Un hecho histórico indiscutible: El Milagro del Sol en Fátima

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Un hecho histórico indiscutible:
EL MILAGRO DEL SOL EN FÁTIMA
Un extracto de una alocución proferida por el Dr. Peter Chojnowski en nuestra conferencia
Sólo el Papa puede salvar Washington, el 22 a 24 de septiembre de 2015.
por Peter Chojnowski, Ph.D.
La prensa masónica atestigua
la verdad del milagro
Cuando buscamos fuentes fidedignas acerca de acontecimientos históricos, es
siempre mejor consultar aquellas que no tienen un “perjuicio” o “interés personal” sobre los
acontecimientos. Si atestiguan la verdad de la pretensión histórica, esta es así reforzada
inconmensurablemente. Si, además, los testigos son profesionalmente hostiles y a pesar de
esto, atestiguan la verdad de las pretensiones de sus adversarios, el testimonio tiene un
valor incalculable. Tenemos este tipo de testimonio en el informe de Avelino de Almeida,
el Jefe de Redacción de O Seculo, un diario masónico de Lisboa que era liberal y
anticlerical. Sr. Avelino de Almeida fue incluso testigo ocular a los acontecimientos en la
Cova da Iria.
A este testimonio de anticatólicos, agregamos el testimonio de la Iglesia. La
investigación oficial sobre este milagro empezó en noviembre de 1917. Monseñor Vidal,
que estaba dirigiendo la diócesis de Lisboa, instruyó al párroco para que lanzase una
investigación inmediata acerca del caso.
Por lo tanto, la Iglesia, desde el inicio, investigó las intenciones y entrevistó a los
testigos. La investigación llegó a su conclusión cuando Monseñor José Alves Correia da
Silva, Obispo de Fátima oficialmente aprobó la aparición como siendo digna de fe. Esto no
podría haber sido difícil, porque, a diferencia de la mayoría de acontecimientos históricos,
los eventos del 13 de octubre en Fátima tuvieron incontables testigos cuyos testimonios
concuerdan y que han dejado innumerables documentos.
Los incontables reportes de los acontecimientos de aquel día de octubre se
documentaron meticulosamente desde el inicio hasta nuestro tiempo actual. Los informes
de los acontecimientos se publicaron durante décadas cuando los testigos oculares aún
vivían, dejando abierta la posibilidad de que pudiesen ser refutados por estos testigos
oculares. Habrían podido oponerse cuando se publicaron, pero nadie lo hizo. Efectivamente
en el 60º aniversario del Milagro del Sol, había unos 30 testigos oculares que podrían
atestiguar todavía los acontecimientos de aquel día.
1
Lo que también refuerza la veracidad de las pretensiones acerca del Milagro del Sol
es que el milagro ese día fue visto por unas 70,000 personas. El testimonio de ellas es
unánime. Sin embargo, ¿quiénes eran los testigos, aparte de nuestro periodista masónico,
Avelino de Almeida? ¿Había tan sólo campesinos católicos portugueses asistiendo a este
milagro predicho?
Pues bien, la respuesta es, evidentemente, no. El historiador portugués, Leopoldo
Nunes, que estaba presente en ese lugar el 13 de octubre, dice: “Al momento del gran
Milagro estaban presentes algunos de los eruditos más ilustres, de las artes y de las
ciencias, y casi todos ellos eran incrédulos que habían venido a causa de la curiosidad,
llevados allá por la predicción de los videntes. Hasta el Ministro de Educación del gobierno
masónico estaba presente”.1
Así, muchos de los anticatólicos que se perpetraron haber estado ausentes en los
milagros estuvieron, de hecho, presentes en Fátima en el momento del Milagro. Aquí
tenemos a Nuestra Señora, a petición de Lucía, procurando confirmar a los incrédulos la
autenticidad de Su mensaje de Fátima.
Otra vez, volvamos al reporte de los acontecimientos milagrosos de ese día del 13
de octubre que nos ha dado Avelino de Almeida, testigo que se auto-proclama anticatólico.
Merece la pena notar que los redactores de los otros periódicos anticlericales atacaron al Sr.
Avelino de Almeida a causa de su informe. Pero aún ante la crítica de sus camaradas no se
retractó de su testimonio. De hecho, 15 días después del artículo original del Milagro,
publicó otra historia sobre los hechos, esta vez ilustrándola con 12 fotos de las multitudes
presentes durante el transcurso del Milagro del Sol. A lo largo de este artículo, Avelino de
Almeida apenas seguía repitiendo, ¡“Yo lo he visto…Yo lo he visto…Yo lo he visto”!2
Testimonio del Dr. Almeida Garrett
Vamos a citar del artículo de Avelino Almeida, añadiendo también el informe que
fue obtenido por el Padre Formigão de otro testigo ocular, el Dr. José María de Proença de
Almeida Garrett, hijo del Profesor Gonçalo Xavier de Almeida Garrett de la Facultad de
Ciencias de la Universidad de Coímbra.
