Jóvenes - Animación Misionera

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Semana de
Animación Misionera
Temas para jóvenes
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Semana de animación misionera 2
Tema 1: La persona de Jesús
Objetivo: El joven descubrirá y profundizará en el conocimiento de Jesús a través de un encuentro vivo y
personal, para que de esta manera se comprometa a seguirlo y dar testimonio de Él con su vida.
Ambientación
Se realizarán dinámicas de integración y presentación, así como cantos para que todos los participantes se empiecen a
conocer y tengan más confianza.
1. El bingo de presentación
El animador entrega a cada participante una ficha y les pide que anoten su nombre y la devuelven al animador. Luego
se entrega un cartón en blanco en donde el animador invita a los presentes a anotar el nombre de sus compañeros, a
medida que el animador los va leyendo, de las fichas entregadas por el grupo. Cada uno los anota en el espacio que
desee.
Cuando todos tienen listo su cartón, el animador explica cómo se juega: a medida que se vayan diciendo los nombres
de los participantes hacen una marca en el cartón, donde aparece ese nombre. La persona que complete primero una
fila, recibe diez puntos. El ejercicio se puede realizar varias veces.
2. La pelota preguntona
El animador entrega una pelota a cada equipo, invita a los presentes a sentarse en círculo y explica la forma de realizar
el ejercicio.
Mientras se entona una canción la pelota se hace correr de mano en mano; a una seña del animador, se detiene el
ejercicio.
La persona que ha quedado con la pelota en la mano se presenta para el grupo: dice su nombre y lo que le gusta hacer
en los ratos libres.
El ejercicio continúa de la misma manera hasta que se presenta la mayoría. En caso de que una misma persona quede
más de una vez con la pelota, el grupo tiene derecho a hacerle una pregunta.
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3. La palabra clave
Realizar ocho tarjetas por equipo; cada una tiene una palabra: amistad, libertad, diálogo, justicia, verdad,
compañerismo, valentía, ideal. Las tarjetas se depositan en un sobre.
El animador forma los equipos y entrega el material de trabajo. Explica cómo realizar el ejercicio: las personas retiran
una de las tarjetas del sobre; cada uno comenta el significado que le atribuye.
Enseguida el equipo elige una de las palabras y prepara un grito alusivo.
En plenario cada equipo se presenta: dicen el nombre de sus integrantes y el grito.
Oración
Pienso, Jesús, que eres un hombre maravilloso, de gran inteligencia, de corazón inmenso; pronto para
amar, para darte, nada egoísta, sencillo, de mirar limpio y cariñoso, amable con todos.
Tu palabra es vida. Eres fuerte, noble, definido y claro en tu proceder. Jamás mientes ni adulas, humilde,
dispuesto a servir siempre.
Eres mi Dios y mi hermano, hijo de la Virgen, joven nazareno, predicador del Reino, maestro y amigo,
por siempre inolvidable.
Desde que te conocí de verdad, nada hay que pueda atraerme. Tu trato eleva y perfecciona.
Hecho de vida
Personajes ilustres
El animador pide a los participantes que formen un círculo y reparte a cada uno lápiz y papel.
Les dice a los jóvenes que piensen en el personaje de la política, la música, la religión, el cine, etc., a quien más
admiren.
Cada joven escribe el nombre del personaje que eligió y agrega una palabra o frase con la que explique la razón o
cualidad que más le atrae de esa persona.
Enseguida cada joven coloca su hoja alrededor de un espacio previamente preparado.
Con la música de la marcha triunfal, una persona entra con un póster de Jesús y lo muestra a todos los presentes; luego
lo coloca en medio de las hojas donde escribieron los jóvenes.
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El animador hace algunas preguntas como: “¿A Él lo conoces? ¿Cuál es su nombre? ¿Qué significa para ti? ¿Qué hizo
o sigue haciendo por ti y por la humanidad? ¿Qué admiras de Él?”. Se van anotando todas las repuestas y después se
hace una selección de las que más se repitieron.
Al terminar la dinámica se invita a los jóvenes a conocer más a Jesús a través del desarrollo de este tema.
Vea además la posibilidad de que todo el grupo se acomode en semicírculo
Trabajo grupal
El animador lee los puntos más importantes del tema.
Se forman equipos.
A cada equipo se le entregan algunas citas bíblicas, previamente seleccionadas, acerca de las actitudes de Jesús.
Cada grupo lee en la Palabra de Dios las citas que les corresponden y reflexionan sobre las siguientes preguntas: “¿Qué
aspecto de la persona de Jesús se nos muestra en la Palabra de Dios? ¿Por qué?”.
Por ultimo cada grupo hace una exposición para compartir sus resultados y apreciaciones.
Iluminación
¿Quién es Jesús?
Ahora vamos a detenernos un momento para preguntar: “¿Quién es este hombre que se atreve a anunciar
un mundo nuevo, un renovado modo de vivir?”.
Por medio de los evangelios conocemos la gran impresión que Jesús causaba en sus contemporáneos. Era
un hombre atractivo, pero además:
• Llamaba la atención de enfermos y pecadores.
• Los niños se sentían felices con Él.
• Impresionó al mismo Pilatos.
Los evangelistas quedaban impresionados por sus ojos y su voz. A lo largo del Evangelio se describe
con detalle todo tipo de miradas de Jesús: de dulzura, de cólera, de llamado, de compasión, de amor, de
amistad, entre otras.
Sus ojos tuvieron que ser expresivos. Lo mismo pasa con su voz, que los evangelistas nos describen como
firme y severa cuando reprochaba, terrible al pronunciar palabras condenatorias, irónica cuando se dirigía
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a los fariseos, tierna al referirse a las mujeres, alegre cuando se encontraba con sus discípulos y triste al
aproximarse a la muerte.
Sabemos que tenía un cuerpo sano y robusto. Le encantaba estar en contacto con la naturaleza y no temía
a las tormentas en el lago. También conocemos sus largas y continuas caminatas a través de montes y
valles (Jn 12, 2), que llegó a vivir al aire libre y muchas noches durmió al descampado. Resistió una vida
itinerante, en la cual tenía tanto qué hacer que a veces no tenía tiempo para comer: Vuelto a casa, se juntó
otra vez tanta gente que ni siquiera podían comer, Jesús les dijo: “Vámonos aparte, a un lugar retirado, y descansarán
un poco.” Porque eran tantos los que iban y venían que no les quedaba tiempo ni para comer (Mc 3, 20 y 6, 31).
Los enfermos lo visitaban incluso a altas horas de la noche y tenía un sueño tan profundo como lo
demuestra el que pudiera seguir durmiendo en medio de la tempestad en una incómoda barca. Además,
era capaz de seguir orando en las horas de angustia, cuando los demás caían rendidos.
Su aspecto exterior
Su aspecto era como el de cualquier otro judío de su época. Usaba barba y cabello corto. Los evangelistas
que describen la vestidura de Juan Bautista no dicen nada de la de Jesús, lo cual indica lo común que era.
Se protegía del sol con el sudario y, siguiendo las costumbres de la época, para la oración matutina llevaba
filacterias atadas al brazo y alrededor de la frente.
¿Un hombre normal?
Para muchos, Jesús no era un hombre normal, incluso:
Sus propios parientes comenzaron a pensar que había perdido el juicio cuando se fue a predicar: Al enterarse
sus parientes de todo lo anterior, fueron a buscarlo para llevárselo, pues decían: “Se ha vuelto loco.” (Mc 3, 21).
Los fariseos estaban seguros de que un espíritu maligno habitaba en Él, por la terrible razón de que su
visión de Dios y del amor no se dejaba encajonar por las leyes elaboradas por ellos: Lo oyeron los fariseos y
respondieron: “¡Este expulsa demonios por obra de Beelzebul, príncipe de los demonios!” (Mt 12, 24).
Herodes le mandó vestir la blanca túnica de los locos cuando vio que Jesús no oponía a sus burlas otra
cosa que el silencio.
A lo largo de los siglos, de loco y visionario le han acusado quienes se encontraban incapaces de resolver
el enigma.
En un mundo de egoístas, el generoso parece estar loco, tal como resulta locura la pureza entre la
sensualidad.
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Sin embargo, en todo el Evangelio no se encuentra ni una sola nota de verdadera anormalidad. Jesús
aparece en todo momento equilibrado, aunque su vida no fue precisamente fácil, pues de manera
permanente estaba en lucha, vivía a contracorriente de las ideas y costumbres de sus contemporáneos.
Un hombre que sabía lo que quería
Sus preceptos eran directos, incisivos y sencillos; por ejemplo:
Reconcíliate con tu hermano: deja allí mismo tu ofrenda ante el altar, y vete antes a hacer las paces con tu hermano;
después vuelve y presenta tu ofrenda (Mt 5, 24 ).
No jures en modo alguno: Pero yo les digo: ¡No juren! No juren por el cielo, porque es el trono de Dios (Mt 5, 34).
No resistas al mal, al que te abofetee en la mejilla derecha, ofrécele también la otra: Pero yo les digo: No
resistan al malvado. Antes bien, si alguien te golpea la mejilla derecha, ofrécele también la otra (Mt 5, 39).
Ama a tus enemigos y reza por los que te persiguen: Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus
perseguidores (Mt 5, 44).
Cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha: Tú, cuando ayudes a un
necesitado, ni siquiera tu mano izquierda debe saber lo que hace la derecha (Mt 6, 3).
Jesús demostró ser un hombre de carácter que sabía lo que quería y estaba dispuesto a llevarlo a cabo sin
vacilaciones. Por eso exigió a los suyos que quien pusiera la mano en el arado no volviera la vista atrás:
Jesús le contestó: “El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios.” (Lc 9, 62)
y mandó que se arrancara el ojo a aquel a quien le escandalizara: Por eso, si tu ojo derecho te está haciendo
caer, sácatelo y tíralo lejos: porque más te conviene perder una parte de tu cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado
al infierno (Mt 5, 29), y no iba a haber en su propia vida inconstancias o vacilaciones. Su modo de hablar
acerca del sentido de su vida no dejaba lugar a ambigüedades.
Citas
Las siguientes citas se pueden escribir en una cartulina para que alguien del grupo las lea en voz alta; también se
pueden escribir por separado y repartirlas para que cada participante las lea en voz alta a sus compañeros.
Vayan y aprendan lo que significa esta palabra de Dios: Me gusta la misericordia más que las ofrendas. Pues no
he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. (Mt 9, 13).
El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido (Lc 19, 10).
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Hagan como el Hijo del Hombre, que no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida como rescate por muchos
(Mt 20, 28 ).
No crean que he venido a suprimir la Ley o los Profetas. He venido, no para deshacer, sino para traer lo definitivo
(Mt 5, 17).
En la historia de la humanidad no existe ni ha existido un ser humano tan identificado con su vocación.
Desde niño Jesús estaba conciente de este llamado: El les contestó: “¿Y por qué me buscaban? ¿No saben que
yo debo estar donde mi Padre?” (Lc 2, 49 ).
No le faltaron obstáculos en su camino; por ejemplo, ante las tres tentaciones del desierto su respuesta
fue la victoria de Jesús sobre la posibilidad demoníaca de apartarse del camino para el que había venido.
Más tarde, fueron sus propios amigos los que intentaron alejarlo de su deber y por eso llamó “Satanás”
a Pedro: Pero Jesús se volvió y le dijo: “Retírate y ponte detrás de mí, Satanás! Quieres hacerme tropezar. Tus
ambiciones no son las de Dios, sino las de los hombres” (Mt 16, 23).
Pero Jesús, que comprendía y se mostraba tierno con los pecadores, era inflexible con los vacilantes: Jesús
le contestó: “Sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos.” (Mt 8, 22), Ningún siervo puede servir a dos
patrones, porque necesariamente odiará a uno y amará al otro o bien será fiel a uno y despreciará al otro. Ustedes no
pueden servir al mismo tiempo a Dios y al Dinero (Lc 16, 13).
En Jesús no había indecisiones, pero tampoco precipitaciones. Daba tiempo al tiempo, imponía a los
demás y se imponía a sí mismo el jugar siempre limpio; por eso, llamó “sí” al “sí” y “no” al “no”: Digan
sí cuando es sí, y no cuando es no; cualquier otra cosa que se le añada, viene del demonio (Mt 5, 37).
Además, Jesús decía cosas para ayudar a la gente a vivir y aclarar ideas ya conocidas pero que los hombres
no terminan de ver o de afinar. Siempre daba razones de lo que dice, es decir, nada imponía por capricho.
Si mandaba amar a los enemigos explicaba que era porque todos somos hijos de un mismo Padre: para
que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos. Porque él hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia
sobre justos y pecadores (Mt 5, 45 ).
Si pidió que hiciéramos bien a todos, razonó que era porque todos queremos que los demás nos hagan bien
a nosotros: Y si hacen bien a los que les hacen bien, ¿qué gracia tiene? También los pecadores obran así (Lc 6, 33 ). Si
prohibió fue porque Dios creó una sola pareja y la unió para siempre: Pero al principio de la creación Dios los
hizo hombre y mujer (Mc 10, 6 ). Si pidió que tuviéramos confianza en el Padre, lo hizo recordando que
Él es quien cuida de los pájaros del campo: Fíjense en las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, no guardan
alimentos en graneros, y sin embargo el Padre del Cielo, el Padre de ustedes, las alimenta. ¿No valen ustedes mucho
más que las aves? (Mt 6, 26 ).
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Un hombre con corazón
Otra de las características exclusivas de Cristo es que, a diferencia de otros grandes líderes religiosos, la
entrega a una gran tarea no ató su corazón, ni le hizo olvidar las pequeñas cosas de la vida o rechazar al
mundo.
En esa época, dedicar tiempo a los niños –y no digamos a un enfermo o a una pecadora– eran gestos que
provocaban rechazo en lugar de admiración.
“El que recibe a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe, no me recibe a mí,
sino al que me ha enviado.” (Mc 9, 37).
Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré (Mt 11, 28).
Jesús continuó: Había un hombre que tenía dos hijos. El menor dijo a su padre: “Dame la parte de la hacienda que me
corresponde.” Y el padre repartió sus bienes entre los dos. El hijo menor juntó todos sus haberes, y unos días después se
fue a un país lejano. Allí malgastó su dinero llevando una vida desordenada. Cuando ya había gastado todo, sobrevino
en aquella región una escasez grande y comenzó a pasar necesidad. Fue a buscar trabajo y se puso al servicio de un
habitante del lugar, que lo envió a su campo a cuidar cerdos. Hubiera deseado llenarse el estómago con las bellotas que
daban a los cerdos, pero nadie se las daba. Finalmente recapacitó y se dijo: “Cuántos asalariados de mi padre tienen
pan de sobra, mientras yo aquí me muero de hambre! Tengo que hacer algo: volveré donde mi padre y le diré: Padre,
he pecado contra Dios y contra ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo. Trátame como a uno de tus asalariados.” Se
levantó, pues, y se fue donde su padre. Estaba aún lejos, cuando su padre lo vio y sintió compasión; corrió a echarse
a su cuello y lo besó. Entonces el hijo le habló: “Padre, he pecado contra Dios y ante ti. Ya no merezco ser llamado
hijo tuyo.” Pero el padre dijo a sus servidores: “¡Rápido! Traigan el mejor vestido y pónganselo. Colóquenle un anillo
en el dedo y traigan calzado para sus pies. Traigan el ternero gordo y mátenlo; comamos y hagamos fiesta, porque
este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado.” Y comenzaron la fiesta. El
hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercaba a la casa, oyó la orquesta y el baile. Llamó a uno de los
muchachos y le preguntó qué significaba todo aquello. El le respondió: “Tu hermano ha regresado a casa, y tu padre
mandó matar el ternero gordo por haberlo recobrado sano y salvo.”. El hijo mayor se enojo y no quiso entrar. Su padre
salió a suplicarle. Pero él le contestó: “Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido y jamás ni una sola de tus
órdenes, y a mí nunca me has dado un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. Pero ahora que vuelve ese hijo
tuyo que se ha gastado tu dinero con prostitutas, haces matar para él el ternero gordo.”. El padre le dijo: “Hijo, tu estás
siempre conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero había que hacer fiesta y alegrarse, puesto que tu hermano estaba muerto
y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado.” (Lc 15, 11-32).
Al contemplar aquel gran gentío, Jesús sintió compasión, porque estaban decaídos y desanimados, como ovejas sin
pastor (Mt 9, 3).
Jesús fijó su mirada en él, le tomó cariño y le dijo: “Sólo te falta una cosa: vete, vende todo lo que tienes y reparte el
dinero entre los pobres, y tendrás un tesoro en el Cielo. Después, ven y sígueme.” (Mc 10, 21).
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Al oír estas palabras, Jesús quedó admirado, y volviéndose hacia la gente que lo seguía, dijo: “Les aseguro que ni
siquiera en Israel he hallado una fe tan grande” (Lc 7, 9).
Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo: “No llores’”(Lc 7,13).
Al acercarse y ver la ciudad, lloró por ella (Lc 19, 41).
Con estas palabras: “Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.” (Lc 22, 42).
Y Jesús lloró (Jn 11, 35).
