Poder Judicial de la Nación

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Poder Judicial de la Nación
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional
Causa Nro. 34.878 “Saponara, Miguel s/ inconstitucionalidad del art. 352 C.P.P.N.”
Interlocutoria Sala VI (14-)
Juzgado de Instrucción N° 49.
//////////////nos Aires, 16 de mayo de 2008.
Y VISTOS; Y CONSIDERANDOS:
I-) Llega el presente incidente a estudio de esta Sala, en
virtud del recurso de apelación deducido por la defensa de Norberto Ángel Di
Crosta (fs. 25/30) contra el resolutorio de fs. 22/23, a través del cual se dispuso
no hacer lugar al planteo de inconstitucionalidad formulado por dicha parte,
respecto del art. 352 del C.P.P.N..
II-) El recurso interpuesto fue concedido por el magistrado
interventor a fs. 31 y se mantuvo en esta instancia a fs. 37.
III.- a) Corrida que fue la vista de rigor, el Sr. Fiscal
General (fs. 39), solicitó que se confirme la resolución recurrida.
b) Por los argumentos expuestos en el memorial de
fs. 40/47, la defensa propició que se revoque el interlocutorio en crisis, pues a
su entender, el art. 352 del C.P.P.N. resulta inconstitucional. Destacó que la
inapelabilidad del auto de elevación a juicio, tal como lo establece el artículo
en cuestión, afecta las garantías de la doble instancia y la defensa en juicio, y
vulnera el principio de igualdad previsto por el art. 16 de la C.N..
Asimismo, refirió que lo que se pretende apelar es el
rechazo del pedido de sobreseimiento, formulado a tenor de lo establecido en
el inc. 2 del art. 349 del código adjetivo.
El Dr. Julio Marcelo Lucini dijo:
Llegado el momento de resolver y tal como lo sostuviera
en la causa n° 32.420 “Palumbo, Jorge Francisco s/ inconstitucionalidad del
art. 352 C.P.P.N.”, rta. 18/07/07, corresponde adelantar que el decisorio
atacado será homologado, atento a que no se advierte que lo establecido en el
art. 352 del C.P.P.N. contradiga los principios que emanan de la Constitución
Nacional.
En efecto, la Convención Americana de Derechos
Humanos, en su art. 8.2 inc. h establece la garantía a recurrir el fallo ante un
tribunal superior, pero tal garantía se interpreta que procede contra sentencias
definitivas, que establezcan la culpabilidad del imputado o que causen una
situación de indefensión o un daño irreparable. En igual sentido, el art. 14.5
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos dice que “toda
persona declarada culpable de un delito tendrá derecho a que el fallo
condenatorio y la pena que se le haya impuesto sean sometidos a un tribunal
superior...”, lo que reafirma la garantía de la doble instancia, pero
expresamente sobre sentencias definitivas.
Ahora bien, el auto mediante el cual se dispone la clausura
de la instrucción, y la consecuente elevación a juicio de la causa, no reviste la
calidad de sentencia definitiva (ni asimilable a ella), ni provoca un estado de
indefensión, como así tampoco causa un daño irreparable para el imputado;
por lo cual su inapelabilidad no afecta garantía constitucional alguna, habida
cuenta que el derecho de defensa puede ser ejercido con mayor amplitud
durante la etapa de debate. De lo que trata, es pues, de la clausura de la etapa
preparatoria del juicio, y el ordenamiento procesal sólo otorga a la defensa la
facultad de oponerse, pero no de apelarla.
