1 DICTAMEN Nº 642 /2010 de 22 de diciembre de 2010 Expediente

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DICTAMEN Nº 642 /2010 de 22 de diciembre de 2010
Responsabilidad patrimonial. Empleados públicos.
Expediente sobre Responsabilidad Patrimonial de la Administración
Pública, por daños y perjuicios derivados de accidente laboral.
Ha sido Ponente la Consejera, Doña Rosario Macías Martín, asistida por
el Letrado, Don Antonio Alonso Clemente, acordándose el Dictamen por
unanimidad, y resultando los siguientes,
I.
ANTECEDENTES
PRIMERO.- El día 22 de noviembre de 2010 tuvo entrada en la
Secretaría del Consejo Consultivo solicitud de dictamen remitido por la
Presidencia de la Junta de Extremadura, de acuerdo con lo establecido en los
artículos 12.1 de la Ley 16/2001, del Consejo Consultivo de Extremadura y
14.c) de la Ley 1/2002, de 28 de febrero, del Gobierno y de la Administración
de la Comunidad Autónoma de Extremadura, en virtud de los cuales el Consejo
Consultivo emitirá dictamen en cuantos asuntos someta a su consulta el
Presidente de la Comunidad Autónoma, a iniciativa propia o a solicitud del
Consejo de Gobierno o de cualquiera de sus miembros.
Se cursa solicitud de dictamen a iniciativa de la Excma. Sra. Consejera
de Sanidad y Dependencia de la Junta de Extremadura, en relación con el
expediente de responsabilidad patrimonial de la Administración Pública
tramitado a instancia de Doña María Josefa que solicita indemnización por los
daños y perjuicios que se le han ocasionado como consecuencia de una
accidente laboral sufrido en el C.A.M.P C.O y U.F “Nuestra Señora de las
Cruces” perteneciente al Servicio Extremeño de Promoción de la Autonomía y
Atención a la Dependencia, y en el que presta servicios con la categoría
profesional de camarera limpiadora.
No se requiere la evacuación de la consulta por el procedimiento de
urgencia.
SEGUNDO.- Se acompaña el expediente administrativo tramitado como
consecuencia de la indicada reclamación de responsabilidad patrimonial,
resultando de antecedentes:
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1.- Mediante escrito de 5 de noviembre de 2008, dirigido a la Secretaria
General de la Consejería de Sanidad y Dependencia, Doña María Josefa,
presentó una reclamación de responsabilidad patrimonial en la que exponía
que “el día 18/9/2008 sufrí un accidente laboral por desprendimiento de la
tapa de la lavadora, salida de productos detergente, lejía, que me alcanzaron al
ojo, produciéndome una conjuntivitis química, lesión leve, que pudo ser más
grave de no tener puestas las gafas que uso habitualmente debido a mis
problemas de visión, quedando los cristales de las mismas totalmente
quemados y deteriorados”. Solicita el abono de los cristales de las gafas que
asciende a la suma de 538,10 €, según presupuesto que se acompaña,
cantidad reclamada en concepto de indemnización.
2.- Solicitado informe del Director del CAMP CO y UF “Nuestra Señora de
las Cruces” en el mismo se hacía constar que “el día 18/09/2008 la
trabajadora de este centro con categoría profesional de CAMARERA
LIMPIADORA, sufre accidente laboral el cual se comunica a nuestra mutua y al
Servicio de Prevención y riesgos laborales de nuestra Consejería. El motivo del
accidente se produjo por desprendimiento de tapa de lavadora saliendo el
producto de la misma, detergente, lejía, etc.., que alcanzó a la trabajadora en los
ojos provocando una conjuntivitis química. El trabajo que realiza. Las propias de
su categoría en una Lavandería Industrial, cargando la lavadora”.
A dicho escrito se acompaña informe técnico emitido por el Servicio de
Prevención y Riesgos Laborales sobre el accidente para aclaración de los
hechos.
