Ubicación y orientación de las colmenas y abejas

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Ubicación y orientación de las colmenas en invierno
Portal Apícola (10/06/08) Los apiarios se deben situar en un lugar seco donde no haya acumulación
de aire frío. Para orientar las colmenas se debe tener en cuenta la dirección de los vientos fuertes de
cada región.
Cuando las colmenas ingresan al invierno hay un factor muy importante que no debe pasarse por alto: La
ubicación y orientación de las colmenas. La colonia es un ecosistema en equilibrio y si bien las abejas son
organismos de "sangre fría", necesitan mantener el calor dentro de un rango apropiado a las circunstancias y
una ubicación y orientación correcta de la colmena es fundamental para lograrlo.
También es importante mantener la humedad en un nivel aceptable para el desarrollo normal de la colonia.
El exceso de humedad dentro de una colmena, particularmente en invierno, provoca un disturbio sustancial en
la vida de la colonia y desencadena procesos que conducen a la generación de problemas sanitarios que
favorecen la mortandad de abejas.
La humedad se genera en el interior de cada colmena por el consumo de miel que hacen las abejas. Por cada
litro de miel consumida se genera un litro de agua. Esta humedad, en época de actividad de las abejas, sale
de la colmena mediante el mecanismo de ventilación que desarrollan. Pero en invierno las abejas,
arracimadas, no utilizan el batido de alas en la piquera para ventilar, de manera que la colmena en sí debe
estar dispuesta para que se favorezca la ventilación sin la intervención de las abejas.
Si el ambiente externo es muy húmedo el intercambio gaseoso entre la colmena y el exterior favorece la
acumulación de humedad en el interior de aquella, condensándose principalmente en la parte inferior de la
entretapa, en las paredes laterales y en los panales más cercanos a éstas. Esto suele suceder en la zona
cordillerana y esta situación se agrava si el apiario está ubicado erróneamente en un área baja donde se
acumula el aire frío y húmedo que baja de las laderas circundantes. También sucede cuando la población
invernal de abejas no es numerosa.
Es imprescindible que el apicultor tenga conciencia de los mecanismos que utilizan las abejas para mantener
a raya la temperatura y la humedad, ya que sus intervenciones en ningún caso deben interferir con los
mismos. Si lo hace genera una situación de estrés que le abre la puerta a numerosos problemas sanitarios,
muchos de los cuales, especialmente los bacterianos y los fúngicos se desencadenan a partir de situaciones
provocadas por el mismo apicultor. Por el contrario sus intervenciones deben ayudar a la colonia
acompañando a la población de abejas a mantener la temperatura y la humedad dentro de los rangos de
tolerancia. Para ello es fundamental tener en cuenta los siguientes puntos:
- Localizar correctamente el apiario: Ante todo hay
que situar correctamente el apiario en un lugar seco
donde no haya acumulación de aire frío durante las
noches ni tampoco en lugares húmedos.
Además, es muy importante saber detectar los lugares
preferidos por las abejas en forma natural, antes de
ubicar nuestros colmenares. “Dicen que en la
naturaleza las abejas construyen los panales en
sentido norte sur magnético y no de este a oeste
como acostumbramos a colocar los apicultores, y a
decir verdad casi todas las colonias silvestres que
observé tienen esa posición norte sur de sus panales
al menos en el nido de cría”, señala a nuestro medio
Orlando Valega de Apícola Don Guillermo.
- Orientar adecuadamente las colmenas: Hay que
proteger las colmenas de las corrientes ventosas. Es
fundamental evitar el ingreso de aire frío y al mismo
tiempo facilitar el calentamiento solar.
Para ubicar la orientación de la colmena se debe tener
en cuenta la dirección de los vientos fuertes de cada
región. En general es mejor que las piqueras no estén
hacia el sur para evitar las mencionadas corrientes de
frío.
En la orientación de las colmenas, no deben incidir los
vientos dominantes sobre la entrada, ya que bajan o
suben la temperatura de la colonia, y dificultan la
entrada y salida de las abejas.
