La austeridad económica en el sur de Europa durante la Gran

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Factótum 14, 2015, pp. 1-21
ISSN 1989-9092
http://www.revistafactotum.com
La austeridad económica en el sur de Europa
durante la Gran Recesión
Juan Jesús Duque Romero
Universidad de Granada (España)
E-mail: [email protected]
Resumen: En este documento se ofrece una visión panorámica, interdisciplinar y sustentada en datos empíricos,
de la austeridad económica vigente en los países periféricos de la Unión Europea, los PIIGS. Se emplea la
epistemología como metodología aclaratoria que nos ayude a entender la realidad social europea durante la Gran
Recesión. Primero, se explica qué son las políticas de austeridad económica y por qué se aplican; después, se
presenta el neoliberalismo como ideología que defiende este tipo de políticas para afrontar una crisis económica; a
continuación, se exponen dos antecedentes históricos que permiten un razonamiento inductivo básico; y, por
último, se desarrolla propiamente la Gran Recesión en el sur del Viejo Continente. Este recorrido permite extraer
una serie de conclusiones que podrían contribuir a despejar, al menos en parte, la confusión epistémica
observable en múltiples aproximaciones al debate.
Palabras clave: austeridad económica, epistemología aplicada, economía política, Gran Recesión, neoliberalismo,
PIIGS.
Abstract: This document provides an interdisciplinary and evidence-supported overview of the current economic
austerity in the peripheral countries of the European Union, the PIIGS. Epistemology is used as an explanatory
methodology that helps us to understand the social reality of Europe during the Great Recession. Firstly, the
policies of economic austerity and the purpose of their application are explained; then, neoliberalism is presented
as an ideology that defends these policies to confront an economic crisis; coming up next, two historical
backgrounds are exposed which allow a basic inductive reasoning; and, finally, the Great Recession in southern
Europe is properly developed. This tour will lead to several conclusions that could contribute to clear, at least in
part, the epistemic confusion observable in multiples approaches to the debate.
Keywords: economic austerity, applied epistemology, political economy, Great Recession, neoliberalism, PIIGS.
Reconocimientos: Agradezco a Miguel Moreno Muñoz la ayuda prestada en la revisión de este artículo.
1. Introducción
El presente artículo es un trabajo
interdisciplinar, pues el estado de la cuestión es
de economía política y la metodología es
epistemología aplicada, además del necesario
recurso a la historia. El problema fundamental
es la extensión, al ser extremadamente
reducida es muy difícil sortear un sesgo
informativo. Pero, desde mi punto de vista,
este obstáculo se supera al exponerse toda la
información relevante en el análisis de la
austeridad
económica
(datos
micro
y
macroeconómicos y análisis sociales). De esta
forma, las conclusiones pueden deducirse
legítimamente del análisis precedente.
RECIBIDO: 15-09-2015 ACEPTADO: 10-12-2015
Antes de entrar propiamente en el
contenido, es necesaria una pequeña aclaración
en lo que respecta a la metodología. En línea
con otros trabajos de epistemología aplicada
(Oreskes y Conway 2010; Coady 2012; Coady
y Corry 2013), el presente artículo pretende
emplear la filosofía como metodología de
trabajo para abordar una problemática social.
La epistemología es la rama de la filosofía que
nos
permite
investigar
cómo
adquirir
conocimiento y qué creencias están justificadas
(y por tanto debemos creer). La pretensión de
la epistemología aplicada es dejar a un lado el
debate exclusivamente teorético y centrarse en
aplicar la teoría a cuestiones, por ejemplo, de
actualidad social. Esta aplicación puede implicar
cambios
teoréticos
posteriores
una
vez
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2
Juan Jesús Duque Romero
comprendida la problemática —es un
proceso en dos direcciones— (Coady y Corry
2013: 2). En mi caso no hare uso de
ninguna teoría epistemológica concreta,
simplemente me centraré en qué estamos
justificados a creer y qué podemos saber
sobre las medidas de austeridad económica.
En los países del sur de Europa, en los que
se han adoptado medidas políticas que
afectan
a
toda
la
ciudadanía,
la
desinformación y la confusión epistémica
dominan el debate. Se presentan cuestiones
ideológicas como si fuesen técnicas y mucha
gente no ve correlaciones que, con un
mínimo estudio de la cuestión, les parecerían
evidentes. Por tanto, se puede decir que se
trata simplemente de aclarar la cuestión,
sacando a luz las evidencias y siguiendo un
hilo
conductor
que
legitime
unas
conclusiones sólidas. Todo ello a través de la
revisión bibliográfica pertinente y una
búsqueda de datos empíricos.
económica propiamente dicha se refiere
exclusivamente a la aplicación de las
medidas pertinentes para alcanzar el
objetivo d). En lo que respecta a dichas
medidas, el economista español puntualiza
lo siguiente:
2. La austeridad económica
David Stuckler y Sanjay Basu, entre
otros, tienen varios trabajos de investigación
sustentados
en
datos
empíricos
que
muestran cómo la reducción del gasto
público social unida a las condiciones
socioeconómicas desfavorables de una crisis
como la actual se relacionan directamente
con el empeoramiento de ciertos indicadores
en la salud pública (Stuckler et al. 2009;
Stuckler 2009; Stuckler et al. 2010; Stuckler
y Basu 2013). Entonces, ¿por qué los
Estados querrían austeridad económica?
Normalmente
la
aplicación
de
determinadas políticas de austeridad es el
requisito
indispensable
que
ciertas
instituciones u organismos internacionales
exigen a los gobiernos que les piden ayuda
económica para dársela. La institución más
habitual a la que los Estados piden este tipo
de ayuda es el FMI. El Premio Nobel de
Economía y ex vicepresidente del BM Joseph
E. Stiglitz (2002/2003: 51-55) considera que
el FMI, el BM y la OMC son las tres
instituciones principales que gobiernan la
globalización.1 Dos de estas instituciones (el
FMI y el BM) se crearon para reconstruir
Europa tras la Segunda Guerra Mundial y
para evitar las futuras crisis económicas. La
misión concreta del FMI era asegurar la
2.1.
¿Qué son las políticas de austeridad?
En economía la austeridad refiere al
recorte en gasto público por parte de un
Estado, una decisión política que se suele
tomar en tiempos de crisis económica. El
catedrático de economía aplicada Juan
Torres López dice lo siguiente:
Las llamadas políticas de ajuste
estructural han sido los instrumentos
utilizados para eliminar los bloqueos que
afectaban a la iniciativa privada y para
permitir que las empresas y los mercados
recobrasen la flexibilidad en la organización
de la producción y el empleo que era
necesaria para recuperar la tasa de
beneficios.
[…] Las políticas de ajuste que se han
venido aplicando de manera generalizada
han modificado los contenidos y los
escenarios tradicionales de las políticas
económicas y han procurado alcanzar,
normalmente con tanto éxito como coste
social, los siguientes objetivos:
a) Flexibilización en el mercado de
trabajo […].
b) Liberalización de los mercados
financieros […].
c) Redefinición del tejido industrial […].
d) Reforma del papel del sector público
y control del gasto […]. (Torres 2009:
437-439)
Hay quienes al hablar de las políticas de
austeridad se refieren a las políticas de
ajuste estructural, pero la austeridad
Los costes del sector público, la
presión de las transferencias sociales y el
objetivo de devolver al sector privado
aquellos ámbitos de la actividad pública
capaces de generar beneficios gracias a las
modificaciones ocurridas en la base
tecnológica del sistema productivo han sido
los tres ejes de las políticas de ajuste
respecto al sector público. (Torres 2009:
439)
Esto es
económica.
2.2.
exactamente
la
austeridad
Condiciones en las que un país
aplica austeridad económica
1
Stiglitz (2002/2003: 50) define la globalización como “[…] la
integración más estrecha de los países y los pueblos del mundo,
producida por la enorme reducción de los costes de transporte y
comunicación, y el desmantelamiento de las barreras artificiales a
los flujos de bienes, servicios, capitales, conocimientos y (en
menor grado) personas a través de las fronteras”. Si bien gran
parte de los aspectos de la globalización son aceptados por todo
el mundo como intrínsecamente buenos, la polémica está en
torno a los aspectos económicos.
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estabilidad económica global, impidiendo
una nueva depresión económica mundial
como la que se dio en los años treinta del
siglo XX, la Gran Depresión. Su estrategia
inicial era ejercer presión internacional a
aquellos países que no consumían y cuya
economía
se
hundía,
suministrándoles
liquidez en forma de préstamos si fuera
necesario. Por tanto, la fundación del FMI se
basó en la idea de que los mercados no se
autorregulaban, podían fallar y dar lugar a
un paro masivo. Pero Stiglitz señala que
tanto el FMI como el BM sufrieron un cambio
radical en su ideario a partir de los años
ochenta del siglo XX:
Fundado en la creencia de que es
necesaria una presión internacional sobre
los países para que acometan políticas
económicas expansivas —como subir el
gasto, bajar los impuestos o reducir los
tipos de interés para estimular la economía
— hoy el FMI típicamente aporta dinero
solo si los países emprenden políticas como
recortar los déficits y aumentar los
impuestos o los tipos de interés, lo que
contrae la economía. (Stiglitz 2002/2003:
55)
Es decir, que cualquier país que pida
dinero a dichas instituciones en el siglo XXI
tendrá
que
acometer
obligatoriamente
políticas de ajuste estructural.
Parece evidente entonces que ningún
gobernante honrado optaría por pedir dinero
al FMI o al BM si no estuviese en una
situación tan extrema como lo es una crisis
económica. Pero lo cierto es que la
austeridad económica no siempre es el
requisito del prestamista, un Estado puede
adoptarla por decisión propia para afrontar
una crisis económica (ya sea para evitar
pedir un préstamo, como Italia en la Gran
Recesión, ya sea porque considera que es la
mejor forma de paliar la crisis, como el
Reino Unido en la Gran Recesión). Si las
políticas de austeridad tienen como objetivo
reformar el papel del sector público y
controlar el gasto público —lo que
obviamente consiguen—, la pregunta ahora
es: ¿cumplen su propósito las políticas de
ajuste estructural de las que forman parte?
