Sueño de una noche de verano

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Sueño de una noche de verano
UNIO 12
9 de junio de 2016.
Por danijota
Muchas veces los sueños nos mandan mensajes desde nuestro inconsciente que al despertar,
nos han mostrado nuestra verdadera forma de obrar en un aspecto determinado. Y cuando
despertamos pocas veces recordamos lo ocurrido y a veces cambiamos nuestra actitud ante
tal hecho. Algo parecido les ocurre a los protagonistas de Sueño de una noche de verano, el
clásico de Shakespeare, que viene de la mano de Darío Facal a las Naves del Español. La obra
nos cuenta la historia de una compañía de cómicos que ensayan una obra en el bosque para
celebrar las bodas de Hipólita y Teseo. Mientras dos enamorados escapan de Atenas para
vivir sus amor de manera libre al mismo bosque. Y para colmo, Puck, un duende al servicio
de Oberón, hace que todo el mundo se enamore de todo el mundo menos de quien debe a
causa de una sustancia. ¡Hasta la misma Titania esposa de Oberón!
Lo primero que se encuentra el espectador cuando llega al teatro es un espacio lleno de luz
natural. Algo poco habitual y que choca. Y poco a poco, Darío Facal nos va introduciendo en
su particular sueño, donde la oscuridad de repente cubre la sala y aparecen imágenes
inspiradoras que se van sucediendo, donde hombres y mujeres pueden vestir de la misma
manera, donde lo contemporáneo y lo clásico se dan la mano. Un sueño, donde un mismo
espacio, puede ser cientos.
Una obra vitalista que nos recuerda la importancia del amor, de tener fantasía y del propio
teatro. El teatro dentro del teatro es un protagonista más y creo que una de las delicias de la
obra, es ver a esa compañía de teatro que pretende ensayar la muerte de Píramo con un
magnífico Agus Ruiz, que se mete al público en el bolsillo. Un clásico universal llena de
encanto y humor que te hará soñar y creer que todo es posible y, si no puede serlo, por lo
menos siempre se podrá soñar. No te lo pierdas.
'Sueño de una noche de verano':
Facal adapta a Shakespeare
Por José-Miguel Vila. 06 de junio de 2016
Darío Facal abrió la temporada del Teatro Español con su versión de „El burlador de
Sevilla‟ y cierra ahora la de las Naves del Matadero con „Sueño de una noche de
verano‟, de Shakespeare, que ha traducido junto a su ayudante de dirección Javier L.
Patiño. La lucha de sexos, la impulsividad de unos y otros, la pérdida de la identidad, la
influencia del entorno natural en nuestras vidas, el animalismo o el travestismo son solo
algunos de los temas que la compañía Metatarso ha subrayado con indudable
comicidad en la nueva versión del clásico que permanecerá en el escenario de las Naves
del Español hasta el próximo día 12 de junio para continuar después con el periplo
emprendido hace ya más de un año por escenarios de toda España.
En un espacio escénico diseñado por María de Prado, a un lado hay una mesa alargada
y varias sillas metálicas y, diseminados en medio de un bosque, con diversos animales
disecados, cuelgan bustos, calaveras, astros, formas poliédricas, un corazón. Al fondo,
también sobre una pantalla, van cayendo ilustraciones casi naif que, a modo de sábanas,
enmarcan el espacio de lo que acontece en cada escena, que un display situado también
al fondo, ubica al público asistente en el espacio físico donde tienen lugar los hechos a
los que asiste el espectador (palacio de Atenas, un jardín de Atenas, el bosque…). Algol
parecido hizo Facal en „El amor de Don Perlimplín…‟ como ya comentamos
recientemente.
Lo que sucede en este „Sueño de una noche de verano‟ de Facal es “una fiesta del
teatro”, que transcurre en un bosque de la Grecia clásica en donde el amor circula como
el aire, del que no se pueden zafar ninguno de los personajes mitológicos y fantasiosos
que por allí pululan. Pero la legítima apuesta de Facal por poner el énfasis del montaje
en una visión cómica, hilarante y juguetona del amor, al mismo tiempo la aleja de la
original óptica shakespeariana del amor poético y trascendente que el genio británico
plasma en su texto original y que el espectador no encuentra aquí por ningún lado.
Con todo, el montaje interesa sobre todo por ver en acción al imponente cuadro de
excelentes intérpretes, que es capaz de captar la atención del espectador más crítico y
hacerle pasar un rato inolvidable: Carmen Conesa, Alejandro Sigüenza, Emilio
Gavira, Vicente León, Agus Ruiz, Óscar de la Fuente, Antonio Lafuente,
Alejandra Onieva y Katia Klein, divierten y se divierten en una trama que circula en
tres planos distintos y paralelos.
En uno de esos planos, el duque y la reina de las amazonas están a punto de casarse,
pero antes de que se celebren los esponsales, y las fiestas populares que llevan
aparejados, deben mediar en un conflicto de compromisos maritales. Como no hay
consenso entre las parejas, estas huyen al bosque en el que las hadas y los duendes
compiten con Cupido en su labor de herir sus corazones con las flechas del amor. Allí,
en el interior del bosque, dirimen también sus diferencias, los reyes Titania y Oberón.
También el geniecillo Puck -encarnado por el soberbio Emilio Gavira-, hace de las
suyas con el elixir de una flor que, aplicada durante el sueño sobre alguien, tiene el
poder de que este se enamore del primer ser (animal o persona, da igual), que vea nada
más despertarse. Y, por último, el tercer argumento lo conforma una representación
teatral que han preparado unos artesanos en honor de Hipólita y Teseo. La función gira
en torno al episodio de Píramo y Tisbe, que se encuentra en la „Metamorfosis‟ de
Ovidio. El esperpento resultante es tan hilarante que las carcajadas resuenan en toda la
sala por mor de los excesos de los esforzados y “limitados” actores… Mención especial
merecen Óscar de la Fuente, con su creación de Francisco Flauta; Agus Ruiz en
Nicolás Trasero, y Katia Klein, estupenda en sus papeles de Tomasa Morros (la
calderera), y Helena.
Una vez más, y partiendo del texto de un clásico, Facal ha adaptado sus contenidos para
traerlos a nuestro tiempo y conformar así un lenguaje y una visión personalísimas que
definen claramente su teatro. Eso es justamente lo que ha hecho en las cuatro obras que
hemos podido ver en los últimos meses: “Amistades peligrosas”, “El burlador de
Sevilla” y “Amor de Don Perlumplín con Belisa en su jardín” y, ahora, con este „Sueño
de una noche de verano‟.
Como todo es cuestión de gustos, y el deber del crítico es explicar el por qué de esos
gustos, creo honesto apuntar que, de todos ellos, este lo pondría en cuarto lugar, lo cual
no quiere decir, ni mucho menos, que no merezca el interés del espectador.
JUEVES, 2 JUNIO, 2016 /
Sueño de una noche de verano
Hoy vamos a hablar de sueños, pero no de unos sueños cualquiera, sino del sueño de una noche de
verano. De este modo rendimos nuestro homenaje particular a William Shakespeare en el 400 aniversario
de su muerte y de paso glosamos (y alabamos) la versión que de una de sus obras conocidas: A
Midsummer Night’s Dream ─El sueño de una noche de verano─ ha realizado Metatarso Producciones,
con Darío Facal al frente.