Hijos míos, yo estaré con ustedes por muy poco tiempo. Me buscarán, y como ya dije a los judíos, ahora se lo digo a
ustedes: donde yo voy, ustedes no pueden venir (Jn 13, 33).
¿Qué hacía Jesús?
Juan esperaba a la gente a la orilla del río; Jesús, por el contrario, salía al encuentro de las personas para
conocerlas y relacionarse con aquellos a los que la sociedad de entonces rechazaba.
Se presenta una cartulina con las siguientes frases y se van leyendo en voz alta.
Devolvió la vida (Lc 8, 41-55).
Curó a los leprosos (Lc 5, 12-13).
Acogió a las prostitutas (Jn 4, 27).
Habló con las mujeres y las pecadoras (Jn 4, 7ss).
Se relacionó con publicanos (Lc 19, 7).
Acogió a los niños, a quienes se menospreciaba en aquella época (Lc 18, 15).
Aceptó la invitación de los fariseos (Lc 14, 1; 7-36).
Le gustaba encontrarse con las personas para cenar con ellas (Lc 5, 29).
Las malas lenguas murmuraban: ‘Es un comelón y un bebedor’ (Lc 7, 34).
Acciones que hablan
Devolvió la vista a los ciegos: Contestó, pues, a los mensajeros: “Vuelvan y cuéntenle a Juan lo que han visto y
oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos se despiertan, y una
buena nueva llega a los pobres (Lc 7, 22).
Devolvió la palabra a los mudos: Otro día Jesús estaba expulsando un demonio: se trataba de un hombre mudo.
Apenas salió el demonio, el mudo empezó a hablar y la gente quedó admirada (Lc 11, 14).
Devolvió la flexibilidad de sus miembros a los paralíticos: Tiempo después, Jesús volvió a Cafarnaúm. Apenas
corrió la noticia de que estaba en casa, se reunió tanta gente que no quedaba sitio ni siquiera a la puerta. Y mientras
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Jesús les anunciaba la Palabra, cuatro hombres le trajeron un paralítico que llevaban tendido en una camilla. Como no
podían acercarlo a Jesús a causa de la multitud, levantaron el techo donde él estaba y por el boquete bajaron al enfermo
en su camilla. Al ver la fe de aquella gente, Jesús dijo al paralítico: “Hijo, se te perdonan tus pecados.”. Estaban allí
sentados algunos maestros de la Ley, y pensaron en su interior: “¿Cómo puede decir eso? Realmente se burla de Dios.
¿Quién puede perdonar los pecados, fuera de Dios?”. Pero Jesús supo en su espíritu lo que ellos estaban pensando, y
les dijo: ¿Por qué piensan así? ¿Qué es más fácil decir a este paralítico: Se te perdonan tus pecados, o decir: Levántate,
toma tu camilla y anda? Pues ahora ustedes sabrán que el Hijo del Hombre tiene en la tierra poder para perdonar
pecados.’ Y dijo al paralítico: “Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.”. El hombre se levantó, y ante los ojos de
toda la gente, cargó con su camilla y se fue. La gente quedó asombrada, y todos glorificaban a Dios diciendo: “Nunca
hemos visto nada parecido.” (Mc 2, 1).
Dio salud y dignidad a los leprosos: Se le acercó un leproso que se arrodilló ante él y le suplicó: “Si quieres, puedes
limpiarme.” Sintiendo compasión, Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: “Quiero, queda limpio.” Al instante se
le quitó la lepra y quedó sano. Entonces Jesús lo despidió, pero le ordenó enérgicamente: “No cuentes esto a nadie, pero
vete y preséntate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que ordena la Ley de Moisés. Pues tú tienes que hacer
tu declaración.”. Pero el hombre, en cuanto se fue, empezó a hablar y a divulgar lo ocurrido, de tal manera que Jesús
ya no podía entrar públicamente en el pueblo; tenía que andar por las afueras, en lugares solitarios. Pero la gente venía
a él de todas partes (Mc 1, 40-45).
Libró a muchas personas de sus obsesiones por los malos espíritus: Llegaron a la otra orilla del lago, que es
la región de los gerasenos. Apenas había bajado Jesús de la barca, un hombre vino a su encuentro, saliendo de entre
los sepulcros, pues estaba poseído por un espíritu malo. El hombre vivía entre los sepulcros, y nadie podía sujetarlo
ni siquiera con cadenas. Varias veces lo habían amarrado con grillos y cadenas, pero él rompía las cadenas y hacía
pedazos los grillos, y nadie lograba dominarlo. Día y noche andaba por los cerros, entre los sepulcros, gritando y
lastimándose con piedras. Al divisar a Jesús, fue corriendo y se echó de rodillas a sus pies. Entre gritos le decía: “¡No te
metas conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo! Te ruego por Dios que no me atormentes.” Es que Jesús le había dicho:
“Espíritu malo, sal de este hombre.” Cuando Jesús le preguntó: “¿Cómo te llamas?”, contestó: “Me llamo Multitud,
porque somos muchos.” Y rogaban insistentemente a Jesús que no los echara de aquella región (Mc 5, 1-10).
Pero Jesús exigía una esperanza, un espíritu abierto y, sobre todo, confianza. En Nazaret no sucedió nada
porque no le creyeron: Y no pudo hacer allí ningún milagro. Tan sólo sanó a unos pocos enfermos imponiéndoles
las manos (Mc 6, 5).
Jesús realizó otras acciones que hablaban a las personas de su época:
Perdonó los pecados, un acto que estaba reservado a Dios: De inmediato los maestros de la Ley y los fariseos
empezaron a pensar: “¿Cómo puede blasfemar de este modo? ¿Quién puede perdonar los pecados fuera de Dios?” (Lc 5, 21).
Imitó pasajes bíblicos como su entrada en Jerusalén: Cuando se aproximaban a Jerusalén, cerca ya de Betfagé
y de Betania, al pie del monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos diciéndoles: “Vayan a ese pueblo que
ven enfrente; apenas entren encontrarán un burro amarrado, que ningún hombre ha montado todavía. Desátenlo y
tráiganlo aquí. Si alguien les pregunta: ¿Por qué hacen eso?, contesten: El Señor lo necesita, pero se lo devolverá cuanto
antes.”. Se fueron y encontraron en la calle al burro, amarrado delante de una puerta, y lo desataron. Algunos de los
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que estaban allí les dijeron: “¿Por qué sueltan a ese burro?” Ellos les contestaron lo que les había dicho Jesús, y se lo
permitieron. Trajeron el burro a Jesús, le pusieron sus capas encima y Jesús montó en él. Muchas personas extendían
sus capas a lo largo del camino, mientras otras lo cubrían con ramas cortadas en el campo. Y tanto los que iban delante
como los que seguían a Jesús gritaban: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Ahí viene el bendito
reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!”. Entró Jesús en Jerusalén y se fue al Templo. Observó todo a
su alrededor y, siendo ya tarde, salió con los Doce para volver a Betania. (Mc 11, 1-11).
Arrojó a los vendedores del templo porque no toleraba que se comerciara con Dios: Llegaron a Jerusalén,
y Jesús fue al Templo. Comenzó a echar fuera a los que se dedicaban a vender y a comprar dentro del recinto mismo.
Volcaba las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los vendedores de palomas (Mc 11, 15).
La hipocresía religiosa fue una de las pocas cosas que desataba su cólera: El Señor le dijo: “Así son ustedes, los
fariseos. Ustedes limpian por fuera las copas y platos, pero el interior de ustedes está lleno de rapiñas y perversidades.
¡Estúpidos! El que hizo lo exterior, ¿no hizo también lo interior? Pero, según ustedes, simplemente con dar limosnas
todo queda purificado. ¡Pobres de ustedes, fariseos! Ustedes dan para el Templo la décima parte de todo, sin olvidar la
menta, la ruda y las otras hierbas, pero descuidan la justicia y el amor a Dios. Esto es lo que tienen que practicar, sin
dejar de hacer lo otro. ¡Pobres de ustedes, fariseos, que les gusta ocupar el primer puesto en las sinagogas y ser saludados
en las plazas! ¡Pobres de ustedes!, porque son como esas tumbas que apenas se notan: uno no se da cuenta sino
cuando ya las ha pisado.”. Un maestro de la Ley tomó entonces la palabra y dijo: “Maestro, al hablar así nos ofendes
también a nosotros.”. El contestó: ¡Pobres de ustedes también, maestros de la Ley, porque imponen a los demás cargas
insoportables, y ustedes ni siquiera mueven un dedo para ayudarles! ¡Pobres de ustedes, que construyen monumentos
a los profetas! ¿Quién los mató sino los padres de ustedes? Así, pues, ustedes reconocen lo que hicieron sus padres, pero
siguen en lo mismo: ellos se deshicieron de los profetas, y ustedes ahora pueden construir. La Sabiduría de Dios dice
también: Yo les voy a enviar profetas y apóstoles, pero esta gente matarán a unos y perseguirán a otros. Por eso, a
esta generación se le pedirá cuentas de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo: desde la
sangre de Abel, hasta a de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el Santuario. Sí, yo se lo aseguro: la generación
presente es la que tendrá que responder. ¡Pobres de ustedes, maestros de la Ley, que se adueñaron de la llave del saber!
Ustedes mismos no entraron, y cerraron el paso a los que estaban entrando. Cuando salió de allí, los maestros de la
Ley y los fariseos comenzaron a hostigarlo muy duramente. Le pedían su parecer sobre un montón de cosas y le ponían
trampas para sorprenderlo en alguna de sus respuestas. (Lc 11, 39-54).
No podía soportar que, refugiándose en motivos religiosos, la gente se sintiera dispensada de socorrer o
dar amistad a quienes la necesitaban: De este modo anulan la Palabra de Dios con una tradición que se transmiten,
pero que es de ustedes. Y ustedes hacen además otras muchas cosas parecidas a estas (Mc 7, 13).
Era libre en su manera de actuar
Lo cual queda demostrado porque Jesús sabía lo importante que es lavarse las manos (Mc 7, 5), no
desgranar una espiga (Mc 2, 23 ), ayunar (Mc 2, 18) o salvar a los hombres (Mc 3, 4), así como lanzarse
adelante para anunciar la Buena Noticia. Asimismo, Jesús pasó por encima de los tabúes religiosos y trató
con los samaritanos (Jn 4,5). Para Él, la persona era lo más importante.
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¿Qué decía el mensaje de Jesús?
Jesús tenía una manera propia de enseñar, pues a Él le gustaba tomar un acontecimiento, desentrañar una
situación e imaginar una anécdota para despertar el interés de sus oyentes.
¿Qué contestó al hombre que le preguntó quién es mi prójimo? (Lc 10, 29).
Aquello que el Padre me ha dado lo superará todo, y nadie puede arrebatarlo de la mano de mi Padre.
La parábola del buen samaritano (Lc 10, 25-37).
Un maestro de la Ley, que quería ponerlo a prueba, se levantó y le dijo: “Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la
vida eterna?” Jesús le dijo: “¿Qué está escrito en la Escritura? ¿Qué lees en ella?” El hombre contestó: “Amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y amarás
al prójimo como a ti mismo.” Jesús le dijo: “Excelente respuesta! Haz eso y vivirás.” El otro, que quería justificar
su pregunta, replicó: “¿Y quién es mi prójimo?”
Jesús empezó a decir: Bajaba un hombre por el camino de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos bandidos, que
lo despojaron hasta de sus ropas, lo golpearon y se marcharon dejándolo medio muerto.
Por casualidad bajaba por ese camino un sacerdote; lo vió, dio un rodeo y siguió. Lo mismo hizo un levita que llegó a
ese lugar: lo vio, dio un rodeo y pasó de largo.
Un samaritano también pasó por aquel camino y lo vio, pero éste se compadeció de él.
Se acercó, curó sus heridas con aceite y vino y se las vendó; después lo montó sobre el animal que traía, lo condujo a
una posada y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente sacó dos monedas y se las dio al posadero diciéndole: “Cuídalo,
y si gastas más, yo te lo pagaré a mi vuelta.”
Jesús entonces le preguntó: “Según tu parecer, ¿cuál de estos tres se hizo el prójimo del hombre que cayó en manos de
los salteadores?” El maestro de la Ley contestó: “El que se mostró compasivo con él.” Y Jesús le dijo: “Vete y haz tú lo
mismo.”
Habló con autoridad y no como los especialistas de la ley (Mc 1, 22).
Su manera de enseñar impresionaba mucho a la gente, porque hablaba como quien tiene autoridad, y no como los
maestros de la Ley.
¿Cuántas veces tengo que perdonar? ¿Qué contestó Jesús? (Mt 18, 21, 22).
Entonces Pedro se acercó con esta pregunta: “Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas de mi hermano?
¿Hasta siete veces?” Jesús le contestó: “No te digo siete, sino setenta y siete veces.”.
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Con la misma medida que midan serán medidos (Lc 6, 38).
Den, y se les dará; se les echará en su delantal una medida colmada, apretada y rebosante. Porque con la medida que
ustedes midan serán medidos ustedes.
Todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido (Lc 18, 14).
Yo les digo que este último estaba en gracia de Dios cuando volvió a su casa, pero el fariseo no. Porque el que se hace
grande será humillado y el que se humilla será enaltecido.
Busquen y encontrarán. Pidan y se les dará. Llamen y se les abrirá (Mt 7, 7).
Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se les abrirá la puerta.
La muerte de Cristo
Jesús se hizo hombre y murió porque los hombres mueren. Jesús vivió intensamente los tres años de su
vida pública. Sin embargo, sus palabras y sus actitudes crearon una serie de interrogantes y de conflictos
que lo llevaron a la muerte, la cual, por lo tanto, no fue otra cosa que el resultado final de su modo de vivir.
La muerte de Jesús no fue un episodio más en su vida, sino que es la clave de su historia.
Una muerte prevista y aceptada
Los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) afirman que Jesús anunció tres veces su muerte. Por
lo tanto, según los evangelios, Él sabía de antemano que le esperaba una muerte violenta. Y todo esto por
su conducta provocadora. En repetidas ocasiones Jesús quebrantó algunas leyes, cuya violación estaba
sancionada con la pena de muerte. Por eso, cuando acusaban a Jesús de que estaba blasfemando contra
Dios, de que era un falso profeta y de que quebrantaba el sábado, los dirigentes judíos le estaban lanzando
acusaciones penadas con la muerte.
A Jesús le hicieron un doble juicio: religioso y civil. Las causas presentadas por el poder religioso se
referían a que quería destruir el templo y por proclamarse Mesías, el Hijo de Dios.
Con respecto al juicio político, a Jesús lo condenaron por una causa política: por proclamarse rey de los
judíos. Fue acusado de amenazar al ocupante romano y de intentar sublevar al pueblo contra Roma para
obtener la independencia. Entonces, Poncio Pilatos dio la sentencia de muerte porque, de lo contrario, las
autoridades religiosas lo amenazaron con denunciarlo con el emperador.
La muerte de un profeta
La muerte de Jesús tiene un sentido que va más allá del frío relato de los hechos. Los primeros cristianos
descubrieron que su deceso no fue una muerte cualquiera, sino la muerte del Mesías, el Hijo de Dios y,
por lo tanto, fue una muerte salvadora.
Temas para jóvenes
Semana de animación misionera 2
Los primeros cristianos vieron en este acontecimiento la muerte de un profeta mártir. Los mismos judíos
reconocieron a Jesús como el último de los profetas (Jn 6, 14). Por otra parte, en tiempos de Jesús, estaba
bastante extendida la idea de que a los profetas les estaba reservado un final trágico. ¡Jerusalén, Jerusalén!,
la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados (Lc 13, 34). Por consiguiente, Jesús fue el último
profeta que Dios había enviado y que, al igual que los profetas anteriores, fue asesinado por la maldad de
Israel.
De esta manera Jesús enfrentó la muerte con una clara conciencia de ser un profeta llamado a realizar una
Misión única: anunciar y promover la venida del Reino de Dios. Es decir, murió en cumplimiento de su
Misión, y su deceso representa la culminación de una vida entregada a la causa del Reino.
La Resurrección de Jesús
La Resurrección de Jesús es el acontecimiento más importante tanto en la vida de Jesús como en la vida
de los cristianos.
Después de la muerte de Jesús los apóstoles, presos de miedo y de un profundo sentimiento de fracaso, se
dispersaron. Pero poco tiempo después estos hombres que tuvieron que huir y esconderse, se reagruparon
y salieron a las calles de Jerusalén, anunciando una noticia asombrosa: “Dios ha resucitado al que fue
crucificado”. Ellos hablaban de una experiencia única y profunda: el mismo Jesús que conocieron y que
había sido muerto en la cruz estaba vivo y presente en medio de ellos.
Pero ¿en qué se fundamenta el convencimiento de que Jesús muerto volvía a estar vivo? Los evangelistas
nos ofrecen dos argumentos:
• Encontraron la tumba de Jesús vacía (el sepulcro vacío).
• Lo vieron después de su muerte (las apariciones).