Para responderla haré lo mejor que se puede
hacer en economía, mirar la historia y sacar
conclusiones de ella.2
2
En el presente trabajo se defiende una concepción de la
economía que viene expresada a la perfección en la conclusión
de la obra El capital en el sigo XXI del economista francés
Thomas Piketty: la economía no tiene ningún estatus superior
frente al resto de las ciencias sociales, es más, para que sea útil
debe estudiarse de forma interdisciplinar, defendiendo así una
economía política e histórica —pues la historia es la principal
fuente de conocimiento— (Piketty 2013/2014: 645-647).
3
3. Antecedentes: breve recorrido
histórico
3.1.
El neoliberalismo
Empleo el término ‘neoliberalismo’ para
referirme a una ideología que aglutina a
distintas corrientes económicas y políticas, la
cual supone una vuelta a ciertas ideas de la
economía neoclásica de principios del siglo
XX y del liberalismo clásico de la Ilustración.
A finales del siglo XIX, los economistas
dejaron de acuñar el término ‘economía
política’ para referirse a su disciplina y
empezaron a hablar de “lo económico”. Su
propósito era marcar distancia entre la
economía y la política, concibiendo a la
primera como una disciplina autónoma, con
realidad propia, que no iba necesariamente
unida
al
ámbito
sociopolítico.
Estos
economistas neoclásicos son a su vez
herederos del liberalismo y la economía
clásica —un conglomerado de ideas políticas
y económicas opuestas al absolutismo que
se dieron principalmente durante los siglos
XVII y XVIII—, cuyo principal exponente
económico es Adam Smith. Como ya he
dicho, la economía neoclásica trató de
desvincular la economía de la política 3,
considerando la escasez y la elección que
esta genera como los principios económicos
básicos. El mercado era concebido como un
mecanismo perfecto que se autorregula, una
suerte de entidad metafísica en la que no
había
que
intervenir
en
absoluto.
Fuertemente influenciados por el utilitarismo
de Jeremy Bentham, los economistas
neoclásicos se centraban desde una óptica
individualista en buscar las condiciones para
alcanzar la máxima utilidad a corto plazo —
rechazando la búsqueda de leyes generales
a largo plazo—. Consideraban que los
desequilibrios del mercado, las crisis
económicas, eran algo coyuntural que se
solucionaba solo, e incluso que podían llegar
a
cumplir
una
“función
saneadora”.
Predicaban por tanto una política de no
intervención, el tradicional laissez-faire.
Destacan las ideas de los economistas
Ludwig von Mises y su discípulo Friedrich
Hayek.
3
Aunque obviamente hay una estrecha relación entre el
liberalismo sociopolítico, el filosófico y el económico. Sus puntos
comunes son: el individualismo, la igualdad (jurídica, no
económica) y el derecho a la propiedad privada. Pero podemos
encontrar posicionamientos que cogen ideas de un tipo de
liberalismo y rechazan las de otro. Un ejemplo de ello son ciertos
partidos políticos actuales que se autodefinen como socialmente
conservadores (lo que supone, entre otras cosas, oponerse a la
libertad negativa del liberalismo sociopolítico) y económicamente
liberales.
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4
Con la Gran Depresión (que comenzó en
1929) y el empleo de las ideas del
economista inglés John Maynard Keynes
para paliarla, las ideas liberales de no
intervención
quedaron
aparcadas
momentáneamente. Las ideas keynesianas
propugnaban la intervención estatal en la
economía, el Estado del Bienestar —el gasto
público cubre determinadas necesidades
sociales— y la consideración de que el
mercado no garantiza por sí solo el
equilibrio. Pero en la segunda mitad del siglo
XX se retomaron las ideas del libre mercado
y de la no intervención.4 Milton Friedman
encabezó una escuela monetarista 5 cuyas
ideas fueron reforzadas tras las crisis de los
años setenta y ochenta (provocadas, en
parte,
por algunas
de las medidas
keynesianas6), proclamando la recuperación
del beneficio privado. Fue entonces cuando
comenzó
lo
que
se
conoce
como
neoliberalismo.
Este
movimiento
de
privatización, liberalización de la economía y
desregulación de los mercados se hizo cada
vez más hegemónico, sobre todo tras el
evidente
fracaso
de
las
economías
planificadas soviética y china que comenzaba
a vislumbrarse en los años setenta (Piketty
2013/2014: 155).
Se puede decir por tanto que el
neoliberalismo no es una teoría económica o
política concreta, sino que es una ideología,
en
tanto
que
conjunto
de
ideas
fundamentales que caracterizan una época o
sociedad, abarcando lo económico, lo
sociopolítico y lo moral. Ahora, de forma
muy sumaria, señalaré tres acontecimientos
paradigmáticos para el neoliberalismo.
Juan Jesús Duque Romero
3.1.1. La Escuela de Chicago
Se trata de la escuela de la Universidad
de Chicago que, desde 1950 y durante casi
toda la segunda mitad del siglo XX,7 estuvo
ligada a las ideas del Premio Nobel de
Economía Milton Friedman. También son
conocidos como ‘los monetaristas’. Para
ellos, la política fiscal —mantener la
estabilidad
económica
a
través
del
presupuesto del Estado, a saber, el gasto
público y los impuestos— no es relevante y
debe evitarse, pues lo que importa es la
política monetaria —mantener la estabilidad
económica a través de los medios de pago—.
Pero su no intervencionismo va más allá:
dentro de la política monetaria rechazan la
discrecional —aquella en la que el banco
central, basándose en sus percepciones
económicas, modifica los tipos de interés o
la oferta monetaria—, defendiendo tan solo
una norma de política monetaria a la que
debe ceñirse el banco central y que está
basada en un crecimiento constante de la
cantidad de dinero (Mochón 2009: 379-380).
Es decir, deben ser los economistas los que
fijen una norma que debe guiar la actuación
del banco central, el único que puede jugar
un
mínimo
papel
en
la
economía
(obedeciendo dicha norma). El resto es libre
mercado. Cabe destacar que Friedman y la
Escuela de Chicago jugaron un importante
papel en las políticas económicas de las
dictaduras latinoamericanas de los años
setenta y ochenta, en la denominada como
‘Operación Cóndor’.8 Del mismo modo, sus
ideas sustentan muchas de las actuales
políticas del BM y del FMI.
3.1.2. La “revolución conservadora”
4
En lo que respecta a la teoría económica, fue entonces
cuando se dio lo que se denomina como ‘la síntesis neoclásica’, a
saber, tomar las ideas macroeconómicas de Keynes y suavizarlas
de tal forma que comulguen con las ideas de la economía
neoclásica, dejando la microeconomía enteramente neoclásica. A
los posicionamientos resultantes de esta síntesis, los cuales
dominan hoy en día el ámbito académico y político, se les conoce
como ‘economía ortodoxa’. Todos ellos entran dentro de la
definición de neoliberalismo aquí presentada.
5
Defendían que las variaciones en los precios se debían a los
cambios en la cantidad de dinero en circulación (Torres 2009:
416).
6
El keynesianismo, que había surgido como medida
excepcional para tiempos de crisis, se convirtió en la política
económica vigente hasta los años setenta. La inflación —el
aumento de los precios— se volvió crónica debido al aumento
continuo del gasto público y de la oferta monetaria, lo que se
consideró secundario mientras se lograse mantener elevado el
nivel de empleo y de consumo. Pero con las crisis de los años
setenta y ochenta surgió la “estanflación”, la presencia simultánea
de inflación y desempleo en una economía estancada. Este fue el
principal problema del keynesianismo, pero hubo más (Torres
2009: 429-431).
Las políticas keynesianas que se
llevaban aplicando desde la Segunda Guerra
Mundial se cambiaron radicalmente bajo los
gobiernos conservadores de Ronald Reagan
en EEUU (1981-1989) y Margaret Thatcher
en el Reino Unido (1979-1990). Las políticas
de ambos estaban dirigidas a combatir la
estanflación, poniendo un especial énfasis en
acabar con la inflación y reducir el déficit
público —cuando el gasto del Estado supera
lo recaudado a través de impuestos—. Esto
lo lograron con la reducción de impuestos
(principalmente impuestos progresivos como
7
Actualmente, parte del Departamento de Economía de la
Universidad de Chicago suscribe la denominada como ‘nueva
macroeconomía clásica’, heredera de las ideas de la Escuela de
Chicago.
8
Fueron economistas latinoamericanos —principalmente
chilenos y argentinos— que habían hecho su posgrado en la
Universidad de Chicago los que asesoraron a los distintos
dictadores. Son conocidos como los Chicago Boys.
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el IRPF, pues el IVA subió) y el
desmantelamiento del Estado del Bienestar,
recuperando así el beneficio privado. Las
políticas que marcaron la agenda de ambos
mandatarios fueron: la desregularización del
sector financiero, la flexibilización del
mercado laboral, la privatización de gran
parte del sector público y, especialmente en
el caso de Thatcher, la lucha contra los
sindicatos.
Si
bien
lograron
reducir
considerablemente la inflación, el desempleo
aumentó en gran medida y se redujeron la
mayor parte de las coberturas sociales. Sus
políticas de privatización generalizada se
justificaron con las tres grandes razones
neoliberales, a saber, la eficacia, la libertad
y la necesidad de reducir los déficit públicos
(Torres 2009: 436-437). Por último, se
puede afirmar que Reagan y Thatcher son la
clara expresión política del neoliberalismo
económico.
3.1.3. El Consenso de Washington
Se conoce como tal al conjunto de
medidas que el economista inglés John
Williamson (1989) consideró como las
oportunas para todos aquellos países en
desarrollo azotados por la crisis. El Consenso
de Washington consistía en diez fórmulas
que eran aceptadas y compartidas por el
FMI, el BM y el DTEU (todos ellos con sede
en Washington D. C.). Dichas medidas son
resumidas por Vicenç Navarro y Juan Torres
López (2012: 95-96) en tres grandes
prioridades: “canalizar el mayor volumen
posible de recursos disponibles hacia la
actividad privada, establecer el mayor grado
de libertad de movimientos en los mercados
y abrir lo máximo posible las economías a
los mercados exteriores”. Para terminar, es
oportuno señalar que frecuentemente se
emplean estas medidas para sintetizar la
ideología neoliberal.
3.2.
