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Polémica en los textos escolares en el mundo hispano 1841-1927.
¿ La moral se enseña o se aprende ?
Oscar Guillermo Walker Sarmiento
El presente trabajo se inscribe en una investigación más amplia referida al análisis
de los textos escolares de moral empleados en el mundo hispano en las escuelas
públicas y oficiales en el nivel elemental de 1823 a 1927. En este trabajo se
presenta una de las polémicas más interesantes referida al cuestionamiento de si
la moral se enseña o se aprende, interrogante que persiste en la actualidad y que
expresa un claro desconocimiento de los argumentos expresados en los textos
escolares de moral dirigidos a los niños en el mundo hispano durante el siglo XIX y
principios del siglo XX y que constituyen una guía indispensable respecto a dicho
problema. La polémica se inscribe en tres planteamientos: El primero considera
que la aprehensión de la moral se adquiere del ambiente al que se pertenece, lo
cual implica que el ámbito escolarizado no es necesario para su aprendizaje. El
segundo planteamiento considera que la escuela constituye un espacio
indispensable en la orientación de una conducta moral mediante la inculcación de
una asignatura que permita esbozar un conjunto de principios de educación moral
con la finalidad de orientar las actitudes de los niños y adolescentes hispanos. El
tercer planteamiento considera que la educación moral implica tanto el aprendizaje
escolar como el ámbito social.
Palabras clave: Moral, Virtud, Voluntad, Sentimiento, Carácter.
El Objetivo se centra en dilucidar los argumentos que se expresaron en los textos
escolares de educación moral en el mundo hispano para dar respuesta a la
pregunta central ¿La moral se enseña o se aprende?
La metodología se inscribe en dos planos: el primero se refiere a la organización y
análisis de los textos de moral que explícitamente estaban orientados a su
enseñanza en las escuelas hispanas y en segundo término la utilización de la
técnica de escalamiento SPSS con escala multidimensional, lo cual permitió
agrupar y seleccionar los enfoques respecto al planteamiento de la presente
investigación
¿ La moral se enseña o se aprende ? para poder discernir la
magnitud de los argumentos presentados.
Existen tres enfoques teóricos respecto a los criterios que orientan el aprendizaje
de la moral. Uno de ellos considera que la moral se aprende del entorno y por
tanto no es necesaria su enseñanza. Otro enfoque se contrapone a este
planteamiento y considera que la enseñanza moral requiere de un espacio
escolarizado para su enseñanza y un tercer planteamiento considera que la
enseñanza de la moral requiere de un ámbito escolarizado que se complementa
con los aprendizajes morales que provienen del contexto donde se inscribe la
escuela.
Con respecto al primer enfoque que considera que la moral se aprende del
entorno y no es necesaria su enseñanza escolar se expresa en un texto español
escrito en el siglo XVIII la siguiente aseveración “Nada se aprende con mas
facilidad que tratar a las gentes con dolo, sin verdad, y con mira siempre al propio
interés. No ha de menester el hombre escuelas para esto, porque dentro de si
mismo lleva lo que le incita a todas estas cosas.” (Piquer, MDCCLXXXVII, p.16).
En el mismo tenor en un texto dirigido a los niños en la escuela Jaime Pujol
considera que desde el nacimiento mismo poseemos la maldad al decir "La
perversidad, ó la malicia con que hemos nacido, engendra las malas inclinaciones;
pero la razón, y la religión que viene en su ayuda, nos hacen discernir lo bueno de
lo malo..." (Pujol, 1847, p.57).
Contrariamente a lo expresado el filósofo y pedagogo francés Jean Jacques
Rousseau en carta enviada al arzobispo de París Christophe De Beaumont
considera el argumento de que el hombre es bueno por naturaleza, mientras
nada extraño lo altere (Chateau, 1990, p.181). Siendo manifiesta su coincidencia
con el planteamiento de educarse en el ámbito de las experiencias al decir “No
me cansaré de repetirlo; todas las lecciones que deis a la juventud debéis
reducirlas a ejemplos y nunca a razones; no deben aprender en los libros lo que
les puede enseñar la experiencia. Extravagante es ejercitarlos a que hablen sin
tener nada que decir, creer que les hacen sentir en los bancos de un aula la
energía del idioma de las pasiones, y toda la fuerza del arte de la persuasión, sin
que tengan interés en persuadir a nadie de algo. Todos los preceptos de la
retórica parecen pura palabrería a quien no ve cómo ha de usarlos en beneficio
propio.” (Rousseau, 2011, p. 140).