Los apóstoles dijeron que habían visto a Jesús, que se les había aparecido. Los evangelistas narran estas
apariciones como una presencia real y hasta carnal de Jesús, ya que Él comía, caminaba con los suyos,
platicaba con ellos, les mostraba sus llagas y hasta lo podían tocar. Por eso ellos estaban seguros de que
no era sólo un espíritu.
Estos encuentros con el resucitado transformaron la vida de los apóstoles, ya que los hizo recuperar la
confianza, el ánimo, la fortaleza y la entrega. Entonces comenzaron a ser testigos de Jesús y a proclamar
la Buena Noticia. A partir de ese momento nada los pudo detener: ni persecuciones, ni fracasos, ni
amenazas de muerte.
Fiel al Padre
Unido al Padre en la oración (Mc 1, 35): De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó,
salió y se fue a un lugar solitario. Allí se puso a orar.
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Semana de animación misionera 2
La invocación a Dios como Padre (Mt 6, 9): Ustedes, pues, recen así: Padre nuestro, que estás en el Cielo,
santificado sea tu Nombre.
Obediencia radical al Padre (Jn 4, 31-38): Mientras tanto los discípulos le insistían: “Maestro, come.” Pero él les
contestó: “El alimento que debo comer, ustedes no lo conocen.” Y se preguntaban si alguien le había traído de comer.
Jesús les dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad de aquel que me ha enviado y llevar a cabo su obra. Ustedes dicen:
‘dentro de cuatro meses será tiempo de cosechar’. ¿No es verdad? Pues bien, yo les digo: Levanten la vista y miren los
campos: ya están amarillentos para la siega. El segador ya recibe su paga y junta el grano para la vida eterna, y con
esto el sembrador también participa en la alegría del segador. Aquí vale el dicho: Uno es el que siembra y otro el que
cosecha. Yo los he enviado a ustedes a cosechar donde otros han trabajado y sufrido. Otros se han fatigado y ustedes se
han aprovechado de su trabajo.”.
Fidelidad al Padre hasta la muerte (Jn 10, 25-33): Jesús les respondió: “Ya se lo he dicho, pero ustedes no creen.
Las obras que hago en el nombre de mi Padre manifiestan quien soy yo, pero ustedes no creen porque no son ovejas
mías. Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco. Ellas me siguen, y yo les doy vida eterna. Nunca perecerán y nadie
las arrebatará jamás de mi mano. Aquello que el Padre me ha dado lo superará todo, y nadie puede arrebatarlo de la
mano de mi Padre. Yo y el Padre somos una sola cosa”. Entonces los judíos tomaron de nuevo piedras para tirárselas.
Jesús les dijo: “He hecho delante de ustedes muchas obras hermosas que procedían del Padre; ¿por cuál de ellas me
quieren apedrear?” Los judíos respondieron: “No te apedreamos por algo hermoso que hayas hecho, sino por insultar
a Dios; porque tú, siendo hombre, te haces Dios.”.
Creer hoy en Jesús resucitado
El mensaje de la Resurrección no sólo se refiere a Jesús, sino también a nosotros los cristianos. Si Jesús
triunfó sobre la muerte, nosotros tenemos resuelto el problema de ésta, porque el destino de Él es también
nuestro destino. Si Cristo resucitó, también nosotros hemos de resucitar; por lo tanto, la resurrección de
Jesús es un elemento esencial de nuestra fe y de toda la existencia cristiana.
Creer hoy en la resurrección es creer en una nueva manera de entender la vida: la de Jesús de Nazaret.
Creer en el resucitado es dar testimonio de que la vida tiene que ser vista como la vio Jesús y que debemos
hacer nuestra su causa: la construcción del Reino de Dios en nuestro ambiente.
Hoy en día predicar la resurrección es afirmar que Dios está a favor de quienes siguen el camino del
Evangelio: un camino de generosidad y servicio a todas las personas, especialmente a los pobres y
oprimidos. Es afirmar con nuestra vida y nuestro corazón que ayer, hoy y siempre, Jesucristo es el Señor
de nuestras vidas.
Compromiso
Después de analizar este tema, ¿qué características de la persona de Jesús podrías poner en práctica en tu
vida personal?
Temas para jóvenes
Semana de animación misionera 2
Meditar el nacimiento de Jesús (Mt 1, 18-25; Lc 2, 1-21) y aplicarlo a la vida personal: Este fue el principio de
Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José; pero antes de que vivieran juntos, quedó embarazada por
obra del Espíritu Santo. Su esposo, José, pensó despedirla, pero como era un hombre bueno, quiso actuar discretamente
para no difamarla. Mientras lo estaba pensando, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, descendiente
de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu esposa, a tu casa; si bien está esperando por obra del Espíritu Santo,
tú eres el que pondrás el nombre al hijo que dará a luz, y lo llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta: La virgen concebirá y dará
a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa: Dios-con-nosotros. Cuando José se despertó,
hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado y tomó consigo a su esposa. Y sin que hubieran tenido relaciones, dio a
luz un hijo, al que puso por nombre Jesús; Por aquellos días salió un decreto del emperador Augusto, por el que se debía
proceder a un censo en todo el imperio. Éste fue llamado “el primer censo”, siendo Quirino gobernador de Siria. Todos,
pues, empezaron a moverse para ser registrados cada uno en su ciudad natal. José también, que estaba en Galilea, en
la ciudad de Nazaret, subió a Judea a la ciudad de David, llamada Belén, porque era descendiente de David; allí se
inscribió con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras estaban en Belén, llegó para María el momento del
parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, pues no había lugar para
ellos en la sala principal de la casa. En la región había pastores que vivían en el campo y que por la noche se turnaban
para cuidar sus rebaños. Se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de claridad. Y quedaron
muy asustados. Pero el ángel les dijo; “No tengan miedo, pues yo vengo a comunicarles una buena noticia, que será
motivo de mucha alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que
es el Mesías y el Señor. Miren cómo lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado
en un pesebre.”. De pronto una multitud de seres celestiales aparecieron junto al ángel, y alababan a Dios con estas
palabras: ‘Gloria a Dios en lo más alto del cielo y en la tierra paz a los hombres: ésta es la hora de su gracia.’. Después
que los ángeles se volvieron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: “Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que
ha sucedido y que el Señor nos ha dado a conocer.” Fueron apresuradamente y hallaron a María y a José con el recién
nacido acostado en el pesebre. Entonces contaron lo que los ángeles les habían dicho del niño. Todos los que escucharon
a los pastores se quedaron maravillados de lo que decían. María por su parte, guardaba todos estos acontecimientos
y los volvía a meditar en su interior. Después los pastores regresaron alabando y glorificando a Dios por todo lo que
habían visto y oído, tal como los ángeles se lo habían anunciado.
¿Cómo podrías comunicar a otros jóvenes que Jesús sigue vivo entre nosotros?
Celebramos
Los participantes se colocan en medio círculo y se les pide que cierren los ojos durante tres minutos, que se concentren
y guarden silencio. Entonces se les pone la canción “Nadie te ama como yo”. Con los ojos abiertos y delante de un
crucifijo, los jóvenes escuchan de nuevo la canción “Nadie te ama como yo” y se les pide que lo contemplen y vayan
tratando de repetir la letra del canto. Por último, de pie y tomados de la mano, los jóvenes comienzan a rezar el “Padre
nuestro” y “Dios te salve”.
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Oración6
Te alabamos a ti, Señor Jesús, “el hijo del carpintero”,
que viviste en un pueblo pequeño como los nuestros.
Te ganaste el pan con el sudor de tu frente
y no te avergonzaste de tener callos en las manos.
Te pedimos que, cuando a todos les vuelven la espalda,
tú no te olvides de los hombres y mujeres que en los pueblos
se ganan su sustento trabajando de sol a sol;
de los ancianos que han dejado lo mejor de sus vidas
en las veredas y rastrojos para dar de comer a sus hijos.
Danos fuerza para no desfallecer en nuestra lucha
en favor de tantas gentes que aún malviven en nuestros pueblos.
No queremos sólo pan. Queremos sobre todo justicia,
que en el reparto del bienestar y del trabajo,
les toque más a los que menos tienen.
Danos una fe robusta que no se quiebre a las primeras de cambio,
la esperanza de que no hemos luchado en vano;
el amor sin fronteras, empezando por nuestros vecinos del barrio.
Con todos los creyentes proclamamos
que tú eres camino, verdad y vida;
amigo de los humildes, de los que trabajan honradamente,
de los abandonados a su suerte y de los pobres.
Jesúcristo
JESÚCRISTO, JESÚCRISTO
JESÚCRISTO, YO ESTOY AQUÍ
JESÚCRISTO,...
Miro hacia el cielo y veo
una nube blanca que va pasando,
miro a la tierra y veo
una multitud que esta caminando.
6
Tomado de Javier González, Un proceso de formación para los grupos juveniles 2, San Pablo.
Temas para jóvenes
Semana de animación misionera 2
Como esa nube blanca,
esa gente no sabe a dónde va.
Y ¿quien les podrá decir?
El camino cierto eres tú, Señor
Toda esa multitud
en el medio lleva amor y paz;
por eso para ellos
sus esperanzas no morirán.
Viendo la flor que nace
en el alma de aquel que tenga amor,
miro hacia el cielo y veo
que ya se aferran a ti, Señor.
En cada esquina veo
la mirada triste de algunos más:
buscan por este mundo
la dirección del camino a Aquel.
Es mi deseo ver
aumentando siempre esa procesión,
para que todos canten
la misma prosa de esta oración.
Bibliografía
Comisión Nacional Salesiana de Pastoral Juvenil, En búsqueda. Preadolescentes 3, CCS, Madrid, 1990.
González Ramírez, Javier, Proceso de formación para grupos juveniles 2, Alba, México, 1992.
Martín Descalzo, José Luis, Vida y misterio de Jesús de Nazaret I, ii, Sígueme, Salamanca, 1992.
Sayés, José Antonio, Teología para nuestro tiempo, San Pablo, 1995.
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Temas para jóvenes
Semana de animación misionera 2
Tema 2: Reino de Dios
Objetivo: El joven descubrirá que el centro del mensaje de Jesús es el Reino; por ello, debe entenderlo y
comprometerse a ser protagonista del reinado de Dios en la sociedad donde vive.
Ambientación
Salmo desde el compromiso por el Reino
Tu Reino, Señor Jesús, habita dentro de mí;
tu Reino es como un tesoro escondido dentro de un campo.
Llevo en el fondo de mi ser la libertad y el amor,
la justicia y la verdad, la luz y la belleza.
Llevo dentro de mí el amor de tu Padre que me llama;
la gracia de tu amor que me salva y libera,
la amistad y comunión de tu Espíritu que me hace fuerte.
¡Tu Reino, Señor, habita dentro de mí, gracias!
Tu Reino, Señor Jesús, está en medio de nosotros.
Tu Reino se ha hecho presente en nuestra comunidad.
Llevamos en el fondo de nuestras relaciones como hermanos
la bondad y la ternura de tu Espíritu de amor;
llevamos el gozo y la gracia de tu presencia resucitada;
llevamos la misericordia y la compasión de tu Padre.
¡Tu Reino, Señor, habita en medio de nosotros, gracias!
Tu Reino, Señor Jesús, habita en nuestra Iglesia.
Tu Reino está presente en medio de los creyentes.
Llevamos en nuestros corazones la semilla de tu Palabra;
llevamos en el fondo de nuestro ser el amor de tu Espíritu.
Cuando compartimos los bienes, tu Reino se hace fuerte.
Cuando oramos juntos, tu Reino se manifiesta.
Cuando ayudamos al necesitado, tu Reino se desvela.
Somos, Señor, en tu Iglesia, fermento de tu Reino.
Somos, Señor, en tu Iglesia, sal y luz del mundo.
¡Tu Reino, Señor, habita en medio de la Iglesia, gracias!
Tu Reino, Señor, habita en medio del mundo.
Tu Reino está presente-oculto en medio de los hombres.
Donde el amor es más fuerte que el odio, allí está tu Reino.
Donde el perdón es más fuerte que la venganza, allí está tu Reino.
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Donde la verdad es más fuerte que la mentira, allí está tu Reino.
Donde la libertad es más fuerte que la esclavitud, allí está tu Reino.
Donde la ternura es más fuerte que el desamor, allí está tu Reino.
¡Tu Reino, Señor, habita en el corazón de los hombres que se aman, gracias!
Tu Reino, Señor Jesús, será en plenitud en la vida eterna.
Tu Reino está presente y lleva a la casa de los cielos.
Caminamos hacia tu Reino, Señor, anima nuestra marcha.
Caminamos con esperanza, alienta nuestro cansancio.
Caminamos con fe, con los ojos puestos en ti.
Ven a nuestro encuentro.
Caminamos unidos como un sólo pueblo,
buscamos el rostro del Padre.
Caminamos en busca de la nueva humanidad,
anhelamos los nuevos cielos.
Caminamos como peregrinos en la tierra,
seremos hombres nuevos para siempre.
¡Tu Reino, Señor, será pleno al final de los tiempos, gracias!
Señor Jesús, déjanos tomar parte ahora, entre los hombres,
en los duros trabajos de tu Evangelio de libertad;
danos la fuerza de tu amor para ser testigos libres y gozosos del Reino que tu Padre nos ha dado:
un Reino para ahora y para siempre.
Contigo decimos al Padre: “¡Venga a nosotros, Padre nuestro tu Reino!”.
Hecho de vida
La rama seca y la rama verde (significan la muerte y la vida, respectivamente)
El animador prepara un dibujo grande de una rama seca y otro de una rama verde; también, escribe en tarjetas 10
valores y 10 antivalores.
Reparte a cada participante un papel con un valor o antivalor, les pide que pasen a colgarlos en la rama que le
corresponde y digan por qué lo colocaron en una y no en la otra.
Los jóvenes deben reflexionar en qué actitudes destruyen el Reino de Dios y cuáles lo construyen.
Ejemplos de valores son: amor, paz, justicia, apoyo, solidaridad, comprensión, perdón, verdad, libertad, trabajo,
alimento, salarios justos, hermandad, alegría, generosidad, fidelidad, diálogo, oración, comunión, amor a la Palabra
de Dios, respeto al voto popular, entre otros.
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Semana de animación misionera 2
Ejemplos de antivalores son: mentira, odio, rencor, guerra, desempleo, salarios bajos, hambre, opresión, egoísmo,
pereza, irresponsabilidad, infidelidad, fraudes, entre otros.
Iluminación
Jesús y el Reino de Dios
En los evangelios hay dos expresiones equivalentes acerca del Reino: el Reino de Dios (Mc 1, 15) y el
Reino de los Cielos (Mt 5, 4).
Ya en la época de Jesús existía la costumbre de eludir el nombre de Dios, que se sustituía por otras
expresiones, por ejemplo, “Cielo”.
En la parábola del hijo pródigo, cuando éste vuelve a casa, terminada su aventura, confiesa: Padre, he
pecado contra Dios y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo (Lc 15, 21). Contra el cielo es sinónimo de
contra Dios.
No podemos caer en la tentación de pensar que el Reino de Dios es algo que está fuera del mundo
presente, en el más allá, en el cielo.
La palabra “Reino” significa dos cosas muy distintas, ya sea el territorio en el que reina el rey, o la
soberanía que el rey ofrece, en este caso la traducción castellana debería ser reinado y no reino.
¿Cuál es el significado dominante en los textos evangélicos? En la mayoría de los casos, “Reino de Dios”
debe entenderse como “reinado de Dios”.
La expresión “Reino de Dios” quiere decir que Dios es el rey y ejerce su soberanía sobre los seres humanos.
La palabra “Reino”, no es un sitio, tampoco es un lugar político. Para los judíos, el Reino de Dios era la
realización del ideal (jamás cumplido sobre la tierra) de un rey justo.
El Reino de Dios predicado por Jesús es la actuación de Dios para que se haga realidad ese ideal que
consiste en defender a quien por sí mismo no se pueda hacerlo; por ejemplo, al débil, al pobre, al huérfano,
a la viuda o al oprimido.
El centro de la predicación de Jesús
Llegó a Nazaret, donde se había criado, y el sábado fue a la sinagoga, como era su costumbre. Se puso de pie para hacer
la lectura, y le pasaron el libro del profeta Isaías. Jesús desenrolló el libro y encontró el pasaje donde estaba escrito: El
Espíritu del Señor está sobre mí. El me ha ungido para llevar buenas noticias a los pobres, para anunciar
la libertad a los cautivos y a los ciegos que pronto van a ver, para poner en libertad a los oprimidos y
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proclamar el año de gracia del Señor. Jesús entonces enrolló el libro, lo devolvió al ayudante y se sentó mientras
todos los presentes tenían los ojos fijos en él. Y empezó a decirles: “Hoy se cumplen estas palabras proféticas y a ustedes
les llegan noticias de ello” (Lc 4, 16-21).
¿Qué predicaba Jesús? ¿De qué hablaba? Jesús inaugura su actividad salvadora no hablando de sí mismo
o simplemente de Dios, sino proclamando como Buena Noticia la llegada del Reino de Dios: Decía: “El
tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca. Renuncien a su mal camino y crean en la Buena Nueva” (Mc 1, 15).