Las políticas de ajuste estructural y
sus resultados
3.2.1. La disolución de la URSS y la
transición al capitalismo
La transición del bloque soviético hacia
una economía de mercado se precipitó con la
caída del Muro de Berlín en 1989, pero ya
había comenzado antes. Mijaíl Gorbachov
(Secretario General del PCUS desde 1985)
inició una reforma en la URSS encaminada a
reestructurar el sistema económico socialista
(la perestroika) y otra para liberalizar el
sistema político (la glásnost). Su propósito
5
era una apertura gradual y parcial a la
economía de mercado y a determinadas
libertades democráticas para así reformar el
socialismo. Pero, en agosto de 1991, la parte
más ortodoxa del PCUS intentó un golpe de
Estado que duró tres días. El golpe fracasó,
pero debilitó al partido y precipitó la
renuncia de Gorbachov, catapultando así a la
parte más neoliberal del partido al poder,
encabezada por Borís Yeltsin. Las distintas
repúblicas socialistas fueron declarando su
independencia de Moscú y en noviembre de
1991 se acordó disolver la URSS e ilegalizar
el PCUS. La disolución formal de la URSS
tuvo lugar el 25 de diciembre de 1991.
Yeltsin, ahora presidente de la Federación de
Rusia, aprobó la transición brusca al
capitalismo que proponían los EEUU, pero
esta no fue una decisión compartida por
todos los líderes de las antiguas repúblicas
socialistas.
Se crearon dos escuelas sobre cómo
llevar a cabo la transición a una economía de
mercado y la principal disputa entre ambas
giraba en torno a la velocidad de la reforma.
Los
“gradualistas”
optaban
por
una
transición lenta que no diera pie a la
corrupción y a otros fallos económicos. En
cambio, los partidarios de la “terapia de
choque” preferían la privatización inmediata
de
todas
las
propiedades
estatales
argumentando que, cuanto antes se hiciera,
menos posibilidades habría de una reversión
al comunismo. Esta fue la opción que apoyó
y recomendó encarecidamente el DTEU y el
FMI (Stiglitz 2002/2003: 275). La terapia de
choque pretendía aplicar políticas de ajuste
estructural en un sistema de planificación
centralizada en donde toda la propiedad
pertenecía al Estado, el cual se encargaba de
cubrir las necesidades sociales de los
ciudadanos. Los tres elementos de la terapia
fueron: la liberalización económica —el
Estado tenía que dejar de controlar la
economía—, la estabilización —austeridad y
una
política
monetaria
estricta
que
controlase la inflación— y la privatización. 9 Y
todo ello en el menor tiempo posible. Para
hacernos una idea de lo que esto suponía,
David Stuckler y Sanjay Basu lo explican de
la siguiente forma:
Hasta entonces nadie había intentado
privatizar una economía entera en un plazo
tan breve. Para poner en perspectiva el
plan de los terapeutas de choque, Margaret
Thatcher, la gran privatizadora de la
9
No solo Lawrence Summers, quien fue jefe del DTEU, apoyó
con fervor estas medidas, el propio Milton Friedman, inspirador de
la terapia de choque, aconsejó a los países ex comunistas
privatizarlo todo.
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6
Juan Jesús Duque Romero
economía británica, privatizó unas veinte
grandes
empresas
británicas
de
suministros a lo largo de los once años de
su mandato como primera ministra. Los
economistas
de
Harvard
pretendían
privatizar más de doscientas mil empresas
soviéticas en menos de quinientos días.
(Stuckler y Basu 2013: 63)
El resultado de la aplicación de ambos
ritmos de reformas (gradualismo-terapia de
choque) en la tasa de mortalidad de los
países que aplicaron uno y otro fueron: los
países que pasaron bruscamente del
comunismo al capitalismo, países como
Rusia, Kazajistán, Letonia y Estonia,
sufrieron un terrible aumento de la
mortalidad, llegando a aumentar hasta un
35 % en el caso de Rusia. 10 En cambio,
países como Polonia, Bielorrusia, Eslovenia y
la República Checa, que tuvieron una
transición gradual y mantuvieron sus
sistemas de protección social, lograron
disminuir la mortalidad —mejorando así la
salud pública— (Stuckler y Basu 2013: 6061). En lo que respecta a la situación política
de Rusia tras la disolución de la URSS, cabe
mencionar que muchos miembros de la
antigua nomenklatura —funcionarios del
PCUS—
ocuparon
importantes
cargos
políticos y económicos en el nuevo
capitalismo ruso, surgiendo una nueva clase
de oligarcas y una importante mafia rusa. El
nuevo sistema democrático y sus libertades
civiles son bastante discutibles.
3.2.2. La crisis del Sudeste Asiático
La década de 1980 y gran parte de la de
1990 en el Sudeste Asiático estuvieron
marcadas por la inversión de capitales
financieros procedentes del extranjero. Casi
la mitad de las inversiones de todo el mundo
iban a parar a estos países del Asia oriental.
Los
empresarios
internacionales
eran
atraídos por las altas tasas de interés con las
que
podían
especular obteniendo
un
considerable beneficio. Países en desarrollo
como Tailandia, Malasia, Indonesia y Corea
del Sur experimentaron altas tasas de
crecimiento, la alfabetización de su población
alcanzó máximos históricos y el Estado
ofrecía coberturas sociales inexistentes hasta
entonces. El BM lo denominó como ‘el
milagro del este asiático’ (Banco Mundial
1993), pero hubo distintas lecturas en torno
10
Las causas fueron principalmente el desmantelamiento de
los sistemas de protección social y el desempleo masivo que se
generó, lo que hizo que gran parte de los varones rusos en edad
de trabajar consumiesen alcohol con demasiada frecuencia. La
esperanza de vida de los varones rusos bajó de los 64 hasta los
57 años entre 1991 y 1994 (Stuckler y Basu 2013: 52-53).
a este periodo. El economista Paul Krugman
advirtió un año después de que el milagro no
era más que un mito, pues el crecimiento se
debía al capital extranjero que de forma
extraordinaria estaba entrando en los países,
y no a una inversión realmente productiva —
es decir, se trataba de una burbuja
económica— (Krugman 1994). En cambio
para Stiglitz sí que hubo milagro: los países
ahorraron mucho e invirtieron bien sus
fondos, lo que hizo que aumentasen las
rentas y se redujera la pobreza. Y todo ello
gracias a que las políticas gubernamentales
hicieron caso omiso a las medidas del
Consenso
de
Washington
(Stiglitz
2002/2003: 184-189). Pero entonces estalló
la burbuja y/o llegó la crisis.
El Gobierno estadounidense, el FMI y el
BM habían presionado a los países del
Sudeste Asiático para que liberalizaran sus
mercados de capitales —es decir, que
abrieran sus economías al capital extranjero
y a las inversiones—. Sus objetivos eran
beneficiar a Japón facilitando sus inversiones
y que los empresarios enriquecidos en Asia
invirtieran en Wall Street. Los países
asiáticos cedieron y la avalancha de dinero
procedente del extranjero elevó los precios
de las acciones y de la vivienda. Estos
factores, entre otros, iniciaron una burbuja
inmobiliaria que estalló a finales de 1997 y
principios de 1998. En ese momento todo el
capital extranjero huyó y los países entraron
en una crisis económica: la construcción se
abandonó,
las
monedas
locales
se
devaluaron, el desempleó creció y los
problemas sociales y la pobreza se
agudizaron (Varoufakis 2012: 249-251).
Justo entonces se pidió ayuda al FMI.
La ayuda del FMI estaba condicionada a
la puesta en marcha de políticas de ajuste
estructural, el objetivo oficial era lograr un
superávit presupuestario —más ingresos que
gastos en las cuentas públicas—. Pero lo
cierto es que la crisis había sido provocada
por la especulación del sector privado —en
esos países no había un gasto público
excesivo ni tenían problemas de deuda—,
por lo que no se requerían este tipo de
medidas. Me centraré ahora en las medidas
de austeridad y su repercusión en la salud
pública: países como Tailandia, Indonesia y
Corea del Sur, cuyos políticos aplicaron sin
rechistar las políticas de austeridad del FMI,
tuvieron consecuencias desastrosas en la
salud pública. En cambio, en Malasia, donde
los políticos no acataron dichas medidas y
aumentaron la protección social, la recesión
no fue tan desastrosa para la salud pública,
de hecho no hubo ningún cambio evidente
en la tasa de mortalidad (Stuckler et al.
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2009). Además, todos los países rescatados
por el FMI aplicaron drásticos recortes
presupuestarios y solo Malasia, que no
aceptó dicho rescate ni recortó en gasto
social, logró un superávit presupuestario
(Stuckler y Basu 2013: 97).
Con el tiempo, el FMI (2003) reconoció
su error en la crisis del Sudeste Asiático. 11
Además de todas las innecesarias políticas
de ajuste estructural, muchas veces sus
propias predicciones sembraron el pánico en
la banca y los inversores, funcionando a
modo de profecías autocumplidas.
4. La Gran Recesión
La confederación de ONG nacionales
Oxfam, que estuvo presente en casi todas
las crisis de la segunda mitad del siglo XX (y
rechazó firmemente las políticas de ajuste
estructural que se aplicaron), dice lo
siguiente sobre la repuesta de los políticos
europeos ante la Gran Recesión:
Existen claras semejanzas entre la
experiencia europea y las políticas de
ajuste estructural impuestas en América
Latina,
el
Este
Asiático
y
África
subsahariana en las décadas de 1980 y
1990. Los países de estas zonas recibieron
rescates financieros del FMI y del Banco
Mundial tras aceptar la adopción de una
serie de medidas que incluían el recorte del
gasto público, la nacionalización de la
deuda privada, la reducción de los salarios
y un modelo de gestión de la deuda en el
que primaba el pago a los acreedores de la
banca comercial sobre las medidas para
garantizar
la
recuperación
social
y
económica. Estas medidas fueron un
fracaso; un tratamiento que pretendía
curar la enfermedad matando al paciente.
(Oxfam 2013: 4)
Países como Grecia, Irlanda, España y
Portugal se vieron forzados a aplicar
austeridad económica, pues era el requisito
indispensable de la Troika para desbloquear
el rescate. Italia aplicó este tipo de medidas
al verse a punto de tener que pedir un
rescate financiero. Es más curioso el caso
del
Reino
Unido,
quien
escogió
voluntariamente este tipo de políticas al
considerar que era la mejor forma de paliar
la crisis.12
11
De hecho, en algunos lugares se conoció como ‘la crisis del
FMI’. Más sobre el FMI y las crisis del siglo XX en las que estuvo
involucrado en Michel Aglietta y Sandra Moatti (2000/2002).