Adviértase que la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos en los informes nro. 17/94 “Guillermo Maqueda, sobre el caso
11.086, y nro. 55/97 “Juan Carlos Abella”, caso 11.137, sostuvo que “...el
derecho previsto en el art. 8.2.h requiere la disponibilidad de un recurso que
al menos permita la revisión legal, por un tribunal superior, del fallo y de
todos los autos procesales importantes...”;
pero entendemos que, por lo
sostenido en los párrafos precedentes, el auto de elevación a juicio no se
encuentra abarcado dentro de los actos procesales importantes. Nótese que el
caso Maqueda que cita el recurrente, fue analizado a la luz de lo normado por
la ley 23.077, que establecía un régimen especial para determinados delitos,
los que serían juzgados en única instancia, por lo cual la sentencia sólo podía
revisarse por medio del recurso extraordinario, que como bien se sabe tiene un
objeto limitado y es excepcional. Todo ello, dista mucho de asemejarse con la
cuestión traída a estudio.
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Causa Nro. 34.878 “Saponara, Miguel s/ inconstitucionalidad del art. 352 C.P.P.N.”
Interlocutoria Sala VI (14-)
Juzgado de Instrucción N° 49.
Con anterioridad, la Corte Suprema de Justicia de la
Nación ha dicho que “El requisito previsto en el art. 8°, apartado segundo,
inc. h) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (ratificada por
la ley 23.054) que establece el derecho de toda persona inculpada por un
delito de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior, sólo debe ser
considerado en los supuestos de la sentencia definitiva de la causa u otra
resolución asimilable a ella.” (“Jáuregui, Luciano Adolfo s/ plantea
excepciones previas”. rta. 15/03/88. fallos 311:274). Es decir, que tanto de
línea argumental trazada por la jurisprudencia de la Corte Suprema de la
Nación, como la de la Corte Interamericana, se desprende que las resoluciones
asimilables a las sentencias definitivas deben ser aquellas donde se establezca
algún grado de culpabilidad del imputado en el hecho que se le atribuye; por
lo cual, tal interpretación no puede alcanzar al auto que declara clausurada la
instrucción.
El auto de elevación a juicio está expresamente previsto
como inapelable por el código adjetivo (art. 352 en función del art. 432 del
C.P.P.N), puesto que se trata de una resolución que, conforme al principio de
preclusión de los actos procesales, permite el avance de la causa hacia el
juicio, donde se dará la confrontación probatoria con amplitud.
No debe perderse de vista que el código ritual otorga a la
etapa instructoria un papel meramente preparatorio del verdadero juicio -el
que se lleva a cabo durante el debate-, posibilitando la apertura del mismo
sobre la base de los elementos mínimos que sostengan la sospecha que dio
origen a la causa.
Con respecto al pedido de sobreseimiento formulado por
la defensa, conforme lo establecido en el art. 349 inc. 2 del código de forma,
éste se trata de una oposición al requerimiento de elevación a juicio formulado
por el acusador, de un cuestionamiento al mérito de la clausura de la etapa
instructoria, sobre la cual no está contemplado recurso alguno, sin afectar con
ello la doble instancia, por cuanto el imputado ha podido recurrir al momento
de dictarse su procesamiento, lo cual ha ocurrido en el caso concreto y sobre
el que el Tribunal ya se expidió (ver fs. 651/652).
A esta altura, cabe recordar lo sostenido por la Sala I de
esta Excma Cámara respecto a que “...la etapa preparatoria del juicio(...)
tiene, como única finalidad, establecer si existe mérito para que el caso sea
considerado en la etapa del juicio y no fijar criterios definitorios” (causa
25.430, “Capristo, Jonathan Víctor Abel”. Rta. 28/02/05).
En último término, aún cuando la parte sostiene que el auto
a través del cual se dispuso no hacer lugar al planteo de inconstitucionalidad
posee sólo una fundamentación aparente; lo cierto es que más allá de que no
se verifica ello, de sus agravios se desprende su disconformidad con la
solución adoptada.
IV-) Por último, no vislumbrándose en la especie la
existencia de la excepción prevista en el art. 531 del ordenamiento de forma,
corresponde imponer al recurrente costas de alzada.
