Poder Judicial de la Nación

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Poder Judicial de la Nación
Neuquén, 23 de abril de 2012.
AUTOS Y VISTOS: Para resolver sobre la impugnación
deducida por YPF S.A. a fs. 696/697 contra la planilla de
liquidación de sus honorarios practicada a fs. 689 por el
perito Abelardo Zilvestein en los presentes caratulados: “YPF
S.A. C/ BOM PETRO S.A. DE JUAN C. ALTUNA Y OTROS S/ SUMARIO”,
Expte. Nº 508, Folio 194, Año 1990; y
CONSIDERANDO: 1) Que a fs. 457/468, con fecha 15 de
septiembre de 2000, se dictó sentencia de primera instancia
rechazando el reclamo efectuado por YPF S.A. contra
la firma
Bom Petro, imponiéndole las costas del proceso. A los fines
de
determinar
recurrió
“a
el
la
monto
suma
base
arancelario,
consignada
por
la
la
sentenciante
actora
en
las
intimaciones extrajudiciales que cursara a las co-demandadas
USO OFICIAL
SAPEZA S.A. y BOM-PETRO S.A. mediante Cartas Documentos 2625
y 2626 –agregadas por Secretaría- … y de las que surge la
suma de DÓLARES ESTADOUNIDENSES TRESCIENTOS MIL QUINIENTOS
VEINTIOCHO
función
(U$S
de
315.528)…”
ello,
los
(sic)
(Considerando
honorarios
de
los
4.2.).
En
profesionales
intervinientes fueron regulados en un porcentaje de aquél
monto base (2% para el perito Zilvestein), reiterándose en la
parte dispositiva que el monto del proceso eran U$S 315.528.
2) La Alzada confirmó aquél pronunciamiento a fs.
560/562
con
fecha
18
de
diciembre
de
2008,
practicando
entonces el perito Zilvestein la liquidación de fs. 689 para
determinar sus honorarios.
Así, parte de un capital de U$S 6.310,56 (al que
habría arribado tras aplicar el 2% sobre el monto arancelario
de U$S 315.528), al que pesifica a $ 1,40 y le aplica el CER
hasta el 5/9/2011 (época en que la planilla fue elaborada),
adicionándole luego un interés anual del 4% (apelando para
ello al criterio sentado por la CSJN en “Massa”) todo lo cual
conduce a la suma de $ 35.602,78.
3) Sustanciada la liquidación, la actora –condenada
en
costas-
la
impugna
a
fs.
696/697
sosteniendo
que
la
obligación de su parte de abonar los honorarios del perito
nació sólo el 18 de diciembre de 2008 al emitirse el fallo de
la Alzada que confirmó la sentencia de primera instancia que
le
impuso
las
costas
del
proceso,
motivo
por
el
cual,
resultando una obligación posterior al dictado del Decreto
214/02,
le
resulta
ajena
toda
la
normativa
invocada
y
utilizada por el perito para pesificar su crédito.
Destaca la actora que no hay motivo alguno para
utilizar los parámetros establecidos en el art. 2 del Decreto
214/02 por no tratarse la liquidada de una deuda del sistema
financiero
generado
por
la
imposición
de
depósitos
en
dólares, rechazando igualmente la pretensión de aplicar el
CER y menos aún desde el 2 de febrero de 2002, fecha a la
cual YPF S.A. nada adeudaba aún al perito.
Objeta
también
enfáticamente
la
procedencia
de
aplicar la tasa de interés anual del 4% señalada por la Corte
Suprema de Justicia de la Nación en “Massa…”, por tratarse el
supuesto
juzgado
reclamaba
a
depósitos
en
una
en
esa
ocasión
entidad
moneda
-en
financiera
extranjera
la
la
que
un
ahorrista
devolución
pactada-
de
una
de
sus
hipótesis
completamente distinta que la que nos ocupa.
Opina que el crédito del perito se debe pesificar a
$
1
por
U$S
1
($
6.310,56)
y
adicionársele
intereses
moratorios a la tasa activa que utiliza el Banco de la Nación
Argentina en sus operaciones habituales de descuento desde
enero de 2009 a septiembre de 2011.
Destaca
determinar
la
que
tasa
ese
fue
judicial
el
que
criterio
se
abonó
utilizado
y
se
para
tuvo
por
cancelada por el Tribunal.
