texto de la presentación - Sociedad Nuclear Española

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Jóvenes Nucleares
Sede de la SNE
Madrid
20 de octubre de 2011
INICIOS DEL PROGRAMA NUCLEAR ESPAÑOL
Agustín Alonso
Profesor Emérito
Tecnología Nuclear
RESUMEN
El programa nuclear español se inició en la década de los años 50 del siglo
XX dentro de la euforia internacional por los usos pacíficos de la energía
nuclear que engendró el Programa de Átomos para la Paz. El momento más
decisivo fue la creación de la Junta de Energía Nuclear, la exploración de
los recursos de uranio nacional, la construcción del reactor JEN-1 y la
consolidación del Instituto de Estudios Nucleares.
En la década de los años 60, en un ambiente de crecimiento sostenido de la
demanda eléctrica, las empresas eléctricas comprendieron la importancia de
la energía nuclear y crearon instituciones como Cenusa, Nuclenor e
Hifrensa, con el fin de construir centrales nucleares; se unieron también
entorno al Foro Nuclear que encauzaba tales movimientos, y tuvieron el
respaldo del Ministerio de Industria.
A principios de los años 70 ya estaban en funcionamiento las tres centrales
de la primera generación: José Cabrera, Santa María de Garoña y
Vandellós 1 y se pusieron en marcha los ambiciosos proyectos posteriores;
al mismo tiempo se creaba un conjunto de empresas de servicio, ingeniería
y fabricación de componentes, incluyendo la fabricación del combustible,
que elevaron la participación nacional en el diseño y construcción de las
centrales y el prestigio internacional del país.
1. LAS FASES DEL DESARROLLO DE LA ENERGÍA NUCLEAR
La etapa de la euforia inicial supuso el desarrollo excepcionalmente
rápido de la transformación de la energía nuclear en la generación
comercial de energía eléctrica, pero también ha sido muy rápida la
renuncia de muchos países a esta utilización. Sólo transcurrieron 16 años
entre el 4 de diciembre de 1942, cuando tuvo lugar la demostración
1
práctica de la reacción nuclear en cadena que liderase Enrico Fermi bajo las
gradas del estadio de Flag Start de la Universidad de Chicago, hasta el año
1958, cuando se puso en marcha la central nuclear de Shippingport. A
partir de entonces, hasta los años ochenta del siglo pasado, es decir en sólo
22 años, se construyeron y pusieron en marcha la mayor parte de las 438
centrales nucleares ahora en funcionamiento en todo el mundo. Esta
situación no ha ocurrido con ninguna otra fuente de generación eléctrica.
Esta primera etapa, basada en una euforia incontenible por lo nuclear, fue
pronto seguida por el nacimiento y crecimiento acelerado de una fobia
nuclear que condujo a una nueva etapa de estancamiento y renuncia, que
se acrecienta con el accidente de TMI-2 y se refuerza con el accidente de
Chernobyl 4, que supuso la cancelación de muchos proyectos en marcha y
el establecimiento en muchos países de moratorias en la construcción de
nuevas centrales nucleares, que todavía se mantiene en muchos países.
La llegada del siglo XXI incrementó la preocupación por el cambio
climático, la independencia energética y la fiabilidad del suministro de
energía eléctrica, lo que renovó el interés por la energía nuclear, que en la
etapa de estancamiento había demostrado su utilidad para resolver las
preocupaciones antes mencionadas. Por estas razones, como contra partida,
el siglo XXI trajo también un tipo de renacimiento nuclear que atrajo el
interés de los países que ya contaban con centrales nucleares y de nuevos
países, conscientes ambos de las ventajas de la tecnología nuclear. Este
interés ha sido mitigado, pero no eliminado, por el accidente de Fukushima
1.
De esta forma ha nacido una nueva etapa en la historia de la energía
nuclear, que se ha denominado el renacimiento nuclear o, aún mejor, etapa
de la consolidación nuclear, durante la cual se podrán construir varios
cientos de centrales nucleares, fundamentalmente basadas en reactores de
agua a presión y de agua en ebullición, cuya vida de servicio será superior a
60 años. Aunque no cabe descartar el uso del torio, el combustible principal
será el uranio enriquecido, y el plutonio, en forma de óxidos mixtos,
procedente de la reelaboración del combustible usado.
No es difícil predecir cuanto puede durar esta etapa; desde luego, es fácil
adivinar que se puede prolongar durante, al menos, la primera mitad de este
siglo, año 2050, ya que surgirá pronto la preocupación por la disponibilidad
del uranio y por el despilfarro que supone la escasa utilización del uranio
en los reactores actuales. De esta forma se creará una nueva etapa que se
podría llamar, etapa de la sostenibilidad basada en la proporción correcta
de reactores térmicos y reactores rápidos reproductores.
2
1.1 La historia nuclear española
El desarrollo de la energía nuclear en España ha pasado por la fase de la
euforia y vive actualmente la fase del estancamiento y desilusión. No se
observa movimiento alguno que indique con claridad que haya llegado a
nuestro país el renacimiento y la consolidación nuclear, mucho menos la
sostenibilidad nuclear, salvo tal vez en las actividades que la industria está
realizando en países extranjeros, en especial las intenciones de Iberdrola de
construir centrales nucleares en el Reino Unido. Por ello, se limitan estas
consideraciones sólo a la etapa de la euforia y a la etapa del estancamiento
y retroceso.
La etapa de la euforia comenzó muy pronto en España. Incluso antes de la
famosa propuesta “ Átomos para la Paz” del Presidente Eisenhower del 8
de diciembre de 1953 ante la Asamblea General de Naciones Unidas, los
responsables militares de la nación crearon en 1951 la Junta de Energía
Nuclear, tomando como base una organización secreta anterior, llamada
EPALE. Aunque la JEN estuvo inicialmente regida por militares, supo
incorporar en su seno a los mejores científicos del país, incluyendo, por
ejemplo, a Don Esteban Terradas, y a una gran parte de los profesores
universitarios relacionados con el tema; también reclutaron a los más
notables científicos y tecnólogos que surgían de las universidades y
escuelas técnicas superiores.
