Contencioso-Administrativa Recurso de Casación núm. 6777/2000

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RJ 2004\6583
Sentencia Tribunal Supremo (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 1ª), de
22 octubre 2004
Jurisdicción: Contencioso-Administrativa
Recurso de Casación núm. 6777/2000.
Ponente: Excma. Sra. Dª. Margarita Robles Fernández.
RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DE LA ADMINISTRACION PUBLICA: Funcionamiento
normal o anormal de los servicios públicos: indemnización: requisitos: nexo causal: existencia:
suicidio de interno en centro penitenciario: adopción de cuidados especiales: falta de:
indemnización procedente;.
La Audiencia Nacional dictó Sentencia en fecha 25-02-2000, desestimando el recurso
contencioso-administrativo interpuesto contra la Resolución de 10-12-1997, dictada por el
ministro del Interior, denegatoria de la reclamación de responsabilidad patrimonial.
El TS declara haber lugar al recurso de casación interpuesto.
Texto:
En la Villa de Madrid, a veintidós de octubre de dos mil cuatro.
Visto por la Sala Tercera, Sección Sexta del Tribunal Supremo constituida por los señores al margen
anotados el presente recurso de casación con el número 6777/00 que ante la misma pende de resolución
interpuesto por la representación procesal de Dña. Raquel contra sentencia de fecha dictada en el recurso
39/98 ( PROV 2000\130163) por la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional.
Siendo parte recurrida la Administración General del Estado.
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO La sentencia recurrida contiene la parte dispositiva del siguiente tenor: « FALLAMOS.Que debemos desestimar y desestimamos el presente recurso Contencioso-Administrativo número 39/98,
interpuesto por el Abogado D. Antonio Jiménez Ramiro en nombre y representación de D. Juan Ignacio,
contra la resolución del Ministerio del Interior de 10 de diciembre de 1997 por la que se desestima la
reclamación formulada en demanda de indemnización por responsabilidad administrativa como
consecuencia de las lesiones sufridas en el Centro Penitenciario de Fontcalent, resolución que declaramos
conforme a derecho; sin condena en costas».
SEGUNDO Notificada la anterior sentencia la representación procesal de Dña. Raquel, heredera de
Juan Ignacio, presentó escrito ante la Sala de lo Contencioso de la Audiencia Nacional preparando el
recurso de casación contra la misma. Por Providencia la Sala tuvo por preparado en tiempo y forma el
recurso de casación, emplazando a las partes para que comparecieran ante el Tribunal Supremo.
TERCERO Recibidas las actuaciones ante este Tribunal, la parte recurrente, se personó ante esta Sala
e interpuso el anunciado recurso de casación articulado en un único motivo:
Unnico.-Al amparo de lo establecido en el art. 88.1.d de la LJCA ( RCL 1998\1741) , por infracción
de normas del ordenamiento jurídico, en concreto del art. 106.1 CE ( RCL 1978\2836) y 139 Ley 30/92 (
RCL 1992\2512, 2775 y RCL 1993, 246) LRJ-PAC.
Solicitando finalmente sentencia estimatoria, que case y anule la recurrida.
CUARTO Teniendo por interpuesto y admitido el recurso de casación por esta Sala, se emplaza al
Abogado del Estado para que en el plazo de treinta días, formalice escrito de oposición.
QUINTO Evacuado el trámite de oposición, se dieron por conclusas las actuaciones, y se señaló para
votación y fallo la audiencia el día 14 de octubre de 2004, en cuyo acto tuvo lugar, habiéndose observado
las formalidades legales referentes al procedimiento.
Siendo Ponente el Excmo. Sr. D. Margarita Robles Fernández, Magistrada de la Sala
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO Por la representación de Dª Raquel se interpone recurso de casación contra la Sentencia
dictada por la Sección Primera de la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional el
25
de
febrero
de
2000
(
PROV
2000\130163)
en
que
se
desestimaba
el
recurso
Contencioso-Administrativo interpuesto en nombre y representación de D.Juan Ignacio contra la
Resolución del Ministerio del Interior de 10 de diciembre de 1997 denegando la reclamación de
responsabilidad patrimonial formulada con base a unas lesiones sufridas por el Sr.Juan Ignacio cuando
estaba interno en el Centro Penitenciario de Fontcalent.