Por lo tanto, el Reino de Dios es el centro de la predicación y del mensaje de Jesús. Él mismo reconoce
que para eso ha sido enviado por el Padre: Pero Jesús les dijo: “Yo tengo que anunciar también a las otras
ciudades la Buena Nueva del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado” (Lc 4, 43).
Jesús vive para la causa del Reino de Dios
Los hombres, al llegar donde Jesús, dijeron: “Juan Bautista nos envía a preguntarte: ¿Eres tú el que ha de venir o
tenemos que esperar a otro?”. En ese momento Jesús curó a varias personas afligidas de enfermedades, de achaques
y de espíritus malignos y devolvió la vista a algunos ciegos. Contestó, pues, a los mensajeros: Vuelvan y cuéntenle a
Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos
se despiertan, y una buena nueva llega a los pobres (Lc 7, 20-22).
Jesús aparece en los evangelios como un hombre apasionado por una causa, la cual es anunciar y hacer
presente el Reino de Dios (nosotros llamamos “causa” a aquello que atrae hacia sí toda la vida de una
persona).
El Reino de Dios fue la causa de Jesús de Nazaret. A ello dedicó su vida, su actividad, su tiempo y todas
sus energías.
El Reino de Dios se hace presente en Jesús
Habiendo entrado Jesús en Jericó, atravesaba la ciudad. Había allí un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de los
cobradores del impuesto y muy rico. Quería ver cómo era Jesús, pero no lo conseguía en medio de tanta gente, pues era
de baja estatura. Entonces se adelantó corriendo y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por allí. Cuando llegó
Jesús al lugar, miró hacia arriba y le dijo: “Zaqueo, baja en seguida, pues hoy tengo que quedarme en tu casa.” Zaqueo
bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Entonces todos empezaron a criticar y a decir: “Se ha ido a casa de un rico
que es un pecador.” Pero Zaqueo dijo resueltamente a Jesús: “Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y
a quien le haya exigido algo injustamente le devolveré cuatro veces más.” Jesús, pues, dijo con respecto a él: “Hoy ha
llegado la salvación a esta casa, pues también este hombre es un hijo de Abraham. El Hijo del Hombre ha venido a
buscar y a salvar lo que estaba perdido.” (Lc 19, 1-10).
Jesús hace presente el Reino de Dios con sus palabras y sus obras.
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Semana de animación misionera 2
Para explicarnos el significado del Reino de Dios, Jesús utilizó narraciones o historias breves en forma de
parábolas. Por ejemplo, comparó el Reino de Dios con un sembrador, un banquete, un comerciante que
busca tesoros, un amo del campo que separa la cizaña del trigo, etc.
Pero Jesús no sólo anunció el Reino de Dios, sino que también lo hizo presente con su vida, ya que curó
a los enfermos, perdonó los pecados, expulsó al demonio, participó en la mesa con los más pequeños,
prefirió a los pobres y a los despreciados por la sociedad judía. Con estos signos Jesús puso de manifiesto
el Reino de Dios. Con Él comenzó el reinado de Dios.
Significado del Reino en la predicación de Jesús
La palabra “Reino” no tiene un sentido territorial o estático, como en el lenguaje que utilizamos todos
los días. Por lo tanto, no es un lugar o un reino político, sino que tiene un sentido dinámico, pues es la
soberanía de Dios en ejercicio, la acción de gobernar. De ahí que la traducción más adecuada no sea la
palabra “Reino” sino “Reinado de Dios”.
Como ya se mencionó, para los judíos el Reino de Dios era la realización del ideal (jamás cumplido sobre
la tierra) de un rey justo. En cambio, el Reino de Dios predicado por Jesús es la actuación de Dios para
que se haga realidad ese ideal regio de justicia. Pero no la justicia del derecho romano (dar a cada quien lo
suyo), sino la justicia en el sentido de los pueblos orientales, que consiste en defender al que por sí mismo
no puede hacerlo, como el débil, el pobre, el huérfano, la viuda, el oprimido, etc. Por eso Jesús nos dice:
“Bienaventurados los pobres, porque suyo es el Reino de Dios”7.
El Reino de Dios como plenitud de vida
Con otras palabras, podemos decir que el Reino de Dios equivale a la plenitud de vida que Cristo ofrece a
cada hombre y a la humanidad entera. Él mismo lo dice: El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir, mientras
que yo he venido para que tengan vida y la tengan en plenitud (Jn 10, 10).
Es una plenitud de vida que abarca todas las dimensiones de la existencia, es decir, los aspectos materiales
(curación del cuerpo) y espirituales (el perdón de los pecados); la dimensión individual (realización de la
persona) y social (construcción de una sociedad más justa y fraterna); lo presente (ya que se realiza hoy,
aquí) y lo futuro (llegará a su plenitud al final de los tiempos).
Exigencias del Reino
El Reino de Dios inaugurado por Jesús es el valor absoluto de nuestra vida, es el tesoro escondido por el
que debemos dejar todas las cosas.
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Cfr. Lc 6, 20.
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La conversión es la respuesta al mensaje de Jesús sobre el Reino. No se requiere sólo de una conversión de
corazones (cambiar mi mentalidad, el propio yo), sino también de un cambio en nuestras relaciones con
los demás y de las estructuras sociales que provocan los signos del anti-Reino, como explotación, hambre,
guerra, marginación, etc. La conversión no es otra cosa que el paso del egoísmo al amor.
De la conversión se desprenden muchas actitudes concretas, tales como la confianza filial en el Padre, el
amor a los pobres, la sencillez del niño, el espíritu de servicio, la humildad, la mansedumbre, la rectitud
de corazón, la pobreza, entre otras.
En la oración del padrenuestro decimos: “Venga a nosotros tu Reino”. Construyamos el Reino de Dios
en nuestro ambiente (país, ciudad, pueblo, parroquia, familia o grupo juvenil), haciendo presentes los
valores de la paz, la justicia, la verdad y el amor.
Compromiso
Los jóvenes deben reflexionar en lo siguiente: “¿Cómo podemos construir el Reino de Dios en los ambientes donde
vivimos?”.
Por medio de una lluvia de ideas, los jóvenes responderán la pregunta anterior y todas las respuestas se anotarán en
una cartulina.
Después, se subrayarán los compromisos que sean más reales y adecuados para el grupo.
Celebramos
Oración8
Señor, en nombre de las gentes sin voz te decimos:
“Venga pronto tu Reino”.
Que se acaben los que venden al justo por dinero,
aplastan contra el polvo al débil y ponen zancadillas al inocente.
Señor, que baje a nuestras calles tu reinado.
Que no tengan lugar en nuestras ciudades y pueblos
los que edifican sobre la injusticia sus fortunas
y oprimen a analfabetos e indefensos.
Que se acaben los especuladores
que juntan casa con casa y campo con campo
y para los demás no dejan tierra, aire, ni espacio.
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Tomado de Javier González, Un proceso de formación para los grupos juveniles 2, San Pablo.
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Venga tu Reino a nuestros barrios,
donde tantas gentes no tienen cobijo ni trabajo.
Señor, venga tu Reino a nuestros ámbitos,
que se haga justicia,
que no fabriquemos leyes para garantizar privilegios,
que no pierdan otra vez los pobres y ganen los de siempre.
Señor, haz brotar de nuestra tierra
el reinado de tu justicia frente a nuestras injusticias,
el reinado de tu paz frente a nuestras guerras y violencias,
el reinado de tu amor frente a nuestros odios,
el reinado de tu misericordia frente a nuestras intransigencias,
el reinado de tu perdón frente a nuestros rencores,
el reinado de tu ternura frente a nuestro corazón de piedra,
el reinado de tu inocencia frente a nuestras manos sucias.
Señor, que venga tu reinado pronto,
lo esperamos con urgencia;
que venga hoy mismo,
quizá para mañana se nos haga demasiado tarde.
Oración compartida
Primer lector: Dichosos los pobres,
porque sólo ellos pueden crear el Reino de la fraternidad, aquí y ahora.
Segundo lector: Dichosos los sufridos,
porque ellos, con su no violencia activa, pueden alcanzar el Reino de Dios.
Tercer lector: Dichosos los que lloran,
porque sólo los que se comprometen con la vida de los demás pueden destruir las fuentes del sufrimiento humano.
Primer lector: Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia,
porque sólo los que quieren construir el mundo según el proyecto de Dios alcanzarán la fraternidad universal.
Segundo lector: Dichosos los misericordiosos,
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porque los que son capaces de amar con el corazón de Dios optarán por servir a los más pequeños y pobres, y
experimentarán así el amor gratuito de Dios.
Tercer lector: Dichosos los limpios de corazón,
porque sólo los que no se venden por intereses personales o de grupo, los que juegan limpio con la gente, los que no
ponen precio a su servicio a los demás, podrán descubrir el rostro de Dios en cada hermano.
Primer lector: Dichosos los que trabajan por la paz,
porque los que la hacen posible se sentirán amados por el Padre.
Segundo lector: Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque es un signo evidente de que luchan contra toda injusticia, egoísmo, poder y violencia.
Tercer lector: Dichosos ustedes cuando los insulten, los persigan y los calumnien de cualquier modo por
mi causa,
porque sólo los que están dispuestos a sufrir persecuciones, insultos, malos tratos y calumnias sirven para formar en este
mundo el Reino de hermanos que Dios quiere.
Presidente: El huracán impetuoso del Espíritu, al descender sobre los apóstoles en Pentecostés, los hizo
nacer de lo alto, les cambió la mentalidad para que encontraran el tesoro del Reino. Así se sintieron
renovados, libres y felices.
Y de este modo nació el hombre nuevo, el hombre constructor de fraternidad, el hombre de la felicidad más profunda,
el hombre de las bienaventuranzas, el hombre sonrisa de Dios en el mundo, el hombre alegría constante para el
hermano.
Conviene que Cristo crezca
Conviene que Cristo crezca,
conviene que Cristo crezca,
conviene que Cristo crezca más y más,
y que disminuya yo,
y que disminuya yo,
y que disminuya yo más y más.
Conviene que Cristo venza,
conviene que Cristo venza,
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Semana de animación misionera 2
conviene que Cristo venza más y más,
y que expulse a Satanás,
y que expulse a Satanás,
y que expulse a Satanás más y más.
Conviene que Cristo reine,
conviene que Cristo reine,
conviene que Cristo reine más y más,
y así tendremos paz,
y así tendremos paz,
y así tendremos paz más y más.
Conviene que Cristo crezca,
conviene que Cristo crezca,
conviene que Cristo venza,
conviene que Cristo reine más y más,
y que disminuya yo,
y que expulse a Satanás,
y así tendremos paz más y más.
Viva la gente
Esta mañana de paseo con la gente me encontré
al cartero, al lechero, al policía. Saludé
detrás de cada ventana y puerta. Reconocí
a mucha gente que antes ni siquiera vi.
Viva la gente, la hay dondequiera que vas,
viva la gente, es lo que nos gusta más.
Con más gente a favor de gente,
en cada pueblo y nación,
habría menos gente difícil
y más gente con corazón.
Viva la gente, la hay dondequiera que vas,
viva la gente, es lo que nos gusta más.
Con más gente a favor de gente,
en cada pueblo y nación,
habría menos gente difícil
y más gente con corazón.
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Gente de las ciudades y también del interior,
las vi como un ejército cada vez mayor.
Entonces me di cuenta de una gran realidad:
hay cosas importantes, pero la gente lo es más.
Dentro de cada uno hay un bien y un mal,
mas no dejes que ninguno ataque a la humanidad,
ámalos como son y lucha porque sean
los hombres y las mujeres que Dios quiso que fueran.
Bibliografía
González R., Javier, Proceso de formación para los grupos juveniles 2, Alba, México, 1995.
Mazariegos L., Emilio, Salmos de un corazón joven, CVS, Salamanca, 1995.
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Tema 3: La Iglesia y su Misión
Objetivo: El joven descubrirá que por medio del Bautismo pertenece a la Iglesia, la cual es el medio para
realizar el Reino de Jesucristo en la sociedad. Por lo tanto, debe comprometerse como miembro activo en
esta Misión.
Ambientación
Oración por las Misiones
Padre de bondad,
tú, que eres rico en amor y misericordia,
que nos enviaste a tu Hijo Jesús
para nuestra salvación,
escucha a tu Iglesia misionera.
Que todos los bautizados
sepamos responder al llamado de Jesús:
“Vayan y hagan que todos los pueblos
sean mis discípulos”.
Fortalece con el fuego de tu Espíritu
a todos los misioneros
que en tu nombre anuncian
la Buena Nueva del Reino.
María, Madre de la Iglesia
y estrella de la evangelización,
acompáñanos y concédenos
el don de la perseverancia
en nuestro compromiso misionero.
Amén.
Alma misionera
Señor, toma mi vida nueva
antes de que la espera desgaste años en mí,
estoy dispuesto a lo que quieras,
no importa lo que sea, tú llámame a servir.
Llévame donde los hombres necesiten tus palabras,
necesiten mis ganas de vivir, donde falte la esperanza,
donde falte la alegría simplemente por no saber de ti.
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Te doy mi corazón sincero,
para gritar sin miedo, tu grandeza, Señor;
tendré mis manos sin cansancio,
tu historia entre mis labios y fuerza en la oración.
Llévame donde los hombres necesiten tus palabras,
necesiten mis ganas de vivir, donde falte la esperanza,
donde falte la alegría simplemente por no saber de ti.
Y así, en marcha iré cantando,
por calles predicando, tu grandeza, Señor.
Señor, tengo alma misionera,
condúceme a la tierra que tenga sed de Dios.
Llévame donde los hombres necesiten tus palabras,
necesiten mis ganas de vivir, donde falte la esperanza,
donde falte la alegría simplemente por no saber de ti.
Hecho de vida
El sentido de pertenencia es un elemento psicológico muy importante en cualquier grupo. Uno de los
problemas graves que tiene la Iglesia es que sus miembros, los bautizados, no tienen conciencia de su
pertenencia a ella. Al no tener ese sentido de pertenencia no existe compromiso ni participación.
Trabajo grupal
Formar equipos para contestar algunas preguntas, las cuales servirán para que los participantes vean cuál es su nivel
de conocimiento acerca de la Iglesia.
Para esta actividad se necesitan aproximadamente 10 minutos y se comienza con el plenario.
Tener preparados plumones y papel.
Cuestionario
1. ¿Qué es la Iglesia para ti?
2. ¿En dónde encontramos a la Iglesia?
3. ¿Desde cuándo existe la Iglesia
4. ¿Para qué existe la Iglesia?
5. ¿Quién la fundó y cuál es su papel en este mundo?
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Iluminación
¿Qué es la Iglesia?
La Iglesia es la congregación de todos los creyentes que miran a Jesús como autor de la salvación y
principio de la unidad y de la paz.
La Iglesia es una congregación, una comunidad9. Él mismo nombre lo indica: la palabra “Iglesia”
(Ecclesia) proviene del griego y significa “asamblea”, reunión de todos los fieles que creen en Cristo,
quienes anuncian con su vida que el Reino de Dios ha comenzado ya.
Todos los bautizados son miembros de ella, aun cuando son diversos en cuanto a los dones y carismas que
han recibido para realizar el servicio de la construcción del Reino de Dios entre los hombres, en igualdad
de dignidad10.
Lo propio de la Iglesia no es su estructura, ni su organización, sino la fraternidad que anuncia y vive para
el Reino de Dios.
Todos los bautizados que formamos la Iglesia vivimos esta vida haciendo nuestra historia de salvación;
por eso mismo, nuestra Iglesia o comunidad no es perfecta, sino que vamos haciéndola con todas las
grandezas y miserias de cada uno de los que la integramos. Siempre encontramos fallas porque la
formamos nosotros, que somos humanos y necesitamos convertirnos cada día. Por ser imperfectos y
pecadores, debemos permitir una revisión constante de Jesús y su Evangelio.
Aunque sea una comunidad de iguales y hermanos, dentro de la Iglesia existen distintas funciones o
servicios, es decir, diversos ministerios. Cada miembro de la Iglesia puede y debe realizar ciertas labores.
Sin embargo, todos debemos colaborar en la Misión fundamental: “Anunciar y vivir el Reino de Dios”.
En la iglesia encontramos dos modos de servir por medio de los ministerios, que son:
Ministerios en la Iglesia
Ordenados
• Obispos
• Presbíteros
• Diáconos
• Consagrados
Laicos
• Institutidos
Lector
Acólito
• Reconocidos
Animador
Catequista
Cfr. Lumen Gentium, núm. 9.
Cfr. Exhortación apostólica post-sinodal Christi Fideles Laici, de Juan Pablo ii sobre la vocación y Misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo.