12
Desde que llegó al poder en 2010, el gobierno conservador
de David Cameron aplicó políticas de austeridad económica para
acabar con el déficit presupuestario y disminuir la deuda pública.
Esto ha supuesto enormes recortes en coberturas sociales,
especialmente graves en sanidad. Ver Paul Krugman (2015a).
7
4.1.
El estallido de la burbuja
norteamericana y la crisis de las
hipotecas subprime
A principios del siglo XXI el banco central
de los EEUU inició una política monetaria
extremadamente
permisiva
—incluso
llegando a tipos de interés reales negativos
en los que el prestamista perdía dinero—,
política que fue seguida por el BCE y el BI.
Un exceso de liquidez a nivel mundial
promovió el endeudamiento, lo que se vio
auspiciado por los bancos comerciales, los
bancos de inversión y los nuevos activos
financieros que prometían alta rentabilidad y
cero riesgos. Esto generó una burbuja
financiera mundial que aseguraba la
financiación
a
prácticamente
cualquier
proyecto. Se concedieron hipotecas a gente
poco solvente con la esperanza de que los
precios de las viviendas siguieran subiendo
(hipotecas subprime). Aparte de eso, se
pusieron en circulación gran variedad de
bonos “tóxicos” —activos financieros que
tenían un alto riesgo de impago y eran
imposibles de transformar en líquido—, los
más comunes fueron los CDO —activos de
papel que agrupaban porciones de deuda—.
Básicamente se trataba de los bancos
vendiendo las hipotecas que daban. Al
mismo tiempo, los propios bancos veían muy
rentable comprar CDO puesto que el dinero
empleado para comprarlos aparecía como si
permaneciese en el banco, esquivando así la
restricción que les obliga a tener un
determinado monto de capital para casos de
emergencia. Las agencias de calificación de
riesgos calificaron los CDO con triple A (la
máxima nota), alimentando así la espiral de
riesgo, pues cada vez se emitían y se
compraban más CDO. Cuando explotó la
burbuja inmobiliaria en 2007 todo se vino
abajo: el precio de las viviendas bajó, se
dejaron de pagar gran parte de las hipotecas
y el precio de los bonos se hundió. Además,
la desconfianza hizo que los propios bancos
aumentasen el precio del dinero que se
prestan entre sí y prácticamente todas las
entidades financieras tuvieron problemas
(Mochón 2009: 545-546).
En EEUU, el colapso de la burbuja
inmobiliaria en el 2006 provocó al año
siguiente la crisis de las hipotecas subprime,
considerada como el detonante de todo. En
abril de 2007 quiebra la primera empresa
encargada de emitir estas “hipotecas
basura”, a partir de ahí todo iría cayendo. Un
gran número de bancos empezaron a
afirman haber perdido enormes sumas de
dinero en CDO garantizados por hipotecas.
Los dos mayores proveedores de hipotecas
Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015)
8
Juan Jesús Duque Romero
de EEUU son rescatados por el Gobierno
norteamericano con una suma que es en
torno a una décima parte del PIB anual de
todo el planeta (dos meses después serán
nacionalizados oficialmente). El 18 de
septiembre de 2008 Lehman Brothers, una
de las mayores compañías de servicios de
inversiones del mundo, se declaró en
bancarrota. Puesto que Lehman Brothers
había
sido
uno
de
los
principales
generadores de CDO, que a su vez habían
sido asegurados por CDS —promesas de
pago en caso de impago de una deuda, por
ejemplo, de una CDO— comprados por
prácticamente
todas
las
instituciones
financieras del mundo, el efecto dominó se
volvió imparable. Entonces se suceden
multitud de rescates bancarios en EEUU y
Europa por parte de los Gobiernos
correspondientes. En octubre EEUU y Gran
Bretaña entran oficialmente en recesión —la
recesión técnica se sitúa en los dos
trimestres consecutivos de caída económica
—. Al mes siguiente será la eurozona 13 la
que anuncie que se encuentra en recesión.
En esos momentos los tipos de interés están
por los suelos en todo Occidente y lo que
empezó siendo una crisis financiera es ahora
una crisis de la economía real —aquella que
produce cosas tangibles— (Varoufakis 2012:
197-207). Ejemplos de ello son las
bancarrotas de Chrysler y General Motors
entre abril y junio de 2009.
El entonces recién elegido presidente
norteamericano Barack Obama decidió poner
en marcha el Plan Geithner-Summers,
consistente en inyectar un billón de dólares
a los bancos que habían sufrido enormes
pérdidas
por
la
compra
de
CDO.
Básicamente era un rescate bancario con el
dinero de los contribuyentes, haciendo que
los bancos se libraran de estos activos
tóxicos con dinero público (Stiglitz 2009;
Young 2009). Los rescates financieros a los
países del sur de Europa se basaron en el
Plan Geithner-Summers. La creación de la
EJE en 2010, que luego sería el FEEF y el
MEEF, sirvió para tener una institución que
se encargase de dar líneas de crédito a los
países de la UE con serias dificultades
económicas (pero no a ellos propiamente,
sino a sus bancos). Lo más sorprendente es
que el MEEF consigue el dinero de los
rescates emitiendo bonos garantizados por
los Estados de la eurozona, cada porción de
un bono determinado tendrá un tipo de
interés distinto dependiendo de la solvencia
13
La Unión Económica y Monetaria de la UE (también llamada
eurozona o zona euro) está formada por los países de la UE que
comparten mercado y moneda. La política monetaria de estos
países es común y viene dictada por el BCE.
del país que lo garantice, lo mismo que
sucedía con las porciones de deuda que
conformaban
las
CDO.
Además,
los
especuladores
pueden
comprar
CDS
apostando por que el país rescatado no
podrá pagar, lo que sube los tipos de interés
que dicho país debe pagar por nuevos
créditos (Varoufakis 2012: 227-230). Es
decir, es otra vez lo mismo. La intervención
estatal fue constante por todo el mundo, el
principio fundamental del neoliberalismo se
dejó a un lado, aunque siempre en beneficio
de la banca privada, cuya deuda se hizo
pública.
A grandes
rasgos,
la crisis
fue
básicamente
el
producto
de
la
financiarización
del
capitalismo
contemporáneo —es decir, del predominio
de la especulación sobre la producción,
tratando de convertir cualquier cosa o idea
concebible en un instrumento financiero
intercambiable—,
principalmente
de
la
financiarización del ingreso personal —por
gastos en vivienda mayormente, pero
también en educación, salud, pensiones y
seguros— (Lapavitsas 2009/2011: 48).
4.2.
La crisis llega a Europa
Como ya he dicho, lo que comenzó en
EEUU acabó extendiéndose por todo el
globo, haciendo un especial destrozo en la
vieja Europa.14 La crisis golpeó también a los
países del norte, pero los que más la
sufrieron (y la siguen sufriendo) fueron los
países del sur (o periféricos), en los que una
nefasta
gestión
que
fue
engordando
burbujas
económicas
y
el
posterior
desmantelamiento de sus Estados del
Bienestar hicieron que las consecuencias
sociales hayan sido desastrosas.
En su tercer informe sobre el impacto de
la crisis económica en los países de la UE,
Cáritas Europa (2015) pone sobre la mesa
los preocupantes índices de pobreza y
desigualdad en Chipre, Grecia, Irlanda,
Italia, Portugal, Rumania y España. Pero, por
cuestiones de espacio, me centraré en los
países denominados despectivamente como
‘PIIGS’ (pig es cerdo en inglés), a saber,
Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España.
Todos ellos forman parte de la UE-15.15
4.2.1. Irlanda
La economía irlandesa entró en recesión
en septiembre de 2008 a causa del estallido
14
Hay quienes llaman a la Gran Recesión ‘la crisis de los
países desarrollados’.
15
A partir de aquí los datos e indicadores económicos cuya
fuente no aparezca explicitada vienen de www.datosmacro.com.
Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015)
Factótum 14, 2015, pp. 1-21
de su burbuja inmobiliaria. Durante todo el
2009 el Ejecutivo elabora presupuestos de
emergencia que implican serios ajustes
presupuestarios y ayudas a la banca,
mientras tanto las agencias de calificación de
riesgos le van rebajando la nota al país. La
reunión del Eurogrupo16 de noviembre de
2010 se centró en presionar a Irlanda para
que aceptase un rescate financiero, ante lo
que el Gobierno del país, a pesar de la
negativa inicial, acabó cediendo.
El diario The Irish Times (2014) sacó a la
luz la carta secreta que Jean-Claude Trichet
había enviado cuatro años antes a Brian
Lenihan, por aquel entonces ministro de
finanzas de la República de Irlanda. En la
carta, el entonces presidente del BCE
advierte al ministro de finanzas y al primer
ministro irlandés que, si quieren recibir
liquidez para las entidades financieras
nacionales, deben aceptar y llevar a cabo las
siguientes cuatro condiciones:
1) Mandar una petición de apoyo financiero
al Eurogrupo.
2) Emprender acciones decisivas en las
áreas de consolidación fiscal, reformas
estructurales y reestructuración del
sistema financiero, de acuerdo con la
Troika.
3) La
reestructuración
del
sistema
financiero debe incluir la provisión del
capital necesario para los bancos
irlandeses que lo necesiten, dicho capital
se obtendrá de los recursos financieros
europeos e internacionales dados al
Gobierno de Irlanda, de los medios
financieros del propio Gobierno y del
dinero de sus reservas.
4) El reembolso de este fondo de liquidez
debe estar completamente garantizado
por el Gobierno irlandés si se producen
impagos por parte de las entidades
receptoras.
El motivo que Trichet alega para forzar
al Gobierno irlandés a tomar estas medidas
si no quiere que sus bancos quiebren es que
en la política monetaria de la institución está
la prohibición de financiar a los Estados. Sin
embargo, un rescate oficial ya no se
considera como tal.
La respuesta del Gobierno irlandés fue
un rotundo sí a todo. En diciembre de 2010
16
Reuniones informales en las que se reúnen los ministros de
economía y finanzas de los países miembros de la eurozona, el
presidente del BCE, el comisario de la CE y un presidente electo.