La Sentencia de instancia acepta y tiene por hechos probados los recogidos en la resolución
administrativa, a saber «que el 2 de agosto de 1995 D. Juan Ignacio, interno a la sazón en el Hospital
Psiquiátrico Penitenciario de Fontcalent, y que estaba diagnosticado de trastorno paranoide de
personalidad y trastorno delirante con humor depresivo secundario, realizó un intento de autolisis al
encaramarse a una de las canastas de baloncesto ubicada en el patio del Pabellón 1 y precipitarse al suelo.
Que fue trasladado al Hospital General de Alicante, donde ingresó en coma, siendo diagnosticado de
hematoma epidural parieto-occipital y otro frontal que precisaron drenaje quirúrgico. Así como una
fractura D7-D8 con lesión medular por debajo de dicho nivel, lo que ocasionó paraplejia completa por
debajo de D7.
Con fecha 6 de noviembre de 1995, fue trasladado al Hospital la Paz de Madrid, con los siguientes
diagnósticos: Fractura T7-T8, con lesión medular completa por debajo de dicho nivel, con sensibilidad:
anestesia desde T6. Lesión de nervio glosofaríngeo secundario a TCE UPP sacra. Trastorno paranoide de
personalidad. Tuberculosis pulmonar.
Con fecha 4 de enero de 1996 fue dado de alta en dicho Hospital al no ser posible tratamiento
rehabilitador alguno, dada las condiciones psiquiátricas del paciente».
Frente a la argumentación de la parte recurrente de que la Administración penitenciaria incumplió la
obligación que le impone la Ley General Penitenciaria ( RCL 1979\2382) de velar por la salud e
integridad de los internos, omisión que se habría incrementado, según dicha parte, al haber empeorado el
estado mental del interno en días anteriores al intento de suicidio que culminó con el resultado lesivo
antes recogido, la Sentencia de instancia rechaza que se hubiera producido una omisión en la actuación de
la Administración Penitenciaria, que hubiera sido la causa directa y eficaz del intento de suicidio y de las
lesiones que de ello se derivaron para el interno Sr.Florek. Argumenta el Tribunal «a quo» del siguiente
modo: «...en la búsqueda de ese posible elemento de anormalidad en el servicio de asistencia sanitaria al
Sr.Juan Ignacio, nos encontramos que se hallaba internado en el Hospital Psiquiátrico Penitenciario de
Flont Calent (Alicante), es decir, en un establecimiento adecuado a su dolencia, por lo que desde este
punto nada cabe objetar.
Respecto a la asistencia médica recibida, el examen del expediente administrativo acredita que el
interno desde su ingreso en el establecimiento el 16 de julio de 1993 hasta el día 2 de agosto de 1995 se
halla bajo un estricto control médico, del que está informado, con frecuentes visitas médicas y tratamiento
atemperado a su evolución. Se controla el riesgo de suicidio, apareciendo junto a épocas que se estima
alto riesgo, hay otras de riesgo medio y otras en que se considera que el mismo ha cesado de momento,
como recoge el parte extendido el 24 de mayo de 1995, superando así la gravedad del período anterior.
El informe que efectúa el Psicólogo D.Alfredo el 10 de julio de 1995, folio 133, tras describir el
estado del paciente, recoge en sus últimos párrafos «Mantiene un tono general de recuperación, el
contenido emocional negativo de sus conductas es menos intenso. Los sentimientos de culpabilidad,
frustración, dependencia y bloqueo afectivo han cedido en su intensidad. Su conducta es adaptada y se
acerca en mayor medida a patrones de normalidad». En la hoja de evolución de enfermería, folios 213 y
siguientes, existen partes de los días precedentes al accidente, concretamente el mes de julio, días 21, 22,
26 y 2 de agosto de 1995. El primero de ellos se le autoriza a pasear en P.1, y el mismo día 2 de agosto
asiste la consulta del Dr.Luis Pedro, al que indica no comer porque la comida es mala. La evolución se
interrumpe con la nota relativa a la caída desde la canasta del baloncesto.
Pues bien, la Sala con el sentimiento de tristeza que produce tan desafortunado suceso, y la terrible
situación que se ha creado en el entorno familiar del lesionado, situación que a buen seguro merecerá la
solidaridad de la sociedad y de la Administración, no puede sin embargo estimar la demanda, ya que en el
ámbito de la responsabilidad patrimonial no aparecen cumplidos los requisitos precisos para que concurra
en este supuesto.
