Lima, primero de diciembre Del año dos mil ocho.- LA SALA

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Lima, primero de diciembre Del año dos mil ocho.‐ LA SALA CIVIL TRANSITORIA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA; vista la causa número ochenta y seis ‐ dos mil ocho, en Audiencia Pública de la fecha, y producida la votación con arreglo a Ley, emite la siguiente sentencia; MATERIA DEL RECURSO: Se trata del Recurso de Casación interpuesto por la Empresa Ganadera Montecristo Sociedad Anónima Cerrada, mediante escrito de fojas ciento noventa y dos, contra la resolución emitida por la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de La Libertad, de fojas ciento ochenta, su fecha veinticinco de octubre del año dos mil siete, que revocando la apelada Y REFORMÁNDOLA LA DECLARARON FUNDADA EN PARTE LA DEMANDA EN CONSECUENCIA CUMPLA LA DEMANDADA CON INDEMNIZAR AL DEMANDANTE CON LA SUMA DE QUINCE MIL NUEVOS SOLES POR DAÑOS Y PERJUICIOS, MAS LOS INTERESES LEGALES E INFUNDADA LA DEMANDA EN LO QUE SE REFIERE A LAS PRETENSIONES ACCESORIAS DE INDEMNIZACIÓN POR DAÑO MORAL Y RENTA VITALICIA; FUNDAMENTOS DEL RECURSO: Que, concedido el Recurso de Casación, fue declarado procedente por resolución del quince de abril del año dos mil ocho, por la causal previstas en el inciso primero y segundo del artículo trescientos ochenta y seis del Código Procesal Civil, esto es, por: a) Interpretación errónea del artículo mil novecientos setenta del Código Civil. Al señalar que, encontrándose acreditado en autos que el accidente se produjo dentro de las instalaciones de la empresa, no es necesario determinar la culpa o dolo del agente sino sólo el daño ocasionado a la víctima, desconociendo que también debe determinarse la existencia del nexo causal, esto es, la existencia de elementos terceros ajenos a la voluntad o control de la demandada que influyeron y determinaron la realización del evento dañoso, como es la existencia de la ruptura del nexo causal dado que el accidente se debió y fue consecuencia directa de la imprudencia de quien padeció el daño y del hecho determinante de tercero, siendo la interpretación correcta de ese artículo que no es imputable de responsabilidad objetiva (ni culpa virtual) por la utilización del bien riesgoso o peligroso cuando en la realización del evento dañoso se evidencia la presencia de elementos terceros determinantes del mismo y de la participación relevante del afectado, por lo que se evidencia una ruptura del nexo causal. b) Inaplicación del artículo mil novecientos setenta y dos del Código Civil. Siendo dicha norma la que se debió aplicar al presente caso toda vez que el accidente se debió y fue consecuencia directa de la imprudencia de quien padeció el daño y del hecho determinante de tercero, como es que el accidente no hubiera sido posible sin la intervención del señor Alberto Quiliche Gonzáles, quien no sólo posibilitó el ingreso de su menor hermano sino que incitó y solicitó al mismo a ingresar a fin de que lo ayude a cumplir su tarea, constituyéndose dicho hecho como un elemento de ruptura del nexo causal, siendo un segundo elemento, la propia imprudencia e impericia del lesionado, por lo que se constata la aplicación del artículo mil novecientos setenta y dos del Código Civil; CONSIDERANDO: Primero.‐ Que, el Recurso de Casación tiene como fines esenciales la correcta aplicación e interpretación del derecho objetivo y la unificación de la jurisprudencia nacional de la Corte Suprema de Justicia, conforme se señala en el artículo trescientos ochenta y cuatro del Código Procesal Civil; Segundo.‐ Que, en el caso de autos José Santos Quiliche Chuan en representación de su entonces menor hijo, Segundo Rosario Quiliche Gonzáles interpone demanda de indemnización por daños y perjuicios, alegando que su menor hijo ingresó a trabajar con la demandada el siete de marzo del año dos mil cinco y el catorce de marzo del año dos mil cinco sufrió un accidente cuando laboraba en una máquina de la demandada, la cual le arrancó el antebrazo derecho; Tercero.