Su estatus jurídico es muy discutido, pues es un órgano
institucionalizado que toma decisiones cruciales mientras tiene un
carácter informal.
9
se considera efectiva la bancarrota de
Irlanda, lo que ya se sabía desde hace dos
años, y comienza la aplicación de las
políticas recomendadas por el BCE. Pero
todas estas políticas de ajuste estructural no
eran nada nuevo para Irlanda, pues el país
llevaba años cumpliendo rigurosamente las
recomendaciones del FMI: bajos impuestos
sobre el capital, flexibilización del mercado
laboral, liberalización de la economía y
privatizaciones. Irlanda era el gran ejemplo
neoliberal. Pero, mientras se prestaba
atención al espectacular incremento del PIB
nacional, se desatendió el aumento de la
pobreza y la desigualdad (Torres 2010). El
país que más fielmente aplicó las políticas
neoliberales fue el primero de la eurozona en
entrar en recesión y, para salir de ella, aplicó
más de lo mismo.
La Troika puso en marcha un programa
de rescate para Irlanda que duró tres años
(2010-2013) y consistió en 85.000 millones
de
euros
para
la
banca
irlandesa
(reestructurada) a cambio de más recortes y
la consolidación fiscal —que el país no gaste
más de lo que ingresa—. El fin del programa
llegó en 2013 y la Troika lo reivindicó como
un
éxito
absoluto
de
sus
medidas
estructurales, pero lo cierto es que, en gran
parte, el retorno a la financiación del
mercado irlandés se debió al compromiso del
BCE de comprar bonos de deuda pública de
los países rescatados (Healy et al. 2014: 3032). En julio de 2011, los bonos de la deuda
pública irlandesa fueron calificados como
‘bonos basura’ por la agencia de calificación
de riesgos Moody's y, catorce meses
después, Mario Draghi (el nuevo presidente
del BCE) anunció que, de ser necesario,
pondría en marcha un programa de compra
sin límites de bonos soberanos en el
mercado secundario —el mercado dedicado a
la reventa de valores, como acciones u
obligaciones, que ya han sido emitidos—.
Este programa nunca se estrenó, pero sirvió
para calmar la crisis de la deuda soberana.
El país vivió desde 2009 una emigración
masiva y un fuerte aumento del desempleo y
la pobreza (Healy et al. 2014: 112-120).
Actualmente los datos macroeconómicos
irlandeses son ligeramente positivos —con el
paro en el 9,7 % de la población activa y la
deuda pública en el 109,7 % del PIB—, el
conflicto lo encontramos a la hora de sacar
conclusiones en torno a esos datos. Vincenç
Navarro (2015) saca a relucir el debate
existente en el mundo anglosajón sobre la
eficacia de las políticas de austeridad en la
recuperación
económica:
a
un
lado
encontramos
posturas
como
la
del
historiador escocés Niall Ferguson, quien
Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015)
10
defiende que sí que han sido eficaces; al
otro, posturas como la de Robert Skidelsky,
quien opina que dichas políticas solo han
retrasado el crecimiento económico mientras
causaban (y causan) el sufrimiento de gran
parte de la ciudadanía. Es decir, la polémica
es si la recuperación económica que se
empieza a vislumbrar en algunos de los
países afectados por la Gran Recesión es
‘gracias a’ o ‘a pesar de’ las políticas de
austeridad. Este debate es especialmente
relevante en los casos de Irlanda, España y
Portugal.
4.2.2. España
La Gran Recesión tuvo una serie de
particularidades en España que la agravaron
considerablemente: el estallido de la burbuja
inmobiliaria, la crisis bancaria de 2010 y la
crisis sociopolítica que comenzó. Durante el
gobierno de Felipe González se desmanteló
el tejido industrial español y durante el
gobierno de José María Aznar se fue
engordando una burbuja inmobiliaria que
estallaría al comienzo de la Gran Recesión,
durante el mandato de José Luis Rodríguez
Zapatero. Fue entonces (en julio de 2008)
cuando, tras varios meses de síntomas
evidentes, el entonces presidente Zapatero
mencionó por primera vez la palabra ‘crisis’.
Tras aprobar un plan de choque y con la
segunda mayor caída histórica de la bolsa, el
país entra en recesión a finales de diciembre
de 2008. Comienza la reestructuración del
sistema financiero y se aprueban medidas de
austeridad económica, recortando el sueldo
a los funcionarios y congelando las
pensiones. Para que entendamos la situación
de la élite del poder económico español por
aquel entonces, cabe señalar que dicha élite,
compuesta por el 0,0035 % de la población,
formaba (y forma) una red interconectada
de grupos financieros y grandes empresas
que controlaba el equivalente al 80,5 % del
PIB español de 2006 (Castroviejo 2008: 14).
En agosto de 2011 el PSOE y el PP
pactan rápidamente y sin previo debate una
reforma de la Constitución que modifica el
artículo 135 de tal forma que hay un techo
de déficit que el Estado no podrá
sobrepasar. Según el antiguo artículo 135, el
Estado español podía emitir deuda pública
para financiarse sin mayores problemas,
pero con la nueva modificación la emisión de
la deuda está supeditada a las condiciones
de déficit estructural de la UE, priorizando
ante todo su pago. El argumento de
Zapatero fue que se requería de tal reforma
por los difíciles tiempos que corrían y su
Juan Jesús Duque Romero
Gobierno
aseguró
no
haber
recibido
presiones internacionales. Pero resultó ser
mentira. Unos días antes de la propuesta de
reformar
la
Constitución,
Jean-Claude
Trichet había enviado una carta al entonces
presidente español en la que instaba al
Gobierno a acometer políticas de ajuste
estructural, haciendo especial hincapié en la
flexibilización del mercado laboral (Zapatero
2013: 405-408). Inmediatamente después
de la reforma constitucional, el BCE empezó
a comprar deuda pública española en el
mercado secundario.
En noviembre de 2011 el PP ganó las
elecciones. Se anunciaron nuevos recortes y,
después de que el nuevo presidente Mariano
Rajoy negase a toda costa que fuese a
producirse ningún rescate, el Gobierno
conservador pidió (en junio de 2012) una
“línea de crédito” al Eurogrupo. El dinero
empleado para el rescate financiero fue un
total de 41.300 millones de euros, teniendo
lugar la última fase de la reestructuración
del sistema financiero español (comenzada
en 2009 con la creación del FROB). En dicha
reestructuración hubo un gran número de
fusiones
y
absorciones
de
entidades
financieras, cuyo resultado fue la práctica
desaparición de las cajas de ahorro: de las
59 entidades financieras comerciales (45
cajas y 14 bancos) importantes en el
sistema financiero español, a mediados de
2013 ya solo quedaban 18 (con solo 2
cajas). Las cajas de ahorro pasaron de
representar el 50 % del volumen total de
negocio del sistema financiero español (en
2009) a prácticamente desaparecer (Climent
2013: 137). Pero los intereses de los
pequeños ahorradores no se tuvieron en
cuenta en esta reestructuración, un claro
ejemplo de ello es el caso de los
preferentistas de Caja Madrid. Además, las
medidas penales adoptadas contra los
banqueros y políticos implicados en las
tramas de las entidades financieras fueron
ridículas (o simplemente nulas).
Ahora resumiré la realidad social
española. La irresponsabilidad de los
banqueros hizo que gran parte de los
trabajadores (directos e indirectos) de la
construcción se endeudaran en un país que
fomentaba la compra por encima del
alquiler, por lo que al estallar la burbuja
inmobiliaria los desahucios se convirtieron
en el día a día —en 2012 se llevaron a cabo
101.034 desahucios acordados por los
juzgados, una media de unos 276,8 diarios,
según datos del Consejo General del Poder
Judicial
(2013)—.
El
drama
de
los
desahucios fue unido a uno mayor, el de los
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Factótum 14, 2015, pp. 1-21
suicidios de gente que lo había perdido
todo.17 El oligopolio energético18 y los
recortes en sanidad y educación agravan
todavía más situación. La crisis sociopolítica
ha estado marcada, entre otras muchas
cosas, por la corrupción, las protestas
ciudadanas encabezadas por el 15-M, la
abdicación del antiguo rey Juan Carlos I,19 el
clientelismo político (respondido desde el
sector privado con las “puertas giratorias”),
la ausencia de una separación real de
poderes (siendo especialmente grave la
politización de la justicia) y lo que parece ser
el fin del bipartidismo. Los dos grandes
partidos del país están implicados en casi
todas las grandes tramas de corrupción del
mismo (el Caso Gürtel, los papeles de
Bárcenas, las tarjetas black de Caja Madrid,
los ERE de Andalucía, el Caso Palma Arena,
el Caso Pokemon, la Operación Púnica y el
“caso Rato” principalmente).
Actualmente el PP no para de repetir
datos macroeconómicos que, después de
casi seis años bajando estrepitosamente, se
estabilizan o se recuperan parcialmente en
2015. El nivel de paro español es de los más
altos de Europa, en ocasiones sobrepasando
el cuarto de población activa (en 2012 y
2013). El desempleo juvenil gira en torno al
50 %, los jóvenes y los inmigrantes
abandonan el país y el leve descenso en el
paro general es a costa de la precarización
laboral (INE 2015b). Por tanto, si bien la
variación interanual del PIB ha crecido un
3,1 % en el segundo trimestre de 2015, la
realidad social española sigue siendo muy
mala (pobreza y desigualdad).
4.2.3. Grecia
El caso de Grecia es posiblemente el
más grave de la eurozona, su crisis
económica y social ha llegado a tales
extremos que bien puede ser catalogada
como crisis humanitaria. Cuando Grecia
ingresó en la UE en enero de 2001 tuvo
17
El suicidio es la principal causa de muerte violenta en
España, por encima de los accidentes de tráfico. En 2012 se
quitaron la vida 3.539 personas, la tasa más alta desde 2005 (INE
2014: 7). Pero en 2013 se registró una cifra aún más alta, 3.870
personas (INE 2015a: 5). Parece evidente que este incremento
guarda una correlación con la difícil situación económica que vive
el país.
18
La ONG española FACUA-Consumidores en Acción ha
denunciado que en los últimos diez años (2005-2015) el recibo de
la luz ha subido un 76 % para el usuario medio
(https://www.facua.org/es/noticia.php?Id=9594).