3.- Incoado un procedimiento de responsabilidad patrimonial de la
Administración, el órgano instructor solicitó de la interesada que aportara los
siguientes documentos: Factura de las gafas que fueron destruidas tras el
accidente, donde se determine la graduación que tenía tales gafas, así como,
documentación donde se acredite la graduación existente en el momento del
accidente y el tipo de gafas que se necesitaba. La reclamante comparece en este
trámite e incorpora los documentos interesados.
Asimismo, la instructora solicita de la interesa que incorpore al
expediente la factura de compra de las gafas que hubo de adquirir como
consecuencia del accidente acontecido. Dicha factura, por importe de 700 €,
consta en las actuaciones.
4.- Dada audiencia a la interesada, no presenta alegaciones.
5- El Servicio Instructor formuló propuesta de resolución en sentido de
estimar parcialmente la reclamación formulada basada en la existencia de una
relación de causalidad entre el funcionamiento del servicio público y los daños
producidos, y, en consecuencia, se reconoce el derecho de la reclamante a ser
indemnizada por importe de 200 euros.
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6.- El Servicio Jurídico de la Junta de Extremadura informa
favorablemente la propuesta de resolución, concluyendo que procede dictar
una resolución estimatoria parcial de la reclamación solicitada por existencia
de relación de causalidad entre la lesión sufrida y el funcionamiento del
servicio público.
TERCERO.- Por resolución de la Presidencia de este Consejo de la fecha
de su registro, la consulta fue admitida, se ordenó continuar la evacuación de
la misma por el procedimiento ordinario y se turnó ponencia según orden
preestablecido, correspondiendo como queda indicado en el encabezamiento
dando cuenta al Pleno de tales determinaciones.
CUARTO.- No habiéndose considerado necesaria la práctica de
diligencias adicionales quedó conclusa esta fase del procedimiento de la
consulta con la documentación obrante en el expediente, elevándose por la
Ponente propuesta de dictamen que fue incluida en el orden del día de la
sesión plenaria que figura en el encabezamiento.
QUINTO.- En la referida sesión plenaria la Ponente informó del contenido
del proyecto de dictamen y sometido a la deliberación del Pleno, el Consejo
estimó, por unanimidad, la suficiencia de dicho informe y su conformidad con
la propuesta, por lo que se acordó aprobar el proyecto de dictamen sin
necesidad de debate en ulterior sesión.
II.
OBJETO Y ALCANCE DE LA CONSULTA
Se somete a la consideración de este Consejo Consultivo una consulta
en un expediente de reclamación en materia de responsabilidad patrimonial
de la Administración Pública, regulada en los artículos 139 a 144 de la Ley
30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones
Públicas y Procedimiento Administrativo Común; en los artículos 133 a 135
de la Ley 1/2002, de 28 de febrero, del Gobierno y Administración de la
Comunidad Autónoma de Extremadura, y en el Real Decreto 429/1993, de 26
de marzo, por el que se aprueba el Reglamento de los Procedimientos de las
Administraciones Públicas en materia de responsabilidad patrimonial.
El contenido del dictamen, dado el tipo de expediente sobre el que versa
la consulta, debe atemperarse a lo prevenido en el artículo 12, apartado 2, del
anteriormente
citado
Reglamento
de
los
Procedimientos
de
las
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Administraciones Públicas en materia de responsabilidad patrimonial que
establece que “se solicitará que el dictamen se pronuncie sobre la existencia o
no de la relación de causalidad entre el funcionamiento del servicio público y
la lesión producida y, en su caso, sobre la valoración del daño causado y la
cuantía y modo de la indemnización, considerando los criterios previstos en la
Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento
Administrativo Común”.
Se requiere dictamen ordinario en derecho, sin extenderse a cuestiones o
consideraciones de oportunidad, de conformidad con lo prevenido en el artículo
2.2 de la Ley de creación de esta instancia consultiva.
III.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- Competencia y carácter del Dictamen.
El artículo 13.1.i) de la Ley 16/2001 de 14 de diciembre, del Consejo
Consultivo de Extremadura establece el carácter preceptivo de la consulta en
los expedientes tramitados por la Administración Autonómica, y en su caso,
por las Administraciones Locales de su territorio, relativo a las reclamaciones
de indemnización de daños y perjuicios.