‐ Que, admitida a trámite la demanda, esta es absuelta por la de mandada quien alega que no tiene la obligación de indemnizar al menor toda vez que se ha presentado la ruptura del nexo causal, ya que el accidente se debió y fue consecuencia directa de la imprudencia de quien padeció el daño y del hecho determinante de un tercero. Indica que el menor ingresó a la empresa recurrente a solicitud de su hermano Alberto Quiliche González, el cual si es trabajador de la empresa, para que lo ayude a realizar las labores a éste asignadas, la que consistía en terminar de picar la camionada de maíz chala, por lo que hay ruptura del nexo causal. Dicho ingreso no fue ni conocido ni autorizado por la recurrente, tomando conocimiento del mismo, como consecuencia del suceso; Además, el accidentado se encontraba en el lado inapropiado de la máquina, por lo que el hecho se debió a su propia imprudencia e impericia; Cuarto.‐ Que, llevada a cabo las audiencias respectivas, el A quo resuelve la controversia declarando infundada la demanda, dado que no se ha probado que el menor sea trabajador de la demandada, determinándose que el menor estaba ayudando a su hermano y que ingresó sin autorización ni consentimiento de la demandada, presentándose las fracturas del nexo causal, previstas en el artículo mil novecientos setenta y dos del Código Civil; Quinto.‐ Que, apelada esta resolución por la parte actora, es absuelto el grado por el Colegiado Superior quien REVOCA LA SENTENCIA APELADA Y REFORMÁNDOLA DECLARA FUNDADA EN PARTE LA DEMANDA EN CONSECUENCIA CUMPLA LA DEMANDADA CON INDEMNIZAR AL DEMANDANTE CON LA SUMA DE QUINCE MIL NUEVOS SOLES POR DAÑOS Y PERJUICIOS, MAS LOS INTERESES LEGALES E INFUNDADA LA DEMANDA EN LO QUE SE REFIERE A LAS PRETENSIONES ACCESORIAS DE INDEMNIZACIÓN POR DAÑO MORAL Y RENTA VITALICIA, sosteniendo que el A quo no ha efectuado una adecuada apreciación y valoración de los argumentos expresados por las partes y de los elementos probatorios recabados en autos, por cuanto ha decidido no amparar la pretensión del accionante expresada en su escrito postulatorio, al indicar que el actor no ha probado en el proceso que cuando se produjo el accidente de su menor hijo, éste haya tenido la condición de trabajador de la Empresa y por ende que exista obligación de la misma de indemnizar. En este caso, nos encontramos frente a una responsabilidad objetiva estipulada en el artículo mil novecientos setenta del Código Civil, siendo que en autos se encuentra acreditado que el accidente se produjo cuando el menor se encontraba dentro de las instalaciones de la empresa demandada, manipulando la máquina de picado de chala, lo cual constituye una actividad riesgosa, es decir, la teoría del riesgo creado, en virtud del cual cuando se produce un daño como consecuencia de la utilización o un quehacer riesgoso o peligroso no es necesario determinar la culpa o dolo del agente, sino sólo el daño ocasionado a la víctima, el cual está debidamente acreditado en el caso de autos, independientemente de la existencia o no de una relación laboral entre el menor y la demandada puesto que aquella debió prever las medidas de seguridad pertinentes, debido a la actividad riesgosa a la cual se dedican sus empleadores o de las personas que ingresan a sus instalaciones, más aún si se trataba de un menor de edad. El daño ocasionado a la víctima se encuentra debidamente acreditado por lo que la demandada está obligada a indemnizar al menor teniendo en cuenta las consecuencias que derivan de la omisión generadora del daño, incluyendo el lucro cesante, el daño a la persona y el daño moral.; Sexto.