19
Su abdicación (el 2 de junio de 2014) se debió a los
múltiples escándalos que llevan salpicando a la monarquía
española durante los últimos años. Los más sonados fueron: la
millonaria cacería del rey en Botsuana en plena crisis económica
y la imputación (ahora acusación formal) del yerno del rey Iñaki
Urdangarín por el Caso Nóos.
11
lugar un espectacular crecimiento económico
auspiciado por fondos de la UE e inversiones
extranjeras, con altas tasas de crecimiento.
Pero la realidad era que, bajo ese
crecimiento que permitía a Grecia financiar
proyectos, el Estado acumulaba un déficit
del 5 % anual. El gasto excesivo y la
reducción de los tipos impositivos a las
grandes empresas habían hecho que el
Estado griego no solo no ahorrase nada, sino
que quedase endeudado en épocas de
bonanza económica. Y esto pasó factura
cuando en 2008 los bancos estadounidenses
comenzaron a caer (Stuckler y Basu 2013:
136-137). Además, a finales de 2009 y
comienzos de 2010, salió a luz la auténtica
situación económica griega, descubriendo
que era mucho peor de lo que habían
pensado los auditores de la UE: los
dirigentes griegos del partido conservador
Nueva
Democracia
habían
pagado
a
Goldman Sachs20 —uno de los mayores
grupos de banca de inversión y valores del
mundo— cientos de millones de dólares para
organizar transacciones que camuflasen el
endeudamiento de Grecia con la UE en la
década anterior, permitiendo así que Grecia
ingresase en la eurozona. Mario Draghi, el
presidente
del
BCE,
había
sido
vicepresidente para Europa de Goldman
Sachs en el periodo en el que el banco ocultó
el déficit del Estado heleno (de 2002 a
2006). Este fue el punto de partida de la
denominada ‘crisis de la deuda soberana
griega’.
Tras las elecciones de 2009, el nuevo
Gobierno socialista de Yorgos Papandreu,
con la ayuda de las autoridades europeas —
ELSTAT y Eurostat “maquillaron” juntos las
estadísticas—, falsificó el déficit público y la
deuda pública aumentando sucesivamente la
estadística oficial. El propósito era convencer
a la opinión pública para que apoyara el
rescate, presentando una crisis bancaria
como si fuese una crisis de la deuda
soberana. Entonces, en 2010 (con la deuda
pública en torno al 146 % del PIB), la Troika
desbloquea un rescate de 110.000 millones
de euros para Grecia. Pero, aunque los
motivos oficiales fuesen otros, dicho
préstamo iba dirigido a los acreedores
privados y a los bancos, pues la caída de los
bonos griegos habría hecho perder mucho
dinero a bancos franceses —60.000 millones
— y alemanes —35.000 millones— (Comité
20
Goldman Sachs tiene su propia historia de escándalos y
manipulación del mercado internacional, saliendo siempre
indemne de todos ellos (o con una penalización ridícula para lo
facturado) por sus estrechos vínculos con los poderes políticos.
Más sobre esto en Vincenç Navarro y Juan Torres López (2012:
194-200) y, más extensamente, en Marc Roche (2010).
Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015)
12
de la Verdad sobre la Deuda Pública 2015:
19).
En 2011 dimite Papandreu y, tras dos
breves “Gobiernos técnicos transitorios” (no
elegidos por la ciudadanía), se formó un
nuevo Ejecutivo presidido por Antonis
Samarás. Las políticas de ajuste estructural
que exigía la Troika para el nuevo rescate se
habían llevado a cabo rigurosamente, pero la
recesión fue a peor y las agencias de
calificación de riesgos habían catalogado la
deuda griega como ‘bono basura’. El
segundo rescate tuvo lugar en febrero de
2012 (unos meses antes de la llegada de
Samarás al poder) y consistió en un
préstamo de 130.000 millones de euros que
fue diseñado para minimizar las pérdidas del
sector financiero. Se reestructuró la deuda
griega en beneficio de la banca y el BCE
compró bonos griegos en el mercado
secundario.
La crisis política y social empezó el
mismo mes que el Gobierno socialista del
PASOK aceptó el primer rescate, en mayo de
2010. Pronto, lo que comenzaron siendo
protestas pacíficas, se convirtieron en
disturbios. La huelga general del 5 de mayo
acabó con un saldo de tres muertos cuando
los manifestantes incendiaron una sucursal
bancaria, desde entonces se han sucedido
multitud de huelgas y protestas de todo tipo.
Entre 2009 y 2011, con los desahucios al
máximo, el número de personas sin hogar
aumentó en un 25 %, y los homicidios se
duplicaron entre 2010 y 2011. El FMI había
solicitado expresamente la reducción del
gasto público en medicamentos, exigiendo
recortes significativos en los presupuestos
hospitalarios (se redujo un 40 % el gasto
público
sanitario):
las
empresas
farmacéuticas dejaron de cobrar —o tuvieron
que hacer frente a tantos retrasos en los
pagos que ya eran insostenibles—, las listas
de espera se llegaron a triplicar y empezaron
a escasear medicamentos primarios como la
insulina. La demanda de la sanidad pública
aumentó porque mucha gente ya no podía
pagarse la privada y, al mismo tiempo,
35.000 médicos y funcionarios de la salud
pública fueron despedidos. Esto desembocó
en un sistema sanitario (todavía más)
ineficaz y corrupto. Además, el consumo de
drogas (especialmente heroína) aumentó
considerablemente y hubo un brote de VIH
(Stuckler y Basu 2013: 135-149).
El peso del ajuste estructural se repartió
de forma injusta, recayendo sobre los más
vulnerables —pobres, pensionistas, mujeres,
niños, discapacitados e inmigrantes—; y
todo ello para hacer frente a una deuda
pública ilegítima, odiosa, ilegal e insostenible
Juan Jesús Duque Romero
(Comité de la Verdad sobre la Deuda Pública
2015: 38-56). Hay quienes no ven una
forma de paliar las tremendas crisis griegas
(económica, sociopolítica y humanitaria) que
no pase por el Grexit, la salida de Grecia de
la eurozona, o que simplemente lo
consideran lo mejor posible (Krugman
2015b; Lapavitsas 2015a, 2015b; Bellod
2015). Este dilema dividió al partido que
ganó las elecciones de enero de 2015, la
coalición izquierdista Syriza, que acabó
comulgando con las políticas de ajuste
estructural de la Troika, desbloqueando así
el tercer rescate. El primer ministro Alexis
Tsipras, tras más de cinco meses de duras
negociaciones con el Eurogrupo, acabó
aceptando las condiciones que le exigían y
convocando unas elecciones anticipadas que
volvió a ganar. Tsipras aceptó, entre otras,
las siguientes medidas: tocar prácticamente
todas las denominadas ‘líneas rojas’, a
saber, las pensiones, el mercado laboral y el
IVA; privatizaciones, entre las que destaca la
red eléctrica del país; y la creación de un
fondo de activos privatizables griegos por
valor de 50.000 millones de euros que sirve
como aval a los socios del Eurogrupo. En el
acuerdo no hay nada calificable como éxito
griego, aparte de una promesa no detallada
de reestructuración (que no quita) de la
deuda pública y la permanencia de Grecia en
la eurozona, lo que para algunos es un error.
4.2.4. Portugal
En 2010, el entonces primer ministro
socialista José Sócrates, presentó una serie
de medidas anticrisis que incluían la
reducción del gasto público, el aumento de
los impuestos (del IVA), la bajada del salario
de los funcionarios y privatizaciones de
bienes públicos. Las agencias de calificación
de riesgos bajaron la nota de la deuda
portuguesa y de los grandes bancos del país
y, el 6 de abril de 2011 y después de
haberlo negado varias veces, Sócrates pide
ayuda financiera al MEEF y al FMI. La ayuda
recibida es de 78.000 millones de euros.
En junio hay elecciones anticipadas por
la dimisión de Sócrates y el nuevo
mandatario, el conservador Pedro Passos
Coelho,
continúa
con
la
austeridad
económica.
Robert
Fishman
(2011)
considera que Portugal tuvo una economía
fuerte en la década de los 90 y que se
estaba recuperando favorablemente de la
Gran Recesión, por lo que no necesitaba el
rescate. Para él, el préstamo sirvió para
salvar a los compradores de bonos
soberanos lusos y por una cuestión
ideológica, a saber, tratar de acabar con el
Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015)
Factótum 14, 2015, pp. 1-21
modelo de economía mixta portugués —
empresas estatales, apoyo a las pequeñas
empresas, políticas keynesianas de vivienda,
ayudas a los pobres, etc.—. Fishman
concluye que las agencias de calificación
jugaron un papel fundamental en socavar la
recuperación económica de Portugal y en la
crisis económica y política que vive el país.
Lo que está claro es que fue justo después
del rescate, en mayo de 2011, cuando el
país luso entró en recesión, la más larga que
haya vivido Portugal en democracia.
Los bonos de deuda pública perdieron
considerablemente su valor cuando, a
principios
de
2012,
los
intereses
sobrepasaron el 17 %. Al año siguiente la
crisis económica se suavizó, pero el
Gobierno conservador de Passos Coelho se
vio en un apuro cuando, en julio de 2013,
dimitieron el ministro de finanzas y el
ministro de asuntos exteriores. En 2014 se
llevaron a cabo más políticas de austeridad
(recortando las pensiones) y los inspectores
de la Troika, que llevaban casi tres años
vigilando de cerca al Gobierno portugués,
dieron por finalizada su función. Ahora los
datos macroeconómicos son ligeramente
positivos, registrando un incremento del 1,5
% del PIB anual en el primer trimestre de
2015, pero el país luso ha salido
enormemente empobrecido y con los
funcionarios y los pensionistas en una muy
mala situación por haber cargado con la peor
parte de los recortes.
En lo que respecta a la crisis social,
destacaron
las
huelgas
generales
convocadas durante el periodo de 2010 a
2014, muchas de ellas con cifras históricas
de seguimiento. Las privatizaciones que el
Gobierno luso puso en marcha para cumplir
con los objetivos marcados por la Troika
incluyen empresas públicas que, aparte de
cubrir necesidades sociales, eran un símbolo
importante para el pueblo portugués.
