INFORME LEY DEL TRABAJADOR AUTONÒMO 21 DE MARZO DE 2009 1 INDICE. Profesionales autónomos. • Definición. • Características. Trabajadores autónomos dependientes. • Definición. • Contrato profesional. Situaciones anómalas. • Características. • Consecuencias legales. Trabajador autónomo. 2 El trabajador autónomo es aquella persona que realiza, de forma habitual, personal y directa, por cuenta propia y fuera del ámbito de dirección y organización de otra persona, una actividad económica o profesional a título lucrativo, den o no ocupación a trabajadores por cuenta ajena. Las características que configuran la actividad del profesional autónomo son, precisamente, las contrarias a las de un trabajador por cuenta ajena. Éste realiza un trabajo retribuido, independientemente del resultado final del mismo, dentro del ámbito de organización y dirección de otra persona, física o jurídica. En definitiva, el profesional autónomo desarrolla su actividad con total libertad de organización y decisión, y, si bien percibe un precio por sus servicios, corre con el riesgo del resultado final, es decir, de no realizar el servicio o realizarlo incorrectamente, la otra parte contratante no estaría obligada a cumplir con el pago. El Estatuto del Trabajador Autónomo también regula otro tipo de situaciones, enmarcadas dentro del Régimen Especial de Trabajadores Autónomos de la Seguridad Social, pero, a diferencia del profesional autónomo, esta afiliación está condicionada por un requisito personal (familiares colaboradores de autónomos, socios de sociedades, en función de la participación social, ...) Haciendo un rápido repaso a las obligaciones legales de los profesionales autónomos, hemos de decir que: - Deben tramitar su alta y variaciones en Declaración Censal (modelo 036). - Deben tramitar su alta y variaciones en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomo, teniendo derecho a la acción protectora de la Seguridad Social a partir de este momento. Progresivamente, el campo de la acción protectora de los profesionales autónomos se ha ido ampliando hasta alcanzar los niveles de los trabajadores de Régimen General. No obstante, queda un escollo importante, la protección por desempleo. La protección por desempleo, tiene como finalidad, garantizar unos ingresos mínimos para aquellos trabajadores que se han quedado sin 3 empleo, sin tener responsabilidad directa en ello. Resulta un poco difícil de encuadrar esta situación cuando el profesional autónomo trabaja para sí mismo, al menos en teoría. Parece ser que los estudios realizados por la Administración respecto de la protección por desempleo en los autónomos, serían para casos muy concretos y limitados, aquellos en los que el profesional autónomo con edad cercana a la jubilación, no pudiera optar a ella y se encontrara con la necesidad de cesar en su actividad, por situaciones de crisis general o coyuntural. Asimismo, no hay que olvidar que, una normativa poco estricta, podría dar lugar un elevado fraude. Además, cualquier ampliación de las coberturas sociales, como lo sería la prestación por desempleo, pasa por un incremento en las cuotas ingresadas mensualmente. No podemos acabar esta introducción sin hacer una breve mención a la Ley 20/2007, de 11 de julio, reguladora del Estatuto del Trabajador Autónomo. Esta Ley debería regular, lo más ampliamente posible, las relaciones entre los profesionales autónomos y sus “clientes”/empresas-otros profesionales. Los estudios de expertos jurídicos han concluido diciendo que no deja de ser una mera declaración de intenciones, donde, aunque se reconozcan muchos derechos a los profesionales autónomos, gran parte, ya están reconocidos en la Constitución, porque su contenido es muy genérico. Establece la obligación legal de regular las relaciones profesionales a través de un contrato y, quizá, lo más destacado, es que aflora la figura del TRADE, como un subgrupo específico de los profesionales autónomos. Parte de la regulación de la Ley 20/2007 se deja a desarrollos reglamentarios posteriores, como el Real Decreto 197/2009, de 23 de febrero, por el que se desarrolla el Estatuto del Trabajo Autónomo en materia de contrato del trabajador autónomo económicamente dependiente y su registro, el cual pasaremos a tratar seguidamente. Trabajadores autónomos dependientes. El BOE. Nº.166, de 12 de julio 2007, publicó la Ley 20/2007, a través de la cual entró en vigor El Estatuto del Trabajador Autónomo, el artº. 11.1 de la cita disposición legal, define al 4 trabajador autónomo dependiente (TRADE), como aquél trabajador autónomo que realiza su actividad económica o profesional, para una empresa o cliente a título lucrativo y de forma personal, habitual, directa y predominante para un cliente del cual percibe al menos el 75% de sus ingresos, por rendimientos de trabajo y de actividades económicas o profesionales, pero además, éste deberá cumplir