa del Reino, ejemplo vivo de este Jesús
que desde la mirada del Padre entrega su vida en aparente fracaso, en la incomprensión de
muchos, sobre todo de sus íntimos. Solo la fuerza de una persona enamorada es capaz de vivir con
sentido todo este fracaso aparente (…).
Con M. Bonifacia aprendemos el coraje de dar la vida por lo que creemos, aprendemos que es
muriendo como engendramos vida, que lo importante no son nuestras obras, sino que a través de
ellas se manifiesta la gloria de Dios; aprendemos la fidelidad de quien permanece siempre, más
allá de incomprensiones, de falsos testimonios, respondiendo a la llamada de Jesús en Nazaret.
23
CON BUENOS OJOS
Hablan de Bonifacia
Una espiritualidad encarnada.
Concejo de Bogotá, República de Colombia. 21 de septiembre de 2011.
Condecoración en el grado de Gran Cruz concedida al Colegio Siervas de san José.
El Colegio Siervas de San José celebra un gran acontecimiento que nos llena de orgullo, de alegría y
gozo al ver reconocida públicamente por la Iglesia la santidad de nuestra fundadora, Madre Bonifacia
Rodríguez de Castro (…). Bonifacia vivió una espiritualidad encarnada en la realidad de su tiempo y que nos
sirve para vivir el día de hoy. De una forma sencilla se adelanta a su tiempo en la dimensión liberadora de la
mujer.
Una Santa que da que pensar: Bonifacia Rodríguez.
JOSÉ MARÍA CASTILLO, Ideal, Granada 25 de septiembre de 2011, p. 33
Estamos hablando de una santa en alpargatas, que quiso vivir entre gente humilde, compartiendo su
trabajo con las mujeres trabajadoras en las últimas décadas del siglo XIX. Esta mujer fundó unas monjas en
1874 que en seguida dieron que hablar porque eran monjas sin hábito, que vestían como todas las mujeres
que en aquellos tiempos tenían que ir cada día a trabajar para comer. No vivían en conventos, sino en casas
humildes a las que llamaban Talleres de Nazaret. Religiosas y laicas tenían caja común: todas trabajaban y
todas vivían al mismo nivel. Y todo esto era así porque Bonifacia era una mujer de espíritu que había
tomado en serio el Evangelio, siguiendo las profundas convicciones que le transmitió el jesuita catalán
Francisco Butinyà.
Una santa entre costuras. Bonifacia Rodríguez, pionera en el trabajo femenino asociado.
Agencia de noticias Zenit. Roma. 23 de octubre de 2011
El papa ha canonizado a la fundadora de las Siervas de san José, pionera de la promoción laboral y
educativa de la mujer en la segunda mitad del siglo XIX. Bonifacia Rodríguez de Castro fue una sencilla
trabajadora a la que hoy Benedicto XVI ha ofrecido como modelo a los cristianos de todo el mundo.
La santa rebelde.
IRENE HERNÁNDEZ VELASCO, Corresponsal Roma. El mundo digital, 23 de octubre de 2011
Lo último que se podía imaginar Bonifacia Rodríguez de Castro cuando murió en 1905 fue que algún día
la harían santa. Tenía firmes motivos para que semejante idea no se le pasara ni por asomo por la cabeza:
sus superiores eclesiásticos le habían hecho la vida imposible, la habían destituido como fundadora de la
Congregación que ella misma había fundado, la habían apartado y se habían encargado de hacer todo lo
posible por encerrar su figura. Todo ello por su obstinada defensa de las mujeres trabajadoras en una
época -los inicios de la revolución industrial en España- en que nadie daba un duro por ellas (...).
Una santa para las mujeres maltratadas.
DARÍO MENOR, Corresponsal Roma, La Razón digital, 23 de octubre de 2011
La nueva santa aporta a la Iglesia su visión de hermanar la oración con el trabajo y la defensa de las
mujeres. La Madre Bonifacia y el jesuita catalán Francisco Butinyà, tuvieron la intuición de llevar la
evangelización al mundo del trabajo. El Padre Butinyà ideó talleres textiles para que esas chicas trabajasen
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con las religiosas sin correr riesgos. Las mujeres se reunían en torno a Bonifacia, que había trabajado
siempre desde pequeña y nunca dejó de ser cordonera. La nueva santa aporta a la Iglesia su visión de
hermanar la oración con el trabajo en los llamados “Talleres de Nazaret”, en los que las mujeres en
riesgo de exclusión encontraban un empleo. Otra aportación de Bonifacia es la defensa de las mujeres
trabajadoras, queriendo hacer de ellas menestralas cristianas. Esta postura, sin embargo, no fue entendida
por muchos de su tiempo. Era una forma de vida religiosa arriesgada por lo que fue muy criticada en
Salamanca.