Además, las colmenas deben ubicarse en sitios
alejados de zonas afectadas por perturbaciones
electrónicas; torres de alta tensión y humo u olores
debido a la influencia que la carga eléctrica ejerce
sobre las abejas.
En el cerebro de varios animales, entre ellos las
abejas, los delfines, las palomas, y las hormigas se da
la existencia de magnetosomas (óxidos férricos, como
la magnetita), se trata de un tejido asociado a las
fibras nerviosas, que es sensible a los cambios del
campo magnético según su intensidad, y que les sirve
para orientarse, como si fuera una auténtica brújula.
Mecanismos de la abeja para mantener la
temperatura
La colonia de abejas posee una serie de
mecanismos que tienden a mantener la temperatura
dentro de un rango que les permite sobrevivir y
desarrollar los trabajos propios en cada estación del
año.
La colonia mantiene su temperatura en los rangos
apropiados merced a los siguientes mecanismos:
Apiñamiento
Las abejas (de distintas edades en forma mezclada)
se apiñan formando un racimo que en invierno se lo
llama "bolo invernal". Los enjambres que
permanecen a la intemperie hasta dirigirse al lugar
definitivo también lo hacen, al igual que las abejas
que son transportadas en forma de paquetes.
Batido de alas
Las alas son empleadas para generar calor o para
ventilar para lo cual generan con ellas un
movimiento circular logrando así sus propósitos.
Calafateo con propóleos
Cuando las aberturas que se dejan en la piquera o
cuando hay demasiada separación de partes
móviles, las abejas calafatean con propóleos
rellenando el exceso de aberturas. Con esto regulan
el intercambio gaseoso entre el espacio interior y el
exterior.
De manera que una de las principales actividades
de una colonia es mantener su temperatura dentro
del rango apropiado a la circunstancia que está
viviendo.
Sobre cómo ven las abejas el Universo
“A las abejas debo horas de la más pura alegría que acompañan el descubrimiento,
entre días de desmayo y esfuerzos frustrados”
Karl Von Frish
Antonio Suárez. Según la opinión de científicos la tercera parte de los alimentos
que nos llevamos a la boca dependen del tenaz trabajo de las abejas. Las
incansables obreras en sus idas y vueltas a las colmenas realizan la polinización de
muchas especies botánicas. Para ello, se valen, de entre otros órganos sensoriales,
de sus cincos ojos. Dos de ellos, de gran tamaño, son compuestos y están situados
a ambos lados de la cabeza. Éstos son utilizados para ver en distancias largas, para
localizar las fuentes del preciado néctar y advertir a sus depredadores en un amplio
campo de visión; los zánganos, los tienen de mayor tamaño que sus congéneres
para poder seguir a la reina en el vuelo nupcial. Los otros tres, son los llamados
simples u ocelos. Están situados entre los compuestos formando un triángulo y son
empleados en las distancias cortas y en situaciones de oscuridad; en sus
desplazamientos entre el espacio reducido de los panales de una colmena o en el
exterior cuando llega el crepúsculo. En suma, todo el sistema visual de la abeja
comprende un campo de visión de 280º.
a. Cabeza de abeja: ojos compuestos y ocelos
Una característica de las abejas es que pertenecen al grupo de los insectos sociales
junto a las avispas, termitas y hormigas. De ellas se han encontrado fósiles del
periodo Devónico, de hace 400 millones de años, de cuando la vida de estos seres
era solitaria; y de hace 100 millones de años, de cuando ya habían adoptado el
sistema de vida estructurado de las colmenas que aporta mayores beneficios a la
especie.
b. Espectros de visión humana y de la abeja
Hasta las investigaciones llevadas a cabo por el premio Nobel Karl Von Frisch no
tuvimos la certeza de la visión en color de las abejas. Sus experimentos
concluyeron que aunque percibían el color no lo hacían de la misma forma que los
humanos.
Estos
diminutos
seres
tienen
desplazado
levemente,
pero
beneficiosamente para ellos, su espectro visible a otras longitudes de ondas.