En particular, el artículo 12.1 del Reglamento de los Procedimientos de
las Administraciones Públicas en Materia de Responsabilidad Patrimonial
dispone que, cuando sea preceptivo a tenor de lo establecido en la Ley
Orgánica del Consejo de Estado, se recabe el dictamen de este órgano
consultivo o, en su caso, del órgano consultivo de la Comunidad Autónoma,
remitiéndole todo lo actuado en el procedimiento, así como una propuesta de
resolución.
Por todo ello, el Consejo Consultivo de Extremadura emite este dictamen
con carácter preceptivo, y, además, de modo no vinculante a tenor de lo dispuesto
en el artículo 3, apartado 2, de la citada Ley 16/2001.
SEGUNDO.- Consideraciones sobre el procedimiento administrativo
tramitado.
Corresponde analizar la adecuación de los trámites realizados por la
Administración instructora a las disposiciones aplicables a los procedimientos
para exigir responsabilidad patrimonial ante las Administraciones Públicas,
contenidas en los artículos 139 y ss de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de
Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y Procedimiento
Administrativo Común, y en el Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, por el
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que se aprueba el Reglamento de los Procedimientos de las Administraciones
Públicas en materia de responsabilidad patrimonial.
La tramitación del procedimiento, ha seguido las previsiones contenidas
en sus normas reguladoras, en particular, ha de señalarse que ha sido
adoptado el acuerdo de iniciación del expediente por el órgano competente, con
el nombramiento de instructor y se han llevado a efecto las actuaciones
necesarias dentro de la fase de instrucción, emitiéndose los informes precisos
para la comprobación de los daños objeto de reclamación y su relación con el
funcionamiento del servicio público. Concluida la fase de instrucción, y
otorgado trámite de vista del expediente y audiencia a la parte interesada, se
emitió Propuesta de Resolución, informe de la Dirección General de Servicios
Jurídicos de la Junta de Extremadura, para finalmente, solicitar el preceptivo
dictamen de este Órgano consultivo.
En conclusión, cabe afirmar que el procedimiento observado se ajusta,
suficientemente, a las previsiones contenidas en sus normas reguladoras, salvo
en lo referente al plazo máximo para resolver, que es de seis meses, a tenor de
lo dispuesto por el artículo 13.3 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo,
que aprueba el Reglamento de los procedimientos de las Administraciones
Públicas en materia de responsabilidad patrimonial. Sin perjuicio de lo
anterior, el transcurso del plazo de resolución y notificación no exime a la
Administración de su obligación de resolver expresamente y sin vinculación
alguna con el sentido del silencio desestimatorio producido [arts. 42.1 y 43.4.b)
de la Ley 30/1992].
TERCERO.- La responsabilidad patrimonial de las Administraciones
Públicas: régimen jurídico.
El artículo 9.3 de la CE garantiza la responsabilidad y la interdicción de la
arbitrariedad de los poderes públicos. Por su parte, el artículo 106.2 de la CE,
enuncia los presupuestos básicos al establecer que “los particulares, en los
términos establecidos por la Ley, tendrán derecho a ser indemnizados por toda
lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de
fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento de los
servicios públicos”.
La regulación de las previsiones constitucionales se contienen en los
artículos 139 a 146 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico
de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, que
han sido parcialmente modificadas por la Ley 4/1999, de 13 de enero, y en Real
Decreto 429/1993, de 26 de marzo, que aprueba el Reglamento de los
Procedimientos en materia de Responsabilidad Patrimonial. Y esta normativa
estatal sobre responsabilidad patrimonial resulta de aplicación a la Comunidad
Autónoma de Extremadura de acuerdo con lo dispuesto en los artículos 133 a
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135 de la Ley 1/2002, de 28 de febrero, del Gobierno y Administración de la
Comunidad Autónoma.