Pionera en la promoción laboral y educativa de la mujer.
VICENTE BOO, Corresponsal en el Vaticano, ABC digital, 23 de octubre de 2011
El papa proclama hoy santa a Bonifacia Rodríguez de Castro. La primera santa de Salamanca no
proviene de la Universidad, sino de un taller de costura, convertido en imagen viva de la casa de Nazaret
(…). Su prioridad fue siempre ayudar a muchas jóvenes necesitadas, dándoles refugio en sus talleres y
enseñándolas a imitar a la Sagrada Familia de Nazaret, alma espiritual de todo el proyecto. Aquel hogar de
dos artesanos -José y Jesús- y una mujer que trabajaba en la casa -María- se caracterizaba por el trabajo
manual, el cariño y la ayuda a los demás, exactamente lo que Bonifacia y sus hijas espirituales enseñan a
vivir a miles de muchachas en los cinco continentes
Una santa obrera y pionera en la defensa de la mujer trabajadora.
IÑIGO DOMÍNGUEZ, Corresponsal Roma. El Correo, Bilbao, 23 de octubre de 2011, p. 70
La mujer que Benedicto XVI hace santa hoy en la Plaza de san Pedro, la salmantina Bonifacia Rodríguez
de Castro, tenía la pretensión, entonces revolucionaria, de dar a las mujeres pobres un empleo y dignificar
su vida con él (…). Montó un taller de cordonería que se convirtió en un centro de instrucción y
espiritualidad. Este afán igualitario se tradujo en que la Congregación que fundó las Siervas de san José, no
exigía que las aspirantes tuviesen dote. Convivían con las laicas y tampoco llevaban hábito, porque eran
trabajadoras, un aspecto chocante, pues en aquellos años la vocación se traducía solo en la enseñanza y la
atención sanitaria. Lo cierto es que se adelantó a su tiempo. Un siglo después la Iglesia la coloca en los
altares (…). Le corresponde una canonización distinta, austera. La Congregación, en coincidencia con el acto
de la canonización, recoge fondos para abrir un centro en la República Democrática del Congo, siempre a
través de talleres, donde se enseña un oficio a pobres y se les da un empleo (…). La idea de fundar la
Congregación fue de un jesuita catalán en Salamanca, Francisco Butinyà, que tenía un talante más
moderno.
Salamanca ya tiene su santa.
J. M. BLANCO, El Mundo. Castilla y León, 24 de octubre de 2011, p. 6.
Salamanca tiene desde ayer a su primera santa. En su perfil Benedicto XVI destacó el trabajo para
referirse a Bonifacia Rodríguez de Castro. Defendió el papel del trabajo de la nueva santa “para ganarse el
pan y faenar“ en su taller, “donde escuchaba y defendía su proyecto de vida”. En este contexto fue donde
nacieron “las Siervas de San José, envueltas en la humildad y sencillez evangélicas” (…). A la hora en que la
madre Bonifacia era canonizada, las campanas de la Catedral de Salamanca, donde fue bautizada, la
Clerecía y de varias iglesias más comenzaron a repicar de alegría y en honor de la nueva santa.
Levadura.
MAITE LÓPEZ MARTÍNEZ, Vida Nueva, 29 de octubre al 4 de noviembre 2011, p. 19.
No hizo falta esperar a que se concediese el voto a la mujer, no pudo aguardar con los brazos cruzados
la llegada de movimientos feministas del s. XX, ni pensó remotamente que los gobiernos se inventarían un
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Ministerio de Igualdad. Hablamos de la Madre Bonifacia, santa Bonifacia, que supo transmitir a las Siervas
de san José su sencillez de vida y su pasión por la promoción de la mujer trabajadora. Tuvo que morir, como
el grano de trigo, para entrar por la puerta grande, esa de los santos de carne y hueso.
Una santa trabajadora para tiempos modernos.
