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ISSN 0325-2221 (versión impresa)
ISSN 1852-1479 (versión online)
TOMO XXXIX (2)
julio-iiemre 2014
Buenos Aires
COMISIÓN DIRECTIVA
SOCIEDAD ARGENTINA DE ANTROPOLOGÍA 2014-2015
Presidenta: Mónica Berón
Secretaria: Fabiana Bugliani
Tesorera: Mara Basile
Primer vocal titular: Carlos Zanolli
Segundo vocal titular: Verónica Lema
Primer vocal suplente: Juan Engelman
Revisores de Cuentas: Darío Hermo y
Laura Miotti
Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología está incluida en los siguientes índices, catálogos y
repositorios
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- Handbook of Latin American Studies (HLAS)
- Naturalis, Facultad Ciencias Naturales y Museo (FCNyM), Universidad Nacional de La Plata
- SeDiCi, Universidad Nacional de La Plata
- Catálogo Biblioteca Universitaria CSIC 000784889
- DOAJ (Directory Open Access Journal)
- Anthropological Literature, Harvard
- CLASE, UNAM
- EBSCO-HOST Database
- Directory Indexing of International Research Journals (CiteFactor)
- Evaluación positiva del Comité Asesor para Núcleo Básico de Revistas Cientícas Argentinas.
Resolución del Directorio de CONICET en curso
Relaciones es una publicación semestral editada por la Sociedad Argentina de Antropología (SAA) para
difundir la investigación en Ciencias Antropológicas de la República Argentina y el Cono Sur. Se propone
difundir a nivel académico amplio los resultados de investigaciones o sus distintos grados de avance,
favorecer la discusión entre los autores y mantener actualizados a los miembros de la SAA en los temas de su
incumbencia. Publica artículos originales de investigación básica y aplicada, notas, entrevistas, comentarios,
reseñas y obituarios de autores argentinos y extranjeros sobre Arqueología, Antropología Social, Antropología
Biológica, Etnografía y Etnohistoria.
Los artículos son revisados por un Comité Editorial y evaluados por, al menos, dos especialistas nacionales
y/o extranjeros. Los artículos, notas y reseñas que se propongan para su publicación deberán ser originales
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Impreso en la Argentina
306
Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología
Di ec o a
nica er n: CONICET, Museo Etnográco “Juan B. Ambrosetti”, Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad de Buenos Aires. FACSO, UNICEN.
E i o a es onsa le
Ana el eel Museo Etnográco “Juan B. Ambrosetti”, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de
Buenos Aires.
Co i
e i o ial e is a Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología
To o
I 2014
Analía anale: miembro del Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad
de Buenos Aires y docente del Departamento de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad de Buenos Aires, Argentina.
aleria ortegoso: investigadora del CONICET y docente de la Universidad Nacional de Cuyo,
Argentina.
Nora iviana ranco: investigadora del CONICET, Instituto Multdisciplinario de Historia y Ciencias
Humanas (IMHICIHU) profesora de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires,
Argentina.
aula N on le : investigadora del CONICET, Instituto de Genética Veterinaria, Facultad de Ciencias
Veterinarias, Universidad Nacional de La Plata (UNLP)-Centro Cientíco Tecnológico, La Plata, y docente
de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata, Argentina.
ecilia idalgo: profesora de la Facultad Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
eandro una: investigador del CONICET, Museo Etnográco “Juan Bautista Ambrosetti”, Facultad de
Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
orge artíne : investigador CONICET, Instituto Superior de Estudios Sociales, Instituto de Arqueología
y Museo, Universidad Nacional de Tucumán.
aleria alamarc u : investigadora del CONICET, Museo Etnográco “Juan B. Ambrosetti”, Facultad
Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, y docente de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad
de Buenos Aires, Argentina.
laudio Revuelta miembro de Museo de Ciencias Antropológicas y Naturales, Universidad Nacional de La
Rioja y de la Escuela de Desarrollo Local y Turismo, Universidad Nacional de Chilecito.
lorencia
ola: investigadora del CONICET, docente de la Universidad de Buenos Aires, Argentina
investigadora asociada al entre Enseignement et Rec erc e en Et nologie Am rindienne du a oratoire
d Et nologie et de Sociologie omparative niversit aris uest Nanterre a
ense et entre National
de la Recherche Scientique), Francia.
Corrección de estilo: Anabel Feely.
Diagramación: Beatriz Bellelli.
al adores Relaciones
a lo Am r stolo CONICET, División Arqueología. Museo de Ciencias Naturales, Facultad de Ciencias
Naturales y Museo. Universidad Nacional de La Plata, Argentina; uan autista elardi, CONICET,
Universidad Nacional de la Patagonia Austral. Unidad Académica Río Gallegos, Santa Cruz, Argentina;
ristina ellelli. CONICET-Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano,
Argentina a lo ru CONICET, Instituto Interdisciplinario Tilcara, Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad de Buenos Aires, Argentina
ariana E e Nigris, CONICET - Universidad de Buenos
Aires, Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Argentina atricio e Sou a
erreros Universidad Católica del Norte, Chile Ana a riela uraie , Instituto Nacional de Antropología
y Pensamiento Latinoamericano, Argentina arío ermo, CONICET, Facultad de Ciencias Naturales
y Museo, Universidad Nacional de La Plata, Argentina. arolina ema, Investigadora Independiente,
Valdivia, Chile iana a anti, Laboratorio de Arqueología Regional Bonaerense, Universidad Nacional
de Mar del Plata, Argentina atías E edina CONICET, rea de Arqueología, Centro de Estudios
Históricos “Prof. Carlos S.A. Segreti”, Córdoba, Argentina; nrique  ren CONICET, Escuela de
Arqueología. Universidad Nacional de Catamarca, Argentina; oina unita Colegio de Arqueólogos
de Chile A.G., Chile; uciano rates, CONICET, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad
Nacional de La Plata, Argentina Ana í Re CONICET, Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento
Latinoamericano, Argentina
aría imena Senatore. CONICET, Instituto Multidisciplinario de Historia
y Ciencias Humanas, Argentina. arcela Sep lveda, Departamento de Antropología, Universidad de
Tarapacá, Chile a iana S ar un, CONICET. Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad
Nacional de La Plata, Argentina iguel u imedi, CONICET, Museo de La Plata, Facultad de Ciencias
Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata.
RS ha id calicada cn el iel Suerir de celencia r el 
A IN E Registro N
Integra a partir de este omo el N cleo sico de Revistas del
AI
Res
El presente Tomo XXXIX (1 y 2) de Relaciones ha sido realizado gracias a las contribuciones
de los socios.
Comité Asesor Cientíco
arlos A Asc ero
Investigador Superior del Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Vicedirector del
Instituto Superior de Estudios Sociales (ISES), CONICET Profesor Titular Facultad de Ciencias Naturales
e Instituto Miguel Lillo, Universidad Nacional de Tucumán. Argentina.
rancisco Ra l arnese
Profesor Consulto Facultad Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires Director Sección Antropología
Biológica del Instituto de Ciencias Antropológicas de la Facultad Filosofía y Letras, Universidad de Buenos
Aires, Argentina.
Isa elle om s
Investigadora asociada con el Instituto Francés de Estudios Andinos (UMIFRE n 17/CNRS-MAE) Profesora
del Programa de Post Grado en Historia de la Universidade Federal da Grande Dourados (Mato Grosso
do Sul, Brasil). Miembro del Taller de Estudios e Investigaciones Andino-Amazónicos (TEIAA) de la
Universitat de Barcelona, España.
eanierre haueil
Director de investigación en el CNRS y miembro del Centro EREA del Laboratoire d Ethnologie et de
Sociologie Comparative-LESC (UMR 7186: Université Paris Ouest Nanterre La Défense-CNRS).
elie riadad
Profesor de investigación del CSIC, Instituto de Ciencias del Patrimonio (Incipit), Consejo Superior de
Investigaciones Cientícas (CSIC). España.
om
ille a
Rebecca ebb ilson University Distinguished Professor of Anthropology, Religion, and Culture and
Professor of Anthropology and Latin American Studies, Department of Anthropology Vanderbilt University,
Nashville, TN. Estados Unidos.
Ana aría orandi
Investigadora Superior de Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas (CONICET) Profesora
Facultad Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
Jefa Sección Etnohistoria, Instituto Ciencias Antropológicas, Facultad Filosofía y Letras, Universidad de
Buenos Aires, Argentina.
anuel rancisco ena arrain
Investigador residente, Coordinador Prehistoria y Antropología, Centro de Investigación en Ecosistemas de
la Patagonia (CIEP), Coyhaique, Chile.
Adriana iscitelli
Investigadora nivel A en el Núcleo de Estudos de Género PAGU de la Universidade Estadual de Campinas/
Unicamp. Profesora del Departamento de Antropología y el Doctorado en Ciencias Sociales de la misma
universidad. Investigadora nivel 1D del CNPq (Conselho Nacional de Desenvolvimento Cientíco e
Tecnológico, Brasil). Brasil.
ristan latt
Chair in Anthropology and History, Centre for Amerindian, Caribbean and Latin American Studies
Department of Social Anthropology, School of Philosophical, Anthropological and Film Studies Faculty of
Arts, University of St Andrews, St Andrews, Escocia, Reino Unido.
Sandra Ale andra Si redi
Investigadora Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Profesora Facultad Filosofía y
Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina.
Alexandre Surrall s
Directeur de Recherche, Centre National de la Recherche Scientique, Laboratoire d’anthropologie sociale,
Collge de France. Paris, Francia.
o n erano
Professor Department of Anthropology, Tulane University, LA y Associate Editor International Journal of
Paleopathology.
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Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXXIX (2), julio-diciembre 2014
ÍNDICE To o
I 2
A E
N EN S
ART CULOS
“Como en ella jamás ha habido minas...” Minería y metalurgia en la Puna de Jujuy
durante momentos prehispánicos tardíos
As t ere ere never mines t ere
ining and metallurg in t e puna o u u
during late pre ispanic times
arlos Angiorama
lorencia ecerra ..........................................................................313-332
Secuencia cronológica y tecnología lítica en la Puna Seca y Salada de los Andes
Centro-Sur para el Holoceno temprano y medio a través del ejemplo de Susques
hrnlic equence and lithic technl in r and Salt una in Suthentral
nde durin earl and idlcene thruh the eale  Suque
Rodolp e oguin ............................................................................................................333-364
Fuentes de aprovisionamiento de materia prima y sistemas de producción lítica en
los Andes (Noroeste de San Juna, Argentina)
it ic sources procurement and production s stems in t e Andes Nort est
o San uan Argentina)
Silvina astro ustavo ucero aleria ortegoso
iego inocur............................365-386
ooarqueología en el humedal de la cuenca uvial del centro-este santafesino.
archael in the etland  the ain  eatcentral Santa e
ulieta Sartori
aula alligani......................................................................................387-409
El adoquinado y su evidencia arqueológica. Estudio sobre artefactos líticos de granito
procedentes de San José de Flores, Buenos Aires, Argentina
e co lestone pavement and its arc aeological evidence Stud o granite stone
arti acts rom San os de lores uenos Aires Argentina
ederico oloca ...............................................................................................................411-434
Ocupaciones humanas en un valle intraserrano del sector noroccidental de Tandilia:
sitio El Puente (Partido de Olavarría, Buenos Aires).
uman occupation in an intraserrano valle in t e nort est sector o andilia
El uente site lavarría district uenos Aires)
a lo essineo ristian au mann amela Ste an
ristian avier u ois N lida al ................................................................................435-462
311
Producción local de cuentas de valva en el bosque del noroeste de Patagonia.
Una aproximación desde la arqueología experimental
ocal production o S ell eads in t e orest o nort est atagonia An approac
rom experimental arc aeolog
Sa rina eonardt ..............................................................................................................463-482
Análisis de pigmentos del Macizo del Deseado: el abastecimiento de materias primas
y la producción de pinturas rupestres en Cueva Maripe (Santa Cruz, Argentina)
igment anal sis rom t e eseado assi t e procurement o ra materials and t e
production o roc paintings in ueva aripe Santa ru Argentina)
Natalia arden Rocío lanco aniel oiree ecilia enna ini
ucía agnin
a lo arcía .........................................................................................483-508
Fechados radiocarbónicos y delimitación temporal de los conjuntos arqueológicos
de Cueva Maripe, Santa Cruz (Argentina)
Radiocar on datings and c ronological resolution o t e arc aeological assem leges
o aripe ave Santa ru Argentina)
aura itti aura archinni run quera ar er ntni era ......509-537
NOTAS
Primeros resultados de las investigaciones en Brealito y Luracatao (Departamento
Molinos, Salta)
reliinar inetiatin in realit and uracata rea rt reult
pt olinos Salta)
er€nica Isa el illiams arolina rsini Elisa eno i
aría ecilia astellanos ................................................................................................539-549
Análisis de la variabilidad de los parapetos en la meseta del Strobel (Santa Cruz)
Anal sis o linds• varia ilit in Stro el lateau Santa ru )
ena lre ni .........................................................................................................551-557
MEMORIA ANUAL SOCIEDAD ARGENTINA DE ANTROPOLOGIA 2013-2014 .... 559-563
NORMAS EDITORIALES PARA LOS AUTORES ...................................................... 565-572
PUBLICACIONES DE LA SOCIEDAD ARGENTINA DE ANTROPOLOGIA ......... 573-575
312
ISSN 03 51 (versión impresa) ISSN 185 -1479 (versión online)
Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología
I ( ), julio-diciembre 014: 313-33
1
COMO EN ELLA AM S A A IDO MINAS
MINERÍA METAL RGIA EN LA P NA DE
D RANTE
MOMENTOS PRE ISP NICOS TARDÍOS
arlos I Angiorama‚
lorencia ecerra‚‚
Fecha recepción: 11 de noviembre de 013
Fecha de aceptación: 3 de octubre de 014
RESƒ EN
a una de u u Argentina) es una porci€n del altiplano surandino rica en minerales
metalí eros „ue a sido se…alada como pro a le uente de metales para los a itantes pre isp†nicos
locales de las regiones circundantes En este artículo revisamos las evidencias antiguas de
minería metalurgia pu licadas para la puna u e…a a las „ue sumamos las generadas por
nuestras propias investigaciones de campo en la regi€n los datos so re el tema aportados
por la documentaci€n colonial temprana A la lu de la in ormaci€n disponi le asta a ora
reevaluamos las propuestas „ue a ían sido e ectuadas acerca del papel „ue la minería la
metalurgia a rían ugado para los antiguos a itantes de la regi€n de estudio
Palabras clave: una de u u ‡ minería ‡ metalurgia ‡ poca pre isp†nica ‡ in a
AS
ERE ERE NE ER INES
ERE
ININ AN
E A ƒR ˆ
IN
E ƒNA
ƒ ƒˆ ƒRIN
A E RE IS ANI I ES
A S RA
e una o u u Argentina) part o t e Sout Andean ig lateau is ric in metalli erous
minerals
ic ave een pointed out as a pro a le source o metals or t e pre ispanic in a itants
Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Instituto Superior de Estudios Sociales- Instituto
de Arqueología y Museo, Universidad Nacional de Tucumán. E-mail: [email protected]
Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Instituto Superior de Estudios Sociales- Instituto
de Arqueología y Museo, Universidad Nacional de Tucumán. E-mail: [email protected]
313
I ( ), julio-diciembre 014: 313-33
o t e una and t e surrounding areas In t is paper e revie t e evidences o ancient mining
and metallurg in t e region pu lis ed so ar oreover e include t e ones generated during our
own eldwor and the information recovered in the early colonial documentation. Based on the
data availa le e reappraise t e proposals made regarding t e role t at mining and metallurg
ould ave pla ed or t e ancient in a itants in t e region o stud
Keywords: una o u u ‡ mining ‡ metallurg ‡ pre ispanic times ‡ in a
INTRODUCCIN
Aunque en diversas investigaciones históricas y arqueológicas se ha señalado la importancia de la actividad minera en la Puna de Jujuy desde los inicios de la presencia europea allí,
es muy poco lo que se conoce sobre su desarrollo en momentos previos. En 2010 publicamos
un primer panorama acerca de las evidencias de minería y metalurgia asignables a momentos
tanto prehispánicos como coloniales existentes en tres sectores de esta región (Pozuelos, Santo
Domingo y Coyahuayma) (Angiorama y Becerra 2010) (gura 1). Tres años después, con el
avance de nuestras investigaciones sobre el tema, la incorporación de la cuenca del río Santa
Catalina como parte del área de estudio, y una revisión de los hallazgos previos realizados por
otros investigadores, nos proponemos en esta oportunidad revaluar las interpretaciones sobre
el rol que las actividades minero-metalúrgicas desarrolladas en esta región tuvieron durante
momentos prehispánicos.
LA MINERÍA Y METALURGIA EN LA PUNA DE JUJUY: HIPTESIS PREVIAS Y
EVIDENCIAS PUBLICADAS
Acerca de la minería antigua en la una de u u
La Puna de Jujuy es una región reconocida por su riqueza en minerales metalíferos. Entre
otros, se destacan los yacimientos de Pan de Azúcar, Chinchillas (Fundiciones), Rachaite y La
Candelaria, donde se localizan importantes manifestaciones de plomo, plata y zinc, mientras
que se presenta cuarzo aurífero en el área de Santo Domingo y vetas y aluviones auríferos a lo
largo de toda la sierra de la Rinconada y de su prolongación septentrional (Coira 1979). Además,
la región también cuenta con yacimientos de cobre y pequeños depósitos vetiformes y grandes
acumulaciones aluviales de estaño, todos explotables mediante las tecnologías disponibles en
momentos prehispánicos (Angiorama 2003).
Fueron distintos viajeros y naturalistas, que recorrieron la Puna durante el siglo XIX, quienes
empezaron a observar y registrar las “indicaciones de trabajos antiguos” que aún perduraban en
la región (Hóskold 1889:25) y destacaron las labores mineras desarrolladas antes de la llegada
de los europeos (entre otros, Andrews [1825] 1967; De Moussy 1860; Brackebusch [1883] 1981;
Carrillo [1888] 1988; Hóskold 1889; Cabanettes y Amans 1891; Novarese 1893). A pesar de
las valiosas descripciones, no contaban con datos certeros acerca de su cronología exacta ni de
quiénes efectivamente habían llevado a cabo dichas tareas, y asignaron las evidencias de manera
general a los “incas”.
Unos años después, Boman (1908) publicó los resultados de las campañas realizadas en
la región, ofreciendo nuevos datos y también algunas reexiones en torno a la actividad minera
prehispánica. Por una parte, su carta arqueológica del Noroeste Argentino resulta una gran fuente de información sobre la localización de yacimientos posiblemente explotados en momentos
previos a la conquista. En el departamento de Rinconada, señaló a Farellón –en la margen del
314
Figura 1. Ubicación de las áreas de estudio: (A) Cuenca del río Santa Catalina;
(B) sur de la cuenca de Pozuelos; (C) Coyahuayma
río Coyahuayma–, Lopiara, Pan de Azúcar, Pampa Laguna Colorada, Fundiciones, Torayo, Viscachayo y Chusmimayo. En Santa Catalina localizó a Merco, Oratorio, Apóstol, Minas Azules
y Torno. Asimismo, armó que parte de los numerosos pozos para extraer sedimento aurífero y
lavaderos que rodeaban a la localidad de Rinconada podría haber sido efectuada en momentos
prehispánicos, aunque aceptó la ausencia de pruebas concluyentes de ello. Pero no solo se interesó
por la extracción de minerales metalíferos. También prestó atención a la minería de la sal en las
Salinas Grandes donde dio cuenta del hallazgo de numerosas hachas de piedra empleadas para
esta actividad recuperadas en Huancar, al borde de la salina y en el camino entre este y Lipan, y
en los bordes de la salina de Pastos Grandes y al sudoeste de Acay.
A la vez que Boman destacaba el acceso de las poblaciones locales prehispánicas a los
yacimientos auríferos aluviales, se sorprendía ante la ausencia de ornamentos en oro en las sepulturas antiguas, culpando, en parte, a la acción de los buscadores de tesoros, quienes habían
afectado la mayoría de las tumbas de la zona. Asimismo, planteó que los puneños no habrían
desarrollado la metalurgia del cobre. De hecho, consideraba que “es más que probable que las
raras piezas encontradas en las ruinas y grutas funerarias de la Puna de Jujuy provengan de los
Valles Diaguitas, de Bolivia o de Perú” (Boman 1908:774), especialmente los discos de bronce
(Albeck 2001).
Esta dicotomía entre la riqueza mineral de la región y la ausencia de piezas metálicas en los
sitios no pasó desapercibida para investigadores posteriores. Krapovickas y Aleksandrowicz también
mencionaron este punto señalando que “son bastante frecuentes los yacimientos metalíferos por lo
cual es de suponer que los antiguos habitantes prehistóricos los utilizaron y poseyeron instrumentos
de metal. Pero los hallazgos arqueológicos no han sido numerosos” (1986-87:110).
La proximidad entre los yacimientos metalíferos y los sitios con evidencias de ocupación inka
en la región llevó a Rafno (1978) a plantear que la presencia imperial se habría vinculado a la
posibilidad de explotar dichas minas. Algunos ejemplos serían El Moreno, el Pukara de Rinconada,
Sayate, Casabindo, Cochinoca y Puerta de Rinconada. Sin embargo, más allá de la localización
315
I ( ), julio-diciembre 014: 313-33
espacial, en ninguno de ellos se observan evidencias concretas del desarrollo de actividades
mineras ni metalúrgicas. Una excepción podría ser Salviayoc, donde Rafno y colaboradores
registraron indicios de explotación aurífera –como escorias, canales y piletas circulares para el
lavado de mineral– vinculados a arquitectura inkaica (dos conjuntos de rectángulos perimetrales
compuestos o RPC). No obstante, este sitio habría sido ocupado también intensamente durante
el período colonial y republicano (Rafno et al. 1986:74), dando lugar a dudas acerca de la cronología de las edicaciones dedicadas a la actividad minero-metalúrgica.
Por último, la disponibilidad en una misma región de los cuatro minerales más empleados
en la metalurgia prehispánica –oro, plata, cobre y estaño–, llevó también a uno de nosotros a
proponerla como una posible área de provisión de parte del metal necesario para la elaboración
de los objetos metálicos hallados en la quebrada de Humahuaca en momentos tardíos e inkas
(Angiorama 2003, 2006).
Acerca de la metalurgia antigua en la una de u u
La relevancia de las prácticas minero-metalúrgicas desarrolladas en los Andes en general y
en el Noroeste Argentino en particular ha sido considerada mayormente a partir del análisis de la
variedad, complejidad y cantidad de bienes metálicos producidos y usados en la región, ya que
las evidencias indiscutibles de minería prehispánica son escasas (c . Salazar 2003-04). Aunque
en la actualidad se han realizado grandes avances en el estudio e identicación de explotaciones
mineras previas a la conquista (Salazar 2008; Figueroa et al. 2013; Salazar et al. 2013; Shimada
y Craig 2013; Stllner et al. 2013; Vaughn et al. 2013), el desarrollo de actividades extractivas
de gran intensidad durante la colonia y el período republicano dicultan enormemente la tarea
debido a su acción destructiva.
Ante esta situación, consideramos necesario enfocarnos también en registrar las evidencias
de metalurgia extractiva, manufactura y uso de objetos metálicos que se hubieran publicado
para la región. Lo primero que sorprende, como lo destacaron Krapovickas y Aleksandrowicz
(1986-87), es la poca cantidad de piezas de metal halladas en los distintos sitios arqueológicos
investigados en el área. Las piezas publicadas recuperadas en la región provienen fundamentalmente de Doncellas y Farallones Norte (Rolandi de Perrot 1974; Alfaro de Lanzone 1988; Pérez
2006-07), Pukara de Rinconada (Boman 1908; Alfaro de Lanzone y Suetta 1970; Ruiz 1996),
Pueblo Viejo de Tucute (Casanova 1938; Pérez 2006-07) y Casabindo (Ambrosetti 1901-02,
[1904] 2011; Boman 1908). Se trata de un conjunto heterogéneo pero relativamente pequeño de
piezas (45) encontradas, en su gran mayoría, en contextos funerarios. En Yavi Chico (Ottonello
y Krapovickas 1973), Cerro Colorado 1 o Sansana (Krapovickas y Aleksandrowicz 1986-87),
Queta (Boman 1908) y algunos lugares cercanos a Casabindo (Ojo de Agua, Río Negro, Taranto), se han hallado algunas piezas metálicas más, en mucho menor cantidad (tabla 1). En total
suman 69 piezas. En cuanto al área del actual departamento de Santa Catalina (sin referirnos a
la cuenca del Río Grande de San Juan, ya fuera del ambiente de Puna) no se ha reportado más
que el hallazgo de un objeto metálico en un “cementerio” de Santa Catalina (Lehman-Nistche
1902), cuyo origen fue discutido por Boman (1908) quien armó que se trataba de parte del
ajuar de una gruta funeraria de Casabindo. Se debe aclarar, sin embargo, que prácticamente no
existen antecedentes publicados de trabajos arqueológicos en el área, previos a los iniciados por
nosotros recientemente.
316
Tabla 1. Objetos metálicos y residuos de fundición publicados
recuperados en la Puna de Jujuy, Argentina
P oce encia
O e os
e licos
esi
os e
n ici n
Tres cinceles de cobre, un pequeño recipiente cilíndrico
de plata repujada, un cuchillo de cobre y dos colgantes
de lámina delgada del mismo material, uno en forma de
cuchara y otro similar a una pequeña campanilla.
Pukara de
Rinconada
Pozuelos
Pueblo Viejo
de Tucute
uebrada de
Tucute
Río Negro,
cerca de
Casabindo
Casabindo
Puna de Jujuy
Taranto o
Taranta
ueta
Boman (1908)
Un brazalete y un “topo astronómico”. Un tumi de
bronce con agujeros de suspensión, un trozo de hachuela
Alfaro de Lanzone (1969),
de bronce (en G1), una campanilla y cincel de bronce
Alfaro de Lanzone y Suetta
(en K2) y un pectoral de cobre con suras en el borde
(1970), Ruiz (1996)
superior de chinchillones y escudos internos con círculos
(en K410).
González, A. R. (1979, cito
i i de bronce.
en Rafno et al 1986)
Tres cinceles, una campanilla y un fragmento de cobre,
y dos fragmentos de brazaletes y un adorno semicircular
de oro.
Casanova (1938); Pérez
(2006-2007)
Cuchillo semilunar de cobre.
Ambrosetti ([1904] 2011)
y Boman (1908)
Placa rectangular de cobre, “decorada en la parte superior
con una cabeza humana y dos animales tipo vizcachas de
la Puna”.
Ambrosetti (1901-02);
Boman (1908:615)
Dos placas de cobre circulares. Una tiene representada
una cabeza de serpiente con dos cuerpos en forma de
S que termina cada una en una cabeza individual de
serpiente, mientras que la segunda tiene grabado un sapo
con una cruz en su cuerpo.
Ambrosetti ([1904] 2011)
y Boman (1908)
Placa pectoral. Pequeño disco de bronce sin grabado, de
7 cm de diámetro. Aunque Ambrosetti (1902) arma que
se encontró en Santa Catalina, Boman (1908) plantea que
proviene de una de las grutas funerarias de Casabindo.
Ambrosetti (1901-02);
Lehman Nitsche (1902);
Boman (1908)
Cincel de bronce hallado en gruta funeraria.
Fragmento de brazalete de bronce y un topu con paleta
chata y grabado.
Un topu con oricio en forma de anillo saliente.
Una hoja de hachuela, un cincel y un fragmento de
adorno para el brazo, todos de bronce, y un gran disco de
cobre, sin decoración.
Un cuchillo semilunar y un colgante tipo campanilla,
ambos de cobre.
Fragmento de un cuchillo de hierro.
Doncellas
 o
Ambrosetti (1901-0 )
Ambrosetti ([1904] 2011)
Ambrosetti ([1904] 2011)
Ambrosetti ([1904] 2011)
y Boman (1908)
Boman (1908)
Von Rosen (1904 cito en
Boman 1908:612)
Dos láminas, una campanilla, un tumi, dos colgantes, una
“medialuna con pedúnculo”, todos de cobre; dos cinceles
Alfaro de Lanzone (1988),
de bronce, cuatro eslabones de una cadena y una hoja
Pérez (2006-07)
de cuchillo de hierro. También escorias de fundición de
cobre.
317
I ( ), julio-diciembre 014: 313-33
a la ‰
ontinuaci€n)
P oce encia
Farallones
Norte
O e os
e licos
esi
os e
n ici n
 o
Dos vasos dorados (con plata como metal predominante),
Rolandi de Perrot (1974);
un brazalete de cobre y zinc, tres colgantes de plata y un
Alfaro de Lanzone (1988);
topu de bronce. Escorias de fundición posiblemente de
Pérez (2006-07)
cobre.
Tajuera
(Colección
Doncellas)
Una aguja de metal.
Alfaro de Lanzone (1988),
Pérez (2006-07)
Ojo de Agua
Un cincel de cobre y dos piezas alisadas
Dip (2000)
Agua Caliente
de Rachaite
Un cuchillo de hoja europea y aguja de hierro.
Ottonello (1973)
Tabladitas
“Llamita” de oro hallada en supercie.
Ventura (1984-85).
Yavi Chico
La uiaca
Vieja
Ottonello y Krapovickas
(1973)
Un punzón de cobre o bronce en un montículo “asignable
Krapovickas y
al período agroalfarero temprano”.
Aleksandrowicz (1986-87)
Cinceles, probablemente de bronce.
Un cuchillo, probablemente un tumi, una campanilla de
bronce y dos objetos de oro (un fragmento trapezoidal de
Boman (1908);
Cerro Colorado
Krapovickas y
un adorno de tamaño mayor y un colgante rectangular con
1 o Sansana
oricio de suspensión). También escorias de fundición, Aleksandrowicz (1986-87)
posiblemente de oro.
Salinas
Grandes
Una pulsera y dos anillos con decoración en relieve, de
cobre. “Una diadema de oro de 12 cm de ancho en su
parte inferior, de la que se yerguen dos guras humanas
esquemáticas que alcanzan a 9 centímetros de altura sobre
el borde inferior de la diadema”.
Boman (1918:100-101)
NUESTRAS INVESTIGACIONES
Desde el año 2004 venimos realizando investigaciones arqueológicas de manera sistemática
en grandes sectores de la Puna de Jujuy (valle de Coyahuayma, sur de Pozuelos y cuenca del río
Santa Catalina). Uno de nuestros objetivos es identicar evidencias de prácticas de minería y
metalurgia asignables a momentos prehispánicos, por lo que hemos generado distintas estrategias
para el desarrollo de los trabajos de campo. Tanto en el caso de Coyahuaima como en el sur de la
cuenca de Pozuelos, que comprende un territorio de unos 1.600 km , realizamos prospecciones
intensivas de cobertura total en numerosas unidades topográcas, recorriendo un alto porcentaje
del área de estudio. Nuestros trabajos no estuvieron orientados especícamente a la detección de
evidencias de explotación minera, sino que se efectuaron relevamientos y muestreos superciales de cada uno de los sitios hallados (desde aquellos de época arcaica hasta republicanos), y se
registraron la distribución de los recursos naturales disponibles y las vías de tránsito detectadas.
Por el contrario, en la cuenca del río Santa Catalina, donde nuestros trabajos comenzaron
en 2010, realizamos prospecciones especícamente diseñadas para localizar en el terreno ciertos lugares en los que, según la bibliografía y la documentación histórica consultada, se habían
desarrollado explotaciones mineras durante las primeras décadas de la presencia europea en la
región, con la expectativa de que hubiesen sido trabajadas también en momentos previos. Ellos
318
fueron Santa Catalina, Minas Azules, San Francisco, Coripampa, El Torno, Mina Tagarete (o
Eureka), La Cruz, Oratorio y Timón Cruz. Una vez localizados estos parajes en el terreno, se
prospectaron con una intensidad tal que nos permitiera registrar aun vestigios de baja visibilidad.
Sin embargo, en ciertos lugares (como Timón Cruz, Oratorio y La Cruz) aún perduran amplios
sectores no prospectados.
Actividades mineras en sitios con ocupaci€n pre isp†nica
Aunque la escala y profundidad de las labores, en conjunto con el hallazgo de instrumental
característico y/o las marcas generadas por este en los socavones y piques, podría ser una buena
base para estimar la antigüedad de los trabajos extractivos, no en todos los casos estos criterios
son adecuados y permiten distinguir entre las labores prehispánicas de las coloniales. Por ejemplo,
en la Puna de Jujuy, a diferencia de otras regiones, el inicio de la explotación minera colonial
no habría producido un aumento signicativo en la escala de las labores en comparación con los
tiempos prehispánicos, especialmente si pensamos en que gran parte de los mineros puneños
fueron indígenas independientes o españoles que no realizaron grandes inversiones (Angiorama
y Becerra 2012; Becerra 2014). Asimismo, el desarrollo de la minería a escala industrial a partir
de la segunda mitad del siglo XIX no habría impedido que continuaran las prácticas de minería
artesanal, con similar instrumental y técnicas que las coloniales (c . Brackebusch [1883] 1981;
Cabanettes y Amans 1891). Sumado a esto, la ausencia de material cultural diagnóstico en las
instalaciones y labores registradas ha restringido aún más su interpretación temporal. Es así que,
a pesar de los intensos trabajos de campo realizados no hemos podido identicar evidencias
claras de actividades mineras prehispánicas en la región. Las únicas que podrían datar de aquella
época son las que se encuentran asociadas espacialmente a ocupaciones prehispánicas, aunque
su efectiva contemporaneidad se encuentra aún a nivel de hipótesis.
En el alle e Co a a a, en los alrededores de la localidad de Rosario de Coyahuayma,
se conservan numerosos pozos para la extracción de oro de lones y de depósitos aluviales, junto
a estructuras residenciales de diversas épocas –desde coloniales hasta actuales–, probablemente
vinculadas a esta actividad. Asimismo, en las cercanías de socavones más recientes, se ha registrado abundante mineral molido y seis grandes instrumentos de molienda (mara s), consistentes en
grandes rocas de forma tronco-piramidal, que habrían sido movidas por balanceo o rotación sobre
otra roca plana (gura 2). El empleo de estos mara s –de morfología prehispánica–, el hallazgo
de cerámica inka en este valle por parte del equipo dirigido por H. Yacobaccio (comunicación
personal) y la existencia de un RPC inka junto a uno de los pozos de extracción más grandes de
la zona, nos han permitido aventurar que la explotación del oro local observada se habría iniciado
en momentos prehispánicos (Angiorama y Becerra 2010).
En el sector sur de la cuenca de Pozuelos, hemos registrado diversas áreas de lavado de mineral asociadas a refugios temporarios, es decir, sectores en los que pueden observarse trincheras
y pozos para la extracción de sedimento aurífero y uno o dos recintos habitacionales de pequeñas
dimensiones (Angiorama y Becerra 2012). En San os , en el río homónimo, hemos identicado
cinco sitios de estas características, en un área en la que también se han registrado evidencias de
ocupación prehispánica (gura 3).
En la cuenca del río Santa Catalina, por otra parte, hemos observado áreas de explotación
aurífera vinculadas a núcleos habitacionales dispersos (Angiorama y Becerra 2012). Una de ellas
es la de P e lo Vie o e O a o io. Allí se observan trincheras y pozos para la obtención de
sedimento aurífero excavados en una porción angosta de la quebrada del río Oratorio (gura 4).
Estas se encuentran junto a numerosas estructuras habitacionales, casi todas de planta rectangular,
con techo a dos aguas y muros de rocas unidas con argamasa, que datarían de época colonial. No
319
I ( ), julio-diciembre 014: 313-33
obstante, hemos hallado allí mismo paneles con arte rupestre prehispánico tardío y un pequeño
pu ara construido en la cima de un cerro que se eleva junto a la porción aurífera del río.
Figura 2. Evidencias de actividades mineras en Coyahuayma: (A) trinchera para
extracción de sedimento aurífero; (B) mara s; (C) entrada a socavón
Figura 3. Evidencias de minería antigua en San José. Trincheras para extracción de sedimento aurífero
3 0
Figura 4. Evidencias de minería antigua en Pueblo Viejo de Oratorio.
Pozos para extracción de sedimento aurífero
También en la cuenca del río Santa Catalina, hemos registrado un paraje rico en oro llamado
Ti n C , donde se observan evidencias antiguas de explotación minera: ocho desmontes
y socavones, uno de los cuales alcanza una gran profundidad (gura 5). A estas evidencias se
asocian unas pocas estructuras de planta circular, con muros de lajas y argamasa, con techo en
falsa bóveda y un diámetro que no supera los 2 m (Angiorama y Becerra 2012). A tan solo 1 km,
junto a un curso de agua temporario, se encuentra el sitio Timón Cruz 2, el cual consiste en una
Figura 5. Evidencias de minería antigua en Timón Cruz. Trincheras para extracción de sedimento aurífero
3 1
I ( ), julio-diciembre 014: 313-33
gran concentración de estructuras habitacionales de planta rectangular, con techos a dos aguas, la
mayoría dispuestas en torno a patios, de época colonial. Pero en el lugar se registraron, además,
algunos canchones para cultivo y recintos de planta circular de mayor antigüedad, probablemente
prehispánicos. En el lugar abunda la cerámica chicha y la colonial (Angiorama y Becerra 2012).
En realidad, a pesar de la cercanía de este sector con la zona de desmontes, no sabemos aún si
habría existido una vinculación directa entre los habitantes de Timón Cruz 2 y la explotación
minera cercana, aunque sí una recurrencia en la ocupación del espacio.
Actividades metal rgicas en sitios con ocupaci n pre isp nica
En lo que respecta a la transformación del mineral en metal, los sitios que mencionaremos a
continuación presentan evidencias del desarrollo de procesos metalúrgicos, tales como cimientos
de estructuras de fundición, escorias y/o piezas de metal terminadas. Sin embargo, otra vez, la
vinculación cronológica entre esas evidencias y la ocupación prehispánica registrada en el lugar
no es segura en todos los casos.
Son tres los sitios que, además de indicios de ocupación prehispánica, presentan restos de
estructuras de combustión vinculadas a la metalurgia. Todos están localizados en el sur de la
cuenca de Pozuelos. Uno de ellos es C a a a aico 25, en la quebrada homónima. Allí hemos
identicado cuatro estructuras domésticas junto a un complejo de andenes de cultivo que cubren
una supercie de media hectárea. Dos fechados radiocarbónicos, las técnicas constructivas y
las especies cultivadas (identicadas a través del estudio de los tolitos que perduraron en los
andenes), nos indican que las estructuras datan de época prehispánica, pero fueron reutilizadas
durante época colonial (Angiorama 2011). En las cercanías hemos registrado, además, los restos
de un horno (gura 6). No hemos logrado identicar su forma completa ni las características de
su funcionamiento, pero sabemos que su construcción data de, al menos, momentos coloniales,
ya que por sobre sus cimientos ha crecido una queñoa de más de tres metros de altura, con una
edad estimada en más de 300 años de acuerdo al ritmo de crecimiento de esta especie en el área de
estudio. Al lado de los cimientos del horno se emplazan dos estructuras semicirculares, en cuyas
paredes se observan rocas termo-alteradas, algunas con evidencia de vitricado (Angiorama y
Becerra 2010). Los análisis de los desechos de fundición indican que se habrían fundido sulfuros
de plomo con plata (galena argentífera) (Becerra et al. 2014). Hasta el momento no podemos
establecer la vinculación entre estas actividades metalúrgicas y la ocupación prehispánica del
sitio, pero debemos señalar su asociación espacial, aunque sea probable que las primeras daten
de tiempos coloniales.
A diferencia de Chajarahuaico 25, para Ta la i as 1 hemos propuesto que la ocupación
del sitio y las actividades metalúrgicas se habrían dado de manera contemporánea. Se trata de
un asentamiento en el que se observan unos pocos recintos residenciales, asociados a estructuras
agrícolas, depósitos construidos en oquedades y arte rupestre prehispánico tardío. Un fechado
obtenido en un recinto residencial excavado por completo dató su ocupación durante el siglo XV
de nuestra era. Ni las excavaciones ni las recolecciones superciales han dado como resultado
el hallazgo de alguna evidencia de ocupación colonial del sitio. En el asentamiento hemos registrado los cimientos de un horno de fundición, cuyos restos presentan una forma de “T” de 1,2
m de largo x 0,8 m de ancho. En los alrededores, se observan numerosas rocas termo-alteradas,
probablemente pertenecientes a la estructura, y fragmentos de minerales y escoria metalúrgica
(Angiorama y Becerra 2010) (gura 7). Los análisis de estas últimas nos permiten establecer que
en este horno se ha realizado la primera fundición de sulfuros de plomo con contenido de plata,
tal como en Chajarahuaico (Becerra et al. 2014).
3
Figura 6. Evidencias de metalurgia antigua en Chajarahuayco 25. Restos de horno metalúrgico
Figura 7. Evidencias de metalurgia antigua en Tabladitas 1: (A) y (C) restos de horno metalúrgico;
(B) escoria
Por último, también hemos registrado la presencia de hornos de fundición en Pan e A ca .
Los trabajos realizados en este sector dieron lugar al hallazgo de evidencias de una ocupación
de larga data. Ciertas puntas de proyectil halladas en supercie se remontan al Período Arcaico
(Angiorama et al 2013). Algunos recintos asociados a estructuras agrícolas y corrales han sido
ocupados durante el siglo XV (Angiorama 2011). Varias de las estructuras registradas, sin embargo, pudieron haber sido ocupadas tanto en época prehispánica tardía como colonial, ya que la
arquitectura colonial local en muchos casos no muestra diferencias signicativas apreciables desde
supercie con respecto a la arquitectura prehispánica (Angiorama y Pérez Pieroni 2013).
En Pan de Azúcar se encuentra uno de los yacimientos de plomo, plata y zinc más importantes de la región, explotado hasta la actualidad. Sin embargo, nuestras investigaciones no
han permitido localizar evidencias de la actividad minera desarrollada en el área en momentos
3 3
I ( ), julio-diciembre 014: 313-33
coloniales o, incluso, prehispánicos. Esto probablemente se deba a que este yacimiento fue explotado a gran escala durante parte del siglo
, lo que pudo haber destruido los indicadores de
actividades previas. Sin embargo, sí registramos una serie de evidencias de la etapa inmediatamente posterior, es decir, de la metalurgia extractiva. Por un lado, se ha identicado en el sector
de pie del cerro, en las proximidades del pueblo actual de Pan de Azúcar, un área de un diámetro
aproximado de 20 m donde se observa una gran cantidad de escoria metalúrgica tapizando el sector
(Pan de Azúcar 1) (gura 8). Los habitantes del actual pueblo de Pan de Azúcar denominan al
lugar como el “escorial”. En este sector registramos dos bases de hornos delimitados por rocas
rojizas termo-alteradas. Una de las bases parecería haber conformado parte de la entrada lateral
del horno, mientras que la segunda es menos denida y forma únicamente una línea en forma de
“L”. Por otra parte, en el sitio Pan de Azúcar 26, en la ladera opuesta del cerro, hemos registrado
un horno parcialmente conservado, sin otras estructuras cercanas. En asociación se recuperaron
13 escorias de combustión, 30 de fundición y unos pocos fragmentos de cerámica ordinaria. Por
sus características podemos considerarlo un horno de tipo reverbero, asignable probablemente a
la explotación colonial del lugar (guras 9 y 10).
Figura 8. Evidencias de metalurgia antigua en Pan de Azúcar 1. Concentración de escoria metalúrgica
Figura 9. Evidencias de metalurgia antigua en Pan de Azúcar 26. Restos de horno metalúrgico
3 4
Figura 10. Evidencias de metalurgia antigua en Pan de Azúcar. Escorias metalúrgicas
Además, en Pan de Azúcar hemos recuperado escorias en diversos sectores, tanto en supercie
como en excavación, aunque no asociadas a elementos que permitan establecer la realización de
actividades metalúrgicas allí. Es preciso señalar, sin embargo, que a pesar de la abundancia de
evidencias de ocupación prehispánica en Pan de Azúcar, es probable que los elementos vinculados
con actividades metalúrgicas mencionadas daten de época colonial.
LA ACTIVIDAD MINERO-METALRGICA PREHISPÁNICA EN EL AREA DE ESTUDIO
A TRAVS DE LA DOCUMENTACIN COLONIAL TEMPRANA
La documentación histórica, tal como los hallazgos arqueológicos, indica el desarrollo de
actividades minero-metalúrgicas en la Puna de Jujuy desde las primeras instalaciones europeas en
la región y a lo largo de todo el período colonial. Es más, es sabido que las incursiones iniciales al
Tucumán estuvieron en parte guiadas por el deseo de riquezas (González 2004; Bixio y Berberian
2007). Sotelo de Narváez, por ejemplo, en 1583 armaba que “el valle de Omaguaca [es] tierra
rica, y estará veinte del de XuXuy, los cuales tienen minas de oro y plata” ([1583] 1885:151) ,
y tan sólo diez años después, faltando aún dos más para la fundación denitiva de la ciudad de
Jujuy, el procurador de Salta se refería a los “mineros, vecinos, estantes y habitantes” de la Puna
(ABNB, Minas 62-3, Año 1646). Asimismo, Palomeque recalca que los recursos minerales de la
región ya eran mencionados por la Audiencia de Charcas en documentación del año 1601: “se han
descubierto algunas minas como son en la provincia de los Chichas y en los connes de Tucumán
y otras que se llaman de Cochinoca las cuales prometen mucha riqueza y se van poblando de
3 5
I ( ), julio-diciembre 014: 313-33
españoles que acuden a poblarlas y trabajar en ellas” (Palomeque 2006:171). Es en este contexto
en el que se entiende que Lorenzo de Aldana, segundo encomendero de Casabindo y Cochinoca,
se encontrara residiendo en 1601 “entre medio de los indios” en el asiento de minas del Cerro del
Espíritu Santo de Queta, donde murió acompañado por su esposa e hija (Palomeque 2006:170),
en posesión de vetas de mineral que pasaron por donación al encomendero siguiente, Cristóbal
de Sanabria (Palomeque 2006; Sica 2006).
Aunque no contemos con documentación que nos informe acerca de la experiencia que
los indígenas puneños tenían en la explotación de las minas de la región en momentos previos a
la conquista, sabemos que ellos fueron empleados en estas tareas desde el inicio de las labores
españolas y a lo largo de todo el período colonial (Ulloa 2005; Sica 2006). Sumado a ello, existen algunas evidencias de que durante esa época habrían ejercido también la minería como una
actividad independiente, especialmente la del oro aluvial (Conti y Santamaría 1994; Palomeque
1994) pero además posiblemente aquella que implicara el benecio de los minerales mediante
fundición (Becerra 2012).
El temprano conocimiento y explotación por europeos de las minas de plata y de oro de
Cochinoca y Rinconada nos hizo pensar que estas pudieron haber sido trabajadas también por los
indígenas locales antes de la conquista o, al menos, que habrían sido conocidas por ellos, quienes
pudieron haber señalado sus localizaciones a los invasores. Lamentablemente, no tenemos ningún
indicio de que en estos primeros contactos se hayan desarrollado estrategias de negociación, entrega y ocultamiento de yacimientos minerales, como han sido identicadas en otras áreas andinas
(Berthelot 1978; Cruz y Absi 2008; Platt y Quisbert 2008). Sí podemos aventurar, casi sin riesgo
de equivocarnos, que, en cualquiera de los casos, lo que se encontraba en juego para los puneños
era mucho más que la mera expropiación de recursos minerales de valor económico. Como en el
resto de los Andes, los cerros habrían compartido la misma función sagrada de las riquezas que
encubrían (Platt et al. 2006).
DISCUSIN Y CONSIDERACIONES FINALES
En este trabajo hemos señalado, en primer lugar, aquellos datos e interpretaciones publicados por diversos investigadores que pudieran dar cuenta de las actividades minero-metalúrgicas
llevadas a cabo en la Puna de Jujuy durante época prehispánica. Luego, detallamos los resultados
generados por nuestro equipo sobre este mismo tema y los elementos que en la documentación
colonial temprana pudimos encontrar acerca de estas actividades. Es claro que las evidencias
son escasas. Por un lado, no hay indicios certeros de minería prehispánica publicados por otros
autores. Asimismo, de los más de trescientos sitios registrados por nosotros en la región, en sectores muy ricos en minerales metalíferos, únicamente cuatro presentan evidencias de actividad
minera que quizás daten de tiempos prehispánicos, por hallarse asociadas espacialmente a otros
materiales de aquella época (Coyahuayma, San José, Oratorio-Pucara Chico y Timón Cruz). De
ellos, son los pozos de Coyahuayma los que con mayor certeza podríamos asignar a momentos
pre-conquista.
Por otro lado, las evidencias de actividades metalúrgicas son más escasas aún. Más allá de la
publicación de algunos pocos fragmentos de escoria –hallazgos aislados en grandes asentamientos
(Cerro Colorado 1, Doncellas) (Krapovickas y Aleksandrowicz 1986-87; Pérez 2006-07)–, en tan
solo tres sitios se han encontrado estructuras de fundición asociadas espacialmente a restos de
ocupación prehispánica: Tabladitas 1, Chajarahuaico 25 y Pan de Azúcar. Pero es probable que
solo la primera de ellas date de tiempos anteriores a la llegada de los españoles a la puna. Más
allá de la cronología, es interesante señalar que en el caso de los dos primeros sitios (Tabladitas
1 y Chajarahuaico 25) no se conocen yacimientos argentíferos cercanos, por lo que aun cuando
326
las estructuras de fundición hayan sido construidas y empleadas durante el período colonial, la
recurrencia en la ocupación espacial con respecto a momentos prehispánicos no se explicaría
por la localización de los recursos mineros, sino probablemente por otros factores, más allá del
impacto provocado por la invasión europea.
La evaluación de las evidencias presentadas lleva a plantear que las tareas minero-metalúrgicas
en la región de estudio no parecen haber sido intensas en tiempos prehispánicos. Es más, hasta
el momento no se ha registrado ninguna vinculación directa entre los asentamientos imperiales o
anexados al inkario en la región (tales como Calahoyo, Moreta y Pukara de Rinconada) y las áreas
mineras detectadas, tal como había sido propuesto. En este sentido, el ramal del Qapaq Ñam que
atraviesa el área de estudio y los tambos instalados a su vera, se encuentran emplazados alejados
de las sierras de Rinconada y Carahuasi, donde se encuentran los yacimientos de oro y plata de la
región (Angiorama 2011), enmarcados en un paisaje prehispánico con una clara orientación pastoril
y, en ciertos sectores, como Carahuasi, agrícola. Por otra parte, no se han registrado santuarios de
altura o centros ceremoniales vinculados a los cerros minerales, tal como en otras áreas donde el
Inka sí habría tenido intereses mineros concretos (Cruz 2009; Ventura y Oliveto 2012).
Por supuesto que esto no signica que descartemos cualquier actividad minera y metalúrgica prehispánica en la región. Probablemente los pobladores puneños hayan explotado los
yacimientos auríferos a baja escala, de manera temporaria, como en el cauce del río San José o en
el área de Oratorio o Timón Cruz, sin dejar mayores evidencias de sus prácticas de lavado de oro
o extracción en veta. Pero esto no quiere decir que hayan sido mineros a tiempo completo en el
pasado o que los inkas los hayan empleado para estas actividades en las áreas investigadas hasta
ahora. De hecho, es posible que, a la manera de lo descripto por Berthelot (1978) para Carabaya
y Chuquiabo, el tipo de explotación de aluviones dispersos en las diversas quebradas haya sido
permitido por el Inkario como parte de las actividades comunitarias de las poblaciones locales,
reservando la explotación estatal para yacimientos en veta de mayor envergadura, quizás, por
ejemplo, en el Valle de Coyahuayma. A nivel macroregional, el interés del Inkario por los recursos
mineros parece haberse enfocado en las regiones vecinas a la Puna de Jujuy. Este puede ser el caso
de los valles orientales del norte de la actual provincia de Salta, donde Ventura y Oliveto (2012)
proponen el traslado de poblaciones de mineros y plateros por el Inkario para la explotación de
minas en la serranía de Santa Victoria y para el tratamiento de los minerales extraídos. Asimismo,
en la serranía de Calilegua, en los actuales departamentos de Valle Grande y Ledesma de Jujuy,
Cruz registra una presencia inka vinculada a la explotación de yacimientos minerales de cobre,
plomo y posiblemente plata (Cruz 2011). Pero donde el interés estatal en relación con la minería
es más claro hasta el momento, es en yacimientos de cobre localizados en el norte de Chile, tales
como los distritos El Abra y Collahuasi (Salazar 2002-05, 2008; Salazar y Salinas 2008). Allí es
indudable la enorme relevancia que adquirió durante época inka la actividad minera y las tareas
a ella vinculadas (transporte, aprovisionamiento, logística, etc.).
En la Puna de Jujuy, en cambio, habría sido la invasión europea la que habría ocasionado
la reorientación productiva de la región, convirtiéndose la minería en la actividad estructurante
de la población y del paisaje durante la época colonial (Angiorama 2011; Becerra 2012, 2013).
En este sentido, hay un hecho que nos gustaría señalar. Como hemos dicho antes, ni bien iniciada
la instalación europea en el área, los casabindo y cochinoca fueron empleados en tareas mineras
(Palomeque 2006; Sica y Ulloa 2007). En este contexto, los caciques de la encomienda armaron
a mitad del siglo XVII, que como en la Puna “jamás ha habido minas se extraña entre los indios
la saca para trabajar en ellas” (ABNB, Minas 62-3, Año 1646, f. 19). La primera interpretación
de esta frase es la de una sentencia en línea con una clara estrategia para la defensa de sus indios
ante las ambiciones de los mineros españoles, que exigían trabajadores para el laboreo de las vetas descubiertas. Sin embargo, a esta altura de nuestras investigaciones, aventuramos que podría
tratarse de un testimonio veraz acerca de la falta de una tradición minera local en la explotación
3 7
I ( ), julio-diciembre 014: 313-33
de yacimientos a gran escala y la ausencia de políticas inkas vinculadas al traslado de indios para
esta actividad en la región estudiada.
NOTAS
1
Archivo y Biblioteca Nacional de Bolivia –ABNB–, Minas 62-3, Año 1646, f. 19.
El corregimiento del Valle de Omaguaca en 1595, al norte de la recientemente fundada ciudad de San
Salvador de Jujuy, incluía el área de la Puna (Sica 2006; Estruch et al. 2011).
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I ( ), julio-diciembre 014: 333-364
SEC ENCIA CRONOLÓGICA TECNOLOGÍA LÍTICA EN LA P NA
SECA SALADA DE LOS ANDES CENTRO-S R PARA EL OLOCENO
TEMPRANO MEDIO A TRAV S DEL E EMPLO DE S S
ES
Rodolp e oguin„
Fecha recepción: 15 de noviembre de 013
Fecha de aceptación: 30 de octubre de 014
RES• EN
n ete traa e reentan d ti de anlii cn el eti de claicar crnlicaente
ciert arteact ltic en la una Seca  Salada de l nde entrSur n una riera
intancia e dicutir el alr diantic atriuid a ciert arteact articularente la unta
de rectil  n a tr Se lantea que el cncet de cadena eratia erite cniderar
l aect crnlic  culturale que uede tener un arteact  all de u uncin Se
reentar entnce una eriacin de l arteact diantic encinad recuenteente
en ditinta uente ilirca encntrad en cntet echad Se reentar tain
un anlii de crrendencia a n de ainar una crnla relatia a iti uerciale del
lcen teran  edi  a ari arteact en la lcalidad de Suque rincia de uu
inalente e dicutir la ilicancia de la ecuencia a arada tant a niel lcal c
reinal en el arc de una dicuin re el cai tecnlic  la rede de traniin
de inracin tecnlica
Palabras clave: ecuencia crnlica  arteact diantic  una Seca  caadre
recolectores
 Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas. Instituto de Arqueología, Universidad de
Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras. Maison de l’Archéologie et de l’Ethnologie, Université de
Paris X Nanterre. E-mail: [email protected]
333
I ( ), julio-diciembre 014: 333-364
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In t is paper t‰o t pes o anal sis are presented in order to c ronologicall classi certain
lithic artiact in Salt and r una and the Suthentral nde n the rt intance the alue
attri uted to certain arti acts particularl pro ectile points and no ot er diagnostic value are
discussed It argues t at t e concept o operational c ain allo‰s considering t e c ronological
and cultural aect that a hae an artiact end it unctin hen eriatin  diantic
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 crrendence anali a realied t ain a tieline n urace ite  earl and iddle
lcene and ariu artiact in the tn  Suque rince  uu inall the ilicatin
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Keywords: chrnlical equence  diantic artiact  una  hunteratherer
INTRODUCCIN
Con la llegada de la arqueología procesual en los años 1970 y 1980 en muchos países del
mundo, los estudios líticos empezaron a rechazar conceptos tales como “fósiles-guía”, que atribuían a ciertos artefactos un valor diagnóstico en términos geográcos y cronológicos. En efecto,
los conjuntos de determinados artefactos eran interpretados como el producto de depositaciones
características de grupos étnicos particulares. Las unidades analíticas de estos métodos de interpretación del pasado poseían problemas ya que tenían que asumir una correlación signicativa
entre la formación de estratos geológicos y de los conjuntos de artefactos. Por otra parte, estas
unidades analíticas involucraban cierta permeabilidad, no observada en los estudios actualísticos,
y los patrones detectados eran considerados como empíricos (Binford 1983).
Sin embargo, el valor diagnóstico en términos cronológicos y culturales de algunos artefactos
no dejó de ser considerado en arqueología. Por otra parte, hasta la actualidad, se han desarrollado
estudios tecnológicos enfocados sobre el valor identitario. En efecto, con la reconstrucción de las
cadenas operativas, la tecnología permitió no solamente brindar nuevos datos sobre la funcionalidad
y la producción de artefactos, sino también evidenciar aspectos relacionados con la transmisión
de información (Leroi-Gourhan 1971; Lemonnier 1986). Si bien la tarea de inferir grupos sociales o culturales y aspectos tales como los territorios y sus fronteras es difícil o imposible, los
cambios técnicos y la escala espacial y temporal con la cual se producen pueden relacionarse con
interacciones y/o cambios sociales y culturales de distinta índole (Lemonnier 1986). Asimismo, la
identicación de artefactos diagnósticos puede proveer informaciones cronológicas de contextos
no fechados en una escala espacial acotada. Algunos casos son más pertinentes que otros. En
efecto, a mayor complejidad en la tecnología (número de caracteres especícos), mayor expresión
cultural podrá tener algún tipo de artefacto porque reeja elecciones particulares dentro de un
rango mayor de posibilidades (Pelegrin 1995).
La identicación de artefactos diagnósticos parte del presupuesto de que algunos productos
de ciertas cadenas operativas dadas siguen pasos rigurosos; es decir, que no pueden ser realizados
de otra manera. En algunos casos, una misma clase de instrumento, siempre y cuando se pueda
identicar que se trata de la misma función y del mismo funcionamiento,1 puede ser el producto
de distintas cadenas operativas. En este caso, puede resultar informativo el análisis en términos
334
de cambios tecnológicos. La distribución de los artefactos diagnósticos y el cambio deben ser
también analizados de manera cuantitativa, a n de detectar los patrones más robustos para los
distintos períodos (Hoguin 2013). De esta manera, los cambios tecnológicos observados entre
varios sitios a través del tiempo pueden brindar informaciones valiosas para armar una secuencia
cronológica.
El objetivo de este trabajo consiste en proponer una secuencia cronológica regional para
el Holoceno temprano y medio, a partir de la información disponible en la bibliografía para distintas áreas de investigación de la Puna Seca y Salada (enfocada en Chile y Argentina, así como
menciones de sitios de Bolivia), y local para el área de Susques, a partir de las cadenas operativas
reconstituidas y la determinación cronológica relativa de sitios de supercie (Hoguin 2013). De
esta manera, en el presente trabajo se usarán dos escalas espaciales de análisis: 1) la regional, que
abarca sitios de varias áreas de la Puna Seca y Salada, para proponer una seriación preliminar cuya
clasicación está basada en los atributos morfológicos de artefactos diagnósticos conocidos en
la bibliografía (mayormente puntas de proyectil); 2) la local, que abarca los sitios de la localidad
de Susques (gura 1) y toma en cuenta los aspectos tecnológicos de los artefactos, incluyendo
tanto formas base como instrumentos formatizados (tanto puntas de proyectil como instrumentos
de procesamiento). No se discutirán, por el momento, las denominaciones utilizadas para estos
artefactos (Tuina, Tambillo, San Martín, etc.), utilizadas de manera abarcativa. Sin embargo, para
el caso de Susques, se detallarán sus esquemas operativos. Se tratarán así sus implicancias para
el cambio tecnológico y su cronología en la localidad. Su comparación a nivel regional brindará
un marco de referencia cronológico, así como una discusión sobre la distribución espacial de
ciertos artefactos.
Figura 1. Mapa de Susques y ubicación de los sitios
ASPECTOS TERICOS
En este trabajo, se considera que la evolución tecnológica sigue una lógica que permite
analizar el cambio a partir del concepto de cadena operativa (Boda 2013). La cadena operativa es entendida como el encadenamiento lógico y organizado de los gestos técnicos, desde el
335
I ( ), julio-diciembre 014: 333-364
aprovisionamiento de las materias primas hasta el abandono de los artefactos, pasando por todas
las etapas de producción y de utilización de los instrumentos. A partir de la reconstrucción de
cadenas operativas, los investigadores pueden abordar aspectos tales como la intencionalidad, las
elecciones y las habilidades (Inizan et al 1995; Pelegrin 1995). Eso permite guiar las interpretaciones y diferenciar intenciones anecdóticas de las tendencias colectivas. Solamente una vez que
las restricciones hayan sido identicadas, se pueden evidenciar las elecciones en un universo de
posibilidades y de concepciones de cómo hacer las cosas (Lemonnier 1986; Inizan et al 1995).
Más particularmente, las habilidades son adquiridas a partir de un aprendizaje individual
y ciertos tipos de conocimientos se adquieren a través de la experimentación (Pelegrin 1995;
Boda 2013). La dicultad en el aprendizaje de habilidades radica principalmente en dominar la
técnica, lo que involucra controlar movimientos elementales. En efecto, la talla de rocas no es
innata, requiere del desarrollo de estas habilidades a través de una inversión en el aprendizaje. A
medida que los individuos practican un tipo de actividad manual, desarrollan gradualmente sus
habilidades motrices, adquieren nuevos conocimientos, entienden mejor y obtienen, consecuentemente, la facultad de hallar alternativas viables (Pelegrin 1995).
Un individuo experto habrá, entonces, asimilado inconscientemente conocimientos técnicos
que son más de orden operativo que intelectual, y habrá pasado por varios procesos de automatizaciones (Boda 2013). Sus habilidades son consideradas por el grupo como las adecuadas
(Roux 2007). Con la implementación social de estas habilidades y de su imitación por parte de
los aprendices, se establecen criterios adquiridos socialmente que guían las elecciones técnicas
(Lemonnier 1986; Pelegrin 1995).
Consecuentemente, existen dos importantes fenómenos que tienen implicaciones a una
escala temporal mayor, utilizada en arqueología. Uno tiene que ver con una inercia temporal de
las cadenas operativas, o de componentes (técnica, método, entre otros) de esta, debido al anclaje
de los criterios y de lo que es socialmente considerado como adecuado. Otro tiene que ver con
el cambio tecnológico. En efecto, la experimentación de nuevas alternativas como respuesta a
estímulos externos (ambientales, sociales) puede ser considerada, temporaria o permanentemente, como respuesta apropiada a nuevos problemas. Otros fenómenos de mayor alcance a nivel
social (migraciones, conictos, entre otros) pueden también ser responsables de cambios más
importantes aún.
Es por esta razón que ciertas cadenas operativas o características pueden ser transmitidas sin
modicación a través del tiempo y que algunos de sus productos pueden ser buenos indicadores
cronológicos por sus particularidades. Finalmente, los cambios más o menos importantes y las
interrupciones de ciertas cadenas operativas y/o artefactos particulares podrían ser concomitantes
con cambios sociales y/o ambientales.
MATERIALES Y METODOLOGÍA DE INVESTIGACIN
Cabe aclarar que previamente a este trabajo, se realizaron análisis detallados de cadenas
operativas que serán sintéticamente presentadas y contextualizadas en el próximo acápite. Estas reconstrucciones se pudieron realizar mediante remontajes y el análisis de los patrones de
extracciones de los núcleos, desechos e instrumentos. Se operó una división analítica entre el
desbaste, o sea la extracción de formas base, y la confección de instrumentos (operaciones de
formatización, incluyendo adelgazamiento y retoque). Se realizó esta división porque, en general,
se suele observar que el desbaste evoluciona con una temporalidad distinta a la formatización de
los artefactos en instrumentos (Boda 2013). Se distinguieron las formas base de los otros desechos
de formatización de núcleo. En este trabajo, se utilizan los términos de lasca redeterinante y
lasca redeterinada para referirse, respectivamente, a las formas base y a los desechos generados
336
durante el desbaste del núcleo o durante la formatización de instrumentos (Boda 2013). La terminología empleada a lo largo del artículo, se basa en las deniciones tomadas de Aschero (1983).
La morfología es también un aspecto importante para este tipo de análisis, particularmente para
los instrumentos con alto grado de formatización, pero desde un punto de vista tecno-funcional,
es decir, determinando unidades tecno-funcionales (UTF) a partir de los patrones de retoque y
de los (ver Boda 2013).
En primer lugar, a partir de la información encontrada en la bibliografía disponible de artefactos diagnósticos (sobre la base de la morfología, de datos métricos y técnico-funcionales),
particularmente de puntas de proyectil (tabla 1), se realizó una seriación Spindle Diagram con el
programa PAST versión 2b17b. Se considera esta metodología para evaluar las tendencias en la
cronología de estos artefactos. Se trata de un método de ordenamiento de datos a lo largo de una
secuencia que permite evidenciar concentraciones (Hammer y Harper 2006). De esta manera,
este método permitirá destacar, de forma preliminar, la pertinencia cronológica para un tipo de
artefacto u otro. El problema del muestreo regional consiste en la diversidad y la falta de control
sobre la intensidad de las investigaciones realizadas en cada área de estudio en términos de años,
extensión de las excavaciones, entre otros muchos otros factores. Esto puede resultar en una
correlación entre la cantidad artefactual y el tamaño de la muestra. Para compensar los efectos
diferenciales del tamaño de la muestra, los valores, excepto los nulos, fueron transformados a
logaritmo. Los valores n1, cuyo logaritmo es log10, fueron transformados a 0,1, y los valores
n0 no fueron modicados (Base de datos original y fuentes bibliográcas: tabla 1). La transformación de estos datos a logaritmo permite la comparación de muestreos muy diferentes, tal como
los valores porcentuales. Sin embargo, al contrario de los porcentajes, que requieren un número
total de muestra (número total del conjunto, de instrumentos, del conjunto total de la secuencia y
de todos los sitios, etc.), la escala logarítmica empareja a los conjuntos seleccionados. En efecto, en
este caso, aunque los valores logarítmicos no suprimen la varianza, homogeneízan los conjuntos,
dado que no hay valores mayores a 1. Es una forma de estandarización de los datos que elimina
las diferencias absolutas y las convierte en relativas (Rhode 1988).
El alcance de este análisis es preliminar dado que la construcción de las categorías utilizadas
(puntas Tuina, Tambillo, San Martín, etc.) se basa sobre una información parcial (morfología
y algunos aspectos técnicos). Salvo en algunos casos, estas categorías no fueron construidas a
partir de la información tecnológica. Sin embargo, las similitudes entre artefactos de distintas
áreas de estudio muestran que ciertas características morfológicas, técnicas y estilísticas fueron
compartidas, a veces entre espacios distantes. Podrían ser, entonces, el reejo de la circulación
de ciertas informaciones y pueden constituir una base de datos útil como marco de referencia
cronológico.
Tabla 1. Base de datos regional para la seriación
Si io
Salar Punta
Negra-1
Tuina-1
ec a os AP
no cal
10470
10460
10440
10350
9450
9 30
9180
50
50
50
60
50
50
50
108 0 630
T ina Ta
3
ic l 2
San
Lanc
Ma €n
i
Lance
•e‚ e
Lanc
sƒ o as
Re e encia
Grosjean et al.
005
Núñez et al.
005
337
I ( ), julio-diciembre 014: 333-364
ala  ntinuacin)
Si io
Tuina-5
ec a os AP
no cal
T ina Ta
ic l 2
San
Lanc
Ma €n
i
Lance
•e‚ e
10060 70
10 80 1 0
Re e encia
Núñez et al.
005
9840 110
10400 130
San Lorenzo-1
Lanc
sƒ o as
1
Núñez et al.
005
8
Hocsman et al
01
7
Yacobaccio et
al 01
9960 1 5
106 0 140
Inca Cueva 4
9900
00
9650 110
9 30 70
Hornillos
conjunto capas
Holoceno
temprano
9710
70
9590 50
9150 50
Tambillo-2
9590 110
Aguas Calientes
I-1
87 0 100
Tambillo 1
Hornillos
capa 4
Tuyajto 1
Núñez et al
005
4
13
8870 70
Núñez et al.
005
1
Núñez et al
005
8
8590 130
Yacobaccio et
al 01
8 80 100
8 10 110
8130 110
14
4
1
6
5
Núñez et al
005
4
Núñez et al
005
Tulán 67
8190 1 0
San Martín 4
8130 50
3
Núñez et al
005
San Martín 3
8070 50
3
Núñez et al
005
Toconce
7990 1 5
Punta de la
Cruz 1.1
7910
100
7 70
40
Hornillos
7760 160
capa 3
7430 80
uebrada Seca
3 capa b9
Alero Cuevas
capa F3
Abrigo Pozo
Cavado capa 6
7
0 100
6506 58
6510 80
6340 110
capa
6130 70
338
Martínez 2003
Hoguin y
Yacobaccio
01
7
1
Martínez 2003
1
López 2008
6 80 90
Hornillos
Puripica 13-14
Núñez y
Santoro 1988
6130 80
López 2012
4
4
Yacobaccio et
al 01
8
Núñez et al.
005
ala  ntinuacin)
Si io
ec a os AP
no cal
Huiculunche
61 0 40
uebrada Seca
3 capa b10
6080 70
Tulán 67
5940 50
Puripica 33
5880 100
Rio Grande
(Salinas
Grandes)
55 0
Meñiques-1
5470 60
Ramadas
5 10 40
Puripica 34
5130 110
Alero Cuevas
capa F
5106 68
Puripica 1
ETE
(niv III  IV)
T ina Ta
ic l 2
San
Lanc
Ma €n
i
Lance
•e‚ e
5
Martínez 2003
Núñez et al
005
1
1
13
8
4 10 70
Núñez et al
005
9
Fernández
1983
Núñez et al.
005
5
6
Muscio et al.
011
1
5
Núñez et al
005
1
11
López 2008
8
4
Núñez et al
005
4580 90
De Souza et
al 010
4340 100
4
4 70 80
4
1
1
4390 70
Tulán 52
Re e encia
De Souza
004
7
70
4815 70
Lanc
sƒ o as
Núñez et al
006
0 70
3860 60
Tomayoc
4 50 50
1
Lavallée et al
1997
Inca Cueva 7
capa
4080 80
19
Aschero y
Yacobaccio
1997/1998
Puripica 1 EI
(niv II)
4050 95
6
Núñez et al
005
Inca Cueva 7
capa 3b
4030 80
Aschero y
Yacobaccio
1997/1998
El Pasaje
3995 75
Fernández
Distel 2007
Abrigo Pozo
Cavado capa 4
3884 59
7
7
López 2012
Tomando en cuenta los análisis hechos sobre las cadenas operativas y la secuencia cronológica propuesta, se realizó un análisis multivariado de correspondencia (Hammer y Harper 2006).
Se utilizó también el programa PAST, empleando la información proveniente de los distintos
locus estudiados con el n de explorar patrones temporales y discutir una secuencia cronológica
339
I ( ), julio-diciembre 014: 333-364
relativa; particularmente, en el caso de los muestreos de supercie para los cuales no se posee
información cronológica directa (tabla 2). Este análisis es adecuado para analizar matrices de
datos de abundancia (conteos o frecuencias de artefactos), empleando para ello distancias de
Chi . Se usaron categorías inclusivas (clases) respetando la división mencionada más arriba.
Por un lado, se realizó un análisis con las formas bases (o sea las lascas predeterminadas) y, por
el otro, con los artefactos caracterizados tanto por sus esquemas de formatización como por su
morfología. Finalmente, cabe aclarar que estos datos analizados cuantitativamente por unidad
de muestreo (locus ) refuerzan el carácter diagnóstico a nivel cronológico (y no solamente su
ausencia/presencia).
Tabla 2. Muestreo de la localidad de Susques
o
as ase
Ins
en os con al o „ a o
e o a i acion
Loc s
Hornillos conjunto capas Holoceno
temprano (9710-9150 años AP)
Hornillos 2 capa 4 (8280 años AP)
N
Ri‚ e a
N
63
6
13
5
4
17
6
Hornillos 2 capa 3 (7760-7430 años AP)
15
5
10
4
Hornillo 2 capa 2 (6340-6130 años AP)
31
5
15
4
La Playa
107
6
4
6
Lapao 11
38
5
7
3
Curque
5
4
1
4
Lapao 10
80
4
1
To al
411
…
12†
Ri‚ e a
1‡
El n de este método es la reducción de la dimensionalidad y la extracción de tendencias
generales de asociación entre casos y variables (por ejemplo, tipos de artefactos) posicionando
ambos en el mismo espacio de coordenadas. Es esperable que los muestreos con una composición similar (en términos de distribución de clases) tiendan a estar cercanos entre sí (Hammer y
Harper 2006). Las primeras coordenadas tienden a explicar la mayor proporción de la varianza
original en los datos, mientras que las últimas están más relacionadas, en general, con procesos de
orden aleatorio, como el error de muestreo (Everitt 2006). Aquí se presentarán solamente los dos
primeros ejes de los análisis y no se tomarán en cuenta los artefactos presentes exclusivamente
en un solo locus, lo que podría debilitar el análisis.
El análisis de correspondencia es adecuado para este tipo de estudio porque permite observar tendencias generales y patrones de agrupamiento a partir de la representación en el mismo
espacio de coordenadas de locus y de las variables antes mencionadas (Hammer y Harper 2006).
De esta manera, se determinan las correlaciones de los conjuntos, las categorías artefactuales y
las variables técnicas, con información cronológica y sin ella, para generar hipótesis operativas
sobre las tendencias temporales en las técnicas para el área de estudio.
Estos análisis permiten, entonces, poner en evidencia expresiones culturales más o menos
fuertes desde un punto de vista tecnológico y cronológico. Los artefactos, obtenidos por cadenas
operativas particulares, que muestran un patrón en su replicación, podrían entonces ser el resultado
de mecanismos de aprendizaje y transmisión de conocimientos estables en un espacio y durante
un período determinado.
