PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ FACULTAD DE DERECHO La discriminación por razón de género en la regulación de la impugnación de la paternidad matrimonial por parte de la mujer casada Tesis para optar por el Título de Licenciada en Derecho que presenta la bachiller: MARÍA GRACIA PUGA VILLANUEVA ASESORA: MARÍA SOLEDAD FERNÁNDEZ REVOREDO Lima, 2015 Agradecimientos A mis padres, por su ejemplo, por confiar en mí y brindarme siempre su apoyo incondicional. A mi nona, por inspirarme con su perseverancia y fortaleza. A mi familia por estar pendientes de mí, por estar a mi lado en mis logros y dificultades. A mi asesora Marisol Fernández, porque sus clases me motivaron a interesarme en los temas de género en el Derecho. Por enseñarme, creer en mí, y por el apoyo y dedicación que me brindó para este trabajo. A mis amigas y amigos por su interés y ganas de ayudar, especialmente, a Roxana, por su tiempo y sus consejos. A las personas que permitieron que tenga acceso a los diez casos materia de análisis en este trabajo, por su amabilidad y disposición. Finalmente, a todos los que se preocuparon y me alentaron a lo largo de este proceso. Índice Introducción ....................................................................................................................... 1 CAPÍTULO I La constitucionalización del derecho familiar y su impacto en el sistema filiatorio peruano 1. ¿Se ha constitucionalizado el derecho familiar peruano? ......................................... 4 1.1 ¿A qué se le llama Estado Constitucional? ............................................................... 5 1.2 El rol de los jueces en el Estado Constitucional ........................................................... 9 1.2.1 Los modelos de jurisdicción constitucional.............................................................. 12 1.2.2 Perspectiva de género en el razonamiento judicial ................................................. 15 1.3 La constitucionalización del derecho de familia peruano......................................... 19 2. La Filiación en el marco de la constitucionalización del Derecho de familia ............ 26 2.1 La institución de la filiación en el Estado peruano ................................................... 26 2.2 La importancia de la Convención sobre los Derechos del Niño y su influencia en la institución de la filiación .......................................................................................... 29 De la doctrina de la situación irregular a la doctrina de la protección integral ......... 29 3. Principio del interés superior del niño/a .................................................................. 33 3.1 El principio del interés superior del niño en el ámbito internacional ........................ 33 Caso Atala Riffo y niñas vs. Chile ........................................................................... 38 Caso de las Niñas Yean y Bosico Vs. República Dominicana ................................. 40 3.2 El principio del interés superior del niño en el ámbito nacional................................... 41 El interés superior del niño y el derecho a vivir en una familia ................................ 42 El interés superior del niño y el derecho a la educación.......................................... 44 3.3 ¿Qué papel debe jugar el interés superior del niño en un Estado Constitucional? .. 45 4. Los derechos fundamentales en juego en el sistema filiatorio: El derecho a la igualdad y no discriminación y el derecho a la identidad ......................................... 47 4.1 El derecho a la igualdad y no discriminación .......................................................... 50 4.2 El derecho a la identidad ........................................................................................ 60 III CAPÍTULO II La impugnación de la paternidad matrimonial en el Código Civil Peruano de 1984 y los valores que subyacen en su regulación 1. El tratamiento legal de la impugnación de la paternidad matrimonial en el Código Civil Peruano .......................................................................................................... 69 1.1 La presunción pater is ............................................................................................ 71 1.1.1 Fundamento ........................................................................................................... 73 Teorías que fundamentan la presunción pater is .................................................... 74 1.1.2 Requisitos ............................................................................................................... 76 1.2 La falta de legitimidad de la mujer para impugnar la presunción pater is ................ 77 1.2.1 Fundamento ........................................................................................................... 78 La doctrina de los actos propios como argumento y el problema de su aplicación en el ámbito familiar..................................................................................................... 79 1.3 La impugnación de la paternidad matrimonial ......................................................... 85 1.3.1 Sistema restringido de la impugnación de paternidad matrimonial. Supuestos ....... 86 1.3.2 Sujetos legitimados para impugnar la paternidad matrimonial ................................ 87 La acción del padre biológico.................................................................................. 88 1.3.3 La declaración judicial de paternidad extramatrimonial y su inaplicación en el caso de mujer casada ..................................................................................................... 89 1.4 El test de igualdad en la regulación de la impugnación de la paternidad matrimonial .... ............................................................................................................................... 90 1.5 El interés superior del niño como fundamento en la regulación de la impugnación de la paternidad matrimonial........................................................................................ 93 2. La impugnación de la paternidad matrimonial en la legislación comparada y Doctrina ............................................................................................................................... 96 2.1 Argentina ................................................................................................................ 96 Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina. Recurso extraordinario federal contra sentencia de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil. Buenos Aires 1 de noviembre de 1999 .......................................................................................... 102 2.2 Colombia .............................................................................................................. 107 2.3 España ................................................................................................................. 109 2.4 México .................................................................................................................. 113 IV 3. Análisis de género de la legislación peruana sobre impugnación de paternidad matrimonial ........................................................................................................... 115 CAPÍTULO III El razonamiento judicial en los casos de impugnación de la paternidad matrimonial. Análisis comparado de los fallos judiciales 1. El derecho a la identidad del/la niño/a y su aplicación en los casos de impugnación de paternidad matrimonial .................................................................................... 130 1.1 ¿Cómo se entiende el derecho a la identidad en los casos analizados? ............... 131 1.2 Los principales inconvenientes de atender al derecho a la identidad como principal y único argumento para la resolución de estos casos.............................................. 132 2. La relación entre el interés superior del niño y el derecho a la identidad en los casos analizados ............................................................................................................ 134 2.1 Cuestiones básicas en relación a la aplicación de este principio en los casos analizados ............................................................................................................ 135 3. La importancia de la prueba de ADN y la prevalencia de la verdad biológica en los casos analizados .................................................................................................. 141 4. Criterios relevantes para el análisis casuístico ...................................................... 149 4.1 ¿Cómo influye la edad del niño en el razonamiento judicial de los casos analizados? ............................................................................................................................. 150 4.2 La posesión constante de estado entre el padre biológico y el/la hijo/a ................ 153 4.3 La separación de hecho de los cónyuges ............................................................. 155 5. El derecho a la igualdad de los progenitores y el derecho a que ejerzan libremente su paternidad ........................................................................................................ 160 5.1 Los casos en que el marido fue el demandante .................................................... 161 5.2 Los casos en que el padre biológico fue el demandante ....................................... 163 5.3 Los casos en que la demandante fue la mujer casada y la “estrategia” utilizada .. 165 5.4 La pregunta por la mujer en la normativa aplicada a los casos concretos ............. 168 6. A propósito de la aplicación del control difuso, algunas propuestas legislativas para modificar la normativa de impugnación de paternidad matrimonial ....................... 171 Conclusiones ................................................................................................................. 182 Anexos .......................................................................................................................... 187 Bibliografía ..................................................................................................................... 254 V Introducción En el presente trabajo de investigación vamos a desarrollar uno de los derechos que confluyen en la regulación de la impugnación de la paternidad matrimonial; específicamente, respecto al derecho y principio a la igualdad y no discriminación, transversal a todo nuestro ordenamiento, en relación con la falta de legitimidad por parte de la mujer casada para impugnar la paternidad matrimonial. Históricamente, el derecho familiar ha estado influenciado por el modelo de potestad marital, proveniente del derecho colonial, el cual aludía al “conjunto de poderes que el marido adquiría, en virtud del matrimonio, sobre la persona y los bienes de su mujer. Incluía el poder para decidir el domicilio común, la facultad exclusiva para disciplinar a los hijos, usufructuar sus bienes y controlar la sexualidad de la mujer” (Jaramillo 2008:272). En la actualidad, sin embargo, “se tiende a señalar que el modelo familiar de potestad marital ya fue superado y que hoy las mujeres están en igualdad de condiciones al interior de la familia. La superación del referido modelo familiar se habría debido a la constitucionalización de la igualdad y no discriminación en el año 1979” (Fernández 2006:364-365). En virtud de ello, a través de una metodología que incluya el enfoque de género, pretenderemos responder si efectivamente las mujeres se encuentran en pie de igualdad al interior de la familia, especialmente, en lo referente a la regulación de la impugnación de la paternidad matrimonial, o por el contrario, si esta normativa es discriminatoria en razón de género y sexo. En tal sentido, consideramos que si bien se ha logrado un avance en cuanto a la igualdad formal, esta no se aplica en lo referente a la impugnación 1 de la presunción pater is. Para ello, analizaremos que el problema jurídico se encuentra en cuanto existen normas que son el resultado de estereotipos de género y patrones de conducta enraizados en la sociedad, que los refuerzan, siendo que influyen en que las disposiciones legales no sean neutrales sino parcializadas generando discriminación y atentando contra el derecho y principio a la igualdad. En consecuencia, la imposibilidad para la mujer casada de impugnar la paternidad del marido, demuestra que existen valores que subyacen en esta norma, tales como el derecho al honor del esposo, la promoción del matrimonio y la protección unitaria de la familia que prevalecen sobre la protección que la Constitución otorga a cada miembro de la familia-siendo que también se involucra el derecho a la identidad del/la hijo/a- generando un sistema filiatorio que cuenta con disposiciones que no son acordes con el mandato constitucional. Así, en la primera parte de este trabajo de investigación analizaremos la constitucionalización del derecho familiar peruano y su impacto en el sistema filiatorio. Para ello, abordaremos la noción de Estado Constitucional, el rol de los jueces bajo este modelo, que deben incluir una perspectiva de género, y los pronunciamientos que nos conducen a concluir que el derecho familiar peruano se ha constitucionalizado. Por otra parte, analizaremos brevemente el sistema filiatorio en nuestro país, abocándonos a la importancia del papel del niño y niña en esta institución; así como la Doctrina de la Protección Integral consolidada en la Convención sobre los Derechos del Niño. Asimismo, desarrollaremos el rol del principio del interés superior del niño en el Estado Constitucional y los derechos fundamentales en juego en el sistema de la filiación, como lo son el derecho a la igualdad y no discriminación y el derecho a la identidad. 2 En la segunda parte del trabajo de investigación analizaremos, desde la perspectiva de género y conforme a una visión del derecho familiar constitucionalizado, la regulación de la impugnación de la paternidad matrimonial en nuestro país; así como una revisión de la experiencia en la legislación comparada. En tal sentido, ello nos permitirá evidenciar como la legislación familiar sobre la materia está amparada en un modelo desfasado que se basa en valores morales y estereotipos de género que no son compatibles con los derechos fundamentales que proclama la Constitución; además de confirmar la discriminación directa1 que reflejan estas normas. Finalmente, en la tercera parte del presente trabajo, analizaremos diez casos sobre impugnación de paternidad matrimonial, de los cuales tres de ellos han llegado a instancia casatoria y las siete sentencias restantes han sido elevadas a consulta a la Sala Constitucional y Social y Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República; en los cuales identificaremos, la justificación utilizada por los jueces para aplicar el control difuso en los casos que este se ha efectuado, la utilización del principio del interés superior del niño en los casos en concreto, el derecho a la identidad del/la niño/a como principal fundamento para las resoluciones judiciales, la consideración del derecho a la igualdad y no discriminación para las mujeres en las relaciones familiares, entre otros temas. A lo largo del presente trabajo, mediante un enfoque de género, argumentaremos porqué atendiendo al contexto social actual, a la constitucionalización del derecho de familia y a la relevancia de los derechos humanos, la regulación de la impugnación de la paternidad matrimonial por parte de la mujer casada es discriminatoria por razón del género /sexo. 1 “La discriminación es directa cuando explícitamente se excluye o desfavorece a determinadas personas por su pertenencia a un grupo. Es abierta e intencional” (APRODEH 2008:4). 3 Capítulo I La constitucionalización del derecho familiar y su impacto en el sistema filiatorio peruano En el presente capítulo, analizaremos la institución de la filiación enmarcada en un Estado Constitucional, en el cual la primacía de la ley es superada y se contrapone a la supremacía de la Constitución, es decir, la labor del legislador y demás autoridades estará supeditada a los principios y derechos fundamentales proclamados en la Carta Magna. En consecuencia, en primer lugar, para entender el enfoque de nuestro trabajo, será menester desarrollar cabalmente a qué nos referimos con Estado Constitucional, el rol de los jueces bajo este paradigma y la importancia de emplear una metodología atenta al contexto, los sujetos y circunstancias particulares del caso. En segundo lugar, abordaremos la noción de la filiación y la trascendencia de la Convención de los Derechos del Niño para la interpretación del sistema filiatorio, siendo que desarrollaremos el principio del interés superior del niño de acuerdo a la doctrina y distintas aproximaciones jurisprudenciales; el rol de este en el Estado Constitucional y su protagonismo en el tema materia de análisis. Finalmente, nos centraremos en el desarrollo y análisis de los derechos fundamentales que deben sustentar la institución de la filiación desde la perspectiva constitucional. 1. ¿Se ha constitucionalizado el derecho familiar peruano? A partir de la consolidación del paradigma del neoconstitucionalismo, cabe preguntarnos cómo influye este en el derecho familiar peruano. En tal sentido, analizaremos el cambio de la lectura de la legislación, en especial en materia de familia, a la luz de los principios y 4 derechos constitucionales; así como la nueva perspectiva de ciertas instituciones en el derecho de familia, en virtud del marco de un Estado Constitucional. 1.1 ¿A qué se le llama Estado Constitucional? Para entender a cabalidad a qué nos referimos cuando aludimos al Estado constitucional, será menester hacer una síntesis del cambio de modelo de Estado de Derecho al Estado Constitucional, naciendo este de un nuevo paradigma como lo es el neoconstitucionalismo. A partir de ello, repasaremos las características de este modelo y podremos dar respuesta al título de este apartado. Para Prieto Sanchís, el neoconstitucionalismo se puede entender bajo dos acepciones, “en primer lugar, el constitucionalismo puede encarnar un cierto tipo de Estado de Derecho, designando por tanto el modelo institucional de una determinada forma de organización política. En segundo término, el constitucionalismo es también una teoría del Derecho, más concretamente aquella teoría apta para explicar las características de dicho modelo” (Prieto Sanchís 2002:109-110). En tal sentido, en su primera acepción, como tipo de Estado de Derecho, podríamos señalar brevemente la transición de un Estado de Derecho, que tenía a la ley como eje central, al Estado Constitucional, que se basa en la Constitución como directriz de todo el ordenamiento. Zagrebelsky, en su obra El derecho dúctil, hace un paralelo entre el Estado de Derecho, el Estado liberal de Derecho y el Estado Constitucional. Así, sostiene que para algunos, el Estado de Derecho podía asemejarse a los regímenes totalitarios, en 5 tanto, el Estado imponía su exclusiva voluntad expresada positivamente en la ley para regular las relaciones sociales, e independientemente de cuál fuese la ley, se buscaba garantizar esta. Mientras que, en el Estado liberal de Derecho, el papel de la sociedad toma importancia, en tanto es su voluntad la que se refleja en la ley, como garantía de los derechos de los ciudadanos para evitar las arbitrariedades de la administración (Zagrebelsky 1995: 22-23). Sin embargo, El Estado liberal de derecho era un Estado legislativo que se afirmaba a sí mismo a través del principio de legalidad. El principio de legalidad, en general, expresa la idea de la ley como acto normativo supremo e irresistible al que, en línea de principio, no es oponible ningún derecho más fuerte, cualquiera que sea su forma o fundamento: ni el poder de excepción del rey y de su administración, en nombre de una superior “razón de Estado”, ni la inaplicación por parte de los jueces o la resistencia de los particulares, en nombre de un derecho más alto o de derechos especiales.”[…] El Estado de derecho y el principio de legalidad suponían la reducción del derecho a la ley y la exclusión, o por lo menos la sumisión a la ley, de todas las demás fuentes del derecho. (Ídem: 24) En consecuencia, en el Estado de Derecho, la ley era la protagonista del sistema, en tanto los operadores jurídicos se limitaban a aplicarla atendiendo a la voluntad del legislador y sin ningún contrapeso que pueda actuar como límite a la actividad legislativa. La ley poseía las características de generalidad y abstracción, en tanto representaba la imparcialidad del Estado y el respeto a la igualdad jurídica en sociedad. No obstante, al poseer estos atributos no se tomaba en cuenta las características particulares de los casos concretos ni se atendía al contexto alrededor de ellos. En tal sentido, fue menester atender a otro modelo en el que se impusiera un contrapeso a la ley y al cual acudir ante antinomias, lagunas y una aplicación injusta de las normas legislativas. En el Estado Constitucional, “la ley, por primera vez en la época moderna, viene sometida a una relación de adecuación, y por tanto de subordinación, a un estrato más alto de derecho establecido por la Constitución” (Ídem: 34). En tal sentido, en la Constitución se 6 reflejan un conjunto de principios y valores superiores sobre los cuales hay un consenso social y que sirven como directrices para todo el ordenamiento jurídico y el Estado. En virtud de ello, tal y como señala Prieto Sanchís, el neoconstitucionalismo apuesta por constituciones normativas garantizadas, Que una constitución es normativa significa que, además de regular la organización del poder y las fuentes del Derecho-que son dos aspectos de una misma realidad-, genera de modo directo derechos y obligaciones inmediatamente exigibles. […] A su vez, el carácter garantizado de la Constitución supone que sus preceptos pueden hacerse valer a través de los procedimientos jurisdiccionales existentes para la protección de los derechos. (Prieto Sanchís 2002: 116-117) En cuanto a los derechos fundamentales proclamados en la Constitución, estos operan como principios que rigen el ordenamiento y a los que las leyes deben atender, no a la inversa, en que el derecho dependía de la ley. En tal sentido, anteriormente, los derechos “no consistían en una “sustancia”, sino en una simple “forma” jurídica, la forma de la ley. La garantía de los derechos se reducía a la “reserva de ley”.” Ley que era creada por el Estado legislador. Es decir, el Estado estaba sujeto a la ley como administración pública, sin embargo, creaba la ley, siendo el Estado legislador” (Zagrebelsky 1995: 48). Ahora bien, sobre la segunda acepción del neoconstitucionalismo como teoría de derecho, aportada por Prieto Sanchís, podemos destacar las características de este modelo de Estado Constitucional. En tal sentido, el mismo autor señala los rasgos sobresalientes del constitucionalismo. En primer lugar, destaca la omnipresencia de la Constitución en todas las áreas jurídicas y conflictos mínimamente relevantes, ello implica que en tanto la Constitución alberga valores, principios y directrices a seguir por los poderes públicos, todo conflicto jurídico puede resolverse mediante la orientación constitucional. En segundo lugar, la omnipotencia judicial en lugar de la autonomía del legislador ordinario, esto genera que en la medida en que los jueces deben atenerse a 7 una interpretación de la ley a la luz de la Constitución, el legislador pierde su autonomía, al ser el juez quien aplica la ley en virtud de la norma suprema. En tercer lugar, la coexistencia de una pluralidad de valores, los cuales pueden converger en la Constitución. En cuarto lugar, destacan más principios que reglas; y finalmente, el método de ponderación sobre el de la subsunción de reglas por parte de los jueces (Ídem: 121127). Sobre este punto, ampliaremos en el siguiente acápite. Por su parte, Zagrebelsky señala cinco caracteres del derecho constitucional actual. En primer lugar, la transformación de la soberanía estatal, de la visión del Estado como sujeto con el cual solo caben relaciones de sujeción a la idea de pluralismo político y social interno, que se opone a la noción de soberanía; la soberanía de la Constitución, que implica que se debe entender a la Constitución como centro en el que todo debe converger y centro a alcanzar; la ductilidad constitucional, que se refiere a que los valores y principios que coexisten en la Constitución se asuman con carácter no absoluto para que puedan convivir; la aspiración a la convivencia de los principios, es decir, que no prevalezca un solo principio, sino la salvaguardia de varios simultáneamente; y finalmente, una dogmática fluida, que implica que ningún valor se imponga o elimine a los demás (Zagrebelsky 1995:10-17). De acuerdo a lo sostenido en este acápite, podemos concluir, que el Estado Constitucional es una forma de organización política en la que tanto la administración pública, incluido el legislador, como los particulares se encuentran sometidos a una norma suprema, la Constitución, que se impone como límite y directriz para el ordenamiento, mediante el conjunto de valores, derechos, principios y normas que la integran. En virtud de ello, se supera la idea de la primacía de la ley como norma positiva y se adopta la 8 noción de la existencia de valores y principios supremos que transcienden la ley y limitan su aplicación. En tal sentido, “el Estado constitucional representa una fórmula del Estado de derecho, acaso su más cabal realización, pues si la esencia del Estado de Derecho es el sometimiento del poder al Derecho, sólo cuando existe una verdadera Constitución ese sometimiento comprende también al legislativo” (Prieto Sanchís 2002: 118). 1.2 El rol de los jueces en el Estado Constitucional En el Estado Constitucional, como hemos abordado previamente, el legislador deja de ser el protagonista del sistema jurídico y el juez adquiere mayor importancia, en tanto ya no es un simple ejecutor de la ley. Es decir, los jueces tienen que velar porque la aplicación de las leyes creadas por el legislador, sean coherentes con los principios proclamados en la norma suprema. En tal sentido, Zagrebelsky sostiene, Hoy, ciertamente, los jueces tienen una gran responsabilidad en la vida del derecho desconocida en los ordenamientos del Estado de derecho legislativo. Pero los jueces no son los señores del derecho en el mismo sentido en que lo era el legislador en el pasado siglo. Son más exactamente los garantes de la complejidad estructural del derecho en el Estado constitucional, es decir, los garantes de la necesaria y dúctil coexistencia entre ley, derechos y justicia. (Zagrebelsky 1995: 153) Bajo el paradigma del Estado de derecho, según la concepción positivista tradicional, en la aplicación del derecho, la regla jurídica se aplicaba bajo un mecanismo lógico y sin discrecionalidad, establecido por criterios elaborados por el positivismo, no teniendo relevancia las características del caso concreto ni su contexto. Mientras que, desde el Estado constitucional, según la concepción práctica del derecho, la interpretación jurídica es la búsqueda de la norma adecuada al caso y al ordenamiento (Ídem: 131-133). En tal sentido, 9 En el proceso de interpretación del derecho, el caso es el motor que impulsa al intérprete y marca la dirección. Partiendo del caso se acude al derecho para interrogarlo y obtener de él una respuesta. A partir del caso, el intérprete procede a buscar las reglas y vuelve a él, en un procedimiento circular (el llamado “círculo interpretativo”) de dirección bipolar que finaliza cuando se componen de modo satisfactorio las exigencias del caso y las pretensiones de las reglas jurídicas. (Ídem: 133-134) En el Estado Constitucional, entonces, la labor judicial ya no se remite solo a un mero ejercicio mecánico de encajar el supuesto de hecho en la norma, como lo es la subsunción; sino, que se toma en cuenta no solo que la norma se adecúe a los parámetros constitucionales, sino las implicancias del caso concreto para su resolución. En tal sentido, ante casos difíciles, en los que pueden haber más de un principio en colisión se deberá atender al método preponderante de este modelo constitucional, como es la ponderación judicial. Para Prieto Sanchís, ponderar es la, […] acción de considerar imparcialmente los aspectos contrapuestos de una cuestión o el equilibrio entre el peso de dos cosas. […] en el mundo del derecho, el resultado de la ponderación no ha de ser necesariamente el equilibrio entre tales intereses, razones o normas; al contrario, lo habitual es que la ponderación desemboque en el triunfo de alguno de ellos en el caso concreto. En cambio, donde si ha de existir equilibrio es en el plano abstracto: en principio, han de ser todos del mismo valor, pues de otro modo no habría nada que ponderar, sencillamente, en caso de conflicto se impondría el de más valor. (Prieto Sanchís 2002: 128-129) En consecuencia, el método de la ponderación judicial busca optar por la mejor solución cuando surgen contradicciones normativas o colisión entre principios, mediante una argumentación razonada. En abstracto, los principios en conflicto tienen el mismo valor; sin embargo, en el caso en concreto uno deberá prevalecer sobre el otro, mediante la justificación aportada en el caso. En cuanto a los principios, son las normas que carecen o presentan de manera fragmentada el supuesto de hecho o condición de aplicación y a su 10 vez son las directrices y mandatos de optimización que guían el ordenamiento. Tal sería el caso del principio y derecho fundamental de igualdad y no discriminación (Ídem: 130131), por ejemplo. Sin embargo, la subsunción no es descartada por completo. En tal sentido, para Prieto Sanchís, si bien se pretende utilizar el método de ponderación cuando hay dos principios en pugna; antes y después de ponderar se debe subsumir. Es decir, si la subsunción es comprobar el encaje del caso en el supuesto de hecho en la norma jurídica, la cual proporcionará la solución normativa; esta podrá efectuarse incluso después de ponderar los principios en colisión porque, “la ponderación se endereza a la formulación de una regla, de una norma en la que, teniendo en cuenta las circunstancias del caso, se elimina o posterga uno de los principios para ceder el paso a otro que, superada la antinomia, opera como una regla y, por tanto, como la premisa normativa de una subsunción” (Ídem: 138-139). El método de ponderación puede usarse para resolver casos que versen sobre normas que limiten derechos fundamentales. En tales supuestos, será necesario cumplir con una serie de fases o el llamado test de proporcionalidad. La medida limitadora de derechos tendrá que cumplir con los siguientes pasos para que sea válida: que persiga un fin legítimo; sea adecuada o idónea; sea necesaria; y cumpla con la proporcionalidad en sentido estricto. En primer lugar, la medida debe perseguir un fin constitucionalmente legítimo. Es decir, si se pretende interferir en la esfera de otro derecho será necesario que un fin mayor y constitucionalmente protegido respalde dicha intromisión. De no existir tal finalidad, no 11 habría ponderación alguna a efectuar, y la medida limitadora sería inválida prima facie, en tanto no se puede permitir una afectación a un derecho de manera arbitraria. En segundo lugar, la medida debe ser adecuada o idónea, lo que implica que la actuación que afecte el derecho debe ser consistente con el bien o fin que se pretende alcanzar. En tercer lugar, la medida debe ser necesaria, es decir, que no exista otra medida que tenga consecuencias menos gravosas, pues de ser así se deberá optar por la medida menos lesiva al derecho limitado (Ídem: 145-146). Por último, se deberá cumplir con el juicio de proporcionalidad en sentido estricto que consiste en, “acreditar que existe un cierto equilibrio entre los beneficios que se obtienen con la medida limitadora o con la conducta de un particular en orden a la protección de un bien constitucional o a la consecución de un fin legitimo, y los daños o lesiones que de dicha medida o conducta se deriven para el ejercicio de un derecho o para la satisfacción de otro bien o valor” (Ídem: 147). 1.2.1 Los modelos de jurisdicción constitucional Ahora bien, en tanto la supremacía constitucional es uno de los caracteres del Estado Constitucional y el rol de los jueces implica actuar como garantes de la Constitución, cabe señalar brevemente los modelos de jurisdicción constitucional2 que coexisten en nuestro ordenamiento jurídico3. El primero de ellos es el modelo norteamericano o difuso (Judicial 2 “La literatura especializada denomina a los “modelos” o “sistemas” de jurisdicción constitucional, esto es, las formas, usos, estilos o estructuras existentes para analizar, procesar y resolver los problemas que plantean la Constitución y su defensa.” (García Belaunde 2009: 120) 3 En tal sentido, Domingo García Belaunde, refiere que, “el modelo dual o paralelo-puede llamársele indistintamente- es aquel que se da cuando en un mismo país, en un mismo ordenamiento jurídico, coexisten el modelo americano y el modelo europeo, pero sin mezclarse, deformarse, ni desnaturalizarse. Y esto, que no es frecuente, tiene su partida de nacimiento en la Constitución de 1979, y ha sido reiterado en la vigente Carta de 1993.” (Ídem:123) 12 Review), que surge con la sentencia promulgada por la Corte Suprema de Estados Unidos en el año 1803 respecto al caso Marbury vs. Madison4. En tal sentido, La Suprema Corte Federal estadounidense va a plantear que si un juez en cualquiera de los procesos a su cargo toma conocimiento de que intenta aplicarse una norma contraria a lo prescrito en la Constitución, él, como un incidente de este mismo proceso, y solamente luego de que la aplicación de los diversos métodos y criterios de interpretación no le hayan permitido salvar la constitucionalidad de esa disposición, la declarará inconstitucional, inaplicándola para el caso concreto sometido a su conocimiento. (Espinoza-Saldaña 2005: 28-29) Entre las características principales del modelo norteamericano encontramos que es: a) Difuso: Ejercicio por parte de cualquier magistrado, no hay un órgano autónomo determinado para ello. b) Incidental: Se requiere la existencia de una cuestión pre-judicial. c) Especial: Eficacia inter partes d) Declarativo: Eficacia retroactiva (ex tunc) (García Belaunde 2009: 121) Por otra parte, en contraposición a la experiencia norteamericana, se planteó posteriormente el modelo europeo o concentrado auspiciado por Kelsen en 1920, este implica que, La aplicación de las reglas constitucionales relativas a la legislación, tan solo puede hallarse efectivamente garantizada si un órgano distinto del legislativo tiene a su cargo la tarea de comprobar si una ley es constitucional, y de anularla cuando- de acuerdo con la opinión de ese órgano-sea inconstitucional. Puede existir […] un órgano especial establecido para este fin; por ejemplo, un tribunal especial, el llamado Tribunal Constitucional. (Kelsen citado por Fernández Segado 1984:25) 4 Espinoza-Saldaña señala respecto al célebre caso que, “lo expuesto generará una serie de acontecimientos con capital relevancia en la configuración de lo que hoy incluso comienza a denominarse Estado Constitucional.” (2005:28) 13 Entre las principales características del modelo kelseniano o europeo encontramos que es: a) Concentrado: Ejercicio por parte de un órgano autónomo b) Principal: La acción se plantea de forma directa sin requerirse una cuestión prejudicial. c) General: Eficacia erga omnes d) Constitutivo: No tiene efectos retroactivos (ex nunc) (García Belaunde 2009: 121) En virtud de ello, y como hemos referido previamente, en nuestro país coexisten ambos modelos. En tal sentido, “en el sistema peruano se controla la Constitución combinando diversas modalidades que se complementan. Así en nuestro derecho el sistema de control concentrado no es químicamente puro, junto a él está el control difuso del que puede y debe hacer uso cualquier funcionario con poder jurisdiccional, incluso los propios magistrados del Tribunal” (Gutiérrez 1997: 81). Ahora bien, nos concentraremos en la aplicación del control difuso, en tanto en este trabajo analizaremos casos en materia de familia en los cuales se ha hecho uso de esta herramienta. En tal sentido, el control difuso “es la obligación que tiene todo juez de preferir la Constitución ante cualquier incompatibilidad con otra norma. Este principio es la clave de bóveda para defender la Constitución y […] se encuentra sancionado en la propia Carta Política en los artículo 51° y su complemento el artículo 138°” (Ídem: 79). En conclusión, la tarea judicial en el Estado Constitucional adquiere una mayor relevancia, en tanto los jueces actúan como garantes de la constitucionalidad de las leyes en la 14 aplicación en los casos concretos, siendo que una de las herramientas para ello es la aplicación del control difuso, como analizaremos en el capítulo tres. No solo se atiende a lo expresado en la ley positiva, sino a una interpretación concordada con los principios y derechos enarbolados en la Constitución; así como la valoración del contexto y circunstancias particulares del caso. Por ello, será menester garantizar la supremacía constitucional mediante las herramientas otorgadas por la propia Carta Magna, tomando en cuenta la ponderación y valoración del contexto. En tal sentido, en el siguiente acápite revisaremos la perspectiva inclusiva que deben tomar en cuenta los jueces al momento de resolver los casos concretos. 1.2.2 Perspectiva de género en el razonamiento judicial En el presente trabajo de investigación estamos asumiendo un enfoque de género para realizar nuestro análisis, en tanto lo consideramos necesario para desarrollar una postura crítica frente a la impugnación de la paternidad matrimonial y la limitación de la mujer casada para ejercer dicha acción. En tal sentido, asumir una perspectiva de género se justifica en tanto, enriquece el debate que no solo se basará en atender si es que la regulación sobre la materia se condice con el modelo constitucional, sino conjuntamente, permitirá preguntarnos por el papel de la mujer y las experiencias en las que se pueden ver inmersas y olvidadas, las principales afectadas por esta limitación. Para ello, será menester utilizar una metodología que al igual que en el modelo constitucional, recoge los principales postulados del constitucionalismo, como son los métodos jurídicos propuestos por Bartlett, a los cuales aludiremos en este acápite. 15 Como hemos apreciado, en el Estado Constitucional la aplicación del derecho deja de ser una operación puramente mecánica y se procede a valorar el contexto y derechos constitucionales en juego en el caso en concreto. Esto quiere decir que se debe tomar en cuenta las circunstancias particulares al momento de resolver. En función de ello, los jueces deben tomar en cuenta las experiencias de los grupos vulnerables y analizar los casos dentro de su contexto. En tal sentido, se busca que se incluya una perspectiva de género que pueda potenciar la práctica judicial, al vislumbrar nuevas aristas que ayuden en la resolución de casos concretos. Cuando señalamos el término género nos estamos refiriendo a la “categoría que alude a las construcciones sociales y culturales sobre la base de las diferencias sexuales” (Fernández 2006: 357). Para Elena Alvites, “el enfoque de género supone una permanente interrogación a los estereotipos5 sobre lo que son las relaciones entre hombres y mujeres, una constante puesta en escena de las diferencias y de los contenidos de ellas en la vida social” (Alvites 2004: 321). En tal sentido, será menester tener un enfoque de género que permita visibilizar ciertos aspectos que puedan esconderse en la norma, muchas veces basada en estereotipos de género, y que conlleve a resoluciones más justas, que valoren las circunstancias en concreto y sean acordes con la Constitución. Bajo la misma línea del nuevo rol judicial en el Estado Constitucional, creemos pertinente señalar brevemente los métodos jurídicos feministas propuestos por K. Bartlett, que intentan mostrar aspectos de un problema legal que los métodos más tradicionales 5 Cabe mencionar que cuando nos referimos a estereotipos de género, aludimos a estos como generalizaciones favorables o desfavorables que hacemos sobre determinado grupo de personas (APRODEH 2008: 7) basándose en el sexo/género. 16 tienden a suprimir o pasar por alto (Bartlett 2011:29). En tal sentido, consideramos que son compatibles con el modelo constitucional y que propone el enfoque de género al cual hemos aludido. El primero de ellos, es el formular la pregunta por la mujer. La pregunta por la mujer está diseñada para identificar las implicancias de género en las reglas y prácticas sociales, que de lo contrario parecerían objetivas y neutrales. Como señala Bartlett, En el Derecho, formular la pregunta por la mujer implica examinar cómo el Derecho falla al no tomar en cuenta las experiencias y valores que parecen más típicos de mujeres que de hombres, por la razón que fuere, o cómo los estándares y conceptos legales existentes podrían poner en desventaja a las mujeres. La pregunta asume que algunas características del Derecho podrían ser no solo no neutrales, sino también masculinas. El propósito de la pregunta por la mujer es exponer dichas características y como es que ellas operan, y sugerir cómo deberían ser corregidas. (Ídem: 32-33) En tal sentido, formular la pregunta por la mujer es un método crítico que revela las maneras en que instituciones sociales y políticas legitiman la subordinación de la mujer a través de las normas. Por tal motivo, es menester que este método evalúe y reexamine los prejuicios y las implicancias legales y sociales en detrimento de la mujer para poder corregirlas, así como que no exista justificación alguna para las normas que mantengan la posición subordinada de la mujer. El segundo método jurídico es el razonamiento práctico feminista. Este implica razonar a partir de un contexto particular y no solo a través de criterios generales o estándares y combina algunos aspectos del modelo clásico aristotélico de deliberación práctica con un enfoque feminista de identificar y tomar en cuenta la perspectiva de los excluidos. “El razonamiento práctico aborda los problemas no como conflictos dicotomizados, sino como dilemas con múltiples perspectivas, contradicciones e inconsistencias. (…) No requiere la 17 elección de un principio sobre otro, sino más bien integraciones imaginativas y reconciliables, lo cual requiere atención al contexto particular” (Ídem: 55-56). Ello no implica, que el razonamiento práctico no tome en cuenta o valore las reglas; por el contrario, busca la aplicación de reglas no necesariamente estándares, e incluso busca una nueva lectura a las normas a través de su aplicación a nuevos hechos y circunstancias específicas. Asimismo, para el análisis del razonamiento práctico es necesaria la debida justificación. Los jueces tienen que tomar en cuenta las verdaderas razones que los llevaron a tomar su decisión final, llegar a un fin razonable. Finalmente, el razonamiento práctico feminista cuestiona y desafía la legitimidad de las normas de aquellos que señalan que estas hablan o representan a la comunidad; en tanto, “los métodos feministas rechazan la comunidad monolítica comúnmente asumida en las narrativas masculinas del razonamiento práctico y buscan identificar perspectivas no representadas en la cultura dominante de la cual debería proceder la razón” (Ídem: 62). El último método jurídico feminista que nos señala Bartlett se refiere al aumento de conciencia. Aquel “es un proceso interactivo y colaborativo, de articular las experiencias propias y crear significados o sentidos a partir de ellas con otras que también articulan sus propias experiencias” (Ídem: 76). La teoría se enriquece por la experiencia, y a su vez esta se rediseña basada en la teoría. A través de estos métodos jurídicos podremos analizar las categorías normativas y su aplicación en la realidad para develar los verdaderos motivos que justifican estas normas y su respectiva materialización con efecto discriminatorio. En consecuencia, los métodos propuestos por Bartlett pueden ser una herramienta útil para la interpretación judicial que es compatible con los valores dispuestos en la 18 Constitución e incluyen la perspectiva de los grupos vulnerables. En tal sentido, mediante aquellos y la guía constitucional se puede interpretar la norma y analizar sus implicancias en diversos casos concretos. En virtud de ello, Marisol Fernández señala que, Es importante destacar que desde el movimiento feminista crítico al Derecho se ha venido denunciando desde la década de los 60 que el Derecho es una construcción masculina que sexualiza y jerarquiza, escondiéndose todo ello bajo el ropaje del lenguaje agenérico o neutral, y que desde la manera formalista de aplicar el Derecho es imposible visibilizar y corregir tal despropósito. Bajo esas premisas se produjeron propuestas como la presentada por Bartlett quien planteó la necesidad de trabajar en el Derecho con métodos como la pregunta por la mujer o el razonamiento práctico feminista que tienen en común una invitación a realizar un razonamiento jurídico desde el contexto y no desde lo que prescriben las reglas (Bartlett:30-75). El método de trabajo que exige el nuevo constitucionalismo en la medida que pone en relieve los principios más que las reglas, la ponderación más que la subsunción así como el énfasis en una argumentación jurídica que exige importante dosis de pragmatismo, comparte con el feminismo jurídico el resultado al que se busca llegar. (2014: 72) 1.3 La constitucionalización del derecho de familia peruano En el marco de un Estado Constitucional de Derecho es necesario que tanto en la creación como aplicación de las leyes se atienda a los principios y valores constitucionales. En tal sentido, en todas las áreas del derecho se debe cumplir con las directrices de la Constitución. Atendiendo a que nuestro trabajo versa sobre una materia específica del Derecho de Familia, será relevante referirnos a la constitucionalización del derecho familiar peruano que se ha reflejado en el razonamiento de algunas de las sentencias emitidas por el Tribunal Constitucional. En ellas se desarrolla un concepto más amplio de familia, se reconoce la diversidad de familias y la necesidad de igual protección para estas, así como se desprende que ya no solo se busca el bienestar de la familia como ente abstracto, sino la protección de la familia trasladada al respeto a los derechos fundamentales de sus miembros. A continuación analizaremos algunos de los 19 razonamientos aludidos como consecuencia de la constitucionalización del derecho de familia. La Constitución peruana, en su artículo 4, reconoce a la familia y señala, “La comunidad y el Estado protegen especialmente al niño, al adolescente, a la madre y al anciano en situación de abandono. También protegen a la familia y promueven el matrimonio. Reconocen a estos últimos como institutos naturales y fundamentales de la sociedad.” Por otra parte, el legislador del Código Civil de 1984 concebía a la familia como, […] célula primera y vital de la sociedad como la ha llamado Juan Pablo II, no es exclusiva ni principalmente un fenómeno jurídico-legal. No lo es por su génesis, ni por su télesis: no es una creación del Derecho ni de la ley, que solo la regulan, sino obra de la naturaleza humana; y se dirige a satisfacer necesidades y exigencias inherentes a la persona como ser individual y social. No lo es por su estructura, ni por su funcionamiento, que responden además a exigencias y dinámicas metajurídicas. (Cornejo Chávez 1998: 7) En consecuencia, ello dotaba al concepto de familia de una condición natural y colocaba a la familia nuclear (padre, madre e hijos) como el modelo ideal y predominante, el único en el que cabía la reproducción de la especie y que se legitimaba mediante el matrimonio (Fernández 2013:16). El modelo de familia nuclear reforzaba ciertas ideas, a las cuales se refiere Isabel Jaramillo; en primer lugar, la familia debía ser el espacio para desarrollar los lazos afectivos; las mujeres tenían capacidades especiales para la crianza de los hijos y las tareas del hogar, por lo que su rol en la dinámica familiar debía circunscribirse a ello; por su parte, los hombres tenían que ocuparse de la producción económica en tanto sus capacidades los orientaban a ello; y finalmente, la familia debía pertenecer al ámbito privado por lo que el Estado no debía interferir ante cualquier situación que se generará en la misma (Jaramillo 2008:267-268). 20 No obstante, el Código Civil se basó en una concepción naturalista de la familia y tuvo una influencia religiosa, en cuanto el modelo predominante fue, y aún es, el modelo de familia nuclear; los diversos cambios económicos, sociales y culturales han generado otros tipos de familia que no necesariamente se basan en el matrimonio y los cuales son igualmente dignos de protección. En tal sentido, esto se ha reflejado en diversa jurisprudencia del Tribunal Constitucional que ha tenido que atender al contexto social en nuestro país e incluso admitir que la Constitución no define un concepto cerrado de familia, por lo que no se le puede negar derechos a unos sobre los otros. En resumen, podríamos decir que hay dos concepciones de familia, la concepción tradicional y la concepción crítica. La primera de ellas se caracteriza por ser un modelo ideal que nace del matrimonio heterosexual, responde a un orden natural (la reproducción), y hay una organización basada en la división sexual del trabajo, mientras que la mujer se dedica a la labor reproductiva del hogar (ama de casa), el varón tiene el rol productivo, en cuanto es el proveedor económico del hogar; todo ello amparado en las supuestas características “especiales” que tienen hombres y mujeres para cumplir dichos roles. Por otra parte, la concepción crítica contempla la diversidad de familias sin un modelo prevalente; responde a condicionamientos políticos, económicos y culturales; y resalta la importancia de los lazos afectivos, la solidaridad, proyectos en común por sobre la reproducción. Mientras que la primera concepción busca una protección reforzada del Estado, la segunda, busca que el Estado reconozca y proteja la diversidad de las familias (Fernández 2013: 21). En tal sentido, Marisol Fernández señala, […] la constitucionalización del derecho ha generado un desplazamiento de la concepción jurídica tradicional sobre la familia. El centro de la protección estatal ha dejado de ser la institución 21 identificada como modelo ideal- protección que muchas veces se traducía en medidas destinadas a la conservación del vinculo matrimonial-, y han pasado a ser los miembros del grupo familiar, en tanto sujetos de derechos fundamentales, los beneficiarios de esta defensa; de alguna manera la realidad social marcada por la diversidad de fórmulas familiares ha empezado a guiar la interpretación constitucional. (Ibídem) En virtud de lo que hemos señalado, la jurisprudencia constitucional refleja que se ha flexibilizado el concepto de familia y se ha optado por entenderla de manera más amplia. En tal sentido, el Tribunal Constitucional en el caso Shols Pérez, que aborda la noción de familias reconstituidas, lo demuestra a través de sus fundamentos en los cuales señala: 6. La acepción común del término familia lleva a que se le reconozca como aquel grupo de personas que se encuentran emparentadas y que comparten el mismo techo. Tradicionalmente, con ello se pretendía englobar a la familia nuclear, conformada por los padres y los hijos, que se encontraban bajo la autoridad de aquellos. Así, desde una perspectiva jurídica tradicional la familia “está formada por vínculos jurídicos familiares que hayan origen en el matrimonio, en la filiación y en el parentesco”. 7. Desde una perspectiva constitucional, debe indicarse que la familia, al ser un instituto natural, se encuentra inevitablemente a merced de los nuevos contextos sociales. Así, cambios sociales y jurídicos tales como la inclusión social y laboral de la mujer, la regulación del divorcio y su alto grado de incidencia, las grandes migraciones hacia las ciudades, entre otros aspectos, han significado un cambio en la estructura de la familia tradicional nuclear, conformada alrededor de la figura del pater familias. Consecuencia de ello es que se hayan generado familias con estructuras distintas a la tradicional, como son las surgidas de las uniones de hecho, las monoparentales o las 6 que en doctrina se han denominado familias reconstituidas. Por otro lado, en cuanto al derecho a fundar una familia, si bien no hay un derecho expreso en la Constitución, este se encuentra implícito en el artículo 3 de la misma, que señala una cláusula abierta de derechos que no necesariamente se limitan a los enumerados en el artículo 2. No obstante, en tratados internacionales sí se desarrolla este derecho. En tal sentido, en el segundo párrafo del artículo 17 de la Convención Americana de Derechos Humanos (CADH) y el artículo 23 del Pacto Interamericano de Derechos 6 SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL emitida el 30 de noviembre de 2007 en el Exp-093322006-PA/TC interpuesta por Reynaldo Armando Shols Perez contra el Centro Naval del Perú. Fundamentos 67. 22 Civiles y Políticos (PIDCP) se reconoce explícitamente el derecho de varones y mujeres a contraer matrimonio y fundar una familia, siendo que no se debe interpretar el primero como requisito de lo segundo. En tal sentido, en el caso Shols Pérez, el Tribunal Constitucional también hace alusión a la protección de la familia y el derecho a fundarla, poniendo especial énfasis en que el fundar una familia no necesariamente debe limitarse al hecho de contraer matrimonio, sino en tutelar tal organización familiar, protegiéndola de cualquier daño o amenaza que provenga del Estado, la comunidad y los particulares.7 En tal sentido, “si se parte de la premisa de que no se puede hablar de la familia aludiendo a un modelo único, se tiene que reconocer que el mandato constitucional de protección a la familia debe dirigirse a cualquiera que sea la forma que esta adopte, siempre que sea compatible con un Estado constitucional de Derecho. La protección a la familia debe traducirse en el reconocimiento y las garantías de los derechos individuales de sus miembros” (Fernández 2013: 27). En virtud de ello, no puede caber la distinción entre familias a causa de cómo se originaron, puesto que si bien el Estado puede promover el matrimonio, no lo puede hacer creando desventajas para las familias que no surgen de este (Íbidem). El Tribunal Constitucional también se ha pronunciado sobre las familias provenientes de las uniones de hecho. Sobre ello, el caso Rosas Domínguez, sobre pensión de viudez para la conviviente, se aparta de los criterios vertidos en un caso anterior (Anaya Cruz) y señala: 8. A pesar de esta gama de principios tendentes a la tutela integral de la familia, el texto constitucional no abona en definir conceptos. Es claro entonces, que el texto constitucional no pretendió reconocer un modelo específico de familia. Por consiguiente, el instituto de la familia no 7 Ídem, fundamento 19. 23 debe relacionarse necesariamente con el matrimonio, como ocurría en el Código Civil de 1936, que manifestaba tal tendencia con la inconstitucional diferenciación de hijos “legítimos” e “ilegítimos”. […] 10. […] sin importar el tipo de familia ante la que se esté, esta será merecedora de protección frente a las injerencias que puedan surgir del Estado y de la sociedad. No podrá argumentarse, en consecuencia, que el Estado solo tutela a la familia matrimonial, tomando en cuenta que existen una gran cantidad de familias extramatrimoniales. 8 En esta sentencia el TC concluye que desde la perspectiva constitucional de familia, las uniones de hecho son un tipo de familia, que si bien no se origina del matrimonio, goza de igual protección y debe tener los mismos derechos. En tal sentido, los deberes de cooperación y asistencia mutua que surgen del matrimonio, también deberían establecerse en las uniones de hecho, que sin haber cumplido un requisito legal, cumplen con las finalidades del matrimonio. En consecuencia, se otorga la pensión de viudez a la actora, pese a lo dispuesto en el decreto ley sobre la materia, porque se interpreta la norma a la luz de lo que dispone la Constitución. Así señala que, 27. […] el defecto de tal argumentación estriba en interpretar la pretensión de la actora exclusivamente desde la ley, cuando por el contrario, en el Estado social y democrático de derecho, es a partir de la Constitución desde donde se interpretan las demás normas del ordenamiento jurídico. […] el tránsito del Estado legal de Derecho al de Estado constitucional de Derecho supuso dejar de lado la tesis según la cual el texto fundamental era una norma carente de contenido jurídico vinculante, compuesta tan solo por una serie de disposiciones orientadoras de la labor de los 9 poderes públicos. Hemos podido apreciar que mediante la constitucionalización del derecho de familia, se ha estado gestando un cambio en la concepción tradicional de aquella, siendo que ahora se debe reconocer la pluralidad de familias y la necesaria protección a estas. Ahora bien, otra consecuencia de la constitucionalización del derecho de familia y que se comprende 8 SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL emitida el 6 de noviembre de 2007 en el Exp-06572-2006PA/TC interpuesta por Janet Rosas Domínguez contra la Oficina de Normalización Previsional (ONP). Fundamentos 8-10. 9 Ídem, fundamento 27. 24 a la luz de una concepción de familia que atiende a todos sus miembros, es la relevancia de que principio de igualdad y el mandato de no discriminación son transversales a todas las instituciones y relaciones familiares. En tal sentido, Marisol Fernández, señala que la aplicación de este principio implica fundamentalmente que, no son admisibles diferencias de trato por razón de género, orientación sexual, filiación y edad, que no se basen en causa justa y razonable; las normas formalmente neutras podrían generar discriminación indirecta; el Estado debe generar políticas para eliminar la discriminación contra mujeres y niños en el ámbito familiar; y finalmente, es posible la adopción de acciones afirmativas con el propósito de eliminar la discriminación hacia la mujer en el ámbito de la familia (Fernández 2013: 45). En consecuencia, “[…] el actual derecho de familia, englobado en el sistema constitucional, debe ser concebido como un medio para la protección de los derechos fundamentales de los individuos que forman parte del grupo familiar. El derecho de familia no es nada en sí mismo si no tiene como finalidad básica y esencial procurar la efectividad de los derechos fundamentales” (Roca 1999: 150). Finalmente, podemos concluir este apartado señalando que el cambio de modelo del Estado de Derecho a Estado Constitucional, significó una evolución en la creación e interpretación de las normas a la luz de una norma suprema que no tiene condición de tal por ser positiva sino por lo valores y principios que contiene. La Constitución influyó, asimismo, en la labor judicial y se produjo un cambio a raíz de ella. Del mismo modo, el Derecho de familia debe leerse a través de los derechos fundamentales y los principios proclamados en la norma suprema, tal y como hemos analizado que se viene realizando. Como hemos apreciado en la jurisprudencia, se ha flexibilizado algunas nociones que 25 tenían una influencia moral y religiosa y se ha optado por proteger a los diversos tipos de familia, interpretada esta desde los objetivos constitucionales. No obstante estos avances, aún siguen pendientes temas relevantes en materia de familia que deberán también interpretarse desde la óptica constitucional, como es el caso de la regulación de la impugnación de paternidad matrimonial en el Código Civil peruano. 2. La Filiación en el marco de la constitucionalización del Derecho de familia En el contexto de la constitucionalización del derecho familiar, la institución filiatoria debe ser interpretada a la luz de los derechos de las personas involucradas y debe buscarse la protección igualitaria de los hijos e hijas, en aras de la consideración primordial del niño/a y adolescente, en el nuevo marco de la doctrina de la protección integral; en la cual aquellos dejan de ser objeto de derechos para ser sujetos pleno de derechos. En tal sentido, mediante este apartado, explicaremos brevemente la noción de filiación; la relevancia de la perspectiva constitucional para entender esta institución: el papel de la Convención de los Derechos del Niño (CDN) y el cambio de doctrina de la situación irregular al de la protección integral. 2.1 La institución de la filiación en el Estado peruano Para Marisol Fernández, la regulación de la filiación en el Libro de familia del Código Civil, “está orientada a que las personas cuenten con un vínculo “paterno” y “materno” filial formalmente establecido y a partir del cual se genere una serie de consecuencias jurídicas” (2013: 53). En tal sentido, la filiación es un vínculo jurídico, que en general se 26 origina de un hecho biológico (ascendientes y descendientes), y que conlleva una relación sujeta a derechos y deberes, tanto de los padres como de los hijos. Ahora bien, la filiación no solo se genera por un vínculo consanguíneo, sino también por un acto jurídico, como lo es la adopción. Al respecto, la misma autora señala, “si bien es esperable que la condición de padre o madre recaiga en los progenitores, no siempre es así debido a diversos factores, que pueden ir desde el abandono hasta la utilización de una técnica de reproducción asistida con material genético donado anónimamente” (Ídem: 54). En virtud de que la filiación no necesariamente se generará por vínculos consanguíneos, cabe hacer la distinción entre el rol social de la paternidad y la verdad biológica. En tal sentido, el rol social se refiere a los lazos afectivos, la crianza y el sostenimiento de quien se considera hijo o hija; ello independientemente de que el padre sea el progenitor o corresponda con la verdad biológica (Ídem: 54). En tal sentido, el rol social se materializa jurídicamente mediante la posesión constante de estado, que se refiere a “la situación fáctica en la que una persona disfruta el status de hijo en relación a otra, independientemente que esa situación corresponda a una realidad legal o biológica” (Varsi 2010: 260). Se pueden señalar tres elementos para determinar la posesión constante de estado: el nombre, trato y fama. El primero de ellos, se refiere a que el hijo o hija lleve los apellidos del padre o madre aún cuando no haya sido reconocido legalmente; el trato, implica que el hijo o hija sean tratados como tales por sus padres; por último, la fama se refiere a que existe un reconocimiento de terceros de esta relación parental (Fernández 2013: 54-55). La relevancia de reconocer la paternidad y maternidad como distintas del mero hecho de ser progenitor o progenitora, se justifica en la necesidad de tomar en cuenta los nuevos modelos de familia que surgen en la sociedad y la necesidad de protección de cada tipo de familia, independientemente del origen de esta. 27 Ahora bien, en el artículo 6° de nuestra Constitución se consagra el principio de unidad de la filiación. Este implica que todos los hijos tienen iguales derechos y deberes independientemente del estado civil de sus padres. Sin embargo, ello no resulta reflejado en la práctica, ya que dentro del sistema filiatorio peruano, existen tres formas de determinar la filiación y estas se basan en la distinción entre hijos matrimoniales y extramatrimoniales, sobre esta distinción regresaremos cuando abordemos el derecho a la igualdad y no discriminación. Entre las formas de determinación de filiación, encontramos la determinación legal, la determinación voluntaria y la determinación judicial. La primera rige para los casos de la filiación dentro del matrimonio, basada en la presunción pater is; tema que desarrollaremos en el segundo capítulo. La segunda es el reconocimiento voluntario que realizan los progenitores respecto a sus hijos extramatrimoniales, mientras que la tercera, se refiere a los casos en que la paternidad o maternidad queda establecida mediante resolución judicial. Si bien, con la constitucionalización del derecho de familia el legislador y los jueces tienen la labor de velar por el cumplimiento de la Carta Magna, y los derechos proclamados en ella, podemos observar que existen rezagos de un modelo anterior, que hace distinciones arbitrarias entre los hijos, e incluso entre los progenitores (en casos como la impugnación de la paternidad matrimonial que abordaremos más adelante), que afecta directamente los derechos, que tanto en la Constitución como los tratados internacionales se buscan proteger. En esta sección buscamos analizar la importancia de los derechos del niño que inciden en el sistema filiatorio y su concordancia con la constitucionalización del derecho familiar, así como la coherencia con el sistema internacional de derechos humanos. Para ello, en el siguiente apartado, nos concentraremos en la importancia del reconocimiento 28 de los niños y niñas como sujetos plenos de derecho y sus implicancias en la institución de la filiación. 