El sueño de una noche de
verano no es solo la comedia
más popular de Shakespeare,
sino también una de las mejores
y más populares comedias de
todos los tiempos. Sus tramas
entrelazadas y llenas de fantasía,
magia, deseo y amor; la
contraposición e interrelación
entre el mundo real y el de los
sueños;
su
estructura
metateatral… hacen de ella un
homenaje al teatro y a la vida
en general.
Todos estos factores hacen que decidirse a afrontar un montaje de esta obra sea algo tan atractivo como
complejo y arriesgado. Un ejercicio en el trapecio en el que no hay red que te recoja si hay una caída,
pues a los críticos habituales, se sumarán los puristas del Bardo de Avon, que se mesarán los cabellos
horrorizados ante el sacrilegio cometido.
Sí, decididamente, es un paseo al borde del
abismo, pero algo así no iba a asustar a un
amante del riesgo como Darío Facal que, a fuerza
de creatividad, siempre se mueve en el filo de un
cuchillo, siendo capaz de conseguir para un
mismo montaje encendidos elogios y críticas
enconadas ─algo que, por ejemplo ocurrió con
Las Amistades Peligrosas o El Burlador de
Sevilla─. Al igual que ocurre con los modernos
cocineros, Facal disfruta jugando con los
ingredientes con los que trabaja, para
deconstruirlos, tratarlos, cocinarlos y ofrecerlos
al espectador de una forma novedosa que a
algunos gusta y a otros no.
En este caso, tocaba trabajar con ingredientes de primerísimo nivel y, ante todo, ha primado el sentido
común de un estudioso y un enamorado del teatro como es él, por lo que el montaje, aun siendo atrevido,
fresco, moderno e impactante visualmente ─lo que se refleja, sobre todo en la escenografía y vestuario─,
respeta el texto original, con lo que la musicalidad del verso y los juegos de palabras siguen siendo los
puntales sobre los que se asienta la comedia.
Este respeto por el texto original revela la verdadera grandeza de Shakespeare, no solo a la hora de tejer
una mágica armonía con el ritmo de sus versos y crear diálogos agudos, sino, sobre todo, a la modernidad
de sus mensajes. Parece increible que Sueño de una noche de verano se escribiera hace más de 400 años,
abordando, como lo hace, temas como la lucha de géneros, el desafío al orden patricarcal establecido, la
irracionalidad del amor y del deseo sexual… Y además con el ingeniosísimo artificio de establecer ese
juego de sombras y luces que se crea entre la vida real y el mundo de los sueños, donde todo es posible.
Sin duda, viendo este montaje uno se da cuenta de lo realmente grande que es Shakespeare.
Este montaje de Sueño de una noche de verano es capaz de hacernos ver esta grandeza, pero además y
sobre todo es capaz de divertir ─y mucho─ al público. La complejidad del universo real y onírico creado
por el autor inglés, se refleja a la perfección en las tramas y subtramas, a las que Facal da un tratamiento
diferente.
La seriedad y afectación de la trama de la boda de Teseo e Hipólita en Atenas, contrasta con la libertad y
el todo alegre y distendido de la vida en el bosque (aunque aquí, quizás se eche en falta un poco más de
picante y sensualidad en las escenas de los amantes, que evoque, aún más la exaltación del amor carnal).
Fascinante el evanescente mundo de las hadas que se ha creado, gracias a un inteligente vestuario y unas
fantásticas interpretaciones, que muestra a la perfección el puente entre lo real y lo onírico.
Pero sobre todo, el gran acierto de este montaje es el tratamiento de la trama metateatral ─La muy
dolorosa comedia y más cruel muerte de Piramo y Tisbe─ que da a lugar a un desbocado y divertidísimo
vodevil, cercano al teatro infantil o a los títeres y que da el golpe de gracia a un público que director y
elenco ya se tenían ganado con el resto de la obra.
En cuanto al elenco, maravillosos, increíbles y espectaculares todos y cada uno de ellos, en los diversos
papeles que les toca desempeñar. Es un excelente montaje, pero gran parte del éxito recae sobre sus
espaldas. Sería injusto destacar a alguno de ellos, pues todos están magníficos y, sobre todo, conforman
un equipo brillante y homogéneo, que hace sencillo algo tan complejo como es disfrutar con un texto tan
dificil y, sobre todo, hacen disfrutar al público de su energía y su trabajo.
Lo peor, sin duda de este Sueño de una noche de
verano, es despertar cuando se acaba y descubrir
que, más allá de esta hora y media que hemos
pasado en este maravilloso mundo de
ensoñaciones, lleno de fantasía, amor y risas, existe
un mundo real. Pero sin duda la experiencia habrá
merecido la pena y, quién sabe, es posible que Puck
haya derramado su pócima amorosa sobre alguno
de vosotros y al salir lo veáis todo diferente
BUTACA EN ANFITEATRO
"No sé si confundimos la vida real con el teatro, o el teatro con la vida real" (BLOG DE CRÍTICA
TEATRAL DE HUGO ÁLVAREZ DOMÍNGUEZ). Madrid / 01-06-2016.
‘Sueño de una Noche de Verano’, o la diversión
como máxima prioridad
A pesar de llevar ya mucho tiempo trabajando, tanto Darío
Facal como Metatarso Teatro llevan un par de años dorados
presentando montajes de grandes obras, con gran
repercusión en grandes salas de Madrid. Primero fue Las
Amistades Peligrosas, después El Burlador de Sevilla, hace
muy poco Amor de Don Perlimplín con Belisa en su Jardín y
ahora Sueño de una Noche de Verano. Todo esto en apenas
año y medio: casi nada.
No siempre me considero un fan declarado de los trabajos de
Metatarso; aunque reconozco que suelen ser valientes y
arriesgados y tirarse a la piscina con todas las consecuencias.
Así como me fascinó Las Amistades Peligrosas, me pareció
más errática El Burlador de Sevilla; si bien había en ambas
señas de identidad comunes e inequívocas. Ahora, en este
Sueño de una Noche de Verano, Facal y Metatarso han
conseguido mantener su esencia pero renunciando a algunos
elementos que ya empezaban a jugar más en contra que a favor porque ya estaban muy vistos
-no, esta vez no hay ni rock and roll en directo ni micrófonos…-; pero tal vez lo más importante
de su acercamiento a una de las comedias más representadas de William Shakespeare haya
sido el no perder nunca de vista que la finalidad primaria de la comedia no es otra que el
divertimento. Así, Facal presenta una lectura ágil de la obra, que acerca el clásico a todos los
públicos por igual: esto, que puede parecer una obviedad, es para mí el primer gran acierto de
la propuesta.
Todos hemos visto muchas versiones de Sueño de una Noche de Verano -y seguro que en
España muchos recordamos la espléndida versión de Helena Pimenta con Ur Teatro que se
repuso varias veces para varias generaciones pudiésemos disfrutarla-; y posiblemente ahí
radique una de las grandes dificultades de insistir en ella: en hallar una personalidad, un tono y
algo que diferencie un montaje del resto. Además, Sueño intercala dos -y podríamos decir que
hasta tres- tramas de distinta índole y hasta cierto punto independientes entre sí: la del enredo
amoroso, la puramente cómica con la obra dentro de la obra y la del mundo de las hadas, que
une de algún modo las dos tramas anteriores; de manera que nunca es fácil hallar una
diferenciación de tono entre todas ellas que aporte verdadero interés a la versión.