340
LOS ARTEFACTOS DIAGNSTICOS EN LA PUNA SECA Y SALADA DE LOS ANDES
CENTRO-SUR
En relación con la problemática planteada en este artículo, en la Puna Seca y Salada de los
Andes Centro-Sur se puede destacar la presencia de varios trabajos cuya metodología se basó en
cadenas operativas (Lavallée et al 1997; Jackson et al 2004; entre otros). Desafortunadamente,
estos trabajos son acotados espacial y/o temporalmente, y la posible comparación con el área de
Susques resulta incompleta. Sin embargo, de manera más exhaustiva, se pueden rescatar algunas
informaciones sobre los aspectos morfológicos (y en algunos casos tecnológicos) de ciertos artefactos y, más particularmente, de las puntas de proyectil. Esta información permitirá construir
una base de datos para comparar la secuencia de cambio tecnológico a nivel regional, y disponer
así de un marco de comparación cronológico. A continuación, se describirán los caracteres que
permiten reconocer estos artefactos identicables a partir de descripciones, fotografías y dibujos en
distintas fuentes bibliográcas, se denirá su ubicación espacial (ver también guras 2A, B y C) y
su contexto cronológico (ver también tabla 1). Se seguirá la siguiente división cronológica: Holoceno temprano (10500-8500 años AP), Holoceno medio I (8500-6200 años AP), Holoceno medio
II (6200-3500 años AP). Se comentará el caso de Susques en cada uno de estos períodos.
Figura 2A. Sitios del Holoceno temprano en la Puna de los Andes Centro-Sur
341
I ( ), julio-diciembre 014: 333-364
Figura 2B. Sitios del Holoceno medio I en la Puna de los Andes Centro-Sur
l lcen teran  a )
En el norte de Chile y en el Noroeste argentino, para el Holoceno temprano predominan las
puntas triangulares apedunculadas para estrategias de caza individuales, técnicas de producción
lítica simples y de baja inversión técnica (Yacobaccio 1991; Pintar 1995; Aschero y Martínez
2001; De Souza 2004; Núñez et al 2005; entre otros).
En el norte de Chile, se distinguieron dos fases para el Holoceno temprano: Tuina y Tambillo (ver Núñez y Santoro 1988). La primera se extiende del 11.000 al 9.500/9.000 años AP y
se caracteriza por la presencia de pequeñas puntas triangulares (llamadas también puntas Tuina)
de base recta o redonda (gura 3A) y de raspadores de dorso alto. La segunda, se extiende del
9.500/9.000 años AP hasta los 8.500/8.000 años AP, y se caracteriza por la presencia de puntas
“cupuliformes” (llamadas también puntas Tambillo) con base levemente escotada (gura 3B,
Núñez y Santoro 1988; Núñez 1992). No es nuestro objetivo aquí usar estas fases como unidades
operativas para esta investigación, sino contextualizar los artefactos diagnósticos.
En Chile, las puntas Tuina se encuentran en sitios fechados entre 10900 y 8190 años AP
34
Figura 2C. Sitios del Holoceno medio II en la Puna de los Andes Centro-Sur
(tabla 1); mientras que los sitios donde se hallaron puntas de tipo Tambillo son fechados entre
9590 y 7990 años AP (Núñez y Santoro 1988; Núñez et al 2005). Se nota una importante superposición entre los contextos con presencia simultánea de estos artefactos diagnósticos, con una
tendencia muy temprana para la punta Tuina y hacia nes del Holoceno temprano para la punta
Tambillo. Se cuenta también con varios sitios en supercie donde fueron hallados ambos tipos
de punta (Núñez y Santoro 1988; Núñez 1992; Núñez et al 2005).
Además de la morfología, no siempre fácilmente distinguible entre Tuina y Tambillo, podría
diferenciarse un patrón técnico en la confección. En efecto, en el área de Susques y de Pastos Grandes,
las puntas Tuina están confeccionadas en formas base cuyo eje técnico es siempre diferente del eje
morfológico, mientras que el patrón Tambillo podría corresponder a un tipo de punta formatizada
por caras sucesivas y cuyos los presentan las bocas de lascado coincidentes (Hoguin y Restifo
2012; Hoguin 2013). La variabilidad del eje técnico para las puntas Tuina se puede observar también
en Inca Cueva 4 (Hocsman et al. 2012). En la vertiente argentina, sin diferenciar especialmente
algún patrón, las puntas triangulares apedunculadas (salvo para Hornillos 2, Alero Cuevas e Inca
Cueva 4) están presentes en contextos fechados entre el 10620 y el 8280 AP (tabla 1).
343
I ( ), julio-diciembre 014: 333-364
Figura 3A. Punta Tuina.
Procedencia: Hornillos capa 6C
Figura 3B. Punta Tambillo.
Procedencia: Lapao 9
l lcen edi   a )
Durante los inicios del Holoceno medio, se puede observar una alta diversidad de puntas
de proyectil en ambas vertientes (Núñez y Santoro 1988; Pintar 1995; Aschero y Martínez 2001;
Martínez 2003; Núñez et al 2005; entre otros) atribuida al uso simultáneo de diferentes técnicas
de caza en la provincia de Catamarca (Aschero y Martínez 2001).
Para el interés de esta investigación, dentro de esta diversidad están las puntas San Martín
(gura 4A), de morfología tetragonal con pedúnculo y aletas esbozadas (Núñez et al 2005; Hoguin y Yacobaccio 2012; Hoguin 2013). Se ha registrado la presencia de puntas tetragonales en
varios lugares de la Puna de Jujuy, pero por ahora solamente Hornillos 2 ha brindado fechados
(entre 7760 y 7430 años AP) para la vertiente argentina (Yacobaccio et al 2012). De la misma
manera, fueron registradas en la vertiente chilena, aunque en este caso datadas en torno a los 8210
y 8130 años AP, en el salar de Tuyajto al este del salar de Atacama, así como en el norte del Loa
(Núñez et al 2005). En el sitio San Martín 4A fueron datadas en 807050 años AP. En la vertiente
chilena, en supercie, estas puntas aparecen asociadas a otros tipos del Holoceno temprano y
del inicio del Holoceno medio (Núñez et al 2005). En el área de Susques, se determinaron tres
modalidades de formatización: 1) adelgazamiento bifacial y retoque bifacial nal por presión;
2) adelgazamiento unifacial y retoque nal por presión; 3) retoque simple por presión (Hoguin
y Yacobaccio 2012).
Se puede también mencionar un tipo triangular alargado con base escotada y aletas (gura
4B), denominado Huiculunche 2 (De Souza 2004: Fig. 10 tipo 2) que coexiste con las puntas San
Martín y con otros tipos en varios sitios de supercie en las vertientes argentina y chilena (Núñez
et al 2005; Hoguin y Yacobaccio 2012). Para las puntas Huiculunche 2, el sitio más antiguo es
Tuyajto-1 en norte de Chile, y el alero Hornillos 2 en la vertiente argentina. Están presentes en el
río Loa hasta los 6120 años AP (De Souza 2004). En el área de Susques, se pudo determinar que
estas puntas se realizaron a partir de preformas bifaciales, de una acanaladura y de un retoque
nal por presión (Hoguin 2013).
En la puna catamarqueña, se identicaron también los tipos QSC y D, que consisten en
grandes y alargadas puntas bifaciales lanceoladas de base escotada (Aschero y Martínez 2001;
Martínez 2003: Foto 12). Este tipo no será tomado en cuenta en este trabajo ya que no están
344
presentes en el área de Susques. Sin embargo, estas puntas constituyen una evidencia interesante
que podrá ser investigada a futuro.
Figura 4A. Punta San Martín.
Procedencia: quebrada de Lapao
Figura 4B. Punta Huiculunche 2.
Procedencia: quebrada de Lapao
Entre el 8.000 y los 5.000 años AP, aproximadamente, en varias regiones de los Andes
Centro-Sur y particularmente en Chile y Argentina, se hallaron puntas lanceoladas bifaciales
alargadas, que pueden superar los 7 cm de largo (gura 5); estas antiguamente eran llamadas
“Ayampitín” y eran consideradas como producto de un importante proceso de difusión en todo
el continente americano (González 1952; Cigliano 1965; Schobinger 1988). No se comentará
ni se desarrollará aquí el contexto de investigación de la época dentro de un marco teórico histórico-cultural, ya que este trabajo se centra en la Puna. Se quiere acá simplemente destacar las
particularidades de las distintas puntas lanceoladas de la región y debatir sobre su cronología.
Es muy difícil evaluar la dispersión cronológica y geográca de este tipo de artefacto, dada su
extensión temporal y espacial, y su variabilidad morfológica. Sin embargo se pudo determinar
un patrón de confección en tres secuencias de extracciones, las últimas marginales realizadas por
presión para el área de Susques (gura 5).
Se identicaron artefactos semejantes en la Puna de Salta (Restifo 2013) y en Chile, en
las cercanías del Salar de Atacama (Núñez et al 2005). Si bien este tipo tiene una amplia distribución cronológica, parece particularmente más abundante entre ca 8.000 y 5.000 años AP,
y más hacia 6.000 años AP para el área de Susques (Hoguin 2013). En trabajos efectuados en
la provincia de Catamarca se encontró un tipo lanceolado más largo, llamado PCzA (Aschero
y Martínez 2001; Martínez 2003). Se halló en asociación con otros tipos en estratigrafía, en
capas fechadas entre el 7910 y 6080 años AP en Quebrada Seca 3 (Martínez 2003) y en Cueva
Yavi, para una fecha de 6990 (Kulemeyer et al 1990). El tipo lanceolado bifacial fue también
encontrado en varios lugares del Noroeste argentino (tabla 1), a su vez asociado con pequeñas
puntas triangulares y lanceoladas, tal como en Hornillos 2 (Hoguin 2011). En Huachichocana III,
se menciona también la presencia de puntas lanceoladas de tipo indeterminado entre 9340120
y 8420530 años AP (Fernández Distel 1974). En Bolivia estos artefactos están presentes en
varios sitios de Sur Lípez así como más al norte, en Viscachani (Menghín 1954; Ibarra Grasso
1958; Schobinger 1988).
345
I ( ), julio-diciembre 014: 333-364
Figura 5. Punta lanceolada bifacial. Procedencia: quebrada de Lapao (Susques, Provincia de Jujuy)
l lcen edi   a )
Las puntas lanceoladas bifaciales mencionadas siguen presentes durante el Holoceno
medio II. Estos instrumentos suelen coexistir también con unas puntas lanceoladas bifaciales
más pequeñas que las anteriores (gura 6A), de aproximadamente 4 cm de largo (Aschero et al
2011). En Argentina estas últimas están presentes en contextos fechados entre el 6340 y 3884
años AP (tabla 1), y posiblemente en Pintoscayoc 1, en una capa fechada en 7850110 años AP
(Hernández Llosas 2000). A estos sitios, se pueden añadir también todos los contextos de inicios
de Holoceno tardío (ver Aschero et al 2011) que están fuera del marco cronológico tomado para
este trabajo. En la vertiente chilena, están presentes desde el 6130 hasta ca 3.500 años AP en
sitios donde están asociadas con láminas. Estos sitios se ubican principalmente en las quebradas
de Tulán (Tu-51, Tu-52) y de Puripica (P13-14, P33, P34) (Núñez et al 2005, 2006; De Souza et
al. 2010). En Susques, pudieron determinarse dos modalidades: una con adelgazamiento y retoque
bifacial, y otra con una única secuencia por lascados laminares rasantes extendidos realizados
por presión (Hoguin 2013).
Otro tipo de punta de proyectil, de morfología “cordiforme”, está también mencionado en
Argentina asociado con otros tipos en contextos similares cronológicamente, fechados en 755060
años AP en Cueva Salamanca 1, provincia de Catamarca (Pintar 2004), en Alero Cuevas, en una
capa fechada ca. 6500 años AP, en la provincia de Salta (Restifo y Hoguin 2012) y en Hornillos
2, en la capa 2 fechada entre 6340 y 6130 años AP, en la provincia de Jujuy (Yacobaccio et al
2012). Este presenta un patrón de confección distinto al del Holoceno temprano (Hoguin 2013).
El retoque opcional de la base le puede dar una leve concavidad (gura 6B).
El último artefacto diagnóstico que se presenta en importante cantidad en los talleres es un
instrumento lanceolado sobre hoja (gura 6C), llamado “saladillo” como el sitio epónimo (Cigliano 1965; Fernández 1983; Schobinger 1988; Fernández Distel 2007) o lanceoladas unifaciales
(López 2008). Se caracterizan por haber sido confeccionados sobre hoja o lámina y por presentar
un rebaje del bulbo (Fernández 1983; López 2008). Estos artefactos están presentes en la Puna
de Salta entre 5106 y 4210 años AP (tabla 1). Este tipo se halló inicialmente en supercie en la
región Laguna Guayatayoc/Salinas Grandes (Cigliano 1965), pero también en Río Grande en una
346
capa fechada de 5520270 años AP (Fernández 1983), y en El Pasaje, fechado en 399575 años
AP (Fernández Distel 2007).
Figura 6A. Pequeña punta bifacial
lanceolada. Procedencia: Hornillos 2 capa 2
Figura 6B. Instrumento lanceolado sobre hoja.
Procedencia: Curque
Figura 6C. Punta triangular apedunculada del Holoceno medio. Procedencia: Hornillos 2 capa 2
En el norte de Chile, no se dispone de información suciente para reconocer estos artefactos
entre los elementos de las láminas que dominan a veces los conjuntos en sitios fechados entre
6130 y 4050 años AP, tal como en el caso de Tulán 51 y 52 (Núñez et al 2005, 2006; De Souza
et al. 2010). Se puede también mencionar el estrato VII de Tulán 67, fechado en 8190120 años
AP, y la capa 4 de Hornillos 2 en la provincia de Jujuy, Argentina, fechada en 8280100 años
AP, donde se hallaron algunas hojas, aunque en muy baja cantidad (Hoguin 2013, Núñez et al
2005). Los instrumentos lanceolados sobre lámina estarían presentes en Sur Lípez, en Bolivia,
pero no más al norte, en Viscachani (Menghín 1954; Ibarra Grasso 1958; Schobinger 1988). Esta
347
I ( ), julio-diciembre 014: 333-364
información es interesante porque podría delimitar la distribución espacial de estos artefactos. De
esta manera, vimos que no están presentes en la Puna Salada, tampoco parecen estar presentes en
la Quebrada de Humahuaca, en Argentina. No fueron tampoco mencionados en el río Loa (Chile)
para este momento (De Souza 2004).
SECUENCIA CRONOLGICA REGIONAL
Al nivel local y regional, se pudieron identicar los siguientes artefactos diagnósticos: las
puntas Tuina, Tambillo, Huiculunche 2, San Martín, los instrumentos lanceolados bifaciales, y
sobre hoja y, nalmente, las puntas lanceoladas pequeñas (tabla 1). A partir de esta base de datos
regional, se realizó una seriación (gura 7). Se puede observar la distribución de estos artefactos
Figura 7. Seriación de artefactos diagnósticos identicados tanto local como regionalmente
348
a través de los contextos fechados donde aparecieron. Es interesante observar que, a pesar de
que las distribuciones de las puntas Tuina y Tambillo se solapan levemente, hay una tendencia
a una presencia exclusiva de uno u otro tipo en los contextos fechados. La punta Tuina está particularmente presente entre ca 10200 y 8800 años AP, con una interrupción signicativa entre
ca 8800 y 8300 años AP. La punta Tambillo está presente de manera discontinua. Al observar la
distribución de ambas puntas, la punta Tuina sería más característica de los inicios del Holoceno
temprano y la punta Tambillo, de nales del Holoceno temprano e inicios del Holoceno medio.
Las puntas Huiculunche 2 presentan una señal muy baja en toda la secuencia, salvo alrededor de 6200 años AP. Conviven un momento breve con las puntas San Martín hacia ca 8 00
años AP. Para estas últimas, la señal fuerte se extiende hacia ca 7700 años AP. Su señal es muy
acotada, pero reeja un mayor descarte para ese momento. La punta lanceolada bifacial es menos
diagnóstica en sentido cronológico (pero sí lo es en términos de manufactura). En efecto, la señal
se extiende sobre casi toda la secuencia cronológica analizada (Holoceno temprano y medio). Sin
embargo, se puede destacar que, en general, la señal es bastante baja a lo largo del tiempo, con
varias discontinuidades y crecimientos. Pueden observarse tres aumentos: ca 7400 años AP, ca
6200 años AP y ca 5000 años AP. Esta punta está, en efecto, asociada en varias regiones con
distintos tipos de artefactos y aparece en distintos contextos cronológicos.
Para el Holoceno medio II, se puede observar una señal muy fuerte de instrumentos lanceolados sobre hoja a partir de ca 5800 años AP, con una paulatina disminución posteriormente
a ca 4800 años AP. La señal de las puntas lanceoladas pequeñas es discontinua. Los momentos
de mayor representación ocurren entre ca 6400 años AP y ca 5200 años AP, y alrededor de
4800 años AP.
CADENAS OPERATIVAS Y SECUENCIA CRONOLGICA RELATIVA EN EL ÁREA DE
SUSQUES
adena eratia  arteact diantic
Para el Holoceno temprano, además de las puntas Tuina y Tambillo, se pudieron identicar
instrumentos de procesamiento (gura 8), posiblemente correspondientes a aquellos de “dorso
alto” mencionados en la vertiente chilena (Núñez y Santoro 1988). Por otra parte, se pudieron
identicar los esquemas operativos de desbaste que proveen las formas base de estos artefactos,
presentes durante el Holoceno temprano. Estos se caracterizan por extracciones unidireccionales
en la base (gura 9). Si estas formas base (denominadas C1 en referencia al sistema técnico según Boda 2013) no son propias de este período, dominan los conjuntos durante esta cronología
(Hoguin 2013).
Para la transición entre el Holoceno temprano y medio (ca 8300 años AP) y durante el Holoceno medio I, se identicaron algunos tipos de instrumentos de procesamiento manufacturados
sobre grandes lascas primarias (gura 10), confeccionados en cuatro secuencias de extracciones,
para realizar un lo sinuoso por extracciones alternantes en un primer tiempo (posiblemente la
parte prensil) y un lo unifacial en un segundo tiempo (posiblemente la parte transformativa). Otra
categoría para este período, que incluye instrumentos de distintas funciones, fue confeccionada
mediante un tratamiento jerárquico de las supercies. A pesar de ser funcionalmente distintos,
tienen el mismo patrón de elaboración y presentan un leve hombro, posiblemente relacionado
con la parte prensil (gura 11).
Durante el Holoceno medio I, en varios sitios están presentes preformas e instrumentos
bifaciales. Entre de los instrumentos, se pueden incluir las puntas Huiculunche 2 y lanceoladas
bifaciales descritas más arriba. Están presentes preformas con acanaladura que podrían ser utili349
I ( ), julio-diciembre 014: 333-364
Figura 8. Instrumentos de procesamiento en las capas del Holoceno temprano de Hornillos 2
(Susques, Provincia de Jujuy)
Figura 9. Métodos de desbaste reconstituidos a partir del análisis de los núcleos y de las formas base en
las capas del Holoceno temprano en Hornillos 2 (Susques, Provincia de Jujuy)
350
Figura 10. Instrumentos de procesamiento con lo sinuoso
1 a 3) Capa 5 Hornillos 2; 4) capa 4 Hornillos 2; 5) La Playa Hornillos 2
Figura 11. Instrumentos formatizados por tratamiento jerárquico de las caras.
1 a 4) capa 4 Hornillos 2; 5) capa 3 Hornillos 2
351
I ( ), julio-diciembre 014: 333-364
zadas para las puntas Huiculunche 2. En algunos casos, las preformas parecen cumplir el rol de
una matriz para cumplir varios propósitos de manera exible, por lo cual fueron denominados
de estructura adicional 3 (Hoguin 2013).
Para este período, los métodos de desbaste son más variados que durante el Holoceno temprano (gura 12). Ciertos productos son característicos de algunos de estos esquemas: las lascas
de extracciones centrípetas (método 1), las lascas SASP (sistema de alternancia de supercie
de talla y de plataforma), identicables por su talón diedro y por sus extracciones proximales
unidireccionales (método 3) y las lascas anco de núcleo, obtenidas en el nal de la secuencia
de talla (método 3, etapa 3.3), caracterizadas por un dorso y una cara dorsal con extracciones
unidireccionales con bocas de lascado perpendiculares al eje de extracción (gura 12). Se propuso
que las lascas de extracciones centrípetas podrían ser las formas base de las puntas San Martín. Si
bien las lascas centrípetas no están exclusivamente presentes durante este período, se presentan
en proporción importante para esta cronología (Hoguin 2013). No se sabe cuáles son las formas
base de las preformas bifaciales, aunque se sospecha que podrían haber sido obtenidas por un
método unidireccional (gura 12:2) pero con preparación de las plataformas y de la cara de lascado
para obtener una lasca adecuada para cumplir con los requisitos necesarios. Finalmente, existe
un método de desbaste exclusivo de este período, que consiste en alternar las plataformas y las
caras de lascado para obtener una mayor cantidad de formas base; este método permite obtener
unas lascas anco de núcleo al nal de la secuencia que son sistemáticamente retocadas durante
este período (gura 12:3). Esto llevó a pensar que este tipo de lasca era predeterminado y buscado
previamente a la formatización inicial del núcleo por los talladores (Hoguin 2013).
Figura 12. Métodos de desbaste reconstituidos a partir del análisis de los núcleos y de las formas base
en las capas 4 y 3 en Hornillos 2 y en supercie en La Playa (Susques, Provincia de Jujuy)
35
Durante el Holoceno medio II, se evidenciaron artefactos formatizados con tres secuencias de
extracciones unifaciales, incluyendo la formatización de las unidades transformativas y de un borde
abrupto posiblemente relacionado con la prensión (gura 13). Este lo abrupto puede estar presente
al momento de la extracción de la forma base, y no requiere sistemáticamente ser formatizado por
las extracciones. Estos artefactos están confeccionados sobre lascas más anchas que largas.
Figura 13. Instrumentos de procesamiento más anchos que largos.
Procedencia: capa 2 Hornillos 2 (Susques, Provincia de Jujuy)
En cuanto a los esquemas de desbaste, se siguen observando los mismos métodos que en
el período anterior. Sin embargo, ya no se producen lascas anco de núcleo de manera predeterminada. Se pudo evidenciar, también, a partir de un sistema que alterna plataformas y caras
de lascado, un método que permite obtener lascas espesas y más anchas que largas (gura 14A:
3.3c), posiblemente relacionadas con las formas base de los instrumentos presentados en el párrafo
anterior (Hoguin 2013). Por último, se pudieron determinar para este período otros dos métodos
relacionados con la tecnología de hojas (gura 14B). Estos están, seguramente, relacionados con
las formas base para los artefactos lanceolados sobre hoja (Hoguin 2013).
353
I ( ), julio-diciembre 014: 333-364
Figura 14A. Métodos de desbaste reconstituidos a partir del análisis de los núcleos y de las formas
base en la capa 2 de Hornillos 2 y en supercie en Curque, Lapao 11 y Puesto Caliente
(Susques, Provincia de Jujuy)
Figura 14B. Métodos de desbaste de hojas a partir del análisis de los núcleos y de las formas base
de la capa 2 de Hornillos 2, de supercie en Curque y Lapao 10 (Susques, Provincia de Jujuy)
A través de la secuencia de Susques, se destacó la presencia de artefactos con valor diagnóstico en su confección que no corresponden a puntas de proyectil y que son el producto de
cadenas operativas particulares. Por un lado, se destacan las formas base: lascas de extracciones
unidireccionales (Desbaste C1), lascas de extracciones centrípetas, lascas anco de núcleo, lascas
SASP, lascas anchas, hojas y matriz bifacial (cuya forma base es indeterminada). Por el otro,
se deben considerar los instrumentos con alto grado de formatización: los instrumentos con dos
los perpendiculares y un dorso (tres UTF), con tratamiento jerárquico de las supercies (TJS),
354
con lo sinuoso (FS), los bifaces de estructura adicional (ES), los instrumentos más anchos que
largos, además de las clases ya utilizadas en la seriación (puntas San Martín, Tambillo, Tuina,
Huiculunche 2, lanceoladas bifaciales, sobre hoja). Estas clases artefactuales serán utilizadas a
continuación para el análisis de correspondencia. Permitirán plantear hipótesis cronológicas para
sitios de supercie y para artefactos no considerados como diagnósticos hasta ahora.
nlii de crrendencia a artir de la ra ae
La suma de los dos primeros ejes representa el 83,5% de la variabilidad total (tabla 3), lo
que llevará a enfocarse esencialmente en su descripción. La dispersión de los sitios sigue una
distribución en V (frecuente en este tipo de análisis), con el conjunto de capas del Holoceno temprano de Hornillos 2 (H2c6) en un extremo de uno de sus brazos y la capa 3 del mismo sitio en el
otro extremo del otro brazo (gura 15). En el punto de inexión de esta distribución, se encuentra
Lapao 10. El conjunto de capas del Holoceno temprano de Hornillos 2 (H2c6) está asociado con
la capa 4 (H2c4) por la mayor frecuencia de lascas de extracciones unidireccionales. La capa 3
de Hornillos 2 (H2c3) se ubica muy cerca de La Playa, lo que se explica por la frecuencia de las
lascas de desbaste SASP, de las lascas ancos de núcleo y de las centrípetas. Lapao 10 está también
muy próximo a Curque, ya que ambos poseen frecuencias altas de hojas. La capa 2 de Hornillos 2
(H2c2) y Lapao 11 se comportan como datos extremos en relación con el resto de la distribución.
La capa 2 y Curque parecen caracterizarse por la por la producción de lascas anchas. Las formas
base de bifaz están en el medio entre Lapao 11 y La Playa. Lapao 11 y la capa 2 están cercanos
a Curque y a Lapao 10 debido a que poseen frecuencias similares de hojas.
Tabla 3. Valor y porcentaje de representación de los ejes en relación
a la variabilidad total para las formas base
Ee
1
3
4
5
6
Valo
0,58 981
0, 91958
0,1165 4
0,04 9 34
0,01 1064
0,00148865
ˆ el o al
55,6 9
7,859
11,119
4,0958
1,155
0,14 05
Se observa además que la separación de tres grupos a lo largo del eje de correspondencia
(gura 15) sigue un criterio cronológico (Holoceno temprano, Holoceno medio I y II), por lo que
los resultados son acordes con las diferencias observadas entre los distintos bloques temporales,
en particular a la frecuencia diferencial de lascas unidireccionales y centrípetas y de hojas. Se
puede caracterizar la producción del Holoceno temprano a partir de la abundancia de lascas de
extracciones unidireccionales. Si bien estas continúan en el bloque temporal siguiente, lo hacen
en una frecuencia menor y junto con otros tipos de lascas. En efecto, durante la primera mitad del
Holoceno medio observamos un grado de integración superior con la aparición de nuevas etapas
tanto en el caso del SASP (cuyas supercies y plataformas se vuelven dependientes entre ellas)
como en el caso del desbaste sistemático de lascas ancos de núcleo. Con estos tipos de desbaste,
la obtención de las formas base depende de la preparación previa de plataformas y de supercies
de desbaste. Durante la transición entre Holoceno medio I y II (aproximadamente 6200 años AP),
todos estos modos de producción técnica persisten, pero no se producen lascas ancos de núcleo
de forma predeterminada. Se buscan otros tipos de formas base, tales como las lascas anchas. El
355
I ( ), julio-diciembre 014: 333-364
desbaste de hojas aparece en baja frecuencia durante este período (está ya presente en los locus
más antiguos, pero su presencia no es relevante desde un punto de vista estadístico). Asimismo,
las formas base de los bifaces toman cierta importancia durante estos momentos, así como el
desbaste de hojas, que se intensica claramente hacia nes del Holoceno.
Referencias: H2c6: capas 6, 6A, B, C y D de Hornillos 2; H2c4, H2c3 y H2c2: respectivamente capas 4, 3 y 2 de Hornillos
2; Desbaste C1: lascas unidirreccionales; FB Bifaces: Formas base de bifaz
Figura 15. Análisis de Correspondencia de los productos de los diferentes
esquemas de desbaste y de los loci (Ejes 1  2).
nlii de crrendencia a artir de l intruent cn alt rad de ratiacin
La suma de los dos primeros ejes no resulta tan representativa de la variabilidad como en
el caso del análisis del desbaste; sin embargo, es aceptable ya que alcanza el 59,4% (tabla 4).
Nuevamente, se puede observar la formación de tres grupos distribuidos en V (gura 16). El conjunto de las capas del Holoceno temprano de Hornillos (H c6) se encuentra totalmente aislado
del resto, debido a la frecuencia de instrumentos Tuina (n9) y de instrumentos robustos de tres
UTF que presenta. El otro grupo está formado por la asociación de La Playa y de la capa 3 de
Hornillos 2 (H2c3), así como de la capa 4 (H2c4) de este sitio. Esto se explica por las frecuencias
de puntas San Martín, instrumentos bifaciales de estructura adicional (SA), puntas Huilucunche 2,
instrumentos robustos con lo sinuoso (FS) e instrumentos formatizados por tratamiento jerárquico
de las supercies. Sin embargo, es interesante destacar que la capa 4 de Hornillos 2 se acerca
mucho más a este grupo que al conjunto de las capas del Holoceno temprano de Hornillos 2, tal
como resultó en el análisis del desbaste (ver sección anterior). Un tercer grupo está formado por
Curque, Lapao 10 y Hornillos 2. Podemos también incluir Lapao 11, aunque tiende a separarse.
356
Este tercer grupo está formado por la frecuencia de puntas lanceoladas bifaciales pequeñas, instrumentos robustos anchos, lanceolados sobre hojas, puntas triangulares bifaciales del Holoceno
medio e instrumentos bifaciales lanceolados.
Tabla 4. Valor y porcentaje de representación de los ejes en relación
a la variabilidad total para los instrumentos
Ee
1
3
4
5
6
7
Valo
0,9 6165
0,81855
0,5495 8
0, 56603
0,198 54
0,146689
0,0416556
ˆ el o al
31,53
7,866
18,708
8,7356
6,749
4,9938
1,4181
Observamos, nuevamente, la distribución de los locus en tres grupos a lo largo del eje 1
siguiendo un criterio cronológico, en relación con la frecuencia diferencial de los distintos artefactos en los distintos locus (gura 16). Se trata de los mismos que fueron establecidos para el
desbaste: Holoceno temprano, Holoceno medio I y Holoceno medio II.
Referencias: H2c6: capas 6, 6A, B, C y D de Hornillos 2; H2c4, H2c3 y H2c2: respectivamente, capas 4, 3 y 2 de Hornillos
2; Instr. Tuina: instrumentos y puntas Tuina; Instr. robusto (3 UTF): instrumentos robustos con borde natural y dos UTF
perpendiculares; Instr. robusto (FS): instrumentos robustos con lo sinuoso; Instr. TJS: instrumentos formatizados por
tratamiento jerárquico de las supercies; Instr. bifacial (SA): instrumentos bifaciales con estructura adicional.
Figura 16. Análisis de Correspondencia de los instrumentos con
alto grado de formatización y de los locii (Ejes 1 y 2).
357
I ( ), julio-diciembre 014: 333-364
Otra vez, vemos que los ejes de correspondencia siguen un criterio cronológico como resultado de determinadas frecuencias de artefactos en los distintos locus, particularmente para las
puntas triangulares bifaciales, los instrumentos robustos anchos, las puntas bifaciales lanceoladas
pequeñas y los instrumentos lanceolados sobre hoja. De esta manera se puede proponer nuevamente
que La Playa es un sitio formado durante los inicios del Holoceno medio I, contemporáneo con
las capas 3 y 4 de Hornillos 2. Después de la capa 2 de Hornillos 2 (o contemporáneamente), se
habrían formado Curque y Lapao 10 en este orden. Lapao 11 tiene una situación más ambigua,
posiblemente relacionada con un palimpsesto o con una formación alrededor de la transición
entre Holoceno temprano I y II.
Al igual que en el caso del análisis de los esquemas de desbaste, el análisis de correspondencia
con los diferentes instrumentos diagnósticos refuerza la proximidad de ciertos locus, tales como
La Playa y la capa 3. También destaca las singularidades de algunos de ellos, como el conjunto
de capas del Holoceno temprano de Hornillos 2 y Lapao 10. En este caso, la capa 4 se ubica
mucho más próxima a La Playa y a la capa 3. Esto último es particularmente interesante, porque
podría indicar la generación de un cambio técnico en este momento (aproximadamente 8300 años
BP) cuyo resultado sería la aparición de nuevos instrumentos y una mayor inversión técnica en
la formatización de los instrumentos, mientras que los modos de desbaste habrían permanecido
durante los inicios del Holoceno medio I.
Tomando en cuenta que se trata de un análisis exploratorio con el objetivo de generar hipótesis, la adscripción cronológica de los sitios superciales debe ser considerada tentativa, pero
permite establecer un orden relativo provisorio. En efecto, muchos objetos pueden perdurar a
través del tiempo y solaparse con otros. Lo que muestra este análisis es que ciertos instrumentos
aparecen con mayor frecuencia ciertos locus. Podría tratarse de un orden de aparición en la región,
esto último deberá ser corroborado por nuevos hallazgos.
DISCUSIN Y CONSIDERACIONES FINALES
La seriación realizada en este artículo constituye un trabajo de calibración preliminar, que
tiene que ser ampliado con deniciones tecnológicas más acotadas. Habría que ver si los artefactos
mencionados en la seriación tienen cadenas operativas similares a las del área de Susques. La
información tecnológica que circula en la región podría ser parcial o abarcar varias etapas de las
cadenas operativas. Las implicancias a nivel interpretativo serían distintas según el caso. Estos
datos podrían ser útiles para determinar el alcance de las redes de transmisión de información
tecnológica. Se prevé para el futuro comparar las diferencias y las similitudes de las cadenas
operativas de distintas áreas de estudio para un mismo artefacto, considerando los mecanismos
de aprendizaje, las redes de transmisión de información y los “saber-hacer” de los talladores. Los
sesgos en los estudios actuales de las cadenas operativas, dicultan las comparaciones entre distintos tipos a nivel regional y oscurecen las implicancias interpretativas. Sin embargo, el presente
trabajo brinda un marco de referencia probabilístico preliminar para distintos tipos de artefactos.
Se aspira, para el futuro, ampliar las bases de datos y denir las unidades también desde el punto
de vista tecnológico, tal como se pudo realizar en Susques.
Lo primero que se destaca a través de este trabajo, es que no son solamente las puntas de
proyectil las que pueden ser artefactos diagnósticos. Algunas formas base particulares, tales como
las lascas anco de núcleo (siempre y cuando sean predeterminadas y no predeterminantes) y las
hojas, entre otras, pueden caracterizar ciertos conjuntos de determinada cronología. Es necesario,
entonces, tomar en cuenta todos los aspectos tecnológicos para discutir mejor el carácter diagnóstico de un artefacto. El desbaste, la confección y la morfología (tomando en cuenta las unidades
tecno-funcionales) pueden pesar de manera distinta en la producción tecnológica de artefactos.
358
Finalmente, la atribución cronológica relativa de un conjunto o de un artefacto debe tomar en
cuenta los estudios cuantitativos, dado que la ausencia/presencia puede no ser signicativa cuando
las frecuencias son muy bajas. De esta manera, se proponen a continuación hipótesis de índole
cronológica acerca de los sitios de Susques y de ciertos artefactos.
Para el Holoceno temprano, en este análisis solamente se dispone del conjunto de capas del
Holoceno temprano de Hornillos 2. Localmente, el conjunto se caracteriza por puntas Tuina e
instrumentos robustos formatizados en tres secuencias con dos los perpendiculares y, en varios
casos, un dorso espeso ya presente en la forma base. Las lascas de extracciones unidireccionales son características de este período, aunque pueden estar presentes posteriormente. Sería
interesante cuanticar este tipo de lascas en otros conjuntos de los Andes Centro-Sur, así como
determinar si los “raspadores de dorso alto” identicados en Chile (Núñez y Santoro 1988) se
corresponden tecnológicamente con los instrumentos presentados en este trabajo. De la misma
manera, sería destacable corroborar si la variación en el esquema de confección de las puntas
Tuina se repite en otras áreas de estudio. Por ahora, se pudo indagar este hecho en Alero Cuevas
(Hoguin y Restifo 2012). Estas particularidades parecen ser más características de los inicios del
Holoceno temprano.
Hacia nales del período e inicios del Holoceno medio I, aparecen las puntas Tambillo y
también otros instrumentos, tales como las puntas Huiculunche 2 y, posteriormente, las puntas
San Martín. Localmente, aparecen también instrumentos de lo sinuoso, lascas anco de núcleo
(predeterminadas), bifaces de estructura adicional y cobran mayor importancia las lascas de extracciones centrípetas. El análisis de correspondencia mostró que La Playa se asocia fuertemente
y sistemáticamente con la capa 3 del alero Hornillos 2 y con la capa 4 por los instrumentos de
alto grado de formatización. Se puede proponer como hipótesis que La Playa habría sido un sitio
de ocupación en uso, principalmente, durante el Holoceno medio I.
Cabe mencionar que entre ca 7200 y 6500 años AP hay una escasez de contextos fechados a
nivel regional (Muscio y López 2012). A partir del estudio de los sitios de la localidad de Susques,
se puede armar que justo antes y después de este “vacío” la formatización bifacial domina y se
presentan las puntas bifaciales lanceoladas, tal como se mencionó más arriba. También, se pudo
evidenciar localmente cierta continuidad en los esquemas de desbaste durante la transición entre
el Holoceno medio I y II (ca 6200 años AP). Son característicos los instrumentos más anchos
que largos y, consecuentemente, la producción de lascas más anchas que largas y las puntas
triangulares apedunculadas bifaciales de confección distinta de las del Holoceno temprano (Hoguin 2013). Regionalmente, aparecen las puntas lanceoladas bifaciales pequeñas, las hojas y las
lanceoladas sobre hoja, que son más características del Holoceno medio II. Al igual que la capa
2 de Hornillos 2, Lapao 11 tiene una posición no bien denida en el análisis de correspondencia
para las formas base. Por su parte, para el análisis que toma en cuenta los instrumentos con alto
grado de formatización, Lapao 11 se encuentra más o menos asociado con Curque, Lapao 10 y
la capa 2 de Hornillos 2. Es, entonces, difícil determinar una cronología relativa a Lapao 11, que
podría tratarse de un palimpesto.
Finalmente, según las características expuestas, es posible plantear que Curque y Lapao 10
fueron ocupados principalmente durante el Holoceno medio II. La alta presencia de hojas y de
lanceoladas sobre hoja, particularmente en este último, es bien característico de los conjuntos de
pleno Holoceno medio II.
Estas observaciones llevan a preguntarse sobre los procesos de formación de estos sitios
desde un punto de vista antrópico. En efecto, La Playa, Curque y Lapao 10 no parecen ser palimpsestos. Esto implica que las ocupaciones no permanecieron a largo plazo a través del Holoceno,
al contrario de los aleros como Hornillos 2. Se propone como hipótesis a explorar en el futuro
y para comparar a nivel regional, que estos asientos acotados en el tiempo podrían relacionarse
con las uctuaciones observadas en cuanto a la extensión de las zonas de producción primaria
359
I ( ), julio-diciembre 014: 333-364
(Yacobaccio y Morales 2005; Oxman 2010; Morales 2011). Por ejemplo, La Playa se encuentra
ubicado cercano a un paleocauce que pudo haber sido activado durante la ocupación del sitio.
Sería también interesante observar como los sitios de supercie se comportan a nivel regional
en estos términos.
Otra observación interesante desde un punto de vista evolutivo y tecnológico, es la asociación entre:
• la capa 4 y el conjunto de capas del Holoceno temprano de Hornillos 2 para el análisis
de correspondencia con las formas base
• la capa 4, la capa 3 de Hornillos 2 y La Playa para el análisis de correspondencia con
los instrumentos con alto grado de formatización
• Lapao 10, 11, Curque y la capa 2 de Hornillos 2 para el análisis de correspondencia con
los instrumentos con alto grado de formatización
Estas observaciones ilustran adecuadamente el hecho de que generalmente la evolución de
los instrumentos precede a la evolución del desbaste (Pelegrin 2000; Boda 2013). En efecto,
los puntos 1 y 2 indicarían que en la capa 4, transicional entre el Holoceno temprano y medio I
(ca 8300 años AP), se siguieron produciendo las mismas formas base que durante el Holoceno
temprano, mientras que los instrumentos son más parecidos a aquellos del Holoceno medio II. De
la misma manera, la capa 2 de Hornillos 2 y Lapao 11 son más parecidos a los sitios del Holoceno
medio I por la producción de formas base, y al Holoceno medio II por los instrumentos con alto
grado de formatización.
Para concluir, se puede observar, tanto a nivel regional como local, que ciertos artefactos
requieren de determinadas habilidades para implementar operaciones delicadas (denticulado por
presión sobre distintas puntas, desbaste de hojas, entre otros), que posiblemente fueron llevadas
a cabo por expertos. Además, en varios casos se pueden observar varias modalidades para realizar un mismo objetivo, mostrando el saber-hacer desarrollado de los talladores y la posibilidad
de interacciones entre grupos. Esto puede llevar a presuponer tanto la constitución de redes de
transmisión de información estables como un cierto dinamismo, posiblemente relacionado con la
solución de nuevos problemas provocados por diferentes necesidades y/o por las interacciones a
través el tiempo (Hoguin 2013). En este sentido, la velocidad del cambio tecnológico observado
es llamativa. La evolución de las cadenas operativas es rápida y está marcada por cambios de
distinta índole, por lo menos localmente, lo cual refuerza el valor diagnóstico a nivel cronológico
de ciertos artefactos. Tal como se observa a partir de las puntas de proyectil, los cambios y las
continuidades observadas parecen ocurrir a una escala regional (Hoguin 2013). La investigación
sobre la producción de formas base y sobre otros instrumentos además de las puntas de proyectil
podría ser fructífera para enriquecer estas observaciones. La secuencia propuesta puede servir
de marco de referencia para el cambio tecnológico, pero podría ajustarse a partir de nuevas investigaciones sobre cadenas operativas realizadas tanto en contextos fechados como en sitios de
supercie.
AGRADECIMIENTOS
A Hugo Yacobaccio y Eric Boda. Este trabajo se realizó en el marco de las becas tipo I y II
de CONICET, y retoma parte de análisis y resultados realizados durante el doctorado. Agradezco
a Gisela Cassiodoro, Rafael Goñi, Alicia Castro, Antoine Lourdeau y María Farias Gluchy por
sus valiosos comentarios. Quiero también agradecer particularmente a Marcelo Cardillo por su
ayuda y sus considerables aportes para la elaboración de este trabajo. Finalmente, agradezco a los
evaluadores, Patricio De Souza y Enrique Moreno por la pertinencia de sus críticas y correcciones
que permitieron mejorar este artículo.
360
NOTAS
1
Se entiende por uncin el para qué sirve un artefacto y por uncinaient cómo sirve. Este último
aspecto está relacionado con el artefacto en movimiento, el enmangue y el gesto que lo acompaña. Ciertos grados de libertad permiten expresiones propiamente culturales en este caso (Leroi-Gourhan 1971;
Lemonnier 1986; Boda 2013).
Se hace referencia a un muestreo tomado en una capa, un conjunto de capas o en un sitio de supercie.
3 En este caso se hace referencia a instrumentos cuyas etapas de producción son independientes entre ellas
(ver Boda 2013), lo que involucra que pueden haber tenido una historia de vida variable.
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Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología
I ( ), julio-diciembre 014: 365-386
ENTES DE APROVISIONAMIENTO DE MATERIA PRIMA SISTEMAS
DE PROD CCIÓN LÍTICA EN LOS ANDES NOROESTE DE SAN AN‰
ARGENTINA
Silvina
astro„ ustavo ƒ ucero„„
aleria ortegoso„„„
iego ‹inocur„„„„
Fecha recepción: 7 de noviembre de 013
Fecha de aceptación: 15 de agosto de 014
RES• EN
Se presenta un estudio so re disponi ilidad explotaci n de recursos líticos en un rea
de la ordillera de los Andes ŒN de San uan Argentina) ue inclu e un gradiente altitudinal
comprendido entre el límite internacional argentino‡c ileno Œ •ŽŽ msnm) el valle del río de las
€aguas Œ‚ •ŽŽ msnm) Se eval a la disponi ilidad la calidad de rocas aptas para la talla lítica
mediante la caracteri•aci n de uentes de materia prima de talleres líticos u icados en tres
rana altitudinale a ateria ria n caracteriada acrcica  etrrcaente
Se discute la implementaci n de sistemas de producci n lítica secuenciales Œsensu Ericson
‘)
en unci n a las características de las uentes sus empla•amientos en am ientes con o ertas
diversas para la ocupaci n umana Se ela ora una ase regional de recursos líticos una carta
elica diitaliada ediante un S cn el n de autar l dat arquelic re uente
recursos líticos con la in ormaci n geol gica del rea
Palabras clave: uentes ’ talleres líticos ’ petrogra ía ’ geología ’ N de San uan
Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Laboratorio de Paleoecología umana, Facultad
de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo. E-mail: [email protected]
Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Laboratorio de Paleoecología umana,
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo. E-mail: [email protected]
Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Laboratorio de Paleoecología umana,
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo. E-mail: [email protected]
Instituto de Estudios Andinos, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Departamernto de Ciencias
Geológicas, Universidad de Buenos Aires. E-mail: [email protected]
365
I ( ), julio-diciembre 014: 365-386
I€ I S •R ES R •RE EN€ AN
R • €I N S†S€E S IN € E AN ES
ŒN R€ ‹ES€ ƒ SAN •AN AR EN€INA)
A S€RA €
‹e present a stud o availa ilit and exploitation o lit ic resources in an area o t e
Andes ŒNort ‰est San uan rovince Argentina) € e stud region covers an altitudinal gradient
rom t e international order et‰een Argentina and ile Œ •ŽŽ masl) and t e €aguas valle
Œ‚ •ŽŽ masl) € e stud assesses t e availa ilit and ualit o material suita le or lit ic
manu acturing t oug c aracteri•ations o ra‰ materials and lit ic ‰or“s ops in t ree altitudinal
•ones € e ra‰ materials are c aracteri•ed t roug macroscopic and petrograp ic anal ses
€ e stud discusses t e development o lit ic production s stems Œsensu Ericson
‘) in terms
o t e eatures o t e lit ic sources and t eir locations in environments ‰it diverse resources
conducive to uman occupation A regional IS data ase is presented o lit ic resources as ‰ell
as digiti•ed geological map in order to etter correlate arc aeological data and lit ic resources
‰it geological in ormation
Keywords: lit ic sources ’ lit ic ‰or“s ops ’ petrograp ’ Nort ‰est San uan
rovince ’ Argentina
INTRODUCCIN
En este trabajo se presenta un estudio sobre disponibilidad de recursos líticos en la cuenca
alta del río de Las Taguas (S2910/ S2930 y O7000/O6950), departamento de Iglesia (NO de
San Juan, Argentina). La región estudiada se ubica entre el límite cordillerano argentino-chileno
(5.600 msnm) y la Cordillera de la Ortiga (3.700 msnm), y comprende los valles interandinos
emplazados entre estas formaciones (gura 1). La accesibilidad a este sector cordillerano es
inuida principalmente por la topografía, en este sentido las vías provenientes de los valles del
Norte Semiárido Chileno presentan menores costos que las procedentes de los valles del este,
donde los rasgos topográcos son más abruptos (Lucero et al 2013).
idrológica y geográcamente el área comprende la cuenca alta del río de Las Taguas,
colector principal, y sus subsidiarios (arroyo Guanaco onzo y ríos Los Amarillos, Turbio y
Potrerillos). Geomorfológicamente es un ambiente periglaciar caracterizado por un predominio
de ciclos de hielo y deshielo del terreno, con clima seco e inviernos rigurosos. Es un ambiente
desértico con precipitaciones principalmente en forma de nieve y temperaturas que promedian
los 10C en verano y los -20C en invierno (Cabrera 1994).
Desde el punto de vista togeográco, el valle de Las Taguas está inserto en el Dominio
Andino Patagónico (Cabrera 1994). La vegetación corresponde a la Provincia Alto-andina, donde
la ora presenta un gradiente norte-sur de elementos de los ambientes puneño (Distrito Quechua),
andino-desértico y andino-mediterráneo (Distrito Cuyano) (Teillier 2006). En cuanto a la abundancia de las vegas, Teillier (2006) señala que siempre supera a la de la vegetación zonal, lo que
genera una alta cobertura que resulta de gran importancia para la fauna nativa. La distribución
general es variable dependiendo de la altitud (Castro et al. 2013b). En relación con la fauna, se
trata de una región de alta variedad de especies, entre las que se destacan los patos típicos de alta
montaña (por ej. Juarjual op onetta specularioides y piuquén
loep aga melanoptera), el
guanaco ( ama guanicoe), el puma ( uma concolor), el zorro colorado ( seudalopex culpaeus)
y diversos roedores como la vizcacha serrana ( agidium viscacia) y el tuco tuco ( tenom s sp.)
(Castro et al. 2013b).
En un contexto sudamericano y mundial las investigaciones arqueológicas sobre disponibilidad regional de recursos líticos han cobrado creciente relevancia, destacándose la importan366
cia del aprovisionamiento en la organización de la subsistencia (Luedtke 1979; Ericson 1984;
Bamforth 1986; Flegenheimer y Bayón 1999; Escola 2002; Bellelli 2005; Brewer-LaPorta et al
2010; entre otros). Los estudios arqueológicos efectuados anteriormente en el departamento de
Iglesia se concentraron en el centro y sur del valle oriental homónimo (1.500-2.000 msnm) y
abarcaron problemáticas de sociedades cazadoras-recolectoras y agropastoriles (Gambier 1988,
2000). Con respecto a la tecnología lítica, dichos estudios ofrecieron una descripción tipológica
de los conjuntos artefactuales. Por otro lado, los únicos trabajos realizados en áreas cordilleranas
del extremo norte se reeren a la problemática incaica (Schobinger 1966; Stehberg 1995).
En el área de estudio los trabajos arqueológicos son recientes y se iniciaron en el año 2004.
Estas investigaciones han permitido localizar veintinueve sitios arqueológicos, a cielo abierto
y en abrigos rocosos, con una secuencia de ocupación que abarca casi todo el oloceno, desde
ca 9000 AP hasta ca 500 AP (Cortegoso et al 2012b; Castro et al 2013a, 2013b; Cortegoso
2013). Los estudios sobre tecnología lítica efectuados hasta el momento se han orientado hacia
el conocimiento y comprensión de la organización tecnológica y cómo esta se relaciona con otros
aspectos del comportamiento humano de los grupos que ocuparon estacionalmente el valle de Las
Taguas (Cortegoso et al 2012a; Castro et al 2013a, 2013b).
El objetivo general de este artículo es aportar mayor información sobre la distribución y
caracterización de fuentes de materia prima lítica. Los resultados obtenidos permitirán evaluar
las estrategias de producción, selección y transporte involucradas en el manejo de los recursos,
así como también comprender los cambios en las estrategias de aprovisionamiento y manejo de
materias primas de distintas fuentes ocurridos a lo largo de la ocupación humana del área.
Figura 1. Área de estudio, franjas altitudinales y ubicación de fuentes y sitios arqueológicos
367
I ( ), julio-diciembre 014: 365-386
El trabajo de campo incluyó prospecciones geológicas y arqueológicas. En la mayoría de los
casos se realizaron relevamientos sistemáticos mediante recolecciones superciales y levantamientos
planialtimétricos. Los datos obtenidos en campo se volcaron en una carta geológica digitalizada
mediante un SIG. El trabajo multidisciplinario entre la arqueología y la geología (inocur 2010,
2013) ha sido sustancial para la identicación de aoramientos primarios, la clasicación macroscópica de las rocas y las variables analizadas. Estos estudios han sido complementados con
análisis petrográcos de corte de lámina delgada (Enrique Tidy, TIDY  Cía. Ltda.) procurando
una aproximación más precisa en la asociación entre fuentes y muestras de sitios.
Este estudio ha permitido discutir el tipo de sistema de producción lítica (sensu Ericson
1984) implementado por quienes explotaron este ambiente en el pasado y proponer la práctica
de un sistema de tipo secuencial como respuesta a la manera en que se presentan las rocas en las
fuentes y las diversas ofertas de cada ambiente en virtud de los diferentes niveles altitudinales
de los emplazamientos.
CONSIDERACIONES TERICO-METODOLGICAS
El estudio tecnológico es enfocado desde una perspectiva organizacional (sensu Nelson 1991),
para la cual las estrategias tecnológicas implementadas por los grupos humanos son respuesta a
condiciones ambientales y a estrategias económicas y sociales. Se considera la producción lítica
como un proceso que forma parte de un sistema, el cual comprende la totalidad de actividades
sincrónicas y localizaciones involucradas en la utilización y modicación del material lítico de una
única fuente especíca para manufacturar y utilizar herramientas de piedra en un sistema social
amplio (Ericson 1984:3). Este proceso puede ocurrir a lo largo de una región dependiendo de la
distribución de los recursos en el medio y las estrategias que los grupos implementan. A su vez,
las etapas de manufactura pueden ser efectuadas en uno o varios sitios, lo que permite diferenciar
entre sistemas terminales, secuenciales o irregulares. Cuando el proceso reductivo es secuencial,
la actividad de talla se inicia en un espacio determinado y se completa en otros, que pueden ser
los sitios de uso de las herramientas o estar cerca de estos (Ericson 1984:4).
La elección de recursos depende tanto de la forma en que se planica el aprovisionamiento
dentro de otras actividades necesarias para la subsistencia como de la disponibilidad de materia
prima y su modalidad de acceso (Gould 1978; Binford 1979; McAnany 1988). Se entiende la
disponibilidad como la abundancia de recursos, la distribución y accesibilidad a las fuentes, las
posibilidades de extracción de las rocas y las variables que hacen a las necesidades especícas de
ejecución de tareas (Johnson 1989; Bamforth 1992; Andrefsky 1994; Kuhn 1995). En el estudio
de la disponibilidad, en todos sus aspectos, se consideran diversas características de fuentes y
recursos. La accesibilidad a las fuentes tiene implicancias en los costos de obtención y transporte
(Elston 1990; Kuhn 1995; Andrefsky 2005). En este caso, la variable fundamental para ponderar
estos costos está vinculada con la ubicación de las fuentes a distintas altidudes en un rango que
incluye la divisoria andina. Para evaluar este punto se delimitaron dentro del área de estudio tres
franjas con diferencias altitudinales y ambientales (gura 2). La de mayor altitud (5.600-4.000
msnm) se encuentra en la divisoria de aguas argentino-chilena. La franja intermedia se ubica en
los valles del arroyo Los Amarillos, del río Potrerillos y del arroyo Guanaco onzo (3.999-3.800
msnm). Finalmente, la franja de menor altitud (menor a 3.799 msnm) comprende el fondo del
valle del río de Las Taguas Superior.
En cuanto a la calidad de las rocas, se considera que los mejores recursos son aquellos
que presentan estructura homogénea microcristalina sin diaclasas, inclusiones u otro tipo de
irregularidades, lo que les otorga una fractura concoidal (Elston 1990; Dibble 1992; Nami 1992;
Bayón et al 1999; Andrefsky 2005). Además, se tienen en cuenta ciertos procesos mecánicos y
368
térmicos que afectan la calidad de la roca para la talla ya que el área de estudio tiene un ambiente
periglaciar caracterizado por un predominio de ciclos de hielo y deshielo del terreno que pueden
provocar termoclastia generando un alto grado de fracturación de las rocas. También se considera
la abundancia, tamaño y forma de los nódulos disponibles, características que inciden en la morfología nal de las herramientas (Flenniken y ilke 1989; Kuhn 1992; Andrefsky 2005). Para
la caracterización del tamaño promedio de los nódulos disponibles en cada una de las fuentes se
utilizan las categorías propuestas por Bagolini (1971 en Aschero 1975-1983)1.
Figura 2. Ubicación altitudinal y densidad de piezas líticas por m en fuentes
y talleres líticos con relevamientos arqueológicos sistemáticos
En cuanto a la caracterización de las fuentes, se distingue entre primarias y secundarias; las
primarias son aquellas en las que el material aparece en forma de lones u otras manifestaciones
geológicas originarias de la zona y las secundarias, aquellas en las que la materia prima ha sido
transportada por algún agente (Nami 1992). Se discrimina la existencia de fuentes con taller que
hacen referencia a lugares donde hay rocas utilizables así como evidencias arqueológicas de talla
lítica. Se utiliza el término de cantera potencial para aludir a lugares con rocas aptas para la talla,
pero sin evidencia arqueológica de haber sido explotadas (Nami 1992).
Las cartas geológicas, por lo general, poseen una escala de 1:250.000 por considerarse la
más apropiada para una mejor comprensión de las características geológicas regionales. Aunque
en regiones de interés geológico o minero se confeccionan cartas en una escala de 1:100.000
no siempre son adecuadas para el estudio arqueológico de fuentes de materia prima debido a
que la información que contienen posee una resolución de grano muy grueso. Teniendo esto en
consideración, se ha confeccionado una carta geológica en una escala de 1:100.000 con información estricta de campo en una escala adecuada para el trabajo arqueológico (gura 3). Para
ello se volcaron en un SIG datos obtenidos a través de trabajos de campo geológicos (inocur
2010, 2013) y arqueológicos. Como cartografía de base se utilizó la oja Geológica Cordillera
del ancarrón (Malizia et al 1997). La carta geológica se estructuró conforme a los depósitos
inconsolidados y depósitos consolidados de la región. Los primeros hacen referencia a los diversos procesos geomorfológicos de modelado del relieve y sectores de parches de vegetación.
Los segundos se reeren a las características litológicas del área del Valle del Taguas, que son
relevantes para los estudios de la tecnología lítica. Con el objeto de calcular el área cubierta por
cada formación litológica se utilizó el módulo Spatial Anal st del software ARCGIS 10.1. Esta
herramienta ha sido aplicada en investigaciones similares en diferentes regiones del mundo que
destacan su efectividad en estudios sobre explotación de recursos líticos (Baena Preysler et al
1999; Bruxelles et al 2010; Magnin 2011).
La detección de fuentes de materia prima y talleres líticos se realizó mediante prospecciones y relevamientos arqueológicos y por medio de estudios geológicos. En total se detectaron 5
369
I ( ), julio-diciembre 014: 365-386
fuentes primarias (4 canteras potenciales), fuentes primarias con taller, 3 fuentes secundarias
(1 cantera potencial) y 4 talleres líticos. Los estudios arqueológicos incluyeron levantamientos
planialtimétricos y recolecciones superciales que cubrieron entre el 80% y el 100% de la supercie de cada uno de los sitios/fuentes. Esto permite estimar la extensión de los sitios/fuentes, la
diversidad y disponibilidad de rocas y las densidades de material por m . El material recuperado
ha sido categorizado en nódulos, núcleos, productos de talla (incluyendo lascas externas, internas
y microdesechos) e instrumentos, lo que posibilita evaluar la representación de las principales
etapas de producción lítica. Dada la importante meteorización de las rocas, la distinción entre
piezas de fracturación natural y núcleos es dicultosa. Se evalúan como núcleos aquellos cuyas
extracciones son claras y permiten una vinculación certera con actividades de origen antrópico.
CARACTERSTICAS GEOLGICAS DEL ÁREA DE ESTUDIO
Las formaciones geológicas estudiadas cubren un área de 408,36 km (gura 3 y tabla 1).
El área del río de Las Taguas Superior fue afectada por eventos volcánicos en diversas etapas a
lo largo de su evolución geológica. Los más importantes han ocurrido durante los períodos Permo-Triásico (ca. 280 a 250 millones de años), y Oligoceno superior a Mioceno Inferior (ca. 28
a 17.5 millones de años). Cada uno de estos eventos volcánicos posee la participación de rocas
intrusivas, extrusivas y volcaniclásticas asociadas.
Durante el Pérmico-Triásico se deposita el Grupo Choiyoi asociado al Ciclo Magmático
Choiyoi (Llambías et al 1996). La litología de estas formaciones corresponde a ignimbritas de
composición dacítica a riolítica, andesitas, dacitas y riolitas. Las rocas del grupo Choiyoi se
caracterizan por un alto grado de silicicación. A su vez, estas ignimbritas riolíticas han sido
intruídas por vetas de cuarzo las cuales tienen más de 3 metros de potencia en aoramiento.
Están compuestas por cuarzo con estructuras en diente de perro, mientras que en otros casos se
desarrollan de manera drusiforme. Las unidades correspondientes a este grupo se distribuyen a
lo largo de la Cordillera de Colangüil, del Cordón de La Ortiga y en algunos tramos en ambas
márgenes del río de Las Taguas.
Durante el período Oligoceno-Mioceno Inferior se dan las formaciones Tillito y Escabroso,
correspondientes al Grupo Doña Ana, caracterizadas litológicamente por poseer lavas riolíticas,
dacíticas y andesíticas. Durante esta fase ocurre un segundo evento magmático importante vinculado al Grupo Doña Ana (Martin et al , 1995); después de este evento se desarrolla un sistema de
vetas en la ladera occidental del Cordón de La Ortiga, sobre la margen derecha del Taguas. Estas
se alojan en la Formación Escabroso, se encuentran en relación de intrusión con las rocas de caja
de distinta composición y edad, y poseen un desarrollo variado dependiendo de las rocas de caja
en las cuales se alojan. Las más notables están compuestas por sílice cristalina de reemplazo de
color blanco a gris claro. Su composición es variada pero, en general, corresponde a distintos tipos
de sílices de relleno con estructuras del tipo diente de perro, microcristalinas y calcedónicas. El
segundo tipo de veta está conformado por un crecimiento gradual hacia su centro, compuesto por
sílice de reemplazo de color blanquecino, seguida por una sílice representada por cristales de buen
desarrollo (textura drúsica) culminando en el centro con una sílice calcedónica de color verdoso
a gris claro. Un tercer tipo de veta, aunque de menor desarrollo, está compuesto por cristales de
sílice y adularia que generan un bandeamiento característico. Los cristales de adularia (KAlSi3O8)
poseen un color blanquecino y las agujas de sus cristales apuntan hacia el centro de las vetas, que
corresponden a un sistema hidrotermal de baja sulfuración de probable edad Miocena superior.
Durante el Mioceno Superior se da la formación Tambo, a la cual corresponden ignimbritas
dacíticas y riolíticas y domos y depósitos de bloques y cenizas. acia nes del Mioceno (ca.
12 a 10 millones de años) la zona estuvo sujeta a procesos hidrotermales que han obliterado la
370
estructura y composición original de las rocas allí presentes. Esto ha generado regionalmente
una amplia zona de aoramientos rocosos que presentan un importante grado de silicicación.
Estas condiciones, sumadas a la complejidad estructural, hacen dicultosa la comprensión de la
estratigrafía y estructura geológica de la región.
En relación con los depósitos cuaternarios, existe en la región de estudio una gran distribución, desde las regiones de mayor altitud hasta la zona del valle del río de Las Taguas, donde se
diferencian cinco tipos de depósitos recientes asociados a distintos procesos geomorfológicos:
glaciouviales, aterrazados, de remoción en masa, coluviales y aluviales (inocur 2013).
Los estudios geológicos y la elaboración de una carta con sus resultados permitieron observar
la gran variedad litológica y ubicuidad espacial de rocas en la cuenca alta del río de Las Taguas.
Solo algunos de estos recursos se encuentran representados en los registros arqueológicos del
área de estudio, de los cuales los agregados hidrotermales y las tobas riolíticas cristalinas son las
de mayor recurrencia. En menor proporción, en los conjuntos arqueológicos, también aparecen
riolitas, tobas dacíticas y andesitas. Se destaca que los tipos mencionados, excepto las riolitas,
están entre los aoramientos que cubren mayor supercie en el área (tabla 1).
Figura 3. Carta geológica de la cuenca superior del río de Las Taguas
371
I ( ), julio-diciembre 014: 365-386
Tabla 1. Distribución de los depósitos, porcentaje y supercie de cobertura
De• si os
Coluviales
ea e co e
Š 2
100,48
a en
Po cen a e e
sup
24,60%
M es as
a ‚ eol „icas
NO
SI
Toba riolítica cristalina
66,99
16,40%
Flujo andesítico
5 ,39
12,82%
SI
Aluviales
5 ,33
12,81%
NO
Agregado hidrotermal
7,5
6,73%
SI
Toba dacítica cristalina
3, 1
5,68%
SI
ranito
1,56
5,27%
NO
Arenisca
18,66
4,56%
NO
Diorita
14,97
3,66%
NO
Arenisca volcanogénica
14,19
3,47%
NO
Riolita
4,98
1,21%
SI
Terraza Glaciuvial
3,63
0,88%
NO
,89
0,70%
SI
Dacita
Toba andesítica cristalina
Morena
,71
0,66%
SI
1, 3
0,30%
NO
Depósitos de Remoción en Masa
0,34
0,08%
NO
Vega
0, 8
0,06%
NO
FUENTES DE MATERIA PRIMA Y TALLERES LTICOS
ƒran a de ma or altitud Œ •ŽŽ‡‘ ŽŽŽ msnm)
En la divisoria argentino-chilena se detectaron los sitios ARQ-C15 y ARQ-C14, ambos
sitios están compuestos por una fuente primaria y un taller lítico asociado a esta y se encuentran
ubicados a 4.500 y 4.200 msnm respectivamente (gura 1).
ARQ-C15: fuente primaria con taller lítico
El sitio ARQ-C15 (4.500 msnm) se localiza sobre una peneplanicie inclinada levemente hacia
el este y cubre una supercie de 22.938 m (gura 1). Su ubicación en un ambiente periglaciar con
procesos criogénicos le otorga un alto grado de meteorización. Se caracteriza por vientos constantes
que extraordinariamente superan los 100 km/h. Posee una amplitud térmica diaria y estacional
muy amplia, por lo que las rocas están muy meteorizadas y con un grado de fracturación extrema
y la generación de pátina del desierto. La termoclastia diculta la discriminación de las rocas
fracturadas por actividades de talla lítica de aquellas fracturadas por dichos procesos naturales.
La vegetación en estos sectores es nula; solo se encuentran algunos especímenes que no superan
el centímetro por encima del nivel de los clastos. Sumado a ello, la escasez de reparos hace de
este ambiente un espacio poco apto para permanencias largas.
Los aoramientos de rocas se encuentran en las laderas de los cerros circundantes. La
meteorización provoca la desagregación de las rocas en forma de bloques de tamaños medianos
y grandes (entre 4 y 15 cm) y la erosión, su dispersión. Las rocas disponibles para la talla no son
abundantes y, en general, poseen corteza. Las calidades, si bien son buenas, no son las mejores
37
disponibles en el área de estudio debido al grado de fracturación que presentan. Los recursos son
categorizados macroscópicamente como silíceas criptocristalinas no translúcidas de colores rosado
amarillento pálido (1D4), marrón oliva claro (11) y verde amarillo moderado (1L1) (tabla 2).
El relevamiento arqueológico abarcó un 4,9% del área (1.146 m ) y se recolectó un total de 74
piezas; la densidad es de 0,06 elementos por m . El registro lítico está compuesto por un 55%
de nódulos (N41), un 41% de núcleos (N30), un 3% de productos de talla (N2) y un 1% de
artefactos formatizados (N1).
ARQ-C14: fuente primaria con taller lítico
El sitio ARQ-C14 (4.200 msnm) se localiza a 1,5 km al noreste de ARQ-C15. Las características ambientales son similares a las descritas anteriormente, destacándose la ausencia de
vegetación y refugios naturales y las condiciones climáticas adversas para la estadía humana. El
sitio posee una supercie de 16.000 m (gura 1). Comprende un aoramiento de rocas silíceas
no translúcidas de colores rojo moderado (1G1), naranja rojizo fuerte (1G2) y naranja rojizo
moderado (1G3) (tabla 2), junto al cual hay una concentración de bloques de dicha materia prima
de tamaños pequeño, mediano y grande, que oscilan entre los 2 y 15 cm. Además, a 40 m hacia
el este, hay una gran dispersión de bloques fracturados, con la misma variedad de tamaños, de
rocas silíceas no translúcidas de color amarillo brillante (1I2), amarillo naranja (1I3), azul muy
pálido (1M4) y los antes mencionados (1G1, 1G2 y 1G3) (tabla 2). Las rocas disponibles en esta
fuente presentan altos índices de corteza. En este caso la materia prima es muy abundante y la
calidad es buena, pero con altos grados de fracturación. Se efectuaron 14 unidades circulares de
recolección, de 5 m de radio cada una (78,5 m ), que cubrieron el 6,9% de la supercie (1.099
m ). Se registraron 335 piezas que arrojan una densidad de 0,3 elementos por m . El 75% de la
muestra son productos de talla (N250), el 14% núcleos (N47), el 10% nódulos (N35) y el 1%
artefactos formatizados (N3).
ƒran a de altitud intermedia Œ‚
‡‚ ŽŽ msnm)
En esta franja altitudinal se encuentran fuentes primarias, secundarias y talleres líticos ubicados
en los valles del arroyo Guanaco onzo y de los ríos Potrerillos, Turbio y Los Amarillos.
Valle del río Potrerillos: fuente primarias Potrerillos A y B, y talleres líticos ARQ-C08 TA y
ARQ-C08 TB
El río Potrerillos se localiza sobre un valle glacio-uvial, cuyas nacientes se encuentran en
la divisoria internacional y, siguiendo una dirección SO-NE, drena hacia el río de Las Taguas. En
las partes bajas del valle existen vegas y disponibilidad de agua permanente. Sobre un cono de
detritos en la margen derecha del río se encuentra la fuente Potrerillos A (3.900 msnm) (gura 1).
Se trata de una fuente primaria que cubre aproximadamente 1.500 m . Se relevaron 11 núcleos de
tamaños muy grandes que superan los 20 cm, los que debido a su ubicación pudieron sufrir algún
tipo de fracturación de origen natural y no solo antrópica. Las rocas son un subtipo de silícea
criptocristalina no translúcida de color amarillo naranja claro (1D2) y una toba riolítica cristalina
de color amarillo pálido (9A2) (tabla 2). Estos recursos presentan una calidad muy buena para
la talla y son mejores que los de la divisoria ya que no presentan fracturación por meteorización.
Las rocas disponibles prácticamente no tienen corteza.
Por otro lado, en la margen izquierda del río Potrerillos, existe un aoramiento de rocas
silíceas criptocristalinas ubicado en la ladera SE del cerro Pelado (gura 1). La fuente no cuenta
con prospecciones arqueológicas, ha sido relevada geológicamente y, por tanto, es abordada
como una cantera potencial. El relevamiento geológicos ha permitido conocer la disponibilidad
373
I ( ), julio-diciembre 014: 365-386
de recursos de muy buena calidad para la talla, sin inclusiones e impurezas. Esta fuente primaria,
denominada Potrerillos B (3.920 msnm), corresponde estratigrácamente al denominado Grupo
Choiyoi, ofrece una disponibilidad de rocas de tonalidades blancas con vetas rojas (1A3) y púrpura rojizo pálido con manchas blancas (1F1) (tabla 2). Estos subtipos han sido caracterizados
microscópicamente como roca volcánica de composición dacítica a riolítica, de coloración rojiza
la cual presenta fenocristales de cuarzo inmersos en una matriz de vidrio volcánico (Cortegoso
et al 2012a).
Las materias primas disponibles en las fuentes Potrerillos A y B se encuentran representadas
en el registro arqueológico de dos talleres líticos denominados ARQ-C08 TA (Terraza Alta) y
ARQ-C08 TB (Terraza Baja), hallados en dos niveles de terraza sobre la margen izquierda del
río Potrerillos (gura 1). En ambos sitios se realizó una recolección supercial mediante unidades
circulares de 5 m de radio. El sitio ARQ-C08 TA (3.820 msnm) posee una supercie de 1.800 m
de la cual se relevó el 17,4% (314 m ) a través de cuatro unidades de recolección. Se recuperó un
total de 104 piezas líticas con una densidad de 0,3 elementos por m . Los materiales registrados
son principalmente productos de talla con un 79,5% de la muestra (N83), luego aparecen núcleos
con un 12,50% (N13) y, nalmente, nódulos e instrumentos con un 7% (N7) y 1% (N1)
respectivamente. En el sitio ARQ-C08 TB (3.810 msnm), con un área de 28.500 m , se plantearon
25 unidades de recolección que cubrieron el 6,88% (1.963,5 m ). Se recuperaron 1.223 piezas,
por lo que la densidad del sitio es de 0,6 elementos por m . La muestra está compuesta por un
96,9% de productos de talla (N1.184), un 1,8% de núcleos (N23), un 1% de nódulos (N11)
y un 0,4% (N5) de instrumentos.
Arroyo Guanaco onzo: fuente secundaria Guanaco onzo
El arroyo del Guanaco onzo, localizado al sureste del río Potrerillos, nace en la zona del
límite internacional argentino-chileno, posee un sentido SO-NE y es otro de los auentes del río
de Las Taguas (gura 1). En el sector medio de este arroyo, sobre su margen derecha y por encima
de la terraza aluvial a 4.000 msnm, se expone nuevamente el aoramiento que compone la fuente
Potrerillos B (dacitas, riolitas e ignimbritas silicicadas). Se trata de una fuente secundaria de
los recursos 1A3 y 1F1, los cuales aparecen en forma de grandes bloques fracturados debido a
un deslizamiento desde su zona de arranque ubicada a 300 m por encima del depósito (inocur
2010) (gura 1). Al igual que en Potrerillos B esta fuente ha sido relevada geológicamente por lo
que aún no se cuenta con información arqueológica sobre la abundancia de materia prima. Debido
a la ausencia de relevamientos arqueológicos en el lugar, tampoco se tiene conocimiento sobre su
explotación, por tanto, es considerada una cantera potencial. Como se mencionó anteriormente,
las rocas son de buena calidad para la talla debido a la ausencia de inclusiones y clivajes.
Valle del río Los Amarillos: fuente secundaria Amarillos y taller lítico ARQ-26
El río Los Amarillos se encuentra en el extremo norte del área de estudio, con una altitud
de 4.100 msnm en las cabeceras del valle y 3.720 msnm en la junta con el río de Las Taguas.
Modelado por procesos glaciarios, el río se extiende en dirección NO-SE desde la Cordillera del
Límite hasta desembocar en el río de Las Taguas (gura 1). En la cabecera del valle se localiza
una cantera potencial pues solo cuenta con relevamientos geológicos. Se trata de una fuente
primaria compuesta mayormente por rocas volcánicas con participación de tobas riolíticas con
gran cantidad de cristales de cuarzo; también existen cuerpos graníticos que intruyen en estas
secuencias. Desde su posición original estas rocas han sido transportadas tres kilómetros hacia el
valle de Los Amarillos mediante sucesivos ujos de detritos. Esta fuente secundaria, denominada
fuente Amarillos (3.900 msnm), posee abundantes bloques de las tobas mencionadas que han
sufrido un proceso de silicicación (1D5).
En la margen derecha del curso alto del arroyo Los Amarillos, sobre un sector elevado
374
del valle, se encuentra el sitio ARQ-26 (3.900 msnm) (gura 1). Este emplazamiento está
conformado por un bloque errático de tres metros de alto, que genera resguardo de los vientos, y
una concentración de material lítico en su entorno. Abarca un área de 30 x 15 m. Se realizó una
unidad de recolección de 4 m que representa el 0,9% del sitio. Se recuperaron 426 piezas líticas
que dan cuenta de una densidad artefactual muy elevada: 106,5 elementos por m . Las materias
primas predominantes (88%) son rocas silíceas criptocristalinas no translúcidas de color amarillo
pálido (1D5), de calidad muy buena para la talla (tabla 2). La totalidad de las piezas son productos
de talla: el 34% lascas externas (N145), el 29% lascas internas (N122), el 34% microlascas
(N145) y el 3% a indiferenciados (N14).