2.2 La importancia de la Convención sobre los Derechos del Niño y su influencia en la institución de la filiación Por medio de la filiación se busca proteger principalmente los derechos de los hijos e hijas, niños y niñas a tener un vínculo con sus padres. Ello implica, el resguardo a su derecho a la identidad, a vivir en una familia y a ser tratados por igual, independientemente de su edad, raza, sexo. Es decir, cobra especial importancia que los Estados velen por el respeto a los derechos de los niños, niñas y adolescentes, a través de la creación, aplicación y cumplimiento de las normas que les conciernen sobre esta materia. Es en el marco de ello, que resulta relevante analizar el papel de la Convención sobre los Derechos del Niño y el cambio de percepción de los mismos en el ámbito del Derecho, para reflexionar sobre una institución de la filiación coherente con los principios que enarbola este tratado internacional, del cual nuestro país es parte. De la doctrina de la situación irregular a la doctrina de la protección integral Antes de la Convención sobre los Derechos del niño, se tenía una concepción del niño como objeto de protección, la cual estaba influenciada por la Doctrina de la situación irregular, la cual sostenía que el ordenamiento jurídico estaba organizado para brindar protección y control al menor en situación irregular, basada en su estado de indefensión, incapacidad y vulnerabilidad. En tal sentido, para Barletta, se llama Doctrina de la 29 situación irregular, “al conjunto de concepciones y postulados que estuvieran vigentes en las legislaciones de menores desde las primeras décadas del siglo XX, y que obedecían a un discurso asistencialista y al requerimiento de ejercer control social sobre un sector de la infancia” (2001:26). Por su parte, Bustos Ramírez, señala que, La ideología de la situación irregular convierte al niño y al joven en objeto, no en sujeto de derechos, en un ser dependiente, que ha de ser sometido a la intervención protectora y educadora del Estado […]. La ideología de la situación irregular, protectora o educativa, provoca una identificación entre protección al niño y sanción, sobre la base de un pretendido objetivo de beneficencia o bienestar. (2004: 652) Ante esta visión que cosificaba a los niños y niñas a la categoría de menor, empieza a gestarse un cambio en la visión de los derechos humanos y específicamente de los niños y niñas, y es con la promulgación de la Convención sobre los Derechos del Niño que se instaura la Doctrina de la Protección Integral. En tal sentido, para Barletta, “la Doctrina de la Protección Integral tiene su máxima expresión en la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño” (2001:27). Esta doctrina jurídica deja de considerar al niño como menor (se consideraba un término peyorativo), objeto de protección, sino como sujeto pleno de derechos. En tal sentido, “el niño (incluido el adolescente) recobra el carácter de persona que había perdido a través de la ideología de la “minoridad”” (Bustos Ramírez 2004: 655). Asimismo, “este nuevo paradigma posibilita repensar profundamente el sentido de las legislaciones para la infancia convirtiéndolas en instrumentos eficaces de defensa y promoción de los derechos humanos específicos de todos los niños y adolescentes” (García Méndez 1994: 67). Por último, “el real sustento de la nueva doctrina de la protección de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, consiste en que pasan de ser considerados objetos de protección a ser sujetos de derechos. Como tales, requieren no de un proteccionismo paternalista o compasivo sino del reconocimiento y respeto de su condición de persona” (Defensoría del Pueblo 2009: 14). 30 Para Daniel O’Donnell, la Convención representa una reafirmación y consolidación de los derechos del niño, en tal sentido, “jurídicamente, la reafirmación de una amplia gama de derechos fundamentales en la Convención elimina cualquier duda que pudiere subsistir sobre el lugar del niño en el derecho internacional de los derechos humanos: no es el mero objeto del derecho a una protección especial, sino sujeto de todos los derechos reconocidos por la normativa internacional como “derecho de toda persona””(O’Donnell 2001:23). En aras de que la Convención sobre los Derechos del niño constituye el hito más importante y expresión máxima de la Doctrina de la Protección Integral, creemos pertinente señalar algunos principios enarbolados en este tratado que nos ayudarán a comprender este cambio de paradigma y la influencia de este en la materia que nos ocupa. En tal sentido, podemos destacar tres puntos relevantes de la Convención sobre los Derechos del Niño. En primer lugar, el principio de integralidad, que implica que no hay distinción entre los menores de edad, siendo que no existen diferentes categorías, sino una sola la que considera niños/as a toda persona menor de 18 años. Ello garantizará que no haya una respuesta diferenciada por diversos factores, y que se resguarde el derecho a la igualdad de todos los niños, así como se vele por el respeto de todos los derechos para todos por igual. En segundo lugar, la Convención contiene una serie de principios de carácter estructural, que permiten ejercer otros derechos y a su vez resolver conflictos entre ellos; como los son el principio de igualdad y no discriminación (artículo 2), efectividad (artículo 4), autonomía (artículo 5), participación (artículo 12) y protección (artículo 3). Asimismo, uno de los principios generales de la Convención es el principio garantista del interés superior del niño, que servirá como el principio guía y rector de las 31 decisiones y actos de toda índole que involucren a niños y niñas (Defensoría del Pueblo 2009:18). Sobre este principio, ahondaremos en el siguiente acápite. Por último, la Convención hace hincapié en la relación de los principios con la trilogía familia-sociedadEstado, puesto que cada uno tiene un rol en el cumplimiento de lo dispuesto por la Convención (Barletta 2001:27-28). Sobre ello, la autora señala, El Estado está obligado a prestar asistencia a los padres que carecen de recursos económicos, para efecto de hacer factible, el cumplimiento de la obligación del resguardo efectivo de los derechos de sus hijos, y consecuentemente, de velar por su interés superior. Deberá el Estado, en consecuencia, considerar el impacto que sus políticas económicas y sociales tendrán en el ámbito familiar. Asimismo, y de manera paralela, surge la responsabilidad de la sociedad en su conjunto, de adoptar una actitud vigilante para el resguardo de los derechos de los niños. (Ídem: 28) Por medio de la Convención es que se enumeran una serie de derechos específicos para los niños y niñas, y se enfatiza la labor de cada institución (sociedad, familia, Estado) para la garantía y respeto de estos derechos. En tal sentido, la Convención juega un papel de suma relevancia en el Derecho de familia, en tanto contiene principios y derechos que deben ser atendidos prioritariamente dentro de la regulación sobre la materia. Asimismo, uno de los puntos más trascendentales es la adopción del principio del interés superior del niño, que ha sido reconocido en las cartas magnas de los diversos países, que busca resguardar el cumplimiento de todos los derechos para el mejor desarrollo de cada niño y niña. Es en virtud, de la correcta aplicación del interés superior del niño y de los derechos específicos sobre la materia que nos ocupa, como lo son el derecho a la identidad e igualdad y no discriminación, que desglosaremos la relevancia de tener la perspectiva de la doctrina de la protección integral para los casos concretos. 32 3. Principio del interés superior del niño/a El principio del interés superior del niño, ha sido reconocido tanto en el ámbito internacional, siendo recogido como uno de los principios más importantes de la Convención sobre los Derechos del niño, como en el ámbito interno, en el Código de los Niños, Niñas y Adolescentes. En tal sentido, este debe regir como guía de la actuación del Estado y de la sociedad, siendo que busca proteger y garantizar el cumplimiento de los derechos de una población vulnerable como son los niños y niñas. Ahora bien, el principio del interés superior del niño debe ser dotado de contenido, ya que muchas veces se le interpreta como un principio abstracto y representado por intereses difusos que no se han materializado. Asimismo, en ocasiones es utilizado arbitrariamente como comodín para resolver conflictos, siendo que el razonamiento carece de justificación para su aplicación en el caso concreto. Es por ello, que abordaremos la consagración de este principio en el ámbito internacional como el nacional, trataremos de elaborar una definición de él, y a su vez analizar la importancia de este en un Estado constitucional. 3.1 El principio del interés superior del niño en el ámbito internacional La Declaración de los Derechos del Niño de 1959, antecedente a la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989, ya señalaba en el principio número dos, el interés superior del niño; no obstante, en este instrumento no se ahondará en sus alcances. En tal sentido, el principio dos de la Declaración señala: “El niño gozará de una protección especial y dispondrá de oportunidades y servicios, dispensado todo ello por la ley y por otros medios, para que pueda desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente 33 en forma saludable y normal, así como en condiciones de libertad y dignidad. Al promulgar leyes con este fin, la consideración fundamental a que se atenderá será el interés superior del niño” (subrayado nuestro). Si bien con esta Declaración se introducía el interés superior del niño, sería con la Convención sobre los Derechos del Niño que este concepto se desarrollaría y se configuraría como el principio rector de este instrumento internacional, el cual debía interpretarse de manera sistemática con los derechos específicos y principios consagrados en la Convención. La Convención sobre los Derechos del Niño, proclamada el 20 de noviembre de 1989, evoca una serie de principios y derechos específicos de los niños y niñas, siendo el principio del interés superior del niño, una de las consideraciones más relevantes en este tratado. En tal sentido, ha sido recogido expresamente en el artículo 3, inciso 1, el que señala: “En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño.” A través de este principio, “se establece de manera explícita la obligación de toda entidad pública o privada, y de la sociedad en su conjunto, de velar porque cualquier medida que se adopte con respecto al niño y adolescente, considere lo que más le convenga, es decir, resguarde al máximo sus derechos” (Ibídem). Ello implica que no solo el Estado está obligado a velar por el respeto del interés superior del niño, sino también el ámbito privado en el que el niño se desarrolla, como puede ser las instituciones educativas y especialmente, la familia. En tal sentido, la Convención amplía el ámbito de aplicación del principio del interés superior del niño, ya señalado por la Declaración de los Derechos del 34 Niño de 1959, que se limitaba a señalar a aquel como consideración fundamental a atender solo por el legislador. En la Opinión Consultiva OC-17/2002 de 28 de agosto de 2002, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), destacó que el principio del interés superior del niño, “se funda en la dignidad misma del ser humano, en las características propias de los niños, y en la necesidad de propiciar el desarrollo de estos, con pleno aprovechamiento de sus potencialidades.”10 En tal sentido, “es preciso ponderar no solo el requerimiento de medidas especiales, sino también las características particulares de la situación en la que se halla el niño.”11 Por otro lado, la Observación General N° 14 del Comité de los Derechos del Niño señala que, El objetivo del concepto de interés superior del niño es garantizar el disfrute pleno y efectivo de todos los derechos reconocidos por la Convención y el desarrollo holístico del niño. El Comité ya ha señalado que "[l]o que a juicio de un adulto es el interés superior del niño no puede primar sobre la obligación de respetar todos los derechos del niño enunciados en la Convención". Recuerda que en la Convención no hay una jerarquía de derechos; todos los derechos previstos responden al "interés superior del niño" y ningún derecho debería verse perjudicado por una interpretación negativa del interés superior del niño. 12 En cuanto a lo que se entiende por interés superior del niño, Daniel O’Donnell, acoge la definición de interés superior del niño del artículo 350 del Código de Familia de El Salvador, que señala que “se entiende por interés superior del menor todo aquello que favorezca su desarrollo físico, psicológico, moral y social para lograr el pleno y armonioso desenvolvimiento de su personalidad” (O’Donnell 2004: 19). Por su parte, Miguel Cillero señala que el interés superior del niño es la plena satisfacción de sus derechos. En tal 10 CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Opinión Consultiva OC-17/2002 de 28 de agosto de 2002. Condición jurídica y derechos humanos del niño. Párrafo 56. 11 Ídem. Párrafo 61. 12 COMITÉ DE LOS DERECHOS DEL NIÑO. Observación General N° 14: Sobre el derecho del niño a que su interés superior sea una consideración primordial (artículo 3, párrafo 1) 2013. Párrafo 4. 35 sentido, la Convención consagra explícitamente un catálogo amplio de derechos específicos de los niños y niñas, los que son interdependientes y para garantizar su cumplimiento y protección, es relevante el interés superior del niño. El contenido del principio son los derechos y por ende, el interés superior del niño y sus derechos son identificables (2001:39). Asimismo, Cillero señala que la Convención, Formula el principio del interés superior del niño como una garantía de la vigencia de los demás derechos que consagra e identifica el interés superior con la satisfacción de ellos; es decir, el principio tiene sentido en la medida que existen derechos y titulares (sujetos de derecho) y que las autoridades se encuentran limitadas por esos derechos. El principio le recuerda al juez, o a la autoridad de que se trate, que ella no "constituye" soluciones jurídicas desde la nada sino en estricta sujeción, no solo en la forma sino en el contenido, a los derechos de los niños sancionados legalmente. (Ídem: 39-40) Por su parte, el Comité de los Derechos del Niño ha señalado que el interés superior del niño es un concepto triple, es decir, se entiende como un derecho sustantivo, un principio jurídico interpretativo fundamental y una norma de procedimiento. En primer lugar, es un derecho sustantivo en tanto es, “el derecho del niño a que su interés superior sea una consideración primordial que se evalúe y tenga en cuenta al sopesar distintos intereses para tomar una decisión sobre una cuestión debatida, y la garantía de que ese derecho se pondrá en práctica siempre que se tenga que adoptar una decisión que afecte a un niño, a un grupo de niños concreto o genérico o a los niños en general.”13 En segundo lugar, se trata de un principio jurídico interpretativo fundamental, puesto que si una disposición jurídica admite más de una interpretación, se optará por la más favorable al niño/a basada en este principio. Por último, se trata de una norma de procedimiento pues los Estados deberán explicar cómo se ha respetado este derecho en el proceso y “qué se ha considerado que atendía al interés superior del niño, en qué criterios se ha basado la 13 COMITÉ DE LOS DERECHOS DEL NIÑO. Observación General N° 14: Sobre el derecho del niño a que su interés superior sea una consideración primordial (artículo 3, párrafo 1) 2013. Párrafo 6. 36 decisión y cómo se han ponderado los intereses del niño frente a otras consideraciones, ya se trate de cuestiones normativas generales o de casos concretos.”14 En virtud del interés superior del niño como principio interpretativo, habrá casos en que no se pueda dar cabal cumplimiento a todos los derechos consagrados en la propia Convención, en aras de cumplir con el interés superior del niño. En tal sentido, este principio, no solo rige como criterio rector del ordenamiento para el cumplimiento pleno y satisfactorio de los derechos de los niños, sino también tiene una función hermenéutica en tanto, en aras de este, se puede resolver un conflicto de colisión de derechos de los propios niños y niñas. Tal es el caso del artículo 9 de la Convención que señala que los niños tienen derecho a no ser separados de sus padres, salvo en casos en que ello sea contrario a su interés superior, por ejemplo, cuando el niño es sujeto a maltratos en el hogar. En tal sentido, Cillero nos indica algunas de las características de esta función interpretativa. En primer lugar, permite interpretar los derechos consagrados en la Convención de manera sistemática, ya que son interdependientes, apuntando a la satisfacción plena para el desarrollo de niños y niñas. Adicionalmente, como mencionamos anteriormente, puede ser fuente de solución ante la colisión entre derechos consagrados en la misma Convención, o criterio para la ponderación en los diferentes casos que involucren a niños y niñas. Asimismo, podría fungir como instrumento para colmar lagunas o vacíos legales, al ser interpretado el conflicto a la luz del principio del interés superior del niño (Ídem: 40-41). 14 Ibídem. 37 Podemos concluir entonces que el principio del interés superior del niño se constituye como un principio garantista del cumplimiento por parte de las autoridades, sociedad y familia, de que en toda medida que involucre a niños y niñas, se protejan y respeten los derechos específicos de los/as niños/as en aras de su óptimo desarrollo integral. Ahora bien, hemos definido el principio del interés superior del niño de modo abstracto, de acuerdo a lo establecido por la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, puesto que es en el caso concreto en donde se debe dotar de contenido, de acuerdo a los derechos en juego en la situación particular, para en ese escenario definir los alcances del interés superior del niño. En tal sentido, el Comité de los Derechos del Niño señala, El concepto de interés superior del niño es complejo, y su contenido debe determinarse caso por caso. El legislador, el juez o la autoridad administrativa, social o educativa podrá aclarar ese concepto y ponerlo en práctica de manera concreta mediante la interpretación y aplicación del artículo 3, párrafo 1, teniendo presentes las demás disposiciones de la Convención. Por consiguiente, el concepto de interés superior del niño es flexible y adaptable. Debe ajustarse y definirse de forma individual, con arreglo a la situación concreta del niño o los niños afectados y teniendo en cuenta el contexto, la situación y las necesidades personales. En lo que respecta a las decisiones particulares, se debe evaluar y determinar el interés superior del niño en función de las circunstancias específicas de cada niño en concreto. 15 Por tanto, a continuación analizaremos, cómo la instancia internacional ha abordado la interpretación de este principio en dos casos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Caso Atala Riffo y niñas vs. Chile En el caso Atala Riffo y niñas vs. Chile, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) evaluó si el Estado chileno, a través de sus órganos judiciales, incurrió en 15 COMITÉ DE LOS DERECHOS DEL NIÑO. Observación General N° 14: Sobre el derecho del niño a que su interés superior sea una consideración primordial (artículo 3, párrafo 1) 2013. Párrafo 32. 38 discriminación por razón de orientación sexual, en la disputa por la custodia de las hijas de la Sra. Atala. En tal sentido, haciendo una breve referencia a los hechos, el ex esposo de la Sra. Atala solicitó la custodia de las niñas, alegando que estas podrían verse afectadas por la nueva relación que había iniciado la madre con otra mujer. En virtud de ello, la justicia chilena, amparó la pretensión del padre; no obstante, la argumentación del Juzgado y la Corte Suprema chilena soslayaba estereotipos y prejuicios en torno al género y orientación sexual, que buscaban ser atendidos en razón de la defensa del interés superior del niño. Es por ello, que en este caso en concreto resulta relevante analizar cómo interpreta la CIDH el interés superior del niño y cómo resulta la ponderación entre este y los derechos de terceros, como es en este caso el derecho de la madre a la igualdad y no discriminación, ente otros. En el presente caso, se alegaba que en la medida que el interés superior del niño era el fin primordial a considerar en los casos que conciernan a niños, niñas y adolescentes, al otorgarle la custodia al padre, se estaría cumpliendo con ese fin legítimo del interés superior del niño, ya que este se vería afectado por los daños que le podría causar a las niñas convivir con una madre lesbiana. No obstante, el Estado no demostró los daños reales a los que se podría haber sometido a las niñas, sino basó su argumentación en presunciones estereotipadas sobre la orientación sexual de la madre. En este sentido, no basta con alegar el interés superior del niño como fin legítimo sin antes dotarlo de contenido real. A propósito de ello la CIDH señaló, […] que al ser, en abstracto, el “interés superior del niño” un fin legítimo, la sola referencia al mismo sin probar, en concreto, los riesgos o daños que podrían conllevar la orientación sexual de la madre para las niñas, no puede servir de medida idónea para la restricción de un derecho protegido como el de poder ejercer todos los derechos humanos sin discriminación alguna por la orientación sexual de la persona. El interés superior del niño no puede ser utilizado para amparar la discriminación en contra de la madre o el padre por la orientación sexual de cualquiera de ellos. De 39 este modo, el juzgador no puede tomar en consideración esta condición social como elemento para decidir sobre una tuición o custodia. 16 Caso de las Niñas Yean y Bosico Vs. República Dominicana El Caso de las niñas Yean y Bosico vs. República Dominicana versó sobre el derecho a la personalidad jurídica, al nombre, nacionalidad, entre otros; que fueron negados por la administración estatal, a las niñas Yean y Bosico de ascendencia haitiana en República Dominicana, al no facilitarles el registro y no contar con ningún documento de identidad. En tal sentido, estas violaciones a los derechos humanos se intensifican si se toma en cuenta que eran menores de edad, mujeres y de una población vulnerable, en tanto la población migrante con ascendencia haitiana vivía en condiciones de discriminación en el país. Adicionalmente, el hecho de que el Estado no facilitara la inscripción en el registro de las niñas, no solo les negaba los derechos ya mencionados, sino también derechos conexos como el derecho a la educación, ya que para acceder a una escuela se requería documentos. En este caso, es pertinente analizar el interés superior del niño para determinar, en el caso concreto, si se atendió a las características especiales de los individuos y el contexto que los rodeaba. En virtud de ello, la CIDH señaló que, […] revisten especial gravedad los casos en que las víctimas de violaciones a los derechos humanos son niños. La prevalencia del interés superior del niño debe ser entendida como la necesidad de satisfacción de todos los derechos de los menores, que obliga al Estado e irradia efectos en la interpretación de todos los demás derechos de la Convención cuando el caso se refiera a menores de edad. Asimismo, el Estado debe prestar especial atención a las necesidades y los derechos de las presuntas víctimas en consideración a su condición de niñas, como mujeres que pertenecen a un grupo en una situación vulnerable. 16 CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. CASO ATALA RIFFO Y NIÑAS VS. CHILE. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de fecha 24 de febrero de 2012. Párrafo 110. 40 3.2 El principio del interés superior del niño en el ámbito nacional El principio del interés superior del niño, como hemos visto es acogido por la Convención Internacional de los Derechos del Niño, de la cual el Estado Peruano es parte. En tal sentido, si bien nuestra Constitución no reconoce el principio del interés superior del niño de manera expresa; sí reconoce en su artículo 4 que el Estado protege al niño, niña y adolescente; así como a la familia. Adicionalmente, a ello reconoce en su artículo 2 y 3 (mediante la cláusula abierta de derechos) los diversos derechos fundamentales que también coinciden con los derechos humanos consagrados en la Convención sobre los Derechos del Niño. Asimismo, de acuerdo al artículo 55 de nuestra Constitución, los tratados celebrados por el Estado forman parte del derecho nacional, por lo que la Convención sobre los Derechos del Niño, al ser un tratado adoptado por el Estado peruano, forma parte de nuestro derecho interno. Es por ello, y en virtud de la cuarta disposición final y transitoria de nuestra Carta Magna, que señala que los derechos y libertades proclamadas en la Constitución se deberán interpretar a la luz de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y con los tratados internacionales de los cuales el Perú es parte, que podemos interpretar que el interés superior del niño no solo es un principio internacional, sino también consagrado a nivel interno. En tal sentido, ha sido recogido en el artículo IX del Título Preliminar del Código de los Niños, Niñas y Adolescentes del 2000, el cual señala que “en toda medida concerniente al niño y al adolescente que adopte el Estado a través de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, del Ministerio Público, los Gobiernos Regionales, Gobiernos Locales y sus demás instituciones, así como en la acción de la sociedad, se considerará el Principio del Interés Superior del Niño y del Adolescente y el respeto a sus derechos.” 41 Ahora bien, al igual que en el ámbito internacional es necesario que las autoridades analicen el interés superior del niño en el caso concreto y de esa manera se pueda comprender cabalmente su contenido. En razón de ello comentaremos dos pronunciamientos del Tribunal Constitucional concernientes a los derechos de los niños y cómo han interpretado los magistrados el interés superior del niño en función a sus derechos. El interés superior del niño y el derecho a vivir en una familia La Sentencia del Tribunal Constitucional STC-2165-2002-HC/TC del 14 de octubre de 2002, versa sobre un proceso de habeas corpus, interpuesto por Lady Rodríguez Panduro, contra el Ministerio de la Mujer y del Desarrollo Humano, para que le sea entregada la niña de 3 años de edad, que había criado como hija, y en ese momento se encontraba en un albergue infantil. La demandante había recibido a la niña a pocos días de nacida por su madre biológica, quien se la entregó para que la crie como a su hija. En tal sentido, la demandante registró a la niña como tal. Dos años después, la madre biológica denunció a la demandante por rapto y le reclamó la entrega de la niña. No obstante, la madre biológica logró su cometido y le entregaron a su hija, tanto la madre como el padre biológico no cumplieron con sus obligaciones como padres de la niña, siendo que terminaron declarando a la niña en estado de abandono, internándola en un albergue infantil. Ante estos hechos, es que doña Lady Rodríguez interpuso el habeas corpus, y el Tribunal resolvió a su favor, en tanto se ponderó el derecho a la niña a vivir en una familia acorde al interés superior del niño. 42 En virtud de ello, Alex Plácido señala, respecto a este caso, Aquí, el “interés superior del niño” ha actuado como un “interés autónomo”, como el único relevante en este contexto social y normativo, de forma que debe sobreponerse a cualquier otro. Se aprecia que existe un conflicto de intereses y valorando cada uno de ellos en el respectivo contexto, se ha 17 decidido a favor del “interés superior del niño” : de las alternativas y opciones posibles en el ejercicio del derecho cuestionado (la continuación del internamiento en un albergue de menores o la entrega de la niña a la demandante, quien ha actuado en todo momento como una madre para la menor), se ha determinado dónde está el mejor beneficio o interés del menor en la situación de referencia. Opciones e interés contemplados desde la perspectiva del niño, como sujeto de derecho que vive su problema en un lugar y momento determinados. (Plácido 2006:45) (subrayado nuestro) En este caso hemos podido apreciar cómo el interés superior del niño, traducido en lo que mejor le conviene a la niña para su desarrollo integral, pesa para analizar el derecho de esta a vivir en una familia, que si bien no era su madre biológica, era la única madre a la que había conocido, en tanto la demandante la crió desde su nacimiento. El derecho a vivir en una familia, implica el derecho de la niña a no ser separada de sus padres (consagrado en el artículo 9 de la Convención), salvo que la convivencia con ellos conlleve a alguna afectación a los derechos de la hija, y sean contrarios a su interés superior. En este caso, se puede apreciar porque la niña es internada en un albergue infantil, en tanto los padres biológicos no le daban los cuidados adecuados y ello afectaba sus derechos. En virtud de ello, la medida más favorable para la niña era vivir con la persona que le propino los cuidados necesarios desde nacida y a la que ella identificaba como madre. 17 Cabe acotar que parece desprenderse de la cita del autor que el interés superior del niño prevalece como interés autónomo, sin embargo este no tiene un contenido específico, al contrario debe ser dotado de contenido conforme al caso en concreto. Consideramos que en este caso, el interés superior del niño era representado porque la niña satisficiera derechos tales como el vivir en una familia (la demandante tenía una maternidad social), la integridad psicológica, el derecho a un desarrollo integral, entre otros. 43 El interés superior del niño y el derecho a la educación La Sentencia del Tribunal Constitucional STC 052-2004-AA/TC de fecha 1 de setiembre de 2004, versa sobre una acción de amparo interpuesta por Martha Elena Cueva Morales, en representación de su menor hijo, contra el director del centro educativo, a causa de que este se negó a ratificar la matricula del menor hijo de la demandante, sustentando su conducta en formalidades, que no justificaban para el TC, la afectación de un derecho fundamental como es la educación. En tal sentido, en el fundamento jurídico 8 de la sentencia, el TC señala que se deriva del artículo 3.1 de la Convención, “una exigencia en materia de interpretación y aplicación de las reglas procesales. Estas, en efecto habrán de aplicarse de manera que mejor se optimice el derecho de obtener un pronunciamiento sobre el fondo de aquello que aqueja al niño, y no optar por una respuesta jurisdiccional que postergue el pronunciamiento final, a costa de que el niño continúe privado del ejercicio de determinados derechos fundamentales.”18 En tal sentido, es relevante lo apuntado por el TC, en tanto existen muchos casos en los que las demandas se declaran improcedentes a priori sin antes abocarse a que hay derechos de niños/as involucrados y que estos no deben seguir viéndose afectados por formalidades en el proceso. En este caso, se alegó que no había documentos que acreditaran que el demandado se negó a matricular al niño; sin embargo, el TC refirió que el derecho a la educación seguía viéndose afectado, por lo que no se debía amparar en la ausencia de esa determinada prueba. 18 SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL emitida el 1 de setiembre de 2004 en el Exp-0052-2004AA/TC, interpuesta por Martha Elena Cueva Morales contra Richard Astoquilca Mayhuire. Fundamento 8. 44 Hemos podido apreciar en estos dos casos, que el interés superior del niño, tiene estricta relación con los derechos involucrados y se interpretará de acuerdo a las particularidades del caso y el niño en cuestión. En algunos casos, no es desarrollado expresamente, sino que se recoge en la argumentación como parte de la legislación o principios que la guían y se encuentra de manera implícita. Por ello, si bien no hemos profundizado sobre estos casos, estos han tenido una finalidad ejemplificativa, ya que nos abocaremos en modo más específico a analizar los aciertos y deficiencias de la utilización del interés superior del niño por parte de los órganos judiciales peruanos, en algunos de los casos de impugnación de la paternidad matrimonial en el tercer capítulo. 3.3 ¿Qué papel debe jugar el interés superior del niño en un Estado Constitucional? El principio del interés superior del niño, como hemos analizado en los apartados anteriores, es un principio guía que rige el ordenamiento nacional en todo lo que concierne a niños, niñas y adolescentes. Ello en virtud de que es un principio consagrado en la Convención sobre los Derechos del Niño, tratado ratificado por nuestro país, y que forma parte del Derecho nacional; y es un principio el cual debe coadyuvar a la interpretación constitucional de los derechos fundamentales. En tanto en el Estado Constitucional, prima el sometimiento de la administración pública, poderes y sociedad a la Constitución con sus derechos y principios; el interés superior del niño, cumple un rol fundamental, al ser un criterio primordial a considerar ante cualquier acto que involucre a niños y niñas. 45 No obstante, cabe recalcar que si bien se menciona al interés del niño como “superior”, se debe tener cautela con este superlativo, ya que en un Estado Constitucional, no existen valores absolutos que primen sobre otros; sino que siempre cabe la ponderación y la evaluación en el caso concreto para que se resguarden los derechos de los involucrados. Si bien es cierto, los niños y niñas conforman una población vulnerable a la que hay que prestar cuidados especiales, esto no debe ser óbice para que se aplique el interés superior del niño, arbitrariamente en desmedro de otros derechos de los demás sujetos. En virtud de ello, Plácido señala, Se han hecho algunas críticas concerniendo la utilización de este superlativo, infiriendo que “el interés superior” (the best interests) significaba que en cualquier circunstancia, el interés del niño debía primar sobre cualquier otro interés; de esta manera, se haría del niño un ser de excepción que, desde el momento en que se encontrara en interferencia con otras personas no niños u otros cuerpos sociales, tendría forzosamente siempre razón. No se puede apoyar esta posición ya que si se pone otra vez en relación el artículo 3, primer párrafo, con el artículo 5 de la Convención sobre los Derechos del Niño, por ejemplo, se comprende bien que el niño no es una persona individualizada al extremo, sino que permanece como una persona miembro de su familia y miembro de la comunidad. (Plácido 2006: 33-34) Finalmente, como hemos recalcado, este principio se debe dotar de contenido- como puede constar en la argumentación de las sentencias de la CIDH, como en otros pronunciamientos internacionales y nacionales- analizando los elementos del caso concreto, las características y particularidades de los niños y niñas involucrados y el contexto al cual pertenecen, para verificar si se está cumpliendo con el principio del interés superior del niño, y en caso de conflicto entre derechos del propio niño/a o con terceros, ponderar atendiendo a lo que mejor favorezca al desarrollo integral del niño/a y justificando razonadamente el porqué de tal ponderación. Solo así se podrá superar las críticas de quienes señalan que por la vaguedad del principio del interés superior del niño en la normativa, se genera un ejercicio discrecional arbitrario por parte de las autoridades. 46 4. Los derechos fundamentales en juego en el sistema filiatorio: El derecho a la igualdad y no discriminación y el derecho a la identidad Mediante este apartado analizaremos dos de los derechos fundamentales que resultan relevantes en el sistema filiatorio peruano, cuál es su naturaleza y cómo pueden resultar afectados por normas de derecho de familia que no atienden el mandato constitucional de protección. El primero de ellos, es de suma relevancia en el Estado constitucional, en tanto sostenemos que este principio y derecho constitucional es transversal a toda la regulación legislativa, en especial en cuanto a la regulación de las relaciones familiares, como la filiación. Asimismo, será fundamental para nuestro análisis posterior, haber desarrollado el mandato de no discriminación, en tanto sobre él nos amparamos al analizar que la regulación específica sobre impugnación de la paternidad matrimonial es discriminatoria por razón de género. Por otro lado, desarrollaremos el derecho a la identidad, sus implicancias y la relevancia de atender primordialmente a este ante la creación de legislación sobre filiación, así como al aplicar la normativa en casos concretos. En primer lugar, cabe hacer la distinción entre derechos humanos, derechos fundamentales y derechos constitucionales. Mientras que los derechos humanos se refieren a los derechos de las personas reconocidos a nivel internacional mediante declaraciones y pactos internacionales sobre la materia; los derechos fundamentales aluden a estos mismos derechos pero que han sido positivizados en el ordenamiento interno, generalmente en su Constitución, y que gozan de una tutela reforzada. Por su parte, los derechos constitucionales, son aquellos derechos que han sido reconocidos por la norma suprema, la Constitución (Rubio 2010:18-19). 47 Para Marcial Rubio, los derechos fundamentales “son el conjunto de derechos y libertades que, por ser inherentes al ser humano, se encuentran reconocidos en el ordenamiento jurídico constitucional y positivo. Son, así, los derechos humanos positivizados en la Constitución” (Ídem: 19). El Tribunal Constitucional, ha sostenido al respecto, en la STC 1042-2002-AA/TC, que los derechos fundamentales “constituyen componentes estructurales básicos del conjunto del orden jurídico objetivo, puesto que son la expresión jurídica de un sistema de valores que por decisión del constituyente informan todo el conjunto de la organización política y jurídica.”19 Esto implica que el sistema jurídico se basa sobre los derechos fundamentales y se guía por ellos, sin importar que los particulares los exijan, pues son normas comunes e imperativas para todos (Ídem: 20). En tal sentido, no solo tendrán una dimensión subjetiva en tanto derechos de particulares, sino también objetiva, como guía y base del ordenamiento. Cabe acotar que los derechos no deben ser entendidos como catálogos cerrados, puesto que estos pueden variar en el tiempo, de acuerdo con el momento histórico, pero siguen partiendo de las exigencias de dignidad, igualdad y libertad (ídem: 21). En tal sentido, el artículo 3 de nuestra Constitución dispone una cláusula abierta de derechos, ya que establece que la enumeración de los derechos expuestos en el primer capítulo, no excluye los demás derechos que la Constitución garantiza ni otros de naturaleza análoga o que se funden en la dignidad del hombre, principios de soberanía del pueblo, del Estado democrático de derecho y la forma republicana de gobierno. 19 SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL emitida el 6 de diciembre de 2002 en el Exp-1042-2002AA/TC sobre Acción de Amparo interpuesta por don Miguel Cabrera León contra la Municipalidad Distrital del Rímac. Fundamento 2.2. 48 Para algunos autores, los derechos fundamentales tienen un contenido esencial o núcleo duro que no puede ser desnaturalizado por los poderes del Estado. En tal sentido, el Tribunal Constitucional, en la misma sentencia aludida añade: “El contenido esencial de un derecho fundamental está constituido por aquel núcleo mínimo e irreductible que posee todo derecho subjetivo reconocido en la Constitución, que es indisponible para el legislador, debido a que su afectación supondría que el derecho pierda su naturaleza y entidad.”20 Ello conlleva a concluir que el legislador no podrá dictar leyes que afecten el contenido esencial del derecho, actuando este como límite para la actuación del legislador, como de los demás poderes públicos. No obstante ello, para Prieto Sanchís, “en la teoría de los derechos fundamentales más reciente el aspecto clave de la actividad limitadora, ya no parece ser el respeto al contenido esencial, y mucho menos identificado este como núcleo de intangibilidad, sino más bien la necesidad de justificar cualquier medida o disposición restrictiva” (Prieto Sanchís 2002:62). Al respecto, el Tribunal Constitucional ha considerado que en tanto ningún derecho es absoluto, ningún derecho fundamental puede considerarse ilimitado en su ejercicio. En tal sentido, en la STC 0791-2002-HC/TC, señala que los límites pueden ser intrínsecos o extrínsecos. “Los primeros son aquellos que se deducen directamente de la propia naturaleza y configuración del derecho en cuestión. Los segundos, son aquellos que se deducen de la inserción de los derechos en el ordenamiento jurídico, y su fundamento se encuentra en la necesidad de proteger o preservar otros bienes, valores o derechos constitucionales.”21 En el caso de los límites extrínsecos entonces, cuando haya dos o más derechos, bienes o valores en colisión se tendrá que utilizar los principios de 20 Ídem. Fundamento 2.2.4 SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL emitida el 21 de junio de 2002 en el Exp-0791-2002HC/TC sobre acción de habeas corpus interpuesta por doña Grace Mary Riggs Brousseau contra el juez Saúl Peña Farfán y los vocales integrantes de la Sala Penal Especializada en Delitos de Corrupción de la Corte Superior de Justicia de Lima. Fundamento 5. 21 49 razonabilidad y proporcionalidad para resolver. En tal sentido, el Tribunal Constitucional, señala en otra sentencia que, “todos los derechos constitucionales tienen, formalmente la misma jerarquía, por ser derechos constitucionales. De ahí que ante una colisión entre ellos, la solución del problema no consiste en hacer prevalecer uno sobre otros, sino en resolverlos mediante la técnica de la ponderación y el principio de concordancia práctica”22 Ahora bien, se tendrá que atender a que si hay normas que vulneran derechos fundamentales, y no solo no están suficientemente justificadas, sino que no buscan amparar eficientemente ningún derecho o valor de igual jerarquía; no cabría ponderación judicial alguna. En este sentido, “una ley está justificada cuando resulta razonable, esto es, cuando la lesión que supone en un derecho aparece como razonable para la protección de otro bien o derecho o para la consecución de un fin legitimo” (Prieto Sanchís 2002:63). En el presente trabajo comprobaremos que si bien los derechos fundamentales no son absolutos y cabe la posibilidad de ponderar, no ha de ser viable la ponderación en casos en que las normas de derecho de familia limiten tales derechos, como la igualdad y no discriminación e identidad, de manera gratuita y amparándose en valores que no tienen la misma jerarquía ni justificación razonable. 4.1 El derecho a la igualdad y no discriminación La igualdad y no discriminación está estrechamente ligada con el principio y derecho a la dignidad humana. En tal sentido, se interpreta de acuerdo al derecho de toda persona al 22 SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL emitida el 29 de enero de 2003 en el Exp-1797-2002HD/TC sobre acción de habeas data interpuesta por don Wilo Rodríguez Gutiérrez contra el ex Presidente de la República, doctor Valentín Paniagua Corazao. Fundamento 11 50 respeto a su dignidad, en tanto aquella supone el respeto del hombre como fin en sí mismo, por su calidad de digno, que implica el merecimiento de algo en sentido favorable, tal como el merecimiento de los derechos (Rubio 2010: 50-53). En tal sentido, la dignidad tiene una naturaleza relacional, en tanto, “por las propias características y contenido de este derecho y por ser un principio rector del ordenamiento constitucional, suele ocurrir que su vulneración no se dé en “abstracto”, sino en la afectación concreta concurrente de otro derecho fundamental” (ídem: 55). Ahora bien, la igualdad y no discriminación puede entenderse bajo dos acepciones, como principio jurídico rector del ordenamiento y como derecho subjetivo. En tal sentido, Francisco Eguiguren sostiene, Al abordar el tema de la igualdad desde una perspectiva constitucional […], la conceptuamos en una doble dimensión: de un lado, como un principio rector de todo el ordenamiento jurídico del estado democrático de derecho, siendo un valor fundamental y una regla básica que este debe garantizar y preservar. Y, de otro lado, como un derecho constitucional subjetivo, individualmente exigible, que confiere a toda persona el derecho de ser tratado con igualdad ante la ley y de no ser objeto de forma alguna de discriminación. (Eguiguren 1997:63) Este derecho está reconocido en la Constitución de 1993, en su artículo 2 inciso 2, sin embargo, conviene señalar el antecedente de él en la Constitución de 1979 y el cambio en su redacción. En tal sentido, en la Constitución de 1979 se señalaba respecto a ello, Artículo 2. Toda persona tiene derecho: […] 2. La igualdad ante la ley, sin discriminación alguna por razón de sexo, raza, religión, opinión o idioma. El varón y la mujer tienen iguales oportunidades y responsabilidades. La ley reconoce a la mujer derechos no menores que al varón […]. 51 Mientras que en la Constitución de 1993, en su artículo 2 inciso 2, se señala: Artículo 2. Toda persona tiene derecho: […]2. A la igualdad ante la ley. Nadie debe ser discriminado por motivo de origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición económica o de cualquier otra índole […]. En tal sentido, si bien la Constitución de 1993, añade una cláusula abierta en el caso de los motivos de discriminación, al agregar motivos de “cualquier otra índole”, también suprime el segundo párrafo del artículo de la Carta de 1979, que proponía equiparar la situación de hombres y mujeres, dejando abierta la posibilidad de la aplicación de acciones afirmativas, para las mujeres que históricamente han sido desfavorecidas en contraposición a los varones. Ello no obstará, sin embargo, para que acciones afirmativas sean aplicadas (Rubio 2010: 140). Por otra parte, el derecho a la igualdad y no discriminación, no solo es reconocido a nivel interno sino forma parte de múltiples instrumentos internacionales. En tal sentido, ha sido recogido en los artículos 1, 2 y 7 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en los artículos 2 y 26 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en el artículo 2 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en el artículo 2 de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; en el artículo 1 y 24 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, entre otros tratados.23 23 Declaración Universal de Derechos Humanos, artículo 1. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. Declaración Universal de Derechos Humanos, artículo 2. 1. Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. 52 Como hemos podido apreciar en la regulación del derecho a la igualdad, al igual que el derecho a la dignidad del ser humano, la violación del derecho a la igualdad y no discriminación, implica simultáneamente, la violación de otro derecho, en tanto tiene un carácter relacionado y se debe analizar en concreto. En tal sentido, Eguiguren cita a 2. Además no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía. Declaración Universal de Derechos Humanos, artículo 7. Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos tienen derechos a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, artículo 2. 1. Cada uno de los Estados Partes en el presente Pacto se compromete a respetar y a garantizar a todos los individuos que se encuentren en su territorio y estén sujetos a su jurisdicción los derechos reconocidos en el presente Pacto, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social. 2. Cada Estado Parte se compromete a adoptar, con arreglo a sus procedimientos constitucionales y a las disposiciones del presente Pacto, las medidas oportunas para dictar las disposiciones legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos los derechos reconocidos en el presente Pacto y que estuviesen ya garantizados por disposiciones legislativas o de otro carácter […]. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, artículo 26. Todas las personas son iguales ante la ley y tienen derecho sin discriminación a igual protección de la ley. A este respecto, la ley prohibirá toda discriminación y garantizará a todas las personas protección igual y efectiva contra cualquier discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento, o cualquier otra condición social. Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, artículo 2. 2. Los Estados Partes en el presente Pacto se comprometen a garantizar el ejercicio de los derechos que en él se enuncian, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social. Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, artículo II. Todas las personas son iguales ante la Ley y tienen los derechos y deberes consagrados en esta declaración sin distinción de raza, sexo, idioma, credo ni otra alguna. Convención Americana sobre Derechos Humanos, artículo 1. 1. Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidas en ella a garantizar su libre y pleno ejercicio a todo persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivo de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o de cualquier otra condición social. 2. Para efectos de esta Convención, persona es todo ser humano. Convención Americana sobre Derechos Humanos, artículo 24. Todas las personas son iguales ante la Ley. En consecuencia, tienen derecho sin discriminación a igual protección de la ley. 53 García Morillo y señala “esto es así porque la específica naturaleza de la igualdad ante la ley exige que su transgresión se proyecte sobre algún campo material concreto; no se viola la igualdad en abstracto […]” (García Morillo, citado por Eguiguren 1997:64). Por otro lado, al analizar el derecho a la igualdad es importante considerar dos vertientes de este, la igualdad de la ley o en la ley; y, la igualdad en la aplicación de la ley. La igualdad de la ley o en la ley implica que el legislador tiene un límite en su actuación, en tanto no podrá aprobar leyes que contravengan la igualdad de trato a la que tienen derecho todas las personas. Por su parte, la igualdad en la aplicación de la ley se refiere a la obligación de todos los órganos públicos (inclusive los jurisdiccionales) de no hacer distinciones al aplicar la ley en casos de personas en situaciones similares (Eguiguren 1997:64). Asimismo, es necesario distinguir entre la igualdad formal e igualdad material. Mientras que la igualdad formal implica que la ley señale y aplique la igualdad para todas las personas, la igualdad material, se refiere a que no solo este plasmada positivamente, sino que existan las condiciones y oportunidades para que se cumpla con lo que la ley ha dispuesto, es decir se materialice (ídem: 65). En tal sentido, Si bien el derecho a la igualdad, como regla, garantiza a toda persona recibir igual trato en el contenido y aplicación de la ley, ello no impide que, en circunstancias especiales, la norma brinde un tratamiento desigual a las personas, atendiendo precisamente a que estas puedan encontrarse en una situación real de diferencia o desigualdad, que les resulta desfavorable o perjudicial. De allí que no todo trato desigual puede equipararse mecánicamente como una discriminación. […] Este trato desigual se materializa mediante el empleo de las denominadas acciones afirmativas o positivas o de discriminación inversa. (Rubio 2010:146) Respecto a las acciones afirmativas, Rubio señala que estas implican que cuando hay un grupo de personas que ha tenido una desventaja frente a otro grupo, “la autoridad puede 54 tomar medidas correctivas en favor de quienes tienen la desventaja, a fin de que logren ponerse en pie de igualdad de medios y oportunidades con el grupo que les lleva la ventaja correspondiente” (Ídem: 147). En virtud de ello es que existirán tratos diferenciados que serán válidos constitucionalmente y no constituyan discriminación, en tanto aquella implica la distinción, exclusión y restricción arbitraria basada en motivos proscritos por la Constitución y normas internacionales. En tal sentido, Eguiguren cita la opinión del Tribunal Constitucional español respecto a la igualdad de trato y el trato diferenciado señalando que, “a los supuestos de hecho iguales han de serles aplicadas unas consecuencias jurídicas que sean iguales también y que para introducir diferencias entre los supuestos de hecho tiene que existir una suficiente justificación de tal diferencia que aparezca, al mismo tiempo, como fundada y razonable de acuerdo con criterios y juicios de valor generalmente aceptados” (Eguiguren 1997:65). En tal sentido, será menester determinar cuándo nos encontraríamos ante un trato diferenciado válido constitucionalmente o ante un trato desigual irrazonable que comporte una situación discriminatoria proscrita por la norma. Para ello, el Tribunal Constitucional ha desarrollado una metodología para el análisis de los casos, y ha utilizado el “Test de igualdad”. A continuación, reseñaremos los pasos estipulados por el TC para la determinación de un trato desigual constitucionalmente válido, a través del desarrollo de esta metodología en la Sentencia de Tribunal Constitucional emitida el 17 de abril de 2007 en el Exp. 6089-2006-AA/TC. 1) La verificación de la diferencia normativa, es decir, debe analizarse si se está ante supuestos de hecho similares o diferentes; en caso sean similares y se avala una diferenciación de trato, la medida sería inconstitucional, caso contrario y los supuestos son diferentes, se continuaría con los siguientes pasos del test. 55 2) La determinación del nivel de intensidad de la intervención en la igualdad, que podría ser grave, media y leve. En tal sentido, la intensidad de la medida será grave si la distinción se sustenta en los motivos proscritos por la Constitución y además afecta el ejercicio de otro derecho fundamental; será media si la distinción se sustenta en los motivos proscritos por la Constitución y afecta otro derecho de rango legal o interés legítimo y será leve cuando la distinción se sustenta en motivos distintos a los proscritos en la Constitución y afecta otro derecho de rango legal o interés legítimo. 3) La verificación de la existencia de un fin constitucional que justifique la diferenciación, de no existir tal, la medida será inconstitucional. 4) El examen de idoneidad, es decir que la medida legislativa sea idónea para lograr el fin constitucional pretendido. 5) El examen de necesidad, deberá analizarse si existen medios menos gravosos para lograr el fin pretendido. 6) El examen de proporcionalidad en sentido estricto o juicio de ponderación. En tal sentido, para que la afectación a un derecho fundamental esté justificada, deberá haber un equilibrio entre los medios empleados y la finalidad perseguida.24 Ahora bien, hemos aludido al derecho a la igualdad y no discriminación a manera general, en tanto es un principio transversal a todo nuestro ordenamiento; sin embargo, será menester analizarlo en el ámbito de las relaciones familiares y el derecho de familia. Al respecto, queremos destacar dos aspectos; en primer lugar, la igualdad formal y material 24 SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL emitida el 17 de abril de 2007 en el Exp-6089-2006AA/TC sobre proceso de amparo interpuesto por Express Cars S.C.R.L contra la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria (Sunat). Fundamento 45. 56 entre los cónyuges y la discriminación por género que debe evitar el derecho de familia; y en segundo lugar, la igualdad entre los hijos independientemente de su origen filial. Si bien es cierto, nuestra Constitución consagra el derecho a la igualdad y proscribe la discriminación en razón de sexo, así como otros instrumentos internacionales lo señalan; la realidad demuestra que aún hay normas que no reflejan la igualdad formal en las relaciones de pareja; así como también no hay un cumplimiento cabal de la igualdad material en la aplicación de las normas por parte de los órganos judiciales. En tal sentido, un ejemplo de algunas disposiciones que materializan esta desigualdad, son las concernientes al impedimento de la mujer casada de impugnar la paternidad matrimonial. Por su parte, diversos tratados internacionales se han abocado a garantizar que las mujeres tengan igualdad en derechos y oportunidades que los hombres. En tal sentido, adicionalmente a los tratados que señalan el derecho a la igualdad y no discriminación en general, debemos mencionar a la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación hacia la mujer (CEDAW) y la Convención Interamericana Belem do Para, las cuales han sido adoptadas por el Perú. La primera de ellas, define en su artículo 1, qué se entiende por discriminación hacia la mujer, señalando que, “la expresión “discriminación contra la mujer” denotará toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o por su resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera.” 57 Los Estados partes que han suscrito la Convención se han comprometido con aplicar todas las medidas necesarias para combatir la discriminación hacia la mujer, inclusive respecto a la derogación de normas que las afecten en el mandato a la igualdad. Asimismo, la CEDAW también señala en su artículo 5 que los Estados partes toman todas las medidas apropiadas para “modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de hombres y mujeres”. En tal sentido, ello es relevante, en tanto muchas de las normas que conforman nuestro derecho familiar, se sustentan en estereotipos de género y prejuicios instaurados en la sociedad, que conllevan a una aplicación de la ley que es discriminatoria hacia la mujer. Por ello, el Estado debe velar por la existencia de leyes igualitarias para hombres y mujeres, que no se sustenten en estereotipos. Más aun, el Estado debe procurar modificarlos en el colectivo social y una forma de ello sería no legitimarlos a través de sus normas. Adicionalmente, la CEDAW señala en su artículo 16 inciso d) que los Estados deberán adoptar todas las medidas necesarias para eliminar la discriminación hacia la mujer en los asuntos relacionados al matrimonio y relaciones familiares, brindando a los progenitores los mismos derechos y responsabilidades independientemente de su estado civil, respecto a materias que involucren a sus hijos y atendiendo a que el interés superior del niño será una consideración primordial. En tal sentido, la Recomendación General N° 21 del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer señala que “los Estados Partes deberían velar por que conforme a sus leyes, ambos padres, sin tener en 58 cuenta su estado civil o si viven con sus hijos, compartan los derechos y las obligaciones con respecto a ellos en pie de igualdad”. Por otra parte, la Convención Interamericana Belem Do Pará, señala en su artículo 6 que el derecho a la mujer a una vida libre de violencia implica, ser libre de toda forma de discriminación. Es decir, que si el Estado continúa perpetuando en su ordenamiento legal normas discriminatorias o a través del aparato judicial aplica la ley sin tomar en cuenta el mandato constitucional de no discriminación, estaría fomentando una forma de violencia hacia la mujer. Un segundo aspecto relevante en tanto se cumpla con la igualdad y no discriminación en el derecho de familia, es la importancia de no hacer una distinción entre los hijos en función al matrimonio. En tal sentido, como señala Marisol Fernández, Hasta antes de la promulgación de la Constitución Política del Perú de 1979, existía la tradición, legitimada por la normatividad, de diferenciar entre hijos legítimos e ilegítimos; los primeros eran los nacidos en el seno de una relación matrimonial y los segundos, cuando no existía un matrimonio entre los progenitores. Esta manera peyorativa de nombrar a los hijos que no nacían de una unión matrimonial generaba una discriminación basada en el origen de la persona: las partidas de nacimiento consignaban la etiqueta que marcaba la “legitimidad” o su falta, lo que a su vez producía tratos diferenciados en la adjudicación de derechos. (Fernández 2013: 58) Si bien en la actualidad, se ha eliminado esta distinción, sigue subsistiendo una clasificación discriminatoria de los hijos en función a la unión matrimonial. En tal sentido, se distinguen a los hijos matrimoniales de los extramatrimoniales, aplicándoles normas distintas, respecto a su filiación. En virtud de ello, habrá reglas particulares para los casos de filiación matrimonial, respecto a la filiación extramatrimonial. Ello conlleva a sostener, que no obstante esta clasificación no tenga un carácter abiertamente despectivo como lo tenía la noción de ilegitimidad, a esta subyace una serie de valores morales- como la 59 promoción y protección de la institución matrimonial que implica que hayan una serie de deberes tales como el deber de fidelidad- que no justifican la discriminación hacia los hijos, menos aún en casos de ser menores de edad, en donde debe primar el interés superior del niño. Como hemos podido analizar en este apartado, el derecho a la igualdad y no discriminación, es transversal a todo nuestro ordenamiento, y debe ser aplicado especialmente al atender los casos de derecho de familia que suele estar sesgado por estereotipos de género que no toman en cuenta a la mujer en las relaciones de pareja y también por prejuicios que no consideran al niño como un sujeto de derechos igualmente digno de protección que el adulto. En tal sentido, será menester atender detenidamente a este derecho para analizar las disposiciones y casos de impugnación de paternidad matrimonial que abordaremos en los siguientes capítulos. 4.2 El derecho a la identidad El derecho a la identidad está reconocido en el artículo 2 inciso 1 de la Constitución Política del Perú de 1993 y tiene como antecedente el derecho al nombre propio, señalado en la Constitución de 1979. Creemos pertinente, la modificación en la redacción respecto al derecho al nombre propio, en tanto, el concepto de identidad es más amplio e implica otros elementos adicionales al nombre. En tal sentido, el derecho a la identidad se relaciona estrechamente con el sistema filiatorio, en tanto, parte de su contenido, es el derecho de toda persona a conocer a sus padres y orígenes biológicos. A continuación, analizaremos su contenido, alcances en la normativa internacional y jurisprudencia en relación al derecho familiar, particularmente respecto a la filiación. 60 El derecho a la identidad ha sido reconocido en diversos tratados internacionales, tales como en el artículo 7 de la Convención sobre los Derechos del Niño y el artículo 18 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.25 Asimismo, este se relaciona con el derecho a la personalidad jurídica del ser humano, la que también es acogida en otros instrumentos internacionales.26 En virtud de estas disposiciones, se desprende que el derecho a la identidad comprende, el derecho al nombre y apellidos, nacionalidad, personalidad jurídica y a conocer a sus padres. El Tribunal Constitucional ha definido al derecho a la identidad, señalando que este debe entenderse como, El derecho que tiene todo individuo a ser reconocido estrictamente por lo que es y por el cómo es. Vale decir, el derecho a ser individualizado conforme a determinados rasgos distintivos, esencialmente de carácter objetivo (nombres, seudónimos, registros, herencia genética, características corporales, etc.) y aquellos otros que se derivan del propio desarrollo y comportamiento personal, más bien de carácter subjetivo (ideología, identidad cultural, valores, reputación, etcétera). 27 Asimismo, en la misma sentencia el Tribunal ha mencionado la relación del derecho al nombre y apellido, respecto al derecho a la identidad, sosteniendo que el nombre es la designación con la cual se individualiza al sujeto y se le distingue de los demás. Por otro 25 Convención sobre los Derechos del Niño, artículo 7. 1. El niño será inscrito inmediatamente después de su nacimiento y tendrá derecho desde que nace a un nombre, a adquirir una nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y ser cuidado por ellos […]. Convención Americana sobre Derechos Humanos, artículo 18. Toda persona tiene derecho a un nombre propio y a los apellidos de sus padres o al de uno de ellos. La ley reglamentará la forma de asegurar este derecho para todos, mediante nombres supuestos si fuera necesario. 26 Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, artículo 16. Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica. Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, artículo XVII. Toda persona tiene derecho a a que se le reconozca en cualquier parte como sujeto de derechos y obligaciones, y a gozar de los derechos civiles fundamentales. Convención Americana sobre Derechos Humanos, articulo 3. Toda persona tiene derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica. 27 SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL emitida el 20 de abril de 2006 en el Exp-2273-2005HC/TC sobre proceso de habeas corpus interpuesto por Karen Mañuca Quiroz Cabanillas contra el Jefe del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (RENIEC). Fundamento 21. 61 lado, “el apellido establece la filiación, los lazos de parentesco y la paternidad. Se transmite de padres a hijos, sean hijos matrimoniales o extramatrimoniales, siempre que hayan sido reconocidos dado el caso por sentencia judicial.”28 El derecho a la identidad comprende para algunos autores, tales como Fernández Sessarego, dos facetas o dimensiones, una estática y otra dinámica. En tal sentido, la faceta estática estaría comprendida por el físico, nombre; mientras que la faceta dinámica comprendería un conjunto de atributos y calificaciones de la persona (Rubio 2010: 101). Paralelamente, otros autores, tales como Rubio, han llamado a estas dos dimensiones, como elementos objetivos y subjetivos (Ídem: 112). No obstante, aquellas distinciones que pueden ser cuestionables en tanto, no necesariamente los elementos estáticos u objetivos permanecerán intactos en el tiempo (el nombre es prueba de ello), lo relevante es destacar el concepto de identidad, que en síntesis podríamos señalar que, El derecho constitucional a la identidad está conformado por todos los elementos que identifican a un ser humano como original y distinto de todos y de todo lo demás. Es el derecho que protege quién es y cómo es. Comprende diversos aspectos de la persona, que van desde los más estrictamente físicos y biológicos (su herencia genética, sus características corporales, etcétera) hasta los de mayor desarrollo espiritual (sus talentos, su ideología, su identidad cultural, sus valores, su honor, reputación, y así sucesivamente). (Ídem: 111) Ahora bien, relacionando el derecho a la identidad con el sistema filiatorio, podemos destacar la vinculación entre el derecho al nombre, llevar los apellidos de los padres y conocer sus orígenes. En tal sentido, así ha sido reconocido por el propio Tribunal Constitucional en materia de un caso sobre declaración de paternidad extramatrimonial, al señalar que, “[…] detrás de toda pretensión de declaración de paternidad subyace in vivito el ejercicio del derecho fundamental a la identidad, el cual comprende el derecho a un nombre-conocer a sus padres y conservar sus apellidos-, […] derecho este que encuentra 28 Ídem, fundamento 14. 