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En su primera carta a los cristianos de Corinto san Pablo pone un bello ejemplo para que comprendamos
esta colaboración en la comunidad. Compara la Iglesia con el cuerpo humano, que está formado por
muchos miembros, todos distintos pero necesarios e importantes: Ahora, hermanos, les recordaré lo siguiente
respecto a los dones espirituales. Cuando aún eran paganos, se volvían frenéticos ante sus ídolos inertes. Ahora les digo
que ninguno puede gritar: “¡Maldito sea Jesús!” si el espíritu es de Dios; y nadie puede decir: “¡Jesús es el Señor!”,
sino con un espíritu santo. Hay diferentes dones espirituales, pero el Espíritu es el mismo. Hay diversos ministerios,
pero el Señor es el mismo. Hay diversidad de obras, pero es el mismo dios quien obra todo en todos. La manifestación
del Espíritu que a cada uno se le da es para provecho común. A uno se le da, por el Espíritu, la palabra de sabiduría;
a otro, palabra de conocimiento según el mismo Espíritu; a otro, el don de la fe, por el Espíritu; a otro, el don de hacer
curaciones, por el único Espíritu; a otro, poder de hacer milagros; a otro, profecía; a otro, reconocimiento de lo que viene
del bueno o del mal espíritu; a otro, hablar en lenguas; a otro, interpretar lo que se dijo en lenguas. Y todo esto es obra
del mismo y único Espíritu, que da a cada uno como quiere. Las partes del cuerpo son muchas, pero el cuerpo es uno;
por muchas que sean las partes, todas forman un solo cuerpo. Así también Cristo. Hemos sido bautizados en el único
Espíritu para que formáramos un solo cuerpo, ya fuéramos judíos o griegos, esclavos o libres. Y todos hemos bebido del
único Espíritu. Un solo miembro no basta para formar un cuerpo, sino que hacen falta muchos. Supongan que diga el
pie: “No soy mano, y por lo tanto yo no soy el cuerpo.” No por eso deja de ser parte del cuerpo. O también que la oreja
diga: “Ya que no soy ojo, no soy del cuerpo.” Tampoco por eso deja de ser parte del cuerpo. Si todo el cuerpo fuera ojo,
¿cómo podríamos oír? Y si todo el cuerpo fuera oído, ¿cómo podríamos oler? Dios ha dispuesto los diversos miembros
colocando cada uno en el cuerpo como ha querido. Si todos fueran el mismo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Pero
hay muchos miembros, y un solo cuerpo. El ojo no puede decir a la mano: “No te necesito”. Ni tampoco la cabeza
decir a los pies: “No los necesito”. Aun más, las partes del cuerpo que parecen ser más débiles son las más necesarias,
y a las que son menos honorables las tratamos con mayor respeto; cubrimos con más cuidado las que son menos
presentables, mientras que otras, mas notables, no lo necesitan. Dios, al organizar el cuerpo, tuvo más atenciones por
lo que era último, para que no se dividiera el cuerpo; todas sus partes han de tener la misma preocupación unas por
otras. Si un miembro sufre, todos sufren con él; y si un miembro recibe honores, todos se alegran con él. Ustedes son el
cuerpo de Cristo, y cada uno en su lugar es parte de él. En primer lugar están los que Dios hizo apóstoles en la Iglesia;
en segundo lugar los profetas; en tercer lugar los maestros; después vienen los milagros, luego el don de curaciones, la
asistencia material, la administración en la iglesia y los diversos dones de lenguas. ¿Acaso son todos apóstoles?, ¿son
todos profetas?, ¿son todos maestros?, ¿pueden todos hacer milagros, curar enfermos, hablar lenguas o explicar lo que
se dijo en lenguas? Ustedes, con todo, aspiren a los carismas más elevados, y yo quisiera mostrarles un camino que los
supera a todos (1Cor 12).
Según el libro de los Hechos de los Apóstoles, la primera comunidad de cristianos tenía las siguientes
características:
• Era una fraternidad. La multitud de los fieles tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba como
propios sus bienes, sino que todo lo tenían en común (Hch 4, 32); por eso comenzaron a llamarse hermanos
(cfr. Hch 1, 15). Esa fraternidad se apoyaba en cuatro elementos: la comunión de bienes, la enseñanza
de los apóstoles, la fracción del pan y la oración.
• Animada por el espíritu. El Espíritu Santo era el que animaba y guiaba a la comunidad. Él los lanzaba
a dar testimonio y a anunciar con valentía a Jesús resucitado Un día, mientras celebraban el culto del Señor
y ayunaban, el Espíritu Santo les dijo: “Sepárenme a Bernabé y a Saulo y envíenlos a realizar la Misión para la que
los he llamado.” Ayunaron e hicieron oraciones, les impusieron las manos y los enviaron. (Hch 13, 2-3).
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• Presidida por los apóstoles. Los primeros cristianos reconocían la autoridad de los apóstoles, ya que
ellos organizaban las comunidades, imponían las manos y ayudaban a solucionar los problemas: Al
llegar a Jerusalén fueron recibidos por la Iglesia, por los apóstoles y los presbíteros, y les expusieron todo lo que Dios
había hecho por medio de ellos (Hch 15, 4).
Ninguno de nosotros puede quedar como espectador. Todos tenemos que sentir como propios los defectos
y los triunfos de la Iglesia; además, estamos llamados a compartirla, a cambiarla, a amarla y hacerla
crecer. Todos estamos llamados a realizar la Misión de Jesús.
El documento (núm. 1183) de la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, realizada
en Puebla, dice que: “Los jóvenes deben sentir que son Iglesia, experimentándola como lugar de comunión
y participación”11.
El Papa también se dirige a los jóvenes: “Los jóvenes no deben considerarse simplemente como objeto de
la solicitud pastoral de la Iglesia; son, de hecho, y deben ser invitados a serlo, sujetos activos protagonistas
de la evangelización y artífices de la renovación social. ¡La Iglesia tiene tantas cosas que decir a los
jóvenes y éstos tienen tantas cosas que decir a la Iglesia!”12.
La Misión de la Iglesia se llama “evangelización”
La Iglesia continúa en el mundo la misma Misión de Cristo. El Concilio Vaticano ii lo expresa con estas
palabras: “La Iglesia [...] recibe la Misión de anunciar el Reino de Cristo y de Dios e instaurarlo en todos
los pueblos”13.
Asimismo, la Misión de la Iglesia, que consiste en anunciar y establecer el Reino, se identifica con la
evangelización: “La tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la Misión esencial de la
Iglesia [...] Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más
profunda. Ella existe para evangelizar”14.
La evangelización abarca toda la acción pastoral de la Iglesia porque toda ella está orientada a anunciar
y realizar el proyecto de salvación del Reino de Dios. Por lo tanto, la evangelización no es una tarea más
de la Iglesia sino la Misión fundamental.
¿Qué es evangelizar?
La evangelización es un proceso mediante el cual la Iglesia –toda la comunidad cristiana– es movida por
Documento de la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, núm. 1183.
Exhortación apostólica Christi Fideles Laici, núm. 169.
13
Lumen Gentium, núm. 5.
14
Evangelii nuntiandi, núm. 14.
11
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el Espíritu Santo. De esta manera: “Anuncia al mundo la Buena Noticia del Evangelio: la Misión; educa
en la fe a los que se convierten: la catequesis; celebra, mediante los sacramentos, la vida cristiana: el culto,
y transforma el orden temporal: la pastoral”15.
Compromiso cristiano: exigencia de fe
El cristiano debe estar presente en la sociedad, pero de un modo nuevo, en el cual esté empeñado en la
tarea de construir el Reino de Dios.
El compromiso cristiano tiene como centro y motor la fe en Jesucristo, lo cual significa que es la misma
fe cristiana la que pide, motiva e impulsa a los creyentes a mejorar la sociedad en que viven.
La fe cristiana no se reduce a una simple aceptación de verdades reveladas, a conocer la Biblia, así como
a prácticas religiosas o culturales, sino que tiene una proyección hacia la vida personal y social.
La fe implica el compromiso de la vida entera. Con respecto a esta idea, el apóstol Santiago nos dice:
Porque así como un cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe que no produce obras está muerta (St 2, 26).
La fe verdadera es aquella que produce obras de justicia y caridad. La fe auténtica es aquella que se
compromete a transformar, con la luz del Evangelio, la realidad en que vivimos. Por eso concluimos que
el compromiso cristiano es uno de los aspectos básicos de nuestra fe, una exigencia imprescindible de la
fe que tenemos y celebramos.
La Iglesia, comunidad comprometida a continuar la causa del Reino
En los escritos del Nuevo Testamento, especialmente en los Hechos de los Apóstoles, vemos cómo la
comunidad de los primeros creyentes daba testimonio de la Resurrección de Cristo: Es un hecho que Dios
resucitó a Jesús; de esto todos nosotros somos testigos (Hch 2, 32) y trabajaba de manera activa para que el mundo
se transformara en Reino de Dios: Los que acogieron la palabra de Pedro se bautizaron, y aquel día se unieron a
ellos unas tres mil personas (Hch 2, 41). La causa del Reino se vivía como un compromiso de servicio a los
más necesitados y de responsabilidad en el anuncio de la Buena Nueva.
La fe nos hace sentirnos enviados como Jesús lo fue por el Padre, para anunciar la Buena Nueva a los
pobres y la liberación a los oprimidos: El Espíritu del Señor está sobre mí. El me ha ungido para llevar buenas
noticias a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos y a los ciegos que pronto van a ver, para poner en libertad
a los oprimidos (Lc 4, 18).
15
Documento de Puebla, núm. 341.
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Sentido del compromiso cristiano
¿Con quién se compromete el creyente?
El cristiano no se compromete con algo sino con alguien; con una persona que es Jesucristo. De esta
manera el cristiano queda unido a la persona entera de Jesús, a todo lo que él hizo y enseñó.
El compromiso del creyente no es exclusivo con los drogadictos, con aquellos presos, con tales enfermos
o con ese grupo de niños que va al catecismo, ya que estas actividades son manifestaciones concretas del
compromiso que se tiene con Jesucristo.
¿A qué se compromete?
El cristiano se compromete a continuar la misma causa por la que vivió, luchó y murió Jesús de Nazaret:
el Reino de Dios: Después de esto, el Señor eligió a otros setenta y dos discípulos y los envió de dos en dos, delante
de él, a todas las ciudades y lugares adonde debía ir. Les dijo: La cosecha es abundante, pero los obreros son pocos.
Rueguen, pues, al dueño de la cosecha que envíe obreros a su cosecha. Vayan, pero sepan que los envío como corderos
en medio de lobos. No lleven monedero, ni bolsón, ni sandalias, ni se detengan a visitar a conocidos. Al entrar en
cualquier casa, bendíganla antes diciendo: La paz sea en esta casa. Si en ella vive un hombre de paz, recibirá la paz
que ustedes le traen; de lo contrario, la bendición volverá a ustedes. Mientras se queden en esa casa, coman y beban lo
que les ofrezcan, porque el obrero merece su salario. No vayan de casa en casa. Cuando entren en una ciudad y sean
bien recibidos, coman lo que les sirvan, sanen a los enfermos y digan a su gente: El Reino de Dios ha venido a ustedes
(Lc 10, 1-9).
La causa del Reino de Dios tiene ciertos puntos básicos que el mismo Jesucristo realizó durante su vida:
• Opción por los pobres: El Espíritu del Señor está sobre mí. El me ha ungido para llevar buenas noticias a los
pobres, para anunciar la libertad a los cautivos y a los ciegos que pronto van a ver, para poner en libertad a los
oprimidos (Lc 4, 18).
• La lucha por la justicia: Yo se lo digo: si no se proponen algo más perfecto que lo de los fariseos, o de los maestros
de la Ley, ustedes no pueden entrar en el Reino de los Cielos (Mt 5, 20).
• El esfuerzo comprometido por la paz: Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos
de Dios (Mt 5, 9).
• El llamado a construir una comunidad de hermanos basada en el amor, el servicio y el compartir: La
multitud de los fieles tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba como propios sus bienes, sino que
todo lo tenían en común. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con gran poder, y aquél
era para todos un tiempo de gracia sin igual. Entre ellos ninguno sufría necesidad, pues los que poseían campos o
casas los vendían, traían el dinero y lo depositaban a los pies de los apóstoles, que lo repartían según las necesidades
de cada uno (Hch 4, 32-35).
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¿En qué se compromete?
El cristiano se compromete a continuar la causa de Jesús de Nazaret en la Iglesia y en la sociedad. El
compromiso con Jesucristo lleva consigo el compromiso con todo su cuerpo espiritual, que es la Iglesia
y la comunidad cristiana. Con todo lo que ella es y hace, es decir, con sus preocupaciones, necesidades,
ilusiones, actividades y tareas.
Jesucristo fue enviado para la liberación integral de toda la humanidad y para la construcción de una nueva
sociedad. Así como Él se comprometió con la humanidad también el creyente queda comprometido con
la sociedad en la que vive.
El mayor grado de compromiso social consiste en el cumplimiento cristiano y ejemplar de sus deberes de
estado (matrimonio, profesión, trabajo). Otro grado de mayor compromiso es la inserción de los creyentes
en la sociedad humana: familia, trabajo, escuela, cultura, medios de comunicación social, economía,
política, etc., para transformar, con la fuerza del Evangelio, sus estructuras injustas.
Compromiso
Previo acuerdo con el párroco, el animador hará una lista de las tareas que propone el plan parroquial.
El animador tratará de presentarles a los jóvenes las metas y actividades concretas, explicando en qué consisten cada
una de las áreas del plan de trabajo. Es importante explicar el plan pastoral de manera que quede claro para todos. Se
pueden utilizar, por ejemplo, esquemas, imágenes, proyecciones, entre otros elementos.
El animador repartirá una tarjeta de compromiso en la que aparezca la lista de las áreas de la pastoral, para invitar a
los jóvenes a inscribirse en lo que más les guste.
Tarjeta de compromiso
Parroquia:
Nombre completo:
Dirección:
Subraya la tarea que te gustaría realizar:
a) Catequesis
b) Jóvenes
c) Coro
d) Liturgia
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Celebramos
Entonar el canto “En el corazón de mi madre, la Iglesia”.
En el corazón de mi madre, la Iglesia
EN EL CORAZÓN
DE MI MADRE LA IGLESIA,
YO SERÉ EL AMOR. (2)
He hallado en la Iglesia
el lugar que me diste,
sé que en mi vocación
todo lo es el amor.
Anunciar tu Evangelio,
predicando tu nombre.
Defender a tu Iglesia,
con la fe y el amor.
Avanzar por el mundo,
anunciando tu Reino,
construyendo en la tierra
tu reinado de amor.
Ser amor en la Iglesia
para tus misioneros,
dar valor a tus miembros
por la fe y la oración.
Ser testigo de Cristo,
ser heraldo en el mundo,
y en fecunda unión
a los hombres salvar.
El Señor nos ha llamado
El Señor nos ha llamado
a formar un sólo cuerpo en el amor.
En nosotros ha cumplido su promesa,
somos hijos de la luz del nuevo sol.
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Todos juntos caminando,
como pueblo del Señor.
El camino es la esperanza,
nuestra luz es el amor.
El Señor nos ha llamado, amigos,
somos parte de su mismo corazón,
compartimos ilusiones y esperanzas,
hoy sabemos que Jesús es el Señor.
Todos juntos caminando,
como pueblo del Señor.
El camino es la esperanza,
nuestra luz es el amor.
El Señor nos ha llamado y nos
pide que guardemos la unidad.
El Espíritu del Señor está en nosotros,
para unirnos con el signo de la paz.
Bibliografía
Mazariegos L., Emilio, Salmos de un corazón joven, CVS, Salamanca, 1995.
González R., Javier, Proceso de formación para los grupos juveniles 3, Alba, México, 1995.
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Tema 4: Vocación
Objetivo: Que los jóvenes valoren el hecho de ser llamados a la vida y a la fe para realizarse como
personas y como hijos de Dios, y así responder con una opción de vida para servir en la construcción del
Reino.
Ambientación
Amor y fe
Señor, dos cosas te pido como pilares para poder vivir: amor y fe.
Y no voy a preocuparme de nada; sólo de compartirlos.
Tú sabes muy bien lo pobre e ignorante que soy.
Me siento como Pedro cuando le invitaste a que te siguiera.
Mis redes vacías, mis acontecimientos y mi inteligencia que valen poco.
Sé que tengo algo: dos manos, dos pies, un cuerpo, una voz, toda mi voluntad.
Todo está a tu disposición.
A ti te pertenece la tarea que yo deseo hacer del vacío: transfórmalo, llénalo.
Tú sabes muy bien lo que soy. Mi alegría, mi fe y hasta mi sonrisa, sólo a ti te pertenecen.
Tú eres el motor, la fuerza, el viento, mis alas, mi perfume,
mi sol y mi noche, noche palpitante de estrellas brillantes.
Dame amor y no me dejes solo.
Dame fe, haz que siempre experimente tu presencia cercana y activa en mí y en las personas que me
rodean.
Hecho de vida
El árbol de la vida
El animador formará equipos, la duración de esta actividad es de 5 a 10 minutos. Después dedicarán un tiempo para
compartir sus conclusiones.
Dibuja un árbol que represente las tres etapas más importantes de tu persona. Por ejemplo, cuando eras pequeño
soñabas con crecer y decías: “Cuando sea grande voy a ser...”. Escribe en las raíces del árbol el nombre de la profesión
que querías tener.