En efecto, como hemos visto el tratamiento se presenta como correcto y adecuado; el seguimiento
constante y la estancia en el patio estaba autorizada clínicamente, sin que se haya llevado a cabo prueba
alguna para acreditar lo contrario. La prueba de la parte actora ha ido totalmente dirigida a mostrar la
importancia de las lesiones y la situación familiar del lesionado.
Tenemos por último el juicio que merece la existencia de la canasta en el patio destinado a los
internos, que no cabe duda constituye una instalación adecuada para el recreo y esparcimiento. Pues bien,
de la existencia de la canasta no deducimos que se haya dejado una instalación peligrosa que debiera ser
objeto de atención permanente, y desde luego salvo en plena crisis en que se presente alto riesgo de
suicidio creemos no puede mantenerse tal exigencia para los internos ingresados en el centro hospitalario.
Del mismo modo, la permanencia en el patio tampoco se lleva a cabo en condiciones que pudieran
suponer algún tipo de negligencia. Un funcionario está atento a los internos, y buen ejemplo de ello es la
rapidez con que se atiende al lesionado. Aún más, pretender una vigilancia intensa de cada paciente para
esta situación, se nos antoja además de no exigible médicamente -el servicio médico del Hospital no lo
consideró necesario, pues no hizo indicación al respecto y la parte actora no lo ha acreditado- negativo en
el tratamiento médico y en el desarrollo de la personalidad del interno».
SEGUNDO Dña. Raquel, como esposa de D. Juan Ignacio, cuyo fallecimiento posterior a los hechos
aquí contemplados se ha acreditado, articula un único motivo de casación al amparo del art. 88.1.d) de la
Ley jurisdiccional ( RCL 1998\1741) por infracción de los arts. 106.1 de la Constitución Española ( RCL
1978\2836) y del art. 139 de la Ley 30/92 ( RCL 1992\2512, 2775 y RCL 1993, 246) , argumentando que
del expediente médico del interno se deduciría que su estado había empeorado padeciendo un gran
sufrimiento los días anteriores al suicidio, lo que hubiera exigido por parte de la Administración
Penitenciaria acentuar los cuidados y vigilancia necesarios en quien hallándose internado, padecía una
enfermedad psíquica, como la del Sr. Juan Ignacio. Concluye, por tanto, que esa omisión del deber de
cuidado de la Administración penitenciaria, fue la causa directa y eficaz que posibilitó un intento de
suicidio que culminó con que su marido y padre de sus hijos hubiera estado más de cuatro años paralizado
de cintura para abajo, con los consiguientes daños y perjuicios para ella y su familia, por los que reclama
la cantidad de ciento cincuenta millones de pesetas.
TERCERO La responsabilidad de las Administraciones Públicas en nuestro ordenamiento jurídico
tiene su base, no sólo en el principio genérico de la tutela efectiva que en el ejercicio de los derechos e
intereses legítimos reconoce el art. 24 de la Constitución ( RCL 1978\2836) sino también, de modo
específico, en el art. 106.2 de la propia Constitución al disponer que los particulares en los términos
establecidos por la Ley, tendrán derecho a ser indemnizados por toda lesión que sufran en cualquiera de
sus bienes y derechos, salvo los casos de fuerza mayor, siempre que sea consecuencia del funcionamiento
de los servicios públicos; en el artículo 40 de la Ley de Régimen Jurídico de la Administración del Estado
( RCL 1957\1058, 1178) -hoy artículo 139, apartados 1 y 2 de la Ley de Régimen Jurídico de las
Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común ( RCL 1992\2512, 2775 y RCL
1993, 246) -, y en los artículos 121 y 122 de la Ley de Expropiación Forzosa ( RCL 1954\1848) , que
determinan el derecho de los particulares a ser indemnizados por el Estado de toda lesión que sufran
siempre que sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos, y, el daño
sea efectivo, evaluable económicamente e individualizado, habiéndose precisado por la jurisprudencia (
Sentencias de 24 de marzo de 1992 [ RJ 1992\3386] , 5 de octubre de 1993 [ RJ 1993\7196] y 2 [ RJ
1995\1860] y 22 de marzo de 1995 [ RJ 1995\1986] , por todas) que para apreciar la existencia de
responsabilidad patrimonial de la Administración son precisos los siguientes requisitos:
a) La efectiva realidad del daño o perjuicio, evaluable económicamente e individualizado en relación a
una persona o grupo de personas.