Valle del río Turbio: fuente primaria Turbio
El río Turbio, tributario del río de Las Taguas, está conformado por los arroyos Canito y
Turbio cuyas nacientes se localizan en el sector del límite internacional. El valle que lo contiene
es de origen glaciario, con morenas laterales (gura 1). Sobre la morena sur, en la margen derecha
del río Turbio, se detectó una fuente primaria de rocas silíceas de composición hidrotermal (3.900
msnm) (gura 4). Se trata de brechas hidrotermales con un alto grado de silicicación, las cuales
aoran en paredones de unos 60 m de altura y son de fácil acceso (inocur 2010). Aún no se
han efectuado en esta fuente prospecciones arqueológicas que nos permitan evaluar su tipo de
disponibilidad y su explotación antrópica, por lo que se la considera una cantera potencial.
Figura 4. Fuente primaria Turbio
ƒran a de menor altitud Œmenos de ‚ •
msnm)
En un sector del valle del río de Las Taguas se localizó una fuente primaria, una secundaria
y un sitio con taller lítico.
375
I ( ), julio-diciembre 014: 365-386
Valle del río de Las Taguas: fuente primaria y secundaria Taguas, y taller lítico ARQ-15
El sector donde se encuentran estas fuentes se ubica en la ladera occidental del Cordón
de La Ortiga, sobre la margen derecha del río de Las Taguas, a 1 km al NE de la junta de los
ríos Turbio y Las Taguas (gura 1). Se trata de uno de los sistemas de vetas de la Formación
Escabroso correspondiente al Grupo Doña Ana de edad Miocena media. Su existencia ocurre
principalmente en este sector del río de Las Taguas, restringidas en un radio de aproximadamente
siete kilómetros tomando como centro el sitio ARQ-15. Como se mencionó en el apartado sobre
las características geológicas, el desarrollo de estas vetas varía de acuerdo a las rocas de caja en
las cuales se alojan. Las de mejor desarrollo son las cercanas al sitio ARQ-15, el cual se localiza
a 900 m en línea recta. Sobre la base de esta cercanía y de la presencia en el sitio de los mismos
subtipos de roca (37%), silíceas de tonalidades blancas (1B4) (tabla 2), se considera a estas
vetas la fuente primaria denominada Taguas (3.700 msnm). La fuente secundaria aparece sobre
la supercie de los cerros que cierran el valle del río de Las Taguas hacia el este. Esta fuente se
compone de fragmentos naturales desprendidos de las vetas primarias anteriormente mencionadas.
La disponibilidad de este recurso en forma de vetas diculta su extracción aumentando los costos
de obtención y disminuyendo su utilidad. En cuanto a calidad este subtipo de roca es muy bueno
para la talla lítica.
En el mismo sector de las fuentes antes descritas se localiza el sitio ARQ-15 (3.742 msnm),
sobre una supercie pequeña e inclinada al pie de formaciones elevadas que cierran el valle hacia
el este. Es un taller lítico que cubre un área de 50 x 30 m. Posee un acondicionamiento formado
por un pequeño pircado de 1 m de largo que une dos grandes bloques naturales. Cuenta con una
importante dispersión supercial de productos líticos. Se realizó una unidad de recolección de 4 m
que relevó el 0,3% de la supercie total del sitio. El registro cuenta con 56 elementos líticos, que
representan una densidad de 14 elementos por m . De estos materiales el 12,5% son indiferenciados
(N7); el 21,5%, lascas externas (N12); el 46,5%, lascas internas (N26); el 14,2%, microlascas
(N8) y el 5,3%, artefactos formatizados (N3) (Cortegoso et al 2012a).
CARACTERIACIN DE MATERIAS PRIMAS
Las rocas del registro arqueológico se caracterizaron inicialmente mediante una clasicación
macroscópica, la cual ha sido aplicada en estudios similares efectuados en otras regiones (Aschero
et al 1993-94; Escola 2002; Cortegoso 2008; Lucero et al 2006; Solar et al 2010; entre otros).
La clasicación efectuada incluye 9 tipos generales de rocas, divididos en subtipos sobre la base
de las cualidades de color, textura, brillo y translucidez (tabla 2). La caracterización macroscópica
de colores se efectuó a partir de las tablas de color Munsell para suelos y la aplicación digital
mColorBook (libro de color Munsell digital). Mediante esta última se obtuvo la paleta de colores
RGB.
Con el objeto de caracterizar petrográcamente las rocas y tener una aproximación sobre
la procedencia de los diversos recursos líticos, se seleccionaron 10 muestras arqueológicas sobre
las que se realizaron análisis de cortes de lámina delgada (Enrique Tidy, TIDY  Cía. Ltda.).
Las muestras corresponden a fuentes, talleres líticos superciales y sitios estraticados. En la
tabla 3 se presentan las características microscópicas de las muestras, agrupando aquellas que
poseen caracterizaciones petrográcas similares. También se señala el origen de cada una y la
nomenclatura macroscópica correspondiente.
376
Tabla 2. Materias primas de la cuenca del río de Las Taguas Superior
Ti•o
S
i•o e MP
1D4: roca silicicada de color rosado amarillento pálido,
grano no-medio, opaco, no translúcido
11: roca silicicada de color marrón oliva claro, grano
no, opaco, semitranslúcido
1L1: roca silicicada de color verde amarillo moderado,
grano no, opaco, no translúcido
1G1: roca silicicada de color rojo moderado, grano no,
opaco, no translúcido
1G2: roca silicicada de color naranja rojizo fuerte, grano
no-medio, opaco, no translúcido
1G3: roca silicicada de color naranja rojizo moderado,
grano no, opaco, no translúcido
1I2: roca silicicada de color amarillo brillante, grano
no, opaco, no translúcido
1I3: roca silicicada de color amarillo naranja profundo,
con rojo oscuro, grano no, brillante, no translúcido
1M4: roca silicicada de color azul muy pálido, grano
no, opaco, no translúcido
1D5: roca silicicada de color amarillo pálido, grano muy
no, brillante, no translúcido
1B1: roca silicicada de color amarillo pálido, grano no,
opaco, no translúcido
1D2: roca silicicada de color amarillo naranja claro,
grano no -medio, opaco, no translúcido
9A2: toba riolítica de color amarillo pálido, grano no,
opaca, no translúcida
1A3: roca silicicada de color blanco, con vetas rojas,
grano no, opaca, translúcida
1F1: roca silicicada de color púrpura rojizo pálido, con
manchas blancas, grano no, brillante
1A3: roca silicicada de color blanco, con vetas rojas,
grano no, opaca, translúcida.
1F1: roca silicicada de color púrpura rojizo pálido, con
manchas blancas, grano no, brillante
1B4: roca silicicada de color blanco, con puntos rojos
y naranjas, grano no, opaco, no translúcido
Pale a
M nsell
Pale a RG
9R 8/2
215; 196; 191
4Y 5/8
149; 118; 7
3GY 5/6
117; 128; 50
7R 4/10
166; 60; 54
10R 5/12
204; 83; 40
9R 5/10
195; 90; 64
3Y 8/10
240; 194; 65
en es e MP
ARQ-C15
(4.500 msnm)
ARQ-C14
(4.200 msnm)
10YR 6/10 195; 136; 19
10B 8/2
187; 202; 210
2Y 9/2
239; 226; 198
3Y 8/2
11, 199, 17
10YR 8/6
236; 193; 129
2Y 9/2
239; 226; 198
N10
255; 255; 255
2RP 6/4
170; 138; 156
N10
255; 255; 255
2RP 6/4
170; 138; 156
N10
255; 255; 255
Amarillos
(3.900 msnm)
Potrerillos A
(3.900 msnm)
Potrerillos B
(3.920 msnm)
Guanaco onzo
(4.000 msnm)
Taguas
(3.700 msnm)
El resultado de los cortes delgados indicó que la mayoría de las muestras corresponden a
formaciones de similar origen geológico, tratándose en general de procesos volcánicos e hidrotermales. Estos son característicos de las zonas aledañas a los sitios estudiados. Petrográcamente
corresponden a denominaciones diferentes: agregados hidrotermales, vetilla de cuarzo y toba riolítica
cristalina. Las dos primeras presentan una composición homogénea muy similar y un alto grado
de silicicación, correspondiéndose con el tipo macroscópico de rocas silíceas criptocristalinas.
Estos análisis permitieron asociar muestras de sitios arqueológicos a posibles fuentes de materia
prima en función de similitudes petrográcas (tabla 3). La muestra n 16, correspondiente al sitio
estraticado ARQ-18, coincide macroscópica (1I3) y petrográcamente (agregado hidrotermal
no) con las muestras n 1, 2 y 8 provenientes de la fuente ARQ-C14. Las muestras n 4 y n 7,
377
I ( ), julio-diciembre 014: 365-386
correspondientes a una dispersión supercial de material entre las áreas de la divisoria y del río
Potrerillos, coinciden macroscópica (9A2) y petrográcamente (toba riolítica cristalina) con la
muestra n 3 de la fuente Potrerillos A.
Tabla 3. Características petrográcas de muestras líticas
N‹ e
P oce encia
es a
1
Fuente
ARQ-C14
8
Fuente
6
ARQ-C15
16
Sitio ARQ-18
3
Fuente
Potrerillos A
s
ac osc •ica
1I3
1L1
1I3
Deno inaci n
po
7
9A
5
Fuente
Taguas
1B1
1
Sitio ARQ-18
1D2
ic osc •icas
Rocas de textura fragmental con
matriz de cuarzo hidrotermal.
Formadas por fragmentos de
roca intensamente reemplazada
por hematita en agregados muy
AGREGADO
compactos y desarrollo en forma
IDROTERMAL FINO local de cristales de cuarzo
granular muy no. Las muestras
1 y 2 presentan impregnación de
granos extremadamente nos de
goethita.
4
Poligonal
corredor
Ca ac e €s ica
TOBA RIOLTICA
CRISTALINA
Toba de cristales de composición
riolítica débilmente laminada, con
fragmentos angulosos de cristales
muy pequeños de cuarzo en una
matriz fuertemente argilizada y
con desarrollo de cuarzo granular
extremadamente no, posiblemente
producto de desvitricación.
Vetilla de 15 mm de espesor, con
relleno de cuarzo hidrotermal,
en granos anhedrales muy nos,
desde 0,0 mm hasta cristales
subhedrales/ euhedrales de hasta
VETILLA DE
0,6 mm. Dicha vetilla intruye a una
CUARO
roca de textura porfídica, formada
por fenocristales de plagioclasa de
hasta 2 mm, fresca y fenocristales
de clinopiroxeno localmente con
parcial a fuerte reemplazo por
clorita.
AGREGADO
Agregado hidrotermal formado
IDROTERMAL MUY por un conjunto de microcristales
FINO
de cuarzo.
VARIABILIDAD EN LA EXPLOTACIN DE RECURSOS LTICOS
Lo expuesto sobre esta área cordillerana destaca la signicativa oferta de recursos para la
talla lítica y su variada disponibilidad de acuerdo a la ubicuidad de las fuentes, las característi378
Figura 5. Cortes de lámina delgada. Muestras n 1, 2, 6 y 8
cas de cada recurso y la forma en que se presentan en la naturaleza. En este apartado se evalúa
cómo la disponibilidad variable de rocas resulta en una explotación diferencial de las fuentes.
Si se comparan los conjuntos de las fuentes con taller ubicados en la franja de mayor altitud con
el registro de los talleres de las franjas intermedias y bajas se observan diferencias en cuanto a
densidad de elementos y actividades de talla lítica.
379
I ( ), julio-diciembre 014: 365-386
La densidad de materiales varía de acuerdo a la altitud de los emplazamientos, aumentando
la cantidad de piezas por m a medida que disminuye la altitud. En la gura 2 puede observarse
que la densidad (d) aumenta progresivamente desde las fuentes con taller de la zona limítrofe
hacia los talleres de los valles de los ríos Los Amarillos, Potrerillos y Las Taguas, ubicados en
los sectores intermedios y bajos. Esto parece estar relacionado no solo con la disponibilidad y
calidad de los recursos líticos de los diversos emplazamientos, sino también con las condiciones
ambientales dadas en cada uno de ellos (Cortegoso et al 2012a). Como se mencionó, la zona de
la divisoria se caracteriza por la presencia de vientos constantes, amplitud térmica muy variada,
escasos reparos, nula vegetación y alto grado de fracturación de las rocas. Por el contrario, las
franjas intermedias y bajas se caracterizan por la presencia de cursos de agua permanentes y grandes vegas que sustentan una diversidad faunística. Conjuntamente, en estas áreas existen diversas
opciones para la protección de vientos y precipitaciones, como grandes bloques erráticos, cuevas
y aleros rocosos. El taller lítico ARQ-26, que se encuentra a una altura superior a la de los sitios
ARQ-C08 TA-TB y ARQ-15, presenta una densidad signicativamente superior a estos (106,5
elementos por m ). Esto se debe a la ubicación del emplazamiento en un valle con condiciones
ambientales similares a los valles de Potrerillos y Las Taguas. Además, ARQ-26 cuenta con un
bloque acondicionado, que otorga protección de los vientos provenientes del oeste.
Las características ambientales de las diferentes franjas altitudinales, así como la disponibilidad
y calidad de los recursos líticos, también inuyen en las actividades de talla lítica desarrolladas en
cada sitio. Al evaluar el porcentaje de tipos de piezas hallados en los sitios (gura 6) se observa
que la presencia de nódulos y núcleos es mayor en la zona de la divisoria, disminuyendo hacia
las franjas intermedias, hasta prácticamente desaparecer en las de menor altitud. Inversamente
proporcional, la representación de productos de talla aumenta a medida que disminuye la altitud
de los emplazamientos. Así, en la fuente ARQ-C15, ubicada en el sector más alto de la divisoria,
se registra la proporción más alta de nódulos y núcleos; mientras que en la fuente ARQ-C14, en
el sector bajo de la divisoria, se destaca una presencia menor de nódulos y de núcleos y mayor de
productos de talla. Esta tendencia se enfatiza en la terraza alta del río Potrerillos donde la presencia
de nódulos y de núcleos es mayor que en la terraza baja, con vegetación y próxima al río, en la
que aumentan los productos de talla (Cortegoso et al 2012a). En ARQ-26 y ARQ-15, ubicados
en valles de las franjas intermedias y de menor altitud, continúa el incremento de productos de
talla, siendo inexistentes las primeras fases de reducción lítica.
Estos resultados indican la implementación de diversos sistemas secuenciales de producción lítica (sensu Ericson 1984) que involucran fuentes y talleres en sectores altos, intermedios y
bajos. En la fuente ARQ-C15 se efectuaron principalmente tareas de selección de materia prima
y de producción de núcleos; mientras que en la fuente ARQ-C14, si bien estas actividades se
desarrollaron, fueron más importantes las actividades de talla primaria (36,41%) y secundaria
(38%) (gura 6). Las actividades de desbaste inicial prácticamente se concentraron en la franja
de mayor altitud, desde donde se podrían haber transportado a los sitios de franjas intermedias y
bajas los núcleos ya rebajados y/o algunas formas base para la posterior formatización de artefactos. Es importante tener en cuenta que las fuentes de la divisoria se encuentran en posibles rutas
de acceso al área de estudio, por lo que el abastecimiento en ARQ-C15 y ARQ-C14 pudo darse
durante los viajes de entrada y salida a los valles (Cortegoso et al 2012a; Castro et al 2013b;
Lucero et al 2013).
En el sitio ARQ-26, por el contrario, no se registraron nódulos ni núcleos y hay una alta
representación de lascas externas, internas y microlascas, vinculadas a la búsqueda de soportes y
regularización de artefactos, los cuales no aparecen en el registro del sitio (gura 6). La presencia
de este tipo de piezas líticas y la ausencia total de instrumentos permite considerarlo como un taller
asociado a la fuente secundaria Amarillos (Cortegoso et al 2012a), de donde proviene el mayor
porcentaje de materia prima tallada ARQ-26. Al encontrarse esta fuente en las cercanías del sitio,
380
los grupos humanos tenían acceso a los recursos sin tener que recorrer grandes distancias para
llegar al aoramiento en las cabeceras del valle, que constituye la posible fuente primaria.
Por su parte, en los sitios ARQ-C08 TA y ARQ-C08 TB las actividades de selección de
materia prima y desbaste inicial fueron escasas y habrían estado relacionadas principalmente a
las fuentes Potrerillos A y Potrerillos B. En estos talleres las principales actividades líticas se
orientaron a la búsqueda de soportes o formas base, mientras que la confección de instrumentos
fue una tarea prácticamente nula (gura 6). En ambos casos predominan lascas internas, propias
de la talla secundaria. En la terraza alta se observa en segundo lugar la presencia de lascas corticales, a diferencia de la terraza baja donde el segundo lugar lo ocupan las microlascas vinculadas
a actividades de formatización de instrumentos. Los mayores índices de piezas corticales en la
terraza alta pueden deberse a la cercanía de la cantera potencial Potrerillos B.
En el taller lítico ARQ-15 los nódulos y núcleos están ausentes y predominan las lascas
internas. También están registradas lascas corticales y en menor medida microlascas y algunos
artefactos formatizados. Por tanto, las principales tareas efectuadas se relacionaron a la elaboración de instrumentos formatizados. Las materias primas predominantes corresponden a la fuente
Taguas.
Figura 6. Porcentajes de nódulos/núcleos, productos y artefactos formatizados en fuentes
y talleres líticos con relevamientos arqueológicos
Se destaca que en las fuentes del límite internacional las rocas disponibles presentan gran
porcentaje de corteza, lo que inuye en la alta representación de las primeras etapas de reducción
lítica en el registro de los talleres asociados a estas. Por otro lado, las rocas disponibles en las
fuentes de las franjas intermedias y bajas prácticamente no presentan corteza. Esto incide directamente sobre la representación de las primeras etapas de reducción lítica, conformada en gran
parte por piezas corticales.
La organización espacial de las actividades líticas estaría vinculada a la organización más
general del uso de este espacio. Las mejores condiciones ambientales para la subsistencia –debido
a la mayor disponibilidad de recursos vegetales y animales y a la presencia de refugios naturales
y de valles abiertos con buena visibilidad en las franjas altitudinales intermedias y bajas– habrían
alentado a los grupos humanos a permanecer en ellas durante estadías más largas que en los
espacios de mayor altitud. En este sentido, la franja de mayor altitud habría sido utilizada para
tareas que implican menor tiempo, como la selección de materia prima y el desbaste inicial, y las
zonas de valles habrían concentrado actividades líticas relacionadas a la búsqueda de soportes
y elaboración de instrumentos, tareas que pueden desarrollarse dentro de otras actividades de
381
I ( ), julio-diciembre 014: 365-386
subsistencia e involucrar mayor cantidad de tiempo. En los sectores intermedios, por debajo de
la línea de vegetación, se destaca la existencia de secuencias reductivas más extendidas sobre
las materias primas de las fuentes allí localizadas. En los sectores bajos y protegidos del valle, el
registro muestra la presencia de etapas reductivas nales e instrumentos sobre materias primas
provenientes tanto de fuentes de los sectores más altos como de los sectores intermedios. Los
cortes petrográcos realizados sobre materias primas de fuentes y artefactos han servido para
aproximar la vinculación estimada entre estos elementos y apoyar la reconstrucción de los sistemas
de producción secuenciales analizados en el área.
CONCLUSIONES
Este estudio indica la existencia de una amplia variabilidad litológica y ubicuidad espacial
de rocas en el área de la cuenca alta del río de Las Taguas. La elaboración de una base regional
de recursos líticos permitió conocer su distribución geológica dentro de un área de 409 km ,
así como la supercie cubierta por cada uno de ellos. Los agregados hidrotermales y las tobas
riolíticas cristalinas son las de mayor recurrencia en los registros arqueológicos. Esta es una
tendencia esperable ya que las brechas hidrotermales y las tobas riolíticas cristalinas se hallan
entre los recursos de mayor supercie: 16% (67 km ) y 7% (27 km ). Además, se destaca que
el 90% (N26) de los sitios arqueológicos del área de estudio se localizan cerca de este tipo de
formaciones geológicas de calidades muy buenas para la talla.
Las investigaciones geológicas y arqueológicas permitieron detectar fuentes primarias,
secundarias y talleres líticos. Entre las fuentes descritas en este trabajo se han señalado aquellas
consideradas canteras potenciales que aún no poseen prospecciones arqueológicas, pero que sí
cuentan con relevamientos geológicos que ofrecen información sobre el tipo de rocas disponibles.
Todas las fuentes descritas corresponden a agregados hidrotermales y tobas riolíticas. No se han
registrado fuentes del resto de los recursos mencionados. No obstante, la elaboración de una
base de recursos especíca para el área de estudio, realizada a una escala arqueológica, otorga
la posibilidad de planicar futuras prospecciones orientadas a la detección de nuevas fuentes de
materia prima.
Los emplazamientos aquí presentados se ubican en tres franjas altitudinales. El ambiente
de la divisoria (5.600-4.000 msnm), caracterizado por condiciones ambientales extremas, posee
fuentes primarias de rocas silíceas criptocristalinas de diversos colores (rosado, marrón, rojo,
verde, amarillo y azul). En las franjas intermedias (3.999-3.800 msnm) y bajas (3.799 msnm),
con mayores recursos bióticos, se registraron fuentes primarias y secundarias de tobas riolíticas
cristalinas y rocas silíceas de tonos amarillo, blanco y púrpura. Los resultados maniestan un
incremento en las tasas de depositación de material en los sitios directamente proporcional a la
disminución altitudinal. De la misma manera, a medida que disminuye la altitud de los emplazamientos se reduce la presencia de nódulos y núcleos y aumentan los productos de talla y, por tanto,
las actividades de talla en los distintos sitios. Estas tendencias indican la aplicación de diversos
sistemas de producción lítica secuenciales (sensu Ericson 1984) en función de dos factores:1) la
manera en que se presentan las rocas en las fuentes, y 2) las características ambientales dadas por
la altitud de los emplazamientos.
La aproximación realizada al estudio de disponibilidad en la región es una herramienta
fundamental para comprender la variabilidad en la explotación que se está estudiando a partir
del análisis de las estrategias tecnológicas en un ambiente que registra 9.000 años de ocupación
humana. La caracterización geológica, petrográca y arqueológica de estas fuentes ha permitido
orientar las preguntas sobre cambios en la modalidad de abastecimiento registradas a lo largo del
oloceno e implementadas por sociedades con distintos sistemas se subsistencia.
38
AGRADECIMIENTOS
Al Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas y a la empresa BEASA por
el apoyo y nanciamiento de las investigaciones que permitieron el desarrollo de este trabajo. A
Enrique Tidy por la realización de los cortes petrográcos. A los editores de la revista y evaluadores
del trabajo por sus aportes. A la profesora María Emilia Jiménez errero por la corrección del
abstract.
NOTAS
1
Las categorías de tamaños son: muy pequeños hasta 2 cm, pequeños de 2,1 a 4 cm, medianos pequeños
de 4,1 a 6 cm, medianos grandes de 6,1 a 8 cm, grandes de 8,1 a 12 cm, muy grandes de 12,1 cm en
adelante.
El sitio ARQ-18 es un alero con un espacio acondicionado en el cual se efectuaron excavaciones sistemáticas que otorgaron datos cronológicos precisos que evidencian una secuencia de 9.000 años de ocupación
en el área de estudio (Cortegoso et al 2012a, 2012b; Castro et al.2013a; Cortegoso 2013).
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ISSN 03 51 (versión impresa) ISSN 185 -1479 (versión online)
Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología
I ( ), julio-diciembre 014: 387-409
ŒOOAR
EOLOGÍA EN EL
MEDAL DE LA C ENCA L VIAL
DEL CENTRO ESTE SANTA ESINO
ulieta Sartori„
aula alligani„„
Fecha recepción: 7 de septiembre de 013
Fecha de aceptación: 9 de septiembre de 014
RES• EN
En este tra a o se presentan los resultados del an lisis de cuatro con untos ar ueo aunísiticos
provenientes de sitios ar ueol gicos empla•ados en el sector insular de la cuenca del río oronda
(provincia e Santa Fe). El graiente topográco, que va en este sector ese zonas altas hacia
zonas más bajas e inunables, es un aspecto e variabilia hacia el interior el ambiente.
€ales di erencias producen ue los pulsos de crecientes‡se uías a ecten de manera di erencial
al espacio, generano coniciones e mayor-menor estabilia que porían haber tenio un rol
importante en su utili•aci n onsiderando ue los sitios se locali•an en distintas altitudes de
manera variable respecto a su istancia con el sector continental, se buscó evaluar si existían
iferencias en la composición e los registros faunísticos. Para llevar a cabo tal comparación, se
realizó un análisis e riqueza, homogeneia y heterogeneia. La evaluación e la variabilia
e los conjuntos arqueofaunísticos en términos e su representación especíca permite etectar
si existieron patrones e explotación iferencial e presas en el registro arqueológico.
Palabras clave: •ooar ueología cuenca del río oronda ’ oloceno tardío ’ ca•adores‡
recolectores ’ varia ilidad
Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas-Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano Fundación Arqueológica del Litoral
rupo de Investigaciones Arqueológicas
del NEA E-mail: julisartori gmail com
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Ciencias Naturales y Museo – Grupo de Investigaciones
Arqueológicas del NEA E-mail: paulagalligani hotmail com
387
I ( ), julio-diciembre 014: 387-409
ZOOARCHAEOLOGY IN THE wETLANd OF THE FLUVIAL BASIN
OF EAST-CENTRAL SANTA FE
ABSTRACT
The aim of this paper is to present the results of the analysis of four archaeofaunal assemblages
recovere at sites locate in insular environments of the Corona river basin (Santa Fe, República
Argentina). In these environments, a major factor is topographic graient that control the extent
to hich higher an loer terrains are ifferentially occupie, ith ifferent egree of stability,
uner alternate conitions of rought an oo. Consiering that the observe sites are place
at ifferent altitues an at a variable istance from the mainlan areas, this stuy seeks to
evaluate the inuence of these variables on the composition of the archaeofaunal assemblages.
The comparisons ere establishe beteen ifferent measures as richness an homogeneity/
heterogeneity of the assemblages. Evaluating the variability of archaeofaunal assemblages in
terms of its taxonomical composition –in relation ith other environmental variables– allos for
the etection of ifferential prey exploitation patterns in the archaeological recor.
Keywords: zooarchaeology – Corona river basin – Late Holocene – hunters-gatherers –
varia ilit
INTRODUCCIN
La zona de la cuenca del río Coronda, ubicada en el centro este de la provincia de Santa Fe,
Argentina (gura 1), debió resultar un lugar atractivo para las poblaciones humanas en el pasado
ya que su conguración espacial permite el acceso tanto a sectores interiores como al sector
insular de la llanura aluvial del río Paraná Las investigaciones arqueológicas indican que las
ocupaciones humanas se habrían producido hacia el período nal del Holoceno tardío y estarían
denidas por sitios que se ubican en el sector continental (próximo a las márgenes del río) y otros
en la zona insular (Sartori 013)
A partir del año 009 comenzaron a llevarse a cabo prospecciones sistemáticas en el sector
insular de la cuenca del río Coronda, realizándose en algunos casos la relocalización de sitios
arqueológicos que habían sido objeto de estudio de investigadores a comienzos y mediados del
siglo XX (ver Serrano 1923, 1931; Badano 1946).También, se realizaron prospecciones en islas
que carecían de menciones y que fueron integradas para contribuir a las líneas de evidencia que
estaban siendo estudiadas desde el proyecto “Variabilidad del registro arqueofaunístico en la
cuenca del río Coronda
En este trabajo se desarrollan, en primera instancia, los antecedentes arqueológicos de los
yacimientos analizados para luego describir el marco ambiental de la zona y algunos aspectos de
la localización de los sitios: Las Tejas (LT), Pajas Blancas (PB), Las Conchas (LC) e Isleta del
Árbol Viejo (IAV). En segundo lugar, se presentan los resultados del análisis arqueofaunístico de
los cuatro conjuntos y se discute esta información considerando el marco arqueológico general del
área. Los resultados muestran cierta recurrencia en las especies presentes y un mayor predominio
de peces por sobre los mamíferos. La información obtenida amplía la variedad de contextos estudiados, contribuyendo a comprender el uso del espacio y los recursos en un ambiente heterogéneo,
como lo es la cuenca del río Coronda
ANTECEDENTES
Los sitios LT y PB contaban con información publicada o referenciada por autores que investigaron en la zona durante el siglo I (Serrano 19 3, 1931 Frenguelli 19 7 Badano 1946)
388
Figura 1. Detalle de la localización de la cuenca del río Coronda
Considerando que en estos sitios no se realizaban estudios hace más de 20 años y dado que no
existía información precisa respecto de la fauna recuperada, se decidió llevar a cabo intervenciones
sistemáticas para obtener restos que provengan de estratigrafía en donde pudiera estudiarse el contexto de los hallazgos y obtenerse material conable para realizar dataciones radiocarbónicas.
LT fue el sitio utilizado por Serrano (1931) para establecer la distribución de manifestaciones
culturales con características especícas y para la formulación de uno de sus primeros modelos,
que luego sería reformulado hacia la década de 1970. Las interpretaciones realizadas por el autor
reeren a que LT habría sido un sitio ocupado estacionalmente, debido a las crecidas periódicas
que se habrían producido a lo largo del año Es decir que los grupos indígenas no habrían buscado
un lugar de resguardo de las inundaciones, sino la proximidad a un curso de agua que les sirviese
para obtener recursos para la subsistencia (caza y pesca) (Serrano 1923). Entre los materiales
recuperados, el autor describe en profundidad los distintos tipos de cerámica, mientras que respecto de la fauna solo señala que se recuperaron gran cantidad de restos de peces, mamíferos y
hemimandíbulas de
ocastor co pus En este depósito también halló dos entierros y una gran
cantidad de restos óseos en muy mal estado de preservación (Serrano 1923). Cabe señalar que en
el trabajo publicado en 1931, a diferencia de lo antes expuesto, menciona que fueron localizados
en este sitio entierros de infantes en urnas funerarias.
Otro de los sitios que cuenta con antecedentes de investigación previos corresponde a PB.
De este sitio han sido recuperadas vasijas enteras que fueron dadas a conocer por Badano (1940,
1946), entre las que se destaca una urna funeraria polícroma decorada con pintura roja sobre fondo
blanco. Por otra parte, un antecedente más actual lo constituye el de Bonomo y colaboradores,
quienes en el año 2008 realizaron sondeos exploratorios en el sitio, el cual describieron como un
albardón con vegetación arbórea rodeado por un bajo con pajonales En un sondeo dentro de este
389
I ( ), julio-diciembre 014: 387-409
depósito recuperaron 575 fragmentos cerámicos, además de 68 restos faunísticos de coipo, peces
y moluscos de agua dulce (Bonomo et al 010) Sobre la base de las características estilísticotecnológicas de la cerámica y de un fechado radiocarbónico (ver in ra) los autores realizaron una
asignación de los materiales a la cultura tupíguaraní y también a Goya-Malabrigo (Bonomo et al
2011). Si bien los materiales arqueológicos de PB fueron estudiados en los trabajos citados, los
restos faunísticos no cuentan aún con análisis especícos ya que el objetivo es incluirlos dentro
de problemáticas más amplias de carácter regional (ver Bonomo et al 010, 011)
MARCO AMBIENTAL
La inuencia en la zona de la ecorregión del Delta e Islas del Paraná, que comprende las
llanuras de inundación de los trayectos medios e inferiores del río homónimo y su tributario (el
Paraguay), hace que se desarrollen en el paisaje islas bajas e inundables, delimitadas por los brazos
laterales y cauces principales de los ríos y extensos bajíos ribereños. Durante los períodos de lluvias
las cuencas producen el desborde del cauce principal del Paraná y la consecuente inundación de
las islas adyacentes. Así, las islas de las terrazas de inundación, tanto como las del delta, constituyen extensas cubetas, regularmente anegadas en su interior y de bordes altos. Estos albardones
son solo superados en las inundaciones más excepcionales, por lo que representan lugares de
resguardo y asentamiento para la fauna y para las poblaciones humanas en la actualidad (Sabattini et al 2002). La presencia permanente de grandes cuerpos de agua genera efectos climáticos
locales de alta humedad, lo que contribuye a la presencia de comunidades y especies típicas de
las ecorregiones subtropicales húmedas del noreste del país. Por ser la fuerte acción de los ríos
el principal factor modelador de toda la ecorregión, puede considerársela “azonal”, es decir, que
sus rasgos no responden a los grandes factores continentales como el clima y la geología de las
zonas que atraviesa (Sabattini et al 00 )
Este sistema presenta una gran riqueza de peces que constituye el 50% de las especies
continentales de Argentina (López et al 008) La elevada diversidad de hábitats se encuentra
marcada por una fuerte dinámica caracterizada por las crecientes y los estiajes que generan gradientes de conectividad o aislamiento entre los hábitats acuáticos de la llanura de inundación y
los del canal principal del río (Liotta 005 Rossi et al. 2007). Distintos autores mencionan que
en esta zona habría entre 217 y 236 especies (López et al 00 ), entre las cuales las más representativas corresponden a los órdenes Characiformes (31%) y Siluriformes (25%). Cabe señalar
que existen peces endémicos o quasiendémicos de este sector del río Paraná (López et al 00
Liotta 005), tales como el armado ( terodoras granulosus), la vieja del agua ( postomus sp )
y la mojarra (Hyphessobrycon ajat)
Unas 60 especies de mamíferos habitarían en este sistema de humedales (Olrog y Lucero
1981) el cual ha sufrido extinciones de algunas de las especies de gran tamaño, como el yaguareté
(Panthera onca) y el ciervo de los pantanos (Blastoceros ichotomus) ( iraudo 009), mientras
que predadores acuáticos como el lobito de río (Lontra longicauis) o terrestres como el puma
( uma concolor) , se encuentran amenazados Las especies características son el coipo ( ocastor
co pus), el carpincho (Hyrochoerus hyrochaeris), los felinos pequeños como el gato montés
( nci elis geo ro i) y el yaguarundí ( erpailurus agouaroundi), el zorro de monte ( erdoc on
thous) y el aguará popé ( roc on cancrivorus) (Marchetti et al. 2013). Por último, las aves constituyen el grupo de vertebrados más rico, con unas 290 especies (29% del total de Argentina),
considerando tanto las acuáticas como las de ambientes estacionalmente inundados (Giraudo y
Ordano 2003; Marchetti et al. 2013). Las aves acuáticas constituyen un grupo numeroso y este
sistema de humedales es el hábitat permanente o estacional para individuos de distintas especies
de biguás, garzas, cigüeñas, cuervillos y espátulas, patos y chajás, caraus, gallaretas, gallinetas y
pacaás (Marchetti et al 013)
390
LOS SITIOS INSULARES DE LA CUENCA DEL RÍO CORONDA
Los sitios bajo estudio IAV, LT, LC y PB se localizan en el sector de islas y corresponden a albardones emplazados sobre brazos del río Coronda La vegetación en estos ambientes
puede ser considerada como un indicador de la altitud y, por lo tanto, de la inundabilidad que se
produce en cada sitio. El gradiente topográco, que va desde los sectores más altos (albardones
y espiras de meandro) hacia las zonas más bajas e inundables (lagunas y bañados), se encuentra
acompañado por sonomías de leñosas y herbáceas respectivamente. Entre estas, diferentes tipos de comunidades se suceden en el gradiente según su inundabilidad, la textura del suelo y la
dinámica hidro-geomorfológica (Franceschi y Lewis 1979). En este sentido, puede decirse que
fueron excavados los tres tipos de ambientes descriptos (gura 2).
LC e IAV se emplazan en sectores bajos e inundables, mientras que LT constituye un albardón
semiinundable, ya que solo queda totalmente cubierto por el agua en las crecidas extraordinarias.
En cambio en PB, que se emplaza en un sector elevado, no se han registrado situaciones de estas
características, ni siquiera durante las grandes inundaciones que se produjeron en la zona en los
últimos 10 años.
Figura 2. Perl de distribución de la vegetación según el gradiente topográco en el cual se ubican
los tres tipos de sitios: Œa) Sitio PB, el cual se encuentra topográcamente más elevado y tiene menor
inundabilidad, Œ ) LT, de inundabilidad intermedia y Œc) LC e IAV, sector bajo con humedales lóticos y
leníticos. Tomado de Marchetti et al 2013, modicado por las autoras
LT es un gran albardón de unos 570 m de largo x 550 m en sus sectores más anchos. Las
excavaciones en este sitio se realizaron en dos etapas –mayo y octubre de 2012–, llevándose a
cabo un total de nueve sondeos de 50 x 50 cm y cuatro ampliaciones en aquellos casos en los que
se observaron concentraciones de materiales Las unidades de muestreo se plantearon aleatoriamente en distintos sectores del terreno para evaluar la distribución del registro Se localizó una
concentración de restos faunísticos en un sector bajo de la barranca cuyos materiales comenzaban
391
I ( ), julio-diciembre 014: 387-409
a quedar al descubierto producto de la acción del agua, como pudo evaluarse in situ. Esta fue
identicada como un fogón y exhibía restos faunísticos en posición anatómica y también huesos
termoalterados (además de cerámica con hollín en sus caras internas y externas); los materiales
óseos presentaban una excelente preservación. La concentración fue extraída con sedimento para
ser cernida en laboratorio en agua y malla de 1 mm. De allí proviene el 86% de los materiales
arqueofaunísticos del sitio.
Los materiales recuperados en ambas intervenciones se componen de restos faunísticos,
cerámicos y óseos humanos. Estos últimos corresponden a fragmentos de huesos largos (y un
molar) que se encontraron asociados al registro antes mencionado
Por su parte, PB es un sitio insular que se encuentra próximo a las localidades de Coronda
y San Fabián (provincia de Santa Fe). Se constituye en un albardón pequeño que mide 200 x
40 m en su sector más ancho y que en los períodos de crecientes queda enmarcado dentro de la
Laguna Coronda Con el objeto de establecer el potencial arqueológico del sitio, se realizaron
siete sondeos (de 50 x 50 cm) en los distintos sectores en donde aparecían concentraciones de
material en supercie. En estas unidades de muestreo se recuperaron restos faunísticos asociados
a cerámica, carbón y, en algunos casos, restos óseos humanos que provienen del sector más alto
del sitio. El material fechado procede de uno de los sondeos en los cuales se registró un cráneo
humano junto a fragmentos cerámicos y faunísticos. Por otra parte, otros colegas también realizaron un fechado sobre material de este mismo sitio a partir de restos vegetales que se encontraron
asociados a fauna y cerámica (Bonomo et al 010, 011) Los resultados de ambas dataciones
arrojaron fechas relativamente contemporáneas (tabla 1).
En lo que respecta a LC, este se emplaza en una isla sobre el río Coronda, en la localidad
homónima, y es el que se encuentra más próximo al sector continental. El sitio presenta una porción de playa, mientras que el resto de la zona se halla sobreelevada unos 60 cm. La playa queda
descubierta solo en los períodos de bajantes, y es sobre ella donde se registraron los materiales
arqueológicos en supercie. A diferencia de los demás casos que aquí se estudian, LC está en
una etapa inicial de investigación. En tal sentido, aquí se analizan los materiales de supercie
que fueron recolectados sistemáticamente en un sector que abarcaba unos 100 m lineales. Se
recuperaron numerosos fragmentos cerámicos, así como también artefactos líticos y restos arqueofaunísticos.
El sitio arqueológico, IAV es un albardón de 120 m de longitud localizado en la llanura
aluvial del río Coronda que fue prospectado y analizado por Feuillet Terzaghi (2009). Los materiales arqueológicos recuperados provienen de una recolección sistemática, realizada debido a
la gran cantidad de material cerámico en supercie. En este sitio se hallaron entierros humanos
correspondientes a tres individuos, gran cantidad de materiales cerámicos (N1.081) y restos
arqueofaunísticos que quedaron expuestos debido a la acción hídrica.
A modo de síntesis se presenta en una tabla general (tabla ) la evidencia recuperada en
cada caso y los fechados radiocarbónicos obtenidos.
Tabla 1. Fechados de 14C obtenidos en los sitios LT y PB
Si io
P
LT
Ma e ial
Carbón
14C
a•os AP
650
70
C
i„o la
Re e encia
LP 19 5
Bonomo et al 010
seo humano
506 43
AA100000
Sartori 013
seo humano
1014 45
AA100001
Sartori 013
Los fechados de PB se corresponden con momentos relativamente contemporáneos, mientras
que LT posee la datación más antigua (tabla 1). Materiales del sitio IAV fueron sometidos a dos
dataciones pero, por insuciencia de colágeno, no pudieron obtenerse resultados.
39
Tabla 2. Detalle de densidad de materiales arqueológicos en los sitios LT, PB, LC e IAV
Si io
LT
P
3
Densi a e
a e iales 2
ea
eŽca a a en
Re„is o
CIe
a
3497
Ce
471
Li
0
557
485
1
2
,5
a
1398
Ce
188
1,75
318
77
To al
Li
0
15†•
0,5
5•5
LC
0
59
106
43
-
-
-
-
-
IAV
3
35
1081
0
-
-
-
-
-
Referencias: Cie cantidad de individuos estimados, Fa fauna en términos de NISP, Ce cantidad de
fragmentos cerámicos. Linúmero de piezas líticas recuperadas.
METODOLOGÍA
Metodológicamente, se realizó la determinación taxonómica y anatómica utilizando los
criterios de la sistemática biológica, tratando de alcanzar los niveles más precisos (Salemme et al
1988). En el caso de los peces la identicación de los subconjuntos a nivel anatómico y taxonómico fue realizada, mayormente, por el doctor J. Musali. Para estimar la abundancia y diversidad
taxonómica se utilizaron las medidas convencionales de NISP y MNI, mientras que para evaluar
la abundancia anatómica se emplearon el MNE, MAU y MAU% (Grayson 1984; Lyman 1994;
Mengoni Goñalons 1999). El índice de fragmentación se estimó a partir de la relación NISP/MNE
(Lyman 1994), aunque para el caso de los peces se consideró útil aplicar la razón inversa de la
relación NISP/MNE, es decir MNE/NISP. El resultado, al arrojar un valor entre 0 y 1 (cuanto
más se acerca el valor a 0, mayor es la fragmentación), posibilita la comparación entre conjuntos
(Musali 2010).
Para
co pus pudo realizarse la determinación etaria utilizando el criterio de erupción de
premolares-molares y desgaste dentario propuesto por Rusconi (1930) el cual permite aproximarse
a la edad de muerte del animal. La fórmula dentaria de los miocastóridos es: i 1/1, p 1/1 y m 3/3.
Un aspecto a tener en cuenta es que los incisivos son de crecimiento continuo Por su parte, el
premolar es diodonto (reemplazado por otro diente), en cambio los molares aparecen una sola
vez en la vida del individuo Este criterio de erupción dentaria para la estimación de la edad posee
dos ventajas para las muestras que aquí se estudian, dado que: 1) se utilizan partes anatómicas
que poseen una alta densidad ósea y un alto índice de supervivencia (como lo son los maxilares
y hemimandíbulas con sus dientes), y 2) que no es un impedimento para poder realizar la estimación etaria si dichas partes se encuentran incompletas (Sartori 2010). Esto último se debe a que
los molares aparecen una sola vez en la vida de los individuos con lo cual si se posee fragmentos
de maxilares o hemimandíbulas con piezas dentales, según de cual se trate (m1, m2 o m3) y del
desgaste que posea, podrá realizarse una aproximación a la edad de muerte de todas formas, aunque
sea en rangos etarios (por ejemplo, juvenil-subadulto, subadulto-adulto) Cabe mencionar que las
piezas dentales aisladas no fueron consideradas para disminuir el riesgo de error.
Los estudios de densidad mineral ósea (DMO) han demostrado que la representación diferencial de elementos dentro de los conjuntos estaría mediada por la proporción de minerales
presentes por unidad de volumen de un elemento óseo (Lyman 1994; Elkin 1995). Es decir, que
la densidad mineral ósea sería una de las propiedades que mediatiza la acción de los agentes y
procesos tafonómicos sobre los conjuntos arqueológicos. En nuestro caso, dado que no se disponen
de mediciones densitométricas para
co pus, se decidió utilizar los valores de armota sp
393
I ( ), julio-diciembre 014: 387-409
(Lyman 1994, Tabla 7.7: 248). Tal decisión se basa en que ambos taxa poseen un tamaño similar
y una correlación de este tipo ya ha sido realizada por otros autores (Acosta 2005; Loponte 2008;
Sartori y Colasurdo 2011). Para estos casos se correlacionaron los valores (scans sites) más altos
obtenidos para cada unidad anatómica, ya que de este modo se puede evaluar si los conjuntos
óseos se encuentran o no mediatizados por la DMO. Para los demás mamíferos presentes en los
conjuntos que aquí se analizan, tal correlación no pudo realizarse ya que los valores de abundancia
anatómica obtenidos son insucientes para alcanzar resultados conables.
En los conjuntos bajo estudio se relevaron los agentes y procesos tafonómicos que habrían
incidido en la preservación diferencial de los especímenes. En tal sentido, se consideraron, por
un lado, las modicaciones antrópicas realizadas para el procesamiento-consumo de las presas,
entre las que se determinó la presencia de huellas de corte y de alteraciones térmicas. Las huellas
fueron observadas macroscópicamente y con lupa binocular de 90X y se registraron los atributos
que permitieran determinar: 1) el origen del agente productor (antrópico o no), y 2) la covariación
de atributos morfológicos, posicionales y de funcionalidad (Lyman 1994; Mengoni Goñalons
1999). En cuanto a las alteraciones térmicas, los elementos que sufren la acción directa del fuego
pueden presentar una variada gama de tonalidades de acuerdo a la temperatura a la que estuvieron
expuestos, variando desde el negro hasta el gris-azulado (Mengoni Goñalons 1999).
Por otro lado, también se relevó la presencia de meteorización –según los estadios establecidos por Behrensmeyer (1978)–, las manchas de manganeso, la acción de roedores, carnívoros
y raíces, y el depósito de carbonato (Wood y Johnson 1978; Lyman 1994; entre otros).
Se realizaron análisis de diversidad en los conjuntos de los sitios, la cual puede ser comprendida como el número de especies de una comunidad y su abundancia relativa (Margalef 1968).
Dentro de este concepto pueden incluirse tres aspectos que deben tenerse en cuenta: la riqueza, la
homogeneidad y la heterogeneidad (L’ Heureux 2008; Lyman 2008; Mengoni Goñalons 2010).
El primero es el número de especies presentes en la muestra, mientras que el segundo y el tercero
describen cómo se distribuye la abundancia (i e. el número de individuos) entre las especies que
integran el conjunto
Para realizar estos análisis se utilizó el programa estadístico PAST. Para el estudio de la
homogeneidad se empleó el índice de EvenesseH/S; mientras que para el de dominancia, el
índice de 1- Simpson; y para establecer la riqueza especíca, las curvas de rarefacción. Si todas
las especies en una muestra presentan la misma abundancia, el índice usado para medir la de
homogeneidad debería ser máximo, con un valor de 1. A medida que las abundancias relativas
se hacen menos homogéneas el índice decrece tendiendo a cero.
RESULTADOS
Uno de los aspectos que se propuso evaluar fue la variabilidad existente en la composición
faunística de los conjuntos. Si bien en algunos casos las muestras presentan bajos NISP, se considera que, en términos generales, reejan la diversidad de taxa aprovechados, entre los cuales
se encuentran aquellos que son de alta jerarquía (i. e. B. ichotomuse H. hyrochaeris) y de baja
jerarquía (i e
co pus y peces) (tabla 3). También pudo corroborarse el aprovechamiento de
cuatro especies (considerando los mamíferos y las aves) que habrían sido utilizados con seguridad
debido a que presentan atributos vinculados a la actividad antrópica (huellas y/o alteraciones térmicas). Por otra parte, si dentro de este conteo se incluye el macrotaxón de los peces, el número
se incrementa ya que se registraron diez especies en los diferentes registros.
394
Tabla 3. NISP y NISP% de los taxa presentes en LT, PB, LC e IAV
Taxa
Peces
Cervidae
Blastocerus
ichotomus
ocastor co pus
Hyrochoerus
hyrochaeris
Rodentia
Cricetidae
Dasypodidae
Mammalia grande
Mammalia
Ave
€upinam is merinae
aiman acar
indet
TOTAL
NISP
7
-
IAV
NISP%
77,14
-
NISP
0
1
LC
NISP%
9,09
1,81
NISP
336
4
LT
NISP%
96,13
0,11
P
NISP
375
-
NISP%
67,
-
4
11,4
-
-
3
0,08
3
0,54
-
-
14
5,45
4
1,
71
13,1
-
-
-
-
10
0, 8
1
1
-
,85
,85
5,71
100
1
1
8
14
59
1,81
1,81
14,54
5,45
100
36
17
5
16
3497
0,05
1,0
0,48
0,14
0,45
100
35
0,35
3
1
76
1
1
1
1
557
0,54
0,17
13,6
,1
0,17
0,17
,1
100
Las especies de mamíferos mejor representadas corresponden a
co pus, B. ichotomus
e H. hyrochaeris. A continuación se procede a detallar el análisis de estos taxa, además de los
resultados para el macrotaxón de los peces, mientras que las especies con baja frecuencia son
consideradas al nal de este apartado.
En todos los conjuntos,
co pus se encuentra representado en mayor porcentaje por
elementos del esqueleto axial (gura 3). Los MNI obtenidos son de 6 para PB, que constituye la
muestra más abundante, mientras que en LT es de 3 y en LC de 1.
Figura 3 Representación anatómica de
co pus en LT, LC y PB
395
I ( ), julio-diciembre 014: 387-409
La representación anatómica para esta especie es coincidente con la que suele darse para
la mayoría de los registros de la cuenca del Paraná, en donde predominan los huesos largos y los
elementos craneales. Esto se debería a que los elementos del esqueleto axial, a diferencia de lo
que ocurre con los del apendicular, cuando sufren procesos de fragmentación suelen perder sus
caracteres diagnósticos
El índice de fragmentación para los subconjuntos de LT, PB y LC es de entre 1,2 y 1,3, lo
cual reeja niveles bajos. La correlación entre la DMO y el MAU% arrojó una relación levemente
positiva y estadísticamente no signicativa (rS 0, p 0,05 9 pares de valores correlacionados
y rS  0,33; p  0,05; 15 pares de valores correlacionados) en el caso de LT y PB respectivamente.
Por lo tanto la DMO no sería una variable relevante en la representación de partes de esta especie,
con lo cual es posible que haya una combinación de factores (antrópicos y también postdepositacionales) que afectaron la recuperación de los elementos. En cambio, en LC, el cálculo arrojó un
resultado positivo (rS 0,907 p 0,05 6 pares de valores correlacionados) que indica que ambas
variables poseen una asociación directa y estrecha. Sin embargo, los pocos valores que pudieron
correlacionarse hacen que deban tomarse con cautela tales resultados y se los considere como
una tendencia En este conjunto todos los elementos de esta especie se encontraron calcinados, lo
cual constituye una buena muestra para analizar cómo inuye este agente en la preservación de
los elementos. De este modo puede verse como, cuando los elementos se exponen a una fuente
de calor durante un tiempo prolongado, se produce la pérdida de ciertas secciones.
La estimación de la edad del coipo solo pudo realizarse para PB ya que este subconjunto
posee hemimandíbulas con sus molares in situ Entre estas, cinco se encontraron completas,
mientras que las cinco restantes corresponden a fragmentos con piezas dentarias. Tres elementos
debieron ser descartados en un caso debido a que no poseía ninguno de sus molares, mientras
que los otros dos eran fragmentos con un solo molar, con lo cual la asignación no pudo realizarse.
Los resultados del análisis indican la presencia de ejemplares subadultos y adultos.
Por su parte, H. hyrochaeris presenta un NISP de dos en PB, mientras que en LT el NISP
es de doce. Sin embargo, el número de individuos es de uno en ambos casos. Los elementos
representados reejan un predominio del esqueleto apendicular (100% en PB y 91,6% en LT),
mientras que no se encuentran huesos del esqueleto axial, lo cual puede estar vinculado a que
constituyen elementos de bajo valor diagnóstico cuando se hayan especies de porte similar en un
conjunto. El índice de fragmentación en LT posee valor bajo –de 1,2– similar al obtenido para
co pus Sin embargo, es probable que este resultado se halle enmascarado por la cantidad
de fragmentos que fueron incluidos en la categoría de mamíferos grandes. En IAV y LC, que
constituyen las muestras con menor cantidad de especímenes, no se registraron elementos correspondientes a esta especie
Los elementos identicados para B. ichotomus presentan NISP bajos, de tres en LT y en
PB, y de cuatro en IAV. Estos corresponden a huesos largos, escápula, falanges y una vértebra
(gura 4). Cabe señalar que en todos los casos hubo materiales que debieron ser asignados a
categorías amplias, por hallarse muy fragmentados (y sin fusionar en el caso de los elementos
axiales). Así en LT, 36 fragmentos de diásis de huesos largos fueron asignados a la categoría
de Mamíferos grandes, pudiendo corresponder a ejemplares de ciervo y/o carpincho. Entonces,
si se calcula el índice de fragmentación para este subconjunto considerando estos huesos largos,
se obtiene un valor de doce, que es elevado y reeja el alto grado de fragmentación de las especies de gran tamaño representadas en este conjunto. En LC la familia Cervidae está representada
por un fragmento de molar. Además se recuperó un fragmento de tapa de vértebra que podría
corresponder a algún mamífero grande, como algún cérvido (B. ichotomus u
e•oarticus) o
a carpincho (H. hyrochaeris). Esto se debe a que estos huesos carecen de valor diagnóstico, y
más aún cuando no se encuentran completos.
396
Figura 4 Representación anatómica de B. ichotomus en LT, PB e IAV
Los peces constituyen el macrotaxón más representado dentro de los conjuntos de LT, PB
e IAV. Considerando las muestras desde categorías taxonómicas amplias se observa que en los
subconjuntos en donde el análisis pudo realizarse en niveles precisos, los Characiformes –que
constituyen el 28% en LT y el 47% en PB– son más escasos, mientras que los Siluriformes dominan las muestras –el 72% en LT y el 53% del NISP total en PB– (tabla 4).
En PB el 82,9% de los restos permanecieron identicados a nivel Actinopterigii, debido a
que se trata de elementos no diagnósticos (vértebras y costillas). De las tres especies presentes,
el armado ( granulosus) presenta el NISP (N7) y el MNI (N4) más abundante, mientras
que la tararira ( mala ricus) y la vieja del agua ( commersoni) se hallan pobremente representadas. El índice de fragmentación arroja un valor elevado (0,25), probablemente debido a la
abundancia de costillas que tienden a ser elementos frágiles, que se dividen incluso durante el
proceso de recuperación y transporte. Por este motivo se decidió realizar el cálculo excluyendo
estos elementos, ya que se considera que podrían estar introduciendo un sesgo en el resultado de
este índice. El resultado indica que el nuevo índice obtenido (0,43) reeja un patrón moderado
de fragmentación.
En la muestra de LT se recuperaron elementos que corresponderían a tamaños muy variados;
entre ellos, ejemplares de gran porte ( 3 kg) y también muy pequeños ( 300 g). Además, debido
a la gran cantidad de especímenes y a la buena integridad de este subconjunto, pudo realizarse la
estimación del MNI. Este se constituye de 21 individuos, entre los cuales imelodus maculatus
representa el 47,6% de la muestra y le sigue en abundancia postomus sp. con el 14%. El índice
de fragmentación arroja un valor moderado (0,43) y se estima que sucede lo mismo que en el caso
de PB, es decir, que las costillas (que poseen una importante representación) incrementan este
índice notablemente Si se elimina del cálculo este elemento, se observa que este subconjunto
posee un menor grado de fragmentación, con un valor de 0,69.
En IAV y LC los peces poseen un NISP de 27 y 20 especímenes, respectivamente; entre
estos se encuentran elementos que corresponden a las distintas secciones anatómicas. Las vértebras son las que poseen mayor integridad y constituyen los elementos más abundantes. El índice
de fragmentación para estos subconjuntos es moderado, ya que arroja un valor de 0,41 y 0,39.
Sin embargo, debido a la alta fragmentación de los elementos diagnósticos correspondientes al
cráneo, no pudo realizarse una asignación taxonómica precisa.
397
Ele en os
Mesetmoides
Frontal
Orbital
Antorbital
Supraoccipital
Basioccipital
Basiesfenoides
Placas Nucales Mediales
Placas Nucales Laterales
Pterótico
Neurocráneo Indet
Dentario
Premaxilar
Angular
Radios Branquiostegos
RAN
IO
CRANEO
Preopercular
Subopercular
Opercular
Ceratohial
C neo In e e ina o
Cleitro
Coracoideo
ES
ELETO
Espina Pectoral
APENDIC LAR
Espina Dorsal
Fragmentos de Espina
Placas óseas
Vértebra
ES
ELETO A‘IAL
Vértebra frag.
Costillas frag.
OTROS
Dientes
NISP o al LT
NISP o al P
Secci n
NE ROCRANEO
Leporinus sp
1
3
4
-
1
oplias
mala aricus
-
ligosarcus
en nsii
1
Trachelyopterus
galeatus
3
-
1
-
postomus sp
4
1
3
1
-
7
17
6
30
-
imelodus
maculatus
398
3
3
-
imelodus
al icans
Tabla 4. NISP para la clase Peces de los sitios LT y PB
terodoras
granulosus
5
16
7
3
1
1
1
1
-
1
3
1
Pimelodidae
1
1
5
11
6
3
5
6
-
-
Doradidae
1
1
1
19
8
-
Siluriformes
5
167
19
1
1
3
1
1
148
-
Characiformes
1
1
49
40
79
5
1
-
-
Actinopterygii
4
1
1
5
631
49
1300
36
1018
46
3008
311
1
-
1
-
TOTAL
1
1300
36
1018
89
336
375
1
10
1
3
48
10
6
7
1
5
1
3
5
8 0
17
1
8
6
4
8
I ( ), julio-diciembre 014: 387-409
En cuanto a los taxa con baja representación, PB constituye el único sitio en el cual se hallan presentes dos especies de reptiles. No obstante el NISP es bajo y corresponde una vértebra a
€upinam is merinae y una placa ósea a aiman acar . Estas no presentan ninguna modicación
antrópica
Las aves se encuentran representadas en PB con un NISP de doce y en LT con un NISP de
cinco, correspondientes únicamente a miembros del esqueleto apendicular. Para el primer caso,
tres son diásis de huesos largos y se registran también un húmero, un fémur, un metapodio y tres
falanges. En LT la muestra se encuentra constituida únicamente por huesos largos correspondientes
a diásis, tibia y húmero. En IAV el único elemento recuperado para esta clase corresponde a una
punta ahuecada confeccionada sobre un hueso largo (Feuillet Terzaghi 2009).
Aspectos ta on micos
La tafonomía provee un marco de análisis que aquí interesa ya que permite establecer y
evaluar la integridad de los depósitos, la representación de los conjuntos recuperados respecto a
los originalmente depositados e identicar los agentes implicados en el transporte y la depositación
nal de los restos óseos (Lyman 1994).
Del análisis de las supercies óseas se desprende que los carnívoros y roedores habrían
tenido una baja/nula incidencia en su modicación-destrucción (gura 5). Entre los agentes de
mayor incidencia se encuentra el manganeso y el carbonato.
Figura 5. Tafograma para los sitios LT, PB, LC e IAV
Las marcas de raíces en todos los casos se distribuyen supercialmente mostrando surcos
poco profundos, delgados y una tinción leve en los especímenes, lo cual indicaría que no debieron
estar demasiado tiempo en contacto con la supercie de los huesos.
Las manchas de manganeso se presentan en forma de pequeños puntos, es decir que no
exhiben una distribución uniforme, con lo cual la supercie no llega a teñirse del todo en ningún
399
I ( ), julio-diciembre 014: 387-409
sector de los elementos En el caso de los especímenes pequeños (e g vértebras de peces), el
carbonato de calcio presente en los conjuntos de LT, LC e IAV dicultó la correcta identicación
anatómica y taxonómica. La meteorización en todos los casos presenta estadios bajos y afectó
un bajo porcentaje de especímenes, lo que estaría indicando un relativamente rápido proceso de
entierro. Por otro lado, la baja meteorización también reeja el hecho de que los materiales hallados
en supercie no han sufrido una reexposición prolongada. Esto es coincidente con el contexto de
los hallazgos, ya que los materiales superciales de LC, IAV y LT se hallaban aún contenidos en
la matriz sedimentaria, es decir, que no estaban totalmente descubiertos. La falta de rodamiento
en tales elementos también sustenta la baja exposición de los materiales.
En LT las alteraciones térmicas presentan un bajo porcentaje (2,2%) y se encuentran en
restos pertenecientes a peces, Ave,
co pus y Mammalia. Las huellas producidas por la acción
antrópica fueron registradas en un 0,17% del conjunto, sobre elementos de las siguientes especies:
co pus (N ), H. hyrochaeris (N 1), B. ichotomus (N1), Peces (N1) y Mammalia
(N1). Las huellas de corte en los roedores y los peces son cortas y poco profundas y se registró
más de una por elemento. La funcionalidad estaría vinculada a la desarticulación y el descarne
de las presas
En PB las huellas de corte se registraron en el 4,2% de la muestra y se encontraron exclusivamente en elementos de
co pus. En general, la baja frecuencia de huellas puede deberse al
escaso número de especímenes representados (como el caso del ciervo representado solamente por
falanges y rótula) y a su estado fragmentario. En cuanto a las alteraciones térmicas hay un escaso
porcentaje (3,4%) de huesos quemados/calcinados en este conjunto. De los trece especímenes con
alteraciones térmicas ocho pertenecen a la clase Peces, uno a Ave y cuatro a Mammalia.
En IAV el 5% de la muestra posee alteraciones térmicas; estos corresponden únicamente a
la clase Peces. En cambio, en LC el 100% de los especímenes presenta incidencia de fuego. Los
restos calcinados tienen un color que va del gris al gris-azulado. Debido a que todos los elementos
corresponden a secciones anatómicas muy pequeñas (e g vértebras de peces y falanges de coipo),
no se observaron huellas ni marcas de ningún tipo.
DISCUSIN
Un aspecto central respecto de las diferencias en el emplazamiento de los sitios de la cuenca
del río Coronda es que el sector insular presenta una amplia heterogeneidad ambiental e inestabilidad, debido a que se encuentra constantemente expuesto a una intensa erosión y redepositación
hídrica. Por tal motivo, realizar una primera aproximación sobre la integridad del registro en cada
caso es un paso fundamental para comprender los efectos tafonómicos a nivel micro-regional en
un paisaje complejo
Para establecer si existen diferencias en la incidencia de los diferentes procesos y agentes
en los especímenes óseos recuperados en cada geoforma se relevaron diferentes variables tafonómicas. El resultado muestra baja afección por parte de roedores y carnívoros, mientras que se
observa mayor frecuencia de agentes vinculados con la actividad hídrica, como las manchas de
manganeso y el carbonato de calcio. También se calculó el grado de fragmentación de los conjuntos
para evaluar si se producían variaciones según su procedencia (sitios muy inundables vs pocono inundables) Si se toma como parámetros los materiales mejor representados en las muestras,
es decir, los peces y
co pus, los resultados reejan índices bajos a moderados en todos los
casos Por otra parte, los análisis para estimar la correlación entre la representación anatómica y
la DMO no indican que se haya producido una correlación signicativa entre ambas variables,
por lo que los especímenes tienden a estar más o menos representados con independencia de
su densidad mineral. Esto sugiere que la representación diferencial de elementos dentro de los
400
conjuntos no está relacionada con las características químicas del microambiente de depositación
(v g grado de acidez/alcalinidad del suelo), sino más bien con la actividad antrópica. Es decir, que
los conjuntos, independientemente de los sitios de donde provienen, exhiben ciertas propiedades
que son similares
La meteorización no afectó a los conjuntos faunísticos, con lo cual se considera que el registro se enterró de manera rápida, fundamentalmente debido a los ciclos de creciente que aportan
y redistribuyen sedimentos. Sin embargo, estos mismos procesos habrían producido su desenterramiento y posterior redistribución en la supercie de los sitios. En este sentido, las diferencias
ambientales en el emplazamiento de los sitos habrían provocado que en aquellas geoformas de
baja inundabilidad (los casos de LT y PB) el registro arqueológico, en general, y faunístico, en
particular, se recupere mayormente en estratigrafía. En cambio, en los sitios muy inundables (LC
e IAV) la acción del agua habría ocasionado la erosión de las capas que contienen los materiales
arqueológicos, dando como resultado la recuperación de una menor cantidad de restos faunísticos. Se reconoce, entonces, que el emplazamiento de los sitios y su estrecha vinculación con la
acción del agua incidirían en la recuperación del registro arqueofaunístico. En este sentido, el
movimiento de las aguas produce el desenterramiento óseo y, con él, la exposición a diferentes
procesos tafonómicos en supercie, que producirán la destrucción nal de los materiales.
La tafonomía permitió comprender los procesos vinculados a la depositación, preservación
y destrucción de huesos, por lo que se ha constituido en la base sobre la cual se continuarán evaluando las tendencias observadas en los contextos arqueológicos estudiados. De este modo, los
análisis geoarqueológicos que se hallan en curso permitirán profundizar acerca de los procesos
que inciden en la recuperación y preservación del registro óseo (v g tasa de sedimentación,
dinámica hídrica)
Uno de los aspectos que se propuso evaluar en este trabajo fue la variabilidad existente en
la composición faunística de los conjuntos localizados en un sector especíco del paisaje de la
cuenca del río Coronda. Las curvas de rarefacción muestran que LT y PB son conjuntos que se
encuentran bien representados, aunque la riqueza de especies en PB es menor que la registrada
en LT (gura 6). La curva de PB reeja que es el conjunto que mayor cantidad de especímenes
necesita para alcanzar una diversidad de especies similar a la de los demás registros Por su parte
IAV y LC son los sitios que alcanzan su forma asintótica con menor cantidad de especímenes
(gura 7). Si bien a primera vista se observa que son conjuntos que poseen baja cantidad de especies, mediante las curvas de rarefacción puede apreciarse que IAV constituye la muestra con
mayor riqueza especíca. Es decir, que este conjunto, que posee un NISP bajo, es el que con una
menor cantidad de especímenes alcanza el máximo de taxa representados Esto lleva a considerar
que cuando se amplían las muestras, la representación especíca no varía signicativamente, con
lo cual se observa que existe una tendencia que se reeja en los mismos taxa explotados, sobre
todo para el caso de los mamíferos.
En PB, IAV y LT hay una baja diversidad, que estaría dada por una cierta homogeneidad
entre las especies presentes (gura 8). En estos tres últimos casos, las presas que dominan los
conjuntos corresponden al macrotaxón peces. En cuanto a los análisis de diversidad, en LC no
se produce el predominio de ningún taxa por sobre los demás Al respecto puede señalarse que,
a diferencia de los demás sitios de islas aquí analizados, LC se encuentra emplazado próximo a
tierra rme, mientras que los demás sitios se sitúan en sectores medios de la llanura aluvial del
río Coronda
En la zona insular no parece haber diferencias en la intensidad de la señal arqueológica según
las diferencias topográcas que presenta este espacio, con lo cual su uso habría abarcado tanto
los sectores altos no inundables como aquellos más bajos La importancia para la subsistencia de
estos puntos del paisaje se ve reforzada por el hecho de que en ellos se hallan entierros humanos,
lo cual estaría posiblemente vinculado a la demarcación simbólica del espacio
401
I ( ), julio-diciembre 014: 387-409
Figura 6. Riqueza de especies en los sitios PB, LT, LC e IAV Curvas de Rarefacción
Figura 7. Riqueza de especies en los sitios LC e IAV Curvas de Rarefacción
Figura 8. Índices de diversidad para los conjuntos PB, LT, IAV y
LC. Dominancia (EvennesseH/S) y Homogeneidad (1-Simpson)
40
Los peces parecen haber sido la principal atracción del uso insular por parte de los cazadoresrecolectores. Esto se inere al considerar que los peces constituyen las presas más abundantes en
los sitios insulares de la cuenca del río Coronda Su representación en los diversos conjuntos varía
desde porcentajes bajos (32% en LC) hasta un casi total predominio (98% en LT) (gura 9).
Figura 9. Representación del NISP% por Clase para los sitios del humedal
de la cuenca uvial del centro-este santafesino
La diversidad especíca más alta de peces se encuentra en el sitio LT, con 11 especies
identicadas. Es posible que la mayor cantidad de taxa representados en este sitio se vincule a la
buena integridad que presenta este conjunto y al elevado NISP que posee esta clase. Por su parte,
en el otro sitio donde también pudo realizarse una identicación especíca es en PB; si bien este
conjunto tiene una menor cantidad de taxa (N5), no hay diferencias entre las especies presentes
en ambos sitios. De este modo, entonces, puede observarse una recurrencia en la representación
de las siguientes presas: P. granulosus, H. malabricus, H. commersoni, S. brasiliensis, P. stoma‡
coruscans Las características de habitabilidad física para los peces en las llanuras de inundación
están dadas por el comportamiento hidrológico y térmico de las aguas, en combinación con la
geomorfología y la presencia de vegetación hidróta. Los patrones de distribución y permanencia
de la vegetación en áreas inundadas y en aguas libres se vinculan estrechamente a la abundancia
de áreas de refugio y alimentación de larvas y peces juveniles (Welcomme 2001). Estas características afectan la oferta y la distribución de las presas. Si se tiene en cuenta el hábitat de las
especies presentes en los sitios, puede deducirse que estas habrían sido capturadas en aguas poco
profundas y vegetadas. Además, algunas de ellas suelen habitar ambientes lénticos y lóticos, lo
403
I ( ), julio-diciembre 014: 387-409
cual coincide con las características del emplazamiento de los sitios insulares Estos datos resultan
compatibles con aquellos obtenidos de observaciones etnográcas en grupos chaqueños, en donde
se explicita que la pesca en aguas profundas es más peligrosa (Arenas 2003) y menos efectiva.
Es decir, que las variaciones que existen en un mayor predominio de peces en los conjuntos
insulares podrían ser explicadas en términos espaciales, ya que los sitios emplazados sobre las
márgenes del río en el sector continental presentan un menor porcentaje de peces en sus conjuntos y, como también se observa en registros de la cuenca media del Paraná (Pérez Jimeno 2007;
Cornero et al. 2010; Sartori y Pérez Jimeno 2012), su representación decrece cuando los sitios
se localizan en sectores del interior. La representación y dominancia de los peces y demás presas
adaptadas a la vida acuática en la zona insular sería informativa de las estrategias utilizadas para
la explotación de los recursos faunísticos en el espacio. En este sentido resulta interesante cotejar
los datos que provienen de estudios etnográcos, los cuales señalan que las diferencias entre las
parcialidades de grupos chaqueños se producen debido a que la pesca determina la localización
geográca de los campamentos residenciales. De hecho, las dos parcialidades presentes en Argentina se autoadscriben en función de su vínculo con el río, distinguiéndose entre ribereños
y montaraces (Scarpa 2007). También entre los grupos toba algunas parcialidades habitaban
sectores ribereños y otras, tierra adentro. Esto produce diferencias en la subsistencia que inuyen en
una mayor-menor incidencia de peces en la dieta (Braunstein y Miller 1999; Mendoza 2002).
La baja movilidad que ha sido propuesta para grupos de la zona se asocia a una estabilidad
residencial relativamente alta (Pérez Jimeno 2007; Loponte 2008), aspecto que sería compatible con las denominadas estrategias o modelos de lugar central (Orians y Pearson 1979). Si se
atiende a la distribución de los recursos en el espacio, es esperable que para los momentos nales
del Holoceno en los sitios se produzca una mayor explotación de presas de baja jerarquía que
requieren un menor tiempo de búsqueda-procesamiento, como el caso de los peces (Characiformes y Siluriformes) y el coipo. Este último roedor, de porte mediano, es una de las presas más
recurrentes en los conjuntos zooarqueológicos de la zona Es probable que algunas características intrínsecas de este recurso posibilitaran su incorporación con éxito a la dieta de los grupos
cazadores-recolectores. Entre los principales factores que posicionaron al coipo en un lugar de
jerarquía estaría su alta tasa de reproducción, así como también su predictibilidad y fácil captura.
La importancia que debió adquirir la obtención y uso de las pieles de
ocastor co pus, como
fuere señalado por diferentes cronistas (e g. Paucke 2010 [1749/67]) también habría incidido en
su importancia para las poblaciones pasadas. En este sentido, los perles etarios que reejan los
elementos de esta especie en los conjuntos aquí estudiados indican que habría una preferencia
por animales adultos-subadultos. En la actualidad los pescadores y nutrieros de la zona también
tienen en cuenta el tamaño del animal al momento de la captura, además de la época en la que
cambia el pelaje para obtener pieles de buena calidad (Acosta 2005; Escosteguy 2013; Sartori
013, entre otros)
En cuanto a los recursos de alto ranking representados en los sitios, el modelo de amplitud
de dieta sostiene que una vez que un recurso de alta jerarquía es encontrado, será explotado
(Winterhalder 1990). Esto podría explicar la presencia de B. ichotomus e H. hyrochaeris en los
sitios LT, IAV y PB. Al igual que lo que sugieren otros autores para el delta inferior del Paraná,
es posible que los peces se encuentren entre las presas de mayor valor económico, dado que su
contribución en términos de biomasa aportada es superior a la que puede brindar
co pus y
otras especies menores (ver detalles en Loponte 2008; Musali 2010).
Las diferencias ecológicas serían el factor más importante dentro del predominio de peces
vs. mamíferos en los conjuntos de los sitios insulares. Cabe señalar que el ambiente insular, al ser
más húmedo que el de la zona continental, se traduce –fundamentalmente en los albardones poco
inundables– en una mayor oferta faunística disponible. En cambio, hacia el interior los recursos
se hallan más dispersos. Sin duda, estas diferencias ambientales implicaron decisiones distintas
404
que se ven reejadas en el registro arqueofaunístico de cada zona. La variabilidad observada en
la predominancia de ciertos taxa se explicaría, entonces, por un vector espacial, en el que las
diferencias ecológicas serían el factor más importante a tener en cuenta. En este sentido, se considera que si bien las características del ambiente no determinan el comportamiento humano, sí
en cambio constituyen un factor importante de su variabilidad (Winterhalder y Smith 1992).
CONCLUSIONES
Los grupos que habitaban la zona de estudio en el pasado, ocupaban un espacio heterogéneo, donde los recursos estaban distribuidos espacial y estacionalmente de manera discontinua,
formando diferentes parches. Por lo tanto, la toma de decisiones no solo apuntaba a evaluar qué
parches explotar, sino también dónde establecer los campamentos residenciales (eanah 2004).
En los conjuntos de los cuatro sitios insulares analizados, se observaron algunas similitudes
respecto de la presencia de determinados taxa y la dominancia de los peces por sobre los mamíferos. La recurrente localización de los asentamientos en lugares próximos a muchos de los recursos
faunísticos habría posibilitado la explotación de presas de bajo y de alto ranking, disminuyendo
de esta manera los tiempos de búsqueda y costos de transporte, principalmente, de aquellas presas
que poseen una alta tasa de encuentro como es el caso de los peces y roedores.