4) Conferido traslado al acreedor de la impugnación
deducida, lo contestó a fs. 708/713 alegando que la misma
debe ser rechazada sin más por cuanto no cumple con los
recaudos elementales
para ser
admisible, por
no haberse
negado la deuda ni indicar a cuánto ascendería, según el
criterio de la actora,
el importe adeudado en concepto de
honorarios, sin que tampoco se hubiese depositado el monto
que se admite adeudar.
Transcribe
jurisprudencia
que
estima
pertinente
para fundar tal petición.
Sin embargo, tras ello, admite que asiste razón a
la
condenada
en
costas
en
cuanto
objeta
el
parámetro
de
pesificación utilizado, pues acepta que no corresponde la
equivalencia de U$S 1 por $ 1,40 sino la de $ 1 por U$S 1,
sin perjuicio de lo cual defiende la procedencia de aplicar
el Coeficiente de Estabilización de Referencia, puesto que
surge del mismo art. 11 de la ley 25.561.
Poder Judicial de la Nación
Afirma que el nacimiento de la obligación al pago
de
los
honorarios
se
produjo
con
el
fallo
de
primera
instancia que le impuso las costas el 15 de septiembre de
2000, refiriendo el mismo art. 11 citado que el CER procede
haya o no mora del deudor.
Recuerda
el
carácter
alimentario
del
crédito
arancelario, que tornaría viable la aplicación del art. 4 del
Decreto
214/02,
agregando
que
por
el
art.
7
del
Decreto
410/02 no correspondería aplicar la tasa de interés del 4%
anual
sino
la
judicialmente
pactada,
se
y
en
determine
ausencia
–aspecto
de
ella,
entonces
en
la
el
que
que
también retrocede respecto de la posición originaria-.
Reformula
su
planilla,
proponiendo
nuevos
parámetros para calcular su crédito, y ofrece que se aplique
la teoría del esfuerzo compartido.
USO OFICIAL
5) Llegados de tal manera los autos a despacho para
resolver, cabe en primer lugar advertir que la mera lectura
del
escrito
en
el
que
se
instrumentó
la
impugnación
en
análisis permite fácilmente concluir que contrariamente a lo
sostenido
por
el
perito,
ella
se
encuentra
debidamente
fundada, explicando detalladamente no sólo los aspectos que
son objeto de crítica –alguno de los cuales, incluso fueron
aceptados como adecuados por la parte que reformuló a su
tenor su liquidación a fs. 711- sino además, el importe al
que
a
su
juicio
ascendería
la
obligación
arancelaria
($
9.598,36, según fs. 697 octavo párrafo).
Ninguna importancia tiene que no se haya negado la
existencia de la deuda ni tampoco que no se haya depositado
el importe que se admite adeudar, por cuanto ninguno de ellos
configura
un
ordenamiento
recaudo
procesal
de
admisibilidad
vigente,
sin
que
previsto
ni
en
el
siquiera
la
jurisprudencia que se transcribe a fs. 708 y vta. en la que
se pretende fundar la posición, aluda a requisitos de tal
naturaleza.
Estimo así inconsistente el pedido formulado por el
perito
en el Capítulo III de fs. 708, que por ello será
rechazado.
6)
Ingresando
impugnación deducida,
entonces
al
análisis
de
la
será menester primeramente enfocar la
atención a dos aspectos que estimo primordiales para zanjar
el conflicto traído a decisión.
Así, en primer lugar es imprescindible recordar que
tal como reiteradamente lo sostuviera la Corte Suprema de
Justicia de la Nación a partir de “Moschini, José M. c.
Estado nacional (A.N.A.)” (28/07/1994, LA LEY 1994-E, 217 IMP 1994-B, 2857 - DJ 1994-2, 914, Fallos Corte: 317:779) la
causa
fuente
honorarios
(art.
“está
499
dada
C.C.)
por
de
el
la
obligación
servicio
de
prestado
pagar
por
el
profesional en el marco de un proceso judicial”, sin que se
trate
de
una
obligación
accesoria
ni
mantenga
interdependencia con la reclamada en el proceso.
De
modo
que
la
obligación
nace
cuando
el
profesional cumple con la labor en el proceso judicial, aún
cuando para esa época no esté determinada ni la cuantía de su
crédito ni el sujeto pasivo de la obligación.
En nuestro supuesto, está fuera de duda que ello
sucedió con antelación a la entrada en vigencia de la ley
25.561
y
del
Decreto
214/2002,
por
lo
que
la
obligación
arancelaria nació antes de su dictado.