La historia para el Dr. Garrett empieza el 12 de octubre de 1917, cuando llega a
Fátima para “ver” el incumplimiento de la profecía de un milagro. Aquí, el incrédulo – que
estaba obviamente impresionado por la fe de los creyentes, dice; “…Por el camino se topan
1
Ver Nunes, Leopoldo, Fátima: História das aparições de Nossa Senhora do Rosário aos pastorinhos da
Cova da Iria, 1ª ed., Lisboa, Tipografia Luzitania, 1927, 2ª ed. 1927; 3ª ed. 1928, 3ª ed. 1930.
2
Kramer, P. Paul, La última batalla del diablo, Cap. 1, traducción castellana, en
http://www.devilsfinalbattle.com/span/ch1.htm Ver en su portugués original, el artículo completo de Sr.
Avelino Almeida publicado el 15 de octubre de 1917 en O SÉCULO en P. Antonio Maria Martins S.J., Novos
Documentos de Fátima, Livraria Apostolado da Imprensa, Porto, 1984, págs. 52-56
2
los primeros grupos que marchan en dirección al lugar santo, distante más de veinte
kilómetros bien medidos…Hombres y mujeres van casi todos descalzos, ellas con el
saquito a la cabeza, además de los zapatones; ellos apoyándose en los gruesos bastones y
provistos cautelosamente de paraguas. Diríamos que iban completamente ajenos a cuanto
veían, sin preocuparse para nada ni del paisaje que tal vez desconocían, ni de los demás
viandantes, como si estuvieran sumergidos en un sueño, rezando en melancólico tono el
santo Rosario…Una mujer entona la primera parte del Ave María, la salutación; los
compañeros, a coro, continúan con la segunda parte, la súplica. Con paso seguro y
cadencioso pisan el embarrado camino, entre pinos y olivos, para llegar antes de la noche al
lugar de la Aparición, donde bajo el relente y a la luz fría de las estrellas, proyectan dormir,
ocupando los primeros puestos junto a la encina bendita para poder ver mejor al día
siguiente”.3
Qué conmovedora crónica. Debía de estar profundamente emocionado por lo que
había visto. Podemos apenas adivinar su actitud. Tal vez sintiese lástima por lo que pensaba
que serían las esperanzas patéticas de la gente.
Toda la noche había llovido. Hubo un cambio en el tiempo de lo que había ocurrido
más temprano en la estación del otoño. Fue como si Nuestra Señora estuviese
perfectamente manejando el palco del escenario para enfatizar el milagro. La lluvia
transformó los caminos polvorientos en lodazales de barro. ¿Qué es lo que dice el Dr.
Garrett cuanto a la respuesta de la gente a en estas condiciones adversas? “Los devotos
prosiguen indiferentes a todo lo que no sea el objetivo de su romería”.4
Llegó el día del 13 de octubre. El Dr. Garrett continúa: “Hacia las diez el sol se
entolda completamente y no tarda en comenzar a llover y llover bien. Las mangas de agua,
batidas por un viento agreste, fustigan los rostros, encharcando el camino empedrado y
calando hasta los huesos a los caminantes desprovistos de sombreros u otras defensas. Pero
nadie se impacienta o desiste de proseguir…Pero el grueso de los grupos, millares de
personas…se congregan en torno de la pequeña encina que, al decir de los pastorcitos, la
Visión ha escogido por su pedestal…”5
Lo que nos da asombro sobre el milagro del sol es la especificidad de Nuestra
Señora, tal como Dios mismo es tan especifico en todo lo que hace. Dios no meramente
crea, sustenta, o guía en “lo general”. Nuestra Señora dijo en julio de 1917 que obraría un
3
Citado textualmente de la traducción castellana ya existente de la obra del P. João de Marchi, Era una
Señora más brillante que el sol, Edições Missões Consolata, 2496 Fátima, 9ª Edición, págs. 156-157. Ver en
su portugués original el testimonio de Dr. Garrett en P. Antonio Maria Martins S.J., Novos Documentos de
Fátima, Livraria Apostolado da Imprensa, Porto, 1984, págs. 60-63, Cf. Santuário de Fátima, Documentação
Crítica de Fátima, Vol II, 1999, págs. 235-237
4
P. João de Marchi, pág. 157
5
Ibid, págs. 157-158
3
milagro a mediodía el 13 de octubre. Pero ahora es después de mediodía, ¿cómo podemos
decir que la promesa de Nuestra Señora está siendo cumplida? Aquí es necesario decir que
el gobierno portugués, a causa de su beligerancia con Francia y Gran Bretaña durante la
Primera Guerra Mundial, decidió que los relojes deberían de adelantarse 90 minutos para
que Portugal estuviese en el mismo huso horario como sus compañeros beligerantes. El 13
de octubre de 1917, la 13:30 era realmente mediodía, hora solar.