En síntesis, puede decirse que los espacios insulares habrían constituido lugares esenciales
en términos de su jerarquización para su potencial uso, aspecto que se reeja en su intensidad
de ocupación (sensu Barberena 2008). Los factores que favorecen las elecciones respecto a las
zonas por ocupar, serían producto de la disponibilidad y abundancia que poseen las presas que
integran la dieta y otros recursos necesarios para la subsistencia. Es decir, que la localización de
los asentamientos en zonas de isla es una de las principales causas de variabilidad que presentan los
conjuntos arqueofaunísticos del Humedal del centro-este santafesino. Esta situación, se encuentra
estrechamente vinculada con la estructura del ambiente y con los requerimientos ecológicos que
poseen las distintas especies que constituyeron la base principal de la subsistencia. Los conjuntos
de LT, PB, IAV y LC reejan la variedad de especies propia de la zona insular, la cual se encuentra
adaptada al ambiente uvial. Comprender los distintos rasgos de un espacio heterogéneo resulta
central para analizar el potencial uso que habrían realizado los grupos humanos en el pasado
AGRADECIMIENTOS
En primera instancia queremos agradecer a la Fundación Arqueológica del Litoral por su
contribución para que podamos realizar las diferentes tareas de campo. También a Fernando
Roggero y a la Municipalidad de Coronda por su apoyo logístico y de gestión para la realización
de los trabajos arqueológicos. Al Doctor Javier Musali por la identicación anatómica y taxonómica de la clase Peces. A los integrantes del GIAN por participar de las excavaciones, limpieza
y análisis de los materiales arqueológicos recuperados.
Por último las autoras queremos aclarar que somos las únicas responsables de lo aquí expuesto
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Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología
I ( ), julio-diciembre 014: 411-434
EL ADO
INADO S EVIDENCIA AR
EOLÓGICA EST DIO SO RE
ARTE ACTOS LÍTICOS DE GRANITO PROCEDENTES DE SAN OS DE
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Fecha recepción: 8 de noviembre de 013
Fecha de aceptación: 30 de agosto de 014
RES• EN
El presente artículo es una síntesis de varios a os de investigaci n se centrali• en el
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Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Instituto de Arqueología, Facultad Filosofía
y Letras, Universidad de Buenos Aires. E-mail: [email protected]
411
I ( ), julio-diciembre 014: 411-434
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Keywords: istorical lit ics ’ granite ’ co lestone pavement ’ uenos Aires ’ San os
de ƒlores
INTRODUCCIN
La investigación que aquí se presenta comenzó a partir del hallazgo de una gran cantidad
de artefactos de granito en la Unidad de excavación 2 del sitio Corralón de Floresta, ubicado en
el barrio de Floresta, en la Ciudad de Buenos Aires (Camino 2007). La particularidad de este
conjunto, tanto cualitativa como cuantitativamente, llevó a plantearnos una serie de interrogantes:
eran simplemente rocas partidas para la producción de hormigón o para otros usos, o eran productos de desechos de la talla de adoquines? ¿Formaron parte del relleno utilizado para nivelar el
predio? o, por el contrario, ¿su contexto de depositación fue primario? Y si fueron el resultado de
la confección in situ de artefactos para la pavimentación, ¿se confeccionaron a partir de bloques
mayores, o fueron el producto de antiguos adoquines levantados y retallados?
Un primer abordaje sobre estos artefactos (tanto desechos de talla en su contexto de depositación primaria, como adoquines formatizados y bloques de mayor tamaño) nos llevó a plantear
inicialmente que en el sitio se llevó a cabo la formatización y regularización de adoquines (Mercuri y Coloca 2009; Coloca 2010). A partir de esto se consideró la necesidad de profundizar la
investigación sobre el tema para determinar a qué tipo de adoquinado y a qué etapa de producción
pertenecieron dichos artefactos. Para ello se hizo necesario conocer la manera cómo se desarrolló
históricamente el adoquinado en la Ciudad de Buenos Aires y en San José de Flores, como así
también las características del proceso técnico de su producción.
En este sentido, se debe tener en cuenta que el adoquinado de Buenos Aires fue un proceso
que estuvo asociado a una transformación general que comenzó durante la segunda mitad del
siglo XIX (Bra 2000). Este período histórico se caracteriza por su carácter transicional, en el que
se estaba impulsando el paso de una ciudad de estilo colonial a otra pensada bajo la idea de la
modernidad. En dicho contexto planteamos el estudio del adoquinado porteño en el marco de este
proceso socio-político más general que se desarrolló a partir de la segunda mitad del siglo XIX,
principalmente en el centro de la ciudad, y continuó en la primera mitad del siglo XX, momento en el que se expandió también hacia las zonas periurbanas, como lo era San José de Flores.
Siguiendo este enfoque, el alcance geográco que utilizamos se mueve desde una escala macro
hacia una centrada en una microrregión particular.
Partiendo de esto, los objetivos generales de este trabajo son determinar cómo se desarrolló
el proceso del adoquinado en la Ciudad de Buenos Aires, centrándose en su expansión e implementación en San José de Flores, y establecer a qué momento de dicho proceso se asocian los
artefactos estudiados. A su vez, como objetivo particular se plantea denir la naturaleza técnica
y funcional de estos artefactos, es decir, a qué etapa de la producción de adoquines pertenecen.
Para cumplir estos objetivos se utiliza información arqueológica y documental. Esta última es
de carácter escrita, pictórica y cartográca. En este sentido, cabe mencionar que el uso de fuentes
históricas –tanto primarias como secundarias– nos posibilita, junto con el registro arqueológico,
41
la caracterización del proceso del adoquinado y nos ayuda a determinar los diferentes tipos de
adoquines utilizados a través del tiempo en la Ciudad de Buenos Aires y, en particular, en Flores
y Floresta (barrios que pertenecían al otrora pueblo de San José de Flores). Esto ayudará a estimar
a qué período de dicho proceso podrían pertenecer los artefactos aquí analizados.
Por otra parte, siendo el adoquín un artefacto se lo puede analizar utilizando el modelo de
ujo o cadena operativa desarrollado por Schiffer (1972). En este modelo se contemplan las diferentes etapas involucradas en la producción lítica: aprovisionamiento, manufactura, uso, reciclaje
y descarte. Dentro de este proceso productivo, se considera que la manufactura involucra, a su
vez, otra serie de etapas que constituyen la secuencia de reducción lítica. Estos pasos abarcan
las diferentes etapas en la vida del artefacto, desde la extracción de la materia prima, pasando
por su formatización primaria, transporte, terminación y posterior instalación y uso. En el caso
particular de los adoquines, cabe mencionar que luego de su utilización muchos han sido removidos, transportados nuevamente y vueltos a usar, mientras que muchos otros continúan activos
hasta el día de hoy y conforman las calles sobre las que circulan cotidianamente gran cantidad de
vehículos. En consecuencia describimos las diferentes etapas del proceso técnico de manufactura
e instalación de adoquines para luego distinguir el grado de representación de las diferentes etapas
de producción en el conjunto.
El material arqueológico se analiza a partir de determinadas variables escogidas para poder
caracterizar los diferentes conjuntos. A partir de esto, se contrastan los resultados obtenidos del
estudio del material de granito de la Unidad de excavación 2 del sitio Corralón de Floresta con
los provenientes de la Unidad 1 del mismo sitio y también con artefactos de un sitio con otros
contextos depositacionales: Rodríguez-Visillac. Esto nos ayudará a diferenciar las características tecno-morfológicas que pueden presentar diferentes tipos de artefactos de granito utilizados
para distintas funciones. Asimismo, se analizan los artefactos obtenidos de la confección de un
adoquín mediante un ejercicio experimental con la nalidad de comparar variables morfológicas
y tipológicas con los ejemplares de la Unidad 2.
De forma adicional, se presenta un estudio petrográco de muestras seleccionadas tanto del
conjunto arqueológico como de las diferentes canteras explotadas históricamente en la provincia
de Buenos Aires, para determinar las potenciales fuentes de aprovisionamiento de las materias
primas de los artefactos estudiados.
Finalmente, discutiremos si los artefactos registrados son evidencia de la producción de
adoquines y si fueron confeccionados de forma primaria o desde la reconguración de adoquines
más antiguos, reutilizados posteriormente bajo diferentes estándares.
EL DESARROLLO DEL ADOQUINADO Y SU IMPLEMENTACIN
Sabemos que para diferentes períodos y zonas de la ciudad fueron practicados distintos tipos
de armados entendiéndose así a cualquier supercie articial utilizada para hacer más sólido
y llano un camino, lo cual nos puede dar una cronología relativa ante el hallazgo de este tipo
de artefactos. A su vez, el desarrollo del adoquinado implicó la realización de varias instancias:
por un lado, algunas relacionadas con el aprovisionamiento de la materia prima y la producción
técnica de los ejemplares, y, por otra parte las cuestiones relacionadas con los actores que impulsaron su realización (Coloca 2011).
Se pueden reconocer dos etapas para dicho proceso. En un primer momento se desarrollan
los intentos iniciales por adoquinar. Este período se caracteriza por una falta de criterio unicado
para llevar adelante semejante tarea y puede denirse como de prueba, tanto de los materiales
utilizados como de las formas en que se llevarían a cabo los armados. La segunda etapa se
puede datar con posterioridad a 1880 y se caracteriza por la aplicación de un plan sistemático de
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adoquinado mediante la conformación de órganos gubernamentales encargados de estipular las
formas y de llevar a cabo la tarea mediante criterios establecidos previamente (Coloca 2011).
Los primeros intentos de pavimentar en Buenos Aires se produjeron a principios del siglo
XVIII y fueron impulsados para combatir el problemático tránsito que presentaban las calles de la
ciudad, principalmente cuando llovía ya que se producían verdaderos pantanos difíciles de cruzar.
Estos empedrados se realizaron en parte con rocas que traían los barcos europeos como lastre y
quedaban en la ciudad. Luego, se comenzó a traer piedra de la isla Martín García o, incluso, de la
Banda Oriental (Sola 2008). Las rocas que se transportaban para tal n no eran más que bloques
de forma más o menos redondeada que se asentaban directamente sobre el barro. Este tipo de
pavimento se conoce como “tipo bola”, que posteriormente fue denominado como empedrado
bruto o común (Schávelzon 2009).
A pesar de los esfuerzos realizados a través de los años, poco o nada se hizo hasta la década
de 1820 y los empedrados siempre fueron irregulares y decientes (Wilde 2000 [1881]). Entre
1822 y 1824 se produjo el cambio y durante el gobierno de Rivadavia se tomaron las primeras
medidas concretas para empedrar buena parte del centro de la ciudad con técnicas modernas y de
modo sistemático (Schávelzon 2009).
En 1852 se formó la Comisión de Obras Públicas, que dependía de la Municipalidad de
la Ciudad. Este nuevo órgano se encargó, a través de licitaciones, de llevar adelante la tarea de
los empedrados. En 1854 se trajeron de la isla Martín García alrededor de 20.000 toneladas de
piedra para activar denitivamente el empedrado de las calles. Como buena parte no estaban
pavimentadas, en 1857 el Consejo decidió encarar un plan general disponiendo la construcción
de empedrados y veredas a cargo de los vecinos. Sin embargo, y pese a las intenciones de las
autoridades municipales, el arreglo de las calles fue un proceso lento y sujeto a cambios, y los
empedrados seguían siendo irregulares (Bra 2000). Estos serán abandonados denitivamente
recién hacia 1880 (Schávelzon 1991).
A partir del año 1865 comenzó la explotación de otras canteras, como las de Sierra Chica,
Olavarría y Tandil, y se dejó de depender exclusivamente de la piedra de Martín García o del
extranjero. Esto dio un gran impulso a la actividad, ya que se amplió la disponibilidad de materias
primas, lo que se vio facilitado años después gracias a la inauguración de la red del Ferrocarril
del Sud (Bra 2000).
Hacia el año 1875, luego de 10 años de ensayos, comenzó a utilizarse de forma general el
adoquinado común, caracterizado por bloques (paralelepípedos) de granito. Este sistema reemplazó
denitivamente al anterior empedrado común o bruto (“tipo bola”) en la mayoría de las calles del
centro porteño (Schávelzon 1991).
La segunda etapa del adoquinado, caracterizada por una sistematización, reglamentación y
estandarización del proceso, se inició hacia 1880. En esta década se produjeron modicaciones
urbanas que tuvieron un gran impacto en la proyección del uso de los espacios públicos, sobre
todo en las calles y avenidas. Se expandió el adoquinado (del tipo común) de las calles en forma
sistemática y se realizó el esfuerzo de recticación, ensanche y delineación de calles en la periferia, muchas de las cuales se habían formado espontáneamente como prolongación del damero
existente (Sola 2008).
En 1881 se sancionó la Ley de Adoquinado, la cual unicaba las leyes de pavimentos y
aguas corrientes. Mediante esta se autorizaba a la Municipalidad, y en su defecto a la Comisión
Municipal, para hacer obligatorio el adoquinado de las calles comprendidas en el perímetro que
cubría el centro porteño (Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires 1889). Entre 1886 y 1889,
una comisión en la que intervinieron ingenieros y arquitectos reconocidos (Juan Buschiazza, Guillermo White, Luis Huergo, Pablo Blot y Rómulo Otamendi) estableció las normas que rigieron a
lo largo de los siguientes cincuenta años para los distintos tipos de adoquinados: común, mixto,
inglés, macadam, enmaderado (Schávelzon 1991, Coloca 2013).
414
Para el 1900 se destaca el comienzo de la utilización del asfalto Trinidad para la pavimentación (llamado así porque el cemento bituminoso utilizado era preparado con betún renado
proveniente de la Isla Trinidad, en Trinidad y Tobago) (Dassen 1900). A principios de 1916
empezó a utilizarse el granitullo, el cual sería una de las técnicas más utilizadas posteriormente.
A diferencia del adoquín, el granitullo es cúbico y de menor tamaño (7 x 10 cm) y se asienta en
forma de ondas, haciendo que los suelos sean más parejos y menos irregulares (Nario 1997).
A partir de 1940, en los planes de pavimentación sancionado por la Municipalidad se pretendió cambiar el adoquinado por el granitullo. Sin embargo, salvo pocas excepciones, la mayor
parte del material lo proveyó el mismo adoquinado. Los adoquines antiguos fueron levantados de
las calles, divididos y re-confeccionados para su utilización como granitullos (Nario 1997).
Cabe mencionar que desde principios de siglo XX la producción de adoquines estaba dividida
en dos etapas. La primera era la extracción de la piedra de la cantera y la segunda consistía en el
corte y formatizado nal de los instrumentos: adoquines, granitullo y cordones (Nario 1997). La
manera de cortar la piedra se realizaba utilizando el método de los pinchotes o cuñas, técnica que
se implementaba varias veces para ir dividiendo el bloque hasta conseguir el instrumento buscado
(para más información sobre el tema ver Nario 1997, Mercuri y Coloca 2009, Coloca 2010). En
todos los casos, estas acciones dejan marcas características sobre los artefactos resultantes, las
cuales dan cuenta de su proceso de manufactura.
EL ÁREA DE ESTUDIO: SAN JOS DE FLORES Y SU ADOQUINADO
Desde sus inicios en el siglo XVII, la ubicación del pueblo de San José de Flores fue estratégica por encontrarse a la vera del Camino Real y a una legua del “camino de Gauna” (actual
Av. Gaona). Ambas fueron las principales rutas de comunicación del puerto de Buenos Aires
con el interior del país (Mercuri et al 2004). Esta ventaja económica comparativa permitió el
desarrollo de su población; sin embargo, la explotación de esta situación ventajosa dependía a su
vez del desarrollo de Buenos Aires (Camino 2011).
En 1776 el nombramiento de Buenos Aires como capital del nuevo Virreinato del Río de
La Plata impulsó el crecimiento del pueblo y se produjo un aumento de su población. En el año
1806 se erigió el Curato de San José, el cual se convirtió en una parada obligada de carretas y
yuntas de bueyes en su viaje entre Buenos Aires y Luján. En 1811, el cabildo de Buenos Aires
declaró al pueblo como Partido. El Camino Real y el de Gauna eran la salida comercial de la
provincia y Flores vivía al ritmo del comercio, creciendo a pasos acelerados (Ciliberto 2004,
Pisano [1976] 2006).
Para mediados del siglo XIX se puede decir que Flores era un municipio mantenido por
los potentados capitalinos (Pisano [1976] 2006). Los nuevos medios de transporte –como el tren
y el tranvía– junto con las mejorías de los caminos fueron el aspecto fundamental que permitió
la consolidación del pueblo, ya que acortaron los tiempos de traslado de personas y mercaderías
desde y hacia el centro de la ciudad (Camino 2011, Cunietti-Ferrando 1977).
En 1888, junto con barrio porteño de Belgrano, Flores se anexó a la recientemente declarada
Capital Federal de la República (1880), y con ello continuó este proceso de expansión demográca y
comercial (Cunietti-Ferrando 1977). En este marco tuvieron lugar fenómenos como la urbanización
del paisaje rural y el dinamismo comercial interno y externo (Camino 2011). A su vez, se inició
la sistematización del adoquinado bajo las normas de la legislación y reglamentación que habían
sido impulsadas por el gobierno nacional (Coloca 2011). En estos momentos la Municipalidad de
Buenos Aires comenzó a levantar los antiguos empedrados y el macadam que se encontraban en
varios tramos de los caminos principales y se emprendió el pavimento con adoquines de piedra,
trabajo que se inició en 1888 (Carbia 1906).
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Para 1916, el pavimentado de Flores estaba caracterizado por un adoquinado común en
su zona céntrica, mientras que en la periferia las calles seguían presentándose sin empedrado
(Coloca 2011).
LOS SITIOS ESTUDIADOS
Los sitios arqueológicos analizados se encuentran en los actuales barrios de Flores y Floresta.
Uno de ellos, Rodríguez-Visillac, se ubica dentro de lo que sería parte del casco histórico del otrora
pueblo de San José de Flores y el otro, el Corralón de Floresta, un poco más alejado del centro
(aunque cerca de la antigua estación de ferrocarril de Floresta). Este último se encuentra dentro
de los antiguos cuarteles rurales del antiguo partido (gura 1). Ambos sitios fueron excavados en
el marco del Proyecto Arqueológico Flores, bajo la dirección del doctor Ulises Camino (Camino
2007, 2009).
Figura 1. Ubicación dentro de la Ciudad de Buenos Aires de los sitios Corralón de Floresta
y Rodríguez-Visillac
416
Sitio orral n de ƒloresta
El sitio Corralón de Floresta es un predio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ubicado
entre las calles Gaona, Morón, Sanabria y Gualeguaychú (gura 1). Con una supercie total de
10.935 m , en este espacio existieron diversas construcciones y actualmente persisten varias
estructuras: el lugar donde se realizaba la limpieza de los camiones recolectores de residuos, un
galpón donde se reparaban los camiones, un pañol y una casona donde estaba la administración
del corralón.
El predio en cuestión formó parte de la quinta La Primavera hasta nes de siglo XIX, y
a principios del XX fue vendido a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. En 1912 se
procedió a la elevación de la cota del predio por su ubicación en terrenos anegadizos de la cuenca
del arroyo Maldonado; esta elevación se efectuó principalmente con las cenizas provenientes de
“la quema” (Camino 2009). Desde 1923 el predio comenzó a funcionar como corralón municipal (Lagrecca 2005), lugar donde se guardaban y reparaban los carros recolectores de residuos
y se alimentaban y cuidaban los caballos que les servían de tiro (Prignano 1998). A partir del
relevamiento de antiguos planos obtenidos en el archivo de AYSA, se pudo constatar que en
1938 se efectuaron zanjeados y construcciones internas en el sector del cantero norte y en 1950
se construyó el muro perimetral que encerraba el predio. En 1998 la empresa SOLURBAN S.A.
tomó posesión la propiedad. Finalmente, en Febrero de 2005 el predio pasó a manos del Gobierno
de la Ciudad, quien por pedido de la comunidad barrial decidió realizar una escuela secundaria y
una plaza. Desde la Asamblea Vecinal de Floresta surgió la idea de rescatar el pasado del predio,
tanto el patrimonio tangible como el intangible y se gestó la idea de construir un museo (Mercuri
y Camino 2006).
Los trabajos arqueológicos en el predio comenzaron en el mes de agosto de 2006, cuando
los vecinos se movilizaron para efectuar el rescate del patrimonio que estaba siendo afectado por
la construcción de un colegio secundario en el lugar (Camino 2007). Se utilizaron dos abordajes
metodológicos diferentes: por un lado se aplicaron técnicas propias del rescate arqueológico,
recuperando el material que el tiempo concedido permitió y, por otro, se efectuó una excavación
sistemática sin restricciones de tiempo y espacio. El primer caso se realizó en la mitad este del
predio que linda con la calle Gualeguaychú, dado que en ese sector se estaba construyendo el
colegio. En este sector fueron levantados por los obreros una cantidad aproximada de 1.000 adoquines y 126 bloques de granito (Camino 2007, 2012).
La excavación arqueológica sin límites de tiempo fue realizada en la mitad del terreno que
limita con la calle Sanabria, dado que en este lugar, por el momento, no se efectuaba ningún tipo
de obra de remoción. Las tareas llevadas a cabo en esta porción del terreno fueron divididas en dos
unidades, ubicadas en dos sectores diferentes del predio. La Unidad 1 se situó en el jardín sur de
la antigua administración del corralón, cercano a la entrada de la calle Morón, y la Unidad 2 sobre
la porción próxima al muro perimetral que linda con la avenida Gaona (gura 2). En el primer
sector se plantearon siete cuadrículas de 1 x 1 m, mientras que en el segundo fueron excavadas
cinco. En ambas unidades se recuperó gran cantidad de material. A continuación se detallan las
características el material lítico recuperado.
Unidad de excavación 1
En la Unidad 1 se registraron 10.345 artefactos y ecofactos; en su mayoría presentan una
cronología asignada a nales del siglo XIX y principios del XX. Cabe destacar que, exceptuando
los materiales de construcción y el lítico, el conjunto total presenta altas proporciones de evidencia
de alteración térmica (Camino 2007).
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Figura 2. Planta del sitio Corralón de Floresta con las Unidades de excavación 1 y 2
(extraído de Camino 2012)
Sobre un total de 273 artefactos líticos, la muestra evidencia una alta proporción de rocas
graníticas (n172; 65,0%) respecto del resto de las materias primas: cantos rodados, pizarras,
fragmentos de las llamadas “Lajas de Hamburgo” –utilizadas comúnmente para baldosas (Schávelzon 2009)–, lápices de piedra y mármol.
Unidad de excavación 2
En este sector se recuperaron un total de 8.284 artefactos y ecofactos. A diferencia de la otra
unidad, el material más representativo del conjunto total es el relacionado con la construcción,
el cual se encuentra conformado en más de un 80% por ladrillos, seguido en proporción por los
azulejos y fragmentos de caño, y un bajo registro de tejas y baldosas (Camino 2012). Solo un
24% del material recuperado en este sector presenta signos de termoalteración, que se registra
principalmente sobre los elementos de vidrio, cerámica y el material óseo.
418
Respecto al material lítico del sitio (n2.005), se observa un muy alto porcentaje de artefactos de granito (n1.724; 85,9%). Los materiales restantes se presentan en bajas frecuencias;
entre ellos se destacan el conjunto de “Lajas de Hamburgo”, seguido por los cantos rodados y las
areniscas (materiales utilizados para construcción).
Siti Rdrueiillac
Este sitio se ubica en un solar de 76,89 por 17,70 m de supercie, ubicado a la vera del
ferrocarril, en la calle Condarco 206, en el casco histórico de Flores (Camino 2012) (gura 1). La
historia del terreno se remonta a 1812, cuando el señor Millán realizó el loteo de un gran predio, a
partir del cual se originó una quinta que ocupaba la supercie equivalente a 6 manzanas actuales.
En 1817 el inmigrante catalán Pou compró las tierras y construyó allí obrajes para la confección
de ladrillos, además de plantar un monte con durazneros para utilizar su leña. En 1822, luego del
fallecimiento de Pou, dicha quinta fue adquirida por la familia Rodríguez-Visillac, quienes fueron
sus dueños hasta 1878, año en que la vendieron en parcelas de 10 varas de frente (Cunietti-Ferrando
2006). Actualmente, el lugar funciona como centro de un Grupo Scouts de Flores, quienes utilizan
el terreno y parte de las estructuras originales conservadas (Camino 2011, 2012).
Este sitio presenta características diferentes a las identicadas en el Corralón de Floresta, ya
que en cada uno de ellos se registran evidencias del desarrollo de diferentes tipos de actividades,
por lo que se trata de dos sitios con distintas funcionalidades.
En un primer momento se registró la presencia de un muro de 0,50 m de grosor y más de 15
m de largo (no se puede saber la dimensión total, ya que continúa por debajo de construcciones
actuales). Este correspondería a los viejos límites del terreno y, teniendo en cuenta sus técnicas
constructivas, habría sido confeccionado hacia mediados del siglo XIX. A partir del hallazgo, se
decidió plantear 13 cuadrículas de 1 x 1 m siguiendo el muro en los espacios libres de árboles, ya
que algunos de estos hacían imposible llevar adelante la excavación. En estos trabajos se descubrió
sobre el muro una abertura de 2 m de largo con dos pilares de 0,65 x 0,65 m en cada uno de sus
lados. En el centro de la abertura se identicó el fragmento de un pilote de madera de quebracho
colorado, que podría ser parte del parante central de las dos hojas de la puerta de ingreso. Las
zapatas de fundación varían desde una profundidad de 0,95 m hasta 1,11 m. Junto al muro, y a
una profundidad de unos 40 cm, se encontraba un piso de ladrillos.
Sobre un total de 11.533 objetos recuperados puede destacarse la alta representatividad del
material vítreo (46,2%), seguido por el lítico (16,8%), los óseos (11,8%), los metales (8,3%) y
las lozas (7%). Del conjunto, solamente el 2,4% presenta signos de termoalteración.
En el material lítico recuperado en Rodríguez-Visillac (n1.945) puede observarse una alta
proporción de rocas de granito (n754; 38%), cantos rodados (n720; 37,7%) y pizarras (n401;
20,9%). En bajas cantidades se encontraron “Lajas de Hamburgo”, mármoles y areniscas.
Varios de los cantos rodados presentan cemento adherido, lo que permite inferir que formaban
parte de material de hormigón. Los ejemplares recuperados responden a un contexto de depositación primario y la mayoría de las rocas fueron empleadas para la construcción (a excepción de
los granitos, los fragmentos de pizarra escolar y el lápiz que tuvieron otra función).
ASPECTOS METODOLGICOS SOBRE EL ANÁLISIS DEL MATERIAL LÍTICO
Como se mencionó antes, una vía de análisis utilizada en este trabajo fue el estudio tecnomorfológico de los artefactos líticos de granito. Este se realizó sobre la totalidad de los especímenes
de dicho material registrados en las dos unidades del sitio Corralón de Floresta, los recuperados
419
I ( ), julio-diciembre 014: 411-434
en el sitio Rodríguez-Visillac, como así también sobre un conjunto de piezas producidas por
un ejercicio experimental. Con ello se pretendió generar una caracterización de cada conjunto,
compararlos entre sí y evaluar la posible funcionalidad asociada a cada uno, principalmente de
los artefactos de la Unidad 2 del Corralón de Floresta.
Para dicho estudio utilizamos la propuesta de cuanticación para el análisis tecno-morfológico
del material lítico de contextos históricos desarrollada por Mercuri et al. (2012). Esta se confeccionó
ante la carencia de acercamientos metodológicos para el estudio de rocas de contextos históricos
urbanos y en función de establecer parámetros para generar expectativas y hacer comparaciones
con otros conjuntos del mismo orden (Mercuri y Coloca 2009, Mercuri et al. 2012).
En este análisis se seleccionaron diferentes variables consideradas pertinentes para el abordaje del conjunto que fueron registradas en una base de datos con el objetivo de reconocer algún
tipo de patrón discriminante. Por un lado, se consideraron las variables referidas al tamaño de
los artefactos: largo, ancho y espesor máximo; y tamaño relativo1 (sensu Aschero 1975, 1983).
Estas variables nos sirven para tener una idea de las dimensiones del conjunto. De este modo
podemos hipotéticamente discriminar conjuntos de tamaños y medidas particulares que pueden
vincularse con las distintas etapas de la producción de adoquines o con los diferentes procesos
asociados a otro tipo de artefactos.
A su vez, se tuvo en cuenta la morfología de los artefactos. Por un lado, el módulo longitud/anchura (sensu Aschero 1983) nos proporciona información sobre la relación entre las dos
medidas, es decir, si la forma general de la pieza es más alargada o más ancha, pudiendo asociarse
también determinados módulos con ciertos procesos relacionados con el trabajo del material. Esta
es una base descriptiva a nivel morfológico que puede ser utilizada para distinguir caracteres que
logren ser indicios de su técnica de obtención. Por otro lado, la forma general del contorno nos
da una idea de la regularidad de las piezas, y su correlación con el tamaño puede generar otros
patrones indicativos relacionados con distintas etapas de producción (Aschero 1983).
También se consideró importante reconocer las características de la materia prima de las
piezas (en base al grano, color e inclusiones) y la presencia de adhesiones, alteraciones de supercie, pulidos y marcas antrópicas (Mercuri et al 2012). Esto nos puede ayudar a determinar la
posible función que tuvieron los artefactos como también el tipo de descarte y los procesos postdepositacionales que sufrieron. Se pueden destacar dos tipos diagnósticos de marcas antrópicas
relacionadas con el proceso de formatización de adoquines, las cuales dan cuenta de la etapa de
manufactura en la que se encuentra el artefacto. Por un lado, las marcas de pinchotes asociadas a
la división de bloques más grandes de granito hasta conseguir tamaños próximos al producto nal
y, por el otro, las marcas de descabezado, realizado con escarpel o descabezador, relacionadas
con la etapa de reducción y formatización nal del adoquín.
Las medidas absolutas se registraron individualmente para cada artefacto para después tomar
los valores promedio, los cuales fueron comparados entre los diferentes conjuntos. Con la nalidad
de detectar posibles patrones discriminantes se correlacionaron, por un lado, las variables tamaño
relativo, forma general del contorno y el módulo de longitud/anchura y, por otro, las caras pulidas
con adhesiones y marcas antrópicas.
Asimismo, como dijimos anteriormente, se realizó un estudio actualístico para enriquecer
nuestro conocimiento relacionado con la producción de adoquines. En este se siguió un modelo
experimental en donde se ejecutaron los diferentes pasos de la cadena operativa en la confección
de un adoquín de granito, ejerciendo un riguroso control y seguimiento de cada uno de ellos
(Coloca 2010). En base a esto se le pidió a un picapedrero (uno de los pocos que aún ejercen ese
ocio en Buenos Aires, el cual ha heredado de su padre y de abuelo) que, partiendo de un bloque
de granito extraído del sector Este del sitio Corralón de Floresta de un tamaño de 51 x 30 x 19
cm, confeccione un adoquín de proporciones similares a aquellos que se pudieron registrar en las
excavaciones de la Unidad 2 del mismo sitio (Camino 2007). El objetivo del ejercicio experimen4 0
tal fue el de obtener réplicas de los artefactos arqueológicos, recuperar los desechos resultantes
de este proceso y caracterizarlos. A su vez, la experimentación realizada ayudó a determinar la
relevancia de las variables escogidas.
Finalmente, se realizaron estudios petrográcos para determinar la procedencia de la materia
prima de los artefactos arqueológicos. El objetivo fue establecer relaciones entre las muestras
arqueológicas y las provenientes de las canteras a partir de su composición mineral para determinar las fuentes de aprovisionamiento de las materias primas del Corralón. Por un lado, se buscó
establecer si los artefactos recuperados en la Unidad 2 del sitio Corralón de Floresta (siglas EC),
tenían relación con los adoquines y bloques que fueron levantados en el sector Este (AC) del
predio. Se tomaron nueve muestras del primer conjunto y tres del segundo, para realizarles cortes
delgados y comparar sus resultados. Luego se procedió a extraer muestras de materia prima de
las diferentes canteras utilizadas históricamente para comparar con las extraídas de los conjuntos
arqueológicos y observar si presentan similitudes con alguna de esas fuentes. Se analizaron dos
muestras de la isla Martín García (MG), dos de Olavarría (Ov) y tres de Tandil (Ta).
Los cortes delgados fueron realizados en el INGEIS-CONICET y su análisis se hizo con
microscopio petrográco a 20x con luz polarizada. Las fotos fueron tomadas con nicoles cruzados,
sobre las partes más diagnósticas de los cortes. Las interpretaciones de los resultados del estudio
de las nuestras estuvieron a cargo del doctor Emilio Eugenio (IMHICIHU-CONICET).
RESULTADOS
Rescate del sitio orral n de ƒloresta
Como señalamos anteriormente, en este sector se recuperaron cerca de 1.000 adoquines y
126 bloques de granito. Ante la imposibilidad de acceder a todos ellos y la dicultad de moverlos,
se seleccionó una muestra con el objetivo de evaluar los tamaños promedio. Se seleccionaron al
azar (aunque dependiendo de su accesibilidad) 100 unidades (10% de la muestra considerada) de
adoquines, los cuales presentaron en promedio medidas de 19 x 11 x 16 cm. Por su parte, entre
los bloques de mayor tamaño fueron analizados 30 (23,8% del conjunto), los cuales presentaron
unas dimensiones medias de 100 x 50 x 20 cm. Estos bloques fueron asociados a trotaderas,
grandes losas de granito que se disponían en dos las paralelas para facilitar la circulación de los
carros (Schávelzon 2009).
Entre los adoquines analizados el 94% presenta marcas antrópicas relacionadas con su
confección. Por su parte, el 36,2% evidencia marcas de pinchotes, en tanto que las marcas de
formatización son más comunes y pudieron distinguirse sobre el 89% de los ejemplares. A su vez,
el 12% del conjunto evidencia más de una cara pulida, lo que puede ser indicador de reciclaje dado
que al reposicionarlos se habrían utilizado las caras que previamente no habían sido expuestas.
•nidad de excavaci n
del sitio orral n de ƒloresta
En la Unidad 1 del Corralón de Floresta se recuperaron un total de 195 artefactos de granito
y tres bloques formatizados del mismo material. Estos últimos fueron consideraros elementos
intrusivos ya que estaban asociados a un mástil que fue plantado en el lugar a mediados de los años
1960 y no presentaban ningún tipo de asociación con el resto de los ejemplares (Camino 2012).
Los tamaños relativos de los artefactos de granito marcan una clara tendencia hacia los
pequeños, característica del 76,9 % de la muestra, seguido por un 17,9 % de mediano-pequeños.
Las medidas promedio de estos tamaños son de 2,2 cm de largo, 1,5 cm de ancho y 0,8 cm de
4 1
I ( ), julio-diciembre 014: 411-434
espesor. En cuanto al módulo de longitud/anchura, el más representado es el mediano normal
(46,7%), seguido por el mediano alargado (28,7%) y el laminar normal (17,4%).
Se observa una tendencia hacia las formas de contorno trapezoidal, seguidas por la triangulares, rectangulares y lanceoladas. Dichas formas se asocian directamente con los artefactos de
tamaño pequeño, mayoritarios en muestra artefactual (gura 3).
Figura 3. Distribución porcentual de la forma del contorno en cada clase de tamaño relativo de la
Unidad de excavación 1 del sitio Corralón de Floresta (donde .6 son muy pequeños; .7, pequeños; .
8, medianos pequeños; .9, medianos grandes; .10, grandes; y .11, muy grandes)
En las piezas analizadas se presentó un bajo porcentaje de marcas antrópicas (9%), las cuales
en su mayoría son de carácter indeterminado. En lo que se reere a las adhesiones y alteraciones
superciales, la adhesión de ceniza se encontró en casi la totalidad de los artefactos (97,5%). En
menor proporción se encontraron la formación de pátinas (5,4%) y óxidos (2,4%). Es de destacar
la ausencia de caras pulidas.
•nidad de excavaci n
del sitio orral n de ƒloresta
Los artefactos de granito de la Unidad 2 del Corralón de Floresta constituyen la muestra
de mayor tamaño de nuestro estudio. El conjunto recuperado consta de 8 adoquines formatizados y 1.716 fragmentos de granito; entre estos últimos se encuentran 10 de gran tamaño que se
reconocen como partes de adoquines. Asimismo, se registró un único bloque con una dimensión
de 51 x 30 x 19 cm.
De los ocho adoquines recuperados en la excavación, uno presenta dimensiones visiblemente
mayores que el resto de las piezas, con unas medidas de 25 x 16 x 18 cm, las cuales dieren de
las de los otros siete, que en promedio tienen 20 x 12 x 17 cm. Estos últimos son de tamaños
similares a los que fueron recuperados en la zona de la construcción del colegio, los cuales, como
dijimos más arriba, tenían un promedio de 19 x 11 x 16 cm.
De la muestra total de 1.724 artefactos de granito, la frecuencia de las clases de tamaño
4
relativo marcó una tendencia hacia los pequeños (36,3%) y mediano-pequeños (33,5%). Entre los
primeros, las medidas promedio fueron de 2,3 cm de largo, 1,65 cm de ancho y 0,8 cm de espesor;
mientras que en los segundos 3,3 cm de largo, 2,3 cm de ancho y 1,1 cm de espesor.
En cuanto al módulo de longitud/anchura, cerca de la mitad del conjunto presenta módulo
mediano normal (48,8%) y una alta proporción de módulos medianos alargados (33,6%). Se
observa una preponderancia de las formas trapezoidales, amigdaloides y triangulares, seguidas
por las rectangulares en todos los grupos de tamaño relativo. La discriminación por tamaño no
arrojó tendencias diagnósticas en este conjunto (gura 4).
Figura 4. Distribución porcentual de la forma del contorno en cada clase de tamaño relativo de la
Unidad de excavación 2 del sitio Corralón de Floresta (donde .7 son pequeños; .8, medianos pequeños;
.9, medianos grandes; .10, grandes; y .11, muy grandes)
El 79,7% del material recuperado tenía ceniza adherida y muy poco presentó escoria (2,3%)
o brea (0,5%). Asimismo, se registraron en muy baja proporción rastros de alteración térmica,
óxido, meteorización o pátina. Por otra parte, el 26,6% tenía al menos una cara pulida, lo que
podría signicar que dichos fragmentos formaron parte de adoquines usados.
El porcentaje de marcas antrópicas es alto y asciende a un 29,8%. El 55% de estas son
producto de la formatización de las piezas, mientras que las marcas de pinchotes (de las primeras
etapas de la secuencia de manufactura) están presentes en el 12,8% y en su mayoría sobre especímenes de tamaños pequeños (guras 5 y 6).
En cuanto a los colores registrados, la mayoría de los artefactos presenta variedades de grises y marrones claros (n1.005; 73%). Los especímenes con pasta de color negro-verdoso (con
inclusiones de cristales claros) se encuentran en menor cantidad (n197; 14%), al igual que las
tonalidades de pastas rojizas (algunas con inclusiones oscuras) (n181; 13%).
4 3
I ( ), julio-diciembre 014: 411-434
Figuras 5 y 6. Fragmentos de granito de la Unidad 2 del Corralón de Floresta
con marcas antrópicas de pinchotes
Siti Rdrueiillac
En lo referido a los tamaños relativos de las piezas, se puede apreciar una mayor homogeneidad que en el caso de Corralón de Floresta. Si bien las dimensiones más representadas
siguen siendo las pequeñas (25,8%) y mediano-pequeñas (33,7%), sus cantidades no marcan
una tendencia clara ya que no se alejan demasiado de los otros tamaños. Las medidas promedio
para los tamaños pequeños son de 2,3 cm de largo, 1,6 cm de ancho y 0,92 cm de espesor; para
los mediano-pequeños son de 3,4 cm de largo, 2,4 cm de ancho y 1,4 cm de espesor. En cuanto
al módulo de longitud/anchura, el 51% del conjunto presenta módulos medianos normales; el
28,6%, medianos alargados y el 11,6 %, laminares normales.
Con relación a las formas, se observa una preponderancia de las trapezoidales, seguidas
por las triangulares y las rectangulares. Este patrón se dio de forma similar para casi todos los
tamaños (gura 7).
Figura 7. Distribución porcentual de la forma del contorno en cada clase de tamaño relativo del sitio
Rodríguez-Visillac (donde .7 son pequeños, .8 medianos pequeños, .9 medianos grandes, 10 grandes, y
.11 muy grandes)
4 4
El 59,4% del granito de este sitio presentó óxido de hierro en su exterior y el 19,2% tenía
cemento adherido. En bajas proporciones se registraron especímenes alterados térmicamente
(9,8%), con pátina (7%) y con brea (1,9%). Solo un 5% de los artefactos presentaron caras pulidas
(en su mayoría son fragmentos de adoquines reconocibles).
En lo referido a las marcas antrópicas, se registraron solamente sobre un 19,6% del conjunto.
Entre ellas las más recurrentes fueron las de formatización (55,4% de las marcas), seguidas por
las indeterminadas (37%). Las marcas de pinchotes se reconocieron en muy baja proporción (7%)
y están asociadas a grandes fragmentos de adoquines partidos.
Resultados o servados en el e ercicio experimental
Se elaboró un adoquín de 19 x 14 x 18 cm (de proporciones similares a los registrados en la
Unidad 2 del Corralón de Floresta), que produjo un total de 66 fragmentos de desecho. El proceso
completo de corte y formatización fue realizado en menos de una hora.
En la etapa inicial del proceso, en la que se produce la división del primer bloque mediante
el uso de pinchotes, solo se generó polvo. Todas las lascas fueron originadas en la etapa de formatización nal (descabezamiento); las de tamaños pequeños fueron las más abundantes (69,7%).
Esto tiene concordancia con el patrón de tamaño de los artefactos recuperados en la Unidad 2 del
Corralón de Floresta, en donde los de dimensiones pequeñas son los más frecuentes.
Al igual que en el registro arqueológico, no existe una relación entre las formas y los tamaños; resultaron también más abundantes los fragmentos de forma trapezoidal (49,9%), seguidos
por los triangulares (10,6%) y rectangulares (7,6%) en menor proporción.
A diferencia de los artefactos arqueológicos, los producidos por medio del ejercicio experimental no presentaron de forma clara huellas de las herramientas utilizadas. Por su parte, el
adoquín confeccionado registró marcas tanto de pinchotes relacionadas con la primera etapa de
corte (a pesar de que una fue borrada posteriormente por el descabezado sobre esa cara) , como
también de otras asociadas al lascado de la etapa de formatización nal. Estas se produjeron sobre
la cara en donde se realizó la reducción del artefacto (Coloca 2010).
Mediante la experimentación pudimos apreciar que en el proceso de corte no se producen
prácticamente desechos detectables, aunque sí una gran cantidad de polvo. En contraposición a
esta etapa, durante el descabezado, o formatización nal, se acumuló gran cantidad de desechos
(Coloca 2010).
Reultad del anlii etrrc
Para este análisis fueron procesadas tres muestras procedentes de Tandil, dos de Olavarría y
otras dos de la cantera de la isla Martín García. Por su parte, se realizaron cortes a nueve muestras
procedentes de la excavación de la Unidad 2 del Corralón de Floresta y a otras tres extraídas de
los adoquines levantados en el sector este. La elección de las muestras se realizó sobre la base
de determinadas propiedades de la materia prima: características del grano, color e inclusiones.
A partir de dichas variables se seleccionaron los ejemplares que pudieran ser representativos de
conjuntos relativamente homogéneos.
Como primera observación se destaca que las muestras de granito provenientes de Tandil
y de Olavarría (conocido comúnmente como “Rojo Dragón”) presentan mayores similitudes
entre ellas respecto de las extraídas de la cantera de la isla Martín García. Las rocas graníticas
de Tandil y Olavarría se caracterizan por tener escasa o nula presencia de plagioclasa y por conformarse principalmente por cuarzo y feldespato potásico, con algunas inclusiones de biotita.
4 5
I ( ), julio-diciembre 014: 411-434
La principal diferencia entre ellas se observa en las proporciones en las que se presentan dichos
elementos en la roca. Las muestras de Tandil contienen una gran cantidad de cristales de cuarzo
(más del 80%) y las de Olavarría, una alta proporción de feldespato potásico (más del 20%) (lo
que le proporciona su color rojizo característico). Por su parte, las muestras de la isla Martín
García se encuentran ligeramente meteorizadas y tienen propiedades de rocas metamórcas, más
precisamente de anbolitas. Respecto a esto, cabe mencionar que, a diferencia de las otras dos
canteras, se identicó una mayor cantidad de minerales anfíboles y plagioclasas que de cuarzos
y feldespatos potásicos (tabla 1).
Tabla 1. Porcentaje de minerales que componen las muestras provenientes de las diferentes
canteras (Ta: Tandil; Ov: Olavarría; MG: Martín García)
Mine ales
M es a
Ta1
Ta2
Ta‡
O 1
O 2
MG1
MG2
C a o
91,75%
89,50%
84,25%
76,50%
72,50%
35,50%
35,75%
el es•a o
Po sico
6,25%
10,50%
10,50%
23,50%
21%
12%
10%
io i a
Pla„ioclasa
An € ol
G ana e
2%
0%
2,75%
0%
2%
0%
0%
0%
0%
2,50%
0%
4,50%
35%
27%
0%
0%
0%
0%
0%
17,50%
27%
0%
0%
0%
0%
0%
0%
0,25%
To al
100%
100%
100%
100%
100%
100%
100%
Teniendo en cuenta las composiciones de las muestras de las diferentes canteras, se pudieron realizar comparaciones con las recuperadas arqueológicamente (tabla 2). En este sentido,
a partir de las similitudes mineralógicas se postulan las probables procedencias de las muestras
pertenecientes a los conjuntos del sitio Corralón de Floresta:
1) Las muestras AC1 y AC3, extraídas de los adoquines recuperados del sector este del sitio
Corralón de Floresta, tienen características similares a las muestras Ov1 y Ov2, lo que sugiere
una proveniencia de Olavarría (gura 8).
Tabla 2. Porcentaje de minerales que componen las muestras del sitio Corralón de Floresta
(AC: adoquines del sector este; EC: artefactos de la Unidad de excavación 2)
M es a
AC1
AC2
AC‡
EC1
EC2
EC‡
EC4
EC5
EC•
EC…
EC†
EC•
426
C a o
43,25%
86,25%
71,50%
80,50%
18,50%
13,50%
89,50%
50,50%
74,25%
77,75%
84%
62,25%
el es•a o Po sico
42,75%
12,75%
21%
17,25%
19,25%
18,25%
5,50%
48,50%
25,75%
16,50%
10,50%
37,75%
Mine ales
io i a
14%
1%
2,50%
2,25%
0%
0%
5%
1%
0%
2,75%
5,50%
0%
Pla„ioclasa
0%
0%
5%
0%
35,25%
37,25%
0%
0%
0%
2%
0%
0%
An € ol
0%
0%
0%
0%
27%
31,50%
0%
0%
0%
0%
0%
0%
To al
100%
100%
100%
100%
100%
100%
100%
100%
100%
100%
100%
100%
Figura 8. Cortes delgados de las muestras Ov1, proveniente de Olavarría, y de la muestra AC3, extraída
de los adoquines recuperados del Corralón de Floresta. Se Puede observar la similitud en la composición,
prácticamente de feldespato potásico y cuarzo (con algunas inclusiones de biotita)
2) La muestra AC2, extraída de los adoquines recuperados del sector este del sitio Corralón
de Floresta, si bien contiene un porcentaje relativamente alto de feldespato potásico, presenta
características parecidas a las muestras Ta1, Ta2 y Ta3, por lo que posiblemente sea originaria
de la fuente de Tandil.
3) Las muestras EC5, EC6, EC7 y EC9, pertenecientes a la Unidad 2 del mismo sitio,
contienen una composición muy similar a las que presentan las muestras Ov1 y Ov2 de la cantera
de Olavarría.
4) Las muestras EC1, EC4 y EC8 de la Unidad 2 se asemejan a las muestras Ta1, Ta2 y Ta3
de Tandil (gura 9).
Figura 9. Cortes delgados de las muestras Ta3, de Tandil y de la muestra EC4 extraída de la Unidad 2 del
Corralón de Floresta. Se puede observar su composición similar, prácticamente de cuarzo y feldespato
potásico (con algunas inclusiones de biotita)
4 7
I ( ), julio-diciembre 014: 411-434
5) Las muestras EC2 y EC3, presentan características de anbolitas, muy parecidas a las
muestras MG1 y MG2 provenientes de la isla Martín García (gura 10).
Figura 10. Cortes delgados de las muestras MG2 proveniente de Martín García y de la muestra EC2,
de la Unidad 2 del Corralón de Floresta, denidas como anbolitas, en las que se puede observar la gran
presencia de anfíboles y plagioclasas
Cabe destacar que todas las muestras recuperadas en la excavación pudieron ser relacionadas
con una cantera determinada entre las tres de las que se extrajeron muestras. Por otro lado, se
puede apreciar que, más allá de las diferencias de color a nivel macroscópico –el cual fue el criterio
de selección de muestras , se observa cierta homogeneidad en la composición interna en cada
una de las canteras. De esta forma, a las canteras de Tandil se asignan las muestras con colores
grises y marrones claros (variedad de combinaciones de cristales negros y blancos). Por su parte,
las muestras que procederían de Olavarría son de tonalidades rojizas (algunas con inclusiones
de cristales oscuros). Por último, las anbolitas de Martín García se destacan por presentar una
pasta de color negro-verdoso con algunas inclusiones de cristales claros.
Sobre la base de las características antes mencionadas, es importante resaltar que la mayoría
de los granitos del conjunto provendrían de Tandil (73%) mientras que las procedentes de Olavarría
(14%) y de Martín García (13%) se presentan en menor proporción.
DISCUSIN DE LOS RESULTADOS
De la cuanticación del material de granito de las tres unidades de excavación analizadas
podemos destacar determinados aspectos que discutiremos a continuación.
En lo referente a los tamaños relativos se ha podido observar que los artefactos de la Unidad
2 del sitio Corralón de Floresta presentan una variación similar a los recuperados en RodríguezVisillac. En contraposición, los granitos de la Unidad 1 del Corralón registran una clara dominancia
de tamaños pequeños (tabla 3).
Sin embargo, las similitudes son relativas si se tiene en cuenta las medidas absolutas
promediadas de los espesores (volumen) de los artefactos y el predominio de tamaños medianograndes y grandes en Rodríguez-Visillac. En este sentido, cabe mencionar que el conjunto de la
Unidad 2 del Corralón de Floresta presenta un espesor promedio de 1,7 cm, pero si tomamos las
4 8
muestras más representativas vemos que para los tamaños pequeños el espesor promedio es 0,8
cm, para los tamaños mediano-pequeños es de 1,16 cm y para los mediano-grandes de 1,6 cm. En
contraposición, el espesor promedio de la Unidad 1 del Corralón de Floresta es de 2 cm, pero si
se tienen en cuenta los tamaños pequeños y los mediano-pequeños (sin considerar los adoquines
intrusivos), que son las muestras más representativas del conjunto, el promedio es de 0,8 cm para los
pequeños y de 1,08 cm para los mediano-pequeños. Se puede apreciar una similitud en el espesor
de los tamaños más representativos en ambos conjuntos del Corralón de Floresta. Por su parte, el
espesor promedio del material de granito de Rodríguez-Visillac es de 1,98 cm. Si consideramos
las dimensiones más representadas en este sitio, los espesores promedio son: 0,93 cm para los
tamaños pequeños, 1,4 cm para los mediano-pequeños y 2,04 cm para los mediano-grandes (tabla
3). Hay que tener en cuenta la alta proporción de tamaños grandes que se presentan en esta unidad,
a diferencia de las anteriores, los cuales registran un espesor promedio de 2,90 cm.
Tabla 3. Cuadro comparativo de las tres unidades analizadas, teniendo en cuenta sus diferentes
tamaños relativos, los espesores promedios para los tamaños más representativos y los Módulos de Longitud/Anchura
Muy pequeños
Pequeños
Mediano-pequeños
Ta a•os
Mediano-grandes
Grandes
En artefactos pequeños
Es•eso • o e io En artefactos pequeños-medianos
En artefactos medianos-grandes
C (Laminar normal)
M
lo LƒA
D (Mediano alargado)
E (Mediano normal)
Co al n e
Co al n e
lo es a 1
lo es a 2
1,54%
76,90%
17,90%
1,54%
0,51%
0,8 cm
1,08 cm
--------17,40%
28,70%
46,70%
0,80%
36,30%
33,50%
14,40%
9,90%
0,8 cm
1,16 cm
1,6 cm
9,60%
33,60%
48,80%
Ro
€„ e -
Visillac
0,80%
25,80%
33,70%
21,60%
15,10%
0,93 cm
1,4 cm
,04 cm
11,59%
28,55%
51,03%
En cuanto a las variables de módulo de longitud/anchura y formas generales del contorno,
se puede observar una alta congruencia en los conjuntos de las tres unidades, con mayores frecuencias el módulo mediano normal, seguido por el laminar alargado y el laminar normal (tabla
3). Las formas principales se encuentran representadas por las trapezoidales y triangulares. Estas
similitudes podrían ser producto de las características particulares de la roca y del tipo de fractura
homogéneo que presenta.
Como pudimos ver, a diferencia de las otras dos unidades, el conjunto de artefactos líticos de la Unidad 2 del Corralón de Floresta presenta una alta proporción de marcas antrópicas
denidas. Respecto a sus características, se observa que las marcas de pinchotes se registraron
principalmente en los artefactos relativamente más pequeños, mientras que las marcas de escarpel
(descabezado), en los más grandes.
Sostenemos que las diferencias en los tamaños relativos y volúmenes de los conjuntos de
las tres unidades estudiadas, sumadas a la diferencia en la cantidad y cualidades de las marcas
antrópicas que exhiben, demuestran la presencia de distintas técnicas de manufacturas, que se
asocian a la producción de artefactos con diferentes nalidades (o funcionalidades).
El ejercicio actualístico demostró que en el proceso de producción de un adoquín prácticamente
la única etapa que deja rastros de desechos es la última, la de formatización nal como producto
del descabezado que se realiza para adelgazar la pieza. A su vez, los especímenes producidos en
4 9
I ( ), julio-diciembre 014: 411-434
esta etapa nal de la talla experimental registraron medidas en forma y tamaño semejantes a los
de la Unidad 2 del Corralón de Floresta, donde se encontraron de forma más representativa los
tamaños pequeños con un espesor promedio de 0,7 cm.
En la Unidad 2 se puede destacar el hallazgo de un adoquín de 25 x 16 x 18 cm y de otros
siete que tienen en promedio 20 x 12 x 17 cm. Estos últimos son de medidas similares a los que
fueron recuperados del sector este del sitio, cuyo promedio de tamaño es de 19 x 11 x 16 cm.
Estos datos son interesantes si tenemos en cuenta que recién en 1886 la Municipalidad impone las
condiciones que debían cumplir los adoquines, estableciendo que sus medidas debían ser de 18 a
22 cm de largo, 10 a 13 cm de ancho y 13 a 18 cm de espesor (anteriormente se confeccionaban
en tamaños mayores). Sobre esta base, se puede inferir que del total de los adoquines utilizados
en el Corralón, los recuperados en el sector este fueron confeccionados posteriormente a dicha
fecha. Entre los adoquines registrados en la excavación de la Unidad 2, el que presenta mayores
dimensiones pertenecería a un período anterior, mientras que los restantes se encuentran dentro de
las dimensiones establecidas por dichas normas, por lo que serían también posteriores a 1886.
La ausencia de alteración térmica en el conjunto de granito del Corralón de Floresta junto
con la presencia de una alta proporción de ceniza adherida (y en menor grado escoria) en la
mayoría de ellos, sugiere que si bien las piezas no formaron parte del material proveniente de la
incineración de residuos, dichos artefactos fueron arrojados junto con ellos como parte del relleno
del sitio. Sobre esta base, consideramos que estos artefactos formaron parte de una depositación
primaria.
El material recuperado en el sitio Rodríguez-Visillac también se asocia a un contexto de
depositación primaria, y los artefactos de granito recuperados pueden estar asociados a dos clases
de contextos. Por un lado, se encuentran fragmentos que formaron parte de adoquines, los cuales
fueron fracturados y depositados en el lugar. Por otro, están las rocas asociadas a las vías del
ferrocarril, utilizadas como balastro, lo que explicaría la alta proporción de óxido de hierro, las
aristas redondeadas, la variedad más homogénea de tamaños relativos y su mayor volumen.
Por su parte, los datos de las fuentes históricas pueden ayudarnos a determinar el tipo de
adoquinado y la técnica de producción que estarían reejando los artefactos analizados. Sabemos que para principios del siglo XX, el adoquinado en la zona céntrica de Buenos Aires estaba
dejando paso a los pavimentos de asfalto. Al mismo tiempo se estaban adoquinando las calles de
los sectores alejados de la ciudad (como lo era Flores, por ejemplo) y para tal n era común utilizar adoquines que habían sido levantados en el centro porteño. Precisamente para dicho período
comienza a funcionar el Corralón de Floresta.
Considerando lo antes dicho, se debe tener en cuenta que la producción de los adoquines,
granitullos y cordones se hacía de forma completa en la cantera (desde su extracción hasta la
formatización nal), por lo que llama la atención encontrar desechos de talla fuera de allí y en el
lugar donde se instalarían. A su vez, siguiendo los resultados del ejercicio experimental, se puede
destacar que la etapa en donde se realiza la división por medio del pinchote no deja rastros. A
diferencia de esto, el descabezamiento, produce lascas como producto de la reducción del tamaño
del artefacto. Por su parte, sería esperable que si debieran adaptar adoquines de mayor tamaño
lo hicieran mediante su descabezamiento en el lugar, dejando los desechos producidos por esta
actividad.
Finalmente, los resultados que arrojaron los análisis petrográcos de los cortes delgados nos
ayudan a aclarar algunos aspectos referidos a la procedencia del material estudiado. Se destaca
principalmente que las muestras extraídas de los artefactos arqueológicos se han podido asociar
con la totalidad de las muestras extraídas de las posibles fuentes de procedencia. Esto sugiere que
en el Corralón de Floresta se habrían utilizaron principalmente rocas provenientes de las canteras
de Tandil y Olavarría, aunque también de la isla Martín García, las cuales fueron explotadas hasta
la segunda mitad del siglo XIX.
430
CONCLUSIONES
Sobre la base de los datos historiográcos y arqueológicos expuestos sostenemos que para
principios del siglo XX, el Corralón de Floresta tuvo como una de sus funcionalidades la confección de adoquines para la pavimentación de la zona (la microrregión aquí estudiada).
Esta armación se sostiene mediante los resultados obtenidos por diferentes vías de análisis. Por un lado, como vimos, las características morfológicas de las piezas (tamaños relativos
y espesores, formas del contorno, módulo longitud/anchura) registradas en la Unidad 2 del sitio
la diferencian de las otras dos unidades analizadas, y la asocian a los resultados obtenidos en el
estudio actualístico. A su vez, las marcas antrópicas que dichos artefactos presentan, en su gran
mayoría producidas por pinchotes o descabezamiento, son propias de la producción de adoquines
de piedra.
Por otra parte, proponemos que estos artefactos son producto de una práctica particular
dentro del proceso de manufactura de adoquines. De esta forma sostenemos que el conjunto se
conformó a partir del reciclaje lateral (sensu Schiffer 1972) de antiguos adoquines, los cuales
fueron retallados y reutilizados, dejando como evidencia las lascas producidas por esta reducción
(los artefactos aquí analizados). La elevada proporción de caras pulidas es determinante para
corroborar esta armación, debido a que es un indicador de una utilización del artefacto previa a
la talla (retalla). En este sentido, los desechos producidos por retalla deberían presentar una alta
proporción de marcas de descabezado, característica que se observa en el conjunto artefactual de
la Unidad 2 del Corralón.
Lo antes mencionado también se sustenta por los resultados del análisis de los cortes delgados.
Las muestras tomadas de los artefactos de granito (y anbolitas) de la Unidad 2 del Corralón de
Floresta, asociadas a la confección de adoquines, provienen de las tres canteras históricas utilizadas para tal n: Martín García, Tandil y Olavarría. El reciclaje de adoquinados anteriores puede
explicar la presencia de materia prima de la isla Martín García, ya que estas canteras habían dejado
de explotarse varios años antes de que se adoquinaran las calles de Flores y de que comenzara a
funcionar el Corralón. Para principios del siglo XX se explotaban de forma sistemática solamente
las canteras de Tandil y Olavarría.
Por otra parte, las actividades de reciclado también explicarían el hallazgo del adoquín de
dimensiones utilizadas en momentos anteriores a las disposiciones de la Municipalidad de 1886.
Esto sugiere que el ejemplar correspondería a un período anterior al funcionamiento del Corralón
como tal y al adoquinado del barrio.
Por lo tanto, sostenemos que los materiales recuperados en la Unidad 2 del Corralón de
Floresta son producto de la formatización nal de adoquines confeccionados a partir de la retalla
de antiguos adoquines de mayor tamaño, elaborados con rocas de variadas procedencias y confeccionados a principios de siglo XX. Esta actividad está evidenciada por el registro de una gran
cantidad de desechos de roca de diferentes tamaños con una alta proporción de marcas antrópicas
de pinchote y de descabezado (o formatización nal) y por un gran número de ejemplares con
pulido en alguna de sus caras. Dichos artefactos posteriormente fueron empleados, junto con los
residuos incinerados provenientes de las quemas, como relleno para la nivelación del predio.
En cambio, el material recuperado en la Unidad 1 del Corralón da cuenta de un sector del
predio en el que se estaba practicando otro tipo de actividad, y donde el conjunto de granito
recuperado puede asociarse a otra utilidad: piedra partida posiblemente para la confección de
hormigón. En el sitio Rodríguez-Visillac, por su parte, las rocas recuperadas asociadas a las vías
del ferrocarril sugieren que su funcionalidad habría estado vinculada con actividades relacionadas
con dicho medio de transporte.
Por último, debido a que en el sector este del Corralón de Floresta no se registraron muestras procedentes de la fuente de la isla Martín García, es posible que dichos adoquines hayan
431
I ( ), julio-diciembre 014: 411-434
ingresado al sitio ya confeccionados desde las canteras de Tandil y/o Olavarría. En este sentido,
es posible que los artefactos recuperados en la excavación sean de retalla de adoquines antiguos,
aunque para confeccionar granitullos (o adoquines modernos) utilizados para las calles del barrio y no para el predio. Asimismo, el hecho de no haber encontrado en el sector este adoquines
confeccionados con materia prima proveniente de Martín García podría estar relacionado con un
sesgo en el muestreo. De esta manera, habría que considerar la posibilidad que los adoquines que
fueron confeccionados con este material no hayan sido removidos cuando se construyó el colegio, imposibilitando su selección para el análisis. Otra posibilidad sería que entre los adoquines
retallados, para el Corralón se utilizaran solo los que originariamente habían sido traídos de las
Canteras de Tandil y Olavarría, mientras que los que provenían de la isla fueran utilizados para
el exterior del predio.
En síntesis, hemos visto que el proceso del adoquinado de la Ciudad de Buenos Aires tuvo
un desarrollo que se fue dando en diferentes escalas. El adoquinado de San José de Flores formó
parte de una segunda o tercera etapa dentro de este proceso de pavimentado de la ciudad, si bien
ya se habían practicado diferentes armados sobre las avenidas principales que unían el pueblo
con el centro de la ciudad. En esos momentos, el Corralón de Floresta fue un lugar donde, entre
otras actividades, se llevó a cabo la confección de adoquines para la pavimentación del barrio.
Los artefactos recuperados en la Unidad de excavación 2 del sitio constituyen evidencias de
actividades de retalla de adoquines anteriormente utilizados y dan cuenta de dichas tareas en el
marco del mencionado proceso.
AGRADECIMIENTOS
Quería agradecer a Ulises Camino por su constante ayuda en este trabajo. A todos los integrantes del “Proyecto Arqueológico Flores”, quienes formaron parte de las excavaciones de los
sitios aquí analizados. A Cecilia Mercuri con quien realizamos las primeras aproximaciones al
material. A Emilio Eugenio por su ayuda en la interpretación de los cortes delgados. A Gabriel
López y Eugenia Turk por sus lecturas, correcciones y aportes. A los evaluadores que con sus
observaciones y sugerencias ayudaron a mejorar la calidad del artículo. A Nora Franco por sus
revisiones y comentarios. A CONICET.
NOTAS
1
Siguiendo la propuesta de Aschero (1975, 1983) se discriminaron seis tamaños diferentes, cada uno con
un número asignado que lo identica: 6: muy pequeños; 7: pequeños; 8: mediano-pequeños; 9: medianograndes; 10: grandes; 11: muy grandes.
Los módulos de la relación longitud/anchura utilizados son los propuestos por Aschero (1983), en donde
el artefacto, dependiendo de su forma, pueden ser: A: Laminar muy angosto; B: Laminar angosto; C:
Laminar normal; D: Mediano alargado; E: Mediano Normal; F: Corto ancho; G: Corto muy ancho; H:
Corto anchísimo; : No diferenciado por fractura.
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Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología
I ( ), julio-diciembre 014: 435-46
OC PACIONES
MANAS EN N VALLE INTRASERRANO DEL
SECTOR NOROCCIDENTAL DE TANDILIA’ SITIO EL P ENTE
PARTIDO DE OLAVARRÍA‰
ENOS AIRES
a lo
essineo„
ristian A –au mann„„ amela Ste an„„„
ristian ƒavier u ois„„„„ N lida al„„„„„
Fecha recepción: 15 de noviembre de 013
Fecha de aceptación: 16 de agosto de 014
RES• EN
Se integran di erentes líneas de evidencias Œgeoam ientales •ooar ueol gicas ta on micas
tecnrlica  uncinale) cn el n de recncer la actiidade eectuada en l dierente
momentos de ocupaci n del sitio ar ueol gico El uente Œvalle intraserrano de las Sierras a as
lavarría uenos Aires) os ec ados radiocar nicos la naturale•a del dep sito permiten
proponer dos momentos de ocupaci n •no en el oloceno medio Œca •ŽŽ a os A ) donde se
destaca la explotaci n de especies aut ctonas el uso de recursos líticos de diversos am ientes
En el otro lapso Œ oloceno tardío inicial asta momentos post‡con uista) los resultados indican
ue las ocupaciones pre isp nicas responderían a campamentos en donde se reali•aron diversas
actividades como el uso de recursos líticos pre erentemente locales el procesamiento de guanaco
Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas. Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Centro de la
Provincia de Buenos Aires, Argentina. E-mail: [email protected]
Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas. Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Centro de la
Provincia de Buenos Aires, Argentina. E-mail: [email protected]
Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas. Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Centro de la
Provincia de Buenos Aires, Argentina. E-mail: [email protected]
Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas. Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Centro de la
Provincia de Buenos Aires, Argentina. E-mail: [email protected]
Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas. Centro Austral de Investigaciones Cientícas, Argentina. E-mail: [email protected]
435
I ( ), julio-diciembre 014: 435-46
armadillos a asociaci n entre uesos de guanaco auna introducida restos culturales de
origen europeo es consecuencia de procesos postdepositacionales a penecontemporaneidad de
las ocupaciones de El uente
alera ace pensar ue am os sitios ueron ocupados durante
el mismo lapso por grupos ca•adores‡recolectores los cuales reali•aron actividades cotidianas
rituales en este sector del paisa e
Palabras clave: oloceno medio—tardío ’ geoam iente ’ •ooar ueología ’ tecnología lítica ’
Sierras a as
• AN
• A€I N IN AN IN€RASERRAN
A E† IN € E N R€ ‹ES€ SE € R
ƒ €AN I IAŠ E •EN€E SI€E Œ A ARR˜A IS€RI € •EN S AIRES)
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onsidering a multidisciplinar approac di erent t pes o anal ses ‰ere carried out
Œgeoenvironmental •ooarc aeological tap onomic and tec nological trends) in order to recogni•e
t e activities underta“en at di erent times in t e arc aeological site El uente Œintraserrano valle
o t e Sierras a as lavarría uenos Aires) € e radiocar on dates and t e nature o deposit
allo‰ to propose t‰o moments o occupation ne in t e middle olocene Œca •ŽŽ ears )
‰ ic emp asi•es t e exploitation o native species and t e use o lit ic resources rom diverse
environments In t e ot er period Œearl late olocene to t e post‡con uest times) t e results indicate
t at pre ispanic occupations respond to camps ‰ ere a variet o activities ‰ere per ormed suc
as t e use o local lit ic resources and t e processing o guanaco and armadillo € e association
et‰een guanaco ones domestic auna and cultural remains o European origin is t e result
o postdepositational processes € e penecontemporaneit o occupations in t e El uente and
alera suggest t at ot sites ‰ere occupied during t e same period
unter‡gat erer groups
‰ o conducted rituals and dail activities in t is sector o t e landscape
Keywords: iddle‡ ate olocene ’ geoenvironment ’ •ooarc aeolog ’ lit ic tec nolog ’
Sierras a as
INTRODUCCIÓN
Las ocupaciones indígenas en el sector noroccidental del Sistema Serrano de Tandilia han
sido estudiadas a través de investigaciones arqueológicas sistemáticas generadas en los últimos
años (Madrid et al. 2000; Pedrotta 2005; Messineo 2008, 2011; Barros 2009; entre otros). Una
parte de dichos trabajos se focalizó en sitios de actividades especícas relacionados con áreas de
aprovisionamiento de rocas aptas para la confección de artefactos líticos tallados. Como parte de
dichas investigaciones, se relevaron y detectaron canteras potenciales, canteras-taller y talleres
de ftanita y dolomía silicicada, y se analizaron las estrategias tecnológicas empleadas en su
aprovisionamiento, explotación, uso y circulación (Barros y Messineo 2004; Messineo 2011;
Barros et al. 2014; Messineo y Barros 2014). Otra línea de investigación se centró en el estudio
de la localidad arqueológica Sierras de Curicó, la cual comprende cinco construcciones pequeñas
de piedras (pircas secas), cuatro sectores con pinturas rupestres, principalmente de tipo abstracto,
y un alero rocoso con restos de ocupaciones humanas vinculadas con la parte nal del período
prehispánico y con los primeros momentos del contacto hispano-indígena (Madrid et al. 2000;
Pedrotta 2005; Pedrotta et al. 2009).
Por su parte, en el 2005 se efectuó el rescate arqueológico del sitio Calera, el cual fue
interpretado como un contexto excepcional formado por la combinación de ofrendas y basura
436
ceremonial depositada durante diferentes eventos de ocupación en el Holoceno tardío inicial (entre
ca. 3400 y 1700 años AP). Los estudios efectuados sobre diversas líneas de evidencias (e g , fauna,
lítico, pigmento, cerámica, etc.) permitieron postular que el sitio Calera funcionó como un locus
donde se llevaron a cabo tareas relacionadas con eventos rituales, producidos probablemente entre
primavera y verano, como consecuencia de ceremonias realizadas en las inmediaciones del sitio
(Politis et al. 2005; Messineo y Politis 2007; entre otros).
Con posterioridad al rescate arqueológico del sitio Calera, se realizaron prospecciones en el
predio de la empresa Cementos Avellaneda S.A., lo cual permitió detectar varios sitios arqueológicos como El Mirador, San Jacinto 1 y El Puente (Messineo 2008, 2011; Kaufmann y Messineo
2010). Dada la presencia de restos culturales sobre la supercie del terreno en el último sitio, se
decidió en el 2008 realizar tres sondeos estratigrácos de 1 x 0,5 m. Posteriormente, y debido a la
alta frecuencia de hallazgos detectados en el sondeo 3 (el más cercano a la barranca del arroyo San
Jacinto), se llevaron a cabo entre 2009 y 2011 cuatro excavaciones arqueológicas que cubrieron
una supercie de aproximadamente 10 m . A partir de dichas actividades se recuperó una gran
cantidad de elementos culturales, entre los que se destacan materiales líticos sobre diversas rocas,
pigmentos minerales, escasos fragmentos de cerámica, artefactos elaborados sobre hueso y algunos
ítems de origen europeo (e g , metal, gres y nácar). Asociados con estos restos posthispánicos se
encontraron huesos correspondientes a diversas especies autóctonas y de fauna introducida (e g
vaca y caballo), mientras que en los niveles inferiores se hallaron elementos óseos de guanaco y
de un megamamífero indeterminado.
En este trabajo se presentan los resultados obtenidos de las investigaciones arqueológicas
efectuadas en el sitio El Puente. Los objetivos son sintetizar las características geoambientales y
cronológicas vinculadas con el contexto de depositación de los hallazgos con el n de reconocer
conjuntos arqueológicos discretos que permitan caracterizar los diversos momentos de ocupación
en el sitio. Asimismo, para cada conjunto se analizan los aspectos tafonómicos de los materiales
óseos y se determinan las especies que fueron explotadas por los grupos humanos. Por su parte,
se efectúa el análisis tecnomorfológico y funcional de los artefactos líticos para determinar las
estrategias tecnológicas vinculadas con la producción y el uso de las diferentes materias primas
líticas. Por último, se integran las líneas de evidencias para discutir con mayor detalle las actividades efectuadas en los diferentes momentos de ocupación del sitio, la cronología de dichos
eventos y la vinculación de El Puente con otros contextos localizados en el sector noroccidental
del Sistema Serrano de Tandilia.
CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL SECTOR SERRANO Y UBICACIÓN DEL SITIO
EL PUENTE
Las Sierras de Olavarría constituyen el grupo más septentrional del Sistema Serrano de Tandilia
(provincia de Buenos Aires) y comprenden a las sierras de Quillalauquén, de la China o de Curicó,
de las Dos Hermanas, Chica y Bayas (Figura 1a-b). Todas estas sierras están constituidas por el
basamento cristalino Precámbrico y la cubierta sedimentaria Precámbrica-Paleozoica, esta última
integrada por diferentes formaciones de rocas sedimentarias silicoclásticas y carbonáticas (Poiré
y Spalletti 2005). El relleno más moderno está compuesto por sedimentitas de color castaño con
abundante carbonato de calcio correspondiente al Cenozoico Superior (Plioceno superior-Pleistoceno medio), sobre el cual se desarrollaron los depósitos del Cuaternario tardío. Estos últimos
conforman un manto loéssico (fases eólicas de la Formación La Postrera de edad Pleistoceno
tardío-Holoceno) donde se han desarrollado suelos muy pocos profundos (Hapludoles líticos),
que cubren parcialmente laderas o cumbres planas y rellenan depresiones, valles interserranos y
periserranos, los cuales conectan las serranías con la llanura circundante (Zárate 2005).
437
I ( ), julio-diciembre 014: 435-46
El sitio El Puente se halla localizado sobre la margen izquierda del arroyo San Jacinto
(S36°58’44” y O60°14’17”), en un valle intraserrano correspondiente al núcleo central de las
Sierras Bayas (gura 1c). Este arroyo, de carácter permanente y que nace en la vecindad del Cerro
La Providencia (entre la Sierra Negra y la Sierra de Tres Lomas), constituye el curso tributario
más importante de la cuenca superior del Arroyo Tapalqué. En muchos casos, los cursos y valles
actuales del sector serrano fueron labrados sobre los depósitos eólicos del Pleistoceno tardío y
Holoceno lo que indica que son de edad reciente (Holoceno tardío).