Mientras el ojo humano ve toda la gama de colores que van desde el azul al rojo, la
visión de las abejas se sitúa en la región del espectro que va desde del ultravioleta
al naranja-amarillo. Justamente por esta razón las abejas ven los mismos colores
que los humanos además del ultravioleta y con la excepción del color rojo. Ambos
sistemas de visión son tricromáticos, es decir, están basados en tres colores
básicos. La percepción de la radiación ultravioleta (UV) de las abejas fue
descubierta por Kühn en 1924.
c. Karl Von Frisch
Las flores que reflejan el color ultravioleta, invisible para el ojo humano, lo hacen
como mecanismo de atracción de las polinizadoras mostrándoles el camino hacia la
recompensa; como contrapartida a la colaboración que éstas obtienen por el
transporte del polen a flores de la misma especie facilitando la fecundación. Las
señales vendrían a ser como poner en la puerta de un mesón un cartel con el aviso
“¡Hoy comida gratis!”. Cuando las abejas enferman por culpa de plagas o de los
pesticidas y dejan sin polinizar grandes áreas de cultivo los agricultores son los
primeros en enterarse y en padecer las consecuencias. Para ellos, la labor que
realizan las abejas y otros polinizadores es insustituible; desarrollando un papel
fundamental en la conservación de la biodiversidad.
d. Flor en espectro visible humano y de abeja (UV)
El segundo de los descubrimientos de Von Frisch merecedor del Nobel de 1973
guarda relación con la danza que hacen las abejas para informar a la colonia sobre
el lugar donde se encuentra el alimento, siendo el baile distinto en función de la
distancia a la que se encuentra la localización; si está en dirección a favor o
contraria al Sol; o dependiendo del ángulo que forma el sitio con relación al Sol y a
la colmena. Para largas distancias, incluso van modificando el ángulo de la danza
teniendo en cuenta el movimiento aparente del Sol. Por otro lado, como perciben el
campo gravitatorio, para sus danzas toman de referencia la línea vertical del panal
que relacionan con la posición de la colmena con respecto al Sol.
e. Danza de abejas
Además, sus ojos tienen la facultad de percibir la luz polarizada y en días nublados
conocen la posición del Sol aunque no puedan verlo. Cuentan con la capacidad de
apreciar el plano en que vibra la luz filtrada por las nubes. En estudios recientes se
alude a la capacidad geomagnética de orientación después de haberse encontrado
en el abdomen de la Apis Mellifera nanopartículas de magnetita, un imán natural.
f. Ojo compuesto
Los ojos compuestos están divididos en miles de facetas hexagonales que captan
una imagen parcial del entorno y todas unidas conforman un mosaico con la
imagen completa, de manera análoga a cómo se construyen, basándose en píxeles,
las imágenes en una pantalla de ordenador o en las televisiones digitales.
Las abejas ven el mundo de manera distinta al homo sapiens porque sintonizan en
el espectro electromagnético otra región de longitudes de ondas más provechosa
para su existencia. Además, aunque con menos resolución, consiguen ver a mayor
velocidad. Si el ojo humano es capaz, a lo sumo, de distinguir entre 20 y 30
imágenes por segundo, una abeja puede diferenciar más de 300 en el mismo lapso
de tiempo. La dificultad que tenemos para seguir con la vista a un insecto que
vuela, ellas no la tienen. Si pudiéramos sintonizar nuestros ojos a la visión de las
abejas o en la región del espectro de otros animales, tendríamos un conocimiento
más amplio del entorno que nos rodea. ¿Te imaginas tener la capacidad de
sintonizar a visión infrarroja? Esta habilidad la tienen algunos animales para
detectar en la oscuridad a sus víctimas o depredadores por la radiación térmica que
emiten.