Ahora, en esta etapa de tu vida, ¿qué actividad realizas?, ¿qué estudias o en qué trabajas? Escríbelo en el tronco del
árbol que dibujaste.
Pero ¿qué quieres hacer con la vida que el Señor te ha regalado? ¿Para que crees que el Señor te ha creado? Escribe en
las ramas del árbol los proyectos o aspiraciones que tienes planeados para el futuro.
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Comparte tus ilusiones y proyectos con tus compañeros de equipo pues ellos, como tú, también sueñan y tienen proyectos
en su vida para lograr la felicidad.
Cuando termine el trabajo en equipo, el animador entregará a cada participante la siguiente hoja de trabajo.
Hoja de trabajo para participantes
Concordar y discordar sobre la vocación
Lean con mucha atención las siguientes frases, comenten su contenido con los compañeros y respondan
con una “V” si es verdadera, con una “F” si es falsa y con una “D” si alguna frase les parece dudosa. No
respondan la pregunta si no están todos de acuerdo.
____ 1. Todos los hombres y todas las mujeres tienen una vocación y necesitan descubrirla.
____ 2. Responder a la propia vocación es una tarea personal.
____ 3. Ser cristiano es una vocación.
____ 4. La vocación es el medio para desenvolverse en el mundo y conseguir bienes materiales.
____ 5. Sólo tienen vocación los que estudian en las universidades.
____ 6. Hay que tener mucha suerte para ser feliz en el matrimonio.
____ 7. Como soltero se puede alcanzar la felicidad y servir a los demás.
____ 8. El sacerdocio y la vida religiosa son vocaciones que nada tienen que ver con la comunidad.
____ 9. El laico no tiene nada que ver con la Iglesia.
____ 10. Cada uno tiene su propio destino en la vida.
Hoja de trabajo del animador. Respuestas y comentarios
1. La respuesta es verdadero, porque todos sin distinción tenemos una vocación, es decir, un llamado de
Dios y es nuestra tarea descubrirlo y responder al Señor con generosidad.
2. Es verdadero, porque a pesar de la influencia del medio ambiente, la familia o los amigos, la respuesta al
llamado de Dios es personal: “Es a mí a quien llama, soy yo quien debe responder”.
Temas para jóvenes
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3. Es verdadero, porque es Dios quien ha tenido la iniciativa de buscar al hombre para hacerlo hijo suyo.
4. Es falso, porque la vocación es un llamado al servicio para la construcción del Reino de Dios y no busca
el lucro o los bienes materiales.
5. Es falso, porque en este aspecto la vocación quedaría reducida al campo intelectual y la vocación abarca
al hombre en su totalidad.
6. Es falso, pues no se debe a la suerte, sino que la elección libre permite realizarse como pareja en el
amor.
7. Es verdadero, ya que la soltería, asumida como opción de vida cristiana, es signo de la libertad de Jesús,
dispuesto para una multitud de servicios en medio del mundo.
8. Es falsa, pues tanto los sacerdotes como las religiosas han salido de la comunidad y están al servicio de
Dios en la misma.
9. Es falso, pues de acuerdo con la pregunta, en la actualidad la mayoría de los laicos (bautizados) no
viven ningún compromiso con la Iglesia.
10. Es falso, ya que al hablar de destino estamos haciendo a un lado la vocación que cada uno tiene, pues
ésta exige una respuesta libre y en el destino no tiene cabida la libertad.
Iluminar
¿Qué es la vocación?
Es la llamada de Dios al ser humano que ha escogido para que realice determinada Misión, otorgándole
las cualidades y aptitudes necesarias para que responda de manera generosa a la invitación. La vocación
tiene tres elementos:
• La llamada. Es Dios quien toma la iniciativa: Yavé vio que Moisés se acercaba para mirar, Dios lo llamó de en
medio de la zarza: “¡Moisés, Moisés!”, y él respondió: “Aquí estoy.” (Ex 3, 4).
• La respuesta. Esta respuesta tiene unas características, debe ser confiada, libre, conciente y renovarse
todos los días. La respuesta del ser humano se puede expresar con la palabra opción que significa:
lanzarme con todo lo que soy y tengo tras algo. Es disponerme con alegría y generosidad a la voluntad
de Dios: Yavé dijo a Moisés, en el país de Madián: “Regresa a Egipto, pues ya murieron los que querían tu
muerte.” (Ex 4,18).
• La Misión. Es la colaboración en la construcción del Reino de Dios. Es decir, Dios y el ser humano
trabajando juntos. Es en la Iglesia donde se realiza la Misión concreta de cada creyente. Dios dijo: El
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Semana de animación misionera 2
clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí y he visto cómo los egipcios los oprimen. Ve, pues, yo te envío a
Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel (Ex 3, 7, 10).
Dimensiones de la vocación
• Histórica. Toda vocación se da dentro de la historia y en una comunidad concreta para transformarla
según el plan de Dios.
• Profética. Es el anuncio de la Buena Nueva, el proyecto de vida de Dios, y es la denuncia de todo lo que
se opone a ese proyecto de vida de Dios.
• Liberadora. Libera a todos de aquello que los oprime, tanto al que es llamado como a la comunidad.
Vocación humana
La primera llamada que Dios nos hace es a la vida, a existir como seres humanos. El ser humano recibe
la vida no como una cosa ya hecha, sino como una tarea. En este sentido, el ser humano no nace... se
hace.
Nuestra primera vocación es la vocación al ser y a ser personas. La primera vocación del ser humano es
construirse como ser humano. Todas las demás vocaciones son complementarias, ya que concretan esta
vocación común a todos16.
El ser humano como persona
La tarea del ser humano es construirse como persona. Pero ¿qué significa ser persona? ¿Cuáles son las
características que definen a la persona?
• La persona se conoce a sí misma. La persona es un individuo que tiene autoconciencia, lo cual quiere
decir que es consciente de su propia identidad y tiene una relación positiva consigo mismo. Conoce
su propia vida y acepta lo que en realidad es, como sus capacidades y cualidades, sus limitaciones y
defectos. La persona reconoce lo bueno y lo malo que hay dentro de sí.
• La persona actúa en libertad. La persona es un individuo con capacidad de autodeterminación. Por
ser libre, tiene opciones y toma decisiones responsables en forma autónoma. Para la persona ser libre
significa ser dueño de sí mismo y ser el protagonista de la propia vida porque se puede decidir sobre ella.
16
Cfr. Juan Pablo II, Cruzando el umbral de la Esperanza, Plaza y Janés, Barcelona, 1994, p. 131.
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• La persona es un individuo que vive de valores. Descubre valores importantes en su vida (justicia, paz,
solidaridad, fraternidad, entre otros), los elige conscientemente y los vive con fidelidad. Vivir sin valores
es negarse a vivir como persona.
• La persona tiene una relación positiva con los demás. La persona es un ser abierto a los demás, un ser
en relación. El ser humano es una persona en la medida que va creando relaciones positivas con otros
seres humanos. Esto implica:
• Reconocer que el otro es una persona.
• Evitar todo intento de manipulación, posesión o dominio.
• Aceptar al otro como alguien distinto.
• Valorar lo positivo de los demás.
• Tener una actitud comprensiva.
Necesidad del Bautismo
Jesús se hizo bautizar por Juan (Mt 3,13-17); de esta manera, el Bautismo se constituyó como signo de
aceptación de su doctrina.
Fue en ocasión solemne, antes de la Ascensión, cuando proclamó el rito del Bautismo para los que se
hicieron sus discípulos: Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28, 19). Y les dijo: Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena
Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará; el que se niegue a creer será condenado (Mc 16, 15-16).
Los apóstoles, después de predicar la Buena Nueva de Jesucristo, admitían en la Iglesia, mediante el
Bautismo, a los creyentes: Los que acogieron la palabra de Pedro se bautizaron, y aquel día se unieron a ellos unas
tres mil personas (Hch 2, 41).
De la necesidad del Bautismo habla el mismo Jesús en diferentes partes del Evangelio. En el coloquio con
Nicodemo Jesús habló acerca de la necesidad de un nuevo nacimiento, que es triunfo del que entra en la
vía de salvación en el Reino de Dios: Jesús le contestó: “En verdad te digo que nadie puede ver el Reino de Dios si
no nace de nuevo desde arriba” (Jn 3, 3); El que crea y se bautice, se salvará; el que se niegue a creer será condenado
(Mc 16, 16).
Diálogo
¿Por qué nos bautizaron nuestros padres? ¿El bautismo ha significado algo en nuestras vidas? ¿Si tuviéramos
la oportunidad de volver a bautizarnos, lo haríamos?
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Vocación cristiana
La vocación cristiana es la vida nueva del bautizado. Cristo: vida nueva del hombre.
Por medio del Bautismo Dios nos llama a la vida cristiana, es decir, a convertirnos en hijos y templos de
Dios, en miembros de la Iglesia, en seguidores de Cristo; nos invita a la construcción del Reino de Dios
en nuestra sociedad.
Muertos y resucitados con Cristo
El Bautismo es el primer signo de nuestra definitiva opción por Cristo; es el sacramento que nos da esa
vida nueva, que es la vida de Cristo: Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, siendo el primero y primicia
de los que se durmieron. Un hombre trajo la muerte, y un hombre también trae la resurrección de los muertos. Todos
mueren por estar incluidos en Adán, y todos también recibirán la vida en Cristo (1Cor 15, 20-22).
En el Bautismo, la muerte y resurrección de Cristo se hacen nuestras muerte y resurrección. El agua
bautismal nos hace morir con Cristo al pecado y resucitar con Cristo a una vida nueva de Dios en
nosotros: ¿No saben que todos nosotros, al ser bautizados en Cristo Jesús, hemos sido sumergidos en su muerte? Por
este bautismo en su muerte fuimos sepultados con Cristo, y así como Cristo fue resucitado entre los muertos por la
Gloria del Padre, así también nosotros empezamos una vida nueva. Si la comunión en su muerte nos injertó en él,
también compartiremos su resurrección. Como ustedes saben, el hombre viejo que está en nosotros ha sido crucificado
con Cristo. Las fuerzas vivas del pecado han sido destruidas para que no sirvamos más al pecado. Hemos muerto, ¿no
es cierto? Entonces ya no le debemos nada. Pero si hemos muerto con Cristo, debemos creer que también viviremos con
él (Rm 6, 3-8).
En la Biblia el agua tiene un doble significado: el diluvio que destruye y la fuente que da vida y fertilidad.
Este simbolismo de muerte-vida se realiza en el bautismo.
Con el Sacramento del Bautismo nuestra vida está orientada a Jesucristo porque nos hace llevar en el alma
un sello imborrable: el carácter bautismal, el cual nos convierte en cristianos para siempre (cfr. Ef 4, 30).
La nueva vida de los hijos de Dios
Quien recibe las aguas del Bautismo se transforma en una nueva criatura, en hombre nuevo, porque
participa de la naturaleza divina y se convierte en hijo de Dios: No te extrañes de que te haya dicho: “Necesitan
nacer de nuevo desde arriba” (Jn 3, 7). El bautizado, como hombre nuevo, está llamado a vivir una vida
nueva: la vida en Cristo. La vestidura blanca y la vela encendida que llevaron nuestros papás cuando nos
bautizaron son las señales de que hemos empezado a vivir una vida nueva con los siguientes valores:
• Vida nueva de fe porque creemos en Cristo.
• Vida nueva de esperanza porque esperamos la vida eterna.
• Vida nueva de amor porque amamos a Dios y al prójimo.
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Con esta vida nueva los cristianos estamos llamados a ser luz en el mundo, es decir, a construir un mundo
de hermanos en donde haya justicia, igualdad, solidaridad, paz y amor.
“Ser bautizado es buscar el Reino de Dios en este mundo, combatiendo todo sistema que esté basado en
la acumulación de riqueza, en la explotación del trabajador y en la dominación ideológica. Es luchar por
una sociedad, en la cual las personas puedan ser más libres, más humanas, más responsables, más amigas
y más felices.
Ser bautizado es abrazar la causa de justicia de los pobres, con los cuales Jesús se identificó y renunciar a
la opresión de otras personas.
Ser bautizado es vivir en el Espíritu de Dios, conservando la paz, en medio del conflicto social, sin dejar
que la ira y el odio nos dominen, con un compromiso efectivo de amor en la construcción de una sociedad
fraterna. Ser bautizado es pasar de la muerte a la vida y comprometerse con el proyecto de Dios, que es
hacer nuevas todas las cosas. Ser bautizado es mirar la realidad con los ojos de Dios y asumirla con los
mismos sentimientos de Jesús, denunciando los signos de muerte y anticipando el Reino de Dios en la
solidaridad, la justicia, los derechos a la vida y a la paz”17.
Hijos y templos de Dios
El Bautismo nos hace hijos de Dios porque nos da la misma vida de Cristo, el Hijo de Dios por naturaleza.
Por la gracia recibida Dios comienza a habitar en nosotros: Entonces no vuelvan al miedo; ustedes no recibieron
un espíritu de esclavos, sino el espíritu propio de los hijos, que nos permite gritar: ¡Abba!, o sea ¡Padre! El Espíritu
asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Siendo hijos, son también herederos; la herencia de Dios será
nuestra y la compartiremos con Cristo. Y si hemos sufrido con él, estaremos con él también en la Gloria (Rm 8,15-17);
¿No saben que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios,
Dios lo destruirá a él. El templo de Dios es sagrado, y ese templo son ustedes. Que nadie se engañe. Si uno es sabio
según el mundo y pasa por tal entre ustedes, que se haga tonto y llegará a ser sabio (1Cor 3, 16-18).
Miembros de la Iglesia
El libro de los Hechos de los Apóstoles nos indica que el bautismo es una incorporación a la comunidad
de creyentes (cfr. 2, 41; 5, 16; 11, 24) o Pueblo de Dios y Cuerpo Místico de Cristo.
El bautismo nos hace una parte del Cuerpo Místico de Cristo, cuya cabeza es el mismo Cristo: Ustedes
antes no eran su pueblo, pero ahora son pueblo de Dios; no habían alcanzado su misericordia, más ahora les
ha sido concedida su misericordia (1Pe 2, 10); Ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno en su lugar es parte de
él (1Cor 12, 12-27). Por el Bautismo, efectivamente, entramos a formar parte de la familia de los fieles, que
17
E. Martínez, El bautismo en nuestra comunidad cristiana.
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es la Iglesia. Nuestros hermanos son todos los bautizados. Además, el Bautismo nos hace hijos de Dios y
por eso podemos llamarlo Padre y dirigirnos a Él con las palabras que Jesús nos enseñó.
Hay un detalle importante en la enseñanza de Jesús, que dice: “Padre nuestro” (no “Padre mío”. Este
“nuestro” significa que es Padre de todos; si fuera sólo de unos cuantos debería especificarse: “de nosotros
los latinos, los blancos, los negros”. Existe además la palabra explícita de Cristo que aclara este “nuestro”
en el sentido de “todos”.
El Bautismo, por el que se recibe la vida de la gracia (la gracia santificante), es un derecho de todos, ya que
es camino ordinario de salvación: Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en
el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28, 19).
El derecho al Bautismo supone el derecho a la fe, ya que sin ésta no hay Bautismo. Si no creemos en Dios
y en Jesucristo, no tiene sentido pedir el Bautismo, ni tampoco se le puede recibir.
De hecho cuando se bautiza a los niños es necesario que los padres, los padrinos y la comunidad cristiana
compartan su fe con los pequeños y se comprometan a educarlos y formarlos para que asuman su
responsabilidad cristiana.
Los cristianos vivimos nuestro compromiso bautismal con la Iglesia y en la sociedad. Además:
• Creemos en la fe por la predicación del Evangelio y en la catequesis: Los que acogieron la palabra de Pedro
se bautizaron, y aquel día se unieron a ellos unas tres mil personas (Hch 2, 41).
• Creemos en la esperanza por la oración (cfr. Mt 6, 8-13).
• Creemos en el amor, por la celebración de la Eucaristía, por la práctica del mandato del amor al prójimo
Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. Ustedes deben amarse unos a otros como yo los
he amado (Jn 13, 34).
El Bautismo, además de exigirnos vivir como hijos de Dios, requiere que nos comportemos como
miembros activos de la Iglesia de Jesucristo, dando testimonio de fe y razón de nuestra esperanza. Nos
pide ser libres como hijos de Dios y amarnos como hermanos. Si en nuestra sociedad hay oscuridad ¿qué
luces podemos encender los cristianos?
Bautismo y vocaciones específicas
El Bautismo es la vocación primera y fundamental del cristiano. De esta vocación nacen diversas
vocaciones específicas (laicado, sacerdotal, religiosa), que no son algo añadido a la vocación bautismal,
sino formas concretas de vivir nuestro Bautismo.
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Vocación no es profesión
¿Dónde está la diferencia entre vocación y profesión? La diferencia es sencilla: la vocación se vive, la
profesión se ejerce. La vocación se vive todo el día, todo el año, toda la vida. ¡Siempre! La vocación es
vivencia, es vida.
La profesión, en cambio, sólo se ejercita por un tiempo determinado; por ejemplo, durante ocho horas de
trabajo o por el tiempo que dura la jornada laboral. En la profesión el tiempo es medido, tiene un horario.