‐ Que, la entidad recurrente ha denunciado dos causales casatorias que deben ser definidas antes de proceder a resolverlas, en conjunto, dada la vinculación que presentan en el desarrollo del caso; efectivamente la interpretación de una norma de derecho material se configura cuando los magistrados de mérito han aplicado, correctamente, la disposición legal pertinente al caso que están resolviendo, pero le han dado una interpretación o alcance qu e no se desprende de su texto; es así que la doctrina nacional indica que: “(…) interpretar erróneamente un precepto legal es, pues, aplicarlo al caso que se juzga por ser el pertinente, pero atribuyéndole un sentido o alcance que no le corresponde (…)” (La Casación Civil, Francisco Velasco Gallo; En: Revista Derecho; PUCP; Lima‐Perú; mil novecientos noventa y cuatro; página cincuenta y cuatro); “ (…) el juez ha elegido la norma pertinente, pero se ha equivocado sobre su significado, y por una interpretación defectuosa le da un sentido o alcance que no tiene (...)” (El Recurso de Casación Civil‐Praxis; Manuel Sánchez‐Palacios Paiva; Editorial Cuzco; Lima‐
Perú; mil novecientos noventa y nueve; página sesenta y tres); que por su parte el artículo mil novecientos setenta del Código Civil prescribe que: Aquel que mediante un bien riesgoso o peligroso, o por el ejercicio de una actividad riesgosa o peligrosa, causa un daño a otro, está obligado a repararlo; Sétimo.‐ Que, por otro lado, la recurrente ha invocado la causal de inaplicación de una norma de derecho material, la cual se configura cuando “(…) el juez comprueba circunstancias que son supuesto obligado de la aplicación de una norma determinada, no obstante lo cual, no la aplica. El juez ha ignorado, desconocido o soslayado la norma pertinente. Este error se comete en la premisa de Derecho y generalmente se correlaciona con la aplicación indebida, pues si la norma aplicada es impertinente a la relación fáctica, es muy probable que el juez también haya dejado de aplicar aquella norma que es precisamente, la adecuada (…)” (El Recurso de Casación Civil; Manuel Sánchez Palacios Paiva; Ediciones Legales y Editorial San Marcos, Tercera Edición; Lima – Perú; dos mil seis; página noventa y siete); Es así que el artículo mil novecientos setenta y dos del Código Civil describe que en los casos del artículo mil novecientos setenta, el autor no está obligado a la reparación cuando el daño fue consecuencia de caso fortuito o fuerza mayor, de hecho determinante de tercero o de la imprudencia de quien padece el daño; Octavo.‐ Que, de acuerdo con lo analizado y descrito por las instancias de mérito, que no constituye revisión de los elementos probatorios sino análisis de lo decidido por las jueces, se tiene que estamos ante un accidente acontecido dentro de una empresa, en donde se imputa el actuar imprudente de uno de los sujetos intervinientes en esta relación jurídica, lo que habría ocasionado el daño y la intervención del hermano de la víctima; por ello, se debe precisar que dentro del Derecho de Daños existen dos factores atributivos de la responsabilidad civil, por un lado, el factor atributivo de la culpa, previsto en el artículo mil novecientos sesenta y nueve del Código Civil; y por el otro, el factor atributivo del riesgo o riesgo creado, previsto en el artículo mil novecientos setenta del Código Civil. La doctrina nacional ha dado una noción del riesgo creado y señala que: “(...) todos los bienes y actividades que se utilizan en la vida moderna para la satisfacción de las diferentes necesidades existentes suponen un riesgo ordinario o común para las personas. Sin embargo, existen también, y cada vez en mayor número, bienes y actividades que significan un riesgo adicional al ordinario, tales como: los automotores, los artefactos eléctricos, las cocinas a gas, ascensores, los diferentes tipos de armas de fuego, escaleras mecánicas, los insecticidas, productos químicos para la limpieza, los medicamentos, los productos enlatados, las actividades industriales, etc. Para todo este tipo de bienes y actividades no será necesario examinar la culpabilidad del autor, pues deberá bastar con acreditar el daño causado, la relación de causalidad y que se ha tratado de un daño producido mediante un bien o actividad que supone un riesgo adicional al ordinario y común y que por ello mismo merecen la calificación de "riesgosos". Haya sido el autor culpable o no, será igualmente responsable por hab er causado el daño mediante una actividad riesgosa o