Los objetivos originales de la JEN se concretaban en:
1. Explorar y explotar los minerales radiactivos existentes en el país.
Se sabía de antemano que los ingleses, durante la segunda guerra
mundial, habían encontrado y explotado minas de uranio en el
noroeste de Portugal. Por ello, las prospecciones se dirigieron, en
primer lugar, hacia las provincias limítrofes. Efectivamente se
encontraron yacimientos apreciables cerca de Ciudad Rodrigo
(Salamanca) y también en Cáceres. Sin embargo el gran encuentro
tuvo lugar en El Cabril donde se encontraron vetas de pechblenda
muy ricas en uranio. Este hallazgo promovió, en primer lugar, la
creación de un poblado minero y, con posterioridad, la construcción
de la Fábrica de Uranio de Andujar, basada en tecnología
completamente desarrollada en las instalaciones piloto de la JEN.
Las decisiones anteriores se tomaron sin haber realizado una
evaluación detallada de los recursos disponibles, que se agotaron
pronto, lo que limitó la vida útil de la Fábrica de Uranio. Las
instalaciones de El Cabril fueron posteriormente transferidas a
3
ENRESA para el almacenamiento de residuos radiactivos de baja y
media actividad. La exploración incluyó todo el territorio nacional,
se encontraron y explotaron yacimientos de baja ley, que fueron
posteriormente transferidos a ENUSA que continuó su explotación,
mientras lo consideró económicamente rentable.
2. Fomentar la investigación y el uso de las aplicaciones pacíficas de
la energía nuclear. En el capo de las aplicaciones energéticas de la
energía nuclear, la tarea se centró entorno a la construcción y
explotación del reactor de investigación JEN-1, que entró en
funcionamiento en 1958. Se trataba de un reactor tipo piscina, de 3
Mwt de potencia, diseñado por la compañía norteamericana General
Electric. De hecho, durante muchos años, esta compañía, presumía
que el reactor JEN-1 había sido la primera exportación nuclear de la
compañía. Aunque la tecnología era importada, la participación
nacional fue muy intensa en todo lo referente a la obra civil,
destacando la construcción de la nave del reactor, de hormigón posttensado, tecnología que se iniciaba en aquella época.
No se hicieron grandes y relevantes programas experimentales en
dicho reactor, pero sí se utilizó durante varios años para la
producción de isótopos radiactivos utilizados en España
fundamentalmente en el campo médico. El uso de este reactor,
incluso para la producción de isótopos radiactivos, fue disminuyendo
con el tiempo, hasta que en 1985 se declaró su cierre, como parte del
deseo del Gobierno del momento de ir prescindiendo paulatinamente
de todas las actividades nucleares. La JEN construyó también un
segundo núcleo, el JEN-2, que se instaló en la misma piscina del
JEN-1, y una fuente de neutrones rápidos, el reactor CORAL-1, que
fue una muestra evidente del interés del país sobre los reactores
rápido reproductores, que más tarde se completó con la instalación
de un circuito de sodio, suministrado por la empresa Siemens, que se
explotó conjuntamente.
3. Regular y controlar las aplicaciones pacíficas, propias y externas,
de la energía nuclear y el uso de las radiaciones ionizantes. El
desarrollo más significativo fue la promulgación de la ley 25/1964 de
Energía Nuclear, todavía vigente en lo esencial, aunque modificada
para ajustarse a los nuevos tiempos y desarrollos. La ley establecía el
plazo de un año para el correspondiente desarrollo reglamentario que
preveía tres reglamentos: (1) La aceptación de la responsabilidad
civil por daños a terceros causados por las aplicaciones nucleares y la
constitución de un procedimiento legal para responde a los daños
producidos o apreciados y de un seguro para responder a tales daños.
4
Este reglamento fue desarrollado dentro del tiempo previsto. (2) El
Reglamento sobre instalaciones nucleares y radiactivas constituía la
base para el régimen de autorizaciones y control de las centrales
nucleares; sin embargo, este reglamento, cuya redacción
correspondía a la JEN, no vio la luz hasta el año 1972, redactado
bajo la promoción y dirección del Director General de Planificación
Eléctrica del Ministerio de Industria, y promulgado después de la
autorización del funcionamiento de las tres centrales de la primera
generación.
La JEN no debió encontrarse muy satisfecha con el reparto de
autoridad que había establecido la ley 25/64, que reducía la
responsabilidad de la JEN a la de asesor cualificado del Ministerio de
Industria, que era la autoridad responsable de conceder o negar las
autorizaciones, circunstancia que ha consolidado la ley 15/1980 de
creación del Consejo de Seguridad Nuclear y sus enmiendas. Por su
parte, el Reglamento sobre Protección sanitaria contra los efectos de
las radiaciones ionizantes, también bajo la responsabilidad de la JEN,
no fue publicado por vez primera hasta el año xxxx. Este documento
ha sido enmendado en xxxx. En este caso la demora en la redacción
del documento quedó paliada por la existencia de una Orden
Ministerial de 1959, que recogía el espíritu y la letra de un
documento redactado dentro del Tratado de EURATOM.
4. Fomentar la formación en las ciencias y técnicas nucleares. La
propia ley sobre Energía nuclear, en su artículo xxx, declaraba la
creación de un Instituto de Estudios Nucleares que mantuvo un
curso sobre energía nuclear de un año académico. Este curso sirvió
para la formación de la mayor parte de los investigadores y
tecnólogos de la época. Este curso se mantuvo durante muchos años,
pero cesó sus actividades cuando la JEN fue convertida en Ciemat,
cambiando la denominación a Instituto de Estudios Energéticos.
Ciemat recientemente ha puesto en marcha un curso Master, en
colaboración con la Universidad Autónoma de Madrid sobre la
Industria Nuclear y Aplicaciones, MINA.
1.2 Las actividades de la Industria.
En paralelo con las actividades de la JEN, la industria eléctrica española
comenzó muy pronto a interesarse por las aplicaciones de la energía
nuclear en la generación de electricidad. En la década de los años 50 y 60,
la demanda de energía eléctrica crecía de forma continuada el 7% anual, lo
que suponía aproximadamente duplicar la potencia instalada cada diez
5
años. Las fuentes más significativas se basaban en la energía hidráulica que
proporcionaban los embalses y la combustión del carbón nacional.
Desde el punto de vista eléctrico, el país estaba dividido en siete sectores y
existían concesiones hidráulicas antiguas: Iberduero en la cuenca del río
Duero y parte del Ebro superior; Hidroeléctrica Española, Hidrola, en las
cuencas de los ríos Tajo, Júcar y Segura; Fuerzas Eléctricas de Cataluña,
FECSA, en Cataluña y Sevillana de Electricidad, en Andalucía, eran las
empresas más relevantes. Las explotaciones hidráulicas y de carbón menos
rentables quedaron en manos del Instituto Nacional de Industria, INI, y de
ahí nació la Empresa Nacional de Electricidad, ENDESA, que explotó la
región carbonífera del Bierzo y la Empresa Nacional Hidroeléctrica del
Ribagorzana, que desarrolló esta generación en el pirineo catalán y en el
bajo Ebro, donde destaca el embalse de Mequinenza, entre otros.