En la introducción del texto moral e instrucción cívica comenta Gregorio Tórrez
Quintero que hay quienes consideran que "... la moral se infunde y no se enseña,
y que, por consiguiente, es inútil escribir y dar lecciones de moral. La virtud,
dicen, no puede ser enseñada. Las ideas agregan no forman las costumbres; la
sola cosa que nos interesa son éstas precisamente . De nada sirve nutrir el
espíritu de los niños con bellas máximas, si estas máximas no se traducen en
hechos. Además nótase que muchos hombres que conocen muy bien las
verdades morales, no las practican. Luego a nada conduce enseñar la moral en la
escuela" (Ducoudray, 1909: p.4).
En contraposición a estos argumentos de que el espacio escolar no es necesario
para la enseñanza moral se manifiestan un conjunto de argumentos que validan
la necesidad de que la escuela se constituya en un ámbito de recreación de
enseñanzas morales, lo cual durante el periodo de estudio es manifiesto al
permanecer la moral como una asignatura del currículum escolar en las escuelas
elementales.
Para Gregorio Tórrez Quintero es cuestionable la aseveración de que la escuela
no sea necesaria en la enseñanza de la moral al manifestar “Es verdad que la
virtud, como manifestación final, es más bien un hecho de voluntad y de
sentimiento que de inteligencia. Pero ¿acaso la voluntad y el sentimiento no
necesitan del concurso de la inteligencia para determinar las acciones?
(Ducoudray, 1909: p. 4). Su opinión se contrapone a quienes refutan la educación
moral al señalar "La fuerza del carácter reside en la voluntad…la voluntad no es
mas que un deseo transformado, un sentimiento transformado, y los sentimientos
que determinan nuestras acciones están regidos por nuestras ideas y, en último
análisis, por la instrucción" (Ducoudray, 1909: pp. 4-5)
Y añade “si la instrucción falta, los instintos naturales se desbordan y no hay
quién los contenga…hacer, pues, un llamamiento a la reflexión del alumno para
que se penetre de las verdades morales, es contribuir directamente á su
mejoramiento” (Ducoudray, 1909: p.5).
De acuerdo a lo anteriormente expresado Tórrez Quintero justifica la enseñanza
moral "Una enseñanza de la moral es ... indispensable. Para explicar el deber, la
primera condición que se requiere es conocerlo. ¿Como queréis guiar la conducta
de los niños si os negaís á arrojar un poco de luz en su obscura conciencia?"
(Ducoudray, 1909: p. 6). Continúa su argumentación con la siguiente frase
excepcional para su tiempo y de una precisión que ya quisieran expresar quienes
en la actualidad opinan al respecto "Una verdad moral bien comprendida, que ha
penetrado bien en el espíritu, no es solo adorno literario, es guía precioso
colocado en las encrucijadas de la vida ... la voluntad, el carácter, no existe por si
solo; tiene sus raíces en la inteligencia, en las ideas; si no ilustraís el
pensamiento sólidamente, ¿de dónde sacará su fuerza el carácter? ... Es, pues,
indispensable el estudio de la moral" (Ducoudray, 1909: pp 6-7), y reafirma lo
anteriormente expresado al decir
"El conocimiento de los deberes no es
seguramente por si mismo una garantía de moralidad, pero la ignorancia de los
deberes es indicio cierto de inmoralidad" (Ducoudray, 1909: p.6)).
Para él la enseñanza moral debe realizarse desde edades tempranas al
argumentar "... si se espera para comenzar la educación, a que la inteligencia
esté desarrollada, ya los malos instintos habrán echado raíces. Ya será tarde; se
tendrá un adolescente vicioso" (Ducoudray, 1909: p.7).
Al maestro concluye Gregorio Tórrez Quintero respecto a los principios que
orienten la enseñanza moral “…toca darles vida, con el calor de su verbo y
particularmente, no lo olvideís, con la sublime fuerza del EJEMPLO…Del ejemplo
sobre todo, oh maestros… Si os falta la moralidad ¿ Cómo podreís infundirla ?
(Ducoudray, 1909: p.7).
En coincidencia con Torrez Quintero autores de la época como Nicolay plantea el
problema de orientar la enseñanza moral mediante un espacio escolar específico
que no cubren otras asignaturas, por lo cual se cuestiona "¿Se puede sostener
que basta la instrucción para formar al niño, para moralizarle, en una palabra, para
educarle bien?" (Nicolay, 1903: p. 447), y se responde con la siguiente
aseveración "Este es el problema. Para empezar a orientarnos, abrimos los
manuales escolares y leemos:
«la gramática es el arte de leer y escribir
correctamente» Tomamos otro libro «Una isla es una porción de tierra rodeada de
agua por todas partes » Otro « El gramo es el peso de un centímetro cúbico de
agua destilada...» ¿Y quereís que de estas enseñanzas infiera el niño que deba
ser respetuoso, sincero, caritativo, probo, moral en una palabra, un hombre
honrado ? Por tanto, si la instrucción no enseña nada de esto, es evidente que no
moraliza por si misma"(Nicolay, 1903: p.448). Por lo tanto se requiere que de
manera específica la escuela oriente un conjunto de preceptos morales que
permitan establecer principios que orienten la conducta en aras de lograr espacios
adecuados de convivencia.