El Dr. Gustavo A. Bruzzone dijo:
Habré de coincidir con el colega preopinante; conforme
fuera decidido por la Sala I ante un planteo similar en la causa n° 32.492,
“Fiorenza” (resuelta el 26/12/07), resulta dable señalar que el objeto de esta
etapa procesal es la de verificar la existencia de un hecho delictivo, la
individualización de los autores y el grado de participación, la circunstancias
personales de los mismos y la extensión del daño causado.
En ese orden de ideas, ya hemos sostenido que para el
dictado del auto de procesamiento basta con la valoración de elementos
probatorios suficientes para producir la mera probabilidad, aún no definitivos
ni confrontados, pero que sirven para orientar el proceso hacia la acusación,
vale decir, hacia la base del juicio (in re: de la Sala I, cn° 22.846, “Fariz,
Claudio Orlando”, rta.: 6 /7/04; cn° 23.126, “Hoyos, Eduardo Rubén”, rta.:
7/7/04; cn° 23773, “Santa Cruz Lezcano, Carlos Alberto”, rta.: 15/10/04,
entre otros).
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Una vez cumplido ello, y acreditados los extremos de la
imputación, las pruebas colectadas serán la base de la acusación para el juicio
oral y público, en donde verdaderamente se decidirá la aplicación o no del
derecho penal material. En esta nueva etapa, la defensa podrá reproducir los
motivos por los cuales sostiene la desvinculación de su asistida del proceso.
Por ello, resulta dable señalar que la defensa se encuentra
habilitada para apelar el auto de mérito dictado contra el imputado, ella y el
fiscal tienen similares derechos con respecto a la decisión de mérito que se
adopte en contra de sus pretensiones punitivas (arts. 336 y 337, CPPN). Por lo
que el acceso a la segunda instancia resulta igualitario.
En los términos de los arts. 350 in fine y 351, CPPN, el
juez no se expide respecto del mérito en la causa sino, tan solo, habilita con su
decisión la etapa oral, donde el contradictorio y la inmediatez con las pruebas
tendrá plena vigencia para resolver en la causa sobre la responsabilidad que le
cabe a la imputada. La garantía de inviolabilidad de defensa en juicio no es
absoluta en cuanto a los medios, formas y plazos en que puede ser ejercida ( in
re Sala I, c. 18.760, “Kim Joon, Oh”, rta: 20/09/2002).
Tales argumentos, fueron reiterados y reformulados -dada
la distinta composición de la Sala I- en la causa “Capristo” del 28/2/05 (causa
nro. 25.430), así como en “Corsi” del 26/7/05 (causa nro. 25969), y
“Picolomini” del 1/11/05 (causa nro. 27.327), en donde se sostuvo que: A(...)
la ley otorga al representante del Ministerio Público Fiscal (así como al
acusador particular) la posibilidad de sugerir la producción de medidas de
prueba en caso de considerar que la instrucción no se encuentra completa y no
a la defensa porque el Ministerio Público Fiscal es el titular de la acción penal,
y sobre él descansa el onus probandi, siendo en consecuencia a él, a quien le
corresponde, por su función, determinar si la instrucción se encuentra agotada,
a fin de poder dar comienzo a la siguiente etapa, la de juicio, siendo esta la
fase en la que la defensa tendrá la posibilidad de plantear la producción de las
pruebas que considere pertinentes, incluso podrán ser recepcionadas con la
inmediatez del juicio, que tiene, como única finalidad, establecer si existe
mérito para que el caso sea considerado en etapa de juicio y no fijar criterio
definitivo”. (in re: “Capristo”, cit).