Darío Facal confía ciegamente en el poder del texto de Shakespeare y lo otorga al público todo
lo desnudo que es posible, aunque sin perder nunca de vista la cuestión del ritmo que toda
buena comedia debe tener. Apoyado en una escenografía alegórica de María de Prado neones que ubican las escenas, animales disecados a tamaño natural y un curioso juego de
telones de tramoya que van cayendo para dejar paso al siguiente, en un efecto inverso al que
se suele hacer normalmente- Facal juega con actores y personajes, subrayando la comedia y
el sentido del ritmo por encima de cualquier otra cualidad -incluso por encima de la atmósfera
de lo sensual, que tantas veces fue principal en esta obra-. El resultado es un Sueño ágil,
divertido, cómico y para todos los públicos que pone de manifiesto por qué esta obra es una de
las más representadas del bardo de Stanford. Todo es sencillo: desde el vestuario de Ana
López Cobos -que guiña muchas veces directamente al dibujo animado- hasta la iluminación
de Juanjo Llorens, perfectamente integrada en una idea que ni siquiera opta por realzar el
elemento nocturno tan evidente -¿tal vez sea por eso que no se realza, porque está implícito en
el título?- que sí primaba en otras propuestas de esta misma obra.
Todo tiene ritmo, divierte y fluye;
acaso sobren un par de subrayados
musicales que son una suerte de
versión techno de la música incidental
de Mendelssohn para esta obra básicamente la Obertura y el
Nocturno-, que no aportan gran cosa y
son bastante feas… Sin apartarnos
del aspecto musical, por algo que se
me escapa Emilio Gavira vuelve a
cantar el Vals de La Viuda Alegre -ya
lo hacía con Pandur en La Caída de
los Dioses y Fausto-, que no entiendo
muy bien qué pinta aquí: en cualquier
caso, llama la atención que se le pida a un actor que cante la misma pieza en tres montajes
distintos… También habría que comentar que por alguna razón que se me escapa, la trama de
la obra dentro de la obra -que alcanza grandes niveles de comicidad en su sencillez y en su
cutrerío buscado- funciona decididamente mejor que un enredo amoroso al que seguramente le
falte un punto extra de sensualidad, o que el recurso de cubrir a Oberón completamente de
negro en las escenas en las que se hace invisible, privando al actor de la expresión gestual no
termina de convencerme del todo; pero puestas en una balanza, unas cosas compensan
sobradamente otras a la hora de valorar una versión que nunca pierde su voluntad de divertir.
Y, sobre todo, muestra algo de lo que yo dudaba: que Facal sabe hacer grandes cosas también
desde lo sencillo, prescindiendo de lo accesorio y renunciando a una voluntad de impresionar
que era marca de la casa en montajes anteriores; esto es, claro, un piropo.
En un año en el que se ha montado mucho Shakespare en castellano, con versiones y
traducciones que ni siempre he compartido, hay que decir que esta que firman Facal y Javier
L. Patiño es bastante óptima y sin salidas de pata de banco, aunque acaso suene por
momentos -solo por momentos- excesivamente ‘amarrada’ a la versificación -vamos, que a
veces, solo a veces, queda muy pendiente del verso y del ritmo antes que de la fluidez del
mensaje- pero que al menos es respetuosa con Shakespeare: esto debería ser algo de cajón,
pero ya saben que no siempre sucede…
No quiero pasar por alto uno de los aspectos más polémicos del montaje: junto al programa se
entregan unas gafas 3D que se sugiere que sirven para ver la puesta en todo su esplendor una puesta que ya he dicho, es sencilla y casi de artesanía-: al principio nos las ponemos; pero
todos nos las acabamos quitando al ver que no sucede nada verdaderamente importante y que
enturbian la visión de los actores… Llevo varios días dándole vueltas a este asunto de por qué
a nadie le funcionan las gafas, y estoy casi convencido de que es una engañifa premeditada de
Facal, para jugar con el público en una obra basada toda ella en que las cosas no son lo que
parecen: tampoco el ¿falso? 3D, supongo. Ignoro si este es el motivo de que a nadie le
funcionen las gafas; pero de serlo la idea roza la genialidad y tiene un sentido perfectamente
aplicable al carácter de la obra… Me temo que nos vamos a quedar con la duda, pero yo ahí
les dejo mi hipótesis.
El nutrido reparto -9 actores- se desdobla en varios personajes que intervienen en las diversas
tramas paralelas; y todos están en su sito y todos encuentran su momento para brillar, aunque
unos papeles les vayan más que otros: rara vez se puede decir esto de un elenco con tanta
gente. Ya he dicho antes que en general la trama de la obra de los artesanos funciona mejor
que la del enredo amoroso en el bosque por una cuestión de atrevimiento y tono; y casi todos
los actores acaban encontrando su momento en la trama de la parodia de Píramo y Tisbe.
Casi: me gustó mucho la Helena de Katia Klein que se roba toda la trama del bosque por
físico, tono y formas; es casi la única que destaca más en la trama amorosa que en la
puramente cómica. Frente a ella, puede que la Hermia de Alejandra Onieva quede un punto
en segundo plano; pero se resarce de sobra con el simpatiquísimo león de Eva Nista en la obra
de los cómicos, encontrando su momento para destacar, como todos antes o después en este
montaje. Por su parte, Antonio Lafuente (Lisandro / Ramón Hambrón) seguramente sea el
actor al que el propio montaje deja menos posibilidades reales de brillar.
Con todo, la función es por derecho propio de
Óscar de la Fuente -que cumple en Demetriocuando interpreta a Francisco Flauta realizando
un verdadero derroche de trabajo gestual y
físico puesto al servicio de la comedia, con
recursos de clown de primera fila; y de Agus
Ruiz en Nicolás Trasero -el único que no se
desdobla porque se ve implicado en varias
tramas-, de presencia poderosa y vis cómica
inesperada. Ambos levantan el show en cada
aparición, provocando las carcajadas más
salvajes del respetable con toda lógica, porque
están en verdadero estado de gracia.
En otro orden de cosas, Carmen Conesa luce regia, valga la redundancia, en las dos reinas
(Titania e Hipólita) y es elegante hasta en su momento de ensoñación amorosa con el burro,
que ya es difícil -creo que me quedo con la sensación de que esta vez le dejan hacer poco para
lo buena que es pero aporta gran dignidad real a sus papeles, y si la compañía se la puede
permitir, bienvenida sea- y Alejandro Sigüenza le aguanta muy bien el tipo en sus dos
partenaires (Egeo y Oberón), cosa que no era tarea nada fácil, considerando la altura a la que
rinde Conesa. Emilio Gavira es perfecto para Puck a todos los niveles, y en él encontramos al
actor personal y sólido de siempre; y Vicente León sale bien parado de la difícil tarea de ser
quien intenta imponer un poco de orden en el delicioso despropósito en que acaba derivando la
representación de los cómicos.
El espectáculo tiene ritmo, funciona desde lo sencillo sin renunciar por ello a ser imaginativo, el
público se lo pasa en grande; y, sobre todo, tiene la virtud -¡enorme!- de acercar una obra
universal a todo tipo de público, sin traicionar nunca su esencia: otros, buscando lo mismo, han
acabado por hacer lavados de cara que dejaban el original en irreconocible. Se le pueden
poner pegas aquí y allá, pero es un gran espectáculo; y, sobre todo, muy divertido.