Olga. www.hoac.es, 30 noviembre 2011
El pasado 23 de octubre fue canonizada, junto con Guido Monforti y Luigi Guanella, la Madre Bonifacia
Rodríguez, fundadora de las Siervas de San José, una santa obrera que se adelantó a su tiempo al
considerar el trabajo como un ámbito de desarrollo personal y encuentro con Dios (…).Su apuesta por la
mujer trabajadora, mucho antes de la explosión del movimiento feminista y la creación, no de conventos,
sino de «talleres» de trabajo digno, tan similar a las propuestas del socialismo utópico, no fue del todo
comprendida por sus contemporáneos, causando división entre las primeras religiosas y el destierro de
Salamanca a Zamora de la propia fundadora, que continuó su misión obrera, mientras parte de la
comunidad viraba hacia obras educativas más clásicas.
Bonifacia Rodríguez de Castro (1837-1905).
JORGE SANS VILA, Santoral, ed. Sígueme, Salamanca 2011, p. 360
En solidaridad con los pobres, anunció el valor santificador del trabajo, la liberación de la mujer
trabajadora, la posibilidad de hacer de lo profano un espacio sagrado. Y todo, desde la compasión y la
ternura.
La sociedad actual está tentada a veces a convertir todo en mercancía y ganancia, dejando de lado los valores y
la dignidad que no tienen precio. Siendo la persona imagen y morada de Dios, hace falta una purificación que la
defienda, sea cual fuere su condición social o su actividad laboral. A esto se consagró enteramente la beata
Bonifacia Rodríguez de Castro que, siendo ella misma trabajadora, percibió los riesgos de esta condición social
en su época. En la vida sencilla y oculta de la Sagrada Familia de Nazaret encontró un modelo de espiritualidad
del trabajo, que dignifica la persona y hace de toda la actividad, por humilde que parezca, un ofrecimiento a
Dios y un medio de santificación. Este es el espíritu que quiso infundir en las mujeres trabajadoras con la
fundación de las Siervas de San José, que continúan su obra en el mundo con sencillez, alegría y abnegación
(Juan Pablo II).
No es que trate cada día con fundadores santos, pero sí que más de una vez, al ver a un apóstol que las
pasa canutas, le he dicho: lee la vida de santa Madre Bonifacia.
26
CELEBRACIONES
10 de enero. Fundación de la Congregación
AMBIENTACIÓN
En el ambiente de acción de gracias que estamos viviendo por la canonización de Bonifacia, hoy
agradecemos a Dios y a nuestros fundadores la fundación de nuestra Congregación.
Fue providencial en aquellos primeros días de enero de 1874 un cambio en las autoridades
locales de Salamanca favorables a la Compañía de Jesús. Esto hizo posible el comienzo de la vida
de comunidad el 10 de enero. Pocos meses más tarde, el 1 de abril, por otro cambio en las mismas
autoridades, en esta ocasión contrarias a los jesuitas, tuvo que salir de la ciudad para no volver
nuestro fundador, desterrado con su comunidad de la Clerecía, que tanto apoyo le había prestado en
la fundación.
De no haber dado nuestros fundadores un arriesgado paso adelante en aquel desastroso mes de
enero, quizá la Congregación no hubiera nacido. Supuso un gesto muy valiente, a sólo siete días de
la caída de la primera república española, que abrió la puerta al año políticamente más inestable de
nuestro convulso y difícil siglo XIX.
Consta en nuestras crónicas que eran conscientes del riesgo.
Tres días antes el obispo había firmado las Constituciones de Butinyà. Cuando aquel sábado, día
10, recibe a las siete primeras Siervas de san José en el obispado para darles su bendición, les dice
claramente que Dios se valía de ellas para una gran empresa porque eran instrumentos débiles.
Estas palabras de D. Joaquín Lluch resultan proféticas. Eran débiles, muy débiles, lo
demostrarán. Pero eran instrumentos de Dios, lo comprobarán.
Surgirán desuniones, luchas por el poder, marginarán a la fundadora para dar otra orientación al
Instituto, ocultarán su nombre, romperán libros y escritos del Archivo para hacer desaparecer su
memoria, mentirán, se justificarán. Pero podrá más el amor que todo lo perdona y el silencio que
todo lo olvida. Y se volverán a unir, formando de nuevo un cuerpo que hace frente a todas las
dificultades y saca a la luz lo que se había querido esconder.
Y el proyecto de vida de los fundadores renace con fuerza, con tanta fuerza, que remueve todo
hasta restaurar el carisma primigenio.
Este es el regalo que Dios con su providencia pone hoy en nuestras manos. Muchos pasos, con
luces y sombras. Mucha vida en estos 138 años, muchos sueños y promesas. Y una lección: somos
instrumentos débiles. Pero es suya la empresa.