En cuanto a la imposibilidad de recurrir el auto de
elevación a juicio por el cual se agraviara la parte, y mas allá de los conceptos
que se han señalado en el precedente “Erni” -causa 29.811 del registro de la
Sala I-, resulta dable destacar que la Sala IV de este Tribunal refirió al
respecto que “ no contraría el principio de igualdad la disposición por la cual
se restringe a la defensa la posibilidad de apelar el auto de elevación a juicio,
toda vez que no todo tratamiento jurídico diferenciado es propiamente
discriminatorio. Tendrá tal carácter la decisión que carezca de justificación
objetiva y razonable. Existen ciertas desigualdades de hecho que
legítimamente pueden traducirse en desigualdades de tratamiento jurídico, sin
que tales situaciones contraríen la justicia”.
Sostuvo además que, “el ejercicio de todas las garantías
de la C.N. y de los instrumentos internacionales son susceptibles de
limitaciones o restricciones y no están concebidos de modo absoluto. Deben
reconocer un límite en su propia reglamentación, mientras esta no contraríe
su espíritu” (causa nro. 23.564, rta.: 29/04/04, con cita de Luis M. García, ob.
cit., ps. 124/125).
A su vez, y contrariamente a lo sostenido por el recurrente,
se ha dicho que: “la inapelabilidad del auto de elevación a juicio establecida
por el art. 352 del CPPN, no resulta violatorio del art. 8 inc. 2 ap. h de la
Convención Americana de Derechos Humanos, que establece el derecho del
imputado de recurrir del fallo ante el Juez o al Tribunal Superior, pues las
defensas que se opusieron en oportunidad del traslado, podrán ser
ampliamente debatidas en el desarrollo del juicio ante ese Tribunal Superior
en la integración del Poder Judicial de la Nación en materia Penal al Juez de
instrucción, art. 2 de la ley 24.050.
Las facultades amplias de control de todos los actos
cumplidos en la Instrucción a favor de los Tribunales Orales de juicio,
determinan que los procesalistas consideren que en definitiva, se trate de una
inapelabilidad que obra a favor del imputado, en la medida en que significa
acelerar el pronunciamiento definitivo que dé certeza a su situación.
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Juzgado de Instrucción N° 49.
Si el imputado tuvo oportunidad de cuestionar el auto de
procesamiento, que es ineludible presupuesto de la elevación a juicio (en
sentido coincidente, TOCrFILP, “Beker, RA”, /6/94, JPBA t.92 f.432, y arts.
354 y sgtes. CPPN), se justifica tal inapelabilidad en razones de celeridad y
economía procesal.
El sistema procesal del Código, con la revisibilidad de los
actos de instrucción por parte de los Tribunales Orales de juicio, cumple
satisfactoriamente la garantía constitucional invocada (TOFTUC., c. C39/01, “Cardozo, A. E.”, rta.: 29/11/2001).
Finalmente, no advirtiéndose motivo para apartarnos del
principio general establecido en el art. 531 del CPPN, las costas son a la
vencida.
Por todo lo expuesto, y en el entendimiento de que la
elevación a juicio no implica de modo alguno un pronunciamiento parcial, y
que el debate oral y público es el momento donde las partes litigan en
presencia de un equilibrio procesal manifiesto, votamos para confirmar la
resolución recurrida.
En consecuencia, el Tribunal RESUELVE:
I- Confirmar el auto de fs. 22/23, en todo cuanto fuera
materia de recurso, con costas (art. 531, del C.P.P.).
II- Tener presente la cuestión federal planteada.
Notifíquese al Sr. Fiscal General y, oportunamente,
devuélvase, sirviendo lo proveído de atenta nota.Se deja constancia que el Dr. Julio Marcelo Lucini y el
Dr. Gustavo A. Bruzzone intevienen en la presente en sus condiciones de
jueces subrogantes de las vocalías nro. 7 y nro. 11, respectivamente; mientras
que el Dr. Luis María Bunge Campos no lo hace por hallarse en uso de
licencia.
Julio Marcelo Lucini
Gustavo A. Bruzzone
(Por sus fundamentos)
(Por sus fundamentos)
An-///
///te mí:
Andrea V. Rosciani
Prosecretaria de Cámara
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