Las principales características de nuestro sistema de responsabilidad
patrimonial, tal y como aparece configurado en los preceptos constitucionales y
legales citados, pueden sintetizarse así: “(...) es un sistema unitario en cuanto rige
para todas las Administraciones; general en la medida en que se refiere a toda la
actividad administrativa, sea de carácter jurídico o puramente fáctico, y tanto por
acción como por omisión; de responsabilidad directa de modo que la
Administración cubre directamente, y no sólo de forma subsidiaria, la actividad
dañosa de sus autoridades, funcionarios y personal laboral, sin perjuicio de la
posibilidad de ejercitar luego la acción de regreso cuando aquellos hubieran
incurrido en dolo, culpa o negligencias graves; pretende lograr una reparación
integral; y, finalmente es, sobre todo, un régimen de carácter objetivo que, por
tanto, prescinde de la idea de culpa, por lo que el problema de la causalidad
adquiere aquí la máxima relevancia (...)” (Sentencia del Tribunal Superior de
Justicia de Extremadura, Sala de lo Contencioso-Administrativo, de 10 de abril de
2003).
La responsabilidad patrimonial de la Administración, de naturaleza directa
y objetiva, exige, conforme a la doctrina y reiterada jurisprudencia, los siguientes
presupuestos:
A) La existencia de un daño o perjuicio en la doble modalidad de daño
emergente o lucro cesante. El daño ha de ser efectivo y cierto, nunca contingente
o futuro, evaluable económicamente e individualizado en relación a una persona o
grupo de personas.
B) El daño se define como antijurídico, toda vez que la persona que lo sufre
no tiene el deber jurídico de soportarlo de acuerdo con la Ley.
C) La imputación a la Administración de la actividad dañosa como
consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos, por
lo que tan indemnizables son los daños que procedan de uno como de otro, en
tanto esta responsabilidad patrimonial se configura como una responsabilidad
objetiva o por el resultado.
D) La relación de causalidad entre la actuación administrativa y el daño
ocasionado o producido. Este necesario e imprescindible nexo causal ha de ser
directo, inmediato y exclusivo. Esta exclusividad del nexo causal ha sido matizada
por la doctrina jurisprudencial que sostiene la exoneración de responsabilidad
para la Administración, a pesar del carácter objetivo de la misma, cuando es la
conducta del propio perjudicado o la de un tercero la única determinante del daño
producido aunque hubiese sido incorrecto el funcionamiento del servicio público.
Dicha exoneración de responsabilidad patrimonial puede ser también,
obviamente, parcial, lo que se producirá en el supuesto de que el daño ocasionado
haya sido debido tanto a la conducta de la Administración como a la del propio
afectado, esto es, la concurrencia de causas (concausas) puede dar lugar a la
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graduación del quantum indemnizatorio que, en su caso, deba abonar la
Administración.
E) Ausencia de fuerza mayor.
F) El derecho a reclamar prescribe al año de producido el hecho o acto
que motive la indemnización o de manifestarse su efecto lesivo.
En todo caso, debe abordarse el examen puntual y particular de cada
petición concreta de responsabilidad patrimonial de la Administración,
analizando las circunstancias específicas y peculiares de las mismas hasta
llegar a determinar si en ellas concurren, o no, todos los requisitos exigibles, en
particular el nexo causal, para poder declarar tal responsabilidad, pues de
concitarse todos los anteriores requisitos surge la obligación de reparación que
deje a la víctima indemne del daño pues, la indemnización por este título
jurídico debe cubrir los daños y perjuicios hasta conseguir la reparación
integral de los mismos.
CUARTO.- Análisis del caso concreto sometido a consulta de este Órgano.
Se somete a consulta la reclamación de indemnización deducida por
Doña María Josefa, por los daños y perjuicios derivados de la rotura de unas
gafas de su propiedad, cuando el día 18 de septiembre de 2008, en el ejercicio
de su actividad profesional de camarera limpiadora, como consecuencia del
desprendimiento de una tapa de la lavadora, le saltaron a la cara los productos
de limpieza que se contenían en la misma, produciéndole conjuntivitis química
y el deterioro de los cristales de las gafas que utiliza.
Se reclama el importe de reposición de los cristales de las lentes
correctoras que, inicialmente, estima en la suma de 538,10 euros (presupuesto
de una óptica) y, posteriormente 700,00 euros (factura de sustitución).