LAUDES:
HIMNO: Una mujer abriendo caminos. Pista 6. CD “Una mujer abriendo caminos”
SALMOS
que lo digan las Siervas de san José:
eterna es su misericordia.
Ant. 1. El Señor se vale de instrumentos
débiles para sus grandes empresas
El Señor está conmigo, no temo,
nada malo pueden hacerme los demás.
El Señor está conmigo y me ama,
me cuida como a las niñas de sus ojos.
Salmo 117
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Que lo diga la casa de Israel,
que lo digan los fieles del Señor,
27
Escuchemos, hay cantos de victoria
en las tiendas de los que se fían de Dios:
“La mano del Señor nos cuida,
la mano del Señor es amorosa,
la mano del Señor es tierna
y nos da una bendición”.
y nuestra fundadora
antorcha
para toda la Iglesia.
llamea
como
Ya no la llamarán “olvidada”,
ni a su obra “devastada”.
La llamarán “favorecida”
y a su obra “bendecida”,
porque el Señor se ha complacido en ella
y la ha llenado de fecundidad y promesas.
Se me abren las puertas de la vida:
para cantar las alabanzas del Señor.
La confianza es la puerta del Señor,
los sencillos entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchas
porque eres mi roca firme.
Ant. 3. Dios está delante de mí y yo
delante de él.
La piedra que desechó el arquitecto
se ha convertido en piedra angular,
es el Señor quien lo ha hecho,
su mano está con nosotras.
Salmo 83
¡Qué deseables son tus moradas,
Señor de los ejércitos!
Saliste al paso de mi vida
y entre los cordones que tejía
encontré, Señor, tu morada
y tu grandeza.
En mi humilde taller
se fue bordando despacio tu nombre en
mi corazón.
Este es el día que ha hecho el Señor:
día de nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, eres nuestro padre,
Señor, nos das una bendición.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno,
porque tu amor no tiene fin.
¡Mi corazón y mi alma
retozan por el Dios vivo!
Y ya no quise otra cosa
que sentirme viva,
ya no quise otra cosa.
Mi ser saltaba de gozo
en tu presencia
y mis pies buscaron los caminos
de tu casa en Nazaret.
Ant. 2. El Señor ha estado grande con
nosotras y estamos alegres
Cántico. (Is 61,10-62,5)
Desbordamos de gozo con el Señor
y nos alegramos con nuestro Dios
porque ha vestido a nuestra fundadora con
un traje de gala
y la ha envuelto en un manto de triunfo.
¡Dichosos los que habitan en tu casa
alabándote siempre!
Limpia como el agua de la fuente
de la esquina
quise ser a tus ojos.
Fuerte como las montañas
me hiciste Señor.
Y me quedé en tu morada
saboreando en el silencio
tu presencia.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hizo brotar en ella la santidad
y en nosotras himnos de acción de
gracias.
Por amor del Señor no callaremos,
por amor de su nombre no descansaremos
porque ha resplandecido su justicia
28
LECTURA BREVE. Fil 2, 6-7
Cristo, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al
contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a
los hombres.
RESPONSORIO
R/. Debemos ser todas para todas siguiendo a Jesús. Debemos.
V/. Se hizo pequeño como los hombres porque vino a servirlos y no a ser servido por
ellos. Debemos ser todas para todas.
Gloria al Padre. Debemos ser todas para todas siguiendo a Jesús.
Benedictus, ant. Como Jesús, trabajador en Nazaret, Bonifacia encuentra a Dios en su vida
cotidiana de trabajo.
PRECES
Alabemos alegres al Señor que ha llamado a santa Bonifacia a prolongar en la Iglesia la vida de
Jesús trabajador en Nazaret, y digámosle:
Te alabamos, Señor, y confiamos en ti.
Gracias, Señor, porque en tus años de Nazaret, trabajando junto a José y María,
- nos enseñaste a santificarnos en las más humildes ocupaciones.
Señor Jesús, tú sigues actuando con el Padre siempre en el mundo
- que, como tú, prolonguemos la obra creadora de Dios en nuestro trabajo de cada día.
Tú llamaste a santa Bonifacia para ser luz en el mundo del trabajo:
- que seamos buenos administradores de este don recibido en favor de nuestros hermanos.
Tú has sido enviado a dar la buena noticia a los pobres,
- que siguiendo tus pasos, como santa Bonifacia, nos sintamos urgidos a velar por su dignidad
y a prolongar entre ellos tu presencia salvadora.
