ISSN 0325-2221 (versión impresa) ISSN 1852-1479 (versión online) TOMO XXXIX (2) julio-iiemre 2014 Buenos Aires COMISIÓN DIRECTIVA SOCIEDAD ARGENTINA DE ANTROPOLOGÍA 2014-2015 Presidenta: Mónica Berón Secretaria: Fabiana Bugliani Tesorera: Mara Basile Primer vocal titular: Carlos Zanolli Segundo vocal titular: Verónica Lema Primer vocal suplente: Juan Engelman Revisores de Cuentas: Darío Hermo y Laura Miotti Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología está incluida en los siguientes índices, catálogos y repositorios - Latindex Catálogo Folio 7380 (Nivel Superior de Excelencia) - Dialnet CIRC: Clasicación Integrada de Revistas Cientícas Grupo C - Catálogo Red de Bibliotecas Universitarias (REBIUN) - Handbook of Latin American Studies (HLAS) - Naturalis, Facultad Ciencias Naturales y Museo (FCNyM), Universidad Nacional de La Plata - SeDiCi, Universidad Nacional de La Plata - Catálogo Biblioteca Universitaria CSIC 000784889 - DOAJ (Directory Open Access Journal) - Anthropological Literature, Harvard - CLASE, UNAM - EBSCO-HOST Database - Directory Indexing of International Research Journals (CiteFactor) - Evaluación positiva del Comité Asesor para Núcleo Básico de Revistas Cientícas Argentinas. Resolución del Directorio de CONICET en curso Relaciones es una publicación semestral editada por la Sociedad Argentina de Antropología (SAA) para difundir la investigación en Ciencias Antropológicas de la República Argentina y el Cono Sur. Se propone difundir a nivel académico amplio los resultados de investigaciones o sus distintos grados de avance, favorecer la discusión entre los autores y mantener actualizados a los miembros de la SAA en los temas de su incumbencia. Publica artículos originales de investigación básica y aplicada, notas, entrevistas, comentarios, reseñas y obituarios de autores argentinos y extranjeros sobre Arqueología, Antropología Social, Antropología Biológica, Etnografía y Etnohistoria. Los artículos son revisados por un Comité Editorial y evaluados por, al menos, dos especialistas nacionales y/o extranjeros. Los artículos, notas y reseñas que se propongan para su publicación deberán ser originales y no haber sido publicados previamente en ninguna de sus versiones y no estar simultáneamente propuestos para tal n en otra revista. Los autores rmantes son responsables del contenido de sus escritos, de adecuar sus trabajos a nuestra guía estilística, de la exactitud de los datos consignados, de la correcta atribución de las citas y referencias bibliográcas, de los derechos legales por la publicación del material enviado y del apropiado manejo y tratamiento de las cuestiones relacionadas con la coautoría. La revista Relaciones requiere a los autores que concedan la propiedad de sus derechos de autor para que sus artículos, notas y reseñas sean reproducidos, publicados, editados, comunicados y transmitidos públicamente en cualquier forma o medio así como su distribución en el número de ejemplares que se requieran y su comunicación pública en cada una de sus modalidades, incluida su puesta a disposición del público a través de medios electrónicos o de otra tecnología para nes exclusivamente cientícos, culturales, de difusión y sin nes de lucro. DNDA 5071710 Es propiedad de la Sociedad Argentina de Antropología Moreno 350, 1091, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina Teléfono: 54(11) 4345-8196/7 Correo electrónico: [email protected] [email protected] Página web: http://www.saantropologia.org.ar/relacionesonline.htm Correo electrónico de Relaciones: [email protected] Hecho el depósito que marca la ley 11.723 Impreso en la Argentina 306 Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología Di ec o a nica er n: CONICET, Museo Etnográco “Juan B. Ambrosetti”, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. FACSO, UNICEN. E i o a es onsa le Ana el eel Museo Etnográco “Juan B. Ambrosetti”, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Co i e i o ial e is a Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología To o I 2014 Analía anale: miembro del Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires y docente del Departamento de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina. aleria ortegoso: investigadora del CONICET y docente de la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina. Nora iviana ranco: investigadora del CONICET, Instituto Multdisciplinario de Historia y Ciencias Humanas (IMHICIHU) profesora de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina. aula N on le : investigadora del CONICET, Instituto de Genética Veterinaria, Facultad de Ciencias Veterinarias, Universidad Nacional de La Plata (UNLP)-Centro Cientíco Tecnológico, La Plata, y docente de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata, Argentina. ecilia idalgo: profesora de la Facultad Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina. eandro una: investigador del CONICET, Museo Etnográco “Juan Bautista Ambrosetti”, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina. orge artíne : investigador CONICET, Instituto Superior de Estudios Sociales, Instituto de Arqueología y Museo, Universidad Nacional de Tucumán. aleria alamarc u : investigadora del CONICET, Museo Etnográco “Juan B. Ambrosetti”, Facultad Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, y docente de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina. laudio Revuelta miembro de Museo de Ciencias Antropológicas y Naturales, Universidad Nacional de La Rioja y de la Escuela de Desarrollo Local y Turismo, Universidad Nacional de Chilecito. lorencia ola: investigadora del CONICET, docente de la Universidad de Buenos Aires, Argentina investigadora asociada al entre Enseignement et Rec erc e en Et nologie Am rindienne du a oratoire d Et nologie et de Sociologie omparative niversit aris uest Nanterre a ense et entre National de la Recherche Scientique), Francia. Corrección de estilo: Anabel Feely. Diagramación: Beatriz Bellelli. al adores Relaciones a lo Am r stolo CONICET, División Arqueología. Museo de Ciencias Naturales, Facultad de Ciencias Naturales y Museo. Universidad Nacional de La Plata, Argentina; uan autista elardi, CONICET, Universidad Nacional de la Patagonia Austral. Unidad Académica Río Gallegos, Santa Cruz, Argentina; ristina ellelli. CONICET-Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Argentina a lo ru CONICET, Instituto Interdisciplinario Tilcara, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina ariana E e Nigris, CONICET - Universidad de Buenos Aires, Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Argentina atricio e Sou a erreros Universidad Católica del Norte, Chile Ana a riela uraie , Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Argentina arío ermo, CONICET, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata, Argentina. arolina ema, Investigadora Independiente, Valdivia, Chile iana a anti, Laboratorio de Arqueología Regional Bonaerense, Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina atías E edina CONICET, rea de Arqueología, Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S.A. Segreti”, Córdoba, Argentina; nrique ren CONICET, Escuela de Arqueología. Universidad Nacional de Catamarca, Argentina; oina unita Colegio de Arqueólogos de Chile A.G., Chile; uciano rates, CONICET, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata, Argentina Ana í Re CONICET, Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Argentina aría imena Senatore. CONICET, Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas, Argentina. arcela Sep lveda, Departamento de Antropología, Universidad de Tarapacá, Chile a iana S ar un, CONICET. Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata, Argentina iguel u imedi, CONICET, Museo de La Plata, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata. RS ha id calicada cn el iel Suerir de celencia r el A IN E Registro N Integra a partir de este omo el N cleo sico de Revistas del AI Res El presente Tomo XXXIX (1 y 2) de Relaciones ha sido realizado gracias a las contribuciones de los socios. Comité Asesor Cientíco arlos A Asc ero Investigador Superior del Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Vicedirector del Instituto Superior de Estudios Sociales (ISES), CONICET Profesor Titular Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo, Universidad Nacional de Tucumán. Argentina. rancisco Ra l arnese Profesor Consulto Facultad Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires Director Sección Antropología Biológica del Instituto de Ciencias Antropológicas de la Facultad Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Isa elle om s Investigadora asociada con el Instituto Francés de Estudios Andinos (UMIFRE n 17/CNRS-MAE) Profesora del Programa de Post Grado en Historia de la Universidade Federal da Grande Dourados (Mato Grosso do Sul, Brasil). Miembro del Taller de Estudios e Investigaciones Andino-Amazónicos (TEIAA) de la Universitat de Barcelona, España. eanierre haueil Director de investigación en el CNRS y miembro del Centro EREA del Laboratoire d Ethnologie et de Sociologie Comparative-LESC (UMR 7186: Université Paris Ouest Nanterre La Défense-CNRS). elie riadad Profesor de investigación del CSIC, Instituto de Ciencias del Patrimonio (Incipit), Consejo Superior de Investigaciones Cientícas (CSIC). España. om ille a Rebecca ebb ilson University Distinguished Professor of Anthropology, Religion, and Culture and Professor of Anthropology and Latin American Studies, Department of Anthropology Vanderbilt University, Nashville, TN. Estados Unidos. Ana aría orandi Investigadora Superior de Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas (CONICET) Profesora Facultad Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Jefa Sección Etnohistoria, Instituto Ciencias Antropológicas, Facultad Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina. anuel rancisco ena arrain Investigador residente, Coordinador Prehistoria y Antropología, Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP), Coyhaique, Chile. Adriana iscitelli Investigadora nivel A en el Núcleo de Estudos de Género PAGU de la Universidade Estadual de Campinas/ Unicamp. Profesora del Departamento de Antropología y el Doctorado en Ciencias Sociales de la misma universidad. Investigadora nivel 1D del CNPq (Conselho Nacional de Desenvolvimento Cientíco e Tecnológico, Brasil). Brasil. ristan latt Chair in Anthropology and History, Centre for Amerindian, Caribbean and Latin American Studies Department of Social Anthropology, School of Philosophical, Anthropological and Film Studies Faculty of Arts, University of St Andrews, St Andrews, Escocia, Reino Unido. Sandra Ale andra Si redi Investigadora Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Profesora Facultad Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Alexandre Surrall s Directeur de Recherche, Centre National de la Recherche Scientique, Laboratoire d’anthropologie sociale, Collge de France. Paris, Francia. o n erano Professor Department of Anthropology, Tulane University, LA y Associate Editor International Journal of Paleopathology. ISSN 0325-2221 (versión impresa) – ISSN 1852-1479 (versión online) Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXXIX (2), julio-diciembre 2014 ÍNDICE To o I 2 A E N EN S ART CULOS “Como en ella jamás ha habido minas...” Minería y metalurgia en la Puna de Jujuy durante momentos prehispánicos tardíos As t ere ere never mines t ere ining and metallurg in t e puna o u u during late pre ispanic times arlos Angiorama lorencia ecerra ..........................................................................313-332 Secuencia cronológica y tecnología lítica en la Puna Seca y Salada de los Andes Centro-Sur para el Holoceno temprano y medio a través del ejemplo de Susques hrnlic equence and lithic technl in r and Salt una in Suthentral nde durin earl and idlcene thruh the eale Suque Rodolp e oguin ............................................................................................................333-364 Fuentes de aprovisionamiento de materia prima y sistemas de producción lítica en los Andes (Noroeste de San Juna, Argentina) it ic sources procurement and production s stems in t e Andes Nort est o San uan Argentina) Silvina astro ustavo ucero aleria ortegoso iego inocur............................365-386 ooarqueología en el humedal de la cuenca uvial del centro-este santafesino. archael in the etland the ain eatcentral Santa e ulieta Sartori aula alligani......................................................................................387-409 El adoquinado y su evidencia arqueológica. Estudio sobre artefactos líticos de granito procedentes de San José de Flores, Buenos Aires, Argentina e co lestone pavement and its arc aeological evidence Stud o granite stone arti acts rom San os de lores uenos Aires Argentina ederico oloca ...............................................................................................................411-434 Ocupaciones humanas en un valle intraserrano del sector noroccidental de Tandilia: sitio El Puente (Partido de Olavarría, Buenos Aires). uman occupation in an intraserrano valle in t e nort est sector o andilia El uente site lavarría district uenos Aires) a lo essineo ristian au mann amela Ste an ristian avier u ois N lida al ................................................................................435-462 311 Producción local de cuentas de valva en el bosque del noroeste de Patagonia. Una aproximación desde la arqueología experimental ocal production o S ell eads in t e orest o nort est atagonia An approac rom experimental arc aeolog Sa rina eonardt ..............................................................................................................463-482 Análisis de pigmentos del Macizo del Deseado: el abastecimiento de materias primas y la producción de pinturas rupestres en Cueva Maripe (Santa Cruz, Argentina) igment anal sis rom t e eseado assi t e procurement o ra materials and t e production o roc paintings in ueva aripe Santa ru Argentina) Natalia arden Rocío lanco aniel oiree ecilia enna ini ucía agnin a lo arcía .........................................................................................483-508 Fechados radiocarbónicos y delimitación temporal de los conjuntos arqueológicos de Cueva Maripe, Santa Cruz (Argentina) Radiocar on datings and c ronological resolution o t e arc aeological assem leges o aripe ave Santa ru Argentina) aura itti aura archinni run quera ar er ntni era ......509-537 NOTAS Primeros resultados de las investigaciones en Brealito y Luracatao (Departamento Molinos, Salta) reliinar inetiatin in realit and uracata rea rt reult pt olinos Salta) er€nica Isa el illiams arolina rsini Elisa eno i aría ecilia astellanos ................................................................................................539-549 Análisis de la variabilidad de los parapetos en la meseta del Strobel (Santa Cruz) Anal sis o linds• varia ilit in Stro el lateau Santa ru ) ena lre ni .........................................................................................................551-557 MEMORIA ANUAL SOCIEDAD ARGENTINA DE ANTROPOLOGIA 2013-2014 .... 559-563 NORMAS EDITORIALES PARA LOS AUTORES ...................................................... 565-572 PUBLICACIONES DE LA SOCIEDAD ARGENTINA DE ANTROPOLOGIA ......... 573-575 312 ISSN 03 51 (versión impresa) ISSN 185 -1479 (versión online) Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología I ( ), julio-diciembre 014: 313-33 1 COMO EN ELLA AM S A A IDO MINAS MINERÍA METAL RGIA EN LA P NA DE D RANTE MOMENTOS PRE ISP NICOS TARDÍOS arlos I Angiorama‚ lorencia ecerra‚‚ Fecha recepción: 11 de noviembre de 013 Fecha de aceptación: 3 de octubre de 014 RESƒ EN a una de u u Argentina) es una porci€n del altiplano surandino rica en minerales metalí eros „ue a sido se…alada como pro a le uente de metales para los a itantes pre isp†nicos locales de las regiones circundantes En este artículo revisamos las evidencias antiguas de minería metalurgia pu licadas para la puna u e…a a las „ue sumamos las generadas por nuestras propias investigaciones de campo en la regi€n los datos so re el tema aportados por la documentaci€n colonial temprana A la lu de la in ormaci€n disponi le asta a ora reevaluamos las propuestas „ue a ían sido e ectuadas acerca del papel „ue la minería la metalurgia a rían ugado para los antiguos a itantes de la regi€n de estudio Palabras clave: una de u u ‡ minería ‡ metalurgia ‡ poca pre isp†nica ‡ in a AS ERE ERE NE ER INES ERE ININ AN E A ƒR ˆ IN E ƒNA ƒ ƒˆ ƒRIN A E RE IS ANI I ES A S RA e una o u u Argentina) part o t e Sout Andean ig lateau is ric in metalli erous minerals ic ave een pointed out as a pro a le source o metals or t e pre ispanic in a itants Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Instituto Superior de Estudios Sociales- Instituto de Arqueología y Museo, Universidad Nacional de Tucumán. E-mail: [email protected] Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Instituto Superior de Estudios Sociales- Instituto de Arqueología y Museo, Universidad Nacional de Tucumán. E-mail: [email protected] 313 I ( ), julio-diciembre 014: 313-33 o t e una and t e surrounding areas In t is paper e revie t e evidences o ancient mining and metallurg in t e region pu lis ed so ar oreover e include t e ones generated during our own eldwor and the information recovered in the early colonial documentation. Based on the data availa le e reappraise t e proposals made regarding t e role t at mining and metallurg ould ave pla ed or t e ancient in a itants in t e region o stud Keywords: una o u u ‡ mining ‡ metallurg ‡ pre ispanic times ‡ in a INTRODUCCIN Aunque en diversas investigaciones históricas y arqueológicas se ha señalado la importancia de la actividad minera en la Puna de Jujuy desde los inicios de la presencia europea allí, es muy poco lo que se conoce sobre su desarrollo en momentos previos. En 2010 publicamos un primer panorama acerca de las evidencias de minería y metalurgia asignables a momentos tanto prehispánicos como coloniales existentes en tres sectores de esta región (Pozuelos, Santo Domingo y Coyahuayma) (Angiorama y Becerra 2010) (gura 1). Tres años después, con el avance de nuestras investigaciones sobre el tema, la incorporación de la cuenca del río Santa Catalina como parte del área de estudio, y una revisión de los hallazgos previos realizados por otros investigadores, nos proponemos en esta oportunidad revaluar las interpretaciones sobre el rol que las actividades minero-metalúrgicas desarrolladas en esta región tuvieron durante momentos prehispánicos. LA MINERÍA Y METALURGIA EN LA PUNA DE JUJUY: HIPTESIS PREVIAS Y EVIDENCIAS PUBLICADAS Acerca de la minería antigua en la una de u u La Puna de Jujuy es una región reconocida por su riqueza en minerales metalíferos. Entre otros, se destacan los yacimientos de Pan de Azúcar, Chinchillas (Fundiciones), Rachaite y La Candelaria, donde se localizan importantes manifestaciones de plomo, plata y zinc, mientras que se presenta cuarzo aurífero en el área de Santo Domingo y vetas y aluviones auríferos a lo largo de toda la sierra de la Rinconada y de su prolongación septentrional (Coira 1979). Además, la región también cuenta con yacimientos de cobre y pequeños depósitos vetiformes y grandes acumulaciones aluviales de estaño, todos explotables mediante las tecnologías disponibles en momentos prehispánicos (Angiorama 2003). Fueron distintos viajeros y naturalistas, que recorrieron la Puna durante el siglo XIX, quienes empezaron a observar y registrar las “indicaciones de trabajos antiguos” que aún perduraban en la región (Hóskold 1889:25) y destacaron las labores mineras desarrolladas antes de la llegada de los europeos (entre otros, Andrews [1825] 1967; De Moussy 1860; Brackebusch [1883] 1981; Carrillo [1888] 1988; Hóskold 1889; Cabanettes y Amans 1891; Novarese 1893). A pesar de las valiosas descripciones, no contaban con datos certeros acerca de su cronología exacta ni de quiénes efectivamente habían llevado a cabo dichas tareas, y asignaron las evidencias de manera general a los “incas”. Unos años después, Boman (1908) publicó los resultados de las campañas realizadas en la región, ofreciendo nuevos datos y también algunas reexiones en torno a la actividad minera prehispánica. Por una parte, su carta arqueológica del Noroeste Argentino resulta una gran fuente de información sobre la localización de yacimientos posiblemente explotados en momentos previos a la conquista. En el departamento de Rinconada, señaló a Farellón –en la margen del 314 Figura 1. Ubicación de las áreas de estudio: (A) Cuenca del río Santa Catalina; (B) sur de la cuenca de Pozuelos; (C) Coyahuayma río Coyahuayma–, Lopiara, Pan de Azúcar, Pampa Laguna Colorada, Fundiciones, Torayo, Viscachayo y Chusmimayo. En Santa Catalina localizó a Merco, Oratorio, Apóstol, Minas Azules y Torno. Asimismo, armó que parte de los numerosos pozos para extraer sedimento aurífero y lavaderos que rodeaban a la localidad de Rinconada podría haber sido efectuada en momentos prehispánicos, aunque aceptó la ausencia de pruebas concluyentes de ello. Pero no solo se interesó por la extracción de minerales metalíferos. También prestó atención a la minería de la sal en las Salinas Grandes donde dio cuenta del hallazgo de numerosas hachas de piedra empleadas para esta actividad recuperadas en Huancar, al borde de la salina y en el camino entre este y Lipan, y en los bordes de la salina de Pastos Grandes y al sudoeste de Acay. A la vez que Boman destacaba el acceso de las poblaciones locales prehispánicas a los yacimientos auríferos aluviales, se sorprendía ante la ausencia de ornamentos en oro en las sepulturas antiguas, culpando, en parte, a la acción de los buscadores de tesoros, quienes habían afectado la mayoría de las tumbas de la zona. Asimismo, planteó que los puneños no habrían desarrollado la metalurgia del cobre. De hecho, consideraba que “es más que probable que las raras piezas encontradas en las ruinas y grutas funerarias de la Puna de Jujuy provengan de los Valles Diaguitas, de Bolivia o de Perú” (Boman 1908:774), especialmente los discos de bronce (Albeck 2001). Esta dicotomía entre la riqueza mineral de la región y la ausencia de piezas metálicas en los sitios no pasó desapercibida para investigadores posteriores. Krapovickas y Aleksandrowicz también mencionaron este punto señalando que “son bastante frecuentes los yacimientos metalíferos por lo cual es de suponer que los antiguos habitantes prehistóricos los utilizaron y poseyeron instrumentos de metal. Pero los hallazgos arqueológicos no han sido numerosos” (1986-87:110). La proximidad entre los yacimientos metalíferos y los sitios con evidencias de ocupación inka en la región llevó a Rafno (1978) a plantear que la presencia imperial se habría vinculado a la posibilidad de explotar dichas minas. Algunos ejemplos serían El Moreno, el Pukara de Rinconada, Sayate, Casabindo, Cochinoca y Puerta de Rinconada. Sin embargo, más allá de la localización 315 I ( ), julio-diciembre 014: 313-33 espacial, en ninguno de ellos se observan evidencias concretas del desarrollo de actividades mineras ni metalúrgicas. Una excepción podría ser Salviayoc, donde Rafno y colaboradores registraron indicios de explotación aurífera –como escorias, canales y piletas circulares para el lavado de mineral– vinculados a arquitectura inkaica (dos conjuntos de rectángulos perimetrales compuestos o RPC). No obstante, este sitio habría sido ocupado también intensamente durante el período colonial y republicano (Rafno et al. 1986:74), dando lugar a dudas acerca de la cronología de las edicaciones dedicadas a la actividad minero-metalúrgica. Por último, la disponibilidad en una misma región de los cuatro minerales más empleados en la metalurgia prehispánica –oro, plata, cobre y estaño–, llevó también a uno de nosotros a proponerla como una posible área de provisión de parte del metal necesario para la elaboración de los objetos metálicos hallados en la quebrada de Humahuaca en momentos tardíos e inkas (Angiorama 2003, 2006). Acerca de la metalurgia antigua en la una de u u La relevancia de las prácticas minero-metalúrgicas desarrolladas en los Andes en general y en el Noroeste Argentino en particular ha sido considerada mayormente a partir del análisis de la variedad, complejidad y cantidad de bienes metálicos producidos y usados en la región, ya que las evidencias indiscutibles de minería prehispánica son escasas (c . Salazar 2003-04). Aunque en la actualidad se han realizado grandes avances en el estudio e identicación de explotaciones mineras previas a la conquista (Salazar 2008; Figueroa et al. 2013; Salazar et al. 2013; Shimada y Craig 2013; Stllner et al. 2013; Vaughn et al. 2013), el desarrollo de actividades extractivas de gran intensidad durante la colonia y el período republicano dicultan enormemente la tarea debido a su acción destructiva. Ante esta situación, consideramos necesario enfocarnos también en registrar las evidencias de metalurgia extractiva, manufactura y uso de objetos metálicos que se hubieran publicado para la región. Lo primero que sorprende, como lo destacaron Krapovickas y Aleksandrowicz (1986-87), es la poca cantidad de piezas de metal halladas en los distintos sitios arqueológicos investigados en el área. Las piezas publicadas recuperadas en la región provienen fundamentalmente de Doncellas y Farallones Norte (Rolandi de Perrot 1974; Alfaro de Lanzone 1988; Pérez 2006-07), Pukara de Rinconada (Boman 1908; Alfaro de Lanzone y Suetta 1970; Ruiz 1996), Pueblo Viejo de Tucute (Casanova 1938; Pérez 2006-07) y Casabindo (Ambrosetti 1901-02, [1904] 2011; Boman 1908). Se trata de un conjunto heterogéneo pero relativamente pequeño de piezas (45) encontradas, en su gran mayoría, en contextos funerarios. En Yavi Chico (Ottonello y Krapovickas 1973), Cerro Colorado 1 o Sansana (Krapovickas y Aleksandrowicz 1986-87), Queta (Boman 1908) y algunos lugares cercanos a Casabindo (Ojo de Agua, Río Negro, Taranto), se han hallado algunas piezas metálicas más, en mucho menor cantidad (tabla 1). En total suman 69 piezas. En cuanto al área del actual departamento de Santa Catalina (sin referirnos a la cuenca del Río Grande de San Juan, ya fuera del ambiente de Puna) no se ha reportado más que el hallazgo de un objeto metálico en un “cementerio” de Santa Catalina (Lehman-Nistche 1902), cuyo origen fue discutido por Boman (1908) quien armó que se trataba de parte del ajuar de una gruta funeraria de Casabindo. Se debe aclarar, sin embargo, que prácticamente no existen antecedentes publicados de trabajos arqueológicos en el área, previos a los iniciados por nosotros recientemente. 316 Tabla 1. Objetos metálicos y residuos de fundición publicados recuperados en la Puna de Jujuy, Argentina P oce encia O e os e licos esi os e n ici n Tres cinceles de cobre, un pequeño recipiente cilíndrico de plata repujada, un cuchillo de cobre y dos colgantes de lámina delgada del mismo material, uno en forma de cuchara y otro similar a una pequeña campanilla. Pukara de Rinconada Pozuelos Pueblo Viejo de Tucute uebrada de Tucute Río Negro, cerca de Casabindo Casabindo Puna de Jujuy Taranto o Taranta ueta Boman (1908) Un brazalete y un “topo astronómico”. Un tumi de bronce con agujeros de suspensión, un trozo de hachuela Alfaro de Lanzone (1969), de bronce (en G1), una campanilla y cincel de bronce Alfaro de Lanzone y Suetta (en K2) y un pectoral de cobre con suras en el borde (1970), Ruiz (1996) superior de chinchillones y escudos internos con círculos (en K410). González, A. R. (1979, cito i i de bronce. en Rafno et al 1986) Tres cinceles, una campanilla y un fragmento de cobre, y dos fragmentos de brazaletes y un adorno semicircular de oro. Casanova (1938); Pérez (2006-2007) Cuchillo semilunar de cobre. Ambrosetti ([1904] 2011) y Boman (1908) Placa rectangular de cobre, “decorada en la parte superior con una cabeza humana y dos animales tipo vizcachas de la Puna”. Ambrosetti (1901-02); Boman (1908:615) Dos placas de cobre circulares. Una tiene representada una cabeza de serpiente con dos cuerpos en forma de S que termina cada una en una cabeza individual de serpiente, mientras que la segunda tiene grabado un sapo con una cruz en su cuerpo. Ambrosetti ([1904] 2011) y Boman (1908) Placa pectoral. Pequeño disco de bronce sin grabado, de 7 cm de diámetro. Aunque Ambrosetti (1902) arma que se encontró en Santa Catalina, Boman (1908) plantea que proviene de una de las grutas funerarias de Casabindo. Ambrosetti (1901-02); Lehman Nitsche (1902); Boman (1908) Cincel de bronce hallado en gruta funeraria. Fragmento de brazalete de bronce y un topu con paleta chata y grabado. Un topu con oricio en forma de anillo saliente. Una hoja de hachuela, un cincel y un fragmento de adorno para el brazo, todos de bronce, y un gran disco de cobre, sin decoración. Un cuchillo semilunar y un colgante tipo campanilla, ambos de cobre. Fragmento de un cuchillo de hierro. Doncellas o Ambrosetti (1901-0 ) Ambrosetti ([1904] 2011) Ambrosetti ([1904] 2011) Ambrosetti ([1904] 2011) y Boman (1908) Boman (1908) Von Rosen (1904 cito en Boman 1908:612) Dos láminas, una campanilla, un tumi, dos colgantes, una “medialuna con pedúnculo”, todos de cobre; dos cinceles Alfaro de Lanzone (1988), de bronce, cuatro eslabones de una cadena y una hoja Pérez (2006-07) de cuchillo de hierro. También escorias de fundición de cobre. 317 I ( ), julio-diciembre 014: 313-33 a la ‰ ontinuaci€n) P oce encia Farallones Norte O e os e licos esi os e n ici n o Dos vasos dorados (con plata como metal predominante), Rolandi de Perrot (1974); un brazalete de cobre y zinc, tres colgantes de plata y un Alfaro de Lanzone (1988); topu de bronce. Escorias de fundición posiblemente de Pérez (2006-07) cobre. Tajuera (Colección Doncellas) Una aguja de metal. Alfaro de Lanzone (1988), Pérez (2006-07) Ojo de Agua Un cincel de cobre y dos piezas alisadas Dip (2000) Agua Caliente de Rachaite Un cuchillo de hoja europea y aguja de hierro. Ottonello (1973) Tabladitas “Llamita” de oro hallada en supercie. Ventura (1984-85). Yavi Chico La uiaca Vieja Ottonello y Krapovickas (1973) Un punzón de cobre o bronce en un montículo “asignable Krapovickas y al período agroalfarero temprano”. Aleksandrowicz (1986-87) Cinceles, probablemente de bronce. Un cuchillo, probablemente un tumi, una campanilla de bronce y dos objetos de oro (un fragmento trapezoidal de Boman (1908); Cerro Colorado Krapovickas y un adorno de tamaño mayor y un colgante rectangular con 1 o Sansana oricio de suspensión). También escorias de fundición, Aleksandrowicz (1986-87) posiblemente de oro. Salinas Grandes Una pulsera y dos anillos con decoración en relieve, de cobre. “Una diadema de oro de 12 cm de ancho en su parte inferior, de la que se yerguen dos guras humanas esquemáticas que alcanzan a 9 centímetros de altura sobre el borde inferior de la diadema”. Boman (1918:100-101) NUESTRAS INVESTIGACIONES Desde el año 2004 venimos realizando investigaciones arqueológicas de manera sistemática en grandes sectores de la Puna de Jujuy (valle de Coyahuayma, sur de Pozuelos y cuenca del río Santa Catalina). Uno de nuestros objetivos es identicar evidencias de prácticas de minería y metalurgia asignables a momentos prehispánicos, por lo que hemos generado distintas estrategias para el desarrollo de los trabajos de campo. Tanto en el caso de Coyahuaima como en el sur de la cuenca de Pozuelos, que comprende un territorio de unos 1.600 km , realizamos prospecciones intensivas de cobertura total en numerosas unidades topográcas, recorriendo un alto porcentaje del área de estudio. Nuestros trabajos no estuvieron orientados especícamente a la detección de evidencias de explotación minera, sino que se efectuaron relevamientos y muestreos superciales de cada uno de los sitios hallados (desde aquellos de época arcaica hasta republicanos), y se registraron la distribución de los recursos naturales disponibles y las vías de tránsito detectadas. Por el contrario, en la cuenca del río Santa Catalina, donde nuestros trabajos comenzaron en 2010, realizamos prospecciones especícamente diseñadas para localizar en el terreno ciertos lugares en los que, según la bibliografía y la documentación histórica consultada, se habían desarrollado explotaciones mineras durante las primeras décadas de la presencia europea en la región, con la expectativa de que hubiesen sido trabajadas también en momentos previos. Ellos 318 fueron Santa Catalina, Minas Azules, San Francisco, Coripampa, El Torno, Mina Tagarete (o Eureka), La Cruz, Oratorio y Timón Cruz. Una vez localizados estos parajes en el terreno, se prospectaron con una intensidad tal que nos permitiera registrar aun vestigios de baja visibilidad. Sin embargo, en ciertos lugares (como Timón Cruz, Oratorio y La Cruz) aún perduran amplios sectores no prospectados. Actividades mineras en sitios con ocupaci€n pre isp†nica Aunque la escala y profundidad de las labores, en conjunto con el hallazgo de instrumental característico y/o las marcas generadas por este en los socavones y piques, podría ser una buena base para estimar la antigüedad de los trabajos extractivos, no en todos los casos estos criterios son adecuados y permiten distinguir entre las labores prehispánicas de las coloniales. Por ejemplo, en la Puna de Jujuy, a diferencia de otras regiones, el inicio de la explotación minera colonial no habría producido un aumento signicativo en la escala de las labores en comparación con los tiempos prehispánicos, especialmente si pensamos en que gran parte de los mineros puneños fueron indígenas independientes o españoles que no realizaron grandes inversiones (Angiorama y Becerra 2012; Becerra 2014). Asimismo, el desarrollo de la minería a escala industrial a partir de la segunda mitad del siglo XIX no habría impedido que continuaran las prácticas de minería artesanal, con similar instrumental y técnicas que las coloniales (c . Brackebusch [1883] 1981; Cabanettes y Amans 1891). Sumado a esto, la ausencia de material cultural diagnóstico en las instalaciones y labores registradas ha restringido aún más su interpretación temporal. Es así que, a pesar de los intensos trabajos de campo realizados no hemos podido identicar evidencias claras de actividades mineras prehispánicas en la región. Las únicas que podrían datar de aquella época son las que se encuentran asociadas espacialmente a ocupaciones prehispánicas, aunque su efectiva contemporaneidad se encuentra aún a nivel de hipótesis. En el alle e Co a a a, en los alrededores de la localidad de Rosario de Coyahuayma, se conservan numerosos pozos para la extracción de oro de lones y de depósitos aluviales, junto a estructuras residenciales de diversas épocas –desde coloniales hasta actuales–, probablemente vinculadas a esta actividad. Asimismo, en las cercanías de socavones más recientes, se ha registrado abundante mineral molido y seis grandes instrumentos de molienda (mara s), consistentes en grandes rocas de forma tronco-piramidal, que habrían sido movidas por balanceo o rotación sobre otra roca plana (gura 2). El empleo de estos mara s –de morfología prehispánica–, el hallazgo de cerámica inka en este valle por parte del equipo dirigido por H. Yacobaccio (comunicación personal) y la existencia de un RPC inka junto a uno de los pozos de extracción más grandes de la zona, nos han permitido aventurar que la explotación del oro local observada se habría iniciado en momentos prehispánicos (Angiorama y Becerra 2010). En el sector sur de la cuenca de Pozuelos, hemos registrado diversas áreas de lavado de mineral asociadas a refugios temporarios, es decir, sectores en los que pueden observarse trincheras y pozos para la extracción de sedimento aurífero y uno o dos recintos habitacionales de pequeñas dimensiones (Angiorama y Becerra 2012). En San os , en el río homónimo, hemos identicado cinco sitios de estas características, en un área en la que también se han registrado evidencias de ocupación prehispánica (gura 3). En la cuenca del río Santa Catalina, por otra parte, hemos observado áreas de explotación aurífera vinculadas a núcleos habitacionales dispersos (Angiorama y Becerra 2012). Una de ellas es la de P e lo Vie o e O a o io. Allí se observan trincheras y pozos para la obtención de sedimento aurífero excavados en una porción angosta de la quebrada del río Oratorio (gura 4). Estas se encuentran junto a numerosas estructuras habitacionales, casi todas de planta rectangular, con techo a dos aguas y muros de rocas unidas con argamasa, que datarían de época colonial. No 319 I ( ), julio-diciembre 014: 313-33 obstante, hemos hallado allí mismo paneles con arte rupestre prehispánico tardío y un pequeño pu ara construido en la cima de un cerro que se eleva junto a la porción aurífera del río. Figura 2. Evidencias de actividades mineras en Coyahuayma: (A) trinchera para extracción de sedimento aurífero; (B) mara s; (C) entrada a socavón Figura 3. Evidencias de minería antigua en San José. Trincheras para extracción de sedimento aurífero 3 0 Figura 4. Evidencias de minería antigua en Pueblo Viejo de Oratorio. Pozos para extracción de sedimento aurífero También en la cuenca del río Santa Catalina, hemos registrado un paraje rico en oro llamado Ti n C , donde se observan evidencias antiguas de explotación minera: ocho desmontes y socavones, uno de los cuales alcanza una gran profundidad (gura 5). A estas evidencias se asocian unas pocas estructuras de planta circular, con muros de lajas y argamasa, con techo en falsa bóveda y un diámetro que no supera los 2 m (Angiorama y Becerra 2012). A tan solo 1 km, junto a un curso de agua temporario, se encuentra el sitio Timón Cruz 2, el cual consiste en una Figura 5. Evidencias de minería antigua en Timón Cruz. Trincheras para extracción de sedimento aurífero 3 1 I ( ), julio-diciembre 014: 313-33 gran concentración de estructuras habitacionales de planta rectangular, con techos a dos aguas, la mayoría dispuestas en torno a patios, de época colonial. Pero en el lugar se registraron, además, algunos canchones para cultivo y recintos de planta circular de mayor antigüedad, probablemente prehispánicos. En el lugar abunda la cerámica chicha y la colonial (Angiorama y Becerra 2012). En realidad, a pesar de la cercanía de este sector con la zona de desmontes, no sabemos aún si habría existido una vinculación directa entre los habitantes de Timón Cruz 2 y la explotación minera cercana, aunque sí una recurrencia en la ocupación del espacio. Actividades metal rgicas en sitios con ocupaci n pre isp nica En lo que respecta a la transformación del mineral en metal, los sitios que mencionaremos a continuación presentan evidencias del desarrollo de procesos metalúrgicos, tales como cimientos de estructuras de fundición, escorias y/o piezas de metal terminadas. Sin embargo, otra vez, la vinculación cronológica entre esas evidencias y la ocupación prehispánica registrada en el lugar no es segura en todos los casos. Son tres los sitios que, además de indicios de ocupación prehispánica, presentan restos de estructuras de combustión vinculadas a la metalurgia. Todos están localizados en el sur de la cuenca de Pozuelos. Uno de ellos es C a a a aico 25, en la quebrada homónima. Allí hemos identicado cuatro estructuras domésticas junto a un complejo de andenes de cultivo que cubren una supercie de media hectárea. Dos fechados radiocarbónicos, las técnicas constructivas y las especies cultivadas (identicadas a través del estudio de los tolitos que perduraron en los andenes), nos indican que las estructuras datan de época prehispánica, pero fueron reutilizadas durante época colonial (Angiorama 2011). En las cercanías hemos registrado, además, los restos de un horno (gura 6). No hemos logrado identicar su forma completa ni las características de su funcionamiento, pero sabemos que su construcción data de, al menos, momentos coloniales, ya que por sobre sus cimientos ha crecido una queñoa de más de tres metros de altura, con una edad estimada en más de 300 años de acuerdo al ritmo de crecimiento de esta especie en el área de estudio. Al lado de los cimientos del horno se emplazan dos estructuras semicirculares, en cuyas paredes se observan rocas termo-alteradas, algunas con evidencia de vitricado (Angiorama y Becerra 2010). Los análisis de los desechos de fundición indican que se habrían fundido sulfuros de plomo con plata (galena argentífera) (Becerra et al. 2014). Hasta el momento no podemos establecer la vinculación entre estas actividades metalúrgicas y la ocupación prehispánica del sitio, pero debemos señalar su asociación espacial, aunque sea probable que las primeras daten de tiempos coloniales. A diferencia de Chajarahuaico 25, para Ta la i as 1 hemos propuesto que la ocupación del sitio y las actividades metalúrgicas se habrían dado de manera contemporánea. Se trata de un asentamiento en el que se observan unos pocos recintos residenciales, asociados a estructuras agrícolas, depósitos construidos en oquedades y arte rupestre prehispánico tardío. Un fechado obtenido en un recinto residencial excavado por completo dató su ocupación durante el siglo XV de nuestra era. Ni las excavaciones ni las recolecciones superciales han dado como resultado el hallazgo de alguna evidencia de ocupación colonial del sitio. En el asentamiento hemos registrado los cimientos de un horno de fundición, cuyos restos presentan una forma de “T” de 1,2 m de largo x 0,8 m de ancho. En los alrededores, se observan numerosas rocas termo-alteradas, probablemente pertenecientes a la estructura, y fragmentos de minerales y escoria metalúrgica (Angiorama y Becerra 2010) (gura 7). Los análisis de estas últimas nos permiten establecer que en este horno se ha realizado la primera fundición de sulfuros de plomo con contenido de plata, tal como en Chajarahuaico (Becerra et al. 2014). 3 Figura 6. Evidencias de metalurgia antigua en Chajarahuayco 25. Restos de horno metalúrgico Figura 7. Evidencias de metalurgia antigua en Tabladitas 1: (A) y (C) restos de horno metalúrgico; (B) escoria Por último, también hemos registrado la presencia de hornos de fundición en Pan e A ca . Los trabajos realizados en este sector dieron lugar al hallazgo de evidencias de una ocupación de larga data. Ciertas puntas de proyectil halladas en supercie se remontan al Período Arcaico (Angiorama et al 2013). Algunos recintos asociados a estructuras agrícolas y corrales han sido ocupados durante el siglo XV (Angiorama 2011). Varias de las estructuras registradas, sin embargo, pudieron haber sido ocupadas tanto en época prehispánica tardía como colonial, ya que la arquitectura colonial local en muchos casos no muestra diferencias signicativas apreciables desde supercie con respecto a la arquitectura prehispánica (Angiorama y Pérez Pieroni 2013). En Pan de Azúcar se encuentra uno de los yacimientos de plomo, plata y zinc más importantes de la región, explotado hasta la actualidad. Sin embargo, nuestras investigaciones no han permitido localizar evidencias de la actividad minera desarrollada en el área en momentos 3 3 I ( ), julio-diciembre 014: 313-33 coloniales o, incluso, prehispánicos. Esto probablemente se deba a que este yacimiento fue explotado a gran escala durante parte del siglo , lo que pudo haber destruido los indicadores de actividades previas. Sin embargo, sí registramos una serie de evidencias de la etapa inmediatamente posterior, es decir, de la metalurgia extractiva. Por un lado, se ha identicado en el sector de pie del cerro, en las proximidades del pueblo actual de Pan de Azúcar, un área de un diámetro aproximado de 20 m donde se observa una gran cantidad de escoria metalúrgica tapizando el sector (Pan de Azúcar 1) (gura 8). Los habitantes del actual pueblo de Pan de Azúcar denominan al lugar como el “escorial”. En este sector registramos dos bases de hornos delimitados por rocas rojizas termo-alteradas. Una de las bases parecería haber conformado parte de la entrada lateral del horno, mientras que la segunda es menos denida y forma únicamente una línea en forma de “L”. Por otra parte, en el sitio Pan de Azúcar 26, en la ladera opuesta del cerro, hemos registrado un horno parcialmente conservado, sin otras estructuras cercanas. En asociación se recuperaron 13 escorias de combustión, 30 de fundición y unos pocos fragmentos de cerámica ordinaria. Por sus características podemos considerarlo un horno de tipo reverbero, asignable probablemente a la explotación colonial del lugar (guras 9 y 10). Figura 8. Evidencias de metalurgia antigua en Pan de Azúcar 1. Concentración de escoria metalúrgica Figura 9. Evidencias de metalurgia antigua en Pan de Azúcar 26. Restos de horno metalúrgico 3 4 Figura 10. Evidencias de metalurgia antigua en Pan de Azúcar. Escorias metalúrgicas Además, en Pan de Azúcar hemos recuperado escorias en diversos sectores, tanto en supercie como en excavación, aunque no asociadas a elementos que permitan establecer la realización de actividades metalúrgicas allí. Es preciso señalar, sin embargo, que a pesar de la abundancia de evidencias de ocupación prehispánica en Pan de Azúcar, es probable que los elementos vinculados con actividades metalúrgicas mencionadas daten de época colonial. LA ACTIVIDAD MINERO-METALRGICA PREHISPÁNICA EN EL AREA DE ESTUDIO A TRAVS DE LA DOCUMENTACIN COLONIAL TEMPRANA La documentación histórica, tal como los hallazgos arqueológicos, indica el desarrollo de actividades minero-metalúrgicas en la Puna de Jujuy desde las primeras instalaciones europeas en la región y a lo largo de todo el período colonial. Es más, es sabido que las incursiones iniciales al Tucumán estuvieron en parte guiadas por el deseo de riquezas (González 2004; Bixio y Berberian 2007). Sotelo de Narváez, por ejemplo, en 1583 armaba que “el valle de Omaguaca [es] tierra rica, y estará veinte del de XuXuy, los cuales tienen minas de oro y plata” ([1583] 1885:151) , y tan sólo diez años después, faltando aún dos más para la fundación denitiva de la ciudad de Jujuy, el procurador de Salta se refería a los “mineros, vecinos, estantes y habitantes” de la Puna (ABNB, Minas 62-3, Año 1646). Asimismo, Palomeque recalca que los recursos minerales de la región ya eran mencionados por la Audiencia de Charcas en documentación del año 1601: “se han descubierto algunas minas como son en la provincia de los Chichas y en los connes de Tucumán y otras que se llaman de Cochinoca las cuales prometen mucha riqueza y se van poblando de 3 5 I ( ), julio-diciembre 014: 313-33 españoles que acuden a poblarlas y trabajar en ellas” (Palomeque 2006:171). Es en este contexto en el que se entiende que Lorenzo de Aldana, segundo encomendero de Casabindo y Cochinoca, se encontrara residiendo en 1601 “entre medio de los indios” en el asiento de minas del Cerro del Espíritu Santo de Queta, donde murió acompañado por su esposa e hija (Palomeque 2006:170), en posesión de vetas de mineral que pasaron por donación al encomendero siguiente, Cristóbal de Sanabria (Palomeque 2006; Sica 2006). Aunque no contemos con documentación que nos informe acerca de la experiencia que los indígenas puneños tenían en la explotación de las minas de la región en momentos previos a la conquista, sabemos que ellos fueron empleados en estas tareas desde el inicio de las labores españolas y a lo largo de todo el período colonial (Ulloa 2005; Sica 2006). Sumado a ello, existen algunas evidencias de que durante esa época habrían ejercido también la minería como una actividad independiente, especialmente la del oro aluvial (Conti y Santamaría 1994; Palomeque 1994) pero además posiblemente aquella que implicara el benecio de los minerales mediante fundición (Becerra 2012). El temprano conocimiento y explotación por europeos de las minas de plata y de oro de Cochinoca y Rinconada nos hizo pensar que estas pudieron haber sido trabajadas también por los indígenas locales antes de la conquista o, al menos, que habrían sido conocidas por ellos, quienes pudieron haber señalado sus localizaciones a los invasores. Lamentablemente, no tenemos ningún indicio de que en estos primeros contactos se hayan desarrollado estrategias de negociación, entrega y ocultamiento de yacimientos minerales, como han sido identicadas en otras áreas andinas (Berthelot 1978; Cruz y Absi 2008; Platt y Quisbert 2008). Sí podemos aventurar, casi sin riesgo de equivocarnos, que, en cualquiera de los casos, lo que se encontraba en juego para los puneños era mucho más que la mera expropiación de recursos minerales de valor económico. Como en el resto de los Andes, los cerros habrían compartido la misma función sagrada de las riquezas que encubrían (Platt et al. 2006). DISCUSIN Y CONSIDERACIONES FINALES En este trabajo hemos señalado, en primer lugar, aquellos datos e interpretaciones publicados por diversos investigadores que pudieran dar cuenta de las actividades minero-metalúrgicas llevadas a cabo en la Puna de Jujuy durante época prehispánica. Luego, detallamos los resultados generados por nuestro equipo sobre este mismo tema y los elementos que en la documentación colonial temprana pudimos encontrar acerca de estas actividades. Es claro que las evidencias son escasas. Por un lado, no hay indicios certeros de minería prehispánica publicados por otros autores. Asimismo, de los más de trescientos sitios registrados por nosotros en la región, en sectores muy ricos en minerales metalíferos, únicamente cuatro presentan evidencias de actividad minera que quizás daten de tiempos prehispánicos, por hallarse asociadas espacialmente a otros materiales de aquella época (Coyahuayma, San José, Oratorio-Pucara Chico y Timón Cruz). De ellos, son los pozos de Coyahuayma los que con mayor certeza podríamos asignar a momentos pre-conquista. Por otro lado, las evidencias de actividades metalúrgicas son más escasas aún. Más allá de la publicación de algunos pocos fragmentos de escoria –hallazgos aislados en grandes asentamientos (Cerro Colorado 1, Doncellas) (Krapovickas y Aleksandrowicz 1986-87; Pérez 2006-07)–, en tan solo tres sitios se han encontrado estructuras de fundición asociadas espacialmente a restos de ocupación prehispánica: Tabladitas 1, Chajarahuaico 25 y Pan de Azúcar. Pero es probable que solo la primera de ellas date de tiempos anteriores a la llegada de los españoles a la puna. Más allá de la cronología, es interesante señalar que en el caso de los dos primeros sitios (Tabladitas 1 y Chajarahuaico 25) no se conocen yacimientos argentíferos cercanos, por lo que aun cuando 326 las estructuras de fundición hayan sido construidas y empleadas durante el período colonial, la recurrencia en la ocupación espacial con respecto a momentos prehispánicos no se explicaría por la localización de los recursos mineros, sino probablemente por otros factores, más allá del impacto provocado por la invasión europea. La evaluación de las evidencias presentadas lleva a plantear que las tareas minero-metalúrgicas en la región de estudio no parecen haber sido intensas en tiempos prehispánicos. Es más, hasta el momento no se ha registrado ninguna vinculación directa entre los asentamientos imperiales o anexados al inkario en la región (tales como Calahoyo, Moreta y Pukara de Rinconada) y las áreas mineras detectadas, tal como había sido propuesto. En este sentido, el ramal del Qapaq Ñam que atraviesa el área de estudio y los tambos instalados a su vera, se encuentran emplazados alejados de las sierras de Rinconada y Carahuasi, donde se encuentran los yacimientos de oro y plata de la región (Angiorama 2011), enmarcados en un paisaje prehispánico con una clara orientación pastoril y, en ciertos sectores, como Carahuasi, agrícola. Por otra parte, no se han registrado santuarios de altura o centros ceremoniales vinculados a los cerros minerales, tal como en otras áreas donde el Inka sí habría tenido intereses mineros concretos (Cruz 2009; Ventura y Oliveto 2012). Por supuesto que esto no signica que descartemos cualquier actividad minera y metalúrgica prehispánica en la región. Probablemente los pobladores puneños hayan explotado los yacimientos auríferos a baja escala, de manera temporaria, como en el cauce del río San José o en el área de Oratorio o Timón Cruz, sin dejar mayores evidencias de sus prácticas de lavado de oro o extracción en veta. Pero esto no quiere decir que hayan sido mineros a tiempo completo en el pasado o que los inkas los hayan empleado para estas actividades en las áreas investigadas hasta ahora. De hecho, es posible que, a la manera de lo descripto por Berthelot (1978) para Carabaya y Chuquiabo, el tipo de explotación de aluviones dispersos en las diversas quebradas haya sido permitido por el Inkario como parte de las actividades comunitarias de las poblaciones locales, reservando la explotación estatal para yacimientos en veta de mayor envergadura, quizás, por ejemplo, en el Valle de Coyahuayma. A nivel macroregional, el interés del Inkario por los recursos mineros parece haberse enfocado en las regiones vecinas a la Puna de Jujuy. Este puede ser el caso de los valles orientales del norte de la actual provincia de Salta, donde Ventura y Oliveto (2012) proponen el traslado de poblaciones de mineros y plateros por el Inkario para la explotación de minas en la serranía de Santa Victoria y para el tratamiento de los minerales extraídos. Asimismo, en la serranía de Calilegua, en los actuales departamentos de Valle Grande y Ledesma de Jujuy, Cruz registra una presencia inka vinculada a la explotación de yacimientos minerales de cobre, plomo y posiblemente plata (Cruz 2011). Pero donde el interés estatal en relación con la minería es más claro hasta el momento, es en yacimientos de cobre localizados en el norte de Chile, tales como los distritos El Abra y Collahuasi (Salazar 2002-05, 2008; Salazar y Salinas 2008). Allí es indudable la enorme relevancia que adquirió durante época inka la actividad minera y las tareas a ella vinculadas (transporte, aprovisionamiento, logística, etc.). En la Puna de Jujuy, en cambio, habría sido la invasión europea la que habría ocasionado la reorientación productiva de la región, convirtiéndose la minería en la actividad estructurante de la población y del paisaje durante la época colonial (Angiorama 2011; Becerra 2012, 2013). En este sentido, hay un hecho que nos gustaría señalar. Como hemos dicho antes, ni bien iniciada la instalación europea en el área, los casabindo y cochinoca fueron empleados en tareas mineras (Palomeque 2006; Sica y Ulloa 2007). En este contexto, los caciques de la encomienda armaron a mitad del siglo XVII, que como en la Puna “jamás ha habido minas se extraña entre los indios la saca para trabajar en ellas” (ABNB, Minas 62-3, Año 1646, f. 19). La primera interpretación de esta frase es la de una sentencia en línea con una clara estrategia para la defensa de sus indios ante las ambiciones de los mineros españoles, que exigían trabajadores para el laboreo de las vetas descubiertas. Sin embargo, a esta altura de nuestras investigaciones, aventuramos que podría tratarse de un testimonio veraz acerca de la falta de una tradición minera local en la explotación 3 7 I ( ), julio-diciembre 014: 313-33 de yacimientos a gran escala y la ausencia de políticas inkas vinculadas al traslado de indios para esta actividad en la región estudiada. NOTAS 1 Archivo y Biblioteca Nacional de Bolivia –ABNB–, Minas 62-3, Año 1646, f. 19. El corregimiento del Valle de Omaguaca en 1595, al norte de la recientemente fundada ciudad de San Salvador de Jujuy, incluía el área de la Puna (Sica 2006; Estruch et al. 2011). BIBLIOGRÁFÍA Albeck, M. E. 2001. La Puna Argentina en los períodos Medio y Tardío. En E. Berberián y A. Nielsen (eds.), istoria argentina pre isp nica, Tomo I: 347-388. Córdoba, Editorial Brujas. Alfaro de Lanzone, L. 1969. Exploraciones arqueológicas en la Puna de Jujuy. Anti uitas 8: 7-13. 1988. 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Instituto de Arqueología, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras. Maison de l’Archéologie et de l’Ethnologie, Université de Paris X Nanterre. E-mail: [email protected] 333 I ( ), julio-diciembre 014: 333-364 R N I SE…•EN E AN I€ I €E N † IN R† AN SA € •NA IN S •€ ‡ EN€RA AN ES •RIN EAR † AN I ‡ ENE € R • € E EˆA E ƒ S•S…•ES A S€RA € In t is paper t‰o t pes o anal sis are presented in order to c ronologicall classi certain lithic artiact in Salt and r una and the Suthentral nde n the rt intance the alue attri uted to certain arti acts particularl pro ectile points and no ot er diagnostic value are discussed It argues t at t e concept o operational c ain allo‰s considering t e c ronological and cultural aect that a hae an artiact end it unctin hen eriatin diantic artiact und in dated cntet requentl entined in ariu literature urce are reented crrendence anali a realied t ain a tieline n urace ite earl and iddle lcene and ariu artiact in the tn Suque rince uu inall the ilicatin the equence thu cntructed ill e dicued th lcall and reinall in the raer a dicuin n technlical chane and traniin netr technlical inratin Keywords: chrnlical equence diantic artiact una hunteratherer INTRODUCCIN Con la llegada de la arqueología procesual en los años 1970 y 1980 en muchos países del mundo, los estudios líticos empezaron a rechazar conceptos tales como “fósiles-guía”, que atribuían a ciertos artefactos un valor diagnóstico en términos geográcos y cronológicos. En efecto, los conjuntos de determinados artefactos eran interpretados como el producto de depositaciones características de grupos étnicos particulares. Las unidades analíticas de estos métodos de interpretación del pasado poseían problemas ya que tenían que asumir una correlación signicativa entre la formación de estratos geológicos y de los conjuntos de artefactos. Por otra parte, estas unidades analíticas involucraban cierta permeabilidad, no observada en los estudios actualísticos, y los patrones detectados eran considerados como empíricos (Binford 1983). Sin embargo, el valor diagnóstico en términos cronológicos y culturales de algunos artefactos no dejó de ser considerado en arqueología. Por otra parte, hasta la actualidad, se han desarrollado estudios tecnológicos enfocados sobre el valor identitario. En efecto, con la reconstrucción de las cadenas operativas, la tecnología permitió no solamente brindar nuevos datos sobre la funcionalidad y la producción de artefactos, sino también evidenciar aspectos relacionados con la transmisión de información (Leroi-Gourhan 1971; Lemonnier 1986). Si bien la tarea de inferir grupos sociales o culturales y aspectos tales como los territorios y sus fronteras es difícil o imposible, los cambios técnicos y la escala espacial y temporal con la cual se producen pueden relacionarse con interacciones y/o cambios sociales y culturales de distinta índole (Lemonnier 1986). Asimismo, la identicación de artefactos diagnósticos puede proveer informaciones cronológicas de contextos no fechados en una escala espacial acotada. Algunos casos son más pertinentes que otros. En efecto, a mayor complejidad en la tecnología (número de caracteres especícos), mayor expresión cultural podrá tener algún tipo de artefacto porque reeja elecciones particulares dentro de un rango mayor de posibilidades (Pelegrin 1995). La identicación de artefactos diagnósticos parte del presupuesto de que algunos productos de ciertas cadenas operativas dadas siguen pasos rigurosos; es decir, que no pueden ser realizados de otra manera. En algunos casos, una misma clase de instrumento, siempre y cuando se pueda identicar que se trata de la misma función y del mismo funcionamiento,1 puede ser el producto de distintas cadenas operativas. En este caso, puede resultar informativo el análisis en términos 334 de cambios tecnológicos. La distribución de los artefactos diagnósticos y el cambio deben ser también analizados de manera cuantitativa, a n de detectar los patrones más robustos para los distintos períodos (Hoguin 2013). De esta manera, los cambios tecnológicos observados entre varios sitios a través del tiempo pueden brindar informaciones valiosas para armar una secuencia cronológica. El objetivo de este trabajo consiste en proponer una secuencia cronológica regional para el Holoceno temprano y medio, a partir de la información disponible en la bibliografía para distintas áreas de investigación de la Puna Seca y Salada (enfocada en Chile y Argentina, así como menciones de sitios de Bolivia), y local para el área de Susques, a partir de las cadenas operativas reconstituidas y la determinación cronológica relativa de sitios de supercie (Hoguin 2013). De esta manera, en el presente trabajo se usarán dos escalas espaciales de análisis: 1) la regional, que abarca sitios de varias áreas de la Puna Seca y Salada, para proponer una seriación preliminar cuya clasicación está basada en los atributos morfológicos de artefactos diagnósticos conocidos en la bibliografía (mayormente puntas de proyectil); 2) la local, que abarca los sitios de la localidad de Susques (gura 1) y toma en cuenta los aspectos tecnológicos de los artefactos, incluyendo tanto formas base como instrumentos formatizados (tanto puntas de proyectil como instrumentos de procesamiento). No se discutirán, por el momento, las denominaciones utilizadas para estos artefactos (Tuina, Tambillo, San Martín, etc.), utilizadas de manera abarcativa. Sin embargo, para el caso de Susques, se detallarán sus esquemas operativos. Se tratarán así sus implicancias para el cambio tecnológico y su cronología en la localidad. Su comparación a nivel regional brindará un marco de referencia cronológico, así como una discusión sobre la distribución espacial de ciertos artefactos. Figura 1. Mapa de Susques y ubicación de los sitios ASPECTOS TERICOS En este trabajo, se considera que la evolución tecnológica sigue una lógica que permite analizar el cambio a partir del concepto de cadena operativa (Boda 2013). La cadena operativa es entendida como el encadenamiento lógico y organizado de los gestos técnicos, desde el 335 I ( ), julio-diciembre 014: 333-364 aprovisionamiento de las materias primas hasta el abandono de los artefactos, pasando por todas las etapas de producción y de utilización de los instrumentos. A partir de la reconstrucción de cadenas operativas, los investigadores pueden abordar aspectos tales como la intencionalidad, las elecciones y las habilidades (Inizan et al 1995; Pelegrin 1995). Eso permite guiar las interpretaciones y diferenciar intenciones anecdóticas de las tendencias colectivas. Solamente una vez que las restricciones hayan sido identicadas, se pueden evidenciar las elecciones en un universo de posibilidades y de concepciones de cómo hacer las cosas (Lemonnier 1986; Inizan et al 1995). Más particularmente, las habilidades son adquiridas a partir de un aprendizaje individual y ciertos tipos de conocimientos se adquieren a través de la experimentación (Pelegrin 1995; Boda 2013). La dicultad en el aprendizaje de habilidades radica principalmente en dominar la técnica, lo que involucra controlar movimientos elementales. En efecto, la talla de rocas no es innata, requiere del desarrollo de estas habilidades a través de una inversión en el aprendizaje. A medida que los individuos practican un tipo de actividad manual, desarrollan gradualmente sus habilidades motrices, adquieren nuevos conocimientos, entienden mejor y obtienen, consecuentemente, la facultad de hallar alternativas viables (Pelegrin 1995). Un individuo experto habrá, entonces, asimilado inconscientemente conocimientos técnicos que son más de orden operativo que intelectual, y habrá pasado por varios procesos de automatizaciones (Boda 2013). Sus habilidades son consideradas por el grupo como las adecuadas (Roux 2007). Con la implementación social de estas habilidades y de su imitación por parte de los aprendices, se establecen criterios adquiridos socialmente que guían las elecciones técnicas (Lemonnier 1986; Pelegrin 1995). Consecuentemente, existen dos importantes fenómenos que tienen implicaciones a una escala temporal mayor, utilizada en arqueología. Uno tiene que ver con una inercia temporal de las cadenas operativas, o de componentes (técnica, método, entre otros) de esta, debido al anclaje de los criterios y de lo que es socialmente considerado como adecuado. Otro tiene que ver con el cambio tecnológico. En efecto, la experimentación de nuevas alternativas como respuesta a estímulos externos (ambientales, sociales) puede ser considerada, temporaria o permanentemente, como respuesta apropiada a nuevos problemas. Otros fenómenos de mayor alcance a nivel social (migraciones, conictos, entre otros) pueden también ser responsables de cambios más importantes aún. Es por esta razón que ciertas cadenas operativas o características pueden ser transmitidas sin modicación a través del tiempo y que algunos de sus productos pueden ser buenos indicadores cronológicos por sus particularidades. Finalmente, los cambios más o menos importantes y las interrupciones de ciertas cadenas operativas y/o artefactos particulares podrían ser concomitantes con cambios sociales y/o ambientales. MATERIALES Y METODOLOGÍA DE INVESTIGACIN Cabe aclarar que previamente a este trabajo, se realizaron análisis detallados de cadenas operativas que serán sintéticamente presentadas y contextualizadas en el próximo acápite. Estas reconstrucciones se pudieron realizar mediante remontajes y el análisis de los patrones de extracciones de los núcleos, desechos e instrumentos. Se operó una división analítica entre el desbaste, o sea la extracción de formas base, y la confección de instrumentos (operaciones de formatización, incluyendo adelgazamiento y retoque). Se realizó esta división porque, en general, se suele observar que el desbaste evoluciona con una temporalidad distinta a la formatización de los artefactos en instrumentos (Boda 2013). Se distinguieron las formas base de los otros desechos de formatización de núcleo. En este trabajo, se utilizan los términos de lasca redeterinante y lasca redeterinada para referirse, respectivamente, a las formas base y a los desechos generados 336 durante el desbaste del núcleo o durante la formatización de instrumentos (Boda 2013). La terminología empleada a lo largo del artículo, se basa en las deniciones tomadas de Aschero (1983). La morfología es también un aspecto importante para este tipo de análisis, particularmente para los instrumentos con alto grado de formatización, pero desde un punto de vista tecno-funcional, es decir, determinando unidades tecno-funcionales (UTF) a partir de los patrones de retoque y de los (ver Boda 2013). En primer lugar, a partir de la información encontrada en la bibliografía disponible de artefactos diagnósticos (sobre la base de la morfología, de datos métricos y técnico-funcionales), particularmente de puntas de proyectil (tabla 1), se realizó una seriación Spindle Diagram con el programa PAST versión 2b17b. Se considera esta metodología para evaluar las tendencias en la cronología de estos artefactos. Se trata de un método de ordenamiento de datos a lo largo de una secuencia que permite evidenciar concentraciones (Hammer y Harper 2006). De esta manera, este método permitirá destacar, de forma preliminar, la pertinencia cronológica para un tipo de artefacto u otro. El problema del muestreo regional consiste en la diversidad y la falta de control sobre la intensidad de las investigaciones realizadas en cada área de estudio en términos de años, extensión de las excavaciones, entre otros muchos otros factores. Esto puede resultar en una correlación entre la cantidad artefactual y el tamaño de la muestra. Para compensar los efectos diferenciales del tamaño de la muestra, los valores, excepto los nulos, fueron transformados a logaritmo. Los valores n1, cuyo logaritmo es log10, fueron transformados a 0,1, y los valores n0 no fueron modicados (Base de datos original y fuentes bibliográcas: tabla 1). La transformación de estos datos a logaritmo permite la comparación de muestreos muy diferentes, tal como los valores porcentuales. Sin embargo, al contrario de los porcentajes, que requieren un número total de muestra (número total del conjunto, de instrumentos, del conjunto total de la secuencia y de todos los sitios, etc.), la escala logarítmica empareja a los conjuntos seleccionados. En efecto, en este caso, aunque los valores logarítmicos no suprimen la varianza, homogeneízan los conjuntos, dado que no hay valores mayores a 1. Es una forma de estandarización de los datos que elimina las diferencias absolutas y las convierte en relativas (Rhode 1988). El alcance de este análisis es preliminar dado que la construcción de las categorías utilizadas (puntas Tuina, Tambillo, San Martín, etc.) se basa sobre una información parcial (morfología y algunos aspectos técnicos). Salvo en algunos casos, estas categorías no fueron construidas a partir de la información tecnológica. Sin embargo, las similitudes entre artefactos de distintas áreas de estudio muestran que ciertas características morfológicas, técnicas y estilísticas fueron compartidas, a veces entre espacios distantes. Podrían ser, entonces, el reejo de la circulación de ciertas informaciones y pueden constituir una base de datos útil como marco de referencia cronológico. Tabla 1. Base de datos regional para la seriación Si io Salar Punta Negra-1 Tuina-1 ec a os AP no cal 10470 10460 10440 10350 9450 9 30 9180 50 50 50 60 50 50 50 108 0 630 T ina Ta 3 ic l 2 San Lanc Ma €n i Lance •e‚ e Lanc sƒ o as Re e encia Grosjean et al. 005 Núñez et al. 005 337 I ( ), julio-diciembre 014: 333-364 ala ntinuacin) Si io Tuina-5 ec a os AP no cal T ina Ta ic l 2 San Lanc Ma €n i Lance •e‚ e 10060 70 10 80 1 0 Re e encia Núñez et al. 005 9840 110 10400 130 San Lorenzo-1 Lanc sƒ o as 1 Núñez et al. 005 8 Hocsman et al 01 7 Yacobaccio et al 01 9960 1 5 106 0 140 Inca Cueva 4 9900 00 9650 110 9 30 70 Hornillos conjunto capas Holoceno temprano 9710 70 9590 50 9150 50 Tambillo-2 9590 110 Aguas Calientes I-1 87 0 100 Tambillo 1 Hornillos capa 4 Tuyajto 1 Núñez et al 005 4 13 8870 70 Núñez et al. 005 1 Núñez et al 005 8 8590 130 Yacobaccio et al 01 8 80 100 8 10 110 8130 110 14 4 1 6 5 Núñez et al 005 4 Núñez et al 005 Tulán 67 8190 1 0 San Martín 4 8130 50 3 Núñez et al 005 San Martín 3 8070 50 3 Núñez et al 005 Toconce 7990 1 5 Punta de la Cruz 1.1 7910 100 7 70 40 Hornillos 7760 160 capa 3 7430 80 uebrada Seca 3 capa b9 Alero Cuevas capa F3 Abrigo Pozo Cavado capa 6 7 0 100 6506 58 6510 80 6340 110 capa 6130 70 338 Martínez 2003 Hoguin y Yacobaccio 01 7 1 Martínez 2003 1 López 2008 6 80 90 Hornillos Puripica 13-14 Núñez y Santoro 1988 6130 80 López 2012 4 4 Yacobaccio et al 01 8 Núñez et al. 005 ala ntinuacin) Si io ec a os AP no cal Huiculunche 61 0 40 uebrada Seca 3 capa b10 6080 70 Tulán 67 5940 50 Puripica 33 5880 100 Rio Grande (Salinas Grandes) 55 0 Meñiques-1 5470 60 Ramadas 5 10 40 Puripica 34 5130 110 Alero Cuevas capa F 5106 68 Puripica 1 ETE (niv III IV) T ina Ta ic l 2 San Lanc Ma €n i Lance •e‚ e 5 Martínez 2003 Núñez et al 005 1 1 13 8 4 10 70 Núñez et al 005 9 Fernández 1983 Núñez et al. 005 5 6 Muscio et al. 011 1 5 Núñez et al 005 1 11 López 2008 8 4 Núñez et al 005 4580 90 De Souza et al 010 4340 100 4 4 70 80 4 1 1 4390 70 Tulán 52 Re e encia De Souza 004 7 70 4815 70 Lanc sƒ o as Núñez et al 006 0 70 3860 60 Tomayoc 4 50 50 1 Lavallée et al 1997 Inca Cueva 7 capa 4080 80 19 Aschero y Yacobaccio 1997/1998 Puripica 1 EI (niv II) 4050 95 6 Núñez et al 005 Inca Cueva 7 capa 3b 4030 80 Aschero y Yacobaccio 1997/1998 El Pasaje 3995 75 Fernández Distel 2007 Abrigo Pozo Cavado capa 4 3884 59 7 7 López 2012 Tomando en cuenta los análisis hechos sobre las cadenas operativas y la secuencia cronológica propuesta, se realizó un análisis multivariado de correspondencia (Hammer y Harper 2006). Se utilizó también el programa PAST, empleando la información proveniente de los distintos locus estudiados con el n de explorar patrones temporales y discutir una secuencia cronológica 339 I ( ), julio-diciembre 014: 333-364 relativa; particularmente, en el caso de los muestreos de supercie para los cuales no se posee información cronológica directa (tabla 2). Este análisis es adecuado para analizar matrices de datos de abundancia (conteos o frecuencias de artefactos), empleando para ello distancias de Chi . Se usaron categorías inclusivas (clases) respetando la división mencionada más arriba. Por un lado, se realizó un análisis con las formas bases (o sea las lascas predeterminadas) y, por el otro, con los artefactos caracterizados tanto por sus esquemas de formatización como por su morfología. Finalmente, cabe aclarar que estos datos analizados cuantitativamente por unidad de muestreo (locus ) refuerzan el carácter diagnóstico a nivel cronológico (y no solamente su ausencia/presencia). Tabla 2. Muestreo de la localidad de Susques o as ase Ins en os con al o „ a o e o a i acion Loc s Hornillos conjunto capas Holoceno temprano (9710-9150 años AP) Hornillos 2 capa 4 (8280 años AP) N Ri‚ e a N 63 6 13 5 4 17 6 Hornillos 2 capa 3 (7760-7430 años AP) 15 5 10 4 Hornillo 2 capa 2 (6340-6130 años AP) 31 5 15 4 La Playa 107 6 4 6 Lapao 11 38 5 7 3 Curque 5 4 1 4 Lapao 10 80 4 1 To al 411 … 12† Ri‚ e a 1‡ El n de este método es la reducción de la dimensionalidad y la extracción de tendencias generales de asociación entre casos y variables (por ejemplo, tipos de artefactos) posicionando ambos en el mismo espacio de coordenadas. Es esperable que los muestreos con una composición similar (en términos de distribución de clases) tiendan a estar cercanos entre sí (Hammer y Harper 2006). Las primeras coordenadas tienden a explicar la mayor proporción de la varianza original en los datos, mientras que las últimas están más relacionadas, en general, con procesos de orden aleatorio, como el error de muestreo (Everitt 2006). Aquí se presentarán solamente los dos primeros ejes de los análisis y no se tomarán en cuenta los artefactos presentes exclusivamente en un solo locus, lo que podría debilitar el análisis. El análisis de correspondencia es adecuado para este tipo de estudio porque permite observar tendencias generales y patrones de agrupamiento a partir de la representación en el mismo espacio de coordenadas de locus y de las variables antes mencionadas (Hammer y Harper 2006). De esta manera, se determinan las correlaciones de los conjuntos, las categorías artefactuales y las variables técnicas, con información cronológica y sin ella, para generar hipótesis operativas sobre las tendencias temporales en las técnicas para el área de estudio. Estos análisis permiten, entonces, poner en evidencia expresiones culturales más o menos fuertes desde un punto de vista tecnológico y cronológico. Los artefactos, obtenidos por cadenas operativas particulares, que muestran un patrón en su replicación, podrían entonces ser el resultado de mecanismos de aprendizaje y transmisión de conocimientos estables en un espacio y durante un período determinado. 