Referencias: 1 (El Puente); 2 (Calera); 3 (Puente Nuevo); 4 (El Mirador); 5 (San Jacinto 1); 6 (Cerro Tres Lomas 1);
la línea blanca representa el perl sudoeste-noreste descripto en la gura 2
Figura 1. Ubicación de los sitios arqueológicos del sector noroccidental de Tandilia: A- Sector de las
Sierras Bayas en el sudeste de la región pampeana; B- Sierras Bayas; C- Localización de los sitios
mencionados en el texto
438
Desde el punto de vista togeográco, las sierras de Tandilia se encuentran incluidas en
el distrito Pampeano Austral de la Provincia Pampeana (Dominio Chaqueño de la Región Neotropical), en el cual predomina la estepa graminosa con grandes matas de los géneros Stipa y
iptoc aetium (Cabrera 1968; Cabrera y Willink 1980). En las sierras, las especies dominantes
son las hierbas aspalum uadri arium (paja colorada) y varias especies de Er ngium, las cuales ocupan las laderas en posición de pendiente y las planicies aluviales de los valles serranos,
coincidiendo con suelos en donde hay tosca. Estas especies se hallan asociadas a comunidades
edácas arbustivas como olletia paradoxa (matorrales de curro), odonaea viscosa, acc aris
tandilensis y Eupatorium unii olium (Prieto 2000; Valicenti et al. 2005). Desde el punto de vista
zoogeográco, la sierra se encuentra incluida en el Dominio Pampásico de la subregión GuayanoBrasileña (Ringuelet 1961).
Con respecto a los diversos estudios paleoclimáticos efectuados en el sector serrano noroccidental, se ha reconocido durante el Pleistoceno tardío-Holoceno la alternancia de fases áridas con
eventos de mayor humedad y temperatura. En primer lugar, las formas típicas del paisaje –como,
por ejemplo, las acumulaciones de origen eólico en la llanura y en los pedemontes próximos a las
sierras– sugieren la presencia de un clima árido-semiárido (Fidalgo et al. 1986). Asimismo, la
existencia de fases subhúmedas-húmedas en el Holoceno tardío se evidencia por la presencia de
asociaciones malacológicas y de pequeños vertebrados registradas en el sitio Calera, entre 3400 y
1700 años AP (Steffan 2009; Scheier et al. 2012). Actualmente, el clima es subhúmedo-húmedo,
mesotérmico, con nula o poca deciencia hídrica (Fidalgo et al. 1991).
METODOLOGÍA Y RESULTADOS OBTENIDOS EN EL SITIO EL PUENTE
eoam iente cronología
Los estudios geoambientales fueron efectuados con el n de analizar el contexto estratigráco y el ambiente depositacional en que se encuentra el material arqueológico. El análisis
geológico se efectuó a partir de un relevamiento de la estratigrafía a escala puntual (perl del
locus arqueológico de unos 2,5 m de altura) y local (áreas adyacentes) de acuerdo con la metodología propuesta por Butzer (1982). En la descripción de los perles se prerió la perspectiva
pedoestratigráca por sobre la litoestratigráca, ya que permite una calibración más adecuada de
la representación temporal de las unidades en estudio y una mejor caracterización de los procesos
postdepositacionales involucrados (Holliday et al. 1993). Con respecto a los análisis realizados, se
determinó la textura de los sedimentos (porcentaje de arena, limo y arcilla) y se tomaron muestras
para análisis geoquímicos (pH, porcentaje de materia orgánica y de carbonato) de cada una de
las unidades identicadas.
Para el estudio del material malacológico se efectuaron dos columnas de muestreo. La
primera, en el sitio El Puente, donde se tomaron 16 muestras de sedimentos en intervalos de 10
cm a lo largo del perl con el objetivo de reconocer el contexto de depositación vinculado con
cada una de las unidades estratigrácas. La segunda columna (8 muestras) se realizó en un perl
de muestreo denominado Puente Nuevo (S36º58’46,1” y O60º14’15,2”), localizado próximo
al sitio arqueológico (195 m aproximadamente en línea recta hacia el sur). Este último perl
se seleccionó con el objetivo de conocer las asociaciones fósiles naturales ya que se trata de un
sector donde no se registraron modicaciones antrópicas, lo cual permitía obtener información
de la malacofauna del área (Steffan 2010). Las muestras de ambas columnas fueron lavadas bajo
agua corriente utilizando tamices de abertura de malla de 0,5 mm. El material fue recuperado,
cuanticado bajo una lupa binocular (40X) y determinado a nivel de especie. En este análisis se
tuvo en cuenta, junto con la diversidad y abundancia de especies, los requerimientos ecológicos,
439
I ( ), julio-diciembre 014: 435-46
los rangos de tolerancia ambiental (humedad relativa y rangos de temperaturas) y los sectores del
paisaje que habitan en la actualidad los taxa identicados. A partir de estos datos se inrió una
tendencia paleoclimática general para cada una de las unidades estratigrácas.
El perl estratigráco del sitio (pared Oeste de la cuadrícula 5) muestra el desarrollo de un
suelo en la parte superior de la columna, que presenta un perl A-AC-C (gura 2). Los horizontes
A y AC poseen textura limoarenosa y abarcan los primeros 50-55 cm desde la supercie (90-95 cm
desde el nivel 0 arbitrario). El horizonte A (entre 40 y 65 cm desde el nivel 0) presenta estructura
migajosa a granular, por su consistencia es blando, se encuentra muy bioturbado (abundantes pellets
de lombrices y raíces) y su límite inferior es suave y abrupto a claro. Es destacable la concentración
de material arqueológico hacia la base de este horizonte, que tendría que ver con la intensa actividad
de las lombrices que favoreció los procesos de bioselección de materiales (Favier Dubois 2009). El
horizonte AC (entre 65 y 95 cm desde el nivel 0) posee una estructura granular débil, es asimismo
blando y se halla bioturbado por las raíces, aunque en menor proporción que el horizonte A. El
límite inferior es suave y claro, y en esta unidad se registraron algunos pequeños rodados.
Por debajo del horizonte AC se desarrolla el horizonte C1 (entre 95 y 138 cm desde el nivel
0), caracterizado como una unidad castaño clara, areno-limosa, sin estructura (masiva), blanda,
con raíces escasas y en la que se observan moteados de carbonato de calcio a causa de la dinámica
pedológica (lixiviación) y algunas manchas de materia orgánica vehiculizada por las raíces desde
los niveles superiores. En este horizonte se registraron varios rodados pequeños de carbonato y
de cuarcita. A partir de 138 cm desde el nivel 0, el horizonte C1 pierde los moteados de carbonato o son muy raros y adquiere mayor consistencia (ligeramente duro), pasando a constituir los
típicos sedimentos arenolimosos del Miembro Guerrero de la Formación Luján, horizonte C2 en
este perl, unidad de origen uvial y carácter regional correspondiente al Pleistoceno tardío. El
contacto entre los horizontes C1 y C2 es discordante y constituye el límite entre un Lujanense
retrabajado (C1) y otro más típico, algo más claro y compacto (C2). El material arqueológico se
ubica desde el horizonte A de suelo hasta la primera parte de la unidad castaño clara, que corresponde al horizonte C1 del suelo descripto (gura 2).
Figura 2. Localización de los sitios arqueológicos en un perl del sector del valle intraserrano de las
sierras y unidades estratigrácas del sitio El Puente y del muestreo Puente Nuevo
440
Por su parte, en el perl de muestreo Puente Nuevo se relevó únicamente la sección expuesta
(90 cm desde la supercie). En la parte superior del perl (primeros 30 cm desde la supercie)
se desarrolla un horizonte compuesto por sedimentos arcillosos (horizonte A). Por debajo, se
registra el horizonte AC (entre 30 y 45 cm desde la supercie) que presenta una textura arcillolimosa, el cual apoya sobre un depósito arcilloso que comprende el horizonte C (entre 45 y 70/75
cm desde la supercie). Por último, la sección inferior expuesta está compuesta por sedimentos
franco-limosos con concentración de materia orgánica, la cual se vincularía con el horizonte supercial del paleosuelo (Ab1). El perl analizado representa un sector del paisaje caracterizado
por una mayor tasa de sedimentación que en el perl relevado en el sitio El Puente. Por lo tanto,
solo sería factible vincular el horizonte A del sitio arqueológico con los horizontes A, AC y C
del perl Puente Nuevo (gura 2).
Para el estudio de la malacofauna del sitio arqueológico El Puente, las muestras fueron
tomadas sobre el perl de la pared oeste de la cuadrícula 5. A partir del análisis malacológico
llevado a cabo se identicaron cuatro taxones de gastrópodos (n=125) correspondientes a tres
especies terrestres y una hidróla (tabla 1). La más abundante es iradiscops rasiliensis, la cual
representa aproximadamente el 80% del total de la muestra. En la base del perl (horizonte C1)
la malacofauna recuperada es muy escasa. En el horizonte AC se registra un leve incremento en
la diversidad y abundancia de los moluscos terrestres. Asimismo, en esta unidad se identicó
un ejemplar de la especie introducida elioides acícula, presencia que puede ser explicada por
la incorporación de dicho gastrópodo a causa de procesos postdepositacionales. En la sección
superior del perl (horizonte A) se identicó la mayor abundancia y diversidad de moluscos
terrestres (principalmente entre 55 y 65 cm desde el nivel 0), así como el único registro de la
especie hidróla Succinea meridionales.
En el muestreo estratigráco del perl Puente Nuevo se recuperó una importante cantidad de
moluscos fósiles (n=12.372) correspondientes a seis taxones: dos terrestres (Retidiscus reticulatus y
iradiscops rasiliensis), dos acuáticos ( eleo ia parc appii y repanotrema “ermatoides), uno
hidrólo (Succinea meridionales) y un taxón bivalvo ( isidium sp.). En la muestra total es notable
la abundancia de R reticulatus con individuos de distintos tamaños. Con una menor abundancia
relativa se encuentran
rasiliensis y S meridionalis (tabla 1). En la base del horizonte de suelo
Ab1 se registran los taxones terrestres R reticulatus y
rasiliensis, asociados a un único ejemplar de S meridionalis. Una mayor abundancia de moluscos se registra en la parte superior del
suelo Ab1 (n=2655) y en la base del horizonte C. Posteriormente, se registra un leve descenso de
la abundancia de las especies terrestres y de hábitos hidrólos, así como el incremento del taxón
acuático isidium en el límite superior entre C y AC. En los niveles superiores del horizonte A
disminuye notablemente el número de ejemplares de moluscos (tabla 1).
Las dataciones radiocarbónicas del sitio fueron obtenidas sobre cuatro huesos de guanaco
( ama guanicoe) recuperados en los niveles superiores (unidades estratigrácas A y AC) y sobre
un fragmento de carbón procedente de la base de la unidad estratigráca C1. Dos restos óseos de
guanaco procedentes de la unidad estratigráca C1 no pudieron ser datados debido a la falta de
colágeno (tabla 2). Dos de los fechados procedentes del Horizonte A de suelo, y asociados a fauna
introducida, brindaron edades de 2069 ± 53 años AP y 2900 ± 51 años AP, en tanto que dos huesos
procedentes del Horizonte AC dieron edades de 1220 ± 340 años AP y 4500 ± 1400 años AP, esta
última muestra fue obtenida en el límite entre los horizontes AC y C1. Las dos últimas edades
radiocarbónicas deben ser tomadas con precaución debido al amplio error en las mediciones. Por
su parte, la datación obtenida sobre un fragmento de carbón procedente del horizonte C1 dio una
edad de 5691 ± 34 años AP. Asimismo, se efectuó una datación sobre valvas de un gastrópodo
hidrólo fósil (S meridionalis), la cual fue obtenida de la unidad estratigráca C del perl de
muestreo Puente Nuevo. La datación obtenida para este gastrópodo brindó una edad de 3229 ±
51 años AP (tabla 2); sin embargo, el fechado debe ser considerado como una edad máxima ya
que el efecto reservorio para dicha especie no ha sido estimado localmente.
441
I ( ), julio-diciembre 014: 435-46
Tabla 1. Abundancia de moluscos recuperados en el sitio arqueológico El Puente
y en el perl del muestreo Puente Nuevo
IDRÓ ILO
-
-
5
-
-
-
-
-
5
7
-
-
-
-
-
30
1
9
1
1
-
-
-
3
-
14
-
-
-
-
-
14
-
4
-
-
-
-
-
4
To al
-
s•
-
S ccinea
-
SITIO AR
elioides acíc la
isidi
TICOS
repanotre a
er atoides
AC
eleo ia parc appii
eridionalis
iradiscops rasiliensis
Retidisc s retic lat s
 s
P o n i a en c “
N‹ e
es a
TERRESTRES
EOLÓGICO EL P ENTE
16
45
15
50
-
14
55
3
13
60
1
65
11
70
10
75
-
7
-
-
-
-
-
7
9
80
-
1
-
-
-
-
-
1
8
85
1
6
1
-
-
-
-
8
7
90
-
3
-
-
-
-
-
3
6
95
-
-
-
-
-
-
-
0
5
100
-
1
-
-
-
-
-
1
4
105
-
1
-
-
-
-
-
1
3
110
1
16
A
AC
C1
18
-
1
-
-
-
-
-
1
115
-
-
-
-
-
-
-
-
1 0
-
-
-
-
-
-
-
-
1
-
-
-
1 5
1,6
0,8
-
-
-
100
1
-
1
56
-
-
-
431
Total de individuos
Porcentaje de la muestra
1
101
16,8
80,8
M ESTREO P ENTE N EVO
1
0
10
3
0
4
30
5
40
6
50
7
60
8
70
58
198
-
A
396
33
-
1 89
61
-
19
-
-
-
1369
AC
1459
39
-
5
-
-
4
1503
-
-
4
655
110
-
3
1
910
C
Ab1
Total de individuos
Porcentaje de la muestra
550
83
-
690
110
-
-
540
107
-
7
-
-
1
655
774
99
-
1
-
-
-
874
11756
9 ,7
730
5,8
-
166
1,3
1
0,0
3
0,0
31
0,
12.687
100
* Las profundidades en El Puente son desde el nivel 0 y en Puente Nuevo desde la supercie.
44
Tabla 2. Dataciones radiocarbónicas obtenidas para El Puente (EP)
y el muestreo Puente Nuevo
N la
AA-95300
M es a
E
P o nMa e ial
i a
47
Hueso
FCS.EP.812
A
AA-90377 FCS.EP.1135
A
57,5
AC
76,5
98
AA-90374
FCS.EP.265
AA-90376 FCS.EP.1089 AC
Hueso
Hueso
ama guanicoe -22.4 1 0
340
743-1371
Hueso
ama guanicoe -22.7 4500 1400 3344-6573
Sin
ama guanicoe
colágeno
Sin
ama guanicoe
colágeno
-24.6 5691 34 6395-6469
Succinea
-8.0 3 9 51 335 -3451
meridionales
114,5
Hueso
AA-90375
FCS.EP.642
C1
116
Hueso
AA-97580 FCS.EP.1274 C1
133
Carbón
Gastrópodo
ama guanicoe -20.1
E a cal
AP 1
1891- 008
87 -3006
C1
-
ama guanicoe -16.8
E a 14C
AP
069 53
51
FCS.EP.478
C
d1 C
900
AA-94560
AA-90378 Puente Nuevo
Es ecie
* Las profundidades de los materiales del sitio El Puente fueron obtenidas desde el nivel 0.
istri uci n vertical de los materiales en el sitio
La gura 3 muestra la distribución vertical de los materiales líticos y los restos óseos determinables anatómica y taxonómicamente (aquellos registrados tridimensionalmente). Dicha distribución
evidencia que hasta los 75 cm de profundidad del nivel 0 (horizonte A y parte superior de AC) se
hallan en asociación restos óseos de especies autóctonas e introducidas junto con materiales líticos
y cerámica. Asimismo, en el horizonte A (entre 45 y 65 cm desde el nivel 0) se recuperaron los
elementos culturales de origen europeo como gres, metal y nácar. Es destacable que en la base de
dicho horizonte (entre 60 y 65 cm del nivel 0) se reconoce un pico de densidad de los materiales
líticos y faunísticos que coincide con la intensa actividad biológica. En gran parte del horizonte
AC (entre 75 y 100 cm de profundidad del nivel 0) los materiales corresponden exclusivamente
a elementos indígenas y fauna autóctona, salvo un hueso de fauna introducida ( os taurus) que
se encontraba en una paleocueva. Por último, los restos óseos en el horizonte C1 (entre 100 y
140 cm desde el nivel 0), separados por una discordancia, corresponden a especímenes de fauna
nativa y en la base de dicho horizonte (a partir del nivel 125-130 cm desde el nivel 0) se hallaron
escasos restos de fauna extinguida, los cuales están vinculados con el Lujanense retrabajado. Es
necesario mencionar que en la parte superior de estos niveles (entre 100 y 110 cm desde el nivel
0) se registra la más baja densidad de especímenes óseos en el sitio (gura 3).
Con relación a la distribución de las materias primas se observan dos tendencias. Por un
lado, en el horizonte C1 (entre 100 y 135 cm desde el nivel 0) se registra una mayor frecuencia
de la cuarcita (46,1%), seguida por la ftanita (39,1%) y otras materias primas (14,8%). Además,
se evidencia en estos niveles rocas no locales como limolita silicicada y arenisca. Por otro lado,
en los horizontes A y AC (entre 45 y 100 cm desde el nivel 0), por encima de la discordancia, se
invierte la proporción de las materias primas, pasando a predominar la ftanita en el conjunto (56,1 )
y decreciendo la frecuencia de la cuarcita (30,3%). Además, se registra la presencia de caliza, una
roca que aparece en las inmediaciones del sitio, y la ausencia de materias primas no locales (e g ,
limolita silicicada y arenisca) que sí fueron halladas en los niveles inferiores (gura 3).
443
I ( ), julio-diciembre 014: 435-46
Figura 3. Distribución vertical de los materiales líticos y de los restos óseos determinables que fueron
registrados tridimensionalmente en las unidades estratigrácas reconocidas en el sitio El Puente
Dada la distribución vertical de los materiales en el sitio (presencia/ausencia de materiales), las unidades estratigrácas (A, AC, C1 y C2) y las discordancias erosivas reconocidas, las
frecuencias de las materias primas explotadas y las dataciones de carbono 14, se decidió dividir
al contexto arqueológico en dos conjuntos, el Inferior (CI) y el Superior (CS). El primero, se
asocia con el horizonte C1 de la estratigrafía de El Puente (entre 100 y 140 cm desde el nivel 0),
entre las dos discordancias identicadas, y correspondería a ocupaciones del Holoceno medio.
El segundo, se vincula con los horizontes A y AC de la estratigrafía local (desde la supercie del
terreno hasta los 100 cm de profundidad del nivel 0) y dicho conjunto incluye varias ocupaciones
del Holoceno tardío, incluida la post-conquista.
An lisis de los restos aunísticos
En este apartado se presentan los resultados del análisis óseo realizado sobre 847 restos provenientes de la excavación del sitio. De estos, 314 fueron registrados tridimensionalmente durante
las distintas tareas de campo y los restantes 533 corresponden a ítems provenientes de cernidor.
Para el análisis faunístico, en primera instancia, se llevó a cabo la identicación taxonómica y
anatómica de los especímenes óseos del conjunto, la cual alcanzó distintos niveles de identicación (i e , especie, familia, orden y clase). La clase mammalia fue clasicada en tres categorías
en función del tamaño corporal de los animales: mamíferos pequeños con pesos inferiores a 5 kg
(e g , armadillos y roedores), mamíferos medianos de entre 5 y 70 kg (e g , zorro, venado y puma)
y mamíferos grandes de más de 70 kg (e g , guanaco, caballo y vaca). El cálculo de la abundancia
relativa de los distintos taxones presentes en los conjuntos se estimó a partir del NISP (número
de especímenes óseos identicados por taxón) y del NMI (número mínimo de individuos) (White
1953; Lyman 1994; Mengoni Goñalons 1999). Para el cálculo del NMI se consideró la lateralidad
(huesos izquierdos y derechos) y los estadios de fusión (fusionado y no fusionado). Asimismo, se
estableció la diversidad de partes esqueletarias presentes para cada taxón a través del NME (número mínimo de elementos) (Binford 1984). En nuestro caso se obtuvieron valores recompuestos
a partir de la frecuencia con la que se hallaban representadas las distintas zonas diagnósticas que
fueron denidas para los elementos esqueletarios (Mengoni Goñalons 1999).
444
El conjunto óseo también fue analizado tafonómicamente para lo cual se evaluó la presencia/ausencia de distintas trazas sobre la supercie cortical de los huesos, que incluyeron modicaciones producidas por carnívoros (Haynes 1980; Binford 1981), marcas dejadas por roedores
(Shipman 1981a), alteraciones producidas por meteorización (Behrensmeyer 1978), marcas de
pisoteo (Olsen y Shipman 1988), abrasión sedimentaria (Gutiérrez y Kaufmann 2007), improntas de raíces (Behrensmeyer 1978; Fisher 1995) y presencia de óxido de manganeso (Yravedra
Saínz de Los Terreros 2013). Este análisis fue llevado a cabo con los especímenes determinables
anatómicamente y, de estos, se excluyeron los huesos dérmicos y las placas de las corazas de los
armadillos.
Por otro lado, también se evaluó la existencia de indicadores de procesamiento antrópico
de la fauna identicando distintas huellas de procesamiento (Binford 1981; Shipman 1981b),
fracturas intencionales (Johnson 1985) y alteración térmica (David 1990; Bennett 1999). Para
reconocer los distintos efectos tafonómicos naturales y antrópicos se observó, en primera instancia, la supercie cortical de los huesos en forma macroscópica y luego, cuando se consideró
necesario, se realizó una observación a bajos aumentos utilizándose una lupa binocular (40X).
A continuación se presentan los resultados del análisis arqueofaunístico para los dos conjuntos
denidos en El Puente.
Conjunto inferior (CI)
En el CI se recuperaron 156 especímenes óseos, 5 correspondientes a huesos dérmicos
de milodontidae, 1 a guanaco ( ama guanicoe) 3 especímenes de cervidae, 2 de ñandú (R ea
americana), 1 de vizcacha ( agostomus maximus), 37 placas dérmicas de dasipodidae, 7 especímenes de mamífero mediano, 4 de mamífero grande y, por último, 76 especímenes no fueron
identicados a nivel taxonómico (tabla 3). En el caso de los mamíferos grandes, se observó que los
cuatro especímenes óseos presentaban características estructurales compatibles con la megafauna
(e g , tamaño, espesor y distribución del tejido trabecular), pero debido a su estado fragmentario
y de abrasión no pudieron ser determinados con mayor detalle taxonómico.
Tabla 3. €axa registrada en los Conjuntos Inferior y Superior del sitio El Puente
a a
Milodontidae
E uus ca allus
Con n o In e io
NISP NISP
Con n o S
EPA NME NMI NISP NISP
(5)
-
NP
-
-
-
-
e io
EPA NME NMI
-
-
-
-
-
-
-
-
7
4,9
C
3
1
os taurus
-
-
-
-
-
16
11,3
C-FH
11
1
ama guanicoe
1
55,3
FHAT
0
7
50,7
CFHAR
57
4
3
7,9
NP
3
1
1
0,7
NP
1
1
•otoceros e•oarticus
-
-
-
-
-
3
,1
NP
3
1
vis aries
-
-
-
-
-
7
4,9
NP
7
1
-
-
-
-
-
(6 )
-
-
-
-
5,3
FH
1,4
NP
-
-
0,7
NP
Cervidae
Rehidae
R ea americana
Canidae
-
1
-
-
1
1
1
1
445
I ( ), julio-diciembre 014: 435-46
Œ€a la ‚
ontinuaci n)
a a
agostomus maximus
ocastor coipo
Dasypodidae
aetop ractus
villosus
asipus
ridus
Con n o In e io
NISP NISP
Con n o S
EPA NME NMI NISP NISP
e io
EPA NME NMI
1
,6
NP
1
1
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
0,7
NP
1
1
(37)
-
AT
-
-
1
5
( 31)
3,5
C-AT
5
1
-
-
-
-
-
(3)
-
NP
-
-
-
-
-
-
-
(73)
-
AT
-
-
™aed us pic i
-
-
-
-
-
(1)
-
NP
-
-
Mammalia grande
4
10,5
NP
-
-
11
7,7
NP
-
-
Mammalia mediano
7
18,4
AT
-
-
13
9,1
NP
-
-
Mammalia pequeño
-
-
-
-
-
3
,1
NP
-
-
Indeterminados
76
-
-
-
-
179
-
AT
-
-
Total
156
100
-
-
-
691
100
-
-
-
Referencias: NISP (número de especímenes óseos); NMI (número mínimo de individuos); NME (número mínimo de
elementos); EPA (evidencia de procesamiento antrópico); C (huellas de corte); AT (alteración térmica); FH (fractura
helicoidal); AR (artefacto óseo), NP (no presenta). Los números entre paréntesis corresponden a cáscaras de huevo, placas
de la coraza y/o huesos dérmicos.
El análisis tafonómico se llevó a cabo sobre 34 especímenes determinables (tabla 4) y se
obtuvo como resultado que la variable que se maniesta más recurrentemente son las improntas
de raíces (3 ,3 ), seguida por las marcas de roedores ( 6,4 ), la abrasión geológica (14,7 ), la
alteración térmica (14,7%), la presencia de fracturas helicoidales (11,8%) y las marcas de pisoteo
(5,9%). Un 79,4% de los especímenes no presenta meteorización y el 20,6% restante exhibe meteorización correspondiente al grado 1. El único caso de elementos articulados fue registrado en
este conjunto y se relaciona con un grupo de cuatro vértebras (tres cervicales y una torácica).
De las especies presentes en el CI, el guanaco, el ñandú y los dasipódidos son los que
presentan evidencias que se vinculan con la explotación humana. Unos pocos especímenes de
estos taxones presentan alteración térmica (14,7%) y fracturas frescas (11,8%), estas últimas posiblemente vinculadas a la extracción de medula ósea. Por su parte, los especímenes asignados a
milodontidae, cervidae y vizcacha no presentan ninguna modicación que pueda estar relacionada
con la explotación antrópica. Todos los taxones, a excepción del guanaco, poseen un número muy
bajo de NISP (entre 1 y 5) y en ningún caso hay representado más de un individuo.
En el caso del guanaco, se registraron 21 especímenes óseos que indican una tendencia a
una mejor representación de la región axial postcraneal con respecto a la craneal y apendicular del
esqueleto. Para la región axial se contabilizaron tres vértebras cervicales, seis vértebras torácicas
y dos costillas. Las extremidades están pobremente representadas por un fragmento de húmero,
uno de fémur, dos falanges y un metapodio. Considerando que las vértebras de este conjunto se
encuentran totalmente fusionadas y que el metapodio se encuentra no fusionado, se estima que
en el CI se encontrarían representados 2 individuos, uno adulto y uno juvenil.
446
Conjunto inferior
Conjunto superior
Tabla 4. Porcentaje de efectos tafonómicos presentes en los distintos niveles del sitio El Puente
Ni el
MA
AS
IR
C
R
AT
45-50
-
-
100
-
-
-
-
NISP
50-55
-
5,8
8 ,3
5,9
5,9
-
17,6
17
55-60
-
14,3
100
-
-
-
-
7
60-65
-
1,9
87,5
3,1
1 ,5
-
-
3
65-70
13,3
33,3
73,3
6,7
-
-
6,7
15
70-75
10
0
80
-
-
-
30
10
75-80
4,5
68
45,4
-
9
4,5
-
80-85
10
60
30
-
0
-
-
85-90
-
43
8,6
-
14,3
-
-
7
90-95
-
36,4
54,5
9
7,3
-
9
11
10
95-100
-
55,5
,
-
-
11,1
-
9
100-105
-
-
-
-
-
100
-
1
105-110
-
-
50
-
-
-
-
110-115
-
0
80
-
0
-
40
5
115-1 0
-
14,3
8,6
8,6
4 ,8
14,3
-
7
1 0-1 5
-
11,1
11,1
11,1
44,4
11,1
,
9
1 5-130
-
-
-
5
-
5
-
4
130-135
-
33,3
50
-
16,7
16,7
-
6
Referencias: MA (manganeso); AS (abrasión sedimentaria); IR (improntas de raíces); C (huellas de
corte); R (marcas de roedores); AT (alteración térmica); FH (fracturas helicoidales); NISP (número de
especímenes óseos).
Conjunto superior (CS)
En el CS se recuperaron 629 especímenes óseos de los cuales 7 corresponden a caballo (E uus
ca allus), 16 a vaca ( os taurus), 7 a guanaco ( ama guanicoe), 3 a cervidae, 3 a venado de las
pampas ( •otoceros e•oarticus), 2 a ñandú (R ea americana), 1 a canidae, 1 a coipo ( ocastor
coipo), 231 a placas dérmicas y 5 a especímenes óseos de dasipodidae, 3 a placas dérmicas de
peludo ( aetop ractus villosus), 73 a placas dérmicas de mulita ( as pus
ridus), 1 a placa
dérmica de piche (™aed us pic i ), 11 a especímenes óseos de mamífero grande, 13 de mamífero
mediano, 3 de mamífero pequeño y, por último, 179 especímenes no fueron identicados a nivel
taxonómico (tabla 3). También se recuperaron 62 fragmentos de cáscara de huevo.
El análisis tafonómico se llevó a cabo sobre 142 especímenes determinables (tabla 4) y el
resultado mostró que la variable que se maniesta más recurrentemente corresponde a las improntas
de raíces (65,5%), seguida por la abrasión geológica (34,5%). Muy por debajo se presentan las
marcas de roedores (9,1 ), las huellas de procesamiento humano (7 ), la presencia de fracturas
helicoidales (5,6%), la depositación de manganeso (3,5%), las marcas de carnívoro (2,8%) y la
alteración térmica (1,4%). Un 74,8% de los especímenes no presenta meteorización, un 21%
maniesta meteorización de grado 1 y un 4,2% de grado 2. Es interesante mencionar que un 15%
(n=27) de los especímenes indeterminables presenta evidencia de alteración térmica. Estos huesos
se encontraban (a excepción de un espécimen) en los niveles superiores del sitio (entre 50 y 70
cm desde el nivel 0) y ocupaban en su mayoría el sector SE de la Cuadrícula 7.
447
I ( ), julio-diciembre 014: 435-46
En este conjunto, el guanaco y los armadillos son las especies nativas que presentan modicaciones antrópicas. Algunos especímenes de armadillos tienen huellas de corte y evidencia
de alteración térmica y en los especímenes de guanaco se observan huellas de procesamiento y
fracturas frescas vinculadas al aprovechamiento de la médula ósea, además se registraron dos
posibles artefactos óseos. Por otro lado, en la parte superior del CS (entre 45 y 75 cm del nivel
0) dos de las especies de origen europeo identicadas (vaca y caballo) exhiben claras evidencias
de explotación humana como huellas de procesamiento, fracturas frescas y alteración térmica.
Por su parte, los especímenes asignados a cervidae, venado de las pampas, oveja, ñandú, coipo,
peludo, mulita, piche, mammalia grande, mammalia mediano y mammalia pequeño no presentan
ninguna evidencia relacionada con la explotación antrópica.
El guanaco es la especie más abundante en el CS con 72 especímenes que representan la
totalidad del esqueleto con los distintos huesos que forman parte de las extremidades delanteras,
traseras y la porción axial. Considerando la fusión, lateralidad y completitud de los especímenes
óseos, se estima a partir del calcáneo que en este conjunto se encontrarían representados un
número mínimo de 4 individuos adultos. El resto de los taxones poseen un NMI de 1 y un NISP
relativamente bajo, a excepción de los dasipodidae ya que el carácter supernumerario de las placas
de las corazas los sobredimensiona con respecto a otras familias (tabla 3).
An lisis tecnomor ol gico
uncional del con unto lítico
Para el análisis tecnomorfológico del conjunto lítico se tuvieron en cuenta los materiales
obtenidos en supercie (n=4), del perl (n=5), los registrados tridimensionalmente durante la
excavación (n=908) y una muestra de 183 ítems del material de cernidor procedente de los niveles
superiores de las cuadrículas 1, 2 y 3 (ntotal=1.100). Se excluyeron aquellos materiales recuperados
del cernido del sedimento de las restantes cuadrículas y niveles ya que no han sido aún estudiados
(1.739 ítems mayores a 1 cm de los cuales 831 provienen del CS y 908 del CI). Para efectuar este
estudio los conjuntos fueron divididos por materias primas y agrupados en categorías artefactuales
amplias (sensu Aschero y Hocsman 2004), tales como desechos de talla, núcleos, artefactos formatizados y artefactos con lo y/o puntas naturales con rastros complementarios. Para el análisis
de las distintas categorías se siguieron los criterios tecnomorfológicos y los atributos dimensionales planteados por diferentes investigadores (Aschero 1975, 1983; Bellelli et al. 1985-1987;
Aschero y Hocsman 2004; entre otros). Sin embargo, y dada la extensión del presente trabajo, en
la presentación de los resultados solo algunas de las variables serán descriptas: tipo de materia
prima, tamaños y módulos, grupos tipológicos en artefactos formatizados, tipos de núcleo, tipos
de lasca y talón, entre otras.
Por su parte, para el análisis funcional de base microscópica se analizaron 37 artefactos
formatizados y 41 lascas, los cuales representan 98 los (48 retocados y 50 naturales). De estos
artefactos líticos, 59 piezas provienen del CS (34 de ftanita, 21 de cuarcita y 4 de dolomía silicicada) y 19 del CI (15 de cuarcita, 2 de ftanita y 2 de dolomía silicicada). Para interpretar la
integridad de las piezas se evaluó analíticamente la intensidad del accionar de las alteraciones
postdepositaciones a partir de una escala en grados: leve, moderado y severo (Pal 2012). Para
la inferencia funcional se utilizaron los criterios metodológicos propuestos por Alonso Lima y
Mansur (1986-90) con algunas modicaciones. Para la clasicación de las piezas se integró la
identicación de los rastros de uso y las alteraciones tafonómicas: 1) piezas con utilización segura;
2) piezas con utilización probable; 3) piezas no determinadas por alteración; 4) piezas no usadas
(Pal 2012). Los los fueron observados en un microscopio metalográco Olympus BHM con un
aumento de 200X. A continuación se describen los resultados del análisis tecnomorfológico y
funcional para los dos conjuntos denidos del sitio.
448
Conjunto inferior (CI)
Entre las categorías artefactuales identicadas en el CI, predominan los desechos de talla
clasicables como lascas enteras y fragmentadas (78,5%), seguido por los desechos indiferenciados
(9,4%), los artefactos formatizados manufacturados por talla y/o picado, abrasión y pulido (6,5%),
los núcleos tanto enteros como fragmentados (2,9%), los nódulos sin modicaciones (2%), las
lascas con rastros complementarios relacionados posiblemente con el uso (0,5%) y los nódulos
testeados (0,2%). Entre los desechos de talla se calculó un número mínimo de desechos (lascas
enteras y fracturadas con talón, sensu Aschero et al. 1993-1994) de 167.
En el conjunto de las lascas enteras (n=95), predomina el tamaño pequeño, seguido por el
mediano pequeño, mediano grande y grande. En ftanita y cuarcita se registran tendencias similares, aunque en la última materia prima existe una mayor proporción de lascas de tamaño grande
y muy grande. El módulo predominante es el mediano normal, seguido por el corto ancho, el
mediano alargado y el corto muy ancho. Con relación a los tipos de lascas, predominan las internas, principalmente angulares y de aristas, tanto en cuarcita (77,5%) como en ftanita (61,5%).
En la ftanita se destaca la alta frecuencia de lascas externas, como secundarias y de dorso natural
(30,8%), mientras que en dolomía silicicada y en cuarcita se hallan presentes en frecuencias
menores (23,1% y 10%, respectivamente). Con respecto al tipo de talón, en cuarcita se observa
un predominio de los lisos (63,5 ), seguido en bajas frecuencias por los corticales, diedros,
liformes, fracturados y facetados. Por su parte, en la ftanita también se observa un predominio
de los talones lisos (47,4%), aunque los corticales poseen un porcentaje mayor (26,3%); el resto
de los tipos se presentan en bajas frecuencias (gura 4).
En el caso de los núcleos (n=12) predominan los de cuarcita (66,7%) y los de ftanita (33,3%).
En los cinco núcleos de cuarcita enteros se destacan los tamaños grandes y uno mediano grande
(bipolar). Por su parte, los cuatro núcleos de ftanita se hallan enteros y son de tamaño grande. En
la totalidad de los núcleos enteros de ambas materias primas, se observó la extracción de lascas.
El peso total para los núcleos de cuarcita (incluidos los fragmentos) es de 551,8 g (el más pesado
de 169,5 g), mientras que para la ftanita es de 232,6 g (el más pesado de 77,4 g). En los núcleos
de ftanita se observa que parte de la supercie se halla cubierta con corteza –lo que indica que
poseían aún alto potencial de uso–, mientras que en la cuarcita solo algunos núcleos presentan
corteza en bajas proporciones.
Con relación a los instrumentos, se reconocieron 27 artefactos formatizados y 2 lascas con
rastros, confeccionados sobre tres materias primas. La cuarcita es la roca que posee mayor diversidad de grupos tipológicos (n=8), mientras que la ftanita y dolomía silicicada poseen menor
cantidad (n=3 y 2, respectivamente). Para la cuarcita se reconocen artefactos con retoques sumarios,
raederas, los bisel asimétrico, percutores, entre otros; por su parte, para la ftanita predominan
los raspadores, los fragmentos de artefactos formatizados, un cuchillo y un lo bisel asimétrico,
mientras que en dolomía silicicada se registra un raspador y una lasca con rastros (tabla 5).
Con respecto al estudio funcional, en los los retocados (n=12) se reconoció un 58,3% de
los con uso, un 33,3% de no usados y un bajo porcentaje de no determinados por alteración
(8,4%). Por su parte, en los los naturales (n=13) el 15,4% fue usado (en su totalidad de cuarcita),
el 61,5% no fue usado y el 23,1% restante se halla alterado por procesos postdepositacionales.
En los siete los retocados con rastros se ha identicado el raspado y corte de piel, el desbaste
y aserrado de madera, el corte de material no determinado (14,3% cada uno) y el raspado de
material no determinado (28,5%), dado que el grado de desarrollo de los rastros no posibilitó
identicar las sustancias procesadas (gura 5). En dos artefactos formatizados con los dobles se
identicaron rastros de uso en ambos los. Uno de ellos se utilizó en el procesamiento de piel pero
con distintas acciones (corte y raspado). El otro se usó con distintos movimientos para trabajar
piel y material indeterminado. Por su parte, en los los naturales solo se identicó el trabajo
449
I ( ), julio-diciembre 014: 435-46
Referencias: LENT (lasca entera); LFCT (lasca fracturada con talón); LFST (lasca fracturada sin talón); INDI (desecho
indiferenciado); 1 (muy pequeño); 2 (pequeño); 3 (mediano pequeño); 4 (mediano grande); 5 (grande); 6 (muy grande);
B (laminar angosto); C (laminar normal); D (mediano alargado); E (mediano normal); F (corto ancho); G (corto muy
ancho); H (corto anchísimo); PR (primaria); SE (secundaria); DN (dorso natural); AN (angular); AR (de arista); AB
(adelgazamiento bifacial); CR (en cresta); PL (plana), LA (adventicia); RD (reducción directa); FN (anco de núcleo);
TN (tableta de núcleo); IN (indiferenciada); CO (cortical); LI (liso); DI (diedro); FA (facetado); FI (liforme); PU
(puntiforme); FR (fracturado).
Figura 4. Variables tecnomorfológicas de los desechos de talla
450
transversal/longitudinal sobre madera en un lo, mientras que en el otro el grado de desarrollo
de los rastros no permitió inferir el material trabajado (Pal 2012).
Tabla 5. Grupos tipológicos representados por materia prima para cada conjunto
G
o i ol
ico
Con n o In e io
Con n o S e io
To al
C a ci a Dolo a
ani a C a ci a Dolo a
ani a G ani o
Artefacto burilante
Artefacto modicado
por uso
Artefacto retoque
sumario
Biface
-
-
-
1
-
-
-
-
1
-
5
-
-
6
1
-
-
-
-
-
-
3
-
-
1
4
-
16
-
Cuchillo
1
-
1
-
-
1
-
3
Filo bisel asimétrico
Fragmento de
artefacto
Lasca con rastros
3
-
1
7
-
1
-
1
1
-
3
5
-
5
-
14
1
1
-
3
-
5
-
10
-
-
1
Mortero
-
-
-
1
-
Muesca
-
-
-
-
-
-
Artefacto compuesto
1
-
-
1
-
1
-
3
Percutor
3
-
-
3
-
-
1
7
Preforma punta
Preforma punta
triangular
Raedera
1
-
-
-
-
-
-
1
-
-
-
-
-
1
-
1
3
-
-
3
-
1
-
7
-
1
1
-
8
7
1
91
43,6
1,6
-
11
1
-
Raspador
Total
Porcentaje
N grupo tipológico
19
65,5
8
6,9
3
1
8
3
7,6
51,6
3
10
3,
* No se contabilizó la categoría Fragmentos de artefactos.
Conjunto superior (CS)
Entre las categorías artefactuales identicadas en el CS, predominan los desechos de talla
clasicables como lascas enteras y fragmentadas (75,8%), seguidos por los desechos indiferenciados (10,6%), los artefactos formatizados manufacturados por talla y/o picado, abrasión y pulido
(7,9%), los núcleos tanto enteros como fragmentados (3,5%), las lascas con rastros complementarios relacionados posiblemente con el uso (1,2%), los nódulos sin modicaciones de diversas
dimensiones (0,9%) y los nódulos testeados (0,1%). Entre los desechos de talla se calculó un
número mínimo de desechos (lascas enteras y fracturadas con talón) de 301.
En el conjunto de las lascas enteras (n=202), predomina el tamaño mediano pequeño, seguido
por el pequeño, mediano grande, grande y muy pequeño. El módulo predominante es el mediano
normal, seguido por el corto ancho, el mediano alargado, el corto muy ancho y el laminar normal
(principalmente en ftanita). En ftanita y cuarcita se registran tendencias similares tanto en el tamaño
451
I ( ), julio-diciembre 014: 435-46
como en el módulo. Con relación a los tipos de lascas, predominan las internas, principalmente
angulares y de aristas, tanto en cuarcita (81,5%) como en ftanita y dolomía silicicada (62,2% y
61,1%, respectivamente). En estas últimas dos rocas, se destaca la alta frecuencia de lascas externas, como las de dorso natural, primarias y secundarias (38% y 39%, respectivamente), mientras
que en cuarcita se hallan representadas en frecuencias menores (18,3%). Con respecto al tipo de
talón, en cuarcita se observa un predominio de los lisos (67,5 ), seguido en bajas frecuencias por
corticales (15,6%), diedros, liformes, fracturados y facetados. En ftanita y dolomía silicicada
también se observa un predominio de los talones lisos (62,4% y 57,7%, respectivamente), aunque
los corticales poseen un porcentaje mayor (36,6% y 26,9%, respectivamente); el resto de los tipos
están representados en bajas frecuencias (gura 4).
Referencias: A-B) Raspado de madera sobre artefactos formatizados de cuarcita (CS); C) Desbaste y aserrado de madera
sobre artefacto formatizado de cuarcita (CI); D) Corte de vegetal no leñoso sobre artefacto no formatizado de cuarcita
(CS); E) Raspado de madera sobre artefacto no formatizado de cuarcita (CI); F) Corte de material duro, cristal modicado,
sobre artefacto no formatizado de cuarcita (CS).
Figura 5. Actividades desarrolladas con los artefactos formatizados y no formatizados del sitio El Puente
45
Respecto a los núcleos (n=24), predominan los de ftanita (70,8%), seguidos por los de dolomía silicicada (25%) y de cuarcita (4,2%). En los quince núcleos de ftanita enteros se destacan
los tamaños grandes, muy grandes y dos medianos pequeños (bipolares). Por su parte, de los
cinco núcleos de dolomía silicicada enteros tres son de tamaño grande, uno es muy grande y el
restante es mediano grande. El peso total para los núcleos de ftanita (incluidos los fragmentos) es
de 2103,7 g (el más pesado de 355 g), mientras que para la dolomía silicicada es de 558,1 g (el
más pesado de 180,4 g). El único núcleo de cuarcita es mediano grande (46,6 g), se halla agotado
y presenta terminaciones quebradas. Las formas bases que se extrajeron de los núcleos de ftanita,
dolomía silicicada y cuarcita fueron lascas. En los núcleos de ftanita se observa que parte de la
supercie se halla cubierta con corteza, lo que indica que poseían aún alto potencial de uso.
Con relación a los instrumentos, en este conjunto se reconocieron 5 artefactos formatizados
y 10 lascas con rastros, confeccionados sobre cuatro materias primas (tabla 5). La ftanita es la
roca que posee mayor diversidad de grupos tipológicos (n=11), seguida por la cuarcita (n=10) y
en bajas frecuencias la dolomía silicicada (n=2) y el granito (n=1). Para la ftanita se identicaron
artefactos con retoques sumarios, lascas con rastros complementarios, fragmentos de artefactos
formatizados, muescas, artefactos burilantes, raspadores, entre otros. Para la cuarcita se reconocieron artefactos con retoques sumarios, los bisel asimétrico, raederas, percutores, artefactos
modicados por uso, entre otros. Por su parte, para la dolomía silicicada se registra un raspador
y un artefacto con retoques sumarios, mientras que en granito un percutor.
Con respecto al estudio funcional, en los los retocados (n=36) y naturales (n=37) se reconoció
un predominio de los con alteraciones (47,2% y 46%, respectivamente), seguido por los los no
utilizados (30,6% y 32,4%, respectivamente) y los usados (22,2% y 21,6%, respectivamente). La
gran proporción de alteraciones impidió, en la mayoría de los casos, la identicación de los rastros
de uso y tecnológicos, principalmente sobre las piezas retocadas y no retocadas de ftanita (59,1%)
y dolomía silicicada (100%). En los los retocados con rastros se ha logrado inferir el corte de
piel, el raspado de madera, el raspado de material blando animal y el raspado de material no determinado (25% cada uno) (gura 5). Por su parte, en los los naturales se observaron diferentes
actividades. Entre ellas se destacan el corte de vegetal no leñoso (33,2%), el corte de material
blando animal, el corte de material no determinado, el raspado de piel y el raspado de material
duro (16,7% cada uno). En el 62,5% de los los retocados y en el 37,5% de los los naturales
no se logró identicar el recurso procesado, mientras que en el 50% de los los retocados y en
el 37,5% de los los naturales no se inrió la cinemática. En un solo artefacto con los dobles
retocados se pudo determinar el procesamiento de madera y de piel con cinemáticas diferentes
(corte/raspado). El resto de los artefactos con los dobles retocados y naturales se encontraban
alterados o sus los no fueron usados.
DISCUSIÓN DE LAS DISTINTAS LÍNEAS DE EVIDENCIA
La distribución horizontal y vertical de los materiales registrados durante la excavación, sumada
a las asociaciones de los restos arqueológicos, la presencia/ausencia de ciertos ítems materiales, la
frecuencias de materias primas, la ocurrencia diferencial de efectos tafonómicos y las dataciones
radiocarbónicas, permite armar que El Puente corresponde a un sitio multicomponente, es decir, que habría sido ocupado en diversos momentos a lo largo del Holoceno, incluyendo la etapa
post-conquista. Uno de los componentes se vincula con el horizonte C1 (i e , Conjunto Inferior)
y correspondería a uno o varios eventos de ocupación del sitio durante el Holoceno medio. La
información estratigráca indica que la base del contexto arqueológico en este horizonte estaría
vinculada a sedimentos lujanenses retrabajados, mientras que la discordancia observada entre los
horizontes C1 y C2 indicaría procesos erosivos durante el Holoceno temprano y comienzos del
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Holoceno medio, sobre todo teniendo en consideración el fechado de ca. 5700 años AP obtenido
sobre un fragmento de carbón hallado en la base de C1. La malacofauna recuperada en esta unidad
es muy escasa para plantear alguna inferencia paleoambiental. Por su parte, el fechado de 4500
± 1400 años AP (a 98 cm de profundidad en el límite entre los horizontes AC y C1) abarca un
rango de al menos 3100-5900 años AP, por lo cual dicha datación podría corresponder tanto al
Holoceno medio como al límite entre este y el Holoceno tardío inicial.
La identicación de este CI en El Puente permite aportar nueva información para discutir
los modelos vinculados con la existencia o ausencia del vacío ocupacional del Holoceno medio
en el sudeste de la región pampeana, sobre todo con aquellos que postulan la migración y/o extinción de poblaciones entre 6000 y 5000 años AP (Barrientos 1997, 2009; Barrientos y Pérez
2005). Recientemente, Favier Dubois (2013), planteó que el registro sedimentario del Holoceno
medio no se halla igualmente representado en los cursos de diferente orden en las cuencas de
drenaje. Según este investigador, para dicho intervalo existen sesgos geológicos generados por
la frecuente ausencia de unidades uviales en los cursos de bajo orden y por el tipo de ambientes
que representan cuando están presentes en los de orden elevado (Favier Dubois 2006). Dichos
sesgos tienen consecuencias directas para la identicación de los contextos arqueológicos.
En este sentido, los resultados obtenidos del CI de El Puente posibilitan interpretar algunos
aspectos de las conductas humanas en este lapso. Con respecto a la fauna, se observa que la diversidad de especies es signicativamente menor que en el CS (tabla 3). Los huesos dérmicos y los
cuatro huesos que corresponderían a megafauna se hallan asociados a los materiales arqueológicos
por procesos postdepositacionales. En primera instancia, la erosión hídrica, proceso geológico
que se maniesta a lo largo de la secuencia del sitio con intensidades variables, habría retrabajado
los sedimentos lujanenses contenedores de fauna propia de esta edad, lo que habría redundado
en su mala preservación. Posteriormente, las actividades humanas llevadas a cabo en este sector
del paisaje (ca. 5700 años AP) habrían depositado los materiales líticos y los restos de fauna
provocando que parte de estos quedaran asociados con los restos óseos de edad pleistocénica. Las
especies que evidencian explotación humana en este componente son el guanaco, el ñandú y los
armadillos. Con respecto al espécimen de vizcacha hallado en estos niveles, no existe ninguna
evidencia que indique la forma en que habría ingresado al sitio, por lo cual no puede descartarse
un uso antrópico. Por otro lado, la predominancia de vértebras de guanaco, algunas articuladas
y compartiendo cierta alineación con otros fragmentos óseos, sugiere la posibilidad de selección
y transporte hídrico de estos materiales desde otros sectores del sitio. Es necesario mencionar
que los estudios experimentales indican que las vértebras y costillas están entre los huesos más
fácilmente transportados por la corriente hídrica, incluso en ambientes de baja energía (Gutiérrez
y Kaufmann 2007; Kaufmann et al. 2011).
Respecto del material lítico del CI, se registra una mayor variabilidad de materias primas no
locales como cuarcita, limolita silicicada, arenisca y esquisto. Esta mayor diversidad de rocas
no locales (sobre todo la cuarcita) sugiere que estos grupos humanos tuvieron acceso –a través de
una mayor movilidad residencial y/o logística– a las materias primas que procedían de diversos
ámbitos de la región pampeana, como por ejemplo, del Sistema Serrano de Ventania o la llanura
Interserrana (limolita silicicada) y del centro-este del Sistema Serrano de Tandilia, principalmente
el área del Arroyo El Diamante y la Numancia (Flegenheimer et al. 1996; Colombo 2011). Esta
mayor movilidad y acceso a los diversos ambientes durante el Holoceno medio concuerda con
el modelo de Martínez (1999), quien planteó que la escasa presencia de sitios arqueológicos en
este lapso se debía a una mayor movilidad residencial que generaba sitios someros y difíciles de
identicar.
Por su parte, las secuencias de reducción de las rocas no locales son cortas (principalmente
desechos), salvo en la cuarcita donde se registra una secuencia más completa, desde las primeras
etapas de reducción (bajas frecuencias de lascas externas), hasta la obtención de formas base, la
454
formatización de instrumentos y su mantenimiento. Por su parte, para una de las rocas locales
(ftanita) se hallan representadas todas la secuencias de reducción (e g , obtención de nódulos, explotación inicial de núcleos, reducción inicial y obtención de formas base, producción y reactivación
de instrumentos). Es de destacar en este conjunto la baja diversidad de grupos tipológicos, sobre
todo en las materias primas locales. Por último, los análisis funcionales indican que los artefactos
formatizados (principalmente de cuarcita) y las lascas con los naturales fueron utilizados en el
procesamiento de diversas sustancias, como el raspado y aserrado de madera para confeccionar
otras tecnofacturas, raspado y cortado de piel (cuereo y procesamiento inicial de carcasas) y de
material blando animal (e g , carne).
El segundo componente (i e , Conjunto Superior) se vincula con diversas ocupaciones efectuadas desde el Holoceno tardío inicial hasta la etapa post-conquista. La distribución vertical de
los materiales evidencia que entre 75 y 100 cm de profundidad del nivel 0, es decir en gran parte
del horizonte AC, se hallan asociados exclusivamente elementos indígenas previos a la conquista.
Hasta el momento no se puede establecer una cronología para los materiales recuperados en esta
parte del horizonte AC, aunque no se descarta que puedan corresponden a eventos de ocupación
previos a los ca. 3000 años AP. Por su parte, en la porción superior de AC y en el horizonte A
del suelo (desde la supercie hasta 75 cm del nivel 0), los materiales corresponden a una mezcla
de elementos culturales indígenas prehispánicos (artefactos líticos y huesos de guanaco) e hispano-criollos (fauna introducida, gres, metal y nácar), favorecida por la dinámica pedológica y
la acción de roedores.
Los estudios geoambientales sugieren que la energía del ambiente fue mayor durante el
desarrollo de las unidades estratigrácas A y AC ya que se registran más partículas gruesas que
indicarían un mayor transporte por tracción. La mayor abrasión sedimentaria observada en los
huesos de guanaco y la diversidad de agentes involucrados en las alteraciones del material lítico
del horizonte AC (entre 75 y 100 cm desde el nivel 0) podrían tener que ver con el aumento de la
energía del ujo hídrico durante el Holoceno tardío inicial. Por su parte, la mayor frecuencia y la
asociación de diversas especies de gastrópodos (R reticulatus,
rasiliensis, “ermatoides y
S meridionalis) en el horizonte C del perl Puente Nuevo, permiten inferir un incremento de la
humedad a partir de ca. 3220 años AP, lo cual habría favorecido la formación de áreas anegadas
en sectores cercanos al sitio. La notable abundancia y la concentración de conchillas de distintos tamaños de la especie de características subtropicales R reticulatus indicarían un pulso de
condiciones ambientales más húmedas (mayores precipitaciones) que en la actualidad (Simone
1999; Steffan 2010).
Por último, la depositación de los materiales en el horizonte A y en la sección superior de
AC se vincularía cronológicamente con eventos de ocupación posteriores a los 3000 años AP
(tabla 2). En primer lugar, se produjeron eventos de depositación correspondientes al Holoceno
tardío inicial (edades de ca. 1220 y 2900 años AP). Luego, se desarrolló un suelo que diferenció
horizontes y permitió la incorporación de material más reciente. La mezcla de los materiales se
produjo por la acción de diversos agentes naturales y por la dinámica de la formación de suelos
(Kaufmann y Messineo 2010). Por ejemplo, el hueso de guanaco datado en 1220 años AP y la
presencia de un hueso de vaca y de la especie de gastrópodo introducida ( elioides acícula) en
el horizonte AC se debe a la migración vertical desde el horizonte A de suelo por la acción de
roedores y raíces. Por su parte, en el horizonte A –muy modicado por la pedogénesis– es evidente la bioturbación por lombrices que han reciclado el horizonte favoreciendo la concentración
y la mezcla del material arqueológico hacia su base (Favier Dubois 2009). En el horizonte A,
la asociación y abundancia de moluscos sugiere el desarrollo de un suelo con vegetación, bajo
condiciones húmedas. Estos resultados serían coincidentes con las condiciones más húmedas
inferidas para el lapso de ca. 3400-1700 años AP en el sitio Calera (Scheier et al. 2012) y para
el perl de Puente Nuevo (Steffan 2009, 2010).
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Con respecto a la fauna, el CS presenta una mayor diversidad de especies, que incluye
taxones nativos e introducidos. Considerando la distribución vertical de los taxones y el grado en
que los especímenes óseos han sido afectados por distintos procesos tafonómicos, sería posible
subdividir este componente en dos unidades. La unidad inferior (75 y 100 cm desde el nivel 0) está
caracterizada por la presencia de fauna nativa como guanaco, ñandú y armadillos. Estos niveles
son los que presentan especímenes óseos con mayor incidencia de abrasión geológica. La unidad
superior (45 y 75 cm desde el nivel 0) incluye las especies nativas anteriormente mencionadas
junto con taxones introducidos en época post-conquista como oveja, vaca y caballo. Tanto las
especies nativas como las introducidas evidencian explotación antrópica y el efecto tafonómico
más recurrente son las improntas de raíces.
La asociación estratigráca de guanaco con fauna europea ha suscitado un debate sobre la
distribución espacial y temporal del guanaco que continúa aún vigente en la arqueología pampeana (Politis y Pedrotta 2006 y bibliografía allí citada). Por este motivo, Kaufmann y Messineo
(2010) en un trabajo previo plantearon dos hipótesis alternativas: una que proponía la utilización
del guanaco en este sector de las sierras hasta momentos históricos y la otra que explicaba esta
coexistencia por factores postdepositacionales. Las dataciones obtenidas sobre los huesos de
guanaco procedentes de los horizontes A y AC del sitio (entre ca. 2900 y 1220 años AP) indican
que dicha asociación es el producto de procesos postdepositacionales. La presencia de abundantes raíces y de algunas paleocuevas, así como la actividad de lombrices y animales con hábitos
fosoriales en el horizonte A, permiten sostener que la unidad superior de este componente es el
resultado de una mezcla de materiales depositados durante el Holoceno tardío, los cuales involucran momentos post-conquista.
Respecto del material lítico del CS, se registra un predominio de las materias primas locales
(principalmente ftanita) y un decrecimiento de las rocas de procedencia no local como la cuarcita,
–situación similar que también ha sido observada en el sitio Calera (Barros y Messineo 2007)–.
Además, dejan de aparecer aquellas materias primas no locales que sugieren una mayor movilidad
hacia otros ámbitos de la región que no sean los aoramientos localizados en el Sistema Serrano
de Tandilia, principalmente del sector de las Sierras Bayas (Barros y Messineo 2004; Messineo
2011; Messineo y Barros 2014). Con relación a las secuencias de reducción, las rocas locales
(i e , ftanita y dolomía silicicada) presentan todas las etapas de reducción, que van desde el
descortezamiento de los núcleos hasta la formatización y mantenimiento de los los. Se destaca
asimismo, la mayor diversidad de grupos tipológicos sobre ftanita. En cambio, la secuencia de la
cuarcita (no local) es más corta y se registra escasa representación de las primeras actividades de
producción lítica y mayor de aquellas vinculadas con la obtención de formas base y con las últimas
etapas de la secuencia. Por último, en este conjunto se registra una mayor frecuencia de recursos
procesados por los los retocados y naturales. Los primeros trabajaron básicamente materiales
duros (raspado y aserrado de madera seca) y materiales blandos (piel y material blando de origen
animal) en las mismas proporciones. Los segundos procesaron vegetales no leñosos (posiblemente vinculado con la confección de cestería o para acondicionar las pisos de las viviendas),
piel, material duro, material blando animal e indeterminado. Según Pal (2012) la mayor variedad
de actividades identicadas puede deberse a un mayor número de eventos de ocupación y/o a la
mayor cantidad de piezas analizadas.
En un trabajo previo (Politis et al. 2005) se presentaron las características particulares del sitio
Calera y se planteó la posible continuidad hasta tiempos históricos de las características sagradas
del sector noroccidental de las Sierras de Tandilia. El sitio El Puente, ocupado en momentos
contemporáneos a Calera y ubicado a solo 400 m de este (Figura 1c), evidencia un contexto de
actividades no vinculado con lo ideacional. Por otro lado, el hallazgo de materiales de origen
hispano-criollo y de restos óseos que evidencian el consumo de ganado doméstico posibilita
contar con evidencias de momentos no preservados en Calera y muestran que efectivamente
456
este sector del espacio fue ocupado también en momento post-conquista. En este contexto, surge
una problemática compleja que en esta instancia estamos lejos de resolver y que se vincula con
las parcialidades étnicas que desarrollaron las actividades durante este lapso. Al respecto, es
interesante considerar que las fuentes históricas informan que a nes del siglo XVIII en la porción
occidental del Sistema Serrano de Tandilia funcionaban algunas ferias comerciales como la del
Cairú (Pedrotta 2005; Ferrer y Pedrotta 2006), en las cuáles distintos grupos étnicos realizaban
intercambios de productos diversos (ganado, cuero, sal, peleterías, etc.). El sector serrano formaría
parte de un espacio caracterizado por una alta dinámica poblacional desde el Holoceno tardío, en
el cual se habrían efectuado ocupaciones indígenas que habrían perdurado hasta los siglos XVIII
y XIX. Sin embargo, en un contexto de mezcla como se registra en el horizonte A del sitio El
Puente, resulta difícil determinar si los materiales líticos y europeos corresponden a ocupaciones
indígenas post-conquista o a asentamientos hispano-criollos más recientes.
CONCLUSIONES
Las distintas líneas de evidencias presentadas a lo largo del trabajo sugieren que el sitio El
Puente provee valiosa información para explicar cómo los grupos cazadores-recolectores ocuparon
este sector serrano a lo largo del Holoceno. Desde el punto de vista de los procesos de formación
del registro, en el sitio El Puente se han identicado horizontes de suelo, discordancias y procesos
de mezcla (historia tafonómica compleja) que permitieron evaluar mejor las características de
los conjuntos recuperados vinculando aspectos estratigrácos, cronológicos, tafonómicos y
paleoambientales. Los estudios efectuados sobre los materiales arqueológicos permitieron registrar
algunas diferencias entre aquellas ocupaciones de los grupos cazadores-recolectores del Holoceno
medio y tardío, sobre todo en la forma en que se explotaron las rocas (representación de las materias
primas, objetivos de producción y recursos procesados) y en el uso de los recursos faunísticos.
Parte de las ocupaciones del Componente Superior, habrían funcionado como loci de actividades
múltiples de campamentos base en donde se habrían realizado diversas tareas cotidianas de los
grupos indígenas. La asociación entre huesos de guanaco, fauna introducida y materiales de origen
europeo en los mismos niveles estratigrácos es consecuencia de procesos postdepositacionales
(actividad de animales fosoriales y dinámica pedologíca) y no de la supervivencia de guanacos
hasta momentos históricos en este sector del espacio. Por último, la penecontemporaneidad de
las ocupaciones de El Puente con aquellas del sitio Calera hace pensar que ambos contextos
fueron ocupados durante el mismo lapso por grupos cazadores-recolectores, los cuales realizaron
actividades cotidianas y rituales en el mismo sector del paisaje.
AGRADECIMIENTOS
A José María Canalicchio y Juan Ugalde, directivos de la empresa Cementos Avellaneda S.A.,
que facilitaron la realización de las excavaciones en el sitio arqueológico El Puente. Este trabajo
fue nanciado por la Agencia Nacional de Promoción Cientíca y Tecnológica a través de los
PICT 2008-430 y PICT 2010-1794 otorgados a dos de los autores (PGM y CAK, respectivamente).
Asimismo, la empresa Cemento Avellaneda S.A. nanció parte de las investigaciones realizadas
en el predio. Esta investigación forma parte de la Unidad Ejecutora INCUAPA-CONICET
(Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano) dirigida por el
Dr. G. Politis y el Lic. J. L. Prado. Las opiniones vertidas en el presente trabajo son de nuestra
absoluta responsabilidad.
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ISSN 03 51 (versión impresa) ISSN 185 -1479 (versión online)
Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología
I ( ), julio-diciembre 014: 463-48
PROD CCIÓN LOCAL DE C ENTAS DE VALVA EN EL OS
E
DEL NOROESTE DE PATAGONIA NA APRO IMACIÓN DESDE
LA AR
EOLOGÍA E PERIMENTAL
Sa rina eonardt„
Fecha recepción: 6 de octubre de 013
Fecha de aceptación: 6 de agosto de 014
RES• EN
En numerosos sitios tardíos del noroeste de atagonia es recuente el registro de cuentas
restos de valvas principalmente del molusco de agua dulce iplodon c ilensis Estos ltimos suelen
interpretarse como resultado de su consumo alimenticio En este tra a o se eval a la posi ilidad
de ue estos restos sean evidencia de la producci n local de cuentas A partir del desarrollo de un
programa de arqueología experimental se dene un patrón de desechos de manufactura esperables
en contextos de producci n de cuentas Estos se caracteri•an principalmente por la presencia
de estrías per oraciones reconoci les a nivel microsc pico a aplicaci n de los resultados
experimentales como marco de re erencia para el an lisis de con untos ar ueomalacol gicos
permiti reconocer desec os de manu actura en dos de tres sitios locali•ados en el suroeste de
Río Negro noroeste de
u ut No o stante distintos procesos de deterioro podrían estar
incidiendo en la pro a ilidad de reconocer uellas de manu actura
Palabras clave: cuentas ’ iplodon c ilensis ’ desec os de manu actura ’ oloceno tardío ’
atagonia
A R • €I N ƒ S E
EA S IN € E ƒ RES€ ƒ N R€ ‹ES€
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A S€RA €
an ate olocene arc aeological sites o Nort ‰estern atagonia present eads and s ell
remains mainl o res ‰ater mollus“ iplodon c ilensis € ese remains are o ten interpreted as
ood ‰aste € is paper evaluates t e possi ilit t at t ose remains are de ris o local production
Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Unidad Académica Río Gallegos, Universidad
Nacional de la Patagonia Austral. E-mail: sabrinaleonardtyahoo.com.ar
463
I ( ), julio-diciembre 014: 463-48
of beads. In aim to evaluate it, an experimental program which allowed to dene a pattern of
manu acturing s ell de ris ‰as developed € ese de ris are mainl c aracteri•ed t e presence
o striations and per orations microscopicall recogni•a le € e results o t is experimental
program and its application to anal •e malacological assem lages rom t ree arc aeological
sites located in sout ‰estern Río Negro province and nort ‰estern u ut province is presented
in t is paper In t‰o o t ese sites it ‰as possi le to recogni•e manu acturing de ris o‰ever
the action of different deterioration processes can inuence the probability of recogniing
manu acturing traces
Keywords: s ell eads ’ iplodon c ilensis ’ s ell de ris ’ ate olocene ’ atagonia
INTRODUCCIÓN
Las cuentas1 son el tipo de artefacto malacológico más representado en el interior de Patagonia (Zubimendi 010) Sin embargo, los aspectos relacionados con las características del proceso
productivo y el aprovechamiento de las valvas de moluscos como materia prima han sido poco
explorados en la arqueología de la región.
En el sector oeste, comprendido entre los 40º y 43º40 latitud sur (gura 1), es frecuente el
registro de cuentas de valva en sitios arqueológicos de contextos tardíos (Silveira 1996; Hajduk
et al. 2004; Bellelli et al. 2008; Boschín 2009; Fernández 2009; Fernández y Ramos 2009; Silveira et al. 2010; entre otros). Si bien en otras áreas de Patagonia estos artefactos se hallan como
ajuares en enterratorios (véase por ejemplo Gómez Otero 2007; Cassiodoro y García Guraieb
2009), en este sector la mayor parte de los sitios en los que se registran corresponden a contextos
habitacionales, en los cuales también suele ser común la presencia de restos de valvas de moluscos,
principalmente de la especie de agua dulce iplodon sp. (véase Sanguinetti de Bórmida y Curzio
1996; Silveira 1996; Hajduk y Albornoz 1999; Bellelli et al. 2003; Hajduk et al. 2004; Curzio
2008; Boschín 2009; Fernández y Ramos 2009; entre otros).
Figura 1. Sitios con presencia de cuentas y restos malacológicos de contextos tardíos localizados en el
sector comprendido entre los 40 y 43 latitud sur
464
iplodon c ilensis es el bivalvo de mayor tamaño que habita los fondos blandos de lagos
y ríos del área (gura 2). Sus valvas, que pueden alcanzar hasta 10 cm de largo, presentan la
cara interna nacarada y externamente están recubiertas por una capa orgánica de color oscuro
denominada periostraco (Brugni y Viozzi 2005). Actualmente esta especie se distribuye en los
lagos y ríos del centro-sur de Chile y de Argentina. En nuestro país se la registra desde la provincia de Mendoza hasta el lago Futalaufquen, adentrándose en los ríos Negro y Neuquén (Lara
et al. 2002; Parada y Peredo 2002; entre otros). Si bien habitualmente su presencia en los sitios
arqueológicos es registrada como parte del inventario faunístico, solo unos pocos trabajos analizan
el valor alimenticio de estos bivalvos, considerándolos un recurso estable pero de poca importancia (Caviglia y Borrero 1981; Prates y Marsans 2007; Prates 2008; Pérez y Batres 2010). Por
otra parte, aunque existen referencias de valvas de iplodon sp. decoradas y/o utilizadas para la
elaboración de pendientes (Vignati 1944; Sanguinetti de Bórmida y Curzio 1996; Silveira 1996;
Hajduk y Albornoz 1999; Hajduk et al. 2004; Fernández y Ramos 2009; Pérez y Batres 2010), solo
recientemente se han abordado aspectos relacionados con su empleo como materia prima para tales
nes (Prates 2008; Fernández y Ramos 2009). Con el propósito de contribuir a la comprensión del
registro arqueomalacológico de Patagonia, este trabajo evalúa el aprovechamiento de las valvas
de iplodon c ilensis como materia prima para la elaboración local de cuentas en sitios ubicados
en el sector de bosque cordillerano comprendido entre el valle del río Manso inferior (sur de Río
Negro) y la Comarca Andina del Paralelo 42 (en adelante CA42, noroeste de Chubut). Para
ello, a partir del desarrollo de un programa de arqueología experimental aplicado a la producción
de cuentas con valvas de este molusco, se denió un patrón de desechos esperables en contextos
de producción no especializada, el cual es empleado como marco de referencia para analizar los
fragmentos de valva que componen la muestra arqueomalacológica.
Figura 2. Valvas de iplodon c ilensis
roducci n de cuentas en el contexto de la interacci n regional patag nica durante el oloceno
tardío
Uno de los fenómenos que caracteriza a los últimos 2.000 años en Patagonia es la existencia
de un alto grado de interacción entre los grupos que habitaron la región, que implicó la circulación de objetos e información (Gómez Otero 2007; Bellelli et al. 2008; Silveira et al. 2010;
entre otros). En este contexto, la amplia distribución espacial que alcanza la Tendencia Abstracta
Geométrico Compleja (TAGC, Gradin 1999), en el arte rupestre y mobiliar, ha sido interpretada
como la manifestación de la existencia de un código visual compartido que reeja la circulación
de información a través de redes de interacción amplias a escala regional (véase “modelo de escala
amplia” en Scheinsohn 2011 y citas).
465
I ( ), julio-diciembre 014: 463-48
Otro de los artefactos que adquiere presencia ubicua en Patagonia para estos momentos son
las cuentas (véase, por ejemplo, Gómez Otero 2007; Bellelli et al. 2008; Cassiodoro y García
Guraieb 2009; Zubimendi 2010; entre otros). Al ser elementos que conforman collares, pulseras
o que pueden ser aplicados a vestimentas, las cuentas son adornos corporales confeccionados para
ser llevados y exhibidos por individuos y por lo tanto pueden considerarse como ítems destinados
a la comunicación visual (Kuhn y Stiner 2007). Considerando este carácter comunicativo y su
amplia distribución espacial, es posible interrogarse respecto de si estos artefactos reejan una
instancia más, de manera similar a la TAGC, de la presencia de un código visual compartido en
amplios sectores de la Patagonia. De ser este el caso, una de las características esperables sería
que dicho código fuese replicable, a n de favorecer su transmisión y dispersión. Así, las cuentas
deberían poder producirse de manera local en distintos sectores de Patagonia, aprovechando tanto
las materias primas disponibles en las cercanías como las foráneas. La existencia de estandarización y redundancia en la forma de las cuentas (Kuhn y Stiner 2007) podría ser interpretada en
este contexto.
Tomando estos supuestos como punto de partida, se propone como hipótesis que existió
una producción local de cuentas en sitios del bosque cordillerano del norte de Patagonia y que,
al menos en función de su disponibilidad local, la mayor parte de estas estarán elaboradas sobre
valvas de iplodon c ilensis. La evaluación de esta hipótesis contempló, en primer lugar, denir
un patrón de desechos de manufactura esperables en contextos de producción de cuentas, para
lo cual se desarrolló un programa de arqueología experimental orientado a replicar el tipo más
común en el área de estudio: las cuentas circulares (véase, por ejemplo, Silveira 1996; Hajduk y
Albornoz 1999; Hajduk et al. 2004; Boschín 2009; Fernández 2009; Fernández y Ramos 2009). En
segundo lugar, contempló la aplicación de este marco de referencia al análisis de los fragmentos
arqueomalacológicos procedentes de dos sitios localizados en el valle del río Manso inferior, –Paredón Lanfré y Población Anticura– (Bellelli et al. 2007; Fernández et al 010 respectivamente)
y otro en la CA42, –Cerro Pintado– (Bellelli et al 003) Los resultados obtenidos permitieron
discutir el tipo de aprovechamiento de este recurso local en el área y comenzar a abordar los
aspectos relacionados con la producción de estos adornos en Patagonia
LOS CONJUNTOS ARUEOMALACOLÓGICOS DEL VALLE DEL RÍO MANSO INFERIOR
CA4
El valle del río Manso inferior y la CA42º se localizan en un sector del bosque cordillerano que se extiende desde el límite sur del Parque Nacional Nahuel Huapi hasta el límite norte
del Parque Nacional Los Alerces y entre la frontera con Chile y el meridiano de 71º oeste. La
cronología y características de los sitios del área pueden integrarse dentro del marco regional de
ocupación de los ambientes boscosos de Norpatagonia para el cual, en términos generales, se
sostiene una mayor intensidad de uso por parte de los cazadores-recolectores entre 1200 y 200
años AP (Fernández et al 013)
En el valle del río Manso inferior se localizan los sitios Paredón Lanfré (en adelante PL, gura
1) y Población Anticura (en adelante PA, gura 1), ambos aleros con evidencias de reocupación
a lo largo del tiempo y con arte rupestre atribuible a la TAGC (Bellelli et al. 2007; Fernández et
al. 2010). El primero se ubica a 1.000 m de la margen izquierda del río Manso (aproximadamente
500 msnm), al pie de la ladera del cerro Foyel (Bellelli et al. 2007). Allí se excavaron 10 m y se
recuperaron –además de cuentas y restos de valvas– tiestos, instrumentos líticos, restos faunísticos,
fragmentos de instrumentos óseos y pigmentos. La cronología establecida para el sitio comprende
el lapso que va desde 1570±60 hasta 330±50 años AP (Fernández et al 013:169) PA se ubica
2 km al sureste de PL. Allí, durante las campañas de los años 2008 y 2009 se excavó un área de
466
9,5 m donde se recuperó, además de material malacológico (cuentas y fragmentos de valva),
instrumentos y desechos de talla, manos y molinos líticos, tiestos, restos faunísticos, pigmentos
y restos óseos humanos, correspondientes a un rango cronológico entre 3350±100 y 280±40 años
AP (Fernández et al 013:169)3. Finalmente, Cerro Pintado (en adelante CP, gura 1) se ubica
en la localidad de Cholila (CA42), en la margen izquierda del río Blanco y también presenta
pinturas rupestres atribuibles a la TAGC y evidencias de reocupación (Bellelli et al 003) En
este sitio las excavaciones cubrieron una supercie de 13 m y permitieron determinar un lapso
de ocupación entre 1870±80 y 680±60 años AP (Bellelli et al 003:30) Entre los materiales
recuperados, además de cuentas y restos de valvas, constan instrumentos líticos y desechos de
talla, restos óseos, tiestos, rocas con pinturas, pigmentos, huesos decorados y escasos restos
vegetales (Bellelli et al 003)
En conjunto, la muestra arqueomalacológica correspondiente a estos tres sitios se compone
de 356 fragmentos de valva de tamaño pequeño, cuatro valvas enteras de iplodon c ilensis y
nueve cuentas (tabla 1). En cuanto a los fragmentos de valva, tanto en PL como en CP, la única
especie reconocida fue iplodon c ilensis. En PA, aunque la mayor parte de los fragmentos
identicados pertenecen a iplodon c ilensis, también se reconocieron unos pocos fragmentos
de valvas que, por su coloración, espesor o la presencia de costillas naturales, fueron atribuidos
a moluscos de origen marino. Entre ellos, algunos pertenecen al género Aulacom a sp 4 En lo
que respecta a las cuentas, están intensamente formatizadas, en su mayoría son circulares (con
un diámetro promedio de 7,87 mm, gura 3) y poseen perforaciones centradas, de tipo cónicas
y bicónicas (con un diámetro promedio de 2,12 mm). La única cuenta cuadrangular procede de
CP y tiene un tamaño de 6 por 6 mm.