simultáneamente las condiciones siguientes: a) No tener a su cargo trabajadores por cuenta ajena, ni contratar o subcontratar, parte o toda su actividad, tanto respecto de su cliente como de otros clientes. b) Desarrollará su actividad de manera diferenciada con los trabajadores que presten servicios por cuenta del cliente, bajo cualquier modalidad de contratación laboral. c) Dispondrá de infraestructura productiva y material propios, necesarios para ejercer la actividad e independientes de los de su cliente cuando éstos sean relevantes económicamente. d) Desarrollará su actividad con criterios organizativos propios, todo ello sin perjuicio de las indicaciones técnicas que pueda recibir de su cliente. e) Percibirá una contraprestación económica del cliente en función del resultado de su actividad, según lo pactado y asumirá el riesgo y ventura de aquella. El Real Decreto 197/2009, de 23 de febrero, desarrolla la Ley 20/2007, entre otras cuestiones el contrato, registro, etc. del TRADE. 5 Tendrá la condición de TRADE (artº. 1) la persona física que realiza una actividad económica o profesional a título lucrativo y de forma habitual, personal, directa y predominante, para un cliente del cual percibe, al menos, el 75% de sus ingresos, tanto por rendimientos del trabajo como de actividades económicas o profesionales, y que simultáneamente reúne además, todas y cada una de las condiciones del art. 11.2 de la referida ley. - Se denomina cliente la persona física o jurídica, para la cual se lleve a cabo la actividad. - El contrato que se celebre entre el TRADE y su cliente, para ejecutar una actividad o servicio, se regirá por las disposiciones contenidas en el capítulo I del referido real decreto. - El contrato tendrá por objeto la realización por parte del TRADE, de una actividad económica o profesional y se podrá celebrar, para la ejecución de una obra o servicio o varias de ellas, o para la prestación de uno o más servicios. Al objeto de determinar los ingresos percibidos por el TRADE (artº. 2), se tendrán en cuenta, tanto los ingresos de naturaleza dineraria como en especie, que procedan de la actividad a título lucrativo. Para el cálculo del porcentaje del 75%, se tendrán en cuenta los ingresos totales percibidos por el TRADE, incluidos los de la empresa que se toma como referencia, así como los rendimientos obtenidos por cuenta ajena de su contrato de trabajo. Para poder celebrar el contrato, el TRADE deberá comunicar a su cliente que tiene dicha condición. El cliente podrá requerir al TRADE en el momento de celebrar el contrato, o después de la celebración de éste, que acredite que tiene tal condición (podrá utilizarse para ello última declaración de renta, certificado expedido por la agencia tributaria). 6 El contrato tendrá la duración (artº. 3) que las partes acuerden (se puede fijar fecha de término, finalización de la obra o servicio determinado etc.). De no especificarse tales extremos, se entenderá que éste es indefinido. El contrato para la realización de la actividad, servicio, etc., se formalizará por escrito (artº.4) y deberá contener como mínimo: - La identificación de las partes. - Deberá precisar los elementos respecto a su cliente. que configuran el TRADE, - El objeto y causa del contrato. - El régimen de la interrupción anual de la actividad, descansos, festivos, duración de la jornada, distribución, etc. - El acuerdo de interés profesional, asumiendo el TRADE el mismo. También podrán incluir en el mismo, entre otros, - Fecha de comienzo y duración. - La duración del preaviso de ambas partes, en caso de desistimiento, etc. - La cuantía de la indemnización que en su caso tenga derecho el TRADE. En el contrato deberá hacerse constar la condición de TRADE, respecto al cliente (artº. 5) y además el resto de las condiciones del artículo 11.2 de la ley, en concreto, 7 - Que la actividad de éste se llevará a cabo de forma diferenciada, respecto a trabajadores que presten servicios bajo contratación laboral. - Que éste ejecutará su actividad con criterios organizativos propios. - Que asumirá el riesgo y ventura de su actividad. - Que los ingresos de las condiciones económicas pactadas, representan el 75% de todos sus ingresos. - Que no tiene trabajadores por cuenta ajena. - Que dispone de infraestructura productiva y material propios. - Que comunicará por escrito las variaciones que se produzcan. - Que no es titular de establecimientos o locales abiertos al público. - Que no ejerce profesionales. su profesión conjuntamente con otros El contrato deberá ser registrado (artº, 6) por el TRADE en el plazo de diez días hábiles, después de su firma y deberá indicar tal hecho, en el plazo de los cinco días siguientes a su cliente. Transcurridos quince días hábiles, desde la firma, si el TRADE no ha registrado el mismo, deberá hacerlo el cliente en los siguientes diez días hábiles. Los contratos se registrarán