340 LOS ARTEFACTOS DIAGNSTICOS EN LA PUNA SECA Y SALADA DE LOS ANDES CENTRO-SUR En relación con la problemática planteada en este artículo, en la Puna Seca y Salada de los Andes Centro-Sur se puede destacar la presencia de varios trabajos cuya metodología se basó en cadenas operativas (Lavallée et al 1997; Jackson et al 2004; entre otros). Desafortunadamente, estos trabajos son acotados espacial y/o temporalmente, y la posible comparación con el área de Susques resulta incompleta. Sin embargo, de manera más exhaustiva, se pueden rescatar algunas informaciones sobre los aspectos morfológicos (y en algunos casos tecnológicos) de ciertos artefactos y, más particularmente, de las puntas de proyectil. Esta información permitirá construir una base de datos para comparar la secuencia de cambio tecnológico a nivel regional, y disponer así de un marco de comparación cronológico. A continuación, se describirán los caracteres que permiten reconocer estos artefactos identicables a partir de descripciones, fotografías y dibujos en distintas fuentes bibliográcas, se denirá su ubicación espacial (ver también guras 2A, B y C) y su contexto cronológico (ver también tabla 1). Se seguirá la siguiente división cronológica: Holoceno temprano (10500-8500 años AP), Holoceno medio I (8500-6200 años AP), Holoceno medio II (6200-3500 años AP). Se comentará el caso de Susques en cada uno de estos períodos. Figura 2A. Sitios del Holoceno temprano en la Puna de los Andes Centro-Sur 341 I ( ), julio-diciembre 014: 333-364 Figura 2B. Sitios del Holoceno medio I en la Puna de los Andes Centro-Sur l lcen teran a ) En el norte de Chile y en el Noroeste argentino, para el Holoceno temprano predominan las puntas triangulares apedunculadas para estrategias de caza individuales, técnicas de producción lítica simples y de baja inversión técnica (Yacobaccio 1991; Pintar 1995; Aschero y Martínez 2001; De Souza 2004; Núñez et al 2005; entre otros). En el norte de Chile, se distinguieron dos fases para el Holoceno temprano: Tuina y Tambillo (ver Núñez y Santoro 1988). La primera se extiende del 11.000 al 9.500/9.000 años AP y se caracteriza por la presencia de pequeñas puntas triangulares (llamadas también puntas Tuina) de base recta o redonda (gura 3A) y de raspadores de dorso alto. La segunda, se extiende del 9.500/9.000 años AP hasta los 8.500/8.000 años AP, y se caracteriza por la presencia de puntas “cupuliformes” (llamadas también puntas Tambillo) con base levemente escotada (gura 3B, Núñez y Santoro 1988; Núñez 1992). No es nuestro objetivo aquí usar estas fases como unidades operativas para esta investigación, sino contextualizar los artefactos diagnósticos. En Chile, las puntas Tuina se encuentran en sitios fechados entre 10900 y 8190 años AP 34 Figura 2C. Sitios del Holoceno medio II en la Puna de los Andes Centro-Sur (tabla 1); mientras que los sitios donde se hallaron puntas de tipo Tambillo son fechados entre 9590 y 7990 años AP (Núñez y Santoro 1988; Núñez et al 2005). Se nota una importante superposición entre los contextos con presencia simultánea de estos artefactos diagnósticos, con una tendencia muy temprana para la punta Tuina y hacia nes del Holoceno temprano para la punta Tambillo. Se cuenta también con varios sitios en supercie donde fueron hallados ambos tipos de punta (Núñez y Santoro 1988; Núñez 1992; Núñez et al 2005). Además de la morfología, no siempre fácilmente distinguible entre Tuina y Tambillo, podría diferenciarse un patrón técnico en la confección. En efecto, en el área de Susques y de Pastos Grandes, las puntas Tuina están confeccionadas en formas base cuyo eje técnico es siempre diferente del eje morfológico, mientras que el patrón Tambillo podría corresponder a un tipo de punta formatizada por caras sucesivas y cuyos los presentan las bocas de lascado coincidentes (Hoguin y Restifo 2012; Hoguin 2013). La variabilidad del eje técnico para las puntas Tuina se puede observar también en Inca Cueva 4 (Hocsman et al. 2012). En la vertiente argentina, sin diferenciar especialmente algún patrón, las puntas triangulares apedunculadas (salvo para Hornillos 2, Alero Cuevas e Inca Cueva 4) están presentes en contextos fechados entre el 10620 y el 8280 AP (tabla 1). 343 I ( ), julio-diciembre 014: 333-364 Figura 3A. Punta Tuina. Procedencia: Hornillos capa 6C Figura 3B. Punta Tambillo. Procedencia: Lapao 9 l lcen edi a ) Durante los inicios del Holoceno medio, se puede observar una alta diversidad de puntas de proyectil en ambas vertientes (Núñez y Santoro 1988; Pintar 1995; Aschero y Martínez 2001; Martínez 2003; Núñez et al 2005; entre otros) atribuida al uso simultáneo de diferentes técnicas de caza en la provincia de Catamarca (Aschero y Martínez 2001). Para el interés de esta investigación, dentro de esta diversidad están las puntas San Martín (gura 4A), de morfología tetragonal con pedúnculo y aletas esbozadas (Núñez et al 2005; Hoguin y Yacobaccio 2012; Hoguin 2013). Se ha registrado la presencia de puntas tetragonales en varios lugares de la Puna de Jujuy, pero por ahora solamente Hornillos 2 ha brindado fechados (entre 7760 y 7430 años AP) para la vertiente argentina (Yacobaccio et al 2012). De la misma manera, fueron registradas en la vertiente chilena, aunque en este caso datadas en torno a los 8210 y 8130 años AP, en el salar de Tuyajto al este del salar de Atacama, así como en el norte del Loa (Núñez et al 2005). En el sitio San Martín 4A fueron datadas en 807050 años AP. En la vertiente chilena, en supercie, estas puntas aparecen asociadas a otros tipos del Holoceno temprano y del inicio del Holoceno medio (Núñez et al 2005). En el área de Susques, se determinaron tres modalidades de formatización: 1) adelgazamiento bifacial y retoque bifacial nal por presión; 2) adelgazamiento unifacial y retoque nal por presión; 3) retoque simple por presión (Hoguin y Yacobaccio 2012). Se puede también mencionar un tipo triangular alargado con base escotada y aletas (gura 4B), denominado Huiculunche 2 (De Souza 2004: Fig. 10 tipo 2) que coexiste con las puntas San Martín y con otros tipos en varios sitios de supercie en las vertientes argentina y chilena (Núñez et al 2005; Hoguin y Yacobaccio 2012). Para las puntas Huiculunche 2, el sitio más antiguo es Tuyajto-1 en norte de Chile, y el alero Hornillos 2 en la vertiente argentina. Están presentes en el río Loa hasta los 6120 años AP (De Souza 2004). En el área de Susques, se pudo determinar que estas puntas se realizaron a partir de preformas bifaciales, de una acanaladura y de un retoque nal por presión (Hoguin 2013). En la puna catamarqueña, se identicaron también los tipos QSC y D, que consisten en grandes y alargadas puntas bifaciales lanceoladas de base escotada (Aschero y Martínez 2001; Martínez 2003: Foto 12). Este tipo no será tomado en cuenta en este trabajo ya que no están 344 presentes en el área de Susques. Sin embargo, estas puntas constituyen una evidencia interesante que podrá ser investigada a futuro. Figura 4A. Punta San Martín. Procedencia: quebrada de Lapao Figura 4B. Punta Huiculunche 2. Procedencia: quebrada de Lapao Entre el 8.000 y los 5.000 años AP, aproximadamente, en varias regiones de los Andes Centro-Sur y particularmente en Chile y Argentina, se hallaron puntas lanceoladas bifaciales alargadas, que pueden superar los 7 cm de largo (gura 5); estas antiguamente eran llamadas “Ayampitín” y eran consideradas como producto de un importante proceso de difusión en todo el continente americano (González 1952; Cigliano 1965; Schobinger 1988). No se comentará ni se desarrollará aquí el contexto de investigación de la época dentro de un marco teórico histórico-cultural, ya que este trabajo se centra en la Puna. Se quiere acá simplemente destacar las particularidades de las distintas puntas lanceoladas de la región y debatir sobre su cronología. Es muy difícil evaluar la dispersión cronológica y geográca de este tipo de artefacto, dada su extensión temporal y espacial, y su variabilidad morfológica. Sin embargo se pudo determinar un patrón de confección en tres secuencias de extracciones, las últimas marginales realizadas por presión para el área de Susques (gura 5). Se identicaron artefactos semejantes en la Puna de Salta (Restifo 2013) y en Chile, en las cercanías del Salar de Atacama (Núñez et al 2005). Si bien este tipo tiene una amplia distribución cronológica, parece particularmente más abundante entre ca 8.000 y 5.000 años AP, y más hacia 6.000 años AP para el área de Susques (Hoguin 2013). En trabajos efectuados en la provincia de Catamarca se encontró un tipo lanceolado más largo, llamado PCzA (Aschero y Martínez 2001; Martínez 2003). Se halló en asociación con otros tipos en estratigrafía, en capas fechadas entre el 7910 y 6080 años AP en Quebrada Seca 3 (Martínez 2003) y en Cueva Yavi, para una fecha de 6990 (Kulemeyer et al 1990). El tipo lanceolado bifacial fue también encontrado en varios lugares del Noroeste argentino (tabla 1), a su vez asociado con pequeñas puntas triangulares y lanceoladas, tal como en Hornillos 2 (Hoguin 2011). En Huachichocana III, se menciona también la presencia de puntas lanceoladas de tipo indeterminado entre 9340120 y 8420530 años AP (Fernández Distel 1974). En Bolivia estos artefactos están presentes en varios sitios de Sur Lípez así como más al norte, en Viscachani (Menghín 1954; Ibarra Grasso 1958; Schobinger 1988). 345 I ( ), julio-diciembre 014: 333-364 Figura 5. Punta lanceolada bifacial. Procedencia: quebrada de Lapao (Susques, Provincia de Jujuy) l lcen edi a ) Las puntas lanceoladas bifaciales mencionadas siguen presentes durante el Holoceno medio II. Estos instrumentos suelen coexistir también con unas puntas lanceoladas bifaciales más pequeñas que las anteriores (gura 6A), de aproximadamente 4 cm de largo (Aschero et al 2011). En Argentina estas últimas están presentes en contextos fechados entre el 6340 y 3884 años AP (tabla 1), y posiblemente en Pintoscayoc 1, en una capa fechada en 7850110 años AP (Hernández Llosas 2000). A estos sitios, se pueden añadir también todos los contextos de inicios de Holoceno tardío (ver Aschero et al 2011) que están fuera del marco cronológico tomado para este trabajo. En la vertiente chilena, están presentes desde el 6130 hasta ca 3.500 años AP en sitios donde están asociadas con láminas. Estos sitios se ubican principalmente en las quebradas de Tulán (Tu-51, Tu-52) y de Puripica (P13-14, P33, P34) (Núñez et al 2005, 2006; De Souza et al. 2010). En Susques, pudieron determinarse dos modalidades: una con adelgazamiento y retoque bifacial, y otra con una única secuencia por lascados laminares rasantes extendidos realizados por presión (Hoguin 2013). Otro tipo de punta de proyectil, de morfología “cordiforme”, está también mencionado en Argentina asociado con otros tipos en contextos similares cronológicamente, fechados en 755060 años AP en Cueva Salamanca 1, provincia de Catamarca (Pintar 2004), en Alero Cuevas, en una capa fechada ca. 6500 años AP, en la provincia de Salta (Restifo y Hoguin 2012) y en Hornillos 2, en la capa 2 fechada entre 6340 y 6130 años AP, en la provincia de Jujuy (Yacobaccio et al 2012). Este presenta un patrón de confección distinto al del Holoceno temprano (Hoguin 2013). El retoque opcional de la base le puede dar una leve concavidad (gura 6B). El último artefacto diagnóstico que se presenta en importante cantidad en los talleres es un instrumento lanceolado sobre hoja (gura 6C), llamado “saladillo” como el sitio epónimo (Cigliano 1965; Fernández 1983; Schobinger 1988; Fernández Distel 2007) o lanceoladas unifaciales (López 2008). Se caracterizan por haber sido confeccionados sobre hoja o lámina y por presentar un rebaje del bulbo (Fernández 1983; López 2008). Estos artefactos están presentes en la Puna de Salta entre 5106 y 4210 años AP (tabla 1). Este tipo se halló inicialmente en supercie en la región Laguna Guayatayoc/Salinas Grandes (Cigliano 1965), pero también en Río Grande en una 346 capa fechada de 5520270 años AP (Fernández 1983), y en El Pasaje, fechado en 399575 años AP (Fernández Distel 2007). Figura 6A. Pequeña punta bifacial lanceolada. Procedencia: Hornillos 2 capa 2 Figura 6B. Instrumento lanceolado sobre hoja. Procedencia: Curque Figura 6C. Punta triangular apedunculada del Holoceno medio. Procedencia: Hornillos 2 capa 2 En el norte de Chile, no se dispone de información suciente para reconocer estos artefactos entre los elementos de las láminas que dominan a veces los conjuntos en sitios fechados entre 6130 y 4050 años AP, tal como en el caso de Tulán 51 y 52 (Núñez et al 2005, 2006; De Souza et al. 2010). Se puede también mencionar el estrato VII de Tulán 67, fechado en 8190120 años AP, y la capa 4 de Hornillos 2 en la provincia de Jujuy, Argentina, fechada en 8280100 años AP, donde se hallaron algunas hojas, aunque en muy baja cantidad (Hoguin 2013, Núñez et al 2005). Los instrumentos lanceolados sobre lámina estarían presentes en Sur Lípez, en Bolivia, pero no más al norte, en Viscachani (Menghín 1954; Ibarra Grasso 1958; Schobinger 1988). Esta 347 I ( ), julio-diciembre 014: 333-364 información es interesante porque podría delimitar la distribución espacial de estos artefactos. De esta manera, vimos que no están presentes en la Puna Salada, tampoco parecen estar presentes en la Quebrada de Humahuaca, en Argentina. No fueron tampoco mencionados en el río Loa (Chile) para este momento (De Souza 2004). SECUENCIA CRONOLGICA REGIONAL Al nivel local y regional, se pudieron identicar los siguientes artefactos diagnósticos: las puntas Tuina, Tambillo, Huiculunche 2, San Martín, los instrumentos lanceolados bifaciales, y sobre hoja y, nalmente, las puntas lanceoladas pequeñas (tabla 1). A partir de esta base de datos regional, se realizó una seriación (gura 7). Se puede observar la distribución de estos artefactos Figura 7. Seriación de artefactos diagnósticos identicados tanto local como regionalmente 348 a través de los contextos fechados donde aparecieron. Es interesante observar que, a pesar de que las distribuciones de las puntas Tuina y Tambillo se solapan levemente, hay una tendencia a una presencia exclusiva de uno u otro tipo en los contextos fechados. La punta Tuina está particularmente presente entre ca 10200 y 8800 años AP, con una interrupción signicativa entre ca 8800 y 8300 años AP. La punta Tambillo está presente de manera discontinua. Al observar la distribución de ambas puntas, la punta Tuina sería más característica de los inicios del Holoceno temprano y la punta Tambillo, de nales del Holoceno temprano e inicios del Holoceno medio. Las puntas Huiculunche 2 presentan una señal muy baja en toda la secuencia, salvo alrededor de 6200 años AP. Conviven un momento breve con las puntas San Martín hacia ca 8 00 años AP. Para estas últimas, la señal fuerte se extiende hacia ca 7700 años AP. Su señal es muy acotada, pero reeja un mayor descarte para ese momento. La punta lanceolada bifacial es menos diagnóstica en sentido cronológico (pero sí lo es en términos de manufactura). En efecto, la señal se extiende sobre casi toda la secuencia cronológica analizada (Holoceno temprano y medio). Sin embargo, se puede destacar que, en general, la señal es bastante baja a lo largo del tiempo, con varias discontinuidades y crecimientos. Pueden observarse tres aumentos: ca 7400 años AP, ca 6200 años AP y ca 5000 años AP. Esta punta está, en efecto, asociada en varias regiones con distintos tipos de artefactos y aparece en distintos contextos cronológicos. Para el Holoceno medio II, se puede observar una señal muy fuerte de instrumentos lanceolados sobre hoja a partir de ca 5800 años AP, con una paulatina disminución posteriormente a ca 4800 años AP. La señal de las puntas lanceoladas pequeñas es discontinua. Los momentos de mayor representación ocurren entre ca 6400 años AP y ca 5200 años AP, y alrededor de 4800 años AP. CADENAS OPERATIVAS Y SECUENCIA CRONOLGICA RELATIVA EN EL ÁREA DE SUSQUES adena eratia arteact diantic Para el Holoceno temprano, además de las puntas Tuina y Tambillo, se pudieron identicar instrumentos de procesamiento (gura 8), posiblemente correspondientes a aquellos de “dorso alto” mencionados en la vertiente chilena (Núñez y Santoro 1988). Por otra parte, se pudieron identicar los esquemas operativos de desbaste que proveen las formas base de estos artefactos, presentes durante el Holoceno temprano. Estos se caracterizan por extracciones unidireccionales en la base (gura 9). Si estas formas base (denominadas C1 en referencia al sistema técnico según Boda 2013) no son propias de este período, dominan los conjuntos durante esta cronología (Hoguin 2013). Para la transición entre el Holoceno temprano y medio (ca 8300 años AP) y durante el Holoceno medio I, se identicaron algunos tipos de instrumentos de procesamiento manufacturados sobre grandes lascas primarias (gura 10), confeccionados en cuatro secuencias de extracciones, para realizar un lo sinuoso por extracciones alternantes en un primer tiempo (posiblemente la parte prensil) y un lo unifacial en un segundo tiempo (posiblemente la parte transformativa). Otra categoría para este período, que incluye instrumentos de distintas funciones, fue confeccionada mediante un tratamiento jerárquico de las supercies. A pesar de ser funcionalmente distintos, tienen el mismo patrón de elaboración y presentan un leve hombro, posiblemente relacionado con la parte prensil (gura 11). Durante el Holoceno medio I, en varios sitios están presentes preformas e instrumentos bifaciales. Entre de los instrumentos, se pueden incluir las puntas Huiculunche 2 y lanceoladas bifaciales descritas más arriba. Están presentes preformas con acanaladura que podrían ser utili349 I ( ), julio-diciembre 014: 333-364 Figura 8. Instrumentos de procesamiento en las capas del Holoceno temprano de Hornillos 2 (Susques, Provincia de Jujuy) Figura 9. Métodos de desbaste reconstituidos a partir del análisis de los núcleos y de las formas base en las capas del Holoceno temprano en Hornillos 2 (Susques, Provincia de Jujuy) 350 Figura 10. Instrumentos de procesamiento con lo sinuoso 1 a 3) Capa 5 Hornillos 2; 4) capa 4 Hornillos 2; 5) La Playa Hornillos 2 Figura 11. Instrumentos formatizados por tratamiento jerárquico de las caras. 1 a 4) capa 4 Hornillos 2; 5) capa 3 Hornillos 2 351 I ( ), julio-diciembre 014: 333-364 zadas para las puntas Huiculunche 2. En algunos casos, las preformas parecen cumplir el rol de una matriz para cumplir varios propósitos de manera exible, por lo cual fueron denominados de estructura adicional 3 (Hoguin 2013). Para este período, los métodos de desbaste son más variados que durante el Holoceno temprano (gura 12). Ciertos productos son característicos de algunos de estos esquemas: las lascas de extracciones centrípetas (método 1), las lascas SASP (sistema de alternancia de supercie de talla y de plataforma), identicables por su talón diedro y por sus extracciones proximales unidireccionales (método 3) y las lascas anco de núcleo, obtenidas en el nal de la secuencia de talla (método 3, etapa 3.3), caracterizadas por un dorso y una cara dorsal con extracciones unidireccionales con bocas de lascado perpendiculares al eje de extracción (gura 12). Se propuso que las lascas de extracciones centrípetas podrían ser las formas base de las puntas San Martín. Si bien las lascas centrípetas no están exclusivamente presentes durante este período, se presentan en proporción importante para esta cronología (Hoguin 2013). No se sabe cuáles son las formas base de las preformas bifaciales, aunque se sospecha que podrían haber sido obtenidas por un método unidireccional (gura 12:2) pero con preparación de las plataformas y de la cara de lascado para obtener una lasca adecuada para cumplir con los requisitos necesarios. Finalmente, existe un método de desbaste exclusivo de este período, que consiste en alternar las plataformas y las caras de lascado para obtener una mayor cantidad de formas base; este método permite obtener unas lascas anco de núcleo al nal de la secuencia que son sistemáticamente retocadas durante este período (gura 12:3). Esto llevó a pensar que este tipo de lasca era predeterminado y buscado previamente a la formatización inicial del núcleo por los talladores (Hoguin 2013). Figura 12. Métodos de desbaste reconstituidos a partir del análisis de los núcleos y de las formas base en las capas 4 y 3 en Hornillos 2 y en supercie en La Playa (Susques, Provincia de Jujuy) 35 Durante el Holoceno medio II, se evidenciaron artefactos formatizados con tres secuencias de extracciones unifaciales, incluyendo la formatización de las unidades transformativas y de un borde abrupto posiblemente relacionado con la prensión (gura 13). Este lo abrupto puede estar presente al momento de la extracción de la forma base, y no requiere sistemáticamente ser formatizado por las extracciones. Estos artefactos están confeccionados sobre lascas más anchas que largas. Figura 13. Instrumentos de procesamiento más anchos que largos. Procedencia: capa 2 Hornillos 2 (Susques, Provincia de Jujuy) En cuanto a los esquemas de desbaste, se siguen observando los mismos métodos que en el período anterior. Sin embargo, ya no se producen lascas anco de núcleo de manera predeterminada. Se pudo evidenciar, también, a partir de un sistema que alterna plataformas y caras de lascado, un método que permite obtener lascas espesas y más anchas que largas (gura 14A: 3.3c), posiblemente relacionadas con las formas base de los instrumentos presentados en el párrafo anterior (Hoguin 2013). Por último, se pudieron determinar para este período otros dos métodos relacionados con la tecnología de hojas (gura 14B). Estos están, seguramente, relacionados con las formas base para los artefactos lanceolados sobre hoja (Hoguin 2013). 353 I ( ), julio-diciembre 014: 333-364 Figura 14A. Métodos de desbaste reconstituidos a partir del análisis de los núcleos y de las formas base en la capa 2 de Hornillos 2 y en supercie en Curque, Lapao 11 y Puesto Caliente (Susques, Provincia de Jujuy) Figura 14B. Métodos de desbaste de hojas a partir del análisis de los núcleos y de las formas base de la capa 2 de Hornillos 2, de supercie en Curque y Lapao 10 (Susques, Provincia de Jujuy) A través de la secuencia de Susques, se destacó la presencia de artefactos con valor diagnóstico en su confección que no corresponden a puntas de proyectil y que son el producto de cadenas operativas particulares. Por un lado, se destacan las formas base: lascas de extracciones unidireccionales (Desbaste C1), lascas de extracciones centrípetas, lascas anco de núcleo, lascas SASP, lascas anchas, hojas y matriz bifacial (cuya forma base es indeterminada). Por el otro, se deben considerar los instrumentos con alto grado de formatización: los instrumentos con dos los perpendiculares y un dorso (tres UTF), con tratamiento jerárquico de las supercies (TJS), 354 con lo sinuoso (FS), los bifaces de estructura adicional (ES), los instrumentos más anchos que largos, además de las clases ya utilizadas en la seriación (puntas San Martín, Tambillo, Tuina, Huiculunche 2, lanceoladas bifaciales, sobre hoja). Estas clases artefactuales serán utilizadas a continuación para el análisis de correspondencia. Permitirán plantear hipótesis cronológicas para sitios de supercie y para artefactos no considerados como diagnósticos hasta ahora. nlii de crrendencia a artir de la ra ae La suma de los dos primeros ejes representa el 83,5% de la variabilidad total (tabla 3), lo que llevará a enfocarse esencialmente en su descripción. La dispersión de los sitios sigue una distribución en V (frecuente en este tipo de análisis), con el conjunto de capas del Holoceno temprano de Hornillos 2 (H2c6) en un extremo de uno de sus brazos y la capa 3 del mismo sitio en el otro extremo del otro brazo (gura 15). En el punto de inexión de esta distribución, se encuentra Lapao 10. El conjunto de capas del Holoceno temprano de Hornillos 2 (H2c6) está asociado con la capa 4 (H2c4) por la mayor frecuencia de lascas de extracciones unidireccionales. La capa 3 de Hornillos 2 (H2c3) se ubica muy cerca de La Playa, lo que se explica por la frecuencia de las lascas de desbaste SASP, de las lascas ancos de núcleo y de las centrípetas. Lapao 10 está también muy próximo a Curque, ya que ambos poseen frecuencias altas de hojas. La capa 2 de Hornillos 2 (H2c2) y Lapao 11 se comportan como datos extremos en relación con el resto de la distribución. La capa 2 y Curque parecen caracterizarse por la por la producción de lascas anchas. Las formas base de bifaz están en el medio entre Lapao 11 y La Playa. Lapao 11 y la capa 2 están cercanos a Curque y a Lapao 10 debido a que poseen frecuencias similares de hojas. Tabla 3. Valor y porcentaje de representación de los ejes en relación a la variabilidad total para las formas base Ee 1 3 4 5 6 Valo 0,58 981 0, 91958 0,1165 4 0,04 9 34 0,01 1064 0,00148865 ˆ el o al 55,6 9 7,859 11,119 4,0958 1,155 0,14 05 Se observa además que la separación de tres grupos a lo largo del eje de correspondencia (gura 15) sigue un criterio cronológico (Holoceno temprano, Holoceno medio I y II), por lo que los resultados son acordes con las diferencias observadas entre los distintos bloques temporales, en particular a la frecuencia diferencial de lascas unidireccionales y centrípetas y de hojas. Se puede caracterizar la producción del Holoceno temprano a partir de la abundancia de lascas de extracciones unidireccionales. Si bien estas continúan en el bloque temporal siguiente, lo hacen en una frecuencia menor y junto con otros tipos de lascas. En efecto, durante la primera mitad del Holoceno medio observamos un grado de integración superior con la aparición de nuevas etapas tanto en el caso del SASP (cuyas supercies y plataformas se vuelven dependientes entre ellas) como en el caso del desbaste sistemático de lascas ancos de núcleo. Con estos tipos de desbaste, la obtención de las formas base depende de la preparación previa de plataformas y de supercies de desbaste. Durante la transición entre Holoceno medio I y II (aproximadamente 6200 años AP), todos estos modos de producción técnica persisten, pero no se producen lascas ancos de núcleo de forma predeterminada. Se buscan otros tipos de formas base, tales como las lascas anchas. El 355 I ( ), julio-diciembre 014: 333-364 desbaste de hojas aparece en baja frecuencia durante este período (está ya presente en los locus más antiguos, pero su presencia no es relevante desde un punto de vista estadístico). Asimismo, las formas base de los bifaces toman cierta importancia durante estos momentos, así como el desbaste de hojas, que se intensica claramente hacia nes del Holoceno. Referencias: H2c6: capas 6, 6A, B, C y D de Hornillos 2; H2c4, H2c3 y H2c2: respectivamente capas 4, 3 y 2 de Hornillos 2; Desbaste C1: lascas unidirreccionales; FB Bifaces: Formas base de bifaz Figura 15. Análisis de Correspondencia de los productos de los diferentes esquemas de desbaste y de los loci (Ejes 1 2). nlii de crrendencia a artir de l intruent cn alt rad de ratiacin La suma de los dos primeros ejes no resulta tan representativa de la variabilidad como en el caso del análisis del desbaste; sin embargo, es aceptable ya que alcanza el 59,4% (tabla 4). Nuevamente, se puede observar la formación de tres grupos distribuidos en V (gura 16). El conjunto de las capas del Holoceno temprano de Hornillos (H c6) se encuentra totalmente aislado del resto, debido a la frecuencia de instrumentos Tuina (n9) y de instrumentos robustos de tres UTF que presenta. El otro grupo está formado por la asociación de La Playa y de la capa 3 de Hornillos 2 (H2c3), así como de la capa 4 (H2c4) de este sitio. Esto se explica por las frecuencias de puntas San Martín, instrumentos bifaciales de estructura adicional (SA), puntas Huilucunche 2, instrumentos robustos con lo sinuoso (FS) e instrumentos formatizados por tratamiento jerárquico de las supercies. Sin embargo, es interesante destacar que la capa 4 de Hornillos 2 se acerca mucho más a este grupo que al conjunto de las capas del Holoceno temprano de Hornillos 2, tal como resultó en el análisis del desbaste (ver sección anterior). Un tercer grupo está formado por Curque, Lapao 10 y Hornillos 2. Podemos también incluir Lapao 11, aunque tiende a separarse. 356 Este tercer grupo está formado por la frecuencia de puntas lanceoladas bifaciales pequeñas, instrumentos robustos anchos, lanceolados sobre hojas, puntas triangulares bifaciales del Holoceno medio e instrumentos bifaciales lanceolados. Tabla 4. Valor y porcentaje de representación de los ejes en relación a la variabilidad total para los instrumentos Ee 1 3 4 5 6 7 Valo 0,9 6165 0,81855 0,5495 8 0, 56603 0,198 54 0,146689 0,0416556 ˆ el o al 31,53 7,866 18,708 8,7356 6,749 4,9938 1,4181 Observamos, nuevamente, la distribución de los locus en tres grupos a lo largo del eje 1 siguiendo un criterio cronológico, en relación con la frecuencia diferencial de los distintos artefactos en los distintos locus (gura 16). Se trata de los mismos que fueron establecidos para el desbaste: Holoceno temprano, Holoceno medio I y Holoceno medio II. Referencias: H2c6: capas 6, 6A, B, C y D de Hornillos 2; H2c4, H2c3 y H2c2: respectivamente, capas 4, 3 y 2 de Hornillos 2; Instr. Tuina: instrumentos y puntas Tuina; Instr. robusto (3 UTF): instrumentos robustos con borde natural y dos UTF perpendiculares; Instr. robusto (FS): instrumentos robustos con lo sinuoso; Instr. TJS: instrumentos formatizados por tratamiento jerárquico de las supercies; Instr. bifacial (SA): instrumentos bifaciales con estructura adicional. Figura 16. Análisis de Correspondencia de los instrumentos con alto grado de formatización y de los locii (Ejes 1 y 2). 357 I ( ), julio-diciembre 014: 333-364 Otra vez, vemos que los ejes de correspondencia siguen un criterio cronológico como resultado de determinadas frecuencias de artefactos en los distintos locus, particularmente para las puntas triangulares bifaciales, los instrumentos robustos anchos, las puntas bifaciales lanceoladas pequeñas y los instrumentos lanceolados sobre hoja. De esta manera se puede proponer nuevamente que La Playa es un sitio formado durante los inicios del Holoceno medio I, contemporáneo con las capas 3 y 4 de Hornillos 2. Después de la capa 2 de Hornillos 2 (o contemporáneamente), se habrían formado Curque y Lapao 10 en este orden. Lapao 11 tiene una situación más ambigua, posiblemente relacionada con un palimpsesto o con una formación alrededor de la transición entre Holoceno temprano I y II. Al igual que en el caso del análisis de los esquemas de desbaste, el análisis de correspondencia con los diferentes instrumentos diagnósticos refuerza la proximidad de ciertos locus, tales como La Playa y la capa 3. También destaca las singularidades de algunos de ellos, como el conjunto de capas del Holoceno temprano de Hornillos 2 y Lapao 10. En este caso, la capa 4 se ubica mucho más próxima a La Playa y a la capa 3. Esto último es particularmente interesante, porque podría indicar la generación de un cambio técnico en este momento (aproximadamente 8300 años BP) cuyo resultado sería la aparición de nuevos instrumentos y una mayor inversión técnica en la formatización de los instrumentos, mientras que los modos de desbaste habrían permanecido durante los inicios del Holoceno medio I. Tomando en cuenta que se trata de un análisis exploratorio con el objetivo de generar hipótesis, la adscripción cronológica de los sitios superciales debe ser considerada tentativa, pero permite establecer un orden relativo provisorio. En efecto, muchos objetos pueden perdurar a través del tiempo y solaparse con otros. Lo que muestra este análisis es que ciertos instrumentos aparecen con mayor frecuencia ciertos locus. Podría tratarse de un orden de aparición en la región, esto último deberá ser corroborado por nuevos hallazgos. DISCUSIN Y CONSIDERACIONES FINALES La seriación realizada en este artículo constituye un trabajo de calibración preliminar, que tiene que ser ampliado con deniciones tecnológicas más acotadas. Habría que ver si los artefactos mencionados en la seriación tienen cadenas operativas similares a las del área de Susques. La información tecnológica que circula en la región podría ser parcial o abarcar varias etapas de las cadenas operativas. Las implicancias a nivel interpretativo serían distintas según el caso. Estos datos podrían ser útiles para determinar el alcance de las redes de transmisión de información tecnológica. Se prevé para el futuro comparar las diferencias y las similitudes de las cadenas operativas de distintas áreas de estudio para un mismo artefacto, considerando los mecanismos de aprendizaje, las redes de transmisión de información y los “saber-hacer” de los talladores. Los sesgos en los estudios actuales de las cadenas operativas, dicultan las comparaciones entre distintos tipos a nivel regional y oscurecen las implicancias interpretativas. Sin embargo, el presente trabajo brinda un marco de referencia probabilístico preliminar para distintos tipos de artefactos. Se aspira, para el futuro, ampliar las bases de datos y denir las unidades también desde el punto de vista tecnológico, tal como se pudo realizar en Susques. Lo primero que se destaca a través de este trabajo, es que no son solamente las puntas de proyectil las que pueden ser artefactos diagnósticos. Algunas formas base particulares, tales como las lascas anco de núcleo (siempre y cuando sean predeterminadas y no predeterminantes) y las hojas, entre otras, pueden caracterizar ciertos conjuntos de determinada cronología. Es necesario, entonces, tomar en cuenta todos los aspectos tecnológicos para discutir mejor el carácter diagnóstico de un artefacto. El desbaste, la confección y la morfología (tomando en cuenta las unidades tecno-funcionales) pueden pesar de manera distinta en la producción tecnológica de artefactos. 358 Finalmente, la atribución cronológica relativa de un conjunto o de un artefacto debe tomar en cuenta los estudios cuantitativos, dado que la ausencia/presencia puede no ser signicativa cuando las frecuencias son muy bajas. De esta manera, se proponen a continuación hipótesis de índole cronológica acerca de los sitios de Susques y de ciertos artefactos. Para el Holoceno temprano, en este análisis solamente se dispone del conjunto de capas del Holoceno temprano de Hornillos 2. Localmente, el conjunto se caracteriza por puntas Tuina e instrumentos robustos formatizados en tres secuencias con dos los perpendiculares y, en varios casos, un dorso espeso ya presente en la forma base. Las lascas de extracciones unidireccionales son características de este período, aunque pueden estar presentes posteriormente. Sería interesante cuanticar este tipo de lascas en otros conjuntos de los Andes Centro-Sur, así como determinar si los “raspadores de dorso alto” identicados en Chile (Núñez y Santoro 1988) se corresponden tecnológicamente con los instrumentos presentados en este trabajo. De la misma manera, sería destacable corroborar si la variación en el esquema de confección de las puntas Tuina se repite en otras áreas de estudio. Por ahora, se pudo indagar este hecho en Alero Cuevas (Hoguin y Restifo 2012). Estas particularidades parecen ser más características de los inicios del Holoceno temprano. Hacia nales del período e inicios del Holoceno medio I, aparecen las puntas Tambillo y también otros instrumentos, tales como las puntas Huiculunche 2 y, posteriormente, las puntas San Martín. Localmente, aparecen también instrumentos de lo sinuoso, lascas anco de núcleo (predeterminadas), bifaces de estructura adicional y cobran mayor importancia las lascas de extracciones centrípetas. El análisis de correspondencia mostró que La Playa se asocia fuertemente y sistemáticamente con la capa 3 del alero Hornillos 2 y con la capa 4 por los instrumentos de alto grado de formatización. Se puede proponer como hipótesis que La Playa habría sido un sitio de ocupación en uso, principalmente, durante el Holoceno medio I. Cabe mencionar que entre ca 7200 y 6500 años AP hay una escasez de contextos fechados a nivel regional (Muscio y López 2012). A partir del estudio de los sitios de la localidad de Susques, se puede armar que justo antes y después de este “vacío” la formatización bifacial domina y se presentan las puntas bifaciales lanceoladas, tal como se mencionó más arriba. También, se pudo evidenciar localmente cierta continuidad en los esquemas de desbaste durante la transición entre el Holoceno medio I y II (ca 6200 años AP). Son característicos los instrumentos más anchos que largos y, consecuentemente, la producción de lascas más anchas que largas y las puntas triangulares apedunculadas bifaciales de confección distinta de las del Holoceno temprano (Hoguin 2013). Regionalmente, aparecen las puntas lanceoladas bifaciales pequeñas, las hojas y las lanceoladas sobre hoja, que son más características del Holoceno medio II. Al igual que la capa 2 de Hornillos 2, Lapao 11 tiene una posición no bien denida en el análisis de correspondencia para las formas base. Por su parte, para el análisis que toma en cuenta los instrumentos con alto grado de formatización, Lapao 11 se encuentra más o menos asociado con Curque, Lapao 10 y la capa 2 de Hornillos 2. Es, entonces, difícil determinar una cronología relativa a Lapao 11, que podría tratarse de un palimpesto. Finalmente, según las características expuestas, es posible plantear que Curque y Lapao 10 fueron ocupados principalmente durante el Holoceno medio II. La alta presencia de hojas y de lanceoladas sobre hoja, particularmente en este último, es bien característico de los conjuntos de pleno Holoceno medio II. Estas observaciones llevan a preguntarse sobre los procesos de formación de estos sitios desde un punto de vista antrópico. En efecto, La Playa, Curque y Lapao 10 no parecen ser palimpsestos. Esto implica que las ocupaciones no permanecieron a largo plazo a través del Holoceno, al contrario de los aleros como Hornillos 2. Se propone como hipótesis a explorar en el futuro y para comparar a nivel regional, que estos asientos acotados en el tiempo podrían relacionarse con las uctuaciones observadas en cuanto a la extensión de las zonas de producción primaria 359 I ( ), julio-diciembre 014: 333-364 (Yacobaccio y Morales 2005; Oxman 2010; Morales 2011). Por ejemplo, La Playa se encuentra ubicado cercano a un paleocauce que pudo haber sido activado durante la ocupación del sitio. Sería también interesante observar como los sitios de supercie se comportan a nivel regional en estos términos. Otra observación interesante desde un punto de vista evolutivo y tecnológico, es la asociación entre: • la capa 4 y el conjunto de capas del Holoceno temprano de Hornillos 2 para el análisis de correspondencia con las formas base • la capa 4, la capa 3 de Hornillos 2 y La Playa para el análisis de correspondencia con los instrumentos con alto grado de formatización • Lapao 10, 11, Curque y la capa 2 de Hornillos 2 para el análisis de correspondencia con los instrumentos con alto grado de formatización Estas observaciones ilustran adecuadamente el hecho de que generalmente la evolución de los instrumentos precede a la evolución del desbaste (Pelegrin 2000; Boda 2013). En efecto, los puntos 1 y 2 indicarían que en la capa 4, transicional entre el Holoceno temprano y medio I (ca 8300 años AP), se siguieron produciendo las mismas formas base que durante el Holoceno temprano, mientras que los instrumentos son más parecidos a aquellos del Holoceno medio II. De la misma manera, la capa 2 de Hornillos 2 y Lapao 11 son más parecidos a los sitios del Holoceno medio I por la producción de formas base, y al Holoceno medio II por los instrumentos con alto grado de formatización. Para concluir, se puede observar, tanto a nivel regional como local, que ciertos artefactos requieren de determinadas habilidades para implementar operaciones delicadas (denticulado por presión sobre distintas puntas, desbaste de hojas, entre otros), que posiblemente fueron llevadas a cabo por expertos. Además, en varios casos se pueden observar varias modalidades para realizar un mismo objetivo, mostrando el saber-hacer desarrollado de los talladores y la posibilidad de interacciones entre grupos. Esto puede llevar a presuponer tanto la constitución de redes de transmisión de información estables como un cierto dinamismo, posiblemente relacionado con la solución de nuevos problemas provocados por diferentes necesidades y/o por las interacciones a través el tiempo (Hoguin 2013). En este sentido, la velocidad del cambio tecnológico observado es llamativa. La evolución de las cadenas operativas es rápida y está marcada por cambios de distinta índole, por lo menos localmente, lo cual refuerza el valor diagnóstico a nivel cronológico de ciertos artefactos. Tal como se observa a partir de las puntas de proyectil, los cambios y las continuidades observadas parecen ocurrir a una escala regional (Hoguin 2013). La investigación sobre la producción de formas base y sobre otros instrumentos además de las puntas de proyectil podría ser fructífera para enriquecer estas observaciones. La secuencia propuesta puede servir de marco de referencia para el cambio tecnológico, pero podría ajustarse a partir de nuevas investigaciones sobre cadenas operativas realizadas tanto en contextos fechados como en sitios de supercie. AGRADECIMIENTOS A Hugo Yacobaccio y Eric Boda. Este trabajo se realizó en el marco de las becas tipo I y II de CONICET, y retoma parte de análisis y resultados realizados durante el doctorado. Agradezco a Gisela Cassiodoro, Rafael Goñi, Alicia Castro, Antoine Lourdeau y María Farias Gluchy por sus valiosos comentarios. Quiero también agradecer particularmente a Marcelo Cardillo por su ayuda y sus considerables aportes para la elaboración de este trabajo. Finalmente, agradezco a los evaluadores, Patricio De Souza y Enrique Moreno por la pertinencia de sus críticas y correcciones que permitieron mejorar este artículo. 360 NOTAS 1 Se entiende por uncin el para qué sirve un artefacto y por uncinaient cómo sirve. Este último aspecto está relacionado con el artefacto en movimiento, el enmangue y el gesto que lo acompaña. Ciertos grados de libertad permiten expresiones propiamente culturales en este caso (Leroi-Gourhan 1971; Lemonnier 1986; Boda 2013). Se hace referencia a un muestreo tomado en una capa, un conjunto de capas o en un sitio de supercie. 3 En este caso se hace referencia a instrumentos cuyas etapas de producción son independientes entre ellas (ver Boda 2013), lo que involucra que pueden haber tenido una historia de vida variable. BIBLIOGRAFÍA Aschero, C. A. 1983. na ara una claicacin rlica de arteact ltic Buenos Aires: Apéndice A y B Cátedra de Ergología y Tecnología. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires. 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E-mail: [email protected] Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Laboratorio de Paleoecología umana, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo. E-mail: [email protected] Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Laboratorio de Paleoecología umana, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo. E-mail: [email protected] Instituto de Estudios Andinos, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Departamernto de Ciencias Geológicas, Universidad de Buenos Aires. E-mail: [email protected] 365 I ( ), julio-diciembre 014: 365-386 I€ I S •R ES R •RE EN€ AN R • €I N S†S€E S IN € E AN ES ŒN R€ ‹ES€ ƒ SAN •AN AR EN€INA) A S€RA € ‹e present a stud o availa ilit and exploitation o lit ic resources in an area o t e Andes ŒNort ‰est San uan rovince Argentina) € e stud region covers an altitudinal gradient rom t e international order et‰een Argentina and ile Œ •ŽŽ masl) and t e €aguas valle Œ‚ •ŽŽ masl) € e stud assesses t e availa ilit and ualit o material suita le or lit ic manu acturing t oug c aracteri•ations o ra‰ materials and lit ic ‰or“s ops in t ree altitudinal •ones € e ra‰ materials are c aracteri•ed t roug macroscopic and petrograp ic anal ses € e stud discusses t e development o lit ic production s stems Œsensu Ericson ‘) in terms o t e eatures o t e lit ic sources and t eir locations in environments ‰it diverse resources conducive to uman occupation A regional IS data ase is presented o lit ic resources as ‰ell as digiti•ed geological map in order to etter correlate arc aeological data and lit ic resources ‰it geological in ormation Keywords: lit ic sources ’ lit ic ‰or“s ops ’ petrograp ’ Nort ‰est San uan rovince ’ Argentina INTRODUCCIN En este trabajo se presenta un estudio sobre disponibilidad de recursos líticos en la cuenca alta del río de Las Taguas (S2910/ S2930 y O7000/O6950), departamento de Iglesia (NO de San Juan, Argentina). La región estudiada se ubica entre el límite cordillerano argentino-chileno (5.600 msnm) y la Cordillera de la Ortiga (3.700 msnm), y comprende los valles interandinos emplazados entre estas formaciones (gura 1). La accesibilidad a este sector cordillerano es inuida principalmente por la topografía, en este sentido las vías provenientes de los valles del Norte Semiárido Chileno presentan menores costos que las procedentes de los valles del este, donde los rasgos topográcos son más abruptos (Lucero et al 2013). idrológica y geográcamente el área comprende la cuenca alta del río de Las Taguas, colector principal, y sus subsidiarios (arroyo Guanaco onzo y ríos Los Amarillos, Turbio y Potrerillos). Geomorfológicamente es un ambiente periglaciar caracterizado por un predominio de ciclos de hielo y deshielo del terreno, con clima seco e inviernos rigurosos. Es un ambiente desértico con precipitaciones principalmente en forma de nieve y temperaturas que promedian los 10C en verano y los -20C en invierno (Cabrera 1994). Desde el punto de vista togeográco, el valle de Las Taguas está inserto en el Dominio Andino Patagónico (Cabrera 1994). La vegetación corresponde a la Provincia Alto-andina, donde la ora presenta un gradiente norte-sur de elementos de los ambientes puneño (Distrito Quechua), andino-desértico y andino-mediterráneo (Distrito Cuyano) (Teillier 2006). En cuanto a la abundancia de las vegas, Teillier (2006) señala que siempre supera a la de la vegetación zonal, lo que genera una alta cobertura que resulta de gran importancia para la fauna nativa. La distribución general es variable dependiendo de la altitud (Castro et al. 2013b). En relación con la fauna, se trata de una región de alta variedad de especies, entre las que se destacan los patos típicos de alta montaña (por ej. Juarjual op onetta specularioides y piuquén loep aga melanoptera), el guanaco ( ama guanicoe), el puma ( uma concolor), el zorro colorado ( seudalopex culpaeus) y diversos roedores como la vizcacha serrana ( agidium viscacia) y el tuco tuco ( tenom s sp.) (Castro et al. 2013b). En un contexto sudamericano y mundial las investigaciones arqueológicas sobre disponibilidad regional de recursos líticos han cobrado creciente relevancia, destacándose la importan366 cia del aprovisionamiento en la organización de la subsistencia (Luedtke 1979; Ericson 1984; Bamforth 1986; Flegenheimer y Bayón 1999; Escola 2002; Bellelli 2005; Brewer-LaPorta et al 2010; entre otros). Los estudios arqueológicos efectuados anteriormente en el departamento de Iglesia se concentraron en el centro y sur del valle oriental homónimo (1.500-2.000 msnm) y abarcaron problemáticas de sociedades cazadoras-recolectoras y agropastoriles (Gambier 1988, 2000). Con respecto a la tecnología lítica, dichos estudios ofrecieron una descripción tipológica de los conjuntos artefactuales. Por otro lado, los únicos trabajos realizados en áreas cordilleranas del extremo norte se reeren a la problemática incaica (Schobinger 1966; Stehberg 1995). En el área de estudio los trabajos arqueológicos son recientes y se iniciaron en el año 2004. Estas investigaciones han permitido localizar veintinueve sitios arqueológicos, a cielo abierto y en abrigos rocosos, con una secuencia de ocupación que abarca casi todo el oloceno, desde ca 9000 AP hasta ca 500 AP (Cortegoso et al 2012b; Castro et al 2013a, 2013b; Cortegoso 2013). Los estudios sobre tecnología lítica efectuados hasta el momento se han orientado hacia el conocimiento y comprensión de la organización tecnológica y cómo esta se relaciona con otros aspectos del comportamiento humano de los grupos que ocuparon estacionalmente el valle de Las Taguas (Cortegoso et al 2012a; Castro et al 2013a, 2013b). El objetivo general de este artículo es aportar mayor información sobre la distribución y caracterización de fuentes de materia prima lítica. Los resultados obtenidos permitirán evaluar las estrategias de producción, selección y transporte involucradas en el manejo de los recursos, así como también comprender los cambios en las estrategias de aprovisionamiento y manejo de materias primas de distintas fuentes ocurridos a lo largo de la ocupación humana del área. Figura 1. Área de estudio, franjas altitudinales y ubicación de fuentes y sitios arqueológicos 367 I ( ), julio-diciembre 014: 365-386 El trabajo de campo incluyó prospecciones geológicas y arqueológicas. En la mayoría de los casos se realizaron relevamientos sistemáticos mediante recolecciones superciales y levantamientos planialtimétricos. Los datos obtenidos en campo se volcaron en una carta geológica digitalizada mediante un SIG. El trabajo multidisciplinario entre la arqueología y la geología (inocur 2010, 2013) ha sido sustancial para la identicación de aoramientos primarios, la clasicación macroscópica de las rocas y las variables analizadas. Estos estudios han sido complementados con análisis petrográcos de corte de lámina delgada (Enrique Tidy, TIDY Cía. Ltda.) procurando una aproximación más precisa en la asociación entre fuentes y muestras de sitios. Este estudio ha permitido discutir el tipo de sistema de producción lítica (sensu Ericson 1984) implementado por quienes explotaron este ambiente en el pasado y proponer la práctica de un sistema de tipo secuencial como respuesta a la manera en que se presentan las rocas en las fuentes y las diversas ofertas de cada ambiente en virtud de los diferentes niveles altitudinales de los emplazamientos. CONSIDERACIONES TERICO-METODOLGICAS El estudio tecnológico es enfocado desde una perspectiva organizacional (sensu Nelson 1991), para la cual las estrategias tecnológicas implementadas por los grupos humanos son respuesta a condiciones ambientales y a estrategias económicas y sociales. Se considera la producción lítica como un proceso que forma parte de un sistema, el cual comprende la totalidad de actividades sincrónicas y localizaciones involucradas en la utilización y modicación del material lítico de una única fuente especíca para manufacturar y utilizar herramientas de piedra en un sistema social amplio (Ericson 1984:3). Este proceso puede ocurrir a lo largo de una región dependiendo de la distribución de los recursos en el medio y las estrategias que los grupos implementan. A su vez, las etapas de manufactura pueden ser efectuadas en uno o varios sitios, lo que permite diferenciar entre sistemas terminales, secuenciales o irregulares. Cuando el proceso reductivo es secuencial, la actividad de talla se inicia en un espacio determinado y se completa en otros, que pueden ser los sitios de uso de las herramientas o estar cerca de estos (Ericson 1984:4). La elección de recursos depende tanto de la forma en que se planica el aprovisionamiento dentro de otras actividades necesarias para la subsistencia como de la disponibilidad de materia prima y su modalidad de acceso (Gould 1978; Binford 1979; McAnany 1988). Se entiende la disponibilidad como la abundancia de recursos, la distribución y accesibilidad a las fuentes, las posibilidades de extracción de las rocas y las variables que hacen a las necesidades especícas de ejecución de tareas (Johnson 1989; Bamforth 1992; Andrefsky 1994; Kuhn 1995). En el estudio de la disponibilidad, en todos sus aspectos, se consideran diversas características de fuentes y recursos. La accesibilidad a las fuentes tiene implicancias en los costos de obtención y transporte (Elston 1990; Kuhn 1995; Andrefsky 2005). En este caso, la variable fundamental para ponderar estos costos está vinculada con la ubicación de las fuentes a distintas altidudes en un rango que incluye la divisoria andina. Para evaluar este punto se delimitaron dentro del área de estudio tres franjas con diferencias altitudinales y ambientales (gura 2). La de mayor altitud (5.600-4.000 msnm) se encuentra en la divisoria de aguas argentino-chilena. La franja intermedia se ubica en los valles del arroyo Los Amarillos, del río Potrerillos y del arroyo Guanaco onzo (3.999-3.800 msnm). Finalmente, la franja de menor altitud (menor a 3.799 msnm) comprende el fondo del valle del río de Las Taguas Superior. En cuanto a la calidad de las rocas, se considera que los mejores recursos son aquellos que presentan estructura homogénea microcristalina sin diaclasas, inclusiones u otro tipo de irregularidades, lo que les otorga una fractura concoidal (Elston 1990; Dibble 1992; Nami 1992; Bayón et al 1999; Andrefsky 2005). Además, se tienen en cuenta ciertos procesos mecánicos y 368 térmicos que afectan la calidad de la roca para la talla ya que el área de estudio tiene un ambiente periglaciar caracterizado por un predominio de ciclos de hielo y deshielo del terreno que pueden provocar termoclastia generando un alto grado de fracturación de las rocas. También se considera la abundancia, tamaño y forma de los nódulos disponibles, características que inciden en la morfología nal de las herramientas (Flenniken y ilke 1989; Kuhn 1992; Andrefsky 2005). Para la caracterización del tamaño promedio de los nódulos disponibles en cada una de las fuentes se utilizan las categorías propuestas por Bagolini (1971 en Aschero 1975-1983)1. Figura 2. Ubicación altitudinal y densidad de piezas líticas por m en fuentes y talleres líticos con relevamientos arqueológicos sistemáticos En cuanto a la caracterización de las fuentes, se distingue entre primarias y secundarias; las primarias son aquellas en las que el material aparece en forma de lones u otras manifestaciones geológicas originarias de la zona y las secundarias, aquellas en las que la materia prima ha sido transportada por algún agente (Nami 1992). Se discrimina la existencia de fuentes con taller que hacen referencia a lugares donde hay rocas utilizables así como evidencias arqueológicas de talla lítica. Se utiliza el término de cantera potencial para aludir a lugares con rocas aptas para la talla, pero sin evidencia arqueológica de haber sido explotadas (Nami 1992). Las cartas geológicas, por lo general, poseen una escala de 1:250.000 por considerarse la más apropiada para una mejor comprensión de las características geológicas regionales. Aunque en regiones de interés geológico o minero se confeccionan cartas en una escala de 1:100.000 no siempre son adecuadas para el estudio arqueológico de fuentes de materia prima debido a que la información que contienen posee una resolución de grano muy grueso. Teniendo esto en consideración, se ha confeccionado una carta geológica en una escala de 1:100.000 con información estricta de campo en una escala adecuada para el trabajo arqueológico (gura 3). Para ello se volcaron en un SIG datos obtenidos a través de trabajos de campo geológicos (inocur 2010, 2013) y arqueológicos. Como cartografía de base se utilizó la oja Geológica Cordillera del ancarrón (Malizia et al 1997). La carta geológica se estructuró conforme a los depósitos inconsolidados y depósitos consolidados de la región. Los primeros hacen referencia a los diversos procesos geomorfológicos de modelado del relieve y sectores de parches de vegetación. Los segundos se reeren a las características litológicas del área del Valle del Taguas, que son relevantes para los estudios de la tecnología lítica. Con el objeto de calcular el área cubierta por cada formación litológica se utilizó el módulo Spatial Anal st del software ARCGIS 10.1. Esta herramienta ha sido aplicada en investigaciones similares en diferentes regiones del mundo que destacan su efectividad en estudios sobre explotación de recursos líticos (Baena Preysler et al 1999; Bruxelles et al 2010; Magnin 2011). La detección de fuentes de materia prima y talleres líticos se realizó mediante prospecciones y relevamientos arqueológicos y por medio de estudios geológicos. En total se detectaron 5 369 I ( ), julio-diciembre 014: 365-386 fuentes primarias (4 canteras potenciales), fuentes primarias con taller, 3 fuentes secundarias (1 cantera potencial) y 4 talleres líticos. Los estudios arqueológicos incluyeron levantamientos planialtimétricos y recolecciones superciales que cubrieron entre el 80% y el 100% de la supercie de cada uno de los sitios/fuentes. Esto permite estimar la extensión de los sitios/fuentes, la diversidad y disponibilidad de rocas y las densidades de material por m . El material recuperado ha sido categorizado en nódulos, núcleos, productos de talla (incluyendo lascas externas, internas y microdesechos) e instrumentos, lo que posibilita evaluar la representación de las principales etapas de producción lítica. Dada la importante meteorización de las rocas, la distinción entre piezas de fracturación natural y núcleos es dicultosa. Se evalúan como núcleos aquellos cuyas extracciones son claras y permiten una vinculación certera con actividades de origen antrópico. CARACTERSTICAS GEOLGICAS DEL ÁREA DE ESTUDIO Las formaciones geológicas estudiadas cubren un área de 408,36 km (gura 3 y tabla 1). El área del río de Las Taguas Superior fue afectada por eventos volcánicos en diversas etapas a lo largo de su evolución geológica. Los más importantes han ocurrido durante los períodos Permo-Triásico (ca. 280 a 250 millones de años), y Oligoceno superior a Mioceno Inferior (ca. 28 a 17.5 millones de años). Cada uno de estos eventos volcánicos posee la participación de rocas intrusivas, extrusivas y volcaniclásticas asociadas. Durante el Pérmico-Triásico se deposita el Grupo Choiyoi asociado al Ciclo Magmático Choiyoi (Llambías et al 1996). La litología de estas formaciones corresponde a ignimbritas de composición dacítica a riolítica, andesitas, dacitas y riolitas. Las rocas del grupo Choiyoi se caracterizan por un alto grado de silicicación. A su vez, estas ignimbritas riolíticas han sido intruídas por vetas de cuarzo las cuales tienen más de 3 metros de potencia en aoramiento. Están compuestas por cuarzo con estructuras en diente de perro, mientras que en otros casos se desarrollan de manera drusiforme. Las unidades correspondientes a este grupo se distribuyen a lo largo de la Cordillera de Colangüil, del Cordón de La Ortiga y en algunos tramos en ambas márgenes del río de Las Taguas. Durante el período Oligoceno-Mioceno Inferior se dan las formaciones Tillito y Escabroso, correspondientes al Grupo Doña Ana, caracterizadas litológicamente por poseer lavas riolíticas, dacíticas y andesíticas. Durante esta fase ocurre un segundo evento magmático importante vinculado al Grupo Doña Ana (Martin et al , 1995); después de este evento se desarrolla un sistema de vetas en la ladera occidental del Cordón de La Ortiga, sobre la margen derecha del Taguas. Estas se alojan en la Formación Escabroso, se encuentran en relación de intrusión con las rocas de caja de distinta composición y edad, y poseen un desarrollo variado dependiendo de las rocas de caja en las cuales se alojan. Las más notables están compuestas por sílice cristalina de reemplazo de color blanco a gris claro. Su composición es variada pero, en general, corresponde a distintos tipos de sílices de relleno con estructuras del tipo diente de perro, microcristalinas y calcedónicas. El segundo tipo de veta está conformado por un crecimiento gradual hacia su centro, compuesto por sílice de reemplazo de color blanquecino, seguida por una sílice representada por cristales de buen desarrollo (textura drúsica) culminando en el centro con una sílice calcedónica de color verdoso a gris claro. Un tercer tipo de veta, aunque de menor desarrollo, está compuesto por cristales de sílice y adularia que generan un bandeamiento característico. Los cristales de adularia (KAlSi3O8) poseen un color blanquecino y las agujas de sus cristales apuntan hacia el centro de las vetas, que corresponden a un sistema hidrotermal de baja sulfuración de probable edad Miocena superior. Durante el Mioceno Superior se da la formación Tambo, a la cual corresponden ignimbritas dacíticas y riolíticas y domos y depósitos de bloques y cenizas. acia nes del Mioceno (ca. 12 a 10 millones de años) la zona estuvo sujeta a procesos hidrotermales que han obliterado la 370 estructura y composición original de las rocas allí presentes. Esto ha generado regionalmente una amplia zona de aoramientos rocosos que presentan un importante grado de silicicación. Estas condiciones, sumadas a la complejidad estructural, hacen dicultosa la comprensión de la estratigrafía y estructura geológica de la región. En relación con los depósitos cuaternarios, existe en la región de estudio una gran distribución, desde las regiones de mayor altitud hasta la zona del valle del río de Las Taguas, donde se diferencian cinco tipos de depósitos recientes asociados a distintos procesos geomorfológicos: glaciouviales, aterrazados, de remoción en masa, coluviales y aluviales (inocur 2013). Los estudios geológicos y la elaboración de una carta con sus resultados permitieron observar la gran variedad litológica y ubicuidad espacial de rocas en la cuenca alta del río de Las Taguas. Solo algunos de estos recursos se encuentran representados en los registros arqueológicos del área de estudio, de los cuales los agregados hidrotermales y las tobas riolíticas cristalinas son las de mayor recurrencia. En menor proporción, en los conjuntos arqueológicos, también aparecen riolitas, tobas dacíticas y andesitas. Se destaca que los tipos mencionados, excepto las riolitas, están entre los aoramientos que cubren mayor supercie en el área (tabla 1). Figura 3. Carta geológica de la cuenca superior del río de Las Taguas 371 I ( ), julio-diciembre 014: 365-386 Tabla 1. Distribución de los depósitos, porcentaje y supercie de cobertura De• si os Coluviales ea e co e Š 2 100,48 a en Po cen a e e sup 24,60% M es as a ‚ eol „icas NO SI Toba riolítica cristalina 66,99 16,40% Flujo andesítico 5 ,39 12,82% SI Aluviales 5 ,33 12,81% NO Agregado hidrotermal 7,5 6,73% SI Toba dacítica cristalina 3, 1 5,68% SI ranito 1,56 5,27% NO Arenisca 18,66 4,56% NO Diorita 14,97 3,66% NO Arenisca volcanogénica 14,19 3,47% NO Riolita 4,98 1,21% SI Terraza Glaciuvial 3,63 0,88% NO ,89 0,70% SI Dacita Toba andesítica cristalina Morena ,71 0,66% SI 1, 3 0,30% NO Depósitos de Remoción en Masa 0,34 0,08% NO Vega 0, 8 0,06% NO FUENTES DE MATERIA PRIMA Y TALLERES LTICOS ƒran a de ma or altitud Œ •ŽŽ‡‘ ŽŽŽ msnm) En la divisoria argentino-chilena se detectaron los sitios ARQ-C15 y ARQ-C14, ambos sitios están compuestos por una fuente primaria y un taller lítico asociado a esta y se encuentran ubicados a 4.500 y 4.200 msnm respectivamente (gura 1). ARQ-C15: fuente primaria con taller lítico El sitio ARQ-C15 (4.500 msnm) se localiza sobre una peneplanicie inclinada levemente hacia el este y cubre una supercie de 22.938 m (gura 1). Su ubicación en un ambiente periglaciar con procesos criogénicos le otorga un alto grado de meteorización. Se caracteriza por vientos constantes que extraordinariamente superan los 100 km/h. Posee una amplitud térmica diaria y estacional muy amplia, por lo que las rocas están muy meteorizadas y con un grado de fracturación extrema y la generación de pátina del desierto. La termoclastia diculta la discriminación de las rocas fracturadas por actividades de talla lítica de aquellas fracturadas por dichos procesos naturales. La vegetación en estos sectores es nula; solo se encuentran algunos especímenes que no superan el centímetro por encima del nivel de los clastos. Sumado a ello, la escasez de reparos hace de este ambiente un espacio poco apto para permanencias largas. Los aoramientos de rocas se encuentran en las laderas de los cerros circundantes. La meteorización provoca la desagregación de las rocas en forma de bloques de tamaños medianos y grandes (entre 4 y 15 cm) y la erosión, su dispersión. Las rocas disponibles para la talla no son abundantes y, en general, poseen corteza. Las calidades, si bien son buenas, no son las mejores 37 disponibles en el área de estudio debido al grado de fracturación que presentan. Los recursos son categorizados macroscópicamente como silíceas criptocristalinas no translúcidas de colores rosado amarillento pálido (1D4), marrón oliva claro (11) y verde amarillo moderado (1L1) (tabla 2). El relevamiento arqueológico abarcó un 4,9% del área (1.146 m ) y se recolectó un total de 74 piezas; la densidad es de 0,06 elementos por m . El registro lítico está compuesto por un 55% de nódulos (N41), un 41% de núcleos (N30), un 3% de productos de talla (N2) y un 1% de artefactos formatizados (N1). ARQ-C14: fuente primaria con taller lítico El sitio ARQ-C14 (4.200 msnm) se localiza a 1,5 km al noreste de ARQ-C15. Las características ambientales son similares a las descritas anteriormente, destacándose la ausencia de vegetación y refugios naturales y las condiciones climáticas adversas para la estadía humana. El sitio posee una supercie de 16.000 m (gura 1). Comprende un aoramiento de rocas silíceas no translúcidas de colores rojo moderado (1G1), naranja rojizo fuerte (1G2) y naranja rojizo moderado (1G3) (tabla 2), junto al cual hay una concentración de bloques de dicha materia prima de tamaños pequeño, mediano y grande, que oscilan entre los 2 y 15 cm. Además, a 40 m hacia el este, hay una gran dispersión de bloques fracturados, con la misma variedad de tamaños, de rocas silíceas no translúcidas de color amarillo brillante (1I2), amarillo naranja (1I3), azul muy pálido (1M4) y los antes mencionados (1G1, 1G2 y 1G3) (tabla 2). Las rocas disponibles en esta fuente presentan altos índices de corteza. En este caso la materia prima es muy abundante y la calidad es buena, pero con altos grados de fracturación. Se efectuaron 14 unidades circulares de recolección, de 5 m de radio cada una (78,5 m ), que cubrieron el 6,9% de la supercie (1.099 m ). Se registraron 335 piezas que arrojan una densidad de 0,3 elementos por m . El 75% de la muestra son productos de talla (N250), el 14% núcleos (N47), el 10% nódulos (N35) y el 1% artefactos formatizados (N3). ƒran a de altitud intermedia Œ‚ ‡‚ ŽŽ msnm) En esta franja altitudinal se encuentran fuentes primarias, secundarias y talleres líticos ubicados en los valles del arroyo Guanaco onzo y de los ríos Potrerillos, Turbio y Los Amarillos. Valle del río Potrerillos: fuente primarias Potrerillos A y B, y talleres líticos ARQ-C08 TA y ARQ-C08 TB El río Potrerillos se localiza sobre un valle glacio-uvial, cuyas nacientes se encuentran en la divisoria internacional y, siguiendo una dirección SO-NE, drena hacia el río de Las Taguas. En las partes bajas del valle existen vegas y disponibilidad de agua permanente. Sobre un cono de detritos en la margen derecha del río se encuentra la fuente Potrerillos A (3.900 msnm) (gura 1). Se trata de una fuente primaria que cubre aproximadamente 1.500 m . Se relevaron 11 núcleos de tamaños muy grandes que superan los 20 cm, los que debido a su ubicación pudieron sufrir algún tipo de fracturación de origen natural y no solo antrópica. Las rocas son un subtipo de silícea criptocristalina no translúcida de color amarillo naranja claro (1D2) y una toba riolítica cristalina de color amarillo pálido (9A2) (tabla 2). Estos recursos presentan una calidad muy buena para la talla y son mejores que los de la divisoria ya que no presentan fracturación por meteorización. Las rocas disponibles prácticamente no tienen corteza. Por otro lado, en la margen izquierda del río Potrerillos, existe un aoramiento de rocas silíceas criptocristalinas ubicado en la ladera SE del cerro Pelado (gura 1). La fuente no cuenta con prospecciones arqueológicas, ha sido relevada geológicamente y, por tanto, es abordada como una cantera potencial. El relevamiento geológicos ha permitido conocer la disponibilidad 373 I ( ), julio-diciembre 014: 365-386 de recursos de muy buena calidad para la talla, sin inclusiones e impurezas. Esta fuente primaria, denominada Potrerillos B (3.920 msnm), corresponde estratigrácamente al denominado Grupo Choiyoi, ofrece una disponibilidad de rocas de tonalidades blancas con vetas rojas (1A3) y púrpura rojizo pálido con manchas blancas (1F1) (tabla 2). Estos subtipos han sido caracterizados microscópicamente como roca volcánica de composición dacítica a riolítica, de coloración rojiza la cual presenta fenocristales de cuarzo inmersos en una matriz de vidrio volcánico (Cortegoso et al 2012a). Las materias primas disponibles en las fuentes Potrerillos A y B se encuentran representadas en el registro arqueológico de dos talleres líticos denominados ARQ-C08 TA (Terraza Alta) y ARQ-C08 TB (Terraza Baja), hallados en dos niveles de terraza sobre la margen izquierda del río Potrerillos (gura 1). En ambos sitios se realizó una recolección supercial mediante unidades circulares de 5 m de radio. El sitio ARQ-C08 TA (3.820 msnm) posee una supercie de 1.800 m de la cual se relevó el 17,4% (314 m ) a través de cuatro unidades de recolección. Se recuperó un total de 104 piezas líticas con una densidad de 0,3 elementos por m . Los materiales registrados son principalmente productos de talla con un 79,5% de la muestra (N83), luego aparecen núcleos con un 12,50% (N13) y, nalmente, nódulos e instrumentos con un 7% (N7) y 1% (N1) respectivamente. En el sitio ARQ-C08 TB (3.810 msnm), con un área de 28.500 m , se plantearon 25 unidades de recolección que cubrieron el 6,88% (1.963,5 m ). Se recuperaron 1.223 piezas, por lo que la densidad del sitio es de 0,6 elementos por m . La muestra está compuesta por un 96,9% de productos de talla (N1.184), un 1,8% de núcleos (N23), un 1% de nódulos (N11) y un 0,4% (N5) de instrumentos. Arroyo Guanaco onzo: fuente secundaria Guanaco onzo El arroyo del Guanaco onzo, localizado al sureste del río Potrerillos, nace en la zona del límite internacional argentino-chileno, posee un sentido SO-NE y es otro de los auentes del río de Las Taguas (gura 1). En el sector medio de este arroyo, sobre su margen derecha y por encima de la terraza aluvial a 4.000 msnm, se expone nuevamente el aoramiento que compone la fuente Potrerillos B (dacitas, riolitas e ignimbritas silicicadas). Se trata de una fuente secundaria de los recursos 1A3 y 1F1, los cuales aparecen en forma de grandes bloques fracturados debido a un deslizamiento desde su zona de arranque ubicada a 300 m por encima del depósito (inocur 2010) (gura 1). Al igual que en Potrerillos B esta fuente ha sido relevada geológicamente por lo que aún no se cuenta con información arqueológica sobre la abundancia de materia prima. Debido a la ausencia de relevamientos arqueológicos en el lugar, tampoco se tiene conocimiento sobre su explotación, por tanto, es considerada una cantera potencial. Como se mencionó anteriormente, las rocas son de buena calidad para la talla debido a la ausencia de inclusiones y clivajes. Valle del río Los Amarillos: fuente secundaria Amarillos y taller lítico ARQ-26 El río Los Amarillos se encuentra en el extremo norte del área de estudio, con una altitud de 4.100 msnm en las cabeceras del valle y 3.720 msnm en la junta con el río de Las Taguas. Modelado por procesos glaciarios, el río se extiende en dirección NO-SE desde la Cordillera del Límite hasta desembocar en el río de Las Taguas (gura 1). En la cabecera del valle se localiza una cantera potencial pues solo cuenta con relevamientos geológicos. Se trata de una fuente primaria compuesta mayormente por rocas volcánicas con participación de tobas riolíticas con gran cantidad de cristales de cuarzo; también existen cuerpos graníticos que intruyen en estas secuencias. Desde su posición original estas rocas han sido transportadas tres kilómetros hacia el valle de Los Amarillos mediante sucesivos ujos de detritos. Esta fuente secundaria, denominada fuente Amarillos (3.900 msnm), posee abundantes bloques de las tobas mencionadas que han sufrido un proceso de silicicación (1D5). En la margen derecha del curso alto del arroyo Los Amarillos, sobre un sector elevado 374 del valle, se encuentra el sitio ARQ-26 (3.900 msnm) (gura 1). Este emplazamiento está conformado por un bloque errático de tres metros de alto, que genera resguardo de los vientos, y una concentración de material lítico en su entorno. Abarca un área de 30 x 15 m. Se realizó una unidad de recolección de 4 m que representa el 0,9% del sitio. Se recuperaron 426 piezas líticas que dan cuenta de una densidad artefactual muy elevada: 106,5 elementos por m . Las materias primas predominantes (88%) son rocas silíceas criptocristalinas no translúcidas de color amarillo pálido (1D5), de calidad muy buena para la talla (tabla 2). La totalidad de las piezas son productos de talla: el 34% lascas externas (N145), el 29% lascas internas (N122), el 34% microlascas (N145) y el 3% a indiferenciados (N14). Valle del río Turbio: fuente primaria Turbio El río Turbio, tributario del río de Las Taguas, está conformado por los arroyos Canito y Turbio cuyas nacientes se localizan en el sector del límite internacional. El valle que lo contiene es de origen glaciario, con morenas laterales (gura 1). Sobre la morena sur, en la margen derecha del río Turbio, se detectó una fuente primaria de rocas silíceas de composición hidrotermal (3.900 msnm) (gura 4). Se trata de brechas hidrotermales con un alto grado de silicicación, las cuales aoran en paredones de unos 60 m de altura y son de fácil acceso (inocur 2010). Aún no se han efectuado en esta fuente prospecciones arqueológicas que nos permitan evaluar su tipo de disponibilidad y su explotación antrópica, por lo que se la considera una cantera potencial. Figura 4. Fuente primaria Turbio ƒran a de menor altitud Œmenos de ‚ • msnm) En un sector del valle del río de Las Taguas se localizó una fuente primaria, una secundaria y un sitio con taller lítico. 