62 concretización y operatividad judicial en la actuación de la prueba de ADN […].”29 Por otro lado, la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso de las Hermanas Serrano Cruz vs. El Salvador, ha reconocido que el derecho a la identidad “está íntimamente asociado al derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica, al derecho a tener un nombre, una nacionalidad, una familia y mantener relaciones familiares”30 (Subrayado nuestro). Asimismo, ha señalado que “el derecho al nombre se vincula intrínsecamente al reconocimiento de la identidad personal, lo cual implica igualmente la pertenencia a una familia y a una comunidad.”31 Respecto al derecho a conocer a los padres, este ha sido reconocido expresamente en la Convención sobre los Derechos del Niño (artículo 7) e implica el derecho de los/as niños/as a conocer a sus padres, ser criados/as por ellos y tener una familia. Este derecho se relaciona con la filiación, en el sentido, que el Estado debe promover y garantizar un sistema abierto de investigación de la filiación para que los niños y niñas puedan ejercer plenamente este derecho. En tal sentido, Alex Plácido señala, “el derecho a conocer a los padres tiene como fin el establecimiento de una adecuación entre la verdad biológica y la relación jurídica de filiación y con ello, la superación del formalismo que históricamente ha rodeado esta cuestión” (2014: 5). Asimismo, este derecho tiene que protegerse de las posibles injerencias del Estado a través de disposiciones legales que lo hagan ineficaz, así como tener una protección positivizada frente al poder público y particulares (Ídem: 7). 29 SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL emitida el 4 de enero de 2012 en Exp-00227-2011PA/TC sobre proceso de acción de amparo interpuesta por Renzo Fabrizio Mariani Secada contra la jueza a cargo del Segundo Juzgado Especializado de Familia de Chiclayo, doña Patricia Vallejos Medina, y contra doña Ludovica del Cisne Mariani Tapia. Fundamento 5. 30 CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Caso de las Hermanas Serrano Cruz vs. El Salvador. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de fecha 1 de marzo de 2005. Parágrafo 117 a). 31 Ídem, parágrafo 120 a). 63 Sin embargo, algunos han interpretado que el derecho a conocer a los padres, que implica el derecho a la identidad, debe ser interpretado restrictivamente; en aras de lo dispuesto en el artículo 7 de la Convención sobre los Derechos del Niño que condiciona este derecho a que sea ejercido “en la medida de lo posible”. En tal sentido, Pueden distinguirse dos corrientes: De una parte aquella que, partiendo de una interpretación restrictiva del término identifica al conocimiento del origen biológico con el sistema restringido de investigación de la filiación. De otra parte, una segunda vía de interpretación, que podría denominarse amplia, en la que se intenta establecer un contenido autónomo del conocimiento del origen biológico cercano a la idea de dignidad y dentro de un sistema abierto de investigación de la filiación. (Ídem: 8) Atendiendo a los fines de la Convención sobre los Derechos del Niño, y en especial al interés superior del niño, consideramos que no debe interpretarse la frase “en la medida de lo posible” como una condicionante restrictiva en términos de la investigación de la paternidad. Por el contrario, atendiendo al principio pro homine y al interés superior del niño, debemos interpretar que el derecho a conocer a los padres debe ser ejercido de tal forma que sea compatible con los mejores intereses para la persona. Es decir, se deberá atender a que aquella restricción solo cabría en los supuestos en que por la naturaleza de las cosas se desconoce el origen biológico del niño, en casos de abandono, por ejemplo. En tal sentido, Placido señala que, “debe entenderse que el derecho a conocer a los padres le confiere a cualquier persona la posibilidad de poder desvelar el misterio de su origen, siempre y sin cortapisa alguna, salvo las derivadas, lógicamente del, propio funcionamiento o de la propia dinámica procedimental del medio jurídico empleado” (Ídem: 11). Por ende, agrega, “el derecho a conocer a los padres exige, para su cabal ejercicio, un sistema de libre investigación de la filiación. De acuerdo con ello, identificar la frase “en la medida de lo posible” con una concepción restringida para la investigación de la filiación, resulta contraria a la dignidad humana” (Ídem: 10). 64 En tal sentido, en los casos de declaración de paternidad extramatrimonial, impugnación de la presunción pater is, y los demás concernientes a establecer la filiación, no debería atenderse al origen de la filiación; si es dentro de un vínculo matrimonial o no; sino que debería primar el interés superior del niño, traducido en conocer su verdadero origen biológico y ser criado por sus padres. Ahora bien, en mucho casos el derecho a la identidad del niño y niña se contrapone al derecho a la intimidad de los progenitores (en los casos de filiación extramatrimonial), el derecho al honor del padre (en los casos de impugnación de la paternidad matrimonial), o a la promoción de la institución matrimonial (también en los casos de impugnación de la presunción pater is). No obstante ello, debemos abandonar una postura formalista y reconocer que, Las acciones de filiación, como manifestaciones concretas del derecho del niño a conocer a sus padres, participan del mismo carácter imprescriptible e irrenunciable de este derecho; el cual, para su cabal ejercicio, exige abandonar el sistema de causales determinadas para ejercer tales acciones. Ello es así, desde que se comprueba que la realidad social imperante ha desbordado la previsión legislativa, en aquellos países en los que rige tal sistema; provocando situaciones discriminatorias por cuanto solo pueden ejercer tales pretensiones quienes se encuentran incursos en alguna de las causas legales. Para suprimir tales circunstancias indeseables, el sistema de causales indeterminadas rige justamente para que todo supuesto de hecho demostrable fundamente el reclamar o impugnar la filiación matrimonial y no matrimonial. (Ídem: 10-11) En virtud de ello, será menester analizar en el caso concreto los derechos en colisión y atender como consideración primordial el interés superior del niño y ponderar de acuerdo a los principios constitucionales y los derechos fundamentales en cuestión. En tal sentido, es que en algunos casos referentes a materia de filiación los jueces han aplicado el control difuso, en tanto la norma no velaba por el interés superior del niño o los derechos fundamentales de la persona. Tal es el caso de la Resolución número dos del Expediente 483-08, que inaplicó el artículo 364 del Código Civil que establece plazo de caducidad para impugnar la paternidad matrimonial; ya que pese a haberse cumplido el plazo legal, 65 debía primar el derecho a la identidad en referencia al derecho a conocer la verdad biológica. En consecuencia, se señala que, En el caso concreto, encontrándose en discusión el derecho a la identidad y consecuente filiación de una persona reconocida por quien alega no tener la condición de padre biológico, resulta imperiosa la necesidad de que esta se dilucide y la justicia resuelva la incertidumbre generada a fin de que esta persona pueda gozar de las garantías que el ordenamiento jurídico le otorga en aras de su seguridad y protección presente y futura, máxime si en el caso de autos el demandante se encuentra dispuesto a someterse a la prueba científica de ADN, por lo que el control difuso efectuado por el Juzgado de Familia para dejar de aplicar el plazo de caducidad contenido en el artículo 364 del Código Civil y admitir la demanda con arreglo a la norma constitucional del derecho a la identidad consagrado en el inciso 1 del artículo 2 de la Constitución Política del Estado se encuentra arreglada a Ley, pues no puede admitirse que en base a una situación netamente procesal como la regulada en el código sustantivo, se tenga que negar el acceso a la justicia, cuando en atención al derecho a la identidad consagrado en la Constitución, el Estado está en la obligación de preservar la identidad de la persona. 32 Finalmente, como señala Marisol Fernández, “la regulación en materia de filiación, así como su aplicación, deben tener como norte que cada individuo, desde que nace, tenga nombres y apellidos, que estos datos coincidan con los de su origen biológico y que este sea conocido por el sujeto” (Fernández 2013: 57). A lo largo de este capítulo, hemos podido concluir que el Derecho familiar peruano debe interpretarse en el marco de un Estado constitucional y se deben analizar sus disposiciones, específicamente en el ámbito de la filiación, a la luz de los derechos fundamentales y principios constitucionales. Si bien, aún hay deficiencias normativas, al mantenerse leyes incompatibles con el principio de igualdad y derechos fundamentales, estas pueden ser superadas a través de una correcta interpretación judicial, que mantenga una perspectiva que incluya a los grupos vulnerables afectados en los casos concretos. En tal sentido, ha sido necesario desarrollar brevemente la regulación de la 32 Consulta 2932-2008 del 26 de noviembre de 2008. Fundamento 4. 66 filiación en el Perú, atendiendo al papel del niño en la Convención sobre los Derechos del Niño, y el principio del interés superior del niño en la institución filiatoria; así como los derechos relevantes en juego al tratar la filiación, como lo son el derecho a la igualdad y no discriminación y el derecho a la identidad. Finalmente, ese capítulo servirá de base para el análisis de la regulación de la impugnación de la paternidad matrimonial, tema que trataremos en el siguiente capítulo. 67 Capítulo II La impugnación de la paternidad matrimonial en el Código Civil Peruano de 1984 y los valores que subyacen a su regulación En el presente capítulo nos proponemos analizar el sistema filiatorio en el Perú y la discriminación directa por razón de género que resulta de la aplicación de alguna de las disposiciones que lo regulan, concretamente en cuanto a la impugnación de la paternidad por parte de la mujer casada. En tal sentido, pretendemos realizar un estudio de algunas de las disposiciones que establecen el sistema filiatorio en nuestro país, tales como los artículos 361, 362, 402, y 404 del Código Civil, en referencia a la impugnación de la paternidad por parte la mujer casada, cotejándolos con lo planteado desde el Estado Constitucional que supone un enfoque diferente de trabajar con el derecho, como hemos podido revisar al abordar la constitucionalización del derecho familiar33. En primer lugar, el artículo 362° del Código Civil establece que el hijo se presume matrimonial aunque la madre declare lo contrario o sea condenada como adúltera. Este artículo se sustenta en la presunción pater is, señalada en el artículo 361° que señala que el hijo nacido durante el matrimonio o dentro de los trescientos días siguientes a su disolución tiene por padre al marido. Asimismo, el artículo 402° inciso 6, segundo párrafo, dispone que el vínculo parental acreditado mediante la prueba del ADN u otras pruebas genéticas entre el presunto padre e hijo, no será válido en caso del hijo de la mujer casada cuyo marido no hubiese negado la paternidad previamente. En tal sentido, el único sujeto legitimado para desvirtuar la presunción pater is es el marido; por ende, si este no negase su paternidad, el padre biológico no puede efectuar el reconocimiento. En 33 La constitucionalización del Derecho familiar ha sido desarrollada en el acápite 1.3 del primer capítulo. 68 consecuencia, la mujer casada que quisiera desvirtuar la presunción no se encontrará legitimada al amparo de las disposiciones legales señaladas. Por otro lado, analizaremos la regulación sobre esta materia en otros ordenamientos jurídicos, centrándonos en la legislación de Argentina, Colombia, España y México para dar cuenta de las diferencias entre estos e identificar los derechos fundamentales en juego. Finalmente, analizaremos bajo una perspectiva de género los valores que subyacen a las normas comentadas y que nos permiten descubrir la discriminación por género en ellas, así como el aporte que significaría razonar mediante los métodos jurídicos feministas, propuestos por Bartlett34, para solucionar los casos que se relacionan con la normativa de impugnación de la paternidad matrimonial. 1. El tratamiento legal de la impugnación de la paternidad matrimonial en el Código Civil Peruano La regulación de la filiación matrimonial está basada en la teoría mixta, estableciendo que, se presume concebido durante el matrimonio el hijo nacido cuando han transcurrido 180 días desde la celebración del matrimonio y dentro de los 300 días desde la disolución. Adicionalmente, la filiación matrimonial tiene su fundamento en la presunción pater is (contenida en el artículo 361 del Código Civil) y la presunción reafirmatoria de paternidad (artículo 362 del mismo cuerpo legal) (Varsi 2011:127-130). 34 Los métodos jurídicos feministas propuestos por Bartlett han sido desarrollados en el acápite 1.2.2 del capítulo 1 del presente trabajo. 69 Esquema35: Determinación de la filiación matrimonial por el hecho de la concepción o nacimiento 36 Como podemos observar existe una distinción de la filiación respecto a si esta surge en el seno de un matrimonio, es decir que serán hijos matrimoniales, los concebidos y/o nacidos durante el matrimonio. Esto conlleva a señalar que nos encontramos ante un sistema de filiación que no solo divide sino que otorga mayor protección a los hijos nacidos dentro del matrimonio, amparándose en un modelo familiar que busca promover dicha institución. Una de las “prerrogativas” que surge en la filiación matrimonial y perpetúa dicha distinción entre los hijos, es la presunción pater is, a la cual nos abocaremos en el siguiente acápite. Ahora bien, valdría cuestionarnos si en un Estado Constitucional caben este tipo de “beneficios” que si bien pueden resultar positivos en algunos casos, segrega a los hijos extramatrimoniales y vulnera derechos de los involucrados. 35 Gráfico extraído de Varsi Rospigliosi en Tratado de Derecho de Familia, Tomo IV, pág. 126 Resumen: Concebido fuera pero nacido dentro o concebido dentro pero nacido fuera del matrimonio, en ambos casos respetando ciertos plazos, en donde 1, 2 y 3 son hijos matrimoniales. (Ibídem) 36 70 1.1 La presunción pater is La normativa vigente respecto a la impugnación de la paternidad por parte de la mujer casada se fundamenta en la presunción pater is, consagrada en el artículo 361 del Código Civil Peruano. A continuación analizaremos lo sostenido por la doctrina jurídica respecto del sustento de este artículo y la presunción contenida en aquel. En cuanto a los antecedentes a esta norma, el artículo 221 del Código Civil de 1852 señalaba que, los hijos nacidos o concebidos durante el matrimonio tienen por padre al marido. Posteriormente, el artículo 299 del Código Civil de 1936 tenía idéntica redacción al artículo actual del Código Civil de 1984, que analizaremos a continuación. En tal sentido, Plácido señala que, “la noción tradicional de la filiación legítima en los Códigos Civiles del pasado siglo se basaba en la concepción del hijo durante el matrimonio. La actual noción legal de la filiación matrimonial se funda en la coincidencia del nacimiento del hijo por obra de progenitores casados antes o después de la procreación” (Plácido 2003: 107-108). En efecto, el artículo 361 del Código, señala “El hijo nacido durante el matrimonio o dentro de los trescientos días siguientes a su disolución tiene por padre al marido.” La disposición en cuestión establece una presunción que nos remonta al Derecho Romano, que señala que padre es quien las nupcias demuestran o pater is quem nuptiae demostrant, y que significa que si una mujer casada tiene un hijo, se tiene como padre al marido de esta, en virtud de las obligaciones y compromisos que impone el matrimonio a los cónyuges, tales como el deber de fidelidad y cohabitación (Aguilar 2008: 232-233). 71 En palabras de Alex Placido, “es una presunción legal relativa o iuris tantum, que asigna la paternidad con carácter imperativo, de modo que no puede ser modificada por acuerdo de las partes, salvo que en sede jurisdiccional y ejercitando la pretensión de impugnación de la paternidad matrimonial, se actúen las pruebas y se obtenga una sentencia que la deje sin efectos, solo en los casos y en las condiciones en que la ley la hace viable” (2003:103). Por su parte, Marisol Fernández indica que, “estamos ante una determinación legal de filiación que se encuentra asentada en la relación matrimonial de un varón y una mujer. Esta presunción afirma que el hijo de la mujer casada tiene por padre al esposo de esta, y su fundamento descansa en el deber de fidelidad y cohabitación que rige al matrimonio” (2013:61). Ahora bien, se establece una presunción que si bien es de carácter relativo para el marido, pues es el único legitimado para impugnar la paternidad matrimonial, no resulta equitativa para todos los implicados, ya que para la madre y el hijo no será posible desvirtuarla en razón de nuestra normativa. Así lo señala, Cornejo Chávez en su obra Derecho Familiar Peruano, al señalar respecto a la presunción pater is que, “de aquí que la presunción sea juris tantum solamente en los casos y circunstancias en que la ley permite la impugnación por el marido; y juris et de jure en los demás supuestos posibles, así como cuando hubiere prescrito o caducado la antedicha acción impugnatoria” (1998: 366). En tal sentido, esto no se condice con la constitucionalización del derecho, en tanto la ley debe estar sometida a la Constitución y los principios que enarbola, siendo que la norma evidencia una desigualdad entre los cónyuges para interponer la acción de impugnación de esta presunción. 72 1.1.1 Fundamento Max Arias Schreiber, en la Exégesis del Código Civil reconoce como fundamento de esta presunción que el matrimonio es la base de la familia, y que esta es a su vez, el pilar fundamental de la sociedad. Señalando en virtud de esta que, “en ella se dan los más puros y nobles sentimientos del ser humano, como son el amor, la intimidad, el desprendimiento, la compenetración, el disfrute de los momentos felices de la vida, la comprensión y apoyo en las dificultades que ella conlleva y que se multiplican cuando llegan los hijos, que son la expresión de una voluntad propia de los padres y ajena a ellos” (Arias Schereiber 2011:25). En virtud de ello, nos parece que se estarían privilegiando los valores “ideales” que se le adjudican a la familia como institución, sin considerar que con ello se podría soslayar la afectación de derechos a particulares- miembros de la familia y terceros-que podrían ocasionar alguna de estas disposiciones, como lo sería la cuestionada presunción. El sustento de esta presunción, en palabras de Cornejo Chávez, […] tiene un doble fundamento: de una parte, en la cohabitación o relación sexual que el matrimonio implica, de manera que aún sin otro indicio, se puede suponer que entre los cónyuges se ha producido o se produce el contacto carnal; y de otro lado, en la fidelidad que se supone que la mujer guarda a su marido [subrayado nuestro], tanto por consideraciones de orden ético y de organización social, como por cumplimiento de un deber que la ley le impone. (1998: 366) Por su parte, Varsi Rospigliosi, señala que la presunción de paternidad matrimonial o pater is halla su fundamento en un presupuesto de regulación social que se traduce en estándares éticos que sustentan la institución matrimonial, como por ejemplo, el deber de fidelidad y cohabitación, que a su vez son los pilares de la unión monogámica matrimonial (Varsi 2011: 133). 73 Teorías que fundamentan la presunción pater is Los autores identifican diversas teorías que sustentan la presunción pater is contenida en el artículo 361 de nuestro código, que a su vez son fundamento de otras legislaciones. En tal sentido, sirven como fundamento para esta disposición las siguientes teorías: a) Teoría de la accesión: Teoría que se fundamenta en las Leyes de Manú. Según esta, la presunción de paternidad del marido se sustenta en la propiedad que el marido ejerce sobre su esposa, siendo que los frutos que de ella provengan (hijos), por ser accesorios a esta, también serían parte del dominio del esposo. [sic] b) Teoría de la presunción de fidelidad de la esposa: Se basa en la presunción de fidelidad de la esposa para con el marido. Por lo que se le atribuye una presunción de inocencia a la mujer en caso de configurarse el adulterio. En tal sentido, la presunción de fidelidad implica admitir que el hijo es del marido, hasta que aquel no lo desvirtúe. c) Teoría de la cohabitación exclusiva: Se fundamenta en el deber de cohabitación de los cónyuges que implica relaciones sexuales exclusivas entre ellos. Relacionada con el deber de fidelidad que deben respetar los cónyuges. d) Teoría de la vigilancia del marido: Se relaciona con la idea del dominio del marido sobre su esposa. En tal sentido, si el esposo ejerce la potestad marital sobre la esposa, se le atribuiría la vigilancia de la conducta de la mujer, por lo que el hijo que esta alumbre, debe ser del marido. e) Teoría de la admisión anticipada del hijo por el marido: Se fundamenta en el matrimonio, al haberse casado con su esposa, el marido admite anticipadamente los hijos que su esposa alumbre en el matrimonio. f) Teoría formalista que considera a la presunción de la paternidad como una resultante del título de estado: Basta con la partida de nacimiento y matrimonio para atribuirse. (Plácido 2003: 104106) A raíz de esta breve alusión a las teorías que fundamentan la presunción de paternidad contenida en el artículo 361 del Código Civil, podemos inferir que son argumentos que no se adecúan a un análisis constitucional en aras del principio y derecho a la igualdad en razón de sexo, por ser un sustento basado en un modelo de potestad marital37 que ha 37 Al respecto, Marisol Fernández señala que, “el ya derogado código de 1936 sustentó la organización familiar en un modelo de potestad marital, ello significaba la ubicación del varón como cabeza y jefe de su familia, concentrándose en él prácticamente todas las decisiones sobre la marcha del hogar (2007: 1): 74 sido abandonado formalmente; sin embargo, en la práctica, debido a estas disposiciones, se ve reforzado e intenta resurgir. En tal sentido, la presunción pater is se fundamenta esencialmente en la institución matrimonial como base de la familia, y en el deber de cohabitación y fidelidad que surgen del matrimonio. En virtud de ello, se entiende a la familia como una institución en la que el marido tiene la autoridad en el hogar y los miembros no se encuentran en pie de igualdad con este. Si bien la norma fue elaborada en el marco de un contexto social distinto, ello no puede ser óbice para justificarla. Por el contrario, se debe atender a las circunstancias y evolución de la sociedad; más aún cuando en nuestra Constitución y atendiendo al modelo constitucional que impera, se presta mayor atención a las circunstancias y al contexto antes que a un ejercicio mecánico de subsumir la regla al caso concreto; se opta por privilegiar la aplicación de los principios que se engloban en la Carta Magna; y, se valora la pluralidad de valores que en ella se reflejan, los cuales se inspiran en la dignidad del ser humano y su protección. Un ejemplo de ello, es como observamos en el capítulo 1, respecto a la constitucionalización del derecho familiar, que el concepto de familia se adecúa a las circunstancias actuales y es más amplio, en tanto ya no debe considerarse a la familia que surge de un matrimonio como el único modelo familiar38, o en todo caso, no debe considerársele como el modelo paradigmático al otorgarle privilegios en detrimento de otros tipos de familia con iguales derechos y deberes. En tal sentido, si la presunción “La “potestad marital” es parte de lo que tradicionalmente se ha denominado “patriarcado” que es el sistema que reconoce un poder casi omnipotente del padre sobre todos los miembros de la familia y que ha constituido la base social sobre la que se desarrolló el Occidente. Durante largos siglos este orden fue considerado como natural y fue respaldado por la religión, la moral y el Derecho. La mujer no fue vista como un sujeto en sí misma sino que estaba en función de las necesidades del varón, sometida a su dominio vía el control de la fecundidad (capacidad reproductora) y la división sexual del trabajo. Socialmente este control se logró mediante la demarcación de dos esferas bien definidas: la pública del trabajo y la política y la privada de la familia y la gestión de los afectos”.” (Huayta, citada por Fernández 2007:1) 38 Esta conclusión se deriva del caso Shols Pérez, analizado en el primer capítulo, acápite 1.3. 75 pater is se fundamenta en que el matrimonio es la base de la familia, podemos destacar que ahora no cabría esta argumentación en tanto hay diversas clases de familia y gozan de igual protección por parte del Estado. Adicionalmente, esta disposición y su fundamento (si bien puede verse soslayado en una tradición) son incompatibles con las disposiciones internacionales de tratados de derechos humanos, tales como el artículo 16 de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), que establece que los Estados partes asegurarán, en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, los mismos derechos y responsabilidades como progenitores, cualquiera sea su estado civil, en materias relacionadas con sus hijos. 1.1.2 Requisitos Según diversos autores, para que la presunción de paternidad opere será necesario el cumplimiento de los siguientes requisitos: a) Filiación materna o maternidad acreditada: Se determina con la inscripción en el registro de estado civil. b) Matrimonio entre la madre y el marido a quien se atribuye la paternidad: Para que la presunción de paternidad opere será necesario el matrimonio de los padres. c) Nacimiento durante el matrimonio y antes de transcurridos trescientos días desde su disolución. (Ídem: 108) Cabe señalar que el ámbito de aplicación de esta presunción, como mencionamos previamente, es imperativo y pese a que la madre registre a su hijo sin la concurrencia del marido y reputándose como soltera, la presunción de paternidad del marido sigue en vigencia. En tal sentido, “la atribución de la paternidad al marido de la madre no depende 76 de la voluntad de las partes; ocurre por imperio legal, cuando se ha establecido el vínculo del hijo con la mujer casada; no es un acto ni una consecuencia que pertenezca al poder dispositivo de los sujetos” (Ídem: 110-111). Ello es una evidencia adicional de que bajo estas consideraciones se prefiere la literalidad de la norma, antes que la protección de los derechos de las personas que se ven involucradas por los postulados que limitan sus acciones, tal y como ocurre cuando la aplicación de esta presunción es imperativa y no tiene importancia lo manifestado por las partes. Si bien existen, supuestos en los que no opera la presunción pater is, no es menester en este trabajo ocuparnos de ellos, ya que lo que se busca analizar en el presente, son los casos en los que opera la presunción pater is, en la cual el único legitimado para desvirtuarla es el marido, por lo que la impugnación de la paternidad, única vía para negar esta presunción no puede ser ejercida por la mujer casada en aras de los fundamentosque no se condicen con los valores constitucionales y de derechos humanos- previamente explicados. 1.2 La falta de legitimidad de la mujer para impugnar la presunción pater is El artículo 362 invoca una presunción reafirmatoria de paternidad en la cual el hijo se presume matrimonial, aunque la mujer declare que no es de su marido o sea condenada como adúltera, “operando de forma rígida y abstracta la atribución legal o automática del vínculo paterno filial generada por la presunción pater is” (Varsi 2011: 142). En tal sentido, esta disposición es una consecuencia de la presunción de paternidad antes comentada, en tanto niega la legitimación a la mujer para impugnarla, al no considerar válido su dicho. 77 Esta presunción operará entonces en los supuestos en los que la presunción pater is es válida. 1.2.1 Fundamento El fundamento de esta disposición descansa, según Plácido, en evitar que la mujer actúe por despecho, y en los casos en que haya cometido adulterio, atender a la posibilidad de que la mujer pudo también haber tenido relaciones sexuales con el marido, por ende, no se podría descartar su paternidad (2003:130). Ello implica, que la mujer no podrá impugnar la paternidad basándose en su mera declaración, puesto que el único legitimado, es el marido. Para Plácido, ello no obsta para que la declaración de la mujer sea un elemento probatorio en cuanto a la impugnación de la paternidad por parte del esposo, sin embargo, nunca podría ser la prueba principal. Por su parte, Arias Schreiber, en la Exégesis del Código Civil, señala respecto al artículo 362, que la presunción pater is no puede ser contestada, salvo por las causales específicamente establecidas en la ley. En tal sentido, no bastará la declaración de la esposa incluso si hubiese cometido adulterio. En estos casos, será preciso que el marido se someta a las pruebas científicas apropiadas para desvirtuar esta presunción. El antecedente respecto de la intrascendencia de la declaración por parte de la mujer incluso sobre el adulterio, se remonta al Derecho Romano, en el cual no se consideraba relevante el adulterio por parte de la mujer, puesto que al persistir la cohabitación conyugal las posibilidades de que el hijo fueran de uno u otro hombre eran factibles (2011: 28). 78 La doctrina de los actos propios como argumento y el problema de su aplicación en el ámbito familiar El fundamento de este artículo también suele recaer en la doctrina de los actos propios, ya que se alega que no puede considerarse el dicho o confesión de la mujer basada en su propia torpeza. En tal sentido, la doctrina de los actos propios es un principio del derecho que puede entenderse derivado del principio de la buena fe, que consiste en “la regla que establece que a nadie es lícito hacer valer un derecho en contradicción con su anterior conducta, lo que concierne al principio que impide las conductas contradictorias y que se plasma en la máxima venire contra factum proprium non valet” (Ekdahl 1989:25). Asimismo, María Fernanda Ekdahl cita que, “a nadie es lícito hacer valer un derecho en contradicción con su anterior conducta, cuando esta conducta, interpretada objetivamente según la ley, las buenas costumbres o la buena fe, justifica la conclusión que no se hará valer el derecho, o cuando el ejercicio posterior choque contra la ley, las buenas costumbres o la buena fe” (Ídem: 29). Por su parte, De la Puente y Lavalle cita el contenido de la doctrina de los actos propios como, “un principio general del derecho, fundado en la buena fe, que impone un deber jurídico de respeto y sometimiento a una situación jurídica creada anteriormente por la conducta del mismo sujeto, evitando así la agresión a un interés ajeno y el daño consiguiente” (2003: 353). Ahora bien, el principio de buena fe podría entenderse como, “que cada uno debe guardar fidelidad a la palabra dada y no defraudar la confianza o abusar de ella. Supone el conducirse como cabría de esperar de cuantos, con pensamiento honrado, intervienen en el tráfico” (Ekdahl 1989:71). En tal sentido, podemos inferir que este principio al igual que la doctrina de los actos propios fue concebido para 79 los negocios jurídicos, y que en la aplicación al derecho de familia tendrá diferentes matices (Grosman 1982:194). En consecuencia, si se buscase adaptar esta buena fe al matrimonio, sería primordial para tenerla cumplir con los deberes conyugales tal como el deber de fidelidad, el cual no podría no solo ser quebrantado sino también divulgado en el caso de la propia esposa. Por ello, es que somos de la consideración que tras esta doctrina se soslayan los argumentos antes precisados que fundamentan la presunción pater is y que esconden una concepción de la mujer como objeto de dominación por parte del marido, amparándose en que nadie puede alegar hecho propio, siendo que transcienden otros bienes jurídicos de igual relevancia que el derecho al honor del hombre, como el derecho a la identidad del hijo y el derecho y principio a la igualdad entre los progenitores. En tal sentido, respecto a ello, compartimos lo sostenido por Guillermo Margadant que, Por razones inherentes a la realidad biológica, estuvo surgiendo durante la larga fase patriarcal que hasta en la actualidad nos ha dejado sus ecos, aquella asimetría en el adulterio, que en la cultura jurídica occidental de los últimos siglos ha provocado tanta crítica justificada: el “honor” del marido consiste en tener a una esposa fiel y el “honor” de la esposa es ser fiel a su marido, o si esto es demasiado, mantener cuando menos una fachada social de fidelidad. (Margadant 1999:11) Asimismo, parece desprenderse que si justificamos la existencia del artículo 362 del Código Civil con la doctrina de los actos propios, estaríamos entendiendo al adulterio como una conducta ilícita, la cual si bien puede generar un juicio moral y repercusiones legales para disolver un matrimonio, no es un delito39. Por otro lado, no se aplica en igualdad de condiciones la misma doctrina, en tanto el marido que cometió adulterio sí puede reconocer a su hijo extramatrimonial, pese a que ello conlleve haber faltado a su deber de fidelidad que surge con el matrimonio. 39 Si bien no todo ilícito configura un delito, el adulterio fue concebido en el pasado como tal y creemos suele juzgarse bajo parámetros morales enraizados desde entonces. 80 Ahora bien, muchas veces el argumento que se esconde ante la negativa de legitimar a la mujer a impugnar la paternidad de su marido, es el derecho al honor y reputación de este; así como la siempre circunscrita vida familiar al ámbito privado relacionada con el derecho a la intimidad. Respecto al derecho al honor y buena reputación, podemos definirlos como, el respeto que tiene cada ser humano de sí mismo con respecto a los demás en relación a su dignidad en el caso del primero; y como el respeto y percepción favorable que los demás tienen de uno mismo, en el caso del segundo (Rubio 2010: 337). Es decir, mientras que el honor se ve afectado a nivel interno, pues es la percepción de uno mismo sobre su persona; la reputación surge a nivel externo, en tanto involucra la percepción ajena. Por su parte, el derecho a la intimidad se relaciona con el “conjunto de actos, situaciones o circunstancias que, por su carácter personalísimo, no se encuentran normalmente expuestos al dominio público” (Ídem: 347). Este involucra el derecho a la vida privada y familiar. No obstante, estos derechos se encuentran reconocidos en nuestra Constitución (artículo 2 inciso 7), ello no será óbice para legitimar una vulneración a derechos como la igualdad y no discriminación e identidad. Antes bien, será menester analizar en los casos a los cuales aludimos el papel de cada uno de los derechos en juego y realizar una razonada y justa ponderación. En tal sentido, si admitimos que los valores que subyacen a esta regulación descansan en el derecho al honor y reputación del marido, y el derecho a que se respete la intimidad y la esfera privada familiar, ellos colisionan con otros derecho con el mismo valor como son el derecho a la igualdad de trato y el derecho a la identidad; ya que la esposa no puede impugnar la paternidad de su marido, en base a proteger los derechos de este. En virtud de ello, ante este supuesto cabría aplicar el método de ponderación40 al cual hemos 40 El método de ponderación ha sido desarrollado en el acápite 1.2 del capítulo 1. 81 aludido previamente, ya que si bien los principios tienen el mismo valor en abstracto, en el caso concreto (la normativa en la cual colisionan estos derechos) se debe ponderar para solucionar el conflicto. En primer lugar, debemos identificar si con la medida limitativa a la cual aludimos se pretende amparar un fin constitucional. En abstracto podríamos sostener que el derecho al honor, a la buena reputación e intimidad son derechos fundamentales protegidos por la Constitución y por tanto, su protección constituiría un fin constitucional legítimo. En segundo lugar, tendríamos que identificar si la medida a la cual aludimos es idónea para proteger ese fin. Si atendemos a un análisis superfluo podríamos decir que si es idónea41 en tanto cumple con proteger el derecho al honor, buena reputación e intimidad, en tanto se impide que se divulgue información personal que pueda afectar la esfera privada del sujeto. En tercer lugar, deberíamos analizar si dicha medida restrictiva es necesaria o existen otras que sean menos gravosas para proteger tal fin. Consideramos que no existen medidas menos gravosas que impidan que el derecho al honor, reputación e intimidad sean afectados, ya que si se admitiese la posibilidad de impugnar la paternidad tanto para la madre o un tercero, la esfera privada del marido resultaría implicada. En virtud de ello, si nos colocamos en el supuesto estricto de que en tanto no existen medidas menos gravosas la limitación que 41 Para efectos de realizar todos los pasos del método de ponderación, nos colocaremos en el supuesto de que la medida es idónea y necesaria para lograr el fin constitucional pretendido. Sin embargo, nos resulta cuestionable que la medida sea idónea, ya que creemos que la protección de estos derechos no puede ser óbice para amparar una situación de discriminación hacia la mujer y madre, en tanto limita su capacidad de acción y decisión en razón del honor del marido, su reputación e intimidad; a su vez que afecta el derecho del/la niño/a a gozar de su verdadero estado filiatorio. Creemos que la idoneidad debería obedecer a que cumpla con la protección al fin constitucional pretendido, pero sin que haya una restricción arbitraria de otros derechos, como sería el derecho de la mujer a ejercer en igualdad de condiciones la acción que se limita con esta norma. 82 implica la norma es necesaria, tendríamos que analizar el último paso del método de ponderación. Por último, deberíamos realizar un juicio de proporcionalidad en sentido estricto, analizando si existe un equilibrio entre los beneficios que generará la medida limitadora y los daños que de dicha medida se deriven para el ejercicio de otro derecho fundamental. En este caso, consideramos evidente que el beneficio de proteger la esfera privada del varón no es proporcional a todos los daños que conlleva esta medida, que incluye el derecho a la igualdad de la mujer para ejercer una acción que solo faculta al marido, el derecho a la identidad del niño, y el interés superior de este, solo por citar los principales. En consecuencia, si el fundamento que subyace a estas disposiciones es la protección al honor, reputación e intimidad del marido, esta medida limitativa no debería ampararse42. 42 A propósito de la colisión de derechos en la investigación de la filiación, Placido señala que, “las restricciones a los derechos fundamentales del presunto progenitor se justifican en el test de proporcionalidad. Así, indispensable para la adecuación es la persecución de un fin legítimo. Fin legítimo de la limitación a la intimidad del presunto progenitor es el conocimiento del origen biológico del hijo. El derecho del niño a conocer a sus padres promueve la coincidencia entre los vínculos biológico y jurídico, para la determinación de la filiación. La limitación tendría que ser además necesaria. Y lo es, por cuanto regulaciones menos intensas no lograrían proteger tan eficazmente el conocimiento del origen biológico. Por último, mediante el examen de proporcionalidad en sentido estricto, se lleva a cabo una ponderación entre los principios que colisionan, esto es, entre el derecho a la intimidad personal del presunto progenitor y el derecho del niño a conocer a sus padres. Precisamente, por la protección que demanda el ejercicio a conocer el origen biológico, se resuelve la eventual colisión entre los derechos fundamentales comprendidos. En ese sentido, se postula su preferencia por la finalidad protectora. La admisión en nuestro ordenamiento jurídico del derecho del niño a conocer a sus padres, destaca como primario el derecho del hijo a que se declare su filiación biológica” (pp.45). Asimismo, agrega que, “el normal desarrollo psicofísico exige que no se trabe la obtención de respuesta a esos interrogantes vitales. La dignidad de la persona está en juego, porque es la específica “verdad personal”, es la cognición de aquello que se es realmente, lo que todo sujeto naturalmente anhela poseer, como vía irremplazable que le permita optar por proyectos de vida elegidos desde la libertad. Pues ésta es –finalmente- la que resulta mancillada cuando el acceso a la verdad es obstruido; que justamente, por el carácter medular de la aspiración del ser humano a conocer quiénes lo han engendrado, son tan devastadoras las consecuencias de las vallas puestas en el camino de acceso a esa verdad. Cabe recordar que, con relación a este tema, se subraya la capital importancia que reviste la situación traumática que se genera en los procesos de ocultamiento al niño de su verdadera identidad” (pp. 48). 83 No obstante ello, como hemos referido este es el argumento que subyace a la norma. A partir de lo analizado por las disposiciones del Código Civil Peruano (artículo 361 y 362), podemos concluir que la presunción pater is se rige desde una óptica histórica y atendiendo a un contexto particular que actualmente está desfasado. En tal sentido, Fernández Revoredo indica que, […] en tiempos en los que la familia estaba constituida según una estructura vertical muy rígida, en la que el esposo se erigía como la cabeza o jefe de la esposa e hijos, la mujer estaba sometida al débito conyugal, el adulterio era concebido como delito y el discurso de los derechos humanos no existía o en todo caso no tocaba a la familia, la presunción pater is se constituía como un medio para salvaguardar ese orden familiar y el honor del varón que la comandaba. (2013:62) En tal sentido, consideramos que el derecho al honor y reputación del hombre que con estas disposiciones se pretende proteger y soslayar, se basa en estereotipos de una masculinidad determinada y un contexto machista, que no puede validar una situación discriminatoria. En virtud de ello, estos derechos encontrarán sus límites en la concurrencia de otros derechos como la igualdad y no discriminación e identidad. Finalmente, en el contexto actual, si bien la presunción puede entenderse como un medio para garantizar el estado filiatorio de un hijo que es probablemente hijo del marido, también es relevante admitir que la rigidez de estas disposiciones amparadas en la presunción pater is no se adecuan a la realidad, por lo que es necesario, que en virtud de los principios y derechos fundamentales que están garantizados en un Estado Constitucional a través de la Carta Magna que se encuentra por encima de la ley y en diversos tratados de derechos humanos, se reconozca un nuevo contexto que también debe ser representado en la regulación legal, en aras de proteger y respetar el derecho a 84 la identidad de los niños y niñas y específicamente, el derecho a la mujer a la igualdad formal y material. 1.3 La impugnación de la paternidad matrimonial Ahora bien, de acuerdo a Aguilar Llanos, en doctrina se distingue la negación o el desconocimiento de la paternidad, de la impugnación. En tal sentido, señala que, […] la primera ocurre cuando el hijo tenido por mujer casada no está amparado por la presunción pater is, de modo que el marido se limita a expresar que no es suyo el hijo de su mujer, y es a la madre y al hijo a quienes corresponde probar lo contrario. La impugnación corresponde al marido cuando el hijo tenido, por su mujer y a quien no considera suyo, está amparado por la presunción pater is, recayendo la carga de la prueba en el marido. La diferencia está dada por quien soporta la prueba. En nuestra legislación se usa el término negación. (2008:234-235) Como indicamos previamente, nos concentraremos en analizar los casos de la impugnación, empero no será necesaria la diferencia en doctrina puesto que nuestra legislación no distingue entre ambas. La presunción de paternidad, como señalamos líneas arriba, tiene un valor relativo, siendo que se puede impugnar a través de dos sistemas: el sistema de libre impugnación de la paternidad (sistema germánico) y el sistema restringido de impugnación de la paternidad (sistema latino): a) Sistema de libre impugnación de la paternidad: En este caso no hay limitación para impugnar la paternidad, la prueba no aparece limitada sino que podrá verificarse libremente. b) Sistema restringido de impugnación de paternidad: Establece supuestos taxativos y es el acogido por nuestro código civil. (Plácido 2003: 126-128) 85 1.3.1 Sistema restringido de la impugnación de paternidad matrimonial. Supuestos El artículo 363° contempla cinco supuestos en los que el marido que no se crea padre del hijo de su esposa pueda negar la paternidad (impugnarla): a) Cuando el hijo nace antes de cumplidos los ciento ochenta días siguientes a la celebración del matrimonio. b) Cuando sea manifiestamente imposible, dadas las circunstancias, que haya cohabitado con su mujer en los primeros ciento veintiún días de los trescientos anteriores al del nacimiento del hijo. c) Cuando está judicialmente separado durante el mismo periodo indicado en el inciso 2, salvo que hubiere cohabitado con su mujer en ese periodo. d) Cuando adolezca de impotencia absoluta. e) Cuando se demuestre a través de la prueba de ADN u otras pruebas de validez científica con igual o mayor grado de certeza que no existe vínculo parental. El juez desestimará las presunciones de los incisos precedentes cuando se hubiera realizado una prueba genética u otra de validez científica con igual o mayor grado de certeza. En tal sentido, con la incorporación del inciso quinto, coexisten las presunciones con la realidad, en tanto la última se sustenta en pruebas biológicas (Varsi 2011: 145). Ahora bien, de acuerdo con estos supuestos taxativos establecidos por ley, y en concordancia con el artículo 362° analizado, se observa que el único legitimado para impugnar la paternidad será el padre y bajo las condiciones específicas consignadas por el Código. Es decir, aunque el marido conozca la verdad biológica del hijo, si este no inicia la acción, la 86 madre o el hijo no estarían legitimados, y salvo que el juez respectivo disponga del control difuso, la afectación a los derechos se verá amparada bajo este precepto. Ahora bien, no obstante argumentan que el optar por un sistema restringido de impugnación de paternidad es en beneficio de los/as niños/as, como veremos más adelante, esta regulación no representa el interés superior del niño en la realidad. Al contrario, consideramos que en un Estado Constitucional el contar con un sistema libre de impugnación de paternidad, con los límites necesarios atendiendo a casos concretos, resulta más acorde con los derechos de los involucrados en cada situación particular. 1.3.2 Sujetos legitimados para impugnar la paternidad matrimonial El artículo 364° ratifica la legitimación única del marido, estableciendo que “la acción contestataria debe ser interpuesta por el marido dentro del plazo de noventa días contados desde el día siguiente del parto, si estuvo presente en el lugar, o desde el día siguiente de su regreso, si estuvo ausente”. Se discute en este artículo la imposición de un plazo en virtud de la afectación al derecho a la identidad que puede ocasionar, el cumplimiento del plazo y la imposibilidad de establecer la verdad biológica para el hijo. Asimismo, si bien se cuestiona la arbitrariedad que puede suponer imponer un plazo para impugnar, también se considera que con un plazo indeterminado podrían verse afectados derechos de los involucrados, como ocurriría ante el caso de una paternidad social mantenida en el tiempo, en la que se constata la posesión constante de estado pero que colisiona con la verdad biológica. Ante 87 esta clase de casos será necesario atender al caso concreto y al método de ponderación. Sin embargo, ello no es materia de este trabajo por lo que nos concentramos respecto a este artículo en lo referente a que solo faculta al hombre para impugnar la paternidad. En cuanto a la disposición establecida en el artículo 367° de nuestro Código Civil, nuevamente se consigna que la acción para contestar la paternidad corresponde al marido. No obstante ello, se faculta a los herederos y sus ascendientes para poder iniciar la acción en caso el marido hubiese muerto antes de vencido el plazo establecido en el artículo 364, o continuar el juicio si aquel lo hubiese iniciado. Arias Schreiber, en la Exégesis del Código civil de 1984, señala que, “las legislaciones han sido históricamente muy reacias a conceder legitimación activa al hijo o a la madre para impugnar la paternidad del marido (…) se evitaban así injerencias de extraños en asuntos familiares privados y se evitaba que el hijo pudiera erigirse en juez de la conducta de los padres” (2011: 34). No obstante ello, existen modernas tendencias en la legislación comparada en las que se otorga legitimación al hijo e incluso a la madre, para impugnar la paternidad. Ahora bien, nos abocaremos a ello en lo referente a legislación comparada sobre la materia. La acción del padre biológico El artículo 404° establece que si la madre estaba casada en la época de la concepción, solo podrá admitirse la acción del padre biológico, en caso que el marido hubiera contestado su paternidad obteniendo sentencia favorable. Nuevamente, se afectan 88 derechos de particulares involucrados como el derecho del padre biológico a establecer su paternidad. 1.3.3 La declaración judicial de paternidad extramatrimonial y su inaplicación en el caso de mujer casada El artículo 402° del Código civil peruano, si bien se encuentra en el capítulo referente a la declaración judicial de filiación extramatrimonial, resulta de suma relevancia en virtud del último párrafo del inciso 6 del presente artículo. En tal sentido, establece la procedencia de la declaración judicial de paternidad extramatrimonial en base a distintos supuestos, siendo que en el inciso 6 menciona: Artículo 402.- Procedencia de la declaración judicial de paternidad extramatrimonial La paternidad extramatrimonial puede ser judicialmente declarada: 6. Cuando se acredite el vínculo parental entre el presunto padre y el hijo a través de la prueba de ADN u otras pruebas científicas con igual o mayor grado de certeza. Lo dispuesto en el presente inciso no es aplicable respecto del hijo de la mujer casada cuyo marido no hubiese negado la paternidad. (…) Subrayado nuestro. En aras de esta disposición, nuevamente, se estaría produciendo una afectación a derechos humanos concretos de los miembros de la familia, como lo son el derecho a la igualdad y el derecho a la identidad, que podrían verse vulnerados al amparo del segundo párrafo de este inciso. Adicionalmente, no solo se estaría afectando la igualdad respecto a las madres frente a sus esposos, sino también a las mujeres casadas frente a las mujeres solteras, en tanto no pueden accionar en favor de sus hijos por estar limitadas a los 89 valores que subyacen a la institución matrimonial, que a nuestro parecer otorga y arrebata derechos sin importar la particularidad de los individuos involucrados. 1.4 El test de igualdad en la regulación de la impugnación de la paternidad matrimonial En virtud de lo señalado, y como hemos reiterado, la restricción de la norma respecto a los sujetos legitimados para impugnar la paternidad matrimonial resulta incongruente con el derecho a la igualdad que tienen todos los miembros de la familia, y que deben ejercer. Asimismo, contraviene el principio rector a la igualdad de la ley que debe revestir el ordenamiento jurídico, al haberse aprobado una norma que conlleva una desigualdad de trato a personas en similar situación. En tal sentido, consideramos que la falta de legitimidad de la madre para impugnar la paternidad y el argumento que señala que no se debe tomar en cuenta su declaración puesto que no debe alegar su propia torpeza (su adulterio) conlleva a una desigualdad de trato, en tanto el marido en una situación similar sí puede reconocer a un hijo extramatrimonial y en tal caso no reviste importancia que conlleve a invocar su adulterio. En tal sentido, ante este supuesto si aplicamos el test de igualdad43 deberíamos, en primer lugar, verificar la diferencia normativa: si nos encontramos ante supuestos de hecho similares o diferentes en los que se evidencie una diferencia de trato (o consecuencia jurídica distinta). En el caso que planteamos nos encontramos ante una situación similar: hombre casado siempre puede reconocer a hijos extramatrimoniales pese a que con ello implique su adulterio (artículo 388 del Código Civil); mujer casada nunca puede reconocer que tuvo un hijo extramatrimonial, pues con ello implica su propio 43 Hemos desarrollado los pasos del test de igualdad en el acápite 1.4 del capítulo 1. 90 adulterio y la presunción pater is (iure et de iure para ella) se lo impide (artículo 396 y 362 del Código Civil). Claramente estamos ante una situación similar, los involucrados están casados; sin embargo, parece ser que la única diferencia es el género para determinar el por qué de la consecuencia jurídica en uno u otro caso. En tanto, hemos comprobado que la situación es similar y se avala una diferencia de trato, la medida es inconstitucional y por ende, no respeta el test de igualdad por lo que no es necesario continuar con los siguientes pasos. Asimismo, podríamos hacer este ejercicio ante los supuestos de la imposibilidad de impugnar del padre biológico respecto a la legitimidad que sí tiene el marido para hacerlo, y obtendríamos el mismo resultado. Ahora bien, consideramos pertinente aplicar el test de igualdad para los casos que representan las mujeres solteras que pueden indicar el nombre del padre biológico y proceder al registro y el impedimento que tienen las mujeres casadas de señalar quién es el padre biológico, cuando este no es su marido. En primer lugar, deberíamos verificar la diferencia normativa y determinar si nos encontramos ante supuestos de hecho similares o diferentes, podemos señalar que estamos ante situaciones distintas en razón del matrimonio (aunque ello puede ser debatible, nos colocaremos en este supuesto para proceder con el test y desvirtuar la legitimidad de la distinción en los siguientes pasos). En segundo lugar, tendríamos que identificar si la medida tiene una intensidad grave, media o leve. Consideramos que en este caso la intensidad de la medida es grave, en tanto sustenta su distinción en el estado civil de la mujer, que si bien no está especificado entre los motivos proscritos en la Constitución, el artículo 2. 2 precisa una cláusula abierta al señalar en la parte final “o de cualquier otra índole”. 91 Asimismo, se estarían vulnerando derechos fundamentales tales como el derecho a la igualdad de trato, el derecho a la vida privada y familiar, el derecho a la dignidad de la mujer; además, del interés superior del niño y los derechos del padre biológico. En tercer lugar, deberíamos verificar la existencia de un fin constitucional para justificar tal distinción en la medida. En este caso, se suele invocar que se restringe la posibilidad de que la mujer y terceros impugnen la paternidad en aras de proteger el estado filiatorio matrimonial del niño44. Es decir, para proteger el interés superior del niño y que goce del derecho a la identidad. Si bien, podemos considerar que este es un fin constitucionalmente legítimo, en tanto la Constitución protege al niño, consideramos debatible que haya una distinción de esta clase amparándose en tal fin, cuando en la situación paralela del reconocimiento del hijo de mujer soltera, el hijo de aquella también goza de esta protección especial que otorga la Constitución. No obstante ello, si consideramos únicamente si este es un fin legítimo y constitucional, tendríamos que continuar con el siguiente paso del test que cuestiona si la medida diferenciadora es idónea para lograr dicho fin. En cuarto lugar, deberíamos determinar si la medida es idónea. Consideramos que la medida diferenciadora, el impedir que la mujer casada (o en su defecto algún tercero con legítimo interés) impugne la paternidad matrimonial no es idónea para proteger el fin constitucional que se pretende, con lo cual no sería necesario continuar con los siguientes pasos. Ahora bien, creemos que la medida no es idónea en tanto consideramos que el bienestar del niño, que es lo que se pretende proteger, no se ve recogido efectivamente por esta normativa, ya que 44 El estado filiatorio del niño puede ser un fin constitucional legítimo, sin embargo, consideramos que proteger el estado filiatorio matrimonial atenta contra la igualdad y el principio de unidad de la filiación, consagrados en la Constitución, ya que el Estado le estaría otorgando mayor protección al niño basándose en el estado civil de sus padres. 92 consideramos que el legitimar a la madre para hacer valer la verdad biológica, dentro de los plazos prudentes, sería en beneficio del hijo y de su derecho a su verdadera identidad. Sobre ello ampliaremos en el siguiente acápite. 1.5 El interés superior del niño como fundamento en la regulación de la impugnación de la paternidad matrimonial Hemos analizado en los acápites anteriores los fundamentos de la regulación de la impugnación de paternidad matrimonial. Algunos de ellos son manifiestamente sostenidos y otros, tales como la protección al derecho al honor del marido, hemos inferido que subyacen al sustento de dicha normativa. Ahora bien, entre los argumentos que son manifiestos y sustentan el por qué de dicha normativa, resalta la protección al conocido principio del interés superior del niño. Mediante la presunción pater is y el sistema restringido de impugnación de paternidad matrimonial, se sostiene que se pretende proteger al niño y garantizar su estado filiatorio, otorgándole seguridad jurídica. En tal sentido, el Estado y sus poderes cumplirían con su obligación de velar que el interés superior del niño sea tomado en cuenta como condición primordial. Ahora bien, ¿Qué ha entendido el legislador por interés superior del niño para sostener que esta normativa lo protege? Y en la práctica, ¿El interés superior del niño queda plasmado y protegido en esta regulación? Consideramos que el legislador no ha desarrollado qué implica el interés superior del niño para los casos de impugnación de paternidad matrimonial. En tal sentido, creemos que con estas normas se busca proteger el estado filiatorio del niño, resguardando su derecho 93 a la identidad, vivir en una familia, el derecho a desarrollarse en un ambiente sano, el derecho a su integridad física y psicológica. Pero cabe preguntarnos si realmente esto se cumple en la realidad al impedir que el niño goce de su verdadero estado filiatorio y se cumplan todos estos derechos que implica el velar por el interés superior del niño. Y si esto no se cumple, entonces ¿Qué es lo que busca proteger dicha norma? Si entendemos que el interés superior del niño es el cumplimiento de todas las condiciones para que este se desarrolle integralmente y se garantice el goce de sus derechos, podríamos sostener que puede ser discutible que este principio resulte protegido con una normativa que restringe la posibilidad de que el niño cuente con su verdadero estado filiatorio: sea reconocido por su verdadero padre y no se limite la acción de su madre o padre para poder efectuar tal reconocimiento. Es decir en el caso tipo que refleja la normativa, contemplando el plazo estipulado y el que el niño es recién nacido, ante la situación de que la mujer tuviese un hijo extramatrimonial y el padre biológico quiera reconocerlo, tanto la madre y el padre biológico se verían impedidos por la norma, hasta que el marido, haya impugnado su paternidad y obtenido sentencia favorable. Ello, se agrava más aún, si la madre convive con el padre biológico y el hijo de ambos, siendo que mantienen una vida familiar y el hijo ostenta la posesión constante de estado; sin embargo, su estado filiatorio no se coteja con la realidad biológica en el registro. Ante esta situación ¿el interés superior del niño queda protegido por la normativa? Creemos que no. En tal sentido, desde el caso tipo del hijo recién nacido de mujer casada que no tiene por padre al marido de esta, el hijo tiene el derecho a ostentar su verdadera identidad, que implica el conocer sus orígenes; ser reconocido por sus padres; y, vivir con ellos. Consideramos que el garantizar dichos derechos, además de velar porque el niño viva en 94 un ambiente sano, en donde se vele por su integridad emocional, está implicado en el interés superior del niño. Asimismo, sostenemos que dicha normativa al restringir la posibilidad de que el niño goce de su estado filiatorio real de manera inmediata, genera una afectación futura al iniciarse procesos judiciales para remediar tal situación, que conllevan al surgimiento de otros factores agravantes como: la edad del niño, que implica que este ya tenga uso de razón y se pueda ver afectada su estabilidad emocional al atravesar un proceso que involucra su derecho a la identidad; los costos que generan los procesos judiciales y lo disuasivo que es el sistema, lo que podría provocar que el niño no pueda gozar de su verdadero estado filiatorio por falta de acción; entre otros. En virtud de lo expresado creemos que el interés superior del niño que se busca amparar con este sistema restringido de impugnación de paternidad no es protegido por la normativa. Ahora bien, ¿Qué es lo que busca proteger dichas normas? Consideramos que el legislador se ha inspirado en un contexto desfasado, que como hemos mencionado previamente, distinguen a los hijos matrimoniales y extramatrimoniales, idealizando la institución matrimonial para hacer tal diferencia y tratando de promoverla con esta clase de restricciones, que en efecto, no protegen a los niños y niñas, ni el interés superior de aquellos/as. Finalmente, en los artículos sobre los cuales hemos hecho una breve revisión, se establecen las bases de la regulación de la impugnación de la paternidad, siendo que el principal fundamento de la falta de legitimación activa de la mujer casada para impugnar la paternidad, es la presunción pater is, sustentada en instituciones tales como la familia y el matrimonio, en tanto los deberes que implica (fidelidad-que implica la protección al derecho al honor y reputación del marido- y cohabitación) y valores que subyacen a estas, 95 como el rol social que debe cumplir la mujer. Si bien consideramos que la presunción pater is puede ser útil para determinados casos, creemos que no deberíamos mantener un sistema restringido, puesto que no se adecúa al contexto actual, en el que muchas personas pueden verse afectadas en sus derechos por una regulación teñida de contenido moral que no necesariamente se condice con el Derecho. A continuación procederemos a analizar la experiencia en la legislación comparada sobre la materia. 2. La impugnación de la paternidad matrimonial en la legislación comparada y Doctrina 2.1 Argentina El artículo 243° del Código Civil Argentino, recoge la presunción pater is también contenida en nuestro ordenamiento. En tal sentido, los hijos nacidos de mujer casada se presumen que tienen como padre al marido. Bossert y Zannoni señalan que, “en el caso de la mujer casada, la paternidad queda atribuida ministerio legis al marido de esta, sin perjuicio de la posibilidad de negar o impugnar la paternidad, es decir sin necesidad de reconocimiento expreso por parte del marido, la ley le atribuye la paternidad de los hijos que tiene su esposa con posterioridad a la celebración del matrimonio” (1998: 446). De acuerdo a los mismos autores, al ser una presunción de carácter imperativo, no importará si la mujer inscribe al hijo reputándose como soltera y no mencionando el nombre de su marido, así como el reconocimiento que pueda efectuar un tercero no cobrará eficacia alguna, por la presunción pater is vigente. 96 En cuanto a la fundamentación de esta presunción, como lo hemos venido sosteniendo, Lloveras cita a diversos autores, señalando que, para Messineo, “lo verosímil y normal es que la mujer casada tenga durante el matrimonio, relaciones sexuales con el marido y que las tenga solamente con él, y que, por tanto, el nacido haya sido concebido entre los cónyuges, durante el matrimonio” (Lloveras 2007:60). Por su parte, Zannoni se adhiere a la posición de Barbero y Puig Brutau, que “estima que la presunción de paternidad transciende la vía de las indagaciones para atenerse a la consideración de lo que comúnmente acaece, elevándolo a criterio de certificación legal, reconociendo sin embargo, que la presunción representa la primacía de lo social sobre lo biológico en derecho, justificado por los fines que la familia satisface (Ibídem). Por su parte, la misma autora señala en cuanto a la aplicación de la presunción en el supuesto de la concepción fuera del matrimonio responde a que, “se funda, por un lado, en el respeto de la ley al conocimiento presunto de la paternidad por el esposo que contrajo nupcias con la mujer ya embarazada, y por otra parte, en el reconocimiento legal de la existencia de uniones de hecho prematrimoniales que en numerosas ocasiones se regularizan ante el advenimiento de un nuevo ser” (Ídem: 61). Ahora bien, al igual que en nuestro ordenamiento la presunción pater is admite prueba en contrario, por ende es impugnable. El artículo 258° del Código Civil Argentino señala, El marido puede impugnar la paternidad de los hijos nacidos durante el matrimonio o dentro de los trescientos días siguientes a su disolución o anulación, alegando que él no puede ser el padre o que la paternidad presumida por la ley no debe ser razonablemente mantenida en razón de pruebas que la contradicen. Para acreditar esa circunstancia podrá valerse de todo medio de prueba, pero no será suficiente la sola declaración de la madre. Aun antes del nacimiento del hijo, el marido o sus herederos podrán impugnar preventivamente la paternidad del hijo por nacer. En tal caso la inscripción del nacimiento posterior no hará presumir la paternidad del marido de la madre sino en caso de que la acción fuese rechazada. En todos los casos del presente artículo, para la admisión de la demanda se deberá acreditar previamente la verosimilitud de los hechos en que se funda. (Subrayado nuestro). 