Centrales Nucleares SA, CENUSA, fue la primera asociación que
contempló el desarrollo de la energía nuclear para la generación de
electricidad; sin embargo, la idea no prosperó lo suficiente.
Bajo la influencia del Ingeniero Jaime MacVeigh, que anteriormente había
trabajado en el desarrollo del tren TALGO, la entonces Unión Eléctrica
Madrileña decidió la construcción de la central de Zorita, la primera de las
centrales nucleares españolas. En un principio se trataba de una copia de la
central nuclear de Humboldt Bay, construida cerca de Eureka (California),
con reactor de agua en ebullición de 63 Mwe de potencia, que funcionó
entre 1963 y 1976. Sin embargo, la decisión final recayó en un reactor de
agua a presión, de160 Mwe, de un solo lazo de recirculación suministrado
por Westinghouse, basado en el desarrollo que dicha compañía había
realizado para los submarinos de propulsión nuclear.
También bajo la iniciativa de Manuel Cortines, Presidente de la compañía
Viesgo, con domicilio social en Santander se creo NUCLENOR, Centrales
Nucleares del Norte, a partes iguales con Iberduero para la construcción de
una central nuclear en Santa María de Garoña, de unos 500 Mwe de
potencia. Se recibieron ofertas de la empresa nacional inglesa Nuclear
Corporation para la construcción de un reactor de uranio natural refrigerado
por gas carbónico y moderado por grafito, proyecto sobre el que se había
adquirido mucha experiencia en el Reino Unido. También ofertaron con
proyectos de la potencia deseada tanto Westinghouse como General
Electric, esta última no podía perder de nuevo el proyecto español y
presentó la oferta más atractiva, que fue la finalmente aceptada y
construida.
6
En la década de los años sesenta cuatro países podían suministrar centrales
nucleares, los Estados Unidos ofrecían centrales nucleares con reactores de
agua a presión a través de Westinghouse y de agua en ebullición a través de
General Electric; la Unión Soviética comenzó muy pronto a suministrar
centrales con reactores de agua a presión tipo VVER-440, principalmente a
los países satélites del Este de Europa. Francia y el Reino Unido
transformaron los reactores plutonígenos de grafito-gas en reactores para la
producción de energía eléctrica. El Reino Unido había exportado dos
reactores de este tipo a Japón y a Italia (central La Latina), mientras
Francia estaba deseosa de bautizarse en el esquema internacional. Con el
apoyo del General De Gaul, se ofreció a España la construcción de una
central nuclear de tipo grafito-gas, de 500 Mwe. A tal fin se creó la
compañía HIFRENSA, Hispano Francesa de Energía Nuclear, en la que
Electricité de France participaba con el 25 %, mientras que el resto
pertenecia a las empresas eléctricas catalanas: FECSA ( 23%), ENHER
(23%), Hidroeléctrica de Cataluña (23 %), Hidroeléctrica del Segre (6%).
De esta forma surgió Vandellós I, la tercera central nuclear española de la
primera generación.
Las tres centrales de la primera generación, todas ellas construidas bajo
contratos “llave en mano” en tiempos record y con presupuestos muy
asequibles constituyeron la base tecnológica y reguladora para el
desarrollo nuclear posterior. Las tres fueron construidas y explotadas
dentro de la euforia del momento.
1.3 El proyecto DON, enfrentamiento entre la JEN y la compañías
eléctricas.
En aquella época todos los países desarrollados o en vías de desarrollo
pretendieron desarrollar sus propios sistemas nucleares de acuerdo con las
necesidades y características de cada país. En España, la Junta de Energía
Nuclear, bajo el impulso de Don José María Otero de Navascués concibió
el proyecto DON, Deuterio-Orgánico-Uranio Natural, como modelo para el
desarrollo nuclear nacional. La JEN había encontrado suficientes reservas
de uranio, no disponía de capacidad suficiente para proceder al
enriquecimiento del uranio y estaba desarrollando un proceso para la
separación del agua pesada del agua ordinaria a través de su División de
Moderadores.
Por aquella época los investigadores norteamericanos habían encontrado
que las moléculas de difenilo y terfenilo eran vehículos adecuados para el
transporte de calor, al mismo tiempo que servían como moderadores, y
habían construido en el campo de pruebas del Idaho Nuclear Laboratory,
7
en Arco, el prototipo experimental OMRE (Organic Moderador Reactor
Experiment). Un prototipo de potencia se construyó en Piqua (Ohio), se
trataba de una central de 45, 5 Mwe, refrigerada y moderada por líquidos
orgánicos que funcionó entre 1963 y 1966. Posteriormente, los canadienses
propusieron utilizar líquidos orgánicos como refrigerantes en sus reactores
tipo calandria moderados por agua pesada y construyeron un prototipo de
40 Mwt, reactor WR-1, que operó de forma satisfactoria hasta 1985.
La JEN, con la ayuda de la compañía norteamericana Atomics
Internacional, desarrolló el proyecto DON, de 20 Mwe, para el que se
buscaron diversos emplazamientos nacionales, y se estableció un programa
de investigación y desarrollo que implicó la construcción de una nave de
ingeniería, hoy día ocupado por el Stelerator del programa de fusión
nuclear, que incluía la realización de un experimento de criticidad, un
circuito de refrigeración, un banco de pruebas de los elementos de control,
se establecieron programas de desarrollo del propio combustible y sobre el
comportamiento del refrigerante orgánico. Pronto se observó que el líquido
orgánico, por efecto de la radiación, se polimerizaba y depositaba sobre la
vaina del combustible formando capas sólidas, aislantes del calor, una de
las mayores dificultades encontradas. También se analizó la potencialidad
de la industria nacional para poder embarcarse en un proyecto nacional de
desarrollo nuclear propio.
Este ambicioso proyecto, de gran envergadura para la época y producto de
la euforia del momento, no fue aceptado con gusto por la industria eléctrica
nacional, más partidaria de la importación de tecnología foránea,
plenamente comprobada y verificada en el país de origen, la cual no sólo
no apoyó el programa de desarrollo de la JEN, sino también hizo todo lo
posible para que la JEN renunciase a tal programa, finalmente la JEN
decidió cancelar definitivamente el proyecto DON.