En uno de los textos de moral y otras ciencias usuales como refiere el autor más
leídos en las escuelas mexicanas, denominado Frascuelo escrito por G Bruno se
considera de manera sumamente interesante que en el ámbito filosófico a la
Lógica
corresponde
el
arte
de
enseñar
las
reglas
para
estimar
las
demostraciones, pero que por encima de lo cierto está lo bueno, y que es la
moral la ciencia encargada del estudio del bien, por lo cual se considera que es
entre todas las ciencias la más importante, razón por la cual el estudio de la
moral permaneció como una prioridad en el currículum escolar (Bruno, 1899:
p.374). Lástima que históricamente no se consideró de manera adecuada la
anterior aseveración que da prioridad a la bondad de las acciones humanas
dejando en un segundo plano, si no es que en ninguno, la importancia del
desarrollo moral humano privilegiándose el desarrollo de una sociedad en la que
la ciencia y las demostraciones representan la veracidad del conocimiento.
Ya desde el siglo XVII Jean Amos Comenius hacia manifiesta la necesidad de
que la escuela debe constituir un espacio educativo en donde la educación moral,
la educación de las virtudes, las buenas costumbres y la piedad son esenciales
para la formación de los niños, es por eso que dice anticipándose a las
propuestas positivistas del siglo XIX que privilegiaban el desarrollo de la ciencia
“…estamos invadidos desde nuestro origen por una enfermedad hereditaria que,
desdeñando el árbol de la vida, nos lleva a desear desordenadamente el árbol de
la ciencia tan solo. Guiadas las escuelas por este desordenado apetito no han
hecho hasta ahora más que perseguir la ciencia.” (Comenius, 1988: p.36).
Y añade de manera contundente “¡Mísera erudición la que no tiende a las buenas
costumbres y a la piedad¡ … Salomón dice de la mujer hermosa pero que pierde
la razón: Diadema de oro en rostro de puerco es la erudición en hombre que
desprecia la virtud…la ciencia no debe juntarse a la disolución, sino a la virtud, y
añade honor la una a la otra.” (Comenius, 1988: p.36).
Amos Comenio perfilaba una idea clara de educación pública, plena e integral en
la escuela al decir “En las escuelas hay que enseñar todo a todos. No ha de
entenderse con esto que juzguemos necesario que todos tengan conocimientos
(especialmente acabados y laboriosos), de todas las ciencias y artes… debemos
ser enseñados e instruidos acerca de los fundamentos, razones y fines de los
más principales cosas que existen y se crean… Y hay que atender a esto, y
especialmente atenderlo para que no ocurra nada, durante nuestro paso por este
mundo, que no sea tan desconocido que no lo podamos juzgar modestamente y
aplicarlo con prudencia a su uso cierto y sin dañoso error.” (Comenius, 1988).
La escuela expresaba Comenio debe atender los siguientes ámbitos “ I. Se
instruyan los entendimientos en las artes y las ciencias. II. Se cultiven los
idiomas. III. Se formen las costumbres con suma honestidad. IV. Se adore
sinceramente a Dios.” (Comenius, 1988).
Un tercer enfoque respecto a la polémica de si la moral se enseña o se aprende
se refiere a la opinión de que la educación moral debe tener un sentido de
formación global. Las opiniones se orientan en términos generales a considerar la
escuela como un espacio propicio para realizar el acto educativo de manera
organizada y articulada a otros ambientes extraescolares como lo es la familia. Al
respecto autores como Ducoudray considera que"...
La escuela es... la
continuación de la familia. Alli se hace todo aquello que no podría hacerse en la
familia.
Alli
se
cultiva
el espíritu.
Alli
se
forman
los
sentimientos..."
(Ducoudray,1909: p.5).