En primer término, atendiendo a la fecha en que se produjo el daño y a
la también citada (en los antecedentes de este Dictamen) de presentación de la
reclamación, procede señalar que la parte reclamante ha ejercido su derecho
en tiempo hábil, de acuerdo con lo establecido en el artículo 142.5 de la Ley
30/1992, de 26 de noviembre.
En segundo término, consta suficientemente acreditada la legitimación
activa de quien ejercita la acción de indemnización de daños y perjuicios, toda
vez que su condición de perjudicada le habilita para promover este
procedimiento como titular de un derecho o interés legítimo, de conformidad
con lo dispuesto en los artículos 31.1.a) y 139 de la Ley 30/1992.
Por otra parte, puede afirmarse que concurre el requisito de
imputabilidad, pues, se reclama frente a la Administración Autonómica titular
del servicio (CAMP CO Y UF “Nuestra Señora de las Cruces”) donde se produjo
el accidente por lo que es responsable directa de los daños que de su
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prestación se deriven. Tal extremo aparece indubitadamente acreditado, ya que
el hecho de la rotura de las gafas de la interesada se ha producido en la
prestación de su trabajo como camarera limpiadora en el Centro de Atención
de Minusválidos Psíquicos “Nuestra Señora de las Cruces” perteneciente al
Servicio Extremeño de Promoción de la Autonomía y Atención a la
Dependencia, Consejería de Sanidad y Dependencia.
En lo que se refiere a la concurrencia del evento dañoso alegado por la
parte damnificada hay que manifestar que los distintos documentos e informes
que obran en el expediente dejan constancia de la realidad y certeza del
accidente. En efecto, los hechos alegados por la reclamante resultan
acreditados tanto por el informe de la Directora del centro, como por el informe
técnico emitido en materia de salud y riesgos laborales.
Sentado lo anterior seguidamente, procede entrar en el examen del
aspecto sustantivo de la reclamación, esto es, la posible concurrencia de los
requisitos determinantes de la exigencia de responsabilidad patrimonial de la
Administración. A este respecto, de la documental evacuada cabría afirmar que
la reclamante ha sufrido un daño efectivo, individualizado y económicamente
evaluable, y habría de reputarse antijurídico e indemnizable, si quedara
demostrado que el daño sufrido por la perjudicada guarda la necesaria relación
causal con el servicio público. En suma, la única cuestión que se plantea es la
de determinar si el daño ha sido o no consecuencia del funcionamiento normal
o anormal de un servicio público, presupuesto imprescindible para el
reconocimiento de la responsabilidad patrimonial de la Administración.
Ahora bien, con carácter previo a cualquier otra consideración, conviene
precisar que la perjudicada ostenta la condición de empleada pública y solicita
el resarcimiento de los daños y perjuicios sufridos en el ejercicio de sus
funciones, utilizando para ello, el procedimiento de reclamación patrimonial.
La perjudicada se encontraba realizando sus labores profesionales
cuando se produjo el accidente, por lo que como camarera-limpiadora tiene
una relación de dependencia especial con la Administración que hace que se
deba valorar de forma distinta el daño sufrido en el desempeño de su trabajo.
Este Consejo se ha detenido a analizar esta peculiar relación del
empleado público como sujeto activo en las reclamaciones de responsabilidad
patrimonial frente a su Administración en general y por daños o lesiones
sufridas en acto de servicio en particular, en sus Dictámenes 62/2005,
63/2005, 66/2005, 284/05, 435/06 y 75/08, entre otros, haciendo un
recorrido tanto por la doctrina del Consejo de Estado y demás instituciones
consultivas territoriales, como por la jurisprudencia de los Tribunales.
Se ha de destacar de la labor hermenéutica llevada a cabo por tales
instancias, en primer lugar, la adecuada interpretación de la expresión
“particulares” que aparece en la redacción de los artículos 106 de la
Constitución y 139 de la Ley de RJAP y PAC y, es que, en efecto, los empleados
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públicos no han sido “particulares” en la dogmática jurídica por el ejercicio o
prestación de su función, toda vez que estaban ligados con la Administración
por virtud de relaciones de sujeción especial (STS -Sala de lo ContenciosoAdministrativo, Sección 6ª-, de 2 julio 1998).