b) Que el daño o lesión patrimonial sufrida por el reclamante sea consecuencia del funcionamiento
normal o anormal -es indiferente la calificación- de los servicios públicos en una relación directa e
inmediata y exclusiva de causa a efecto, sin intervención de elementos extraños que pudieran influir,
alterando, el nexo causal.
c) Ausencia de fuerza mayor.
d) Que el reclamante no tenga el deber jurídico de soportar el daño cabalmente por su propia conducta.
Asimismo, a los fines del art. 106.2 de la Constitución ( RCL 1978\2836) , la jurisprudencia (
sentencias de 5 de junio de 1989 [ RJ 1989\4338] y 22 de marzo de 1995 [ RJ 1995\1986] ), ha
homologado como servicio público, toda actuación, gestión, actividad o tareas propias de la función
administrativa que se ejerce, incluso por omisión o pasividad con resultado lesivo.
En el caso de autos la cuestión se centra en dilucidar si existió nexo causal entre el intento de suicidio
del Sr. Juan Ignacio con las consecuencias lesivas para su integridad física que para él se derivaron y la
actuación de la Administración penitenciaria en el Centro de Fontcalent, concretada en la valoración de la
atención, cuidados y vigilancia que prestaron al esposo de la hoy actora, atendidas y conocidas por dicha
Administración penitenciaria, los padecimientos de tipo psiquiátrico que el mismo sufría, con períodos de
mayor agudización en su desestablización mental.
Como ha señalado esta Sala en reiteradas ocasiones, véanse por todas la Sentencia de 28 de marzo de
2000 (Rec. Casación 1067/1996 ( RJ 2000\4051) ), y la Sentencia de 5 de mayo de 1998 ( Rec.Casación
7098/1993 [ RJ 1998\4625] ) en el supuesto de fallecimiento de internos en establecimientos
penitenciarios, circunstancia predicable también si se hubieran producido resultados lesivos para la
integridad física, especialmente si ha tenido lugar la intervención de una tercera persona como agente
activo, la jurisprudencia es constante en exigir la presencia de algún elemento de anormalidad en el
servicio penitenciario suficiente para establecer un nexo de causalidad entre la omisión administrativa y el
fallecimiento, y determinar con ello el carácter antijurídico del daño producido a pesar de haber
intervenido terceras personas en su producción ( sentencia de 13 de junio de 1995 [ RJ 1995\4675] , 25 de
enero de 1997 [ RJ 1997\266] , 18 de noviembre de 1996 [ RJ 1996\8063] , 4 de enero de 1991 [ RJ
1991\500] , 5 de noviembre de 1997 [ RJ 1997\8298] , 26 de abril de 1997 [ RJ 1997\4307] , 13 de marzo
de 1989 [ RJ 1989\1986] y 22 de julio de 1988 [ RJ 1988\6095] , entre otras).
No es obstáculo a la existencia de responsabilidad patrimonial de la Administración en los casos de
fallecimientos de internos en establecimientos penitenciarios ya por obra de otra persona, ya por su propia
voluntad suicida, el carácter directo, inmediato y exclusivo con que la jurisprudencia viene caracterizando
el nexo causal entre la actividad administrativa y el daño o lesión, pues, como afirma la sentencia de 25
de enero de 1997 ( RJ 1997\266) , entre otras, la imprescindible relación de causalidad entre la actuación
de la Administración y el resultado dañoso producido puede aparecer bajo formas mediatas, indirectas y
concurrentes (aunque admitiendo la posibilidad de una moderación de la responsabilidad en el caso de
que intervengan otras causas, la cual debe tenerse en cuenta en el momento de fijarse la indemnización).
En la primera de las Sentencias citadas se señala que el carácter objetivo de la responsabilidad de la
Administración determina que la anormalidad en el servicio no debe necesariamente estar conectada a la
existencia de una infracción subjetiva de los deberes de los funcionarios, sino que basta con demostrar,
que objetivamente existió una deficiencia, aun cuando fuera aislada, determinante de la omisión de
cuidados que pudieron evitar el fallecimiento.