peligrosa. El factor de atribución no es, pues, la culpa del autor, sino el riesgo creado en el sentido antes mencionado. (...) el sistema objetivo de responsabilidad no entiende ni pretende que en los casos de daños causados a través de bienes o actividades riesgosos, no exista culpa del autor, pues ello sería absurdo e irreal. Lo único que se pretende es hacer total abstracción de la culpa o ausencia de culpa del autor, de modo tal que la existencia de culpa o no sea totalmente intrascendente para la configuración de un supuesto de responsabilidad civil extracontractual, debiendo acreditarse además de la relación causal, la calidad del bien o actividad como una riesgosa. (...)” (Taboada Córdova; Lizardo; Elementos de la Responsabilidad Civil; Editorial Grijley; Primera Edición; Lima – Perú; página ochenta y nueve ‐ noventa); Noveno.‐ Que, atendiendo a los antecedentes doctrinarios se tiene que en el caso de autos, ninguna de las partes cuestiona que la actividad que realizaba el menor, dentro de las instalaciones de la recurrente, era una actividad riesgosa; lo que la recurrente cuestiona, aduciendo una interpretación errada del artículo mil novecientos setenta del Código Civil, es que la Sala Revisora haya amparado la demanda únicamente en base a este hecho, omitiendo que tenga que evaluarse el nexo causal, el mismo que, según la recurrente, habría sufrido una doble ruptura, puesto que el hecho se debió al actuar imprudente del menor y la intervención del hermano de la víctima, quien le traslado sus responsabilidades laborales; Décimo.‐ Que, efectivamente, como se ha dejado sentado doctrinariamente, la interpretación correcta del artículo mil novecientos setenta del Código Civil hace prescindir de la evaluación del factor de atribución, cuando la actividad realizada por la víctima es riesgosa, como ha sucedido en este caso, debiendo analizarse también la relación causal; Décimo Primero.‐ Que, Fernando de Trazegnies señala que: “(…) toda relación de responsabilidad extracontractual implica que una determinada persona (la víctima) puede exigir a otra (el responsable) el pago de una determinada indemnización por los daños causados por ésta ultima a la primera. Pero este poder exigir no se dirige arbitrariamente contra cualquier persona (…) tiene que haber una razón para que determinada persona y no otra sea obligada a pagar (…) para estos efectos es la relación causa a efecto (…)” (La Responsabilidad Extracontractual; Biblioteca para Leer el Código Civil: Volumen IV. Tomo I; Fondo Editorial de la PUCP; Lima – Perú; página trescientos cinco); Décimo Segundo.‐ Que, por ende, la interpretación correcta del artículo mil novecientos setenta del Código Civil no debe prescindir del análisis de los demás elementos de la responsabilidad como el nexo de causalidad; En este caso, la recurrente en casación, sobre el nexo de causalidad, en aplicación del artículo mil novecientos setenta y dos del Código Civil, señala que no se ha tenido en cuenta la imprudencia del menor y la intervención del tercero (hermano de la victima) en el hecho; Décimo Tercero.‐ Que, analizando jurídicamente dichos argumentos se tiene que la imprudencia del menor, entendida como falta de prudencia, cautela o de precaución, siguiendo a Angel Ossorio (Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales; Editorial Heliasta; Buenos Aires – Argentina; página cuatrocientos noventa y cuatro) no puede ser considerada como un elemento determinante en el exoneración de responsabilidad civil de la entidad recurrente, puesto que la víctima, es decir, quien sufrió el daño directo como consecuencia del manejo de la maquinaria de la empresa recurrente, era un menor de edad (quince años), en el momento de acontecidos los hechos, según han dejado sentando las partes y los magistrados de mérito, por lo que su calificación legal es la de incapaz absoluto, en aplicación del inciso primero del artículo cuarenta y tres del Códi go Civil; Décimo Cuarto.