Por otra parte, en estos casos, en los que el funcionario que participa en
la prestación de un servicio sufre un daño, el Tribunal Supremo sostiene que
nos encontramos ante un riesgo profesional libremente aceptado por el agente
de la Administración y, por tanto, la lesión sufrida constituye un daño que
tenía el deber de soportar. En este sentido podemos citar las sentencias de este
Tribunal de 6 de noviembre de 2001, 29 de enero de 2004, de 16 de abril de
2007 y de 24 de noviembre de 2005. Ésta última, en el fundamento jurídico
octavo, establece que:
“Dicho riesgo, atendida su condición de riesgo derivado de la actividad
profesional suficientemente conocida, es un riesgo aceptado por la hoy recurrente
que precisamente por esa aceptación voluntaria hace que el daño no pueda ser
considerado antijurídico y por tanto desaparece así uno de los requisitos
imprescindibles para que pueda hablarse de responsabilidad patrimonial de la
Administración, salvo que se acredite que no es el caso, que la administración
omitió alguna de las medidas de seguridad que venia obligada a adoptar en
garantía de la integridad física de sus trabajadores”.
En parecidos términos, la STS de 20 de febrero de 2003 (Recurso de
casación 9499/1998 [RJ 2003, 2125] dictada en un supuesto de reclamación
patrimonial por lesiones sufridas por un funcionario de policía al proceder a la
detención de un delincuente, señala:
“Como es sabido solo existen daños antijurídicos cuando la víctima no
tiene el deber de soportar el daño, deber que surge, por todas, S. de 12 de junio
de 2001 ( RJ 2001, 6152), de la concurrencia de un título que lo imponga,
contrato previo, cumplimiento de obligación legal o reglamentaria, por cuanto la
asunción voluntaria o por mandato legal del riesgo del servicio público, aceptado
y consentido por persona encargada de la prestación de ese servicio, rompe la
relación de causalidad cuando, como en el caso de autos, se toma de forma
autónoma la decisión de actuar y el modo de hacerlo, de tal forma que el
funcionario es quien toma la decisión de actuar y asume la dirección de la acción
efectuada». «el propio recurrente alega que las lesiones se produjeron en acto de
servicio, por tanto en cumplimiento de una obligación legal de actuar como Policía
Nacional, siéndole causadas las lesiones por el individuo a cuya detención
procedía, por tanto estamos en principio ante un supuesto claro de falta de
antijuridicidad del daño sufrido”.
Y también la Sentencia del Tribunal Supremo de 1 de febrero de 2003
(Recurso de casación 7061/2001 [ RJ 2003, 2358] ) aborda la cuestión de si «al
integrarse libremente el ciudadano en un servicio público está amparado o no
por el derecho que los particulares tienen a ser indemnizados por las
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Administraciones Públicas por toda lesión que sufran en cualquiera de sus
bienes o derechos, salvo los casos de fuerza mayor, siempre que exista nexo
causal entre la lesión y el funcionamiento del servicio público, contemplado en
los artículos 139 y 141 de la Ley del Régimen Jurídico de las Administraciones
Públicas y del Procedimiento Administrativo Común (RCL 1992, 2512, 2775 y
RCL 1993, 246), o, por el contrario, al asumir voluntariamente los riesgos
inherentes al concreto servicio público que presta, tiene el deber jurídico de
soportar los daños o perjuicios connaturales a dicho servicio público, de modo
que no se pueden calificar de antijurídicos, por lo que no generarán a su favor
derecho a indemnización por el concepto de responsabilidad patrimonial de la
Administración Pública sino solo aquellas prestaciones que se deriven de su
naturaleza estatutaria:
“La clave para resolver este conflicto está en la normalidad o deficiencia
en la prestación del servicio... En el supuesto de funcionamiento normal, el
servidor público ha asumido voluntariamente un riesgo que, de acuerdo con la
Ley, tiene el deber jurídico de soportar, por lo que el daño no sería antijurídico
y la Administración no vendría obligada a indemnizarle por el concepto de
responsabilidad patrimonial sino con las prestaciones previstas expresamente
en el ordenamiento jurídico aplicable a su relación estatutaria, siendo este el
criterio mantenido en la Sentencia de esta Sala de 10 de abril de 2000 (
Recurso de casación 9147/1995 [ RJ 2000, 3352] ).