30 mayo, 2016 por Ángel Esteban Monje
Sueño de una noche de verano
Darío Facal apuesta por la parodia en su versión
de la comedia de Shakespeare.
Durante esta temporada ya hemos tenido oportunidad de asistir a una versión de Sueño
de una noche de verano. Los coreanos, dirigidos por Jung-Ung Yang, se inclinaron por
una mezcolanza animista más propia de un divertimento callejero que de una
aproximación trascendente de la comedia shakesperiana. Darío Facal, afortunadamente,
ha vuelto a renovar con su mirada de farsa (conecta muy bien estéticamente con el
montaje de Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín que nos regaló hace poco
unos meses) las historias de amor, naturaleza y metateatro que bordó el bardo con gran
genio. Pero… ¿quién es, en verdad, el protagonista? Muchos y ninguno. Hasta tres hilos
argumentales se ponen en funcionamiento, muy bien recortados para que la fluidez sea
máxima durante la hora y media larga que dura el montaje. Por un lado, contamos, en
Atenas, con la presencia de Hipólita (llevada por Carmen Conesa con serenidad; luego,
como Titania, aportará un toque erótico a través de su vestimenta) y Teseo (Alejandro
Sigüenza sigue a su compañera con la altivez bondadosa propia de su personaje y,
después, bien malicioso en el papel de Oberón), el duque y la reina de las amazonas
están a punto de casarse, pero antes de que se celebren los fastos, deben mediar en un
conflicto de compromisos maritales fallidos. Egeo, un caballero, no puede aceptar que
su hija, Hermia, desee a Lisandro en menoscabo de Demetrio, de quien está enamorada
Helena. Dos parejas destinadas al equívoco dentro del bosque en el que las hadas y los
duendes hacen de las suyas, mientras Cupido cumple con su labor. En otro plano
participan, como ya se ha comentado, en el interior de la frondosidad, los reyes Titania
y Oberón en disputa. Es, quizás, a pesar de ser el desencadenante de varias de las
confusiones, también, la más confusa de las tramas. La cuestión es observar cómo
avanzan los personajes en sus afanes a través de la magia y el poder de la naturaleza, y
de cómo Puck, encarnado por Emilio Gavira, inclinado hacia el sarcasmo y la malicia,
ejerce los mandatos de su amo. Más allá de todo este entramado, lo principal de la
versión que nos presenta Darío Facal radica en la «fiesta» esperpéntica que ha montado
para el final. Unos artesanos han preparado una representación teatral sobre el episodio
de Píramo y Tisbe, que se encuentra en las Metamorfosis de Ovidio, en honor de
Hipólita y Teseo a modo de epitalamio sui géneris. El desmadre al que llega el elenco es
digno de los Monty Pithon: estrafalario, absurdo y caótico. Dirigidos por Pedro Quince
(el carpintero), un amaneradísimo Vicente León, surge como un torrente, proteico y
henchido de energía; Nicolás Trasero (traducido así, Bottom, el tejedor), al que Agus
Ruiz dota de verdadera grandiosidad. Le acompañan Antonio Lafuente, que también se
mete en el papel de Lisandro, y aquí en el de Ramón Hambrón (el sastre), adopta un
tono más bajo y queda algo tapado respecto de sus compañeros, aunque mantiene el
tipo; de forma algo parecida que Alejandra Onieva en los papeles de Hermia y en este
vodevil de Eva Nista (la ebanista, lógicamente); muy graciosa, sin embargo, como
León. Capítulo aparte merecen Katia Klein, quien me ha parecido extraordinaria con su
soltura, con sus maneras de obsesiva y locuela en los papeles de Helena y de Tomasa
Morros (la calderera), y que después le toca transformarse en muro. Pero, claro, este
Sueño de una noche de verano sería otra cosa si Óscar de la Fuente no hubiera creado
con su desparpajo y su vis cómica ese ser llamado Francisco Flauta (un
remiendafuelles), con su actuación lleva la obra a un punto irónico, infantil y
alucinatorio sin parangón.
La escenografía posee un encanto engañoso (definitivamente el 3D y las gafas al uso
que se reparten no acaban de tener mucho sentido, puesto que apenas encontramos
ilustraciones que se pueda tridimensionar), por un lado, es acorde con la farsa final, con
su aspecto amateur, con elementos que no implican un gran coste y que se disponen sin
ese aparataje de las funciones de enorme presupuesto. Próximo a una instalación de
hace décadas, con imágenes de astros, de bustos, de un corazón; pero planos. Igual que
las sábanas ilustradas que forman el principal sustento del decorado y que van cayendo
de forma suave y mecánica según avanza el tiempo, como una especie de tramoya
inversa; es un detalle elegante e ingenioso que le da un toque particular. Árboles, sillas,
una mesa, un oso, macetas con arbustos, un zorro, en fin, un popurri de entes que se
reparten irónicamente respecto del espectador, como si todo estuviera un poco por
hacer, como si asistiéramos a una fase intermedia de una obra futura más acabada, al
menos, acabada a como estamos acostumbrados. Con el vestuario, además, ocurre algo
parecido. La variedad y la mezcla es sorprendente y muy llamativa, desde los camisones
de los atenienses, pasando por el abrigo de Teseo o el mono verde ajustado de Titania,
hasta las ropas de los artesanos, donde el propio Trasero parece que va a echarse una
pachanga con los amigos (cuando el hechizo lo convierte en asno, ya remata). Por lo
tanto, conlleva cierto aire kitsch que nos distancia de Shakespeare para ofrecernos algo
novedoso; y eso se agradece.
En definitiva, es más un cuadro, en el sentido pictórico, que un conjunto de historias. Es
una representación de la naturaleza viva y plena de movimiento explosivo que entronca
con tradiciones que han pervivido más en países nórdicos. Incluso el concepto del amor
se aproxima al de la magia, del embrujo, alejado del amor como enfermedad o dolor
propio del medievo o del romanticismo. Expele inocencia, entretenimiento bucólico,
pero, a la vez, lucha de fuerzas a distintos niveles, en una jerarquía desigual.
Espléndidamente, Darío Facal y su equipo nos entregan un Sueño de una noche de
verano en la versión más divertida de un clásico shakesperiano que se pueda imaginar.
Cultura - Teatros
JUAN IGNACIO GARCÍA GAZÓN – 26-05-2016.
«Sueño de una noche de verano»,
de Shakespeare: en el mágico
corazón del bosque.
Darío Facal dirige en las Naves del Español una producción de la comedia con Carmen
Conesa como protagonista.
Una aproximación directa,
concisa, divertida y clara al
bosque de la imaginación que
Shakespeare convirtió en
escenario propicio para que,
azuzados por la magia
nocturna y la calidez estival,
se liberen los sentidos y
desaten las pasiones. Darío
Facal perfila con trazo seguro
los tres mundos que confluyen en el embriagador ámbito feérico: el de la doble
pareja de enamorados atenienses, el de las hadas y los espíritus, y el de los torpes
artesanos que preparan una función teatral para celebrar los esponsales de Teseo,
rey de Atenas, e Hipólita, soberana de las amazonas. Al fin y al cabo, parece que
el Bardo también escribió esta comedia en 1595 como epitalamio de la boda de sir
Thomas Berkeley y Elizabeth Carey.