‐ Que, por otro lado, respecto del hecho determinante de un tercero, como la misma causal de exoneración de responsabilidad civil describe la intervención del tercero ha de ser “determinante” (decisiva) en el daño acontecido para que pueda excluir al agente económico al que se le atribuye la responsabilidad y la consecuente reparación del daño causado. Es así, que la doctrina ha señalado, siguiendo a León Barandiarán, que “(…) el demandado por daños y perjuicios puede exonerarse acreditando que no fue realmente agente, que la “causa” del accidente fue una tercera persona (…) y no tuvo sino una participación circunstancial en los hechos (…)” (Opus cit; página trescientos cincuenta y seis), esto es, la ley procura exonerar de responsabilidad, aplicando este supuesto, a quien no es agente causante del daño; Décimo Quinto.‐ Que, sin embargo, en el caso de autos, no puede aplicársele la causal invocada por la recurrente (hecho determinante de un tercero) buscando la presunta exoneración de responsabilidad civil, debido a que la empresa, como unidad económica productiva, como productora de bienes y creadora de riesgos, es quien se ubica en mejor posición para brindar a todos sus trabajadores y a terceros que ingresan su entidad, las garantías mínimas de seguridad y control de áreas de mayor peligrosidad; Décimo Sexto.‐ Que, es más, aún cuando las normas laborales establecen que uno de los elementos del contrato de trabajo, la prestación personal del trabajador a favor del empleador, de acuerdo al artículo cinco de la Ley de Productividad y Competitividad Laboral, cuya segunda parte también establece que no afecta la prestación personal que el trabajador sea ayudado por familiares directos que dependan de él, siempre que ello sea usual, dada la naturaleza de las labores, no exime de responsabilidad, por los daños que pudiera causar ello, sobre las labores especializadas o de mayor riesgo que encomienda el empleador a su trabajador calificado para ello, si que la propia recurrente no ha actuado, con la diligencia debida en el control de su propio personal y del personal que colabora con éste, más aún si es que la recurrente – al final – obtiene y asume un beneficio de la actividad del colaborador; Décimo Sétimo.‐ Que, por ende, en este caso, es de aplicación la segunda parte del artículo trescientos noventa y siete del Código Procesal Civil, según la cual, la Sala no casará la sentencia por el sólo hecho de estar erróneamente motivada, si su parte resolutiva se ajusta a derecho; es así que en el caso de autos, ha habido una interpretación errónea del artículo mil novecientos setenta del Código Civil, la misma que ha sido corregida por este Tribunal Casatorio, y se ha inaplicado el artículo mil novecientos setenta y dos del Código Civil, determinándose, jurídicamente, que los supuestos invocados por la recurrente no se dan en el caso de autos, deviniendo en infundado el recurso; por las razones expuestas, de conformidad con el artículo trescientos noventa y siete del Código Procesal Civil; declararon INFUNDADO el Recurso de Casación interpuesto por Empresa Ganadera Montecristo Sociedad Anónima Cerrada mediante escrito de fojas ciento noventa y cinco; en consecuencia, NO CASARON la resolución de vista de fojas ciento ochenta, su fecha veinticinco de octubre del año dos mil seis; CONDENARON al recurrente al pago de una multa ascendente a una Unidad de Referencia Procesal, así como al pago de las costas y costos originados por la tramitación del presente recurso; DISPUSIERON la publicación de la presente resolución en el Diario Oficial “El Peruano”, bajo responsabilidad; en los seguidos por José Santos Quiliche Chuan contra Empresa Ganadera Montecristo Sociedad Anónima sobre Indemnización por Daños y Perjuicios; y los devolvieron.; interviniendo como Vocal Ponente el señor Palomino García.‐ S.S. TICONA POSTIGO SOLIS ESPINOZA PALOMINO GARCIA CASTAÑEDA SERRANO MIRANDA MOLINA rcd COR TE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA SALA CIVIL TRANSITORIA CASACIÓN 86‐2008 LA LIBERTAD Indemnización por Daños y Perjuicios PAGE PAGE ‐ 1 ‐ 
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