Pero de ello no se deriva sin más que quede sujeta
a las disposiciones del plexo legal citado, que reguló el
llamado “corralito financiero”, pues para ello –y así queda
perfilada la segunda cuestión que juzgo trascendente para
resolver
la
disputa-
es
menester
que
la
obligación
se
encuentra expresada en moneda extranjera, únicas a las que
afectó el régimen de pesificación allí pergeñado y respecto
de las cuales se decidió la aplicación del CER (cfr. Art. 1
ley 25.713).
Las
obligaciones
nacidas
en
moneda
nacional,
cambio, no fueron afectadas en su cuantía sino
en
solamente
temporariamente sometidas a la indisponibilidad fijada por el
Decreto 1570/01, ya superada.
Y
en
este
sentido,
cabe
recordar
que
siendo
la
moneda de curso legal en nuestro país el peso (arts. 30 y 31
de
la
ley
20.539
y
art.
1
del
Decreto
2128/91),
los
honorarios de los profesionales que intervienen en un proceso
se fijan y determinan en dicha moneda, como surge del art. 8
de la ley 21.839 que establece
en esa moneda los importes de
los honorarios mínimos.
La moneda extranjera no tiene ni tuvo nunca curso
legal en nuestro país (Cfr. Ramón Daniel Pizarro, Carlos
Gustavo
Vallespinos
en
“Instituciones
de
Derecho
Privado,
Poder Judicial de la Nación
Obligaciones”,
Tomo
1,
Editorial
Hammurabi,
Edición
1999,
pág. 391). La única moneda que debe ser forzosamente aceptada
para la cancelación de cualquier obligación es la nacional
emitida por el Banco Central, prohibiendo incluso el art. 30
de la ley 20.539 que “otro órgano del gobierno nacional,… los
gobiernos provinciales, …las municipalidades, bancos u otras
autoridades
cualesquiera”
emitan
“billetes
ni
monedas
metálicas ni otros instrumentos que fuesen susceptibles de
circular como moneda. Se entenderá que son susceptibles de
circular como moneda, cualesquiera fueran las condiciones y
características de los instrumentos, cuando: i) El emisor
imponga o induzca en forma directa o indirecta, su aceptación
forzosa para la cancelación de cualquier tipo de obligación;
…”.
Así
las
cosas,
ninguna
relevancia
tendría
–en
USO OFICIAL
principio- respecto de la obligación arancelaria ya nacida,
la entrada en vigencia de la legislación de emergencia que
instauró el corralito financiero y pesificó compulsivamente
las obligaciones en moneda extranjera.
Ahora bien: nos enfrentamos ahora con la peculiar
situación generada por la circunstancia de haber la sentencia
de fs. 457/468 utilizado, para regular los honorarios del
profesional acreedor, un método indirecto de cuantificación
de
los
emolumentos,
arancelario por
consiste
un lado, y el
en
enunciar
el
porcentaje que
monto
base
corresponde
atribuir a cada profesional por el otro, sin liquidar ni
cuantificar el importe adeudado a cada profesional, resultado
éste al que en principio, cabe arribar mediante una simple
operación aritmética (monto base x % fijado). Pero la tarea
se dificulta porque en la ocasión, el monto base definido en
la sentencia fue expresado en una moneda distinta que la
nacional de curso legal y en base a la cual corresponde
expresar las obligaciones arancelarias.
¿Cabe
aplicar
a
este
monto
arancelario
las
previsiones del Decreto 214/02 y Ley 25.561 en forma previa a
liquidar el porcentaje fijado en la sentencia como pauta para
determinar los emolumentos profesionales?
Estimo que una respuesta negativa se impone, a poco
que se advierta que aquéllas normas regulan la manera de
pesificar
obligaciones
vigentes
expresadas
en
moneda
extranjera, sin que nos
encontremos en presencia de una de
ellas.
¿Cuál
es
entonces
la
manera
adecuada
para
determinar el importe al que ascienden los honorarios del
perito y de los
demás profesionales intervinientes en el
proceso?
Entiendo
que
la
lógica
impone
que
ello
se
haga
siguiendo el razonamiento empleado por la sentenciante de
grado, que quedó expresado pero inconcluso: si en aquélla
ocasión, que es el momento en el cual, según el ordenamiento
procesal
(art.