en el Servicio Público de Empleo Estatal, a través de la presentación de la copia del contrato o mediante procedimiento telemático. Dicho registro no tendrá la condición de público. Situaciones anómalas. Hemos querido definir como “situaciones anómalas” aquellas situaciones en las que si bien en apariencia, se instrumentalizan como una relación 8 profesional, en realidad, adolece de las características propias de ella y, por el contrario, nos encontramos con una relación laboral por cuenta ajena. Hemos tratado de los profesionales autónomos como generalidad, hemos hablado de un subgrupo de ellos, los trades, hemos dado breves pinceladas respecto a los trabajadores por cuenta ajena, en comparación con los autónomos y, modo de conclusión, entendemos que sería conveniente dar unas directrices mínimas, para minimizar el riesgo, en lo posible, en los casos susceptibles de “relaciones laborales encubienrtas”. A la vista del informe, probablemente, una forma de ajustarse a la legalidad, sería la de configurar la relación con el profesional a partir de un contrato de servicios, con un contenido exhaustivo y detallado, que enmarque correctamente la relación empresa/centro médico-profesional, lo que significa que, entre otras cuestiones y a modo meramente enunciativo: - Nunca se podrá exigir al profesional una forma específica de llevar a cabo su cometido o servicio, siempre que se cumplan los requisitos deontológicos mínimos. - Se puede establecer, de hecho se recomienda, la posibilidad de sustitución del profesional por otro, en condiciones concretas y siempre a cargo del profesional titular del servicio. Ello tiene su justificación, en tanto que, el contrato regula la prestación de un servicio. Obviamente, la empresa puede exigir que el sustituto tenga el mismo nivel que el titular. - El profesional, como tal, nunca estará sometido al régimen disciplinario de la empresa. En caso de surgir algún conflicto, habrá que recurrir a la posibilidad de rescisión del contrato de servicios por incumplimiento de alguna de las partes contratantes. - La prestación del servicio deberá ajustarse a un horario, pero con suficiente autonomía para el profesional, lo que significa que, por ejemplo, de no haber pacientes que tratar, el profesional no está obligado a acudir o permanecer en el centro de trabajo. Por tanto, debemos apartarnos de la idea de jornadas de dedicación elevadas, porque tienden a la idea de exclusividad, la cual nos lleva a considerar el horario como una de las características propias de la relación laboral. - Cualquier modificación del horario convenido debe ser pactada entre las partes. Precisamente, una imposición por parte de la empresa en 9 esta materia, podría desembocar, con bastante probabilidad, en la existencia de una relación laboral, en la que es la empresa la que tiene la facultad, reconocida legalmente, de establecer la distribución de la jornada laboral. - Remuneración. Como en otras cuestiones del informe, existen resultados en ambos sentidos. A pesar de ello, el criterio de la remuneración por acto médico es, quizá, el menos perjudicial, porque es el más ajustado a la realidad práctica. Si bien es cierto que, el informe, es crítico en cuanto al sistema de retribución por acto médico, lo recoge como uno de los indicios que podría llevar a una relación laboral, lo cual no significa que, de no darse otras condiciones, esta forma de retribución sea la más apropiada. - Los períodos en que existe un cese temporal, pactado o no, del servicio, no cabe la retribución (vacaciones, enfermedad, ausencias...) - También sería recomendable revisar la cuestión de los seguros de responsabilidad. Evidentemente, los centros deben tener los seguros habituales, pero cualquier seguro que cubra la responsabilidad profesional, debería ir a cargo del profesional. Como conclusión, hemos de decir que, el cumplimiento de los requisitos del contrato de arrendamiento de servicios, no es una garantía absoluta, en caso de inspección o demanda laboral, para evitar el reconocimiento de una relación laboral, no podemos olvidar que las situaciones conflictivas son, precisamente, ambiguas. Pero también es cierto que, en ocasiones, los resultados vienen dados por la mayor o menor existencia de indicios tendentes a reconocer la relación laboral, o, por el contrario, a reconocer la existencia de un contrato de servicios profesionales. Cuanto más rigurosas sean las partes implicadas en el cumplimiento de sus respectivas obligaciones, y en las exigencias de sus derechos, más posibilidades se darán para evitar posibles sanciones administrativas o condenas judiciales, porque, en definitiva, gran parte del problema es una cuestión de prueba, que se demostrará por el funcionamiento habitual en la relación empresa-profesional, a partir de un contrato de arrendamiento de servicios estrictamente detallado y ajustado a la legislación civil. 10