1.4 La contribución del Gobierno.
El Gobierno apoyaba los proyectos nacionales nucleares, tanto las
investigaciones y desarrollos que se llevaban a cabo en la Propia JEN como
las actividades de las compañías eléctricas. La inauguración del reactor
JEN-1, en el otoño de 1958, fue un acontecimiento nacional con
participación del Jefe del Estado y las más altas autoridades nacionales y
los más altos representantes de la industria nacional. La ceremonia fue
declarada como la entrada del país en la nueva era atómica.
Ya se ha dicho que desde el punto de vista administrativo, el Ministerio de
Industria no cedió a la Junta de Energía Nuclear la autoridad para conceder
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las autorizaciones preceptivas establecidas en el Reglamento sobre
Instalaciones nucleares y radiactivas: previa o de emplazamiento, de
construcción, de operación provisional y de explotación definitiva. Sin
embargo, cedió a la JEN toda la autoridad en lo relativo a las instalaciones
radiactivas y al transporte de sustancias nucleares y materiales radiactivos.
Tampoco retuvo la autoridad sobre la concesión de las licencias preceptivas
al personal de explotación de todo tipo de instalaciones. Esta anomalía ha
persistido en la ley de creación del Consejo de Seguridad Nuclear. También
se reservó el derecho de inspección, en esta ocasión en paralelo con la
propia JEN. Esta inspección se mantuvo activa durante los proyectos de la
primera generación, pero la especifidad del tema nuclear y la escasez de
recursos humanos en las Delegaciones provinciales del Ministerio de
Industria redujeron paulatinamente esta actividad en favor de los
inspectores del Departamento de Seguridad Nuclear de la JEN y ahora del
Consejo de Seguridad Nuclear.
El Ministerio de Industria, a través de la Dirección General de
Planificación Eléctrica, en manos de D. Joaquín Ortega Costa, que fue
también el primer catedrático de Tecnología Nuclear de la Escuela de
Ingenieros Industriales de Barcelona, fomentaba el desarrollo de la energía
nuclear y animaba a las empresas eléctricas a emprender programas
nucleares.
En las autorizaciones de explotación de las centrales nucleares de la
primera generación, por iniciativa propia, incluía un precepto en el que se
pedía que el titular de la central estableciese con la Junta de Energía
Nuclear un programa de investigación y desarrollo. Tal precepto tuvo una
importancia relevante en el caso de la central nuclear de Zorita. Como
consecuencia de la crisis del petróleo de 1973, el precio del petróleo se
cuadriplico súbitamente en octubre de dicho año, lo que promovió la
creación de la Agencia Internacional de la Energía, quien se preocupó de
crear un banco de reserva energética para ayudar a los países, este banco
incluía también las reservas de uranio y su utilización en las centrales
nucleares. En aquella época todavía no se tenía suficiente experiencia sobre
el comportamiento del combustible nuclear: habían aparecido problemas
significativos relacionados con la llamada densificación del combustible
que modificaba la geometría de las pastillas y fomentaba la interacción no
deseada entre el combustible y la vaina, limitando el grado de quemado del
combustible. La central de Zorita, especialmente por su menor tamaño, fue
considerada como una instalación ideal para ensayar el comportamiento del
combustible altamente quemado. Esto suponía diseñar barras removibles
que alcanzasen grados de quemado creciente y fuesen analizas en celdas
calientes. La cláusula relativa a la investigación que se había introducido en
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la autorización de explotación, permitió el establecimiento de un programa
de investigación con participación de Unión Eléctrica Madrileña, que
prestaba su instalación para la irradiación de las barras experimentales. Por
su parte, la JEN construyó una batería de celdas calientes capaces de
manejar actividades de esta mil curios, hoy día desmanteladas, donde se
realizaron las primeras observaciones y medidas dr dichas barras
combustibles experimentales y se prepararon muestras para análisis más
detallados en otros laboratorios. Westinghouse fue responsable de analizar
los resultados obtenidos y traducirles en mejoras de diseño del combustible.
Durante muchos años, las varillas irradiadas en Zorita eran las que habían
sufrido la irradiación más alta y habían proporcionado datos relevantes que
ayudaron a entender y rectificar el problema de la densificación y la
interacción entre el combustible y la vaina.
La participación del Ministerio de Industria en el control de la participación
nacional en el diseño y construcción de las centrales nucleares constituyó
una actividad esencial para alcanzar cotas muy elevadas y crecientes en
dicha participación, que alcanzaron valores superiores al 80 % y
contribuyeron a la creación de una verdadera Industria Nacional, que se
mantiene en gran medida a pesar del estancamiento de los últimos treinta
años.
Las actividades del Ministerio de Industria fueron también decisivas en lo
que se refiere a la información pública. En las centrales de la primera
generación se creó un Comité de Coordinación, que en el caso de Zorita y
de Garoña, bajo la presidencia del propio Director General de Planificación
Eléctrica, incluía representantes del propio Ministerio, la Delegación de
Industria de la Provincia, la Junta de Energía Nuclear y el titular de la
Autorización de Construcción. Para Vandellós I y todos los casos
posteriores, el Comité de Coordinación incluyó a representantes del
Ayuntamiento afectado y otras autoridades municipales. Este Comité de
Coordinación ha sido formalizado y sus misiones y composición ampliadas
en la versión xxxx del Reglamento sobre Instalaciones nucleares y
radiactivas.
1.5 Los procesos de autorización
1.5.1 La evaluación
Los procesos de autorización seguidos en el caso de Zorita y Garoña
fueron copiados de los establecidos por la Atomic Energy Comisión, AEC,
(la Nuclear Regulatory Comisión, NRC, no fue creada hasta el año 1975) e
incluía la autorización previa o autorización de emplazamiento, la
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autorización de construcción, la autorización de explotación provisional y
la autorización de explotación definitiva. En los dos casos las tres primeras
autorizaciones fueron concedidas sin disponer del Reglamento sobre
Instalaciones Nucleares y Radiactivas, cuya primera versión se promulgó
en 1972.