97 En tal sentido, se contempla una acción de impugnación de paternidad rigurosa y otra preventiva, referente esta última, al hijo concebido y no nacido. Para efectos de este trabajo, nos referiremos solo a la primera. El antecedente del artículo 258° antes de la Reforma de 1985 preveía un sistema cerrado de la impugnación de paternidad por el esposo, siendo que con la actual disposición se prevé dos conductas del padre para impugnar la paternidad: por un lado alegar que él no puede ser el padre o que la presunción legal no puede ser mantenida en razón de pruebas que la contradigan. En virtud de ello, se arriba a un mismo fin: excluirse de la paternidad atribuida (ídem: 100101). Ahora bien, hemos subrayado que se podrá valer de cualquier medio de prueba para la impugnación de la paternidad, pero no bastará la sola confesión de la madre. Esta redacción tiene como antecedente el artículo 255, que era más restrictivo acotando que cualquier declaración o confesión de la madre en juicio, no haría prueba alguna, siendo que en la actual disposición surge la posibilidad de que la prueba confesional sea tomada en cuenta, evidentemente no por sí sola. La doctrina tradicional interpreta esta disposición, señalando que no es admisible que la madre absuelva una posición, pues su confesión sería sobre su adulterio, y además que el estado de familia de su hijo no podría quedar a su arbitrio (Bossert y Zannoni 1998:456). Por su parte, Cecilia Grosman desarrolla la justificación y razones del artículo 255° que fue antecedente de la disposición actual, que por considerar que aún continúan vigentes no solo para el ordenamiento argentino sino para el propio, creemos es pertinente resaltar. En primer lugar, se aduce que la mujer no puede con su sola declaración crear o modificar el estado filial de su hijo. En tal sentido, el estado filial no depende de las partes 98 interesadas sino es una cuestión de orden público. Por su parte la autora refuta esta razón, señalando que si el estado filial no puede depender de las partes interesadas entonces tampoco cabría que el padre pueda impugnar. Es por ello, que sostiene que esta disposición más bien se ampara en que al ser el esposo el legitimado a impugnar y este tener la potestad marital, no puede verse contrariado por la declaración de su esposa. En virtud de ello, señala que el tratamiento para que se reconozca la declaración de ambos cónyuges debería ser igualitario. En segundo lugar, otro fundamento se encuentra en que la declaración de la madre puede ser una mentira basada en una vendetta personal. En tal sentido, se respalda dicho argumento con la legislación de las Partidas, donde se señalaba, “que las mujeres se ensañan a veces tan fuertemente con los maridos que por despecho que tienen con ellos dicen que los hijos que tienen en el vientre no son de ellos, sino de otros” [sic] (Grosman 1982:193). Este argumento carece de sustento si es que es debidamente acreditado mediante pruebas. Asimismo, se podría decir que el marido también tendría motivos para no desconocer su paternidad, por motivos de venganza hacia la madre. Finalmente, se alega que la declaración de la madre sobre el desconocimiento de la paternidad del marido, implicaría admitir su propio adulterio, y no se puede basar en su propia torpeza. En este sentido, la autora señala que si bien este argumento es válido para quien quiere beneficiarse con una acción ilegitima, no lo es cuando se trata del objetivo que impulsa a la madre que es el interés superior de su hijo o hija. Por ello, señala, El principio de recriminación- ninguna persona puede aprovecharse de su propia conducta ilícitaque se funda en razones morales, si bien puede tener un efecto preventivo en otras situaciones, en este caso no posee operatividad para evitar la infidelidad de la mujer […] la filiación del hijo debe 99 ser decidida de modo objetivo, sin que pueda incidir el comportamiento de la mujer en la valoración de un elemento probatorio destinado a revelar la verdad biológica. (Ídem: 194) En virtud de lo expuesto, al ser que la declaración de la madre no podrá ser por si sola medio de prueba, se infiere que puede constituir elemento probatorio adicional. En tal sentido, coincidimos con la autora en que el ordenamiento legal debe recoger las declaraciones de la madre (y no solo como un elemento de prueba adicional) pues esta es protagonista al igual que el hombre en la concepción del hijo, y porque para determinar la filiación es la que se encuentra más apta para aportar elementos de juicio (Ídem: 195). Por otro lado, en cuanto a la legitimación activa para la impugnación de la paternidad, el artículo 259° del Código argentino, nos muestra una variante con respecto a nuestro ordenamiento, y es que además del marido, el hijo también está legitimado para impugnar la paternidad del esposo de su madre. Mientras que el marido tendrá un plazo para actuar de un año contado desde la inscripción del nacimiento (salvo que no tuvo conocimiento de este, el plazo se computará desde que tomo conocimiento del parto), el hijo podrá iniciar la acción en cualquier tiempo, por lo que no caduca. En tal sentido, podemos advertir la falta de legitimación por parte de la mujer para ejercer por sí sola la acción de impugnación, puesto que como hemos señalado previamente, implicaría alegar su propio adulterio. Ahora bien, si el hijo está legitimado para actuar en todo tiempo, se debería permitir que actúe por medio de un tutor por falta de discernimiento (menor de 14 años) a solicitud de la madre. En virtud, de ello Bossert y Zannoni, advierten que el tema es discutible pues “encierra o puede encerrar un procedimiento elíptico para eludir la falta de legitimación de la madre, para promover la acción de impugnación” (1998:457). Asimismo, Víctor Bazán señala que, “negar la acción 100 de la madre implica sostener una ficción puesto que la acción del hijo normalmente solo podrá fundarse en el conocimiento de los hechos que la madre posee y, por tanto, la acción dependerá de la decisión de aquella en el sentido de aportar los elementos para actuar” (2002:396). Ahora bien, si bien los elementos que aporte el hijo para la impugnación de la paternidad del marido de su madre, implicarían no solo el adulterio de la madre, sino también, como señala Borda, “perder su condición de hijo matrimonial, echar una mancha sobre el honor de su madre y el suyo propio” (1984:296), creemos que esto no sería suficiente en virtud de la igualdad de los hijos sean matrimoniales o extramatrimoniales y en razón de que no se deben primar los valores éticos o morales por encima de la verdad biológica. A raíz de la facultad dada para que el hijo pueda impugnar se podría abrir una puerta a que la madre en su representación o solicitando un tutor que represente al hijo, pueda aportar elementos a través de él que se puedan tomar en cuenta. Si bien, creemos que la legislación argentina otorga un alcance más amplio en cuanto a la materia, sostenemos que debería ser necesaria aún, la legitimación para los dos cónyuges por igual, en virtud del principio a la igualdad y no discriminación que es una de las directrices de un Estado Constitucional. 101 Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina. Recurso extraordinario federal contra sentencia de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil. Buenos Aires 1 de noviembre de 1999 En este caso la señora D. de P.V presentó ante el juez competente argentino una acción de impugnación de paternidad matrimonial, siendo que la demanda fue negada, también en la instancia superior, por falta de legitimación activa de la madre para impugnar. En tal sentido, la actora interpuso un recurso extraordinario para que se revisara la constitucionalidad del artículo 259 del Código Civil argentino, en el que se había fundado la negativa del juez de admitir la demanda. No obstante, los argumentos esgrimidos por la actora y el Procurador General de la Corte, la Corte Suprema optó por confirmar la sentencia resistida, señalando principalmente que, “el artículo 259 del Código Civil, que atribuye al marido y no a la mujer la acción de impugnación de la paternidad, no se funda en un privilegio masculino sino que suministra al marido la vía legal para destruir una presunción legal. Esta no opera sobre la mujer porque su maternidad queda establecida por la prueba del nacimiento y la identidad del nacido” (Jaramillo 2008: 277). Ahora bien, el artículo 259, como habíamos mencionado previamente, señala que la legitimación para impugnar la paternidad corresponde al marido, adicionalmente, de facultar al hijo para actuar por derecho propio. No obstante ello, la madre no está legitimada para actuar en nombre de su hijo, puesto que reputaría alegar su propio adulterio. En tal sentido, la actora fundamentó su recurso, en que la limitación del artículo en cuestión, vulnera lo dispuesto por los artículos 1, 17 inciso 4, 19 y 24 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH), 16 de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), y 2, 7, 8 inciso 1, 12 inciso 1 y 18 inciso 1 de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN). Asimismo, 102 señaló que el argumento de la prohibición de invocar su propia torpeza no es invocable en tanto existe una obligación por las autoridades de tener como objetivo primordial el interés superior del niño. En el mismo sentido, se pronunció el Procurador General. Sin embargo, la Corte rechazó la demanda y confirmó la sentencia recurrida por mayoría, de acuerdo a los argumentos que pasamos a exponer. En primer lugar, señalaron que por medio de esa decisión sí se está privilegiando el interés superior del niño y de acuerdo a ello, se está actuando conforme a las disposiciones internacionales que señalan tomar este principio como consideración esencial para cuestiones que a niños conciernen. No obstante, creemos que no hay una valoración concreta de lo que representa el interés superior del niño en casos como el presente, puesto que se privilegia el emplazamiento inmediato al niño nacido durante el matrimonio sobre la verdad biológica, siendo que parece ser que se está privilegiando el valor institucional de la familia “legítima” que el interés superior del niño, de conocer sus orígenes biológicos y tener una vida privada y familiar con quien es su verdadero padre. Adicionalmente, creemos desfasado privilegiar el valor de una familia “legítima” que descansa en el matrimonio, cuando en la actualidad ya no podríamos hacer tal distinción. En segundo lugar, la Corte señaló que No surge preocupación alguna sobre el ejercicio de algún derecho propio de la mujer, sino solo la conveniencia o inconveniencia de su eventual actuación en representación del hijo durante su minoridad, con lo que, la reforma legislativa tuvo como consideración primordial el valor que pareció como el más beneficioso para el hijo, esto es el conocimiento de su identidad biológica permitiéndole el desplazamiento en todo tiempo de una filiación no acorde con el lazo biológico. (Bazán 2002: 383-384) 103 En tal sentido, se justificaba que mediante la legitimación del hijo de impugnar la paternidad, ya se estaría protegiendo su interés y no habría necesidad de facultar a la madre, que en la realidad sería quien represente al hijo en su minoría de edad. En tercer lugar, en cuanto a la alegada violación al derecho a la igualdad contemplada en tratados internacionales, la Corte explicitó que el derecho a la igualdad ante la ley se refiere a que no se establezcan excepciones o privilegios que excluyan a unos de lo que se concede a otros en igualdad de condiciones y que no todo tratamiento diferenciado constituye una discriminación. En tal sentido, sostuvo que el Estado goza de discrecionalidad para apreciar las distinciones de trato y en el caso en cuestión, la paternidad y maternidad no son absolutamente iguales y por ello es justificable que el legislador contemple diferencias. En cuarto lugar, señalaron que la presunción de paternidad no se funda en la presunción de inocencia de la mujer, en tanto la mujer casada no puede invocar su propio adulterio, sino en el valor institucional de la familia legítima y en la conveniencia de dar emplazamiento al niño nacido durante el matrimonio. Si bien optan por esta argumentación para alegar que con ella se cumple con el principio del interés superior del niño, la distinción a la que hace referencia con el concepto de familia legítima y la preferencia de la verdad legal, que confiere una presunción, sobre la verdad biológica, es cuestionable si realmente ponderamos que es lo más conveniente para el niño en cada caso concreto. Por último, la Corte señala que se ha actuado de acuerdo a los criterios de ponderación en el caso concreto y que la verdad biológica, en todo caso, no se vería afectada, en tanto 104 existe la posibilidad que la acción sea ejercida por el propio interesado, que es el hijo. Sobre este último punto, creemos que la Corte olvida el cómo ejercería el hijo su derecho, en cuanto es menor de edad, así como la urgencia de que se conozcan sus verdaderos lazos biológicos en tanto aún sea niño y el cambio de nombre y apellidos, no genere repercusiones mayores en el futuro. Adicionalmente, que si el hijo ejerce su derecho en el futuro, a través de un representante, evidentemente se fundaría en los hechos alegados por la madre. Ahora bien, si bien el voto mayoritario refleja los argumentos antes expresados, creemos relevante mencionar los votos en disidencia de algunos de los jueces integrantes de la Corte. En primer lugar, mencionaron al igual que los jueces en mayoría, la importancia de considerar el interés superior del niño, sin embargo, apuntan este al contrario del voto mayoritario, como el derecho del niño a conocer su verdadero origen biológico y mantener relaciones con sus padres, por ejemplo. En segundo lugar, afirmaron la violación del artículo 16 de la CEDAW, en tanto el mencionado artículo, señala que, “los Estados Partes asegurarán en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, los mismos derechos y responsabilidades como progenitores, cualquiera que sea su estado civil, en materia relacionadas con sus hijos.” En el presente caso, es clara la distinción en el ejercicio de este derecho en tanto, la madre no puede accionar por cuenta propia en beneficio de su hijo, sí, únicamente el padre. 105 Asimismo, señalaron que la falta de reconocimiento de legitimidad de la madre para impugnar la paternidad matrimonial, resultó arbitraria y carente de fundamento, por ende discriminatoria. En tal sentido, El interés que justifica la acción de la madre para destruir el vínculo con quien- considera- no es el verdadero padre y poder así establecer el vínculo con el padre biológico, se funda en la trascendental incidencia que ello tendrá en el contenido existencial de su vínculo con su hijo y en los múltiples y variados aspectos de la vida de este en los que se interrelacionan la voluntad y los actos de ambos progenitores, además de que pretender escindir los dos vínculos de filiación, como si se tratara de entidades ajenas y desprovistas de interdependencia, para así negar interés legítimamente a la madre actora, significa desconocer el aspecto básico de la vida de familia. (Ídem: 387) Finalmente recalcaron que, aún cuando el artículo 259 no niega expresamente la legitimación de la mujer, la violación a un tratado internacional puede manifestarse tanto por disposiciones internas contrarias a derechos enarbolados en estos, como por la falta de normas que hagan posible el cumplimiento de estos derechos (Ídem: 386). Creemos, pues, que en este caso, no solo hubo una omisión por parte del legislador, sino también por parte de los jueces, quienes aplicaron una norma abiertamente inconstitucional a la hora de resolver el recurso, pese a los fundamentos acertados de los votos en disidencia. En tal sentido, con este caso, hemos querido ilustrar, que tras el principio del interés superior del niño, muchas veces carente de sustento aplicable al caso concreto y en aras de valores conservadores y desfasados para la realidad y contexto actual, se optó por negar el ejercicio en igualdad de derechos a ambos progenitores, en este caso a la madre, así como no se consideró los verdaderos derechos que estaban en juego, cuando se pretendió aplicar el interés superior del niño, como lo eran el derecho a la identidad y a vivir en una familia, que no necesariamente era la matrimonial. 106 2.2 Colombia En la legislación colombiana sí se admite la impugnación de la paternidad tanto por el marido, el padre biológico, el hijo y la madre. En tal sentido, la Ley 1060 de 2006 modificó los artículos pertinentes del Código Civil Colombiano otorgando una protección equitativa al hijo, cónyuges y progenitores. A continuación, analizaremos los artículos pertinentes. El artículo 213 del Código Civil establece la presunción de legitimidad o la ya mencionada presunción pater is, señalando que el hijo concebido durante el matrimonio o durante la unión marital de hecho tiene por padres a los cónyuges o compañeros permanentes, salvo que se pruebe lo contrario en un proceso de impugnación de paternidad. Podemos apreciar que no solo se aplicará la presunción dentro del matrimonio, sino también para las uniones de hecho. Ello, implica un tratamiento igualitario y una superación a las diferencias entre las conocidas filiación matrimonial y extramatrimonial. El artículo 214 señala que el hijo que nace transcurridos los 180 días subsiguientes al matrimonio o a la declaración de la unión de hecho, se reputa concebido en el vínculo y tiene como padres a los cónyuges o compañeros permanentes excepto en dos supuestos: 1) el cónyuge o compañero permanente demuestre por cualquier medio que no es el padre; o 2) cuando en un proceso de impugnación de paternidad se desvirtúe por medio de pruebas científicas esta presunción. El artículo 216 señala quienes son los titulares de la acción de impugnación de paternidad, siendo que están legitimados el marido o compañero permanente y la madre, otorgándoseles un plazo de 140 días desde el conocimiento de que no se era el padre 107 biológico. Adicionalmente, el artículo 217 legitima al hijo para impugnar la paternidad siendo que su acción no caduca; y también se concede titularidad para accionar al padre biológico. En tal sentido, se evidencia que, […] en la expedición de la ley 1060 de 2006, que se equiparan las causales de impugnación, sea la filiación matrimonial o de una unión marital. Antes de esta ley, era claro que sólo al padre le era permitido impugnar la paternidad del hijo matrimonial y siempre en un plazo perentorio, es decir, dentro de los sesenta días en que tuvo conocimiento del parto. Si en vida el presunto padre jamás promovió la correspondiente acción, nadie más podría intentar desvirtuar dicha paternidad. (Serrano 2008:9) En consecuencia, con esta modificatoria en la legislación se moderniza la normativa y se adecúa a un contexto distinto, en tanto, La esposa de la antigüedad no podía intentar impugnar la paternidad atribuida a su marido, porque terminaba demostrando su propio adulterio con los efectos penales o sociales que de ello se derivaban (…) se les negaba la acción con el criterio de estar reclamando una protección judicial contraria a la moral, al buscar hacer explícito su adulterio y al hijo que procuraba lo mismo, no solo se le reprochaba el pretender llevar la condición de adulterino, sino de "enlodar" el nombre de su señora madre, con lo cual le inducían un complejo de culpa insuperable. (Medina 2010:396) Asimismo, la legislación anterior, […] aparejaba problemas que las leyes del momento no solucionaban, porque solamente se consagraba la acción de impugnación de la paternidad para el esposo, que podía abstenerse de ejercer la acción por simple desinterés o por desconocimiento de las andanzas de quien seguía apareciendo como su cónyuge. Por otro lado, mientras no se intentara la impugnación se impedía que el hijo tuviera vínculos jurídicos paterno-filiales con su verdadero padre genético. (Ídem: 408) En tal sentido, La acción de impugnación de la paternidad estaba fundada en las obligaciones recíprocas de fidelidad y de cohabitación, que los cónyuges requieren observar dentro del matrimonio, por lo tanto era posible demostrar la violación de alguna de estas obligaciones, pero casi en forma exclusiva, por parte del marido. Si el esposo aceptaba a su hijo sin entrar a discutir si era o no el padre biológico, cerraba el camino para que cualquiera otra persona pudiera impugnarla. (Serrano 2008:20-21) 108 Sin embargo con el cambio en la legislación colombiana, Serrano Quintero concluye que, “con la existencia de la prueba genética que posibilita científicamente el establecimiento de la verdadera maternidad o paternidad, es que se entiende el espíritu de la ley 1060 de 2006, que consagra una verdadera revolución en materia de impugnación y establecimiento de filiación” (Ibídem). 2.3 España En la legislación española encontramos similitudes a lo dispuesto por nuestro ordenamiento, con algunos matices, puesto que la madre tendría una legitimidad “indirecta” en representación del hijo menor o incapaz, de ser el caso que se le atribuya la patria potestad. En primer lugar, el artículo 116° del Código Civil español refleja la conocida presunción pater is, siendo que en esta disposición se contempla que, “se presumen hijos del marido los nacidos después de la celebración del matrimonio y antes de los trescientos días siguientes a su disolución o a la separación legal o de hecho de los cónyuges.” En tal sentido, una diferencia sustancial, es la consideración de la separación de hecho como suceso equiparable a la disolución legal, para fines de la eficacia de la presunción de la paternidad. Es decir, en caso de que los cónyuges se hayan separado de hecho por varios años, no se le atribuirá de manera automática, como resulta mediante esta presunción, la paternidad del marido pese a no mediar un divorcio. No obstante esta acotación, nos centraremos en el ámbito en el cual rige la presunción de paternidad matrimonial y las acciones correspondientes para impugnar esta. 109 Ahora bien, en cuanto a las acciones de impugnación de paternidad que nos concierne para este análisis, recurriremos al estudio de los artículos 136° y 137° del mismo cuerpo legal. El artículo 136° señala que el marido podrá ejercitar la acción de impugnación de la paternidad en el plazo de un año, contado desde la inscripción de la filiación en el Registro Civil, no obstante, el plazo no correrá mientras que el marido no tome conocimiento del hecho. Adicionalmente, el artículo en mención, también otorga legitimidad a los herederos del marido en los siguientes supuestos: i) si el marido fallece antes de transcurrir el plazo de un año estipulado previamente; ii) si fallece sin conocer del nacimiento, siendo que el plazo se computará desde que el heredero conozca del hecho. En tal sentido, el artículo 136° otorga legitimidad al marido y a sus herederos, sin embargo, mediante el artículo 137° se amplía la posibilidad de los legitimados a actuar respecto a la impugnación de paternidad, siendo que antes de la Reforma de 1981, solo se contaba con la disposición que legitimaba al marido y sus herederos. El artículo 137° amplía los sujetos legitimados para impugnar la paternidad matrimonial, respecto a lo dispuesto antes de la reforma. En tal sentido, la disposición acotada otorga legitimación activa: a. Al hijo durante el año siguiente a la inscripción de la filiación. Pero si es menor o incapaz, el plazo contará desde que alcance la mayoría de edad o la plena capacidad legal; b. A la madre que ostente la patria potestad o al Ministerio Fiscal, si el hijo es menor o incapacitado, durante el plazo del año desde la inscripción. Pero la acción ha de ejercitarse en interés del hijo, lo que lógicamente someterá esta legitimación al control previo de la autoridad judicial; c. Al hijo o a sus herederos que podrían impugnar en cualquier tiempo, esto es durante su vida, si falta en las relaciones familiares la posesión de estado de filiación matrimonial. (Diez Picazo y Gullón 1997:279) Será menester centrarnos en el acápite b) en lo referente a la suerte de legitimidad que se le otorga a la madre para la acción de impugnación. De la disposición señalada se 110 desprenden los siguientes requisitos: que la madre ostente la patria potestad, que se accione en el plazo de un año desde la inscripción y que se alegue el interés superior del hijo. En tal sentido, lo menciona Manuel De la Cámara Álvarez, en Comentarios al Código Civil, “que dicha exigencia (la madre debe ostentar la patria potestad) constituye un requisito que se suma al del interés del hijo y no un presupuesto (cuya explicitación sería innecesaria) de la legitimación procesal indirecta” (De la Cámara Álvarez 1984: 831). Por otro lado, qué ha de entenderse por el interés superior del hijo, puesto que se requiere que la madre (para que pueda ejercer la acción impugnatoria) alegue el interés del hijo. En tal sentido, “el interés del hijo hay que ponderarlo en atención, al comportamiento del marido, que aunque no se haya decidido a ejercitar la acción impugnatoria, duda de su propia paternidad y trata al presunto hijo de forma que material o moralmente le perjudica” (Ídem: 835 ) Se desprende de esta disposición, que la legitimación otorgada a la madre es indirecta, puesto que no se toma en cuenta el interés de la madre en la cuestión, y solo el del hijo, que deberá acreditarse debidamente por ella, siendo que el Juez evaluará, y una vez más se interpondría una traba en el ejercicio del derecho de la madre con respecto a su hijo. Ahora bien, como hemos mencionado líneas arriba, la justificación de esta falta de legitimidad directa de la madre para accionar responde a la imposibilidad de que la mujer alegue su propio adulterio, puesto que basándose en este se pretendería impugnar la paternidad del marido. A raíz de ello, […] una cosa es que el adulterio deba repercutir en las relaciones conyugales -tema que está fuera de discusión- y otra que, en su virtud, se sancione a la mujer no ya como esposa, sino como madre. Al explicar la modificación del artículo 235 del Código civil italiano por la Ley de 19 mayo 1975 se subrayó con acierto hasta qué punto era «inadmisible y del todo injustificada la exclusión de la madre y del hijo en la titularidad de la acción de desconocimiento de la paternidad. Las razones 111 alegadas de contrario y según las cuales el marido, como jefe de la familia, es quien está capacitado para valorar la oportunidad de ejercitar una acción -que afecta directamente a su posición de padre- y que atenta a la integridad de la familia son equivocadas e injustas. La existencia o no de un estado de filiación legítima atañe profundamente a los intereses morales y materiales de la madre y del hijo: también trasciende al padre natural a quien la falta de ejercicio de la acción de desconocimiento por parte del marido le priva de la posibilidad de reconocer. Excluir a la madre y al hijo de la acción de desconocimiento de la paternidad significa estabilizar una situación de profunda iniquidad, que ha dado lugar a hechos gravísimos que incluso han conmovido a la opinión pública y en los que la oposición de una paternidad legal a otra natural ha sido ligada a motivos y razones moralmente insanas, aunque amparadas en el Derecho». (Ídem: 837-838)” En conclusión, podemos inferir que el artículo en mención si bien deja una puerta abierta a la posibilidad de que la madre que ejerza la patria potestad y en aras del interés de su hijo, pueda impugnar en representación de este (regulación que no se aplica en el Perú), impone trabas al ejercicio del derecho de la madre, que debería ser concedido directamente y de manera libre, puesto que consideramos aún esta disposición atenta contra el derecho a la igualdad. Finalmente, en este sentido, De la Cámara Álvarez, señala, El artículo 137.2, en efecto, atenta contra un derecho fundamental sancionado por el artículo 14 de la Constitución que, después de proclamar la igualdad de todos los españoles ante la ley, agrega, «sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra circunstancia personal o social». Luego es inconstitucional toda disposición, tenga o no rango de ley, que formule una discriminación por razón de sexo. La discriminación en que incurre la Ley de 13 mayo 1981 al reglamentar la acción impugnatoria de la presunción pater is es palmaria. Mientras el marido ostenta una legitimación activa iure propio sin otra cortapisa que ejercitar la acción antes de que caduque, la mujer sólo puede entablarla en interés del hijo, lo que le sitúa a priori y prescindiendo de que en el proceso pueda o no demostrarse la inexactitud de la filiación paterna, en una situación de evidente inferioridad en relación con su marido. El tratamiento que se otorga a la mujer es, pues, incuestionablemente desigual y discriminatorio. (Ídem: 838-839) 112 2.4 México En la legislación mexicana, podemos observar disposiciones muy similares a las nuestras, siendo que rige la presunción pater is, y el único legitimado para desvirtuarla es el marido o sus herederos. Nuevamente, el dicho de la mujer no es considerado, y se priva del derecho de la madre y el hijo para impugnar la paternidad matrimonial. En el artículo 324° del Código Civil Federal mexicano, se consagra la presunción pater is, señalándose que se considerarán hijos de los cónyuges, los hijos nacidos después de los ciento ochenta días contados desde la celebración del matrimonio y los hijos nacidos dentro de los trescientos días siguientes a su disolución judicial. En tal sentido, en el artículo 325° se resalta que no se admitirá prueba en contrario contra la presunción pater is, salvo que el marido pruebe que no tuvo acceso carnal con su mujer, en los primeros ciento veinte días de los trescientos que precedieron al nacimiento. De acuerdo a lo dispuesto, el marido es el único legitimado para actuar y ejercer la acción de impugnación de paternidad matrimonial, pero se ve limitado al supuesto referido. No obstante, si bien, “sólo se podrá impugnar la paternidad cuando se demuestre la imposibilidad física del cónyuge varón para tener relaciones sexuales con su cónyuge durante los primeros ciento veinte días de los trescientos que precedieron al nacimiento. Igualmente se podrá impugnar la paternidad mediante las pruebas que el avance de los conocimientos científicos pueda permitir y ofrecer” (Pérez 2010:122). Creemos que la autora sostiene que para impugnar la paternidad el marido podrá alegar prueba científica, en tanto, los avances de la ciencia lo ameritan, mas ello no se precisa en lo dispuesto por 113 el Código. Además, recalcar nuevamente, que el único legitimado, y en todo caso que podría recurrir a la prueba científica para impugnar la paternidad sería el marido. Por otro lado, el artículo 326° del mismo cuerpo legislativo señala que el marido no podrá ampararse en el adulterio de la mujer, aunque ella declare que no son hijos de su esposo. En tal sentido, “el cónyuge varón no puede impugnar la paternidad de un hijo alegando el adulterio de la madre, aun cuando ésta afirme que no es hijo suyo, salvo cuando el nacimiento del hijo se le haya ocultado, o bien que demuestre no haber tenido relaciones sexuales con su pareja durante los primeros ciento veinte días de los trescientos que preceden al nacimiento; esto en congruencia con la regla anterior” (Ibídem). En este caso, percibimos reiteradamente la regla de no alegar hecho propio, en caso que no se considera la confesión de la madre, basándose en prejuicios y valores morales enraizados en la sociedad, que no deberían plasmarse en una legislación que concede y niega derechos, a unos y a otros. No nos detendremos en esta argumentación, puesto que la hemos abordado previamente, en justificaciones para normativa similar. Por último, el plazo para que el marido pueda impugnar la paternidad está establecido en el artículo 330°, que señala que en los casos en que el marido esté legitimado para contradecir su paternidad, deberá deducir su acción dentro de sesenta días, contados desde el nacimiento, si estuvo presente, desde el día en que llegó al lugar, si estuvo ausente, o desde el día en que conoció del nacimiento, si se le ocultó este. En tal sentido, el ordenamiento mexicano presenta similitudes con nuestras disposiciones en virtud de consideraciones morales que creemos soslayan estas normas. El único legitimado para impugnar la paternidad matrimonial es el marido y no se toma en 114 consideración la declaración de la mujer, ni puede ampararse la acción en el acto del adulterio. Asimismo, no se toma en cuenta la legitimidad que podría tener el hijo para conocer su verdadero estado filiatorio. 3. Análisis de género de la legislación peruana sobre impugnación de paternidad matrimonial A partir de lo analizado respecto a las disposiciones que rigen la materia sobre impugnación de la paternidad matrimonial, en este apartado será menester analizar los valores que reflejan estas normas, bajo la perspectiva de género y la utilización de los métodos jurídicos feministas propuestos por Katherine Bartlett. En primer lugar, partimos de proponer que estas normas son discriminatorias en razón de género y no meramente de sexo, puesto que, consideramos que la discriminación hacia la mujer encuentra sus raíces más allá de factores biológicos y anatómicos (sexo); es decir, en los roles sociales de lo que corresponde a lo masculino y femenino atribuibles históricamente a determinado sexo; condiciones que más que adquiridas naturalmente son cultural y socialmente aprendidas. En tal sentido, diversas autoras han planteado la distinción entre las categorías sexo y género, siendo que entre ellas, Gayle Rubin, propone la denominación de “sistema sexogénero” definiéndolo como, “el conjunto de ajustes o disposiciones por los cuales una sociedad transforma la sexualidad biológica en producto de la actividad humana, y mediante los cuales estas necesidades sexuales transformadas se satisfacen” (Oliva Portolés 2005:26). Es decir, el sistema sexo-género, para Rubin, explica cómo la sexualidad biológica se traduce y se construye socialmente a través de la actividad 115 humana. En consecuencia, el sexo se refiere a lo determinado por la biología, mientras que el género se refiere a los roles sexuales que la cultura y la sociedad asignan a determinado sexo. En virtud de la distinción del sexo y género propuesta por Rubin, se consideró el género como una división impuesta socialmente a partir de relaciones de poder, que asigna espacios, tareas, deseos, derechos, obligaciones y prestigio (Ídem: 27). En tal sentido, Joan Scott, en su obra El género: una categoría útil para el análisis histórico, propone una definición del género entendida bajo dos premisas, primero entiende al género como elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos; y el género como forma primaria de relaciones significantes de poder (1999: 61). Para ello, en su primera acepción el género se desglosa en cuatro elementos que se interrelacionan; el primero de ellos se refiere a los símbolos culturalmente disponibles que se han visto manifestados en la tradición cristiana occidental, como lo es por ejemplo la imagen de María, una mujer que evoca la virtud, la pureza, maternidad, etc. En segundo lugar, los conceptos normativos que son la interpretación de los símbolos culturales disponibles, y que se manifiestan a través de doctrinas religiosas, políticas, legales, etc. Ello se puede plasmar en la visión pecaminosa que existe en la doctrina religiosa respecto de toda aquella mujer que no cumple con los patrones culturales que se han impuesto a las mujeres y cómo incluso estas nociones subyacen a la implementación de ciertas normas (el sexo prematrimonial, el adulterio). En tercer lugar, las nociones políticas y referencias a instituciones y organizaciones sociales, cómo la familia cómo base de la sociedad. Finalmente, el último elemento lo constituye la identidad subjetiva (Ídem: 6162), que a nuestro entender puede ser una aglomeración de todos estos elementos y la apropiación de una identidad genérica que se ha construido culturalmente en la historia. 116 Articulando lo mencionado por Scott, uno de los espacios en los que se suele encuadrar el rol de la mujer y los estereotipos de género es en el ámbito familiar, así como en las normas que lo regulan. Así, la concepción de familia nuclear que se consolidó en el siglo XIX subrayó la idea de que, Las mujeres debían asumir la crianza de los niños y las labores hogareñas, dadas sus capacidades especiales para ello. Este rol de las mujeres se reforzó de diversas maneras: por una parte, resaltando la importancia de la lactancia en la nutrición de los menores y en la creación del vínculo afectivo entre madre e hijo; por otra, resaltando la sensibilidad de las mujeres y por tanto sus dones para dar a los hijos el amor necesario para su desarrollo; finalmente, resaltando las habilidades de las mujeres para la economía doméstica y la íntima conexión de esta con un adecuado desarrollo de los hijos. (Jaramillo 2008: 268) En tal sentido, consideramos que las disposiciones del derecho de familia, específicamente las que analizamos en el presente trabajo, obedecen a reglas que no solo se fundamentan en la sexualidad, sino en el género, puesto que rigen de acuerdo a diversos patrones enraizados en la sociedad a lo que debe o no hacer una mujer, especialmente una madre y ama de casa. Sostenemos, pues, que el Derecho, soslaya valores enraizados que buscan reafirmar los estereotipos de género y se amparan en un patrón masculino. Para ello, es menester mencionar la obra de Frances Olsen, “el sexo del derecho”, en la que menciona que el pensamiento se ha estructurado en una serie de dualismos que “dividen las cosas en esferas contrastantes o pares opuestos” (2000:25). Identifica tres características del sistema de dualismos, en primer lugar, “los dualismos están sexualizados. Una mitad de cada dualismo se considera masculina y la otra mitad, femenina. Segundo, los términos de los dualismos no son iguales sino que constituyen una jerarquía. En cada par, el término identificado como “masculino” es privilegiado como superior, mientras que el otro es considerado como negativo, corrupto o inferior. Y tercero, el derecho se identifica con el lado masculino de los dualismos” (Ibídem). En consecuencia, lo masculino se identifica con características como lo racional, activo, 117 objetivo, etc., mientras que lo femenino se asocia a características como lo emocional, irracional, pasivo, etc. Características, que evidentemente, se encuentran jerarquizadas donde lo propio de la masculinidad es superior a las características atribuibles a la mujer. Es decir, el Derecho no puede obedecer ni seguir otro patrón, que el masculino, adquiriendo las cualidades de lo racional, objetivo, abstracto. Por lo tanto, articulando el género como categoría analítica y usándolo como herramienta para el análisis de las disposiciones referentes a la impugnación de la paternidad de la mujer casada; podemos concluir que el fundamento para la negativa de considerarle legitimidad para obrar a la mujer casada se basa en patrones enraizados en la sociedad referentes a los roles asignados para hombres y mujeres. Es decir, la discriminación que generan esas disposiciones no solo obedecen a una discriminación sexual, sino que se basan en valoraciones morales respecto al concepto de familia, los roles que debe cumplir el hombre y la mujer, y los deberes de esta respecto a su marido; conforme se le atribuían en un modelo de potestad marital. Un ejemplo de ello, es el deber de fidelidad que corresponde a los cónyuges, y en el cual se basa la presunción pater is. La mujer debe cumplir con las expectativas de pureza y fidelidad para con el cónyuge (se puede interpretar que es el símbolo de pureza que evoca María como referente de mujer); más que por un deber recíproco originado en el matrimonio, por un deber de respeto al honor de su marido. Si quisiéramos encuadrar los elementos propuestos por Scott sobre el género como elemento constitutivo de las relaciones entre los sexos al ejemplo de la impugnación de la paternidad matrimonial, podríamos arribar a que esta descansa en un símbolo idealizado de la mujer pura, virtuosa, fiel y madre devota (María para la doctrina religiosa católica) que sería incapaz 118 de faltar al deber de fidelidad de su marido, por lo que nunca cabría el supuesto de impugnar la paternidad matrimonial. Ello se vería reflejado en la doctrina religiosa a través de la consideración del adulterio como pecado y a su vez legitimado por la normativa que señala que, si bien el deber de fidelidad es recíproco, la única que no puede reconocer a un hijo extramatrimonial como tal es la mujer; ya que automáticamente el hijo se reputará de su marido. Estas nociones entonces crean una conciencia cultural e histórica de lo que debe y no debe hacer una mujer como ama de casa y esposa, y colabora con el fortalecimiento de los estereotipos de género. Esta ejemplificación, solo vislumbra cómo opera la asignación de características a los sexos y los deberes que se desprenden de los roles asignados que se ven plasmados en nuestro ordenamiento. Por ello, las disposiciones comentadas en el presente trabajo no solo discriminan a la mujer por sus características biológicas, sino porque se le asigna un rol de acuerdo a los estereotipos y valoraciones morales que debe cumplir; es decir se regula la problemática familiar a través de patrones que se construyen culturalmente en la sociedad y no en razones objetivas. Ahora bien, es relevante utilizar la categoría género para el análisis de la impugnación de la paternidad matrimonial, en tanto, el tema amerita deconstruir las nociones del derecho de familia que encierran valores que representan estereotipos marcados en la sociedad y cultura, los cuales sólo podrán ser analizados a través de una perspectiva de género, para hallar respuesta a nuestras interrogantes. En tal sentido, la construcción cultural y social que se desarrolla de los roles de género asignados respecto a características biológicas, conllevan a crear una identidad de género. Aquella es construida desde la esfera privada como la familia, posteriormente, siendo que la escuela y comunidad influyen en este 119 proceso de consolidar una identidad concreta a través de medios de control social, como lo es el Derecho (Alvites 2004: 322). Asimismo, es importante develar que si bien se reconoce el derecho a la igualdad y no discriminación en nuestra Constitución, este no necesariamente se materializa en la realidad, siendo que hay normas que producen una discriminación por resultado; mas existen normas como las cuestionadas en esta investigación que son directamente discriminatorias y no deberían mantener su validez. Por otra parte, se debe poner énfasis en que estas disposiciones no solo vulneran el interés superior del niño/a al atentar contra su derecho a la identidad; ya que en la mayoría de casos el conflicto que suele resaltar es este, mas la declaración de la mujer y su derechos quedan relegados en aras de valores conservadores que parecen proteger al hombre. En virtud de ello, creemos que el Estado no debe legislar de acuerdo a una moral específica, puesto que todos los individuos tenemos el derecho a la libertad de decidir sobre nuestro plan de vida, siempre que no vulnere los derechos ajenos. No obstante, el Estado reconoce el principio de autonomía individual, que implica la libertad de la persona a elegir su plan de vida sin que el Estado interfiera e imponga un modelo de virtud determinado; tal y como señala Villanueva, “el sistema jurídico no siempre ha respetado la autonomía de las mujeres, y por ello hemos sido objeto de normas legales que han dificultado o impedido que podamos elaborar nuestros propios planes de vida y que seamos, en definitiva, dueñas de nuestro propio destino” (1999:15). En tal sentido, consideramos que la mujer es expropiada de su sexualidad, nuevamente a través del Derecho, puesto que a estas disposiciones subyacen el deber de fidelidad y una moralidad impuesta por el Estado, en virtud del perfeccionismo ético, que implica una 120 interferencia estatal en la imposición de planes de vida a los individuos, pues los considera mejores o más virtuosos (Ibídem). En esta misma línea, creemos necesario para el análisis de este trabajo, ya que hemos planteado abordar la temática desde un enfoque de género, asimismo, utilizar los métodos jurídicos feministas propuestos por K. Bartlett, a los que hemos aludido en el primer capítulo. En tal sentido, como hemos sostenido, en el Estado Constitucional la labor judicial cobra protagonismo y tiene mayor relevancia razonar a partir del caso en concreto y ponderar los valores en juego. En virtud de ello, creemos compatible con el modelo constitucional aplicar los tres métodos propuestos por Bartlett, y analizar cómo ante esta problemática se podría tener en cuenta la perspectiva de la afectada, como lo es la mujer, y resolver con justicia. El primero de los métodos aludidos, invoca a plantearnos la pregunta por la mujer para develar las fallas en la norma que está teñida de características masculinas que dominan la regulación del derecho y no toma en cuenta la experiencia de la mujer en cuanto a las prácticas que le conciernen. En tal sentido, en cuanto al tema que nos concierne, cabría hacernos las siguientes interrogantes al formular la pregunta por la mujer, ¿Por qué se deniega la posibilidad de la mujer a negar la paternidad de su marido?, ¿Qué valores subyacen a esta prohibición?, ¿Por qué el marido que tiene un hijo extramatrimonial puede reconocerlo y la mujer casada que tiene un hijo fuera del matrimonio no puede alegarlo en virtud de que haya un reconocimiento del padre biológico? ¿Qué diferencia subyace a una mujer soltera que tiene un hijo extramatrimonial a una mujer casada en el mismo caso? ¿Es el deber de fidelidad recíproco o su aplicación solo beneficia al hombre? ¿Por qué se suele alegar en casos de control difuso de las disposiciones en 121 mención solamente el interés superior del niño y su derecho a la identidad, mas no se hace mención al derecho a la igualdad? Bajo estas numerosas interrogantes, podemos concluir que no hay un trato igualitario en las relaciones familiares, puesto que aparentemente los deberes conyugales son unilaterales, ya que la mujer no puede declarar su propio adulterio, mas el marido si está facultado para ello, al implícitamente hacerlo al reconocer un hijo extramatrimonial. ¿Ello a qué responde? Creemos, nuevamente, que la norma refleja los estereotipos de género enraizados en la sociedad, de los roles que debe cumplir una mujer en tanto esposa y ama de casa, estereotipos y patrones que no son compatibles con el mandato de igualdad que proclama la Constitución y que es transversal al ejercicio de todos los derechos, como la vida privada y familiar. El segundo método jurídico, se refiere al razonamiento práctico feminista, que pretende, como en los métodos de interpretación judicial del Estado Constitucional, partir del caso en concreto para resignificar la norma; siendo crucial el aporte del contexto y las particularidades del caso e interpretando la norma conforme a los valores constitucionales en juego. Para ello, será relevante tomar en cuenta los factores sociales y culturales que influyen en la norma para que esta no solo no sea neutral, sino también masculina; para ello entonces, será menester utilizar la perspectiva de las mujeres. Respecto al caso en cuestión, hay algunas razones que suelen justificar a las normas comentadas. En primer lugar, las disposiciones en cuestión sirven como garantía del estado filiatorio del hijo matrimonial. En cuanto a este punto, cabe hacerse la pregunta, ¿ello no contravendría el mandato de igualdad entre hijos matrimoniales y extramatrimoniales? Pues bien, creemos que si proclamamos la garantía del estado 122 filiatorio matrimonial, una vez más se colocaría una distinción, en la cual el hijo matrimonial sería notablemente favorecido en detrimento de un hijo extramatrimonial que no tiene a su favor tal presunción, iuris tantum, solo para el marido. En tal sentido, la garantía del estadio filiatorio matrimonial no debería ser una razón argüible y válida, puesto que se estaría beneficiando a un hijo matrimonial sobre el extramatrimonial, cuando tal distinción no es concorde con la Constitución, además de no corresponder con la realidad social en la cual vivimos. Adicionalmente, y vinculado al primer argumento, estas disposiciones reflejan un espíritu de promoción al matrimonio, que creemos a nuestro modo de ver, es discriminatorio para los hijos extramatrimoniales, que pueden incluso ser concebidos durante la convivencia de los padres sin estos estar casados. En virtud de ello, consideramos no se debe legislar, más aún si se trata de limitar derechos, inspirados en una moral religiosa que proclama al matrimonio y por ende a la familia matrimonial como la paradigmática de una sociedad, peor aún, si se toma en cuenta que esta no es la mayoritaria en el contexto actual. Por otro lado, y relacionado a la protección del estado filiatorio matrimonial que busca proteger al niño, cabe preguntarnos, ¿realmente es una protección negarle al niño/a conocer sus orígenes biológicos, por privilegiar una verdad legal? ¿Acaso ello responde al verdadero principio del interés superior del niño? En este caso, creemos que el principio del interés superior del niño, se utiliza como excusa para soslayar otros valores que representa la norma como la preferencia por el modelo matrimonial de familia, y lo que el matrimonio implica. En conclusión, el argumento que defiende esta disposición de proteger a los niños en virtud del nacimiento dentro de una familia matrimonial, no es realmente válido, pues esta protección es cuestionable. 123 En segundo lugar, se señala que esta disposición debe regir en tanto se basa en el deber conyugal mutuo que origina el matrimonio, como lo es el deber de fidelidad. En virtud de este, se presume que todos los hijos nacidos dentro de un matrimonio, son matrimoniales. Pues bien, ¿realmente es mutuo, o solo se aplica a la mujer? En este sentido, creemos que, al facultarse al hombre a reconocer a su hijo extramatrimonial (ello es totalmente válido) reconoce implícitamente su adulterio, más la mujer que lo haya cometido no puede alegar su propia torpeza. Ello nuevamente encierra una contradicción e incompatibilidad con el mandato de igualdad y no discriminación45; si realmente lo que se busca con esta norma es afirmar el deber de fidelidad que conlleva el matrimonio, este no debería ser unilateral. Por otro lado, no estamos a favor de que las parejas casadas no reconozcan a sus hijos en caso de haberlos tenido fuera del matrimonio, por el contrario, sabiendo que estamos ante una realidad cambiante, no podemos legislar amparándonos en el ideal del deber de fidelidad, cuando existen otros valores en juego como el derecho a la identidad de los niños y niñas, así como la igualdad de trato que debe darse a hombres y mujeres en cuanto al ejercicio de su derecho a la vida privada y familiar, por ejemplo. Como señala Bartlett, debemos tomar especial relevancia a las circunstancias reales que nos brindan a una aproximación al problema, pues no necesariamente se verán reflejados en el principio o derecho inicial que se busca proteger mediante la norma. Finalmente, el tercer método trata del aumento de conciencia, que, como hemos explicado previamente, actúa como meta método y parte de enriquecer la teoría con la práctica y experiencia. En cuanto al caso en concreto, creemos que, como comentaremos más adelante, si bien se ha aplicado el control difuso en algunos casos por considerar que estas normas son contrarias a la Constitución, no ha sido precisamente bajo los 45 Tal y como hemos podido observar al realizar el test de igualdad en el acápite 1.4 del presente capítulo. 124 argumentos aquí propuestos; es decir, no ha habido un aumento de conciencia en el sentido, que aún no se percatan de la discriminación por género “no tan encubierta” por estas normas, pero que parece estarlo para algunos todavía. Asimismo, creemos que la presencia de esas normas con carácter discriminatorio, al persistir en nuestro ordenamiento y no ser uniforme el uso del control difuso para ellas, contribuye a legitimar una situación de desventaja y subordinación femenina. En tal sentido, una manera de generar el aumento de conciencia, no solo serían los fallos judiciales que también sustenten el control difuso en base al derecho a la igualdad y no discriminación, sino también la derogación y modificación de estas normas de nuestro sistema jurídico familiar. En conclusión, mediante este capítulo hemos abordado la problemática específica en torno a la impugnación de paternidad matrimonial con una postura crítica desde el paradigma constitucional. En tal sentido, hemos considerado importante para el análisis desmembrar las instituciones del derecho de familia y valores que subyacen a esta atendiendo a los principios que rigen el Estado Constitucional y mediante una perspectiva de género que involucre una argumentación jurídica para dar luz a los problemas de desigualdad aún vigentes reflejados en dichas disposiciones. Asimismo, debemos resaltar que si bien tenemos derechos y principios reconocidos estos no suelen materializarse en la realidad, por lo que se busca explicar dicha falta de concreción a través de un análisis jurídico feminista. Finalmente, podemos percibir que no solo existe una justificación a la posible inconstitucionalidad de estas disposiciones en virtud del derecho de identidad de los niños y niñas, sino en razón de la afectación a los derechos de las mujeres. 125 Capítulo III Análisis de casos sobre impugnación de paternidad matrimonial desde una perspectiva de género En el presente capítulo realizaremos un análisis de casos judiciales sobre impugnación de paternidad matrimonial, conforme al marco teórico aportado en los capítulos anteriores. En tal sentido, hemos seleccionado diez casos sobre la materia, los cuales han sido cuadernillos ubicados en la Sala Constitucional y Permanente y la Sala Civil y Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República. En virtud de ello, los cuadernillos seleccionados comprenden un periodo de fechas entre 1999-2012, siendo que cinco de los casos que analizaremos son del año 2012. Asimismo, estos han sido elegidos en virtud de la disponibilidad de cuadernillos sobre la materia y la accesibilidad a aquellos, siendo que hemos obtenido casos que nos ofrecen un panorama variado para identificar los casos “regulares” e “irregulares”46 de acuerdo a las limitaciones que impone la normativa aludida. Tabla N° 1: Calificación Regular Irregular Casos 5 5 Elaboración propia (2015) Por otro lado, sobre los diez casos en cuestión, en siete de ellos se aplicó el control difuso y los tres restantes llegaron a sede casatoria: 46 Hemos asignado a la categoría de casos “regulares”, a aquellos que han sido interpuestos por el legitimado para obrar (el marido) y el padre biológico, al que si bien la norma no le permite interponer la acción, los casos que los involucran como demandantes, tienen en común el haber sido resueltos en primera instancia aplicando el control difuso y obteniendo la aprobación de la Sala Constitucional y Permanente de la Corte Suprema. Por otra parte, hemos asignado a la categoría de los casos “irregulares”, a aquellos que han sido interpuestos por la madre y/o han conllevado mayor dificultad para su resolución. Entre los casos regulares hemos considerado a los casos N° 2, 6, 8, 9 y 10. Mientras que entre los casos irregulares hemos considerado a los casos N° 1, 3, 4, 5 y 7. 126 Tabla N° 2: Instancias 1° Instancia y Consulta C. Suprema 2° Instancia y Consulta C. Suprema Casación Elaboración propia (2015) Ddte. Hombre 5 0 1 Casos Ddte. Mujer 1 1 2 Total 6 1 3 Adicionalmente, de los diez casos que analizaremos en este capítulo, cuatro fueron presentados por mujeres y seis por varones, siendo que de los demandantes varones, cuatro de ellos fueron el padre biológico y dos de ellos el marido. Nuestro análisis se concentrará en los casos presentados por la esposa y el contraste que existe entre aquellos y los casos que podrían clasificarse como regulares, por ser el marido quien está legitimado para impugnar. Tabla N° 3: Demandante Mujer Hombre Casos 4 6 Demandantes Hombres Padre biológico Marido Casos 4 2 Elaboración propia (2015) Para efectos, del presente trabajo hemos elaborado unas tablas resumen de los cuadernillos, que contienen fragmentos de estos, mediante citas extraídas textualmente. Aquellas figuran como anexos de este trabajo. 127 Sobre los cuadernillos revisados para el presente trabajo de investigación y la metodología utilizada para la elaboración de las tablas resumen de los casos Las tablas resumen elaboradas en el presente trabajo y que constan como anexos de este, cuentan con los datos básicos de los cuadernillos seleccionados y citas extraídas de ellos. Ahora bien, los cuadernillos ubicados en la Corte Suprema de Justicia de la República no cuentan con todos los autos que contiene el Expediente original que se devuelve a su sede de origen, por lo que nos hemos concentrado en los principales actuados que contienen y que son los relevantes para analizar el tema al cual nos hemos abocado en este trabajo. En tal sentido, en algunas tablas resumen de los casos podremos identificar que no se cuenta con Dictamen Fiscal, no se precisan puntos controvertidos o no figuran algunos actuados que en otros casos sí se han encontrado en los cuadernillos. Por ello, en las tablas resumen hemos referido especialmente sobre los autos principales y que son relevantes para nuestro análisis, tales como las sentencias. A continuación el detalle de los rubros contenidos en las tablas resumen de los casos que constan como anexos: Datos Relevantes del Expediente: a) Juzgado b) Número del Expediente de Origen c) Proceso d) Instancias e) Juez f) Demandante 128 g) Demandado/a h) Edad del/a hijo/a al emitir sentencia de primera instancia i) Asunto Sentencia de Primera Instancia a) Fecha b) Argumentos del/la demandante c) Argumentos del/la demandado/a d) Puntos Controvertidos e) Dictamen Fiscal (En los casos en que este figura en el cuadernillo) f) Resolución del juez Sentencia de Segunda Instancia a) Fecha b) Argumentos del apelante c) Resolución de la Sala Casación / Consulta (N° y fecha) a) Argumentos para interponer el recurso (en caso de Casación) b) Dictamen Fiscal (En caso de Casación que figura en el cuadernillo) c) Declaración de Recurso o Consulta 129 Análisis de casos sobre impugnación de paternidad matrimonial de la Sala Civil y Transitoria y la Sala Constitucional y Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República desde una perspectiva de género A continuación analizaremos los casos estudiados aplicando la metodología teórica a la cual hemos aludido en los primeros capítulos, interpretando el razonamiento vertido en las resoluciones a la luz del modelo constitucional y la perspectiva de género. Para ello desarrollaremos los fundamentos principales que se extraen de los casos concretos e identificaremos una serie de variables que influyen en el razonamiento judicial. 1. El derecho a la identidad del/la niño/a y su aplicación en los casos de impugnación de paternidad matrimonial El derecho a la identidad es considerado el principal, e incluso en algunos casos, el único fundamento que sostiene la resolución del caso concreto. Es decir, en la mayoría de los casos analizados, el derecho a la identidad funge como el valor que debe primar ante el conflicto entre las normas que restringen el sistema de impugnación de paternidad matrimonial. No obstante este es mencionado en la mayoría de los casos, ya sea en alguna de las instancias, en dos de los casos estudiados se resuelve sin atender a este derecho. Mediante este apartado señalaremos cómo se ha entendido el derecho a la identidad en algunos de los casos en cuestión y los inconvenientes que surgen al atender al derecho a la identidad como único argumento para resolver los casos de impugnación de paternidad matrimonial. 130 1.1 ¿Cómo se entiende el derecho a la identidad en los casos analizados? En los casos en los que se hace mención a este derecho es muy común el utilizar una argumentación repetitiva al citar las mismas definiciones en cada resolución sin mayor desarrollo atendiendo al caso concreto. En tal sentido, podríamos señalar que en todas las Consultas referentes a la aprobación de la utilización de control difuso (en siete de los casos estudiados se aprobaron consultas sobre control difuso) se alude al derecho a la identidad del niño como justificación para inaplicar la norma específica, en razón de la primacía constitucional. Con ello no pretendemos decir que es incorrecta tal aseveración, ya que coincidimos en que mediante una interpretación constitucional de la norma, esta no debería aplicarse en tanto afecta derechos protegidos constitucionalmente; sin embargo, ello no implica que este sea el único derecho constitucional que resulta afectado. Sobre ello, ahondaremos posteriormente. Ahora bien, el derecho a la identidad en la mayoría de casos ha sido citado, mas no desarrollado ampliamente. En tal sentido, ante la colisión del derecho a la identidad con la norma que niega la legitimidad para obrar de la madre o el padre biológico en los casos de impugnación de paternidad, los jueces señalan la preferencia del derecho fundamental en tanto lo entienden como, El derecho que tiene todo niño o adolescente de conocer a sus progenitores y llevar el apellido de estos; derecho humano fundamental que no puede ser mermado por normas de carácter procesal de menor jerarquía, máxime si se tiene en cuenta que de conformidad con el artículo III del Título Preliminar del Código Procesal Civil, el juez deberá atender a que la finalidad concreta del proceso es resolver un conflicto de intereses, haciendo efectivos los derechos sustanciales y que su finalidad abstracta es lograr la paz social en justicia […] (Caso N° 5) El derecho a la identidad debe ser entendido como el derecho que tiene todo ser humano a ser uno mismo, y a ser reconocido como tal; en este sentido, el derecho a la identidad debe ser protegido en sus dos aspectos: el estático que está restringido a la identificación (fecha de nacimiento, 131 nombre, apellido y un estado civil) y el dinámico, […] que está referido a que la persona conozca cual es su específica verdad personal, pues el ser humano, en tanto a su unidad psicosomática, es complejo y contiene muchos aspectos vinculados entre sí, de carácter espiritual, psicológico o somático.[…] (Caso N°7) La identidad diferencia a cada persona de los demás seres humanos (en el caso de autos de los demás niños y adolescentes y por tanto no puede permitirse que en perjuicio del propio niño se tenga por padre a quien no lo es y menos aún si sus padres biológicos, lo reconocen como tal y existe apego de la niña al padre real.) […] El derecho no termina solo con el nombre, sino que implica, además que el niño conozca sus orígenes reales (siempre que ello sea posible) y lleve en todo caso, los apellidos que correspondan a esa filiación, no trastocada por presunciones o falsas declaraciones como la efectuada por terceras personas. (Caso N°9) 1.2 Los principales inconvenientes de atender al derecho a la identidad como principal y único argumento para la resolución de estos casos Ahora bien, no obstante sostenemos que es acertado atender a la inaplicación de las normas referentes a impugnación de paternidad que afecten el derecho a la identidad el cual es protegido por nuestra Constitución y tratados internacionales; creemos que, como hemos referido previamente, otros derechos igualmente protegidos constitucionalmente resultan afectados por esta normativa y son eludidos por el razonamiento judicial al resolver. En tal sentido, consideramos pertinente señalar que atender al derecho a la identidad como principal y único argumento genera ciertos inconvenientes. Creemos que el atender únicamente al derecho a la identidad genera un razonamiento judicial “ocioso”. Hemos aludido a este término, en tanto, consideramos que ello induce a los jueces a operar mecánicamente con su labor, debido a que identifican el caso tipo, la norma que colisiona con la Constitución y aplican el control difuso en razón del único y principal fundamento 132 del derecho a la identidad47. En virtud de ello, evaden una tarea fundamental respecto al rol de los jueces en el Estado Constitucional: valorar el contexto y circunstancias particulares del caso antes que el ejercicio mecánico de la subsunción. Si bien consideramos que ante la aplicación del control difuso se está ponderando el derecho a la identidad respecto a la formalidad de la norma y ello es correcto, esta tarea está resultando ser un ejercicio repetitivo que incluso impide que otros factores igual de relevantes sean tomados en cuenta. Adicionalmente que, el derecho a la identidad es utilizado mecánicamente sin una valoración y desarrollo que aporte al caso concreto. Respecto a este “razonamiento ocioso” quisiéramos rescatar dos ideas relevantes: i. Es necesario que el derecho a la identidad no sea considerado en abstracto mediante una definición aportada por lo que señala la norma sino también adecuarlo al contexto particular. Será necesario que se evidencie en los casos analizados, que si bien la norma pretende proteger este derecho, en la realidad no lo hace, sino por el contrario, en la mayoría de los casos no cumple su objetivo, al colocar restricciones para que el hijo ostente su verdadero estado filiatorio que corresponda con las pruebas biológicas existentes en la actualidad y que pueda corresponder también, en algunos casos, con la paternidad social. Asimismo, debe cotejarse este derecho con lo planteado por el interés superior del niño para identificar, como hemos analizado en el capítulo 2, que en esta normativa no está plasmada efectivamente la protección al interés superior del niño. 47 Cabe acotar que inferimos ello respecto al universo de casos (de los cuales hemos podido analizar diez aleatoriamente- siete de ellos que aplican el control difuso) en los cuales los jueces aplican el control difuso respecto a las normas de impugnación de paternidad, Sin embargo, en tanto las normas siguen vigentes en nuestro ordenamiento, existe el riesgo de que jueces y órganos judiciales no consideren válido inaplicar dichas normas pese a afectar derechos fundamentales y surja la arbitrariedad. En virtud de ello, podrían generarse cuestionamientos a la vigencia de las normas aludidas ya que no siempre se podrán resguardar los derechos en juego mediante la herramienta del control difuso que descansa en la discrecionalidad judicial. 133 ii. El concentrarse en el derecho a la identidad como protagonista en estos casos, genera que otros derechos no sean tomados en cuenta, como lo es el derecho a la igualdad de trato. En tal sentido, si nos abocamos al tema del presente trabajo, se pierde de vista que esta normativa no solo es contraria a los derechos de los niños y niñas a los cuales se quieren proteger, sino que también es lesiva para las mujeres que son las madres de aquellos/as y se ven impedidas de ejercer la acción de impugnación en pro de sus intereses, ya sea de sus hijos/as o los propios. En virtud de ello, el identificar únicamente al derecho a la identidad como fundamento para las resoluciones judiciales y soslayar la afectación que genera hacia las mujeres y el derecho a la igualdad de trato; legitima un escenario legal de subordinación y que se transmite en una sociedad machista como la nuestra. Creemos que ante esta situación, si en las resoluciones judiciales se evidencia la afectación a otros derechos como la igualdad de las mujeres en el ámbito legal referido, se podría generar un aumento de conciencia48 en la sociedad. 