Te damos gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
- porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a los pequeños.
Padre nuestro.
Oración
Padre nuestro, que nos llamas a la vida: Gracias por santa Bonifacia que, siguiendo a Jesús,
trabajador en Nazaret, se encontró contigo en su trabajo cotidiano hermanado con la oración al
servicio de la mujer trabajadora pobre. Que mirando a Nazaret, como ella, vivamos nuestro trabajo
como un ámbito de experiencia de fe y en él tejamos relaciones humanizadoras y fraternas que
potencien la dignificación de la persona, comprometiéndonos a favor de un mundo más justo y
solidario. Contamos con tu ayuda, pues sabemos que estás siempre a nuestro lado.
VÍSPERAS
Monición
En 1874, tal día como hoy, Francisco Butinyà y las siete primeras Siervas sembraban en la
Iglesia con ilusión y valentía un proyecto de vida de gran hondura evangélica.
Nosotras vivimos hoy un momento que nos hace, en cierto sentido, protagonistas como lo
fueron ayer nuestras hermanas. Esta es nuestra grandeza y nuestra responsabilidad, nuestra promesa
y nuestra exigencia, nuestro desafío y nuestra oportunidad. Se hacen nuevas las palabras del obispo
Lluch: “Dios se vale de instrumentos débiles para sus más grandes empresas”. Le valemos, pues
somos débiles. Que la fe y confianza en Dios que vivieron Bonifacia y Butinyà, su único equipaje
en momentos decisivos, sean también hoy nuestro mejor vestido para poder dar, como ellos, la
respuesta carismática que la Iglesia y sociedad actuales tienen derecho a esperar de nosotras.
29
HIMNO: Tus fuentes. Pista 2. CD Una mujer abriendo caminos.
SALMOS
Ant. 1. Para estar unidos con Dios no hay
mejor cosa que andar siempre en su
presencia.
Salmo 130
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad.
Salmo 15
Protégeme, Dios mío,
que me refugio en ti.
En ti tengo puesto el corazón
y todas mis esperanzas.
porque tú, Señor
nunca abandonas a los tuyos.
Aleja de mí la arrogancia,
el espíritu de dominio,
el deseo de sobresalir,
y dame un amor humilde
que todo lo perdona, todo lo cree,
todo lo aguanta, todo lo soporta.
Yo digo al Señor: Tú eres mi bien».
los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Tú, eres mi centro,
tú eres un Dios cercano y único.
Líbrame de mis ídolos,
de todo lo que me impide
que tú seas mi único Señor.
Ayúdame a comprender
que lo nuevo siempre nace pequeño
y que encierra en su pequeñez
la fuerza transformadora
de tu Espíritu.
Enséñame a vivir
desde abajo y desde dentro
como tú, Jesús en Nazaret
y ayúdame a dar sentido
a lo cotidiano
y aparentemente insignificante.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi vida toda está en sus manos.
Bendigo al Señor, que me conduce y
acompaña
y en mis noches me ilumina con su luz.
Guarda mi corazón
de los deseos del poder,
guarda mi corazón
del instalarse y el no ver.
Guarda mi corazón
del desvarío en lo seguro,
guarda mi corazón
del sinsabor que da el olvido.
“Para estar unidas a él
no hay mejor cosa que
andar siempre en su presencia”,
con él junto a mí, no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
desbordo de gozo y esperanza
y me siento tranquila.
Porque no vas a entregarme a la muerte,
sino que me ofreces
un futuro lleno de vida.
Dame la confianza
de un niño en brazos de su madre.
Mi corazón espera en el Señor
ahora y por siempre.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha,
Tus caminos no son los nuestros,
Tú el Dios desconcertante y fiel.
Ant. 3. Bendito sea Dios, Padre de
nuestro Señor Jesucristo.
Cántico (Ef 1, 3-10)
Ant. 2: Mi corazón espera en el Señor
ahora y por siempre.
30
LECTURA BREVE. Col 3, 12-14
Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de
bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos
mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos
también vosotros. Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la
perfección.
RESPONSORIO.
Amad mucho a Jesús, que el amor es buen maestro para todo lo bueno.
R/ Amad…
Sed humildes, obedientes, sed verdaderas Siervas de San José.
Que el amor es buen maestro para todo lo bueno.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Amad mucho a Jesús que el amor es buen maestro para todo lo bueno.