La autorización previa o de emplazamiento requería un análisis
demográfico, meteorológico y sismológico de la zona afectada y una
consideración de la disponibilidad del sumidero final de calor. En ninguno
de los dos emplazamientos se encontraron problemas demográficos y
sismológicos de importancia y los ríos elegidos, Tajo y Ebro, en las
márgenes de los embalses de Zorita y Sobrón respectivamente presentaban
problemas relevantes. La central de Garoña, en el valle de Tobalina y
cerrado aguas abajo por el desfiladero de Sobrón, supuso un cierto
problema, la novedad estuvo en la realización de algunos vuelos de globos
equilibrados, cuya posición se triangulaba mediante teodolitos; desde
luego, quedó bien demostrado que el valle era como un embudo que
descargaba con preferencia hacía el desfiladero.
No obstante, cuando comenzó la construcción se advirtió, en ambos casos,
el problema del transporte de componentes pesados, en especial la vasija de
presión, a través de las limitadas vías de comunicación del país. La vasija
de presión de Zorita llegó al puerto de Valencia y fue transportada por
ferrocarril en un vagón especial hasta Tarancón y después por carretera
donde hubo que recortar curvas y reforzar puentes. La vasija de presión de
Garoña fue fabricada en Ámsterdam, transportada por barco hasta el puerto
de Bilbao y posteriormente por carretera hasta el emplazamiento. En este
caso hubo que recortar la esquina de una casa para poder llegar hasta su
destino.
La autorización de construcción estuvo basada en el Informe Preliminar de
Seguridad y su evaluación se hizo de acuerdo con los procedimientos de la
AEC con un limitado número de personas cuya formación y experiencia no
era entonces satisfactoria. La evaluación del diseño de Zorita era un caso
muy especial, ya que se trataba de un reactor con un solo circuito de
refrigeración, un recinto de contención muy amplio puesto que albergaba la
piscina de desactivación del combustible, un sistema de refrigeración de
emergencia limitado, un sistema de aspersión exterior al recinto de
contención lo que obligaba a que la cúpula no tuviese blindaje, situación
sólo existente en la central de Trino Vercelese en Italia. Todas estas
limitaciones fueron resueltas mediante un acuerdo de colaboración con la
AEC que permitía a los expertos de la JEN a pedir asesoramiento a los
expertos de la AEC.
11
Durante la construcción se presentaron dos problemas, el primero
relacionado con un cambio de diseño no esperado relacionado con la
disminución de la altura de la chimenea y el sistema de ventilación de la
contención, que pasó de funcionar en operación normal en régimen abierto
en lugar de cerrado. La consulta que se realizó a la AEC resultó a favor de
la modificación, mientras los expertos de la JEN opinaban lo contrario. En
las pruebas pre-nucleares de la central, una prueba errónea ordenada fuera
de protocolo por el Director de la central, el italiano Giacomo Bertoloti
supuso la rotura, en el cayado, de dos tubos del generador de vapor. Un
especialista de Westinghouse tuvo que penetrar en el interior del lado
secundario del generador de vapor con un soplete de corte. Después de
muchas horas de trabajo, el especialista salió del generador con el soplete y
con dos trozos de tubo que parecían, en cuanto a la forma, una ristra de
chorizos. Durante las maniobras de la carga del combustible, un elemento
se desprendió de la garra, chocó contra el suelo de la cavidad del reactor y
se deformó más allá de lo tolerable.
Nuclenor decidió y propuso a la JEN y al Ministerio que la central de
Garoña tuviese como referencia la central de Monticello, cuyo proyecto
llevaba unos cuantos años de adelanto. Se introdujo así el concepto de
“central de referencia” que fue posteriormente aceptado y aplicado
formalmente en todos los demás casos. El concepto de central de referencia
establecía que la central nacional habría de tener los mismos sistemas de
seguridad que una central del país exportador que hubiese sido
formalmente autorizada. Esto suponía un alivio tanto para el solicitante
como para los evaluadores de la JEN, ya que el trabajo se reducía, en
esencia, a comparar el proyecto nacional con el extranjero, del que se
disponía de suficiente información, en forma de microfichas filmadas. El
concepto de central de referencia aplicado por vez primera a Garoña fue
posteriormente recomendado por el OIEA a otros países.
El concepto se aplicó con facilidad a la central nuclear de Vandellós I, ya
que el proyecto de esta central era, en esencia una copia del proyecto de
Saint Lauwrance des Eaux.
Los evaluadores de los titulares y de la JEN advirtieron pronto los
requerimientos del emplazamiento sobre el diseño, lo que obligó a matizar
el concepto de central de referencia que se convirtió en central de
referencia en un emplazamiento similar. Cuando esto no era posible se hizo
necesario evaluar de forma individualizada los requisitos adicionales. En
aquella época era frecuente incorporar cambios durante el diseño
prevenientes de la regulación, experiencia operativa y de la investigación:
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tales cambios aplicaban por lo general a sistemas completos con lo que se
introdujo el concepto de sistema de referencia. Por ejemplo, la central de
referencia de Ascó fue North Anna, sin embargo el sistema de referencia
para el tratamiento de los residuos radiactivos fue la central de Rancho
Seco.
Con el tiempo, la experiencia operativa descubrió temas nuevos, que
comenzaron a llamarse “unresolved safety issues”, que eran investigados
en profundidad; a veces originaban proyectos de investigación específicos
y la mayoría de las veces la solución del problema quedaba reflejada en una
nueva normativa; se creó así el concepto de problema de referencia, que
aumentaba la experiencia del equipo evaluador, tanto en la empresa
solicitante de la autorización como en la JEN.
1.5.2 La verificación del diseño y construcción mediante la inspección
La verificación del cumplimiento de los requisitos establecidos en el diseño
a través de la inspección resultó difícil en los primeros momentos, tanto
para el titular como para los expertos de la JEN. La inspección requería un
conocimiento muy preciso del diseño y de la normativa utilizada, desde
luego, la experiencia nacional era muy limitada con respecto a la de los
diseñadores, fabricantes de equipo y constructores, salvo tal vez lo
correspondiente a la obra civil. Tanto para los titulares como para los
expertos de la JEN fue necesario entrar en detalle en el conocimiento de la
normativa ASME y IEEE, entre otras, conocimientos que sólo pueden
adquirirse con profundidad después de muchos años de experiencia.