2. La relación entre el interés superior del niño y el derecho a la identidad en los casos analizados El interés superior del niño es uno de los valores que pretende proteger la normativa sobre impugnación de paternidad, al relacionarse con el efectivo cumplimiento del derecho a la identidad de los niños y niñas involucrados. No obstante ello, como hemos analizado previamente, este no resulta recogido efectivamente en el ámbito de protección a la norma si contextualizamos el interés superior del niño en el caso concreto. En tal sentido, mediante este acápite analizaremos cómo fue utilizado el interés superior del niño 48 Método jurídico feminista propuesto por K. Bartlett. 134 en los casos en los que se alegó aquel (solo fue utilizado en cuatro de los diez casos estudiados) y si en efecto, en estos casos se garantizó el cumplimiento del interés superior del niño en la norma o en la inaplicación de esta. 2.1 Cuestiones básicas en relación a la aplicación de este principio en los casos analizados Entre la mayoría de los casos estudiados, el derecho a la identidad es el principal fundamento que es utilizado en el razonamiento judicial. Si bien podría interpretarse que el principio del interés superior del niño sería alegado en todos los casos en aras de inaplicar la norma que atenta contra los derechos fundamentales de los niños y niñas, esto no ha ocurrido. Por el contrario, de los diez casos analizados, solo en cuatro de ellos se contempla el argumento del principio del interés superior del niño, ya sea en relación con el respeto y garantías que el Estado debe otorgar para que el niño pueda ejercer su derecho a la identidad o limitándose a mencionar el principio y en qué cuerpo normativo es recogido. En algunos de los casos se correlaciona el interés superior del niño con la afectación que pueden sufrir los involucrados en tanto los privan momentáneamente de su derecho a la identidad. En tal sentido, en el Caso N° 2 el padre biológico es quien interpuso la demanda de impugnación de paternidad matrimonial. La madre se encontraba separada de hecho de su marido, sin embargo la presunción pater is operó automáticamente en virtud del matrimonio. Ello aunado a que el padre biológico se encontraba de viaje al momento del nacimiento. No obstante ello, durante el proceso se acreditó que el demandante era el padre biológico de la niña, siendo que la jueza resolvió a favor de él, prefiriendo la norma 135 constitucional a la legal y aplicando el control difuso. Entre los fundamentos que mencionan el interés superior del niño y lo relaciona con la afectación que podría haber en los derechos de la niña se señaló que, […] está acreditado que la menor Inés Antonella Hurtado Roque se encuentra confundida con su identidad ya que en las pruebas que le toman en el Colegio privado “Niño Jesús de Praga” se consigna como Collazos y en otras como Hurtado, implicando con ello una inestabilidad para la menor […], y como en el presente caso es necesario proteger la identidad y filiación de la menor, es decir a conocer y ser reconocida por sus padres biológicos, es de aplicación el artículo 8 de la Convención sobre los Derechos del Niño, referente a la identidad, y concordarlo en forma pertinente con el Principio del Interés Superior del Niño consagrado en el artículo 3 de la Convención sobre los Derechos del Niño y recogido por el Código de los Niños y Adolescentes en el artículo IX del Título Preliminar.” “Que, en mérito del Principio del Interés Superior Niño antes glosado el Estado está en la obligación de preservar la identidad de los niños y es sólo a través de los órganos jurisdiccionales establecidos encargados de administrar justicia en el Estado de Derecho es que se puede llegar a resolver la litis en virtud a las pruebas aportadas por las partes y a las que el juzgador estime conveniente para dilucidar la controversia, lo que ya ha sido definido mediante la resolución consultada. (Caso N° 2) Respecto a este caso, la Jueza resolvió apreciando los valores constitucionales al interpretar la norma en razón del interés superior del niño y el derecho a la identidad e integridad que podía haber resultado afectado; ya que dichas limitaciones no buscaban protegerlo efectivamente. Asimismo, cabe resaltar que el Dictamen Fiscal que se emitió en este caso, fue desfavorable, es decir, señalaba que debía declararse improcedente la acción en tanto el marido no había impugnado la paternidad previamente ni obtenido sentencia favorable, por lo que el padre biológico no estaba legitimado para obrar. No obstante, la Fiscalía optó por una interpretación formalista y literal de la norma, la Jueza cotejó la norma con la Constitución y se garantizó el principio del interés superior del niño. En este caso, este principio tiene relación con la integridad emocional de la niña, en tanto contaba con seis años de edad y se encontraba confundida respecto a su identidad en 136 referencia a quienes eran sus padres. En tal sentido, el interés superior del niño debe incluir el bienestar de la niña en su desarrollo integral. Por otra parte, en el Caso N° 5 la madre fue la demandante, quien se encontraba separada de hecho de su marido. Los cónyuges, posteriormente, regularizaron la situación iniciando los trámites de divorcio; sin embargo, la demandante ya se encontraba embarazada de su pareja actual, con quien mantenía una unión de hecho impropia. Por tales motivos, la demandante interpuso la demanda de negación de paternidad respecto a su marido (ya que rigió la presunción pater is al nacer la niña) y de filiación extramatrimonial. Si bien la demanda, utilizando una interpretación literal de la norma y sin cotejarla con los principios constitucionales, pudo ser declarada improcedente, el juez falló amparándose en lo estipulado por la Constitución y aplicando el control difuso. Entre los argumentos utilizados en su resolución podemos destacar que se señaló que, Dada la certeza científica de la paternidad respecto de la menor Aracely Indira, debe primar la Constitución Política del Estado y los Tratados Internacionales como la Convención sobre los Derechos del Niño que expresan la actual tendencia sobre filiación, la cual consiste en favorecer el descubrimiento de la verdad biológica para establecer la verdadera identidad del sujeto, bajo el principio universal del “interés superior del niño”; constituyendo un deber del Estado respetar el derecho del niño a una identidad, a un nombre y a resolver las controversias judiciales en armonía con los preceptos constitucionales y tratados sobre derechos humanos; por lo que dichas normas legales no deben restringir ni impedir el ejercicio del derecho fundamental a la identidad y menos si se tiene en cuenta el ejercicio de la acción contestatoria de paternidad matrimonial se produce en forma indebida o por no guardar la forma establecida por la ley, como en el presente caso. (Caso N° 5) Si bien en este caso, no hay un cuestionamiento respecto al por qué de la falta de legitimidad de la mujer para impugnar, o si tendría derecho a hacerlo por intereses propios; indirectamente se legitima su acción en interés de su hija. Es decir, se contempla el uso del control difuso en razón de que la formalidad de la norma atentaría contra la 137 verdad biológica y el derecho a la identidad de la niña; lo que conllevaría a que no se garantice el interés superior del niño. Por su parte, en el Caso N° 8, el marido es quien interpuso la demanda de impugnación de paternidad, alegando que el reconocimiento del hijo que efectuó se encontraba viciado en tanto no sabía que no era su padre biológico. Este sería un caso regular en tanto el marido es el único legitimado para impugnar según la norma, sin embargo se encontraba fuera del plazo rígido establecido para interponer la acción. No obstante ello, decidió interponer la demanda en cuanto tuvo conocimiento de la verdad biológica del niño (cuatro meses después del nacimiento), corroborado con la prueba de ADN, aunado a lo declarado por su esposa y el padre biológico del niño. Cabe acotar que los cónyuges se encontraban separados de hecho y habían iniciado los trámites de divorcio, sin embargo estos se vieron interrumpidos por una reconciliación que finalmente no prosperó. La jueza valoró que el demandante y su cónyuge se divorciaron y el niño convivía junto con sus padres biológicos ostentando la posesión constante de estado. En tal sentido, la jueza interpretó que el plazo definido por la norma era reducido y si aplicaba una interpretación literal de esta afectaría el interés superior del niño. En virtud de ello, alegó que, […]no puede ignorar que la norma mencionada (artículo 364 del Código Civil) establece un plazo reducido y perentorio, pues a decir del Dr. Cornejo Chávez cualquier impugnación habrá de perjudicar al hijo; pero en casos como el presente existen criterios jurisprudenciales que propugnan opciones diferentes respecto al plazo con que se cuenta para accionar una impugnación. “En este sentido, la Sala Especializada de Familia (Exp. N° 860-2002, Lima, Impugnación de Reconocimiento de Paternidad) consideró que a partir del interés superior del niño y siendo que el menor cuenta con un año de edad, deben agotarse en el presente proceso las acciones necesarias para la obtención de los medios probatorios pertinentes, debiendo disponer el juez que se practique la prueba de ADN, por lo que se declara nulo el auto que falla improcedencia de la demanda.”. (Caso N° 8) 138 Por otro lado, en el Caso N° 9, el padre biológico fue el demandante, quien mantuvo relaciones extramatrimoniales con la demandada e interpuso la acción de impugnación de paternidad con el fin de que se reconozca la verdadera filiación de la niña concebida fruto de dicha relación. Si bien, atendiendo a la literalidad de la norma, la presunción pater is solo puede ser impugnada por el marido y para que proceda el reconocimiento de un tercero, el marido debe haber obtenido sentencia favorable respecto a la impugnación de la paternidad; la jueza atendió al interés superior del niño, en tanto someter los derechos de la niña al arbitrio de un tercero, como es el marido, atentaría contra dicho principio: […] tampoco el niño puede asumir consecuencias del actuar irresponsable de alguno o de los dos padres y menos si con esto se perjudicará al niño, tampoco consideramos que el niño puede estar a expensas de la actuación de tercera persona que no es su padre, como el caso de la negación que será intentada solo a pedido del esposo de la madre, pues ello condena al niño a que si por cualquier motivo el esposo de la madre no acciona, se vulneren irremediablemente sus derechos, tampoco puede mantenerse una situación no acorde con la realidad cuando todos los involucrados conocen la verdad y todos actúan conforme a ella.” (Caso N° 9) Asimismo, la jueza valoró que el interés superior del niño resultara protegido en la aplicación del control difuso, si se atendía a la integridad emocional de la niña y lo más óptimo para su desarrollo integral, como sería el gozar del derecho a la identidad en referencia a tener los apellidos de sus padres biológicos y en concordancia con el derecho a vivir con ellos. En virtud de ello, señaló que Siendo que existe un padre que reclama la paternidad de la niña, esta lo conoce y según la madre “se encuentra muy pegada a él”, la propia madre y su esposo también conocen lo referido a la paternidad real de la niña, debe preferirse el derecho a la identidad de Úrsula Gabriela, a pesar de la existencia, además, de las partidas de matrimonio y nacimiento.” “El no tomar en cuenta el derecho a la identidad iría en contra del interés superior del niño establecido en el artículo tres de la Convención sobre los Derechos del Niño y recogido en el artículo IX del Título Preliminar del Código de los Niños y Adolescentes. (Caso N° 9) Ahora bien, de los casos analizados hemos podido identificar que en cuatro de ellos se menciona expresamente el interés superior del niño y se relaciona con el derecho a la 139 identidad, así como indirectamente con el derecho a la integridad psíquica. Respecto a los casos restantes, en tres de ellos se podría señalar que, si bien no recogieron expresamente el interés superior del niño, este resultó protegido al amparo de la utilización del control difuso al inaplicar la norma que lesionaba el derecho a la identidad del niño. Asimismo, en el Caso N° 449, al margen del por qué la Sala declaró la improcedencia del recurso de casación, el principio del interés superior del niño fue indirectamente protegido. Sin embargo, hay dos de los casos estudiados en los que no se toma en cuenta el interés superior del niño, al ser declarada infundada la impugnación de paternidad. En ellos no se explica ni pondera la afectación de este principio ni se pretende aspirar a la verdad biológica si es lo que resulta más conveniente para el niño. Por ejemplo, en el Caso N° 1, el marido fue quien interpuso la demanda de impugnación de paternidad en tanto descubrió que padecía de una enfermedad que le impedía procrear, por lo que se cuestionó la paternidad del hijo concebido dentro de su matrimonio. Mediante la prueba de ADN se acreditó que el demandante no era el padre biológico del niño, así como mediante pruebas médicas quedó demostrado que el demandante era estéril. En virtud de ello, tanto en primera como en segunda instancia se declaró fundada la demanda en el extremo de impugnación de paternidad; sin embargo, la demandada interpuso recurso de casación alegando la inaplicación del artículo 364 del Código Civil, ya que se había excedido el plazo exigido para interponer la acción. En 49 En este caso el padre biológico interpuso un recurso de casación para que la sentencia de segunda instancia que declaraba su paternidad sobre la niña quede revocada, en tanto alegó que se inaplicó el artículo 404° del Código Civil, debido a que la madre se encontraba casada y el marido no había impugnado la paternidad ni obtenido sentencia favorable. No obstante ello, al solicitarse un reexamen de los hechos y de medios probatorios, la Sala señaló que resultaba inamparable en dicha instancia. Si bien no mencionan el derecho a la identidad, el interés superior del niño o argumentos sustantivos, indirectamente este resultó protegido al declarar improcedente la acción y mantener vigente la sentencia de segunda instancia que declaraba la paternidad. 140 consecuencia, la Sala declaró fundado el recurso y revocó la sentencia que declaraba fundada la demanda de impugnación de paternidad. Consideramos que este fallo, que es dictado en el año 1999, se rige por una línea interpretativa formalista que entiende el plazo indicado en la norma como uno de estricto cumplimiento, pese a que la verdad biológica había sido acreditada, el niño contaba con dos años de edad y el hecho de mantener una situación que el demandante no aceptaba en tanto sabía que no era el padre biológico, podría haber expuesto al niño a una situación de inestabilidad emocional durante su crecimiento. Por ello, este pronunciamiento judicial habría vulnerado el interés superior del niño al no tener en cuenta la afectación que podría surgir en el desarrollo integral del niño. Finalmente, podemos concluir respecto a la aplicación del interés superior del niño que no se aplicó en todos los casos de manera expresa y desarrollada de manera adecuada al caso concreto. Lo que creemos un desacierto, ya que este principio es uno de los pilares que se rigen para señalar que esta normativa es válida, en tanto, lo busca proteger. No obstante ello, no hubo mayor desarrollo-salvo el que hemos analizado en los cuatro casos comentados- de este, ni de cómo la normativa puede perjudicar mas no proteger los derechos de los niños. 3. La importancia de la prueba de ADN y la prevalencia de la verdad biológica en los casos analizados La prueba de ADN se ha convertido en la prueba por excelencia en este tipo de procesos ya que es la única que provee de una certeza casi absoluta en cuanto a determinar la 141 paternidad o maternidad. Ello cobra mayor relevancia si se trata de procesos de filiación extramatrimonial o, en este caso, de impugnación de paternidad matrimonial. Por ello, es que en la mayoría de los casos estudiados la prueba de ADN se ha practicado y ha sido utilizada como elemento principal para determinar la resolución de estos procesos. En tal sentido, existe una tendencia respecto a la filiación que pretende el descubrimiento de la verdad biológica en aras de determinar la verdadera identidad de la persona. En virtud de ello, radica la importancia del inciso 6 del artículo 402 del Código Civil y el aporte de la Ley N° 28457, que regula el proceso de filiación judicial de paternidad extramatrimonial, determinando entre los puntos más novedosos que si el demandado no formula oposición dentro del plazo estipulado desde notificado válidamente, el mandato se convierte en declaración judicial de paternidad.50 En tal sentido, en este acápite creemos necesario hacer énfasis respecto a dos casos en los que no se valoró la prueba de ADN o no se practicó esta, pese a la vigencia de la norma que lo permitía. En virtud de ello, de los diez casos estudiados, en 9 de ellos se practicó la prueba de ADN, siendo que en el Caso N° 1 no se apreció el resultado para determinar la resolución judicial. Por otro lado, el Caso N° 3 fue el único en el cual la prueba no se utilizó. Adicionalmente, a propósito de la Ley N° 28457, analizaremos el Caso N° 7. 50 Consideramos que ello es constitucional conforme a lo sostenido en la Consulta del expediente N° 16992007-Lima Norte de la Sala Constitucional y Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República. 142 Tabla N° 4: Elaboración propia (2015) En el Caso N° 1, como referimos en el acápite anterior, el demandante padecía una enfermedad que le impedía procrear por lo que interpuso la demanda de impugnación de paternidad del hijo de su esposa. Se acreditó mediante la prueba de ADN y exámenes médicos que el demandante no era el padre del niño, pese a ello, en sede casatoria no resultó relevante el resultado que arrojó la prueba de ADN. Sobre este caso cabe aludir a lo mencionado en el Dictamen Fiscal, que concluyó que, el recurso de casación interpuesto por la madre por sostener que las instancias anteriores inaplicaron el inciso 5 del artículo 363, debía ser declarado fundado, tal y como ocurrió. La Fiscalía alegó: Que, el numeral 5) del artículo 363 del Código Sustantivo señala que el marido que no se crea padre del hijo de su mujer puede negarlo, cuando se demuestre a través de la prueba de ADN u otras pruebas de validez científica con igual o mayor grado de certeza, que no existe vínculo parental; dispositivo legal que fue incorporado al Código Civil, por Ley N° 27048, de fecha 6 de enero de 1999, esto es, con posterioridad al nacimiento del niño cuya paternidad se impugna, ocurrido el 27 de diciembre de 1997, por lo que dicho numeral no resultaría aplicable a este caso en particular, en virtud de la temporalidad de la norma, pues las leyes no tienen vigencia retroactiva, conforme a los principios constitucionales establecidos. (Caso N° 1) Consideramos que es incongruente sostener tal argumento, en tanto la acción se interpone con posterioridad a la entrada en vigencia de la norma y no creemos relevante para atender a la irretroactividad de la norma, que el niño haya nacido con anterioridad a 143 esta. Más aún si contemplamos que respalda dicho fundamento en los principios constitucionales establecidos. Creemos que mediante una lectura integral de la Constitución no se podría amparar tal aseveración, en tanto hacerlo iría en contra de los propios intereses del niño y los derechos constitucionales protegidos. Como hemos precisado respecto al interés superior del niño51, el amparar una situación contraria a la verdad biológica que acredita la prueba de ADN, podría acarrear consecuencias negativas en el desarrollo futuro del niño, ya que el marido de la madre no es el padre biológico y quiso impugnar la paternidad adjudicada por la presunción pater is. En tal sentido, en este caso la verdad biológica no primó. Creemos que ello puede tener relación con el afán de no dejar al niño desprovisto de un estado filiatorio, más aún si se trata de preservar la filiación matrimonial. Ello se infiere de lo argumentado por la Fiscalía, respecto al objetivo de establecer el plazo del artículo 364 del Código Civil al señalar:“Que, el artículo 364 del Código Civil señala un plazo fijo y de obligatorio cumplimiento, esto, en defensa de la tranquilidad de los hogares y de la estabilidad social” (Caso N°1). Por otro lado, en el Caso N° 3, la madre interpuso demanda de filiación extramatrimonial, pese a encontrarse casada, manifestó que había sido abandonada por su cónyuge y mantenía una unión de hecho impropia con el padre de su hijo. No obstante ello, el demandado se negó a reconocer al niño por lo que la madre decidió interponer la acción. Este caso es interesante en tanto, el demandado fue declarado en rebeldía y por ende, al parecer no se le podía practicar la prueba de ADN. Sin embargo, resulta extraño en tanto 51 Aquí cabría aplicar el principio del interés superior del niño como principio jurídico interpretativo fundamental, de acuerdo a la Observación General N° 14 del Comité de los Derechos del Niño (párrafo 6), en tanto se deberá interpretar la norma de acuerdo a lo que resulte más favorable al niño. 144 la Ley N° 28457 se encontraba vigente a la fecha del pronunciamiento de segunda instancia52; por lo que ante la negativa de formular oposición, el mandato se convertía en declaración judicial de paternidad. Ahora bien, se podría sostener que no se podía aplicar esta norma en tanto la madre estaba casada y por ende, el marido debía contestar la paternidad y haber obtenido sentencia favorable. En tal sentido, fueron los pronunciamientos de primera y segunda instancia, en los que se declaró infundada la demanda e improcedente, respectivamente. En virtud de ello, es que la demandante interpuso recurso de casación, señalando que no se habían tomado en cuenta la declaración de rebeldía del demandado; la declaración de testigos y la cinta magnetofónica que acreditaban que el demandado era el padre biológico del niño; los antecedentes penales y judiciales que registraba el demandado por haber falsificado la firma del esposo en la partida del niño, entre otros. Por su parte, el abogado de la contraparte se apersonó al proceso y solicitó que se declare infundado el recurso en tanto la demandante se encontraba casada y no constaba prueba alguna que acreditara la nulidad del matrimonio cuando nació el niño. Por otro lado, el Ministerio Público señaló en su dictamen fiscal que ni la declaración de testigos ni la cinta magnetofónica en la que solo obraban canciones, eran pruebas idóneas para acreditar la paternidad del niño. Además, señaló que el peritaje de grupos sanguíneos no era un examen determinante para declarar la filiación extramatrimonial, por lo que cabía presumir que el padre del niño era el marido de la madre, por haber nacido durante el matrimonio. En tal sentido, como no se ha acreditó la contravención de las 52 La Ley N° 28457 fue publicada el siete de enero de dos mil cinco, mientras que el pronunciamiento de segunda instancia del Caso N° 3, fue de fecha veintinueve de abril de dos mil cinco; siendo que en la Cuarta disposición complementaria de la Ley en mención se señala que los procesos en trámite se adecuarán a la presente Ley. 145 normas que garantizan el derecho al debido proceso, fue de la opinión que el recurso se declarase infundado. En tal sentido, la Sala resolvió declarar infundado el recurso de Casación señalando que, En el presente caso ha quedado establecido en las instancias de mérito, que el menor Luis Moisés Velasco Siles ha nacido el dieciocho de enero de dos mil uno, fecha en la cual estaba vigente el vínculo matrimonial establecido entre la demandante y José Alberto Aguilar Villa; por lo tanto, al no haberse demostrado en el proceso que el cónyuge de la actora ha contestado la paternidad del hijo nacido dentro del matrimonio, conforme lo prevé el artículo 363 del Código Civil, rige con todos sus efectos la presunción pater is; de allí que cualquier medio de prueba ofrecido por la demandante con la intención de demostrar lo contrario carece de eficacia probatoria en el presente proceso; con mayor razón si de autos obra que en presente caso no se han actuado medios probatorios que acrediten que el demandado sea el padre biológico del menor. (Caso N° 3) (subrayado nuestro) Sin embargo, llama la atención percatarse de lo que parece una contradicción respecto a lo sostenido por la Sala, puesto que a su vez admitió que, […] la presunción pater is contemplada; […] no puede ser aplicada de forma rígida y abstracta, por el contrario, tal presunción necesariamente debe ser aplicada teniendo en cuenta el principio del interés superior del menor y considerando el derecho a la identidad que tienen los menores. […] Esto quiere decir que si en un proceso judicial se establece que el menor tiene por padres biológicos a terceros, no resultará de aplicación la presunción de paternidad. (Caso N° 3) (subrayado nuestro) Ello invita a inferir que si se hubiese demostrado mediante la prueba de ADN que el demandado era el padre biológico del niño, la presunción pater is no habría resultado aplicable, por preferirse la verdad biológica y atendiendo al mandato constitucional. Ahora bien, consideramos que si en este caso se aplicó la prueba de grupos sanguíneos, como se manifiesta en el Dictamen Fiscal, ¿Por qué no se utilizó la prueba de ADN admitida mediante la Ley 28457 o el inciso 6 del artículo 402, siendo que se pudo interpretar estas normas a la luz de los derechos y principios constitucionales? O ¿Si se pudo aplicar una prueba de grupos sanguíneos por qué resultaba imposible que se practicara la prueba de 146 ADN al demandado? Respecto a este caso, solo contamos con esta información provista en el cuadernillo, por lo que caben muchos supuestos e inferencias para entender los vacíos manifiestos. Sin embargo, sostenemos que sí pudo aplicarse la Ley 28457, como fue evidente en los demás casos estudiados en los que se practicó la prueba de ADN pese a las restricciones legales, amparándose en la Constitución y aplicando el control difuso, ponderando los intereses en juego. En virtud de ello, sí se habría protegido el interés superior del menor al que aludió la Sala. Este caso es uno de los más complejos y aquí se puede evidenciar cómo la normativa vigente y la aplicación judicial puede afectar los derechos de los involucrados53, si bien los jueces pudieron ser más flexibles con la aplicación de la norma; no todos los operadores jurídicos aplican la ley uniformemente y algunos se inclinan por la literalidad. La declaración de la madre no tuvo ningún valor, las pruebas aportadas no fueron suficientes y la única prueba que podría haber otorgado un mayor grado de certeza no se utilizó por desconocidas razones. Tal vez podemos inferir que un elemento disuasivo fue el costo de la prueba54, aunque al parecer esta opción nunca se postuló y si el demandado estaba no habido55, la declaración de paternidad hubiese sido automática al no haber acudido a realizarse la prueba de ADN. A propósito de la Ley 28457, resulta ilustrativo mencionar el Caso N° 7, el cual versa sobre la demanda de filiación extramatrimonial que interpuso una mujer casada y la cual 53 En este caso tampoco se apreció el interés superior del niño, ya que no se tomó en cuenta la declaración de la madre, los testigos y demás pruebas aportadas que podrían haber corroborado la verdad biológica en pro del niño. Además, no atendieron a este principio al optar por una interpretación literal de la norma al resolver la litis. 54 A la fecha del proceso la norma aún no había sido modificada por la Ley N° 29821 (28/12/11) y requería que la parte demandante sufragara los gastos de la prueba con cargo a reembolso si el resultado de esta era positivo. 55 Si bien el demandado fue declarado en rebeldía, se apersonó su apoderado en sede casatoria. 147 fue declarada fundada en segunda instancia y elevada a Consulta por haber aplicado el control difuso. En este caso la madre de la niña interpuso demanda de filiación extramatrimonial, amparándose en la Ley 28457, señalando que mantuvo una relación amorosa con el demandado de marzo a diciembre de 1999 y producto de ella nació su menor hija. El demandado fue válidamente notificado pero no formuló oposición (conforme estipula la Ley 28457, si no se formula oposición en el plazo estipulado (diez días de haber sido notificado válidamente) el mandato se convertirá en declaración judicial de paternidad). En primera instancia, la jueza señaló que para que el juzgador pueda emitir pronunciamiento sobre el fondo son necesarias como condiciones de la acción, el interés y legitimidad para obrar. Asimismo, señaló que conforme a la Ley 28457, quien tenga legítimo interés en obtener una declaración de paternidad puede pedir al juez de paz letrado que expida una resolución declarando la filiación demandada. Sin embargo, también mencionó los artículos 402 inciso 6 segundo párrafo, 404, 361 y 362 del CC, agregando que en el caso en cuestión la madre se encontraba casada con persona distinta del demandado al momento del nacimiento de la menor y no se había acreditado que ese vínculo se haya disuelto ni que el marido haya contestado su paternidad y obtenido sentencia favorable, por lo que la demanda devenía en improcedente por falta de interés para obrar de la actora. En segunda instancia, el juez señaló que debía atenderse al contexto actual y las nuevas técnicas para comprobar la filiación, tales como la prueba de ADN y comprender a que el Código Civil fue redactado en otro contexto. Por ende, entendiendo que el artículo 361, admite prueba en contrario, inaplicando el artículo 362 mediante el control difuso y 148 aplicando la Ley 28457, resolvió revocar la sentencia que declaró improcedente la demanda, convertir el mandato para que el demandado formule oposición en declaración judicial de paternidad (ya que el demandado siendo válidamente notificado no formuló oposición) y declarar al demandado como padre biológico de la menor. Se inaplicaron los artículos 361 y 362 del CC y se elevó la sentencia de vista en Consulta a la Corte Suprema. En contraposición al caso anterior, mediante este caso podemos destacar que es interesante que no solo se dejan sin efecto los artículos en mención para el caso concreto, sino también se aplica la Ley más favorable, pese a ser de filiación extramatrimonial, y este un caso de mujer casada. 4. Criterios relevantes para el análisis casuístico Mediante este acápite revisaremos algunos criterios relevantes para el análisis de los casos estudiados. En tal sentido, si bien el derecho a la identidad es el principal fundamento en las resoluciones judiciales que son favorables a la impugnación de la paternidad matrimonial, también convergen otros factores que pueden tener alguna influencia en el razonamiento judicial. Como podremos observar estos no necesariamente serán excluyentes, sino por el contrario puede haber una intersección entre los factores que pueden coadyuvar a la resolución más justa del caso. A continuación desarrollaremos la relevancia de la edad de los niños y niñas involucrados en los casos, la constatación de la posesión constante de estado y la separación de hecho, como factores adicionales que pueden ser relevantes para el análisis casuístico. 149 4.1 ¿Cómo influye la edad del niño en el razonamiento judicial de los casos analizados? El razonamiento judicial en la mayoría de los casos estudiados se inclina por inaplicar la norma en aras del derecho a la identidad del niño y la protección de sus intereses. En tal sentido, la edad del niño es uno de los criterios que influyen para determinar la afectación que se está generando por impedir que prevalezca la verdad biológica. En virtud de ello, entendemos que la edad del niño tiene estrecha relación con qué tan consciente puede ser el niño de la situación que atraviesa y cómo esta puede estar afectando su integridad psicológica56. En los casos analizados la edad de los niños oscilan entre 2 a 11 años.57 Tabla N° 5: Edad de hijo/a 0-3 años 4-6 años 7 años a más Casos 5 3 2 Elaboración propia (2015) Ahora bien, la edad del niño o niña puede tener relación con: La posesión constante de estado: 56 En relación a ello, dentro del área de la psicología del desarrollo, se señala que, “El surgimiento de la autoconciencia-conocimiento consciente de sí mismo- puede crear la discriminación perceptiva entre uno mismo y los demás. […] Entre los 20 y 24 meses, los niños en la etapa de los primeros pasos empiezan a utilizar pronombre en primera persona, otra señal de la autoconciencia (Lewis, 1997). Entre los 19 y los 20 meses, comienzan a aplicar términos descriptivos […] y evaluativos […] a sí mismos. El rápido desarrollo del lenguaje permite a los niños pensar y hablar acerca de si mismos e incorporar descripciones de sus padres. […] (Stipek, Gralinski y Kopp, 1990). La autoevaluación y la evaluación de otros conforman pasos hacia el desarrollo de la conciencia” (Papalia 2005: 230-231). “El autoconcepto es la imagen que tenemos de nosotros mismos. Es lo que creemos que somos- la imagen total de nuestras capacidades y rasgos. Es una “construcción cognoscitiva […] un sistema de representaciones descriptivas y evaluativas sobre el yo”, que determina cómo nos sentimos con nuestra persona y que orienta nuestras acciones (Harter 1996, p. 207). El sentido del yo también posee un aspecto social: los niños incorporan en su imagen personal, la comprensión cada vez mayor que tienen de cómo los perciben los demás. La imagen del yo entra en escena alrededor de los dos años y medio, cuando los niños desarrollan la autoconciencia” (Ídem: 305). 57 Siendo que el promedio de edad de los niños y niñas de los casos seleccionados, al emitir la sentencia de primera instancia es de 4.9 años. 150 i. Si el niño o niña tiene una edad avanzada en la cual ha mantenido contacto con el padre biológico y ostenta la posesión constante de estado, debería de considerarse que exista una concordancia entre esta y el registro que refleje la verdad legal. ii. Si por el contrario, se ha mantenido una posesión constante de estado de padre e hijo, con el marido de la esposa, el niño tiene conciencia de la situación debido a su edad; ante este caso- que no encajaría en el caso tipo en nuestra legislación ya que existe un plazo para impugnar- debería valorarse las implicancias particulares y resolver de forma que no resulte afectada la integridad emocional del niño o su derecho a la identidad, que en este caso no estaría reflejado en la verdad biológica sino en la identificación del niño con quienes considera sus padres y familia. El derecho a la integridad psíquica: Consideramos que resultará más favorable resolver los conflictos de impugnación de paternidad mientras el niño sea más pequeño, en tanto la situación de inestabilidad jurídica respecto a su filiación pueda solucionarse en una edad temprana y de manera célere58 para evitar una afectación grave a los derechos del niño, tales como integridad psicológica59 e identidad. Respecto a ello y en virtud de los casos analizados, en algunos de ellos se toma en cuenta la edad del/la hijo/a de manera expresa o indirecta. En tal sentido, en el Caso N° 2 al cual ya nos hemos referido, la niña tenía seis años y la Jueza valoró para la resolución que entre las pruebas aportadas se había acreditado que la niña estaba confundida con 58 Ello tomando en cuenta que los derechos del niño, tales como la identidad e integridad emocional se pueden ver afectados durante el trámite del proceso, cuya duración aproximada en los casos analizados es de dos años en promedio. 59 Esta afectación a la integridad psicológica podría verse reflejada en el autoestima del niño, entendiendo a esta como “la parte evaluativa del autoconcepto, el juicio que los niños hacen sobre su valía en general. Desde una perspectiva neopiagetiana, la autoestima se basa en la capacidad cognoscitiva creciente de los niños para describirse y definirse” (Papalia 2005: 309). 151 su identidad, colocando en sus pruebas escolares los apellidos tanto del padre biológico como del marido de la madre. Consideramos que ello fue más evidente con el desarrollo de la niña, en tanto ya estaba en edad escolar y tenía mayor conciencia de la situación. Si se hubiera mantenido la incertidumbre jurídica respecto a su filiación hubiese continuado un escenario de inestabilidad emocional que vulneraría el atender al interés superior del niño. En el Caso N° 8 también se aludió a la edad temprana del niño, en tanto tenía dos años y se relaciona con la posesión constante de estado, ya que los padres biológicos vivían junto al niño y se identificaban como una familia. La jueza resolvió considerando que el plazo para impugnar la paternidad del marido era reducido y limitarse a este podría atentar contra el interés superior del niño, atendiendo a la edad temprana de aquel (cita a una resolución anterior). En el Caso N° 10, el padre biológico interpuso la demanda de impugnación de paternidad, señalando que mantuvo relaciones extramatrimoniales con la madre y fruto de ello procrearon a su hijo. Los demandados se allanaron a la demanda y se sometieron a la prueba de ADN, la cual acreditó la verdad biológica del niño respecto al demandante. En este caso se valoró el criterio de la edad del niño en referencia con su derecho a la integridad psicológica, al señalarse que: […]se deben preferir las normas que velan por el derecho del niño a conocer a sus padres biológicos y dejar de aplicar las normas antes referidas que se oponen a esta finalidad; máxime si el referido niño a la fecha de cuatro años de edad, va a iniciar su etapa escolar y resulta necesario que se establezca plenamente su identidad para evitar en el futuro inestabilidad emocional o traumas psicológicos; en consecuencia la Magistrada que suscribe, con las facultades conferidas en los dispositivos mencionados, considera pertinente hacer uso del control difuso y, por ende, la inaplicación de los artículos 396 y 404 del Código Civil que no hacen viables la defensa y protección del menor, al establecer un requisito previo, esto, la acción de contestación de paternidad por el marido. (Caso N° 10) 152 Por último, cabe hacer mención a los casos en que las niñas contaban con 11 años de edad y lo imperioso que resultaba una resolución favorable para que se establezca su verdadero estado filiatorio. En el Caso N° 7, como hemos podido apreciar, si bien no se mencionó expresamente la edad de la niña para atender a la argumentación, la sentencia de segunda instancia declaró fundada la demanda y por ende la declaración judicial de paternidad. Asimismo, en el Caso N° 4, creemos que el criterio de la edad también pudo ser un factor relevante aunado a la prueba de ADN, para que se resolviera en favor de establecer la filiación extramatrimonial, pese al argumento del demandado respecto a la falta de legitimidad para obrar de la madre, en tanto era mujer casada. 4.2 La posesión constante de estado entre el padre biológico y el/la hijo/a Otro de los criterios que hemos identificado puede influenciar en el razonamiento judicial es la existencia de una posesión constante de estado entre el padre biológico, y el/la niño/a. Consideramos que este punto adquiere relevancia en tanto el derecho a la identidad no solo se materializa en conocer los orígenes biológicos, sino con el entorno familiar a quien el sujeto siente que pertenece, es decir el factor socio afectivo. En tal sentido, en la mayoría de los casos analizados hemos podido constatar que existe una suerte de posesión constante de estado: Tabla N° 6: Posesión constante de estado (padre biológico) Sí No Casos 6 4 Elaboración propia (2015) 153 En tal sentido, hemos aludido a una suerte de posesión constante de estado en tanto no contamos con mayor precisión en los datos aportados por algunos casos de los cuadernillos, por lo que inferimos esta en algún sentido, al no contar con todos los elementos. Es decir, en algunos casos cuentan con el apellido (nombre), en otros el trato y/o fama; siendo que pueda haber la combinación de algunos. Respecto a estas particularidades podemos señalar: En el Caso N° 2 se señaló que la niña tenía una confusión respecto a los apellidos de sus padres, lo cual se evidenció en las pruebas escolares. Por los detalles del caso, que constan en las tablas resumen, podemos inferir que la niña tenía una suerte de posesión constante de estado respecto al padre biológico. En el Caso N° 4 la madre había mantenido una relación sentimental con el padre biológico durante la concepción de la niña, siendo que si bien cuando nació no quiso reconocerla, la niña fue inscrita por la madre con el apellido del padre biológico y este otorgaba pensión alimenticia. En el Caso N° 5 la niña fue inscrita por la madre con el apellido del padre biológico, con quien mantuvo una relación pública y unión de hecho impropia. En el Caso N° 9 conforme a las declaraciones aportadas al proceso, se acreditó que la niña estaba apegada al padre, por lo que podríamos inferir que el componente de trato y fama podría concurrir. Respecto a los casos en los que se constata una posesión constante de estado explícita podemos destacar el Caso N° 8, en que se señaló que, […] obra la declaración de la demandada Adriana Mercado Valcárcel, quien en base al pliego interrogatorio […], reconoce que le demandante no es el padre biológico del niño Marcelo Mathias y que el padre es el codemandado Juan José Alfredo Siveroni Sánchez, que le ocultó al demandante 154 la verdadera paternidad de su hijo, que vive con el padre del niño hace más de un año y este tiene las características del verdadero padre como son el rostro y los ojos, entre otros. […] aparece la declaración de Juan José Siveroni Sánchez quien, […]acepta haber tenido relaciones sexuales con la madre del niño, que esta le dijo que él era el padre de su hijo, que el niño lo reconoce como su padre y conviven juntos, y tienen un cien por ciento de seguridad que el niño es su hijo. (Caso N° 8) (subrayado nuestro) Por otro lado, en el Caso N° 6, el padre biológico interpuso la demanda de impugnación de paternidad en razón de que mantuvo una relación sentimental con la demandada mientras ella se encontraba separada de hecho de su cónyuge. Fruto de la relación procrearon a su hija, no obstante, no la pudo registrar como tal por la presunción pater is vigente. En tal sentido, la resolución señaló que, Que, habiéndose establecido que el demandante es el padre biológico de la menor Celeste Ames Dorich y no el demandado, corresponde amparar la pretensión demandada aún a pesar de que el demandado no ha negado judicialmente su paternidad, pues ante todo debe de primar el derecho a la identidad de la menor y en consecuencia a saber de dónde viene y quiénes son sus padres y familiares biológicos, máxime si esto a criterio del juzgador es lo más beneficioso para la menor toda vez que en la actualidad su madre se encuentra casada con su padre biológico como se advierte en la partida de matrimonio y dada la corta edad de la menor (tres años), es altamente probable que entre el demandante y su menor hija se desarrolle con normalidad los afectos propios de padre e hija. (Caso N° 6) En este caso, también se ha valorado la corta edad de la niña y el hecho de que la madre regularizó su situación al divorciarse del marido y contraer nuevas nupcias con el padre biológico de la niña. 4.3 La separación de hecho de los cónyuges La separación de hecho de los cónyuges y la posterior regularización de la situación de hecho mediante el divorcio y nuevo matrimonio con el padre biológico, en algunos casos, ha sido un factor recurrente a considerar, que creemos ha podido coadyuvar a arribar a la 155 decisión judicial respaldada principalmente en el derecho a la identidad. En tal sentido, cabe realizar la reflexión del porque en casos de separación de hecho de los cónyuges se podría tener una interpretación más benévola por parte de los jueces respecto a la impugnación de la paternidad matrimonial. Al respecto tenemos la siguiente hipótesis: Si uno de los fundamentos que subyacen a la presunción pater is es la institución matrimonial y los deberes de fidelidad y cohabitación que se presumen de ella; al uno de ellos haberse interrumpido mediante la separación de hecho, y al no continuar con la vida marital, no resulta “tan grave” haber incumplido el deber de fidelidad. Por el contrario, creemos que para algunos casos estos deberes se ven suspendidos tácitamente cuando media la separación de hecho. En virtud de ello, podemos destacar lo sostenido en la resolución del Caso N° 7 que en cierta medida confirma nuestra hipótesis, señalando que, El juzgador que suscribe, considera que establecer la presunción de paternidad prevista en el artículo 361° del Código Civil como una presunción absoluta y determinar que la madre no pueda declarar quien es el verdadero padre (artículo 362°) en los casos en que haya imposibilidad física de haber tenido relaciones sexuales con el marido y este no haya reconocido al hijo, contravienen los derechos sustanciales de la menor, como es el derecho a la filiación, el nombre, la identidad, la posibilidad de pertenecer a una familia y gozar del estado de familia que de acuerdo con su origen biológico le correspondería, así como el derecho del padre y de la madre a que se le reconozca y ejerza su paternidad[...] (Caso N° 7) Bajo este argumento, e interpretando de un modo estricto y literal podríamos entender que, establecer la presunción pater is como presunción absoluta para la mujer, solo será contrario a los derechos de terceros en los casos en que haya sido imposible que la madre mantenido relaciones sexuales con su marido y este no haya reconocido al hijo. Es decir, ante la figura en la cual, la madre haya cometido adulterio y existe la posibilidad de que haya mantenido contacto con el cónyuge al no mediar la separación de hecho, no se aplicaría tal concesión. En virtud de ello, interpretamos, de acuerdo a esta resolución judicial, que la separación de hecho sería un supuesto de excepción para que la presunción pater is rija como relativa para la madre, salvo que el marido haya reconocido 156 al hijo (asumimos que por “reconocido” se refiere a que el marido haya inscrito al hijo, ya que mediante la presunción pater is el reconocimiento es automático). Si bien consideramos que es válido que se aprecie que la separación de hecho es un factor que podría determinar que los deberes matrimoniales se hayan suspendido y por ende, no debería mantenerse una presunción rígida; creemos que la presunción pater is no debe ser absoluta en ningún caso, atendiendo al contexto actual en que concurren evidencias científicas y considerando los derechos de terceros afectados, antes que la protección de la institución matrimonial que subyace a estas disposiciones. Ahora bien, en los casos estudiados hemos podido observar que en la mayoría de ellos concurre una separación de hecho de los cónyuges, por lo cual, en algunos casos se alegó, que resultaba imposible que el hijo concebido en ese periodo de separación fuese de su marido. Tabla N° 7: Separación de hecho (madre y cónyuge) Casos Sí 6 No 4 Elaboración propia (2015) En tal sentido, la separación de hecho se evidencia en los casos estudiados en tanto en ellos se señaló que, [..] la demandada le manifiesta que su esposo había registrado a la menor teniendo conocimiento que la menor no era su hija y que lo hacía por un acto de venganza por cuanto la demandada en ese entonces se encontraba separada de hecho desde hace un año antes de concebir a la menor, 157 y no hacen vida en común, por lo que le hace la vida imposible a la codemandada maltratándola física y psicológicamente, optando esta por retirarse del hogar conyugal. (Caso N° 2) […] con motivo de las relaciones extramatrimoniales mantenidas por las partes, nació el niño Luis Moisés, el dieciocho de enero del dos mil uno. Que dichas relaciones se iniciaron en diciembre de mil novecientos noventa y ocho, como consecuencia de que la actora fue abandonada por su cónyuge. (Caso N° 3) Que ambos decidieron separarse de hecho desde el mes de junio del año dos mil uno; sin embargo, recién el trece de marzo de dos mil siete procedieron a regularizar su situación a través de la interposición de la respectiva demanda de separación convencional y divorcio ulterior, habiéndose expedido la sentencia definitiva de divorcio con fecha doce de setiembre del año dos mil siete. Que, a la fecha de interposición de la indicada demanda de divorcio se encontraba con cinco meses de embarazo, hecho que era conocido por su entonces cónyuge, quien además sabía que el padre de la niña por nacer era Percy Elard Contreras Peralta, dada la relación sentimental pública y abierta que la demandante sostenía con este último; en consecuencia señala que ha sido manifiestamente imposible que la menor sea hija de su entonces cónyuge debido a que ambos dejaron de cohabitar desde el mes de junio del año dos mil uno. (Caso N° 5) Manifiesta el recurrente que los demandados contrajeron matrimonio con fecha cuatro de setiembre del año mil novecientos noventa y nueve, y que en el año dos mil cinco se separaron de hecho por incompatibilidad de caracteres y que durante la citada separación, el recurrente con la demandada Fabiola Dorich Krapp iniciaron una relación amorosa y fruto de dicha relación procrearon a la menor Celeste Ames Dorich, la misma que nació el diecisiete de abril del año dos mil siete. (Caso N° 6) Sin embargo, debe efectuarse un análisis al caso concreto teniendo en cuenta que dicha presunción sufre un problema por la separación de los cónyuges (la que ha sido declarada judicialmente según expediente N° 2009-1077) resultando materialmente imposible que hayan mantenido relaciones sexuales en la época de la concepción. (Caso N° 7) Respecto al Caso N° 8, cabe hacer un acotación especial, en tanto los cónyuges estaban separados de hecho y habían iniciado los trámites para el divorcio, sin embargo estos resultaron interrumpidos por la reconciliación de ambos. En el tiempo que estuvieron separados de hecho, la madre inició una relación extramarital producto de la cual procreó a un niño. Si bien la presunción pater is rige inclusive para los casos en que haya una separación de hecho, salvo que el marido impugne la paternidad, en este caso se tomó en 158 consideración que el niño nació luego de los 180 días cumplidos de la reconciliación de los cónyuges, por lo que cabía la posibilidad de que el padre biológico fuera el marido. No obstante ello, la prueba biológica de ADN acreditó la paternidad del niño y fue determinante para la resolución del caso. Asimismo, la jueza valoró que los cónyuges hayan regularizado su situación mediante el divorcio y la madre haya establecido un hogar de hecho con el padre biológico de su hijo, en tanto el niño ostentaba la posesión constante de estado respecto al padre biológico. En tal sentido, señaló que: “…otro aspecto de importancia es dado porque desde el siete de diciembre de dos mil diez, Martín Patricio Quintanilla Rodríguez y Adriana Mercado Valcárcel se hallan divorciados […], lo cual demuestra que efectivamente las partes tienen la intención de regularizar a todo nivel la situación en la cual vinieron viviendo y que ello beneficiará a Marcelo Mathias.” (Caso N° 8) Como hemos podido apreciar en este apartado, además del derecho a la identidad y la protección del interés superior del niño coexisten diversos factores en el caso que son de utilidad para el análisis de la resolución judicial, tales como: la edad, la consideración de la posesión constante de estado y la separación de hecho de los cónyuges o la regularización del estado de los padres biológicos (si llegaron a formar hogar de hecho o matrimonio). No necesariamente consideramos que estos elementos deben concurrir, pero creemos que aportan con una connotación adicional al análisis aunado a la prueba biológica. Asimismo, hemos apreciado que los criterios no han sido recogidos en todos los casos, como por ejemplo el criterio de la edad: ha sido valorado en algunos casos conjugándolo con el interés superior del niño; pero en otros no ha sido determinante para realizar una resolución beneficiosa para el niño. 159 No obstante, estos factores pueden ser útiles para enriquecer el análisis, sostenemos que tras algunos de estos criterios descansa un afán proteccionista de la familia matrimonial, en tanto pareciera que se otorga mayor legitimidad al caso, si la pareja (padres biológicos del menor) cumple con regularizar su situación familiar, ya sea en convivencia o en matrimonio. Por otro lado, la separación de hecho funge como un canal que justifica el incumplimiento de deberes conyugales, sin embargo, idealiza nuevamente al matrimonio, al no reconocer que sin una separación explícita cabe la posibilidad de incumplir estos deberes y ante ello, que la presunción pater is se relativice también para estos casos. Cabe recordar, que la norma no debería regirse de acuerdo a la moral religiosa que puede comprender la idea de institución matrimonial, sino basándonos en los intereses en juego, como lo serían el derecho a la identidad, el principio del interés superior del niño y el derecho a la igualdad de los progenitores. Creemos que afectar ellos en base a una actitud personal de los cónyuges respecto a su matrimonio, no sería acorde con los principios constitucionales. 5. El derecho a la igualdad de los progenitores y el derecho a que ejerzan libremente su paternidad A través de este apartado analizaremos si el derecho a la igualdad de los progenitores es valorado en las resoluciones judiciales, en concordancia con el derecho a que ejerzan libremente su paternidad y maternidad. En tal sentido, hemos clasificado los casos en tanto los demandantes fueron: marido, padre biológico y madre. Ahora bien, nos centraremos, especialmente, en los casos interpuestos por la mujer casada y cómo los 160 jueces fallan al no atender a una perspectiva de género y al principio constitucional de la igualdad para resolver el caso. 5.1 Los casos en que el marido fue el demandante Dentro del estudio comparativo de casos al cual nos hemos abocado, hemos encontrado dos de ellos en los que el marido fue el demandante. Podríamos clasificar a esta clase de caso como “regulares”, en tanto, respeta el postulado de la norma que indica que el único legitimado para obrar en cuanto a la impugnación de la paternidad es el marido. No obstante, estos casos escapan de la regularidad de la ley, en tanto la interposición de la demanda fue fuera del plazo previsto. Ahora bien, conforme al caso en concreto y la comprobación de la verdad biológica concordado con los principios constitucionales, debe analizarse si es correcto interpretar un estricto cumplimiento del plazo señalado en la norma. Sobre el particular, podemos realizar el análisis respecto a los casos que hemos recogido en este trabajo. Por un lado, en el Caso N° 8, como hemos abordado previamente, si bien el marido de la madre interpuso la demanda cuando el plazo había sido sobrepasado, la Jueza valoró las circunstancias particulares del caso: en primer lugar, la acreditación mediante la prueba de ADN que el niño no era hijo del marido; en segundo lugar, que los cónyuges habían regularizado su situación al hallarse divorciados; en tercer lugar, que el niño tenía dos años y convivía con sus padres biológicos existiendo una posesión constante de estado 161 respecto la situación padre e hijo; y finalmente, las declaraciones de la madre60 y el padre biológico respecto a la paternidad del niño. El conjunto de estos factores causaron la convicción en la Jueza para ponderar los intereses en juego, en tal sentido, determinar si la norma debía primar o el interés superior del niño concretado en el derecho a ostentar los apellidos de sus padres biológicos, en coherencia con el derecho a vivir en una familia y la protección de su desarrollo integral. En virtud de ello, inferimos que pese a la restricción legal se evaluó el caso desde una perspectiva constitucional al utilizar el control difuso e inaplicar el artículo 364 del Código Civil al caso concreto. Por otro lado, en el Caso N° 1, se evidencia otra postura interpretativa: la verdad legal prima ante la verdad biológica. En tal sentido, pese a que quedó demostrado mediante la prueba de ADN que el demandante (marido) no era el padre biológico y que además se acreditó mediante pruebas médicas que el marido padecía de una enfermedad que le impedía la procreación, la Sala resolvió conceder el recurso de casación en virtud de que las instancias de mérito no habían observado el plazo de caducidad que señala el artículo 364, plazo que debía declararse de oficio. En virtud de ello, podemos analizar que en contraposición al caso anterior y de las instancias previas, la Sala tiene un razonamiento formalista y que a este subyace, como lo interpretó el Ministerio Público en su Dictamen Fiscal, la defensa de los hogares y la estabilidad social. Cabría preguntarse, sin embargo, si en el caso en concreto ese hogar estaría siendo protegido y si el interés superior del niño estaría siendo garantizado mediante esta decisión. Consideramos que no sería así, en tanto, no necesariamente tiene que hablarse de familia matrimonial para que ese hogar 60 Cabe resaltar que resulta interesante que pese a lo que señala el artículo 362, se toma en cuenta la declaración de la madre que confirma los hechos expuestos en la demanda y señala que el demandante no es el padre porque mantuvo una relación con el padre biológico en el periodo en que estuvieron separados. Si bien, la prueba de ADN es la principal, es interesante analizar como forma parte de la resolución del juez la mención a las declaraciones de la madre y el padre biológico. 162 goce de protección. No obstante, pudo existir una intención de proteger la identidad del niño en razón de que se desconocía su verdadera filiación, el haberle impuesto al niño que tenga un padre que no lo acepta como tal y que quiera despojarse de tal condición en tanto no corresponde con la verdad; podría haber resultado perjudicial para el niño en cuanto a su integridad psíquica y estabilidad emocional. 5.2 Los casos en que el padre biológico fue el demandante Respecto a los casos analizados, en cuatro de ellos61, la demanda de impugnación de paternidad fue interpuesta por el padre biológico, es decir por un tercero. Este supuesto se encuentra fuera de lo estipulado en la norma, en tanto, el padre biológico solo puede reconocer al hijo de mujer casada cuando el marido lo haya negado y obtenido sentencia favorable (artículo 396 del Código Civil). En tal sentido, ante estos casos, los jueces valoraron el interés superior del niño manifestado en el derecho a la identidad en coherencia con la verdad biológica para inaplicar las normas que lo contravenían. Asimismo, los cuatro procesos iniciados por el padre biológico resultaron en sentencias declaradas fundadas en primera instancia y elevadas en Consulta. En tal sentido, si bien estamos partiendo de un análisis cualitativo y no podemos concluir que existe una tendencia jurisprudencial, a partir de los casos recogidos, podríamos inferir que puede haber una predisposición mayor a legitimar al padre biológico a impugnar la paternidad de la mujer casada. Consideramos esto, en virtud de que en los cuatro procesos se ha resuelto la litis sin mayor controversia en primera instancia y aprobada la consulta respecto al control difuso. Asimismo, porque respecto a la mujer casada pesan ciertas 61 Casos N° 2, 6, 9 Y 10. 163 condiciones que restringen su acción, tal y como hemos visto, subyace a la norma un modelo de mujer y ama de casa que debe cumplir con los deberes conyugales y no puede faltar a la institución matrimonial, al admitir su propio adulterio. Por otro lado, sobre los casos en cuestión, en dos de ellos hay separación de hecho entre los cónyuges, mientras que en tres de ellos surge una suerte de posesión constante de estado entre hijo/a y padre biológico. Cabe resaltar que en ningún caso se argumenta que la norma lesiona el derecho a la igualdad y no discriminación, al limitar que el titular de la acción sea el marido. No obstante ello, se hace alusión al derecho a ejercer la paternidad del padre biológico, en tal sentido, en el Caso N° 9 respecto al plazo estipulado en el artículo 364 del Código Civil se señaló: […]consideramos que este término no rige para el caso de autos, puesto que se trata del padre biológico, no del esposo de la casada, que ha iniciado la acción, no siendo aplicable tampoco lo establecido en el artículo 399 pues se refiere a la impugnación del reconocimiento (hijos extramatrimoniales); una interpretación extensiva de esos artículos (en cuanto al plazo) daría lugar a la afectación de derechos de la niña involucrada en este proceso como son, el derecho a la filiación, nombre e identidad, así como gozar de su real estado de familia de acuerdo a su origen biológico, así como el derecho del real padre a ser reconocido como tal y ejerza su paternidad. Cabe recordar que los derechos mencionados se encuentran protegidos por la Constitución. (Caso N° 9) (subrayado nuestro) Por su parte en el Caso N° 10, la jueza sostiene como base normativa para su argumentación el principio de unidad de la filiación consagrado en el artículo 6 de la Constitución, y el que implica la igualdad entre los hijos independientemente de su origen. Este principio, que tiene estrecha relación con el derecho y principio a la igualdad, resulta vulnerado con esta normativa, como hemos desarrollado, en tanto las normas distinguen y “favorecen” a los hijos en virtud del matrimonio. Sin embargo, no manifiesta expresamente que la norma atenta contra la igualdad. 164 5.3 Los casos en que la demandante fue la mujer casada y la “estrategia” utilizada Respecto a este grupo de casos, el cual consideramos más relevante, en tanto sobre ellos versa nuestra tesis, hemos encontrado cuatro casos de mujeres casadas que quisieron impugnar la paternidad de sus maridos; sin embargo de los cuatro casos, tres de ellos utilizaron la “estrategia” de demandar por filiación extramatrimonial: Tabla N° 8: Casos (demandante mujer casada) Asunto Filiación extramatrimonial Negación de paternidad y filiación extramatrimonial Cantidad 3 1 Elaboración propia (2015) Podemos inferir que las mujeres demandantes han pretendido utilizar la norma que aparenta ser más favorable en tanto al reconocimiento de sus hijos extramatrimoniales, siendo que incluso en el Caso N° 7 se amparó la demanda en virtud de la Ley N° 28457 señalada previamente. Asimismo, cabe señalar que de los cuatro casos que mencionamos, tres de las demandas presentadas resultaron fundadas, mientras que como indicamos, respecto al Caso N° 3, el recurso de casación que interpuso la madre fue declarado infundado, por lo que no revocaron la sentencia de vista que declaró la demanda de filiación extramatrimonial improcedente. Ahora bien, cabe hacer mención al Caso N° 4, que aparenta ser uno de filiación extramatrimonial, sin embargo, es en sede casatoria en la cual el demandante aduce que la madre era casada y que por ello, era improcedente la acción. En este caso, la madre de la niña interpuso la acción de filiación extramatrimonial señalando que mantenía una 165 relación sentimental con el demandado desde 1993. Al nacer la niña, el 19 de abril de 1994, el demandado no la registró como su hija, alegando que había tiempo para ello. Sin embargo cumplía con otorgarle una suma de dinero por concepto de alimentos para su hija, suma que disminuyó con el tiempo. En primera instancia, se declaró fundada la demanda en tanto se acreditó mediante la prueba de ADN la paternidad del demandado. En segunda instancia, se confirmó la sentencia que declaraba judicialmente la paternidad, por lo que el demandado interpuso recurso de casación aludiendo que se inaplicó el artículo 404 del Código Civil en tanto la madre se encontraba casada y no se acreditó que el marido de esta haya contestado su paternidad y obtenido sentencia favorable. Finalmente, la Sala resuelve declarando la improcedencia del recurso, en tanto el demandado solicita un reexamen de los hechos y de los medios probatorios, lo cual era inamparable en esa instancia. Respecto a este caso nos cuestionamos ¿Por qué el demandado alegó esta en sede casatoria? ¿Brindó algún medio probatorio para acreditar ello o fue un último recurso? ¿Cómo pudo la actora alegar filiación extramatrimonial sin que se evidencie que era casada y tenía el impedimento legal? Si bien estas son incógnitas, pues no hay mayores datos en el cuadernillo, el error en este caso fue positivo, en tanto si se acreditaba esto en primera instancia el resultado podría no habría sido el mismo, y se hubieran visto afectados los derechos de la niña y la madre. Ahora bien, ello no obsta para criticar la actitud renuente del padre biológico para alegar esto como último recurso para no reconocer a su hija, sabiendo que era el padre por la prueba de ADN que constaba de años atrás y además de su reconocimiento tácito al haberle prestado alimentos desde que nació y utilizar su apellido. 