375 I ( ), julio-diciembre 014: 365-386 Valle del río de Las Taguas: fuente primaria y secundaria Taguas, y taller lítico ARQ-15 El sector donde se encuentran estas fuentes se ubica en la ladera occidental del Cordón de La Ortiga, sobre la margen derecha del río de Las Taguas, a 1 km al NE de la junta de los ríos Turbio y Las Taguas (gura 1). Se trata de uno de los sistemas de vetas de la Formación Escabroso correspondiente al Grupo Doña Ana de edad Miocena media. Su existencia ocurre principalmente en este sector del río de Las Taguas, restringidas en un radio de aproximadamente siete kilómetros tomando como centro el sitio ARQ-15. Como se mencionó en el apartado sobre las características geológicas, el desarrollo de estas vetas varía de acuerdo a las rocas de caja en las cuales se alojan. Las de mejor desarrollo son las cercanas al sitio ARQ-15, el cual se localiza a 900 m en línea recta. Sobre la base de esta cercanía y de la presencia en el sitio de los mismos subtipos de roca (37%), silíceas de tonalidades blancas (1B4) (tabla 2), se considera a estas vetas la fuente primaria denominada Taguas (3.700 msnm). La fuente secundaria aparece sobre la supercie de los cerros que cierran el valle del río de Las Taguas hacia el este. Esta fuente se compone de fragmentos naturales desprendidos de las vetas primarias anteriormente mencionadas. La disponibilidad de este recurso en forma de vetas diculta su extracción aumentando los costos de obtención y disminuyendo su utilidad. En cuanto a calidad este subtipo de roca es muy bueno para la talla lítica. En el mismo sector de las fuentes antes descritas se localiza el sitio ARQ-15 (3.742 msnm), sobre una supercie pequeña e inclinada al pie de formaciones elevadas que cierran el valle hacia el este. Es un taller lítico que cubre un área de 50 x 30 m. Posee un acondicionamiento formado por un pequeño pircado de 1 m de largo que une dos grandes bloques naturales. Cuenta con una importante dispersión supercial de productos líticos. Se realizó una unidad de recolección de 4 m que relevó el 0,3% de la supercie total del sitio. El registro cuenta con 56 elementos líticos, que representan una densidad de 14 elementos por m . De estos materiales el 12,5% son indiferenciados (N7); el 21,5%, lascas externas (N12); el 46,5%, lascas internas (N26); el 14,2%, microlascas (N8) y el 5,3%, artefactos formatizados (N3) (Cortegoso et al 2012a). CARACTERIACIN DE MATERIAS PRIMAS Las rocas del registro arqueológico se caracterizaron inicialmente mediante una clasicación macroscópica, la cual ha sido aplicada en estudios similares efectuados en otras regiones (Aschero et al 1993-94; Escola 2002; Cortegoso 2008; Lucero et al 2006; Solar et al 2010; entre otros). La clasicación efectuada incluye 9 tipos generales de rocas, divididos en subtipos sobre la base de las cualidades de color, textura, brillo y translucidez (tabla 2). La caracterización macroscópica de colores se efectuó a partir de las tablas de color Munsell para suelos y la aplicación digital mColorBook (libro de color Munsell digital). Mediante esta última se obtuvo la paleta de colores RGB. Con el objeto de caracterizar petrográcamente las rocas y tener una aproximación sobre la procedencia de los diversos recursos líticos, se seleccionaron 10 muestras arqueológicas sobre las que se realizaron análisis de cortes de lámina delgada (Enrique Tidy, TIDY Cía. Ltda.). Las muestras corresponden a fuentes, talleres líticos superciales y sitios estraticados. En la tabla 3 se presentan las características microscópicas de las muestras, agrupando aquellas que poseen caracterizaciones petrográcas similares. También se señala el origen de cada una y la nomenclatura macroscópica correspondiente. 376 Tabla 2. Materias primas de la cuenca del río de Las Taguas Superior Ti•o S i•o e MP 1D4: roca silicicada de color rosado amarillento pálido, grano no-medio, opaco, no translúcido 11: roca silicicada de color marrón oliva claro, grano no, opaco, semitranslúcido 1L1: roca silicicada de color verde amarillo moderado, grano no, opaco, no translúcido 1G1: roca silicicada de color rojo moderado, grano no, opaco, no translúcido 1G2: roca silicicada de color naranja rojizo fuerte, grano no-medio, opaco, no translúcido 1G3: roca silicicada de color naranja rojizo moderado, grano no, opaco, no translúcido 1I2: roca silicicada de color amarillo brillante, grano no, opaco, no translúcido 1I3: roca silicicada de color amarillo naranja profundo, con rojo oscuro, grano no, brillante, no translúcido 1M4: roca silicicada de color azul muy pálido, grano no, opaco, no translúcido 1D5: roca silicicada de color amarillo pálido, grano muy no, brillante, no translúcido 1B1: roca silicicada de color amarillo pálido, grano no, opaco, no translúcido 1D2: roca silicicada de color amarillo naranja claro, grano no -medio, opaco, no translúcido 9A2: toba riolítica de color amarillo pálido, grano no, opaca, no translúcida 1A3: roca silicicada de color blanco, con vetas rojas, grano no, opaca, translúcida 1F1: roca silicicada de color púrpura rojizo pálido, con manchas blancas, grano no, brillante 1A3: roca silicicada de color blanco, con vetas rojas, grano no, opaca, translúcida. 1F1: roca silicicada de color púrpura rojizo pálido, con manchas blancas, grano no, brillante 1B4: roca silicicada de color blanco, con puntos rojos y naranjas, grano no, opaco, no translúcido Pale a M nsell Pale a RG 9R 8/2 215; 196; 191 4Y 5/8 149; 118; 7 3GY 5/6 117; 128; 50 7R 4/10 166; 60; 54 10R 5/12 204; 83; 40 9R 5/10 195; 90; 64 3Y 8/10 240; 194; 65 en es e MP ARQ-C15 (4.500 msnm) ARQ-C14 (4.200 msnm) 10YR 6/10 195; 136; 19 10B 8/2 187; 202; 210 2Y 9/2 239; 226; 198 3Y 8/2 11, 199, 17 10YR 8/6 236; 193; 129 2Y 9/2 239; 226; 198 N10 255; 255; 255 2RP 6/4 170; 138; 156 N10 255; 255; 255 2RP 6/4 170; 138; 156 N10 255; 255; 255 Amarillos (3.900 msnm) Potrerillos A (3.900 msnm) Potrerillos B (3.920 msnm) Guanaco onzo (4.000 msnm) Taguas (3.700 msnm) El resultado de los cortes delgados indicó que la mayoría de las muestras corresponden a formaciones de similar origen geológico, tratándose en general de procesos volcánicos e hidrotermales. Estos son característicos de las zonas aledañas a los sitios estudiados. Petrográcamente corresponden a denominaciones diferentes: agregados hidrotermales, vetilla de cuarzo y toba riolítica cristalina. Las dos primeras presentan una composición homogénea muy similar y un alto grado de silicicación, correspondiéndose con el tipo macroscópico de rocas silíceas criptocristalinas. Estos análisis permitieron asociar muestras de sitios arqueológicos a posibles fuentes de materia prima en función de similitudes petrográcas (tabla 3). La muestra n 16, correspondiente al sitio estraticado ARQ-18, coincide macroscópica (1I3) y petrográcamente (agregado hidrotermal no) con las muestras n 1, 2 y 8 provenientes de la fuente ARQ-C14. Las muestras n 4 y n 7, 377 I ( ), julio-diciembre 014: 365-386 correspondientes a una dispersión supercial de material entre las áreas de la divisoria y del río Potrerillos, coinciden macroscópica (9A2) y petrográcamente (toba riolítica cristalina) con la muestra n 3 de la fuente Potrerillos A. Tabla 3. Características petrográcas de muestras líticas N‹ e P oce encia es a 1 Fuente ARQ-C14 8 Fuente 6 ARQ-C15 16 Sitio ARQ-18 3 Fuente Potrerillos A s ac osc •ica 1I3 1L1 1I3 Deno inaci n po 7 9A 5 Fuente Taguas 1B1 1 Sitio ARQ-18 1D2 ic osc •icas Rocas de textura fragmental con matriz de cuarzo hidrotermal. Formadas por fragmentos de roca intensamente reemplazada por hematita en agregados muy AGREGADO compactos y desarrollo en forma IDROTERMAL FINO local de cristales de cuarzo granular muy no. Las muestras 1 y 2 presentan impregnación de granos extremadamente nos de goethita. 4 Poligonal corredor Ca ac e €s ica TOBA RIOLTICA CRISTALINA Toba de cristales de composición riolítica débilmente laminada, con fragmentos angulosos de cristales muy pequeños de cuarzo en una matriz fuertemente argilizada y con desarrollo de cuarzo granular extremadamente no, posiblemente producto de desvitricación. Vetilla de 15 mm de espesor, con relleno de cuarzo hidrotermal, en granos anhedrales muy nos, desde 0,0 mm hasta cristales subhedrales/ euhedrales de hasta VETILLA DE 0,6 mm. Dicha vetilla intruye a una CUARO roca de textura porfídica, formada por fenocristales de plagioclasa de hasta 2 mm, fresca y fenocristales de clinopiroxeno localmente con parcial a fuerte reemplazo por clorita. AGREGADO Agregado hidrotermal formado IDROTERMAL MUY por un conjunto de microcristales FINO de cuarzo. VARIABILIDAD EN LA EXPLOTACIN DE RECURSOS LTICOS Lo expuesto sobre esta área cordillerana destaca la signicativa oferta de recursos para la talla lítica y su variada disponibilidad de acuerdo a la ubicuidad de las fuentes, las característi378 Figura 5. Cortes de lámina delgada. Muestras n 1, 2, 6 y 8 cas de cada recurso y la forma en que se presentan en la naturaleza. En este apartado se evalúa cómo la disponibilidad variable de rocas resulta en una explotación diferencial de las fuentes. Si se comparan los conjuntos de las fuentes con taller ubicados en la franja de mayor altitud con el registro de los talleres de las franjas intermedias y bajas se observan diferencias en cuanto a densidad de elementos y actividades de talla lítica. 379 I ( ), julio-diciembre 014: 365-386 La densidad de materiales varía de acuerdo a la altitud de los emplazamientos, aumentando la cantidad de piezas por m a medida que disminuye la altitud. En la gura 2 puede observarse que la densidad (d) aumenta progresivamente desde las fuentes con taller de la zona limítrofe hacia los talleres de los valles de los ríos Los Amarillos, Potrerillos y Las Taguas, ubicados en los sectores intermedios y bajos. Esto parece estar relacionado no solo con la disponibilidad y calidad de los recursos líticos de los diversos emplazamientos, sino también con las condiciones ambientales dadas en cada uno de ellos (Cortegoso et al 2012a). Como se mencionó, la zona de la divisoria se caracteriza por la presencia de vientos constantes, amplitud térmica muy variada, escasos reparos, nula vegetación y alto grado de fracturación de las rocas. Por el contrario, las franjas intermedias y bajas se caracterizan por la presencia de cursos de agua permanentes y grandes vegas que sustentan una diversidad faunística. Conjuntamente, en estas áreas existen diversas opciones para la protección de vientos y precipitaciones, como grandes bloques erráticos, cuevas y aleros rocosos. El taller lítico ARQ-26, que se encuentra a una altura superior a la de los sitios ARQ-C08 TA-TB y ARQ-15, presenta una densidad signicativamente superior a estos (106,5 elementos por m ). Esto se debe a la ubicación del emplazamiento en un valle con condiciones ambientales similares a los valles de Potrerillos y Las Taguas. Además, ARQ-26 cuenta con un bloque acondicionado, que otorga protección de los vientos provenientes del oeste. Las características ambientales de las diferentes franjas altitudinales, así como la disponibilidad y calidad de los recursos líticos, también inuyen en las actividades de talla lítica desarrolladas en cada sitio. Al evaluar el porcentaje de tipos de piezas hallados en los sitios (gura 6) se observa que la presencia de nódulos y núcleos es mayor en la zona de la divisoria, disminuyendo hacia las franjas intermedias, hasta prácticamente desaparecer en las de menor altitud. Inversamente proporcional, la representación de productos de talla aumenta a medida que disminuye la altitud de los emplazamientos. Así, en la fuente ARQ-C15, ubicada en el sector más alto de la divisoria, se registra la proporción más alta de nódulos y núcleos; mientras que en la fuente ARQ-C14, en el sector bajo de la divisoria, se destaca una presencia menor de nódulos y de núcleos y mayor de productos de talla. Esta tendencia se enfatiza en la terraza alta del río Potrerillos donde la presencia de nódulos y de núcleos es mayor que en la terraza baja, con vegetación y próxima al río, en la que aumentan los productos de talla (Cortegoso et al 2012a). En ARQ-26 y ARQ-15, ubicados en valles de las franjas intermedias y de menor altitud, continúa el incremento de productos de talla, siendo inexistentes las primeras fases de reducción lítica. Estos resultados indican la implementación de diversos sistemas secuenciales de producción lítica (sensu Ericson 1984) que involucran fuentes y talleres en sectores altos, intermedios y bajos. En la fuente ARQ-C15 se efectuaron principalmente tareas de selección de materia prima y de producción de núcleos; mientras que en la fuente ARQ-C14, si bien estas actividades se desarrollaron, fueron más importantes las actividades de talla primaria (36,41%) y secundaria (38%) (gura 6). Las actividades de desbaste inicial prácticamente se concentraron en la franja de mayor altitud, desde donde se podrían haber transportado a los sitios de franjas intermedias y bajas los núcleos ya rebajados y/o algunas formas base para la posterior formatización de artefactos. Es importante tener en cuenta que las fuentes de la divisoria se encuentran en posibles rutas de acceso al área de estudio, por lo que el abastecimiento en ARQ-C15 y ARQ-C14 pudo darse durante los viajes de entrada y salida a los valles (Cortegoso et al 2012a; Castro et al 2013b; Lucero et al 2013). En el sitio ARQ-26, por el contrario, no se registraron nódulos ni núcleos y hay una alta representación de lascas externas, internas y microlascas, vinculadas a la búsqueda de soportes y regularización de artefactos, los cuales no aparecen en el registro del sitio (gura 6). La presencia de este tipo de piezas líticas y la ausencia total de instrumentos permite considerarlo como un taller asociado a la fuente secundaria Amarillos (Cortegoso et al 2012a), de donde proviene el mayor porcentaje de materia prima tallada ARQ-26. Al encontrarse esta fuente en las cercanías del sitio, 380 los grupos humanos tenían acceso a los recursos sin tener que recorrer grandes distancias para llegar al aoramiento en las cabeceras del valle, que constituye la posible fuente primaria. Por su parte, en los sitios ARQ-C08 TA y ARQ-C08 TB las actividades de selección de materia prima y desbaste inicial fueron escasas y habrían estado relacionadas principalmente a las fuentes Potrerillos A y Potrerillos B. En estos talleres las principales actividades líticas se orientaron a la búsqueda de soportes o formas base, mientras que la confección de instrumentos fue una tarea prácticamente nula (gura 6). En ambos casos predominan lascas internas, propias de la talla secundaria. En la terraza alta se observa en segundo lugar la presencia de lascas corticales, a diferencia de la terraza baja donde el segundo lugar lo ocupan las microlascas vinculadas a actividades de formatización de instrumentos. Los mayores índices de piezas corticales en la terraza alta pueden deberse a la cercanía de la cantera potencial Potrerillos B. En el taller lítico ARQ-15 los nódulos y núcleos están ausentes y predominan las lascas internas. También están registradas lascas corticales y en menor medida microlascas y algunos artefactos formatizados. Por tanto, las principales tareas efectuadas se relacionaron a la elaboración de instrumentos formatizados. Las materias primas predominantes corresponden a la fuente Taguas. Figura 6. Porcentajes de nódulos/núcleos, productos y artefactos formatizados en fuentes y talleres líticos con relevamientos arqueológicos Se destaca que en las fuentes del límite internacional las rocas disponibles presentan gran porcentaje de corteza, lo que inuye en la alta representación de las primeras etapas de reducción lítica en el registro de los talleres asociados a estas. Por otro lado, las rocas disponibles en las fuentes de las franjas intermedias y bajas prácticamente no presentan corteza. Esto incide directamente sobre la representación de las primeras etapas de reducción lítica, conformada en gran parte por piezas corticales. La organización espacial de las actividades líticas estaría vinculada a la organización más general del uso de este espacio. Las mejores condiciones ambientales para la subsistencia –debido a la mayor disponibilidad de recursos vegetales y animales y a la presencia de refugios naturales y de valles abiertos con buena visibilidad en las franjas altitudinales intermedias y bajas– habrían alentado a los grupos humanos a permanecer en ellas durante estadías más largas que en los espacios de mayor altitud. En este sentido, la franja de mayor altitud habría sido utilizada para tareas que implican menor tiempo, como la selección de materia prima y el desbaste inicial, y las zonas de valles habrían concentrado actividades líticas relacionadas a la búsqueda de soportes y elaboración de instrumentos, tareas que pueden desarrollarse dentro de otras actividades de 381 I ( ), julio-diciembre 014: 365-386 subsistencia e involucrar mayor cantidad de tiempo. En los sectores intermedios, por debajo de la línea de vegetación, se destaca la existencia de secuencias reductivas más extendidas sobre las materias primas de las fuentes allí localizadas. En los sectores bajos y protegidos del valle, el registro muestra la presencia de etapas reductivas nales e instrumentos sobre materias primas provenientes tanto de fuentes de los sectores más altos como de los sectores intermedios. Los cortes petrográcos realizados sobre materias primas de fuentes y artefactos han servido para aproximar la vinculación estimada entre estos elementos y apoyar la reconstrucción de los sistemas de producción secuenciales analizados en el área. CONCLUSIONES Este estudio indica la existencia de una amplia variabilidad litológica y ubicuidad espacial de rocas en el área de la cuenca alta del río de Las Taguas. La elaboración de una base regional de recursos líticos permitió conocer su distribución geológica dentro de un área de 409 km , así como la supercie cubierta por cada uno de ellos. Los agregados hidrotermales y las tobas riolíticas cristalinas son las de mayor recurrencia en los registros arqueológicos. Esta es una tendencia esperable ya que las brechas hidrotermales y las tobas riolíticas cristalinas se hallan entre los recursos de mayor supercie: 16% (67 km ) y 7% (27 km ). Además, se destaca que el 90% (N26) de los sitios arqueológicos del área de estudio se localizan cerca de este tipo de formaciones geológicas de calidades muy buenas para la talla. Las investigaciones geológicas y arqueológicas permitieron detectar fuentes primarias, secundarias y talleres líticos. Entre las fuentes descritas en este trabajo se han señalado aquellas consideradas canteras potenciales que aún no poseen prospecciones arqueológicas, pero que sí cuentan con relevamientos geológicos que ofrecen información sobre el tipo de rocas disponibles. Todas las fuentes descritas corresponden a agregados hidrotermales y tobas riolíticas. No se han registrado fuentes del resto de los recursos mencionados. No obstante, la elaboración de una base de recursos especíca para el área de estudio, realizada a una escala arqueológica, otorga la posibilidad de planicar futuras prospecciones orientadas a la detección de nuevas fuentes de materia prima. Los emplazamientos aquí presentados se ubican en tres franjas altitudinales. El ambiente de la divisoria (5.600-4.000 msnm), caracterizado por condiciones ambientales extremas, posee fuentes primarias de rocas silíceas criptocristalinas de diversos colores (rosado, marrón, rojo, verde, amarillo y azul). En las franjas intermedias (3.999-3.800 msnm) y bajas (3.799 msnm), con mayores recursos bióticos, se registraron fuentes primarias y secundarias de tobas riolíticas cristalinas y rocas silíceas de tonos amarillo, blanco y púrpura. Los resultados maniestan un incremento en las tasas de depositación de material en los sitios directamente proporcional a la disminución altitudinal. De la misma manera, a medida que disminuye la altitud de los emplazamientos se reduce la presencia de nódulos y núcleos y aumentan los productos de talla y, por tanto, las actividades de talla en los distintos sitios. Estas tendencias indican la aplicación de diversos sistemas de producción lítica secuenciales (sensu Ericson 1984) en función de dos factores:1) la manera en que se presentan las rocas en las fuentes, y 2) las características ambientales dadas por la altitud de los emplazamientos. La aproximación realizada al estudio de disponibilidad en la región es una herramienta fundamental para comprender la variabilidad en la explotación que se está estudiando a partir del análisis de las estrategias tecnológicas en un ambiente que registra 9.000 años de ocupación humana. La caracterización geológica, petrográca y arqueológica de estas fuentes ha permitido orientar las preguntas sobre cambios en la modalidad de abastecimiento registradas a lo largo del oloceno e implementadas por sociedades con distintos sistemas se subsistencia. 38 AGRADECIMIENTOS Al Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas y a la empresa BEASA por el apoyo y nanciamiento de las investigaciones que permitieron el desarrollo de este trabajo. A Enrique Tidy por la realización de los cortes petrográcos. A los editores de la revista y evaluadores del trabajo por sus aportes. A la profesora María Emilia Jiménez errero por la corrección del abstract. NOTAS 1 Las categorías de tamaños son: muy pequeños hasta 2 cm, pequeños de 2,1 a 4 cm, medianos pequeños de 4,1 a 6 cm, medianos grandes de 6,1 a 8 cm, grandes de 8,1 a 12 cm, muy grandes de 12,1 cm en adelante. El sitio ARQ-18 es un alero con un espacio acondicionado en el cual se efectuaron excavaciones sistemáticas que otorgaron datos cronológicos precisos que evidencian una secuencia de 9.000 años de ocupación en el área de estudio (Cortegoso et al 2012a, 2012b; Castro et al.2013a; Cortegoso 2013). BIBLIOGRAFA Andrefsky, . 1994. Raw Matetial Availability and the organization of technology. American Anti uit 59 (1): 21-34. 2005. it ics acroscopic Approac es to Anal sis. Cambridge, Cambridge University Press. Aschero, C. 1975-83. na ara una claicacin rlica de arteact ltic. Informe a CONICET. Ms. Aschero, C., L. Manzi y A. Gómez 1993-94. Producción lítica y uso del espacio en el nivel 2b4 de Quebrada Seca 3. Relaciones de la So‡ ciedad Argentina de Antropología 19: 191-214. Bagolini, B. 1971. Ricerche sul1a tipometría lítica de icomplessi epipaliolitici della valle dellAdige. re istoria Alpina 7: 243-276. Trento, Italia. Bamforth, D. 1986. Technological efciency and tool curation. 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Durán (eds.), Ar ueología de am ientes de altura de endo•a San uan ŒArgentina). En prensa. 386 ISSN 03 51 (versión impresa) ISSN 185 -1479 (versión online) Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología I ( ), julio-diciembre 014: 387-409 ŒOOAR EOLOGÍA EN EL MEDAL DE LA C ENCA L VIAL DEL CENTRO ESTE SANTA ESINO ulieta Sartori„ aula alligani„„ Fecha recepción: 7 de septiembre de 013 Fecha de aceptación: 9 de septiembre de 014 RES• EN En este tra a o se presentan los resultados del an lisis de cuatro con untos ar ueo aunísiticos provenientes de sitios ar ueol gicos empla•ados en el sector insular de la cuenca del río oronda (provincia e Santa Fe). El graiente topográco, que va en este sector ese zonas altas hacia zonas más bajas e inunables, es un aspecto e variabilia hacia el interior el ambiente. €ales di erencias producen ue los pulsos de crecientes‡se uías a ecten de manera di erencial al espacio, generano coniciones e mayor-menor estabilia que porían haber tenio un rol importante en su utili•aci n onsiderando ue los sitios se locali•an en distintas altitudes de manera variable respecto a su istancia con el sector continental, se buscó evaluar si existían iferencias en la composición e los registros faunísticos. Para llevar a cabo tal comparación, se realizó un análisis e riqueza, homogeneia y heterogeneia. La evaluación e la variabilia e los conjuntos arqueofaunísticos en términos e su representación especíca permite etectar si existieron patrones e explotación iferencial e presas en el registro arqueológico. Palabras clave: •ooar ueología cuenca del río oronda ’ oloceno tardío ’ ca•adores‡ recolectores ’ varia ilidad Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas-Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano Fundación Arqueológica del Litoral rupo de Investigaciones Arqueológicas del NEA E-mail: julisartori gmail com Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Ciencias Naturales y Museo – Grupo de Investigaciones Arqueológicas del NEA E-mail: paulagalligani hotmail com 387 I ( ), julio-diciembre 014: 387-409 ZOOARCHAEOLOGY IN THE wETLANd OF THE FLUVIAL BASIN OF EAST-CENTRAL SANTA FE ABSTRACT The aim of this paper is to present the results of the analysis of four archaeofaunal assemblages recovere at sites locate in insular environments of the Corona river basin (Santa Fe, República Argentina). In these environments, a major factor is topographic graient that control the extent to hich higher an loer terrains are ifferentially occupie, ith ifferent egree of stability, uner alternate conitions of rought an oo. Consiering that the observe sites are place at ifferent altitues an at a variable istance from the mainlan areas, this stuy seeks to evaluate the inuence of these variables on the composition of the archaeofaunal assemblages. The comparisons ere establishe beteen ifferent measures as richness an homogeneity/ heterogeneity of the assemblages. Evaluating the variability of archaeofaunal assemblages in terms of its taxonomical composition –in relation ith other environmental variables– allos for the etection of ifferential prey exploitation patterns in the archaeological recor. Keywords: zooarchaeology – Corona river basin – Late Holocene – hunters-gatherers – varia ilit INTRODUCCIN La zona de la cuenca del río Coronda, ubicada en el centro este de la provincia de Santa Fe, Argentina (gura 1), debió resultar un lugar atractivo para las poblaciones humanas en el pasado ya que su conguración espacial permite el acceso tanto a sectores interiores como al sector insular de la llanura aluvial del río Paraná Las investigaciones arqueológicas indican que las ocupaciones humanas se habrían producido hacia el período nal del Holoceno tardío y estarían denidas por sitios que se ubican en el sector continental (próximo a las márgenes del río) y otros en la zona insular (Sartori 013) A partir del año 009 comenzaron a llevarse a cabo prospecciones sistemáticas en el sector insular de la cuenca del río Coronda, realizándose en algunos casos la relocalización de sitios arqueológicos que habían sido objeto de estudio de investigadores a comienzos y mediados del siglo XX (ver Serrano 1923, 1931; Badano 1946).También, se realizaron prospecciones en islas que carecían de menciones y que fueron integradas para contribuir a las líneas de evidencia que estaban siendo estudiadas desde el proyecto “Variabilidad del registro arqueofaunístico en la cuenca del río Coronda En este trabajo se desarrollan, en primera instancia, los antecedentes arqueológicos de los yacimientos analizados para luego describir el marco ambiental de la zona y algunos aspectos de la localización de los sitios: Las Tejas (LT), Pajas Blancas (PB), Las Conchas (LC) e Isleta del Árbol Viejo (IAV). En segundo lugar, se presentan los resultados del análisis arqueofaunístico de los cuatro conjuntos y se discute esta información considerando el marco arqueológico general del área. Los resultados muestran cierta recurrencia en las especies presentes y un mayor predominio de peces por sobre los mamíferos. La información obtenida amplía la variedad de contextos estudiados, contribuyendo a comprender el uso del espacio y los recursos en un ambiente heterogéneo, como lo es la cuenca del río Coronda ANTECEDENTES Los sitios LT y PB contaban con información publicada o referenciada por autores que investigaron en la zona durante el siglo I (Serrano 19 3, 1931 Frenguelli 19 7 Badano 1946) 388 Figura 1. Detalle de la localización de la cuenca del río Coronda Considerando que en estos sitios no se realizaban estudios hace más de 20 años y dado que no existía información precisa respecto de la fauna recuperada, se decidió llevar a cabo intervenciones sistemáticas para obtener restos que provengan de estratigrafía en donde pudiera estudiarse el contexto de los hallazgos y obtenerse material conable para realizar dataciones radiocarbónicas. LT fue el sitio utilizado por Serrano (1931) para establecer la distribución de manifestaciones culturales con características especícas y para la formulación de uno de sus primeros modelos, que luego sería reformulado hacia la década de 1970. Las interpretaciones realizadas por el autor reeren a que LT habría sido un sitio ocupado estacionalmente, debido a las crecidas periódicas que se habrían producido a lo largo del año Es decir que los grupos indígenas no habrían buscado un lugar de resguardo de las inundaciones, sino la proximidad a un curso de agua que les sirviese para obtener recursos para la subsistencia (caza y pesca) (Serrano 1923). Entre los materiales recuperados, el autor describe en profundidad los distintos tipos de cerámica, mientras que respecto de la fauna solo señala que se recuperaron gran cantidad de restos de peces, mamíferos y hemimandíbulas de ocastor co pus En este depósito también halló dos entierros y una gran cantidad de restos óseos en muy mal estado de preservación (Serrano 1923). Cabe señalar que en el trabajo publicado en 1931, a diferencia de lo antes expuesto, menciona que fueron localizados en este sitio entierros de infantes en urnas funerarias. Otro de los sitios que cuenta con antecedentes de investigación previos corresponde a PB. De este sitio han sido recuperadas vasijas enteras que fueron dadas a conocer por Badano (1940, 1946), entre las que se destaca una urna funeraria polícroma decorada con pintura roja sobre fondo blanco. Por otra parte, un antecedente más actual lo constituye el de Bonomo y colaboradores, quienes en el año 2008 realizaron sondeos exploratorios en el sitio, el cual describieron como un albardón con vegetación arbórea rodeado por un bajo con pajonales En un sondeo dentro de este 389 I ( ), julio-diciembre 014: 387-409 depósito recuperaron 575 fragmentos cerámicos, además de 68 restos faunísticos de coipo, peces y moluscos de agua dulce (Bonomo et al 010) Sobre la base de las características estilísticotecnológicas de la cerámica y de un fechado radiocarbónico (ver in ra) los autores realizaron una asignación de los materiales a la cultura tupíguaraní y también a Goya-Malabrigo (Bonomo et al 2011). Si bien los materiales arqueológicos de PB fueron estudiados en los trabajos citados, los restos faunísticos no cuentan aún con análisis especícos ya que el objetivo es incluirlos dentro de problemáticas más amplias de carácter regional (ver Bonomo et al 010, 011) MARCO AMBIENTAL La inuencia en la zona de la ecorregión del Delta e Islas del Paraná, que comprende las llanuras de inundación de los trayectos medios e inferiores del río homónimo y su tributario (el Paraguay), hace que se desarrollen en el paisaje islas bajas e inundables, delimitadas por los brazos laterales y cauces principales de los ríos y extensos bajíos ribereños. Durante los períodos de lluvias las cuencas producen el desborde del cauce principal del Paraná y la consecuente inundación de las islas adyacentes. Así, las islas de las terrazas de inundación, tanto como las del delta, constituyen extensas cubetas, regularmente anegadas en su interior y de bordes altos. Estos albardones son solo superados en las inundaciones más excepcionales, por lo que representan lugares de resguardo y asentamiento para la fauna y para las poblaciones humanas en la actualidad (Sabattini et al 2002). La presencia permanente de grandes cuerpos de agua genera efectos climáticos locales de alta humedad, lo que contribuye a la presencia de comunidades y especies típicas de las ecorregiones subtropicales húmedas del noreste del país. Por ser la fuerte acción de los ríos el principal factor modelador de toda la ecorregión, puede considerársela “azonal”, es decir, que sus rasgos no responden a los grandes factores continentales como el clima y la geología de las zonas que atraviesa (Sabattini et al 00 ) Este sistema presenta una gran riqueza de peces que constituye el 50% de las especies continentales de Argentina (López et al 008) La elevada diversidad de hábitats se encuentra marcada por una fuerte dinámica caracterizada por las crecientes y los estiajes que generan gradientes de conectividad o aislamiento entre los hábitats acuáticos de la llanura de inundación y los del canal principal del río (Liotta 005 Rossi et al. 2007). Distintos autores mencionan que en esta zona habría entre 217 y 236 especies (López et al 00 ), entre las cuales las más representativas corresponden a los órdenes Characiformes (31%) y Siluriformes (25%). Cabe señalar que existen peces endémicos o quasiendémicos de este sector del río Paraná (López et al 00 Liotta 005), tales como el armado ( terodoras granulosus), la vieja del agua ( postomus sp ) y la mojarra (Hyphessobrycon ajat) Unas 60 especies de mamíferos habitarían en este sistema de humedales (Olrog y Lucero 1981) el cual ha sufrido extinciones de algunas de las especies de gran tamaño, como el yaguareté (Panthera onca) y el ciervo de los pantanos (Blastoceros ichotomus) ( iraudo 009), mientras que predadores acuáticos como el lobito de río (Lontra longicauis) o terrestres como el puma ( uma concolor) , se encuentran amenazados Las especies características son el coipo ( ocastor co pus), el carpincho (Hyrochoerus hyrochaeris), los felinos pequeños como el gato montés ( nci elis geo ro i) y el yaguarundí ( erpailurus agouaroundi), el zorro de monte ( erdoc on thous) y el aguará popé ( roc on cancrivorus) (Marchetti et al. 2013). Por último, las aves constituyen el grupo de vertebrados más rico, con unas 290 especies (29% del total de Argentina), considerando tanto las acuáticas como las de ambientes estacionalmente inundados (Giraudo y Ordano 2003; Marchetti et al. 2013). Las aves acuáticas constituyen un grupo numeroso y este sistema de humedales es el hábitat permanente o estacional para individuos de distintas especies de biguás, garzas, cigüeñas, cuervillos y espátulas, patos y chajás, caraus, gallaretas, gallinetas y pacaás (Marchetti et al 013) 390 LOS SITIOS INSULARES DE LA CUENCA DEL RÍO CORONDA Los sitios bajo estudio IAV, LT, LC y PB se localizan en el sector de islas y corresponden a albardones emplazados sobre brazos del río Coronda La vegetación en estos ambientes puede ser considerada como un indicador de la altitud y, por lo tanto, de la inundabilidad que se produce en cada sitio. El gradiente topográco, que va desde los sectores más altos (albardones y espiras de meandro) hacia las zonas más bajas e inundables (lagunas y bañados), se encuentra acompañado por sonomías de leñosas y herbáceas respectivamente. Entre estas, diferentes tipos de comunidades se suceden en el gradiente según su inundabilidad, la textura del suelo y la dinámica hidro-geomorfológica (Franceschi y Lewis 1979). En este sentido, puede decirse que fueron excavados los tres tipos de ambientes descriptos (gura 2). LC e IAV se emplazan en sectores bajos e inundables, mientras que LT constituye un albardón semiinundable, ya que solo queda totalmente cubierto por el agua en las crecidas extraordinarias. En cambio en PB, que se emplaza en un sector elevado, no se han registrado situaciones de estas características, ni siquiera durante las grandes inundaciones que se produjeron en la zona en los últimos 10 años. Figura 2. Perl de distribución de la vegetación según el gradiente topográco en el cual se ubican los tres tipos de sitios: Œa) Sitio PB, el cual se encuentra topográcamente más elevado y tiene menor inundabilidad, Œ ) LT, de inundabilidad intermedia y Œc) LC e IAV, sector bajo con humedales lóticos y leníticos. Tomado de Marchetti et al 2013, modicado por las autoras LT es un gran albardón de unos 570 m de largo x 550 m en sus sectores más anchos. Las excavaciones en este sitio se realizaron en dos etapas –mayo y octubre de 2012–, llevándose a cabo un total de nueve sondeos de 50 x 50 cm y cuatro ampliaciones en aquellos casos en los que se observaron concentraciones de materiales Las unidades de muestreo se plantearon aleatoriamente en distintos sectores del terreno para evaluar la distribución del registro Se localizó una concentración de restos faunísticos en un sector bajo de la barranca cuyos materiales comenzaban 391 I ( ), julio-diciembre 014: 387-409 a quedar al descubierto producto de la acción del agua, como pudo evaluarse in situ. Esta fue identicada como un fogón y exhibía restos faunísticos en posición anatómica y también huesos termoalterados (además de cerámica con hollín en sus caras internas y externas); los materiales óseos presentaban una excelente preservación. La concentración fue extraída con sedimento para ser cernida en laboratorio en agua y malla de 1 mm. De allí proviene el 86% de los materiales arqueofaunísticos del sitio. Los materiales recuperados en ambas intervenciones se componen de restos faunísticos, cerámicos y óseos humanos. Estos últimos corresponden a fragmentos de huesos largos (y un molar) que se encontraron asociados al registro antes mencionado Por su parte, PB es un sitio insular que se encuentra próximo a las localidades de Coronda y San Fabián (provincia de Santa Fe). Se constituye en un albardón pequeño que mide 200 x 40 m en su sector más ancho y que en los períodos de crecientes queda enmarcado dentro de la Laguna Coronda Con el objeto de establecer el potencial arqueológico del sitio, se realizaron siete sondeos (de 50 x 50 cm) en los distintos sectores en donde aparecían concentraciones de material en supercie. En estas unidades de muestreo se recuperaron restos faunísticos asociados a cerámica, carbón y, en algunos casos, restos óseos humanos que provienen del sector más alto del sitio. El material fechado procede de uno de los sondeos en los cuales se registró un cráneo humano junto a fragmentos cerámicos y faunísticos. Por otra parte, otros colegas también realizaron un fechado sobre material de este mismo sitio a partir de restos vegetales que se encontraron asociados a fauna y cerámica (Bonomo et al 010, 011) Los resultados de ambas dataciones arrojaron fechas relativamente contemporáneas (tabla 1). En lo que respecta a LC, este se emplaza en una isla sobre el río Coronda, en la localidad homónima, y es el que se encuentra más próximo al sector continental. El sitio presenta una porción de playa, mientras que el resto de la zona se halla sobreelevada unos 60 cm. La playa queda descubierta solo en los períodos de bajantes, y es sobre ella donde se registraron los materiales arqueológicos en supercie. A diferencia de los demás casos que aquí se estudian, LC está en una etapa inicial de investigación. En tal sentido, aquí se analizan los materiales de supercie que fueron recolectados sistemáticamente en un sector que abarcaba unos 100 m lineales. Se recuperaron numerosos fragmentos cerámicos, así como también artefactos líticos y restos arqueofaunísticos. El sitio arqueológico, IAV es un albardón de 120 m de longitud localizado en la llanura aluvial del río Coronda que fue prospectado y analizado por Feuillet Terzaghi (2009). Los materiales arqueológicos recuperados provienen de una recolección sistemática, realizada debido a la gran cantidad de material cerámico en supercie. En este sitio se hallaron entierros humanos correspondientes a tres individuos, gran cantidad de materiales cerámicos (N1.081) y restos arqueofaunísticos que quedaron expuestos debido a la acción hídrica. A modo de síntesis se presenta en una tabla general (tabla ) la evidencia recuperada en cada caso y los fechados radiocarbónicos obtenidos. Tabla 1. Fechados de 14C obtenidos en los sitios LT y PB Si io P LT Ma e ial Carbón 14C a•os AP 650 70 C i„o la Re e encia LP 19 5 Bonomo et al 010 seo humano 506 43 AA100000 Sartori 013 seo humano 1014 45 AA100001 Sartori 013 Los fechados de PB se corresponden con momentos relativamente contemporáneos, mientras que LT posee la datación más antigua (tabla 1). Materiales del sitio IAV fueron sometidos a dos dataciones pero, por insuciencia de colágeno, no pudieron obtenerse resultados. 39 Tabla 2. Detalle de densidad de materiales arqueológicos en los sitios LT, PB, LC e IAV Si io LT P 3 Densi a e a e iales 2 ea eŽca a a en Re„is o CIe a 3497 Ce 471 Li 0 557 485 1 2 ,5 a 1398 Ce 188 1,75 318 77 To al Li 0 15†• 0,5 5•5 LC 0 59 106 43 - - - - - IAV 3 35 1081 0 - - - - - Referencias: Cie cantidad de individuos estimados, Fa fauna en términos de NISP, Ce cantidad de fragmentos cerámicos. Linúmero de piezas líticas recuperadas. METODOLOGÍA Metodológicamente, se realizó la determinación taxonómica y anatómica utilizando los criterios de la sistemática biológica, tratando de alcanzar los niveles más precisos (Salemme et al 1988). En el caso de los peces la identicación de los subconjuntos a nivel anatómico y taxonómico fue realizada, mayormente, por el doctor J. Musali. Para estimar la abundancia y diversidad taxonómica se utilizaron las medidas convencionales de NISP y MNI, mientras que para evaluar la abundancia anatómica se emplearon el MNE, MAU y MAU% (Grayson 1984; Lyman 1994; Mengoni Goñalons 1999). El índice de fragmentación se estimó a partir de la relación NISP/MNE (Lyman 1994), aunque para el caso de los peces se consideró útil aplicar la razón inversa de la relación NISP/MNE, es decir MNE/NISP. El resultado, al arrojar un valor entre 0 y 1 (cuanto más se acerca el valor a 0, mayor es la fragmentación), posibilita la comparación entre conjuntos (Musali 2010). Para co pus pudo realizarse la determinación etaria utilizando el criterio de erupción de premolares-molares y desgaste dentario propuesto por Rusconi (1930) el cual permite aproximarse a la edad de muerte del animal. La fórmula dentaria de los miocastóridos es: i 1/1, p 1/1 y m 3/3. Un aspecto a tener en cuenta es que los incisivos son de crecimiento continuo Por su parte, el premolar es diodonto (reemplazado por otro diente), en cambio los molares aparecen una sola vez en la vida del individuo Este criterio de erupción dentaria para la estimación de la edad posee dos ventajas para las muestras que aquí se estudian, dado que: 1) se utilizan partes anatómicas que poseen una alta densidad ósea y un alto índice de supervivencia (como lo son los maxilares y hemimandíbulas con sus dientes), y 2) que no es un impedimento para poder realizar la estimación etaria si dichas partes se encuentran incompletas (Sartori 2010). Esto último se debe a que los molares aparecen una sola vez en la vida de los individuos con lo cual si se posee fragmentos de maxilares o hemimandíbulas con piezas dentales, según de cual se trate (m1, m2 o m3) y del desgaste que posea, podrá realizarse una aproximación a la edad de muerte de todas formas, aunque sea en rangos etarios (por ejemplo, juvenil-subadulto, subadulto-adulto) Cabe mencionar que las piezas dentales aisladas no fueron consideradas para disminuir el riesgo de error. Los estudios de densidad mineral ósea (DMO) han demostrado que la representación diferencial de elementos dentro de los conjuntos estaría mediada por la proporción de minerales presentes por unidad de volumen de un elemento óseo (Lyman 1994; Elkin 1995). Es decir, que la densidad mineral ósea sería una de las propiedades que mediatiza la acción de los agentes y procesos tafonómicos sobre los conjuntos arqueológicos. En nuestro caso, dado que no se disponen de mediciones densitométricas para co pus, se decidió utilizar los valores de armota sp 393 I ( ), julio-diciembre 014: 387-409 (Lyman 1994, Tabla 7.7: 248). Tal decisión se basa en que ambos taxa poseen un tamaño similar y una correlación de este tipo ya ha sido realizada por otros autores (Acosta 2005; Loponte 2008; Sartori y Colasurdo 2011). Para estos casos se correlacionaron los valores (scans sites) más altos obtenidos para cada unidad anatómica, ya que de este modo se puede evaluar si los conjuntos óseos se encuentran o no mediatizados por la DMO. Para los demás mamíferos presentes en los conjuntos que aquí se analizan, tal correlación no pudo realizarse ya que los valores de abundancia anatómica obtenidos son insucientes para alcanzar resultados conables. En los conjuntos bajo estudio se relevaron los agentes y procesos tafonómicos que habrían incidido en la preservación diferencial de los especímenes. En tal sentido, se consideraron, por un lado, las modicaciones antrópicas realizadas para el procesamiento-consumo de las presas, entre las que se determinó la presencia de huellas de corte y de alteraciones térmicas. Las huellas fueron observadas macroscópicamente y con lupa binocular de 90X y se registraron los atributos que permitieran determinar: 1) el origen del agente productor (antrópico o no), y 2) la covariación de atributos morfológicos, posicionales y de funcionalidad (Lyman 1994; Mengoni Goñalons 1999). En cuanto a las alteraciones térmicas, los elementos que sufren la acción directa del fuego pueden presentar una variada gama de tonalidades de acuerdo a la temperatura a la que estuvieron expuestos, variando desde el negro hasta el gris-azulado (Mengoni Goñalons 1999). Por otro lado, también se relevó la presencia de meteorización –según los estadios establecidos por Behrensmeyer (1978)–, las manchas de manganeso, la acción de roedores, carnívoros y raíces, y el depósito de carbonato (Wood y Johnson 1978; Lyman 1994; entre otros). Se realizaron análisis de diversidad en los conjuntos de los sitios, la cual puede ser comprendida como el número de especies de una comunidad y su abundancia relativa (Margalef 1968). Dentro de este concepto pueden incluirse tres aspectos que deben tenerse en cuenta: la riqueza, la homogeneidad y la heterogeneidad (L’ Heureux 2008; Lyman 2008; Mengoni Goñalons 2010). El primero es el número de especies presentes en la muestra, mientras que el segundo y el tercero describen cómo se distribuye la abundancia (i e. el número de individuos) entre las especies que integran el conjunto Para realizar estos análisis se utilizó el programa estadístico PAST. Para el estudio de la homogeneidad se empleó el índice de EvenesseH/S; mientras que para el de dominancia, el índice de 1- Simpson; y para establecer la riqueza especíca, las curvas de rarefacción. Si todas las especies en una muestra presentan la misma abundancia, el índice usado para medir la de homogeneidad debería ser máximo, con un valor de 1. A medida que las abundancias relativas se hacen menos homogéneas el índice decrece tendiendo a cero. RESULTADOS Uno de los aspectos que se propuso evaluar fue la variabilidad existente en la composición faunística de los conjuntos. Si bien en algunos casos las muestras presentan bajos NISP, se considera que, en términos generales, reejan la diversidad de taxa aprovechados, entre los cuales se encuentran aquellos que son de alta jerarquía (i. e. B. ichotomuse H. hyrochaeris) y de baja jerarquía (i e co pus y peces) (tabla 3). También pudo corroborarse el aprovechamiento de cuatro especies (considerando los mamíferos y las aves) que habrían sido utilizados con seguridad debido a que presentan atributos vinculados a la actividad antrópica (huellas y/o alteraciones térmicas). Por otra parte, si dentro de este conteo se incluye el macrotaxón de los peces, el número se incrementa ya que se registraron diez especies en los diferentes registros. 394 Tabla 3. NISP y NISP% de los taxa presentes en LT, PB, LC e IAV Taxa Peces Cervidae Blastocerus ichotomus ocastor co pus Hyrochoerus hyrochaeris Rodentia Cricetidae Dasypodidae Mammalia grande Mammalia Ave €upinam is merinae aiman acar indet TOTAL NISP 7 - IAV NISP% 77,14 - NISP 0 1 LC NISP% 9,09 1,81 NISP 336 4 LT NISP% 96,13 0,11 P NISP 375 - NISP% 67, - 4 11,4 - - 3 0,08 3 0,54 - - 14 5,45 4 1, 71 13,1 - - - - 10 0, 8 1 1 - ,85 ,85 5,71 100 1 1 8 14 59 1,81 1,81 14,54 5,45 100 36 17 5 16 3497 0,05 1,0 0,48 0,14 0,45 100 35 0,35 3 1 76 1 1 1 1 557 0,54 0,17 13,6 ,1 0,17 0,17 ,1 100 Las especies de mamíferos mejor representadas corresponden a co pus, B. ichotomus e H. hyrochaeris. A continuación se procede a detallar el análisis de estos taxa, además de los resultados para el macrotaxón de los peces, mientras que las especies con baja frecuencia son consideradas al nal de este apartado. En todos los conjuntos, co pus se encuentra representado en mayor porcentaje por elementos del esqueleto axial (gura 3). Los MNI obtenidos son de 6 para PB, que constituye la muestra más abundante, mientras que en LT es de 3 y en LC de 1. Figura 3 Representación anatómica de co pus en LT, LC y PB 395 I ( ), julio-diciembre 014: 387-409 La representación anatómica para esta especie es coincidente con la que suele darse para la mayoría de los registros de la cuenca del Paraná, en donde predominan los huesos largos y los elementos craneales. Esto se debería a que los elementos del esqueleto axial, a diferencia de lo que ocurre con los del apendicular, cuando sufren procesos de fragmentación suelen perder sus caracteres diagnósticos El índice de fragmentación para los subconjuntos de LT, PB y LC es de entre 1,2 y 1,3, lo cual reeja niveles bajos. La correlación entre la DMO y el MAU% arrojó una relación levemente positiva y estadísticamente no signicativa (rS 0, p 0,05 9 pares de valores correlacionados y rS 0,33; p 0,05; 15 pares de valores correlacionados) en el caso de LT y PB respectivamente. Por lo tanto la DMO no sería una variable relevante en la representación de partes de esta especie, con lo cual es posible que haya una combinación de factores (antrópicos y también postdepositacionales) que afectaron la recuperación de los elementos. En cambio, en LC, el cálculo arrojó un resultado positivo (rS 0,907 p 0,05 6 pares de valores correlacionados) que indica que ambas variables poseen una asociación directa y estrecha. Sin embargo, los pocos valores que pudieron correlacionarse hacen que deban tomarse con cautela tales resultados y se los considere como una tendencia En este conjunto todos los elementos de esta especie se encontraron calcinados, lo cual constituye una buena muestra para analizar cómo inuye este agente en la preservación de los elementos. De este modo puede verse como, cuando los elementos se exponen a una fuente de calor durante un tiempo prolongado, se produce la pérdida de ciertas secciones. La estimación de la edad del coipo solo pudo realizarse para PB ya que este subconjunto posee hemimandíbulas con sus molares in situ Entre estas, cinco se encontraron completas, mientras que las cinco restantes corresponden a fragmentos con piezas dentarias. Tres elementos debieron ser descartados en un caso debido a que no poseía ninguno de sus molares, mientras que los otros dos eran fragmentos con un solo molar, con lo cual la asignación no pudo realizarse. Los resultados del análisis indican la presencia de ejemplares subadultos y adultos. Por su parte, H. hyrochaeris presenta un NISP de dos en PB, mientras que en LT el NISP es de doce. Sin embargo, el número de individuos es de uno en ambos casos. Los elementos representados reejan un predominio del esqueleto apendicular (100% en PB y 91,6% en LT), mientras que no se encuentran huesos del esqueleto axial, lo cual puede estar vinculado a que constituyen elementos de bajo valor diagnóstico cuando se hayan especies de porte similar en un conjunto. El índice de fragmentación en LT posee valor bajo –de 1,2– similar al obtenido para co pus Sin embargo, es probable que este resultado se halle enmascarado por la cantidad de fragmentos que fueron incluidos en la categoría de mamíferos grandes. En IAV y LC, que constituyen las muestras con menor cantidad de especímenes, no se registraron elementos correspondientes a esta especie Los elementos identicados para B. ichotomus presentan NISP bajos, de tres en LT y en PB, y de cuatro en IAV. Estos corresponden a huesos largos, escápula, falanges y una vértebra (gura 4). Cabe señalar que en todos los casos hubo materiales que debieron ser asignados a categorías amplias, por hallarse muy fragmentados (y sin fusionar en el caso de los elementos axiales). Así en LT, 36 fragmentos de diásis de huesos largos fueron asignados a la categoría de Mamíferos grandes, pudiendo corresponder a ejemplares de ciervo y/o carpincho. Entonces, si se calcula el índice de fragmentación para este subconjunto considerando estos huesos largos, se obtiene un valor de doce, que es elevado y reeja el alto grado de fragmentación de las especies de gran tamaño representadas en este conjunto. En LC la familia Cervidae está representada por un fragmento de molar. Además se recuperó un fragmento de tapa de vértebra que podría corresponder a algún mamífero grande, como algún cérvido (B. ichotomus u e•oarticus) o a carpincho (H. hyrochaeris). Esto se debe a que estos huesos carecen de valor diagnóstico, y más aún cuando no se encuentran completos. 396 Figura 4 Representación anatómica de B. ichotomus en LT, PB e IAV Los peces constituyen el macrotaxón más representado dentro de los conjuntos de LT, PB e IAV. Considerando las muestras desde categorías taxonómicas amplias se observa que en los subconjuntos en donde el análisis pudo realizarse en niveles precisos, los Characiformes –que constituyen el 28% en LT y el 47% en PB– son más escasos, mientras que los Siluriformes dominan las muestras –el 72% en LT y el 53% del NISP total en PB– (tabla 4). En PB el 82,9% de los restos permanecieron identicados a nivel Actinopterigii, debido a que se trata de elementos no diagnósticos (vértebras y costillas). De las tres especies presentes, el armado ( granulosus) presenta el NISP (N7) y el MNI (N4) más abundante, mientras que la tararira ( mala ricus) y la vieja del agua ( commersoni) se hallan pobremente representadas. El índice de fragmentación arroja un valor elevado (0,25), probablemente debido a la abundancia de costillas que tienden a ser elementos frágiles, que se dividen incluso durante el proceso de recuperación y transporte. Por este motivo se decidió realizar el cálculo excluyendo estos elementos, ya que se considera que podrían estar introduciendo un sesgo en el resultado de este índice. El resultado indica que el nuevo índice obtenido (0,43) reeja un patrón moderado de fragmentación. En la muestra de LT se recuperaron elementos que corresponderían a tamaños muy variados; entre ellos, ejemplares de gran porte ( 3 kg) y también muy pequeños ( 300 g). Además, debido a la gran cantidad de especímenes y a la buena integridad de este subconjunto, pudo realizarse la estimación del MNI. Este se constituye de 21 individuos, entre los cuales imelodus maculatus representa el 47,6% de la muestra y le sigue en abundancia postomus sp. con el 14%. El índice de fragmentación arroja un valor moderado (0,43) y se estima que sucede lo mismo que en el caso de PB, es decir, que las costillas (que poseen una importante representación) incrementan este índice notablemente Si se elimina del cálculo este elemento, se observa que este subconjunto posee un menor grado de fragmentación, con un valor de 0,69. En IAV y LC los peces poseen un NISP de 27 y 20 especímenes, respectivamente; entre estos se encuentran elementos que corresponden a las distintas secciones anatómicas. Las vértebras son las que poseen mayor integridad y constituyen los elementos más abundantes. El índice de fragmentación para estos subconjuntos es moderado, ya que arroja un valor de 0,41 y 0,39. Sin embargo, debido a la alta fragmentación de los elementos diagnósticos correspondientes al cráneo, no pudo realizarse una asignación taxonómica precisa. 397 Ele en os Mesetmoides Frontal Orbital Antorbital Supraoccipital Basioccipital Basiesfenoides Placas Nucales Mediales Placas Nucales Laterales Pterótico Neurocráneo Indet Dentario Premaxilar Angular Radios Branquiostegos RAN IO CRANEO Preopercular Subopercular Opercular Ceratohial C neo In e e ina o Cleitro Coracoideo ES ELETO Espina Pectoral APENDIC LAR Espina Dorsal Fragmentos de Espina Placas óseas Vértebra ES ELETO A‘IAL Vértebra frag. Costillas frag. OTROS Dientes NISP o al LT NISP o al P Secci n NE ROCRANEO Leporinus sp 1 3 4 - 1 oplias mala aricus - ligosarcus en nsii 1 Trachelyopterus galeatus 3 - 1 - postomus sp 4 1 3 1 - 7 17 6 30 - imelodus maculatus 398 3 3 - imelodus al icans Tabla 4. NISP para la clase Peces de los sitios LT y PB terodoras granulosus 5 16 7 3 1 1 1 1 - 1 3 1 Pimelodidae 1 1 5 11 6 3 5 6 - - Doradidae 1 1 1 19 8 - Siluriformes 5 167 19 1 1 3 1 1 148 - Characiformes 1 1 49 40 79 5 1 - - Actinopterygii 4 1 1 5 631 49 1300 36 1018 46 3008 311 1 - 1 - TOTAL 1 1300 36 1018 89 336 375 1 10 1 3 48 10 6 7 1 5 1 3 5 8 0 17 1 8 6 4 8 I ( ), julio-diciembre 014: 387-409 En cuanto a los taxa con baja representación, PB constituye el único sitio en el cual se hallan presentes dos especies de reptiles. No obstante el NISP es bajo y corresponde una vértebra a €upinam is merinae y una placa ósea a aiman acar . Estas no presentan ninguna modicación antrópica Las aves se encuentran representadas en PB con un NISP de doce y en LT con un NISP de cinco, correspondientes únicamente a miembros del esqueleto apendicular. Para el primer caso, tres son diásis de huesos largos y se registran también un húmero, un fémur, un metapodio y tres falanges. En LT la muestra se encuentra constituida únicamente por huesos largos correspondientes a diásis, tibia y húmero. En IAV el único elemento recuperado para esta clase corresponde a una punta ahuecada confeccionada sobre un hueso largo (Feuillet Terzaghi 2009). Aspectos ta on micos La tafonomía provee un marco de análisis que aquí interesa ya que permite establecer y evaluar la integridad de los depósitos, la representación de los conjuntos recuperados respecto a los originalmente depositados e identicar los agentes implicados en el transporte y la depositación nal de los restos óseos (Lyman 1994). Del análisis de las supercies óseas se desprende que los carnívoros y roedores habrían tenido una baja/nula incidencia en su modicación-destrucción (gura 5). Entre los agentes de mayor incidencia se encuentra el manganeso y el carbonato. Figura 5. Tafograma para los sitios LT, PB, LC e IAV Las marcas de raíces en todos los casos se distribuyen supercialmente mostrando surcos poco profundos, delgados y una tinción leve en los especímenes, lo cual indicaría que no debieron estar demasiado tiempo en contacto con la supercie de los huesos. Las manchas de manganeso se presentan en forma de pequeños puntos, es decir que no exhiben una distribución uniforme, con lo cual la supercie no llega a teñirse del todo en ningún 399 I ( ), julio-diciembre 014: 387-409 sector de los elementos En el caso de los especímenes pequeños (e g vértebras de peces), el carbonato de calcio presente en los conjuntos de LT, LC e IAV dicultó la correcta identicación anatómica y taxonómica. La meteorización en todos los casos presenta estadios bajos y afectó un bajo porcentaje de especímenes, lo que estaría indicando un relativamente rápido proceso de entierro. Por otro lado, la baja meteorización también reeja el hecho de que los materiales hallados en supercie no han sufrido una reexposición prolongada. Esto es coincidente con el contexto de los hallazgos, ya que los materiales superciales de LC, IAV y LT se hallaban aún contenidos en la matriz sedimentaria, es decir, que no estaban totalmente descubiertos. La falta de rodamiento en tales elementos también sustenta la baja exposición de los materiales. En LT las alteraciones térmicas presentan un bajo porcentaje (2,2%) y se encuentran en restos pertenecientes a peces, Ave, co pus y Mammalia. Las huellas producidas por la acción antrópica fueron registradas en un 0,17% del conjunto, sobre elementos de las siguientes especies: co pus (N ), H. hyrochaeris (N 1), B. ichotomus (N1), Peces (N1) y Mammalia (N1). Las huellas de corte en los roedores y los peces son cortas y poco profundas y se registró más de una por elemento. La funcionalidad estaría vinculada a la desarticulación y el descarne de las presas En PB las huellas de corte se registraron en el 4,2% de la muestra y se encontraron exclusivamente en elementos de co pus. En general, la baja frecuencia de huellas puede deberse al escaso número de especímenes representados (como el caso del ciervo representado solamente por falanges y rótula) y a su estado fragmentario. En cuanto a las alteraciones térmicas hay un escaso porcentaje (3,4%) de huesos quemados/calcinados en este conjunto. De los trece especímenes con alteraciones térmicas ocho pertenecen a la clase Peces, uno a Ave y cuatro a Mammalia. En IAV el 5% de la muestra posee alteraciones térmicas; estos corresponden únicamente a la clase Peces. En cambio, en LC el 100% de los especímenes presenta incidencia de fuego. Los restos calcinados tienen un color que va del gris al gris-azulado. Debido a que todos los elementos corresponden a secciones anatómicas muy pequeñas (e g vértebras de peces y falanges de coipo), no se observaron huellas ni marcas de ningún tipo. DISCUSIN Un aspecto central respecto de las diferencias en el emplazamiento de los sitios de la cuenca del río Coronda es que el sector insular presenta una amplia heterogeneidad ambiental e inestabilidad, debido a que se encuentra constantemente expuesto a una intensa erosión y redepositación hídrica. Por tal motivo, realizar una primera aproximación sobre la integridad del registro en cada caso es un paso fundamental para comprender los efectos tafonómicos a nivel micro-regional en un paisaje complejo Para establecer si existen diferencias en la incidencia de los diferentes procesos y agentes en los especímenes óseos recuperados en cada geoforma se relevaron diferentes variables tafonómicas. El resultado muestra baja afección por parte de roedores y carnívoros, mientras que se observa mayor frecuencia de agentes vinculados con la actividad hídrica, como las manchas de manganeso y el carbonato de calcio. También se calculó el grado de fragmentación de los conjuntos para evaluar si se producían variaciones según su procedencia (sitios muy inundables vs pocono inundables) Si se toma como parámetros los materiales mejor representados en las muestras, es decir, los peces y co pus, los resultados reejan índices bajos a moderados en todos los casos Por otra parte, los análisis para estimar la correlación entre la representación anatómica y la DMO no indican que se haya producido una correlación signicativa entre ambas variables, por lo que los especímenes tienden a estar más o menos representados con independencia de su densidad mineral. Esto sugiere que la representación diferencial de elementos dentro de los 400 conjuntos no está relacionada con las características químicas del microambiente de depositación (v g grado de acidez/alcalinidad del suelo), sino más bien con la actividad antrópica. Es decir, que los conjuntos, independientemente de los sitios de donde provienen, exhiben ciertas propiedades que son similares La meteorización no afectó a los conjuntos faunísticos, con lo cual se considera que el registro se enterró de manera rápida, fundamentalmente debido a los ciclos de creciente que aportan y redistribuyen sedimentos. Sin embargo, estos mismos procesos habrían producido su desenterramiento y posterior redistribución en la supercie de los sitios. En este sentido, las diferencias ambientales en el emplazamiento de los sitos habrían provocado que en aquellas geoformas de baja inundabilidad (los casos de LT y PB) el registro arqueológico, en general, y faunístico, en particular, se recupere mayormente en estratigrafía. En cambio, en los sitios muy inundables (LC e IAV) la acción del agua habría ocasionado la erosión de las capas que contienen los materiales arqueológicos, dando como resultado la recuperación de una menor cantidad de restos faunísticos. Se reconoce, entonces, que el emplazamiento de los sitios y su estrecha vinculación con la acción del agua incidirían en la recuperación del registro arqueofaunístico. En este sentido, el movimiento de las aguas produce el desenterramiento óseo y, con él, la exposición a diferentes procesos tafonómicos en supercie, que producirán la destrucción nal de los materiales. La tafonomía permitió comprender los procesos vinculados a la depositación, preservación y destrucción de huesos, por lo que se ha constituido en la base sobre la cual se continuarán evaluando las tendencias observadas en los contextos arqueológicos estudiados. De este modo, los análisis geoarqueológicos que se hallan en curso permitirán profundizar acerca de los procesos que inciden en la recuperación y preservación del registro óseo (v g tasa de sedimentación, dinámica hídrica) Uno de los aspectos que se propuso evaluar en este trabajo fue la variabilidad existente en la composición faunística de los conjuntos localizados en un sector especíco del paisaje de la cuenca del río Coronda. Las curvas de rarefacción muestran que LT y PB son conjuntos que se encuentran bien representados, aunque la riqueza de especies en PB es menor que la registrada en LT (gura 6). La curva de PB reeja que es el conjunto que mayor cantidad de especímenes necesita para alcanzar una diversidad de especies similar a la de los demás registros Por su parte IAV y LC son los sitios que alcanzan su forma asintótica con menor cantidad de especímenes (gura 7). Si bien a primera vista se observa que son conjuntos que poseen baja cantidad de especies, mediante las curvas de rarefacción puede apreciarse que IAV constituye la muestra con mayor riqueza especíca. Es decir, que este conjunto, que posee un NISP bajo, es el que con una menor cantidad de especímenes alcanza el máximo de taxa representados Esto lleva a considerar que cuando se amplían las muestras, la representación especíca no varía signicativamente, con lo cual se observa que existe una tendencia que se reeja en los mismos taxa explotados, sobre todo para el caso de los mamíferos. En PB, IAV y LT hay una baja diversidad, que estaría dada por una cierta homogeneidad entre las especies presentes (gura 8). En estos tres últimos casos, las presas que dominan los conjuntos corresponden al macrotaxón peces. En cuanto a los análisis de diversidad, en LC no se produce el predominio de ningún taxa por sobre los demás Al respecto puede señalarse que, a diferencia de los demás sitios de islas aquí analizados, LC se encuentra emplazado próximo a tierra rme, mientras que los demás sitios se sitúan en sectores medios de la llanura aluvial del río Coronda En la zona insular no parece haber diferencias en la intensidad de la señal arqueológica según las diferencias topográcas que presenta este espacio, con lo cual su uso habría abarcado tanto los sectores altos no inundables como aquellos más bajos La importancia para la subsistencia de estos puntos del paisaje se ve reforzada por el hecho de que en ellos se hallan entierros humanos, lo cual estaría posiblemente vinculado a la demarcación simbólica del espacio 401 I ( ), julio-diciembre 014: 387-409 Figura 6. Riqueza de especies en los sitios PB, LT, LC e IAV Curvas de Rarefacción Figura 7. Riqueza de especies en los sitios LC e IAV Curvas de Rarefacción Figura 8. Índices de diversidad para los conjuntos PB, LT, IAV y LC. Dominancia (EvennesseH/S) y Homogeneidad (1-Simpson) 40 Los peces parecen haber sido la principal atracción del uso insular por parte de los cazadoresrecolectores. Esto se inere al considerar que los peces constituyen las presas más abundantes en los sitios insulares de la cuenca del río Coronda Su representación en los diversos conjuntos varía desde porcentajes bajos (32% en LC) hasta un casi total predominio (98% en LT) (gura 9). Figura 9. Representación del NISP% por Clase para los sitios del humedal de la cuenca uvial del centro-este santafesino La diversidad especíca más alta de peces se encuentra en el sitio LT, con 11 especies identicadas. Es posible que la mayor cantidad de taxa representados en este sitio se vincule a la buena integridad que presenta este conjunto y al elevado NISP que posee esta clase. Por su parte, en el otro sitio donde también pudo realizarse una identicación especíca es en PB; si bien este conjunto tiene una menor cantidad de taxa (N5), no hay diferencias entre las especies presentes en ambos sitios. De este modo, entonces, puede observarse una recurrencia en la representación de las siguientes presas: P. granulosus, H. malabricus, H. commersoni, S. brasiliensis, P. stoma‡ coruscans Las características de habitabilidad física para los peces en las llanuras de inundación están dadas por el comportamiento hidrológico y térmico de las aguas, en combinación con la geomorfología y la presencia de vegetación hidróta. Los patrones de distribución y permanencia de la vegetación en áreas inundadas y en aguas libres se vinculan estrechamente a la abundancia de áreas de refugio y alimentación de larvas y peces juveniles (Welcomme 2001). Estas características afectan la oferta y la distribución de las presas. Si se tiene en cuenta el hábitat de las especies presentes en los sitios, puede deducirse que estas habrían sido capturadas en aguas poco profundas y vegetadas. Además, algunas de ellas suelen habitar ambientes lénticos y lóticos, lo 403 I ( ), julio-diciembre 014: 387-409 cual coincide con las características del emplazamiento de los sitios insulares Estos datos resultan compatibles con aquellos obtenidos de observaciones etnográcas en grupos chaqueños, en donde se explicita que la pesca en aguas profundas es más peligrosa (Arenas 2003) y menos efectiva. Es decir, que las variaciones que existen en un mayor predominio de peces en los conjuntos insulares podrían ser explicadas en términos espaciales, ya que los sitios emplazados sobre las márgenes del río en el sector continental presentan un menor porcentaje de peces en sus conjuntos y, como también se observa en registros de la cuenca media del Paraná (Pérez Jimeno 2007; Cornero et al. 2010; Sartori y Pérez Jimeno 2012), su representación decrece cuando los sitios se localizan en sectores del interior. La representación y dominancia de los peces y demás presas adaptadas a la vida acuática en la zona insular sería informativa de las estrategias utilizadas para la explotación de los recursos faunísticos en el espacio. En este sentido resulta interesante cotejar los datos que provienen de estudios etnográcos, los cuales señalan que las diferencias entre las parcialidades de grupos chaqueños se producen debido a que la pesca determina la localización geográca de los campamentos residenciales. De hecho, las dos parcialidades presentes en Argentina se autoadscriben en función de su vínculo con el río, distinguiéndose entre ribereños y montaraces (Scarpa 2007). También entre los grupos toba algunas parcialidades habitaban sectores ribereños y otras, tierra adentro. Esto produce diferencias en la subsistencia que inuyen en una mayor-menor incidencia de peces en la dieta (Braunstein y Miller 1999; Mendoza 2002). La baja movilidad que ha sido propuesta para grupos de la zona se asocia a una estabilidad residencial relativamente alta (Pérez Jimeno 2007; Loponte 2008), aspecto que sería compatible con las denominadas estrategias o modelos de lugar central (Orians y Pearson 1979). Si se atiende a la distribución de los recursos en el espacio, es esperable que para los momentos nales del Holoceno en los sitios se produzca una mayor explotación de presas de baja jerarquía que requieren un menor tiempo de búsqueda-procesamiento, como el caso de los peces (Characiformes y Siluriformes) y el coipo. Este último roedor, de porte mediano, es una de las presas más recurrentes en los conjuntos zooarqueológicos de la zona Es probable que algunas características intrínsecas de este recurso posibilitaran su incorporación con éxito a la dieta de los grupos cazadores-recolectores. Entre los principales factores que posicionaron al coipo en un lugar de jerarquía estaría su alta tasa de reproducción, así como también su predictibilidad y fácil captura. La importancia que debió adquirir la obtención y uso de las pieles de ocastor co pus, como fuere señalado por diferentes cronistas (e g. Paucke 2010 [1749/67]) también habría incidido en su importancia para las poblaciones pasadas. En este sentido, los perles etarios que reejan los elementos de esta especie en los conjuntos aquí estudiados indican que habría una preferencia por animales adultos-subadultos. En la actualidad los pescadores y nutrieros de la zona también tienen en cuenta el tamaño del animal al momento de la captura, además de la época en la que cambia el pelaje para obtener pieles de buena calidad (Acosta 2005; Escosteguy 2013; Sartori 013, entre otros) En cuanto a los recursos de alto ranking representados en los sitios, el modelo de amplitud de dieta sostiene que una vez que un recurso de alta jerarquía es encontrado, será explotado (Winterhalder 1990). Esto podría explicar la presencia de B. ichotomus e H. hyrochaeris en los sitios LT, IAV y PB. Al igual que lo que sugieren otros autores para el delta inferior del Paraná, es posible que los peces se encuentren entre las presas de mayor valor económico, dado que su contribución en términos de biomasa aportada es superior a la que puede brindar co pus y otras especies menores (ver detalles en Loponte 2008; Musali 2010). Las diferencias ecológicas serían el factor más importante dentro del predominio de peces vs. mamíferos en los conjuntos de los sitios insulares. Cabe señalar que el ambiente insular, al ser más húmedo que el de la zona continental, se traduce –fundamentalmente en los albardones poco inundables– en una mayor oferta faunística disponible. En cambio, hacia el interior los recursos se hallan más dispersos. Sin duda, estas diferencias ambientales implicaron decisiones distintas 404 que se ven reejadas en el registro arqueofaunístico de cada zona. La variabilidad observada en la predominancia de ciertos taxa se explicaría, entonces, por un vector espacial, en el que las diferencias ecológicas serían el factor más importante a tener en cuenta. En este sentido, se considera que si bien las características del ambiente no determinan el comportamiento humano, sí en cambio constituyen un factor importante de su variabilidad (Winterhalder y Smith 1992). CONCLUSIONES Los grupos que habitaban la zona de estudio en el pasado, ocupaban un espacio heterogéneo, donde los recursos estaban distribuidos espacial y estacionalmente de manera discontinua, formando diferentes parches. Por lo tanto, la toma de decisiones no solo apuntaba a evaluar qué parches explotar, sino también dónde establecer los campamentos residenciales (eanah 2004). En los conjuntos de los cuatro sitios insulares analizados, se observaron algunas similitudes respecto de la presencia de determinados taxa y la dominancia de los peces por sobre los mamíferos. La recurrente localización de los asentamientos en lugares próximos a muchos de los recursos faunísticos habría posibilitado la explotación de presas de bajo y de alto ranking, disminuyendo de esta manera los tiempos de búsqueda y costos de transporte, principalmente, de aquellas presas que poseen una alta tasa de encuentro como es el caso de los peces y roedores. En síntesis, puede decirse que los espacios insulares habrían constituido lugares esenciales en términos de su jerarquización para su potencial uso, aspecto que se reeja en su intensidad de ocupación (sensu Barberena 2008). Los factores que favorecen las elecciones respecto a las zonas por ocupar, serían producto de la disponibilidad y abundancia que poseen las presas que integran la dieta y otros recursos necesarios para la subsistencia. Es decir, que la localización de los asentamientos en zonas de isla es una de las principales causas de variabilidad que presentan los conjuntos arqueofaunísticos del Humedal del centro-este santafesino. Esta situación, se encuentra estrechamente vinculada con la estructura del ambiente y con los requerimientos ecológicos que poseen las distintas especies que constituyeron la base principal de la subsistencia. Los conjuntos de LT, PB, IAV y LC reejan la variedad de especies propia de la zona insular, la cual se encuentra adaptada al ambiente uvial. Comprender los distintos rasgos de un espacio heterogéneo resulta central para analizar el potencial uso que habrían realizado los grupos humanos en el pasado AGRADECIMIENTOS En primera instancia queremos agradecer a la Fundación Arqueológica del Litoral por su contribución para que podamos realizar las diferentes tareas de campo. También a Fernando Roggero y a la Municipalidad de Coronda por su apoyo logístico y de gestión para la realización de los trabajos arqueológicos. Al Doctor Javier Musali por la identicación anatómica y taxonómica de la clase Peces. A los integrantes del GIAN por participar de las excavaciones, limpieza y análisis de los materiales arqueológicos recuperados. Por último las autoras queremos aclarar que somos las únicas responsables de lo aquí expuesto BIBLIOGRAFÍA Acosta, A 2005. ooarqueología de cazadores-recolectores del extremo nororiental de la provincia de Buenos Aires 405 I ( ), julio-diciembre 014: 387-409 (humedal del río Paraná inferior, Región Pampeana, Argentina). Tesis Doctoral inédita, Universidad Nacional de La Plata, Facultad de Ciencias Naturales y Museo. Arenas, P 003 Etnografía y Alimentación entre los TobañachilamoleEk y wichí-Lhuku’tas el Chaco Central ŒArgentina) Buenos Aires, ProBiota Badano, V. 1940. 