Tabla 1. Composición de la muestra arqueomalacológica
Si io
C en as
CP
3
PL
1
PA
To al
a en os
e al a
9
Val as
en e as
-
7
-
5
55
4
9
356
4
METODOLOGÍA
Estudios de tecnología malacol gica
Los trabajos arqueológicos que analizan la producción de cuentas de valva, suelen valerse de
información etnográca y, principalmente, experimental para reconstruir las cadenas operativas y
técnicas empleadas en su elaboración (Trubitt 2003 y citas). Aunque las descripciones varían según
el caso, todas las referencias proponen, independientemente del orden en el que organicen las etapas,
un proceso compuesto por tres actividades que están sistemáticamente implicadas: la obtención
de un fragmento de valva, la producción de un oricio y la abrasión de por lo menos alguna parte
del artefacto (Hocquenghem y Peña Ruiz 1994; Laporte et al. 1994; Masucci 1995; Miller 1996;
Laporte 1998; Ricou y Esnard 2000; Suárez Diez 2002; Reyes Espinosa 2007; entre otros). Una
situación similar se observa respecto de las técnicas. Las más frecuentemente mencionadas son la
fractura (mediante percusión o presión) y el desgaste en sus distintas modalidades: corte, perforación
y abrasión (Claassen 1998; Suárez Diez 2002). Estos trabajos por lo general abordan contextos de
467
I ( ), julio-diciembre 014: 463-48
Figura 3. Cuentas que componen la muestra analizada
producción especializada y se focalizan en el análisis de los procesos productivos. No obstante, es
muy poca la información que aportan respecto de las huellas que las distintas actividades generan
sobre las valvas. Al respecto, existe una serie de trabajos realizados por investigadores del Museo
del Templo Mayor, en México, que se han orientado a desarrollar una metodología de análisis de
base experimental empleando microscopía de bajos y altos aumentos, con el objetivo especíco
de documentar huellas de manufactura del tipo de estrías, perforaciones y pulidos. Estos trabajos
proveen un conjunto de descripciones e ilustraciones fotográcas detalladas, pero en su mayoría
no parten de la elaboración de cuentas circulares sino de otro tipo de abalorios elaborados con
valvas de origen marino (Colón González 2007; Reyes Espinosa 2007; Velásquez Castro 2007;
Velásquez Castro y Juárez Cossío 2007; entre otros). Así, proponen que la presencia de estrías,
sus características y localización son los principales indicadores de la acción de corte, abrasión y
perforación (Colón González 2007; Reyes Espinosa 2007; Velásquez Castro 2007; entre otros).
Las fracturas se caracterizan por la ausencia de estas estrías, mientras que el pulido se maniesta
por la presencia de contornos suavizados, brillo y, en algunos casos, estrías muy delgadas (Colón
González 2007; Velásquez Castro 2007; entre otros). Sin embargo, estos trabajos no consideran
la incidencia que podrían llegar a tener los distintos procesos tafonómicos en la preservación y/o
posibilidad de identicación de estas huellas de manufactura.
En el caso particular de Patagonia, los trabajos que abordan la elaboración de cuentas de
valva lo hacen a partir del análisis de productos terminados o de fragmentos que, por su morfología, se presume fueron modicados. Así, Prates (2008) reconoce instancias de producción local
de cuentas con valvas de iplodon c ilensis en el sitio Angostura 1 (Río Negro) y, en base a
información bibliográca, propone una cadena operativa compuesta por: a) obtención de preformas por presión, b) perforación mediante desgaste por rotación y c) formatización nal mediante
468
abrasión. Fernández y Ramos (2009) sostienen la elaboración de colgantes con valvas (entre
ellas de iplodon sp.) en el sitio Casa de Piedra de Ortega (Río Negro) y proponen la obtención
de formas base mediante percusión directa y recortes, la realización de perforaciones mediante
movimientos circulares y la regularización de las piezas por abrasión. Finalmente, es necesario
mencionar los análisis realizados para las cuentas procedentes del sitio enterratorio Chenque 1
en la provincia de La Pampa (Cimino 2007). En estos trabajos también se plantea un proceso de
manufactura constituido por abrasión para modelar la preforma (aunque no se registran estrías
en los ejemplares analizados) y la perforación por rotación con perforadores líticos, sostenido a
partir de la identicación de huellas de perforación en los oricios (Cimino 2007).
rograma experimental an lisis con a os aumentos
Una de las primeras preguntas surgidas a partir de la problemática planteada es en qué medida las valvas de iplodon c ilensis son apropiadas como materia prima para elaborar cuentas
como las registradas habitualmente en los contextos arqueológicos de Norpatagonia. Para ello fue
necesario generar un modelo experimental propio que permitiera evaluar su aptitud y centrarse en
la identicación de los desechos de manufactura más que en los productos terminados.
En base a los criterios analíticos propuestos por Laporte et al (1994), Ricou y Esnard (2000),
Suárez Diez (2002), Colón González (2007), Reyes Espinosa (2007) y Prates (2008) se diseñó
una cadena operativa para la confección de cuentas circulares empleando valvas actuales de i‡
plodon c ilensis5. La cadena consta de cuatro etapas: a) extracción de la forma base a partir de la
fragmentación de una valva; b) formatización, destinada a la obtención de una preforma circular;
c) perforación y d) acabado nal. Se realizaron dos secuencias experimentales completas, siguiendo dichas etapas en el orden mencionado (a-b-c-d, Secuencia 1) y cambiando la ubicación de la
perforación respecto de la formatización (a-c-b-d, Secuencia 2) a n de evaluar posibles riesgos
de fractura o de imprecisión de la perforación A partir de estas dos secuencias se confeccionaron
25 cuentas replicando las características de las cuentas arqueológicas.
Para la extracción de formas base se emplearon tres técnicas: 1) fractura por presión (utilizando un retocador óseo), 2) corte (con lascas líticas y de vidrio industrial y con un instrumento
lítico con lo formatizado) y 3) corte seguido de presión (acompañando el corte con el uso de
las manos como mecanismo de presión). Durante el proceso de fractura por presión se sostuvo el
retocador sobre la supercie de la valva (apoyada ésta sobre un guijarro plano a modo de yunque)
y se ejerció presión en un ángulo de trabajo de aproximadamente 45º. En el caso del corte, se
realizaron movimientos bidireccionales con el instrumento cortante en un ángulo de trabajo de
entre 45º y 90º, generando un surco que se profundizó hasta desprender el fragmento deseado. Por
su parte, el corte seguido de presión combinó la acción de corte con un instrumento activo hasta
profundizar el surco lo suciente para luego ejercer presión con las manos en direcciones opuestas a n de desprender un fragmento. La formatización consistió en la regularización, de manera
individual, del contorno y de la supercie externa de las piezas (a n de extraer el periostraco), a
partir del desgaste por abrasión empleando guijarros de río y lajas de granito. Las perforaciones
se realizaron empleando perforadores líticos sin enmangue,6 posicionando el instrumento en un
ángulo de trabajo de 90º y realizando movimientos rotatorios alternos, con los fragmentos de valva
apoyados sobre una supercie plana. Finalmente, el acabado consistió en el pulido nal de la pieza
mediante su frotado, por períodos de diez a quince minutos, con fragmentos de tela impregnada
de arena humedecida como abrasivo (detalles de estos procesos en Leonardt 013)
Los fragmentos resultantes de cada una de las etapas de manufactura, así como las cuentas
producidas, se analizaron a ojo desnudo y con bajos aumentos (10x, 20x y 40x), utilizando una
lupa binocular l mpus TL con alcance máximo de 160x y cámara adicionada. En la tabla 2 se
469
I ( ), julio-diciembre 014: 463-48
presentan las variables y características consideradas para el análisis macro y microscópico de los
fragmentos. En función de la consideración de estas variables, se denió un patrón de desechos
esperables, a partir del cual se analizó la muestra arqueomalacológica. En el caso de las cuentas
se registró macroscópicamente el grado de adecuación (forma, tamaño y espesor de la cuenta
y ubicación, forma y tamaño de las perforaciones) con los ejemplares arqueológicos utilizados
como modelo, mientras que microscópicamente se buscó reconocer las huellas observables en
los ejemplares experimentales.
Tabla 2. Variables consideradas para el análisis de las piezas experimentales
An lisis Mac osc
ico
Ca ac e s icas Re is a as
Va ia les
Forma
Tamaño
Espesor
Características
anatómicas
Tipos de formas base
Tipos de fragmentos formatizados
Tipos de fragmentos descartados
An lisis Mic osc
ico
Ca ac e s icas Re is a as
Va ia les
Regularidad/
Irregularidad
ngulo de
inclinación
Estrías
Astillamientos
Perles de corte
Perles de fractura
Perforaciones
Rastros de abrasión
RESULTADOS DE LA FASE EXPERIMENTAL: CONSTRUCCIÓN DE UN MODELO DE
DESECHOS DE MANUFACTURA DE CUENTAS
La extracción de formas base mediante presión generó una serie de fragmentos de contornos irregulares y de tamaños variables, mientras que el empleo de corte y de corte seguido de
presión permitió un mayor control de la forma y el tamaño nal del fragmento produciendo un
conjunto de trozos de valva de contornos regulares (con al menos uno de sus ángulos rectos) y de
tamaño relativamente similar (se buscó obtener trozos de entre 1 y 2 cm ) Independientemente
de la técnica aplicada, los fragmentos descartados en esta etapa fueron los correspondientes al
sector de la charnela y, en el caso de la fragmentación por presión, fragmentos muy pequeños
que no servían para obtener una cuenta como la deseada. La formatización genera fragmentos
de contornos circulares y caras planas (preformas) y tiene como principal residuo, más allá de
las piezas rotas durante el procedimiento –solo una pieza se fracturó durante las experiencias de
regularización del contorno–, un polvillo blanco desprendido por la fricción de la valva contra el
agente abrasivo. Por su parte, el proceso de perforación genera oricios de contorno regular de
entre 1 y 3 mm de diámetro y, al igual que en caso anterior, más allá de las piezas rotas durante
el procedimiento, –también en este caso solo una pieza resultó fracturada durante la perforación–,
el principal desecho de esta actividad es una pequeña cantidad de polvillo de valva. Finalmente,
el pulido de la pieza no produce desechos visibles (gura 4).
470
Figura 4. Esquema de los tipos de fragmentos y desechos producidos
durante la elaboración de cuentas de valva
Al analizar los fragmentos con lupa binocular se observó que aquellos obtenidos mediante
corte presentan perles regulares que tienen una inclinación menor a un ángulo de 90º (producto de
la sección en V que genera esta acción), sobre los que se disponen conjuntos de estrías profundas,
delgadas, rectas y paralelas que indican la dirección del movimiento realizado con el artefacto
cortante (gura 5:a). En algunos casos, también se observó la presencia de estrías aisladas a los
lados de la línea de corte como resultado de los primeros intentos de marcado o por desviaciones
del instrumento durante la actividad Los fragmentos obtenidos mediante fractura por presión presentan perles irregulares con protuberancias y depresiones; pueden registrarse distintos ángulos
de inclinación a lo largo de un mismo perl y, en algunos casos, muescas de desprendimiento en
la cara dorsal de los fragmentos. Sin embargo, no fue posible denir un patrón característico que
permita diferenciar la aplicación de esta técnica de una posible fractura de origen no intencional
(gura 5:b). Respecto del corte seguido de presión, también se registran estrías pero estas tienden
a disponerse sobre una supercie menor, ya que la acción de fracturar la valva sin nalizar el
corte produce una rebaba espesa
En el caso de las perforaciones, se observaron estrías profundas, concéntricas y paralelas
dispuestas en las paredes del oricio. Al igual que lo que ocurre con el corte, en muchos casos
también se registró la presencia de estrías en el contorno de la perforación producto de su marcado
inicial (gura 5:d, e). Por su parte, la regularización del contorno de las cuentas generó estrías delgadas y más superciales que las producidas por la acción de corte. Estas se disponen en el borde
de la pieza, tanto de manera paralela al contorno como transversal u oblicua a este, permitiendo
apreciar, en ambos casos, la dirección del movimiento (gura 5:c). La abrasión de las supercies
produce el mismo tipo de estrías, dispuestas de manera agrupada siguiendo las direcciones tomadas
por el movimiento realizado. Finalmente, el acabado produce un brillo claramente denido en los
bordes y supercie de la cuenta (gura 5:f).
En función de estos análisis se pudo determinar que los desechos de manufactura esperables
corresponden a fragmentos de valva no útiles para elaborar una cuenta y descartados durante la
471
I ( ), julio-diciembre 014: 463-48
Figura 5. Huellas de manufactura en fragmentos experimentales: a) corte; b) presión; c) abrasión;
d) y e) perforación; f) pulido
primera etapa del proceso productivo (charnelas y fragmentos muy pequeños) y piezas rotas durante
el proceso de formatización y/o perforación, mientras que el resto de los fragmentos plausibles
de hallar en un contexto de producción de cuentas corresponde a elementos útiles pero descartados/abandonados/perdidos durante las distintas etapas de manufactura (formas base de contornos
irregulares o regulares, dependiendo de la técnica empleada, y/o preformas no utilizadas, gura 4).
No obstante, en la mayoría de los casos, la morfología general del fragmento no es un indicador
diagnóstico de desecho de manufactura, sino que la posibilidad de reconocer de manera no ambigua alguno de estos fragmentos como producto de manufactura de cuentas estará determinada
principalmente por la identicación de rasgos observables a nivel microscópico tales como:
a) Es as e co e localizadas en los perles de fragmentos que presenten contornos y
ángulos rectos y en menor medida en los perímetros de la línea de corte sobre la cara de la valva
en que dicho corte fue iniciado. También podrían estar presentes en fragmentos correspondientes
al sector de la charnela
b) Es as e a asi n en fragmentos de contornos regularizados (circulares o subcirculares) y/o sobre la cara externa (si fueron producidas a partir de la extracción del periostraco) de
fragmentos regularizados o no, ya que el orden en que se regularicen los contornos y se extraiga
el periostraco puede variar
c) Pe o aciones determinadas por su diámetro (entre 1 y 3 mm), la forma de su sección
y la presencia de estrías concéntricas en sus paredes. Esta característica sería esperable tanto en
preformas como en fragmentos aún no formatizados, de contornos regulares y/o irregulares.
La presencia de pulido no sería un indicador de desechos de manufactura puesto que esta
actividad constituye el paso nal de la cadena operativa y se realiza sobre cuentas completamente
formatizadas.
47
RESULTADOS DEL ANÁLISIS DE LA MUESTRA ARUEOMALACOLÓGICA
A partir de los resultados del análisis experimental, los fragmentos arqueomalacológicos
fueron clasicados en charnelas, fragmentos de contornos regulares, de contornos irregulares y
subcirculares. En el conjunto procedente de CP se identicó un fragmento de charnela perteneciente a iplodon c ilensis, con una perforación inconclusa de 2 mm de diámetro realizada desde
la cara externa de la valva. Aunque el perl de esta perforación presenta indicios de deterioro, es
posible observar dos pronunciadas estrías circulares que se corresponden con el patrón registrado
experimentalmente (gura 6:a). Tanto la regularidad y diámetro del oricio como la presencia de
estrías permiten sostener su origen antrópico. En el resto de los fragmentos que componen este
conjunto no fue posible reconocer huellas de manufactura
Figura 6. Fragmentos arqueológicos con huellas de manufactura
En la muestra procedente de PA se identicó un fragmento de contorno cuadrangular en el
cual se observó un surco de corte de sección en V que atraviesa su supercie y en cuyos perles
se disponen estrías (gura 6:b). Notablemente, no se observaron perles de corte en sus contornos,
tal como sería dable esperar de acuerdo a su morfología. En este sitio también se registraron dos
fragmentos de contorno irregular y perles de fractura con estrías de abrasión en su cara externa.
Uno de ellos (gura 6:f) corresponde a un posible fragmento de valva de iplodon c ilensis En
el otro (gura 6:d) las estrías se disponen sobre restos de costillas naturales, característica ausente
en el género iplodon sp. y que permite inferir que se trata de un molusco marino, probablemente
un fragmento de Aulacom a sp. Un tercer fragmento, también de contorno irregular y con perles
de fractura, presentó una hemiperforación de 3 mm de diámetro máximo y sección cónica (gura
6:e). Aunque no se pudieron identicar estrías en el perl –que presenta un importante grado de
exfoliación– la forma de su sección, la regularidad del contorno del oricio y su diámetro concuerdan con el patrón esperable para una perforación antrópica. De hecho, este fragmento tendría
correspondencia con lo esperable para una forma base obtenida mediante presión, cuya rotura
durante el proceso de perforación habría conducido a su descarte (véase gura 4). Cabe destacar
473
I ( ), julio-diciembre 014: 463-48
que el espesor y la coloración que presenta esta pieza permiten atribuirla a un fragmento de valva
de molusco marino. Por último, dentro de este conjunto se identicó un trozo de valva de contorno circular cuyo diámetro (9 mm) se corresponde con el esperable para una preforma de cuenta,
aunque presenta perles con características de fractura (gura 6:c). Si bien esta pieza no evidencia
huellas de manufactura como las denidas experimentalmente, es interesante destacar que tiene
correspondencia con la descripción realizada por Laporte et al (1994) para preformas elaboradas
mediante regularización por presión o percusión. No obstante, las experiencias de fragmentación
por presión no permitieron obtener fragmentos con tales características y la técnica de fractura
por percusión no fue incluida en el diseño. En PL no fue posible reconocer fragmentos de valva
con evidencias no ambiguas de trabajo antrópico. No obstante, cabe destacar que se identicó
un único fragmento de contorno subcircular, cuyo tamaño (8 por 7 mm) se corresponde con el
esperado para una cuenta en proceso de formatización.
Estos análisis también permitieron denir otra serie de rasgos no relacionados con los procesos de manufactura. Una alta proporción de fragmentos, principalmente en los conjuntos de
PL y PA, presentó textura similar al yeso, característica que los hace friables al tacto (gura 7).
En la mayoría de estos casos, fue imposible determinar el tipo de perl (de corte, de fractura) del
fragmento. Asimismo, en los tres conjuntos se observó la presencia de estrías delgadas y superciales dispuestas de manera desordenada sobre la supercie de los fragmentos (gura 7). Si bien
no es posible establecer una relación directa, cabe destacar que este tipo de estrías son similares a
las reconocidas en conjuntos óseos como producto del pisoteo (Fiorillo 1989). También algunos
fragmentos de valva evidenciaron exfoliación, improntas de raíces y pequeñas horadaciones que
podrían ser producto de la acción de procesos de disolución (Claassen 1998)
Figura 7. Proporciones de fragmentos con textura similar al yeso y estrías irregulares
474
Un intenso estado de deterioro, caracterizado por la presencia de una textura similar al yeso,
acompañado en algunos casos de exfoliación también está presente en los materiales formatizados.
Solo en cuatro de las nueve cuentas fue posible reconocer huellas de manufactura Coincidentemente, tres proceden de CP, sitio que exhibe las proporciones más bajas de fragmentos con
textura similar al yeso (gura 7). La otra pieza fue recuperada en PA mientras que la única cuenta
procedente de PL no tiene huellas visibles Los tipos de huella de manufactura registrados en las
cuentas de CP y PA corresponden a estrías en las paredes de las perforaciones (gura 8:d, e) y
estrías de abrasión en los contornos y supercie (gura 8:a, c y b respectivamente). Además, tres
de estas piezas también presentan brillo de pulido.
Figura 8. Huellas de manufactura en cuentas arqueológicas. Nota: las echas indican estrías de abrasión.
DISCUSIÓN
En CP se reconoció un único fragmento de iplodon c ilensis con huellas de manufactura,
el hecho de tratarse de una perforación inconclusa sugiere su posible elaboración local Si bien el
programa experimental demostró que la charnela de la valva no sería apropiada para la confección
475
I ( ), julio-diciembre 014: 463-48
de una cuenta circular, esta perforación podría relacionarse con la confección de algún otro tipo
de pendiente (véase por ejemplo Vignati 1944; Boschín 2009; Crivelli Montero y Ramos 2009).
Por otra parte, la presencia de fragmentos de perforadores líticos en el sitio (Carballido Calatayud
2009), si bien no permite establecer una relación directa, también contribuye a sostener el carácter
antrópico de la perforación. Otra explicación, como la acción de predadores que ocasionan perforaciones cercanas al umbo en valvas de moluscos marinos (Claassen 1998) no ha sido observada
en iplodon c ilensis (Liliana Semenas, comunicación personal)
En el caso de PA, los desechos corresponden a la elaboración de cuentas circulares pero
las evidencias más conspicuas pertenecen a fragmentos de valvas de moluscos marinos En este
sitio, todos los desechos identicados (los de valva marina y el único de agua dulce) se concentran
en 30 cm de estratigrafía y también están asociados a herramientas que podrían haberse utilizado para el trabajo de la valva, tales como fragmentos de perforadores y artefactos de molienda
(Fernández et al. 2010). Otros contextos para los cuales se propone la elaboración de cuentas
entre cazadores-recolectores también presentan una escasa cantidad de piezas semiformatizadas
y fragmentos con huellas de manufactura (Prates 2008; Fernández y Ramos 2009). Al respecto,
si se tienen en cuenta los resultados experimentales, se puede sostener que la baja frecuencia de
desechos de manufactura identicados en estos contextos se corresponde con las características
propias de la cadena operativa de estos artefactos, la cual no produce gran cantidad de desechos
o subproductos observables (la mayor parte de la producción solo genera polvillo). Sin embargo,
también es posible plantear otros factores que podrían estar incidiendo en la baja frecuencia de
desechos identicados, al menos para los conjuntos aquí considerados.
Por un lado, la ausencia de estrías de corte, situación generalizada a excepción de un único
fragmento procedente de PA, podría estar relacionada con una elección tecnológica En este
caso, el programa experimental no permitió denir un patrón de fractura antrópica característico
diferenciable de la fractura no intencional Por otro lado, es posible interrogarse respecto de la
incidencia de distintos factores tafonómicos, principalmente de carácter diagenético, que podrían
estar obliterando o eliminando posibles huellas de manufactura. La pérdida de lustre y color característicos de las valvas y la apariencia al tacto de una textura similar al yeso son mencionadas
como indicadores de procesos de disolución del carbonato de calcio que conforma la estructura
de la valva (Claassen 1998) En depósitos terrestres el carbonato de calcio de las valvas suele
ser atacado por ácido carbónico ante el cual reacciona formando bicarbonato de calcio, que es
soluble en agua Las raíces de las plantas, además de ser un importante agente de fragmentación,
también contribuyen a su disolución (Claassen 1998). En este sentido, todos los materiales
analizados corresponden a depósitos terrestres localizados en ambiente de bosque. Este tipo de
ambientes se caracteriza, más allá de su variabilidad local, por poseer suelos relativamente ácidos, con desarrollo importante de vegetación y altos niveles de humedad (Arrigoni y Fernández
2004), condiciones que favorecerían procesos tales como la disolución. De hecho, tanto en CP
como en PL se han registrado evidencias de alteraciones químicas en restos óseos y cerámicos
respectivamente, relacionadas con las condiciones de humedad de la matriz sedimentaria (Bellelli
et al. 2003; Fernández 2010). Así, si se usan las cuentas arqueológicas como parámetro de la
inuencia de estos factores, puede sostenerse que el bajo grado de identicabilidad de los rastros
esperables en productos terminados (tales como estrías de abrasión, estrías en las paredes de las
perforaciones y brillos de pulido) está relacionado con el alto grado de deterioro que presenta la
mayoría de las cuentas.
La acción de este tipo de procesos es evidente sobre todo en PL, donde la mitad de la muestra
presenta textura similar al yeso. La secuencia estratigráca de este sitio está caracterizada por
la presencia, en el nivel de mayor concentración de materiales arqueológicos, de lentes de arena
de origen uvial (Bellelli et al 007) En este nivel se concentra prácticamente la totalidad de
los restos malacológicos analizados y la mayor parte de los fragmentos que presentan un alto
476
grado de deterioro (incluyendo la única cuenta recuperada en el sitio) proceden de las mismas
cuadrículas y profundidad en donde fueron registrados restos óseos que presentan evidencias de
haber sido afectados por la acción del agua (Pablo Fernández, comunicación personal). Así, de
haberse elaborado cuentas en PL, la posibilidad de identicar desechos de manufactura estaría
fuertemente afectada por la intensidad de los procesos tafonómicos actuantes
Otro proceso que afecta la preservación de las valvas es la exposición al fuego, que destruye
las capas orgánicas debilitando la cohesión interna de su estructura y generando mayor facilidad
de fractura y exfoliación (Claassen 1998). Tanto para Cholila como para el valle del río Manso
inferior se ha destacado la recurrencia de incendios forestales como un factor que ejerció un papel
clave en la transformación y preservación del registro arqueológico durante el Holoceno tardío
(Bellelli et al. 2003; Bellelli et al. 2007; Carballido Calatayud 2009; Fernández 2010). Finalmente,
la presencia en gran parte de la muestra de estrías irregulares, similares a las marcas de pisoteo
registradas en conjuntos óseos, permite sugerir la posibilidad de que una parte considerable se
haya visto afectada por este factor que, incluso, podría estar dando cuenta del reducido tamaño
que presentan los fragmentos que componen los conjuntos.
CONCLUSIONES
En este trabajo se planteó como hipótesis que existió una elaboración local de cuentas,
principalmente con valvas de iplodon c ilensis, en sitios del valle del río Manso inferior y la
CA42. La aplicación de un modelo experimental, ideado para dar cuenta de procesos productivos
con una menor visibilidad arqueológica –en comparación con locus especializados de elaboración– permitió identicar dos contextos de producción, uno en PA y otro en CP. En el primer
caso las evidencias reeren directamente a la elaboración de cuentas circulares, mientras que en el
otro, a la confección de un pendiente de otra morfología Por otro lado, si bien se ha comprobado
el aprovechamiento de valvas de iplodon c ilensis, no se ha probado su predominancia como
materia prima. En este sentido, el reconocimiento de un contexto de elaboración local con valvas
principalmente de moluscos marinos (como el registrado en PA) sugiere la circulación de las
valvas como materia prima y no necesariamente de las cuentas como objetos terminados. A su
vez, la identicación de desechos de manufactura de valvas marinas y de agua dulce en un mismo
contexto permite hipotetizar que el foco de interés podría centrarse en la obtención de una forma
particular de cuenta y no en la selección de una materia prima determinada. En este sentido, el
hecho de no requerirse herramientas especializadas para la confección de estos adornos, tal como
se observó experimentalmente (instrumentos tales como perforadores líticos, rocas abrasivas y
lascas han mostrado un desempeño adecuado para conseguir cuentas de las características deseadas), refuerza su calidad de artefactos de fácil replicabilidad.
En cuanto al modelo experimental, además de corroborar que las valvas de iplodon c i‡
lensis son una materia prima apropiada para la confección de estas cuentas, permitió identicar
las variables y la metodología de análisis necesaria para reconocer contextos no especializados
de producción. Se observó que el análisis con dispositivos de aumento es una estrategia útil para
reconocer desechos de manufactura, siendo la presencia de estrías o patrones de estrías (las cuales
solo son observables a 10x y 20x) la característica más conable para asignarle el carácter de
desecho a un fragmento de valva No obstante, la incidencia de distintos procesos tafonómicos
en la posibilidad de reconocer este tipo de huellas alerta respecto de la necesidad de profundizar
en esta línea de investigación a partir de estudios actualísticos
La evaluación de la existencia de estandarización morfológica y tecnológica en las cuentas
de valvas de momentos tardíos y la identicación de otros contextos de producción local, para
lo cual el marco de referencia elaborado demostró ser efectivo, permitirán ahondar en distintos
477
I ( ), julio-diciembre 014: 463-48
aspectos que contribuyan a discutir el papel de las cuentas como reejo de la expresión de un
código visual común durante el Holoceno tardío en Patagonia.
AGRADECIMIENTOS
A Vivian Scheinsohn y Pablo Fernández por su guía y apoyo incondicional. A Florencia
Rizzo y al equipo de la CA42, especialmente a Cristina Bellelli, Mariana Carballido Calatayud
y Ana Forlano. A Isabel Cruz por sus valiosos comentarios de una versión previa de este trabajo.
Al Lic. Néstor Landoni (MACN), Julio César Avalos (INAPL) y María José Fernández (INAPL)
por su desinteresada y valiosísima ayuda en más de una oportunidad. También quiero dirigir mis
agradecimientos al Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL)
por abrirme las puertas y brindarme el espacio para realizar este trabajo que es parte de mi tesis
de licenciatura y se desarrolló en el marco los proyectos UBACyT F452 y 0599; PIP 0144 y 232;
PICT 1810-2010 y de una beca estímulo otorgada por la Universidad de Buenos Aires. Finalmente
quiero agradecer a los evaluadores Luciano Prates y Miguel Ángel Zubimendi por sus valiosos
comentarios sobre la versión inicial del manuscrito. Lo expresado aquí es responsabilidad de la
autora
NOTAS
1
3
4
5
6
Las cuentas son objetos ornamentales de tamaño pequeño que poseen una perforación central o casi
central realizada con el n de ensartarlas en grupo. A diferencia de estas, los pendientes o colgantes
poseen mayor tamaño y una o varias perforaciones que se ubican desplazadas respecto del centro de la
pieza (Suárez Diez 2002).
En este trabajo se presenta parte de los resultados de mi Tesis de Licenciatura en Ciencias Antropológicas,
defendida en la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.
En este trabajo solo se incluyen los materiales malacológicos recuperados en las excavaciones de los años
2008 y 2009. Los procedentes de las excavaciones realizadas en 2010, 2011 y 2012 están actualmente
bajo análisis
La identicación de los fragmentos de valva fue realizada por el Lic. Néstor Landoni (Museo Nacional
de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”) en base a la identicación de rasgos morfológicos.
Los ejemplares empleados proceden de Lago Puelo y fueron provistos por la Dra. Liliana Semenas
(Universidad Nacional de Comahue).
Los perforadores líticos fueron confeccionados por el Lic. Julio. C. Ávalos (Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano). Cabe destacar que se decidió emplear perforadores sin
enmangue dado que el objetivo de la experimentación fue registrar las huellas que deja el contacto de la
punta del perforador con un fragmento de valva. A futuro se plantea evaluar distintos grados de ecacia
en el empleo de perforadores enmangados y sin enmangue.
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ISSN 03 51 (versión impresa) ISSN 185 -1479 (versión online)
Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología
I ( ), julio-diciembre 014: 483-508
AN LISIS DE PIGMENTOS DEL MACI O DEL DESEADO
EL A ASTECIMIENTO DE MATERIAS PRIMAS LA PROD CCIÓN
DE PINT RAS R PESTRES EN C EVA MARIPE
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arcía „„„„„„
Fecha recepción: 9 de noviembre de 013
Fecha de aceptación: 1 de julio de 014
RES• EN
En este tra a o se presentan los resultados o tenidos del an lisis de Rˆ de pigmentos
minerales provenientes del sector centro‡norte del aci•o del eseado Œprovincia de Santa
ru• Argentina) El material anali•ado comprende muestras recuperadas en di erentes niveles
ar ueol gicos del sitio ueva aripe pe ue os ragmentos de pinturas rupestres u icadas en
distintos sectores de la misma cueva y ocres recolectados en aoramientos a escasa (  m)
y larga (  m) distancia de este sitio. Los resultados alcanados contribuyen a una primera
caracteri•aci n mineral gica de las muestras Se sugiere adem s una potencial uente de
aprovisionamiento para los pigmentos ro os u icada a corta distancia de la cueva a continuaci n
de estos estudios com inada con otros an lisis permitir pro undi•ar el conocimiento de las
materias primas empleadas para la con ecci n de las pinturas la locali•aci n de otras uentes de
CONICET Facultad de Ciencias Sociales Universidad Nacional del Centro de la provincia de Buenos
Aires Av Del Valle 5737 Olavarría E-mail: ncarden soc unicen edu ar
CONICET Facultad de Ciencias Naturales y Museo Universidad de La Plata Paseo del Bosque s/n La
Plata E-mail: rovablanco gmail com
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de La Plata Calle 1 n 644 E-mail: poire cig museo unlp edu ar
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La Plata E-mail: lmagnin fcnym unlp edu ar
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483
I ( ), julio-diciembre 014: 483-508
minerales la contextuali•aci n temporal de la producci n del arte rupestre en ueva aripe
Palabras clave: pinturas rupestres ’ ca•adores‡recolectores ’ atagonia ’ pigmentos ’
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€ is paper presents t e results o t e ˆR anal sis on pigments rom t e nort ‡central
portion o t e eseado assi ŒSanta ru• province Argentina) € e anal •ed materials include
samples recovered from the archaeological layers of Cueva aripe, small fragments of roc
paintings extracted rom di erent sections o t e same cave and oc ers collected rom outcrops
at short (  m) and long (  m) distances from this archaeological site. The obtained
results contri ute to a preliminar c aracteri•ation o t e samples A potential mineral source
or red pigments placed at a s ort distance rom t e cave is suggested € e continuation o t ese
studies, combined with other analyses, will deepen the nowledge of the raw materials which were
emplo ed or t e preparation o t e paint mixtures t e location o ot er mineral sources and t e
temporal contextualiation of the production of roc art at Cueva aripe.
ey ords: roc paintings – huntergatherers – Patagonia – pigments – R
INTRODUCCI N
En este trabajo se presentan los resultados obtenidos del análisis de DR en pigmentos minerales provenientes del área de cuencas relictuales ubicadas al sur del río Deseado, en el sector
centro-norte del Macizo del Deseado (provincia de Santa Cruz, Argentina) Se analizan pigmentos
hallados en posición estratigráca durante las excavaciones arqueológicas en el sitio Cueva Maripe,
pequeños fragmentos de pintura extraídos de motivos rupestres en distintos sectores de la misma
cueva y ocres recolectados en supercie a escasa y larga distancia de este último sitio.
A lo largo del texto, los conceptos de pigmento y ocre hacen referencia a materias primas
(aquí minerales) con propiedades colorantes, que pueden ser utilizadas directamente para pintar
o ser mezcladas con otros componentes para conformar pintura (Matarrese et al 011) Este
último término, junto con el de mezcla pigmentaria, designa la combinación de los pigmentos
con otros componentes Una pintura se entiende, de este modo, como un material que puede
estar compuesto por un pigmento, una carga o aditivo y un aglutinante que une los diferentes
compuestos (Sepúlveda 2011).
El uso de pigmentos para la producción de pintura ha sido ampliamente documentado para
grupos cazadores-recolectores Este tipo de registro es variable, ya que se presenta en el arte
rupestre, en distintos tipos de artefactos (e g , cuentas, cerámica, instrumentos líticos y óseos),
en los enterratorios humanos o bajo la forma de ocres y óxidos que pueden ser naturales o antrópicos (e g , residuos de la preparación de mezclas pigmentarias, tizas o crayones) (De La Fuente
et al 013)
La presencia frecuente de pigmentos en contextos arqueológicos de cazadores-recolectores,
que abarcan cronologías desde la transición Pleistoceno-Holoceno hasta momentos post-conquista,
señala que las prácticas asociadas con el uso de pinturas fueron comunes desde el poblamiento
484
temprano del continente americano ( radin et al 1979 Roper 1991 Miotti et al 1999 Stafford
et al 003 Massone y Prieto 004 d Errico y Vialou 007 acobaccio et al 008) La información etnográca y las crónicas que reeren a la región patagónica indican que las pinturas fueron
utilizadas en la vida cotidiana de las sociedades originarias para distintos propósitos, como la
decoración de la vestimenta y de los toldos y la ornamentación corporal y facial (Onelli 1904
Claraz 1988 Fiore 005 Moreno 007 1879 Musters 007 1871 ) La recolección de pigmentos
y la producción de diseños pintados no solo fueron de índole práctica sino que además estuvieron
imbuidos de valor sagrado (Casamiquela 1981 Aguerre 000 Caviglia 00 )
Durante las últimas décadas el estudio de los pigmentos ha cobrado creciente interés para
realizar distintos tipos de análisis composicionales bajo diferentes objetivos, como conocer
su procedencia, las técnicas utilizadas en la preparación de las pinturas y el uso al que fueron
destinadas (ver síntesis en Ro e 001 y López et al 01 ) Entre estos estudios se incluyen
los análisis de difracción de rayos (DR ) para conocer la composición mineralógica de los
pigmentos (Iñíguez y radin 1977 Barbosa y radin 1986-87 Belardi et al 000 ain right
et al 000, 00 Madrid et al 001 Mazzia et al 005 Di Prado et al 007 Porto López y
Mazzanti 007, 010 Matarrese et al 011 Franco et al 01 Massaferro et al 01 ) Asimismo, se han realizado análisis químicos para identicar los componentes orgánicos de las
pinturas (Boschín et al 00 , 011 Fiore et al 008), evaluar evidencias de deterioro (Tomasini
et al 01 ) e incluso estimar sus edades radiocarbónicas (Hedges et al 1998 Hernández Llosas
et al. 1999; Taboada y Rodríguez Curletto 2014). Los últimos avances dentro de los estudios
composicionales de pigmentos destacan las ventajas de complementar los análisis de DR con
otras técnicas elementales. A partir de este tipo de enfoques se ha avanzado en la caracterización
físico-química y estructural de las mezclas pigmentarias mediante la aplicación del MEB-ED
y técnicas vibracionales como la espectroscopía RAMAN (Fiore et al. 2008; Sepúlveda 2009,
011 Acevedo et al 01 Bugliani et al 01 Marte et al. 2012; Sepúlveda et al 01 , 013
Tomasini et al 2012). A estos análisis se suman los estudios experimentales, que han permitido
inferir, junto con observaciones de los microrrastros en los artefactos líticos, el uso potencial de
pigmentos hallados en estratigrafía (Mansur et al 007, 009)
En la región patagónica, la presencia de pigmentos así como de artefactos y ecofactos con
restos de pintura hallados en niveles arqueológicos de sitios con arte rupestre ha sido utilizada como
un argumento para intentar contextualizar temporalmente al arte, aunque no siempre mediante el
sustento de análisis composicionales (Menghin 195 , 1957 Cardich et al 1973 radin et al 1979
Aschero 1981-8 Durán 1983-85 Carden 008 Miotti et al 01 ) En este tipo de propuestas, los
análisis de DRX han arrojado resultados de utilidad para la contextualización espacial y temporal
de las cadenas operativas involucradas en la producción del arte rupestre (sensu Aschero 1988
Fiore 007) Por ejemplo, sobre la base de la similitud en el color y en la composición mineralógica, algunas escenas de caza pintadas en el sitio Cueva de las Manos pudieron ser vinculadas
con pigmentos hallados en los niveles arqueológicos. De acuerdo con la posición estratigráca
de estos últimos y de los fechados radiocarbónicos obtenidos en los mismos niveles se inrió que
las pinturas de color ocre fueron las primeras en realizarse en ca 9300 años AP (Iñíguez y radin
1977 radin et al 1979 Barbosa y radin 1986-87) Asociaciones de este tipo se realizaron
en el sitio Cerro Casa de Piedra 5 del Parque Nacional Perito Moreno a partir de la composición
mineralógica similar entre los pigmentos en capa y las pinturas rupestres. Para estas últimas se
estimaron edades correspondientes al Holoceno medio y tardío (Aschero 1985)
La localización de fuentes potenciales de materias primas para confeccionar pinturas rupestres en Patagonia ha sido otro tema tratado extensamente (Gradin et al 1979 Franchomme 1987
Pérez de Micou et al 199 Paunero et al 005 Miotti 008 Magnin 010), aunque respaldada
por análisis DR en una menor cantidad de casos (e g , Belardi et al 000
ain right et al
00 Massaferro et al 01 )
485
I ( ), julio-diciembre 014: 483-508
Sobre la base de estos antecedentes, en este trabajo se propone comenzar a explorar cuáles
fueron los minerales empleados para la confección de las pinturas rupestres del sitio Cueva Maripe
Como el análisis contempla en forma comparativa muestras provenientes de pinturas rupestres y
pigmentos en posición estratigráca y en supercie, se espera que esta caracterización inicial sirva
como una base que permita plantear hipótesis acerca de las potenciales fuentes de abastecimiento
de materias primas y evaluar cronológicamente la producción de las representaciones rupestres
DESCRIPCI N DEL REA DE ESTUDIO
El sitio ueva
aripe
Cueva Maripe se encuentra en la localidad arqueológica La Primavera, en el área de las
cabeceras del zanjón Blanco, al sur del río Deseado (gura 1). El paisaje de la localidad se caracteriza por la presencia de mesetas y aoramientos rocosos recortados por cañadones, con altitudes
entre 550 y 700 msnm El cañadón donde se encuentra Cueva Maripe tiene sus nacientes en las
serranías y mesetas ubicadas hacia el oeste y su desembocadura en el zanjón Blanco, tras 10
km de recorrido, a lo largo del cual se presentan extensos mallines con numerosos manantiales
activos. En este tramo, los mantos de tobas e ignimbritas conguran altos paredones de marcada
disyunción columnar característicos de la Formación Chn Aie, que presenta numerosas cavidades (Panza 001)
La Cueva Maripe se destaca por su tamaño ( 6 m de boca y 4 m de profundidad), su potencia estratigráca y la abundancia de pinturas rupestres (Miotti et al 007, 009 Carden 008)
Además de este sitio, se han registrado otras seis cuevas y aleros con pinturas rupestres en el curso
medio del cañadón La Primavera (Carden 008) y alrededor de 00 sitios y concentraciones de
supercie que han sido denidos como canteras/talleres líticos, loci de actividades múltiples y
limitadas, y posibles fuentes de aprovisionamiento de pigmentos (Hermo 008 Magnin 010)
De la supercie total de la cueva (624 m ) se han excavado 36 m que abarcan un total de
nueve cuadrículas de 2 x 2 m (gura 2). El sitio presenta una secuencia ocupacional desde la
Figura 1 Localización de los sitios mencionados con pinturas rupestres y de los ocres en posición
supercial que se analizaron por DRX. Las áreas circulares indican: 1) Localidad La Primavera,
) Localidad PNBPJ, 3) Localidad Piedra Museo
486
transición Pleistoceno-Holoceno hasta momentos postconquista (Miotti et al 007) A partir de
las excavaciones se han recuperado evidencias materiales que señalan su reiterado uso doméstico.
Estas evidencias incluyen artefactos líticos y óseos, restos arqueofaunísticos y pigmentos que se
distribuyen en distintos niveles de profundidad (Carden 008 Hermo 008 Miotti y Marchionni
009 Marchionni 013)
El sitio presenta una alta concentración de pinturas rupestres (n
5) entre las cuales predominan las manos negativas, con una escasa proporción de motivos zoomorfos, círculos, líneas
y conjuntos de puntos Estos motivos se distribuyen en distintos sectores dentro de dos cámaras
principales, norte y sur, separadas entre sí por un tabique rocoso (gura 2). Aunque el estado
de preservación de las pinturas es en general de regular a malo, el proceso de deterioro del arte
rupestre se ha producido diferencialmente en distintos sectores de la cueva El área de la entrada,
que abarca aproximadamente los primeros seis metros desde la actual línea de goteo, es la única
que recibe la luz directa del sol En esta solo se registraron dos motivos, aunque se estima que la
supercie pintada debió haber sido mayor y ha desaparecido como consecuencia de los efectos
de la insolación directa Hacia el fondo de la cueva la humedad es más alta, especialmente en
la cámara sur donde se registró la inltración de agua proveniente de un manantial. Debido a la
mayor oscuridad, los colores de los motivos del fondo presentan una mejor preservación, aunque
las pinturas se encuentran en un proceso avanzado de exfoliación causado, entre otros factores,
por la acción de los carbonatos (Carden 008)
Gran parte de las paredes de Cueva Maripe, aproximadamente por encima de 1,6 m de
altura y subyaciendo a las pinturas, son de color negro El análisis por DR de una pequeña
muestra de pared negra reveló la presencia de yeso y oxalatos de calcio en forma de weddellita
CaC O4 H O– (Carden 2008). La presencia de oxalatos ha sido detectada en otros sitios con arte
rupestre de Patagonia central y septentrional, e interpretada como el producto de la reacción del
carbonato de calcio al ácido oxálico producido por los hongos, líquenes u otros microorganismos
( ain right et al 000, 00 Boschín et al 00 ) Asimismo, el yeso se ha interpretado como
un depósito supercial que se forma naturalmente a partir del escurrimiento de agua sobre las
paredes pintadas ( atchman et al. 2000; Sepúlveda 2011). Sin embargo, estos minerales también
han sido identicados como aditivos de las mezclas pigmentarias o como parte de soportes preparados, señalando de este modo su carácter antrópico (Iñíguez y radin 1977 Barbosa y radin
1986-87 Aschero 1988 Ro e 001)
A partir del relevamiento de las pinturas y de su sectorización se detectaron algunas tendencias en cuanto a la localización de los distintos motivos y a los colores empleados (Carden 008)
El área intermedia de la cueva (entre la entrada y el fondo), donde se encuentran los paneles con
mayor visibilidad, se caracteriza por paredes pintadas de rojo sobre el cual se aplicaron manos
negativas blancas. Este patrón se repite en cinco sectores (6, 7, 8, 9 y 14) (gura 2). Debido al
estado de conservación de la pintura es difícil discernir si se trata de fondos preparados intencionalmente sobre los cuales se aplicaron posteriormente las manos negativas blancas, o si se trata
de motivos previos no distinguibles en la actualidad La presencia de gruesas capas de pintura
roja en el sector 7 y el hecho de no haber podido distinguir motivos en ningún caso favorecen, sin
embargo, la idea de fondos preparados La tonalidad del rojo subyacente a las manos negativas
varía entre los sectores así como dentro de un mismo sector, aunque en general es pálida, entre
rosado y anaranjado Sobre las manos negativas blancas se superponen motivos puntiformes naranjas en un mejor estado de conservación y, en el sector 6, restos de pintura amarilla estarcida
Además de estos motivos, se registraron pinturas en distintas gamas de rojo (manos negativas,
zoomorfos, líneas, círculos y trazos) Las superposiciones registradas en las pinturas permitieron
proponer diferentes eventos de producción de arte rupestre (Carden 008) Si bien esta situación
es coherente con el largo período ocupacional propuesto para el sitio (ca 8500 años), complejiza
la contextualización temporal y arqueológica del arte.
487
I ( ), julio-diciembre 014: 483-508
Figura
Planta de Cueva Maripe mostrando la localización de los pigmentos analizados por DR
(en capa y en pared)
ocali•aci n de minerales tiles para la preparaci n de pinturas
Los aoramientos de ocres detectados en el área de estudio fueron geoposicionados y esta
información se cruzó con aquella presentada en la hoja geológica Monumento Natural Bosques
Petricados” (Panza 2001). A partir de esta superposición se observa que en la localidad La Primavera los ocres aparecen en los puntos de contacto entre coladas basálticas y las Formaciones
geológicas Chn Aie y Baqueró, que han sido localizadas a menos de 500 m del sitio Cueva
Maripe Además, se han hallado ocres en áreas más distantes a La Primavera, como el Parque
Nacional Bosques Petricados de Jaramillo (PNBPJ), a 70 km hacia el NE de Cueva Maripe, y
en la localidad Piedra Museo, a 80 km al E de la misma cueva En el PNBPJ, los ocres aparecen
en los puntos de contacto entre las Formaciones Baqueró y La Matilde, y en el contacto entre las
Formaciones Monte León y Madre e Hija En la localidad Piedra Museo se asocian a la Formación Bajo Pobre. Aunque aún no fueron prospectadas, otras posibles fuentes de ocre en el área
de estudio son la Formación Laguna Palacios ( 5 km al SE de Cueva Maripe) y la Formación
Salamanca (65 km al E de Cueva Maripe), dado que en la hoja geológica se menciona la presencia
de óxido de hierro y materiales ferruginosos.
488
Los ocres útiles para ser molidos y usados en la confección de pinturas tienen el aspecto y
consistencia de “ladrillos” y presentan colores que varían de amarillo a naranja y rojo en distintas
tonalidades En cuanto a la presencia de yeso, la hoja geológica indica que se asocia a las formaciones Salamanca y Sarmiento, donde se presenta en cristalizaciones de hábito broso, formando
cristales maclados o en rosetas (Panza 2001). Dichas formaciones aoran a distancias variables
de Cueva Maripe, que abarcan entre 15 y 85 km Un ejemplo es el Cerro Bayo, localizado a 30
km hacia el NE de la Cueva Maripe
MATERIALES
M TODOS
Se analizaron 18 muestras de pigmentos: cinco recuperadas en posición estratigráca (muestras denominadas con la letra “E”), cinco tomadas en las paredes de Cueva Maripe, provenientes
de diferentes motivos rupestres (muestras “P”) y ocho de recolecciones de supercie (muestras
“S”). Al estudio de los pigmentos se suma el análisis de una muestra de roca de caja de la cueva
tomada durante la excavación de la cuadrícula B12 (muestra “B12”) y el análisis de una muestra
de yeso (gura 2). El objetivo de estos últimos estudios fue evaluar la inuencia de ambos elementos en la composición mineralógica de las pinturas rupestres, sobre todo porque durante el
muestreo resultó difícil raspar pigmentos sin incluir la roca de caja debido a la adhesión de las
pinturas sobre el soporte
La selección de las muestras para su análisis por DR se basó en el objetivo de abarcar
diversos colores por contexto de aparición (estratigrafía, pared y supercie) y en la posibilidad de
vincularlos a partir de su composición mineralógica Los colores de los pigmentos se registraron
de acuerdo con los códigos establecidos en una guía para sedimentos (Color Communications
1997) 1
Todos los pigmentos se colocaron en pequeños recipientes de plástico y, en el caso de las
muestras más blandas, se usó papel de aluminio para envolverlas, tratando de reducir al mínimo
el contacto manual directo. Las muestras provenientes de las pinturas rupestres se extrajeron con
un bisturí, previendo que su tamaño fuese pequeño para minimizar el impacto sobre los motivos
rupestres
Los análisis de DR se realizaron sobre la roca total y sobre la fracción arcilla de todas las
muestras para caracterizar la composición mineralógica del material, así como para identicar
los minerales de arcilla y su abundancia relativa Las muestras fueron desagregadas y pulverizadas en un mortero de ágata hasta la obtención de un polvo muy no que luego fue colocado
en un portamuestras de aluminio y compactado uniformemente hasta obtener una supercie lisa
y regular para ser expuesta a los rayos X. La penetración del haz de RX está en el orden de los
100 m por lo tanto, el tamaño de grano debe ser entre 5 y 10 m, aunque se acepta un tamaño
de 25 m. De esta manera, se identican todos aquellos componentes minerales de una roca. Los
minerales de arcilla se obtuvieron a partir del pipeteo de la fracción
m en una suspensión con
agua destilada siguiendo la Ley de Stokes Los argilominerales sedimentan lentamente sobre el
vidrio adquiriendo una orientación preferencial según el plano (00l). Esta muestra, secada al aire
en el laboratorio a temperatura ambiente, es denominada Natural
Para realizar la identicación y cuanticación de las arcillas se realizaron dos ensayos más.
El primero consistió en exponer el preparado Natural a los vapores de etilenglicol durante 24
horas para obtener la muestra licolada El segundo se logró colocando el preparado Natural en
mua a 550º durante 2 horas para dar lugar a la muestra Calcinada.
Se utilizó un sistema de difractometría de rayos marca PANalytical, modelo Pert PRO
con lámpara de Cu (k 1 5403 ) que operó a 40 m y 40 kV en el Centro de Investigaciones
eológicas (La Plata) Se escanearon ángulos  de 4 a 37 para las muestras de roca total, a 3
489
I ( ), julio-diciembre 014: 483-508
para las muestras naturales de la fracción arcilla, a 7 para las muestras glicoladas de esa misma
fracción y 3 a 15 para las muestras calcinadas, con una velocidad de escaneo de 0,04 /s
La composición mineral de cada muestra fue determinada en función de su abundancia relativa
(semicuantitativa) según Poiré (1987): muy abundante (50%), abundante (26-50%), moderada
(16-25%), escasa (6-15%), muy escasa (1-5%), y trazas (1%). La semicuanticación se basa en
la comparación entre las alturas de los distintos picos y en la medición del área bajo la curva
uestras tomadas en estratigra ía ŒE)
Los cinco pigmentos hallados en estratigrafía que se analizan en este trabajo son pequeñas
concreciones nodulares y clastos angulares en color rojo (n ), rojo pálido (n 1) y amarillo (n )
Solo dos muestras pudieron ser referenciadas tridimensionalmente con precisión, mientras que
las restantes se hallaron en zaranda Tanto los pigmentos amarillos como el rojo pálido son de
consistencia blanda; uno de los amarillos fue reducido a polvo (tabla 1 y gura 3). Las muestras
de color rojo son de consistencia más dura
Con respecto a su localización en la cueva, cuatro muestras provienen de la cámara norte y
una de la cámara sur En la cámara norte el fechado radiocarbónico más cercano a las muestras
amarillas E 8 y E 9, así como a la muestra roja E19, proviene de una estructura de combustión
datada en 5084 49 años AP (AA65173) en la cuadrícula D6 (tabla 1 y gura 2). La muestra roja
E33 se localizó en la cuadrícula 6B, contigua a un panel con pinturas rupestres y sin fechados
radiocarbónicos En la cámara sur el pigmento rojo pálido hallado en la cuadrícula A11 (muestra
E35) corresponde a un nivel arqueológico donde se obtuvieron dos dataciones a partir de estructuras
de combustión: 8333 63 años AP (AA65174) y 9518 64 (AA65175) (tabla 1 y gura 2).
Tabla 1 Datos de los pigmentos en estratigrafía de Cueva Maripe
M es a C a
Sec o
Po
€
o
a
la o anc•o
c € c €
E19
D5
NE
1,6 a 1,7
clasto
1,8
angular
1,5
E 8
D6
SE
1,89
polvo
-
E 9
D6
SO
1,74
nódulo
E33
6B
SE
0,4 a 0,5
clasto
1,5
angular
E35
A11
NO
1,75 a RB nódulo
,
1
7 5 R 5/6
red
5 8/3
pale yello
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C14 s
ce cana
C i o e
colo
5084
49
D6 (SE) 1,78 m
5084
49
D6 (SE) 1,78 m
5084
49
D6 (SE) 1,78 m
1,3
5 R 4/8 red -
1
10 R 7/4
pale red
8333
9518
63/ A1 (SE) 1,63 m/
64 A1 (SO) 1,8 m
Referencia: Cuad : cuadrícula Prof : profundidad RB: roca de base
uestras de pinturas rupestres Π)
Para el análisis por DR de las pinturas rupestres se tomaron muestras de los sectores 6 a
490
8, que incluyen fondos de pintura, motivos puntiformes y estarcidos de pintura sin forma denida
en color rojo, rojo claro, rojo anaranjado y amarillo (tabla ) Estas muestras se encuentran en el
tabique rocoso que separa la cueva en dos cámaras (gura 2). Como se mencionó anteriormente,
estos colores forman parte de superposiciones de motivos, hecho que se considera relevante para
plantear una secuencia de producción del arte rupestre y compararla con las distribuciones en
profundidad de los distintos pigmentos hallados en estratigrafía (tabla 1) 3 El hecho de que algunos motivos se encontrasen en proceso de exfoliación facilitó la extracción de láminas delgadas
de pintura
Tabla 2. Datos de los pigmentos extraídos de motivos rupestres en Cueva Maripe
M es a Sec o
C i o e
colo
5 R 6/8
light red
Mo i o
P8
8A
línea de puntos
P9
7A
5 R 6/6
light red
fondo de
pintura
P14
6B
5 8/6
yello
estarcido sin
forma denida
P15
6B
5 R 5/6 red
fondo de
pintura
P16
6B
10 R 6/8
light red
hueco pintado
Mo i os e a o
negativo de mano
blanco, fondo rojo
negativo de mano
blanco, fondo rojo
negativo de mano
blanco, fondo rojo
Figura 3 Muestras analizadas por DR
Mo i os
a i a
Conse aci n
-
Regular. Exfoliado
negativo
de mano
blanco
negativo
de mano
blanco
-
Regular Desvaído
Regular. Exfoliado
Regular Desvaído
Regular Desvaído
A) E19, B) E 8, C) S9 A, D) P15
491
I ( ), julio-diciembre 014: 483-508
uestras tomadas en supercie (S)
Las muestras “S” se recolectaron en las prospecciones realizadas en la localidad La Primavera, en el Parque Nacional Bosques Petricados de Jaramillo y en el área de Piedra Museo
(gura 1).
En La Primavera se realizó una prospección regular mediante transectas sistemáticas separadas cada 1 km hasta cubrir un área de 10 km , a las que se sumaron transectas no paralelas
entre los puntos de interés arqueológico (Magnin 2010). La muestra de ocre más cercana al sitio
Cueva Maripe (S4) proviene de un sector del mismo aoramiento donde se abre dicha cueva y es
de color amarillo La segunda muestra (S8) se localizó a 3,4 km hacia el N del mismo sitio Las
evidencias arqueológicas más cercanas a este aoramiento de ocres están constituidas por hallazgos aislados y se localizan a 00 m de distancia (Magnin 010) La muestra S8 fue encontrada
junto con otros fragmentos de colores que varían entre marrón violáceo y distintas tonalidades
de rojo Esta consiste en un fragmento rocoso vesicular de color rojo (tabla 3) Las muestras de
ocres S9A y S9B son dos guijarros de color rojo que provienen de la ladera alta de una meseta,
a 3,3 km hacia el O-SO de Cueva Maripe (guras 3 y 4 a, tabla 3). No se hallaron materiales
arqueológicos asociados al sector donde se encontraron los ocres, aunque a 100 m de distancia
se registró un conjunto de artefactos líticos no formatizados (Magnin 010)
En el PNBPJ se hallaron pigmentos en el borde del sitio El Médano (gura 4 b). Este es un
sitio de supercie extenso con una alta densidad artefactual, que incluye instrumentos tallados,
núcleos con negativos de extracción de hojas, bolas y artefactos de molienda. Los pigmentos
analizados son de color violáceo (muestra S7A) y marrón violáceo (muestra S7B) y se presentan
en forma de guijarros (tabla 3)
En el aoramiento de ocres del sitio El Sargento, localidad Piedra Museo, se registró un
enterratorio humano en forma de “chenque” que fue datado radiocarbónicamente en ca 700 años
AP (Miotti 008) Las muestras recolectadas en El Sargento pertenecen a la Formación Bajo
Pobre, son de color rojo (S5) y rosado (S6) en forma de guijarros con apariencia de “ladrillo”
(gura 1 y tabla 3).
Tabla 3. Datos de los pigmentos hallados en supercie dentro del área de estudio
M es a Locali a
Dis a
MA
o aci n
eol ica
S4A
S5
LP
PM
1 km Chn Aie
84 km Bajo Pobre
S6
PM
84 km
S7 A
PNBPJ
68 km
S7 B
PNBPJ
68 km
S8
LP
3,4 km
S9 A
LP
3,3 km
Chon Aike
S9 B
LP
3,3 km
Chon Aike
Bajo Pobre
Baqueró/
La Matilde
Baqueró/
La Matilde
Baqueró/
Chon Aike
C i o e colo
o
a
con eƒ o el •alla„ o
Zona de tránsito: ladera
guijarro
de meseta
guijarros
Enterratorio humano en
(“ladrillos”)
chenque
Enterratorio humano en
5 R 7/4 light
guijarros
chenque
red bro n
Base residencial En
7 5 R 5/ eak
guijarros
supercie
red
Base residencial En
7 5 R 4/ eak
guijarros
supercie
red
guijarros
Zona de tránsito: meseta
7 5 R 5/6 red
vesiculares
Zona de tránsito: ladera
10 R 3/6 dark red guijarros
de cerro
Zona de tránsito: ladera
10 R 3/6 dark red guijarros
de cerro
5 7/8 yello
10 R 5/8 red
PM: Piedra Museo, PNBPJ: Parque Nacional Bosques Petricados de Jaramillo, LP: La Primavera, Dist. a MA: distancia
a Cueva Maripe
49
Figura 4 Œa) Vista desde el punto de hallazgo de los pigmentos S9 Œ ). Aoramiento de ocres
violáceos en el sitio El Médano (Parque Nacional Bosques Petricados de Jaramillo)
RESULTADOS
A partir de la comparación de los difractogramas solo se observaron coincidencias entre la
composición mineralógica de una muestra de pintura rupestre y de un fragmento de ocre hallado
en supercie a corta distancia de Cueva Maripe. El análisis de las muestras restantes no señala
similitudes composicionales entre ellas
La muestra B1 , correspondiente a la roca de caja, contiene abundante cuarzo, moderada
clinoptilolita y plagioclasa, escaso ópalo y dolomita y muy escasa arcilla (principalmente caolinita
y algo de interestraticado illita-esmectita) (tabla 4).
Por su parte, los pigmentos en pared (P) presentan escaso cuarzo, excepto las P14, P15
y P16 que contienen moderada y abundante cantidad de este mineral El feldespato es escaso,
excepto en P14 y P15 donde es abundante y muy abundante, respectivamente. Las arcillas son
muy escasas (principalmente caolinita e illita y algo de interestraticado illita-esmectita), salvo
en P8 donde es escasa Por otro lado, se encuentra yeso desde muy abundante hasta moderado,
ópalo desde moderado a escaso y hematita desde escasa a moderada La lepidocrocita aparece
en escasa y muy escasa cantidad en las muestras P8 y P14, respectivamente La clinoptilolita es
escasa, excepto en P14, donde es moderada. Asimismo, algunas muestras de la serie exhiben algo
de dolomita y de calcita (tabla 4 y gura 5).
Las muestras de pigmentos en estratigrafía (E) contienen cuarzo desde muy abundante a
muy escaso, feldespato desde moderado hasta trazas y arcillas desde escaso a trazas (mayormente
caolinita y algo de interestraticado illita-esmectita). Además, la muestra E35 contiene clinoptilolita, mientras que las muestras E 8 y E 9 contienen clinoptilolita y yeso El ópalo está presente
en las muestras E 8, E 9 y E35 A su vez las muestras E19, E33 y E35 contienen hematita Solo
la muestra E29 contiene analcima de manera escasa (tabla 4 y gura 6).
Por último, las muestras de pigmentos en supercie (S) contienen cuarzo desde abundante hasta trazas, feldespatos desde muy abundante a trazas, arcillas desde moderado a trazas
(principalmente esmectita, algo de illita y caolinita en S7B, y muy abundante interestraticado
illita-esmectita en S9B). Excepto en S5, la clinoptilolita está presente en casi todas las muestras,
desde muy abundante hasta trazas. Exceptuando a la muestra S4, el resto contiene hematita desde
moderado hasta trazas Solo la muestra S4 presenta ópalo abundante y algo de calcita y dolomita,
aunque no se identicó el mineral colorante. El yeso solo aparece como trazas en S9B (tabla 4
y gura 7).
493
494
M es a
E35
E33
E 9
pared
E 8
E19
P16
P15
es a roca caja
P14
P9
Mo
MA
E
Tr
E
Mo
E
ME
ME
Tr
ME ME ME
Mo
E
MA
ME
ME
A
E
MA ME
E
Mo
ME
ME
A
E
E
ME
A
E
E
E
E
Mo
E
Ca
Tr
Tr
Tr
E
D
Carbonatos
E
A
Mo
E
Op
Mo
A
A
A
ME
Mo
E
E
E
Mo
Mo
Ht
MA ME
Mo
E
Mo
E
Mo
MA Mo
MA
ME MA
E
E
Mo
E
E
Mo
Cli
Ceolitas
Sulfatos
P8
Ti o e
A
Pl
Arcillas
B1
Feld
Roca To al
ME
E
Lep
Tr
Abu
Cr
Esmectita
Tr
Tr
Tr
E
Tr
Tr
Tr
Tr
Mo
Tr
Tr
E
Tr
Abu Cr Abu
Clorita
CS
Illita
M NC
M NC
A
MA
Tr
Tr
E
Tr
R
M
R
M
B
R
Impurezas
e-Cli-
Ab: Cli- e/Esc:
-F
Ab: Cli/Esc: Op-F- e
Ab: Cli/Esc: Op-F- e
Ab: Cli/Esc: Op- -F- e
Esc:
Ab: Cli/Esc: -F
MA
B
Ab: Cli/Esc: Op-F
MA MB Ab: /Esc: Ha
Ab: Cli/Esc: Op- -F
Ab: -Cli/Esc:
-F
MA MB Esc:
M MA
MA
Mo M MA
MA M
Tr
MA
Cr
Caolinita
CE Abu Cr CE Abu Cr Abu
M NC
Cr
IS
acci n A cillas
Interestraticados
Tabla 4 Análisis composicional por DR de las muestras de pigmentos
I ( ), julio-diciembre 014: 483-508
estratigrafía
Œ€a la ‘
M es a
A
A
A
S9B
E
Mo
Tr
Op: ópalo CT
Tr
Tr
Tr
MA
Mo
E
A
Cli: clinoptilolita
CE: capas expansivas
Abu: abundancia
Cr: cristalinidad
Lep: lepidocrocita
CS: clorita/esmectita
D: dolomita
e: eddellita
Ca: calcita
: yeso
E
Mo
Tr
E
E
ME
ME
Ht
IS: illita/esmectita
A: analcima
ME
Tr
E
Tr
Cli
Op
Ht: hematita
A
MA
MA Mo
ME
MA ME
E
ME
A
Ceolitas
Pl: plagioclasa
A
Tr
D
MA ME ME ME
Ca
Carbonatos
Roca To al
Feld : feldespato potásico
: cuarzo
E
S9A
E
E
Mo
A
Tr
Tr
E
supercie
S8
S7B
es a
S7A
S6
S5
Ti o e
E
Pl
Arcillas
S4A
Feld
ontinuaci n)
Sulfatos
495
Lep
M
Cr
R
R
R
Tr
Tr
CS
Illita
M
M
Tr: trazas (1%)
ME: muy escaso (entre 1 y 5%)
E: escaso (entre 5 y 15%)
Mo: moderado (entre 15 y 30%)
A: abundante (entre 30 y 50%)
MA: muy abundante (50%)
Tr
Mo
ME
Cr
Caolinita
CE Abu Cr CE Abu Cr Abu
M NC
Cr
IS
NC: no cuanticable
M: mala
R: regular
B: buena
MB: muy buena
Ab: abundante
Esc: escaso
MA
Tr
Tr
Tr
Tr
Abu Cr Abu
Clorita
Escasísima arcilla
MA
MA
MA
MA MB
MA MB
MA
Abu
Esmectita
acci n A cillas
Interestraticados
Esc: -F-Cli
Ab: F/Esc: Cli-
Esc: -F
Ab: Cli- /Esc: F
Ab: F/Esc: Cli
Ab: -F/Esc: Cli
Esc: -F
Esc: -CT-F-Cli
Impurezas
I ( ), julio-diciembre 014: 483-508
Figura 5 Difractogramas del análisis de las muestras de pinturas rupestres
496
Figura 6 Difractogramas del análisis de las muestras en estratigrafía
497
I ( ), julio-diciembre 014: 483-508
Figura 7. Difractogramas del análisis de las muestras en supercie
498
Sobre la base del análisis puede plantearse, por lo tanto, una similitud composicional entre
la muestra de pintura rupestre roja (P15) proveniente del sector 6B de Cueva Maripe y la muestra
de pigmento rojo (S9A) ubicada en un aoramiento sobre la ladera alta de una meseta, a 3,3 km
de dicha cueva (guras 2 y 8).
DISCUSI N
Como se mencionó anteriormente, el análisis de DR solo reveló la similitud entre dos
muestras de pigmentos: una pintura rupestre y un ocre hallado en supercie a corta distancia de
Cueva Maripe. Este resultado permite plantear de manera hipotética una posible fuente de abastecimiento de materias primas para la confección de pinturas rupestres, cuya ubicación es cercana, lo
cual implica que los pigmentos habrían sido recolectados en circuitos de movilidad de distancias
cortas, correspondientes a partidas de regreso diario (sensu Binford 198 Politis 007) La falta
de coincidencias composicionales entre las muestras en pared de Cueva Maripe y los pigmentos
recuperados en estratigrafía impidió, sin embargo, vincular estos últimos a la producción de arte
rupestre y plantear un marco cronológico para la secuencia relativa de producción de pinturas que
ha sido propuesta a partir de las superposiciones de los motivos (Carden 008)
Con respecto a las similitudes detectadas entre las muestras P15 y S9A, dado que la primera
contiene yeso abundante mientras que la segunda no contiene dicho mineral, es posible que este
último haya sido agregado en la preparación de la pintura, tal como se propuso para el área del
Río Pinturas y del Parque Nacional Perito Moreno (Iñíguez y radin 1977 Barbosa y radin
1986-87; Aschero 1985). Como indica la gura, la composición de la pintura roja P15 resulta,
además, de la incorporación de la roca de caja (B1 ) a la muestra a partir del raspado del pigmento
en el muestreo (gura 8).
Una segunda alternativa es que el yeso no haya sido agregado intencionalmente al pigmento
rojo, sino que corresponda a un depósito supercial formado sobre la pintura rupestre por causas
naturales como el escurrimiento de agua Esta posibilidad se planteó para las pinturas rupestres del
extremo sur de Chile debido a que el análisis elemental por MEB-EDX permitió observar que el
yeso formaba parte de una capa supercial (Sepúlveda 2011). La detección de yeso y weddellita
en la capa negra de la porción superior de las paredes de Cueva Maripe (Carden 008) refuerza
esta última posibilidad (gura 9). Sin embargo, por el momento no resulta posible inclinarse a
favor de alguna de estas dos alternativas (antrópica o natural) debido a que el análisis de DR
sin el apoyo de otras técnicas, como el análisis elemental por MEB-EDX, no permite establecer
si el yeso fue agregado intencionalmente a las mezclas pigmentarias o si corresponde a una pátina que se formó naturalmente sobre la pintura (Ro e 001 Chalmin et al. 2003; Sepúlveda y
Laval 010)
No obstante estas limitaciones técnicas vinculadas a la identicación del origen del yeso, el
análisis de DR permitió proponer el uso potencial de fuentes locales para la obtención de algunos
de los pigmentos rojos Esta idea no se puede plantear, sin embargo, para los pigmentos amarillos,
que si bien se encontraron en la ladera de la misma meseta donde se emplaza Cueva Maripe, no
coinciden con la composición mineralógica de la pintura rupestre amarilla (P14), que contiene
lepidocrosita, ni con la de las muestras recuperadas en estratigrafía (E 8 y E 9) Se descartan,
además, las similitudes entre la pintura de color rojo claro del sector 7 de Cueva Maripe (P9) y
los pigmentos de color semejante hallados a 3,5 km hacia el norte de dicha cueva (S8)
Con respecto a las muestras en estratigrafía, los pigmentos rojos hallados en los niveles
arqueológicos de Cueva Maripe presentan hematita en cantidades variables, lo cual señala su potencial para la confección de pintura Sin embargo, su relación con el arte rupestre no ha podido
ser constatada a partir del análisis composicional por DR Lo mismo sucede con los pigmentos
499
I ( ), julio-diciembre 014: 483-508
Figura 8 Interpretación en base a los difractogramas de: A Muestra S9A y yeso, B Roca de caja (B1 ), C
Muestra P15. Esta última podría ser el resultado del agregado de yeso a la muestra S9 A, más la roca de caja
Figura 9 Manos negativas blancas sobre pared negra en oquedad del fondo de Cueva Maripe
Nótese la presencia de concreciones blanquecinas
500
amarillos ya que se ha identicado la lepidocrosita en la pintura rupestre, que no aparece en las
muestras halladas en estratigrafía, cuya composición mineralógica es distinta A partir del análisis de las distribuciones de los pigmentos hallados en capa y de los fechados radiocarbónicos
se observa que la mayor parte de dichos materiales colorantes se ubican en los niveles correspondientes al Holoceno medio, donde se registraron las ocupaciones más intensas de la cueva
(Hermo 008) Esta distribución, sin embargo, no es concluyente para establecer cuándo se
produjo el arte rupestre debido a que los pigmentos en capa pueden haber tenido otros usos (e g ,
como pinturas corporales, de vestimentas, viviendas u objetos), tal como ha sido ampliamente
documentado por distintos cronistas en la región patagónica Se requieren, por lo tanto, futuros
análisis a partir de nuevos muestreos en la cueva para acotar temporalmente la producción de las
pinturas rupestres en este sitio
CONCLUSIONES
A ENDA
Los resultados obtenidos a partir del análisis por DR permitieron realizar una caracterización preliminar de los pigmentos minerales del área de estudio, que provienen especialmente de la
localidad La Primavera Los objetivos planteados en este trabajo se vinculan con las dimensiones
espaciales y temporales ligadas al proceso de producción del arte rupestre Con respecto a las
primeras, por el momento se plantea la posibilidad de un aprovisionamiento de pigmentos rojos
en fuentes muy cercanas a Cueva Maripe, propuesta que deberá ser contrastada mediante futuros
análisis a nivel de trazas (Erlandson 1999 Chalmin et al 003) La falta de coincidencias entre
los pigmentos de este sitio y los aoramientos restantes plantea la necesidad de continuar buscando otras potenciales fuentes de materias primas, tanto en las inmediaciones de la cueva como
a distancias mayores Con respecto a las dimensiones temporales, los análisis composicionales
de las muestras en pared y en estratigrafía no revelaron similitudes que permitan anclar cronológicamente a los diferentes eventos de producción de arte rupestre propuestos a partir del análisis
de las superposiciones y de la evaluación del estado de preservación de las pinturas
La incorporación de nuevas muestras, tanto de Cueva Maripe como de otros sitios del área de
estudio, junto con la implementación de otras técnicas elementales que complementen el análisis
por DR (Vázquez et al 008 Iriarte et al 009 López et al 2012; Sepúlveda et al 01 , 013)
son pasos fundamentales a seguir para avanzar en los objetivos y someter a prueba las hipótesis
planteadas, que apuntan a conocer cómo y cuándo se produjeron las manifestaciones rupestres
en este sector del Macizo del Deseado
A RADECIMIENTOS
A nuestra directora y compañeros de equipo y de excavación de la Cueva Maripe. A Ramón
Cano de la estancia La Dorita por su gentileza y amistad A Bruno Mosquera por su apoyo en
temas vinculados con los aspectos geológicos de Cueva Maripe. A Gustavo Martínez, José M.