En su despejado espacio escénico, María de Prado ha distribuido elementos
sugeridores de los lugares donde transcurre la acción (plantas, un oso y un zorro
disecados, lienzos con figuras arquitectónicas, anatómicas y zoológicas…), con un
letrero luminoso que indica tiempo y lugar de las escenas. Facal dirige a los actores
con austera precisión buscando sobre todo el efecto cómico, que culmina en la
descacharrante representación de los bienintencionados trabajadores. Un reparto
equilibrado y sin fisuras se divierte y nos divierte reeditando la fantasía de este
sueño inagotable. Si Emilio Gavira es un Puck cautivador, la palma de la comicidad
la comparten Vicente León como portavoz de los artesanos, Óscar de la Fuente
en su doble cometido del enamorado Demetrio, y Francisco Flauta y Agus Ruiz en
la piel del más histriónico de los actores rústicos.
25.05.2016. CRÍTICAS
Teatro para soñar y no
querer despertar
Que William Shakespeare fue un genio nadie lo pone en duda, tener la
capacidad de escribir “Hamlet”, “Rey Lear” u “Otelo” es algo único, pero
además adentrarse en el terreno de la comedia y la fantasía con EL SUEÑO
DE UNA NOCHE DE VERANO, es de un atrevimiento magistral. El montaje
que cierra la programación de esta temporada en Matadero es un digno broche
de oro.
Darío Facal es el artífice de la sorpresa y la innovación, a veces incluso por exceso. En este mágico
montaje, el imaginario campa a sus anchas para entretener, sorprender y hacer que el espectador entre
de lleno en ese bosque ateniense poblado de personajes enamorados, apasionados, entre el mundo de
la fantasía y el amor más inocente.
Juega el director con la sorpresa. Entrar en una sala bañada por la luz del sol exterior ocasiona el primer
despiste, pero todo tiene su sentido. Cuando la noche caiga sobre Atenas, la sala se oscurecerá hasta el
nuevo día. La divertida historia de enredo, confusión, amor y teatro se desenvuelve con pasmosa finura.
Sin estridencias pero con un halo de cuento entrañable. EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO es
puro entretenimiento, pura diversión y pura carcajada. La parte final, magistral, ese teatro dentro del
teatro. Maravillosa recreación de la muerte de Piramo y Tisbe por esa desastrosa troupe de cómicos.
Hacía tiempo que no escuchaba una platea repleta reír y disfrutar de lo lindo.
La polifacética Carmen Conesa, encabeza un reparto donde todos brillan por igual. La obra funciona a la
perfección, el aire desenfadado les permite un disfrute que se contagia. Y ese abrazo a la platea es un
perfecto final, un dulce despertar mientras la luz de la noche se disipa.
Me quedo con las sensaciones agradables, la sorpresa, la vida del bosque. Hay que dejarse llevar en
este montaje, hay que aflojar los sentidos, relajarse y que la pócima del amor que Puck derrama sobre
algunos de los personajes nos contagie también. El teatro es eso también, bajar la guardia y caer en el
sueño más dulce de la mano de un gran Shakesperare, un bonito montaje y una fiesta que ensalza el
amor y la fantasía. No lo duden, acudan al Matadero a dejarse seducir, me lo agradecerán….
Crítica realizada por Moises C. Alabau
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Darío Facal, El sueño de una noche de verano, Emilio Gavira, Katia Klein, Madrid, Matadero Madrid,
Oscar de la Fuente, Vicente León, William Shakespeare
José Catalán Deus, 23 de mayo de 2016.
Soñando en una noche veraniega
El Shakespeare sentimental y bonachón
en una deliciosa puesta en escena.
A pesar del empacho shakesperiano que ha generado su 400º aniversario, presentíamos que
esta propuesta sería interesante y lo es. Versionada una y mil veces, 'El sueño de una noche
de verano' da juego aún para consolidar a Darío Facal entre los mejores directores teatrales del
momento, con una versión redonda que se basa en lo importante, el texto y los actores que lo
representan.
Un enredo amoroso a cuatro esquinas comienza en palacio y se complica enormemente en un
bosque encantado, pero todo termina bien al final. Son dos tramas paralelas: en palacio manda
el duque Teseo y su prometida Hipólita; en el bosque, Titania y Oberón, los reyes de las
Hadas; los primeros tienen un consejero discreto, Filóstrato, los segundos un ayudante
enredador, Puck. Mientras las dos parejas se lían y deslían bajo los influjos mágicos de Oberón
y las travesuras de Puck, unos cómicos aficionados -sus alter ego reforzados con un colega de
postín- ensayan y finalmente representan una pieza festiva para los desposorios ducales.
Dicho así resulta casi anodino, pero es que la gracia e ingenio del texto y la trama, la
inteligencia de los diálogos y situaciones no pueden resumirse por común mortal; hay que ver,
oír y callar ante tal monumento de sencillez, buen humor y donosura. La versión aporta
versificaciones ingeniosas y traduce adecuadamente los innumerables juegos de palabras. Y
las tramas paralelas se realzan en los dobles personajes que interpretan los actores,
comenzando por Emilio Gavira, el pivote del elenco, que crece hasta el protagonismo y realiza
un Puck verdaderamente espléndido, de una expresividad gestual enorme.
El despliegue actoral resulta sobresaliente porque sobresaliente es una dirección y una
interpretación que se aparta del surco mil veces trillado para conseguir nuevas facetas. Si
Carmen Conesa confirma su valía, Agus Ruíz irrumpe como una revelación y Alejandra Onieva
despliega un surtido sensacional de expresiones. Pero no hay borrón en la partitura
interpretativa.
Una escenografía expresionista parece reservarse premeditadamente a ser receptáculo
somero de la actuación. No está mal la original sucesión al fondo del escenario de pequeños
telones ilustrados a la antigua usanza, pero dotados de grafismo tridimensional (dos imágenes
desincronizadas, con colores azul y rojo) que con las célebres gafas anaglíficas con que se
dota a los espectadores, dan lugar a una sola imagen en tres dimensiones. Facal pretende con
ello profundizar en el aspecto onírico y acercar al espectador a la experiencia psicotrópica estado alterado de conciencia- que según él sugiere la trama de la obra. Desgraciadamente las
gafitas de marras no suplen al ácido lisérgico, y los pocos espectadores que iniciaron el
experimento lo dieron por terminado rápidamente al ser mayores las molestias que los
hallazgos.
Darío Facal dirige y dirige sin parar últimamente (felicitaciones también a su ayudante). Hizo
una versión espectacular de El burlador de Sevilla a comienzos de la temporada y sacó
petróleo de Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín justamente el mes pasado. Una
temporada ciertamente redonda.
Este domingo la sala estaba casi llena; y el casi se deberá a que aún no ha habido tiempo para
el tantán de recomendaciones que la pieza merece. Buenísimas vibraciones, sale uno del
teatro de buen humor y mejor ánimo, cosa ayer. hoy y mañana no demasiado frecuente.
diarioabierto.es
Shakespeare y la dimensión del amor
Teatro
20/05/2016. Luis M. del Amo.
Darío Facal presenta 'El sueño de una noche de verano' en Las Naves del Español.