Destacan las siguientes: la empresa de
correos CTT, la gestora aeroportuaria ANA,
la participación estatal en la compañía
eléctrica EDP, Caixa Seguros, la mitad de la
transportadora energética REN y la aerolínea
lusa TAP. La crisis política vino marcada por
el común denominador de los países
mediterráneos, la corrupción. El antiguo
primer ministro José Sócrates entró en
prisión el 21 de noviembre de 2015 acusado
de fraude fiscal. Del mismo modo, el antiguo
presidente del Banco Espírito Santo —el más
importante
de
Portugal,
ahora
reestructurado como Novo Banco—, Ricardo
Salgado, fue acusado en julio de 2014 de
blanqueo de capitales, fraude, abuso de
confianza y falsificación. La caída del Grupo
13
Espírito Santo, perteneciente a una de las
familias más ricas y poderosas de Portugal,
fue consecuencia del que se considera como
el escándalo financiero más grave del país
luso en democracia. Algunos de los
resultados de todo esto son: robos
millonarios de las arcas públicas, subidas en
el precio de la luz y el gas, una sanidad
pública deficiente y de pago, un pésimo
estado de los edificios lusos, una justicia
corrupta y politizada, infraestructuras y
servicios que ya no están al alcance de todos
los portugueses y una ciudadanía harta de la
corrupción (el índice de percepción de la
corrupción es de los más altos de la UE-15).
4.2.5. Italia
Con esa particularidad que caracteriza a
Italia de tener gobiernos breves, con
Ejecutivos que caen a la primera de cambio,
el país ha tenido cuatro primeros ministros
desde que empezó la Gran Recesión (en
menos de una legislatura y media). La
situación económica en Italia empeoró
considerablemente desde el inicio de la
crisis, pero antes de esta tampoco estaba
muy bien. El país transalpino ya registraba
un déficit comercial en el periodo 2004-2007
(alcanzando el -1,32 % del PIB en la balanza
comercial de 2006) y en 2008, cuando
empezó la Gran Recesión, su deuda pública
ya superaba el 100 % del PIB. La agencia de
calificación de riesgos Moody's rebaja la nota
de la deuda italiana y, a finales de 2011, el
bono italiano a 10 años sobrepasó el 7 % de
interés en el mercado secundario —lo que
significa un empeoramiento de la crisis de la
deuda soberana del país—. Para entonces, el
Ejecutivo italiano llevaba tiempo recibiendo
presiones
por
parte
del
Eurogrupo,
principalmente de Angela Merkel (la canciller
alemana) y Nicolas Sarkozy (el entonces
presidente
de
Francia),
para
que
implementase la receta habitual de ajuste
estructural. El primer ministro italiano Silvio
Berlusconi había aprobado una ley de
austeridad y trató de llevar a cabo algunas
de las políticas de ajuste estructural exigidas
por la UE, pero sus socios en el Gobierno, la
Liga
Norte
—un
partido
político
euroescéptico de extrema derecha—, se
negaron a ello.
El 5 de agosto de 2011 llegó una carta a
Berlusconi firmada por los que en aquel
momento eran el presidente del BCE, JeanClaude Trichet, y el gobernador del Banco de
Italia, Mario Draghi (quien, tres meses
después, sustituiría a Trichet en el cargo).
En la carta recomiendan las siguientes
medidas: la plena liberalización de los
Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015)
14
servicios públicos locales, privatizaciones a
gran escala, una reforma laboral, recortes en
el gasto público (pensiones y funcionarios),
control de los gastos de los gobiernos
regionales y locales y una gran reforma de la
administración
pública.
Todo
esto
recomiendan hacerlo antes de septiembre de
2011 a través de decretos-leyes y/o una
reforma constitucional —como la que haría el
Gobierno de España ese mismo mes tras
recibir, ese mismo día, una carta parecida—
(Corriere della Sera 2011). Pero Berlusconi
se negó a acatar estas medidas que le
exigían desde Bruselas y los empresarios y
las patronales italianas empezaron a
presionarle para que comulgase con ellas.
Tras aprobarse la Ley de Presupuestos para
el 2012, hecha en consonancia con tales
reformas estructurales, Berlusconi dimitió.
Entonces, el que era presidente de la
República Italiana (Giorgio Napolitano), en
vez de convocar elecciones anticipadas,
decide formar un Gobierno de transición
encabezado por Mario Monti. 21 El nuevo
Ejecutivo, no elegido por la ciudadanía y
formado principalmente por tecnócratas, es
aprobado en el Parlamento por mayoría
simple
—centroizquierda,
derecha
y
democristianos,
los
grandes
partidos,
votaron a favor—.
El “Gobierno técnico”, que empezó a
gobernar el 16 de noviembre de 2011, tenía
como propósito llevar a cabo las políticas de
ajuste estructural exigidas por la UE. Su
balance de gobierno, que duró menos de un
año y medio, fue el siguiente: la reforma del
mercado laboral, la modificación del sistema
de pensiones, una mayor presión fiscal
(aumento del IVA y reintroducción del IBI
para la primera vivienda) y la reducción del
gasto público en sanidad y educación. El
principal mérito que se le atribuye a Monti es
el de haber evitado un rescate italiano.
Durante todo su mandato la deuda pública y
el paro continuaron aumentando y el país
continuó en recesión, siendo los funcionarios
y los pensionistas los principales afectados
por las reformas. A finales de 2012, el
partido de Berlusconi retira su apoyo al
Gobierno técnico y Monti dimite.
El nuevo Gobierno formado después de
las elecciones generales de febrero de 2013
está compuesto por una coalición liderada
21
Monti, entre otros cargos relevantes, había sido director
europeo de la Comisión Trilateral, un lobby neoliberal fundado por
David Rockefeller; miembro de la directiva del Grupo Bilderberg,
grupo encargado de organizar las reuniones anuales de las
consideradas como las personas más influyentes del mundo;
presidente de Bruegel, un think tank neoliberal ahora presidido
por Jean-Claude Trichet; y asesor de Goldman Sachs durante el
periodo en el que el banco falseó las cuentas griegas.
Juan Jesús Duque Romero
por el centroizquierdista PD.22 El primer
ministro fue Enrico Letta, quien, debido a un
voto de castigo de su propio partido, duraría
en el cargo apenas diez meses. Matteo Renzi
(el denominado como ‘Toni Blair italiano’ por
su escasa ideología izquierdista) le sustituye
como jefe del Ejecutivo, poniendo como
nuevo ministro de economía y finanzas a
Pier Carlo Padoan, ex director ejecutivo del
FMI para Italia, Grecia y Portugal. El
marcado sesgo neoliberal de las políticas del
nuevo Gobierno (flexibilización del mercado
laboral y privatizaciones) ha puesto a los
sindicatos en su contra.
La
actividad
económica
del
país
transalpino se contrajo un 0,4 % y, como
efecto de la prolongada recesión, el PIB de
2014 se situó por debajo de los niveles de
2000, y el PIB per cápita, por debajo de los
niveles registrados en 1997 (Istat 2015a: 1).
A pesar de ello, el Istat (2015a: 2) señala
que hay indicios de una posible recuperación
futura por tres factores internacionales: la
caída del precio del petróleo, la depreciación
del euro y la política monetaria del BCE.23
Como es habitual, hay una gran diferencia
norte-sur en lo que respecta a la pobreza en
Italia (Istat 2015b).
4.3.
Balance sobre la situación actual de
los PIIGS
Antes de nada cabe señalar que no todo
fueron políticas de ajuste estructural durante
la Gran Recesión en Europa. El Plan Europeo
de Recuperación Económica fue la respuesta
de la Comisión Europea (2008: 2-3) ante la
crisis, dicho plan tuvo como objetivos la
creación de empleo, aumentar la protección
social y una mayor inversión económica. El
problema fue la cifra tan ridícula que se
destinó para ello, 200.000 millones de euros
para toda la UE (1,5 % del PIB de la UE).
Para hacernos una idea: el plan de estímulo
duró entre 2008 y 2010, y entre los años
2008 y 2011 la CE aprobó la concesión de
4,5 billones de euros en rescates a las
entidades financieras (36,7 % del PIB de la
UE). Por tanto, la inmensa mayoría de la
deuda de la UE se debe a los rescates
22
Aunque el partido más votado, sin coaliciones posteriores,
fue el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo.
23
El programa de QE que en enero Mario Draghi anunció
(https://www.ecb.europa.eu/press/pr/date/2015/html/pr150122_1.
es.html). Consiste en la compra de deuda soberana en los
mercados secundarios de la eurozona en la misma proporción en
la que participan los bancos centrales nacionales en el capital del
BCE y con el 80 % de las posibles pérdidas asumidas por dichas
entidades nacionales. Esto parece que aliviará (aunque muy
parcialmente) el peso de la deuda en países como España, Italia
o Portugal (no en Grecia), siendo Alemania la principal
beneficiada.
Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015)
Factótum 14, 2015, pp. 1-21
15
bancarios (Oxfam 2013: 7-8). Además, en
2013 la CE aprobó un Paquete de Inversión
Social que no llegó a materializarse en nada
concreto.
La CE envía un mensaje a los Gobiernos
del sur de Europa para que prioricen las
cuestiones macroeconómicas, dejando en un
segundo plano las políticas dirigidas a
combatir
directamente
la
pobreza
y
reduciendo así su responsabilidad social
(Cáritas Europa 2015: 14). La pobreza y la
desigualdad que actualmente hay en los
PIIGS marcan una enorme brecha con los
países del norte de Europa. Los siguientes
gráficos ilustran esto con claridad:
Fuente (derecha): Equipo de Análisis
Económico de la FEC a partir de datos
de Eurostat.
El índice de Gini mide la desigualdad (en
la renta disponible), cuanto más se acerque
al 100 más desigual es el país. El siguiente
enlace muestra de forma actualizada los
datos del índice de Gini en Europa:
http://appsso.eurostat.ec.europa.eu/nui/s
how.do?dataset=ilc_di12
Fuente (abajo): AFP a partir de datos
de Eurostat.
Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015)
16
Juan Jesús Duque Romero
Fuente (arriba): GfK —compañía de
investigación de mercados alemana—
El mapa muestra coloreado el poder
adquisitivo
europeo
en
2014
por
provincias/regiones:
si
tomamos
en
consideración la UE-28, observamos el índice
de poder adquisitivo más bajo en los países
del este de reciente incorporación a la UE
(azul
oscuro,
azul,
verde).