166 Ahora bien, respecto a los casos en cuestión quisiéramos rescatar tres puntos. En primer lugar, no se cuestionó la constitucionalidad de la falta de legitimidad para obrar de la madre. En tal sentido, creemos que si se alegaron derechos constitucionales tales como el derecho a la identidad, deberían de haber invocado el derecho a la igualdad para atender a la resolución del caso que impedía a la madre interponer la acción y señalar que el hijo concebido dentro de su matrimonio no era de su marido. Por ejemplo, en el Caso N° 7 se podría haber acogido a este principio a la igualdad para inaplicar el artículo 362° que directamente limita a la madre a impugnar la presunción pater is. Esta limitación resulta contradictoria, en tanto el embarazo se produce en el cuerpo de la mujer y ella es quien tiene el pleno conocimiento de quién es el padre del hijo que ha concebido. En segundo lugar, y en estrecha conexión con lo anterior, si bien la declaración de la madre no puede ser óbice para determinar la impugnación de paternidad en nuestro sistema, esta indirectamente es tomada en cuenta en algunos casos en cuestión, tal y como mencionamos respecto al Caso N° 8. Por otro lado, si respecto al Caso N° 9, se valoraron las declaraciones de las partes que mencionaban la cercanía de la relación entre el padre biológico y la niña, ¿Por qué no apreciar igualmente la declaración de la propia madre que es quién tendría mayor conocimiento sobre el asunto? Podemos inferir que cuando se trata de que la declaración de la madre sea valorada en un proceso iniciado por ella, no es considerado de la misma forma a que si esta fuera una prueba adicional y aportada en un proceso interpuesto por el marido o el padre biológico. Por otro lado, no somos partidarios de que solo se utilice la declaración de la madre para amparar la impugnación, pero sí, que se tome en cuenta su dicho para iniciar el proceso y se practiquen todas las pruebas pertinentes que otorguen el grado de certeza para acreditar la paternidad del niño o niña involucrado/a. 167 En tercer lugar, consideramos que el derecho a la madre de ejercer su maternidad implica el poder decir quién es el padre de su hijo, independientemente de quién es su marido. En tal sentido, este derecho está relacionado con el derecho a la igualdad de los progenitores a ejercer su paternidad y maternidad. En virtud de ello, la más cercana alusión al derecho a la igualdad de los progenitores-sin llegar a profundizar o cuestionar la discriminación en la norma- fue señalada en el Caso N° 7 en el cual se señaló que: El juzgador que suscribe, considera que establecer la presunción de paternidad prevista en el artículo 361° del Código Civil como una presunción absoluta y determinar que la madre no pueda declarar quien es el verdadero padre (artículo 362°) en los casos en que haya imposibilidad física de haber tenido relaciones sexuales con el marido y este no haya reconocido al hijo, contravienen los derechos sustanciales de la menor, como es el derecho a la filiación, el nombre, la identidad, la posibilidad de pertenecer a una familia y gozar del estado de familia que de acuerdo con su origen biológico le correspondería, así como el derecho del padre y de la madre a que se le reconozca y ejerza su paternidad, derechos que se encuentran previstos en el artículo 2° de la Constitución Política del Estado Peruano[…] (Caso N° 7) (subrayado nuestro) 5.4 La pregunta por la mujer en la normativa aplicada a los casos concretos En los casos estudiados hemos podido concluir que en general en la mayoría (excepto el Caso N° 1 y N° 3) resultó protegido el interés superior del niño concretizado en el derecho a la identidad, específicamente valorando la verdad biológica acreditada mediante la prueba de ADN. En tal sentido, en siete de los casos analizados se inaplicaron las normas que colisionaban con el derecho a la identidad, en donde podemos resumir: 168 Tabla N° 9: Control difuso Arts. 396 y 404 CC Arts. 402 inciso 6 2do. Parr. y 404 CC Arts. 361, 402 inciso 6 2do. Parr. y 404 CC Arts. 361 y 362 Art. 364 Art. 367 y 376 Total Ddte. Hombre 2 0 1 0 1 1 5 Casos Ddte. Mujer 0 1 0 1 0 0 2 Total 2 1 1 1 1 1 7 Caso N° 2 y 10 5 6 7 8 9 Elaboración propia (2015) Sin embargo, en ninguno de los casos se recogió expresamente el derecho a la igualdad y no discriminación como derecho y principio constitucional vulnerado por esas normas. En tal sentido, tampoco se analizó el papel que juega la mujer ante estos casos y cómo parece ser relegada a ser un sujeto de segunda categoría entre el marido y el hijo, debido a que no se dota de valor su declaración, aún sea en aras del interés del hijo y no del propio62. En virtud de ello, no se tomó en cuenta que dichas normas y la invisibilización de la discriminación que generan estas, legitiman un escenario de subordinación de la mujer, en una sociedad en la que la violencia de género también se puede perpetuar mediante normas injustas. En razón de ello, cabe preguntarnos ¿Qué papel juega la mujer en estos casos?, ¿Por qué en el Caso N° 7 se le negó ejercer la acción en primera instancia, mientras que en un caso paralelo en el que el padre biológico interpuso una demanda similar esta es admitida y fundada? ¿Qué diferencia radica en la falta de legitimidad del padre biológico y la de la madre casada? ¿Cómo habrían fallado los jueces si en el Caso N° 4 el demandado presentaba los medios probatorios que acreditaban el matrimonio de la madre durante la concepción en las instancias de mérito? ¿Ante tal situación se habría inaplicado la norma 62 Cabe acotar que creemos que también tendría derecho a impugnar la paternidad por su propio interés y derecho. 169 en virtud del derecho a la identidad como los demás casos? ¿Por qué la declaración de la mujer si puede ser valorada por algunos jueces como en el Caso N° 8 en el que la demanda la interpone el marido y no es valorada de la misma forma en el Caso N° 3 en el que la demanda es interpuesta por la madre? ¿Por qué no hay una variedad de argumentos en las distintas consultas y que involucren el rol de la mujer en tanto la afectación que le genera la norma? Muchas de estas preguntas pueden encontrar variadas respuestas atendiendo a los jueces que las interpreten, por ello no existe uniformidad en los fallos (considerando que en siete de ellos se aprobaron las consultas respectivas al control difuso e invocan los mismos fundamentos), en tanto inaplicar una norma por ser contraria a la constitución formará parte de la discrecionalidad judicial. Ello conlleva a asumir que mientras la legislación no sea modificada a una más acorde con los principios constitucionales en referencia a la igualdad, siempre cabrá el riesgo de la afectación de algún derecho, ya sea en el caso de la madre, el padre biológico y el niño o la niña. No debería confiarse en que la discrecionalidad de los jueces, un error judicial o del registro63 determinen los derechos que constitucionalmente pertenecen al ser humano por su calidad de tal. Finalmente, si bien creemos acertado los fallos que aplicaron el Control Difuso (aunque a nuestro juicio estos debieron agregar la afectación al derecho a la igualdad), consideramos que para evitar los riesgos que puede conllevar la interpretación constitucional de la ley al arbitrio judicial y los costos de transacción que todo proceso 63 En el Caso N° 5 la madre pudo registrar a la menor con el apellido del padre biológico pese a que estaba casada. RENIEC no se percató de ello y por eso la pudo registrar, pues lo normal es que no lo permitan. Ello pudo influenciar al juez en su decisión ya que no solo se acreditó la verdad material de la paternidad mediante la prueba de ADN, sino que también había una suerte de posesión constante de estado, al utilizar el nombre del padre biológico. 170 genera, se debería producir un cambio en la legislación respecto a la materia que sea más acorde a los principios constitucionales que como Estado proclamamos. En virtud de ello, en el siguiente acápite abordaremos brevemente algunos proyectos de ley propuestos para modificar las normas de impugnación de paternidad. 6. A propósito de la aplicación del control difuso, algunas propuestas legislativas para modificar la normativa de impugnación de paternidad matrimonial Mediante el presente trabajo hemos podido identificar que las normas sobre impugnación de paternidad matrimonial no son acordes a los principios que todo Estado Constitucional proclama. En tal sentido, en la mayoría de los casos analizados los jueces fallan aplicando el control difuso ante las normas que contravienen principios constitucionales, tales como el derecho a la identidad del niño o niña, el cual se ve afectado con la normativa sobre la materia. Sin embargo, la actuación judicial no es uniforme; por ende, habrá jueces que apliquen el control difuso y con ello permitan el goce y ejercicio de los derechos de los interesados, y habrá jueces que no opten por ello, debido a que se ciñen a una postura formalista. Ello, aunado a los costos de transacción que implica todo proceso judicial y que contraviene el principio de celeridad y de economía procesal así como la afectación continuada de los derechos particulares, invitan a reflexionar sobre una modificación en la norma que sea más acorde con el Estado Constitucional y que garantice la seguridad jurídica en la aplicación que efectúen los operadores de justicia. 171 En virtud de ello, revisaremos cuatro Proyectos de Ley, dos de ellos presentados en la Legislatura del 2006-201164, y los dos restantes que están siendo revisados en la actualidad. En tal sentido, algunos de los proyectos en cuestión proponen que la madre también tenga legitimidad para accionar respecto a la impugnación de la paternidad matrimonial, si bien en algunos de ellos la propuesta es respaldada en aras de que la madre actúe en beneficio del/la hijo/a, también se considera, al menos en uno de ellos indirectamente, que la madre tiene el derecho a la igualdad y no discriminación, el cual es el pilar de un ordenamiento constitucional y debe reflejarse en las leyes. El Proyecto de Ley N° 2968/2008-CR presentado el 12 de enero de 2009 por la congresista Luisa María Cuculiza Torre y las integrantes de la Mesa de Mujeres Parlamentarias Peruanas, proponía una modificatoria en los artículos 361 y 362 del Código Civil. En tal sentido, se planteaba reemplazar los artículos de acuerdo a lo siguiente: Artículo 361°- Presunción de paternidad El hijo nacido durante el matrimonio o dentro de los trescientos días siguientes a su disolución tiene como padre al marido, salvo que la madre declare lo contrario o demuestre que no existió vida en común con el marido durante el tiempo de la fecundación. Artículo 362°- Presunción de filiación matrimonial El hijo se presume matrimonial, salvo que la madre declare que no es de su marido. En virtud de ello, se planteaba que la presunción pater is tendría carácter relativo para la mujer, porque disponía que la madre podría refutarla declarando lo contrario o demostrando que no existió vida en común durante la concepción. Respecto a la 64 Se trata del Proyecto de Ley N° 2968/2008-CR que quedó pendiente en la Comisión de Justicia y Derechos Humanos de la legislatura del periodo 2006-2011; y el Proyecto de Ley N° 4049/2009-CR el cual fue elevado a la Comisión de Justicia y Derechos Humanos del Congreso de la República y obtuvo Dictamen favorable; sin embargo, ninguno de ellos prosperó. 172 motivación para respaldar la propuesta de modificación de la norma, destacamos que se señaló que las normas del Código Civil que se pretendían modificar eran del año 1984 y no habían sufrido modificación alguna, por lo que era necesario adecuarlas al contexto. En tal sentido, se indicó que los artículos en cuestión vulneraban el derecho a la identidad del/la niño/a, al imputarle una paternidad que no le corresponde por el hecho de haber nacido dentro de un matrimonio; y a su vez eran discriminatorios, en tanto la madre casada no puede indicar que la paternidad corresponde a alguien que no es el marido, mientras que, “no existe artículo que limite la inscripción del nacimiento al marido que procree hijos con mujer distinta a la cónyuge”65. Ahora bien, sobre la propuesta mencionada cabe hacer las siguientes observaciones: i. Es interesante que, de las propuestas analizadas, esta sea la única que aborde directamente la discriminación en estos artículos, sin embargo, creemos que faltó profundizar al respecto, en tanto, en la exposición de motivos, si bien se señala lo que hemos acotado, se concluye que la razón para la modificatoria es la vulneración del derecho a la identidad constitucionalmente protegido. ii. Por otro lado, con la modificación de la norma y mediante una interpretación literal se podría entender que se permitiría que la madre pueda refutar la presunción pater is al inscribir al hijo, declarando que no es de su marido o demostrando que no existió vida en común con este durante la concepción. En tal sentido, bajo esta interpretación estricta, el nuevo escenario sería que la madre podría desvirtuar la presunción pater is en el registro. Sin embargo, consideramos que tal interpretación no sería coherente en razón de la seguridad jurídica respecto al 65 Proyecto de Ley N° 2968/2008-CR pp. 3. 173 estado filiatorio del niño o la niña, por lo que se debería entender que la presunción pater is podrá ser refutada por los legitimados para accionar como la madre y el marido, en vía judicial y mediante las pruebas que aporten certeza en el caso. En virtud de ello, consideramos que esta propuesta no es del todo completa, puesto que, en razón del principio a la igualdad y el interés superior del niño, la presunción pater is debe mantener su vigencia, pero ampliarse para los hijos concebidos dentro de uniones de hecho, y con la posibilidad de que se desvirtúe mediante pruebas y por los legítimamente interesados, tales como la madre, el marido, el padre biológico y el hijo. Por su parte, el Proyecto de Ley N°4049/2009-CR presentado el 20 de mayo de 2010 por la congresista Martha Hildebrandt Pérez Treviño, proponía la inclusión de un supuesto al artículo 362 y la modificación del artículo 396 del Código Civil, en los siguientes términos: Artículo 362°-A- Impugnación de paternidad por la madre de un hijo nacido durante el matrimonio La madre puede impugnar la paternidad del hijo nacido durante el matrimonio y demostrarlo mediante la prueba de ADN. Artículo 396°- Reconocimiento de hijo extramatrimonial de mujer casada El hijo de mujer casada no puede ser reconocido sino después de que el marido lo hubiese negado y obtenido sentencia favorable, o la madre hubiese impugnado la paternidad según lo previsto en el artículo 362°-A y obtenido sentencia favorable. En la exposición de motivos de este proyecto, se señaló que la modificatoria de esta normativa radicaría en que con ella la madre podría proteger eficazmente el derecho a la identidad del/la hijo/a, en tanto, las normas vigentes solo facultan al marido para impugnar la paternidad y si este no quiere iniciar la acción, el hijo se vería perjudicado sin que la madre pueda accionar en interés de este. Asimismo, amparó la modificatoria en lo señalado por la Constitución y tratados internacionales, así como legislación comparada 174 (Alemania, Grecia y la provincia de Quebec en Canadá) que faculta a la mujer para impugnar la paternidad matrimonial. Ahora bien, respecto a este proyecto, cabe resaltar que: i. Se legitima a la madre para impugnar la paternidad en virtud del derecho a la identidad del hijo, mas no del derecho propio a accionar en igualdad respecto al marido. ii. El artículo 362-A que se pretende incluir es contradictorio con el artículo 362 del mismo Código que prescinde de la declaración de la madre que desvirtúe la presunción de paternidad. Consideramos que habría sido más adecuado que se modifique el artículo 362 por el texto propuesto en el artículo 362-A.66 iii. El proyecto en cuestión no incluye la posibilidad de que el padre biológico o el hijo impugnen la paternidad, lo cual consideramos que debía ser pertinente, en aras del derecho a la igualdad de los progenitores y al derecho a la identidad del hijo. iv. Se obvia hacer referencia al plazo que tendría la madre para impugnar la paternidad, en tanto el artículo 364 señala que la acción contestatoria debe ser interpuesta por el marido dentro del plazo de noventa días contados desde el día siguiente del parto, si estuvo presente en el lugar, o desde el día siguiente a su regreso, si estuvo ausente. En tal sentido, la normativa en su conjunto propondría la presunción pater is relativa, que puede ser impugnada por el marido o la madre mediante la prueba de ADN, y para que el padre biológico pueda efectuar el reconocimiento del hijo, la acción debe haber sido interpuesta por los legitimados para hacerlo y obtenido sentencia favorable. Se podría 66 Sin embargo, si se hubiese aprobado esta variante el artículo 362° habría quedado derogado por ser contradictorio con la modificación posterior de la norma. 175 interpretar que el plazo para que la madre interponga la acción sería el mismo que el estipulado para el marido. Ahora bien, sobre ello, se efectuó una propuesta consensuada por la Comisión de Justicia y Derechos Humanos del Congreso, debido a que el Proyecto de Ley fue presentado en Comisión y obtuvo dictamen favorable. Respecto al Dictamen recaído en el Proyecto de Ley mencionado y en el Proyecto de Ley N° 4264/2010-CR67, que se acumuló al primero y proponía la imprescriptibilidad de la acción de impugnación de paternidad podemos señalar lo siguiente: i. Se señaló que la propuesta se sustentaba en la protección al derecho a la identidad de los niños y niñas, que sería protegido si se permitía que la madre impugne la paternidad matrimonial. En virtud de ello, se evitaría que continúen las inscripciones de los niños, que habiendo nacido dentro del matrimonio, tengan por padre al marido de la madre pese a que ello no correspondiese con la verdad biológica. A propósito de ello, creemos que es importante destacar que el desvirtuar la presunción pater is mediante impugnación de paternidad es diferente a hacerlo al momento de la inscripción68, hecho que no queda claro en el dictamen del proyecto, en tanto parece que la norma alude a la acción judicial de impugnación pero al sustentarla en la Comisión parece indicar que puede desvirtuarse tal presunción durante la inscripción. Creemos que es menester que en la propuesta de modificación de la norma esté claro en qué momento se debe desvirtuar tal presunción y por cual vía. 67 No ahondaremos respecto a este proyecto en tanto atañe al plazo determinado para interponer la acción de impugnación y en este trabajo nos hemos abocado al análisis de la legitimidad para obrar que indica la normativa sobre estos casos. 68 La impugnación de paternidad se realiza mediante un proceso judicial, para el cual la norma otorga un plazo para interponer la acción, mientras que si al momento de la inscripción del hijo bastara la sola declaración de las partes para desvirtuar la presunción, no tendría lógica que exista la figura del proceso de impugnación de paternidad. 176 ii. La Comisión señaló que en lugar de agregar el artículo 362-A, este debería plasmarse en una modificación al artículo 363, ampliando la legitimidad para impugnar la paternidad a la madre. Por otro lado, planteó la modificatoria del artículo 362, suprimiendo “o sea condenada como adúltera”, por considerar que no tendría validez al haber sido proscrito de nuestro ordenamiento el delito de adulterio. No obstante ello, consideramos que el artículo 362 en su totalidad no guardaría coherencia con las modificaciones planteadas, al no valorar la declaración de la mujer y ser contradictorio con los artículos que amplían la legitimidad para obrar de la mujer casada, que se basaría en su declaración además de la prueba biológica, por lo cual debería ser derogado. iii. Finalmente, se planteó la modificación de los artículos 364, 367, 396, 402 inciso 6 segundo párrafo, en coherencia con la incorporación de la titularidad para interponer la acción de impugnación a la madre, lo cual solucionaría un problema latente en la realidad peruana en tanto, “los casos de nacimientos de niños y niñas cuya madre se encuentra casada con una persona que no es su padre biológico y que por ficción legal tiene como padre a una totalmente ajena a él [sic] , se han venido incrementando”69. En resumen, si bien el Dictamen resultó favorable y aprobaron la propuesta consensuada por la Comisión de Justicia y Derechos Humanos se desconoce porque está no fue discutida en el pleno y recogida posteriormente en el debate referente a la modificatoria de estas normas en la siguiente legislatura. Creemos que si bien, habían vacíos en la propuesta y aspectos que hemos observado, estos podrían haber sido superados y era un 69 Informe N° 039-2009-mimdes/DGFC-DINNA-SDD-AA, pág. 5 en Dictamen de la Comisión de Justicia y Derechos Humanos, recaído en los proyectos de ley Núms. 4049/2009-CR y 4264/2010-CR, que proponen modificar diversos artículos del Código Civil relativos a la presunción de paternidad, impugnación e imprescriptibilidad de la paternidad y maternidad, pp. 3. 177 avance favorable que se recoja el la posibilidad de la madre para impugnar la paternidad matrimonial. Respecto a las propuestas que están vigentes y pendientes a debatir encontramos el Proyecto de Ley N° 3968/2014-CR propuesto por los congresistas del grupo político Unión Regional y el Anteproyecto de Ley que regula los aspectos generales y las condiciones de la reproducción humana médicamente asistida70, de fecha 27 de agosto de 2014, que se encuentra en revisión por el Viceministerio de Justicia y Derechos Humanos. En tal sentido, el primero de ellos tiene por objeto la modificatoria de los artículos 364, 396 y 400 del Código Civil, siendo que plantea la imprescriptibilidad de la acción de impugnación de paternidad por parte del marido, así como la negación del reconocimiento en casos de filiación extramatrimonial. Asimismo, como la modificación del artículo 396 del mismo Código, bajo el siguiente texto: Artículo 396.- El hijo de mujer casada puede ser reconocido por el padre biológico si después de que en un procedimiento judicial se ha obtenido sentencia favorable. Ahora bien, sobre esta propuesta cabe pronunciarnos en lo concerniente al artículo 396, en tanto hacer un análisis de la imprescriptibilidad de la acción o el plazo pertinente para interponerla no ha sido objeto de este trabajo. En virtud de ello, si bien en la exposición de motivos se señala que la modificatoria planteada es en razón de proteger el derecho a la identidad del niño, en tanto este no puede verse afectado por el establecimiento de un plazo estricto y la limitación al reconocimiento del padre biológico mientras el marido no hubiese negado la paternidad y obtenido sentencia favorable; ello no se traslada a la 70 Si bien este proyecto busca regular las técnicas de reproducción asistida tiene relación respecto al sistema filiatorio, por lo que en sus disposiciones complementarias propone una modificatoria en las normas que hemos analizado. 178 redacción del artículo 396. En tal sentido, se suprime de la disposición la alusión a que el marido debe negar la paternidad y obtener sentencia favorable para el que padre biológico pueda efectuar el reconocimiento, sin embargo, en la redacción propuesta no queda claro por quién es interpuesto dicho procedimiento judicial ni cómo se solucionaría la problemática que plantea en la exposición de motivos al señalar que: “en muchos procedimientos judiciales se ha producido un conflicto de normas jurídicas, por un lado la limitación de plazos contenidas en los artículos 364, 400, y en otros casos como el artículo 396 que el marido se hubiere negado y haya obtenido sentencia favorable, si no se produce este acto jurídico no podría reconocerse, lo cual es una limitación al derecho del niño y del verdadero padre.”71 Asimismo, señalan que con dicho proyecto no se pretende modificar ni derogar norma alguna distinta a la propuesta, por lo que, interpretando dicho artículo modificado, sistemáticamente con los artículos vigentes, se entendería que la legitimidad para iniciar dicho proceso judicial seguirá limitada al marido. Por ende, los derechos que se buscan proteger, según la exposición de motivos del Proyecto de Ley en cuestión, como el derecho a la identidad y el derecho del padre biológico a ejercer su paternidad no resultarían protegidos en la práctica. Cabe precisar, que consideramos un desacierto que no se haya planteado en esta propuesta ampliar la legitimidad para obrar a la madre y al padre biológico, lo cual sería coherente con los valores que se pretenden resguardar. Respecto al anteproyecto de ley sobre técnicas de reproducción asistida, al cual aludimos, este plantea en sus disposiciones complementarias la modificación de los artículos 361 y 71 Proyecto de Ley N° 3968/2014-CR pp. 4. 179 363 del Código Civil entre otros, así como la derogación del artículo 362 del mismo cuerpo legal. En tal sentido, se propone la modificación en los siguientes términos: Artículo 361°.- El hijo nacido durante el matrimonio dentro de los trescientos días siguientes a su disolución o por filiación post mortem tiene, de acuerdo a la ley de la materia, por padre al marido, salvo prueba en contrario. No procederá lo anteriormente señalado cuando una mujer haya optado voluntariamente ser gestante subrogada". Artículo 363°.- El marido que no se crea padre del hijo de su mujer puede negarlo: (...) 4. Cuando adolezca de infertilidad absoluta. 5. Cuando se demuestre a través de la prueba del ADN u otras pruebas de validez científica con igual o mayor grado de certeza que no existe vínculo parental. El Juez desestimará las presunciones de los incisos precedentes cuando se hubiera realizado una prueba genética u otra de validez científica con igual o mayor grado de certeza. En virtud de esta propuesta podemos interpretar que la presunción pater is admitiría prueba en contrario y en virtud de la derogación del artículo 362° la mujer podría inscribir al hijo que se presume matrimonial si desvirtúa dicha presunción. Por otro lado, en el artículo no se especifica si se debe refutar la presunción pater is en el registro o en procedimiento judicial, así como quienes serían los legitimados para hacerlo; sin embargo, parecería desprenderse que podría probar lo contrario cualquier interesado. Por otro lado, si esto se permitiera cabría preguntarse sobre la finalidad que cumpliría la acción de impugnación de paternidad, que se mantendría vigente por los demás artículos sobre la materia en el Código Civil. Consideramos en referencia a las propuestas analizadas que todas deben especificar ciertos aspectos y ahondar en la importancia de otorgar legitimidad a la madre para interponer la acción de impugnación en virtud del derecho a la igualdad y no 180 discriminación. Asimismo, creemos que debe establecerse claramente en qué momento se puede desvirtuar la presunción pater is y contar con una modificatoria coherente y sistemática respecto a los artículos que se relacionan con la materia. A nuestro juicio, se podría elaborar una propuesta sobre la materia, basada en el cambio legislativo realizado en Colombia con la Ley 100672, que modificó los artículos concernientes a la filiación matrimonial, y la cual consideramos completa y coherente con la protección de los derechos constitucionales. Finalmente, a lo largo de este capítulo hemos analizado cómo la problemática de las normas de impugnación de paternidad matrimonial es resuelta por los operadores de justicia manifestada en los casos seleccionados, siendo que hemos estudiado el razonamiento judicial atendiendo a los criterios relevantes en el proceso y desde una perspectiva constitucional y de género. Asimismo, si bien hemos podido inferir del análisis cualitativo de casos realizado que el control difuso es una práctica común en torno a la materia, esta no siempre será aplicada de manera uniforme lo que puede generar la afectación de derechos constitucionalmente protegidos. En tal sentido, era necesario hacer mención a las propuestas planteadas en los últimos años, ya que consideramos que si bien desde una óptica constitucional la inaplicación de la norma es adecuada, se necesita mayor seguridad jurídica en el sistema y una conciencia de igualdad de trato que manifieste nuestra normativa. 72 Hemos analizado la legislación colombiana sobre la materia de impugnación de paternidad en el acápite 2.2 del Capítulo 2 del presente trabajo. 181 Conclusiones 1. El sistema filiatorio peruano debe interpretarse de acuerdo a los parámetros establecidos en un Estado Constitucional, en tanto las normas deben someterse a los principios proclamados en la Constitución y el respeto de los derechos fundamentales. En tal sentido, desde la constitucionalización del derecho de familia los jueces deben aplicar las leyes atendiendo el contexto y circunstancias de los casos en cuestión y cotejando la norma a la luz de la Carta Magna. 2. Para la resolución de los casos analizados en el presente trabajo de investigación, es relevante que se analicen los problemas jurídicos que plantea la normativa desde una perspectiva de género. En virtud de ella se evidencian los valores que subyacen a la regulación sobre impugnación de paternidad que esconden estereotipos de género; se enriquece el debate judicial, así como se reivindican los derechos de la mujer que han sido soslayados por algunas disposiciones de esta regulación a lo largo de los años. Sostenemos que si no se manifiesta dicha situación discriminatoria mediante un debate con enfoque de género se seguirá legitimando una situación de subordinación en el ámbito judicial que se refleja en la sociedad. 3. La presunción pater is halla su fundamento en la institución matrimonial como base de la familia, y de ello se deriva la presunción del cumplimiento de los deberes conyugales tales como la cohabitación y fidelidad que inducen a asumir que todo hijo concebido y/o nacido durante el matrimonio se presume matrimonial. Ahora bien, existen diversidad de familias y el matrimonio no es la única vía para formar un familia o el único modelo que merece protección. Por el contrario, la Constitución protege a la familia, sin especificar un modelo predominante. 182 4. Nuestra legislación adopta un sistema restringido de impugnación de paternidad matrimonial, es decir, el único legitimado para impugnar la presunción pater is, es el marido. En virtud de ello, sostenemos que a esta regulación subyace la protección a la familia matrimonial. En tal sentido, restringir derechos basándose en el estado civil de las personas no constituiría un fin constitucional legítimo, por lo que si analizamos la restricción de derechos de esta norma, no cabría ponderación alguna. 5. La restricción de los sujetos legitimados para impugnar la presunción pater is radica en que se busca proteger el estado filiatorio matrimonial del hijo; sin embargo, ello atenta contra el derecho a la igualdad y no discriminación y al principio de unidad de la filiación, en tanto distingue el estatus jurídico de los hijos e hijas basándose en el estado civil de los progenitores. Asimismo, vulnera el derecho a la igualdad de los progenitores, específicamente de la madre, al no permitir que impugne la paternidad. Adicionalmente, afecta el derecho a la identidad del niño. 6. El sistema restringido de impugnación de paternidad también limita el derecho del padre biológico a ejercer su paternidad, así como del propio hijo; cuando dicha regulación pretende resguardar sus intereses. En tal sentido, si bien con esta normativa se busca proteger el interés superior del niño materializado en el derecho a la identidad, este no resulta garantizado eficazmente en la realidad, en tanto, se deja al arbitrio de un sujeto (el marido) determinar si se establece o no el derecho a la identidad del niño correspondiente con su verdad biológica. 7. La falta de legitimidad de la mujer para impugnar la paternidad de su marido suele fundamentarse en la doctrina de los actos propios, en tanto la mujer no puede alegar su propio adulterio para ejercer el derecho a impugnar la paternidad matrimonial. Ello contraviene el test de igualdad, en tanto existe una diferencia de trato basada en el 183 estado civil respecto a mujeres casadas y solteras, que sí pueden declarar quién es el padre de su hijo; así como respecto al marido que en una misma situación si puede implicar su propio adulterio al reconocer a un hijo extramatrimonial; por lo que se desprende que el legislador pretende que los deberes conyugales se asuman y presuman unilateralmente, de acuerdo al género y a los roles que se esperan de este. 8. Respecto a la limitación de la mujer casada de impugnar la paternidad, también subyace la protección al derecho al honor del marido, en tanto este se vería vulnerado al evidenciar el adulterio de su mujer. Sin embargo, ello no puede ser óbice para la limitación de otros derechos fundamentales como el derecho a la igualdad de la mujer para interponer la acción, el derecho de los padres biológicos para ejercer su paternidad y los derechos del niño o la niña involucrado/a. 9. Los fundamentos para la negativa de considerarle legitimidad para obrar a la mujer casada se basan en patrones enraizados en la sociedad referentes a los roles asignados para hombres y mujeres. Es decir, la discriminación que generan esas disposiciones no solo obedecen a una discriminación sexual, sino que se basan en valoraciones morales respecto al concepto de familia, los roles que debe cumplir el hombre y la mujer, y los deberes de esta respecto a su marido; conforme se le atribuían en un modelo de potestad marital. En virtud de ello, sostenemos que la regulación de la impugnación de paternidad matrimonial es discriminatoria en razón de género. 10. Mediante la revisión de legislación comparada hemos podido apreciar como la regulación es similar y se ampara en los mismos argumentos. No obstante, es interesante analizar la experiencia colombiana que presenta un cambio normativo más acorde a los valores constitucionales, legitimando a la madre; marido; padre biológico 184 e hijo para impugnar la paternidad de acuerdo a requisitos y plazos establecidos; así como ampliando la aplicación de la presunción pater is a las uniones de hecho. 11. Al aplicar los métodos jurídicos propuestos por Bartlett, interrogando a la normativa, sostenemos que el papel de la mujer, en muchos casos sigue inmerso en el modelo de familia de la potestad marital y se manifiesta al imponer restricciones como las vistas en el presente trabajo. Asimismo, no se ha valorado el contexto actual que supera a la norma, en donde el matrimonio ya no es la institución predominante en la realidad, así como que el divorcio no suele concretarse antes de que se inicie una nueva relación; surgiendo esta clase de problemas jurídicos. Adicionalmente, sostenemos que el razonar desde una perspectiva de género y que ello se plasme en los fallos judiciales promovería un aumento de conciencia a nivel jurídico que se transmitiría en la comunidad. 12. De la revisión de los casos planteados constatamos que ninguno de ellos aborda la cuestión de la discriminación por género que manifiesta la norma, sino que generalmente han sido resueltos en aras del derecho a la identidad y el interés superior del niño. En tal sentido, en la mayoría de casos estudiados se ha optado por privilegiar la verdad biológica acreditada mediante la prueba de ADN y que garantizaría el goce del derecho a la identidad del hijo o la hija. Entre los demás factores que confluyen en las resoluciones judiciales se encuentran: la edad del niño o la niña, la posesión constante de estado entre el niño o niña y el padre biológico, y la separación de hecho de los cónyuges. 13. Si bien en la mayoría de casos se resolvió respetando el derecho a la identidad del niño o la niña al aplicar el control difuso y en un Estado Constitucional la ley debe estar sometida a la Constitución; no basta con dejar al arbitrio judicial la aplicación del 185 control difuso de estas normas, en tanto pueden haber jueces que resuelvan conforme a la Carta Magna y otros que no. En tal sentido, pese a que no estemos completamente conformes con los proyectos de ley analizados, sostenemos que es un avance positivo y que se debe plantear una modificatoria de las normas para que sean más acordes con los valores y principios constitucionales. En virtud de dicho cambio, habría un aumento de conciencia, que no solo se materializaría en vía judicial, respecto a la igualdad formal entre hombres y mujeres en el ámbito de la familia. 186 Anexos Caso N° 1: Exp. N° 267-1999 Datos Relevantes Juzgado 1° Juzgado Civil de Barranca Expediente de origen N° 267-1999 Proceso Conocimiento Instancias 2 y Corte Suprema (Casación) Juez Agustín Raymundo Jorge Demandante Elmer Hugo Trujillo Hidalgo Demandada Iris Fresia Ulleno Samanamud Edad del hijo (al emitir sentencia de 1° Instancia) Asunto 2 años Impugnación de paternidad matrimonial y otros Sentencia 1° Instancia Fecha 14/01/2000 Argumentos demandante Interpone demanda de impugnación de paternidad, anulación de matrimonio e indemnización por daños y perjuicios. “Funda su acción en el hecho de haber contraído matrimonio civil con la demandada con fecha 5 de agosto de 1997 ante la Municipalidad de Barranca y como fruto de esta relación conyugal procrearon al menor Hugo Emilio Trujillo Ulleno nacido el 27 de diciembre de 1997.” La relación matrimonial “posteriormente se habría resquebrajado como consecuencia de la conducta irascible de la demandada que motivó grandes problemas como ofensas mutuas, hasta que transcurrido el año de matrimonio habría sido objeto de burla por parte de esta en cuanto a su virilidad varonil, lo que obedeciera para someterse a múltiples exámenes médicos especializados en liquido seminal, lo que arrojó que el recurrente padece de la enfermedad denominada “Azoospermia”, un mal que significa la ausencia de espermatozoides 187 en el liquido seminal y la imposibilidad de engendrar, aspecto que motiva la causal suficiente para la invalidez del matrimonio por haber sido inducido al engaño para contraer matrimonio a causa del embarazo de la demandada.” Ampara su demanda en los artículos 363 inciso 4, y 364 del Código Civil, en tanto señala que la acción se presenta dentro del plazo de noventa días indicado por la norma, en tanto tuvo conocimiento del engaño el 31 de diciembre de 1998 (fecha en la que se realizó los exámenes médicos que arrojaron como resultado que padecía de azoospermia y no podía procrear.) Argumentos “Niega y contradice la demanda, alegando haber mantenido relación demandada amical con el demandante desde 1982, posteriormente fueron enamorados y a partir de 1995 mantuvieron relaciones sexuales, hasta que a mediados del año 1996, por espacio de seis meses y por motivo de trabajo, fue a residir a la ciudad de Lima” La recurrente “…habría sido objeto de celos enfermizos y forzada a retirarse del domicilio conyugal en salvaguarda de su integridad física por haber sido víctima de constantes agresiones físicas y ofensas, según las constancias policiales.” “Por otro lado, la prueba de azoospermina proviene de un laboratorio particular y no tendría validez alguna para el presente juicio, porque el demandante pudo haber adquirido esta enfermedad posterior a la fecha de separación de hecho y luego de engendrado su menor hijo.” “Formula reconvención para la disolución del vínculo matrimonial bajo las causas de injuria grave y haber sido objeto de violencia física y psicológica por parte del demandado.” Puntos Determinar si el demandante es padre biológico del menor Hugo Emilio controvertidos Trujillo Ulleno. Determinar si la demandada ha causado daños y perjuicios al demandante susceptible de indemnización. Determinar si es viable anular el acto matrimonial como consecuencia de la enfermedad de Azoospernia que padece el demandante. Resolución “Que, con la partida de matrimonio de fecha 5 de agosto de 1997 […] del juez se halla establecida que los justiciables han contraído matrimonio civil ante la Municipalidad Provincial de Barranca.” “Que, con la partida de nacimiento […], queda fehacientemente demostrado que las partes, como fruto de su relación matrimonial, procrearon al menor Hugo Emilio Trujillo Ulleno, nacido el 27 de diciembre de 1997.” “En principio, la impugnación de paternidad está reservada únicamente para el marido cuando este no se crea padre del hijo de su mujer, esto es tratándose de un hijo matrimonial habido por la mujer casada con su marido, tal como lo señala el artículo 363 del Código Civil.” “Que, a mérito de los Informes de fecha 31 de diciembre y 4 de enero de 1999 […], compulsado con el Informe pericial del 11 de octubre de 1999 […], relativo a la prueba científica de ADN, realizada a Elmer Hugo Trujillo Hidalgo, Iris Fresia Ulleno Samanamud y del menor Hugo Emilio Trujillo Ulleno, por parte del laboratorio Bio Links, se concluye categóricamente que el actor no es padre del menor, por padecer de la 188 enfermedad de Azoospermia, mal que imposibilita procrear por la ausencia de espermatozoides en el liquido seminal.” “Que, dadas las conclusiones que anteceden y habiendo sido concebido el menor antes de la fecha del matrimonio, la demandada ha actuado con dolo al haber sindicado y hecho creer al demandante como progenitor de su hijo, aspecto no enervado con ningún medio probatorio durante el desarrollo de la investigación judicial; elementos consustanciales que conducen para declarar la nulidad del acta matrimonial…” “Deviene infundado el extremo de indemnización por daños y perjuicios, por improbada.” Falla: 1. Declarando fundada en parte la demanda, en consecuencia: Nulo el acto jurídico contenido en la Partida de Nacimiento correspondiente al menor Hugo Emilio Trujillo Ulleno, al haberse establecido que el demandante no es el padre biológico del menor; Anulada el acta matrimonial en cuanto atañe al matrimonio celebrado por las partes con costas y costos del proceso. 2. Infundado el extremo de indemnización por daños y perjuicios. Sentencia 2° Instancia-Sala Civil de Corte Superior de Huara Fecha 03/05/2000 Argumentos del apelante La demandada apela y “sostiene que la pretensión de impugnación de paternidad ha caducado, que se le negó una prueba de ADN en el Hospital Eduardo Rebagliati Martins, que los peritos no figuran en la lista de peritos judiciales, que se ha debido tener criterio suficiente para ordenar una contraprueba, que la azoospermia no puede ser ordenada por un técnico de laboratorio, que no se ha solicitado el concurso de los peritos médicos del Instituto de Medicina Legal y que el demandante no ha probado las causales que invoca.” El demandante apela en el extremo que se le debe indemnizar el daño sufrido. “La demandante no hace cuestionamientos de fondo a la sentencia, limitándose a formular cuestionamientos de carácter formal, los que ya han precluido, pues el proceso se encuentra en estado de resolver el fondo.” Estando probado, “que el demandante no es padre del menor Hugo Emilio Trujillo Ulleno, la partida de nacimiento de este menor solamente resulta nula en cuanto consigna al demandante como su padre, en aplicación del inciso 2 del artículo 221 del Código Civil, pues si bien es cierto que en dicha declaración medio vicio en la voluntad del demandante, ello no puede afectar el hecho del nacimiento que realmente tuvo lugar, ni puede afectar el apellido Trujillo del menor, en atención al derecho al nombre que le reconoce el artículo 19 del mismo Código.” “Estando probado que la demandada dolosamente hizo creer al demandante que la había embarazado, el matrimonio también resulta Resolución de la Sala 189 nulo en aplicación del inciso 5 del artículo 277 del Código Civil, porque el embarazo por una tercera persona constituye evidencia de vida deshonrosa.” “Los efectos de la declaración de nulidad que efectúa esta sentencia, se retrotraen a la fecha de celebración del matrimonio, la demandada está obligada a devolver los alimentos que ha cobrado para ella y su menor hijo.” “En aplicación del artículo 1969 del Código Civil, el demandante tiene derecho a indemnización por el daño moral, el que debe ser fijado prudencialmente.” “Esta sala se ve obligada a aplicar las normas que considera pertinentes, con la potestad que le confiere el artículo VII del Título Preliminar del Código Civil, […] el inciso 5 del artículo 363 del Código Civil, le permitía negar la paternidad, demostrando a través de la prueba de ADN, como en efecto lo ha hecho, que no existe vínculo parental.” Resuelve: 1. Revocar la sentencia de primera instancia en cuanto declara nula la partida de nacimiento y reformándola en este extremo declararon nula el acta de nacimiento del menor, únicamente en cuanto consigna como su padre al demandante, quedando subsistente lo demás que contiene y autorizado para utilizar el apellido Trujillo. 2. Confirmaron en cuanto declara nula el acta de matrimonio de las partes. 3. Revocaron en cuanto declara infundada la pretensión de indemnización y en cuanto condena a la demandada al pago de las costas y costos del proceso y reformándola en estos extremos, exoneraron a la demandada del pago de las costas y costos del proceso y declararon fundada en parte la pretensión de indemnización y en consecuencia ordenaron que la demandada indemnice al demandante con la suma de setecientos nuevos soles más intereses legales y ordenaron a la demandada que devuelva las sumas cobradas por concepto de alimentos para ella y para su hijo. Corte Suprema: Casación N° 1347-2000 Fecha 13/11/2000 Argumentos de quien interpone el recurso La inaplicación del artículo 364 del Código Civil que establece un plazo de caducidad para la impugnación de la paternidad. La aplicación indebida del inciso quinto del artículo 277 del Código Civil, por considerar que no se le atribuye conducta deshonrosa, excediéndose la Corte en la facultad que le confiere el artículo VII del Título Preliminar del Código Civil. La aplicación indebida del inciso quinto del artículo 363 del Código Civil por haber caducado la acción contestatoria de paternidad. “Que, el numeral 5) del artículo 363 del Código Sustantivo señala que el marido que no se crea padre del hijo de su mujer puede negarlo, cuando se demuestre a través de la prueba de ADN u otras pruebas de Dictamen Fiscal (19/09/2000) 190 Resolución de la Sala validez científica con igual o mayor grado de certeza, que no existe vinculo parental; dispositivo legal que fue incorporado al Código Civil, por Ley N° 27048, de fecha 6 de enero de 1999, esto es, con posterioridad al nacimiento del niño cuya paternidad se impugna, ocurrido el 27 de diciembre de 1997, por lo que dicho numeral no resultaría aplicable a este caso en particular, en virtud de la temporalidad de la norma, pues las leyes no tienen vigencia retroactiva, conforme a los principios constitucionales establecidos.” “Que, el artículo 364 del Código Civil señala un plazo fijo y de obligatorio cumplimiento, esto, en defensa de la tranquilidad de los hogares y de la estabilidad social, así tenemos que “la acción contestatoria debe ser interpuesta por el marido dentro del plazo de noventa días contados desde el día siguiente del parto, si estuvo presente en el lugar, o desde el día siguiente de su regreso, si estuvo ausente”, plazo que, por no ser de prescripción sino de caducidad, no se suspende ni se interrumpe. En el presente caso, el accionante, con fecha 4 de febrero de 1999, impugna la paternidad del niño Hugo Emilio Trujillo Ulleno, nacido el 27 de diciembre de 1997 […], de donde se concluye que el plazo al que se refiere el artículo 364 del Código Sustantivo había caducado al haberse excedido ampliamente, tanto más si el numeral 2) del artículo 366 del Código Civil expresamente señala que el marido no puede contestar la paternidad del hijo que alumbro su mujer, si admitió expresa o tácitamente que el hijo es suyo, como ha sucedido en el presente caso con el reconocimiento […]. Por lo que en este extremo procede amparar el recurso de casación, por inaplicación del artículo 364 del Código Civil.” La Primera Fiscalía Suprema en lo Civil, “es de opinión que se declare Infundado el recurso de casación interpuesto por doña Iris Fresia Ulleno Samanamud […] en el extremo referido a la aplicación indebida del numeral 5) del artículo 277 del Código Civil, y Fundado respecto de la aplicación indebida del numeral 5) del artículo 363 del Código Civil e inaplicación del artículo 364 del Código sustantivo; en consecuencia, se case la sentencia de vista […] y se declare infundada la demanda en el extremo de la impugnación de paternidad e indemnización.” Que, “la caducidad extingue tanto el derecho como la acción correspondiente y puede ser declarada de oficio por el Juzgador.” “Que, el plazo contenido en el artículo trescientos sesenta y cuatro del Código Civil es uno de caducidad y debe computarse en el presente caso desde la fecha del parto por haber estado presente el actor; y tiene su razón de ser en la defensa de la tranquilidad de los hogares y de la estabilidad social.” “Que, en consecuencia, a la fecha de interposición de la demanda había caducado el derecho del demandante para interponer la presente demanda de impugnación de paternidad, lo que no ha sido observado por las instancias de mérito pese a que la caducidad debe declararse de oficio.” Que, “el inciso quinto del artículo 277 del Código Civil ha sido expresamente invocado en la demanda incoada, siendo que dicha norma regula los supuestos en que un matrimonio puede ser anulado 191 por error.” Resuelve: 1. Declarar fundado en parte el recurso interpuesto por Iris Fresia Ulleno Samanamud, en consecuencia casar la sentencia. 2. Revocaron la sentencia apelada, en el extremo en el que declararon fundada en parte la demanda que declara nulo el acto jurídico contenido en el acta de nacimiento correspondiente al menor, reformándola, declararon improcedente dicho extremo de la demanda; y la confirmaron en lo demás que contiene. 192 Caso N° 2: Exp. N° 000370-2005 Datos Relevantes Juzgado 1° Juzgado de Familia de Chimbote Expediente de origen N° Proceso 0839-2003 Instancias 1 y Corte Suprema (Consulta) Jueza Yrma Ramírez Castañeda Demandante Cesar Enrique Collazos Koo Demandado Antonio Modesto Hurtado Maringota y Nancy Roque Valdivia Edad de la hija (al emitir sentencia) Asunto 6 años Conocimiento Impugnación de paternidad Sentencia 1° Instancia Fecha 29/11/04 Argumentos demandante “Con fecha treinta y uno de diciembre de diciembre del año mil novecientos noventaisiete nació su menor hija, siendo registrada por Antonio Modesto Hurtado Maringota el doce de enero del año mil novecientos noventaiocho, no alcanzando el recurrente a registrar a la menor por encontrarse de viaje por motivos de trabajo.” “Posteriormente, la demandada le manifiesta que su esposo había registrado a la menor teniendo conocimiento que la menor no era su hija y que lo hacía por un acto de venganza por cuanto la demandada en ese entonces se encontraba separada de hecho desde hace un año antes de concebir a la menor, y no hacen vida en común, por lo que le hace la vida imposible a la codemandada maltratándola física y psicológicamente, optando esta por retirarse del hogar conyugal.” “Por lo que el recurrente se ve en la imperiosa necesidad de iniciar la acción judicial correspondiente ya que considera que no es dable que su menor hija lleve el apellido de Hurtado cuando lo correcto es Collazos.” 193 Argumentos demandados Los codemandados son declarados en rebeldía. Puntos En la sentencia no se fijan expresamente puntos controvertidos. controvertidos Dictamen Fiscal Si bien es cierto mediante la prueba científica de ADN se ha probado 18/10/04 el vinculo parental entre el presunto padre y la niña, también lo es que el segundo párrafo del artículo 402 del Código Civil señala taxativamente que este tipo de reconocimiento no resulta aplicable respecto del hijo de la mujer casada cuyo marido no hubiese negado la paternidad, advirtiéndose que en el presente caso no aparece en autos elemento probatorio alguno que acredite que el codemandado Antonio Modesto Hurtado Maringota, como cónyuge de la madre, haya impugnado la paternidad de la niña, habiendo obtenido sentencia favorable, tal y como lo estipula el artículo 404 del Código Civil. Por tanto, al no haber negado previamente el marido la paternidad de la niña no puede reconocerse al demandado como padre de la menor. En consecuencia, el Ministerio Publico es de opinión que debe declararse improcedente la presente acción. Resolución de “En el presente caso, estamos ante una acumulación de la jueza pretensiones, por un lado, la impugnación de paternidad y por el otro, reclama la filiación de la menor; ya que ambas acciones se conectan en razón del objeto, y en la que se permitirá decidir ambas cuestiones en este proceso; esto es, en consideración al principio que preconiza que el juez debe aplicar el derecho que corresponda al proceso aunque no haya sido invocado por las partes o lo haya sido erróneamente, como en este caso, conforme lo dispone el artículo sétimo del Título Preliminar del Código Procesal Civil.” “Que la acción de impugnación de paternidad que solicita el accionante don Cesar Enrique Collazos Koo es contra el reconocimiento realizado por don Antonio Modesto Hurtado Maringota casado con doña Nancy Roque Valdivia, […] implicando con ello que estamos ante una presunción de paternidad y en donde existen normas que obstaculizan que dicha menor sea tenida legalmente como hija de quien biológicamente lo es, puesto que nuestra norma sustantiva nos impone que, previamente se debería ejercer la acción contestatoria de impugnación de paternidad por el codemandado don Antonio Modesto Hurtado Maringota como lo dispone el artículo 396 y 404 del Código Civil.” Que el codemandado “al no contestar la presente demanda implica que no tiene interés en contradecir los hechos de la demanda, pero si aclarar la paternidad de la menor (se practicó la prueba biológica)”. “Que, encontrándose en discusión la filiación biológica de la niña, resulta imperiosa la necesidad de que esta se establezca y la justicia resuelva la incertidumbre generada a fin de que pueda gozar de las garantías que el ordenamiento jurídico le otorga en aras de su seguridad y protección presente y futura; máxime si en todo proceso, de existir incompatibilidad entre una norma constitucional y una norma legal, los jueces prefieren la primera.[…] En el presente caso 194 se debe preferir las normas que velan por el derecho del niño a conocer a sus padres biológicos y dejar de aplicar las normas antes referidas que se oponen a esta finalidad, considerando que la jerarquía de la norma constitucional en el inciso primero del artículo segundo de la Constitución Política del Perú, así como instrumentos internacionales y especialmente el de la Convención sobre los Derechos del Niño en su artículo ocho que trata del derecho a la identidad y demás inherentes a una menor de edad, el juez conjetura la inaplicación del artículo 396 y 404 del Código Civil artículos que no hacen viable la defensa y protección de la menor.” “Más aún si de autos está acreditado que la menor Inés Antonella Hurtado Roque se encuentra confundida con su identidad ya que en las pruebas que le toman en el Colegio privado “Niño Jesús de Praga” se consigna como Collazos y en otras como Hurtado, implicando con ello una inestabilidad para la menor […], y como en el presente caso es necesario proteger la identidad y filiación de la menor, es decir a conocer y ser reconocida por sus padres biológicos, es de aplicación el artículo 8 de la Convención sobre los Derechos del Niño, referente a la identidad, y concordarlo en forma pertinente con el Principio del Interés Superior del Niño consagrado en el artículo 3 de la Convención sobre los Derechos del Niño y recogido por el Código de los Niños y Adolescentes en el artículo IX del Título Preliminar.” “Que, asimismo, la Constitución Política del Estado, […] en su artículo 6 ha consagrado el Principio de Unidad de la filiación, en donde se ha sentado base para el establecimiento de un sistema legal sustentado en la verdad biológica, el que encontró su correlato en la Ley 27048 […], en la cual si bien se mantienen las causales tradicionales para la declaración contestatoria de la paternidad y la declaración judicial de paternidad, se introduce explícitamente en nuestra legislación la causal de evidencia biológica, perdiendo importancia las presunciones legales y/o la posesión constante de estado, frente al descubrimiento de la verdad real de la filiación a través de todos los medios probables y principales, los de carácter científico, que posibilitan la adecuación de la verdad formal a la verdad biológica, como en el presente caso al haberse practicado la prueba de ADN, que nos da una verdad biológica distinta a la verdad formal.” Que se ha acreditado que “don Antonio Modesto Hurtado Maringota no es el padre biológico de la niña Inés Antonella Hurtado Roque, por el contrario, el padre de la menor antes referida es Cesar Enrique Collazos Koo, quedando acreditado el vínculo entre la menor y el recurrente quien es el padre biológico de la menor, por lo que el A quo infiere que la presunción de paternidad ha quedado destruida a partir de la corroboración del vínculo de paternidad.” “Que estando a lo expuesto […], el A quo concluye en la aplicación del control difuso, establecido en el artículo ciento treinta y ocho de la Constitución Política del Estado que prescribe que […] en todo proceso, de existir incompatibilidad entre una norma constitucional y una norma legal, los jueces prefieren la primera. Y en el presente 195 caso es pertinente aplicar la supremacía constitucional.” Se resuelve: 1. Declarar Fundada la demanda, en consecuencia se declara que Antonio Modesto Hurtado Maringota no es padre de la menor Inés Antonella, y declárese como padre de a Cesar Enrique Collazos Koo. 2. Disponer que, en caso de no ser apelada la sentencia, se eleve en consulta los presentes autos a la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema de la Republica. Consulta de la Corte Suprema (Consulta N° 370-2005) Fecha 18/04/05 Argumentos de la Sala “Que, la Juez de Familia al resolver la litis no aplica los citados dispositivos legales señalando preferir la norma contenida en el artículo 2, inciso 1 la Constitución Política del estado que consagra el derecho de toda persona a su identidad, así como a instrumentos internacionales, especialmente el artículo 8 de la Convención de los Derechos del Niño que trata de los derechos a la identidad y demás inherentes a un menor de edad así como el artículo 3 de dicha Convención que establece el Principio del Interés Superior del Niño recogido en el articulo IX del Título Preliminar del Código de los Niños y Adolescentes peruano.” “Que el artículo 396 del Código Civil que regula el reconocimiento del hijo extramatrimonial de mujer casada, establece que el hijo de mujer casada no puede ser reconocido sino después de que el marido lo hubiese negado y obtenido sentencia favorable. Asimismo, el artículo 404 del citado cuerpo sustantivo que regula lo referente a la declaración judicial de paternidad del hijo de madre casada prevé “si la madre estaba casada en la época de la concepción, sólo puede admitirse la acción en caso que el marido hubiera contestado su paternidad y obtenido sentencia favorable.” “Que, en el caso sub judice el actor solicita se le declare padre de la menor Inés Antonella habida dentro del matrimonio de doña Nancy Roque Valdivia y don Antonio Modesto Hurtado Maringota -los demandados- argumentando que fue concebida cuando la madre se encontraba separada de su cónyuge desde un año antes a dicho hecho y que no pudo registrarla oportunamente por motivos de viaje, impugnando la paternidad de aquel que la ha registrado como hija en el marco del artículo 361 del Código Civil que regula la presunción de paternidad matrimonial, de lo que se desprende que está en discusión la filiación de la menor precitada.” “Que, si bien de conformidad con los dispositivos antes glosados, tratándose del reconocimiento del hijo o hija extramatrimonial de mujer casada, la acción sólo resulta procedente cuando el marido lo hubiese negado y obtenido sentencia favorable; sin embargo, no puede perderse de vista, que el Juez debe atender a la finalidad concreta del proceso que es resolver un conflicto de intereses o eliminar una incertidumbre jurídica que haga posible lograr la paz social en justicia, según lo establece el artículo III del Título 196 Resolución de la Sala Preliminar del Código Procesal Civil.” “Que si bien no aparece de los presentes actuados que el codemandado don Antonio Modesto Hurtado Maringota haya iniciado la acción contestatoria de paternidad y que hubiera obtenido sentencia favorable, sin embargo, se ha sometido a la prueba de ADN con el objeto de llegar a la verdad de los hechos, habiéndose establecido que no es el padre biológico de la menor habida dentro del matrimonio con su cónyuge la codemandada, sino que resulta ser el actor.” “Que, en mérito del Principio del Interés Superior Niño antes glosado el Estado está en la obligación de preservar la identidad de los niños y es sólo a través de los órganos jurisdiccionales establecidos encargados de administrar justicia en el Estado de Derecho es que se puede llegar a resolver la litis en virtud a las pruebas aportadas por las partes y a las que el juzgador estime conveniente para dilucidar la controversia, lo que ya ha sido definido mediante la resolución consultada.” “Que, en tal virtud, la Juez de Familia al preferir la Norma Constitucional a la norma legal, no hace más que reconocer el principio de jerarquía normativa que nuestro Ordenamiento Constitucional estatuye en su artículo 51 concordante con el artículo 138, segundo párrafo de la propia Carta Magna y con el artículo 14 del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial.” Aprobaron la sentencia de fecha veintinueve de diciembre de dos mil cuatro en el extremo que declaró inaplicables al caso de autos lo dispuesto en los artículos 396 y 404 del Código Civil al preferir la norma constitucional. 197 Caso N° 3: Exp. N° 1594-2005 Datos Relevantes Juzgado 2° Juzgado de Familia de Tacna Expediente de origen N° Proceso 360-2001 Instancias 2 y Corte Suprema (Casación) Juez Luis Rojas Flores Demandante Alejandra Rosa Velasco Siles Demandado Luis Remill Monroy García Edad del hijo (al emitir sentencia de 1° Instancia) Asunto 3 años Filiación extramatrimonial Sentencia 1° Instancia Fecha Argumentos demandante 31/05/04 “Con motivo de las relaciones extramatrimoniales mantenidas por las partes, nació el niño Luis Moisés, el dieciocho de enero del dos mil uno.” “Que dichas relaciones se iniciaron en diciembre de mil novecientos noventa y ocho, como consecuencia de que la actora fue abandonada por su cónyuge.” “Que el demandado le propuso convivir alegando ser viudo.” “Que en abril del año dos mil quedó embarazada, lo que alegró en un principio a la contraparte, quien sin embargo, cambió de parecer e insistió en que abortara, lo que fue rechazado por la accionante, motivando el fin de la convivencia.” “A fin de que el niño Luis Moisés no llevase su apellido, el demandado falsificó la firma de su esposo para impedir que la actora inscriba al recién nacido como “Monroy”, simulando una oposición de parte del mencionado consorte.” Por tanto, interpone demanda de filiación extramatrimonial y alimentos para que se declarare la filiación del niño Luis Moisés 198 Argumentos demandado Velasco Siles como hijo del demandado y para que este cumpla con prestar alimentos a aquel. Se le concede auxilio judicial Es declarado en rebeldía. Puntos controvertidos En la sentencia no se fijan expresamente puntos controvertidos. Resolución del juez “Que, de conformidad con el artículo 361 del Código Civil, el hijo nacido durante el matrimonio o dentro de los trescientos días siguientes a su disolución tiene por padre al marido. A su turno, el artículo siguiente del mismo cuerpo legal dispone que el hijo de mujer casada se presume matrimonial aunque la madre declare que no es de su marido o sea condenada como adúltera. […] El artículo 404 del Código Civil anotado establece que, si la madre estaba casada en la época de la concepción, la acción dirigida a obtener la declaración judicial de filiación extramatrimonial solo puede admitirse en caso que el marido hubiese contestado la paternidad y obtenido sentencia favorable.” “Que, con el acta de nacimiento, se demuestra que el niño Luis Moisés Velasco Siles, nacido el dieciocho de enero de dos mil uno, es hijo de la actora. Asimismo, […] queda acreditado que dicho niño nació durante la vigencia del vínculo conyugal que tiene la actora con don José Alberto Aguilar Villa.” “Es de verse que, aun cuando el demandado alega que su contraparte ha cometido delito de bigamia en razón de haber también contraído matrimonio con Solano Félix Romero Chalco, […] no obra en autos prueba alguna en torno a la invalidación del lazo marital celebrado entre la accionante y el señor Aguilar Villa.” “Que no fluye de autos que el cónyuge de la actora haya iniciado acción de contestación de paternidad de Luis Moisés Velasco Siles, a fin de desvirtuar la presunción pater is y cuestionar la filiación matrimonial de dicho niño.” “De manera que, no habiéndose acreditado que el marido de la accionante ha contestado la paternidad del niño y obtenido sentencia favorable y teniendo en cuenta, además, que no basta la declaración de la actora en el sentido de que el mencionado niño no es de su cónyuge para excluir la filiación matrimonial, con arreglo al prenombrado artículo 362 del Código Civil, no puede ampararse la presente pretensión, estando al mandato contenido en el artículo 404 del Código Sustantivo.” Se declara infundada la demanda. Sentencia 2° Instancia-Sala Civil de Tacna Fecha 29/04/05 199 Argumentos del apelante Resolución de la Sala “El juzgado no ha tomado en cuenta la declaración de rebeldía del demandado, la misma que causa presunción relativa de verdad.” “La actora vive separada de su esposo desde el año mil novecientos noventa y nueve, por tanto, es imposible que sea el padre del menor.” “El juzgador no ha tomado en cuenta las pruebas aportadas ni el interés superior del niño.” “Que, nuestro ordenamiento legal respecto de la filiación matrimonial establece sus bases en la presunción pater is […], la misma que establece requisitos para que se pueda configurar: a) la acreditación del matrimonio de los padres; b) el nacimiento del hijo dentro del matrimonio o dentro de los trescientos días de su disolución, y c) que la cónyuge sea la madre biológica del menor.” “Que, por otro lado, el artículo 362 del Código Civil, establece una presunción reafirmatoria al señalar que el hijo se presume matrimonial aunque la madre declare que no es de su marido o sea condenada como adúltera, presunción que está basada en un supuesto normativo, esto es que tiene su fundamento y sustento en la ley.” “En el caso de autos, la actora tiene la condición civil de casada con José Alberto Aguilar Villa, matrimonio contraído con fecha treinta y uno de agosto de mil novecientos ochenta y nueve […]. Asimismo, con la partida […], se acredita el nacimiento del menor Luis Moisés Velasco Siles, con fecha dieciocho de enero de dos mil uno, siendo su madre la accionante.” “En este contexto, los hechos determinados en el caso sub examine se enmarcan dentro de los supuestos normativos de la filiación matrimonial, por tanto la pretensión de la actora no enerva los supuestos y presunciones legales establecidas por nuestro ordenamiento civil, al no haberse merituado medios probatorios idóneos que así lo determinen.” Revocaron la sentencia de fecha treinta y uno de mayo de dos mil cuatro que declara infundada la demanda, reformándola declararon improcedente. Corte Suprema: Casación N° 1594-2005 Fecha 21/04/06 Argumentos de quien interpone el recurso “En la impugnada no se ha tomado en cuenta que el demandado ha sido declarado rebelde lo que implica que causa presunción legal relativa sobre la verdad de los hechos expuestos en la demanda.” “No se ha tomado en cuenta que durante el proceso se han llevado a cabo todas las diligencias demostrándose que el 200 Apersonamiento del Demandado Dictamen Fiscal (31/10/05) Resolución de la Sala emplazado Luis Remill Monroy García es el verdadero padre del menor, conforme han declarado los testigos y lo manifestado en la cinta magnetofónica.” “Se ha demostrado que el demandado registra antecedentes penales y judiciales por haber falsificado la partida de nacimiento de mi menor hijo.” “Respecto a la supuesta partida de matrimonio entre la suscrita y don José Alberto Aguilar Villa, este documento es totalmente nulo, porque la suscrita conjuntamente con José Alberto Aguilar Villa, hemos celebrado supuestamente nuestro el matrimonio civil ante la Municipalidad Distrital de Pocollay con fecha 31 de agosto de 1989 […]. Sin embargo, durante la fecha de nuestro matrimonio, aún continuaba casada con Solano Félix Romero Chalco […]. Cuestión que a la fecha se encuentra en proceso judicial de nulidad de matrimonio.” Ampara su pretensión en el inciso 3 del artículo 386 del Código Procesal Civil. El abogado del demandado, se apersona al proceso en instancia suprema y señala domicilio procesal. Solicita se declare infundado el recurso de casación en tanto la demandante se encuentra casada y no hay prueba alguna de nulidad de matrimonio cuando nació el niño. “Obra el acta de Audiencia de Actuación de Pruebas en la que se señala que la cinta magnetofónica solo contiene canciones y no existen grabaciones de la conversación que dicen haber efectuado las partes; es más, las dos testimoniales no son prueba idónea para probar la paternidad del menor. Que el peritaje de los grupos sanguíneos no es un examen determinante para declarar la filiación extramatrimonial; por lo que cabe presumir que el padre del menor es el cónyuge de la demandante por haber nacido durante el matrimonio […], en concordancia con los artículos 361 y 396 del Código Civil.” “Por lo que habiéndose valorado debidamente los medios probatorios presentados conforme al artículo 197 del Código Procesal Civil, no se ha acreditado la contravención de las normas que garantizan el derecho a un debido proceso, en consecuencia el recurso deviene infundado.” “Este Tribunal Supremo ha concedido el recurso de casación por la causal de contravención de las normas que garantizan el derecho a un debido proceso.” “Que el recurso extraordinario de casación tiene por fines esenciales la correcta aplicación e interpretación del derecho objetivo, así como la unificación de la jurisprudencia nacional por la Corte Suprema de Justicia.” Si bien, “la declaración de rebeldía causa presunción legal relativa sobre la verdad de los hechos expuestos en la demanda; debe advertirse que tal presunción no es absoluta, y que por tanto es posible desvirtuarla a través de la actividad probatoria. La rebeldía del demandado per se no puede servir de sustento 201 para amparar sin más trámite la demanda. Por el contrario, precisamente por tratarse de una presunción relativa, para que esta cause convicción en el juzgador acerca de la verdad de los hechos expuestos en la demanda, necesariamente deberá estar corroborada con otros medios de prueba que conduzcan a tal determinación; pues resultaría extremadamente grave para el emplazado y hasta constituiría una afectación al debido proceso y a la tutela jurisdiccional, imponer semejante sanción por el simple hecho de que el demandado, en ejercicio de su libertad, ha resuelto no contestar la demanda.” “Es preciso anotar que la presunción pater is contemplada; […] no puede ser aplicada de forma rígida y abstracta, por el contrario, tal presunción necesariamente debe ser aplicada teniendo en cuenta el principio del interés superior del menor y considerando el derecho a la identidad que tienen los menores. Por tal razón, se debe dejar establecido que la presunción pater is solo es aplicable cuando se haya cumplido los siguientes requisitos: a) Que preexista vínculo matrimonial entre los progenitores, b) que el nacimiento del hijo se haya producido dentro del matrimonio o dentro de los trescientos días posteriores a su disolución, y c) que los cónyuges sean los padres biológicos del menor. Esto quiere decir que si en un proceso judicial se establece que el menor tiene por padres biológicos a terceros, no resultará de aplicación la presunción de paternidad.” “En el presente caso ha quedado establecido en las instancias de mérito, que el menor Luis Moisés Velasco Siles ha nacido el dieciocho de enero de dos mil uno, fecha en la cual estaba vigente el vínculo matrimonial establecido entre la demandante y José Alberto Aguilar Villa; por lo tanto, al no haberse demostrado en el proceso que el cónyuge de la actora ha contestado la paternidad del hijo nacido dentro del matrimonio, conforme lo prevé el artículo 363 del Código Civil, rige con todos sus efectos la presunción pater is; de allí que cualquier medio de prueba ofrecido por la demandante con la intención de demostrar lo contrario carece de eficacia probatoria en el presente proceso; con mayor razón si de autos obra que en presente caso no se han actuado medios probatorios que acrediten que el demandado sea el padre biológico del menor.” “Que, finalmente, en cuanto a que José Alberto Aguilar Villa no puede ser el padre de su hijo por estar en trámite un proceso de nulidad de matrimonio contraído con tal persona, tal alegación no puede servir de sustento para amparar el recurso de casación, en principio, porque no consta que tal proceso judicial haya terminado con sentencia firme que declare la nulidad del matrimonio, y luego porque la validez o invalidez del citado vínculo matrimonial no es materia de presente recurso; además, de que a la fecha de nacimiento del menor Luis Mises Velasco Siles, estaba vigente el vínculo matrimonial de la demandante con José Alberto Aguilar Villa.” 