En el caso de autos podría alegarse que el elemento determinante de las lesiones derivadas del intento
de suicidio fue la propia voluntad del interno. Esta Sala tiene declarado (v. gr., sentencias de 6 de octubre
de 1998 [ RJ 1998\7813] y 13 de octubre de 1998 ( RJ 1998\7820) ) que, aun cuando la jurisprudencia ha
venido refiriéndose de modo general a un carácter directo, inmediato y exclusivo para particularizar el
nexo causal entre la actividad administrativa y el daño o lesión que debe concurrir para que pueda
apreciarse responsabilidad patrimonial de las administraciones públicas, no queda excluido que la
expresada relación causal -especialmente en los supuestos de responsabilidad por funcionamiento
anormal de los servicios públicos- pueda aparecer bajo formas mediatas, indirectas y concurrentes,
circunstancia que puede dar lugar o no a una moderación de la responsabilidad ( sentencias de 8 de enero
de 1967, 27 de mayo de 1984 SIC, 11 de abril de 1986 [ RJ 1986\2633] , 22 de julio de 1988 [ RJ
1988\6095] , 25 de enero de 1997 [ RJ 1997\266] y 26 de abril de 1997 [ RJ 1997\4307] , entre otras) y
que entre las diversas concepciones con arreglo a las cuales la causalidad puede concebirse, se imponen,
en materia de responsabilidad patrimonial de la Administración, aquéllas que explican el daño por la
concurrencia objetiva de factores cuya inexistencia, en hipótesis, hubiera evitado aquél ( sentencia de 25
de enero de 1997 [ RJ 1997\266] ), por lo que no son admisibles, en consecuencia, concepciones
restrictivas que irían en contra del carácter objetivo de la responsabilidad patrimonial de las
administraciones públicas ( sentencia de 5 de junio de 1997 [ RJ 1997\4599] ).
No obstante, hemos declarado también que el concepto de relación causal se resiste a ser definido
apriorísticamente con carácter general, y se reduce a fijar qué hecho o condición puede ser considerado
como relevante por sí mismo para producir el resultado final como presupuesto o «conditio sine qua non»
esto es, como acto o hecho sin el cual es inconcebible que otro hecho o evento se considere consecuencia
o efecto del precedente, aunque es necesario además que resulte normalmente idóneo para determinar el
concreto evento o resultado teniendo en consideración todas las circunstancias del caso ( sentencia de 5
de diciembre de 1995 [ RJ 1995\9061] ).
QUINTO Hechas estas consideraciones generales y por lo que al caso de autos se refiere, es cierto
que a la producción del resultado dañoso contribuyó de forma trascendente la conducta del interno,
producto de su tendencia suicida, pero aún cuando la Administración penitenciaria realizó la actividad
antes transcrita recogida por la Sentencia de instancia, esta no contempla todo el desarrollo que consta
documentado, de la actividad de la Administración, que evidencia que no se adoptaron unos cuidados
especiales que hubieran podido evitar el intento de suicidio, concurriendo un elemento de anormalidad en
el servicio público prestado, hecho que determina por si mismo, la estimación del recurso de casación
interpuesto y la estimación parcial de la demanda deducida en la instancia, por existir responsabilidad
patrimonial imputable a la Administración penitenciaria del Estado.
En efecto, no podemos compartir la valoración de la sentencia de instancia que viene a concluir que
no existió elemento alguno de anormalidad en el servicio, por el hecho de haber existido una determinada
actividad de control por los Servicios Médicos del Centro Penitenciario de Fontcalent. El interno Sr. Juan
Ignacio realiza su intento de suicidio sobre los 20,25 horas del día 2 de agosto de 1995, cuando paseando
por el patio del Pabellón I se encaramó a una de las canastas de baloncesto en él existentes, arrojándose
desde la misma.
En el Centro psiquiátrico penitenciario era perfectamente conocido que el citado interno padecía una
esquizofrenia paranoide, con altos y bajos en su evolución, que había experimentado un retroceso y
agudización en los días anteriores al intento de suicido: así en las hojas de seguimiento del mismo consta
como incidencias inmediatamente anteriores al 2 de agosto de 1995, la del 21 de julio de 1995 en que se
dice «pasa a agudos. No quiere salir de su celda, está como lloroso y triste. Puede pasear en el P1 esta
tarde» (folio 108 del expediente administrativo). Ese mismo día (folio 168) en la hoja de evolución de
enfermería se recoge su estado de ánimo y la necesidad de ser examinado de urgencia. El día 26 de julio
de 1995 en la hoja de evolución de enfermería se recoge que «sigue mejorando», pero el día
inmediatamente anterior a los hechos, el 1 de agosto de 1995 en la hoja de evolución se recoge: «Dice
tener el mal pensamiento» (folio 100 del expediente) lo que es una clara explicitación en un enfermo
como el Sr.Juan Ignacio de una evidente voluntad suicida.