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Salt Lake City, University of Utah. 409 ISSN 03 51 (versión impresa) ISSN 185 -1479 (versión online) Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología I ( ), julio-diciembre 014: 411-434 EL ADO INADO S EVIDENCIA AR EOLÓGICA EST DIO SO RE ARTE ACTOS LÍTICOS DE GRANITO PROCEDENTES DE SAN OS DE LORES‰ ENOS AIRES‰ ARGENTINA ƒederico I oloca„ Fecha recepción: 8 de noviembre de 013 Fecha de aceptación: 30 de agosto de 014 RES• EN El presente artículo es una síntesis de varios a os de investigaci n se centrali• en el an lisis de arte actos de granito recuperados en distintas excavaciones ar ueol gicas de sitios ist ricos de los arrios porte os de ƒlores ƒloresta El o etivo principal del tra a o ue determinar la naturale•a de los granitos recuperados en la •nidad del sitio orral n de ƒlo‡ resta teniendo en cuenta ue este tipo particular de material lítico es especialmente utili•ado en cntet uran eneralente e encuentra aciad a un tea eecc la cneccin de ado uines ara poder caracteri•ar el con unto se utili•aron di erentes vías de an lisis inclu endo la inetiacin hitrirca la cuanticacin claicacin del aterial ltic un anlii etrrc un etudi eeriental actualtic reultad tenid audan a entender la comple idad ue tuvo el desarrollo del ado uinado de la iudad de uenos Aires Palabras clave: lítico ist rico ’ granito ’ ado uinado ’ uenos Aires ’ San os de ƒlores S S R S R S RS R S S RS S RS R A S€RA € € is article is a summar o several ears o investigation It ocuses on t e anal sis o granite arti acts recovered rom arc aeological excavations rom di erent istorical sites at t e Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Instituto de Arqueología, Facultad Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. E-mail: [email protected] 411 I ( ), julio-diciembre 014: 411-434 uenos Aires districts o ƒlores and ƒloresta € e main o ective is to determine t e nature o t e granites recovered in t e •nit o t e site orral n de ƒloresta considering t at t is particular t pe o lit ic material as een especiall used in ur an contexts and usuall is associated to a ecic tic the anuacture ain tne n rder t characterie the recered et dierent analtical ethd ere ued includin hitrirahical reearch quanticatin and claicatin lithic aterial etrrahic anali and actualitic eeriental tudie he results elp to understand t e complexit o t e development o t e co lestones pavement in uenos Aires it Keywords: istorical lit ics ’ granite ’ co lestone pavement ’ uenos Aires ’ San os de ƒlores INTRODUCCIN La investigación que aquí se presenta comenzó a partir del hallazgo de una gran cantidad de artefactos de granito en la Unidad de excavación 2 del sitio Corralón de Floresta, ubicado en el barrio de Floresta, en la Ciudad de Buenos Aires (Camino 2007). La particularidad de este conjunto, tanto cualitativa como cuantitativamente, llevó a plantearnos una serie de interrogantes: eran simplemente rocas partidas para la producción de hormigón o para otros usos, o eran productos de desechos de la talla de adoquines? ¿Formaron parte del relleno utilizado para nivelar el predio? o, por el contrario, ¿su contexto de depositación fue primario? Y si fueron el resultado de la confección in situ de artefactos para la pavimentación, ¿se confeccionaron a partir de bloques mayores, o fueron el producto de antiguos adoquines levantados y retallados? Un primer abordaje sobre estos artefactos (tanto desechos de talla en su contexto de depositación primaria, como adoquines formatizados y bloques de mayor tamaño) nos llevó a plantear inicialmente que en el sitio se llevó a cabo la formatización y regularización de adoquines (Mercuri y Coloca 2009; Coloca 2010). A partir de esto se consideró la necesidad de profundizar la investigación sobre el tema para determinar a qué tipo de adoquinado y a qué etapa de producción pertenecieron dichos artefactos. Para ello se hizo necesario conocer la manera cómo se desarrolló históricamente el adoquinado en la Ciudad de Buenos Aires y en San José de Flores, como así también las características del proceso técnico de su producción. En este sentido, se debe tener en cuenta que el adoquinado de Buenos Aires fue un proceso que estuvo asociado a una transformación general que comenzó durante la segunda mitad del siglo XIX (Bra 2000). Este período histórico se caracteriza por su carácter transicional, en el que se estaba impulsando el paso de una ciudad de estilo colonial a otra pensada bajo la idea de la modernidad. En dicho contexto planteamos el estudio del adoquinado porteño en el marco de este proceso socio-político más general que se desarrolló a partir de la segunda mitad del siglo XIX, principalmente en el centro de la ciudad, y continuó en la primera mitad del siglo XX, momento en el que se expandió también hacia las zonas periurbanas, como lo era San José de Flores. Siguiendo este enfoque, el alcance geográco que utilizamos se mueve desde una escala macro hacia una centrada en una microrregión particular. Partiendo de esto, los objetivos generales de este trabajo son determinar cómo se desarrolló el proceso del adoquinado en la Ciudad de Buenos Aires, centrándose en su expansión e implementación en San José de Flores, y establecer a qué momento de dicho proceso se asocian los artefactos estudiados. A su vez, como objetivo particular se plantea denir la naturaleza técnica y funcional de estos artefactos, es decir, a qué etapa de la producción de adoquines pertenecen. Para cumplir estos objetivos se utiliza información arqueológica y documental. Esta última es de carácter escrita, pictórica y cartográca. En este sentido, cabe mencionar que el uso de fuentes históricas –tanto primarias como secundarias– nos posibilita, junto con el registro arqueológico, 41 la caracterización del proceso del adoquinado y nos ayuda a determinar los diferentes tipos de adoquines utilizados a través del tiempo en la Ciudad de Buenos Aires y, en particular, en Flores y Floresta (barrios que pertenecían al otrora pueblo de San José de Flores). Esto ayudará a estimar a qué período de dicho proceso podrían pertenecer los artefactos aquí analizados. Por otra parte, siendo el adoquín un artefacto se lo puede analizar utilizando el modelo de ujo o cadena operativa desarrollado por Schiffer (1972). En este modelo se contemplan las diferentes etapas involucradas en la producción lítica: aprovisionamiento, manufactura, uso, reciclaje y descarte. Dentro de este proceso productivo, se considera que la manufactura involucra, a su vez, otra serie de etapas que constituyen la secuencia de reducción lítica. Estos pasos abarcan las diferentes etapas en la vida del artefacto, desde la extracción de la materia prima, pasando por su formatización primaria, transporte, terminación y posterior instalación y uso. En el caso particular de los adoquines, cabe mencionar que luego de su utilización muchos han sido removidos, transportados nuevamente y vueltos a usar, mientras que muchos otros continúan activos hasta el día de hoy y conforman las calles sobre las que circulan cotidianamente gran cantidad de vehículos. En consecuencia describimos las diferentes etapas del proceso técnico de manufactura e instalación de adoquines para luego distinguir el grado de representación de las diferentes etapas de producción en el conjunto. El material arqueológico se analiza a partir de determinadas variables escogidas para poder caracterizar los diferentes conjuntos. A partir de esto, se contrastan los resultados obtenidos del estudio del material de granito de la Unidad de excavación 2 del sitio Corralón de Floresta con los provenientes de la Unidad 1 del mismo sitio y también con artefactos de un sitio con otros contextos depositacionales: Rodríguez-Visillac. Esto nos ayudará a diferenciar las características tecno-morfológicas que pueden presentar diferentes tipos de artefactos de granito utilizados para distintas funciones. Asimismo, se analizan los artefactos obtenidos de la confección de un adoquín mediante un ejercicio experimental con la nalidad de comparar variables morfológicas y tipológicas con los ejemplares de la Unidad 2. De forma adicional, se presenta un estudio petrográco de muestras seleccionadas tanto del conjunto arqueológico como de las diferentes canteras explotadas históricamente en la provincia de Buenos Aires, para determinar las potenciales fuentes de aprovisionamiento de las materias primas de los artefactos estudiados. Finalmente, discutiremos si los artefactos registrados son evidencia de la producción de adoquines y si fueron confeccionados de forma primaria o desde la reconguración de adoquines más antiguos, reutilizados posteriormente bajo diferentes estándares. EL DESARROLLO DEL ADOQUINADO Y SU IMPLEMENTACIN Sabemos que para diferentes períodos y zonas de la ciudad fueron practicados distintos tipos de armados entendiéndose así a cualquier supercie articial utilizada para hacer más sólido y llano un camino, lo cual nos puede dar una cronología relativa ante el hallazgo de este tipo de artefactos. A su vez, el desarrollo del adoquinado implicó la realización de varias instancias: por un lado, algunas relacionadas con el aprovisionamiento de la materia prima y la producción técnica de los ejemplares, y, por otra parte las cuestiones relacionadas con los actores que impulsaron su realización (Coloca 2011). Se pueden reconocer dos etapas para dicho proceso. En un primer momento se desarrollan los intentos iniciales por adoquinar. Este período se caracteriza por una falta de criterio unicado para llevar adelante semejante tarea y puede denirse como de prueba, tanto de los materiales utilizados como de las formas en que se llevarían a cabo los armados. La segunda etapa se puede datar con posterioridad a 1880 y se caracteriza por la aplicación de un plan sistemático de 413 I ( ), julio-diciembre 014: 411-434 adoquinado mediante la conformación de órganos gubernamentales encargados de estipular las formas y de llevar a cabo la tarea mediante criterios establecidos previamente (Coloca 2011). Los primeros intentos de pavimentar en Buenos Aires se produjeron a principios del siglo XVIII y fueron impulsados para combatir el problemático tránsito que presentaban las calles de la ciudad, principalmente cuando llovía ya que se producían verdaderos pantanos difíciles de cruzar. Estos empedrados se realizaron en parte con rocas que traían los barcos europeos como lastre y quedaban en la ciudad. Luego, se comenzó a traer piedra de la isla Martín García o, incluso, de la Banda Oriental (Sola 2008). Las rocas que se transportaban para tal n no eran más que bloques de forma más o menos redondeada que se asentaban directamente sobre el barro. Este tipo de pavimento se conoce como “tipo bola”, que posteriormente fue denominado como empedrado bruto o común (Schávelzon 2009). A pesar de los esfuerzos realizados a través de los años, poco o nada se hizo hasta la década de 1820 y los empedrados siempre fueron irregulares y decientes (Wilde 2000 [1881]). Entre 1822 y 1824 se produjo el cambio y durante el gobierno de Rivadavia se tomaron las primeras medidas concretas para empedrar buena parte del centro de la ciudad con técnicas modernas y de modo sistemático (Schávelzon 2009). En 1852 se formó la Comisión de Obras Públicas, que dependía de la Municipalidad de la Ciudad. Este nuevo órgano se encargó, a través de licitaciones, de llevar adelante la tarea de los empedrados. En 1854 se trajeron de la isla Martín García alrededor de 20.000 toneladas de piedra para activar denitivamente el empedrado de las calles. Como buena parte no estaban pavimentadas, en 1857 el Consejo decidió encarar un plan general disponiendo la construcción de empedrados y veredas a cargo de los vecinos. Sin embargo, y pese a las intenciones de las autoridades municipales, el arreglo de las calles fue un proceso lento y sujeto a cambios, y los empedrados seguían siendo irregulares (Bra 2000). Estos serán abandonados denitivamente recién hacia 1880 (Schávelzon 1991). A partir del año 1865 comenzó la explotación de otras canteras, como las de Sierra Chica, Olavarría y Tandil, y se dejó de depender exclusivamente de la piedra de Martín García o del extranjero. Esto dio un gran impulso a la actividad, ya que se amplió la disponibilidad de materias primas, lo que se vio facilitado años después gracias a la inauguración de la red del Ferrocarril del Sud (Bra 2000). Hacia el año 1875, luego de 10 años de ensayos, comenzó a utilizarse de forma general el adoquinado común, caracterizado por bloques (paralelepípedos) de granito. Este sistema reemplazó denitivamente al anterior empedrado común o bruto (“tipo bola”) en la mayoría de las calles del centro porteño (Schávelzon 1991). La segunda etapa del adoquinado, caracterizada por una sistematización, reglamentación y estandarización del proceso, se inició hacia 1880. En esta década se produjeron modicaciones urbanas que tuvieron un gran impacto en la proyección del uso de los espacios públicos, sobre todo en las calles y avenidas. Se expandió el adoquinado (del tipo común) de las calles en forma sistemática y se realizó el esfuerzo de recticación, ensanche y delineación de calles en la periferia, muchas de las cuales se habían formado espontáneamente como prolongación del damero existente (Sola 2008). En 1881 se sancionó la Ley de Adoquinado, la cual unicaba las leyes de pavimentos y aguas corrientes. Mediante esta se autorizaba a la Municipalidad, y en su defecto a la Comisión Municipal, para hacer obligatorio el adoquinado de las calles comprendidas en el perímetro que cubría el centro porteño (Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires 1889). Entre 1886 y 1889, una comisión en la que intervinieron ingenieros y arquitectos reconocidos (Juan Buschiazza, Guillermo White, Luis Huergo, Pablo Blot y Rómulo Otamendi) estableció las normas que rigieron a lo largo de los siguientes cincuenta años para los distintos tipos de adoquinados: común, mixto, inglés, macadam, enmaderado (Schávelzon 1991, Coloca 2013). 414 Para el 1900 se destaca el comienzo de la utilización del asfalto Trinidad para la pavimentación (llamado así porque el cemento bituminoso utilizado era preparado con betún renado proveniente de la Isla Trinidad, en Trinidad y Tobago) (Dassen 1900). A principios de 1916 empezó a utilizarse el granitullo, el cual sería una de las técnicas más utilizadas posteriormente. A diferencia del adoquín, el granitullo es cúbico y de menor tamaño (7 x 10 cm) y se asienta en forma de ondas, haciendo que los suelos sean más parejos y menos irregulares (Nario 1997). A partir de 1940, en los planes de pavimentación sancionado por la Municipalidad se pretendió cambiar el adoquinado por el granitullo. Sin embargo, salvo pocas excepciones, la mayor parte del material lo proveyó el mismo adoquinado. Los adoquines antiguos fueron levantados de las calles, divididos y re-confeccionados para su utilización como granitullos (Nario 1997). Cabe mencionar que desde principios de siglo XX la producción de adoquines estaba dividida en dos etapas. La primera era la extracción de la piedra de la cantera y la segunda consistía en el corte y formatizado nal de los instrumentos: adoquines, granitullo y cordones (Nario 1997). La manera de cortar la piedra se realizaba utilizando el método de los pinchotes o cuñas, técnica que se implementaba varias veces para ir dividiendo el bloque hasta conseguir el instrumento buscado (para más información sobre el tema ver Nario 1997, Mercuri y Coloca 2009, Coloca 2010). En todos los casos, estas acciones dejan marcas características sobre los artefactos resultantes, las cuales dan cuenta de su proceso de manufactura. EL ÁREA DE ESTUDIO: SAN JOS DE FLORES Y SU ADOQUINADO Desde sus inicios en el siglo XVII, la ubicación del pueblo de San José de Flores fue estratégica por encontrarse a la vera del Camino Real y a una legua del “camino de Gauna” (actual Av. Gaona). Ambas fueron las principales rutas de comunicación del puerto de Buenos Aires con el interior del país (Mercuri et al 2004). Esta ventaja económica comparativa permitió el desarrollo de su población; sin embargo, la explotación de esta situación ventajosa dependía a su vez del desarrollo de Buenos Aires (Camino 2011). En 1776 el nombramiento de Buenos Aires como capital del nuevo Virreinato del Río de La Plata impulsó el crecimiento del pueblo y se produjo un aumento de su población. En el año 1806 se erigió el Curato de San José, el cual se convirtió en una parada obligada de carretas y yuntas de bueyes en su viaje entre Buenos Aires y Luján. En 1811, el cabildo de Buenos Aires declaró al pueblo como Partido. El Camino Real y el de Gauna eran la salida comercial de la provincia y Flores vivía al ritmo del comercio, creciendo a pasos acelerados (Ciliberto 2004, Pisano [1976] 2006). Para mediados del siglo XIX se puede decir que Flores era un municipio mantenido por los potentados capitalinos (Pisano [1976] 2006). Los nuevos medios de transporte –como el tren y el tranvía– junto con las mejorías de los caminos fueron el aspecto fundamental que permitió la consolidación del pueblo, ya que acortaron los tiempos de traslado de personas y mercaderías desde y hacia el centro de la ciudad (Camino 2011, Cunietti-Ferrando 1977). En 1888, junto con barrio porteño de Belgrano, Flores se anexó a la recientemente declarada Capital Federal de la República (1880), y con ello continuó este proceso de expansión demográca y comercial (Cunietti-Ferrando 1977). En este marco tuvieron lugar fenómenos como la urbanización del paisaje rural y el dinamismo comercial interno y externo (Camino 2011). A su vez, se inició la sistematización del adoquinado bajo las normas de la legislación y reglamentación que habían sido impulsadas por el gobierno nacional (Coloca 2011). En estos momentos la Municipalidad de Buenos Aires comenzó a levantar los antiguos empedrados y el macadam que se encontraban en varios tramos de los caminos principales y se emprendió el pavimento con adoquines de piedra, trabajo que se inició en 1888 (Carbia 1906). 415 I ( ), julio-diciembre 014: 411-434 Para 1916, el pavimentado de Flores estaba caracterizado por un adoquinado común en su zona céntrica, mientras que en la periferia las calles seguían presentándose sin empedrado (Coloca 2011). LOS SITIOS ESTUDIADOS Los sitios arqueológicos analizados se encuentran en los actuales barrios de Flores y Floresta. Uno de ellos, Rodríguez-Visillac, se ubica dentro de lo que sería parte del casco histórico del otrora pueblo de San José de Flores y el otro, el Corralón de Floresta, un poco más alejado del centro (aunque cerca de la antigua estación de ferrocarril de Floresta). Este último se encuentra dentro de los antiguos cuarteles rurales del antiguo partido (gura 1). Ambos sitios fueron excavados en el marco del Proyecto Arqueológico Flores, bajo la dirección del doctor Ulises Camino (Camino 2007, 2009). Figura 1. Ubicación dentro de la Ciudad de Buenos Aires de los sitios Corralón de Floresta y Rodríguez-Visillac 416 Sitio orral n de ƒloresta El sitio Corralón de Floresta es un predio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ubicado entre las calles Gaona, Morón, Sanabria y Gualeguaychú (gura 1). Con una supercie total de 10.935 m , en este espacio existieron diversas construcciones y actualmente persisten varias estructuras: el lugar donde se realizaba la limpieza de los camiones recolectores de residuos, un galpón donde se reparaban los camiones, un pañol y una casona donde estaba la administración del corralón. El predio en cuestión formó parte de la quinta La Primavera hasta nes de siglo XIX, y a principios del XX fue vendido a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. En 1912 se procedió a la elevación de la cota del predio por su ubicación en terrenos anegadizos de la cuenca del arroyo Maldonado; esta elevación se efectuó principalmente con las cenizas provenientes de “la quema” (Camino 2009). Desde 1923 el predio comenzó a funcionar como corralón municipal (Lagrecca 2005), lugar donde se guardaban y reparaban los carros recolectores de residuos y se alimentaban y cuidaban los caballos que les servían de tiro (Prignano 1998). A partir del relevamiento de antiguos planos obtenidos en el archivo de AYSA, se pudo constatar que en 1938 se efectuaron zanjeados y construcciones internas en el sector del cantero norte y en 1950 se construyó el muro perimetral que encerraba el predio. En 1998 la empresa SOLURBAN S.A. tomó posesión la propiedad. Finalmente, en Febrero de 2005 el predio pasó a manos del Gobierno de la Ciudad, quien por pedido de la comunidad barrial decidió realizar una escuela secundaria y una plaza. Desde la Asamblea Vecinal de Floresta surgió la idea de rescatar el pasado del predio, tanto el patrimonio tangible como el intangible y se gestó la idea de construir un museo (Mercuri y Camino 2006). Los trabajos arqueológicos en el predio comenzaron en el mes de agosto de 2006, cuando los vecinos se movilizaron para efectuar el rescate del patrimonio que estaba siendo afectado por la construcción de un colegio secundario en el lugar (Camino 2007). Se utilizaron dos abordajes metodológicos diferentes: por un lado se aplicaron técnicas propias del rescate arqueológico, recuperando el material que el tiempo concedido permitió y, por otro, se efectuó una excavación sistemática sin restricciones de tiempo y espacio. El primer caso se realizó en la mitad este del predio que linda con la calle Gualeguaychú, dado que en ese sector se estaba construyendo el colegio. En este sector fueron levantados por los obreros una cantidad aproximada de 1.000 adoquines y 126 bloques de granito (Camino 2007, 2012). La excavación arqueológica sin límites de tiempo fue realizada en la mitad del terreno que limita con la calle Sanabria, dado que en este lugar, por el momento, no se efectuaba ningún tipo de obra de remoción. Las tareas llevadas a cabo en esta porción del terreno fueron divididas en dos unidades, ubicadas en dos sectores diferentes del predio. La Unidad 1 se situó en el jardín sur de la antigua administración del corralón, cercano a la entrada de la calle Morón, y la Unidad 2 sobre la porción próxima al muro perimetral que linda con la avenida Gaona (gura 2). En el primer sector se plantearon siete cuadrículas de 1 x 1 m, mientras que en el segundo fueron excavadas cinco. En ambas unidades se recuperó gran cantidad de material. A continuación se detallan las características el material lítico recuperado. Unidad de excavación 1 En la Unidad 1 se registraron 10.345 artefactos y ecofactos; en su mayoría presentan una cronología asignada a nales del siglo XIX y principios del XX. Cabe destacar que, exceptuando los materiales de construcción y el lítico, el conjunto total presenta altas proporciones de evidencia de alteración térmica (Camino 2007). 417 I ( ), julio-diciembre 014: 411-434 Figura 2. Planta del sitio Corralón de Floresta con las Unidades de excavación 1 y 2 (extraído de Camino 2012) Sobre un total de 273 artefactos líticos, la muestra evidencia una alta proporción de rocas graníticas (n172; 65,0%) respecto del resto de las materias primas: cantos rodados, pizarras, fragmentos de las llamadas “Lajas de Hamburgo” –utilizadas comúnmente para baldosas (Schávelzon 2009)–, lápices de piedra y mármol. Unidad de excavación 2 En este sector se recuperaron un total de 8.284 artefactos y ecofactos. A diferencia de la otra unidad, el material más representativo del conjunto total es el relacionado con la construcción, el cual se encuentra conformado en más de un 80% por ladrillos, seguido en proporción por los azulejos y fragmentos de caño, y un bajo registro de tejas y baldosas (Camino 2012). Solo un 24% del material recuperado en este sector presenta signos de termoalteración, que se registra principalmente sobre los elementos de vidrio, cerámica y el material óseo. 418 Respecto al material lítico del sitio (n2.005), se observa un muy alto porcentaje de artefactos de granito (n1.724; 85,9%). Los materiales restantes se presentan en bajas frecuencias; entre ellos se destacan el conjunto de “Lajas de Hamburgo”, seguido por los cantos rodados y las areniscas (materiales utilizados para construcción). Siti Rdrueiillac Este sitio se ubica en un solar de 76,89 por 17,70 m de supercie, ubicado a la vera del ferrocarril, en la calle Condarco 206, en el casco histórico de Flores (Camino 2012) (gura 1). La historia del terreno se remonta a 1812, cuando el señor Millán realizó el loteo de un gran predio, a partir del cual se originó una quinta que ocupaba la supercie equivalente a 6 manzanas actuales. En 1817 el inmigrante catalán Pou compró las tierras y construyó allí obrajes para la confección de ladrillos, además de plantar un monte con durazneros para utilizar su leña. En 1822, luego del fallecimiento de Pou, dicha quinta fue adquirida por la familia Rodríguez-Visillac, quienes fueron sus dueños hasta 1878, año en que la vendieron en parcelas de 10 varas de frente (Cunietti-Ferrando 2006). Actualmente, el lugar funciona como centro de un Grupo Scouts de Flores, quienes utilizan el terreno y parte de las estructuras originales conservadas (Camino 2011, 2012). Este sitio presenta características diferentes a las identicadas en el Corralón de Floresta, ya que en cada uno de ellos se registran evidencias del desarrollo de diferentes tipos de actividades, por lo que se trata de dos sitios con distintas funcionalidades. En un primer momento se registró la presencia de un muro de 0,50 m de grosor y más de 15 m de largo (no se puede saber la dimensión total, ya que continúa por debajo de construcciones actuales). Este correspondería a los viejos límites del terreno y, teniendo en cuenta sus técnicas constructivas, habría sido confeccionado hacia mediados del siglo XIX. A partir del hallazgo, se decidió plantear 13 cuadrículas de 1 x 1 m siguiendo el muro en los espacios libres de árboles, ya que algunos de estos hacían imposible llevar adelante la excavación. En estos trabajos se descubrió sobre el muro una abertura de 2 m de largo con dos pilares de 0,65 x 0,65 m en cada uno de sus lados. En el centro de la abertura se identicó el fragmento de un pilote de madera de quebracho colorado, que podría ser parte del parante central de las dos hojas de la puerta de ingreso. Las zapatas de fundación varían desde una profundidad de 0,95 m hasta 1,11 m. Junto al muro, y a una profundidad de unos 40 cm, se encontraba un piso de ladrillos. Sobre un total de 11.533 objetos recuperados puede destacarse la alta representatividad del material vítreo (46,2%), seguido por el lítico (16,8%), los óseos (11,8%), los metales (8,3%) y las lozas (7%). Del conjunto, solamente el 2,4% presenta signos de termoalteración. En el material lítico recuperado en Rodríguez-Visillac (n1.945) puede observarse una alta proporción de rocas de granito (n754; 38%), cantos rodados (n720; 37,7%) y pizarras (n401; 20,9%). En bajas cantidades se encontraron “Lajas de Hamburgo”, mármoles y areniscas. Varios de los cantos rodados presentan cemento adherido, lo que permite inferir que formaban parte de material de hormigón. Los ejemplares recuperados responden a un contexto de depositación primario y la mayoría de las rocas fueron empleadas para la construcción (a excepción de los granitos, los fragmentos de pizarra escolar y el lápiz que tuvieron otra función). ASPECTOS METODOLGICOS SOBRE EL ANÁLISIS DEL MATERIAL LÍTICO Como se mencionó antes, una vía de análisis utilizada en este trabajo fue el estudio tecnomorfológico de los artefactos líticos de granito. Este se realizó sobre la totalidad de los especímenes de dicho material registrados en las dos unidades del sitio Corralón de Floresta, los recuperados 419 I ( ), julio-diciembre 014: 411-434 en el sitio Rodríguez-Visillac, como así también sobre un conjunto de piezas producidas por un ejercicio experimental. Con ello se pretendió generar una caracterización de cada conjunto, compararlos entre sí y evaluar la posible funcionalidad asociada a cada uno, principalmente de los artefactos de la Unidad 2 del Corralón de Floresta. Para dicho estudio utilizamos la propuesta de cuanticación para el análisis tecno-morfológico del material lítico de contextos históricos desarrollada por Mercuri et al. (2012). Esta se confeccionó ante la carencia de acercamientos metodológicos para el estudio de rocas de contextos históricos urbanos y en función de establecer parámetros para generar expectativas y hacer comparaciones con otros conjuntos del mismo orden (Mercuri y Coloca 2009, Mercuri et al. 2012). En este análisis se seleccionaron diferentes variables consideradas pertinentes para el abordaje del conjunto que fueron registradas en una base de datos con el objetivo de reconocer algún tipo de patrón discriminante. Por un lado, se consideraron las variables referidas al tamaño de los artefactos: largo, ancho y espesor máximo; y tamaño relativo1 (sensu Aschero 1975, 1983). Estas variables nos sirven para tener una idea de las dimensiones del conjunto. De este modo podemos hipotéticamente discriminar conjuntos de tamaños y medidas particulares que pueden vincularse con las distintas etapas de la producción de adoquines o con los diferentes procesos asociados a otro tipo de artefactos. A su vez, se tuvo en cuenta la morfología de los artefactos. Por un lado, el módulo longitud/anchura (sensu Aschero 1983) nos proporciona información sobre la relación entre las dos medidas, es decir, si la forma general de la pieza es más alargada o más ancha, pudiendo asociarse también determinados módulos con ciertos procesos relacionados con el trabajo del material. Esta es una base descriptiva a nivel morfológico que puede ser utilizada para distinguir caracteres que logren ser indicios de su técnica de obtención. Por otro lado, la forma general del contorno nos da una idea de la regularidad de las piezas, y su correlación con el tamaño puede generar otros patrones indicativos relacionados con distintas etapas de producción (Aschero 1983). También se consideró importante reconocer las características de la materia prima de las piezas (en base al grano, color e inclusiones) y la presencia de adhesiones, alteraciones de supercie, pulidos y marcas antrópicas (Mercuri et al 2012). Esto nos puede ayudar a determinar la posible función que tuvieron los artefactos como también el tipo de descarte y los procesos postdepositacionales que sufrieron. Se pueden destacar dos tipos diagnósticos de marcas antrópicas relacionadas con el proceso de formatización de adoquines, las cuales dan cuenta de la etapa de manufactura en la que se encuentra el artefacto. Por un lado, las marcas de pinchotes asociadas a la división de bloques más grandes de granito hasta conseguir tamaños próximos al producto nal y, por el otro, las marcas de descabezado, realizado con escarpel o descabezador, relacionadas con la etapa de reducción y formatización nal del adoquín. Las medidas absolutas se registraron individualmente para cada artefacto para después tomar los valores promedio, los cuales fueron comparados entre los diferentes conjuntos. Con la nalidad de detectar posibles patrones discriminantes se correlacionaron, por un lado, las variables tamaño relativo, forma general del contorno y el módulo de longitud/anchura y, por otro, las caras pulidas con adhesiones y marcas antrópicas. Asimismo, como dijimos anteriormente, se realizó un estudio actualístico para enriquecer nuestro conocimiento relacionado con la producción de adoquines. En este se siguió un modelo experimental en donde se ejecutaron los diferentes pasos de la cadena operativa en la confección de un adoquín de granito, ejerciendo un riguroso control y seguimiento de cada uno de ellos (Coloca 2010). En base a esto se le pidió a un picapedrero (uno de los pocos que aún ejercen ese ocio en Buenos Aires, el cual ha heredado de su padre y de abuelo) que, partiendo de un bloque de granito extraído del sector Este del sitio Corralón de Floresta de un tamaño de 51 x 30 x 19 cm, confeccione un adoquín de proporciones similares a aquellos que se pudieron registrar en las excavaciones de la Unidad 2 del mismo sitio (Camino 2007). El objetivo del ejercicio experimen4 0 tal fue el de obtener réplicas de los artefactos arqueológicos, recuperar los desechos resultantes de este proceso y caracterizarlos. A su vez, la experimentación realizada ayudó a determinar la relevancia de las variables escogidas. Finalmente, se realizaron estudios petrográcos para determinar la procedencia de la materia prima de los artefactos arqueológicos. El objetivo fue establecer relaciones entre las muestras arqueológicas y las provenientes de las canteras a partir de su composición mineral para determinar las fuentes de aprovisionamiento de las materias primas del Corralón. Por un lado, se buscó establecer si los artefactos recuperados en la Unidad 2 del sitio Corralón de Floresta (siglas EC), tenían relación con los adoquines y bloques que fueron levantados en el sector Este (AC) del predio. Se tomaron nueve muestras del primer conjunto y tres del segundo, para realizarles cortes delgados y comparar sus resultados. Luego se procedió a extraer muestras de materia prima de las diferentes canteras utilizadas históricamente para comparar con las extraídas de los conjuntos arqueológicos y observar si presentan similitudes con alguna de esas fuentes. Se analizaron dos muestras de la isla Martín García (MG), dos de Olavarría (Ov) y tres de Tandil (Ta). Los cortes delgados fueron realizados en el INGEIS-CONICET y su análisis se hizo con microscopio petrográco a 20x con luz polarizada. Las fotos fueron tomadas con nicoles cruzados, sobre las partes más diagnósticas de los cortes. Las interpretaciones de los resultados del estudio de las nuestras estuvieron a cargo del doctor Emilio Eugenio (IMHICIHU-CONICET). RESULTADOS Rescate del sitio orral n de ƒloresta Como señalamos anteriormente, en este sector se recuperaron cerca de 1.000 adoquines y 126 bloques de granito. Ante la imposibilidad de acceder a todos ellos y la dicultad de moverlos, se seleccionó una muestra con el objetivo de evaluar los tamaños promedio. Se seleccionaron al azar (aunque dependiendo de su accesibilidad) 100 unidades (10% de la muestra considerada) de adoquines, los cuales presentaron en promedio medidas de 19 x 11 x 16 cm. Por su parte, entre los bloques de mayor tamaño fueron analizados 30 (23,8% del conjunto), los cuales presentaron unas dimensiones medias de 100 x 50 x 20 cm. Estos bloques fueron asociados a trotaderas, grandes losas de granito que se disponían en dos las paralelas para facilitar la circulación de los carros (Schávelzon 2009). Entre los adoquines analizados el 94% presenta marcas antrópicas relacionadas con su confección. Por su parte, el 36,2% evidencia marcas de pinchotes, en tanto que las marcas de formatización son más comunes y pudieron distinguirse sobre el 89% de los ejemplares. A su vez, el 12% del conjunto evidencia más de una cara pulida, lo que puede ser indicador de reciclaje dado que al reposicionarlos se habrían utilizado las caras que previamente no habían sido expuestas. •nidad de excavaci n del sitio orral n de ƒloresta En la Unidad 1 del Corralón de Floresta se recuperaron un total de 195 artefactos de granito y tres bloques formatizados del mismo material. Estos últimos fueron consideraros elementos intrusivos ya que estaban asociados a un mástil que fue plantado en el lugar a mediados de los años 1960 y no presentaban ningún tipo de asociación con el resto de los ejemplares (Camino 2012). Los tamaños relativos de los artefactos de granito marcan una clara tendencia hacia los pequeños, característica del 76,9 % de la muestra, seguido por un 17,9 % de mediano-pequeños. Las medidas promedio de estos tamaños son de 2,2 cm de largo, 1,5 cm de ancho y 0,8 cm de 4 1 I ( ), julio-diciembre 014: 411-434 espesor. En cuanto al módulo de longitud/anchura, el más representado es el mediano normal (46,7%), seguido por el mediano alargado (28,7%) y el laminar normal (17,4%). Se observa una tendencia hacia las formas de contorno trapezoidal, seguidas por la triangulares, rectangulares y lanceoladas. Dichas formas se asocian directamente con los artefactos de tamaño pequeño, mayoritarios en muestra artefactual (gura 3). Figura 3. Distribución porcentual de la forma del contorno en cada clase de tamaño relativo de la Unidad de excavación 1 del sitio Corralón de Floresta (donde .6 son muy pequeños; .7, pequeños; . 8, medianos pequeños; .9, medianos grandes; .10, grandes; y .11, muy grandes) En las piezas analizadas se presentó un bajo porcentaje de marcas antrópicas (9%), las cuales en su mayoría son de carácter indeterminado. En lo que se reere a las adhesiones y alteraciones superciales, la adhesión de ceniza se encontró en casi la totalidad de los artefactos (97,5%). En menor proporción se encontraron la formación de pátinas (5,4%) y óxidos (2,4%). Es de destacar la ausencia de caras pulidas. •nidad de excavaci n del sitio orral n de ƒloresta Los artefactos de granito de la Unidad 2 del Corralón de Floresta constituyen la muestra de mayor tamaño de nuestro estudio. El conjunto recuperado consta de 8 adoquines formatizados y 1.716 fragmentos de granito; entre estos últimos se encuentran 10 de gran tamaño que se reconocen como partes de adoquines. Asimismo, se registró un único bloque con una dimensión de 51 x 30 x 19 cm. De los ocho adoquines recuperados en la excavación, uno presenta dimensiones visiblemente mayores que el resto de las piezas, con unas medidas de 25 x 16 x 18 cm, las cuales dieren de las de los otros siete, que en promedio tienen 20 x 12 x 17 cm. Estos últimos son de tamaños similares a los que fueron recuperados en la zona de la construcción del colegio, los cuales, como dijimos más arriba, tenían un promedio de 19 x 11 x 16 cm. De la muestra total de 1.724 artefactos de granito, la frecuencia de las clases de tamaño 4 relativo marcó una tendencia hacia los pequeños (36,3%) y mediano-pequeños (33,5%). Entre los primeros, las medidas promedio fueron de 2,3 cm de largo, 1,65 cm de ancho y 0,8 cm de espesor; mientras que en los segundos 3,3 cm de largo, 2,3 cm de ancho y 1,1 cm de espesor. En cuanto al módulo de longitud/anchura, cerca de la mitad del conjunto presenta módulo mediano normal (48,8%) y una alta proporción de módulos medianos alargados (33,6%). Se observa una preponderancia de las formas trapezoidales, amigdaloides y triangulares, seguidas por las rectangulares en todos los grupos de tamaño relativo. La discriminación por tamaño no arrojó tendencias diagnósticas en este conjunto (gura 4). Figura 4. Distribución porcentual de la forma del contorno en cada clase de tamaño relativo de la Unidad de excavación 2 del sitio Corralón de Floresta (donde .7 son pequeños; .8, medianos pequeños; .9, medianos grandes; .10, grandes; y .11, muy grandes) El 79,7% del material recuperado tenía ceniza adherida y muy poco presentó escoria (2,3%) o brea (0,5%). Asimismo, se registraron en muy baja proporción rastros de alteración térmica, óxido, meteorización o pátina. Por otra parte, el 26,6% tenía al menos una cara pulida, lo que podría signicar que dichos fragmentos formaron parte de adoquines usados. El porcentaje de marcas antrópicas es alto y asciende a un 29,8%. El 55% de estas son producto de la formatización de las piezas, mientras que las marcas de pinchotes (de las primeras etapas de la secuencia de manufactura) están presentes en el 12,8% y en su mayoría sobre especímenes de tamaños pequeños (guras 5 y 6). En cuanto a los colores registrados, la mayoría de los artefactos presenta variedades de grises y marrones claros (n1.005; 73%). Los especímenes con pasta de color negro-verdoso (con inclusiones de cristales claros) se encuentran en menor cantidad (n197; 14%), al igual que las tonalidades de pastas rojizas (algunas con inclusiones oscuras) (n181; 13%). 4 3 I ( ), julio-diciembre 014: 411-434 Figuras 5 y 6. Fragmentos de granito de la Unidad 2 del Corralón de Floresta con marcas antrópicas de pinchotes Siti Rdrueiillac En lo referido a los tamaños relativos de las piezas, se puede apreciar una mayor homogeneidad que en el caso de Corralón de Floresta. Si bien las dimensiones más representadas siguen siendo las pequeñas (25,8%) y mediano-pequeñas (33,7%), sus cantidades no marcan una tendencia clara ya que no se alejan demasiado de los otros tamaños. Las medidas promedio para los tamaños pequeños son de 2,3 cm de largo, 1,6 cm de ancho y 0,92 cm de espesor; para los mediano-pequeños son de 3,4 cm de largo, 2,4 cm de ancho y 1,4 cm de espesor. En cuanto al módulo de longitud/anchura, el 51% del conjunto presenta módulos medianos normales; el 28,6%, medianos alargados y el 11,6 %, laminares normales. Con relación a las formas, se observa una preponderancia de las trapezoidales, seguidas por las triangulares y las rectangulares. Este patrón se dio de forma similar para casi todos los tamaños (gura 7). Figura 7. Distribución porcentual de la forma del contorno en cada clase de tamaño relativo del sitio Rodríguez-Visillac (donde .7 son pequeños, .8 medianos pequeños, .9 medianos grandes, 10 grandes, y .11 muy grandes) 4 4 El 59,4% del granito de este sitio presentó óxido de hierro en su exterior y el 19,2% tenía cemento adherido. En bajas proporciones se registraron especímenes alterados térmicamente (9,8%), con pátina (7%) y con brea (1,9%). Solo un 5% de los artefactos presentaron caras pulidas (en su mayoría son fragmentos de adoquines reconocibles). En lo referido a las marcas antrópicas, se registraron solamente sobre un 19,6% del conjunto. Entre ellas las más recurrentes fueron las de formatización (55,4% de las marcas), seguidas por las indeterminadas (37%). Las marcas de pinchotes se reconocieron en muy baja proporción (7%) y están asociadas a grandes fragmentos de adoquines partidos. Resultados o servados en el e ercicio experimental Se elaboró un adoquín de 19 x 14 x 18 cm (de proporciones similares a los registrados en la Unidad 2 del Corralón de Floresta), que produjo un total de 66 fragmentos de desecho. El proceso completo de corte y formatización fue realizado en menos de una hora. En la etapa inicial del proceso, en la que se produce la división del primer bloque mediante el uso de pinchotes, solo se generó polvo. Todas las lascas fueron originadas en la etapa de formatización nal (descabezamiento); las de tamaños pequeños fueron las más abundantes (69,7%). Esto tiene concordancia con el patrón de tamaño de los artefactos recuperados en la Unidad 2 del Corralón de Floresta, en donde los de dimensiones pequeñas son los más frecuentes. Al igual que en el registro arqueológico, no existe una relación entre las formas y los tamaños; resultaron también más abundantes los fragmentos de forma trapezoidal (49,9%), seguidos por los triangulares (10,6%) y rectangulares (7,6%) en menor proporción. A diferencia de los artefactos arqueológicos, los producidos por medio del ejercicio experimental no presentaron de forma clara huellas de las herramientas utilizadas. Por su parte, el adoquín confeccionado registró marcas tanto de pinchotes relacionadas con la primera etapa de corte (a pesar de que una fue borrada posteriormente por el descabezado sobre esa cara) , como también de otras asociadas al lascado de la etapa de formatización nal. Estas se produjeron sobre la cara en donde se realizó la reducción del artefacto (Coloca 2010). Mediante la experimentación pudimos apreciar que en el proceso de corte no se producen prácticamente desechos detectables, aunque sí una gran cantidad de polvo. En contraposición a esta etapa, durante el descabezado, o formatización nal, se acumuló gran cantidad de desechos (Coloca 2010). Reultad del anlii etrrc Para este análisis fueron procesadas tres muestras procedentes de Tandil, dos de Olavarría y otras dos de la cantera de la isla Martín García. Por su parte, se realizaron cortes a nueve muestras procedentes de la excavación de la Unidad 2 del Corralón de Floresta y a otras tres extraídas de los adoquines levantados en el sector este. La elección de las muestras se realizó sobre la base de determinadas propiedades de la materia prima: características del grano, color e inclusiones. A partir de dichas variables se seleccionaron los ejemplares que pudieran ser representativos de conjuntos relativamente homogéneos. Como primera observación se destaca que las muestras de granito provenientes de Tandil y de Olavarría (conocido comúnmente como “Rojo Dragón”) presentan mayores similitudes entre ellas respecto de las extraídas de la cantera de la isla Martín García. Las rocas graníticas de Tandil y Olavarría se caracterizan por tener escasa o nula presencia de plagioclasa y por conformarse principalmente por cuarzo y feldespato potásico, con algunas inclusiones de biotita. 4 5 I ( ), julio-diciembre 014: 411-434 La principal diferencia entre ellas se observa en las proporciones en las que se presentan dichos elementos en la roca. Las muestras de Tandil contienen una gran cantidad de cristales de cuarzo (más del 80%) y las de Olavarría, una alta proporción de feldespato potásico (más del 20%) (lo que le proporciona su color rojizo característico). Por su parte, las muestras de la isla Martín García se encuentran ligeramente meteorizadas y tienen propiedades de rocas metamórcas, más precisamente de anbolitas. Respecto a esto, cabe mencionar que, a diferencia de las otras dos canteras, se identicó una mayor cantidad de minerales anfíboles y plagioclasas que de cuarzos y feldespatos potásicos (tabla 1). Tabla 1. Porcentaje de minerales que componen las muestras provenientes de las diferentes canteras (Ta: Tandil; Ov: Olavarría; MG: Martín García) Mine ales M es a Ta1 Ta2 Ta‡ O 1 O 2 MG1 MG2 C a o 91,75% 89,50% 84,25% 76,50% 72,50% 35,50% 35,75% el es•a o Po sico 6,25% 10,50% 10,50% 23,50% 21% 12% 10% io i a Pla„ioclasa An € ol G ana e 2% 0% 2,75% 0% 2% 0% 0% 0% 0% 2,50% 0% 4,50% 35% 27% 0% 0% 0% 0% 0% 17,50% 27% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0,25% To al 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% Teniendo en cuenta las composiciones de las muestras de las diferentes canteras, se pudieron realizar comparaciones con las recuperadas arqueológicamente (tabla 2). En este sentido, a partir de las similitudes mineralógicas se postulan las probables procedencias de las muestras pertenecientes a los conjuntos del sitio Corralón de Floresta: 1) Las muestras AC1 y AC3, extraídas de los adoquines recuperados del sector este del sitio Corralón de Floresta, tienen características similares a las muestras Ov1 y Ov2, lo que sugiere una proveniencia de Olavarría (gura 8). Tabla 2. Porcentaje de minerales que componen las muestras del sitio Corralón de Floresta (AC: adoquines del sector este; EC: artefactos de la Unidad de excavación 2) M es a AC1 AC2 AC‡ EC1 EC2 EC‡ EC4 EC5 EC• EC… EC† EC• 426 C a o 43,25% 86,25% 71,50% 80,50% 18,50% 13,50% 89,50% 50,50% 74,25% 77,75% 84% 62,25% el es•a o Po sico 42,75% 12,75% 21% 17,25% 19,25% 18,25% 5,50% 48,50% 25,75% 16,50% 10,50% 37,75% Mine ales io i a 14% 1% 2,50% 2,25% 0% 0% 5% 1% 0% 2,75% 5,50% 0% Pla„ioclasa 0% 0% 5% 0% 35,25% 37,25% 0% 0% 0% 2% 0% 0% An € ol 0% 0% 0% 0% 27% 31,50% 0% 0% 0% 0% 0% 0% To al 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% Figura 8. Cortes delgados de las muestras Ov1, proveniente de Olavarría, y de la muestra AC3, extraída de los adoquines recuperados del Corralón de Floresta. Se Puede observar la similitud en la composición, prácticamente de feldespato potásico y cuarzo (con algunas inclusiones de biotita) 2) La muestra AC2, extraída de los adoquines recuperados del sector este del sitio Corralón de Floresta, si bien contiene un porcentaje relativamente alto de feldespato potásico, presenta características parecidas a las muestras Ta1, Ta2 y Ta3, por lo que posiblemente sea originaria de la fuente de Tandil. 3) Las muestras EC5, EC6, EC7 y EC9, pertenecientes a la Unidad 2 del mismo sitio, contienen una composición muy similar a las que presentan las muestras Ov1 y Ov2 de la cantera de Olavarría. 4) Las muestras EC1, EC4 y EC8 de la Unidad 2 se asemejan a las muestras Ta1, Ta2 y Ta3 de Tandil (gura 9). Figura 9. Cortes delgados de las muestras Ta3, de Tandil y de la muestra EC4 extraída de la Unidad 2 del Corralón de Floresta. Se puede observar su composición similar, prácticamente de cuarzo y feldespato potásico (con algunas inclusiones de biotita) 4 7 I ( ), julio-diciembre 014: 411-434 5) Las muestras EC2 y EC3, presentan características de anbolitas, muy parecidas a las muestras MG1 y MG2 provenientes de la isla Martín García (gura 10). Figura 10. Cortes delgados de las muestras MG2 proveniente de Martín García y de la muestra EC2, de la Unidad 2 del Corralón de Floresta, denidas como anbolitas, en las que se puede observar la gran presencia de anfíboles y plagioclasas Cabe destacar que todas las muestras recuperadas en la excavación pudieron ser relacionadas con una cantera determinada entre las tres de las que se extrajeron muestras. Por otro lado, se puede apreciar que, más allá de las diferencias de color a nivel macroscópico –el cual fue el criterio de selección de muestras , se observa cierta homogeneidad en la composición interna en cada una de las canteras. De esta forma, a las canteras de Tandil se asignan las muestras con colores grises y marrones claros (variedad de combinaciones de cristales negros y blancos). Por su parte, las muestras que procederían de Olavarría son de tonalidades rojizas (algunas con inclusiones de cristales oscuros). Por último, las anbolitas de Martín García se destacan por presentar una pasta de color negro-verdoso con algunas inclusiones de cristales claros. Sobre la base de las características antes mencionadas, es importante resaltar que la mayoría de los granitos del conjunto provendrían de Tandil (73%) mientras que las procedentes de Olavarría (14%) y de Martín García (13%) se presentan en menor proporción. DISCUSIN DE LOS RESULTADOS De la cuanticación del material de granito de las tres unidades de excavación analizadas podemos destacar determinados aspectos que discutiremos a continuación. En lo referente a los tamaños relativos se ha podido observar que los artefactos de la Unidad 2 del sitio Corralón de Floresta presentan una variación similar a los recuperados en RodríguezVisillac. En contraposición, los granitos de la Unidad 1 del Corralón registran una clara dominancia de tamaños pequeños (tabla 3). Sin embargo, las similitudes son relativas si se tiene en cuenta las medidas absolutas promediadas de los espesores (volumen) de los artefactos y el predominio de tamaños medianograndes y grandes en Rodríguez-Visillac. En este sentido, cabe mencionar que el conjunto de la Unidad 2 del Corralón de Floresta presenta un espesor promedio de 1,7 cm, pero si tomamos las 4 8 muestras más representativas vemos que para los tamaños pequeños el espesor promedio es 0,8 cm, para los tamaños mediano-pequeños es de 1,16 cm y para los mediano-grandes de 1,6 cm. En contraposición, el espesor promedio de la Unidad 1 del Corralón de Floresta es de 2 cm, pero si se tienen en cuenta los tamaños pequeños y los mediano-pequeños (sin considerar los adoquines intrusivos), que son las muestras más representativas del conjunto, el promedio es de 0,8 cm para los pequeños y de 1,08 cm para los mediano-pequeños. Se puede apreciar una similitud en el espesor de los tamaños más representativos en ambos conjuntos del Corralón de Floresta. Por su parte, el espesor promedio del material de granito de Rodríguez-Visillac es de 1,98 cm. Si consideramos las dimensiones más representadas en este sitio, los espesores promedio son: 0,93 cm para los tamaños pequeños, 1,4 cm para los mediano-pequeños y 2,04 cm para los mediano-grandes (tabla 3). Hay que tener en cuenta la alta proporción de tamaños grandes que se presentan en esta unidad, a diferencia de las anteriores, los cuales registran un espesor promedio de 2,90 cm. Tabla 3. Cuadro comparativo de las tres unidades analizadas, teniendo en cuenta sus diferentes tamaños relativos, los espesores promedios para los tamaños más representativos y los Módulos de Longitud/Anchura Muy pequeños Pequeños Mediano-pequeños Ta a•os Mediano-grandes Grandes En artefactos pequeños Es•eso • o e io En artefactos pequeños-medianos En artefactos medianos-grandes C (Laminar normal) M lo LƒA D (Mediano alargado) E (Mediano normal) Co al n e Co al n e lo es a 1 lo es a 2 1,54% 76,90% 17,90% 1,54% 0,51% 0,8 cm 1,08 cm --------17,40% 28,70% 46,70% 0,80% 36,30% 33,50% 14,40% 9,90% 0,8 cm 1,16 cm 1,6 cm 9,60% 33,60% 48,80% Ro €„ e - Visillac 0,80% 25,80% 33,70% 21,60% 15,10% 0,93 cm 1,4 cm ,04 cm 11,59% 28,55% 51,03% En cuanto a las variables de módulo de longitud/anchura y formas generales del contorno, se puede observar una alta congruencia en los conjuntos de las tres unidades, con mayores frecuencias el módulo mediano normal, seguido por el laminar alargado y el laminar normal (tabla 3). Las formas principales se encuentran representadas por las trapezoidales y triangulares. Estas similitudes podrían ser producto de las características particulares de la roca y del tipo de fractura homogéneo que presenta. Como pudimos ver, a diferencia de las otras dos unidades, el conjunto de artefactos líticos de la Unidad 2 del Corralón de Floresta presenta una alta proporción de marcas antrópicas denidas. Respecto a sus características, se observa que las marcas de pinchotes se registraron principalmente en los artefactos relativamente más pequeños, mientras que las marcas de escarpel (descabezado), en los más grandes. Sostenemos que las diferencias en los tamaños relativos y volúmenes de los conjuntos de las tres unidades estudiadas, sumadas a la diferencia en la cantidad y cualidades de las marcas antrópicas que exhiben, demuestran la presencia de distintas técnicas de manufacturas, que se asocian a la producción de artefactos con diferentes nalidades (o funcionalidades). El ejercicio actualístico demostró que en el proceso de producción de un adoquín prácticamente la única etapa que deja rastros de desechos es la última, la de formatización nal como producto del descabezado que se realiza para adelgazar la pieza. A su vez, los especímenes producidos en 4 9 I ( ), julio-diciembre 014: 411-434 esta etapa nal de la talla experimental registraron medidas en forma y tamaño semejantes a los de la Unidad 2 del Corralón de Floresta, donde se encontraron de forma más representativa los tamaños pequeños con un espesor promedio de 0,7 cm. En la Unidad 2 se puede destacar el hallazgo de un adoquín de 25 x 16 x 18 cm y de otros siete que tienen en promedio 20 x 12 x 17 cm. Estos últimos son de medidas similares a los que fueron recuperados del sector este del sitio, cuyo promedio de tamaño es de 19 x 11 x 16 cm. Estos datos son interesantes si tenemos en cuenta que recién en 1886 la Municipalidad impone las condiciones que debían cumplir los adoquines, estableciendo que sus medidas debían ser de 18 a 22 cm de largo, 10 a 13 cm de ancho y 13 a 18 cm de espesor (anteriormente se confeccionaban en tamaños mayores). Sobre esta base, se puede inferir que del total de los adoquines utilizados en el Corralón, los recuperados en el sector este fueron confeccionados posteriormente a dicha fecha. Entre los adoquines registrados en la excavación de la Unidad 2, el que presenta mayores dimensiones pertenecería a un período anterior, mientras que los restantes se encuentran dentro de las dimensiones establecidas por dichas normas, por lo que serían también posteriores a 1886. La ausencia de alteración térmica en el conjunto de granito del Corralón de Floresta junto con la presencia de una alta proporción de ceniza adherida (y en menor grado escoria) en la mayoría de ellos, sugiere que si bien las piezas no formaron parte del material proveniente de la incineración de residuos, dichos artefactos fueron arrojados junto con ellos como parte del relleno del sitio. Sobre esta base, consideramos que estos artefactos formaron parte de una depositación primaria. El material recuperado en el sitio Rodríguez-Visillac también se asocia a un contexto de depositación primaria, y los artefactos de granito recuperados pueden estar asociados a dos clases de contextos. Por un lado, se encuentran fragmentos que formaron parte de adoquines, los cuales fueron fracturados y depositados en el lugar. Por otro, están las rocas asociadas a las vías del ferrocarril, utilizadas como balastro, lo que explicaría la alta proporción de óxido de hierro, las aristas redondeadas, la variedad más homogénea de tamaños relativos y su mayor volumen. Por su parte, los datos de las fuentes históricas pueden ayudarnos a determinar el tipo de adoquinado y la técnica de producción que estarían reejando los artefactos analizados. Sabemos que para principios del siglo XX, el adoquinado en la zona céntrica de Buenos Aires estaba dejando paso a los pavimentos de asfalto. Al mismo tiempo se estaban adoquinando las calles de los sectores alejados de la ciudad (como lo era Flores, por ejemplo) y para tal n era común utilizar adoquines que habían sido levantados en el centro porteño. Precisamente para dicho período comienza a funcionar el Corralón de Floresta. Considerando lo antes dicho, se debe tener en cuenta que la producción de los adoquines, granitullos y cordones se hacía de forma completa en la cantera (desde su extracción hasta la formatización nal), por lo que llama la atención encontrar desechos de talla fuera de allí y en el lugar donde se instalarían. A su vez, siguiendo los resultados del ejercicio experimental, se puede destacar que la etapa en donde se realiza la división por medio del pinchote no deja rastros. A diferencia de esto, el descabezamiento, produce lascas como producto de la reducción del tamaño del artefacto. Por su parte, sería esperable que si debieran adaptar adoquines de mayor tamaño lo hicieran mediante su descabezamiento en el lugar, dejando los desechos producidos por esta actividad. Finalmente, los resultados que arrojaron los análisis petrográcos de los cortes delgados nos ayudan a aclarar algunos aspectos referidos a la procedencia del material estudiado. Se destaca principalmente que las muestras extraídas de los artefactos arqueológicos se han podido asociar con la totalidad de las muestras extraídas de las posibles fuentes de procedencia. Esto sugiere que en el Corralón de Floresta se habrían utilizaron principalmente rocas provenientes de las canteras de Tandil y Olavarría, aunque también de la isla Martín García, las cuales fueron explotadas hasta la segunda mitad del siglo XIX. 430 CONCLUSIONES Sobre la base de los datos historiográcos y arqueológicos expuestos sostenemos que para principios del siglo XX, el Corralón de Floresta tuvo como una de sus funcionalidades la confección de adoquines para la pavimentación de la zona (la microrregión aquí estudiada). Esta armación se sostiene mediante los resultados obtenidos por diferentes vías de análisis. Por un lado, como vimos, las características morfológicas de las piezas (tamaños relativos y espesores, formas del contorno, módulo longitud/anchura) registradas en la Unidad 2 del sitio la diferencian de las otras dos unidades analizadas, y la asocian a los resultados obtenidos en el estudio actualístico. A su vez, las marcas antrópicas que dichos artefactos presentan, en su gran mayoría producidas por pinchotes o descabezamiento, son propias de la producción de adoquines de piedra. Por otra parte, proponemos que estos artefactos son producto de una práctica particular dentro del proceso de manufactura de adoquines. De esta forma sostenemos que el conjunto se conformó a partir del reciclaje lateral (sensu Schiffer 1972) de antiguos adoquines, los cuales fueron retallados y reutilizados, dejando como evidencia las lascas producidas por esta reducción (los artefactos aquí analizados). La elevada proporción de caras pulidas es determinante para corroborar esta armación, debido a que es un indicador de una utilización del artefacto previa a la talla (retalla). En este sentido, los desechos producidos por retalla deberían presentar una alta proporción de marcas de descabezado, característica que se observa en el conjunto artefactual de la Unidad 2 del Corralón. Lo antes mencionado también se sustenta por los resultados del análisis de los cortes delgados. Las muestras tomadas de los artefactos de granito (y anbolitas) de la Unidad 2 del Corralón de Floresta, asociadas a la confección de adoquines, provienen de las tres canteras históricas utilizadas para tal n: Martín García, Tandil y Olavarría. El reciclaje de adoquinados anteriores puede explicar la presencia de materia prima de la isla Martín García, ya que estas canteras habían dejado de explotarse varios años antes de que se adoquinaran las calles de Flores y de que comenzara a funcionar el Corralón. Para principios del siglo XX se explotaban de forma sistemática solamente las canteras de Tandil y Olavarría. Por otra parte, las actividades de reciclado también explicarían el hallazgo del adoquín de dimensiones utilizadas en momentos anteriores a las disposiciones de la Municipalidad de 1886. Esto sugiere que el ejemplar correspondería a un período anterior al funcionamiento del Corralón como tal y al adoquinado del barrio. Por lo tanto, sostenemos que los materiales recuperados en la Unidad 2 del Corralón de Floresta son producto de la formatización nal de adoquines confeccionados a partir de la retalla de antiguos adoquines de mayor tamaño, elaborados con rocas de variadas procedencias y confeccionados a principios de siglo XX. Esta actividad está evidenciada por el registro de una gran cantidad de desechos de roca de diferentes tamaños con una alta proporción de marcas antrópicas de pinchote y de descabezado (o formatización nal) y por un gran número de ejemplares con pulido en alguna de sus caras. Dichos artefactos posteriormente fueron empleados, junto con los residuos incinerados provenientes de las quemas, como relleno para la nivelación del predio. En cambio, el material recuperado en la Unidad 1 del Corralón da cuenta de un sector del predio en el que se estaba practicando otro tipo de actividad, y donde el conjunto de granito recuperado puede asociarse a otra utilidad: piedra partida posiblemente para la confección de hormigón. En el sitio Rodríguez-Visillac, por su parte, las rocas recuperadas asociadas a las vías del ferrocarril sugieren que su funcionalidad habría estado vinculada con actividades relacionadas con dicho medio de transporte. Por último, debido a que en el sector este del Corralón de Floresta no se registraron muestras procedentes de la fuente de la isla Martín García, es posible que dichos adoquines hayan 431 I ( ), julio-diciembre 014: 411-434 ingresado al sitio ya confeccionados desde las canteras de Tandil y/o Olavarría. En este sentido, es posible que los artefactos recuperados en la excavación sean de retalla de adoquines antiguos, aunque para confeccionar granitullos (o adoquines modernos) utilizados para las calles del barrio y no para el predio. Asimismo, el hecho de no haber encontrado en el sector este adoquines confeccionados con materia prima proveniente de Martín García podría estar relacionado con un sesgo en el muestreo. De esta manera, habría que considerar la posibilidad que los adoquines que fueron confeccionados con este material no hayan sido removidos cuando se construyó el colegio, imposibilitando su selección para el análisis. Otra posibilidad sería que entre los adoquines retallados, para el Corralón se utilizaran solo los que originariamente habían sido traídos de las Canteras de Tandil y Olavarría, mientras que los que provenían de la isla fueran utilizados para el exterior del predio. En síntesis, hemos visto que el proceso del adoquinado de la Ciudad de Buenos Aires tuvo un desarrollo que se fue dando en diferentes escalas. El adoquinado de San José de Flores formó parte de una segunda o tercera etapa dentro de este proceso de pavimentado de la ciudad, si bien ya se habían practicado diferentes armados sobre las avenidas principales que unían el pueblo con el centro de la ciudad. En esos momentos, el Corralón de Floresta fue un lugar donde, entre otras actividades, se llevó a cabo la confección de adoquines para la pavimentación del barrio. Los artefactos recuperados en la Unidad de excavación 2 del sitio constituyen evidencias de actividades de retalla de adoquines anteriormente utilizados y dan cuenta de dichas tareas en el marco del mencionado proceso. AGRADECIMIENTOS Quería agradecer a Ulises Camino por su constante ayuda en este trabajo. A todos los integrantes del “Proyecto Arqueológico Flores”, quienes formaron parte de las excavaciones de los sitios aquí analizados. A Cecilia Mercuri con quien realizamos las primeras aproximaciones al material. A Emilio Eugenio por su ayuda en la interpretación de los cortes delgados. A Gabriel López y Eugenia Turk por sus lecturas, correcciones y aportes. A los evaluadores que con sus observaciones y sugerencias ayudaron a mejorar la calidad del artículo. A Nora Franco por sus revisiones y comentarios. A CONICET. NOTAS 1 Siguiendo la propuesta de Aschero (1975, 1983) se discriminaron seis tamaños diferentes, cada uno con un número asignado que lo identica: 6: muy pequeños; 7: pequeños; 8: mediano-pequeños; 9: medianograndes; 10: grandes; 11: muy grandes. Los módulos de la relación longitud/anchura utilizados son los propuestos por Aschero (1983), en donde el artefacto, dependiendo de su forma, pueden ser: A: Laminar muy angosto; B: Laminar angosto; C: Laminar normal; D: Mediano alargado; E: Mediano Normal; F: Corto ancho; G: Corto muy ancho; H: Corto anchísimo; : No diferenciado por fractura. BIBLIOGRAFÍA Aschero, C. A. 1975. Ensayo para una clasicación morfológica de artefactos líticos aplicada a estudios tipológicos comparativos. Informe presentado al Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas (CONICET). Ms. 43 1983. Ensayo para una clasicación morfológica de los artefactos líticos. Apéndices A y B. Cátedra de Ergología y tecnología. Universidad de Buenos Aires. 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[1881] 2000. uen ire dede etenta a atr ) Buenos Aires, El Aleph. 434 ISSN 03 51 (versión impresa) ISSN 185 -1479 (versión online) Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología I ( ), julio-diciembre 014: 435-46 OC PACIONES MANAS EN N VALLE INTRASERRANO DEL SECTOR NOROCCIDENTAL DE TANDILIA’ SITIO EL P ENTE PARTIDO DE OLAVARRÍA‰ ENOS AIRES a lo essineo„ ristian A –au mann„„ amela Ste an„„„ ristian ƒavier u ois„„„„ N lida al„„„„„ Fecha recepción: 15 de noviembre de 013 Fecha de aceptación: 16 de agosto de 014 RES• EN Se integran di erentes líneas de evidencias Œgeoam ientales •ooar ueol gicas ta on micas tecnrlica uncinale) cn el n de recncer la actiidade eectuada en l dierente momentos de ocupaci n del sitio ar ueol gico El uente Œvalle intraserrano de las Sierras a as lavarría uenos Aires) os ec ados radiocar nicos la naturale•a del dep sito permiten proponer dos momentos de ocupaci n •no en el oloceno medio Œca •ŽŽ a os A ) donde se destaca la explotaci n de especies aut ctonas el uso de recursos líticos de diversos am ientes En el otro lapso Œ oloceno tardío inicial asta momentos post‡con uista) los resultados indican ue las ocupaciones pre isp nicas responderían a campamentos en donde se reali•aron diversas actividades como el uso de recursos líticos pre erentemente locales el procesamiento de guanaco Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas. Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. E-mail: [email protected] Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas. Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. E-mail: [email protected] Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas. Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. E-mail: [email protected] Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas. Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. E-mail: [email protected] Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas. Centro Austral de Investigaciones Cientícas, Argentina. E-mail: [email protected] 435 I ( ), julio-diciembre 014: 435-46 armadillos a asociaci n entre uesos de guanaco auna introducida restos culturales de origen europeo es consecuencia de procesos postdepositacionales a penecontemporaneidad de las ocupaciones de El uente alera ace pensar ue am os sitios ueron ocupados durante el mismo lapso por grupos ca•adores‡recolectores los cuales reali•aron actividades cotidianas rituales en este sector del paisa e Palabras clave: oloceno medio—tardío ’ geoam iente ’ •ooar ueología ’ tecnología lítica ’ Sierras a as • AN • A€I N IN AN IN€RASERRAN A E† IN € E N R€ ‹ES€ SE € R ƒ €AN I IAŠ E •EN€E SI€E Œ A ARR˜A IS€RI € •EN S AIRES) A S€RA € onsidering a multidisciplinar approac di erent t pes o anal ses ‰ere carried out Œgeoenvironmental •ooarc aeological tap onomic and tec nological trends) in order to recogni•e t e activities underta“en at di erent times in t e arc aeological site El uente Œintraserrano valle o t e Sierras a as lavarría uenos Aires) € e radiocar on dates and t e nature o deposit allo‰ to propose t‰o moments o occupation ne in t e middle olocene Œca •ŽŽ ears ) ‰ ic emp asi•es t e exploitation o native species and t e use o lit ic resources rom diverse environments In t e ot er period Œearl late olocene to t e post‡con uest times) t e results indicate t at pre ispanic occupations respond to camps ‰ ere a variet o activities ‰ere per ormed suc as t e use o local lit ic resources and t e processing o guanaco and armadillo € e association et‰een guanaco ones domestic auna and cultural remains o European origin is t e result o postdepositational processes € e penecontemporaneit o occupations in t e El uente and alera suggest t at ot sites ‰ere occupied during t e same period unter‡gat erer groups ‰ o conducted rituals and dail activities in t is sector o t e landscape Keywords: iddle‡ ate olocene ’ geoenvironment ’ •ooarc aeolog ’ lit ic tec nolog ’ Sierras a as INTRODUCCIÓN Las ocupaciones indígenas en el sector noroccidental del Sistema Serrano de Tandilia han sido estudiadas a través de investigaciones arqueológicas sistemáticas generadas en los últimos años (Madrid et al. 2000; Pedrotta 2005; Messineo 2008, 2011; Barros 2009; entre otros). Una parte de dichos trabajos se focalizó en sitios de actividades especícas relacionados con áreas de aprovisionamiento de rocas aptas para la confección de artefactos líticos tallados. Como parte de dichas investigaciones, se relevaron y detectaron canteras potenciales, canteras-taller y talleres de ftanita y dolomía silicicada, y se analizaron las estrategias tecnológicas empleadas en su aprovisionamiento, explotación, uso y circulación (Barros y Messineo 2004; Messineo 2011; Barros et al. 2014; Messineo y Barros 2014). Otra línea de investigación se centró en el estudio de la localidad arqueológica Sierras de Curicó, la cual comprende cinco construcciones pequeñas de piedras (pircas secas), cuatro sectores con pinturas rupestres, principalmente de tipo abstracto, y un alero rocoso con restos de ocupaciones humanas vinculadas con la parte nal del período prehispánico y con los primeros momentos del contacto hispano-indígena (Madrid et al. 2000; Pedrotta 2005; Pedrotta et al. 2009). Por su parte, en el 2005 se efectuó el rescate arqueológico del sitio Calera, el cual fue interpretado como un contexto excepcional formado por la combinación de ofrendas y basura 436 ceremonial depositada durante diferentes eventos de ocupación en el Holoceno tardío inicial (entre ca. 3400 y 1700 años AP). Los estudios efectuados sobre diversas líneas de evidencias (e g , fauna, lítico, pigmento, cerámica, etc.) permitieron postular que el sitio Calera funcionó como un locus donde se llevaron a cabo tareas relacionadas con eventos rituales, producidos probablemente entre primavera y verano, como consecuencia de ceremonias realizadas en las inmediaciones del sitio (Politis et al. 2005; Messineo y Politis 2007; entre otros). Con posterioridad al rescate arqueológico del sitio Calera, se realizaron prospecciones en el predio de la empresa Cementos Avellaneda S.A., lo cual permitió detectar varios sitios arqueológicos como El Mirador, San Jacinto 1 y El Puente (Messineo 2008, 2011; Kaufmann y Messineo 2010). Dada la presencia de restos culturales sobre la supercie del terreno en el último sitio, se decidió en el 2008 realizar tres sondeos estratigrácos de 1 x 0,5 m. Posteriormente, y debido a la alta frecuencia de hallazgos detectados en el sondeo 3 (el más cercano a la barranca del arroyo San Jacinto), se llevaron a cabo entre 2009 y 2011 cuatro excavaciones arqueológicas que cubrieron una supercie de aproximadamente 10 m . A partir de dichas actividades se recuperó una gran cantidad de elementos culturales, entre los que se destacan materiales líticos sobre diversas rocas, pigmentos minerales, escasos fragmentos de cerámica, artefactos elaborados sobre hueso y algunos ítems de origen europeo (e g , metal, gres y nácar). Asociados con estos restos posthispánicos se encontraron huesos correspondientes a diversas especies autóctonas y de fauna introducida (e g vaca y caballo), mientras que en los niveles inferiores se hallaron elementos óseos de guanaco y de un megamamífero indeterminado. En este trabajo se presentan los resultados obtenidos de las investigaciones arqueológicas efectuadas en el sitio El Puente. Los objetivos son sintetizar las características geoambientales y cronológicas vinculadas con el contexto de depositación de los hallazgos con el n de reconocer conjuntos arqueológicos discretos que permitan caracterizar los diversos momentos de ocupación en el sitio. Asimismo, para cada conjunto se analizan los aspectos tafonómicos de los materiales óseos y se determinan las especies que fueron explotadas por los grupos humanos. Por su parte, se efectúa el análisis tecnomorfológico y funcional de los artefactos líticos para determinar las estrategias tecnológicas vinculadas con la producción y el uso de las diferentes materias primas líticas. Por último, se integran las líneas de evidencias para discutir con mayor detalle las actividades efectuadas en los diferentes momentos de ocupación del sitio, la cronología de dichos eventos y la vinculación de El Puente con otros contextos localizados en el sector noroccidental del Sistema Serrano de Tandilia. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL SECTOR SERRANO Y UBICACIÓN DEL SITIO EL PUENTE Las Sierras de Olavarría constituyen el grupo más septentrional del Sistema Serrano de Tandilia (provincia de Buenos Aires) y comprenden a las sierras de Quillalauquén, de la China o de Curicó, de las Dos Hermanas, Chica y Bayas (Figura 1a-b). Todas estas sierras están constituidas por el basamento cristalino Precámbrico y la cubierta sedimentaria Precámbrica-Paleozoica, esta última integrada por diferentes formaciones de rocas sedimentarias silicoclásticas y carbonáticas (Poiré y Spalletti 2005). El relleno más moderno está compuesto por sedimentitas de color castaño con abundante carbonato de calcio correspondiente al Cenozoico Superior (Plioceno superior-Pleistoceno medio), sobre el cual se desarrollaron los depósitos del Cuaternario tardío. Estos últimos conforman un manto loéssico (fases eólicas de la Formación La Postrera de edad Pleistoceno tardío-Holoceno) donde se han desarrollado suelos muy pocos profundos (Hapludoles líticos), que cubren parcialmente laderas o cumbres planas y rellenan depresiones, valles interserranos y periserranos, los cuales conectan las serranías con la llanura circundante (Zárate 2005). 437 I ( ), julio-diciembre 014: 435-46 El sitio El Puente se halla localizado sobre la margen izquierda del arroyo San Jacinto (S36°58’44” y O60°14’17”), en un valle intraserrano correspondiente al núcleo central de las Sierras Bayas (gura 1c). Este arroyo, de carácter permanente y que nace en la vecindad del Cerro La Providencia (entre la Sierra Negra y la Sierra de Tres Lomas), constituye el curso tributario más importante de la cuenca superior del Arroyo Tapalqué. En muchos casos, los cursos y valles actuales del sector serrano fueron labrados sobre los depósitos eólicos del Pleistoceno tardío y Holoceno lo que indica que son de edad reciente (Holoceno tardío). Referencias: 1 (El Puente); 2 (Calera); 3 (Puente Nuevo); 4 (El Mirador); 5 (San Jacinto 1); 6 (Cerro Tres Lomas 1); la línea blanca representa el perl sudoeste-noreste descripto en la gura 2 Figura 1. Ubicación de los sitios arqueológicos del sector noroccidental de Tandilia: A- Sector de las Sierras Bayas en el sudeste de la región pampeana; B- Sierras Bayas; C- Localización de los sitios mencionados en el texto 438 Desde el punto de vista togeográco, las sierras de Tandilia se encuentran incluidas en el distrito Pampeano Austral de la Provincia Pampeana (Dominio Chaqueño de la Región Neotropical), en el cual predomina la estepa graminosa con grandes matas de los géneros Stipa y iptoc aetium (Cabrera 1968; Cabrera y Willink 1980). En las sierras, las especies dominantes son las hierbas aspalum uadri arium (paja colorada) y varias especies de Er ngium, las cuales ocupan las laderas en posición de pendiente y las planicies aluviales de los valles serranos, coincidiendo con suelos en donde hay tosca. Estas especies se hallan asociadas a comunidades edácas arbustivas como olletia paradoxa (matorrales de curro), odonaea viscosa, acc aris tandilensis y Eupatorium unii olium (Prieto 2000; Valicenti et al. 2005). Desde el punto de vista zoogeográco, la sierra se encuentra incluida en el Dominio Pampásico de la subregión GuayanoBrasileña (Ringuelet 1961). Con respecto a los diversos estudios paleoclimáticos efectuados en el sector serrano noroccidental, se ha reconocido durante el Pleistoceno tardío-Holoceno la alternancia de fases áridas con eventos de mayor humedad y temperatura. En primer lugar, las formas típicas del paisaje –como, por ejemplo, las acumulaciones de origen eólico en la llanura y en los pedemontes próximos a las sierras– sugieren la presencia de un clima árido-semiárido (Fidalgo et al. 1986). Asimismo, la existencia de fases subhúmedas-húmedas en el Holoceno tardío se evidencia por la presencia de asociaciones malacológicas y de pequeños vertebrados registradas en el sitio Calera, entre 3400 y 1700 años AP (Steffan 2009; Scheier et al. 2012). Actualmente, el clima es subhúmedo-húmedo, mesotérmico, con nula o poca deciencia hídrica (Fidalgo et al. 1991). METODOLOGÍA Y RESULTADOS OBTENIDOS EN EL SITIO EL PUENTE eoam iente cronología Los estudios geoambientales fueron efectuados con el n de analizar el contexto estratigráco y el ambiente depositacional en que se encuentra el material arqueológico. El análisis geológico se efectuó a partir de un relevamiento de la estratigrafía a escala puntual (perl del locus arqueológico de unos 2,5 m de altura) y local (áreas adyacentes) de acuerdo con la metodología propuesta por Butzer (1982). En la descripción de los perles se prerió la perspectiva pedoestratigráca por sobre la litoestratigráca, ya que permite una calibración más adecuada de la representación temporal de las unidades en estudio y una mejor caracterización de los procesos postdepositacionales involucrados (Holliday et al. 1993). Con respecto a los análisis realizados, se determinó la textura de los sedimentos (porcentaje de arena, limo y arcilla) y se tomaron muestras para análisis geoquímicos (pH, porcentaje de materia orgánica y de carbonato) de cada una de las unidades identicadas. Para el estudio del material malacológico se efectuaron dos columnas de muestreo. La primera, en el sitio El Puente, donde se tomaron 16 muestras de sedimentos en intervalos de 10 cm a lo largo del perl con el objetivo de reconocer el contexto de depositación vinculado con cada una de las unidades estratigrácas. La segunda columna (8 muestras) se realizó en un perl de muestreo denominado Puente Nuevo (S36º58’46,1” y O60º14’15,2”), localizado próximo al sitio arqueológico (195 m aproximadamente en línea recta hacia el sur). Este último perl se seleccionó con el objetivo de conocer las asociaciones fósiles naturales ya que se trata de un sector donde no se registraron modicaciones antrópicas, lo cual permitía obtener información de la malacofauna del área (Steffan 2010). Las muestras de ambas columnas fueron lavadas bajo agua corriente utilizando tamices de abertura de malla de 0,5 mm. El material fue recuperado, cuanticado bajo una lupa binocular (40X) y determinado a nivel de especie. En este análisis se tuvo en cuenta, junto con la diversidad y abundancia de especies, los requerimientos ecológicos, 439 I ( ), julio-diciembre 014: 435-46 los rangos de tolerancia ambiental (humedad relativa y rangos de temperaturas) y los sectores del paisaje que habitan en la actualidad los taxa identicados. A partir de estos datos se inrió una tendencia paleoclimática general para cada una de las unidades estratigrácas. El perl estratigráco del sitio (pared Oeste de la cuadrícula 5) muestra el desarrollo de un suelo en la parte superior de la columna, que presenta un perl A-AC-C (gura 2). Los horizontes A y AC poseen textura limoarenosa y abarcan los primeros 50-55 cm desde la supercie (90-95 cm desde el nivel 0 arbitrario). El horizonte A (entre 40 y 65 cm desde el nivel 0) presenta estructura migajosa a granular, por su consistencia es blando, se encuentra muy bioturbado (abundantes pellets de lombrices y raíces) y su límite inferior es suave y abrupto a claro. Es destacable la concentración de material arqueológico hacia la base de este horizonte, que tendría que ver con la intensa actividad de las lombrices que favoreció los procesos de bioselección de materiales (Favier Dubois 2009). El horizonte AC (entre 65 y 95 cm desde el nivel 0) posee una estructura granular débil, es asimismo blando y se halla bioturbado por las raíces, aunque en menor proporción que el horizonte A. El límite inferior es suave y claro, y en esta unidad se registraron algunos pequeños rodados. Por debajo del horizonte AC se desarrolla el horizonte C1 (entre 95 y 138 cm desde el nivel 0), caracterizado como una unidad castaño clara, areno-limosa, sin estructura (masiva), blanda, con raíces escasas y en la que se observan moteados de carbonato de calcio a causa de la dinámica pedológica (lixiviación) y algunas manchas de materia orgánica vehiculizada por las raíces desde los niveles superiores. En este horizonte se registraron varios rodados pequeños de carbonato y de cuarcita. A partir de 138 cm desde el nivel 0, el horizonte C1 pierde los moteados de carbonato o son muy raros y adquiere mayor consistencia (ligeramente duro), pasando a constituir los típicos sedimentos arenolimosos del Miembro Guerrero de la Formación Luján, horizonte C2 en este perl, unidad de origen uvial y carácter regional correspondiente al Pleistoceno tardío. El contacto entre los horizontes C1 y C2 es discordante y constituye el límite entre un Lujanense retrabajado (C1) y otro más típico, algo más claro y compacto (C2). El material arqueológico se ubica desde el horizonte A de suelo hasta la primera parte de la unidad castaño clara, que corresponde al horizonte C1 del suelo descripto (gura 2). Figura 2. Localización de los sitios arqueológicos en un perl del sector del valle intraserrano de las sierras y unidades estratigrácas del sitio El Puente y del muestreo Puente Nuevo 440 Por su parte, en el perl de muestreo Puente Nuevo se relevó únicamente la sección expuesta (90 cm desde la supercie). En la parte superior del perl (primeros 30 cm desde la supercie) se desarrolla un horizonte compuesto por sedimentos arcillosos (horizonte A). Por debajo, se registra el horizonte AC (entre 30 y 45 cm desde la supercie) que presenta una textura arcillolimosa, el cual apoya sobre un depósito arcilloso que comprende el horizonte C (entre 45 y 70/75 cm desde la supercie). Por último, la sección inferior expuesta está compuesta por sedimentos franco-limosos con concentración de materia orgánica, la cual se vincularía con el horizonte supercial del paleosuelo (Ab1). El perl analizado representa un sector del paisaje caracterizado por una mayor tasa de sedimentación que en el perl relevado en el sitio El Puente. Por lo tanto, solo sería factible vincular el horizonte A del sitio arqueológico con los horizontes A, AC y C del perl Puente Nuevo (gura 2). Para el estudio de la malacofauna del sitio arqueológico El Puente, las muestras fueron tomadas sobre el perl de la pared oeste de la cuadrícula 5. A partir del análisis malacológico llevado a cabo se identicaron cuatro taxones de gastrópodos (n=125) correspondientes a tres especies terrestres y una hidróla (tabla 1). La más abundante es iradiscops rasiliensis, la cual representa aproximadamente el 80% del total de la muestra. En la base del perl (horizonte C1) la malacofauna recuperada es muy escasa. En el horizonte AC se registra un leve incremento en la diversidad y abundancia de los moluscos terrestres. Asimismo, en esta unidad se identicó un ejemplar de la especie introducida elioides acícula, presencia que puede ser explicada por la incorporación de dicho gastrópodo a causa de procesos postdepositacionales. En la sección superior del perl (horizonte A) se identicó la mayor abundancia y diversidad de moluscos terrestres (principalmente entre 55 y 65 cm desde el nivel 0), así como el único registro de la especie hidróla Succinea meridionales. En el muestreo estratigráco del perl Puente Nuevo se recuperó una importante cantidad de moluscos fósiles (n=12.372) correspondientes a seis taxones: dos terrestres (Retidiscus reticulatus y iradiscops rasiliensis), dos acuáticos ( eleo ia parc appii y repanotrema “ermatoides), uno hidrólo (Succinea meridionales) y un taxón bivalvo ( isidium sp.). En la muestra total es notable la abundancia de R reticulatus con individuos de distintos tamaños. Con una menor abundancia relativa se encuentran rasiliensis y S meridionalis (tabla 1). En la base del horizonte de suelo Ab1 se registran los taxones terrestres R reticulatus y rasiliensis, asociados a un único ejemplar de S meridionalis. Una mayor abundancia de moluscos se registra en la parte superior del suelo Ab1 (n=2655) y en la base del horizonte C. Posteriormente, se registra un leve descenso de la abundancia de las especies terrestres y de hábitos hidrólos, así como el incremento del taxón acuático isidium en el límite superior entre C y AC. En los niveles superiores del horizonte A disminuye notablemente el número de ejemplares de moluscos (tabla 1). Las dataciones radiocarbónicas del sitio fueron obtenidas sobre cuatro huesos de guanaco ( ama guanicoe) recuperados en los niveles superiores (unidades estratigrácas A y AC) y sobre un fragmento de carbón procedente de la base de la unidad estratigráca C1. Dos restos óseos de guanaco procedentes de la unidad estratigráca C1 no pudieron ser datados debido a la falta de colágeno (tabla 2). Dos de los fechados procedentes del Horizonte A de suelo, y asociados a fauna introducida, brindaron edades de 2069 ± 53 años AP y 2900 ± 51 años AP, en tanto que dos huesos procedentes del Horizonte AC dieron edades de 1220 ± 340 años AP y 4500 ± 1400 años AP, esta última muestra fue obtenida en el límite entre los horizontes AC y C1. Las dos últimas edades radiocarbónicas deben ser tomadas con precaución debido al amplio error en las mediciones. Por su parte, la datación obtenida sobre un fragmento de carbón procedente del horizonte C1 dio una edad de 5691 ± 34 años AP. Asimismo, se efectuó una datación sobre valvas de un gastrópodo hidrólo fósil (S meridionalis), la cual fue obtenida de la unidad estratigráca C del perl de muestreo Puente Nuevo. La datación obtenida para este gastrópodo brindó una edad de 3229 ± 51 años AP (tabla 2); sin embargo, el fechado debe ser considerado como una edad máxima ya que el efecto reservorio para dicha especie no ha sido estimado localmente. 441 I ( ), julio-diciembre 014: 435-46 Tabla 1. Abundancia de moluscos recuperados en el sitio arqueológico El Puente y en el perl del muestreo Puente Nuevo IDRÓ ILO - - 5 - - - - - 5 7 - - - - - 30 1 9 1 1 - - - 3 - 14 - - - - - 14 - 4 - - - - - 4 To al - s• - S ccinea - SITIO AR elioides acíc la isidi TICOS repanotre a er atoides AC eleo ia parc appii eridionalis iradiscops rasiliensis Retidisc s retic lat s s P o n i a en c “ N‹ e es a TERRESTRES EOLÓGICO EL P ENTE 16 45 15 50 - 14 55 3 13 60 1 65 11 70 10 75 - 7 - - - - - 7 9 80 - 1 - - - - - 1 8 85 1 6 1 - - - - 8 7 90 - 3 - - - - - 3 6 95 - - - - - - - 0 5 100 - 1 - - - - - 1 4 105 - 1 - - - - - 1 3 110 1 16 A AC C1 18 - 1 - - - - - 1 115 - - - - - - - - 1 0 - - - - - - - - 1 - - - 1 5 1,6 0,8 - - - 100 1 - 1 56 - - - 431 Total de individuos Porcentaje de la muestra 1 101 16,8 80,8 M ESTREO P ENTE N EVO 1 0 10 3 0 4 30 5 40 6 50 7 60 8 70 58 198 - A 396 33 - 1 89 61 - 19 - - - 1369 AC 1459 39 - 5 - - 4 1503 - - 4 655 110 - 3 1 910 C Ab1 Total de individuos Porcentaje de la muestra 550 83 - 690 110 - - 540 107 - 7 - - 1 655 774 99 - 1 - - - 874 11756 9 ,7 730 5,8 - 166 1,3 1 0,0 3 0,0 31 0, 12.687 100 * Las profundidades en El Puente son desde el nivel 0 y en Puente Nuevo desde la supercie. 44 Tabla 2. Dataciones radiocarbónicas obtenidas para El Puente (EP) y el muestreo Puente Nuevo N la AA-95300 M es a E P o nMa e ial i a 47 Hueso FCS.EP.812 A AA-90377 FCS.EP.1135 A 57,5 AC 76,5 98 AA-90374 FCS.EP.265 AA-90376 FCS.EP.1089 AC Hueso Hueso ama guanicoe -22.4 1 0 340 743-1371 Hueso ama guanicoe -22.7 4500 1400 3344-6573 Sin ama guanicoe colágeno Sin ama guanicoe colágeno -24.6 5691 34 6395-6469 Succinea -8.0 3 9 51 335 -3451 meridionales 114,5 Hueso AA-90375 FCS.EP.642 C1 116 Hueso AA-97580 FCS.EP.1274 C1 133 Carbón Gastrópodo ama guanicoe -20.1 E a cal AP 1 1891- 008 87 -3006 C1 - ama guanicoe -16.8 E a 14C AP 069 53 51 FCS.EP.478 C d1 C 900 AA-94560 AA-90378 Puente Nuevo Es ecie * Las profundidades de los materiales del sitio El Puente fueron obtenidas desde el nivel 0. istri uci n vertical de los materiales en el sitio La gura 3 muestra la distribución vertical de los materiales líticos y los restos óseos determinables anatómica y taxonómicamente (aquellos registrados tridimensionalmente). Dicha distribución evidencia que hasta los 75 cm de profundidad del nivel 0 (horizonte A y parte superior de AC) se hallan en asociación restos óseos de especies autóctonas e introducidas junto con materiales líticos y cerámica. Asimismo, en el horizonte A (entre 45 y 65 cm desde el nivel 0) se recuperaron los elementos culturales de origen europeo como gres, metal y nácar. Es destacable que en la base de dicho horizonte (entre 60 y 65 cm del nivel 0) se reconoce un pico de densidad de los materiales líticos y faunísticos que coincide con la intensa actividad biológica. En gran parte del horizonte AC (entre 75 y 100 cm de profundidad del nivel 0) los materiales corresponden exclusivamente a elementos indígenas y fauna autóctona, salvo un hueso de fauna introducida ( os taurus) que se encontraba en una paleocueva. Por último, los restos óseos en el horizonte C1 (entre 100 y 140 cm desde el nivel 0), separados por una discordancia, corresponden a especímenes de fauna nativa y en la base de dicho horizonte (a partir del nivel 125-130 cm desde el nivel 0) se hallaron escasos restos de fauna extinguida, los cuales están vinculados con el Lujanense retrabajado. Es necesario mencionar que en la parte superior de estos niveles (entre 100 y 110 cm desde el nivel 0) se registra la más baja densidad de especímenes óseos en el sitio (gura 3). Con relación a la distribución de las materias primas se observan dos tendencias. Por un lado, en el horizonte C1 (entre 100 y 135 cm desde el nivel 0) se registra una mayor frecuencia de la cuarcita (46,1%), seguida por la ftanita (39,1%) y otras materias primas (14,8%). Además, se evidencia en estos niveles rocas no locales como limolita silicicada y arenisca. Por otro lado, en los horizontes A y AC (entre 45 y 100 cm desde el nivel 0), por encima de la discordancia, se invierte la proporción de las materias primas, pasando a predominar la ftanita en el conjunto (56,1 ) y decreciendo la frecuencia de la cuarcita (30,3%). Además, se registra la presencia de caliza, una roca que aparece en las inmediaciones del sitio, y la ausencia de materias primas no locales (e g , limolita silicicada y arenisca) que sí fueron halladas en los niveles inferiores (gura 3). 443 I ( ), julio-diciembre 014: 435-46 Figura 3. Distribución vertical de los materiales líticos y de los restos óseos determinables que fueron registrados tridimensionalmente en las unidades estratigrácas reconocidas en el sitio El Puente Dada la distribución vertical de los materiales en el sitio (presencia/ausencia de materiales), las unidades estratigrácas (A, AC, C1 y C2) y las discordancias erosivas reconocidas, las frecuencias de las materias primas explotadas y las dataciones de carbono 14, se decidió dividir al contexto arqueológico en dos conjuntos, el Inferior (CI) y el Superior (CS). El primero, se asocia con el horizonte C1 de la estratigrafía de El Puente (entre 100 y 140 cm desde el nivel 0), entre las dos discordancias identicadas, y correspondería a ocupaciones del Holoceno medio. El segundo, se vincula con los horizontes A y AC de la estratigrafía local (desde la supercie del terreno hasta los 100 cm de profundidad del nivel 0) y dicho conjunto incluye varias ocupaciones del Holoceno tardío, incluida la post-conquista. An lisis de los restos aunísticos En este apartado se presentan los resultados del análisis óseo realizado sobre 847 restos provenientes de la excavación del sitio. De estos, 314 fueron registrados tridimensionalmente durante las distintas tareas de campo y los restantes 533 corresponden a ítems provenientes de cernidor. Para el análisis faunístico, en primera instancia, se llevó a cabo la identicación taxonómica y anatómica de los especímenes óseos del conjunto, la cual alcanzó distintos niveles de identicación (i e , especie, familia, orden y clase). La clase mammalia fue clasicada en tres categorías en función del tamaño corporal de los animales: mamíferos pequeños con pesos inferiores a 5 kg (e g , armadillos y roedores), mamíferos medianos de entre 5 y 70 kg (e g , zorro, venado y puma) y mamíferos grandes de más de 70 kg (e g , guanaco, caballo y vaca). El cálculo de la abundancia relativa de los distintos taxones presentes en los conjuntos se estimó a partir del NISP (número de especímenes óseos identicados por taxón) y del NMI (número mínimo de individuos) (White 1953; Lyman 1994; Mengoni Goñalons 1999). Para el cálculo del NMI se consideró la lateralidad (huesos izquierdos y derechos) y los estadios de fusión (fusionado y no fusionado). Asimismo, se estableció la diversidad de partes esqueletarias presentes para cada taxón a través del NME (número mínimo de elementos) (Binford 1984). En nuestro caso se obtuvieron valores recompuestos a partir de la frecuencia con la que se hallaban representadas las distintas zonas diagnósticas que fueron denidas para los elementos esqueletarios (Mengoni Goñalons 1999). 444 El conjunto óseo también fue analizado tafonómicamente para lo cual se evaluó la presencia/ausencia de distintas trazas sobre la supercie cortical de los huesos, que incluyeron modicaciones producidas por carnívoros (Haynes 1980; Binford 1981), marcas dejadas por roedores (Shipman 1981a), alteraciones producidas por meteorización (Behrensmeyer 1978), marcas de pisoteo (Olsen y Shipman 1988), abrasión sedimentaria (Gutiérrez y Kaufmann 2007), improntas de raíces (Behrensmeyer 1978; Fisher 1995) y presencia de óxido de manganeso (Yravedra Saínz de Los Terreros 2013). Este análisis fue llevado a cabo con los especímenes determinables anatómicamente y, de estos, se excluyeron los huesos dérmicos y las placas de las corazas de los armadillos. Por otro lado, también se evaluó la existencia de indicadores de procesamiento antrópico de la fauna identicando distintas huellas de procesamiento (Binford 1981; Shipman 1981b), fracturas intencionales (Johnson 1985) y alteración térmica (David 1990; Bennett 1999). Para reconocer los distintos efectos tafonómicos naturales y antrópicos se observó, en primera instancia, la supercie cortical de los huesos en forma macroscópica y luego, cuando se consideró necesario, se realizó una observación a bajos aumentos utilizándose una lupa binocular (40X). A continuación se presentan los resultados del análisis arqueofaunístico para los dos conjuntos denidos en El Puente. Conjunto inferior (CI) En el CI se recuperaron 156 especímenes óseos, 5 correspondientes a huesos dérmicos de milodontidae, 1 a guanaco ( ama guanicoe) 3 especímenes de cervidae, 2 de ñandú (R ea americana), 1 de vizcacha ( agostomus maximus), 37 placas dérmicas de dasipodidae, 7 especímenes de mamífero mediano, 4 de mamífero grande y, por último, 76 especímenes no fueron identicados a nivel taxonómico (tabla 3). En el caso de los mamíferos grandes, se observó que los cuatro especímenes óseos presentaban características estructurales compatibles con la megafauna (e g , tamaño, espesor y distribución del tejido trabecular), pero debido a su estado fragmentario y de abrasión no pudieron ser determinados con mayor detalle taxonómico. Tabla 3. €axa registrada en los Conjuntos Inferior y Superior del sitio El Puente a a Milodontidae E uus ca allus Con n o In e io NISP NISP Con n o S EPA NME NMI NISP NISP (5) - NP - - - - e io EPA NME NMI - - - - - - - - 7 4,9 C 3 1 os taurus - - - - - 16 11,3 C-FH 11 1 ama guanicoe 1 55,3 FHAT 0 7 50,7 CFHAR 57 4 3 7,9 NP 3 1 1 0,7 NP 1 1 •otoceros e•oarticus - - - - - 3 ,1 NP 3 1 vis aries - - - - - 7 4,9 NP 7 1 - - - - - (6 ) - - - - 5,3 FH 1,4 NP - - 0,7 NP Cervidae Rehidae R ea americana Canidae - 1 - - 1 1 1 1 445 I ( ), julio-diciembre 014: 435-46 Œ€a la ‚ ontinuaci n) a a agostomus maximus ocastor coipo Dasypodidae aetop ractus villosus asipus ridus Con n o In e io NISP NISP Con n o S EPA NME NMI NISP NISP e io EPA NME NMI 1 ,6 NP 1 1 - - - - - - - - - - 0,7 NP 1 1 (37) - AT - - 1 5 ( 31) 3,5 C-AT 5 1 - - - - - (3) - NP - - - - - - - (73) - AT - - ™aed us pic i - - - - - (1) - NP - - Mammalia grande 4 10,5 NP - - 11 7,7 NP - - Mammalia mediano 7 18,4 AT - - 13 9,1 NP - - Mammalia pequeño - - - - - 3 ,1 NP - - Indeterminados 76 - - - - 179 - AT - - Total 156 100 - - - 691 100 - - - Referencias: NISP (número de especímenes óseos); NMI (número mínimo de individuos); NME (número mínimo de elementos); EPA (evidencia de procesamiento antrópico); C (huellas de corte); AT (alteración térmica); FH (fractura helicoidal); AR (artefacto óseo), NP (no presenta). Los números entre paréntesis corresponden a cáscaras de huevo, placas de la coraza y/o huesos dérmicos. El análisis tafonómico se llevó a cabo sobre 34 especímenes determinables (tabla 4) y se obtuvo como resultado que la variable que se maniesta más recurrentemente son las improntas de raíces (3 ,3 ), seguida por las marcas de roedores ( 6,4 ), la abrasión geológica (14,7 ), la alteración térmica (14,7%), la presencia de fracturas helicoidales (11,8%) y las marcas de pisoteo (5,9%). Un 79,4% de los especímenes no presenta meteorización y el 20,6% restante exhibe meteorización correspondiente al grado 1. El único caso de elementos articulados fue registrado en este conjunto y se relaciona con un grupo de cuatro vértebras (tres cervicales y una torácica). De las especies presentes en el CI, el guanaco, el ñandú y los dasipódidos son los que presentan evidencias que se vinculan con la explotación humana. Unos pocos especímenes de estos taxones presentan alteración térmica (14,7%) y fracturas frescas (11,8%), estas últimas posiblemente vinculadas a la extracción de medula ósea. Por su parte, los especímenes asignados a milodontidae, cervidae y vizcacha no presentan ninguna modicación que pueda estar relacionada con la explotación antrópica. Todos los taxones, a excepción del guanaco, poseen un número muy bajo de NISP (entre 1 y 5) y en ningún caso hay representado más de un individuo. En el caso del guanaco, se registraron 21 especímenes óseos que indican una tendencia a una mejor representación de la región axial postcraneal con respecto a la craneal y apendicular del esqueleto. Para la región axial se contabilizaron tres vértebras cervicales, seis vértebras torácicas y dos costillas. Las extremidades están pobremente representadas por un fragmento de húmero, uno de fémur, dos falanges y un metapodio. Considerando que las vértebras de este conjunto se encuentran totalmente fusionadas y que el metapodio se encuentra no fusionado, se estima que en el CI se encontrarían representados 2 individuos, uno adulto y uno juvenil. 446 Conjunto inferior Conjunto superior Tabla 4. Porcentaje de efectos tafonómicos presentes en los distintos niveles del sitio El Puente Ni el MA AS IR C R AT 45-50 - - 100 - - - - NISP 50-55 - 5,8 8 ,3 5,9 5,9 - 17,6 17 55-60 - 14,3 100 - - - - 7 60-65 - 1,9 87,5 3,1 1 ,5 - - 3 65-70 13,3 33,3 73,3 6,7 - - 6,7 15 70-75 10 0 80 - - - 30 10 75-80 4,5 68 45,4 - 9 4,5 - 80-85 10 60 30 - 0 - - 85-90 - 43 8,6 - 14,3 - - 7 90-95 - 36,4 54,5 9 7,3 - 9 11 10 95-100 - 55,5 , - - 11,1 - 9 100-105 - - - - - 100 - 1 105-110 - - 50 - - - - 110-115 - 0 80 - 0 - 40 5 115-1 0 - 14,3 8,6 8,6 4 ,8 14,3 - 7 1 0-1 5 - 11,1 11,1 11,1 44,4 11,1 , 9 1 5-130 - - - 5 - 5 - 4 130-135 - 33,3 50 - 16,7 16,7 - 6 Referencias: MA (manganeso); AS (abrasión sedimentaria); IR (improntas de raíces); C (huellas de corte); R (marcas de roedores); AT (alteración térmica); FH (fracturas helicoidales); NISP (número de especímenes óseos). Conjunto superior (CS) En el CS se recuperaron 629 especímenes óseos de los cuales 7 corresponden a caballo (E uus ca allus), 16 a vaca ( os taurus), 7 a guanaco ( ama guanicoe), 3 a cervidae, 3 a venado de las pampas ( •otoceros e•oarticus), 2 a ñandú (R ea americana), 1 a canidae, 1 a coipo ( ocastor coipo), 231 a placas dérmicas y 5 a especímenes óseos de dasipodidae, 3 a placas dérmicas de peludo ( aetop ractus villosus), 73 a placas dérmicas de mulita ( as pus ridus), 1 a placa dérmica de piche (™aed us pic i ), 11 a especímenes óseos de mamífero grande, 13 de mamífero mediano, 3 de mamífero pequeño y, por último, 179 especímenes no fueron identicados a nivel taxonómico (tabla 3). También se recuperaron 62 fragmentos de cáscara de huevo. El análisis tafonómico se llevó a cabo sobre 142 especímenes determinables (tabla 4) y el resultado mostró que la variable que se maniesta más recurrentemente corresponde a las improntas de raíces (65,5%), seguida por la abrasión geológica (34,5%). Muy por debajo se presentan las marcas de roedores (9,1 ), las huellas de procesamiento humano (7 ), la presencia de fracturas helicoidales (5,6%), la depositación de manganeso (3,5%), las marcas de carnívoro (2,8%) y la alteración térmica (1,4%). Un 74,8% de los especímenes no presenta meteorización, un 21% maniesta meteorización de grado 1 y un 4,2% de grado 2. Es interesante mencionar que un 15% (n=27) de los especímenes indeterminables presenta evidencia de alteración térmica. Estos huesos se encontraban (a excepción de un espécimen) en los niveles superiores del sitio (entre 50 y 70 cm desde el nivel 0) y ocupaban en su mayoría el sector SE de la Cuadrícula 7. 447 I ( ), julio-diciembre 014: 435-46 En este conjunto, el guanaco y los armadillos son las especies nativas que presentan modicaciones antrópicas. Algunos especímenes de armadillos tienen huellas de corte y evidencia de alteración térmica y en los especímenes de guanaco se observan huellas de procesamiento y fracturas frescas vinculadas al aprovechamiento de la médula ósea, además se registraron dos posibles artefactos óseos. Por otro lado, en la parte superior del CS (entre 45 y 75 cm del nivel 0) dos de las especies de origen europeo identicadas (vaca y caballo) exhiben claras evidencias de explotación humana como huellas de procesamiento, fracturas frescas y alteración térmica. Por su parte, los especímenes asignados a cervidae, venado de las pampas, oveja, ñandú, coipo, peludo, mulita, piche, mammalia grande, mammalia mediano y mammalia pequeño no presentan ninguna evidencia relacionada con la explotación antrópica. El guanaco es la especie más abundante en el CS con 72 especímenes que representan la totalidad del esqueleto con los distintos huesos que forman parte de las extremidades delanteras, traseras y la porción axial. Considerando la fusión, lateralidad y completitud de los especímenes óseos, se estima a partir del calcáneo que en este conjunto se encontrarían representados un número mínimo de 4 individuos adultos. El resto de los taxones poseen un NMI de 1 y un NISP relativamente bajo, a excepción de los dasipodidae ya que el carácter supernumerario de las placas de las corazas los sobredimensiona con respecto a otras familias (tabla 3). An lisis tecnomor ol gico uncional del con unto lítico Para el análisis tecnomorfológico del conjunto lítico se tuvieron en cuenta los materiales obtenidos en supercie (n=4), del perl (n=5), los registrados tridimensionalmente durante la excavación (n=908) y una muestra de 183 ítems del material de cernidor procedente de los niveles superiores de las cuadrículas 1, 2 y 3 (ntotal=1.100). Se excluyeron aquellos materiales recuperados del cernido del sedimento de las restantes cuadrículas y niveles ya que no han sido aún estudiados (1.739 ítems mayores a 1 cm de los cuales 831 provienen del CS y 908 del CI). Para efectuar este estudio los conjuntos fueron divididos por materias primas y agrupados en categorías artefactuales amplias (sensu Aschero y Hocsman 2004), tales como desechos de talla, núcleos, artefactos formatizados y artefactos con lo y/o puntas naturales con rastros complementarios. Para el análisis de las distintas categorías se siguieron los criterios tecnomorfológicos y los atributos dimensionales planteados por diferentes investigadores (Aschero 1975, 1983; Bellelli et al. 1985-1987; Aschero y Hocsman 2004; entre otros). Sin embargo, y dada la extensión del presente trabajo, en la presentación de los resultados solo algunas de las variables serán descriptas: tipo de materia prima, tamaños y módulos, grupos tipológicos en artefactos formatizados, tipos de núcleo, tipos de lasca y talón, entre otras. Por su parte, para el análisis funcional de base microscópica se analizaron 37 artefactos formatizados y 41 lascas, los cuales representan 98 los (48 retocados y 50 naturales). De estos artefactos líticos, 59 piezas provienen del CS (34 de ftanita, 21 de cuarcita y 4 de dolomía silicicada) y 19 del CI (15 de cuarcita, 2 de ftanita y 2 de dolomía silicicada). Para interpretar la integridad de las piezas se evaluó analíticamente la intensidad del accionar de las alteraciones postdepositaciones a partir de una escala en grados: leve, moderado y severo (Pal 2012). Para la inferencia funcional se utilizaron los criterios metodológicos propuestos por Alonso Lima y Mansur (1986-90) con algunas modicaciones. Para la clasicación de las piezas se integró la identicación de los rastros de uso y las alteraciones tafonómicas: 1) piezas con utilización segura; 2) piezas con utilización probable; 3) piezas no determinadas por alteración; 4) piezas no usadas (Pal 2012). Los los fueron observados en un microscopio metalográco Olympus BHM con un aumento de 200X. A continuación se describen los resultados del análisis tecnomorfológico y funcional para los dos conjuntos denidos del sitio. 448 Conjunto inferior (CI) Entre las categorías artefactuales identicadas en el CI, predominan los desechos de talla clasicables como lascas enteras y fragmentadas (78,5%), seguido por los desechos indiferenciados (9,4%), los artefactos formatizados manufacturados por talla y/o picado, abrasión y pulido (6,5%), los núcleos tanto enteros como fragmentados (2,9%), los nódulos sin modicaciones (2%), las lascas con rastros complementarios relacionados posiblemente con el uso (0,5%) y los nódulos testeados (0,2%). Entre los desechos de talla se calculó un número mínimo de desechos (lascas enteras y fracturadas con talón, sensu Aschero et al. 1993-1994) de 167. En el conjunto de las lascas enteras (n=95), predomina el tamaño pequeño, seguido por el mediano pequeño, mediano grande y grande. En ftanita y cuarcita se registran tendencias similares, aunque en la última materia prima existe una mayor proporción de lascas de tamaño grande y muy grande. El módulo predominante es el mediano normal, seguido por el corto ancho, el mediano alargado y el corto muy ancho. Con relación a los tipos de lascas, predominan las internas, principalmente angulares y de aristas, tanto en cuarcita (77,5%) como en ftanita (61,5%). En la ftanita se destaca la alta frecuencia de lascas externas, como secundarias y de dorso natural (30,8%), mientras que en dolomía silicicada y en cuarcita se hallan presentes en frecuencias menores (23,1% y 10%, respectivamente). Con respecto al tipo de talón, en cuarcita se observa un predominio de los lisos (63,5 ), seguido en bajas frecuencias por los corticales, diedros, liformes, fracturados y facetados. Por su parte, en la ftanita también se observa un predominio de los talones lisos (47,4%), aunque los corticales poseen un porcentaje mayor (26,3%); el resto de los tipos se presentan en bajas frecuencias (gura 4). En el caso de los núcleos (n=12) predominan los de cuarcita (66,7%) y los de ftanita (33,3%). En los cinco núcleos de cuarcita enteros se destacan los tamaños grandes y uno mediano grande (bipolar). Por su parte, los cuatro núcleos de ftanita se hallan enteros y son de tamaño grande. En la totalidad de los núcleos enteros de ambas materias primas, se observó la extracción de lascas. El peso total para los núcleos de cuarcita (incluidos los fragmentos) es de 551,8 g (el más pesado de 169,5 g), mientras que para la ftanita es de 232,6 g (el más pesado de 77,4 g). En los núcleos de ftanita se observa que parte de la supercie se halla cubierta con corteza –lo que indica que poseían aún alto potencial de uso–, mientras que en la cuarcita solo algunos núcleos presentan corteza en bajas proporciones. Con relación a los instrumentos, se reconocieron 27 artefactos formatizados y 2 lascas con rastros, confeccionados sobre tres materias primas. La cuarcita es la roca que posee mayor diversidad de grupos tipológicos (n=8), mientras que la ftanita y dolomía silicicada poseen menor cantidad (n=3 y 2, respectivamente). Para la cuarcita se reconocen artefactos con retoques sumarios, raederas, los bisel asimétrico, percutores, entre otros; por su parte, para la ftanita predominan los raspadores, los fragmentos de artefactos formatizados, un cuchillo y un lo bisel asimétrico, mientras que en dolomía silicicada se registra un raspador y una lasca con rastros (tabla 5). Con respecto al estudio funcional, en los los retocados (n=12) se reconoció un 58,3% de los con uso, un 33,3% de no usados y un bajo porcentaje de no determinados por alteración (8,4%). Por su parte, en los los naturales (n=13) el 15,4% fue usado (en su totalidad de cuarcita), el 61,5% no fue usado y el 23,1% restante se halla alterado por procesos postdepositacionales. En los siete los retocados con rastros se ha identicado el raspado y corte de piel, el desbaste y aserrado de madera, el corte de material no determinado (14,3% cada uno) y el raspado de material no determinado (28,5%), dado que el grado de desarrollo de los rastros no posibilitó identicar las sustancias procesadas (gura 5). En dos artefactos formatizados con los dobles se identicaron rastros de uso en ambos los. Uno de ellos se utilizó en el procesamiento de piel pero con distintas acciones (corte y raspado). El otro se usó con distintos movimientos para trabajar piel y material indeterminado. Por su parte, en los los naturales solo se identicó el trabajo 449 I ( ), julio-diciembre 014: 435-46 Referencias: LENT (lasca entera); LFCT (lasca fracturada con talón); LFST (lasca fracturada sin talón); INDI (desecho indiferenciado); 1 (muy pequeño); 2 (pequeño); 3 (mediano pequeño); 4 (mediano grande); 5 (grande); 6 (muy grande); B (laminar angosto); C (laminar normal); D (mediano alargado); E (mediano normal); F (corto ancho); G (corto muy ancho); H (corto anchísimo); PR (primaria); SE (secundaria); DN (dorso natural); AN (angular); AR (de arista); AB (adelgazamiento bifacial); CR (en cresta); PL (plana), LA (adventicia); RD (reducción directa); FN (anco de núcleo); TN (tableta de núcleo); IN (indiferenciada); CO (cortical); LI (liso); DI (diedro); FA (facetado); FI (liforme); PU (puntiforme); FR (fracturado). Figura 4. Variables tecnomorfológicas de los desechos de talla 450 transversal/longitudinal sobre madera en un lo, mientras que en el otro el grado de desarrollo de los rastros no permitió inferir el material trabajado (Pal 2012). Tabla 5. Grupos tipológicos representados por materia prima para cada conjunto G o i ol ico Con n o In e io Con n o S e io To al C a ci a Dolo a ani a C a ci a Dolo a ani a G ani o Artefacto burilante Artefacto modicado por uso Artefacto retoque sumario Biface - - - 1 - - - - 1 - 5 - - 6 1 - - - - - - 3 - - 1 4 - 16 - Cuchillo 1 - 1 - - 1 - 3 Filo bisel asimétrico Fragmento de artefacto Lasca con rastros 3 - 1 7 - 1 - 1 1 - 3 5 - 5 - 14 1 1 - 3 - 5 - 10 - - 1 Mortero - - - 1 - Muesca - - - - - - Artefacto compuesto 1 - - 1 - 1 - 3 Percutor 3 - - 3 - - 1 7 Preforma punta Preforma punta triangular Raedera 1 - - - - - - 1 - - - - - 1 - 1 3 - - 3 - 1 - 7 - 1 1 - 8 7 1 91 43,6 1,6 - 11 1 - Raspador Total Porcentaje N grupo tipológico 19 65,5 8 6,9 3 1 8 3 7,6 51,6 3 10 3, * No se contabilizó la categoría Fragmentos de artefactos. Conjunto superior (CS) Entre las categorías artefactuales identicadas en el CS, predominan los desechos de talla clasicables como lascas enteras y fragmentadas (75,8%), seguidos por los desechos indiferenciados (10,6%), los artefactos formatizados manufacturados por talla y/o picado, abrasión y pulido (7,9%), los núcleos tanto enteros como fragmentados (3,5%), las lascas con rastros complementarios relacionados posiblemente con el uso (1,2%), los nódulos sin modicaciones de diversas dimensiones (0,9%) y los nódulos testeados (0,1%). Entre los desechos de talla se calculó un número mínimo de desechos (lascas enteras y fracturadas con talón) de 301. En el conjunto de las lascas enteras (n=202), predomina el tamaño mediano pequeño, seguido por el pequeño, mediano grande, grande y muy pequeño. El módulo predominante es el mediano normal, seguido por el corto ancho, el mediano alargado, el corto muy ancho y el laminar normal (principalmente en ftanita). En ftanita y cuarcita se registran tendencias similares tanto en el tamaño 451 I ( ), julio-diciembre 014: 435-46 como en el módulo. Con relación a los tipos de lascas, predominan las internas, principalmente angulares y de aristas, tanto en cuarcita (81,5%) como en ftanita y dolomía silicicada (62,2% y 61,1%, respectivamente). En estas últimas dos rocas, se destaca la alta frecuencia de lascas externas, como las de dorso natural, primarias y secundarias (38% y 39%, respectivamente), mientras que en cuarcita se hallan representadas en frecuencias menores (18,3%). Con respecto al tipo de talón, en cuarcita se observa un predominio de los lisos (67,5 ), seguido en bajas frecuencias por corticales (15,6%), diedros, liformes, fracturados y facetados. En ftanita y dolomía silicicada también se observa un predominio de los talones lisos (62,4% y 57,7%, respectivamente), aunque los corticales poseen un porcentaje mayor (36,6% y 26,9%, respectivamente); el resto de los tipos están representados en bajas frecuencias (gura 4). Referencias: A-B) Raspado de madera sobre artefactos formatizados de cuarcita (CS); C) Desbaste y aserrado de madera sobre artefacto formatizado de cuarcita (CI); D) Corte de vegetal no leñoso sobre artefacto no formatizado de cuarcita (CS); E) Raspado de madera sobre artefacto no formatizado de cuarcita (CI); F) Corte de material duro, cristal modicado, sobre artefacto no formatizado de cuarcita (CS). Figura 5. Actividades desarrolladas con los artefactos formatizados y no formatizados del sitio El Puente 45 Respecto a los núcleos (n=24), predominan los de ftanita (70,8%), seguidos por los de dolomía silicicada (25%) y de cuarcita (4,2%). En los quince núcleos de ftanita enteros se destacan los tamaños grandes, muy grandes y dos medianos pequeños (bipolares). Por su parte, de los cinco núcleos de dolomía silicicada enteros tres son de tamaño grande, uno es muy grande y el restante es mediano grande. El peso total para los núcleos de ftanita (incluidos los fragmentos) es de 2103,7 g (el más pesado de 355 g), mientras que para la dolomía silicicada es de 558,1 g (el más pesado de 180,4 g). El único núcleo de cuarcita es mediano grande (46,6 g), se halla agotado y presenta terminaciones quebradas. Las formas bases que se extrajeron de los núcleos de ftanita, dolomía silicicada y cuarcita fueron lascas. En los núcleos de ftanita se observa que parte de la supercie se halla cubierta con corteza, lo que indica que poseían aún alto potencial de uso. Con relación a los instrumentos, en este conjunto se reconocieron 5 artefactos formatizados y 10 lascas con rastros, confeccionados sobre cuatro materias primas (tabla 5). La ftanita es la roca que posee mayor diversidad de grupos tipológicos (n=11), seguida por la cuarcita (n=10) y en bajas frecuencias la dolomía silicicada (n=2) y el granito (n=1). Para la ftanita se identicaron artefactos con retoques sumarios, lascas con rastros complementarios, fragmentos de artefactos formatizados, muescas, artefactos burilantes, raspadores, entre otros. Para la cuarcita se reconocieron artefactos con retoques sumarios, los bisel asimétrico, raederas, percutores, artefactos modicados por uso, entre otros. Por su parte, para la dolomía silicicada se registra un raspador y un artefacto con retoques sumarios, mientras que en granito un percutor. Con respecto al estudio funcional, en los los retocados (n=36) y naturales (n=37) se reconoció un predominio de los con alteraciones (47,2% y 46%, respectivamente), seguido por los los no utilizados (30,6% y 32,4%, respectivamente) y los usados (22,2% y 21,6%, respectivamente). La gran proporción de alteraciones impidió, en la mayoría de los casos, la identicación de los rastros de uso y tecnológicos, principalmente sobre las piezas retocadas y no retocadas de ftanita (59,1%) y dolomía silicicada (100%). En los los retocados con rastros se ha logrado inferir el corte de piel, el raspado de madera, el raspado de material blando animal y el raspado de material no determinado (25% cada uno) (gura 5). Por su parte, en los los naturales se observaron diferentes actividades. Entre ellas se destacan el corte de vegetal no leñoso (33,2%), el corte de material blando animal, el corte de material no determinado, el raspado de piel y el raspado de material duro (16,7% cada uno). En el 62,5% de los los retocados y en el 37,5% de los los naturales no se logró identicar el recurso procesado, mientras que en el 50% de los los retocados y en el 37,5% de los los naturales no se inrió la cinemática. En un solo artefacto con los dobles retocados se pudo determinar el procesamiento de madera y de piel con cinemáticas diferentes (corte/raspado). El resto de los artefactos con los dobles retocados y naturales se encontraban alterados o sus los no fueron usados. DISCUSIÓN DE LAS DISTINTAS LÍNEAS DE EVIDENCIA La distribución horizontal y vertical de los materiales registrados durante la excavación, sumada a las asociaciones de los restos arqueológicos, la presencia/ausencia de ciertos ítems materiales, la frecuencias de materias primas, la ocurrencia diferencial de efectos tafonómicos y las dataciones radiocarbónicas, permite armar que El Puente corresponde a un sitio multicomponente, es decir, que habría sido ocupado en diversos momentos a lo largo del Holoceno, incluyendo la etapa post-conquista. Uno de los componentes se vincula con el horizonte C1 (i e , Conjunto Inferior) y correspondería a uno o varios eventos de ocupación del sitio durante el Holoceno medio. La información estratigráca indica que la base del contexto arqueológico en este horizonte estaría vinculada a sedimentos lujanenses retrabajados, mientras que la discordancia observada entre los horizontes C1 y C2 indicaría procesos erosivos durante el Holoceno temprano y comienzos del 453 I ( ), julio-diciembre 014: 435-46 Holoceno medio, sobre todo teniendo en consideración el fechado de ca. 5700 años AP obtenido sobre un fragmento de carbón hallado en la base de C1. La malacofauna recuperada en esta unidad es muy escasa para plantear alguna inferencia paleoambiental. Por su parte, el fechado de 4500 ± 1400 años AP (a 98 cm de profundidad en el límite entre los horizontes AC y C1) abarca un rango de al menos 3100-5900 años AP, por lo cual dicha datación podría corresponder tanto al Holoceno medio como al límite entre este y el Holoceno tardío inicial. La identicación de este CI en El Puente permite aportar nueva información para discutir los modelos vinculados con la existencia o ausencia del vacío ocupacional del Holoceno medio en el sudeste de la región pampeana, sobre todo con aquellos que postulan la migración y/o extinción de poblaciones entre 6000 y 5000 años AP (Barrientos 1997, 2009; Barrientos y Pérez 2005). Recientemente, Favier Dubois (2013), planteó que el registro sedimentario del Holoceno medio no se halla igualmente representado en los cursos de diferente orden en las cuencas de drenaje. Según este investigador, para dicho intervalo existen sesgos geológicos generados por la frecuente ausencia de unidades uviales en los cursos de bajo orden y por el tipo de ambientes que representan cuando están presentes en los de orden elevado (Favier Dubois 2006). Dichos sesgos tienen consecuencias directas para la identicación de los contextos arqueológicos. En este sentido, los resultados obtenidos del CI de El Puente posibilitan interpretar algunos aspectos de las conductas humanas en este lapso. Con respecto a la fauna, se observa que la diversidad de especies es signicativamente menor que en el CS (tabla 3). Los huesos dérmicos y los cuatro huesos que corresponderían a megafauna se hallan asociados a los materiales arqueológicos por procesos postdepositacionales. En primera instancia, la erosión hídrica, proceso geológico que se maniesta a lo largo de la secuencia del sitio con intensidades variables, habría retrabajado los sedimentos lujanenses contenedores de fauna propia de esta edad, lo que habría redundado en su mala preservación. Posteriormente, las actividades humanas llevadas a cabo en este sector del paisaje (ca. 5700 años AP) habrían depositado los materiales líticos y los restos de fauna provocando que parte de estos quedaran asociados con los restos óseos de edad pleistocénica. Las especies que evidencian explotación humana en este componente son el guanaco, el ñandú y los armadillos. Con respecto al espécimen de vizcacha hallado en estos niveles, no existe ninguna evidencia que indique la forma en que habría ingresado al sitio, por lo cual no puede descartarse un uso antrópico. Por otro lado, la predominancia de vértebras de guanaco, algunas articuladas y compartiendo cierta alineación con otros fragmentos óseos, sugiere la posibilidad de selección y transporte hídrico de estos materiales desde otros sectores del sitio. Es necesario mencionar que los estudios experimentales indican que las vértebras y costillas están entre los huesos más fácilmente transportados por la corriente hídrica, incluso en ambientes de baja energía (Gutiérrez y Kaufmann 2007; Kaufmann et al. 2011). Respecto del material lítico del CI, se registra una mayor variabilidad de materias primas no locales como cuarcita, limolita silicicada, arenisca y esquisto. Esta mayor diversidad de rocas no locales (sobre todo la cuarcita) sugiere que estos grupos humanos tuvieron acceso –a través de una mayor movilidad residencial y/o logística– a las materias primas que procedían de diversos ámbitos de la región pampeana, como por ejemplo, del Sistema Serrano de Ventania o la llanura Interserrana (limolita silicicada) y del centro-este del Sistema Serrano de Tandilia, principalmente el área del Arroyo El Diamante y la Numancia (Flegenheimer et al. 1996; Colombo 2011). Esta mayor movilidad y acceso a los diversos ambientes durante el Holoceno medio concuerda con el modelo de Martínez (1999), quien planteó que la escasa presencia de sitios arqueológicos en este lapso se debía a una mayor movilidad residencial que generaba sitios someros y difíciles de identicar. Por su parte, las secuencias de reducción de las rocas no locales son cortas (principalmente desechos), salvo en la cuarcita donde se registra una secuencia más completa, desde las primeras etapas de reducción (bajas frecuencias de lascas externas), hasta la obtención de formas base, la 454 formatización de instrumentos y su mantenimiento. Por su parte, para una de las rocas locales (ftanita) se hallan representadas todas la secuencias de reducción (e g , obtención de nódulos, explotación inicial de núcleos, reducción inicial y obtención de formas base, producción y reactivación de instrumentos). Es de destacar en este conjunto la baja diversidad de grupos tipológicos, sobre todo en las materias primas locales. Por último, los análisis funcionales indican que los artefactos formatizados (principalmente de cuarcita) y las lascas con los naturales fueron utilizados en el procesamiento de diversas sustancias, como el raspado y aserrado de madera para confeccionar otras tecnofacturas, raspado y cortado de piel (cuereo y procesamiento inicial de carcasas) y de material blando animal (e g , carne). El segundo componente (i e , Conjunto Superior) se vincula con diversas ocupaciones efectuadas desde el Holoceno tardío inicial hasta la etapa post-conquista. La distribución vertical de los materiales evidencia que entre 75 y 100 cm de profundidad del nivel 0, es decir en gran parte del horizonte AC, se hallan asociados exclusivamente elementos indígenas previos a la conquista. Hasta el momento no se puede establecer una cronología para los materiales recuperados en esta parte del horizonte AC, aunque no se descarta que puedan corresponden a eventos de ocupación previos a los ca. 3000 años AP. Por su parte, en la porción superior de AC y en el horizonte A del suelo (desde la supercie hasta 75 cm del nivel 0), los materiales corresponden a una mezcla de elementos culturales indígenas prehispánicos (artefactos líticos y huesos de guanaco) e hispano-criollos (fauna introducida, gres, metal y nácar), favorecida por la dinámica pedológica y la acción de roedores. Los estudios geoambientales sugieren que la energía del ambiente fue mayor durante el desarrollo de las unidades estratigrácas A y AC ya que se registran más partículas gruesas que indicarían un mayor transporte por tracción. La mayor abrasión sedimentaria observada en los huesos de guanaco y la diversidad de agentes involucrados en las alteraciones del material lítico del horizonte AC (entre 75 y 100 cm desde el nivel 0) podrían tener que ver con el aumento de la energía del ujo hídrico durante el Holoceno tardío inicial. Por su parte, la mayor frecuencia y la asociación de diversas especies de gastrópodos (R reticulatus, rasiliensis, “ermatoides y S meridionalis) en el horizonte C del perl Puente Nuevo, permiten inferir un incremento de la humedad a partir de ca. 3220 años AP, lo cual habría favorecido la formación de áreas anegadas en sectores cercanos al sitio. La notable abundancia y la concentración de conchillas de distintos tamaños de la especie de características subtropicales R reticulatus indicarían un pulso de condiciones ambientales más húmedas (mayores precipitaciones) que en la actualidad (Simone 1999; Steffan 2010). Por último, la depositación de los materiales en el horizonte A y en la sección superior de AC se vincularía cronológicamente con eventos de ocupación posteriores a los 3000 años AP (tabla 2). En primer lugar, se produjeron eventos de depositación correspondientes al Holoceno tardío inicial (edades de ca. 1220 y 2900 años AP). Luego, se desarrolló un suelo que diferenció horizontes y permitió la incorporación de material más reciente. La mezcla de los materiales se produjo por la acción de diversos agentes naturales y por la dinámica de la formación de suelos (Kaufmann y Messineo 2010). Por ejemplo, el hueso de guanaco datado en 1220 años AP y la presencia de un hueso de vaca y de la especie de gastrópodo introducida ( elioides acícula) en el horizonte AC se debe a la migración vertical desde el horizonte A de suelo por la acción de roedores y raíces. Por su parte, en el horizonte A –muy modicado por la pedogénesis– es evidente la bioturbación por lombrices que han reciclado el horizonte favoreciendo la concentración y la mezcla del material arqueológico hacia su base (Favier Dubois 2009). En el horizonte A, la asociación y abundancia de moluscos sugiere el desarrollo de un suelo con vegetación, bajo condiciones húmedas. Estos resultados serían coincidentes con las condiciones más húmedas inferidas para el lapso de ca. 3400-1700 años AP en el sitio Calera (Scheier et al. 2012) y para el perl de Puente Nuevo (Steffan 2009, 2010). 455 I ( ), julio-diciembre 014: 435-46 Con respecto a la fauna, el CS presenta una mayor diversidad de especies, que incluye taxones nativos e introducidos. Considerando la distribución vertical de los taxones y el grado en que los especímenes óseos han sido afectados por distintos procesos tafonómicos, sería posible subdividir este componente en dos unidades. La unidad inferior (75 y 100 cm desde el nivel 0) está caracterizada por la presencia de fauna nativa como guanaco, ñandú y armadillos. Estos niveles son los que presentan especímenes óseos con mayor incidencia de abrasión geológica. La unidad superior (45 y 75 cm desde el nivel 0) incluye las especies nativas anteriormente mencionadas junto con taxones introducidos en época post-conquista como oveja, vaca y caballo. Tanto las especies nativas como las introducidas evidencian explotación antrópica y el efecto tafonómico más recurrente son las improntas de raíces. La asociación estratigráca de guanaco con fauna europea ha suscitado un debate sobre la distribución espacial y temporal del guanaco que continúa aún vigente en la arqueología pampeana (Politis y Pedrotta 2006 y bibliografía allí citada). Por este motivo, Kaufmann y Messineo (2010) en un trabajo previo plantearon dos hipótesis alternativas: una que proponía la utilización del guanaco en este sector de las sierras hasta momentos históricos y la otra que explicaba esta coexistencia por factores postdepositacionales. Las dataciones obtenidas sobre los huesos de guanaco procedentes de los horizontes A y AC del sitio (entre ca. 2900 y 1220 años AP) indican que dicha asociación es el producto de procesos postdepositacionales. La presencia de abundantes raíces y de algunas paleocuevas, así como la actividad de lombrices y animales con hábitos fosoriales en el horizonte A, permiten sostener que la unidad superior de este componente es el resultado de una mezcla de materiales depositados durante el Holoceno tardío, los cuales involucran momentos post-conquista. Respecto del material lítico del CS, se registra un predominio de las materias primas locales (principalmente ftanita) y un decrecimiento de las rocas de procedencia no local como la cuarcita, –situación similar que también ha sido observada en el sitio Calera (Barros y Messineo 2007)–. Además, dejan de aparecer aquellas materias primas no locales que sugieren una mayor movilidad hacia otros ámbitos de la región que no sean los aoramientos localizados en el Sistema Serrano de Tandilia, principalmente del sector de las Sierras Bayas (Barros y Messineo 2004; Messineo 2011; Messineo y Barros 2014). Con relación a las secuencias de reducción, las rocas locales (i e , ftanita y dolomía silicicada) presentan todas las etapas de reducción, que van desde el descortezamiento de los núcleos hasta la formatización y mantenimiento de los los. Se destaca asimismo, la mayor diversidad de grupos tipológicos sobre ftanita. En cambio, la secuencia de la cuarcita (no local) es más corta y se registra escasa representación de las primeras actividades de producción lítica y mayor de aquellas vinculadas con la obtención de formas base y con las últimas etapas de la secuencia. Por último, en este conjunto se registra una mayor frecuencia de recursos procesados por los los retocados y naturales. Los primeros trabajaron básicamente materiales duros (raspado y aserrado de madera seca) y materiales blandos (piel y material blando de origen animal) en las mismas proporciones. Los segundos procesaron vegetales no leñosos (posiblemente vinculado con la confección de cestería o para acondicionar las pisos de las viviendas), piel, material duro, material blando animal e indeterminado. Según Pal (2012) la mayor variedad de actividades identicadas puede deberse a un mayor número de eventos de ocupación y/o a la mayor cantidad de piezas analizadas. En un trabajo previo (Politis et al. 2005) se presentaron las características particulares del sitio Calera y se planteó la posible continuidad hasta tiempos históricos de las características sagradas del sector noroccidental de las Sierras de Tandilia. El sitio El Puente, ocupado en momentos contemporáneos a Calera y ubicado a solo 400 m de este (Figura 1c), evidencia un contexto de actividades no vinculado con lo ideacional. Por otro lado, el hallazgo de materiales de origen hispano-criollo y de restos óseos que evidencian el consumo de ganado doméstico posibilita contar con evidencias de momentos no preservados en Calera y muestran que efectivamente 456 este sector del espacio fue ocupado también en momento post-conquista. En este contexto, surge una problemática compleja que en esta instancia estamos lejos de resolver y que se vincula con las parcialidades étnicas que desarrollaron las actividades durante este lapso. Al respecto, es interesante considerar que las fuentes históricas informan que a nes del siglo XVIII en la porción occidental del Sistema Serrano de Tandilia funcionaban algunas ferias comerciales como la del Cairú (Pedrotta 2005; Ferrer y Pedrotta 2006), en las cuáles distintos grupos étnicos realizaban intercambios de productos diversos (ganado, cuero, sal, peleterías, etc.). El sector serrano formaría parte de un espacio caracterizado por una alta dinámica poblacional desde el Holoceno tardío, en el cual se habrían efectuado ocupaciones indígenas que habrían perdurado hasta los siglos XVIII y XIX. Sin embargo, en un contexto de mezcla como se registra en el horizonte A del sitio El Puente, resulta difícil determinar si los materiales líticos y europeos corresponden a ocupaciones indígenas post-conquista o a asentamientos hispano-criollos más recientes. CONCLUSIONES Las distintas líneas de evidencias presentadas a lo largo del trabajo sugieren que el sitio El Puente provee valiosa información para explicar cómo los grupos cazadores-recolectores ocuparon este sector serrano a lo largo del Holoceno. Desde el punto de vista de los procesos de formación del registro, en el sitio El Puente se han identicado horizontes de suelo, discordancias y procesos de mezcla (historia tafonómica compleja) que permitieron evaluar mejor las características de los conjuntos recuperados vinculando aspectos estratigrácos, cronológicos, tafonómicos y paleoambientales. Los estudios efectuados sobre los materiales arqueológicos permitieron registrar algunas diferencias entre aquellas ocupaciones de los grupos cazadores-recolectores del Holoceno medio y tardío, sobre todo en la forma en que se explotaron las rocas (representación de las materias primas, objetivos de producción y recursos procesados) y en el uso de los recursos faunísticos. Parte de las ocupaciones del Componente Superior, habrían funcionado como loci de actividades múltiples de campamentos base en donde se habrían realizado diversas tareas cotidianas de los grupos indígenas. La asociación entre huesos de guanaco, fauna introducida y materiales de origen europeo en los mismos niveles estratigrácos es consecuencia de procesos postdepositacionales (actividad de animales fosoriales y dinámica pedologíca) y no de la supervivencia de guanacos hasta momentos históricos en este sector del espacio. Por último, la penecontemporaneidad de las ocupaciones de El Puente con aquellas del sitio Calera hace pensar que ambos contextos fueron ocupados durante el mismo lapso por grupos cazadores-recolectores, los cuales realizaron actividades cotidianas y rituales en el mismo sector del paisaje. AGRADECIMIENTOS A José María Canalicchio y Juan Ugalde, directivos de la empresa Cementos Avellaneda S.A., que facilitaron la realización de las excavaciones en el sitio arqueológico El Puente. Este trabajo fue nanciado por la Agencia Nacional de Promoción Cientíca y Tecnológica a través de los PICT 2008-430 y PICT 2010-1794 otorgados a dos de los autores (PGM y CAK, respectivamente). Asimismo, la empresa Cemento Avellaneda S.A. nanció parte de las investigaciones realizadas en el predio. Esta investigación forma parte de la Unidad Ejecutora INCUAPA-CONICET (Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano) dirigida por el Dr. G. Politis y el Lic. J. L. Prado. Las opiniones vertidas en el presente trabajo son de nuestra absoluta responsabilidad. 457 I ( ), julio-diciembre 014: 435-46 BIBLIOGRAFÍA Alonso Lima, M. y M. E. Mansur 1986-1990. Estudo traceológico de instrumentos em quartz e quarzito de Santana do Riacho (MG). Ar uivos do useu de istoria Natural 11: 173-190. Aschero, C. A. 1975. Ensayo para una clasicación morfológica de artefactos líticos. Informe presentado al CONICET. MS. 1983. 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La Plata. 46 ISSN 03 51 (versión impresa) ISSN 185 -1479 (versión online) Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología I ( ), julio-diciembre 014: 463-48 PROD CCIÓN LOCAL DE C ENTAS DE VALVA EN EL OS E DEL NOROESTE DE PATAGONIA NA APRO IMACIÓN DESDE LA AR EOLOGÍA E PERIMENTAL Sa rina eonardt„ Fecha recepción: 6 de octubre de 013 Fecha de aceptación: 6 de agosto de 014 RES• EN En numerosos sitios tardíos del noroeste de atagonia es recuente el registro de cuentas restos de valvas principalmente del molusco de agua dulce iplodon c ilensis Estos ltimos suelen interpretarse como resultado de su consumo alimenticio En este tra a o se eval a la posi ilidad de ue estos restos sean evidencia de la producci n local de cuentas A partir del desarrollo de un programa de arqueología experimental se dene un patrón de desechos de manufactura esperables en contextos de producci n de cuentas Estos se caracteri•an principalmente por la presencia de estrías per oraciones reconoci les a nivel microsc pico a aplicaci n de los resultados experimentales como marco de re erencia para el an lisis de con untos ar ueomalacol gicos permiti reconocer desec os de manu actura en dos de tres sitios locali•ados en el suroeste de Río Negro noroeste de u ut No o stante distintos procesos de deterioro podrían estar incidiendo en la pro a ilidad de reconocer uellas de manu actura Palabras clave: cuentas ’ iplodon c ilensis ’ desec os de manu actura ’ oloceno tardío ’ atagonia A R • €I N ƒ S E EA S IN € E ƒ RES€ ƒ N R€ ‹ES€ A€A NIA AN A R A ƒR Eˆ ERI EN€A AR E † A S€RA € an ate olocene arc aeological sites o Nort ‰estern atagonia present eads and s ell remains mainl o res ‰ater mollus“ iplodon c ilensis € ese remains are o ten interpreted as ood ‰aste € is paper evaluates t e possi ilit t at t ose remains are de ris o local production Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Unidad Académica Río Gallegos, Universidad Nacional de la Patagonia Austral. E-mail: sabrinaleonardtyahoo.com.ar 463 I ( ), julio-diciembre 014: 463-48 of beads. In aim to evaluate it, an experimental program which allowed to dene a pattern of manu acturing s ell de ris ‰as developed € ese de ris are mainl c aracteri•ed t e presence o striations and per orations microscopicall recogni•a le € e results o t is experimental program and its application to anal •e malacological assem lages rom t ree arc aeological sites located in sout ‰estern Río Negro province and nort ‰estern u ut province is presented in t is paper In t‰o o t ese sites it ‰as possi le to recogni•e manu acturing de ris o‰ever the action of different deterioration processes can inuence the probability of recogniing manu acturing traces Keywords: s ell eads ’ iplodon c ilensis ’ s ell de ris ’ ate olocene ’ atagonia INTRODUCCIÓN Las cuentas1 son el tipo de artefacto malacológico más representado en el interior de Patagonia (Zubimendi 010) Sin embargo, los aspectos relacionados con las características del proceso productivo y el aprovechamiento de las valvas de moluscos como materia prima han sido poco explorados en la arqueología de la región. En el sector oeste, comprendido entre los 40º y 43º40 latitud sur (gura 1), es frecuente el registro de cuentas de valva en sitios arqueológicos de contextos tardíos (Silveira 1996; Hajduk et al. 2004; Bellelli et al. 2008; Boschín 2009; Fernández 2009; Fernández y Ramos 2009; Silveira et al. 2010; entre otros). Si bien en otras áreas de Patagonia estos artefactos se hallan como ajuares en enterratorios (véase por ejemplo Gómez Otero 2007; Cassiodoro y García Guraieb 2009), en este sector la mayor parte de los sitios en los que se registran corresponden a contextos habitacionales, en los cuales también suele ser común la presencia de restos de valvas de moluscos, principalmente de la especie de agua dulce iplodon sp. (véase Sanguinetti de Bórmida y Curzio 1996; Silveira 1996; Hajduk y Albornoz 1999; Bellelli et al. 2003; Hajduk et al. 2004; Curzio 2008; Boschín 2009; Fernández y Ramos 2009; entre otros). Figura 1. Sitios con presencia de cuentas y restos malacológicos de contextos tardíos localizados en el sector comprendido entre los 40 y 43 latitud sur 464 iplodon c ilensis es el bivalvo de mayor tamaño que habita los fondos blandos de lagos y ríos del área (gura 2). Sus valvas, que pueden alcanzar hasta 10 cm de largo, presentan la cara interna nacarada y externamente están recubiertas por una capa orgánica de color oscuro denominada periostraco (Brugni y Viozzi 2005). Actualmente esta especie se distribuye en los lagos y ríos del centro-sur de Chile y de Argentina. En nuestro país se la registra desde la provincia de Mendoza hasta el lago Futalaufquen, adentrándose en los ríos Negro y Neuquén (Lara et al. 2002; Parada y Peredo 2002; entre otros). Si bien habitualmente su presencia en los sitios arqueológicos es registrada como parte del inventario faunístico, solo unos pocos trabajos analizan el valor alimenticio de estos bivalvos, considerándolos un recurso estable pero de poca importancia (Caviglia y Borrero 1981; Prates y Marsans 2007; Prates 2008; Pérez y Batres 2010). Por otra parte, aunque existen referencias de valvas de iplodon sp. decoradas y/o utilizadas para la elaboración de pendientes (Vignati 1944; Sanguinetti de Bórmida y Curzio 1996; Silveira 1996; Hajduk y Albornoz 1999; Hajduk et al. 2004; Fernández y Ramos 2009; Pérez y Batres 2010), solo recientemente se han abordado aspectos relacionados con su empleo como materia prima para tales nes (Prates 2008; Fernández y Ramos 2009). Con el propósito de contribuir a la comprensión del registro arqueomalacológico de Patagonia, este trabajo evalúa el aprovechamiento de las valvas de iplodon c ilensis como materia prima para la elaboración local de cuentas en sitios ubicados en el sector de bosque cordillerano comprendido entre el valle del río Manso inferior (sur de Río Negro) y la Comarca Andina del Paralelo 42 (en adelante CA42, noroeste de Chubut). Para ello, a partir del desarrollo de un programa de arqueología experimental aplicado a la producción de cuentas con valvas de este molusco, se denió un patrón de desechos esperables en contextos de producción no especializada, el cual es empleado como marco de referencia para analizar los fragmentos de valva que componen la muestra arqueomalacológica. Figura 2. Valvas de iplodon c ilensis roducci n de cuentas en el contexto de la interacci n regional patag nica durante el oloceno tardío Uno de los fenómenos que caracteriza a los últimos 2.000 años en Patagonia es la existencia de un alto grado de interacción entre los grupos que habitaron la región, que implicó la circulación de objetos e información (Gómez Otero 2007; Bellelli et al. 2008; Silveira et al. 2010; entre otros). En este contexto, la amplia distribución espacial que alcanza la Tendencia Abstracta Geométrico Compleja (TAGC, Gradin 1999), en el arte rupestre y mobiliar, ha sido interpretada como la manifestación de la existencia de un código visual compartido que reeja la circulación de información a través de redes de interacción amplias a escala regional (véase “modelo de escala amplia” en Scheinsohn 2011 y citas). 