Por falta de recursos y experiencia, los inspectores de la JEN tuvieron que
renunciar a inspeccionar las labores de diseño detallado de las empresas
suministradoras y a comprobar los procesos de fabricación de los
componentes más relevantes. Por ello, los propios titulares encontraron que
la garantía y el control de calidad independiente eran actividades clave para
verificar la idoneidad de la construcción. Los responsables de la
construcción de Zorita promovieron la creación de Tecnatom, en origen,
organismo encargado de vigilar la construcción de la central; mientras que
en la construcción de la central de Garoña Nuclenor se dotó de un Grupo
específico encargado de tal vigilancia y control, que fue específicamente
notable en lo que se refiere a la obra civil y, posteriormente a la puesta en
marcha de la central. La inspección de la JEN fue también especialmente
cuidadosa con la garantía y el control de calidad, que se concretó, después
de la creación de la NRC en 1975, en el famoso Apéndice B a la regulación
10 CFR Part50, promulgada por dicha institución.
13
1.5.3 La verificación de la puesta en marcha
La puesta en marcha de las centrales nucleares es una operación de gran
significado administrativo y técnico. Supone la comprobación, mediante
pruebas experimentales, que el proyecto terminado cumple con los
requisitos establecidos en el diseño; es también la transferencia formal del
constructor al titular de la explotación, que ha de aceptar la responsabilidad
que supone la explotación de la central. La puesta en marcha requiere el
establecimiento previo de un programa detallado de pruebas pre-nucleares
y nucleares que termina con la llamada prueba de las cien horas, durante la
cual la central debe funcionar sin impedimento alguno a la potencia
nominal durante el tiempo indicado. Cuando esto se hace por primera vez
la cuestión es difícil tanto para la central como para la administración,
responsable de la concesión de la correspondiente autorización.
En el caso de las centrales de la primera generación, los suministradores
llave en mano enviaron equipos de expertos en las tareas de puesta en
marcha. A través de los correspondientes Comités de Coordinación, antes
mencionados, los expertos de la JEN pudieron revisar todos y cada uno de
los protocolos de actuación, a veces observar la realización de las pruebas
y, en todo caso, comprobar los resultados obtenidos. El problema se
complicó en las centrales de la segunda generación con contratos múltiples
de tipo administrativo. Los titulares establecieron acuerdos con empresas
independientes con experiencia en la puesta en marcha de centrales
nucleares similares, mientras que la JEN, en la puesta en marcha de
Almaraz 1 obtuvo ayudas puntuales de la NRC a través de un experto de
dicha institución conseguido a través del OIEA. Con el tiempo, la puesta en
marcha de las centrales de la segunda y, sobre todo, de la tercera
generación, aumento la experiencia del cuerpo técnico de la JEN que fue
transferido al Consejo de Seguridad Nuclear. Desgraciadamente, esta
experiencia, no repetida desde la puesta en marcha de la central nuclear de
Trillo en 1986, se está perdiendo.
1.5.4 La experiencia operativa de los primeros años.
Tanto Zorita como Garoña, en sus primeros años, tuvieron una experiencia
operativa satisfactoria pero se vieron sometidas a las avatares reguladores
de los Estados Unidos, el país suministrador. La JEN en primer lugar y
posteriormente el CSN decidieron desde el principio aplicar a ambas
centrales, y también a las restantes, todas las normas aplicadas por la NRC
a las centrales nucleares propias. En 19xx, la ya NRC estableció un
programa sistemático de evaluación, SEP (Systematic Evaluation
Programme), que supuso la incorporación de notables mejores en ambas
14
centrales que dejaron de funcionar durante largos periodos de tiempo. La
central de Zorita introdujo notables mejoras en el sistema de refrigeración
de emergencia y en la sala de control, mientras que en Garoña fue
necesario añadir un complicado sistema de retardo y retención de los gases
procedentes del eyector del condensador, conteniendo gases de activación
del refrigerante, en especial fluor-18, gases nobles de fisión, en especial
xenón-133, xenón-135 y criptón-87, así como yodo-131 y yodo-132. En el
diseño original General Electrric había sobrestimado la calidad del
combustible y aseguraba que era muy improbable la formación de poros y
fisuras en las vainas del combustible con la potencial liberación de gases
nobles de fisión y de elementos volátiles como los isótopos del yodo. En
todo caso, en las Especificaciones Técnicas de Funcionamiento se había
permitido y aceptado el escape a través de chimenea de un curio de
actividad por segundo. Los suministradores alemanes con reactores de agua
en ebullición estimaron inaceptable la liberación citada, consideraron que
la aparición de defectos en las vainas del combustible eran superiores a las
estimados por General Electric y razonaron que era oportuno establecer un
sistema de retardo de los gases nobles de unos cinco días y retener el yodo
en lechos de carbón activado, que fueron posteriormente aceptados por
General Electric e incorporados a todas las centrales con reactores de agua
en ebullición.
Desde luego, ninguna de las tres centrales han estado exentas de incidentes
significativos, en Zorita destacan las fisuras encontradas en la tapa de la
vasija de presión del reactor, que tuvo que ser sustituida; mientras que en
Garoña se han observado episodios relacionados con la corrosión
intergranular bajo tensión, que ha afectado fundamentalmente al sistema de
recirculación y bombas de chorro, sustituido parcialmente y al barrilete del
reactor, que ha tenido que ser reforzado con éxito. En Vandellós I fue
relevante la corrosión de algunos tubos del generador de vapor y, muy
especialmente el incendio de las turbinas en 1980, que supuso la parada
permanente de la central y su desmantelamiento.
1.5.5 La gestión del combustible usado y la gestión de los residuos
radiactivos.
En los primeros momentos del desarrollo nuclear español la gestión del
combustible usado no representaba inconveniente de ningún tipo. La
conciencia internacional del momento no ponía inconveniente alguno a la
reelaboración del combustible, que se pagaba, al menos en parte, con el
plutonio recuperado. El Reino Unido y Francia aceptaron la reelaboración
del combustible de Zorita y de Garoña, mientras que el combustible usado
en la central nuclear de Vandellós I era, por contrato, enviado a Francia
15
para recuperación del plutonio, con la condición posterior de devolver a
España los residuos vitrificados del tratamiento antes del 1 de Enero de
2011, circunstancia que no se ha podido satisfacer por no disponer de una
instalación de almacenamiento de residuos vitrificados de elevada actividad
específica. Esta indisponibilidad supone el pago de 80.000 euros diarios
por el alquiler del almacenamiento.
La necesidad de disponer de un Almacén Temporal Centralizado del
combustible usado en las centrales nucleares españolas nace de la decisión
de declarar abierto el ciclo del combustible, tomada por el gobierno de la
época en el Plan energético nuclear de 1983. La falta de decisión de la
administración para resolver el problema y la tardía previsión por parte de
Enresa para plantearlo son inaceptable para los intereses económicos del
país, que, en todo caso, se verá obligado a construir una instalación para el
almacenamiento del combustible usado.