Pese a esos antecedentes se le permite salir al patio el día 2 de agosto de 1995, cuando en días
anteriores no había querido salir de la celda, en concreto el mismo día 1 de agosto de 1995, según consta
al folio 78 del expediente administrativo, no había querido hacerlo y es evidente que en esa salida al patio
que no consta en el expediente como pautada de manera positiva para hacer frente a ese estado de
desasosiego, alteración y depresión que la Administración penitenciaria conocía desde el día anterior, se
produce una defectuosa vigilancia, insuficiente para evitar que se encaramase a una de las canastas de
baloncesto (actuación esta que no puede reputarse como habitual sino como insólita en la actuación
ordinaria de los internos) arrojándose desde ella, de tal forma que cuando el funcionario de prisiones se
percata de lo acontecido, únicamente puede ya tratar de prestarle los primeros auxilios, hasta que llegan
los servicios sanitarios.
Debe pues concluirse, como se ha dicho, que existió una anormalidad en el servicio por una deficiente
vigilancia por parte de los funcionarios en el contexto ya expuesto en que ocurrieron los hechos.
SEXTO Se ha argumentado ya, que a la producción del resultado dañoso, contribuyó de forma
decisiva la conducta del interno y su decidido propósito suicida. Como ya se ha visto, la jurisprudencia de
esta Sala declara que la nota de «exclusividad» referida al nexo de causalidad debe ser entendida en
sentido relativo y no absoluto, y especialmente en los casos de funcionamiento anormal de los servicios
públicos o inactividad de la Administración la concurrencia de concausas imputables unas a la
Administración y otras a personas ajenas e incluso al propio perjudicado, imponen criterios de
compensación (asumiendo cada parte la cuota que le corresponde) o de atemperar la indemnización a las
características o circunstancias concretas del caso examinado.
Se trata, por tanto, de determinar atendiendo esas circunstancias, la cuantía de la indemnización para
lo que habrá de tenerse en cuenta lo establecido por el artículo 141 de la Ley 30 de 1992, de 26 de
noviembre ( RCL 1992\2512, 2775 y RCL 1993, 246) , en la redacción dada al mismo por la Ley 4 de
1999, de 13 de enero ( RCL 1999\117, 329) , ya en vigor cuando se pronunció la Sentencia que constituye
el objeto del recurso.
Dice el precepto citado en el particular que nos interesa que «la indemnización se calculará con
arreglo a los criterios de valoración establecidos en la legislación de expropiación forzosa, legislación
fiscal y demás normas aplicables, ponderándose, en su caso, las valoraciones predominantes en el
mercado». Y que «la cuantía de la indemnización se calculará con referencia al día en que la lesión
efectivamente se produjo, sin perjuicio de su actualización a la fecha en que se ponga fin al procedimiento
de responsabilidad con arreglo al índice de precios al consumo, fijado por el Instituto Nacional de
Estadística, y de los intereses que procedan por demora en el pago de la indemnización fijada, los cuales
se exigirán con arreglo a lo establecido en la Ley General Presupuestaria ( RCL 1988\1966, 2287) ».
No puede perderse de vista que mediante la indemnización se resarce fundamentalmente el daño
moral, no susceptible de una determinación cuantitativa, si no es mediante la referencia a precedentes
judiciales y a criterios legales de tasación, como ocurre en el ámbito de los daños corporales sufridos con
ocasión de la circulación de vehículos de motor. Ello determina que el importe de la indemnización que
se fijará, se haga teniendo en cuenta las circunstancias -joven edad del interno que quedó afectado de una
paraplejia ya especificada, edad de su esposa que quedó como única fuente de ingresos de la familia y de
sus hijos menores- y que dicha cantidad sea similar a la que esta misma Sala ha venido reconociendo en
casos análogos de suicidios o intentos de suicidios de internos, sin alejarse de la que pudiera resultar
aplicable en su ámbito como consecuencia de los criterios legales de tasación a que se ha hecho
referencia. A ello debe añadirse como dice la Sentencia de 4 de mayo de 1999 ( Rec. Casación 733/95 [
RJ 1999\4910] ) que en un orden razonable de las relaciones humanas, esta Sala debe presumir que los
vínculos de afecto y economías propios de la unidad familiar se mantenían, de tal suerte que hubiera
conrrespondido a la Administración denostar la inexistencia de dicha relación o la ausencia de efectivo
daño oral o perjuicio patrimonial.