En un texto escrito por Emilie Durkheim entre 1902 y 1903 respecto a la educación
moral se reafirma la idea de que la escuela constituye el espacio por excelencia
donde se deben orientar los principios morales contrastando el ámbito escolar con
el familiar “Normalmente, las escuelas públicas son y deben ser el engranaje
regulador de la educación nacional. Por otra parte, en contra de la opinión,
demasiado extendida, según la cual la educación moral correspondería, ante todo,
a la familia, yo estimo, en cambio, que la obra de la escuela, en el desarrollo moral
del niño, puede y debe ser de la mayor importancia. Hay toda una parte de esta
cultura, y la más elevada, que no puede darse en otro ámbito. Porque, si la familia
puede (y puede hacerlo sola) despertar y consolidar los sentimientos domésticos
necesarios para la moral e incluso, más en general, los que constituyen la base de
las relaciones privadas más sencillas, no está constituida de manera que pueda
formar al niño para la vida social. Valga decir que, por definición, es un órgano
inadecuado para esa función. Por consiguiente, al tomar la escuela como centro
de nuestro estudio, nos situamos al mismo tiempo en el punto que debe
considerarse como el centro por excelencia de la cultura moral a la edad
considerada. Nos hemos comprometido, ante nosotros mismos, a dar en nuestras
escuelas una educación moral completamente racional, es decir, que excluya
todos los principios tomados de las religiones reveladas. De este modo, queda
claramente delimitado el problema de la educación moral, tal como se nos plantea,
en el momento de la historia al que hemos llegado.” (Durkheim, 2002: p.50).
Para Ducoudray es claro el sentido global que debe observar la educación moral
al pregunta si la educación moral se inscribe solo en la hora u horas señaladas
en las escuelas a lo cual responde "Queremos decir con esto que si deberá haber
esa hora para la lección del día, pero también que la enseñanza de la moral debe
ser de todas las horas, de todos los momentos ... Rechazamos cualquiera de los
dos sistemas aislados " (Ducoudray, 1909:p.7) y especifica tal aseveración al
comentar "El primero tiene el inconveniente de hacer creer al maestro que sólo
en dicha hora debe educar moralmente a sus discípulos. El segundo corre el
peligro de dejar muchos puntos de moral sin tratar en el año y aun todo el curso
de la educación primaria, puesto que la enseñanza está sujeta solo á las
contingencias escolares" (Ducoudray, 1909:p. 7).
Fernando Nicolay no deja lugar a dudas respecto a que la educación debe tener
un carácter global, integral o pleno como se ha denominado a la educación que
no privilegia el ámbito cognitivo, sino que considera al conjunto de facultades que
la escuela debe proporcionar a los niños al considerar "Es necesario... una
enseñanza fortificante que no hable solo a la inteligencia, sino a los sentimientos,
á la voluntad, al corazón; una enseñanza que levante, que regenere, que se
atreva, francamente, sin perífrasis, ni reticencias, á hablar de un Dios
remunerador o vengador y de un alma responsable:
¡en una palabra la
educación! " (Nicolay, 1903: p.450).
Desafortunadamente la escuela mexicana no ha atendido la educación moral de
niños y adolescentes al desaparecerla del currículum de las escuelas
elementales en 1914 contemplando iniciativas muy esporádicas y desarticuladas
tanto al interior del conjunto de la escuela como en el conjunto del ámbito social.
Los altos índices de bullying al interior de la escuela así lo demuestran.
Seguramente, por lo evidente y la magnitud del problema se tomarán iniciativas
para maquillar su atención, aunque no creo que las iniciativas históricas, como se
ha observado en el presente trabajo, de atender la educación desde una
perspectiva integral al interior del conjunto educativo y globalmente articulada a
iniciativas sociales tenga repercusiones significativas. Volvamos nuestra mirada a
la historia
Bibliografía
Amós Comenius Jean. (1988).
Didáctica Magna. México,
Porrúa S.A.,
Colección Sepan Cuantos, No. 167, 3ª.ed.
Bruno G. (1899). Frascuelo. Nociones de moral, economía política, instrucción
cívica, derecho, agricultura, higiene y otras ciencias usuales. Obra coronada por
la academia francesa. traducida y arreglada para uso de las escuelas de
instrucción primaria de México por Genaro García y Ezequiel A Chávez. México.
Librería de la Viuda de Ch. Bouret.
Chateau Jean. (1990). Jean-Jacques Rousseau o la pedagogía de la vocación. En
Los grandes pedagogos. México, Fondo de Cultura Económica.
Ducoudray G. (1909). Moral e instrucción Cívica. Traducidas del francés y
arregladas venientemente para uso de las escuelas mexicanas por el profesor
Gregorio Torres Quintero de la Escuela Normal de México. México, Librería de
la Viuda de CH. Bouret.
Durkheim Emile. (2002). La educación moral. España, Ediciones Morata.
Nicolay Fernando. (1903). Los niños mal educados. Barcelona, Editorial Gustavo
Gili, 2a.ed, traducción española autorizada por el autor, hecha sobre la vigésima
edición francesa por A García Llansó.
Piquer Andres (Médico de Cámara de S.M). Philosophía Moral para la juventud
Española.) (MDCCLXXXVII) Madrid, En la oficina de Benito Cano, con privilegio.
Pujol Jaime D. (1847). Tratado de moral para uso de los niños. Palma, Imprenta
de EstévanTrias.
Rousseau Jean Jaques. (2011). Textos completos. Argentina, Tenibook
Ediciones.
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