465 I ( ), julio-diciembre 014: 463-48 Otro de los artefactos que adquiere presencia ubicua en Patagonia para estos momentos son las cuentas (véase, por ejemplo, Gómez Otero 2007; Bellelli et al. 2008; Cassiodoro y García Guraieb 2009; Zubimendi 2010; entre otros). Al ser elementos que conforman collares, pulseras o que pueden ser aplicados a vestimentas, las cuentas son adornos corporales confeccionados para ser llevados y exhibidos por individuos y por lo tanto pueden considerarse como ítems destinados a la comunicación visual (Kuhn y Stiner 2007). Considerando este carácter comunicativo y su amplia distribución espacial, es posible interrogarse respecto de si estos artefactos reejan una instancia más, de manera similar a la TAGC, de la presencia de un código visual compartido en amplios sectores de la Patagonia. De ser este el caso, una de las características esperables sería que dicho código fuese replicable, a n de favorecer su transmisión y dispersión. Así, las cuentas deberían poder producirse de manera local en distintos sectores de Patagonia, aprovechando tanto las materias primas disponibles en las cercanías como las foráneas. La existencia de estandarización y redundancia en la forma de las cuentas (Kuhn y Stiner 2007) podría ser interpretada en este contexto. Tomando estos supuestos como punto de partida, se propone como hipótesis que existió una producción local de cuentas en sitios del bosque cordillerano del norte de Patagonia y que, al menos en función de su disponibilidad local, la mayor parte de estas estarán elaboradas sobre valvas de iplodon c ilensis. La evaluación de esta hipótesis contempló, en primer lugar, denir un patrón de desechos de manufactura esperables en contextos de producción de cuentas, para lo cual se desarrolló un programa de arqueología experimental orientado a replicar el tipo más común en el área de estudio: las cuentas circulares (véase, por ejemplo, Silveira 1996; Hajduk y Albornoz 1999; Hajduk et al. 2004; Boschín 2009; Fernández 2009; Fernández y Ramos 2009). En segundo lugar, contempló la aplicación de este marco de referencia al análisis de los fragmentos arqueomalacológicos procedentes de dos sitios localizados en el valle del río Manso inferior, –Paredón Lanfré y Población Anticura– (Bellelli et al. 2007; Fernández et al 010 respectivamente) y otro en la CA42, –Cerro Pintado– (Bellelli et al 003) Los resultados obtenidos permitieron discutir el tipo de aprovechamiento de este recurso local en el área y comenzar a abordar los aspectos relacionados con la producción de estos adornos en Patagonia LOS CONJUNTOS ARUEOMALACOLÓGICOS DEL VALLE DEL RÍO MANSO INFERIOR CA4 El valle del río Manso inferior y la CA42º se localizan en un sector del bosque cordillerano que se extiende desde el límite sur del Parque Nacional Nahuel Huapi hasta el límite norte del Parque Nacional Los Alerces y entre la frontera con Chile y el meridiano de 71º oeste. La cronología y características de los sitios del área pueden integrarse dentro del marco regional de ocupación de los ambientes boscosos de Norpatagonia para el cual, en términos generales, se sostiene una mayor intensidad de uso por parte de los cazadores-recolectores entre 1200 y 200 años AP (Fernández et al 013) En el valle del río Manso inferior se localizan los sitios Paredón Lanfré (en adelante PL, gura 1) y Población Anticura (en adelante PA, gura 1), ambos aleros con evidencias de reocupación a lo largo del tiempo y con arte rupestre atribuible a la TAGC (Bellelli et al. 2007; Fernández et al. 2010). El primero se ubica a 1.000 m de la margen izquierda del río Manso (aproximadamente 500 msnm), al pie de la ladera del cerro Foyel (Bellelli et al. 2007). Allí se excavaron 10 m y se recuperaron –además de cuentas y restos de valvas– tiestos, instrumentos líticos, restos faunísticos, fragmentos de instrumentos óseos y pigmentos. La cronología establecida para el sitio comprende el lapso que va desde 1570±60 hasta 330±50 años AP (Fernández et al 013:169) PA se ubica 2 km al sureste de PL. Allí, durante las campañas de los años 2008 y 2009 se excavó un área de 466 9,5 m donde se recuperó, además de material malacológico (cuentas y fragmentos de valva), instrumentos y desechos de talla, manos y molinos líticos, tiestos, restos faunísticos, pigmentos y restos óseos humanos, correspondientes a un rango cronológico entre 3350±100 y 280±40 años AP (Fernández et al 013:169)3. Finalmente, Cerro Pintado (en adelante CP, gura 1) se ubica en la localidad de Cholila (CA42), en la margen izquierda del río Blanco y también presenta pinturas rupestres atribuibles a la TAGC y evidencias de reocupación (Bellelli et al 003) En este sitio las excavaciones cubrieron una supercie de 13 m y permitieron determinar un lapso de ocupación entre 1870±80 y 680±60 años AP (Bellelli et al 003:30) Entre los materiales recuperados, además de cuentas y restos de valvas, constan instrumentos líticos y desechos de talla, restos óseos, tiestos, rocas con pinturas, pigmentos, huesos decorados y escasos restos vegetales (Bellelli et al 003) En conjunto, la muestra arqueomalacológica correspondiente a estos tres sitios se compone de 356 fragmentos de valva de tamaño pequeño, cuatro valvas enteras de iplodon c ilensis y nueve cuentas (tabla 1). En cuanto a los fragmentos de valva, tanto en PL como en CP, la única especie reconocida fue iplodon c ilensis. En PA, aunque la mayor parte de los fragmentos identicados pertenecen a iplodon c ilensis, también se reconocieron unos pocos fragmentos de valvas que, por su coloración, espesor o la presencia de costillas naturales, fueron atribuidos a moluscos de origen marino. Entre ellos, algunos pertenecen al género Aulacom a sp 4 En lo que respecta a las cuentas, están intensamente formatizadas, en su mayoría son circulares (con un diámetro promedio de 7,87 mm, gura 3) y poseen perforaciones centradas, de tipo cónicas y bicónicas (con un diámetro promedio de 2,12 mm). La única cuenta cuadrangular procede de CP y tiene un tamaño de 6 por 6 mm. Tabla 1. Composición de la muestra arqueomalacológica Si io C en as CP 3 PL 1 PA To al a en os e al a 9 Val as en e as - 7 - 5 55 4 9 356 4 METODOLOGÍA Estudios de tecnología malacol gica Los trabajos arqueológicos que analizan la producción de cuentas de valva, suelen valerse de información etnográca y, principalmente, experimental para reconstruir las cadenas operativas y técnicas empleadas en su elaboración (Trubitt 2003 y citas). Aunque las descripciones varían según el caso, todas las referencias proponen, independientemente del orden en el que organicen las etapas, un proceso compuesto por tres actividades que están sistemáticamente implicadas: la obtención de un fragmento de valva, la producción de un oricio y la abrasión de por lo menos alguna parte del artefacto (Hocquenghem y Peña Ruiz 1994; Laporte et al. 1994; Masucci 1995; Miller 1996; Laporte 1998; Ricou y Esnard 2000; Suárez Diez 2002; Reyes Espinosa 2007; entre otros). Una situación similar se observa respecto de las técnicas. Las más frecuentemente mencionadas son la fractura (mediante percusión o presión) y el desgaste en sus distintas modalidades: corte, perforación y abrasión (Claassen 1998; Suárez Diez 2002). Estos trabajos por lo general abordan contextos de 467 I ( ), julio-diciembre 014: 463-48 Figura 3. Cuentas que componen la muestra analizada producción especializada y se focalizan en el análisis de los procesos productivos. No obstante, es muy poca la información que aportan respecto de las huellas que las distintas actividades generan sobre las valvas. Al respecto, existe una serie de trabajos realizados por investigadores del Museo del Templo Mayor, en México, que se han orientado a desarrollar una metodología de análisis de base experimental empleando microscopía de bajos y altos aumentos, con el objetivo especíco de documentar huellas de manufactura del tipo de estrías, perforaciones y pulidos. Estos trabajos proveen un conjunto de descripciones e ilustraciones fotográcas detalladas, pero en su mayoría no parten de la elaboración de cuentas circulares sino de otro tipo de abalorios elaborados con valvas de origen marino (Colón González 2007; Reyes Espinosa 2007; Velásquez Castro 2007; Velásquez Castro y Juárez Cossío 2007; entre otros). Así, proponen que la presencia de estrías, sus características y localización son los principales indicadores de la acción de corte, abrasión y perforación (Colón González 2007; Reyes Espinosa 2007; Velásquez Castro 2007; entre otros). Las fracturas se caracterizan por la ausencia de estas estrías, mientras que el pulido se maniesta por la presencia de contornos suavizados, brillo y, en algunos casos, estrías muy delgadas (Colón González 2007; Velásquez Castro 2007; entre otros). Sin embargo, estos trabajos no consideran la incidencia que podrían llegar a tener los distintos procesos tafonómicos en la preservación y/o posibilidad de identicación de estas huellas de manufactura. En el caso particular de Patagonia, los trabajos que abordan la elaboración de cuentas de valva lo hacen a partir del análisis de productos terminados o de fragmentos que, por su morfología, se presume fueron modicados. Así, Prates (2008) reconoce instancias de producción local de cuentas con valvas de iplodon c ilensis en el sitio Angostura 1 (Río Negro) y, en base a información bibliográca, propone una cadena operativa compuesta por: a) obtención de preformas por presión, b) perforación mediante desgaste por rotación y c) formatización nal mediante 468 abrasión. Fernández y Ramos (2009) sostienen la elaboración de colgantes con valvas (entre ellas de iplodon sp.) en el sitio Casa de Piedra de Ortega (Río Negro) y proponen la obtención de formas base mediante percusión directa y recortes, la realización de perforaciones mediante movimientos circulares y la regularización de las piezas por abrasión. Finalmente, es necesario mencionar los análisis realizados para las cuentas procedentes del sitio enterratorio Chenque 1 en la provincia de La Pampa (Cimino 2007). En estos trabajos también se plantea un proceso de manufactura constituido por abrasión para modelar la preforma (aunque no se registran estrías en los ejemplares analizados) y la perforación por rotación con perforadores líticos, sostenido a partir de la identicación de huellas de perforación en los oricios (Cimino 2007). rograma experimental an lisis con a os aumentos Una de las primeras preguntas surgidas a partir de la problemática planteada es en qué medida las valvas de iplodon c ilensis son apropiadas como materia prima para elaborar cuentas como las registradas habitualmente en los contextos arqueológicos de Norpatagonia. Para ello fue necesario generar un modelo experimental propio que permitiera evaluar su aptitud y centrarse en la identicación de los desechos de manufactura más que en los productos terminados. En base a los criterios analíticos propuestos por Laporte et al (1994), Ricou y Esnard (2000), Suárez Diez (2002), Colón González (2007), Reyes Espinosa (2007) y Prates (2008) se diseñó una cadena operativa para la confección de cuentas circulares empleando valvas actuales de i‡ plodon c ilensis5. La cadena consta de cuatro etapas: a) extracción de la forma base a partir de la fragmentación de una valva; b) formatización, destinada a la obtención de una preforma circular; c) perforación y d) acabado nal. Se realizaron dos secuencias experimentales completas, siguiendo dichas etapas en el orden mencionado (a-b-c-d, Secuencia 1) y cambiando la ubicación de la perforación respecto de la formatización (a-c-b-d, Secuencia 2) a n de evaluar posibles riesgos de fractura o de imprecisión de la perforación A partir de estas dos secuencias se confeccionaron 25 cuentas replicando las características de las cuentas arqueológicas. Para la extracción de formas base se emplearon tres técnicas: 1) fractura por presión (utilizando un retocador óseo), 2) corte (con lascas líticas y de vidrio industrial y con un instrumento lítico con lo formatizado) y 3) corte seguido de presión (acompañando el corte con el uso de las manos como mecanismo de presión). Durante el proceso de fractura por presión se sostuvo el retocador sobre la supercie de la valva (apoyada ésta sobre un guijarro plano a modo de yunque) y se ejerció presión en un ángulo de trabajo de aproximadamente 45º. En el caso del corte, se realizaron movimientos bidireccionales con el instrumento cortante en un ángulo de trabajo de entre 45º y 90º, generando un surco que se profundizó hasta desprender el fragmento deseado. Por su parte, el corte seguido de presión combinó la acción de corte con un instrumento activo hasta profundizar el surco lo suciente para luego ejercer presión con las manos en direcciones opuestas a n de desprender un fragmento. La formatización consistió en la regularización, de manera individual, del contorno y de la supercie externa de las piezas (a n de extraer el periostraco), a partir del desgaste por abrasión empleando guijarros de río y lajas de granito. Las perforaciones se realizaron empleando perforadores líticos sin enmangue,6 posicionando el instrumento en un ángulo de trabajo de 90º y realizando movimientos rotatorios alternos, con los fragmentos de valva apoyados sobre una supercie plana. Finalmente, el acabado consistió en el pulido nal de la pieza mediante su frotado, por períodos de diez a quince minutos, con fragmentos de tela impregnada de arena humedecida como abrasivo (detalles de estos procesos en Leonardt 013) Los fragmentos resultantes de cada una de las etapas de manufactura, así como las cuentas producidas, se analizaron a ojo desnudo y con bajos aumentos (10x, 20x y 40x), utilizando una lupa binocular l mpus TL con alcance máximo de 160x y cámara adicionada. En la tabla 2 se 469 I ( ), julio-diciembre 014: 463-48 presentan las variables y características consideradas para el análisis macro y microscópico de los fragmentos. En función de la consideración de estas variables, se denió un patrón de desechos esperables, a partir del cual se analizó la muestra arqueomalacológica. En el caso de las cuentas se registró macroscópicamente el grado de adecuación (forma, tamaño y espesor de la cuenta y ubicación, forma y tamaño de las perforaciones) con los ejemplares arqueológicos utilizados como modelo, mientras que microscópicamente se buscó reconocer las huellas observables en los ejemplares experimentales. Tabla 2. Variables consideradas para el análisis de las piezas experimentales An lisis Mac osc ico Ca ac e s icas Re is a as Va ia les Forma Tamaño Espesor Características anatómicas Tipos de formas base Tipos de fragmentos formatizados Tipos de fragmentos descartados An lisis Mic osc ico Ca ac e s icas Re is a as Va ia les Regularidad/ Irregularidad ngulo de inclinación Estrías Astillamientos Perles de corte Perles de fractura Perforaciones Rastros de abrasión RESULTADOS DE LA FASE EXPERIMENTAL: CONSTRUCCIÓN DE UN MODELO DE DESECHOS DE MANUFACTURA DE CUENTAS La extracción de formas base mediante presión generó una serie de fragmentos de contornos irregulares y de tamaños variables, mientras que el empleo de corte y de corte seguido de presión permitió un mayor control de la forma y el tamaño nal del fragmento produciendo un conjunto de trozos de valva de contornos regulares (con al menos uno de sus ángulos rectos) y de tamaño relativamente similar (se buscó obtener trozos de entre 1 y 2 cm ) Independientemente de la técnica aplicada, los fragmentos descartados en esta etapa fueron los correspondientes al sector de la charnela y, en el caso de la fragmentación por presión, fragmentos muy pequeños que no servían para obtener una cuenta como la deseada. La formatización genera fragmentos de contornos circulares y caras planas (preformas) y tiene como principal residuo, más allá de las piezas rotas durante el procedimiento –solo una pieza se fracturó durante las experiencias de regularización del contorno–, un polvillo blanco desprendido por la fricción de la valva contra el agente abrasivo. Por su parte, el proceso de perforación genera oricios de contorno regular de entre 1 y 3 mm de diámetro y, al igual que en caso anterior, más allá de las piezas rotas durante el procedimiento, –también en este caso solo una pieza resultó fracturada durante la perforación–, el principal desecho de esta actividad es una pequeña cantidad de polvillo de valva. Finalmente, el pulido de la pieza no produce desechos visibles (gura 4). 470 Figura 4. Esquema de los tipos de fragmentos y desechos producidos durante la elaboración de cuentas de valva Al analizar los fragmentos con lupa binocular se observó que aquellos obtenidos mediante corte presentan perles regulares que tienen una inclinación menor a un ángulo de 90º (producto de la sección en V que genera esta acción), sobre los que se disponen conjuntos de estrías profundas, delgadas, rectas y paralelas que indican la dirección del movimiento realizado con el artefacto cortante (gura 5:a). En algunos casos, también se observó la presencia de estrías aisladas a los lados de la línea de corte como resultado de los primeros intentos de marcado o por desviaciones del instrumento durante la actividad Los fragmentos obtenidos mediante fractura por presión presentan perles irregulares con protuberancias y depresiones; pueden registrarse distintos ángulos de inclinación a lo largo de un mismo perl y, en algunos casos, muescas de desprendimiento en la cara dorsal de los fragmentos. Sin embargo, no fue posible denir un patrón característico que permita diferenciar la aplicación de esta técnica de una posible fractura de origen no intencional (gura 5:b). Respecto del corte seguido de presión, también se registran estrías pero estas tienden a disponerse sobre una supercie menor, ya que la acción de fracturar la valva sin nalizar el corte produce una rebaba espesa En el caso de las perforaciones, se observaron estrías profundas, concéntricas y paralelas dispuestas en las paredes del oricio. Al igual que lo que ocurre con el corte, en muchos casos también se registró la presencia de estrías en el contorno de la perforación producto de su marcado inicial (gura 5:d, e). Por su parte, la regularización del contorno de las cuentas generó estrías delgadas y más superciales que las producidas por la acción de corte. Estas se disponen en el borde de la pieza, tanto de manera paralela al contorno como transversal u oblicua a este, permitiendo apreciar, en ambos casos, la dirección del movimiento (gura 5:c). La abrasión de las supercies produce el mismo tipo de estrías, dispuestas de manera agrupada siguiendo las direcciones tomadas por el movimiento realizado. Finalmente, el acabado produce un brillo claramente denido en los bordes y supercie de la cuenta (gura 5:f). En función de estos análisis se pudo determinar que los desechos de manufactura esperables corresponden a fragmentos de valva no útiles para elaborar una cuenta y descartados durante la 471 I ( ), julio-diciembre 014: 463-48 Figura 5. Huellas de manufactura en fragmentos experimentales: a) corte; b) presión; c) abrasión; d) y e) perforación; f) pulido primera etapa del proceso productivo (charnelas y fragmentos muy pequeños) y piezas rotas durante el proceso de formatización y/o perforación, mientras que el resto de los fragmentos plausibles de hallar en un contexto de producción de cuentas corresponde a elementos útiles pero descartados/abandonados/perdidos durante las distintas etapas de manufactura (formas base de contornos irregulares o regulares, dependiendo de la técnica empleada, y/o preformas no utilizadas, gura 4). No obstante, en la mayoría de los casos, la morfología general del fragmento no es un indicador diagnóstico de desecho de manufactura, sino que la posibilidad de reconocer de manera no ambigua alguno de estos fragmentos como producto de manufactura de cuentas estará determinada principalmente por la identicación de rasgos observables a nivel microscópico tales como: a) Es as e co e localizadas en los perles de fragmentos que presenten contornos y ángulos rectos y en menor medida en los perímetros de la línea de corte sobre la cara de la valva en que dicho corte fue iniciado. También podrían estar presentes en fragmentos correspondientes al sector de la charnela b) Es as e a asi n en fragmentos de contornos regularizados (circulares o subcirculares) y/o sobre la cara externa (si fueron producidas a partir de la extracción del periostraco) de fragmentos regularizados o no, ya que el orden en que se regularicen los contornos y se extraiga el periostraco puede variar c) Pe o aciones determinadas por su diámetro (entre 1 y 3 mm), la forma de su sección y la presencia de estrías concéntricas en sus paredes. Esta característica sería esperable tanto en preformas como en fragmentos aún no formatizados, de contornos regulares y/o irregulares. La presencia de pulido no sería un indicador de desechos de manufactura puesto que esta actividad constituye el paso nal de la cadena operativa y se realiza sobre cuentas completamente formatizadas. 47 RESULTADOS DEL ANÁLISIS DE LA MUESTRA ARUEOMALACOLÓGICA A partir de los resultados del análisis experimental, los fragmentos arqueomalacológicos fueron clasicados en charnelas, fragmentos de contornos regulares, de contornos irregulares y subcirculares. En el conjunto procedente de CP se identicó un fragmento de charnela perteneciente a iplodon c ilensis, con una perforación inconclusa de 2 mm de diámetro realizada desde la cara externa de la valva. Aunque el perl de esta perforación presenta indicios de deterioro, es posible observar dos pronunciadas estrías circulares que se corresponden con el patrón registrado experimentalmente (gura 6:a). Tanto la regularidad y diámetro del oricio como la presencia de estrías permiten sostener su origen antrópico. En el resto de los fragmentos que componen este conjunto no fue posible reconocer huellas de manufactura Figura 6. Fragmentos arqueológicos con huellas de manufactura En la muestra procedente de PA se identicó un fragmento de contorno cuadrangular en el cual se observó un surco de corte de sección en V que atraviesa su supercie y en cuyos perles se disponen estrías (gura 6:b). Notablemente, no se observaron perles de corte en sus contornos, tal como sería dable esperar de acuerdo a su morfología. En este sitio también se registraron dos fragmentos de contorno irregular y perles de fractura con estrías de abrasión en su cara externa. Uno de ellos (gura 6:f) corresponde a un posible fragmento de valva de iplodon c ilensis En el otro (gura 6:d) las estrías se disponen sobre restos de costillas naturales, característica ausente en el género iplodon sp. y que permite inferir que se trata de un molusco marino, probablemente un fragmento de Aulacom a sp. Un tercer fragmento, también de contorno irregular y con perles de fractura, presentó una hemiperforación de 3 mm de diámetro máximo y sección cónica (gura 6:e). Aunque no se pudieron identicar estrías en el perl –que presenta un importante grado de exfoliación– la forma de su sección, la regularidad del contorno del oricio y su diámetro concuerdan con el patrón esperable para una perforación antrópica. De hecho, este fragmento tendría correspondencia con lo esperable para una forma base obtenida mediante presión, cuya rotura durante el proceso de perforación habría conducido a su descarte (véase gura 4). Cabe destacar 473 I ( ), julio-diciembre 014: 463-48 que el espesor y la coloración que presenta esta pieza permiten atribuirla a un fragmento de valva de molusco marino. Por último, dentro de este conjunto se identicó un trozo de valva de contorno circular cuyo diámetro (9 mm) se corresponde con el esperable para una preforma de cuenta, aunque presenta perles con características de fractura (gura 6:c). Si bien esta pieza no evidencia huellas de manufactura como las denidas experimentalmente, es interesante destacar que tiene correspondencia con la descripción realizada por Laporte et al (1994) para preformas elaboradas mediante regularización por presión o percusión. No obstante, las experiencias de fragmentación por presión no permitieron obtener fragmentos con tales características y la técnica de fractura por percusión no fue incluida en el diseño. En PL no fue posible reconocer fragmentos de valva con evidencias no ambiguas de trabajo antrópico. No obstante, cabe destacar que se identicó un único fragmento de contorno subcircular, cuyo tamaño (8 por 7 mm) se corresponde con el esperado para una cuenta en proceso de formatización. Estos análisis también permitieron denir otra serie de rasgos no relacionados con los procesos de manufactura. Una alta proporción de fragmentos, principalmente en los conjuntos de PL y PA, presentó textura similar al yeso, característica que los hace friables al tacto (gura 7). En la mayoría de estos casos, fue imposible determinar el tipo de perl (de corte, de fractura) del fragmento. Asimismo, en los tres conjuntos se observó la presencia de estrías delgadas y superciales dispuestas de manera desordenada sobre la supercie de los fragmentos (gura 7). Si bien no es posible establecer una relación directa, cabe destacar que este tipo de estrías son similares a las reconocidas en conjuntos óseos como producto del pisoteo (Fiorillo 1989). También algunos fragmentos de valva evidenciaron exfoliación, improntas de raíces y pequeñas horadaciones que podrían ser producto de la acción de procesos de disolución (Claassen 1998) Figura 7. Proporciones de fragmentos con textura similar al yeso y estrías irregulares 474 Un intenso estado de deterioro, caracterizado por la presencia de una textura similar al yeso, acompañado en algunos casos de exfoliación también está presente en los materiales formatizados. Solo en cuatro de las nueve cuentas fue posible reconocer huellas de manufactura Coincidentemente, tres proceden de CP, sitio que exhibe las proporciones más bajas de fragmentos con textura similar al yeso (gura 7). La otra pieza fue recuperada en PA mientras que la única cuenta procedente de PL no tiene huellas visibles Los tipos de huella de manufactura registrados en las cuentas de CP y PA corresponden a estrías en las paredes de las perforaciones (gura 8:d, e) y estrías de abrasión en los contornos y supercie (gura 8:a, c y b respectivamente). Además, tres de estas piezas también presentan brillo de pulido. Figura 8. Huellas de manufactura en cuentas arqueológicas. Nota: las echas indican estrías de abrasión. DISCUSIÓN En CP se reconoció un único fragmento de iplodon c ilensis con huellas de manufactura, el hecho de tratarse de una perforación inconclusa sugiere su posible elaboración local Si bien el programa experimental demostró que la charnela de la valva no sería apropiada para la confección 475 I ( ), julio-diciembre 014: 463-48 de una cuenta circular, esta perforación podría relacionarse con la confección de algún otro tipo de pendiente (véase por ejemplo Vignati 1944; Boschín 2009; Crivelli Montero y Ramos 2009). Por otra parte, la presencia de fragmentos de perforadores líticos en el sitio (Carballido Calatayud 2009), si bien no permite establecer una relación directa, también contribuye a sostener el carácter antrópico de la perforación. Otra explicación, como la acción de predadores que ocasionan perforaciones cercanas al umbo en valvas de moluscos marinos (Claassen 1998) no ha sido observada en iplodon c ilensis (Liliana Semenas, comunicación personal) En el caso de PA, los desechos corresponden a la elaboración de cuentas circulares pero las evidencias más conspicuas pertenecen a fragmentos de valvas de moluscos marinos En este sitio, todos los desechos identicados (los de valva marina y el único de agua dulce) se concentran en 30 cm de estratigrafía y también están asociados a herramientas que podrían haberse utilizado para el trabajo de la valva, tales como fragmentos de perforadores y artefactos de molienda (Fernández et al. 2010). Otros contextos para los cuales se propone la elaboración de cuentas entre cazadores-recolectores también presentan una escasa cantidad de piezas semiformatizadas y fragmentos con huellas de manufactura (Prates 2008; Fernández y Ramos 2009). Al respecto, si se tienen en cuenta los resultados experimentales, se puede sostener que la baja frecuencia de desechos de manufactura identicados en estos contextos se corresponde con las características propias de la cadena operativa de estos artefactos, la cual no produce gran cantidad de desechos o subproductos observables (la mayor parte de la producción solo genera polvillo). Sin embargo, también es posible plantear otros factores que podrían estar incidiendo en la baja frecuencia de desechos identicados, al menos para los conjuntos aquí considerados. Por un lado, la ausencia de estrías de corte, situación generalizada a excepción de un único fragmento procedente de PA, podría estar relacionada con una elección tecnológica En este caso, el programa experimental no permitió denir un patrón de fractura antrópica característico diferenciable de la fractura no intencional Por otro lado, es posible interrogarse respecto de la incidencia de distintos factores tafonómicos, principalmente de carácter diagenético, que podrían estar obliterando o eliminando posibles huellas de manufactura. La pérdida de lustre y color característicos de las valvas y la apariencia al tacto de una textura similar al yeso son mencionadas como indicadores de procesos de disolución del carbonato de calcio que conforma la estructura de la valva (Claassen 1998) En depósitos terrestres el carbonato de calcio de las valvas suele ser atacado por ácido carbónico ante el cual reacciona formando bicarbonato de calcio, que es soluble en agua Las raíces de las plantas, además de ser un importante agente de fragmentación, también contribuyen a su disolución (Claassen 1998). En este sentido, todos los materiales analizados corresponden a depósitos terrestres localizados en ambiente de bosque. Este tipo de ambientes se caracteriza, más allá de su variabilidad local, por poseer suelos relativamente ácidos, con desarrollo importante de vegetación y altos niveles de humedad (Arrigoni y Fernández 2004), condiciones que favorecerían procesos tales como la disolución. De hecho, tanto en CP como en PL se han registrado evidencias de alteraciones químicas en restos óseos y cerámicos respectivamente, relacionadas con las condiciones de humedad de la matriz sedimentaria (Bellelli et al. 2003; Fernández 2010). Así, si se usan las cuentas arqueológicas como parámetro de la inuencia de estos factores, puede sostenerse que el bajo grado de identicabilidad de los rastros esperables en productos terminados (tales como estrías de abrasión, estrías en las paredes de las perforaciones y brillos de pulido) está relacionado con el alto grado de deterioro que presenta la mayoría de las cuentas. La acción de este tipo de procesos es evidente sobre todo en PL, donde la mitad de la muestra presenta textura similar al yeso. La secuencia estratigráca de este sitio está caracterizada por la presencia, en el nivel de mayor concentración de materiales arqueológicos, de lentes de arena de origen uvial (Bellelli et al 007) En este nivel se concentra prácticamente la totalidad de los restos malacológicos analizados y la mayor parte de los fragmentos que presentan un alto 476 grado de deterioro (incluyendo la única cuenta recuperada en el sitio) proceden de las mismas cuadrículas y profundidad en donde fueron registrados restos óseos que presentan evidencias de haber sido afectados por la acción del agua (Pablo Fernández, comunicación personal). Así, de haberse elaborado cuentas en PL, la posibilidad de identicar desechos de manufactura estaría fuertemente afectada por la intensidad de los procesos tafonómicos actuantes Otro proceso que afecta la preservación de las valvas es la exposición al fuego, que destruye las capas orgánicas debilitando la cohesión interna de su estructura y generando mayor facilidad de fractura y exfoliación (Claassen 1998). Tanto para Cholila como para el valle del río Manso inferior se ha destacado la recurrencia de incendios forestales como un factor que ejerció un papel clave en la transformación y preservación del registro arqueológico durante el Holoceno tardío (Bellelli et al. 2003; Bellelli et al. 2007; Carballido Calatayud 2009; Fernández 2010). Finalmente, la presencia en gran parte de la muestra de estrías irregulares, similares a las marcas de pisoteo registradas en conjuntos óseos, permite sugerir la posibilidad de que una parte considerable se haya visto afectada por este factor que, incluso, podría estar dando cuenta del reducido tamaño que presentan los fragmentos que componen los conjuntos. CONCLUSIONES En este trabajo se planteó como hipótesis que existió una elaboración local de cuentas, principalmente con valvas de iplodon c ilensis, en sitios del valle del río Manso inferior y la CA42. La aplicación de un modelo experimental, ideado para dar cuenta de procesos productivos con una menor visibilidad arqueológica –en comparación con locus especializados de elaboración– permitió identicar dos contextos de producción, uno en PA y otro en CP. En el primer caso las evidencias reeren directamente a la elaboración de cuentas circulares, mientras que en el otro, a la confección de un pendiente de otra morfología Por otro lado, si bien se ha comprobado el aprovechamiento de valvas de iplodon c ilensis, no se ha probado su predominancia como materia prima. En este sentido, el reconocimiento de un contexto de elaboración local con valvas principalmente de moluscos marinos (como el registrado en PA) sugiere la circulación de las valvas como materia prima y no necesariamente de las cuentas como objetos terminados. A su vez, la identicación de desechos de manufactura de valvas marinas y de agua dulce en un mismo contexto permite hipotetizar que el foco de interés podría centrarse en la obtención de una forma particular de cuenta y no en la selección de una materia prima determinada. En este sentido, el hecho de no requerirse herramientas especializadas para la confección de estos adornos, tal como se observó experimentalmente (instrumentos tales como perforadores líticos, rocas abrasivas y lascas han mostrado un desempeño adecuado para conseguir cuentas de las características deseadas), refuerza su calidad de artefactos de fácil replicabilidad. En cuanto al modelo experimental, además de corroborar que las valvas de iplodon c i‡ lensis son una materia prima apropiada para la confección de estas cuentas, permitió identicar las variables y la metodología de análisis necesaria para reconocer contextos no especializados de producción. Se observó que el análisis con dispositivos de aumento es una estrategia útil para reconocer desechos de manufactura, siendo la presencia de estrías o patrones de estrías (las cuales solo son observables a 10x y 20x) la característica más conable para asignarle el carácter de desecho a un fragmento de valva No obstante, la incidencia de distintos procesos tafonómicos en la posibilidad de reconocer este tipo de huellas alerta respecto de la necesidad de profundizar en esta línea de investigación a partir de estudios actualísticos La evaluación de la existencia de estandarización morfológica y tecnológica en las cuentas de valvas de momentos tardíos y la identicación de otros contextos de producción local, para lo cual el marco de referencia elaborado demostró ser efectivo, permitirán ahondar en distintos 477 I ( ), julio-diciembre 014: 463-48 aspectos que contribuyan a discutir el papel de las cuentas como reejo de la expresión de un código visual común durante el Holoceno tardío en Patagonia. AGRADECIMIENTOS A Vivian Scheinsohn y Pablo Fernández por su guía y apoyo incondicional. A Florencia Rizzo y al equipo de la CA42, especialmente a Cristina Bellelli, Mariana Carballido Calatayud y Ana Forlano. A Isabel Cruz por sus valiosos comentarios de una versión previa de este trabajo. Al Lic. Néstor Landoni (MACN), Julio César Avalos (INAPL) y María José Fernández (INAPL) por su desinteresada y valiosísima ayuda en más de una oportunidad. También quiero dirigir mis agradecimientos al Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL) por abrirme las puertas y brindarme el espacio para realizar este trabajo que es parte de mi tesis de licenciatura y se desarrolló en el marco los proyectos UBACyT F452 y 0599; PIP 0144 y 232; PICT 1810-2010 y de una beca estímulo otorgada por la Universidad de Buenos Aires. Finalmente quiero agradecer a los evaluadores Luciano Prates y Miguel Ángel Zubimendi por sus valiosos comentarios sobre la versión inicial del manuscrito. Lo expresado aquí es responsabilidad de la autora NOTAS 1 3 4 5 6 Las cuentas son objetos ornamentales de tamaño pequeño que poseen una perforación central o casi central realizada con el n de ensartarlas en grupo. A diferencia de estas, los pendientes o colgantes poseen mayor tamaño y una o varias perforaciones que se ubican desplazadas respecto del centro de la pieza (Suárez Diez 2002). En este trabajo se presenta parte de los resultados de mi Tesis de Licenciatura en Ciencias Antropológicas, defendida en la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. En este trabajo solo se incluyen los materiales malacológicos recuperados en las excavaciones de los años 2008 y 2009. Los procedentes de las excavaciones realizadas en 2010, 2011 y 2012 están actualmente bajo análisis La identicación de los fragmentos de valva fue realizada por el Lic. Néstor Landoni (Museo Nacional de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”) en base a la identicación de rasgos morfológicos. Los ejemplares empleados proceden de Lago Puelo y fueron provistos por la Dra. Liliana Semenas (Universidad Nacional de Comahue). Los perforadores líticos fueron confeccionados por el Lic. Julio. C. Ávalos (Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano). Cabe destacar que se decidió emplear perforadores sin enmangue dado que el objetivo de la experimentación fue registrar las huellas que deja el contacto de la punta del perforador con un fragmento de valva. A futuro se plantea evaluar distintos grados de ecacia en el empleo de perforadores enmangados y sin enmangue. BIBLIOGRAFÍA Arrigoni, G. I. y P. M. Fernández 004 Los restos óseos del Alero Sendero de Interpretación (PN Los Alerces Provincia del Chubut): integridad, resolución y aprovechamiento de los recursos faunísticos del bosque. En M. T. Civalero, P. M. Fernández y A. G. Guráieb (comps.), ontra viento marea Ar ueología de atagonia: 403415. 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Zubimendi, M A 010 Malacological artifacts in Argentine Patagonia 48 uni e Suplemento: 6 - 70 useo de a lata ISSN 03 51 (versión impresa) ISSN 185 -1479 (versión online) Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología I ( ), julio-diciembre 014: 483-508 AN LISIS DE PIGMENTOS DEL MACI O DEL DESEADO EL A ASTECIMIENTO DE MATERIAS PRIMAS LA PROD CCIÓN DE PINT RAS R PESTRES EN C EVA MARIPE SANTA CR ARGENTINA€ Natalia arden„ Rocío lanco„„ aniel oir „„„ „„„„ „„„„„ ecilia I ena••ini ucía A agnin a lo arcía „„„„„„ Fecha recepción: 9 de noviembre de 013 Fecha de aceptación: 1 de julio de 014 RES• EN En este tra a o se presentan los resultados o tenidos del an lisis de Rˆ de pigmentos minerales provenientes del sector centro‡norte del aci•o del eseado Œprovincia de Santa ru• Argentina) El material anali•ado comprende muestras recuperadas en di erentes niveles ar ueol gicos del sitio ueva aripe pe ue os ragmentos de pinturas rupestres u icadas en distintos sectores de la misma cueva y ocres recolectados en aoramientos a escasa ( m) y larga ( m) distancia de este sitio. Los resultados alcanados contribuyen a una primera caracteri•aci n mineral gica de las muestras Se sugiere adem s una potencial uente de aprovisionamiento para los pigmentos ro os u icada a corta distancia de la cueva a continuaci n de estos estudios com inada con otros an lisis permitir pro undi•ar el conocimiento de las materias primas empleadas para la con ecci n de las pinturas la locali•aci n de otras uentes de CONICET Facultad de Ciencias Sociales Universidad Nacional del Centro de la provincia de Buenos Aires Av Del Valle 5737 Olavarría E-mail: ncarden soc unicen edu ar CONICET Facultad de Ciencias Naturales y Museo Universidad de La Plata Paseo del Bosque s/n La Plata E-mail: rovablanco gmail com CONICET Centro de Investigaciones eológicas Facultad de Ciencias Naturales y Museo Universidad de La Plata Calle 1 n 644 E-mail: poire cig museo unlp edu ar CONICET Centro de Investigaciones eológicas Facultad de Ciencias Naturales y Museo Universidad de La Plata Calle 1 n 644 E-mail: cgenazzini cig museo unlp edu ar CONICET Facultad de Ciencias Naturales y Museo Universidad de La Plata Paseo del Bosque s/n La Plata E-mail: lmagnin fcnym unlp edu ar CONICET Centro de Investigaciones eológicas Facultad de Ciencias Naturales y Museo Universidad de La Plata Calle 1 n 644 E-mail: pgarcia cig museo unlp edu ar 483 I ( ), julio-diciembre 014: 483-508 minerales la contextuali•aci n temporal de la producci n del arte rupestre en ueva aripe Palabras clave: pinturas rupestres ’ ca•adores‡recolectores ’ atagonia ’ pigmentos ’ Rˆ I EN€ ANA †SIS ƒR € E ESEA ASSIƒŠ € E R •RE EN€ ƒ RA‹ A€ERIA S AN € E R • €I N ƒ R – AIN€IN S IN •E A ARI E ŒSAN€A R•™ AR EN€INA) A S€RA € € is paper presents t e results o t e ˆR anal sis on pigments rom t e nort ‡central portion o t e eseado assi ŒSanta ru• province Argentina) € e anal •ed materials include samples recovered from the archaeological layers of Cueva aripe, small fragments of roc paintings extracted rom di erent sections o t e same cave and oc ers collected rom outcrops at short ( m) and long ( m) distances from this archaeological site. The obtained results contri ute to a preliminar c aracteri•ation o t e samples A potential mineral source or red pigments placed at a s ort distance rom t e cave is suggested € e continuation o t ese studies, combined with other analyses, will deepen the nowledge of the raw materials which were emplo ed or t e preparation o t e paint mixtures t e location o ot er mineral sources and t e temporal contextualiation of the production of roc art at Cueva aripe. ey ords: roc paintings – huntergatherers – Patagonia – pigments – R INTRODUCCI N En este trabajo se presentan los resultados obtenidos del análisis de DR en pigmentos minerales provenientes del área de cuencas relictuales ubicadas al sur del río Deseado, en el sector centro-norte del Macizo del Deseado (provincia de Santa Cruz, Argentina) Se analizan pigmentos hallados en posición estratigráca durante las excavaciones arqueológicas en el sitio Cueva Maripe, pequeños fragmentos de pintura extraídos de motivos rupestres en distintos sectores de la misma cueva y ocres recolectados en supercie a escasa y larga distancia de este último sitio. A lo largo del texto, los conceptos de pigmento y ocre hacen referencia a materias primas (aquí minerales) con propiedades colorantes, que pueden ser utilizadas directamente para pintar o ser mezcladas con otros componentes para conformar pintura (Matarrese et al 011) Este último término, junto con el de mezcla pigmentaria, designa la combinación de los pigmentos con otros componentes Una pintura se entiende, de este modo, como un material que puede estar compuesto por un pigmento, una carga o aditivo y un aglutinante que une los diferentes compuestos (Sepúlveda 2011). El uso de pigmentos para la producción de pintura ha sido ampliamente documentado para grupos cazadores-recolectores Este tipo de registro es variable, ya que se presenta en el arte rupestre, en distintos tipos de artefactos (e g , cuentas, cerámica, instrumentos líticos y óseos), en los enterratorios humanos o bajo la forma de ocres y óxidos que pueden ser naturales o antrópicos (e g , residuos de la preparación de mezclas pigmentarias, tizas o crayones) (De La Fuente et al 013) La presencia frecuente de pigmentos en contextos arqueológicos de cazadores-recolectores, que abarcan cronologías desde la transición Pleistoceno-Holoceno hasta momentos post-conquista, señala que las prácticas asociadas con el uso de pinturas fueron comunes desde el poblamiento 484 temprano del continente americano ( radin et al 1979 Roper 1991 Miotti et al 1999 Stafford et al 003 Massone y Prieto 004 d Errico y Vialou 007 acobaccio et al 008) La información etnográca y las crónicas que reeren a la región patagónica indican que las pinturas fueron utilizadas en la vida cotidiana de las sociedades originarias para distintos propósitos, como la decoración de la vestimenta y de los toldos y la ornamentación corporal y facial (Onelli 1904 Claraz 1988 Fiore 005 Moreno 007 1879 Musters 007 1871 ) La recolección de pigmentos y la producción de diseños pintados no solo fueron de índole práctica sino que además estuvieron imbuidos de valor sagrado (Casamiquela 1981 Aguerre 000 Caviglia 00 ) Durante las últimas décadas el estudio de los pigmentos ha cobrado creciente interés para realizar distintos tipos de análisis composicionales bajo diferentes objetivos, como conocer su procedencia, las técnicas utilizadas en la preparación de las pinturas y el uso al que fueron destinadas (ver síntesis en Ro e 001 y López et al 01 ) Entre estos estudios se incluyen los análisis de difracción de rayos (DR ) para conocer la composición mineralógica de los pigmentos (Iñíguez y radin 1977 Barbosa y radin 1986-87 Belardi et al 000 ain right et al 000, 00 Madrid et al 001 Mazzia et al 005 Di Prado et al 007 Porto López y Mazzanti 007, 010 Matarrese et al 011 Franco et al 01 Massaferro et al 01 ) Asimismo, se han realizado análisis químicos para identicar los componentes orgánicos de las pinturas (Boschín et al 00 , 011 Fiore et al 008), evaluar evidencias de deterioro (Tomasini et al 01 ) e incluso estimar sus edades radiocarbónicas (Hedges et al 1998 Hernández Llosas et al. 1999; Taboada y Rodríguez Curletto 2014). Los últimos avances dentro de los estudios composicionales de pigmentos destacan las ventajas de complementar los análisis de DR con otras técnicas elementales. A partir de este tipo de enfoques se ha avanzado en la caracterización físico-química y estructural de las mezclas pigmentarias mediante la aplicación del MEB-ED y técnicas vibracionales como la espectroscopía RAMAN (Fiore et al. 2008; Sepúlveda 2009, 011 Acevedo et al 01 Bugliani et al 01 Marte et al. 2012; Sepúlveda et al 01 , 013 Tomasini et al 2012). A estos análisis se suman los estudios experimentales, que han permitido inferir, junto con observaciones de los microrrastros en los artefactos líticos, el uso potencial de pigmentos hallados en estratigrafía (Mansur et al 007, 009) En la región patagónica, la presencia de pigmentos así como de artefactos y ecofactos con restos de pintura hallados en niveles arqueológicos de sitios con arte rupestre ha sido utilizada como un argumento para intentar contextualizar temporalmente al arte, aunque no siempre mediante el sustento de análisis composicionales (Menghin 195 , 1957 Cardich et al 1973 radin et al 1979 Aschero 1981-8 Durán 1983-85 Carden 008 Miotti et al 01 ) En este tipo de propuestas, los análisis de DRX han arrojado resultados de utilidad para la contextualización espacial y temporal de las cadenas operativas involucradas en la producción del arte rupestre (sensu Aschero 1988 Fiore 007) Por ejemplo, sobre la base de la similitud en el color y en la composición mineralógica, algunas escenas de caza pintadas en el sitio Cueva de las Manos pudieron ser vinculadas con pigmentos hallados en los niveles arqueológicos. De acuerdo con la posición estratigráca de estos últimos y de los fechados radiocarbónicos obtenidos en los mismos niveles se inrió que las pinturas de color ocre fueron las primeras en realizarse en ca 9300 años AP (Iñíguez y radin 1977 radin et al 1979 Barbosa y radin 1986-87) Asociaciones de este tipo se realizaron en el sitio Cerro Casa de Piedra 5 del Parque Nacional Perito Moreno a partir de la composición mineralógica similar entre los pigmentos en capa y las pinturas rupestres. Para estas últimas se estimaron edades correspondientes al Holoceno medio y tardío (Aschero 1985) La localización de fuentes potenciales de materias primas para confeccionar pinturas rupestres en Patagonia ha sido otro tema tratado extensamente (Gradin et al 1979 Franchomme 1987 Pérez de Micou et al 199 Paunero et al 005 Miotti 008 Magnin 010), aunque respaldada por análisis DR en una menor cantidad de casos (e g , Belardi et al 000 ain right et al 00 Massaferro et al 01 ) 485 I ( ), julio-diciembre 014: 483-508 Sobre la base de estos antecedentes, en este trabajo se propone comenzar a explorar cuáles fueron los minerales empleados para la confección de las pinturas rupestres del sitio Cueva Maripe Como el análisis contempla en forma comparativa muestras provenientes de pinturas rupestres y pigmentos en posición estratigráca y en supercie, se espera que esta caracterización inicial sirva como una base que permita plantear hipótesis acerca de las potenciales fuentes de abastecimiento de materias primas y evaluar cronológicamente la producción de las representaciones rupestres DESCRIPCI N DEL REA DE ESTUDIO El sitio ueva aripe Cueva Maripe se encuentra en la localidad arqueológica La Primavera, en el área de las cabeceras del zanjón Blanco, al sur del río Deseado (gura 1). El paisaje de la localidad se caracteriza por la presencia de mesetas y aoramientos rocosos recortados por cañadones, con altitudes entre 550 y 700 msnm El cañadón donde se encuentra Cueva Maripe tiene sus nacientes en las serranías y mesetas ubicadas hacia el oeste y su desembocadura en el zanjón Blanco, tras 10 km de recorrido, a lo largo del cual se presentan extensos mallines con numerosos manantiales activos. En este tramo, los mantos de tobas e ignimbritas conguran altos paredones de marcada disyunción columnar característicos de la Formación Chn Aie, que presenta numerosas cavidades (Panza 001) La Cueva Maripe se destaca por su tamaño ( 6 m de boca y 4 m de profundidad), su potencia estratigráca y la abundancia de pinturas rupestres (Miotti et al 007, 009 Carden 008) Además de este sitio, se han registrado otras seis cuevas y aleros con pinturas rupestres en el curso medio del cañadón La Primavera (Carden 008) y alrededor de 00 sitios y concentraciones de supercie que han sido denidos como canteras/talleres líticos, loci de actividades múltiples y limitadas, y posibles fuentes de aprovisionamiento de pigmentos (Hermo 008 Magnin 010) De la supercie total de la cueva (624 m ) se han excavado 36 m que abarcan un total de nueve cuadrículas de 2 x 2 m (gura 2). El sitio presenta una secuencia ocupacional desde la Figura 1 Localización de los sitios mencionados con pinturas rupestres y de los ocres en posición supercial que se analizaron por DRX. Las áreas circulares indican: 1) Localidad La Primavera, ) Localidad PNBPJ, 3) Localidad Piedra Museo 486 transición Pleistoceno-Holoceno hasta momentos postconquista (Miotti et al 007) A partir de las excavaciones se han recuperado evidencias materiales que señalan su reiterado uso doméstico. Estas evidencias incluyen artefactos líticos y óseos, restos arqueofaunísticos y pigmentos que se distribuyen en distintos niveles de profundidad (Carden 008 Hermo 008 Miotti y Marchionni 009 Marchionni 013) El sitio presenta una alta concentración de pinturas rupestres (n 5) entre las cuales predominan las manos negativas, con una escasa proporción de motivos zoomorfos, círculos, líneas y conjuntos de puntos Estos motivos se distribuyen en distintos sectores dentro de dos cámaras principales, norte y sur, separadas entre sí por un tabique rocoso (gura 2). Aunque el estado de preservación de las pinturas es en general de regular a malo, el proceso de deterioro del arte rupestre se ha producido diferencialmente en distintos sectores de la cueva El área de la entrada, que abarca aproximadamente los primeros seis metros desde la actual línea de goteo, es la única que recibe la luz directa del sol En esta solo se registraron dos motivos, aunque se estima que la supercie pintada debió haber sido mayor y ha desaparecido como consecuencia de los efectos de la insolación directa Hacia el fondo de la cueva la humedad es más alta, especialmente en la cámara sur donde se registró la inltración de agua proveniente de un manantial. Debido a la mayor oscuridad, los colores de los motivos del fondo presentan una mejor preservación, aunque las pinturas se encuentran en un proceso avanzado de exfoliación causado, entre otros factores, por la acción de los carbonatos (Carden 008) Gran parte de las paredes de Cueva Maripe, aproximadamente por encima de 1,6 m de altura y subyaciendo a las pinturas, son de color negro El análisis por DR de una pequeña muestra de pared negra reveló la presencia de yeso y oxalatos de calcio en forma de weddellita CaC O4 H O– (Carden 2008). La presencia de oxalatos ha sido detectada en otros sitios con arte rupestre de Patagonia central y septentrional, e interpretada como el producto de la reacción del carbonato de calcio al ácido oxálico producido por los hongos, líquenes u otros microorganismos ( ain right et al 000, 00 Boschín et al 00 ) Asimismo, el yeso se ha interpretado como un depósito supercial que se forma naturalmente a partir del escurrimiento de agua sobre las paredes pintadas ( atchman et al. 2000; Sepúlveda 2011). Sin embargo, estos minerales también han sido identicados como aditivos de las mezclas pigmentarias o como parte de soportes preparados, señalando de este modo su carácter antrópico (Iñíguez y radin 1977 Barbosa y radin 1986-87 Aschero 1988 Ro e 001) A partir del relevamiento de las pinturas y de su sectorización se detectaron algunas tendencias en cuanto a la localización de los distintos motivos y a los colores empleados (Carden 008) El área intermedia de la cueva (entre la entrada y el fondo), donde se encuentran los paneles con mayor visibilidad, se caracteriza por paredes pintadas de rojo sobre el cual se aplicaron manos negativas blancas. Este patrón se repite en cinco sectores (6, 7, 8, 9 y 14) (gura 2). Debido al estado de conservación de la pintura es difícil discernir si se trata de fondos preparados intencionalmente sobre los cuales se aplicaron posteriormente las manos negativas blancas, o si se trata de motivos previos no distinguibles en la actualidad La presencia de gruesas capas de pintura roja en el sector 7 y el hecho de no haber podido distinguir motivos en ningún caso favorecen, sin embargo, la idea de fondos preparados La tonalidad del rojo subyacente a las manos negativas varía entre los sectores así como dentro de un mismo sector, aunque en general es pálida, entre rosado y anaranjado Sobre las manos negativas blancas se superponen motivos puntiformes naranjas en un mejor estado de conservación y, en el sector 6, restos de pintura amarilla estarcida Además de estos motivos, se registraron pinturas en distintas gamas de rojo (manos negativas, zoomorfos, líneas, círculos y trazos) Las superposiciones registradas en las pinturas permitieron proponer diferentes eventos de producción de arte rupestre (Carden 008) Si bien esta situación es coherente con el largo período ocupacional propuesto para el sitio (ca 8500 años), complejiza la contextualización temporal y arqueológica del arte. 487 I ( ), julio-diciembre 014: 483-508 Figura Planta de Cueva Maripe mostrando la localización de los pigmentos analizados por DR (en capa y en pared) ocali•aci n de minerales tiles para la preparaci n de pinturas Los aoramientos de ocres detectados en el área de estudio fueron geoposicionados y esta información se cruzó con aquella presentada en la hoja geológica Monumento Natural Bosques Petricados” (Panza 2001). A partir de esta superposición se observa que en la localidad La Primavera los ocres aparecen en los puntos de contacto entre coladas basálticas y las Formaciones geológicas Chn Aie y Baqueró, que han sido localizadas a menos de 500 m del sitio Cueva Maripe Además, se han hallado ocres en áreas más distantes a La Primavera, como el Parque Nacional Bosques Petricados de Jaramillo (PNBPJ), a 70 km hacia el NE de Cueva Maripe, y en la localidad Piedra Museo, a 80 km al E de la misma cueva En el PNBPJ, los ocres aparecen en los puntos de contacto entre las Formaciones Baqueró y La Matilde, y en el contacto entre las Formaciones Monte León y Madre e Hija En la localidad Piedra Museo se asocian a la Formación Bajo Pobre. Aunque aún no fueron prospectadas, otras posibles fuentes de ocre en el área de estudio son la Formación Laguna Palacios ( 5 km al SE de Cueva Maripe) y la Formación Salamanca (65 km al E de Cueva Maripe), dado que en la hoja geológica se menciona la presencia de óxido de hierro y materiales ferruginosos. 488 Los ocres útiles para ser molidos y usados en la confección de pinturas tienen el aspecto y consistencia de “ladrillos” y presentan colores que varían de amarillo a naranja y rojo en distintas tonalidades En cuanto a la presencia de yeso, la hoja geológica indica que se asocia a las formaciones Salamanca y Sarmiento, donde se presenta en cristalizaciones de hábito broso, formando cristales maclados o en rosetas (Panza 2001). Dichas formaciones aoran a distancias variables de Cueva Maripe, que abarcan entre 15 y 85 km Un ejemplo es el Cerro Bayo, localizado a 30 km hacia el NE de la Cueva Maripe MATERIALES M TODOS Se analizaron 18 muestras de pigmentos: cinco recuperadas en posición estratigráca (muestras denominadas con la letra “E”), cinco tomadas en las paredes de Cueva Maripe, provenientes de diferentes motivos rupestres (muestras “P”) y ocho de recolecciones de supercie (muestras “S”). Al estudio de los pigmentos se suma el análisis de una muestra de roca de caja de la cueva tomada durante la excavación de la cuadrícula B12 (muestra “B12”) y el análisis de una muestra de yeso (gura 2). El objetivo de estos últimos estudios fue evaluar la inuencia de ambos elementos en la composición mineralógica de las pinturas rupestres, sobre todo porque durante el muestreo resultó difícil raspar pigmentos sin incluir la roca de caja debido a la adhesión de las pinturas sobre el soporte La selección de las muestras para su análisis por DR se basó en el objetivo de abarcar diversos colores por contexto de aparición (estratigrafía, pared y supercie) y en la posibilidad de vincularlos a partir de su composición mineralógica Los colores de los pigmentos se registraron de acuerdo con los códigos establecidos en una guía para sedimentos (Color Communications 1997) 1 Todos los pigmentos se colocaron en pequeños recipientes de plástico y, en el caso de las muestras más blandas, se usó papel de aluminio para envolverlas, tratando de reducir al mínimo el contacto manual directo. Las muestras provenientes de las pinturas rupestres se extrajeron con un bisturí, previendo que su tamaño fuese pequeño para minimizar el impacto sobre los motivos rupestres Los análisis de DR se realizaron sobre la roca total y sobre la fracción arcilla de todas las muestras para caracterizar la composición mineralógica del material, así como para identicar los minerales de arcilla y su abundancia relativa Las muestras fueron desagregadas y pulverizadas en un mortero de ágata hasta la obtención de un polvo muy no que luego fue colocado en un portamuestras de aluminio y compactado uniformemente hasta obtener una supercie lisa y regular para ser expuesta a los rayos X. La penetración del haz de RX está en el orden de los 100 m por lo tanto, el tamaño de grano debe ser entre 5 y 10 m, aunque se acepta un tamaño de 25 m. De esta manera, se identican todos aquellos componentes minerales de una roca. Los minerales de arcilla se obtuvieron a partir del pipeteo de la fracción m en una suspensión con agua destilada siguiendo la Ley de Stokes Los argilominerales sedimentan lentamente sobre el vidrio adquiriendo una orientación preferencial según el plano (00l). Esta muestra, secada al aire en el laboratorio a temperatura ambiente, es denominada Natural Para realizar la identicación y cuanticación de las arcillas se realizaron dos ensayos más. El primero consistió en exponer el preparado Natural a los vapores de etilenglicol durante 24 horas para obtener la muestra licolada El segundo se logró colocando el preparado Natural en mua a 550º durante 2 horas para dar lugar a la muestra Calcinada. Se utilizó un sistema de difractometría de rayos marca PANalytical, modelo Pert PRO con lámpara de Cu (k 1 5403 ) que operó a 40 m y 40 kV en el Centro de Investigaciones eológicas (La Plata) Se escanearon ángulos de 4 a 37 para las muestras de roca total, a 3 489 I ( ), julio-diciembre 014: 483-508 para las muestras naturales de la fracción arcilla, a 7 para las muestras glicoladas de esa misma fracción y 3 a 15 para las muestras calcinadas, con una velocidad de escaneo de 0,04 /s La composición mineral de cada muestra fue determinada en función de su abundancia relativa (semicuantitativa) según Poiré (1987): muy abundante (50%), abundante (26-50%), moderada (16-25%), escasa (6-15%), muy escasa (1-5%), y trazas (1%). La semicuanticación se basa en la comparación entre las alturas de los distintos picos y en la medición del área bajo la curva uestras tomadas en estratigra ía ŒE) Los cinco pigmentos hallados en estratigrafía que se analizan en este trabajo son pequeñas concreciones nodulares y clastos angulares en color rojo (n ), rojo pálido (n 1) y amarillo (n ) Solo dos muestras pudieron ser referenciadas tridimensionalmente con precisión, mientras que las restantes se hallaron en zaranda Tanto los pigmentos amarillos como el rojo pálido son de consistencia blanda; uno de los amarillos fue reducido a polvo (tabla 1 y gura 3). Las muestras de color rojo son de consistencia más dura Con respecto a su localización en la cueva, cuatro muestras provienen de la cámara norte y una de la cámara sur En la cámara norte el fechado radiocarbónico más cercano a las muestras amarillas E 8 y E 9, así como a la muestra roja E19, proviene de una estructura de combustión datada en 5084 49 años AP (AA65173) en la cuadrícula D6 (tabla 1 y gura 2). La muestra roja E33 se localizó en la cuadrícula 6B, contigua a un panel con pinturas rupestres y sin fechados radiocarbónicos En la cámara sur el pigmento rojo pálido hallado en la cuadrícula A11 (muestra E35) corresponde a un nivel arqueológico donde se obtuvieron dos dataciones a partir de estructuras de combustión: 8333 63 años AP (AA65174) y 9518 64 (AA65175) (tabla 1 y gura 2). Tabla 1 Datos de los pigmentos en estratigrafía de Cueva Maripe M es a C a Sec o Po € o a la o anc•o c € c € E19 D5 NE 1,6 a 1,7 clasto 1,8 angular 1,5 E 8 D6 SE 1,89 polvo - E 9 D6 SO 1,74 nódulo E33 6B SE 0,4 a 0,5 clasto 1,5 angular E35 A11 NO 1,75 a RB nódulo , 1 7 5 R 5/6 red 5 8/3 pale yello 5 8/3 pale yello icaci n el ec•a o C14 en lan a ‚ o n i a ec•a C14 s ce cana C i o e colo 5084 49 D6 (SE) 1,78 m 5084 49 D6 (SE) 1,78 m 5084 49 D6 (SE) 1,78 m 1,3 5 R 4/8 red - 1 10 R 7/4 pale red 8333 9518 63/ A1 (SE) 1,63 m/ 64 A1 (SO) 1,8 m Referencia: Cuad : cuadrícula Prof : profundidad RB: roca de base uestras de pinturas rupestres Œ ) Para el análisis por DR de las pinturas rupestres se tomaron muestras de los sectores 6 a 490 8, que incluyen fondos de pintura, motivos puntiformes y estarcidos de pintura sin forma denida en color rojo, rojo claro, rojo anaranjado y amarillo (tabla ) Estas muestras se encuentran en el tabique rocoso que separa la cueva en dos cámaras (gura 2). Como se mencionó anteriormente, estos colores forman parte de superposiciones de motivos, hecho que se considera relevante para plantear una secuencia de producción del arte rupestre y compararla con las distribuciones en profundidad de los distintos pigmentos hallados en estratigrafía (tabla 1) 3 El hecho de que algunos motivos se encontrasen en proceso de exfoliación facilitó la extracción de láminas delgadas de pintura Tabla 2. Datos de los pigmentos extraídos de motivos rupestres en Cueva Maripe M es a Sec o C i o e colo 5 R 6/8 light red Mo i o P8 8A línea de puntos P9 7A 5 R 6/6 light red fondo de pintura P14 6B 5 8/6 yello estarcido sin forma denida P15 6B 5 R 5/6 red fondo de pintura P16 6B 10 R 6/8 light red hueco pintado Mo i os e a o negativo de mano blanco, fondo rojo negativo de mano blanco, fondo rojo negativo de mano blanco, fondo rojo Figura 3 Muestras analizadas por DR Mo i os a i a Conse aci n - Regular. Exfoliado negativo de mano blanco negativo de mano blanco - Regular Desvaído Regular. Exfoliado Regular Desvaído Regular Desvaído A) E19, B) E 8, C) S9 A, D) P15 491 I ( ), julio-diciembre 014: 483-508 uestras tomadas en supercie (S) Las muestras “S” se recolectaron en las prospecciones realizadas en la localidad La Primavera, en el Parque Nacional Bosques Petricados de Jaramillo y en el área de Piedra Museo (gura 1). En La Primavera se realizó una prospección regular mediante transectas sistemáticas separadas cada 1 km hasta cubrir un área de 10 km , a las que se sumaron transectas no paralelas entre los puntos de interés arqueológico (Magnin 2010). La muestra de ocre más cercana al sitio Cueva Maripe (S4) proviene de un sector del mismo aoramiento donde se abre dicha cueva y es de color amarillo La segunda muestra (S8) se localizó a 3,4 km hacia el N del mismo sitio Las evidencias arqueológicas más cercanas a este aoramiento de ocres están constituidas por hallazgos aislados y se localizan a 00 m de distancia (Magnin 010) La muestra S8 fue encontrada junto con otros fragmentos de colores que varían entre marrón violáceo y distintas tonalidades de rojo Esta consiste en un fragmento rocoso vesicular de color rojo (tabla 3) Las muestras de ocres S9A y S9B son dos guijarros de color rojo que provienen de la ladera alta de una meseta, a 3,3 km hacia el O-SO de Cueva Maripe (guras 3 y 4 a, tabla 3). No se hallaron materiales arqueológicos asociados al sector donde se encontraron los ocres, aunque a 100 m de distancia se registró un conjunto de artefactos líticos no formatizados (Magnin 010) En el PNBPJ se hallaron pigmentos en el borde del sitio El Médano (gura 4 b). Este es un sitio de supercie extenso con una alta densidad artefactual, que incluye instrumentos tallados, núcleos con negativos de extracción de hojas, bolas y artefactos de molienda. Los pigmentos analizados son de color violáceo (muestra S7A) y marrón violáceo (muestra S7B) y se presentan en forma de guijarros (tabla 3) En el aoramiento de ocres del sitio El Sargento, localidad Piedra Museo, se registró un enterratorio humano en forma de “chenque” que fue datado radiocarbónicamente en ca 700 años AP (Miotti 008) Las muestras recolectadas en El Sargento pertenecen a la Formación Bajo Pobre, son de color rojo (S5) y rosado (S6) en forma de guijarros con apariencia de “ladrillo” (gura 1 y tabla 3). Tabla 3. Datos de los pigmentos hallados en supercie dentro del área de estudio M es a Locali a Dis a MA o aci n eol ica S4A S5 LP PM 1 km Chn Aie 84 km Bajo Pobre S6 PM 84 km S7 A PNBPJ 68 km S7 B PNBPJ 68 km S8 LP 3,4 km S9 A LP 3,3 km Chon Aike S9 B LP 3,3 km Chon Aike Bajo Pobre Baqueró/ La Matilde Baqueró/ La Matilde Baqueró/ Chon Aike C i o e colo o a con eƒ o el •alla„ o Zona de tránsito: ladera guijarro de meseta guijarros Enterratorio humano en (“ladrillos”) chenque Enterratorio humano en 5 R 7/4 light guijarros chenque red bro n Base residencial En 7 5 R 5/ eak guijarros supercie red Base residencial En 7 5 R 4/ eak guijarros supercie red guijarros Zona de tránsito: meseta 7 5 R 5/6 red vesiculares Zona de tránsito: ladera 10 R 3/6 dark red guijarros de cerro Zona de tránsito: ladera 10 R 3/6 dark red guijarros de cerro 5 7/8 yello 10 R 5/8 red PM: Piedra Museo, PNBPJ: Parque Nacional Bosques Petricados de Jaramillo, LP: La Primavera, Dist. a MA: distancia a Cueva Maripe 49 Figura 4 Œa) Vista desde el punto de hallazgo de los pigmentos S9 Œ ). Aoramiento de ocres violáceos en el sitio El Médano (Parque Nacional Bosques Petricados de Jaramillo) RESULTADOS A partir de la comparación de los difractogramas solo se observaron coincidencias entre la composición mineralógica de una muestra de pintura rupestre y de un fragmento de ocre hallado en supercie a corta distancia de Cueva Maripe. El análisis de las muestras restantes no señala similitudes composicionales entre ellas La muestra B1 , correspondiente a la roca de caja, contiene abundante cuarzo, moderada clinoptilolita y plagioclasa, escaso ópalo y dolomita y muy escasa arcilla (principalmente caolinita y algo de interestraticado illita-esmectita) (tabla 4). Por su parte, los pigmentos en pared (P) presentan escaso cuarzo, excepto las P14, P15 y P16 que contienen moderada y abundante cantidad de este mineral El feldespato es escaso, excepto en P14 y P15 donde es abundante y muy abundante, respectivamente. Las arcillas son muy escasas (principalmente caolinita e illita y algo de interestraticado illita-esmectita), salvo en P8 donde es escasa Por otro lado, se encuentra yeso desde muy abundante hasta moderado, ópalo desde moderado a escaso y hematita desde escasa a moderada La lepidocrocita aparece en escasa y muy escasa cantidad en las muestras P8 y P14, respectivamente La clinoptilolita es escasa, excepto en P14, donde es moderada. Asimismo, algunas muestras de la serie exhiben algo de dolomita y de calcita (tabla 4 y gura 5). Las muestras de pigmentos en estratigrafía (E) contienen cuarzo desde muy abundante a muy escaso, feldespato desde moderado hasta trazas y arcillas desde escaso a trazas (mayormente caolinita y algo de interestraticado illita-esmectita). Además, la muestra E35 contiene clinoptilolita, mientras que las muestras E 8 y E 9 contienen clinoptilolita y yeso El ópalo está presente en las muestras E 8, E 9 y E35 A su vez las muestras E19, E33 y E35 contienen hematita Solo la muestra E29 contiene analcima de manera escasa (tabla 4 y gura 6). Por último, las muestras de pigmentos en supercie (S) contienen cuarzo desde abundante hasta trazas, feldespatos desde muy abundante a trazas, arcillas desde moderado a trazas (principalmente esmectita, algo de illita y caolinita en S7B, y muy abundante interestraticado illita-esmectita en S9B). Excepto en S5, la clinoptilolita está presente en casi todas las muestras, desde muy abundante hasta trazas. Exceptuando a la muestra S4, el resto contiene hematita desde moderado hasta trazas Solo la muestra S4 presenta ópalo abundante y algo de calcita y dolomita, aunque no se identicó el mineral colorante. El yeso solo aparece como trazas en S9B (tabla 4 y gura 7). 493 494 M es a E35 E33 E 9 pared E 8 E19 P16 P15 es a roca caja P14 P9 Mo MA E Tr E Mo E ME ME Tr ME ME ME Mo E MA ME ME A E MA ME E Mo ME ME A E E ME A E E E E Mo E Ca Tr Tr Tr E D Carbonatos E A Mo E Op Mo A A A ME Mo E E E Mo Mo Ht MA ME Mo E Mo E Mo MA Mo MA ME MA E E Mo E E Mo Cli Ceolitas Sulfatos P8 Ti o e A Pl Arcillas B1 Feld Roca To al ME E Lep Tr Abu Cr Esmectita Tr Tr Tr E Tr Tr Tr Tr Mo Tr Tr E Tr Abu Cr Abu Clorita CS Illita M NC M NC A MA Tr Tr E Tr R M R M B R Impurezas e-Cli- Ab: Cli- e/Esc: -F Ab: Cli/Esc: Op-F- e Ab: Cli/Esc: Op-F- e Ab: Cli/Esc: Op- -F- e Esc: Ab: Cli/Esc: -F MA B Ab: Cli/Esc: Op-F MA MB Ab: /Esc: Ha Ab: Cli/Esc: Op- -F Ab: -Cli/Esc: -F MA MB Esc: M MA MA Mo M MA MA M Tr MA Cr Caolinita CE Abu Cr CE Abu Cr Abu M NC Cr IS acci n A cillas Interestraticados Tabla 4 Análisis composicional por DR de las muestras de pigmentos I ( ), julio-diciembre 014: 483-508 estratigrafía Œ€a la ‘ M es a A A A S9B E Mo Tr Op: ópalo CT Tr Tr Tr MA Mo E A Cli: clinoptilolita CE: capas expansivas Abu: abundancia Cr: cristalinidad Lep: lepidocrocita CS: clorita/esmectita D: dolomita e: eddellita Ca: calcita : yeso E Mo Tr E E ME ME Ht IS: illita/esmectita A: analcima ME Tr E Tr Cli Op Ht: hematita A MA MA Mo ME MA ME E ME A Ceolitas Pl: plagioclasa A Tr D MA ME ME ME Ca Carbonatos Roca To al Feld : feldespato potásico : cuarzo E S9A E E Mo A Tr Tr E supercie S8 S7B es a S7A S6 S5 Ti o e E Pl Arcillas S4A Feld ontinuaci n) Sulfatos 495 Lep M Cr R R R Tr Tr CS Illita M M Tr: trazas (1%) ME: muy escaso (entre 1 y 5%) E: escaso (entre 5 y 15%) Mo: moderado (entre 15 y 30%) A: abundante (entre 30 y 50%) MA: muy abundante (50%) Tr Mo ME Cr Caolinita CE Abu Cr CE Abu Cr Abu M NC Cr IS NC: no cuanticable M: mala R: regular B: buena MB: muy buena Ab: abundante Esc: escaso MA Tr Tr Tr Tr Abu Cr Abu Clorita Escasísima arcilla MA MA MA MA MB MA MB MA Abu Esmectita acci n A cillas Interestraticados Esc: -F-Cli Ab: F/Esc: Cli- Esc: -F Ab: Cli- /Esc: F Ab: F/Esc: Cli Ab: -F/Esc: Cli Esc: -F Esc: -CT-F-Cli Impurezas I ( ), julio-diciembre 014: 483-508 Figura 5 Difractogramas del análisis de las muestras de pinturas rupestres 496 Figura 6 Difractogramas del análisis de las muestras en estratigrafía 497 I ( ), julio-diciembre 014: 483-508 Figura 7. Difractogramas del análisis de las muestras en supercie 498 Sobre la base del análisis puede plantearse, por lo tanto, una similitud composicional entre la muestra de pintura rupestre roja (P15) proveniente del sector 6B de Cueva Maripe y la muestra de pigmento rojo (S9A) ubicada en un aoramiento sobre la ladera alta de una meseta, a 3,3 km de dicha cueva (guras 2 y 8). DISCUSI N Como se mencionó anteriormente, el análisis de DR solo reveló la similitud entre dos muestras de pigmentos: una pintura rupestre y un ocre hallado en supercie a corta distancia de Cueva Maripe. Este resultado permite plantear de manera hipotética una posible fuente de abastecimiento de materias primas para la confección de pinturas rupestres, cuya ubicación es cercana, lo cual implica que los pigmentos habrían sido recolectados en circuitos de movilidad de distancias cortas, correspondientes a partidas de regreso diario (sensu Binford 198 Politis 007) La falta de coincidencias composicionales entre las muestras en pared de Cueva Maripe y los pigmentos recuperados en estratigrafía impidió, sin embargo, vincular estos últimos a la producción de arte rupestre y plantear un marco cronológico para la secuencia relativa de producción de pinturas que ha sido propuesta a partir de las superposiciones de los motivos (Carden 008) Con respecto a las similitudes detectadas entre las muestras P15 y S9A, dado que la primera contiene yeso abundante mientras que la segunda no contiene dicho mineral, es posible que este último haya sido agregado en la preparación de la pintura, tal como se propuso para el área del Río Pinturas y del Parque Nacional Perito Moreno (Iñíguez y radin 1977 Barbosa y radin 1986-87; Aschero 1985). Como indica la gura, la composición de la pintura roja P15 resulta, además, de la incorporación de la roca de caja (B1 ) a la muestra a partir del raspado del pigmento en el muestreo (gura 8). Una segunda alternativa es que el yeso no haya sido agregado intencionalmente al pigmento rojo, sino que corresponda a un depósito supercial formado sobre la pintura rupestre por causas naturales como el escurrimiento de agua Esta posibilidad se planteó para las pinturas rupestres del extremo sur de Chile debido a que el análisis elemental por MEB-EDX permitió observar que el yeso formaba parte de una capa supercial (Sepúlveda 2011). La detección de yeso y weddellita en la capa negra de la porción superior de las paredes de Cueva Maripe (Carden 008) refuerza esta última posibilidad (gura 9). Sin embargo, por el momento no resulta posible inclinarse a favor de alguna de estas dos alternativas (antrópica o natural) debido a que el análisis de DR sin el apoyo de otras técnicas, como el análisis elemental por MEB-EDX, no permite establecer si el yeso fue agregado intencionalmente a las mezclas pigmentarias o si corresponde a una pátina que se formó naturalmente sobre la pintura (Ro e 001 Chalmin et al. 2003; Sepúlveda y Laval 010) No obstante estas limitaciones técnicas vinculadas a la identicación del origen del yeso, el análisis de DR permitió proponer el uso potencial de fuentes locales para la obtención de algunos de los pigmentos rojos Esta idea no se puede plantear, sin embargo, para los pigmentos amarillos, que si bien se encontraron en la ladera de la misma meseta donde se emplaza Cueva Maripe, no coinciden con la composición mineralógica de la pintura rupestre amarilla (P14), que contiene lepidocrosita, ni con la de las muestras recuperadas en estratigrafía (E 8 y E 9) Se descartan, además, las similitudes entre la pintura de color rojo claro del sector 7 de Cueva Maripe (P9) y los pigmentos de color semejante hallados a 3,5 km hacia el norte de dicha cueva (S8) Con respecto a las muestras en estratigrafía, los pigmentos rojos hallados en los niveles arqueológicos de Cueva Maripe presentan hematita en cantidades variables, lo cual señala su potencial para la confección de pintura Sin embargo, su relación con el arte rupestre no ha podido ser constatada a partir del análisis composicional por DR Lo mismo sucede con los pigmentos 499 I ( ), julio-diciembre 014: 483-508 Figura 8 Interpretación en base a los difractogramas de: A Muestra S9A y yeso, B Roca de caja (B1 ), C Muestra P15. Esta última podría ser el resultado del agregado de yeso a la muestra S9 A, más la roca de caja Figura 9 Manos negativas blancas sobre pared negra en oquedad del fondo de Cueva Maripe Nótese la presencia de concreciones blanquecinas 500 amarillos ya que se ha identicado la lepidocrosita en la pintura rupestre, que no aparece en las muestras halladas en estratigrafía, cuya composición mineralógica es distinta A partir del análisis de las distribuciones de los pigmentos hallados en capa y de los fechados radiocarbónicos se observa que la mayor parte de dichos materiales colorantes se ubican en los niveles correspondientes al Holoceno medio, donde se registraron las ocupaciones más intensas de la cueva (Hermo 008) Esta distribución, sin embargo, no es concluyente para establecer cuándo se produjo el arte rupestre debido a que los pigmentos en capa pueden haber tenido otros usos (e g , como pinturas corporales, de vestimentas, viviendas u objetos), tal como ha sido ampliamente documentado por distintos cronistas en la región patagónica Se requieren, por lo tanto, futuros análisis a partir de nuevos muestreos en la cueva para acotar temporalmente la producción de las pinturas rupestres en este sitio CONCLUSIONES A ENDA Los resultados obtenidos a partir del análisis por DR permitieron realizar una caracterización preliminar de los pigmentos minerales del área de estudio, que provienen especialmente de la localidad La Primavera Los objetivos planteados en este trabajo se vinculan con las dimensiones espaciales y temporales ligadas al proceso de producción del arte rupestre Con respecto a las primeras, por el momento se plantea la posibilidad de un aprovisionamiento de pigmentos rojos en fuentes muy cercanas a Cueva Maripe, propuesta que deberá ser contrastada mediante futuros análisis a nivel de trazas (Erlandson 1999 Chalmin et al 003) La falta de coincidencias entre los pigmentos de este sitio y los aoramientos restantes plantea la necesidad de continuar buscando otras potenciales fuentes de materias primas, tanto en las inmediaciones de la cueva como a distancias mayores Con respecto a las dimensiones temporales, los análisis composicionales de las muestras en pared y en estratigrafía no revelaron similitudes que permitan anclar cronológicamente a los diferentes eventos de producción de arte rupestre propuestos a partir del análisis de las superposiciones y de la evaluación del estado de preservación de las pinturas La incorporación de nuevas muestras, tanto de Cueva Maripe como de otros sitios del área de estudio, junto con la implementación de otras técnicas elementales que complementen el análisis por DR (Vázquez et al 008 Iriarte et al 009 López et al 2012; Sepúlveda et al 01 , 013) son pasos fundamentales a seguir para avanzar en los objetivos y someter a prueba las hipótesis planteadas, que apuntan a conocer cómo y cuándo se produjeron las manifestaciones rupestres en este sector del Macizo del Deseado A RADECIMIENTOS A nuestra directora y compañeros de equipo y de excavación de la Cueva Maripe. A Ramón Cano de la estancia La Dorita por su gentileza y amistad A Bruno Mosquera por su apoyo en temas vinculados con los aspectos geológicos de Cueva Maripe. A Gustavo Martínez, José M. Porto López y dos evaluadores anónimos por sus valiosos aportes al manuscrito Este trabajo fue nanciado por los subsidios PIP-CONICET 179, UNLP-PI N/550 y ANPCyT-PICT 1552, estos dos últimos otorgados a la Dra. Laura Miotti. La Municipalidad de Pico Truncado brindó un importante apoyo logístico nuestra especial gratitud a Sebastián Toledo 501 I ( ), julio-diciembre 014: 483-508 NOTAS 1 3 En el texto se usan los nombres informales de los colores para facilitar la lectura. Los códigos se mencionan en las Tablas 1, y 3 Aunque no presentan localización tridimensional precisa, las muestras de pigmento halladas en zaranda pudieron referirse a un sector de 50 x 50 cm dentro de cada cuadrícula y a un nivel articial de 5cm en profundidad Las superposiciones de colores no se reeren al caso especíco de las muestras tomadas, sino a la secuencia general establecida para la cueva BIBLIO RAF A Acevedo, V J , M A López, E Freire, E B Halac, Polla y M Reinoso 01 Estudio de pigmentos en alfarería estilo negro sobre rojo de uebrada de Humahuaca, Jujuy, Argentina oletín del useo ileno de Arte recolom ino 17 ( ): 39-51 Aguerre, A M 000 as idas de ati En la toldería de Río inturas despu s Buenos Aires Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires Aschero, C A 1981-8 Nuevos Datos sobre la arqueología del Cerro Casa de Piedra, sitio CCP-5 (Parque Nacional Perito Moreno, Santa Cruz) Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología IV ( ): 67- 84 1985 Notas sobre el uso de pigmentos minerales en el sitio CCP-5, Prov de Santa Cruz, Argentina En C Aldunate, J Berenguer y V Castro (eds ), Estudios en Arte rupestreŠ 13- 4 Santiago de Chile, Museo Chileno de Arte Precolombino 1988 Pinturas rupestres, actividades y recursos naturales: un encuadre arqueológico En H acobaccio (ed ), Ar ueología ontempor nea Argentina Actualidad erspectivas: 109-145 Buenos Aires, Búsqueda. 