Sueño de una noche de verano
Dos planos polarizan la obra de Shakespeare, presentada este viernes en „Las Naves del Español‟ del Matadero de
Madrid, en la versión de Darío Facal, dramaturgo y director. Por un lado la ciudad, donde rige la ley y la “sensatez”
encorseta los sentimientos, y por otro lado el bosque, territorio del misterio, poblado por duendes y hadas, y adonde
los amantes huirán a fin de consumar su amor.
En estos dos espacios, pero sobre todo en el bosque, trascurre la acción de ‘El sueño de una noche de verano’,
la obra de Shakespeare, traducida, adaptada y dirigida por Facal con ocasión del cuarto centenario de la muerte del
dramaturgo inglés.
En su propuesta, Facal juega con estos dos espacios, y quiere añadir incluso una tercera dimensión, proyectada en
los telones del fondo. Pero lo importante es, no solo el recurso a la duplicidad, tan caro a la la comedia (dos
amantes, dos mundos…), que introduce el caos y la confusión en el orden, sino cómo el dramaturgo logra aunar
todos estos elementos.
Facal consigue un espectáculo unitario gracias en primer lugar a un plantel de actores compacto, brillante incluso
en los momentos más descacharrantes, aquellos en que un grupo de actores ensaya y representa finalmente una
delirante obra, entre las carcajadas del público.
Brillante puesta en escena
Teatro dentro del teatro, y fábula dentro de la fábula, la obra también se apoya en una escenografía muy austera,
poblada por animales disecados (una lechuza, un oso y un zorro); y donde brillan algunas soluciones de vestuario,
como el atavío de Titania y Oberón, seres mitológicos, invisibles por tanto a los humanos, y cuyas ropas en verdad
les camuflan a los ojos del público; o la magnífica caracterización como Puck que viste Emilio Gavira, el actor que
interpretara a „Rompetechos‟ en el film de Fesser „Mortadelo y Filemón‟.
Comedia dentro de la comedia, la propuesta de Facal gana altura cuando el texto se centra en el papel del teatro, y
en general de la imaginación y de la ficción, en la existencia humana. Con momentos memorables, como el
parlamento en que el personaje de Nicolás Trasero, de vuelta a la forma humana, duda sobre el modo de contar su
transformación en burro; o cuando el escenario encarna un lugar de pesadilla, con todos sus habitantes
ensimismados; o cuando la niebla, magníficamente representada con tan solo un plástico y un ventilador, atrapa a
dos personajes, confundidos además por una multiplicidad de voces, que reverberan en el bosque, gracias a unos
micrófonos, por cierto, muy bien utilizados.
Tiene además la comedia una parte luminosa, de enredo, con idas y venidas, interpretadas con fluidez, por unos
actores que, en general, cumplen convincentemente con su cometido. Todos, salvo uno, doblan papel. Y todos lo
resuelven sin problemas. Aunque lo mejor es precisamente la combinación de talentos, quiero destacar la labor de
Katia Klein, quien aprovecha, en ocasiones al borde del histrión, las líneas que le deja su papel de Helena, una
joven despreciada por su amor.
» Teatro Siglo de Oro
Almería revive el 'Sueño de una noche de verano' con
un Shakespeare con gafas 3D
Almería. 23 de Abril de 2016 20:40h
Escena de la obra
ALMERÍA.- 'Sueño de una noche de verano' del director y dramaturgo Darío Facal y la
compañía Metatarso Producciones era una de las obras más esperadas por el público almeriense
en esta primera parte de las trigésimo terceras Jornadas de Teatro del Siglo de Oro. De hecho,
en la noche de ayer el Auditorio Municipal Maestro Padilla se llenó de un público dispuesto a
disfrutar de la que es seguramente una de las comedias más representadas de Shakespeare por la
vitalidad de su argumento, la brillantez de su poesía y su innegable ritmo cómico.
Con una escenografía fuera de lo habitual, Facal se acercó al clásico modernizando su lenguaje
y sumergiendo al público en la magia de la historia a partir de un efecto escénico, las gafas 3D,
que se utilizan por primera vez en el teatro, haciendo que el espectador viva una experiencia
visual única, muy diferente a la que están acostumbrados. Una puesta en escena basada en el
efecto que produce el juego de telones que aparecen y desaparecen mágicamente.
La obra, ambientada en la Grecia clásica y protagonizada por Carmen Cornesa, Emilio Gavira y
Alejandro Sigüenza, entre otros, sucede a lo largo de una noche en un bosque cercano a Atenas
donde también se encuentra el Reino de las Hadas. Cuatro jóvenes que escapan de la ciudad se
ven obligados a pasar la noche en dicho bosque, pero todo se complica cuando un duende les
aplica una poción mágica en los ojos que les hace enamorarse de la persona equivocada. A lo
largo de la historia conviven personajes reales con otros fantásticos a través de distintas tramas
que tienen como nexo de unión la boda entre Teseo, duque de Atenas, e Hipólita, reina de las
Amazonas. Sin duda, un espectáculo lleno de encanto y de humor con el que los almerienses
disfrutaron mucho la noche del viernes.
EL DÍA.es
Noticias de agencias
22/06/2015 12:20
EXTREMADURA.-El XXVI Festival de Teatro
Clásico de Cáceres baja el telón con 15.478
espectadores
Los Doce Montajes De La Sección Oficial Rozan Los 5.000 Espectadores Y Cuatro
Funciones Agotaron Las Entradas Cáceres, Europa Press El Festival de Teatro Clásico
de Cáceres, que bajó anoche el telón de su vigésimo sexta edición con la última función
con un Gran Teatro lleno, ha conseguido un nuevo récord de público llegando a los 15.478
espectadores, una cita que consolida el crecimiento de espectadores experimentado en las
tres últimas ediciones.
Así, los doce grandes montajes programados en la
sección oficial han atraído
a 4.790 espectadores, mientras que cuatro de las trece funciones previstas
agotaron las entradas. Fueron las dos funciones de Teresa o el sol por
dentro, de Rafael Álvarez El Brujo, Ojos de Agua con Charo López y Sueño de
una noche de verano, con Carmen Conesa como
cabeza de cartel.
El promedio de asistencia a los espectáculos de la sección oficial desarrollada en la plaza
La obra con mayor
número de espectadores ha sido Sueño de una
noche de verano, que llegó a los 575. Teresa o el sol por
de las Veletas ha sido de 370 espectadores.
dentro y Ojos de Agua, aunque agotaron igualmente las localidades, se quedaron en 512
espectadores, ya que el Gran Teatro, donde se tuvieron que trasladar debido a la lluvia,
cuenta con menor aforo que el escenario de la plaza de las Veletas.
Cabe destacar el "gran interés" que ha despertado en esta edición el teatro extremeño en
su conjunto, según informa la organización en certamen en nota de prensa en la que
recuerda que las cinco obras de compañías de la región, tres de ellas estrenos absolutos
(Cyrano, El descanso de Caronte y M.C. Manco y de La Mancha), han sumado 1.361
espectadores.
Igualmente es reseñable el "atractivo" que en esta edición han supuesto Los Montajes de
la ESAD, que prácticamente completaron el aforo del Gran Teatro en sus tres
representaciones, lo que supone "la consolidación definitiva de esta apuesta iniciada hace
tres años y que permite dar visibilidad al trabajo formativo que se desarrolla en la Escuela
de Arte Dramático de Extremadura", recoge la nota.