Además, por lo que toca a las profesiones, son innumerables y todas ellas pueden ejercitarse por cualquier
persona sin importar su credo religioso, lo cual no sucede con la vocación entendida como tal, porque
algunas de ellas sólo competen a los bautizados.
Compromiso
El animador motivará a los participantes para que asistan al encuentro vocacional que se realizará en esa semana de
animación.
Como tarea, los participantes preguntarán al párroco, al misionero y a las religiosas, aspectos ilustrativos de su vocación.
En la siguiente sesión el animador dedicará 15 minutos para comentar las respuestas.
Ejemplos de preguntas
¿Cuál es su edad y cuántos años tiene de servicio religioso?
¿A qué edad ingresó al seminario?
¿Qué le motivó a entrar?
¿Ha encontrado la felicidad y la realización personal en ese estado de vida?
¿Cuál es la diferencia entre ser sacerdote, ser misionero, ser religioso(a) y ser laico?
¿Qué es una diócesis? ¿Cuantos sacerdotes hay en la diócesis?
Celebramos
El animador creará el ambiente para hacer la oración de las vocaciones.
Oración Misionera
Señor Jesús,
que diste tu vida
por nuestra salvación,
ayúdanos a continuar
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construyendo tu Reino
de paz, justicia y amor.
Infunde en el corazón
de todos los cristianos
el deseo de transmitir tu Palabra.
Cultiva en el corazón de los jóvenes
el sublime ideal de entregarse
al servicio de los demás.
Sostén el ánimo de aquellos
que, abandonándolo todo,
cumplen tu mandato de ir por el mundo
anunciando la Buena Nueva.
Crea en mí un corazón misionero.
Amén.
Canción de Jeremías
Tengo que gritar, tengo que arriesgar.
¡Ay de mí, si no lo hago!
¿Cómo escapar de ti, cómo no hablar,
si tu voz me quema adentro?
Tengo que hablar, tengo que luchar.
¡Ay de mí, si no lo hago!
¿Cómo escapar de ti, cómo no hablar,
si tu voz me quema adentro?
Antes que te formaras dentro
del vientre de tu madre,
antes que tú nacieras,
te conocía y te consagré.
Para ser mi profeta de las naciones
yo te escogí, irás donde te envíe
y lo que te mande proclamarás.
No temas arriesgarte,
porque contigo yo estaré.
No temas anunciarme,
porque en tu boca yo hablaré.
Te encargo hoy mi pueblo,
para arrancar y derribar,
para edificar, destruirás y plantarás.
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Deja a tus hermanos,
deja a tu padre y a tu madre;
abandona tu casa, porque
la tierra gritando está.
Nada traigas contigo,
porque a tu lado yo estaré.
Es hora de luchar, porque
mi pueblo sufriendo está.
Material complementario
Cristo es el hombre nuevo
Cristo, por el estilo de su vida y de su mensaje y, sobre todo, por su misterio pascual –muerte y resurrección–
se presenta en la historia humana como el hombre nuevo, el primogénito de la nueva creación y de la
nueva humanidad.
En Cristo quedaron vencidos el pecado y la muerte. En Cristo nace de nuevo el hombre de las primeras
páginas de la Biblia: el hombre centro del universo, hijo de Dios, totalmente libre, en perfecta armonía
con la naturaleza, consigo mismo, con los otros hombres y con el Señor de la vida.
En Cristo desaparecerán hasta los mismos límites del espacio, del tiempo y de la muerte, abriendo con su
resurrección nuevos caminos a la esperanza y a la certeza de una vida sin límites en Dios.
En Cristo resucitado el ser humano descubre su dignidad, su vocación y su destino, porque Cristo vive ya
hoy la realidad gloriosa que nosotros viviremos un día. Cristo es el hombre nuevo y, al mismo tiempo, es
la vida nueva del hombre.
No hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres ningún otro Nombre por el que
debamos ser salvados. (Hch 4, 12).
Jesús contestó: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí” (Jn 14, 6).
El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida (1Jn 5, 12).
En verdad les digo: El que escucha mi palabra y cree en el que me ha enviado, vive de vida eterna; ya o habrá juicio
para él, porque ha pasado de la muerte a la vida (Jn 5, 24).
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Su vocación: ser personas maduras
Como jóvenes que son, miran al futuro, no están estancados en el presente. Deben decidir en qué dirección
quieren ir y, después, tener la mirada fija en el norte. Los ideales mediocres no gustan a la gente joven.
Prefieren zambullirse a fondo. Es su derecho o, mejor, deber suyo tener altas miras. Sus aspiraciones
deben ser excelsas. Sus ideales deben ser altos. Esfuércense por formarse un carácter que sea fuerte, rico
y coherente, que sea libre y responsable, sensible a los valores verdaderos. Un carácter que asuma la
superioridad del ser sobre el tener, que haga frente a los retos y tentaciones de la evasión, el compromiso
fácil y el cálculo inhumano y egoísta.
Su caminar por los senderos de la verdad, la sinceridad y la autenticidad, tiene un modelo ideal. El
modelo es Jesucristo, Cristo en su humanidad, Cristo hombre. Pero noten que Él no es sólo la meta, es
también el camino que conduce a donde van. Y en el camino actúa como pastor: llega incluso a darse
a sí mismo en alimento para el viaje. Acoger la llamada de Cristo es camino seguro para responder a su
vocación de llegar a ser personas adultas, plenamente maduras. Y ésta es la aspiración fundamental de
todo joven digno.18
Ser persona es una vocación
La vocación significa “llamada”. Uno descubre su vocación cuando descubre su llamada. Y uno se
pregunta: yo ¿para qué vivo?, ¿qué debo hacer en mi vida?.
La respuesta positiva a esa pregunta es la vocación: vivo para esto, el sentido de vivir para mí es este, me
siento llamado a ser persona como vocación fundamental.
Puede ser que nunca me haya planteado cuál es mi vocación, o que no haya podido hacerlo por cubrir
otras necesidades más urgentes. Por eso, la vocación es, sin más, dónde me ha puesto la sociedad, a dónde
me ha llevado la vida o las circunstancias.
La vocación a ser persona se descubre, en primer lugar, dentro de uno mismo, cuando se aprende a
estar en silencio consigo mismo y se descubre poco a poco cuáles son los propios valores, aspiraciones y
posibilidades.
Entonces uno va tomando conciencia de sí mismo: “Podría hacer esto o esto otro, debería actuar así y no
de la otra forma”. Uno se da cuenta de que está vivo y que la vida hay que vivirla con ganas, de modo
que merezca la pena.
Pero la vocación también se va descubriendo fuera de uno mismo, porque nadie vive aislado, sino muy
relacionado con lo que pasa alrededor. La vida que uno lleve afecta a los demás y viceversa.
Discurso de Juan Pablo ii dirigido a los jóvenes, tomado de L’Osservatore Romano, núm. 8, 22 de febrero de 1981, pp. 9-10.
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Entonces, hay que saber mirar fuera, sobre todo a las personas de verdad, a su forma de vivir. Hay que mirar,
también, la otra cara de nuestra sociedad: la miseria, la soledad, la ignorancia, el dolor, porque cuando
voy buscando mi vocación como persona todas estas cosas me están preguntando: “Y tú, ¿qué?”.
Cuando una persona va descubriendo su vocación, va viviendo en la línea de la persona, y cuando más
auténticamente se vive, mejor puede ir descubriéndose como persona. Puede encontrar dificultades, pero
dentro de sí sabe a dónde va, qué es lo que va buscando y tiende a ello aunque en un momento no pueda
realizarlo como quisiera.
Por eso la vocación es como el esqueleto de la vida, lo nuclear, la percha de donde se sostienen todas
las demás cosas. La vocación, que es el modo de ser de la persona y el sentido que uno descubre a su
propia vida, no termina, no puede estancarse, porque vivir no es pararse: la persona siempre ha de estar
creciendo, progresando, realizándose.
La persona podrá tener salud o enfermedad, éxitos o fracasos, comodidades o incomodidades, alegrías
o penas, certezas o dudas, momentos de expansión, de dificultad. pero en todos ellos es fiel a lo que ha
descubierto como su vocación.19
Bibliografía
Autor desconocido, Oraciones vocacionales y misioneras, CSF y MS, Colombia.
Curso Vocacional 3, Hijos del Padre: Bautismo, Colombia.
Curso Vocacional 4, Espiritualidad bautismal, Colombia.
González R., Javier, Un proceso de formación para los grupos juveniles 3, Alba, México, 1995.
19
Cfr. Javier González, Un proceso de formación para los grupos juveniles 3, Alba, México, 1995.
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Tema 5: María y la Misión evangelizadora
Objetivo: Que el joven descubra en la persona y Misión de María, aspectos concretos que le ayuden a
reafirmar su fe en Jesucristo y esclarecer su devoción en ella en el compromiso cristiano.
Ambientación
Salmos desde la ternura a María, la Virgen
Tú eres, María, la experiencia más bella de Evangelio.
En ti Dios se ha hecho Noticia Buena para el hombre.
Eres como la luz del alba que abre camino al sol,
eres esa estrella matutina que anuncia el día.
Eres la mujer creyente que acoge y guarda la Palabra,
la mujer que entra en el plan de Dios libre y gozosa.
Eres estilo de vida nuevo y fascinante en la historia,
eres, María, la Virgen bella y fecunda de Nazaret.
Por eso te aclamamos y te alabamos.
Ave María
Mi corazón se alegra ante tu presencia luminosa;
mi corazón busca en el tuyo un camino de verdad;
mi corazón se abre a tu vida limpia y profunda;
mi corazón busca en tus oídos un camino en libertad.
Me siento feliz porque eres madre y eres Virgen;
me siento feliz porque eres como un lago profundo de paz;
me siento feliz porque eres limpia como la luz de las estrellas;
me siento feliz porque eres libre como agua de manantial.
Por eso te aclamamos y te alabamos.
Ave María
Eras joven, María, cuando revolucionaste la historia,
eras joven cuando Dios, de puntillas, llamó a tu puerta;
eras joven cuando dijiste “Sí” a su proyecto de vida;
eras joven cuando diste, decidida, a su plan, respuesta.
Eras joven y te abriste a Dios como la flor al sol;
eras joven y dejaste a Dios que entrara libre en tu tienda;
eras joven y tus alas alzaron el vuelo hasta la cumbre;
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eras joven y en tu vida, con Dios, entró el ritmo de la fiesta.
Por eso te aclamamos y te alabamos.
Ave María
Tu corazón joven dijo: “Hágase en mí según tu Palabra”.
Tu corazón joven dijo: “Tus caminos son mis caminos”.
Tu corazón joven dijo: “¿Qué quieres Señor que haga?”.
Tu corazón joven dijo: “Tu proyecto es mi proyecto”.
Tu corazón joven dijo: “Me alegro en el Dios que me salva”.
Por eso te aclamamos y te alabamos.
Ave María
Gracias, María, por tu corazón bueno y disponible.
Gracias, María, por tu corazón de ojos limpios y puros.
Gracias, María, por tu corazón sincero y transparente.
Gracias, María, por tu corazón claro y luminoso.
Gracias, María, por tu corazón sencillo y humilde.
Gracias, María, por tu corazón lleno de luz y de amor.
Gracias, María, por tu corazón abierto al infinito.
Gracias, María, por tu corazón joven;
sencillamente joven.
Por eso te aclamamos y te alabamos.
Ave María
Aquí me tienes, en busca de un camino libre de fe.
Aquí me tienes, en busca de un proyecto de vida.
Aquí me tienes, en busca de Alguien en quien dejar mi amor.
Aquí me tienes, en busca de semillas de alegría.
Aquí me tienes, en busca de la paz y el bien.
Aquí me tienes, en busca de un sendero de justicia.
Aquí me tienes, en busca del rostro del Dios vivo.
Aquí me tienes, en busca de la libertad perdida.
Gloria a ti, María, casa donde Dios mora!
Gloria a ti, María, madre de Cristo y Madre mía!
Por eso te aclamamos y te alabamos.
Ave María
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María de Nazaret
María de Nazaret,
María me cautivó,
hizo más fuerte mi fe
y por hijo me adoptó.
A veces cuando me pongo a rezar,
en mis pensamientos vuelvo a soñar,
y con sentimiento empiezo a cantar.
María de Nazaret.
La Virgen a quien Dios Padre eligió,
por madre del Hijo santo de Dios.
María que nos conduce al amor,
María de mi Señor.
Ave María. (3)
Madre de Dios.
Mujer que trajiste al Dios de la paz,
de todos los hombres madre serás,
en nuestros caminos siempre estarás,
llevándonos hasta Dios.
María, que vio a Jesús caminar,
María, que le ha enseñado a hablar,
María, la que sabía escuchar,
María, de Nazaret.
Hecho de vida
El animador hará las siguientes preguntas para darse una idea del conocimiento que los jóvenes tienen acerca de la
Virgen María:
• ¿En dónde nació la Virgen María?
• ¿Cómo llegó a ser venerada?
• ¿Qué ha hecho la Virgen María en ti para que la veneres?
• Escribe todo lo que sabes acerca de la Virgen María.
En el tema de la evangelización no se puede omitir la presencia de María; incluso, en la carta de san Pablo
a los Romanos dice: “por Eva fueron cerradas a los hombres las puertas del paraíso, por María han sido
abiertas de nuevo” (Rm 5, 12-21; 1Cor 15, 21-22, 45-49). Ahora con el correr de los tiempos la presencia
de María ha venido ocupando un espacio en la vida de la Iglesia y de cada uno de los cristianos.
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Sin embargo, aún se nota en gran parte de los católicos una devoción muy desencarnada de lo que
realmente la persona de María es y fue en su vida cotidiana, como mujer sujeta a una historia, a un
tiempo y a una cultura.
El contenido de la devoción a María, arraigado en la conciencia de nuestro pueblo, sólo se ocupa de rezar
novenas, encender veladoras, portar una medalla, poner algún altar en casa, en la calle o en cualquier
otro lugar. Esta forma de expresar la fe en María en ocasiones nos desliga de nuestra responsabilidad
de conversión y reconciliación; es decir, de un compromiso, pues se piensa que con sólo los actos de
devoción María nos salvará.
Iluminación
La Anunciación (Lc 1, 28-35, 38)
La lectura se puede acompañar con música de fondo y con imágenes.
Llegó el ángel hasta ella y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.” María quedó muy conmovida al
oír estas palabras, y se preguntaba qué significaría tal saludo.
Pero el ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz
un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le
dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás.”
María entonces dijo al ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?” Contestó el ángel: El Espíritu Santo descenderá
sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de
Dios.
Dijo María: “Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho.” Después la dejó el ángel.
También se puede escenificar: N: Narrador. M: María. A: Ángel.
Se recomienda al encargado de temas que la clase anterior se ponga de acuerdo con los jóvenes para ver quiénes
participarán en la lectura y qué personaje interpretará cada quién; además tendrán que estudiar y preparar la lectura
en casa.
N: En aquel tiempo Dios envió al ángel Gabriel a una joven virgen que vivía en una ciudad de Galilea
llamada Nazaret, y que era prometida de José, de la familia de David. Entró el ángel a su casa y le dijo:
A: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
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N: Ella se conturbó por estas palabras y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo:
A: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz
un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande, se le llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios
le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.
N: María respondió al ángel:
M: ¿Cómo será esto puesto que no conozco varón?
N: El ángel le respondió:
A: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de
nacer será santo y se le llamará Hijo de Dios.
N: Entonces dijo María:
M: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.
N: Y el ángel, dejándola, se fue.
Las estampas de la Virgen María
Se proporcionan al grupo imágenes de la Santísima Virgen. Cada participante escogerá aquella con la que más se
identifique. Se pedirá a algunas personas que expresen las razones de su devoción. Es importante aclarar que, con
respecto a Jesús, la Virgen es la misma Madre de Dios, pero con diferentes advocaciones o nombres.
María: modelo para la juventud actual
María, la joven de Nazaret
María fue una muchacha de su tiempo. Sin duda, tuvo la vida normal de una joven israelita en el seno de
una familia creyente, según los usos y costumbres de su época. Creció con las ilusiones lógicas de su edad
y compartió la esperanza de su pueblo con respecto a las promesas de Dios.
Aún era una jovencita cuando Dios le propuso la noble Misión de ser la madre del Salvador. Dios, de esta
manera, irrumpe en la vida de María cuando ella es joven, cuando apenas empieza a abrirse al mundo,
cuando su corazón está lleno de ilusiones, de proyectos y de grandes ideales.
Y María se entrega generosamente al plan de Dios. Le dice “Sí”, firma en blanco para el Dios sorprendente
que la va a llevar por caminos insospechados y nuevos.
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Con su respuesta, María pone de manifiesto una gran capacidad de fe, confianza, entrega y disponibilidad,
pero también muestra su espíritu joven por aceptar el compromiso arriesgado, por su apertura a lo nuevo
y por su gran corazón.