La gestión de los residuos de baja y media actividad específica procedentes
de la operación de las centrales no recibieron al principio la debida
atención. Los titulares de las centrales recibieron formalmente de la JEN, a
través de la primera autorización de construcción la instrucción de que
deberían disponer de un sistema de gestión de los residuos generados,
conversión a una matriz sólida y almacenamiento temporal por un tiempo
de cinco años. En ese intervalo de tiempo se esperaba disponer de un
almacén nacional de tales residuos en las viejas instalaciones de El Cabril.
Este desarrollo previsto no fue suficientemente desarrollado por le JEN y el
problema no encontró solución hasta la creación de Enresa en 1986. El
almacenamiento de El Cabril recibió autorización de explotación en el año
1990. Entre tanto, las centrales de Zorita y de Garoña se vieron forzadas a
construir, dentro de la zona controlada de la central, lugares para el
almacenamiento seguro de tales residuos, solución que se aceptó de entrada
en el resto de las centrales nucleares de la segunda y tercera generación. La
central de Vandellós I disponía, desde el principio, de silos de
almacenamiento de residuos radiactivos de operación en los que
fundamentalmente se almacenaban las camisas de grafito de los elementos
combustibles gastados y los muelles de retención del combustible en la
camisa, ricos en cobalto-60.
Esta falta de atención a la gestión de los residuos radiactivos estuvo muy
generalizada, incluso en los países más desarrollados, más interesados por
el desarrollo de nuevos prototipos y proyectos, que en la solución de los
problemas asociados, como la gestión de los residuos radiactivos de
explotación. En la década de los años ochenta se recoció la importancia del
problema y los países crearon instituciones, generalmente estatales,
16
encargadas específicamente de tal gestión. La creación de Enresa fue la
solución que arbitró el Gobierno para la solución de tal problema.
El nacimiento y desarrollo de la radiofobia y la fobia nuclear.
La radiofobia es la consecuencia natural de los ataques nucleares a las
ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en 1940. Aunque ambas
ciudades se recuperaron relativamente pronto de la catástrofe, dejaron tras
si una huella permanente que siguió creciendo durante la guerra fría que
mantuvieron las dos grandes potencias desde 1945, fin de la segunda guerra
mundial, hasta 1991 con la descomposición de la Unión soviética. La crisis
de los misiles cubanos, en 1963, dio un nuevo impulso a la radiofobia, que
se consolidó como consecuencia de los centenares de pruebas nucleares
aéreas realizadas por los Estados Unidos en el Terreno de Pruebas de
Nevada y en varios lugares del Océano Pacífico y por la Unión Soviética en
la región de Semipalatinsk en la actual república de Kazajistán y en Nueva
Zembla. Como consecuencia de estas pruebas eol nivel global de radiación
en el hemisferio norte llego hasta xxx sievert, lo que motivo la firma del
tratado sobre la prohibición de pruebas nucleares en la atmósfera entre
ambas potencias en 1963.
Aunque se intentó separar las aplicaciones nucleares militares de las
pacíficas, la construcción de numerosas centrales nucleares no pasó
desapercibida, la inevitable descarga de gases y líquidos radiactivos al
medio ambiente, aunque bien regulada, controlada y evaluada no pasó
desapercibida. El nacimiento y desarrollo en la década de los años 70 del
movimiento ecologista, la preocupación por la protección del medio
ambiente y el espíritu de secretismo que todavía reinaba en amplios
sectores de la industria y la administración acrecentaron la radiofobía, en
especial la aceptación de la aproximación lineal sin umbral de la Comisión
Internacional de Protección Radiológica, concluyeron en la declaración de
Río y en el establecimiento del principio de la precaución, es decir en caso
de duda rechazar la oferta, en este caso la oferta nuclear.
Las dudas expresadas por los propilos tecnólogos sobre la seguridad de las
centrales nucleares que se estaban construyendo, la publicación de
informes tales como WASH-740 en 1957 y WASH-1400 en 1975 sobre las
consecuencias previsibles de los accidentes en las centrales nucleares, así
como experiencias desafortunadas como el accidente de Windscale en
1957, el del reactor prototipo SL-1 en los Estados Unidos, el de Vinca en
Yugoslavia y el Lucerna en Suiza, crearon una fobia nuclear que ha crecido
considerablemente como consecuencia de los accidentes de TMI-2 en 1979
y Chernobyl-4 en 1986, el reciente accidente de Fukushima 1 ha ayudado a
17
consolidar la creciente fobia nuclear, que ha penetrado con intensidad en la
vida de las sociedades y en las decisiones políticas.
En España la fobia nuclear nace muy pronto. La euforia de las empresas
eléctricas nacionales por reservar emplazamientos para futuras centrales
nucleares, se formularon más de 22 solicitudes entre 1975 y 1985 que
cubrían prácticamente todo el territorio nacional, es uno de los hitos
considerados iniciales más representativos; una de las solicitudes más
significativas fue la petición formulada en xxxx por Iberduero para la
construcción de hasta siete unidades nucleares en Punta Endata, cerca de la
bahía de Deva, no lejos de la casa familiar del diplomático Areilza, que
originó la protesta de este político. Iniciada ésta, ya en plena transición a la
democracia, los ataques se centraron en las centrales de la segunda
generación, entonces en construcción. La central nuclear de Lemoniz, a 18
kilómetros de Bilbao fue la más afectada porque se tomó además como
símbolo del terrorismo de ETA. Los atentados contra las instalaciones, el
secuestro, juicio y ejecución de José María Ryan y el frío asesinato de
Ángel Pascual terminaron el proyecto ya muy avanzado. Las prédicas de
Mosén Redonat, cura de Ascó,: “tendréis niños grandes como la torre o
muy pequeños como la uña de vuestro dedo gordo” decía a las feligresas
desde su púlpito, terminaron acobardando a la población, hicieron del
Alcalde Carranza el más fiel de los antinucleares nacionales e impidieron
nuevas construcciones en Cataluña. Los agentes de las empresas catalanas
eran apedreados cuando llegaban a las poblaciones elegidas con el objetivo
de comprar terrenos para nuevas construcciones.
En Almaraz, el activista Costa Morata arengó un viernes a los estudiantes
de la Escuela Normal de Cáceres, donde estudiaban varios jóvenes de
Almaraz, sobre los peligros inminentes de la central nuclear de Cáceres.