La hora del milagro se aproximaba. La presencia de los videntes se anuncia poco
tiempo antes del momento programado de la aparición y milagro; llegan aproximadamente
media hora temprano. Las niñas Jacinta y Lucía, coronadas de flores, son llevadas al lugar
donde la plataforma ha sido edificada. Cuando Lucía les pide – mejor dicho, les manda –
cerrar sus paraguas en la lluvia torrencial, algo que va en contra de la intuición, la orden es
transmitida y ejecutada inmediatamente sin resistencia. Y después esperan. ¿Y si no
hubiese un milagro? Pero sí, hubo.
Cerca de las 13:30h, un sacerdote, que estaba próximo a los niños y que había
esperado desde la noche anterior, comenzó a impacientarse. “El mediodía ya ha pasado.
¡Nuestra Señora no es mentirosa! ¡Vamos a ver!” Pasaron algunos minutos sin que nada
sucediese salvo la lluvia a cántaros que caía sobre los millares descubiertos. El sacerdote
mira otra vez el reloj y dice: “El mediodía ya ha pasado: ¡Esto no es más que una ilusión!
¡Fuera de aquí!”
Ante este escepticismo y duda, Lucía rehusó salir. Era mediodía, y entonces el
sacerdote comenzó a empujar con las manos a los tres niños. Pero la simple fe de Lucía
tomó control y le dijo llorando: “El que quiera que se vaya, ¡que yo no me voy! Yo estoy en
lo mío...Nuestra Señora dijo que vendría… Otras veces ha venido y ahora también vendrá”.
En ese momento Lucía miró al oriente y dijo a Jacinta: “Jacinta arrodíllate, que ya
viene Nuestra Señora. Ya he visto el relámpago”. Según el reporte de Sor Lucía, el
sacerdote impaciente “se calló, muy calladito, y no lo vi más”.6 En este momento el milagro
comenzó. He aquí las etapas del Milagro del Sol:
La lluvia para
Lo que es verdaderamente maravilloso acerca de este Milagro es que Nuestra
Señora perfectamente “dirigió el palco del escenario” del acontecimiento entero. Cada
aspecto del milagro fue orientado para acentuar la naturaleza milagrosa del fenómeno. El
Dr. Garrett informa que mientras “el cielo sin brillo y pesado tenía un color parduzco
cargado de agua, amenazando un prolongado aguacero” y que durante el tiempo de la
aparición, la lluvia cesó del todo. El cielo clareó de repente: “Momentos antes, el sol había
6
Ibid, págs 159-160
4
penetrado triunfalmente por los espesos nubarrones que lo escondían, y brilló clara e
intensamente”. Ese repentino cambio de tiempo cogió a todos de sorpresa.7
El Dr. Pereira Gens relata sencillamente, “de momento la lluvia paró;
repentinamente paró”, por supuesto, al momento exacto que había sido vaticinado para el
milagro.
La visión del sol
¿Por qué “la visión del sol”? Porque en este momento al contrario del fenómeno
normal, todos – y esto es un testimonio unánime sin contradicción – podrían mirar al sol
clara y directamente, y sin bizquear o cerrar los ojos. Nadie necesitaba volver la cara.
Esto es lo que dice el redactor de O Seculo: “Y se asiste entonces a un espectáculo
único e increíble para quien no lo ha presenciado. Desde lo alto de la carretera...se vio a
toda la inmensa multitud volverse al sol, que se presenta en el cenit libre de nubes. El astro
parece una placa de plata opaca y es posible fijarse en su disco sin el menor esfuerzo”.8
El Dr. Garrett, sin embargo, hizo esta observación: “Pude verlo [el sol] semejante a
un disco nítido de luz viva, luminosa y luciente, pero sin molestar. No me pareció buena la
comparación que en Fátima oí hacer, de un disco de plata opaca. Porque tenía un color más
claro, activo y rico y además con cambiantes como una perla…Se sentía que era un astro
vivo…Parecía una rueda bruñida cortada en el nácar de una concha…Maravillosa cosa que
pudiera fijarse largo tiempo en el astro, llama de luz y brasa de calor, sin el menor dolor en
los ojos y sin ningún deslumbramiento en la retina que cegase.9
El baile del sol
Se piensa que sería suficiente esto, la capacidad de mirar el sol sin volver la cara,
pero Nuestra Señora quería demostrar su poder de un modo más convincente. Por eso este
sol que todos los testigos podrían observar sin irritación “bailó”. Fue llamado por muchos
de los campesinos presentes: “El Baile del Sol”. El Sr. Avelino Almeida escribió cuanto a
este “baile”: “El sol se agita y tiene movimientos bruscos nunca vistos, fuera de todas las
leyes cósmicas; el sol baila según la típica expresión de aquella sencilla gente…confiesa
que vio agitarse…giró sobre sí mismo como una rueda de fuegos…”10
7
Kramer, P. Paul, La última batalla del diablo, Cap. 1, traducción castellana en
http://www.devilsfinalbattle.com/span/ch1.htm
8
P. João de Marchi, pág. 167
9
Ibid pág. 168
10
Ibid, pág 167
5
El Dr. Garrett agrega: “Este disco tenía el vértigo del movimiento. No era el
centelleo de un astro en plena vida. Giraba sobre sí mismo con una velocidad pasmosa.”