163
inc.
8),
corresponde
regular
los
honorarios de los profesionales, se hubiesen determinado los
mismos,
ninguna
duda
cabe
que
el
monto
base
arancelario
expresado en U$S 315.528 hubiese sido convertido a la moneda
nacional
a
razón
de
U$S
1
por
$
1,
tal
la
regla
de
convertibilidad entonces vigente (art. 1 Ley 23.928 y art. 2
Decreto 2128/91), y sobre la suma en moneda nacional así
obtenida ($ 315.528) se hubiesen calculado los honorarios del
experto en $ 6.310,56 (2%).
Estimo
que
tal
es
el
correcto
proceder,
pues
reitero, el acreedor arancelario nunca fue sujeto activo de
una obligación en moneda extranjera, a la
cual aplicar las
reglas de pesificación creadas por la ley 25.561 y el Decreto
214/02.
Menos
aún
pueden
resultarle
aplicables
las
indicaciones específicas y concretas elaboradas por la Corte
Suprema de Justicia de la Nación para atender a la situación
de los miles de ahorristas del sistema financiero afectados
por aquélla normativa (Massa, Juan Agustín c. Poder Ejecutivo
Nacional • 27/12/2006, Fallos
Corte: 329:5913,
en la que
indicó la aplicación de una tasa de interés anual del 4%
superior a la prevista por la reglamentación), hipótesis por
completo ajena a la analizada.
7) En cuanto a los accesorios que el crédito por
capital así determinado en $ 6.310,56 devengará, tenemos que
los intereses moratorios, como su denominación lo indica,
indemnizan el daño que la demora imputable al deudor en el
pago de la obligación ocasiona al acreedor (arts. 509 y 622
del C.C.).
De modo que para verificar el momento en que los
accesorios comenzaron a devengarse será necesario establecer
Poder Judicial de la Nación
previamente la época en que la mora se configuró, para lo
cual acudiré a las previsiones del art. 509 citado.
Esta última norma establece que en las obligaciones
a plazo (expreso) la mora se produce por su solo vencimiento
(mora automática), mientras que en las obligaciones en las
que el plazo no estuviere convenido expresa sino tácitamente,
será necesaria la previa interpelación del deudor.
Si no hubiere plazo, el juez a pedido de la parte
lo fijará y sólo después, y a una vez vencido el mismo,
operará la mora automáticamente.
En el caso que nos ocupa, tenemos que la ley que
regula
el
régimen
arancelario
de
los
peritos
ingenieros
(Decreto Ley 7887/55) no contiene previsión alguna respecto
del plazo en el cual los honorarios deben ser abonados cuando
se trata de tareas periciales judiciales.
USO OFICIAL
Tampoco
la
sentenciante
estipuló
en
su
pronunciamiento plazo alguno ni las partes lo convinieron.
Así las cosas, el caso quedaría en principio, y
aparentemente
–sólo
aparentemente-
encuadrado
en
las
previsiones del art. 509, tercer párrafo del C.C., que exige
a la parte que solicite al juez la fijación del plazo para
que
una
vez
vencido
éste,
se
produzca
la
mora
de
pleno
derecho.
Sin embargo, opino que ello no es así, pues para
que
lo
sea,
es
necesario
que
previamente
haya
quedado
establecido que la obligación está sujeta a un plazo, cuya
naturaleza y extensión no fue ni pactado por las partes, ni
fijado por la ley ni por el Juez. Es decir que para que
funcione
el
tercer
párrafo
del
art.
509
del
C.C.,
es
necesario que exista una obligación a plazo, definidas éstas
por el art. 566 del C.C. como las que subordinan el ejercicio
del derecho que a ello corresponde a un plazo suspensivo o
resolutorio.
Sólo
así,
y
de
no
poderse
determinar
la
extensión del plazo, lo fijará el juez.
Pero ello no es aplicable en aquéllas obligaciones
puras y simples
sometidas
a
de cumplimiento espontáneo que no fueron
plazo
alguno
para
su
cumplimiento
(art.
527
C.C.).
Así se ha dicho que “La deuda por la regulación de
honorarios
aquella
configura
que
no
se
obligación
encuentra
pura
y
diferida
simple,
en
es
cuanto
decir,
a
su
exigibilidad o existencia por modalidad o accidente alguno
(art. 527, Cód. Civil)” (Cfr. Cámara Nacional de Apelaciones
en lo Civil, sala C •
García, Juan C. •
22/09/1983 •
Gutiérrez de Gregori c.