Actitudes fundamentales de María
• Contemplación. María aparece en los evangelios como una mujer que medita y profundiza los
acontecimientos para descubrir en ellos la luz de la Palabra de Dios. Ella guarda en su corazón palabras,
gestos y actitudes, intuyendo que se encuentra ante el hecho misterioso de la salvación de Dios. Hoy en
día, el mundo necesita personas contemplativas que, a la luz de la fe mediten la presencia de Dios en
nuestra historia.
• Disponibilidad absoluta a Dios. El “Sí” de María en la Anunciación es generoso y total, no sabe de
tacañerías, limitaciones y condiciones. María siempre estuvo de parte de Dios, al servicio de su acción
en el mundo. Ella es modelo de disponibilidad absoluta al amor de Dios y de lo que Él nos pide para la
construcción del Reino en nuestra sociedad.
• Servicio dedicado a los demás. La vida de María fue una vida de servicio. La ayuda que prestó a su
prima Isabel (Lc 1, 39-45), a los novios de Caná (Jn 2,1-15) y a los temerosos discípulos reunidos en el
cenáculo (Hch 1,14) es un botón de muestra. Con esta actitud de servicio María nos enseña que a Dios
lo encontramos en el hermano que tiene necesidad de ayuda.
• Comprometida en la tarea de la liberación. María tiene la experiencia vital de su pobreza y la necesidad de
la intervención salvadora de Dios. Ella es la primera entre los humildes y olvidados de la tierra. Ella es
la primera persona liberada por Dios: porque se fijó en su humilde esclava, y desde ahora todas las generaciones
me llamarán feliz (Lc 1, 48). En el canto del Magnificat (Lc 1, 46-55), María proclama que Dios ayuda
a los humildes y cambia la situación de injusticia, de opresión y de privilegio que tratan de mantener
los poderosos en su propio provecho. María es signo de liberación para todos nosotros. Como ella,
contando con la ayuda de Dios, podemos aspirar a nuestra propia y total liberación del mal, del pecado
y de las esclavitudes o situaciones injustas.
• Fidelidad en el sufrimiento. María, unida en todo a su hijo Jesús, pronto conoce bien el alcance de las
palabras que le dijo el anciano Simeón: mientras a ti misma una espada te atravesará el alma. Por este medio,
sin embargo, saldrán a la luz los pensamientos íntimos de los hombres (Lc 2, 35). María sintió esa espada de
dolor a lo largo de toda su vida en forma de destierro, angustia, persecución, incomprensión, pérdida de
su Hijo y soledad. El dolor de María alcanzó su punto culminante en el calvario. Ahí, de pie junto a la
cruz, ve morir a su Hijo: Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su madre, esposa
de Cleofás, y María de Magdala (Jn 19,25). Tiene la experiencia más amarga de la injusticia y de su propia
impotencia. María, con su fortaleza, nos descubre el sentido cristiano del dolor y nos anima a continuar
con fidelidad y esfuerzo nuestras responsabilidades de hombres y de cristianos.
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Semana de animación misionera 2
• La joven María: un modelo para los jóvenes. María comprende a los jóvenes. Ella fue una mujer que vivió
plenamente la etapa de su juventud, compartió las ilusiones de los jóvenes de su tiempo y acompañó
atentamente la adolescencia y juventud de su hijo Jesucristo. En María aparecen bien definidos los
rasgos propios de la juventud de todo tiempo: generosidad, entrega, compromiso, ilusión, disponibilidad
y apertura a lo nuevo. ¡Todo un ejemplo de cómo ser joven cristiano en el mundo actual!
• María y la Misión evangelizadora. María es la primera evangelizada y la primera evangelizadora de los
tiempos nuevos. La primera evangelizada, pues es la primera a la que viene dado el anuncio del salvador
(Lc 1, 26-38). María es el mejor y primer ejemplo de acogida de la Palabra y de celosa guardiana de
la misma, la tierra buena donde la semilla de Dios produce al máximo. Por esta razón vemos en ella
el modelo más seguro para disponernos a la evangelización, pues nos precedió y supo acoger el más
grande e inaudito anuncio profético. María vive pendiente de la Palabra y ésta constituye su guía,
fortaleza y norma. La primera evangelizadora, pues en María se hace anuncio y profecía la Palabra
acogida: anuncia las grandes cosas hechas en ella por el Todopoderoso (Lc 1, 46-50), revela las obras de
Dios (cfr. Tob 12,15) al descubrirnos lo que ha hecho en ella. María lleva a Juan la Palabra encarnada en
su seno (Lc 1, 39-45) e introduce en su familia el gozo evangélico. En Caná nos enseña que la obediencia
a la Palabra se traduce en disponibilidad para practicarla (Jn 2, 1ss). Por último María presidió el estreno
de la Iglesia en la acción evangelizadora: “En la mañana de Pentecostés Ella presidió con su oración el
comienzo de la Evangelización bajo el influjo del Espíritu Santo”20.
Actitudes marianas para el evangelizador actual
María es modelo acabado para quienes son llamados a vivir una entrega radical a la causa del Evangelio
y a la edificación del Reino. En ella encontramos plasmados los pasos o niveles que forman el entramado
de la vocación apostólica, en la que nos precede como guía segura. La Iglesia nos presenta a María como
pedagoga y maestra de la actitud que debe presidir la vida del evangelizador y que incluye las siguientes
cualidades:
• Contemplación. Nos descubre el plan salvador de la Trinidad sobre el mundo y nos abre a los valores que
encierra el Reino de Dios, los cuales contrastan fuertemente con nuestra escala actual.
• Escucha. Se refiere a la palabra que Dios nos dirige, una palabra que interpela, que invita a participar y
a comprometer la vida, que debe ser acogida y guardada en el corazón como un tesoro para estudiarla
en el silencio orante.
• Respuesta. Se necesita la respuesta del hombre que se hace ofrecimiento, disponibilidad, entrega y
oblación sin reserva de la propia vida para los planes inescrutables de Dios.
• Compromiso o servicio. Por parte de quien se gasta y desgasta por el Evangelio, el único tesoro digno
de invertir en él la propia vida. Cuando lo anterior ocurre, como en caso de María, el plan de Dios
se cumple plenamente en el hombre y su Reino crece en la tierra. Si vemos en María la estrella de la
evangelización estamos reconociendo que es la guía y orientación de la acción evangelizadora de la
Iglesia y de todos los comprometidos en esta noble tarea.
20
Evangelii Nuntiandi, núm. 82.
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El retrato moral de María
Se forman equipos de 5 a 7 personas y a cada equipo se entrega el cuadro que se presenta más adelante.
Se pide a los equipos la siguiente tarea, que de acuerdo con el material que recibieron, expliquen: ¿qué virtud, actitud
o rasgo del texto bíblico ven en María? Se entrega a cada grupo una cartulina para que escriban los resultados de su
reflexión.
Una vez terminado el trabajo se reúne todo el grupo y un representante o secretario de cada equipo presentará y
explicará su cartulina.
El animador hará un resumen final.
Texto biblíco
Dijo María: “Yo soy la servidora del Señor, hágase en
mi tal como me has dicho.” Después la dejó el ángel.
(Lc 1, 38).
Por entonces María tomo su decisión y se fue, sin más
demora, a una ciudad ubicada en los cerros de Judá.
Entro en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
(Lc 1,39-40).
María dijo entonces:
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador.
(Lc 1, 46-47).
Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María,
la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de
Magdala. (Jn 19, 25).
María, por su parte, guardaba todos estos
acontecimientos y los volvía a meditar en su interior.
(Lc 2, 19).
Todos ellos perseveraban juntos en la oración en
compañía de algunas mujeres, de María, la madre
de Jesús, y de sus hermanos. (Hch 1, 14).
Actitud, rasgo o virtud de María
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Semana de animación misionera 2
Celebramos
Madre de los jóvenes
María, admiramos tu ser joven y entregado.
Las cosas no te resultaron nada fáciles,
se te pidió un compromiso duro, una entrega total.
Fuiste la respuesta adecuada, la que agradó a Dios.
Te pedimos ayuda para toda la juventud;
ser joven de verdad es difícil siempre, más aún hoy.
Las ilusiones se pierden en un mundo de desencanto,
los ideales se queman por la inoperancia y la comodidad,
la generosidad, la entrega, la disponibilidad, no se valoran
en esta sociedad egoísta, calculadora y materialista.
Comunica tu fortaleza y honradez a los jóvenes,
tu amor, grande y fiel, que todo lo superó.
Madre de la juventud, comparte a su lado el esfuerzo
de tantos que buscan respuesta en Jesús.
Cuántas veces
Cuántas veces siendo niño te recé,
con mis besos te decía que te amaba,
poco a poco con el tiempo, alejándome de ti,
por caminos que se alejan me perdí.
Poco a poco...
HOY HE VUELTO MADRE A RECORDAR,
CUÁNTAS COSAS
DIJE ANTE TU ALTAR
Y AL REZARTE PUEDO COMPRENDER
QUE UNA MADRE
NO SE CANSA DE ESPERAR
QUE UNA MADRE
NO SE CANSA DE ESPERAR.
Al regreso de ese día sudador,
sonriendo desde lejos me esperabas,
–en la mesa la comida aún caliente
y el mantel y tu abrazo
en mi alegría de volver. (2)
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Aunque el hijo se alejara del hogar,
una madre siempre espera su regreso
–que regalo más hermoso
que a los hijos da el Señor es su madre
y milagro de su amor. (2)
Material complementario
Diálogo: Si María viviera hoy
Si pudiera elegir ¿dónde pondría su casa? ¿Por qué? Descríbela con todos los detalles.
¿Cuál sería su relación con los vecinos? ¿Cómo sería su actitud en la parroquia, en el barrio y con respecto
a las necesidades o asociaciones?
¿Cómo llevaría su noviazgo? ¿Cómo sería su relación con José, una vez casados?
Imagínate las relaciones de Jesús a las distintas edades y su relación con los estudios, la pandilla, grupos,
la Iglesia y su tiempo libre.
¿Qué pensaría y haría con respecto a la tv, la violencia, las drogas, el consumismo, la política, las
vacaciones, el dinero, la vocación y las asociaciones de la Iglesia?
Imagina que María es periodista, azafata, peluquera, campesina, dependienta, enfermera, profesora,
alcaldesa, presentadora de televisión, diputada, agente de tránsito o ama de casa. Describe su posible
manera de pensar, de enfocar la profesión u oficio, y la forma concreta de llevarla a cabo.
Si tuvieras un encuentro con María ¿qué temas tratarías, cómo, en qué clima? ¿Qué preguntas le harías?
¿En qué lugar? ¿A qué hora?
Si le hicieras una entrevista por radio o tv, qué crees que diría con respecto a temas como: armamentismo,
hacienda, política actual, política con respecto al Tercer Mundo, partidos políticos, papel de la Iglesia en
la política y en los problemas sociales, papel de la mujer en la Iglesia y en sociedad, libertad de expresión
en la Iglesia, sentido de comunión y pluralismo, hambre en el mundo, ecología, derechos humanos,
derechos de Dios, juventud, terrorismo, fronteras, consumismo y otros temas de actualidad.
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Carteles de ambientación
Valores que los jóvenes descubren en María
La anunciada en Nazaret
Es el amor que vigila, espera y busca.
Es la escucha atenta a la Palabra de Dios: Dijo María: “Yo soy la servidora del Señor, hágase en mi tal como me
has dicho.” Después la dejó el ángel (Lc 1, 38).
La visitante de su prima Isabel
Es la vida entendida como servicio a Dios y al hombre.
Es la misionera atenta a promover y evangelizar.
El Magnificat es el canto de la liberación:
Por entonces María tomó su decisión y se fue, sin más demora, a una ciudad ubicada en los cerros de Judá. Entró en la
casa de Zacarías y saludó a Isabel. Al oír Isabel su saludo, el niño dio saltos en su vientre. Isabel se llenó del Espíritu
Santo y exclamó en alta voz: “Bendita tú eres entre la s mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Cómo he merecido
yo que venga a mí la madre de mi Señor? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en mis entrañas.
¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor”
María dijo entonces:
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador,
porque se fijó en su humilde esclava,
y desde ahora todas las generaciones me llamarán feliz.
El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí:
¡Santo es su Nombre!
Muestra su misericordia siglo tras siglo
a todos aquellos que viven en su presencia.
Dio un golpe con todo su poder:
deshizo a los soberbios y sus planes.
Derribó a los poderosos de sus tronos
y exaltó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su siervo,
se acordó de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
a Abraham y a sus descendientes para siempre.
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María se quedó unos tres meses con Isabel, y después volvió a su casa (Lc 1, 39ss).
La madre en Belén
Es la virginidad donada y la maternidad fecunda puesta al servicio del Hijo: A una joven virgen que estaba
comprometida en matrimonio con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se llamaba María (Lc 1, 27).
La oferente en Jerusalén
Es la observancia de la ley por amor.
Es el preanuncio del dolor que toca a cada corazón: Mientras a ti misma una espada te atravesará el alma. Por
este medio, sin embargo, saldrán a la luz los pensamientos íntimos de los hombres (Lc 2, 35).
La educadora en Nazaret
Es el ser madre y al mismo tiempo sentirse discípula: Alguien le dijo: “Tu madre y tus hermanos están ahí fuera
y quieren hablar contigo.” (Mt 12, 47).
La auxiliadora en Cana
Es la solicitud por los jóvenes esposos, llena de atenciones: Sucedió que se terminó el vino preparado para la
boda, y se quedaron sin vino. Entonces la madre de Jesús le dijo: “No tienen vino.” (Jn 2, 3).
La dolorosa en el calvario
Es la hora de la cruz, es decir, el misterio del dolor para afrontarlo con coraje: Cerca de la cruz de Jesús estaba
su madre, con María, la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de Magdala (Jn 19, 25).
La llena del Espíritu Santo en el cenáculo
Es estar con los hermanos temerosos y desorientados.
Es pedir y desear el Espíritu y recibirlo en la Iglesia: Todos ellos perseveraban juntos en la oración en compañía
de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos (Hch 1, 14).
¿Cómo hablar de María a los jóvenes de hoy?
La respuesta está una vez más en la línea de la fidelidad que conjuga al mismo tiempo el nuevo conocimiento
y la experiencia que la Iglesia tiene de María, con la situación y las esperanzas de los jóvenes de hoy, sus
interrogantes, exigencias y preocupaciones. En este contexto es donde el educador habla de María. La
vida de la Virgen, su extraordinaria experiencia, su ayuda, ofrecen elementos de respuesta que superan las
expectativas mismas de los jóvenes, convirtiéndose para ellos en elemento de crecimiento y de maduración
cristiana.
El tema se podría prolongar en abanico según las diversas características de la condición juvenil.
Recordamos aquí sólo algunos datos típicos de la situación de los jóvenes, intentando, dentro de esta
misma situación, hablar de María de modo significativo y vital para ellos.
Temas para jóvenes
Semana de animación misionera 2
La experiencia de incertidumbre e inestabilidad que los jóvenes viven hoy los lleva fácilmente a diferir
cualquier tipo de elección, incluso la religiosa. Frente a Cristo, que les provoca salir de una existencia
mediocre y cómoda y a decidirse por Él o en contra de Él, los jóvenes pueden encontrar en María un
modelo de mujer fuerte y libre que supo arriesgar su vida por Dios, fiándose únicamente de su Palabra.
En la afanosa búsqueda del sentido de la propia vida, para superar la alienación, la despersonalización,
los condicionamientos a los que la sociedad actual parece conducir, la experiencia de María dice a los
jóvenes que la vida no es absurda porque Dios tiene un proyecto extraordinario sobre cada hombre.
A los jóvenes que de un modo contradictorio expresan por una parte deseos de participación y de
protagonismo en la vida de la sociedad, y por otra viven en el temor, en la fuga, en la marginación de
la vida con sus responsabilidades y sus compromisos; a su necesidad de establecer un nuevo orden de
relaciones, fundadas en la gratuidad, la igualdad y el amor, María responde con el canto de la humanidad
nueva: el Magnificat. En él se expresa el abandono total a Dios y la solidaridad plena con los humildes, los
pobres, los oprimidos.
Especialmente a las jóvenes, tan sensibles a la revalorización del papel de la mujer en la sociedad
contemporánea, María, la mujer responsable, libre y activa, puede ser una propuesta elocuente y
significativa. Ella enseña que la plena realización de la mujer pasa a través de la maduración progresiva
de la propia capacidad de amar, hasta el don de sí en la acogida, en la gratuidad y en el servicio. En este
contexto se sitúa la educación en la pureza y en la castidad como superación de todo egoísmo hacia la
plena capacidad del amor.
La serie de ejemplos podría continuar. El esfuerzo está en expresar a María, su experiencia, en un proceso
que la haga significativa para los jóvenes de hoy. Sin traicionar su mensaje, sino procurando expresarlo
con la sensibilidad, en los modelos culturales y en los ideales de hoy.
Bibliografía
González R., Javier, Proceso de formación para los grupos juveniles 2, Alba, México, 1995.
González R., Javier, Un proceso de formación para los grupos juveniles 3, Alba, México, 1995.
Mazariegos L., Emilio, Salmos de un corazón joven, CVS, Salamanca, 1995.
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