En el caso de autos, a la vista de lo actuado, nos hallamos ante un
supuesto de funcionamiento normal en la prestación del servicio, por lo que el
funcionario de policía tiene, en este caso, el deber jurídico de soportar el riesgo
inherente a la prestación de ese concreto servicio público de protección que
desempeñaba”.
En el supuesto de funcionamiento normal, el servidor público ha
asumido voluntariamente un riesgo que, de acuerdo con la ley, tiene el deber
jurídico de soportar, por lo que el daño no sería antijurídico y la
Administración no vendría obligada a indemnizarle por el concepto de
responsabilidad patrimonial sino con las prestaciones previstas expresamente
en el ordenamiento jurídico aplicable a su relación estatutaria.
En el caso de funcionamiento anormal del servicio público, se debe
discernir si la deficiencia o anormalidad es consecuencia exclusivamente de la
propia actuación del servidor o funcionario público, en cuyo caso su misma
conducta sería la única causante del daño o perjuicio sufrido, con lo que
faltaría el requisito del nexo causal, requerido por el apartado 1 del artículo
139 de la mencionada Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones
Públicas y del Procedimiento Administrativo Común para que nazca la
responsabilidad patrimonial de la Administración, o si la deficiencia o
anormalidad del servicio obedece a otros agentes con o sin la concurrencia de
la conducta del propio perjudicado. Por tanto, únicamente podrán considerarse
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antijurídicos los daños cuando deriven de un funcionamiento anormal del
servicio público y no interfiera la conducta del perjudicado o de un tercero en
el nexo causal.
Según la doctrina sentada en los dictámenes de este Órgano Consultivo
antes citados, las indemnizaciones que acrediten los funcionarios públicos en
virtud de sus regímenes de previsión social pueden ser compatibles con
indemnizaciones por causa de responsabilidad patrimonial al albur de tal
precepto constitucional citado por cuanto tienen causa y objeto diferente lo que
es especialmente indicados cuando el régimen de pensiones no salda
íntegramente el daño causado.
En el presente caso debemos concluir que el accidente se ha producido
por una falta de medidas de seguridad, puesto que el informe del servicio de
prevención de riesgos laborales acredita que la tapa de la lavadora que saltó
inesperadamente no cerraba correctamente puesto que la pieza derecha del
cajón estaba rota y fue sustituida por una pieza fabricada a mano por el
personal de mantenimiento del centro. Por ello “la pieza no garantizaba la
posición de cerrado de la puerta”. Esta circunstancia se señala como causa
exclusiva del accidente: “Fabricación de pieza en el centro de trabajo de manera
casera para sustituir la pieza rota ubicada en la parte derecha y que sirve para
sujetar la puerta del cubeta”.
Tampoco podemos considerar que la conducta de la perjudicada
interfiriera en el nexo causal pues el acercamiento a la máquina al percibir que
no funcionaba correctamente no puede considerarse causa del accidente, que
se debió en exclusiva a la negligencia del personal del centro al instalar una
pieza manipulada con procedimientos caseros y sin ninguna garantía de
seguridad.
Es por ello que, de conformidad con la doctrina y la jurisprudencia
anteriormente expuesta y, tratándose de un supuesto de funcionamiento
anormal del servicio público, entendemos que la reclamante no tiene el deber
jurídico de soportar el perjuicio irrogado como consecuencia de su relación de
servicio con la Administración pública, en lo que el Tribunal Supremo, como
hemos visto, ha venido denominando como “riesgo profesional”.
Eso sí, los daños indemnizables serán aquéllos que no hayan sido
reparados por el sistema de previsión social; es decir, el importe de sustitución
de los cristales de las gafas, pues la curación de los daños personales y el
abono de los días de baja le habrán sido compensados por aquél régimen. De
hecho ninguna indemnización solicita en concepto de daños personales.