LA LEY 1984-A, 448).
Ahora bien: el art. 509 del C.C. ha omitido señalar
cuál
es
el
modo
en
que
la
mora
se
configura
cuando
la
obligación es pura y simple.
Frente
doctrina
a
la
omisión,
mayoritariamente
fundamentos,
a
se
interpretar
la
han
que
volcado,
es
interpelación judicial para que
jurisprudencia
con
y
la
distintos
necesaria
la
previa
se configure la mora. Es
decir que no sería de aplicación la mora automática sino la
mora ex persona, pues se interpreta, en general, que si el
deudor no la cumple a su nacimiento, en que ya es exigible,
ello se debe a que el acreedor está otorgando, tácitamente,
un plazo, difiriendo en el tiempo el momento de ejecutar la
prestación.
(Cfr.
Cámara
de
Apelaciones
Comercial de Rosario, sala III •
en
lo
29/06/1979 •
Civil
y
Glissenti,
José c. Rubén Lazzarini). Se opina que siendo pura y simple,
la obligación no está comprendida en el párr. 3° del art. 509
del
Cód.
Civil,
siendo
por
ello
exigibles
en
la
primera
oportunidad que su índole consienta. Pero, si bien no es
posible
exigir
que
el
acreedor
de
una
obligación
pura
y
simple deba recurrir al pedido de fijación de plazo, de tal
afirmación no puede derivarse que la mora sea automática,
siendo
por
ello
necesario
que
medie
interpelación.
(Cfr.Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala D •
15/07/1982 •
Tacón, Jorge c. Gersaquim, S. A.). (En igual
sentido, Kemelmajer de Carlucci, “La mora en las obligaciones
puras y simples”, LL-1976-A-408, Padilla en “Responsabilidad
Civil
por
todos
en
Mora”,
el
pág.
Código
323;
Civil
SCBA,
dirigido
JA-1986-II-613,
por
Alberto
citados
Bueres
y
coordinado por Elena I. Highton de Nolasco, Tomo 2-A. pág.
117, Editorial Hammurabi; también Wayar, Llambías, Bustamante
Alsina, Cazeaux
y Trigo Represas, etc. citados por Ramón
Daniel Pizarro y Carlos G. Vallespinos en “Instituciones de
Derecho Privado”, Obligaciones, Tomo 2, pág. 541, Editorial
Hammurabi).
En soledad, Pizarro y Vallespinos discrepan con tal
tesitura y entendiendo vigente como principio general el de
la
mora
automática,
no
encuentran
razón
que
justifique,
Poder Judicial de la Nación
asignarles a las obligaciones puras y simples un tratamiento
distinto. Opinan que en todo caso, si el acreedor alega que
el deudor le ha otorgado tácitamente un plazo para el pago –
supuesto en el cual sí, el caso quedaría capturado por el
segundo párrafo del art. 509 citado-, deberá demostrarlo.
(obra citada, pág. 545).
Compartiendo esta minoritaria tesis, concluyo que
la mora se configuró en el caso, el 11 de febrero de 2009 en
que quedó
firme la sentencia que confirmó la de primera
instancia.
Allí
se
tornaron
exigibles
los
honorarios
del
perito ingeniero y a partir de entonces operó automáticamente
la mora, frente a la falta de pago, comenzando a devengarse
los intereses.
Disiento con el acreedor en cuanto sugiere que los
honorarios
fueron
exigibles
a
partir
de
la
fecha
de
su
USO OFICIAL
regulación, pues los efectos de la sentencia confirmatoria
operan desde esa época.
Si
bien
esta
última
tesis
habría
recibido
el
respaldo de la Alzada en su SI 1063/2006 –donde sostuvo que
la interposición del recurso concedido con efecto suspensivo,
impide
la
ejecución
de
lo
decidido,
pero
homologada
la
decisión, ésta proyecta sus efectos desde la fecha de su
dictado-, lo cierto es que en el caso, ello altera el régimen
legal de la mora que emana del art. 509 del C.C..
No por obvio deja de ser necesario recordar que
para que se configure la mora, debe previamente haber una
conducta exigible, sin condicionamientos. La obligación no
debe estar sometida a plazo ni condición suspensiva alguna.
Si
lo
está,
la
obligación
deja
de
ser
exigible
y
en
consecuencia, no hay mora.