Pero
si
consideramos la UE-15 se ve claramente el
contaste norte-sur, los PIIGS tienen el índice
de poder adquisitivo más bajo (verde, verde
claro, amarillo). Este contraste se ve incluso
dentro de los PIIGS, pues en algunas
regiones norteñas el índice es mayor
(amarillo, naranja, e incluso rojo).
La pobreza en los PIIGS ha aumentado
muy significativamente desde el comienzo
de la Gran Recesión, destacando los
alarmantes datos de pobreza infantil
(UNICEF 2014); y los mayores índices de
desempleo se registran en las regiones
mediterráneas
(Eurostat
2014:
98).
Fernando García Quero saca a relucir los
grupos de poder (BCE, agencias de
evaluación, multinacionales, bancos, FMI,
BM) que, bajo el supuestamente neutro y
abstracto calificativo de ‘los mercados’, han
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Factótum 14, 2015, pp. 1-21
influido a su favor en el rumbo político de las
democracias. El resultado es el aumento de
las desigualdades y la pérdida de soberanía
de los Estados. En el caso concreto de los
PIIGS, las medidas adoptadas para paliar la
crisis han desembocado en un enorme
retroceso en los derechos humanos de
segunda generación (económicos, sociales y
culturales). Desmantelar el Estado de
Bienestar supone una involución en los
derechos humanos, y esto es precisamente
lo que ha ocurrido en el sur de Europa
(García-Quero 2014: 460-466).
Todos estos resultados eran evidentes
desde la filosofía, pues un razonamiento
inductivo básico nos muestra que de
episodios históricos similares (observaciones
particulares) podemos inducir un resultado
similar (conclusión general). Hay otras
formas más fuertes de definir la inducción,
pero aquí me refiero a ella simplemente
como criterio epistemológico que nos
permite sacar conclusiones generales, para
lo que es necesario concebir la economía
como economía política e histórica, pues las
observaciones
particulares
nos
las
proporciona la historia. Es decir, solo hace
falta leer la sección 3.2. para saber qué iba a
pasar en el sur de Europa en la Gran
Recesión.
Por último, un breve comentario sobre el
papel jugado por el FMI: si bien la institución
ya acumulaba un alto número de errores
anteriormente, el FMI no ha acertado en
prácticamente ninguna de sus predicciones
durante la Gran Recesión. Teniendo en
cuenta que en la institución trabajan
economistas
de
bastante
prestigio,
posiblemente
el
objetivo
de
estas
predicciones no sea más que tratar de
generar confianza en los inversores y
funcionar
a
modo
de
profecías
autocumplidas. El propio Oliver Blanchard
(Blanchard y Leigh 2013), economista jefe
del FMI, admitió que la austeridad es mala
para el crecimiento económico.
5. Conclusiones
En la anécdota que cuenta Yanis
Varoufakis
(2012:
23)
los
mejores
economistas neoliberales no vieron venir la
crisis porque cometieron el error de creerse
su propia teoría (la carga teórica de la
observación), pero posiblemente los jugosos
beneficios que se llevaban cosechando
durante años en las finanzas internacionales
y en las distintas burbujas inmobiliarias
también jugaron un importante papel a la
hora de acallar a empresarios, economistas
y políticos ante la evidencia del riesgo
17
inminente. La ideología neoliberal se olvida
de antiguos objetivos políticos como el pleno
empleo y la redistribución de la renta para
obsesionarse con la lucha contra la
inflación.24 Si bien la inflación es un
fenómeno muy importante a tener en
cuenta,
centrarse
exclusivamente
en
combatirla
responde
a
objetivos
no
declarados de los más pudientes, a saber,
reducir el dinero en circulación y flexibilizar
el mercado laboral (Navarro y Torres 2012:
96-98). Queda claro que, en esta lucha
antiinflacionaria, es indiferente el impacto
social de las medidas adoptadas.
Es cierto que las políticas de austeridad
se pueden emplear para racionalizar el gasto
público del Estado —de hecho, se pueden
lograr los mismos (o mejores) resultados
con un menor gasto mejorando la eficiencia,
lo que es especialmente necesario en
sistemas corruptos e incompetentes—, pero
es evidente que tienen unas consecuencias
sociales nefastas si no se logra tener éxito
en dicho proceso de mejora. A lo largo del
artículo hemos podido ver claramente estas
consecuencias, siendo especialmente grave
la relación entre la austeridad económica y
ciertos problemas en la salud pública.
La conclusión obvia es que este tipo de
políticas debería ser la última opción de un
Gobierno, sobre todo si tiene otras. Y de
hecho hay alternativas para salir de la crisis
que no pasan por la austeridad económica,
las cuales están planteadas desde un
diagnóstico distinto al oficial —en el que las
causas de la crisis son las políticas (y
actitudes) neoliberales, por lo que sería
absurdo seguir haciendo lo mismo si se
busca el bien común—. Estas otras
alternativas proponen reforzar el sistema de
coberturas
sociales
y
controlar
la
especulación financiera (Navarro et al. 2011;
Oxfam 2013; EconoNuestra 2014; Healy et
al.
2014;
García-Quero
2014).
Pero
obviamente el verdadero objetivo de las
políticas de ajuste estructural no es superar
la crisis, sino seguir la hoja de ruta marcada
por el Consenso de Washington (es una
cuestión ideológica). Se trata de cambiar las
24
Es en esto, en luchar contra inflación, en lo que centra su
política monetaria el BCE. Aunque puede ser prestamista de
última instancia para la banca, no puede serlo en los mercados
primarios —los mercados en los que se emiten los valores— de
deuda pública. Esto es para algunos un gran error (De Grauwe
2010). Pero lo cierto es que el BCE sí que ha comprado deuda
pública en el mercado secundario en contadas ocasiones,
ejemplos de ello son las compras de deuda soberana de los
PIIGS de 2010-2012 y el programa de QE de 2015. Es decir, que
el BCE no puede (por restricción de su propia normativa) comprar
deuda pública directamente a los Estados, pero sí que puede
comprársela (con mayores intereses y de segunda mano) a
bancos e inversores privados que la han adquirido en el mercado
primario.
Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015)
18
Juan Jesús Duque Romero
democracias europeas de tal forma que
respondan al beneficio de los más ricos
(Lapavitsas
2013;
Gorraiz
2015;
El
Confidencial 2015).
Como conclusión final, la idea de que el
dinero es simplemente un instrumento de
cambio, neutro y totalmente apolítico, no es
más que un mito. Este mito, que constituye
el relato oficial de la denominada como
‘economía ortodoxa’, consiste en decir que el
dinero es exclusivamente un instrumento
surgido para superar la fase del trueque y
facilitar los intercambios comerciales, por lo
que tiene un carácter apolítico. Pero el
dinero sí que tiene una naturaleza política
que otorga poder a quien lo crea,25 a quien
controla su valor y a quien decide a quién
dárselo (Navarro y Torres 2012: 65-67). Sin
entrar en conclusiones muy polémicas para
los escasos datos presentados a su favor,
considero oportuno señalar que la política
monetaria es una de las partes más
importantes del poder político y que por ello
debe responder al interés de la mayoría
social. Hemos visto cómo los Gobiernos del
sur de Europa caían por no responder
favorablemente a las demandas del BCE, y
en
su
lugar
colocaban
a
“técnicos
independientes”. Además, instituciones como
el BCE y el FMI, las cuales tienen la
posibilidad de prestar dinero (ya sea porque
lo emitan, ya sea porque lo consiguen a
través de cuotas u otros mecanismos), son
las que ponen las condiciones del préstamo,
condiciones políticas a Estados soberanos.
En el caso del BCE, esto desmonta el dogma
neoliberal de “la independencia del banco
central” —para controlar correctamente la
inflación, el banco central ha de ser un
organismo público exclusivamente técnico e
independiente del Estado y de sus decisiones
—: en los PIIGS el BCE ha funcionado (y
funciona) a modo de Gobierno no elegido
democráticamente.
BM
Banco Mundial
CDO
Collaterized Debt Obligation
CDS
Credit Default Swap
CE
Comisión Europea
DTEU
Departamento del Tesoro de los
Estados Unidos
EEUU
Estados Unidos
EJE
Entidad Jurídica Especial
ELSTAT
Autoridad Helena de Estadística
ERE
Expediente de Regulación de Empleo
Eurostat Oficina Europea de Estadística
FACUA
Federación de Asociaciones de
Consumidores y Usuarios de Andalucía
FEC
Fundación por la Europa de los
Ciudadanos
FEEF
Fondo Europeo de Estabilidad
Financiarea
FMI
Fondo Monetario Internacional
FROB
Fondo de Reestructuración Ordenada
Bancaria
GfK
Gesellschaft für Konsumforschung
IBI
Impuesto sobre Bienes Inmuebles
INE
Instituto Nacional de Estadística
(España)
IRPF
Impuesto sobre la Renta de las
Personas Físicas
Istat
Istituto Nazionale di Statistica (Italia)
IVA
Impuesto sobre el Valor Añadido
MEEF
Mecanismo Europeo de Estabilidad
Financiarea
OMC
Organización Mundial del Comercio
ONG
Organización No Gubernamental
PASOK
Movimiento Socialista Panhelénico
6. Índice de abreviaturas
PCUS
Partido Comunista de la Unión
Soviética
En el siguiente listado aparecen todas
las abreviaturas utilizadas en este artículo:
PD
Partido Democrático
PIB
Producto Interior Bruto
AFP
Agence France-Presse
PP
Partido Popular
BCE
Banco Central Europeo
PSOE
Partido Socialista Obrero Español
BI
Banco de Inglaterra
QE
Quantitative Easing
Syriza
Coalición de la Izquierda Radical
UE
Unión Europea
UE-15
Los 15 países de la UE con un mayor
desarrollo económico
25
Un factor decisivo en la crisis fue la posibilidad de la banca
privada de crear dinero fiduciario —dinero creado sobre una
promesa de pago; en este caso, de un banco privado al emitir una
línea de crédito o dar un préstamo—. Por eso, en marzo de 2015,
el Gobierno islandés (Sigurjonsson 2015) puso sobre la mesa la
propuesta de restringir la creación de dinero al banco central.
Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015)
Factótum 14, 2015, pp. 1-21
19
UE-28
Los 28 países miembros de la UE
URRS
UNICEF
United Nations International Children's
Emergency Fund
Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas
VIH
Virus de Inmunodeficiencia Humana
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