También, “el sol rodeado de llamas muy vivas…tomaba todos los colores del arco iris…era
como un globo de nieve que rodaba sobre sí mismo.”
Según Tio Marto, el Padre de Jacinta y Francisco, “De improviso el sol se para y
comienza a danzar y bailar; y otra y otra vez comienza a danzar y a bailar… Parecía como
si se oscureciese e iluminase sucesivamente.”11. Este “baile” que fue visto por 70.000
testigos se repitió tres veces durante el transcurso del milagro que duró 10 minutos.
Todos los colores del arco iris
Con el Baile del Sol otra cosa empezó a suceder. El paisaje, y todo incluido en él,
comenzó asumir, en sucesión, todos los colores del arco iris. El Dr. Garrett atestigua:
“Durante el accidente solar…hubo en la atmósfera coloridos cambiantes…Miré lo que
estaba cerca y alargué mi vista a lo lejos, y todo lo vi color de amatista. Los objetos, el cielo
y la atmósfera tenían el mismo color…Al poco oí a un campesino que decía espantado: —
¡‘Esta señora está amarilla!’ Realmente, todo iba cambiando, de cerca y de lejos,
tomando el color de hermosos damascos amarillos. Las personas parecían enfermas de
ictericia… Mi mano tenía el mismo color amarillo.”
El mismísimo reporte proviene de otro testigo, María del Carmen Marqués da Cruz
Meneses: “[El sol] tomaba todos los colores del arco iris. Todos nos hicimos con el mismo
colorido; nuestros semblantes, nuestros vestidos, la misma tierra”.12
La caída del Sol
Ahora llegamos a la parte del milagro que hizo a muchos de los presentes en la
Cova da Iria creer que el mundo se estuviese acabando – tan impresionante era el
aterramiento de la experiencia. Fue claramente el aviso de Nuestra Señora de que el
Mensaje de Fátima no era apenas un “mensaje” sino también, un aviso muy grave.
Lo que sucedió en esa fase del milagro es lo que se llama “la caída” del sol. “De
repente se oyó un clamor, como un grito de angustia de toda aquella gente. El sol,
conservando la celeridad de su rotación, se destaca del firmamento, y avanza sanguíneo
sobre la tierra amenazando aplastarnos con el peso de su ígnea e ingente mole. Fueron
momentos de terrorífica impresión”. 13
11
Ibid pág. 165
12
Ibid, pág. 170
13
Ibid, pág. 168
6
Otra vez, “el sol empezó a mover y bailar hasta que pareció que estuviese
despegado del cielo y cayendo sobre nosotros. ¡Fue un momento terrible”! “Pareció como
una rueda de fuego pronta para caer sobre la gente”.
El Sr. Alfredo da Silva Santos informa: “El sol comenzó a bailar y a agitarse hasta
que, a, cierta altura, pareció que se desprendía del firmamento y, en ruedas de fuego, se
precipitaba sobre nosotros.14
Aunque muchos millares temían la muerte inminente y estaban haciendo sus
preparaciones finales para ese fin, el milagro no fue el fin, sino un aviso y muestra de la
misericordia de Dios y poder intercesor de la Madre de Dios – porque el sol regresó a los
cielos.
Toda la ropa de la gente se secó
Y después del Milagro final, hubo la última manifestación del conocimiento y amor
íntimo que Dios y Su Bendita Madre tienen para con la humanidad y especialmente los
fieles piadosos. Escribe el Padre Lorenço: “Esta enorme muchedumbre estaba empapada,
porque había llovido sin cesar desde el amanecer. Pero – aunque esto parezca increíble –
después del gran milagro todos se sentían confortables, y hallaron su ropa seca, un tema de
asombro general… La verdad de este hecho ha sido garantizada con la mayor sinceridad
por decenas de personas absolutamente fidedignas que he conocido íntimamente desde mi
niñez, y que están vivas aún [en 1937]”.
Tenemos el testimonio del Dr. Pereira Gens: “recuerdo aún la sensación deliciosa
que me dio está caricia calurosa del sol… [Sentí] mi ropa casi seca ahora, aunque estaba
completamente empapada hace poco”.
14
Ibid, pág. 170
7
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