Porto López y dos evaluadores anónimos por sus valiosos aportes al manuscrito Este trabajo
fue nanciado por los subsidios PIP-CONICET 179, UNLP-PI N/550 y ANPCyT-PICT 1552,
estos dos últimos otorgados a la Dra. Laura Miotti. La Municipalidad de Pico Truncado brindó
un importante apoyo logístico nuestra especial gratitud a Sebastián Toledo
501
I ( ), julio-diciembre 014: 483-508
NOTAS
1
3
En el texto se usan los nombres informales de los colores para facilitar la lectura. Los códigos se mencionan en las Tablas 1, y 3
Aunque no presentan localización tridimensional precisa, las muestras de pigmento halladas en zaranda
pudieron referirse a un sector de 50 x 50 cm dentro de cada cuadrícula y a un nivel articial de 5cm en
profundidad
Las superposiciones de colores no se reeren al caso especíco de las muestras tomadas, sino a la secuencia general establecida para la cueva
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ISSN 03 51 (versión impresa) ISSN 185 -1479 (versión online)
Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología
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EC ADOS RADIOCAR ÓNICOS DELIMITACIÓN TEMPORAL DE
LOS CON… NTOS AR
EOLÓGICOS DE C EVA MARIPE SANTA CR
ARGENTINA€
aura
iotti„
aura arc ionni„„ runo os uera„„„
arío ermo„„„„ Antonio eraso„„„„„
Fecha recepción: 15 de noviembre de 013
Fecha de aceptación: 30 de octubre de 014
RES• EN
a ueva aripe est u icada en el curso medio del ca ad n a rimavera Se encuentra
diidida en d cara que dieren en u caractertica trca icraientale 
arquelica a ecuencia cuacinal en a ectre e alia l que indica que eta
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tardío En este tra a o se presentan nuevos ec ados radiocar nicos los resultados de los
anlii edientari tanic arquelic  de tecnla ltica  la alicacin
de etdla S ara el delad etratirc ta dierente lnea de eidencia han
eritid anar el ran de relucin teral de l cnunt arquelic en tre lque
temporalesŠ transici n leistoceno‡ oloceno oloceno temprano oloceno medio oloceno
tard ta ecuencia cuacinal e reitra en aa cara cn una arcada ariailidad
l rl uad r uea arie e dicutid en el arc de l aiae de clniacin  l
circuitos de movilidad umana durante el oloceno en el aci•o del eseado
Palabras clave: caadrereclectre  lcenatania  echad ‘ ’ resoluci n
arquelica
Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Tecnológicas, Facultad de Ciencias Naturales y Museo,
Universidad Nacional de La Plata, E-mail: laura miotti gmail com
Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Tecnológicas, Facultad de Ciencias Naturales y Museo,
Universidad Nacional de La Plata, E-mail: lau[email protected]
Universidad Nacional de La Plata, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, E-mail: bruno mosquera
hotmail com
Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Tecnológicas, Facultad de Ciencias Naturales y
Museo, Universidad Nacional de La Plata, E-mail: [email protected]
Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata, E-mail: antonioceraso
gmail com
509
I ( ), julio-diciembre 014: 509-537
RR S  R RS  
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arie ae i lcated in the iddle  the a riaera raine t i diided int t
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he ccuatinal equence in th ectr i ale and indicate that thi cae a ued eteen
the leitcenelcene tranitin and the late lcene reeatedl n thi aer e reent
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dierent line hae alled u t rene the teral rain and archaelical relutin t
hu huan ccuatin ere dened int three teral lc leitcenelcene tranitin
and arl lcene iddle lcene and ate lcene hi ccuatinal equence recrded
in th chaer h a ared ariailit he rle laed  ae arie i dicued in the
cntet  the clniatin landcae and the huan ilit in the eead ai durin
t e olocene
Keywords: hunteratherer  lcene  atania  ‘ datin  archaelical
resolution
INTRODUCCIN
Los trabajos arqueológicos en cuevas de grandes dimensiones son complejos al momento
de interpretar sus depósitos arqueológicos para denir las secuencias ocupacionales. Estas condiciones conllevan desafíos interpretativos de sus historias tafonómicas, del uso del espacio y de
la complejidad de los depósitos (Farrand 1985 ornfeld et al 007)
La Cueva Maripe es uno de esos casos complejos y si bien se ha avanzado mucho en la producción de conocimiento acerca de los procesos de formación de los depósitos, los paleoambientes
internos y externos, y las formas de apropiación y uso de sus diferentes espacios interiores en
trabajos previos (Miotti et al 007 Rabassa et al. 2007; Hermo 2008; Carden 2009; Fernández
2013; Marchionni 2013; Lynch 2014), la complejidad y abundancia artefactual continúan siendo un laboratorio de campo para anar métodos de recuperación de información arqueológica,
paleoambiental y tafonómica.
Por otra parte, Cueva Maripe constituye un enclave de ocupación importante para modelar
las formas de colonización del Macizo del Deseado (Santa Cruz, Argentina) ya que su secuencia
arqueológica es una de las más completas y extensas, que comienza con ocupaciones humanas
de la transición Pleistoceno/Holoceno y continúa hasta tiempos recientes.
Por tales motivos, los objetivos de este trabajo son presentar la nueva información arqueológica, cronológica y tafonómica, así como las metodologías utilizadas para denir la resolución
temporo-espacial de los depósitos de esta cueva y discutir el rol que este lugar habría ocupado en
la arqueología de la colonización de la región.
AMBIENTE LOCAL DE CUEVA MARIPE
Cueva Maripe se ubica a orillas del curso medio del mallín La Primavera, a 47º 51’ sur y
68º 56’ oeste (gura 1). Este mallín es un tributario del zanjón Blanco, en la zona de cabeceras,
comprendida entre las cotas de 600 y 450 msnm y corresponde a un humedal de dimensiones
510
importantes dentro de las áridas serranías del Macizo del Deseado (gura 1). Cuenta con una
extensión aproximada de 10 km desde sus nacientes en la meseta de Los Ventisqueros hasta su
desembocadura en el zanjón Blanco. A lo largo de su valle y de las mesetas que lo circundan, se
han registrado cuevas y abrigos rocosos con arte rupestre y materiales arqueológicos en supercie
y en estratigrafía, así como numerosos sitios y concentraciones a cielo abierto (Miotti et al 007
Hermo 2008; Carden 2009; Magnin 2010). Cueva Maripe constituye el sitio principal de excavaciones sistemáticas desarrolladas en la localidad desde 003, donde se ha obtenido la secuencia
cultural más extensa de la localidad y de los sitios vecinos en estudio.
Figura 1. a. Mapa con ubicación del área de estudio dentro del Macizo del Deseado,
b. Detalle de zona de estudio y localización del sitio Cueva Maripe
511
I ( ), julio-diciembre 014: 509-537
El sitio, como casi todas las cuevas patagónicas, es una cueva externa (Farrand 1985; Miotti et al 2007; Miotti 2010) de grandes dimensiones (guras 2a y 2b), emplazada a una altura
de 562 msnm y a 5 m sobre el nivel actual del mallín, en un aoramiento de ignimbritas de la
Formación Chn Aike (Panza 2001). La cueva se encuentra dividida internamente por un tabique rocoso en dos cámaras: Cámara Norte (CN) y Cámara Sur (CS) (gura 2b), cada una de las
cuales fue considerada un microambiente particular sobre la base de sus condiciones potenciales
de habitabilidad, derivadas de los ambientes diferenciales de depositación, abrigo, insolación,
iluminación y humedad.
Figura 2. a. Foto de Cueva Maripe tomada desde el mallín La Primavera, b. Planta de la cueva.
Los números 1-14 corresponden a paneles con arte rupestre
Las excavaciones arqueológicas se realizaron en ambas cámaras de la cueva (gura 2b), lo que
permitió evaluar en qué medida las diferencias microambientales registradas entre ellas pudieron
jugar un papel signicativo en las decisiones humanas y en las formas en que se vieron afectadas
por los diferentes agentes en el pasado Esta idea fue abordada en profundidad en los estudios de
arte rupestre (Carden 2009), tecnología lítica (Hermo 2008), zooarqueología y tafonomía (Marchionni 013), así como desde proxies ambientales (Miotti et al 2008; Fernández 2013). Todos
estos trabajos hacen posible sostener la hipótesis de un uso diferencial del espacio interior de la
cueva (Miotti et al 2007: 566) y aunque el arte rupestre no es tratado en este trabajo, los análisis
de motivos, técnicas y distribución espacial y temporal relativa avalan la estructuración interna
de la cueva para la ejecución de distintas prácticas sociales (Carden 009)
En ambas cámaras las potencias sedimentarias son muy variadas, por ejemplo de 0,40 m, en
la cuadrícula B12 de CS y de más de 2 m en la cuadrícula D5 de CN, diferencia que también fue
observada en las tasas de sedimentación Estas tasas muestran que la velocidad de depositación
fue más rápida en CN (0,01 cm/año) que en CS (0,004 cm/año) El uso de tasas de sedimentación
como metodología indirecta para evaluar la integridad del sitio avala la hipótesis de una mayor
integridad arqueológica en CN que en CS (Miotti et al 007)
Las secuencias estratigrácas de ambas cámaras presentan rasgos geológicos y estratigrácos particulares, lo que no permite correlacionarlas, a excepción de la capa de estiércol continua
que recubre la cueva en su totalidad formando la supercie actual. A esta situación, se suma la
presencia diferencial de derrumbes, lentes, cuevas/galerías de animales cavadores y variaciones
microambientales actuales registradas entre ambos sectores. La descripción estratigráca responde
a criterios litoestratigrácos (Mosquera 2014) propios de cada sector; en tal sentido, se registra
51
una carencia de límites netos verticalmente y continuos en sentido lateral, que permitan denir
las mismas capas o eventos estratigrácos para toda el área de la cueva –e niveles de ceniza
volcánica, discordancias erosivas y eventos de derrumbe, (Rabassa et al 007)
El registro arqueológico de Cueva Maripe está integrado principalmente por materiales líticos,
óseos, y arte rupestre, a los que se agrega la presencia de macrorrestos vegetales. Ambas cámaras
presentan secuencias ocupacionales amplias que van desde la transición Pleistoceno-Holoceno
hasta el Holoceno tardío (Miotti et al 2007). A partir de la ampliación de la excavación, del
avance en las investigaciones (geoarqueológicas, cronológicas, paleoambientales, tafonómicas,
zooarqueológicas y de tecnología lítica) y de la aplicación de SIG, se obtuvo una mejor resolución
arqueológica en ambas cámaras (Miotti et al. 2011). La profundización de estos análisis abrió
nuevos interrogantes que hacen a la heterogeneidad del uso de los distintos sectores y cámaras de
la cueva, así como a las diferentes historias tafonómicas reconocidas en cada una de ellas
Hasta el momento, la cronología de las ocupaciones humanas de Cueva Maripe había sido
estimada sobre la base de un total de nueve fechados radiocarbónicos (Miotti et al 007), de los
cuales cuatro provenían de CN y cinco de CS. Entre 2011 y 2012 se obtuvieron otros trece fechados radiocarbónicos (CN 10 CS 3), tanto en materiales óseos como sobre carbón vegetal (ver
tablas 1 y 2). En el presente trabajo se da a conocer esta nueva información cronológica, la cual
es analizada y discutida con el n de caracterizar y evaluar los distintos momentos de ocupación
humana de la cueva
Si bien hasta el momento han sido varias las líneas de investigación desarrolladas, la información aún era deciente en lo referente a la resolución temporal de los contextos arqueológicos.
El avance en este aspecto fue de gran importancia para denir con mayor precisión los procesos
depositacionales y postdepositacionales, así como el estudio del uso del espacio, lo que permitió
redenir los contextos arqueológicos.
En tal sentido, aquí buscamos responder algunas preguntas básicas como ¿cuándo comenzaron los humanos a utilizar la cueva?, ¿las ocupaciones fueron continuas o discontinuas?, ¿cuáles
fueron los procesos y los agentes formadores del depósito? y, ¿cuáles son las tendencias de uso
de los recursos (líticos y biológicos) que se pueden trazar desde la transición del PleistocenoHoloceno al Holoceno tardío?
A continuación se detallan los nuevos resultados obtenidos desde distintas líneas de trabajo
que contribuyeron a contrastar las hipótesis previas de resolución temporal de las ocupaciones,
integridad arqueológica y uso diferencial del espacio.
AVANCES EN LA DEFINICIN DE LOS CONJUNTOS ARQUEOLGICOS
Como ya fue mencionado, la secuencia estratigráca de ambas cámaras se compone de
capas con límites sedimentarios graduales No obstante, se aplicaron diferentes criterios que permitieron discriminar conjuntos arqueológicos desde las diferentes vías analíticas que se detallan
a continuación
earquela
Este análisis se realizó en dos etapas: una en campo, que consistió en la caracterización
de la estratigrafía a nivel macroscópico y fue realizada por el Dr. Jorge Rabassa (Rabassa et al
2007), y otra, en laboratorio, donde se llevaron a cabo análisis texturales bajo técnicas estándares
y de composición sedimentaria mediante lupa binocular y difracción de rayos X. Estos fueron
realizados para contrastar la información de campo y avanzar sobre el reconocimiento de los
513
I ( ), julio-diciembre 014: 509-537
procesos de formación de sitio en función del aporte de materiales endógenos y exógenos en los
distintos niveles estratigrácos (Farrand 1985).
La categoría exógeno se conforma de aquellos materiales que ingresan a la cueva como
resultado de la acción de distintos agentes de transporte (eólico, uvial, humano, etc.), entre los
que se incluye el carbón, debido a su génesis antrópica. Cabe mencionar que en Cueva Maripe ha
sido bien documentada la presencia de fogones. Los materiales endógenos incluyen la roca caída
del techo y sus componentes. La composición de gravas y arenas se determinó a partir del uso
de lupa binocular, mientras que en el caso de limos y arcillas se determinó mediante difracción
de rayos X realizada sobre cada muestra sedimentaria y sobre una muestra de roca de caja, para
evaluar el aporte de esta última a la secuencia estratigráca. El principal componente que aporta
la roca de caja en forma de limo y arcilla corresponde a caolinita. De esta manera, fue posible
caracterizar los depósitos sedimentarios y agruparlos en segmentos estratigrácos de acuerdo
con los resultados obtenidos
En ambas cámaras se reconocieron seis capas estratigrácas con límites transicionales, las
cuales no se correlacionan directamente entre ellas, a excepción de las capas 1 y 2 que corresponden
a estiércol de ganado y a una quemazón este, respectivamente. Por tales motivos, la estratigrafía
de cada cámara fue analizada por separado. Estas dos capas se formaron a mediados del siglo
XX cuando la cueva comenzó a ser utilizada como corral y actualmente constituyen la supercie
del sitio. Debido a que resultan de las actividades ganaderas desarrolladas en el área, acotadas a
tiempos muy recientes, no han sido, por el momento, consideradas en el análisis sedimentario, el
cual comienza directamente a partir de la capa subyacente.
En CN, la roca de base se encuentra relativamente a mayor profundidad que en la CS (Miotti
et al 2007). Este rasgo topográco habría favorecido la recepción de sedimentos, principalmente
en los momentos iniciales de depositación, previos a la ocupación humana Por lo tanto, en CN se
reconoció una mayor potencia sedimentaria y una tasa de depositación mayor a la de CS (Miotti
et al 007)
Cámara Norte
La secuencia estratigráca estudiada en este sector corresponde a los perles norte de las
cuadrículas C5 y D5, y este de D5 y D6 (guras 2b y 3). Se compone de seis capas, cada una
dividida en sus respectivas subcapas (Rabassa et al 007) Asimismo, se ha reconocido un
evento de derrumbe del techo en el área intermedia de CN, el cual no ha quedado registrado
en la estratigrafía de las cuadrículas excavadas. La secuencia estratigráca fue dividida bajo el
criterio granulométrico y de composición en tres segmentos principales: uno inferior, de 0,40 m
de potencia promedio, constituido por la capa 6 un segmento medio, integrado por las capas 3,
4 y 5, de aproximadamente 1,3 m de espesor y que es el que contiene la mayoría de la evidencia
arqueológica; y uno superior, compuesto por las capas 1 y 2.
El segmento inferior (capa 6), es arqueológicamente estéril y se caracteriza por su textura
arenosa (gura 4a), ausencia de estructura interna, presencia de un alto contenido de material
exógeno compuesto por clastos redondeados de origen eólico (gura 4b) y composición argilomineral de naturaleza esmectítica, que la distinguen del resto de la secuencia (gura 4c).
El segmento medio presenta texturas que varían entre grava-areno-fangosa y arena-fangogravosa (gura 4a), y se caracteriza por un marcado aumento del porcentaje de grava caída del
techo, la cual aporta entre un 20% y un 32% a cada muestra analizada, a excepción de la subcapa
5a donde alcanza un 60%. Asimismo, se reconocieron estratos lenticulares con alto contenido
de carbón y estructuras de combustión, en general, en la capa 4 y, particularmente, en las subcapas 4c y 4d (gura 4b) (Mosquera 2014). La composición argilomineral en las capas 3, 4 y 5
514
es principalmente caolinítica-ilítica (gura 4c). Es notorio que el aumento de gravas de la roca
de caja en este sector se da en sincronía con la llegada de los primeros grupos humanos al sitio y
en momentos en que, a nivel regional, se reconoce un cambio de ambientes más secos y fríos a
condiciones de mayor humedad y temperatura (Páez et al 1999; De Porras 2010).
Figura 3. Perl estratigráco de Cámara Norte
Figura 4. Cámara Norte: a. Triangulo de textura sedimentaria; b. Composición de la fracción arena;
c Composición de la fracción arcilla
Cámara Sur
El perl estratigráco analizado corresponde a la pared sur de las cuadrículas A12 y B12
(Figura b), en la secuencia de este sector se reconocieron 6 capas, algunas de las cuales fueron
divididas en subcapas (Rabassa et al 2007). Al igual que en CN las capas 1 y 2 están compuestas
por estiércol de ganado. En esta cámara, se reconoce una ltración intermitente de agua que escurre
a través de la roca de caja desde la pared posterior de la cueva humedeciendo el depósito. Esta
situación ha generado una conguración particular en este sector, principalmente en las capas 3
y 4. La capa 3 presenta heterogeneidad interna en cuanto a color y granulometría a diferencia de
lo observado en el resto de la secuencia Al igual que en CN, las capas presentan límites transicionales y no se reconocieron hiatos arqueológicos.
515
I ( ), julio-diciembre 014: 509-537
La estratigrafía de esta cámara fue dividida utilizando el mismo criterio que CN, en tres
segmentos: uno inferior, de aproximadamente 0,25 m de potencia, integrado por las capas 5 y 6;
uno medio, que abarca las capas 3 y 4 con una potencia promedio de 0,30 m; y uno superior, de
0,40 m de espesor promedio, que incluye a las capas 1 y 2 formadas por estiércol, al igual que
en CN Estas diferencias de potencia sedimentaria, respecto de la CN marcan la presencia de
una secuencia estratigráca altamente comprimida, lo cual hace que tanto los fechados como los
materiales arqueológicos tengan una dispersión vertical de pocos centímetros con una separación
temporal importante (gura 5).
Figura 5. Perl estratigráco de Cámara Sur
El segmento inferior presenta una textura areno-fango-gravosa (gura 6a) sin estructuración,
compuesta principalmente por roca de caja con un bajo aporte de clastos redondeados (gura 6b)
y donde la composición argilomineral es de naturaleza caolinítica-ilítica (gura 6c). Igual que en
CN, la capa 6 es arqueológicamente estéril, pero tiene poca potencia y aparece solo en algunos
sectores de esta cámara
El segmento medio (capas 3 y 4) presenta una alternancia textural entre areno-fango-gravosa
y fango-gravosa (gura 6a). En ella se reconoció estructuración de ámbito palustre, oxidación de
estiércol en la cúspide de capa 3 y abundante presencia de carbones hacia la base de dicha capa,
en estructuras de combustión difusas en el perl. La composición de la fracción arena muestra
altos porcentajes de sedimento exógeno de aporte antrópico, representado principalmente por
carbón, con un pico de 50% en la base de capa 3 (gura 6b). La composición argilomineral está
compuesta por ilita, interestraticados 10-14M y caolinita (gura 6c).
Figura 6. Cámara Sur: a. Triangulo de textura sedimentaria; b. Composición de la fracción arena;
c Composición de la fracción arcilla
516
El análisis sedimentológico indica que la historia de formación del depósito fue diferente
en cada cámara fue más compleja en CS, donde la estratigrafía es más comprimida, la tasa de
depositación es más lenta y donde la inuencia del agua contribuyó a la modicación postdepositacional de los estratos, lo que dicultó una diferenciación clara de capas. En CN, por su parte, se
pudieron reconocer diferentes modos de depositación a lo largo de la secuencia, la cual presenta
una mayor recurrencia de detritos de roca de caja, en especial en el segmento que contiene el
material cultural. En cuanto a las tasas de depositación, se pueden plantear expectativas sobre la
preservación diferencial de material biológico entre cámaras. Dado que en CN la velocidad de
depositación sedimentaria fue mayor que en CS, sería esperable que en esta última los especímenes
óseos recuperados presenten estadios de meteorización más altos que en CN (Behrensmeyer 1978).
Por otro lado, el mayor desarrollo estratigráco de CN permitió reconocer con mayor claridad
cambios en los ambientes de depositación. En este sentido, el depósito arenoso estéril de origen
exógeno que conforma la capa 6, es anterior a los ca. 9200 años AP y coincide con las condiciones
frías y secas que caracterizaron al último período glacial. Esta situación es interesante, ya que
si bien son varios los sitios en cuevas de la región (e., Piedra Museo, Cueva 3 de Los Toldos)
cuyas estratigrafías comienzan con un depósito arenoso como el que se describió aquí, en dichos
niveles se han recuperado materiales de cronologías tempranas
echad
Con el objetivo de contrastar y complementar la secuencia cronológica de la cueva, se
realizaron nuevos fechados en ambas cámaras. Las dataciones fueron calibradas con OxCal 4.2
(Bronk Ramsey 2009) utilizando la curva IntCal 09 (Reimer et al. 2009) y se sintetizan en las
tablas 1 y 2.
Cámara Norte
De las dataciones realizadas en la CN, la mayoría procede de las cuadrículas más externas,
excepto dos que provienen de la cuadrícula P6B (gura 2b) cuyos materiales aún se encuentran
en análisis; por lo tanto, no son considerados con mayor detalle en este trabajo. De esta manera, la
serie radiocarbónica actual en CN se distribuye en tres bloques temporales. Los fechados correspondientes a la transición Pleistoceno-Holoceno y el Holoceno temprano son seis y corresponden al
lapso ca 9 00-7 00 años radiocarbónicos AP (ca 10500-7900 años cal AP) Por su lado, los seis
fechados correspondientes al Holoceno medio se distribuyen entre ca 5400 y 3500 años radiocarbónicos AP (ca 6300-3600 años cal AP) Finalmente, para el Holoceno tardío fueron obtenidos
dos fechados de ca 3200 y 1900 años radiocarbónicos AP (ca 3600-1700 años cal AP)
La distribución de los fechados indica claras señales de ocupación de la CN tanto para la
transición Pleistoceno-Holoceno como para el Holoceno temprano Hacia el Holoceno medio,
encontramos dos fuertes señales de ocupación de esta cámara, una en torno a los 5000-5500 años
AP y otra, en torno a los 4000-3500 años AP; en ambos casos señaladas por la recurrencia de
estructuras de combustión en los sectores más luminosos y externos de la cueva.
Con respecto al Holoceno tardío, la evidencia radiocarbónica indica que en la CN las
ocupaciones habrían tenido lugar, al menos, entre ca. 3200 y 2000 años AP, con registros en los
sectores externo e intermedio de Cueva Maripe (gura 2b).
517
I ( ), julio-diciembre 014: 509-537
Cámara Sur
En la CS la secuencia total de fechados se compone de ocho dataciones Aquí los fechados
publicados con anterioridad mostraban una congruencia entre cronología y estratigrafía. Así,
las dataciones se distribuían de la siguiente manera: aquellas correspondientes a la transición
Pleistoceno-Holoceno y Holoceno temprano que mostraban un rango entre ca 9500 y 7700 años
radiocarbónicos AP (ca. 11100-8400 años cal. AP). Para el Holoceno medio se obtuvo un único
fechado correspondiente a ca 4100 años radiocarbónicos AP (ca. 4650 años cal. AP). Del mismo
modo, se obtuvo un único fechado para el Holoceno tardío de ca 1100 años radiocarbónicos AP
(ca 1000 años cal AP) (tabla )
De las tres nuevas dataciones, una se comporta según lo esperado en función de su ubicación tridimensional en la secuencia estratigráca de CS y suma un dato más a las ocupaciones
correspondientes al Holoceno tardío (ca. 1400 años AP, 1300 años cal. AP) (gura 5). Los otros
dos fechados nuevos muestran cierta conictividad en lo referente a la secuencia estratigráca y
a dataciones previas ya que se sitúan en niveles en los que no eran esperables tales valores de 14C
Una muestra de carbón ubicada en la capa 3 arrojó una edad promedio de 155 años AP mientras
que de la otra muestra, ubicada en la capa 4, se obtuvo una edad de 655 años AP (tabla ) La
distribución de estos dos últimos fechados se circunscribe a un sector acotado de la excavación
de CS: los cuadrantes contiguos SE de la cuadrícula A12 y SW de la B12. En este sentido, se
abre un nuevo interrogante sobre la resolución temporal y la integridad de los contextos de este
sector en particular ya que otros huesos enviados previamente a fechar de este mismo sector no
contenían colágeno. Se atribuye a que los materiales de esta cámara pudieron haber sido seriamente alterados por agua y otros agentes postdepositacionales, que produjeron la aceleración de
la pérdida de colágeno. Por estas cuestiones tafonómicas microlocales, los fechados de este sector
se consideran valores anómalos (outliers)
Tabla 1. Fechados radiocarbónicos de Cámara Norte
lo† es
Ca a C a c la
o ales
5
D6
5
D5
Holoceno
tardío
Holoceno medio
Transición
Pleistoceno/
Holoceno Holoceno temprano
e
518
Sec o
C
i o
14C
a‡os AP
Cal AP
Ma e ial
SW
NW
AA951 9
AA65179
9177 56
899 65
10496-10 34
10 49-991
Carbón
Carbón
NW
AA951 7
88 7 87
10181-6909
Hueso
5
C5
5
D5
SE
AA951 6
801
80
9091-8608
Hueso
5
5
C5
C5
SE
NW
AA65178
AA99069
876 50
7153 50
10115-9556
815 -7858
Carbón
Carbón
4
D5
SE perl E AA99071
5376 45
6 84-6004
Carbón
4
D5
SE
AA99070
5137 45
5990-5749
Carbón
3/4
D6
SE
AA65173
5084 49
59 8-5716
Carbón
4
C5
NE
AA99067
400
478 -4300
Carbón
4
C5
NW
AA99068
3791 4
4383-399
Carbón
4
43
C5
NE
LP-1497
3 10 60
3579-3 7
Carbón
P6B
SE
AA951 3
3535 6
3980-364
Hueso
P6B
SW
AA951 4
1907 48
1949-1719
Hueso
Tabla 2. Fechados radiocarbónicos de Cámara Sur
lo† es
ni a
C a
o ales Anal ica
Holoceno
tardío
c la
Sec o
C
i o
14C
a‡os AP
Cal AP
Ma e ial
3
A1
SW
AA65175
9518 64
1110 -10594
Carbón
3
A1
SE
AA65174
8333 63
9479-9136
Carbón
B12
SW
AA65177
7703 47
8584-8411
Carbón
A1
SE
AA65181
4113 39
48 1-45
Carbón
B12
SW
AA65176
1078 40
1061-9 8
Carbón
A1
SE
AA951 1
155 35
85-(- )
Carbón
655 39
849- 736
Carbón
1403 46
1394-1 64
Hueso
Holoceno
medio
Transición
Pleistoceno/Holoceno
Holoceno temprano
e
1
3
B12
SW
AA951
1
A11
NW
AA95118
outliers
eneracin del del diital 
Como línea independiente de contrastación de las capas y bloques temporales denidos sobre
la base de la sedimentología y cronología radiocarbónica, se utilizó un programa de digitalización
de los datos tridimensionados (GRASS 6.4). Este programa permitió realizar un modelo tridimensional de los rasgos naturales y antrópicos registrados durante las excavaciones. El proceso
consistió en: a) la digitalización de los perles registrados en el campo, que fueron tabulados e
ingresados dentro de un SIG; b) la interpolación de la información digitalizada, mediante la cual
se modelaron las supercies de las capas utilizando algoritmos de interpolación (GRASS 6.4), y
c) en función de los valores de X, Y y , los materiales tridimensionados fueron asociados a las
distintas supercies generadas (gura 7) y que corresponden a las diferentes capas descriptas en
la estratigrafía (Ceraso 011)
La mayor potencia sedimentaria de CN permitió relacionar los materiales y estructuras con
mayor denición a las diferentes capas naturales descriptas. De esta manera, los conjuntos arqueológicos de CN que aquí se analizan resultan de la aplicación de este modelo digital, y sus límites
verticales responden a los niveles estratigrácos de CN; se reconocieron conjuntos arqueológicos
en cuatro de las seis capas descriptas previamente: 2, 3, 4 y 5 (gura 3).
Debido a que el modelo digital requiere disponer de rasgos estratigrácos discretos para la
generación de supercies, pudo aplicarse solo a la CN, ya que estos rasgos están ausentes en CS.
Así, en este último sector se aplicó una estrategia metodológica alternativa que, si bien resultó en
una menor resolución arqueológica, permitió la segregación de conjuntos arqueológicos congruentes
a los cambios tecnológicos y zooarqueológicos en sentido espacio-temporal. Por lo tanto, en CS la
delimitación de los conjuntos se basó en la agrupación de niveles articiales de excavación (cada
uno de 10 cm), teniendo en cuenta los fechados radiocarbónicos, las características sedimentológicas, la distribución de los materiales y las estructuras arqueológicas. Los niveles articiales
519
I ( ), julio-diciembre 014: 509-537
de excavación fueron agrupados, según los fechados radiocarbónicos obtenidos, en 3 Unidades
Analíticas (UA) que, de la supercie hacia la base, se denominan UA1 (niveles articiales -130 a
-160 cm)1 correspondiente al Holoceno tardío, UA (-160 a -180 cm) correspondiente al Holoceno
medio y UA3 (-180 a -200 cm) correspondiente a la transición Pleistoceno-Holoceno. Por encima
de estas tres unidades analíticas se encuentran los niveles de estiércol descriptos anteriormente y
que conforman la supercie actual de la cueva.
Figura 7. Pasos en la construcción del modelo digital: a. Perl estratigráco, b. Relevamiento y
digitalización de los perles, c. Resultado de la interpolación de la información digitalizada, d. Asociación
de los materiales a las supercies generadas en función de los valores de X, Y y  de cada uno
ana  arquela
Las tendencias arqueofaunísticas de los patrones en el uso de los recursos cazados se anclan,
principalmente, solo en el guanaco (aa uanice) en los tres bloques temporales y en ambas
cámaras (Marchionni 2013). El NSP total es de 8.905 especímenes óseos, de estos materiales el
51,6% corresponde a CN (NSP4592) y el 48,4% corresponde a CS (NSP4313).
Cámara Norte
En CN los restos óseos se distribuyen en las capas estratigrácas 2, 3, 4 y 5. La mayor frecuencia de especímenes óseos proviene de la capa 4, seguida por la capa 3 y con mucha menor
frecuencia en las capas 5 y 2 respectivamente (tabla 3).
La abundancia taxonómica de estos conjuntos indica una clara dominancia en todos ellos del
guanaco, con representaciones que superan el 40 del NISP total En todos los conjuntos, luego de
los guanacos, la mayor frecuencia relativa corresponde a Mamífero grande y Mamífero indetermi5 0
nado, debido al alto grado de fragmentación Sin embargo, ambas categorías tienen altas chances
de corresponder a  uanice, al igual que los determinados como Camelidae (gura 8).
La presencia de rheidos es baja en todos los conjuntos, su frecuencia se incrementa en las
capas 3 y 4 debido al registro de fragmentos de cáscaras de huevo de estas aves (gura 8).
Tabla 3. Abundancia taxonómica relativa en CN expresada en NISP y NSP
Taƒ n
Ca a 5
Aves
Ca a 4
4
Rehidae
1
Ca a
Ca a 2
To al o
4
aƒ n
9
1
13
116
4
53
Mamífero indet.
44
114
85
6
49
Mamífero grande
78
196
87
8
369
Dasipodidae
1
lei cnclr
0
6
10
6
115
334
145
Camelidae
aa uanice
1
4
6
18
16
607
To ales NISP
245
ˆ‰5
444
4
151Š
Indet
134
1831
873
8
3066
ˆ‰
2‹2‹
1 1ˆ
2‹2
45Š4
To ales NSP
Figura 8. Abundancia taxonómica relativa de Cámara Norte, expresada en NISP
La representación de partes anatómicas de los guanacos muestra la presencia de elementos
tanto axiales como apendiculares en todos los conjuntos; estos últimos son los que alcanzan la
mayor representación. Entre los elementos axiales, la cabeza adquiere una alta representación
en capa 5 y disminuye en las suprayacentes. Otros elementos axiales como vértebras y costillas
5 1
I ( ), julio-diciembre 014: 509-537
tienen baja representación en todos los conjuntos En cuanto al esqueleto apendicular, en la capa
5 se observa una mejor representación de la pata delantera respecto de la trasera; el radio-cúbito
es el elemento más representado (%MAU  100%). Sin embargo, los elementos distales de la
pata trasera (metatarso y astrágalo) tienen valores de %MAU moderados a altos (entre 75 y 50%).
Algo distinto ocurre con los conjuntos de las capas 3 y 4, donde la mayor representación (entre
el 85 y el 100% del %MAU) la adquieren los elementos de la pata trasera, especialmente los
elementos medios y distales como la tibia y los metatarsos. La frecuencia de partes anatómicas
apendiculares en la capa muestra una representación más completa de los elementos de la pata
trasera. En esta capa la frecuencia de restos óseos de guanacos es baja y la representación de
partes podría encontrarse más sesgada debido al tamaño pequeño de la muestra La presencia de
los metapodios indiferenciados es destacable en los conjuntos, lo que sugiere un incremento en
la representación de los elementos distales de las patas (Marchionni 2013).
El registro de las modicaciones de las supercies óseas indica que la meteorización en
todos los conjuntos ha sido baja, ya que más de 95% de los especímenes de cada capa registran
estadios iguales o menores a 2 (Behrensmeyer 1978). Otras modicaciones de origen natural han
sido reconocidas en estos conjuntos entre todas ellas, los depósitos de manganeso del conjunto
de capa 5 son las que alcanzan las frecuencias más signicativas afectando aproximadamente el
8 de los materiales Solamente se ha determinado daño por carnívoros en los conjuntos de las
capas 3 y 4 en menos del 1%. Las modicaciones producidas por raíces se registraron en todos
los conjuntos, en frecuencias menores al 2% y están ausentes en la capa 2. Las marcas de roedores
tienen frecuencias más elevadas en los conjuntos más superciales de la capa 2 (12% aproximadamente) y capa 3 (6% aproximadamente). La presencia de depósitos de carbonato solamente se
registró en menos de un 5% de los especímenes de capa 5; estas modicaciones podrían guardar
relación con la elevada frecuencia de depósitos de manganeso también registrada en esta capa,
ambas interpretadas como resultado de condiciones postdepositacionales de mayor humedad
(mayor detalle en Marchionni 2013).
El registro de modicaciones antrópicas es abundante en los cuatro conjuntos de CN, entre
ellas, las más destacadas corresponden a huellas de corte y fracturas. Las primeras se registran
con valores entre el 15% y 20% en cada conjunto y es el de capa 5 el que presenta la mayor
frecuencia. Respecto de las fracturas, adquieren valores entre el 50% y 80% en cada conjunto, y
se hacen más abundantes en los conjuntos más modernos de la secuencia. La alteración térmica
en los cuatro conjuntos es baja, salvo el correspondiente a la capa 4, con más del 35 del NSP
afectado. Los artefactos óseos se registran solo en las capas 3 y 4, y fueron confeccionados en
huesos de ave y de mamífero (Miotti y Marchionni 2013).
Cámara Sur
Los restos faunísticos de esta cámara provienen de las tres UA denidas arriba. La UA3 es
la que presenta menor frecuencia de restos óseos, los cuales se incrementan progresivamente en
las UA2 y UA1 (tabla 4 y gura 9).
La abundancia taxonómica relativa en los conjuntos de CS muestra que el taxón más representado en los tres conjuntos es el guanaco; en la UA1 es donde se observa la mayor frecuencia
de NISP. En los tres conjuntos los Mamíferos grandes alcanzan frecuencias elevadas y, al igual
que ocurre en CN, si bien estos restos no conservaron características diagnósticas para una identicación especíca, podrían ser asignados a aa uanice Solamente en el conjunto de UA3
los restos de Mamífero grande alcanzan frecuencias que superan la de los guanacos. La presencia
de especímenes correspondientes a rheidos se registra en las tres UA, con una mayor frecuencia
en la UA1 de todas maneras, las frecuencias relativas de estos restos de aves en CS son clara5
mente menores que las registradas en CN Solamente en la UA1 se registra en baja frecuencia la
presencia de otras especies, entre ellas i arie (oveja) (gura 9).
Las partes anatómicas de guanacos están representadas por elementos del esqueleto axial y
apendicular; este último es el más frecuente en las tres UA. La cabeza tiene una representación
moderada en la UA1 y UA2, y está ausente en la UA3. La presencia de metapodios indiferenciados es elevada en los tres conjuntos, lo que sugiere un incremento en la representación de los
elementos distales de las patas, al igual que sucede en CN (Marchionni 2013).
Tabla 4. Abundancia taxonómica de Cámara Sur, expresada en NISP y NSP
Taƒ n
A
A2
Mollusca
Aves
Rehidae
Mamífero grande
aa uanice
3
8
4
A1
To al aƒ n
5
5
5
5
19
4
116
164
36
15
00
376
8
8
i arie
To al NISP
10‰
2ˆ0
421
Š00
Indet
107
949
836
4313
Mamífero indet.
To ales NSP
5
37
95
137
221
125‹
52
5250
Figura 9. Abundancia taxonómica relativa de Cámara Sur, expresada en NISP
5 3
I ( ), julio-diciembre 014: 509-537
La tendencia de la meteorización en los conjuntos de CS indica que su incidencia ha sido baja
(estadios menores o iguales a sensu Behrensmeyer 1978) en los 3 conjuntos arqueofaunísticos,
con un incremento del deterioro hacia las unidades superiores
Las principales alteraciones naturales sobre los especímenes óseos de esta cámara se relacionan
con procesos de humedad como son los depósitos de carbonato y manganeso. Los primeros son
más abundantes en la UA3 (cerca del 8 ), mientras que los segundos tienen similar representación
en las UA1 y UA2 (9% aproximadamente). Las modicaciones producidas por raíces, roedores
y carnívoros, no superan el 2%.
La mayor proporción de huellas de corte se registra en la UA3 (alrededor del 16%) y disminuye progresivamente hacia la supercie, con porcentajes menores al 8% en cada UA. Por otro
lado, los tres conjuntos presentan elevado porcentaje de fracturas antrópicas en estado fresco,
cuya mayor frecuencia es aquella registrada en UA2 (62%), seguida por cercal del 55% en UA1,
y 45% en UA3. Finalmente, la alteración térmica de los especímenes es frecuente y se encuentra
altamente representada en el conjunto de UA2 (40%). En las UA1 y UA3 las frecuencias son
menores, con valores de 22% y 19%, respectivamente.
on untos líticos
Para la descripción del conjunto de instrumentos de Cueva Maripe se utilizaron los criterios
de clasicación propuestos por Aschero (1975, 1983), y algunas modicaciones propuestas por
Hermo ( 008)
Cámara Norte
Los artefactos formatizados (AF) de la CN de Cueva Maripe (tabla 5 y gura 10) totalizan
95 elementos distribuidos en las capas 2/3, 4 y 5 (Hermo et al 2014; Lynch 2014); la 4 es la más
numerosa (43 ), seguida por la capa 3 (37 ) En toda la secuencia, el grupo tipológico más
representado es el de los raspadores (n 56, 55%); lo siguen las raederas y las láminas retocadas,
aunque con valores mucho más bajos (n 8, 8,4 en ambos casos) El conjunto de las capas /3
se compone también de láminas retocadas y muescas; mientras que en la capa 4 el grupo tipológico que sigue al de los raspadores (exceptuando los fragmentos no diferenciados) es el de las
raederas y, en menor medida, otros artefactos con los largos (limaces y láminas retocadas). De
manera similar, en la capa 5 se destaca que, además de raspadores y raederas, se han registrado
elementos bifaciales (un fragmento de punta de proyectil y fragmentos de bifaces). Un hecho
destacable es la presencia de tres fragmentos de bola de boleadora (uno de ellos correspondiente
a una preforma) en la capa 4, lo que marca coherencia con los registros iniciales de este tipo de
armas en la región (Hermo y Magnin 2012; Hermo et al 014)
En cuanto a la selección de las materias primas, la distribución por capas de las rocas empleadas para la manufactura de AF muestra que en todas las capas la materia prima preponderante
es una ignimbrita silicicada que hemos denominado ISG1 (Hermo 2008, 2009), con fuentes de
procedencia a menos de 15 km de Cueva Maripe. En la capa 5 su presencia se acerca al 50% de
los AF, mientras que el porcentaje más bajo (31,7%) se da en la capa 4. Otro rasgo para destacar es la utilización de otra variedad de ignimbrita silicicada (ISG2) únicamente en la capa 3
(Hermo y Lynch 2014). La fuente de procedencia de esta roca se ubica a 200 m de Cueva Maripe
(Hermo 2008, 2009) y, si bien su calidad para la talla es buena a regular, resulta llamativo que
el abandono de AF realizados sobre esta roca se registre únicamente en las ocupaciones más
tardías del sitio
5 4
Tabla 5. Grupos tipológicos representados en los conjuntos de Cámara Norte
G
os i ol
icos
Ca a
Ca a 4
Ca a 5
5
1
To al ene al
Bifaces
Filos no diferenciados
3
Limaces
1
9
1
Láminas retocadas
4
6
Muescas
1
1
Muescas retocadas
1
1
Puntas de proyectil
1
Raederas
3
Raspadores
17
1
Unifaces
Bolas
To al
1
5
6
44
1
1
1
ˆ5
3
2‹
‹
3
Figura 10. Grupos tipológicos representados en los conjuntos de la Cámara Norte
Cámara sur
La muestra se compone de 205 AF (tabla 6 y gura 11), de los cuales más de la mitad
corresponde a la UA1 (n 110), seguido por el registro de la UA que presenta una elevada
frecuencia (n 90), mientras que en la UA3 se registraron unos pocos elementos (n 10) Una
primera aproximación permite observar la alta variabilidad del conjunto en el que se encuentran
representados 16 grupos tipológicos, sin tener en cuenta los fragmentos de los no diferenciados
(n 13) a los que no ha sido posible asignar grupo tipológico No obstante, en todas las capas los
AF más representados son los raspadores Así, la muestra de UA1 está principalmente compuesta
por raspadores, que superan levemente el 70 , mientras que el resto corresponde a formas de
los largos (láminas retocadas, raederas, bifaces). De las puntas de proyectil halladas en esta
5 5
I ( ), julio-diciembre 014: 509-537
capa, una corresponde a una forma triangular tallada en obsidiana, con aletas y cuyo pedúnculo
es irregular mientras que la otra corresponde a un fragmento de limbo en sílice En la UA si
bien los raspadores son el grupo mayoritario, apenas sobrepasan el 50%; además, hay una gran
representación de los largos: raederas y láminas retocadas (aproximadamente 10% cada grupo)
que duplican su proporción respecto de la UA1. Asimismo, es notable la mayor presencia de los
cortos o puntuales relacionados con tareas determinadas (i e escoplo, punta burilante, cortante,
cuña). Las tres puntas de proyectil halladas corresponden a formas triangulares a subtriangulares
apedunculadas, dos de ellas manufacturadas en obsidiana, mientras que la restante fue elaborada
en una variedad de ópalo
La proporción de raspadores en UA3 es aún menor, 33,3%, aunque no dejan de ser los AF
más frecuentes; los demás instrumentos corresponden exclusivamente a morfologías de los largos.
Cabe destacar la presencia de un cepillo, grupo tipológico recurrente en conjuntos tempranos de
la región. Otro objeto destacable es un fragmento de punta de proyectil elaborado en obsidiana
que, tecnológicamente, es vinculable con las puntas de la UA
Tabla 6. Grupos tipológicos representados en los conjuntos de Cámara Sur de Cueva Maripe
G
o i ol
ico
A1
Artefactos de Filo Sumario
7
Bifaces
3
A2
A
To al
4
1
1
1
6
Cuchillo de lo retocado
1
1
Cortantes
1
1
Cuñas
1
1
Cepillos
1
Escoplos
Filos No Diferenciados
7
Gubias
1
Láminas retocadas
6
Muescas retocadas
1
1
4
4
4
13
10
16
1
1
Puntas burilantes
1
1
Perforadores
1
1
Raclettes
1
1
Raederas
Raspadores
Unifaces
5
8
1
14
76
48
3
1 7
1
1
3
1
110
‰0
10
Puntas de proyectil
To al
20‹
En cuanto al uso de materias primas, también se observan algunas diferencias entre las
Unidades Analíticas. En términos generales, hay dos tipos de rocas que dominan las series: una
variedad local de ignimbrita silicicada (ISG1) y determinadas rocas silíceas que han sido agrupadas según criterios macroscópicos en la variedad denominada RSG3 (Hermo 2008). Sin embargo,
en el caso de la UA3 no se registra esta tendencia. En la UA1 se encuentra representada la mayor
variabilidad de materias primas presentes en el sitio entre los AF, incluyendo rocas que parecen
no haber sido utilizadas con anterioridad, como el basalto y una variedad de sílice (RSG2). La
5 6
ignimbrita silicicada y la variedad mayoritaria de sílice se muestran como las rocas con mayor
representación ya que alcanzan 24% y 10% de la muestra de esta UA, respectivamente.
La UA muestra una disminución en la cantidad de tipos de rocas empleadas conforme
con la disminución en la frecuencia de AF. En este caso las variedades de rocas más utilizadas
concuerdan con las de UA1, pero sus valores relativos son mayores: 32,2% para la ignimbrita
silicicada y 13,8% para RSG3. Asimismo, cabe destacar que en esta capa se registra el mayor
valor absoluto en cuanto al uso de xilópalo, mientras que, por el contrario, no se registran AF en
obsidiana
Finalmente, en la muestra correspondiente a la UA3 se observa la representación de solo
seis tipos de rocas, que incluyen variedades de ignimbrita silicicada, obsidiana, ópalo, sílices
y xilópalo. Se pueden realizar algunas observaciones de interés en cuanto al uso de las materias
primas en momentos iniciales de ocupación de la cueva En primer lugar, la materia prima que
más se repite es el xilópalo, representado en dos raederas; en segundo lugar, la ignimbrita ISG1
se halla representada por un solo caso, a diferencia de lo que sucede en el resto de la secuencia
nalmente, se destaca la presencia de un instrumento de obsidiana (¿preforma?), materia prima
que aparece en frecuencia muy baja o nula en los sitios del Macizo del Deseado hasta nes del
Holoceno temprano (Hermo y Miotti 2011). Si tenemos en cuenta la procedencia de las materias
primas, en el caso de UA3 existe un complemento entre aquellas con trayectorias mayores a 50 km
(xilópalo y obsidiana) y aquellas con fuentes potenciales de aprovisionamiento inmediatamente
disponibles (10 km).
Figura 11. Grupos tipológicos representados en los conjuntos de la Cámara Sur
CARACTERIACIN DE LOS COMPONENTES ARQUEOLGICOS DE CUEVA
MARIPE
Las distintas líneas de análisis empleadas permitieron anar la resolución arqueológica y
avanzar en la interpretación del uso del espacio de Cueva Maripe, de los cambios en la apropiación
de los recursos a lo largo de la ocupación humana del sitio y su implicancia a escala regional.
Sobre la base de la nueva información radiocarbónica y geoarqueológica y de la aplicación
de SIG intrasitio, así como las variaciones de las tendencias tecnológicas y de subsistencia, hemos
denido tres componentes arqueológicos a los que denominamos: componente 1, 2 y 3.
5 7
I ( ), julio-diciembre 014: 509-537
El componente 1 incluye los conjuntos de la ocupación inicial de la cueva, ocurrida durante
la transición Pleistoceno-Holoceno y el Holoceno temprano ca 9500 años AP (10 34 años cal
AP) hasta ca 7 00 años AP (7858 años cal AP) Los primeros registros de ocupación en la CN
son levemente posteriores, aunque más abundantes y extendidos que en la CS. Estratigrácamente,
este componente se distribuye en la capa 5 de CN y UA3 de CS.
La cultura material de estas ocupaciones corresponde a una tecnología preponderantemente
unifacial sobre lascas en la que abundan los los largos. Entre los grupos tipológicos más diagnósticos se encuentran puntas de proyectil triangulares apedunculadas, cepillos y raederas. Las
materias primas corresponden en general a fuentes locales de un radio de 15 km, a excepción de
la obsidiana, de la cual se registran solo dos AF que sugieren un aprovisionamiento a escala regional, ya que las fuentes conocidas se sitúan en la cordillera (véase Espinosa y Goñi 1999; Stern
2004; Miotti 2008; Hermo y Miotti 2011 y bibliografía allí citada). En cuanto a la apropiación
de la fauna en este bloque temporal, no fueron registrados mamíferos pleistocénicos, pese a que
estos estuvieron disponibles en la región (véase acápite Discusión). El guanaco es, sin dudas, la
especie principal de la subsistencia
El componente 2 está comprendido en la capa 4 de CN y UA2 de CS, abarca el bloque
temporal del Holoceno medio, con fechados entre ca 7700 años AP y ca 3500 años AP
Las tecnologías líticas representadas en los conjuntos de la capa 4 de CN y UA2 de CS
muestran diferencias notables con las de las ocupaciones anteriores, ya que la producción de hojas
es muy notoria en los conjuntos, mientras que aparecen por primera vez bolas de boleadora. Por lo
tanto, las formas de producción de artefactos se amplían e incorporan nuevos sistemas de armas que
requieren cadenas operativas especícas (Hermo 2008; Hermo y Magnin 2012). El uso de materias
primas, asimismo, muestra leves variaciones respecto del componente anterior: se acrecienta la
variabilidad incluyendo rocas de trayectoria local y de trayectoria larga (Hermo y Miotti 2011).
Las estrategias de apropiación de recursos faunísticos continúan centradas en el guanaco,
con una complementación del uso de rheidos, evidenciada fundamentalmente por fragmentos de
cáscaras de huevo En este sentido este patrón concuerda con el modelo de especiación formulado
sobre la base de varios sitios del Holoceno medio en el Macizo del Deseado (Miotti y Salemme
1999; Miotti 2012).
Las ocupaciones del componente 3 se distribuyen en CN en las capas 2 y 3 y en la UA1 de
CS, y comprenden el rango cronológico desde ca 4100 hasta 1100 años AP, abarcando desde
nales del Holoceno medio en adelante. Sin embargo, en CN el límite inferior de este componente
es difuso, tanto en el aspecto sedimentológico como en la distribución de dataciones y, por lo tanto,
esta proposición alcanza el grado de hipótesis hasta que próximos trabajos brinden más claridad
al respecto. Los conjuntos líticos muestran una tendencia hacia un mayor abandono de AF con
formas base de hojas (i e raspadores, láminas retocadas), una presencia de grupos tipológicos
con los de morfologías (i e gubias, escoplos, cuñas) que permitirían desarrollar actividades muy
especícas, a la vez que se observa un uso muy variado de materias primas. Un hecho destacable
es que el conjunto de CS resulta mucho más numeroso que el de CN, lo que sugiere un uso más
intenso de aquel sector La misma distinción entre los conjuntos de cada cámara es observada en la
fauna, que indica una utilización complementaria de rheidos y la incorporación de aves medianas
(principalmente en CS); sin embargo, los guanacos continúan siendo el recurso principal.
DISCUSIN
En virtud de los datos presentados en los acápites anteriores, es posible entablar una discusión acerca de las relaciones entre Cueva Maripe y la información conocida de las ocupaciones
humanas en la región
5 8
En el componente 1 de Cueva Maripe no fueron registrados megamamíferos pleistocénicos,
pese a que estos estuvieron disponibles en la región hasta ca 8500 años AP. La coexistencia de la
megafauna con los primeros pobladores del Macizo del Deseado, así como su aprovechamiento, ha
sido ampliamente conrmado arqueológica y paleontológicamente en localidades cercanas, como
Los Toldos, Piedra Museo, El Ceibo, La María y Cerro Bombero (Miotti 1998; Miotti y Salemme
1999, 2004; Miotti et al 1999, 013 Paunero 003, 010 Paunero et al 2007; Marchionni y
Vázquez 2012) y en numerosos sitios de regiones vecinas como ltima Esperanza, Magallanes y
norte de Tierra del Fuego (Nami y Menegaz 1991; Borrero 2001; Massone 2003; Martin 2008). Así,
en Cueva Maripe, el patrón de uso del guanaco como taxón principal en el contexto de ocupación
inicial ha sido registrado en otros sitios de la región con lapsos que caen entre 10700 y 9200 años
AP para las primeras ocupaciones como: La Gruta 1 (Franco et al. 2012), La Martita 4 (Aguerre
2003), El Verano (Durán et al 2003), Cerro Tres Tetas, La Mesada (Paunero et al 007), CCP7
(De Nigris 2004); Cueva de Las Manos y Cueva Grande del Arroyo Feo (Mengoni y Silveira
1976; Silveira 1979). Al igual que sucede en la mayoría de los sitios patagónicos, se registra una
tendencia a una mayor selección de las partes apendiculares de estos ungulados.
El contexto tecnológico de este componente tiene características morfológicas similares a
lo que Carlos Gradín denió en Cueva Grande de Arroyo Feo y en Cueva de las Manos como
“nivel cultural Río Pinturas 1” (Gradín 1980). La presencia de artefactos unifaciales de tamaño
grande con retoque marginal asociados a puntas de proyectil apedunculadas triangulares también
es compartida con los equipos instrumentales de capas 4/5 y 2 de Piedra Museo (Cattáneo 2002)
y capas 10 y 9 de Los Toldos (Cardich et al 1973)
Sobre la base de los fechados radiocarbónicos, en el componente 2 de Cueva Maripe observamos que si bien en ambas cámaras hay discontinuidades cronológicas, en la CN la ausencia
de fechados (entre 7200 y 5400 años AP) representa un lapso menor que el registrado en CS
(entre 7700 y 4100 años AP). Este escenario cronológico entre las cámaras nos permite inferir
que ambas habrían estado desocupadas en el lapso 7 00 a 5400 años AP Esta interrupción de las
ocupaciones podría ser una señal de cambios en los circuitos de movilidad humana en la región y,
en tal sentido, la Cueva Maripe podría haber devenido en un lugar poco frecuentado o, más aún,
evitado por los cazadores-recolectores (Borrero 2001; Miotti y Salemme 2004; Goñi 2010; entre
otros). Cabe destacar que hiatos similares también han sido documentados en otras regiones de
Patagonia (Rubinos Pérez 2003; Miotti 2008).
Los rangos de movilidad hacia regiones vecinas como la cordillera para aprovisionamiento
de la obsidiana, así como el registro a nivel regional de ítems de origen marino (Barberena 2008;
Miotti 2008; Goñi 2010) avalaría la idea de los cambios de circuitos de movilidad presentada
arriba
Desde varios proxies ambientales (ver Salemme y Miotti 2008: tabla 5: 455 y bibliografía
allí citada) este lapso correspondería al momento en el cual se produjeron los mayores aumentos
de temperatura, acompañados de la reducción de las precipitaciones durante el ptimo climático.
Estos dieron como resultado un balance hídrico deciente, el cual afectó mucho aquellas regiones
que, como el Macizo del Deseado, ya eran ambientes semiáridos. En el caso particular de Cueva
Maripe, para este momento del Holoceno se destaca la presencia de rasgos de acción hídrica en
sectores del perl de CN, que indicarían posibles escorrentías de baja energía que habrían restringido los espacios habitables dentro de la cueva
Si bien el recurso principal continúa siendo el guanaco, se registra un cambio respecto de
su aprovechamiento con una tendencia a su mayor procesamiento. Esta situación, sumada a la
presencia de cáscaras de huevo de rheidos, podría relacionarse con un posible uso estacional y
potenciación del recurso para momentos de estrés ambiental. Por su parte, la incorporación de
nuevas armas como las boleadoras podría coincidir con el desarrollo de nuevas estrategias para
la obtención de recursos
5 9
I ( ), julio-diciembre 014: 509-537
En cuanto a las ocupaciones del componente 3, se distribuyen también en ambas cámaras,
aunque en la CN su mayor representación aparece en sus sectores más internos. La gran diferencia
en las frecuencias de los conjuntos líticos registradas en ambas cámaras posiblemente se deba
al uso diferencial de ambos sectores, con una estructuración de múltiples actividades en CS y
actividades más puntuales y especícas en CN, teniendo en cuenta que el lapso de ocupación en
cada cámara es similar. A su vez, estos conjuntos exhiben principalmente la utilización de hojas
como formas base para la manufactura de diferentes grupos tipológicos (i e , raspadores, los
laterales retocados, muescas), así como la tendencia al diseño de artefactos formatizados de tamaños menores que en los componentes anteriores (Hermo et al 014), características tecnológicas
que los vinculan con otros sitios a nivel regional (Aschero 1987; Yacobaccio y Guráieb 1994;
Orquera 1999). La presencia de artefactos óseos (retocadores blandos) en CN podría vincularse
con el cambio tecnológico que se observa en el conjunto lítico y con el desarrollo de actividades
especícas en dicho sector. Esta idea estaría, asimismo, sustentada por el área interna de CN
–preliminarmente denida como área de descarte de piezas óseas (cuadrícula P6B)– relacionada con el tabique rocoso, profusamente pintado con negativos de manos La alta frecuencia de
especímenes óseos quemados en CS, así como la ausencia de artefactos óseos formatizados y
la importante fragmentación antrópica del conjunto, sugieren, al igual que el material lítico, el
desarrollo de actividades domésticas en esta cámara.
CONCLUSIONES
La nueva información pone de maniesto que Cueva Maripe fue un enclave recurrentemente
utilizado por las sociedades cazadoras-recolectoras patagónicas durante el Holoceno. A su vez,
se muestra como un excelente “laboratorio” que permite profundizar el conocimiento sobre diferentes líneas de investigación
El trabajo conjunto de los análisis sedimentológicos, de tecnología lítica, zooarqueológicos
y de distribución de los fechados radiocarbónicos, sumado a la aplicación de un modelo digital,
permitió ajustar la resolución estratigráca de los conjuntos arqueológicos de los distintos niveles
articiales de excavación. De esta manera, se generó el siguiente modelo ocupacional:
Componente 1, integrado por los conjuntos de capa 5 y UA3, que indican las ocupaciones
de la transición Pleistoceno-Holoceno y del Holoceno temprano.
Componente 2, integrado por los conjuntos de capa 4 y UA2. Este componente marca las
ocupaciones correspondientes al Holoceno medio, aunque con hiatos cronológicos en ambas
cámaras que podrían indicar discontinuidad de la presencia humana
Componente 3, formado por el registro arqueológico de las capas 2 y 3 de CN y la UA1,
que incluyen las ocupaciones registradas desde nes del Holoceno medio.
La variabilidad del uso de la cueva se percibe no solo en lo que respecta a la escala temporal,
sino también a la espacial, con la alternancia de uso y diferencias funcionales de ambas cámaras.
Así, la presencia humana tiene un comienzo más temprano en la CS y, en segundo lugar, aquí
la discontinuidad de ocupaciones es mucho más notoria que en la CN (gura 5a). Sin embargo,
Cueva Maripe no fue un sitio de los primeros en ser ocupado en la región, sino que comenzó
a ser incluido en los circuitos de movilidad de cazadores-recolectores aproximadamente 2000
años después que otros sitios cercanos del este del Macizo del Deseado, como Piedra Museo, Los
Toldos, Cerro Tres Tetas, La María y La Gruta 1. Esta situación abre interrogantes sobre el rol
que tuvo este sitio en el marco del poblamiento nipleistocénico de esta región. Si consideramos
la hipótesis de un ingreso poblacional desde la costa atlántica con expansión de la colonización
hacia el oeste (Miotti 2003, 2006; Miotti y Salemme 2004), observamos que la localidad La
Primavera, con la Cueva Maripe, con buenas características ambientales para la instalación hu530
mana y ubicada en un punto estratégico en las posibles rutas que relacionarían esos sitios de la
región mencionados arriba, fue ocupada tan tardíamente como los sitios del pie de cordillera, a
unos 150 km al oeste (Cueva Grande del Arroyo Feo, Cueva de Las Manos, Casa de Piedra 7).
Si bien Cueva Maripe es hasta el momento la más occidental de las localidades con fechados
radiocarbónicos tempranos dentro del núcleo centro-este del macizo –el cual ocupa un área de
aproximadamente 50 km de radio, con centro en esta cueva (Magnin 2012)–, sería esperable que
sus primeras ocupaciones hubieran acontecido cerca de 10000 y no de 9500 años AP. Esto se
debe a que para el 10500 AP ya existen varios sitios ocupados en este sector y regionalmente ya
se habrían completado las etapas de exploración y colonización; por lo tanto, sería probable en el
marco del aprendizaje ambiental para colonizar espacios desconocidos (Golledge 2003; Rockman
2003) que este lugar ya formara parte del conocimiento social de los primeros colonos que, sin
embargo, no lo incorporaron a los espacios de vida hasta comienzos del Holoceno (Miotti et al
01 ) En este sentido, si el lugar era conocido, habría que continuar indagando en la localidad
en busca de la materialización de las prácticas culturales previas al 9.500 AP, las cuales no han
sido aún identicadas arqueológicamente en esta cueva. Este ejemplo se repite en otros sitios de
la región, en donde las primeras marcaciones materiales indican un uso inicial de los espacios
locales hacia el Holoceno tardío (Miotti 2008). Por otra parte, se destaca que en Cueva Maripe,
Carden (2009) ha denido una estructuración interna del espacio para la práctica del arte rupestre.
Esta gestión del espacio fue interpretada como el uso diferencial de las cámaras principales y de
nichos particulares para la realización de prácticas rituales (gura 2b) que, a juzgar por los motivos
y sus superposiciones en un mismo panel o el uso de otros sectores, se remontarían asimismo a
los momentos más tempranos de la colonización de Patagonia.
La prosecución de estudios de casos a escala macrorregional, regional y local, permitirá
avanzar en las respuestas a estos interrogantes y a repensar las ideas acerca de cómo los primeros
pobladores podrían haber percibido, explorado y habitado en este sector de la Patagonia austral.
Por último, cabe mencionar que el modelo ocupacional de Cueva Maripe aquí propuesto,
además de anar el grado de resolución sobre el uso humano del sitio, también ha generado nuevas
preguntas referentes a determinadas relaciones espaciales y temporales a escala muy pequeña,
que ya forman parte de nuestra agenda de trabajo.
AGRADECIMIENTOS
El trabajo fue subsidiado por: PICT–ANPCyT 1552; PIP CONICET 5885; PI UNLP 550.
La Municipalidad y la Secretaría de Cultura de Pico Truncado, especialmente a los Sres. Alberto
Alonso y Sebastián Toledo apoyaron la logística en Santa Cruz. A las familias Koprowski e Iribarne y al Sr. Ramón Cano por su afecto y ayuda en el campo. A todos los integrantes del equipo
y amigos que, desde 2003, nos acompañan en los trabajos de campo en “La Primavera”.
NOTAS
1
Estas medidas están tomadas en relación al datum establecido para el sitio
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Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología
I ( ), julio-diciembre 014: 539-549
NOTA
PRIMEROS RES LTADOS DE LAS INVESTIGACIONES EN REALITO
L RACATAO DEPARTAMENTO MOLINOS‰ SALTA
RE I INARˆ IN ES I A I NS IN REA I
AN
ƒRA A A AREA
IRS S RESƒ S
IN S SA A)
er€nica Isa el illiams‚ arolina rsini‚‚
Elisa eno i‚‚‚
aría ecilia astellanos‚‚‚‚
Fecha recepción: 15 de noviembre de 013
Fecha aceptación: 7 de octubre de 014
INTRODUCCI N
Las quebradas altas del sector medio del valle Calchaquí en la provincia de Salta como
Luracatao, ualfín y Tacuil, son vías de comunicación naturales entre la puna y las tierras bajas
y han sido visitadas y estudiadas por varios investigadores desde principios del siglo I (von
Tschudi 1966 Bertrand 1885 Baldini y De Feo 000 Baldini et al 004 illiams 010 Martel
01 )
En esta oportunidad presentamos los primeros resultados de las investigaciones iniciadas en
el año 011 por un equipo argentino-italiano en el valle de Brealito y en la quebrada de Luracatao
en el marco del proyecto Arqueología y paleoambiente en el valle Calchaquí medio: Brealito y
Luracatao Las tareas de prospección en sectores aledaños a la localidad de Brealito y a la laguna
homónima, así como en el área cercana a La Puerta, en la quebrada de Luracatao, permitieron
conocer y registrar una diversidad de sitios como aleros con arte y asentamientos habitacionales
en distintos emplazamientos y con materialidad asociada
Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Instituto de Arqueología, Facultad de Filosofía
y Letras, Universidad de Buenos Aires E-mail: veronica 33 yahoo com
Raccolte Extraeuropee del Castello Sforzesco/Proyecto Arqueológico Antonio Raimondi, Milán, Italia
E-mail: carolina orsini comune milano it
Proyecto Arqueológico Antonio Raimondi, Milán, Italia E-mail: intyeli yahoo it
Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Centro Promocional de Investigaciones en
Historia y Antropología, Universidad Nacional de Salta E-mail: cecicastellan88 yahoo com ar
539
I ( ), julio-diciembre 014: 539-549
LOCALIZACI N
AMBIENTE
En el sector medio del valle Calchaquí y a
km al oeste de la localidad de Seclantás se
localiza la laguna de Brealito (S 5 17 1 86 S y O66 1 8 9 a 596 msnm), cuyo origen está
relacionado a un importante deslizamiento de bloques que han cercado un auente del río homónimo (Hongn y Seggiaro 001: 39 Hongn 01 ) La zona de Brealito está comprendida en un
ecosistema de sierra que corre paralelo a la quebrada de Cachi y a pocos kilómetros de sitios como
La Puerta (SsalMol1), Seclantás Adentro o Monte rande II (SsalMol 6), San Isidro (SsalMol
8), San Isidro II (SsalMol 19) y El Churcal (SsalMol 2) (Rafno y Baldini 1983) (gura 1).
Figura 1. Sector noreste de la Hoja Topográca Cachi 2566-III, señalando el área de estudio comprendida
540
Actualmente, la laguna está en territorio de la nca de Luracatao, la cual, en el inicio de la
colonización española, fue una merced real de los conquistadores Hoy en día es considerada un
lugar importante desde el punto de vista simbólico, vinculado a la esfera de lo sagrado como lo
atestiguan diferentes relatos y leyendas (Hermana Estela Maris de la parroquia de Brealito y Juan
Suárez, miembro de la comunidad local, comunicación personal 011) 1
Por su parte, el valle de Luracatao constituye una ramicación lateral del valle principal
del río Calchaquí y es la región más occidental en el ámbito de la Cordillera Oriental Se trata
de una depresión tectónica estrecha, de rumbo submeridiano, con una longitud aproximada de
70 km y un ancho máximo de 7,1 km Se extiende entre los S 4 45 y S 5 7 y representa una
zona de transición entre las provincias geológicas Cordillera Oriental y Puna Las características
climáticas y las condiciones hídricas y orográcas del valle permitieron el desarrollo de suelos
fértiles que conforman un espacio apto para el desarrollo de actividades agrícolas y ganaderas.
Las investigaciones recientes en este valle dan cuenta de una densa ocupación humana sobre las
diferentes geoformas presentes a lo largo de la cuenca, en las terrazas inferiores del río Los sitios
arqueológicos registrados se caracterizan por ser de tipo conglomerado de planta rectangular,
pukara con murallas de circunvalación y aterrazados para cultivo que dan cuenta del alto potencial
de productividad de esta quebrada A partir del paraje La Puerta (SSalMol 7), en Luracatao,
comienzan a observarse terrazas y estructuras arqueológicas que cubren una supercie entre 80
y 100 ha en ambas márgenes del río (Rafno y Baldini 1983), así como en las nacientes, según
mencionan von Tschudi (1858) y Bertrand (1885)
BREALITO
En la vertiente occidental del valle Calchaquí medio, departamento de Molinos, se han
llevado a cabo diferentes investigaciones arqueológicas durante los últimos cuarenta años. Las
prospecciones realizadas por Rafno y Baldini en la década de 1970 (1983) han abarcado parcialmente el área de estudio aquí abordada. Por ejemplo, Rafno y Baldini (1983) describe a
Brealito (SsalMol15) como: Valle de Brealito,
m Al S De la Capilla Viviendas de planta
irregular. Cultura: Santa María Calchaquí, Período Desarrollos Regionales” (Rafno y Baldini,
1983:30) (gura 2).
En los trabajos de campo realizados en 011 y 01 localizamos, en el sector más serrano
de la zona, nuevos sitios arqueológicos con arquitectura y con cerámica de estilo Santamariano en
su supercie y aleros con pinturas en inmediata relación con la laguna (BR02 y BR03) (Williams
et al 01 )
El sitio Brealito 1 (BR 01) es un conjunto de recintos asociados a una peña de gran tamaño,
conocida como Peña Puntuda (S 5 17 16 7 y O66 1 6 3 a 590 msnm), debajo de la cual
se localizó un alero cuyo ingreso está parcialmente cerrado por un muro de 1,47 m de largo y
que presenta en su interior una serie de muros simples que delimitan una antecámara ( ,37m x
3,36 m) y una cámara principal
Brealito (BR 0 ) se localiza en un lugar conocido por los pobladores como Chorrillos
(S 5 17 15 68 y O66 1 19 56 a 461 msnm), ubicado a la izquierda de la ruta provincial N
56 que llega al pueblo de Brealito Allí se registraron cinco recintos de planta cuadrangular, los
cuales se hallan adosados entre sí compartiendo un muro de piedras con argamasa En algunos
sectores los muros se conservan por más de 1m de alto. Sobre una terraza articial cercana a los
recintos anteriores se reconocieron otros cinco de grandes dimensiones con muros de piedra sin
cantear y sin argamasa Estas estructuras son de forma circular u ovalada las de mayor tamaño
miden 4 m x 9 m y las más pequeñas, 4 m x 5 m El material recuperado consiste en lascas de
obsidianas y cuarcita, y fragmentos de cerámica de piezas no decoradas
541
I ( ), julio-diciembre 014: 539-549
Figura Zona de Brealito: izquierda, imagen satelital con sitios registrados y mencionados en el trabajo
derecha, aleros con arte rupestre (sitios BR0 PIC1 y BR07) y vista panorámica de recintos del sitio
BR07 Fotografías de C Orsini, A Capra, C Fredella
En las cercanías de Chorrillos se identicaron varios aleros con paneles que tienen representaciones de antropomorfos en color blanco −como BR02PIC2 (S25°17’18.50” y O66°21’19.70”
a 2.470 msnm)− y diseños zoomorfos, antropomorfos, geométricos y abstractos en color blanco,
amarillo y rojo −BR02PIC1 (S25°17’21.20” y O66°21’21.80” a 2.519 msnm)−. Entre los motivos
zoomorfos se destaca la presencia de un búho en color blanco, también diseños de felinos, un
camélido y representaciones de huellas de suri. Los motivos antropomorfos corresponden a dos
personajes en color amarillo y una escena de caza. Componen también el panel un escutiforme,
una cruz y diversas representaciones abstractas en color rojo La documentación del arte rupestre
se realizó por medio de fotogrametría digital 3
En una terraza sobre el límite superior de BR0 (BR0 PIC3: S 5 17 15 06 y O66 1
60
a 2.513 msnm) se registró otro panel con la representación de una escena de camélidos en color
blanco, negro y rojo, un búho en blanco y otro motivo posiblemente zoomorfo de color blanco
delineado en rojo Finalmente, sobre una peña del sector bajo de Chorrillos y asociada al actual camino de ingreso al pueblo, se localizaron 3 escutiformes y un camélido en color negro
(S 5 17 17 8 y O66 1 18 46 a 441 msnm)
Brealito 3 (BR 03) se localiza en proximidades de la orilla norte de la laguna (S 5 17 8 93 S
y O66 1 59 41 a 469 msnm) Aquí registramos nueve recintos de muros simples para los
cuales se han aprovechado los grandes bloques presentes en el área como parte de los muros
ocupan un área de 1.78 ha. Los abundantes fragmentos cerámicos recuperados en la supercie
corresponden a piezas de estilo Santamariano y entre los materiales líticos se recolectaron fragmentos de obsidiana, además de morteros y batanes de granito
Un camino de herradura comunica el pueblo actual de Brealito con los caseríos que se
encuentran alrededor de la laguna homónima A lo largo de este tramo registramos cinco sitios
arqueológicos realito ‹ (BR 04), localizado sobre una terraza, está formado por recintos circulares
(S25°17’1.86” y O66°21’28.92” a 2.490 msnm) y en su supercie se recuperaron fragmentos de
estilo Santamariano y lascas de obsidiana y cuarcita
54
El sitio os Aleros (S 5 17 00 y O66 1 9 00 a 496 msnm) está formado por dos
abrigos con restos de muros de piedra en su interior
Siguiendo hacia la cumbre del cerro, a 630 msnm de altura, registramos bloques con arte
que llamamos El Enigma os a adores (S 5 17 11 49 y O66 1 44 61 a 639 msnm) El
primero consiste en un conjunto de representaciones abstractas de color amarillo, mientras que
en Los Cazadores se registraron camélidos en color blanco asociados a tres escutiformes y un
personaje antropomorfo en actitud de caza (con arco y echa) enfrentando a un felino. Alrededor
de estas guras se ubican diseños abstractos en color rojo.