En definitiva, acreditada la realidad del daño y la causa de su
producción, imputable al funcionamiento anormal del servicio público
municipal, resulta obligada la declaración de responsabilidad patrimonial de la
Administración Autonómica, por concurrir todos requisitos normativos para
que nazca la obligación de indemnizar.
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QUINTO.- Cuantía de la indemnización.
Concurriendo, por tanto, los requisitos reseñados en las páginas
precedentes surge la obligación de indemnizar por parte de la Administración y por
ello, de conformidad con lo prevenido en el artículo 12 apartado 2 del Reglamento
aprobado por el Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, antes citado, este
Consejo se ha de pronunciar sobre el importe de la indemnización teniendo en
cuenta que la reparación, por su parte, ha de ser integral, como ha señalado
reiteradamente la jurisprudencia.
Así, sin ánimo exhaustivo, y por citar sólo algunas Sentencias del Tribunal
Supremo, en la de 31 mayo 1987 (RJ 1987, 4419) se declaró que la
indemnización por responsabilidad patrimonial de la Administración debe cubrir
todos los daños y perjuicios sufridos, hasta conseguir la reparación integral de los
mismos. En la de 5 abril 1989 (RJ 1989, 2816) se puso de manifiesto que el
principio que domina la regulación de la responsabilidad patrimonial de la
Administración es el de procurar al perjudicado la compensación integral del daño
sufrido. En la de 18 julio 1989 (RJ 1989, 5836) se señaló que la indemnización ha
de corresponder al perjuicio que al particular se cause por el sacrificio de sus
derechos y bienes, sin que ello, se añadió, invocando precedentes SSTS de 12
julio 1955 y 21 noviembre 1955, pueda convertirse en un motivo de lucro. Y en la
de 19 julio 1997 (RJ 1997, 6732) se declaró que la responsabilidad patrimonial de
la Administración conlleva la reparación integral de los daños y perjuicios
producidos.
En el presente caso estamos de acuerdo con la instructora del expediente
en cuanto que debe indemnizarse el valor de los cristales que resultaron
deteriorados y no el de unos nuevos de características y precio diferente. Para ello
habrá que determinarse el valor de los mismos en la fecha del accidente, pues
conforme al artículo 141.3 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen
Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo
Común, la cuantía de la indemnización se calculará con referencia al día en que
la lesión efectivamente se produjo. Y la lesión (pérdida patrimonial del valor de los
cristales) se produjo el día 18 de septiembre de 2008 (fecha del accidente) con
independencia del momento en que la interesada proceda a su sustitución.
Para estimar dicho valor podemos utilizar como referencia una factura
óptica de fecha 17 de julio de 2008 (dos meses anterior a la fecha del accidente y
referida precisamente a los cristales que resultaron dañados) que aportó la
interesada y que nos ofrece un parámetro objetivo y sólido para calcular el
importe de los cristales. De acuerdo con dicha factura los cristales costaban 100
euros cada uno, por lo que la indemnización ha de estimarse, en aras al efectivo
cumplimiento de este fundamental criterio de que la reparación de los daños
ocasionados sea integral, en 200 euros.
No obstante, dicha cantidad ha de ser actualizada a la fecha en que se
ponga fin al procedimiento de responsabilidad, con arreglo al índice de precios
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al consumo, fijado por el Instituto Nacional de Estadística, y de los intereses
que procedan por demora en el pago de la indemnización fijada, los cuales se
exigirán con arreglo a lo establecido en la Ley General Presupuestaria (artículo
141.3 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las
Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común).
CONCLUSIÓN
En mérito de lo expuesto, el Consejo Consultivo de Extremadura dictamina,
“Que teniendo presentes las consideraciones contenidas en el cuerpo de
este Dictamen, resulta procedente declarar en este supuesto la
responsabilidad patrimonial de la Administración de la Junta de Extremadura,
debiéndose indemnizar a la parte reclamante, en los términos expresados en el
Fundamento Jurídico Quinto”.
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