202 Resuelve declarar infundado el recurso de casación, no casaron la resolución de fecha veintinueve de abril de dos mil cinco y condenaron a la recurrente al pago de una multa de una URP. 203 Caso N° 4: Exp. N° 572-2006 Datos Relevantes Juzgado 14° Juzgado de Familia Civil de Lima Expediente de origen N° Proceso 1506-2005 Instancias 2 y Corte Suprema (Casación) Jueza Ysabel Garro de la Peña Demandante Bertha Esmeralda Herrera Albuquerque Demandado Raúl Arcadio Fernández-Baca Aguirre Edad de la hija (al emitir sentencia 1° Instancia) Asunto 11 años Filiación extramatrimonial Sentencia 1° Instancia Fecha Argumentos demandante 30/06/05 En representación de su menor hija Mayra Noemí FernándezBaca Herrera interpone demanda sobre filiación extramatrimonial contra Raúl Arcadio Fernández-Baca Aguirre. Manifiesta que ha mantenido con el demandado una relación de amigos desde el año mil novecientos ochenta. Desde el año mil novecientos noventa y dos comenzaron a relacionarse profesionalmente para la apertura de una agencia de viajes, de la cual eran socios. Desde el año mil novecientos noventa y tres inician una relación sentimental, siendo que en el mes de agosto la accionante tenía todos los síntomas del embarazo, con lo que el demandado se mostró feliz y le brindó apoyo. Que el demandado la acompañaba a diferentes reuniones sociales. Que teniendo dos meses de gestación, el demandado formalizó la relación, obsequiándole un anillo de compromiso en la ceremonia 204 Argumentos demandado Puntos controvertidos Resolución de la jueza familiar. Después de una semana de la pedida de mano, el demandado comenzó a tratar a la demandante con aspereza, mostrando muchos celos y violencia verbales hacia su persona y su familia. Cuando nació su hija el diecinueve de abril de mil novecientos noventa y cuatro, el demandado no fue a verla y tampoco quiso registrarla como su hija, alegando que había tiempo para hacerlo. Sin embargo, cumplía con depositarle la suma de trescientos nuevos soles para cubrir los gastos de alimentación para su hija. Posteriormente, disminuye la cantidad de dinero que depositaba a ciento cincuenta nuevos soles y realiza los pagos del colegio por medio de su cuenta bancaria, no obstante, no ha cumplido con registrar a la menor como su hija. Fundamenta su pretensión en lo dispuesto por el artículo 402 inciso 6 del Código Civil. Formula tacha de la partida de nacimiento y bautizo de la menor, de los testigos ofrecidos por la actora, así como la firma que aparece en la demanda por diferir de la que se aprecia en el documento de identidad de la accionante. Plantea oposición a la actuación del examen de ADN solicitado por la parte demandante como medio probatorio. Se declara rebelde al demandado por contestar la demanda fuera del plazo señalado por ley. Se declara nula la resolución que declara rebelde al demandado e insubsistentes los demás actos procesales posteriores a aquella, debiendo proceder a la calificación del escrito de contestación. Interpone reconvención para que se identifique a la menor con los apellidos de la progenitora y no haga uso del nombre del demandado. Establecer si procede declarar que el demandado es padre biológico de la menor Mayra Noemí Fernández-Baca Herrera. “Que son hijos extramatrimoniales los concebidos y nacidos fuera del matrimonio, conforme lo dispone el artículo 386 del Código Civil.” “Que conforme a la partida de nacimiento […] se acredita que la menor Mayra Noemí Fernández-Baca Herrera nació el diecinueve de abril de mil novecientos noventa y cuatro, documento del cual fluye que solo ha sido reconocida por la madre.” “Que, la presente causa versa sobre filiación extramatrimonial, por lo que la evaluación de la prueba deberá centrarse en la determinación del derecho a la identidad de la menor y no en que se haya consignado el nombre del emplazado en la partida de nacimiento o bautizo, además las pruebas testimoniales ofrecidas conllevaran a merituar los hechos materia de controversia, siendo que en los procesos de filiación se discute fundamentalmente el derecho a la identidad, por lo que debe ser tratado como un problema humano.” “La partida de nacimiento materia de tacha es un documento público, […] asimismo la partida de bautizo; así como el escrito de 205 demanda mantiene su eficacia mientras no sea declarada judicialmente su nulidad o falsedad, aunado a que las testimoniales permitirán evaluar el caso subjudice, por lo que devienen en infundadas las tachas.” “Que, a tenor de lo estipulado en el artículo 402 inciso 6 del Código Civil, la prueba de ADN tiene por objeto aclarar hechos y conceptos que a lo largo del proceso hayan generado controversia; […] por lo que es necesario que se lleve a cabo a fin de determinar la paternidad imputada; por consiguiente el medio probatorio es pertinente por guardar vinculación con el petitorio de la demanda, deviniendo en infundada la oposición.” “Que el demandado no concurrió para la toma de muestra para la prueba de ADN, […] requiriéndosele para la realización de tal hecho, tampoco concurrió a la continuación de la audiencia […], por lo que se dispuso citarlo nuevamente […], audiencia a la que tampoco concurrió pese a haber sido debidamente notificado, ocasionando que no se efectuase la prueba de ADN, actitud renuente que se tomará en cuenta , tampoco para rendir su declaración de parte por lo que debe valorarse su conducta procesal.” “Que, en la audiencia de pruebas […], ante la respuesta a la pregunta novena de la parte demandante en la que señala que tanto el demandado la menor y la recurrente se hicieron la prueba de ADN pero que no recordaba el nombre del lugar pero que está ubicado en el mismo lugar donde actualmente está ubicado Bio Link; se dispuso de oficio que el Instituto Bio Link informe si aparece en sus registros que las partes y la menor se hayan practicado la prueba de ADN, la que fue contestada afirmativamente.” “Se encuentra acreditada la paternidad del demandado respecto de la menor con la ratificación de los resultados de la prueba de ADN de fecha cinco de marzo de mil novecientos noventa y ocho.” Que, los testigos “coinciden en que el demandado pidió la mano de la actora, cuando esta se encontraba en estado de gestación, manifestando que iba a regularizar la situación.” “Que, en cuanto a la reconvención interpuesta para que se identifique a la menor con los apellidos de su progenitora y no haga uso del nombre del demandado, habiendo acreditado con la prueba de ADN […] que el demandado es padre biológico de la menor Mayra Noemí Fernández-Baca Herrera, no se puede amparar la pretensión.” “Que resulta viable la pretensión invocada conforme lo preceptuado en los artículos 386, 387, 402 del Código Civil y estando a lo señalado en el artículo 19 del acotado Código […], concordante con el artículo 2 inciso 1 de nuestra Carta Magna”, se resuelve: 1. Declarar infundadas las tachas interpuestas por el demandado. 2. Declarar infundada la oposición deducida por el demandado. 3. Declarar fundada la demanda, en consecuencia Raúl Arcadio 206 Fernández-Baca Aguirre es el padre biológico de la menor Mayra Noemí Fernández Baca Herrera. 4. Declarar infundada la reconvención. Sentencia 2° Instancia-Sala Especializada de Familia de Lima Fecha 23/11/05 Argumentos del apelante Manifiesta que, “al haber emitido una primera resolución la A quo en la cual declaró fundada la incoada, ya existe un criterio formado por la misma, lo que implica una parcialidad de su parte.” “Por otro lado, manifiesta que se ha tomado en consideración los trámites efectuados por las partes ante la firma Bio Links, como si estos fueran la pericia de ADN, sin que exista una ratificatoria en autos de estos actuados especializados, donde las partes tengan la oportunidad de debatir sobre los mismos, por lo que de esta manera se ha incurrido en irregularidades que atentan contra el debido proceso.” “Que, el juez podrá en decisión inapelable, en cualquier estado del proceso, ordenar de oficio la actuación de pruebas que considere necesarias, mediante resolución debidamente fundamentada, conforme a lo dispuesto en el artículo 174 de la Ley 27337.” “Que, conforme a lo solicitado, la institución Bio Links […], emitió el informe respectivo, indicando que las partes y la menor Mayra Noemí Fernández-Baca Herrera se sometieron al examen de ADN el diecisiete de febrero de mil novecientos noventa y ocho, concluyéndose que la paternidad del señor Raúl Fernández-Baca Aguirre sobre la niña Mayra Noemí Fernández-Baca Herrera, es demostrada por el análisis realizado.” “Que, estando a lo dispuesto en el artículo 282° del Código Procesal Civil, el Juez puede extraer conclusiones en contra de los intereses de las partes, atendiendo a la conducta que estas asumen en el proceso, particularmente cuando se manifiesta notoriamente en la falta de cooperación para lograr la finalidad de los medios probatorios, o con otras conductas de obstrucción, y como se observa del caso de autos, el demandado nunca concurrió al examen de ADN indicado en autos, prueba ofrecida por la demandante.” “Que, la normatividad procesal faculta al Juez a fin de que se forme convicción, haciendo uso del método lógico jurídico, que al respecto se incorpora el capítulo denominado “sucedáneos de los medios probatorios”, incluyéndose dentro de tales a los indicios, presunciones, evaluación de conducta procesal y la ficción legal.” “Que, los sucedáneos de los medios probatorios son […] auxilios establecidos por la ley o asumidos por el Juzgador para lograr la finalidad de los medios probatorios, corroborando, complementando, sustituyendo el valor o alcance de estos.” Conforme a lo preceptuado en los artículos 386,387 y 402 inciso 6 del Código Civil, confirmaron la sentencia. Resolución de la Sala 207 Corte Suprema: Casación N° 572-2006 Fecha 31/05/06 Argumentos de quien interpone el recurso i. “Su recurso se fundamenta en los incisos 2 y 3 del artículo 386 del Código Procesal Civil, denunciando: La inaplicación de una norma de derecho material, con respecto al artículo 404 del Código Civil, pues no se ha tenido en consideración que la actora, siendo una persona casada, no ha acreditado en autos que su cónyuge haya contestado su paternidad sobre la menor cuya filiación extramatrimonial se pretende, así también se denuncia. La contravención de las normas que garantizan el derecho a un debido proceso y la infracción de las normas esenciales para la eficacia y validez de los actos procesales, en atención a que: La sentencia no se ha pronunciado respecto a todos los puntos controvertidos, la sentencia de primera instancia declara infundadas las tachas, la oposición y la reconvención, por consiguiente, la sentencia de segunda instancia debió resolver los extremos de la apelación, y al no hacerlo deviene en nula. No expresa como resulta la aplicación del artículo 387 del Código Civil si la presente causa no cuenta con una sentencia definitiva que respalde la filiación de la menor. No se ha evaluado que se emitió una sentencia de primera instancia, que fue declarada nula por el Superior por haber contestado la demanda en el término de la ley. La segunda instancia no varía el criterio formado por el A quo respecto a la litis. La demandante no ofreció como medio probatorio el trámite de ADN de mil novecientos noventa y ocho ante el Laboratorio Bio Links, ella conocía esa prueba pero no la ofreció, y el Juzgado lo asumió como medio probatorio, lo que transgrede las normas procesales.” Que respecto al punto i, “solicitan un reexamen de los hechos y una nueva evaluación de los medios probatorios que resulta inamparable en la presente causal de naturaleza sustantiva.” “Que sobre el acápite a del punto ii, corresponde señalar que las instancias de mérito se han pronunciado respecto de todos los puntos controvertidos en las sentencias […], resultando inviable este extremo; asimismo corresponde señalar que el impugnante en su escrito de apelación […] no hace referencia alguna a las tachas, oposición y reconvención que fueron desestimadas por el A quo.” “Que respecto a los acápites b y c del punto ii, el impugnante no argumenta en forma alguna que dichos cuestionamientos cambien el sentido de lo resuelto en la presente causa, debiendo desestimarse esta causal.” “Que, finalmente, sobre los fundamentos contenidos en el acápite ii. a) b) c) d) Resolución de la Sala 208 d) del punto ii, el Juez de la causa, en la continuación de la audiencia de pruebas […] dispuso como prueba de oficio que Bio Links remita un informe sobre si las partes procesales y a la menor se le ha practicado una prueba de ADN, decisión que no fue impugnada por el recurrente, resultando inamparable su cuestionamiento en sede casatoria; asimismo, se debe acotar que los resultados de la citada prueba […] concluyen que la paternidad de Raúl Fernández-Baca Aguirre sobre la niña Mayra Noemí Fernández-Baca Herrera es demostrada por el análisis realizado.” “Que, por los fundamentos expuestos, el presente recurso no satisface los requisitos de fondo exigidos en los acápites 2.2 y 2.3 del inciso segundo del artículo 388 del Código Procesal Civil.” Declararon improcedente el recurso de casación. 209 Caso N° 5: Exp. N° 01388-2010 Datos Relevantes Juzgado 1° Juzgado de Familia Transitorio de Arequipa Expediente de origen N° Proceso 4058-2007 Instancias 1 y Corte Suprema (Consulta) Juez Elio Duval Vásquez Rodríguez Demandante Eliana Angélica Morales Valdivia Demandado Percy Elard Contreras Peralta , Juan Eduardo Auccatinco Saravia, Aracely Indira Contreras Morales 2 años Edad de la hija (al emitir sentencia) Asunto Conocimiento Negación de paternidad y filiación extramatrimonial Sentencia 1° Instancia Fecha 27/01/10 Argumentos demandante “La demandante Eliana Angélica Morales Valdivia interpone como pretensiones principales: a) acción contestatoria de negación paternidad matrimonial, a efecto de que se declare que Juan Eduardo Auccatinco Saravia no es el padre de la menor Aracely Indira Contreras Morales al amparo del artículo 363 inciso 2 del Código Civil; y, b) acción de filiación judicial de paternidad extramatrimonial a efecto de que se declare que Percy Elard Contreras Peralta es el padre de la menor Aracely Indira Contreras Morales.” “Aduce que con fecha quince de setiembre del año dos mil contrajo matrimonio civil con el demandado Juan Eduardo Auccatinco Saravia ante la Municipalidad distrital de Mariano Melgar.” “Que ambos decidieron separarse de hecho desde el mes de junio del año dos mil uno; sin embargo, recién el trece de marzo de dos mil siete procedieron a regularizar su situación a través de la interposición de la respectiva demanda de separación convencional y divorcio ulterior, habiéndose expedido la sentencia definitiva de divorcio con fecha doce 210 Argumentos demandados Puntos controvertido s Resolución del juez de setiembre del año dos mil siete.” “Que, a la fecha de interposición de la indicada demanda de divorcio se encontraba con cinco meses de embarazo, hecho que era conocido por su entonces cónyuge, quien además sabía que el padre de la niña por nacer era Percy Elard Contreras Peralta, dada la relación sentimental pública y abierta que la demandante sostenía con este último; en consecuencia señala que ha sido manifiestamente imposible que la menor sea hija de su entonces cónyuge debido a que ambos dejaron de cohabitar desde el mes de junio del año dos mil uno.” “Que, conoció al demandado Percy Elard Contreras Peralta el treinta y uno de diciembre del año dos mil uno con quien sostuvo una relación de concubinato; es decir, sin haber convivencia, bajo el mismo techo, mantuvieron relaciones íntimas de manera habitual y continua, resultando embarazada en el mes de octubre del año dos mil seis; hecho que puso en conocimiento de Percy Elard Contreras Peralta, quien posteriormente adoptó una conducta agresiva hacia su persona, eludiendo toda responsabilidad respecto del embarazo de la demandante.” “Ampara su demanda en el inciso 2 del artículo 363° del Código Civil, artículo 83 del Código Procesal Civil y artículo 2 de la Ley 28457.” Juan Eduardo Auccatinco Saravia, “contesta la demanda señalando que reconoce la pretensión planteada por la demandante; así como los hechos expuestos en su demanda, debiendo declararse que no es el padre de la menor Aracely Indira Contreras Morales. Ampara su contestación en los artículos 330 y 331 del Código Procesal Civil.” Percy Elard Contreras Peralta, “contesta la demanda señalando que no es posible reunir el requisito para que se haya negado a reconocer voluntariamente a la hija nacida, pues la demandante estaba casada en el momento de la concepción y alumbramiento, ya que recién se divorcia en el mes de setiembre tal y como se acredita con los anexos de la demanda. Ampara su pretensión en el artículo 402 del Código Civil y artículo 442 del Código Procesal Civil.” La curadora procesal, Karina Montoya Zuñiga, en representación de la menor Aracely Indira Contreras Peralta, “contesta la demanda señalando que no le es posible emitir pronunciamiento respecto de los hechos demandados por desconocer los mismos.” Determinar la no paternidad de la menor Aracely Indira Contreras Morales respecto de la persona del demandado Juan Eduardo Auccatinco Saravia por la causal del artículo 363 inciso 2 del Código Civil. Determinar la paternidad de la menor Aracely Indira Contreras Morales respecto de la persona del demandado Percy Elard Contreras Peralta por la causal del artículo 402 del Código Civil. “El Código Civil en sus artículos 361, 362 y 396, establece como presunción iure et de iure que el hijo nacido durante el matrimonio o dentro de los trescientos días siguientes a su disolución tiene por padre al marido; previendo además que el hijo se presume matrimonial aunque la madre declare que no es de su marido, o sea condenada como adúltera; por lo que el hijo de mujer casada no puede ser 211 reconocido como hijo extramatrimonial por un tercero sino después de que el marido lo hubiese negado y obtenido sentencia favorable.” “De conformidad con el inciso 2 del artículo 363 del acotado código prevé que el marido que no se crea padre del hijo de su mujer puede negarlo cuando sea manifiestamente imposible, dadas las circunstancias, que haya cohabitado con su mujer en los primeros ciento veintiún días de los trescientos anteriores al del nacimiento del hijo.” “El artículo 404 del Código Civil señala que si la madre estaba casada en la época de la concepción, solo puede admitirse la acción en caso que marido hubiera contestado su paternidad y obtenido sentencia favorable.” “Asimismo, el artículo 402 inciso 6 del acotado cuerpo normativo señala que la declaración judicial de filiación extramatrimonial puede ser declarada cuando se acredite el vinculo parental entre el presunto padre y el hijo a través de la prueba de ADN u otras pruebas genéticas o científicas con igual o mayor grado de certeza; estableciendo además en el segundo párrafo del indicado inciso que tal prueba pericial no es aplicable respecto del hijo/a de la mujer casada cuyo marido no hubiese negado la paternidad.” “La demandante Eliana Angélica Morales Valdivia contrajo matrimonio civil con el demandado Juan Eduardo Auccatinco Saravia el quince de setiembre del año dos mil; los mismos que-según refieren- se encuentran separados de hecho desde el mes de junio del año dos mil uno […]. Asimismo, […] el vínculo matrimonial que unía a ambos cónyuges fue disuelto.” “Según aparece en la partida de nacimiento […] de la menor Aracely Indira Contreras Morales, su fecha de nacimiento data del nueve de junio del año dos mil siete, la misma que fue declarada por su madre doña Eliana Angélica Morales Valdivia, quien consignó al demandado Percy Elard Contreras Peralta como presunto padre de la menor. No obstante, se advierte que la menor fue concebida cuando se encontraba vigente el vínculo conyugal de su madre Eliana Angélica Morales Valdivia con Juan Eduardo Auccatinco Saravia; por lo que resulta aplicable a la menor la presunción legal prevista por el artículo 362 del Código Civil.” “A fin de desvirtuar la presunción legal señalada, nuestra normatividad procesal civil, a través de los artículos 363 inciso 2 y 364 faculta al marido que no cree ser el padre del hijo/a de su mujer para poder negarlo cuando sea manifiestamente imposible, dadas las circunstancias que haya cohabitado con esta en los primeros ciento veintiún días de los trescientos anteriores al del nacimiento; para cuyo efecto la ley otorga al marido la titularidad de la acción para contestar la paternidad en el plazo (de caducidad) de noventa días contados desde el día siguiente del parto, si estuvo presente en el lugar, o desde el día siguiente de su regreso, si estuvo ausente.” “Se advierte que la acción contestatoria de paternidad matrimonial no ha sido interpuesta por el marido; esto es, por Juan Eduardo Auccatinco Saravia, sino por Eliana Angélica Morales Valdivia, madre 212 de la menor Aracely Indira; quien evidentemente carece de legitimidad para obrar activa para interponer dicha acción judicial, a lo que se aúna la interposición extemporánea de la misma […]; siendo así, la acción contestatoria de paternidad matrimonial, además de haber sido interpuesta por quien no está facultada legalmente, ha caducado; por lo que la acción así interpuesta debiera ser desestimada de plano, lo que ratificaría a su vez la validez de la presunción de paternidad matrimonial.” “Se ha acumulado como segunda pretensión principal, la Declaración Judicial de Filiación de Paternidad Extramatrimonial de Percy Elard Contreras a favor de la menor Aracely Indira, señalando la demandante que este es su verdadero padre; sin embargo, el artículo 402 inciso 6), en su segundo párrafo, concordante con el artículo 404 del Código Civil, limitan la posibilidad de efectuar una comprobación de la verdadera identidad mediante la prueba genética del ADN a la existencia de la sentencia que ampare la acción de negación de paternidad matrimonial; ello debido-como se ha expuesto- a que la madre de la menor a la fecha de su concepción se encontraba casada.” “Bajo este contexto, se advierte que no existe sentencia favorable de acción contestatoria de paternidad matrimonial, lo cual- en el caso concreto-es un requisito previo para la interposición de la acción de declaración judicial de paternidad extramatrimonial; hecho que además de evidenciar una indebida acumulación de pretensiones en la demanda, advierte la falta de legitimidad para obrar activa de la demandante, por lo que […], correspondería declararse la improcedencia de la pretensión sub examine, debido a la inexistencia de una relación jurídica procesal válida, esto es, sin emitir pronunciamiento sobre el fondo.” “Que, no obstante lo expuesto […], se advierte de autos la existencia de una verdad material; esto es, que la menor Aracely Indira es hija biológica del demandado Percy Elard Contreras Peralta y no de Juan Eduardo Auccatinco Saravia, cuya paternidad le ha sido atribuida a este último en mérito de una presunción legal, toda vez que este no efectuó reconocimiento expreso alguno; […] máxime que la menor lleva como apellido paterno “Contreras” atribuido a la persona de Percy Elard Contreras Peralta.” “Siendo así, al desestimar la demanda de autos por no encontrarse dentro de los supuestos previstos por los artículos 402 inciso 6 y 404 del Código Civil, colisionaría con el derecho a la identidad de la menor Aracely Indira; esto es, el derecho que tiene todo niño o adolescente de conocer a sus progenitores y llevar el apellido de estos; derecho humano fundamental que no puede ser mermado por normas de carácter procesal de menor jerarquía, máxime si se tiene en cuenta que de conformidad con el artículo III del Título Preliminar del Código Procesal Civil, el juez deberá atender a que la finalidad concreta del proceso es resolver un conflicto de intereses, haciendo efectivos los derechos sustanciales y que su finalidad abstracta es lograr la paz social en justicia; razones por las que este magistrado considera procedente para el presente caso ejercer el Control Difuso de 213 Constitucionalidad.” “El control difuso de Constitucionalidad se basa en la noción de supremacía constitucional en el sentido de que si hay actos que colindan con la Constitución, ellos son nulos y como tales tienen que ser considerados por los órganos jurisdiccionales, quienes administran justicia en nombre del Estado, haciendo prevalecer la Constitución sobre la ley.” “El derecho fundamental a la identidad se encuentra reconocido en la Constitución Política del Perú en su artículo 2 inciso 1 […]; así también se encuentra amparado en la Convención de los Derechos del Niño, en su artículo 8.” “Que, conforme se desprende de autos, […] la prueba pericial de ADN practicada a Percy Elard Contreras Peralta, Eliana Angélica Morales Valdivia y Aracely Indira Contreras Morales, la cual con una exactitud científica del noventa y nueve punto noventa y nueve por ciento, señala como padre biológico de la menor Aracely Indira a Percy Elard Contreras Peralta.” “Dada la certeza científica de la paternidad respecto de la menor Aracely Indira, debe primar la Constitución Política del Estado y los Tratados Internacionales como la Convención sobre los Derechos del Niño que expresan la actual tendencia sobre filiación, la cual consiste en favorecer el descubrimiento de la verdad biológica para establecer la verdadera identidad del sujeto, bajo el principio universal del “interés superior del niño”; constituyendo un deber del Estado respetar el derecho del niño a una identidad, a un nombre y a resolver las controversias judiciales en armonía con los preceptos constitucionales y tratados sobre derechos humanos; por lo que dichas normas legales no deben restringir ni impedir el ejercicio del derecho fundamental a la identidad y menos si se tiene en cuenta el ejercicio de la acción contestatoria de paternidad matrimonial se produce en forma indebida o por no guardar la forma establecida por la ley, como en el presente caso. Por lo tanto, resuelve declarar: 1. En ejercicio del Control Difuso de Constitucionalidad, la inaplicación de los artículos 402 inciso 6 (segundo párrafo) y 404 del Código Civil, para el caso concreto, sin afectar su vigencia, por incompatibilidad constitucional con el artículo 2 inciso 1 de la Constitución Política del Estado. 2. Fundadas las pretensiones contenidas en la demanda sobre Negación de Paternidad y Declaración Judicial de Paternidad Extramatrimonial. En consecuencia, declarar que don Juan Eduardo Auccatinco Saravia no es padre de la menor Aracely Indira; y declarar que la menor Aracely Indira es hija biológica de don Percy Elard Contreras Peralta. 3. Elevar en Consulta a la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema de la República, en caso no sea impugnada la presente. 214 Consulta de la Corte Suprema (Consulta N° 1388-2010) Fecha 08/07/10 Argumentos de la Sala Que, “la consulta debe ser entendida como una institución procesal de orden público, que viene impuesta por la ley, que no es en esencia un recurso, sino un mecanismo procesal a través del cual se impone el deber al órgano jurisdiccional de elevar el expediente al superior, y a este efectuar el control de la legalidad de la resolución dictada en la instancia inferior.” Que, “tratándose de una consulta por incompatibilidad de una disposición constitucional y otra norma de inferior jerarquía , el artículo 14 del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial ha establecido que cuando los jueces de cualquier especialidad, al momento de fallar el fondo de la cuestión de su competencia, encuentren que hay incompatibilidad en su interpretación, de una disposición constitucional y una con rango de ley, resuelven la causa con arreglo a la primera; así las sentencias en las que se haya efectuado el control difuso deben ser elevadas en consulta a la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema, si no fueran impugnadas.” Que, “con relación al control constitucional, es preciso tener en cuenta que la inaplicación de una norma legal, que se interpreta contraria a la Constitución, constituye una prerrogativa jurisdiccional de última ratio, por esta razón no puede ser invocada a menudo en la actividad jurisdiccional; sino por el contrario atendiendo a la trascendencia que esta decisión implica; el Juzgador deberá tener en cuenta que, en principio, todas las leyes expedidas por el Congreso de la República, por el solo hecho de haber sido expedidas por el Órgano Constitucional que tiene a su cargo la función legislativa, siguiendo para el efecto, todo un proceso de formación de la ley, que es conocido en la doctrina como el “iter legislativo”, están amparadas por la presunción de constitucionalidad; por tanto, a priori se presume que todas las leyes son constitucionales y que estas guardan perfecta armonía entre sí y con la Carta Fundamental; por esta razón, el artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, ha previsto que la inaplicación de una norma legal, solo puede ser viable cuando no sea factible obtener una interpretación conforme a la Constitución.” Que, “la resolución consultada considera que la aplicación al presente caso de lo dispuesto en los artículos 402 inciso 6), segundo párrafo, y 404 del Código Civil, en cuanto establecen como requisito previo para impugnar la paternidad que exista una sentencia favorable de acción contestatoria de paternidad matrimonial, que en el presente caso no existe, impiden el ejercicio del derecho constitucional a la identidad de la menor previsto en el artículo 2 inciso 1) de la Constitución Política del Estado, en cuanto se busca privilegiar el derecho que tiene todo niño o adolescente de conocer a sus progenitores y llevar el apellido de estos, favoreciendo el descubrimiento de la verdad biológica para establecer la verdadera identidad del sujeto bajo el principio universal 215 del interés superior del niño.” “En el presente caso, se ha acreditado como una cuestión de hecho incontrovertible, a través de la prueba de ADN respectiva, que la menor demandada es hija biológica de don Percy Elard Contreras Peralta y no de don Juan Eduardo Auccatinco Saravia, cuya paternidad a este último le fue atribuida en merito de una presunción legal, si se tiene en consideración que este último no efectuó un reconocimiento expreso alguno, tal como se acredita del acta de nacimiento, en el que se declaró como padre de la menor a don Percy Elard Contreras Peralta, por lo que, la aplicación estricta de los dispuesto en los artículos 402 inciso 6), segundo párrafo, y 404 del Código Civil, no obstante, la verdad material sobre la identidad de la menor expuesta precedentemente, generaría que se declare improcedente la demanda al no existir de por medio una sentencia previa que se pronuncie favorablemente respecto de la acción contestatoria de paternidad matrimonial.” “Con relación al tema del derecho a la identidad, el artículo 2 inciso 1 de la Constitución Política del Estado prevé que toda persona tiene derecho a la vida, a la identidad, a su integridad moral, psíquica y física, y a su libre desarrollo y bienestar. […] La Convención sobre los Derechos del Niño, […] según sus artículos 7 y 8, el niño deberá ser inscrito inmediatamente después de nacido y tendrá derecho desde que nace a un nombre, a adquirir una nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos, comprometiéndose los Estados partes a respetar el derecho del niño a preservar su identidad.” “Debe tenerse en cuenta que el derecho a la identidad debe ser entendido como el derecho que tiene todo ser humano a ser uno mismo, y a ser reconocido como tal; en este sentido, el derecho a la identidad debe ser protegido en sus dos aspectos: el estático que está restringido a la identificación (fecha de nacimiento, nombre, apellido y un estado civil) y el dinámico, […] que está referido a que la persona conozca cual es su específica verdad personal, pues el ser humano, en tanto a su unidad psicosomática, es complejo y contiene muchos aspectos vinculados entre sí, de carácter espiritual, psicológico o somático.” “En consecuencia, el derecho que tiene todo niño a conocer quiénes son sus padres, y que en su partida de nacimiento aparezca consignado el nombre de sus verdaderos padres, no es otra cosa que la manifestación concreta del derecho que tiene todo sujeto a su propia identidad personal, derecho que está reconocido en el artículo 2 inciso 1 de la Constitución Política del Estado, como un derecho fundamental de la persona, derecho que por ser consustancial a la persona humana, tiene carácter inalienable, perpetuo y oponible erga omnes, por tanto que no admite límites de ninguna naturaleza sean estos temporales o materiales.” “Que, en el presente caso se ha presentado un conflicto de normas jurídicas que resultan aplicables, de un lado la norma constitucional que reconoce como un derecho fundamental de la persona al derecho a la identidad, y de otro, las normas contenidas en los artículos 402 216 Resolución de la Sala inciso 6), segundo párrafo, y 404 del Código Civil); sin que de la interpretación conjunta sea factible obtener una interpretación conforme a la Constitución, por esta razón, al advertirse que la antinomia se presenta entre normas de carácter legal y otra de carácter constitucional, deben inaplicarse las primeras y aplicarse preferentemente la segunda; pues no existe razón objetiva y razonable que justifique en el presente caso la necesidad de que se obtenga una sentencia previa en un proceso de negación de paternidad matrimonial, si se tiene en consideración lo irrefutable de la verdad biológica que establece la filiación extramatrimonial a favor del demandado, don Percy Elard Contreras Peralta y que el propio padre presunto de la menor don Juan Eduardo Auccatinco Saravia, ha mostrado su conformidad con los hechos expuestos en la demanda; razón por la cual corresponde aprobar la consulta formulada.” Aprobaron la sentencia de fecha veintisiete de enero de dos mil diez, en el extremo que declaró inaplicables al caso de autos lo dispuesto en los artículos 402 inciso 6), segundo párrafo y 404 del Código Civil por incompatibilidad constitucional. 217 Caso N° 6: Exp. N° 00393-2012 Datos Relevantes Juzgado 9° Juzgado de Familia de Lima Expediente de origen N° Proceso 487-2009 Instancias 1 y Corte Suprema (Consulta) Juez Lorenzo Martín Barturen Becerra Demandante Luis Raynaud Hu Rivas Demandado Jaime Alberto Ames Silicani y Fabiola Dorich Krapp Edad de la hija (al emitir sentencia) Asunto 3 años Conocimiento Impugnación de paternidad matrimonial y declaración de paternidad extramatrimonial Sentencia 1° Instancia Fecha 19 de octubre de 2010 Argumentos demandante “Manifiesta el recurrente que los demandados contrajeron matrimonio con fecha cuatro de setiembre del año mil novecientos noventa y nueve, y que en el año dos mil cinco se separaron de hecho por incompatibilidad de caracteres y que durante la citada separación, el recurrente con la demandada Fabiola Dorich Krapp iniciaron una relación amorosa y fruto de dicha relación procrearon a la menor Celeste Ames Dorich, la misma que nació el diecisiete de abril del año dos mil siete.” “Que, al nacer la citada menor no la podía registrar como su hija, pues la madre seguía casada con el codemandado, el mismo que con buen ánimo registro a la menor […] Posteriormente, al llegar a divorciarse los demandados, el recurrente se casó con la demandada Fabiola Dorich Krapp, con fecha nueve de octubre de dos mil ocho.” “Que, siendo esto así, a fin de que la menor Celeste Ames Dorich tenga derecho a su verdadera identidad, se ve en la necesidad de interponer la presente acción, pues incluso mediante una prueba de ADN a la que se han sometido voluntariamente las partes ante el 218 Argumentos demandados Puntos controvertidos Resolución del juez laboratorio BIOLINKS arrojó que el verdadero padre de la menor es el recurrente, por ende, se debe de respetar el derecho a la identidad de la citada menor para lo cual se debe de declarar que el demandado no es su padre biológico y que por el contrario el recurrente sí lo es.” “Ampara su demanda en los dispuesto por los artículos 2 y 8 de la Carta Constitucional, artículo 6 del Código de los Niños, Niñas y Adolescentes y las normas pertinentes sobre los derechos de los niños e inciso 6 del artículo 402 del Código Civil.” La demandada Fabiola Dorich Krapp, mediante la contestación de la demanda, señala que en efecto el demandante es el padre biológico de su menor hija. El demandado Jaime Alberto Ames Silicani, mediante la contestación de la demanda refiere que es verdad lo expuesto por el demandante en su escrito de demanda. Determinar la procedencia y fundabilidad de la pretensión de la impugnación de la paternidad planteada como pretensión principal. Determinar la procedencia y fundabilidad de la pretensión accesoria de la declaración de paternidad que reclama el demandante. “Que, mediante la partida de nacimiento, se ha establecido que la menor Celeste Ames Dorich, nació el diecisiete de abril del año dos mil siete, es decir en la época que su madre Fabiola Dorich Krapp se encontraba casada con el demandado Jaime Alberto Ames Silicani, a decir de la partida de matrimonio. Si bien las partes han manifestado que dichos cónyuges se encontraban separados, también es cierto que al estar casados con arreglo al artículo 361 del Código Civil, se presumía que el hijo es del marido y así se asentó en la partida de nacimiento de la citada menor en la que consta el reconocimiento que hizo el codemandado.” “Que en el caso de análisis el demandante ofrece como medio probatorio el mérito de la prueba de ADN a la cual se ha sometido el demandante Luis Raynaud Hu Rivas, la demandada Fabiola Dorich Krapp y la menor Celeste Ames Dorich, documento que ha arrojado que con una probabilidad de 99,999969342536% que el padre biológico de la menor Celeste Ames Dorich, es el demandante.” Asimismo mediante la prueba de ADN, “ha quedado probado que el codemandado Jaime Alberto Ames Silicani, no es el padre biológico de la menor, lo cual además ha sido corroborado por la declaración de la madre de la menor en su declaración de parte, en la que manifiesta que durante la época de la concepción de su menor hija solo ha tenido contacto sexual con el demandante, pues se encontraba separada de su marido.” En el caso particular, “el juzgador a fin de resolver la pretensión demandada debe de pronunciarse si el demandante, que en dicha época no era el esposo de la madre de la menor, puede o no cuestionar vía impugnación la paternidad del marido de la mujer casada que dio a luz a la precitada menor.” “Que el artículo 361 del Código Civil contempla “que al hijo de la mujer casada se le reputa como padre al marido de esta”; asimismo 219 el inciso 6 del artículo 402 del Código Civil, norma que en su segundo párrafo dice “que procederá la filiación a través de la prueba de ADN, empero dicho inciso no será aplicable respecto del hijo de mujer casada cuyo marido no hubiese negado la paternidad, norma que a su vez es concordante con el artículo 404 del citado marco normativo que señala que “si la madre estaba casada en la época de la concepción, solo puede admitirse la acción en caso que el marido hubiese contestado su paternidad y obtenido sentencia favorable”.” “Que, en el presente caso el marido o esposo de la madre que reconoció a la menor como hija, en su escrito de apersonamiento ha reconocido que en efecto el demandante es el verdadero padre biológico de la menor Celeste Ames Dorich y que si bien él reconoció como su hija a la menor, lo hizo por el hecho de estar casado con la madre en la época de la concepción y nacimiento de la menor. Sin embargo, no se ha establecido en autos que el citado codemandado hubiese contestado su paternidad y que este hubiera obtenido sentencia favorable.” “Que con arreglo a lo dispuesto en el segundo párrafo del artículo 138 de la Constitución, “en todo proceso, de existir incompatibilidad entre una norma constitucional y una norma legal, los jueces prefieren la primera, igualmente prefieren la norma legal sobre toda norma de rango inferior”.” En tal sentido, a criterio del juzgador las normas señaladas en los artículos 361, 402 inciso 6 segundo párrafo y 404 del Código Civil, “colisionan con el artículo 2 inciso 1 de la Constitución Política del Perú que consagra entre otros derechos el “derecho a la identidad” que tiene toda persona, entendiéndose este como el derecho a saber de dónde proviene, quienes son sus padres y a llevar los apellidos de estos y todo lo que implique alcanzar su libre desarrollo y bienestar. De igual forma, el juzgador también tiene en consideración lo señalado por la Convención de los Derechos del Niño, que en sus artículos 7 y 8 imponen los compromisos de los estados partes a “respetar el derechos del niño a tener un nombre, a conocer a sus padres y ser cuidados por ellos […]”.” En consecuencia, en tanto las normas con rango de ley señaladas colisionan con lo dispuesto en la Constitución y en un tratado con rango constitucional, “el juzgador opta por preferir las normas constitucionales e inaplicar las normas legales específicamente el artículo 361, inciso 6 del artículo 402 y 404 del Código Civil.” “Que, habiéndose establecido que el demandante es el padre biológico de la menor Celeste Ames Dorich y no el demandado, corresponde amparar la pretensión demandada aún a pesar de que el demandado no ha negado judicialmente su paternidad, pues ante todo debe de primar el derecho a la identidad de la menor y en consecuencia a saber de dónde viene y quiénes son sus padres y familiares biológicos, máxime si esto a criterio del juzgador es lo más beneficioso para la menor toda vez que en la actualidad su madre se encuentra casada con su padre biológico como se advierte en la partida de matrimonio y dada la corta edad de la menor (tres años), 220 es altamente probable que entre el demandante y su menor hija se desarrolle con normalidad los afectos propios de padre e hija.” En tal sentido, el Noveno Juzgado de Familia de Lima, inaplicando las normas previstas en el artículo 361, segundo párrafo del inciso 6 del artículo 402 y 404 del Código Civil, y prefiriendo la norma constitucional contenida en el inciso 1 del artículo 2 de la Carta Constitucional del Perú y artículos 7 y 8 de la Convención de los Derechos del Niño. Resuelve: 1. Declarar Fundada la demanda de impugnación de paternidad 2. Declarar Fundada el extremo de la demanda de declaración judicial de paternidad 3. Disponer que, en caso de no ser apelada la sentencia, se eleve en consulta los presentes autos a la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema de la Republica. Consulta de la Corte Suprema (Consulta N° 393-2012) Fecha 31 de mayo de 2011 Argumentos de la Sala “Que, en principio, la consulta debe ser entendida como una institución procesal de orden público, que viene impuesta por la ley, que no es en esencia un recurso, sino un mecanismo procesal a través del cual se impone el deber al órgano jurisdiccional de elevar el expediente al superior, y a este efectuar el control de la legalidad de la resolución dictada en la instancia inferior.” Que, “tratándose de una consulta por incompatibilidad de una disposición constitucional y otra norma de inferior jerarquía , el artículo 14 del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial ha establecido que cuando los jueces de cualquier especialidad, al momento de fallar el fondo de la cuestión de su competencia, encuentren que hay incompatibilidad en su interpretación, de una disposición constitucional y una con rango de ley, resuelven la causa con arreglo a la primera; así las sentencias en las que se haya efectuado el control difuso deben ser elevadas en consulta a la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema, si no fueran impugnadas.” “Que, con relación al control constitucional, es preciso tener en cuenta que la inaplicación de una norma legal, que se interpreta contraria a la Constitución, constituye una prerrogativa jurisdiccional de última ratio, por esta razón no puede ser invocada a menudo en la actividad jurisdiccional; sino por el contrario atendiendo a la trascendencia que esta decisión implica; el Juzgador deberá tener en cuenta que, en principio, todas las leyes expedidas por el Congreso de la República, por el solo hecho de haber sido expedidas por el Órgano Constitucional que tiene a su cargo la función legislativa, siguiendo para el efecto, todo un proceso de formación de la ley, que es conocido en la doctrina como el “iter legislativo”, están amparadas por la presunción de constitucionalidad; por tanto, a priori se 221 presume que todas las leyes son constitucionales y que estas guardan perfecta armonía entre sí y con la Carta Fundamental; por esta razón, el artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, ha previsto que la inaplicación de una norma legal, solo puede ser viable cuando no sea factible obtener una interpretación conforme a la Constitución.” Que, “para dilucidar el tema que es materia de la consulta, es preciso tener en cuenta el marco legislativo que resulta aplicable al caso de autos en torno a la impugnación de reconocimiento de paternidad, en principio, el artículo 361 del Código Civil establece que el hijo nacido durante el matrimonio o dentro de los trescientos días siguientes a su disolución tiene por padre al marido; por su parte el artículo 402 inciso 6 de dicha norma sustantiva señala que la paternidad extramatrimonial puede ser judicialmente declarada cuando se acredite el vinculo parental entre el presunto padre y el hijo a través de la prueba de ADN (acido desoxirribonucleico) u otras pruebas genéticas o científicas con igual o mayor grado de certeza. Lo dispuesto en el presente inciso no es aplicable respecto del hijo de mujer casada cuyo marido no hubiese negado la paternidad, mientras que el artículo 404 del Código Civil prevé que, si la madre estaba casada en la época de la concepción, solo puede admitirse la acción en caso el marido hubiera contestado su paternidad y obtenido sentencia favorable.” “El artículo 4 de la Constitución Política del Perú, establece que la comunidad y el Estado protegen especialmente al niño, al adolescente, a la madre y al anciano en situación de abandono. También protegen a la familia y promueven el matrimonio.” “Con relación al tema del derecho a la identidad, el artículo 2 inciso 1 de la Constitución Política del Estado prevé que toda persona tiene derecho a la vida, a la identidad, a su integridad moral, psíquica y física, y a su libre desarrollo y bienestar. […] La Convención sobre los Derechos del Niño, […] según sus artículos 7 y 8, el niño deberá ser inscrito inmediatamente después de nacido y tendrá derecho desde que nace a un nombre, a adquirir una nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos, comprometiéndose los Estados partes a respetar el derecho del niño a preservar su identidad.” “Debe tenerse en cuenta que el derecho a la identidad debe ser entendido como el derecho que tiene todo ser humano a ser uno mismo, y a ser reconocido como tal; en este sentido, el derecho a la identidad debe ser protegido en sus dos aspectos: el estático que está restringido a la identificación (fecha de nacimiento, nombre, apellido y un estado civil) y el dinámico, […] que está referido a que la persona conozca cual es su específica verdad personal, pues el ser humano, en tanto a su unidad psicosomática, es complejo y contiene muchos aspectos vinculados entre sí, de carácter espiritual, 222 psicológico o somático.” “Que, en consecuencia, el derecho que tiene todo niño a conocer quiénes son sus padres, y que en su partida de nacimiento aparezca consignado el nombre de sus verdaderos padres, no es otra cosa que la manifestación concreta del derecho que tiene todo sujeto a su propia identidad personal, derecho que está reconocido en el artículo 2 inciso 1 de la Constitución Política del Estado, como un derecho fundamental de la persona, derecho que por ser consustancial a la persona humana, tiene carácter inalienable, perpetuo y oponible erga omnes, por tanto que no admite límites de ninguna naturaleza sean estos temporales o materiales.” “Que, en el presente caso se ha presentado un conflicto de normas jurídicas que resultan aplicables, de un lado la norma constitucional (artículo 2 inciso 1 de la Constitución Política del Estado) que reconoce como un derecho fundamental de la persona al derecho a la identidad, y de otro, las normas legales materia de consulta […], sin que de la interpretación conjunta sea factible obtener una interpretación conforme a la Constitución, por esta razón, al advertirse que la antinomia se presenta entre normas de carácter legal y otra de carácter constitucional, deben inaplicarse las primeras y aplicarse preferentemente la segunda; pues no existe razón objetiva y razonable que las justifique, además que la impugnación de paternidad de quien no participó en el reconocimiento no puede quedar supeditada a la voluntad del demandado (quien efectuó el reconocimiento), conforme lo estipula el artículo 396 del Código Civil.” Resolución de la Sala Aprobaron la Resolución de fecha diecinueve de octubre de dos mil diez, en el extremo que declaró inaplicables al caso de autos lo dispuesto en los artículos 361, 402 inciso 6 y 404 del Código Civil por incompatibilidad constitucional. 223 Caso N° 7: Exp. N° 00110-2012 Datos Relevantes Juzgado 2° Juzgado de Paz Letrado de Paucarpata Arequipa(1° Instancia) 2° Juzgado Mixto de Paucarpata Arequipa (2° Instancia) Expediente de origen N° Proceso 1487-2010 Instancias 2 y Corte Suprema (Consulta) Juez/a Patricia Ruby Valdivia Franco (Primera instancia) Luis Alberto Rodríguez Pantigoso (Segunda instancia) Demandante Judi Antonieta Segovia Coaguila Demandado Hipólito Luque Sulcarana Edad de la hija (al emitir sentencia de 1° Instancia) Asunto 11 años Único Filiación extramatrimonial Sentencia 1° Instancia Fecha Argumentos demandante 18/07/11 “Que, producto de las relaciones amorosas con el demandado de marzo a diciembre del año mil novecientos noventa y nueve, procrearon a su menor hija Fiorella Nancy Segovia Coaguila, quien nació el once de junio del año dos mil, cuya partida de nacimiento se encuentra debidamente inscrita en la Municipalidad Provincial de Arequipa.” “Que, al tomar conocimiento del estado de gestación de la demandante, prometió reconocerla y finalmente no lo hizo hasta la fecha.” “Que, el demandado es el padre biológico de la menor, por tanto tiene derecho a que este la reconozca, ya que el hecho de no estar reconocida por su padre le está generando daño material y psicológico, afectando su autoestima, privándose de los derechos que como hija del demandado le correspondiesen.” “Manifiesta la existencia de la necesidad imperiosa de que se declare la paternidad judicial del demandado, ya que como padre 224 Argumentos demandado de su menor hija debe asumir sus responsabilidades inherentes a dicha calidad, que además su hija tiene derecho a llevar los apellidos de sus padres, haciendo extensiva su acción al pago de costas, costos y gastos judiciales que ocasionen el proceso.” La demandante interpone la demanda en representación de su menor hija y la ampara en virtud de los artículos 386, 402 inciso 6 del Código Civil y siguientes pertinentes que regulan el reconocimiento de la filiación extramatrimonial y en la Ley 28457. La demandante solicita en su demanda el beneficio de gratuidad procesal. El demandado fue válidamente notificado, sin embargo, no formuló oposición. Puntos controvertidos En la sentencia no se señalan expresamente los puntos controvertidos. Resolución de la jueza “El interés para obrar está determinado por el interés para accionar o la necesidad de recurrir al órgano jurisdiccional para establecer una relación jurídica con la persona a demandar, y se tiene interés cuando se busca el reconocimiento o la declaración de un derecho, así como la solución del conflicto o la incertidumbre jurídica que surge. Esa relación consiste en la titularidad del derecho que se invoca como medio para adquirir el pronunciamiento del órgano jurisdiccional. Es así, que para Ledesma Narváez, el interés y la legitimidad para obrar como condiciones de la acción, son necesarios para que el juez pueda expedir pronunciamiento válido sobre el fondo.” “Conforme establece el artículo primero de la Ley 28457, señala que quien tenga legítimo interés en obtener una declaración de paternidad puede pedir a un Juez de Paz Letrado que expida resolución declarando la filiación demandada; que en el caso de autos, doña Judi Antonieta Segovia Coaguila, interpone demanda de filiación extramatrimonial en contra del emplazado Hipólito Luque Sulcarana, a efecto de que se declare la paternidad del emplazado respecto de la menor Fiorella Nancy Segovia Coaguila, concebida como producto de las relaciones mantenidas con el demandado.” “El artículo 402 inciso 6) del Código Civil, que la procedencia de la declaración judicial de paternidad extramatrimonial puede ser judicialmente declarada “cuando se acredite el vínculo parental entre el presunto padre y el hijo a través de la prueba de ADN u otras pruebas genéticas o científicas con igual o mayor grado de certeza. Lo dispuesto en el presente inciso no es aplicable respecto del hijo de la mujer casada cuyo marido no hubiese negado la paternidad.”.” “Que, asimismo el artículo 361° del Código Civil dispone que “El hijo nacido durante el matrimonio o dentro de los trescientos días siguientes a su disolución tiene por padre al marido”; por otro lado, el artículo 362° del código acotado señala que “El hijo se presume matrimonial aunque la madre declare que no es de su marido o sea condenada como adúltera.”.” 225 “En el caso de autos, […] obra la partida de matrimonio celebrada por la actora, en la cual aparecen como contrayentes don Manuel Fidel Ciprián Gutiérrez (persona distinta al demandado) y doña Judi Antonieta Segovia Coaguila (demandante) ante la Municipalidad Distrital de Paucarpata, acto que se produjo con fecha catorce de febrero de mil novecientos noventa y dos, no existiendo en autos prueba que acredite que dicho matrimonio haya sido disuelto, siendo así debemos concluir que al momento de la interposición de la demanda, la demandante ostentaba el estado civil de “casada”, refutándose a todo hijo nacido dentro del matrimonio como padre al esposo tal y como lo dispone el artículo 361 del Código Civil, que asimismo debe tenerse presente que conforme lo establece el artículo 404°, “Si la madre estaba casada en la época de la concepción, solo puede admitirse la acción en caso que el marido hubiera contestado su paternidad y obtenido sentencia favorable”, no existiendo prueba alguna que acredite que el esposo de la actora haya impugnado la paternidad de la menor, por lo que siendo así la demanda deviene en improcedente, por falta de interés para obrar de la demandante.” Sentencia 2° Instancia Fecha 21/11/11 Resolución del Juez “El artículo 361° del Código Civil señala que, “el hijo nacido durante el matrimonio o dentro de los trescientos días siguientes a su disolución tiene por padre al marido”; asimismo el artículo 362° del mismo código establece que “el hijo se presume matrimonial aunque la madre declare que no es de su marido o sea condenada como adúltera”.” “En el caso de autos, efectuando una aplicación literal de los artículos en mención, habiendo nacido el hijo dentro de la vigencia del matrimonio civil, se considera que el marido es el padre aunque la madre declare lo contrario o sea condenada como adúltera. Ello, porque según lo explica Enrique Varsi Rospigliosi y Paula Siverino Bravo, la presunción tiene sus orígenes en la siguientes teorías: a. Teoría de la accesión b. Teoría de la vigilancia c. Teoría de la presunción de fidelidad de la esposa d. Teoría de la cohabitación exclusiva e. Teoría de la admisión anticipada” “Sin embargo, debe efectuarse un análisis al caso concreto teniendo en cuenta que dicha presunción sufre un problema por la separación de los cónyuges (la que ha sido declarada judicialmente según expediente N° 2009-1077) resultando materialmente imposible que hayan mantenido relaciones sexuales en la época de la concepción.” “El Código Civil se encuentra vigente en el Perú desde el 14 de noviembre de 1984; han transcurrido más de 27 años y las técnicas de acreditación de la filiación han sufrido una suerte de mejora en 226 su confiabilidad como por ejemplo, la prueba de Ácido Desoxirribonucleico (ADN) que permite tener una certeza de por lo menos el 99.99% de seguridad en los resultados; y como consecuencia de ello se promulgó la ley N° 28457, siendo que la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema en la Consulta del expediente N° 1699-2007-Lima Norte, desaprobó una sentencia que la pretendía inaplicar.” “El juzgador que suscribe, considera que establecer la presunción de paternidad prevista en el artículo 361° del Código Civil como una presunción absoluta y determinar que la madre no pueda declarar quien es el verdadero padre (artículo 362°) en los casos en que haya imposibilidad física de haber tenido relaciones sexuales con el marido y este no haya reconocido al hijo, contravienen los derechos sustanciales de la menor, como es el derecho a la filiación, el nombre, la identidad, la posibilidad de pertenecer a una familia y gozar del estado de familia que de acuerdo con su origen biológico le correspondería, así como el derecho del padre y de la madre a que se le reconozca y ejerza su paternidad, derechos que se encuentran previstos en el artículo 2° de la Constitución Política del Estado Peruano, en consecuencia, en aplicación del artículo 138° de la Constitución, debe preferirse las normas constitucionales y en caso de no ser apelada la presente deberá elevarse en consulta a la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema en mérito al artículo 14° del TUO de la Ley Orgánica del Poder Judicial.” “Considerando al artículo 361° del Código Civil como una presunción que admite prueba en contrario, inaplicando lo dispuesto por el artículo 362° del Código Civil y teniendo en cuenta que la Corte Suprema de la Republica considera constitucional la Ley 28457, debe emitirse pronunciamiento sobre el fondo del asunto, en atención al Precedente Judicial N° 4664-2010-Puno (que otorga un carácter tuitivo a este tipo de procesos).” Mediante, “Resolución N° 1 se admite a trámite la demanda de filiación, dictándose el mandato para que el demandado formule oposición, obligándose en caso de hacerlo, a realizarse la prueba biológica de ADN, bajo apercibimiento de convertir el mandato en declaración judicial de paternidad.” “El demandado, Hipólito Luque Sulcarana se encuentra válidamente notificado, sin que haya formulado oposición, por lo que debe hacerse efectivo el apercibimiento, debiendo convertirse el mandato en declaración judicial de paternidad.” Por tanto, resuelve: 1. Revocar la sentencia N° 97-2011 que declaró improcedente la demanda interpuesta por Judi Antonieta Segovia Coaguila en contra de Hipólito Luque Sulcarana sobre filiación judicial de paternidad extramatrimonial; 2. Convertir el mandato contenido en la Resolución N° 1 en una declaración judicial de paternidad: 3. Declarar que el demandado es padre de la menor Fiorella Nancy Segovia Coaguila. 