Cuando estos estudiantes regresaron a su pueblo para disfrutar el fin de
semana, consiguieron reunir en la plaza del pueblo a una gran parte de los
habitantes y acusaron a los autoridades de mentirosos y vendidos a la
central nuclear. En aquella central, el Comité de Coordinación incluía el
Alcalde como gerente principal, el Farmacéutico como guardián de la salud
de los habitantes del pueblo, el Jefe de le Hermandad de Agricultores y
Ganaderos, como protector del medio ambiente, y el Sr Cura Párraco,
Presidente de la Acción Cristiana en Carretera, como representante de la
salud moral y espiritual de la población. Celebrada la reunión y armado el
revuelo estudiantil, el Sr. Alcalde llamó de forma inmediata al Presidente
del Comité de Información, Director General en el Ministerio de Industria
y antiguo Presidente de la Diputación de Cáceres, quien acompañado por
expertos de la JEN tuvo que desplazarse inmediatamente para reforzar la
verdad y contrarrestar las manifestaciones de Costa Morata.
18
Muchas otras historias como la antes mencionadas tuvieron lugar en
España. Todo ello fue creando un ambiente antinuclear que se convirtió
más tarde, bajo la dirección del Presidente González y la opinión de sus
cualificados Consejeros, en la moratoria nuclear que se estableció en el
Plan Energético del 1983.
El comienzo de la fase de estancamiento.
El movimiento antinuclear que se fue gestando a partir de 1975 alcanzó su
punto álgido con la llegada del primer gobierno socialista después de la
transición a la democracia. Los gobiernos anteriores del presidente Suarez
habían reconocido las dificultades por las que había pasado la central
nuclear de Lemoniz y se mostraron dispuestos a mantener la opción. El
Gobierno había también aprobado la construcción de un nuevo centro de
investigación cerca de Soria junto al Duero, mucho más completo que el
centro de La Moncloa en Madrid. El centro de Soria también fue objeto de
manifestaciones populares en contra.
En 1980 ya estaban en explotación las centrales nucleares de Almaraz,
Ascó y Cofrentes, se encontraban en construcción muy avanzada las dos
unidades de la central de Lemoniz detenida como consecuencias de los
actos terroristas realizados contra ella y sus directores, la central de
Vandellós II, las dos unidades de la central de Valdecaballeros y la central
de Trillo. En su programa electoral el candidato socialista ya había
anunciado que limitaría la potencia nuclear instalada a 7, 7 Mwe, lo que
suponía la cancelación de, al menos, cuatro unidades nucleares en
construcción.
El Gobierno, bajo la dirección del Secretario General de la Energía, el Sr.
Gallego Málaga, especialista en cuestiones económicas, que había sido
ayudante del Asesor técnico en la Embajada española en Washington y
había allí conocido los movimientos antinucleares reinantes, y contando
con la opinión antinuclear de la Directora General de la Energía Doña
Carmen Mestre, emprendieron una campaña encaminada a prescindir lo
antes posible de la energía nuclear esgrimiendo argumentos de seguridad.
El Reactor Safety Study, en el que se había expuesto por vez primera la
metodología probabilista, se había publicado en 1975, después de dos o
tres años de crítica estaba ganando prestigio en todo el mundo. Se decidió
que la empresa americana Nuclear Utility Services, NUS Coorporation,
realizase un estudió probabilista de seguridad de cada una de las centrales
19
en consideración haciendo referencia a las similitudes con las centrales que
habían sido consideradas en el Reactor Safety Study, Surry para las
centrales PWR y Peach Bottom para las centrales con reactor de agua en
ebullición pero teniendo en cuenta las características específicas de los
emplazamientos nucleares. Las autoridades alemanas habian terminado el
Rikostudie tomando como referencia la central de BIblis A, que sirvió de
referncia para la central de Trillo.
El análisis estuvo controlado desde España por el Subdirector de Energía
Nuclear D. Alberto López y participaron también dos expertos nucleares
destinados en la compañía NUS. El resultado del análisis demostró que
todas las centrales tenían un nivel de seguridad superior al de las centrales
de referencia y que, además, había muy pocas diferencias entre ellas. El
Gobierno pidió además al recién creado Consejo de Seguridad Nuclear un
informe sobre las características del emplazamiento y su compatibilidad
con el diseño de las centrales.
El informe de la NUS Corporation concluía que los emplazamientos
cumplían los requisitos establecidos y que los diseños eran concordantes
con las características físicas de los emplazamientos. Ante tales
circunstancias resultaba imposible esgrimir razones de seguridad en la
selección de las centrales que deberían ser finalizadas. Finalmente se
esgrimieron razones económicas para prescindir de Lemoniz y de
Valdecaballeros. La decisión tomada establecía además una moratoria a al
construcción de nuevas centrales nucleares, la declaración de que el ciclo
del combustible tenia que ser abierto, en lugar de cerrado como hasta
entonces, que la Junta de Energía Nuclear debería ser transformada en un
Centro de investigación energético, medioambiental y tecnológico y que se
crearía una empresa nacional para la gestión de los residuos radiactivos. Al
esgrimir razones económicas y no de seguridad los titulares de los permisos
de construcción de las centrales afectadas tenían derecho a la recuperación
de las inversiones realizadas, que pasaron, como es bien sabido a la tarifa
eléctrica.
El daño causado por la decisión tomada fue considerable, durante algún
tiempo, los titulares esperaron que la decisión se podría revocar en la
revisión cada dos años de los planes energéticos decenales, pero tal
revisión no se produjo y las centrales fueron prácticamente abandonadas, si
bien algunos equipos fueron adquiridos como repuestos de las unidades en
explotación de la misma tecnología.
La floreciente industria nuclear que se había creado se deshizo en su mayor
parte. Tecnatom, responsable de la formación de operadores, de la
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inspección en servicio de las centrales y vigilancia de la fragilización de las
vasijas sobrevivió razonablemente. ENUSA también limitó su producción a
la demanda nacional y ha sido capaz de entrar en el mercado internacional
del combustible, Equipos Nucleares tuvo que ampliar su producción a
componentes no nucleares y a la fabricación de repuestos, en especial
generadores de vapor y tapas de la vasija de presión, las empresas de
ingeniería tuvieron que limitar sus actividades nacionales al servicio de las
centrales y trabajos exteriores relacionados con los proyectos europeos
TACIS y PHARE.
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