En total, 1.360 personas pudieron disfrutar de las tres piezas dirigidas o representadas por
alumnos de la ESAD. A este dato hay que sumar los 497 espectadores que acudieron
anoche a despedir el festival al Gran Teatro con el espectáculo de clausura La fiera, el
rayo y la piedra, también de la ESAD.
OFF FESTIVAL EN LA PLAZA DE SAN JORGE
La recuperación de la plaza de San Jorge como escenario del Off Festival "ha contado
también con el respaldo y el aplauso del público". Entre los doce espectáculos de pequeño
formato programados en este espacio, los conciertos y recitales de La Nota Clásica, las
proyecciones de Cine entre Bambalinas y la nueva ambientación de calle estrenada este
año bajo la denominación Cómicos en la calle, han llegado a los 5.499 espectadores.
A todos ellos hay que sumar el público infantil que este año se ha apuntado al festival en la
nueva actividad De Recreo con los Clásicos, una de las principales novedades de esta
edición. Esta iniciativa que se desarrolló en mayo permitió acercar el teatro y los clásicos a
3.332 escolares de la provincia.
La dirección del Consorcio del Gran Teatro que organiza el festival valora estos datos
como "altamente positivos", ya no solo por el número de espectadores, "más que nunca en
la historia del Clásico", destaca el director Juan Pedro González, sino por "la efusiva
acogida del público a la mayor parte de los espectáculos de la programación".
"Desde que en 2013 doblamos los espectadores que había habido históricamente en el
festival, la cifra no ha bajado de los 14.000", destaca el director. En 2013, la cifra se situó
en los 14.170 espectadores y en 14.900, el año pasado.
González ha subrayado también el "esfuerzo" que se ha realizado en dar visibilidad al
festival con la nueva publicidad exterior, la creación de un punto de información que ha
estado ubicado en la calle San Pedro y la actividad Cómicos en la calle dirigida por Fulgen
Valares. "Todo en su conjunto ha permitido aumentar la presencia del festival en la calle y
su difusión, contribuyendo al éxito de público", concluye.
ARTES ESCÉNICAS, FESTIVAL DE CLÁSICOS DE ALCALÁ junio 22, 2015
El sueño de una noche de verano con
gafas 3D
Por Paloma Fidalgo
Si en Las criadas, Darío Facal integraba en la acción la distorsión mediática propia
del siglo XXI, y en Las amistades peligrosas le añadía rock and roll al sexo y las
drogas que planean sobre la correspondencia que creó Choderlos de Laclos, en El
sueño de una noche de verano sumerge al espectador en ese clima mágico,
hechizante y hechizado de la obra a partir de unas gafas 3D. Genial idea y genial
efecto.
Al final de El sueño de una noche de verano, una obra que ya desde el título advierte de
su misticismo, el personaje de Puk, el duende del bosque, pide al público que, si se ha
ofendido con el juego que compone la trama de la pieza, lo recuerde meramente como
un sueño. Y es que una atmósfera onírica y mágica domina esta pieza de Shakespeare,
muestra del interés del autor por la mecánica de los sueños y los impulsos irracionales,
que, además de ser la más cómica entre todas las que escribió el bardo inglés,
posiblemente sea también la más extraña, y no solo se distancie así de sus creaciones
anteriores, sino también, con su corte innovador, del teatro isabelino, del teatro del
Renacimiento inglés.
La manera como Darío Facal, uno de los dramaturgos más interesantes y visionarios de
nuestra escena actual, se acerca a los clásicos, es modernizando su lenguaje. El
argumento de éstos, lo que cuentan, son temas inmortales, que trascienden en el tiempo
y nos implican todavía hoy. Por algo son clásicos. Así que solo ha de adaptarse a
nuestros días, parece decirnos Facal, el vehículo por el que nos trasladan ese mensaje.
El código de comunicación con el espectador. Y si, en Las criadas, Facal integraba en
la acción la distorsión mediática propia del siglo XXI, y en Las amistades peligrosas le
añadía rock and roll al sexo y las drogas que planean sobre la correspondencia que creó
Choderlos de Laclos, en El sueño de una noche de verano sumerge al espectador en ese
clima mágico, hechizante y hechizado de la obra a partir de unas gafas 3D. Genial idea
y genial efecto.
Con esta versión del clásico de Shakespeare, Facal se ha encargado de inaugurar la XV
edición del Festival de Teatro Clásicos en Alcalá, que se desplegará, hasta el 5 de julio,
en diversos escenarios de Alcalá de Henares, y cuya programación completa puede
visitarse aquí. Es una espléndida e hilarante versión del clásico de Shakespeare, que
goza de un excelente ritmo incluso en el momento más difícil, a la hora de representar,
en el último tercio de la pieza, ese pequeño entremés que resume la esencia de la trama
principal, en otro juego, esta vez metateatral, que se marcó el dramaturgo inglés más
célebre.
De entre los elementos del montaje destaca el reparto, en el que no falla ni un actor,
aunque sobresalen Óscar de la Fuente, Vicente León, Paco Ochoa y Emilio Gavira, que,
en su papel demiúrgico de Puk, tiene la facultad de alimentar –y mucho- esa pátina
surrealista de la obra, de la misma manera que lo hizo recientemente en el Fausto de
Tomaz Pandur. Actores que encarna una maraña de personajes que Shakespeare fue
yuxtaponiendo, contrastando unos con otros: hay bajitos en contraste con los altos; hay
bromistas en contraposición con quienes sufren las bromas; hay guapos y grotescos; hay
hadas elegantes y mágicas, y artesanos torpes; etc.
Unos personajes a los que Facal ha puesto a comer fruta constantemente durante la
función, probablemente no solo por la época del año en la que se ambienta la trama,
sino también como evocación de sus atributos más extraordinarios, los mitológicos. Y
es que Shakespeare se basó en la mitología griega para idear a buena parte de sus
protagonistas (Teseo, por ejemplo, se basa libremente en el héroe griego del mismo
nombre, y la obra está salpicada de referencias a griego dioses y diosas), y también en
hadas de los cuentos tradicionales ingleses (el personaje de Puck, o Robin Goodfellow,
era una figura popular en los cuentos del siglo XVI). Aunque otros proceden de textos
clásicos: Titania proviene de las Metamorfosis de Ovidio, y Oberón puede haberse
extraído de la novela medieval Huan de Burdeos, traducido por Lord Berners a
mediados de la década de 1530.
Y como no podría ser de otra manera en una pieza de Facal, el dramaturgo demuestra,
una vez más, su agudeza estética, su talento en la escenografía. El colorista decorado es
perfecto para acoger las escenas que se suceden ágiles, rápidas, como en tantas obras de
Shakespeare y de su época, que, junto con el verso blanco, que confirió a la poesía la
espontaneidad de la conversación y la naturalidad del recitado, inspiraron, más adelante,
al cine.
Un feliz y fantástico montaje para recordar este clásico que se burla de las aflicciones
que sufren los enamorados, para tomarse a broma el amor.