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Estas condiciones conllevan desafíos interpretativos de sus historias tafonómicas, del uso del espacio y de la complejidad de los depósitos (Farrand 1985 ornfeld et al 007) La Cueva Maripe es uno de esos casos complejos y si bien se ha avanzado mucho en la producción de conocimiento acerca de los procesos de formación de los depósitos, los paleoambientes internos y externos, y las formas de apropiación y uso de sus diferentes espacios interiores en trabajos previos (Miotti et al 007 Rabassa et al. 2007; Hermo 2008; Carden 2009; Fernández 2013; Marchionni 2013; Lynch 2014), la complejidad y abundancia artefactual continúan siendo un laboratorio de campo para anar métodos de recuperación de información arqueológica, paleoambiental y tafonómica. Por otra parte, Cueva Maripe constituye un enclave de ocupación importante para modelar las formas de colonización del Macizo del Deseado (Santa Cruz, Argentina) ya que su secuencia arqueológica es una de las más completas y extensas, que comienza con ocupaciones humanas de la transición Pleistoceno/Holoceno y continúa hasta tiempos recientes. Por tales motivos, los objetivos de este trabajo son presentar la nueva información arqueológica, cronológica y tafonómica, así como las metodologías utilizadas para denir la resolución temporo-espacial de los depósitos de esta cueva y discutir el rol que este lugar habría ocupado en la arqueología de la colonización de la región. AMBIENTE LOCAL DE CUEVA MARIPE Cueva Maripe se ubica a orillas del curso medio del mallín La Primavera, a 47º 51’ sur y 68º 56’ oeste (gura 1). Este mallín es un tributario del zanjón Blanco, en la zona de cabeceras, comprendida entre las cotas de 600 y 450 msnm y corresponde a un humedal de dimensiones 510 importantes dentro de las áridas serranías del Macizo del Deseado (gura 1). Cuenta con una extensión aproximada de 10 km desde sus nacientes en la meseta de Los Ventisqueros hasta su desembocadura en el zanjón Blanco. A lo largo de su valle y de las mesetas que lo circundan, se han registrado cuevas y abrigos rocosos con arte rupestre y materiales arqueológicos en supercie y en estratigrafía, así como numerosos sitios y concentraciones a cielo abierto (Miotti et al 007 Hermo 2008; Carden 2009; Magnin 2010). Cueva Maripe constituye el sitio principal de excavaciones sistemáticas desarrolladas en la localidad desde 003, donde se ha obtenido la secuencia cultural más extensa de la localidad y de los sitios vecinos en estudio. Figura 1. a. Mapa con ubicación del área de estudio dentro del Macizo del Deseado, b. Detalle de zona de estudio y localización del sitio Cueva Maripe 511 I ( ), julio-diciembre 014: 509-537 El sitio, como casi todas las cuevas patagónicas, es una cueva externa (Farrand 1985; Miotti et al 2007; Miotti 2010) de grandes dimensiones (guras 2a y 2b), emplazada a una altura de 562 msnm y a 5 m sobre el nivel actual del mallín, en un aoramiento de ignimbritas de la Formación Chn Aike (Panza 2001). La cueva se encuentra dividida internamente por un tabique rocoso en dos cámaras: Cámara Norte (CN) y Cámara Sur (CS) (gura 2b), cada una de las cuales fue considerada un microambiente particular sobre la base de sus condiciones potenciales de habitabilidad, derivadas de los ambientes diferenciales de depositación, abrigo, insolación, iluminación y humedad. Figura 2. a. Foto de Cueva Maripe tomada desde el mallín La Primavera, b. Planta de la cueva. Los números 1-14 corresponden a paneles con arte rupestre Las excavaciones arqueológicas se realizaron en ambas cámaras de la cueva (gura 2b), lo que permitió evaluar en qué medida las diferencias microambientales registradas entre ellas pudieron jugar un papel signicativo en las decisiones humanas y en las formas en que se vieron afectadas por los diferentes agentes en el pasado Esta idea fue abordada en profundidad en los estudios de arte rupestre (Carden 2009), tecnología lítica (Hermo 2008), zooarqueología y tafonomía (Marchionni 013), así como desde proxies ambientales (Miotti et al 2008; Fernández 2013). Todos estos trabajos hacen posible sostener la hipótesis de un uso diferencial del espacio interior de la cueva (Miotti et al 2007: 566) y aunque el arte rupestre no es tratado en este trabajo, los análisis de motivos, técnicas y distribución espacial y temporal relativa avalan la estructuración interna de la cueva para la ejecución de distintas prácticas sociales (Carden 009) En ambas cámaras las potencias sedimentarias son muy variadas, por ejemplo de 0,40 m, en la cuadrícula B12 de CS y de más de 2 m en la cuadrícula D5 de CN, diferencia que también fue observada en las tasas de sedimentación Estas tasas muestran que la velocidad de depositación fue más rápida en CN (0,01 cm/año) que en CS (0,004 cm/año) El uso de tasas de sedimentación como metodología indirecta para evaluar la integridad del sitio avala la hipótesis de una mayor integridad arqueológica en CN que en CS (Miotti et al 007) Las secuencias estratigrácas de ambas cámaras presentan rasgos geológicos y estratigrácos particulares, lo que no permite correlacionarlas, a excepción de la capa de estiércol continua que recubre la cueva en su totalidad formando la supercie actual. A esta situación, se suma la presencia diferencial de derrumbes, lentes, cuevas/galerías de animales cavadores y variaciones microambientales actuales registradas entre ambos sectores. La descripción estratigráca responde a criterios litoestratigrácos (Mosquera 2014) propios de cada sector; en tal sentido, se registra 51 una carencia de límites netos verticalmente y continuos en sentido lateral, que permitan denir las mismas capas o eventos estratigrácos para toda el área de la cueva –e niveles de ceniza volcánica, discordancias erosivas y eventos de derrumbe, (Rabassa et al 007) El registro arqueológico de Cueva Maripe está integrado principalmente por materiales líticos, óseos, y arte rupestre, a los que se agrega la presencia de macrorrestos vegetales. Ambas cámaras presentan secuencias ocupacionales amplias que van desde la transición Pleistoceno-Holoceno hasta el Holoceno tardío (Miotti et al 2007). A partir de la ampliación de la excavación, del avance en las investigaciones (geoarqueológicas, cronológicas, paleoambientales, tafonómicas, zooarqueológicas y de tecnología lítica) y de la aplicación de SIG, se obtuvo una mejor resolución arqueológica en ambas cámaras (Miotti et al. 2011). La profundización de estos análisis abrió nuevos interrogantes que hacen a la heterogeneidad del uso de los distintos sectores y cámaras de la cueva, así como a las diferentes historias tafonómicas reconocidas en cada una de ellas Hasta el momento, la cronología de las ocupaciones humanas de Cueva Maripe había sido estimada sobre la base de un total de nueve fechados radiocarbónicos (Miotti et al 007), de los cuales cuatro provenían de CN y cinco de CS. Entre 2011 y 2012 se obtuvieron otros trece fechados radiocarbónicos (CN 10 CS 3), tanto en materiales óseos como sobre carbón vegetal (ver tablas 1 y 2). En el presente trabajo se da a conocer esta nueva información cronológica, la cual es analizada y discutida con el n de caracterizar y evaluar los distintos momentos de ocupación humana de la cueva Si bien hasta el momento han sido varias las líneas de investigación desarrolladas, la información aún era deciente en lo referente a la resolución temporal de los contextos arqueológicos. El avance en este aspecto fue de gran importancia para denir con mayor precisión los procesos depositacionales y postdepositacionales, así como el estudio del uso del espacio, lo que permitió redenir los contextos arqueológicos. En tal sentido, aquí buscamos responder algunas preguntas básicas como ¿cuándo comenzaron los humanos a utilizar la cueva?, ¿las ocupaciones fueron continuas o discontinuas?, ¿cuáles fueron los procesos y los agentes formadores del depósito? y, ¿cuáles son las tendencias de uso de los recursos (líticos y biológicos) que se pueden trazar desde la transición del PleistocenoHoloceno al Holoceno tardío? A continuación se detallan los nuevos resultados obtenidos desde distintas líneas de trabajo que contribuyeron a contrastar las hipótesis previas de resolución temporal de las ocupaciones, integridad arqueológica y uso diferencial del espacio. AVANCES EN LA DEFINICIN DE LOS CONJUNTOS ARQUEOLGICOS Como ya fue mencionado, la secuencia estratigráca de ambas cámaras se compone de capas con límites sedimentarios graduales No obstante, se aplicaron diferentes criterios que permitieron discriminar conjuntos arqueológicos desde las diferentes vías analíticas que se detallan a continuación earquela Este análisis se realizó en dos etapas: una en campo, que consistió en la caracterización de la estratigrafía a nivel macroscópico y fue realizada por el Dr. Jorge Rabassa (Rabassa et al 2007), y otra, en laboratorio, donde se llevaron a cabo análisis texturales bajo técnicas estándares y de composición sedimentaria mediante lupa binocular y difracción de rayos X. Estos fueron realizados para contrastar la información de campo y avanzar sobre el reconocimiento de los 513 I ( ), julio-diciembre 014: 509-537 procesos de formación de sitio en función del aporte de materiales endógenos y exógenos en los distintos niveles estratigrácos (Farrand 1985). La categoría exógeno se conforma de aquellos materiales que ingresan a la cueva como resultado de la acción de distintos agentes de transporte (eólico, uvial, humano, etc.), entre los que se incluye el carbón, debido a su génesis antrópica. Cabe mencionar que en Cueva Maripe ha sido bien documentada la presencia de fogones. Los materiales endógenos incluyen la roca caída del techo y sus componentes. La composición de gravas y arenas se determinó a partir del uso de lupa binocular, mientras que en el caso de limos y arcillas se determinó mediante difracción de rayos X realizada sobre cada muestra sedimentaria y sobre una muestra de roca de caja, para evaluar el aporte de esta última a la secuencia estratigráca. El principal componente que aporta la roca de caja en forma de limo y arcilla corresponde a caolinita. De esta manera, fue posible caracterizar los depósitos sedimentarios y agruparlos en segmentos estratigrácos de acuerdo con los resultados obtenidos En ambas cámaras se reconocieron seis capas estratigrácas con límites transicionales, las cuales no se correlacionan directamente entre ellas, a excepción de las capas 1 y 2 que corresponden a estiércol de ganado y a una quemazón este, respectivamente. Por tales motivos, la estratigrafía de cada cámara fue analizada por separado. Estas dos capas se formaron a mediados del siglo XX cuando la cueva comenzó a ser utilizada como corral y actualmente constituyen la supercie del sitio. Debido a que resultan de las actividades ganaderas desarrolladas en el área, acotadas a tiempos muy recientes, no han sido, por el momento, consideradas en el análisis sedimentario, el cual comienza directamente a partir de la capa subyacente. En CN, la roca de base se encuentra relativamente a mayor profundidad que en la CS (Miotti et al 2007). Este rasgo topográco habría favorecido la recepción de sedimentos, principalmente en los momentos iniciales de depositación, previos a la ocupación humana Por lo tanto, en CN se reconoció una mayor potencia sedimentaria y una tasa de depositación mayor a la de CS (Miotti et al 007) Cámara Norte La secuencia estratigráca estudiada en este sector corresponde a los perles norte de las cuadrículas C5 y D5, y este de D5 y D6 (guras 2b y 3). Se compone de seis capas, cada una dividida en sus respectivas subcapas (Rabassa et al 007) Asimismo, se ha reconocido un evento de derrumbe del techo en el área intermedia de CN, el cual no ha quedado registrado en la estratigrafía de las cuadrículas excavadas. La secuencia estratigráca fue dividida bajo el criterio granulométrico y de composición en tres segmentos principales: uno inferior, de 0,40 m de potencia promedio, constituido por la capa 6 un segmento medio, integrado por las capas 3, 4 y 5, de aproximadamente 1,3 m de espesor y que es el que contiene la mayoría de la evidencia arqueológica; y uno superior, compuesto por las capas 1 y 2. El segmento inferior (capa 6), es arqueológicamente estéril y se caracteriza por su textura arenosa (gura 4a), ausencia de estructura interna, presencia de un alto contenido de material exógeno compuesto por clastos redondeados de origen eólico (gura 4b) y composición argilomineral de naturaleza esmectítica, que la distinguen del resto de la secuencia (gura 4c). El segmento medio presenta texturas que varían entre grava-areno-fangosa y arena-fangogravosa (gura 4a), y se caracteriza por un marcado aumento del porcentaje de grava caída del techo, la cual aporta entre un 20% y un 32% a cada muestra analizada, a excepción de la subcapa 5a donde alcanza un 60%. Asimismo, se reconocieron estratos lenticulares con alto contenido de carbón y estructuras de combustión, en general, en la capa 4 y, particularmente, en las subcapas 4c y 4d (gura 4b) (Mosquera 2014). La composición argilomineral en las capas 3, 4 y 5 514 es principalmente caolinítica-ilítica (gura 4c). Es notorio que el aumento de gravas de la roca de caja en este sector se da en sincronía con la llegada de los primeros grupos humanos al sitio y en momentos en que, a nivel regional, se reconoce un cambio de ambientes más secos y fríos a condiciones de mayor humedad y temperatura (Páez et al 1999; De Porras 2010). Figura 3. Perl estratigráco de Cámara Norte Figura 4. Cámara Norte: a. Triangulo de textura sedimentaria; b. Composición de la fracción arena; c Composición de la fracción arcilla Cámara Sur El perl estratigráco analizado corresponde a la pared sur de las cuadrículas A12 y B12 (Figura b), en la secuencia de este sector se reconocieron 6 capas, algunas de las cuales fueron divididas en subcapas (Rabassa et al 2007). Al igual que en CN las capas 1 y 2 están compuestas por estiércol de ganado. En esta cámara, se reconoce una ltración intermitente de agua que escurre a través de la roca de caja desde la pared posterior de la cueva humedeciendo el depósito. Esta situación ha generado una conguración particular en este sector, principalmente en las capas 3 y 4. La capa 3 presenta heterogeneidad interna en cuanto a color y granulometría a diferencia de lo observado en el resto de la secuencia Al igual que en CN, las capas presentan límites transicionales y no se reconocieron hiatos arqueológicos. 515 I ( ), julio-diciembre 014: 509-537 La estratigrafía de esta cámara fue dividida utilizando el mismo criterio que CN, en tres segmentos: uno inferior, de aproximadamente 0,25 m de potencia, integrado por las capas 5 y 6; uno medio, que abarca las capas 3 y 4 con una potencia promedio de 0,30 m; y uno superior, de 0,40 m de espesor promedio, que incluye a las capas 1 y 2 formadas por estiércol, al igual que en CN Estas diferencias de potencia sedimentaria, respecto de la CN marcan la presencia de una secuencia estratigráca altamente comprimida, lo cual hace que tanto los fechados como los materiales arqueológicos tengan una dispersión vertical de pocos centímetros con una separación temporal importante (gura 5). Figura 5. Perl estratigráco de Cámara Sur El segmento inferior presenta una textura areno-fango-gravosa (gura 6a) sin estructuración, compuesta principalmente por roca de caja con un bajo aporte de clastos redondeados (gura 6b) y donde la composición argilomineral es de naturaleza caolinítica-ilítica (gura 6c). Igual que en CN, la capa 6 es arqueológicamente estéril, pero tiene poca potencia y aparece solo en algunos sectores de esta cámara El segmento medio (capas 3 y 4) presenta una alternancia textural entre areno-fango-gravosa y fango-gravosa (gura 6a). En ella se reconoció estructuración de ámbito palustre, oxidación de estiércol en la cúspide de capa 3 y abundante presencia de carbones hacia la base de dicha capa, en estructuras de combustión difusas en el perl. La composición de la fracción arena muestra altos porcentajes de sedimento exógeno de aporte antrópico, representado principalmente por carbón, con un pico de 50% en la base de capa 3 (gura 6b). La composición argilomineral está compuesta por ilita, interestraticados 10-14M y caolinita (gura 6c). Figura 6. Cámara Sur: a. Triangulo de textura sedimentaria; b. Composición de la fracción arena; c Composición de la fracción arcilla 516 El análisis sedimentológico indica que la historia de formación del depósito fue diferente en cada cámara fue más compleja en CS, donde la estratigrafía es más comprimida, la tasa de depositación es más lenta y donde la inuencia del agua contribuyó a la modicación postdepositacional de los estratos, lo que dicultó una diferenciación clara de capas. En CN, por su parte, se pudieron reconocer diferentes modos de depositación a lo largo de la secuencia, la cual presenta una mayor recurrencia de detritos de roca de caja, en especial en el segmento que contiene el material cultural. En cuanto a las tasas de depositación, se pueden plantear expectativas sobre la preservación diferencial de material biológico entre cámaras. Dado que en CN la velocidad de depositación sedimentaria fue mayor que en CS, sería esperable que en esta última los especímenes óseos recuperados presenten estadios de meteorización más altos que en CN (Behrensmeyer 1978). Por otro lado, el mayor desarrollo estratigráco de CN permitió reconocer con mayor claridad cambios en los ambientes de depositación. En este sentido, el depósito arenoso estéril de origen exógeno que conforma la capa 6, es anterior a los ca. 9200 años AP y coincide con las condiciones frías y secas que caracterizaron al último período glacial. Esta situación es interesante, ya que si bien son varios los sitios en cuevas de la región (e., Piedra Museo, Cueva 3 de Los Toldos) cuyas estratigrafías comienzan con un depósito arenoso como el que se describió aquí, en dichos niveles se han recuperado materiales de cronologías tempranas echad Con el objetivo de contrastar y complementar la secuencia cronológica de la cueva, se realizaron nuevos fechados en ambas cámaras. Las dataciones fueron calibradas con OxCal 4.2 (Bronk Ramsey 2009) utilizando la curva IntCal 09 (Reimer et al. 2009) y se sintetizan en las tablas 1 y 2. Cámara Norte De las dataciones realizadas en la CN, la mayoría procede de las cuadrículas más externas, excepto dos que provienen de la cuadrícula P6B (gura 2b) cuyos materiales aún se encuentran en análisis; por lo tanto, no son considerados con mayor detalle en este trabajo. De esta manera, la serie radiocarbónica actual en CN se distribuye en tres bloques temporales. Los fechados correspondientes a la transición Pleistoceno-Holoceno y el Holoceno temprano son seis y corresponden al lapso ca 9 00-7 00 años radiocarbónicos AP (ca 10500-7900 años cal AP) Por su lado, los seis fechados correspondientes al Holoceno medio se distribuyen entre ca 5400 y 3500 años radiocarbónicos AP (ca 6300-3600 años cal AP) Finalmente, para el Holoceno tardío fueron obtenidos dos fechados de ca 3200 y 1900 años radiocarbónicos AP (ca 3600-1700 años cal AP) La distribución de los fechados indica claras señales de ocupación de la CN tanto para la transición Pleistoceno-Holoceno como para el Holoceno temprano Hacia el Holoceno medio, encontramos dos fuertes señales de ocupación de esta cámara, una en torno a los 5000-5500 años AP y otra, en torno a los 4000-3500 años AP; en ambos casos señaladas por la recurrencia de estructuras de combustión en los sectores más luminosos y externos de la cueva. Con respecto al Holoceno tardío, la evidencia radiocarbónica indica que en la CN las ocupaciones habrían tenido lugar, al menos, entre ca. 3200 y 2000 años AP, con registros en los sectores externo e intermedio de Cueva Maripe (gura 2b). 517 I ( ), julio-diciembre 014: 509-537 Cámara Sur En la CS la secuencia total de fechados se compone de ocho dataciones Aquí los fechados publicados con anterioridad mostraban una congruencia entre cronología y estratigrafía. Así, las dataciones se distribuían de la siguiente manera: aquellas correspondientes a la transición Pleistoceno-Holoceno y Holoceno temprano que mostraban un rango entre ca 9500 y 7700 años radiocarbónicos AP (ca. 11100-8400 años cal. AP). Para el Holoceno medio se obtuvo un único fechado correspondiente a ca 4100 años radiocarbónicos AP (ca. 4650 años cal. AP). Del mismo modo, se obtuvo un único fechado para el Holoceno tardío de ca 1100 años radiocarbónicos AP (ca 1000 años cal AP) (tabla ) De las tres nuevas dataciones, una se comporta según lo esperado en función de su ubicación tridimensional en la secuencia estratigráca de CS y suma un dato más a las ocupaciones correspondientes al Holoceno tardío (ca. 1400 años AP, 1300 años cal. AP) (gura 5). Los otros dos fechados nuevos muestran cierta conictividad en lo referente a la secuencia estratigráca y a dataciones previas ya que se sitúan en niveles en los que no eran esperables tales valores de 14C Una muestra de carbón ubicada en la capa 3 arrojó una edad promedio de 155 años AP mientras que de la otra muestra, ubicada en la capa 4, se obtuvo una edad de 655 años AP (tabla ) La distribución de estos dos últimos fechados se circunscribe a un sector acotado de la excavación de CS: los cuadrantes contiguos SE de la cuadrícula A12 y SW de la B12. En este sentido, se abre un nuevo interrogante sobre la resolución temporal y la integridad de los contextos de este sector en particular ya que otros huesos enviados previamente a fechar de este mismo sector no contenían colágeno. Se atribuye a que los materiales de esta cámara pudieron haber sido seriamente alterados por agua y otros agentes postdepositacionales, que produjeron la aceleración de la pérdida de colágeno. Por estas cuestiones tafonómicas microlocales, los fechados de este sector se consideran valores anómalos (outliers) Tabla 1. Fechados radiocarbónicos de Cámara Norte lo† es Ca a C a c la o ales 5 D6 5 D5 Holoceno tardío Holoceno medio Transición Pleistoceno/ Holoceno Holoceno temprano e 518 Sec o C i o 14C a‡os AP Cal AP Ma e ial SW NW AA951 9 AA65179 9177 56 899 65 10496-10 34 10 49-991 Carbón Carbón NW AA951 7 88 7 87 10181-6909 Hueso 5 C5 5 D5 SE AA951 6 801 80 9091-8608 Hueso 5 5 C5 C5 SE NW AA65178 AA99069 876 50 7153 50 10115-9556 815 -7858 Carbón Carbón 4 D5 SE perl E AA99071 5376 45 6 84-6004 Carbón 4 D5 SE AA99070 5137 45 5990-5749 Carbón 3/4 D6 SE AA65173 5084 49 59 8-5716 Carbón 4 C5 NE AA99067 400 478 -4300 Carbón 4 C5 NW AA99068 3791 4 4383-399 Carbón 4 43 C5 NE LP-1497 3 10 60 3579-3 7 Carbón P6B SE AA951 3 3535 6 3980-364 Hueso P6B SW AA951 4 1907 48 1949-1719 Hueso Tabla 2. Fechados radiocarbónicos de Cámara Sur lo† es ni a C a o ales Anal ica Holoceno tardío c la Sec o C i o 14C a‡os AP Cal AP Ma e ial 3 A1 SW AA65175 9518 64 1110 -10594 Carbón 3 A1 SE AA65174 8333 63 9479-9136 Carbón B12 SW AA65177 7703 47 8584-8411 Carbón A1 SE AA65181 4113 39 48 1-45 Carbón B12 SW AA65176 1078 40 1061-9 8 Carbón A1 SE AA951 1 155 35 85-(- ) Carbón 655 39 849- 736 Carbón 1403 46 1394-1 64 Hueso Holoceno medio Transición Pleistoceno/Holoceno Holoceno temprano e 1 3 B12 SW AA951 1 A11 NW AA95118 outliers eneracin del del diital Como línea independiente de contrastación de las capas y bloques temporales denidos sobre la base de la sedimentología y cronología radiocarbónica, se utilizó un programa de digitalización de los datos tridimensionados (GRASS 6.4). Este programa permitió realizar un modelo tridimensional de los rasgos naturales y antrópicos registrados durante las excavaciones. El proceso consistió en: a) la digitalización de los perles registrados en el campo, que fueron tabulados e ingresados dentro de un SIG; b) la interpolación de la información digitalizada, mediante la cual se modelaron las supercies de las capas utilizando algoritmos de interpolación (GRASS 6.4), y c) en función de los valores de X, Y y , los materiales tridimensionados fueron asociados a las distintas supercies generadas (gura 7) y que corresponden a las diferentes capas descriptas en la estratigrafía (Ceraso 011) La mayor potencia sedimentaria de CN permitió relacionar los materiales y estructuras con mayor denición a las diferentes capas naturales descriptas. De esta manera, los conjuntos arqueológicos de CN que aquí se analizan resultan de la aplicación de este modelo digital, y sus límites verticales responden a los niveles estratigrácos de CN; se reconocieron conjuntos arqueológicos en cuatro de las seis capas descriptas previamente: 2, 3, 4 y 5 (gura 3). Debido a que el modelo digital requiere disponer de rasgos estratigrácos discretos para la generación de supercies, pudo aplicarse solo a la CN, ya que estos rasgos están ausentes en CS. Así, en este último sector se aplicó una estrategia metodológica alternativa que, si bien resultó en una menor resolución arqueológica, permitió la segregación de conjuntos arqueológicos congruentes a los cambios tecnológicos y zooarqueológicos en sentido espacio-temporal. Por lo tanto, en CS la delimitación de los conjuntos se basó en la agrupación de niveles articiales de excavación (cada uno de 10 cm), teniendo en cuenta los fechados radiocarbónicos, las características sedimentológicas, la distribución de los materiales y las estructuras arqueológicas. Los niveles articiales 519 I ( ), julio-diciembre 014: 509-537 de excavación fueron agrupados, según los fechados radiocarbónicos obtenidos, en 3 Unidades Analíticas (UA) que, de la supercie hacia la base, se denominan UA1 (niveles articiales -130 a -160 cm)1 correspondiente al Holoceno tardío, UA (-160 a -180 cm) correspondiente al Holoceno medio y UA3 (-180 a -200 cm) correspondiente a la transición Pleistoceno-Holoceno. Por encima de estas tres unidades analíticas se encuentran los niveles de estiércol descriptos anteriormente y que conforman la supercie actual de la cueva. Figura 7. Pasos en la construcción del modelo digital: a. Perl estratigráco, b. Relevamiento y digitalización de los perles, c. Resultado de la interpolación de la información digitalizada, d. Asociación de los materiales a las supercies generadas en función de los valores de X, Y y de cada uno ana arquela Las tendencias arqueofaunísticas de los patrones en el uso de los recursos cazados se anclan, principalmente, solo en el guanaco (aa uanice) en los tres bloques temporales y en ambas cámaras (Marchionni 2013). El NSP total es de 8.905 especímenes óseos, de estos materiales el 51,6% corresponde a CN (NSP4592) y el 48,4% corresponde a CS (NSP4313). Cámara Norte En CN los restos óseos se distribuyen en las capas estratigrácas 2, 3, 4 y 5. La mayor frecuencia de especímenes óseos proviene de la capa 4, seguida por la capa 3 y con mucha menor frecuencia en las capas 5 y 2 respectivamente (tabla 3). La abundancia taxonómica de estos conjuntos indica una clara dominancia en todos ellos del guanaco, con representaciones que superan el 40 del NISP total En todos los conjuntos, luego de los guanacos, la mayor frecuencia relativa corresponde a Mamífero grande y Mamífero indetermi5 0 nado, debido al alto grado de fragmentación Sin embargo, ambas categorías tienen altas chances de corresponder a uanice, al igual que los determinados como Camelidae (gura 8). La presencia de rheidos es baja en todos los conjuntos, su frecuencia se incrementa en las capas 3 y 4 debido al registro de fragmentos de cáscaras de huevo de estas aves (gura 8). Tabla 3. Abundancia taxonómica relativa en CN expresada en NISP y NSP Taƒ n Ca a 5 Aves Ca a 4 4 Rehidae 1 Ca a Ca a 2 To al o 4 aƒ n 9 1 13 116 4 53 Mamífero indet. 44 114 85 6 49 Mamífero grande 78 196 87 8 369 Dasipodidae 1 lei cnclr 0 6 10 6 115 334 145 Camelidae aa uanice 1 4 6 18 16 607 To ales NISP 245 ˆ‰5 444 4 151Š Indet 134 1831 873 8 3066 ˆ‰ 2‹2‹ 1 1ˆ 2‹2 45Š4 To ales NSP Figura 8. Abundancia taxonómica relativa de Cámara Norte, expresada en NISP La representación de partes anatómicas de los guanacos muestra la presencia de elementos tanto axiales como apendiculares en todos los conjuntos; estos últimos son los que alcanzan la mayor representación. Entre los elementos axiales, la cabeza adquiere una alta representación en capa 5 y disminuye en las suprayacentes. Otros elementos axiales como vértebras y costillas 5 1 I ( ), julio-diciembre 014: 509-537 tienen baja representación en todos los conjuntos En cuanto al esqueleto apendicular, en la capa 5 se observa una mejor representación de la pata delantera respecto de la trasera; el radio-cúbito es el elemento más representado (%MAU 100%). Sin embargo, los elementos distales de la pata trasera (metatarso y astrágalo) tienen valores de %MAU moderados a altos (entre 75 y 50%). Algo distinto ocurre con los conjuntos de las capas 3 y 4, donde la mayor representación (entre el 85 y el 100% del %MAU) la adquieren los elementos de la pata trasera, especialmente los elementos medios y distales como la tibia y los metatarsos. La frecuencia de partes anatómicas apendiculares en la capa muestra una representación más completa de los elementos de la pata trasera. En esta capa la frecuencia de restos óseos de guanacos es baja y la representación de partes podría encontrarse más sesgada debido al tamaño pequeño de la muestra La presencia de los metapodios indiferenciados es destacable en los conjuntos, lo que sugiere un incremento en la representación de los elementos distales de las patas (Marchionni 2013). El registro de las modicaciones de las supercies óseas indica que la meteorización en todos los conjuntos ha sido baja, ya que más de 95% de los especímenes de cada capa registran estadios iguales o menores a 2 (Behrensmeyer 1978). Otras modicaciones de origen natural han sido reconocidas en estos conjuntos entre todas ellas, los depósitos de manganeso del conjunto de capa 5 son las que alcanzan las frecuencias más signicativas afectando aproximadamente el 8 de los materiales Solamente se ha determinado daño por carnívoros en los conjuntos de las capas 3 y 4 en menos del 1%. Las modicaciones producidas por raíces se registraron en todos los conjuntos, en frecuencias menores al 2% y están ausentes en la capa 2. Las marcas de roedores tienen frecuencias más elevadas en los conjuntos más superciales de la capa 2 (12% aproximadamente) y capa 3 (6% aproximadamente). La presencia de depósitos de carbonato solamente se registró en menos de un 5% de los especímenes de capa 5; estas modicaciones podrían guardar relación con la elevada frecuencia de depósitos de manganeso también registrada en esta capa, ambas interpretadas como resultado de condiciones postdepositacionales de mayor humedad (mayor detalle en Marchionni 2013). El registro de modicaciones antrópicas es abundante en los cuatro conjuntos de CN, entre ellas, las más destacadas corresponden a huellas de corte y fracturas. Las primeras se registran con valores entre el 15% y 20% en cada conjunto y es el de capa 5 el que presenta la mayor frecuencia. Respecto de las fracturas, adquieren valores entre el 50% y 80% en cada conjunto, y se hacen más abundantes en los conjuntos más modernos de la secuencia. La alteración térmica en los cuatro conjuntos es baja, salvo el correspondiente a la capa 4, con más del 35 del NSP afectado. Los artefactos óseos se registran solo en las capas 3 y 4, y fueron confeccionados en huesos de ave y de mamífero (Miotti y Marchionni 2013). Cámara Sur Los restos faunísticos de esta cámara provienen de las tres UA denidas arriba. La UA3 es la que presenta menor frecuencia de restos óseos, los cuales se incrementan progresivamente en las UA2 y UA1 (tabla 4 y gura 9). La abundancia taxonómica relativa en los conjuntos de CS muestra que el taxón más representado en los tres conjuntos es el guanaco; en la UA1 es donde se observa la mayor frecuencia de NISP. En los tres conjuntos los Mamíferos grandes alcanzan frecuencias elevadas y, al igual que ocurre en CN, si bien estos restos no conservaron características diagnósticas para una identicación especíca, podrían ser asignados a aa uanice Solamente en el conjunto de UA3 los restos de Mamífero grande alcanzan frecuencias que superan la de los guanacos. La presencia de especímenes correspondientes a rheidos se registra en las tres UA, con una mayor frecuencia en la UA1 de todas maneras, las frecuencias relativas de estos restos de aves en CS son clara5 mente menores que las registradas en CN Solamente en la UA1 se registra en baja frecuencia la presencia de otras especies, entre ellas i arie (oveja) (gura 9). Las partes anatómicas de guanacos están representadas por elementos del esqueleto axial y apendicular; este último es el más frecuente en las tres UA. La cabeza tiene una representación moderada en la UA1 y UA2, y está ausente en la UA3. La presencia de metapodios indiferenciados es elevada en los tres conjuntos, lo que sugiere un incremento en la representación de los elementos distales de las patas, al igual que sucede en CN (Marchionni 2013). Tabla 4. Abundancia taxonómica de Cámara Sur, expresada en NISP y NSP Taƒ n A A2 Mollusca Aves Rehidae Mamífero grande aa uanice 3 8 4 A1 To al aƒ n 5 5 5 5 19 4 116 164 36 15 00 376 8 8 i arie To al NISP 10‰ 2ˆ0 421 Š00 Indet 107 949 836 4313 Mamífero indet. To ales NSP 5 37 95 137 221 125‹ 52 5250 Figura 9. Abundancia taxonómica relativa de Cámara Sur, expresada en NISP 5 3 I ( ), julio-diciembre 014: 509-537 La tendencia de la meteorización en los conjuntos de CS indica que su incidencia ha sido baja (estadios menores o iguales a sensu Behrensmeyer 1978) en los 3 conjuntos arqueofaunísticos, con un incremento del deterioro hacia las unidades superiores Las principales alteraciones naturales sobre los especímenes óseos de esta cámara se relacionan con procesos de humedad como son los depósitos de carbonato y manganeso. Los primeros son más abundantes en la UA3 (cerca del 8 ), mientras que los segundos tienen similar representación en las UA1 y UA2 (9% aproximadamente). Las modicaciones producidas por raíces, roedores y carnívoros, no superan el 2%. La mayor proporción de huellas de corte se registra en la UA3 (alrededor del 16%) y disminuye progresivamente hacia la supercie, con porcentajes menores al 8% en cada UA. Por otro lado, los tres conjuntos presentan elevado porcentaje de fracturas antrópicas en estado fresco, cuya mayor frecuencia es aquella registrada en UA2 (62%), seguida por cercal del 55% en UA1, y 45% en UA3. Finalmente, la alteración térmica de los especímenes es frecuente y se encuentra altamente representada en el conjunto de UA2 (40%). En las UA1 y UA3 las frecuencias son menores, con valores de 22% y 19%, respectivamente. on untos líticos Para la descripción del conjunto de instrumentos de Cueva Maripe se utilizaron los criterios de clasicación propuestos por Aschero (1975, 1983), y algunas modicaciones propuestas por Hermo ( 008) Cámara Norte Los artefactos formatizados (AF) de la CN de Cueva Maripe (tabla 5 y gura 10) totalizan 95 elementos distribuidos en las capas 2/3, 4 y 5 (Hermo et al 2014; Lynch 2014); la 4 es la más numerosa (43 ), seguida por la capa 3 (37 ) En toda la secuencia, el grupo tipológico más representado es el de los raspadores (n 56, 55%); lo siguen las raederas y las láminas retocadas, aunque con valores mucho más bajos (n 8, 8,4 en ambos casos) El conjunto de las capas /3 se compone también de láminas retocadas y muescas; mientras que en la capa 4 el grupo tipológico que sigue al de los raspadores (exceptuando los fragmentos no diferenciados) es el de las raederas y, en menor medida, otros artefactos con los largos (limaces y láminas retocadas). De manera similar, en la capa 5 se destaca que, además de raspadores y raederas, se han registrado elementos bifaciales (un fragmento de punta de proyectil y fragmentos de bifaces). Un hecho destacable es la presencia de tres fragmentos de bola de boleadora (uno de ellos correspondiente a una preforma) en la capa 4, lo que marca coherencia con los registros iniciales de este tipo de armas en la región (Hermo y Magnin 2012; Hermo et al 014) En cuanto a la selección de las materias primas, la distribución por capas de las rocas empleadas para la manufactura de AF muestra que en todas las capas la materia prima preponderante es una ignimbrita silicicada que hemos denominado ISG1 (Hermo 2008, 2009), con fuentes de procedencia a menos de 15 km de Cueva Maripe. En la capa 5 su presencia se acerca al 50% de los AF, mientras que el porcentaje más bajo (31,7%) se da en la capa 4. Otro rasgo para destacar es la utilización de otra variedad de ignimbrita silicicada (ISG2) únicamente en la capa 3 (Hermo y Lynch 2014). La fuente de procedencia de esta roca se ubica a 200 m de Cueva Maripe (Hermo 2008, 2009) y, si bien su calidad para la talla es buena a regular, resulta llamativo que el abandono de AF realizados sobre esta roca se registre únicamente en las ocupaciones más tardías del sitio 5 4 Tabla 5. Grupos tipológicos representados en los conjuntos de Cámara Norte G os i ol icos Ca a Ca a 4 Ca a 5 5 1 To al ene al Bifaces Filos no diferenciados 3 Limaces 1 9 1 Láminas retocadas 4 6 Muescas 1 1 Muescas retocadas 1 1 Puntas de proyectil 1 Raederas 3 Raspadores 17 1 Unifaces Bolas To al 1 5 6 44 1 1 1 ˆ5 3 2‹ ‹ 3 Figura 10. Grupos tipológicos representados en los conjuntos de la Cámara Norte Cámara sur La muestra se compone de 205 AF (tabla 6 y gura 11), de los cuales más de la mitad corresponde a la UA1 (n 110), seguido por el registro de la UA que presenta una elevada frecuencia (n 90), mientras que en la UA3 se registraron unos pocos elementos (n 10) Una primera aproximación permite observar la alta variabilidad del conjunto en el que se encuentran representados 16 grupos tipológicos, sin tener en cuenta los fragmentos de los no diferenciados (n 13) a los que no ha sido posible asignar grupo tipológico No obstante, en todas las capas los AF más representados son los raspadores Así, la muestra de UA1 está principalmente compuesta por raspadores, que superan levemente el 70 , mientras que el resto corresponde a formas de los largos (láminas retocadas, raederas, bifaces). De las puntas de proyectil halladas en esta 5 5 I ( ), julio-diciembre 014: 509-537 capa, una corresponde a una forma triangular tallada en obsidiana, con aletas y cuyo pedúnculo es irregular mientras que la otra corresponde a un fragmento de limbo en sílice En la UA si bien los raspadores son el grupo mayoritario, apenas sobrepasan el 50%; además, hay una gran representación de los largos: raederas y láminas retocadas (aproximadamente 10% cada grupo) que duplican su proporción respecto de la UA1. Asimismo, es notable la mayor presencia de los cortos o puntuales relacionados con tareas determinadas (i e escoplo, punta burilante, cortante, cuña). Las tres puntas de proyectil halladas corresponden a formas triangulares a subtriangulares apedunculadas, dos de ellas manufacturadas en obsidiana, mientras que la restante fue elaborada en una variedad de ópalo La proporción de raspadores en UA3 es aún menor, 33,3%, aunque no dejan de ser los AF más frecuentes; los demás instrumentos corresponden exclusivamente a morfologías de los largos. Cabe destacar la presencia de un cepillo, grupo tipológico recurrente en conjuntos tempranos de la región. Otro objeto destacable es un fragmento de punta de proyectil elaborado en obsidiana que, tecnológicamente, es vinculable con las puntas de la UA Tabla 6. Grupos tipológicos representados en los conjuntos de Cámara Sur de Cueva Maripe G o i ol ico A1 Artefactos de Filo Sumario 7 Bifaces 3 A2 A To al 4 1 1 1 6 Cuchillo de lo retocado 1 1 Cortantes 1 1 Cuñas 1 1 Cepillos 1 Escoplos Filos No Diferenciados 7 Gubias 1 Láminas retocadas 6 Muescas retocadas 1 1 4 4 4 13 10 16 1 1 Puntas burilantes 1 1 Perforadores 1 1 Raclettes 1 1 Raederas Raspadores Unifaces 5 8 1 14 76 48 3 1 7 1 1 3 1 110 ‰0 10 Puntas de proyectil To al 20‹ En cuanto al uso de materias primas, también se observan algunas diferencias entre las Unidades Analíticas. En términos generales, hay dos tipos de rocas que dominan las series: una variedad local de ignimbrita silicicada (ISG1) y determinadas rocas silíceas que han sido agrupadas según criterios macroscópicos en la variedad denominada RSG3 (Hermo 2008). Sin embargo, en el caso de la UA3 no se registra esta tendencia. En la UA1 se encuentra representada la mayor variabilidad de materias primas presentes en el sitio entre los AF, incluyendo rocas que parecen no haber sido utilizadas con anterioridad, como el basalto y una variedad de sílice (RSG2). La 5 6 ignimbrita silicicada y la variedad mayoritaria de sílice se muestran como las rocas con mayor representación ya que alcanzan 24% y 10% de la muestra de esta UA, respectivamente. La UA muestra una disminución en la cantidad de tipos de rocas empleadas conforme con la disminución en la frecuencia de AF. En este caso las variedades de rocas más utilizadas concuerdan con las de UA1, pero sus valores relativos son mayores: 32,2% para la ignimbrita silicicada y 13,8% para RSG3. Asimismo, cabe destacar que en esta capa se registra el mayor valor absoluto en cuanto al uso de xilópalo, mientras que, por el contrario, no se registran AF en obsidiana Finalmente, en la muestra correspondiente a la UA3 se observa la representación de solo seis tipos de rocas, que incluyen variedades de ignimbrita silicicada, obsidiana, ópalo, sílices y xilópalo. Se pueden realizar algunas observaciones de interés en cuanto al uso de las materias primas en momentos iniciales de ocupación de la cueva En primer lugar, la materia prima que más se repite es el xilópalo, representado en dos raederas; en segundo lugar, la ignimbrita ISG1 se halla representada por un solo caso, a diferencia de lo que sucede en el resto de la secuencia nalmente, se destaca la presencia de un instrumento de obsidiana (¿preforma?), materia prima que aparece en frecuencia muy baja o nula en los sitios del Macizo del Deseado hasta nes del Holoceno temprano (Hermo y Miotti 2011). Si tenemos en cuenta la procedencia de las materias primas, en el caso de UA3 existe un complemento entre aquellas con trayectorias mayores a 50 km (xilópalo y obsidiana) y aquellas con fuentes potenciales de aprovisionamiento inmediatamente disponibles (10 km). Figura 11. Grupos tipológicos representados en los conjuntos de la Cámara Sur CARACTERIACIN DE LOS COMPONENTES ARQUEOLGICOS DE CUEVA MARIPE Las distintas líneas de análisis empleadas permitieron anar la resolución arqueológica y avanzar en la interpretación del uso del espacio de Cueva Maripe, de los cambios en la apropiación de los recursos a lo largo de la ocupación humana del sitio y su implicancia a escala regional. Sobre la base de la nueva información radiocarbónica y geoarqueológica y de la aplicación de SIG intrasitio, así como las variaciones de las tendencias tecnológicas y de subsistencia, hemos denido tres componentes arqueológicos a los que denominamos: componente 1, 2 y 3. 5 7 I ( ), julio-diciembre 014: 509-537 El componente 1 incluye los conjuntos de la ocupación inicial de la cueva, ocurrida durante la transición Pleistoceno-Holoceno y el Holoceno temprano ca 9500 años AP (10 34 años cal AP) hasta ca 7 00 años AP (7858 años cal AP) Los primeros registros de ocupación en la CN son levemente posteriores, aunque más abundantes y extendidos que en la CS. Estratigrácamente, este componente se distribuye en la capa 5 de CN y UA3 de CS. La cultura material de estas ocupaciones corresponde a una tecnología preponderantemente unifacial sobre lascas en la que abundan los los largos. Entre los grupos tipológicos más diagnósticos se encuentran puntas de proyectil triangulares apedunculadas, cepillos y raederas. Las materias primas corresponden en general a fuentes locales de un radio de 15 km, a excepción de la obsidiana, de la cual se registran solo dos AF que sugieren un aprovisionamiento a escala regional, ya que las fuentes conocidas se sitúan en la cordillera (véase Espinosa y Goñi 1999; Stern 2004; Miotti 2008; Hermo y Miotti 2011 y bibliografía allí citada). En cuanto a la apropiación de la fauna en este bloque temporal, no fueron registrados mamíferos pleistocénicos, pese a que estos estuvieron disponibles en la región (véase acápite Discusión). El guanaco es, sin dudas, la especie principal de la subsistencia El componente 2 está comprendido en la capa 4 de CN y UA2 de CS, abarca el bloque temporal del Holoceno medio, con fechados entre ca 7700 años AP y ca 3500 años AP Las tecnologías líticas representadas en los conjuntos de la capa 4 de CN y UA2 de CS muestran diferencias notables con las de las ocupaciones anteriores, ya que la producción de hojas es muy notoria en los conjuntos, mientras que aparecen por primera vez bolas de boleadora. Por lo tanto, las formas de producción de artefactos se amplían e incorporan nuevos sistemas de armas que requieren cadenas operativas especícas (Hermo 2008; Hermo y Magnin 2012). El uso de materias primas, asimismo, muestra leves variaciones respecto del componente anterior: se acrecienta la variabilidad incluyendo rocas de trayectoria local y de trayectoria larga (Hermo y Miotti 2011). Las estrategias de apropiación de recursos faunísticos continúan centradas en el guanaco, con una complementación del uso de rheidos, evidenciada fundamentalmente por fragmentos de cáscaras de huevo En este sentido este patrón concuerda con el modelo de especiación formulado sobre la base de varios sitios del Holoceno medio en el Macizo del Deseado (Miotti y Salemme 1999; Miotti 2012). Las ocupaciones del componente 3 se distribuyen en CN en las capas 2 y 3 y en la UA1 de CS, y comprenden el rango cronológico desde ca 4100 hasta 1100 años AP, abarcando desde nales del Holoceno medio en adelante. Sin embargo, en CN el límite inferior de este componente es difuso, tanto en el aspecto sedimentológico como en la distribución de dataciones y, por lo tanto, esta proposición alcanza el grado de hipótesis hasta que próximos trabajos brinden más claridad al respecto. Los conjuntos líticos muestran una tendencia hacia un mayor abandono de AF con formas base de hojas (i e raspadores, láminas retocadas), una presencia de grupos tipológicos con los de morfologías (i e gubias, escoplos, cuñas) que permitirían desarrollar actividades muy especícas, a la vez que se observa un uso muy variado de materias primas. Un hecho destacable es que el conjunto de CS resulta mucho más numeroso que el de CN, lo que sugiere un uso más intenso de aquel sector La misma distinción entre los conjuntos de cada cámara es observada en la fauna, que indica una utilización complementaria de rheidos y la incorporación de aves medianas (principalmente en CS); sin embargo, los guanacos continúan siendo el recurso principal. DISCUSIN En virtud de los datos presentados en los acápites anteriores, es posible entablar una discusión acerca de las relaciones entre Cueva Maripe y la información conocida de las ocupaciones humanas en la región 5 8 En el componente 1 de Cueva Maripe no fueron registrados megamamíferos pleistocénicos, pese a que estos estuvieron disponibles en la región hasta ca 8500 años AP. La coexistencia de la megafauna con los primeros pobladores del Macizo del Deseado, así como su aprovechamiento, ha sido ampliamente conrmado arqueológica y paleontológicamente en localidades cercanas, como Los Toldos, Piedra Museo, El Ceibo, La María y Cerro Bombero (Miotti 1998; Miotti y Salemme 1999, 2004; Miotti et al 1999, 013 Paunero 003, 010 Paunero et al 2007; Marchionni y Vázquez 2012) y en numerosos sitios de regiones vecinas como ltima Esperanza, Magallanes y norte de Tierra del Fuego (Nami y Menegaz 1991; Borrero 2001; Massone 2003; Martin 2008). Así, en Cueva Maripe, el patrón de uso del guanaco como taxón principal en el contexto de ocupación inicial ha sido registrado en otros sitios de la región con lapsos que caen entre 10700 y 9200 años AP para las primeras ocupaciones como: La Gruta 1 (Franco et al. 2012), La Martita 4 (Aguerre 2003), El Verano (Durán et al 2003), Cerro Tres Tetas, La Mesada (Paunero et al 007), CCP7 (De Nigris 2004); Cueva de Las Manos y Cueva Grande del Arroyo Feo (Mengoni y Silveira 1976; Silveira 1979). Al igual que sucede en la mayoría de los sitios patagónicos, se registra una tendencia a una mayor selección de las partes apendiculares de estos ungulados. El contexto tecnológico de este componente tiene características morfológicas similares a lo que Carlos Gradín denió en Cueva Grande de Arroyo Feo y en Cueva de las Manos como “nivel cultural Río Pinturas 1” (Gradín 1980). La presencia de artefactos unifaciales de tamaño grande con retoque marginal asociados a puntas de proyectil apedunculadas triangulares también es compartida con los equipos instrumentales de capas 4/5 y 2 de Piedra Museo (Cattáneo 2002) y capas 10 y 9 de Los Toldos (Cardich et al 1973) Sobre la base de los fechados radiocarbónicos, en el componente 2 de Cueva Maripe observamos que si bien en ambas cámaras hay discontinuidades cronológicas, en la CN la ausencia de fechados (entre 7200 y 5400 años AP) representa un lapso menor que el registrado en CS (entre 7700 y 4100 años AP). Este escenario cronológico entre las cámaras nos permite inferir que ambas habrían estado desocupadas en el lapso 7 00 a 5400 años AP Esta interrupción de las ocupaciones podría ser una señal de cambios en los circuitos de movilidad humana en la región y, en tal sentido, la Cueva Maripe podría haber devenido en un lugar poco frecuentado o, más aún, evitado por los cazadores-recolectores (Borrero 2001; Miotti y Salemme 2004; Goñi 2010; entre otros). Cabe destacar que hiatos similares también han sido documentados en otras regiones de Patagonia (Rubinos Pérez 2003; Miotti 2008). Los rangos de movilidad hacia regiones vecinas como la cordillera para aprovisionamiento de la obsidiana, así como el registro a nivel regional de ítems de origen marino (Barberena 2008; Miotti 2008; Goñi 2010) avalaría la idea de los cambios de circuitos de movilidad presentada arriba Desde varios proxies ambientales (ver Salemme y Miotti 2008: tabla 5: 455 y bibliografía allí citada) este lapso correspondería al momento en el cual se produjeron los mayores aumentos de temperatura, acompañados de la reducción de las precipitaciones durante el ptimo climático. Estos dieron como resultado un balance hídrico deciente, el cual afectó mucho aquellas regiones que, como el Macizo del Deseado, ya eran ambientes semiáridos. En el caso particular de Cueva Maripe, para este momento del Holoceno se destaca la presencia de rasgos de acción hídrica en sectores del perl de CN, que indicarían posibles escorrentías de baja energía que habrían restringido los espacios habitables dentro de la cueva Si bien el recurso principal continúa siendo el guanaco, se registra un cambio respecto de su aprovechamiento con una tendencia a su mayor procesamiento. Esta situación, sumada a la presencia de cáscaras de huevo de rheidos, podría relacionarse con un posible uso estacional y potenciación del recurso para momentos de estrés ambiental. Por su parte, la incorporación de nuevas armas como las boleadoras podría coincidir con el desarrollo de nuevas estrategias para la obtención de recursos 5 9 I ( ), julio-diciembre 014: 509-537 En cuanto a las ocupaciones del componente 3, se distribuyen también en ambas cámaras, aunque en la CN su mayor representación aparece en sus sectores más internos. La gran diferencia en las frecuencias de los conjuntos líticos registradas en ambas cámaras posiblemente se deba al uso diferencial de ambos sectores, con una estructuración de múltiples actividades en CS y actividades más puntuales y especícas en CN, teniendo en cuenta que el lapso de ocupación en cada cámara es similar. A su vez, estos conjuntos exhiben principalmente la utilización de hojas como formas base para la manufactura de diferentes grupos tipológicos (i e , raspadores, los laterales retocados, muescas), así como la tendencia al diseño de artefactos formatizados de tamaños menores que en los componentes anteriores (Hermo et al 014), características tecnológicas que los vinculan con otros sitios a nivel regional (Aschero 1987; Yacobaccio y Guráieb 1994; Orquera 1999). La presencia de artefactos óseos (retocadores blandos) en CN podría vincularse con el cambio tecnológico que se observa en el conjunto lítico y con el desarrollo de actividades especícas en dicho sector. Esta idea estaría, asimismo, sustentada por el área interna de CN –preliminarmente denida como área de descarte de piezas óseas (cuadrícula P6B)– relacionada con el tabique rocoso, profusamente pintado con negativos de manos La alta frecuencia de especímenes óseos quemados en CS, así como la ausencia de artefactos óseos formatizados y la importante fragmentación antrópica del conjunto, sugieren, al igual que el material lítico, el desarrollo de actividades domésticas en esta cámara. CONCLUSIONES La nueva información pone de maniesto que Cueva Maripe fue un enclave recurrentemente utilizado por las sociedades cazadoras-recolectoras patagónicas durante el Holoceno. A su vez, se muestra como un excelente “laboratorio” que permite profundizar el conocimiento sobre diferentes líneas de investigación El trabajo conjunto de los análisis sedimentológicos, de tecnología lítica, zooarqueológicos y de distribución de los fechados radiocarbónicos, sumado a la aplicación de un modelo digital, permitió ajustar la resolución estratigráca de los conjuntos arqueológicos de los distintos niveles articiales de excavación. De esta manera, se generó el siguiente modelo ocupacional: Componente 1, integrado por los conjuntos de capa 5 y UA3, que indican las ocupaciones de la transición Pleistoceno-Holoceno y del Holoceno temprano. Componente 2, integrado por los conjuntos de capa 4 y UA2. Este componente marca las ocupaciones correspondientes al Holoceno medio, aunque con hiatos cronológicos en ambas cámaras que podrían indicar discontinuidad de la presencia humana Componente 3, formado por el registro arqueológico de las capas 2 y 3 de CN y la UA1, que incluyen las ocupaciones registradas desde nes del Holoceno medio. La variabilidad del uso de la cueva se percibe no solo en lo que respecta a la escala temporal, sino también a la espacial, con la alternancia de uso y diferencias funcionales de ambas cámaras. Así, la presencia humana tiene un comienzo más temprano en la CS y, en segundo lugar, aquí la discontinuidad de ocupaciones es mucho más notoria que en la CN (gura 5a). Sin embargo, Cueva Maripe no fue un sitio de los primeros en ser ocupado en la región, sino que comenzó a ser incluido en los circuitos de movilidad de cazadores-recolectores aproximadamente 2000 años después que otros sitios cercanos del este del Macizo del Deseado, como Piedra Museo, Los Toldos, Cerro Tres Tetas, La María y La Gruta 1. Esta situación abre interrogantes sobre el rol que tuvo este sitio en el marco del poblamiento nipleistocénico de esta región. Si consideramos la hipótesis de un ingreso poblacional desde la costa atlántica con expansión de la colonización hacia el oeste (Miotti 2003, 2006; Miotti y Salemme 2004), observamos que la localidad La Primavera, con la Cueva Maripe, con buenas características ambientales para la instalación hu530 mana y ubicada en un punto estratégico en las posibles rutas que relacionarían esos sitios de la región mencionados arriba, fue ocupada tan tardíamente como los sitios del pie de cordillera, a unos 150 km al oeste (Cueva Grande del Arroyo Feo, Cueva de Las Manos, Casa de Piedra 7). Si bien Cueva Maripe es hasta el momento la más occidental de las localidades con fechados radiocarbónicos tempranos dentro del núcleo centro-este del macizo –el cual ocupa un área de aproximadamente 50 km de radio, con centro en esta cueva (Magnin 2012)–, sería esperable que sus primeras ocupaciones hubieran acontecido cerca de 10000 y no de 9500 años AP. Esto se debe a que para el 10500 AP ya existen varios sitios ocupados en este sector y regionalmente ya se habrían completado las etapas de exploración y colonización; por lo tanto, sería probable en el marco del aprendizaje ambiental para colonizar espacios desconocidos (Golledge 2003; Rockman 2003) que este lugar ya formara parte del conocimiento social de los primeros colonos que, sin embargo, no lo incorporaron a los espacios de vida hasta comienzos del Holoceno (Miotti et al 01 ) En este sentido, si el lugar era conocido, habría que continuar indagando en la localidad en busca de la materialización de las prácticas culturales previas al 9.500 AP, las cuales no han sido aún identicadas arqueológicamente en esta cueva. Este ejemplo se repite en otros sitios de la región, en donde las primeras marcaciones materiales indican un uso inicial de los espacios locales hacia el Holoceno tardío (Miotti 2008). Por otra parte, se destaca que en Cueva Maripe, Carden (2009) ha denido una estructuración interna del espacio para la práctica del arte rupestre. Esta gestión del espacio fue interpretada como el uso diferencial de las cámaras principales y de nichos particulares para la realización de prácticas rituales (gura 2b) que, a juzgar por los motivos y sus superposiciones en un mismo panel o el uso de otros sectores, se remontarían asimismo a los momentos más tempranos de la colonización de Patagonia. La prosecución de estudios de casos a escala macrorregional, regional y local, permitirá avanzar en las respuestas a estos interrogantes y a repensar las ideas acerca de cómo los primeros pobladores podrían haber percibido, explorado y habitado en este sector de la Patagonia austral. Por último, cabe mencionar que el modelo ocupacional de Cueva Maripe aquí propuesto, además de anar el grado de resolución sobre el uso humano del sitio, también ha generado nuevas preguntas referentes a determinadas relaciones espaciales y temporales a escala muy pequeña, que ya forman parte de nuestra agenda de trabajo. AGRADECIMIENTOS El trabajo fue subsidiado por: PICT–ANPCyT 1552; PIP CONICET 5885; PI UNLP 550. La Municipalidad y la Secretaría de Cultura de Pico Truncado, especialmente a los Sres. Alberto Alonso y Sebastián Toledo apoyaron la logística en Santa Cruz. A las familias Koprowski e Iribarne y al Sr. Ramón Cano por su afecto y ayuda en el campo. A todos los integrantes del equipo y amigos que, desde 2003, nos acompañan en los trabajos de campo en “La Primavera”. NOTAS 1 Estas medidas están tomadas en relación al datum establecido para el sitio BIBLIOGRAFÍA Aguerre, A 2003. La Martita: ocupaciones de 8.000 años en la Cueva 4. En A. 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Figura 1. Sector noreste de la Hoja Topográca Cachi 2566-III, señalando el área de estudio comprendida 540 Actualmente, la laguna está en territorio de la nca de Luracatao, la cual, en el inicio de la colonización española, fue una merced real de los conquistadores Hoy en día es considerada un lugar importante desde el punto de vista simbólico, vinculado a la esfera de lo sagrado como lo atestiguan diferentes relatos y leyendas (Hermana Estela Maris de la parroquia de Brealito y Juan Suárez, miembro de la comunidad local, comunicación personal 011) 1 Por su parte, el valle de Luracatao constituye una ramicación lateral del valle principal del río Calchaquí y es la región más occidental en el ámbito de la Cordillera Oriental Se trata de una depresión tectónica estrecha, de rumbo submeridiano, con una longitud aproximada de 70 km y un ancho máximo de 7,1 km Se extiende entre los S 4 45 y S 5 7 y representa una zona de transición entre las provincias geológicas Cordillera Oriental y Puna Las características climáticas y las condiciones hídricas y orográcas del valle permitieron el desarrollo de suelos fértiles que conforman un espacio apto para el desarrollo de actividades agrícolas y ganaderas. Las investigaciones recientes en este valle dan cuenta de una densa ocupación humana sobre las diferentes geoformas presentes a lo largo de la cuenca, en las terrazas inferiores del río Los sitios arqueológicos registrados se caracterizan por ser de tipo conglomerado de planta rectangular, pukara con murallas de circunvalación y aterrazados para cultivo que dan cuenta del alto potencial de productividad de esta quebrada A partir del paraje La Puerta (SSalMol 7), en Luracatao, comienzan a observarse terrazas y estructuras arqueológicas que cubren una supercie entre 80 y 100 ha en ambas márgenes del río (Rafno y Baldini 1983), así como en las nacientes, según mencionan von Tschudi (1858) y Bertrand (1885) BREALITO En la vertiente occidental del valle Calchaquí medio, departamento de Molinos, se han llevado a cabo diferentes investigaciones arqueológicas durante los últimos cuarenta años. Las prospecciones realizadas por Rafno y Baldini en la década de 1970 (1983) han abarcado parcialmente el área de estudio aquí abordada. Por ejemplo, Rafno y Baldini (1983) describe a Brealito (SsalMol15) como: Valle de Brealito, m Al S De la Capilla Viviendas de planta irregular. Cultura: Santa María Calchaquí, Período Desarrollos Regionales” (Rafno y Baldini, 1983:30) (gura 2). En los trabajos de campo realizados en 011 y 01 localizamos, en el sector más serrano de la zona, nuevos sitios arqueológicos con arquitectura y con cerámica de estilo Santamariano en su supercie y aleros con pinturas en inmediata relación con la laguna (BR02 y BR03) (Williams et al 01 ) El sitio Brealito 1 (BR 01) es un conjunto de recintos asociados a una peña de gran tamaño, conocida como Peña Puntuda (S 5 17 16 7 y O66 1 6 3 a 590 msnm), debajo de la cual se localizó un alero cuyo ingreso está parcialmente cerrado por un muro de 1,47 m de largo y que presenta en su interior una serie de muros simples que delimitan una antecámara ( ,37m x 3,36 m) y una cámara principal Brealito (BR 0 ) se localiza en un lugar conocido por los pobladores como Chorrillos (S 5 17 15 68 y O66 1 19 56 a 461 msnm), ubicado a la izquierda de la ruta provincial N 56 que llega al pueblo de Brealito Allí se registraron cinco recintos de planta cuadrangular, los cuales se hallan adosados entre sí compartiendo un muro de piedras con argamasa En algunos sectores los muros se conservan por más de 1m de alto. Sobre una terraza articial cercana a los recintos anteriores se reconocieron otros cinco de grandes dimensiones con muros de piedra sin cantear y sin argamasa Estas estructuras son de forma circular u ovalada las de mayor tamaño miden 4 m x 9 m y las más pequeñas, 4 m x 5 m El material recuperado consiste en lascas de obsidianas y cuarcita, y fragmentos de cerámica de piezas no decoradas 541 I ( ), julio-diciembre 014: 539-549 Figura Zona de Brealito: izquierda, imagen satelital con sitios registrados y mencionados en el trabajo derecha, aleros con arte rupestre (sitios BR0 PIC1 y BR07) y vista panorámica de recintos del sitio BR07 Fotografías de C Orsini, A Capra, C Fredella En las cercanías de Chorrillos se identicaron varios aleros con paneles que tienen representaciones de antropomorfos en color blanco −como BR02PIC2 (S25°17’18.50” y O66°21’19.70” a 2.470 msnm)− y diseños zoomorfos, antropomorfos, geométricos y abstractos en color blanco, amarillo y rojo −BR02PIC1 (S25°17’21.20” y O66°21’21.80” a 2.519 msnm)−. Entre los motivos zoomorfos se destaca la presencia de un búho en color blanco, también diseños de felinos, un camélido y representaciones de huellas de suri. Los motivos antropomorfos corresponden a dos personajes en color amarillo y una escena de caza. Componen también el panel un escutiforme, una cruz y diversas representaciones abstractas en color rojo La documentación del arte rupestre se realizó por medio de fotogrametría digital 3 En una terraza sobre el límite superior de BR0 (BR0 PIC3: S 5 17 15 06 y O66 1 60 a 2.513 msnm) se registró otro panel con la representación de una escena de camélidos en color blanco, negro y rojo, un búho en blanco y otro motivo posiblemente zoomorfo de color blanco delineado en rojo Finalmente, sobre una peña del sector bajo de Chorrillos y asociada al actual camino de ingreso al pueblo, se localizaron 3 escutiformes y un camélido en color negro (S 5 17 17 8 y O66 1 18 46 a 441 msnm) Brealito 3 (BR 03) se localiza en proximidades de la orilla norte de la laguna (S 5 17 8 93 S y O66 1 59 41 a 469 msnm) Aquí registramos nueve recintos de muros simples para los cuales se han aprovechado los grandes bloques presentes en el área como parte de los muros ocupan un área de 1.78 ha. Los abundantes fragmentos cerámicos recuperados en la supercie corresponden a piezas de estilo Santamariano y entre los materiales líticos se recolectaron fragmentos de obsidiana, además de morteros y batanes de granito Un camino de herradura comunica el pueblo actual de Brealito con los caseríos que se encuentran alrededor de la laguna homónima A lo largo de este tramo registramos cinco sitios arqueológicos realito ‹ (BR 04), localizado sobre una terraza, está formado por recintos circulares (S25°17’1.86” y O66°21’28.92” a 2.490 msnm) y en su supercie se recuperaron fragmentos de estilo Santamariano y lascas de obsidiana y cuarcita 54 El sitio os Aleros (S 5 17 00 y O66 1 9 00 a 496 msnm) está formado por dos abrigos con restos de muros de piedra en su interior Siguiendo hacia la cumbre del cerro, a 630 msnm de altura, registramos bloques con arte que llamamos El Enigma os a adores (S 5 17 11 49 y O66 1 44 61 a 639 msnm) El primero consiste en un conjunto de representaciones abstractas de color amarillo, mientras que en Los Cazadores se registraron camélidos en color blanco asociados a tres escutiformes y un personaje antropomorfo en actitud de caza (con arco y echa) enfrentando a un felino. Alrededor de estas guras se ubican diseños abstractos en color rojo. En dirección hacia la laguna, debajo de un gran alero rocoso, se halló en supercie un conjunto de lascas y desechos líticos que fue registrado como a ateada (S 5 17 9 94 y O66 0 64 a 587 msnm) Un recorrido por la quebrada del río Brealito, en dirección norte, permitió identicar los sitios Brealito 5 (BR 05) y Brealito 6 (BR 06) El primero (S 5 15 1 0 y O66 0 57 40 a 598 msnm) presenta un alto nivel de alteración antrópica y corresponde a un pequeño complejo de recintos localizado sobre una planicie montañosa Se pudo observar cuatro recintos principales, adosados y comunicados entre sí por medio de vanos El segundo (S 5 16 47 3 y O66 1 3 ) podría ser, posiblemente, un puesto de época colonial. Se trata de una serie de recintos de planta cuadrangular, cuyas construcciones fueron realizadas en piedra y adobe. En supercie se encontró material cerámico de factura tosca El sitio Brealito 7 (BR 07) (S 5 17 4 01 y O66 1 45 76 a 690 msnm) corresponde a un complejo de estructuras localizadas hacia el norte de la laguna, sobre el sector alto y escarpado del morro donde se registraron gran cantidad de bloques rocosos. Un importante número de recintos de forma circular y subrectangular con bordes redondeados se distribuyen en diferentes niveles en el terreno En general, se han aprovechado los bloques naturales para su construcción y delimitación. En uno de estos bloques registramos representaciones de camélidos en color negro. En otro, el motivo del camélido es recurrente en color blanco y rojo. El material alfarero recolectado de la supercie corresponde mayormente a fragmentos incisos y grabados, y algunos similares a los del tipo San Rafael inciso que fuera propuesto como coetáneo al Período Medio en la zona 4 VALLE DE LURACATAO En Luracatao los asentamientos arqueológicos se localizan en las terrazas inferiores del río y se caracterizan por ser sitios habitacionales de tipo conglomerado de planta rectangular, algunos en sectores altos con murallas de circunvalación y extensos aterrazados Baldini y De Feo ( 000) realizaron una prospección en el terreno y señalan la alta potencialidad agrícola, que alcanzan un estimativo de 350 ha (Baldini y Villamayor 007) que corresponden a estructuras rectangulares, cuadros de cultivo, andenes, recintos circulares, etc Hasta el momento no se han encontrado sitios con arquitectura inca, pero sí hay registro de materiales como las piezas que ilustra Odilla Bregante (1926: 268, g. 319 y 294, g. 354). Uno de los sitios registrados en el 013 es El Duraznal o El Churquío-Canchones (LU01/ A/1) (S 5 16 8 99 y O66 7 08 15 a 653 msnm) que corresponde a un gran asentamiento agrícola localizado sobre depósitos de origen aluvial que nacen al pie de las cumbres de Luracatao y llegan hasta las terrazas uviales del río homónimo. Se emplaza a unos 300 m en dirección oeste de la actual población de La Puerta En este asentamiento pudimos observar en las prospecciones, estructuras agrícolas diversas (canchones, andenes, grandes recintos rectangulares y recintos circulares adosados) sobre el sector medio y bajo del cono. El uso de fotografías aéreas e imágenes satelitales permiten señalar la presencia de estructuras circulares y rectangulares en el sector su543 I ( ), julio-diciembre 014: 539-549 perior de dicha geoforma Los materiales cerámicos recolectados corresponden a fragmentos de estilo Santamariano y otros de manufactura tosca. Debido a la gran supercie que abarca el sitio, se decidió delimitar un área del sector bajo del cono (cercano a la actual ruta) para realizar un croquis y el relevamiento planialtimétrico utilizando un equipo GPS de doble frecuencia, marca Leica modelo GX1230 con antena geodésica AX1202 (gura 3). Figura 3 Plano de un sector del sitio LU01/A/1 realizado mediante instrumentación PS de doble frecuencia Cortesía de los Ing Capra, Bertacchini y Castagnetti Luracatao 1 Sitio Buena Esperanza (LU01/B/1) (S 5 15 55 0 y O66 6 38 00 a 650 msnm) se localiza sobre el faldeo de la colina en cuya cima se ubica otro sitio, el Fuerte de Elencot Corresponde a un asentamiento de tipo conglomerado característico del Período de Desarrollos Regionales (PDR), con recintos rectangulares, tumbas asociadas y grandes piedras con morteros Es un sitio que ha sido saqueado en forma reiterada y en supercie se recolectaron fragmentos decorados de estilo Santamariano bicolor, tricolor y negro sobre rojo, y otros del estilo San José, además de ollas, urnas y pucos Algunos de ellos se destacan por presentar abundante muscovita en la pasta El Fuerte de Luracatao o Elencot, LU01/C/1 (S 5 16 1 75 y O66 6 40 50 a 698 msnm) es un asentamiento tipo pukara localizado entre el río Churquío (hacia el sur) y la uebrada Honda (hacia el norte), espacialmente vinculado al río Luracatao y a los sitios Churquío canchones (hacia 544 el oeste) y Buena Esperanza (al norte) Presenta vestigios de tres líneas de murallas a diferentes alturas sobre las laderas oeste y sudoeste En la cima se registra una hondonada (en sentido noroeste-sudeste) que dene dos sectores en los cuales se emplazan recintos de diferente tamaño y morfología Durante nuestra primera prospección hemos podido registrar al menos 50 estructuras, por lo que se constituye en la mayor concentración de estas en el sector noroeste y norte de la cima, sobre ambas lomadas Es importante destacar las excelentes condiciones de visibilidad que se tiene desde este sitio hacia todo el valle, tanto de la llanura aluvial del río como el abra de los Diablillos que comunica con la puna En dirección al límite sudeste, sobre una elevación intermedia entre la cima y la base, pudimos registrar la presencia de una gran peña que presenta recintos semicirculares adosados y que es considerada por la población actual como huaca Este sitio podría corresponder al denominado Loma de Luracatao (SSalMol 46) descripto por Baldini y De Feo como un asentamiento con unidades de vivienda aglutinadas emplazadas sobre un promontorio elevado unos 0 m sobre el fondo de valle, de paredes escarpadas y casi verticales que hacen su acceso muy dicultoso” (op cit. 2000: 90) (gura 4). Figura 4 Valle de Luracatao: izquierda, imagen satelital con sitios registrados y mencionados en el trabajo derecha, vista panorámica de los sitios LU01/C/1 y CU01 Fotografías de E Benozzi y A Capra En el paraje de Cuchiyacu, ubicado al sur de Luracatao (S 5 14 59 y O66 6 6 06 a 498 msnm) se encuentra el sitio homónimo (CU 01) Se trata de un asentamiento emplazado sobre la ladera noreste de un cerro con pendientes pronunciadas A medida que se asciende al sitio se observan muros de contención y recintos subrectangulares y circulares con muros dobles, en algunos casos asociados a grandes bloques rocosos con morteros En algunos sectores la conservación es buena y se pueden apreciar muros de hasta 1,80 m de altura Mientras que en el sector bajo la acción hídrica ha provocado notable alteración por el derrumbe y deslizamiento de las construcciones y del material Por esta razón, es posible encontrar gran cantidad de ma545 I ( ), julio-diciembre 014: 539-549 terial cerámico, lítico y restos óseos humanos y faunísticos, principalmente en el sector bajo del cerro Los materiales recuperados corresponden a fragmentos de estilo Santamariano (bicolor y tricolor), un pie de compotera, fragmentos de alfarería de manufactura tosca, abundantes lascas de obsidiana y una punta de proyectil de la misma roca El lugar de emplazamiento del sitio y las condiciones de visibilidad que se tiene desde allí hacia el sudeste del valle (actual camino de ingreso y conexión natural con el valle central y con la quebrada de Tacuil) permiten pensar una conexión con otros espacios y con las vías de acceso naturales al valle de Luracatao desde el sur Por otro lado, desde el sector medio del sitio es posible visualizar perfectamente el Fuerte de Luracatao o Elencot CONSIDERACIONES FINALES La información aquí presentada aporta nuevos datos que permitirán ahondar sobre problemas claves de la arqueología de las quebradas altas del Calchaquí medio como la interacción social, los mecanismos de interacción de media y larga distancia, la variabilidad en el aprovechamiento productivo a lo largo del tiempo, los cambios y continuidades en la construcción del espacio habitacional, la circulación de personas, bienes y recursos y conicto social, entre otros. Las cuencas formadas por los ríos Luracatao y Brealito presentan múltiples evidencias arqueológicas como asentamientos conglomerados posiblemente correspondientes al PDR, recintos aislados, aleros con arte rupestre y otros con arquitectura como muros internos y extensas supercies de cultivo. En Brealito, un estrecho valle dominado por una laguna formada hace 3000 años, se han registrado varios sitios con arte rupestre con representaciones de camélidos individuales y otros con motivos de rebaños, además de campamentos ara) y numerosos abrigos y/ reparos naturales (Nielsen 1997 Martel 011) Será de fundamental importancia en un futuro realizar investigaciones puntuales sobre el arte para reconocer si existen o no diferencias cronológicas Podemos decir que algunos motivos de camélidos registrados como los de BR02PIC1 (gura 2) presentan características similares a patrones, cánones (H3) y diseños del PDR y PDR/Inka propuestos por Aschero ( 000) y a los motivos de rebaños reconocidos para el Valle Encantado (Martel 011: 133) Además se deberá integrar otro tipo de evidencia como las características del emplazamiento y el registro de estructuras rituales y ofrendas, entre otros, para evaluar si estamos ante la presencia de contextos de producción pastoril y de caravanero, datos que además deberán integrarse con el registro de excavaciones y planimetría En el amplio valle de Luracatao el registro arqueológico nos remite a ocupaciones que pueden remontarse al Formativo y que continuaron hasta momentos coloniales Para el PDR (900 d C1400 d C) registramos sitios habitacionales del tipo pukara como el Fuerte de Elencot o Luracatao y Cuchiyacu, un sitio conglomerado en faldeo y, grandes extensiones agrícolas, tan características de las quebradas altas como ualfín y Tacuil (Baldini y De Feo 000 Baldini et al 004 y Baldini y Villamayor 2007). No podemos establecer la liación cronológica de los aterrazados en esta etapa de la investigación, pero podemos adelantar que para el sitio el Churquio, los fragmentos cerámicos recolectados en supercie se adscriben al Formativo. Este registro, sumado al histórico de los siglos VII y VIII, nos permite sugerir una ocupación de larga duración en este valle, situación que ha sido planteada también para la quebrada de Tacuil, localizada inmediatamente al sur de Luracatao Asimismo, el emplazamiento lineal (norte-sur) entre Cuchiyacu y Elencot es muy similar a la que se ha registrado para el sector de Gualfín y Tacuil como los pukara de Gualn, Tacuil, Mayuco, Pueblo Viejo y El Alto ( illiams y Castellanos 011 illiams y Villegas 013) Este sugestivo emplazamiento nos permite plantear hipótesis a una escala más amplia sobre la importancia y el simbolismo que tuvieron los pukara desde el PDR hasta la Colonia temprana en 546 este sector del valle Calchaquí La información histórica refuerza el protagonismo y la relevancia de las poblaciones locales y los Fuertes durante los alzamientos de los pueblos del valle En los relatos del gobernador Albornoz (en Larrouy 19 3) y del padre Torreblanca (Torreblanca 1659) se destaca la gran cantidad de granos, legumbres, trigo, cebada y algarroba que disponían las poblaciones durante el asedio al Fuerte de Elencot o Umacathao, cuando la zona fue escenario de sangrientas batallas entre los conquistadores y las poblaciones originarias A RADECIMIENTOS Los trabajos de campo se han realizado con un subsidio del Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia (Ufcio V, Archeologia), del Museo del Castello Sforzesco (Raccolte Extraeuropee) y de la Universidad de Modena y Reggio-Emilia (Dipartimento di Ingegneria Enzo Ferrari) Agradecemos al Museo de Antropología de Salta a Carlos Calzadilla por su colaboración en los trabajos de campo al gerente de la Finca Luracatao, Campo Rosario S C A , Ing Enrique López Lecube y al Director de la Escuela Técnica N°3145 de Luracatao, Sr. César Guaymás y a toda la comunidad de La Puerta y del valle de Luracatao por habernos recibido NOTAS 1 3 4 Actualmente los pobladores del valle de Luracatao y Brealito se organizan en las Comunidades de Cuchiyacu, Patapampa, La Laguna, Cieneguilla, Cabrería, El Duraznal, La Puerta, La Sala, La Aguadita, Alumbre y Condorhuasi, que a su vez forman parte de la organización territorial de la Unión Diaguita Calchaquí Este podría tratarse del sitio con terrazas y recintos de pirca que registramos como Brealito BR01 Los trabajos de topografía estuvieron a cargo de los ingenieros Eleonora Bertacchini, Alessandro Capra y Cristina Castagnetti del Departamento de Ingeniería Enzo Ferrari de la Universidad de Módena y Reggio Emilia (Italia) Rafno et al (1979-198 ) mencionan materiales Aguada presentes en siete sitios del valle Calchaquí: Brealito II, San Rafael, La Angostura, La Represa Rodó, San Carlos y San Lucas Para los autores el componente Aguada en este valle está representado principalmente por los tipos San Rafael (grabado, pintado, interior gris) y La Represa pulido (Serrano 1966) Los autores plantean que hacia el 1000 d C se daría lugar a una transición entre las formas e iconografía del estilo Aguada del valle Calchaquí hacia el Santamariano BIBLIO RAF A Aschero, C A 2000. Figuras humanas, camélidos y espacios en la interacción circumpuneña. En M. Podestá, y M. de Hoyos (eds ), Arte en las rocas Arte rupestre men ires piedras de colores en Argentina: 11-44 Buenos Aires, Sociedad Argentina de Antropología y Asociación Amigos del INAPL Baldini, L., E. Baf, L. Quiroga y V. Villamayor 004 Los Desarrollos Regionales en el Valle Calchaquí Central, Salta Revista Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología I : 59-80 Baldini, L y C De Feo 000 Hacia un modelo de ocupación del valle Calchaquí central (Salta) durante los Desarrollos Regionales Revista Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología V: 75-98 547 I ( ), julio-diciembre 014: 539-549 Baldini, L y V Villamayor 007 Espacios productivos en la cuenca del río Molinos (valle Calchaquí, Salta) cultad de umanidades iencias Sociales de la ƒN u N 3 : 35-51 uadernos de la aŠ Bertrand, A 1885 emoria so re las ordilleras de Atacama i Regiones imítro es Imprenta Nacional, Santiago Bregante, O 19 6 Ensayo de clasicación de la cerámica del Noroeste Argentino Buenos Aires Hongn, F D 01 El origen de la laguna de Brealito: Hechos y leyendas 01 : 17- 6 ngel Estrada emas del N A Œ• Vol. 2, Núm. 1, Abril Hongn, F D y R E Seggiaro 001 o a eol€gica ŒŽ••ŠIII ac i ‰ ŒŽ• ••• Instituto de Recursos Minerales Servicio eológico Minero Argentino Boletín 48, 96 páginas Buenos Aires Larrouy, A 19 3 ocumentos del Archivo de Indias para la historia del Tucumán Tomo I Buenos Aires Martel, A 011 El espacio ritual pastoril y caravanero Una aproximación desde el arte rupestre del Valle Encantado (Salta, Argentina). 