En dirección hacia la laguna, debajo de un gran alero rocoso, se halló en supercie un
conjunto de lascas y desechos líticos que fue registrado como a ateada (S 5 17 9 94 y
O66
0 64 a 587 msnm)
Un recorrido por la quebrada del río Brealito, en dirección norte, permitió identicar los
sitios Brealito 5 (BR 05) y Brealito 6 (BR 06) El primero (S 5 15 1 0 y O66 0 57 40 a 598
msnm) presenta un alto nivel de alteración antrópica y corresponde a un pequeño complejo de
recintos localizado sobre una planicie montañosa Se pudo observar cuatro recintos principales,
adosados y comunicados entre sí por medio de vanos El segundo (S 5 16 47 3 y O66 1 3 )
podría ser, posiblemente, un puesto de época colonial. Se trata de una serie de recintos de planta
cuadrangular, cuyas construcciones fueron realizadas en piedra y adobe. En supercie se encontró
material cerámico de factura tosca
El sitio Brealito 7 (BR 07) (S 5 17 4 01 y O66 1 45 76 a 690 msnm) corresponde a
un complejo de estructuras localizadas hacia el norte de la laguna, sobre el sector alto y escarpado del morro donde se registraron gran cantidad de bloques rocosos. Un importante número de
recintos de forma circular y subrectangular con bordes redondeados se distribuyen en diferentes
niveles en el terreno En general, se han aprovechado los bloques naturales para su construcción
y delimitación. En uno de estos bloques registramos representaciones de camélidos en color
negro. En otro, el motivo del camélido es recurrente en color blanco y rojo. El material alfarero
recolectado de la supercie corresponde mayormente a fragmentos incisos y grabados, y algunos
similares a los del tipo San Rafael inciso que fuera propuesto como coetáneo al Período Medio
en la zona 4
VALLE DE LURACATAO
En Luracatao los asentamientos arqueológicos se localizan en las terrazas inferiores del río
y se caracterizan por ser sitios habitacionales de tipo conglomerado de planta rectangular, algunos
en sectores altos con murallas de circunvalación y extensos aterrazados Baldini y De Feo ( 000)
realizaron una prospección en el terreno y señalan la alta potencialidad agrícola, que alcanzan un
estimativo de 350 ha (Baldini y Villamayor 007) que corresponden a estructuras rectangulares,
cuadros de cultivo, andenes, recintos circulares, etc Hasta el momento no se han encontrado
sitios con arquitectura inca, pero sí hay registro de materiales como las piezas que ilustra Odilla
Bregante (1926: 268, g. 319 y 294, g. 354).
Uno de los sitios registrados en el 013 es El Duraznal o El Churquío-Canchones (LU01/
A/1) (S 5 16 8 99 y O66 7 08 15 a 653 msnm) que corresponde a un gran asentamiento
agrícola localizado sobre depósitos de origen aluvial que nacen al pie de las cumbres de Luracatao
y llegan hasta las terrazas uviales del río homónimo. Se emplaza a unos 300 m en dirección oeste
de la actual población de La Puerta En este asentamiento pudimos observar en las prospecciones,
estructuras agrícolas diversas (canchones, andenes, grandes recintos rectangulares y recintos circulares adosados) sobre el sector medio y bajo del cono. El uso de fotografías aéreas e imágenes
satelitales permiten señalar la presencia de estructuras circulares y rectangulares en el sector su543
I ( ), julio-diciembre 014: 539-549
perior de dicha geoforma Los materiales cerámicos recolectados corresponden a fragmentos de
estilo Santamariano y otros de manufactura tosca. Debido a la gran supercie que abarca el sitio,
se decidió delimitar un área del sector bajo del cono (cercano a la actual ruta) para realizar un
croquis y el relevamiento planialtimétrico utilizando un equipo GPS de doble frecuencia, marca
Leica modelo GX1230 con antena geodésica AX1202 (gura 3).
Figura 3 Plano de un sector del sitio LU01/A/1 realizado mediante instrumentación PS de doble
frecuencia Cortesía de los Ing Capra, Bertacchini y Castagnetti
Luracatao 1 Sitio Buena Esperanza (LU01/B/1) (S 5 15 55 0 y O66 6 38 00 a 650
msnm) se localiza sobre el faldeo de la colina en cuya cima se ubica otro sitio, el Fuerte de Elencot
Corresponde a un asentamiento de tipo conglomerado característico del Período de Desarrollos
Regionales (PDR), con recintos rectangulares, tumbas asociadas y grandes piedras con morteros
Es un sitio que ha sido saqueado en forma reiterada y en supercie se recolectaron fragmentos
decorados de estilo Santamariano bicolor, tricolor y negro sobre rojo, y otros del estilo San José,
además de ollas, urnas y pucos Algunos de ellos se destacan por presentar abundante muscovita
en la pasta
El Fuerte de Luracatao o Elencot, LU01/C/1 (S 5 16 1 75 y O66 6 40 50 a 698 msnm)
es un asentamiento tipo pukara localizado entre el río Churquío (hacia el sur) y la uebrada Honda
(hacia el norte), espacialmente vinculado al río Luracatao y a los sitios Churquío canchones (hacia
544
el oeste) y Buena Esperanza (al norte) Presenta vestigios de tres líneas de murallas a diferentes
alturas sobre las laderas oeste y sudoeste En la cima se registra una hondonada (en sentido noroeste-sudeste) que dene dos sectores en los cuales se emplazan recintos de diferente tamaño y
morfología Durante nuestra primera prospección hemos podido registrar al menos 50 estructuras,
por lo que se constituye en la mayor concentración de estas en el sector noroeste y norte de la
cima, sobre ambas lomadas Es importante destacar las excelentes condiciones de visibilidad
que se tiene desde este sitio hacia todo el valle, tanto de la llanura aluvial del río como el abra
de los Diablillos que comunica con la puna En dirección al límite sudeste, sobre una elevación
intermedia entre la cima y la base, pudimos registrar la presencia de una gran peña que presenta
recintos semicirculares adosados y que es considerada por la población actual como huaca Este
sitio podría corresponder al denominado Loma de Luracatao (SSalMol 46) descripto por Baldini
y De Feo como un asentamiento con unidades de vivienda aglutinadas emplazadas sobre un
promontorio elevado unos 0 m sobre el fondo de valle, de paredes escarpadas y casi verticales
que hacen su acceso muy dicultoso” (op cit. 2000: 90) (gura 4).
Figura 4 Valle de Luracatao: izquierda, imagen satelital con sitios registrados y mencionados en el
trabajo derecha, vista panorámica de los sitios LU01/C/1 y CU01 Fotografías de E Benozzi y A Capra
En el paraje de Cuchiyacu, ubicado al sur de Luracatao (S 5
14 59 y O66 6 6 06
a 498 msnm) se encuentra el sitio homónimo (CU 01) Se trata de un asentamiento emplazado
sobre la ladera noreste de un cerro con pendientes pronunciadas A medida que se asciende al
sitio se observan muros de contención y recintos subrectangulares y circulares con muros dobles, en algunos casos asociados a grandes bloques rocosos con morteros En algunos sectores
la conservación es buena y se pueden apreciar muros de hasta 1,80 m de altura Mientras que en
el sector bajo la acción hídrica ha provocado notable alteración por el derrumbe y deslizamiento
de las construcciones y del material Por esta razón, es posible encontrar gran cantidad de ma545
I ( ), julio-diciembre 014: 539-549
terial cerámico, lítico y restos óseos humanos y faunísticos, principalmente en el sector bajo del
cerro Los materiales recuperados corresponden a fragmentos de estilo Santamariano (bicolor y
tricolor), un pie de compotera, fragmentos de alfarería de manufactura tosca, abundantes lascas
de obsidiana y una punta de proyectil de la misma roca El lugar de emplazamiento del sitio y
las condiciones de visibilidad que se tiene desde allí hacia el sudeste del valle (actual camino
de ingreso y conexión natural con el valle central y con la quebrada de Tacuil) permiten pensar
una conexión con otros espacios y con las vías de acceso naturales al valle de Luracatao desde
el sur Por otro lado, desde el sector medio del sitio es posible visualizar perfectamente el Fuerte
de Luracatao o Elencot
CONSIDERACIONES FINALES
La información aquí presentada aporta nuevos datos que permitirán ahondar sobre problemas
claves de la arqueología de las quebradas altas del Calchaquí medio como la interacción social,
los mecanismos de interacción de media y larga distancia, la variabilidad en el aprovechamiento
productivo a lo largo del tiempo, los cambios y continuidades en la construcción del espacio
habitacional, la circulación de personas, bienes y recursos y conicto social, entre otros.
Las cuencas formadas por los ríos Luracatao y Brealito presentan múltiples evidencias
arqueológicas como asentamientos conglomerados posiblemente correspondientes al PDR, recintos aislados, aleros con arte rupestre y otros con arquitectura como muros internos y extensas
supercies de cultivo.
En Brealito, un estrecho valle dominado por una laguna formada hace 3000 años, se han
registrado varios sitios con arte rupestre con representaciones de camélidos individuales y otros
con motivos de rebaños, además de campamentos ara) y numerosos abrigos y/ reparos naturales
(Nielsen 1997 Martel 011) Será de fundamental importancia en un futuro realizar investigaciones puntuales sobre el arte para reconocer si existen o no diferencias cronológicas Podemos
decir que algunos motivos de camélidos registrados como los de BR02PIC1 (gura 2) presentan
características similares a patrones, cánones (H3) y diseños del PDR y PDR/Inka propuestos por
Aschero ( 000) y a los motivos de rebaños reconocidos para el Valle Encantado (Martel 011:
133) Además se deberá integrar otro tipo de evidencia como las características del emplazamiento
y el registro de estructuras rituales y ofrendas, entre otros, para evaluar si estamos ante la presencia
de contextos de producción pastoril y de caravanero, datos que además deberán integrarse con el
registro de excavaciones y planimetría
En el amplio valle de Luracatao el registro arqueológico nos remite a ocupaciones que pueden
remontarse al Formativo y que continuaron hasta momentos coloniales Para el PDR (900 d C1400 d C) registramos sitios habitacionales del tipo pukara como el Fuerte de Elencot o Luracatao
y Cuchiyacu, un sitio conglomerado en faldeo y, grandes extensiones agrícolas, tan características
de las quebradas altas como ualfín y Tacuil (Baldini y De Feo 000 Baldini et al 004 y Baldini
y Villamayor 2007). No podemos establecer la liación cronológica de los aterrazados en esta
etapa de la investigación, pero podemos adelantar que para el sitio el Churquio, los fragmentos
cerámicos recolectados en supercie se adscriben al Formativo. Este registro, sumado al histórico
de los siglos VII y VIII, nos permite sugerir una ocupación de larga duración en este valle,
situación que ha sido planteada también para la quebrada de Tacuil, localizada inmediatamente
al sur de Luracatao Asimismo, el emplazamiento lineal (norte-sur) entre Cuchiyacu y Elencot es
muy similar a la que se ha registrado para el sector de Gualfín y Tacuil como los pukara de Gualn,
Tacuil, Mayuco, Pueblo Viejo y El Alto ( illiams y Castellanos 011 illiams y Villegas 013)
Este sugestivo emplazamiento nos permite plantear hipótesis a una escala más amplia sobre la
importancia y el simbolismo que tuvieron los pukara desde el PDR hasta la Colonia temprana en
546
este sector del valle Calchaquí La información histórica refuerza el protagonismo y la relevancia
de las poblaciones locales y los Fuertes durante los alzamientos de los pueblos del valle En los
relatos del gobernador Albornoz (en Larrouy 19 3) y del padre Torreblanca (Torreblanca 1659)
se destaca la gran cantidad de granos, legumbres, trigo, cebada y algarroba que disponían las
poblaciones durante el asedio al Fuerte de Elencot o Umacathao, cuando la zona fue escenario
de sangrientas batallas entre los conquistadores y las poblaciones originarias
A RADECIMIENTOS
Los trabajos de campo se han realizado con un subsidio del Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia (Ufcio V, Archeologia), del Museo del Castello Sforzesco (Raccolte Extraeuropee) y de la Universidad de Modena y Reggio-Emilia (Dipartimento di Ingegneria Enzo Ferrari)
Agradecemos al Museo de Antropología de Salta a Carlos Calzadilla por su colaboración en los
trabajos de campo al gerente de la Finca Luracatao, Campo Rosario S C A , Ing Enrique López
Lecube y al Director de la Escuela Técnica N°3145 de Luracatao, Sr. César Guaymás y a toda la
comunidad de La Puerta y del valle de Luracatao por habernos recibido
NOTAS
1
3
4
Actualmente los pobladores del valle de Luracatao y Brealito se organizan en las Comunidades de Cuchiyacu, Patapampa, La Laguna, Cieneguilla, Cabrería, El Duraznal, La Puerta, La Sala, La Aguadita,
Alumbre y Condorhuasi, que a su vez forman parte de la organización territorial de la Unión Diaguita
Calchaquí
Este podría tratarse del sitio con terrazas y recintos de pirca que registramos como Brealito BR01
Los trabajos de topografía estuvieron a cargo de los ingenieros Eleonora Bertacchini, Alessandro Capra
y Cristina Castagnetti del Departamento de Ingeniería Enzo Ferrari de la Universidad de Módena y
Reggio Emilia (Italia)
Rafno et al (1979-198 ) mencionan materiales Aguada presentes en siete sitios del valle Calchaquí:
Brealito II, San Rafael, La Angostura, La Represa Rodó, San Carlos y San Lucas Para los autores el
componente Aguada en este valle está representado principalmente por los tipos San Rafael (grabado,
pintado, interior gris) y La Represa pulido (Serrano 1966) Los autores plantean que hacia el 1000 d C
se daría lugar a una transición entre las formas e iconografía del estilo Aguada del valle Calchaquí hacia
el Santamariano
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ISSN 03 51 (versión impresa) ISSN 185 -1479 (versión online)
Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología
I ( ), julio-diciembre 014: 551-557
NOTA
AN LISIS DE LA VARIA ILIDAD DE LOS PARAPETOS EN LA MESETA
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Fecha recepción: 14 de noviembre de 013
Fecha aceptación: 0 de agosto de 014
INTRODUCCI N
Los parapetos son estructuras de piedra, en general semicirculares, formadas por la acumulación intencional de rocas sin argamasa (gura 1). En las décadas de 1950-1960, Gradin recorrió
la meseta del lago Strobel y fue el primero que dio a conocer este tipo de estructuras. Estos apostaderos como los llama primeramente fueron registrados en grandes cantidades, agrupados y
orientados al oeste, lo que se vincula con la dirección de proveniencia del viento en la mayoría
de los casos, se encontró material lítico en su supercie. Estas estructuras pueden hallarse tanto
en plena meseta como asociadas a barrancas rocosas (Gradin 1959-60). Las diferencias señaladas
en la ubicación y en el tipo de material lítico relacionado fueron atribuidas a estadías más o menos prolongadas que, aunque siempre temporarias, se relacionarían con actividades de caza o de
habitación por parte de cazadores-recolectores. Asimismo, el autor citado distingue entre variadas
formas: en arco, semicircular, en ángulo recto y circular (Gradin 1959-60).
En un trabajo posterior, centrado en la meseta de Somuncurá, asocia la morfología circular
con posibles bases de viviendas tipo toldo la evidencia hallada en su interior le permite sostener
estadías más prolongadas, por lo que los categoriza como paraderos con ocupación temporaria pero
repetida en el tiempo (Gradin 1971). Además, también se han registrado parapetos en la meseta
del lago Buenos Aires a los cuales Gradin (1976) les adscribe un carácter de vivienda.
Especícamente dentro de la provincia de Santa Cruz, otros conjuntos de parapetos que
se destacan son los registrados en la Pampa del Asador (Cassiodoro 008, entre otros) y en la
adyacente meseta del Guitarra (Goñi et al 2010). Allí se ha estudiado un gran conjunto de estructuras cuyo análisis subraya la utilización con distintas nalidades: como apostaderos de caza, de
procesamiento de recursos faunísticos y líticos o, incluso, con un uso más doméstico. A su vez,
Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. E-mail: [email protected]
551
I ( ), julio-diciembre 014: 551-557
se constataron diferencias en su función a través del tiempo (Cassiodoro 2008). En otras áreas,
tales como la meseta del Cardiel Chico (Belardi et al 013) y la Meseta Central (Magnin 010),
también se ha destacado una asociación de parapetos con actividades vinculadas con la caza.
Más allá de los acercamientos a este tipo de estructuras recién mencionados, hasta el momento
no se han realizado trabajos especícos que presenten un procedimiento metodológico claro para
el análisis de los parapetos. Es por ello que este trabajo plantea una forma de sistematización
de dichas estructuras cuyo n último es organizar la variabilidad observada y caracterizar su
diversidad. A su vez, esta caracterización busca contribuir a la discusión en torno a posibles usos
diferenciales de las estructuras. A tal n, se sintetizará la información proveniente de una muestra
de parapetos registrados en la meseta del Strobel (gura 2) (Belardi y Goñi 2006).
Figura 1. Foto y esquema de un parapeto de la meseta del Strobel
La meseta del Strobel, ubicada en el centro oeste de la provincia de Santa Cruz (gura 2),
se caracteriza por un ambiente de semidesierto con fuertes vientos provenientes del oeste y una
marcada estacionalidad que implica una gran carga de nieve en los meses invernales.
En cuanto al registro arqueológico, se destaca la gran cantidad y diversidad de grabados
rupestres presentes en paredones basálticos, donde también se registran artefactos líticos (Gradin
1959-60; Belardi y Goñi 2006; Re 2010, entre otros). Además, tal como fue mencionado, se han
registrado parapetos y conjuntos líticos asociados a estos (Espinosa et al. 2009; Goñi 2010). Es
importante considerar la gran cantidad de parapetos (n: 206) y su ubicación en toda la extensión
de la meseta, de la cual solo se ha relevado un 10%. En cuanto a la cronología, los fechados
radiocarbónicos obtenidos indican un uso principalmente tardío de la región ya que se enmarcan
principalmente en los últimos 1.300 años. Sin embargo, se han registrado algunas evidencias que
pueden ser asignables al oloceno medio (Goñi 2010; Re 2010).
De acuerdo con lo mencionado, se ha planteado que esta meseta habría sido un espacio de
uso logístico y estacional con nes de caza. Por su parte, los análisis realizados sobre las representaciones rupestres llevaron a proponer que en la meseta del Strobel se habría dado un proceso
de convergencia poblacional (Belardi y Goñi 2006; Goñi 2010; Re 2010). Se sostiene entonces
que este ambiente mesetario habría sido plenamente incorporado a los circuitos de movilidad de
los cazadores-recolectores para momentos del Holoceno tardío, en concordancia con bajas en la
humedad regional (Goñi 2010).
55
Figura 2. Mapa del área de estudio. Referencias: PNPM: Parque Nacional Perito Moreno
METODOLOGA
En esta primera instancia, con el n de identicar patrones, se seleccionó una muestra al
azar de 50 parapetos de un total de 206 relevados hasta la campaña del año 2013, lo que constituye poco menos del 25%. Las investigaciones se encuentran en curso por lo que la cantidad de
estructuras indefectiblemente aumentará por ello, en una segunda instancia, los procedimientos
aquí desarrollados serán implementados a dicha totalidad. Para cada uno de los parapetos se
tuvo en cuenta el rasgo del paisaje al cual estaba asociado: sobre borde de cañadón, próximo
a lagunas, en pampas altas o sobre elevaciones. Esta última característica está relacionada con
resaltos que pueden observarse en la supercie que implican diferencias de altura a lo largo de
la meseta. Asimismo, otra variable destacada fue la morfología general del parapeto de acuerdo
a cómo fueron dispuestas las rocas que lo componen de esta manera se distinguieron, sobre la
base de la propuesta de Gradin (1959-60), las siguientes formas: arco, semiarco, círculo o recto.
Por otra parte, dentro de las dimensiones se consideró la medida de cuerda de cada caso (gura
1). A su vez, dado que los parapetos pueden hallarse de manera aislada o en conjunto, se procedió
a contabilizar dicha característica. En este caso se establece que hay un conjunto de parapetos
cuando se observa una asociación entre las estructuras (visibilidad, estructuración dentro del
553
I ( ), julio-diciembre 014: 551-557
mismo sector) y como parámetro una distancia de 50 metros o menos entre una y otra. Por último,
también se consideró el aprovechamiento del aoramiento basáltico propio de la meseta en la
conformación del parapeto.
A partir de las variables mencionadas se procedió a cruzarlas con el n de lograr una
descripción más exhaustiva de las estructuras así como identicar patrones en su construcción
y emplazamiento. Para esto, la asociación con alguna característica topográca fue la primera
aproximación en la presentación de la información ya que fue la seleccionada para organizar la
variabilidad.
RESULTADOS
En primer lugar, se destaca la distribución de la muestra de parapetos por sector topográco:
la mayoría se encuentra próximo a alguna laguna (n: 22) (tabla 1); luego, en frecuencias menores,
se localizan sobre el borde del cañadón (n: 13) y sobre pampas aisladas (n: 11); por último, hay
poca representación en elevaciones del terreno (n: 4). En segundo lugar, al considerar las diferentes
morfologías (tabla 1), se observa que la forma semiarco es la más frecuente en todos los sectores
topográcos. Sobre el borde del cañadón se halla representada toda la variabilidad de morfologías,
mientras que lo contrario ocurre sobre las elevaciones, donde solo se encuentran aquellos con
forma de semiarco. Por su parte, las estructuras sobre pampas tienen una representación mayor
de la forma arco, mientras que los parapetos sobre lagunas tienen formas variadas y aquellos en
forma de arco y rectos se encuentran igualmente representados.
Tabla 1. Morfología de parapetos según sector topográco
Mo olo a
a co
c c lo
ec o
se i a co
Borde de cañadón
7,69%
7,69%
7,69%
76,92%
100
(n:13)
Próximo a laguna
18,18
18,18
63,64%
100
(n:
100
(n:4)
100
(n:11)
100
n 50€
Sobre elevación
-
-
Sobre pampa
-
36,36%
To al
1Š
-
-
n ‰€
2
100
9,09
n 1€
12
To al
54,55
n ‹€
‹Š
n 4€
)
En lo que reere a los rangos de cuerda, tal como se observa en la tabla 2, hay variabilidad
en cuanto al ancho más frecuente por sector, si bien en ningún lado predominan los superiores a
6 metros y no se han registrado sobre elevaciones o resaltos del terreno.
Tabla 2. Rangos de cuerda de parapetos por sector topográco
Ran os e c e
1-
1-‹
‹
o
s
To al
Borde de cañadón
3,08
69,23%
7,69%
100
(n:13)
Próximo a laguna
54,55
36,36%
9,09
100
(n:
Sobre elevación
5
75
Sobre pampa
63,64%
7, 7
To al
554
a
4‹
n2 €
4‹
n2 €
Š
)
-
100
(n:4)
9,09
100
(n:11)
100
n 50€
n 4€
Tal como fue especicado, otra variable relevada se relaciona con la utilización o no del
aoramiento rocoso propio de la meseta basáltica como base para la construcción en las estructuras (tabla 3). Como patrón general se observa que un 72% no utiliza el aoramiento en su
construcción. Aquellos casos que sí lo presentan tienden a estar sobre elevaciones y, en menor
medida, próximos a lagunas.
Tabla 3. Utilización de aoramiento en la estructura del parapeto según sector topográco
Aoramiento
no
Borde de cañadón
Próximo a laguna
84,62%
54,55
Sobre elevación
Sobre pampa
To al
si
15,38
45,45
50
100
ˆ2
n ‹€
50
n 14€
2Š
To al
100
100
100
100
100
(n:13)
(n: )
(n:4)
(n:11)
n 50€
En lo que reere a los conjuntos de parapetos y a las estructuras aisladas, se observa que,
en general, se hallan en similares proporciones (tabla 4). Se destaca que para aquellos localizados
en las pampas, la frecuencia de parapetos aislados es mayor.
Tabla 4. Porcentajes de parapetos aislados o en conjunto según sector topográco
aisla os
Borde de cañadón
Próximo a laguna
Sobre elevación
Sobre pampa
To al
46,15%
54,55
50
63,64%
54
n 2ˆ€
en con n o
53,85
45,45
50
36,36%
4‹
n2 €
To al
100
100
100
100
100
(n:13)
(n: )
(n:4)
(n:11)
n 50€
DISCUSI N
En este trabajo se realizó un primer acercamiento a la sistematización y organización del
estudio de parapetos en la meseta del Strobel. La gran cantidad hallada permite abordar un análisis
más especíco de dichas estructuras atendiendo a las características que presentan y su diversidad.
Es así que el sector topográco donde fueron emplazados resultó una primera línea de entrada
como medio para abordar la variabilidad. De esta manera se observó que la mayor concentración
de estructuras es en sectores cercanos a fuentes de agua, lo que podría estar vinculado con la concentración de especies faunísticas en lagunas y vías de escape. A su vez, los parapetos ubicados
en estos sectores son los que presentan mayor variabilidad en términos de forma y de ancho de
cuerda. Asimismo, se ha constatado un alto porcentaje de uso del aoramiento, relacionado con
el aprovechamiento del espacio de manera particular. Por otra parte, la presencia de parapetos
en elevaciones del terreno y en pampas aisladas también podría dar cuenta de una estrategia de
caza en esos sectores con características distintas. Particularmente, los parapetos localizados en
pampas aisladas no utilizan el aoramiento, lo que indicaría la construcción er e sin el aprovechamiento de la disposición de la supercie basáltica. Además, en este sector se ha registrado la
frecuencia más alta de parapetos en forma de arco. Lo recién mencionado podría estar relacionado
con una funcionalidad diferente o un modo de acecho particular dependiente de la topografía. En
555
I ( ), julio-diciembre 014: 551-557
este sentido podría evaluarse si la variabilidad registrada se vincula con el desarrollo de mayor
diversidad de tareas en aquellos sectores cercanos a fuentes de agua que implicarían diferentes
características en las estructuras. En todo caso, los análisis líticos y faunísticos en curso serán
una vía de entrada fundamental para abordar este tema.
En denitiva, los parapetos evidencian un equipamiento del espacio (Kuhn 1995) que implica
una planicación y organización anticipatoria de tecnología, que en este caso estaría directamente
vinculada con un patrón especíco de uso del espacio para la obtención de recursos faunísticos
concentrados de manera estacional. Es así, entonces, que las actividades estarían claramente
estructuradas y los parapetos serían un claro ejemplo de redundancia y de reutilización que reere, en términos de Brooks y Yellen (1987), a instancias en donde el espacio es organizado y
usado en un patrón que es espacialmente congruente con las ocupaciones previas de ese mismo
espacio. Lo que se ha querido resaltar es que el análisis especíco de los parapetos hallados en
la meseta del Strobel permite dar cuenta de características más especícas en cuanto a cómo fue
dicho equipamiento de este espacio. Si bien las estructuras podrían vincularse con actividades de
caza, se destaca la variabilidad registrada. La ubicación de los parapetos, así como su morfología, tal como lo planteara Gradin (1959-60), podrían indicar distintas funcionalidades, un punto
que debe seguir bajo estudio. Asimismo, podrían abordarse, a futuro, otras variables tales como
rangos de profundidad y altura máxima, densidad y supercie, entre otras, en vistas a ampliar la
investigación.
AGRADECIMIENTOS
Las investigaciones fueron subsidiadas por los proyectos PIP CONICET 0122, UBACyT
 441. Agradezco a la Dra. Gisela Cassiodoro por sus comentarios y sugerencias, así como a los
evaluadores; a Isidro Flores Coni por su ayuda con las guras.
BIBLIOGRAFA
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557
MEMORIA DE LA SOCIEDAD ARGENTINA DE ANTROPOLOGÍA
1 DE … LIO DE 201 AL 0 DE … NIO DE 2014
En el primer semestre informado continuó el ejercicio de la Comisión Directiva y el órgano de
Fiscalización, titulares y suplentes, elegidos durante la Asamblea eneral Ordinaria celebrada el
día 15 de diciembre de 011 para el período 01 - 013, integrada por:
Presidenta:
Secretaria:
Tesorera:
Vocal Titular Primero:
Vocal Titular Segunda:
Vocal Suplente Primero:
Vocal Suplente Segunda:
Revisora de Cuentas:
Revisora de Cuentas:
Verónica I illiams
Sonia L Lanzelotti
Cristina Bellelli
Mónica A Berón
Laura Miotti
Patricia Madrid
Carolina Crespo
Valeria Bernal
Lorena Rodríguez
En asamblea eneral Ordinaria celebrada el día 5 de diciembre de 013 se eligieron las autoridades
para el período 014- 015 y la CD quedó constituida por:
Presidenta:
Secretaria:
Tesorera:
Vocal Titular Primero:
Vocal Titular Segunda:
Vocal Suplente Primero:
Vocal Suplente Segunda:
Revisora de Cuentas:
Revisora de Cuentas:
Mónica A Berón
María Fabiana Bugliani
María Pita
Carlos Zanolli
Mara Basile
Verónica Lema
Juan Engelman
Darío Hermo
Laura Miotti
En la reunión de CD de fecha 16 de abril de 014, se consideró y aprobó la renuncia de la Dra
María Pita al cargo de Tesorera por razones personales De acuerdo al estatuto de la Sociedad
Argentina de Antropología este cargo debe ser cubierto por los Vocales Titulares Dado que el
1 Vocal Carlos Zanolli manifestó imposibilidad técnica para ocuparse de las tareas de tesorería
y siguiendo el Estatuto, asumió la posesión del cargo la Vocal Titular, Dra Mara Basile
TRA A…O EDITORIAL
RELACIONES e la SOCIEDAD ARGENTINA DE ANTROPOLOGÍA
Relaciones
VIII 201 € NŒ e os 1 ‚ 2
En el mes de julio de 013 se publicó la versión electrónica del Tomo
VIII(1) y en el mes
de noviembre de 013 se publicó la edición electrónica del Tomo
VIII( ) En el mes de
diciembre estuvieron disponibles los 600 ejemplares impresos y comenzó el período de distribución entre los socios al día que continuó en 014
559
Relaciones
I
2014€ NŒ e os 1 ‚ 2
En el mes de septiembre de 013 se envió a los socios la convocatoria para presentar artículos
inéditos para este volumen. La convocatoria nalizó el 15 de noviembre del mismo año. En el
mes de julio de 014 se publicará la versión electrónica del Tomo
I (1) y en el mes de
noviembre de 014 se publicará la edición electrónica del Tomo
I ( ) Asimismo, en el mes
de diciembre, previo a la Asamblea Anual Ordinaria, se dispondrá de los ejemplares impresos
del Tomo
I (N 1 y )
A partir de 014 las tareas de corrección de estilo y edición de la Revista Relaciones comenzaron
a estar a cargo de la Dra Anabel Feely, como Editora Responsable, junto a la Directora de
la publicación Asimismo por razones operativas se amplió el Comité Editorial de la revista
incorporando al Dr Jorge Martínez y el Lic Claudio Revuelta
CAN…E INTER I LIOTECARIO NACIONAL E INTERNACIONAL
Se completó el envío de revistas por canje nacional e internacional del tomo
VIII ( 013) La
SAA continúa realizando el canje interinstitucional con instituciones nacionales y de diferentes
países: Brasil, Chile, Francia, México, Perú, Portugal y Estados Unidos Se respondió a la solicitud
de bibliotecas nacionales y extranjeras enviando números faltantes de Relaciones, así como tomos
anteriores, a los representantes del interior Se realizaron ventas a librerías, distribuidores y durante
la celebración de congresos o jornadas cientícas.
COLECCIÓN TESIS
SERIE P
LICACIONES
Continuó el trabajo editorial de la Sociedad relacionado con las Colecciones Tesis Doctorales y
Tesis de Licenciatura y con la Serie Publicaciones de la SAA que actualmente está a cargo del
Dr Leandro Luna
Dentro de la Se ie P licaciones e la SAA, en el período comprendido en esta memoria se publicó
el título Al orde del Imperio aisa es sociales materialidad memoria en reas peri ricas del
Noroeste argentino, compilado por Verónica I illiams y M Beatriz Cremonte
Dentro de la olecci n esis en este período se aprobó la propuesta de publicación de la Tesis
Doctoral de Hernán De Angelis, al igual que la de Emilia Iucci
Asimismo se aprobaron los proyectos de publicación presentados por la Dra De Jong y por la
Dra. Cañedo, respectivamente. Continúa en proceso el proyecto de publicación del libro El sitio
en ue I n cementerio pre isp nico en la pampa occidental Estilo de vida e interacciones
culturales de ca adores recolectores del cono sur americano, cuya compiladora es la Dra
Mónica Berón
OTRAS EDICIONES
Re ista de Ar
eología
ist rica Argentina
atinoa ericana RA A
En junio de 2014 se rmó el acuerdo con la RAHAyL para la publicación del número 8 de la
revista que constará de dos volúmenes (1 y ) los cuales estarán disponibles online en julio y
diciembre de 014 respectivamente
560
C RSOS CON ERENCIAS
OTRAS ACTIVIDADES
El 10 de junio de 2014, en instalaciones del Museo Etnográco se dictó la conferencia “Cerro
Blanco originó la mayor erupción de los últimos 5000 años en el Noroeste de Argentina” auspiciada
por la SAA junto con el Proyecto Arqueológico Chaschuil-Abaucán La misma estuvo a cargo de
los Dres José Luis Fernández Turiel (investigador del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume
Almera, Consejo Superior de Investigaciones Cientícas en Barcelona) y Francisco José Pérez
Torrado (Profesor del Departamento de Física, rupo EOVOL, Universidad de Las Palmas de
ran Canaria)
Además, en el período que se informa se realizó la planicación y organización del Curso “Adobe
Illustrator para arqueólogos y antropólogos” que estará a cargo del docente Víctor Pagano,
Diseñador Gráco. El mismo se dictará en el Aula Taller Museo Etnográco J.B. Ambrosetti y
la SAA retendrá el 0 del valor recaudado por inscripto
A SPICIOS
Se otorgó el Auspicio a los siguientes eventos:
-4th Southern Deserts Conference uaternary Evolution of Desert Landscapes and Peoples,
noviembre de 014, Uspallata, Mendoza Además se estableció la colaboración de la SAA en temas
administrativos y contables La Sociedad recibirá en la cuenta bancaria los montos de inscripción
al evento, los cuales serán transferidos luego a la organización, quedando un porcentaje del 5
a favor de la SAA
-II Seminario Argentino-Brasilero de Etnobiología, septiembre de 014, La Plata
-I Congreso Nacional de Arte Rupestre (CONAR) septiembre de 014, Rosario
-1 va Conferencia Internacional de Arqueozoología del ICAZ, octubre
Mendoza
014, San Rafael,
-VI Paleopathology Asociation Meting in South America (VI PAMinSA), agosto de 015, Buenos
Aires
-IV Encuentro sobre Antropo-Semiótica de la Muerte y el Morir, noviembre de 015 Misiones
-Sexto Encuentro de Discusión Arqueológica del Nordeste Argentino, septiembre
ualeguaychú, Entre Ríos
015,
-V Taller de Discusión sobre Restitución de restos humanos de interés arqueológico y
bioantropológico, julio de 015, Córdoba
- I Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Tucumán 016
Asimismo, se informa que la Comisión Directiva ha establecido solicitar a los organizadores
de los eventos que requieran auspicio, considerar un descuento a socios con cuota al día en las
inscripciones a dichos eventos
561
GESTIONES
 Se modicó y actualizó el acuerdo modelo para publicaciones periódicas.
Se tramitó un pedido de subsidio ante el Fondo Nacional de las Artes para la impresión de la
revista Relaciones 39, Números 1 y ( 014), que aún espera resolución
A mediados de 014 se nos comunicó el ingreso de la Revista Relaciones al Núcleo Básico de
Revistas del CAICyT Este gran logro ha sido posible tras largas gestiones de las dos Comisiones
Directivas anteriores
Se efectuó la renovación del dominio de página eb en Nic Ar Continuamos actualizando
la página eb de la Sociedad (
saantropologia org ar) con la colaboración del Dr Catriel
Greco. Durante los primeros meses de este año se buscaron opciones para la modernización y
mantenimiento de la página y se eligió al Diseñador Gráco Víctor Pagano para realizar estas
tareas que se encuentran en proceso
Se participó en el taller “Reexión y discusión acerca de los criterios de evaluación utilizados por
los organismos públicos (nacionales, provinciales o municipales) encargados del nanciamiento
cientíco y académico”, llevado a cabo el día 3 de mayo de 014 en el INAPL, asistieron en
representación de la SAA la Secretaria Dra M F Bugliani y la Tesorera Dra Mara Basile
La SAA fue convocada por la Society for American Archaeology a participar en una reunión con
responsables del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo A la misma asistieron
como representantes la Presidenta Dra Mónica Berón y la Dra V illiams, expresidenta de la
SAA Dicha reunión tuvo el objetivo de iniciar una discusión acerca de las normativas de estas
instituciones respecto a los términos de protección del patrimonio cultural en casos de intervención
de dichos organismos en grandes obras de infraestructura en América Latina Tanto los funcionarios
del BM como los del BID expusieron sus intenciones y documentos, como algunos de los países
que presentamos casos se rescate, protección, etc La Argentina tuvo un espacio particular donde
las Dras Berón y illiams expusieron un documento elaborado sobre la base de las respuestas
de algunos especialistas argentinos en el tema de rescate arqueológico y manejo de recursos
culturales Agradecemos la colaboración a los socios y colegas Norma Ratto, Silvana Espinosa,
Roberto Molinari, Julieta ómez Otero y M L Endere quienes aportaron información y sus
experiencias De esta manera la SAA ha jugado un rol importante en este espacio que se abre
para América Latina
TAREAS ADMINISTRATIVAS
Se cumplió con la entrega de la documentación requerida por la Inspección eneral de Justicia,
para mantener la vigencia de la personería jurídica
Se actualizó y completó el listado de contactos de socios por correo electrónico y se continuó
con la distribución de la información de interés entre todos ellos
Se efectuó una actualización del stock de los libros y revistas a la venta Se hace cargo de dicha
tarea el Lic Juan Engelman
56
Se continuó actualizando el inventariado de los libros y revistas que conforman la biblioteca de
la SAA, incluyendo publicaciones recibidas por canje, donaciones de libros y revistas de edición
propia El mismo se está efectuando con la colaboración de la bibliotecaria Sra Elsa M Cufré, a
quien agradecemos su desinteresada colaboración
Se prosiguió con el cobro de cuotas sociales a través de la cuenta corriente en el Banco Río,
sucursal 03, de la C A B A y también personalmente a través de los miembros de la Comisión
Directiva y de los representantes de la SAA en las provincias. A nes de noviembre de 2013
se incorporó al Lic. Gabriel Acuña como representante en la provincia de La Rioja, dada su
residencia en la vecina provincia de Catamarca y su relación con la Universidad Nacional de La
Rioja Durante 014 y ante la renuncia de la Dra Cremonte se designó a la Dra Clarisa Otero
como nueva representante de la SAA en Jujuy Aprovechamos para agradecer toda la labor
realizada por la Dra. Cremonte durante los últimos años. Asimismo la Dra. María Clara Álvarez
representante de la SAA en Olavarría fue reemplazada por la Lic Ana Paula Alcaraz durante su
ausencia por viaje
Se llevaron a cabo los estados contables y el informe del Revisor de Cuentas del ejercicio 013014 El balance estuvo a cargo del contador Javier uerra del Estudio Chicote
Se completó la actualización del padrón de asociados, comunicándonos en forma individual con
cada uno de los socios que registraban más de tres años de cuotas impagas, a n de conocer su
interés en continuar perteneciendo a la SAA, e indicando el monto adeudado en cada caso Muchos
de ellos regularizaron su situación Asimismo, en el transcurso de este ejercicio se dio de baja a
9 miembros, por incumplimiento de sus deberes como asociados según establece el Estatuto Se
continuará con la depuración del libro de socios en función de las respuestas recibidas
Se aceptaron las solicitudes de asociación de 37 nuevos socios al momento de cerrar esta
Memoria
En la Asamblea Anual Ordinaria del 5 de diciembre de 014 se nombró socio honorario de la
Sociedad Argentina de Antropología al Lic Carlos Alberto Aschero
Rec
sos
Los recursos de la Sociedad Argentina de Antropología están constituidos exclusivamente por
el aporte de los socios y, eventualmente, alguna donación (en el período que se informa no se
registró ninguna) o la obtención de subsidios (tampoco se registró en el momento informado)
Con estos ingresos se subvienen las erogaciones inherentes al funcionamiento administrativo, a
la publicación de Relaciones, y a los gastos de correo para el envío de publicaciones a los socios
y sostenimiento del canje nacional e internacional
Dra María F Bugliani
Secretaria
Dra Mónica A Berón
Presidenta
563
NORMAS EDITORIALES E IN ORMACIÓN PARA LOS A TORES
R A
S es una publicación semestral de la Sociedad Argentina de Antropología
dedicada a publicar artículos, notas y comentarios inéditos basados en investigaciones que brinden información original acerca de las diversas especialidades de la Antropología (Arqueología,
Antropología socio-cultural, Bioantropología, Etnohistoria, Lingüística y disciplinas anes), que
proporcionen conclusiones relevantes y útiles para la comunidad cientíca. Se recomienda enviar AR
S de síntesis, resultados de varios años de investigación en temas teóricos y/o
metodológicos con un alto grado de avance en las principales áreas temáticas de la antropología,
arqueología, etnohistoria, folklore y antropología biológica Las
AS deben orientarse a la
breve presentación de problemas o hallazgos de relevancia para la discusión de temas generales
Con ello se busca que Relaciones presente panoramas completos de los temas de investigación
actuales en el país que sean de utilidad al público local e internacional Las
AS sobre temas
especícos serán consideradas de la misma jerarquía que los artículos y enviadas a evaluar como
los anteriores Los
AR S corrigen errores sobre publicaciones anteriores o bien
proveen nuevos datos considerados de importancia en relación con otros trabajos previamente
aparecidos en esta revista Asimismo, pueden incluirse secciones temáticas (que no ocupen más
de un tercio de la revista), reseñas de libros y/o simposios y obituarios que serán solicitados
oportunamente por el Comité Editorial
olítica ditorial: La revista publica preferentemente artículos de los miembros de la Sociedad Argentina de Antropología CON C OTA AL DIA, aunque el Comité Editorial puede
solicitar artículos a especialistas que no sean socios Los manuscritos enviados para su publicación por no-socios deben ser acompañados por un derecho de edición no reembolsable cuyo
valor se determinará en el momento de realizarse la convocatoria correspondiente La evaluación
del manuscrito no comenzará hasta que este requisito no haya sido cumplimentado En caso de
que los trabajos presentados para un volumen excedan el espacio disponible, el Comité Editorial
ad re er ndum de la Comisión Directiva se reserva el derecho de seleccionar aquellos que se
publicarán, con el criterio de que los temas referidos a las diversas especialidades de la Antropología, estén equitativamente representados Sólo se podrá presentar un artículo por persona
(como primer autor/a o coautor/a). Una vez publicado, los/as autores/as sólo podrán presentar un
nuevo trabajo luego de transcurridos dos números (un año) sin envíos.
roceso de re isi n: El Comité Editorial controlará que los trabajos recibidos se ajusten las
normas generales de la convocatoria (incluida su adecuación estricta a las normas editoriales)
Los trabajos que no cumplan este requisito serán rechazados antes de su evaluación y los que sí
lo hagan serán enviados a dos revisores de reconocida capacidad en el tema tratado por el artículo. El rechazo de un manuscrito por parte de uno de los evaluadores será causa suciente para
su rechazo denitivo salvo en casos particulares que, frente a dictámenes divergentes, el Comité
Editorial considere conveniente una reconsideración con el concomitante envío a un tercer evaluador, el cual puede ser un miembro del mismo Comité Editorial Aquellas contribuciones que
hayan sido aceptadas serán remitidas a los autores a n de efectuar, si las hubiera, las correcciones sugeridas Una vez realizadas y remitidas las correcciones sólo se enviará a los autores
la prueba de edición del correspondiente número de la revista, con el único objeto de chequear
errores tipográcos. No se admitirá reescritura del texto en esta instancia. Todo cambio o adición
representa tan sólo una sugerencia, que puede no ser tenida en cuenta por los editores
erec os o ligaciones: Una vez enviado un trabajo a Relaciones, los/as autores/as se
comprometen a no presentar el mismo a otra publicación Los autores son responsables del
contenido de sus contribuciones, de la exactitud de las citas y referencias bibliográcas y del
derecho legal de publicar el material propuesto, por lo que deben obtener el permiso para reproducir guras y datos protegidos por cop rig t La Sociedad Argentina de Antropología no
ofrece retribución monetaria por los manuscritos, ni servicios tales como tipeado, impresión,
fotocopiado, diseño, cartografía, montaje de ilustraciones y traducción, los que quedan a cargo
de los/as autores/as. Los/as autores/as podrán presentar guras en color asumiendo los costos
extras que ello implique
565
Las contribuciones no deben exceder el límite de páginas estipulado: cuarenta (40) páginas
para los Artíc los, diez (10) para las otas y cinco (5) para los o entarios, escritas a interlineado doble con letras imes Ne Roman en cuerpo 11 en todas sus secciones (incluyendo
tablas), en hojas numeradas, tamaño A4. El total de páginas incluye Título en castellano y en
inglés, Resumen y A stract (sólo para los artículos), texto, bibliografía, guras y tablas. Los
márgenes superior e izquierdo deben ser de 4 cm y los márgenes inferior y derecho de cm El
Comité Editor se reserva el derecho de rechazar, o devolver para su corrección, aquellos trabajos
excesivamente largos
resentaci n: Los trabajos deben ser presentados en programa ord para indo s en
copia electrónica al Comité Editorial. La copia deberá ser acompañada por una carta con nombres, direcciones, correo electrónico de los/as autores/as y, en caso de trabajos en co-autoría, se
especicará cuál de ellos actuará como mediador con el Comité Editorial. Los archivos deben ser
remitidos a: relaciones saa gmail com
G ÍA DE ESTILO
1 O en e las secciones
Los manuscritos deben contar con las siguientes secciones:
1) T€ lo en mayúsculas, en negrita, centralizado, sin subrayar, en es•a•ol e in„l s
) A o ƒes (en mayúscula sólo las iniciales), en el margen derecho, separados por una línea de
espacio del título y del resumen Cada autor con llamada a pie de página indicando lugar de trabajo y/o pertenencia institucional y académica sin abreviaturas y dirección de correo electrónico.
La liación institucional debe respetar el siguiente orden sin usar abreviaciones:
- Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas, Instituto de Arqueología, Facultad
Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires E-mail: usuari gmail com
-Universidad Nacional de Jujuy, Facultad de Humanidades y ciencias sociales, Centro Regional
de Estudios Arqueológicos, E- mail: usuario yahoo com ar
3) Res en A stract de 150 palabras como máximo y cinco •ala as cla e en español e
inglés El resumen de un trabajo representa una pieza muy importante del mismo, ya que puede
alentar o desalentar la decisión de leerlo Sugerimos efectuar una síntesis de los contenidos y
conclusiones del escrito, referir datos novedosos allí presentados y aludir especialmente a la
relevancia del manuscrito El resumen no debe repetir textualmente contenidos del trabajo, no
ser una introducción al trabajo, ni restringirse a enumerar las secciones que este último contiene,
sino que debe presentar un panorama de los puntos temáticos sobre los que versa, invitando al
lector a interesarse por el material Las palabras clave (no claves) van sin mayúsculas, a menos
que la palabra lo amerite, y separadas entre guiones cortos
4) TeŽ o con subtítulos primarios colocados en el margen izquierdo, en mayúsculas sin subrayar
subtítulos secundarios en el margen izquierdo, en minúsculas, cursiva subtítulos terciarios se
colocarán sobre el margen izquierdo, sin cursiva Cada subtítulo estará separado del texto anterior y posterior por doble espacio Los párrafos comenzarán con sangría de un tabulado y no se
dejará doble espacio entre ellos. El margen derecho debe estar justicado y no deben separarse
las palabras en sílabas
5) A„ a eci ien os. Todo tipo de apoyo recibido para efectuar el trabajo debe ser citado: nanciero, institucional, intelectual y técnico (por ej. diseño gráco, traducción del resumen, entidades nanciadoras, etc.).
6) Las No as deben ser usadas con moderación, para proveer información adicional absoluta566
mente necesaria o para aclaraciones sólo cuando la inclusión de dicha información en el texto
interrumpa su uidez por agregar demasiado detalle o un punto particular o por agregar material
tangencial a la argumentación en curso Las notas deben agregarse en una nueva página después
de los Agradecimientos, bajo el encabezado primario de NOTAS
7) i lio„ a €a Todas las referencias citadas en el texto y en las notas deben aparecer en la lista
bibliográca y viceversa. Debe ser alfabética, ordenada de acuerdo con el apellido del primer
autor Dos o más trabajos del mismo autor, ordenados cronológicamente Varios trabajos del
mismo autor y año, con el agregado de una letra minúscula luego del año (sin espacio). Se recomienda no asignar más del 10 del total de páginas del artículo a la bibliografía
8) uos  s us y a las
2 Ele en os el eŽ o
21N
e os‰ alo es
can i a es
Cuando se utilizan números cardinales en medio de una oración, todos los números por encima
del 30 (treinta) deben expresarse en números arábigos Los números cero a treinta se expresan
con palabras (31 en adelante con números) Cuando en una oración u oraciones estrechamente
vinculadas aparecieran conjuntamente números mayores y menores a 30, deberán expresarse
todos en números arábigos (por ej : se detectaros 45 puntas de proyectil, 31 pedunculadas y 14
apedunculadas) Los decimales se expresan con comas y no con puntos: 5,99 No hay que usar
espacios entre los números y los signos como el o , por ej : 63 , 40, 0 C, 14C, etc Utilice
punto y coma para separar cantidades, por ejemplo: 5 000 10 000 75 000 Los números que encabezan una oración deben expresarse con palabras, por ejemplo: “Diez mil años de historia...”,
“Tres de los sitios analizados...”. Los números ordinales siempre se expresan con palabras, por
ejemplo: “Durante la tercera rueda de entrevistas...”, “La primera excavación...”.
Todas las medidas de distancia, área, volumen y peso deben ser expresadas en el sistema métrico
decimal Se deben utilizar entonces, centímetros, metros, kilómetros, litros, gramos y hectáreas
y no pulgadas, pies, millas, etc Las unidades métricas deben ser abreviadas sin puntos y sin
pluralizar. Ejemplos: 18 cm, 3 m, 12 km2, 28 ha, 2 l (por litro) kg, g (por gramo) (NO: cms.,
mts. Kms2, has, etc., ni m., cm., etc.). Todas las medidas deben ser expresadas acompañando a
números arábigos y abreviados, excepto cuando son usados de modo no especíco o aparecen al
comienzo de la oración. Ejemplos: “Varios metros cúbicos de relleno...”. “Tres kilómetros desde
el sitio...”. Los puntos cardinales se pondrán con la palabra completa en minúscula (norte, sur,
este, oeste) o bien con inicial mayúscula sin punto (N, S, E, O) La ubicación por coordenadas se
expresará sin dejar espacios (S22º8´20” y O65º35´28”).
Las cantidades expresadas en números llevan punto a partir de los millares Ejemplos: 000 000
de personas o 1.700 ha. En el caso de los millones, tratar de evitar su uso y escribir “un millón”,
“31 millones”. Los años exactos como 1520, 1748 o 26 de febrero de 2008, no llevan punto (incluidas las cantidades de años tipo 3000 AP). Tampoco llevan punto los códigos postales y las
direcciones. Para referirse a décadas, no usar “la década del 90”, sino “la década de 1990”. Es
recomendable utilizar “en los años cuarenta” y no “en los años ‘40”.
2 2 E a es
a os a io
icos
En todas las categorías de publicación (artículos, notas, comentarios, etc ) en las cuales los datos
son informados por primera vez, las siguientes convenciones deben ser empleadas Si los datos
fueron publicados en otro lugar por primera vez sólo es necesario citar esa referencia (con número de página/s).
567
Las edades radiocarbónicas no calibradas deben:
1. estar expresada en “años AP” (nótese que no se utiliza punto en AP);
estar seguida por 1-sigma desvío estándar tal cual es informado por el laboratorio
3. incluir el número de identicación dado por el laboratorio;
4 determinar qué material fue datado (por ej , madera carbonizada, marlo de maíz, hueso)
Ejemplo: 3680  60 años AP (Pta-3964; hueso).
5 citar carbono catorce con superíndice y mayúscula: 14C
Los fechados calibrados deben ser siempre identicados como tales, usando las convenciones cal
d C o cal a C (nótese el lugar que ocupa y la puntuación de cal, a C , d C o A D ) Los autores
deben identicar la calibración particular utilizada, deben indicar si la calibración está hecha con
1 sigma o con sigma ( sigma es preferido), y presentar la edad calibrada como un rango de la
edad calendario (o rangos cuando más de uno es posible)
2 ‡ Ci as eŽ ales
Las citas textuales de más de tres líneas deben escribirse en párrafos con una sangría en el
margen izquierdo y estarán separadas del resto del texto por doble espacio antes y después No
se escribe en itálica y no llevarán comillas, ni puntos suspensivos iniciales en las oraciones ya
iniciadas. El cuerpo tipográco en estas citas se reduce a 10. Las citas textuales de tres líneas o
menos se incorporan al texto entrecomilladas y no se escriben en itálica En este caso, el cuerpo
tipográco es el mismo que el del resto del texto y se escribe a continuación entre paréntesis el
autor o la fuente y la/s página/s o folio/s (por ej. Rodríguez 1970:15). Utilice comillas sencillas
(‘’) sólo cuando es necesario utilizarlas dentro de una cita textual.
En el caso de citas de fuentes documentales, desplegar las abreviaturas, modernizar la ortografía,
pero respetar la grafía de topónimos y gentilicios Citar, en la primera vez, el nombre del archivo
o repositorio en forma completa seguido por la sigla entre paréntesis Por ejemplo: Archivo eneral de la Nación (A N) Luego seguir utilizando sólo la sigla
2 4 O o„ a €a
„ a
ica
Se debe utilizar como autoridad para las reglas de ortografía y gramática la última edición de la
rtogra ía de la engua Espa…ola y del iccionario de la Real Academia Espa…ola
25A
e ia
as
si„las
Se ruega evitar el uso de abreviaturas: doctor (no Dr.), señor (no Sr.), fray (no Fr.), gura (no g.).
Constituyen excepciones las unidades métricas (véase sección 1) y otras que se detallan a continuación: etc. (lleva punto), por ej. (abreviado para decir “por ejemplo” en el interior de un paréntesis), f. (para folio y folios con una sola f y con punto), p. (para página/s (con una sola p y con
punto), n (para número va con minúscula), c r. (para compárese o véase), s/f (para sin fecha).
Otras excepciones las constituyen los acrónimos (siglas) de largos títulos de agencias, instituciones, etc , los cuales serán mencionados frecuentemente en el texto La primera vez que se
nombra a una institución debe escribirse el nombre completo seguida entre paréntesis la sigla
sin punto Ejemplo: Universidad de Buenos Aires (UBA), Instituto Nacional de Antropología y
Pensamiento Latinoamericano (INAPL) La segunda vez que se nombra se incluye directamente
la sigla en mayúscula, sin paréntesis y sin punto: A N, A I, ONU, UNESCO, OMS Cuando
son en plural llevan punto (tratar de evitarlas): EE UU , FF AA Es recomendable evitar el uso
de abreviaturas en otros idiomas cuando existan equivalentes en español.
2 • I lica‰ co illas
ne„ i a
No exagerar en el uso de entrecomillados y, en el caso de hacerlo, utilizar comillas inglesas
(“ ”). Evitar en la medida de lo posible las referencias “op cit ” o “i idem.”, así como el uso de
568
ne„ i a o ol en el texto Se escribirán en it†lica/ astardilla las palabras o frases que el autor
crea necesario destacar y las palabras en latín (por ej et al , latu sensu, a priori, in situ, corpus,
ad oc, ca etc ) y en lenguas extranjeras (por ej orager) Deben italizarse además: los nombres
cientícos ( omo sapiens sapiens Spond lus sp ), los títulos de libros, revistas, poemas y otros
trabajos literarios cuando se incluyen dentro del texto y las letras que representan variables matemáticas
2 … Ma
sc las
in sc las
Deberán ir en minúscula: tabla, gura, días de la semana, meses, puntos cardinales, accidentes geográcos (sierra, monte, bahía, valle, río), cargos (ministro/s, presidente/s, gobernador/es,
general/es), provincia, partido y sustantivos gentilicios (argentino, afgano, catalán, tehuelche,
diaguita, yámana, tucumano, inca/inka). No se aconseja el uso de mayúsculas para las regiones,
por ej.: región pampeana, sí para “Pampa”, “Mesopotamia” o “Patagonia”. Se debe utilizar mayúscula para nombres de áreas arqueológicas y geográcas (por ej. América, Pilcomayo, Salta,
Argentina), estilos cerámicos (por ej cerámica Belén) y nombres taxonómicos con el nivel de
género y de mayor jerarquía taxonómica En la bibliografía no deben ponerse en mayúscula los
términos principales del título de los libros
 s  us
Además del texto, los trabajos sólo contarán con guras y tablas (no se permite el uso de rótulos
como lámina, mapa, foto, gráco, cuadro, etc.). Las guras y tablas no se incluirán en el texto,
pero se indicará en cada caso su ubicación en el mismo, utilizando “Ubicación gura 4” o “Ubicación tabla 2”. Deben entregarse numeradas secuencialmente con números arábigos según el
orden en que deban aparecer en el texto, con sus títulos y/o epígrafes tipeados en hoja aparte.
Las tablas y guras no deben exceder las medidas de caja de la publicación (13 x 20 cm) y deben
estar citados en el texto. Para los epígrafes, se creará un archivo diferente: Epígrafes guras y
tablas
Todas las tablas y guras deben estar citadas en el texto, comenzando con tabla 1/gura 1 y continuando secuencialmente. No abrevie las palabras tabla y gura. Ejemplos: (tabla 1) (gura 4),
(guras 1 y 2), (tablas 1-3), (guras 2, 3, y 7), “Como se ilustra en la tabla 1...”. Se recomienda
no poner “(véase gura 3)”, ya que el véase es redundante.
‡ 1 Ta las
Las tablas consumen tiempo y cuestan mucho trabajo formatearlas en el texto y constituye la
única porción del manuscrito que no es procesada electrónicamente por el Comité Editorial En
consecuencia, la presentación de los datos en forma de tablas debe ser utilizada moderadamente. Los datos en una tabla pequeña, por ejemplo, pueden ser a menudo incluidos en el texto sin
pérdida de claridad Sólo cuando los datos que se quiere mostrar son numerosos, se aconseja su
presentación en forma de tablas
Provea un título corto para cada tabla, centrado en la parte superior de la página El título no
deberá dar información o describir los resultados ilustrados por la tabla Ejemplo de un título
correcto: Tabla Sumario de las partes esqueletarias de un cementerio familiar Si una columna
de encabezamiento no se aplica a uno de los datos la celda debe ser dejada en blanco No use
“N.A.” para lo que no sea aplicable. Si no hay datos para una celda en particular inserte una un
guión (-)
Hay tres tipos de notas al pie para tablas El título de la tabla nunca debería ir al pie Ubique la
información pertinente de una tabla completa en una “nota general” (véase abajo). La información concerniente a la fuente de los datos debe ir tanto en una nota general (si toda la información
569
proviene de una sola fuente) o en una nota al pie especíca para una entrada particular, sección,
o encabezado
1 Nota general pertinente a la tabla completa Ejemplo: Nota: Dato de
dimensiones en mm
ent (1991) todas las
2. Nota especíca para entrada, sección, o encabezamiento. Ejemplos:
C chicos A adultos
Contiene elementos de latón decorativos idénticos a los encontrados en los entierros
Los datos vienen de O sley et al. (1987).
y6
3. Notas indicando un nivel de signicado estadístico. Ejemplo: p  .05.
Nota: Ordene las notas, cada una comenzando en su propia línea, estilo párrafo cortado, en el
siguiente orden: nota general, nota especíca indicada por letras, y notas de signicado indicado
por asteriscos
‡ 2 i„
as
Todo material ilustrativo debe ser referido como gura. Los originales deben ser profesionalmente dibujados en papel de dibujo de buena calidad o en programas de diseño gráco (Corel
Dra , Illustrator, PhotoShop) Deben tener una muy buena resolución para permitir una impresión de alta calidad, mínimo 300 dpi Las versiones electrónicas deben ser enviadas en formato
gráco (TIFF preferentemente). La mayoría de las guras son reducidas antes de la publicación. Las ilustraciones extremadamente complejas con detalles considerables y letras pequeñas
podrían no reducirse adecuadamente. Evite ilustraciones con demasiada densidad de guras o
letras. Procure que los caracteres incluidos dentro de las guras sean los mismos (es altamente
recomendable el uso de fuente de tipo Arial Narrow)
El encabezamiento no debe estar escrito dentro de la gura. Cada gura original debe estar numerada al dorso en lápiz, con una referencia en la lista de encabezamientos de guras. Todos los
símbolos de los mapas o caracteres convencionales deben aparecer en la gura, no en el encabezado. Los mapas deben tener echas de orientación (norte). Use una escala visual cuando incluya en la gura objetos, planos, secciones, etc. No use la leyenda: “un cm equivale a 450 cm”;
porque casi todas las guras son reducidas antes de la publicación, de modo que tales escalas no
serán exactas después de la reducción. Use una escala dibujada en la gura, que luego va a ser
reducida en la misma proporción que la gura y permanecerá exacta. Las palabras en las guras
deben seguir el estilo de la revista, por ej. cm y no “cm.”, “A.D.” y no “AD” y los acentos deben
ser agregados cuando sean necesarios
Ejemplos de títulos:
Figura 1 Taxones presentes en los sitios: a) ama guanicoe (guanaco) rótula
(camélido) fragmento de húmero
Nota: sólo letras minúsculas son usadas para identicar secciones de una gura.
) ama sp
Figura 4 Dos vistas de los esqueletos humanos hallados en Arroyo Seco : i „uierda niño con
ajuar derec a, entierro primario de un individuo adulto de sexo masculino Museo Municipal
José Mulazzi, Tres Arroyos Cortesía J Domínguez, fotógrafo
4
i lio„ a €a
4 1 Ci as en el eŽ o
Las referencias bibliográcas irán en el texto siguiendo el sistema autor-año. Ejemplos:
570
 (Rodríguez 1980) o Rodríguez (1980), (Rodríguez 1980, 1983), (Rodríguez 1980a, 1980b),
etc. Nótese que no se usa coma entre el nombre del autor y el año.
 Se citan hasta dos autores; si son más de dos se nombra al primer autor y se agrega et al (con
itálica)
 Citas con páginas, guras o tablas: (Rodríguez 1980:13), (Rodríguez 1980:13-17, 21), (Rodríguez 1980:gura 3), (Rodríguez 1980:tabla 2), etc. Nótese que no se deja espacio entre el año y
el número de página
 Autores diferentes citados dentro de un mismo paréntesis o comentario, deben ir separados
por punto y coma ( ) y ordenados cronológicamente en primera instancia y alfabéticamente en
segunda instancia Ejemplos:
(Torres 1911; Rodríguez 1980, 1983; Álvarez 2004; García 2004).
Las comunicaciones personales van sin fecha y sin abreviar, por ej.: (Silvia Rodríguez, comunicación personal)
4 2 Ci as en la i lio„ a €a
Se contemplará el siguiente orden:
Autor/es. Fecha. Título. Publicación, número: páginas. Lugar, Editorial (excepto Revistas periódicas)
Deben ir en cursiva los títulos de los libros o los nombres de las publicaciones Los nombres de
los autores citados deben ir con iniciales y los apellidos deben estar completos
Si el autor lo considera importante puede citar entre corchetes la fecha de la edición original de
la obra en cuestión (tanto en el texto como en la bibliografía, sobre todo en el caso de viajes y/o
memorias, por ejemplo: Lista [1878] 1975).
-En el caso de referencias bibliográcas con doble año, citadas en el texto, se colocará 1994-95
y no 1994-1995
-En el caso de referencias bibliográcas en inglés, se respetarán las mayúsculas de las principales
palabras del título sólo si así están consignadas en el original
-En la bibliografía nal, en el caso de manuscritos inéditos, se colocará Ms. al nal de la referencia y no se pondrá en itálica el título del trabajo
Ejemplo de lista bibliográca:
i ros
aters, M R
199
rinciples o geoarc aeolog an Nort American perspective Tucson, University of Arizona Press
Ingold, T , D Riches y J oodburn (eds )
1988. unters and gat erers istor evolution and social c ange, 1 Berg, Oxford
D’Orbigny, A.
[1839] 1944. El hombre americano: considerando sus aspectos siológicos y morales Buenos
Aires, Futuro
Buikstra, J y D Ubelaker
1994 Standards or data collection rom uman s eletal remains Arkansas Archaeological Survey Research Series No 44, Faytteville, Arkansas
Revistas
Presta, A M
1988. Una hacienda tarijeña en el siglo XVII: La Viña de “La Angostura”. istoria
ultura
14: 35-50
1990 Hacienda y comunidad Un estudio en la provincia de Pilaya y Paspaya, siglos VI- VII
Andes 1: 31-45
571
Ambrossetti, J B
1902. Hachas votivas de piedras (pillan toki) y datos sobre rostros de la inuencia araucana prehistórica en la Argentina Anales del useo Nacional de istoria Natural (4): 93-107
Del Papa, M
2008. Estructuración espacial de la variación biológica humana en la República Argentina durante el Holoceno tardío nal a través de los rasgos epigenéticos craneofaciales. Revista ArgenŠ
tina de Antropología Biológica 10 ( ): 1-41
apítulos de li ros
Borrero, L A , J L Lanata y B N Ventura
1992. Distribuciones de hallazgos aislados en Piedra del Águila. En L. A. Borrero y J. L. Lanata
(eds ), Análisis espacial en la arqueología patagónica: 9- 0 Buenos Aires, Ayllu
Mays, S y M Cox
000 Sex determination in skeletal remains En M Cox y S Mays (eds ), uman osteolog in
arc aeolog and orensic sciences: 117-130 Londres, reen ich Medical Media
esis de icenciatura
octorales
Blasi, A M
1986. Sedimentología del río Colorado. Tesis Doctoral inédita, Facultad de Ciencias Naturales y
Museo, Universidad Nacional de la Plata
Trabajos presentados en reuniones cientícas
Shott, M J
2006. Core reduction and retting: lessons from WHS623x, an Upper Paleolithic site in Jordan.
Trabajo presentado en el ”‰‘ Annual eeting o SAA San Juan, Puerto Rico
ra a os en prensa
No es recomendable la cita de trabajos enviados y sin resolución de aceptación estos deberán
referirse como ms En los casos de trabajos en prensa, deberán ser citados como cualquier otro
trabajo publicado y con la aclaración: “En prensa”. Como todos los trabajos de la lista bibliográca, deberá consignarse en ellos la fecha, para lo cual debe considerarse el momento de
aceptación del mismo
alley, T S
1999 First evidences of Homo Sapiens in South Africa Nature En prensa
ra a os en p†ginas e
Barreto, M
1998. Paradigmas actuales de la Museología. http://www.naya.org.ar/articulo/museologia01/
htm (1 de abril de 1999)
Cita de documentos electrónicos
Debe citarse de acuerdo a la norma ISO 690-2 de 1997 que dice “se debe establecer una ubicación dentro de los documentos electrónicos que no tienen referencias de páginas a través de
líneas, párrafos o pantallas”. Se puede consultar el link http://alhim.revues.org/index447.htm
para ver ejemplos
Nota: Se controlará estrictamente el cumplimiento de estas normas editoriales, aunque seguramente cada autor se habrá cerciorado previamente de la calidad del manuscrito que presenta La
elaboración y publicación de estas normas busca unicar la calidad gráca de Relaciones y acortar
tiempos de edición, simplicando el trabajo de los responsables de la publicación. Se solicita a
los autores que acepten el principio de autorizar correcciones estilísticas que faciliten la lectura
de los artículos sin alterar su contenido
57
A
S
AS
A AR
A
A
R
A
RELACIONES e la Socie a A „en ina e An o•olo„€a Desde 1936 se han publicado 38
tomos
olecci n esis octorales (dirigida entre 1998 y 2006 por la Dra. Lidia Nacuzzi, hasta
diciembre de 010 por la Dra Victoria Hor itz y en adelante por el Dr Leandro Luna)
Identidades Impuestas e uelc es aucas pampas en el norte de la atagonia Lidia R
Nacuzzi. Buenos Aires, 1998.
Cazadores de guanacos de la estepa patagónica. Guillermo L. Mengoni Goñalons. Buenos
Aires, 1999
Arqueología de la educación. Textos, indicios, monumentos Irina Podgorny Buenos Aires,
1999
La fundación de villas en San Juan (siglo • III) Catalina T Michieli (incluye CDrom)
Buenos Aires, 004
El consumo en grupos ca adores recolectores Un ejemplo zooarqueológico de patagonia
meridional Mariana E De Nigris Buenos Aires, 004
ierra encomienda e identidad maguaca ‰Ž‹•Š‰•’“) Carlos E Zanolli Buenos Aires,
005
Ar„ueología de al areros ca adores pescadores pampeanos María Isabel onzález
Buenos Aires, 005
osteando las llanuras Ar„ueología del litoral marítimo pampeano Mariano Bonomo
Buenos Aires, 005
edición Identidades Impuestas e uelc es aucas pampas en el norte de la atagonia
Lidia R Nacuzzi Buenos Aires, 005
Ar„ueología
iogeogra ía umana en atagonia eridional Ramiro Barberena Buenos
Aires, 2008.
Los indígenas del río Negro. Un enfoque arqueológico Luciano Prates Buenos Aires,
2008.
Imágenes a través del tiempo. Arte rupestre y construcción social del paisaje en la Meseta
entral de Santa ru Natalia Carden Buenos Aires, 009
Estructura de sexo y edad en guanaco. Estudios actualísticos y arqueológicos en Pampa y
atagonia Cristian A aufmann Buenos Aires, 009
istoria evolutiva su sistencia de ca adoresŠrecolectores marítimos de ierra del uego
Atilio Francisco Zangrando Buenos Aires, 009
a oma de los Antiguos de A ampa ƒn sitio de ensivo del alle de ual ín atamarca
Argentina) Federico ynveldt Buenos Aires, 009
Ÿ Abipones en las fronteras del Chaco. Una etnografía histórica sobre el siglo ˆ III Carina
Lucaioli Buenos Aires, 011
olecci n esis de icenciat ra (dirigida entre 1998 y 2006 por la Dra. Lidia Nacuzzi, hasta
diciembre de 010 por la Dra Victoria Hor itz y en adelante por el Dr Leandro Luna)
Los Límites del Mar. Isótopos estables en Patagonia Meridional Ramiro Barberena Buenos
Aires, 00
573
Ÿ
La comunidad nuclear. Una mirada antropológica sobre el desarrollo nuclear argentino
Naymé Natalia aggioli Buenos Aires, 003
ermene tica de la ar arie •na istoria de la antropología en uenos Aires
‚ ‡ ••
Pablo Perazzi Buenos Aires, 003
Ictioarqueología del canal Beagle. Explotación de peces y su implicación en la subsistencia
umana Atilio F Zangrando Buenos Aires, 003
on ugando el presente ersonas sin ogar en la iudad de uenos Aires riselda Palleres
Buenos Aires, 004
os grupos mocoví en el siglo ˆ III Florencia Sol Nesis Buenos Aires, 005
os grupos a ipones acia mediados del siglo ˆ III Carina Paula Lucaioli Buenos Aires,
005
arnívoros
uesos umanos de ƒuego‡ atagonia Aportes desde la ta onomía orense
Fabiana María Martin Buenos Aires, 006
La etnohistoria andina antes de su consolidación. Conuencias disciplinares y propuestas
teórico- metodológicas Alejandra Ramos, 011
€emporalidad rítmicas culturales en grupos mocovíes onzalo Iparraguirre, 011
licaciones de la SAA (dirigida entre 1998 y 2006 por la Dra. Lidia Nacuzzi, hasta diciembre
de 010 por la Dra Victoria Hor itz y en adelante por el Dr Leandro Luna)
Arqueología de la región del canal Beagle (Tierra del Fuego, República Argentina) Luis A
Orquera y Ernesto L Piana Buenos Aires, 1999
as piedras con marcas de la cordillera del iento Arte rupestre en el departamento inas
Neu u n Argentina Jorge Fernández C Buenos Aires, 000
Estrategias y recursos para jóvenes profesionales. Tesis, propuestas, CVs, entrevistas y
presentaciones en general Victoria Diana Hor itz y María José Figuerero Torres Buenos
Aires, 001
Entre monta as desiertosŠ Ar ueología del sur de endo•a Adolfo il y ustavo Neme
(eds ) Buenos Aires, 00
ƒuncionarios diplom ticos guerreros iradas acia el otro en las ronteras de pampa
patagonia Œsiglos ˆ III ˆIˆ) Lidia R Nacuzzi (comp ) Buenos Aires, 00
Etnogra ías glo ali•adas V Hernández, C Hidalgo y A Stagnaro (comps ) Buenos Aires,
005
Clásicos de Teoría Arqueológica Contemporánea, Luis A Orquera (trad ) y Victoria D
Hor itz (comp ) Buenos Aires, 007
Condiciones paleoambientales y ocupaciones humanas durante la transición Pleistocenooloceno
oloceno de endo•a, Marcelo Zárate, Adolfo il y ustavo Neme (comps )
Buenos Aires, 010
Fronteras. Espacios de interacción en las tierras bajas del sur de América, Carina P Lucaioli
y Lidia R Nacuzzi (comps ) Buenos Aires, 010
Piezas de Etnohistoria y de antropología histórica, Martha A Bechis Buenos Aires, 010
Roedores cric tidos de la provincia de endo•a, Fernando J Fernández, Fernando Ballejo,
ermán J Moreira, Eduardo P Tonni y Luciano J M De Santis Córdoba, 011
Los cazadores-recolectores del extremo oriental fueguino. Arqueología de Península Mitre e
Isla de los Estados, A Zangrando M Vázquez y A Tessone (Comps ) Buenos Aires, 011
574
Paleoecología humana en el sur de Mendoza: perspectivas arqueológicas, de ustavo A
Neme y Adolfo F il (compiladores) Buenos Aires, 01
Delineando prácticas de la gente del pasado: los procesos socio históricos del oeste
catamar ue o, de Norma Ratto (compiladora) Buenos Aires, 013
Al orde del Imperio aisa es sociales materialidad memoria en reas peri ricas del
Noroeste argentino, compilado por Verónica I
illiams y M Beatriz Cremonte Buenos
Aires, 013
oediciones
Arte en las Rocas Arte rupestre men ires piedras de colores en Argentina Editado por
M Mercedes Podestá y María de Hoyos Buenos Aires, 000 Coeditado con la Asociación
Amigos del Instituto Nacional de Antropología
ontra viento marea Ar ueología de atagonia, compilado por M T Civalero, P M
Fernández y A
uráieb, 004 Coeditado con el Instituto Nacional de Antropología y
Pensamiento Latinoamericano (INAPL)
Ÿ Tramas en la piedra. Producción y usos del arte rupestre Editado por Dánae Fiore y M
Mercedes Podestá Buenos Aires, 006 Coeditado con orld Archaeological Congress y
Asociación Amigos del Instituto Nacional de Antropología
Tendencias Teórico-Metodológicas y casos de estudio en la arqueología de la Patagonia, de
Atilio Zangrando, Ramiro Barberena, Adolfo il, ustavo Neme, Miguel iardina, Leandro
Luna, Clara Otaola, Salvador Paulides, Laura Salgán y Ángela Tívoli (comps.). Coeditado
con el Museo de Historia Natural de San Rafael y el INAPL Mendoza, 013
Roedores cric tidos de la provincia de endo•a, de Fernando J Fernández, Fernando Ballejo,
ermán J Moreira, Eduardo P Tonni y Luciano J M De Santis Coeditado con Editorial
Cientíca Universitaria UNIVERSITAS. Córdoba, 2011.
tros
Junta de hermanos de sangre. Un ensayo de análisis del Nguillatun a través de tiempo y
espacio desde una visión Huinca Isabel Pereda - Elena Perrotta Buenos Aires, 1994
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