La tesis de la Alzada desatiende a mi juicio este
último principio, pues sostiene que la mora se produce antes
de
que
la
condición
suspensiva
reconocimiento judicial
a
que
está
sometido
el
de la obligación –confirmación de la
sentencia- opere. En su visión, homologado el decisorio de
grado, los efectos de la sentencia de primera instancia se
producen desde la fecha de su dictado. En el caso, ello
significaría
desde
la
(15/9/00).
aceptar
fecha
de
que
los
accesorios
la
sentencia
de
deben
primera
computarse
instancia
Sin
embargo,
reitero,
conducta exigible del deudor,
a
esa
época
no
había
una
y en consecuencia, la mora no
se pudo configurar, y menos aún, los intereses devengar, por
aplicación de los arts. 509 y 622 del C.C.
Por ello, me apartaré del precedente sentado por
la
Alzada
y
considerará
que
los
honorarios
sólo
fueron
exigibles desde el 11/02/09 en que la sentencia quedó firme,
produciéndose la mora automáticamente en esa fecha, al no
haber sido cancelados.
Cierto es que la Corte Suprema de Justicia de la
Nación opinó en “F., S. N. c. Dirección Gral. Impositiva”
(10/05/2005, LA LEY 11/08/2005, 11/08/2005, 6 - LA LEY 2005D, 845 - DJ 2005-2, 1157, Fallos Corte: 328:1390) que “Si
bien los honorarios regulados a los peritos contadores se
rigen
por
intereses
las
previsiones
deben
computarse
del
decreto-ley
siguiendo
el
16.638/57,
criterio
los
adoptado
para el caso de honorarios de abogados, computándolos desde
la mora del deudor, pues aquel ordenamiento prevé que las
cuestiones profesionales derivadas de actuaciones judiciales
no
previstas
en
ella
expresamente,
serán
resueltas
por
aplicación analógica de las disposiciones de la ley 21.839
(t.o. 1980)”. (Del dictamen del Procurador General que la
Corte hace suyo).
Pero en nuestro supuesto, el Decreto 7887/55 no
contiene
una
norma
similar,
lo
que
permite
eludir
el
cumplimiento del plazo previsto por el art. 49 de la ley
21.839, aunque sí estimo útil el precedente para definir la
tasa de interés a utilizar.
Es
que
no
habiendo
sido
ella
establecido
en
la
sentencia –como debió en ausencia de convención expresa y de
norma
legal
que
corresponde en
la
fije
(art.
622
del
Código
este estado definir cuál es la
Civil)-,
aplicable.
Opino prudente utilizar la escogida reiteradamente por este
Tribunal en materia arancelaria para los peritos de cualquier
naturaleza, a quienes se aplica analógicamente la regulada
por el art. 61 de la ley 21.839, norma dirigida a regir para
los aranceles de los abogados y procuradores (tasa pasiva
promedio
que
publique
el
Banco
Central
de
la
República
Argentina).
Todo lo expuesto conducirá a admitir la impugnación
deducida
por
YPF
S.A.,
debiendo
el
perito
ingeniero
Poder Judicial de la Nación
Zilvestein
practicar
nueva
liquidación
de
su
crédito
arancelario partiendo de un capital de $ 6.310,56, al que
adicionará desde el 11 de febrero de 2009 y hasta la fecha un
interés moratorio calculado a la tasa pasiva promedio que
publique
mensualmente
el
Banco
Central
de
la
República
Argentina.
Las costas de la incidencia serán soportadas por el
perito perdidoso.
Por ello,
RESUELVO: 1) HACER LUGAR a la impugnación deducida
por
YPF
S.A.
practicada
a
a
fs.
fs.
696/697
689
por
el
respecto
perito
de
la
liquidación
ingeniero
Abelardo
Zilvestein, debiendo este último practicar nueva liquidación
partiendo de un capital de $ 6.310,56, al que adicionará
desde el 11 de febrero de 2009 y hasta la fecha un interés
USO OFICIAL
moratorio calculado a la tasa pasiva promedio que publique
mensualmente el Banco Central de la República Argentina.
2) Con costas al perito perdidoso (art. 68 y 69
CPCyC).
Diferir
la
regulación
de
los
honorarios
de
los
profesionales intervinientes para el momento de contar con
base cierta para hacerlo (art. 33 ley 21.839).
Regístrese y notifíquese.
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