Magnificat ant. Los santos tienen también por oración el trabajo en que no se busca más que
cumplir la voluntad de Dios.
PRECES
Unidas a nuestras hermanas de Congregación, elevamos nuestra oración a Dios,
poniendo como intercesora a santa Bonifacia, cuyas palabras recordamos de manera
especial en esta celebración del 10 de enero.
1. Para estar unidos con Dios no hay mejor cosa que andar siempre en su presencia.
Por todo el Pueblo de Dios, para que desde la certeza de que Él está siempre con nosotras,
seamos signo de su amor y bondad con todos. Roguemos al Señor.
Asamblea: Te rogamos, óyenos.
2. Debemos ser todos para todos.
Por los pobres y los que sufren por cualquier causa y que están necesitados de luz y esperanza,
para que desde la fuerza de nuestra fraternidad vayamos haciendo posible un mundo más
humano y solidario. Roguemos al Señor.
3. Siguiendo a Jesús que olvida su condición y su rango de Dios y se hizo pequeño como los
hombres, porque vino a servirlos y no a ser servido.
Por las Siervas de San José e Hijas de San José, por los laicos josefinos, y por cuantos
participan de nuestra espiritualidad, para que fieles al carisma recibido de Butiñá y Bonifacia,
abramos caminos de esperanza, de manera especial para la mujer trabajadora pobre. Roguemos
al Señor.
4. Anda buscando Jesús quien le ame y quien le siga. Si nosotros no seguimos las huellas de
Jesús ¿quién irá tras él?
Por la juventud que siente la llamada de Jesús a seguirle de cerca, para que responda a su
llamada con prontitud y generosidad. Roguemos al Señor.
O bien estas otras preces de agradecimiento
Contestamos “Te damos gracias, Señor”
1. Te damos gracias, Señor, por Bonifacia Rodríguez, por su vida fiel y por el reconocimiento
de su santidad que ha proclamado recientemente la Iglesia.
2. Te damos gracias, Señor, por Francisco Javier Butinyà, por su amor grande a Jesucristo, por
su celo incansable a favor de los pobres del mundo del trabajo, esperando que la Iglesia
también reconozca pronto su gran santidad.
3. Te damos gracias, Señor, por estos 138 años de vida de la Congregación, con sus luces y
sombras; por cada una de las Siervas de san José que nos han precedido. Y te presentamos
los mejores deseos y proyectos de las que actualmente formamos la Congregación para que
con tu ayuda y bendición lleguen a cumplimiento.
Oración
Señor, tú nos alegras cada año con la celebración de la fiesta del 10 de enero, en que
conmemoramos el comienzo de nuestra Congregación. Queremos, como nuestros fundadores
Bonifacia y Butinyà, seguir los pasos de la Familia de Nazaret en su vida de oración y de trabajo y
vivir comprometidas en la evangelización y promoción del mundo trabajador pobre. Por nuestro
Señor Jesucristo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos, Amén.
32
TESTIGOS SSJ
En torno a Bonifacia Rodríguez se crea un ambiente de vida evangélica que suscita entre las Siervas de san
José una verdadera “familia de santas”, expresión empleada por Francisco Butinyà, sj, -fundador de las Siervas
de san José y de las Hijas de san José- en una oración compuesta por él y que rezan todos los días las Siervas
de san José. A raíz de la celebración del I Centenario de la muerte de Bonifacia, hemos comenzado a ofrecer
los principales datos biográficos de alguna de estas Josefinas, cuya santidad es, sin duda, uno de los frutos más
apreciables de la vida fecunda de la fundadora. Lo hacemos siguiendo el orden cronológico de la fecha de
fallecimiento.
Consolación Diez Diez. Novena superiora general.
La figura de Consolación Diez está muy ligada al proceso de canonización de nuestra fundadora
y a la vuelta de la Congregación al carisma de los fundadores.
Corre el año 1969. En él tiene lugar el primer capítulo general especial de las Siervas de san
José, que comienza en el mes de julio. El 8 de agosto, aniversario de la muerte de Bonifacia, es el
día elegido para elección de superiora general, que recae sobre Consolación Diez. La tarea central
del capítulo es la de promover la renovación de la vida religiosa en la Congregación, siguiendo las
orientaciones del Vaticano II.
Es la primera vez que en la vida de las Siervas de san José un grupo numeroso de hermanas, 31,
tiene acceso a los documentos de los orígenes fundacionales y de los primeros años de la
Congregación, pues un punto que el capítulo considera fundamental desde el primer momento es el
de “redescubrir el carisma, fin y espíritu de la Congregación en el momento fundacional”.