Sólo tener la posibilidad de contemplar el cielo en el limitado espectro de la visión
humana pone al alcance de los astrónomos además de paisajes celestes de gran
belleza ingente información que sirve para conocer detalles de los objetos que
pueblan el universo. Pero muchos datos de gran importancia quedan ocultos si no
se observa en otras regiones del espectro electromagnético. Como sucede con las
abejas poder hacerlo permite ver un mismo medio de forma distinta para llegar
más lejos en el conocimiento.
g. Explorador Internacional Ultravioleta
Desde los años 1960 los avances de esta forma de escudriñar el universo han sido
muchos. Se han puesto en órbita satélites y naves espaciales equipadas con
observatorios para el estudio de la radiación electromagnética (ondas de radio,
ultravioleta, infrarroja, de rayos x y gamma). Desde la Tierra, aunque es posible
hacer estas observaciones y de hecho se han instalado observatorios en lugares de
altura o en globos, se tiene el inconveniente de que los gases de la atmósfera
representan un obstáculo que dificulta la detección y el análisis de la información.
La información que se obtiene son datos de temperatura, composición química y
distancia, básicamente; que permiten a los científicos llegar a hipótesis sobre el
origen, formación, evolución y extinción de los astros. Esta forma de hacer
astronomía se llama radioastronomía y ha permitido descubrir nuevos objetos
celestes invisibles para la astronomía óptica, tales como quásares, púlsares,
blázares y radiogalaxias; representando éstos a algunos de los procesos físicos
extremos que se dan en el universo.
h. Anillos de Saturno en ultravioleta
Los falsos colores indican mayor concentración de polvo y tierra en las zonas
rojizas
y de hielo en las azuladas. Destacan en rojo intenso las divisiones de Cassini y
Encke
La detección y estudio de la radiación ultravioleta abarca muchos campos de la
Astronomía y ha supuesto avances en el conocimiento del Sol y de los planetas del
sistema solar, de las estrellas jóvenes, de la composición de la materia interestelar
e intergaláctica, de las propiedades físicas de quásares y de otras relacionada con
la evolución de los sistemas estelares.
i. Galaxia Andrómeda en ultravioleta
Destacan las estrellas jóvenes (mucho más energéticas que las viejas) junto a
densos cúmulos estelares que radian fuertemente en luz ultravioleta
Para el caso de una abeja astrónoma que percibe la radiación ultravioleta que
reflejan las flores es necesario aclarar que la atmósfera terrestre, por suerte para la
salud de muchos seres vivos en la que estamos incluidos, sólo deja pasar la parte
menos dañina. Contando con esta limitación sería interesante compartir una noche
estrellada con una de estas extraordinarias criaturas, invitadle a mirar por un
telescopio y que nos contara con sus danzas como ve el universo. O subirla a una
nave espacial y enviarla al espacio, el lugar ideal para este tipo de observaciones...
No olvidamos una sorprendente imagen del libro “La vida de las abejas” de Von
Frisch realizada a través del sistema óptico del ojo de una abeja.
Bibliografía
VON FRISCH, Karl, La vida de las abejas, 1980
MAETERLINCK, Maurice, La vida de las abejas, 1889
QUERO, Ana, Dir. del curso Las abejas y la apicultura, Universidad de Oviedo, Dpto.
Biología de Organismos y Sistemas., Ref. 1835.123, 2004
TORRALBA RUBIAL, Antonio & PÉREZ ORTEGA, Sergio, La visión de los insectos
desde un punto de vista óptico, 1997
Darci M. S. ESQUIVEL, Eliane WAJNBERG, Léa J. EL-JAICK, Daniel ACOSTA-AVALOS
y Marília P. LINDARES, Efectos del campo geomagnético en insectos sociales,
Ciencia al Día Internacional, Núm 2, Vol. 3, Junio 2000
Créditos de imágenes
a. Curso Las abejas y la apicultura, Universidad de Oviedo, BOS., Ref. 1835.123,
2004.
b. Menzel y Backhaus, 1991
c. Nina Leen
d. Klaus Schmitt
e. Del libro Karl Von Frisch, el señor de las abejas de Fedro Carlos GUILLÉN
g. Wikipedia
h. Misión Cassini-Huygens. Foto de la NASA / Universidad. Colorado, LASP
i. Fotografía satélite Swift. NASA.
Videos
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Von Frisch y el lenguaje de las abejas

Danza de la abeja

Nacimiento de abejas obreras
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