El gobierno y la competencia

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En la opinión de...
ARTURO DAMM ARNAL
El gobierno y la competencia
I
III
¿Qué es lo que le conviene a los
consumidores? Más y mejores
opciones de consumo. ¿Cómo
se consiguen? Por medio de la
competencia entre oferentes de
bienes y servicios. Entonces, ¿cuáles
son las políticas e instituciones
económicas que benefician a
los consumidores? Aquellas que
permiten el mayor grado de
competencia posible en cada
mercado.
IV
II
Calderón ha dicho que, en materia
de economía, la prioridad durante
su gobierno será lograr “una
economía competitiva y generadora
de empleos”, para lo cual habrá
de “orientar la economía hacia
la competitividad”, para lo cual
se requiere, entre otras cosas, la
“reforma de las instituciones” que
nos permita contar con “instituciones
eficaces”. Tanto el fin —economía
competitiva— como el medio
—instituciones eficaces— son, en
términos generales, correctos. Lo
que falta ver es de qué manera
se reformarán las instituciones y
cuáles serán las reglas del juego,
mismas que deben ser eficaces para
lograr mayor competitividad, lo
cual únicamente se conseguirá por
medio de la mayor competencia
posible en cada mercado.
Llegados a este punto se puede
afirmar que, al menos en lo que a la
competencia respecta, en México ya
contamos con el marco institucional
adecuado, comenzando por la
Constitución, en cuyo artículo 28
leemos que “en los Estados Unidos
Mexicanos quedan prohibidos
los monopolios, las prácticas
monopólicas...”, por lo que,
¡conclusión lógica!, la competencia
está garantizada, y lo único que debe
hacer el gobierno de Calderón es
aplicar el artículo 28 constitucional.
Haciendo de lado el tema de la
participación exclusiva del Estado
en las áreas estratégicas de la
economía (participación que por ser
exclusiva es monopólica, aunque el
mismo artículo 28 diga que no lo es),
debemos preguntarnos, uno, si basta
que la ley prohiba los monopolios
para que los mismos desaparezcan;
dos, si prohibirlos es, desde el punto
de vista de la justicia, lo correcto; y
tres, si desde la perspectiva de la
economía su prohibición es lo más
eficaz.
Supongamos una empresa que
limpiamente (sin el beneficio de
ningún privilegio otorgado por el
gobierno) saca del mercado a la
competencia, convirtiéndose en
monopolio. Dada la prohibición
señalada en el 28 constitucional,
¿qué debería hacer el gobierno?
¿Expropiar y gubernamentalizar dicha
empresa, al tiempo que encarcela
al empresario por violar la ley?
Evidentemente que no, ya que ello
sería un robo con todas las de la ley,
que no solamente no resolvería el
problema sino que lo agravaría, al
foto: Ana Lourdes Herrera
Decía Federico Bastiat que a las
políticas e instituciones económicas
hay que calificarlas en función de los
beneficios que de ellas reciben los
consumidores, por dos razones: el
consumo es la actividad económica
terminal y consumidores somos
todos.
convertir un monopolio privado en
monopolio gubernamental.
La primera conclusión es que no basta
que la ley prohiba los monopolios
para que los mismos desaparezcan,
ya que la competencia supone
el triunfo del mejor, lo cual en el
mercado puede dar como resultado
el monopolio.
La segunda conclusión es que
prohibir los monopolios, sobre
todo aquellos que surgieron de la
productividad y competitividad, es
injusto, ya que se viola la libertad para
emprender y la propiedad sobre los
medios de producción.
La tercera conclusión es que prohibir
los monopolios, sobre todo aquellos
que surgieron de la competencia
limpia, resulta económicamente
ineficaz, ya que desincentiva la
búsqueda de mayor productividad
y mayor competitividad, cuyo fin es
ganarle a la competencia y, de ser
posible, sacarla del mercado.
V
[
Volvamos a la empresa que,
limpiamente, sacó del mercado a
su competencia, convirtiéndose en
monopolio. La primera consecuencia
será el alza de precios y la obtención
de mayores ganancias, mismas
que harán atractiva la inversión en
ese mercado. Si ante este hecho,
y suponiendo que no hay barreras
artificiales a la entrada de nuevo
competidores, ningún nuevo
competidor aparece, ello quiere
decir que no hay ninguna empresa
capaz de ofrecer la mercancía
en mejores condiciones que la
empresa monopólica, ¡por lo que
ésta resulta la mejor opción para los
consumidores!.
VI
Lo anterior demuestra que no todos
los monopolios son malos, siendo
tales los que son resultado de algún
privilegio gubernamental, mismo que
siempre tiene como efecto el cerrar,
en menor o mayor grado, el mercado
a la entrada de nuevos competidores,
limitando la competencia, en contra
de los intereses de los consumidores.
Lo anterior quiere decir que la
competencia no debe medirse por
la cantidad de competidores que en
un momento dado participan en un
mercado, sino por la posibilidad de
que todo aquel que quiera participar
en uno pueda hacerlo sin enfrenta
barreras artificiales que, la gran
[
“No basta que la ley prohiba los
monopolios para que los mismos
desaparezcan, ya que la competencia
supone el triunfo del mejor, lo cual
en el mercado puede dar como
resultado el monopolio”
mayoría de las veces, son impuestas
por el gobierno, siendo la más
denigrante de todas la obligación
de pedirle permiso para hacerlo
(conseguir la concesión).
VII
¿Qué debe hacer Calderón para
lograr una economía competitiva?
¿Hacer valer el artículo 28
constitucional? No, al contrario: dicho
artículo, por lo menos en lo que a
los monopolios se refiere, debe
desparecer. Entonces, ¿qué debe
hacer? Muy sencillo: abrir todos los
mercados a la competencia, de tal
manera que todo aquel que quiera
participar en alguno de ellos lo pueda
hacer, lo cual supone hacer valer el
artículo 5 de la Constitución, en el cual
se señala que “a ninguna persona
podrá impedirse que se dedique a
la profesión, industria, comercio o
trabajo que le acomode....”, algo que
en México, hoy, no se cumple, y baste
el siguiente ejemplo como botón de
muestra: ¿qué tan fácil resulta entrar
al mercado de la televisión abierta, si
de entrada hay que pedirle permiso
al gobierno, con todo lo que ello
supone, comenzando por la presión
de quienes ya participan para que
el gobierno no deje participar a
nadie más?
Desde el punto de vista institucional
el gobierno no debe prohibir los
monopolios, sino permitir que
todo aquel que quiera participar en
cualquier mercado lo pueda hacer,
sin mayores límites que los impuestos
por su grado de productividad y
competitividad. E
Arturo Damm, Licenciado en Economía
y Filosofía, es profesor de la Escuela de
Economía y la Facultad de Derecho de la
Universidad Panamericana. Articulista en
varios periódicos y revistas y comentarista
de radio y televisión, es autor de diez libros
sobre temas de economía y filosofía, y
coautor de otros cuatro.
E-mail: [email protected]
ENTORNO 39
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