MÁGICA COSECHA Desde el primer día que Carmen llegó a trabajar a la viña, comenzaron a manifestarse una serie de acontecimientos, difíciles de precisar. Cuando ella entraba al interior del Castellón, entre gigantescas vigas de roble que sostenían la estructura de madera, por unos instantes la escena que allí transcurría parecía detenerse en el tiempo, desorientando a los trabajadores que no encontraban las cosas en su lugar. Después del primer impacto volvían a sus funciones, sin embargo por alguna extraña razón no comentaban los sucesos, los que se fueron presentando invariablemente tanto en los viñedos, como en el Parque San Carlos, llegando los efectos de estas alucinaciones colectivas hasta la mismísima Casa Patronal. La desconfianza hacia Carmen dio sus primeros frutos cuando la cintura de ella comenzó a engrosar rápidamente y bajo sus amplias polleras se arremolinaba un tropel de llantos que acaso verían la luz del alba. Entonces el silencio anunció su fin y los rumores de su preñez se pronunciaban a viva voz, adjudicándole la paternidad del niño hasta el mismísimo demonio, asociando su presencia con el inusual comportamiento de los trabajadores. Más aún relacionaban estos hechos con las altas temperaturas de que habían sido víctima algunos de ellos. ¡Alfombrilla! Dijeron los médicos y en pocos días se declaró una epidemia haciendo aumentar el número de niños fallecidos en años anteriores en el mismo período. Sólo los muros de adobe del Castellón, albergaban el secreto de Carmen. Y una mañana, antes de su partida, subió a la pendiente, sintiendo la brisa fría que tañía su espalada con rigor. Allí, en esos suelos de baja fertilidad, formados básicamente de arcilla, se produjo el fruto más puro. Emergió de la madre tierra, tostado y maduro con la intensidad de las notas frutales que dieron su origen. Carmen dio a luz su mágica cosecha. Dessireé Cabero Ulloa. Puente Alto, una crónica, un recuerdo. Recopilación de Magdalena Medina Arenas. Impreso en los Talleres Gráficos MACZ Impresores. 2001. pp. 13-14.