El capítulo se prolonga tres meses más de lo calculado en un principio, concluyendo en
diciembre. Seis meses de reposado estudio da como resultado la conclusión de que en la
Congregación había habido un cambio de fines, lo que no era aceptado por todas las capitulares.
En el sexenio que sigue, la principal preocupación de la superiora general y su consejo es la de
profundizar en el carisma fin y espíritu de la Congregación. Consolación Diez propone al consejo
general pedir a un buen historiador de fuera de la Congregación una historia seria del periodo
fundacional. Quería evitar pedirla a una Sierva de san José para una mayor imparcialidad. Aceptada
por el consejo la propuesta, se la encargan a Martín Tejedor.
Para que toda la Congregación conociera los documentos que había manejado el capítulo, el
consejo general, por iniciativa de la superiora general, que así lo deseaba, envía a todas las casas las
primeras Constituciones y los libros y crónicas con noticias de la fundación. A propuesta suya,
encargan también a dos teólogos, uno jesuita y otro no jesuita, y a dos sociólogos, igualmente uno
jesuita y otro no, respectivos estudios sobre la historia de Tejedor, buscando siempre la
imparcialidad posible.
Todo este material se pasa en 1974 a las delegadas del siguiente capítulo general, recién
nombradas. El capítulo general de 1975 tiene como tema central la identidad de las Siervas de san
José, que se estudia a fondo durante tres meses.
A Consolación Diez se le debe también el desbloqueo y posterior avance del proceso de
canonización de nuestra fundadora, que yacía arrumbado en la Congregación de Ritos desde su
llegada en 1962, debido a las irregularidades en la instrucción diocesana. Su sentido de la
responsabilidad la lleva a pedir a un consultor histórico de la Congregación vaticana que estudiara
las actas del proceso, encontrando documentación muy válida para que la causa pudiera seguir su
curso. Este gesto va acompañado del nombramiento de un nuevo postulador, Benito Gangoiti, op,
experto en causas históricas, que pasa la nuestra a la entonces llamada sección histórica, lo que le
abre de nuevo el camino al proceso diocesano.
Consolación Diez nace en Villapodambre (León) el 6 de setiembre de 1914. Con 15 años la
lleva su padre al noviciado de las Siervas de san José de Salamanca. La superiora general, viéndola
tan joven, propone a su padre mandarla un par de años a la casa de Villanueva de Campo, provincia
33
de Zamora, con otras aspirantes. Profesa el 2 de febrero de 1935, quedando un tiempo en la casa
madre de Salamanca. En 1942 la destinan a la Argentina, donde estudia la carrera de pedagogía.
Acude al capítulo general de 1951, resultando elegida consejera general. Permanece en la casa
madre como directora de la Escuela de Magisterio de la Iglesia Virgen de la Vega. En 1957 es
nombrada provincial de la entonces provincia de san Agustín durante seis años y sucesivamente
vicaria provincial. En 1966 pasa a la entonces provincia de san José como superiora provincial.
Caracteriza a Consolación una profunda vivencia interior de la presencia de Dios. Podemos
decir que en ella todo ocurre hacia adentro, vivido con una extraordinaria naturalidad. Tenía
profundas experiencias místicas, que le ocasionan momentos de gran oscuridad y de sufrimiento
íntimo -“nunca pensé que se podía sufrir tanto”- llega a decir. A la vez, momentos de gran gozo,
cuya intensidad se correspondía con el sufrimiento precedente. Era fidelísima a los impulsos del
Espíritu, indicadores de sus actuaciones, siempre buscando el agrado de Dios.
En los años de su noviciado recibe la que ella consideraba una de las mayores gracias de Dios:
viéndose incapaz de cumplir todas aquellas minuciosas observancias y mandatos, se deja en las
manos de Dios para que actúe en ella con toda libertad, comenzando una vida de abandono amoroso
que la acompaña toda la vida. Esta es, sin duda, la fuente de aquella su constante paz y serenidad, y
de su gran dominio propio. La maestra de novicias le pone una comparación que recordaría
siempre: “tú eres como un burro al que el dueño le coloca encima alforjas con grandes riquezas, él
las lleva, pero no son suyas, sino de su amo”.