227 4. Elévese en Consulta a la Sala Constitucional y Social de la República. Consulta de la Corte Suprema (Consulta N° 110-2012) Fecha 05/06/12 Argumentos de la Sala “Que, en principio, la consulta debe ser entendida como una institución procesal de orden público, que viene impuesta por la ley, que no es en esencia un recurso, sino un mecanismo procesal a través del cual se impone el deber al órgano jurisdiccional de elevar el expediente al superior, y a este efectuar el control de la legalidad de la resolución dictada en la instancia inferior.” “Que, tratándose de una consulta por incompatibilidad de una disposición constitucional y otra norma de inferior jerarquía , el artículo 14 del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial ha establecido que cuando los jueces de cualquier especialidad, al momento de fallar el fondo de la cuestión de su competencia, encuentren que hay incompatibilidad en su interpretación, de una disposición constitucional y una con rango de ley, resuelven la causa con arreglo a la primera; así las sentencias en las que se haya efectuado el control difuso deben ser elevadas en consulta a la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema, si no fueran impugnadas.” “Que, con relación al control constitucional, es preciso tener en cuenta que la inaplicación de una norma legal, que se interpreta contraria a la Constitución, constituye una prerrogativa jurisdiccional de última ratio, por esta razón no puede ser invocada a menudo en la actividad jurisdiccional; sino por el contrario atendiendo a la trascendencia que esta decisión implica; el Juzgador deberá tener en cuenta que, en principio, todas las leyes expedidas por el Congreso de la República, por el solo hecho de haber sido expedidas por el Órgano Constitucional que tiene a su cargo la función legislativa, siguiendo para el efecto, todo un proceso de formación de la ley, que es conocido en la doctrina como el “iter legislativo”, están amparadas por la presunción de constitucionalidad; por tanto, a priori se presume que todas las leyes son constitucionales y que estas guardan perfecta armonía entre sí y con la Carta Fundamental; por esta razón, el artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, ha previsto que la inaplicación de una norma legal, solo puede ser viable cuando no sea factible obtener una interpretación conforme a la Constitución Política del Perú.” “Para dilucidar el tema que es materia de la consulta, es preciso tener en cuenta el marco legislativo que resulta aplicable al caso de autos en torno a la filiación judicial de paternidad extramatrimonial, en principio, el artículo 361 del Código Civil establece que el hijo 228 nacido durante el matrimonio o dentro de los trescientos días siguientes a su disolución tienen por padre al marido; por su parte, el artículo 362 del Código Civil, señala que el hijo se presume matrimonial aunque la madre declare que no es de su marido o sea declarada como adúltera. Lo dispuesto en dichas normas que consideran establecer la presunción de paternidad como una presunción absoluta y determinan que la madre no puede declarar quien es el verdadero padre en los casos en que haya imposibilidad física de haber tenido relaciones sexuales con el marido, y este no haya reconocido al hijo, contravienen los derechos sustanciales de la menor.” “El artículo 4 de la Constitución Política del Perú, establece que la comunidad y el Estado protegen especialmente al niño, al adolescente, a la madre y al anciano en situación de abandono. También protegen a la familia y promueven el matrimonio.” “Con relación al tema del derecho a la identidad, el artículo 2 inciso 1 de la Constitución Política del Estado prevé que toda persona tiene derecho a la vida, a la identidad, a su integridad moral, psíquica y física, y a su libre desarrollo y bienestar. […] La Convención sobre los Derechos del Niño […], según sus artículos 7 y 8, que el niño deberá ser inscrito inmediatamente después de nacido y tendrá derecho desde que nace a un nombre, a adquirir una nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos, comprometiéndose los Estados partes a respetar el derecho del niño a preservar su identidad.” “Debe tenerse en cuenta que el derecho a la identidad debe ser entendido como el derecho que tiene todo ser humano a ser uno mismo, y a ser reconocido como tal; en este sentido, el derecho a la identidad debe ser protegido en sus dos aspectos: el estático que está restringido a la identificación (fecha de nacimiento, nombre, apellido y un estado civil) y el dinámico, […] que está referido a que la persona conozca cual es su específica verdad personal, pues el ser humano, en tanto a su unidad psicosomática, es complejo y contiene muchos aspectos vinculados entre sí, de carácter espiritual, psicológico o somático.” “Que, en consecuencia, el derecho que tiene todo niño a conocer quiénes son sus padres, y que en su partida de nacimiento aparezca consignado el nombre de sus verdaderos padres, no es otra cosa que la manifestación concreta del derecho que tiene todo sujeto a su propia identidad personal, derecho que está reconocido en el artículo 2 inciso 1 de la Constitución Política del Estado, como un derecho fundamental de la persona, derecho que por ser consustancial a la persona humana, tiene carácter inalienable, perpetuo y oponible erga omnes, por tanto que no admite límites de ninguna naturaleza sean estos temporales o materiales.” “Que, en el presente caso se ha presentado un conflicto de normas 229 jurídicas que resultan aplicables, de un lado la norma constitucional (artículo 2 inciso 1 de la Constitución Política del Estado) que reconoce como un derecho fundamental de la persona al derecho a la identidad, y de otro, las normas legales materia de consulta que supeditan ello, en el caso que al hijo de la mujer casada se le reputa como padre el marido de esta y que la madre no pueda declarar quien es el verdadero padre; sin que de la interpretación conjunta sea factible obtener una interpretación conforme a la Constitución, por esta razón, al advertirse que la antinomia se presenta entre normas de carácter legal y otra de carácter constitucional, deben inaplicarse las primeras y aplicarse preferentemente la segunda; pues no existe razón objetiva y razonable que las justifique.” Resolución de la Sala Aprobaron la sentencia de vista de fecha veintiuno de noviembre de dos mil once, en el extremo que declaró inaplicables al caso de autos lo dispuesto en los artículos 361 y 362 del Código Civil por incompatibilidad constitucional. 230 Caso N° 8: Exp. N° 002802-2012 Datos Relevantes Juzgado 1° Juzgado de Familia de Arequipa Expediente de origen N° Proceso 2903-2010 Instancias 1 y Corte Suprema (Consulta) Jueza Rocío Aquize Cáceres Demandante Martín Patricio Quintanilla Rodríguez Demandado Adriana Mercado Valcárcel y Juan José Alfredo Siveroni Sánchez Edad del hijo (al emitir sentencia) Asunto 2 años Conocimiento Impugnación de paternidad Sentencia 1° Instancia Fecha 05/03/12 Argumentos demandante “Con fecha treinta de marzo del dos mil uno ante la Municipalidad Distrital de Yanahuara contrajo matrimonio civil con la demandada y producto de sus relaciones conyugales, procrearon a su hija Camila Adriana Quintanilla Mercado.” “Durante los nueve años de vida conyugal con su esposa existieron diversas desavenencias que llevaron a que con fecha treinta y uno de marzo y dieciocho de julio del dos mil ocho suscribieran un documento de separación de hecho y su correspondiente modificatoria, en los cuales decidieron separarse de hecho.” “Con fecha nueve de mayo de dos mil nueve, iniciaron ante la Notaría […] los trámites para obtener la separación convencional, trámites que se vieron suspendidos porque a mediados del mes de junio de dos mil nueve se reconciliaron, regresando su esposa nuevamente a vivir con él en el mismo domicilio a partir del catorce de agosto de dos mil nueve.” “Con fecha treinta de diciembre de dos mil nueve, su esposa dio a luz […] al niño Marcelo Mathias y con fecha veintidós de enero de 231 Argumentos demandados Puntos controvertidos dos mil diez el demandante decidió reconocer al niño como consta en el acta de nacimiento.” “En el mes de abril del año dos mil diez tuvo una discusión grave con su esposa, quien le increpó que él no era el padre de su hijo, que su padre era Juan José Siveroni, agregando que prefería irse con él y divorciarse del demandante.” “Efectivamente, la demandada Adriana Mercado Valcárcel durante su alejamiento del hogar conyugal tuvo una relación de enamoramiento a partir del mes de abril de dos mil ocho hasta mediados del dos mil nueve con don Juan José Siveroni Sánchez y producto de esa relación debieron haber procreado al niño Marcelo Mathias.” “Ante la revelación, el demandante busco al codemandado Juan José Siveroni Sánchez para comunicarle estos hechos y para que tome las medidas legales que corresponde, respondiéndole el demandado que él iba a iniciar las acciones legales para que se le reconozca como padre biológico de Marcelo Mathias.” “La declaración de reconocimiento de paternidad prestada por el demandante se encuentra viciada, tal reconocimiento es inválido, pues al desconocer la verdad de los hechos, obró sin un consentimiento válido pleno, lo que es un requisito esencial para la configuración de un acto jurídico.” Ampara su demanda en el inciso 2 del artículo 221, artículo 140 del Código Civil y el artículo 6 del Código de los Niños y Adolescentes. “Los demandados se allanan a la demanda, reconociendo los hechos y el derecho que se invoca.” “Los demandados se conocieron en el mes de abril de dos mil ocho, sosteniendo una relación de enamoramiento hasta aproximadamente mediados del año dos mil nueve, enamoramiento que sostuvieron cuando la codemandada se hallaba separada de hecho de su esposo.” Durante la relación de enamoramiento, procrearon al niño Marcelo Mathias. “Debido a una discusión entre ambos, la codemandada halló en su esposo la posibilidad de reconciliarse y recobrar su matrimonio, llegando luego a vivir con el demandante sin pensar que en esos momentos se hallaba embarazada del codemandado Juan José Siveroni.” “Cuando supo que estaba embarazada no le dijo a su esposo que este no era el padre del niño, llegando a ocultarle la verdad originando que el demandante reconociera la paternidad de su hijo.” “Cuando la vida matrimonial de la codemandada empezó a resquebrajarse, producto de malos entendidos, en una oportunidad en el mes de abril de dos mil diez, la codemandada le increpó que él no era el padre de su hijo y que el verdadero padre era Juan José.” Determinar si Patricio Quintanilla Rodríguez o José Alfredo Siveroni Sánchez, es padre biológico del menor Marcelo Mathias Quintanilla Mercado. Determinar la procedencia o no de dejar sin efecto el acta de 232 Resolución de la jueza nacimiento número 67141549, extendida por la Municipalidad Distrital de Yanahuara de fecha veintidós de enero de dos mil diez, en la parte que el demandante reconoce la paternidad del menor. “En el caso de autos se interpone demanda de anulabilidad del reconocimiento de paternidad por la causal de vicio de la voluntad, resultante del dolo, recaída en el acta de nacimiento […] de fecha veintidós de enero de dos mil diez, extendida por la Municipalidad Distrital de Yanahuara, provincia y departamento de Arequipa a favor del niño Marcelo Mathias Quintanilla Mercado, solicitando se declare fundada la demanda y se deje sin efecto el acto de reconocimiento de paternidad realizado.” “Se desprende de los fundamentos de la demanda, que lo que en realidad se pretende es desplazar al demandante de la condición legal de padre frente al niño Marcelo Mathias, pues no debemos dejar de lado que estamos frente a un caso en el cual se impugna una filiación matrimonial.” “En el caso de autos, aunque cayera el reconocimiento por vicios de la voluntad, igual la paternidad del demandante respecto al niño, continuaría vigente por imperio de la presunción de paternidad contenida en el artículo 361 del Código Civil […], además no se puede dejar de lado lo normado en el artículo 362 del mismo cuerpo de leyes.” “Dada la naturaleza de la pretensión, conviene precisar que la presunción legal a partir de la cual se determina la paternidad matrimonial no es absoluta, entonces, admite prueba en contrario; es así, que se contempla la acción de impugnación de paternidad matrimonial, la que tiene dos especies: la acción de contestación y la acción de negación. La acción de contestación tiene por objeto atacar la presunción de concepción durante el matrimonio, demostrando que el hijo de la mujer casada no es de su marido por haber nacido aquel fuera del periodo legal de su vigencia. Procede en los casos siguientes: cuando el hijo nace antes de cumplidos los ciento ochenta días siguientes a la celebración del matrimonio (artículo 363 inciso 1 del Código Civil); o cuando nace después de cumplidos los trescientos días siguientes a la disolución del mismo (artículo 361 del Código Civil). (…) La acción de negación, tiene por objeto atacar directamente la presunción de paternidad matrimonial, demostrando que el hijo de la mujer casada no es de su marido por resultar imposible que este haya cohabitado con aquella.” “Pese a estar tratando un caso de impugnación de paternidad matrimonial, conviene anotar en cuanto a la paternidad extramatrimonial, que esta se basa en el reconocimiento, lo cual no ocurre en el caso de paternidad matrimonial.” “Estamos frente a un caso de filiación matrimonial, entonces, rige la presunción de paternidad de marido de la mujer casada. El niño Marcelo Mathias nació con fecha treinta de diciembre de dos mil nueve […], el demandante Martín Patricio Quintanilla Rodríguez, estaba casado a la fecha del nacimiento del niño con la demandada Adriana Mercado Valcárcel, pues ellos se casaron con fecha treinta 233 de marzo de dos mil uno, siendo que como el demandante ha referido y la demandada ha aceptado, con fechas treinta y uno de marzo y dieciocho de julio de dos mil ocho, suscribieron documentos de separación de hecho y su correspondiente modificatoria […] en los cuales decidieron separarse de hecho. El diecinueve de mayo de dos mil nueve iniciaron ante una Notaría Pública los trámites para obtener la separación convencional, pero estos se vieron suspendidos porque a mediados de junio de dos mil nueve se reconciliaron. No dejaremos de lado que la presunción de paternidad tiene una vigencia en el tiempo. […] Marcelo Mathias nació luego de los ciento ochenta días posteriores a la reconciliación de los aún esposos.” “Corresponde en este caso actuar de conformidad al artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Civil, pues, “Los Jueces tienen la obligación de aplicar la norma jurídica pertinente, aunque no haya sido invocada en la demanda”, se trata del principio iura novit curia, mediante el cual los “jueces pueden corregir el derecho mal o insuficientemente invocado por las partes siempre y cuando exista una real congruencia entre los hechos planteados que han dado motivo al conflicto y las pruebas actuadas, ya que el magistrado en realidad es el que debe aplicar la norma legal pertinente a la relación jurídica controvertida. (Exp. 376-95-Cuzco, Sala Civil de la Corte Suprema, Hinostroza Minguez, Alberto, “Jurisprudencia Civil”, tomo IV, PG. 25)” “Se ha demandado la anulabilidad del reconocimiento de paternidad por causal de vicio de la voluntad, resultante del dolo, recaída en el acta de nacimiento […] de fecha veintidós de enero de dos mil diez, extendida por la Municipalidad de Yanahuara, provincia y departamento de Arequipa, a favor del niño Marcelo Mathias, solicitando se declare fundada la demanda y se deje sin efecto el acto de reconocimiento de paternidad realizado; […] sin embargo, estamos ante un caso de impugnación de paternidad matrimonial en la modalidad de negación de la paternidad matrimonial, por tanto, no puede hablarse de invalidez del reconocimiento ni de vicio en la voluntad al reconocer al niño porque, aún estas hubieran ocurrido, igual sigue vigente la presunción de paternidad matrimonial del marido de la mujer casada, en atención a ello, se aplicará a los hechos la norma legal pertinente.” “Ha quedado establecido que el demandante no es el padre biológico del niño Marcelo Mathias, ello con la prueba del acido desoxirribonucleico, frecuentemente abreviado como ADN […], en la cual se ha determinado que el señor Martín Patricio Quintanilla Rodríguez no es el padre del niño. […] obra la declaración de la demandada Adriana Mercado Valcárcel, quien en base al pliego interrogatorio […], reconoce que le demandante no es el padre biológico del niño Marcelo Mathias y que el padre es el codemandado Juan José Alfredo Siveroni Sánchez, que le ocultó al demandante la verdadera paternidad de su hijo, que vive con el padre del niño hace más de un año y este tiene las características del verdadero padre como son el rostro y los ojos, entre otros. […] 234 aparece la declaración de Juan José Siveroni Sánchez quien, […]acepta haber tenido relaciones sexuales con la madre del niño, que esta le dijo que él era el padre de su hijo, que el niño lo reconoce como su padre y conviven juntos, y tienen un cien por ciento de seguridad que el niño es su hijo. Otro aspecto de importancia es dado porque desde el siete de diciembre de dos mil diez, Martín Patricio Quintanilla Rodríguez y Adriana Mercado Valcárcel se hallan divorciados […], lo cual demuestra que efectivamente las partes tienen la intención de regularizar a todo nivel la situación en la cual vinieron viviendo y que ello beneficiará a Marcelo Mathias.” “Nos encontramos ante un caso de impugnación de paternidad matrimonial en la modalidad de negación de paternidad, la cual es permitida a tenor de lo establecido en el inciso 5 del artículo 363 del Código Civil.” “Para esta acción la titularidad corresponde al marido, conforme al artículo 367 del cuerpo de leyes citado.” “El artículo 364 precisa que la acción contestatoria debe ser interpuesta por el marido dentro del plazo de noventa días contados desde el día siguiente del parto, si estuvo presente en el lugar, o desde el día siguiente de su regreso, si estuvo ausente. El término concedido por ley para la impugnación ha sido sobrepasado largamente, pues el nacimiento del niño se produjo el treinta de diciembre de dos mil nueve, mientras que, la demanda fue interpuesta el treinta y uno de agosto de dos mil diez.” “Sin embargo, la Juzgadora no puede ignorar que la norma mencionada (artículo 364 del Código Civil) establece un plazo reducido y perentorio, pues a decir del Dr. Cornejo Chávez cualquier impugnación habrá de perjudicar al hijo; pero en casos como el presente existen criterios jurisprudenciales que propugnan opciones diferentes respecto al plazo con que se cuenta para accionar una impugnación. “En este sentido, la Sala Especializada de Familia (Exp. N° 860-2002, Lima, Impugnación de Reconocimiento de Paternidad) consideró que a partir del interés superior del niño y siendo que el menor cuenta con un año de edad, deben agotarse en el presente proceso las acciones necesarias para la obtención de los medios probatorios pertinentes, debiendo disponer el juez que se practique la prueba de ADN, por lo que se declara nulo el auto que falla improcedencia de la demanda.”.” “Al haberse acreditado que el demandante Martín Patricio Quintanilla, figura en la partida del niño Marcelo Mathias Quintanilla Mercado como padre de este, habiéndolo declarado como hijo suyo, sin serlo, tenemos que de no resolver el presente proceso y declararlo improcedente simplemente por haberse vencido el plazo establecido en el artículo 364 del Código Civil se vulneraría el derecho a la identidad del niño establecido en el artículo 2 inciso 1 de la Constitución Política del Perú. […] Este además de ser reconocido en la Constitución Política del Perú, se encuentra consagrado en el Código Civil en el artículo 19 al precisar que toda 235 persona tiene derecho y deber de llevar un nombre. Este incluye a los apellidos; y, en la Convención de los derechos del Niño en sus artículos 7 y 8.” “La identidad diferencia a cada persona de los demás seres humanos (en el caso de autos de los demás niños y adolescentes y por tanto no puede permitirse que en perjuicio del propio niño se tenga por padre a quien no lo es y menos aún si sus padres biológicos, a la fecha han declarado vivir juntos y tener bajo su cuidado al niño).” “El derecho no termina solo con el nombre, sino que implica, además que el niño conozca sus orígenes reales (siempre que ello sea posible) y lleve en todo caso, los apellidos que correspondan a esa filiación, no trastocada por presunciones o falsas declaraciones como la efectuada por terceras persona.” “El no tomar en cuenta el derecho a la identidad iría en contra del interés superior del niño establecido en el artículo tres de la Convención sobre los Derechos del Niño y recogido en el artículo IX del Título Preliminar del Código de los Niños y Adolescentes. […] Además no puede dejarse de lado que el artículo 8 de la misma Convención precisa como otro derecho el de preservar su identidad, nombre y relaciones familiares, por lo que entendemos que estas últimas no pueden ser trastocadas a simple gusto de los padres o de terceros y tampoco el niño puede asumir consecuencias del actuar irresponsable de alguno o de los dos padres y menos si con esto se perjudicará al niño.” “Que estando a lo expuesto en los considerandos de esta sentencia la Juzgadora concluye que resulta inevitable la aplicación del control difuso en el caso de autos.” Por tanto, resuelve: 1. Declarar inaplicable al caso de autos el artículo 364 del Código Civil 2. Declarar fundada la demanda; en consecuencia se declara que Martín Patricio Quintanilla Rodríguez, no es el padre del niño Marcelo Mathias, por lo tanto, se declara a Juan José Alfredo Siveroni Sánchez como padre del niño, quien en adelante deberá figurar en la nueva partida que se extenderá como Marcelo Mathias Siveroni Mercado. 3. Elevase a Consulta a la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema Consulta de la Corte Suprema (Consulta N° 2802-2012) Fecha 16/08/12 Argumentos de la Sala “La consulta debe ser entendida como una institución procesal de orden público, que viene impuesta por la ley, que no es en esencia un recurso, sino un mecanismo procesal a través del cual se impone el deber al órgano jurisdiccional de elevar el expediente al superior, y a este efectuar el control de la legalidad de la resolución dictada en la instancia inferior.” “Tratándose de una consulta por incompatibilidad de una disposición 236 constitucional y otra norma de inferior jerarquía , el artículo 14 del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial ha establecido que cuando los jueces de cualquier especialidad, al momento de fallar el fondo de la cuestión de su competencia, encuentren que hay incompatibilidad en su interpretación, de una disposición constitucional y una con rango de ley, resuelven la causa con arreglo a la primera; así las sentencias en las que se haya efectuado el control difuso deben ser elevadas en consulta a la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema, si no fueran impugnadas.” “En el caso de autos, de lo que aparece expuesto en los considerandos de la sentencia consultada, se advierte que el A quo en el proceso seguido por Martín Patricio Quintanilla Rodríguez contra Adriana Mercado Valcárcel y Juan José Alfredo Siveroni Sánchez sobre impugnación de paternidad, al momento de resolver lo controvertido ha aplicado el control constitucional difuso de las leyes, resolviendo inaplicar el artículo 364 del Código Civil, debido a que, analizando lo que aparece en la partida de nacimiento del menor y el resultado de la prueba de ADN, se presenta un conflicto con el derecho a la identidad, porque la prueba científica, entre otras pruebas, como la declaración de la codemandada madre del menor y la declaración del supuesto padre biológico el codemandado Juan José Siveroni Sánchez, determina que el citado menor no es hijo biológico del demandante, entonces su reconocimiento como tal es imposible.” “Que, con relación al control constitucional, se debe precisar que la inaplicación de una norma legal, que se interpreta contraria a la Constitución, constituye una prerrogativa jurisdiccional de última ratio, por esta razón no puede ser invocada indiscriminadamente en la actividad jurisdiccional; sino, atendiendo a la trascendencia que esta decisión implica; por ello el Juzgador deberá tener en cuenta que, en principio, todas las leyes expedidas por el Congreso de la República, por el solo hecho de haber sido expedidas por el Órgano Constitucional que tiene a su cargo la función legislativa, siguiendo para el efecto, todo un proceso de formación de la ley, que es conocido en la doctrina como el “iter legislativo”, están amparadas por la presunción de constitucionalidad; por tanto, a priori se presume que todas las leyes son constitucionales y que estas guardan perfecta armonía entre sí y con la Carta Fundamental; por esta razón, el artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, ha previsto que la inaplicación de una norma legal, solo puede ser viable cuando no sea factible obtener una interpretación conforme a la Constitución Política.” “Efectuada tal precisión, para dilucidar el tema que es materia de la consulta, es preciso tener en cuenta el marco legislativo que resulta aplicable al caso de autos, primero en torno al reconocimiento de paternidad, y luego con relación al derecho a la identidad, así, el artículo 364 del Código Civil establece que la acción contestatoria debe ser interpuesta por el marido dentro del plazo de noventa días contados desde el día siguiente del parto; y el artículo 2 inciso 1 de 237 la Constitución Política del Estado prevé que toda persona tiene derecho a la vida, a la identidad, a su integridad moral, psíquica y física, y a su libre desarrollo y bienestar. […] La Convención sobre los Derechos del Niño, […] según sus artículos 7 y 8, el niño deberá ser inscrito inmediatamente después de nacido y tendrá derecho desde que nace a un nombre, a adquirir una nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos, comprometiéndose los Estados partes a respetar el derecho del niño a preservar su identidad.” “Asimismo, el derecho a la identidad debe ser entendido como el derecho que tiene todo ser humano a ser uno mismo, y a ser reconocido como tal; en este sentido, el derecho a la identidad debe ser protegido en sus dos aspectos: el estático que está restringido a la identificación (fecha de nacimiento, nombre, apellido y un estado civil) y el dinámico, […] que está referido a que la persona conozca cual es su específica verdad personal, pues el ser humano, en tanto a su unidad psicosomática, es complejo y contiene muchos aspectos vinculados entre sí, de carácter espiritual, psicológico o somático.” “El derecho que tiene todo niño a conocer quiénes son sus padres, y que en su partida de nacimiento aparezca consignado el nombre de sus verdaderos padres, no es otra cosa que la manifestación concreta del derecho que tiene todo sujeto a su propia identidad personal, derecho que está reconocido en el artículo 2 inciso 1 de la Constitución Política del Estado, como un derecho fundamental de la persona, derecho que por ser consustancial a la persona humana, tiene carácter inalienable, perpetuo y oponible erga omnes, por tanto que no admite límites de ninguna naturaleza sean estos temporales o materiales.” “En el presente proceso de impugnación de paternidad, se ha efectuado la prueba biológica del ADN, prueba científica que con grado de certeza acredita que el actor no es el padre biológico del menor, a quien reconoció como su hijo; declaración de paternidad que el demandante efectuó bajo engaño porque la madre del menor, entonces su cónyuge, la demandada Adriana Mercado Valcárcel, le hizo creer que el menor (nacido dentro del matrimonio) era su hijo biológico.” “Que, en el presente caso se ha presentado un conflicto de normas jurídicas, de un lado la norma constitucional (artículo 2 inciso 1 de la Constitución Política del Estado) que reconoce como un derecho fundamental de la persona al derecho a la identidad, y de otro, la norma legal (artículo 364 del Código Civil) que prescribe el plazo de acción contestatoria; sin que de la interpretación conjunta sea factible obtener una interpretación conforme a la Constitución, siendo así, toda vez que la antinomia se presenta entre normas de carácter legal y otra de carácter constitucional, deben inaplicarse las primeras y aplicarse preferentemente la segunda; pues no existe razón objetiva y razonable que las justifique en el caso sub examine, que subsista el reconocimiento efectuado por el demandante como padre del menor en la partida de nacimiento que aparece inscrita en la Municipalidad Distrital de Yanahuara, Arequipa, con fecha veintidós 238 Resolución de la Sala de enero de dos mil diez; consecuentemente se concluye que el juzgador ha procedido en estricto cumplimiento por lo dispuesto por la norma material y del texto constitucional.” Aprobaron la Sentencia de fecha cinco de marzo de dos mil doce en el extremo que declaró inaplicables al caso de autos lo dispuesto en el artículo 364 del Código Civil por incompatibilidad constitucional. 239 Caso N° 9: Exp. N° 04895-2012 Datos Relevantes Juzgado 1° Juzgado de Familia Arequipa Expediente de origen N° Proceso 984-2011 Instancias 1 y Corte Suprema (Consulta) Jueza Rocío Aquize Cáceres Demandante Roberto Reynaldo Rosas Patiño Demandado Celis Serapio Lázaro Blanco y Francisca Rosalía Challa Taipe Edad de la hija (al emitir sentencia) Asunto 5 años Conocimiento Impugnación de paternidad matrimonial Sentencia 1° Instancia Fecha 07/06/12 Argumentos demandante “Manifiesta que los demandados son esposos, pero que no han procreado a la menor Úrsula Gabriela Lázaro Challa; que todo hijo se reputa del marido salvo prueba en contrario, por tanto, la referida menor no es hija del demandado Célis Serapio Lázaro Blanco.” Que, el demandante “sostuvo relaciones extramatrimoniales por un aproximado de cinco a seis años con la demandada y fruto de esas relaciones procrearon a la referida niña, por lo cual esta viene a ser hija biológica de su poderdante, de lo cual es consciente la demandada.” “Sin embargo, por razones de trabajo y teniendo que viajar al extranjero el demandante no pudo reconocer a su hija ni declarar la paternidad de la misma, acto que realizó el demandado, basado en su condición de cónyuge de la demandada.” “Por estas razones se debe declarar la invalidez del reconocimiento que ha realizado el demandado, el cual se encuentra contenido en el acta de nacimiento antes referida, debiendo extenderse una nueva, donde figure el apellido de Roberto Rosas Patiño en su condición de 240 Argumentos demandados Puntos controvertidos Resolución de la jueza padre legítimo y biológico de la indicada niña.” Ampara su pretensión en lo dispuesto por el artículo 399 del Código Civil y el artículo 426 del Código Procesal Civil. “El demandado Celis Serapio Lázaro Blanco procede a contestar la demanda, manifestado que en términos generales acepta la pretensión del demandante, en cuanto refiere a la impugnación de reconocimiento de la menor Úrsula Gabriela Lázaro Challa, de igual forma admite en todos sus extremos la veracidad de los hechos expuestos y los fundamentos jurídicos.” “La demandada Francisca Rosalía Challa Taipe […] manifiesta que acepta la pretensión en términos generales, pues la menor no es hija biológica del demandado.” Establecer si la menor Úrsula Gabriela Lázaro Challa es hija del demandante Roberto Reynaldo Rosas Patiño, al mantener una relación extramatrimonial con doña Francisca Rosalía Challa Taipe. Establecer si el codemandado Celis Serapio Lázaro Blanco reconoció como su hija a la menor Úrsula Gabriela Lázaro Challa no siendo su padre. “En el caso de autos se interpone demanda de “impugnación de reconocimiento de paternidad de hijo extramatrimonial, a efecto de que se declare la invalidez del acto de reconocimiento de la menor Úrsula Gabriela Lázaro Challa”.” “Se desprende de los fundamentos de la demanda, que lo que en realidad se pretende es desplazar al demandado de la condición legal de padre frente a la niña, pues no debemos dejar de lado que estamos frente a un caso en el cual se impugna una filiación matrimonial.” “En el caso de autos, aunque cayera el reconocimiento realizado por el supuesto padre, Celis Serapio Lázaro Blanco, igual la paternidad de este respecto a la niña Úrsula Gabriela Lázaro Challa, continuaría vigente por imperio de la presunción de paternidad contenida en el artículo 361 del Código Civil […], además no se puede dejar de lado lo normado en el artículo 362 del mismo cuerpo de leyes.” “Dada la naturaleza de la pretensión, conviene precisar que la presunción legal a partir de la cual se determina la paternidad matrimonial no es absoluta, entonces, admite prueba en contrario; es así, que se contempla la acción de impugnación de paternidad matrimonial, la que tiene dos especies: la acción de contestación y la acción de negación de la paternidad matrimonial. La acción de contestación tiene por objeto atacar la presunción de concepción durante el matrimonio, demostrando que el hijo de la mujer casada no es de su marido por haber nacido aquel fuera del periodo legal de su vigencia. Procede en los casos siguientes: cuando el hijo nace antes de cumplidos los ciento ochenta días siguientes a la celebración del matrimonio (artículo 363 inciso 1 del Código Civil); o cuando nace después de cumplidos los trescientos días siguientes a la disolución del mismo (artículo 361 del Código Civil). […] La acción de negación, tiene por objeto atacar directamente la presunción de paternidad matrimonial, demostrando que el hijo de la mujer casada 241 no es de su marido por resultar imposible que este haya cohabitado con aquella.” “Pese a estar tratando un caso de impugnación de paternidad matrimonial, conviene anotar en cuanto a la paternidad extramatrimonial, (que fue invocada en el petitorio de la demanda) que esta se basa en el reconocimiento, lo cual no ocurre en el caso de paternidad matrimonial.” “Estamos ante un caso de filiación matrimonial, entonces rige la presunción de paternidad del marido de la mujer casada. La niña Úrsula Gabriela Lázaro Challa, nació con fecha veintinueve de noviembre del dos mil seis; los demandados […] ya se encontraban casados en aquella fecha […], pues ellos contrajeron matrimonio con fecha veintidós de julio de mil novecientos noventa y seis; por su parte el demandante ha manifestado que durante cinco o seis años, mantuvo relaciones extramatrimoniales con la madre de la niña Úrsula Gabriela […], lo cual no ha sido negado por los demandados. […] No aparece en autos que los demandados hayan estado separados durante el periodo de la concepción de la niña.” “Corresponde en este caso actuar de conformidad al artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Civil, pues, “Los Jueces tienen la obligación de aplicar la norma jurídica pertinente, aunque no haya sido invocada en la demanda”, se trata del principio iura novit curia, mediante el cual los “jueces pueden corregir el derecho mal o insuficientemente invocado por las partes siempre y cuando exista una real congruencia entre los hechos planteados que han dado motivo al conflicto y las pruebas actuadas, ya que el magistrado en realidad es el que debe aplicar la norma legal pertinente a la relación jurídica controvertida.” (Exp. 376-95-Cuzco, Sala Civil de la Corte Suprema, Hinostroza Minguez, Alberto, “Jurisprudencia Civil”, tomo IV, PG. 25).” “Se ha demandado la impugnación de reconocimiento de la hija de mujer casada y se solicita la invalidez del reconocimiento de paternidad, estamos ante un caso de impugnación de paternidad matrimonial en la modalidad de negación de paternidad matrimonial, por tanto, no puede hablarse de invalidez de reconocimiento porque, aun existiera causal para ello, igual sigue vigente la presunción de paternidad matrimonial del marido de la mujer casada y en atención a ello, se aplicará a los hechos la norma legal pertinente.” “Ha quedado establecido que el demandante es el padre biológico de la niña Úrsula Gabriela Lázaro Challa, ello con prueba del ácido desoxirribonucleico, frecuentemente abreviado como ADN […], en el cual se ha determinado que el señor Roberto Rosas Patiño es el padre de la niña.” Además, “se dejó constancia que el demandante refirió estar seguro de ser el padre de la niña; mientras que también se acreditó mediante declaración de testigos.” “Nos encontramos ante un caso de impugnación de paternidad matrimonial en la modalidad de negación de paternidad, la cual es permitida a tenor de lo establecido en el inciso 5 del artículo 363 del 242 Código Civil.” “Para esta acción la titularidad corresponde al marido, conforme al artículo 367 del cuerpo de leyes citado […]. Pero en el caso de autos, ha sido ejercida por el padre biológico, no dejándose de lado que el demandado Celis Serapio Lázaro Blanco (esposo de la madre de la niña), ha salido a proceso y no ha cuestionado la pretensión del demandante, por tanto, interpretamos que su interés también se halla satisfecho en la presente, no pudiéndose limitar el derecho de la niña Úrsula Gabriela a la única decisión del demandado, que no es su padre biológico, cuando el padre biológico tiene interés en que se reconozca esta condición y sobre todo cuando esto conviene a la niña.” Respecto al plazo dispuesto en el artículo 364 del Código Civil, “consideramos que este término no rige para el caso de autos, puesto que se trata del padre biológico, no del esposo de la casada, que ha iniciado la acción, no siendo aplicable tampoco lo establecido en el artículo 399 pues se refiere a la impugnación del reconocimiento (hijos extramatrimoniales); una interpretación extensiva de esos artículos (en cuanto al plazo) daría lugar a la afectación de derechos de la niña involucrada en este proceso como son, el derecho a la filiación, nombre e identidad, así como gozar de su real estado de familia de acuerdo a su origen biológico, así como el derecho del real padre a ser reconocido como tal y ejerza su paternidad. Cabe recordar que los derechos mencionados se encuentran protegidos por la Constitución.” “La juzgadora considera que, no puede ignorar que el artículo 367 del Código Civil otorga legitimidad solo al esposo de la mujer casada; a decir del Dr. Cornejo Chávez cualquier impugnación habrá de perjudicar al hijo; pero en casos como el presente existen criterios jurisprudenciales que propugnan opciones diferentes, claro que se refieren al plazo, pero que podemos citar, pues al final se busca lo mismo, resguardar el derecho de la menor. “En este sentido, la Sala Especializada de Familia (Exp. N° 860-2002, Lima, Impugnación de Reconocimiento de Paternidad) consideró que a partir del interés superior del niño y siendo que el menor cuenta con un año de edad, deben agotarse en el presente proceso las acciones necesarias para la obtención de los medios probatorios pertinentes, debiendo disponer el juez que se practique la prueba de ADN, por lo que se declara nulo el auto que falla improcedencia de la demanda.”.” “Otro artículo del Código Civil que no puede ignorarse es el 376 […]. Siendo que existe un padre que reclama la paternidad de la niña, esta lo conoce y según la madre “se encuentra muy pegada a él”, la propia madre y su esposo también conocer lo referido a la paternidad real de la niña, debe preferirse el derecho a la identidad de Úrsula Gabriela, a pesar de la existencia, además, de las partidas de matrimonio y nacimiento.” “Al haberse acreditado que el demandante Roberto Reynaldo Rosas Patiño es el padre de la niña, mientras que, en la partida de nacimiento de esta, aparece como su padre, el demandado Celis 243 Serapio Lázaro Blanco, sin serlo, tenemos que de no resolver el presente proceso y declararlo improcedente simplemente por considerar que el demandante carece de legitimidad para obrar, amparados en los artículos 367 y 376 del Código Civil se vulneraría el derecho a la identidad del niño establecido en el artículo 2 inciso 1 de la Constitución Política del Perú. […] Este además de ser reconocido en la Constitución Política del Estado, se encuentra consagrado en el Código Civil en el artículo 19 al precisar que toda persona tiene derecho y deber de llevar un nombre. Este incluye a los apellidos; y, en la Convención de los derechos del Niño en sus artículos 7 y 8.” “La identidad diferencia a cada persona de los demás seres humanos (en el caso de autos de los demás niños y adolescentes y por tanto no puede permitirse que en perjuicio del propio niño se tenga por padre a quien no lo es y menos aún si sus padres biológicos, lo reconocen como tal y existe apego de la niña al padre real.)” “El derecho no termina solo con el nombre, sino que implica, además que el niño conozca sus orígenes reales (siempre que ello sea posible) y lleve en todo caso, los apellidos que correspondan a esa filiación, no trastocada por presunciones o falsas declaraciones como la efectuada por terceras persona.” “El no tomar en cuenta el derecho a la identidad iría en contra del interés superior del niño establecido en el artículo tres de la Convención sobre los Derechos del Niño y recogido en el artículo IX del Título Preliminar del Código de los Niños y Adolescentes. […] Además no puede dejarse de lado que el artículo 8 de la misma Convención precisa como otro derecho el de preservar su identidad, nombre y relaciones familiares, por lo que entendemos que estas últimas no pueden ser trastocadas a simple gusto de los padres o de terceros y tampoco el niño puede asumir consecuencias del actuar irresponsable de alguno o de los dos padres y menos si con esto se perjudicará al niño, tampoco consideramos que el niño puede estar a expensas de la actuación de tercera persona que no es su padre, como el caso de la negación que será intentada solo a pedido del esposo de la madre, pues ello condena al niño a que si por cualquier motivo el esposo de la madre no acciona, se vulneren irremediablemente sus derechos, tampoco puede mantenerse una situación no acorde con la realidad cuando todos los involucrados conocen la verdad y todos actúan conforme a ella.” “Que estando a lo expuesto la Juzgadora concluye que resulta inevitable la aplicación del control difuso en el caso de autos, actuando de conformidad a lo establecido en el segundo párrafo del artículo 138 de la Constitución Política del Perú, por lo cual el proceso debe ser elevado en consulta a la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema, en caso de no ser impugnada, en aplicación del artículo 14 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, concordante con el artículo 408 del Código Procesal Civil. “ Resuelve: 244 4. Declarar inaplicable al caso de autos los artículos 367 y 376 del Código Civil por preferir los artículos 6,4 y 2 inciso 1 de la Constitución Política del Perú. 5. Declarar Fundada la demanda, en consecuencia se declara que don Celis Serapio Lázaro Blanco no es el padre de la niña Úrsula Gabriela, por lo tanto, se declara a don Roberto Reynaldo Rosas Patiño como padre de la niña, quien en adelante deberá figurar en la nueva partida que se extenderá como Úrsula Gabriela Rosas Challa. 6. Dejar sin efecto el reconocimiento realizado por el demandado Celis Serapio Lázaro Blanco respecto a la niña Úrsula Gabriela. 7. Dejar sin efecto la presunción legal relativa de presunción de paternidad del marido contenida en el artículo 361 del Código Civil. 8. Elevase a Consulta a la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema. Consulta de la Corte Suprema (Consulta N° 4895-2012) Fecha 30/10/12 Argumentos de la Sala “En principio, la consulta debe ser entendida como una institución procesal de orden público, que viene impuesta por la ley, que no es en esencia un recurso, sino un mecanismo procesal a través del cual se impone el deber al órgano jurisdiccional de elevar el expediente al superior, y a este efectuar el control de la legalidad de la resolución dictada en la instancia inferior.” “Tratándose de una consulta por incompatibilidad de una disposición constitucional y otra norma de inferior jerarquía , el artículo 14 del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial ha establecido que cuando los jueces de cualquier especialidad, al momento de fallar el fondo de la cuestión de su competencia, encuentren que hay incompatibilidad en su interpretación, de una disposición constitucional y una con rango de ley, resuelven la causa con arreglo a la primera; así las sentencias en las que se haya efectuado el control difuso deben ser elevadas en consulta a la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema, si no fueran impugnadas.” “Con relación al control constitucional, es preciso tener en cuenta que la inaplicación de una norma legal, que se interpreta contraria a la Constitución, constituye una prerrogativa jurisdiccional de última ratio, por esta razón no puede ser invocada a menudo en la actividad jurisdiccional; sino por el contrario atendiendo a la trascendencia que esta decisión implica; el Juzgador deberá tener en cuenta que, en principio, todas las leyes expedidas por el Congreso de la República, por el solo hecho de haber sido expedidas por el Órgano Constitucional que tiene a su cargo la función legislativa, siguiendo para el efecto, todo un proceso de formación de la ley, que es conocido en la doctrina como el “iter legislativo”, están amparadas por la presunción de constitucionalidad; por tanto, a priori se presume que todas las leyes son constitucionales y que estas guardan perfecta armonía entre sí y con la Carta Fundamental; por 245 esta razón, el artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, ha previsto que la inaplicación de una norma legal, solo puede ser viable cuando no sea factible obtener una interpretación conforme a la Constitución.” “Para dilucidar el tema que es materia de la consulta, es preciso tener en cuenta el marco legislativo que resulta aplicable al caso de autos en torno a la impugnación del reconocimiento de paternidad, en principio, el artículo 367 del Código Civil establece “La acción para contestar la paternidad corresponde al marido (…)”.” “De otro lado, con relación al tema del derecho a la identidad, el artículo 2 inciso 1 de la Constitución Política del Estado prevé que toda persona tiene derecho a la vida, a la identidad, a su integridad moral, psíquica y física, y a su libre desarrollo y bienestar. […] La Convención sobre los Derechos del Niño […], según sus artículos 7 y 8, el niño deberá ser inscrito inmediatamente después de nacido y tendrá derecho desde que nace a un nombre, a adquirir una nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos, comprometiéndose los Estados partes a respetar el derecho del niño a preservar su identidad.” “Debe tenerse en cuenta que el derecho a la identidad debe ser entendido como el derecho que tiene todo ser humano a ser uno mismo, y a ser reconocido como tal; en este sentido, el derecho a la identidad debe ser protegido en sus dos aspectos: el estático que está restringido a la identificación (fecha de nacimiento, nombre, apellido y un estado civil) y el dinámico, […] que está referido a que la persona conozca cual es su específica verdad personal, pues el ser humano, en tanto a su unidad psicosomática, es complejo y contiene muchos aspectos vinculados entre sí, de carácter espiritual, psicológico o somático.” “En consecuencia, el derecho que tiene todo niño a conocer quiénes son sus padres, y que en su partida de nacimiento aparezca consignado el nombre de sus verdaderos padres, no es otra cosa que la manifestación concreta del derecho que tiene todo sujeto a su propia identidad personal, derecho que está reconocido en el artículo 2 inciso 1 de la Constitución Política del Estado, como un derecho fundamental de la persona, derecho que por ser consustancial a la persona humana, tiene carácter inalienable, perpetuo y oponible erga omnes, por tanto que no admite límites de ninguna naturaleza sean estos temporales o materiales.” “Que, en el presente caso se ha presentado un conflicto de normas jurídicas que resultan aplicables, de un lado la norma constitucional (artículo 2 inciso 1 de la Constitución Política del Estado) que reconoce como un derecho fundamental de la persona al derecho a la identidad, y de otro, las normas legales materia de consulta que supeditan ello, en el caso de la titularidad de la acción contestatoria que corresponde al marido; y, cuando se reúnan en favor de la filiación matrimonial la posesión constante de estado y el titulo que dan las partidas de matrimonio y nacimiento, no puede ser contestada por ninguno, ni aún por el mismo hijo (artículos 367 y 376 246 Resolución de la Sala del Código Civil); sin que de la interpretación conjunta sea factible obtener una interpretación conforme a la Constitución, por esta razón, al advertirse que la antinomia se presenta entre normas de carácter legal y otra de carácter constitucional, deben inaplicarse las primeras y aplicarse preferentemente la segunda; pues no existe razón objetiva y razonable que las justifique, además que la impugnación de paternidad de quien no participó en el reconocimiento no puede quedar supeditada a la voluntad del demandado (quien efectuó el reconocimiento), conforme lo estipula el artículo 396 del Código Civil.” Aprobaron la Resolución de fecha siete de junio de dos mil doce, en el extremo que declaró inaplicables al caso de autos lo dispuesto en los artículos 367 y 376 del Código Civil por incompatibilidad constitucional. 247 Caso N° 10: Exp. N° 05028-2012 Datos Relevantes Juzgado 8° Juzgado de Familia de Lima Expediente de origen N° Proceso 576-2009 Instancias 1 y Corte Suprema (Consulta) Jueza María Jesús del Rosario Saldaña Grosso Demandante Mario Dante Teves Yábar Demandado Juan Carlos Crisóstomo Escajadillo y Natali Lorena Reyes Icasa Edad del hijo (al emitir sentencia) Asunto 4 años Conocimiento Impugnación de paternidad matrimonial Sentencia 1° Instancia Fecha 23/04/12 Argumentos demandante “Manifiesta el recurrente que dentro de sus relaciones extramatrimoniales, la persona de Natali Lorena Reyes Icasa y el recurrente han procreado a su hijo Joaquín Tevés Reyes.” “Que habiendo nacido dentro de una relación matrimonial y dada las circunstancias, que el esposo y el recurrente […], se han realizado la prueba de ADN.” “Basándose en los exámenes se ha llegado a determinar que el demandado no es el padre biológico, sino el recurrente. […] El actor se ha realizado los exámenes de ADN y el resultado de las probabilidades de paternidad son de 99.9999999% en consecuencia con certeza casi absoluta es el padre de Joaquín Crisóstomo Reyes.” “Que siendo que el niño nacido dentro del matrimonio se presume que es hijo del matrimonio, es este caso una excepción y habiendo existido ese error o vicio de la voluntad, el esposo bajo la creencia de que era su hijo, lo inscribió en el Registro Civil de la Municipalidad de San Borja.” Por tanto, ampara su pretensión de impugnación de paternidad en lo 248 dispuesto por los artículos 140 y siguientes, 361 y siguientes del Código Civil, y artículo 83 y siguientes del Código Procesal Civil. Argumentos demandados Puntos controvertidos Resolución de la jueza El codemandado Juan Carlos Crisóstomo Escajadillo formula reconocimiento y allanamiento de la demanda. “La codemandada Natali Lorena Reyes Icasa contesta la demanda […], manifestando que dentro de la vigencia de su matrimonio civil celebrado con don Juan Carlos Crisóstomo Escajadillo, el 19 de octubre de 2007 nació su menor, producto de las relaciones extramatrimoniales sostenidas en la época de la concepción con el demandante don Mario Dante Teves Yábar, cuyo verdadero origen oculto a su esposo, a quien indujo a error al hacerle creer que se trataba de su hijo, hecho por el cual su esposo inscribió el nacimiento de su hijo en los Registros Civiles de la Municipalidad de San Borja, con el nombre de Joaquín Crisóstomo Reyes.” “Que posteriormente, voluntariamente le confesó a su esposo que paralelamente a su vida conyugal había mantenido una relación extramatrimonial con el demandante y producto de estas relaciones habían procreado un hijo.” “Que su esposo Juan Carlos Crisóstomo Escajadillo se sometió a una prueba de ADN juntamente con el menor cuyo resultado determinó que estaba excluido de ser su padre biológico; asimismo, los resultados de los exámenes practicados al demandante y al menor determinaron que el actor es el padre biológico.” Determinar si procede declarar que don Juan Carlos Crisóstomo Escajadillo no es padre del menor Joaquín Crisóstomo Reyes y por ende si procede impugnar el reconocimiento efectuado por el codemandado, respecto a la paternidad del citado menor. Determinar si el demandante Mario Dante Teves Yábar es el padre biológico del menor. “Se acredita que el menor Joaquín Crisóstomo Reyes, nacido el diecinueve de octubre de dos mil siete, tiene la condición de hijo matrimonial de los codemandados Juan Carlos Crisóstomo Escajadillo y Natali Lorena Reyes Icasa, quienes contrajeron matrimonio civil el día ocho de mayo de dos mil cuatro, por lo que existe la presunción de paternidad establecida por el artículo 361 del Código Civil.” “Que, el accionante […] manifiesta que dentro de sus relaciones extramatrimoniales con la codemandada han procreado al menor Joaquín Crisóstomo Reyes y que el reconocimiento de paternidad efectuado por el codemandado Juan Carlos Crisóstomo Escajadillo se encuentra viciado, ya que el esposo de la codemandada en su discernimiento parte de una premisa falsa interna, al suponer que el menor es su hijo biológico, ofreciendo como medios probatorios los resultados de ADN.” “Que, conforme lo dispone el artículo 1 de la Constitución Política del Estado: “La defensa de la persona humana y el respeto a su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”.” “Que, asimismo, la Constitución Política en sus artículos 2 inciso 1 y artículo 6 ha consagrado el “Principio de Unidad de la Filiación”, 249 reconociendo el principio que en doctrina se conoce como “la verdad biológica”, al considerar que “toda persona tiene derecho: a la vida, a su identidad, a su integridad moral, psíquica y física y a su libre desarrollo y bienestar...”; “la Política Nacional tiene como objetivo difundir y promover la paternidad y maternidad responsables. Reconoce el derecho de las familias y de las personas a decidir”.” “Que, la ley N° 27048 señala en su artículo 1 que: “En los casos de negación de paternidad matrimonial, impugnación de maternidad y acción de filiación a que se refieren los artículos 363, 371 y 373 del Código Civil, es admisible la prueba biológica, genética u otras de validez científica con igual o mayor grado de certeza”.[…] De ello se puede colegir que pierden importancia las presunciones legales frente al descubrimiento de la verdad biológica sobre la filiación a través de los medios probatorios de carácter científico.” “Que, el artículo 6 del Código de los Niños y Adolescentes prescribe: “el niño y el adolescente tienen derecho a la identidad, lo que incluye el derecho a tener un nombre, adquirir una nacionalidad, y en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y llevar sus apellidos. Tienen también derecho al desarrollo integral de su personalidad…”.” Que, las normas aplicables a la materia (artículo 396, 404 del Código Civil) “no viabilizan la pretensión del accionante, por cuanto es requisito sine qua non que previamente se ejerza la acción contestatoria de paternidad por parte del cónyuge codemandado Juan Carlos Crisóstomo Escajadillo; sin embargo, encontrándose ventilando la filiación biológica de un niño, resulta imperiosa la necesidad que se establezca su verdadera filiación y se resuelva la incertidumbre generada a fin de que el menor pueda gozar de los derechos y garantías que le otorga la ley.” “Que, habiéndose establecido de modo indubitable con el resultado de la prueba de ADN, […] que don Mario Dante Teves Yábar, es el padre biológico del menor Joaquín Crisóstomo Reyes, por ende, el reconocimiento de paternidad efectuado con fecha ocho de noviembre del dos mil siete, ante los Registros Civiles de la Municipalidad de San Borja, por don Juan Carlos Crisóstomo Escajadillo, es un acto ineficaz y que atenta contra el orden público, por alterar la correcta filiación del menor, […] correspondiendo amparar la demanda incoada en autos dejando sin efecto el reconocimiento de paternidad efectuado por el codemandado.” “Que, además en la causa sub-materia, teniendo en cuenta la jerarquía de la norma constitucional así como de los instrumentos internacionales, especialmente la Convención sobre los Derechos del Niño, se deben preferir las normas que velan por el derecho del niño a conocer a sus padres biológicos y dejar de aplicar las normas antes referidas que se oponen a esta finalidad; máxime si el referido niño a la fecha de cuatro años de edad, va a iniciar su etapa escolar y resulta necesario que se establezca plenamente su identidad para evitar en el futuro inestabilidad emocional o traumas psicológicos; en consecuencia la Magistrada que suscribe, con las facultades conferidas en los dispositivos mencionados, considera pertinente 250 1. 2. 3. 4. hacer uso del control difuso y, por ende, la inaplicación de los artículos 396 y 404 del Código Civil que no hacen viables la defensa y protección del menor, al establecer un requisito previo, esto, la acción de contestación de paternidad por el marido.” Por tanto, resuelve: Declarar fundada la demanda e inaplicar los artículos 396 y 404 del Código Civil, por incompatibilidad constitucional, sin afectar su vigencia. Declarar que el codemandado Juan Carlos Crisóstomo Escajadillo no es el padre biológico del menor Joaquín Crisóstomo Reyes. Declarar que el accionante Mario Teves Yábar es el padre biológico del menor Joaquín Crisóstomo Reyes, quedando en lo sucesivo como su nombre y apellidos: Joaquín Teves Reyes. Elévese, en caso de no ser apelada, a la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema. Consulta de la Corte Suprema (Consulta N° 5028-2012) Fecha 15/11/12 Argumentos de la Sala “La consulta constituye un trámite obligatorio en los supuestos que determina el ordenamiento jurídico y está dirigida a desterrar la posibilidad del error judicial, que resultaría significativa si la cuestión litigiosa se debatiera en una sola instancia. Opera en situaciones sumamente relevantes (como cuando se aplican normas de rango constitucional) o en procesos en donde pueda producirse indefensión u otra situación grave para los intereses de alguna de las partes.” “Tratándose de una consulta por incompatibilidad de una disposición constitucional y otra norma de inferior jerarquía , el artículo 14 del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial ha establecido que cuando los jueces de cualquier especialidad, al momento de fallar el fondo de la cuestión de su competencia, encuentren que hay incompatibilidad en su interpretación, de una disposición constitucional y una con rango de ley, resuelven la causa con arreglo a la primera; así las sentencias en las que se haya efectuado el control difuso deben ser elevadas en consulta a la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema, si no fueran impugnadas.” “Que, con relación al control constitucional, es preciso tener en cuenta que la inaplicación de una norma legal, que se interpreta contraria a la Constitución, constituye una prerrogativa jurisdiccional de última ratio, por esta razón no puede ser invocada a menudo en la actividad jurisdiccional; sino por el contrario atendiendo a la trascendencia que esta decisión implica; el Juzgador deberá tener en cuenta que, en principio, todas las leyes expedidas por el Congreso de la República, por el solo hecho de haber sido expedidas por el Órgano Constitucional que tiene a su cargo la función legislativa, siguiendo para el efecto, todo un proceso de formación de la ley, que es conocido en la doctrina como el “iter legislativo”, están amparadas por la presunción de constitucionalidad; por tanto, a priori se 251 presume que todas las leyes son constitucionales y que estas guardan perfecta armonía entre sí y con la Carta Fundamental; por esta razón, el artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, ha previsto que la inaplicación de una norma legal, solo puede ser viable cuando no sea factible obtener una interpretación conforme a la Constitución.” “Para dilucidar el tema que es materia de la consulta, es preciso tener en cuenta el marco legislativo que resulta aplicable al caso de autos en torno a la impugnación de reconocimiento de paternidad, en principio, el artículo 396 del Código Civil establece que el hijo de mujer casada no puede ser reconocido sino después que el marido lo hubiese negado y obtenido sentencia favorable, mientras que el artículo 404 de dicho Código prevé que, si la madre estaba casada en la época de concepción, solo puede admitirse la acción en caso el marido hubiera contestado su paternidad y obtenido sentencia favorable.” “El artículo 4 de la Constitución Política del Perú, establece que la comunidad y el Estado protegen especialmente al niño, al adolescente, a la madre y al anciano en situación de abandono. También protegen a la familia y promueven el matrimonio.” “Con relación al tema del derecho a la identidad, el artículo 2 inciso 1 de la Constitución Política del Estado prevé que toda persona tiene derecho a la vida, a la identidad, a su integridad moral, psíquica y física, y a su libre desarrollo y bienestar. […] La Convención sobre los Derechos del Niño […],según sus artículos 7 y 8, el niño deberá ser inscrito inmediatamente después de nacido y tendrá derecho desde que nace a un nombre, a adquirir una nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos, comprometiéndose los Estados partes a respetar el derecho del niño a preservar su identidad.” “Debe tenerse en cuenta que el derecho a la identidad debe ser entendido como el derecho que tiene todo ser humano a ser uno mismo, y a ser reconocido como tal; en este sentido, el derecho a la identidad debe ser protegido en sus dos aspectos: el estático que está restringido a la identificación (fecha de nacimiento, nombre, apellido y un estado civil) y el dinámico, […] que está referido a que la persona conozca cual es su específica verdad personal, pues el ser humano, en tanto a su unidad psicosomática, es complejo y contiene muchos aspectos vinculados entre sí, de carácter espiritual, psicológico o somático.” “Que, en consecuencia, el derecho que tiene todo niño a conocer quiénes son sus padres, y que en su partida de nacimiento aparezca consignado el nombre de sus verdaderos padres, no es otra cosa que la manifestación concreta del derecho que tiene todo sujeto a su propia identidad personal, derecho que está reconocido en el artículo 2 inciso 1 de la Constitución Política del Estado, como un derecho fundamental de la persona, derecho que por ser consustancial a la persona humana, tiene carácter inalienable, perpetuo y oponible erga omnes, por tanto que no admite límites de ninguna naturaleza sean 252 Resolución de la Sala estos temporales o materiales.” “Que, en el presente caso se ha presentado un conflicto de normas jurídicas que resultan aplicables, de un lado la norma constitucional (artículo 2 inciso 1 de la Constitución Política del Estado) que reconoce como un derecho fundamental de la persona al derecho a la identidad, y de otro, las normas legales materia de consulta que supeditan ello, en el caso que el hijo de mujer casada no puede ser reconocido sino después que el marido lo hubiere negado y obtenido sentencia favorable; y, si la madre estaba casada en la época de la concepción, solo puede admitirse la acción en caso que el marido hubiera contestado su paternidad y obtenido sentencia favorable artículos 396 y 404 del Código Civil-; sin que de la interpretación conjunta sea factible obtener una interpretación conforme a la Constitución, por esta razón, al advertirse que la antinomia se presenta entre normas de carácter legal y otra de carácter constitucional, deben inaplicarse las primeras y aplicarse preferentemente la segunda; pues no existe razón objetiva y razonable que las justifique, además que la impugnación de paternidad de quien no participó en el reconocimiento no puede quedar supeditada a la voluntad del demandado (quien efectuó el reconocimiento), conforme lo estipula el artículo 396 del Código Civil.” Aprobaron la Resolución de fecha veintitrés de abril de dos mil doce en el extremo que declaró inaplicables al caso de autos lo dispuesto en los artículos 396 y 404 del Código Civil por incompatibilidad constitucional. 253 Bibliografía 1. 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DOCUMENTOS SISTEMA INTERAMERICANO DE PROTECCIÓN DE DERECHOS HUMANOS 4.1 Corte Interamericana de Derechos Humanos Casos Contenciosos Caso Atala Riffo y niñas vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de fecha 24 de febrero de 2012. Serie C No. 239. 267 Caso de las Niñas Yean y Bosico vs. República Dominicana. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 8 de setiembre de 2005. Serie C No. 130. Caso de las Hermanas Serrano Cruz vs. El Salvador. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de fecha 1 de marzo de 2005. Serie C No. 120. Opiniones consultivas Condición Jurídica y Derechos Humanos del niño. Opinión Consultiva 17/2002 de fecha 28 de agosto de 2002. Serie A No. 17. 5. NORMAS DEL PERÚ Código Civil de 1936. Ley No. 8305. Promulgado: 30 de agosto de 1936. Entrada en vigor: 14 de noviembre de 1936. Código Civil de 1984. Decreto Legislativo No. 925. Promulgado: 24 de julio de 1984. Entrada en vigor: 14 de noviembre de 1984. Código de los Niños y Adolescentes. Ley No. 27337. Promulgado: 21 de julio de 2000. Publicada: 7 de agosto de 2000. Constitución Política del Perú de 1979. 268 Constitución Política del Perú de 1993. 6. SENTENCIAS Y JURISPRUDENCIA DE ORDENAMIENTOS INTERNOS Argentina Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina. Recurso extraordinario federal contra sentencia de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil. Buenos Aires 1 de noviembre de 1999. Perú SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL de fecha 30 de noviembre de 2007 en el Exp-09332-2006-PA/TC. SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL de fecha 6 de noviembre de 2007 en el Exp-06572-2006-PA/TC. SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL de fecha 8 de marzo de 2007 en el Exp-03605-2005-AA/TC. SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL de fecha 14 de octubre de 2002 en el Exp-2165-2002-HC/TC. SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL de fecha 1 de setiembre de 2004 en el Exp-052-2004-AA/TC. 269 SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL de fecha 6 de diciembre de 2002 en el Exp-1042-2002-AA/TC. SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL de fecha 21 de junio de 2002 en el Exp-0791-2002-HC/TC. SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL de fecha 29 de enero de 2003 en el Exp-1797-2002-HD/TC. SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL de fecha 17 de abril de 2007 en el Exp06089-2006-PA/TC. SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL de fecha 20 de abril de 2006 en el Exp2273-2005-HC/TC. SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL de fecha 4 de enero de 2012 en el Exp00227-2011-AA/TC. Sala Constitucional y Social Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República. Consulta N°370-2005 - Chimbote. 18 de abril de 2005. Sala Constitucional y Social Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República. Expediente N°1388-2010 Arequipa, 8 de julio de 2010. 270 Sala Constitucional y Social Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República. Consulta N° 393-2012 Lima. 31 de mayo de 2011. Sala Constitucional y Social Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República. Consulta N° 110-2012 Arequipa. 5 de junio de 2012. Sala Constitucional y Social Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República. Consulta N° 4895-2012 Arequipa. 30 de octubre de 2012. Sala Constitucional y Social Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República. Consulta N° 5028-2012 Lima. 15 de noviembre de 2012. Sala Constitucional y Social Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República. Consulta N° 2802-2012 Arequipa. 16 de agosto de 2012. Sala Constitucional y Social Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República. Consulta N° 2932-2008 Lambayeque. 26 de noviembre de 2008. Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República. Casación No. 1347-2000-Huara de fecha 13 de noviembre de 2000. Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República. Casación No. 1594-2005-Tacna de fecha 21 de abril de 2006. 271 Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República. Casación No. 5722006 de fecha 31 de mayo de 2006. 272