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Paisajes sociales, materialidades y memoria en áreas peri ricas del Noroeste Argentino: 1- 51 Buenos Aires, Sociedad Argentina de Antropología 549 ISSN 03 51 (versión impresa) ISSN 185 -1479 (versión online) Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología I ( ), julio-diciembre 014: 551-557 NOTA AN LISIS DE LA VARIA ILIDAD DE LOS PARAPETOS EN LA MESETA DEL STRO EL SANTA CR € ANA SIS IN S ARIA I I IN S R E A EA SAN A R ) ena lre ni Fecha recepción: 14 de noviembre de 013 Fecha aceptación: 0 de agosto de 014 INTRODUCCI N Los parapetos son estructuras de piedra, en general semicirculares, formadas por la acumulación intencional de rocas sin argamasa (gura 1). En las décadas de 1950-1960, Gradin recorrió la meseta del lago Strobel y fue el primero que dio a conocer este tipo de estructuras. Estos apostaderos como los llama primeramente fueron registrados en grandes cantidades, agrupados y orientados al oeste, lo que se vincula con la dirección de proveniencia del viento en la mayoría de los casos, se encontró material lítico en su supercie. Estas estructuras pueden hallarse tanto en plena meseta como asociadas a barrancas rocosas (Gradin 1959-60). Las diferencias señaladas en la ubicación y en el tipo de material lítico relacionado fueron atribuidas a estadías más o menos prolongadas que, aunque siempre temporarias, se relacionarían con actividades de caza o de habitación por parte de cazadores-recolectores. Asimismo, el autor citado distingue entre variadas formas: en arco, semicircular, en ángulo recto y circular (Gradin 1959-60). En un trabajo posterior, centrado en la meseta de Somuncurá, asocia la morfología circular con posibles bases de viviendas tipo toldo la evidencia hallada en su interior le permite sostener estadías más prolongadas, por lo que los categoriza como paraderos con ocupación temporaria pero repetida en el tiempo (Gradin 1971). Además, también se han registrado parapetos en la meseta del lago Buenos Aires a los cuales Gradin (1976) les adscribe un carácter de vivienda. Especícamente dentro de la provincia de Santa Cruz, otros conjuntos de parapetos que se destacan son los registrados en la Pampa del Asador (Cassiodoro 008, entre otros) y en la adyacente meseta del Guitarra (Goñi et al 2010). Allí se ha estudiado un gran conjunto de estructuras cuyo análisis subraya la utilización con distintas nalidades: como apostaderos de caza, de procesamiento de recursos faunísticos y líticos o, incluso, con un uso más doméstico. A su vez, Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. E-mail: [email protected] 551 I ( ), julio-diciembre 014: 551-557 se constataron diferencias en su función a través del tiempo (Cassiodoro 2008). En otras áreas, tales como la meseta del Cardiel Chico (Belardi et al 013) y la Meseta Central (Magnin 010), también se ha destacado una asociación de parapetos con actividades vinculadas con la caza. Más allá de los acercamientos a este tipo de estructuras recién mencionados, hasta el momento no se han realizado trabajos especícos que presenten un procedimiento metodológico claro para el análisis de los parapetos. Es por ello que este trabajo plantea una forma de sistematización de dichas estructuras cuyo n último es organizar la variabilidad observada y caracterizar su diversidad. A su vez, esta caracterización busca contribuir a la discusión en torno a posibles usos diferenciales de las estructuras. A tal n, se sintetizará la información proveniente de una muestra de parapetos registrados en la meseta del Strobel (gura 2) (Belardi y Goñi 2006). Figura 1. Foto y esquema de un parapeto de la meseta del Strobel La meseta del Strobel, ubicada en el centro oeste de la provincia de Santa Cruz (gura 2), se caracteriza por un ambiente de semidesierto con fuertes vientos provenientes del oeste y una marcada estacionalidad que implica una gran carga de nieve en los meses invernales. En cuanto al registro arqueológico, se destaca la gran cantidad y diversidad de grabados rupestres presentes en paredones basálticos, donde también se registran artefactos líticos (Gradin 1959-60; Belardi y Goñi 2006; Re 2010, entre otros). Además, tal como fue mencionado, se han registrado parapetos y conjuntos líticos asociados a estos (Espinosa et al. 2009; Goñi 2010). Es importante considerar la gran cantidad de parapetos (n: 206) y su ubicación en toda la extensión de la meseta, de la cual solo se ha relevado un 10%. En cuanto a la cronología, los fechados radiocarbónicos obtenidos indican un uso principalmente tardío de la región ya que se enmarcan principalmente en los últimos 1.300 años. Sin embargo, se han registrado algunas evidencias que pueden ser asignables al oloceno medio (Goñi 2010; Re 2010). De acuerdo con lo mencionado, se ha planteado que esta meseta habría sido un espacio de uso logístico y estacional con nes de caza. Por su parte, los análisis realizados sobre las representaciones rupestres llevaron a proponer que en la meseta del Strobel se habría dado un proceso de convergencia poblacional (Belardi y Goñi 2006; Goñi 2010; Re 2010). Se sostiene entonces que este ambiente mesetario habría sido plenamente incorporado a los circuitos de movilidad de los cazadores-recolectores para momentos del Holoceno tardío, en concordancia con bajas en la humedad regional (Goñi 2010). 55 Figura 2. Mapa del área de estudio. Referencias: PNPM: Parque Nacional Perito Moreno METODOLOGA En esta primera instancia, con el n de identicar patrones, se seleccionó una muestra al azar de 50 parapetos de un total de 206 relevados hasta la campaña del año 2013, lo que constituye poco menos del 25%. Las investigaciones se encuentran en curso por lo que la cantidad de estructuras indefectiblemente aumentará por ello, en una segunda instancia, los procedimientos aquí desarrollados serán implementados a dicha totalidad. Para cada uno de los parapetos se tuvo en cuenta el rasgo del paisaje al cual estaba asociado: sobre borde de cañadón, próximo a lagunas, en pampas altas o sobre elevaciones. Esta última característica está relacionada con resaltos que pueden observarse en la supercie que implican diferencias de altura a lo largo de la meseta. Asimismo, otra variable destacada fue la morfología general del parapeto de acuerdo a cómo fueron dispuestas las rocas que lo componen de esta manera se distinguieron, sobre la base de la propuesta de Gradin (1959-60), las siguientes formas: arco, semiarco, círculo o recto. Por otra parte, dentro de las dimensiones se consideró la medida de cuerda de cada caso (gura 1). A su vez, dado que los parapetos pueden hallarse de manera aislada o en conjunto, se procedió a contabilizar dicha característica. En este caso se establece que hay un conjunto de parapetos cuando se observa una asociación entre las estructuras (visibilidad, estructuración dentro del 553 I ( ), julio-diciembre 014: 551-557 mismo sector) y como parámetro una distancia de 50 metros o menos entre una y otra. Por último, también se consideró el aprovechamiento del aoramiento basáltico propio de la meseta en la conformación del parapeto. A partir de las variables mencionadas se procedió a cruzarlas con el n de lograr una descripción más exhaustiva de las estructuras así como identicar patrones en su construcción y emplazamiento. Para esto, la asociación con alguna característica topográca fue la primera aproximación en la presentación de la información ya que fue la seleccionada para organizar la variabilidad. RESULTADOS En primer lugar, se destaca la distribución de la muestra de parapetos por sector topográco: la mayoría se encuentra próximo a alguna laguna (n: 22) (tabla 1); luego, en frecuencias menores, se localizan sobre el borde del cañadón (n: 13) y sobre pampas aisladas (n: 11); por último, hay poca representación en elevaciones del terreno (n: 4). En segundo lugar, al considerar las diferentes morfologías (tabla 1), se observa que la forma semiarco es la más frecuente en todos los sectores topográcos. Sobre el borde del cañadón se halla representada toda la variabilidad de morfologías, mientras que lo contrario ocurre sobre las elevaciones, donde solo se encuentran aquellos con forma de semiarco. Por su parte, las estructuras sobre pampas tienen una representación mayor de la forma arco, mientras que los parapetos sobre lagunas tienen formas variadas y aquellos en forma de arco y rectos se encuentran igualmente representados. Tabla 1. Morfología de parapetos según sector topográco Mo olo a a co c c lo ec o se i a co Borde de cañadón 7,69% 7,69% 7,69% 76,92% 100 (n:13) Próximo a laguna 18,18 18,18 63,64% 100 (n: 100 (n:4) 100 (n:11) 100 n 50€ Sobre elevación - - Sobre pampa - 36,36% To al 1Š - - n ‰€ 2 100 9,09 n 1€ 12 To al 54,55 n ‹€ ‹Š n 4€ ) En lo que reere a los rangos de cuerda, tal como se observa en la tabla 2, hay variabilidad en cuanto al ancho más frecuente por sector, si bien en ningún lado predominan los superiores a 6 metros y no se han registrado sobre elevaciones o resaltos del terreno. Tabla 2. Rangos de cuerda de parapetos por sector topográco Ran os e c e 1- 1-‹ ‹ o s To al Borde de cañadón 3,08 69,23% 7,69% 100 (n:13) Próximo a laguna 54,55 36,36% 9,09 100 (n: Sobre elevación 5 75 Sobre pampa 63,64% 7, 7 To al 554 a 4‹ n2 € 4‹ n2 € Š ) - 100 (n:4) 9,09 100 (n:11) 100 n 50€ n 4€ Tal como fue especicado, otra variable relevada se relaciona con la utilización o no del aoramiento rocoso propio de la meseta basáltica como base para la construcción en las estructuras (tabla 3). Como patrón general se observa que un 72% no utiliza el aoramiento en su construcción. Aquellos casos que sí lo presentan tienden a estar sobre elevaciones y, en menor medida, próximos a lagunas. Tabla 3. Utilización de aoramiento en la estructura del parapeto según sector topográco Aoramiento no Borde de cañadón Próximo a laguna 84,62% 54,55 Sobre elevación Sobre pampa To al si 15,38 45,45 50 100 ˆ2 n ‹€ 50 n 14€ 2Š To al 100 100 100 100 100 (n:13) (n: ) (n:4) (n:11) n 50€ En lo que reere a los conjuntos de parapetos y a las estructuras aisladas, se observa que, en general, se hallan en similares proporciones (tabla 4). Se destaca que para aquellos localizados en las pampas, la frecuencia de parapetos aislados es mayor. Tabla 4. Porcentajes de parapetos aislados o en conjunto según sector topográco aisla os Borde de cañadón Próximo a laguna Sobre elevación Sobre pampa To al 46,15% 54,55 50 63,64% 54 n 2ˆ€ en con n o 53,85 45,45 50 36,36% 4‹ n2 € To al 100 100 100 100 100 (n:13) (n: ) (n:4) (n:11) n 50€ DISCUSI N En este trabajo se realizó un primer acercamiento a la sistematización y organización del estudio de parapetos en la meseta del Strobel. La gran cantidad hallada permite abordar un análisis más especíco de dichas estructuras atendiendo a las características que presentan y su diversidad. Es así que el sector topográco donde fueron emplazados resultó una primera línea de entrada como medio para abordar la variabilidad. De esta manera se observó que la mayor concentración de estructuras es en sectores cercanos a fuentes de agua, lo que podría estar vinculado con la concentración de especies faunísticas en lagunas y vías de escape. A su vez, los parapetos ubicados en estos sectores son los que presentan mayor variabilidad en términos de forma y de ancho de cuerda. Asimismo, se ha constatado un alto porcentaje de uso del aoramiento, relacionado con el aprovechamiento del espacio de manera particular. Por otra parte, la presencia de parapetos en elevaciones del terreno y en pampas aisladas también podría dar cuenta de una estrategia de caza en esos sectores con características distintas. Particularmente, los parapetos localizados en pampas aisladas no utilizan el aoramiento, lo que indicaría la construcción er e sin el aprovechamiento de la disposición de la supercie basáltica. Además, en este sector se ha registrado la frecuencia más alta de parapetos en forma de arco. Lo recién mencionado podría estar relacionado con una funcionalidad diferente o un modo de acecho particular dependiente de la topografía. En 555 I ( ), julio-diciembre 014: 551-557 este sentido podría evaluarse si la variabilidad registrada se vincula con el desarrollo de mayor diversidad de tareas en aquellos sectores cercanos a fuentes de agua que implicarían diferentes características en las estructuras. En todo caso, los análisis líticos y faunísticos en curso serán una vía de entrada fundamental para abordar este tema. En denitiva, los parapetos evidencian un equipamiento del espacio (Kuhn 1995) que implica una planicación y organización anticipatoria de tecnología, que en este caso estaría directamente vinculada con un patrón especíco de uso del espacio para la obtención de recursos faunísticos concentrados de manera estacional. Es así, entonces, que las actividades estarían claramente estructuradas y los parapetos serían un claro ejemplo de redundancia y de reutilización que reere, en términos de Brooks y Yellen (1987), a instancias en donde el espacio es organizado y usado en un patrón que es espacialmente congruente con las ocupaciones previas de ese mismo espacio. Lo que se ha querido resaltar es que el análisis especíco de los parapetos hallados en la meseta del Strobel permite dar cuenta de características más especícas en cuanto a cómo fue dicho equipamiento de este espacio. Si bien las estructuras podrían vincularse con actividades de caza, se destaca la variabilidad registrada. La ubicación de los parapetos, así como su morfología, tal como lo planteara Gradin (1959-60), podrían indicar distintas funcionalidades, un punto que debe seguir bajo estudio. Asimismo, podrían abordarse, a futuro, otras variables tales como rangos de profundidad y altura máxima, densidad y supercie, entre otras, en vistas a ampliar la investigación. AGRADECIMIENTOS Las investigaciones fueron subsidiadas por los proyectos PIP CONICET 0122, UBACyT 441. Agradezco a la Dra. Gisela Cassiodoro por sus comentarios y sugerencias, así como a los evaluadores; a Isidro Flores Coni por su ayuda con las guras. BIBLIOGRAFA Belardi, J. B, S. Espinosa, G. Barrientos, F. Carballo Marina, A. Re, P. Campan, A. Súnico y F. Guichón 2013. Las mesetas de San Adolfo y Cardiel Chico: Estrategias de movilidad y tácticas de caza de guanacos en el SO de Santa Cruz. En A. F. angrando, R. Barberena, A. Gil, G. Neme, M. Giardina, L. Luna, C. Otaola, S. Paulides, L. Salgán y A. Tivoli (eds.), endencia teric etdlica ca de etudi en la arquela de atania: 261-270. San Rafael, Museo de istoria Natural de San Rafael. Belardi, J. B. y R. Goñi 2006. Representaciones rupestres y convergencia poblacional durante momentos tardíos en Santa Cruz (Patagonia argentina). El caso de la meseta del Strobel. En D. Fiore y M. M Podestá (eds.), raa en la iedra rduccin u del arte ruetre: 85-94. Buenos Aires, AINA- AC- SAA. Brooks, S. y J. E. Yellen 1987. The preservation of activity areas in the archaeological record: ethnoarchaeological and archaeological work in northwest Ngamiland, Botswana. En S. Kent (ed.), ethd and ther r actiit area reearch an ethnarchaelical arach . New York, Columbia University Press. Cassiodoro, G. 2008. Movilidad y uso del espacio de cazadores-recolectores del oloceno tardío: estudio de la variabilidad del registro tecnológico en distintos ambientes del noroeste de la provincia de Santa Cruz. Tesis Doctoral inédita, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. 556 Espinosa, S., R. Goñi y J. Flores Coni 2009. Aproximación tecnológica al uso de pampas y bajos en la meseta del lago Strobel. En M. Salemme, F. Santiago, M. Alvarez, E. Piana, M. Vázquez, M. E. Mansur (eds.), rquela de la atania una irada dede el lti cnn 977- 984. Ushuaia, Utopías. Goñi, R. 2010. Cambio climático y poblamiento humano durante el oloceno tardío en Patagonia Meridional. Una perspectiva arqueológica. Tesis doctoral inédita, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Goñi, R., G. Cassiodoro, A. Re, F. Guichón, J. Flores Coni y J. Dellepiane 2010. Arqueología de la meseta del lago Guitarra (Santa Cruz). En R. Bárcena y . Chiavazza (eds.), rquela rentina en el icentenari de la Relucin de a nre acinal de rquela rentina V: 1923-1928. Mendoza, UNCuyo-CONICET. Gradin, C. 1959-60. Petroglifos de la meseta del lago Strobel (prov. de Santa Cruz, Argentina). cta rehitrica III/IV: 123-143. 1971. Parapetos habitacionales en la meseta de Somuncurá, provincia de Río Negro. Relacine de la Sciedad rentina de ntrla V (2): 171-185. 1976. Parapetos de piedra y grabados rupestres de la meseta del lago Buenos Aires. cta eria nre acinal de rquela rentina Reita del ue itria atural de San Raael: 315-337, Mendoza. Kuhn, S. 1995. uterian ithic echnl n eclical erectie. New Jersey, Princenton University Press. Magnin, L. A. 010 Distribuciones arqueológicas en la Meseta Central de Santa Cruz. Implicancias para los estudios de uso del espacio y movilidad de sociedades cazadoras recolectoras Tesis Doctoral inédita, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de la Plata. Re, A. 2010. Representaciones rupestres en mesetas altas de la provincia de Santa Cruz. Circulación de información en espacios de uso estacional Tesis Doctoral inédita, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. 557 MEMORIA DE LA SOCIEDAD ARGENTINA DE ANTROPOLOGÍA 1 DE … LIO DE 201 AL 0 DE … NIO DE 2014 En el primer semestre informado continuó el ejercicio de la Comisión Directiva y el órgano de Fiscalización, titulares y suplentes, elegidos durante la Asamblea eneral Ordinaria celebrada el día 15 de diciembre de 011 para el período 01 - 013, integrada por: Presidenta: Secretaria: Tesorera: Vocal Titular Primero: Vocal Titular Segunda: Vocal Suplente Primero: Vocal Suplente Segunda: Revisora de Cuentas: Revisora de Cuentas: Verónica I illiams Sonia L Lanzelotti Cristina Bellelli Mónica A Berón Laura Miotti Patricia Madrid Carolina Crespo Valeria Bernal Lorena Rodríguez En asamblea eneral Ordinaria celebrada el día 5 de diciembre de 013 se eligieron las autoridades para el período 014- 015 y la CD quedó constituida por: Presidenta: Secretaria: Tesorera: Vocal Titular Primero: Vocal Titular Segunda: Vocal Suplente Primero: Vocal Suplente Segunda: Revisora de Cuentas: Revisora de Cuentas: Mónica A Berón María Fabiana Bugliani María Pita Carlos Zanolli Mara Basile Verónica Lema Juan Engelman Darío Hermo Laura Miotti En la reunión de CD de fecha 16 de abril de 014, se consideró y aprobó la renuncia de la Dra María Pita al cargo de Tesorera por razones personales De acuerdo al estatuto de la Sociedad Argentina de Antropología este cargo debe ser cubierto por los Vocales Titulares Dado que el 1 Vocal Carlos Zanolli manifestó imposibilidad técnica para ocuparse de las tareas de tesorería y siguiendo el Estatuto, asumió la posesión del cargo la Vocal Titular, Dra Mara Basile TRA A…O EDITORIAL RELACIONES e la SOCIEDAD ARGENTINA DE ANTROPOLOGÍA Relaciones VIII 201 € NŒ e os 1 ‚ 2 En el mes de julio de 013 se publicó la versión electrónica del Tomo VIII(1) y en el mes de noviembre de 013 se publicó la edición electrónica del Tomo VIII( ) En el mes de diciembre estuvieron disponibles los 600 ejemplares impresos y comenzó el período de distribución entre los socios al día que continuó en 014 559 Relaciones I 2014€ NŒ e os 1 ‚ 2 En el mes de septiembre de 013 se envió a los socios la convocatoria para presentar artículos inéditos para este volumen. La convocatoria nalizó el 15 de noviembre del mismo año. En el mes de julio de 014 se publicará la versión electrónica del Tomo I (1) y en el mes de noviembre de 014 se publicará la edición electrónica del Tomo I ( ) Asimismo, en el mes de diciembre, previo a la Asamblea Anual Ordinaria, se dispondrá de los ejemplares impresos del Tomo I (N 1 y ) A partir de 014 las tareas de corrección de estilo y edición de la Revista Relaciones comenzaron a estar a cargo de la Dra Anabel Feely, como Editora Responsable, junto a la Directora de la publicación Asimismo por razones operativas se amplió el Comité Editorial de la revista incorporando al Dr Jorge Martínez y el Lic Claudio Revuelta CAN…E INTER I LIOTECARIO NACIONAL E INTERNACIONAL Se completó el envío de revistas por canje nacional e internacional del tomo VIII ( 013) La SAA continúa realizando el canje interinstitucional con instituciones nacionales y de diferentes países: Brasil, Chile, Francia, México, Perú, Portugal y Estados Unidos Se respondió a la solicitud de bibliotecas nacionales y extranjeras enviando números faltantes de Relaciones, así como tomos anteriores, a los representantes del interior Se realizaron ventas a librerías, distribuidores y durante la celebración de congresos o jornadas cientícas. COLECCIÓN TESIS SERIE P LICACIONES Continuó el trabajo editorial de la Sociedad relacionado con las Colecciones Tesis Doctorales y Tesis de Licenciatura y con la Serie Publicaciones de la SAA que actualmente está a cargo del Dr Leandro Luna Dentro de la Se ie P licaciones e la SAA, en el período comprendido en esta memoria se publicó el título Al orde del Imperio aisa es sociales materialidad memoria en reas peri ricas del Noroeste argentino, compilado por Verónica I illiams y M Beatriz Cremonte Dentro de la olecci n esis en este período se aprobó la propuesta de publicación de la Tesis Doctoral de Hernán De Angelis, al igual que la de Emilia Iucci Asimismo se aprobaron los proyectos de publicación presentados por la Dra De Jong y por la Dra. Cañedo, respectivamente. Continúa en proceso el proyecto de publicación del libro El sitio en ue I n cementerio pre isp nico en la pampa occidental Estilo de vida e interacciones culturales de ca adores recolectores del cono sur americano, cuya compiladora es la Dra Mónica Berón OTRAS EDICIONES Re ista de Ar eología ist rica Argentina atinoa ericana RA A En junio de 2014 se rmó el acuerdo con la RAHAyL para la publicación del número 8 de la revista que constará de dos volúmenes (1 y ) los cuales estarán disponibles online en julio y diciembre de 014 respectivamente 560 C RSOS CON ERENCIAS OTRAS ACTIVIDADES El 10 de junio de 2014, en instalaciones del Museo Etnográco se dictó la conferencia “Cerro Blanco originó la mayor erupción de los últimos 5000 años en el Noroeste de Argentina” auspiciada por la SAA junto con el Proyecto Arqueológico Chaschuil-Abaucán La misma estuvo a cargo de los Dres José Luis Fernández Turiel (investigador del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera, Consejo Superior de Investigaciones Cientícas en Barcelona) y Francisco José Pérez Torrado (Profesor del Departamento de Física, rupo EOVOL, Universidad de Las Palmas de ran Canaria) Además, en el período que se informa se realizó la planicación y organización del Curso “Adobe Illustrator para arqueólogos y antropólogos” que estará a cargo del docente Víctor Pagano, Diseñador Gráco. El mismo se dictará en el Aula Taller Museo Etnográco J.B. Ambrosetti y la SAA retendrá el 0 del valor recaudado por inscripto A SPICIOS Se otorgó el Auspicio a los siguientes eventos: -4th Southern Deserts Conference uaternary Evolution of Desert Landscapes and Peoples, noviembre de 014, Uspallata, Mendoza Además se estableció la colaboración de la SAA en temas administrativos y contables La Sociedad recibirá en la cuenta bancaria los montos de inscripción al evento, los cuales serán transferidos luego a la organización, quedando un porcentaje del 5 a favor de la SAA -II Seminario Argentino-Brasilero de Etnobiología, septiembre de 014, La Plata -I Congreso Nacional de Arte Rupestre (CONAR) septiembre de 014, Rosario -1 va Conferencia Internacional de Arqueozoología del ICAZ, octubre Mendoza 014, San Rafael, -VI Paleopathology Asociation Meting in South America (VI PAMinSA), agosto de 015, Buenos Aires -IV Encuentro sobre Antropo-Semiótica de la Muerte y el Morir, noviembre de 015 Misiones -Sexto Encuentro de Discusión Arqueológica del Nordeste Argentino, septiembre ualeguaychú, Entre Ríos 015, -V Taller de Discusión sobre Restitución de restos humanos de interés arqueológico y bioantropológico, julio de 015, Córdoba - I Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Tucumán 016 Asimismo, se informa que la Comisión Directiva ha establecido solicitar a los organizadores de los eventos que requieran auspicio, considerar un descuento a socios con cuota al día en las inscripciones a dichos eventos 561 GESTIONES Se modicó y actualizó el acuerdo modelo para publicaciones periódicas. Se tramitó un pedido de subsidio ante el Fondo Nacional de las Artes para la impresión de la revista Relaciones 39, Números 1 y ( 014), que aún espera resolución A mediados de 014 se nos comunicó el ingreso de la Revista Relaciones al Núcleo Básico de Revistas del CAICyT Este gran logro ha sido posible tras largas gestiones de las dos Comisiones Directivas anteriores Se efectuó la renovación del dominio de página eb en Nic Ar Continuamos actualizando la página eb de la Sociedad ( saantropologia org ar) con la colaboración del Dr Catriel Greco. Durante los primeros meses de este año se buscaron opciones para la modernización y mantenimiento de la página y se eligió al Diseñador Gráco Víctor Pagano para realizar estas tareas que se encuentran en proceso Se participó en el taller “Reexión y discusión acerca de los criterios de evaluación utilizados por los organismos públicos (nacionales, provinciales o municipales) encargados del nanciamiento cientíco y académico”, llevado a cabo el día 3 de mayo de 014 en el INAPL, asistieron en representación de la SAA la Secretaria Dra M F Bugliani y la Tesorera Dra Mara Basile La SAA fue convocada por la Society for American Archaeology a participar en una reunión con responsables del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo A la misma asistieron como representantes la Presidenta Dra Mónica Berón y la Dra V illiams, expresidenta de la SAA Dicha reunión tuvo el objetivo de iniciar una discusión acerca de las normativas de estas instituciones respecto a los términos de protección del patrimonio cultural en casos de intervención de dichos organismos en grandes obras de infraestructura en América Latina Tanto los funcionarios del BM como los del BID expusieron sus intenciones y documentos, como algunos de los países que presentamos casos se rescate, protección, etc La Argentina tuvo un espacio particular donde las Dras Berón y illiams expusieron un documento elaborado sobre la base de las respuestas de algunos especialistas argentinos en el tema de rescate arqueológico y manejo de recursos culturales Agradecemos la colaboración a los socios y colegas Norma Ratto, Silvana Espinosa, Roberto Molinari, Julieta ómez Otero y M L Endere quienes aportaron información y sus experiencias De esta manera la SAA ha jugado un rol importante en este espacio que se abre para América Latina TAREAS ADMINISTRATIVAS Se cumplió con la entrega de la documentación requerida por la Inspección eneral de Justicia, para mantener la vigencia de la personería jurídica Se actualizó y completó el listado de contactos de socios por correo electrónico y se continuó con la distribución de la información de interés entre todos ellos Se efectuó una actualización del stock de los libros y revistas a la venta Se hace cargo de dicha tarea el Lic Juan Engelman 56 Se continuó actualizando el inventariado de los libros y revistas que conforman la biblioteca de la SAA, incluyendo publicaciones recibidas por canje, donaciones de libros y revistas de edición propia El mismo se está efectuando con la colaboración de la bibliotecaria Sra Elsa M Cufré, a quien agradecemos su desinteresada colaboración Se prosiguió con el cobro de cuotas sociales a través de la cuenta corriente en el Banco Río, sucursal 03, de la C A B A y también personalmente a través de los miembros de la Comisión Directiva y de los representantes de la SAA en las provincias. A nes de noviembre de 2013 se incorporó al Lic. Gabriel Acuña como representante en la provincia de La Rioja, dada su residencia en la vecina provincia de Catamarca y su relación con la Universidad Nacional de La Rioja Durante 014 y ante la renuncia de la Dra Cremonte se designó a la Dra Clarisa Otero como nueva representante de la SAA en Jujuy Aprovechamos para agradecer toda la labor realizada por la Dra. Cremonte durante los últimos años. Asimismo la Dra. María Clara Álvarez representante de la SAA en Olavarría fue reemplazada por la Lic Ana Paula Alcaraz durante su ausencia por viaje Se llevaron a cabo los estados contables y el informe del Revisor de Cuentas del ejercicio 013014 El balance estuvo a cargo del contador Javier uerra del Estudio Chicote Se completó la actualización del padrón de asociados, comunicándonos en forma individual con cada uno de los socios que registraban más de tres años de cuotas impagas, a n de conocer su interés en continuar perteneciendo a la SAA, e indicando el monto adeudado en cada caso Muchos de ellos regularizaron su situación Asimismo, en el transcurso de este ejercicio se dio de baja a 9 miembros, por incumplimiento de sus deberes como asociados según establece el Estatuto Se continuará con la depuración del libro de socios en función de las respuestas recibidas Se aceptaron las solicitudes de asociación de 37 nuevos socios al momento de cerrar esta Memoria En la Asamblea Anual Ordinaria del 5 de diciembre de 014 se nombró socio honorario de la Sociedad Argentina de Antropología al Lic Carlos Alberto Aschero Rec sos Los recursos de la Sociedad Argentina de Antropología están constituidos exclusivamente por el aporte de los socios y, eventualmente, alguna donación (en el período que se informa no se registró ninguna) o la obtención de subsidios (tampoco se registró en el momento informado) Con estos ingresos se subvienen las erogaciones inherentes al funcionamiento administrativo, a la publicación de Relaciones, y a los gastos de correo para el envío de publicaciones a los socios y sostenimiento del canje nacional e internacional Dra María F Bugliani Secretaria Dra Mónica A Berón Presidenta 563 NORMAS EDITORIALES E IN ORMACIÓN PARA LOS A TORES R A S es una publicación semestral de la Sociedad Argentina de Antropología dedicada a publicar artículos, notas y comentarios inéditos basados en investigaciones que brinden información original acerca de las diversas especialidades de la Antropología (Arqueología, Antropología socio-cultural, Bioantropología, Etnohistoria, Lingüística y disciplinas anes), que proporcionen conclusiones relevantes y útiles para la comunidad cientíca. Se recomienda enviar AR S de síntesis, resultados de varios años de investigación en temas teóricos y/o metodológicos con un alto grado de avance en las principales áreas temáticas de la antropología, arqueología, etnohistoria, folklore y antropología biológica Las AS deben orientarse a la breve presentación de problemas o hallazgos de relevancia para la discusión de temas generales Con ello se busca que Relaciones presente panoramas completos de los temas de investigación actuales en el país que sean de utilidad al público local e internacional Las AS sobre temas especícos serán consideradas de la misma jerarquía que los artículos y enviadas a evaluar como los anteriores Los AR S corrigen errores sobre publicaciones anteriores o bien proveen nuevos datos considerados de importancia en relación con otros trabajos previamente aparecidos en esta revista Asimismo, pueden incluirse secciones temáticas (que no ocupen más de un tercio de la revista), reseñas de libros y/o simposios y obituarios que serán solicitados oportunamente por el Comité Editorial olítica ditorial: La revista publica preferentemente artículos de los miembros de la Sociedad Argentina de Antropología CON C OTA AL DIA, aunque el Comité Editorial puede solicitar artículos a especialistas que no sean socios Los manuscritos enviados para su publicación por no-socios deben ser acompañados por un derecho de edición no reembolsable cuyo valor se determinará en el momento de realizarse la convocatoria correspondiente La evaluación del manuscrito no comenzará hasta que este requisito no haya sido cumplimentado En caso de que los trabajos presentados para un volumen excedan el espacio disponible, el Comité Editorial ad re er ndum de la Comisión Directiva se reserva el derecho de seleccionar aquellos que se publicarán, con el criterio de que los temas referidos a las diversas especialidades de la Antropología, estén equitativamente representados Sólo se podrá presentar un artículo por persona (como primer autor/a o coautor/a). Una vez publicado, los/as autores/as sólo podrán presentar un nuevo trabajo luego de transcurridos dos números (un año) sin envíos. roceso de re isi n: El Comité Editorial controlará que los trabajos recibidos se ajusten las normas generales de la convocatoria (incluida su adecuación estricta a las normas editoriales) Los trabajos que no cumplan este requisito serán rechazados antes de su evaluación y los que sí lo hagan serán enviados a dos revisores de reconocida capacidad en el tema tratado por el artículo. El rechazo de un manuscrito por parte de uno de los evaluadores será causa suciente para su rechazo denitivo salvo en casos particulares que, frente a dictámenes divergentes, el Comité Editorial considere conveniente una reconsideración con el concomitante envío a un tercer evaluador, el cual puede ser un miembro del mismo Comité Editorial Aquellas contribuciones que hayan sido aceptadas serán remitidas a los autores a n de efectuar, si las hubiera, las correcciones sugeridas Una vez realizadas y remitidas las correcciones sólo se enviará a los autores la prueba de edición del correspondiente número de la revista, con el único objeto de chequear errores tipográcos. No se admitirá reescritura del texto en esta instancia. Todo cambio o adición representa tan sólo una sugerencia, que puede no ser tenida en cuenta por los editores erec os o ligaciones: Una vez enviado un trabajo a Relaciones, los/as autores/as se comprometen a no presentar el mismo a otra publicación Los autores son responsables del contenido de sus contribuciones, de la exactitud de las citas y referencias bibliográcas y del derecho legal de publicar el material propuesto, por lo que deben obtener el permiso para reproducir guras y datos protegidos por cop rig t La Sociedad Argentina de Antropología no ofrece retribución monetaria por los manuscritos, ni servicios tales como tipeado, impresión, fotocopiado, diseño, cartografía, montaje de ilustraciones y traducción, los que quedan a cargo de los/as autores/as. Los/as autores/as podrán presentar guras en color asumiendo los costos extras que ello implique 565 Las contribuciones no deben exceder el límite de páginas estipulado: cuarenta (40) páginas para los Artíc los, diez (10) para las otas y cinco (5) para los o entarios, escritas a interlineado doble con letras imes Ne Roman en cuerpo 11 en todas sus secciones (incluyendo tablas), en hojas numeradas, tamaño A4. El total de páginas incluye Título en castellano y en inglés, Resumen y A stract (sólo para los artículos), texto, bibliografía, guras y tablas. Los márgenes superior e izquierdo deben ser de 4 cm y los márgenes inferior y derecho de cm El Comité Editor se reserva el derecho de rechazar, o devolver para su corrección, aquellos trabajos excesivamente largos resentaci n: Los trabajos deben ser presentados en programa ord para indo s en copia electrónica al Comité Editorial. La copia deberá ser acompañada por una carta con nombres, direcciones, correo electrónico de los/as autores/as y, en caso de trabajos en co-autoría, se especicará cuál de ellos actuará como mediador con el Comité Editorial. Los archivos deben ser remitidos a: relaciones saa gmail com G ÍA DE ESTILO 1 O en e las secciones Los manuscritos deben contar con las siguientes secciones: 1) T€ lo en mayúsculas, en negrita, centralizado, sin subrayar, en es•a•ol e in„l s ) A o ƒes (en mayúscula sólo las iniciales), en el margen derecho, separados por una línea de espacio del título y del resumen Cada autor con llamada a pie de página indicando lugar de trabajo y/o pertenencia institucional y académica sin abreviaturas y dirección de correo electrónico. La liación institucional debe respetar el siguiente orden sin usar abreviaciones: - Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Instituto de Arqueología, Facultad Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires E-mail: usuari gmail com -Universidad Nacional de Jujuy, Facultad de Humanidades y ciencias sociales, Centro Regional de Estudios Arqueológicos, E- mail: usuario yahoo com ar 3) Res en A stract de 150 palabras como máximo y cinco •ala as cla e en español e inglés El resumen de un trabajo representa una pieza muy importante del mismo, ya que puede alentar o desalentar la decisión de leerlo Sugerimos efectuar una síntesis de los contenidos y conclusiones del escrito, referir datos novedosos allí presentados y aludir especialmente a la relevancia del manuscrito El resumen no debe repetir textualmente contenidos del trabajo, no ser una introducción al trabajo, ni restringirse a enumerar las secciones que este último contiene, sino que debe presentar un panorama de los puntos temáticos sobre los que versa, invitando al lector a interesarse por el material Las palabras clave (no claves) van sin mayúsculas, a menos que la palabra lo amerite, y separadas entre guiones cortos 4) TeŽ o con subtítulos primarios colocados en el margen izquierdo, en mayúsculas sin subrayar subtítulos secundarios en el margen izquierdo, en minúsculas, cursiva subtítulos terciarios se colocarán sobre el margen izquierdo, sin cursiva Cada subtítulo estará separado del texto anterior y posterior por doble espacio Los párrafos comenzarán con sangría de un tabulado y no se dejará doble espacio entre ellos. El margen derecho debe estar justicado y no deben separarse las palabras en sílabas 5) A„ a eci ien os. Todo tipo de apoyo recibido para efectuar el trabajo debe ser citado: nanciero, institucional, intelectual y técnico (por ej. diseño gráco, traducción del resumen, entidades nanciadoras, etc.). 6) Las No as deben ser usadas con moderación, para proveer información adicional absoluta566 mente necesaria o para aclaraciones sólo cuando la inclusión de dicha información en el texto interrumpa su uidez por agregar demasiado detalle o un punto particular o por agregar material tangencial a la argumentación en curso Las notas deben agregarse en una nueva página después de los Agradecimientos, bajo el encabezado primario de NOTAS 7) i lio„ a €a Todas las referencias citadas en el texto y en las notas deben aparecer en la lista bibliográca y viceversa. Debe ser alfabética, ordenada de acuerdo con el apellido del primer autor Dos o más trabajos del mismo autor, ordenados cronológicamente Varios trabajos del mismo autor y año, con el agregado de una letra minúscula luego del año (sin espacio). Se recomienda no asignar más del 10 del total de páginas del artículo a la bibliografía 8) uos s us y a las 2 Ele en os el eŽ o 21N e os‰ alo es can i a es Cuando se utilizan números cardinales en medio de una oración, todos los números por encima del 30 (treinta) deben expresarse en números arábigos Los números cero a treinta se expresan con palabras (31 en adelante con números) Cuando en una oración u oraciones estrechamente vinculadas aparecieran conjuntamente números mayores y menores a 30, deberán expresarse todos en números arábigos (por ej : se detectaros 45 puntas de proyectil, 31 pedunculadas y 14 apedunculadas) Los decimales se expresan con comas y no con puntos: 5,99 No hay que usar espacios entre los números y los signos como el o , por ej : 63 , 40, 0 C, 14C, etc Utilice punto y coma para separar cantidades, por ejemplo: 5 000 10 000 75 000 Los números que encabezan una oración deben expresarse con palabras, por ejemplo: “Diez mil años de historia...”, “Tres de los sitios analizados...”. Los números ordinales siempre se expresan con palabras, por ejemplo: “Durante la tercera rueda de entrevistas...”, “La primera excavación...”. Todas las medidas de distancia, área, volumen y peso deben ser expresadas en el sistema métrico decimal Se deben utilizar entonces, centímetros, metros, kilómetros, litros, gramos y hectáreas y no pulgadas, pies, millas, etc Las unidades métricas deben ser abreviadas sin puntos y sin pluralizar. Ejemplos: 18 cm, 3 m, 12 km2, 28 ha, 2 l (por litro) kg, g (por gramo) (NO: cms., mts. Kms2, has, etc., ni m., cm., etc.). Todas las medidas deben ser expresadas acompañando a números arábigos y abreviados, excepto cuando son usados de modo no especíco o aparecen al comienzo de la oración. Ejemplos: “Varios metros cúbicos de relleno...”. “Tres kilómetros desde el sitio...”. Los puntos cardinales se pondrán con la palabra completa en minúscula (norte, sur, este, oeste) o bien con inicial mayúscula sin punto (N, S, E, O) La ubicación por coordenadas se expresará sin dejar espacios (S22º8´20” y O65º35´28”). Las cantidades expresadas en números llevan punto a partir de los millares Ejemplos: 000 000 de personas o 1.700 ha. En el caso de los millones, tratar de evitar su uso y escribir “un millón”, “31 millones”. Los años exactos como 1520, 1748 o 26 de febrero de 2008, no llevan punto (incluidas las cantidades de años tipo 3000 AP). Tampoco llevan punto los códigos postales y las direcciones. Para referirse a décadas, no usar “la década del 90”, sino “la década de 1990”. Es recomendable utilizar “en los años cuarenta” y no “en los años ‘40”. 2 2 E a es a os a io icos En todas las categorías de publicación (artículos, notas, comentarios, etc ) en las cuales los datos son informados por primera vez, las siguientes convenciones deben ser empleadas Si los datos fueron publicados en otro lugar por primera vez sólo es necesario citar esa referencia (con número de página/s). 567 Las edades radiocarbónicas no calibradas deben: 1. estar expresada en “años AP” (nótese que no se utiliza punto en AP); estar seguida por 1-sigma desvío estándar tal cual es informado por el laboratorio 3. incluir el número de identicación dado por el laboratorio; 4 determinar qué material fue datado (por ej , madera carbonizada, marlo de maíz, hueso) Ejemplo: 3680 60 años AP (Pta-3964; hueso). 5 citar carbono catorce con superíndice y mayúscula: 14C Los fechados calibrados deben ser siempre identicados como tales, usando las convenciones cal d C o cal a C (nótese el lugar que ocupa y la puntuación de cal, a C , d C o A D ) Los autores deben identicar la calibración particular utilizada, deben indicar si la calibración está hecha con 1 sigma o con sigma ( sigma es preferido), y presentar la edad calibrada como un rango de la edad calendario (o rangos cuando más de uno es posible) 2 ‡ Ci as eŽ ales Las citas textuales de más de tres líneas deben escribirse en párrafos con una sangría en el margen izquierdo y estarán separadas del resto del texto por doble espacio antes y después No se escribe en itálica y no llevarán comillas, ni puntos suspensivos iniciales en las oraciones ya iniciadas. El cuerpo tipográco en estas citas se reduce a 10. Las citas textuales de tres líneas o menos se incorporan al texto entrecomilladas y no se escriben en itálica En este caso, el cuerpo tipográco es el mismo que el del resto del texto y se escribe a continuación entre paréntesis el autor o la fuente y la/s página/s o folio/s (por ej. Rodríguez 1970:15). Utilice comillas sencillas (‘’) sólo cuando es necesario utilizarlas dentro de una cita textual. En el caso de citas de fuentes documentales, desplegar las abreviaturas, modernizar la ortografía, pero respetar la grafía de topónimos y gentilicios Citar, en la primera vez, el nombre del archivo o repositorio en forma completa seguido por la sigla entre paréntesis Por ejemplo: Archivo eneral de la Nación (A N) Luego seguir utilizando sólo la sigla 2 4 O o„ a €a „ a ica Se debe utilizar como autoridad para las reglas de ortografía y gramática la última edición de la rtogra ía de la engua Espa…ola y del iccionario de la Real Academia Espa…ola 25A e ia as si„las Se ruega evitar el uso de abreviaturas: doctor (no Dr.), señor (no Sr.), fray (no Fr.), gura (no g.). Constituyen excepciones las unidades métricas (véase sección 1) y otras que se detallan a continuación: etc. (lleva punto), por ej. (abreviado para decir “por ejemplo” en el interior de un paréntesis), f. (para folio y folios con una sola f y con punto), p. (para página/s (con una sola p y con punto), n (para número va con minúscula), c r. (para compárese o véase), s/f (para sin fecha). Otras excepciones las constituyen los acrónimos (siglas) de largos títulos de agencias, instituciones, etc , los cuales serán mencionados frecuentemente en el texto La primera vez que se nombra a una institución debe escribirse el nombre completo seguida entre paréntesis la sigla sin punto Ejemplo: Universidad de Buenos Aires (UBA), Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL) La segunda vez que se nombra se incluye directamente la sigla en mayúscula, sin paréntesis y sin punto: A N, A I, ONU, UNESCO, OMS Cuando son en plural llevan punto (tratar de evitarlas): EE UU , FF AA Es recomendable evitar el uso de abreviaturas en otros idiomas cuando existan equivalentes en español. 2 • I lica‰ co illas ne„ i a No exagerar en el uso de entrecomillados y, en el caso de hacerlo, utilizar comillas inglesas (“ ”). Evitar en la medida de lo posible las referencias “op cit ” o “i idem.”, así como el uso de 568 ne„ i a o ol en el texto Se escribirán en it†lica/ astardilla las palabras o frases que el autor crea necesario destacar y las palabras en latín (por ej et al , latu sensu, a priori, in situ, corpus, ad oc, ca etc ) y en lenguas extranjeras (por ej orager) Deben italizarse además: los nombres cientícos ( omo sapiens sapiens Spond lus sp ), los títulos de libros, revistas, poemas y otros trabajos literarios cuando se incluyen dentro del texto y las letras que representan variables matemáticas 2 … Ma sc las in sc las Deberán ir en minúscula: tabla, gura, días de la semana, meses, puntos cardinales, accidentes geográcos (sierra, monte, bahía, valle, río), cargos (ministro/s, presidente/s, gobernador/es, general/es), provincia, partido y sustantivos gentilicios (argentino, afgano, catalán, tehuelche, diaguita, yámana, tucumano, inca/inka). No se aconseja el uso de mayúsculas para las regiones, por ej.: región pampeana, sí para “Pampa”, “Mesopotamia” o “Patagonia”. Se debe utilizar mayúscula para nombres de áreas arqueológicas y geográcas (por ej. América, Pilcomayo, Salta, Argentina), estilos cerámicos (por ej cerámica Belén) y nombres taxonómicos con el nivel de género y de mayor jerarquía taxonómica En la bibliografía no deben ponerse en mayúscula los términos principales del título de los libros s us Además del texto, los trabajos sólo contarán con guras y tablas (no se permite el uso de rótulos como lámina, mapa, foto, gráco, cuadro, etc.). Las guras y tablas no se incluirán en el texto, pero se indicará en cada caso su ubicación en el mismo, utilizando “Ubicación gura 4” o “Ubicación tabla 2”. Deben entregarse numeradas secuencialmente con números arábigos según el orden en que deban aparecer en el texto, con sus títulos y/o epígrafes tipeados en hoja aparte. Las tablas y guras no deben exceder las medidas de caja de la publicación (13 x 20 cm) y deben estar citados en el texto. Para los epígrafes, se creará un archivo diferente: Epígrafes guras y tablas Todas las tablas y guras deben estar citadas en el texto, comenzando con tabla 1/gura 1 y continuando secuencialmente. No abrevie las palabras tabla y gura. Ejemplos: (tabla 1) (gura 4), (guras 1 y 2), (tablas 1-3), (guras 2, 3, y 7), “Como se ilustra en la tabla 1...”. Se recomienda no poner “(véase gura 3)”, ya que el véase es redundante. ‡ 1 Ta las Las tablas consumen tiempo y cuestan mucho trabajo formatearlas en el texto y constituye la única porción del manuscrito que no es procesada electrónicamente por el Comité Editorial En consecuencia, la presentación de los datos en forma de tablas debe ser utilizada moderadamente. Los datos en una tabla pequeña, por ejemplo, pueden ser a menudo incluidos en el texto sin pérdida de claridad Sólo cuando los datos que se quiere mostrar son numerosos, se aconseja su presentación en forma de tablas Provea un título corto para cada tabla, centrado en la parte superior de la página El título no deberá dar información o describir los resultados ilustrados por la tabla Ejemplo de un título correcto: Tabla Sumario de las partes esqueletarias de un cementerio familiar Si una columna de encabezamiento no se aplica a uno de los datos la celda debe ser dejada en blanco No use “N.A.” para lo que no sea aplicable. Si no hay datos para una celda en particular inserte una un guión (-) Hay tres tipos de notas al pie para tablas El título de la tabla nunca debería ir al pie Ubique la información pertinente de una tabla completa en una “nota general” (véase abajo). La información concerniente a la fuente de los datos debe ir tanto en una nota general (si toda la información 569 proviene de una sola fuente) o en una nota al pie especíca para una entrada particular, sección, o encabezado 1 Nota general pertinente a la tabla completa Ejemplo: Nota: Dato de dimensiones en mm ent (1991) todas las 2. Nota especíca para entrada, sección, o encabezamiento. Ejemplos: C chicos A adultos Contiene elementos de latón decorativos idénticos a los encontrados en los entierros Los datos vienen de O sley et al. (1987). y6 3. Notas indicando un nivel de signicado estadístico. Ejemplo: p .05. Nota: Ordene las notas, cada una comenzando en su propia línea, estilo párrafo cortado, en el siguiente orden: nota general, nota especíca indicada por letras, y notas de signicado indicado por asteriscos ‡ 2 i„ as Todo material ilustrativo debe ser referido como gura. Los originales deben ser profesionalmente dibujados en papel de dibujo de buena calidad o en programas de diseño gráco (Corel Dra , Illustrator, PhotoShop) Deben tener una muy buena resolución para permitir una impresión de alta calidad, mínimo 300 dpi Las versiones electrónicas deben ser enviadas en formato gráco (TIFF preferentemente). La mayoría de las guras son reducidas antes de la publicación. Las ilustraciones extremadamente complejas con detalles considerables y letras pequeñas podrían no reducirse adecuadamente. Evite ilustraciones con demasiada densidad de guras o letras. Procure que los caracteres incluidos dentro de las guras sean los mismos (es altamente recomendable el uso de fuente de tipo Arial Narrow) El encabezamiento no debe estar escrito dentro de la gura. Cada gura original debe estar numerada al dorso en lápiz, con una referencia en la lista de encabezamientos de guras. Todos los símbolos de los mapas o caracteres convencionales deben aparecer en la gura, no en el encabezado. Los mapas deben tener echas de orientación (norte). Use una escala visual cuando incluya en la gura objetos, planos, secciones, etc. No use la leyenda: “un cm equivale a 450 cm”; porque casi todas las guras son reducidas antes de la publicación, de modo que tales escalas no serán exactas después de la reducción. Use una escala dibujada en la gura, que luego va a ser reducida en la misma proporción que la gura y permanecerá exacta. Las palabras en las guras deben seguir el estilo de la revista, por ej. cm y no “cm.”, “A.D.” y no “AD” y los acentos deben ser agregados cuando sean necesarios Ejemplos de títulos: Figura 1 Taxones presentes en los sitios: a) ama guanicoe (guanaco) rótula (camélido) fragmento de húmero Nota: sólo letras minúsculas son usadas para identicar secciones de una gura. ) ama sp Figura 4 Dos vistas de los esqueletos humanos hallados en Arroyo Seco : i „uierda niño con ajuar derec a, entierro primario de un individuo adulto de sexo masculino Museo Municipal José Mulazzi, Tres Arroyos Cortesía J Domínguez, fotógrafo 4 i lio„ a €a 4 1 Ci as en el eŽ o Las referencias bibliográcas irán en el texto siguiendo el sistema autor-año. Ejemplos: 570 (Rodríguez 1980) o Rodríguez (1980), (Rodríguez 1980, 1983), (Rodríguez 1980a, 1980b), etc. Nótese que no se usa coma entre el nombre del autor y el año. Se citan hasta dos autores; si son más de dos se nombra al primer autor y se agrega et al (con itálica) Citas con páginas, guras o tablas: (Rodríguez 1980:13), (Rodríguez 1980:13-17, 21), (Rodríguez 1980:gura 3), (Rodríguez 1980:tabla 2), etc. Nótese que no se deja espacio entre el año y el número de página Autores diferentes citados dentro de un mismo paréntesis o comentario, deben ir separados por punto y coma ( ) y ordenados cronológicamente en primera instancia y alfabéticamente en segunda instancia Ejemplos: (Torres 1911; Rodríguez 1980, 1983; Álvarez 2004; García 2004). Las comunicaciones personales van sin fecha y sin abreviar, por ej.: (Silvia Rodríguez, comunicación personal) 4 2 Ci as en la i lio„ a €a Se contemplará el siguiente orden: Autor/es. Fecha. Título. Publicación, número: páginas. Lugar, Editorial (excepto Revistas periódicas) Deben ir en cursiva los títulos de los libros o los nombres de las publicaciones Los nombres de los autores citados deben ir con iniciales y los apellidos deben estar completos Si el autor lo considera importante puede citar entre corchetes la fecha de la edición original de la obra en cuestión (tanto en el texto como en la bibliografía, sobre todo en el caso de viajes y/o memorias, por ejemplo: Lista [1878] 1975). -En el caso de referencias bibliográcas con doble año, citadas en el texto, se colocará 1994-95 y no 1994-1995 -En el caso de referencias bibliográcas en inglés, se respetarán las mayúsculas de las principales palabras del título sólo si así están consignadas en el original -En la bibliografía nal, en el caso de manuscritos inéditos, se colocará Ms. al nal de la referencia y no se pondrá en itálica el título del trabajo Ejemplo de lista bibliográca: i ros aters, M R 199 rinciples o geoarc aeolog an Nort American perspective Tucson, University of Arizona Press Ingold, T , D Riches y J oodburn (eds ) 1988. unters and gat erers istor evolution and social c ange, 1 Berg, Oxford D’Orbigny, A. [1839] 1944. El hombre americano: considerando sus aspectos siológicos y morales Buenos Aires, Futuro Buikstra, J y D Ubelaker 1994 Standards or data collection rom uman s eletal remains Arkansas Archaeological Survey Research Series No 44, Faytteville, Arkansas Revistas Presta, A M 1988. Una hacienda tarijeña en el siglo XVII: La Viña de “La Angostura”. istoria ultura 14: 35-50 1990 Hacienda y comunidad Un estudio en la provincia de Pilaya y Paspaya, siglos VI- VII Andes 1: 31-45 571 Ambrossetti, J B 1902. Hachas votivas de piedras (pillan toki) y datos sobre rostros de la inuencia araucana prehistórica en la Argentina Anales del useo Nacional de istoria Natural (4): 93-107 Del Papa, M 2008. Estructuración espacial de la variación biológica humana en la República Argentina durante el Holoceno tardío nal a través de los rasgos epigenéticos craneofaciales. Revista ArgenŠ tina de Antropología Biológica 10 ( ): 1-41 apítulos de li ros Borrero, L A , J L Lanata y B N Ventura 1992. Distribuciones de hallazgos aislados en Piedra del Águila. En L. A. Borrero y J. L. Lanata (eds ), Análisis espacial en la arqueología patagónica: 9- 0 Buenos Aires, Ayllu Mays, S y M Cox 000 Sex determination in skeletal remains En M Cox y S Mays (eds ), uman osteolog in arc aeolog and orensic sciences: 117-130 Londres, reen ich Medical Media esis de icenciatura octorales Blasi, A M 1986. Sedimentología del río Colorado. Tesis Doctoral inédita, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de la Plata Trabajos presentados en reuniones cientícas Shott, M J 2006. Core reduction and retting: lessons from WHS623x, an Upper Paleolithic site in Jordan. Trabajo presentado en el ”‰‘ Annual eeting o SAA San Juan, Puerto Rico ra a os en prensa No es recomendable la cita de trabajos enviados y sin resolución de aceptación estos deberán referirse como ms En los casos de trabajos en prensa, deberán ser citados como cualquier otro trabajo publicado y con la aclaración: “En prensa”. Como todos los trabajos de la lista bibliográca, deberá consignarse en ellos la fecha, para lo cual debe considerarse el momento de aceptación del mismo alley, T S 1999 First evidences of Homo Sapiens in South Africa Nature En prensa ra a os en p†ginas e Barreto, M 1998. Paradigmas actuales de la Museología. http://www.naya.org.ar/articulo/museologia01/ htm (1 de abril de 1999) Cita de documentos electrónicos Debe citarse de acuerdo a la norma ISO 690-2 de 1997 que dice “se debe establecer una ubicación dentro de los documentos electrónicos que no tienen referencias de páginas a través de líneas, párrafos o pantallas”. Se puede consultar el link http://alhim.revues.org/index447.htm para ver ejemplos Nota: Se controlará estrictamente el cumplimiento de estas normas editoriales, aunque seguramente cada autor se habrá cerciorado previamente de la calidad del manuscrito que presenta La elaboración y publicación de estas normas busca unicar la calidad gráca de Relaciones y acortar tiempos de edición, simplicando el trabajo de los responsables de la publicación. Se solicita a los autores que acepten el principio de autorizar correcciones estilísticas que faciliten la lectura de los artículos sin alterar su contenido 57 A S AS A AR A A R A RELACIONES e la Socie a A „en ina e An o•olo„€a Desde 1936 se han publicado 38 tomos olecci n esis octorales (dirigida entre 1998 y 2006 por la Dra. Lidia Nacuzzi, hasta diciembre de 010 por la Dra Victoria Hor itz y en adelante por el Dr Leandro Luna) Identidades Impuestas e uelc es aucas pampas en el norte de la atagonia Lidia R Nacuzzi. Buenos Aires, 1998. Cazadores de guanacos de la estepa patagónica. Guillermo L. Mengoni Goñalons. Buenos Aires, 1999 Arqueología de la educación. Textos, indicios, monumentos Irina Podgorny Buenos Aires, 1999 La fundación de villas en San Juan (siglo • III) Catalina T Michieli (incluye CDrom) Buenos Aires, 004 El consumo en grupos ca adores recolectores Un ejemplo zooarqueológico de patagonia meridional Mariana E De Nigris Buenos Aires, 004 ierra encomienda e identidad maguaca ‰Ž‹•Š‰•’“) Carlos E Zanolli Buenos Aires, 005 Ar„ueología de al areros ca adores pescadores pampeanos María Isabel onzález Buenos Aires, 005 osteando las llanuras Ar„ueología del litoral marítimo pampeano Mariano Bonomo Buenos Aires, 005 edición Identidades Impuestas e uelc es aucas pampas en el norte de la atagonia Lidia R Nacuzzi Buenos Aires, 005 Ar„ueología iogeogra ía umana en atagonia eridional Ramiro Barberena Buenos Aires, 2008. Los indígenas del río Negro. Un enfoque arqueológico Luciano Prates Buenos Aires, 2008. Imágenes a través del tiempo. Arte rupestre y construcción social del paisaje en la Meseta entral de Santa ru Natalia Carden Buenos Aires, 009 Estructura de sexo y edad en guanaco. Estudios actualísticos y arqueológicos en Pampa y atagonia Cristian A aufmann Buenos Aires, 009 istoria evolutiva su sistencia de ca adoresŠrecolectores marítimos de ierra del uego Atilio Francisco Zangrando Buenos Aires, 009 a oma de los Antiguos de A ampa ƒn sitio de ensivo del alle de ual ín atamarca Argentina) Federico ynveldt Buenos Aires, 009 Ÿ Abipones en las fronteras del Chaco. Una etnografía histórica sobre el siglo ˆ III Carina Lucaioli Buenos Aires, 011 olecci n esis de icenciat ra (dirigida entre 1998 y 2006 por la Dra. Lidia Nacuzzi, hasta diciembre de 010 por la Dra Victoria Hor itz y en adelante por el Dr Leandro Luna) Los Límites del Mar. Isótopos estables en Patagonia Meridional Ramiro Barberena Buenos Aires, 00 573 Ÿ La comunidad nuclear. Una mirada antropológica sobre el desarrollo nuclear argentino Naymé Natalia aggioli Buenos Aires, 003 ermene tica de la ar arie •na istoria de la antropología en uenos Aires ‚ ‡ •• Pablo Perazzi Buenos Aires, 003 Ictioarqueología del canal Beagle. Explotación de peces y su implicación en la subsistencia umana Atilio F Zangrando Buenos Aires, 003 on ugando el presente ersonas sin ogar en la iudad de uenos Aires riselda Palleres Buenos Aires, 004 os grupos mocoví en el siglo ˆ III Florencia Sol Nesis Buenos Aires, 005 os grupos a ipones acia mediados del siglo ˆ III Carina Paula Lucaioli Buenos Aires, 005 arnívoros uesos umanos de ƒuego‡ atagonia Aportes desde la ta onomía orense Fabiana María Martin Buenos Aires, 006 La etnohistoria andina antes de su consolidación. Conuencias disciplinares y propuestas teórico- metodológicas Alejandra Ramos, 011 €emporalidad rítmicas culturales en grupos mocovíes onzalo Iparraguirre, 011 licaciones de la SAA (dirigida entre 1998 y 2006 por la Dra. Lidia Nacuzzi, hasta diciembre de 010 por la Dra Victoria Hor itz y en adelante por el Dr Leandro Luna) Arqueología de la región del canal Beagle (Tierra del Fuego, República Argentina) Luis A Orquera y Ernesto L Piana Buenos Aires, 1999 as piedras con marcas de la cordillera del iento Arte rupestre en el departamento inas Neu u n Argentina Jorge Fernández C Buenos Aires, 000 Estrategias y recursos para jóvenes profesionales. Tesis, propuestas, CVs, entrevistas y presentaciones en general Victoria Diana Hor itz y María José Figuerero Torres Buenos Aires, 001 Entre monta as desiertosŠ Ar ueología del sur de endo•a Adolfo il y ustavo Neme (eds ) Buenos Aires, 00 ƒuncionarios diplom ticos guerreros iradas acia el otro en las ronteras de pampa patagonia Œsiglos ˆ III ˆIˆ) Lidia R Nacuzzi (comp ) Buenos Aires, 00 Etnogra ías glo ali•adas V Hernández, C Hidalgo y A Stagnaro (comps ) Buenos Aires, 005 Clásicos de Teoría Arqueológica Contemporánea, Luis A Orquera (trad ) y Victoria D Hor itz (comp ) Buenos Aires, 007 Condiciones paleoambientales y ocupaciones humanas durante la transición Pleistocenooloceno oloceno de endo•a, Marcelo Zárate, Adolfo il y ustavo Neme (comps ) Buenos Aires, 010 Fronteras. Espacios de interacción en las tierras bajas del sur de América, Carina P Lucaioli y Lidia R Nacuzzi (comps ) Buenos Aires, 010 Piezas de Etnohistoria y de antropología histórica, Martha A Bechis Buenos Aires, 010 Roedores cric tidos de la provincia de endo•a, Fernando J Fernández, Fernando Ballejo, ermán J Moreira, Eduardo P Tonni y Luciano J M De Santis Córdoba, 011 Los cazadores-recolectores del extremo oriental fueguino. Arqueología de Península Mitre e Isla de los Estados, A Zangrando M Vázquez y A Tessone (Comps ) Buenos Aires, 011 574 Paleoecología humana en el sur de Mendoza: perspectivas arqueológicas, de ustavo A Neme y Adolfo F il (compiladores) Buenos Aires, 01 Delineando prácticas de la gente del pasado: los procesos socio históricos del oeste catamar ue o, de Norma Ratto (compiladora) Buenos Aires, 013 Al orde del Imperio aisa es sociales materialidad memoria en reas peri ricas del Noroeste argentino, compilado por Verónica I illiams y M Beatriz Cremonte Buenos Aires, 013 oediciones Arte en las Rocas Arte rupestre men ires piedras de colores en Argentina Editado por M Mercedes Podestá y María de Hoyos Buenos Aires, 000 Coeditado con la Asociación Amigos del Instituto Nacional de Antropología ontra viento marea Ar ueología de atagonia, compilado por M T Civalero, P M Fernández y A uráieb, 004 Coeditado con el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL) Ÿ Tramas en la piedra. Producción y usos del arte rupestre Editado por Dánae Fiore y M Mercedes Podestá Buenos Aires, 006 Coeditado con orld Archaeological Congress y Asociación Amigos del Instituto Nacional de Antropología Tendencias Teórico-Metodológicas y casos de estudio en la arqueología de la Patagonia, de Atilio Zangrando, Ramiro Barberena, Adolfo il, ustavo Neme, Miguel iardina, Leandro Luna, Clara Otaola, Salvador Paulides, Laura Salgán y Ángela Tívoli (comps.). Coeditado con el Museo de Historia Natural de San Rafael y el INAPL Mendoza, 013 Roedores cric tidos de la provincia de endo•a, de Fernando J Fernández, Fernando Ballejo, ermán J Moreira, Eduardo P Tonni y Luciano J M De Santis Coeditado con Editorial Cientíca Universitaria UNIVERSITAS. Córdoba, 2011. tros Junta de hermanos de sangre. Un ensayo de análisis del Nguillatun a través de tiempo y espacio desde una visión Huinca Isabel Pereda - Elena Perrotta Buenos Aires, 1994 575