Era consciente de la obra de Dios en ella, regalo de Dios, no obra suya. “Todo lo hace él, yo
nada”, confesaba. El recogimiento en la oración la delataba, las dos horas diarias que estaba con el
Señor eran sus mejores momentos.
Vivía con naturalidad la vida teologal, sintetizada en aquella actitud de hija para con Dios. La
imagen de Dios padre le venía favorecida por el cariño recibido de su padre cuando era niña. Al
decirle que quería ser religiosa, él mismo la informó de las congregaciones que conocía, entre las
que estaban las Siervas de san José. Ella le dijo que quería ser Sierva de san José por la devoción
que sentía hacia san José -recibida de su padre- a lo que este le contestó: “yo mismo te llevaré al
noviciado, te dejamos ir con gusto, pero para que seas siempre una buena religiosa, no te separes de
nosotros para ser mediocre”. Ella se lo prometió, algo que siempre tenía presente.
Su salud fue siempre delicada, a causa de trastornos digestivos, derivados de una insuficiencia
hepática, detectados siendo novicia. Poco antes de finalizar su sexenio como general, le apareció un
grave carcinoma en el pecho. Se recuperó pronto, sin volver a tener complicaciones por este motivo.
Al acabar el capítulo de 1975 la destinan a Puente Castro, entonces un pueblo y hoy un barrio
cercano a León. Permanece hasta el final de sus días en esta casa, primero como casa noviciado y
dos años más tarde convertida en residencia de madres mayores, sin aceptar ser superiora, pues
quería permanecer como “soldado raso”, siendo una de tantas. Y así, desde los 61 hasta los 89 años,
estuvo dedicada a las múltiples actividades de una casa enfermería, colaborando, a la vez, en las
tareas pastorales de la parroquia en la medida de lo posible y haciendo el bien calladamente a todos.
Era una gran maestra de espíritu.
En este tiempo le aparece una grave insuficiencia coronaria, temiéndose seriamente por su vida
en dos o tres ocasiones, la operan, le colocan un stem y sale adelante. Los nueve últimos años un
herpes interno pone a prueba su paciencia, tolerándolo con una fortaleza realmente fuera de lo
normal. Expresaba gráficamente sus dolores diciendo que era como un perro rabioso que la mordía
continuamente, noche y día, sin apenas dejarla dormir. No se quejaba y su semblante no lo traslucía.
Había aprendido desde joven a “acomodar los músculos de la cara” para ofrecer a los demás un
rostro permanentemente agradable. Después de breve enfermedad, ocasionada por su crónica
insuficiencia hepática, fallece el 1 de octubre de 2003.
Victoria López, ssj.
Roma
34
ÍNDICE
COSECHAR ENTRE CANTARES ........................................................................................................ 3
FUNDADORA
Bonifacia Rodríguez:
Una mujer que ha conocido, Xavier Pikaza ............................................................... 4
Salamanca una vez más universal, Adela de Cáceres, ssj .......................................... 6
Cinco imágenes para rezar con Bonifacia, Manuel Bonet ......................................... 8
Salmo del elogio del silencio de Bonifacia, Teresa Botana, ssj ................................ 15
Bonifacia, mujer de Dios, Berta Fortes ..................................................................... 15
ESPIRITUALIDAD DE BONIFACIA
Crecer hacia abajo, Adela de Cáceres, ssj .............................................................. 17
Valores evangélicos de nuestra fundadora, Victoria López ssj............................... 17
EN TORNO A LA CANONIZACIÓN DE BONIFACIA ............................................................................ 19
Han dicho de ella
1. El Vaticano:
El papa Benedicto XVI ................................................................................ 19
El cardenal Angelo Amato ........................................................................... 20
2. Algunos obispos:
De Salamanca ............................................................................................... 20
De Zamora.................................................................................................... 20
De Santiago de Compostela ......................................................................... 21
3. Nuestra Congregación
Lillian Ocenar, coordinadora general ........................................................... 21
Equipo de Congregación .............................................................................. 22
4. Las Hijas de san José
Benita de la Cuerda, superiora general ........................................................ 23
CON BUENOS OJOS ........................................................................................................................ 24
Hablan de Bonifacia ............................................................................................... 24
CELEBRACIONES........................................................................................................................... 27
10 de enero. Fundación de la Congregación
Ambientación .................................................................................................. 27
Laudes ............................................................................................................. 27
Vísperas ........................................................................................................... 29
TESTIGOS SSJ
Consolación Diez Diez. Novena superiora general. Victoria López, ssj ................. 33
35
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