El diario digital de Extremadura
Miguel Fresneda / Domingo, 21 junio 2015
MÁGICO Y ORIGINAL “SUEÑO DE UNA
NOCHE DE VERANO”, POR METATARSO
La originalidad de este espectacular
montaje, con amplio reparto por primera
vez en este Festival2015, se basó en dos
principales ejes: la clásica fidelidad al
delicioso texto shakespeariano, sin
anacronismos o fáciles adaptaciones,
algo infrecuente por estos pagos;
además el texto estuvo generalmente
bien versificado por Javier L. Patino y el
propio director Darío Facal, salvo
algunas rimas morfológicas; el verso
acentuó el lirismo en el Reino de las
hadas y permitió, entre otros, al enano
Puck lucirse recitando y cantando en
varias ocasiones, con perfecta dicción.
Otra originalidad estribó en el decorado:
unos 9 telones que iban cayendo
sucesivamente: algunos de ellos lucían más al permitirnos contemplarlos en 3D, mediante unas
gafas adjuntas al programa de mano. Ambientaron grandemente en las escenas del bosque y
al final para la noche estrellada de la más breve e intensa noche de san Juan: en ella “todos los
seis personajes parecen haber respirado, con el luminoso y mágico misterio del astro nocturno,
una vaga ebriedad o un ramalazo de locura, que ha trastocado sus relaciones amorosas”.
También maravillaba ver cómo el espacio escénico cortesano se transformaba moviendo
rápidamente el sencillo pero eficaz atrezzo de una mesa, unas sillas y unos arbolitos en el
bosque del Reino de las Hadas: las dos parejas contrariadas correteaban persiguiéndose
velozmente intentando deshacer el malhadado enredo amoroso. Esos varios cambios
escénicos estaban reforzados por una ambientadora luminotecnia y una sugeridora musiquilla:
todo ello denotaba un montaje muy trabajado, especialmente en la cuidadísima interpretación
tanto oral (perfecta proyección y vocalización como expresividad corporal, especialmente en las
dos ágiles parejas de jóvenes).
La muy pensada y original dirección de Darío Facal, que ya en Madrid triunfó en el estreno de
esta deliciosa comedia, se notó especialmente en los cambio de ritmo: muy trepidante en la
primera parte, en la corte ducal y más reposado en el bosque, al dormitar varios personajes y
ser víctimas de las travesuras del duende Puck que trastocó sus relaciones sentimentales o
transformó en un burro al amor de Titania, la reina de las hadas, con permiso del hierático
Oberón.
La vestimenta de los personajes suponía otra sorpresa, puesen un principio eran muy sueltos y
minimalistas, cambiando a más formales y al gusto grecolatino en la ceremonia nupcial o en la
representación teatral del muy cómico entremés de La muerte de Píramo y Tisbe, con el que
cierran graciosamente la obra, tras una ardua sesión de ensayo en el bosque: arrancaron
muchas risas y aplausos cerrados.
Todos, salíamos muy satisfechos de haber visto un montaje muy logrado y superprofesional; un
poco antes los actores, tras la despedida de Puck, con las que nos advertían que lo que
habíamos visto eran juegos de imaginación, travesuras y alegrías del alma”, se fundían en un
abrazo con los risueños espectadores.
sábado, 13 de junio de 2015
Crítica de "Sueño de una noche de verano", dirigida por Darío
Facal.
ABRACEMOS LOS SUEÑOS
'Clásicos en Alcalá', el emblemático festival de teatro clásico de la ciudad complutense, inauguró
su nueva edición el pasado jueves con la propuesta de Metartarso Producciones, "Sueño de una
noche de verano", una formidable adaptación de la brillante comedia romántica de
Shakespeare dirigida por Daría Facal y protagonizada por Carmen Conesa y Alejandro Sigüenza. |
Por Cristina Hernández.
Cuando la pasión llena un escenario, ya sea a la luz del sol, la luna o las estrellas, poco hay que hacer
más que disfrutar de ello con los cinco sentidos. Aplicado este requisito, viajemos a la antigua Grecia de
la mano de Metatarso Producciones, la compañía que está detrás de la propuesta que abrió el pasado
jueves la decimoquinta edición del Festival de Teatro Clásico de Alcalá de Henares. La famosa comedia
romántica de ensoñaciones veraniegas, con la que William Shakespeare invita a abrazar las
celebraciones, los triunfos y el placer de esta calurosa estación, es la última pieza que dirige Darío Facal.
„Clásicos en Alcalá‟ se ha convertido en el escenario en el que Metatarso vuelve a presentar su nueva
producción – tal y como sucedió con “Las Amistades Peligrosas” (2013) -, una adaptación que retrata la
lectura más pura del famoso título del dramaturgo británico. La comicidad de la obra de Shakespeare
envuelve la atmósfera de este “Sueño de una noche de verano”, dirigido con certeza por Darío Facal,
cuyo respeto por este texto y su férrea visión de transmitir a través de su batuta su amor por el teatro no
podría ser más perceptible en la soberbia ejecución de esta adaptación. Este título es uno de los grandes
clásicos de la literatura teatral mundial, una obra que aúna fantasía, sueños, amor y magia a través de
unas brillantes tramas de enamorados protagonizadas por nobles, personalidades del mundo de las
hadas y un grupo de comediantes. Hipólita y Teseo, Titania y Oberón, Hernia y Lisandro, Helena y
Demetrio, Puck, Egeo y Filostrapo, son algunos de los personajes que desfilan por una confusa noche de
verano donde las dudas se desvanecerán al despertar el alba.
Sobre el escenario todo rueda con tal ligereza que los acontecimientos fluyen sin necesidad de romper la
continuidad de la acción. El sencillo mecanismo de la narración inserta cada cambio de escenario de
manera natural a través de transiciones que no paran este testimonio escénico en ningún momento. Una
manera inteligente y funcional de mantener ininterrumpida esa vigilia nocturna de la que disfrutan
personajes, actores y espectadores. Además de que por este texto discurren temáticas que no se alejan
de la actualidad, elementos como una musicalidad cargada de belleza, el uso operativo de un mobiliario
discreto, el original juego de telones que enmarca la poética del texto y una armoniosa puesta en escena,
sirven para hacer más que destacable este hermoso anhelo veraniego.
Y en esta agradable comedia de amor, sus fantásticos personajes se convierten en un verdadero deleite
gracias a los actores que les dan vida: La enorme presencia escénica de Carmen Conesa, un brillante
Oberón/Teseo por Alejandro Sigüenza, el gran Nicolás Trasero de Paco Ochoa, la fuerza jovial de Katia
Klein, Alejandra Onieva y Borja Luna, el estupendo Pedro Quince de Vicente León, la gracia que Óscar de
la Fuente da a Demetrio y a esa hilarante Tisbe, y el acertado Puck de Emilio Gavira. Todos
excepcionales, todos poseen la capacidad de dotar de gran carisma a este desfile de figuras,
convirtiéndoles en idóneos para poner voz y cuerpo a los protagonistas de esta preciosa fábula en el
poder de la flor de Diana curará a todos de pasiones falsas para dejar triunfar al popular refrán: cada
oveja, su pareja.
Teatro dentro del teatro, una dualidad de la mano de la magnífica escena de la pantomima de Píramo y
Tisbe, un clímax de apoteósica comicidad que antecede al sorprendente, maravilloso y emocionante
cierre de esta fiesta del amor, del verano, del arte. Abracemos lo vivido. Abracemos los sueños, el teatro,
la cultura.
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