Con base a lo hasta aquí argumentado y atendido, lo que esta Sala ha venido a reconocer en supuestos
análogos se fija como indemnización a favor de la parte recurrente por todos los conceptos la cantidad de
veinte millones de pesetas o su equivalente en euros de 120.202, 42 (120.202,42), cantidad que se
establece con referencia al día en que las lesiones derivadas del intento de suicidio se produjeron el 2 de
agosto de 1995 de conformidad con lo dispuesto por el apartado tercero del artículo 141 de la Ley 30 de
1992 ( RCL 1992\2512, 2775 y RCL 1993, 246) , en la redacción dada al mismo por la Ley 4 de 1999, de
13 de enero ( RCL 1999\117, 329) , cantidad que habrá de actualizarse a la fecha en que se pone fin al
procedimiento de responsabilidad, que es la de esta Sentencia, con arreglo al índice de precios al
consumo, fijado por el Instituto Nacional de Estadística, como también dispone el precepto citado, y
sobre esas sumas convenientemente actualizadas, y de acuerdo con ese mismo artículo y apartado, se
abonarán los intereses que procedan por demora en el pago de la indemnización fijada, los cuales se
exigirán con arreglo a lo establecido en la Ley General Presupuestaria ( RCL 1988\1966, 2287) y en el
artículo 106.2 y 3 de la Ley de la jurisdicción ( RCL 1998\1741) .
SÉPTIMO La estimación del recurso de casación comporta la declaración de que las costas
originadas en el recurso deberán ser satisfechas por las partes que las hayan causado, mientras que en
cuanto a las de instancia no se advierte circunstancia alguna que aconseje su imposición, todo ello en
aplicación del art. 139 de la Ley jurisdiccional ( RCL 1998\1741) .
FALLAMOS
Que debemos declarar y declaramos haber lugar al recurso de casación interpuesto por la
representación de Dña. Raquel contra la Sentencia dictada el 25 de febrero de 2000 en el recurso 390/98 (
PROV 2000\130163) , por la Sección Primera de la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la
Audiencia Nacional, que casamos y anulamos. En su virtud estimamos parcialmente el recurso
Contencioso-Administrativo núm. 39/98 interpuesto por el Abogado D. Antonio Jiménez Ramiro en
nombre y representación de Dª Raquel contra la Resolución del Ministerio del Interior de 10 de diciembre
de 1997 y anulamos la misma por no ser conforme a derecho y declaramos la existencia de
responsabilidad patrimonial de la Administración demandada y el derecho de Dña. Raquel a ser
indemnizada por dicha Administración con la suma de 120.202, 42 euros, cantidad que se establece con
referencia al día 2 de agosto de 1995 en que la lesión efectivamente se produjo y que se actualizará a la
fecha de esta Sentencia con arreglo al índice de precios al consumo fijado por el Instituto Nacional de
Estadística, y sobre esas sumas actualizadas se abonarán los intereses que proceden por demora en el pago
de la indemnización fijada, los cuales se exigirán con arreglo a lo establecido en la Ley General
Presupuestaria ( RCL 1988\1966, 2287) y en el artículo 106.2 y 3 de la Ley de la jurisdicción ( RCL
1998\1741) .
En cuanto a las costas no se hace expresa imposición de las mismas a ninguna de las partes, ni en la
instancia, ni en este Recurso de Casación.
Así por esta nuestra sentencia, lo pronunciamos, mandamos y firmamos.
PUBLICACIÓN.-Leída y publicada ha sido la anterior sentencia por la Excma. Sra. Magistrada
Ponente Doña Margarita Robles Fernández, estando la Sala celebrando audiencia pública el día de la
fecha de lo que como Secretario certifico.
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